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Historia de las Religiones Antiguas (Curso 2013-2014)
TEXTOS SOBRE JUDAÍSMO
1. El exilio judío de Babilonia (586-539 a.C.) y la época persa (538-332 a.C)
Vida y sentimientos (encontrados) de los deportados
1.1. “Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los deportados que yo llevé de
Jerusalén a Babilonia: «construir casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos, casaos y
engendrad hijos e hijas, tomad esposas para vuestros hijos y casad a vuestras hijas, para que ellas
engendren hijos e hijas; creced allí y no mengüéis. Pedid por la prosperidad de la ciudad adonde yo
os desterré y rezad por ella, porque su prosperidad será la vuestra»” (Jer 29, 5-7).
1.2. “Junto a los canales de Babilonia nos sentamos y lloramos con nostalgia de Sión. En los
sauces de su recinto colgábamos nuestras cítaras. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar,
nuestros opresores a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión». ¡Cómo cantar un canto del Señor en
tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha, que se me pegue
la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías...
¡Capital de Babilonia, criminal! ¡Quién pudiera pagarte los males que nos has hecho! ¡Quién
pudiera agarrar y estrellar tus niños contra las piedras” (Sal 137).
Regreso y la reconstrucción del Templo
1.3. El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor lo movió a promulgar el siguiente
decreto [538 a.C.]: “El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha
encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Los que de entre vosotros pertenezcan a ese
pueblo, que su Dios los acompañe y suban a Jerusalén de Judá para reconstruir el templo del Señor,
Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén. Y a todos los supervivientes, dondequiera que
residan, la gente del lugar les proporcionará plata, oro, hacienda y ganado, además de las ofrendas
voluntarias para el templo del Dios de Jerusalén” (Esd 1, 2-4).
Algunos profetas denunciaron el poco entusiasmo que despertó la reconstrucción del templo
y otros la hipocresía religiosa que siguió a su reconstrucción:
1.4. “Así dice el Señor de los ejércitos: Este pueblo anda diciendo que todavía no ha llegado
el momento de reconstruir el templo. ¿De modo que es tiempo de vivir en casas recubiertas,
mientras el templo está en ruinas? Subid al monte, traed maderos, construid el templo. Porque mi
casa está en ruinas, mientras vosotros disfrutáis cada uno de su casa. Por eso el cielo os rehúsa el
rocío y la tierra os rehúsa la cosecha” (Ageo, 1, 2-10).
1.5. “Yo soy el dueño, ¿dónde queda mi respeto? Traéis al altar pan manchado... víctimas
robadas, cojas, enfermas, y ¿voy a aceptarlas de vuestras manos? -dice el Señor. Maldito el
embustero que tiene un macho en su rebaño y ofrece una víctima estropeada... Judá ha profanado el
santuario que el Señor ama y se ha casado con la hija de un dios extranjero” (Malaquías, 1-2).
Reformas sociales y religiosas de Esdras y Nehemías
1.6. El año 458 el rey Artajerjes envía a Esdras a Jerusalén para imponer la Ley: “Yo, el rey
Artajerjes, ordeno... Tú, Esdras, nombra magistrados y jueces que administren justicia a todo tu
pueblo, es decir, a todos los que conocen la Ley de tu Dios, y a los que no la conocen, enséñasela.
Al que no cumpla exactamente la Ley de Dios y la orden del rey, que se le condene a muerte, o al
destierro, o a pagar una multa o a la cárcel” (Esd 7,21-26). “Más adelante -dice Esdras- se me
acercaron las autoridades para decirme: El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas han
cometido las mismas abominaciones que los pueblos paganos. Ellos y sus hijos se han casado con
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extranjeras, y la raza santa se ha mezclado con pueblos paganos. Esdras les dijo: separaos de los
pueblos paganos y de las mujeres extranjeras. Toda la comunidad respondió: el problema no se
resuelve en un día ni en dos, porque somos muchos los que hemos cometidos este pecado. Sería
mejor que nuestros jefes representasen a toda la comunidad... Los desterrados lo hicieron así. El
sacerdote Esdras escogió algunos cabezas de familia, se sentaron a examinar el asunto, (hicieron una
relación de casados con extranjeras) y todos éstos despidieron a sus mujeres y a sus hijos” (Esd 9-
10).
1.7. Al mismo tiempo Nehemías hubo de afrontar graves problemas sociales: “La gente
sencilla, sobre todo las mujeres, empezaron a protestar fuertemente contra sus hermanos judíos.
Unos decían: Pasamos tanta hambre, que tenemos que hipotecar nuestros campos. Y otros: Hemos
tenido que pedir dinero prestado para pagar el impuesto real. Somos iguales que nuestros hermanos
y sin embargo debemos entregar como esclavos a nuestros hijos e hijas. A algunas de ellas incluso
las han deshonrado... Cuando me enteré de sus protestas me encaré con los nobles y las autoridades.
Y les dije: No está bien lo que hacéis. Devolvedles hoy mismo sus campos y casas y perdonadles el
dinero, el trigo, el vino y el aceite que les habéis prestado. Respondieron: haremos lo que dices”
(Neh 5, 1-12).
1.8. “Al cabo de algún tiempo, con el permiso del rey (Artajerjes), volví a Jerusalén y advertí
la maldad que había cometido el sacerdote Eliasib [había acondicionado una gran habitación del
Templo para su pariente Tobías]. Supe también que los levitas no habían recibido sus porciones y
por eso se habían marchado a sus campos. Vi también que algunos judíos pisaban el lagar en
sábado, otros hacían gavillas y vendían sus mercancías ese día. Advertí también que algunos judíos
se habían casado con mujeres asdoditas, amonitas y moabitas. La mitad de sus hijos hablaban
lenguas extranjeras, pero no sabían hablar hebreo. Me encaré con ellos, los maldije, golpeé a
algunos y los conjuré solemnemente. Los purifiqué de todo contacto con extranjeros y restablecí a
los sacerdotes y levitas. Acuérdate de mí, Dios mío, para mi bien” (Neh 13,6-31).
Nuevas concepciones espirituales (rituales, festivas, teológicas)
1.9. "El Señor habla: “No te reprocho por tus sacrificios, pero no aceptaré un novillo de tu
casa ni un macho cabrío... Si tuviera hambre, no te lo diría, pues el orbe y lo que encierra es mío.
Sea tu sacrificio a Dios confesar tu pecado, cumple tus votos al Altísimo, e invócame el día del
peligro: yo te libraré y tú me darás gloria”... Señor, los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías. Sacrificio para Dios es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado
y humillado, tú, Dios, no lo desprecias. Dígnate, Señor, favorecer a Sión, reconstruye las murallas
de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se
inmolarán novillos" (Sal 51)
1.10. Circuncisión: “Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así: -Mira, éste es mi pacto
contigo: serás padre de una multitud de pueblos, te llamarás Abraham porque te hago padre de una
multitud de pueblos, te haré fecundo sin medida, sacando pueblos de ti... Este es el pacto que habéis
de guardar: circuncidad a todos vuestros varones; circuncidaréis el prepucio y será un señal de mi
pacto con vosotros” (Gn 17, 3-11).
1.11. “Detesto y rehúso vuestras fiestas, no me aplacan vuestras reuniones litúrgicas; por
muchos holocaustos y ofrendes que me traigáis, no los aceptaré ni miraré vuestras víctimas cebadas”
(Amós, 5, 21-22.- ¿Época preexílica?).
1.12. “Fíjate en el sábado para santificarlo. El día séptimo es un día de descanso dedicado al
Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu
ganado, ni el emigrante que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra
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y el mar y el séptimo descansó... Guardaréis el sábado porque es día santo para vosotros; el que lo
profane es reo de muerte” (Ex 20, 8-11 y 31,14).
1.13. “Aunque fuera tu pueblo, Israel, como la arena del mar, volverá sólo un resto; la
destrucción decretada rebosa justicia” (Is I, 10, 22).
1.14. “Habla el Señor: es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y
conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance
el confín de la tierra” (Is II, 49, 5-6).
1.15. “Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre
él todos nuestros crímenes. Maltratado, se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al
matadero, como oveja ante el esquilador. Sin defensa, sin justicia se lo llevaron... El Señor quiso
triturarlo con el sufrimiento y entregar su vida como expiación... Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos” (Is II, 53, 6-11).
1.16. “Así dice el Señor: Yo soy el que dice a Ciro: «Tú eres mi pastor y cumplirás toda mi
voluntad». El que dice de Jerusalén: «Serás reconstruida», y del Templo: «Serás cimentado». Así
dice el Señor a su ungido Ciro, a quien lleva de la mano: Doblegaré ante él las naciones. Yo iré
delante de ti, allanándote los cerros. Te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías.
Yo soy el Señor y no hay otro” (Is II, 44,27-45,5).
1.17. “El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, dejar libres a los
oprimidos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves
desnudo y no cerrarte a tu propia carne” (Is III, 58, 6-7).
2. Helenismo y Judaísmo
Judíos y samaritanos
2.1. Los samaritanos, queriendo ganarse también a Alejandro, decidieron confesarse judíos.
“Y es que los samaritanos llevan en su ser esta condición: cuando los judíos se encuentran en
dificultades, reniegan de considerarlos su congéneres, confesando entonces la pura verdad, pero
cuando ven que el azar les proporciona una situación espléndida, de pronto salen con la pretensión
de estar vinculados a ellos, alegando pertenecer a la misma raza y haciendo derivar su árbol
genealógico de Efraim y Manasés, los descendientes de José”. Pues bien, los samaritanos llegaron al
encuentro de Alejandro y le pidieron que honrara también con su presencia el templo que ellos
tenían y que les eximiera del pago de tributos uno de cada siete años. Alejandro les dijo que visitaría
su templo a la vuelta, y les preguntó si eran judíos. Y como contestaron que no, le dijo que más
tarde decidiría qué responder a sus peticiones... Una vez muerto Alejandro, el templo levantado en
el monte Garizín permaneció en pie (Josefo, AJ, XI, 340 ss.).
Crisis del Judaísmo y revuelta de los Macabeos
2.2. “Antíoco Epífanes autorizó a los israelitas a adoptar las costumbres paganas y entonces
construyeron un gimnasio en Jerusalén, disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa,
emparentaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal… Antíoco entró en el santuario,
robó el altar de oro, el candelabro y todos sus accesorios, la mesa, las copas, los incensarios de
oro… y se los llevó todo a su tierra…Dos años después saqueó Jerusalén, se llevaron cautivos a las
mujeres y los niños, instalaron allí a gentiles perversos, judíos renegados se acuartelaron allí y se
convirtieron en una insidia contra el templo, una amenaza para Israel… Muchos israelitas ofrecieron
sacrificios a ídolos y profanaron el sábado… El rey prohibió ofrecer en el santuario sacrificios y
libaciones, guardar los sábados y las fiestas… Se le unió mucha gente, todos traidores a la Ley, y
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cometieron tales tropelías que los israelitas tuvieron que esconderse… Por entonces surgió Matatías,
que tenía cinco hijos (familia de los Macabeos), y dijo en voz alta: No obedeceremos las órdenes del
rey y allí mismo mató al funcionario real que obligaba a sacrificar. Luego empezó a gritar por la
ciudad: El que sienta celo por la Ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga! Después se echó al
monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía…” (1 Macabeos, 1,14-2,28).
Elogio del Imperio romano y alianza de los Macabeos con Roma
2.3. “Judas había oído hablar de los romanos: que eran muy poderosos, benévolos con sus
aliados y que hacían pacto de amistad con cuantos acudían a ellos. Le contaron sus hazañas militares
en las Galias... y todo lo que habían hecho en tierras de España para apoderarse de las minas de plata
y oro que hay allí, cómo habían sabido mantener su dominio en todo el país con paciencia y
prudencia, y eso que estaba muy lejos. A los reyes que les habían atacado desde los confines de la
tierra los habían derrotado aplastándolos definitivamente; los demás les pagaban un tributo anual...
Aniquilaron y esclavizaron a cuantos les pusieron resistencia; en cambio, se mantenían fieles a sus
amigos y a los que se ponían bajo su protección. Cuantos oían hablar de ellos los temían. Aquellos a
quienes quieren ayudar en sus pretensiones al trono, llegan a reyes; a los que quieren cambiar, los
destituyen. Están en la cima del poder. Y con todo esto ni uno de ellos ha ceñido la corona ni se ha
vestido de púrpura para aumentar su autoridad. Han formado un Senado, y diariamente deliberan
trescientos veinte senadores, buscando siempre el bien público. Confían cada año el poder y el
gobierno del país a un solo hombre; todos le obedecen, sin envidia ni rivalidades” (1 Macabeos 8, 1-
16).
Judas y el pueblo judío sellaron el siguiente pacto con Roma: «Si estalla la guerra contra
Roma o uno de sus aliados en el Imperio, el pueblo judío luchará a su lado con toda el alma,
conforme lo exijan las circunstancias; a los enemigos no les darán ni les suministrarán alimentos,
armas, dinero, naves. Es decreto de Roma. Cumplirán estas cláusulas sin compensación alguna.
Igualmente, si estalla una guerra contra el pueblo judío, los romanos lucharán a su lado
decididamente, conforme lo exijan las circunstancias, y no darán a los enemigos alimento, armas,
dinero ni naves. Es decreto de Roma. Observarán estas cláusulas lealmente» (1 Macabeos 8, 24-28).
3. Sectas judías en tiempos de Jesús
3.1. “Los judíos contaban desde la más remota antigüedad con tres escuelas filosóficas: la de
los esenios, la de los saduceos y, en tercer lugar, la de los llamados fariseos (...).
Los fariseos llevan una vida frugal, sin la menor concesión a la molicie, y siguen fielmente
aquellos principios que la razón les sugiere y determina como buenos, puesto que consideran que la
observancia de los principios que la razón quiere revelarles es algo por lo que merece la pena luchar.
Conceden el máximo de respeto a quienes les aventajan en edad, y no osan contradecir sus
indicaciones ni criticarlas. Y aunque entienden que todo el acontecer humano está determinado por
el destino, tampoco quitan a la voluntad su propia iniciativa, por haber determinado Dios, por un
lado, que en el devenir de los acontecimientos intervenga también la decisión del destino, y, por
otro, que la voluntad de los hombres proceda con virtud o maldad. Y creen ellos que las almas
poseen el don de la inmortalidad, y que cuando ellas bajan al otro mundo sufren condenas o reciben
premios, según en la vida se hubieran conducido perversa o virtuosamente, de suerte que las
primeras reciben como pago la prisión eterna, y las segundas la facultad de volver a la vida. Por
estas enseñanzas no sólo consiguen que las gentes les crean ciegamente, sino que además logran que
sean realizados según sus indicaciones los actos rituales inherentes a las oraciones y a los
sacrificios. ¡Tan alto grado de fidelidad les testimoniaron las ciudades con la práctica de lo que
consideraban mejor así en la forma de vida como en sus palabras!
Por lo que a los saduceos respecta, su doctrina enseña que las almas se desintegran al mismo
tiempo que los cuerpos. Y ellos no se preocupan de observar ninguna otra cosa más que las leyes,
puesto que consideran una virtud discutir a los maestros las enseñanzas que éstos pretenden hacer
prevalecer. Esta doctrina es admitida por pocos hombres, aunque estos pocos son los que ocupan los
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puestos principales, pero sin que ellos la pongan en práctica en absoluto (hablando en términos
generales), ya que, cuando pasan a ocupar alguna magistratura, se resignan, en contra de su voluntad
y a la fuerza, a seguir las directrices de lo que enseña la doctrina de los fariseos, y eso porque el
pueblo no les consentiría ningún otro proceder.
En lo que a los esenios toca, su doctrina gusta de dejar todo en manos de Dios, y asimismo
defienden la inmortalidad de las almas, al tiempo que consideran la consecución de la virtud un
objetivo por lo que merece la pena luchar. Y si ellos llevan ofrendas al Templo, no celebran, en
cambio, sacrificios a causa de la diferencia entre las purificaciones seguidas en el Templo y las
habituales en ellos, y por esta razón, como se les prohíbe realizar los sacrificios como todos en el
atrio del Templo, los llevan a cabo entre ellos solos. Pero por lo demás son hombres de una
condición extremadamente buena, y capaces de desplegar los mayores esfuerzos dedicados a la
agricultura. Y merece que se admire la justicia de sus comportamientos más que a cualquiera otros
que persiguen la virtud, puesto que nadie entre los griegos o los bárbaros dio en modo alguno el más
mínimo ejemplo de una conducta tan justa, mientras que, sin embargo, en ellos ya desde antiguo
concurre la circunstancia de no verse impedidos a practicarla. Se trata de lo siguiente: los bienes de
uno son comunes a todos, de forma tal que el rico no disfruta de sus propiedades en mayor medida
que el que no posee lo más mínimo. Este sistema de vida lo practican un número de hombres
superior a los cuatro mil.
Y ni toman esposas ni practican la posesión de esclavos, por entender que esto último
comporta injusticia y que lo primero da motivo para la discordia. Y como viven ellos solos se
prestan mutua ayuda. Eligen a hombres honrados a mano alzada para que se hagan cargo de los
ingresos recibidos y de los frutos que las tierras les producen, mientras que los sacerdotes se ocupan
de la elaboración del pan y preparación de las viandas (...).
Judas de Galilea, por su parte, se instituyó jefe de una cuarta escuela filosófica. Quienes
sustentan las ideas enseñadas por esta escuela concuerdan con el punto de vista de los fariseos en
todas las cuestiones, con la única diferencia de que su amor por la libertad es inconmovible, puesto
que no aceptan otro jefe y soberano más que únicamente a Dios. Tienen por cosa de poca monta
sufrir las más diferentes clases de muertes por oponerse a dar a hombre alguno el título de soberano.
Y como la mayoría de la gente ha visto con sus propios ojos con cuánta firmeza soportan los
mayores sufrimientos por defender estos principios, omito extenderme más en ello, pues temo no
que algo de lo que yo diga acerca de ellos quede en una noticia increíble, sino, por el contrario, que
mis palabras induzcan al lector a considerar la capacidad de sufrimiento de estos hombres por
debajo del desprecio que hacia él muestran. Esta locura fue la causante de que el pueblo judío
empezara a corromperse, aprovechando que Gesio Floro, cuando fue procurador de Judea, con la
arbitrariedad de sus ofensas exasperó a los judíos y los obligó a sublevarse contra los romanos”
(Josefo, AJ 18, 11-23). Más detalles pueden verse en Josefo, AJ 13, 171 y Guerra judía, 2, 119-
166.Sobre los esenios cf. Plinio el Viejo, Historia Natural, V, 17,4; Filón de Alejandría, Quod
omnis probus sit liber, 75-91 y Porfirio, Sobre la abstinencia, IV).
3.2. Cristianos: cf. Testimonium Flavianum (citado en textos sobre Cristianismo).
4. Privilegios y menosprecio del judaísmo y de los judíos en el Imperio romano (siglos I-II)
A) “Algunos, a los que le cayó en suerte un padre temeroso del sábado, adoran nada más que
a las nubes y al cielo divinizado, y no consideran que se diferencie de la humana la carne del cerdo,
de la que su padre se abstuvo, y además se quitan pronto el prepucio. Pese a estar acostumbrados a
despreciar las leyes romanas, aprenden y practican y respetan el derecho judaico, todo lo que enseñó
Moisés en un misterioso libro: a no indicarle el camino si no es a un correligionario, a llevar camino
de la fuente sólo a los capados. Pero la culpa es de ese padre que cada siete días se estuvo ocioso y
sin hacer nada de lo que el vivir requiere” (Juvenal, Sátira 14, 95-106. Trad. de F. Socas). Cf.
Tácito, Historias V, 3-13; Anales, 13,32 (sobre Pomponia Graecina) y Josefo, BJ, VII, 43-53).
6
B) Sobre privilegios bajo César y Augusto, cf. Josefo, AJ, 14, 213-16; Filón, Embajada a
Gayo, 155-8.
5. La Fiesta de la expiación o del Gran Perdón (Yom Kipur), según La Misná (Yomá, 8,8)
“Si alguno dice: «pecaré, pero el Yom kipur borrará mi falta», el Yom kipur no la borrará. El
Yom kipur borra las faltas que hay entre el hombre y Dios, pero las que hay entre el hombre y su
semejante el Yom kipur no las borra en tanto no haya habido reconciliación entre ambos” (Cf. Lv
16; 23, 26-32).
6. Otras referencias bíblicas sobre creencias, ritos, fiestas y costumbres judías
- Festividades del Señor: Lv 23.
- Sábado: Ex 20, 8-11; 31,12-17; 35,2; Lv 23,3-4.
- Pascua y ázimos: Lv 23,5-8; Nm 9, 1-14; Ex 23, 15.
- Fiesta de la expiación o del Gran Perdón (Yom kipur): Lv 16; 23, 26-32
- Fiesta de las chozas: Ex 23,14-16; Lv 23,33-44.
- Año sabático y jubilar: Ex 23,10-11; Lv 25,3-17.
- Decálogo: Ex 20, 1-17; 34, 14-26; Dt 5, 6-21.
- Normativas sexuales: Ex 22, 18; Lv 18, 6-23.
- Legislación criminal: Ex 21, 12-36.
- Normas éticas y de carácter social: Ex 21, 1-11 (esclavos); Ex 22,20 (emigrantes); (Dt 24,
14-22 (jornaleros, emigrantes y marginados). Ex 23,1-9 y Lev. 25,35-55 (rectitud y
solidaridad); Lv 19 (santidad).
- Diversos tipos de sacrificios: Lv 1-7.
- Animales comestibles y contaminantes: Lv 11,1-47.
- Discriminación de la mujer: Cf., por ej. Lv 27,3-8.
7. Creencias en la resurrección
CIL, VI, 39086 (versión inglesa en Beard, North, Pirce, 1998, II, 324).
NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Las citas veterotestamentarias reproducen o parafrasean las ediciones dirigidas por
A.Schökel: Nueva Biblia Española (Ed. Cristiandad) y Biblia del Peregrino (EGA - Mensajero).
- AJ = Flavio Josefo, Antigüedades Judías, Madrid 1997. Trad. de J. Vara.
-GJ = Flavio Josefo, La guerra de los judíos, Introducción y traducción de J.M.Nieto. 2
vols. Madrid 1997-1999 (BCG 247 y 264).
- Isaías I (= Is 1-39) se escribe a mediados del siglo VIII. Isaías II o Deuteroisaías (= Is 40-
55) vive a final del exilio. Isaías III o Tritoisaías (=Is 56-66) es un texto posexílico.
- Es probable que Esdras llegase a Jerusalén como líder de un nuevo grupo de deportados y
que realizara sus reformas en torno al 458 a.C. Nehemías, copero del rey persa, estuvo en dos
ocasiones en Jerusalén (quizá en 445-433 y 432), la primera con el rango de gobernador de Judá
(Neh 5, 14). Los libros canónicos de Esdras y Nehemías sitúan a estos dos personajes en el reinado
de Artajerjes. Josefo, en cambio, los fecha en tiempos de Jerjes, pero afirma (AJ, XI, 168) que
Nehemías fue a Jerusalén «cuando Jerjes llevaba ya sentado en el trono 25 años» (¿?).
- Reyes persas (fechas aproximadas de sus reinados): Ciro (559-530 a.C.), Cambises (530-
522), Darío (522-486), Jerjes (486-465), Artajerjes (464-424), Darío II (424-405), Artajerjes II (404-
358), Artajerjes III (358-338), Darío III (338-330).
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