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    Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo alguno.

    Es una traducción hecha por fans y para fans.

    Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo si consigue atraparte.

    No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña en

    tu blog o foro.

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    Usted está invitado a una boda...

      donde un amante misterioso cumple una fantasía secreta, y encuentra su propiosueño hecho realidad.

      donde una mujer decepcionada encuentra el verdadero amor, en el másimprobable de los lugares.

      donde la novia y el novio tienen dudas, pero descubren un feliz para siempre queva más allá de sus sueños salvajes.

    Christine siempre ha estado enamorada del mejor amigo de su hermano mayor,Jake. El hecho de que ella es la dama de honor y él el padrino en la boda caribeña deJess significa que van a estar juntos en múltiples ocasiones durante la semana de lasfiestas. Christine decide hacer que valga la pena y le cuenta a Jake sobre su fantasíasecreta, esperando que se dé cuenta que él es el amante que realmente quiere paradicha fantasía.

    Jake siempre ha querido que Christine sea más que su “otra hermanita”, perono quiere perder su amistad. Cuando Christine le confiesa su fantasía secreta, sedesigna a sí mismo para hacerla realidad. Su única preocupación es la apuesta querealizan en la despedida de solteros: cualquiera de los chicos que tenga suerte primero,gana el dinero. Jake sabe que ganar la apuesta podría significar perder a Christine,afortunadamente, él es un hombre dispuesto a ser creativo cuando se trata de ganar elmejor premio de todos.

    The Wedding #1

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    or mucho que a Christine le encantaba viajar y por mucho quenecesitaba unas vacaciones, en realidad no estaba entusiasmada coneste viaje.

    Las bodas estaban empezando a sentirse menos una celebración.

    Christine estaba feliz por su mejor amiga, Jessica, y se sentía honrada de ser la

    dama de honor de Jessica. Pensaba que era maravilloso que estuviera casándose con elamor de su vida en una playa en el Caribe rodeada de amigos y familiares. Sería unahermosa ceremonia, Christine lo sabía.

    El problema era que las bodas simplemente hacían a Christine más conscientede su propia soledad. Que su mejor amiga siendo feliz para siempre, sólo reforzaba laimprobabilidad que la situación de Christine alguna vez cambiara. Iba ser enfrentadacon esa verdad a cada paso de este viaje.

    Porque el único hombre que Christine quería era el hermano mayor de Jessica,Jake.

    Y él sería el padrino.

    Estar locamente enamorada de Jake era algo que Christine normalmenteempujaba a la parte posterior de sus pensamientos… excepto cuando veía a Jake, y eneste viaje, lo vería todo el tiempo. Christine había conocido a Jake toda su vida y lohabía adorado por la misma cantidad de tiempo. Sabía que Jake no era perfecto, perotenía todas las cualidades que ella admiraba. Era guapo, atlético, inteligente y tenía unbuen sentido del humor. Podía ser amable y podía ser difícil dependiendo de lascircunstancias. Era escrupulosamente justo. Tenía un gran trabajo y una carrera

    prometedora.Y estaba convencido de que él y Christine sólo eran amigos.

    De hecho, a modo de broma la llamaba su “otra hermanita”. 

    Él le había presentado a su hermana a Ryan: porque él había puesto estematrimonio en movimiento, así que era el padrino de Ryan. Christine se debatía entreestar emociona porque sería partícipe junto con Jake en esta boda, dados sus

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    respectivos roles, y temiendo la posibilidad de hacer el ridículo de sí misma, bajo lainfluencia del alcohol, al divulgar su secreto, perdiendo la amistad de Jake parasiempre.

    Ser amigos era mejor que nada.

    Esa debe haber sido la razón de por qué Christine no había dormido. Estabadespierta cuando aún estaba oscuro, tan temprano para el vuelo chárter que lascafeterías en el aeropuerto ni siquiera estaban abiertas. Consiguió pasar la línea deseguridad y se sentó en la sala de espera en la puerta. Sacó su teléfono celular ycomprobó dos veces sus mensajes. Por lo que sabía, podría no conseguir señal en lasislas y quería asegurarse que todo funcionara sin problemas mientras ella estaba fuera.

    Naturalmente, a pesar de su planificación, estaba justo en medio de un grantrabajo, uno que podría impulsar su carrera y el cual ya había extendido más allá de lafecha límite. Era un momento de mierda para desaparecer, pero se lo había prometido

    a Jess.

    Christine era vagamente consciente de un trío de chicos llegando a la sala deespera. Eran ruidosos y bien parecidos, tal vez amigos de Ryan. Parecía como sihubieran venido directamente de una fiesta, y uno de ellos estaba comprobándola.Christine se concentró en repasar sus mensajes. Alguien se sentó a su lado y ella supusoque era uno de los chicos. Tuvo tiempo para irritarse por su presunción antes de que élhablara.

    —Así que, ¿eres el especial del día?

    Christine saltó ante el sonido familiar de la voz de Jake. Levantó la vista paracaptar su sonrisa pícara, y entonces él se recostó en el asiento a su lado. Podría habersido un gran felino estirándose, todo un gran felino esbelto, así que ella robó un buenvistazo. Su muslo chocó contra el de ella, haciendo saltar a su pulso, pero sabía que élno lo había hecho a propósito.

    Probablemente ni siquiera era consciente que le había hecho acelerar elcorazón.

    El cabello castaño rojizo de Jake estaba un poco más largo de lo habitual yrebelde. Parecía como si hubiera pasado las manos a través de él un par de veces, y

    sonrió al ver que no se había afeitado. Eso era diferente. Estaba segura que nunca lohabía visto en público con una barba crecida de un día.

    La visión le hizo cosquillear un poco, como si las reglas habituales hubieran sidohechas a un lado.

    Como si hubiera más posibilidades abiertas.

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    ¿Qué pasaba con la que ella más quería?

    Jake lanzó su bolso a sus pies y sacó su propio teléfono, luego la atrapó mirandoy sonrió.

    —No luzcas tan sorprendida. Sabía que estarías aquí. Siempre somos los

    primeros en llegar.

    Christine sonrió.

    —Así es como siempre terminamos haciendo el desayuno para todos en la casade campo.

    —O por lo menos el café. Mataría por café en este momento. —Miró hacia lacafetería más cercana e hizo una mueca al ver que todavía no estaba abierta.

    Christine recordó entonces que la despedida de soltero había sido la noche

    anterior.—¿Dormiste?

    Jake negó con la cabeza.

    —Apenas.

    —Entonces, ¿la despedida de soltero estuvo bien?

    Él puso los ojos en blanco.

    —La despedida de soltero fue interminable. Pezones por todas partes.

    Christine se rio sin querer.

    —No pareces impresionado. —Sabía que tenía que burlarse de él—. No vayas adecirme que eres gay.

    Jake se rio ante eso.

    —Difícilmente. Las bailarinas exóticas simplemente no son lo mío. —Le lanzóuna mirada tan rápidamente que la agarró por sorpresa—. Me gustan las mujeres, peropreferiría conocer a la mujer en su totalidad en lugar de sólo calificar sus partesindividuales.

    —Sabía que eras anticuado —dijo Christine, tratando de mantener su tonoligero.

    —No es un crimen, ¿cierto?

    —No desde donde estoy sentada.

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    —Bien. —Dijo la palabra tan rápido y tan bajo que Christine se preguntó siestaba imaginando su intensidad—. Me alegra ver que no soy el único que se perdió uncafé esta mañana —murmuró, luego se dispuso a revisar sus mensajes. Hizo unamueca—. Oh, voy a pagar por estas vacaciones en horas extra.

    —Yo también. —Christine recordó su pregunta un poco tarde.—Eso esperando que en realidad lleguen al altar.

    Christine se quedó sin aliento, alegre de no ser la única que había notado lafricción en la relación de Jess y Ryan.

    —Estoy segura que sólo son los nervios —dijo ella y Jake se encogió dehombros, no pareciendo convencido. La conversación se estancó, ambos incómodoscon la idea de Jess siendo infeliz, y entonces recordó su comentario anterior—. ¿Quéquisiste decir con “el especial del día”?

    Para su alivio, la pregunta le devolvió su buen humor. Él le sonrió.

    —Esos chicos lucen como si les gustaría tenerte para el desayuno. ¿Los estásignorando o no te habías dado cuenta de ellos?

    Christine arrugó su nariz.

    —Puerta número uno, pero deseando por la puerta número dos.

    Jake sonrió.

    —No te culpo. —Su mirada se volvió más cálida mientras la miraba—. Aunque

    te ves deliciosa. De verdad trabajas esa vibra de estrella de cine retro, ¿no?

    Christine se encontró sonrojándose. ¿Realmente Jake la estaba comprobando…y gustándole lo que vio? Tal vez estaba soñando tan temprano esta mañana.

    Por otro lado, era bastante excitante pensar en Jake teniéndola para eldesayuno. ¿Qué pensaría si ella se ofreciera? Christine no se atrevía a hacerlo, perosintió que el pensamiento la hizo ruborizar aún más. Se sentía más cohibida de lonormal en presencia de Jake, cosa que era decir mucho.

    —Sólo espero que no vayan al mismo complejo que nosotros.

    —¿Por qué? —El tono de Jake fue cuidadosamente neutral y mantuvo su miradafija en su teléfono—. ¿No estás buscando un poco de acción de vacaciones? Pensé queeso era lo que todas las damas de honor estaban planeando.

    —Sólo Fiona. —Christine negó con la cabeza—. Pero ya sabes cómo es ella.

    —No, no lo sé. —Jake habló con tanta firmeza que ella levantó la vista.

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    —¿Cómo no te has dado cuenta? Ella prácticamente te acecha.

    Jake hizo una mueca.

    —Me he dado cuenta, simplemente no quiero saberlo. Un poco como tú y lamanada de lobos de allí.

    Ahora era el turno de Christine para sonreír. Aunque, las siguientes palabras deJake le robaron su sonrisa.

    —Esos tipos son amigos de Ryan, de la universidad. El de cabello oscuro esMark. Puedes pensar en él como la versión masculina de Fiona.

    —Gracias por la advertencia. —Christine echó un vistazo a los chicos y el decabello oscuro que debe ser Mark le guiñó un ojo. Se interesó de inmediato en suteléfono y Jake soltó un pequeño cacareo en voz baja—. ¡No soy una gallina!

    —Podrías decirle a dónde puede irse, pero apestas en ser desagradable.—¿Se necesita a uno para conocer a otro? —replicó Christine y Jake rio de

    nuevo.

    Christine le dio un manotazo y él rio aún más fuerte, como el hermano mayorque bien podría haber sido. Se veía tan sexy y vital que los pensamientos de Christineestaban muy lejos de los que debería tener por un hermano.

    Todo lo que quería hacer era saltar sobre Jake, ¡era su fantasía de vacaciones!,pero si se lo decía, probablemente él le alborotaría el cabello como cuando tenía seisaños y se burlaría de ella sobre eso.

    —Quizás. —Él le guiñó el ojo otra vez, contento de jugar con su compostura —.Tal vez tengamos suerte y todos mantendrán a Fiona ocupada.

    —Se vale tener esperanza. —El bajo comentario de Christine pareció divertir aJake, Y tuvo una idea repentina de cómo poder evitar a los chicos con la ayuda de Jake.

    ¿Se atrevería a sugerirlo?

    Jake se echó hacia atrás, observándola, y algo cambió en su expresión. Christinetragó fuerte, y fingió no darse cuenta.

    —Así que, dime. ¿Qué quieres de tus vacaciones, si no es sexo salvaje conextraños? ¿Cuál es tu ideal en términos de escapar de todo?

    —Quiero broncearme —dijo Christine firmemente, desconfiada en comobrillaban sus ojos.

    —¿Eso es todo?

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    —Eso es todo.

    —¿Un bronceado vale la pena por trabajar horas extras durante tres semanascuando llegues a casa?

    Christine asintió con determinación, ignorando su escepticismo.

    —¿Y tú?

    —Un montón de tiempo buceando. —Jake clicó a través de sus mensajes detexto. Christine tuvo entonces la sensación de que estaba fingiendo estar másinteresado en ellos de lo que estaba. Ya sabía que él estaba observando —. Entonces,¿no tienes fantasías románticas establecidas en playas tropicales?

    No sonaba como si se estuviera burlando de la idea, por lo que Christine admitiósu debilidad antes de pensar hacer lo contrario.

    —Tal vez sólo una.Jake alzó la vista entonces, su mirada brillando.

    —¡Excelente! Dime.

    —¡No lo haré!

    Él se acercó más.

    —¿Por qué no?

    —Porque vas a usar la información en mi contra. Sé cómo eres.

    Jake sonrió, viéndose imprudente y sexy.

    —Pero te estás sonrojando como loca. Tiene que ser una buena fantasía. —Éllevantó las cejas—. Tal vez te pueda ayudar a hacerla realidad.

    Oh, no. Él no iba a ayudarla a cumplirlas con algún otro chico.

     —No  te lo voy a decir —dijo Christine—. Además no importa. Soy demasiadoromántica para enamorarme durante las vacaciones y eso es lo que importa al final.

    No había duda que tenía toda la atención de Jake. Él tragó fuerte, y luego habló

    suavemente, su voz baja haciendo su magia habitual en ella.—¿No crees que el amor pueda pasar tan rápido?

    Christine negó con la cabeza.

    —Creo que se necesita tiempo para conocer a alguien lo suficientemente biencomo para encabezarse perdidamente al amor. —Él la observaba con tanta intensidad

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    que ella cambió de tema—. Y simplemente es de muy mal gusto cómo Fiona lo hace.Estoy más interesada en algo a largo plazo.

    —Estoy de acuerdo. —Jake miró al otro lado de la sala de embarque y apagó suteléfono—. Cuidado, los amigos de Ryan están cambiando sus asientos, tal vez

    acercándose para atacar. ¿Tienes tus escudos puestos?—¡Oh, no! —Christine arrojó su teléfono en el bolso y echó un vistazo a los

    chicos. Tal como Jake había dicho, el chico de cabello oscuro estaba mirándola de cercay sonriendo. Él la saludó con su café para llevar y ella ahogó un gemido. Miró en buscade seguridad y vio a Fiona dirigirse directamente hacia ellos. Estaba vestida en suhabitual blanco y negro, su cabello rojo balanceándose suelto y recién teñido en untono más brillante—. Oh, mira, Fiona está viniendo.

    Jake maldijo tan a fondo que Christine rio.

    —Dime que no me está mirando.—Podrías mirarlo por ti mismo.

    —¿Y animarla? Olvídalo.

    —Estás en su punto de mira. —Christine le dirigió a Fiona un saludo y unasonrisa, sólo para atormentar a Jake.

    Y para prepararlo para su sugerencia.

    —No, no —murmuró él—. No la animes para que se acerque.

    Su consternación era exactamente lo que Christine necesitaba para sentirsevaliente.

    —Podríamos hacer un trato —dijo ella y la mirada de Jake se clavó en la suya.Tuvo dificultades para recuperar el aliento, así que lo dijo, todo un poco apurado—.Podríamos cubrirnos el uno al otro.

    —¿Cómo?

    —Al fingir tener algo entre nosotros esta semana.

    Jake arqueó una ceja.

    —¿Algo?

    El rostro de Christine estaba caliente, pero había empezado y lo terminaría.

    —Quizás vernos con una nueva luz. Tal vez una aventura de vacaciones entrenosotros. Siete días, sin compromisos, estamos locamente enamorados y sólo tenemosojos el uno por el otro. Sería la perfecta tapadera para los dos.

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    Jake sonrió tan lentamente que el corazón de Christine dio un vuelco.

    —Entonces, yo sería el audaz caballero y salvaría a la damisela en peligro de loslobos, mientras que tú me defenderías de Fiona.

    Christine asintió.

    —Creo que tú estás en más peligro que yo. He estado defendiéndome de Fionadurante años.

    —¿Qué significa eso?

    Jake se acercó más, sus ojos brillando. Podía sentir el calor de su piel contra subrazo y su intensidad hizo que se le secara la boca.

    —Tienes que endulzar el trato.

    La voz de Christine se había desvanecido a un susurro.

    —¿Cómo?

    Jake sonrió, una sexy sonrisa lenta.

    —Cuéntame el resto de tu fantasía.

    Hablaba en serio. El corazón de Christine golpeó fuerte, sabiendo que le daríacualquier cosa a Jake, en cualquier momento y en cualquier lugar.

    —Te dije que no… 

    —Entonces no hay trato. Buena suerte con los lobos. —Su sonrisa se volviómalvada—. Dale una oportunidad, Christine. Tal vez yo puedo hacerla realidad.

    Oh, Jake podía. Christine no tenía ninguna duda de ello. Pero también estababastante segura que le estaba tomando el pelo.

    Por otra parte, ¿no era hora de darle una oportunidad? No estaba haciendoningún progreso de lo contrario. ¿Qué más tenía que perder, salvo su orgullo?

    —Trato hecho —dijo antes de que pudiera cambiar de opinión. Le ofreció lamano para sacudirla en acuerdo.

    —Oh, no —murmuró Jake, sus ojos brillando con intención—. Este no es el tipode acuerdo que se consigue sellar con un apretón de manos. —Agarró la parteposterior del cuello de Christine en una mano cálida, deslizó los dedos en su cabello ytiró de ella para acercarla—. Empezamos el asunto ahora mismo —susurró, sus ojosresplandeciendo.

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    El corazón de Christine se detuvo, y entonces despegó al galope. Jake iba abesarla, justo en frente de todo el mundo, y no sólo un beso fraternal en la mejilla. Sealegró de estar sentada, sus rodillas estaban debilitándose por la anticipación.

    —Sígueme la corriente, Christine —murmuró Jake, su boca a meros centímetros

    de la suya. Tenía los ojos entrecerrados, su color verde oscuro y sexy. Se veía decidido ytan completamente centrado en ella que Christine se sintió mareada—. Este juego nova a funcionar de otra manera.

    —Cierto —susurró ella, luego deslizó los brazos alrededor de su cuello. Se sintiótan bien, sólido, musculoso y cálido. Cuando su boca reclamó la de ella, Christine cerrólos ojos y se entregó a la fantasía.

    Si sólo iba a conseguir un beso de Jake en toda su vida, lo convertiría en unopara recordar… incluso si era sólo estratégico desde el punto de vista de él. Le devolvióel beso y sintió a Jake quedarse sin aliento. A continuación, su boca se inclinó más

    posesivamente sobre la de ella y profundizó el beso, aparentemente ajeno a los silbidosde los amigos de Ryan.

    Era la fantasía de Christine y algo más, por lo tanto, no quería que se detuviera.Los fuertes dedos de Jake estaban en su cabello y su otro brazo alrededor de sucintura.

    El hombre sabía besar. Estaba volviendo su alma del revés y Christine sepreguntó cómo se las arreglaría para sobrevivir a la semana sin revelar sus verdaderossentimientos por él.

    Entonces, su lengua se deslizó entre sus dientes y se olvidó de todas laspreocupaciones. Sólo se aferró a él, saboreó el momento y quiso más.

    Jake había pasado meses tratando de encontrar la manera de sugerirle a

    Christine que fueran más que amigos. Este viaje al sur para la boda parecía laoportunidad perfecta para mover su relación a una nueva dirección, pero no había sidocapaz de pensar en una manera de presentar su caso que no sonara grosero. Al final,ella había hecho la sugerencia.

    ¿Sus pensamientos podrían estar corriendo en la misma dirección?

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    Jake no podía creerlo. Ella sólo tenía miedo de los amigos imbéciles de Ryan, yera comprensible. También la entrada de Fiona fue impecable. Pero el beso caliente deChristine, su suave y dulce boca, su lengua burlona, le estaba haciendo olvidar dóndeestaban.

    ¿Christine siempre besaba así? Jake quería arrojarla por encima del hombro yencontrar un poco de intimidad, para entonces averiguar más tarde si se trataba de unimpulso o el destino.

    Pero estaban sentados en un aeropuerto, con familiares y amigos muy cerca.

    Él rompió el beso con esfuerzo, incapaz de mantener sus manos persistentesalejadas del sedoso cabello de Christine. Lo había desordenado, alentándolo a caer enmechones sueltos por la forma en que se lo había anudado arriba, pero a Christine noparecía importarle. Ella lo miró, con los labios hinchados y los ojos brillantes, y él deseóque lo viera de ese modo cada minuto de cada día.

    Entonces sonrió, se liberó de su abrazo y extendió la mano para arreglarse elcabello.

    —Así que, ahora piensan que somos pareja. Lo entiendo. Buena idea.

    Su tono ligero le hizo sentir como un idiota. Había estado demasiado tiempofantaseando con Christine, así que ahora tenía que mantener su reacción bajo control.De lo contrario, la asustaría y eso era lo último que quería hacer.

    Durante años, se había preocupado por invitarla a salir. Habían crecido juntos ypodría haber sido su otra hermana. Pero no lo era: era Christine. Era la niña adorableque había llegado a la edad de cuatro años y robado no sólo su paleta sino su malditocorazón.

    Lo había tenido desde entonces.

    Pero Jake estaba seguro que ella no tenía ni idea… y no estaba seguro de si leimportaría si lo descubriera.

    Le gustaba ser amigo de Christine. Le gustaba ser capaz de llamarla y escucharsu voz cada vez que quisiera, y le gustaba ser capaz de darle un abrazo en público sinque nadie pensara que era inadecuado. Pero por mucho que no quería poner en riesgo

    su amistad, Jake estaba listo para hacer un compromiso. Estaba dispuesto a seguiradelante con la siguiente fase de su vida, la fase del matrimonio, la casa y la familia,siempre y cuando la mujer adecuada estuviera a su lado.

    Christine era la única mujer que lo haría funcionar. Ya era hora de saber si loaceptaba o no. Ciertamente lo besó como si pensara en él como algo más que unhermano, pero tal vez fue una actuación para los amigos de Ryan.

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    Y la idea de ella teniendo una fantasía secreta no estaba ayudándole a mantenerel control.

    Jake estabilizó su respiración con esfuerzo y trató de mantener el tono ligero.

    —Siento haberte desordenado el cabello —dijo, aprovechando la oportunidad

    de meterle un mechón suelto detrás de la oreja. El cabello de Christine era rubio miel,largo y espeso. Nunca pudo decidirse si era más sexy suelto alrededor de sus hombros,o recogido dejando su elegante cuello al desnudo. Sabía que cuando había un solomechón de cabello suelto contra su cuello, la visión le volvía loco.

    Tal era su suerte, que así era como se veía ahora mismo. Quería quitar esemechón con su dedo, inclinarse y besar su nuca. Para entonces seguir desde allí.Christine contuvo el aliento y lo miró con cuidado, una señal segura que se daba cuentaque él no estaba jugando.

    Jake se echó para atrás y alejó la mirada, justo cuando el imbécil de Mark, elamigo de Ryan, se inclinó contra el asiento del otro lado de Christine.

    —Hola, preciosa, si estás dando besos de bienvenida a la boda, me gustaría uno.

    —Lo siento, se acabaron —dijo Christine, acercándose a Jake. Él puso un brazosobre sus hombros y le dio una mirada a Mark que debería haberlo hecho retroceder.

    No lo hizo.

    —Eres el hermano de Jess, ¿cierto? —dijo Mark—. Y la dama de honor, Christine.—Se sentó junto a Christine y le sonrió—. Quizás podrías resolver una pequeña apuesta

    por nosotros.

    —Quizás no —suspiró Christine. Jake apoyó una mano en su hombro, y loacarició perezosamente con su pulgar. Christine contuvo el aliento, pero luego seacercó un poco más, haciendo que él contuviera el suyo. Su perfume le invadió la nariz,haciendo que quiera cerrar los ojos y encontrar los lugares exactos donde se lo habíaaplicado en la piel.

    Mark agitó su tarjeta de embarque.

    —Dime que acerté y te sientas junto a mí en el avión, y no esos otros

    perdedores. Yo tengo el 19B, Steve el 23D y Kade el 22C.Christine se tensó y Jake supo que ella estaría sentada junto a uno de ellos.

    Hora de cumplir con el trato.

    —Oye, ahí está la agente de reservas —dijo Jake, como si lo hubieran planeadodesde un principio—. Déjame ver con ella lo de subir la categoría.

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    Christine le dio una sonrisa agradecida que le hizo sentir caliente por todo elcuerpo. Le entregó su tarjeta de embarque, ocultando el asiento con un dedo.

    Que era el 19A.

    Jake realmente estaba salvando a una damisela en peligro. Menos mal que tenía

    muchas millas acumuladas, gracias a los tres meses pasados recorriendo el país enbusca de un gran contrato. Les había encontrado el uso perfecto. Jake le guiñó el ojo aChristine y se acercó al mostrador, uniéndose a la fila que ya se estaba formando.

    Entonces miró hacia atrás.

    Jake se dijo que sólo estaba vigilando a Mark, pero la verdad es que no podíadejar de mirar a Christine. Siempre estaba tan elegante y atractiva. Quizás era algonatural. Quizás le importaba la apariencia. Tal vez por eso se había convertido endiseñadora de interiores. No había dudas que era talentosa. Era refinada y bonita, con

    curvas en los lugares ideales y modales perfectos. Era una dama.A él eso lo volvía loco.

    Y no podía creer la forma en que besaba. Su beso fue tan caliente y hambrientoque simplemente quería más. ¿Una fantasía secreta? ¿Podía la fría y decorosa Christineser también una amante apasionada?

    Era más de lo que Jake jamás hubiera imaginado.

    Esta mañana, Christine llevaba una falda caqui ceñida y una blusa roja,arreglándoselas para verse casual y profesional a la vez. No usaba mucho maquillaje,

    sólo el labial que él había corrido. Jake se pasó una mano por su boca y el brillo quesintió en sus dedos le aceleró el corazón. Las sandalias y el bolso de Christine eran decuero color caramelo, al estilo vintage, y se imaginaba que también había traído loslentes de sol con el marco de carey, aquellos que la hacían parecer una celebridad.

    Si había empacado el biquini negro que llevó a la cabaña el verano anterior,aquel que era inexistente, era hombre muerto.

    —¿Puedo ayudarlo, señor?

    Jake volvió su atención reluctantemente a la azafata y puso su mejor sonrisa,

    decidido a que Christine estuviera sola con él las próximas cuatro horas.Sin importar el precio.

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    Christine estaba intentando de ver cómo deshacerse de Mark cuando Fiona sedejó caer en el asiento que Jake había desocupado. Ignorar a Mark no estabafuncionando, para nada.

    —Hola, amiga —dijo Fiona, y besó las mejillas de Christine, una y después laotra. Su perfume flotó alrededor de Christine como una nube picante —. De todasformas, ¿cómo haces para verte tan bien tan temprano? —Sin esperar respuesta, Fionase inclinó sobre Christine y también besó a Mark en la mejilla —. Fiona, siempre damade honor. —Rio de su broma—. Y tú eres uno de los amigos de Ryan, ¿verdad?

    —Así es. —Él volvió a sonreír, su mirada bajando al escote de Fiona. Christinerealmente se sintió una intrusa y estaba contenta por eso—. Mark —dijo y besó a Fionaen la otra mejilla—. Ryan nunca me dijo que las amigas de Jess fueran tan ardientes.

    —Es que no lo sabe —dijo Fiona alegremente—. Para cuando lo conocimos,estaba fuera de límites. —Sus ojos se ampliaron de placer y Christine levantó la miradapara encontrarse a Jake volviendo, su expresión sombría—. Y aquí viene el hombre másdivino que jamás he visto. —Se puso de pie y se apretó contra Jake. Él miró a Christinecon tanta desesperanza sobre el hombro de Fiona que ella casi se ríe—. Veo que estásrepartiendo besos esta mañana, cariño. Me gustaría recibir el mío ahora.

    —Lo lamento, Fiona —dijo Christine, rescatando a Jake. Se paró junto a él ydeslizó la mano por su brazo, viendo su rostro divertido por el gesto posesivo—. Jakees todo mío. —Se estiró y lo besó por debajo de la oreja, oyéndolo contener el alientoante el toque. Su reacción le hizo sentirse sexy y poderosa, así como también le hizopensar que esto podría funcionar—. ¿Pudiste cambiar los asientos?

    Asintió y le mostró las nuevas tarjetas de embarque. Eran para clase ejecutiva.

    —¿Ventana o pasillo?

    Christine lo miró sorprendida. Imaginó que pediría sentarlos juntos, no que iba asubirla de categoría.

    —No hacía falta. —¿Cuánto le había costado?

    —No puedes culparme por quererte toda para mí —dijo, para desgracia de

    Fiona.

    Christine se sintió sonrojarse.

    —Ventana. Así puedo dormir con la cabeza en tu hombro. —Vio a Jake tragarfuerte.

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    —Hecho —susurró, tocándole los labios con la yema de sus dedos. Sabía que élestaba excluyendo deliberadamente al otro par, pero aun así no podía evitar responderante su toque. Su dedo cálido acarició su labio inferior, el toque provocándoleescalofríos—. Te corrí el labial.

    Ella le sonrió, disfrutando el juego.—¿Debería arreglarlo o quitármelo?

    Jake pasó sus dedos por la mejilla de Christine, su suave toque y el calor de sumirada haciéndola arder.

    —Quizás deberías tomarte vacaciones del labial. Ir al natural.

    Christine se inclinó contra él, obteniendo un poco para sí.

    —Cualquier cosa que quieras, Jake —murmuró, manteniendo su voz baja y

    provocativa. El destello caluroso en sus ojos le sorprendió, pero Christine no tuvotiempo para pensar en ello.

    Porque la novia y el novio habían llegado.

    Jake se alegró que su hermana finalmente apareciera porque el juego conChristine se estaba calentando demasiado rápido. Él sabía que ella sólo le estabasiguiendo la corriente, tratando de deshacerse de Mark y Fiona, pero aun así… cuandosu voz se volvió toda sensual y ella lo tocó con tanta familiaridad, sus impulsosobtuvieron la mano superior. No podía esperar a oír su fantasía secreta, porque iba ahacerla realidad. Estaba empezando a preguntarse cuántas veces necesitaría hacer elamor con ella antes que accediera a estar con él para siempre cuando su hermana ymadre llegaron.

    Salvado por la campana.

    Jake se recordó a sí mismo llevar las cosas con calma. El romance era la clave. Unagradable y lento progreso. Era curioso cómo podía manejar eso en todas las otrasáreas de su vida, pero no cuando Christine le había dado un beso tan ardiente.

    En realidad, todo en lo que podía pensar era en anotar otro.

    Y más después de ese.

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    Su hermana Jess llevaba su cabello castaño recogido en una apretada coleta y seveía como si no hubiera dormido en toda la semana. Jake estaba bastante seguro queno lo había hecho. En lugar de disfrutar su día en el sol, por así decirlo, su hermana sehabía convertido en la novia del infierno.

    Ryan tenía el aspecto de un hombre que estaba considerando el mérito deesforzarse por conseguir esto. Jake sabía que tenían que ser solamente los nervios deambos, porque estaban profundamente enamorados y compaginados. Sólo tenían queevitar las ganas de matarse el uno al otro hasta el sábado y la ceremonia en sí. Luego,todo estaría bien.

    Eso esperaba.

    La madre de Jake y Jess, Arlene, iba vestida con una blusa floreada vívida yprácticamente sin aliento para el momento en que llegó a la sala de embarque. Jake seacercó a tomar su bolso, sabiendo que habría empacado demasiado en su equipaje de

    mano, porque siempre lo hacía. A pesar de haberlo anticipado, aún estuvo aturdido porel peso del mismo.

    —¿Trajiste tu colección de balas de cañón, Mamá? —bromeó y ella lo golpeó enel hombro.

    —Considerando que te ves como un pirata —le reprendió—. ¿Cómo no pudisteafeitarte esta mañana? Jake, estoy sorprendida.

    —Se me hacía tarde —dijo Jake, sabiendo que no sería suficientemente buenaexcusa para su madre.

    —Está fingiendo ser un chico malo hoy —intervino Christine, su tono burlón.

    —¿Mi hijo? No lo creo.

    —Tenía que intentarlo una vez, mamá.

    —Lo intentaste más de una vez cuando eras pequeño y no pudiste sentarte portres días. —Arlene trató de darle una mirada severa, pero sus ojos brillaron demasiadodivertidos para eso—. Espero que Christine te devuelva al camino de lo que esperamosde un caballero. ¿Cierto, Christine?

    —Lo intentaré, mamá —dijo Christine ligeramente, acercándose para besar aArlene. Había llamado “mamá” a Arlene desde que sus propios padres murieron, y Jakesabía que Arlene lo amaba. Christine lanzó una mirada juguetona a Jake, una que le hizoponerse duro otra vez, y bajó la voz a un susurro confidencial—. Pero hay algo sexy enlos chicos malos, ¿no lo crees? Son tan impredecibles.

    Jake no pudo ni tragar cuando escuchó eso. ¿Esa era su fantasía?

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    Christine le sonrió.

    —Se ve como si Jake estuviera decidido a ser lo más malo posible en este viaje.

    —Estaba segura que mi hijo no era capaz de ser malo. —Los ojos de Arlene seestrecharon y se estiró para limpiar algo en la cara de Jake. Vio el lápiz labial ahora

    manchando su dedo, y luego consideró a Christine. Jake trató de verse inocente, peroChristine se volvió tan roja como su camisa—. Hmm. Tal vez estoy haciendosuposiciones —murmuró Arlene.

    —No, mamá, tienes razón —dijo Jake—. Soy muy, muy bueno.

    Arlene se echó a reír y le dio un manotazo de nuevo. Jake rio entre dientes,sosteniendo deliberadamente la mirada de Christine. Ella se sonrojó, cosa que le hizodoblemente contento de tenerla sentada a su lado en el avión.

    Tenía cuatro horas para hacer algún progreso e iba a hacer que valgan la pena.

    Arlene chasqueó su lengua.

    —Me sorprende que no tengas un gran dolor de cabeza como Ryan estamañana. Deben haber estado fuera hasta tarde.

    —Ese es el punto, mamá —dijo Ryan, dejando a los otros en el salón y dándole asu suegra un rápido abrazo—. Era la última oportunidad de festejar hasta el amanecer.

    —Antes de que te pongan la bola y la cadena —dijo Mark, chocando los cincocon Ryan.

    Jess obviamente hirvió de ira mientras observaba ese intercambio y Jake deseóque Ryan pudiera ser un poco menos provocativo.

    Estaba tratando de pensar en cómo podía intervenir, cuando Christine agarró lamano de Jess y tiró de ella hacia las sillas.

    —Debes estar agotada, ahora que estamos en la cuenta regresiva final —dijoella, su manera alegre de actuar obviamente haciendo a Jess relajarse un poco—.¿Conseguiste dormir algo esta semana? Al menos ayer logramos meter tu vestido denovia en esa maleta. ¿Quieres un café? Siéntate y lo conseguiré para ti. Comprobé eltiempo y va a estar esplendido en la isla toda la semana, así que no tienes quepreocuparte por eso.

    Jess se calmó un poco bajo la custodia de su mejor amiga.

    —Sin azúcar —insistió ella—. No puedo aumentar ni un kilo antes del gran día omi vestido no me quedará bien.

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    —Está de un estado de ánimo miserable —susurró Arlene a Jake—. Jamás lahabía visto tan exaltada.

    —Es un gran paso —dijo Jake, tratando de calmar las inquietudes de sumadre—. Es natural para los dos estar nerviosos.

    Arlene miró a Jess, luego a Ryan, y sus labios se apretaron al ver que la pareja noestaba sentada junta.

    —Hmm. Espero que tengas razón. —Entonces ella le sonrió—. ¿Y tú cuándo vasa darme un nieto?

    —Trabajo en ello, mamá. —Jake se dio cuenta que su mirada fija estabasiguiendo a Christine, así que se volteó hacia su madre, tratando de no ser demasiadoobvio—. Estoy trabajando en ello.

    —Siempre dices que estás trabajando en ello —se quejó, refugiándose en una

    discusión familiar entre ellos—. Me gustaría ver un mayor progreso. No me estoyhaciendo más joven, sabes, y tampoco tú. —Ella se dejó caer en el asiento junto a Jess ysoltó un suspiro—. Mis pies ya me están matando y ni siquiera hemos salido todavía.

    —No deberías haberte puesto las nuevas sandalias para el vuelo —dijo Jessdistraídamente.

    —Lo sé, querida, pero son tan bonitas. —Arlene levantó sus pies y admiró sussandalias.

    Jess sacudió su cabeza y sonrió a Jake, viéndose mucho más parecida a su

    antiguo yo que lo tomó como una señal de que regresaba a la tierra de los cuerdos.

    —La boda es en la playa. Puedes ir descalza si tus pies todavía están doloridos.

    —Cierto —accedió Arlene—. Pero será mejor que esa maleta no aplaste misombrero.

    Jake echó un vistazo a la cafetería, notando que Christine estaba todavía en lafila.

    —¿Quieres un café, mamá? Voy a conseguir uno.

    —¡Gracias, querido! Eso sería perfecto. Ponle mucha azúcar en el mío. Dios sabeque ya casi no soy lo suficiente dulce.

    Jake asintió y se dirigió a la fila. Se detuvo detrás de Christine y tomó unaapreciativa respiración profunda de su perfume. Sutil, sensual, al igual que Christine ensí misma. Una respiración y estuvo perdido de nuevo.

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    Ella se dio la vuelta para mirarlo y él observó que se mordía el labio. Le habríagustado ser él que lo muerda.

    —¿Cuánto gastaste en los pasajes nuevos? —susurró ella con preocupación—.No deberías haberlo hecho.

    —Tenemos un trato.

    —No se supone que te cueste dinero.

    —Bueno, me debes una confesión. Pensé que podía igualarlo un poco.

    Ella se sonrojó a medida que le echaba un vistazo.

    —Supongo que estás planeando escucharlo todo en el avión.

    —Es un vuelo de cuatro horas. Tienes un montón de tiempo para compartirtodos los detalles.

    —¡Eres terrible! —Le volvió la espalda, y Jake se inclinó para susurrarle al oído.

    —¿A menos que en realidad quieras sentarte con el lobo, atrapada entre él y laventana? —Christine levantó la mirada hacia él, sus labios tentadoramente cerca, yfingió estar sorprendida—. Lo siento, malinterpreté las cosas. Puedo cambiarlo denuevo.

    Sus ojos brillaron divertidos mientras reía.

    —¡Jake! ¡No! Simplemente no creo que deberías haber gastado el dinero.

    —No era dinero; simplemente puntos. ¿Qué voy a hacer con ellos de todosmodos? —Él le sonrió, gustándole que eso le complazca—. Además, prometí salvarte.

    Sus miradas se encontraron y sostuvieron de una manera que fue eléctrica… ymuy prometedor.

    Cuando Christine bajó la vista con recato y habló, su voz se había vuelto ronca.Jake no podía creer que pudiera ser más sexy, pero acababa de hacerlo.

    ¿Qué tan caliente sería su segundo beso? ¿Y una vez que ella esté caliente?

    —Bueno, gracias. —Christine le sonrió. La vio contener el aliento, vio sus labiosentreabrirse, y entonces le dio la espalda. Eso lo tentó aún más, y Jake no pudo resistirla oportunidad de tocarla.

    ¿Por qué no reforzar su historia?

    Atrapó los hombros de Christine en sus manos y la atrajo hacia él, gustándoleque casi podía meterla bajo su barbilla. Era más baja que él, femenina y delicada, perolejos de ser frágil.

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    Para su sorpresa, ella levantó la mano y entrelazó los dedos de una mano con lasuya.

    Siguiéndole el juego.

    Matándolo. Ella no podía tener alguna idea de qué efecto tenía sobre él. Jake se

    inclinó por impulso, poniendo a un lado ese mechón sedoso de cabello, y besando elcuello de Christine por debajo de su oreja. Christine suspiró, el sonido más dulce quehabía oído nunca, y fue sólo cuando la atrajo contra su pecho que Jake se dio cuentaque ella sentiría su erección.

    Se quedó inmóvil, sin saber si había volado su mentira.

    Pero Christine le sonrió, sus dedos jugando con los suyos. El golpecito de sussuaves dedos sobre su mano era una distracción a la vez emocionante. Era fácilimaginar esos dedos deslizándose sobre el resto de su cuerpo, y eso sólo hizo que su

    erección fuera más grande.Cosa que no ayudaba en la situación exactamente.

    Para su sorpresa, Christine no se alejó. De hecho, pareció como si ella seinclinara un poco más contra él, como si le gustara la sensación de él contra su traserotanto como a él. Jake sintió su agarre apretarse alrededor de ella y cerró los ojoscuando ella rozó los labios contra sus nudillos.

    —Tu mamá seguro prefiere uno término medio, ¿no te parece? —dijo en esa vozsuave y sensual—. Voy a pedir uno fuerte para Jess.

    Jake no podía pensar en el café, y mucho menos en su madre. Todo lo que podíapensar era en la mujer seductora que le sonreía, con una bienvenida en sus ojos que ledaban más aliento de lo que había esperado. No estaba seguro de lo que dijo, peroChristine dio un paso adelante para pedir su café, con una compostura de la que él noera capaz.

    La madre de Jake apareció en su visión periférica cuando estaba mezclando elazúcar en su café, después que Christine se hubiera dirigido de nuevo a Jess. Unamirada le dijo a Jake que a su madre no le hacía gracia lo que estaba pasado.

    —¿Qué crees que estás haciendo? —dijo en un tono furioso—. Jacob

    Carmichael, no te crie para ser menos que un caballero, incluso si has estado pasandotiempo con esos, esos terribles chicos —farfulló Arlene con ira, una señal segura que elobjetivo de su molestia sería hombre muerto. Su mamá podría ser quince centímetrosmás baja que él, pero Jake sabía que no debía cruzarse con ella.

    —¿Qué quieres decir?

    —¡Te vi tocar a Christine! ¡Todo el mundo te vio tocar a Christine…! 

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    —No es lo que crees, mamá.

    —¡La besaste! —Su mamá arrojó las manos al aire—. ¿Qué más podría ser?

    Jake mantuvo su voz nivelada.

    —Christine y yo hicimos un trato de fingir que estamos juntos, en legítimadefensa mutua.

    Arlene resopló en señal de desaprobación a medida que vertía otro paquete deazúcar en su café.

    —No. Puedes olvidarte por completo de esa idea. Te lo prohíbo.

    —¿Qué?

    —No voy a ver a ningún hijo mío actuar de esa forma, sobre todo no conChristine. Es un absoluto ángel y ha sido tan buena con Jess toda la semana pasada.

    —¡Pero fue su idea!

    La madre de Jake lo fulminó con la mirada.

    —No me importa lo que le dijiste o por qué, y no me importa de quién fue laidea. No vas a tocar a Christine así otra vez. No vas a jugar con su afecto, sin importarcuál sea el razonamiento. ¿Entendido?

    —Mamá… 

    —No me desafíes en esto, Jacob. Todavía puedo hacer que lo lamentes.

    Jake suspiró.

    —¿Es esta la parte donde me dices que no soy demasiado grande para recibiruna nalgada?

    Arlene le sonrió.

    —Sólo tienes treinta y tres, Jake, y todavía soy tu madre. —Ella se estiró y lobesó en la mejilla—. Sé que eres un buen chico, sin importar lo mucho que te veascomo un pirata hoy. Has lo correcto. Christine no se merece menos.

    Completada su misión, Arlene se dirigió de vuelta a su asiento con satisfacción.Jake agitó su café, reconociendo que su temprano triunfo estaba experimentando unimportante revés.

    Lo único que podía hacer era rezar para que la fantasía de Christine fuera unaque pudiera hacer realidad.

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    Tenía que ser una casualidad.Jake Carmichael, el hombre más caballeroso en el planeta y uno que Christine

    sabía a ciencia cierta pensaba en ella como una niña, no podía tener una erección porsu culpa.

    Incluso si era la posibilidad más emocionante que Christine podía imaginar.

    No, Jake tenía que estar excitado por Fiona, o tal vez esa erección era sólo unacosa matutina para él. No podía estar excitado por ella. 

    ¿O sí?

    Ella lo observó mientras removía el café en la barra de la cafetería, mediosintiendo que era un hombre diferente esta mañana. Un hombre más salvaje y menospredecible. El hecho de que no se hubiera afeitado le hacía parecer el alborotador queella sabía que no era. ¿A menos que él sólo estuviera buscando una oportunidad paradarse rienda suelta? Jamás había imaginado que podía ser más caliente, pero Jake lehabía demostrado que estaba equivocada.

    Cuando él había puesto sus manos sobre sus hombros y la atrajo hacia él,Christine sólo quiso frotarse contra él. O dar la vuelta y tirar su cabeza hacia abajo paraotro beso abrasador.

    Incluso habría estado feliz de envolver sus piernas alrededor de su cintura ymontarlo hasta que ninguno de los dos pudiera aguantar más.

    Se recordó que Jake sólo estaba siguiéndole el juego para mantener a losamigos de Ryan lejos de ella, la diferencia era que él era mucho mejor en eso que ella.

    El vuelo sería la verdadera prueba. Cuatro horas juntos en la cabina de claseejecutiva, con el resto de los invitados en la parte trasera del avión… y Chr istinecompartiendo su fantasía. Tenía que hacerlo ahora. Tenía que decirle todo.

    Y esperar que él acepte el desafío de hacerla realidad.

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    ake y Christine abordaron temprano debido a sus boletos de avión declase ejecutiva, de modo que todos en la fiesta de boda tuvieran uncomentario chistoso que hacer cuando pasaban por la cabina ejecutivamás tarde. Christine pretendió estar leyendo la revista de la aerolínea yJake estaba dando un último chequeo a su teléfono. Podían haber sido

    unos completos desconocidos, lo que no reforzó la confianza de Christine en su plan.

    Aunque, tenía que mantener el trato, sin importar las consecuencias.

    La azafata había servido champán de cortesía con jugo de naranja y tenía unsabor maravilloso. Las burbujas haciendo que Christine se sintiera ligera y relajada.Tomó dos copas en rápidas sucesiones que desecharon su miedo.

    Podía hacerlo.

    El avión ya estaba sobre el mar, el desayuno servido y comido, sus asientosreclinados juntos cuando Jake le dio una mirada caliente.

    —Buen inicio para las vacaciones, ¿no?—Excelente vuelo. Gracias, de nuevo.

    Él sonrió y su corazón latió fuerte.

    —Así que, entonces, es tiempo de la retribución.

    —En serio te ves como un rebelde el día de hoy —bromeó Christine, tomandorefugio en su tono habitual de conversación—. No estoy segura de confiar en ti.

    —No tienes ninguna otra opción. Me la debes, por tu propia admisión. —

    Golpeteó ligeramente un dedo en su brazo, haciendo saltar su pulso—. Lo prometiste.Christine suspiró con paciencia.

    —Sí, lo hice.

    —Entonces, dime tu secreto —incitó, su voz descendiendo a medida que seinclinaba más cerca. Su hombro chocó contra el suyo y su mirada era tan caliente queChristine pensó que no podía respirar. Si él la besaba ahora mismo, ella se entregaría, o

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    sería un miembro del club de las alturas—. Si pudieras hacer que una fantasía secretase haga realidad esta semana, ¿cuál sería? Sin repercusiones, sin condiciones, sinsituaciones embarazosas después. Sólo una fantasía, clara y precisa, dispuesta para tien los próximos siete días.

    Christine se mordió el labio y miró por la ventana. Cualquier cosa con tal deevitar su penetrante mirada. La cosa era que la respuesta era sencilla. Ella sabíaexactamente lo que quería y había algo en la expresión intensa de Jake, sin importar lamanera en que la había besado, que le daba esperanza que podía suceder.

    No podía decirle directamente que él  era su fantasía. Pero Jake era un tipointeligente. Debería ser capaz de entender las implicaciones de una buena y fuerteinsinuación.

    Sin embargo, se lo pondría difícil.

    —No debería decirte esto —dijo, jugando con su copa vacía—. No puedesdecirle a nadie.

    —Debe ser realmente una buena fantasía —murmuró. Jake quitó la copa deentre sus inquietos dedos, su mano cerrándose momentáneamente sobre la suya.

    Christine no tuve que fingir su rubor.

    —Tú deberías decirme una fantasía en cambio.

    Jake negó con su cabeza.

    —Nop. Pagué por esto con millas. —Le sonrió—. Y suena a que valdrá la pena.

    —Debería perder adrede e irme a sentar al final.

    —¿Con Mark? Creo que soy mejor compañía.

    —Una compañía costosa.

    Jake rio y Christine no pudo suprimir su sonrisa.

    —Vamos —le coaccionó, su voz profunda haciendo que su cuerpo vibre con lasposibilidades—. Dime. No le contaré a nadie. —Cruzó una mano sobre su corazón ylevantó dos dedos—. Palabra de honor de un Explorador.

    —De acuerdo, un trato es un trato. —Christine se giró en su asiento de modoque su rodilla chocó contra el muslo de Jake. Se inclinó para susurrar en su oído. Seríatan fácil estirarse y besarlo—. Siempre he tenido esta fantasía de tener un amantesecreto, un hombre misterioso que viene a mí por las noches y me seduce con sutoque.

    —Así que, ¿no sabes siquiera quién es?

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    Christine negó con su cabeza.

    —Es un desconocido, uno que se enamora de mí desde lejos.

    Jake parecía escéptico.

    —¿Eso es incluso posible?Christine decidió ser un poco más atrevida.

    —¿Por qué no? Tal vez es alguien que conozco o he conocido, pero quiereocultar su identidad. Estaría enmascarado cuando viene a mí. O yo estaría con los ojosvendados. Ese sería el misterio. —Reclamó su copa y tomó otro trago de champán,esperando a que él conectara los puntos.

    Pero Jake frunció el ceño.

    —¿Enmascarado? ¿Cómo el Llanero Solitario? ¿Con Tonto y los caballos,

    también?

    —¡No! Más bien como el Fantasma de la Ópera.

    —¿Tiene que estar marcado por una cicatriz y vivir en los bajos mundos de París?

    Christine estaba destrozada por su actitud.

    —Te estás burlando de mí.

    —No. Estoy tratando de entender. —Inclinó su barbilla en su puño, colocandosu codo en el brazo del asiento. Su rostro estaba realmente cerca del suyo, su mirada

    inquisitiva—. ¿Qué la hace una fantasía tan buena?

    —Simplemente es una idea bastante romántica —suspiró Christine—. Él seríaun hombre que ocultaría su identidad de mí, pero me conquistaría cada noche. Viviríaen las sombras, o en el crepúsculo, pero arriesgaría todo por amor. Un amante secreto,que ya estaría loco por mí. —Arriesgó una mirada hacia Jake, esperando otrocomentario estúpido pero se sorprendió por el calor en su mirada.

    —Entonces, ¿por qué no podría decírtelo sencillamente?

    —Es lo clandestino lo que lo hace poderoso. Cuando estás encubierto, puedes

    dejarte llevar.Jake contuvo el aliento.

    —¿Dejarte llevar? —repitió, su voz ronca.

    Christine asintió.

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    —Volverte un poquito salvaje. Satisfacer una fantasía sexual, tal vez una que nole contarías a nadie voluntariamente. —Le dio una mirada sólida—. Incluso ir un pocomás allá de lo que podrías, de otra manera.

    Sus ojos se volvieron más oscuros.

    —Entonces, sería más que besos en la oscuridad.

    Christine sostuvo su mirada.

    —Mucho más.

    —¿Cuánto es mucho más?

    Christine sonrió.

    —Dependerá de cuán apasionado sea. —Dejó caer su mirada—. Y cuánpersuasivo.

    Lanzó un vistazo a través de sus pestañas para ver a Jake tragar fuertevisiblemente y se atrevió a tener esperanzas.

    —Así que, ¿él tendría que estar enmascarado para que realmente te dejes llevar?

    —Sí.

    —¿Qué tal si ya lo conocieras muy bien?

    Esa pregunta hizo que el pulso de Christine se acelerara. Trató de mantener sutono controlado.

    —Entonces, él necesitaría más que un simple disfraz, ¿no?

    Jake se enderezó, golpeteando sus dedos sobre su rodilla.

    —Pero el Fantasma de la Ópera se da en París, no en una Isla del Caribe. ¿Esta noes una ciudad que provoque otras fantasías?

    El cambio brusco de su tono a uno de negocios fue desalentador. Christine tratóde retomar su interés otra vez.

    —No necesariamente. Existen muchos lugares que son románticos y se podrían

    ajustar a las posibilidades. Pienso que una playa bajo la luz de luna, por ejemplo, seríaun maravilloso lugar para un encuentro secreto —dijo y sonrió—. En una nochetropical, podría haber romance y misterio. —Christine tragó fuerte y lanzó una miradahacia Jake. Él estaba tan fijado en ella que se atrevió a tener esperanzas—. Tal vezincluso amor.

    —¿Por qué una vez que hayas compartido todos tus deseos secretos, tendrásuna gran intimidad con esa persona?

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    —Él conocería a la verdadera Christine. —Sonrió, sabiendo que podía perderseen sus ojos. Podía inclinarse hacia delante, sólo un poco, y besarlo una vez más—. Entodas las formas posible.

    Luego de un momento caliente, Jake asintió y desvió su mirada. Terminó su

    champán y bajó la copa, duro.—Entonces, ¿eso es lo que quieres para tus vacaciones?

    —Bueno, es una fantasía. Probablemente no se hará realidad.

    —Solamente vamos a estar ahí por una semana —dijo, sonando tan pragmáticoque Christine estaba segura que había jugado mal—. Pensé que habías dicho queenamorarse lleva tiempo.

    —Bueno, claro. —Christine estaba destrozada. Él en serio no había hecho laconexión.

    —¿Sin bailes? —preguntó Jake—. ¿Un vals a la luz de la luna? ¿Trajes y ampliasfaldas vaporosas?

    —Es una fantasía. Se supone que no debes burlarte. —Christine suspiró,tratando una última vez en despertar su interés—. Tal vez nadar a la luz de la luna.

    —Desnudos —sugirió Jake. De repente, ya no estaba jugando. Su voz se habíaprofundizado y sus ojos estaban muy oscuros.

    —Definitivamente desnudos —murmuró, dejando a continuación que su miradase deslice sobre él—. Bajo la luna, en un cálido mar tropical. ¿No crees que eso seríaromántico?

    Jake ya tenía una erección de nuevo, no había duda de la evidencia. Christinesintió que las posibilidades de éxito habían cambiado a su favor. Levantó los ojos paraver que la mirada de Jake se había calentado, y la electricidad comenzó a crujir entreellos. Lo vio inhalar rápidamente, vio su garganta trabajar y entonces miró hacia otrolado.

    ―Con sólo seis días en la isla, tu amante misterioso haría bien en irsepreparando. ―Antes que ella pudiera responder, él se levantó―. Por cierto, mamá

    rechazó nuestro plan de cubrirnos el uno al otro. Dijo que me hará arrepentirme.―Pero, no puede decirte qué hacer, ¿no?

    ―Seguro que puede. También me lo recordó. ―Jake sonrió―. Pero bueno, talvez es lo mejor.

    ―¿Qué significa eso?

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    ―Que te deja disponible para tu amante misterioso, ¿no? ―Él puso sus ojos enblanco como si su fantasía fuera una locura, luego se fue al frente de la cabina.

    Christine lo escuchó bromeando con la azafata, de hecho, coqueteando con ella,y se sintió como una idiota.

    Bueno, no podía decir que no lo había intentado.

    Incluso si no era justo que terminara sin nada, ni siquiera el juego de defensapropia. Christine trató de no resentir la interferencia de su madre, y se dijo a sí mismaque de todas maneras se la pasaría bien en el viaje.

    Tal vez conocería a alguien que sacaría a Jake de sus pensamientos.

    Lo que era improbable. Estaba demasiado involucrada.

    Quizás él la vería de una manera más romántica.

    Aunque eso tampoco parecía probable. Todas las burbujas del champánabandonaron a Christine entonces, dejándola sintiéndose plana y un poco tonta. Cerrósus ojos y pretendió estar durmiendo antes de que Jake regresara, mortificada al haberactuado como Fiona y lo había arruinado completamente. Jake se sentó con cuidadojunto a ella cuando regresó, como si tratara de no molestarla. Momentos después,puso gentilmente una manta sobre ella.

    Su hermano mayor. Hizo que Christine quisiera gritar.

    Para su sorpresa, el alcohol y la madrugada la alcanzaron, y sí terminó dormida.

    Christine parecía determinada en volver loco a Jake. Se había dormido despuésde su sorpresiva confesión, y su cabeza había terminado en su hombro. Él se sentíacontento y atormentado por su proximidad. Acomodada contra él con su suave calor,sus labios entreabiertos y su cabello soltándose. Todo lo que podía oler era su perfume

    combinado con su esencia propia. Se había quitado sus sandalias y metido sus pies bajosu cuerpo, viéndose tan femenina y delicada que él ardía de deseo.

    La mujer era demasiado sexy para resistirse.

    Estaba tentado de empujarla sobre su regazo. La vio dormir mientras losmotores del avión zumbaban, el sonido continuo haciéndole sentir como si estuvieran

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    solos en el mundo. Las luces se atenuaron y la película empezó, pero Jake sólo observóa Christine. Era demasiado fácil imaginar cómo podía hacer su fantasía realidad.

    ¿Era una invitación? Después de ese beso, eso esperaba.

    Cuando Christine se movió en su sueño y sus labios se abrieron, él no pudo

    aguantarlo más. Se inclinó hacia abajo y rozó sus labios gentilmente sobre los de ella.Sólo iba a rozar su boca con la suya, pero ella hizo un sonido adormilado de placer en sugarganta, como un ronroneo. Eso envió una oleada de calor por sus venas. Deslizó susdedos dentro de su cabello otra vez y la acercó, profundizando el beso. Era tan dulce,suave y receptiva.

    Su mano se deslizó bajo la manta y agarró su pecho en su mano, dejando quesus dedos se arrastren sobre su perfecta curva. Christine suspiró con alegre satisfaccióny se acurrucó contra él, el toque de sus labios contra su garganta y la sensación de sualiento contra su piel haciéndole querer tomarla ahí mismo, en ese mismo instante.

    ―Recién casados ―se burló la azafata en su camino a través de la cabina y Jakesaltó al sonido de su voz. Se enderezó y arropó a Christine debajo de la manta denuevo, tomando una gran bocanada de aire y luchando por recobrar el sentido.

    Desafortunadamente, no estaban escapando a una isla paradisíaca para unasvacaciones románticas juntos, como la azafata pensaba. Christine era efectivamenteuna más de la familia y eso significaba que Jake estaría rodeado no sólo por su familiainmediata, sino también por una docena de tíos y tías. Y aquí estaba él, decidido aseducir a una mujer al cumplir su fantasía, con una gran audiencia.

    Un mal paso y todos tomarían el lado de Christine, justo como su madre habíahecho esta mañana. Christine era adorada universalmente por su familia. El que ellallamara a la madre de Jake “mamá” sólo servía para hacer peor la sensación de estarcoqueteando con una hermana, alguien que debería estar fuera de los límites.

    Pero Christine quería un amante secreto y esa podía ser la solución perfecta. Élpodría pasar tiempo con ella durante el día y seducirla secretamente de noche. Si Jakeiba a completar su fantasía, tendría que mantener su identidad nocturna secreta,incluso de Christine. El misterio de la identidad del amante era parte de su fantasía.

    Podría funcionar.

    Ya estaba enamorado de ella, así que esa parte de la fantasía estaba cubierta.Nadar desnudos a la luz de la luna. Seducción en una playa desierta. Identidades ocultasy pasiones descubiertas. Seis días y siete noches de placer. Podía trabajar con todo eso.

    Pasó el vuelo planeando, e imaginando.

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    Cuando comenzaron su descenso, Christine se despertó, probablemente por elcambio de sonido en los motores.

    Jake tomó la revista del vuelo y la observó con aparente concentración cuandoella se estiró y enderezó.

    ―¿Ya llegamos? ―preguntó, su voz suave y adormilada. Se veía tan adorable ysexy que quiso besarla de nuevo.

    Pero tenía que mantener su cubierta.

    ―Casi ―respondió rápidamente, dándole una sonrisa seria―. Te atrapó elchampán, ¿no?

    Ella sonrió dulcemente.

    ―Eso creo. ¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?

    ―Lo suficiente para tener un sueño candente.

    Sus ojos se abrieron ante eso.

    ―¿Qué?

    ―Estuviste gimiendo y retorciéndote ―dijo él, bajando su voz hasta unmurmullo―. Lo bueno es que todos estaban viendo la película. ―Los labios deChristine se abrieron con horror. Jake sabía que tenía que burlarse de ella o besarla, yque aún no tenía una opción en cuál hacer―. Así que, ¿estabas soñando con tu amantemisterioso encontrándose contigo en una playa bajo la luz de luna? ¿Desnudo?

    Christine se sentó erguida y miró alrededor, claramente sorprendida.

    ―Pero pensé… 

    ―¿Qué? ¿Que él estaba aquí? ―Jake sonrió y negó con su cabeza, pretendiendoleer la revista―. Aunque parecía un buen sueño… 

    La boca de Christine se abrió y cerró. Luego su puso de pie y fue al baño. Eraalgo bueno que no se había dado cuenta que tenía la revista abierta a la configuraciónde la flota de la aerolínea.

    Para cuando ella regresó, se había recogido su cabello y arreglado su labial,como también había recuperado su respetuoso pero distante comportamiento.

    Jake se sentía de todo menos distante. Había estado tratando de no pensar enaquel biquini negro, mucho menos en quitárselo a Christine en una playa a la luz de laluna, y fallando en el intento.

    La playa tendría que ser su primer encuentro.

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    Ya era hora del almuerzo cuando llegaron al resort, y el aire ya estaba húmedo.El sol brillaba y el estado de ánimo se volvió festivo a medida que la multitud salía delautobús dispersándose por el lobby del hotel.

    Había jardines exuberantes a cada lado, las paredes abiertas al aire tropical.Senderos cubiertos se extendían desde el lobby a los restaurantes y bares,probablemente hasta algunas de las habitaciones. Otras habitaciones se encontrabanrodeadas por caminos que llegaban a través de los jardines. Había largos arreglos deflores en todas partes y parecía que habían llegado a un paraíso exótico. Jake vio a

    Christine mientras ella evaluaba la decoración, gustándole como tomaba nota de todoslos detalles.

    ―¿Pasa la prueba? ―le preguntó y ella sonrió.

    ―Está muy bien hecho. Moderado. ―Movió su mano hacia el interior, su deleiteclaro―. Es la paleta, ya sabes. Todo el blanco y el marfil. Contrasta muy bien con losjardines y las flores. El hotel se ve tranquilo y acogedor en contraste, como un refugio.―Ella le lanzó una mirada y él se dio cuenta, no por primera vez, cómo sus respectivasprofesiones se complementaban la una a la otra―. ¿Cuál es su evaluación, Sr.Arquitecto?

    ―Me gusta cómo el arquitecto entretejió los jardines con los espacios públicos.Hace más suaves las líneas de la construcción.

    ―Lo hace ver placentero.

    —También proporciona un amortiguador de ruido y ofrece lugares para ocultarel sistema mecánico. Está hecho artísticamente.

    Christine sonrió ante su practicidad, luego respiró hondo.

    —Me encanta el olor de los jardines y que se pueda oír las fuentes. Te hace

    sentir como si hubieras llegado al paraíso.

    —Probablemente es el plan.

    Ella le sonrió, serena y hermosa.

    —Probablemente.

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    Una vez más, Jake tenía la elección de burlarse de Christine o lanzarla sobre suhombro. El sonido de la voz de su madre tan cerca tomó la decisión por él.

    —Justo el tipo de lugar donde encontrarías un amante de fantasía —dijo en voztan baja que sólo ella pudiera oír.

    Christine se sonrojó y le lanzó una mirada caliente.

    —Voy a lamentar tanto decirte eso.

    Jake echó una mirada a Ryan y sus amigos.

    —Tal vez no. —Él se acercó más—. Tal vez éste es un lugar donde los sueños sehacen realidad.

    —Oh, eso espero —suspiró Christine, sus ojos tan brillantes que Jake sabía concerteza que estaba dándole una indirecta.

    Fue todo lo que necesitó para cerrar su plan.

    —¡Christine, mira estas perlas! —exclamó la madre de Jake, disparándole a éluna mirada que podría haber cortado vidrio. Christine se unió a su madre en elescaparate de una de las tiendas en el hotel. Jake se mantuvo firme, sabiendo quehabía sido advertido.

    Pero su madre no podía manejar todo, todo el tiempo.

    —Serían perfectas para ti —dijo Arlene—. Siempre has dicho que querías unbuen collar de perlas, y el precio es muy bueno.

    —No estoy segura de que estoy para comprarme un regalo, mamá —objetóChristine, su tono afable.

    —Bueno, ¿te gusta?

    —Absolutamente. Está maravillosamente combinado y la longitud es perfecta.

    —No hay tiempo como el presente, querida.

    Christine se echó a reír y llevó a su madre a la siguiente ventana.

    —Lo pensaré. Hay un montón de tiempo.

    Jake tomó nota del escaparate y las perlas que habían estado considerando. Él yChristine podrían tener algo que celebrar, después de todo.

    Estaba muy contento de haber mejorado su reserva de hotel. Él no habíaquerido compartir con los amigos de Ryan cuando habían reservado el viaje, e inclusohabía pensado que podría trabajar un poco si tuvieran una conexión a Internet. Había

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    mejorado su reservación a una de las cabañas privadas solo para él y estaba muycontento de eso ahora que sabía sobre la fantasía de Christine.

    Ryan y Jess habían reservado otra de las cabañas, una más apartada a lo largode la playa casi al otro lado de Jake. El resto de la fiesta de la boda y huéspedes tenían

    habitaciones en el edificio principal de dos plantas. Christine y Fiona estabancompartiendo una habitación, cosa que Jake supuso significaría que Christine tendría lahabitación para ella sola la mayor parte del tiempo.

    El complejo era muy amplio y la playa era privada. Llena de palmeras, camastrosy cabañas. Además, había cuatro piscinas esparcidas por los jardines, media docena derestaurantes y numerosos bares. Los jardines eran tan extensos que imaginaba seríafácil olvidar los muchos invitados que se encontraban en el lugar, incluso era posibleque no vieran a algunos huéspedes durante la duración de la estancia. Jake tendría quehacer una exploración rápida esta tarde, decidir sobre las locaciones y hacer un plan

    para esta noche.Todo estaba saliendo a la perfección.

    Excepto la feliz pareja. Ryan se dirigió al bar con sus amigos, abandonando a unaafectada Jess en el vestíbulo.

    —Oh, Dios, debería hacer algo —murmuró Christine—. ¿Pero qué?

    Jake tomó su codo.

    —No te preocupes. Reservaron una cabaña. Lo resolverán.

    Christine suspiró y sonrió.

    —Espero que sí. Realmente quiero que vivan felices para siempre.

    El golpeó suavemente la punta de su nariz con la yema de su dedo.

    —Romántica.

    —Culpable de los cargos —concordó alegremente.

    Eso funcionaba para Jake.

    —Bueno, esperemos que tu hombre de fantasía aparezca. —Él le dio un pulgaren alto—. Estaré alentándote.

    Luego se marchó, con un silbido en sus labios, fingiendo que su expresiónabatida no le había apuñalado el corazón.

    Él la compensaría antes de que el día terminara.

    Con interés.

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    La rápida salida de Jake era decepcionante, en lo que se refiere a Christine.Había esperado un beso, pero no hubo tal suerte. Al parecer, iba a tomar la advertenciade su madre en serio. Se había dirigido a su habitación a toda prisa, como si no pudieraesperar para alejarse de todos ellos.

    O de ella.

    Había estado tan segura que había sido Jake quien la besó en el avión, no unsueño, por lo que su negación la confundió. ¿Había murmurado algo comprometedormientras dormía? ¿Lo había espantado?

    —¿Qué quieres decir con que mi otro bolso no está aquí? —exigió Jess desde elescritorio del conserje—. ¿Dónde diablos está? ¡Mi vestido de novia está en ese bolso!

    —Aquí vamos —murmuró Fiona—. Y aquí voy. —Ella agarró su bolso y se dirigióresueltamente hacia la habitación que Christine estaría compartiendo con ella.

    Mamá hizo una mueca, todos los demás se dispersaron, y dejaron a Christinepara tratar de consolar a la novia.

    Ella enderezó los hombros, sonrió y fue al lado de Jess. Cuando deslizó su brazo

    alrededor de los hombros de su amiga, Christine pudo sentir su agitación.—¿Qué puedo hacer para ayudar?

    Para su consternación, Jess rompió a llorar.

    —¿Es tan malo tener un sueño? —Se lamentó y Christine tiró de ella en unabrazo—. ¡Mi hermoso vestido! ¡Mi boda de ensueño! ¡El hombre de mis sueños! ¿Porqué todo tiene que ser tan jodido?

    Christine asintió hacia el conserje, que parecía alarmado por la reacción de Jess.

    —¿Cree que podríamos pedirle a la compañía aérea rastrear el bolso? —preguntó—. Tal vez pueden simplemente ponerlo en el siguiente vuelo. La boda es eljueves, así que tenemos un poco de tiempo. —Él asintió y entonces tomó el teléfonocon evidente alivio de que hubiera aparecido alguien razonable.

    Christine, por su parte, oró para que encontraran el bolso.

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    La confesión de Christine se repitió en sus pensamientos mientras caminaba yJake se esforzó por recordar cada detalle. Quería hacerlo completamente bien.

    Un muelle estrecho conducía desde la playa sobre el agua hasta su cabaña, ysupuso que en marea alta, se necesitaría toda la longitud del mismo. El techo era depaja y las paredes en el lado del complejo sólo tenían ventanas altas.

    Abrió la puerta y se quedó inmóvil. Era esencialmente una habitación grande,con una sala de estar a un lado y la cama en el otro. El baño y la cocina estaban en lapared más cercana al complejo en sí. La pared del lado al océano era toda de cristal y sepodía abrir hacia el mar y el viento. Como en todo lo demás, la decoración era de color

    neutral, lo que simplemente hacía que el mar se viera más claramente azul.

    El arquitecto realmente había trabajado con el paisaje y el efecto era perfecto.

    A Christine le encantaría.

    Jake dejó caer sus bolsos y abrió las puertas de cristal corredizas, empujándolashacia atrás. Se deslizaban a ambos lados de manera que podían abrirsecompletamente. Respiró profundamente el aire del océano y salió a la terraza. Solo sepodía acceder desde el interior de la cabaña y desde el borde de ella se podía mirarhacia abajo en el mar. El agua turquesa brillante parecía tener unos seis metros de

    profundidad por debajo de él, y se observaban algunos peces.No podía ver ninguna de las cabañas a la izquierda o derecha, y no podía oír los

    sonidos del resort detrás de él. Era sólo el cielo, el mar y el viento, el murmullo de lasolas contra los pilotes y los graznidos de las gaviotas.

    A la luz de la luna, sería mágico.

    Jake sonrió, sabiendo que tenía el lugar perfecto para una seducción defantasía.

    Pero en primer lugar, se reunirían en la playa.

    Se duchó y cambió, antes de dirigirse a la playa para encontrar el lugar correcto.

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    Mucha más tarde ese tarde, Christine llegó a su habitación, sintiéndose cansaday agobiada. Todavía no habían localizado el bolso, pero finalmente había persuadido aJess para ir a su propia habitación y tomar un descanso. Fiona estaba en su habitación

    cuando Christine llegó, animada y bien descansada. Había tomado una siesta. Christinereprimió un comentario mordaz, sabiendo que su desilusión con Jake estaba alterandosu humor. Desempacó algunas cosas mientras trataba de ignorar la charla constante deFiona sobre cada hombre que había visto hasta ahora.

    —Este lugar está lleno de hombres hermosos y voy a probarlos a todos —concluyó Fiona, luego evaluó la habitación—. Necesitamos una señal, en caso que unade nosotras esté… ocupada.

    Christine puso sus manos sobre las caderas y confrontó a su compañera dehabitación.

    —No vas a dejarme por fuera en la noche.

    —Pero podría ser en la tarde. —Fiona levantó un listón rojo—. Amarra esto enla manija de afuera en la puerta si no quieres ser molestaba. O yo lo haré. ¿Adivinasquién lo usará primero? —Sonrió cuando Christine no respondió, luego enganchó ellistón sobre el cerrojo de la puerta del armario.

    En lugar de comentar, Christine cerró la puerta deslizante de vidrio que dabahacia la playa. Para su sorpresa, Fiona cruzó la habitación, pasó junto a ella y abrió lapuerta.

    —Se volverá sofocante aquí adentro. No puedo soportar eso.

    Christine estaba empezando a pensar que ésta podría ser una larga semana.Alcanzó la puerta y la cerró de nuevo.

    —Entonces dejaremos encendido al aire acondicionado.

    Fiona empujó su mano para alejarla.

    —¡No! Odio el olor de ese aire reciclado.

    —Entonces quien sea que regrese primero puede abrir la puerta. ¡No dejaremosla puerta abierta!

    —Olvídalo. Déjala abierta ahora.

    —¡Pero tenemos que cerrar la puerta!

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    —¿Contra qué? ¿Camaleones? —Fiona llevó sus manos a las caderas—. Eres tansoberbia. No puedo creerlo. ¿Alguna vez te relajas? ¿Alguna vez te dejas ir? ¿Alguna vezte diviertes, Christine?

    —No se trata de diversión. Es sobre seguridad… 

    —Es sobre controlar cada pequeña cosa para asegurarte que estás a salvo y quela vida es predecible —replicó Fiona, sus ojos brillando—. Empieza aprovechar algunasoportunidades, mi amiga, o terminarás marchita y sola.

    Christine apretó sus dientes, pero no respondió del mismo modo. La semanasolo se sentiría más larga si empezaban a discutir. Tomo sus cosas más valiosas paradejarlas en la caja fuerte de la recepción y mantuvo su dinero con ella. Era pocoprobable que alguien entrara en su habitación para robar sus zapatos.

    Si un ladrón quería esa confección llena de volantes color durazno llamada

    vestido de dama de honor, él o ella podían tenerlo.Se consoló a sí misma al pensar que su día mejoraría, en lugar de deslizarse

    despiadadamente cuesta abajo.

    No lo hizo.De hecho, su primera cena juntos como grupo fue un desastre. Jess tuvo un

    ataque cuando descubrió que Ryan había estado bebiendo toda la tarde mientras ellahabía estado preocupada por su bolso. N siquiera se molestó en dejar el bar durante lacena para comer con el resto de la fiesta. Toda la conversación en la cena consistió enJess echando humo. Arlene se disculpó y se fue temprano a la cama. Jake acompañó asu mamá a su habitación, y entonces también desapareció, mientras Fiona se dirigía albar a acosar sus presas.

    Christine miró alrededor a la mesa casi vacía, sólo un puñado de conocidos y

    primos estaban ahí, a la mayoría de los cuales no conocía bien, así que suspiró. El díarealmente no podía haber terminado en una forma más deprimente.

    Jake apenas había siquiera hablado con ella. Christine regresó temprano a suhabitación, deseando poder empezar el día otra vez. En su humor actual, parecía quedecirle a Jake su fantasía había arruinado todo.

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    Debería haberse quedado en casa y terminado ese gran trabajo. Al menosentonces, tendría su carrera por el buen camino.

    Saber que la puerta de cristal deslizante había quedado abierta todavíamolestaba a Christine, especialmente cuando regresó a la habitación sola. No había

    ningún listón en la puerta, así que puso su tarjeta en la cerradura y luego se detuvo enel marco con la puerta abierta, cautelosa.

    ¿En serio quería entrar ahí sola?

    ¿La puerta deslizante de cristal estaba un poco más abierta que antes?

    ¿O era tan adversa a los riesgos como Fiona pensaba?

    Christine permaneció ahí por un momento, pero no escuchó nada más que elarrullo rítmico de las olas rompiendo en la playa. Tal vez Fiona había regresado por algoy había abierto un poco más la puerta, sólo para molestar a Christine.

    Eso tenía sentido. Las dos mujeres eran tan diferentes como era posible, peroparecía que hoy, Fiona había estado más que ansiosa en provocar a Christine.

    Sin embargo, Christine miró rápidamente en el armario, el baño y la regadera,luego dio un vistazo bajo las camas. El único intruso que encontró fue un camaleón,que estuvo tan sorprendido de verla que cambió de color a medida que huía por elbalcón.

    Si hubiera estado de humor, eso podría haber sido divertido.

    Christine pasó una mano a través de su cabello, sintiéndose desaliñada e infeliz.Tal vez debería haber tomado más.

    Abrió completamente la puerta deslizante y salió al balcón. No era una personaque se deprima fácilmente. Tenía que pensar positivo. Tenía que ayudar a Jess a pasar alo largo de esta semana, nada más.

    Era una noche perfecta, el cielo más oscuro y más lleno de estrella de lo quealguna vez había lucido en casa. El viento se sentía como terciopelo contra su piel,caliente y seductor. Y pensar que había nieve en casa. Escuchó el sonido del mar y oliólas flores floreciendo y se entregó a la fantasía de su sueño volviéndose realidad.

    Casi imposible que eso suceda.

    Cuando Christine se giró hacia la habitación con un suspiro, lo vio.

    Había una nota en la almohada sobre una de las camas. Christine podría haberpensado que era del servicio de limpieza, pero la otra cama no tenía una. Una cayenaroja descansaba sobre el lino blanco, el color de un tono tan rico como la sangre. Habíaun sobre junto a él y enfrente estaba su nombre escrito en letras negritas.

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    La escritura de un hombre. Había visto esa escritura antes.

    Christine tragó fuerte. En un latido, tenía el sobre en su mano. Abrió el sobre yencontró una tarjeta dentro. Lucía como parte de la papelería del hotel y la nota estabaescrita por la misma mano.

    Encuéntrame a la luz de la luna, a las diez en la playa.

    Yo te encontraré.

    Una máscara para dormir de una aerolínea estaba metida dentro.

    La misma aerolínea en que había volado ese día.

    Christine se sentó con fuerza al borde de la cama. Miró la nota de nuevo. Era laescritura de Jake. Había admirado cuán decisivamente escribía antes. Lo recordó yendoa hablar con la azafata justo después que ella hubiera hecho su confesión y acarició lamáscara.

    ¿Jake en serio iba a hacer realidad su fantasía?

    La sola idea llenó a Christine con anticipación.

    Y recordó muy bien que Fiona estaba segura que ella nunca aprovechabaninguna oportunidad. Bueno, había tomado una haciendo al confiar en Jake, e iba

    aprovechar otra. Tenía veinte minutos para ducharse, cambiarse y bajar a la playa paraencontrar a su amante de fantasía.

    Si él quería hacer el amor en el océano, Christine se vestiría para facilitarlo.

    Ciertamente no llegaría tarde.

    Christine vino.

    Jake no podía creer su suerte.

    Incluso mejor, vestía ese biquini negro.

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    Estaba de pie en los jardines ensombrecidos que rodeaban el edificio del hotel yla observó caminar hacia la playa. La luna brillaba por encima, aun cuando no estabatotalmente llena y su luz hacia que la playa luciera color marfil. La arena se extendíahacia el horizonte en todas direcciones formando un semicírculo perfecto. Había unaligera brisa desde el océano, trayendo el olor a sal y el agua estaba oscura.

    Christine estaba descalza y su cabello suelto, volando alrededor de sus hombroscomo una hermosa nube. El biquini dejaba tanta piel expuesta y ardió con deseo amedida que la observaba acercándose. La máscara colgaba de sus dedos, una señalclara de su confianza. Le gustaba pensar que sus pensamientos fueran iguales.

    Christine miró de vuelta al tranquilo hotel, luego echó un vistazo hacia la playa.Tenía sentido que estuviera un poco nerviosa, pero no podía tranquilizarla y mantenersu identidad oculta. Por un segundo pensó que lo había visto, porque observó hacia lassombras donde él estaba. Jake no se atrevió a respirar, estaba tan asustando que ella lo

    pensara mejor y regresara a su habitación.Pero se puso la máscara y se giró para enfrentar el océano. Él la vio tomar una

    profunda respiración, y entonces sus hombros se relajaron.

    Jake no le dio tiempo para cambiar de idea.

    Christine se sentía tonta y un poco nerviosa. Ver al chico en las sombras cerca delos arbustos casi la hizo saltar fuera de su piel, hasta que se dio cuenta que tenía unacomplexión exactamente igual a la de Jake.

    Porque era Jake.

    Y esperaba a que ella le siguiera el juego. Saber que estaba cerca reforzó laconfianza de Christine e hizo posible que se pusiera la máscara.

    Escuchó los pasos de un hombre aproximándose, un débil sonido contra la

    arena. Caminaba como Jake, con la misma gran zancada llena de intensión. Se detuvodetrás de ella y su corazón saltó, luego puso sus manos sobre los hombros de ella.

    Exactamente como lo había hecho en el aeropuerto.

    Sus labios tocaron el costado de su cuello.

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     —Bon soir, chère1  —murmuró contra su piel, su voz familiar pero su acentoinesperado. En otras circunstancias, Christine podría haberse reído porque le hablabaen francés, pero reconoció que él intentaba entregarle su fantasía.

    Su amante misterioso, quien disfrazaba su identidad en más de una manera.

    Saboreó su firme agarré sobre sus hombros, la forma en que la sostenía tantogentil como firmemente. En una manera, era doblemente sexy tener los ojos tapados.Christine sentía como si todos sus otros sentidos se hubieran potenciados y suconsciencia hacia Jake se agudizó. Cuando movió su cabeza hacia atrás, amando comola besaba detrás de su oreja, captó el aroma de su colonia.

    No era la que Jake usaba generalmente. Le gustaba esa, pero ésta olía más aalmizcle. Era emocionante, tanto porque su sensualidad terrenal era inesperada yporque Jake estaba tratando de ser un misterio para ella. Sintió el indicio de su barbacontra su piel y recordó lo diferente que había lucido hoy. Él besó su oreja y ella se

    fundió en su abrazo con un suspiro.

    Solo para que su espalda chocara contra su torso desnudo. ¿Jake estabadesnudo? ¿Aunque solo fuera parcialmente? Christine pensó en ese sofocantemomento en el avión cuando había hablado sobre nadar desnuda a la luz de la luna y sesintió caliente y húmeda. Recordó su erección presionándose contra su trasero y tuvouna mejor idea de qué podía hacer con ella.

    Mientras tanto, sus brazos se deslizaron alrededor de su cintura, manteniéndolacautiva contra su sólida fuerza. Él besó su garganta, plantando una docena de besosligeros contra su piel como si estuviera atormentándola deliberadamente. Christine seinclinó contra él y sintió su erección una vez más.

    Jake la deseaba.

    Era todo lo que necesitaba saber para que su día fuera perfecto.

    —Te quiero dentro de mí. —Se las arregló para decir antes que su boca secerrara ansiosamente sobre la de ella. Levantó una mano y sintió el pulso en sugarganta, el ritmo de su corazón diciéndole que estaba tan excitado como ella.

    No podía haber nada más emocionante que eso.

    Ella se giró en su abrazo y lo besó de vuelta.

    Jake besaba como un pirata intentando reclamarla, más feroz ydemandantemente que más temprano. A Christine le encantó el cambio. Su boca seafianzó sobre la de ella y sus manos se deslizaron por su piel, su toque cálido y fuerte.Christine se arqueó y se frotó contra él, lasciva como nunca lo era, queriendo más y

    1 Bon soir, chère: Buenas noches, querida.

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    más. Jake deslizó sus manos debajo de la tela de la parte superior de su biquini. Acariciósus pechos, acunándolos en sus manos y apretando ligeramente. La sensación de susmanos sobre su piel la hizo marearse.

    —Quiero todo de ti —dijo ella, su voz sin aliento.

    —¿Impaciente, chère?  —la provocó y cerró sus manos sobre sus turgentespezones. Cuando él los apretó, Christine no pudo soportarlo. Clavó sus manos en sucabello, manteniéndolo cautivo a medida que lo besaba con más pasión de la que habíasabido que poseía.

    Le estaba dejando en claro que ya no era una niña pequeña.

    Y que sabía lo que quería.

    Procedió a deslizar una mano entre ellos, teniendo la oportunidad de darsecuenta que él portaba su traje de baño, pero entonces Jake agarró su muñeca con su

    mano. Agarró su trasero con una mano y la levantó contra él, luego envolvió su otrobrazo a su cintura, Christine se frotó contra su erección, amando cómo gruñó entre subeso. Ella levantó sus piernas para envolverlas alrededor de ellos, pero Jake se detuvorepentinamente.

     —Trop vite —susurró, su voz ronca.

    Demasiado rápido.

    —Pero bueno —dijo Christine y él rio.

    —Demasiado bueno. Hagamos que dure —dijo Jake, sonado más como él. Lapuso sobre sus pies, luego corrió sus manos por sus brazos—. Si belle  —susurró, yentonces, enlazó sus dedos con los de ella y empezó a caminar, incitándola a caminarjunto a él.

    Tan bella. El coraz�