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10 POEMAS Semilla Semillita, semillita, que en la tierra se cayó y dormidita, dormidita en seguida se quedó. ¿Dónde está la dormilona? un pequeño preguntó y las nubes respondieron: una planta ya nació. Semillita, semillita, que recibiste calor para dar una plantita, muchas hojas y una flor. Autora: Haydé G. de Guacci Hojitas Hojitas de oro que el viento soplo; corren por el bosque corren como yo. Dejaron desnudo al amigo árbol las primeras lluvias vendrán a bañarlo. Ay, pero, que frió tendrá el pobrecito… mejor estaría bien abrigadito.

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10 POEMASSemillaSemillita, semillita,que en la tierra se cayóy dormidita, dormiditaen seguida se quedó.¿Dónde está la dormilona?un pequeño preguntóy las nubes respondieron:una planta ya nació.Semillita, semillita,que recibiste calorpara dar una plantita,muchas hojas y una flor.Autora: Haydé G. de Guacci

HojitasHojitas de oroque el viento soplo;corren por el bosquecorren como yo.Dejaron desnudoal amigo árbollas primeras lluviasvendrán a bañarlo.Ay, pero, que friótendrá el pobrecito…mejor estaríabien abrigadito.

El Oso JuliánLe puse de nombre el oso Juliánlo senté en mi cama que quieto esta.Es todo de felpa color azafrány tiene sus ojos de negro cristal.Lo miro y sonríe¿no quieres jugar?mi osito de felpaque quieto estas.Le toco la caralo quiero besarque nariz tan fríase va a resfriar.Lo pongo en la camalo abrigo… ya estáesta dormido mi oso Julián.

Buen viajeCon la mitad de un periódicohice un barco de papel,que en la fuente de mi casava navegando muy bien.Mi hermana con su abrigosopla que te sopla sobre él

¡muy buen viaje! ¡Muy buen viaje!barquito de papel.

poemaCarita de luna resplandecer quiereManitas, gorditas acariciar pueden, carita de papi.Toda, ternura crece que crece.

PoemaLa niña de mis ojosTernura, antojos de trenzas, quieres.Muñeca, de trapo atrapar tu, no puedes. 

PoemaEl niño la mira, creeLa madre eternizar le quiere.Creciendo se aleja del corazón no puede.

MARIPOSAMariposa del aire, qué hermosa eres, mariposa del aire dorada y verde. Mariposa del aire dorada y verde. 

Luz de candil, mariposa del aire, ¡quédate ahí, ahí, ahí!... ¡Quédate ahí! Mariposa, ¿estás ahí? 

EL AVEEl avepara cantarpiensa en el mar.Está enamorada la lunade la canción encantadadel ave sobre mi cuna...cuida mis sueños un hada.Mi avees melodíade cada día.

Las Letras BailonasSi digo la a,¡me pongo a saltar! Si digo la e¡bailo al revés! Si aprendo la i¡me quito de aquí! Si digo la o,¡me doy un revolcón! Y si aprendo la u,¡lo que quieras tú!

10 CANCIONES DE CUNAARRORRÓ MI NIÑOArrorró mi niño, arrorró mi sol,arrorró pedazo, de mi corazón. Este niño lindoya quiere dormir;háganle la cunade rosa y jazmín. Háganle la camaen el toronjil,y en la cabecerapónganle un jazmínque con su fraganciame lo haga dormir.Arrorró mi niño,arrorró mi sol,arrorró pedazo,de mi corazón.Esta leche lindaque le traigo aquí,es para este niñoque se va a dormir.Arrorró mi niño,arrorró mi sol,arrorró pedazo,de mi corazón.Este lindo niñose quiere dormir...cierra los ojitosy los vuelve a abrir.Arrorró mi niño,arrorró mi sol,duérmase pedazo,de mi corazón.

ESTE NENE LINDOEste nene lindose quiere dormir,y el pícaro sueñono quiere venir. Este nene lindoque nació de noche,quiere que lo llevena pasear en coche.

SAN JOSÉ Y LA VIRGENSan José y la Virgeny Santa Isabelandan por las callesde Jerusalén,preguntando a todosdel Niño Jesúsque vaga cansadode cargar la cruz.-¿Por qué llora el niño? ¿Por qué llora el sol?-Por una manzana,que se le ha perdidodebajo la cama.-Duérmete, mi niño,yo te daré dos:una para el niñoy otra para vos.SEÑORA SANTA ANA- Señora Santa Ana,¿Qué dicen de vos?-Que soy soberanaabuela de Dios.- Vamos a mi quinta,yo te daré dos:una para el Niñoy otra para vos,Señor San José,Alférez mayor,Bate la bandera,que pase el Señor

 - Señora Santa Ana,toque la campana,

AL NIÑO BONITOAl niño bonito¿Qué le daré?Un conejitoque ayer pillées muy mansito,no sabe morder.Aquí se lo traigo,para que jueguecon su merced.

MI SEÑOR DON GATOMi señor don gatohoy amanecióenfermo postradopor hondo dolor,su esposo alarmada,llena de aflicción,dispuso que a escape,viniera el doctor.

Unas quince ratasdiez que devoró;más, claro, le vinoseria indigestión.Si a morir llegase¡no lo quiera Dios!él tendría la culpaporque fue glotón,miau, miau, miauporque fue glotón.

UNA HORA DUERME EL GALLOUna hora duerme el gallo,dos el caballo,tres el santo,cuatro el que no lo es tanto,cinco el peregrino,seis el teatino,siete el caminante,ocho el estudiante,nueve el caballero,diez el majadero,once el muchacho,y doce el borracho.

YO TENIA UNA GALLINITAYo tenía una gallinita,corococó.Diez centavos me costó,corococó.La compré por la mañana,corococó.Por la tarde se murió,corococó.Yo no lloro por la gallinita,

corococó.ni tampoco por los centavos,corococó.Sólo lloro por los pollitos,corococó.Que decían pío, pío, pío.Corococó.

DUÉRMETE MI NIÑODuérmete, mi niñoDuérmete, mi sol,Duérmete, pedazode mi corazón.San José y la Virgeny Santa IsabelAndan por las callesde Jerusalén,preguntando a todospor el niño Diosy todos respondenque saben de él.

LA LOBALa lobala lobale compró al lobitouna camisa de seday un gorro bonito.La lobala lobavendrá por aquí

si este niño lindono quiere dormir.

10 CANCIONES DE RONDAMuy buen día, su señoría-Muy buen día, su señoría.-Mantantiru-Liru-Lá! -¿Qué quería su señoría?-Mantantiru-Liru-Lá!-Yo quería una de sus hijas,-Mantantiru-Liru-Lá!-¿Cuál quería su señoría?-Mantantiru-Liru-Lá!-Yo quería la más bonita,-Mantantiru-Liru-Lá!¿Y qué oficio le pondremos?-Mantantiru-Liru-Lá!-Le pondremos de modista,-Mantantiru-Liru-Lá!-Ese oficio no le agrada,-Mantantiru-Liru-Lá!-Le podremos de pianista,-Mantantiru-Liru-Lá!-Ese oficio no le agrada.-Mantantiru-Liru-Lá!-Le pondremos de cocinera.-Mantantiru-Liru-Lá!-Ese oficio no le agrada.-Mantantiru-Liru-Lá!-Le pondremos de princesita.-Mantantiru-Liru-Lá!Ese oficio sí le agrada,-Mantantiru-Liru-Lá!-Celebremos todos juntos.-Mantantiru-Liru-Lá!

CUCÚ, CUCÚ,cantaba la rana,Cucú, cucú,debajo del agua. (*)Pasó un marinero,Cucú, cucú,llevando romero.Cucú, cucú,pasó una criada,Cucú, cucú,

llevando ensalada.Cucú, cucú,pasó un caballero,Cucú, cucú,con capa y sombrero.Cucú, cucú,pasó una señora,Cucú, cucú,llevando unas moras.Cucú, cucú,le pedí un poquito;Cucú, cucú,no me quiso dar.Cucú, cucú,me puse a llorar

La FaroleraLa Farolera tropezóy en la calle se cayóy al pasar por un cuartelse enamoró de un coronel.Alcen las banderaspara que pase la Farolera.Ponga la escalera y encienda el farol.Después de encendidose puso a contary todas las cuentas salieron cabal.Dos y dos son cuatro,cuatro y dos son seis,seis y dos son ochoy ocho dieciséis,y ocho veinticuatro,

y ocho treinta y dos.Ay, niña bendita,me arrodillo en vos.

MAMBRÚ SE FUE A LA GUERRAMambrú se fue a la guerra, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena!¿Vendrá para la Pascua? ¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!¿Vendrá para la Pascuao por la Trinidad?¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!O por la Trinidad.La Trinidad se pasa,Mambrú no vuelve más.Por allí viene un paje, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena!Por allí viene un paje,Mambrú ha muerto en guerra.¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!Mambrú ha muerto en guerra,y yo le fui a enterrar.¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Y yo le fui a enterrar!Con cuatro oficiales¡qué dolor, qué dolor, qué pena!Con cuatro oficialesy un cura sacristán.¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Y un cura sacristán.Encima de la tumba¡qué dolor, qué dolor, qué pena!

Encima de la tumbalos pajaritos van,¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Los pajaritos van,cantando el pío, pío,¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Cantando el pío, píoel pío, pío, pa.

CAMPANITA DE ORO,déjame pasar,con todos mis hijos,menos el de atrás,tras, tras…

será melón,será sandía,será la viejadel otro día.

Campanita de oro,déjame pasar,con todos mis hijos,menos el de atrás,tras, ¡tras!

SE ME HA PERDIDO UNA NIÑASe me ha perdido una niña,cataplín, cataplín, cataplero,se me ha perdido una niñaen el fondo del jardín.Yo se la he encontrado,cataplín, cataplín, catapleroyo se la he encontradoen el fondo del jardín.

Haga el favor de entregarlacataplín, cataplín, cataplerohaga el favor de entregarla,del fondo del jardín.¿En qué quiere que la traiga,cataplín, cataplín, catapleroen que quiere que la traigadel fondo de jardín?Tráigamela en sillita,cataplín, cataplín, cataplerotráigamela en sillita,del fondo del jardín. Aquí la traigo en sillita,cataplín, cataplín, catapleroaquí la traigo en sillita,del fondo del jardín.

SOBRE EL PUENTE DE AVIGNONSobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,hacen así...así las lavanderas.Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,hacen así ...así las planchadoras.Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,hacen así...así los militares.Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,hacen así...Así las cocineras.

Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,hacen así...así me gusta a mí.

RONDA DE LOS AMIGOS A la ronda de los amigoste invitamos a jugar Ven, canta conmigo y muchos amigos podrás encontrar. Mi amiga es la cuncuna mecuenta que quiere volar. Ven, canta conmigo y la cuncuna tu amiga será. Mi amigo es el cartero y noticias me viene a dejar. Ven, canta conmigo y el cartero tu amigo será. Mi amigo es el remolino, con sus colores me invita a girar. Ven, canta conmigo y el remolino tu amigo será. Mi amigo es el ratón que con su cola me quiere asustar. Ven, canta conmigo y el ratón tu amigo será. Mi amigo es el payaso que con su risa me viene a alegrar. Ven, canta conmigo y el payaso tu amigo será. Mi amiga es la nube, me envuelve y me lleva a viajar. Ven, canta conmigo y la nubetu amiga será.

Aserrín, aserránAserrín,aserránlos maderosde San Juan,piden pan,no les dan;piden queso,les dan hueso,que se atoraen el pescuezo;y se echana llorar,en el quiciodel zahuán;riqui,riqui,riqui,¡ran!

A LA VÍBORA DE LA MARA la víbora de la mar,de la mar,por aquí pueden pasar;los de adelante corren mucho,los de atrás se quedarán,tras, tras…

10 CANCIONES INFANTILESPIN PON ES UN MUÑECOmuy guapo y de cartón, de cartónse lava la caritacon agua y con jabón...Se desenreda el pelocon peine de marfil, de marfíl,y aunque se de tirones,no llora y dice uy!

Pin pon dame la manocon un fuerte apretonque quiero ser tu amigopin pon pin pon pin ponnnn.

Y cuando las estrellascomienzan a salirpin pon se va a la cama se acuesta y a dormir, a dormir!

TAZATeteraCucharaCucharónPlato hondoPlato llanoCuchillitoTenedorSaleroAzucareroBatidoraOlla exprésSoy una taza, una tetera, una cuchara, un cucharón, un plato hondo, un

plato llano, un cuchillito, un tenedor.Soy un salero, azucarero, batidora, olla exprés ¡chu chu!

CU CÚ, CU CÚCu cú, cu cúCu cú cantaba la ranaCu cú debajo del agua.Cu cú pasó un caballeroCu cú con capa y sombrero.Cu cú pasó una señoraCu cú con traje de cola.Cu cú pasó un marineroCu cú vendiendo romero.Cu cú le pidió un ramito.Cu cú no le quiso dar.Cu cú y se echó a llorar.

YO TENGO UNA CASITAque es así y así.Que, por la chimenea sale el humo, así, así.Que, cuando quiero entrar,yo golpeo así, así.Me limpio los zapatosasí, así, así.

TODO EL MUNDO EN ESTA FIESTA SI SE QUIERE DIVERTIR;todo aquello que yo haga lo tendrá que repetir.A saltar, a saltar, dando botes sin parara saltar, a saltar, todo el mundo a salta.

A aplaudir, aplaudir, dar palmas para reíra aplaudir, aplaudir, todo el mundo a aplaudir.

A bailar, a bailar, en pareja a disfrutara bailar, a bailar, todo el mundo a bailar.

A besar, a besar, dando besos al azara besar, a besar, todo el mundo a besar.

Todo el mundo en esta fiesta si se quiere divertir; todo aquello que yo haga lo tendrá que repetir.A abrazar...A cosquillear...(Bis)UN DÍA NOÉ A LA SELVA FUEpuso a los animales alrededor de élel Señor está enfadado el diluvio va a caerno os preocupéis, yo os salvaré.Estando el cocodrilo y el orangutándos pequeñas serpientes y un águila realel gato, el topo, el elefante no falta ningunosolo no se ven los dos canguroscuando los animales empezaban a subirNoé vio en el cielo una gran nubey gota a gota empezó a llover¡Señor que nos mojamos!Estando el cocodrilo ...

YA MIS MANOS SE DESPIERTANy ten van a saludar,se sacuden con gran fuerzay después se enrollan de aquí por allá.

Son mis manos divertidas,siempre salen a jugarsuben por una escaleray después se tiran por el tobogán.

Ellas tocan la bocina,ellas te van asustary después de tanto juego,cuando están cansadas,te invitan a soñar.

Son mis manos divertidassiempre salen a jugar,suben por una escaleray después se tiran por el tobogán.

Ellas tocan la bocinaellas te van asustary después de tanto juego,cuando están cansadas, te invitan a soñar.

EL PATIO DE MI CASAes particular,cuando llueve se mojacomo los demás.

Agáchate y vuélvete a agachar,que los agachaditos no saben bailar.

H, I, J, K,L, M, N, Aque si tú no me quieresotro novio me querrá

H, I, J, K,L, M, N, Oque si tú no me quieresotro novio tendré yo.

Chocolate, molinillo,corre, corre,que te pillo.A estirar, a estirar,que el demonio va a pasar.

CHUCHUWA, WA, WACompañía, brazo extendidoChuchuwa, wa, waCompañía, brazo extendido, puño cerradoChuchuwa, wa, waCompañía, brazo extendido, puño cerrado, dedo hacia arribaChuchuwa, wa, waCompañía, brazo extendido, puño cerrado, dedo hacia arriba, hombros en altoChuchuwa, wa, waCompañía, brazo extendido, puño cerrado, dedo hacia arriba, hombros en alto, cabeza hacia atrásChuchuwa, wa, waCompañía, brazo extendido, puño cerrado, dedo hacia arriba, hombros en alto, cabeza hacia atrás, culete hacia atrásChuchuwa, wa, waCompañía, brazo extendido, puño cerrado, dedo hacia arriba, hombros en alto, cabeza hacia atrás, culete hacia atrás, pies de pingüinoChuchuwa, wa, waCompañía, brazo extendido, puño cerrado, dedo hacia arriba, hombros en alto, cabeza hacia atrás, culete hacia atrás, pies de pingüino, lengua fueraChuchuwa, wa, wa

ESTABA EL SEÑOR DON GATOsentadito en su tejadomarramiau, miau, miau,sentadito en su tejado.

Ha recibido una cartapor si quiere ser casado,marramiau, miau, miau, miau,por si quiere ser casado.

Con una gatita blancasobrina de un gato pardo,marramiau, miau, miau, miau,sobrina de un gato pardo.

El gato por ir a verlase ha caído del tejado,marramiau, miau, miau, miau,se ha caído del tejado.Se ha roto siete costillasel espinazo y el rabo,marramiau, miau, miau, miau,el espinazo y el rabo.

Ya lo llevan a enterrarpor la calle del pescado,marramiau, miau, miau, miau,por la calle del pescado.

Al olor de las sardinasel gato ha resucitado,marramiau, miau, miau, miau,el gato ha resucitado.

Por eso dice la gentesiete vidas tiene un gato,marramiau, miau, miau, miau,siete vidas tiene un gato.

10 FABULASEL ÁGUILA, EL CUERVO Y EL PASTORLanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.

Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.Le preguntaron sus hijos acerca de qué clase de ave era aquella, y les dijo:

- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que no te corresponde.

La zorra y el leñadorUna zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a sucabaña.Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada.Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:--Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo. No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

El león y el ratónDormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reir y lo dejó marchar.Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos. Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.

El sol y las ranasLlegó el verano y se celebraban las bodas del Sol. Regocijábanse todos los animales del acontecimiento, faltando poco para que también las ranas fueran de la partida; pero una de ellas exclamó:-¡Insensatas! ¿Qué motivo tenéis para regocijaros? Ahora que es él solo, seca todos los pantanos; si toma mujer y tiene un hijo como él ¿qué nos quedará por sufrir?

 Antes de celebrar un acontecimiento, primero ve sus futuras consecuencias.

La tortuga y el águilaUna tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar. Un águila que paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si ella la alzaba y la llevaba por los aires. - Te daré – dijo – todas las riquezas del Mar Rojo.- Entonces te enseñaré al volar – replicó el águila. Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto, la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:- Renegué de mi suerte natural. ¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes, cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra? Si fácilmente adquiriéramos todo lo que deseamos, fácilmente llegaríamos a la desgracia.

Las liebres y las ranasSe reunieron un día las liebres y se lamentaban entre sí de llevar una vida tan precaria y temerosa, pues, en efecto, ¿No eran víctimas de los hombres, de los perros, de las águilas, y otros muchos animales? ¡Más valía morir de una vez que vivir en el terror!Tomada esta resolución, se lanzaron todas al mismo tiempo a un estanque para morir en él ahogadas.Pero las ranas, que estaban sentadas alrededor del estanque, en cuanto oyeron el ruido de su carrera, saltaron asustadas al agua. Entonces una de las liebres, la que parecía más inteligente que las demás, dijo:

-- ¡Alto compañeras! No hay que apurarse tanto, pues ya ven que aún hay otros más miedosos que nosotras! El consuelo de los desgraciados es encontrar a otros en peores condiciones.

El ruiseñor y el gavilánSubido en un alto roble, un ruiseñor cantaba como de costumbre. Lo vio un gavilán hambriento, y lanzándose inmediatamente sobre él, lo apresó en sus garras.Seguro de su próxima muerte, el ruiseñor le rogó que le soltara, diciéndole que con sólo él no bastaría para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre, debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:-- Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa que tengo, por ir a buscar a la que ni siquiera he visto. No dejemos los bienes que ya tenemos, por ilusiones que ni siquiera divisamos

El cisne tomado por gansoUn hombre muy rico alimentaba a un ganso y a un cisne juntos, aunque con diferente fin a cada uno: uno era para el canto y el otro para la mesa.Cuando llegó la hora para la cual era alimentado el ganso, era de noche, y la oscuridad no permitía distinguir entre las dos aves. Capturado el cisne en lugar del ganso, entonó su bello canto preludio de muerte. Al oír su voz, el amo lo reconoció y su canto lo salvó de la muerte. Antes de tomar una acción sobre alguien o algo, ya sea que le beneficie o perjudique, primero debemos asegurarnos de su verdadera identidad.

El ratón y la ranaUn ratón de tierra se hizo amigo de una rana, para desgracia suya. La rana, obedeciendo a desviadas intenciones de burla, ató la pata del ratón a su propia pata. Marcharon entonces primero por tierra para comer trigo, luego se acercaron a la orilla del pantano. La rana, dando un salto arrastró hasta el fondo al ratón, mientras que retozaba en el agua lanzando sus conocidos gritos. El desdichado ratón, hinchado de agua, se ahogó, quedando a flote atado a la pata de la rana. Los vio un milano que por ahí volaba y apresó al ratón con sus garras, arrastrando con él a la rana encadenada, quien también sirvió de cena al milano.Toda acción que se hace con intensiones de maldad, siempre termina en contra del mismo que la comete.

La pulga y el bueyUna pulga preguntaba a un buey:--¿Qué sucede contigo, que siendo tan enorme y fuerte, te rindes a los maltratos de los hombres y eres su esclavo día a día, mientras yo, siendo una criatura tan pequeña, despiadadamente me alimento de su carne y bebo su sangre en cualquier momento?--El buey contestó:--No deseo ser desagradecido, ya que yo soy amado y bien cuidado con cariño por los hombres, ellos a menudo me acarician frotando mi cabeza y hombros.-- --¡Qué malo sería eso para mí!-- dijo la pulga; --esa caricia que te gusta, si me la dieran a mí, traería mi destrucción inevitable.--Lo que puede ser bueno para unos, puede ser malo para otros.

10 NOVELASLa buenaventuraDe Pedro Antonio de Alarcón

INo sé que día de Agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía General de Granada cierto haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre "Heredia", caballero en flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses se reducían a una soga atada al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura «que quería ver al Capitán General.»Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a conocimiento del Excelentísimo Sr. D. Eugenio Portocarrero, conde del Montijo, a la sazón Capitán General del antiguo reino de Granada... Pero como aquel prócer era hombre de muy buen humor y tenía muchas noticias de Heredia, célebre por sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno..., con permiso del engañado dueño, dió orden de que dejasen pasar al gitano.Penetró éste en el despacho de Su Excelencia, dando dos pasos adelante y uno atrás, que era como andaba en las circunstancias graves, y poniéndose de rodillas exclamó:- ¡Viva María Santísima y viva su merced, que es el amo de toitico el mundo!- Levántate; déjate de zalamerías, y dime qué se te ofrece... -respondió el Conde con aparente sequedad.Heredia se puso también serio, y dijo con mucho desparpajo:- Pues, señor, vengo a que se me den los mil reales.- ¿Qué mil reales?- Los ofrecidos hace días, en un bando, al que presente las señas de Parrón.- Pues ¡qué! ¿tú lo conocías?- No, señor.- Entonces....- Pero ya lo conozco.- ¡Cómo!- Es muy sencillo. Lo he buscado; lo he visto; traigo las señas, y pido mi ganancia.- ¿Estás seguro de que lo has visto? -exclamó el Capitán General con un interés que se sobrepuso a sus dudas.El gitano se echó a reír, y respondió:- ¡Es claro! Su merced dirá: este gitano es como todos, y quiere engañarme. ¡No me perdone Dios si miento!. Ayer ví a Parrón.- Pero ¿sabes tú la importancia de lo que dices? ¿Sabes que hace tres años que se persigue a ese monstruo, a ese bandido sanguinario, que

nadie conoce ni ha podido nunca ver? ¿Sabes que todos los días roba, en distintos puntos de estas sierras, a algunos pasajeros; y después los asesina, pues dice que los muertos no hablan, y que ése es el único medio de que nunca dé con él la Justicia? ¿Sabes, en fin, que ver a Parrón es encontrarse con la muerte?El gitano se volvió a reír, y dijo:- Y ¿no sabe su merced que lo que no puede hacer un gitano no hay quien lo haga sobre la tierra? ¿Conoce nadie cuándo es verdad nuestra risa o nuestro llanto? ¿Tiene su merced noticia de alguna zorra que sepa tantas picardías como nosotros? Repito, mi General, que, no sólo he visto a Parrón, sino que he hablado con el.- ¿Dónde?- En el camino de Tózar.- Dame pruebas de ello.- Escuche su merced. Ayer mañana hizo ocho días que caímos mi borrico y yo en poder de unos ladrones. Me maniataron muy bien, y me llevaron por unos barrancos endemoniados hasta dar con una plazoleta donde acampaban los bandidos. Una cruel sospecha me tenía desazonado. «¿Será esta gente de Parrón? (me decía a cada instante.) ¡Entonces no hay remedio, me matan!..., pues ese maldito se ha empeñado en que ningunos ojos que vean su fisonomía vuelvan a ver cosa ninguna.»Estaba yo haciendo estas reflexiones, cuando se me presentó un hombre vestido de macareno con mucho lujo, y dándome un golpecito en el hombro y sonriéndose con suma gracia, me dijo:- Compadre, ¡yo soy Parrón!Oír esto y caerme de espaldas, todo fue una misma cosa.El bandido se echó a reír.Yo me levanté desencajado, me puse de rodillas, y exclamé en todos los tonos de voz que pude inventar:- ¡Bendita sea tu alma, rey de los hombres!... ¿Quién no había de conocerte por ese porte de príncipe real que Dios te ha dado? ¡Y que haya madre que para tales hijos! ¡Jesús! ¡Deja que te dé un abrazo, hijo mío! ¡Que en mal hora muera si no tenía gana de encontrarte el gitanico para decirte la buenaventura y darte un beso en esa mano de emperador! ¡También yo soy de los tuyos! ¿Quieres que te enseñe a cambiar burros muertos por burros vivos? ¿Quieres vender como potros tus caballos viejos? ¿Quieres que le enseñe el francés a una mula?El Conde del Montijo no pudo contener la risa. Luego preguntó:- Y ¿qué respondió Parrón a todo eso? ¿Qué hizo?- Lo mismo que su merced; reírse a todo trapo.- ¿Y tú?- Yo, señorico, me reía también; pero me corrían por las patillas lagrimones como naranjas.- Continúa.En seguida me alargó la mano y me dijo:

- Compadre, es V. el único hombre de talento que ha caído en mi poder. Todos los demás tienen la maldita costumbre de procurar entristecerme, de llorar, de quejarse y de hacer otras tonterías que me ponen de mal humor. Sólo V. me ha hecho reír: y si no fuera por esas lágrimas....- Qué, ¡señor, si son de alegría!- Lo creo. ¡Bien sabe el demonio que es la primera vez que me he reído desde hace seis u ocho años! Verdad es que tampoco he llorado.- Pero despachemos. ¡Eh, muchachos!Decir Parrón estas palabras y rodearme una nube de trabucos, todo fue un abrir y cerrar de ojos.- ¡Jesús me ampare! -empecé a gritar-.- ¡Deteneos! -exclamó Parrón-. No se trata de eso todavía. Os llamo para preguntaros qué le habéis tomado a este hombre.- Un burro en pelo.- ¿Y dinero?- Tres duros y siete reales.- Pues dejadnos solos.Todos se alejaron.- Ahora dime la buenaventura, -exclamó el ladrón, tendiéndome la mano.Yo se la cogí; medité un momento; conocí que estaba en el caso de hablar formalmente, y le dije con todas las veras de mi alma:- Parrón, tarde que temprano, ya me quites la vida, ya me la dejes..., ¡morirás ahorcado!- Eso ya lo sabía yo... -respondió el bandido con entera tranquilidad-. Dime cuándo.Me puse a cavilar.Este hombre (pensé) me va a perdonar la vida; mañana llego a Granada y doy el cante; pasado mañana lo cogen... Después empezará la sumaria...- ¿Dices que cuándo? -le respondí en alta voz-. Pues ¡mira! va a ser el mes que entra.Parrón se estremeció, y yo también, conociendo que el amor propio de adivino me podía salir por la tapa de los sesos.- Pues mira tú, gitano... -contestó Parrón muy lentamente-. Vas a quedarte en mi poder... ¡Si en todo el mes que entra no me ahorcan, te ahorco yo a ti, tan cierto como ahorcaron a mi padre! Si muero para esa fecha, quedarás libre.- ¡Muchas gracias! -dije yo en mi interior-. ¡Me perdona... después de muerto!Y me arrepentí de haber echado tan corto el plazo.Quedamos en lo dicho: fui conducido a la cueva, donde me encerraron, y Parrón montó en su yegua y tomó el tole por aquellos breñales....- Vamos, ya comprendo... -exclamó el Conde del Montijo-. Parrón ha muerto; tú has quedado libre, y por eso sabes sus señas...

- ¡Todo lo contrario, mi General! Parrón vive, y aquí entra lo más negro de la presente historia.

II

Pasaron ocho días sin que el capitán volviese a verme. Según pude entender, no había parecido por allí desde la tarde que le hice la buenaventura; cosa que nada tenía de raro, a lo que me contó uno de mis guardianes.- Sepa V. -me dijo- que el Jefe se va al infierno de vez en cuando, y no vuelve hasta que se le antoja. Ello es que nosotros no sabemos nada de lo que hace durante sus largas ausencias.A todo esto, a fuerza de ruegos, y como pago de haber dicho que no serían ahorcados y que llevarían una vejez muy tranquila, había yo conseguido que por las tardes me sacasen de la cueva y me atasen a un árbol, pues en mi encierro me ahogaba de calor.Pero excuso decir que nunca faltaban a mi lado un par de centinelas.Una tarde, a eso de las seis, los ladrones que habían salido de servicio aquel día a las órdenes del segundo de Parrón, regresaron al campamento, llevando consigo, maniatado como pintan a nuestro Padre Jesús Nazareno, a un pobre segador de cuarenta a cincuenta años, cuyas lamentaciones partían el alma.- ¡Dadme mis veinte duros! -decía-. ¡Ah! ¡Si supierais con qué afanes los he ganado! ¡Todo un verano segando bajo el fuego del sol!... ¡Todo un verano lejos de mi pueblo, de mi mujer y de mis hijos! ¡Así he reunido, con mil sudores y privaciones, esa suma, con que podríamos vivir este invierno!... ¡Y cuando ya voy de vuelta, deseando abrazarlos y pagar las deudas que para comer hayan hecho aquellos infelices, ¿cómo he de perder ese dinero, que es para mí un tesoro? ¡Piedad, señores! ¡Dadme mis veinte duros! ¡Dádmelos, por los dolores de María Santísima!Una carcajada de burla contestó a las quejas del pobre padre.Yo temblaba de horror en el árbol a que estaba atado; porque los gitanos también tenemos familia.- No seas loco... -exclamó al fin un bandido, dirigiéndose al segador-. Haces mal en pensar en tu dinero, cuando tienes cuidados mayores en que ocuparte.- ¡Cómo! -dijo el segador, sin comprender que hubiese desgracia más grande que dejar sin pan a sus hijos-.- ¡Estás en poder de Parrón!- Parrón... ¡No le conozco!... Nunca lo he oído nombrar... ¡Vengo de muy lejos! Yo soy de Alicante, y he estado segando en Sevilla.- Pues, amigo mío, Parrón quiere decir la muerte. Todo el que cae en nuestro poder es preciso que muera. Así, pues, haz testamento en dos minutos y encomienda el alma en otros dos. ¡Preparen! ¡Apunten! Tienes cuatro minutos.

- Voy a aprovecharlos... ¡Oídme, por compasión!...- Habla.- Tengo seis hijos... y una infeliz...diré viuda..., pues veo que voy a morir. Leo en vuestros ojos que sois peores que fieras. ¡Sí, peores! Porque las fieras de una misma especie no se devoran unas a otras. ¡Ah! ¡Perdón!... No sé lo que me digo.¡Caballeros, alguno de ustedes será padre!... ¿No hay un padre entre vosotros? ¿Sabéis lo que son seis niños pasando un invierno sin pan? ¿Sabéis lo que es una madre que ve morir a los hijos de sus entrañas, diciendo: «Tengo hambre..., tengo frío»? Señores, ¡yo no quiero mi vida sino por ellos! ¿Qué es para mí la vida? ¡Una cadena de trabajos y privaciones! ¡Pero debo vivir para mis hijos! ¡Hijos míos! ¡Hijos de mi alma!Y el padre se arrastraba por el suelo, y levantaba hacia los ladrones una cara... ¡Qué cara! ¡Se parecía a la de los santos que el rey Nerón echaba a los tigres, según dicen los padres predicadores.Los bandidos sintieron moverse algo dentro de su pecho, pues se miraron unos a otros...; y viendo que todos estaban pensando la misma cosa, uno de ellos se atrevió a decirla...- ¿Qué dijo? -preguntó el Capitán general, profundamente afectado por aquel relato-.- Dijo: «Caballeros, lo que vamos a hacer no lo sabrá nunca Parrón.»- Nunca..., nunca... -tartamudearon los bandidos-.- Márchese V., buen hombre... -exclamó entonces uno que hasta lloraba-.Yo hice también señas al segador de que se fuese al instante.El infeliz se levantó lentamente.- Pronto... ¡Márchese V.! -repitieron todos volviéndole la espalda-.El segador alargó la mano maquinalmente.- ¿Te parece poco? -gritó uno-. ¡Pues no quiere su dinero! Vaya..., vaya.... ¡No nos tiente V. la paciencia! El pobre padre se alejó llorando, y a poco desapareció.Media hora había transcurrido, empleada por los ladrones en jurarse unos a otros no decir nunca a su capitán que habían perdonado la vida a un hombre, cuando de pronto apareció Parrón, trayendo al segador en la grupa de su yegua.Los bandidos retrocedieron espantados.Parrón se apeó muy despacio, descolgó su escopeta de dos cañones, y, apuntando a sus camaradas, dijo:- ¡Imbéciles! ¡Infames! ¡No sé cómo no os mato a todos! ¡Pronto! ¡Entregad a este hombre los duros que le habéis robado!Los ladrones sacaron los veinte duros y se los dieron al segador, el cual se arrojó a los pies de aquel personaje que dominaba a los bandoleros y que tan buen corazón tenía.Parrón le dijo:

- ¡A la paz de Dios! Sin las indicaciones de V., nunca hubiera dado con ellos. ¡Ya ve V. que desconfiaba de mí sin motivo!... He cumplido mi promesa.Ahí tiene V. sus veinte duros. Conque... ¡en marcha!El segador lo abrazó repetidas veces y se alejó lleno de júbilo. Pero no habría andado cincuenta pasos, cuando su bienhechor lo llamó de nuevo.El pobre hombre se apresuró a volver pies atrás.- ¿Qué manda V.?--le preguntó, deseando ser útil al que había devuelto la felicidad a su familia.- ¿Conoce V. a Parrón? -le preguntó él mismo-.- No lo conozco.- ¡Te equivocas! -replicó el bandolero-. Yo soy Parrón.El segador se quedó estupefacto.Parrón se echó la escopeta a la cara y descargó los dos tiros contra el segador, que cayó redondo al suelo.- ¡Maldito seas! -fué lo único que pronunció-.En medio del terror que me quitó la vista, observé que el árbol en que yo estaba atado se estremecía ligeramente y que mis ligaduras se aflojaban.Una de las balas, después de herir al segador, había dado en la cuerda que me ligaba al tronco y la había roto.Yo disimulé que estaba libre, y esperé una ocasión para escaparme.Entretanto decía Parrón a los suyos, señalando al segador:- Ahora podéis robarlo. Sois unos imbéciles..., ¡unos canallas! ¡Dejar a ese hombre, para que se fuera, como se fue, dando gritos por los caminos reales!... Si conforme soy yo quien se lo encuentra y se entera de lo que pasaba, hubieran sido los migueletes habría dado vuestras señas y las de nuestra guarida, como me las ha dado a mí, y estaríamos ya todos en la cárcel! ¡Ved las consecuencias de robar sin matar! Conque basta ya de sermón y enterrad ese cadáver para que no apeste.Mientras los ladrones hacían el hoyo y Parrón se sentaba a merendar dándome la espalda, me alejé poco a poco del árbol y me descolgué al barranco próximo...Ya era de noche. Protegido por sus sombras salí a todo escape, y, a la luz de las estrellas, divisé mi borrico, que comía allí tranquilamente, atado a una encina. Montéme en él, y no he parado hasta llegar aquí...Por consiguiente, señor, déme V. los mil reales, y yo daré las señas de Parrón, el cual se ha quedado con mis tres duros y medio.Dictó el gitano la filiación del bandido; cobró desde luego la suma ofrecida, y salió de la Capitanía General, dejando asombrados al Conde del Montijo y al sujeto, allí presente, que nos ha contado todos estos pormenores.Réstanos ahora saber si acertó o no acertó Heredia al decir la buenaventura a Parrón.

III

Quince días después de la escena que acabamos de referir, y a eso de las nueve de la mañana, muchísima gente ociosa presenciaba, en la calle de San Juan de Dios y parte de la de San Felipe de aquella misma capital, la reunión de dos compañías de migueletes que debían salir a las nueve y media en busca de Parrón, cuyo paradero, así como sus señas personales y las de todos sus compañeros de fechorías, había al fin averiguado el Conde del Montijo.El interés y emoción del público eran extraordinarios, y no menos la solemnidad con que los migueletes se despedían de sus familias y amigos para marchar a tan importante empresa. ¡Tal espanto había llegado a infundir Parrón a todo el antiguo reino granadino!- Parece que ya vamos a formar... -dijo un miguelete a otro-, y no veo al cabo López...- ¡Extraño es, a fe mía, pues él llega siempre antes que nadie cuando se trata de salir en busca de Parrón, a quien odia con sus cinco sentidos!- Pues ¿no sabéis lo que pasa? -dijo un tercer miguelete, tomando parte en la conversación-.- ¡Hola! Es nuestro nuevo camarada... ¿Cómo te va en nuestro Cuerpo?- ¡Perfectamente! -respondió el interrogado-.Era éste un hombre pálido y de porte distinguido, del cual se despegaba mucho el traje de soldado.- Conque ¿decías...? -replicó el primero-.- ¡Ah! ¡Sí! Que el cabo López ha fallecido... -respondió el miguelete pálido-.- Manuel... ¿Qué dices? ¡Eso no puede ser!... Yo mismo he visto a López esta mañana, como te veo a ti...El llamado Manuel contestó fríamente:- Pues hace media hora que lo ha matado Parrón.- ¿Parrón? ¿Dónde?- ¡Aquí mismo! ¡En Granada! En la Cuesta del Perro se ha encontrado el cadáver de López.Todos quedaron silenciosos y Manuel empezó a silbar una canción patriótica.- ¡Van once migueletes en seis días! -exclamó un sargento-. ¡Parrón se ha propuesto exterminarnos! Pero ¿cómo es que está en Granada? ¿No íbamos a buscarlo a la Sierra de Loja?Manuel dejó de silbar, y dijo con su acostumbrada indiferencia:- Una vieja que presenció el delito dice que, luego que mató a López, ofreció que, si íbamos á buscarlo, tendríamos el gusto de verlo...- ¡Camarada! ¡Disfrutas de una calma asombrosa! ¡Hablas de Parrón con un desprecio!...- Pues ¿qué es Parrón más que un hombre? -repuso Manuel con altanería.- ¡A la formación! -gritaron en este acto varias voces-.Formaron las dos compañías, y comenzó la lista nominal.

En tal momento acertó a pasar por allí el gitano Heredia, el cual se paró, como todos, a ver aquella lucidísima tropa.Notóse entonces que Manuel, el nuevo miguelete, dió un retemblido y retrocedió un poco, como para ocultarse detrás de sus compañeros.Al propio tiempo Heredia fijó en él sus ojos; y dando un grito y un salto como si le hubiese picado una víbora, arrancó a correr hacia la calle de San Jerónimo.Manuel se echó la carabina a la cara y apuntó al gitano.Pero otro miguelete tuvo tiempo de mudar la dirección del arma, y el tiro se perdió en el aire.- ¡Está loco! ¡Manuel se ha vuelto loco! ¡Un miguelete ha perdido el juicio! -exclamaron sucesivamente los mil espectadores de aquella escena-.Y oficiales, y sargentos, y paisanos rodeaban a aquel hombre, que pugnaba por escapar, y al que por lo mismo sujetaban con mayor fuerza, abrumándolo a preguntas, reconvenciones y dicterios que no le arrancaron contestación alguna.Entretanto Heredia había sido preso en la plaza de la Universidad por algunos transeuntes, que, viéndole correr después de haber sonado aquel tiro, lo tomaron por un malhechor.- ¡Llevadme a la Capitanía General! -decía el gitano-. ¡Tengo que hablar con el Conde del Montijo!- ¡Qué Conde del Montijo ni qué niño muerto! -le respondieron sus aprehensores-. ¡Ahí están los migueletes, y ellos verán lo que hay que hacer con tu persona!- Pues lo mismo me da... -respondió Heredia-. Pero tengan Vds. cuidado de que no me mate Parrón.- ¿Cómo Parrón?...¿Qué dice este hombre?- Venid y veréis.Así diciendo, el gitano se hizo conducir delante del jefe de los migueletes, y señalando a Manuel, dijo:- Mi Comandante, ¡ése es Parrón, y yo soy el gitano que dió hace quince días sus señas al Conde del Montijo!- ¡Parrón! ¡Parrón está preso! ¡Un miguelete era Parrón!... -gritaron muchas voces.- No me cabe duda... -decía entretanto el Comandante, leyendo las señas que le había dado el Capitán general-. ¡A fe que hemos estado torpes! Pero ¿a quién se le hubiera ocurrido buscar al capitán de ladrones entre los migueletes que iban a prenderlo?- ¡Necio de mí! -exclamaba al mismo tiempo Parrón, mirando al gitano con ojos de león herido- ¡es el único hombre a quien he perdonado la vida! ¡Merezco lo que me pasa!A la semana siguiente ahorcaron a Parrón.Cumplióse, pues, literalmente la buenaventura del gitano...

Lo cual (dicho sea para concluir dignamente) no significa que debáis creer en la infalibilidad de tales vaticinios, ni menos que fuera acertada regla de conducta la de Parrón, de matar a todos los que llegaban a conocerle... Significa tan sólo que los caminos de la Providencia son inescrutables para la razón humana; doctrina que, a mi juicio, no puede ser más ortodoxa.

LA CORNETA DE LLAVESDE PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN

Querer es poder.IDon Basilio, ¡toque V. la corneta, y bailaremos! Debajo de estos árboles no hace calor...--Sí, sí..., D. Basilio: ¡toque V. la corneta de llaves!--¡Traedle a D. Basilio la corneta en que se está enseñando Joaquín!--¡Poco vale!...--¿La tocará V., D. Basilio?--¡No!--¿Cómo que no?--¡Que no!--¿Por qué?--Porque no sé.--¡Que no sabe!...--¡Habrá hipócrita igual!--Sin duda quiere que le regalemos el oído...--¡Vamos! ¡Ya sabemos que ha sido V. músico mayor de infantería!...--Y que nadie ha tocado la corneta de llaves como V...--Y que lo oyeron en Palacio..., en tiempos de Espartero...--Y que tiene V. una pensión....--¡Vaya,[14-9] D. Basilio! ¡Apiádese V.!--Pues, señor.... ¡Es verdad! He tocado la corneta de llaves; he sido una... una _especialidad_, como dicen ustedes ahora...; pero también es cierto que hace dos años regalé mi corneta a un pobre músico licenciado, y que desde entonces no he vuelto... ni a tararear.

--¡Qué lástima!--¡Otro Rossini!--¡Oh! ¡Pues lo que es esta tarde, ha de tocar usted!...--Aquí, en el campo, todo es permitido....--¡Recuerde V. que es mi día, papá abuelo!...--¡Viva! ¡Viva! ¡Ya está aquí la corneta!--Sí, ¡que toque!--Un vals....--No..., ¡una polca!...--¡Polca!... ¡Quita allá! ¡Un fandango!--Sí..., sí..., ¡fandango! ¡Baile nacional!--Lo siento mucho, hijos míos; pero no me es posible tocar la corneta.--¡Usted, tan amable!...--Tan complaciente...--¡Se lo suplica a V. su nietecito!...--Y su sobrina....--¡Dejadme, por Dios!--He dicho que no toco.--¿Por qué?--Porque no me acuerdo; y porque, además, he jurado no volver a aprender....--¿A quién se lo ha jurado?--¡A mí mismo, a un muerto, y a tu pobre madre, hija mía!Todos los semblantes se entristecieron súbitamente al escuchar estas palabras.--¡Oh!... ¡Si supierais a qué costa aprendí a tocar la corneta!...--añadió el viejo.--¡La historia! ¡La historia! (exclamaron los jóvenes.) Contadnos esa historia.--En efecto.... (dijo D. Basilio.)--Es toda una historia. Escuchadla, y vosotros juzgaréis si puedo o no puedo tocar la corneta....Y sentándose bajo un árbol rodeado de unos curiosos y afables adolescentes, contó la historia de sus lecciones de música.No de otro modo, _Mazzepa_, el héroe de Byron, contó una noche a Carlos XII, debajo de otro árbol, la terrible historia de sus lecciones de equitación.Oigamos a D. Basilio.

II

Hace diez y siete años que ardía en España la guerra civil.Carlos e Isabel se disputaban la corona, y los españoles, divididos en dos bandos, derramaban su sangre en lucha fratricida.Tenía yo un amigo, llamado Ramón Gámez, teniente de cazadores de mi mismo batallón, el hombre más cabal que he conocido. Nos habíamos educado juntos; juntos salimos del colegio; juntos peleamos mil veces, y

juntos deseábamos morir por la libertad. ¡Oh! ¡Estoy por decir que él era más liberal que yo y que todo el ejército!...Pero he aquí que cierta injusticia cometida por nuestro Jefe en daño de Ramón; uno de esos abusos de autoridad que disgustan de la más honrosa carrera; una arbitrariedad, en fin, hizo desear al Teniente de cazadores abandonar las filas de sus hermanos, al amigo dejar al amigo, al liberal pasarse a la facción, al subordinado matar a su Teniente Coronel.... ¡Buenos humos tenía Ramón para aguantar insultos e injusticias ni al lucero del alba!Ni mis amenazas, ni mis ruegos, bastaron a disuadirle de su propósito. ¡Era cosa resuelta! ¡Cambiaría el morrión por la boina, odiando como odiaba mortalmente a los facciosos!A la sazón nos hallábamos en el Principado, a tres leguas del enemigo.Era la noche en que Ramón debía desertar, noche lluviosa y fría, melancólica y triste, víspera de una batalla.A eso de las doce entró Ramón en mi alojamiento.Yo dormía.--Basilio....--murmuró a mi oído.--¿Quién es?--Soy yo.--¡Adiós!--¿Te vas ya?--Sí; adiós.Y me cogió una mano.--Oye... (continuó); si mañana hay, como se cree, una batalla, y nos encontramos en ella....--Ya lo sé: somos amigos.--Bien; nos damos un abrazo, y nos batimos en seguida.--¡Yo moriré mañana regularmente, pues pienso atropellar por todo hasta que mate al Teniente Coronel! En cuanto a ti, Basilio, no te expongas... La gloria es humo.--¿Y la vida?--Dices bien: hazte comandante... (exclamó Ramón.) La paga no es humo..., sino después que uno se la ha fumado.... ¡Ay! ¡Todo eso acabó para mí!--¡Qué tristes ideas! (dije yo no sin susto.) Mañana sobreviviremos los dos a la batalla.--Pues emplacémonos para después de ella...--¿Dónde?--En la ermita de San Nicolás, a la una de la noche.--El que no asista, será porque haya muerto.--¿Quedamos conformes?--Conformes.--Entonces.... ¡Adiós!...--Adiós.Así dijimos; y después de abrazarnos tiernamente, Ramón desapareció en las sombras nocturnas.

III

Como esperábamos, los facciosos nos atacaron al siguiente día.La acción fué muy sangrienta, y duró desde las tres de la tarde hasta el anochecer.A cosa de las cinco, mi batallón fué rudamente acometido por una fuerza de alaveses que mandaba Ramón.¡Ramón llevaba ya las insignias de Comandante y la boina blanca de carlista!...Yo mandé hacer fuego contra Ramón, y Ramón contra mí: es decir, que su gente y mi batallón lucharon cuerpo a cuerpo.Nosotros quedamos vencedores, y Ramón tuvo que huir con los muy mermados restos de sus alaveses; pero no sin que antes hubiera dado muerte por sí mismo, de un pistoletazo, al que la víspera era su Teniente Coronel; el cual en vano procuró defenderse de aquella furia.A las seis la acción se nos volvió desfavorable, y parte de mi pobre compañía y yo fuimos cortados y obligados a rendirnos....Condujéronme, pues, prisionero a la pequeña villa de..., ocupada por los carlistas desde los comienzos de aquella campaña, y donde era de suponer que me fusilarían inmediatamente....La guerra era entonces sin cuartel.

IV

Sonó la una de la noche de tan aciago día: ¡la hora de mi cita con Ramón!Yo estaba encerrado en un calabozo de la cárcel pública de dicho pueblo.Pregunté por mi amigo, y me contestaron:--¡Es un valiente! Ha matado a un Teniente Coronel. Pero habrá perecido en la última hora de la acción....--¡Cómo! ¿Por qué lo decís?--Porque no ha vuelto del campo, ni la gente que ha estado hoy a sus órdenes da razón de él.¡Ah! ¡Cuánto sufrí aquella noche!Una esperanza me quedaba. Que Ramón me estuviese aguardando en la ermita de San Nicolás, y que por este motivo no hubiese vuelto al campamento faccioso.--¡Cuál será su pena al ver que no asisto a la cita! (pensaba yo.) ¡Me creerá muerto! ¿Y, por ventura, tan lejos estoy de mi última hora? ¡Los facciosos fusilan ahora siempre a los prisioneros; ni más ni menos que nosotros!Así amaneció el día siguiente.Un Capellán entró en mi prisión.Todos mis compañeros dormían.--¡La muerte!, -exclamé al ver al Sacerdote.

--Sí, -respondió éste con dulzura.--¡Ya!--No: dentro de tres horas.Un minuto después habían despertado mis compañeros.Mil gritos, mil sollozos, mil blasfemias llenaron los ámbitos de la prisión.

V

Todo hombre que va a morir suele aferrarse a una idea cualquiera y no abandonarla más.Pesadilla, fiebre o locura, esto me sucedió a mí. La idea de Ramón; de Ramón vivo, de Ramón muerto, de Ramón en el cielo, de Ramón en la ermita, se apoderó de mi cerebro de tal modo, que no pensé en otra cosa durante aquellas horas de agonía.Quitáronme el uniforme de Capitán, y me pusieron una gorra y un capote viejo de soldado.Así marché a la muerte con mis diez y nueve compañeros de desventura....Sólo uno había sido indultado, ¡por la circunstancia de ser músico! Los carlistas perdonaban entonces la vida a los músicos, a causa de tener gran falta de ellos en sus batallones.--Y ¿era V. músico, D. Basilio?--¿Se salvó V. por eso?--preguntaron todos los jóvenes a una voz.--No, hijos míos.... (respondió el veterano.) ¡Yo no era músico!Formóse el cuadro, y nos colocaron en medio de él....Yo hacía el número once, es decir, yo moriría el undécimo.Entonces pensé en mi mujer y en mi hija, ¡en ti y en tu madre, hija mía!Empezaron los tiros.¡Aquellas detonaciones me enloquecían!Como tenía vendados los ojos, no veía caer a mis compañeros.Quise contar las descargas para saber, un momento antes de morir, que se acababa mi existencia en este mundo.Pero a la tercera o cuarta detonación perdí la cuenta.¡Oh! ¡Aquellos tiros tronarán eternamente en mi corazón y en mi cerebro, como tronaban aquel día!Ya creía oírlos a mil leguas de distancia; ya los sentía reventar dentro de mi cabeza.¡Y las detonaciones seguían!--¡Ahora!--pensaba yo.Y crujía la descarga, y yo estaba vivo.--¡Esta es!... me dije por último.Y sentí que me cogían por los hombros, y me sacudían, y me daban voces en los oídos....Caí... No pensé más... Pero sentía algo como un profundo sueño... Y soñé que había muerto fusilado.

VI

Luego soñé que estaba tendido en una camilla, en mi prisión.No veía.Llevéme la mano a los ojos como para quitarme una venda, y me toqué los ojos abiertos, dilatados.... ¿Me había quedado ciego?No. Era que la prisión se hallaba llena de tinieblas.Oí un doble de campanas..., y temblé.Era el toque de _Animas_.--Son las nueve.... (pensé.) Pero ¿de qué día?Una sombra más obscura que el tenebroso aire de la prisión se inclinó sobre mí.Parecía un hombre...¿Y los demás? ¿Y los otros diez y ocho? ¡Todos habían muerto fusilados! ¿Y yo? Yo vivía, o deliraba dentro del sepulcro.Mis labios murmuraron maquinalmente un nombre, el nombre de siempre, mi pesadilla....--¡«Ramón!»--¿Qué quieres?--me respondió la sombra que había a mi lado.Me estremecí.--¡Dios mío! (exclamé.)--¿Estoy en el otro mundo?--¡No!--dijo la misma voz.--Ramón, ¿vives?--Sí.--¿Y yo?--También.--¿Dónde estoy? ¿Es ésta la ermita de San Nicolás? ¿No me hallo prisionero? ¿Lo he soñado todo?--No, Basilio; no has soñado nada. Escucha.

VII

Como sabrás, ayer maté al Teniente Coronel en buena lid. ¡Estoy vengado! Después, loco de furor, seguí matando..., y maté... hasta después de anochecido..., hasta que no había un cristino en el campo de batalla.Cuando salió la luna, me acordé de ti. Entonces enderecé mis pasos a la ermita de San Nicolás con intención de esperarte.Serían las diez de la noche. La cita era a la una, y la noche antes no había yo pegado los ojos. Me dormí, pues, profundamente.Al dar la una, lancé un grito y desperté. Soñaba que habías muerto. Miré a mi alrededor, y me encontré solo. ¿Qué había sido de ti? Dieron las dos..., las tres..., las cuatro... ¡Qué noche de angustia! Tú no aparecías. ¡Sin duda habías muerto!Amaneció.

Entonces dejé la ermita, y me dirigí a este pueblo en busca de los facciosos. Llegué al salir el sol.Todos creían que yo había perecido la tarde antes.Así fué que, al verme, me abrazaron, y el General me colmó de distinciones.En seguida supe que iban a ser fusilados veintiún prisioneros. Un presentimiento se levantó en mi alma. ¿Será Basilio uno de ellos?, me dije.Corrí, pues, hacia el lugar de la ejecución. El cuadro estaba formado. Oí unos tiros. Habían empezado a fusilar. Tendí la vista...; pero no veía...Me cegaba el dolor; me desvanecía el miedo. Al fin te distingo. ¡Ibas a morir fusilado! Faltaban dos víctimas para llegar a ti. ¿Qué hacer? Me volví loco; dí un grito; te cogí entre mis brazos, y, con una voz ronca, desgarradora, tremebunda, exclamé:--¡Éste no! ¡Éste no, mi General!El General, que mandaba el cuadro, y que tanto me conocía por mi comportamiento de la víspera, me preguntó:--Pues qué, ¿es músico?Aquella palabra fué para mí lo que sería para un viejo ciego de nacimiento ver de pronto el sol en toda su refulgencia.La luz de la esperanza brilló a mis ojos tan súbitamente, que los cegó.--¡Músico (exclamé); sí..., sí..., mi General! ¡Es músico! ¡Un gran músico!Tú, entretanto, yacías sin conocimiento.--¿Qué instrumento toca?, -preguntó el General.--El... la... el... el...; ¡si!... ¡justo!..., eso es..., ¡la corneta de llaves!--¿Hace falta un corneta de llaves?--preguntó el General, volviéndose a la banda de música.Cinco segundos, cinco siglos, tardó la contestación.--Sí, mi General; hace falta, -respondió el Músico mayor.--Pues sacad a ese hombre de las filas, y que siga la ejecución al momento, -exclamó el jefe carlista.Entonces te cogí en mis brazos y te conduje a este calabozo.VIII

No bien dejó de hablar Ramón, cuando me levanté y le dije, con lágrimas, con risa, abrazándolo, trémulo, yo no sé cómo:--¡Te debo la vida!--¡No tanto!--respondió Ramón.--¿Cómo es eso?--exclamé.--¿Sabes tocar la corneta?--No.--Pues no me debes la vida, sino que he comprometido la mía sin salvar la tuya.Quedéme frío como una piedra.--¿Y música? (preguntó Ramón.) ¿Sabes?--Poca, muy poca....--Ya recordarás la que nos enseñaron en el colegio.

--¡Poco es, o, mejor dicho, nada! ¡Morirás sin remedio! ¡Y yo también, por traidor..., por falsario! ¡Figúrate tú que dentro de quince días estará organizada la banda de música a que has de pertenecer!--¡Quince días!--¡Ni más ni menos!--Y como no tocarás la corneta, (porque Dios no hará un milagro), nos fusilarán a los dos sin remedio.--¡Fusilarte! (exclamé.) ¡A ti! ¡Por mí! ¡Por mí, que te debo la vida! ¡Ah, no, no querrá el cielo! Dentro de quince días sabré música y tocaré la corneta de llaves.Ramón se echó a reír.

IX

--¿Qué más queréis que os diga, hijos míos?En quince días... ¡oh poder de la voluntad! En quince días con sus quince noches (pues no dormí ni reposé un momento en medio mes), ¡asombraos!... ¡En quince días aprendí a tocar la corneta!¡Qué días aquellos!Ramón y yo nos salíamos al campo, y pasábamos horas y horas con cierto músico que diariamente venía de un lugar próximo a darme lección._¡Escapar!_... Leo en vuestros ojos esta palabra. ¡Ay! Nada más imposible! Yo era prisionero, y me vigilaban. Y Ramón no quería escapar sin mí.Y yo no hablaba, yo no pensaba, yo no comía.Estaba loco, y mi monomanía era la música, la corneta, la endemoniada corneta de llaves.¡Quería aprender, y aprendí!Y, si hubiera sido mudo, habría hablado.... Y, paralítico, hubiera andado.... Y, ciego, hubiera visto. ¡Porque _quería_!¡Oh! ¡La voluntad suple por todo!--QUERER ES PODER._Quería_: ¡he aquí la gran palabra!_Quería_..., y lo conseguí.--¡Niños, aprended esta gran verdad!Salvé, pues, mi vida y la de Ramón. Pero me volví loco. Y, loco, mi locura fué el arte. En tres años no solté la corneta de la mano._Do-re-mi-fa-sol-la-si_; he aquí mi mundo durante todo aquel tiempo.Mi vida se reducía a soplar. Ramón no me abandonaba. Emigré a Francia, y en Francia seguí tocando la corneta. ¡La corneta era yo! ¡Yo cantaba con la corneta en la boca!Los hombres, los pueblos, las notabilidades del arte se agrupaban para oírme....Aquello era un pasmo, una maravilla....La corneta se doblegaba entre mis dedos; se hacía elástica, gemía, lloraba, gritaba, rugía; imitaba al ave, a la fiera, al sollozo humano... Mi pulmón era de hierro.

Así viví otros dos años más. Al cabo de ellos falleció mi amigo. Mirando su cadáver, recobré la razón. Y cuando, ya en mi juicio, cogí un día la corneta... (¡qué asombro!), me encontré con que no sabía tocarla.¿Me pediréis ahora que os haga són para bailar?

Las dos gloriasde Pedro Antonio de AlarcónUn día que el célebre pintor flamenco Pedro Pablo Rubens andaba recorriendo los templos de Madrid acompañado de sus afamados discípulos, penetró en la iglesia de un humilde convento, cuyo nombre no designa la tradición.Poco o nada encontró que admirar el ilustre artista en aquel pobre y desmantelado templo, y ya se marchaba renegando, como solía, del mal gusto de los frailes de Castilla la Nueva, cuando reparó en cierto cuadro medio oculto en las sombras de feísima capilla; acercóse a él, y lanzó una exclamación de asombro.Sus discípulos le rodearon al momento, preguntándole:- ¿Qué habéis encontrado, maestro?- ¡Mirad! -dijo Rubens señalando, por toda contestación, al lienzo que tenía delante.Los jóvenes quedaron tan maravillados como el autor del "Descendimiento".Representaba aquel cuadro la "Muerte de un religioso". Era éste muy joven, y de una belleza que ni la penitencia ni la agonía habían podido eclipsar, y hallábase tendido sobre los ladrillos de su celda, velados ya los ojos por la muerte, con una mano extendida sobre una calavera, y estrechando con la otra, a su corazón, un crucifijo de madera y cobre.En el fondo del lienzo se veía pintado otro cuadro, que figuraba estar colgado cerca del lecho de que se suponía haber salido el religioso para morir con más humildad sobre la dura tierra.Aquel segundo cuadro representaba a una difunta, joven y hermosa, tendida en el ataúd entre fúnebres cirios y negras y suntuosas colgaduras....Nadie hubiera podido mirar estas dos escenas, contenida la una en la otra, sin comprender que se explicaban y completaban recíprocamente. Un amor desgraciado, una esperanza muerta, un desencanto de la vida,

un olvido eterno del mundo: he aquí el poema misterioso que se deducía de los dos ascéticos dramas que encerraba aquel lienzo.Por lo demás, el color, el dibujo, la composición, todo revelaba un genio de primer orden.- Maestro, ¿de quién puede ser esta magnífica obra? -preguntaron a Rubens sus discípulos, que ya habían alcanzado el cuadro.- En este ángulo ha habido un nombre escrito (respondió el maestro); pero hace muy pocos meses que ha sido borrado. En cuanto a la pintura, no tiene arriba de treinta años, ni menos de veinte.- Pero el autor....- El autor, según el mérito del cuadro, pudiera ser Velazquez, Zurbarán, Ribera, o el joven Murillo, de quien tan prendado estoy.... Pero Velazquez no siente de este modo. Tampoco es Zurbarán, si atiendo al color y a la manera de ver el asunto. Menos aún debe atribuirse a Murillo ni a Ribera: aquél es más tierno, y éste es más sombrío; y, además, ese estilo no pertenece ni a la escuela del uno ni a la del otro. En resumen: yo no conozco al autor de este cuadro, y hasta juraría que no he visto jamás obras suyas. Voy más lejos: creo que el pintor desconocido, y acaso ya muerto, que ha legado al mundo tal maravilla, no perteneció a ninguna escuela, ni ha pintado más cuadro que éste, ni hubiera podido pintar otro que se le acercara en mérito.... Ésta es una obra de pura inspiración, un asunto "propio", un reflejo del alma, un pedazo de la vida.... Pero.... ¡Qué idea! ¿Queréis saber quién ha pintado ese cuadro? ¡Pues lo ha pintado ese mismo muerto que veis en él!- ¡Eh! Maestro.... ¡Vos os burláis!- No: yo me entiendo....- Pero ¿cómo concebís que un difunto haya podido pintar su agonía?- ¡Concibiendo que un vivo pueda adivinar o representar su muerte! Además, vosotros sabéis que profesar "de veras" en ciertas Órdenes religiosas es morir.- ¡Ah! ¿Creéis vos?...- Creo que aquella mujer que está de cuerpo presente en el fondo del cuadro era el alma y la vida de este fraile que agoniza contra el suelo; creo que, cuando ella murió, él se creyó también muerto, y murió efectivamente para el mundo; creo, en fin, que esta obra, más que el último instante de su héroe o de su autor (que indudablemente son una misma persona), representa la profesión de un joven desengañado de alegrías terrenales....- ¿De modo que puede vivir todavía?...- ¡Sí, señor, que puede vivir! Y como la cosa tiene fecha, tal vez su espíritu se habrá serenado y hasta regocijado, y el desconocido artista sea ahora un viejo muy gordo y muy alegre.... Por todo lo cual ¡hay que buscarlo! Y, sobre todo, necesitamos averiguar si llegó a pintar más obras.... Seguidme.Y así diciendo, Rubens se dirigió a un fraile que rezaba en otra capilla y le preguntó con su desenfado habitual:

- ¿Queréis decirle al Padre Prior que deseo hablarle de parte del Rey?El fraile, que era hombre de alguna edad, se levantó trabajosamente, y respondió con voz humilde y quebrantada:- ¿Qué me queréis? Yo soy el Prior.- Perdonad, padre mío, que interrumpa vuestras oraciones (replicó Rubens). ¿Pudierais decirme quién es el autor de este cuadro?- ¿De ese cuadro? (exclamó el religioso.) ¿Qué pensaría V. de mí si le contestase que no me acuerdo?- ¿Cómo? ¿Lo sabíais, y habéis podido olvidarlo?- Sí, hijo mío, lo he olvidado completamente.- Pues, padre... (dijo Rubens en són de burla procaz), ¡tenéis muy mala memoria!El Prior volvió a arrodillarse sin hacerle caso.- ¡Vengo en nombre del Rey! -gritó el soberbio y mimado flamenco.- ¿Qué más queréis, hermano mío? -murmuró el fraile, levantando lentamente la cabeza.- ¡Compraros este cuadro!- Ese cuadro no se vende.- Pues bien: decidme dónde encontraré a su autor....Su Majestad deseará conocerlo, y yo necesito abrazarlo, felicitarlo..., demostrarle mi admiración y mi cariño....- Todo eso es también irrealizable....Su autor no está ya en el mundo.- ¡Ha muerto! -exclamó Rubens con desesperación.- ¡El maestro decía bien! (pronunció uno de los jóvenes.) Ese cuadro está pintado por un difunto....- ¡Ha muerto!... (repitió Rubens.) ¡Y nadie lo ha conocido! ¡Y se ha olvidado su nombre! ¡Su nombre, que debió ser inmortal! ¡Su nombre, que hubiera eclipsado el mío! Sí; "el mío"..., padre.... (añadió el artista con noble orgullo.) ¡Porque habéis de saber que yo soy Pedro Pablo Rubens!A este nombre, glorioso en todo el universo, y que ningún hombre consagrado a Dios desconocía ya, por ir unido a cien cuadros místicos, verdaderas maravillas del arte, el rostro pálido del Prior se enrojeció súbitamente, y sus abatidos ojos se clavaron en el semblante del extranjero con tanta veneración como sorpresa.- ¡Ah! ¡Me conocíais! (exclamó Rubens con infantil satisfacción.) ¡Me alegro en el alma! ¡Así seréis menos fraile conmigo! Conque... ¡vamos! ¿Me vendéis el cuadro?- ¡Pedís un imposible! -respondió el Prior.- Pues bien: ¿sabéis de alguna otra obra de ese malogrado genio? ¿No podréis recordar su nombre? ¿Queréis decirme cuándo murió?- Me habéis comprendido mal.... (replicó el fraile.)--Os he dicho que el autor de esa pintura no pertenece al mundo; pero esto no significa precisamente que haya muerto....- ¡Oh! ¡Vive! ¡vive! (exclamaron todos los pintores.) ¡Haced que lo conozcamos!

- ¿Para qué? ¡El infeliz ha renunciado a todo lo de la tierra! ¡Nada tiene que ver con los hombres!... ¡nada!...--Os suplico, por tanto, que lo dejéis morir en paz.- ¡Oh! (dijo Rubens con exaltación.) ¡Eso no puede ser, padre mío! Cuando Dios enciende en un alma el fuego sagrado del genio, no es para que esa alma se consuma en la soledad, sino para que cumpla su misión sublime de iluminar el alma de los demás hombres. ¡Nombradme el monasterio en que se oculta el grande artista, y yo iré a buscarlo y lo devolveré al siglo! ¡Oh! ¡Cuánta gloria le espera!- Pero... ¿y si la rehusa? -preguntó el Prior tímidamente.- Si la rehusa acudiré al Papa, con cuya amistad me honro, y el Papa lo convencerá mejor que yo.- ¡El Papa! -exclamó el Prior.- ¡Sí, padre; el Papa! -repitió Rubens.- ¡Ved por lo que no os diría el nombre de ese pintor aunque lo recordase! ¡Ved por lo que no os diré a qué convento se ha refugiado!- Pues bien, padre, ¡el Rey y el Papa os obligarán á decirlo! (respondió Rubens exasperado.) -Yo me encargo de que así suceda.- ¡Oh! ¡No lo haréis! (exclamó el fraile.) ¡Haríais muy mal, señor Rubens! Llevaos el cuadro si queréis; pero dejad tranquilo al que descansa. ¡Os hablo en nombre de Dios! ¡Sí! Yo he conocido, yo he amado, yo he consolado, yo he redimido, yo he salvado de entre las olas de las pasiones y las desdichas, náufrago y agonizante, a ese grande hombre, como vos decis, a ese infortunado y ciego mortal, como yo le llamo; olvidado ayer de Dios y de sí mismo, hoy cercano a la suprema felicidad!... ¡La gloria!... ¿Conocéis alguna mayor que aquélla a que él aspira? ¿Con qué derecho queréis resucitar en su alma los fuegos fatuos de las vanidades de la tierra, cuando arde en su corazón la pira inextinguible de la caridad? ¿Creéis que ese hombre, antes de dejar el mundo, antes de renunciar a las riquezas, a la fama, al poder, a la juventud, al amor, a todo lo que desvanece a las criaturas, no habrá sostenido ruda batalla con su corazón? ¿No adivináis los desengaños y amarguras que lo llevarían al conocimiento de la mentira de las cosas humanas? Y ¿queréis volverlo a la pelea cuando ya ha triunfado?- Pero ¡eso es renunciar a la inmortalidad! -gritó Rubens.- ¡Eso es aspirar a ella!- Y ¿con qué derecho os interponéis vos entre ese hombre y el mundo? ¡Dejad que le hable, y él decidirá!- Lo hago con el derecho de un hermano mayor, de un maestro, de un padre; que todo esto soy para él.... ¡Lo hago en el nombre de Dios, os vuelvo a decir! Respetadlo..., para bien de vuestra alma.Y, así diciendo, el religioso cubrió su cabeza con la capucha y se alejó a lo largo del templo.- Vámonos -dijo Rubens. Yo sé lo que me toca hacer.- ¡Maestro! (exclamó uno de los discípulos, que durante la anterior conversación había estado mirando alternativamente al lienzo y al

religioso.) ¿No creéis, como yo, que ese viejo frailuco se parece muchísimo al joven que se muere en este cuadro?- ¡Calla! ¡Pues es verdad! -exclamaron todos.- Restad las arrugas y las barbas, y sumad los treinta años que manifiesta la pintura, y resultará que el maestro tenía razón cuando decía que ese religioso muerto era a un mismo tiempo retrato y obra de un religioso vivo. Ahora bien: ¡Dios me confunda si ese religioso vivo no es el Padre Prior!Entretanto Rubens, sombrío, avergonzado y enternecido profundamente, veía alejarse al anciano, el cual lo saludó cruzando los brazos sobre el pecho poco antes de desaparecer.- ¡Él era, sí!... (balbuceó el artista.) ¡Oh!... Vamonos.... (añadió volviéndose a sus discípulos.) ¡Ese hombre tenía razón! ¡Su gloria vale más que la mía! ¡Dejémoslo morir en paz!Y dirigiendo una última mirada al lienzo que tanto le había sorprendido, salió del templo y se dirigió a Palacio, donde lo honraban SS. MM. teniéndole a la mesa.

Tres días después volvió Rubens, enteramente solo, a aquella humilde capilla, deseoso de contemplar de nuevo la maravillosa pintura, y aun de hablar otra vez con su presunto autor.Pero el cuadro no estaba ya en su sitio.En cambio se encontró con que en la nave principal del templo había un ataúd en el suelo, rodeado de toda la comunidad, que salmodiaba el Oficio de difuntos....Acercóse a mirar el rostro del muerto, y vió que era el Padre Prior.- ¡Gran pintor fué!... (dijo Rubens, luego que la sorpresa y el dolor hubieron cedido lugar a otros sentimientos.)¡Ahora es cuando más se parece a su obra!

El afrancesadode Pedro Antonio de Alarcón

IEn la pequeña villa del "Padrón", sita en territorio gallego, y allá por el año del 1808, vendía sapos y culebras y agua llovediza, a fuer de legítimo boticario, un tal GARCÍA DE PAREDES, misántropo solterón, descendiente acaso, y sin acaso, de aquel varón ilustre que mataba un toro de una puñada.Era una fría y triste noche de otoño. El cielo estaba encapotado por densas nubes, y la total carencia de alumbrado terrestre dejaba a las tinieblas campar por su respeto en todas las calles y plazas de la población.A eso de las diez de aquella pavorosa noche, que las lúgubres circunstancias de la patria hacían mucho más siniestra, desembocó en la plaza que hoy se llamará de la Constitución un silencioso grupo de sombras, aun más negras que la obscuridad de cielo y tierra, las cuales avanzaron hacia la botica de García de Paredes, situada en un rincón próxima al Corregimiento, y cerrada completamente desde las Ánimas, o sea desde las ocho y media en punto.- ¿Qué hacemos? -dijo una de las sombras en correctísimo gallego.- Nadie nos ha visto... -observó otra.- ¡Derribar la puerta! -añadió una tercera.- ¡Y matarlos! -murmuraron hasta quince voces.- ¡Yo me encargo del boticario! -exclamó un chico.- ¡De ése nos encargamos todos!- ¡Por judío!- ¡Por "afrancesado"!- Dicen que hoy cenan con él más de veinte franceses....- ¡Ya lo creo! ¡Como saben que ahí están seguros, han acudido en montón!- ¡Ah! Si fuera en mi casa! ¡Tres alojados llevo echados al pozo!- ¡Mi mujer degolló ayer a uno!...- ¡Y yo... (dijo un fraile con voz de figle) he asfixiado a dos capitanes, dejando carbón encendido en su celda, que antes era mía!- ¡Y ese infame boticario los protege!- ¡Qué expresivo estuvo ayer en paseo con esos viles excomulgados!- ¡Quién lo había de esperar de García de Paredes! ¡No hace un mes que era el más valiente, el más patriota, el más realista del pueblo!- ¡Toma! ¡Como que vendía en la botica retratos del príncipe Fernando!- ¡Y ahora los vende de Napoleón!- Antes nos excitaba a la defensa contra los invasores....- Y desde que vinieron al Padrón se pasó a ellos....- ¡Y esta noche da de cenar a todos los jefes!- ¡Oíd qué algazara traen! ¡Pues no gritan "¡viva el Emperador!"- Paciencia.... (murmuró el fraile.) Todavía es muy temprano.- Dejémosles emborracharse.... (expuso una vieja.) Después entramos... ¡y ni uno ha de quedar vivo!- ¡Pido que se haga cuartos al boticario!

- ¡Se le hará ochavos, si queréis! Un afrancesado es más odioso que un francés. El francés atropella a un pueblo extraño: el afrancesado vende y deshonra a su patria. El francés comete un asesinato: el afrancesado ¡un parricidio!

II

Mientras ocurría la anterior escena en la puerta de la botica, García de Paredes y sus convidados corrían la francachela más alegre y desaforada que os podáis figurar.Veinte eran, en efecto, los franceses que el boticario tenía a la mesa, todos ellos jefes y oficiales.García de Paredes contaría cuarenta y cinco años; era alto y seco y más amarillo que una momia; dijérase que su piel estaba muerta hacía mucho tiempo; llegaba la frente a la nuca, gracias a una calva limpia y reluciente, cuyo brillo tenía algo de fosfórico; sus ojos, negros y apagados, hundidos en las descarnadas cuencas, se parecían a esas lagunas encerradas entre montañas, que sólo ofrecen obscuridad, vértigos y muerte al que las mira; lagunas que nada reflejan; que rugen sordamente alguna vez, pero sin alterarse; que devoran todo lo que cae en su superficie; que nada devuelven; que nadie ha podido sondear; que no se alimentan de ningún río, y cuyo fondo busca la imaginación en los mares antípodas.La cena era abundante, el vino bueno, la conversación alegre y animada.Los franceses reían, juraban, blasfemaban, cantaban, fumaban, comían y bebían a un mismo tiempo.Quién había contado los amores secretos de Napoleón; quién la noche del 2 de Mayo en Madrid; cuál la batalla de las Pirámides; cuál otro la ejecución de Luis XVI.García de Paredes bebía, reía y charlaba como los demás, o quizás más que ninguno; y tan elocuente había estado en favor de la causa imperial, que los soldados del César lo habían abrazado, lo habían vitoreado, le habían improvisado himnos.- ¡Señores! (había dicho el boticario): la guerra que os hacemos los españoles es tan necia como inmotivada. Vosotros, hijos de la Revolución, venís a sacar a España de su tradicional abatimiento, a despreocuparla, a disipar las tinieblas religiosas, a mejorar sus anticuadas costumbres, a enseñarnos esas utilísimas e inconcusas «verdades de que no hay Dios, de que no hay otra vida, de que la penitencia, el ayuno, la castidad y demás virtudes católicas son quijotescas locuras, impropias de un pueblo civilizado, y de que Napoleón es el verdadero Mesías, el redentor de los pueblos, el amigo de la especie humana....» ¡Señores! ¡Viva el Emperador cuanto yo deseo que viva!- ¡Bravo, vítor! -exclamaron los hombres del 2 de Mayo.

El boticario inclinó la frente con indecible angustia.Pronto volvió a alzarla, tan firme y tan sereno como antes.Bebióse un vaso de vino, y continuó:- Un abuelo mío, un García de Paredes, un bárbaro, un Sansón, un Hércules, un Milón de Crotona, mató doscientos franceses en un día.... Creo que fué en Italia. ¡Ya veis que no era tan "afrancesado" como yo! ¡Adiestróse en las lides contra los moros del reino de Granada; armóle caballero el mismo Rey Católico, y montó más de una vez la guardia en el Quirinal, siendo Papa "nuestro tío" Alejandro Borja! ¡Eh, eh! ¡No me hacíais tan linajudo! -Pues este DIEGO GARCÍA DE PAREDES, este ascendiente mío..., que ha tenido un descendiente boticario, tomó a Cosenza y Manfredonia; entró por asalto en Cerinola, y peleó como bueno en la batalla de Pavía! ¡Allí hicimos prisionero a un rey de Francia, cuya espada ha estado en Madrid cerca de tres siglos, hasta que nos la robó hace tres meses ese hijo de un posadero que viene a vuestra cabeza, y a quien llaman Murat!Aquí hizo otra pausa el boticario. Algunos franceses demostraron querer contestarle; pero él, levantándose, e imponiendo a todos silencio con su actitud, empuñó convulsivamente un vaso, y exclamó con voz atronadora:- ¡Brindo, señores, porque maldito sea mi abuelo, que era un animal, y porque se halle ahora mismo en los profundos infiernos! ¡Vivan los franceses de Francisco I y de Napoleón Bonaparte!- ¡Vivan!... -respondieron los invasores, dándose por satisfechos.Y todos apuraron su vaso.Oyóse en esto rumor en la calle, o, mejor dicho, a la puerta de la botica.- ¿Habéis oído? -preguntaron los franceses.García de Paredes se sonrió.- ¡Vendrán a matarme! -dijo.- ¿Quién?- Los vecinos del Padrón.- ¿Por qué?- ¡Por "afrancesado"! -Hace algunas noches que rondan mi casa.... Pero ¿qué nos importa? -Continuemos nuestra fiesta.- Sí... ¡continuemos! exclamaron los convidados. ¡Estamos aquí para defenderos!Y chocando ya botellas contra botellas, que no vasos contra vasos.- ¡Viva Napoleón! ¡Muera Fernando! ¡Muera Galicia! -gritaron a una voz.García de Paredes esperó a que se acallase el brindis, y murmuró con acento lúgubre:- ¡Celedonio!El mancebo de la botica asomó por una puertecilla su cabeza pálida y demudada, sin atreverse a penetrar en aquella caverna.- Celedonio, trae papel y tintero -dijo tranquilamente el boticario.El mancebo volvió con recado de escribir.

- ¡Siéntate! (continuó su amo.) -Ahora, escribe las cantidades que yo te vaya diciendo. Divídelas en dos columnas. Encima de la columna de la derecha, pon: "Deuda", y encima de la otra: "Crédito".- Señor... (balbuceó el mancebo.) -En la puerta hay una especie de motín.... Gritan "¡muera el boticario!"... Y ¡quieren entrar!- ¡Cállate y déjalos! -Escribe lo que te he dicho.Los franceses se rieron de admiración al ver al farmacéutico ocupado en ajustar cuentas cuando le rodeaban la muerte y la ruina.Celedonio alzó la cabeza y enristró la pluma, esperando cantidades que anotar.- ¡Vamos a ver, señores! (dijo entonces García de Paredes, dirigiéndose a sus comensales). Se trata de resumir nuestra fiesta en un solo brindis. Empecemos por orden de colocación.- Vos,Capitán, decidme: ¿cuántos españoles habréis matado desde que pasasteis los Pirineos?- ¡Bravo! ¡Magnífica idea! -exclamaron los franceses.- Yo.... (dijo el interrogado, trepándose en la silla y retorciéndose el bigote con petulancia.) Yo... habré matado... personalmente... con mi espada... ¡poned unos diez o doce!- ¡Once a la derecha! -gritó el boticario, dirigiéndose al mancebo.El mancebo repitió, después de escribir:- "Deuda"... once.- ¡Corriente! (prosiguió el anfitrión.) -¿Y vos?... -Con vos hablo, señor Julio....- Yo... seis.- ¿Y vos, mi Comandante?- Yo... veinte.- Yo... ocho.- Yo catorce.- Yo... ninguno.- ¡Yo no sé!...; he tirado a ciegas....--respondía cada cual, según le llegaba su turno.Y el mancebo seguía anotando cantidades a la derecha.- ¡Veamos ahora, Capitán! (continuó García de Paredes). -Volvamos a empezar por vos. ¿Cuántos españoles esperáis matar en el resto de la guerra, suponiendo que dure todavía... tres años?- ¡Eh!... (respondió el Capitán.) -¿Quién calcula eso?- Calculadlo...; os lo suplico....- Poned otros once.- Once a la izquierda.... -dictó García de Paredes.Y Celedonio repitió:- "Crédito", once.- ¿Y vos? -interrogó el farmacéutico por el mismo orden seguido anteriormente.- Yo... quince.- Yo... veinte.

- Yo... ciento.- Yo... mil -respondían los franceses.- ¡Ponlos todos a "diez", Celedonio!... (murmuró irónicamente el boticario.) -Ahora, suma por separado las dos columnas.El pobre joven, que había anotado las cantidades con sudores de muerte, vióse obligado a hacer el resumen con los dedos, como las viejas. Tal era su terror.Al cabo de un rato de horrible silencio, exclamó, dirigiéndose a su amo:- "Deuda"..., 285. "Crédito"..., 200.- Es decir... (añadió _García de Paredes_), ¡doscientos ochenta y cinco muertos, y doscientos sentenciados! ¡Total, cuatrocientas ochenta y cinco víctimas!!!Y pronunció estas palabras con voz tan honda y sepulcral, que los franceses se miraron alarmados.En tanto, el boticario ajustaba una nueva cuenta.- ¡Somos unos héroes! -exclamó al terminarla. Nos hemos bebido setenta botellas, o sean ciento cinco libras y media de vino, que, repartidas entre veintiuno, pues todos hemos bebido con igual bizarría, dan cinco libras de líquido por cabeza. ¡Repito que somos unos héroes!Crujieron en esto las tablas de la puerta de la botica, y el mancebo balbuceó tambaleándose:- ¡Ya entran!...- ¿Qué hora es? -preguntó el boticario con suma tranquilidad.- Las once. Pero ¿no oye usted que entran?- ¡Déjalos! Ya es hora.- ¡Hora!... ¿de qué? -murmuraron los franceses, procurando levantarse.Pero estaban tan "ebrios", que no podían moverse de sus sillas.- ¡Que entren! ¡Que entren!... (exclamaban, sin embargo, con voz vinosa, sacando los sables con mucha dificultad y sin conseguir ponerse de pie.) ¡Que entren esos canallas! ¡Nosotros los recibiremos!

En esto, sonaba ya abajo, en la botica, el estrépito de los botes y redomas que los vecinos del Padrón hacían pedazos, y oíase resonar en la escalera este grito unánime y terrible:- ¡Muera el "afrancesado"!

III

Levantóse García de Paredes, como impulsado por un resorte, al oír semejante clamor dentro de su casa, y apoyóse en la mesa para no caer de nuevo sobre la silla. Tendió en torno suyo una mirada de inexplicable regocijo, dejó ver en sus labios la inmortal sonrisa del triunfador, y así, transfigurado y hermoso, con el doble temblor de la muerte y del entusiasmo, pronunció las siguientes palabras, entrecortadas y solemnes como las campanadas del toque de agonía:

- ¡Franceses!... Si cualquiera de vosotros, o todos juntos, hallarais ocasión propicia de vengar la muerte de doscientos ochenta y cinco compatriotas y de salvar la vida a otros doscientos más; si sacrificando vuestra existencia pudieseis desenojar la indignada sombra de vuestros antepasados, castigar a los verdugos de doscientos ochenta y cinco héroes, y librar de la muerte a doscientos compañeros, a doscientos hermanos, aumentando así las huestes del ejército patrio con doscientos campeones de la independencia nacional, ¿repararíais ni un momento en vuestra miserable vida? ¿Dudaríais ni un punto en abrazaros, como Sansón, a la columna del templo, y morir, a precio de matar a los enemigos de Dios?

- ¿Qué dice? -se preguntaron los franceses.- Señor..., ¡los asesinos están en la antesala! -exclamó Celedonio.- ¡Que entren!... (gritó García de Paredes). -Ábreles la puerta de la sala.... ¿Qué vengan todos... a ver cómo muere el descendiente de un soldado de Pavía!Los franceses, aterrados, estúpidos, clavados en sus sillas por insoportable letargo, creyendo que la muerte de que hablaba el español iba a entrar en aquel aposento en pos de los amotinados, hacían penosos esfuerzos por levantar los sables, que yacían sobre la mesa; pero ni siquiera conseguían que sus flojos dedos asiesen las empuñaduras: parecía que los hierros estaban adheridos a la tabla por insuperable fuerza de atracción.En esto inundaron la estancia más de cincuenta hombres y mujeres, armados con palos, puñales y pistolas, dando tremendos alaridos y lanzando fuego por los ojos.

- ¡Mueran todos! -exclamaron algunas mujeres, lanzándose las primeras.- ¡Deteneos! -gritó García de Paredes con tal voz, con tal actitud, con tal fisonomía, que, unido este grito a la inmovilidad y silencio de los veinte franceses, impuso frío terror a la muchedumbre, la cual no se esperaba aquel tranquilo y lúgubre recibimiento.- No tenéis para qué blandir los puñales.... (continuó el boticario con voz desfallecida.) -He hecho más que todos vosotros por la independencia de la Patria.... ¡Me he fingido "afrancesado"!... Y ¡ya veis!... los veinte Jefes y Oficiales invasores... ¡los veinte!no los toquéis... -¡están envenenados!...

Un grito simultáneo de terror y admiración salió del pecho de los españoles. Dieron éstos un paso más hacia los convidados, y hallaron que la mayor parte estaban ya muertos, con la cabeza caída hacia adelante, los brazos extendidos sobre la mesa, y la mano crispada en la empuñadura de los sables. Los demás agonizaban silenciosamente.- ¡Viva García de Paredes! -exclamaron entonces los españoles, rodeando al héroe moribundo.

- Celedonio.... (murmuró el farmacéutico.) El "opio" se ha concluido.... Manda por opio a la Coruña....Y cayó de rodillas.Sólo entonces comprendieron los vecinos del Padrón que el boticario estaba también envenenado.

Vierais entonces un cuadro tan sublime como espantoso. Varias mujeres, sentadas en el suelo, sostenían en sus faldas y en sus brazos al expirante patriota, siendo las primeras en colmarlo de caricias y bendiciones, como antes fueron las primeras en 15 pedir su muerte. Los hombres habían cogido todas las luces de la mesa, y alumbraban arrodillados aquel grupo de patriotismo y caridad.... Quedaban, finalmente, en la sombra veinte muertos o moribundos, de los cuales algunos iban desplomándose contra el suelo con pavorosa pesantez.

Y a cada suspiro de muerte que se oía, a cada francés que venía a tierra, una sonrisa gloriosa iluminaba la faz de García de Paredes, el cual de allí a poco devolvió su espíritu al cielo, bendecido por un Ministro del Señor y llorado de sus hermanos en la Patria.

¡Viva el papa!de Pedro Antonio de Alarcón

IEl tierno episodio que voy a referir es rigurosamente histórico, como los anteriores y como los siguientes; pero no ya sólo por la materia, sino también por la forma. —Vivo está quien lo cuenta, como suele decirse..., y entiéndase que quien le cuenta no soy yo; es un Capitán retirado que dejó el servicio en 1814.Hoy no soy escritor; soy mero amanuense: no os pido, pues, admiración ni indulgencia, sino que me creáis a puño cerrado.Para invención, el asunto es de poca monta; y luego pertenece a un género en que yo no me tomaría el trabajo de inventar nada....Presumo de liberal, y un pobre Capitán retirado me ha conmovido profundamente contándome los sinsabores ... políticos de un Papa muy absolutista....

Mi objeto es conmoveros hoy a vosotros con su misma relación, a fin de que el número de los derrotados cohoneste mi derrota.Habla mi Capitán.

IIUno de los más calurosos días del mes de Julio de 1809, y ¡cuidado que aquel dichoso año hizo calor! a eso de las diez de la mañana, entrábamos en Montelimart, villa o ciudad del Delfinado, que lo que sea no lo sé, ni lo he sabido nunca, y maldita la falta que me hacía saber que existía tal Francia en el mundo....—¡Ah! ¿Conque era en Francia?...—Pues ¡hombre! ¡Me gusta! ¿Dónde está el Delfinado sino en Francia?—Y no crean ustedes que ahí, en la frontera..., sino muy tierra adentro, más cerca del Piamonte que de España....—¡Siga V...., Capitán! Los niños ... que aprendan en la escuela....—Y tú, ¡a ver si te callas, Eduardito!—Pues como digo, entrábamos en Montelimart, ahogados de calor y polvo, y rendidos de caminar a pie durante tres semanas, veintisiete oficiales españoles que habíamos caído prisioneros en Gerona.... Mas no creáis que en la capitulación de la plaza, sino en una salida que hicimos pocos días antes, a fin de estorbar unas obras en el campamento francés.... Pero esto no hace al caso. Ello es que nos atraparon y nos llevaron a Perpiñán, desde donde nos destinaron a Dijon.... Y ahí tienen Vds. el por qué de lo que voy a referir.Pues, señor, como uno se acostumbra a todo, y el Emperador nos pasaba diez reales diarios durante el viaje —que íbamos haciendo a jornadas militares de tres o cuatro leguas,— y nadie nos custodiaba, porque cada uno de nosotros había respondido con su cabeza de que no desertarían los demás, y veintisiete españoles juntos no se han aburrido nunca, sucedía que, sin embargo del calor, de la fatiga y de no saber ni una palabra de francés, pasábamos muchos ratos divertidos, sobre todo desde las once de la mañana hasta las siete de la tarde, horas que permanecíamos en las poblaciones del tránsito; pues las jornadas las hacíamos de noche con la fresca.... A ver, Antonio, enciéndeme esta pipa.Montelimart.... —¡Bonito pueblo!... —El café está en una calle cerca de la Plaza, y en él entramos a refrescarnos, es decir, a evitar el sol ... (pues los bolsillos no se prestaban a gollerías), en tanto que tres de nuestros compañeros iban a ver al Prefecto para que nos diese las boletas de alojamiento, que en Francia se llaman mandat....No sé si el café estará todavía como entonces estaba. ¡Han pasado cuarenta y cuatro años! Recuerdo que a la izquierda de la puerta había una ventana de reja, con cristales, y delante una mesa a la cual nos sentamos algunos de los oficiales, entre ellos C...., que ha sido diputado a Cortes por Almería y murió el año pasado.... —Ya veis que esto es cosa que puede preguntarse.

—Pues ¿no dice V. que ha muerto?—¡Hombre! Supongo que C. ... se lo habrá contado a su familia -respondió el Capitán, escarbando la pipa con la uña.—¡Tiene V. razón, Capitán! —Siga V....; el que no lo crea, que lo busque.—¡Bien hablado, hijo mío!—Pues, como íbamos diciendo, sentados estábamos a la mesa del café, cuando vimos correr mucha gente por la calle, y oímos una gritería espantosa.... Pero como la gritería era en francés, no la entendimos.—Le Pape! Le Pape! Le Pape!...—decían los muchachos y las mujeres, levantando las manos al cielo, en tanto que todos los balcones se abrían y llenaban de gente, y los mozos del café y algunos gabachos que jugaban al billar se lanzaban a la calle con un palmo de boca abierta, como si oyeran decir que el sol se había parado.—¡Pues parado está, papá abuelo!—¡Cállese V. cuando hablan los mayores! ¡A ver... el deslenguado!—No haga V. caso, Capitán.... ¡Estos niños de ahora!...—Toma.... ¡Y si está parado!...—murmuró el muchacho entre dientes.—Le Pape! Le Pape! ¿Qué significa esto? —nos preguntamos todos los oficiales.Y cogiendo a uno de los mozos del café, le dimos a entender nuestra curiosidad.El mozo tomó dos llaves; trazó con las manos una especie de morrión sobre su cabeza; se sentó en una silla, y dijo:—Le Pontife!—¡Ah!... (dijo C....—que era el más avisado de nosotros.—¡Por eso fué luego diputado a Cortes!) —¡El Pontífice! ¡El Papa!—Oui, monsieur. Le Pape! Pie sept.—¡Pío VII!... ¡El Papa!... (exclamamos nosotros, sin atrevernos a creer lo que oíamos.) ¿Qué hace el Papa en Francia? Pues ¿no está el Papa en Roma? ¿Viajan los Papas? ¿El Papa en Montelimart?No extrañéis nuestro asombro, hijos míos.... En aquel entonces todas las cosas tenían más prestigio que hoy. —No se viajaba tan fácilmente, ni se publicaban tantos periódicos. —Yo creo que en toda España no había más que uno, tamaño como un recibo de contribución. —El Papa era para nosotros un sér sobrenatural..., no un hombre de carne y hueso.... —¡En toda la tierra no había más que un Papa!... Y en aquel tiempo era la tierra mucho más grande que hoy.... ¡La tierra era el mundo..., y un mundo lleno de misterios, de regiones desconocidas, de continentes ignorados! —Además, aun sonaban en nuestros oídos aquellas palabras de nuestra madre y de nuestros maestros: «El Papa es el Vicario de Jesucristo; su representante en la tierra; una autoridad infalible, y lo que desatare o atare aquí, remanecerá atado o desatado en el cielo....»Creo haberme explicado.—Creo que habréis comprendido todo el respeto, toda la veneración, todo el susto que experimentaríamos aquellos pobres españoles del siglo pasado, al oír decir que el Sumo Pontífice estaba en un villorrio de Francia y que íbamos a verle!

Efectivamente: no bien salimos del café, percibimos allá, en la Plaza (que como os he dicho estaba cerca), una empolvada silla de posta, parada delante de una casa de vulgar apariencia y custodiada por dos gendarmes de caballería, cuyos desnudos sables brillaban que era un contento....Más de quinientas personas había alrededor del carruaje, que examinaban con viva curiosidad, sin que se opusiesen a ello los gendarmes, quienes, en cambio, no permitían al público acercarse a la puerta de aquella casa, donde se había apeado Pío VII mientras mudaban el tiro de caballos....—Y ¿qué casa era aquélla, abuelito? ¿La del Alcalde?—No, hijo mío. —Era el Parador de diligencias.A nosotros, como a militares que éramos, nos tuvieron un poco más de consideración los gendarmes, y nos permitieron arrimarnos a la puerta.... Pero no así pasar el umbral.De cualquier modo, pudimos ver perfectamente el siguiente grupo, que ocupaba uno de los ángulos de aquel portal u oficina.Dos ancianos..., ¿qué digo? dos viejos decrépitos, cubiertos de sudor y de polvo, rendidos de fatiga, ahogados de calor, respirando apenas, bebían agua en un vaso de vidrio, que el uno pasó al otro después de mediarlo. Estaban sentados en sillas viejas de enea. Sus trajes talares, blanco el uno, y el otro de color de púrpura, hallábanse tan sucios y ajados por resultas de aquella larga caminata, que más parecían humildes ropones de peregrinos, que ostentosos hábitos de príncipes de la Iglesia....Ningún distintivo podía revelarnos cuál era Pío VII (pues nada entendíamos nosotros de trajes cardenalicios ni pontificales), pero todos dijimos a un tiempo:-¡Es el más alto! ¡El de las blancas vestiduras!Y ¿sabéis por qué lo dijimos? Porque su compañero lloraba y él no; porque su tranquilidad revelaba que él era mártir; porque su humildad denotaba que él era el Rey.En cuanto a su figura, me parece estarla viendo todavía. Imaginaos un hombre de más de setenta años, enjuto de carnes, de elevada talla y algo encorvado por la edad. Su rostro, surcado de pocas pero muy hondas arrugas, revelaba la más austera energía, dulcificada por unos labios bondadosos que parecían manar persuasión y consuelo. Su grave nariz, sus ojos de paz, marchitos por los años, y algunos cabellos tan blancos como la nieve, infundían juntamente reverencia y confianza. Sólo contemplando la cara de mi buen padre y la de algunos santos de mi devoción, había yo experimentado hasta entonces una emoción por aquel estilo.El sacerdote que acompañaba a Su Santidad era también muy viejo, y en su semblante, contraído por el dolor y la indignación, se descubría al hombre de pensamientos profundos y de acción rápida y decidida. Más parecía un general que un apóstol.

Pero ¿era cierto lo que veíamos? ¿El Pontífice preso, caminando en el rigor del estío, con todo el ardor del sol, entre dos groseros gendarmes, sin más comitiva que un sacerdote, sin otro hospedaje que el portal de una casa de postas, sin otra almohada que una silla de madera?En tan extraordinario caso, en tan descomunal atropello, en tan terrible drama, sólo podía mediar un hombre más extraordinario, más descomunal, más terrible que cuanto veíamos....—El nombre de NAPOLEÓN circuló por nuestros labios. ¡Napoleón nos tenía también a nosotros en el interior de Francia! ¡Napoleón había revuelto el Oriente, encendido en guerra nuestra patria, derribado todos los tronos de Europa! —¡Él debía de ser quien arrancaba al Papa de la Silla de San Pedro y lo paseaba así por el Imperio francés, como el pueblo judío paseó al Redentor por las calles de la ciudad deicida!Pero ¿cuál era la suerte del beatísimo prisionero? ¿Qué había ocurrido en Roma? ¿Había una nueva religión en el Mediodía de Europa? ¿Era papa Napoleón?Nada sabíamos..., y, si he de deciros la verdad, por lo que a mí hace, todavía no he tenido tiempo de averiguarlo....—Yo se lo diré a V., por vía de paréntesis, en muy pocas palabras, Capitán.—Esto completará la historia de V., y dará toda su importancia a ese peregrino relato.

IIIEl día 17 de Mayo de ese mismo año de 1809 dió Napoleón un decreto, por el que reunió al Imperio francés los Estados pontificios, declarando a Roma ciudad imperial libre.El pueblo romano no se atrevió a protestar contra esta medida; pero el Papa la resistió pasivamente desde su palacio del Quirinal, donde aun contaba con algunas autoridades y su guardia de suizos.Sucedió entonces que unos pescadores del Tiber cogieron un esturión y quisieron regalárselo al Sucesor de San Pedro. Los franceses aprovecharon esta ocasión para dar el último paso contra la autoridad de Pío VII; gritaron: ¡al arma!; el cañón de Sant-Angelo pregonó la extinción del gobierno temporal de los Papas, y la bandera tricolor ondeó sobre el Vaticano.El Secretario de Estado, cardenal Pacca (que sin duda era el sacerdote que V. encontró con Pío VII), corrió al lado de Su Santidad; y, al verse los dos ancianos, exclamaron: Consummatum est!En efecto: mientras el Papa lanzaba su última excomunión contra los invasores, éstos penetraban en el Quirinal, derribando las puertas a hachazos.En la Sala de las Santificaciones encontraron a cuarenta suizos, resto del poder del ex Rey de Roma, quienes los dejaron pasar adelante por haber recibido orden de no oponer resistencia alguna.El general Radet, jefe de los demoledores, encontró al Papa en la Sala de las Audiencias ordinarias, rodeado de los cardenales Pacca y Despuig y

de algunos empleados de Secretaría. Pío VII vestía roquete y muceta; había dejado su lecho para recibir al enemigo, y daba muestras de una tranquilidad asombrosa.Era media noche. Radet, profundamente conmovido, no se atreve a hablar. Al fin intima al Sumo Pontífice que renuncie al gobierno temporal de los Estados romanos. El Papa contesta que no le es posible hacerlo, porque no son suyos, sino de la Iglesia, cuyo administrador lo hizo la voluntad del Cielo.... Y el general Radet le replica mostrándole la orden de llevarlo prisionero a Francia.Al amanecer del siguiente día salía Pío VII de su palacio entre esbirros y gendarmes, saltando sobre los escombros de las puertas, sin más comitiva que el cardenal Pacca, ni más restos de su grandeza mundanal que un papetto, moneda equivalente a cuatro reales de vellón, que llevaba en el bolsillo.En las afueras de la puerta del Popolo lo esperaba una silla de posta, a la cual le hicieron subir, y después de esto cerraron las portezuelas con una llave, que Radet entregó a un gendarme de caballería.Las persianas del lado derecho, en que se sentó el Papa, estaban clavadas, a fin de que no pudiese ser visto....

IV—¡En esa silla lo encontré yo!...—¿Ven ustedes cómo no miento?—Hace V. bien en interrumpirme, Capitán; porque yo he terminado, y el resto queremos oírlo de labios de V....—Pues voy allá, señores míos.Íbamos diciendo que Pío VII y el cardenal Pacca (¡mucho me alegro de haber llegado a saber su nombre!) estaban sentados en el portal de la casa de postas; que el pueblo se había agrupado en la calle; que los gendarmes le impedían el paso, y que nosotros los españoles conseguimos acercarnos tanto a la puerta, que veíamos perfectamente a los dos augustos sacerdotes.Pío VII fijó casualmente la vista en nosotros, y sin duda conoció, por nuestros raros y destrozados uniformes, que también éramos extranjeros y cautivos de Napoleón.... Ello fué que, después de decir algunas palabras al Cardenal, clavó en nosotros una larga y expresiva mirada.En esto sonó allí cerca un fandango, divinamente tocado y cantado por los tres compañeros nuestros, que volvían ya con las boletas para alojarnos....Creo haberos dicho que habíamos comprado dos guitarras antes de abandonar a Cataluña; y si se me ha olvidado decíroslo, os lo digo ahora.Al oír aquel toque y la copla que le siguió, el Papa levantó otra vez la cabeza, y nos miró con mayor interés y ternura.El italiano, el músico, había reconocido el canto.¡Ya sabía que éramos españoles!

Ser español, significaba en aquel tiempo mucho más que ahora. Significaba ser vencedor del Capitán del siglo; ser soldado de Bailén y Zaragoza; ser defensor de la historia, de la tradición, de la fe antigua; mantenedor de la independencia de las naciones; paladín de Cristo; cruzado de la libertad. —En esto último nos engañábamos.... Pero ¡cómo ha de ser!—¿Quién había de adivinar entonces, al defender a D. Fernando VII contra los franceses, que él mismo los llamaría al cabo de catorce años y los traería a España en contra nuestra, como sucedió en 1823?... —En fin; no quiero hablar..., ¡pues hay cosas que todavía me encienden la sangre!El caso fué, volviendo a mi relato, que el rostro del Papa se cubrió de santo rubor al considerar nuestra desventura y recordar el heroísmo de que España estaba dando muestras al mundo..., y que el más puro entusiasmo chispeó en sus amantísimos ojos....—¡Parecía que aquellos ojos nos besaban!Nosotros, por nuestra parte, comprendiendo toda la predilección que nos demostraba en aquel momento el Sumo Pontífice, procurábamos expresarle con la mirada, con el gesto, con la actitud, nuestra veneración y piedad, así como el dolor y la indignación que sentíamos al verlo preso y ultrajado por sus malos hijos....—Casi instintivamente nos quitamos los morriones (cosa que chocó mucho a los franceses, los cuales seguían con sus gorros encasquetados), y nos llevamos la mano derecha al corazón como quien hace protestación de su fe.El Papa levantó los ojos al cielo y se puso a rezar.—¡Sabía que una bendición de su mano podía atraer sobre nosotros la cólera del pueblo impío que nos rodeaba, como nosotros sabíamos que un grito de ¡viva el Papa! podía empeorar la situación del beatísimo prisionero!—¡Mostrábanse tan orgullosos los franceses que nos rodeaban al ver aquel supremo triunfo de la Revolución sobre la autoridad!... ¡Creían tan grande a la Francia en aquel momento!

En esto se abrió paso por entre la muchedumbre, y apareció en el cuadro que habían despejado los gendarmes, una mujer del pueblo, mucho más anciana que el Pontífice: una viejecita centenaria, pulcra y pobremente vestida, coronada de cabellos como la nieve, trémula por la edad y el entusiasmo, encorvada, llorosa, suplicante, llevando en las manos un azafate de mimbres secos lleno de melocotones, cuyos matices rojos y dorados se veían debajo de las verdes hojas con que estaban cubiertos....

Los gendarmes quisieron detenerla.... Pero ella los miró con tanta mansedumbre; era tan inofensiva su actitud; era su presente tan tierno y cariñoso; inspiraba su edad tanto respeto; había tal verdad en aquel acto de devoción; significaba tanto, en fin, aquel siglo pasado, fiel a sus creencias, que venía a saludar al Vicario de Jesucristo en medio de su calle de Amargura, que los soldados de la Revolución y del Imperio

comprendieron o sintieron que aquel anacronismo, aquella caridad de otra época, aquel corazón inerme y pacífico que había sobrevivido casualmente a la guillotina, en nada aminoraba ni deslucía los triunfos del conquistador de Europa, y dejaron a la pobre mujer del pueblo entrar en aquel afortunado portal, que ya nos había traído a la memoria otro portal, no menos afortunado, donde unos sencillos pastores hicieron también ofrendas al Hijo de Dios vivo....Comenzó entonces una interesante escena entre la cristiana y el Pontífice.Púsose ella de rodillas, y, sin articular palabra, presentó el azafate de frutos al augusto prisionero.

Pío VII enjugó con sus manos beatísimas las lágrimas que inundaban el rostro de la viejecita; y cuando ésta se inclinaba para besar el pie del Santo Padre, él colocó una mano sobre aquellas canas humilladas, y levantó la otra al cielo con la inspirada actitud de un profeta.—¡VIVA EL PAPA!—exclamamos entonces nosotros en nuestro idioma español, sin poder contenernos....Y penetramos en el portal resueltos a todo.

Pío VII se pone de pie al oír aquel grito, y, tendiendo hacia nosotros las manos, nos detiene, cual si su majestuosa actitud nos hubiese aniquilado.... Caemos, pues, de rodillas, y el Padre Santo nos bendice una, otra y tercera vez.Al propio tiempo álzase en la puerta y en toda la Plaza como un huracán de gritos, y nosotros volvemos la cabeza horrorizados, creyendo que los franceses amenazan al Sumo Pontífice....—¡Lo de menos era que nos amenazasen a nosotros!—¡Decididos estábamos a morir!

Pero ¡cuál fué nuestro asombro al ver que los gendarmes, los hombres del pueblo, las mujeres, los niños..., ¡todo Montelimart! estaba arrodillado, con la frente descubierta, con las lágrimas en los ojos, exclamando:—Vive le Pape!Entonces se rompió la consigna: el pueblo invadió el portal y pidió su bendición al Pontífice.

Éste cogió una hoja verde de las que cubrían el azafate de melocotones que seguía ofreciéndole la anciana, y la llevó a sus labios y la besó.

La multitud, por su parte, se apoderó de los frutos como de reliquias; todos abrazaron a la pobre mujer del pueblo; el Papa, trémulo de emoción, atravesó por entre la muchedumbre, nos bendijo otra vez al paso, y penetró en la silla de posta; y los gendarmes, avergonzados de lo que acababa de pasar, dieron la orden de partir.

En cuanto a nosotros, durante todo aquel día no fuimos en Francia prisioneros de guerra, sino huéspedes de paz.Conque ... he dicho.

V—¡Aun queda algo que decir!...—(exclamó el mismo que contó poco antes lo acontecido en Roma.) ¡Óiganme Vds. a mí un momento!En 1814, cinco años después de la escena referida por el Capitán, la fuerza de la opinión de toda Francia obligó a Napoleón Bonaparte a poner en libertad a Pío VII.Volvió, pues, el Sumo Pontífice a recorrer el mismo camino en que le habían encontrado los prisioneros españoles, y he aquí cómo describe Chateaubriand la despedida que hizo Francia al sucesor de San Pedro:

«Pío VII caminaba en medio de los cánticos y de las lágrimas, del repique de las campanas y de los gritos de ¡Viva el Papa! ¡Viva el Jefe de la Iglesia!... En las ciudades sólo quedaban los que no podían marchar, y los peregrinos pasaban la noche en los campos, en espera de la llegada del anciano sacerdote.

TAL ES, SOBRE LA FUERZA DEL HACHA Y DEL CETRO, LA SUPERIORIDAD DEL PODER DEL DÉBIL SOSTENIDO POR LA RELIGIÓN Y LA DESGRACIA.»

El extranjerode Pedro Antonio de Alarcón

- I -No consiste la fuerza en echar por tierra al enemigo, sino en domar la propia cólera, dice una máxima oriental.No abuses de la victoria, añade un libro de nuestra religión.Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto estuviere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios son todos iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la

misericordia que el de la justicia, aconsejó, en fin, don Quijote a Sancho Panza.Para dar realce a todas estas elevadísimas doctrinas, y cediendo también a un espíritu de equidad, nosotros, que nos complacemos frecuentemente en referir y celebrar los actos heroicos de los españoles durante la Guerra de la Independencia, y en condenar y maldecir la perfidia y crueldad de los invasores, vamos a narrar hoy un hecho que, sin entibiar en el corazón el amor a la patria, fortifica otro sentimiento no menos sublime y profundamente cristiano: el amor a nuestro prójimo; sentimiento que, si por congénita desventura de la humana especie, ha de transigir con la dura ley de la guerra, puede y debe resplandecer cuando el enemigo está humillado.El hecho fue el siguiente, según me lo han contado personas dignas de entera fe que intervinieron en él muy de cerca y que todavía andan por el mundo. Oíd sus palabras textuales- II --Buenos días, abuelo... -dije yoooo.-Dios guarde a usted, señorito... -dijo-¡Muy solo va usted por estos caminos!...-Sí, señor. Vengo de las minas de Linares, donde he estado trabajando algunos meses, y voy a Gádor a ver a mi familia. ¿Usted irá...?-Voy a Almería..., y me he adelantado un poco a la galera, porque me gusta disfrutar de estas hermosas mañanas de abril. Pero, si no me engaño, usted rezaba cuando yo llegué... Puede usted continuar. Yo seguiré leyendo entre tanto, supuesto que la galera anda tan lentamente que le permite a uno estudiar en mitad de los caminos.-¡Vamos! Ese libro es alguna historia... Y ¿quién le ha dicho a usted que yo rezaba?-¡Toma! maraco ¡Yo, que le he visto a usted quitarse el sombrero y santiguarse!-Pues, ¡qué demonio!, hombre... ¿Por qué he de negarlo? Rezando iba... ¡Cada uno tiene sus cuentas con Dios!-Es mucha verdad.-¿Piensa usted andar largo?-¿Yo? Hasta la venta...-En este caso, eche usted por esa vereda y cortaremos camino.-Con mucho gusto. Esa cañada me parece deliciosa. Bajemos a ella.Y, siguiendo al viejo, cerré el libro, dejé el camino y descendí a un pintoresco barranco.Las verdes tintas y diafanidad del lejano horizonte, así como la inclinación de la montañas, indicaban ya la proximidad del Mediterráneo.Anduvimos en silencio unos minutos, hasta que el minero se paró de pronto.-¡Cabales! -exclamó.Y volvió a quitarse el sombrero y a santiguarse.

Estábamos bajo unas higueras cubiertas ya de hojas, y a la orilla de un pequeño torrente.-¡A ver, abuelito!... -dije, sentándome sobre la hierba-. Cuénteme usted lo que ha pasado aquí.-¡Cómo! ¿Usted sabe? -replicó él, estremeciéndose.-Yo no sé más... -añadí con suma calma-, sino que aquí ha muerto un hombre... ¡Y de mala muerte, por más señas!-¡No se equivoca usted, señorito! ¡No se equivoca usted! Pero ¿quién le ha dicho?...-Me lo dicen sus oraciones de usted.-¡Es mucha verdad! Por eso rezaba.Yo miré tenazmente la fisonomía del minero, y comprendí que había sido siempre hombre honrado. Casi lloraba, y su rezo era tranquilo y dulce.-Siéntese usted aquí, amigo mío...-le dije, alargándole un cigarro de papel.-Pues verá usted, señorito... -Vaya, ¡muchas gracias! ¡Delgadillo es!...-Reúna usted dos y resultará uno doble de grueso -añadí, dándole otro cigarro.-¡Dios se lo pague a usted! Pues, señor... -dijo el viejo, sentándose a mi lado-, hace cuarenta y cinco años que una mañana muy parecida a ésta pasaba yo casi a esta hora por este mismo sitio...-¡Cuarenta y cinco años! -medité yo.Y la melancolía del tiempo cayó sobre mi alma. ¿Dónde estaban las flores de aquellas cuarenta y cinco primaveras? ¡Sobre la frente del anciano blanqueaba la nieve de setenta inviernos!Viendo él que yo no decía nada, echó unas yescas, encendió el cigarro, y continuó de este modo:-¡Flojillo es! Pues, señor, el día que le digo a usted venía yo de Gergal con una carga de barrilla y al llegar al punto en que hemos dejado el camino para tomar esta vereda me encontré con dos soldados españoles que llevaban prisionero a un polaco. En aquel entonces era cuando estaban aquí los primeros franceses, no los del año 23, sino los otros...-¡Ya comprendo! Usted habla de la Guerra de la Independencia.-¡Hombre! ¡Pues entonces no había usted nacido!-¡Ya lo creo!-¡Ah, sí! Estará apuntado en ese libro que venía usted leyendo. Pero, ¡ca!, lo mejor de estas guerras no lo rezan los libros. Ahí ponen lo que más acomoda..., y la gente se lo cree a puño cerrado. ¡Ya se ve! ¡Es necesario tener tres duros y medio de vida, como yo los tendré en el mes de San Juan, para saber más de cuatro cosas! En fin, el polaco aquél servía a las órdenes de Napoleón..., del bribonazo que murió ya... Porque ahora dice el señor cura que hay otro... Pero yo creo que ése no vendrá por estas tierras... ¿Qué le parece a usted, señorito?-¿Qué quiere usted que yo le diga?-¡Es verdad! Su merced no habrá estudiado todavía de estas cosas... ¡Oh! El señor cura, que es un sujeto muy instruido, sabe cuándo se

acabarán los mamelucos de Oriente y vendrán a Gádor los rusos y moscovitas a quitar la Constitución... ¡Pero entonces ya me habré yo muerto!... Conque vuelvo a la historia de mi polaco.El pobre hombre se había quedado enfermo en Fiñana, mientras que sus compañeros fugitivos se replegaban hacia Almería. Tenía calenturas, según supe más tarde... Una vieja lo cuidaba por caridad, sin reparar que era un enemigo... (¡Muchos años de gloria llevará ya la viejecita por aquella buena acción!), y a pesar de que aquello la comprometía, guardábalo escondido en su cueva, cerca de la Alcazaba...Allí fue donde la noche antes dos soldados españoles que iban a reunirse a su batallón, y que por casualidad entraron a encender un cigarro en el candil de aquella solitaria vivienda, descubrieron al pobre polaco, el cual, echado en un rincón, profería palabras de su idioma en el delirio de la calentura.-¡Presentémoslo a nuestro jefe! -se dijeron los españoles-. Este bribón será fusilado mañana, y nosotros alcanzaremos un empleo.Iwa, que así se llamaba el polaco, según me contó luego la viejecita, llevaba ya seis meses de tercianas, y estaba muy débil, muy delgado, casi hético.La buena mujer lloró y suplicó, protestando que el extranjero no podía ponerse en camino sin caer muerto a la media hora...Pero sólo consiguió ser apaleada, por su falta de «patriotismo». ¡Todavía no se me ha olvidado esta palabra, que antes no había oído pronunciar nunca!En cuanto al polaco, figuraos cómo miraría aquella escena. Estaba postrado por la fiebre, y algunas palabras sueltas que salían de sus labios, medio polacas, medio españolas, hacían reír a los dos militares.-¡Cállate, didón, perro, gabacho! -le decían.Y a fuerza de golpes lo sacaron del lecho.Para no cansar a usted, señorito: en aquella disposición, medio desnudo, hambriento..., bamboleándose, muriéndose..., ¡anduvo el infeliz cinco leguas! ¡Cinco leguas, señor!... ¿Sabe usted los pasos que tienen cinco leguas? Pues es desde Fiñana hasta aquí... ¡Y a pie!... ¡Descalzo!... ¡Figúrese usted!... ¡Un hombre fino, un joven hermoso y blanco como una mujer, un enfermo, después de seis meses de tercianas!... ¡Y con la terciana en aquel momento mismo!...-¿Cómo pudo resistir?-¡Ah! ¡No resistió!...-Pero ¿cómo anduvo cinco leguas?-¡Toma! ¡A fuerza de bayonetazos!-Prosiga usted, abuelo... Prosiga usted.-Yo venía por este barranco, como tengo de costumbre, para ahorrar terreno, y ellos iban por allá arriba, por el camino. Detúveme, pues, aquí mismo, a fin de observar el remate de aquella escena, mientras picaba un cigarro negro que me habían dado en las minas...

Iwa jadeaba como un perro próximo a rabiar... Venía con la cabeza descubierta, amarillo como un desenterrado, con dos rosetas encarnadas en lo alto de las mejillas y con los ojos llameantes, pero caídos... ¡hecho, en fin, un Cristo en la calle de la Amargura!...-¡Mí querer morir! ¡Matar a mí por Dios! -balbuceaba el extranjero con las manos cruzadas.Los españoles se reían de aquellos disparates, y le llamaban franchute, didón y otras cosas.Dobláronse al fin las piernas de Iwa, y cayó redondo al suelo.Yo respiré, porque creí que el pobre había dado el alma a Dios.Pero un pinchazo que recibió en un hombro le hizo erguirse de nuevo.Entonces se acercó a este barranco para precipitarse y morir...Al impedirlo los soldados, pues no les acomodaba que muriera su prisionero, me vieron aquí con mi mulo, que, como he dicho, estaba cargado de barrilla.-¡Eh, camarada! -me dijeron, apuntándome con los fusiles-. ¡Suba usted ese mulo!Yo obedecí sin rechistar, creyendo hacer un favor al extranjero.-¿Dónde va usted? -me preguntaron cuando hube subido.-Voy a Almería -les respondí-. ¡Y eso que ustedes están haciendo es una inhumanidad!-¡Fuera sermones! -gritó uno de los verdugos.-¡Un arriero afrancesado! -dijo el otro.-¡Charla mucho... y verás lo que te sucede!La culata de un fusil cayó sobre mi pecho...¡Era la primera vez que me pegaba un hombre, además de mi padre!-¡No irritar! ¡No incomodar! -exclamó el polaco, asiéndose a mis pies, pues había caído de nuevo en tierra.-¡Descarga la barrilla! -me dijeron los soldados.-¿Para qué?-Para montar en el mulo a este judío.-Eso es otra cosa... Lo haré con mucho gusto -dije, y me puse a descargar.-¡No!... ¡No!... ¡No!... exclamó Iwa-. ¡Tú dejar que me maten!-¡Yo no quiero que te maten, desgraciado! -exclamé, estrechando las ardientes manos del joven.-¡Pero mí sí querer! ¡Matar tú a mí por Dios!...-¿Quieres que yo te mate?-¡Sí..., sí..., hombre bueno! ¡Sufrir mucho!Mis ojos se llenaron de lágrimas.Volvíme a los soldados, y les dije con tono de voz que hubiera conmovido a una piedra:-¡Españoles, compatriotas, hermanos! Otro español, que ama tanto como el que más a nuestra patria, es quien os suplica... ¡Dejadme solo con este hombre!-¡No digo que es afrancesado! -exclamó uno de ellos.

-¡Arriero del diablo -dijo el otro-, cuidado con lo que dices! ¡Mira que te rompo la crisma!-¡Militar de los demonios -contesté con la misma fuerza-, yo no temo a la muerte! ¡Sois dos infames sin corazón! Sois dos hombres fuertes y armados contra un moribundo inerme... ¡Sois unos cobardes! Dadme uno de esos fusiles y pelearé con vosotros hasta mataros o morir..., pero dejad a este pobre enfermo, que no puede defenderse. ¡Ay! -continué, viendo que uno de aquellos tigres se ruborizaba-, si, como yo, tuvieseis hijos; si pensarais que tal vez mañana se verán en la tierra de este infeliz, en la misma situación que él, solos, moribundos, lejos de sus padres; si reflexionarais en que este polaco no sabe siquiera lo que hace en España, en que será un quinto robado a su familia para servir a la ambición de un rey..., ¡qué diablo!, vosotros lo perdonaríais... ¡Sí, porque vosotros sois hombres antes que españoles, y este polaco es un hombre, un hermano vuestro! ¿Qué ganará España con la muerte de un tercianario? ¡Batíos hasta morir con todos los granaderos de Napoleón; pero que sea en el campo de batalla! Y perdonad al débil; ¡sed generosos con el vencido; sed cristianos, no seáis verdugos!-¡Basta de letanías! -dijo el que siempre había llevado la iniciativa de la crueldad, el que hacía andar a Iwa a fuerza de bayonetazos, el que quería comprar un empleo al precio de su cadáver.-Compañero, ¿qué hacemos? -preguntó el otro, medio conmovido con mis palabras.-¡Es muy sencillo! -repuso el primero-. ¡Mira!Y sin darme tiempo, no digo de evitar, sino de prever sus movimientos, descerrajó un tiro sobre el corazón del polaco.Iwa me miró con ternura, no sé si antes o después de morir.Aquella mirada me prometió el cielo, donde acaso estaba ya el mártir.En seguida los soldados me dieron una paliza con las baquetas de los fusiles.El que había matado al extranjero le cortó una oreja, que guardó en el bolsillo.¡Era la credencial del empleo que deseaba!Después desnudó a Iwa, y le robó... hasta cierto medallón (con un retrato de mujer o de santa) que llevaba al cuello.Entonces se alejaron hacia Almería.Yo enterré a Iwa en este barranco..., ahí..., donde está usted sentado..., y me volví a Gérgal, porque conocí que estaba malo.Y en efecto, aquel lance me costó una terrible enfermedad, que me puso a las puertas de la muerte.-¿Y no volvió usted a ver a aquellos soldados? ¿No sabe usted cómo se llamaban?-No, señor; pero por las señas que me dio más tarde la viejecita que cuidó al polaco supe que uno de los dos españoles tenía el apodo de Risas, y que aquél era justamente el que había matado y robado al pobre extranjero...

En esto nos alcanzó la galera: el viejo y yo subimos al camino, nos apretamos la mano y nos despedimos muy contentos el uno del otro.¡Habíamos llorado juntos!- III -Tres noches después tomábamos café varios amigos en el precioso casino de Almería.Cerca de nosotros, y alrededor de otra mesa, se hallaban dos viejos militares retirados, comandante el uno y coronel el otro, según dijo alguno que los conocía.A pesar nuestro, oíamos su conversación, pues hablaban tan alto como suelen los que han mandado mucho.De pronto hirió mis oídos y llamó mi atención esta frase del coronel:-El pobre Risas...-¡Risas! -exclamé para mí.Y me puse a escuchar de intento.-El pobre Risas... -decía el coronel- fue hecho prisionero por los franceses cuando tomaron a Málaga y de depósito en depósito, fue a parar nada menos que a Suecia, donde yo estaba también cautivo, como todos los que no pudimos escaparnos con el Marqués de la Romana. Allí lo conocí, porque intimó con Juan, mi asistente de toda la vida, o de toda mi carrera; y cuando Napoleón tuvo la crueldad de llevar a Rusia, formando parte de su Grande Ejército, a todos los españoles que estábamos prisioneros en su poder, tomé de ordenanza a Risas. Entonces me enteré de que tenía un miedo cerval a los polacos, o un terror supersticioso a Polonia, pues no hacía más que preguntarnos a Juan y a mí «si tendríamos que pasar por aquella tierra para ir a Rusia», estremeciéndose a la idea de que tal llegase a acontecer. Indudablemente, a aquel hombre, cuya cabeza no estaba muy firme, por lo mucho que había abusado de las bebidas espirituosas, pero que en lo demás era un buen soldado y un mediano cocinero, le había ocurrido algo grave con algún polaco, ora en la guerra de España, ora en su larga peregrinación por otras naciones. Llegados a Varsovia, donde nos detuvimos algunos días, Risas se puso gravemente enfermo, de fiebre cerebral, por resultas del terror pánico que le había acometido desde que entramos en tierra polonesa, y yo, que le tenía ya cierto cariño, no quise dejarlo allí solo cuando recibimos la orden de marcha, sino que conseguí de mis jefes que Juan se quedase en Varsovia cuidándolo, sin perjuicio de que, resuelta aquella crisis de un modo o de otro, saliese luego en mi busca con algún convoy de equipajes y víveres, de los muchos que seguirían a la nube de gente en que mi regimiento figuraba a vanguardia. ¡Cuál fue, pues, mi sorpresa cuando el mismo día que nos pusimos en camino, y a las pocas horas de haber echado a andar, se me presentó mi antiguo asistente, lleno de terror, y me dijo lo que acababa de suceder con el pobre Risas! ¡Dígole a usted que el caso es de lo más singular y estupendo que haya ocurrido nunca! Oígame y verá si hay o no motivo para que yo haya olvidado esta historia en cuarenta y dos

años. Juan había buscado un buen alojamiento para cuidar a Risas en casa de cierta labradora viuda, con tres hijas casaderas, que desde que llegamos a Varsovia los españoles no había dejado de preguntarnos a todos, por medio de intérpretes franceses, si sabíamos algo de un hijo suyo llamado Iwa, que vino a la guerra de España en 1808 y de quien hacía tres años no tenía noticia alguna, cosa que no pasaba a las demás familias que se hallaban en idéntico caso. Como Juan era tan zalamero, halló modo de consolar y esperanzar a aquella triste madre, y de aquí el que, en recompensa, ella se brindara a cuidar a Risas al verlo caer en su presencia atacado de la fiebre cerebral... Llegados a casa de la buena mujer, y estando ésta ayudando a desnudar al enfermo, Juan la vio palidecer de pronto y apoderarse convulsivamente de cierto medallón de plata, con una efigie o retrato en miniatura, que Risas llevaba siempre al pecho, bajo la ropa, a modo de talismán o conjuro contra los polacos, por creer que representaba a una Virgen o Santa de aquel país.-¡Iwa! ¡Iwa! -gritó después la viuda de un modo horrible, sacudiendo al enfermo, que nada entendía, aletargado como estaba por la fiebre.En esto acudieron las hijas, y enteradas del caso, cogieron el medallón, lo pusieron al lado del rostro de su madre, llamando por medio de señas la atención de Juan para que viese, como vio, que la tal efigie no era más que el retrato de aquella mujer, y encarándose entonces con él, visto que su compatriota no podía responderles, comenzaron a interrogarle mil cosas con palabras ininteligibles, bien que con gestos y ademanes que revelaban claramente la más siniestra furia. Juan se encogió de hombros, dando a entender por señas que él no sabía nada de la procedencia de aquel retrato ni conocía a Risas más que de muy poco tiempo... El noble semblante de mi honradísimo asistente debió de probar a aquellas cuatro leonas encolerizadas que el pobre no era culpable... ¡Además, él no llevaba el medallón! Pero el otro... ¡al otro, al pobre Risas, lo mataron a golpes y lo hicieron pedazos con las uñas! Es cuanto sé con relación a este drama, pues nunca he podido averiguar por qué tenía Risas aquel retrato.-Permítame usted que se lo cuente yo... -dije sin poder contenerme.Y acercándome a la mesa del coronel y del comandante, después de ser presentado a ellos por mis amigos, les referí a todos la espantosa narración del minero.Luego que concluí, el comandante, hombre de más de setenta años, exclamó con la fe sencilla del antiguo militar, con el arranque de un buen español y con toda la autoridad de sus canas:-¡Vive Dios, señores, que en todo eso hay algo más que una casualidad!

EL LIBRO TALONARIODE PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN

La acción comienza en Rota. Rota es la menor de aquellas encantadoras poblaciones hermanas que forman el amplio semicírculo de la bahía de Cádiz; pero con ser la menor no ha faltado quien ponga los ojos en ella. El duque de Osuna, a título de duque de Arcos, la ostenta entre las perlas de su corona hace muchísimo tiempo, y tiene allí su correspondiente castillo señorial, que yo pudiera describir piedra por piedra...Mas no se trata aquí de castillos, ni de duques, sino de los célebres campos que rodean a Rota y de un humildísimo hortelano, a quien llamaremos el tío Buscabeatas, aunque no era éste su verdadero nombre, según parece.Los campos de Rota -particularmente las huertas- son tan productivos que, además de tributarle al duque de Osuna muchos miles de fanegas de grano y de abastecer de vino a toda la población -poco amante del agua potable y malísimamente dotada de ella-, surten de frutas y legumbres a Cádiz, y muchas veces a Huelva, y en ocasiones a la misma Sevilla, sobre todo en los ramos de tomates y calabazas, cuya excelente calidad, suma abundancia y consiguiente baratura exceden a toda ponderación, por lo que en Andalucía la Baja se da a los roteños el dictado de calabaceros y de tomateros, que ellos aceptan con noble orgullo.Y, a la verdad, motivo tienen para enorgullecerse de semejantes motes; pues es el caso que aquella tierra de Rota que tanto produce -me refiero a la de las huertas-; aquella tierra que da para el consumo y para la exportación; aquella tierra que rinde tres o cuatro cosechas al año, ni es tal tierra, ni Cristo que lo fundó, sino arena pura y limpia, expelida sin cesar por el turbulento océano, arrebatada por los furiosos vientos del Oeste y esparcida sobre toda la comarca roteña, como las lluvias de ceniza que caen en las inmediaciones del Vesubio.

Pero la ingratitud de la Naturaleza está allí más que compensada por la constante laboriosidad del hombre. Yo no conozco, ni creo que haya en el mundo, labrador que trabaje tanto como el roteño. Ni un leve hilo de agua dulce fluye por aquellos melancólicos campos... ¿Qué importa? ¡El calabacero los ha acribillado materialmente de pozos, de donde saca, ora a pulso, ora por medio de norias, el precioso humor que sirve de sangre a los vegetales! ¡La arena carece de fecundos principios, del asimilable humus... ¿Qué importa? ¡El tomatero pasa la mitad de su vida buscando y allegando sustancias que puedan servir de abono, y convirtiendo en estiércol hasta las algas del mar! Ya poseedor de ambos preciosos elementos, el hijo de Rota va estercolando pacientemente, no su heredad entera (pues le faltaría abono para tanto), sino redondeles de terreno del vuelo de un plato chico, y en cada uno de estos redondeles estercolados siembra un grano de simiente de tomate o una pepita de calabaza, que riega luego a mano con un jarro muy diminuto, como quien da de beber a un niño.Desde entonces hasta la recolección, cuida diariamente una por una las plantas que nacen en aquellos redondeles, tratándolas con un mimo y un esmero sólo comparables a la solicitud con que las solteronas cuidan sus macetas. Un día le añade a tal mata un puñadillo de estiércol; otro le echa una chorreadita de agua; ora las limpia a todas de orugas y demás insectos dañinos; ora cura a las enfermas, entablilla a las fracturadas, y pone parapetos de caña y hojas secas a las que no pueden resistir los rayos del sol o están demasiado expuestas a los vientos del mar; ora, en fin, cuenta los tallos, las hojas, las flores o los frutos de las más adelantadas y precoces, y les habla, las acaricia, las besa, las bendice y hasta les pone expresivos nombres para distinguirlas e individualizarlas en su imaginación. Sin exagerar: es ya un proverbio (y yo lo he oído repetir muchas veces en Rota) que el hortelano de aquel país toca por lo menos cuarenta veces con su propia mano a cada mata de tomates que nace en su huerta. Y así se explica que los hortelanos viejos de aquella localidad lleguen a quedarse encorvados, hasta tal punto, que casi se dan con las rodillas en la barba...¡Es la postura en que han pasado toda su noble y meritoria vida!

Pues bien: el tío Buscabeatas pertenecía al gremio de estos hortelanos.Ya principiaba a encorvarse en la época del suceso que voy a referir; y era que ya tenía sesenta años... y llevaba cuarenta de labrar una huerta lindante con la playa de la Costilla.Aquel año había criado allí unas estupendas calabazas, tamañas como bolas decorativas de pretil de puente monumental, y que ya principiaban a ponerse por dentro y por fuera de color de naranja, lo cual quería decir que había mediado el mes de junio. Conocíalas perfectamente el tío Buscabeatas por la forma, por su grado de madurez y hasta de nombre, sobre todo a los cuarenta ejemplares más gordos y

lucidos, que ya estaban diciendo guisadme, y pasábase los días mirándolos con ternura y exclamando melancólicamente:-¡Pronto tendremos que separarnos!Al fin, una tarde se resolvió al sacrificio; y señalando a los mejores frutos de aquellas amadísimas cucurbitáceas que tantos afanes le habían costado, pronunció la terrible sentencia:-Mañana -dijo- cortaré estas cuarenta, y las llevaré al mercado de Cádiz. ¡Feliz quien se las coma!Y se marchó a su casa con paso lento, y pasó la noche con las angustias del padre que va a casar una hija al día siguiente.-¡Lástima de mis calabazas! -suspiraba a veces sin poder conciliar el sueño; pero luego reflexionaba, y concluía por decir-: ¿Y qué he de hacer sino salir de ellas? ¡Para eso las he criado! Lo menos van a valerme quince duros...Gradúese, pues, cuánto sería su asombro, cuánta su furia y cuál su desesperación, cuando al ir a la mañana siguiente a la huerta, halló que, durante la noche, le habían robado las cuarenta calabazas... Para ahorrarme de razones, diré que, como el judío de Shakespeare, llegó al más sublime paroxismo trágico, repitiendo frenéticamente aquellas terribles palabras de Shyllock, en que tan admirable dicen que estaba el actor Kemble:-¡Oh! ¡Si te encuentro! ¡Si te encuentro!Púsose luego el tío Buscabeatas a recapacitar fríamente, y comprendió que sus amadas prendas no podían estar en Rota, donde sería imposible ponerlas a la venta sin riesgo de que él las reconociese, y donde, por otra parte, las calabazas tienen muy bajo precio.-¡Como si lo viera, están en Cádiz! -dedujo de sus cavilaciones-. El infame, pícaro, ladrón, debió de robármelas anoche a las nueve o las diez y se escaparía con ellas a las doce en el barco de la carga... ¡Yo saldré para Cádiz hoy por la mañana en el barco de la hora, y maravilla será que no atrape al ratero y recupere a las hijas de mi trabajo!Así diciendo permaneció todavía cosa de veinte minutos en el lugar de la catástrofe, como acariciando las mutiladas calabaceras, o contando las calabazas que faltaban, o extendiendo una especie de fe de livores, para algún proceso que pensara incoar hasta que, a eso de las ocho, partió con dirección al muelle.Ya estaba dispuesto para hacerse a la vela el barco de la hora, humilde falucho que sale todas las mañanas para Cádiz a las nueve en punto, conduciendo pasajeros, así como el barco de la carga sale todas las noches a las doce, conduciendo frutas y legumbres...Llamábase barco de la hora el primero, porque en este espacio de tiempo, y hasta en cuarenta minutos algunos días, si el viento es de popa, cruza las tres leguas que median entre la antigua villa del duque de Arcos y la antigua ciudad de Hércules...

Eran, pues, las diez y media de la mañana cuando aquel día se paraba el

tío Buscabeatas delante de un puesto de verduras del mercado de Cádiz, y le decía a un aburrido polizonte que iba con él:-¡Éstas son mis calabazas! ¡Prenda usted a ese hombre!Y señalaba al revendedor.-¡Prenderme a mí! -contestó el revendedor, lleno de sorpresa y de cólera-. Estas calabazas son mías; yo las he comprado...-Eso podrá usted contárselo al alcalde -repuso el tío Buscabeatas.-¡Que no!-¡Que sí!-¡Tío ladrón!-¡Tío tunante!-¡Hablen ustedes con más educación, so indecentes! ¡Los hombres no deben faltarse de esa manera! -dijo con mucha calma el polizonte, dando un puñetazo en el pecho a cada interlocutor.En esto ya había acudido alguna gente, no tardando en presentarse también allí el regidor encargado de la policía de los mercados públicos, o sea el juez de abastos, que es su verdadero nombre.Resignó la jurisdicción el polizonte en su señoría, y enterada esta digna autoridad de todo lo que pasaba, preguntó al revendedor con majestuoso acento:-¿A quién le ha comprado usted esas calabazas?-Al tío Fulano, vecino de Rota... -respondió el interrogado.-¡Ése había de ser! -gritó el tío Buscabeatas-. ¡Muy abonado es para el caso! ¡Cuando su huerta, que es muy mala, le produce poco, se mete a robar en la del vecino!-Pero admitida la hipótesis de que a usted le han robado anoche cuarenta calabazas -siguió interrogando el Regidor, volviéndose al viejo hortelano-, ¿quién le asegura a usted que éstas y no otras son las suyas?-¡Toma! -replicó el tío Buscabeatas-. ¡Porque las conozco como usted conocerá a sus hijas, si las tiene! ¿No ve usted que las he criado? Mire usted: ésta se llama Rebolonda; ésta, Cachigordeta; ésta, Barrigona; ésta, Coloradilla; ésta, Manuela... porque se parecía mucho a mi hija la menor...Y el pobre viejo se echó a llorar amarguísimamente.-Todo eso está muy bien... -repuso el juez de abastos-; pero la ley no se contenta con que usted reconozca sus calabazas. Es menester que la autoridad se convenza al mismo tiempo de la preexistencia de la cosa, y que usted la identifique con pruebas fehacientes... Señores, no hay que sonreírse... ¡Yo soy abogado!-¡Pues verá usted qué pronto le pruebo yo a todo el mundo, sin moverme de aquí, que esas calabazas se han criado en mi huerta! -dijo el tío Buscabeatas, no sin grande asombro de los circunstantes.Y soltando en el suelo un lío que llevaba en la mano, agachóse, arrodillándose hasta sentarse sobre los pies, y se puso a desatar tranquilamente las anudadas puntas del pañuelo que lo envolvía.La admiración del concejal, del revendedor y del corro subió de punto.

-¿Qué va a sacar de ahí? -se preguntaban todos.Al mismo tiempo llegó un nuevo curioso a ver qué ocurría en aquel grupo, y habiéndole divisado el revendedor, exclamó:-¡Me alegro de que llegue usted, tío Fulano! Este hombre dice que las calabazas que me vendió usted anoche, y que están aquí oyendo la conversación, son robadas... Conteste usted...El recién llegado se puso más amarillo que la cera, y trató de irse; pero los circunstantes se lo impidieron materialmente, y el mismo regidor le mandó quedarse.En cuanto al tío Buscabeatas, ya se había encarado con el presunto ladrón, diciéndole:-¡Ahora verá usted lo que es bueno!El tío Fulano recobró su sangre fría, y expuso:Usted es quien ha de ver lo que habla; porque si no prueba, y no podrá probar, su denuncia, lo llevaré a la cárcel por calumniador. Estas calabazas eran mías; yo las he criado como todas las que he traído este año a Cádiz, en mi huerta del Egido, y nadie podrá probarme lo contrario.-¡Ahora verá usted! -repitió el tío Buscabeatas acabando de desatar el pañuelo y tirando de él.Y entonces se desparramaron por el suelo una multitud de trozos de tallo de calabacera, todavía verdes y chorreando jugo, mientras que el viejo hortelano, sentado sobre sus piernas y muerto de risa, dirigía el siguiente discurso al concejal y a los curiosos:-Caballeros: ¿no han pagado ustedes nunca contribución? ¿Y no han visto aquel libraco verde que tiene el recaudador, de donde va cortando recibos, dejando allí pegado un tocón o pezuelo, para que luego pueda comprobarse si tal o cual recibo es falso o no lo es?-Lo que usted dice se llama el libro talonario -observó gravemente el regidor.-Pues eso es lo que yo traigo aquí: el libro talonario de mi huerta, o sea los cabos a que estaban unidas estas calabazas antes de que me las robasen. Y, si no, miren ustedes. Este cabo era de esta calabaza... Nadie puede dudarlo... Este otro... ya lo están ustedes viendo..., era de esta otra. Este más ancho..., debe de ser de aquélla... ¡Justamente! Y éste es de ésta... Ése es de ésa... Ésta es de aquél...Y en tanto que así decía, iba adaptando un cabo o pedúnculo a la excavación que había quedado en cada calabaza al ser arrancada, y los espectadores veían con asombro que, efectivamente, la base irregular y caprichosa de los pedúnculos convenía del modo más exacto con la figura blanquecina y leve concavidad que presentaban las que pudiéramos llamar cicatrices de las calabazas.Pusiéronse; pues, en cuclillas los circunstantes, incluso los polizontes y el mismo concejal, y comenzaron a ayudarle al tío Buscabeatas en aquella singular comprobación, diciendo todos a un mismo tiempo con pueril regocijo:

-¡Nada! ¡Nada! ¡Es indudable! ¡Miren ustedes! Éste es de aquí... Ése es de ahí... Aquélla es de éste... Ésta es de aquél...Y las carcajadas de los grandes se unían a los silbidos de los chicos, a las imprecaciones de las mujeres, a las lágrimas de triunfo y alegría del viejo hortelano y a los empellones que los guindillas daban ya al convicto ladrón, como impacientes por llevárselo a la cárcel.Excusado es decir que los guindillas tuvieron este gusto; que el tío Fulano viose obligado, desde luego, a devolver al revendedor los quince duros que de él había percibido; que el revendedor se los entregó en el acto al tío Buscabeatas, y que éste se marchó a Rota sumamente contento, bien que fuese diciendo por el camino:-¡Qué hermosas estaban en el mercado! ¡He debido traerme a Manuela, para comérmela esta noche y guardar las pepitas!

MOROS Y CRISTIANOSDE PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN

- I - La antes famosa y ya poco nombrada villa de Aldeire forma parte del marquesado de Cenet, o, como si dijéramos, del respaldo de la Alpujarra, hacia Levante, y está medio colgada, medio escondida, en un escalón o barranco de la formidable mole central de Sierra Nevada, a cinco o seis mil pies sobre el nivel del mar y seis o siete mil por debajo de las eternas nieves del Mulhacen.Aldeire, dicho sea con perdón de su señor cura, es un pueblo morisco. Que fue moro, lo dice claramente su nombre, su situación y su estructura; y que no ha llegado aún a ser enteramente cristiano, aunque figure en la España reconquistada y tenga su iglesita católica y sus cofradías de la Virgen, de Jesús y de no pocos santos y santas, lo demuestran el carácter y costumbres de sus moradores, las pasiones terribles cuanto quiméricas que los unen o separan en perpetuos bandos, y los lúgubres ojos negros, pálida tez y escaso hablar y reír de mujeres, hombres y niños...

Porque bueno será recordar, para que ni dicho señor cura ni nadie ponga en cuarentena la solidez de este razonamiento, que los moriscos del marquesado del Cenet no fueron expulsados en totalidad como los de la Alpujarra, sino que muchos de ellos lograron quedarse allí agazapados y escondidos gracias a la prudencia o cobardía con que desoyeron el temerario y heroico grito de su malhadado príncipe Aben-Humeya; de donde yo deduzco que el tío Juan Gómez Hormiga, alcalde constitucional de Aldeire en el año de gracia de 1821, podía muy bien ser nieto de algún Mustafá, Mahommed o cosa por el estilo.Cuéntase, pues, que el tal Juan Gómez, hombre a la sazón de más de media centuria, rústico muy avisado aunque no entendía de letra, y codicioso y trabajador con fruto, como lo acreditaba, no solamente su apodo, sino también su mucha hacienda, por él adquirida a fuerza de buenas o malas artes, y representada en las mejores suertes de tierra de aquella jurisdicción, tomó a censo enfitéutico del caudal de Propios, y casi de balde, mediante algunas gallinas no ponedoras que regaló al secretario del Ayuntamiento, unos secanos situados a las inmediaciones de la villa, en medio de los cuales veíanse los restos y escombros de un antiguo castillejo, morabito o atalaya árabe, cuyo nombre era todavía La Torre del Moro.Excusado es decir que el tío Hormiga no se detuvo ni un instante a pensar en qué moro sería aquél, ni en la índole o prístino objeto de la arruinada construcción; lo único que vio desde luego más claro que el agua fue que con tantas desmoronadas piedras, y con las que él desmoronara, podía hacer allí un hermoso y muy seguro corral para sus ganados; por lo que desde el día siguiente, y como recreo muy propio de quien tan económico era, dedicó las tardes a derribar por sí mismo, y a sus solas, lo que en pie quedaba del vetusto edificio arábigo.-¡Te vas a reventar! -le decía su mujer, al verlo llegar por la noche lleno de polvo y de sudor, y con la barra de hierro oculta bajo la capa...-¡Al contrario! -respondía él-. Este ejercicio me conviene para no podrirme como nuestros hijos los estudiantes, que, según me ha dicho el estanquero, estaban la otra noche en el teatro de Granada y tenían un color de manteca que daba asco mirarlos...-¡Pobres! ¡De tanto estudiar! Pero a ti debía de darte vergüenza de trabajar como un peón siendo el más rico del pueblo, alcalde por añadidura.-Por eso Voy solo... ¡A ver!... Acércame esa ensalada...-Sin embargo, convendría que te ayudase alguien. ¡Vas a echar un siglo en derribar la Torre, y hasta quizás no sepas componértelas para volcarla toda!...-¡No digas simplezas, Torcuata! Cuando se trate de construir la tapia del corral pagaré jornales, y hasta llevaré un maestro alarife... ¡Pero derribar sabe cualquiera! Y es tan divertido destruir!...¡Vaya!..., ¡quita la mesa y acostémonos!...

-Eso lo dices porque eres hombre. ¡A mí me da miedo y lástima todo lo que es deshacer!-¡Debilidades de vieja! ¡Si supieras tú cuántas cosas hay que deshacer en este mundo!-¡Calla, francmasón! ¡En mal hora te han elegido alcalde! ¡Verás como, el día que vuelvan a mandar los realistas, te ahorca el Rey absoluto!-¡Eso lo veremos! ¡Santurrona! ¡Beata! ¡Lechuza! ¡Vaya!: apaga esa luz, y no te santigües más..., que tengo mucho sueño.Y así continuaban los diálogos hasta que se dormía uno de los dos consortes.

- II - Una tarde regresó de su faena el tío Hormiga muy preocupado y caviloso y más temprano que de costumbre.Su mujer aguardó a que despachase a los mozos de labor para preguntarle qué tenía, y él respondió enseñándole un tubo de plomo con tapadera, por el estilo del cañuto de un licenciado del ejército; sacó de allí y desarrolló cuidadosamente un amarillento pergamino escrito en caracteres muy enrevesados, y dijo con imponente seriedad:-Yo no sé leer, ni tan siquiera en castellano, que es la lengua más clara del mundo; pero el diablo me lleve si esta escritura no es de moros.-¿Es decir, que la has encontrado en la Torre?-No lo digo sólo por eso, sino porque estos garrapatos no se parecen a ninguno de los que he visto hacer a gente cristiana.La mujer de Juan Gómez miró y olió el pergamino y exclamó con una seguridad tan cómica como gratuita:-¡De moros es!Pasado un rato, añadió melancólicamente:-Aunque también me estorba a mí lo negro, juraría que tenemos en las manos, la licencia absoluta de algún soldado de Mahoma, que ya estará en los profundos infiernos.-¿Lo dices por el cañuto de plomo?-Por el cañuto lo digo.-Pues te equivocas de medio a medio, amiga Torcuata; porque ni los moros entraban en quintas, según me ha dicho varias veces nuestro hijo Agustín, ni esto es una licencia absoluta. Esto es... un...El tío Hormiga miró en torno suyo, bajó la voz y dijo con entera fe:-¡Estas son las señas de un tesoro!-¡Tienes razón! -respondió la mujer, súbitamente inflamada por la misma creencia-. ¿Y lo has encontrado ya? ¿Es muy grande? ¿Lo has vuelto a tapar bien? ¿Son monedas de plata o de oro? ¿Crees tú que pasarán todavía? ¡Que felicidad para nuestros hijos! ¡Como van a gastar y a triunfar en Granada y en Madrid! ¡Yo quiero ver eso! Vamos allá... Esta noche hace luna-¡Mujer de Dios! ¡Sosiégate! ¿Como quieres que haya topado ya con el tesoro guiándome por estas señas, si yo no sé leer en moro ni en cristiano?

-¡Es verdad! Pues mira... Haz una cosa: en cuanto Dios eche sus luces, apareja un buen mulo; pasa la sierra por el puerto de la Ragua, que dicen está bueno, y llegate a Ugíjar, a casa de nuestro compadre D. Matías Quesada, el cual sabes entiende de todo... Él te pondrá en claro ese papel y te dará buenos consejos, como siempre.-¡Mis dineros me cuestan todos sus consejos a pesar de nuestro compadrazgo!... Pero, en fin, lo mismo había pensado yo. Mañana iré a Ugíjar, y a la noche estaré aquí de vuelta; pues todo será apretar un poco a la caballería...-Pero ¡cuidado que le expliques bien las cosas!...-Poco tengo que explicarle. El cañuto estaba escondido en un hueco o nicho revestido de azulejos como los de Valencia, formado en el espesor de una pared. He derribado todo aquel lienzo, y nada más de particular he hallado. Debajo de lo ya destruido comienza la obra de sillería de los cimientos, cuyas enormes piedras, de más de vara en cuadro, no removerán fácilmente dos ni tres personas de puños tan buenos como los míos. Por consiguiente, es necesario saber de una manera fija en qué punto estaba escondido el tesoro, so pena de tener que arrancar con ayuda de vecinos todos los cimientos de la Torre...-¡Nada! ¡Nada! ¡A Ugíjar en cuanto amanezca! Ofrécele a nuestro compadre una parte..., no muy larga, de lo que hallemos, y, cuando sepamos donde hay que excavar, yo misma te ayudaré a arrancar piedras de sillería.¡Hijos de mi alma! ¡Todo para ellos! Por lo que a mí toca, sólo siento si habrá algo que sea pecado en esto que hablamos en voz baja.-¿Qué pecado puede haber, grandísima tonta?-No sé explicártelo... Pero los tesoros me habían parecido siempre cosa del demonio, o de duendes... Además ¡tomaste a censo aquel terreno por tan poco rédito al año!... ¡Todo el pueblo dice hubo trampa en tal negocio!-¡Eso es cuenta del secretario y de los concejales! Ellos me hicieron la escritura.-Por otro lado, tengo entendido que de los tesoros hay que dar parte al Rey...-Eso es cuando no se hallan en terreno propio como este mío...-¡Propio! ¡Propio!... ¡A saber de quién sería esa torre que te ha vendido el Ayuntamiento!...-¡Toma! ¡Del Moro!-¡A saber quién sería ese Moro!... Por de pronto, Juan, las monedas que el Moro escondiera en su casa serían suyas o de sus herederos; no tuyas, ni mías...-¡Estás diciendo disparates! ¡Por esa cuenta no debía yo ser alcalde de Aldeire, sino el que lo era el año pasado cuando se pronunció Riego! ¡Por esa cuenta, habría que mandar todos los años a África, a los descendientes de los moros, las rentas que produjesen las vegas de Granada, de Guadix y de centenares de pueblos!...

-¡Puede que tengas razón!... En fin, ve a Ugíjar, y el compadre te aconsejará lo mejor en todo.

- III - Ugíjar dista de Aldeire cosa de cuatro leguas de muy mal camino. No serían, sin embargo, las nueve de la siguiente mañana, cuando el tío Juan Gómez, vestido con su calzón corto de punto azul y sus bordadas botas blancas de los días de fiesta, hallábase ya en el despacho de D. Matías de Quesada, hombre de mucha edad y mucha salud, doctor en ambos Derechos y autor de la mayor parte de los entuertos contra la justicia que se hacían por entonces en aquella tierra. Había sido toda su vida lo que se llama un abogado picapleitos, y estaba riquísimo y muy bien relacionado en Granada y Madrid.Oído que hubo la historia de su digno compadre, y después de examinar atentamente el pergamino, díjole que, en su opinión, nada de aquello olía a tesoro; que el nicho en que halló el tubo debió de ser un babuchero, y que el escrito le parecía una especie de oración que los moros suelen leer todos los viernes por la mañana... Pero, sin embargo, no siéndole a él completamente conocida la lengua árabe, remitiría el documento a Madrid a un condiscípulo suyo que estaba empleado en la Comisaría de los Santos Lugares, a fin de que lo enviara a Jerusalén, donde lo traducirían al castellano; por todo lo cual sería conveniente mandarle al madrileño un par de onzas de oro en letra, para una jícara de chocolate.Mucho lo pensó el tío Juan Gómez antes de pagar un chocolate tan caro (que resultaba a diez mil doscientos cuarenta reales la libra); pero tenía tal seguridad en lo deltesoro (y a fe que no se equivocaba, según después veremos), que sacó de la faja ocho monedillas de a cuatro duros y se las entregó al abogado, quien las pesó una por una antes de guardárselas en el bolsillo; con lo que el tío Hormiga tomó la vuelta de Aldeire decidido a seguir excavando en la Torre del Moro, mientras tanto que enviaban el pergamino a Tierra Santa y volvía de allá traducido; diligencias en que, según el letrado, se tardaría cosa de año y medio.

- IV - No bien había vuelto la espalda el tío Juan, cuando su compadre y asesor cogió la pluma y escribió la siguiente carta, comenzando por el sobre:«SR. D. BONIFACIO TUDELA Y GONZÁLEZ, Maestro de Capilla de la Santa Iglesia Catedral de CEUTA.«Mi querido sobrino político:-Solamente a un hombre de tu religiosidad confiaría yo el importantísimo secreto contenido en el documento adjunto. Dígolo porque indudablemente están escritas en él las señas de un tesoro, de que te daré alguna parte si llego a descubrirlo con tu ayuda. Para ello es necesario que busques un moro que traduzca ese pergamino, y que me mandes la traducción en carta certificada, sin enterar a nadie del asunto, como no sea a tu mujer, que me consta es persona reservada.

»Perdona que no te haya escrito en tantos años; pero bien conoces mis muchos quehaceres. Tu tía sigue rezando por ti todas las noches al tiempo de acostarse. Que estés mejor del dolor de estomago que padecías en 1806, y sabes que te quiere tu tío político,MATÍAS DE QUESADA15 de Enero de 1821.POSDATA.-Expresiones a Pepa; y dime si habéis tenido hijos.»Escrita la precedente carta, el insigne jurisconsulto pasó a la cocina, donde su mujer estaba haciendo calceta y cuidando el puchero, y díjole las siguientes expresiones en tono muy áspero y desabrido, después de echarle en la falda las ocho monedas de a cuatro duros que ya conocemos:-Encarnación, ahí tienes: compra más trigo, que va a subir en los meses mayores, y procura que lo midan bien. Hazme de almorzar mientras yo voy a echar al correo esta carta para Sevilla, preguntando los precios de la cebada. ¡Que el huevo esté bien frito y el chocolate claro! ¡No tengamos la de todos los días!La mujer del abogado no respondió palabra, y siguió haciendo calceta como un autómata.

- V - Dos semanas después, un hermosísimo día de Enero, como sólo los hay en el Norte de África y en el Sur de Europa, tomaba el sol en la azotea de su casa de dos pisos el maestro de capilla de la catedral de Ceuta, con la tranquilidad de quien ha tocado el órgano en misa mayor y se ha comido luego una libra de boquerones, otra de carne y otra de pan, con su correspondiente dosis de vino de Tarifa.El buen músico, gordo como un cebón y colorado como una remolacha, digería penosamente, paseando su turbia mirada de apoplético por el magnífico panorama del Mediterráneo, y del Estrecho de Gibraltar, del maldecido Peñón que le da nombre, de las cercanas cumbres de Anghera y Benzú y de las remotas nieves del Pequeño Atlas, cuando sintió acelerados pasos en la escalera y la argentina voz de su mujer, que gritaba gozosamente:-¡Bonifacio! ¡Bonifacio! ¡Carta de Ugíjar! ¡Carta de tu tío! ¡Y vaya si es gorda!-¡Hombre! -respondió el maestro de capilla, girando como una esfera o globo terráqueo sobre el punto de su redonda individualidad, que descansaba en el asiento-. ¿Qué santo se habrá empeñado para que mi tío se acuerde de mí? ¡Quince años hace que resido en esta tierra usurpada a Mahoma, y cata aquí la primera vez que me escribe aquel abencerraje, sin embargo de haberle yo escrito cien veces a él! ¡Sin duda me necesita para algo!Y, dicho esto, abrió la epístola (procurando que no la leyese la Pepa de la posdata), y apareció, crujiente y tratando de arrollarse por sí propio, el amarillento pergamino.

-¿Qué nos envía? -preguntó entonces la mujer, gaditana y rubia por más señas, y muy agraciada y valiente a pesar de sus cuarenta agostos.-¡Pepita, no seas tan curiosa!... Yo te lo diré, si debo decírtelo, luego que me entere.¡Mil veces te he advertido que respetes mis cartas!...-¡Advertencia propia de un libertino como tú! En fin, ¡despacha!, y veremos si yo puedo saber qué papelote te manda tu tío. ¡Parece un billete de Banco del otro mundo!En tanto que su mujer decía aquellas cosas y otras, el músico leyó la carta, y maravillóse hasta el extremo de ponerse de pie sin esfuerzo alguno.Tenía, sin embargo, tal hábito en disimular, que acertó a decir muy naturalmente:-¡Qué tontería! ¡Sin duda está ya chocheando aquel mal hombre! ¿Querrás creer que me remite esta hoja de una Biblia en hebreo, para que yo busque algún judío que la compre, imaginándose el muy bobo que darán por ella un dineral? Al mismo tiempo... -añadió para cambiar la conversación y guardándose en la faltriquera la carta y el pergamino-, al propio tiempo... me pregunta con mucho interés si tenemos hijos.-¡Él no los tiene! -observó vivamente Pepita-. ¡Sin duda piensa dejarnos por herederos!-¡Más fácil es que al muy avaro se le haya ocurrido heredarnos a nosotros!... Pero ¡calla!: están dando las once, y yo tengo que afinar el órgano para las vísperas de esta tarde... Me voy. Oye, prenda: que la comida esté dispuesta a la una, y que no se te olvide echar dos buenas patatas en el puchero. ¡Que si tenemos hijos!... ¡Vergüenza me da de haber de contestarle que no!-¡Escucha! ¡Espera! ¡Oye! ¡La culpa no es mía! -contestó como un rayo la parte contraria-. ¡Bien sabes que en mis primeras nupcias tuve un niño muerto!-¡Ya! ¡Ya! ¡En tus primeras nupcias! ¡Como si eso pudiera servirme de satisfacción! ¡Un día vas a dar lugar a que yo te cuente todas mis habilidades de soltero!-¡Anda, zambombo, tonel, desagradecido! ¿Quién te habrá amado a ti en el mundo como esta necia, que, con ese barrigón y todo, te considera el hombre más hermoso que Dios ha criado?-¿Sí? ¿Me has dicho hermoso? ¡Pues mira, Pepa -respondió el artista, pensando seguramente en el pergamino árabe-; si mi tío llega a dejarme por heredero, o yo me hago rico de cualquier otro modo, te juro llevarte a vivir a la plaza de San Antonio de la ciudad de Cádiz, y comprarte más joyas que tiene la Virgen de las Angustias de Granada! Conque hasta luego, pichona.Y tirando un pellizco en la barba a la que de antemano tenía, ya el hoyo en ella, cogió el sombrero y tomó el camino... no de la catedral, sino de las callejuelas en que suelen vivir las familias moras avecindadas en aquella plaza fuerte.

- VI - En la más angosta de dichas callejuelas, y a la puerta de una muy pobre pero muy blanqueada casucha, estaba sentado en el suelo, o más bien sobre sus talones, fumando en pipa de barro secado al sol, un moro de treinta y cinco a cuarenta años, revendedor de huevos y gallinas, que le traían a las puertas de Ceuta los campesinos independientes de Sierra-Bullones y Sierra-Bermeja, y que él despachaba a domicilio o en el mercado, con una ganancia de ciento por ciento. Vestía chilaba de lana blanca y jaique de lana negra, y llamábase entre los españoles Manos-gordas, y entre los marroquíes Admet-ben-Carime-el-Abdoun.Tan luego como el moro vio al maestro de capilla, levantóse y salió a su encuentro, haciéndole grandes zalemas; y, cuando estuvieron ya juntos, díjole cautelosamente:-¿Querer morita? Yo traer mañana cosa meleja; de doce años...-Mi mujer no quiere más criadas moras... -respondió el músico con inusitada dignidad. Manos-gordas se echo a reír.-Además... -prosiguió D. Bonifacio-, tus endiabladas moritas son muy sucias.-Lavar -respondió el moro, poniéndose en cruz y ladeando la cabeza-. ¡Te digo que no quiero moritas! -prosiguió D. Bonifacio-. Lo que necesito hoy es que tú, que sabes tanto y que por tanto saber eres intérprete de la plaza, me traduzcas al español este documento.Manos-gordas cogió el pergamino, y a la primera ojeada murmuró:-Estar moro...-¡Ya lo creo que es árabe! Pero quiero saber qué dice, y, si no me engañas, te haré un buen regalo... cuando se realice el negocio que confío a tu lealtad.A todo esto, Admet-ben-Carime había pasado ya la vista por todo el pergamino y puéstose muy pálido.-¿Ves que se trata de un gran tesoro? -medio afirmó, medio interrogó el maestro de capilla.-Creer que sí -tartamudeo el mahometano.-¿Como creer? ¡Tu misma turbación lo dice!-Perdona... -replicó Manos-gordas sudando a mares-. Haber aquí palabras de árabe moderno, y yo entender. Haber otras de árabe antiguo o literario, y yo no entender.-¿Qué dicen las palabras que entiendes?-Decir oro decir perlas, decir maldición de Alah... Pero yo no entender sentido, explicaciones ni señas. Necesitar ver al derwich de Anghera, que estar sabio, y él traducir todo. Llevarme yo pergamino hoy, y traer pergamino mañana, y no engañar ni robar al señor Tudela. ¡Moro jurar!Así diciendo, cruzó las manos, se las llevo a la boca y las besó fervorosamente.Reflexionó D. Bonifacio: conoció que para descifrar aquel documento tendría que fiarse de algún moro, y que ninguno le era tan conocido ni tan afecto como Manos-gordas, y accedió a dejarle el manuscrito, bien que bajo reiterados juramentos de que al día siguiente estaría de vuelta

de Anghera con la traducción, y jurándole él, por su parte, que le entregaría lo menos cien duros cuando fuese descubierto el tesoro.Despidiéronse el musulmán y el cristiano, y éste se dirigió, no a su casa ni a la catedral, sino a la oficina de un amigo, donde escribió la siguiente carta:«SR. D. MATÍAS DE QUESADA Y SÁNCHEZ.»Alpujarra, UGÍJAR.»Mi queridísimo tío:»Gracias a Dios que hemos tenido noticias de usted y de tía Encarnación, y que éstas son tan buenas como Josefa y yo deseábamos. Nosotros, querido tío, aunque más jóvenes que ustedes, estamos muy achacosos y cargados de hijos, que pronto se quedarán huérfanos y pidiendo limosna.»Se burló de usted quien le dijera que el pergamino que me ha enviado contenía las señas de un tesoro. He hecho traducirlo por persona muy competente, y ha resultado ser una carta de blasfemias contra Nuestro Señor Jesucristo, Ia Santísima Virgen y los santos de la Corte celestial, escritas en versos árabes por un perro morisco del marquesado del Cenet durante la rebelión de Aben-Humeya. En vista de semejante sacrilegio, y por consejo del señor Penitenciario, acabo de quemar tan impío testimonio de la perversidad mahometana.»Memorias a mi tía: recíbanlas ustedes de Josefa, que se halla por décima vez en estado interesante, y mande algún socorro a su sobrino, que está en los huesos por resultas del pícaro dolor de estomago,»BONIFACIO.»CEUTA, 29 de Enero de 1821.»

- VII - Al mismo tiempo que el maestro de capilla escribía la precedente carta y la echaba al correo, Admet-ben-Carime-el-Abdoun reunía en un envoltorio no muy grande todo su hato y ajuar, reducidos a tres jaiques viejos, dos mantas de pelo de cabra, un mortero para hacer alcuzcuz, un candil de hierro y una olla de cobre llena de pesetas (que desenterró de un rincón del patinillo de su casa); cargó con todo ello a su única mujer, esclava, odalisca, o lo que fuera, más fea que una mala noticia dicha de pronto y más sucia que la conciencia de su marido, y salióse de Ceuta, diciendo al oficial de guardia de la puerta que da al campo moro que se iban a Fez a mudar de aires por consejo de un veterinario. Y como quiera que esta sea la hora, después de sesenta años y algunos meses de ausencia, que no se haya vuelto a saber de Manos-gordas ni en Ceuta, ni en sus cercanías, dicho se está que D. Bonifacio Tudela y González no tuvo el gusto de recibir de sus manos la traducción del pergamino, ni al día siguiente, ni al otro, ni en toda su vida, que por cierto debió ser muy corta, puesto que de informes dignos de crédito aparece que su adorada Pepita se caso en Marbella en terceras nupcias con un tambor mayor asturiano, a quien hizo padre de cuatro hijos como cuatro soles, y era otra vez viuda a la muerte del Rey absoluto, fecha en que ganó por

oposición en Málaga el título de comadre de parir y el destino de matrona aduanera.Conque busquemos nosotros a Manos-gordas, y sepamos que fue de él y del interesante pergamino.

- VIII - Admet-ben-Carime-el-Abdoun respiró alegremente, y aun hizo alguna zapateta, sin que por eso se le cayesen las mal aseguradas zapatillas, tan luego como se vio fuera de los redoblados muros de la plaza española y con toda el África delante de sí...Porque África, para un verdadero africano como Manos-gordas, es la tierra de la libertad absoluta; de una libertad anterior y superior a todas las Constituciones e instituciones humanas; de una libertad parecida a la de los conejos no caseros y demás animales de monte, valle o arenal.África, quiero decir, es la Jauja de los malhechores, el seguro de la impunidad, el campo neutral de los hombres y de las fieras, protegido por el calor y la extensión de los desiertos. En cuanto a los sultanes, reyes y beyes que presumen imperar en aquella parte del mundo, y a las autoridades y mílites que los representan, puede decirse que vienen a ser, para tales vasallos, lo que el cazador para las liebres o para los corzos: un mal encuentro posible, que muy pocos tienen en la vida, y en el cual muere uno o no muere; si muere, tal día hizo un año; y si no muere, con poner mucha tierra por medio no hay que pensar más en el asunto. Sirva esta digresión de advertencia a quien la necesitare, y prosigamos nosotros nuestra relación.-¡Toma aquí, Zama! -dijo el moro a su cansada esposa, como si hablase con una acémila.Y, en lugar de dirigirse al Oeste, o sea hacia el Boquete de Anghera, en busca del sabio santón, según había dicho a D. Bonifacio tomó hacia el Sur, por un barranquillo tapado de malezas y árboles silvestres, que muy luego le llevó al camino de Tetuán, o bien a la borrosa vereda que, siguiendo las ondulaciones de puntas y playas, conduce a Cabo-Negro por el valle del Tarajar, por el de los Castillejos, por Monte-Negro y por las lagunas de Río-Azmir, nombres que todo español bien nacido leerá hoy con amor y veneración, y que entonces no se habían oído pronunciar todavía en España ni en el resto del mundo civilizado.Llegado que hubieron ben-Carime y Zama al vallecillo del Tarajar, diéronse un punto de descanso a la orilla del arroyuelo de agua potable que lo atraviesa, procedente de las alturas de Sierra-Bullones; y en aquella tan segura y áspera soledad, que parecía recién salida de manos del Criador y no estrenada todavía por el hombre; a la vista de un mar solitario, únicamente surcado, tal o cual noche de luna, por cárabos de piratas o buques oficiales de Europa encargados de perseguirlos, la mora se puso a lavarse y peinarse, y el moro saco el manuscrito y volvió a leerlo con tanta emoción como la primera vez.Decía así el pergamino árabe:«La bendición de Alah sea con los hombres buenos que lean éstas letras.

»No hay más gloria que la de Alah, de quien Mahoma fue y es, en el corazón de los creyentes, profeta y enviado.»Los hombres que roban la casa del que está en la guerra o en el destierro viven bajo la maldición de Alah y de Mahoma, y mueren roídos de escarabajos y cucarachas.»¡Bendito sea, pues, Alah, que crió estos y otros bichos para que se coman a los hombres malos!»Yo soy el caid Hassan-ben-Jussef, siervo de Alah, aunque malamente he sido llamado D. Rodrigo de Acuña por los sucesores de los perros cristianos que, haciéndoles fuerza y violando solemnes capitulaciones, bautizaron con una escoba, a guisa de hisopo, a mis infortunados ascendientes y a otros muchos islamitas de estos reinos.»Yo soy capitán bajo el estandarte del que, desde la muerte de Aben-Humeya, titúlase legítimamente rey de los andaluces, Muley-Abdalá-Mahamud-aben-Aboó, el cual, si no está ya sentado en el trono de Granada, es por la traición y cobardía con que los moros valencianos han faltado a sus compromisos y juramentos, dejando de alzarse al mismo tiempo que los moros granadinos contra el tirano común; pero de Alah recibirán el pago, y, si somos vencidos nosotros, vencidos serán también ellos y expulsados a la postre de España, sin el mérito de haber luchado hasta última hora en el campo del honor y en defensa de la justicia; y, si somos vencedores, les cortaremos el pescuezo y echaremos sus cabezas a los marranos.»Yo soy, en fin, el dueño de esta Torre y de toda la tierra que hay a su alrededor, hasta llegar por el Occidente al barranco del Zorro y por Oriente al de los Espárragos, el cual debe tal nombre a los muchos y muy exquisitos que cultivó allí mi abuelo Sidi-Jussef-ben-Jussuf.»La cosa no anda bien. Desde que el mal nacido D. Juan de Austria (confúndalo Alah) vino a combatir contra los creyentes, prevemos que por ahora vamos a ser derrotados, sin perjuicio de que, andando los años o las centurias, otro Príncipe de la sangre del Profeta venga a recobrar el trono de Granada, que ha pertenecido setecientos años a los moros, y volverá a pertenecerles cuando Alah quiera con el mismo título con que lo poseyeron antes vándalos y godos, y antes los romanos, y antes aquellos otros africanos que se llamaban los cartagineses: ¡con el título de la conquista! Pero conozco, vuelvo a decir, que por la presente la cosa anda mal, y que muy pronto tendré que trasladarme a Marruecos con mis cuarenta y tres hijos, suponiendo que los austriacos no me cojan en la primera batalla y me cuelguen de un alcornoque, como yo los colgaría a todos ellos si pudiera.»Pues bien: al salir de esta Torre para emprender la última y decisiva campaña dejo escondidos aquí, en sitio a que no podrá llegar nadie sin topar primero con el presente manuscrito, todo mi oro, toda mi plata, todas mis perlas; el tesoro de mi familia; la hacienda de mis padres, mía y de mis herederos; el caudal de que soy dueño y señor por ley divina y humana, como es del ave la pluma que cría, o como son del niño los

dientes que echa con trabajo, o como son de cada mortal los malos humores de cáncer o de lepra que hereda de sus padres.»¡Detente, por tanto, oh tú, moro, cristiano o judío que, habiéndote puesto a derribar esta mi casa, has llegado a descubrir y leer los renglones que estoy escribiendo! ¡Detente, y respeta el arca de tu prójimo! ¡No pongas la mano en su caudal! ¡No te apoderes de lo ajeno! Aquí no hay nada del fisco, nada de dominio público, nada del Estado. El oro de las minas podrá pertenecer a quien lo descubra, y una parte de él al Rey del territorio. Pero el oro fundido y acuñado, el dinero, la moneda, es de su dueño, y nada más que de su dueño. ¡No me robes, pues, mal hombre! ¡No robes a mis descendientes, que ya vendrán, el día que esté escrito, a recoger su herencia! Y si es que buenamente, por casualidad, encuentras mi tesoro, te aconsejo que publiques edictos, llamando y notificando el caso a los causahabientes de Hassan-ben-Jussef; que no es de hombres honestos guardarse los hallazgos cuando estos hallazgos tienen propietario conocido.»Si así no lo hicieres, ¡maldito seas, con la maldición de Alah y con la mía! ¡Y pártate un rayo! ¡Y quiera Dios que cada una de mis monedas se vuelva en tus manos un escorpión, y cada perla un alacrán! ¡Y que mueran de lepra tus hijos, con los dedos podridos y deshechos, para que no tengan ni tan siquiera el placer de rascarse! ¡Y que todas las mujeres que ames y engordes se diviertan y refocilen con tus esclavos! ¡Y que tu hija la mayor se escape de tu casa con un judío! ¡Y que a ti te metan un palo por mala parte, y te saquen así a la vergüenza, teniéndote en alto hasta que, con el peso de tu cuerpo, el palo salga por encima de la coronilla y quedes patiabierto en el suelo, como indecente rana atravesada por un asador!»Ya lo sabes, y sépanlo todos, y bendito sea Alah que es Alah.»Torre de Zoraya, en Aldeire del Cenet, a 15 días del mes de Saphar del año de la hégira 968.«HASSAN-BEN JUSSEF.»

- IX - Manos-gordas quedó profundamente preocupado con la nueva lectura de este documento, no por las máximas morales y por las espantosas maldiciones que contenía, pues el pícaro había perdido la fe en Alah y en Mahoma de resultas de su frecuente trato con los cristianos y judíos de Tetuán y Ceuta, que, naturalmente, se reían del Corán, sino por creer que su cara, su acento y algún otro signo musulmán de su persona le impedían trasladarse a España, donde se vería expuesto a muerte segura tan luego como cualquier cristiano o cristiana descubriese en él a un enemigo de la Virgen María.Además, ¿qué apoyo (a juicio de Manos-gordas) podría hallar en las leyes ni en las autoridades de España un extranjero, un mahometano, un semisalvaje, para adquirir la Torre de Zoraya, para hacer excavaciones en ella, para entrar en posesión del tesoro o para no perderlo inmediatamente con la vida?

-¡No hay remedio! -díjose por remate de largas reflexiones-. ¡Tengo que confiarme al renegado ben-Munuza! Él es español, y su compañía me librará de todo peligro en aquella tierra. Pero como no existe bajo la capa del cielo un hombre de peor alma que el tal renegado, no me estará de más tomar algunas precauciones.Y en virtud de esta cavilación sacó del bolsillo avíos de escribir, redactó una carta, púsole el sobre, pególo con un poco de pan mascado, y echóse a reír de una manera diabólica.En seguida fijó los ojos en su mujer, que continuaba haciendo la policía de todo un año a costa de la limpieza física y... moral del malaventurado arroyuelo, y, llamándola por medio de un silbido, dignóse hablarle de este modo:-Cara de higo chumbo, siéntate a mi lado y óyeme... Luego acabarás de lavarte, que bien lo necesitas, y puede que entonces te juzgue merecedora de algo mejor que la paliza diaria con que te demuestro mi cariño. Por de pronto, sinvergüenzona, déjate de monadas y entérate bien de lo que voy a decirte.La mora, que, lavada y peinada, resultaba más joven y artística, aunque no menos fea que antes, se relamió como una gata, clavó en Manos-gordas los dos carbunclos que le servían de ojos, y díjole mostrando sus blanquísimos y anchos dientes, que nada tenían de humanos:-Habla, mi señor, que tu esclava solo desea servirte.Manos-gordas continuó:-Si desde este momento en adelante llega a ocurrirme alguna desgracia, o desaparezco del mundo sin haberme despedido de ti, o, habiéndome despedido, no tienes noticias mías en seis semanas, procura volver a entrar en Ceuta y echa esta carta al correo. ¿Te has enterado bien, cara de mona?Zama rompió a llorar, y exclamo:¡Admet! ¿Piensas dejarme?-¡No rebuznes, mujer! -contestó el moro-. ¿Quién habla ahora de eso? ¡Demasiado sabes que me gustas y que me sirves! Pero de lo que ahora se trata es de que te hayas enterado bien de mi encargo...-¡Trae! -dijo la mora, apoderándose de la carta, abriéndose el justillo y colocándola entre él y su gordo y pardo seno, al lado del corazón-. Si algo malo llega a sucederte, esta carta caerá en el correo de Ceuta, aunque después caiga yo en la sepultura.Aben-Carime sonrió humanamente al oír aquellas palabras, y dignóse mirar a su mujer como a una persona.

- X - Mucho y muy regaladamente debió de dormir aquella noche el matrimonio agareno entre los matorrales del camino, pues no serían menos de las nueve de la siguiente mañana cuando llegó al pie de Cabo-Negro.Hay allí un aduar de pastores y labriegos árabes, llamado «Medik», compuesto de algunas chozas, de un morabito o ermita mahometana y

de un pozo de agua potable, con su brocal de piedra y su acetre de cobre, como los que figuran en algunas escenas bíblicas.El aduar se hallaba completamente solo en aquel momento. Todos sus habitantes habían salido ya con el ganado o con los aperos de labor a los vecinos montes y cañadas.-Espérame aquí... -dijo Manos-gordas a su mujer-. Yo voy a buscar a ben-Munuza, que debe de hallarse al otro lado de aquel cerro arando los pobres secanos que allí posee.-¡Ben-Munuza! -exclamo Zama con terror-. ¡El renegado de quien me has dicho...!-Descuida... -interrumpió Manos-gordas-. ¡Hoy puedo yo más que él! Dentro de un par de horas estaré de vuelta, y verás como se viene detrás de mí con la humildad de un perro. Esta es su choza... Aguárdanos en ella, y haznos una buena ración de alcuzcuz con el maíz y la manteca que hallarás a mano. ¡Ya sabes que me gusta muy recocido! ¡Ah!, se me olvidaba... Si ves que anochece y no he bajado, sube tú; y si no me hallas en la otra ladera del cerro o me hallas cadáver, vuélvete a Ceuta y echa la carta al correo... Otra advertencia: suponiendo que sea mi cadáver lo que encuentres, regístrame, a ver si ben-Munuza me ha robado o no este pergamino... Si me lo ha robado, vuélvete de Ceuta a Tetuán, y denuncia a las autoridades el asesinato y el robo. ¡No tengo más que decirte! Adiós.La mora se quedo llorando a lágrima viva, yManos-gordas tomó la senda que llevaba a la cumbre del inmediato cerro.

- XI - Pasada la cumbre, no tardo en descubrir en la cañada próxima a un corpulento moro vestido de blanco, el cual araba patriarcalmente la negruzca tierra con auxilio de una hermosa yunta de bueyes. Parecía aquel hombre la estatua de la Paz tallada en mármol. Y, sin embargo; era el triste y temido renegado ben Munuza, cuya historia os causará espanto cuando la conozcáis.Contentaos por lo pronto con saber que tendría cuarenta años, y que era rudo, fuerte, ágil y de muy lúgubre fisonomía, bien que sus ojos fuesen azules como el cielo, y rubias sus barbas como aquel sol de África que había dorado a fuego la primitiva blancura europea de su semblante.-¡Buenos días, Manos-gordas! -gritó en castellano el antiguo español, tan luego como divisó al marroquí.Y su voz expresó la alegría melancólica propia del extranjero que halla ocasión de hablar la lengua patria.-¡Buenos días, Juan Falgueira! -respondió sarcásticamente ben-Carime.El renegado tembló de pies a cabeza al oír semejante saludo, y sacó del arado la reja de hierro como para defender su vida.-¿Qué nombre acabas de pronunciar? -añadió luego, avanzando hacia Manos-gordas.Éste lo aguardaba riéndose, y le respondió en árabe, con un valor de que nadie le hubiera creído capaz:

-He pronunciado... tu verdadero nombre, el nombre que llevabas en España cuando eras cristiano, y que yo conozco desde que estuve en Orán hace tres años...-¿En Orán?-¡En Orán, sí, señor!... ¿Qué tiene eso de extraordinario? De allí habías venido tú a Marruecos, y allí fui yo a comprar gallinas. Allí pregunté tu historia, dando tus señas, y allí me la contaron varios españoles. Supe, por tanto, que eras gallego, que te llamabas Juan Falgueira, y que te habías escapado de la Cárcel Alta de Granada, donde estabas ya en capilla para ir a la horca por resultas de haber robado y dado muerte, hace quince años, a unos señores a quienes servías en clase de mulero... ¿Dudarás ahora de que te conozco perfectamente?-Dime, alma mía... -respondió el renegado con voz sorda y mirando a su alrededor-, ¿y has contado eso a algún marroquí? ¿Lo sabe alguien más que tú en esta condenada tierra? Porque es el caso que yo quiero vivir en paz, sin que nadie ni nada me recuerde aquella mala hora, que harto he purgado. Soy pobre; no tengo familia, ni patria, ni lengua, ni el Dios que me crió. Vivo entre enemigos, sin más capital que estos bueyes y que esos secanos, comprados a fuerza de diez años de sudores... Por consiguiente, haces muy mal en venir a decirme...-¡Espera! -respondióle muy alarmado Manos-gordas-. No me eches esas miradas de lobo, que vengo a hacerte un gran favor, y no a ofenderte por mero capricho. ¡A nadie he contado tu desgraciada historia! ¿Para qué? ¡Todo secreto puede ser un tesoro, y quien lo cuenta se queda sin él! Hay, empero, ocasiones en que se hacen cambios de secretos sumamente útiles. Por ejemplo: yo te voy a contar un importante secreto mío, que te servirá como de fianza del tuyo, y que nos obligará a ser amigos toda la vida...-Te oigo. Concluye... -respondió calmosamente el renegado.Aben-Carime leyóle entonces el pergamino árabe, que Juan Falgueira oyó sin pestañear y como enojado, visto lo cual por el moro, y a fin de acabar de atraerse su confianza, le reveló también que había robado aquel documento a un cristiano de Ceuta...El español se sonrió ligeramente al pensar en el mucho miedo que debía de tenerle el mercader de huevos y de gallinas cuando le contaba sin necesidad aquel robo, y, animado el pobre Manos-gordas con la sonrisa de ben Munuza, entró al fin en el fondo del asunto, hablando de la siguiente manera:-Supongo que te has hecho cargo de la importancia de este documento y de la razón por que te lo he leído. Yo no sé donde está la Torre de Zoraya, ni Aldeire, ni el Cenet: yo no sabría ir a España, ni caminar por ella; y, además, allí me matarían por no ser cristiano, o, cuando menos, me robarían el tesoro antes o después de descubierto. Por todas estas razones necesito que me acompañe un español fiel y leal, de cuya vida sea yo dueño y a quien pueda hacer ahorcar con media palabra; un español, en fin, como tú, Juan Falgueira, que, después de todo, nada

adelantaste con robar ni matar, pues trabajas aquí como un asno, cuando con los millones que voy a proporcionarte podrás irte a América, a Francia, a la India, y gozar, y triunfar, y subir tal vez hasta rey. ¿Qué te parece mi proyecto?-Que está bien hilado, como obra de un moro... -respondió ben-Munuza, de cuyas recias manos, cruzadas sobre la rabadilla, pendía, balanceándose, la barra de hierro a la manera de la cola de un tigre.Manos-gordas se sonrió ufanamente, creyendo aceptada su proposición.-Sin embargo... -añadió después el sombrío gallego-. Tú no has caído en una cuenta...-¿En cuál? -preguntó cómicamente ben-Carime, alzando mucho la cara y no mirando a parte alguna, como quien se dispone a oír sandeces y majaderías.¡Tú no has caído en que yo sería tonto de capirote si me marchase contigo a España a ponerte en posesión de medio tesoro, contando con que tú me pondrías a mí en posesión del otro medio! Lo digo porque no tendrías más que pronunciar media palabra el día que llegásemos a Aldeire y te creyeses libre de peligros, para zafarte de mi compañía y de darme la mitad de las halladas riquezas... ¡En verdad que no eres tan listo como te figuras, sino un pobre hombre, digno de lástima, que te has metido en un callejón sin salida al descubrirme las señas de ese gran tesoro y decirme al mismo tiempo que conoces mi historia, y que, si yo fuera contigo a España, serías dueño absoluto de mi vida!... Pues ¿para qué te necesito yo a ti? ¿Qué falta me hace tu ayuda para ir a apoderarme del tesoro entero? ¿Ni qué falta me haces en el mundo? ¿Quién eres tú, desde el momento en que me has leído ese pergamino, desde el momento en que puedo quitártelo?-¿Qué dices? -grito Manos-gordas, sintiendo de pronto circular por todos sus huesos el frío de la muerte.-No digo nada... ¡Toma! -respondió Juan Falgueira, asestando un terrible golpe con la barra del hierro sobre la cabeza de ben-Carime, el cual rodó en tierra, echando sangre por ojos, narices y boca, y sin poder articular palabra...El desgraciado estaba muerto.

- XII - Tres o cuatro semanas después de la muerte de Manos-gordas, el veintitantos de Febrero de 1821, nevaba si había que nevar en la villa de Aldeire y en toda la elegantísima sierra andaluza a que la propia nieve da vida y nombre.Era domingo de Carnaval, y la campana de la iglesia llamaba por cuarta vez a misa, con su voz delgada y pura como la de un niño, a los ateridos cristianos de aquella feligresía, demasiado próxima al cielo, los cuales no se resignaban fácilmente, en día tan crudo y desapacible, a dejar la cama o a separarse de los tizones, alegando acaso, como pretexto, que «los días de Carnestolendas no se debe rendir culto a Dios, sino al diablo».

Algo semejante decía por lo menos el tío Juan Gómez a su piadosa mujer, la señá Torcuata, defendiéndose, en el rincón del fuego, de los argumentos conque nuestra, amiga le rogaba que no bebiera más aguardiente, ni comiese más roscos, sino que la acompañase a misa, a fuer de buen cristiano, sin miedo alguno a las críticas del maestro de escuela y demás electores liberales; y muy enredada estaba la disputa, cuando cata aquí que entro en la cocina el tío Jenaro, mayoral de los pastores de su merced, y dijo quitándose el sombrero y rascándose la cabeza, todo de un solo golpe:-¡Buenos días nos dé Dios, señor Juan y señá Torcuata! Ya se harán ustedes cargo de que algo habrá sucedido por allá arriba para que yo baje por aquí con tan mal tiempo, no tocándome oír misa este domingo. ¿Como va de salud?-¡Vaya! ¡Vaya! ¡No espero más! -exclamó la mujer del Alcalde, cruzándose la mantilla con violencia-. ¡Estaría de Dios que hoy echases la misa en el puchero! ¡Ya tienes ahí conversación y copas para todo el día, sobre si las cabras están preñadas o sobre si los borregos han echado cuernos! ¡Te condenarás, Juan; te condenarás si no haces pronto las paces con la Iglesia, dejando la maldita alcaldía!Marchado que se hubo la señá Torcuata, el Alcalde alargó un rosco y una copa al mayoral, y le dijo:-¡Simplezas de mujeres, tío Jenaro! Arrímese usted a la lumbre y hable. ¿Qué ocurre por allá arriba?-¡Pues nada!; que ayer tarde el cabrero Francisco vio que un hombre, vestido a la malagueña, con pantalón largo y chaquetilla de lienzo, y liado en una manta de muestra, se había metido en el corral nuevo por la parte que todavía no tiene tapia, y rondaba la Torre del Moro, estudiándola y midiéndola como si fuese un maestro de obras. Preguntóle Francisco qué significaba aquello, y el forastero le interrogo a su vez quién era el dueño de la Torre, y como Francisco le dijese que nada menos que el Alcalde del pueblo, repuso que él hablaría a la noche con su merced y le explicaría sus planes. Llegó presto la noche, y el hombre hizo como que se marchaba, con lo que el cabrero se encerró en su choza, que, como sabe usted, dista poco de allí. Dos horas después de obscurecer enteramente notó el mismo Francisco que en la Torre sonaban ruidos muy raros y se veía luz, lo cual le llenó de tal miedo, que ni tan siquiera se atrevió a ir a mi choza a avisarme; cosa que hizo en cuanto fue de día, refiriéndome el lance de ayer tarde y advirtiéndome que los tales ruidos habían durado toda la noche. Como yo soy viejo, y he servido al Rey, y me asusto de pocas cosas, me plantifiqué en seguida en la Torre del Moro acompañado de Francisco, que iba temblando, y encontramos al forastero liado en su manta y durmiendo en un cuartucho del piso bajo, que tiene todavía su bóveda de hormigón. Desperté al sospechoso personaje, y le reconvine por haber pasado la noche en la casa ajena sin la voluntad de su dueño; a lo que me respondió que aquello no era casa, sino un montón de escombros, donde

bien podía haberse albergado un pobre caminante en noche de nieves, y que estaba dispuesto a presentarse a usted, y a explicarle quién era y todas sus operaciones y pensamientos. Le he hecho, pues, venir conmigo, y en la puerta del corral aguarda, acompañado del cabrero, a que usted le dé licencia para entrar...-¡Que entre! -respondió el tío Hormiga, levantándose muy alterado por habérsele ocurrido, desde las primeras palabras del mayoral, que todo aquello tenía bastante que ver con el célebre tesoro, a cuyo hallazgo por sus solos esfuerzos había renunciado su merced hacía una semana, después de arrancar antes inútilmente muchas y muy pesadas piedras de sillería.

- XIII - Tenemos ya cara a cara y solos al tío Juan Gómez y al forastero.-¿Como se llama usted? -interrogó el primero al segundo con todo el imperio de un Alcalde de monterilla y sin invitarle a que se sentara.-Llámome Jaime Olot -respondió el hombre misterioso.-¡Su habla de usted no me parece de esta tierra... ¿Es usted inglés?-Soy catalán.-¡Hombre! ¡Catalán!... Me parece bien. Y... ¿qué le trae a usted por aquí? Sobre todo, ¿qué diablos de medidas tomaba usted ayer en mi Torre?-Le diré a usted. Yo soy minero de oficio, y he venido a buscar trabajo a esta tierra, famosa por sus minas de cobre y plata. Ayer tarde, al pasar por la Torre del Moro, vi que con las piedras de ella extraídas estaban construyendo una tapia, que aun sería necesario derribar o arrancar otras muchas para terminar el cercado... Yo me pinto solo en esto de demoler, ya sea dando barrenos, ya por medio de mis propios puños, pues tengo más fuerza que un buey, y ocurrióseme la idea de tomar a mi cargo, por contrata, la total destrucción de la Torre y el arranque de sus cimientos, suponiendo que llegase a entenderme con el propietario.El tío Hormiga guiñó sus ojillos grises, y respondió con mucha sorna:-Pues, señor, no me conviene la contrata.-Es que haré todo ese trabajo por muy poco precio, casi de balde...-¡Ahora me conviene mucho menos!El llamado Jaime Olot paró mientes en la soflama del tío Juan Gómez, y miróle a fondo como para adivinar el sentido de aquella rara contestación; pero, no logrando leer nada en la fisonomía zorruna de su merced, parecióle oportuno añadir con fingida naturalidad:-Tampoco dejaría de agradarme recomponer parte de aquel antiguo edificio y vivir en él cultivando el terreno que destina usted a corral de ganado. ¡Le compro a usted, pues, la Torre del Moro y el secano que la circunda!-No me conviene vender -respondió el tío Hormiga.-¡Es que le pagaré a usted el doble de lo que aquello valga! -observó enfáticamente el que se decía catalán.

-¡Por esta razón me conviene menos! -replicó el andaluz con tan insultante socarronería, que su interlocutor dio un paso atrás como quien conoce que pisa terreno falso.Reflexionó, pues, un momento, pasado el cual alzó la cabeza con entera resolución, echó los brazos a la espalda y dijo, riéndose cínicamente:-¡Luego sabe usted que en aquel terreno hay un tesoro!El tío juan Gómez se agachó, sentado como estaba; y, mirando al catalán de abajo arriba, exclamó donosísimamente:-¡Lo que me choca es que lo sepa usted!-¡Pues mucho más le chocaría si le dijese que soy yo el único que lo sabe de cierto!-¿Es decir que conoce usted el punto fijo en que se halla sepultado el tesoro?-Conozco el punto fijo, y no tardaría veinticuatro horas en desenterrar tanta riqueza como allí duerme a la sombra...-Según eso, ¿tiene usted cierto documento?...-Sí, señor: tengo un pergamino del tiempo de los moros, de media vara en cuadro en que todo esto se explica...-Dígame usted, ¿y ese pergamino?...-No lo llevo sobre mi persona, ni hay para qué, supuesto que me lo sé de memoria al pie de la letra en español y en árabe... ¡Oh! ¡No soy yo tan bobo que me entregue nunca con armas y bagajes! Así es que antes de presentarme en estas tierras escondí el pergamino... donde nadie más que yo podrá dar con él.-¡Pues entonces no hay más que hablar! Señor Jaime Olot, entendámonos como dos buenos amigos... -exclamó el Alcalde, echando al forastero una copa de aguardiente.-¡Entendámonos! -repitió el forastero, sentándose sin más permiso y bebiéndose la copa en toda regla.-Dígame usted -continuó el tío Hormiga- y dígamelo sin mentir, para que yo me acostumbre a creer en su formalidad...-Vaya usted preguntando, que yo me callaré cuando me convenga ocultar alguna cosa.-¿Viene usted de Madrid?-No, señor. Hace veinticinco años que estuve en la corte por primera y última vez.-¿Viene usted de Tierra Santa?-No, señor. No me da por ahí.-¿Conoce usted a un abogado de Ugíjar llamado D. Matías de Quesada?-No, señor; yo detesto a los abogados y a toda la gente de pluma.-Pues, entonces, ¿como ha llegado a poder de usted ese pergamino? Jaime Olot guardo silencio.-¡Eso me gusta! ¡Veo que no quiere usted mentir! -exclamó el Alcalde-. Pero también es cierto que D. Matías de Quesada me engañó como a un chino, robándome dos onzas de oro, y vendiendo luego aquel

documento a alguna persona de Melilla o de Ceuta... ¡Por cierto que, aunque usted no es moro, tiene facha de haber estado por allá!-¡No se fatigue usted ni pierda el tiempo! Yo le sacaré a usted de dudas. Ese abogado debió de enviar el manuscrito a un español de Ceuta, al cual se lo robó hace tres semanas el moro que me lo ha traspasado a mí...-¡Toma! ¡Ya caigo! Se lo enviaría a un sobrino que tiene de músico en aquella catedral..., a un tal Bonifacio de Tudela...-Puede ser-¡Pícaro D. Matías! ¡Estafar de ese modo a su compadre! ¡Pero véase como la casualidad ha vuelto a traer el pergamino a mis manos!...-Dirá usted a las mías... -observó el forastero.-¡A las nuestras! -replicó el Alcalde, echando más aguardiente-. Pues, señor, ¡somos millonarios! Partiremos el tesoro mitad por mitad, dado que ni usted puede excavar en aquel terreno sin mi licencia, ni yo puedo hallar el tesoro sin auxilio del pergamino que ha llegado a ser de usted; es decir, que la suerte nos ha hecho hermanos. ¡Desde hoy vivirá usted en mi casa! ¡Vaya otra copa! Y, en seguidita que almorcemos, daremos principio a las excavaciones...Por aquí iba la conferencia cuando la señá Torcuata volvió de misa. Su marido le refirió todo lo que pasaba y le hizo la presentación del señor Jaime Olot. La buena mujer oyó con tanto miedo como alegría la noticia de que el tesoro estaba a punto de parecer; santiguóse repetidas veces al enterarse de la traición y vileza de su compadre D. Matías de Quesada, y miró con susto al forastero, cuya fisonomía le hizo presentir grandes infortunios.Sabedora, en fin, de que tenía que dar de almorzar a aquel hombre, entró en la despensa a sacar de lo más precioso y reservado que contenía, o sea lomo en adobo y longaniza de la reciente matanza, no sin decirse mientras destapaba las respectivas orzas:-¡Tiempo es de que parezca el tesoro; pues, entre si parece o no parece, nos lleva de coste los treinta y dos duros de la famosa jícara de chocolate, la antigua amistad del compadre D. Matías, estas hermosas tajadas, que tan ricas habrían estado con pimientos y tomates en el mes de Agosto, y el tener de huésped a un forastero de tan mala cara! ¡Malditos sean los tesoros, y las minas, y los diablos, y todo lo que está debajo de tierra, menos el agua y los fieles difuntos!

- XIV - Pensando estaba así la señá Torcuata, y ya se dirigía a las hornillas con una sartén en cada mano, cuando se oyeron sonar en la calle gritos y silbidos de viejas y chicuelos, y voces de gentes más formal, que decía:-¡Señor Alcalde, abra usted la puerta! ¡La justicia de la ciudad está entrando en el pueblo con mucha tropa!Jaime Olot se puso más amarillo que la cera al oír aquellas palabras, y dijo, cruzando las manos:

-¡Escóndame usted, señor Alcalde! ¡De lo contrario, no tendremos tesoro! ¡La justicia viene en mi busca!-¿En busca de usted? ¿Por qué razón? ¿Es usted algún criminal?-¡Bien lo decía yo! -gritó la tía Torcuata-. ¡De esa cara triste no podía venir nada bueno ¡Todo eso es cosa de Lucifer!-¡Pronto! ¡Pronto! -añadió el forastero-. ¡Sáqueme usted por la puerta del corral!-¡Bien! Pero déme usted antes las señas del tesoro... -expuso el tío Hormiga.-Señor Alcalde... -seguían diciendo los que llamaban a la puerta-, ¡abra usted! ¡El pueblo está cercado! ¡Parece que buscan a ese hombre que habla con usted hace una hora!...-¡Abrid al Juzgado de primera instancia! -gritó por último una voz imperiosa, acompañada de fuertes golpes dados a la puerta.-¡No hay remedio! -dijo el Alcalde, yendo a abrir, mientras que el forastero se encaminaba por la otra puerta en busca del corral.Pero el mayoral y el cabrero, advertidos de todo, le cerraron el paso, y entre ellos y los soldados, que ya penetraban también por aquella puerta, le cogieron y ataron sin contratiempo alguno, aunque aquel diablo de hombre desplegó en la lucha las fuerzas y la agilidad de un tigre.El alguacil del Juzgado, a cuyas órdenes iban un escribano y veinte soldados de infantería, contaba entre tanto al despavorido Alcalde las causas y fundamentos de aquella prisión tan aparatosa.-Ese hombre -decía- con quien usted estaba encerrado... no sé por qué, hablando de no sé qué asunto, es el célebre gallego Juan Falgueira, que degolló y robó, hace quince años, a unos señores de quienes era mulero, en cierta casería de la vega de Granada, y que se escapó de la capilla la víspera de la ejecución, vestido con el hábito del fraile que le auxiliaba, a quien dejó allí medio estrangulado. El mismísimo Rey (q. D. g.) recibió hace quince días una carta de Ceuta, firmada por un moro llamado Manos-gordas, en que le decía que Juan Falgueira, después de haber residido largo tiempo en Orán y otros puntos de África, iba a embarcarse para España, y que sería fácil echarle mano en Aldeire del Cenet, donde pensaba comprar una torre de moros y dedicarse a la minería... Al propio tiempo, el Cónsul español en Tetuán escribía a nuestro Gobierno participándole que una mora llamada Zama se le había presentado quejándose de que el renegado español ben-Munuza, antes Juan Falgueira, acababa de embarcarse para España después de asesinar al moro Manos-gordas, marido de la querellante, y de haberle robado cierto precioso pergamino... Por todo ello y muy principalmente por el atentado, contra el fraile en la capilla, S. M. el Rey ha recomendado con particular encarecimiento a la Chancillería de Granada la captura del tal facineroso y su inmediata ejecución en aquella misma capital.Imagínese el que leyere el espanto y asombro de todos los que oyeron esta relación, así como la angustia del tío Hormiga, a quien no podía

caber ya duda de que el pergamino estaba en poder de aquel hombre ¡sentenciado a muerte!Atrevióse, pues, el codicioso Alcalde, aun a riesgo de comprometerse más de lo que ya estaba, a llamar a un lado a Juan Falgueira y a hablarle al oído, bien que anunciando antes al concurso que iba a ver si lograba que confesase a Dios y a los hombres sus delitos. Pero lo que hablaron en realidad ambos socios fue lo siguiente:-¡Compadre! -dijo el tío Hormiga-, ni la Caridad lo salva a usted! Pero ya conoce que será lástima que ese pergamino se pierda... ¡Dígame dónde lo ha escondido!-¡Compadre! -respondió el gallego-. Con ese pergamino, o sea con el tesoro que representa, pienso yo negociar mi indulto. Proporcióneme usted la Real gracia, y le entregaré el documento; pero, por lo pronto, se lo ofreceré a los jueces para que declaren que mi crimen ha prescrito en estos quince años de expatriación...-¡Compadre! -replicó el tío Hormiga-, es usted un sabio, y celebraré que le salgan bien todos sus planes. Pero, si fracasan, ¡por Dios le pido que no se lleve a la tumba un secreto que no aprovechará a nadie!-¡Vaya si me lo llevaré! -contestó Juan Falgueira-. ¡De algún modo me he de vengar del mundo!-¡Vamos andando! -gritó en esto el alguacil, poniendo término a aquella curiosa conferencia.Y, cargado que fue de grillos y esposas el condenado a muerte, salieron con él los curiales y los soldados en dirección a la ciudad de Guadix, de donde habían de conducirlo a la de Granada.-¡El demonio! ¡El demonio! -seguía diciendo la mujer del tío Juan Gómez una hora después, al colocar de nuevo el lomo y la longaniza en sus respectivas orzas-. ¡Malditos sean todos los tesoros habidos y por haber!

- XV - Excusado es decir que ni el tío Hormiga halló medio de negociar el indulto de Juan Falgueira, ni los jueces se rebajaron a oír seriamente los ofrecimientos que éste les hizo de un tesoro por que sobreseyesen su causa, ni el terrible gallego accedió a revelar el paradero del pergamino ni el sitio del tesoro al impertérrito Alcalde de Aldeire, quien, con tal pretensión, tuvo todavía estómago para ir a visitarlo a la capilla en la Cárcel Alta de Granada.Ahorcaron, pues, a Juan Falgueira el Viernes de Dolores en el Paseo del Triunfo, y regresado que hubo a Aldeire el tío Hormiga el Domingo de Ramos, cayó enfermo con calentura tifoidea, agravándose de tal modo en pocos días, que el Miércoles Santo se confesó e hizo testamento, y expiró el Sábado de Gloria por la mañana.Pero antes de morir mandó poner una carta a D. Matías de Quesada, reconviniéndole por su traición y latrocinio (que había dado lugar a que tres hombres perdiesen la vida) y perdonándole cristianamente, a condición de que devolviese a la señá. Torcuata los treinta y dos duros de la jícara de chocolate.

Llegó está formidable carta a Ujígar al mismo tiempo que la noticia de la muerte del tío Juan Gómez; todo lo cual afectó por tal extremo al viejo abogado, que no volvió a echar más luz, y murió de allí a poco, no sin escribir a última hora una terrible epístola, llena de insultos y maldiciones, a su sobrino el maestro de la capilla de la Catedral de Ceuta, acusándole de haberle engañado y robado y de ser causa de su muerte.De la lectura de tan justificada y tremenda acusación dicen que originó la apoplejía fulminante que llevó al sepulcro a D. Bonifacio.Por manera que solamente los barruntos de la existencia de un tesoro fueron causa de cinco muertes y de otras desventuras, quedando a la postre las cosas tan ignoradas y ocultas como estaban al principio, puesto que la señá Torcuata, única persona que ya sabía en el mundo la historia del fatal pergamino, guardóse muy bien de volver a mentarlo en toda su vida, por juzgar que todo aquello había sido obra del diablo y consecuencia necesaria del trato de su marido con los enemigos del Altar y del Trono.Preguntará el lector: ¿cómo es que nosotros, sabedores de que el tesoro está allí escondido, no hemos ido a desenterrarlo y apoderarnos de él? Y a esto le responderemos que la curiosísima historia del hallazgo y empleo de aquellas riquezas, con posterioridad a la muerte de la señá Torcuata, nos es también perfectamente conocida, y que tal vez la refiramos, andando el tiempo, si llega a nuestra noticia que el público tiene interés en leerla.

EL AÑO EN SPITZBERGDE PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN

- I - Estoy viendo desaparecer hacia el Mediodía el buque ballenero que me deja abandonado en esta isla desierta, sobre la arena de una playa sin nombre.¡Heme aquí solo; solo en un ámbito de mil leguas!

Yo amaba a una mujer... El demonio de los celos me mordió el corazón, y he matado a mi rival en desafío... ¡Era un príncipe!Y el Gobierno ruso me ha condenado a pasar aquí un año...; es decir, me ha condenado a muerte.¡Ah! ¿Por qué no me entregó al hacha del verdugo? ¿Por qué hacerme expirar de frío, de hambre, de tristeza, de desesperación, o disputando mi cuerpo al terrible oso blanco, si mi delito no era más que uno?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .¡Spitzberg!... ¡Estoy en el terrible archipiélago que ninguna raza ha podido habitar!¡Me hallo a los 77 grados latitud Norte, a doscientas sesenta leguas del Polo!Creo haber oído decir a mis asesinos que esta isla es la del Nordeste, la más meridional del horroroso grupo, la más templada de todas... ¡Cruel compasión... que prolongará algunas horas mi agonía!Ignoro en cuál de estos témpanos de hielo eterno tiene la Rusia una colonia para la peletería y la pesca de la ballena; pero lo que sí sé es que los colonos emigrarían a la Laponia a fines de Agosto, hace dos meses, y no volverán hasta la primavera... ¡dentro de doscientos cuarenta días!¡Estoy, pues, solo, sin hogar, sin amparo, sin víveres, sin consuelos!¡Morir! He aquí mi inevitable y próxima suerte.Hoy es 17 de Octubre... El frío avanza por el Norte... Dentro de pocos días me helaré, sin remedio.Entre tanto me alimentaré con la caza. ¡Siquiera esos crueles me han dejado una escopeta... «por si quería suicidarme de este modo». Mataré rengíferos, chuparé hielo y me procuraré un abrigo entre esas rocas. El inglés Parry habitó cabañas de nieve en el Norte de América a los 73 grados. ¡Ah! Sí...; ¡pero yo estoy cuatro grados más cerca del Polo, y no tengo fuego para calentarme!¡Morir! ¡Morir! ¡He aquí mi infalible destino!

- II - Han transcurrido seis días.Una ráfaga de esperanza brilla ante mis ojos...Me he procurado fuego como Robinsón, rozando dos pedazos de cedro.Ayer encontré en el centro de inmensa roca una profunda cavidad muy reservada del frío.Todos los días mato cinco o seis rengíferos, los despedazo y conservo la carne entre los témpanos de hielo.Así se conservará incorrupta hasta el año que viene.También hago provisión de combustibles. No tengo hacha; pero el frío me sirve de leñador. Todas las noches crujen algunos árboles y saltan hechos astillas por el rigor de la helada, y yo traslado a mi gruta cada mañana miles de estos fragmentos, que alimentarán mi hogar hasta que muera.

Voy, pues, a entablar una insensata lucha con el invierno. ¡Porque deseo vivir y volver al lado de los hombres! ¡Porque la soledad me ha vuelto cobarde!... ¡Porque adoro la vida!...

- III - El frío es ya irresistible...Ha llegado el momento de encerrarme en las entrañas de esa peña; de incrustarme en su centro como un marisco en su concha.Antes de sepultarme en la que acaso será efectivamente mi tumba; antes de vestirme esa mortaja de piedra, quiero despedirme del mundo, de la Naturaleza, de la luz, de la vida...Camina el sol tan poco elevado en el horizonte, que desde que sale hasta que se pone no hace más que recorrer su ocaso como luminoso fantasma que da vueltas alrededor de su sepulcro.Sus rayos, pálidos y horizontales, reverberan tristemente sobre el mar.Las aguas empiezan a rizarse... Pronto quedarán encadenadas por el hielo.La bóveda celeste ostenta un azul cárdeno y sombrío, que la hace aparecer como más distante de la Tierra.El soplo del aquilón quema y marchita las tristes flores que osaron desplegar aquí sus encantos, y ata con lazos de cristal el curso de los torrentes... ¡Helos ya mudos, inmóviles, petrificados en sus enérgicas actitudes, como trágicos héroes esculpidos en mármol!...Reina un silencio sepulcral, un silencio absoluto. No se oye ni canto de ave, ni rumor de corriente, ni suspiro de brisa, ni columpio de planta...¡Ni movimiento ni ruido!... ¡Nada! ¡El mutismo del no ser, he aquí todo! La eternidad y lo infinito deben de parecerse a estas monótonas soledades, a estos páramos de inacción y muerte.El calor de mi sangre, los latidos de mi corazón, el soplo de mi aliento, el eco de mis pasos, son los únicos síntomas de vida que ofrece la Naturaleza. Me creo, pues, solo en un mundo cadáver, en una planeta posterior a su Apocalipsis; en la Tierra misma pasado el juicio final.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Hoy tiene el día diez y seis minutos.Mañana no saldrá el sol.Mañana me ocultaré yo por seis meses; él por tres.¡Oh, sol! ¿Volveremos a vernos?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .¡Qué frío tan espantoso!...La humedad del aire se convierte en agujas de hielo que punzan mi semblante.Mi aliento me rodea de una especie de niebla que no puede elevarse a la condensada atmósfera.El humo de mi escopeta se dilata también horizontalmente.Ayer toqué el gatillo sin mis gruesos guantes, y mis dedos quedaron tan fuertemente unidos al acero, que, para separarlos, hube de dejarme allí la piel.

La sábana blanca que se extiende indefinidamente alrededor de mí y las irradiaciones de la luz en ella hanme producido en la vista una terrible inflamación...Pronto vendrá el escorbuto...¡Oh! ¡Qué espantosa es esta lucha de mi vida con la muerte de todo lo creado!

- IV - En efecto, ayer apareció el sol; no por el Oriente, sino por el Sur. Trazó en lontananza un ligero semicírculo, y se hundió al cabo de un cuarto de hora.Hoy es el 7 de Noviembre, el tremendo día del Spitzberg, el último en que ve el sol...Son las once y media de la mañana.Hace tres horas que un esplendoroso crepúsculo luce en el remotísimo confín de los cielos.Mas el sol no aparece...¡Ah!... ¡Sí!... ¡Helo pálido y entristecido, pugnando por asomar su frente!...Pero el disco no se eleva...El limbo solamente pasa rozando por el límite del cielo y de las olas...¡Un momento más, y ha desaparecido!¡Adiós para siempre, padre de la luz, corona de los cielos, alma del mundo!¡Adiós, mi último amigo! ¡Adiós, y vuelve!

- V - ¿Cuánto tiempo ha transcurrido?No lo sé.Mi reloj anduvo una semana, el frío lo paró después, o, mejor dicho, lo mató.El frío lo mata todo.Ignoro, pues, qué día es hoy.Pero ¿qué significa la palabra hoy?El hoy no existe para mí.Mi vida carece de horas.Lo pasado, lo presente y el porvenir forman horrible grupo en mi imaginación.Un momento continuo, tal es el tiempo dentro de este sepulcro.Si los muertos pensaran en el panteón, padecerían lo que yo padezco.Los siglos caminan más de prisa que aquí los instantes.Un invierno en Spitzberg da una idea de la eternidad en el infierno.¡Y qué abismo sin fondo de mi tenaz meditación!Mis ideas, indefinidamente desbordadas, explayadas, extendidas por el páramo de mi no ser, concluirán por escapárseme..., y no me volveré loco.Vivo náufrago y sin tabla en un océano de negaciones. Paréceme un sueño la idea deque existe el mundo. Dudo hasta de mi propia

existencia. Mi desesperación es más cruel que la de los ateos, ellos niegan el porvenir; yo niego lo presente. Yo no he perdido la esperanza, sino la realidad.

- VI - ¡Qué lejos estoy de los hombres! ¡Qué olvidado sobre la tierra!Hacia cualquier parte que dirijo el pensamiento, disto de la humanidad centenares de leguas.Mil quinientas millas al Occidente se halla la Groenlandia, continente de hielo que enlaza dos mundos...Al Norte... ¡no hay más que el Polo!El Océano Atlántico se dilata por el Sur...Allá está el continente europeo, con su perdurable primavera... Luego, el África, ¡la patria del sol... Después, las zonas antárticas, gozando ahora de los favores del estío...Al Oriente, a dos mil cuatrocientas millas de este archipiélago, sólo se halla la Nueva Zembla.¡Oh! ¡Qué pesadilla descorrió en mente humana ilusión tan negra como la realidad de mi desventura!

- VII - El upas, árbol venenoso de la Oceanía, no deja brotar ni una planta en el ámbito que cobija su ramaje.Donde el caballo de Atila sentaba el pie no volvía a nacer la hierba.El envidioso no ve más que la sombra del bien ajeno.El egoísta está siempre asfixiado por falta de otro mundo que absorber...El escéptico vive negativamente.¿Y yo? ¿Qué soy? ¿Qué hago? ¿Cómo vivo?

- VIII - ¡Cuántos brillantes salones se abrirán en este momento a una multitud alegre y bulliciosa!El baile..., el amor..., la música...¡Condenación para mí!Allá imagino un perfumado gabinete, una chispeante chimenea, alfombras, butacas, pieles, café, ron, tabaco...; una plática tierna, descanso del placer, incentivo de más placeres...; una alcoba tibiamente alumbrada, un lecho mullido y el sueño de la felicidad... -¡Ay, mi Alejandra!Pero no... Estoy en San Petersburgo. Es una tarde de Mayo. Tomamos el sol en embalsamados jardines. La gente ríe, habla acá y allá, me saluda... -¡Alejandra! ¡Alejandra mía!¡Tampoco!¡Ah, qué perdurable noche!...¿Cuándo llegará mañana?

- IX - Nuevas eternidades han rodado sobre mi cabeza.Duermo mucho.¿En qué hora, en qué día, en qué mes me encuentro?

¿Ha pasado ya un año, o una semana solamente?¿Abulto yo el tiempo con la imaginación o no lo siento pasar y lo achico?¿De qué pecan mis cálculos? ¿de exagerados o de cobardes?¡Oh! ¿Qué es este tiempo sin medida, pro indiviso, sin cronómetro, sin día ni noche, sin sol, luna ni estrellas? ¡Es el caos; es la nada con un solo ser, como mi pobre espíritu, abismada en el eterno vacío!Me he puesto a veces las manos sobre el corazón; he sumado luego los latidos que he contado en distintas ocasiones, y ha pasado de un millón la suma total!¡Un millón de latidos!... ¡Un millón de segundos! ¡Once dias y medio!¡Y luego se deslizan los años de nuestra ventura como pájaros por el aire, sin dejar rastro en la memoria!¡Cuántas veces me vió el crepúsculo de la tarde al lado de mi adorada, y llegó la noche, y pasó, y rayó el día..., y toda esta cantidad de tiempo no fue otra cosa que una larga mirada!¡Oh! ¡Cuántas inmensidades contiene un minuto de dolor!Y ¡cuán pasajera es una inmensidad de dicha!

- X - Las rocas crujen sobre mi cabeza.Parece que la isla va a partirse en mil pedazos.Este debe de ser el vendaval del equinoccio...Es decir, que Marzo habrá mediado ya y que el sol lucirá en el horizonte...¡Voy a salir! ¡Quiero ver el cielo! ¡Quiero ver el sol!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Pero ¿qué oigo?Los osos blancos rugen terriblemente... ¡Mejor! ¡Lucharemos!...¡También yo tengo hambre de sangre caliente, de carne que palpite entre mis uñas!Cojo la escopeta; rompo el hielo que obstruye la entrada de esta gruta, y salgo...¡Extraña debe de ser mi aparición entre las nieves! ¡Pareceré una fiera que deja su cubil, un monstruo que sale del infierno, Lázaro que se levanta de la tumba!

- XI - ¡Me he engañado miserablemente!Creía hallarme en la primavera; esperaba ver el sol; contaba con que habrían transcurrido cuatro o cinco meses... ¡y me hallo con el invierno, y es de noche, y estamos en Enero, a juzgar por la disposición de las estrellas!...¡Aun no ha mediado mi sufrimiento, cuando yo no podía sufrir ya más!... ¿Qué va a ser de mí?He allí la luna en el cenit obscuro del firmamento...Parece una blanca paloma venida de otros horizontes a visitar un mundo olvidado por el Criador...¡Doloroso espectáculo!

Por dondequiera que miro, veo sólo un interminable páramo, una soledad sin límites...El mar helado, y cubierto además de nieve, no se diferencia de la tierra.Los elementos se confunden aquí como las horas de mi ocio.Todo ha mudado de sitio, de forma, de color.El valle está repleto de nieve y nivelado con el monte.El árbol se asemeja a una campana de cristal.La superficie del Océano no es lisa, fantásticas breñas de hielo la cubren.Y todo está mudo, blanco, frío, inmóvil.¡Qué monotonía tan desesperadora!El cielo aparece negro al lado de la reverberante claridad de la luna y de la nieve.Las estrellas se ven tan lejos y tan atenuadas, que parecen pertenecer a otros mundos.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Mas ¿por qué se extiende de pronto una obscuridad densísima?¿Por qué las estrellas fulguran en la sombra con un brillo desusado?¿Qué es esto?Desbórdase de la luna un océano de claridad; la blanca sábana que envuelve la creación refleja una luz intensa; la lontananza del horizonte se rasga y se prolonga...En seguida las tinieblas se tornaron espesísimas.¿Qué misterio se obra en la Naturaleza? - ¡Oh! ¡La aurora boreal!El Septentrión se inflama con mil luces y colores; una llamarada de oro y fuego inunda el espacio ilimitado; las soledades se incendian; los monolitos de hielo brillan con todos los matices del arco iris. Cada carámbano es una columna de topacio; cada estalagmita, una lluvia de zafiros. Rásgase la penumbra, y descúbrense océanos de claridad... ¡Allá adivino el Polo alumbrado intensamente, erial solitario que ningún pie humano llegará a hollar nunca! Y en aquella región de continuo espanto creo divisar el eje misterioso de la Tierra...Único espectador de este sublime drama, caigo instintivamente de rodillas...¡He aquí los confines del Globo trocados en esplendoroso templo, en una capella ardente, en un sagrario de purísimo oro derretido!Dominando tan vasta iluminación álzanse columnas de llama aérea, arcos de divina lumbre, bóvedas de flámulas desatadas... Así se conciben la cuna del rayo, el manantial de la luz, el lecho del sol en la fulgente tarde...¡Cuánta vida, cuánto ardor, cuánta belleza en el universo! ¡Qué lujo de fuego y de colores después de tanto tiempo en que mis ojos sólo vieron la atonía del color y de la existencia!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Pronto se concentran en un punto tantos ríos de ebulliciente claridad, y fórmanse mil soles de fuegos fatuos, que se apagan sucesivamente,

como la iluminación de terminada fiesta. Los prismas se decoloran, la escarlata amarillea, la púrpura toma un tinte violado...¡Otra vez desolación y tinieblas!El meteoro ha desaparecido.

- XII - Heme de nuevo en mi sepulcro.El ocio y el frío combaten otra vez mi cuerpo y mi alma.¡El ocio! Acurrucado frente a la hoguera paso unas horas sin medida...Mis ojos se nutren de la llama, mi corazón respira olas de fuego. Sin este fuego no fluiría mi sangre... El ocio y el frío son una misma cosa.Y pasa el tiempo...Ya pienso en nimiedades, en frívolas relaciones de un átomo de ceniza con un átomo de lumbre, ya se desentumecen mis ideas, y recorro el mundo de una ojeada.Mi niñez y mis amores; toda la historia de mi vida pasa ante mi imaginación...Cuando salga de aquí, si lo consigo, habré nacido de nuevo.El frío y el ocio han cristalizado otro ser con los despojos de mi ser pasado.¡Cuánto profundo y asolador pensamiento, cuánta negativa ciencia adivinada sacaré de esta prisión!La soledad me ha engrandecido de un modo horrible, espantoso...He visto el mundo y la sociedad tan a lo lejos, en tan graduada perspectiva, que he adquirido el conocimiento exacto de todas las cosas.¡Cuánta pequeñez he dejado de apreciar!... ¡Pequeñeces que allá juzgaba de alta trascendencia!¡Oh! ¡Si vuelvo al mundo viviré soberanamente, sin que el velo de la preocupación me oculte la felicidad, sin que la costumbre me aprisione entre sus redes! ¡Qué invulnerable me hizo la desesperación!Entre mi corazón y el mundo no hay ya ningún lazo, el hielo nos separó para siempre.¡Yo soy yo! Todos los hombres son una unidad, y yo soy otra.¡Yo soy, pues, un mundo! ¡Un mundo rival de aquél!¡Yo lo aplastaré mañana bajo mi egoísmo, como el me arrojó ayer de su seno!Yo era humilde, yo quería mi puesto en aquella familia de hermanos; yo abdicaba mi individualidad por conseguir solidaridad en un poco de amor... Hoy me han endurecido mi pensamiento y su crueldad. ¡Guerra a muerte!¡Me basto contra todos!¡Tengo frío en el alma como en el cuerpo!

- XIII - Después de otra eternidad de inacción, que así puede haber sido un día como un año (pues no tengo conciencia de mi propia vida), abandono de nuevo esta caverna.El frío material es insoportable...

¡Oh!..., ¡qué duda tan espantosa llevo en el cerebro!...¡Acabo de pensar que acaso habrá transcurrido ya el verano; que bien puedo encontrarme con nuevas nieves; que quizás ha empezado otra noche de dos mil doscientas horas!...¡Ah!... Este pensamiento me hiela el corazón y el alma.He salido de la gruta.¡Aun es de noche!¡Tremendo problema!... ¿Qué noche es esta que estoy mirando?¿Es que no ha concluido el invierno de mi condena?¿Es que ha empezado otro?¿En qué año me encuentro?

- XIV - ¡Oh ventura! ¡El horizonte se tiñe de color de rosa hacia el Mediodía!Dijérase que la aurora boreal brilla en el punto opuesto de la bóveda celeste...Pero no es la fatua aurora boreal... ¡Es al verdadera aurora, la aurora del día!...El aliento del ecuador enrojece las brumas del Océano...Los hielos sonríen por todas partes al recibir las caricias de la primera alborada...Las estrellas se borran en el cárdeno firmamento...La luna se oculta por el Septentrión...¡Está amaneciendo!¡Salve, primera luz del alba!¡Salve, rayo perdido del astro deseado, que vienes a alegrar estos desiertos!¡Salve, cabello luminoso, desprendido de la dorada frente del sol!¡Ya es de día!Así despertaría el mundo el día de la creación.Así saldría la creación de las tinieblas del caos.Así renacería la especie humana cuando volvió la paloma al arca de Noé con el ramo de oliva.En cuanto a mí, hoy despierto de la nada del no ser, de esa negación sin nombre en que he vivido tantos meses.Hoy sacuden mis sentidos su letargo, y la luz turba la monotonía de la noche y de la nieve.Hoy renazco a la vida, y ese rayo matinal que colora el Oriente viene a ser el iris que me presagia mejores días.Hoy, en fin, se reanuda mi dulce consorcio con la esperanza de vivir.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Una hora ha durado la alborada.Hubo un momento en que me pareció que el sol iba a salir.La cerrazón de niebla que entolda el horizonte amenazaba romperse...Todo ha desaparecido.

He contemplado, pues, sin intervalo alguno el crepúsculo de la mañana y el de la tarde. ¡Espectáculo grandioso! Mi corazón rebosa de entusiasmo y de alegría.Hoy debe ser el 4 de Febrero.

- XV - Día 5.Los resplandores del sol han durado hora y media.La cúspide de una montaña elevadísima ha reflejado por un momento los rayos del sol.¡Yo lo veré mañana!

- XVI - ¡El sol! ¡El sol!¡Al fin has brillado ante mis ojos, astro divino, manantial de luz, foco de la vida!¡Cómo me alegra el alma esta corta visita que hoy haces al Spitzberg!¡Bendito seas mil veces, rey de la Naturaleza, coronado de rayos y vestido de oro, que te anuncias al mundo con la risueña aurora y te despides con el melancólico suspiro de la tarde!¿Qué son las estrellas sino tu brillante séquito, tu numerosa corte, que tarda una noche entera en desfilar por los cielos?

- XVII - Han transcurrido tres meses más, abreviados por la esperanza.¡La primavera! La diosa de los perfumes y de la armonía sonríe ya en el cielo, en la tierra, en el mar y en el ambiente.Todo vive; todo se agita; todo se alegra.El sol acaba de ocultarse por el Norte, ¡dentro de una hora volverá a salir!Pasado mañana, que deberá ser el 5 de Mayo, empezará el día de tres meses, durante el cual vendrá algún buque groenlandero a este archipiélago, y me volverá al mundo habitado por los hombres.En este instante iluminan la tierra cinco distintos resplandores, el crepúsculo de la tarde, la claridad del amanecer, un perdido destello de la agonizante aurora boreal, el moribundo resplandor que desde el Sur envía la menguada luna, y la vacilante luz de las remotísimas estrellas.El blinc, o sea la refracción de la nieve, mezcla su fulgor a tantos fulgores, dando a la Naturaleza cierto vislumbre fantástico.

- XVIII - He aquí a la Creación revestida de todos los encantos que se atreve a desplegar en esta latitud.El mar ha roto sus cadenas de hielo y mece en lontananza sus verdes olas.El viento ha recobrado su elasticidad... ¡Siquiera el ruido es ya una distracción en esta ociosidad perdurable!Óyense hacia el Norte estruendos misteriosos...Es que se hunden los alcázares de cristal que edificó la mano del invierno.

Incesantemente se deslizan por el Océano, ¡viniendo del Polo, mil flotantes islas, que pasan ante mis ojos como fantasmas, hijos del espanto de estas regiones, o como ambulante cordillera!...Son témpanos de hielo que desharán mañana las brisas del Círculo polar.Esto sucede en el Océano. En la tierra todo sonríe, murmura, canta y se desenvuelve.Las campiñas se cubren de cierta verdura, algunos vegetales cuelgan por los laderos de las montañas, y hasta en la nieve brotan amarillos fresales.Mil cascadas y torrentes, formados por el deshielo, corren, saltan y se derrumban con alegre estrépito, comunicando al aire estremecido placidísimos rumores.Las adormideras blancas y las doradas siemprevivas inclinan sus lánguidas cabezas sobre la espuma de las aguas como náyades voluptuosas.Los cedros seculares y los desgajados abetos se cubren de obscuras hojas.El liquen festonea los zócalos de las montañas.Dondequiera hay variedad, colores, vida, movimiento.La isla canta, el mar se lamenta, la atmósfera murmura... ¡Magnífico concierto!El burgomaestre, el buitre polar, arroja su prolongado grito.Los mallenaks trinan con blanda melodía.Los rotger modulan su patético gorjeo, semejante al arrullo de la tórtola.El apura-nieves, el pájaro de oro, revolotea de acá para allá, como una estrella sin destino.¡Qué transformación, qué resurrección tan admirable!Y, sin embargo, esta primavera sería aterradora comparada con el más rudo invierno de Escocia.

- XIX - ¡Ah! ¿Qué es aquel punto negro que se destaca sobre los confines del Océano, bajo la cúpula azul del firmamento?Mi corazón late con una violencia irresistible. ¿Me habré engañado?¡Gracias, Dios mío! ¡Es un buque ballenero!Viene hacia aquí...Irá al estrecho de Henlopen, y pasará a un cuarto de milla de esta isla.Mi escopeta le avisará.¡Me he salvado!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .¡Desesperación!El frío ha destruido el organismo de mi escopeta.¡No podré hacer señal a ese buque!Lo estoy viendo... Dista de aquí una milla... Es un groenlandero.-¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro!¡Ah! No puedo más, mi voz enronquece...

¡Estoy tan extenuado!...-¡Socorro!...¡No me oyen!¡Oh, estar tan cerca de los hombres y no salvarme!¡Ver el puerto después del naufragio, y morir sin tocar la orilla!¡Morir como Prometeo, encadenado en una roca!¡Morir después de un año de martirio, después de haber, comprado la vida con diez meses de sepultura!¡Y no hay remedio!¡Ya doblan el cabo de Henlopen!...¡Desaparecieron!... ¡Ay!... ¡Desaparecieron!¡Tremenda ironía de mi destino!¡Necio de mí, que me reconcilié con la esperanza! ¡Necio de mí... que... ¡Ah! ¡No huyas de esa manera ante mis ojos, Dios mío!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .¿Y qué?¿He de confiarme de nuevo a una suerte cruel que se burla de mis lágrimas?¡No!Estoy decidido.Yo mismo me daré la muerte.Esto es mejor que pasar otro invierno enterrado vivo en un sepulcro.¡Los sepulcros se han hecho para los muertos!

- XX - A bordo del Grande Esberrer.Día 8 de Agosto.Camino hacia los lares patrios.Acabo de perder de vista la última montaña del Spitzberg.El buque que me ha recogido es el mismo que vi alejarse al estrecho de Henlopen.Cuando me desangraba por cuatro cisuras que me hice en pies y manos, la tripulación del Grande Esberrer, que había desembarcado en otra rada de la isla del Nordeste, me encontró tendido en tierra y me salvó la vida...Llegué al Spitzberg a la edad de diez y nueve años, y he permanecido allí diez meses. Sin embargo, los marineros que me acompañan, al ver encanecidos mis cabellos, mi frente surcada de arrugas y mis ojos tétricos y apagados, me creen llegado a la edad de treinta y cinco o cuarenta años...

LA NOCHE-BUENADE JULIA DE ASENSI

- I -Eran las ocho de la dia del 24 de Diciembre de 1867. Las calles de Madrid llenas de gente alegre y bulliciosa, con sus tiendas iluminadas, asombro de los lugareños que vienen a pasar las Pascuas en la capital, presentaban un aspecto bello y animado. En muchas casas se empezaban a encender las luces de los nacimientos, que habían de ser el encanto de una gran parte de los niños de la corte, y en casi todas se esperaba con impaciencia la cena, compuesta, entre otras cosas, de la sabrosa sopa de almendra y del indispensable besugo.En una de las principales calles, dos pobres seres tristes, desgraciados, dos niños de diferentes sexos, pálidos y andrajosos, vendían cajas de cerillas a la entrada de un café. Mal se presentaba la venta aquella noche para Víctor y Josefina; solo un borracho se había acercado a ellos, les había pedido dos cajas a cada uno y se había marchado sin pagar, a pesar de las ardientes súplicas de los niños.Víctor y Josefina eran hijos de dos infelices lavanderas, ambas viudas, que habitaban una misma boardilla. Víctor vendía arena por la mañana y fósforos por la noche. Josefina, durante el día ayudaba a su madre, si no a lavar, porque no se lo permitían sus escasas fuerzas, a vigilar para que nadie se acercase a la ropa ni se perdiese alguna prenda arrebatada por el viento. Las dos lavanderas eran hermanas, y Víctor, que tenía doce años, había tomado bajo su protección a su prima, que contaba escasamente nueve.Nunca había estado Josefina más triste que el día de Noche-Buena, sin que Víctor, que la quería tiernamente, pudiera explicarse la causa de aquella melancolía. Si le preguntaba, la niña se contentaba con suspirar

y nada respondía. Llegada la noche, la tristeza de Josefina había aumentado y la pobre criatura no había cesado de llorar, sin que Víctor lograse consolarla.-Estás enferma -dijo el niño-, y como no vendemos nada, creo que será lo mejor que nos vayamos a descansar con nuestras madres.Josefina cogió su cestita, Víctor hizo lo mismo con su caja, y tomando de la mano a su prima, empezaron a andar lentamente.Al pasar por delante de una casa, oyeron en un cuarto bajo ruido de panderetas y tambores, unido a algunas coplas cantadas por voces infantiles. Las maderas de las ventanas no estaban cerradas y se veía a través de los cristales un vivo resplandor. Víctor se subió a la reja y ayudó a hacer lo mismo a Josefina.Vieron una gran sala: en uno de sus lados, muy cerca de la reja, un inmenso nacimiento con montes, lagos cristalinos, fuentes naturales, arcos de ramaje, figuras de barro representando la sagrada familia, los reyes magos, ángeles, esclavos y pastores, chozas y palacios, ovejas y pavos, todo alumbrado por millares de luces artísticamente colocadas.En el centro del salón había un hermoso árbol, el árbol de Navidad, costumbre apenas introducida entonces en España, cubierto de brillantes hojas y de ricos y variados juguetes. Unos cincuenta niños bailaban y cantaban; iban bien vestidos, estaban alegres, eran felices.-¡Quién tuviera eso! -murmuró Josefina sin poder contenerse más.-¿Es semejante deseo el que te ha atormentado durante el día? -preguntó Víctor.-Sí -contestó la niña-; todos tienen nacimiento, todos menos nosotros.-Escucha, Josefina: este año no puedo proporcionarte un nacimiento porque me has dicho demasiado tarde que lo querías, pero te prometo que el año que viene, en igual noche, tendrás uno que dará envidia a cuantos muchachos haya en nuestra vecindad.Se alejaron de aquella casa y continuaron más contentos su camino. Cuando llegaron a su pobre morada, las dos lavanderas no advirtieron que Josefina había llorado ni que Víctor estaba pensativo.- II -Desde el año siguiente Víctor fue a trabajar a casa de un carpintero, donde estaba ocupado la mayor parte del día. Josefina iba siempre al río con su madre y crecía cada vez más débil y más pálida. Pasaba las primeras horas de la noche al lado de su primo; pero ya no vendían juntos cajas de fósforos, sino se quedaban en su boardilla enseñando la lectura el niño a la niña, la que hacía rápidos progresos.Apenas Josefina se acostaba, Víctor sacaba de un baúl viejo una gran caja y hacía, con lo que guardaba en ella, figuritas de madera o de barro, que luego pintaba con bastante acierto. Al cabo de algunos meses, cuando ya tuvo acabadas muchas figuras, se dedicó a hacer casas, luego montañas de cartón; por último, una fuente. Víctor había nacido artista; pintó un cielo claro y transparente, iluminado por la

blanca luna y multitud de estrellas, brillando una más que todas las otras, la que guió a los Magos al humilde portal.El maestro de Víctor no tardó en señalarle un pequeño jornal, del que la madre del niño le daba una cantidad insignificante para su desayuno, encontrando él, gracias a una increíble economía, el medio de ahorrar algunos cuartos para comprar varios cerillos y velas de colores.Todo marchaba conforme su deseo, cuando al llegar el mes de Noviembre cayó Josefina gravemente enferma. El médico que por caridad la asistía, declaró que el mal sería muy largo y el resultado funesto para la pobre niña.Víctor, que pasaba el día trabajando en el taller, no supo la desgracia que le amenazaba, porque su madre se la calló con el mayor cuidado.

- III -Llegó el 24 de Diciembre de 1868. Durante el día Víctor buscó por los paseos ramas, hizo con ellas graciosos arcos y al anochecer los llevó a su vivienda, que estaba débilmente iluminada por una miserable lámpara. Una cortina vieja y remendada ocultaba el lecho donde se hallaba acostada Josefina.Víctor formó una mesa con el tablado que le servía de cama, abrió el baúl, colocó sobre las tablas los arcos de ramaje, las montañas, la fuente, a la que hizo un depósito para que corriese el agua en abundancia, las graciosas figuritas; poniendo por dosel el firmamento que él había pintado y detrás una infinidad de luces que le daban un aspecto fantástico.Todo estaba ya en su lugar, cuando empezaron a sonar en la calle varios tambores tocados con estrépito por los muchachos de aquel barrio.-¿Qué día es hoy? -preguntó Josefina.-El 24 de Diciembre -contestó su madre, que se hallaba junto a la cama.La niña suspiró, tal vez recordando el nacimiento del año anterior, tal vez presintiendo que no vería otra Noche-Buena.Víctor se acercó a su prima muy despacio, descorrió la cortina y miró a Josefina para ver el efecto que en ella causaba su obra. La niña juntó sus manos, lo vio todo, contemplándolo con profunda admiración, y rompió a llorar de alegría y de agradecimiento...El médico entró en aquel instante.-¡Qué hermoso nacimiento! -exclamó.-Lo ha hecho mi hijo -contestó la lavandera.-Muchacho -dijo el doctor-, si me lo vendes te daré por él lo que quieras. Tengo una hija que será feliz si se lo llevo, pues ninguno de los que ha visto le satisface y ella deseaba que fuera como es el tuyo.-No lo vendo, señor -replicó Víctor-, es de Josefina.El médico pulsó a la enferma y la encontró mucho peor.-Volveré mañana... si es preciso -dijo al salir.-Víctor, canta algo para que sea este un nacimiento alegre como el de aquellos niños que vimos el año pasado, murmuró con voz débil Josefina.

El niño obedeció y empezó a cantar coplas dedicadas a su prima, que improvisaba fácilmente; solo que en lugar de cantarlas delante del nacimiento lo hacía junto a la cama, teniendo una mano de Josefina entre las suyas.Poco a poco la niña se fue durmiendo, las luces del nacimiento se apagaron y Víctor advirtió que la mano de su prima estaba helada.Pasó el resto de la noche al lado de ella, intentando, aunque en balde, calentar aquella mano tan fría.

- IV -A la mañana siguiente fue el médico, y apenas se acercó a la cama vio que la pobre Josefina estaba muerta. La desesperación de la infeliz madre y de Víctor no es para descrita.Llegado el día 26, el doctor se sorprendió al ver entrar al niño en su casa.-Señor -le dijo-, el 24 de este mes no quise vender a V. el nacimiento que había hecho para Josefina, y hoy vengo a suplicarle que me lo compre para pagar el entierro de mi prima, pues lo que se ha gastado lo debo a mi maestro que me ha adelantado una cantidad. He querido saber siempre dónde está su cuerpo.-Nada más justo, hijo mío -contestó el doctor, conmovido al ver la pena de Víctor-; yo te daré cuanto desees.Y pagó el nacimiento triple de lo que valía.-Su hija de V. lo disfrutará hasta el día de Reyes-, continuó el muchacho, y esto la consolará de haber estado el 24 y el 25 sin nacimiento.Más tarde fue él mismo a colocarlo, después de haber asistido solo al entierro de Josefina.La madre de la niña estuvo a punto de perder el juicio, y durante muchos días su hermana y su sobrino tuvieron que mantenerla, porque la desgraciada no podía siquiera trabajar.

- V - Algunos años después el doctor se paseaba el día de difuntos por el cementerio general del Sur. Iba mirando con indiferencia las tumbas que hallaba a su alrededor, cuando excitó su atención vivamente una colocada en el suelo, sobre la que se veía una preciosa cruz de madera tallada. Debajo de dicha cruz se leía en la piedra el nombre de Josefina. Se disponía a seguir su camino, cuando un joven le llamó, obligándole a detenerse.-¿Qué se le ofrece a V.? -preguntó el médico.-¿No se acuerda V. ya de mí? -dijo el que le había parado-; soy Víctor, el que le vendió aquel nacimiento para su hija.-¡Ah, sí! -exclamó el doctor-; aquel nacimiento fue después de mis nietos, y aún deben conservarse de él algunas figurillas... ¿Y qué te haces ahora?

-Para llorar menos a Josefina he querido familiarizarme con la muerte, y soy enterrador. Aquí velo su tumba, cuya cruz he hecho, riego las flores que la rodean, la visito diariamente y a todas horas. Me han dicho que trate a otras mujeres, que ame a alguna; pero no puedo complacer a los que esto me aconsejan. Doctor, no se ría V. de mí, si le digo que veo a Josefina, porque es cierto. De noche sueño con ella y me dice siempre que me aguarda. Me ha citado para un día aún muy lejano y no puedo faltar a su cita. Entre tanto, van pasando los meses y los años, y estoy tranquilo considerando lo fácil que es morir y lo necio que es el que se quita la vida, que por larga que parezca es siempre corta. Yo no me mataré nunca, porque para merecer a Josefina debo permanecer todavía en este valle de lágrimas. ¿Se acuerda V. de ella?-Sí, hijo mío -contestó el médico.-Yo nunca olvidaré aquella noche que para todos fue Noche-Buena y quizá solo para mí fue noche mala.-Víctor, conformidad y valor -dijo el doctor despidiéndose y estrechando la mano del joven.-Tal vez dirá que he perdido el juicio -murmuró Víctor cuando se vio

solo-; si es así, en esta falta de razón está mi ventura.Y mientras esto pensaba, el doctor se alejaba diciendo: -¡Pobre loco!

10 LEYENDASLeyenda del origen del lago de AtitlanLos orígenes del Lago de Atitlán son de hace mucho tiempo cuando los cakchiqueles dieron muerte a saetazos a Tolgom: se marcharon más allá del lugar de Qakbatzulú y arrojaron a la laguna los pedazos de Tolgom. Desde entonces es famosa la punta del cerro del lanzamiento de Tolgom. Enseguida dijeron: Vamos adentro de la laguna. Pasaron ordenadamente y sintieron todos mucho miedo cuando se agitó la superficie del agua.De allá se dirigieron a los lugares llamados Panpatí y Payán Chocol, practicando sus artes de hechicería. Allí encontraron nueve zapotes en el lugar de Chitulul. A continuación comenzaron a cruzar el lago todos los guerreros yendo por último Gagavitz y su hermana llamada Chetehauh. Hicieron alto y construyeron sus casas en la punta llamada actualmente Qabouil Abah. Enseguida se marchó Gagavitz; fue realmente terrible cuando lo vieron arrojarse al agua y convertirse en la serpiente emplumada. 

Al instante se obscurecieron las aguas, luego se levantó un viento norte y se formó un remolino en el agua que acabó de agitar la superficie del lago. 

Los poblados mencionados han de haber estado en la parte noroeste del lago, mientras que lo siguiente pudo haber sucedido cercano al actual Santiago Atitlán: Allí deseaban quedarse las siete tribus, querían ver la ruina del poder de los zutujiles. Cuando aquellos bajaron a la orilla del agua y se detuvieron allí, les dijeron a los descendientes de los Atziquinahay: Acaba de agitarse la superficie de nuestra laguna, nuestro mar ¡oh hermano nuestro! Que sea para ti la mitad del lago y para ti una parte de sus frutos, los patos, los cangrejos, los pescados, les dijeron. Y después de consultar entre sí, contestaron: Está bien, hermano. La mitad de la laguna es tuya, tuya será la mitad de los frutos, los patos, cangrejos y pescados, la mitad de las espadañas y las cañas verdes. Y así también juntará la gente todo lo que mate entre las espadañas. 

Así respondió el Atziquinahay. De esta manera fue hecha la división del lago, según contaban nuestros abuelos. Y así fue también como nuestros hermanos y parientes se quedaron con los zutujiles. Pero nosotros no aceptamos la invitación para quedarnos. Nuestros primeros padres y abuelos, Gagavitz y Zactecauh se fueron y pasaron adelante entre las tinieblas de la noche. 

Cuando hicieron todo esto no había brillado la aurora todavía, según contaban, pero poco después les alumbró. Luego llegaron al lugar de Pulchich, de donde partieron en grupos. 

Los penitentes de la recolección Todos los días a los doce de la noche, los vecinos del Barrio de La Recolección escuchan pasos de encadenados. Son penitentes fantasmas que quieren librarse de sus culpas. 

Cuando los han visto no solo van encadenados sino con capuchones antiguos. Algunos se flagelan. Son animas por las cuales las viejitas dicen hay que rezar. 

Verlos atemoriza pero también produce pena y compasión porque a nadie le gustaría estar eternamente encadenado a sus malas acciones. 

Leyenda de la Llorona también llego a la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes. Este personaje de leyenda, cuya presencia atemoriza no solamente a los niños, sino también a las persona mayores, es conocido de Sonora a Yucatán. En nuestra tierra, la fábula cuenta que una mujer de sociedad, joven y bella, caso con un hombre mayor, bueno, responsable y cariñoso, que la consentía como una niña, su único defecto... que no tenia fortuna. 

Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad y " escalar alturas ", trabajaba sin descanso para poder satisfacer las necesidades económicas de su esposa, la que sintiéndose consentida despilfarraba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día mas, para poder estar a la altura de sus amigas, las que dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos. Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos eran educados por la servidumbre mientras que la madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar y nunca se ocupo de los hijos. Pasaron los años y el marido enfermó gravemente, al poco tiempo murió, llevándose " la llave de la despensa ", la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando. Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para mantener a sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de paseo al río de los pirules. Los chamacos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre los levaba de paseo al campo. Los subió al carruaje y salió de su casa alas voladas, como si trajera gran pisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se estaban ahogando. 

Pero ella, tendenciosa y fría , veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían muertos . Como autómata se retiro de el lugar, tomo el carruaje, salió como "alma que lleva el diablo ", pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río. 

Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡ Aaaaay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Todas las personas que la veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con reverencia al escuchar sus gemidos y gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía una dama de negro que con alaridos buscaba a sus hijos. 

La Tatuana Apareció en mitad de la plaza del pueblo como quien planta un árbol y espera que de fruto al instante. Erguida hasta la arrogancia, saludable y en ademán de invitar a la cata del fruto prohibido. Dijeron que había llegado en barco sin que pudiera afirmarse que lo vieron arribar en playa o puerto alguno. Corrían los tiempos de la Inquisición y su temible brazo castigador conseguía vadear las aguas del Atlántico sin perder nada de su lava destructora, cuando la mujer más hermosa a la que accediera mirada humana se presentó bajo el nombre de Tatuana. Apenas transcurridos unos meses, y sin que tampoco nadie pudiera explicar de dónde salieran los dineros, montó casa. Y era casa de postín

y mucha juerga por la que no hubo hombre maduro ni joven que no se dejara caer , cuando menos, alguna nochecita. El tiempo pasaba y los adoquines se embriagaban noche y día de chillones atuendos coronados por generosos escotes. Todos sabían y callaban, hasta que llegó el día en que la Tatuana celebraba fiesta de aniversario de la feliz inauguración de su casa cuando con mandado de la Inquisición vinieron a buscarla y a prenderla. “Y de qué se me acusa” quiso saber. La respuesta sólo llegó tras varios días de encierro al conducirla ante el Tribunal . Se le acusaba de bruja por haber hechizado a todos los hombre s de la localidad, amén de muchos extranjeros de paso. No tuvo defensa ni tortura pues la condena fue inmediata: moriría quemada viva. La Tatuana, aún espléndidamente ataviada de fiesta en la víspera de su ajusticiamiento, miró desde lo más profundo de sus negros ojos a los de su carcelero y le rogó que le concediera un último deseo: un carbón para dibujar. Por la mañana vinieron a buscarla para conducirla hasta la pira. En uno de los muros, con trazo firme y algo infantil, se veía navegando y alejándose un velero como el que decían que la había traído alas costas de América, el catre aún caliente y la celda vacía. 

El Carretón de la Muerte Llegada la media noche, muchas personas del Centro Histórico escuchan el roce de las ruedas de una carreta con el suelo. Hay quienes aseguran han oído hasta relinchar a los caballos. Cuando la curiosidad hace que las personas vayan a ver, no ven nada, aunque escuchan y hay quienes dicen sienten un aire extraño que pasa sobre sus cabezas porque este carretón no roza el piso sino que vuela... La gente prefiere quedarse en su casa y solo escucharlo pasar porque dicen que en ese carretón nos

iremos todos, el dia que la muerte decida trasladarnos al más allá. 

El Cadejo La leyenda del cadejo o cadejos está presente en casi todo centroamérica, se trata de un perro enorme de color blanco y ojos rojos que protege a los hombres cuando llegan a altas horas de la noche, sin embargo el cadejo tiene un enemigo, el cadejo negro, un ser diabólico que ataca y mata a las personas de dudosa moral, cuando ambos el espíritu protector y el diabólico se encuentran comienza entre ambos una lucha a muerte que normalmente da tiempo a la persona a huir.  El cadejo blanco como protector acompaña al hombre que trasnocha hasta su casa lo hace muchas veces desde las sombras y sin dejarse ver, normalmente se siente como un presencia que no puedes localizar. Su finalidad es defender al borracho o trasnochador del cadejo negro 

El cadejo negro dependiendo de la cultura que enfoca la leyenda puede tener dos fines, matar a las personas de dudosa moral a las que no puede defender el cadejo blanco siempre a altas horas de la noche, o simplemente golpearle y aplastarle, en ambas creencias el cadejo nunca muerde (salvo en su lucha con el cadejo blanco) y causa el daño golpeando y aplastando, debido a su gran tamaño deja al hombre al que ataca como si hubiera recibido una paliza. - Guatemala. Según las leyendas en Guatemala, es un animal fantásmagórico que aparece en suelo guatemalteco. La versión más conocida de este animal es la de forma de un perro de color negro y ojos rojos que pareciera tienen fuego. Se cree que cuida a aquellos que se embriagan y deambulan por las noches ayudándoles a encontrar el camino a casa o bien durmiendo cerca de ellos para evitar les roben o dañen. Las otras versiones refieren que este ser tiene dualidad, el negro y blanco, este último cuida de mujeres en el mismo estado físico, sin embargo éstos son rivales y no pierden oportunidad de agredirse, aunque se narra que se han unido para salvaguardar a sus protegidos de otro espectro como La Llorona, Siguanaba o de algún maleante. También este personaje tiene su resonancia precolombina maya en un espectro bienechor guardián de los caminos. 

La Leyenda de la SeguaHay varias leyendas de la Segua. Una de ellas cuenta que es una joven muy linda, que persigue a los hombres mujeriegos para castigarlos.Se aparece de pronto en el camino pidiendo que el jinete la lleve en su caballo, pues va para el pueblo más cercano. Y dicen que ningún hombre se resiste a su ruego. Hay quienes le ofrecen la delantera de la montura y otros la llevan a la polca. 

Para ella es lo mismo. Pero a medio camino, si va adelante vuelve la cabeza y si va atrás hace que el jinete la vuelva. Entonces aquella hermosa mujer ya no es ella.Su cara es como la calavera de un caballo, sus ojos echan fuego y enseña unos dientes muy grandes, al mismo tiempo que se sujeta como un fierro al jinete. Y el caballo, como si se diera cuenta de lo que lleva encima, arranca a correr como loco, sin que nada lo pueda detener.Otras leyendas cuentan que las Seguas son varias. Y no faltan ancianos que aseguren que cuando ellos eran jóvenes atraparon a una Segua. Pero que una vez atrapada y echa prisionera se les murió de vergüenza. Y que al día siguiente no encontraron el cadáver, sino solamente un montón de hojas de guarumo, mechas de cabuya y cáscaras de plátano.

La Leyenda Del Jilguerillo

Cuenta la leyenda que hace cientos de años una tribu indígena se estableció en la zona Atlántica de nuestras tierras.

Entre ellos había un guerrero muy cruel llamado Batsu. 

Un buen día Batsu decidió buscar esposa y escogió a Jilgue, una hermosa joven que acostumbraba pasear por el bosque cantando como un pajarillo. 

Cuando Jilgue se enteró de las intenciones de Batsu huyó a esconderse en el bosque.Batsu estalló en cólera cuando supo que la joven había desaparecido y mandó a sus guerreros a buscarla. Al poco andar escucharon el canto de Jilgue. Pero cada vez que se acercaban al sitio de dónde venía el canto, Jilgue había desapareció. Entonces Batsu mandó a quemar el bosque. Cuando las llamas comenzaban a levantarse le gritó a Jilgue que si salía podía salvarse.

Ella le respondió que prefería la muerte. El fuego se hacía cada vez más fuerte. De pronto vieron como Jilgue cayó al cuelo u agonizó. Pero un pajarillo color ceniza, con el pico y las patas rojas, comenzó a cantar sobre sus cabezas. No era el canto de un pájaro, era la voz de Jilgue, que desde entonces se sigue escuchando en el canto de los jilgueros que hoy pueblan los bosques de nuestras tierras.

La Leyenda Del Mico BrujoShare on facebook Share on favorites More Sharing ServicesMásEn todo Centroamérica se conoce la leyenda del “Mico Brujo”. En algunas partes también le dicen la Mona.

Decían nuestros antepasados que había unas mujeres que a las once de la noche se daban tres volantines para atrás y luego tres para adelante; que esta mujeres tenían un guacal blanco y que a la última voltereta vomitaban el alma en el guacal. Ya sin alma, tomaban figura de monos o micos y se dedicaban a hacer “diabluras”.

Y así, estas brujas, acompañadas de la oscuridad de la noche, se trepaban a los árboles y tiraban frutas a la gente. Se subían a los techos de las casas, saltando de un lugar a otro y arrojando pedradas contra las piedras de la calle. Muchas personas han tratado de agarrar y matar a la mona o al mico, pero de nada les sirve, pues cuando ya están cerca y creen tenerlo acorralado se les esfuma como por encanto.

También contaban nuestros antepasados que estas mujeres podían convertirse en chanchas grandes, negras y llenas de lodo.

Apenas veían a la persona “señalada”, aligeraban su trote y comenzaban a gruñir. Embestían furiosamente a la persona y le daban trompadas y mordiscos en las piernas hasta derribarla y hacerle perder el conocimiento. Al día siguiente, la víctima amanecía molida y mordida, y con los bolsillos vacíos.

La Paloma TorcazHabía una vez un guerrero valiente y apuesto.Amaba la caza y así, con frecuencia, iba por los bosques persiguiendo animales. En una de sus cacerías llegó junto a un lago y, lleno de asombro, contempló a una mujer bellísima que bogaba en una canoa. El guerrero quedó tan enamorado que, muchas veces, volvió al lugar con el ánimo de verla pero fue inútil, pues, ante sus ojos, sólo brillaron las aguas del lago. Entonces pidió consejo a una hechicera, la cual le dijo:—No la verás nunca más, a menos que aceptes convertirte en palomo.—¡Sólo quiero verla otra vez!—Si te vuelves palomo jamás recuperarás tu forma humana.—¡Sólo quiero volverla a ver!—Si así lo deseas, hágase tu voluntad.Y la hechicera le clavó en el cuello una espina y en el acto el joven se convirtió en palomo. Este levantó el vuelo y fue al lago y se posó en una rama y al poco rato vio a la mujer y, sin poderse contener, se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos. Entonces la mujer lo tomó entre sus manos y, al acariciarlo, le quitó la espina que tenía clavada en el cuello. ¡Nunca lo hubiera hecho, pues el palomo inclinó la cabeza y cayó muerto! Al ver esto, la mujer, desesperada, se hundió en el cuello la misma espina y se convirtió en paloma. Y desde aquel día llora la muerte de su palomo.

10 CRÓNICASLa carabina de ChichoEran las vacaciones escolares de medio año, estabamos en Agosto del año 1977, los scouts gozabamos de una semana de campamento en Cieneguilla. En ese tiempo esta área no estaba muy poblada por lo que teniamos bastante bosque donde acampar, en esa oportunidad habiamos acantonado cerca al rio y ,por la época, el caudal no era muy intenso al punto que nos podiamos bañar con la seguridad de no ser arrastrados por la corriente. Asimismo el agua era tan cristalina que podiamos ver claramente nadar a los peces y ranas y en algunos casos para combatir la sed la bebiamos sin temor a tener algún problema estomacal.

Como este campamento era financiado por nosotros mismos cada patrulla se encargaba de su propia comida. Se cocinaba con leña que juntabamos de los alrededores la que encendiamos con yesca y bosta de vaca. Era interesante la experiencia de cocinar frejoles en fogata sin que se te quemen.

En esta época Julio “Chicho” Salcedo había llevado una carabina de aire comprimido. Tal era la novedad que los scouts la pediamos prestada para hacer tiro al blanco la cual nos era otorgada en forma restringida. Un día que Chicho había salido por los alrededores, dejando la carabina en la carpa, la cogimos sin permiso, no recuerdo si fuimos Elvis “Ladrón” Anampa, “Paloma” o el “muerto” Arellano. El hecho es que al momento de cargarla con los balines uno de nosotros lo colocó invertido por lo que este quedó atascado a mitad del trayecto de salida. Nos percatamos de esto luego de dos o tres disparos en que no atinabamos a ningún blanco. Luego de mirarnos en silencio atinamos a dejar el arma donde la habiamos encontrado y guardamos silencio.

A su retorno Chicho ni se percató del hecho. Al día siguiente vimos que José “Zorro” Zorrilla pedía prestada el arma. Colocó los balines… uno, dos , tres tiros y nada… sorprendido devuelve el arma a “Chicho” este abriendo el arma procede a ver a través del ánima comprobando que esta se encontraba tapada.

Recuerdo la cara de autogol del “Zorro” pensando que el había atascado el arma….. han pasado 34 años y la verdad es que esta vivencia estaba oculta en mi memoria… finalmente despues de todos estos años José por fin va a poder dormir tranquilo liberado de la culpa de haber atascado la carabina de Chicho….

La Media MojadaEra un día cualquiera de octubre, estaban cerca las vacaciones escolares del tercer trimestre. Los niños acababan de llegar de los talleres de deportes y danzas que impartía el colegio luego de la hora de salida. Sus uniformes los traían en sus mochilas dado que para bailar o jugar debían cambiarse a ropa de deporte.Aprovechando que los chicos almorzaban, para ganar tiempo, mami, procedió a sacar los uniformes de las mochilas cuando, de pronto, observó que en la bolsa de Anto, el uniforme que traía como trapos viejos tenía envuelta en su parte central una media mojada, toda inocente la cogió como si nada y la depositó en el tacho de ropa sucia…Pasaron las horas, los niños hicieron sus deberes escolares y mamá se acordó de la media por lo que preguntó: Anto, ¿Porqué trajiste tu media mojada?A lo que inocentemente esta contestó: Es que se me cayó en el inodoro en el colegio mamí…….. ¡Esperemos que haya estado limpio!…. agggggg

El profetaManuel “Demetrio” y medio Medina era un padre de familia que se integró bastante bien a la tropa a tal punto que asistía con nosotros a los campamentos Scout y se alojaba en la carpa de los “amautas” o scouts mayores. En aquella ocasión, como ropa de cama, había llevado un manto delgado de colores vistosos que usaba para cubrirse mientras dormía en las calidas noches de verano.

Un día mientras nos encontrabamos reunidos dentro de la carpa, a modo de juego, Manuel se colocó sobre la cabeza el manto dando la impresión que se había puesto una túnica, que a lo árabe, le cubría el cuerpo entero, salvo la cara, manos y pies. “Chicho” Salcedo, quien en ese momento quizo seguir el juego, apostó una caja de cerveza a “Demetrio” que no se atrevía a entrar asi al pueblo de Cerro Azul, a lo cual Manuel aceptó.

Eramos un grupo casi de diez personas que no estabamos dispuestos a perdernos el resultado de la apuesta por lo que acompañamos a Chicho y Manuel camino al Pueblo siguiendo la ruta de la carretera.

Lo anecdótico del asunto fue que Manuel, para este viaje, cogío un bordón (palo largo) lo que daba la impresión que se trataba de alguna especie de profeta. Cada vez que pasaba un automovil los diez que lo acompañabamos nos arrodillabamos en el suelo alabandolo lo cual causaba las sonrisas en los ocupantes de los vehículos.

Casi una hora nos tomó llegar al Km. 132, a la entrada de Cerro Azul. Luego de un respiro, Manuel decididamente tomó la avenida con dirección a la Plaza de Armas. Chicho al ver que de todas maneras iba a perder la apuesta, para ponerle más chispa a asunto, comenzó a tocar las puertas de las casas mientras en voz alta arengaba a la gente a salir y alabar al profeta que había llegado a anunciar la salvación del pueblo. La gente salía, inicialmente, extrañada para luego soltar una sonrisa por el divertido espectáculo pues a la cola del cortejo ibamos los diez seguidores alabando a “Demetrio”.

Luego de unos minutos llegamos a la Plaza de Armas e ingresamos a la bodega de la china Elba donde “chicho” se pidió una “caja”, con lo cual aceptó su derrrota. Manuel por su parte se quitó la manta pues se encontraba sudando a mares considerando que astro rey se encontraba en su punto más alto. Finalmente “la china” nos entregó la ansiada caja en cuyo interior brillaban ante nuestros ojos una docena de cervezas heladas y que consumimos con el mayor gusto considerando la sed que sentiamos producto del sol de mediodía…

El MenjunjePara quienes han sido Scouts de la Tropa Rimac 75 permanece en nuestro recuerdo aquel agradable sabor del pan con menjunje que solía acompañar al café durante los lonches de campamento. La receta era muy simple solo debiamos picar cebolla para luego ponerla a freir en aceite muy caliente. Cuando esta estaba dorada le echabamos huevo batido y una pizca de sal removiendo lentamente para homogenizar la mezcla. Listo el menjunje se procedia a rellenar los panes franceses que por lo general terminaban con un poco de arena en el interior a modo de “pimienta”. Una muy buena descripción de la receta la dió nuestro amigo “El gato” Juan Diez durante un comentario, el cual no he podido rescatar, en el facebook de la tropa.Les comento que tal es la nostalgia que en algunas oportunidades en el desayuno de casa les he preparado a mi esposa e hijos tan recordado plato el cual invito a degustar…

La Playa de Los LobosA dos kilómetros al norte del campamento scout había una playa rodeada de cerros, cuyo acceso no era facil, debido a lo accidentado del terreno. Era denominada por la tropa como “La Playa de los Lobos”. Pienso que en algún momento de la historia de la Rimac 75 la patrulla Lobos la descubrió. Todos los años se programaba una excursión a dicha playa. Uno o dos scouts mayores a la cabeza procedían a iniciar el ascenso del primer obstáculo que se presentaba. Un cerro de aguda pendiente 800 metros al norte del campamento. Con cuerdas procedian a superar lo empinadado del terreno para finalmente descolgar uno de los extremos de la cuerda a fin que el resto de la tropa tenga un ascenso seguro. Una vez arriba debiamos caminar cerca de medió kilómetro sobre un amplia meseta para finalmente descender hasta este lugar. En ese tiempo el lugar era poco conocido por lo que teniendo la playa a nuestra disposición nos bañabamos como Dios nos trajo al mundo.Me cuentan que en una ocasión mientras los scouts estaban chapoteando en traje de Adan, se apreció en el lugar una pareja de extranjeros, un hombre y una mujer. Los scouts sintiendose cortos corrieron hacia la orilla con el fin de taparse con arena. Entonces para asombro de los pequeños scouts y asumo que sonrisa de los scouts mayores la fémina quitandose la parte superior del bikini procedió a internarse cual musa en el mar. Esta acción rompió el hielo y entrando en confianza los Scouts continuaron con su baño….

El Pendón NacionalEn los campamentos scout de la tropa “Rimac 75″ no podía faltar el respeto y amor hacia nuestros símbolos patrios. Todos los días, nuestra bandera nacional, era izada y flameaba orgullosa sobre nuestro campamento.Esta se ubicaba al lado derecho de la carpa de la jefatura sobre unas rocas erocionadas pero resistentes las que usabamos como base para colocar el asta de bandera la cual se sujetaba mediante cuatro vientos atados a rocas enterradas en la arena.Todos los días con uniforme completo dos Scouts designados por turno procedían, a las 8 de la mañana, a realizar la importante labor de izar nuestro pendón bicolor.La bandera no podía permanecer enarbolada después de las 6 de la tarde por lo que a esa hora, usualmente los mismos scouts de servicio, procedían a arriarla. Esta era una de las partes más difíciles de la tarea dado que el protocolo estipulaba que el arreo debía durar un minuto sin embargo atinarle a este tiempo no era tarea fácil.Usualmente habia quienes se apresuraban y en los últimos 20 centímetros del tramo de tres metros se tomaban los 45 segundos que faltaban. El sonido del silbato a la hora de arriar la bandera era, para los scouts, un aviso de que, en ese minuto, todas las actividades debían cesar. No importaba si estabas en la playa, en la cocina o en las carpas. Los scouts tenían que pararse. Cuenta el amigo “Bacinica” Juarez que hay una foto, que tomo nuestro recordado Malachy Lynan, en la cual hay un scout que se encontraba en el baño en posición de atención en esos 60 segundos…

El TronoPara quienes hemos formado parte de la tropa Scout “Rimac 75″ hacer el baño de campamento era todo un acontecimiento que nos podía llevar toda una mañana y era realizado más o menos al tercer día de haber llegado a Cerro Colorado. Los días previos era recomendable no salir a dar una caminata por las laderas del cerro debido a que podías encontrarte con una “mina” y considerando que caminabamos descalzos no era una tarea agradable quitarte la pastosa masa de entre los dedos del pie.

Para su construcción participaba toda la tropa. Formabamos una hilera que iba desde la orilla de la playa hasta el lugar elegido a unos cincuenta metros de campamento (pegado al cerro) allí alcanzabamos baldes de agua a los scouts mayores encargados de cavar un agujero de 3 a 4 metros en la arena el cual apuntalaban con rocas planas sacadas del mismo cerro. Sobre estas cruzaban dos bordones (palos) y sobre estos descansaba un barril sin fondo el cual era enterrado hasta unos treinta centímetros antes de su parte superior la cual estaba coronada por una tapa con un agujero ovalado en centro donde descansaban las posaderas.Finalmente la zona de meditación era rodeada de una tela elaborada con costalillos de harina que descansaban sobre cuatro palos clavados en las esquinas.Usualmente había competencia entre Scouts ansiosos por ver quién inauguraba la obra antes que las moscas atraidas por el olor usen el sitio como lugar de descanso.Todos los días la patrulla de servicio enviaba dos scouts quien con balde de agua en mano y una lata de insecticida procedian a asentar la mezcla que se acumulaba desde el día anterior y eliminar a los molestos dipteros.Terminado el campamento el espacio no lleno del barril era cubierto con arena hasta el tope y una vez removida la tela que rodeaba a la zona se podía distinguir que este se sumaba a un conjunto de otros barriles, mudos testigos y parte de la historia de campamentos de años anteriores…Como anécdota me contó un scout que durante un campamento de los diez primeros (campamento de premio a los diez mejores scout que se realizaba entre febrero y marzo) encontraron a unas chicas guias acampando junto a los barriles quienes usaban uno de estos como base para su cocina…¡Buen provecho!…

Las Fuerzas de la Naturaleza

Cuando uno es adolescente piensa que todo lo puede vencer uno es superhombre y no le tiene miedo a nada ni nadie…. y el mar no es la excepción.

En una ocasión habíamos ido al pueblo de Cerro Azul, no recuerdo para que pero no es tema de la narración, pretendí entrar desde orilla de la playa hasta el extremo del muelle nadando a lo “Johnny Weissmüller”. Sin embargo me di cuenta de mi gran error luego de mi segunda trago de agua salada y al encontrarme atrapado entre las olas indefenso y a su merced.

A duras penas pude nadar lateralmente hasta los pilares del muelle y cogerme a uno de ellos. Luego de unos minutos de meditación para tranquilizarme y ver como salía de esta, me deje arrastrar de pilar en pilar hasta llegar a la orilla, pero como las conchitas cubrían casi la totalidad de la superficie, una de estas me infirió un corte en el centro de la palma de la mano izquierda. Asustado por la experiencia acontecida mi premio mayor fue la cicatriz que hasta hoy me acompaña, precio bastante barato, que quedará como recordatorio de que no se debe desafiar a las fuerzas de la naturaleza…

La PromesaCuando uno ingresa a los scouts uno de los mayores deseos es el dar la promesa, con la cual, el joven aspirante, se compromete con los valores y principios del escultismo.

En la tropa scout Rimac 75 esta ceremonia principalmente se realizaba en campamento sobre la cima de Cerro Colorado en Cañete en la tarde bajo la puesta de sol. Recuerdo aquel lejano Febrero de 1,977 en el que correctamente uniformados trepamos al cerro y una vez en la cima, los nuevos procedimos a realizar nuestro primer compromiso con la gran hermandad scout. Teniendo a Dios como testigo bajo un cielo naranja y una vista espectacular del Océano Pacífico uno a uno colocando la mano izquierda en el estandarte y la derecha levantada haciendo la seña scout (tres dedos estirados) procedimos a decir estas inolvidables palabras:

"Por mi honor prometo hacer cuanto de mi depende para cumplir mis deberes para con Dios y la patria, ayudara al prójimo en toda circunstancia y cumplir fielmente la ley scout"…

Muchas generaciones han pasado desde que se fundó la tropa scout Rimac 75 aquel lejano julio de 1963 sin embargo quedará siempre en nuestro recuerdo aquel día en que cada uno de nosotros se comprometió a formar parte de esta gran hermandad. ¡Un bueno para la Rimac 75!…

10 TEMAS FOLKLORICOSSON DE LA CHAVELA:Danza de origen precolombino procede del municipio del Cobán de Alta Verapaz el sello característico se manifiesta en un toro de petate.

BAILE DE LOS MICOS: Es una danza dedicada a San Antonio del municipio de Senahú el acompañamiento de esta danza es la marimba.

DANZA DE LOS DIABLOS: Su origen no se ha podido establecer en la actulidad la dedican al Santo de Cristiandad, principalmente en los pueblos de San Pedro Carcha, Lanquin y San Cristobal Verapaz.

SEMANA SANTAEs una época durante la cual, la cristiandad que trajeron con sigo los españoles y que heredaron a los guatemaltecos hace más de 500 años, se ha consagrado junto con valores propios de la identidad y cultura guatemalteca, que arranca desde nuestros ancestros mayas.

El fervor católico, reflejado principalmente a através de la oración y la penitencia, se ve complementado durante este periodo, por muchos otros elementos o prácticas propias de nuestra cultura, y que el paso del tiempo, ha sabido fusionar armoniosamente para convertir la Semana Santa guatemalteca, en un evento inigualable.

Hoy día, además de la religiosidad alrededor de la figura de Jesucristo, que es la esencia de tan espiritual celebración (aspecto que para muchos se pierde de vista), la Semana Mayor es una época en la que se ponen en escena, muchos valores de nuestra cultura, como es el caso de la magnificencia del arte guatemalteco, y que alfinal de cuentas, también sirve de vinculo entre lo terrenal y lo divino.

En ese contexto, durante estos días, salen en procesión esculturas de preciado valor histórico, religioso, artístico y cultural, representando la imagen de Cristo en muchas etapas de su vida, acompañadas de

pinturas de igual valor, recorriendo calles y avenidas de diferentes ciudades del país.

Las imagenes son llevadas sobre andas elaboradas con finas maderas y decoradas con hermosos detalles, que se mueven como los cien pies, gracias al paso sincronizado de los devotos cucuruchos, que a su vez, caminan en armonía con las marchas fúnebres.El paso del cortejo, es recibido por los fieles católicos, que con manos de artesano, han dibujado sobre la tierra su arte efímero, a través de hermosas alfombras elaboradas con diversos materiales, prevaleciendo el aserrín.A la fusión entre el arte y la fe, se suma también la cultura gastronómica que se enaltece con platillos propios de la temporada, principalmente a base de pescado.

El bacalao a la vizcaina, por ejemplo, es uno de los invitados especiales a la mesa durante esta época que le despierta el sentido del gusto a cualquiera. Se acompaña con postres, como los molletes y buñuelos. Por supuesto, también con infinidad de dulces típicos que se suman al menú.Todo lo anterior, sin duda, viene a reforzar, el por qué se considera la celebración de la Semana Santa en Guatemala, única en el mundo, sin embargo, los invito a que, en medio de todos esos valores que nos identifican como guatemaltecos y que nos llenan de orgullo, no se pierda de vista que todo se circunscribe, al amor que profesamos a Dios y a su hijo Jesucristo.

FIESTA DE LOS GIGANTESDesde hace 108 años es tradición salir a las calles, el 15 y 16 de julio, parapresenciar el paso de los gigantes que acompañan la procesión de

la Virgen Del Carmen, propiedad de la familia Pac Lepe y doña Aura lepe       Lo más importante de esta tradición son las máscaras, ya que fueron donadas por un español a la abuela de la familia. “Fue a Dolores Lepe a quien se las regaló, porque el español vio la devoción de ella por la Virgen Del Carmen; ahora son los descendientes los que tienen lasmáscaras”,  Juan Pac Lepe.     Actualmente son cuatro las máscaras que la familia posee, dos originales y dos que se mandaron a hacer recientemente para proteger las originales.     “Las dos máscaras ya están declaradas patrimonio cultural,   llevaron a loa gigantes a  Washington, Estados Unidos, para representar al país en el Día de la Hispanidad, en el 2000, además los  han llevado a otros lugares a bailar como invitados especiales en ferias patronales de otros municipios de la costa sur como de lugares vecinos

Tradición     Durante el recorrido que hacen los gigantes por las calles del municipio es común ver aniños jugando a no ser golpeados por los machetes de madera que portan los gigantes.   Gritando gigante tu nana gigante tu nana, giganta chichuda, no me cachas, un beso un beso un beso, gigante tu tata una carrerita una carrerita y corriendo despaboridos los guiros para que no se los cachen y se los pepenen de un garrotazolos gigantes recorriendo calles principales de la localidad acompañados de la marimba de toritos el tun y la chirimía y la famosa banda de los hermanos Morales de cantel, el 15 por la noche se termina la novena en la casa de doña Aura Lepe en donde dan los tradicionales tamales de arroz, te caliente y las famosas shecas, luego el 16 el mero día de la     “Ya es tradición dar de comer a las personas que acompañan a los gigantes y ala virgencita y se da el mole en casa de doña Aura Lepe y y pepian en lasa de los Pac en la mañana el famoso pan de recado y el atol de suchi en la casa de la familia LepeZamora, por la noche paches de papa con la familia Pac Lepe y una festival de baile amenizado por un conjunto de marimba pura, y con doña Aura Lepe tamales de arroz y concierto de marimba de toritos y quema de juegos pirotécnicos todo es muy alegre los gigantes los traen el 13 de julio de Consepciòn Chuiquirichapa donde los guarda doña Aura por que ahí les tienen un espacio especial, en casa de doña Ana Lepe.

Con la virgen     Según la leyenda popular, los gigantes estaban en la montaña, cuando la virgen se les apareció; luego, ellos la acompañaron al pueblo y en el camino, con sus machetes, iban limpiando y apartando a la gente para su paso; desde entonces ellos la acompañan durante la procesión. 

NAVIDADEn Guatemala, la casa se adorna con luces y adornos navideños como se ha ido siendo costumbre, esto particularmente en zonas urbanas y rurales con servicio de electricidad.En una esquina de la sala de estar se realiza un pequeño escenario, en algunos hogares se mezclan dos costumbres, el árbol navideño y el portal de Belén, que localmente llamamos El Nacimiento.

Veamos primero el Nacimiento, El Santo Hermano Pedro de Betancourt, trajo a Guatemala, primero a la Antigua Guatemala (Santiago de los Caballeros) a 45 kilómetros al occidente de Ciudad de Guatemala, alrededor del Siglo XVII, la costumbre de representar Belén. El Santo Hermano era terciario de los Franciscanos, San Francisco de Asís introdujo en el norte de Italia la representación en vivo en el siglo XIII. Los franciscanos la fueron llevando por todo el mundo.

La variación en Guatemala vino del arte popular de representar en con estatuillas de barro a pastores, ovejas, poblados, casas etc. y utilizar el aserrín de madera de pino teñido de colores, para representar las parcelas agrícolas, caminos, y otros.

En esta esquina que algunos hogares no es más de 1 a 2 mts. cuadrados, se instala un representación a escala, de la cueva de Belén o Portal, y de los caminos que conducen a través de pueblos y villorios. La escena principal son los tres reyes magos que se encaminan a Belén. El portal tiene una grupo de imágenes en madera o yesos, la Virgen María, San José, el asno y el buey, y en el centro un pesebre donde a la media noche se coloca una imagen del Niño Jesús. Este permanece acostado y en pañales entre el 24 y el 31. El 31 a media noche se le viste con ropas tejidas a mano y se le pone en posición de estar sentado y se le agrega la coronilla del resplandor.

Organizar el Nacimiento es un trabajo de toda la familia, pero las acciones son dirigidas por la mamá. Días antes en los mercados

cantonales se vende: Tierras de colores (aserrín teñido), musgo natural, pelo de ángel, espejos (para las lagunas) y todo tipo de estatuillas de barro cocido, que localmente son de vendedoras mayas como las que en la realidad venden en los mercados cantonales, ovejitas, pastores, patitos y aves para los estanques, etc.

 Esto todo es un fascinante despliegue de colorido y arte popular entrelazado, mezcla entre el arte popular maya, la influencia hispana y la tradición catòlica sintetizada por los franciscanos. 

El Arbol de Navidad se introdujo con la llegada de los alemanes a fines del siglo XIX y principios del XX. Llegaron al Norte de Guatemala a la región de la Alta Verapaz. 

También contribuyeron los norteamericanos que llegaron a principios del siglo XX para trabajar con la United Fruit Company, la Bananera. Ellos trajeron sus costumbres y las incorporaron al país. 

Estas tradiciones se mezclan si el hogar es católico o bien separan. En el caso de familias evangélicas o protestantes, no utilizan el Nacimiento o portal de Belén para no tener representación de imágenes. En este caso el Arbol de Navidad les sirve de simbolo para la fiesta.

Al final es común encontrar un árbol de Navidad (pino o pinabete) o bien uno prefabricado de materiales sintéticos (made in China). Bajo el árbol se construye año con año un nacimiento.

TradicionesLas tradiciones en Guatemala se basan totalmente en los hechos socioculturales, denominados antiguamente como Folklore, estas se caracterizan por ser populares.Las tradiciones populares no permanecen inalterables, si no que son cambiantes, se adaptan al tiempo, a la historia.

Las tradiciones cumplen una función específica dentro de la sociedad en que se desarrollan, son autenticas de cada región.Existen Tradiciones Orales en cada uno de los 22 departamentos de Guatemala, estan demuestran la similitud de las tradiciones folklóricas del país, mostrando variaciones que casi no se notan.Las tradiciones se miden también por regiones, entre estas están:Tradición Pre-hispánicaTradición Occidental con acento hispano-árabeTradición MixtaTradición OccidentalTradición de FormaciónTradición AfrocaribeñaSiendo las fuentes de la Tradición guatemalteca:Indígena (maya y mayense), (prehispánico, colonial y contemporáneo)Occidental (Colonial, republicana), (árabe y africana)Los elementos básicos a estudiar en las tradiciones son: los trajes, la cerámica, la música, la literatura, entre otras artes.

FOLKLORE ERCOLOGICO Entre la mejor cerámica del Departamento, e incluso del país, podemos mencionar la elaborada en Chinautla.

Los trabajos en papel, como piñatas, barriletes y coronas, son encontrados en la ciudad Capital, especialmente en el Mercado Colón en la zona1.

La alfarería se convierte en uso domestico en San Juan Sacatepéquez, San Raymundo, Chuarrancho y San Pedro Ayampuc, sobre todo en la fabricación de tejas y ladrillos.

La cerámica es utilizada o elaborada en los municipios de San Juan

Sacatepéquez, San Raymundo, San Pedro Ayampuc, Chinautla, San Pedro Sacatepéquez y en Mixco.

Entre la metalistería artesanal destacan San Juan Sacatepéquez, San Raymundo, Chinautla, Mixco, Palencia y Villa Canales.

En la elaboración de tejidos podemos mencionar los güipiles, cortes, manteles y otros productos que se elaboran con fibras de algodón y se fabrican en los municipios San Juan Sacatepéquez, San Raymundo, Chuarrancho, San Pedro Sacatepéquez, Mixco, San Miguel Petapa y Amatitlán.

FOLKLORE SOCIAL Entre las fiestas más populares ( aunque todos los municipios tiene la titular) podemos mencionar la del 15 de agosto en la ciudad de Guatemala, en honor a la Virgen de la Asunción; la de Mixco en enero, en honor a la Virgen de morenos; la del Niño de Atocha en Amatitlan y la de Villa Nueva, en honor a la Virgen de Concepción, el 8 de diciembre.

Los mercados de frutas, verduras y flores más famosos e interesantes son los de San Juan Sacatepéquez y Palencia. Los de Mixco y Amatitlan son grandes y abundantes en productos regionales.

El Departamento es pródigo en relación a la cantidad de grupos de danzas practicadas, están la del Venado en los municipios San Juan Sacatepéquez y Chinautla. La del torito, practicada en Mixco, San Juan Sacatepéquez, San Pedro Sacatepéquez y San Raymundo, donde también se baila el de la Conquista. La de Moros y Cristianos que se danza en Mixco.

Los bailes también son famosos, como el de los Gigantes en Mixco, San Juan Sacatepéquez, San Pedro Sacatepéquez, San Raymundo y Guatemala. También es digno de mencionar el convite llamado de los Fieros practicado en Villa Nueva.

10 CUENTOSEL MUÑECO DE NIEVEHabía dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recién formada. La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se entrego a la tarea de moldearla. Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo. Le salió un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba... Pero pronto los días empezaron a ser más largos y los rayos de sol mas cálidos... El muñeco se fundió sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un botón rojo. La niña lloro con desconsuelo. Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lágrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón en cosas perecederas.

LA HUMILDE FLOR Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores. Y sucedió que una florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa:-i No me olvides! ¡No me olvides! Como su voz era tan fina, Dios no la oía. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta. Mas todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así: -No tengo nombre para ti, pero te llamarás "Nomeolvides". Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompañaras a los muertos. Así nació el "nomeolvides" o miosota, pequeña florecilla de color azul y rojo.

NUEZ DE ORO La linda María, hija del guardabosques, encontró un día una nuez de oro en medio del sendero.

-Veo que has encontrado mi nuez.Devuélvemela -dijo una voz a su espalda. María se volvió en redondo y fue a encontrarse frente a un ser diminuto, flaco, vestido con jubón carmesí y un puntia-gudo gorro. Podría haber sido un niño por el tamaño, pero por la astucia de su rostro comprendió la niña que se trataba de un duendecillo.

-Vamos, devuelve la nuez a su dueño, el Duende de la Floresta -insistió, inclinándose con burla.-Te la devolveré si sabes cuantos pliegues tiene en la corteza. De lo contrario me la quedaré, la venderé y podré comprar ropas para los niños pobres, porque el invierno es muy crudo.-Déjame pensar..., ¡tiene mil ciento y un pliegues! María los contó. ¡El duendecillo no se había equivocado! Con lágrimas en los ojos, le alargó la nuez. -Guárdala -le dijo entonces el duende-: tu generosidad me ha conmovido. Cuando necesites algo, pídeselo a la nuez de oro. Sin más, el duendecillo desapareció. Misteriosamente, la nuez de oro procuraba ropas y alimentos para todos los pobres de la comarca. Y como María nunca se separaba de ella, en adelante la llamaron con el encantador nombre de 'Nuez de Oro".

EL NUEVO AMIGO Erase un crudo día de invierno. Caía la nieve, soplaba el viento y Belinda jugaba con unos enanitos en el bosque. De pronto se escucho un largo aullido.¿Qué es eso? Pregunto la niña.

Es el lobo hambriento. No debes salir porque te devoraría le explico el enano sabio. Al día siguiente volvió a escucharse el aullido del lobo y Belinda , apenada, pensó que todos eran injustos con la fiera. En un descuido de los enanos, salio, de la casita y dejo sobre la nieve un cesto de comida. Al día siguiente ceso de nevar y se calmo el viento. Salio la muchacha a dar un paseo y vio acercarse a un cordero blanco, precioso. ¡Hola, hola! Dijo la niña. ¿Quieres venir conmigo? Entonces el cordero salto sobre Belinda y el lobo, oculto se lanzo sobre él, alcanzándole una dentellada. La astuta y maligna madrastra, perdió la piel del animal con que se había disfrazado y escapo lanzando espantosos gritos de dolor y miedo. Solo entonces el lobo se volvió al monte y Belinda sintió su corazón estremecido, de gozo, más que por haberse salvado, por haber ganado un amigo.

LA RATITA BLANCA El Hada soberana de las cumbres invito un día a todas las hadas de las nieves a una fiesta en su palacio. Todas acudieron envueltas en sus capas de armiño y guiando sus carrozas de escarcha. Pero una de ellas, Alba, al oír llorar a unos niños que vivían en una solitaria cabaña, se detuvo en el camino.  El hada entro en la pobre casa y encendió la chimenea. Los niños, calentándose junto a las llamas, le contaron que sus padres hablan ido a trabajar a la ciudad y mientras tanto, se morían de frío y miedo. -Me quedare con vosotros hasta el regreso de vuestros padres -

prometió ella.  Y así lo hizo; a la hora de marchar, nerviosa por el castigo que podía imponerle su soberana por la tardanza, olvido la varita mágica en el interior de la cabaña. El Hada de las cumbres contemplo con enojo a Alba. Cómo? ,No solo te presentas tarde, sino que además lo haces sin tu varita? ¡Mereces un buen castigo! Las demás hadas defendían a su compañera en desgracia. -Ya se que Alba tiene cierta disculpa. Ha faltado, sí, pero por su buen corazón, el castigo no será eterno. Solo durara cien años, durante los cuales vagara por el mundo convertida en ratita blanca.  Amiguitos, si veis por casualidad a una ratita muy linda y de blancura deslumbrante, sabed que es Alba, nuestra hadita, que todavía no ha cumplido su castigo...

EL BOBINA MARAVILLOSA Erase un principito que no quería estudiar. Cierta noche, después de haber recibido una buena regañina por su pereza, suspiro tristemente, diciendo: ¡Ay! ¿Cuándo seré mayor para hacer lo que me apetezca?Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de hilo de oro de la que salió una débil voz:Trátame con cuidado, príncipe. Este hilo representa la sucesión de tus días. Conforme vayan pasando, el hilo se ira soltando. No ignoro que deseas crecer pronto... Pues bien, te concedo el don de desenrollar el hilo a tu antojo, pero todo aquello que hayas desenrollado no podrás ovillarlo de nuevo, pues los días pasados no vuelven.

El príncipe, para cerciorarse, tiro con ímpetu del hilo y se encontró convertido en un apuesto príncipe. Tiro un poco mas y se vio llevando la corona de su padre. ¡Era rey! Con un nuevo tironcito, inquirió:

Dime bobina ¿Cómo serán mi esposa y mis hijos? En el mismo instante, una bellísima joven, y cuatro niños rubios surgieron a su lado. Sin pararse a pensar, su curiosidad se iba apoderando de él y siguió soltando mas hilo para saber como serian sus hijos de mayores.

De pronto se miro al espejo y vio la imagen de un anciano decrépito, de escasos cabellos nevados. Se asusto de sí mismo y del poco hilo que quedaba en la bobina. ¡Los instantes de su vida estaban contados! Desesperadamente, intento enrollar el hilo en el carrete, pero sin lograrlo. Entonces la débil vocecilla que ya conocía, hablo así: Has desperdiciado tontamente tu existencia. Ahora ya sabes que los días perdidos no pueden recuperarse. Has sido un perezoso al pretender pasar por la vida sin molestarte en hacer el trabajo de todos los días. Sufre, pues tu castigo.

El rey, tras un grito de pánico, cayó muerto: había consumido la existencia sin hacer nada de provecho.

El Pirata malvadoHabía una vez un barco con un pirata malvado y su tripulación. Una isla con un mapa escondido y un enorme cofre lleno de riqueza enterrado. Y el pirata mas malvado que los demás quería el mapa y luego el cofre con su llave.Un día los piratas fueron a buscar comida a la isla y cortaron una palmera llena de cocos y de repente cayó el mapa.Luego fueron al barco y le dijeron al capitán cruel y malvado: ha caído el mapa y responde el capitán: ¿cómo que ha caído? responden: de una palmera, y luego el capitán dice: da igual, ja ja ja ja es nuestro.

Fueron a la isla y desenterraron el cofre y fueron los piratas más ricos del mundo pirata. Fin.

Los niños del río San JuanEn mi patria, Nicaragua hay un rió muy bonito que Dios nos regalo, A un lado está la familia González donde viven mis primos en Nicaragua, al otro lado nuestro vecino país costa rica, donde vive la familia arce.

Nuestros padres y presidentes mucho pelean por el río. A mis primos Rosa y Eduardo no les importan esas cosas. Tampoco le importa a Eugenio el hijo de los arce, ellos religiosamente.

Cada tarde se reúnen a cazar mariposas, a ver las garzas blancas y morenas y también a buscar madera de balsa para hacer artesanías.

Ellos son felices en el río, quien de manera muy generosa les obsequia con frutas y peces que solo ahí se cultivan y reproducen.

Pero lo más bonito es que ellos nacieron y crecieron ahí y ojala cuando estén grandes conserven esa amistad para que no sigan peleando y haya paz y amor para disfrutar el rió que dios nos regalo.

El Bosque de los sueñosHabía una vez una niña llamada Leila ella era muy soñadora tenía una madrastra llamada Sonia y unas primas llamadas Ana y Carla las 3 eran demasiado malvadas.

Un día Sonia la mando a ir al bosque a buscar manzanas de los arboles Leila sin quejarse va al bosque ya acostumbrada porque siempre tenía que ir horas después Leila ya cansada llega al bosque y busca manzanas en los arboles. Y de pronto ve una chocita cerca de un pozo profundo ella va y toca la puerta, la atiende una abuelita y le dice hola Leila y Leila no sabe que decir pero se atreve a preguntar disculpe pero como sabe mi nombre???? y la abuela le responde vi en el pozo profundo tu nombre... perdone por la expresión pero usted me está fastidiando le respondió la niña y no le contesto la señora, y de pronto Leila mira la hora y dice o no ya es tarde!!!! Perdóneme me tengo que ir adiós y la niña se fue muy apurada pero cuando ya se alejaba de la choza la anciana le grito tírate al pozo y no serás mas maltratada pero la niña sin importancia siguió corriendo.

Cuando llego a su casa Sonia le empezó a pegar y Ana y Carla se burlaban, la pobre de Leila se fue a su cuarto llorando y se durmió una siesta y así siguió viviendo.

Pasaron 2 meses y Leila no aguanto más que la trataran de esa forma fue al bosque y se tiro por el pozo cuando salió del pozo estaba en otra dimensión con todo lo que ella soñaba y obvio se quedo en ese portal. Y la niña vivió feliz por siempre fin.

El Pez PayasoHabía una vez un pez llamado pez payaso y los otros peces se reían por su nombre pez payaso. Le decían: ja ja ja menudo nombre anda que pez payaso vaya nombre ¡jajaja!

En realidad era un pez normal y le dolía que se rieran de él, hasta que un día se quiso ir y fue más allá del océano donde dicen que hay tiburones malvados y se topó con un tiburón y el pez se fue corriendo y se tropezó con una piedra y tuvo una idea...¡aja una piedra justo lo que quiero y del tamaño perfecto! y el pez payaso le tiró la piedra en la cabeza y el tiburón se desmayó y cuando se despertó el tiburón les dijo a todos los peces lo que pasó y dijeron: ¿de verdad? ¡Guala! y por eso se olvidaron del nombre y se preocuparon de lo que pasó con el tiburón y asombraron de lo valiente que había sido.

10 TEATROS INFANTILESLAS VAQUITAS REBELDESMaría Alicia ESAINPersonajes:SOLÁRBOL

PAJARITOFLOR ROJAFLOR AZULFLOR BLANCAVAQUITA1VAQUITA2HADA PRIMAVERA

Inspirado en “Una vaquita en el jardín” de Marta Giménez Pastor(RELATOR) - Hoy el campo está listo para la llegada de la Primavera. Flores, plantas y bichos sienten la caricia del sol que la anuncia. Mientras casi todos ellos se preparan para recibirla, las vaquitas de San Antonio, muy enojadas, llegan con una pancarta que dice:

Parece que el hada Primavera verá arruinada su fiesta de bienvenida…¿Qué habrá ocurrido con esos lindos bichos?¿Cuál será la causa de su enojo?¿Qué opinan los demás personajes de esta historia?¿Tendrá que venir un detective a investigar?Para saberlo, escuchen y miren con atención, así se enterarán…ESCENA 1SOL:-¡Vamos, vamos, arriba, a trabajar! El Invierno se fue, es hora de recibir a la Primavera. Ninguno debe faltar.ÁRBOL:- ¡AUMMMMMMMM! Qué pereza tengo! He dormido todo el invierno…¿Ya pasó?¿No puedo dormir un poco más?SOL.-De ninguna manera, están brotando las hojas en tus ramas. Debes vestirte de verde, la Primavera llegará y es necesario estar listo. Vendrán los niños a jugar aquí y necesitarán tu sombra.ÁRBOL:- Bien, bien, bien, llega el tiempo más lindo para mí. Tiene razón Don Sol, ya me visto de verde.PAJARITO:- ¡Qué buen árbol me encontré! Aquí haré mi nido. Le avisará a Pajarita mi novia, que venga a ayudarme.SOL:-¡Adelante, Pajarito! El hada Primavera estará feliz de verlos.PAJARITA:- Vengo a ayudar, tengo plumas, pelusas y ramas para el nido.ÁRBOL:-¡Qué bueno, estoy un poco solo, ahora tendré compañía!FLOR ROJA:- Aquí estoy yo, nuevita y suave. Me quedo por este lado, cerca de usted Don Árbol.SOL:-Eso es…y que vengan otras flores. Ninguna debe faltar¡¡Vamos, vamos!!FLOR AZUL- Señor Sol, qué mandón que se ha puesto esta temporada. Nos sacaremos las medias de lana y nos arrimaremos a Don Árbol.FLOR BLANCA:- Yo guardaré los gorros de dormir para el próximo invierno, son abrigados y los necesitaremos cuando venga el frío.VAQUITA1- No nos esperen, estamos cansadas de que nadie se fije en nosotras.

VAQUITA2.- Sí, no nos miran o si lo hacen, andan preguntando si somos las vaquitas del dulce de leche…VAQUITA 1:- O se asustan pensando que picamos, como los mosquitos.VAQUITA 2: - O las abejas.PAJARITOS:-¡Pero qué muchachas tan rezongonas!ÁRBOL.- Ya lo creo, qué tendría que decir yo, siempre en el mismo lugar y sin poder andar por ahí, como ustedes.FLORES:- Un poco de razón tienen las chicas, nos parece. Todo el mundo pasa y nadie las mira, es cierto…SOL.-A mí el hada Primavera me dijo que las necesitaba, así que aquí deberán esperarla…VAQUITAS:- Si es así, nos quedaremos.

ESCENA 2HADA PRIMAVERA:- ¡Buenos días a todos! ¡Don Sol, qué buena luz! Árbol, tus hojas son muy bellas y verdes…¡Qué bien les está quedando el nido, Pajaritos!¡ Flores, muy buenos esos pétalos de colores!¿Dónde están mis vaquitas de San Antonio? Sin ellas no puedo andar por aquí.VAQUITAS: -¿Realmente es así, Señora Primavera?HADA PRIMAVERA:-¡Por supuesto! Si los chicos no las encuentran sobre las flores, mi fiesta no está completa…¡ No hace falta que sean las vaquitas del dulce de leche!Ustedes son los bichos de la buena suerte.VAQUITAS.-No nos habíamos dado cuenta ¡Gracias por avisarnos!LOS DEMÁS:-¡Felicitaciones!HADA PRIMAVERA:-Ahora sí mi fiesta puede comenzar. Cantemos y bailemos juntos:¡El Hada Primavera de verde se vistió,el canto de los pájaros el aire alegró!¡ Un mundo de color ha llegado hasta aquíy bajo el tibio sol florece el jardín!A acompañar a las flores las vaquitas vendrán,y a quienes las encuentren mucha suerte darán.¡ Cantemos todos juntos esta linda canciónque reine la alegría en cada corazón!Fin

UNA SERENATA PARA LA BRUJAMaría Alicia ESAINPersonajes:MONO ESTROPICIO BRUJA REZONGOCAMELLO EL BELLO VACA TITINA ROSALINACARACOLOSO DE MARPERRITO MARRÓNSAPO VERDOLÍN

MONO ESTROPICIO: - ¡Algo terrible me sucedió, chicos! ¡Y ustedes tienen que ayudarme, por favor! Esta mañana me puse a ensayar mi nueva actuación en el circo del Señor Cascote y tomé una escoba para hacer equilibrio caminando sobre el alambre…y…¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA! SE ME ROMPIÓ Y ME CAÍ.BRUJA REZONGO:- ¿Qué has hecho Estropicio? Si no me consigues una escoba nueva y alguien que me cante serenatas en el balcón no te perdonaré.¡Me voy a mi cueva y arreglate como puedas!MONO ESTROPICIO - La escoba ya la tengo, la saqué del cuarto de la limpieza, pero no consigo quién te quiera cantar para vos, bruja rezongona ¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA! Seguro que me transformarás en murciélago y nunca más los chicos me querrán. ¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA!

CAMELLO EL BELLO:- ¡Pero qué exagerado que sos ESTROPICIO! AJUUUUUUU UJÚ. ¿Para qué están los amigos? AJUUUUUUU UJÚ . Yo mismo puedo cantarle a la bruja. Lo hago muy bien, fijate:Más frágil que el cristalfue mi amorjunto a ti...Cristal tu corazón, tu mirar, tu reír...

MONO ESTROPICIO:- ¿Uds. qué opinan, chicos? ¿La bruja quedará conforme con la serenata de CAMELLO EL BELLO? Estás un poquito desafinado.CAMELLO EL BELLO:- ¡No puede ser! Soy un gran artista! Me voy, no puedo ayudarte ¡Otra vez será! ¡Me esperan en el desierto!VACA TITINA ROSALINA:- ¡No importa! Aquí vengo yo, sé cantar MUUUUUUUUUUUU MUUUUUUUUUUY MUUUUUUUUUUUUY BIEN!!Escuchen todos:Las penas y las vaquitas, Se van por la misma senda, Las penas y las vaquitas, Se van por la misma senda, Las penas son de nosotros, Las vaquitas son ajenas, Las penas son de nosotros, Las vaquitas... MUUUUUUUUUUUU MUUUUUUUUUUUUMONO ESTROPICIO:- ¿A Uds. qué les parece? ¿A la bruja le gustará la serenata de TITINA ROSALINA? Estás un poquito desafinada, querida.VACA TITINA ROSALINA:- ¡No puede ser! Soy una gran artista! Me voy, no puedo ayudarte ¡Otra vez será! ¡Me esperan en el campo!MONO ESTROPICIO:-¡Entonces seré murciélago en lugar de mono payaso! ¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA!CARACOLOSO DE MAR:-De ningún modo, para eso vengo yo aquí. Soy el Gran Caracoloso de Mar, un gran artista de Necochea, Mar del Plata, Santa Teresita… y te mostraré mi arte. Ya verás que la bruja se desmayará de placer al escucharme:Frente al mar,frente a Diosempapada de noche y de pena mi vozse estremece en el último adiós...

MONO ESTROPICIO:-¡Sí que seré murciélago en lugar de payaso! ¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA! La Bruja Rezongo se desmayará al escucharte, ya lo creo. Pero porque le darás un terrible susto con esa forma de cantar…Estás un poquito desafinado.CARACOLOSO DE MAR:- ¡No puede ser! Soy un gran artista! Me voy, no puedo ayudarte ¡Otra vez será! ¡Me esperan en la playa!PERRITO MARRÓN:- ¡Aquí estoy yo, un perro de tierra adentro, bien gaucho, guitarrero y payador. Escuchá Estropicio. Escuchen chicos…¡Y aplaudan!Mire qué lindo mi país, paisano,si usté lo viera como yo lo vi:un cielo limpio repartiendo estrellasla madre tierra acunando el maíz.Mire quée lindo mi país, paisano,si usté lo viera como yo lo vi.

PERRITO ESTROPICIO:-¡Si la Bruja Rezongo te escucha querrá irse a vivir a otro lado! ¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA!¿Verdad, chicos?¡Me llevará con ella transformado en murciélago , además! ¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA!

PERRITO MARRÓN:- ¡No puede ser! Soy un gran artista! Me voy, no puedo ayudarte entonces ¡Otra vez será! ¡Me esperan en el campo!MONO ESTROPICIO:-¡Esto es terrible! No consigo nadie que cante bien ¿Qué será de mí? ¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA!SAPO VERDOLÍN:-Estropicio, quedate tranquilo, que acá estoy yo. Soy Verdolín, un sapo de laguna. Canto en las noches de luna y hago llover. Si eso consigo, seguro que mi actuación le gustará la Bruja Rezongo y estarás salvado.ESTROPICIO:-¡No creo que un sapo tan verde y tan feo lo consiga! ¡BUAAAA! …¡BUAAAA!…¡BUAAAA!SAPO VERDOLÍN:- Sí, es verdad que soy un poco feo, tampoco canto bien, pero a las brujas, los sapos les encantan, ya lo verás ¡Escuchen todos!:Sapo de la noche,sapo cancionero,que vive soñandojunto a tu laguna.Tenor de los charcosgrotesco troveroque estás embrujado de amorpor la luna.

MONO ESTROPICIO:-¡Creo SAPO Verdolín que me has salvado! Perdón por no haber confiado en vos ¿Ustedes qué opinan, chicos? ¿Les parece que a ella le gustará? ¡Habrá que probar!SAPO VERDOLÍN:-¡CROAC! ¡CROAC! ¡CROAC! Vayamos rápido a cantarle la serenata a la Bruja Rezongo, así te perdona.MONO ESTROPICIO y SAPO VERDOLÍN juntos:Sapo de la noche,sapo cancionero…(salen)BRUJA REZONGO:-Como soy rezongona, pero los sapos me enamoran, perdono al MONO. Y me voy con el SAPO a charlar un rato.Fin

¿DÓNDE CANTAN LOS FANTASMAS?Personajes:Hada JubiladaFantasmaMonstruoEsqueletoBrujaEscenografía:Plaza de día(Aparece el Hada mientras se escucha el candombe)-¡Buenas tardes, gente! Me presento: Soy el hada Jubilada y a mí no se me escapa nada. Aunque tengo una duda…¿Escucharon música recién?¡Ah, sí! Pero nadie cantó…Eso quiere decir que los fantasmas de la plaza están tramando algo. ¿A quién querrán asustar?(Sale el Hada y entra el Fantasma, diciendo):-¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! El hadase fue y no se imagina que yo ya llegué…Menos todavía lo que pienso hacer. Me llevaré conmigo a todos los chicos que han venido con su abuela y llenaré con ellos mi escuela de fantasmas…¡Ninguno escapará porque mi sábana blanca los envolverá! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO!(Entra el Monstruo, diciendo):- Acá estoy yo para ayudarte, Fantasma…¡Me llevaré despacito a todos los chicos que tengan rulitos! No se salvará ninguno y con mi peine de alambre los peinaré hasta que no les quede ni un rulo…¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO!(Entra el Esqueleto , diciendo):-Ahora es mi turno, muchachos…Lo mío será sencillo, pues me llevaré conmigo a todos los chicos que usen flequillo…haré con ellos mi ronda de huesos y bailar el baile de los esqueletos…¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO!

(Entra la Bruja , diciendo):-¡Pero dejen algo para mí y mi brujito! También queremos llevarnos algo y divertirnos aunque sea poquito…A ver, a ver…¿Quién se vendrá conmigo? Ya sé, porque elijo a las tías y a las mamis que estén con sus hijos…¡A la parrilla los voy a cocinar!¿Qué rico asado que voy a cenar! …¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO!(Todos, bailando)-¡No se salva nadie en esta biblioteca! Aunque tengan auto o anden en bicicleta…Esta misma noche haremos la fiesta con ruidos de miedo tendremos orquesta…¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! …A bailar la ronda, la ronda macabra, con ojos de rana y patas de cabra…!¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO!…- A CAZAR CHICOS, ENTONCES, QUE ES LA HORA DE DIVERTIRNOS. …¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! NADA PODRÁ HACERNOS EL HADA JUBILADA, HACE MUCHO TIEMPO QUE TIENE LA VARITA VIEJA Y OXIDADA!(Se van por los rincones y queda solamente el fantasma) (Entra el Hada empuñando su varita):- No te creas, Fantasma, que podrás llevarte a los chicos con sus abuelas. No, señor, con mi varita oxidada quedará vacía tu escuela, porque desde ahora, tienes dolor de muelas.- ¡No, no, no! ¡Dolor de muelas, no, no!¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! (Se va)- (El Hada se esconde) (Entra el Monstruo, diciendo):- Yo no tengo muelas, los dientes me cuelgan y a mí no me importa, con los de rulitos, yo me hago una torta…¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO!(Entra el Hada empuñando su varita):-Tranquilo, señor Monstruo, si a usted no le importa, el tema es sencillo: Aquí quedará usted, duro como un ladrillo…¡Porque anda muy bien la varita oxidada del Hada Jubilada!(Se va endurecido el Monstruo, diciendo):-¡Uh…estoy duro y no me puedo mover, casi! !¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!

(El Hada se esconde) (Entra el Esqueleto, diciendo):-Esta noche, cuando desarme a los chicos con flequillo, tendré huesos nuevos y les pondré tornillos!¡A desarmar! …¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO!(Entra el Hada empuñando su varita):-Quieto, esqueleto, porque te aprieto. Yo, el Hada Jubilada, con mi varita oxidada no te dejaré hacer nada. Con tu sombrero te caerás en un agujero.(Cae el esqueleto, gritando):-¡No me quedo duro, pero voy a un pozo oscuro! !¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!

(El Hada se esconde) (Entra la Bruja, diciendo):- A las madres y las tías yo me llevaré, si queda algún chico es para mi bebé…¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO! ¡JO!…- (Entra el Hada empuñando su varita):

-Ah, señora Bruja, el tema no es fácil…Ya mismo se busca un poco de lana y dos buenas agujas…¡A tejer calzones para los gorriones! Eso es lo que manda el Hada Jubilada, esa hada que tiene varita oxidada.BRUJA- ¡Tejer, qué castigo! A buscar agujas y a comprar la lana…¡Hoy quedo de cama! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! (Se va)HADA-¡Al fin termina esta pesadilla!¡Nunca más molestarán a los chicos que viene a la función!¡Que suene la música, que se arme el candombe!¡ Nadie tiene miedo!¡Ninguno se esconde!¡ A los malos echas, varita oxidada!¡ Puedo salvar chicos siendo jubilada!FIN

DE AZUCENA LA CENAPersonajes:AZUCENA MOZO( LA ESCENA TIENE LUGAR EN UN RESTORÁN ELEGANTE. ENTRA AZUCENA, MUJER MUY BIEN VESTIDA Y SE SIENTA A UNA MESA. EN CUANTO SE ACERCA EL MOZO, SE LEVANTA UN INSTANTE, LO TOMA DEL BRAZO Y LO CONDUCE HACIA SU MESA.)

AZUCENA (HABLA RÁPIDO.) Buenas noches, señor. Por favor, ¿me podría atender enseguida? Estoy apurada.MOZO ¿Qué dice, si la podría tender? ¿Dónde quiere que la tienda?AZUCENA Disculpe, dije si me podría atender.MOZO Sí, ya escuché, me preguntó si la podría tender. Esto es un restorán, no es un lugar para que la gente se tienda. Si se quiere tender vaya a tenderse a un sillón, a un sofá o a una plaza.AZUCENA ¿A una plaza? ¿Para qué? MOZO Para tenderse en un banco, si quiere.AZUCENA Yo a los bancos voy a pagar las cuentas, no a atenderme. Para

atenderme voy a...MOZO (LA INTERRUMPE) Claro, para tenderse viene al restorán. Pero aquí la gente no viene a tenderse, viene a comer. Si quiere tenderse vaya a otro lado.AZUCENA Señor, usted no me entiende, yo no quiero tenderme.MOZO Señora, usted me preguntó si yo la podría tender. Y yo a los clientes no los tiendo. AZUCENA Yo no sé si los tiende, pero ¡me parece que no los entiende!MOZO (IRRITADO) ¡Claro que los entiendo! Pero no los tiendo. Lo único que a veces tiendo es la ropa: camisas, medias, pan...AZUCENA (LO INTERRUMPE) ¡Pan! Justamente, podría ir trayendo pan, por lo menos.

MOZO Señora, yo me refería a pantalones.AZUCENA ¿Pantalones? ¿Para qué quiero que me traiga pantalones? Si quisiera pantalones no vendría a un restorán, iría a una tienda de ropa. Si vengo acá, es para comer.MOZO ¿Y por qué no come en lugar de hablar tanto?AZUCENA ¿Cómo quiere que coma si usted no me trae nada, ni siquiera me muestra las entradas?MOZO Señora, usted de entrada tomó las cosas mal.AZUCENA ¿Qué voy a tomar mal si no me trajo nada para tomar? Ni agua me trajo...MOZO Si usted me pide que la tienda yo no sé qué traerle.AZUCENA Señor, por favor, entienda: no le pido que me tienda, ¡sino que me atienda!MOZO ¿Y por qué no empezó por ahí? Si usted no es clara yo no la puedo atender.AZUCENA ¡Señor, sepa que yo no soy Clara! Nunca fui Clara ni lo voy a ser. A mí me llamaron siempre Azucena.MOZO ¿A mi cena? ¿Quién la llamó a mi cena?AZUCENA ¿A su cena? Nadie me llamó a su cena.MOZO Pero, ¿en qué quedamos? ¿No acaba de decir que siempre la llamaron Azucena?AZUCENA ¿Y a la cena de quién quiere que me llamen? Señor, ¿por qué no la termina con esta escena y se ocupa de mi cena?MOZO Señora, no la entiendo. Usted dijo que la llamaron a mi cena, y acá la que viene a cenar es usted, no yo. Yo estoy trabajando de mozo.AZUCENA Sí, de mozo... demos o... demos o... otra oportunidad a esta situación. Mire, ¿por qué no me trae algo para comer?MOZO Cómo no. ¿Le gustaría como entrada probar unos tomates rellenos?AZUCENA Podría ser. ¿Están buenos?MOZO Claro, son tomates de quinta.AZUCENA ¡Tomates de quinta! ¡Lo único que faltaba! ¡Y lo dice tan campante! Señor, sepa que si vengo a un restorán es para que me

sirvan comida de primera, no de quinta.MOZO Pero, señora, justamente, son tomates de quinta, excelentes...AZUCENA (SE LEVANTA Y SE ACERCA A LA PUERTA) ¡Quédese con su entrada, que yo prefiero la salida! ¡Mal educado! ¡Vaya a ofrecer sus tomates a otro lado!

LAS OBRAS DEL COCINEROPersonajes:MOZOCLIENTE(LA ESCENA TRANSCURRE EN UN RESTORAN. ENTRA UN CLIENTE Y SE SIENTA A UNA MESA. SE ACERCA UN MOZO.)

MOZO Buenas noches, señor, ¿qué desea servirse?CLIENTE No deseo servirme nada.MOZO Ah, bueno, disculpe, pero entonces...CLIENTE Entonces, ¡deseo que usted me sirva algo! ¿Si no, para qué se cree que vengo a un restorán?MOZO Sí, sí, cómo no. Sírvase. (Le entrega el menú.)CLIENTE A ver...no sé...hay tantos platos. ¿Qué me sugiere?MOZO Seguramente cualquiera de las obras de nuestro cocinero lo va a satisfacer.CLIENTE ¿Las sobras del cocinero? ¿Por quién me toma?MOZO Disculpe, señor, dije "las obras".CLIENTE Sí, eso mismo escuché, ¡las sobras!MOZO No, señor, le está sobrando una "s".CLIENTE ¿Qué está diciendo? ¡A mí no me sobra nada, y menos que menos me va a sobrar usted!MOZO Sí, como usted diga. Bueno, le puedo sugerir lasaña.CLIENTE ¿Está loco? ¿La hazaña? ¡Yo no quiero hacer ninguna hazaña! Solamente quiero comer, ¿me entiende?MOZO Sí, sí. ¿Tal vez le gustaría un besugo a la vasca?CLIENTE ¿Ves, Hugo, a la vasca? ¿Eso dijo? ¿Qué le pasa? ¿Desde

cuándo me tutea? ¿Y cómo sabe que me llamo Hugo? ¡Y además, no quiero ver a ninguna vasca! Quiero que me traiga algo para comer, ¿es sordo acaso?MOZO Sí, sí, enseguida. Quizás le gustaría probar...¿empanada?CLIENTE ¿En pan, nada? ¿Cómo voy a comer en pan, nada? ¡Traigame aunque sea un pedazo de pan con manteca!MOZO Sí, sí, ya mismo. (Le sirve. El cliente lo prueba.) ¿Qué tal? ¿Le agrada? Es pan casero... CLIENTE ¡Es pan...toso! ¡Es horrible! Miré, tráigame algo que valga la pena.MOZO ¿Quiere un bife?CLIENTE ¡Lo único que faltaba! ¡Me amenaza con golpearme! ¡Hábrase visto, qué insolencia! Traigame algo para comer, que estoy muerto de hambre. Y acabemos de una vez...MOZO (Le muestra el reloj.) Acá vemos que ya son las once, lo siento, pero ya está cerrado.CLIENTE ¿Cómo me dice "estás errado"? ¡No me tutee! MOZO Señor, lo siento, el restorán está cerrado. CLIENTE (Se pone de pie indignado y sale gritando.) ¡Errado estarás vos! ¡Mal educado! ¡Insolente! ¡Ya no se puede ni ir a un restorán!

EL CUMPLEAÑOSPersonajes:AmeliaÁngelaRodrigonaEugenioSilvanoAcompañamiento de niños y niñas

Escena 1El teatro representa una nenería o aposento de nenes, amueblado con arreglo al lugar.Amelina, Ángela, Rodrigona, (salen a un tiempo, la primera por la puerta de la derecha, las otras dos por la de la izquierda)AMELINA : (Dejando de tararear la canción que vinía tarareando) ¡Hola, amigas! ¡Cuánto bueno por aquí! ¡Un abrazo, Rodrigona; un beso Angelina mía!ÁNGELA : El mío, comadre. (Se besan)RODRIGONA : Parece que estás muy alegre.ÁNGELA : Y cómo no ha de estarlo, sí es el día de su cumpleaños.

AMELINA : Más lo estoy por otra cosa.RODRIGONA : ¿Por cuál?AMELINA : Porque mamá se ha puesto buena. ¡Jesús! Cuando ella está indispuesta, parece que no hay sol para esta casa.RODRIGONA : ¿Quién te ha enseñado a decir eso?AMELINA : Mi corazón. ¿El tuyo no habla así cuando tu madre se repone de algún quebranto?RODRIGONA : Auque sea ligero.AMELINA : Pues entonces ¿por qué crees necesario que me dicten palabras que el corazón inspira?RODRIGONA : Porque como tú eres todavía tan chiquita...AMELINA : ¡Adiós! ¿Y para tener corazón hay que ser grande?RODRIGONA : No; pero a tu edad se tiene todavía el corazón en las muñecas.ÁNGELA : ¡Miren la vieja! Y tú, ¿en que lo tienes?RODRIGONA : En las muñecas también, pero como tengo más juicio...AMELINA :¡Sí! Para ser nuestra maestra de travesuras.ÁNGELA : Siempre que puede hacerlo a escondida de tu padre.RODRIGONA : Vaya un señor para ser enemigo de diabluras de muchachos.¡Yo le tengo un miedo...!AMELINA :Como si él se comiera a los niños.ÁNGELA : Cuando los quiere tanto.RODRIGONA : Pero ¿a que no nos dejaría trepar al mamón si estuviera aquí?AMELINA : Pues está: ni lo intentes.RODRIGONA : ¡Qué lástima! ¿Y qué vamos a hacer?AMELINA : Pues está: ni lo intentes.RODRIGONA : ¡Qué lástima! ¿Y qué vamos a hacer?AMELINA : Muchas cosas: hoy tenemos muchas cosas pendientes: primero, la llegada de mi hermano con un condiscípulo suyo, que dice que es muy buen muchacho.ÁNGELA : Y será un nuevo amigo.RODRIGONA : Y un nuevo compañero de juegos. ¿Y qué más tenemos hoy?AMELINA : Después tenemos la procesión.RODRIGONA : ¿Qué procesión?AMELINA : La que tenemos siempre que mamá se restablece de algún achaque.ÁNGELA : ¿Y luego?AMELINA : Luego tenemos el convite.RODRIGONA : ¿Y luego baile?AMELINA : Eso no sé.(Se oye la voz de Eugenio gritando: ¡Amelina! ¡Hermanita!)RODRIGONA : Pues Eugenio lo sabrá.¿No es su voz?

Escena 2ª Dichos, Eugenio y SilvanoEUGENIO : (Desde dentro) ¡Amelina! (Entra saltando, se lleva las manos a la cabeza, como quien olvida algo, y sale.)AMELINA : ¿Qué será?EUGENIO : Pero entra muchacho...Amelina, aquí está Silvano. ¡Viva, niñas! ¡Hoy es día de divertirnos! ¿Se levantó mamá?AMELINA : Ya.EUGENIO : ¡Vicaaa ! Hoy sí que nos divertiremos. (Sale)

Escena 3ª Dichos, menos EugenioSILVANO : ¡Ah Eugenio! ¡Siempre el mismo...!AMELINA : ¿Así es en la escuela?SILVANO : Y en todas partes. Es su defecto.RODRIGONA : ¿Cómo su defecto? ¿Acaso es por allá una virtud el ser pazguato?AMELINA : Será pelagatoÁNGELA : ¿Uno que pela gatos?RODRIGONA : Yo creía que el ser tonto es lo malo, y no el ser vivo.SILVANO : Pero entre el tonto y el atolondrado está el juicioso.RODRIGONA : ¿Y usted es juicioso?SILVANO : Mal me está el decirlo, pero...

Escena 4ª Dichos y EugenioEUGENIO : ¡Silvano! (Tirando una bolita) ¡Ahí te vá! ¡Ahí te vá, hombre! ...SILVANO : ¡La cogí! ¡Juego a la verde! ¡Zapateta! ¡Le pegué!RODRIGONA : Pues, señor, si eso es ser juicioso...EUGENIO : La marraste...¡Tac! ¡Le dí!(Vanse jugando)

Escena 5ª Dichos menos Eugenio y SilvanoAMELINA : ¿Qué te parece el nuevoamigo?RODRIGONA : Un poco embusterito...AMELINA : Más bien, un poquito hipócrita.RODRIGONA : ¡Pues! Un hipócrita no es más que uno que miente por costumbre.AMELINA : ¿Pero qué sabes tú si él acostumbra mentir?RODRIGONA : Peo ¿no lo viste? Parecía un santito, y en cuanto vio la ocasión, nos dejó con un palmo de narices.ÁNGELA : (Aparte a Amelina, con candidez)

Mírame a ver si me ha crecido la naríz.AMELINA : ¿Y a mí?En la próxima entrega de Léeme un Cuento, completaremos las escenas que faltan para terminar esta Obra "El cumpleaños"*FIN*HANSEL Y GRETELOBRA DE TEATRO EN ESPAÑOLPERSONAJES (5 niños)Hansel (hijo); Gretel (hija); Padre; Madre; Bruja. ESCENA I Cada personaje se sitúa en el lugar que le corresponde: el padre hace la cena; la madre corta leña; Hansel y su hermana Gretel hacen deberes del colegio.

MADRE(dirigiéndose a los hijos) Hansel y Gretel, tendréis que ir al bosque a buscar fresas. No tenemos comida ni tampoco dinero para ir al mercado.

PADREMamá y yo iremos a buscar más leña para podernos calentar. Tenemos dos horas de luz para trabajar.

HANSELTendremos que darnos prisa para poder llegar a casa antes de que se haga de noche.

GRETELPara poner las fresas cogeré el cesto más grande.

ESCENA I Entran Hansel y Gretel como si cogieran fresas.

HANSELUna fresa al cesto y una a la tripa de Hansel.

GRETELUna fresa a la tripa de Gretel y otra al cesto.

HANSEL¡Ya ha salido la luna! ¡Se ha hecho de noche!...

GRETELTendremos que pasar la noche en esta casa.Ven una casita hecha de pan, con el tejado de bizcocho y las ventanas de azúcar... Hansel y Gretel se disponen a comérsela.

GRETEL¡Estoy sacando la tripa de pobre!

HANSEL¡Nunca había visto una casa semejante!

BRUJARatita, ratita, ¿quién se me come la casita?

HANSEL Y GRETELEl viento, el viento que pasa rápido.

La bruja sale de detrás de la casa y atrapa a los niños con un hechizo:BRUJAHukus pukus num kun jokus. Ni hacia atrás ni hacia delante. Quietos los dos aquí al instante, porque mi poder es grande.

Hansel y Gretel quedan hechizados por la bruja. El niño hace acciones de perro. La niña con el hechizo se pone a hacer la comida y a limpiar... Poner la música del tema de la bruja de la ópera, mientras cada personaje realiza su acción: Hansel ladra y actúa como un perro; Gretel hace las faenas de la casa; la Bruja vuela con la escoba. Al aflojar la música, la bruja se pone a descansar y deja la escoba cerca de Gretel. Ella la coge y quita el hechizo de su hermano. Con el mismo hechizo llevan a la bruja al interior del horno.

GRETELHukus pukus num kun jokus. Un perrito no serás más.

HANSEL Y GRETELHukus pukus num kun jokus. Bruja Golosa no nos comerás, Bruja Golosa al horno irás.

Entran el padre y la madre que les estaban buscando por el bosque. Al verse, todo el mundo se abraza.

PADREAl ver que se hacía de noche y no volvíais a casa, hemos decidido buscaros por el bosque.

MADRE

Os hemos encontrado sanos y salvos. Lo podemos celebrar cantando y bailando una canción...

EL ZORRO Y EL CABALLOAutor: Hermanos GrimmAdaptación: KidsincoIlustración: Rodrigo López, Chile. PERSONAJES (5 niños): Narrador / Caballo / Granjero / Zorro / León

NARRADORHabía una vez un Granjero que tenía un caballo fiel que ya era muy viejo para trabajar. Un día el caballo le dijo:CABALLOTengo hambre... no me has dado de comer en dos días.GRANJERO¿Cómo esperas que te alimente, si ya no trabajas?CABALLOTú sabes que estoy viejo y que he trabajado para ti durante muchos años.GRANJEROLo sé... y te quiero... pero tienes que demostrarme que todavía eres fuerte.CABALLO¿Y cómo puedo demostrarte que todavía soy fuerte?GRANJEROSi me traes un león, te seguiré cuidando. Pero por ahora, vete de mi establo.CABALLOPero... ¿dónde voy a vivir?GRANJEROÉse es tu problema... ¡vete!NARRADOREl caballo abandonó la granja y se fue a la selva.CABALLO

Oh, ¡estoy muy triste! ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Dónde voy a vivir? ¿Qué voy a comer?NARRADORPero de pronto apareció un zorro.ZORRO¿Qué te pasa? ¿Por qué estas tan triste? ¿Qué estás haciendo aquí solo?CABALLO¡Oh, pobre de mí! La codicia y la lealtad no pueden vivir en la misma casa.ZORRO¿Qué quieres decir?CABALLOHe trabajado mucho para mi amo y por muchos años, pero él se ha olvidado de todo el trabajo que hice.ZORRO¿Qué te hizo?

CABALLOEstoy viejo, y ya no puedo tirar de la carreta ni arar bien, así que me dijo que ya no quiere darme de comer, y que abandonara la granja.ZORRO¿Eso dijo? ¿Que te fueras? ¿Sin darte una oportunidad?CABALLOBueno, me dijo que si era suficientemente fuerte como para traerle un león, que me podía quedar, pero él sabe bien que no puedo hacerlo.ZORRO¡Eso no es justo!... De todas maneras... yo te voy a ayudar.CABALLO¿Y cómo puedes ayudarme?ZORROSólo haz lo que te digo. Acuéstate en el piso, estírate como si estuvieras muerto... y no te muevas.CABALLOHaré lo que me digas. Ya no tengo nada que perder.ZORROBien, ahora espérate, voy a buscar al león.CABALLO¿Estás seguro?ZORROSí, ahora regreso... y no te muevas.NARRADOREl zorro se fue a buscar al león, que se encontraba en una cueva no muy lejos de allí.ZORRO¡León! ¡León!LEON

¿Qué quieres? ¿No ves que estoy durmiendo?ZORROTengo buenas noticias para ti. ¡Encontré un caballo muerto! Ven conmigo y podrás tener una deliciosa comida.LEON¡Vamos!NARRADOREl león se fue con el zorro, y cuando llegaron al lugar donde estaba el caballo, el zorro le dijo:ZORRODespués de todo, no es muy cómodo para ti... tengo una idea... lo amarraré a tu cola, y entonces podrás arrastrarlo hasta tu cueva y allí podrás comértelo con tranquilidad.LEON¡Es muy buena idea!

NARRADOREntonces el león se tendió sobre el suelo para que el zorro pudiera amarrar el caballo a su cola. Pero el astuto zorro amarró las patas del león a la cola del caballo. Y cuando terminó de amarrarlo, le gritó al caballo:ZORRO¡Empuja, caballo, empuja!NARRADOREntonces el caballo se paró, y se llevó al león.LEON¡Déjame ir! ¡Déjame ir!NARRADOREntonces el león empezó a rugir y rugir y todos los pájaros del bosque volaron asustados, pero el caballo lo dejó rugir, y lo arrastró por el bosque hasta la granja. Cuando el granjero lo vio, exclamó sorprendido:GRANJERO¡Oh! ¡Ohhh!CABALLOTe traje el león. ¿Ya estas satisfecho?GRANJERO¡Claro que lo estoy! Te quedarás aquí conmigo para siempre. Y comerás la mejor comida que tengo.NARRADOREl granjero desamarró al león que salió en carrera hacia la selva, y el caballo vivió feliz el resto de sus días, cuidado por su amo.

EL TRAJE DEL REYPersonajes:ReyMayordomoSastreTejedorHilanderaPastorEscenografíaPrimer acto: Recámara del ReySegundo acto: Calle de una ciudad medievalTercer acto: Paisaje de campoCuarto acto: La misma del segundo actoQuinto acto: La misma del primer actoPrimer ActoAl abrirse el telón está el Rey en su cama.Rey desde su cama toca una campanaAl despertar abro un ojo para ver al sol salir y llamo a mi mayordomo el que me ayuda a vestir.Mayordomoentrando¿Qué desea su majestad?Rey¡Mi traje, mi traje nuevo!MayordomopreocupadoEn el ropero no está. Voy a buscarlo, ¡ya vuelvo! (Sale corriendo)Reyal públicoVuela el pobre mayordomo, en busca del sastre sale, sin poder entender cómo no pudo acabar el traje.Se cierra el telón para cambio de escenografía. Al abrirse nuevamente se observan en la ciudad medieval tres casas: la casa del sastre, la del tejedor y la de la hilandera.

Segundo ActoMayordomotocando a la puerta del sastre¡Abre la puerta te digo, el traje vengo a buscar!Sastreasomándose a la puertaEl tejedor nunca vino ¿qué tela podía cortar? (semete a su casa)El mayordomo corre a la casa del tejedor.Mayordomotocando a la puertaÓyeme bien, tejedor, dame la tela del traje, cuanto más pronto, mejor, y pueda coserla el sastre.Tejedorasomándose por la puertaEl telar está parado; no puedo tejer la nada. La hilandera no ha llegado con su canasto de lana (se mete a la casa)El mayordomo corre a la casa de la hilandera.Mayordomotocando a la puertaVoy corriendo, voy que vuelo a casa de la hilandera. Dame la lana, te ruego, hilanderita sé buena, y trabaje el tejedor.Hilanderaasomándose a la puertaNo puedo hilar en mi rueca ¡es la culpa del pastor! Ve a buscarlo al campo ¡vuela!Mayordomodirigiéndose al públicoYo aquí mismo me desmayo...Se desmaya. La hilandera sale de escena.Tercer ActoEl pastor aparece tocando su flauta. A su lado un borrego.Hilandera¡Qué feliz y qué contento tocando la flauta te hallo! ¡La lana quiero al momento!PastortranquiloTrasquilaré las ovejas en menos que canta un gallo, y ya no quiero más quejas en lo que falta del año.Hace como que trasquila al borrego y entrega un canasto de lana a la hilandera.Hilanderatoma el canastoDio su lana el borreguito, haga cada quien su parte en este traje tan lindo con su saber y su arte (sale de escena)

Se cierra el telón para el cambio de escenografía. Al abrirse el telón aparece la misma escenografía del segundo acto. Mayordomo desmayado.Cuarto ActoHilanderacanta y hace como que hila frente a su casaA la vuelta y vuelta índice y pulgar, a la rueda, rueda. La lana han de hilar. En el malacate que gira y que gira se enreda al instante la hebra torcida.La hilandera corre con las madejas de lana a casa del tejedor, le entrega las madejas y se va. El tejedor hace como que teje frente a su casa.TejedorcantandoTris, tres, tras, trabaja en el telar. Tris, piso el pedal tres, paso la hebra con mi lanzadera. Tras, tres, tris, no hay más que pedir: bajar y subir. Con hebras de lana se teje la trama.El tejedor corre con la tela a casa del sastre. Toca. Sale el sastre y recibe la tela. El tejedor se va.SastrecantandoHace como que mide el traje en una mesa frente a su casa.Medir, medir y medir a lo ancho y a lo largo.hace como que cortaCortar, cortar y cortar con muchísimo cuidado.hace como que coseCoser, coser y coser derechito y no de ladoEl sastre va con el traje adonde esta desmayado el mayordomo y lo sacude.Vuelve ya de tu desmayo, no te vayas a morir.Toma el traje terminado y al rey vete a vestir.El mayordomo se levanta. Toma el traje. El sastre se mete en su casaMayordomomuy contento, se dirige al público¡Bien al fin todo ha salido! Sólo una cosa quisiera: encontrar al rey dormido y no convertido en fiera.Se cierra el telón. Al abrirse aparece la escenografía del primer acto. El rey está dormido en su cama. El mayordomo entra y se acerca al rey con el traje en la mano.Quinto ActoMayordomomuy amableDespierte, su majestad, y mire su lindo traje.Rey se levanta muy alegre¡No es posible, no es verdad que tan pronto se trabaje! Está realmente precioso. Dime ahora, ¿quién lo hizo?Mayordomo Muchas manos, si es curioso.

Rey Llama a todos, te lo pido.Mayordomo llamando ¡Venga el sastre, gran señor de la aguja y las tijeras! Entra el sastre.Llegue luego el tejedor que sabe de lanzaderas Entra el tejedor e inmediatamente después la hilandera.Rey Es la reina de la rueca nuestra hilandera, señores.Y el de la flauta que llega.Entra el pastor con un borrego. El mejor de los pastores TodosCantan y bailan, el sastre, el tejedor, la hilandera, el pastor y el borrego aparecen con corona en la cabezaÉsta es la fiesta, la fiesta de los buenos artesanos, enseñamos al que quiera porque juntos trabajamos.Telón

EL PEQUEÑO ENRIQUETEATRO PARA MARIONETAS

Escrito por el profesorado de Ed. Infantil de Valencia. Año 1985.Personajes: Narrador, Enrique, Jaime, Micaela, niño pobre, tío de Enrique.

Narrador: Hola amigos: Yo soy Jorge y estoy aquí para presentaros a un buen amigo mío. Se llama ENRIQUE. Llamémoslo todos juntos: Enrique, Enrique!...

Enrique: Hola amigos, yo soy Enrique y quiero ser vuestro amigo. Os explicaré algunas cosas de mi vida. Mi padre se llama Jaime, y mi madre, Micaela. Ay! Esperad un momento. Me están llamando; enseguida vuelvo. Adiós.

Narrador: ¿Queréis saber más cosas de Enrique? Es el más pequeño de tres hermanos. El mayor se llama Jaime, como su padre, y la segunda, Dolores. ¿Tenéis alguna hermana que se llame Dolores?

Enrique: Ya estoy aquí.Narrador: Hola Enrique, ¿que llevas aquí?Enrique: Es un libro que me regaló mi tía Mariana por mi cumpleaños.

Narrador: Ah! Pero, ¿ya sabes leer? Y vosotros, ¿sabéis leer?Enrique: Si, yo leo este libro de Santa Teresa. Aquí aprendo a ser más amigo de Jesús y me gusta mucho saber cosas de la gran Santa de Ávila.

Música y fin de la escenaNarrador: Ya estoy aquí otra vez. Nuestro amigo Enrique se ha hecho grande. Ahora tiene doce años. Venid, que oiremos una conversación con sus padres.

Miquela: Enrique, hijo mío, ¡Cómo me gustaría que fueras sacerdote!Enrique: Pero madre, yo quiero ser maestro.Sr. Jaime: Ni hablar, ni maestro ni sacerdote. Yo quiero que ganes mucho dinero. Te haré comerciante.Narrador: De momento, Enrique ha de obedecer a sus padres. De manera que la Señora Micaela le prepara las maletas para enviarlo a Quinto de Ebro con su tío. Tiene allí una tienda de tejidos y le enseñará a vender. Enrique, al despedirse de su madre tiene mucha pena, pero obedece a su padre.

Música y fin de la escenaNarrador: En pueblo de su tío, Enrique se puso muy enfermo y estuvo a punto de morirse. Un día le dijo su tío:

Tío: Cuando te pongas bien iremos a conocer la Virgen del Pilar.Narrador: ¿Os gustaría ver la Virgen del Pilar? ¿Queréis mucho a la Virgen?, Enrique la quiso mucho, y la amó siempre, siempre, siempre. Seguramente, cuando la visitó en Zaragoza le pidió que le ayudase a conocer a Jesús y a quererlo cada día un poco más.

Música y fin de la escenaNarrador: Enrique tuvo que volver a Vinebre, su pueblo. Le avisaron que su madre se estaba muriendo y todos querían verla y estar a su lado. Enrique lloró mucho y la cuidó con mucho amor. Micaela, antes de irse al Cielo, le dijo:

Voz: ¡Qué alegría más grande me darías, hijo mío, si fueras sacerdote!

Enrique: Desde que le sentí estas palabras a mi madre pensé muchas veces en hacerme sacerdote y en lo que me costaría estudiar y conocer a Jesús. La Virgen, en Montserrat, me dió fuerzas y me ayudó a entender el bien que era necesario hacer.

Narrador: ¡Cuenta, cuenta lo que te pasó por el camino!Enrique: Iba caminando por las montañas de Montserrat: todavía no había coches ni carreteras. En el camino me encontré con un chico de mi edad.

Chico: Por favor, dame algo. Tengo hambre y fíjate cómo tengo los pantalones y zapatos. Estoy siempre caminando y toda la ropa se me rompe...

Enrique: No tengo dinero ni llevo comida. Pero sí que podemos hacer una cosa: ¡Te cambio la ropa! Yo quiero ser pobre y no la necesito.Narrador: Y los dos se cambiaron la ropa. Enrique le dió su ropa nueva a un niño pobre. ¿Qué os parece?. Como vosotros cuando dais cosas o dinero para los necesitados, para los que no tiene comida ni vestidos...Enrique: Eh! amiguitos. Ahora me esconderé; no digáis a nadie que me habéis visto. Me voy d'aquí.

Sr. Jaime: Oh! Quants nens! Coneixeu l'Enrique? És el mio hijo i l'estic buscant. Sabeu si ha passat per aquí? M'ha escrit una carta i em penso que se n'ha anat per aquestes montañas. Jo quiero trobar-lo perquè sigui comerciant, sabeu que vol ser ell?

Enrique: Ajudeu-me, que em busquen. Jo he decidit ser sacerdote: quiero ser molt amigo de Jesús i no quiero anar a vendre teixits. Ajudeu-me, sis plau.Narrador: Pero va ser la madre de Dios que el va ajudar i el seu germà el que el va trobar a Montserrat. Va tornar a casa se va i va parlar amb el seu padre.

Sr. Jaime: Hijo mío, ¿Por qué has hecho esto?Enrique: Perdóneme, padre. Es que no quiero ser comerciante, ni quiero ser rico, ni quiero...Sr. Jaime: ¿Qué quieres, hijo mío?

Enrique: Quiero ser sacerdote. Maestro y sacerdote para enseñar a los niños cuánto los quiere Dios. Y decirles que Jesús es el mejor de los amigos.

Sr. Jaime: De acuerdo, Enrique, lo que tú quieras, lo que quería tu madre, lo que quiera Dios.

Música y fin de la escena

Narrador: Enrique se ha hecho mayor y ya es sacerdote. Buscaba a los niños para enseñarles, y llegó un momento que a ellos les gustaba más

hablar con Enrique de jugar. Se lo pasaban pipa escuchando sus palabras y haciendo excursiones por las montañas de Vinebre.

Enrique: Así es. Me gusta tanto estar con los niños y que amen a Jesús que un día formé el Club de los amigos de Jesús. ¿Queréis pertenecer a este Club? Pues aprenderemos las tres cosas que hacen los niños que quieren ser amigos de Jesús. Primera: decirle siempre SI. ¿Queréis también vosotros decirle siempre SI? También tenéis que hablar con vuestro amigo Jesús todos los días. ¿Queréis? Y la tercera es quererlo tanto, tanto, que le ofrezcáis vuestro amor en detalles y en sonreír a los demás aunque os cueste. ¿Lo haréis? Muy bien, muy bien. Ya sois socios del Club. FELICIDADES.

Sr. Jaime: Enrique pensó también en los jóvenes, chicas y chicos mayores que conocen bien a Jesús y enseñan a otros. Se llama MTA.

Narrador: Y también buscó maestras decididas y valientes que deseen ser siempre de Jesús y le ayuden en todo y ayuden a los niños a conocer el Club y hablar con el Amigo. Se llama Compañía de Santa Teresa de Jesús.

Enrique (saliendo): Sí, las hermanas de vuestro cole quieren muchísimo a Jesús, María y Teresa. Se llaman TERESIANAS. ¿Las conocéis, verdad?

Narrador: Cuando preparó a muchas maestras y fundó muchos colegios, Enrique ya estaba cansado y quería irse al Cielo con Jesús. Así fue. El día 27 de Enero estaba rezando y pensando lo maravilloso que es el Cielo y se fue para siempre con Jesús.

Todas las marionetas a la vez: Adiós, amiguitos, que améis mucho, mucho a Jesús y a Enrique; que seáis siempre sus amigos y ayudéis a todos a ser OTROS JESÚS EN LA TIERRA COMO LO FUERON ENRIQUE Y TERESA.

¿Os lo habéis pasado bien? Adiós, amiguitos...Música o cantoFIN

10 HISTORIETAS MUDAS

10 TRABALENGUASErre con erre, guitarra;erre con erre, carril:rápido ruedan los carros,rápido el ferrocarril.

Mariana Magaña desenmarañará mañana

la maraña que enmarañaraMariana Mañara

La gallina cenicienta en el cenicero está,el que la desencenice buen desencenizador será

El perro en el barro, rabiando rabea: su rabo se embarra cuando el barro barre, y el barro a arrobas le arrebosa el rabo.

Tres grandes tigres tragones tragan trigo y se atragantan.

El hipopótamo Hipo está con hipo.¿Quién le quita el hipoal hipopótamo Hipo?

Pepe Pecas pica papas con un pico. Con un pico pica papas Pepe Pecas.

Teresa trajo tizas hechas trizas.

Como poco coco como, poco coco compro.

Pedro Pérez Pita pintor perpetuo pinta paisajes por poco precio para poder partir pronto para Paris

10 CHISTES- ¿Qué le dice un gusano a otro gusano? Me voy a dar una vuelta a la manzana

- ¿Cómo puedes saber si hay un elefante debajo de tu cama? Porque estas tocando el techo con tu nariz.

- Un gato caminaba por un tejado maullando:¡Miau, miau!En eso se le acerca otro gato repitiendo:¡Guau, guau!Entonces el primer gato le dice:- Oye, ¿por qué ladras si tú eres gato?Y el otro le contesta:- ¿Es que uno no puede aprender idiomas?

- ¿Cuál es el pez que huele mucho? el Peztoso!!!

- Eso son dos ovejas jugando al fútbol. Una de ellas lanza el balón muy lejos y dice a una compañera: "Veeeeeeee!!!" . Y la otra le contesta: "Veeeeeeee tuuuu!!!!".

-Jaimito, ¿Qué te pasa?-Que no se escribir el número 33, maestra-Es muy fácil, primero un 3 y después otro 3-Si maestra, pero no se cual de los dos 3 se escribe primero

-Jaimito dime una palabra que empiece por D-Ayer-Ayer empieza por A y no por D -Es que ayer fue Domingo

-Jaimito ¿Cuántas naranjas nos quedaran si tenemos-10 y nos comemos cuatro?-No se profe, yo solo se operar con manzanas

-Jaimito cuantos corazones tenemos nosotros

-Dos-La profesora responde extrañada ¿Dos?-Sí, el suyo y el mío.

-Jaimito ¿sabes nadar? -Si maestra-¿Dónde aprendiste?-En el agua maestra.

10 ILUSTRACIONES

10 COLMOS Y REFRANES¿Cuál es el colmo de un oso panda? Que le saquen una foto a color y salga en blanco y negro.

¿Cuál es el colmo de un jardinero? Que su hija se llame rosa y la deje plantada.

¿Cuál es el colmo de un policía? Que lo asalten las dudas.

¿Cuál es el colmo de un pastor? dormirse contando sus ovejas.

¿Cuál es el colmo de un electricista? que su esposa se llame luz y sus hijos le sigan la corriente.

Zapatero a tus zapatos.

El que se fue a Sevilla perdió su silla.

Aunque la mona se vista de seda mona se queda.

Lo que no has de comer déjalo correr.

En casa de herrero cuchillo de palo.

10 HISTORIASLa Niña del ParqueHabía una vez una niñita sentada en un parque, todos pasaban por ahí y nadie se detenía para saber  que le ocurría. Vestida con un traje descolorido, zapatos rotos y sucios, la pequeña estaba sentada mirando a todo el mundo pasar.Ella nunca trato de hablar no dijo una palabra. Muchas personas pasaron junto a ella, pero nadie se detuvo. Al día siguiente, yo decidí volver al parque a ver si la niña todavía estaba ahí en el mismo lugar en el que estaba ayer....Con la misma mirada de tristeza en sus ojos. Me dirigí hacia ella; al acercarme note que en su espalda había una joroba. Ella me miro con una tristeza tan profunda que me rompió el alma. Me senté a su lado y sonriendo le dije; ''Hola''. La pequeña me miro sorprendida y con una voz muy baja respondió a mi saludo. Hablamos hasta que los últimos rayos del sol desaparecieron. Cuando solo quedábamos nosotros dos y la oscuridad alrededor, le pregunte porque estaba tan triste. La pequeña me miro y con lagrimas en sus ojos me dijo; ''Porque soy diferente''. Yo respondí con una sonrisa: ''Lo eres''. Y ella dijo aun más triste: ''Lo sé''. Yo le dije: ''Pequeña, ser diferente no es malo. Tú me recuerdas a un ángel, dulce e inocente''. Ella me miro, sonrió y por primera vez sus ojos brillaron con la luz de la alegría. Despacio ella se levanto y dijo: ''Es cierto lo que acabas de decir?'' ''Si'',  respondí, "Eres como un pequeño ángel guardián enviado para proteger a todos los que pasan por aquí'' .Ella movió su cabeza afirmativamente y sonrió. Ante mis ojos algo maravilloso ocurrió. Su joroba se abrió y dos hermosas alas salieron de allí. Ella me miro sonriente y dijo; ''yo soy tu ángel guardián''.  No sabía que decir. Ella me dijo; "Por primera pensaste en alguien más. Mi misión está cumplida.'' Yo me levante y le pregunte

porque nadie la había ayudado. Ella me miro y sonriendo dijo: ''Tú eras la única persona que podía verme.'' Y  ante mis ojos desapareció.Después de ese encuentro mi vida cambio drásticamente. Cuando pienses que solo te tienes a ti mismo, recuerda que tu ángel guardián esta siempre pendiente de ti.

La máquina de limpiar zapatosErase una vez un padre fue con su hijito a comprar una maquina de limpiar zapatos.Era lo último en la tecnología. Al llegar a la casa hicieron la prueba, pusieron un zapato dentro de la maquina, la pusieron a funcionar y luego, como por arte de magia por el otro extremo de la maquina salió el zapato muy limpio y brillante.Eso emociono mucho a Juanito, quien junto a su padre probaron la maquina y quedaron muy impresionados por los resultados. 

Juanito le pidió al padre si el podía usar la maquina, pero el padre le digo que no, ya que era un aparato muy delicado y solo se podía meter los zapatos adecuados allí. No chancletas, no tenis ni zapatillas…tenía que ser el zapato indicado.Un rato después el padre de Juanito salió de la casa a hacer unas compras y le dijo a Juanito que no tocara la maquina, porque si lo hacia podía pasar un desastre en la casa, ya que la maquina usaba mucho liquido negro y se podía explotar y ensuciar toda la casa.El padre se fue y Juanito quedo mirando la maquina con muchas ganas de tocarla. Sentía que ya no podía mas, hasta que al fin la toco y la prendió….tomo unos tenis blancos que tenia puestos y los puso en la maquina.

Inmediatamente la maquina comenzó a funcionar mal, Juanito quería detenerla pero era demasiado tarde para eso….comenzó a salir mucha pintura negra de la maquina y salpicaba el piso las paredes los muebles…bueno…ensucio todo….que problema tan grande se metió Juanito por no obedecer a su papa.

Cuando pudo apagar la maquina vio el desastre que había hecho….se apresuro a limpiar todo para que su padre no se diera cuenta del

desastre que causo.Limpio todo tan bien que estaba seguro de que su padre no se daría cuenta de que uso la maquina sin su permiso…Juanito estaba tranquilo y contento porque según el, engañaría a su papa para que no lo descubriera.

Cuando llego el papa de Juanito…este le pregunto si todo estaba bien en la casa…y Juanito le dijo que sí, que él era un buen niño que no tocaba las cosas y además muy obediente a su papa.

El papa de Juanito le dijo: que bueno hijo mío así me gusta que seas un buen niño obediente a sus padres….Juanito estaba contento por esas palabras… engañe a papa... Dijo Juanito….pero cuando ya se iba el padre lo llama y le dice: hijo veo que la casa está muy limpia….si papito yo la limpie….te felicito Juanito por tener la casa limpia….pero se te olvido limpiar algo mas…..si?  Que cosa dijo Juanito mirando para todos lados……el padre se ríe y le dice: se te olvido limpiarte la cara de pintura negra de la maquina que tu dijiste que no usaste……

Juanito se asusto pues su padre lo había descubierto….Juanito entonces arrepentido, pidió perdón a su papa…por no obedecer. Y le dijo que no lo volvería a hacer.Pues que Jesús se pone triste por los niños desobedientes y los padres también se entristecen……………hay que obedecer a papa y a mama siempre………dice el quinto mandamiento:Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en esta tierra que Jehová tu Dios te da.

Los Huevos de PascuaEl origen de esta costumbre viene de los antiguos egipcios, quienes acostumbraban regalarse en ocasiones especiales, huevos decorados por ellos mismos.Los decoraban con pinturas que sacaban de las plantas y el mejor regalo era el huevo que estuviera mejor pintado. Ellos los ponían como adornos en sus casas.

Cuando Jesús se fue al cielo después de resucitar, los primeros cristianos fijaron una época del año, la Cuaresma, cuarenta días antes de la fiesta

de Pascua, en la que todos los cristianos debían hacer sacrificios para limpiar su alma. Uno de estos sacrificios era no comer huevo durante la Cuaresma.

Entonces, el día de Pascua, salían de sus casas con canastas de huevos para regalar a los demás cristianos. Todos se ponían muy contentos, pues con los huevos recordaban que estaban festejando la Pascua, la Resurrección de Jesús.

Uno de estos primeros cristianos, se acordó un día de Pascua, de lo que hacían los egipcios y se le ocurrió pintar los huevos que iba a regalar. A los demás cristianos les encantó la idea y la imitaron. Desde entonces, se regalan huevos de colores en Pascua para recordar que Jesús resucitó.

Poco a poco, otros cristianos tuvieron nuevas ideas, como hacer huevos de chocolate y de dulce para regalar en Pascua. Son esos los que regalamos hoy en día.

Las dos CabrasHabía una vez, dos cabras que descendieron por pendientes opuestas hasta el cauce de un torrente que atravesaba el valle. Los habitantes del valle colocaron el tronco de un árbol derribado para poder cruzar.Al querer cruzar por el tronco, las dos cabras se encontraron frente a frente en la mitad del recorrido. El espacio era demasiado pequeño para que las dos pasaran al mismo tiempo y ninguna quiso ceder el paso a la otra.Pasaron las horas y ninguna quiso retroceder.Permanecieron allí mucho tiempo hasta que el tronco se partió, debido al peso de ambas y las dos cayeron al rió.Es más sabio cooperar que ser obstinado y atraer la desgracia

Historia de Santa ClausAsí, el mito actual cuenta que Santa Claus viviría en las proximidades del Polo Norte junto a la Señora Claus y una gran cantidad de Duendes navideños, que le ayudan en la fabricación de los juguetes y otros regalos que le piden los niños a través de cartas. Para poder transportar los regalos, Santa Claus los guardaría en un saco mágico de Santa Claus y los repartiría a las 00:00h del día 25 de diciembre, en un trineo mágico volador, tirado por «renos navideños», liderados por Rodolfo (Rudolph); un reno que ilumina el camino con su nariz roja y brillante, siendo el último en agregarse a la historia.

Santa Claus podría entrar a los hogares de los niños, al transformarse en una especie de humo mágico; y así entrar por la chimenea u otro orificio de las casas; si éstas no disponen de una. Para saber qué niños merecen regalos, Santa Claus dispondría de un telescopio capaz de ver a todos los niños del mundo; además de la ayuda de otros seres mágicos que vigilarían el comportamiento de los niños. Así, si un niño se ha comportado mal, se dice que quien lo vendría a visitar sería la carbonilla, y no Santa Claus; y como castigo carbonilla le regalaría a los niños solo carbón.

ACERTIJOSUn pato y un niño nacen el mismo día. Al cabo de un año ¿cuál es mayor de los dos?El pato, porque tendrá un año y pico (Enviado por Olga y Laura Palomino)

¿Por qué en todos los hospitales hay un sacerdote? Para que los enfermos tengan cura.

 De siete patos metidos en un cajón, ¿cuántos picos y patas son? Dos picos y cuatro patas, porque sólo "metí dos" en el cajón.

¿Cuál es el día más largo de la semana?El miércoles, porque es el que tiene más letras.

¿Cuál es el número que si lo pones al revés vale menos? El nueve.

¿Cuál es el océano más tranquilo? El Océano Pacífico. 

¿Cuánto tiempo se necesita para cocer un huevo duro?Nada, ya está cocido.

¿Qué nombre de mujer cae entre dos notas? Micaela 

¿Cómo se debe decir: "La yema es blanca o las yemas son blancas"...? ¡La yema es amarilla!

 ¿Qué se puede hacer de noche, pero nunca de día?Trasnochar

10 ADIVINANZASFríos, muy fríos estamosy con nuestros saboresa los niños animamos.(Los helados)

Caminar es su destinoy, yendo de casa en casa,de su valija de cuerosaca paquetes y cartas.(El cartero)

Preparo el terrenoy la semilla siembro;siempre esperandoque el sol y la lluvialleguen a tiempo.(El agricultor)

Aunque no soy florista trabajo con flores 

y por más que me resista el hombre arrebata el fruto de mis labores.(La abeja)

Ahora verde, ahora marrón,soy cama, pero no te acuestesporque también soy león.(El camaleón)

Me encuentras en la playaa la sombra y al sol, mi nombre tiene cara y también tiene col.(El caracol)

Yo fui tu primer sonido cuando comenzaste a hablar y soy la primera letra que en el alfabeto está. (La letra A)

En la luna es la primeray la segunda en Plutón.En la Tierra no se encuentray es la última en el Sol.(La letra L)

Uno larguito,dos más bajitos,otro chico y flaco,y otro gordito.(Los dedos)

Si los abro veosi los cierro sueño.(Los ojos)

DICHOS

Dime con quién andas, y te diré quién eres 

Más vale pájaro en mano, que ciento volando 

Manos dadas, trato hecho 

Perro ladrador, poco mordedor 

En boca cerrada, no entran moscas 

Al hambre, no hay pan duro 

Al mal tiempo, buena cara 

No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy 

Al que madruga, Dios la ayuda 

Por su propia boca, muere el pez