1.2 La Ecología Moderna Franceso Di Castri (1)

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  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

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    ^^P^^^^^B

    ABRIL

    1381 4,50 francos franceses (Espaa

    :

    95 pesetas)

    Cor reo

    *

    El

    hombre

    en

    la biosfera

    a

    u

    la unesco

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

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    TESOROS

    DEL ARTE

    MUNDIAL

    Chile

    El

    hombre-pjaro

    Ejemplo del

    arte

    rel igioso de la Isla de

    Pascua

    (fa m os a p or sus colosales

    estatuas

    de piedra),

    esta

    estatuil la

    de madera representa al tangata

    manu

    (hombre-pjaro) y est

    vinculada

    co n el

    a ntig uo c ulto

    al

    dios-pjaro

    Ma temake . En

    contrar el

    pr imer

    huevo

    p ue sto p or

    la golondri

    na de mar (manu tara) constitua u na h az a a ri

    tual que confera

    al vencedor el ttulo de

    hombre-pjaro,

    una

    autoridad religiosa

    y

    el

    po

    der pol t ico

    durante un

    ao.

    Aunque

    el cuerpo

    de la f igura es

    el

    de un hombre con las costi l las

    salientes, las alas plegadas en la

    espalda, que

    hacen la s veces de b ra zo s, y la cabeza son m s

    bien

    las de un ave.

    La

    estatuilla tiene

    33,7

    cm

    de

    alto

    y se

    conserva en

    el

    Museo de

    Antropologa

    y

    Etnologa

    de Leningrado.

    Foto

    Museo de

    Antropologa

    y Etnologa de Lenmgrado

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

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    Il

    Correo

    de

    la unesco

    Una

    ventana abierta

    al

    mundo

    ABRIL

    1981 AO

    XXXIV

    PUBLICADO

    EN 25

    IDIOMAS

    Espaol

    Italiano

    Turco

    Esloveno

    Ingls

    Hindi Urdu Macedonio

    Francs Tamul Cataln

    Servio-croata

    Ruso Hebreo Malayo

    Chino

    Alemn Persa Coreano

    Arabe Portugus

    Swahili

    Japons Neerlands Croata-servio

    Se

    publica

    tambin

    t r imestralmente

    en braille,

    en

    espaol , ing ls y francs

    Publicacin mensual

    de la

    UNESCO

    (Organizacin de

    las

    Nac iones Un idas para la

    Educacin, la C ien ci a y la Cultura)

    Tarifas de suscr ipc in :

    u n a o : 44

    f rancos

    (Espaa :

    950

    pesetas)

    dos

    aos

    :

    75 francos.

    T ap as p ar a 11

    nmeros

    :

    32

    f rancos.

    Los artculos y

    fotografas

    que

    no llevan el

    signo fe;

    (copyright)

    pueden

    reproducirse

    s iemp re que se

    haga constar

    D e

    EL CORREO

    DE

    LA

    UNESCO ,

    el nmero

    del

    qu e

    ha n

    s ido tomados y el nombre del autor.

    Debern

    enviarse a

    EL CORREO tres e jemplares de la

    revista

    o

    peridico

    que

    los

    publique. Las fotografas reproducibles

    sern

    facil itadas por la

    Redaccin a quien las so li ci te por escr ito . Los artcu los

    firma

    dos no exp resan forzosamente

    la

    opinin

    de la

    Unesco

    ni

    de

    la

    Redaccin de la revista. En

    cambio,

    los ttulos y los pies de

    fotos

    so n de la incumbencia e x clu s iv a d e e st a lt ima.

    Redaccin

    y distr ibucin :

    Unesco , p lace de Fontenoy, 75700 Pars

    Jefe

    de

    redaccin

    :

    Jean

    Gaudin

    Subjefe de redaccin :

    Olga

    Rdel

    Secretaria de

    redaccin

    :

    Gil l ian

    Whitcomb

    Redactores

    pr incipales

    :

    Espaol

    : Francisco Fernndez-Santos (Pars)

    Francs :

    Ingls

    :

    Howard Brabyn

    (Pars)

    Ruso :

    Victor

    Goliachkov (Pars)

    Alemn : Werner Merkl i (Berna)

    Arabe

    :

    Abde l Moneim

    El

    Sawi (E l Cairo)

    Japons : Kazuo

    Akao

    (Tokio)

    I tal iano : Ma ria R em id d i ( Roma )

    Hindi :

    Kri shna Gopa (Delhi )

    Tamul

    : M. Mohammed Mus ta fa

    (Madras)

    Hebreo

    :

    Alexander. Brodo (Tel -Aviv)

    Persa : Samad Nurine jad (Tehern)

    Portugus :

    Benedicto Silva

    (R o d e

    Janeiro)

    Neer lands : Paul

    Mor ren (Ambe res )

    Turco :

    Mefra

    llgazer (Estambul)

    Urdu : Hakim

    Mohammed Said

    (Karachi )

    Cataln

    :

    Joan Carreras i Mar t (Barce lona)

    Malayo :

    Az izah Hamzah (Kua la

    Lumpur)

    Coreano : Lim Moun-Young (Sel)

    Swahil i

    :

    Domino

    Rutayebesibwa

    (Da r es -Sa lam )

    Croa ta -serv io , es loveno , macedonio

    y servio-croata : Punisa A. Pavlov ich (Belgrado)

    Chino :

    Shen

    Guofen (Pekn)

    Brail le

    :

    Frederick H.

    Potter

    (Paris)

    Redactores ad jun tos :

    Espaol :

    Jorge

    Enrique Adoum

    Francs

    :

    Ingls

    : Roy Malkin

    Documentacin

    : Christiane Boucher

    I lustracin : Ariane Bailey

    Compos ic in gr fi ca :

    Phi lippe Gentil

    La

    correspondencia debe dirigirse

    al director de

    l a revista .

    pginas

    4 EL HOMBRE Y LA BIOSFERA

    El

    programa ecolgico internacional de

    la

    Unesco

    cumple

    diez

    aos

    por

    Amadou-Mahtar

    M Bow

    6

    LA

    ECOLOGA MODERNA :

    GENESIS DE UNA CIENCIA DEL HOMBRE

    Y D E LA NATURALEZA

    por Francesco d i

    Castri

    13

    FRAGILIDAD Y GRANDEZA DE LOS BOSQU ES TROPICALES

    po r Frank Go/ley y

    Malcolm

    Had/ey

    15 ACTUALIDAD

    Y

    EFICACIA DE

    UN

    MTODO AGRCOLA

    PRECOLOMBINO

    16 UNA FABRICA NATURAL DE

    PRODUCTOS

    QUMICOS

    17

    LAS METAMORFOSIS

    DEL

    BOSQUE

    18

    LAS

    TIERRAS

    MARGINALES

    De

    cmo

    el

    hombre

    ha

    sabido

    sacar

    provecho

    de las

    desventajas naturales

    por Mohamed Ayyad y Gisbert Glaser

    21

    MANTENER

    A RAYA

    EL DESIERTO

    22

    C U AT RO M O DE LO S

    PARA UNA MONTAA

    23

    HACIA

    UN URBANISMO

    HUMANIZADO

    por

    Valerio

    Giacomini

    26

    ECOLOGA DE

    LAS MEGALOPOLIS

    por Stephen Boyden y John Ce/ecia

    27

    PARA COMBATIR

    LOS MALES DE

    LA MODERNIZACIN

    28 LA CONSERVACIN

    DE

    LA NATURALEZA

    De las reglas

    morales a la planificacin

    cientfica

    por Waiter Lusigi y Jane Rober tson

    30

    LAS

    RESERVAS

    DE BIOSFERA SOVITICAS

    por

    Vladimir

    Soko/ov

    y

    Piotr

    Gunin

    32

    CUANDO

    LOS CAZADORES

    FURTIVOS

    SE VUELVEN

    GUARDABOSQUES

    33

    LA TRANSMISIN

    DE

    LA INFORMACIN

    CIENTFICA

    por

    Jeanne Damlamian

    34

    EL MAB : BALANCE Y PERSPECTIVAS

    por

    Ralph

    Slatyer

    2

    TESOROS DEL ARTE

    MUNDIAL

    CHILE :

    El

    hombre-pjaro

    Nuestra por tada

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

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    El Hombre

    y

    por Amadou-Mahtar M'Bow

    Director

    General de la

    Unesco

    El programa ecolgico internacional

    LANZADO

    por la Unesco en noviem

    bre de 1971, el

    Programa Intergu

    bernamental

    de Investigaciones

    sobre

    el Hombre

    y

    la

    Biosfera que

    tiende a

    sentar

    la s

    bases

    cientficas ne

    cesarias para la ordenacin

    de l

    territorio

    y

    la

    gestin

    natural de los recursos

    de

    la

    biosfera cumple aho ra d iez

    aos de

    existencia.

    Po r su amplitud

    ms

    de

    cien

    pases part ic ipan conjuntamente

    en un

    millar

    de

    proyectos de investigacin

    aplicada

    y

    de demostracin, en los que

    colaboran unos die z m il investigadores

    y tcnicos

    el

    P rograma sob re

    el

    Hombre y la Biosfera (MAB), hoy

    ente

    ramente

    operativo,

    consti tuye

    un

    vasto

    laboratorio de

    la

    natura leza donde se

    someten

    a la

    p rue ba de

    la

    aplicacin

    prctica en

    el

    terreno diversas nociones

    bs icas

    elaboradas en el

    marco

    de la

    Unesco.

    Po r e jemplo , en fr en tado

    co n

    los

    problemas

    concretos de l

    medio

    ambien

    te ,

    el

    Programa

    ha

    podido

    confirmar un

    principio

    esencial, a saber, que

    para

    ser

    vi r ms eficazmente al progreso de los

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

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    la

    Biosfera

    e

    la Unesco

    cumple diez

    aos

    pueblos la c ienc ia y la tecnologa deben

    ser

    capaces de

    integrarse

    en

    la

    cultura

    de cada pas y

    de

    adaptar

    sus

    logros

    a

    las

    caractersticas

    que le son

    propias.

    Asimismo, ha quedado c la ramente

    demostrado

    que

    el enfoque interdis

    ciplinario en

    que

    se basa

    la accin

    de la

    Unesco

    es

    el ms adecuado

    para apor

    ta r soluciones a

    los

    problemas suma

    mente comple jos de l medio amb ien te .

    De ah

    qu e

    el

    Programa

    MAB

    agrupe

    po r

    igual a

    especialistas

    en

    ciencias

    exactas y naturales y en ciencias huma

    nas y soc ia les y a cientficos y plantea

    dores.

    El xito de l

    Programa

    est asegurado

    igualmente

    po r la

    participacin activa

    de las

    poblaciones

    en su realizacin, ya

    se

    trate

    de

    establecer

    las

    prioridades

    de

    la investigacin, ya de aplicar sus resul

    tados.

    Por ello ha s ido necesa rio diversi

    ficar

    lo s

    medios

    de

    informacin

    cientfica

    a fin de

    que

    sta sea

    accesible

    a

    las

    diferentes categoras de usuarios

    en el

    marco

    de una

    educacin qu e per

    mita

    a

    lo s

    hombres

    asumir

    la

    tarea de

    preservar

    su

    patrimonio natural

    y cultu

    ral.

    Estos

    diez

    aos de

    labor

    han

    sido ri

    cos

    en

    enseanzas

    para la

    cooperacin

    internacional,

    que ha

    favorecido la cola

    boracin

    entre

    los

    hombres

    de

    c ienc ia y

    los intercambios de

    informacin

    y

    de

    experiencias.

    Por su

    parte, la Unesco,

    al

    estimular

    y coo rd inar

    esa

    labor,

    ha

    de

    sempeado el papel de catalizadora de

    las ideas y de las

    voluntades qu e

    le

    corresponde.

    La originalidad de l

    Programa radica,

    adems, en el hecho de

    que ha

    permi

    tido alcanzar r esu lt ados conside rab les

    co n recursos

    relativamente

    escasos

    y

    de que,

    po r

    intermedio de

    la

    poco

    numerosa

    Secretara del

    MAB ,

    su

    accin se

    ha multiplicado al

    movilizar a

    centenares

    de

    personas que

    trabajan

    en

    los comits nacionales

    de l

    Programa y a

    millares

    de especialistas

    que participan

    en

    actividades

    de investigacin y de for

    macin. As imismo,

    el

    presupuesto, ine

    vitablemente limitado en

    re la ci n c on

    las necesidades,

    de l

    programa

    ordinario

    de la Unesco

    ha

    servido

    para recabar,

    en

    beneficio

    de

    lo s Estados Miembros,

    fondos provenientes de otras

    fuentes

    o

    para facilitar los acuerdos entre pases,

    aumentando

    as

    considerablemente

    las

    posibilidades de accin.

    Finalmente, el Programa sobre el

    Hombre y la Biosfera constituye un

    excelente

    ejemplo de la descentraliza

    cin q ue la

    Unesco

    trata

    de

    promover

    en todas la s esferas

    de

    su actividad

    descentralizacin casi total en este

    caso, puesto que s on lo s propios pases

    quienes

    l levan directamente

    a cabo

    el

    P rograma , a dquirie ndo progresiva

    mente

    en esta mater ia

    una autonoma

    que

    tes

    permitir continuar

    la

    actividad

    emprendida

    y

    mantener las relaciones

    de

    cooperacin

    establecidas en escala

    regional

    e

    interregional. Que a

    diez

    aos

    de su creacin el Programa sobre el

    Hombre

    y la

    Biosfera

    haya alcanzado un

    xito innegable y cont ine

    amplindose

    se

    debe,

    ante

    todo, a que lo s

    pases

    que

    en l participan

    han sabido

    incorporarlo

    al proceso mismo de su

    desarrollo.

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    6/36

    La

    ecologa moderna :

    gnesis de una

    ciencia

    del

    hombre

    y de la naturaleza

    por

    Francesco

    d i C as tri

    EN

    los

    ltimos

    d iez aos

    la

    ecologa

    se

    ha convertido en una m oda .

    Cual

    quiera de nosotros hemos o do en la

    radio

    o

    empleado

    en

    la

    conversacin

    esta

    palabra que

    todos

    c reemos comprender . Y ,

    sin embargo , inc luso ent re los especial istas

    de

    la

    ecologa se observan profundas diver

    gencias

    respecto

    a la

    definicin

    q ue debe

    darse de

    la ecologa,

    a lo que deb ie ra

    se r

    y a

    lo

    que deb ie ra hacer.

    Qu es,

    en realidad, la ecologa?

    Una

    tica y

    una

    acc in con v is ta s a salvar anima

    les

    y

    plantas,

    un partido

    poltico, un

    movi

    miento de impugnacin crtica contra la

    energa nuclear y la contaminacin, un

    senti

    miento

    neorromntico

    de

    vuelta a la natura

    leza,

    un a disciplina

    cientfica

    derivada

    de

    la

    biologa o un poco de todo ello? Se

    trata

    de

    una

    filosofa,

    de un mensaje, de un mito o

    de

    una

    ciencia?

    Que la ecologa es sobre todo una ciencia

    es

    a lg o q ue a mi juicio no ofrece la menor

    duda.

    En cambio, m s

    difcil

    es indicar co n

    la misma certeza la fecha en

    qu e

    naci. Esa

    fecha vara

    s egn que

    nos refiramos

    a

    una

    ciencia dotada

    de

    un

    cuerpo

    de conocimien

    tos

    definido

    y de una metodologa estableci

    da (en

    cuyo

    caso

    la ecologa

    sera

    de apari

    cin reciente y tendra incluso

    una historia

    agitada, rica en camb ios) o slo a un enfo

    que cientfico

    (y,

    en

    ese

    caso, la ecologa

    sera

    algo

    muy ant iguo) . Por

    ejemplo,

    ya

    entre lo s romanos

    encont ramos

    e lementos

    de principios

    ecolgicos

    en

    la obra del

    filso

    fo

    Lucrecio,

    del

    poeta

    Virgilio

    o

    del agrno

    mo

    Columela,

    pero tambin los hallamos

    en

    todas la s dems civilizaciones de la Ant i

    gedad, y seguramente

    co n

    mayor frecuen-

    F RA NCES CO D I CASTRI,

    bilogo, es

    director

    de la D iv is i n

    de

    Ciencias Ecolg icas

    de

    la

    Unesco. Ha s ido profesor de ecologa animal en la

    Universidad de Chi le , en

    Santiago, y

    director de l

    Instituto de

    Ecologa

    de

    Valdiv ia (Chile),

    que

    fund en 1969.

    Part ic ip act ivamente

    en el Pro

    grama In ternac iona l de

    Biologa

    y

    fue

    e l p rimer

    vicepresidente de l Comit Cient f ico sobre

    Proble

    mas del Medio Ambien te del

    Consejo

    Internacio

    na l

    de

    Uniones

    Cientficas.

    Particip

    en la p repa

    racin de la

    Conferencia de la s Naciones

    Unidas

    sobre e l Medio Humano que se celebr en Esto

    colmo en

    1972 y

    ha s ido sec re ta ri o de l Consejo

    Internacional

    de Coo rd in ac i n del

    Programa

    sobre e l

    Hombre

    y la Biosfera

    (MAB) de

    la

    Unesco, desde

    que

    ste

    comenzara en 1971.

    cia

    en

    Oriente que

    en

    Occidente. En

    ltima

    instancia,

    el mismo

    hombre

    de las cavernas,

    para poder sobrevivir al duro clima al que

    es

    taba

    sometido y

    cazar

    el

    reno

    o

    el

    mamut,

    tena

    que dar mues tr as

    de un sentido ecol

    g ic o mucho

    ms desarrol lado que

    gran parte

    de

    nuestros

    eclogos actuales.

    El trmino mismo de

    ecologa

    (del griego

    oikos,

    casa, lugar

    donde

    se

    vive)

    lo forj

    en

    1869 el cientfico

    alemn Ernst Haeckel ,

    quien la defina como la c iencia que es tud ia

    las

    re lac iones entre

    un organismo

    dado

    y su

    medio ambiente.

    Bilogo visionario,

    partida

    rio

    de

    las teoras darwinianas,

    Haeckel

    intro

    dujo

    gran nmero

    de

    nuevos

    trminos

    en

    sus

    obras,

    palabras

    de

    consonancia

    a

    menu

    do

    armoniosa

    pero qu e en su mayora

    han

    cado

    en el

    olvido. Ecologa es

    su

    invento

    ms afortunado si se piensa en el xito ac

    tual

    de l

    t rm ino y

    en

    las

    realizaciones

    cientficas que

    ha suscitado.

    Sealemos

    de paso

    qu e

    la mana

    de

    inven

    ta r palabras nuevas ha afectado a varias ge

    neraciones

    de eclogos. Los neologismos

    que

    han propuesto a veces

    disonantes,

    barrocos o simplemente incomprensibles

    no hacan

    a

    menudo ms que ocultar, de

    manera inconsciente, una

    falta

    de precisin

    en lo s

    conceptos o en los mtodos. Esos

    .tr

    minos, int ilmente compl icados ,

    no

    han fa

    cilitado ni el enriquecimiento mutuo de las

    diversas escuelas ecolgicas

    ni

    la utilizacin

    po r los planificadores de

    los resultados

    obte

    nidos gracias

    a

    las

    investigaciones ecolgi

    cas ;

    tampoco

    han

    ayudado en

    lo m s

    mnimo

    al

    pblico

    a

    comprender

    el

    pensa

    miento

    y la accin ecolg icos.

    Po r o tra par te , h ay q ue reconocer que la

    ecologa

    ha tenido un

    nacimiento y , so bre

    todo, una evo lu cin muy distintos de los

    que han conocido la mayor

    parte

    de

    las

    otras

    ciencias. Cabra representar

    a

    las

    dems

    ciencias por ejemplo, la biologa como

    un

    t ronco

    de l

    que

    salen

    diversas ramas

    (en

    este caso la citologa, la histologa, la

    fisiologa), que a su vez se subdividen en

    ra

    mas

    secundarias

    cada vez ms especializa

    das

    (la biologa

    molecular, la neurofisiologa,

    etc.).

    En

    cambio,

    para representar

    la ecologa

    tendramos que dibujar numerosas

    races,

    converg iendo todas

    e lla s p ara

    formar un

    t ronco comn : primero la botnica, la

    zoologa, la climatologa, la

    ciencia

    de los

    suelos,

    la

    geografa fsica, despu s

    la

    b ioqumica y

    la

    microbiologa

    (para el estu

    dio de los procesos de la produccin biolgi

    ca)

    o

    las matemt icas super iores (para la

    modelizacin), y, por

    ltimo,

    la sociologa,

    la geografa humana, la

    psicologa e

    incluso

    la s

    ciencias

    econmicas.

    Sera difcil

    sos tene r que

    ese t ronco

    co

    mn, la ecologa, sea

    tan

    coherente y homo

    gneo

    como

    el de las

    dems cienc ias,

    ya

    que

    las

    disciplinas qu e la

    forman

    no

    han sido

    au n

    armonizadas en su

    enfoque y

    en su interac

    cin ( qu iz no lo sean

    nunca

    completamen

    te). Sin embargo, ese haz de convergencias

    presta a

    la

    ecologa

    toda

    su

    fuerza permitin

    dole afrontar la creciente complejidad de

    los

    problemas de l medio

    ambiente,

    las

    mltiples

    y

    cambiantes facetas de los problemas (tan

    to

    lo s

    de

    la naturaleza como los de la

    so

    ciedad,

    en los que

    la

    menor in tervenc in,

    au n

    l imitada

    a un

    so lo e lemento , t iene

    reper

    cusiones

    en

    c ad en a s o br e todos

    lo

    dems .

    Abordamos

    aqu

    el

    gran

    dilogo dialctico

    entre

    do s

    t ipos

    de ciencias.

    Po r

    un la do ,

    las

    ciencias de l

    anlisis o reduccionistas que

    tra

    tan de d isecar

    o

    de disociar ca da vez m s lo s

    elementos

    de u na estructura para

    mejor

    deli

    mi ta r los y estud ia rlos en profundidad ; po r

    el otro, las

    ciencias

    de

    la

    sntesis u

    holsticas

    (de

    hotos

    :

    el

    t odo) cuyo mejor e jemplo

    es la

    ecologa y que

    se

    esfuerzan

    po r

    comprender

    el

    sistema

    en su conjunto mediante el estu

    dio de la s interacciones entre todos sus

    ele

    mentos. En esta distincin no interviene

    nin

    gn juicio de valor. Ambos enfoques

    cientficos,

    tan

    importante el uno como el

    otro, son

    po r

    esencia

    complementarios

    y

    a u n d e be r an s er lo m s.

    De

    todos

    modos, no

    deja de ser

    cierto

    qu e

    la s c ienc ias de tendencia reduccionista

    (biolog a mo lecu la r, b ioqumica,

    biofsica)

    han

    gozado en

    los

    ltimos decenios de

    una

    primaca aplastante sobre las dems ciencias

    (la ecologa y, en general, las ciencias de

    la

    naturaleza

    y de l

    hombre

    en su conjunto),

    tanto

    en

    lo que

    se

    refiere a la financiacin de

    las invest igaciones como al prestigio

    univer

    sitario y social y al control de la poltica

    cientfica. Para

    qu e

    esa

    tendencia cambie, la

    ecologa debe da r pruebas

    aun

    ms convin

    centes

    de

    su

    razn de se r

    en

    el

    terreno

    de

    la

    ciencia y

    la

    sociedad actuales.

    Si me he absten ido de dar un a definicin

    exacta de la ecologa, de

    su s

    realizaciones y

    de

    sus

    perspectivas es

    porque

    est evolu

    cionando

    t an rpidamente

    en

    sus

    mtodos

    de

    estudio

    e incluso en su s finalidades qu e

    resultara artificial

    querer aprehender,

    me

    diante una

    defincin esttica,

    un

    momento

    de

    su devenir. Procuremos ms b ien seguir

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    7/36

    la apas ionante aventura

    de

    una disciplina

    que no ha cesado de buscar

    su camino,

    sobre

    todo en los

    ltimos

    25 aos,

    pero

    que

    comienza a encontrar

    su

    verdadera vocacin

    combinando

    en

    un canon nico la evolucin

    de l hombre y la de la

    naturaleza.

    A

    comienzos del siglo pasado,

    la

    ecologa

    era

    aun un estudio descriptivo

    de

    la natura

    leza,

    una

    especie

    de

    Historia

    Natural

    que

    se

    inspiraba

    en los trabajos

    de

    los

    grandes

    exploradores u observadores de la naturale

    za

    de l s ig lo XIX. Ta l

    es

    el caso

    de l

    naturalista

    f rancs Jean Henri

    Fabre

    cuyos Recuerdos

    de

    un

    entomlogo

    (1870-1889)

    sorprenden

    au n

    al

    lector po r

    la

    precisin

    de las

    observa

    ciones y po r

    el

    fervor lr ic o con que

    el escri

    tor describe lo s f enmenos de la

    naturaleza.

    Pronto

    ba

    a estudiarse

    de

    manera muy

    detallada el

    medio en

    que v iv e

    una especie

    dada, as como sus relaciones de

    simbiosis

    o

    de antagonismo

    co n o tra s especies. Naci

    as

    la

    autoeco/oga o ecologa centrada en

    una sola especie.

    Su s

    aplicaciones han sido

    y siguen

    siendo

    importantes, particularmen

    te en lo que respecta a

    los

    aspectos

    agron

    micos

    de la lucha biolgica, a

    las investiga

    c io nes sani ta ri as s obr e

    lo s transmisores de

    enfermedades y

    a

    la prevencin antiparasita

    ria.

    Pero una

    especie,

    aun en

    el

    caso de

    que

    se estudien aquel las

    otras

    co n las

    qu e

    man

    tie ne re lacio ne s d ire cta s, es slo un

    pequesimo f ragmento de un vasto conjun

    to

    formado po r miles

    de especies

    vegetales,

    animales

    y microbianas

    qu e

    ocupan

    un

    espa

    c io dado : un bosque, una

    laguna,

    una pla

    ya .

    De ah

    que,

    hacia 1925,

    naciera la

    ecologa de las comunidades, s ineco loga o

    ecologa de los conjuntos de

    especies,

    liga

    da en

    particular

    a

    nombres

    como

    los

    de

    August Thienemann, J. Braun-B lanque t y

    Charles Elton.

    Comenzaron entonces a aplicarse concep

    to s

    bs icos ta les

    como la cadena

    al imenta

    ria o la pi rmide de las especies en la

    qu e

    el nmero de

    individuos

    disminuye progresi

    vamente desde

    la

    base

    hasta

    la cspide (des

    de las plantas

    has ta los herbvoros

    y los

    ani

    males de presa). Vito Volterra, G.-F. Gause

    y

    Umberto

    D Ancona formularon

    varias le

    ye s matemticas

    que

    rigen

    la

    dinmica de

    las

    poblaciones de agrupaciones de

    especies

    en

    interaccin. Esos estudios demostraron

    sobre todo

    su

    utilidad

    en

    materia

    de

    ecologa

    acutica,

    para

    resolver

    los

    problemas

    de

    la

    pesca

    martima,

    o

    para

    comprender los fen

    menos de aparicin de las invasiones de in

    sectos.

    La

    publicacin

    en 1949 de un grueso volu

    men escrito por cinco autores norteamerica

    no s (W.C. Allee, Alfred Emerson, Orlando

    Park,

    Thomas Park y Karl Schmidt) t itulado

    Principles of animal eco logy puso de relie ve

    do s

    aspectos, uno positivo y el otro negati

    vo . P or un la do , el

    li bro mos traba que,

    en el

    amplio abanico de

    su s

    disciplinas, la

    ecologa haba adoptado un enfoque riguro

    samente cientfico. Po r otro,

    pareca

    eviden

    te

    que

    la ecologa

    se

    dispersaba

    en dema

    siadas direcciones

    heterogneas y, sobre

    to

    do ,

    que

    le faltaba una unidad de

    estudio,

    co

    mo

    el

    tomo para

    la

    fsica,

    la

    clula

    para

    la

    citologa, el tejido para la histologa

    o

    el r

    gano

    para la

    fisiologa.

    Esa

    unidad

    de estudio ib a

    a

    se r el ecosiste

    ma, al

    que pod ra

    definirse como una enti

    dad circunscrita en el espacio y en- el

    t iempo

    y

    que

    incluye no slo todos los organismos

    qu e

    en

    ella habi tan s ino tamb in las condi

    ciones fsicas

    de l

    clima

    y del

    suelo,

    as

    como

    todas las interacciones

    de los organismos

    entre s y co n las condiciones fsicas.

    Ejemplo

    : una selva tropical,

    en

    un lugar

    y

    un momento dados , con los millares

    de

    es

    pecies

    vegeta les , an imales

    y microbianas

    que

    habitan

    en

    la

    parte

    area y en el suelo

    de l

    bosque,

    los millones de interacciones

    especf icas que

    se

    producen entre

    aquellas,

    la s diversas influencias que e je rcen sobre

    la

    vida

    de esos seres

    mltiples el clima y el

    suelo , y la modificacin que sto s

    experi

    mentan por e je cto de las distintas activida

    des de los organismos y a

    causa

    de

    la exis

    tencia

    misma

    de l bosque.

    El

    trmino de

    ecosistema

    fu e propuesto

    en 1935 po r Arthur

    George .

    Tansley. En

    1942, Raymond L indeman , verdadero pre

    cursor, esboz

    las

    principales

    l neas concep

    tuales

    y metodolgicas que iban a permitir

    estudiar

    un s is tema tan complejo :

    los

    flujos

    de ene rga y los ciclos de los elementos

    nutritivos

    qu e

    pasan

    a

    travs de todos los

    componentes

    vivos

    y no

    vivos

    del ecosiste

    ma. La h is to ria d e L in de man (muer to

    a

    lo s

    27

    aos antes de que la revista Ecology

    publicara

    su

    artculo, co n carcter postumo)

    muestra a qu violencia, a

    qu

    l imitaciones

    en

    este caso

    las que impone el establish

    ment cient f ico

    pueden

    verse sometidos

    el progreso

    y

    la evolucin de una ciencia. Su w

    artculo, que ha influido considerablemente/

    LA

    EVOLUCIN DE UN CONCEP TO .

    He

    aqui

    un a representacin

    grfica

    d e las cinco fases

    por

    las

    qu e ha atravesado la nocin

    de ecologa

    hasta nuestros das. El trmino

    fu e

    for jado en

    1869 por el bilogo

    alemn

    E rn st H a ec ke l y a

    comienzos de

    nuestr o s ig lo v ino

    a signif icar el

    estudio

    de

    un a

    especie

    dada

    y de

    su s

    re laciones biolgicas co n

    el

    medio

    ambiente

    (1).

    A mediados d e lo s aos veinte

    se

    ampl i su acepcin aba rcando

    entonces

    el

    estudio

    de

    comunidades

    o conjuntos

    de

    especies y

    noc iones tales como

    la cadena

    al imentaria y la

    pirmide

    de

    los

    nmeros (2).

    Hac ia

    1950 lo s cientficos

    elaboraron

    la

    nocin

    de

    ecosistema

    como

    una

    unidad

    de estudio que comp rende t oda s

    las

    interacciones

    entre el medio

    fsico y las

    espec ies que

    en

    l habitan

    (3).

    El paso siguiente

    fue,

    en

    lo s

    aos setenta, el descubrimiento de

    qu e

    las regiones ms crt icas

    desde

    el punto de

    v is t a eco lg ico eran

    las zonas de

    interpenetracin de ecos is temas

    diferentes

    que,

    al

    reunirse, con fo rman un todo qu e

    l l amamos biosfera (4 ). L a

    etapa

    f inal ,

    que ha

    l legado a se r

    un a

    de las

    p iedras angu lares

    del

    W*f iht+tihF

    iV...^

    Programa sob re

    el

    H om b re y la Biosfera (MAB)

    de

    la Unesco, ha sido la inclusin en el

    c oncepto m ismo

    de ecologa del

    papel

    predominante

    qu e

    el

    hombre

    desempea

    en la

    biosfera,

    de la responsabil idad qu e t iene en

    su

    evolucin y,

    por

    consiguiente, de la necesidad

    de t omar en

    consideracin cier tos

    aspectos

    intangibles o no cuant i f icables de l

    espritu

    humano, tales como la percepcin que se t iene

    de l entorno y la manera como se concibe

    la

    calidad

    de

    la vida.

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    8/36

    en la teora

    ecolgica de

    los ltimos

    treinta

    aos

    y que

    es

    hoy

    un clsico, fue primera

    mente

    rechazado por

    los consejeros

    cientficos

    de la

    revista

    ;

    y es que, a decir

    verdad, estaba muy por d ela nte de su po

    ca.

    Sea lemos que otros

    autores,

    sobre todo

    ru so s y a lemane s, h an propuesto otros tr

    minos que,

    en

    c ie rto modo , abarcan la no

    cin

    de ecos is tema.

    Esas

    denominaciones

    han ido perdiendo cada vez m s

    terreno,

    en

    parte

    po r razones

    de orden fontico,

    en

    par

    te

    debido

    al

    claro

    predominio

    en

    materia

    de

    eco loga de

    las

    obras y rev is tas especializa

    das

    escritas

    en ingls. En particular,

    el

    ma

    nual Odum,

    publicado

    en

    1953 y

    traducido

    a

    var ios id iomas, ha con tr ibu ido mucho al xi

    to del trmino

    ecos is tema.

    Por lo

    dems, es te concepto se ajusta

    per

    fectamente

    a l

    marco de la Teora

    Genera l

    de

    Sistemas de

    Ludwig von Bertalanff y, segn

    la

    cual

    el

    todo representa

    ms

    qu e

    la

    suma

    de sus

    partes,

    ya que

    lo

    esencial

    radica

    en

    las interacciones

    entre

    los e lementos que la

    componen.

    Durante los

    aos

    50

    y

    en

    la

    pr imera mitad

    de los 60 , la utilizacin

    reiterada

    del concep

    to de

    ecos is tema comenz

    a d ar s us

    frutos

    :

    estudios sobre

    la

    eficacia

    de

    la captacin

    y

    de la

    entrada

    de energa en el ecosistema

    mediante

    los fenmenos

    de

    la

    fotosntesis,

    sobre la eficacia de la transformacin de la

    materia

    al

    pasar

    de un

    eslabn a

    otro

    del

    sis

    tema, sobre

    el reciclaje y

    la recuperacin

    de

    lo s e lemen to s

    nutritivos

    en

    el suelo : en

    resumen,

    un a

    elucidacin

    de lo s fenmenos

    que determinan la

    productividad

    biolgica

    de

    lo s ecos is temas. Gracias al estableci

    miento de analogas entre el funcionamiento

    de un

    ecosistema

    y

    el

    metabolismo de

    un

    or

    ganismo se

    han

    podido

    comprender tambin

    las relac iones que ex is ten entre diferentes

    ni

    vele s de organizacin

    de

    la

    vida.

    Sin

    embargo, el estudio de un ecos is tema

    en su

    totalidad

    requera un

    instrumento

    ms

    perfeccionado (que

    iba a

    aportar el progreso

    de las computadoras

    y

    de

    la

    informtica

    al

    hacer

    posible

    la modelizacin de

    sistemas

    complejos), unos recursos mucho

    ms

    im

    portantes que los existen tes

    hasta entonces

    y la movilizacin masiva de grupos de

    inves

    t igadores de distintas disciplinas. Estas tres

    condiciones,

    reunidas en unos

    cuantos

    pases industrializados, permitieron la pues

    ta en marcha del Programa Internacional de

    Biologa

    (1964-1974). Fue

    sta

    la

    poca

    de la

    B ig Biology de Frank B la ir , de las investi

    gaciones cient ficas realizadas

    en

    escala

    mucho mayo r q ue antes.

    Los

    xitos alcanzados po r

    el

    Programa

    In

    ternacional de Biologa son innegables.

    Las

    metodologas por l elaboradas han sido

    adoptadas

    prcticamente

    en todos

    los

    pases. Comienza a

    comprenderse

    el

    fun

    cionamiento

    de ciertos

    ecosistemas,

    particu

    larmente el de lo s m s

    simples, ta les

    como

    las tundras, algunos desiertos, los bosques

    de

    coni feras, a lgunos lagos, las estepas y los

    pastizales de las zonas templadas. Pero se

    ha tropezado

    con

    grandes

    dificultades

    al es

    tudiar

    ecosistemas

    tan

    complejos

    como

    el

    de

    las selvas

    t ropicales higrof t icas

    o hmedas

    o tan

    heterogneos en el

    espacio como el de l

    monte bajo mediterrneo o

    las

    sabanas

    tro

    picales.

    De

    todos

    modos,

    los

    resmenes

    de

    los

    resultados obtenidos po r

    el

    PIB, publica

    dos en diversas lenguas, seguirn consti tu

    yendo

    en

    los veinte o treinta aos prximos

    una base para

    comprender la

    biologa de

    los

    ecos is temas.

    Sin embargo, el Programa Internacional

    de Biologa adoleca, como

    cualquier

    empre-

    8

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    9/36

    El

    ankh,

    emblema

    de la vida

    en

    el

    antiguo Egipto

    (que el

    faran Tutmosis

    III sostiene

    en

    su s manos en esta

    efigie

    de piedra, en la pg. de

    la

    izquierda)

    ha

    sido

    incorporado a la sigla de l

    Programa sobre

    el

    Hombre

    y

    la

    Biosfera

    (MAB)

    de la

    Unesco. El

    vinculo sagrado

    que antao

    una

    al hombre

    con la T ie rra , cons ide rada

    como una div in idad, aparece

    en

    el simbol ismo

    de

    a lgunos

    paisajes y

    en

    una

    ciencia

    tradicional como la

    geomancia ch ina (feng-shu)

    que tend a a

    orientar

    el

    trabajo

    humano

    segn

    los

    intereses

    de la na tu r al eza . A

    la izquierda : plano

    de

    Fi ruzabad

    o Fars,

    en Irn

    (siglo III

    de

    nuestra era),

    imagen

    de l

    universo

    hemisfrico

    de la cosmologa

    antigua ;

    abajo

    a la

    izquierda : aldea

    de

    pescadores mexicanos

    en

    una laguna de la costa de l

    Pacfico ;

    abajo

    a la

    derecha :

    br ju la

    qu e

    utilizaban

    los

    geomnt icos ch inos

    para

    determinar el emplazamiento

    apropiado

    de

    toda tumba,

    templo

    o vivienda

    y

    el buen

    uso de cada terreno. Los

    crculos concntricos

    corresponden a los

    puntos

    cardinales,

    a las influencias

    de

    lo s a st ro s y a

    las

    caractersticas locales del

    paisaje.

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    10/36

    5

    ayrf

    v

    >L

    j.

    f^^v

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    / *

    /' /0CJ

    v >

    Las situaciones e

    in te racc iones de qu e se

    ocupa la eco log a son tan

    complejas

    que el

    eclogo

    ideal

    sera

    una

    suerte de

    supe rhomb re do tado

    de

    experiencia y de

    conocimientos

    adqui r idos

    mediante el

    estudio de

    una

    inmensa variedad de

    discip l inas cient f icas.

    Naturalmente,

    es e

    hombre

    no

    existe. De ah i qu e la

    i nvest igacin

    ecolgica

    mode rna requ ie ra la creacin

    previa de

    grupos

    de

    t rabajo

    interdiscipl inarios, es

    decir

    integrados

    por

    cientf icos

    cada uno de

    los

    cuales se ha

    especial izado

    en un a

    rama

    distinta del

    saber. A

    la

    izquierda, un autorretrato

    del

    a r tis ta r umano Pau l Neagu .

    Tom Scott

    Galera Nacional de Ar te Mode rno

    de

    Escocia, Edimburgo

    sa

    innovadora, de algunos fallos.

    En primer

    lugar, el grado de complejidad de las

    investi

    gaciones, unido

    al

    costo de las operaciones,

    exclua de hecho la participacin de la

    mayora

    de los pas es en

    desarrollo,

    tanto

    ms cuanto que no

    se

    haba previsto un

    programa

    paralelo

    de

    formacin

    de

    espe

    cialistas.

    Po r otra parte,

    se concedi

    una

    prioridad tan

    importante

    al acopio

    de

    datos

    que

    una cantidad

    considerable de

    sto s n o

    han

    podido

    interpretarse

    todava ni

    se

    podrn

    interpretar

    jams.

    Ms

    grave

    aun

    es

    el

    hecho de

    que algunos

    cientficos

    cayeran en la trampa de

    su propio

    instrumento de trabajo (en este caso, la po

    sibilidad de disponer

    por primera vez de

    computadoras de gran capac idad ).

    Varios

    modelos de ecosistemas parecen

    haber

    sido

    concebidos ms

    como fines

    en s

    que con

    vistas

    a su utilizacin. De ah

    que queden

    pendientes aun

    algunas

    cuestiones

    funda

    mentales, por ejemplo :

    en

    qu medida los

    resultados

    obtenidos

    en

    un

    lugar dado

    pueden aplicarse a los ecosistemas del mis

    mo tipo

    situados

    en

    otras

    regiones de l plane

    ta?

    Hasta qu punto puede

    el hombre

    inter

    venir en

    esos

    ecosistemas

    para

    apro

    vecharlos

    e

    incluso incrementar

    su

    producti

    vidad?

    Cules son

    los

    factores

    que

    determi

    nan

    la estabilidad de los ecosistemas pese

    a

    la i n tervencin

    de l

    hombre?

    Adems, en el momento en que el PIB lle

    gaba

    a su trmino

    se

    descubri que el

    estu

    dio

    de

    las i n te racc i ones en t re

    ecosistemas

    era tan impor tante como el de un ecosiste

    ma

    especfico.

    En efecto, las

    zonas ms

    crticas

    desde el punto de vista ecolgico

    son las z onas de

    interpenetracin

    ecolgica

    y cultural, tales como la

    f ranja entre

    la

    tierra

    y

    el ma r

    a lo largo de las costas

    o

    la linde

    entre los bosques y las

    sabanas tropicales.

    Po r su parte,

    los

    sistemas econmicos de

    explotacin de

    la

    tierra no se basan en

    la

    uti

    l izacin de un

    so lo ecos is tema s ino en lo s

    in

    tercambios

    de

    energa,

    materiales

    y

    recursos

    h umanos e ntr e

    ecosistemas

    diferentes y

    complementarios. La ecologa t iene, pues,

    po r delante el estudio , bas tante ms

    complejo,

    de las

    zonas

    de

    interpenetracin y

    de los

    gradientes

    (sucesin

    progresiva

    de

    sistemas

    ecolgicos) de los ecosistemas

    so

    metidos

    po r

    el hombre

    a

    diversos grados de

    actividad.

    Sin embargo, el

    problema

    principal

    con

    que

    hubo

    de enfrentarse el

    Programa

    Inter

    nacional de

    Biologa

    radicaba en

    que,

    crono

    lgicamente,

    vena

    a

    s itua rse en tre dos mo

    mentos capitales. Lanzado en una

    poca

    de

    pleno

    c rec im iento econmico , concluy

    en

    1974, cuando,

    a

    raz de la

    crisis de l

    medio

    ambiente

    que caracter iz

    el comienzo d e lo s

    aos se ten ta , se cobr

    conciencia

    de l carc

    te r

    l imitado

    de lo s

    recursos naturales y

    de

    los

    peligros que amenazaban al planeta

    en su

    totalidad ;

    cuando

    la c risis ene rg tica , con

    sus repercusiones econmicas y sociales,

    se

    perfilaba

    en muchos pases ;

    cuando

    las re

    giones en desarrollo

    se

    dieron cuenta de que

    las

    d iferenc ias con

    los

    pases industrializa

    dos no

    hac a n ms que aumentar. En

    ese

    contexto de crisis,

    los responsables polticos

    y

    los planificadores

    planteaban a

    la

    ecologa

    cues tiones apremian tes

    a las que

    sta

    no

    poda responder pues to

    que

    la

    nocin de

    t i empo

    no haba

    desempeado

    un

    papel

    esencial

    en

    la investigacin ecolgica.

    Los pases en desarrol lo , que

    cobraron

    conciencia

    de esos

    problemas gracias

    a

    la

    Conferencia de

    la s

    Nac io ne s Un i d as sobre el

    Medio Humano ,

    celebrada en

    Estocolmo

    en

    junio de 1972,

    tenan derecho

    a exigir a

    la

    ecologa consejos

    realistas

    sobre

    otras

    posi

    bilidades de

    util izacin

    de

    los

    ecosistemas,

    particularmente los

    de las

    regiones

    tropica

    les y las

    zonas

    r idas. Pero la ecologa, que

    no haba tenido

    en

    cuenta

    lo s factores

    so

    ciales

    y

    econmicos, no e sta ba en

    condi

    ciones de aconsejarles. Finalmente, la

    ecologa

    fue recuperada , particularmente

    en los pases industr ia lizados, por

    ciertos

    movimientos o grupos de accin que lucha

    ba n

    contra la

    tendenc ia hac ia una indus tr ia li

    zacin

    en sentido n ico , que conside raban

    alienadora

    y

    peligrosa,

    y

    para

    conseguir

    una

    nueva

    cal idad de la vida , ms

    all

    de la

    so

    ciedad

    de

    consumo.

    Resul ta in teresante anal izar

    la

    manera

    co

    mo reaccionaron los

    eclogos

    profesionales

    al ve r q ue

    la

    ecologa

    era

    lanzada

    sbita

    mente ante

    la

    opinin pblica como un

    fac

    to r

    de opcin

    poltica o

    como un medio de

    presin. Algunos de ellos se asustaron de la

    confusin

    de

    trminos

    que entonces se

    produca o de la

    util izacin tr ivial

    que

    se

    haca de los

    conceptos

    ecolgicos.

    En algu

    nos pases, como

    Espaa

    y Francia, se

    adopt

    incluso una

    nueva

    terminologa

    para

    diferenciar a los

    especialistas en ecologa

    (eclogos)

    de

    los

    militantes de movimientos

    polticos o de grupos de impugnacin crtica

    (ecologistas).

    Algunos eclogos abrazaron la

    causa

    de

    la

    lucha

    po r

    un

    cambio

    de

    la

    soc iedad, con

    mayor o menor realismo o ingenuidad,

    compromiso

    sincero o demagogia. No

    cabra condenar

    en

    exceso es a

    mezc la

    de

    ideas

    y de

    personas

    en torno a

    la

    ecologa.

    Es innegable

    que los movimientos ecolgi

    cos han logrado a veces, directa o indirecta

    mente,

    inducir a los

    gobiernos

    a

    prestar

    ma

    yor a tencin a los aspectos

    ecolgicos

    de l

    desarrollo ; adem s, y po r

    esta

    misma

    ra

    zn,

    la

    responsabilidad

    de lo s eclogos para

    co n

    la

    sociedad

    ser forzosamente

    mayor

    ;

    f inalmente,

    cabe

    regocijarse

    de

    que

    la

    ecologa apa rezca cada vez ms

    como

    u na

    ciencia

    de

    todos

    y de

    todos los das .

    Pasemos aho ra

    a

    lo s

    acontecimientos

    ms

    recientes de la historia de la ecologa. Ac

    tualmente

    se

    s abe ya que los problemas de l

    medio

    conciernen, de

    diferente

    manera y en

    diversos grados,

    a

    todos los pases

    de l glo

    bo . Se admite, adems,

    que ex is ten

    un a

    se

    rie de problemas de carc te r p lane ta rio

    desplazamiento a grandes distancias de

    los

    agentes

    contaminadores,

    modificacin

    de

    la capa de ozono

    de

    la atmsfera,

    con

    centracin

    de l

    gas carbnico, contamina

    cin de los ocanos que desbordan las

    fronteras polticas.

    Una

    sola

    Tierra

    fu e

    el le

    ma de la Conferencia de Es to co lmo . Y , co

    mo se

    sabe,

    el fenmeno

    de

    la v ida slo es

    posible

    en una

    delicada

    capa de este plane

    ta, sumamente

    delgada

    en la s

    tierras

    emergi

    das

    y un

    poco ms

    profunda

    en los

    ocanos,

    l lamada

    biosfera ; trmino nuevo que ind ica

    el

    objeto l timo de

    la

    ecologa

    ;

    trmino anti

    guo,

    tambin,

    puesto

    que lo propuso ya en

    1926 el cientfico

    ruso

    V.l.

    Vernadski,

    gran

    precursor cuya

    obra

    abarca aspectos que

    si

    guen

    siendo

    de

    extraordinaria actualidad. La

    biosfera, y el papel preponderante que el

    hombre

    desempea

    en ella y,

    po r

    tanto, la

    responsabilidad que le

    incumbe

    en su evolu-

    A

    10

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    11/36

    cin

    total,

    debera

    constituir la principal de

    nuestras prioridades.

    En

    este contexto

    histrico

    y

    conceptual se

    sita el

    Programa sobre

    el

    Hombre y

    la

    Bios

    fera (MAB de l ingls M an an d

    Biosphe

    re )

    que constituye el tema

    de l

    presente n

    mero de

    El

    Correo de la U n es co .

    La Confe

    rencia sobre la Biosfera, ce lebrada

    en

    la

    Ca

    sa

    de la Unesco, en Pars, en 1968, propuso

    el lanzamiento de l Programa , que se inici

    en 1971.

    El

    MAB ha

    aprovechado la

    metodologa elaborada durante la

    realizacin

    de l

    Programa

    Internacional

    de

    Bio loga y

    ha

    sabido aprender tanto de sus

    xitos

    como de

    su s

    fallos.

    El MAB

    ha

    logrado orientarse rpidamente

    hacia la accin

    en

    el terreno, adoptando

    pr incipios y

    modalidades

    muy sencillos. An

    te todo,

    resolver

    prob lemas espec ficos y

    concretos

    de ordenacin

    de l territorio,

    que

    los

    planificadores y los

    cientficos

    locales

    consideran

    prioritarios.

    En

    segundo

    lugar,

    dada la complejidad de esos problemas,

    crear equipos

    de

    investigacin interdiscipli

    naria.

    En

    tercer

    lugar,

    relacionar las activida

    des

    de investigacin con las de formacin,

    de demostracin en el terreno y de educa

    cin

    relativa al med io

    ambiente. En

    cuarto

    lugar, teniendo

    en

    cuenta las inevitables li

    mitaciones presupuestarias de

    todos

    los

    pases, utilizar al mximo los

    mecanismos in

    ternacionales para coordinar los esfuerzos

    nacionales complementarios y

    multiplicar

    as

    l os recursos

    humanos

    y f inancieros dispo

    nibles.

    Finalmente, aplicar de

    manera

    riguro

    sa el

    mtodo

    experimental

    para aprender

    de la

    prctica

    sacando lecc iones

    as

    de

    lo s xitos como de los fracasos de la accin

    en el terreno y dar

    muestras

    de

    cierta

    ca

    pacidad de

    adaptacin

    para

    responder

    a las

    necesidades cambiantes y a las prioridades

    nacientes de c ada pas.

    Gracias a esa

    capacidad

    de adaptacin pa

    ra la

    r espues ta y

    a

    ese

    aprendizaje

    en el

    terreno, el MAB ha podido progresar rpida

    men te

    en

    sus

    diez

    aos de existencia.

    El

    punto de partida de l Programa era el estudio

    de l hombre v is to desde fuera , es decir las

    consecuencias

    (o

    repercus iones) de las acti

    v id ad es h uma n as

    en los

    diversos

    ecosis te

    mas (bosques t rop ica les y templados,

    saba

    nas, llanuras, tundras, la gos y r os, monta

    a s e

    islas). Posteriormente, en un nmero

    cada vez

    mayor

    de investigaciones, el

    hombre

    pas

    naturalmente a formar

    parte

    integrante de los ecosistemas y de la biosfe

    ra , convirtindose

    en el

    centro

    mismo de lo s

    estudios.

    Ese

    paso de e l hombre

    fuera

    de

    la

    bios

    fera a el hombre

    dentro de

    ella no es

    un

    simple

    juego

    de palabras. Por

    el contrario,

    supone una

    verdadera revolucin concep

    tual y, sobre todo, metodo lg ica , puesto

    que la ecologa

    ha

    comenzado a

    tomar

    en

    consideracin los elementos intangibles y no

    cuantificables de la

    accin

    y de l espritu hu

    manos

    :

    la

    percepcin

    diferente, segn las

    poblaciones y

    los

    individuos, de l tipo de de

    sarrollo

    y de

    la

    calidad de

    la vida,

    sus aspira

    ciones,

    el

    sentimiento

    de

    pertenecer y la

    sensac in de rea li za rse .

    Pero aun es tamos lejos de haber a llanado

    estas

    di ficultades metodolgicas ; natural

    mente , muchos

    eclogos

    no

    se conforman

    con

    datos

    que no pueden

    cuantificar ni , po r

    ta l

    razn,

    tratar de la

    misma mane ra

    que

    los

    otros. De todos

    modos, la pa rticipacin

    const i tuye

    ahora

    el tema cent ra l de la

    nueva

    generacin de actividades de l MAB : partici

    pacin, en pr imer lugar, de las poblaciones

    locales

    desde

    la

    etapa

    misma

    del estableci

    miento

    de

    prioridades

    de

    la

    investigacin,

    participacin

    de las diversas discipl inas que

    abarcan las ciencias

    de

    la naturaleza y de l

    hombre, y

    participacin

    de

    quienes deciden

    y

    de quienes

    planifican.

    Este nmero

    de E l C o rre o

    de

    la U ne sco

    ofre ce alg unos ejem plos de

    proyectos

    concretos

    de l

    MAB en cuatro

    grandes

    esfe

    ras

    de

    accin priori tar ia, a saber : cmo

    utili

    zar

    los

    ecosistemas sumamente f rgiles de

    las regiones tropicales

    hmedas,

    sin

    destruirlos

    ;

    cmo ut il izar las zonas margina

    les

    con

    fuertes l imi taciones ecolgicas (ari

    dez, fro, al tura) va lindose

    de

    esas l imi ta

    ciones como de un recurso para

    el desarrollo

    de ta le s zo na s ;

    cmo

    conservar

    una

    parte

    de

    los ecos is temas representat ivos

    de

    la

    biosfera sin

    excluir

    al

    hombr e s in o

    conside

    rndo lo como

    el

    agente

    principal

    de la con

    servacin ;

    y, f ina lmente , cmo

    vivir en el

    sistema

    en

    que

    se

    concentrar ineluctable

    mente la mayor

    parte de

    la humanidad desde

    el

    a o

    2000,

    es

    decir el

    sistema

    urbano, apli

    cando tamb in

    en

    este caso una in te rp re ta

    c in ecolg ica g loba l que respete ante

    todo

    el

    lugar

    y la dignidad

    del

    ser humano.

    H is tori a natura l

    descrip tiva , es tud io de l

    medio

    ambiente

    de una sola

    especie,

    estudio

    de

    las

    comunidades de especies, estudio de l

    ecosistema,

    estudio

    de las interacciones

    en tre ecos is temas , estudio

    de la

    biosfera,

    estudio del hombre en

    la

    biosfera

    :

    tales

    han

    sido las

    fases po r

    las que

    ha

    pasado

    la

    ecologa hasta nuestros das. La ltima de

    ellas el

    hombre en

    la biosfera es

    la

    ms

    natural , ya que

    cierra el

    ciclo de

    la

    evolu

    cin al

    reproducir,

    en la

    ciencia,

    la

    situacin

    misma de l hombre

    en

    su s com ienzos , como

    parte

    integrante

    de

    la

    bios fera , que

    evolu

    ciona

    junto con

    sus dems componentes.

    A dnde va la

    ecologa?

    Cabe abrigar

    grandes

    esperanzas en su

    porvenir siempre

    que

    sea capaz

    de superar cier tas debilida

    des,

    po r

    ejemplo renunc iar

    a

    su

    jerga

    sin

    caer po r

    ello en las

    generalizaciones

    ni en

    la

    ingenu idad y sin perder su

    r igor cientfico,

    actuar en

    lugar

    de

    conformarse con predi

    car, aprender

    mediante

    la accin y, sobre

    to

    do, deja r

    de

    ser

    la c ienc ia de

    las negaciones

    (no a

    la

    contaminacin, no

    a

    la deforesta

    cin,

    no

    al desarrollo

    industrial, no a

    la agri

    cultura intensiva) para ser la ciencia de las

    so luc iones al ternativas, concretas y

    realistas

    en materia de desarrollo.

    La fuerza de

    la

    ecologa reside en su apti

    tud para

    abordar

    los verdaderos problemas

    de

    nuestra

    poca,

    para

    conservar

    su

    flexibili

    dad

    y su

    capacidad de

    adaptacin a fin de

    hacer

    frente

    en

    el porvenir a condiciones

    imprevisibles, y para apoyarse, como base

    de

    sus operaciones, en la

    participacin,

    gra

    cias a la cual comprenderemos mejor la ma

    nera

    de

    vivir en armona

    co n los

    dems y co n

    la naturaleza.

    En un mundo c ient fico que

    adquiere,

    con

    sobrada razn,

    una dimensin

    cada vez ms universal, la eco loga podr

    afirmar

    su originalidad

    basando su

    r azn de

    ser

    en la particularidad de

    los ecosistemas y

    en

    la

    ident idad cultural de

    los pueblos.

    La

    ecologa,

    ciencia

    de

    la

    naturaleza

    o

    ciencia

    humana?

    Una

    y otra

    cosa, cierta

    men te . Pero no c ienc ia de una

    naturaleza

    que excluya al

    hombre

    ni ciencia de una hu

    manidad a le jada de

    la

    naturaleza. Ciencia,

    po r tanto,

    que slo pod r

    consolidarse en la

    medida en

    que quienes la practican estn

    movidos

    tambin

    po r un

    compromiso

    pro

    fundo con la

    responsabilidad de l

    hombre en

    el proceso general de la

    evolucin.

    F. di

    Castri

    ...la part icularidad

    de lo s ecosistemas y

    de la identidad

    cultural de

    los

    pueblos.

    Una a ld ea

    de

    los Andes

    bolivianos.

    11

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    12/36

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  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    13/36

    Fragilidad y grandeza

    de

    los bosques tropicales

    por

    Frank

    Golley

    y

    Malco lm

    Hadley

    CASI la

    mitad

    de

    la poblacin mundial

    vive en zonas

    de

    bosques

    tropicales,

    que abarcan unos

    2.000 millones

    de

    hectreas, en su

    mayo r par te

    en el mundo

    en desarrol lo. La ordenac in de

    estos

    bos

    ques rev is te una importancia capital para los

    pases en los cuales estn

    situados,

    no sola

    mente porque proporcionan madera

    para

    la

    industria de

    la

    construccin

    y

    la

    fabricacin

    de papel sino

    tambin debido a la diversidad

    singular de

    su v ida vegetal que , bien explo

    tada, constituye una fuente renovable de

    ali

    mentos, medic inas

    y combustible.

    Lo s bos

    ques contr ibuyen tambin a regular la cali

    dad

    y

    el caudal del agua,

    lo

    que constituye

    un

    factor

    esencial

    para

    el desarrollo. Son

    adems el habitat de personas

    qu e

    se dedi

    can a la agricultura, la caza y la recogida de

    frutos

    s ilv es tr es , y proporcionan

    muchos

    productos

    que utilizan

    a

    la vez esas personas

    y quienes viven

    en las

    ciudades.

    Pero lo s bosques son tambin de inters

    para el mundo

    entero. Repercuten

    en el cli

    ma al contribuir a

    mantener

    la temperatura

    de

    la

    tierra

    y

    al

    regular

    la

    cantidad

    de

    bixido

    de carbono en la atmsfera. Las plantas y r

    boles que los integran consti tuyen una

    re

    serva

    gentica

    cuyo va lor ha empezado ape

    nas a aprovecharse con v is tas a la obtencin

    de

    medicamentos que permitan

    curar

    algu

    nas de

    las

    peores enfermedades de

    la

    huma

    n idad , en tre

    ellas

    el cncer. De

    ah

    qu e

    a to

    do

    el

    mundo le in te rese que se mantenga

    una explotacin racional

    de

    e sos b os ques y

    t ie rras foresta les en

    las

    partes h m ed as y

    subhmedas de los trpicos.

    Antes, la riqueza en

    especies

    animales y

    vegetales de los ecosistemas tropicales h

    medos sola incitar a los cientficos y a los

    responsables del desarrollo a

    formular

    conclusiones inexactas

    sobre

    las

    posibilida

    des de

    realizar programas

    de

    desarrollo en

    esas zonas.

    Impresionados

    po r la masa de

    vegeta cin y por la diversidad de los orga

    nismos

    del

    bosque

    hmedo

    o

    higroftico tro

    p ical , que rebasan con mucho

    las

    que

    exis

    ten en los bosques

    de

    las

    zonas

    templadas,

    llegaron a la conclusin de

    que los trpicos

    tenan que

    se r

    muy

    productivos.

    Esto es

    cierto en algunas parte s, p ero n o

    en

    otras. En efecto,

    hay

    dos t ipos

    principa

    les de bosques tropicales ; aunque puedan

    parecerles idnticos a

    los

    profanos,

    un o y

    otro presentan posibi lidades muy diferentes

    en materia de desar ro llo agr co la . Uno de

    ellos se presta muy

    bien

    a la explotacin

    agrcola

    intensiva o

    a

    las plantaciones de

    caucho

    y

    de palmera de ace ite; se trata de

    bosques que crecen en sue lo s r ic os en

    nutrientes y en

    general

    ms

    jvenes,

    deriva

    do s

    de sedimentos aluviales

    o de

    cenizas

    volcnicas.

    En cambio, los bos ques que c re ce n en

    suelos normalmente ms anti guos y pobres

    en

    nutrientes no tienen el mismo potenc ia l.

    La mayor a de

    los

    nutrientes

    de estos

    bos

    ques estn

    en

    la biomasa arbrea, y no en el

    suelo. Cuando se desbroza el bosque, para

    dedicarlo

    a una

    explotacin agrcola

    en

    gran

    escala,

    se pierden la mayora de

    los nutr ien

    tes del sistem a y los

    rendimientos

    menguan

    rpidamente. De

    ah

    que la

    clave para

    el de

    sa rr o ll o e s tr ib e

    en

    las caracterst icas in

    trnsecas

    de l propio bosque tropical.

    La complejidad y la

    variabilidad

    estructural

    del bosque

    higroftico

    tropical son legenda

    rias

    ; el naturalista y

    gegrafo

    alemn

    Ale

    jandro

    Humboldt lo

    calific

    hace un siglo de

    bosque

    sobre bosque . En sus profundida

    des

    hay

    una variedad de plantas, animales y

    otros

    organismos

    que dependen

    todos

    ellos

    unos de otros ecolgicamente. Ningn tipo

    de comunidad vegetal posee tantas

    especies

    de

    plantas y

    de animales. En las

    laderas

    de

    un solo

    volcn

    de

    Filipinas, por e jemplo, hay

    mayor

    variedad

    de

    plantas

    leosas

    qu e

    en

    todos

    lo s

    Estados

    Unidos

    de

    Amr ica.

    Dos

    hectreas

    de

    bosques

    higrofticos de

    llanura

    pueden contener ms

    de

    200

    especies

    arb

    reas, mientras

    que

    en una

    zona forestal

    templada

    de

    tamao comparable

    hay

    de d iez

    a

    veinte.

    Pero,

    aunque estn muy bien

    adaptados

    para persistir

    en el

    medio

    ambiente relativa

    mente prev is ib le

    en

    el q ue han surgido, los

    bosques higrofticos

    tropicales son

    ms

    re

    sistentes

    a

    las perturbac iones produc idas

    po r el

    hombre que

    los ecosistemas templa

    dos, relativamente simples y

    aparentemente

    ms robustos. Esta fragilidad

    incit

    al bilo

    go

    mexicano Arturo Gmez Pompa a califi

    car

    al

    bosque

    higrof t ico tropical

    de

    recurso

    no

    renovable .

    Otra

    observac in que

    se ha

    ce a menudo en los c rcu los re lac ionados

    con

    la

    ciencia

    o

    co n

    el desarrollo

    es

    que el

    bosque tropical es

    un recur so hiperexplota-

    do

    pero

    subutilizado.

    Por tener presentes estas caractersticas

    especiales

    de

    los

    bosques

    trop ica les , y dada

    la neces idad de

    orientar

    el

    desarrollo,

    los in

    vestigadores han procurado

    establecer

    una

    base ms cientfica y satisfactoria para la

    la

    bo r

    de

    ordenacin.

    Un e jemplo

    tomado de l

    Programa de

    la

    Unesco sobre

    el

    Hombre y

    la

    Biosfera

    (MAB) es el proyecto de San Carlos

    de

    Ro Negro,

    en la

    regin

    amaznica

    de

    Ve

    nezuela.

    Desde hace mucho

    t iempo se

    sabe que

    las

    tie rra s a lta s de la cuenca del Amazonas

    tienen

    un

    contenido

    de nutr ie nte s mu y

    pobre

    y que , por

    consiguiente,

    no

    se

    prestan

    a una agricultura i ntensiva de carc te r per

    m anente. Lo que no est tan c la ro es cmo

    unos bosques re lativam en te gra ndes con

    una biomasa de unas

    400

    toneladas

    po r

    hectrea pueden subsistir

    ms o menos

    i ndef in idamente

    en

    la

    c ue n ca d el Amazonas

    a pesar de la

    poca

    fertilidad del suelo. El Go

    bierno venezolano desea conocer la capaci

    dad

    d e esos

    suelos

    para mantener

    bosques

    productivos.

    Lo s

    cientficos

    de Venezue la , lo s

    Estados

    Unidos

    de Amrica y la Repblica

    Federal de

    Alemania

    que t raba jan

    en

    el proyecto del

    MAB

    en

    San Carlos

    han

    demostrado qu e la

    c la ve de

    la productividad

    forestal

    radica

    en

    una

    serie muy

    compleja de

    nutrientes

    que

    conservan

    los

    mecanismos

    de l

    bosque natu

    ral (vase

    la pg.

    33).

    Lo s bosques actan

    como

    una espec ie de

    enorme

    espon ja que

    absorbe los

    nutrientes

    al incorporarse stos al s is tema con el agua

    de lluvia

    o

    a partir de la atmsfera. El

    colchn bien desarrol lado de races, hon

    gos, microorganismos y humus

    que

    existe

    en

    la capa cultivable

    tiene una

    importancia

    especial

    para

    la

    retencin y

    el

    reaprovecha

    miento de los nutrientes en el s is tema.

    En

    ciertos lugares, particularmente

    en los

    suelos minerales, puede

    tener

    hasta

    30 centmetros de es pes or, y

    se

    le puede

    despegar

    del

    suelo

    como

    si

    fuera

    una

    al

    fombra. Cuando

    caen hojas,

    ramitas

    o tro

    zo s de

    madera y empiezan a

    descomponerse

    y despus llueve, la inmensa

    mayora

    d e lo s

    nutrientes presentes o que se

    desprenden

    no

    llegan a calar

    en

    la tierra sino que son ab

    sorbidos por

    ese

    colchn

    de

    races

    y se

    rein

    corporan a

    los

    rboles

    vivos.

    La e fic a cia d e

    esta

    m asa d e ra ce s como

    modo

    de

    conservar los

    nutrientes ha queda

    d o d e mos tr ad a en San Carlos median te ex

    perimentos

    en los

    qu e se emplearon

    ra

    dioistopos. Se aadieron a esa masa canti

    dades conocidas de fsforo y calcio

    marca

    do s radiactivamente y se recogi y se analiz

    el agua

    que se

    escurra

    por ella para determi

    nar su rad iac tividad. No

    se

    observ prctica

    mente

    radiactividad

    alguna, ni

    siquiera

    al ca

    bo de

    seis meses

    de

    la aplicacin

    de

    la

    mate

    ria

    radiactiva. Ms

    de l

    99 po r

    ciento

    de los

    nutrientes

    marcados

    fueron

    absorb idos por

    la capa de ra ces , lo cual indica

    que

    prctica

    mente todos lo s

    nutr ientes

    en

    disolucin

    procedentes de

    materias

    orgnicas en des

    composicin

    o

    del agua de lluvia pasan di

    rectamente a las races

    sin

    llegar al suelo mi

    neral. La capa de

    races

    de un bosque intac

    to

    impide, pues,

    la prdida

    de

    nutrientes de l

    sistema.

    El

    punto principal en

    relac in con

    meca

    n ismos de conservac in de lo s

    nutr ientes

    como

    stos

    es

    qu e

    constituyen

    parte

    de

    la

    estructura orgnica viva

    de

    un bosque intac

    to , que queda des tru ida cuando se la

    desbroza con f ines de explotacin agrcola.

    Por esta razn la

    productividad

    de

    los

    siste

    mas mengua rpidamente

    al

    desaparecer

    el

    bosque.

    Ahora bien,

    los problemas de desarrollo y w

    conservacin de los

    ecosistemas

    de los tro- f

    FRANCK GOLLEY, norteamericano, es profesor

    de l Instituto de E co lo ga de la Universidad de

    Georgia

    I

    EUA) y director de la Divisin de Biolo

    ga

    Ambiental

    de la Fundacin Nacional para las

    Cienc ias de Estados Unidos.

    MALCOLM HADLEY, zologo, pertenece a la

    Divisin de C iencias

    Ecolgicas

    de la

    Unesco.

    Es

    responsable

    de

    la coordinacin

    de la s actividades

    de l Prog rama sobre e l H ombre y

    la

    Biosfera

    (MAB)

    relativas

    a los t rp icos hmedos.

    13

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    14/36

    En

    los

    trpicos

    hmedos se

    practica

    t radic ionalmente

    el s is tema agr co la de

    desbroce

    por quema : las pequeas

    parcelas as desbrozadas se

    cult ivan

    durante uno o do s ciclos agrcolas. Luego

    se

    las

    deja en barbecho

    durante

    diez aos

    o

    ms

    a

    fin de qu e la vegetacin pueda

    hacer

    acopio

    de los materiales

    nutr ientes

    necesar ios

    p ara un

    nuevo

    cult ivo

    de

    corta

    duracin.

    A cond ic in

    de que el periodo de

    barbecho sea suf ic ientemente largo, la

    agr icu ltu ra mv il t rad ic iona l

    es

    un

    sistema

    perfectamente

    racional

    de utilizacin de la

    tierra en reg iones donde

    la pobreza de l

    suelo no soportara

    un a

    explotacin

    ms

    intensa.

    Arriba,

    parte de un

    bosque

    de

    Kalimantan Oriental, en Indonesia, durante

    el desbroce

    por q uema.

    A la izquierda,

    dos

    jvenes indonesios

    transportan

    yuca o

    cazabe,

    planta

    qu e se cultiva a

    menudo

    en

    terrenos preparados

    segn

    ese

    procedimiento.

    Z/iV

    CICLO

    SELVTICO

    El ecosistema de un

    bosque

    t rop i ca l cons t it uye

    el habitat de

    numerosas

    especies an imales ,

    incluidas

    la s de millares de insectos.

    Unos

    y o tr os f orman a

    veces

    comunidades

    que

    generalmente

    v iven

    en

    un

    estrato par t icu lar de l

    bosque, po r e jemp lo

    el

    suelo o la copa

    de lo s rboles.

    En el organismo

    de

    algunos d e e so s

    animales

    se

    encuent ran normalmente virus de

    enfermedades

    qu e

    pueden

    transmitirse al hombre .

    As.

    en las selvas

    t ropicales

    de

    Amr ica

    Centra l y del S ur, los monos y tits qu e viven pr inc ipalmente en lo alto

    de

    lo s

    rboles

    consti tuyen

    un foco de

    f ieb re amar il la . El virus

    se

    propaga a

    travs

    de

    mosquitos como

    lo s

    de

    la especie

    Haemagogus , que

    chupan la sangre . La

    tala

    de rbo les expone

    a su s

    picaduras

    a

    lo s t raba jadores fo res ta les que,

    as

    contagiados, l levan

    el

    virus a

    las

    aldeas y c iudades donde

    se

    p ro paga por

    intermedio de

    otros

    mosqui tos

    como

    lo s de

    la

    especie

    Aedes

    aegypt i .

    Dibu jo de J.-l. Cooper y T.-W. Tmsley. Actas de l Grupo Internacional de Traba/o MAB-IUFRO sobre Investigaciones

    relativas a los Ecosistemas de los Bosques Tropicales Hmedos. 1977. Hamburgo-Reinbek

    picos hmedos

    requieren

    una

    labor de inves

    tigacin

    cientfica

    que no se

    aplique

    nica

    mente

    a las plantas, los

    animales, los

    micro

    organismos y los suelos. El

    hombre

    forma

    tambin

    parte

    del

    sistema forestal, en pro

    porcin

    abrumadora en

    muchas

    regiones,

    a

    la

    vez como agente del

    cambio

    y com o ele

    mento afec tado

    po r l.

    Este proceso

    de cambio

    se

    est

    produ

    ciendo en regiones

    que

    tienen

    una larga

    y ri

    ca

    historia

    de actividad humana, como

    lo

    de

    muestra el ca so de las antiguas

    culturas fo

    restales

    de los mayas, los

    habitantes

    de

    Angkor Wat

    y los benin de Nigeria.

    En varias partes de

    Asia sudoriental, Am

    rica del Su r

    y

    Central

    y

    Africa

    occidental

    y

    central, los

    bosques

    han

    sido transformados

    eficazmente desde hac e

    mucho

    tiempo

    en

    arrozales

    y

    otros

    tipos de tierras agrcolas

    productivas. Esta transformacin ha resulta

    do especialmente provechosa

    en las

    zonas

    que t ienen suelos

    ricos

    en nutr ientes y

    que,

    durante

    siglos, han

    mantenido

    a

    una densa

    pob lacin humana, por

    ejemplo,

    en Java

    y

    en

    el delt a del Mekong.

    Ahora

    bien,

    la intensidad

    actual de las

    ac

    t iv idades humanas y el impacto ecolgico

    consiguiente son

    nicos

    en

    la historia.

    Se

    es tn desbr ozando

    o modi f icando lo s bos

    ques a un ritmo sin precedentes. Y aunque

    los cientficos no estn seguros de la

    rapidez

    con que

    se producen los

    desbroces

    o

    las

    graves

    alteraciones

    de

    las t ierras forestales

    del trpico, se estima que osc ilan

    entre el

    uno y el

    dos

    po r

    ciento

    de la superficie al

    ao. Si no se pone dique a esta tendencia,

    los bosques higrofticos

    tropicales primarios

    de tierras bajas

    desaparecern

    en todo

    el

    mundo quizs antes de fines de siglo (salvo

    en lugares inaccessibles y en un

    pequeo

    nmero

    de

    reservas biolgicas).

    Las

    principales causas del

    agotamiento de

    los

    bosques

    tropicales son las

    siguientes

    :

    rpido

    crecimiento demogr fico

    en

    los

    pases tropicales y consiguiente

    necesidad

    de que las t ierras agrcolas

    produzcan

    ali

    mentos

    para

    esas multitudes

    ; explotacin

    de

    lo s re c ur so s c on m ira s

    al crecimiento

    eco

    nmico ; bsqueda

    acelerada de nuevas

    fuentes

    de suminist ro de madera en lo s

    pases desarrollados de

    la

    zona templada ; y

    tala

    intensiva

    de los bosques para obtener

    lea destinada a la calefaccin y la cocina.

    La

    transmigracin

    de poblaciones

    y

    la

    explotacin forestal de

    la

    madera han

    tenido

    acusados efectos

    en los

    bosques higrofticos

    tropicales

    de Asia. Un

    equipo

    de

    investiga

    cin

    de l MAB coord inado po r

    el Instituto In

    donesio

    d e C ie n cia s

    est

    estudiando

    las

    in

    teracciones

    de esta s

    actividades

    humanas

    co n

    los ecosistemas

    forestales tropicales

    en

    la provincia indonesia de Kalimantan orien

    tal.

    Se

    trata de una

    prov inc ia muy extensa

    y

    econmicamente

    muy

    prspera

    de la is la de

    Borneo. Su superficie es de 21 millones de

    hectreas,

    es

    decir el

    doble de

    la

    de I sl and ia ,

    pero su

    poblacin es slo

    de un

    milln de

    habitantes. La s t ierras forestales cubren

    unos 17 millones

    de

    hectreas, o sea,

    ms

    de las t res cuartas

    partes

    de la provincia.

    Es

    ta zo na constituye

    una inmensa reserva de

    madera, g ran par te de

    la

    cual

    consiste

    en es

    pecies

    f rondosas

    muy

    apreciadas,

    as

    como

    un lugar para reasentar a las personas de

    las

    islas

    densamen te pobladas

    de

    Indonesia,

    po r e jemp lo .

    Java y

    Bali.

    Como es

    lgico,

    el Gobierno considera

    que esta

    provincia t iene

    un inters econmi

    co capi ta l

    y que debe

    contr ibuir

    a

    la conse

    cucin

    de

    los objetivos de l desarrollo na

    cional. Ms de c ie n emp re sa s madere ra s

    14

  • 7/23/2019 1.2 La Ecologa Moderna Franceso Di Castri (1)

    15/36

    Actualidad y eficacia

    de

    un mtodo

    agrcola

    precolombino

    l proyecto de chinampas en Mxico

    El prob lema

    :

    encont rar mtodos poco costo

    sos

    para

    incrementar

    la produccin

    de alimen

    tos, u t il izando tcnicas

    que

    aprovechen

    las

    caractersticas de l entorno bosques

    tropica

    les y

    que puedan

    aplicarse

    indefinidamente

    sin

    necesidad de recursos adicionales

    en gran

    escala tales

    como los fertilizantes)

    provenien

    tes

    de l

    exterior.

    El proyecto

    :

    aplicar el

    conocimiento

    cientfico

    de un

    mtodo

    de

    cul tivo ant iguo

    y

    tradicional a

    la

    necesidad de

    incrementar la

    produccin alimentaria en

    las zonas

    tropicales

    hmedas

    de Mxico.

    El

    sistema

    agrcola

    de

    las

    chinampas ,

    que

    es

    autosuficiente

    y

    requiere

    escasa inversin

    de

    capital,

    fue

    u t il izado por

    los pueblos

    precolombinos

    en

    toda la Amrica

    tropical

    y se emplea

    aun en nuestros

    das

    en

    el

    valle

    de

    Mxico.

    El

    sistema

    consiste

    en crear pequeas parce

    las de tierra cult ivab le formadas por mate r ias

    vegetales y lodo extrado de l fondo de lagos y

    pantanos. Las

    parcelas estn separadas

    po r

    canales

    que pueden servi r

    para la

    piscicultura.

    La palabra

    chinampa signif ica nido de ramas

    y es probable que

    los agricultores primitivos

    construyeran sus primeros terrenos de

    chi

    nampas con

    entramados

    de

    r amas y

    de

    hojas.

    En estas parcelas artificiales pueden culti

    varse d iversas p lant as y su rendimiento

    es

    ex -

    cepcionalmente e le va do y

    previsible. Por

    su

    propia

    naturaleza,

    el sistema

    agrcola

    de las

    chinampas

    exige un trabajo intensivo ya que el

    agricultor debe mantener

    a un

    nivel constante

    la

    altura

    de las

    parcelas

    y

    vigilar

    qu e no se

    obs

    truyan los canales, lo cual constituye al

    mismo

    tiempo

    una ventaja en muchos pases tropica

    les donde la

    disponibilidad de

    mano

    de

    obra

    supera a la demanda.

    Un

    grupo de cientficos

    mexicanos

    de l

    MAB, conscientes del

    carcter

    especfico y del

    x ito t rad ic iona l

    de este sistema,

    decidieron

    utilizarlo a fin

    de elaborar un nuevo

    mtodo

    de

    satisfacer

    las

    necesidades en materia de

    ali

    mentacin. Se form

    para

    e ll o un equipo de in

    vestigadores compuesto p or c ato rc e espe

    cialistas en

    agronoma,

    biologa, antropologa,

    sociolog a , economa y piscicultura,

    pertene

    cientes al

    Instituto

    Nacional de

    Investigaciones

    sobre

    los

    Recursos Biolgicos IN IREB), de

    Ja

    lapa.

    El

    grupo

    seleccion

    cuatro regiones de bos

    ques

    hmedos. Una

    de

    ellas,

    en

    el

    Estado

    de

    Tabasco, ofreca una

    combinacin

    de

    bosques

    hmedos

    de

    follaje semipermanente y

    de pan

    ta no s, c uy os h ab ita nte s

    podan

    beneficiarse

    de l aumento

    de

    la produccin

    alimentaria.

    Otra

    regin exper imen tal , muy

    diferente

    de

    la

    ante

    rior, se sita en una zona de bosques tropica

    les hmedos

    de l

    Estado de Ch iapas, donde se

    practica ampl iamente el s is tema de

    cultivo m

    v il. A ll se construyeron las chinampas cerca

    de un ro que

    suministraba

    agua de riego. La

    capa orgnica

    para

    recubrir las parcelas se fo r

    m co n los

    restos

    de hojas y r amas en descom

    posicin

    de l bosque

    hmedo adyacente.

    Los resultados.

    Pocos

    meses despus de

    la

    construccin de las

    chinampas

    se

    cultivaban

    ya diversos productos,

    entre

    ellos maz, frijo

    les, espinacas y otras hortalizas. En

    un

    periodo

    de 154 das se obtuvo una cosecha de apio de

    m s de

    54

    t one ladas por hectrea.

    En

    1976 lo s cientficos

    cedieron el

    terreno

    experimental a

    los agricultores

    locales quienes

    no sl o

    siguieron

    cultivndolo de conformidad

    con el sistema

    de

    las

    chinampas

    s ino que ade

    m s lo

    ampliaron

    po r sus

    propios

    medios.

    Se

    trata, pues,

    de un proyecto

    en

    el

    cual

    un

    equipo de

    especialistas

    en ciencias

    naturales

    y

    sociales,

    trabajando

    conjuntamente con

    la

    poblacin

    local, han

    estudiado e interpretado

    una tecnologa

    autctona

    y

    tradicional,

    adap

    tndola

    con xito

    a las

    ci rcunstancias

    actuales

    y

    transfirindola a otro lugar. Cabe destacar

    que

    se trata

    de un

    ejemplo

    de

    transferencia

    de

    tecnologa dentro de la

    misma regin

    ecolgi

    ca, y

    no , como en

    muchos

    casos

    en

    que la

    transferencia ha fracasado, de una regin

    templada a

    otra

    tropical. De

    esta

    manera, el

    proyecto de l MAB

    ha

    demostrado que las

    chi

    nampas mexicanas constituyen un

    mtodo

    agrcola

    antiguo

    y

    ecolgicamente

    sano

    que

    puede ser aplicado por doquier en las regiones

    tropicales, part icularmente e n las zonas donde

    abunda el

    agua.

    o Eludes el

    planification

    des

    communications

    El

    Correo

    de

    l a Unesco

    Foto

    MA

    Unesco

    el

    dibujo,

    funcionamiento

    de l

    s is t ema agr co la

    de

    las

    Se construyen

    parcelas

    l igeramente

    elevadas

    1

    y

    entre s po r una red de canales 2

    qu e

    sirven

    para

    el

    y

    la piscicultura

    3). as como pa ra e l r iego

    4) . Arboles

    5

    sost ienen

    lateralmente las

    parcelas.

    El

    suelo

    de

    se

    rel lena

    constantemente c on r es to s orgnios vegetales y

    ma les ), p la n ta s acuti ca s y lodo 6 que

    los

    ch inamperos

    de l fondo

    de

    los canales y transportan en su s

    canoas

    7) .

    de cada cultiv