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―Witnessing‖ part 1, page 1 Curso Básico Bíblico LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES CLASE 10A: 7 PASOS DE LA TESTIFICACIÓN © La Familia Internacional Editado por http://audioconectate.net Junio de 2011

12PF Clase 10a: Los 7 Pasos de la testificación

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Editado por http://audioconectate.net © La Familia Internacional Junio de 2011 Nuestra influencia marca la diferencia Empleamos la palabra hablar a otras personas sobre Jesús, la salvación y nuestra fe.

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Curso Básico Bíblico

LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES

CLASE 10A: 7 PASOS DE LA TESTIFICACIÓN

© La Familia Internacional

Editado por http://audioconectate.net

Junio de 2011

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(Clase 10A- 1 BÁSICA)

Testificación, 1ª parte

SIETE PASOS

TRAMO 1: ¿POR QUÉ TESTIFICAMOS?

Nuestra influencia marca la diferencia

En la última clase hablamos del Cielo. Sabemos que se trata de un lugar estupendo.

Hoy vamos a hablar sobre lo que podemos hacer para que más personas tengan la

oportunidad de experimentar el Cielo. Sin embargo, no vamos a hablar solamente de

influir en el destino eterno de la gente. ¿Qué hay del presente? Mucha gente pasa por

la vida bregando con la soledad, la insatisfacción, trastornos de salud, problemas

económicos, decepciones, de todo. Enfrentan cualquier cantidad de conflictos. Tal

como ustedes ya lo han podido comprobar, cuando alguien acepta al Señor, sus penas

y dificultades no desaparecen como por arte de magia. La diferencia, sin embargo, es

que ahora transitan por la senda de la vida acompañados de Jesús. Cuentan con la

fuente de la alegría y del amor, de la cual pueden servirse para enfrentar la vida. ¿No

nos gustaría que otras personas conocieran a Jesús como lo conocemos nosotros? En

eso consiste la testificación. Testificar es compartir el amor de Jesús con otro ser

humano, atestiguar de que creemos en Jesús. El objetivo es que la persona a quien

testificamos también reconozca que Jesús es su salvador.

¿A qué nos referimos con la palabra testificar?

Hechos 1:8. Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu

Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Empleamos la palabra testificar para referirnos al hecho de hablar a otras personas

sobre Jesús, la salvación y nuestra fe. La mayoría de la gente está más acostumbrada

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a emplear ese término en un tribunal de justicia. Un testigo se presenta ante un juez y

un jurado para contar lo que sabe. De forma similar, a quienes somos salvos y hemos

llegado a conocer a Jesús y Su poder salvador, Él nos ha llamado a testificar ante el

jurado —el mundo— de lo que sabemos acerca de Él y del amor que nos manifiesta.

Hay muchas formas de testificar. Se puede hacer por medio de una sonrisa, un

abrazo o un acto de generosidad. Sin embargo, lo que hace que esos actos trasciendan

el concepto de «obrar con amor» para convertirlos en testificación, es incorporar de

alguna forma a Jesús en ellos, ya sea hablando de Él o del amor de Dios, o haciendo

saber a la persona que lo que nos motiva es el amor de Cristo. Le dices o le transmites

de algún modo que Él la ama, que le ofrece la oportunidad de tener vida eterna a

cambio de que solamente acepte la salvación que Él le ofrece. Eso es testificar. En

eso consiste «predicar el Evangelio a toda criatura», tal como Él nos lo encomendó.

Marcos 16:15. Les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda

criatura».

Testificación: Establecer el vínculo

Testificar es establecer un vínculo entre Dios y alguien que necesita Su amor.

Nosotros somos el enlace entre Dios y esa persona. En todo lo que hacemos al

testificar, Dios es quien envía el mensaje y la persona a quien testificamos es a

la que Él quiere hacerle llegar ese mensaje.

Pero tiene que llegarle por medio de nosotros. Somos comparables a la

operadora de una central telefónica. Si no hacemos la conexión, si somos

perezosos y negligentes y no nos importa o no queremos que nos molesten con

esas llamadas y, por lo tanto, no las conectamos, la comunicación no se produce

y el sujeto nunca recibe el mensaje. No recibe el amor y por ende no se suscita

ninguna respuesta. Un testigo es el enlace entre Dios y la gente. Un testigo es

una operadora que recibe el mensaje de Dios y lo cree.

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La definición de «testigo»

Entre las definiciones de testigo que aparecen en el diccionario se cuentan las

siguientes: Persona que da testimonio de algo o que está presente mientras

ocurre algo y lo puede referir: testigo de un accidente. Persona que proporciona

pruebas de algún hecho. Testificar uno de sus creencias religiosas.

Jesús encomendó la Gran Misión a todos los creyentes

Mateo 28:19-20. «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,

bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Amén.

Juan 20:21. Entonces Jesús les dijo otra vez: «Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también Yo os envío».

Romanos 10:14–15. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?

¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien

les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito:

«¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian

buenas nuevas!»

Cuando Jesús nos expresó Su mandato de «ir por todo el mundo y predicar el

Evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15) no da la impresión de que fuera optativo,

¿verdad? ¡El mensaje es muy claro! Jesús reiteró expresamente que era deber de todo

creyente predicar el Evangelio, cuando precisó:

Juan 15:16a. No me elegisteis vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros, y

os he puesto para que vayáis y llevéis fruto.

La sal de la tierra

Durante una reunión, varios jóvenes comentaban el texto: «Vosotros sois la

sal de la tierra» (Mateo 16:13). Hubo varios intervenciones de parte de los

presentes sobre la acepción de sal en dicho versículo.

—La sal da un sabor agradable —comentó uno.

—La sal evita la descomposición —añadió otro.

Entonces una muchacha china habló basada en una experiencia que ninguno de

los demás había tenido, y dijo:

—La sal da sed.

La sala se cubrió de silencio. Todos quedaron pensando: ¿He provocado en

alguien sed de conocer a nuestro Señor Jesucristo? (Véase Mateo 9:36-38.)

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¿A cuál Martín conoces tú?

En los albores de la Reforma, Martín de Basilea llegó a conocer la verdad,

pero temeroso de hacer profesión pública de ella, escribió en un pergamino: «Oh

misericordiosísimo Cristo, sé que únicamente me puedo salvar por los méritos

de vuestra sangre. Santo Jesús, reconozco lo que sufristeis por mí. ¡Os amo! ¡Os

amo!» Acto seguido, retiró una piedra del muro de su cuarto y lo escondió allí.

Tardó más de cien años en descubrirse.

Hacia la misma época, Martín Lutero descubrió la verdad que se encuentra en

Cristo. Dijo: «Mi Señor me ha confesado delante de los hombres; no vacilaré en

confesarle delante de reyes». El mundo sabe lo que sucedió a continuación, y

hoy en día honra la memoria de Lutero, pero, ¿quién se acuerda de Martín de

Basilea o sabe quién es siquiera?

Tenemos un deber para con las personas que conocemos

Proverbios 14:25a. El testigo verdadero libra las almas.

Hechos 26:18. Que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la

luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en Mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

Santiago 5:20. Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.

Si no ofrecemos a alguien la oportunidad de alcanzar la salvación, sufrirá las

consecuencias, y nosotros también.

Marcos 8:38. El que se avergonzare de Mí y de Mis palabras en esta

generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de Su Padre con los santos ángeles.

1 Corintios 9:16. Si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!

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Ezequiel 3:17–19. Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de

Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.

Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le

hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva,

el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si

tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.

No dejes pasar la ocasión

Si tienes oportunidad de testificarle a alguien, ¡hazlo! ¿Puede que nunca vuelvas a

verlo! Tal vez muera o viaje a otro sitio. Puede que esa sea la última oportunidad que

tengas. Es tu deber transmitirle el mensaje.

«Ya nunca va a poder hablar con ese hombre».

El siguiente relato lo contó el Dr. Torrey, evangelista norteamericano (1856-

1928):

Una tarde, estando el señor Alexander y yo en Brighton, Inglaterra, uno de los

trabajadores fue a cenar a un restaurante luego de la reunión de la tarde. Allí le

llamó la atención el hombre que servía las mesas y tuvo la fuerte impresión de

que debía hablarle acerca de su alma, pero empezó a postergar la misión por

considerarla un tanto fuera de lugar.

Luego de terminar la cena y pagar la cuenta, salió del restaurante, pero aún

con la impresión de que debía hablarle al camarero. De modo que decidió

esperarlo hasta que saliera de su trabajo. Al cabo de un rato salió el propietario

del restaurante, y le preguntó qué esperaba. Él contestó que estaba esperando al

hombre que lo había atendido, pues deseaba hablar con él. El propietario

respondió:

—Ya nunca va a poder hablar con ese hombre. Luego de atenderlo a usted entró

en su habitación y se pegó un tiro.

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El peor error

El evangelista Dwight L. Moody afirma que cometió el «peor error» de su

vida el 8 de octubre de 1871. Esa noche, en Chicago, se dirigió a uno de los

auditorios más numerosos de su carrera. El mensaje de su sermón era acerca del

juicio del Señor y se basaba en la pregunta de Pilato: «¿Qué, pues, haré de

Jesús?» (Mateo 27:22).

Al concluir, Moody reflexionó: «Quisiera que consideraran con seriedad este

tema, porque el próximo domingo les hablaré sobre la cruz, y entonces les

preguntaré: ―¿Qué harán USTEDES con Jesús?‖» Luego, Ira Sankey finalizó

con un himno que incluía las siguientes líneas: «Ahora, que el Salvador nos

llama, refugio le pido. La tormenta de justicia se abate, y la muerte trae

consigo».

Pero el himno jamás llegó a su conclusión. Mientras Sankey cantaba, se

escuchó el rugir de los camiones de los bomberos que corrían velozmente por

las calles. Aquella fue la noche del gran incendio de Chicago que arrasó

prácticamente con toda la ciudad. Chicago amaneció al día siguiente reducido a

cenizas. «Jamás me atreví nuevamente —dijo Moody— a concederle a mi

público una semana para que piense en su salvación».

«El amor de Cristo nos compele»

Mateo 9:36. Al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban

desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.

2 Corintios 5:14a. El amor de Cristo nos compele.

El Señor desea que nos muevan los mismos sentimientos de compasión, amor e

interés por los demás que nos manifiesta Él. «Tuvo compasión de ellas». El amor de

Cristo debe motivarnos a hacer todo lo que podamos por manifestar Su amor a los

demás, no solo por puro deber y obediencia a Sus mandamientos, sino porque nuestro

corazón se conmueve sinceramente ante las necesidades ajenas.

El ciego que fue sanado

Un chino ciego ingresó en un hospital y un médico misionero lo operó,

quitándole las cataratas de los ojos. El chino volvió a su casa muy contento, con

vista. Pocas semanas después, volvió al hospital. En esta ocasión iba tirando de

una cuerda a la que estaban aferrados otros cuarenta ciegos. Los llevaba al lugar

donde había recobrado la vista. ¿Por qué vamos a hacer menos en un sentido

espiritual?

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Cómo podemos cambiar el mundo mediante la testificación

Testificando podemos cambiar nuestro entorno mucho más de lo que nos parece.

Las palabras de los profetas de Dios han trascendido las épocas, han llegado hasta los

confines de la tierra y han alterado el curso histórico de naciones enteras. El mensaje

contenido en ellas ha transformado el alma de los hombres y les han infundido

esperanzas en un mundo mejor.

No obstante, aunque no hayas cambiado una nación, si has transformado aunque

sea una vida gracias al poder de Dios, has renovado una parte del mundo. Si se puede

transformar una vida, eso demuestra que es posible transformar otras, y que por ende

se puede cambiar el mundo a partir de una sola persona. Todo eso como consecuencia

de haber compartido el amor de Dios con alguien.

Nunca subestimes los resultados de largo alcance que puede tener la salvación de

una sola persona. Aunque no la veas enseguida, esa persona bien podría llegar a hacer

grandes cosas para Dios o por la humanidad.

¡Transformadores del mundo! Unos cuantos ejemplos históricos.

Armenia se convirtió en el primer estado cristiano de la historia en el año 301

d.C. Gregorio «el iluminador» visitó el país y en el año 303 d.C. convirtió al rey

Tirídates III y a varios de sus cortesanos.

Cómo llegó el mensaje a Noruega, Islandia y Groenlandia: Olaf I (968-1000),

rey de Noruega, participó en numerosas incursiones vikingas en las costas del

Báltico, del Mar del Norte y de las Islas Británicas. Durante su última campaña a

Inglaterra (994) se convirtió al cristianismo. Al año siguiente retornó a Noruega,

donde se propuso cristianizar el país. Sus esfuerzos contribuyeron también a

convertir al cristianismo a Islandia, Groenlandia y las islas Feroe.

La historia sigue: Leif Ericson alrededor del año 975-1020 fue el

explorador islandés considerado por algunos como el primer europeo en poner

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pie en suelo norteamericano. Viajó de Groenlandia a Noruega poco antes del

año 1000. Según la tradición, al llegar a tierras noruegas, el rey Olaf I lo

convirtió al cristianismo y lo envió de regreso a Groenlandia a convertir a la fe

cristiana a los colonos vikingos que allí habitaban. Una de sus conversas fue su

madre, Thjódhild, quien, según se dice, construyó la primera iglesia cristiana de

aquel país en Brattahlid.

La abolición de la esclavitud: Los cristianos desempeñaron papeles

protagónicos en numerosos movimientos humanitarios y reformadores del siglo

XIX. En Inglaterra los evangélicos protestantes fueron quienes condujeron la

agitación que terminó con la abolición por parte del Parlamento de la esclavitud

en los dominios británicos. A su vez, en el Congreso de Viena de 1814, Gran

Bretaña ejerció influencia sobre otras grandes potencias europeas para que

adoptaran políticas similares de abolición del tráfico de esclavos. A la larga, casi

todos los estados de Europa promulgaron leyes o firmaron tratados por los

cuales se prohibió el tráfico. En Estados Unidos los protestantes evangélicos

también hicieron intensas campañas contra la esclavitud.

Uno de los puntales del movimiento abolicionista fue William Wilberforce

(1759-1833), estadista y reformador inglés. Se convirtió al cristianismo en 1784.

Wilberforce llegó a ser el principal portavoz del movimiento en pro de la

abolición del tráfico de esclavos. En 1807 Wilberforce consiguió que se

promulgara una ley que prohibía el esclavismo. Invirtió sus esfuerzos en la

abolición total de la esclavitud y en 1823 fue uno de los fundadores de la

Sociedad Antiesclavitud. El Proyecto de Emancipación, que tenía por objeto la

abolición de la esclavitud, fue promulgado un mes después de su muerte.

Cada uno de estos ejemplos coincide en un elemento clave: Lo que sucedió

fue a consecuencia de la conversión de una sola persona.

Ex mafioso japonés se convierte en fogoso testigo

Un mafioso japonés que se convirtió al cristianismo ahora predica a otros

criminales. Según el Times de Londres, Hiroyuki Suzuki lleva el mensaje

cristiano a las estaciones de tren y las plazas públicas valiéndose de su fama para

llamar la atención. Tiene numerosos tatuajes y varios dedos amputados, prueba

de su otrora militancia en la organización delictiva yakuza. Suzuki, de 44 años,

es fundador de la Misión Barrabás, un grupo de mafiosos reformados que han

abrazado el cristianismo evangélico. Su ministerio gira en torno a la predicación

fervorosa, las canciones y la sanación por medio de la fe. El cristianismo es

considerado una secta misteriosa por la mayoría de los japoneses. Solamente el

1,5 por ciento de la población de aquel país es cristiana. Pese a ello, la iglesia de

Suzuki en Tokio está llena los domingos.

Suzuki dice que se convirtió en un momento en que estaba muy endeudado,

consumía drogas y se encontraba enfermo. Según el Times, se puso un revólver

a la cabeza, pero no tuvo las agallas para apretar el gatillo. Su ex esposa había

sido una feligresa entusiasta. Llevado por la desesperación, buscó refugio en una

iglesia. «Le dije al pastor que era un mafioso, que había estado en la cárcel, que

había abandonado a mi mujer e hijo, y que no había redención posible para mí.

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Pero él me habló el amor de Dios y del significado de la cruz», dijo Suzuki al

Times. Regresó con su familia; los integrantes de ésta lo aceptaron de inmediato.

Concluye: «Eso me llevó a creer en la existencia del amor incondicional y en

que uno puede volver a empezar».

Reflexión: ¿Qué hubiera pasado si el ministro no hubiera estado presente y en

situación de hablar con Suzuki el día en que este acudió a él? Supongamos que

le hubiera cerrado las puertas, le hubiera dicho que era demasiado tarde o que

hubiera tenido miedo de hablar con él? Sin embargo, gracias a que estuvo

dispuesto a testificarle, ¿cuántas almas se han salvado como consecuencia de la

transformación de Suzuki?

Milagros en Camboya, 2000.

Según Advance, publicación de la iglesia Foursquare Gospel, los milagros

están consiguiendo que mucha gente se vuelva a Cristo en Camboya. Los

habitantes de dos aldeas profesaron fe en Cristo después de una manifestación

del poder de Dios, añadió Advance. En una de ellas, los habitantes pidieron al

pastor misionero que orase por lluvia para los cultivos que acababan de sembrar.

Entre tanto, en la otra, le pidieron que orase para que se detuviera la lluvia hasta

que hubieran sembrado sus cultivos. La misma publicación refirió que durante la

semana siguiente, llovió en la aldea donde se había sembrado, y en la otra, no.

Los habitantes de ambas aldeas se declararon cristianos y aceptaron al Señor

como salvador.

Reflexión: ¿Qué habría pasado si el misionero no hubiera estado allí? ¿O si

hubiera orado por ellos pero no les hubiera dicho a Quién se debían las

respuestas a sus oraciones?

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La testificación trae aparejadas recompensas celestiales

Daniel 12:3. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del

firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a

perpetua eternidad.

Lucas 12:8. Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios.

1 Corintios 3:8b. Cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.

1 Corintios 9:17a. Si lo hago [predico el Evangelio] de buena voluntad, recompensa tendré.

Cuando se ha encontrado el amor de Jesús, es fabuloso y muy gratificante

transmitírselo a otra persona. Al reunirte con esa alma en el Cielo te vas a sentir muy

agradecido, no cabrás en ti de la alegría y sentirás que todo valió la pena. A su vez,

esa persona te estará eternamente agradecida de que le hayas hablado del amor de

Jesús y la hayas ganado para Él.

Lo más preciado y valioso que Dios haya creado es el alma humana. ¡Las almas

son eternas!

1ª de Juan 2:17.El mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

La meta y el resultado final de la testificación es un bebé recién nacido en la

familia de Dios, un alma restituida por las manos del Creador. El único tesoro que

nos llevamos de este mundo son las almas salvadas. Por eso Pablo escribió a uno de

sus rebaños:

1 Tesalonicenses 2:9,13,19. Os predicamos el evangelio de Dios. Cuando

recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como

palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios. Porque ¿cuál

es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en Su venida?

Hay regocijo en el Cielo cada vez que se salva un alma.

Lucas 15:10. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

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SEGUNDO TRAMO: INSTRUIRSE EN LA TESTIFICACIÓN

Cómo se testifica

Es muy posible que ustedes ya estén testificando. Quizás han dado a alguien un

folleto. Tal vez le hablaron a alguien de estas clases. Puede que su forma de actuar

sea diferente de lo acostumbrado y haya suscitado que alguien que los conoce les

preguntara por qué, lo cual les dio ocasión de hablarles de su fe. O quizás le hayan

contado a alguien lo que han aprendido o lo que han leído.

Hay muchas modalidades de testificación. En esta clase nos gustaría abordar con

un poco más de detalle diversos aspectos de la testificación, de tal modo que

podamos ser eficaces en nuestro empeño. Entre ellos, veremos cómo explicar la

salvación, cómo responder preguntas, cómo rezar con alguien y cómo testificar de

forma que resulte interesante y atractivo al oyente. La Biblia dice:

Proverbios 11:30. El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio.

Hay algunos puntos que conviene tener presentes para testificar:

Orar y pedir al Señor que te guíe

Al igual que todo lo demás en la vida, tendrán más éxito y menos problemas si

piden al Señor que los guíe. Aunque los diversos consejos y enseñanzas de esta clase

les resulten útiles, no hay un método predeterminado para ponerlos en práctica.

Dependerá de ustedes orar para saber cómo aplicarlos y emplearlos.

Pidan al Señor que les hable acerca de las personas a las que Él quiere que

testifiquen. Si se lo preguntan,

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Él les indicará la mejor forma de abordar a cada persona y el momento más

oportuno.

Flexibilidad

Cierto método de testificación o tema de conversación puede resultar muy eficaz

en determinada situación y todo lo contrario en otra. Por ejemplo, a los ancianos o los

desahuciados probablemente les inquieta qué les aguarda al morir. Por lo tanto, la

promesa de la vida eterna será lo que más los mueva a aceptar a Jesús. Sin embargo,

la mayoría de los jóvenes piensa que tienen toda la vida por delante y están más

interesados en saber cómo vérselas con el presente. En vista de ello, es posible que lo

que más los gane a ellos sea la promesa de un Amigo que realmente los entienda y los

ame incondicionalmente.

Debemos estar preparados para modificar nuestras tácticas de testificación a tenor

con las necesidades e intereses de nuestros interlocutores y de las circunstancias que

nos rodeen.

Ser prudente

No todos los métodos de testificación son siempre apropiados en todas las

circunstancias. Por ejemplo, la distribución pública de material impreso es contra la

ley en algunos países.

El Señor espera que hagamos uso de prudencia en cuanto a quién testificamos y la

forma y el momento en que lo hacemos. «He aquí, Yo os envío como a ovejas en

medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas»

(Mateo 10:16). El Señor no quiere que nos acarreemos problemas innecesariamente

por dar el mensaje a quienes no lo aceptarán y posiblemente nos persigan por hacerlo.

El objetivo medular de la testificación es conquistar a la gente con el amor del Señor,

no hostilizarla ni ofenderla. En ciertos países no cristianos, la falta de prudencia en la

testificación puede ocasionarnos persecuciones graves.

En algunas culturas o países en los que la gente casi no conoce el mensaje de Jesús

ni de la Biblia, es preciso ir más despacio en su divulgación a fin de que lo entiendan

bien. En tales situaciones puede llevar bastante tiempo y paciencia ganar a alguien a

Jesús. Algunas personas solo se dejarán convencer por nuestro ejemplo —la forma en

que vivimos y el amor y desinterés que manifestamos a los demás— antes de aceptar

lo que tengamos que decirles.

Pide al Señor que te dé buen criterio para saber cómo, cuándo, dónde y a quién

testificar.

Elegir el momento oportuno

También está la cuestión de cuál es el momento más oportuno para sacar a

colación el tema de Jesús y hasta dónde profundizar en él la primera vez.

Cuando de familiares y amigos se trata, gran parte de nuestra testificación podemos

incorporarla en las conversaciones que sostenemos con ellos sobre otros temas. No es

recomendable que llegues a casa y en frío te pongas a testificarles sin parar. Lo más

probable es que eso los predisponga a no escucharte. En tales circunstancias es mejor

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comenzar con delicadeza y a veces despacio. Trae a colación principios acordes con

los preceptos divinos y haz mención de Él y de Su Palabra en el transcurso de tus

conversaciones, según se dé la oportunidad. Tus amigos y familiares te estarán

observando para ver qué beneficios te ha reportado la nueva fe que abrazaste. Si ven

que has cambiado para bien, si ven un ejemplo de alguien que está feliz, que se

muestra considerado y amoroso, eso será un testimonio mucho más eficaz que

cualquier sermón. No pasará mucho tiempo para que se dé la oportunidad de hablar

del amor de Jesús y de Su don de la salvación a aquellos amigos o seres queridos

tuyos que todavía no lo hayan aceptado.

Mostrarse dispuesto

Cuando de predicar el Evangelio se trata, la mejor habilidad es la disponibilidad.

Puedes ser un testigo en el colegio, en el trabajo, en el vecindario, en la ciudad o

hasta en suelo extranjero. Si estás dispuesto a ser lo que Jesús quiere que seas y haces

lo que Él te pide, Él puede hacer de ti un testigo eficaz, cualquiera que sea tu edad y

experiencia.

La testificación individual o personal

Muchos conquistadores de almas han encontrado que la forma más eficaz de

hacerlo es por medio de conversaciones personales. Hablan con alguien y le prestan

oído a fin de establecer cómo adaptar la testificación a sus necesidades individuales.

Hay otros métodos de testificación más públicos. En la próxima clase ya

hablaremos de cuáles de ellos son los más eficaces entre ellos, la distribución de

impresos, etc., pero por ahora concentrémonos en la testificación personal.

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TERCER TRAMO: LOS SIETE PASOS DE LA TESTIFICACIÓN

Analizaremos a continuación siete pasos que proponemos seguir al testificar, los

cuales cubren desde el más elemental de todos, buscar a quién testificar. De ahí en

adelante, ir conduciendo a la persona hasta arraigarla en la fe.

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[Nº1] BUSCA A QUIÉN TESTIFICAR

Podemos dividir a las personas a las que testificamos en dos categorías:

En primer término está la gente de tu entorno, con la que tienes relación a diario y

no necesitas hacer nada fuera de lo habitual para con ella una conversación: tus

familiares, tus compañeros de trabajo o de estudios, tus amigos, el empleado de la

tienda donde compras todos los días o de la gasolinera o estación de servicio que

visitas con frecuencia, etc.

En la otra categoría están los desconocidos. Evidentemente que a estos últimos los

abordarás de modo ligeramente distinto que a quienes testificas casi a diario. Un

principio orientador que conviene seguir es que con las personas a quienes ves todos

los días puedes ir más despacio. En cambio, al individuo al que es posible que nunca

más vuelvas a ver conviene tratar de encaminarlo a la salvación.

Las ideas que proponemos enseguida se aplican a las dos categorías de personas, si

bien verán que hay diferencias bastante obvias en la forma de abordar a unas y otras.

[Nº2] HAZ PREGUNTAS

Es preciso manifestar a la persona que te interesas por ella. Un buen método es

haciéndoles preguntas de carácter personal. Verás que no hay tema del que más le

guste hablar a la gente que de sí misma.

En suma, debes mostrar interés por la persona. Pregúntale acerca de su vida y

situación personal. Si la entiendes mejor podrás testificarle con más eficacia y

comprenderás su verdadera necesidad. ¿Cómo vas a saber quién es, qué es, qué hace,

cuál es su creencia religiosa o cualquiera otra cosa de esa persona si no le haces

preguntas?

Proverbios 18:13. Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y

oprobio

Generalmente un proceso de testificación se inicia exactamente igual que cuando

uno traba relación con alguien a quien no conoce: «Hola, ¿cómo estás? le dice.

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Qué lindo día, ¿no?» Habla del tiempo que hace o de cualquier otra cosa. A casi todo

el mundo le interesa el clima. Asimismo, se puede conversar sobre temas de interés,

algo que atraiga a la otra persona. Naturalmente, el tema que más interesa a todo el

mundo es... ¿qué? Hablar de sí mismo. Recuerda que una conversación es un diálogo.

Si bien querrás hacer preguntas a tus interlocutores para conocerlos un poco, tampoco

los interrogues. Entra tú también en la conversación y cuenta algo de ti mismo.

El capítulo Cómo relacionarse bien con los demás, de la primera parte de la clase

La regla de oro, contiene muy buenos consejos sobre la comunicación.

Ideas para iniciar conversaciones

Saca a colación acontecimientos y tendencias de actualidad para despertar el

interés de tu interlocutor

Lucas 13:1–5. […] ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas,

eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

En estos versículos Jesús se refería a acontecimientos que habían tenido lugar en

aquel momento —la crueldad de Pilato, la caída de la torre de Siloé— para ilustrar

los puntos que quería enseñar. Los sucesos y tendencias de actualidad son

interesantes y a menudo resultan buenos para iniciar una conversación. Sin embargo,

conviene proceder con cautela, porque podría encontrarse uno en disidencia con la

persona con quien está hablando sobre el tema en cuestión. En ese caso, no va a

propiciar la testificación. Recuerda que es mejor perder una discusión y ganar un

alma que viceversa. Novedades o temas de actualidad como por ejemplo los días

festivos o feriados, películas nuevas y demás, también pueden venir bien para iniciar

conversaciones, sobre todo entre la gente más joven.

También verán que el futuro es una de las cosas que más atrae a mucha gente, las

profecías de la Biblia. Puedes decirles: «¿Sabías lo que dice la Biblia al respecto?

¿Sabes qué es lo próximo que va a suceder según la Biblia?»

Siempre que sea posible testifica en un lugar tranquilo

Los mejores sitios para testificar son aquellos en los que hay tranquilidad. Lugares

en los que existe silencio y cierto grado de intimidad, para que la persona pueda

hablar contigo sin sentirse avergonzada ante la presencia de terceros ni distraída por

alguna otra cosa. Tal vez convenga invitarla a tomar un café o a sentarse en un rincón

tranquilo de una plaza si el tiempo lo permite.

De ser posible, conviene que el sitio tenga buena luz, para que pueda leer lo que le

pides que lea.

―Witnessing‖ part 1, page 18

[Nº3] ESCUCHA

Procura que la persona te abra el corazón; escúchala y déjala desahogarse.

Proverbios 20:5. Como aguas profundas es el consejo en el corazón del

hombre; mas el hombre entendido sabrá sacarlo.

Mateo 12:34b. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Santiago 1:19a. Mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.

Al testificar, no debemos acaparar la conversación en sus primeras etapas. Es

preferible facilitar que la persona a quien testificamos se exprese. Eso nos permite

tener una idea de quién y cómo es, qué piensa, de dónde proviene, etc. Así, después

de un rato sabremos qué decirle. Haz preguntas y luego escucha sus respuestas hasta

que surja algo que dé lugar a la testificación.

Muchos testificadores hablan demasiado, citan demasiados versículos y demás sin

escuchar a su interlocutor. Hay que manifestar interés por la persona y sus problemas.

Plantéale preguntas, escucha sus respuestas. De entrada, eso es lo mejor que se puede

hacer: mostrarse amigable, una persona dispuesta a escuchar, con quien pueda

desahogarse.

Aunque tengas que escuchar durante largo rato, una vez que te das cuenta de lo que

necesita, procura llevarla en la dirección indicada. Si puedes, trata de dirigir la

conversación haciendo más preguntas: «¿Ah, sí? ¿Y qué pasó entonces? ¿Y qué

hiciste? ¿Alguna vez pensaste en hacer tal y tal cosa?»

Los testificadores somos médicos de almas

¿Cuál es la función de un médico? Uno lo consulta cuando sufre algún trastorno.

¿Acaso el galeno le suelta a uno de entrada todo un recetario? Aunque conozcas la

receta y los medicamentos, al paciente le va a parecer un tanto descabellado que le

―Witnessing‖ part 1, page 19

prescribas un remedio sin averiguar siquiera lo que le pasa. ¿Cómo vas a saber el

tratamiento —el versículo que la va a curar— si no averiguas primero cuál es el mal

o la dolencia que lo aqueja?

Induce, pues, a la persona a hablar y escucha lo que te diga. Así averiguarás lo que

le pasa, qué molestia o enfermedad tiene o su historial.

Casi todo el mundo se suelta a hablar cuando se le manifiesta un poco de interés,

de amor, de consideración y se le hacen preguntas.

[Nº4] PRESÉNTALE LAS SOLUCIONES Y RESPUESTAS DIVINAS

Proporciónale las soluciones divinas a sus problemas

Una vez que la persona ha dicho lo que quería y te ha contado sus problemas y la

forma en que tiene pensado solucionarlos, algo que ni ella misma se cree y que sabe

que no dará resultado, puedes comenzar a presentarle las respuestas divinas y decirle

algo así: «¿Sabes lo que dice la Biblia en este pasaje y en este otro? ¿Sabes lo que

dice Dios al respecto? ¿Sabes lo que significa en realidad? ¿Sabes qué debes hacer?».

Es tu oportunidad de ofrecerle las respuestas divinas. Puedes explicarlas con tus

propias palabras y además mostrarles las Escrituras pertinentes. (Hablaremos más de

esto enseguida.)

Naturalmente, la principal solución es que acepten al Señor. Así que después de

escuchar sus respuestas, puedes decirle: «Es cierto, pero ¿sabías que la Biblia dice tal

y tal cosa?» «Jesús dijo que para nacer de nuevo lo que tienes que hacer es tal y cual

cosa», etc.

Cuéntale tu testimonio personal, háblale de lo que el Señor ha hecho por ti

Tu testimonio personal es lo más contundente que puedes contarles, porque o bien

resuelven que eres un mentiroso y no te creen; o tienen que admitir que si lo dices

con sinceridad debe de ser cierto.

El apóstol Pablo fue un gran testigo. En casi todas las ocasiones, cada vez que

comenzaba a testificar ante reyes o jueces o quien fuera, invariablemente empezaba

relatando su testimonio personal. «Esto es lo que me pasó a mí...» Cuando se trataba

de una multitud nueva, personas nuevas o una nueva situación, siempre decía: «Yo

tuve la siguiente experiencia».

Hay un par de ejemplos de ello en Hechos:

Hechos 22:3 - 21 Yo de cierto soy hombre judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero

criado en esta ciudad, educado a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la

ley de nuestros padres, siendo celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.

Y perseguí este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles así

hombres como mujeres;

como también el sumo sacerdote me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales

también recibí cartas para con los hermanos; e iba a Damasco para traer presos a

Jerusalén a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.

―Witnessing‖ part 1, page 20

Y aconteció que cuando hacía mi jornada, y llegaba cerca de Damasco, como a

mediodía, repentinamente resplandeció del cielo una gran luz que me rodeó;

y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a

quién tú persigues.

Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; mas no oyeron

la voz del que hablaba conmigo.

Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco, y allí se te

dirá todo lo que está ordenado que hagas.

Y como yo no podía ver a causa de la gloria de aquella luz, llevado de la mano por

los que estaban conmigo, vine a Damasco.

Entonces un Ananías, varón piadoso conforme a la ley, que tenía buen testimonio de

todos los judíos que moraban allí,

vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella

hora le miré.

AY él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido, para que conozcas su

voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.

Porque serás testigo suyo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.

Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y sé bautizado; y lava tus pecados

invocando el nombre del Señor.

Y me aconteció, que vuelto a Jerusalén, mientras oraba en el templo, fui arrebatado

en éxtasis.

Y le vi que me decía: Date prisa, y sal cuanto antes de Jerusalén; porque no

recibirán tu testimonio acerca de mí.

Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba, y azotaba por las sinagogas a los

que creían en ti;

y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu mártir, yo también estaba presente, y

consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.

Y me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles.

Hechos 26:1-20 - Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo.

Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa:

Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que hoy haya de defenderme delante de ti

acerca de todas las cosas de que soy acusado por los judíos.

Mayormente sabiendo que tú eres conocedor de todas las costumbres y cuestiones

que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.

Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en

Jerusalén, la conocen todos los judíos;

los cuales saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más

estricta secta de nuestra religión, he vivido fariseo.

Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres,

comparezco y soy juzgado;

promesa a la cual nuestras doce tribus, sirviendo constantemente de día y de noche,

esperan han de llegar. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos.

¿Por qué se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos?

Yo ciertamente había pensando dentro de mí, que era mi deber hacer muchas cosas

contra el nombre de Jesús de Nazaret;

―Witnessing‖ part 1, page 21

lo cual también hice en Jerusalén, y yo encerré en cárceles a muchos de los santos,

habiendo recibido autoridad de los príncipes de los sacerdotes; y cuando los

mataron, yo di mi voto.

Y muchas veces, castigándolos por todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y

enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.

Y ocupado en ello, yendo a Damasco con autoridad y comisión de los príncipes de

los sacerdotes,

al mediodía, oh rey, yendo en el camino vi una luz del cielo, que sobrepasaba el

resplandor del sol, iluminando en derredor de mí y de los que iban conmigo.

Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en

lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces

contra los aguijones.

Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y Él dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.

Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto te he aparecido, para

ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me

apareceré a ti,

librándote de este pueblo y de los gentiles, a los cuales ahora te envío,

para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la

potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de

pecados y herencia entre los santificados.

Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial,

sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda

la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios,

haciendo obras dignas de arrepentimiento.

En el relato en que Jesús testifica a la samaritana Juan, capítulo 4, ella queda

tan fascinada con la experiencia que acaba de vivir con aquel extraño llamado Jesús,

que vuelve con los aldeanos para que ellos también lo conozcan:

Juan 4:28–29. Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los

hombres: «Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No

será éste el Cristo?»

A consecuencia del testimonio de ella se salvaron muchas personas:

Juan 4:39. Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por

la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.

―Witnessing‖ part 1, page 22

A veces la gente se niega a escuchar ninguna otra cosa que no sea tu experiencia

personal. Puede que rechace toda tu predicación. Hasta podrías profetizar y aun así no

te escucharían. Podrías darles una clase sobre lo que crees que necesitan, pero aun

así, es posible que no te presten atención. No obstante, cuando les cuentas tu historia

personal y les dices: «Esto es lo que me pasó a mí, este es mi testimonio, esta fue mi

vivencia», captas su atención de inmediato y quedan fascinados. A la gente le interesa

la gente. Los relatos fascinan a todo el mundo. Un relato de lo que uno ha vivido es

un testimonio mucho más contundente que enfrascarse en discusiones teológicas y

ponerse a predicar sermones doctrinarios.

Al reconocer que es posible que te haya sucedido a ti, tu interlocutor debe admitir

igualmente que bien podría sucederles lo mismo a otras personas. Si ha ocurrido una

vez, es muy probable que vuelva a darse; en cuyo caso a él mismo podría ocurrirle.

Ilustra con anécdotas lo que quieres decir

Marcos 4:2. Les enseñaba por parábolas muchas cosas.

A todo el mundo le gusta oír un relato. ¿Quién no se fascina con un buen cuenta

cuentos? Jesús mismo sabía que es muy propio de la naturaleza humana querer

escuchar relatos de experiencias verídicas. Por eso hablaba a la gente en parábolas a

fin de ilustrar Sus mensajes. Sus relatos y ejemplos gráficos normalmente eran

sencillos, pero muy contundentes y eficaces a la hora de expresar en términos

terrenales los principios espirituales y enseñar a la gente cómo podía aplicarlos

cotidianamente. ¿Son, pues, eficaces los relatos y narraciones? Evidentemente que sí.

Basta con ver el ejemplo de Jesús.

Mateo 13:34. Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas

no les hablaba.

Cuanto más se logre pintar un cuadro a la gente y se le ayude a visualizar la verdad

que uno quiere presentar por medio de un relato que ilustre mejor el principio, mejor

lo entenderá. El famoso predicador Spurgeon dijo en cierta ocasión que las

ilustraciones son como ventanas que dejan entrar la luz a raudales.

―Witnessing‖ part 1, page 23

La ilustración del jabón

Jamás afirmes nada cuando puedas ilustrar con un ejemplo para darle vida. A

continuación, una anécdota que lo expone gráficamente:

Un ateo fabricante de jabón paseaba un día por un camino con un predicador

del Evangelio. Dijo el fabricante de jabón:

—El Evangelio que usted predica no ha servido de mucho, porque todavía hay

mucha impiedad en el mundo y mucha gente mala.

El predicador no dijo nada hasta que pasaron junto a un niño muy sucio que

estaba haciendo pelotitas de barro en la cuneta. Aprovechando la oportunidad, el

predicador dijo:

—Ya veo que el jabón no ha servido de mucho en el mundo, porque todavía hay

mucha suciedad y mucha gente sucia.

—Es que —dijo el jabonero—... el jabón sólo es eficaz cuando se emplea.

—¡Exactamente! —respondió el predicador—. Lo mismo pasa con el Evangelio

que proclamamos.

2 Reyes 5:14 - Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el

Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la

carne de un niño, y fue limpio.

Salmo 51:7 - Purifícame con hisopo, y seré limpio: Lávame, y seré más

blanco que la nieve.

1Jn 1:7 - mas si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión

unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

Al testificar, emplea la Palabra

La Palabra de Dios es eficaz y persuasiva:

2 Crónicas 17:9. Enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley del Señor, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo.

Juan 20:31. Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre.

Hechos 17:2–3. Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de

reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras,

que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que «Jesús, a quien yo os anuncio», decía él, «es el Cristo».

Hechos 18:28. Con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos,

demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.

Tito 1:9. Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que

también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.

La mayor parte de la gente ha oído hablar de la Biblia y tiene ciertos

conocimientos sobre la misma. Hasta los ateos saben que se trata de un libro sagrado.

La gente abriga cierto respeto y reverencia hacia los libros sagrados. De ahí que si le

demuestras que ese libro sagrado, abrazado por millones de personas —es más, miles

―Witnessing‖ part 1, page 24

de millones—, aborda esos temas de los que les estás hablando, probablemente se

mostrará interesada en lo que dice la Biblia acerca de los mismos. Si empleas la

Biblia en tu testificación, lo que digas tiene mucho más peso y autoridad.

A la hora de testificar, la memorización de las Escrituras es importante, toda vez

que te permitirá encontrar los versículos que quieres enseñarles:

Salmo 119:42. Daré por respuesta a mi avergonzador, que en Tu palabra he

confiado.

1 Pedro 3:15. Si no santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad

siempre preparados para dar respuesta con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

Dale a leer la Palabra a la persona a quien testificas

Nadie puede oír la Palabra de Dios sin que lo afecte o tenga alguna influencia en

él. No te limites a repetírsela o a leérsela tú; haz que lea la persona a quien testificas.

Uno recuerda aproximadamente el 80% de lo que ve y apenas el 40% de lo que

escucha. Eso significa que leerla es el doble de eficaz.

Capta su atención: «Mira, lee esto. Ah, en este pasaje dice eso precisamente.

Léelo». No se lo leas tú. La mayoría sabe leer. Ponle la Biblia delante y capta su

interés. Aun mientras le hables y hojees entre las páginas, mantén vivo su interés. No

pierdas la atención de tu interlocutor.

Conviene saber hallar versículos con la Biblia dirigida hacia tu interlocutor. Si se

le da vuelta al libro y se comienza a buscar algo, la persona se distraerá y perderá el

interés.

Tal vez venga bien marcar los diversos libros o secciones de la Biblia con

pequeñas cejas. Así se hace más fácil buscar algo en ella.

―Witnessing‖ part 1, page 25

Al testificar, te irá mucho mejor si consigues que tu interlocutor se responda él

mismo los interrogantes leyendo un versículo. Por ejemplo, podrías decirle: «¿Sabes

qué sucede después? Mira, léelo aquí». Esa es la mejor forma de que lo recuerden y

nunca lo olviden. Puede que no se memoricen completamente el versículo, pero

nunca se olvidarán de que lo leyeron en la propia Biblia, que eso es lo que decía, que

eso es lo que va a suceder.

Como es lógico, habrá situaciones en que no puede uno sacar una biblia. A veces

es posible, pero en otras ocasiones, cuando se está en un lugar público, como una

cafetería, la persona a quien testificas podría sentirse un poco incómoda de que le leas

de la Biblia o le pidas que lea en voz alta. Normalmente eso solo es dable cuando se

goza de cierta privacidad.

Testifica con sencillez

1 Corintios 1:17. No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio;

no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.

1 Corintios 2:1–2. Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el

testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me

propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a Éste crucificado.

1 Corintios 2:4. Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas

de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,.

2 Corintios 1:12. Nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia,

que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.

Testifica con sencillez

Ciertos cínicos le preguntaron al Dr. Wesley: «Dr. Wesley, en los casos en

que tiene en su público un grupo mixto de personas, tanto niños como eruditos

doctores de la ley, ¿a quién dirige usted su mensaje? Sería imposible dirigirse a

ambos». Él respondió: «En esos casos me dirijo a los niños, naturalmente. Así

los eruditos también me entenderán».

Eso hacía Jesús. Hablaba con sencillez a la gente común e inculta. Casi nunca

dirigía comentarios complicados a los doctores de la ley, los escribas, fariseos y

principales sacerdotes. Es más, trataba de evitarlos.

Martín Lutero dijo: «Cuando predico, no tengo en cuenta a doctores ni

magistrados, de los cuales tengo unos cuarenta en mi congregación. Me fijo en

las criadas».

―Witnessing‖ part 1, page 26

Solo unos pocos versículos

No es bueno atiborrar a la persona a quien testificas tratando de embutirle toda la

Biblia. Es preferible limitarse a repetir varias veces uno o dos versículos hasta que no

pueda olvidarlos; en caso contrario, acabará confundida. Mantén la sencillez.

Por gracia

Un hombre que pese a ser sacerdote católico no había conocido en realidad al

Señor, se encontraba en el hospital. Llegó una anciana y le refirió los versículos

Efesios 2:8–9. Le habló y le siguió repitiendo aquellos dos versículos una y otra

vez: «Por gracia sois salvos»... Contó él que esa frase se le grabó en la mente de

tal forma que no podía dejar de pensar en ello. Finalmente cayó en cuenta de que

no tenía que ganarse el Cielo por medio de buenas obras. Así encontró la

salvación.

Entrega algún impreso para que la persona se lleve consigo

Un texto impreso le seguirá hablando después que te hayas marchado. También es

muy útil para gente muy ocupada con la que no tengas tiempo de conversar. Así le

dejas algo que leer y en que reflexionar después.

―Witnessing‖ part 1, page 27

Lo único que se necesita saber para ganar almas es Juan 3:16

Se puede conquistar muchas almas para el Señor con un simple versículo: Juan

3:16. Observemos cómo se puede emplear ese breve pasaje al testificar.

«De tal manera amó Dios al mundo» —el mundo nos incluye a ti y a mí.

Sustituyamos mundo por tu nombre que dio a Su Hijo Unigénito —es decir,

Jesús, para que todo aquel que en Él cree —¿tú crees en Él? no se pierda, mas

tenga vida eterna —vivirás eternamente en el Cielo.

Haz hincapié en Jesús

Hechos 5:42. Todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de

enseñar y predicar a Jesucristo.

Hechos 13:38. Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de Él [Jesús] se os anuncia perdón de pecados,

Hechos 20:21. Testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.

1 Corintios 1:23. Nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;

2 Corintios 4:5. No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como

Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús..

1 Timoteo 1:15. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús

vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.

Juan 12:32. Yo [Jesús], si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí

mismo.

1 Corintios 2:2. Me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a

Jesucristo, y a Éste crucificado.

No olvides mencionar a Jesús

Dos empresarios habían sido amigos por mucho tiempo. Humberto era

cristiano y Miguel, no. Un día Miguel acudió a una reunión evangelística. Allí

escuchó el mensaje de salvación y rezó para aceptar a Cristo. Después Miguel le

contó a su amigo lo que le había sucedido. Humberto le dijo:

—¡Fantástico! ¡Estupendo! Yo también soy cristiano.

Miguel, el nuevo converso, quedó estupefacto.

—¿Sabes por qué me llevó tanto tiempo aceptar al Señor? —dijo él—.

Humberto, tú nunca me dijiste que eras cristiano ni mencionaste nada que lo

diera a entender. Eso me llevó a pensar que si alguien podía ser tan recto y tan

íntegro como tú sin conocer al Señor, ¿qué necesidad tenía yo de Jesús?

―Witnessing‖ part 1, page 28

Busca puntos de coincidencia. Convence con amor. No discutas.

1 Corintios 9:19–22. Siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para

ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los

judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como

sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin

ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley

de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles,

para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos

salve a algunos.

1 Tesalonicenses 2:7–8. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza

que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por

vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.

2 Timoteo 2:23–24. Desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que

engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino

amable para con todos, apto para enseñar, sufrido.

―Witnessing‖ part 1, page 29

Al testificar a alguien, debes hacer lo posible por encontrar puntos de coincidencia.

No insistas en las discrepancias, en las cuestiones en que habrá desacuerdo. Antes de

conquistar el corazón a una persona, antes que crea en lo que le digas acerca de Jesús,

de la Biblia y obtenga la salvación, es menester ganarte su respeto y confianza. No

empieces, pues, soltándole algo con lo que sabes que no comulga o con lo que no está

de acuerdo.

Ama a la persona aunque no te agrade su punto de vista. Eso es válido para toda

testificación. Insiste en lo positivo y desiste de lo negativo. Habla de las cosas que

tengan ambos en común, no de sus diferencias. Haz hincapié en los puntos de

coincidencia. No discutas. Trata de encontrar tantos puntos de coincidencia como sea

posible en vez de buscar las discrepancias. Hay que recordar en todo momento que

debemos distinguir entre el pecado y el pecador. Está bien detestar el pecado pero no

al pecador.

Evita caer en discusiones. Existe un viejo adagio que dice: La espada vence, la

palabra convence. No tiene sentido insistir en un tema de conversación que la otra

persona solo tiene ganas de impugnar.

Evita los enfrentamientos

Al testificar a personas de otros credos, procura evitar los enfrentamientos.

Apégate al sencillo amor de Jesús y manifiéstale cuánto Él se interesa por ella y

quiere ayudarla. Busca cosas que tengan en común; presta atención y en el transcurso

de la conversación seguramente encontrarás muchos puntos de concordancia. El

Espíritu Santo te hablará al corazón y te recordará pasajes que has leído en la Palabra

o cosas que has experimentado con las que a tu interlocutor resultará fácil

identificarse. Dios te indicará cómo establecer un diálogo con la persona y despertar

en ella el deseo de conocer a Dios como lo conoces tú. Hacer hincapié en los puntos

de coincidencia en lugar de discutir sobre detalles doctrinarios en muchos casos te

ayudará a llegar al corazón de quienes se mostrarían reacios a escucharte si te

pusieras a predicar dogmáticamente o insistieras en cuestiones no esenciales para la

salvación del alma.

Explica las cosas con paciencia. Habla con amor sincero.

1 Corintios 13:1. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo

amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.

Habla con amor. De otro modo tus palabras sonarán huecas como metal que

resuena o címbalo (platillo) que retiñe. La bondad ha convertido a más personas

que el celo, la elocuencia o los conocimientos.

―Witnessing‖ part 1, page 30

Manifiesta el gozo del Señor

En ciertas ocasiones, nuestra alegría forma parte de nuestro testimonio.

Ocurrió que en un local misionero de Londres, una señora acomodada que

desgraciadamente era sorda hacía buen uso de sus riquezas facilitando unos

cultos evangélicos excelentes. En una oportunidad un célebre pastor le preguntó:

—¿Qué parte toma usted en esta noble obra?

—Ah —respondió tranquilamente ella—, recibo y despido a la gente con una

sonrisa.

Poco después, el pastor vio los buenos frutos de la simpatía de la señora cuando

una cuadrilla de obreros entró en el local y mostró agrado al recibir una sonrisa

de ella.

Quienes dan la impresión de que el Pan de Vida les cae pesado no se lo pueden

recomendar a otras personas.

[Nº5] LLEVAR A LA PERSONA A TOMAR UNA DECISIÓN

Llevarla a comprender que necesita de Jesús y que no se puede ser indigna de

Él.

Lucas 5:31–32. Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

Conviene que tu interlocutor se reconozca pecador para que tome conciencia de

que necesita un salvador. Es igual que darse cuenta de que uno está enfermo antes de

acudir al médico para que le dé un consejo o le recete un medicamento. Sin embargo,

a diferencia de lo que sucede con una dolencia física, a la gente a veces le resulta

difícil tomar conciencia de que su corazón o su espíritu están enfermos o sufren

alguna insuficiencia. O puede ser que se dé cuenta de que tiene conflictos, pero culpe

de ellos a los demás o a las circunstancias.

―Witnessing‖ part 1, page 31

No es esencial que alguien admita que ha pecado u obrado mal para aceptar a Jesús

y la Salvación que Él le ofrece. Basta con que reconozca que no puede resolver sus

problemas por su cuenta y que necesita ayuda. De todos modos, admitir que ha

cometido errores contribuye mucho a que la persona tome conciencia de que necesita

a Jesús. La mayoría de la gente es consciente de que no es muy estupenda. Muchas

personas procuran ser íntegras y obrar bien, pero les resulta difícil. Muchos desean

ser amables y generosos, e interesarse por los demás, pero les cuesta.

Al testificar, procura mencionar —sin ser acusador ni señalar con el dedo— que

casi nadie logra estar a la altura de sus expectativas. Es más, que todos hemos hecho

cosas que están mal, que son pecado, que hieren a los demás y que justificarían que

Dios nos castigara si así lo dispusiera. Solo que en vez de darnos nuestro merecido,

Dios opta por perdonarnos, siempre que nosotros aceptemos Su perdón. A eso vino

Jesús a la tierra: a tomar nuestro lugar y asumir el castigo que nos merecíamos; a

sufrir por nuestros pecados para que no tuviéramos que sufrirlos en carne propia.

Guíala a tomar una decisión

1 Reyes 18:21a. ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?

Mateo 22:42a. Diciendo: «¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?»

2 Timoteo 4:2. Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

Procura que la persona a quien testificas tome una decisión. Lo ideal, naturalmente,

es que acepte a Jesús en su corazón en ese mismo instante. Sin embargo, habrá

quienes no estarán listos para eso. En tal caso, procura comprometerlos a que

pensarán en el asunto y lo meditarán un poco más; de ser posible, trata de concertar

una cita para volver a hablar con ellos, cuanto antes, mejor. «A hierro candente, batir

de repente» reza el dicho.

Tu objetivo no es necesariamente convencer a la persona de que todo lo que le has

dicho es verdad y que todo lo que Jesús le ofrece se hará realidad en su vida si lo

acepta. Más bien, procura convencerla de que lo ponga a prueba.

Tu interlocutor no tiene que estar convencido del poder de Jesús para dar el paso

de aceptarlo. Algunas personas necesitan convencerse por sí mismas. Sí es vital que

tenga un poco de fe, aunque no sea más que para pedir a Jesús que se haga parte de su

vida; pero aun el menor paso que dé en pos de Él será honrado y toda oración sincera

será respondida.

Naturalmente, ser un cristiano auténtico entraña mucho más que rezar una sencilla

plegaria y querer recibir lo que Jesús ofrece. Pero todo viaje se inicia con un primer

paso y a menos que se dé ese primer paso, no se podrá transitar el resto del camino.

―Witnessing‖ part 1, page 32

El vendedor que no vendía

Cierto metodista laico asistió a la iglesia de una gran ciudad de Ohio durante

un viaje de negocios. Después del culto, felicitó al pastor por el mismo y por el

sermón. «Pero —dijo el hombre de negocios— si usted fuera uno de mis

vendedores le despediría. Se ha sabido ganar mi atención con su presencia, su

voz y su estilo; sus oraciones, su forma de leer y razonamientos lógicos han

despertado mi interés; ha encendido en mi corazón el deseo de hacer lo que

predicaba; pero después... ¡después terminó sin pedirme que hiciera nada al

respecto! En los negocios, lo importante es conseguir la firma de los clientes».

Tiene que ser decisión suya. No se puede obligar a la persona a que tome la

decisión.

Hay un viejo adagio que dice: «Se puede llevar al caballo al abrevadero, pero no

obligarlo a beber». Lo mismo se aplica a la gente. Se le puede indicar la verdad, pero

no se puede forzar a abrazarla. La decisión de aceptar a Cristo es asunto de la otra

persona; no nuestro. Se le puede conquistar el corazón; pero solamente el Espíritu de

Dios puede conquistar su alma, su espíritu.

El Señor no dijo: «Id por todo el mundo y salvad a todos». Eso está fuera de

nuestro alcance. La Salvación depende de cada uno y de la decisión que tome. No se

puede forzar a nadie a tomarla. Es su prerrogativa.

―Witnessing‖ part 1, page 33

Para llevar a la persona a tomar una decisión, muéstrale la Palabra

Nuestra labor consiste en darle a conocer la Palabra. Cuando le mostramos a

alguien Apocalipsis 3:20 y ve que Jesús ha prometido entrar en su vida si se lo

pide, Dios mediante Su Espíritu puede aumentar su fe, a fin de que lo

crean. Él pueda entrar, pues la Palabra es el fundamento de la fe. Dale a conocer

la Palabra.

Romanos 10:17. Así que la fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios.

Una vez que das a conocer la Palabra a alguien, puede decidir lo que quiera.

No pienses que tienes que seguir tratando de convencerla indefinidamente.

Le estás ofreciendo una oportunidad increíble, un privilegio sin parangón, el

más grandioso que hay en el mundo: la Salvación gratuita, la vida eterna. Si le

ofrecieras a alguien un millón de dólares, no le rogarías a esa persona que los

tomara. Le dirías: «Toma, ¿quieres un millón de dólares? Son tuyos si los

quieres. Extiende la mano y tómalos. Es tu decisión».

No se puede imponerle a nadie una decisión de ese tipo. Simplemente limítate

a darle a conocer las Escrituras y si no lo aceptan, es decisión suya.

Eso no significa que no haya que persistir, no significa que no haya que seguir

orando por esa persona y hacer lo que uno pueda por ella. Pero hay que tener un

poco de sentido común. No impongas tu punto de vista. No trates de persuadir a

personas que no quieren que se las persuada.

Ora con ella para que acepte al Señor

En el caso de quienes respondan que sí y quieran salvarse, reza con ellos. Puedes

hacer una sencilla plegaria y pedirles que repitan cada frase.

Explica a la persona que no tiene que acudir a un altar, que no tiene que estar de

pie ni sentada ni en ninguna posición particular. No tiene nada que ver con la

posición corporal ni la inclinación de la cabeza ni si tiene o no los ojos cerrados.

Todo radica en la posición del corazón. Si tiene una actitud humilde delante de Dios

y sabe que necesita Su ayuda, le basta con aceptar el amor Divino manifestado en

Cristo. Jesús promete:

Apocalipsis 3:20. He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y

abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

El siguiente sería un modelo de una plegaria de salvación:

Jesús, te pido que entres en mi corazón. Te ruego que me perdones todo lo que

he hecho mal y me concedas el don de la vida eterna. Ayúdame a amarte y a

compartir Tu amor y verdad con los demás. Amén.

―Witnessing‖ part 1, page 34

Qué hacer con los que titubean

A quienes no se muestran del todo receptivos pero no rechazan de plano al Señor,

se les puede plantear el tema de diversas formas.

Los vacilantes: Si después de testificarles todavía afirman que no creen en Dios ni en

la Biblia, les puede proponer que recen: «Dios —si es que existe Dios en alguna

parte—, manifiéstate, revélate». Aunque no crean en la Biblia ni estén convencidos

de Jesús, si realmente quieren saber la verdad, la Palabra de Dios promete que el

busca encuentra. Él dice:

Mateo 5:6. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque

ellos serán saciados.

b) Quienes tal vez ya sean salvos: En el caso de alguien que cree que ha aceptado a

Jesús pero no está seguro, puedes decirle: «Si no estás seguro, ¿porque no te aseguras

ahora mismo? Oremos». Enseguida haces con él la plegaria de salvación.

c) Quienes no están muy convencidos de que necesitan a Jesús: Puedes

preguntarles lo siguiente: «¿Te gustaría poner tu vida en orden, corregir el rumbo que

llevas y que todo marche bien y en paz? Jesús es el Espíritu del bien, de la luz y del

amor. Él te dará soluciones para todos tus problemas si simplemente le pides que

entre en tu corazón». La siguiente oración puede resultar muy apropiada para este

tipo de personas:

Jesús, necesito ayuda y me han dicho que Tú puedes ayudarme. Hay muchas

cosas en mi vida que escapan a mi control. Me han dicho que Tú eres el Espíritu

de amor, de luz y de poder. Te ruego que entres en mi corazón y ordenes mi vida.

d) Quienes se muestran demasiado tímidos para orar: Si alguien se siente

incómodo de rezar contigo, dale una oración escrita para que la lea en silencio o

proponle que la rece después cuando esté a solas.

―Witnessing‖ part 1, page 35

[Nº6] VISITA Y ATIENDE A QUIENES HAS LLEVADO A CONOCER AL

SEÑOR

Una vez que alguien ha tomado la decisión de aceptar a Jesús en su corazón, se

convierte en un bebé espiritual. Ha llegado, cual recién nacido, al mundo del espíritu;

ha cobrado vida espiritualmente. Sin embargo, le queda mucho por crecer y madurar.

Para poder crecer, un bebé tiene que alimentarse. El alimento espiritual de un

converso cristiano proviene de la Palabra. Un nene también requiere cuidados,

necesita el afecto y la ternura de sus padres. De igual modo, el nene espiritual

necesita el calor y el cariño que le manifiestan sus padres en el Señor, aquellos que lo

condujeron a Jesús.

Puede que tú mismo te consideres un principiante, un bebito en sentido espiritual o

al menos un niño pequeño, o en el mejor de los casos, un adolescente. Pero cuando

uno encara la labor de testificar y atender a los demás, en cierto modo se ve obligado

a madurar, a convertirse más rápidamente en adulto; porque esas personas ahora

dependen de uno para que las oriente y las ayude a desarrollar sus aptitudes

espirituales, y para que les enseñe cómo y dónde hallar el alimento espiritual que

precisan.

Guía a tu niño a través de las etapas de crecimiento por las que tú pasaste cuando

eras nuevo en el Señor. Enséñale a tu flamante hermano o hermana menor lo que tú

sabes. En los casos en que no sepas algo en particular, refiérelo a quienes te orientan

y te aconsejan espiritualmente.

2 Timoteo 2:2. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.

Estimula al nuevo creyente a aficionarse a la Palabra de Dios y a cultivar una

conexión personal con el Señor. No tienes por qué cargar con todo el peso de su

cuidado y maduración, pero sí asumir la tarea de velar por que encuentre lo que

necesita, es decir, el alimento de la Palabra de Dios, amén de ofrecerle compañerismo

en la fe y apoyo moral.

Aunque alguien se encuentre en una situación en la que no cuente con nadie en

quien apoyarse o a quien pedir consejo, si tiene una Biblia o publicaciones basadas en

la misma y el deseo de leer, estudiar y aplicar lo que aprende de la Palabra, puede

hacer progresos firmes y en algunos casos, rápidos.

―Witnessing‖ part 1, page 36

Más consejos prácticos

Si se trata de alguien a quien no conoces personalmente, pregúntale si le gustaría

volver a reunirse contigo para recibir algunas clases e informarse más.

Pídele su dirección y número de teléfono para puedan volver a encontrarse o para

que le puedas enviar algún impreso por correspondencia o un e-mail.

Anímalo a subscribirse a la revista Conéctate o regálale una para que la vaya

conociendo y pueda decidirse después.

Una vez que hayan terminado el curso de las 12 Piedras Fundamentales ustedes

mismos pueden impartírselo a otras personas. Hablaremos más de esto al final

del curso.

[Nº7] ORA POR LAS PERSONAS

No dejes de orar por la gente que conoces y a quien testificas. La oración es muy

eficaz. Ya si aceptan al Señor contigo, ya si no, de todos modos ora por ellos.

Si alguien no rezó contigo —tal vez porque no hayas tenido ocasión de

profundizar mucho en la testificación o porque tu interlocutor no estaba listo para

tomar esa decisión—, no dejes de orar por él, para que la semilla sembrada en su

corazón por medio de la testificación lleve fruto a la larga.

Suficiente interés como para orar

Thomas Johannes Bach, célebre misionero, estadista, pionero de las misiones

de Sudamérica y durante casi veinte años director general de la Misión de la

Alianza Evangélica, cuya devota vida influyó profundamente en miles de

personas de diversas partes del mundo, evocaba muchas veces el encuentro

«casual» que tuvo en las calles de Copenhague, Dinamarca.

Cuánta irritación la causaba la osadía de aquel delgado muchachito danés que

le ofrecía un folleto.

—¿Tendría la bondad de aceptar este folleto? Contiene un mensaje dirigido a

usted.

―Witnessing‖ part 1, page 37

—¡No me vengas con mensajes! ¿Por qué molestas a los demás con tu

religión? Soy perfectamente capaz de cuidarme solo.

Aquella muestra de mal genio por parte del fogoso estudiante de ingeniería de

cabellos rojizos no inmutó al joven, que no dejaba de extenderle aquella hoja de

papel. Johannes le arrebató el folleto, lo hizo pedazos, lo arrugó y se lo guardó

en el bolsillo.

Bach, todavía irritado —pero sorprendido— ante el silencio del joven, no

pudo resistir el deseo de observarlo un rato más. Vio algo que nunca olvidaría.

El joven danés se metió en un portal cercano, juntó las manos, cerró los ojos y se

puso a rezar. Johannes quedó atónito al ver cómo le rodaban algunas lágrimas

por la mejilla.

Cincuenta y nueve años más tarde en Copenhague, el anciano misionero,

escritor y maestro de setenta y dos años, acudió al mismo lugar donde le habían

dado aquel papelito y dio gracias a Dios por el joven danés que se había

interesado por su alma.

También debes orar periódicamente para que se salven tus seres queridos. El

Señor responderá tus plegarias. Puede que no veas la respuesta enseguida, pero no

dejes de rezar. Puedes invocar la promesa que hizo Pablo a su carcelero:

Hechos 16:31. Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.

Ora por tus seres queridos

Durante muchos años, la madre de Tom Carter oró para que su hijo se salvara

y se convirtiera en predicador. Su hijo era un pecador impío que había acabado

con sus huesos en la cárcel. Pero aun así, su madre siguió orando por él con la

certeza de que Dios respondería a sus oraciones. Un día recibió un telegrama

que le informaba de la muerte de su hijo.

La mujer se quedó perpleja por unos minutos. Luego fue a su habitación y allí

abrió la Biblia y oró al Señor del siguiente modo: «Dios mío, he creído las

promesas que me hiciste en Tu Palabra. Creí que llegaría a ver el día en que

Tom se salvara y se dedicara a predicar el evangelio. Ahora un telegrama me

informa de su muerte. Señor, ¿cuál de las dos cosas debo creer, este telegrama o

Tu Palabra?»

Entonces se levantó y envió un telegrama a la prisión: «Debe de haber un

error. Mi hijo no ha muerto». Y en verdad había un error. Tom Carter estaba

vivo. Poco tiempo después, encontró la Salvación y cuando salió de la cárcel,

llegó a ser un gran predicador que convirtió muchas almas al Señor.

No dejes de orar por las personas que aceptan al Señor contigo. Pide que Él obre

en su vida y los acerque a Él; que incremente su fe; que den los pasos necesarios para

crecer en la fe. Ora también por cualquier necesidad específica que tengan.

Recordarlos en tus oraciones es algo que puedes y debes hacer, así te encuentres

con ellos o no.

―Witnessing‖ part 1, page 38

Orar por los nuevos conversos: Ejemplos de los primeros cristianos

Colosenses 1:9–12. También nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos

de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de Su

voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es

digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y

creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a

la potencia de Su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando

gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos

en luz.

2 Tesalonicenses 1:11-12. Asimismo oramos siempre por vosotros, para que

nuestro Dios os tenga por dignos de Su llamamiento, y cumpla todo propósito de

bondad y toda obra de fe con Su poder, para que el nombre de nuestro Señor

Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en Él, por la gracia de nuestro

Dios y del Señor Jesucristo.

Revisión de los 7 pasos

LOS SIETE PASOS DE LA TESTIFICACIÓN

[Nº1] ENCUENTRA A ALGUIEN A QUIEN TESTIFICAR

Hay diversas formas de abordar a quien se quiere testificar según se trate de

alguien conocido o de un extraño.

[Nº2] HAZ PREGUNTAS

Demuestra interés por la persona haciéndole preguntas acerca de ella y de su

vida.

Saca a colación acontecimientos y tendencias de actualidad para despertar su

interés.

Siempre que sea posible, testifica en un lugar tranquilo.

[Nº3] ESCUCHA

Conviene sonsacar a la persona para que te abra el corazón; escúchala y déjala

desahogarse.

Cuando testificamos somos médicos de almas. Escucha a tu interlocutor y

averigua cuáles son sus problemas.

[Nº4] COMUNÍCALE LAS SOLUCIONES Y RESPUESTAS DIVINAS

Exprésale las respuestas divinas en tus propias palabras y al mismo tiempo

enseñándoles directamente la Palabra de Dios.

Cuéntale tu testimonio personal, háblales de lo que el Señor ha hecho por ti.

Ilustra con anécdotas lo que quieres decir.

Al testificar, emplea la Palabra.

Haz que tu interlocutor lea la Palabra.

Tienes que conocer lo suficiente la Biblia como para encontrar los versículos

acertados.

Testifica con sencillez.

―Witnessing‖ part 1, page 39

Juan 3:16 es todo lo que necesitas saber para conquistar almas para el Señor.

Haz hincapié en Jesús.

Procura encontrar puntos de coincidencia. Trata de convencer con amor. No

discutas.

Evita las confrontaciones.

[Nº5] LLÉVALO A TOMAR UNA DECISIÓN

La persona tiene que darse cuenta de que necesita a Jesús.

Trata de llevarla a una decisión.

Tiene que ser su decisión. No puedes obligarla a decidir.

Ora con él / ella para que acepte a Jesús.

En cuanto a los que se muestran vacilantes, ora por ellos o con ellos, adecuando

la oración a cada caso.

[Nº6] VISITA Y ATIENDE A QUIENES HAS LLEVADO A CONOCER AL

SEÑOR

Recomienda a los nuevos conversos que lean la Palabra para crecer en la fe.

Enséñales a encontrar los consejos espirituales y la orientación que necesitan.

[Nº7] ORA POR LAS PERSONAS

Ora que quienes aún no se han salvado acepten al Señor.

Ora que tus seres queridos acepten al Señor.

No dejes de orar para que aquellos a quienes has ayudado a conocer al Señor,

estrechen su relación con Él.

―Witnessing‖ part 1, page 40

Cambia el mundo

Por David Brandt Berg

Allá por 1913, un joven de unos veinte años recorrió a pie la Provenza, región del

sur de Francia. En aquel tiempo esa comarca

estaba muy yerma y abandonada. Había quedado poco menos que devastada por la

explotación forestal y agrícola desmedida. Por carecer de árboles que lo asentaran, el

suelo había sido desgastado por las lluvias. Toda la zona se había tornado árida y

estéril.

Debido al mal estado del terreno ya no se cultivaba mucho allí. Los pueblos se

hallaban en estado decadente y ruinoso, y casi todos los aldeanos se habían

marchado. Hasta la fauna había emigrado ante la falta de árboles que casi había hecho

desaparecer la maleza. Los recursos alimenticios eran escasos, y quedaban muy pocos

arroyos.

Una noche el muchacho llegó a la humilde cabaña de un pastor que, a pesar de sus

canas y sus cincuenta y tantos años, se conservaba muy robusto. El joven se acogió a

la hospitalidad de aquel amable pastor. Pernoctó allí y terminó quedándose varios

días.

Observó con curiosidad que cada noche su anfitrión pasaba varias horas a la luz de

una lámpara clasificando diversos tipos de frutos secos, como bellotas, avellanas y

castañas. Con gran concentración los examinaba, los iba colocando en hileras, los

comparaba y separaba los que a su juicio estaban en mal estado y no servían.

Terminada su tarea, guardaba en su morral los que había seleccionado.

Por la mañana llevaba sus ovejas a pastar e iba sembrando por el camino. Daba

unos pasos e, hincando con firmeza en el suelo la punta de su cayado, hacía un hueco.

Dejaba caer en él una semilla y lo cubría de tierra con los pies. Luego daba unos

pasos más, volvía a clavar su vara en el suelo y dejaba caer otra semilla. A lo largo

del día recorría aquella comarca apacentando sus ovejas. Cada jornada recorría una

zona diferente —todas ellas prácticamente despobladas de árboles— y a su paso

sembraba bellotas, avellanas, castañas y nueces.

El joven forastero observaba al pastor sin comprender qué se proponía. Finalmente

le preguntó:

—¿Qué hace?

—Como verá, joven, siembro árboles

—repuso el pastor.

El muchacho volvió a inquirir:

—Pero... ¿para qué? Esos árboles tardarán muchísimos años en crecer y serle de

provecho. ¡Puede que ni viva para verlos!

—Ya sé —respondió el pastor—, pero algún día le serán de provecho a alguien y

contribuirán a devolverle a la tierra su fertilidad. Quizá no lo vea yo, pero sí mis

hijos.

El joven se maravilló de la previsión, el desinterés y la iniciativa que mostraba el

pastor al preparar el terreno para generaciones venideras sin tener la menor certeza de

que llegaría a ver o cosechar el fruto de su labor.

Veinte años después, aquel excursionista —ya de cuarenta y tantos años— volvió

―Witnessing‖ part 1, page 41

a visitar la región. Quedó boquiabierto ante lo que vio: un extenso valle totalmente

cubierto por un bellísimo bosque natural en el que prosperaban árboles de todas las

variedades. Naturalmente, eran ejemplares jóvenes, pero árboles al fin y al cabo. El

valle entero había revivido. La hierba había recobrado su verdor. La fauna volvía a

poblar la zona, la maleza había crecido, el suelo había recuperado la humedad y los

agricultores labraban nuevamente la tierra.

El viajero sintió curiosidad por saber qué habría sido del anciano pastor, y se

quedó sorprendido al descubrir que seguía vivo y fuerte como un roble. Aún residía

en su cabañita, y no había abandonado su costumbre vespertina de clasificar frutos

secos.

El visitante se enteró además de que poco tiempo antes había llegado de París una

comisión de parlamentarios para ver lo que a su juicio era un bosque natural que

había surgido por milagro. Luego averiguaron que había sido obra de aquel solitario

pastor, quien diariamente, año tras año, había sembrado bellotas, avellanas, castañas

y otras semillas. Gracias a ello, todo el valle se había cubierto de un manto de

vegetación y de hermosos árboles jóvenes. Tan impresionados quedaron los

parlamentarios que a su regreso a la capital votaron en la Asamblea Nacional para

que se le otorgara una pensión vitalicia en señal de agradecimiento por haber

reforestado toda aquella región sin ayuda de nadie.

El visitante manifestó su sorpresa por la transformación que se había producido:

además de los magníficos árboles, había resurgido la agricultura, la fauna había

retornado y la flora se veía exuberante. Las pequeñas granjas prosperaban y la

actividad había vuelto a las aldeas. ¡Qué contraste con el cuadro de ruina y abandono

que había visto veinte años antes!

Gracias a la previsión, la diligencia, la paciencia, la abnegación y la constancia de

un solo hombre, que perseveró haciendo lo que estaba a su alcance, la prosperidad

había vuelto a aquella región.

De modo que si a veces te sientes impotente al ver la situación en que se encuentra

el mundo, ¡no te dejes vencer! Dicen que son los grandes imperios, los gobiernos, los

ejércitos y las guerras los que producen alteraciones en el curso de la Historia y

cambian la faz de la Tierra. De ahí que a veces nos deprimamos y pensemos que no

somos nada o que nada podemos hacer. La situación nos parece irremediable y nos da

la impresión de que una sola persona nada puede hacer para mejorar las cosas.

Terminamos creyendo que ni vale la pena intentarlo, que de nada sirve malgastar

esfuerzos.

Pero como demostró al cabo de varios años aquel humilde pastor, ¡un solo hombre

puede transformar el mundo! Tal vez no consigas cambiar el mundo entero, pero al

menos puedes modificar el ámbito en que vives. ¿Por qué no empiezas por renovar tu

propio corazón, tu mente, tu espíritu, tu vida, dando cabida a Jesús, leyendo Su

Palabra y poniendo en práctica Sus principios? Por el solo hecho de cambiar tu vida,

tu hogar, tu familia, habrás cambiado todo un universo, ¡el tuyo!

Luego tú y tu familia pueden ayudar a hacer lo mismo por sus vecinos y amigos,

sus compañeros de trabajo o de estudios, los comerciantes, las visitas y toda persona

con quien traben relación cada día. Pueden hacer un esfuerzo por acercarse a un alma

solitaria y necesitada de afecto, que busque la verdad, que ansíe sentir que alguien se

interesa por ella, que busque algo sin saber a ciencia cierta qué es. Gente que busca

afanosamente alcanzar la felicidad y llenar su alma vacía, yerma y sedienta por falta

del agua de la Palabra de Dios y del cálido amor que Él nos brinda.

―Witnessing‖ part 1, page 42

Puedes empezar de forma individual, tú solo o con tu familia, sembrando cada día

semillas de la verdad en este y en aquel corazón. Una forma de hacerlo es distribuir o

recomendar publicaciones cristianas a las personas que conozcas, a fin de ayudarlas a

entender la Palabra de Dios. Con paciencia, se puede implantar en un corazón vacío

la verdad contenida en la Palabra de Dios y cubrirla con la calidez de Su amor. Luego

no resta más que confiar en que el Espíritu Santo —el inefable sol del amor divino—

y el agua de las Palabras de Dios produzcan el milagro de una vida nueva.

Puede que al principio no parezca más que una diminuta yema, una ramita

insignificante o un simple retoño. ¿Qué diferencia hace eso en una vasta extensión de

tierra? ¿Qué es eso comparado con el inmenso bosque que hace falta? Pues bien, es el

comienzo. Es el milagro de la gestación de una vida nueva que con el tiempo crecerá

y florecerá hasta convertirse en un árbol majestuoso, grande y robusto. Quizás hasta

dé origen a un mundo completamente nuevo. ¿Por qué no intentarlo?

Si perseveras en ello —como el anciano pastor cuyos esfuerzos premió el

gobierno—, un día de éstos, cuando llegue el momento de tu retribución, Dios te

recompensará. Te dirá: "¡Bien, buen siervo y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre

mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor." (Mateo 25:21.)

¡Sí puedes cambiar el mundo! Comienza hoy mismo. Transforma tu vida, la de tu

familia, la de tu hogar, tus vecinos, tu ciudad. Transforma tu país. ¡Cambiemos el

mundo!

(Extracto del artículo original del mismo título escrito por David Brandt Berg. El artículo

completo, junto con otros sobre diversos temas, se ha publicado en el libro Atrévete a ser diferente.)

―Witnessing‖ part 1, page 43

12 Piedras Fundamentales – Suplemento de apuntes para la clase 10A

Siete pasos

Testificación, 1ª parte

Objetivo: Aprender a testificar.

Versículos clave

Marcos 16:15. Les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura».

2 Timoteo 4:2a. Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

Juan 12:32. (Jesús dijo:) Y Yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí mismo.

Lecturas recomendadas de la Biblia

–11, 20

PLEGARIA Y ALABANZA: «AYÚDAME A TESTIFICAR»

Te agradezco, Jesús, todo lo que me has dado: la salvación, el Espíritu Santo, Tu

Palabra, una vida plena de amor. Ayúdame a «amar a mi prójimo» testificando y

hablando a los demás de Ti y de Tus Palabras. Te ruego que me des un corazón

compasivo por quienes no te conocen y que tenga deseos de darte a conocer ante

ellos.

Ayúdame a manifestar Tu amor e interés por las personas a quienes testifico, Jesús.

Quiero mostrarte a Ti, no a mí mismo; hablar Tus Palabras, no las mías. Ayúdame a

hacer a un lado mis conflictos y a interesarme por los demás a fin de llevarlos a

conocerte. Ayúdame a no ser tímido ni retraído, sino a dejar que Tú resplandezcas en

mí y a través de mí.

Te doy gracias por la suprema vocación que me has dado: ser testigo Tuyo. Ayúdame

a obedecer Tu mandamiento de predicar el Evangelio a toda criatura. (Marcos 16:15.)

―Witnessing‖ part 1, page 44

<Reflexión> A modo de comparación, podríamos decir que conocer a Jesús es como

poseer el remedio para el cáncer. Si tú conocieras el remedio para el cáncer y no se

lo dijeras a nadie, si te lo guardaras y no se lo dieras a conocer al mundo, serías un

perfecto egoísta. Pues bien, posees el remedio para enfermedades mucho más graves

y de mayor alcance que el cáncer. Conoces el remedio para la desdicha, el

abandono, el miedo, todas ellas enfermedades que afligen a millones o miles de

millones de personas, muchas más de las que han sufrido o sufrirán alguna vez el

cáncer. Si no compartieras ese remedio con la gente, estarías fallando a Dios, a los

demás y a ti mismo. Ese remedio es lisa y llanamente Jesús. Además, Él hace mucho

más que curar la enfermedad: ofrece perdón de pecados y vida eterna a quienes lo

aceptan. ¿No te gustaría dárselo a conocer a los demás?

CONOCIMIENTOS DE LA BIBLIA: EL LIBRO DE LOS PROVERBIOS

Los proverbios son un compendio de máximas sapienciales que nos instruyen sobre

la vida, la conducta, el pensamiento, el habla, etc., con particular acento en lo que

está bien y en lo que está mal. Son pautas útiles para aplicar en la vida. El Libro de

los Proverbios fue escrito o compilado en su mayor parte por el rey Salomón, hijo del

rey David. Sin embargo, también contiene sabias sentencias de otros reyes y hombres

célebres. En muchos proverbios Salomón no hizo más que reiterar principios de

sabiduría de todos los tiempos, impartidos por Dios a hombres de todas las épocas.

Se ha dicho que es de sabios aprender por experiencia, pero aún más de sabios, de la

experiencia ajena. El Libro de los Proverbios es un excelente medio para aprender de

la experiencia ajena. «Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá

consejo» (Proverbios 1:5). La sabiduría auténtica entraña humildad y receptividad de

corazón. Proverbios 9:9 dice: «Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y

aumentará su saber». Los proverbios son pautas muy útiles para aplicar a la vida

cotidiana.

El libro contiene el clásico ejemplo sobre la importancia de no guiarse por esquemas

ni estereotipos sino por el Espíritu del Señor al momento de leer y aplicar los

preceptos bíblicos. Un versículo dice: «Nunca respondas al necio de acuerdo con su

necedad, para que no seas tú también como él»; y el siguiente reza: «Responde al

necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión»

(Proverbios 26:4–5). No es que esos dos versículos sean contradictorios, sino que la

Palabra de Dios ofrece diversas pautas para aplicar según la situación. El Señor

espera que nosotros, mediante la guía de Su Espíritu Santo y nuestro conocimiento

general de Su Palabra, «usemos bien —como claramente lo indicó S. Pablo— la

Palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15).

Muchos se apacientan leyendo un capítulo del libro de los Proverbios todos los días.

Resulta por demás bastante conveniente, pues el libro contiene 31 capítulos,

correspondientes a cada día del mes. A lo largo del mes se puede leer un capítulo

diario —sea a la mañana o a la tarde— de los Proverbios a modo de breve estudio

devocional.

―Witnessing‖ part 1, page 45

EJEMPLOS DE PLEGARIAS

Para quienes quieren aceptar a Jesús

Jesús, te pido que entres en mi corazón. Te ruego que me perdones todo lo que he

hecho mal y me concedas el don de la vida eterna. Ayúdame a amarte y a compartir

Tu amor y verdad con los demás. Amén.

---

Padre Celestial, te ruego que me perdones todas mis malas acciones. Me arrepiento

de ellas y quiero recibirte en mi corazón por medio del amor de Tu Hijo, Jesús.

Ayúdame a amarte y a amar a los demás, para ser feliz yo y hacer felices a los

demás. Lléname de Tu Espíritu Santo. En el nombre de Jesús, Tu Hijo. Amén.

---

Jesús, creo sinceramente que eres el Hijo de Dios, que entregaste la vida por mí y

resucitaste de los muertos. Necesito que Tu amor me purifique de todos mis fallos y

malas acciones; que Tu luz disipe las tinieblas de mi vida, y que Tu paz me llene y

satisfaga el corazón. Te abro ahora la puerta de mi alma y te pido, Jesús, que entres

en mí y me concedas el don de la vida eterna. Te agradezco por haber sufrido por

mis pecados y por escuchar mi oración y perdonarme. Gracias, también por la

promesa del Espíritu Santo. Te ruego que me llenes de Tu Espíritu. Amén.

Para quienes no están muy convencidos de que necesitan a Jesús

Jesús, necesito ayuda. Me han dicho que Tú puedes ayudarme. Hay muchas cosas en

mi vida que escapan a mi control. Me han dicho que Tú eres el Espíritu de amor, de

luz y de poder. Te ruego que entres en mi corazón y pongas todo en orden.

TESTIFICA EN TODO MOMENTO Y LUGAR

Cierto empresario llegó al aeropuerto de una gran ciudad y se dio cuenta de que

faltaba una hora y veinte minutos para la partida de su siguiente avión.

Pensó: ¿Qué servicio podré prestar al Señor en este lugar?

―Witnessing‖ part 1, page 46

Llevaba consigo un montón de folletos evangélicos. Dentro de cada uno, metió

una de sus tarjetas. A continuación le dio uno a cada hombre que estaba

esperando su avión.

Pero no se limitó a repartirlos. Por el contrario, le decía a cada uno: «Disculpe.

Aquí tengo un folletito que explica cómo se puede recibir a Cristo. Dentro lleva

mi tarjeta de visita. Me gustaría que lo leyera, y si hay algo que quiere saber,

estaré sentado por allí. Tengo un poco de tiempo antes que parta mi avión.

Además, si me quiere escribir, ahí tiene mi dirección».

Al cabo de la hora y veinte minutos se había formado toda una fila de personas

para hacerle preguntas con la finalidad de conocer más de Jesucristo y abrazar el

cristianismo. Ahí no acabó todo: durante varias semanas el hombre de negocios

no dejó de recibir cartas de aquellas personas gracias a las tarjetas de visita

adjuntó a los folletos.

---

Un pastor pasaba por unos grandes almacenes e hizo caso de un impulso

repentino de hablar con el dueño. Le dijo:

—He hablado con usted de alfombras y de camas, pero nunca de mi trabajo.

¿Me concede unos minutos?

El dueño lo condujo a su despacho y el pastor sacó el Nuevo Testamento e hizo

que se fijara en pasaje tras pasaje, instándolo a recibir a Cristo. Finalmente,

comenzaron a rodar lágrimas por la cara del comerciante, que le dijo:

—Tengo 70 años, nací en esta ciudad y más de 100 pastores y 500

personalidades eclesiásticas tratan conmigo sobre cuestiones de negocios. Pero

usted es el único que me ha hablado de mi alma.

---

Hace muchos años en Shanghai, China, era frecuente ver a cuatro o cinco culis

tirando de una carreta muy cargada. En terreno llano no tenían mayor dificultad,

pero cuando se veían obligados a subir un puente, muchas veces les resultaba

difícil tirar de la carreta. Mientras cruzaba un puente, vi a un caballero chino

bien vestido a quien conocía, que ayudaba a mover una carreta atascada. Tiraba

de una cuerda para echar una mano y subir la carreta a lo alto del puente.

Aquello debió de causar no poca sorpresa a los transeúntes y no digamos a los

culis. Mi amigo me alcanzó un rato después y me contó:

—Estoy muy interesado en la clase trabajadora.

—Sí —le dije—, acabo de ver que demuestra mucho interés.

Me respondió:

—A eso me dedico; siempre que veo que no pueden tirar de su carga, los ayudo

a subirla, y luego tengo la oportunidad de predicarles un rato el Evangelio. Les

digo: «Si los he ayudado es porque soy cristiano, porque amo a Jesús». Y si veo

una carretilla volcada en la calle (lo cual es muy frecuente), le ayudo al hombre

a recoger su carga y luego le predico el Evangelio.

―Witnessing‖ part 1, page 47

PRUEBA DE LA CLASE 10A, «TESTIFICACIÓN: SIETE PASOS», DE LAS 12 PIEDRAS

FUNDAMENTALES

NOMBRE: FECHA:

1. ¿Cuál es la «Gran Misión» o el «Gran Mandato»? (Marcos 16:15)

2. ¿Jesús encomendó la «Gran Misión» a ciertos seguidores selectos o a todos los

cristianos?

3. ¿Por qué debemos testificar? Esgrime un argumento que te motive a ti a

hacerlo.

4. ¿Qué nos da el Señor como recompensa por testificar? (Pistas: Daniel 12:3, 1

Corintios 3:8b)

5. ¿Cómo se puede emplear la Palabra (la Biblia) al testificar? (Pistas: Juan 20:31,

Hechos 17:2-3)

6. ¿Por qué piensas que Jesús recurría con tanta frecuencia a parábolas para

transmitir Sus enseñanzas?

―Witnessing‖ part 1, page 48

7. ¿Repasas los versículos que memorizas o marcas en tu Biblia los versículos

clave que te pueden servir para testificar?

8. ¿Cuál es el versículo más importante que conviene saber para conquistar a

alguien para el Señor?

9. ¿Qué debes hacer si alguien a quien testificas se muestra en desacuerdo

contigo? (Pista: 2 Timoteo 2:23-25)

10. Supón que le has testificado a alguien y ahora está listo para aceptar al Señor.

Escribe una plegaria de Salvación que podría repetir contigo.

11. Si una persona se muestra tímida o renuente al momento de rezar, ¿qué puedes

hacer?

12. ¿Qué podemos hacer para superar la timidez que a veces nos embarga antes de

testificar? (Pista: Hechos 1:8)

13. A continuación enumeramos los siete pasos para testificar con eficacia.

¿Puedes colocarlos en el orden debido?

Da las respuestas de Dios/Lleva a la persona a tomar una decisión/Haz

preguntas/Busca a alguien a quien testificar/Atiende a quienes conduces al

Señor/Ora por las personas/Escuchar

1.

2.

3.

4.

5.

6.

7.

¿HUBO ALGO DE LA CLASE QUE NO ENTENDISTE BIEN O QUE TE SUSCITÓ

INTERROGANTES? DE SER ASÍ, EXPLÍCALO A TU GUÍA.