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Copyright © 2014 Sociedad Misionera Doméstica y Extranjera | www.episcopalchurch.org Se estima que hay 1,7 millones de niños en los Estados Unidos que tienen un padre en la cárcel. Estos niños a veces son llamados “huér- fanos de la justicia” o “víctimas olvidadas de la delincuencia”. “En Mateo 19:14, Jesús dijo: ‘Dejad que los niños vengan a mí, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos”, citó Val Hymes, editor de la Red de Noticias del Ministerio Episcopal de la Prisión (http://www. PrisMinNet.org). “La pregunta entonces es: ¿Cómo podemos responder al llamado de nuestro Señor para ministrar a los más pequeños?” Hymes subrayó la gravedad de los problemas de estos niños de personas que están en la cárcel señalando que son propensos a desarrol- lar depresión, comportamiento agresivo, el problema de falta de sueño y trastornos de la alimentación, y a menudo terminan con malas calificaciones o en pandillas. “Los estudios dicen que estos niños son de cinco a seis veces más propensos que el resto para terminar en la cárcel, también”, agregó. Hymes relató las palabras de un niño, cuyo padre estaba en la cárcel, quien había dicho que tenía que “desarrollar una característica difícil y crecer rápido”, y la historia de otro chico, que rompió las cerraduras de autos con la esperanza de ser enviado a la cárcel para estar con su padre. Al otro lado de la Iglesia Episcopal, cerca de 20 parroquias y diócesis han creado minis- terios para los hijos de los encarcelados, a través de los campamentos de verano y pro- gramas para después de la escuela. Uno de los programas más antiguos y más amplios es Nueva Esperanza Oklahoma (http://www. newhopeoklahoma.org), un ministerio epis- copal con el objetivo de “terminar con la en- carcelación generacional, un niño a la vez”. Nueva Esperanza comenzó en 1992 con el Diácono Judy Gann, cuya diócesis dirigió un programa para visitar prisiones en Oklahoma, un estado con una de las tasas de encarcela- miento más altas de la nación. Gann comenzó a darse cuenta de que la preocupación núme- ro uno entre los internos era el bienestar de los niños que habían dejado atrás. Y así, al iniciarse con tres hijos y seis voluntarios, Gann comenzó Nueva Esperanza [New Hope]. Así como su personal, los niños y los programas se han incrementado en las últimas dos décadas, y ahora ofrecen a más de 400 niños, de 5 a 15 años de edad, con experiencia en campamento, retiros de fin de semana, programas para después de la escuela y fiestas navideñas. “A través de nuestros programas de afirmación de la vida, los niños salen del aislamiento y el miedo para tener la posibilidad de la espe- ranza”, dijo el director ejecutivo de Nueva Esperanza Lindsay Fry-Geier. La Jubilada fundadora de Nueva Esperanza Gann sueña con ver un programa para después de la escuela en cada Iglesia Episcopal. Para obtener más información sobre la creación de un campamento en su comunidad para los hijos de los presos, por favor póngase en contacto con Val Hymes ([email protected]) o la Rvda. Jackie Means Jackie Means ([email protected]). 13 DE JULIO DE 2014 – QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS NUEVA ESPERANZA PARA LOS NIÑOS DE LOS ENCARCELADOS Hay un campamento en Nueva Esperanza para los niños de Oklahoma de 5 a 18 años. (Foto cortesía de Nueva Esperanza)

13 DE JULIO DE 2014 – QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE ... · ¿Cómo podemos responder al llamado de nuestro Señor para ministrar a los más pequeños?” Hymes subrayó la gravedad

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Copyright © 2014 Sociedad Misionera Doméstica y Extranjera | www.episcopalchurch.org

Se estima que hay 1,7 millones de niños en los Estados Unidos que tienen un padre en la cárcel. Estos niños a veces son llamados “huér-fanos de la justicia” o “víctimas olvidadas de la delincuencia”.

“En Mateo 19:14, Jesús dijo: ‘Dejad que los niños vengan a mí, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos”, citó Val Hymes, editor de la Red de Noticias del Ministerio Episcopal de la Prisión (http://www. PrisMinNet.org). “La pregunta entonces es: ¿Cómo podemos responder al llamado de nuestro Señor para ministrar a los más pequeños?”

Hymes subrayó la gravedad de los problemas de estos niños de personas que están en la cárcel señalando que son propensos a desarrol-lar depresión, comportamiento agresivo, el problema de falta de sueño y trastornos de la alimentación, y a menudo terminan con malas calificaciones o en pandillas. “Los estudios dicen que estos niños son de cinco a seis veces más propensos que el resto para terminar en la cárcel, también”, agregó.

Hymes relató las palabras de un niño, cuyo padre estaba en la cárcel, quien había dicho que tenía que “desarrollar una característica difícil y crecer rápido”, y la historia de otro chico, que rompió las cerraduras de autos con la esperanza de ser enviado a la cárcel para estar con su padre.

Al otro lado de la Iglesia Episcopal, cerca de 20 parroquias y diócesis han creado minis-terios para los hijos de los encarcelados, a través de los campamentos de verano y pro-gramas para después de la escuela. Uno de los programas más antiguos y más amplios es Nueva Esperanza Oklahoma (http://www.newhopeoklahoma.org), un ministerio epis-copal con el objetivo de “terminar con la en-carcelación generacional, un niño a la vez”.

Nueva Esperanza comenzó en 1992 con el Diácono Judy Gann, cuya diócesis dirigió un programa para visitar prisiones en Oklahoma, un estado con una de las tasas de encarcela-miento más altas de la nación. Gann comenzó a darse cuenta de que la preocupación núme-ro uno entre los internos era el bienestar de los niños que habían dejado atrás. Y así, al iniciarse con tres hijos y seis voluntarios, Gann comenzó Nueva Esperanza [New Hope]. Así como su personal, los niños y los programas se han incrementado en las últimas dos décadas, y ahora ofrecen a más de 400 niños, de 5 a 15 años de edad, con experiencia en campamento, retiros de fin de semana, programas para después de la escuela y fiestas navideñas.

“A través de nuestros programas de afirmación de la vida, los niños salen del aislamiento y el miedo para tener la posibilidad de la espe-ranza”, dijo el director ejecutivo de Nueva Esperanza Lindsay Fry-Geier.

La Jubilada fundadora de Nueva Esperanza Gann sueña con ver un programa para después de la escuela en cada Iglesia Episcopal.

Para obtener más información sobre la creación de un campamento en su comunidad para los hijos de los presos, por favor póngase en contacto con Val Hymes ([email protected]) o la Rvda. Jackie Means Jackie Means ([email protected]).

13 DE JULIO DE 2014 – QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

NUEVA ESPERANZA PARA LOS NIÑOS DE LOS ENCARCELADOS

Hay un campamento en Nueva Esperanza para los niños de Oklahoma de 5 a 18 años. (Foto cortesía de Nueva Esperanza)