18-Gray, John - Falso Amanecer. CAP 3 y 4

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  • PAIDS ESTADO Y SOCIEDAD ltimos ttulos publicados: 31. K. R. Popper, La responsabilidad de vivir 32. R. Bergall y E. Resta (comps.), Soberana: un principio que se den1.1.mba 33. E. Gellner, Condiciones de la liben:ad 34. G. Bosetti (como.), Izauierda rnmto cem 35. C. Lasch, La reb~lin de las ezires y la traicin a la democracia 36. J.-P. Fitoussi, El debare prohibido '" / 37. R. L. Heilbroner, Visiones del futuro X 38. L. V Gersmer y otros, Reinventando la educacin 39. B. Barry; La usticia como imparcialidad 40. N. Bobbio, La duda v la eleccin 41. W. Kymlicka, Ciudadana rnultculrural 42. J. Rifkn, El fin del rrabajoV 43. C. Castells (comp.), Perspe2'livas feminisras en teora poltica 45. P. van Parijs, Liberrad real para rodas 46. P. Kelly, Por un futuro airemativo 47. P.-O. Costa, J. M. Prez Tornero y F. Tropea, Tribus urbanas 48. M. Rand.le, Resistencia civil 49. A. Dobson, Pensamiento poltico verde 50. A. Margalit, La sociedad decente 51. D. Held, La democracia y el orden globpl 52. A. Gddens, Poltica, sociologa y teora social 53. D. Miller, Sobre la nacionalidad 54. S. Amin, El capitalismo en la era de la globaliz.acin 55. R. A. Heifetz, Liderazgo sin respuestas fciles 56. D. Osbome y P. Plastrick, La reduccin de la burocracia 57. R. Castel, La metamorfosis de la cuestin social 58. U. Beck, cQu es la gl~balizacin?

    '/. 59. R. Heilbroner v W. Milbercr, La crisis de visin en el pensamiento econmico moderno "

    60. P. Kotler y otros, El marketing de las naciones 61. R. Juregui y otros, El tiempo que vivimos y el reparto del rrabao 62. A. Gorz, Miserias del presenre, riqueza de lo posible 63. Z. Brzezinski, El gran tablero mundial 64. M. Walzer, Tratado sobre la tolerancia 65. F. Reinares, Terrorismo y antiterrorismo 66. A. Etzioni, La nueva regla de oro 67. M. Nussbaum, Los lmites del patriotismo 68. P. Pettit, Republicanismo 69. C. Mouffe, El retorno de lo poltico 70. D. Zolo, Cosmpolis 71. A. Touraine, Cmo salir del liberalismo? 72. S. Strange, Dinero loco 73. R. Gargarella, Las teoras de la justicia despus de Rawls 74. J. Gray, Falso amanecer

    \. 7'=,. P. vV~ldm~n \.F. Rein~res icompc;.\. St,,.,.i/mlcs e11 .!:ll

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    SL':'-LARIO

    Agradecimientos ...................................... . 9

    l. Desde la gran transformacin al libre mercado global ... . 11 2. La construccin de los mercados libres ................. . 35 3. Lo que la globalizacin no es ......................... . 75 4. De cmo los libres mercados globales favorecen las peores

    clases de capitalismo: Una nueva ley de G:r.esham? ....... . 103 5. Estados Unidos y la utopa del capitalismo global ......... . 131 6. Anarcocapitalismo en la Rusia poscomunista ............ . 171 7. El ocaso de Occidente y la ascensin de los capitalismos

    asiticos .......................................... . 213 8. Los fines dellaissez-/aire ............................. . 247

    Posfacio ........................................... .. . 265 ndice analtico y de nombres ............................ . 297

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  • /-l Falso amanecer

    dendo su control sobre el poder. En Gran Bretaa, la agenda laborista incluye, como un elemento chve. la realzacin de importantes reformas constitUcionales.

    Al mismo tiempo, el comrol neolberal de las polticas ha dejado fue-ra de la contienda a algunos proyectos polticos alternativos. El torismo de una nacin v la socialdemocracia en Gran Bretaa, el nacionalismo econmico y el ;roreccionismo en Mxico, todas las variedades posibles de la economa gestionada a la manera keynesiana en Nueva Zelanda ... , todos estos proyectos polticos pertenecen, de manera irrevocable, al pa-sado. El libre mercado transform a todas estas economas y polticas ms all de toda posibilidad de retorno, ayudado por los grandes cam-bios en la tecnologa y en la economa mundial que durante un breve lap-so de tiempo pareci controlar para sus propios fines.

    La nueva derecha consigui mantenerse en l poder sirvindose de los cambios econmicos v tecnolgicos en todo el mundo. En la eta-pa de apogeo del libre merc~do, sus d~fensores consiguieron movilizar a las fuerzas de la globalizacn econmica para mejorar el control que te-nan sobre las polticas en muchos pases. A medida que la globalizacin entra en su siguiente etapa, el propio mercado libre global acabar por consum1rse.

    Capitulo 3

    LO QUE LA GLOBALIZACIN NO ES

    Aunque el capitalimip es econmicameme estable, e incluso lo es cada vez ms) al racionalizar lp mente humana crea una ;nentalidad y un estilo de vida que son incompahbles con sus propias condiciones tmdamentaies, motivos e instiiucones ~ociales.

    J OSEPH SCHUMPETER La inestabilidad del capitalismo 1

    Globalizacin puede sgri.ificar muchas cosas. Por un lado, es la expansin mundial de las modernas tecnologas de produccin industrial y de las comunicaciones de toda tipo (de comercio, capital, produccin e informacin) a travs de las fronteras. Este aumento de movimientos a travs de las fronteras es en s d:smo una consecuencia de la expansin de las nuevas tecnologas en sosedades hasta ahora premodernas. Decir que vivimos en una era de globalizacin equivale a decir que casi todas las sociedades estn actualmente inglustrializadas o embarcadas en el proceso de industrializacin. /

    La globalizacin implica tambin que casi rod;~ las economas estn conectadas con otras economas en todo el mundo. Hay unos pocos pa-ses, como Corea del Norte, que Intentan aislar sus economas del resto del mundo. Han logrado mantener ~u independencia con respecto a los mer-cados mundiales, pero ello ha sldo a un coste elevado, ranro en trmnos econmicos como humanos. La:globalizacin es un proceso histric.Q. No 1 requiere que la vida_~conii?-ica est~~i[;r~g;~di"c1~Ji~j_;pa man(r~-Y n 1 larriisrn;_-imensidad en rodas p~nes del mun~g. Segn uno de los prime-ros studio's sobre el tema: La iglobalza~in no es una condicin singu-lar, un proceso lineal o un punio final en el proceso de cambio social.2

    l. Schumpeter, Joseph, The Ins~ability of Capralism>>, Economic ]ournal, vol. 38, septiembre de 1928, pg. 368.

    2. Held, David; Goldblart, Dav~d; McGrew, Amhony; Perraron, Jonathan, ,!Neu.> Politica Economy, vol. 2, n" 2, julio de 1997, pgs. 257-277, pg. 258. Vase tambin, de los mismos amores, Global Flows, Global Transformations: Concepts, Theories qnd Evidence. Cambridge, Poliry Press. 1997. Me

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    7 6 Falso amanecer

    La globalizacin tampoco 'es un estado final hacia el que rodas las economas estn convergiendo .. Precisamente, ]a globalizacin no supone una situacin de integracin uriversa] equilibrada de la acrividad econ-mica mundial. Al contrario, el tncrememo de la interconexin de la acti-vidad econmica en todo el mbndo acenta el desarrollo desigual entre los diferentes pases, exageran4o la dependencia de Estados en desarro-llo perifricos, como Mxic~, con respecto a inversiones provenientes de economas ms cercanas al ~

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    7 8 Falso amanecer

    As, los precios locales -ya sea de bienes de consumo. de acrivo::-1 nancieros como acciones y bonos, e incluso del trabajo- dependen cada l vez menos de la situacin local y nacional y fluctan jumo a los precios~~ del mercado global. Las empresas multinacionales quiebran la cadena de produccin de sus producros y siran sus eslabones en diferentes pases 1 del mundo, dependiendo de cules les reporten ms ventajas en un mo 1 memo dado. Los productos que venden las multinacionales se idenrifi- ll can cada vez menos con un pas en panicular y cada vez ms con una marca mundial o con la propia empresa; las mismas imgenes -en e] 1 terreno de la propaganda y en el del ocio- se reconocen en muchos pa- j ses. La globalizacin equivale a separar las actividades sociales del co- ' nocimiento local situndolas en redes en las que los acontecimientos ,li m~ndiales las condicionan y en las que ellas condicionan a los aconreci- ~ m1entos mundiales. '--l

    La globalizacin suele equipararse con una tendencia hacia la horno- ! geneidad. Tambin esto es algo que la globalizacin no es. Los mercados . globales en los que el capital y la produccin se mueven libremente a tra- J vs de las fronteras fur1cionan precisameme debido a las d~ferencias entre 1 localidades, naciones y regiones. Si los s:?Jarios, especializaciones, infraes- \ rructuras y riesgos oolrcos fueran los mismos en todo el mundo. el , crecimien;o de l;s m.ercados mundiales no habra tenido lugar. No se po- ~ dran obtener ganancias mediante la inversin y la manufacturacin en el :j mundo entero s las condiciones fueran similares en rodas panes. Los 'l mercados gl?bales prosperan gracias a las diferencias entre las distintas \\ economas. Esa es una de las razones de que la tendencia a la globaliza- cin tenga un impulso tan irresistible. ~-

    Si el capital de alta movilidad y variable evita entrar en una regin o pas determinado debido a la carencia de infraestructuras, de trabajado-res capacitados o de estabilidad poltica -como ha ocurrido con frica central y oriental~ ignoradas por el capital de inversin privado durante las dcadas pasadas- esas partes del mundo vern aumentada su pobre-za; x:sus diferencias con respecto a las reas que resultan ms atractivas par;i)l capital productivo se incrementarn. Si las nuevas temologas se extienden desde los pases occidentales en los que se originaron hacia Asia oriental, no transportarn con ellas las culruras econmicas -las va-riedades de capitalismo- que las produjeron; al contrario, fertilizarn y reforzarn las culturas econmicas propias de esas regiones. Cuando las nuevas tecnologas entren en economas de las que estuv-ieron excluidas

    Lo que b gJobaEzacin no es /9

    en el pasado o que carecan qe insrituciones de mercado que pudieran explorarlas de manera eficaz, pasarn a interacruar con las culmras loca-les para dar lugar a tipos de capitalismo que hasta e] momento no haban existido en ninguna pane.

    Considrese el caso de China. La emrada a los mercados mundiales de la China continental no si~nifica que su vida econmica llegue a pa-recerse a la de cualquier otro ipas industrializado. Ya es muv diferente del capiralismo que se ha desa~rollado en la Rusia poscomunisra, donde las relaciones familiares dist~n de ser fundamentales. El capitalismo chino se parece mucho al pra~ricado por la dispora china en el mundo entero, pero tiene muchos ra$gos propios y peculia;:-es que provienen de la hisroria turbulenta y tedible de la nacin durante las dos ltimas generaciOnes.

    Igual que en todas las derr:js sociedades, la vida de los mercados en China es la expresin de una cWtura ms vasta y profunda, de la que los mercados son slo el extremo vi,sible. El lugar que ocupan las relaciones de confianza en las familias y en los tuerca dos en las diferentes sociedades es un factor clave en las considerables diferencias de las distintas culturas econ-micas: en el tamao de las emprbsas, en la concentracin o difusin de hol-dings de capital, etc. 1

    Dado que en China la con~ianza no se extiende con facilidad a indi-viduos ajenos a la familia, es im~robable que los negocios puedan romar la forma que han asumido en Japn, donde las relaciones de confianza se suelen extender mucho ms 'all de la red de parentesco. Una econo-ma de mercado completament~ capitalista en la China continental sera tan diferente de la japonesa cmbo del capitalismo occidental. Probable-mente, comprendera muchos pequeos ~egocios familiares floreciemes Y pocas grandes compaas del! tipo que es corr eme en Japn; no esta-ra basada en una clase media k:omo la que ha existido all desde hace mucho tiempo ni tzmpoco dar~ lugar necesariamente a ella. De hecho, este tipo de capitalismo parece btar surgiendo a consecuencia de las r-pidas refrmas de mercados enivarias regiones de China. Tiene muchos precursores en la dispora chi.r}a. Como han sealado Micklerhwaire y Wooldridge: 1

    1a red de bamb empresari~ de los negocios familiares creada por los chinos expatriados no es tan slo otra variante interesante sino un modelo completamente alternativo y ~e parece ser cada vez ms poderoso [ .. .] . En

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    Set Falso amanecer

    Filipinas.los chinos exparriaqos constituyen slo el 1 % de la poblacin del pas pero controlan ms de la; mitad del mercado de \al ores. En Indonesia. las proporciones equivalente$ son 4% y 75%, en Malasia .32% y 60% [...]_ En 1996, los 51 millones de dhinos expatriados controlaban una economa valorada en 700 miles de mitiones de dlares, ms o menos del mismo vo-lumen que la de los 1.200 m~ones de chinos del comineme.;

    El crecimiento de los merc~dos globales no significa tampoco que la cultura empresarial estadounidense vaya a copiarse en wdo el mundo. La creencia estadounidense de qu;e las empresas son, sobre wdo, vehculos de ganancias para los accionisths no es compartida en la mayor parte de los pases en que imperan otro~ tipos de capitalismo.

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    En Alemania, en los consejios directivos de las empresas se represen-tan intereses de muchos otiOS

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    82 Falso amanecer

    LA GLOBALIZACI:\ ,\:.:TES DE 1914 Y Ef' LA :\CTL1:\LID.-\D

    El mundo de antes de 1914 se asemejaba a un mercado global. Eran pocas las fronteras realmente imponames. El diner~. las mercancas ,Y las personas circulaban libremente. Las bases tecnologJCas del rnercaoo crlobal del siglo XIX eran los cables telegrficos interconrinenrales Y los barcos a vapdr de la segunda mitad del siglo. Desde entonces,_ los puer-tos de todo el mundo pasaron a estar vinculados entre s y se haron pre-cios mundiales para muchas mercancas. Adems, hacia el fi~al de~ si-alo XIX (ms o menos entre 1878 y 1914) existi un sistema hnanCiero

    ~ternacional que limitaba la autonoma econmica de los gobiernos na-cionales. En esa belle poque, los Estados-nacin soberanos estaban tan eficazmente constreidos en relacin a las polticas econmicas que ?o-dan llevar a cabo oor el parrn oro entonces en vigor corno lo estn aho-ra por la movilidad del c~pital. En todos estos elerr:entos podern,os reco-nocer en el mundo a,'1terior a 1914 un precursor del mercado g10bal de la actualidad.

    Sin embargo, es un grave error concluir que hemos vuelto a la eco-noma internacional del siglo XIX. Todas las rnagmrudes de l_a acm;l crlobalizacin econmica -la velocidad, tamao e inrerconexwnes ae los movimientos de mercancas e informacin a travs del planeta-son inmensamente ms importantes que Ias de cualquier perodo ante-rior de la historia. Consideremos algunas de estas magnitudes: durante el perodo de la posguerra, el comercio mundial se ha rnultiplic~do por doce, en tanto que la produccin se ha multiplicado slo por cm~o; en casi todos los pases, las importaciones y las exportaciones constituyen una proporcin de la actividad econmica mucho mayor que en el pa-sado secrn los resultados de un estudio acadmico, los vnculos co-

    rner;iale~ entre una muestra fija de 68 pases han crecido desde un 64% en 1950 a un 95% en 1990;5 incluso en el vasto mercado esta-dounidense, donde lo comn es que el comercio entre las pequeas compaas sea puramente interno, una quinta pane de las empresas de menos de 500 empleados exportaron bienes o servicios en 1994, Y esa

    , 6 proporc1on va en aumento.

    5. Nerop, Tom, Systems and Regions in Global Politics, Londres,John Wiley, 1994, captulo 3.

    6. Micklerhwaite y Wooldridge, op. cit., pg. 245.

    Lo qu; la giobalizacin no es 83

    Poca duda cabe de que, al rn~nos desde la dcada de los ochenta. la proporcin entre el comercio mundial y el producto nacional bruro ha sido rnavor que la que nunca hubo en 1la economa internacional abierta que existi ames de la priinera guerra mundial.' El volumen del comercio ha experimenrado una expansin enokroe v sin precedentes.

    Acrualrnente hay un mercadd mu~dii de capitales corno nunca lo hubo ames y poderosos indicios d~ que los inversores de muchos pases estn diversificando sus valores eh carrera, tanto de acciones corno de obligaciones y que, a consecuenci~ de ello, en las dcadas de los ochenta y los noventa los intereses de capit~l ha,1 rendido a la convergencia8 Esto ha ocurrido en mayor medida conllas obligaciones pblicas que con las acciones, pero la tendencia es inn~gable.9 Cada vez es ms frecueme que las tasas de imers se fijen en todo~ los pases segn las condiciones mun-diales, no en funcin de circunsta4cias o de polticas de un pas concre-to. Los flujos de inversin privada ~esde los pases industriales avanzados a los pases recientemente indust$alizados se multiplicaron por veinte entre los aos 1970 y 1992.10 i

    Quiz lo ms significativo sea q~e las transacciones en los mercados de cambio internacionales han llegadp actualmente a la apabullante suma de alrededor de 1,2 billones de dlares diarios: el nivel del comercio mundial multiplicado por ms de qincuenta. Alrededor del95% de esas rransacc10rres son de naturaleza e~peculariva y muchas usan nuevos v complejos .11strurnentos financiero[s derivados basados en mercados d~ futuros y operaciones de opcin. 11 $egn Michel Albert, el volumen dia-rio de transacciones en los mercad~s de cambio internacionales del m un-

    7. Vase Krugman, Paul, Growing; World Trade: Causes and Consequences, Brookings Papers on Economic Activity, no il, 1995.

    8. Vanse daros sobre esta cuestin en Frankel, ]., The lmernationali;:ation o Equity Markets, Chicago, Universiry of Ch1cago Press, 1994; Akdogan, H. The lntegra-ton o International Capital Markets, Londres. Edward Elgar, 1995.

    9. Sobre la tendencia a la globalizaci~ de los precios de las acciones, vase Bryan, Lowell y Farrell, Diana, Market Unbound:i Unleashing Global Capitalism, Nueva York, John Wiley, 1996, captulo 2. ;

    10. GAIT, lnternatonal Trade 1993-l994, voL 1, Ginebra, GAIT, 1994; UN De-velopmem Programme, Human Developm~nt Report 1994, Oxford, Oxford University Press, 1994; UNCTAD, World Investment'f..eport 1994, Ginebra, UNCTAD, 1994.

    11. Wall Street ]ournal, 24 de octubre! de 1995; Bank of Inremational Settlements, Annual Repon. 1995. i

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    do suma alrededor de nmdciemos mil millones de dlares. cantidad 1

    eouivaleme al PNB anual de franca v unos dosciemos millones de dla-" 1 -

    res ms que el rorar de las re~ervas en moneda extranjera de los bancos centrales de wdo el mundoJt2

    Esta economa financier4 virtual Iiene un impresionante potencial para trasrornar la economa s~byaceme real, como se vio con el colapso en 1995 del Barings, el bancd britnico ms antiguo. Junro al desarrollo acelerado de los mercados gl~bales de capital sobre los que se apoya. la economa virtual es un fennieno desconocido en la historia econmica mundiaL Nada semejante exdta antes de 1914.

    crecimiento y el poder\de las empresas multinacionales son enor-mes y tampoco tienen preced~mes. Las multinacionales comrolan alre-dedor de una tercera parte de\la produccin mundial y dos terceras par-tes del comercio mundial. Lo 1ms significativo es que alrededor de una cuarta parte del comercio mundial tiene lugar dentro de las empresas multnacionales13 En 1993, s~gn un esrudio de la ONU, el producw combinado de las multnacionhles se acercaba a los 5,5 billones de dla-

    1

    res: casi tanto como el total deiEsrados Unidos. 14 Es cierto que siglos atrs t~mbin existan compaas que se dedica-

    ban al comercio v a las inversiones internacionales: la Comoaa de la Baha de Hudson-v la Comoa~a de las Indias Orientales son ~iemolos de

    " - 1 . , ~ :llo. este sentido amdio, lat multii1aconales se originaron con el co-lonialismo europeo, pe;o el p~pel de las multinacionales en el mundo acmal es de una magnitud totahnente diferente: las multi.Ilaconales 'iOD capaces de dividir el proceso cle produccin en operaciones discretas y simarlas en diferentes pases d~l mundo; son menos dependien"pecialmente con las empresas estadounidenses.

    Est de moda considerar que las empresas multinacionales constitu-yen una especie de gobierno invisible que reemplaza al Estado-nacin en muchas de sus funciones, pero en realidad, suelen ser organizaciones muy dbiles y amorfas. Son ejemplos de la prdida de autoridad y de la erosin de valores comunes que afectan prcticamente a todas las insti-tuciones sociales tardomodernas. No es cierto que el mercado global est originando corporaciones que asumen las funciones que hasta ahora de-sempeaban los Estados soberanos. Lo que el mercado global ha hecho, ms bien, es debilitar y vaciar ambas instituciones.

    15. Ruigrok, W y van T ulder, R, The Logic o/International Restructuring, Londres, Routledge, 1995.

    16. Hirst, Paul y Thompson, Graham,

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    86 Falso amanecer

    ESCEPTICISMO ANTE L:\ GLOBALIZ:\CJN

    Hay un influyente cuerpo de opinin que niega que las rendencias actuales supongan algo realmente nuevo. Se argumenta que, dado que el movimiento histrico que llamamos globalizacin empez hace varios siglos y dado que, segn la mayor parte de las mediciones, la apertura olobal de la economa imernacional era alta en el orden econmico li-"' beral anterior a 1914, la globalizacin de finales del siglo XX no es un fenmeno nuevo. Esra opinin revisionista conene tamo elememos verdaderos como errneos. Es un correctivo ril para la concepcin ut-pica de la globalizacin adelantada por algunos pensadores del mundo de los negocios. Kenichi Ohmae expresa el punto de vista cannico de lo que podra llamarse la visin del mundo de McKinsey -la concep-cin propagada por las escuelas de negocios estadounidenses- cuando escribe: Con el fin de la guerra fra, las conocidas pautas de alianzas y oposiciones emre las naciones industrializadas se quebraron sin reme-dio. De manera menos visible pero mucho ms importante, el propio Estado-nacin moderno -ese producto de los siglos XVIII y XIX- ha empezado a derrumbarse>>. 18 Al criticar a esos tericos de la hipergloba-lizacin, los revisionistas ayudan a entender el presente, pero estn ata-cando a un hombre de paja.

    Nadie, excepto unos pocos uropistas de la comunidad de los ne-gocios, espera realmente que el mundo se convierta en un verdadero mercado nico del que los Estados-naciones desaparezcan para ser reemplazados por empresas multinacionales desarraigadas. Semejan-te expectativa es una quimera de la imaginacin corporativa. Su papel es el de mantener la ilusin de la inevitabilidad de un libre mercado mundial.

    Quienes se muestran escpticos ante la globalizacin tienen razn cuando sealan el papel ideolgico de estas fantasas, que refuerzan la creencia de que los gobiernos nacionales actuales no tienen verdaderas opcines. En palabras de Hirst y Thompson, la globalizacin es un mito adecuado para un mundo sin ilusiones, pero tambin es un mito que nos roba la esperanza [ ... ] dado que sostiene que la democracia social occi-dental y el socialismo del bloque sovico estn acabados. El impacto

    18. Ohmae. Kenichi, The End o/ the Nation-State: The Rise o/ Regional Economies, Londres, HarperCollins, 1995, pg. 7.

    r Lo que la globalizacin no es S

    pol!rico de la "globalizacin .. np puede definirse ms que como la pato-logJa de las expectativas hiperreducidas. !9

    Sin embargo, el propio esc,bpricsmo de Hirsr y Thompson sobre la globalizacin est al servicio d~ un objetivo poltico. P.J argumentar que el mercado mundial actual tiepe precedemes, defienden como an via-bles unas respuestas polticas a lk globalizacin -como la democracia so-cial europea- que pertenecen J pasado.

    Argumeman que la econ~ma internacional era, en muchos semi-dos, ms abierta en el perodo ~nterior a 1914 que lo que ha sido nunca desde entonces [ ... ]. El comerc$o internacional y los flujos de capitales, ramo emre las economas en proceso de industrializacin rpida como e~ue stas y sus distintos terrirtprios coloniales, eran ms importantes en reiaci~n a los niveles de PNB antes de la primera guerra mundial que en la actualidad [. .. ]. As, pues, el periodo actual no carece en modo alouno de

    d -o , , .b ' prece entes.L Este punto de Vista ignora algunos de los contrastes ms significavos entre la economa ~temacional anterior a 1914 v el mercado global actual. '

    Como sealaron el terico Joltico David Held v sus colecras medi-l i ... o )

    das en precios constantes, las cl~sicas ratios de patrn oro (del comercio como una proporcin del PNBl!han sido superadas en la dcada de 1970 y las ratios actuales son mucho ~s altas [. .. ]. Adems, gran parte del cre-mmemo del PNB de posguerra! ha sido en servicios no comercializables especialmente servicios pblico$ [ ... ]. Los niveles de los impuestos __::as como los costes de los transpo~es- han sido ms bajos qu.e los clsicos niveles de patrn ro desde la dfcada de los setenta, lo que indica que los mercados estn ms abiertos en la actualidad. Y concluven: A finales del siglo XIX, surgi un sistema tomercial global, pero era ~enos extenso que el a~~al y n_ormalm~~t~ est~ba menos imbricado en los mercados y la producCJon nacionales. Esta ~arece una evaluacin razonable.

    . 19. Hirst, Pa~l Y Thompson, Gr+a:m, Globaliwtion in Question, Cambridge, Po-luy Press, 1996, pag. 6. Unos argumeuos igualmente escpticos sobre la globalizacin pueden encontrarse en Bairoch, P., Giobalization, Myths and Realities, en Boyer, R y Drache, D., States Against Markets- '{he Limits o/ Globalization, Londres, Roucledae

    19~6. Vase t~mbin Bairoch: P. y Koful:\V'rig~t, R, UNUAD Discussion Paper, no 113. 1 '

    20. Hirst y ThOmpson, Globali

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    , 88 Falso amanecer

    Una diferencia fundamental emre la economa internacional de la ac- rualidad y la de ames de 1914 ~s que el poder y la infhencia estn aban-donando a las potencias occidntales. Los trminos del comercio mun-dial, el funcionamiento del sistbma financiero a travs del natrn oro v rodos los dems aspectos significativos de la economa an;erior a 1914 fueron impuestos y mantenidos! por Estados europeos.

    . Es cieno_ que el_c~me;cio ~~a crecido principalmente ~t~e_los pases occtdentales rndusrnalrzaoos (sJicomeremos el absurdo de mc1rur en c-

    1

    cidente a Japn). Empero, las pautas del comercio actual son muy dife-rentes a lo que eran. Como Davd Held y otros observan:

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    El comercio sigui creci~ndo en relacin a la rema y concentrndose en los pases industrializados,! en contraste a la clsica era del patrn oro, cuando el intercambio de los ~roductos enrre pases desarrollados y en de-sarrollo comprenda a la mitad o ms del comercio total [ .. .]. El comercio intraindustria llev al crecimi~nto relativo en empresas con economas de escala y dinamismo recnolgi~o, mientras que los crecientes niveles de ren-ta aumentaron la demanda de\ variedad, por lo que la solicitud de produc-tos importados diferenciados 1 subi, principalmente en los pases L.rdus-trializados [. .. ] Esto [...] incr\:menr significativamente las importaciones de bienes manufacturados en jos pases desarrollados, con la excepcin de Japn. i

    1 Ms an, los pases recient~meme industrializados ya no pueden ser

    considerados como un bloque ~omogneo. Las rentas y salarios en algu-nos de ellos -Corea del Sur, 'taiwn, Singapur- son en realidad ms altas que en los pases no espetializados del Occidente industrializado, como Gran Bretaa. Las venta*s cmparativas, que en la poca anterior a 1914 favorecan a los pases duropeos, actualmente les son desfavora-bles en muchas reas de la actividad econmica.

    Si la economa abierta antebor a 1914 era un producto del control europeo sobre los territorios y lbs economas de casi todas las dems so-ciedades del mundo, el mercadb global de cuya infancia catica hemos sido testigos no est basado en Jna hegemona semejante. Qu potencia occidental puede afirmar de mJ.nera plausible que ejerce una influencia significativa sobre China? Ni si~uiera Estados Unidos, en la actualidad,

    1

    ejerce sobre China nada parecidlo a la i..rilluencia que solan tener las po-tencias imperiales en el perodo\ anterior a 1914.

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    Lo que la globalizacin no es 8'9

    El1 este aspecto, el perodo de globalizacin avanzada en el que vivi-mos es verdaderamente un perodo sin precedentes. De::.de luego, si la es-tabilidad en tiempos de crisis del mercado global actual no puede conside-rarse segura es en parte porque no existe ninguna potencia hegemnica comparable a la Gran Bretaa de antes de 1914 o alos Estados Unidos de despus de la segunda guerra mundial. Si hay una analoga histri-ca reciente para el mundo posterior a 1989 no es la del mundo de ames de 1914. Puede que sea la del voltil perodo de entreguerras posterior a 1919.

    La economa mundial exhibe en la actualidad muchos rasgos que, se-gn las propias explicaciones de Hirst y Thompson, lo acercan ms a un mercado globalizado desordenado que al mercado internacional compa-rativamente ordenado que existi antes de 1914. Estos autores captan con precisin aspectos de las realidades actuales cuando nos dicen que a me-dida que los mercados se vuelven verdaderamente globales, el sistema in-ternacional se hace autnomo y socialmente desimbricado. Las polticas internas, ya sea las de las corporaciones privadas o las de los reguladores pblicos, se ven obligadas a tener siempre en cuenta los determinantes predominantemente internacionales de su esfera de operaciones>1.22

    Los Estados soberanos no se enfrentan en la actualidad a la disc plina predecible de un patrn oro casi automtico. En lugar de ello, se ven constreidos por los riesgos e incertidumbres, por las percepciones y por las reacciones de los mercados globales. Las opciones polticas abiertas a los Estados-naciones en los aos noventa no se les presentan como un men con precios fijos. Los gobiernos de los Estados sobera-nos no saben con antelacin cmo reaccionarn los mercados. Hay po-cas reglas de rectitud monetaria o fiscal, si es que hay alguna, cuya vio-lacin resulte en penalizaciones predecibles. Al margen de ello, sin duda, las polticas ultrarriesgosas en trminos de, digamos, inflacin o deuda gubernamental sern castigadas por los mercados de valores atentos, pero no puede saberse por anticipado cul ser el grado de se-veridad de esas respuestas del mercado. Los gobiernos nacionales de los aos noventa estn volando a ciegas.

    La concepcin de la globalizacin expuesta por los acadmicos es-cpticos como Hirst y Thompson subestima lo novedoso de la situacin de finales del siglo XX. La economa actual es inherentemente menos es-

    22. Hrst y Thompson, op. cit., pg. 10.

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  • 90 Falso amanecer

    r2ble y ms anrquica que el orden econmico internacional liberal que qued colapsado en 1914. Los escpticos de la globalizacn, igual que esos hiperglobalizadores a los que ran eficazmente critican, comercian con ilusiones. No pueden aceptar que la globalizacin ha vuelto a la econo-ma mundial actual radicalmente diferente de cualquier economa inter-nacional que haya existido en el pasado; ello a ca baria con sus esperanzas de establecer una democracia social renm'ada. Tienen razn en su creen-cia de que un mundo radicalmente globalizado es menos gobernable: una economa mundial semejante vuelve inviable su concepcin de key-nesianismo cominema1.23 En realidad, este mundo mucho menos go-bernable es el resultado inevitable de las fuerzas que han estado operando durante las dos ltimas dcadas.

    Hl:PERGLOBALIZACIN: UNA UTOPA EMPRESARIAL

    Una corriente de opinin que rivaliza con la anterior reconoce lo no-. vedoso del mercado global. Sosriene que los mercados globales han vuel-

    to prcticamente irrelevantes a los Estados-naciones y concibe la econo-ma global corno habitada por Estados-naciones sin poder y por empresas multinacionales desarraigadas. A medida que los poderes de los Estados soberanos se desvanecen, los de las multinacionales crecen, y en el mo-mento que las culturas nacionales se convierten en poco ms que en pre-ferencias de los consumidores, las compaas se vuelven cada vez ms cos-mopolitas en sus culturas empresariales.

    Los. autores pertenecientes a esta corriente de opinin presentan corno inevitable lo que en realidad es un resultado sumamente improba-ble de la actual tendencia hacia la creacin de un libre mercado global. Estos ~utores confunden el estado final que ese proyecto impulsa con el desarrollo real de la crlobalizacin econmica. Presentan una transforma-

    t:>

    cirdnstrica que no tiene estado final y que est subvirtiendo, tanto el capitalismo estadounidense corno sus rivales, corno un proceso que lleva a la ceptacin universal de los libres mercados ~tadounidenses.

    Las teoras de la hperglobalizacin -as denominaron Held y otro4 a e:;tas concepciones- presentan unos mercados globales en los

    23. Hirst y Thompson, op. cit., pg. 163 y sigs. 24. Held y otros, New Political Economy.

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    Lo que la globalizacin no es 91

    que tiene lugar algo parecido a a cornpericin perfecta. Segn esta con-cepcin ilusoria, las empresas tr~nsnacionales pueden moverse libremen-te y sin costes alrededor del mundo para maximizar sus beneficios las di-

    ] ' ferencias culrurales han perdidolrodo impulso poltico sobre gobiernos y empresas, y, como en los mercadbs perfectamente competitivos de la reo-ra econmica, se considera qucl los participantes de este modelo de la economa global-Estados sobdranos y compaas multinacionales, por ejemplo-- disponen de toda la ir:iformacin que necesitan para tornar sus decisiones. l

    En realidad, estn navegand~ en una niebla de riesgos e incertidum-bres de cuyos peligros slo ellos ~on conscientes. La imagen de un mun-do sin fronteras gobernado por iransnacionales sin hog;r es una utopa empresarial, no una descripcin de una realidad presente o futura.

    Kenichi Ohrnae se adscribe a !esta concepcin utopista: Durante ms de una dcada, algunos de nosoubs hemos estado hablando de la procrre-sva globalizacin de los mercads de bienes de consumo, corno 1os"'va-queros Lev.i's, las zapatillas depo~vas Nike y los fulares Herrnes, un pro-ceso impulsado por la exposici* global a la misma informacin, a los mismos iconos culturales y a los rrisrnos anuncios [...].En la actualidad, sin embargo, el proceso de convergencia es ms veloz v orofundc. Va mu-cho ms all del gusto y afecta dimensiones mucho rn~ fundamentales re-lacionadas con las concepciones ~el mundo, la mentalidad e incluso los procesos cognitivos. Ohmae lleg~ a la conclusin de que esta convercren-cia cultural que impulsa el mercado hace del Estado-nacin una ins;iru-cin marginal en la vida econmida: En una economa sin fronteras los mapas cemrados en los Estados q

  • 92 Falso amanecer :g 1

    Cada vez ms, millones de inverso~es globales, que operan a part> de su propio inters econmico, deterrnihan las tasas de inters, las de cambio y la asignacin de capital, sin preotuparse por los deseos o por los obje-tivos de los lderes Dolticos nacdnales.27 Robert Reich se refiere a la irrelevancia crecie~te de la nacidnalidad de las empresaS y aconseja que dado que las empresas de totias las naciones se han transformado en redes globales, la cuestin irnpdname -desde el punto de vista de la riqueza nacional- no es a qu ciuHadanos les pertenecen las cosas, sino qu ciudadanos aprenden a hacer! las cosas, con lo que pueden aadir ms valor a la economa mundial y[por lo tamo aurnemar su propio valor potencial.28 John Naisbitt afirma: Estamos avanzando hacia un mundo de mil pases [ ... ]. El Estado-nacib est rnueri:o, no porque los Estados-naciones estn subsumidos en super Estados, sino porque estn ,1ivi-dindose en partes ms pequeas ~ ms eficientes, igual que ocurre con las grandes compaas.29 1

    Ni los Estados ni los mercado~ son instituciones ordenadas del tipo que ese modelo concibe. Hay una~ pocas corporaciones transnacionales genuinas de la clase a la que Ohrn~e y otros utopistas empresariales se re-fieren. La mayora de las cornpa~as mulrinacionales mantienen fuertes races en determinados pases y c~turas empresariales; la propiedad, los consejos ejecutivos, los estilos def gestin y las culturas comerciales si-guen siendo fundamentalmente 4acionales. Las compaas estadouni-denses que ms se aproximan al n)odelo de Ohrnae lo hacen porque en-carnan los valores locales y una ~ultura empresarial nativa, no porque sean globales. i .

    1

    Las pocas compaas del mundo que se comportan de manera conse-cuente con respecto a su economl nava, como unas multinacionales sin races, no lo hacen porque posean bertas propiedades que comparten con otras empresas internacionales, sirio porque su cultura empresarial se rige segn los valores corporativos estadounidenses, que adjudican una im-portancia mayor a la obtencin d~ beneficios que a los costes sociales o a las lealtades nacionales. 1

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    27. BryaP y Farrell, op. cit., pg. l. [ 28. Reich, Roben: B., The Work ofN:ations: Preparing Ourselves for 21st Century Ca-

    pitalsm, Nueva York, Alfred A. Knopf, l991. 29. Naisbitt, John, Global Paradoxl Londres, Nicholas Brealey P:Jblishng, 1995,

    pg. 40. '

    r Lo que h giobalizacin no es 93 Segn un extenso estudio. slo .alrededor de cuarenta grandes em-

    presas en el mundo generan al menos la mitad de sus beneficios en el ex-tranjero, mientras que menos de veinte manrienen al rnenosla mitad de sus instalaciones productivas en el extranjero.30 Adems, corno Hirsr y Thornpson han sealado, las funciones clave de las empresas, corno las de investigacin y desarrollo, se mantienen bajo un estrecho control in-terno: Las compaas japonesas parecen reticentes a localizar funciones esenciales en el extranjero, como 1.;-D o partes del proceso de produc-cin de alto valor aadido. Y concluyen: Las compaas nacionales con un mbito de operaciones internacional parecen ms plausibles en la actualidad y en el futuro cercano que las autnticas empresas transna-cionales.'J ~

    Los defensores del modelo de la hiperglobalizacin cometen un gra-ve error al considerar que los Estados soberanos son instituciones margi-nales. Para las rnulri..Dacionales, los Estados soberanos no son unos acto-res marginales en la economa mundial cuyas polticas pueden burlarse con facilidad, sino unos actores clave cuyo poder bien merece la pena cor-tejar. Puede que, en realidad, la influencia de los Estados soberanos so-bre algunos aspectos de la actividad empresarial sea en la actualidad ma-yor que en el pasado. --

    Las empresas multinacionales actuales no tienen la proteccin de los gobiernos que algunas de ellas dsfrutaron cuando el imperialismo esca-ba en su auge. Si. bien es cierto que las multinacionales pueden elegir en todo el mundo qu impuestos y regmenes regulatorios prefieren, tam-bin lo es que los riesgos polticos han aumentado en rn:1chas partes. All donde los Estados son frgiles, es ms difcil regular la produccin y el capital mviles, pero tambin para las multinacionales es ms difcil esta-blecer relaciones empresariales duraderas con los gobiernos. Esto consti-tuye una limitacin tanto al poder de los Estados corno al de las multi-nacionales.

    La competicin actual entre los. Estados por las inversiones de las empresas multinacionales permite a stas ejercer una influencia que no posean en un orden mundial ms jerarquizado, a la vez que limita la li-bertad de accin de los Estados soberanos. La influencia que losEsia-dos pueden ejercer sobre las empresas debe mantenerse en un entorno

    30. Ruigrok y Van Tulder, op. cit. 31. Hirst y Thompson. op. cit., pg. 12.

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    global en el que la mayor parte de las presiones competiti\as que los afenan limitan el control de los gobiernos sobre sus economas a un es-trecho margen.

    Los Estados soberanos siguen siendo el terreno clave para la _bs-queda de influencia por parre de las empresas multinacionales. Estas ejercen influencia sobre las polticas de los Estados soberanos Y ade-ms ejercitan su ingenio tratando de eludir su jurisdiccin. Es Ia tpica in reraccin entre Estados soberanos y empresas de finales del siglo JG'\.

    Poca duda cabe de que el TLC (el Tratado de Libre Comercio nor teamericano entre Estados Unidos, Mxico y Canad) se impuso a pesar de la oposicin poltica interna en Estados Unidos debido sobre todo a las bien organizadas actividades de los grupos de inters de las grandes multinacionales estadounidenses.

    Los tericos de la hiperglobalizacin, igual que sus crticos escpti-cos, confunden la economa mundial actual con el retorno a una situa-cin anterior de orden. La realidad del mercado mundial de finales del si-glo XX es que ni los Estados soberanos ni las empresas multinacionales pueden controlarlo.

    GLOM.LIZACIN Y CAPITALISMO DESORDENADO

    Los tericos de ambos grupos -'-los escpticos y los entusiastas-pintan con colores irreales el nuevo entorno global en el que los Estados se ven obligados a acmar. Los Estados soberanos no habitan, como a fi-nales del siglo XIX, en un entorno internacional familiar que limita sus opciones de maneras predecibles; estn inmersos en~un entorno extrao en el que el comportamiento de las fuerzas globales del mercado es cada vez menos predecible o controlable. No son las instituciones y conven-ciones de gobernnza internacional quienes limitan las actuaciones de los Estados sino los riesgos e incertidumbres que acompaan a un mercado interilacional que tiende a la anarqua.

    El hecho de que las empresas multinacionales dediquen unos recur-sos considerables a influenciar las polticas de los gobiernos es un argu-mento a favor de la idea de que el Estado soberano no es innecesario. En la mayor parte del mundo, las instituciones estatales son un territorio de importancia estratgica fundamental en el que se libra la competicin en-tre las empresas.

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    Lo que la glooalizacn no es 95

    Ninguna de las dos princip~les corrientes de opinin ha percibido que el surgimiento de una econojna global es un momenro decisivo en el desarrollo de una especie rard01inoderna de capitalismo -desordenado v anrguico.32 El capitalismo acru# es muy diferente del de las fases anr;. nores de desarrollo econmico sqbre el que Karl Marx y Max \Xleber mo-delaron sus descripciones, as co~o de los capitalismos gestionados esta bies del perodo de posguerra. i

    La clase obrera industrial ha disminuido en tamao y en importancia econmica. Ello ha tenido lugar ~n paralelo a la reduccin de las indus trias manufactureras y a la transfdrmacin de las economas tardomoder nas, que han pasado a ser postindusrrales, en conjunto. Ha tenido luaar una transformacin a gran escala\ pasndose de formas de organizacin del trabajo tayloristas -produccin en masa mediante trabajo asala-riado situado en fbricas-- a mentados de trabajo flexibles. En estos nue-vos m_ercados de trabajo, las clsitas instituciones capitalistas del trabajo asalanado y del puesto de trabaj

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    96 Falso amanecer

    La erosJn de la vida bunwba debido a la inseguridad labora] cada ./' ,'-' 1 . . , 1..... 1 1 !

    vez mavor esta en el centro c1el1capnahsmo desoroenado. tn 1a actualJ- 1

    dad, la organizacin social del d:abajo est en una siruacin de flujo casi continuo, con incesantes mutaci~nes bajo el impacto de la innovacin tec-nolgica y de la competicin del mercado desregulado.

    Los efectos de las nuevas teclnologas de la informacin no se reducen 1 ~

    a una escasez cada vez mayor !de muchos tipos de puestos de trabajo menos especializados o que rebuieren menos conocimientos sino que incluyen la total desaparicin ~e profesiones enteras. Para gran pane de la poblacin, cierras institu4iones burguesas tradicionales, como las carreras profesionales esrrucdradas v las vocaciones, han dejado de

    . . 1

    ex1snr. i El resultado es una reprolelarizacin de gran pane de la clase obre-

    ra industrial y una desburguesrf~cacin de lo que queda de la antigua cla-se media. El libre mercado par1ce dispuesto a lograr lo que el s0cialisrno nunca pudo conseguir: la eutanasia de la vida burguesa.

    Los imperativos de la flexigilidad y de la movilidad impuestos por los mercados de trabajo desregula~os ejercen una presin especial sobre las formas tradicionales de vida farPiliar. Cmo pueden reunirse las familias para comer cuando ambos padres trabajan por rumos? Qu sucede con las familias cuando los mercadqs de trabajo separan a los padres?

    La empresa ha perdido grap parte de sus funciones de institucin so-cial. El aumento de los contrar4s temporales tiende a reducir a un peque-o gr~po !a fuerz~ d: trabajo rrrmane~te de l~s compaas tardo~odernas. u~_eemplo lmlte de esta evoluoon puede s~r el de ~hc~osort, ~na compama global que domrna los mercados de vanas tecno1og1as mooer-nas pero cuya fuerza de trabajd real se reduce a un ncleo de unos pocos miles de personas. 1

    En l~s casos lmite, las co~paas se estn convirtiendo en vehcu-los de recaudacin y de distri~ucin de beneficios, y los pocos emplea-dos que les quedan suelen ten~r una participacin en el capital. Estratos enteros de antiguos empleado~ de rango medio han sido despedidos me-diante reestructuraciones emp!resariales que tienen un impacto benfico inmediato en los balances de r~sultados. En todas partes del mundo, pero especialmente en los pases an~lohablantes, las empresas se estn descar-gando de los costes sociales d~ los empleados que les quedan. Lo hacen, por ejemplo, transfiriendo sus responsabilidades en materia de pensiones a sus empleados de manera inpividual.

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    Lo que la globalizacin no es 9/

    El debiliramiemo de las compaas como instituciones sociales va en paralelo al proceso de mercamilizacin del trabajo, que se ha convenido en un producto que se vende por piezas a las corporaCiones. Las empre-sas han abandonado muchas de las responsabilidades que hacan que el

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    mundo del trabajo resultara humanamente rolerable en el pasado; algu-nas de ellas no estn lejos de ser unas instiruciones virtuales.

    La inestabilidad inherente a los mercados globales anrquicos se ha in-tensificado debido al crecimiento de una economa virtual enorme y de grar1 impulso en la que las divisas se intercambian por beneficios a cono plazo. No hay un marco estable para la gestin del sistema monetario in-ternacional. Desde que en 1971-1973 se produjo el derrumbamiento de los acuerdos de posguerra de Bretton Woods que regulaban la cooperacin monetaria internacional, no ha habido acuerdos sobre el establecimiento de tipos de cambio fijos; de ah que el rgimen monetario internacional ac-rualsea w1a anarqua de monedas flotantes. Hay sobrevaloraciones recu-rrentes de determinadas monedas y espasmos intermitentes de coordinacin poltica entre las principales potencias(como los acuerdos Plaza de 1985) para impedir el derrumbamiento del sistema. Las fluctuaciones de los tipos de cambio pueden tener un efecto desestabilizador tan profundo en la actividad econmica que el actual rgi.1nen monetario mundil ha sido llamado capitalismo de casino _o;

    Hemos sido testigos de una gran transformacin, desde una situa cin en la que la maimfactura y la prestacin de servicios eran las activi-dades econmicas principales, a otra en la que la actividad principal pas a ser el comercio en activos financieros. La ingeniera financiera se ha convenido en una actividad ms rentable que la produccin.

    Estos efectos del capitalismo desordenado pueden observarse en sociedades tan diferentes entre s como Italia, Suecia y Australia. Me-nos presentes en Alemania y Japn, se han desarrollado ms en las eco-nomas anglosajonas: Estados Unidos, Gran Bretaa, Australia y Nue-va Zelanda sobresalen como portaestandartes de este nuevo tipo de capitalismo.

    Pero la creencia de que el capitalismo llevar a un desorden similar en todas partes es un error fundamental. La capacidad para comerciar global y rpidamente tiende a proyectar estos rasgos del capitalismo des-organizado a todos los pases, pero el impacto que ejercer sobre la vida

    33. Vase Strange, Susan, Casino Capitalism, Oxford, Basil Blackwel!, 1986.

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    - 98 Falso amanecer

    social y econmica de cada uno de ellos es muy diferente tamo en pro-fundidad como en amplitud.

    En pases como Espaa, en el cual la familia amplia sigue siendo fuer-te la subclase de hocrares sin empleo, que es un rasgo tan deprimente de la~ sociedades anglos~jonas, apen-as exi;te. Ello es asfa pesar de que en Es-paa, incluso en mayor grado que en las dems economas de la Europa continental, el desempleo ha alcanzado unos niveles muy altos en los lri-mosriempos. Esro puede atribuirse en parte al hecho de que, en la Euro-pa continental, durante las dos ltimas dcadas, la poltica no ha esrado dominada por objerivos tales como el de la desregulacin del mercado de trabajo. Pero es improbable que la persistencia de estas diferencias se ex-plique mediante esta nica razn, o incluso que sta sea la razn principal.

    /

    , Ninguno de los pases de la Europa continental ha vivido nunca una era de laissez-/aire; ni sus instituciones de mercado tampoco han alcanza-

    ' do la independencia de las regulaciones de otras instituciones sociales ca-racterstica del libre mercado anglosajn. Ninguna sociedad europea tie-ne la larga y profunda experiencia individualista en los mbitos de las formas de vida familiar y de la posesin de la propiedad que disringue a Inglaterra, Estados Unidos y otras sociedades anglosajonas.

    En rodos los pases, la presin del capitalismo, nueva y ms voltil, est transformando la vida econmica. El impacto de los mercados glo-bales anrquicos en las culturas econmicas de la Europa continental institucionaliza unos altos niveles de desempleo estructural. En esras socie-dades, la principal fuente de divisin social es el desigual acceso al empleo.

    L.-- Puede que, mediante la combinacin de un mercado de trabajo considerablemente desregulado, la disminucin de los beneficios socia-les y el experimento de encarcelamiento masivo que ha colocado a ms de un milln de estadounidenses entre rejas, se consiga mantener ba-i~tlas tasas de desempleo en Estados Unidos, donde la pri~cipal fuen-t~ae divisin social no es, con toda probabilidad, la falta de acceso al trabajo en s, sino las desigualdades en ingresos y riqueza, junto con las desigualdades en materia de salud, educacin, seguridad ciudadana y tipos de trabajo al alcance de los diferentes sectores de la poblacin.

    El capitalismo nativo que est surgiendo en China no se asienta en las grandes empresas que se han desarrollado en el capitalismo anglosajn. Aparte de las empresas estatales, las compaas chinas son pequeas y de 'f propiedad familiar. Los desrdenes del capitalismo en China no provie-nen de la prdida de funciones sociales de las empresas o de la fragmen-

    Lo que ia globalizacin no es 99 1

    racin de las familias sino de ~a falta de solidaridad entre los diferemes sectores .... de la _so~iedad y de u4a importante degradacin del medio am-bJeme . .el capnahsmo ruso ex}iibe unos desrdenes similares.

    Estas divergencias surgen ~e importantes diferencias histricas enrre las n1lruras y e~rre las instituci~nes sociales, as como de sus permanentes refleJOS en las diferentes polticas pblicas de los Estados-naciones. El ca-pitalismo desordenado limita lh auronoma de los gobiernos nacionales pero no suprime las diferenciasfque stos manrienen~mre s.

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    EL CAPITALISMO ANRQUICO Y EL ESTADO i

    En la actualidad, los Estadqs-naciones deben actuar en un mundo en el que todas las opciones son in4ertas. No es como si ruviera.r ame s una lista de posibles elecciones en 1* que figurara el precio de cada una. Los gobiernos nacionales se ven inm~rsos en enrornos no simplemente de ries-go sino de incertidumbre radie~. En teora econmica, el riesgo supone una situacn en la que los costes de las diversas acciones pueden cono-cerse con una probabilidad raz4nable, mientras que la ...'lcertidumbre es una situacin en la que esas prob~bilidades no pueden conocerse. Muchas de las polticas que los gobiernO:s saben que pueden proseguir no tienen consecuencias a las que puedan !adjudicar determi..1adas probabilidades.

    Peor an, a menudo los gobjernos no pueden saber si la respuesta de Ios mercados mundiales a sus pdliticas consistir slo en volverlas costo-sas o las har completamente inyiables; estn en una situacin en la que incluso la envergadura de las opFiones de que disponen es incierta. Esta permanente incertidumbre radie~ es lo que ms limirael poder de los Es-tados soberanos. i

    La reduccin de la influenciJ de los Estados soberanos es un sntoma de una tendencia ms amplia, la ~e la dispersin o el debilitamiento de las competencias obtenidas por las ~stituciones del Esrado al principio de la ~~oca moderna. ~el uso ~l poder ~ara hacer y para acabar una guerra me-ruante el monopolio efecnvo de 1~ fuerza armada que defini al Estado so-berano desde sus comienzos ha &jado de pertenecerle de manera inequ-voca. Cualesquiera que fueran lds horrores de la guerra en el siglo XIX, sta tenia unos objetiyos limitadqs y los Estados que la libraban eran ca-paces de_ concluirla. Ese era el tiAo de guerra de la clsica teorizacin de Clausewrtz. :

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    100 Falso amanecer

    Desde la segunda guerra mundiaL la guerra clausev:irziana entre los ~ . ~ 1 ~

    representantes de los Estados soli>eranos ha sido parcialmente reempla-zada por guerras entre ejrcitos r~egulares, grupos tribales o tnicos y or-ganizaciones polticas como la Organizacin para la Liberacin de Pales-tina (LP) y el Ejrcito Republ~cano Irlands (IRA)." La prdida de control sobre la guerra que en alg~na medida han experimemado los Es-tados soberanos no ha vuelto ms pacfico al mundo sino menos gober

    1 ~

    nable v an ms inseguro. i L~s compaas ;ultinacion~es no han ganado el poder y la auto-

    ridad que los Esrados soberanos ~an perdido y estn tan expuestas como los gobiernos a los caprichos de ~as sociedades tardomodernas. Las em-presas globales no son actores li8res capaces de desafiar a la opinin p-blica sin riesgos ni costes, tambib ellas se ven zarandeadz.s por las trans-

    - i formaciones de las culturas pbl~cas de los Estados en los que actan. La Shell, una gran compaa petroltra, fue despojada del uso de una plata-forma martima en Br~>t Spar fuediante una campaa de Greenpeace

    1

    que los medios de comunicacin! orquestaron con habilidad. La Shell de-mostr ser un objetivo tan vulne~able ante las acciones polricas de obje-tivo nico corno cualquier Estado democrtico contempor3neo.

    1

    Esto no significa que las m1/I.ltinacionales vayan a soporrar gusros&-meme -corno poltica consisrerlte-los costes sociales y arnbiemales de sus actividades. En un libre rnerbado global no pueden hacerlo. tl..lems ~e la~ presiones crecientes de la /cornperenci~ _gl~bal, las compaas ~ultmacronales se ven confrontada~ en la acrualidao a espordicos estallidos de atencin de los medios de cdrnunicacin capaces de desviarlas de su resuelta persecucin de benefic~bs a corto plazo.

    As pues, en los contextos ul.rdomodernos, el poder ha escapado del control de Estados y empresas. 4unbas instituciones se vuelven cambian-tes y evanescentes a medida qu~ los mercados globales y las nuevas tec-nologas transforman a las cultukas de las cuales tornan prestadas su legi-timidad e identidad. )

    Los Estados soberanos act\J.an en la actualidad en un entorno tan transformado por las fuerzas d~l mercado que ninguna institucin -ni siquiera la mayor empresa trans~acional o el Estado soberano ms pode-roso-- consigue dominarlo. En) este entorno, las fuerzas ms in control a-

    l 1

    34. Vase van Craveld, Marrin, On Future War, Londres, Brassey, 1991, donde hay upa brillante exposicin sobre el dedjve de la guerra clausewitziar1;;_

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    Lo qu~ b globa!izacn no es lO 1

    bies son las que surgen de un torrente de nno\'aciones recnolgicas. Es la combinacin de esta corriente incesante de nue\as tecnologas. com-peticin de mercado descontrolada e instituciones sociales dbiles o fractu-radas lo que produce la economa global de nuestros tiempos.

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    Corno los gures de la gestin nos recuerdan constantemente, los Es-tados-naciones y las empresas multinacionales slo pueden sobrevivir y prosperar en la actualidad si usan nuevas tecnologas para adquirir un margen de ventaja sobre sus rivales. Lo que la mayora de ellos no perci-be es que esa ventaja competitiva es inherentemente efmera en el con-texto anrquico del capitalismo global desorganizado. A fines del siglo XX no hay refugio -ni para las empresas ni para los gobiernos- para pro-tegerse de la tempestad global de la destruccin creativa.

    La ventaja decisiva que una compaa multinacional logra sobre sus f rivales proviene, en ltimo trmino, de su capacidad para generar nuevas/ tecnologas y para desplegarlas de manera eficaz y provechosa. A su vez, esto depende en gran medida de las maneras en que las compaas facili-ten la conservacin y la generacin del conocimiento. En el contexro competitivo tardornoderno, las organizaciones empresariales que no cap-turen ni exploten nuevos conocimi~1tos, que desperdicien las reservas de entendimientos tcitos entre sus empleados o que no los estimulen a adquirir nuevos conocimientos, pronto irn a pique. __ 1

    La economa global desespecializa a-los individuos y a las organiza-ciones porq.ue el entorno en el que viven y trabajan se vuelve irreconoci-ble. Ello lleva a que las reservas de conocimiento local y tcito de los in-dividuos les sean cada vez menos tiles. Un importante problema que no ha sido resuelto por las organizaciones empresariales -excepto parcf"alu-1 mente por las compaas japonesas-35 es el de combinar la necesaria continuidad institucional, -a fin de aprovechar el conocimiento local de los empleados, con la capacidad de iimovacin organizativa requerida para obtener el mayor rendimiento de las nuevas tecnologas ..

    Los Estados soberanos no van a volverse obsoletos; seguirn siendo importantes estrcturas de mediacin cuyo control se disputarn las em-presas multinacionales. Este papel central de los Estados soberanos con-

    35. Un estudio interesante de las organizaciones empresariales como mecanismos episrmicos, creadores de conocimiento, es el de Nonaka, Ikujiro y Takeuch, Hirotaka, Tbe Knawledge-Creating Company: How }apanese Companies Create the Dynamics ofln-novaton, Nueva York y Oxford, Oxford University Press, 1995.

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    l J 02 Faiso am3necer

    vierte en sin sentido los argumentos de los hiperglobalisras, de los uto-pistas empresariales y de los populistas. segn los cuales las :n~hinacionales han suplantado a los Estados soberanos como los verdaaeros go-bernantes del mundo. Adems, explica por qu los mercados globales buscan obtener influencia sobre los Estados y por qu sros no pueden ignorarlos. Asimismo, pone de manifiesto que los gobiernos cuentan con un estrecho margen de actuacin para ayudar a sus ciudadanos a contro-lar el riesgo econmico, aunque es probable que esra,funcin ~ro,tect~ra se extienda en el futuro, en paralelo a las demandas de apoyo de Jos ciu-dadanos contra la anarqua del capitalismo global.

    Los Estados soberanos tienen an otra funcin: la de tomar el con-trol de los recursos namrales necesarios para el crecimiento econmico. En Asia central y oriental, la lucha por el control del petrleo es una fuente de rivalidades diplomticas tan imporrante en la actualidad como en el siglo XIX. Bien podra ser una causa de guerra. A medida que au-menta la escasez de recursos narurales, los Estados soberanos se ven arrastrados a la competicin militar para satisfacer las necesidades de la existencia.36

    El declive del ooder estadounidense supone el surgimiento de un ..L l 1

    mundo verdaderamente mulnpolar. En un munao semeame, la compe-ricin entre los Estados soberanos ser cada vez ms -no menos- im-portante e imensa.

    36. Sobre la interaccin conrempornea entre escasez de recursos Y conflicto mili-tar, vase Horner-Dixon, T., n the Threshold: Environrnemal Changes as Causes of Acure Conflict, Internationai Security, Harvard y MIT, Boston, otoo de 1991.

    l faprulo 4

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    DE COl\10 LOS LIBRES MtRCADOS GLOBALES FAVORECEN LAS PEORES CLASES DE

  • 1

    1 0-l Falso amanecer

    sus economas de la recesi~ en el perodo de posguerra. El conservadu rsmo fiscal-la gestin pruHeme de la deuda pblica-les es impuesro por los mercados mundialesj

    Pocos eran quienes en Ir era keynesiana prevean gue la movilidad n:undial del capt~] y de la p'roducc~n lle\ara a una degrad~cin de los SIStemas regularonos v soc1alles de los Estados soberanos. L,;>de el co-

    ~ 1

    lapso sovitico, la competicipn entre la planificacin central y el capita-lismo ha sido reemplazada J.ior la rivalidad entre los diferentes tipos de capitalismo: estadounidense, alemn, japons, ruso y chino.

    En esta nueva rivalidad) los libres mercados estadounidenses ope-ran en detrimento tamo de l~s economas sociales de mercado europeas como de las asiticas. Esto d as a pesar del hecho de gue los mercados sociales europeos soportan los costes sociales de las empresas de ma-nera diferente a los asitico~. Ambos estn amenazados por el modelo estadounidense porque cad~ empresa soporta unas obligaciones socia-les gue ya no existen en Esta~os Unidos. Al mismo tiempo, el capitalis-mo chino est surgiendo co~o un rival de la versin estadounidense porgue puede ir ms lejos g6e el libre mercado norteamericano en su competencia desleal con los ~ercados sociales de Europa y del resto de Asia. i

    Todos los modelos conodidos de instituciones de mercado estn ex-perimentando mutaciones a ~edida gue la competicin global se dispu-ta a travs de las estructuras de los Estados soberanos. Es errneo pensar gue se trata de una compererycia gue cualquiera de los modelos existen-tes puede ganar. Todos ellosl estn siendo erosionados y reemplazados

    1

    por unos tipos de capitalismq nuevos y ms voltiles. El principal resul-tado de esta nueva cornpetcipn es que las economas sociales de merca-do del perodo de posguerra ~e volvern inviables y -al mismo tiempo las economas de libre mercado, que son las ganadoras nominales de la com-peticin, experimentarn un~ transformacin.

    i

    DE CMO EL MAL CAPITALISJv!b EUMINA AL BUENO 1

    1

    Los costes sociales gue l*s empresas soportan en las economas de mercado les permiten funcio4ar como instituciones sociales sin minar la cohesin de las sociedades n\:ls amplias en las gue operan. Al mismo tiempo, estos costes se convidrten en cargas si se compite con empresas

    D cmo e>s libres mt:rc~Jos !!iob,,l..:s t~wrt:(

  • 106 Faiso amanecer

    minador comn ms bajo en el que st:s desvemajas comperitiYas se redu-cirn. Este po de mecanismo equilibrador es un elememo esencial del libre mercado dobal.

    El libre m;rcado global exremaliza cosres que los mejores regme-nes ntemalizan. En~ las economas sensibles a las cuestiones medioam-bientales, las polcas impositivas y regularorias se disean de tal manera que las empresas deben asumir los costes que sus acvidades imponen a la sociedad va la naturaleza. Esro ha sido as desde hace mucho tiempo en los pase~ de la Europa continental. Los libres mercados globales im-ponen fuertes presiones sobre este tipo de polticas. Los bienes produci-dos por empresas responsables en cuestiones medioambientales son ms caros que los bienes producidos por las empresas que tienen libertad para contammar.

    La reo-ulacin alobal de los estndares medioambientales, un ideal o o .~uauv mercados glf>b:iles z;n:>recen las peores cbes de capralismo l G7 menos habitables. Al_ mismo rJempo. el precio que deben pagar esas po cas sociedades lo sutcientem:nre ricas como para mantener su medio ambiente local habitable aumbmar; \' s a oesar de ello esas sociedades siguen imponiendo los COStes ~e la C~ntam~aCn y orros COStes sociales medioambientales sobre las empresas, los beneficios caern y el capira] erniQrar. ,

    'oua alrernativa que pueden adoptar las sociedades es la de aplicar polticas en las que el control de la contaminacin se pague direct~men~e con fondos pblicos. Pued~ que con esas medidas. co,nsigan proteger su medio ambiente local de 4lgunos tipos de degradacin, aunque no conseguirn aislarse del impaCro global de la contaminacin local de los pases ms pobres. Como demostr Chernobil, algunas clases de conta-minacin tienen un alcance m $y amplio.

    !

    1 EL LIBRE COJ'-fERCIO GLOBAL DJj:SREGULADO Y LA IvlO\'ILID.AD INTERNACIONAL DEL CAPITAL !

    Segn la teora clsica de~ libre comercio, el capital es inmvil. La doctrina de las ventajas compatarivas de Ricardo -que se sigue invocan-do regularmenre en defensa dd libre mercado global desregulado- dice que cuando las empresas o inJlusrrias compa~ativameme ineficiemes se reducen en un pas dado, otras \crecen y absorben el capital y el trabajo li-berados por las actividades en ~eclive. Dentro de cada pas comercial, el capital se desplazar hacia aqu~llas actividades econmicas en las que re-sulte ms productivo. La vem~ja comparativa de Ricardo se aplica inter-namente a las naciones comerctales, no externamente a las relaciones que mantienen entre ellas. Sgnific~ que, en un rgimen de libre comercio sin restricciones, la asignacin de qecursos ser productiva al mximo dentro de cada nacin comercial y pof lo tanto, por inferencia, en todo el mun-do. En la medida en que el m~ndo se convierta en un mercado nico, la eficiencia y la productividad d~ cada pas se vern maximizadas.

    Ricardo entendi que el ra~onamiento slo era vlido s el capital no tena una movilidad intemaciohal importante.

    1

    i [. .. ] la inseguridad imaginarfa o real del capital cuando ste no est bajo el control inmediato de su dheo, junto con la reticencia natural de todo

    1

    hombre a dejar el pas de SJ.l nacimiento y sus relaciones ponindose a l

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  • r-Falso amanecer

    merced. con todas sus cosr~mbres formadas, de un gobierno extrao y de nue\as leyes, limita la ~migracin del capital. Esws semim1entos, cuyo debilitamiento me apfnara. inducen a la mayor pane de los pro-pietarios a conformarse coin una baja tasa de beneficios en su propio pas. en lugar de b~scar un [empleo ms ventajoso para su riqueza en na-ciones extranjeras.' [

    El contraste entre la neclsidad terica de tener un libre comercio global sin restricciones y las ~ealdades del mundo de fines del siglo XX necesita pocos comentarios. Quando el capital es mvil, busca1.' ventajas absolutas emigrando a pases ~on los costes medioambientales y sociales ms bajos posibles para las en? presas y donde se puedan obtener los ma-yores beneficios. Tamo en la t~ora como en la prctica, el resultado de la movilidad del capital global b el de invalidar la doctrina de la ventaja comparativa de Ricardo. Sin e/mbargo, sobre esa base endeble se apoya el edificio del libre comercio gl~bal desregulado.4

    argumento contra la liqenad global sin restricciones en comercio y en movimientos de capital nq es fundamenta1'Deme de cipo econmico, sino ms bien que la econom~ debera servir a las necesidades de la socie-dad, y no la sociedad a los im~erativos del mercado. En trminos estricta y estrechamente econmicos, es cieno que un mercado libre global es in-creblemente productivo. De Ia misma manera, en la lucha emre las eco-nomas de libre mercado y lo~ sistemas de mercado social, los libres mer-cados suelen tener una produtrividad superior. No hay demasiadas dudas de que el libre mercado es el Jipo de capitalismo ms econmicamente efi-ciente. Para la mayor parte d9los economistas, esto cierra la caesti.n. Sin

    ! 3. Ricardo, David, On the ~rnc~vles of Political Economy and Taxation, Har-

    monclsworth, Penguin, 1971, pg. b5. 4. Como seala Mchael Poriter en su va clsica The Competitive Ad-.Jantage o/

    Nations, Londres, Macrnillan, 199p, pg. 12:. . Una exposicin pionera reciente de la teora de las ventajas comparativas es la de Dombusch, R.; Fisher, S. y Samu4son, Paul, , American Economic Reew,

    vol. 67, diciembre de 1977. pgs. $23-839. !

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    De cmo los libres mercados globales favorecen las peores clases de capiraiismo 109

    embargo, lo que las economas sociales de mercado hacen no es. en modo alguno, irracional. La prctica japonesa de emplear trabajadores que no son econmicamente productivos en diversas ocupaciones que requieren escasas habilidades no es ni poco razonable ni ineficiente, con tal de que uno de los criterios de eficiencia por el que se juzgue esa poltica sea el de mantener la cohesin social evitando el desempleo masivo.

    Como algunos economistas han admirido siempre, la persecucin de la eficiencia econmica sin tener en cuenta los costes sociales es en s mis-ma irracional y, en efecto, prioriza las demandas de la economa sobre las necesidades de la sociedad. Esto es precisamente lo que impulsa la com-peticin en un libre mercado social. La indiferencia a.11te los costes socia-les, que es una deformacin profesional de los economistas, se ha conver-tido en un imperativo de todo el sistema.

    Las ineficiencias econmicas de las restricciones sobre el libre co-mercio son tan manifiestas que todo aquel que se muestre crtico con el libre comercio global desregulado es fcilmeme acusado de ignorancia econmica.5 Pero el argumento econmico para un libre comercio global desregulado obliga a hacer abstraccin total de las realidades sociales. Es cierto que las restricciones sobre el libre comercio global no mejora-rn la productividad, pero alcanzar la mxima productividad a expensas de la destruccin social y de la miseria humana es un ideal social y peligroso.

    Los LIBRES .MERCADOS GLOBALES Y LOS SALARIOS QUE CAEN

    Cuando el capital es tan mvil como en la actualidad, tender, si el resto de los factores se mantiene invariable, a gravitar hacia los pases cu-yos trabajadores ganen los salarios ms bajos en trminos absolutos. Claro que es muy raro que los dems factores no varen, especialmente los costes en que las empresas incurren y que no corresponden a los costes del tra-

    5. tsta es la estrategia de los argumentos de dos notorios amores contemporneos que defienden el libre comercio global sin restricciones: Irwin, Douglas A., .4gainst the Tide: An Intellectual History o/ Free Trade, Princeton, Princeton Dniversity Press, 1996 y Krugman, Paul, Pop Internatonalsm, Cambridge, Mass, MIT Press, 1996. Vase una versin moderna clsica de la teora de las ventajas comparativas en Ohlin, Betil, lnterre-gional and Intemational Trade, Cambridge, Mass, Harvard University Press, 1933.

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  • 11 O Falso amanecer

    bajo. La calidad de la infraestructura y de los servicios en los diferentes pases vara considerablemente, as como los costes y los riesgos asociados a la inestabilidad poltica, al imperio de la ley local y a la corrupcin. La educacin de la fuerza de trabajo, la ubicacin de la planta, los costes de transporte, el contexto poltico y muchos otros factores son importantes.

    Los salarios bajos de algunos pases, por ejemplo los de frica cen-tral y oriental, reflejan el hecho de que esos pases son emplazamientos poco atractivos para el capital productivo. Los salarios altos de otros, como Singapur, reflejan sus excelentes niveles educativos de la fuerza de trabajo, un imperio de la ley incorrupto y una situacin poltica estable.

    Los costes de trabajo perca pita para Osrarh -la compaa de origen alemn que es la segunda mayor productora del mundo de bombillas elctricas-, para producir bombillas elctricas en China, equivalen a ia quinta parte de sus costes en Alemania, pero hay que multiplicar por treinta y ocho el nmero de personas necesarias para producir el mismo nmero de ellas. Con este ejemplo, vemos que los costes per capita ms bajos del trabajo barato son contrarrestados con creces por las capacida-des y los niveles de produccin ms bajos.6

    Adems, los niveles salariales de toda economa se determinan en el mercado de trabajo interno, no a partir de los niveles salariales de otros pases. El taxi al que me subo en Piccadilly no compite con los taxis de Labore. Sin embargo, cada vez son ms las cpacidades cuyo precio se fija a nivel global. Muchos servicios pueden exportarse all donde el tra-bajo necesario para realizarlos es ms bararo, como ha ocurrido con las lneas areas que transfirieron la confeccin de billetes y la tenedura de libros a la India. Pero la mayor parte de los salarios se siguefijando en los mercados internos.

    El declive de la capacidad negociadora de los trabajadores en los pai-ses del opulento Norte no proviene slo del libre comercio global. Pen-sarlo sera exagerar el impacto del comercio internacional y de los flujos de capital en las economas nacionales. El desempleo en los pases avan-zados es demasiado importante como para ser atribuido nicamente al comercio con pases con salarios bajos.

    Las nuevas tecnologas y la prdida de especializacin de una parte , de la poblacin debido a una educacin inadecuada son causas funda-

    6. Sobre esta comparacin, vase Marsh, Peter, A shifr ro flexiblity, Financia! Times, 21 de febrero de 1997.

    1 De cmo los libres mercados glpbales ia,oreccn las peore;; cbses de capitalismo 111

    i 1

    mentales del desempleo a larg~ plazo en las sociedades occidemales avan zadas. Las crecientes desigualqades en las rentas se han amplificado debi-do a la desregulacin del meriado de trabajo y a las polticas impositivas neoliberales, pero la causa deffondo de la cada salarial y del desempleo creciente es la expansin mun/dial de las nuevas tecnologas.

    1 Las economas recemememe industrializadas v las antic-uas econo-

    mas industriales no pueden ~lasificarse en catego~as sencillas, homo-gneas y mutuamente excluy~ntes en lo que respecta a los salarios. En algunos pases reciemement~ industrializados, como Corea del Sur, Taiwn y Singapur, los salariar correspondientes a muchas ocupaciones son ms alros que en algunqs pases avanzados, especialmente Gran Bretaa Y Estados Unidos. ~se es el motivo por el que los desplaza-mientos Sur-Norte por part~ de las multinacionales asiticas, que se instalan en regiones de trabajo barato en el primer mundo, no son in-frecuentes en la actualidad. 1

    La decisin, a principios ~e 1997, del conglomerado empresarial co-reano Lucky Gol_~srar de insrflar una fbrica en Newport, Gales, dio lu-gar a la exportacJOn de emple;os desde Corea a una regin europea per-teneciente hasta entonces al primer mundo que tiene salarios bajos y bajos costes de trabajo extras~ariales. (Recibi un subsidio considerable del gobierno britnico como /estmulo.) Un ao ames, Roi:J.son traslad sus instalaciones de producci~n de mecheros desde Corea a Gales y aho-rr casi un 20% en costes salriales.7

    Estos ejemplos muestran ~ue ya no son las fuerzas de trabajo del pri-mer mundo las que ms sufre$ el impacto del laissezjaire global sobre la seguridad laboral. Como de~ostr la manifestacin masiva de trabaja-dores en Sel, en enero de 19C}7, la reduccin en la seauridad alobal es un f 1 b b enmeno mundial. 1

    Tampoco los pases del J,rimer mundo son homoaneos en lo que 1 b

    respecta a los costes laboralesj Los salarios que la Siemens paga a sus tra-bajadores alemanes son altos, [pero ello es en parte porque, debido a una educacin y a una preparaci?n laboral muy superior, la productividad de los tra?ajador~ alemanes d9 Siemens es de alrededor del doble que la de los trabaJadores ae las planta~ estadounidenses. 8

    1

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    1

    7. Cometo low-wage Wales>>,/lndependent, 13 de enero de 1997. B. Sobre esta comparacin, v~e Marsh, Peter, , Financia!

    Times, 21 de febrero de 1997. 1

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    !!2 Falso am;~nc:c,-r

    S. b ' ' . 1 J ' ; m em arQo, una con.:.ettuenCia de Jbre comercio cgJOb2.1 des regula-do ser, de rod-os modos, la Jeduccin de los salarios de-los trabajadores -especialmente los operaribs manufactureros no especializados- de los pases avanzados. Si se lclvaman las barreras al comercio internacio-nal, el precio de los factores( de produccin, incluyendo el trabajo, ten-der a convergir. Es lo que ~os economistas llaman la ecualizacin del factor precio, y es a esto a]~ que se refieren cuando hablan de un futu-ro en el que tu salario se fijdr e1 Pekn.9

    1

    Las nuevas tecnologas pe la informacin hacen que muchos bie-nes, incluyendo una gama d servicios cada vez ms amplia, se produz-can en pases en desarrollo 4 unos costes que slo son una fraccin de los costes de trabajo en que l~s empresas incurriran s los bienes se pro-dujeran en sociedades induJtriales ms maduras. Como sucintamente

    1

    lo expres la Organizacin +nternacional del Trabajo: Las Gecisiones actuales sobre los emplazan\entos estn en estrecha sinton.a con los costes de trabajo. 10 sta es hna verdad importante. La teora de Ricar-do, en la que el capiral slo lera mvil dentro de su pas de origen y la produccin era prctcameJre inmvil a nivel internacional, ha deja-

    1 do de ser relevante. 1 Nuestro mundo difiere drl de Ricardo en otro aspecro fundamemal:

    las tasas de crecimiento de la) poblacin en los nuevos pases industriali-zados aumentan rpidamente. Esto refuerza la presin del libre comercio global desregulado para quebajen los salarios en las economas indus-triales maduras. En la mayor parte de stas, las tasas de crecimiento de la poblacin son bajas y el trabqjo -al menos el trabajo especializado- es un recurso escaso que exige ~na recompensa. En muchos pases recien-temente industrializados, en los que la poblacin est creciendo con ra-pidez, la oferta de trabajo --kciuyendo algunas clases de trabajo esoe-cializado-- es prcticamente f,agotable. .

    Cuando el crecimiento d~ la poblacin es tan desigual, el trabajo en los nuevos pases industrializ$dos opera en detrimento del trabajo en las economas industriales madu+s. En d momento en que el capital y la pro-duccin circulan libremente fOr el mundo, tienden a quedarse all don-de el trabajo es ms abundante y menos caro. En la actualidad, pueden

    1

    9. Freeman, R,

  • 114 Falso amanecer

    a bajo cosre. Las nuevas Iecnologas eje;c~n una presin hacia la baj~ en los inaresos de muchas ocupaciones incluso en ausenoa de un hbre mercado global. La sustitucin de tecnologa por trabajo humano crea unos dile~as que ninguna sociedad (excepto, quiz, Japn) ha conse-

    .d l 13 gm o reso ver. . , _ , Ricardo reconoci que las innovaciones tecnologrcas podnan des-

    truir empleos. No comparta la moderna creencia segn la cual de los efectos colaterales de las nuevas tecnologas, surgiran automticamente nuevos empleos. Como l mismo seal, del descubrimiento Y el us? de maquinaria puede esperarse la disminucin del producto b~to, Y siem-pre que ello ocurra resultar perjudicial para la clase trabaa~ra, dado que algunos perdern el empleo y llevar a parte de la poblaoon al paro [ .. .} la opinin que mantienen las clases trabajadoras de que el empleo de maquinaria es a menudo negativo para sus intereses no est fundada ~n prejuicio ni error, sino que es conforme a los principios correctos de la economa poltica. 1 ~

    Como se ha sealado, el capital emigrar a los pases en los que los bienes para los consumidores de los pases ricos puedan producirse con los costes de trabajo ms bajos, 15 y stos rara vez sern los pases en los que los bienes se consumen. Como ha comentado \XTilliam P~a~,, evi-dentemente no es ninuna coincidencia que el poder de negocracron del

    ~ .

    sindicalismo occidental haya sufrido un declive Lrnportante y progres1vo desde que empez 1~ globalizacin. Hasta los aos setenta, la inversin en general estaba confinada al trabajo local de produccin para un n:er-cado nacional. Cuando result no slo posible desde el punto de VISta tecnolgico sino tambin econmicamente ventajoso manufacturar bie-nes para consumidores de pases ricos en lo_s mercados de t~abajo pobres y desregulados de Asia, l1mrica latina o Africa, los trabaJadores de los

    .;,~ 13. Al respecro, vase Rifk.in, Jeremy, The End ofWork: The Decline o/ the Global tabor Force and tbe Dawn of the Post-Market Era, Nueva York, G. P. Putnam, 1995.

    14. Ricardo, David, Principies of Poltica! Economy and Taxation, Londres, J. M. Dent, 1991, pgs. 266-267. Vase una argumentacin ms reciente que apoya la de Ri-cardo en Samuelson, Paul, Mathemarical vindicarion of Ricardo on machinery, Jour nal of Politzeal Economy, vol. 96, 1988, pgs. 274-282 y Samuelson, P., Ricardo was right!, en Scandinavan Journal o/Economics, voL 91, 1989, pgs. 47-62.

    15. Vase Minford, Patrick, Free trade and long wages- srill in the general nte- rest>>, Journal des Economistes et des tudes Humaines, voL 7, no 1, marzo de 1996, pgs. 123-129.

    De cmo los libre!; mercadof globales b:orecen las peores cbses de capitalismo !15

    i pases avanzados perdieron\su capacidad de negociacin. 1'' Varios esru-dios acadmicos han corroBorado esta observacin_~~

    En los paises del prime~ mundo, lo que ha eclipsado el poder del rra-bajo organizado es la combi~acin sin precedentes de los cambios tecno-lgicos veloces y la libenad global en comercio y movimienros de capital, ~on la desregulacin del mekado de trabajo en las sociedades industria-les avanzadas y el rpido cre~imiento de la poblacin en los pases en de-sarrollo. i

    '

    LOS MERC\DOS LIBRES GLOB;!LES Y LA DESAPARICIi'\ DE LA SOCIALDEMOCRACIA \,

    1

    Los socialdemcratas de\ Gran Bretaa y de otros pases europeos que imaginan que las econo~as sociales de mercado con las que estn familiarizados pueden reconcUiarse con un libre mercado global, no han

    1 . -

    entendido las nuevas crcunst~ncias en las que se encuemran las socieda-des industriales avanzadas. 1

    Las economas sociales d~mercado se desarrollaron en un nicho eco-nmico especial. Su destino d

    1 el de ser transformadas o destruidas por la

    industrializacin de Asia y por\ la entrada a los mercados mundiales de los pases poscomunistas. \

    Las consecuencias de co~perir con pases en los que se ha impuestO un rgimen de desregulacin, pe impuestos bajos y de reduccin del Es-tado de bienestar son las de u~a armonizacin forzosa a la baja de las po-

    I

    16. Pfaff, William, Job securiJ is disapp~ring around the world, lnternational Herald Tn.bune, 8 de julio de 1996, p~g. 8.

    17. Vase Wood, Adrian, North\South Trade, Employment and Inequality- Chan-ging Fortu~es in a Skill-Driven Worl~, Oxford, Clarendon Press. 1994 y How trade huns unsk.lled workers, en ]oumal ~/Economic Perspectives, vol. 9, no .3, pgs. 57-80. Vase tambin Minford y otros, , en Snower y de la Dehesa

    ~omps.l, Unemployment Policy, Lon~res, Centre for EconomiC Policy Research, 1996. .i::.xlSte un contraargumenro que subraya la imponancia de los comroles a la inmigracin como medio por el que los Esrados-n~ciones puedan proreger a sus trabajadores conrra la competicin globalizada, especialmF,re en el sector de los servicios no comercializa-bies. Segn este punto de vista, la glolJ,alizacin del trabajo estaba ms avanzada a fina-les del siglo XIX que en la actualidad. {lase Cable, Vincem, Daedalus, vol. 124, no 2, ju-nio de 1995. '

  • .,..-,

    116 Falso amanecer

    i lticas en los Estados que ma~tienen economas sociales d:: mercado. Las polticas que llevan a la desre~ulacin del mercado de trabajo y al recor-te de la asistencia pblica se Jdoptan como esrrategias defensivas en res-puesta a polticas aplicadas in otros pases. La competicin impositiva entre Estados avanzados llev4 a agotar las finanzas pblicas y hace que el Estado del bienestar resulte hconmicamente inviable. Como seal un

    1

    editorial del Financia! Timesj i\l erosionar la base de ingresos, la com-peticin imoosi