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AÑO XVI -- TOMO VIII -- MEXICO, D. F. -- MARZO 22 DE 1968 -- NO. 186 REGISTRADA COMO ARTICULO DE SEGUNDA CLASE EN LA ADMINISTRACION DE CORREOS Nº. 19 DE MEXICO, D. F. EL DIA 4 DE FEBRERO DE 1953 REVISTA MENSUAL ILUSTRADA ORGANO OFICIAL DE LA LEGION DE CRISTO REY Y SANTA MARIA DE GUADALUPE - VETERANOS DE LA GUARDIA NACIONAL (CRISTEROS) AÑO I. 2A. EPOCA. MEXICO, D. F. AGOSTO de 1952 No. 1 Organo oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe. Veteranos de la Guardia Nacional (Cristeros) Testimonios estimonios estimonios estimonios estimonios de la Cristiada de la Cristiada de la Cristiada de la Cristiada de la Cristiada Testimonios estimonios estimonios estimonios estimonios de la Cristiada de la Cristiada de la Cristiada de la Cristiada de la Cristiada Fuente: Revista cristera «DAVID» 2ª Epoca: Agosto 1952-Marzo 1968 C. General Don. Aureliano Acevedo Robles Parte II: Relatos Cristeros con relación a los actuales Decanatos de la Diócesis de San Juan de los Lagos 1985 1989 1972 1982 1995 Jubileo 2000 2002 San Juan de los Lagos, Jal. Mayo de 2002 Nº 238 Pastoral Pastoral Pastoral Pastoral Pastoral Boletín de Año Santo Revista Diocesana Mensual

1972 Año Santo Pastoral · 2020-04-28 · Lujosa. Benjamín Padilla. Dionisio Padi-lla. Everardo Padilla. José Pérez González. 1. Ramón Martínez Espinoza. Muere acribillado,

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Page 1: 1972 Año Santo Pastoral · 2020-04-28 · Lujosa. Benjamín Padilla. Dionisio Padi-lla. Everardo Padilla. José Pérez González. 1. Ramón Martínez Espinoza. Muere acribillado,

AÑO XVI -- TOMO VIII -- MEXICO, D. F. -- MARZO 22 DE 1968 -- NO. 186REGISTRADA COMO ART ICULO DE SEGUNDA CLASE EN LA ADMIN ISTRACION DE CORREOS Nº . 19 DE MEXICO, D . F . EL D IA 4 DE FEBRERO DE 1953

REVISTA MENSUAL ILUSTRADA ORGANO OFICIAL DE LA LEGION DE CRISTO REY Y SANTA MARIA DE GUADALUPE - VETERANOS DE LA GUARDIA NACIONAL (CRISTEROS)

AÑO I. 2A. EPOCA. MEXICO, D. F. AGOSTO de 1952 No. 1

Organo oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María deGuadalupe. Veteranos de la Guardia Nacional (Cristeros)

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TTTTTestimoniosestimoniosestimoniosestimoniosestimoniosde la Cristiadade la Cristiadade la Cristiadade la Cristiadade la Cristiada

Fuente: Revista cristera «DAVID»2ª Epoca: Agosto 1952-Marzo 1968

C. General Don. Aureliano Acevedo Robles

Parte II: Relatos Cristeros con relación a los actuales Decanatosde la Diócesis de San Juan de los Lagos

123456789012345678901234567890121234567890121234567890123456789012345678901212345678901212345678901234567890123456789012123456789012123456789012345678901234567890121234567890121234567890123456789012345678901212345678901212345678901234567890123456789012123456789012123456789012345678901234567890121234567890121234567890123456789012345678901212345678901212345678901234567890123456789012123456789012123456789012345678901234567890121234567890121234567890123456789012345678901212345678901212345678901234567890123456789012123456789012

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Jubileo 20002002

San Juan de los Lagos, Jal. Mayo de 2002 Nº 238

PastoralPastoralPastoralPastoralPastoralBoletín deAño Santo

Revista Diocesana Mensual

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Centro Diocesano de PastoralMorelos 34.Apartado Postal 21Tel. (3) 785-0020 Fax. (3) 785-0171Correo-E: [email protected] San Juan de los Lagos, Jal.

1234567890123456789012345678901212345678901234567890123456789012345678901234567890123456789012123456789012345678901234567890123456789012345678901234567890121234567890123456789012345678901234567890123456789012345678901212345678901234567890123456789012345678901234567890123456789012123456789012345678901234567890

Responsable:

Presentación ............................................................................................................................ 1

Lista de alteños muertos en la cristiada (por decanatos) .................................................... 2

Relatos Cristeros con relación a los actuales Decanatosde la Diócesis de San Juan de los Lagos.

DECANATO I (SAN JUAN) ....................................................................................................... 111.- Natividad Herrera «El niño de la canica». 2.- Padre Esqueda. 3.- Los héroes de

«los Altos». 4.- Capellán cristero Sr. Cura Ramón Pérez Viramontes. 5.- CapellánCristero, Sr. Cura Pedro R. Rodríguez. 6.- Dn. Andrés Nuño. 7.- Sr. Cardenal Dn.José Garibi Rivera. 8.- Padre Pablo García.

DECANATO III (TEPATITLAN) ................................................................................................. 241.- Combate de Tepatitlán. 2.- Lic. Anacleto González Flores «el Maestro».

3.- Lic. Miguel Gómez Loza. 4.- J. Jesús Márquez. 5.- Padre Tranquilino Ubiarco.

DECANATO IV (ATOTONILCO).............................................................................................. 371.- Atotonilco el Alto, cristero. 2.- Cristeros de Atotonilco el Alto.

3.- Contingente de Sangre de Atotonilco el Alto. 4.- Sr. Abraham Dueñas.5.- Gral. Lauro Rocha G. 6.- Martirio del Padre Sabás.

DECANATO V (ARANDAS) ...................................................................................................... 451.- Concentración en Los Altos. 2.- Muerte de un gran Cristero. 3.- «Siervo de Dios»

Luis Padilla. 4.- P. J. Reyes Vega.

DECANATO VI (JALOSTOTITLAN) ......................................................................................... 501.- Coronel José María Ramírez. 2.- La muerte de un héroe en el combate de San

Miguel el Alto. 3.- Sr. Cura Toribio Romo. 4.- Cristero Dionicio Hernández.

DECANATO VII (YAHUALICA)................................................................................................ 601.- Sr. Cura Román Adame.

DECANATO VIII (SAN JULIAN) .............................................................................................. 611.- Regimiento «San Julián». 2.- Cristero Cecilio Cruz. 3.- Jalpa de Cánovas, Gto.

4.- Padre Pedro González (Jalpa, Gto.) 5.- Padre Julio Alvarez. 6.- Luis MuñozEstrada. 7.- Monumento «alteño» a Jesucristo Rey. 8.- Monumento a Cristo Rey,en el corazón de “Los Altos” 9.- Segunda peregrinación a Pacheco, Los Altos.

DECANATO IX (AYOTLAN). .................................................................................................... 701.- P. Aristeo Pedroza. 2.- Tercer regimiento de Ayo.

VARIOS:Algunos compromisos misioneros del X CONIAM ............................................................ 76

Onomásticos, Defunciones y Aniversarios de Ordenación de Mayo .............................. 78

Ordenaciones y Cantamisas ....................................................................................................... 80

Agenda de Mayo ............................................................................................... Contraportada

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LA CRISTIADA

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PresentaciónNuestra Revista y su Nombre

deada y propuesta de viva voz por elExcmo. y Revmo. Sr. Dr. D. Manuel J.Yerena, dignísimo Segundo Obispode Huejutla, nació, el 19 de Diciem-bre de 1951, en Coyoacán, D.F., la

Legión de Cristo Rey y Santa María deGuadalupe, que cambió su nombre, en la Pri-mera Convención General, por el de historialglorioso y ya consagrado: Guardia Nacional.

Al crearse la Asociación de los supervivien-tes del heroico Movimiento Cristero, de suscolaboradores y simpatizantes, se pretendióla consecución de dos fines globales; primero:continuar en forma pacífica y organizada lalucha por el Reinado Social de Cristo; y segun-do: reivindicar la verdad del Movimiento y lamemoria de los caídos. Y como lazo de uniónentre los socios. Como órgano de la Asocia-ción, se acordó el establecimiento de unarevista.

Tal propósito viene realizándose, desdeagosto de 1952, merced a la protección mani-f iesta de Cristo Rey y Santa María deGuadalupe, y a la ayuda desinteresada denuestros consorcios y simpatizadores de nues-tra humilde publicación.

(Página 197 Tomo II)

Al Venerable Episcopado MexicanoSabemos que en una de las últimas reunio-

nes del Venerable Episcopado Mexicano setomó el acuerdo de que en cada Diócesis senombraran comisiones encargadas de reunirdatos sobre la vida, obra y muerte de los cató-licos que fueron sacrificados durante la Perse-cución Religiosa, para hacer un estudio encada caso; y, si se encuentra que llena losrequisitos canónicos exigidos, tramitar ante laSanta Sede su proceso de Beatificación.

Dado que uno de los principales fines denuestra Agrupación y de nuestro Boletín fuéese precisamente: recabar datos sobre nues-tros héroes y nuestros mártires; del modo másatento y respetuoso rogamos a losExcelentísimos y Reverendísimos SeñoresArzobispos y Obispos se sirvan tener en cuen-ta que estamos en la posibilidad de aportar los

datos que tenemos y los que reunamos, con eldeseo de colaborar con esas Comisiones parael logro de los fines propuestos.

(Página 329 Tomo II)

PresentándonosComo muchos de nuestros lectores saben

ya, con motivo de la celebración del XXVAniversario de la iniciación del MovimientoCristero, se tomó el acuerdo de formar la“Legión de Cristo Rey y Santa María deGuadalupe”, para agrupar en ella no sólo aquienes empuñamos las armas en aquellagesta gloriosa sino a todos los que de una uotra manera, cooperaron con nuestro Movi-miento, así como a los hijos de los cristeros ya los jóvenes que al conocer las hazañas delos que se sacrificaron por la causa de CristoRey en México, sientan correr por sus venas elmismo ideal que animó a nuestros heroicosluchadores. Nuestra Agrupación no es bélica,política ni religiosa, sino la reunión de viejoscamaradas que tornan a estrecharse las ma-nos y a convivir para recordar el pasado yproyectarlo hacia el futuro.

Como lazo de unión y para cumplir con esefin, vuelve a publicarse DAVID el inolvidable“Boletín” que en una época fuera el órganooficial del Movimiento Cristero.

DAVID viene dispuesto a rectificar los erro-res que, de buena o mala fe, se han venidodivulgando sobre el Movimiento Cristero ysobre las personas que en él tomaron parte enuna de las más gloriosas páginas de la historiade México.

(Páginas 1 y 2 del Tomo I)

Nota 1: Hemos ofrecido estos «Testimonios de laCristiada» en 2 boletines. Primer Boletín: El Mo-vimiento Cristero (Bol. 227). Segundo Boletín(Bol. 238): La Cristiada en la zona donde actual-mente es nuestra diócesis de San Juan de los Lagos(por decanatos).

Nota 2: Fe de erratas: En el Boletín 227, pág. 78, No.38 “Sacerdotes, hijos de cristeros” aparece undato equivocado que ahora rectificamos: + JUANPEREZ, hijo de D. Constancio Pérez Mena, Jefedel grupo de San Diego de Alejandría, Jal.

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Lista de alteños muertos en la cristiada(por decanatos)

Lista proporcionada porel Sr. Pbro. Nicolás Valdésen la Revista “David”, y ac-tualizada por el P. Juan Car-los González Orozco. El ob-jetivo es completar la lista,mediante testimonios de per-sonas de la comunidad; y lue-go identificarlos mediante loslibros de bautismoparroquiales u otros medios.Es bueno conservar la me-moria de nuestros mártires,regalo de Dios para esta Dió-cesis. 1er Decanato (62)1.1.- San Juan de los Lagos(66)1.2.- Santa MaríaTranspontina (1)2º Decanato (99)2.1.- Lagos de Moreno (89)2.2.- Tlacuitapan (10)3er Decanato (34)3.1.- Tepatitlán (30)3.2.- Milpillas (1)3.3.- Acatic (1)3.3.- El Refugio (Paredones) (1)3.5.- Mezcala (1)4º Decanato (122)4.1.- Atotonilco (86)4.2.- Tototlán (35)4.3.- San Antonio de Fernández (1)5º Decanato (273)5.1.- Arandas (233)5.2.- Jesús María (38)5.3.- San José de la Paz (1)5.4.- Santiaguito (1)

6º Decanato (114)6.1.- Jalostotitlán (23)6.2.- San Gaspar (3)6.3.- San Miguel el Alto (37)6.4.- Valle de Guadalupe (44)6.5.- Mirandillas (7)7º Decanato (8)7.1.- Yahualica (8)8º Decanato (77)8.1.- San Julián (25)8.2.- Jalpa de Cávonas (16)8.3.- San Diego de Alejandría (31)8.4.- Unión de San Antonio (5)9º Decanato (76)

Casa de Pastoral Juan Pablo IICasa de Pastoral Juan Pablo IICasa de Pastoral Juan Pablo IICasa de Pastoral Juan Pablo IICasa de Pastoral Juan Pablo IISan Juan de los Lagos, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.

9.1.- Ayotlán (72)9.2.- Betania (3)9.3.- Degollado (1)10º Decanato (146)10.1.- Capilla deGuadalupe (31)10.2.- Pegueros (6)10.3.- San Francisco deAsís (37)10.4.- San Ignacio CerroGordo (42)10.5.- San José de Gracia(25)10.6.- La Purísima (2)Sin identificación de lu-gar (147)- De los Altos de Jalisco(124)- Del Norte de Jalisco (23)Total de Alteñosmuertos en la cristiada:«1210»

DECANATO 1

San Juan de los Lagos (66)San Pedro Esqueda (P.D.P. 70-

71) (+ 22-XI-1927). J. NatividadHerrera Delgado (P.D.P. 84-86)(+ 7-XI-1926). Vicente Brizuela(+ 1926). Patricio Gutiérrez(+ 1926). Ramón Martínez(+ 1926). Francisco Muñoz(+ 1926). J. Guadalupe Ruiz(+ 1926). Sebastián Silva (+ 1926).Jefe Lucío Huerta (+ 1928). JuanPadilla (+ 1928). Ranulfo Padilla(+ 1928). Juan el Sanjuanero(+ 1928). Benito González(+ 1929). J. Guadalupe Anaya. Cla-

Casa de Pastoral Juan Pablo IICasa de Pastoral Juan Pablo IICasa de Pastoral Juan Pablo IICasa de Pastoral Juan Pablo IICasa de Pastoral Juan Pablo IISan Juan de los Lagos, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.

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ro de Anda. J. Guadalupe González. J. CruzLujosa. Benjamín Padilla. Dionisio Padi-lla. Everardo Padilla. José PérezGonzález.1. Ramón Martínez Espinoza.

Muere acribillado, a la edad de 30años, en San Juan de los Lagos, a las10:15 de la mañana, el 7 de noviembrede 1926, con ocasión de la peregrina-ción de Caballerías a San Juan de losLagos.2. José Guadalupe Ruiz Valtierra.

Fue muerto a la edad de 42 años, alahuyentar a los Federales, en San Juan de losLagos, el 7 de noviembre a las 10:15 de la mañana.3. J. Natividad Herrera González

Conocido por «El niño de la canica». Muere a laedad de 15 años, el día 7 de Noviembre de 1926, a las10:15 de la mañana, por llevar en su sombrero elletrero de “Viva Cristo Rey”.4. Sebastián Silva Muñoz.

Muere acribillado, a la edad de 42 años, en labanqueta de Catedral (Monumento a Hidalgo) en SanJuan de los Lagos, el 7 de noviembre de 1926, a las 6de la tarde, con ocasión de la peregrinación de Caba-llerías a San Juan de los Lagos.5. José Pérez González.

Muere fusilado el 7 de Noviembre de 1926, en SanJuan de los Lagos, a la edad de 30 años. Ordenadoejecutar por el Mayor del 74 Regimiento de Caballe-ría Luis Crespo Cantú.6. José Patricio Gutiérrez Olivares.

Muere acribillado, a la edad de 42 años, en labanqueta de Catedral (Monumento a Hidalgo) en SanJuan de los Lagos, el 8 de noviembre de 1926, a las 6de la tarde.7. Vicente Brizuela Muñoz.

Muere el día 10 de Noviembre de 1926, en elrancho de Caballerías, a la edad de 16 años. Fueasistente a la peregrinación que vino a San Juan elsábado 6 de Noviembre de 1926.8. Francisco Muñoz Tostado.

Muere el día 13 de Noviembre de 1926, en elrancho de Caballerías, a la edad de 30 años. Fueasistente a la peregrinación que vino a San Juan elsábado 6 de Noviembre de 1926.9. N. (Nombre desconocido) apodado “El bolero”Murió en el primer enfrentamiento entre Cristeros y

el Ejército, en Maravillas, el 7 demarzo de 1927.10. Pablo CruzMurió en Loma de Matagorda,el 7 de marzo de 1927.11. Calixto BarrónEste cristero murió mientras fa-bricaba un explosivo, el 22 defebrero de 1928.12. Ramón Montes Cervantes

Murió el 7 de abril de 1928, a laedad de 16 años, en Verdolagas, a

manos de los soldados, por ser hijo delcristero Apolinar Montes.

13. Antonio Campos PadillaMurió en el rancho Coconacas, el 7 de mayo de 1928,

en un choque con los Federales.14. José CentenoFue muerto por los soldados, en el rancho de Olivares,

el 19 de octubre de 1928.15. Benjamín Padilla PadillaMuere el 19 de Octubre de 1928, en el Rancho de

Olivares.21. Juan Padilla PadillaMuere en combate en la Mesa del Azafrán, el día 23

de Diciembre de 1928, a las 8 p.m., a la edad de 25años.

16. Julio de la CruzFue ejecutado cerca del crucero a San Sebastián el 17

de noviembre de 1928.17. José CruzFue ejecutado cerca del crucero a San Sebastián el 17

de noviembre de 1928.18. Juan Lucio Jaramillo (de Zacatecas)Fue ejecutado cerca del crucero a San Sebastián el 17

de noviembre de 1928.19. Epifanio Macías (de San Sebastián)Fue ejecutado cerca del crucero a San Sebastián, el 17

de noviembre de 1928.20. Juan Hernández (de Mezquitic)Fue ajusticiado en la cárcel municipal, el 14 de

diciembre de 1928.21. Juan Padilla PadillaMuere en combate en la Mesa del Azafrán, el día 23

de Diciembre de 1928, a las 8 p.m., a la edad de 25años.

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22 Lucio HuertaAjusticiado en El Tecomate (entre

San José de los Reynoso y SanJulián) en 1928.

23. Ranulfo (Arnulfo) Padilla Ma-gaña

Ajusticiado en El Tecomate (entreSan José de los Reynoso y SanJulián) en 1928.

24. Juan “El Sanjuanero”Ajusticiado en El Tecomate (entre

San José de los Reynoso y SanJulián) en 1928.

25. Claro de AndaAjusticiado en El Tecomate (entre

San José de los Reynoso y SanJulián) en 1928.

26. Benito GonzálezAjusticiado en El Tecomate (en-

tre San José de los Reynoso y SanJulián) en 1928.

De los aproximadamente 300cristeros que aportó el Municipiode San Juan, durante los años 1926-1929 se recuerdan los nombres de:27. Pánfilo Limón+ 29 octubre 1929, Cerro del Mesa

Redonda28. Jesús Macías+ 29 octubre 1929, Cerro del Mesa

Redonda29. Martín Díaz+ 31 octubre 192930. Cesareo Reynoso31. Vicente Brizuela Muñoz32. Cesareo Reynoso33. Juan García34. J. Guadalupe Anaya35. J. Guadalupe González36. J. Cruz Lujosa37. Dionisio Padilla38. Everardo Padilla39. Gregorio Márquez40. Victoriano Damián «El Tuer-

to»41. Rafael González

42. Benjamín Esqueda43. Gil Pérez44. Zacarías García45. Ramón Solórzano «El Pollo»46. Andrés Gutiérrez47 Camerino N.48. José «el Guamanira»49. José Padilla50. Alejandro Guerrero51. Luis Muñoz Estrada52. Lucas Gutiérrez (condiscípulo

del P. Esqueda. muerto en To-rreón).

53. Fernando Pedroza54. Refugio Márquez55. José Rómulo Esqueda56. Anastacio Ruiz Pacheco57. Aurelio Sánchez58. Higinio Vázquez59. Gil Rodríguez60. Abel González61. Ubaldo Zermeño62. Jesús Zermeño63. Francisco Padilla Barba64. Juan Martín65. Román Ramírez66. Juan Sánchez67. Santos Morales68. Isidoro Martín69. José Sánchez70. Agustín Aguilera71. Apolinar Montes76. «El cuervo»77. Joaquín Reina78. P. Pérez Aldape79. Lucina ¿Ramírez?80. Pedro Velázquez84. Atanasio Quijas Barajas85. Vicente Rocha86. Teófilo Rocha81. Carlos82. Sixto83. Leuterio

61. Sóstenes62. Ricardo65. Felipe66. Agustín

Defensores de la feFueron tomados presos, el 18 de

noviembre de 1927, con ocasióndel “Martirio” del P. Esqueda:Presidente municipal:1. Sixto Pérez2. 6 señores3. 7 señoritas4. 2 señoras5. Sor Gertrudis del Espíritu Santo19 al 22 nov. 1927. Asistió al P.

Esqueda, con alimento, cuandoestuvo preso.

6. Pascuala Cervantes7 abril 1928. Fue llevada prisionera

por ser esposa del cristeroApolinar Montes

7. Dr. Manuel MonteroManifestó heroísmo en su labor

de curar heridos de uno y otro ban-do, por lo que sufrió valientementehasta morir envenenado en marzode 1929.

En esos años, muchas otras per-sonas perdieron la vida y sufrieronpersecuciones por la fe, como losmiembros de las asociaciones reli-giosas, sacristanes, catequistas, etc.8. Valeria Esqueda Ramírez (Hna.

del P. Pedro)9. Dolores Esqueda Ramírez (Hna.

del P. Pedro)10. Ma. del Refugio Sánchez11. Florentina Macías12. Juan Macías13. Sritas. Campos14. Vicente de la Torre15. Magdaleno Rocha Esqueda16. Profra. Rafaela Gutiérrez17. María de Alba18. Don Jesús Martínez de Alba

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Santa María Transpontina (1)Pbro. Pablo García (+ 1927) (B. de P. 82, pág. 25),

originario de San Diego de Alejandría.

DECANATO 2

Lagos de MorenoEstanislao Aguilar (+ 1927). José

Aguilar Zamores (+ 1927). J. ReyesArellano (+ 1927). J. Jesús Díaz(+ 1927). Antonio Escoto (+ 1927).Manuel García (+ 1927). PetroniloGómez (+ 1927). J. Cruz Gonzá-lez (+ 1927). José MaríaGonzález (+ 1927). GregorioHernández (+ 1927). CatarinoJiménez (+ 1927). Ten.Quirino Martínez (+ 1927).Manuel Mata (+ 1927). TenGabino Mena (+ 1927).Mena (+ 1927). JoséMendoza (+ 1927).Leandro Ortiz (+ 1927). José Tiñón (+ 1927). J. Tri-nidad Torres (+ 1927). J. Rosario Vázquez (+ 1927).J. Jesús Villalobos (+ 1927). Jefe Waldo ZermeñoMárquez (+ 1927). Leonardo Pérez Larios (P.D.P.49) (+ 1927). Delfino Aldana (+ 1928). J. SantosCollazo (+ 1928). Gregorio Díaz (+ 1928). NatalioEspinoza (+ 1928). J. Jesús Guevara (+ 1928). MelitónMartínez (+ 1928). José Rivas (+ 1928). FranciscoSoto (+ 1928). J. Félix Velázquez (+ 1928). AndrésAmador (+ 1929). García (+ 1929). Sabás Rodríguez(+ 1929). Camino Valadez (+ 1929). Magdaleno Alba(+ 1935). Pedro Alba (+ 1935). Cándido Gómez(+ 1935). Crescensio Gómez (+ 1935). Vidal Gómez(+ 1935). Epigmenio Limón (+ 1935). Pánfilo Li-món (+ 1935). Valentín Martínez (+ 1935).Vidal Mendoza (+ 1935). Leonardo Moreno(+ 1935). J. Félix Solís (+ 1935). RobertoVázquez (+ 1935). Justo Velázquez (+ 1935).Pedro Velázquez (+ 1935). BernardinoVelázquez (+ 1935). Manuel Villalobos(+ 1935). Cap. Martín Díaz (+ 1936). Cle-mente Aguilar. José Aguilar. Francisco Alba.Bonifacio Aldana. Pantaleón Anguiano. Car-los Arenas. J. Guadalupe Cedillo. RamónCuevas. J. Félix de la Rosa. Francisco Díaz.Manuel Díaz. Fonseca. José Franco. J. Silves-tre García. José García Ruiz. Juan Gómez.Pedro Gómez. Cándido González. AdriánJiménez. Celso Lara Macías. Gervasio Li-

món. J. Encarnación Marmolejo. J. Cruz Martínez.Florencio Martínez. J. Dolores Martínez. J. RefugioMartínez. Pedro Martínez. Antonio Martínez. CatarinoMedina. Juan Montelongo. J. Santos Nolasco. DoroteoPedroza. Juan Pedroza. Pablo Pedroza. Dionisio Re-yes de Jesús. J. Félix Rosas. Fernando Salas. LeonardoSalas. Emiliano Sánchez. J. Guadalupe Santoyo. Fran-cisco Sotelo. Juan Velázquez. Bruno Veloz. Cenobio

Veloz. Tomás Villa. Lorenzo Villalobos. PrudencioVillalobos. Santiago Villalobos y J. Santos.

TlacuitapanAnastasio Amézquita. Emilio Amézquita.

Antonio Campos. Roque Guerra. J. JesúsHernández. J. Reyes Olivares. Rodríguez.Tereso Salas. J. Jesús Zermeño y JuanZermeño.

DECANATO 3

Tepatitlán (30)San Tranquilino Ubiarco (P.D.P. 77)

(+ 5-X-1928) Siervo de Dios. AnacletoGonzález Flores (P.D.P. 82-83) (+ 1927). J. SaloméGonzález Flores (+ 1927). Ten. J. Jesús Márquez(+ 1927). Barbarito Cabrera (+ 1931). José Pérez(+ 1931). Benito Rodríguez (+ 1931). Miguel Arias.Cabo José María Baeza. Andrés Becerra. BartoloBecerra. Mucio Becerra. J. Isaac Fernández. GonzaloGonzález. Gerardo Iñiguez. Leopoldo Iñiguez. J.Guadalupe Márquez. Leonardo Márquez. JoaquínMartínez. Anastasio Mora. Gonzalo Navarro. J.Guadalupe Ortega. Angel Pérez. Felipe Pérez. J. CruzPérez. Pedro Pérez. Amado Ramírez. J. Jesús Vargas

y J. Félix Vázquez.Milpillas

Ten. Crel. JoséMaría Huerta

Acatic (1)J. Isaac Gutiérrez

(+ 1928).El Refugio (Pare-

dones) (2)Siervo de Dios

Lic. Miguel GómezLoza (+ 1928). Pbro.Elías Gómez Loza.

Mezcala (1)El Comisario de

Mezcala (+ 1927).

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DECANATO 4

Atotonilco (86)Enrique Gorostieta Velarde (+ 1929 en Hda. El

Valle). José Aceves (+ 1927). Anastasio Guzmán(+ 1927). Ten. Crel. Francisco López (+ 1927).Fortino Martínez (+ 1927). Manuel Peña (+ 1927).Angel Rizo (+ 1927). Benito Rodríguez (+ 1927).Anastasio Serrano (+ 1927). Plutarco Trejo (+ 1927).J. Trinidad Vázquez (+ 1927). Florentino Villalobos(+ 1927). Pablo Villaroel (+ 1927). Arnulfo Zúñiga(+ 1927). Luis Aguilar (+ 1928). J. Dolores Alcaraz(+ 1928). José María Alvarez (+ 1928). SalvadorDueñas (+ 1928). J. Trinidad Gaitán (+ 1928). Cap.1º Alejo González (+ 1928). Isidoro Jaso (+ 1928).Paulino López (+ 1928). J. Trinidad Padilla (+ 1928).Juan Rocha (+ 1928). Alfonso Sotelo (+ 1928). Pe-dro López (+ 1935). Gral. Lauro Rocha González(+ 1936). Juan Aceves. Manuel Aceves. J. JesúsAlvarez. Eustacio Andrade. Francisco Anguiano.José Anguiano. Alfredo Angulo. Martín Angulo.Juan Arias. Fortino Barajas. Antonio Camacho. JulioCuriel. J. Trinidad Cholico. Valente de la Cruz.Marcelino de la Torre. Manuel Delgado. Víctor Díaz.David Dueñas. Cabo José Dueñas. Manuel Dueñas.Sabás Dueñas. Donaciano González. Carlos Guarda-do. José Gutiérrez. Juan Juárez. Enrique Lomelí.Carlos López. Rafael López. Anastasio López.Feliciano López. Albino Luna. Jacinto Luna. RamónMaciel. Clemente Mendoza. Demetrio Mendoza.Mónico Mendoza. Tomás Murillo. Ten. José Nieves.J. Jesús Núñez. Severo Núñez. Valentín Núñez. Fran-cisco Núñez Hernández. Francisco Nuño.Hermenegildo Pérez. Juan Pulido. Petronilo Pulido.Ramón Reynoso. Celso Saldaña. Expedito Sierra.Pánfilo Silva. Sarg. Hilario Solorio. Crescencio To-rres. Andrés Trejo. Jenaro Trejo. J. Jesús Trejo.Román Trejo. Modesto Villalobos. J. Jesús Villarroely Marcelino Villarroel.

Tototlán (35)San Sabás Reyes Salazar (P.D.P. 72-74) (+ 13-IV-

97). José Aceves (+ 1927). Emigdio Alfaro (+ 1927).

Teófilo Alfaro (+ 1927). J. Inés Botello (+ 1927). J.Jesús Camacho (+ 1927). Mónico Camacho (+ 1927).Ignacia Castellanos (+ 1927). Esparza (+ 1927). JoséGarcía (+ 1927). Fermín Gómez (+ 1927). LucianoGonzález (+ 1927). Gregorio González (+ 1927).Porfirio Jacinto (+ 1927). Francisco Muñoz (+ 1927).Donaciano Ochoa (+ 1927). Piña (+ 1927). José Pu-lido (+ 1927). Juan Ramírez (+ 1927). Norberto Ra-mos (+ 1927). Leonardo Villanueva (+ 1927). LázaroVillarroel (+ 1927). Aurelio de la Torre (P.D.P. 79)(+ 1927). Vicente Nuño (+ 1928). Luis Olivares(+ 1928). Ildefonso Loza Márquez (+ 1929). AgustínGodínez (+ 1935). Roberto Camacho Aceves. Ma-nuel Cisneros. Pablo Flores. Primitivo López. J.Refugio Martínez. Donaciano Rico. IgnacioRodríguez. J. Refugio Rosas.

San Antonio de Fernández (1)Nabor Cruz (+ 1928).

DECANATO 5

Arandas (233)Siervo de Dios Luis Magaña Servín (+ 9-II-28).

Pbro. José Aristeo Pedroza (+ 1929) (B. de P. 82.Pág. 33). J. Jesús Arriaga (+ 1927). Juan Becerra(+ 1927). J. Encarnación Díaz (+ 1927). PedroFonseca (+ 1927). Antonio Franco (+ 1927). MartínFranco (+ 1927). Manuel García (+ 1927). PabloGarcía (+ 1927). Pedro García (+ 1927). ElíasGutiérrez (+ 1927). José Hernández (+ 1927). FelipeHuerta (+ 1927). Amado López (+ 1927). FranciscoLópez (+ 1927). José López (+ 1927). J. Santos López(+ 1927). J. Guadalupe Lozano (+ 1927). Rafael Lo-zano (+ 1927). Antonio Magaña (+ 1927). Luis Ma-gaña (+ 1927). Eutiquio Martínez (+ 1927). JuanNeri (+ 1927). Néstor Plascencia (+ 1927). J. JesúsRizo (+ 1927). Rafael Ruiz (+ 1927). Santiago Ruiz(+ 1927). Rosalío Servín (+ 1927). Salvador Servín(+ 1927). Cristóbal Velázquez (+ 1927). AlbertoZúñiga (+ 1927). Domingo Zúñiga (+ 1927). J. Refu-gio Zúñiga (+ 1927). J. Jesús Aceves Jaúregui (+ 1927a 1929). Luis Alba (+ 1928). José Aldana (+ 1928). J.Guadalupe Angel (+ 1928). J. Jesús Ascensio(+ 1928). Ramón Camarena (+ 1928). FranciscoCervantes (+ 1928). Francisco García (+ 1928). JoséGarcía (+ 1928). José González (+ 1928). J.Guadalupe Hernández (+ 1928). Brígido López(+ 1928). Rafael Muñoz (+ 1928). Ramón Neri(+ 1928). Pedro Ramírez (+ 1928). J. Jesús Soto(+ 1928). Antonio Tejeda (+ 1928). Severiano Galle-gos (+ 1929). Gral. Primitivo Jiménez (+ 1929). Eliseo

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Godínez (+ 1934). Antonio Ríos (+ 1934). FranciscoAceves (+ 1935 o 1936). José Aceves Jaúregui(+ 1935 o 1936). Antonio Hernández (+ 1936). Do-mingo Arias (+ 1937). Ramón Saenz Orozco (+ 1937).Pedro Valadez (+ 1937). Cap. 1o J. Jesús Macías(+ 1943). Juan Aceves. Pascual Aceves. Pedro Aguas.Cirilo Aguirre. José Alfaro.Cristóbal Alvarez. J. Buena-ventura Alvarez. Mayor J. Tri-nidad Alvarez. Juan Alvarez.Ladislao Alvarez. PascualAlvarez. Diego Alvizu.Cecilio Angel. FranciscoArámbula. J. RefugioAranda. Ten. SeveroArredondo. ApolonioArriaga. Delfino Arriaga.Florencio Arriaga. José Arriaga.J. Carmen Arriaga. Manuel Arriaga.Nicanor Arriaga. J. Refugio Ascensio.Juan Banda. J. Guadalupe. J. Trinidad Barba.J. Jesús Bautista. J. Trinidad Bautista. Cecilio Bolaños.Martín Camacho. Sabino Camacho. José Camarena.J. Jesús Camarena. Antonio Campos. David Campos.Gregorio Campos. Pedro Campos. J. Félix Castillo.José Cervantes. Tranquilino Cervantes. Cecilio Cruz.Vicente Chaírez. J. Santos de Alba. Dionisio deAnda. Vicente Díaz. Miguel Esquivel. RamónEsquivel. J. Cruz Flores. José Flores Jiménez.Anastasio Fonseca. Esteban García. Isidro García. J.Buenaventura García. Juan García. Justo García.Rafael García. Ramón García. Rito García. SecundinoGarcía. J. Jesús García Ramírez. Casimiro Garnica.Anastasio González. J. Santos González. PascualGonzález. Francisco Guardado. Estanislao Gutiérrez.Marcial Gutiérrez. Abraham Guzmán. Juan Guzmán.Santiago Guzmán. José María Hernández. J. Trini-dad Hernández. Librado Hernández. Octaviano Her-nández. Pascual Hernández. Pedro Hernández.Serapio Hernández. Tiburcio Hernández. J. JesúsHernández Plascencia. J. Jesús Hernández Turintzio.Felipe Huerta. Salvador Jaúregui. Cirilo Jiménez.Pedro Jiménez. Ignacio Jiménez Jiménez. AntonioLedesma. Sabino Ledesma. Abraham Limón. ClaudioLimón. Raimundo Limón. Rito Limón. AbundioLópez. Andrés López. Camilo López. Eugenio López.Sabino López. Cap. 1o J. Jesús López. Amado Loza-no. Florencio Lozano. J. Jesús Lozano. Juan Lozano.Otilio Macías. Rogelio Macías. Delfino Magaña. J.Refugio Magaña. Juan Magaña. Ramona Magaña.José Martínez. Paulín Martínez. Alejo Martínez.Feliciano Martínez. José Morales. J. Jesús Moreno.

Antonio Navarro. Cayetano Navarro. Cristóbal Na-varro. Francisco Navarro. Santiago Navarro. Anto-nio Navarro Galindo. J. Jesús Neri. J. GuadalupeNuñez. J. Refugio Olivares. José Ornelas. J. GuadalupeOrnelas. Braulio Orozco. Hilario Orozco. J.Guadalupe Orozco. Juan Orozco. Justo Orozco. Mi-

guel Orozco. José Pedroza. GumersindoPérez. Luis Plascencia. Salvador

Plascencia. J. Refugio Pra-do. Magdaleno Quiroz.Benito Ramírez. ManuelRamírez. Juan Reyes To-rres. Antonio Rizo. J. Car-men Rizo. J. ConcepciónRizo. Benjamín Rodrí-guez. José Rodríguez. J.Jesús Rodríguez. Pas-cual Rodríguez. J. JesúsRomo. Liborio Romo.Silverio Romo. JoséRosas. J. Jesús Rosas.

Roberto Ruiz. Timoteo Ruiz. J. Jesús Salazar. J. JesúsSánchez. Rafael Sánchez. Luis Soto. Agustín Tavares.Donaciano Tavares. Pablo Tavares. Antonio Torres.Francisco Torres. José Torres. J. Dolores Torres.Juan Torres. J. Guadalupe Valadez Limón. J. RefugioVarela. J. Guadalupe Velázquez. José Vivanco. Mi-guel Zúñiga y Juan Zúñiga Gómez. Angel y SantiagoHernández

Jesús María (38)Sarvelio García (+ 1927). Pascual Hernández

(+ 1927). José López (+ 1927). Rafael Pelayo(+ 1927). Miguel Ramírez (+ 1927). Tiburcio Valadez(+ 1927). Alfredo Vázquez (+ 1927). GermánVázquez (+ 1927). José Bombela (+ 1928). Cap. 1o

Cosme Herrera Valencia (+ 1928). Maurilio Pérez(+ 1928). Gral. Vicente Pérez (+ 1928). Julio Bustos(+ 1929). Marcelino Bustos (+ 1929). Luis Serratos(+ 1929). Marcial Avalos. J. Natividad Ayala. J.Jesús Barajas. Juan Barajas. Juan Domínguez. J.Jesús Gómez. José González. Román Hernández.Miguel López. Bernardino Llamas. Melendrez. Ma-yor J. Refugio Miranda. Ramón Plascencia. JoséMaría Porras. Aurelio Quiroz. Librado Ramos. Cap.2o J. Santos. José Salazar. Sra. Solís. León y EsposaTorres. Nicolás Vázquez y Antonio Villalobos.

San José de la Paz (1)Georgonio García Gallegos (+ 1929).Santiaguito (1)J. Jesús Villagrán (+ 1928).

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DECANATO 6

Jalostotitlán (23)San Toribio Romo González

(P.D.P. 75-76) (+ 5-II-1928).Ceferino Casillas (+ 1927).Ten. Salvador RamírezCasillas (+ 1927). J.Rosario Tostado(+ 1927). Ten.Luis González(+ 1928). RamónRamírez (+ 1934o 1935). CatarinoM a n r í q u e z(+ 1935). Gral. JoséMaría Ramírez Casillas (+ 1935).Miguel Romo (+ 1935). Florencio Tavares (+ 1935).Nemorio Aguirre (+ 1936). Anastasio Alvarez. Se-vero Bautista. Darío Cornejo. Mónico Cornejo. Ni-colás Chaírez. Subtte. Nazario Damián. Cap.Victoriano Damián. Subtte. Telesforo de Anda. Ten.J. Trinidad Gómez. Vicente Martín. Adelaído Maríndel Campo y Antonio Martín del Campo.

San Gaspar (3)Pablo Cruz. Ursulo Espinosa y Albino Estrada.San Miguel el Alto (37)Pascual Dávalos (+ 1927). Eulalio García (+ 1927).

Brígido González (+ 1927). Mariano Gutiérrez(+ 1927). Macedonio Jiménez (+ 1927). PatricioJiménez (+ 1927). Miguel López (+ 1927). EpigmenioMuñoz (+ 1927). Gil Navarro (+ 1927). Elías Orozco(+ 1927). Miguel Ramírez (+ 1927). Pedro Ríos(+ 1927). Octaviano Sánchez (+ 1927). EleuterioVázquez (+ 1927). J. Cleotilde Franco (+ 1927).Anastasio García (+ 1928). Gaudencio Gómez(+ 1928). Pelagio Gómez (+ 1928). Tranquilino Gó-mez (+ 1928). Florencio González (+ 1928). MarcosLupercio (+ 1928). Jenaro Ramírez (+ 1928). Loren-zo Vázquez (+ 1928). Claro Vélez (+ 1928). PrimoRamírez (+ 1929). Domingo Vázquez (+ 1929). Crel.Victoriano Ramírez López (+ 1929). VictorianoRamírez («El 14») (+ 1930). Gaudencio Bautista.Florencio Cervantes. J. Jesús Flores. Doroteo Gó-mez. José Limón. J. Jesús Limón. Domingo Márquez.Bernardino Muñoz. Miguel Navarro. Luis González

Valle de Guadalupe (44)Juan González y 3 Compañeros ahorcados

(+ 1927). y J. Jesús González, José Vargas, Pedro yPancho Bautista (jefe), Antonio Vargas, Tomás y

Federico Guzmán, PedroBautista, Simón Ibarra,Jesús Márquez e hijo. Je-sús Márquez (jefe),Margarito Casillas, Rente-ría Ochoa, Genaro de laMora, Antonio Carrillo,Domingo, Sergio Gutié-rrez, Ignacio y DionisioGonzález, José Guzmán.Manuel y José MaríaRamírez de Oliva, Mace-donio Esqueda, José An-

gel, Juan Soria, DesiderioIbarra, Simón Ibarra, Jesús

Villalobos, Petra Montes, Beni-to González, Rito y Donaciano

Mora, Adauto Becerra, Santiago Becerra, Vicente,Alejo Pérez y sus dos hijos.

Mirandillas (7)Sergia Ramírez, Eleuterio Vázquez, Antonio y

Gabriel, Felipe Aceves, Nicanor y Catarino Martín

DECANATO 7

Yahualica (8)

San Román Adame Rosales (P.D.P. 66-67) (+ 21-IV-1927). Catarino Yáñez (+ 1926). LeandroGutiérrez (+ 1928). Crel. Miguel RodríguezRuvalcaba (+ 1928). Antonio Carrillo Torres (P.D.P.79). Lorenzo González. Santiago Torres y Mateo.

DECANATO 8

San Julián (25)San Julio Alvarez Mendoza (P.D.P. 68-69) (+ 30-

03-1927). Bernardo Elizondo (+ 1927). DoroteoHermosillo de Anda (+ 1927). Salvador Márquez

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(+ 1927). Antonio Muñoz (+ 1927). Emilio Muñoz(+ 1927). Tomás Ramírez (+ 1927). José María de laRosa (+ 1928). Luis Estrada Muñoz (+ 1928). JoséMaría Muñoz (+ 1928). Luis Muñoz Estrada (+ 1928).Avelino Padilla (+ 1928). J. Refugio Ramírez(+ 1928). Pablo Ramírez (+ 1928). Pedro Ramírez(+ 1928). Victorio Sánchez (+ 1928). Albino Huerta(+ 1929). Silverio Huerta (+ 1929). AndrésHernández. J. Jesús López. Basilio Márquez. Fran-cisco Martín. Juan Méndez. Evaristo Muñoz yLeodegario Portillo.

Jalpa de Cánovas (16)Crescencio Barrera (+ 1927). Rafael Cabrera

(+ 1927). Eusebio Castillo (+ 1927). Lorenzo Her-nández (+ 1927). Agapito Valtierra (+ 1927). JuanIsaac (+ 1928). Cap. 1o J. Guadalupe Martínez(+ 1928). Inocencio Saavedra (+ 1928). J. NievesSaldaña (+ 1928). Emilio Torres (+ 1928). DomingoCano (+ 1929). Melquiades Echeviste (+ 1929). JuliánMedel (+ 1929). Andrés Coronado. Amado Cruz y J.Rangel.

San Diego de Alejandría (31)Pbro. Pablo García (+ 1927 en Sta. Ma. Transpon-

tina). Rafael González (+ 1927). Salvador González(+ 1927). J. Refugio Jiménez (+ 1927). PedroMartínez (+ 1927). Esteban Mendoza (+ 1927). JoséMendoza (+ 1927). Simón Ramírez (+ 1927).Severiano Soto (+ 1927). Pantaleón Gutiérrez(+ 1928). J. Refugio Mena (+ 1928). Ramón Parada(+ 1928). Francisco Vázquez (+ 1928). Bruno Alba(+ 1929). Modesto Alcalá. Antonio Briseño. FlorencioDomínguez. Lorenzo Domínguez. Abundio Gómez.Petronilo Gómez. Ricardo Gutiérrez. Fedencio Her-nández. J. Bernabé Hernández. Gumersindo López.Cleto Lucio. Evodio Martínez. Juan Mireles. J. Nati-vidad Saldaña. Roberto Valadez. Ausencio Zermeñoy Fernando Zermeño.

Unión de San Antonio (5)Anselmo Padilla (+ 1927). Pablo Sánchez

(+ 1927). Silverio Avil. Leoncio Cruz y FortinoGómez.

DECANATO 9

Ayotlán (72)Prisciliano Alatorre (+ 1927). Ramón Aldapa

(+ 1927). Eusebio Alvarez (+ 1927). Felipe Amezola(+ 1927). J. Refugio Angulo (+ 1927). Pedro Avalos(+ 1927). J. Jesús Chaírez (+ 1927). Agustín Flores(+ 1927). Cristóbal Flores (+ 1927). José Flores(+ 1927). Antonio Fonseca (+ 1927). Tiburcio Galle-go (+ 1927). Elías García (+ 1927). Eliseo García(+ 1927). Ramón García (+ 1927). Alejo González(+ 1927). Atanasio González (+ 1927). AndrésGutiérrez (+ 1927). Francisco Gutiérrez (+ 1927).Apolonio Guzmán (+ 1927). Francisco Guzmán(+ 1927). J. Jesús Guzmán (+ 1927). J. TrinidadGuzmán (+ 1927). J. Félix Hernández (+ 1927). J.Guadalupe Hernández (+ 1927). Rafael Hernández(+ 1927). Severiano Hernández (+ 1927). J. JesúsLeón (+ 1927). Pascual Mares (+ 1927). Manuel Ma-res (+ 1927). Francisco Mares Ruiz (+ 1927). J. JesúsMartínez (+ 1927). Primitivo Meléndrez Z. (+ 1927).J. Trinidad Pérez (+ 1927). Librado Ramírez (+ 1927).Francisco Rojo (+ 1927). Modesto Rojo (+ 1927).Cristóbal Servín (+ 1927). Ignacio Servín (+ 1927).

Joaquín Servín (+ 1927). Antonio Flores González(+ 1928). José Ramírez (+ 1928). Pedro Flores(+ 1929). Javier Ruiz Velasco (+ 1929). JavierVelasco Hernández (+ 1929). Macedonio Alatorre.Cap. 1o Alberto Barajas Avalos. Angel Córdova.Antonio Díaz. Godínez. Godínez. Silviano González.Juan Hernández. Julio León. José Mares. Francisco

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Martínez. J. Trinidad Martínez. Margarito Martínez.Pascual Murillo. Próspero Murillo. Cirilo Ramírez.Cap. 1o Clemente Ramírez. Doroteo Ramírez. JuanRamírez. Celso Rodríguez. Manuel Rodríguez. To-más Rodríguez. J. Refugio Rojo. Juan Rojo. DámasoTavares. Miguel Tavares y Albino Torres.

Betania (3)J. Jesús Hernández (+ 1927). Subtte. José Saldaña

(+ 1928). Irineo Gutiérrez (+ 1940).Degollado (1)Angel Márquez.

DECANATO 10

Capilla de Guadalupe (31)Cecilio Gómez Castellanos (+ 1928). Francisco

Cabrera. Heliodoro Gómez y Ten. J. Jesús Trujillo(jefe), Refugio Martín, Reyes Martín, Gerardo Mar-tín, Julio Martín, Cirilo Torres, Panchito Cabrera,Miguel Orozco, Genaro de la Mora, Heliodoro Gómez,Pascual Torres, Agripín Villalpado, Pacho Soto, JoséDíaz, Lucio Villalobos, Genaro Gómez, Rafael Cas-tellanos, Pancho Sánchez, Norberto Alcalá, JoséDávila, Magdaleno Dávila, Pedro yFeliciano, Clemente de Loza, EligioSepúlveda, Ermilio Sepúlveda yFlorencio Sepúlveda, Rafael Mar-tín.

Pegueros (10)Jefe Justo González Ibarra

(+ 1933). Pedro Gutiérrez (+ 1927).Sergio Gutiérrez (+ 1927). AlbinoCasillas (+ 1928) y Conrado Vega(+ 1929). José Mucio Becerra,Donaciano Gutiérrez, Félix Gutié-rrez, Blas Virgen, Juan Vega, JesúsMárquez

San Francisco de Asís (37)Francisco de Horta (+ 1927). Timoteo

Gutiérrez (+ 1927). J. Soledad Navarro(+ 1927). Eulogio Rizo (+ 1927). DomingoRodríguez (+ 1927). Justo Rodríguez (+ 1927).Eusebio Angulo (+ 1928). Máximo Campos(+ 1928). J. Reyes Fonseca (+ 1928). J. Marcos Gon-zález (+ 1928). Víctor González (+ 1928). FranciscoGonzález (+ 1928). Angel Hernández (+ 1928). LuisHernández (+ 1928). J. Jesús Orozco (+ 1928). Al-berto Padilla (+ 1928). Dionisio Vázquez (+ 1928).Juan Vázquez (+ 1928). J. Jesús Campos. José de

Horta. Cesario Rodríguez. Cristóbal Rodríguez. Mi-guel Rodríguez y J. Santos Torres. Evaristo, BenitoRodríguez, Cayetano Alvarez, Pedro Orozco, Encar-nación Valencia, Salvador Plascencia, ManuelHernández, Nacho Fonseca, Luis, Jesús Flores, Pan-cho Peña, Gabino Alvarez, Juan Ramírez.

San Ignacio Cerro Gordo (42)Pascual Gutiérrez (+ 1926). Teodoro Vargas

(+ 1927). Antonio Castellanos (+ 1928). J. de JesúsGutiérrez R. (+ 1929). Javier Orozco (+ 1936). J.Jesús Barreras. Juan Barreras. José García. ClaudioGutiérrez. José Ledesma. Manuel Orozco. PedroOrozco. Pedro Rodríguez y Miguel Sánchez. JulioVargas, Alejo González, Luz Arriaga, VictorianoGarcía y Esteban Gamiño, Aurelio Gutiérrez, Salva-dor, Carlos Salcido, Felipe Salcido, FlorentinoGamiño, Jesús Hernández Díaz, José García, JesúsDíaz, Severo Arriaga, Apolonio Arriaga, Fausto,Manuel Arriaga y sus hermanos, Trino Orozco, HilarioHernández, Trino Hernández, Emilio, GuadalupeVázquez, Evaristo Cerda, Pancho Cerda, Juan Loza-no, Angel, Pablo Salcido.

San José de Gracia (25)Cap. J. Guadalupe Arias (+ 1927).Rafael Cerda (+ 1927). José Damián

(+ 1927). Sotero Flores (+1927). José García (+ 1927).

Crescencio Hernández(+ 1927). José Hernández(+ 1927). Maximino Her-nández (+ 1927). Juan Pa-redes Abarca (+ 1927).Andrés Ruiz (+ 1927).Juan Nepomuceno Sán-chez (+ 1927). Luis Sán-chez (+ 1927). BartoloTéllez (+ 1927). Salvadorde la Torre Navarro(+ 1928). Primitivo Fer-nández (+ 1928). Cap. 1o

Dionisio Hernández(+ 1928). Manuel Orozco(+ 1928). Crel. Bárbaro

Serrano (+ 1929). José MaríaAngulo. Juan Cerda. Mariano

Fernández. J. Isabel Hernández. Severo Hernández.J. Jesús Serrano y Eduardo Manuel.

La Purísima (2)Crel. Gabino Alvarez (+ 1928). Crel. Cayetano

Alvarez.

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Figueroa que vive todavía en México,. Estudió Inge-niería también en Guadalajara, en la Escuela Libre deIngenieros. Creo que no se recibió: seguro ya por lasadversas circunstancias de de los tiempos.

Le adjunto un papel relativo a Miguel: lo tengodesde hace muchos años; no recuerdo quien me lohaya dado, ni cuándo, ni con qué motivo: se lo remito,esperando le sea grato verlo.

El médico nos hizo el favor de ir a sacar los restos ytraerlos a Guadalajara. Están en el Templo Expiatorio.

En la revista UNION de B. Prensa de México,aparece en uno de sus últimos números (como de

Relatos Cristeroscon relación a los actuales Decanatos

de la Diócesis de San Juan de los Lagos

DECANATO I (SAN JUAN)DECANATO I (SAN JUAN)DECANATO I (SAN JUAN)DECANATO I (SAN JUAN)DECANATO I (SAN JUAN)

Tomado del Libro de Bautismos Nº 80 Parroquia San Juan Bautista en San Juan de los Lagos, Jal.

1.- Natividad Herrera1.- Natividad Herrera1.- Natividad Herrera1.- Natividad Herrera1.- Natividad Herrera«El niño de la canica».«El niño de la canica».«El niño de la canica».«El niño de la canica».«El niño de la canica».

San Juan de los Lagos, Jal., 28 de agosto de 1952.México, D. F.

Sr. Dr. D. Jesús Degollado Guízar.Inolvidable amigo:Miguel Rodríguez Rubalcava nació en la Villa de

Yahualica, Jal., el 28 de mayo de 1906. Hizo suInstrucción Primaria en Guadalajara en el Colegioque entonces regenteaba el Sr. Pbro. D. Edmundo

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junio o julio) el martirio del Niño de la Canica.Dicho jovencito se llamaba J. Natividad Herrera,hijo de Isidro Herrera y Micaela Delgado.

Acababa de pasar la primera fiesta de Cristo Rey,el domingo 31 de octubre de 1926. El sábado 6 denoviembre, Juan Márquez del Rancho de Caballeríasde aquí de San Juan, trajo una peregrinación. Al díasiguiente llega el Teniente Marcos Cuello Reina y lotraen juntamente con otros. Todo mundo portaba enel sombrero el «VIVA CRISTO REY», los soldadoscomenzaron a golpear y herir gente por el dicholetrero y así mataron a Natividad Herrera, en la formaque refiere UNION.

Los datos los da Juan de Anda, compañero deHerrera en los mencionados juegos de canicas. Segúnel informante (campane-ro de la Basílica de estelugar), el jovencito muer-to era como de 12 años;pero el Sr. FranciscoValdepeña (cantor) en-cargado del R. Civil en-tonces, dice que en la par-tida de defución aparecede 16 años.

Por la tarde mataron a dosrancheros, acusados deCristeros: Patricio Gutié-rrez Olivares de 42 años ySebastián Silva de 18.

Mataron con lujo deinfamia a José PérezGonzález de 30 años yapor cierto resentimientodel Comandante.

Muertos en la maña-na: por soldados de laFederación, NatividadHerrera, por policías que de la azotea de la cárceldispararon sobre la gente, J. Guadalupe Ruiz Baltierrade 42 años y Ramón Martínez Espinosa de 30; seirritó el pueblo y LINCHO al Teniente que cayómuerto a la siguiente cuadra, quedando el asistente.Los 12 soldados del Teniente se fueron, dejando elmuerto; pero en la tarde vino con más gente elComandante Mayor Luis Crespo Cantú y mataron aJosé Pérez, Patricio Gutiérrez y Sebastián Silva.

Naturalmente acusados todos de ser cristeros o dehaber encabezado la manifestación. A José Pérez lo

fueron a sacar de su casa por orden del Comandantede policía.

La muerte del P. Esqueda de aquí se ha publicadomuchas veces.

Seguro que todavía podrán salir otras cositas.Ya le dí en que entretenerse. ¡Que la pase bien!S. I. S. y afmo. magio que lo aprecia y bendice.

Cango. Pedro R. Rodríguez.(Pág. 137 s., Tomo V)

2.- Padre Esqueda.2.- Padre Esqueda.2.- Padre Esqueda.2.- Padre Esqueda.2.- Padre Esqueda.Sangre de sacerdotes.Fusilado en Teocaltitán, el 22 de

noviembre de 1927. Antes de morirlos sicarios le descoyuntaron las pier-nas, así de deformado en medio decrueles dolores los hacen subir unaempinada cuesta, llevando en susbrazos un haz de leña con que losverdugos pretenden quemarle vivo.

El mártir hacía esfuerzos supre-mos para llegar al lugar señaladopara el suplicio, sin lograrlo; caevarias veces y los energúmenos lelevantan a culatazos, por fin deses-perados lo fusilan por la espalda.

El Padre Esqueda nació en SanJuan de los Lagos el 29 de Abril de1887 y se ordenó de Presbítero el 19de Nov. de 1916.

(Pág. 10, Tomo V)

3 .- Los héroes de3 .- Los héroes de3 .- Los héroes de3 .- Los héroes de3 .- Los héroes de«los Altos»«los Altos»«los Altos»«los Altos»«los Altos»

Ataque y toma de la plaza de San Juan de losLagos, Jal., y combate de San Isidro.

Primavera de 1928.El regimiento comandado por el Padre Dn. Aristeo

Pedroza que acompañaba al General en Jefe D. Enri-que Gorostieta, llegó a reunirse con el Reg. SanJulián y juntos atacamos dicha plaza. Gorostietadirigió esta vez el ataque que se inició a las cinco dela mañana. A galope tendido entramos por las princi-

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pales calles de la ciudad y en el primer intentollegamos hasta la plaza de Armas, pero al reconocerel tableteo de las ametralladoras, retrocedimos a dejarlos caballos en lugar seguro, y ya de infantería volvi-mos al ataque. En cada intento que hacíamos nosobligaban a replegarnos, pasando en esta lucha cua-tro horas, sin que pudiéramos desalojar al enemigo,

Ya los jefes estaban impacientes cuandoGorostieta dispuso que se emprendiera nuevo ata-que, pero esta vez, taladrando las paredes, comoúnica forma de no exponer la vida de nuestrosmuchachos al peligro innecesario. Ordenó reforzarlas defensas por si de los pueblos vecinos llegabaauxilio al enemigo.

Tomado del Libro de Bautismos Nº 59, 178 vuelta.Parroquia San Juan Bautista en San Juan de los Lagos, Jal.

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Al momento obedecimos sus ordenes y con laayuda de los vecinos que nos facilitaron reatas, esca-leras y toda clase de herramientas y nos indicaban elrumbo a seguir, brincando bardas o abriéndolas don-de era necesario, avanzamos sin mucho peligro. Alcruzar las calles me adelantaba sin exponer a losmuchachos, tocaba tres veces en las casas, si no mehabrían hacía uso de mis herramientas y cuidándonosunos a otros, y amparándonos en los quicios de laspuertas, llegué con los míos a las fincas fronteras alcuartel enemigo.

Estábamos en una casona, y buscando quién meindicara dónde debía abrir la pared para atacar lapuerta del cuartel, encontré en el rincón de un cuartoa un hombre espantado y trembloroso con un Cruci-fijo en una mano y una vela encendida en la otra; lointerrogué, pero no pudo pronunciar palabra; yoimpaciente le gritaba y él más enmudecía; interroguéa su hijo y le pasó lo mismo que a su padre; luego oíuna voz de mujer en el segundo piso que decía:Esperen, aquí voy yo. Bajó rápidamente la escaleracon una daga en la mano, que me entregó diciéndo-me: Tenga se la regalo para que se la hunda hastadonde la hizo el herrero y sígame. Nos llevó alsegundo piso y nos señaló el lugar donde debíamosde abrir la pared para atacar la puerta del cuartel. Eneste lugar coloqué un carabinero que impidiera alenemigo acercarse a la puerta y tirar por la calle.Luego me dicen que Víctor López y Eulogio Gonzálezavanzaban por la calle con sus muchachos, mandéque los guiaran por donde nosotros entramos y juntosnos lanzamos al ataque.

La resistencia duró poco, solo en la torre deCatedral seguía el fuego pausado. Nosotros conside-rábamos a nuestros compañeros que atacaban esepuesto por ser el más dificil para vencer al enemigo,pero oh, sencilla habilidad de aquellos humildescristeros, que por el caracol de la escalera de la torreles encendieron sacos de chile seco con lo que rápi-damente entregaron las armas.

Poco tiempo después evacuamos la ciudad y nosregresamos rumbo al sur. El P. Pedroza acampó esanoche cerca de la Ceja del Palmitos, al sur de SanJulián, y don Miguel Hernández en el Valle y despuésde tender pastura a los caballos, algunos entusiastasmuchachos encendieron grandes hogueras para tos-tar maíz para cenar y hacer nixtamal en abundanciapara hacer gorditas al día siguiente, porque aquellaregión estaba deshabitada por órdenes del callismodizque para matar de hambre a los cristeros, pero ohpoder de Cristo, que no solo de pan vive el hombre.

Por la mañana los cristeros comenzaron a prepararsus almuerzos, unos lavando el nixtamal, otros mo-liéndolo en molinos de manos y los demás haciendogorditas y todos bromeando mientras preparaban elalimento que no llegamos a saborear debido a quellegó un correo de Victoriano Ramírez (El 14) con lanovedad de que el Gral. callista Z. Martínez venía porahí no muy lejos.

El Gral. Miguel Hernández ordenó ensillar y enpoco tiempo la tropa estaba formada; luego dispusoque se dividiera en tres columnas, y rumbo al sur alfrente de la primera Toribio Valdés y Víctor López alnorte al frente de la segunda y yo con la tercera alcentro, avanzamos a encontrarlos en el lugar quemenos lo esperaban. Avanzamos por un llano y luegoen lo alto de una loma los del centro nos encontramoscon el enemigo y viendo en el intermedio próximouna cerca derrumbada, tanto los changos como noso-tros pretendimos ganar la posición, y al final de lacarrera les ganamos la cerca y tan a corta distancia lesdisparamos que no tuvieron tiempo de hacernosfuego y al momento dan la espalda; nosotros monta-mos y los perseguimos a quemarropa. Los changoshuyeron rumbo al norte con intención de hacersefuertes detrás de una cerca; nosotros al ver que seaproximaron a ella retrocedimos protegiéndonos conotra cerca y a la vez quedando distribuidos en formade sitiar aquel corral y esperar el resultado.

Más tarde nuestros compañeros del norte los to-maron por su cuenta quedando los changos en uncallejón sin salida, pues la presa de San Isidro losacorralaba. Montaron y se precipitaron al corral queya nosotros teníamos sitiado y ellos viendo lo impo-sible de su huída se tiraron a pie soltando los caballos,mientras que por el sur y poniente la gente del P.Pedroza y la de Valadez acosaban a Z. Martínez, suguardia y buena parte de changos que fueron cortadosde los primeros al recibir la sorpresa. Pedroza leshacía escaramuza por aquel lado mientras por el nortebuena parte de los cristeros se retiraban por falta demuniciones y luego también la gente de Pedroza yValadez a medida que acababan el parque se ibanretirando dejando al enemigo derrotado en términode una hora y media con mucha facilidad y sin perderun solo cristero.

No supe cuantas bajas tuvo el enemigo, pues unreducido número de cristeros de los que traíamosalgo de cartuchos nos reunimos a corta distancia averlos levantar el campo de donde se marcharon bienderrotados, pero no nos atrevimos a seguirlos por notraer suficientes cartuchos. Seríamos unos 30 y des-

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pués de unas tres horas que nos trajeron quisimosdarle alcance al enemigo, pero después de seguirlomás de 15 kilómetros no pudimos darles alcanceaunque bien nos marcaba el camino el reguero desangre que dejaban los changos.

Nos regresamos a dormir donde fué el combateporque teníamos la sugestión de que no hay lugar tanseguro como donde acaban de robar. Al día siguienteese pequeño grupo nos dispersamos cada quien a sumadriguera hasta saber, de toda la demás gente.

Por la noche de ese día recibí la triste noticia deque a la Ceja de Palmitos habían traído herido degravedad a mi hermano Cirilo Gallegos, que la tripu-lación de un avión les disparó con armas automáticascausándole una perforación a mi hermano en elhombro derecho. Lo levantaron por muerto, perodespués de 15 minutos notaron que tenía vida, lehicieron las primeras curaciones y lo trasladaron auna cueva de la Ceja de Machuca próxima a labarranca donde tenía su familia y en la misma nochemarché a donde teníamos el hospital a traer a dosseñoritas enfermeras y medicinas para atender alherido que muy pronto sanó y se incorporó a las filasde Cristo Rey.

Primera y única baja cristera a causa de los avionescallistas.

Epifanio GallegosSoldado de Cristo Rey de la guardia

de mi Gral. Miguel Hernández,nativo de la Ordeña, Distrito de Arandas, Jal.

(Págs. 325-327 Tomo I)

Ofrecemos a continuación el testimonio de 2Capellanes cristeros que, posteriormente,fueron Sres. Canónigos en la Basílica de SanJuan de los Lagos, donde pasaron sus últi-mos años.

4.- Capellán cristero Sr. Cura4.- Capellán cristero Sr. Cura4.- Capellán cristero Sr. Cura4.- Capellán cristero Sr. Cura4.- Capellán cristero Sr. CuraRamón Pérez Viramontes (EnRamón Pérez Viramontes (EnRamón Pérez Viramontes (EnRamón Pérez Viramontes (EnRamón Pérez Viramontes (Enla cristera: Raymundo Peña).la cristera: Raymundo Peña).la cristera: Raymundo Peña).la cristera: Raymundo Peña).la cristera: Raymundo Peña).«DAVID» el pequeñísimo y humilde periódico de

Legión de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe sesiente extraordinariamente grande al publicar en suscolumnas el retrato y algunos datos biográficos deldistinguido sacerdote Sr Cura Dn. Raymundo Pérez

quien durante toda la campaña acompañó a los cris-teros alentándolos con su ejemplo.

Bautizó gran número de niños; casó buen númerode parejas, y salvo con la administración de losSacramentos muchas almas. Sus honorarios, cuandose los pagaban, los dedicaba a socorrer a los soldadoso a las familias de éstos.

Rezando jaculatorias y rosarios caminaba nochesenteras acompañando a las fuertes columnas cristeras.Algunas de estas noches eran tan frías que los caba-llos pisaban el hielo, las órdenes de los Jefes, difícil-mente se entendían porque casi no se podía hablar, ysin embargo el joven sacerdote daba ejemplo de

fortaleza y resignación. Muy grandes eran los sufri-mientos del santo varón; pero también grande sualegría cuando por su intervención salvaba las almas.Una noche, en las cercanías de Tenamaxtlán, uno delos retenes de la Guardia Nacional hizo prisioneros atres malvados callistas que se dedicaban a ultrajarfamilias y mutilar y martirizar a nuestros prisioneros;

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el Jefe ordenó que fueran ejecutados tan luego comoel Sr. Cura Pérez los confesara. Grande fue la penapara el santo sacerdote al tener que presenciar lamuerte de sus semejantes; pero más su alegría porhaberlos arrancado de sus manos a Satanás, con laadministración de los Sacramentos.

Vestido como el más humilde de los soldados deCristo, el 18 de marzo de 1929, al frente de unacolumna fuerte en más de dos mil hombres, entró aCocula; recibiendo una lluvia de flores y serpentinasque el pueblo en masa arrojaba sobre las tropas deCristo Rey y de Santa María de Guadalupe, tropas quehoras después se habrían de cubrir de gloria derrotan-do de modo definitivo a una columna callista.

Imposible sería dar a conocer los méritos de estevirtuoso sacerdote; en las partes de guerra podránverse con detalles más precisos la actuación enormede este ministro del Señor.

Señor Cura Pérez, si algún periódico de «DA-VID» llega a sus manos le recordamos no nos olvideante el Amo. Pídale mucho por sus fieles soldadoshoy convertidos en LEGION DE CRISTO REY YSANTA MARIA DE GUADALUPE por iniciativadel Egrerio Prelado de Huejutla Sr. Obispo Dn.Manuel J. Yerena y Camarena.

Jesús Degollado GuízarSoldado de Cristo Rey.

(Pág. 124, Tomo I)

Combate del cañón de TalpitaEscuchamos intempestivamente que el tiroteo se

intensificó, pero fué esto tan corto, que no avanzamoscincuenta metros cuando cesó por completo. Nosseguimos de frente y a poco andar, aparecieron entreel monte grupos pequeños de hombres armados quevenían a nuestro encuentro. No fué difícil identificar-nos; eran soldados Cristeros que de infantería unos,y otros montados, caminaban con paso lento, dema-crados y con señales inequívocas de cansancio. Elcombate había terminado con la retirada violenta delenemigo por el otro extremo del cañón.

Se tomaron las precauciones debidas para norecibir un asalto de sorpresa y acampando en unbosquecillo de encinos, mientras las bestias pasta-ban, fuimos informados por un oficial del Gral. Ibarracómo se desarrolló el combate hasta lo último.

«Sucedió -dice un oficial- que caminábamos ayercon destino a la «Mesa de Jocoyolpan» a dondeestábamos citados para hoy día veintinueve con us-

ted, mi general y nos alcanzó la noticia de que alpueblo de Cuautla había llegado una columna degauchos compuesta de doscientos cincuenta hom-bres (no ochocientos como nos habían informado enAyutla), que procedente de Mascota, seguía al pare-cer la ruta Ayutla, San Clemente, Unión de Tula yAutlán. El informe nos decía que pasarían la noche enCuautla y que hoy a hora temprana continuaría por elcamino real pasando por el cañón de Talpita. Noso-tros, en número de ochenta, llegamos a la Mesa deJocoyolpan en la creencia de que ya se encontraría enel lugar el General Ibarra, pero éramos nosotros losprimeros en llegar a la cita.

Nos ilusionó la noticia de que los guachos pasa-rían por el cañón de Talpita, naciendo de ahí la ideade ir al cañón y ponerles una emboscada. Hacíamosnuestros cálculos sabiendo que ellos, los guachos,eran doscientos cincuenta y nosotros ochenta; queellos como siempre, cargados de cartuchos mientrasnosotros los traíamos contados. Nos hacía compañíael P. R. Pérez quien al enterarse de nuestros planes leparecieron razonables y prometió acompañarnos si alfin nos resolvíamos a llevarlos a cabo.

Heroísmo de nuestros capellanes.Interrumpo por un momento el relato del oficial

haciendo un paréntesis, con el objeto de dejar asenta-do un vez más que el P. Pérez, sacerdote virtuoso,valiente, humilde y de gran celo, hasta el heroísmo,en el cumplimiento de su ministerio, se encontraba enesta ocasión, como en tantas otras, simplemente decapellán castrense, sin mando ninguno, sin autoridaden el orden militar. El voluntariamente se incorpora-ba, de preferencia cuando sabía que nuestras fuerzasiban a tener algún encuentro con el enemigo. Elsacerdote está puesto para los hombres. Si el hombreestá en paz, él está para el hombre en paz. Si el hombreestá en guerra, él está para el hombre en guerra. Es unoperario de la campiña; él abre el surco para quevenga después el Señor a depositar el grano. A nadieabandonaba; ni a su feligreses, ni a su cristeros. A lahora del combate y sin medir el peligro, allí loencontrábamos asistiendo al moribundo, llevándoleel consuelo del alma; alentaba al herido y ponía todolo que de su parte estaba, para sacarlo del peligro. Eraincansable en su celo por la salvación de las almas yno había preferencias para él; así fuera un cristero oun callista, para él eran almas que deseaba mandar alcielo.

«Puestos de acuerdo y resueltos a jugar el albur-prosiguió el oficial - una vez entrada la noche pusi-

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mos en marcha la pequeña columna con el fin detomar dispositivos de combate en el Cañón de Talpita,donde llegamos apenas pasada la media noche. Natu-ralmente que nadie dormía; todo el mundo listo por silos guachos tenían la ocurrencia de adelantar susalida de Cuautla. El cielo se cubrió de nubes en unmomento y al filo de las tres de la madrugada sedesató una furiosa tempestad que tuvimos que sopor-tar sin ninguna protección. La inclemencia de loselementos nos castigaba sin piedad. Empapados,tiritando de frío y sin quedarnos seco ni armas ni ropani monturas ni nada, nos sorprendió la luz del día conánimo bastante para enfrentarnos a un enemigo fuer-te, más de dos veces superior a nosotros en número ycargado de pertrechos. Nuestra humilde columnaconfiaba primeramente en Dios, nuestro apoyo ysostén en infinidad de ocasiones, y en segundo lugar,teníamos confianza en nuestros hombres y en lasorpresa, basados en aquello de que «El que daprimero da dos veces». Como si la luz del nuevo díaviniera en persecución del nuberío que se deshacía entorrentes, éste fué desapareciendo y permitió que elsol brillara esplendoroso para calentar nuestros cuer-pos que se sacudían por el frío y también por laemoción del momento. La hora se acercaba. Ya seescuchaban el tropel de la caballería enemiga, cuyavanguardia, en unos minutos más, estaría a la vista denuestros primeros soldados que permanecían silen-ciosos, cada cual en su puesto, esperando el momentode escuchar el primer disparo que uno de nuestrosjefes haría en calidad de orden para romper el fuegode un extremo a otro en el corto espacio que nuestrosochenta hombres alcanzaban a cubrir. Por fin hizo suapariencia el enemigo. En columna india fueronentrando los callistas al estrecho cañón de Talpita, endonde a muchos de ellos les esperaba la muerte.

En nuestras posiciones se fué corriendo en vozbaja la orden de preparar armas. El P. Pérez nosbendijo como si fuera la última vez y con su miradaal cielo imploró al Dios de las victorias para que nosfuera propicio en aquel nuevo encuentro con losenemigos de la Iglesia Católica. La avanzada callistaemparejaba ya con los últimos soldados Cristeros.Era el momento. Tronó el primer disparo convenidoy en un segundo ochenta rifles escupían sus mortífe-ras balas sobre un enemigo confiado en su fuerza.

Confusión y espanto reinó por unos minutos entoda la columna gobiernista. Caían unos sin vida;otros heridos de muerte al igual que sus caballos, eranya un peligro menos y los que aún no eran tocados,corrían de un lado para otro, todos en desorden

buscando sitios donde protejerse del fuego certero yconstante de los nuestros. Pero esto sucedía solamen-te en la delantera de la columna, pues el resto, más dela mitad de la gente, quedaba en completa libertad dehacer movimientos de flanqueo para distraer nuestraatención y naturalmente que los ejecutaron, puestoque quedaban fuera de la acción de nuestros fusiles.Trepando por la falda norte de la montaña lograronatacarnos por la espalda, obligando a descuidar elcañón y los que hasta entonces habían permanecidoa la defensiva, pudieron organizarse y hasta intenta-ron un asalto a nuestras posiciones cuando nos veía-mos en grandes aprietos contestando el fuego delfrente y de la retaguardia.

El momento era trágico; nada menos que de vidao muerte para los ochenta hombres que ya de hechonos tenían copados y pronto había que resolver nues-tra suerte. Ordenamos que cincuenta hombres aban-donaran sus puestos iniciales para atacar de frente alos callistas que habían logrado flanquearnos, mien-tras los treinta restantes paraban el intento de asaltode los de abajo. Fué tal la decisión y valentía con quenuestros cincuenta hombres se lanzaron al encuentrode los sardos, que en un momento, luchando a tiro depistola y cuerpo a cuerpo en los momentos másdesesperados, lograron romper la resistencia enemi-ga y abrirse paso por las laderas para obligar a losembravecidos guachos a replegarse al camino real.Este triunfo de nuestras enmohecidas armas permitióque los treinta que habían permaneció peleado en elcañón, se retiraran sin peligro alguno a unirse con suscompañeros y tomar de nuevo la iniciativa en elcombate.

De como nuestro Señor cuida de sus sacerdotes.

El P. Pérez había quedado aislado en compañía desu ayudante Luis Rodríguez y una compañía desardos los arrebato a balazos con verdadera furiamientras ellos dos buscaban una escapatoria. Luiscontestaba el fuego con arma larga y el P. Pérez,pistola en mano, sin disparar, seguía a su ayudanteesperando no verse verdaderamente obligado a hacerfuego, pero una bala callista abatió a Luis dejándolesin vida y el padre tuvo necesidad de desmontarsepara aplicar la Extrema Unción a su compañero demucho tiempo y recogerle el rifle.

Con el estruendo de la fusilería, el caballo delpadre se escapó y fué a parar en manos de los sardos,quienes se enteraron que perseguían a un sacerdote,por los ornamentos que él llevaba siempre atados enla maleta de su caballo. Como se habían dado cuenta

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que el P. Pérez nos les disparaba, resolvieron hacerloprisionero tapándole todas las salidas que pudieratener y se le fueron acercando a tal grado, que huboun momento en que: ó disparaba para intentar abrirsepaso, ó se dejaba prender como un cordero, ya con losguachos pisábanle los talones. Optó por lo primero yhaciendo uso del rifle de su difunto ayudante, apuntóa los sardos que tenían más cerca y apretó el gatillo,pero el caucho falló; rápidamente cortó nuevo cauchoy también le miente. ¡Qué maravilla de Dios! El nohabía de permitir que el P. Pérez, aún en defensa desu vida, diera muerte a nadie, ni a sus enemigos,quienes al haberlo tenido en sus manos, jamás lehabrían perdonado la vida.

Los sardos detuvieron su avance al ver la decisióndel Padre, pero cuando se dieron cuenta de la falla delrifle, llenos de contento insistieron en acorralarlo sindispararle para cogerlo vivo. No se dió el P. Pérez porvencido; se colgó el rifle al hombro, de una rápidaojeada se dio cuenta del lugar más factible paraintentar su escape y con la pistola en la mano, pusopies en polvorosa, disparando sin puntería, con lasola intención de amedrentar a los sardos que máscerca tuviera y ahora si, al verlos guachos que la presase escapaba todos a cual más le disparaban ansiososde pegarle, pero Dios lo tenía destinado más tiempopara su servicio, y el P. Pérez, tan veloz como unaliebre que escapa al cazador; tendiéndose entre elyerbajo y escapando el bulto entre la palizada delmonte, pudo llegar sano y salvo hasta la nueva líneade fuego que nuestros soldados habían establecidopara repeler un nuevo intento de ataque que el enemi-go preparaba.

(Págs. 190-192, Tomo I)

5.- Capellán Cristero5.- Capellán Cristero5.- Capellán Cristero5.- Capellán Cristero5.- Capellán CristeroSr. Cura Pedro R. Rodríguez.Sr. Cura Pedro R. Rodríguez.Sr. Cura Pedro R. Rodríguez.Sr. Cura Pedro R. Rodríguez.Sr. Cura Pedro R. Rodríguez.Un grupo de sus tiradores se encargaría de prote-

ger a sus compañeros encargados del asalto, descar-gando sus rifles sobre las aspilleras enemigas, y estomismo haría el Coronel Gómez con la gente apostadaen el Calvario.

Transcurrieron algunos minutos, tal vez una me-dia hora, en preparar este ataque y en ese corto tiempoel fuego enemigo disminuyó considerablemente, algrado de escucharse apenas uno que otro disparo.Todo estaba listo. El Mayor Covarrubias había de darprincipio al asalto para secundarlo en el Calvario y

nosotros. A las 10:30 de la mañana se rompió el fuegosobre las fortificaciones enemigas y cerramos tam-bién nosotros el círculo de acero. Con descargascerradas sobre puerta y ventanas, saltamos a untiempo todos a la calle que había de cruzar para tenerprotección en los propios muros de la fortaleza ene-miga. Rompimos contra puertas y ventanas los tubosde cristal ya descritos y contemplamos admiradoscómo fué surgiendo el fuego y cómo las llamas sealargaban lamiendo las maderas para tomar incre-mento.

Por el frente del templo hacían lo mismo lossoldados del Mayor Covarrubias que al romperse elfuego saltaron a la calle, cruzaron el atrio que esbastante amplio y llegaron hasta las puertas principa-les prendiéndoles fuego. Nuestra fusilería tronabaestrepitosamente sin dar tregua al enemigo que hacíaesfuerzos desesperados para retirarnos de los puestosque habíamos conquistado en el primer asalto. Encada puerta del templo, que se consumían por elfuego, había un grupo de cristeros con sus armaslistas y dotados de buena cantidad de bombas demano para lanzarlas al interior del templo en elmomento oportuno.

Nosotros en el curato contemplábamos las len-guas de fuego levantarse por encima de los tejados,

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después de que se habían consumido puertas y ven-tanas de madera, mas todos los estorbos que los«agrios» habían amontonado para defenderse. Era yallegado el momento de lanzar el asalto al interior. Elenemigo, temeroso al ver que teníamos abierto elpaso, se atrincheró en todas las habitaciones y desdeallí nos enviaba torrentes de balas para estorbarnos laentrada, seguros de que nuestra hazaña no llegaría alos patios del edificio, así nos lo hacían saber entremaldiciones, gritos y risotadas, desde sus nuevasdefensas.

«Cristero que entra, cristero que se muere». Asínos amenazaban constantemente. Nuestra gente semantenía en perfecto estado de ánimo.

Las bombas de mano que se distribuyeron entretodos los que íbamos a efectuar el asalto y a una voztodos lanzamos encendida la primera y la segunda, encuanto se escuchó el estampido de las primeras. Alexplotar las segundas, una voz llena de autoridaddecía: «¡adentro muchachos! ¡Viva Cristo Rey ySanta María de Guadalupe!». Era el Gral. Degollado.En su compañía, unos por la puerta y otros por lasventanas, saltamos al interior del curato disparandofusiles y pistolas sobre las habitaciones, sobre lahornaza y envueltos por el humo. De lo alto deltemplo y del caracol nos ponían un baño endemonia-do de acero, con lo cual pretendían aligerar un pocoel acoso que estaban sufriendo sus compañeros quedefendían la parte baja. A pesar de todo, ningúncompañero nuestro retrocedía; atacaban todos deci-didamente cuidándose del fuego que nos venía de lasalturas, pues ninguno escapábamos al riesgo inmi-nente de ser tocados por las balas enemigas que nosllegaban por los cuatro costados. Diez minutos defuribunda pelea y nos daba Dios licencia de serdueños absolutos del primer patio de la casa cural.

Logrado a nuestro favor el primer raund de estapelea y apoyados en mejores defensas quitadas cen-tímetro por centímetro al enemigo, el Gral. Degolla-do tuvo necesidad de abandonarnos llevando en sucompañía a los oficiales Ugalde y Trejo para darauxilio al Capitán José Fletes que desde las primerashoras del día sitiaba a 18 agraristas en la PresidenciaMunicipal, que no daban señales de desaliento, mu-cho menos insinuaciones de rendición. Quedamos enel curato el Teniente Coronel Rodríguez, el MayorCisneros y yo, con un buen contingente de valientessoldados para continuar el acoso y obligados a con-tinuar propagando el incendio puerta por puerta,única forma de obligar a los agraristas que desaloja-ran las habitaciones hasta replegarse en la sacristía,

comunicada con la casa por una puerta amplia y demacizas maderas. El edificio del curato quedaba ennuestro poder. Por todos lados había maderas hu-meantes que obscurecían por completo las habitacio-nes. Detrás de la puerta se escuchaba la fatiga angus-tiosa que traían los agraristas amontonando obstácu-los para estorbarnos el paso, sin imaginarse queaquello nos favorecía, porque para vencerlos, lleva-mos el fuego hasta la última puerta y todos los objetosallí recargados sirvieron de alimento y en un instantelas llamas consumieron los largueros de la puerta y sevino abajo toda entera, abriendo un boquete pordonde podíamos ver la luz de las llamas el desespe-rado ir y venir de los enemigos disparándonos sin tonni son, pero sin deseos de abandonar la sacristía.

De nuevo se presentó la necesidad de usar nuestrasrudimentarias bombas de mano, y empezaron a esta-llar, dicho sea con verdad, causándoles más pánicoque bajas, al grado que no pudieron soportar elestruendo que producían al explotar tres o cuatro almismo tiempo y se vieron obligados a dejarnos lasacristía para refugiarse en el templo, único reductoque les quedaba. Pero no podíamos saber con certezasi el enemigo se había en verdad retirado o quedabaoculto para dejarnos entrar y atacarnos de sorpresa.

Ante esta duda, se tomaron las debidas precaucio-nes y cada cual, el Teniente Coronel Rodríguez y yo,organizamos nuestro grupo de asalto, y cuando está-bamos dispuestos a llevarlo a cabo, un soldado de losseleccionados por el Teniente Coronel se mostrótemeroso, dando como razón lo que ya sospechába-mos, que el enemigo nos pusiera un cuatro y nosotroscayéramos en él. «Todo puede suceder- le contestó elTeniente Coronel- en ese peligro andamos y ya setornarán las debidas precauciones; por ahora guárde-se su miedo y vamos entrándole, porque yo disparosobre el primero que retroceda». Cerró la boca elsoldado y no replicó más. Cuando dimos la orden deavanzar, fué él uno de los primeros en saltar entre lasllamas y plantarse en el centro de la sacristía. Estabaabandonada; Dios nos daba licencia de arrebatarleotro palmo de terreno enemigo.

Desalojados los agraristas de la sacristía, se para-petaron en el altar mayor, en los cruceros, en el coroy demás rincones del templo, disparando sus armastan sólo para manifestar su presencia, no porquetuvieran blanco, pues oíamos cruzar las balas entodas direcciones. El humo había alcanzado tal den-sidad, que a dos metros de distancia ya no era posibledistinguirlos, la respiración se dificultaba y no habíaninguno que no escapara a la conjuntivitis irritativa.

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De nuevo se hacía necesario el uso de las bombas demano y ahora no las teníamos, se habían agotado enel asalto anterior. Salí a la calle en busca del Generalpara que nos diera una buena dotación de ellas.

Tiznado de la cabeza los pies; los ojos encendidosy llorosos por el efecto del humo; bañado en sudortras largas horas de andar entre la hornanza, mepresenté ante el Gral. quien escuchaba mi peticióncon alguna indiferencia y ocupándose de otras cosasa las vez, «¿Quién las pide y para dónde las necesi-tan?»- me preguntó.- Para el templo, mi Gral., acaba-mos de arrebatarles la sacristía. -le contesté. ¡PorDios, exclamó, si es usted, médico, imposible deconocerlo! -Puso a mi disposición el costal en que setraían las bombas, tomé las necesarias y corrí denuevo a la sacristía a donde llegué oportunamente,porque los agraristas preparaban un contra-ataquepara recuperar el curato, pero allí estaba el TenienteCoronel Rodríguez que no se los permitiría. Millegada fué oportuna y las bombas fueron distribui-das entre soldados que conocían el templo a la perfec-ción para que fueran usadas por ellos en formaefectiva.

A pesar de estar tan cerca del enemigo, la densahumareda no nos permitía verlo. Sin esperar quepasara más tiempo, una media docena de bombasexplotaron por todo el altar y a continuación escucha-mos las maldiciones de los agraristas que se retirabandisparando sus armas por el cuerpo del templo haciala parte del coro. Aprovechamos ese momento elTeniente Coronel y yo para entrar al presbiterioseguidos de nuestros soldados. Aquellos que porta-ban bombas las lanzaban hacia las puertas, seguros deque los agraristas no podrían escapar porque allíestaban los soldados de Mayor Covarrubias esperan-do atrapados.

No les quedó más refugio que el caracol, el coro,el antecoro y los campanarios y allá fueron a reunirsetodos. Sus rifles enmudecieron. Para no causarnosbajas entre sí, colocamos en cada crucero un grupohombres, únicos con orden de disparan en caso nece-sario, mientras nosotros permanecíamos detrás en elAltar Mayor y presbiterio. El enemigo, aprovechan-do la densa humareda, silenciosamente tomó posicio-nes en el coro para no permitirnos ejecutar movi-mientos en el cuerpo de la iglesia y nuevamente susfusiles comenzaron a incomodarnos, aunque sin pun-tería porque el humo y la noche que ya empezaba; noles permitían hacer blanco.

(Págs. 131-133, Tomo V)

Nuestros CapellanesAlgunos datos biográficos del Sr. Cura de

Tapalpa Dn. Pedro R. Rodríguez.En los principios del año de 1927, radicaba en

Tapalpa, Jal., trabajando incansablemente por la sal-vación de las almas. Su caridad y gran amor para consus feligreses lo hicieron acreedor al aprecio de todoslos habitantes del lugar; aprecio que todavía le guar-dan todos los que sobreviven. Cuando se inició elmovimiento de defensa contra la tiranía callista, elenemigo conocedor del gran ascendiente de que elvirtuoso sacerdote tenía en los habitantes de aquellasvastas regiones quisieron aprehenderlo; Dios lo pro-tegió de sus enemigos y pudo salvarse huyendo a unrancho que está en una serranía denominadoZacatecas, del que eran propietarios unos señores deapellido Flores. En esta privilegiada familia todoseran cristeros, las mujeres trabajaban sin descansopreparando el alimento diario para los soldados yhaciendo camisas y calzoncillos para los mismos.

El día 20 de Mayo de 1927, estando presentes losJefes, Degollado, Ibarra, Bouguet, Moreno, Gómez yunos cincuenta soldados, el Sr. Cura rodríguez cele-bró una Misa de campaña en el ya mencionadorancho «Zacatecas», cuando terminó la Santa Misa,tomó juramento de obediencia a todos los presentesy les recomendó valor en los combates y oraciones aCristo pidiéndoles su ayuda.

El día 25 del mismo mes, estando presentes cientocincuenta hombres de las fuerzas cristeras que acom-pañaban a Degollado en su viaje a Michoacán, en laHacienda Lagunillas, el Sr. Cura celebró la SantaMisa y despidió a los expencionarios.

En el combate del Chante le tocó auxiliar a unsoldado callista que pertenecía al 38 Batallón, sal-vándolo de la muerte eterna. Ese mismo día 20 deoctubre de 1927 en el mismo lugar, el Sr. Curapresenció la muerte de un blasfemo, como podráverse con todos sus detalles en el periódico no. 8 de«David».

El día 29 de julio de 1928 estando presentes seiscapellanes y poco menos de mil hombres entre Jefes,Oficiales, y soldados, hizo la Consagración de laDivisión del Sur de Jal., Colima, Nayarit y Michoacána Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe.

En el año de 1928, redactó la contestación de lacarta que los Jefes Degollado y Bouquet contestaronal Gral. Callista Manuel Avila Camacho, rechazandocortésmente la suma de cincuenta mil pesos para cada

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uno, no porque se rindieran, que únicamente sesepararan del movimiento.

EL Sr. Cura Rodríguez presenció todos los hechosde armas en los que gracias al auxilio de Cristo lasfuerzas de la Guardia Nacional se cubrieron de gloria.

En el combate del Cerro de los Machos, contra el30 Batallón que comandaba el ahorcador de Sacerdo-tes Juan B. Izaguirre, el Sr. Cura protegió con sucuerpo la Sagrada Hostia, del chubasco de balas queinútilmente lanzaban contras las fuerzas cristeras loscallistas.

Vistiendo humildemente, sin una arma para de-fenderse, pasando hambres y desvelos dio fin a lagloriosa Epopeya alentando con su ejemplo a lashuestes de Cristo. Dios concedió al Sr. Cura Rodríguezque su hermano, el Coronel Jefe de E. M. del Jefe dela División Ing. Miguel Rodríguez, después de unaccidente muriera mártir.

«DAVID» órgano de los antiguos cristeros tieneel honor de publicar estos humildes datos biográficosde este ejemplar Ministro de Jesucristo que fue cristeroy lo seguirá hasta su muerte.

Jesús Degollado GuízarSoldado de Cristo Rey.

(Págs. 156-157, Tomo I)

Sensible Fallecimiento.El día 22 de junio próximo pasado dejó de existir

en San Juan de los Lagos, Jal., el Sr. Canónigo D.Pedro R. Rodríguez, víctima de la prolongada ydolorosa enfermedad que lo llevó a la tumba a la edadde 78 años.

Con gran celo apostólico desempeñó su sagradoministerio sacerdotal cerca de sesenta años. Estuvoen Baja California en un tiempo en que aquellastierras pertenecían en lo eclesiástico a la Arquidiócesisde Guadalajara. Traído de aquel lejano rincón de laPatria, tuvo a su cargo los Curatos de Tapalpa, Dego-llado y Ahualulco. Nombrado Canónigo de la Cole-giata en San Juan de los Lagos, allí pasó los últimosaños de su vida haciendo el bien cuanto pudo.

El conflicto religioso de 1926 los sorprendió sien-do Cura de Tapalpa y obligado como todos lossacerdotes a huir y esconderse del callismo, él nosalió de los límites de su Curato, estableciendo sucentro de actividades en el rancho llamado Zacatecasy al amparo de sus dueños, hombres en verdadcristianos, que le cuidaron con cariño y veneración.

Fué un firme sostén y gran admirador del movi-miento cristero en la parte que a él le correspondía, enlo espiritual. En varios combates sostenidos contra elcallismo él estuvo presente alentándonos e impar-tiendo los auxilios del alma.

Desde que la Guardia Nacional acordó realizaranualmente su peregrinación a la Montaña de CristoRey, el Sr. Canónigo Rodríguez nos acompañó sinfaltar una sola vez hasta que su enfermedad lo postróimposibilitándolo hasta para asistir a Coro y celebrarla Santa Misa.

Pedimos oraciones por el descanso eterno de sualma y nos unimos al dolor de sus hermanos y demásparientes.

DESCANSE EN PAZ.

(Pág. 187, Tomo V)

6.- Dn. Andrés Nuño6.- Dn. Andrés Nuño6.- Dn. Andrés Nuño6.- Dn. Andrés Nuño6.- Dn. Andrés Nuño(Papá del Sr. Obispo Fco. Javier Nuño, 1er. Obis-

po de San Juan de los Lagos).Nación en el poblado de Camajapa, perteneciente

a la Parroquia de Cocula, Jalisco, el día 30 de noviem-bre de 1881.

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Huérfano de padre, muy chico se trasladó a Coculadonde tuvo que ayudar, en unión de sus hermanos, alsotenimiento de su casa.

Cuando llegó a la edad madura fué Notario de laParroquia de Cocula y siempre mostró su simpatía ydeseo de ayudar a los obreros. Organizó para ellosuna escuela nocturna dedicándose a ella con celo yabnegación ejemplares.

En el año de 1923, encontrándose en Cinco Minas,fue aprehendido por órdenes del entonces goberna-dor de Jalisco, José Guadalupe Zuno, y llevado a laciudad de Guadalajara por el enorme delito de traba-jar arduamente en compañía del P. Jesús Torres por elSindicato de obreros católicos. En Guadalajara se lepuso libre; pero pohibiéndole regresar a Cinco Mi-nas.

Al estallar el Conflicto Religioso, don AndrésNuño fue de los primeros en inscribirse en la UniónPopular dirigida por el Lic. Anacleto González Flo-res de quien fue fiel y entusiasta colaborador.

Al organizarse en el Estado de Jalisco el movi-miento armado, don Andrés Nuño consagróse a ser-vir a la Causa Cristera convirtiéndose en un activoproveedor de elementos de guerra, sirviendo de ofi-cial de enlace entre los directores de la Liga y los JefesMilitares Cristeros.

Sus actividades pronto fueron descubiertas por lapolicía de Guadalajara y la noche del día 12 de juniode 1929 fue aprehendido en la Plaza de la Universi-dad y llevado inmediatamente al Quinto Puesto dePolicía, de donde fue sacado en la madrugada del díasiguiente para llevarlo al cercano Panteón donde fuefusilado.

Su cuerpo fue ocultado y sepultado clandestina-mente por los mismos esbirros ingnorándose hasta lafecha (como se ignora el de tantas víctimas de lapersecución callista), el lugar donde reposan susrestos.

(Pág. 172-173, Tomo I)

Felicitaciones al Sr. Arz. Dn. Fco. JavierNuño: (Primer Obispo de San Juan).

El día 23 del pasado abril, representando a laGuardia Nacional y a las Brigadas Femeninas Sta.Juana de Arco, se reunieron en casa del Exmo. Sr.Arzobispo Dr. Javier Nuño en Guadalajara, el Sr.Jesús Degollado, la señora Josefina de Alba, la Srita.Teresa Vázquez y la Sra. Marina García de Alba, parafelicitar a dicho Prelado con motivo de su nuevo y

rápido ascenso portodos conceptosmerecido en la je-rarquía eclesiásti-ca y también porhaber permitidoDios Nuestro Se-ñor que el mencio-nado Señor Arzo-bispo, hijo de ungran soldado deCristo y que murióasesinado por loscallistas en plenapersecución reli-giosa, llegara a sertan alto dignatarioen la Arquidiócesisde Jalisco.

Su Excelencia en persona los recibió con la bon-dad que le es característica y después de cortosminutos de amena conversación se retiraron, no sinantes haber recibido de rodillas la bendición delPrelado y de besar respetuosos su Anillo Pastoral.

Felipe de Jesús.(Pág. 169, Tomo II).

7.- Sr. Cardenal7.- Sr. Cardenal7.- Sr. Cardenal7.- Sr. Cardenal7.- Sr. CardenalDn. José Garibi Rivera.Dn. José Garibi Rivera.Dn. José Garibi Rivera.Dn. José Garibi Rivera.Dn. José Garibi Rivera.

Nació en Guadalajara el 30 de enero de 1889.Estudió en el seminario local y se ordenó sacerdote demanos de Mons. José de Jesús Ortiz, el 25 de febrerode 1912. Ocupó diversos cargos en el seminario yluego fué enviado a Roma, en septiembre de 1913,para estudiar en el P. C. Pío Latino Americano y laPontificia Universidad Gregoriana, donde se graduóde bachiller en Derecho Canónico y doctor en Sagra-da Teología.

Al regreso de Roma, en 1916, fue Vicario coope-rador de las parroquias de Totatiche, Atotonilco yJesús, ésta en Guadalajara. El 3 de diciembre de 1917fué auxiliar de la secretaría del Arzobispado. Volvióal seminario como prof. de filosofía primero y luegode Teología, Dogmática, Pastoral, Moral, Ascética, yMística, Historia de la Iglesia y Pedagogía. Al mismotiempo fué padre espiritual del Seminario Mayor,director de la Academia Filosófico Teológica de Sto.

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Tomas de Aquino y AsistenteEclesiástico de la A. C. J. M.

El 22 de octubre de 1923 fuénombrado canónigo doctoral yen 1925 secretario de la Sagra-da Mitra. En noviembre de 1929fue chantre de la Catedral y endiciembre del mismo año fuepreconizado Obispo auxiliardel Sr. Orozco y Jiménez, decuyas manos recibió la consa-gración episcopal el 7 de mayo,en 1930.

En enero de 1933 fué nom-brado Vic. General del Arzo-bispado, el mismo año deán deCatedral. El 22 de diciembrede 1934 fué designado arzobis-po titular de Byzia, coadjutorde Guadalajara, con derecho asucesión. Al fallecimiento deMons. Orozco y Jiménez el 18de febrero de 1936 comenzó aregir la Arquidiócesis y el 13 de mayo de 1948. Fuénombrado asistente al Solio Pontificio.

Durante la persecución religiosa, fué uno de losmejores colaboradores del valiente Prelado Francis-co el Grande, Mons. Orozco y Jiménez, gloria y prezdel Episcopado Mexicano, entrevistándolo con fre-cuencia lo mismo en el extranjero que en las barran-cas donde se ocultó.

(Pág. 60, Tomo IV)

8.- Padre Pablo García.8.- Padre Pablo García.8.- Padre Pablo García.8.- Padre Pablo García.8.- Padre Pablo García.(Parroquia Santa María Transpontina)Vicario Coadjutor de Santa María Transpontina

de la Parroquia de San Sebastián. El 22 de diciembrede 1927 en que los instrumentos sanguinarios deltirano capturaron al P. García, en la casa vicarial a sucargo, la persecución religiosa estaba en uno de esosmomentos álgidos que la nivelaron con las máscrueles que azotaron a la Iglesia de Dios en la génesisde su desenvolvimiento providencial.

Los tiranos multiplicaban por todas partes, e im-ponentes para hacer frente a los soldados de la liber-tad se cebaban en los sacerdotes indefensos, o en lasvírgenes de Dios consagradas a cantar sus alabanzasen el claustro.

En el día antes citado ungrueso pelotón de callistasse apoderó de la Iglesia anexade Santa María Trans-pontina y después de apuraren una infernal bacanal todoel vino que se encontró en elpueblo y de sacrificar todoslos animales domésticos queel Vicario tenía en su tran-quila casa de aldea, identifi-can a éste que al principiopasó como uno de tantos jor-naleros avencidados en aquellugar, ya que el sacerdotevestía el tosco pantalón demezclilla y la burda camisade manta de nuestros cam-pesinos.

Desde el primer momen-to en que el mártir cayó enmanos de sus verdugos fuéatormentado.

El que encabezaba aquella jauría de energúmenos,le pregunta:

¿Eres Cura?- «Sí que lo soy» le contestó el mártir.- Ah! entonces sabes donde está Orozco y Jiménez.- «No lo se».

«Haganlo cantar», gruñó el ebrio sicario a losbeodos callistas que con los ojos extraviados y lababa de fuera reían al ser azotado el humilde sacerdo-te.

En estos momentos uno de los centinelas colocadoen las alturas de la Iglesia, daba la voz de alarma. Unapartida de «cristeros» se acercaba a salvar al sacerdo-te; los cobardes sayones huyen desafortunadamentey con tal miedo que, soldados hubo que al ensillar sucaballo pusiera el freno en la cola del animal. Desgra-ciadamente, o mejor dicho providencialmente losinfames cargan con el sacerdote a quien fusilan en elcamino real que lleva a la ciudad de Encarnación deDíaz, después de golpear bárbaramente el 23 dediciembre de 1927.

(El P. García nació en San Diego de Alejandría el13 de enero de 1876 y se ordenó de Presbítero el 17de septiembre de 1899).

(Pág. 10 s., Tomo V)

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1.- Combate de 1.- Combate de 1.- Combate de 1.- Combate de 1.- Combate de TepatitlánTepatitlánTepatitlánTepatitlánTepatitlánPor el camino que va de Tepatitlán a las Colonias

avanza al galope de su alazán un agrarista potosino.Al acercarse al campamento de los federales es dete-nido por los primeros federales que cruzan susmausers. Raya el jinete y gritando: ¡Paso al ordenan-za del Gral! Reanuda la carrera, desmonta ante latienda del jefe de la brigada, el Gral. Rodríguez y,repitiendo al guardia la contraseña penetra al interior.

Ante una pequeña mesa de campaña sobre la queyace extendido el plano de Tepatitlán y sus alrededo-res, el Gral. Rodríguez y elCoronel Aldama discuten elplan de batalla.- ¿Qué hay, Pancho, se rinden

esos coyotes cristeros?- No lo crea tanto, mi Gral.,

dicen que tienen órdenessuperiores de esperarlo aUd. y que lo sienten mucho.

- Con que esas tenemos, yaverán esos malditos criste-ros quién es el Gral.Rodríguez.

- Oiga mi Gral., -terció elCoronel- dicen que está enla ciudad el cura Vega.

- ¿Quién?- Vega, un Cura que se levan-

tó en armas y cuando pelea es una bala. Hace pocovoló un convoy militar y se apoderó de todos lospertrechos.

- Pues haremos bailar al cura.- Ya lo veremos- comentó para sí el agrarista.

IICamino de San José de Gracia avanzan lentamen-

te al paso de sus caballos dos jinetes. Uno, robusto, demediana estatura, con una expresión de mezcla dealegría y de tristeza en el rostro, cabalgaba un colora-do sangre-linda. El otro un muchacho delgado y altoretrataba en su aspecto el coraje de su alma; montabaun bayo claro. Llevaban ambos sobre el pecho uncrucifijo y a la cintura carrillera y escuadra. Eran D.

DECANATO III (TEPATITLAN)DECANATO III (TEPATITLAN)DECANATO III (TEPATITLAN)DECANATO III (TEPATITLAN)DECANATO III (TEPATITLAN)

Enrique Goroztieta, generalísimo de los Cruzadosmexicanos y Heriberto Navarrete su secretario encampaña.- ¿Qué le parece, mi general, de la vergonzosa huída

del Gral. Manzo en Sonora?- No altera mayormente mis planes. La gente de los

Altos está ya organizada por regimientos y al man-do de buenos jefes; mucha confianza me dan los PP.Vega y Pedroza, son hombres de responsabilidad ybuenos militares.

- Ahora viene Cedillo, ese guerrillero de San Luis.Combatiremos, añadió Navarrete.

Y parece que una de sus columnas se dirige aTepatitlán; creo que no opondremos resistencia enfirme, son columnas de 3 mil hombres y nosotrostodos juntos no llegamos a 2 mil.

Conversando así, seguían su camino; de pronto deuna arboleda se desprende un grupo de gente armaday se dirige hacia ellos. Son Cristeros con Vega a lacabeza. Montaba éste una soberbia yegua retinta. Desu pecho pendía también un crucifijo, de su cintura,carrillera y pistola semiocultas bajo una chaqueta decuero. Era un hombre bajo y fornido; dureza e inteli-gencia en sus ojos.- Si todos nuestros coroneles, dijo Navarrete, fueran

como Vega, más pronto correrían esos changos.

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- Es lo mejor que tenemos, repuso el General, lástimaque su dureza llegue a veces a crueldad.

- Lástima que no sea un sacerdote digno.- Es que erró la vocación; no debió ser fraile sino

soldado.En esto se juntaron los dos grupos. Goroztieta saluda

a Vega y le dice:- Qué clase de coroneles tenemos en la brigada de los

Altos, que todavía no hay uno que les pare los piesa los agraristas de San Luis?

- Yo había entendido, replicó Vega, que los coronelesestán para recibir órdenes de los generales. Si yorecibo una comisión, a palabra de honor que no mequedaré con los brazos cruzados.Nada le ordenó Goroztieta, pero le permitió hacer

lo que quisiera. Vega reunió en Tepa sus dos regi-mientos: «Gómez Loza» con Gabino Flores al frentey el «Guadalupe» con Cayetano Alvarez, y les pidióa Veldez y Navarrete que lo acompañaran con el deSan Miguel. La víspera de la batalla en el consejo deguerra cristero habla Vega a los demás jefes:

- Con los 800 hombres que tenemos estoy segurode vencer a los 3 mil federales. Mi plan es el siguiente:Gabino Flores, con tus 300 hombres defenderás laciudad resistiendo el empuje de la brigada enemigaentera. Te toca la parte más difícil, pero confío en tugente, la apostarás en los arrabales que ocupan lameseta del norte, en las torres de las iglesias y en laplaza de armas por si entran los changos. Ellostendrán que batirse en campo abierto. Que por ningúnmotivo se apoderen de las primeras casas, pues nopodrán ser desalojados teniendo la ventaja de laaltura de la meseta desde la que dominarían a laciudad.

Atacarán al amanecer; debes sostenerte dos horas.A las 7 Valdez y Alvarez amagarán coparlos con doscuñas. Aquí empezarán a huir acosados por nuestracaballería. Conque, Flores, en tí confío.

- Así se hará mi coronel.Cuando los jefes abandonaron el palacio munici-

pal, palidecía la tarde. El sol se ha ocultado ya tras elinmenso llano de occidente, y las primeras estrellasbrillan en el cielo, pero no basta su luz ni su calor, ylos Cristeros encienden sus fogatas. Sentados a sualrededor los rancheros tapados con zarapes, cubier-tos con sus anchos sombreros y con el máuser cruza-do en las rodillas descansan esperando la futurarefriega.

IIIA las 5 de la mañana se pone en movimiento la

columna callista: al centro los soldados de línea, enlas alas los agraristas.

La ciudad parece dormida: ni una ventana abierta,ni un transeúnte en las calles.

Avanza recelosa la tropa; de pronto una descargacerrada parte de las azoteas y ventanas, caen losprimeros soldados, los demás, vuelven en grupos. Elclarín toca a zafarrancho de combate, y del ladocristero otro contesta citando al toro. Ardidos losfederales cargan a galope tendido intentando romperla línea cristera, pero una segunda descarga los obligaa retroceder. La caballería queda inutilizada; echanpie a tierra los del gobierno y avanzan lentamentepara tomar posiciones. La columna se ha convertidoen línea de batalla. Emplazan las ametralladoras, y sutamborileo se confunde con el fuego de la fusilería yel estallido de las bombas.

Intentan los federales, protegidos por un fuegomás intenso, adelantar sus posiciones, pero son re-chazados. Mas el coronel Aldama se yergue detrásdel matorral que lo oculta, llama a los suyos y saltacontra las trincheras enemigas. Los cristeros parali-zados por la audacia del coronel apenas tienen tiempode cortar cartuchos cuando tienen encima ya a loschangos. No hay remedio; abandonan sus posicionespara tomarlas una cuadra más abajo, peleando cadacentímetro. Los árboles y los umbrales son abrigosimprovisados. Masas verdes inmóviles manchadasde rojo señalan el camino de los federales.

La fase de la lucha no ha cambiado con estemovimiento. Sólo la compañía que sigue al coronelha logrado atravesar la tierra de nadie, y ahora avanzalentamente por el declive de la calle hacia la plaza dearmas, hostigada y detenida a veces por una veintenade cristeros que siguen retirándose en orden, y ya enla plaza de armas se refugian en la parroquia.

Llegan los federales hasta el kiosko, pero su débiltecho no detiene las balas que salen de todas lasazoteas. El coronel abarca la situación, lanza unablasfemia y corre hacia la parroquia seguido de sussardos; penetra al atrio y en ese momento unagranada estalla a sus pies y cae mortalmente herido;una descarga hace retroceder a los changos hacia elcentro de la plaza. Aparece otro grupo de federalesy juntos se lanzan hacia la casa que está al costadode la Iglesia para desde ahí atacar con ventaja a loscristeros. Gabino Flores que ha visto toda esta

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maniobra, manda contra ese grupo, 25 cristeros desu guardia. A carrera tendida se dirigen a la plaza.Ahí los sardos mayores aún en número, a pesar desus bajas, derriban la puerta y corren hacia el inte-rior. Desemboca en la plaza el piquete de cristeros ylos changos desconcertados por este nuevo e inespe-rado ataque y privados de su jefe, se rinden adiscreción.

IVTres horas hace que principió el combate y una

tras otra han sido rechazadas las embestidas de losgobiernistas. La gente de Valdez y la de Alvarezignorante de toda táctica militar, ansía entrar al cam-po de batalla que no dista 15 minutos. Algunoscomienzan a murmurar de sus jefes. Mas las órdenesde Vega son precisas.

A las 6:45 llega a toda carrera un correo del P.Vega para Valdez y Navarrete: «Avancen haciaTepatitlán» Marcha a galope la columna hacia lapoblación. A la mitad del camino se topan con Vegay sus ordenanzas que han seguido el curso de labatalla desde un rancho a un km. de Tepa. Navarretedesmonta de su Kaiser, caballo de gran alzada, yValdez de su prieto, chico según el proverbio ranche-ro «Alaba caballo grande y monta chico».

- ¿Qué tal su gente, muchachos?- Inquieta y con ganas de entrarle...Magnífico, tú Navarrete, con 50 hombres sitúate

junto al camino a un km. de aquí, y tú, Valdez con losrestantes, inicia el movimiento envolvente por laderecha; Alvarez lo hará por la izquierda. No se tratade coparlos sino de amagarlos. Los changos al ver elpeligro huirán por donde vinieron; Navarrete loshostigará, acosándolos en su huída, pero sin cerrarlesel paso, sino flanqueándolos. Tú y Cayetano ayúden-le en la persecución. Sin decir palabra abraza a losmuchachos y agrega:- Este abrazo nos lo vamos a repetir a las 10 de la

mañana en la plaza de Tepatitlán. Ahora, ¡Adelanteen el nombre de Dios!Ambos saltan a sus cabalgaduras; Navarrete elige

50 hombres y parte a tomar la posición señalada,cerca del camino pero abajo de la meseta que cruza ypor lo mismo fuera de la visual enemiga.

Valdez, al frente de su regimiento principia lamaniobra haciendo un movimiento de semicircun-valación a la ciudad como a un km. de distancia almismo tiempo que Alvarez hace igual maniobra porel lado opuesto de la población partiendo del camino

de Guadalajara. Las dos tenazas se van cerrando sinser percibidas por los federales a causa de la depre-sión del terreno.

Los brutos, jadeantes pero ebrios por el cercanocombate y la pólvora que ya perciben, trepanfatigosamente la cuesta.

La gente de Gabino Flores ha resistido heró-icamente y rechazado uno a uno los ataques de unenemigo 8 veces mayor y equipado allende el Bra-vo:

Pero esta situación no puede prolongarse. El par-que escasea y ya no es posible contestar el rápidofuego enemigo. Mas los federales no pueden avanzarsus posiciones.

Los cristeros se preguntan qué ha pasado con losregimientos «Guadalupe» y «San Miguel» que lavíspera acamparon en las cercanías.

De pronto aparecen los dos cuerpos en los extre-mos de la meseta, y a galope tendido se lanzan contralos federales, el Gral. Rodríguez al ver el anillo quecierra a sus espaldas, teme ser acorralado y ordena laretirada. Mas antes que el clarín de la señal, seprecipitan federales y agraristas en completo desor-den hacia los caballos. Cada quien salta sobre elprimero que encuentra y se lanza hacia la carreterapara cruzar el puente antes de que lo corten loscristeros. Los de Gabino Flores, repuestos de lasorpresa abandonan sus trincheras y acosan al enemi-go. Más de un agrarista se desploma al tener ya un pieen el estribo.

Más de 50 viendo imposible la fuga se vuelven y,pecho en tierra, reciben a sus perseguidores con unnutrido fuego. Los alteños caen de bruces, unos pararesponder el fuego y otros para no volver a combatir.Poco dura la resistencia; las fuerzas de Alvarez yValdez están encima. Un teniente, único oficial entrelos copados, levanta su máuser en el que ondea unpañuelo blanco.

La caballería cristera en formación perfecta, mar-cha a perseguir al grueso del ejército que comomanada de potros salvajes huye desbocado por lacarretera a las Colonias.

El grupo de Navarrete, oculto por la depresión delterreno, asciende la meseta y amaga cortar la retirada.El general, desconocedor del terreno y del número desus nuevos atacantes, no intenta defenderse. Losagraristas, fácil y codiciada presa, tratan de huircontestando apenas al fuego enemigo. Los cristerosno cejan y obligan a los potosinos a abandonar la

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formación. Unos se echan a los barrancos y otrostrepan a la sierra. Durante hora y media huyen losfederales con los alteños en los talones. En más decinco ocasiones hay contacto entre las dos fuerzas,llevando la de perder los perseguidos.

Tal pánico llevaban que Rodríguez no se acordóde echar mano de sus 500 reservas acampadas en lasColonias.

VLos Cruzados escasos ya de parque vuelven en

grupos hacia Tepa. ¡Qué irrisión! Un general con tresmil soldados de línea derrotado por un cura con 900rancheros que peleaban su religión, y por ella dabangustosos la vida.

Al regreso comentaban Valdez y Navarrete:- ¡Qué bailada les dimos! ¿eh?- Es que Vega es un genio.- Este cura nació para soldado. Si ha seguido por ahí

no hubiera desmerecido de nuestros grandes gene-rales.

- Te fijaste en sus planes: A las 5 atacan los changos,a las 7 entran en acción Alvarez y Valdez, las 10, unabrazo en la Plaza de Tepatitlán.

- Y ahí ha de esperarnos.Mas cuando llegaron supieron la triste y para ellos

fatal nueva: Vega acababa de expirar.Entró a la plaza cuando los federales huían, y se

dió cuenta por un fuerte tiroteo de que un grupoirreductible de changos se había hecho fuerte en elrancho de Quirino, al norte de la ciudad. Monta sucaballo y, acompañado de Flores se dirige al lugar delcombate.- Mi coronel, el rancho está sitiado, pero será mejor

esperar la noche para intentar un asalto.- No, Gabino, inmediatamente.

Desmontan y a gatas llegan hasta una casa a 100metros del rancho ocupada por los Cruzados.

Un sargento comenta:- Inútil exponerse, a 100 metros no se yerra un tiro.

Vega empieza a asomar la cabeza por un extremode la barda para reconocer las posiciones enemigas.Un balazo le atraviesa el sombrero y le obliga a dar unsalto involuntario hacia atrás.- No mi coronel, dice un soldado mientras se ríe, estos

diablos no están bromeando.

Picado en su amor propio y haciendo un alarde devalor abandona el parapeto con la escuadra en ladiestra, mas al instante una bala le atraviesa el hom-bro y cae Vega desplomado, inmediatamente lo trans-portan a la ciudad, acuden los médicos, pero en vano,no hay remedio. Llega el párroco y, durante mediahora, confiesa al moribundo que aún conserva sulucidez.

A pesar de sus yerros merecía el perdón por sugrande fe y amor a Dios.

Sin duda era sublime el ideal que se propuso alentrar en campaña, pero a un sacerdote no le tocatomar las armas.

Perdido el jefe y escasas las municiones, las tropasvencedoras evacúan la población. (1)

Así peleaban y así morían los soldados de CristoRey.

Hernán Villarreal Junco, S.J.(1) Todos los datos son históricos sacados especialmentede las memorias del P. Heriberto Navarrete. Algunasescenas secundarias se apartan de la realidad.

(Pág. 285 a 288 del Tomo I)

2.- Lic. Anacleto González2.- Lic. Anacleto González2.- Lic. Anacleto González2.- Lic. Anacleto González2.- Lic. Anacleto GonzálezFlores «el Maestro»Flores «el Maestro»Flores «el Maestro»Flores «el Maestro»Flores «el Maestro»

Fué un apóstol en las lides católico-sociales, infa-tigable defensor de los principios cristianos, un hom-bre limpio, desinteresado, que despreció dinero, ho-nores y comodidades.

¡Qué hermosa y qué digna actitud la de esteinsigne conductor de las masas! En ese espejo debe-rían mirarse todos estos líderes sindicales modernos:corrompidos, venales, guiados por ambiciones bas-tardas, que reaccionan por el estómago en vez dehacerlo con el cerebro y el corazón. Todo el mundolos conoce porque todos los días se publican de ellospésimas notas periodísticas.

ANACLETO GONZALEZ FLORES en cambio,hombre que vivía en casa de cristal, era visto portodos, querido de todos, admirado por todos, aún porsus propios enemigos que no perdían oportunidad dearrastrarlo a su bando mediante promesas alagadoras.ANACLETO fué recto, incorruptible, amante delbien común, de la justicia social, de la doctrina deJesucristo y del engrandecimiento de su patria. Un

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cristiano y un patriota por los cuatro costados. Eso eraAnacleto.

De acuerdo con sus fines, allá por los años de 1924y 1925 fundó la Unión Popular que floreció maravi-llosamente gracias a su atinada e inteligente direc-ción, así como a la ayuda eficaz que le prestó suinfatigable compañero el Lic. Miguel Gómez Loza.Valiosa cooperación le dieron también los jóvenes dela A.C.J.M. - Anacleto era el guía, el director, elmaestro, y justo era y muy humano que amara entra-ñablemente su organización, fruto de su trabajo ydesvelos.

Cuando en la Ciudad de México nació la LigaNacional de Defensa Religiosa con el fin de unificara todo el elemento católico organizado en la Repúbli-ca, pensó naturalmente en la Unión Popular, y lasautoridades de lanaciente organiza-ción antes de poner-se en contacto conAnacleto para pe-dirle que la UniónPopular se sumaraa la Liga, consulta-ron el caso con elExcmo. Sr. Arzo-bispo de Guadala-jara, Dr. y MaestroD. Francisco Oro-zco y Jiménez, Pre-lado que conocía yestimaba a Anacletoen todo lo que va-lía, y contestó a laLiga mostrandocierto temor de queAnacleto se rehusa-ra a dejar la Jefaturade la Unión Popu-lar, considerándolomuy justo por serobra suya, pero gran sorpresa se llevaron tanto elIlustre Prelado como los dirigentes de la Liga cuandoal recibir Anacleto la invitación ya mencionada,contestó de inmediato poniéndose él y toda su pujan-te organización a las órdenes de la Liga. -¿Podríapedirse más nobleza y más desinterés?

Los documentos que a continuación insertamosdan una prueba más de lo que venimos diciendo.

LIGA NACIONAL DE DEFENSA RELIGIOSA.

COMITE EJECUTIVO.OFICINA DE ORGANIZACION.El Comité Ejecutivo de esta Liga, en sesión efec-

tuada ayer, tuvo a bien conferir a Ud. el cargo de:COMISARIO REGIONAL PROVISIONAL de laLiga Nacional de Defensa Religiosa en el Estado deJalisco.

Esperamos que se dignará aceptar este nombra-miento en cuyo caso puede Ud. desde luego iniciar eldesempeño de su cargo.

México, D.F., a 23 de abril de 1925.EL COMITE EJECUTIVO.Al C. Lic. D. Anacleto González FloresCalle de Ocampo N° 95

GUADALAJARA, JAL.Cuatro días después contestaba en

esta forma sumisa y disciplinada:Guadalajara, Abril 29 de 1925.Sr. René Capistrán GarzaMéxico, D.F.Estimado compañero y amigo:Acabo de recibir el nombramiento

con que se me honró para ser ComisarioRegional Provisional de la Liga Nacio-nal de Defensa Religiosa. Desde luegomanifiesto estar de acuerdo en desem-peñar el cargo que se me confiere y yatomo en cuenta las instrucciones y elReglamento para empezar a trabajar.

Mi dirección es: Juárez 485.Quedo de Ud. y de los demás miem-

bros del Gobierno Provisional de laLiga, S.S.

ANACLETO GONZALEZ FLO-RES.

El hombre que en Jalisco podía lla-marse dueño y señor de tan potente organizacióncomo era la Unión Popular, acepta gustoso el cargo ylos reglamentos que le da la Liga y a sus órdenes sepone a trabajar.

(Pág. 276 s. del Tomo IV)

Anacleto González Flores, verdadero maestroEn la calle de Santa Mónica de la ciudad de

Guadalajara y en una casa que llamaremos así al

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refugio material desprovisto hasta de los mínimosmuebles, se hospedaba Anacleto y con él variosestudiantes alteños de pocos recursos económicosentre los que se encontraba José Gutiérrez procedentede Jalostotitlán y a quien los compañeros decíamos el«médico» porque estudiaba la carrera de Medicina yla había tenido que cortar atento al llamado «a filas»al que respondieron unánime y espontáneamente lacasi totalidad de los estudiantes católicos de Guada-lajara repartiendo su tiempo entre las comisiones -comandos diríamos hoy- que mandaban los JefesCristeros, y el estudio.

En casa el Maestro y los que lo rodeaban, asícomo una honrada y virtuosa mujer que le asistía,hacían de la pobreza una bienaventuranza y deldeber un culto.

Los primeros de ellos y entre las primeras luchasque libraron, no fue la menor el aprendizaje moral yel entrenamiento físico para el continuo ejercicio delbien. El Maestro y sus corifeos hicieron acto depresencia como fundadores en los círculos de estu-dios sociales de la benemérita ACJM en cuya van-guardia se hizo popular la figura de Anacleto, defrente erguida, el aire indiscutible de Jefe, su abnega-ción y caridad así como el porte de conductor demultitudes -signo de predestinado- que vibraba deba-jo del atuendo modesto y casi desaliñado, cautivarona las juventudes estudiosas de la capital jalisciense.Su alegría, casi infantil, que saltaba y se reflejaba enla limpieza de la mirada, tenía explosiones al margende cualquiera de sus múltiples actividades, escuchán-dolo entonar a media voz una canción ranchera entreel interminable ejercicio diario del magisterio, siem-pre en colegios particulares, lo que le asegurabaademás del sustento, la libertad absoluta de cátedrapara formar con férrea disciplina los criterios de susalumnos.

Habiendo sido testigos, predilectos discípulos,entrañables compañeros y por encima de todo, lealesadictos a su causa, la causa de México perseguido yvilipendiado por las mafias internacionales de lamasonería y sus secuaces, se estremece de dolor elalma en la contemplación del horizonte ennegrecidoen que destacó hasta entregar hecho una piltrafa sucuerpo este Profeta de los tiempos modernos. Nounas letras sino volúmenes y no la voz imperfecta deuno sino la elocuencia de Atenas habría de cantar ytrasmitir en épicos cantos las enseñanzas del Maes-tro, y su vida debiera quedar entre las vidas de loshombres que dan fisonomía a su pueblo.

El, que lanzaba llamas de ignominia apostrofandotiranos, deshaciendo patrañas anticristianas de loslibros de texto que obligadamente corrompen eljuicio de las generaciones escolares, a quienes seentregan con la complicidad de maestros cectáreos.El, todo ímpetu al señalar la urgencia del aprendizajedel catecismo, que tanto practicaba y enseñaba, algrado de invertir lo que de su sustento hurtaba, en lacompra de un viejísimo fonógrafo que hacía tocar enla ventana de su casa para llamar con las notas alegresde sus canciones a la chiquillería de su calle, organi-zando de inmediato una sesión de catecismo. El, elMaestro por decisión del pueblo, que lo acompañó,que siguió sus despojos mortales en frenética mani-festación que consagrara su memoria, no tiene nitendrá en su Patria monumentos ni lápidas, ni discur-sos ni panegiristas. Aun estas miserias humanasofrendó en aras del rescate de un México católico, ysu sacrificio fue acepto!

Este círculo selecto de voluntades encaminadaspor diferentes cauces y a través de estudios ydisciplinas hacia un punto cardinal, hacia el polode fijeza bien determinada, cuyas coordenadaseran el método, la práctica de virtudes olvidadas opretéritas, la continua preparación mediante el plan-teamiento de las necesidades del país, que se des-tacaban de entre la historia auténtica, no la falsea-da, el examen de las urgencias del pueblo y lassoluciones verdaderas a todos sus problemas. Erael meollo de la doctrina de Anacleto, encaminadahacia el bien de México siguiendo los únicos yuniversales caminos: la doctrina del Evangelio aúncuando hubiera que romper -y lo hubo- con laescoria mundana, engalanada y cubierta de orope-les en fascinante solicitación de bienestar, dinero,comodidad... y con tal decisión juvenil tomadaentre el conjunto de los que fueron leales, marca-ban de por vida el rumbo definitivo de esa vida,cerrada a la intrigas y cohechos, a las guiños oarrumacos de los verdugos de México, cuyas artespara perder los caracteres son las malas artes deldemonio y de sus castrados comparsas, que seacomodan para disfrutar del fruto terrenal de sustreinta dineros que conforme arguye cada vendidoserán el producto de su ciencia, de su ingenio, de suhabilidad, pero no de su conciencia limpia. Conellos y con los que vendrán después a engrosar elnúmero, rompió definitivamente Anacleto: «Notenía él noticia de que al pasar el dintel de la muertedebiera llevarse un cheque en la mano para fran-quear la entrada del Paraíso...»

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Qué frase pudo decirse mejor y en qué tiempo, queesta sentencia que le abre en par las puertas de lainmortalidad.

Así rubricó su destino Anacleto González Flores.Así selló su suerte en un abrazo con «el CristoMutilado y encarnecido por la revolución...» frase deél. Así cayó para siempre y se irguió por último, ya enel patíbulo apostrofando sin cesar a sus verdugos conun reto que ha sido la condenación de los perseguido-res: «DIOS NO MUERE», fueron las últimas pala-bras del mártir.

La tragedia de México en las cruentas luchas porconservar su fe siempre ha sido la ocultación sistemá-tica de los esfuerzos inauditos del pueblo, resuelto acualquier sacrificio antes que abdicar del uso sobera-no de sus creencias, ya que tanto se ha hecho mofa dela soberanía suya en los otros campos de la libertadindividual.

Nadie sabe nada. Nadie escribe nada. Nadie revelacon letras de molde los secretos de la tramoya en laconspiración del silencio en que pretende hundirse lalucha de los cristeros. Si apenas un mercenario hilva-na de prisa unos cuantos datos reales entre un fárragode mentiras.

Los derroteros de la humanidad han sido senderostrillados para toda clase de literaturas. Sócrates oCicerón, los dioses romanos, Buda, Mahoma o losnuevos pseudo-profetas, en fin todos los que hantenido algo que decir, se han hecho escuchar en todoel mundo y sus discípulos fieles pregonan la idea a loscuatro vientos. Sólo el pueblo católico de México,digno de mejores intérpretes, seguirá enterrando loscuerpos de sus gladiadores en el silencio y obscuri-dad de las catacumbas, seguirá comiendo el panamargo del proscrito y bebiendo sus lágrimas porqueescrito está en su destino: nadie hablará por ti ni porlos tuyos, las fuentes de la palabra serán enmudeci-das. Están muy ocupados los cerebros en sumarcheques para el viaje a la eternidad, precisamente alcontrario de aquel que supo y quiso ser Maestro.

(Pág. 276 s. del Tomo IV)

Lic. Anacleto González Flores «El Maistro»No obstante que es muy conocido como pensador,

hombre de palabra elocuente y arrebatadora, lo fuémás aún como hombre de acción tesonera al serviciode las causas más limpias y levantadas. Hay muchosdetalles de él que merecen ser conocidos. Yo entien-do que es el hombre más completo aparecido en elcampo católico desde que México es país indepen-

diente, sin excluír a los más conocidos y famososescritores y hombres de acción del siglo pasado.Católico práctico, de comunión diaria, se arranca suespíritu de apostolado al servicio de todos, especial-mente de los desvalidos. Teólogo y filósofo; juris-consulto y político; escritor profundo y orador dealtos vuelos; músico y poeta; sociólogo y trabajadorsocial; padre de familia y amigo ejemplar; educadornato y obrero manual; apologista cristiano y comoculminación de todas sus actividades: mártir por lascausas de la verdad, del bien, de la justicia y de lalibertad.

Recibió su inteligencia las claras linfas del cristia-nismo en un modesto Seminario Auxiliar. San Agustíny Santo Tomás de Aquino fueron sus maestros enTeología y Filosofía. Demóstenes y Cicerón, Virgilio,Horacio y Ovidio; Bosuet, Fenelón, Veillot,Lacordaire, Montalembert, De Mun, Donoso Cortésy Vázquez de Mella eran sus guías, en su preponde-rante afición oratoria. Windthorst, Malinkredt,Ketteler, Daniel O’Conel, Sánchez Santos y Clemen-te de Jesús Munguía, le enseñaron cómo trabajar enlas lides sociales, jurídicas y políticas. Los escritoresde ellos, entre los mejores, le eran familiares. ¡Y notenía biblioteca! Dueño de una poderosa facultad desíntesis y retención, de una poderosa y admirablecapacidad de abstracción, al grado de que podríahaber a su alrededor el estruendo más ensordecedor,sin que fuera parte a sacarle de su perfecta atención asus meditaciones. Una semana de lectura del libro demás actualidad, cuidadosamente seleccionado -notenemos tiempo para leer sino lo óptimo, solía decir-le bastaba para conocerlo, a fondo, aun para citar lospasajes más salientes, textualmente. Los GonzálezLuna -don Efraín y Víctor-; los Chávez Hayhoe -Arturo, Luis y Salvador-; los Ortiz García -Francisco,María y Gabriel-; Carlos Blanco y Carlos Palomar yArias eran sus reales proveedores del libro del día.

En mil novecientos dieciocho la Asociación Cató-lica de la Juventud Mexicana en la Ciudad de Méxicole invitó a decir una pieza oratoria en el Centro de laColonia Roma. Le esperaba en la vieja estación deColonia, una comisión de jóvenes que le recibiría.Seguramente ésta esperaba un personaje rumboso, deporte gentil, y no fué identificado entre los viajerosque dejaron el tren de Guadalajara. Poco después, untipo desgarbado, un tanto jiboso, de tez morena,pómulos, salientes y ojos hundidos, soñadores, hacíasu aparición en el Centro General de Estudiantes,Cuartel general de la Juventud Católica. Vestía unterno de casimir de muy pobre condición, camisa

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blanca cuello postizo de palomita y corbata de moñito.Tocaba su cabeza con un fieltro de parecida pelambreal casimir de su traje.

Precedido de su fama como orador y hombre depensamiento, fué objeto de la más cálida recepciónpor parte de la bullanguera gente estudiantil. Por lanoche hizo su aparición en la sala donde tenía lugarla fiesta inaugural de aquel Centro de la JuventudCatólica. Cuenta un testigo presencial -el egregioperiodista Fernando Diez de Urdanivia- que los pri-meros diez minutos de escucharle una selectaconcurencia, de lo más granado del mundo católicoen aquellos días, fueron una gran desilusión. ¿Es estala maravilla que nos manda Jalisco?, empezaron apreguntarse unos a otros.

El tono de discurso fué sencillo al comienzo, perofué creciendo en vehemencia, empezó a agigantar elpensamiento y la forma a tal grado que unos minutosdespués la sala se caía en aplausos hasta enloquecera todos tras una hora que pasó con fugacidad. Alconcluir y tras las felicitaciones de incontables perso-nas, el presidente del Centro le rogó que le hicieraentrega del original de su discurso. «No escribonunca» -fué la respuesta- y como significara aquel susentimiento por carecer de tan preciosa pieza orato-ria. -«mande -dijo el Maistro- una taquígrafa a mihospedaje y se la dictaré» -Y al día siguiente reprodu-jo textualmente el discurso. -Eso -afirma OswaldoRobles- doctor en Filosofía y Medicina, no habla solode un talento extraordinario, habla claramente delgenio que era Anacleto.

Ex-alumno de seminario, sus estudios fueron des-conocidos por las autoridades oficiales y así hubo depresentar exámenes clase por clase en la Preparatoriay año por año en la Facultad de Derecho, a título desuficiencia y por último el examen profesional antecatorce maestros. Alcanzó las calificaciones máxi-mas y recibió su título de Licenciado en DerechoSUMA CUM LAUDE, advirtiendo que entre el jura-do calificador se hallaban maestros hostiles, queconocían las actividades religiosas, políticas y socia-les del examinado.

La creación de la Gironda fué una idea suya. Eraesta la casa donde se albergaban en solo tres piezaslos que formaban la comunidad. Santa Mónica 682 enla ciudad de Guadalajara. Nada tenía de casa deasistencia. Era más bien un falansterio (alojamientocolectivo para muchas gentes), al estilo de los deRoberto Owen. Un cuarto era para la matrona des-interesada que daba comida y ropa limpia a los

estudiantes. Para ella no había más remuneración queuna de las tres piezas de la casa como habitación; laparte proporcional alícuota de la alimentación queera posible cocinar al día, haciendo ella misma elbendito pan de maíz que cariñosamente llamamostortilla, y la vestimenta de percal y manta que atavia-ba su rechoncha y veterana humanidad. Se llamabaGerónima España, que el agradecimiento y el cariñotransformaron en «Doña Giro». -Al rededor del«Maistro Cleto» se alegraron Gómez Loza, ReynosoPadilla, Padilla Gutiérrez, Gutiérrez González,Gutiérrez Casillas, Navarro, Regalado, Pérez y Pérez,Gutiérrez Gutiérrez, Sánchez y Rubalcaba. Una do-cena de personas que resultaron: un sacerdote, seisabogados, cuatro médicos y el último que también ibapara médico perdió el tren. Allí nadie tenía que pagaruna cuota periódica fija: cada quien aportaba lo quemás podía -y era esta siempre exigua- para hacer conella la alimentación de todos a prorrata.

Y con esa cantidad se pagaba también la renta decasa -Más de algún gato- transformado en liebre porlas virtudes milagrosas de doña Giro, alegró lasfiestas estudiantiles del falansterio, con las consi-guientes lamentaciones de alguna bella tapatía de losalrededores, que perdía la oportunidad de colocarlecascabeles prender el moñito de listón azul o rosa delfelino, mientras sus lánguidos ojos verdes azaeteabanla ventana de los estudiantes. Allí se discutía de todoy en voz alta se estudiaba y se cantaba, porque elMaistro era un consumado tañedor de guitarra, la quecomo buena girondina se apodaba Carlota Corday; sedecían versos buenos pero mal declamados y hacíapininos los futuros Cicerones en las lides oratoriassobre temas sociales, religiosos o políticos; los círcu-los de estudios tuvieron su introducción en aquellacasa, centro de tertulia de más de medio centenar deestudiantes, atraídos diariamente por la camaraderíadel Maistro Cleto y sus compañeros de vida juglaresca.Jamás se jugó a ningún juego de apuesta ni se bebióvino que no fuera el solo vino de la alegría juvenil querebosaba del alma del Maistro Cleto, que se esparcíapor todos sus compañeros y los visitantes, en tareasde superación cultural, de formación recia del cora-zón en las más puras virtudes y trascendía ésto a todala ciudad, pero más fuertemente en la bariada delSantuario de Guadalupe, en donde estaba situada laGironda. La suspicacia de la policía reservada la hizoirrumpir más de alguna vez en la Gironda, famosacasa de amantes acérrimos de la libertad, gente bulli-ciosa y alegre que se reía en las barbas de los genísaros,vengándose éstos de los moradores de la casa y de sus

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visitantes, atestando las cárceles de la ciudad, que setransformaban en centros de catequesis, de proselitis-mo político y en oratorios festivos de la jácara estu-diantil.

Cristiano completo, en pensamiento y en conduc-ta, el Maistro Cleto tenía un modo muy suyo,sorprendentemente sabio, de enseñar el bien y corre-gir el mal. Nunca contradecía una opinión ni aun delos más allegados, sin ser requerido para ello, yentonces era infalible que nadie se le escapara de lasredes de su dialéctica invencible. Para corregir losvicios de conducta, nunca llamaba la atención deldelincuente en forma directa; cuando creía llegada laoportunidad, un personaje de ficción afeado por losdefectos que trataba de corregir, era puesto al desnu-do como insensato, como víctima de sus actos mis-mos, como suicida que se aniquilaba en lo mejor desu ser, que hacía así mismo el objeto miserable de lamás oprobiosa de las esclavitudes. Su mecánica decorrección nunca le falló ni en las alturas del pensa-miento ni en la esfera de los hechos.

Cuando después de largas horas de meditación enalguna de sus mejores conferencias o discursos, traslargo ir y venir -por horas- andando por la pieza másgrande de la Gironda y quería descansar de su tareainacabable de trabajo, se le veía frotarse con granfruición las palmas de las manos a la altura del pecho,diciendo con calor: «Eh, río de Dios, qué de aguallevas» y llamando a algunos de los Girondinos«Traiga acá la guitarra» y tras el rasgueo magistral, searrancaba «Sal morena mía, sal morena mía, sal paramirarte: deja contemplarte, calma mi dolor. Sal a tuventana, sal a tu ventana; sal por un momento, yescucha el acento de tu trovador». Los compañeros sele acercaban hasta completar el quórum y todostomaban parte en la velada, hasta las muchachas delbarrio muy buenas amigas de los estudiantes, hacíansu aparición para darle a la fiesta más sabor y alegría,por supuesto que con los consabidos repelos de doñaGiro que no le agradaba ver faldas en la casa.

Pero lo que culmina en la vida del Maistro es laforma gloriosa de su muerte. Había predicado quecuando las actividades encaminadas a la salvación dela Iglesia y de la Patria hubieran fallado, habríanecesidad de votar no con papeletas que pisoteaba lavesania de los enemigos, sino votar con las propiasvidas en un plebiscito de mártires.

Inspirado en Winthorst, organizó la Unión Popu-lar, con una disciplina de hierro. Había lugar allí paratodos los católicos, y estos debían tomar su puesto; la

tarea era organizarlos de tal modo, que todo seestrellara ante su acción, sin que valiera el poderfísico, los recursos de la riqueza, la deserción de lasclases directoras y las maquinaciones de los poderesextraños al país. Se propuso realizar una tarea deelevación cultural mediante el establecimiento deexcelentes escuelas; orientar a todos mediante unaprensa ampliamente difundida, y la formación reli-giosa y moral más completa con una tesoneracatequización. «Escuela, prensa y catecismo -decíaél- serán las armas invencibles de la potente organi-zación». Del Gandi aprendió la práctica del boicot acuantos enemigos se presentaran y a los que lesfavorecieran activa o pasivamente, y contra las auto-ridades opresoras precisaba la desobediencia civil, acosta de todo, aun de la vida misma. Solía decir conPreuden: «La victoria alcanzada por medio de lafuerza no es victoria, es solo entrega que se concedeal enemigo». Abominaba de la fuerza como medio desalvar al pueblo de México. La Unión Popular, suorganización, había crecido en forma notable; sepublicaba un órgano semanal de la misma, GLADIUM(La Espada), con tiraje de ciento cincuenta mil ejem-plares por cada edición. Sin embargo, contra suparecer, se empleó la defensa armada para defenderlos intereses católicos y su organización fué requeri-da para que se sumara a la LIGA NACIONAL,DEFENSORA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA yfueron tantos los requerimientos y tan poderosas lasinfluencias que lo cercaron, que se creyó en la nece-sidad de transigir en sus opiniones, al ver que demuchas partes brotaban solicitudes para que se suma-ra al esfuerzo acordado, y solo así, por solidaridad,por disciplina, fué a engrosar las filas de los herma-nos. Y cayó como los buenos; votó con su sangre enel gran plebiscito de la libertad que se llamó elmovimiento CRISTERO.

Con cuatro de sus compañeros fué hecho prisione-ro y sujetado a una inquisición sobre los datos delmovimiento, que no a la comprobación de su respon-sabilidad. Antes de la ejecución, suya y de sus com-pañeros, pidió como gracia ser el último en morir,para alentar a los demás a no desfallecer ante laprueba, sino mantenerse firmes, y dijo con toda lavehemencia de que era capaz y poniendo tambiéntoda su elocuencia, un discurso maravilloso sobre lainmortalidad del alma y la impotencia de los tiranosen someter un solo pensamiento y un solo afecto dela misma. El pelotón primero no quiso obedecer lasórdenes de ejecución que había dado el Jefe de lasOperaciones Militares en Jalisco, y fué sustituido por

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otro. Como él lo pidió, fueron muertos primero suscompañeros, cayendo él al final con la fortalezainvencible de los mártires, para confusión de losperseguidores que aseguraron su derrota ante la liber-tad invencible del espíritu».

(Págs. 229 a 233 del Tomo II)

Por el Sr. Lic. Anacleto González FloresContra la derrotaLos descalabros que estamos padeciendo todos

los días los católicos son innumerables.Porque todos los días, lo poco que se haga y se

hace en los espíritus de los niños y de los jóvenes conel fin de encaminarlos hacia Dios, totalmente o sedebilita con la acción del maestro laico.

De manera, podemos decir, que lo que se edificaen la carne y el alma de la niñez y de la juventudtrabajosamente, angustiosamente, dentro del hogar ydel templo, es derribado, hundido todos los días porla mano implacable del maestro de la escuela laica.

Porque no solamente se nos combate a todas horasy a cada momento dentro de la escuela laica y dentrode los establecimientos de enseñanza organizadospor el gobierno; sino que también todos los días porla prensa protegida por el mismo gobierno y por otrasempresas que no se preocupan poco ni mucho de losintereses de Dios y de la Iglesia, están deshaciendotoda la obra de los padres de familia y la que elsacerdote realiza dentro del templo con el sudor de sufrente, con la angustia suprema de su alma.

Y por último, el libro malo, sea en forma denovela, sea en otra forma, también todos los días, conuna sola de sus páginas arranca a veces de lo íntimode las entrañas de las almas y de las conciencias, todolo que maestros, sacerdotes y padres de familia du-rante largo tiempo y por medio de un trabajo agotante,continuado y tenaz lograron edificar en el pensa-miento y en el corazón de los hombres.

Y claro es que mientras los católicos nos limita-mos a sudar y a angustiarnos por edificar, sin tomar-nos el trabajo de contrarrestar tenazmente, constante-mente, la obra de la escuela laica, la obra de la malaprensa y la obra del libro malo nuestras derrotas seráninevitables, perderemos todos los días conciencias,corazones, voluntades y energías.

Porque todos los días nos valemos de la palabrahablada para encaminar el espíritu de la niñez y de lajuventud y tenemos confianza en el éxito ¿por quémenospreciar los medios de que se valen nuestros

enemigos, como son la prensa, la enseñanza libre,para llevar a Dios a todas partes y para combatir conlos medios que la civilización ha puesto en nuestrasmanos?

Urge que para contrarrestar victoriosamente laobra del maestro laico, del periódico impío y del libromalo, todos los católicos protejamos decididamentea la buena prensa, que la leamos, que la compremos,que protejamos únicamente a los que se anuncian enella; urge también que matemos al libro malo y quehagamos entrar en los hogares al libro bueno; urgeque enseñemos el catecismo en nuestros hogares.

Urge, en fin, que todos los socios de «La UniónPopular» y que todos los católicos que de verasdeseen hacer algo serio y firme por la causa de Diosy de la Iglesia, secunden nuestras tres cruzadas.

El éxito depende de que nos unifiquemos, de quesumemos nuestros esfuerzos, de que actuemos uni-formemente.

Publicamos el anterior artículo del Maestro, talcual apareció en «Gladium» en su época. Recorda-mos en el aniversario de su sacrificio al más grande delos Jefes católicos que trató el asunto de los librosmalos que ahora, peor que antes corrompen a lasociedad prácticamente indefensa porque el únicofreno apropiado para contrarrestar la ola de inmundi-cia en que vivimos, está amordazado por los artículosconstitucionales 3°. y demás que la Revolución seobstina en mantener para su propio provecho: pescaren río revuelto.

Qué diría el ‘Maistro Cleto’ si viera lo que noso-tros estamos viendo en estos días de democraciadirigida? Cuando existen sociedades como la «UniónDefensora de Vagos» que tiene como lema: «Primeromuerto que trabajar»?

Pongamos en práctica las enseñanzas del Maestroy haremos honor a su memoria.

(Pág. 325 s. del Tomo III)

Recordando al Maestro Anacleto (XXXV Ani-versario)

Entre los hechos notables del Maestro Anacletoestá la sujeción absoluta e inmediata, con toda laorganización de la Unión Popular a la Liga NacionalDefensora de la Libertad Religiosa, Institución fun-dada posteriormente y cuando ya la Unión Popularestaba dando sus frutos.

El mismo Excmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara,de feliz memoria, Mons. Orozco y Jiménez, sabiendo

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que la Unión Popular era obra casi exclusiva delMaestro, temía que éste se negara a incorporarse a lanaciente Liga, lo que podría traer consecuenciasgraves en la unidad que debía ser base de todaresistencia. Pero afortunadamente Mons. no tardómucho en saber que el organizador de Jalisco eraademás el campeón de la unidad, lo que demostró alafiliarse en seguida, sin condiciones y totalmente sinreservas, con toda la Organización de la Unión Popu-lar, a la Liga.

Ya hemos dado a la estampa correspondencia quedemuestra lo que llevamos dicho, pero ahora copia-mos lo siguiente;

Delegación Regional de la Liga de Defensa Reli-giosa en Jalisco.

Atentados cometidos por el Gobernador del Esta-do, Sr. J. Guadalupe Zuno en el año de 1925, contrala libertad de conciencia, de enseñanza, de pensa-miento y de trabajo:1°. Clausura del Seminario Conci-

liar de Guadalajara; hecho yabastante conocido y el cual nopudo ser reabierto.

2°. Clausura del Seminario de Ciu-dad Guzmán; se le concedió elamparo y fue abierto, pero docedías después fué nuevamenteclausurado. Acaba de negarse elamparo. Veremos si se efectúa lareapertura.

3°. Atentado al Instituto de Cienciasde Jalisco; hecho bien conocido)

4°. Atentado consistente en ordenarque se hiciera comparecer a losque protestaron desde distintaspoblaciones del Estado, ante elGobernador por haber protesta-do. A seis vecinos de Etzatlán seles hizo comparecer por la fuer-za. Los demás resistieron dentrode la ley y han logrado ser respe-tados. Intento de hacer comparecer al R. P. Salva-dor Morán, Ministro católico de Ocotlán, interpu-so amparo y no se respetó.

5°. Hace apenas seis días que por una maniobrapolítica en que el Gobernador Zuno es el principalresorte, fueron impedidos de entrar a su trabajo enla Fábrica de Hilados «Río Grande» enJuanacatlán, Jal., SEISCIENTOS TRABAJADO-

RES CATOLICOS por no haberse queridosindicalizar con los socialistas. Se trabaja en estosmomentos por sostener a esos trabajadores y portriunfar del atentado, y

6°. Hoy, por capricho y antojo de Zuno y sin que sehayan llenado los requisitos de ley se pretendearrojar de la casa anexa al templo de Santa Teresaa las inquilinas para apoderarse de esa casa deGobernador.

24 de Junio de 1925.El Delegado Regional en Jalisco

Anacleto González Flores.(Pág. 330 del Tomo V)

3.- Lic. Miguel Gómez Loza3.- Lic. Miguel Gómez Loza3.- Lic. Miguel Gómez Loza3.- Lic. Miguel Gómez Loza3.- Lic. Miguel Gómez LozaCompañero y más activo

colaborador de Anacleto ElGrande

Como un mentís a quieneshan afirmado que la «UniónPopular» jamás se adhirió a laLiga Nacional Defensora dela Libertad Religiosa, sino que,por el contrario, tuvo diferen-cias con ella, damos a la publi-cidad la carta dirigida con fe-cha 21 de diciembre de 1925al Sr. Lic. Miguel Palomar yVizcarra, entonces Vice-Pre-sidente de la Liga, por el ilus-tre Lic. Miguel Gómez Loza,prominente miembro del Di-rectorio de la «Unión Popu-lar» y que durante el tiempoque vivió la lucha armadafungió como Gobernador Ci-vil de Jalisco.

Dicha carta atestigua ple-namente la lealtad hacia la Liga por parte de la«Unión Popular» y habla muy alto del patriotismo ydisciplina del Lic. Miguel Gómez Loza, «El Chinaco»como cariñosamente lo llamaban sus amigos; hom-bre leal a carta cabal, de fe y convicciones inquebran-tables; incansable luchador que fué, hasta su muerte,ejemplo de caballeros y azote de tiranos y cobardes.

He aquí la carta:

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Diciembre 21 de 1925.Sr. Lic. D. Miguel Palomar y Vizcarra.México, D.F.Muy estimado y querido amigo:Con todo gusto contesto su muy grata de fecha de

antes de ayer, que recibí hoy.Refiriéndome a sus encargos, después de haber

tratado el asunto con Anacleto, puedo decirle losiguiente:

La Unión Popular siempre, desde su adhesión a laLiga Nacional de Defensa Religiosa, se ha considera-do parte de ésta, y como centro en el Estado deJalisco.

La Unión Popular, desde que apareció la L.N.D.R.,dió orden a todos los centros existentes en variosEstados, que se adhirieran a la Liga, cesando desdeese momento las relaciones de dependencia, quehasta entonces había tenido.

A la fecha no tiene más relaciones con estoscentros, que los de prensa que voluntariamente com-pran a la Unión Popular.

Que en la sesión del Directorio de la Unión Popu-lar, cuando se trató lo de la convención, se acordó quesi se invitaban algunos centros de fuera del Estado, talinvitación no tendría el carácter de obligación paralos centros invitados, sino sólo de cortesía. Que siacaso la Secretaría extendió alguna comunicación enotro sentido, no fué con las instrucciones del Direc-torio.

Ahora bien, como yo he asistido a casi todas lassesiones del Directorio, puedo dar fé, que nunca se hapretendido extender su competencia de jurisdicción,a lugares que no le corresponden; con la advertenciade que si hay alguna irregularidad en ese sentido es enlas poblaciones que perteneciendo al Estado o Arzo-bispado, no están dentro de dichas entidades, y sólopara el efecto de prestarnos mutua ayuda en lascampañas en que hay mutuos intereses por defender.

Así pues, creo que no hay motivo para alarmarse,y creo que seguiremos perfectamente bien, y con losmejores deseos de que haya unidad y armonía ennuestros trabajos.

Esperando se encuentre perfectamente bien, y conlos más afectuosos saludos, queda este su Afmo. Ato.y S.S. y amigo

Miguel Gómez Loza. (Rúbrica)(Pág. 153 s. del Tomo IV)

4.- Cristero de 4.- Cristero de 4.- Cristero de 4.- Cristero de 4.- Cristero de TepaTepaTepaTepaTepa(J. Jesús Márquez)(J. Jesús Márquez)(J. Jesús Márquez)(J. Jesús Márquez)(J. Jesús Márquez)

Datos biográficos del Jefe Cristero J. JesúsMárquez.

Este notable soldado de Cristo nació en Tepatitlán,Jal., pertenecía a las fuerzas del famoso Güero Mónicotan conocido en la región de los Altos. Al iniciarse elmovimiento de defensa de los católicos, JesúsMárquez acompañado de veinte hombres bien arma-dos y bien pertrechados se separó de las fuerzas delGüero Mónico, e inició su movimiento de libertad.

Durante tres largos años luchó defendiendo losderechos de Cristo y solo por milagro pudo salir convida, pues su valor a la hora de los combates rayabaen temeridad.

Esperamos que personas que lo acompañaron aquienes consta lo mucho que este joven batalló escri-ban más ampliamente sus actos guerreros que tanto lodistinguieron.

Después de los arreglos con artimañas propias delos callistas, fue hecho prisionero en Tepatitlán, Jal.,

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le aplicaron la ley fuga y cuando estaba casi porescapar Dios permitió al verdugo que lo perseguíamachacar a Jesús la cabeza con una gran piedra. Ellugar donde este valiente soldado fue sacrificado sellama San José Banzate, muy cerca de Tepatitlán.

Rogamos a quien más sepa nos den todos los datosrespecto al valiente Márquez, para darles la debidapublicidad en «David».

México, mayo de 1953.

(Pág. 171 del Tomo I)

5.- Padre Tranquilino Ubiarco5.- Padre Tranquilino Ubiarco5.- Padre Tranquilino Ubiarco5.- Padre Tranquilino Ubiarco5.- Padre Tranquilino UbiarcoEl Padre D. Tranquilino Ubiarco, Vicario Ecónomo

de Tepatitlán, Jal.El Padre Ubiarco era un celoso apóstol y no tuvo

otro delito ante los ojos de la tiranía que el cumpli-miento de sus deberes sacerdotalesen el lapso más borrascoso quetuvo la Iglesia de Guadalajara;cuando el Ministro de la GuerraGral. Joaquín Amaro ordenó quese fusilara a los sacerdotes que seencontraran en los lugares dondemilitaban los «Cristeros».

El Padre que ejercía en una delas plazas más visitadas por lossoldados de la libertad; en el cen-tro estratégico de las operacionesmilitares de la célebre región de«Los Altos».

La noche del 5 de octubre de1928, es solicitado el sacerdotepara administrar el sacramento delmatrimonio en una casa, frente ala plaza principal de la población;por más precauciones que tomópara llegar a aquel domicilio, elSecretario del Ayuntamiento quese encontraba sentado en una de las bancas de la plazareconoció al Padre a quien creía en Guadalajara, yaque en efecto días antes había salido para esta capital.Empero el mal funcionario no dio paso alguno paraperjudicar al sacerdote; se limitó a seguir vigilando.

Después de algunos momentos observó que lafamilia introducía unos jarrones con flores frescas yque el movimiento en aquella casa era inusitada a esahora, 11 de la noche. El traidor se encaminó al cuartel

y habló con el coronel Lacarra, quien dispuso que elmencionado Secretario y el Presidente Municipalhagan una visita de inspección acompañados de unapatrulla de callistas. Llegan y dan tiempo para que elsacerdote se oculte en la carbonera de la casa, dondeprobablemente se hubiera salvado si la imprudenciade una mujer no hubiera intervenido, haciendo quecon la falda extendida cubría a una persona, cuandolos sicarios cansados de buscar por todos los rinconesse salían echando, o mejor dicho vomitando pestes yculebras.

La actitud de esa mujer hizo que los tiranos entra-ran de nuevo a la carbonera y buscando con máscuidado dieran con el Padre que se ocultaba entre lacostalera del carbón.

Le sacan a culatazos y conducido ante el coronelLacarra le sentencia a muerte: a la horca.

El Padre oye su sentencia sin inmutarse poblado,plugo a Dios que pasara por la acera y cuando camina

al suplicio a las orillas del de la casadonde se ocultaban su anciana ma-dre y su débil hermana: El mártirtose y la hermana reconoce la tos desu hermano, y sin decir nada a laviejecita que les diera el ser, sale ydistingue entre la oscuridad de lanoche al grupo de los que llevabanal Padre al cadalso.

La pobre joven corre para alcan-zarle y, de rodillas suplica, llora, eimplora piedad para el único sosténde la viejecita que no conoce aún elparadero de su hijo; mas los sayonesinexorables la rechazan varias ve-ces; pero ella corre detrás hasta quelogra ver con ojos espantados quesu inocente hermano inclina apaci-blemente la cabeza colgado de unárbol, como el más refinado de losferoces criminales...

El mártir era originario deZapotlán el Grande: nació el 8 de julio de 1899 y seordenó el 5 de agosto de 1923.

Además fueron sacrificados por los sicarios deltirano en la Arquidiócesis de Guadalajara los sacer-dotes siguientes domiciliados en otras Diócesis Pa-dre D. Julio Alvarez, de Aguascalientes, en el pueblode San Julián.

(Pág. 28 del Tomo V)

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1.- 1.- 1.- 1.- 1.- Atotonilco el Alto,Atotonilco el Alto,Atotonilco el Alto,Atotonilco el Alto,Atotonilco el Alto, cristero cristero cristero cristero cristero

AAAAA) ANGEL RIZO) ANGEL RIZO) ANGEL RIZO) ANGEL RIZO) ANGEL RIZO

Presentamos con mucho gusto y honor al Sr.Angel Rizo, primer soldado de Cristo Rey que murióen Atotonilco el Alto, el día 19 de Enero de 1927.

F u e r z a scristeras ocupa-ban la pobla-ción de Atoto-nilco, cuandose presentó elc a l l i s t aMedina por ellado de la es-tación del fe-rrocarril. Elsoldado deCristo AngelRizo que es-taba casi cie-go, por unaenfermedaden los ojos, al

tener conoci-miento del lugar

donde se encontra-ba Medina, tomó su rifle treinta treinta y se encaminóa la estación donde en un carro de ferrocarril estaba eljefe Medina. El enemigo creyendo que se trataba dealgún cristero que desertaba de nuestras filas nodetuvo en su marcha al valiente soldado. Este pregun-tó a algunos de los que estaban ahí, dónde se encon-traba el Jefe, le contestaron que en un carro deferrocarril, se dirigió al lugar y preguntó nuevamentey el mismo jefe callista Medina respondió a la pre-gunta de Rizo, diciéndole que él era. Vengo a matara uste, le dijo Rizo, y sin más le disparó un tiro quedejó muerto al callista Medina. Todos los callistasque estaban cerca del lugar y presenciaron el hechodispararon sus armas contra Rizo que calló acribilla-do por las balas de los callistas.

Este fué el primer mártir de los hijos de Atotonilcoque con tanto amor y valor lucharon por la libertad dela Iglesia.

BBBBB) FELIPE AL) FELIPE AL) FELIPE AL) FELIPE AL) FELIPE ALVVVVVAREZAREZAREZAREZAREZ

Felipe Alvarez, joven acejotaemero nacido enAtotonilco el Alto, Jal., causó alta en el Ejército deCristo Rey a la edad de quince años. Su señor Padrese oponía a que saliera al campo por sus pocos años;pero él siguió pidiéndole le permitiera salir; conse-

guido el permiso se presentó ante uno de los jefes quelo recibió. En su primer combate lloró de miedo yrecibió reprimenda de parte de su Jefe; pero su amora la causa y las peticiones que hacia a Dios, le dieronvalor para continuar en la lucha y elevarse por susméritos en campaña de soldado a Capitán. Dos vecesfué herido en combate. Este valeroso joven teníaamplios conocimientos en curar heridas, pues conanterioridad había practicado mucho en el hospital deAtotonilco; esto sirvió a muchos de nuestros heridosque fueron curados por él. Pariente del General LauroRocha, fué muy perseguido por los callistas despuésde los arreglos; pero pudo escapar gracias a la protec-ción de Dios.

Felipe de Jesús.Cap. José María Alvarez heroico luchador cristero

que murió en el combate de Las Huertas en el que elcallista Z. Martínez fué derrotado por las fuerzascristeras.

F. A.

DECANATO IV (ATOTONILCO)DECANATO IV (ATOTONILCO)DECANATO IV (ATOTONILCO)DECANATO IV (ATOTONILCO)DECANATO IV (ATOTONILCO)

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CCCCC) PEDRO OROZCO) PEDRO OROZCO) PEDRO OROZCO) PEDRO OROZCO) PEDRO OROZCO

Pedro Orozco, soldado de Cristo Rey, murió en uncombate cerca de Capilla de Guadalupe, Jal.

El Padre de este joven militaba al lado de loscallistas y perseguía encarnizadamente a su hijoPedro; en uno de los muchos combates que ambasfuerzas sostuvieron padre e hijo se encontraron; Pe-dro quiso rehuir la pelea, pero su padre lo obligó adefenderse. Como un castigo de Dios para aquel malpadre, su hijo le dió muerte. Cuando a Pedro le decíanque cómo se había animado a disparar contra supadre, contestaba. Primero está Cristo que todo lodemás.

F. A.

DDDDD) JUAN JUAREZ) JUAN JUAREZ) JUAN JUAREZ) JUAN JUAREZ) JUAN JUAREZ

Juan Juárez, distinguido miembro de la A.C.J.M.,perteneciente a Atotonilco el Alto, Jal., que tanto sedistinguió en la preparación de las fuerzas cristeras.Murió fusilado cuando desempeñaba una comisión dela Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.

(Pág. 329 a 331 del Tomo I)

2.- Cristeros2.- Cristeros2.- Cristeros2.- Cristeros2.- Cristerosde de de de de Atotonilco el AltoAtotonilco el AltoAtotonilco el AltoAtotonilco el AltoAtotonilco el Alto

Memorias de J. Trinidad Dueñas de Atotonilco, elAlto.

Con esta fecha, (junio 27 de 1936) doy estos datosque yo vi. Lo que pasó para que se comenzara la luchacristera comenzó en esta forma:

Que fueron unos Jefecitos de una sección quehacían un centro en que ponían el retrato del Papa, ylos hicieron en mi casa, porque mis hermanos noquisieron ir a las juntas al Maguey; y entonces pensa-ron ponerlo en mi casa. Mis hermanos alegaban quese iba a tratar de cocolazos, que a ellos no losengañaban. Los jefes decían que no, que era unapolítica, y mis hermanos decían: lo van a ver, yustedes son los primeros que van a correr.

Pues se llegó el día, que fué la primer entrada. Quefue en enero, nomás no me acuerdo qué día señalado.Fue domingo y mis hermanos no fueron al pueblo deAtotonilco. Nosotros vivíamos en el rancho delSalitrillo.

Cuando íbamos a misa encontramos a Herme-negildo Pérez, que iba a la carrera por mis hermanos;que fueran a dar la mano fuerte, ellos que teníanarmas. Y entonces le dicen: Como ves, te salió ciertode lo que te decíamos, y así fue que nos van a dejarsolos, ustedes nos querían boicotear porque les decía-mos que se iba a tratar de cocolazos. Y siempre sefueron con sus armas. Y mis papás se quedaronrezando letanías en voz alta. Y que Viva Cristo Rey,y Santa María de Guadalupe.

Y los defendió Santa María de Guadalupe. Andu-vieron por la cuesta de Santa Rosa, topetiándose conlos enemigos. Se asustaron unos con otros. Al tiempoque Manuel mi hermano iba a brincar una cerca, elcapitán callista azotó para atrás y Manuel para el otrolado. Dios lo cuidó y llegaron en la madrugada, queya los creíamos muertos.

Y llegaron platicándonos todo lo que les habíapasado. Y de allí para adelante fue el sufrimiento demis pobres padres: pues hijos y nietos en la lucha paradefender una causa justa. Y con aquel gusto que losrecibíamos, cuando llegaban a la casa con el PadrePedroza. Haciendo guardia, y en la mañana que seiban se quedaban mis papás dándoles la bendición,que ni sabíamos para donde se iban, hasta que volvíantristes por sus caballos que se los mataban. Y les decíami papá: llévense mi caballo, no se apuren por eso.Por fin el caballo se «derritió» y nomás llegó a morir;y mi papá muy conforme.

Pues se llegó el día de entrar a Milpillas. Tenían yados años en la lucha. A Manuel lo mandaron deavanzada, y el Gobierno estaba posesionado de una

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cerca. Allí hirieron a Manuel en la cien izquierda, letraspasó la bala la cabeza. Y Dolores Alcaraz lo sacóen su caballo, y lo llevaron hasta el Refugio, y de allía la cuesta del cerro de las Villas.

A los cinco días le empezó a madurar aquellaherida, y a los ocho días se murió. Duró veinticuatrohoras tendido. Mi papá le gritaba en voz alta, queresucitara y siguiera peleando porla causa justa. Estábamos mimamá, mi papá, las dos herma-nas y Jesús que todo el tiempo locuidó. Lo dejó el Padre Pedroza,porque después de haber duradolas 24 horas, llegó el PadrePedroza en la noche y lo hallótendido. Y llegó el PadreNavarrete y nos preguntó quecuando tenía el delirio ¿qué de-cía? Y respondimos que decía:Que viviera Cristo Rey y SantaMaría de Guadalupe, y con lasmanos haciendo que estaba ti-rando balazos. Y entonces tomóel libro en las manos y empezó aleer. Y como a la una de la maña-na se fueron. Y les dice una her-mana mía: Padre, pídale a Diosque resucite Manuel. Y él le dice:Sí, yo le pediré. Y dice mi papá:Y que siga en la lucha. Y tambiénle concedió a mi papá que losepultara en la casa para que no se quedara en elcampo.

Y Anatolio Partida de Michoacán con su gentearriba en la Mesa resguardando para llevarlo a sepul-tar... y resucitó. Y la casa sirvió para ClementeMendoza.

Y al otro día que resucitó, le mandó decir el Padrea Jesús mi hermano, que muy listo porque el gobiernohabía agarrado a un soldado compañero. Y se creyóque si entregaba a los heridos le salvaban la vida. Ibandel gobierno novecientos de caballería y otros tantosde infantería. Cuando divisamos aquella multitud degente, entonces yo y mi hermano Jesús tomamos aManuel, uno de cada brazo, y yo con las armas deManuel; y otro herido se quedó a taparse con hojas deroble y Epigmenio Andrade con otro brazo colgandoherido; y así subimos aquella santa cuesta. Llegamoscon la gente de Anatolio, y les dice Jesús mi hermano:¿Muchachos, quién me ayuda a sacar a Manuel? Ydicen dos muchachos: Nosotros, ahora por él y maña-

na por nosotros, y lo montaron a caballo. Y nosfuimos para las Capitanas. Mi hermana y yo llegamosa la primera casita, y Jesús bajó a un arroyito conManuel y Epigmenio. El Gobierno entró al arroyito ysacó a tres pacíficos; y sentimos mucha tristezaporque ya los habían hallado y no fueron tres pacífi-cos. Y Jesús escondido detrás de unas matas de frijolcon sus dos heridos; y el gobierno rodeó la mata de

frijol y no los halló.Mi mamá se nos quedó perdi-

da en el cerro, y mi papá en lacuesta. Y ya muy tarde vimos a mimamá que iba por la falda delcerro, y fuimos por ella. Luegonos fuimos para el Guayabo, y ladejamos encargada en una casa.Y nos fuimos para el Refugio yoy mi hermana Chona, y en la ma-ñanita nos fuimos a buscar a miPapá al cerro de las Villas. Yvamos llegando al cerro y halla-mos a mi papá cerca de la cueva,sentado y cobijado. Y el cerrolleno de gobierno disfrazados consombreros grandes. Y llegamos ala cueva y sacamos todo lo queteníamos, herramienta de opera-ciones, y medicinas, y nos fui-mos. Y D. Nazario iba para sucasa, cuando ve una casa ardien-do, y el gobierno lo vió. Y dió la

vuelta y nos hace con la mano que le corriéramos.

Y corrimos y nos respaldamos a una peña muyalta, y allí pasamos todo el día. Que ni supimos cómoentramos a esa peña, y allí nos estuvimos hasta quebajó el gobierno. Y el gobierno bajó hasta que Alber-to Barajas tiró unos cuantos tiros al otro lado del río,y de ese modo nos retiró al gobierno y pudimos salir.

Y en seguida fuimos por mi mamá que la había-mos dejado en el Guayabo. Y caminamos toda lanoche buscando a mis hermanas, hasta que dimos conellas en el potrero del rastrojo, sin más tapadera, yManuel como un inocente; y nomás se mejoró y otravez siguió.

Y Santiago como también lo hirieron en el AguaCaliente, en una entrega y traía siete heridas, y losapartó el Padre porque andaban heridos. Y luego losvolvieron a entregar, y otra vez le tocó a Manuel quelo siguieran así como andaba vendado de la cabeza,a las peñas de las Villas, y subió a una peña muy

J. Trinidad Dueñas.

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elevada que no supimos ni cómo, y le gritaban que serindiera tiroteándolo y le dieron un balazo en undedo. Y les contestaba que estaba rendido estampadoen la peña, y les decía que estaba rendido pero porCristo Rey y María.

Y en esa tarde cuando se retiró el gobierno, porqueAlberto Barajas les hizo unos tiros para quitárselos. Yentonces fueron los pacíficos a ver quién era y eraManuel que estaba estampado en la peña.

Entonces los pacíficos los sacaron. Con sus ceñi-dores lo descolgaron para que se agarrara de losceñidores, y se tomaron de manos unos con otros, ylo sacaron de aquella peña. Y llegó el aviso a mi papáque Manuel era muerto y que llevara en qué bajarlodel cerro, y hasta los cinco días compareció vivo.

Y ese mismo día agarró el gobierno a DoloresAlcaraz, Trino Padilla y a Mateo y se los llevarona Yurécuaro descalzos y amarrados que por dondeiban, dejaban las huellas pintadas de sangre, peromuy fuertes diciendo que viviera Cristo Rey ySanta María de Guadalupe, y cuando entraron alCamposanto decían que por Dios vivían y por Diosmorían.

Y Mateo fue al último que le dieron un tiro, cuandopor fuera del Camposanto se fue a ver. Se fue a unavista, y les hizo unos tiros, y tocó que nomás un tirole dieron a Mateo en la cara en una mejilla y cayó. Yluego que se sintió con potencia se levantó y salió yse pasó el río así herido como iba y se favoreció.

Y fue una grande historia. Esos hombres fueronlos que sacaron a Manuel de Milpillas herido, que fueel 28 de noviembre, segundo año que tenía de andaren la guerra cristera. Ese mismo día murió LuisAguilar y además Trino Gaitán y Juan Rocha, perotodos muy fervorosos y con la voz alta gritando queviviera Cristo Rey.

Y con aquellos vientos tan fuertes que hasta latierra se estremecía. Y mis pobres padres decían quecuando llegaba la gente de la Unión, al primero quellegaba salían preguntando por todos sus hijos ynietos. ¿Quién me falta? Faltó Manuel y más conoci-dos. Pasen revista para estar más ciertos. Pues en elcombate de Cerro Gordo murió Salvador Dueñas queandaba de asistente del Padre Pedroza, con 22 bala-zos, y murió por salvar a su General Pedroza. Y yamandó el Padre la ropa de Salvador. Y Abraham elpadre de Salvador le decía a mi papá: Fíjese, papá, yamurió su nieto. Y fué el primero que murió de lafamilia Dueñas.

Y José Dueñas, otro nieto fusilado en El Tigre.Este lo tomaron prisionero en San Joaquín, munici-pio de Atotonilco el Alto, Jal., por entrega de los quese hicieron al lado del gobierno. Lo martirizaronmucho para que entregara a su papá, Santiago Due-ñas. Y él les decía que no entregaba nada que al caboya lo tenían en sus manos que hicieran de él lo quequisieran, y que ¡Viva Cristo Rey y por El doy la vida!Le quebraron la boca a golpes y siempre a la eterni-dad. Y fueron dos mártires de la familia.

Y Manuel que le quitaron la vida por la mismacausa. Que él siempre tenía un celo por cuidar la casade Dios, fácilmente lo camanduliaron la señora delComisario Jesús Guzmán, y la señora se llama Dolo-res Gutiérrez. En presencia de ella lo mataron en elatrio de la capilla de la Mesa del Pino.

De 18 años entró a la lucha cristera, y murió a los44 años siempre por lo mismo que él decía, que dabasu vida por Dios, que por Dios vivía y por Diosmoría. Fue una historia muy larga de Manuel. Conser resucitado y volver a vivir otro tanto más de vida.Fue sufrir hasta la muerte aquellos ataques que leredundaron desde ese tiempo de su resurrección ycuando le pasaba el ataque se distraía y gritaba queviviera Cristo Rey y Santa María de Guadalupe, y lodecía recio y quedito, y no tenía miedo a morir. Lospapás se llamaban J. Refugio Dueñas y Ma. RefugioCholico.

Cuando estuvimos en ese cerro santo de las Villas,¡cerro bendito! estaban dos jovencitos. Uno se llama-ba Alberto y las dos hermanas se apellidaban Velascoy nunca faltaban con nada: tortillas, comida y alimen-tos para nuestros heridos Nazario Melendes y TrinoMelendes, y todos los Mares, gente de lo que senombra fina. Pero se llegó el día que nos sacó elgobierno de allí. Manuel Cruz era el que curaba aManuel, él le sacaba buches de pus con su boca. Hastadespués llegaron las enfermeras.

Todo esto nos pasó.Estos datos los dá J. Trinidad Dueñas.

(Pág. 86 s. y 110 s. del Tomo III)

3.- Contingente de Sangre3.- Contingente de Sangre3.- Contingente de Sangre3.- Contingente de Sangre3.- Contingente de Sangrede de de de de Atotonilco el AltoAtotonilco el AltoAtotonilco el AltoAtotonilco el AltoAtotonilco el Alto

«Pequeños datos de la vida social y religiosa»En los años de persecución religiosa yo juzgo a mi

modo de pensar que es interesante escribir algo, ya

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que en esos años de 1920 a 1926, tomaron parte muyactiva en la vida social y religiosa; nuestro muyquerido presidente del «Sindicato Interprofesionalde Obreros Católicos, Pío XI». Don Jesús DegolladoGuízar que como ya lo sabemos, después fue el muydigno general de las tropas de Cristo y de laGuadalupana.

Es de notarse la actividad realizada por el Bene-mérito apóstol y mártir que en vida fue guiador yorientador de nuestro pueblo, ya que entonces estabasumamente dormido en los deberes como Católicos ycomo ciudadanos. Lo que yo pude ver, no quisieraque quedara olvidado, pues debemos estar agradeci-dos con el señor licenciado don Miguel Gómez Loza,quien murió en el Rancho «El Lindero», Municipiode San Francisco de Asís.

Luego tuvimos la dicha de verlo cuando fue exhi-bido en esta plaza, que aunque muy desfigurado loreconocimos. El coronel que lo mató también fusilóal capitán don Gabino Alvarez.

El mencionado coronel me tomó prisionero, perocomo no me encontrara causa alguna, el presidentemunicipal, don José Gutiérrez tenía ganas de que mefusilara, y me criminó dándome el título de jefeintelectual de las tropas Cristeras, pero lo que me hizoel coronel, fue expulsarme del pueblo.

En esta misma población en la Hacienda «ELVALLE», en la huerta que estaba al poniente de lamisma, murió gloriosamente el general don EnriqueGorostieta y Velarde jefe de la «Guardia Nacional» el2 de junio de 1929. Es de notarse el entusiasmo quetomó el señor Cura don José de la Torre ahoraCanónigo, cuando a fines de 1942 lo acompañé arecoger estos datos. Octaviano Vázquez, murió lu-chando. 3.- Demecio Vázquez, desde la torre gritó:«¡VIVA CRISTO REY!». 4.- Francisco Vázquez,murió luchando. 5.- Pablo Villarruel. 6.- FranciscoRodríguez, murió luchando. 7.- Teodoro Rodríguez,herido en Mesa Redonda. 8.- Pedro López, capitán; loentregaron. 9.- Emilio Guzmán, surtidor de tortillas.10.- Albino Vargas, murió por rumbo de Durango.11.- Pablo Ramírez. 12.- Mariano Ramírez. 13.-Ambrosio Ramírez, padre de los Ramírez. 14.- Jacin-to Carriaga, murió por malas lenguas. 15.- BaldomeroGarcía, asaltado en su casa. 16.- Agustín Plascencia,ahorcado en la Pizarra por venganza de su hijo muyCristero. 17.- Margarito Rizo, tercero Franciscanocolaborador. 18.- Hermenegildo Pérez, fue entrega-do. 19.- Modesto Villalobos, ayudó mucho, lo asus-taron y de eso murió. 20.- Julio Curiel, por malas

lenguas, Seminarista luchador. 21.- Francisco Muño(por malas lenguas). 22.- Juan Juárez, Seminaristaluchador. 23.- Juan Preciado, luchador sin miedo.24.- José González, en las armas. 25.- FranciscoLoza, capitán. 26.- Felipe Pantalión, soldado Cristero.27.- Isidoro Jasso, por mala lengua. 28.- AlejandroLópez, soldado Cristero. 29.- Capitán Francisco Peña.30.- Emilio Rodríguez, cooperador. 31.- ManuelAceves, «El Zarco». 32.- Librado Ramírez. 33.- Ra-fael López. 34.- Salvador Gutiérrez, de la Mesa delPino. 35.- Jesús González. 36.- Marcelino Padilla.37.- Victoriano Díaz, soldado. 38.- Jesús Sandoval,soldado. 39.- Juan Aceves. 40.- Margarito Aceves.41.- J. Guadalupe Angulo. 42.- Jesús Rodríguez. 43.-Alberto Gutiérrez. 44.- Encarnación Rodríguez, col-gado en el Barrio Chichimeco. 45.- Arnulfo Zúñiga.46.- Tomás Guzmán. 47.- Camilo Vázquez. 48.-Crescencio González. 49.- Mateo Heredia. 50.-Victoriano Ornelas. 51.- Pascual Rojo. 52.- CésareoRodríguez. 53.- Cornelio Valencia. 54.- RicardoVázquez. 55.- Ramón Saldaña. 56.- Silverio Esquivel.57.- José Esquivel. 58.- Valente de la Cruz. 59.- CelsoSaldaña. 60.- Hilario Solorio (el ciego azote de lossardos). 61.- Eugenio Rayos. 62.- Manuel Dueñas,defensor de la Casa de Dios. 63.- J. Trinidad Vázquez.64.- Alfonso Sotelo.

Además de éstos que fueron los jefes hubo otrosque también murieron por la causa de «Cristo y SantaMaría de Guadalupe» y que son hijos de Atotonilco ElAlto; tales son los de los años de 1926 a 1929. 1.-Angel Rizo, celoso y atrevido luchador. 2.-

Es de notarse en lo referente al ya mencionadolicenciado Miguel Gómez Loza, por su gran valen-tía que demostró por la causa de Cristo, cuandocelosamente bajó la bandera rojinegra de la Cate-dral de Guadalajara, a pesar de estar resguardadapor 20 bolcheviques y además fue preso antes ydespués de este hecho heróico, alcanzando la sumade 55 veces.

El motivo de estos datos que aunque vagos ypequeños; han sido impulsados por la sugerenciaescrita en la Revista Cristera «DAVID» No. 174.

Les pido: si tienen mejor información acerca deesto, no tengan empacho en hacer correcciones.

«¡DIOS, PATRIA Y LIBERTAD!»Atotonilco el Alto, Jal. Abril 7 de 1967.

Salvador Gutiérrez González(Pág. 178 s. del Tomo VIII)

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4.- Sr. Abraham Dueñas4.- Sr. Abraham Dueñas4.- Sr. Abraham Dueñas4.- Sr. Abraham Dueñas4.- Sr. Abraham DueñasLa familia Dueñas, de Atotonilco el Alto, Jal.,

como todas las de las zonas Cristeras dio a la Causade Cristo Rey varios soldados y un jefe que llegó aocupar el segundo lugar después del Coronel D.Aristeo Pedroza: Don Santiago Dueñas.

El mayor de la familia fué D. Abraham, dejó deexistir el 21 de enero del corriente a los 77 años. Nofué soldado, pero sí fué proveedor de los soldados apesar de su reumatismo que le dejaba pocos movi-mientos a su cansado cuerpo. En cambio dió tres desus hijos a las fuerzas Alteñas, que sentaron plazalos primeros, Salvador de 18 años y Agustín de 14;cuando el primero murió lo substituyó Miguel, elmás joven por aquel tiempo.

Salvador llegó a ser asistente del Padre Pedrozay murió en combate en San Ignacio Cerro Gordo,donde habiéndole matado su caballo rehusó subiren ancas del caballo de su Jefe, porque sabía muybien que el caballo no aceptaría y podría poner enpeligro al Padre. Se quedó a pie hasta que unadescarga de Thompson le quitó la vida.

Sobreviven Agustín y su esposa a quienes elPadre Pedroza casó en el Cerro de Ayo y por lomenos otros dos hermanos de Don Abraham, laSrita. M. Trinidad que es nuestra agente, y muycumplida, en Atotonilco y D. Santiago con otrossobrinos y demás parientes, todos oriundos de ElSalitrillo y bautizados en Atotonilco.

Enviamos nuestro más sentido pésame a la familiaDueñas y pedimos a los miembros de la GuardiaNacional una oración por los socios desaparecidos,porque los padres, esposos e hijos de los soldadoscristeros son por derecho propio miembros de laInstitución según lo dispone su reglamento.

(Pág. 344 del Tomo V)

5.- Gral. Lauro Rocha G.5.- Gral. Lauro Rocha G.5.- Gral. Lauro Rocha G.5.- Gral. Lauro Rocha G.5.- Gral. Lauro Rocha G.Nació en Atotonilco el Alto, Jal., el 11 de marzo de

1908, donde vivió hasta los cinco años, después fuellevado por sus padres a Guadalajara, a donde trasla-daron su residencia.

Hizo sus estudios en el colegio del Prof. AtilanoZavala, luego en el Instituto de Ciencias que dirigíanlos P.P. Jesuítas, y después en la Escuela de Medicinadel Estado.

Participó con entusiasmo en la Acción SocialCatólica de los jaliscienses al lado de AnacletoGonzález Flores, Miguel Gómez Loza, Luis PadillaGómez, etc., siendo miembros de la A.C.J.M. y de laUnión Popular; Congregante, Catequista, distribui-dor del periódico «Gladium» y uno de los defensoresdel Santuario de Guadalupe, por lo cual fue persegui-do, encarcelado y obstruccionado en sus estudios porel Gobierno del Estado.

Al comenzar el movimiento Cristero en 1927, sefue al campo acombatir por lacausa de Cristoy de su Iglesia.Allí lo encontróel Gral. Goros-tieta, que mucholo estimó por suvalor y discipli-na y lo ascendióa General porméritos en cam-paña. Estuvo lamayor parte deltiempo en LosAltos de Jalisco,donde fue com-pañero de armasy subalterno delPadre Pedroza;el Catorce, Mi-

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guel Hernández, Anaya, Macías, etc., y fue heridomás de una vez, curándolo las hijas de aquella bene-mérita Institución que se llamó «Brigadas Femeninasde Santa Juana de Arco».

Al terminar dicho movimiento vino a radicarse aMéxico para seguir sus estudios profesionales enMedicina. Hombre rectísimo, nunca medró a expen-sas de la causa y por eso al estar en la Capital seencontró sin recursos para sostenerse y continuar susestudios; pero no se desmoralizó, trabajó honrada-mente para ganarse la vida y comenzó a estudiarVeterinaria, por ser más económica esta carrera, fuepor esto que estuvo en el Colegio Militar y después enla Escuela Nacional de Veterinaria.

Nunca perdió su espíritu cristero y siempre confióen que llegaría otra oportunidad para derrocar latiranía; por esto y por otros motivos especiales formócon el Gral. Manuel Michel, los Hnos. Rincón Fregosoy otros militares cristeros de Occidente al BloqueLateral Independiente.

En 1934 cuando el Gobierno cardenista recrude-ció la persecución religiosa, oprimió más al pueblo ydeclaró oficialmente que implantaría la EducaciónSocialista, consideró llegado el momento de hacer unesfuerzo supremo por reconquistar la libertad y asísalvar la Religión, la Niñez y la Patria, amenazada demuerte por el Comunismo, y por tanto, siendo uno delos miembros más prominentes del FrenteUnico Militar, después de consultar a per-sonas sensatas, hacer varias giras de pro-paganda y de recibir la adhesión y grandespromesas de ayuda de quienes debían ypodían dársela se lanzó a la lucha el 1° deabril de 1935 publicando en Los Altos deJalisco su primera Proclama.

Durante su campaña demostró una fir-meza, y un valor admirable, porque ha-biendo faltado indignamente a sus com-promisos la mayoría de los que ofrecieronayudarle en su empresa, no se desanimópor ello; se enfrentó con la situación yasumió desde luego la dirección de laorganización militar en los campos y de lacivil en las poblaciones. Para atender unay otra hizo viajes a México, Guadalajara,Nayarit, Colima, Guanajuato, Toluca,Querétaro, etc., burlando la vigilancia ytenaz persecución del Gobierno yrebazando siempre las tentadoras ofertasde rendición que éste le hacía.

Queriendo dar mayor impulso a su campaña, vinoa México a fines del verano de 1936 para gestionar lonecesario a sus propósitos. Había adelantado en susgestiones y ya para realizar un plan, excelente para suintento, fue vendido vilmente por un conocido suyoy asesinado de la manera más cobarde y criminal poragentes del Gobierno en Guadalupe Hidalgo, D. F., eldía último del año de 1936. Dos días después elGobierno entregó su cadáver a sus familias que lovelaron piadosamente y por fin, el 3 de enero de 1937,fue sepultado en el panteón Español.

Hubo la circunstancia de que cuando los esbirroslo tenían localizado avisaron al Ministro de la Defen-sa y éste contestó por teléfono que «no lo quería vivo,porque sus partidarios serían capaces de dar un mi-llón de pesos por él si se les pedía».

Tal es el resumen brevísimo de la vida de este granmexicano que sacrificó cuanto tenía por su Fe y porsu Patria. Oremos por él, bendigamos su memoria yno olvidemos su noble ejemplo. J. N.

(Pág. 207 s. del Tomo VII)

6.- Martirio del Padre Sabás6.- Martirio del Padre Sabás6.- Martirio del Padre Sabás6.- Martirio del Padre Sabás6.- Martirio del Padre SabásPbro. SABAS REYES, Vicario de Tototlán, Pa-

rroquia de la Arquidiócesis de Guadalajara y pobla-ción del Estado de Ja-lisco, en la que fue fusi-lado después de apli-cársele el bárbaro y con-tinuado tormento quetan exacta como con-movedoramente narróasí el licenciado PedroVázquez Cisneros: «Lesacaron con derroche debarbarie y de violenciade la casa en que habíabuscado refugio y a em-pellones y golpes lecondujeron a la plazadel pueblo, frente a laentrada de la parroquia.Preguntóle el generalpor el señor CuraVizcarra, a lo que el Pa-dre Reyes contestó conentereza no poder decirnada, por la sencilla ra-

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zón de que nada sabía tampoco. Dispuso entonces elgeneral que comenzara el tormento, cuyas maniobrasiba él mismo señalando. Se apoderó la soldadesca delPadre, y después de arrancarle parte de su ropa, learrastró hacia el pórtico de la parroquia, a una decuyas columnas fue rudamente atado. Hízole la ata-dura en forma de que los pies de la víctima no tuvieranapoyo ni contacto en el suelo, para que la posición ensuspenso fuese más dolorosa, molesta y resultasenmás dolorosas las ligaduras. En tono más violento,entre amenazas, maldiciones y blasfemias, se repitióla pregunta:

«¿Dónde está el Cura Vizcarra?» Volvió a afirmarel Padre que lo ignoraba, lo que probablemente eraverdad, y añadió que ni la violencia y más ferocesamenazas de tormentos que dominaran su fortalezase lo hicieran decir. No se hizo esperar la agravaciónde la tortura. El general con su espada y variossoldados con sendas bayonetas comenzaron a heririmpíamente al Padre, atado e inmóvil, en los brazos,en las piernas, en todas partes del cuerpo. Heridasbreves que causaban más dolor que derramamientode sangre, repetidas en sucesión interminable y esca-lofriante. El Padre repetía con serenidad y enterezaque todo aquello era inútil, puesto que no habría dedecir ni para salvar su vida, y agregaba que si se lehería en odio a Cristo y porque era sacerdote deCristo, gustosamente padecería por Quien por loshombres había padecido y muerto.

Tres días duró aquel atroz tormento. Tres días ytres noches pasó el mártir atado a las columnas,dolorosamente suspendido, expuesto durante lasnoches a las brisas heladas que descendían de lasierra, y durante muchas horas de los días a losardores de un sol tropical e inclemente. Tres días ytres noches pasó en aquel potro espeluznante sincomer ni beber, porque las personas piadosas quemuchas veces se acercaban para llevarle agua yalgunos alimentos, fueron otras tantas rechazadascon insolencias, amenazas y golpes por los piquetesde soldados que sin solución de continuidad seturnaron en la custodia del cuerpo acribillado ydoliente del esforzado campeón de Cristo.

Varias veces al día, durante ese tiempo, el gene-ral se presentaba a renovar el tormento de las pica-

duras, que por su cuenta y riesgo acometían tambiéncuando les venía en gana los soldados. La espada ylas bayonetas abrían nuevas heridas, renovaban lasque habían cerrado, ahondaban las que a merced delaire, del polvo, del sol y de las moscas tenían yagérmenes purulentos; herían, herían sin rubor y sinpiedad, hasta destrozar las carnes del mártir queestaban protegidas por el contacto de la columna.De cuando en cuando, por entre las insolencias, lasblasfemias y las burlas cobardes y soeces, asomabala estúpida pregunta: «¿Dónde está el CuraVizcarra?»

El Padre Reyes continuaba padeciendoheróicamente por Cristo, reiterando quegustosamente padecería por Cristo cuantos doloresy tormentos le dieran. La brutalidad espantosa de losverdugos efectivamente ya no admitía ni comopretexto la inquisición del paradero del señor CuraVizcarra: era simplemente un trasunto de lo que lasoldadesca hubiese querido hacer con el señor Cura.Finalmente el general, ahito, dispuso que se acabarade una vez. Los soldados con una feroz sangre fríaque apenas parece creíble, desollaron los pies delmártir los mojaron con gasolina y les pusieronfuego. La gasolina se consumió y pronto dejó dearder en los pies del Padre Reyes, pero el charco quese había formado en el suelo continuó ardiendodolorosísimamente la carne viva de los pies desolla-dos. Sólo cuando concluyó aquel bárbaro tormento,que la pluma se resiste a describir y que excede enbrutalidad a todas las previsiones posibles de losinventores del idioma, fue desatado el mártir, que encuanto dejó de ser sostenido por las cuerdas que loligaban a la columna, se desplomó pesadamente enel suelo.

Fue obligado bestialmente a levantarse y a reco-rrer, con sus pies desollados y quemados, con sucuerpo desfallecido por el hambre, la sed, la inmovi-lidad y las innumerables heridas, la distancia quemedía entre la parroquia y el cementerio. En elcementerio fue fusilado. Allí conquistó al fin lapalma triunfal, la corona de gloria que Jesucristo daen el cielo a sus santos mártires.

Era el 14 de abril de 1927.

(Pág. 142 s. del Tomo VIII)

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1.- Concentración1.- Concentración1.- Concentración1.- Concentración1.- Concentraciónen Los Altos.en Los Altos.en Los Altos.en Los Altos.en Los Altos.

Esta relación es para dar a conocer el angustiosoconflicto provocado por el decreto del perseguidorque ordenaba terminantemente al pueblo pacíficoreconcentrarce a las ciudades.

El callismo persiguió a la Iglesia de tal manera quelos Cultos fueron suspendidos el año 1926 y el pueblose levantó en armas en muchas partes, contestando elperseguidor con el decreto de reconcentración.

Se trata del movimiento Cristero que defendía a laSanta Causa de la Religión perseguida por el callismoy que dió principio en esta región el año de 1927 a 9de enero.

En estos lugares de Arandas y otros Municipiosvecinos, estaba el pueblo aleccionado para el sufri-miento. Había bloques de gente desde el año 22 enque comenzó a organizarse en sindicatos rurales conel carácter de mutualistas y otras instituciones queveían un porvenir obscuro que no se daba a conocer,pero se sentía llegar y por eso los miembros de lassociedades se comprometían y protestaban defenderla Bandera Tricolor. Estaba la gente tan amonestadaal sufrimiento que hacían juntas cada 8 días durantelos cuatro años de preparación.

Al estallar el movimiento en la fecha citada, lagente formaba un cuerpo sólido, muy pronta al sufri-miento, unidas todas las clases sociales, los hombres,las mujeres y los niños.

Estando en fuerza el movimiento, se decretó por elcallismo que todas las familias pacíficas sereconcentraran a las poblaciones señaladas por gran-des líneas de límites en la región de los Altos.

Pero había una ranchería al sur de la población deArandas, muy unida en la defensa de la Causa, quesabiendo que los jefes y Sacerdotes cristeros manda-ban que no se obedeciera el tiraníco decreto, sepropusieron desobedecer y trataron de quedarse ensus casas o cerca de ellas.

Esta ranchería esta compuesta por los ranchossiguientes: La Gloria, Los Planes, El Topetate, ElSaucillo, El Laurel, Santa Gertrudis, La Poblada,Rincón Chico, Salsipuedes, San Rafael, Municipio

de Ayo el Chico, Hacienda Vieja, Ojo de Agua yRincón del Molino. Estos ranchos estaban unidos yse propusieron desobedecer el famoso decreto. Estu-diaron hacer cuevas en las barrancas de Salsipuedes,y Rincón del Molino, para ocultarse allí el día seña-lado por el decreto, con prevención para pasar dosdías.

Y sucedió que no llegaron las escoltas perseguido-ras el día cinco sino hasta el día 7, arrancándole lavida a todo varón adulto como lo habían prometido yel perseguidor se estableció por tres días en lasbarrancas formando un sitio de día y de noche paraque nadie escapara.

El día 27 empezaron a escoltar las barrancashallando poco a poco las cuevas con familias, sacán-dolas y matando a los hombres.

Ya se comprenderá el pánico que había entre lasfamilias: el llorar y aclamar a Dios; con resignaciónofrecían al Señor sus mártires y todo era un mar dedesolación y ruina.

No se puede explicar el sufrimiento de aquellasfamilias, principalmente los niños que pasaron tantosdías sin alimentos y en medio de la angustia y elterror.

A los tres días terminó la búsqueda y se llevaronlas familias para embarcarlas en Atotonilco paraOcotlán, habiendo quedado más de 65 mártires en esatierra.

Los cristeros hicieron esfuerzos por defender lasfamilias pacíficas; se entabló un combate que tuvocomo resultado el que en medio del combate seescaparan muchas familias. Los cristeros eran man-dados por el Padre Aristeo Pedroza y los Callistas porel General Garza. Aunque el callismo no levantó elsitio, siempre se apreció la defensa de los cristeros.

Ya se podrá formar una idea de lo que el pueblo deLos Altos sufrió en la reconcentración ordenada porel decreto del 5 de mayo de 1927.

Doy el informe el 2 de junio de 1953en Arandas, Jal.

José I. Servín.(Pág. 299, Tomo II)

DECANATO V (ARANDAS)DECANATO V (ARANDAS)DECANATO V (ARANDAS)DECANATO V (ARANDAS)DECANATO V (ARANDAS)

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2.- Muerte2.- Muerte2.- Muerte2.- Muerte2.- Muertede un gran Cristero.de un gran Cristero.de un gran Cristero.de un gran Cristero.de un gran Cristero.

El día 13 del pasado mes de febrero falleció enGuadalajara, Jal., el señor D. David Cardona.

El señor Cardona, originario de Arandas, Jal., fueperfecto caballero, esposo modelo y padre ejemplar;artista consumado en la pintura, dejó como testimo-nio de su gran genio, innumerables Guadalupanas, enlo que tenía especialidad y varios murales en lostemplos de Tapalpa, Capilla de Guadalupe, Tototlány otros.

Desde que en 1919 fundó en Arandas la gloriosaA. C. J. M., el señor cura de gratísima memoria D.Amando J. de Alva, fue el entonces joven DavidCardona, uno de los primeros en alistarse y en 1922.Que la lucha obligó a organizar todas las fuerzasvivas, fundóse en Arandas una agrupación denomi-nada: «LIGA CATOLICO SOCIAL ARANDENSE».(Que en su oportunidad se fusionó a la UNIONPOPULAR), el señor Cardona fue su primer secreta-rio y en un algún período fungió de presidente. Por sugrande amor a Jesucristo Eucaristía, se le nombrópresidente de la Adoración Nocturna Mexicana, al-canzando esta asociación durante su período, el fer-vor y número de socios que no ha tenido en ningunaotra época.

Al iniciarse el «Movimiento Cristero» el 9 deenero de 1927 trató de alistarse en sus filas, pero porsu falta de práctica para montar a caballo se leaconsejó esperar mejor oportunidad de ayudar, dán-dosela el Lic. Don Miguel Gómez Loza al nombrarloJefe Civil del Municipio de Arandas con la comisiónespecial de distribuir el periodiquito «GLADIUM»que el mismo Gómez Loza editaba primero en «Pica-chos» y posteriormente en «Cerro Gordo», «Cerro dela Culebra», y finalmente en el de «San Judas»teniendo a su cargo también el aprovisionamiento dematerial para la imprenta. Cuando por motivos depersecución no pudo radicar en la ciudad, se fue alcampo dirigiendo desde allí la campaña civil en sutierra natal donde organizó las Beneméritas BrigadasFemeninas, siendo su señora esposa doña CatalinaMartínez de Cardona la jefe de dicha agrupación quetuvo actuaciones verdaderamente heroicas atendien-do heridos, sirviendo de correo, colectando fondos,etc., llegando la comisión de colectas a sacarlescooperación a los mismos «sardos», valiéndose depretextos que nunca faltaban.

Al ser nombrado el Lic. Don Miguel Gómez LozaGobernador Provisional del Estado de Jalisco, elseñor Cardona ocupó el puesto de Oficial Mayor yencargado de la recaudación de contribuciones. Ha-biendo pasado por sus manos los $20.000.00 (VEIN-TE MIL PESOS) que Gómez Loza envió a EstadosUnidos para la compra de parque y todos los fondosque por concepto de contribuciones y donativosrecibía el Gobierno Provisional, habiendo entregadosiempre cuentas exactísimas. Firmo el primer decretoque expidió el Gobernador con el pseudónimo de F.Sepúlveda, nombre que se usaba en toda la documen-tación.

Cuando el 21 de marzo de 1928, el insigne GómezLoza cayó víctima del callismo. Fue Cardona quienpublicó el sentido «IN MEMORIAM» que expresabala profunda pena que causó a todos los que militába-mos en las filas «cristeras». La muerte del grancaudillo de la Causa del Crucificado.

Al nombrar la Liga Nacional Defensora de laLibertad Religiosa, el Gobernador Provisional Inte-rino que substituyó a Gómez Loza, el señor Cardorafungió como secretario estando al mismo tiempoencargado del Municipio de Arandas de la «Edito-rial» del «Cerro de San Judas» y de las BrigadasFemeninas en Arandas y la recaudación de contribu-ciones puestos (todos los que se le encomendaron)que despeño con sumo cariño y HONRADEZ ACRI-SOLADA.

El 8 de agosto de 1928, el señor Cardona se vióobligado a venirse a la Capital de la República abuscarse la vida, pero como según la Ley Calles eraun delincuente, no pedía presentarse con toda liber-tad a solicitar trabajo, razón por la que tanto él comosu familia hubieron de sufrir miserias y hambres sinnúmero que fueron mitigadas un poco por al caridadde otro «Delincuente» que compartió con ellos el pandel destierro: el Señor Cura Don Inés Morales quetanto lo estimó y a quien Dios le concedió prestarlelos últimos auxilios.

Que CRISTO REY haya premiado instalando ensu Santo Reino, al súbdito que supo dar ejemplo devirtudes, y que tanto su señora esposa e hijos, comoel Señor Cura Morales y todos los «Cristeros» quesupieron estimarle, reciban por estas líneas mi mássentido pésame.

(Pág. 331 s., Tomo II)

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3.- «Siervo de Dios»3.- «Siervo de Dios»3.- «Siervo de Dios»3.- «Siervo de Dios»3.- «Siervo de Dios»Luis Padilla.Luis Padilla.Luis Padilla.Luis Padilla.Luis Padilla.

La señorita Luz Padilla, alma blanca, me hornóhace pocos días con su visita, acompañada del doctorJoaquín Ramos Santo Director Catedrático de laUniversidad Autónoma de Guadalajara.

Trájome Luz algunos documentos relacionadoscon los restos de su hermano Luis, uno de los mártiresdel 1o. de Abril de 1927.

A las tres de la mañana del mencionado día, elInspector de Policía, acompañado de cuarenta oficia-les secretos, escaló las ventanas de la calle de Juárez,cruzamiento con Molina, residencia de Luis. La sor-presa de la mamá y hermana fué mayúscula. LaPolicía penetrando en el interior, aprendió al jovenPadilla, militante vigoroso de las filas católicas. Eraentonces Luis jefe del movimiento de la defensa de lalibertad religiosa en el Estado de Jalisco.

Después de besar a su mamá y de pedirle subendición, fué conducido por los sicarios al CuartelColorado. Se tuvo aún la desfachatez de decir a laseñora que no pasaría nada a Luis, que solamente setrataba de una investigación.

A eso de las ocho de la mañana, la mamá y lahermana fueron detenidas en la Inspección de Policíay no volvieron a ver Luis hasta las tres de la tardetendido en uno de los corredores de dicha Inspección(antes Palacio Arzobispal). El mártir que vestía trajede verano blanco, comparecía como un Ecce Homomanchado con su propia sangre por todo el cuerpo. Elseñor Solana viéndole así, le cubrió con su propiogabán o sobretodo.

Los demás datos de su muerte, son muy conocidospor mis lectores. Sólo me ocuparé de un caso raro ysingular de sus restos.

Al cabo de veinticinco años de sepultado en elPanteón Municipal de esta ciudad, en la cripta de lafamilia Padilla Gómez, se procedió a la exhumaciónde su cadáver, para trasladarlo a la cripta de SanAgustín. Era en punto de las doce del día (9 de juliode 1952).

La señorita Luz, que contemplaba el esqueleto, derepente vio aparecer como una estrellita en el orificiodel tiro de gracia. En seguida nuevas estrellitas cu-brieron todo el cráneo, hasta extenderse el fenómenoa todos los huesos; de tal forma que la osamenta,quedó totalmente brillante.

Luz preguntó estupefacta a un desenterrador: ¿Quées esto?, el interrogado incipientemente, dijo: «Es elsalitre...»

Los testigos oculares son de toda seriedad y com-petencia.

Baltasar G. Valdivia, de la funeraria de «El Car-men», escribe:

«En relación con las exhumaciones que se hicie-ron de los señores Mercedes Gómez viuda de Padilla,Ignacio Gómez Medina, Jacoba Padilla viuda dePeña y Luis Padilla Gómez, solamente este últimoresultó en toda la osamenta un brillo o sea cristaliza-dos los restos, cosa que ninguno de los otros restostenían». (Marzo 26 de 1953).

Y en otra declaración, observó el mismo señor:«Los huesos con el sol y el aire tomaron un brillosobrenatural que no lo había visto yo en ningunosotros restos». Es de notar que don Baltasar tienemuchos años en el oficio funerario.

La señorita Rosa Martínez: «Fui testigo ocular delfenómeno que se observó en los restos del Sr. LuisPadilla Gómez, que en el término de 10 min. secubrieron de un brillo notable», declaró con fecha 25de junio de 1952.

La señora Luz González viuda de Barba manifies-ta (julio de 1952): «Estando los restos exhumados ymientras se hacía la instalación en la urna, vimoscómo todos los huesos estaban refulgentes, como siestuvieran cubiertos de brillantitos».

El joven José Alberto Macedo P., agrega: «Losrestos de Luis estaban cubiertos de puntitos blancosy luminosos», (20 de agosto de 1952).

El licenciado José Ma. Partida, enfáticamenteescribe: «Hago constar, que habiendo visto los restosmortales del señor Luis Padilla Gómez, antes de quese procediera a su reinhumación en la cripta deltemplo de San Agustín de esta ciudad, claramente víque el cráneo se veía cubierto de brillantes o piedritas,que al recibir los rayos del sol, hacían que brillaraintensamente. Serían aproximadamente dos minutos,el tiempo que observé los restos mencionados», (30de julio de 1952).

La señorita Luz Padilla se reservó una vértebra.Sobre la cual dice el Dr. Rodolfo Reynaga Iñiguez:«Observada detenidamente, se nota cristalizada tantoen la superficie exterior como en la interior, cosa éstaque no se observa en los huesos comunes y corrien-tes».

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Por el mismo tenor corre la declaración del Dr.Roberto Peña González profesor de la Facultad Au-tónoma de Medicina.

El Dr. Joaquín Ramos Santos, suscribe esta decla-ración: «Hago constar que el examen de los restos delesqueleto que perteneció al señor Luis Padilla G.,presentan un brillo anormal. El Estudio comparativose realizó con piezas que normalmente usan para laexposición de su clase, los catedráticos de la materia,y durante 3 meses con huesos de recientesexhumaciones».

El Ing. químico Luis E. Williams, analizó uno deestos cristales y declara: «Químicamente se obtuvie-ron reacciones positivas de los siguientes compues-tos: Magnesio, calcio, fosfato, sulfatos, y carbona-tos... Los cristales analizados no fueron solubles».(Agosto 14 de 1952)

Para el ing. Fernando Leal V., los cristales notienen explicación científica satisfactoria del fenó-meno y de la naturaleza o tipo de cristalización»,(Agosto 24 de 1952).

Tengo para mi, que he sido muchos años profesorde química, que estamos ante un fenómeno sobrena-tural.

(Págs. 46 y 48, Tomo II)

4.- P. J. Reyes Vega.4.- P. J. Reyes Vega.4.- P. J. Reyes Vega.4.- P. J. Reyes Vega.4.- P. J. Reyes Vega.Datos biográficos del Sr. Cura y General Don José

Reyes Vega.Lo conocí en Tototlán, Jalisco donde ejercía su

Sagrado Ministerio. Hombre de gran corazón, mere-ció la confianza de todos los Jefes que preparaban elmovimiento de defensa de los católicos.

Cuando por las leyes inicuas de Calles, la vida sehizo imposible para los católicos en México, el Sr.Cura José Reyes Vega, acompañado de un grupo dehombres de verdad, se levantó en armas contra elcallismo. Por centenares se cuentan los combates yescaramuzas que este bravo soldado de Cristo sostu-vo contra las fuerzas del tirano. Su campaña dióprincipio en el poblado de San Julián derrotando demodo definitivo al General Callista EspiridiónRodríguez: El General Reyes Vega ocupaba el pobla-do de San Julián, y a unos cuatro kilómetros estabaacampado con su Regimiento el General Rodríguez.Rodríguez mandó una comunicación a Reyes Vegallenándolo de insultos y retándolo a que si era hombre

lo esperara ahí, que lo atacaría a las cinco de lamañana del siguiente día, (eran las cinco de la tardecuando Reyes Vega recibió la comunicación). Con elmismo enviado el General Reyes Vega contestó aRodríguez que los cristeros eran hombres, que noeran bandidos ni lo que él decía y que ahí esperaba suataque. Ambos ejércitos tuvieron 12 horas para pre-pararse, Reyes Vega para ordenar la defensa,Rodríguez para preparar su anunciado ataque.

Algunos de los Jefes que traía Reyes Vega, lehicieron notar que las tropas cristeras eran inferioresen número y que traían muy pocos cartuchos. ReyesVega les contestó: ya dije a Rodríguez que aquí loesperábamos y suceda lo que suceda aquí lo espera-mos. Nadie se atrevió a replicar, pues era seguro queReyes Vega lo hubiera mandado fusilar y habríahecho muy bien porque en los ejércitos debe imperarla obediencia y la disciplina.

El Coronel Reyes Vega ordenó que se repartieranproporcionalmente los cartuchos que traían las tropasy dispuso que el Jefe Victoriano Ramírez (El Cator-ce) subiera con sus muchachos a las torres de laParroquia; que el Jefe Lauro Rocha ocupara unaaltura desde donde se dominaba buena parte delcampo por donde avanzaría Rodríguez; a Luis Anayaque ocupara otro punto estratégico; al Capitán Encar-nación Ibarra (Don Chon) que ocupara una casa de lacalle principal, y al Capitán Enrique Zermeño queocupara otra casa frente a la casa que ocupaba donChon para que ambos impidieran con sus fuegoscruzados el avance del enemigo.

El Coronel Reyes Vega quedó con doscientoshombres en la orilla del poblado para acudir a loslugares donde fuera necesario.

A las cinco de la mañana en punto, el GeneralRodríguez lanzó un feroz ataque, ametralladoras,armas automáticas y fusiles vomitaban lluvias debalas sobre los heroicos defensores del poblado deSan Julián; las fuerzas cristeras contestaban el fuegocon debilidad por su escasez de cartuchos; peroasegurando el blanco de todos sus disparos. ReyesVega mandó a algunos hombres de su confianza paraque avisaran a las fuerzas cristeras que estuvierancerca, que vinieran a auxiliarlos. Reyes Vega con susdoscientos hombres que lo acompañaban dió más deveinte cargas de caballería obligando a los atacantesa replegarse; las cargas de Reyes Vega eran eficaz-mente protegidas por las fuerzas que ocupaban lasalturas. El Jefe Anaya, de los nuestros, abandonó elpoblado sin avisar, al Capitán Zermeño se le acabó el

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parque a las once de la mañana; pero se quedó en ellugar; las demás fuerzas seguían luchando a muerte.A las cinco de la tarde un repique de campanasanunció la presencia de un numeroso grupo de fuer-zas cristeras que venían a rienda suelta en auxilio delos sitiados; Reyes Vega se puso al frente de lacolumna de refresco y cargó sobre el enemigo, obli-gándolo a huir. Rodríguez montando excelente caba-llo, en camisa y calzoncillos, huía a la cabeza de susdispersas y diezmadas fuerzas dejando abandonadosen el campo muertos y heridos y abundantísimospertrechos de boca y guerra. Las armas cristeras secubrieron de gloria en su primera y monumentalbatalla.

Por las noticias de algunos periódicos supe que elGeneral Reyes Vega había muerto en el poblado deTepatitlán, Jal., y unos amigos míos me contaroncómo había sido su muerte.

Después de tres días deduros combates, las fuerzascristeras que defendían laplaza de Tepatitlán, recha-zaron al enemigo que ennúmero considerable atacóla plaza; la mortandad porparte de los enemigos, fuémuy grande y el botín paranuestras tropas abun-dantísimo. En un establo sehabían hecho fuertes unosagraristas, a quienes no pu-dieron desalojar los nues-tros por la falta de bombasde mano que se habían ago-tado; sabedor Reyes Vegade lo que pasaba se puso alfrente de sus fuerzas y ata-cando con ímpetu comosólo él sabía hacerlo, fuéherido por una bala que ledió en la cabeza, herida queuna hora después le ocasio-nó la muerte. Sus últimaspalabras después de recibirlos auxilios espirituales fue-ron de aliento para las tro-pas: Yo cumplí mi misión aUds. les toca continuar lalucha hasta obtener la vic-toria.

Muchos aseguran que Reyes Vega cometió algu-nas faltas, yo creo que todos los hombres comohumanos las hemos cometido y las seguiremos come-tiendo; pero también digo que para limpiar las man-chas que dejan los pecados en nuestras almas está laSangre de Cristo y su misericordia infinita; esa sangreque borra los pecados del mundo alcanza y sobra pararedimir al Padre Vega de las faltas que haya cometi-do.

Invito nuevamente a las personas que tengan co-nocimiento de los hechos de armas de este notablesoldado de Cristo, los proporcionen para honrar sumemoria.

México, Septiembre de 1953.

Felipe de Jesús.(Pág. 235 a 237 del Tomo I)

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1.- Coronel1.- Coronel1.- Coronel1.- Coronel1.- CoronelJosé María RamírezJosé María RamírezJosé María RamírezJosé María RamírezJosé María Ramírez

Nació este aguerrido y valiente soldado de Cristoen la Hacienda de la Labor, Municipio de Jalostotitlán,Jal., el año de 1890. No hizo más estudios que lainstrucción primaria en la escuela parroquial de dichapoblación, dirigida en el final del siglo por el muyilustre profesor don Anastasio de la Torre, por cuyadisciplina y sapiencia se formaronhombres que dieron honra a lapoblación y al Estado. Llegada lajuventud, su padre lo dedicó alcampo y fué un gran aficionado amontar y lazar, pues adquirió famacomo buen jinete y verdadero ar-tista con la soga en las manos.Fornido y apuesto charro; blancoy de ojos azules, de mirada apaci-ble y profunda. Su carácter erafranco, alegre y jovial. Era amantede chistes y cuentos que soltabacon mucha gracia. Le atraían lasarmas y como buen alteño, lassabía manejar, pues era tambiénun magnífico tirador. Por su peri-cia en el arte de montar y de mane-jar la soga, era solicitado siempreen charreadas y jaripeos. Sus pa-dres, si no ricos, tenían lo necesa-rio para que la familia viviera con holgura y sinembargo, José María se distinguió siempre por estaral lado de los débiles y de los oprimidos. Siendo muyjoven, se dejó marear por el vértigo de la aventura yfué en dos ocasiones a los EE. UU. del Norte, nocomo NIÑO BIEN, sino a trabajar en lo primero quese le presentaba. Adquirió fama entre sus compañe-ros de trabajo -quienes lo respetaban- por la firmezacon que sostenía en todo momento sus conviccionesy su credo religioso, para lo cual era muy medido enhablar y poco amante de discusiones inútiles. ¡Yapodía componerse quien en su presencia soltara elpico desbarrando de la religión católica y de sussacerdotes, porque era seguro que le hacía sentir elrigor de sus puños...!

Volvió a su pueblo natal y contrajo matrimonio,dedicándose de nuevo al campo en un rancho de su

propiedad llamado Vallarta. Pasaron los años y vinoel conflicto religioso provocado por Calles. Enmarzo de 1927, estuvo José María en Guadalajaracon motivo de atender a su señora madre doñaDolores Casillas de Ramírez, de una enfermedadque acabó por llevarla al sepulcro. Durante su estan-cia en la capital tapatía, él y su hermano Salvador,estuvieron en contacto con los principales jefes de ladefensa armada de los cristeros, contrayendo desdeluego algunos compromisos con ellos. En ese mis-

mo año José María volvió a EE.UU. entrevistándose con algunoscompatriotas que trabajaban enTexas para pertrechar a los quecon las armas en la mano luchába-mos contra la tiranía callista, y enoctubre volvió a su rancho tra-yendo elementos que de contra-bando había conseguido pasar.Llamó a su hermano Salvador quepermanecía en la región prepa-rando el terreno y a la gente de-seosa de alzarse en armas y unoscuantos días después se lanzaronlos dos a la lucha por la libertad,abarcando su radio de acción losextensos municipios de Teo-caltiche, San Juan de los Lagos,San Miguel el Alto, Valle deGuadalupe, Cañadas y el deJalostotitlán como sede de su cuar-

tel general. Su labor fué doblemente meritoria, pri-mera: porque su sector quedaba aislado de los de-más núcleos cristeros de los Altos y tuvo él solo queaparar todos los embates del enemigo sin esperarayuda, y segundo: porque se mantuvo firme a pesarde que todos los pueblos de la región se encuentranrelativamente cerca unos de otros y sus guarnicio-nes aprontaban en cualquier momento contingentesarmados para batirlo. Pese a todo esto, él desarrollósus planes, sus movimientos y sus golpes de sorpre-sa. Pocos meses después murió su hermano Salva-dor en un combate librado contra el callista Z.Martínez en las cercanías del Valle de Guadalupe.José María continuó adelante su campaña sintiendoel apoyo fuerte y decidido de sus bravos oficiales:VICTORIANO DAMIAN, (asesinado después delos arreglos); J. Trinidad Gómez y Luis Rodríguez,

DECANATO VI (JALOSTOTITLAN)DECANATO VI (JALOSTOTITLAN)DECANATO VI (JALOSTOTITLAN)DECANATO VI (JALOSTOTITLAN)DECANATO VI (JALOSTOTITLAN)

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muertos heróicamente en combate; Nemorio Aguirre,Francisco Bautista y Gregorio Márquez.

El servicio de espionaje tendido por José María entodo su sector, lo hizo saber que un buen día habíallegado a San Juan de los Lagos una fuerte partida decartuchos destinada al general Galindo que tenía porentonces su cuartel general en Jalos. Le suspiraba albotín. El día 10 de enero de 1928, metió su gente a SanJuan distribuyéndola en patrullas, mientras él, alfrente de 8 de sus mejores hombres, asaltó por sorpre-sa el cuartel enemigo que los callistas, peritos en eldespojo y la rapiña, habían instalado en la propia casadel señor Abad de la Basílica. Tan de sorpresa fué supresentación en el cuartel, que no dió tiempo a que losjuanes acudieran a sus armas y fueron todos aniqui-lados. El banco de armas quedaba en su poder. Pudoenterarse que efectivamente allí se encontraba elcargamento de cartuchos, pero él y sus hombres nopodían ir mas al fondo de la casa porque había unpelotón enemigo que les hacía mortífero fuego y poreste motivo se vió obligado a retirarse y renunciar atan preciada carga. Le dejó diez muertos al enemigo.No perdió uno solo de sus hombres y se retiró de lapoblación llevando diez rifles más arrebatados alcallismo.

Pasada esta acción, fueron muy frecuentes losamagos que hizo a esta plaza y les tuvo casi constan-temente interrumpidas las comunicaciones telegráfi-cas para que los sardos se vieran obligados a salir arestablecerlas, oportunidad que él aprovechaba parapegarles cuando lo creía oportuno.

En la primavera de este mismo año se presentó enla región el general Gorostieta acompañado del PadrePedroza y de don Miguel Hernández, con sus respec-tivos regimientos. Ordenó el general un nuevo ataquea la plaza de San Juan y José María, como mejorconocedor del terreno, tomó parte muy activa en elcombate. Pero hay una divergencia en las relacionesque se conocen sobre este ataque y es la siguiente:Epifanio Gallegos, que estuvo en el combate, relataque los federales apoderados del Santuario se rindie-ron y entregaron sus armas; en cambio, otra relaciónque se conoce por aquellos rumbos, afirma que a lasdoce del día, después de estar peleando intensamentetoda la mañana, el general Gorostieta creyó prudenteretirar sus fuerzas, lo cual se llevó a cabo en orden ysin ningún peligro, mientras que los sardos en elSantuario echaban a vuelo las campanas presumien-do de triunfo, cuando todo el pueblo estaba enteradode que había 16 federales muertos, mientras en lasfilas cristeras todos pasaban lista de presente.

Todos los destacamentos de su sector tuvieron quesentir su presencia y en el campo, dió José Maríanumerosos combates significándose de manera espe-cial los librados en San Francisco y el Potrero delPato.

Fué característica suya la subordinación y disci-plina observadas para sus jefes, acatando fielmentetodas las disposiciones recibidas, ya fueran del JefeSupremo de la Guardia Nacional o de la Liga Nacio-nal Defensora de la Libertad Religiosa, instituciónque respetó y defendió siempre a capa y espada.Cuando vinieron los arreglos del 21 de junio de 1929,y se dió cuenta que era la Liga la que ordenaba ellicenciamiento de las tropas cristeras, con todo yrepugnancia a tal determinación, sin comentarios yen silencio acató la orden presentando su gente enJalostotitlán, disciplinándose y sacrificando su con-traria manera de sentir.

Lamentaba que hubiera en su propio pueblo natalno pocos enemigos suyos que deseaban y hastaponían de su parte alguna cosa para hacerlo desapa-recer. Enemigos que, no obstante llamarse católicos,jamás comprendieron la justicia y nobleza del movi-miento cristero, cuyo representante en la región eraJosé María, a quien tachaban de bandolero porque enla campaña tuvieron que sufrir algunas pérdidascausadas por sus soldados, cosa la más natural cuan-do se trataba de hombres armados que jamás exigíanhaberes y que para comer, con toda justicia teníanderecho a disponer de lo necesario en donde lohubiera. En cambio, todo lo contrario sucedía en SanJuan de los Lagos, en donde José María era queridoy aclamado entusiastamente por todo el pueblo. ¿Cues-tión de ideologías? -No lo creo- ¿Acaso no erancatólicos unos y otros? ¿Qué no tenía razón de ser elmovimiento? -Sí que la tenía, porque el propio SumoPontífice reinante en esa época aprobó y bendijo ladefensa armada de los católicos mexicanos. ¿Acasolos cooterráneos juzgaban a su paisano y de muchosde ellos pariente, por defectos humanos? ¿Habráquien se atreva a tirar la primera piedra? -Es de todajusticia reconocerlo y publicarlo que José María fuétodo un honrado caballero y que abrazó la causacristera inspirado por sentimientos nobles que lollevaron hasta el sacrificio.

Pasaron unos años de tregua después de losarreglos del 21 de junio. Asumió la presidencia de laRepública el Gral. Lázaro Cárdenas que, como au-téntico revolucionario no tardó en lanzar disposi-ciones y leyes atentatorias que lastimaban los senti-mientos de la mayoría del pueblo, esto obligó de

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nuevo a que surgiera una segunda etapa de la glorio-sa anterior defensa de tres años. José María empuñóotra vez las armas y fué a la lucha, ahora más difícilde sostener, porque había menos armas, menosgente y menos cooperación. A un amigo íntimo queejercía el magisterio le dijo: «Estas leyes son yaintolerables ¿nos vamos a dejar ensillar? deja ya laescuela y vente al campo a pegarle muy duro a estegobierno».

Venciendo mil dificultades y a base de grandessacrificios, por muchos meses consiguió sosteneruna guerrilla que operaba modestamente en la mis-ma zona de actividades de la primera etapa. En unrancho del municipio de San Juan de los Lagos vivíaun colaborador civil que en un principio le prestógrandes servicios, al parecer desinteresado, peroposteriormente, aprovechándose de cierta autoridadque José María le daba, se fué transformando en unverdadero ladrón, evadiendo todo encuentro con eljefe. En la última vez que se le fué a buscar y no sele encontró, le dejó este recado terminante: «Presén-tate el día 27 de noviembre en la Barranca de SanAntonio para tener una reunión con mis jefes y si nolo haces, tomaré contra tí medidas enérgicas». Elcobarde y falso amigo en lugar de acudir a la cita sepresentó al jefe del destacamento federal en SanJuan para denunciar la reunión de su antiguo jefe ysus capitanes. Inmediatamente por la vía telegráficael oficial cardenista se comunicó con todos los jefesde destacamento circunvecinos y con un movimien-to coordinado salieron columnas de Jalos,Teocaltiche, Cañadas y el Valle de Guadalupe paraponer sitio al lugar denunciado. Puntuales a la citaestuvieron José María y sus oficiales y el día 27amanecieron en la Barranca. A la salida del solrecibieron la sorpresa de los primeros disparos y losescasos 40 hombres que les acompañaban se apron-taron a recibir órdenes dispuestos a luchar. Intentan-do salir del cerco por una ranchería denominadaLoma de Alba, para no irse a meter a la barranca delSalto Verde, pero fueron rechazados por la columnaque de Jalos se acercaba por el oriente y fueron porla ordeña del mismo rancho a buscar salida por elnorte y también fueron recibidos con fuego cerradopor las fuerzas procedentes de Teocaltiche. En esteencuentro fué herido por primera vez José María. Elcampo de acción se estrechaba cada vez más para lossitiados y la pequeña columna se dispersó con laorden de «sálvese el que pueda». José María acom-pañado de su asistente, del capitán Nemorio Aguirrey 4 hombres más, buscó la salida por la cañada del

Venado y en la esquina de un cercado de piedra quebaja por dicha cañada, se encontró con un capitán yvarios soldados enemigos de las fuerzas deTeocaltiche trenzándose a tiro de pistola y segúndicho del propio capitán, José María y Nemorio sebatieron como leones, obligándolo a refugiarse conel grueso de su columna. En este tercer encuentrofué herido José María por segunda vez.

Con esta última acción, habían logrado quedar yafuera del sitio, pero viendo José María que algunos desus soldados luchaban adentro desesperadamentepor salir, se metió de nuevo a la hornaza en compañíade su asistente para ayudar a sus hombres, pero era talel fuego enemigo, que al bajar al fondo de la cañadarecibió dos tiros más y le mataron el caballo, hiriendotambién a su asistente. A pie y como Dios les dió aentender, consiguieron burlar a los sardos y ocultarseen otra cañada del rancho de la Barranca. A mediamañana el enemigo se retiró, pero la guerrilla queda-ba destrozada y su jefe gravemente herido. Cerca dellugar en que habían quedado ocultos, vivían dosprimos de José María a quienes mandó llamar paraque lo atendieran, pero estaba herido de muerte y sinperder tiempo ni acobardarse dejó encargos para sufamilia; les suplicó que sin dar parte a las autoridades,lo sepultaran en aquel mismo lugar; en voz alta pidióa Dios perdón de sus culpas y a las 4 de la mañana deldía 28 de noviembre de 1935 pasó a mejor vida, comoasí lo deseamos sus compañeros, amigos ycooterráneos.

Todo habría quedado en silencio si sus primos,temerosos de una represalia por parte del jefe militar,no se hubieran presentado en cuanto murió a denun-ciar el lugar en que se encontraba y los sardos enpersona llenos de contento fueron a recoger el cadá-ver exponiéndolo en el portal de la presidencia muni-cipal.

Había prometido el jefe del destacamento entregarel cadáver a sus deudos sin burlas ni profanaciones,pero por desgracia no sucedía aun, cuando llegó a lapoblación otra columna federal comandada por unjefe que no hacía honor al águila que llevaba en suscharreteras; porque sin ningún motivo, al darse cuen-ta que allí se encontraba tirado el cadáver del jefe delos levantados, dispuso que arrastrando lo llevaran aljardín de la Plaza de Armas y fuera colgado de la ramade uno de sus árboles en donde permaneció hasta elsiguiente día en que por súplicas de algunos familia-res, les fué entregado para darle cristiana sepultura.

Se tenían también dos prisioneros jovencitos,menores de edad, que habían caído en el combate,

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uno de ellos herido, y sin ninguna consideración losmandó fusilar.

Dr. José Gutiérrez Gutiérrez.(Pág. 27 s.s. del Tomo II)

2.- La muerte de un héroe2.- La muerte de un héroe2.- La muerte de un héroe2.- La muerte de un héroe2.- La muerte de un héroeen el combate deen el combate deen el combate deen el combate deen el combate deSan Miguel el AltoSan Miguel el AltoSan Miguel el AltoSan Miguel el AltoSan Miguel el Alto

Ignoro las causas por las que el Alto mando de laGuardia Nacional, destituyó del mando de su Regi-miento al Coronel Don Victoriano Ramírez (El Ca-torce) sustituyéndolo en el mando por el CoronelMario Valdéz.

Encontrándose el Regimiento en las cercanías deSan Miguel, el Coronel Valdéz ordenó al CoronelRamírez saliera a una comisión, y ya cuando éste seencontraba ausente del Regimiento ordenó que latropa se dispusiera para entrar en acción.

Cuando sus subordinados le comunicaron que latropa estaba lista, el Coronel Valdéz llamó al heroicocapitán Don Jesús Flores y le ordenó se hicieraacompañar de Florencio Cervantes, Jesús Asencio yun reducido número de soldados y que se afortinaraen los muros del panteón del lugar; que él cuandofuera conveniente, con las demás fuerzas atacaría alenemigo por el lado de «LOS ALAMOS». Paradarles más ánimo les dijo que los que guarnecían elpoblado eran treinta y cinco soldados pertenecientesal Regimiento del callista Z. Martínez que se encon-traba en Arandas, Jal.

El Capitán Flores cumpliendo fielmente las órde-nes de su Jefe, con el pequeño grupo a su mando seafortinó en los muros del panteón y esperó el ataquedel enemigo, que pronto hizo acto de presencia.

Se entabló un fuerte y desigual combate. Losatacantes en mayor número atacaban duro y por todoslados a los pocos combatientes cristeros que se defen-dían bravamente. Después de heroica resistencia,cuando el parque se agotaba y el Coronel Valdéz nose presentaba; cuando ya habían muerto el extraordi-nariamente valiente Capitán Don Jesús Flores y esta-ba herido de un brazo el joven de 17 años JesúsAsencio, los cristeros sobrantes se retiraron en mediode una lluvia de fuego.

El enemigo avanzó con rapidez y pudo hacerprisionero al joven Asencio que por estar herido nopudo correr.

Los callistas que sabían lo que valía el valientecapitán Flores a quien encontraron muerto, comuni-caron su victoria al callista Z. Martínez, que deinmediato salió de Arandas con su gente para ver consus propios ojos lo que no creía.

Como a media tarde arribó aquel hombre sangui-nario que pudo ver con sus propios ojos los cadáveresde Flores y Cervantes y vió luego al joven prisioneroAsencio a quien encontró sonriente y tranquilo. Asom-brando por el valor extraordinario del jovencito leofreció concederle la vida con la condición de que seincorporara con sus fuerzas, que lo pensara y en lamañana del día siguiente le resolviera, que si noaceptaba su propuesta sería fusilado. El joven solda-do le dijo sin titubear que él nunca podía aceptar suproposición, que lo mandara fusilar. Piénsalo, lecontestó Z. Martínez, mañana nos veremos. A lamañana siguiente, cuya fecha no la recuerdo, Z.Martínez entrevistó al prisionero preguntándole cualera su resolución. El joven contestó, mi resolución deayer, hoy y siempre es la misma, no acepto su propo-sición, puede ordenar mi fusilamiento.

El sanguinario callista que tantos centenares degentes inocentes había mandado asesinar ordenó a unpelotón que condujeran al prisionero al Atrio de laParroquia y que dándole tiempo para ver si se asusta-ba, si no accedía lo fusilaran.

Minutos después, el joven cristero, tranquilo es-peraba la muerte teniendo frente a él el pelotón decinco soldados que debían de fusilarlo. El oficial queiba a ordenar la ejecución, habló largo rato con élprocurando persuadirlo de que se diera de alta conellos, que así salvaba su vida y que en ocasiónoportuna podía escaparse. Asencio le contestó que leagradecía el interés que él le manifestaba por su vida,pero que no aceptaba.

Z. Martínez se acercó al lugar de la ejecución ydirigiéndose al joven le dijo: No sacrifiques tu vida enforma tan tonta, te ofrezco la vida a cambio de que tedes de alta conmigo; acuérdate de tus padres queviven en Arandas y la pena que les causará tu muerte.

Señor General: Agradezco a Ud., el interés quemanifiesta; yo no puedo aceptar su ofrecimientoporque al conservar la vida, la conservaría cometien-do una acción que me avergonzaría toda mi vida antetoda persona; si volviera a mi casa con ese deshonor,mis propios padres, con toda razón, me impediríanvolver a mi hogar. Hace 10 días salí de mi casa comosoldado de Cristo Rey y no quiero volver a ella comosoldado callista; ante Ud., mismo que se admira de mi

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serenidad, sería un hombre indigno y deshonrado.Que se cumpla la sentencia, mátenme ya.

Z. Martínez agregando un asesinato más a su largalista, ordenó que se fusilara. El joven cristero cayóabatido por las balas de los asesinos y su alma voló alcielo a recibir de Dios el premio por su lealtad.

Cuando el joven Asencio era cadáver, otro callistaigualmente asesino, el Gral. Leal se acercó a Z.Martínez y le dijo: Yo a este muchacho no lo habíamandado fusilar, lo hubiera dejado para la cría, por-que hombres de estos, pueden hacer falta y no se danen guía.

Ojalá y este ejemplo, aliente los corazones de todohombre bien nacido para bien de Dios y de la Patria.

México, febrero de 1956.

J. M. Camarena.(Pág. 23 s. del Tomo III)

RectificaciónEn el número 50 de DAVID, de fecha 22 de

septiembre de 1956, con el encabezado de (MUER-TE DE UN HEROE) en el combate de San Miguel elAlto, narra los hechos el Sr. José Ma. Camarena yahora yo envío estas líneas con el fin de rectificar yque los lectores se den cuenta de la verdadera historiade la Epopeya Cristera.

El 28 de octubre de 1928, fiesta de Cristo Rey, a las8 a.m. llegó el Capitán Clotilde Franco acompañadode su asistente hasta la orilla de la población y comoa esa hora salía el Cap. Camilo García por el puente,le hicieron unos tiros obligándolos a entrar de regresoa la población en donde sacó la guarnición que habíay emprendieron la persecución de los cristeros. Estoshuyeron hasta Los Maguelles rumbo al noreste dondeestaban los otros 8 compañeros y allí esperaron alenemigo que rechazaron, pero entre tanto habíansalido por el norte 30 federales que ocultos se habíanposicionado de una cerca y al llegar allí los cristerosmataron al Subteniente y de los cristeros murieron 2;uno llamado Francisco Cervantes y el otro J. JesúsFlores; además tuvieron dos heridos.

Viendo Franco que su Mayor Valdés lo habíaengañado y no le impartía ayuda como se lo habíaprometido al enviarlo a llamar la atención del enemi-go para sacarlo fuera de la población y por otra partese le agotaba el parque después de tres y media horasde combate se retiró a El Tigre.

Los cadáveres de los cristeros fueron atados de lospies y arrastrados, uno hasta el centro de la plaza

frente a la Presidencia y el otro hasta el río de dondelo recogió y cubrió el Sr. Gregorio Román y susoperarios. Estando los cadáveres en la plaza la Srita.María Ramírez los pidió al Cap. García para darlessepultura, no siendo atendida su petición, pero elladesafiando el peligro y secundada por varias perso-nas los levantó y sepultó en el Panteón Municipal alas 5 p.m. del mismo día.

El 14 de noviembre de 1928, como a las 8 de lamañana, sorprendió el Gral. Z. Martínez en ElPotrerillo, al norte de S. Miguel El Alto, como a 10kilómetros a 30 cristeros mandados por ClotildeFranco, los cuales se batieron en retirada durante treshoras y en un trayecto de cuatro leguas tuvieron 2heridos, uno levemente y el otro al ser herido ledestrozaron el máuser y comprendiendo que no podíahacer fuego con la pistola que era lo que le quedabala destrozó con una piedra para que no sirviera a susenemigos.

Al ser hecho prisionero suplicó al Gral. lo fusila-ran luego para no causar impresiones en la población,pero este se negó y entró con el prisionero a las 3 p.m.al frente de 200 soldados y entregó al prisionero alCap. 2° Camilo García para que lo fusilaran; peroantes García trató de lograr que delatara a algunaspersonas, pero el preso, tratándolo con desprecio lecontestó que sus compañeros habían sido muy bue-nos compañeros con él y que no haría ninguna reve-lación que comprometiera a nadie; que por Dioshabía luchado y por El iba a morir; después de traerlopor todo el atrio del Templo preguntándole por burlaque lugar le gustaba para morir, les contestaba quedonde gustaran y lo mismo la clase de muerte quequisiera darle.

Fue fusilado el mismo día 14 a las 4:45 de la tardefrente al costado oriente del atrio. Pero antes de ladescarga viendo los soldados el valor y la serenidadque demostraba suplicaron ellos mismos que le per-donaran la vida, contestando García que debía moriren bien de la Patria.

Una vez que se le formó el cuadro, testigos presen-ciales dicen que se peinó su pelo con la mano buena,aventó su sombrero a un lado para esperar el martiriopor Cristo Rey.

En los momentos de la descarga lanzó el grito quehacía temblar, al enemigo: «Viva Cristo Rey y SantaMa..., cuando su cuerpo quedó sin vida.

Momentos después se presentó la Señorita MaríaRamírez acompañada de Angela Román con el Gral.Z. Martínez a pedirle el cadáver para sepultarlo

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recibiendo por contestación los más groseros insul-tos, pero ella acompañó al cadáver hasta las once dela noche en que se apagó la luz; el cadáver permane-ció hasta el día siguiente. Otro día, como Z. Martínezhabía salido para Jalos a las 12 de la noche, fue el Sr.Ladislao López a las 6 a.m. a suplicar a García lepermitieran llevar el cadáver al panteón, habiendoconseguido el permiso dicho señor y acompañado deotras personas lo sepultaron.

Este valiente joven se llamaba J. Jesús Asencio.Héroe y mártir porque murió confesando a Cristo

Rey. La sangre de este valiente fue recogida porvarias personas en pañuelos y algodones y algunasque guardaron sangre en pomitos a distancia devarios meses la sangre estaba fresca y líquida.

Estas narraciones son copiadas de documentosescritos a raíz de los acontecimientos, por lo cual conla presente queda rectificado que el héroe y mártir J.Jesús Asencio no fue hecho prisionero en el combatede los Maguelles donde murió Francisco Cervantes yJ. Jesús Flores, fue en otro combate y en distintafecha.

José Castillas Padilla(Pág. 193 s. del Tomo III)

3.- Sr. Cura Toribio Romo3.- Sr. Cura Toribio Romo3.- Sr. Cura Toribio Romo3.- Sr. Cura Toribio Romo3.- Sr. Cura Toribio RomoSon casi un centenar los sacerdotes sacrificados

durante la persecución religiosa, y de todos ellostenemos la obligación, agradabilísima por cierto, dedar los más amplios detalles, y hacer la semblanzamás exacta de su sacrificio.

Pero hemos tropezado con la carencia de datosverídicos y completos, y no queremos estampar enDAVID algo que tengamos que rectificar después.

Pero del Sr. Cura Romo sí nos atrevemos a escribirestas líneas, gracias a la gentileza del Sr. su hermano,el Sr. Pbro. D. Román G. Romo, que nos facilitó unopúsculo, artísticamente ilustrado, de donde toma-mos los datos que pasamos a exponer.

Desde luego, era de la tierra pródiga en héroes ymártires de la Epopeya, la región de Los Altos, Jal.,porque nació en el Valle de Guadalupe, pertenecientea la Parroquia de Jalostotitlán, paisano del actual JefeSupremo de la Legión.

Sus padres, cristianos a carta cabal, fueron el Sr.D. Patricio Romo y la Sra. Dña. Juana González. Al

siguiente día de su nacimiento al mundo, nació parala Iglesia por medio del Santo Bautismo, que le fuéadministrado por el Sr. Pbro. D. Miguel Díaz Orozco,siendo sus padrinos los señores Marciano Gonzálezy Margarita Romo.

Al igual que el ilustre Pontífice Sixto V, en susprimeros años fué pastor, y como aquel Papa, tuvoigualmente ardientes deseos de llegar a ser sacerdote.

A los siete años, en 1907, hizo su Primera Comu-nión, y tanto el P. Vicente como su hermana mayor,María, le hicieron comprender la dicha que alcanzabacon aquel acto sublime, y lo predispusieron a másgrandes cosas.

Sus estudios de primaria los hizo en Jalostotitlánbajo la dirección del Sr. Cura D. Pedro R. Rodríguez,y cuatro años después ingresaba al Seminario Auxi-liar de San Juan de los Lagos.

El opúsculo que estamos consultando, con rela-ción de la estancia del estudiante Toribio Romo en elSeminario Auxiliar, dice: «Por su actividad en lasobras católico-sociales fué apreciado por sus maes-tros y compañeros, y odiado a muerte por los enemi-gos de la causa de Cristo, llegando hasta agredirlo abalazos»... Este dato, y el aparecer en el mismoopúsculo, a toda plana, y muy bien lograda, unafotografía del insigne líder católico, también alteño,Lic. Anacleto González Flores, nos hace suponer quenuestro biografiado, fué uno de los mejores aguilu-chos formados en la escuela, y con las directrices delinsigne Anacleto, «el maistro». Esto lo confirmará elmismo Padre Toribio en su copiosa, aunque muybreve vida apostólica, pues apenas llegó a un lustro,cuando por orden del Rey y Capitán Jesús, fué tron-chado, como flor temprana, y trasladado al cielo.

Pero no adelantemos los acontecimientos, y vol-vamos a su vida estudiantil.

Hay un dato especialísimo que lo retrata conviveza y claridad. En el tiempo de vacaciones, enlugar de paseos y descansos, bien merecidos, seocupaba con ahínco en dar catecismo a los humildescampesinos y sobre todo a los niños, que desdeentonces fueron la fibra más delicada de su corazón.

A la sombra de un mezquite reunía a sus oyentes.Y esta circunstancia, juntamente con el amor ardienteque profesó siempre a la Sma. Virgen de Guadalupe,le hizo concebir un proyecto ingente y único; porqueno sabemos de un caso igual en las muchas vidas queconocemos de estudiantes. ¿Por qué no había de tenersu amantísima Señora de Guadalupe, una capilla en

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su tierra natal? Y por eso fué que una mañana en lacumbre de una peña cercana se oyeron los primerosbarrazos dados por el estudiante abriendo los cimien-tos del templo que en aquella aldea tendría su Madre-cita de Guadalupe.

En 1920, a los 20 años de edad, pasó al SeminarioConciliar de Guadalajara a terminar su carrera sacer-dotal, y en los dos años que estuvo allí, su anhelo másgrande fué prepararse de la mejor manera en Pedago-gía Catequística y Sindicalis-mo Cristiano.

Antes de venirse a Guadala-jara, el Ilmo. Sr. ArzobispoOrozco y Jiménez lo había or-denado de Menores a los piesde la Madre Santísima de SanJuan. El 7 de agosto de 1921recibió el Subdiaconado, el 3de septiembre del siguiente añose ordenó de Diácono, y porfin, el 23 de diciembre de 1922,-tenía 22 años- vió cristaliza-dos todos sus anhelos, cuandoel mismo Sr. Arzobispo lo con-sagró Sacerdote.

Voló a su tierra natal a can-tar su Primera Misa. Pero ésteno fué un «Cantamisa» comotantos que nos ha tocado pre-senciar, éste fué un «Cantamisaespecial», sui géneris, que pararetratarlo nos sentimos incapa-ces, y por lo mismo cedemos lapalabra a uno de los protago-nistas, al hermano del Cantamisano, el Sr. Pbro. D.Román G. Romo que cinco años después habría detener la misma dicha y en el mismo lugar. Dice así elP. Román:

A las cuatro de la mañana del cinco de enero de1922 las campanitas de aquella capilla de cantera concapacidad para algunos centenares de personas anun-ciaban que se acababa de cerrar la última bóveda.Aquel memorable día la aldea era un volcán dealegría y devoción; multitud de personas estaban devisita en aquel rancho que como nunca estaba defiesta... la fiesta más grande de su vida. Aquel día ibaa cantar su primera Misa el Padre Toribio a cortadistancia de la casita donde había visto la luz primeray en la capilla empezada por él y para él la másquerida.

Después de algunas Misas celebradas por lossacerdotes que habían ido a acompañarlo, a las diezde la mañana el nuevo Sacerdote como en un Taborde indecible dicha empezaba su Primera Misa... lerodeaban algunos de los maestros y superiores...cerca de él, llorando de alegría, están sus padres yhermanos... allí están sus parientes cuyo júbilo ysatisfacción no les cabe en el pecho... al igual denumerosos amigos del neo-sacerdote que aún de lejoshan venido a acompañarlo en su gran día...

Lleno de emoción le habla elSr. Cura D. Apolinar Santacruz,Párroco de aquel lugar, hacien-do que las lágrimas humedezcanlos ojos de todos los que asistena aquella Primera Misa... Llegael momento supremo... El PadreToribio con estremecimientos deintensa dicha en sus manos tem-blorosas levanta la SANTAHOSTIA que entre mil sollozosfué adorada por aquellos fielesenloquecidos de emoción...

Aquel día pasó como un sue-ño de gloria... como el primero yúltimo tan dichoso para la pobregente de la humilde aldea... díagrande... pero no el más grandepara aquel dichoso sacerdote...

Y comienza la vida apostóli-ca del Padre Toribio. Fué muycorta; pero intensa. En sólo cin-co años recorrió cinco lugares, ysembrando en todos cariño de

padre y gracias y consuelo de apóstol. Sayula fué laprimera en sentir el calor de su celo apostólico. Eneste lugar tuvo el consuelo de cooperar con el mismoPárroco que 22 años antes lo había hecho cristianopor el bautismo, y tener por compañero a su muyestimado paisano y condiscípulo, el P. D. José I.Cornejo. Pero esto sólo duró 10 meses.

Es que ya de prisa, el calvario lo espera, y sonmuchas las almas que tienen que sentir sus ardores deapóstol social.

Pasa a Tuxpan. Dios no quiere que aquellos po-bres indios tuxpanecas queden pivados del calorpaternal del P. Toribio; pero el paso fué rápido comoel de un peregrino.

Lo mandan a Yahualica, la tierra «con sabor aañejo liberalismo; pero fecunda en hombres ilus-

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tres». En este lugar los pobres y los obreros tomanposesión del corazón del Padre Toribio; pero tieneque seguir otra triste despedida.

Lo mandan luego a Cuquío, «tierra fecunda en fegrande y proezas heroicas». Aquí, negras nubes pre-sagian la tormenta. Se acerca el fin. Estalla la perse-cución religiosa, y el Párroco D. Justino Orona y susdos ministros, el P. D. Antonio Guzmán, y el P. D.Toribio G. Romo, se ven obligados a vivir a salto demata, y amagados a cada momento con la muerte.

Cuquío fué de los pueblos más cristeros, donde losmuchachos de 16 y 18 años que eran del catecismo yque de niños fueron transformados en valientes yaguerridos cristeros que llegaron a batirse uno contracinco... (histórico).

Tanto el Párroco como sus ministros fueron acu-sados de haber tomado las armas; pero eso es falso detoda falsedad. Que ayudaran a los cristeros cuqueños,nada más cierto. ¿Qué mejor ayuda que la administra-ción de los Santos Sacramentos? Ayuda material no;puesto que los pobres vivían de la caridad de susfeligreses.

Para el Padre Toribio aquello fué su entrenamien-to. Había ya traspuesto la puerta judiciaria y sólo uncorto tramo lo separaba de su calvario.

Y en efecto, llegó un oficio en que se le ordenabaque pasara a encargarse de la parroquia de Tequila...Todo lo comprendió su corazón... tierra extraña...gente desconocida... muerte inevitable... Por eso cuan-do desde el cerro de «Ixtlahuacán se presentó a susmiradas el cerro de Tequila, volviéndose hacia ellejano Cuquío, dió una bendición larga y bañada enlágrimas.

A media barranca, en el rancho del «Agua Calien-te» estableció su cuartel general, diremos; y desde allíadministraba su parroquia bautizando, casando ypredicando. A los cuatro meses se ofrece un viaje aGuadalajara. Su hermano menor había sido ordenadosacerdote, y tenía que celebrar su Primera Misa en elpequeño Tepeyac de su aldea, donde él, cinco añosantes, había hecho lo mismo.

Pero cuán distintas son ahora las circunstancias!...Entonces todo era paz, tranquilidad y bienandanza; yahora... inquietud... peligros... desolación... y muer-te... Fué imposible. El Padre Toribio y su hermano,tuvieron que estar tres días dentro de un pozo paraescapar de la muerte. Al fin pudieron regresar aGuadalajara, y ya al salir de aquellos sitios queridos,desde una pequeña altura se despidió y bendijo sualdea, su capilla... ¡ya no volvería a verlos!

El día 5 de enero de 1928, en un pequeño oratorio,ante sus padres, hermanos y sobrinos, ayudó a suhermano a celebrar la Primera Misa; y al día siguien-te, 6 de enero estaban los dos hermanos sacerdotes enel escondite de «Agua Caliente».

Días después se reunió con ellos su hermanamayor, María, que tendría que representar importantepapel en el drama final.

Estando ya los tres hermanos juntos, el P. Toribiocreyó que era ya tiempo de dar más vida a su minis-terio y entregarle todas sus energías; y comenzaronlas Primeras Comuniones y las solemnidades religio-sas.

El enemigo acechaba.Pronto llegó la cuaresma. El Miércoles de Ceniza,

después que él la recibió de manos de su hermano, sesiguió imponiéndola a todas las personas que sefueron presentando. Por la noche se rezó el SantoRosario, y en la plática final que él dió, trató de lapreparación para la buena muerte.

En seguida llama a su hermano y le ordena que alsiguiente día salga para Guadalajara al arreglo deasuntos relacionados con la administración de laParroquia. No valen excusas ni pretextos, la orden esterminante. El mismo lo despierta al día siguiente alas cuatro de la mañana para que celebre, y le ayudala Misa, y lo hace emprender el viaje; pero antes lohace que lo oiga en confesión.

Ya había salido el hermano, cuando el P. Toribio,como si se le olvidara algo grave, lo alcanza paraencargarle esto: «No vuelvas hasta que no sepasalgo»... y en seguida se arrodilla y le dice: «PadreRomán, dame una bendición grande... La recibellorando, y luego con decisión vuelve a donde está suhermana que con extrañeza ha presenciado esas esce-nas.

Ese jueves, y el siguiente día, viernes, pasan sinrecibir noticia alguna alarmante, y el Padre se ocupóen arreglar los libros parroquiales, en hacer en memo-rándum de todas sus cuentas particulares, y en estopasó toda la noche del viernes 24 de febrero de 1928.

Y aquí nuestra pluma, torpe, si pretende pintar lasúltimas escenas del drama final, las destiñe y desluce;mejor será cederle el lugar al mismo Padre Románque nos lo cuente. En el opúsculo que a la vistatenemos, dice:

«... ya se empiezan a oír los cantos de los gallosmadrugadores... allá en la cumbre de la barranca seoyen ladrar con insistencia los perros de las casas que

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están a la vera del camino... María, que ha dormitadoen una silla muy cerca de donde había estado escri-biendo su hermano, se incorpora y empieza a pasarlas cuentas de su rosario: «Tengo un sueño tremendo,dice el Padre a su hermana, voy a celebrar para luego«acostarme», se dirige al oratorio, pero al empezar apreparar las cosas, el Padre dice que no le parececonveniente celebrar porque es terrible el sueño quele acosa: «mejor dormiré un rato y después ya podrécelebrar mejor». Volviéronse los dos a la pequeñarecámara y el Padre Toribio, dejándose caer en el«tapeiste» de otates en un instante se quedó profun-damente dormido, frente a él, su hermana, también seduerme recostada en una silla, un instante despuéstodo queda en silencio... De pronto, una chusma desoldados y de agraristas invaden el aposento y uno deellos da un grito «este es el cura... ¡Mátenlo!... conaquel grito despiertan al Padre y su hermana, y elPadre incorporándose, dice con voz espantada ysuplicante: ¡Sí, soy... pero no me maten...! fueron susúltimas palabras, no bien acababa de hablar cuandose escuchó la detonación de los máuseres... el PadreToribio ya chorreando sangre se levanta y con pasosvacilantes e inciertos sale de su recámara y caminatres o cuatro metros fuera del dintel... vuelve a sonarotra descarga y cae el Padre Toribio, pero en el actohace esfuerzos por levantarse; en aquel momento lahermana logra desasirse de quienes pretenden dete-nerla y corre y lo abraza y sentándose lo reclina en supecho, le ayuda a bien morir y el Padre le dirige unúltima mirada... sólo Dios supo lo que en ella quisodecir... sus labios ya no se abrieron... suavemente secerraron sus ojos y de ellos se desprendieron dosúltimas lágrimas...

María con un sacerdote ensangrentado y muerto,está al pie de un árbol... y hace 1958 años, otra María,la del cielo, también al pie de otro árbol, el de la Cruz,tiene ensangrentado y muerto al Sacerdote Eterno,según el orden de Melquisedec. Pero éste está desnu-do porque sus verdugos se han repartido sus vestidos,y para que el parecido sea completo, de la barranca deTequila, los verdugos se vuelven y en los brazos deMaría despojan a su víctima de sus ropas, y hasta desu pobre calzado...

A la pobre hermana la conducen prisionera hastaLa Quemada, y obligan a unos campesinos a llevar elcuerpo semidesnudo a Tequila donde lo dejan tiradofrente a la Presidencia...

Al día siguiente el pueblo en imponente manifes-tación dió sepultura a aquellos benditos restos, po-niendo en su tumba una loza con esta inscripción:

«EL BUEN PASTOR DA SU VIDA POR SUSOVEJAS».

«Han pasado 20 años... el Padre Toribio pidió quesus restos fueran a esperar la resurrección de losmuertos bajo las bóvedas de aquella su idolatradacapilla construida en la cumbre de una peña, dondecantara su Primera Misa...

(Pág. 376 a 379 del Tomo III)

El Padre D. Toribio RomoEste venerable sacerdote fué cruelmente martiri-

zado la noche del 5 de Febrero de 1926 por unapartida de foragidos a las órdenes del perseguidorElías Calles.

El Padre Romo se ocultaba en una ranchería de laParroquia de Tequila, para administrar con más liber-tad a millares de almas hambrientas de los auxiliosespirituales. Lo saben los tiranos y juran acabar conél la noche borrascosa del 5 de Febrero, aniversariode la tiránica Constitución se encaminan al lugardonde descansa el soldado de Cristo; mas comoignoran la manera de penetrar a la humilde chozadonde mora el abnegado apóstol capturan al mozoque sirve en aquel santuario de virtud y de amor. Elinfiel sirviente, amedrentado, por las amenazas de lossicarios les dice la contraseña para que el mártir abrala puerta de entrada, aquella son cierto número detoques en la ventana de la pieza principal.

El sacerdote dormía; mas oye contraseña en laventana; se levanta y abre; apenas penetraron lossoldados del tirano y se le avalanzan como lobosferoces y a puñaladas lo derriban en su propio lecho.

¡Allí el mártir empuñó la ensangrentada palma delmartirio...

El Padre Romo murió en la plenitud de la vida;había nacido en Jalostotitlán, Jal; el 16 de Abril de1900 y el 23 de Diciembre de 1922 había sido ungidoSacerdote, en la ciudad de Guadalajara.

(Pág. 11 del Tomo V)

4.- Cristero Dionicio Hernández4.- Cristero Dionicio Hernández4.- Cristero Dionicio Hernández4.- Cristero Dionicio Hernández4.- Cristero Dionicio HernándezAlgunos informes relacionados con la persona y

actividades del jefe cristero Dionisio Hernández,narrados por el ex-coronel Manuel Ramírez.

Lo conocí en septiembre de 1927 en San Gasparde los Reyes, Jal., era una hombre como de 65 años,de elevada estatura, pelo y barba blanca; no usaba

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barba larga, sólo crecida por la falta de rasurar enunos 8 o 15 días; llevaba calzones y camisa de manta,huaraches y una chamarra de piel negra, amarrando asu silla de montar una cobija y un capote de palma; sedecía que había servido en el ejército y que era serenoante el peligro, yo me uní a su grupo porque meinformaron que se dirigían a una reunión que tendríaverificativo el 27 de septiembre a la cual asistiría mibuen amigo el Lic. Miguel Gómez Loza, con quientenía mucho interés en platicar.

En la primera noche que pasé con Nicho y con sugente noté la ausencia completa de servicios deseguridad, cosa que contradecía el informe de quehabía sido militar, pues esos servicios son reglamen-tarios aun en tiempo de paz. Se lo hice notar peroinútilmente, creía que las más elementales precaucio-nes para evitar una sorpresa, podían ser consideradascomo falta de valor. Ese criterio equivocado le costóla vida poco después cuando fueron sorprendidos enDolores en enero de 1928.

Era hombre humilde y mediamente culto en reli-gión, cuando llegamos a la Hacienda del Burral sedisgustaron dos de sus soldados por una hablada y yaandaban llegando a las armas. Nicho se interpuso yles dijo que tuvieran calma que no debería haber riñasentre compañeros. Uno de ellos contestó: Está bien,pero yo no soy burla de nadie, a lo que respondióNicho: Pues yo lo seré de todos si no me respetan,pero recuerden que «el que se humilla será ensalzadoy el que se ensalza será humillado».

Estuvimos dos días en la Capilla de Guadalupe yel 26 en la mañana salimos, y al llegar a San IgnacioCerro Gordo, nos encontramos al gobierno, retirán-donos sin combatir a causa de la superioridad numé-rica; alguien ha escrito que se le hicieron muchasbajas; no es cierto, si acaso tendrían una o dos, puesfueron muy pocos los tiros; yo fui quien abrió fuegocontra ellos porque nadie lo hacía y me pareciónecesario contestarles. El grupo de Nicho era bueno,valientes y peleadores, pero ahí la orden fué deretirarse.

Al día siguiente, 27 de septiembre, tuvo lugar lareunión, celebró misa el Padre Angulo y tomó lapalabra el Lic. Gómez Loza, exaltando con muchoentusiasmo la justicia de la Causa y condenando latiranía y alentando a nuestros soldados. La concen-tración fue como de 400 cristeros, no me acuerdo másque de uno de los jefes que estaba ahí que era PanchoLoza, Teniente Coronel muerto poco después. Delresto de los jefes no me acuerdo porque era la primera

vez que nos encontrábamos y no se me grabaron susnombres.

Todavía estábamos en los discursos cuando seanunció la proximidad del gobierno, venían dosRegimientos, el 74 y 85. La gente de Nicho se pusoal frente y fue la única que peleó, el resto huyóvergonzosamente sin combatir, en forma verdadera-mente desconcertante.

En esa acción murió un hijo de Nicho que sellamaba José y murió también José Damián hermanodel Capitán Victoriano Damián.

El 15 de octubre de 1927, usando municiones queme había proporcionado la Liga en Aguascalientes yque compartí con Nicho, atacamos Jalostotitlán. Elpueblo era amigo y no se metió en nada el vecindario.Le causamos algunas bajas al destacamento pero nopudimos superar la resistencia ni capturar totalmentela población, por lo que sólo ocupamos una parte deella varias horas.

Me volví a encontrar con Nicho el 3 de enero de1928; llegaba yo de una expedición a la región delTecuán y él estaba esperándome en el Rancho de ElPueblito, Mpio. de Teocaltiche, iban con él GabinoAlvarez, Jesús Trujillo, Felipe Aceves, Rito López yotros. En total la columna ascendía a 204 hombres yme informaron que era el grupo mayor que quedabaen todos Los Altos, donde la persecución del gobier-no había dispersado a todos los demás y que veníanen busca de un poco de reposo para reponer sucaballada bastante extenuada y ver si era posible queles ayudara a municionarse.

El Mayor Gabino Alvarez que encabezaba lagente de Los Altos, informó que probablementeNicho había perecido porque fue el primer grupo queencontró el gobierno, y según informes de los solda-dos que pudieron escapar y se incorporaron con elresto de la gente, habían tomado a los nuestros porsorpresa. Nicho y su gente hicieron tenaz resistencia.

Pronto se confirmó que Nicho había muerto pe-leando y con él un hijo y el asistente, además de 6 a10 soldados de los nuestros. Las bajas del gobiernono las pudimos comprobar porque ellos los levanta-ron.

Con respecto al hijo de Nicho muerto en Doloresy a quien conocí personalmente por Sr. Robles GaleraCUATRO Ag. 31 -Enrique que anduvimos 12 díasjuntos, desde el 3 de enero que nos encontramos en elpueblito hasta el día 15 que nos separamos enTotatiche, era más joven que el que murió en San José

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de Gracia, que tendría unos 18 años, el que murió enDolores tenía 14 o 15 años; eran muy parecidos defacciones y se parecían a su padre.

Nicho fue un hombre bueno y valiente y se dió a

querer con todos los que lo conocimos, su muerte fuemuy sentida, y en lo personal lo sentí yo sincera yprofundamente.

(Pág. 30 a 32 del Tomo V)

1.- Sr. Cura Román Adame.1.- Sr. Cura Román Adame.1.- Sr. Cura Román Adame.1.- Sr. Cura Román Adame.1.- Sr. Cura Román Adame.Fué Cura de Nochistlán, Zac. durante catorce

años. Su vida ejemplar pues su único anhelo fue lagloria de Dios y la salvación de las almas. El domingode Ramos de 1927 se presentó en su Parroquia pueshacía ya cinco meses que vivía oculto en los cerros,durmiendo al aire libre.

En una aldea cercana aNochistlán celebró ocultamente laSemana Santa confesando día ynoche y practicando los actos de suMinisterio.

El domingo de Resurreccióncelebró Misa en el Pueblo deMoyahua. Al terminar de celebrarrecibió aviso de que en Nochistlánse encontraban los soldados callis-tas con órdenes de aprehenderlo;entonces el Padre Adame fue a ocul-tarse al rancho de Veladores hastadonde llegaron al día siguiente lu-nes, 300 soldados comandados porel Coronel callista Jesús Quiñonesquien supo del refugio del PadreAdame por el traidor Tiburcio An-gulo que había asistido a la vísperaa la Misa celebrada en Moyahua.

El propio Quiñones entró a lahabitación donde se encontraba inerme y solo elseñor Cura Adame a quien, dándole un golpe en lacara, le dijo: «Por fin encontré el individuo qué tantobuscaba, ya sabrá lo que es andar embabucando a lospueblos, pues se le aplicará el castigo merecido». Deallí fue conducido el Padre Adame, fuertemente ata-do de los brazos a Mexticacán donde permaneció ellunes y el martes en que fue llevado a Yahualica.

Las personas principales de este pueblo trataronde rescatar al Sr. Cura Aldame ofreciendo a Quiñones

dinero por su libertad. Quiñones fijó el rescate en diezmil pesos: pero viendo los vecinos que era imposiblereunir tan fuerte cantidad, convinieron con Quiñonesen que le daría seis mil pesos.

Inmediatamente se empezó la colecta entre todoslos habitantes de Yahualica lográndose reunir cincomil ochocientos pesos que le fueron entregados a

Quiñones a las siete de lamañana del jueves 22 deabril. Quiñones prometióponer inmediatamente en li-bertad al Padre; pero hizotodo lo contrario; pues a lassiete y media de la mañanacomunicó al Padre que iba aser fusilado. A las 8 de lamañana, rodeado de 40 sol-dados, fue conducido al Ce-menterio. Pidió que se ledejara orar, púsose de rodi-llas y rezó por varios minu-tos; después, incorporándo-se, fue a ponerse de pie juntoa la fosa que ya le habíanpreparado y dijo a los solda-dos:

«Muero inocente. Perdo-no de corazón a aquel queme entregó en manos de losque me van a abrir las puer-

tas del Cielo. Ofrezco mi sangre por la conversión demi pueblo y para que se reconozca, respete y ame a lossacerdotes. Bendito Dios que me ha traído a estelugar, pues así lo dispuso su Providencia Divina,¡Viva Cristo Rey y nuestra Madre Santísima deGuadalupe!».

Sonaron las descargas y el señor Cura Don RománAdame cayó muerto a las ocho y diez de la mañana deese jueves 22 de abril de 1927.(Pág. 142 s., Tomo I)

DECANDECANDECANDECANDECANAAAAATTTTTO O O O O VII (YVII (YVII (YVII (YVII (YAHUAHUAHUAHUAHUALICA)ALICA)ALICA)ALICA)ALICA)

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1.- Regimiento «1.- Regimiento «1.- Regimiento «1.- Regimiento «1.- Regimiento «San JuliánSan JuliánSan JuliánSan JuliánSan Julián».».».».».Resumen de los hechos de armas habidos del 20 de

julio a la fecha.Miércoles 20 de julio de 1928. El Coronel,

Gutiérrez con una escolta de 20 hombres llegó alamanecer al Cerro Alto Sur de Jalpa y desde donde seve bien éste y sus caminos; en espera de que salierauna pequeña escolta como en días anteriores habíasalido. A las 7 a.m., salieron 11 ó 12 sardos para laMesa de Tía Rita rumbo al Corral de Piedra. Una vezque iban llegando al rancho citado emprendimos lamarcha para alcanzarlos. Para poderlos sorprender elCorl.. dispuso que nos pusiéramos una boina de kakipara imitar las moscobitas que ellos usan. En laLobera, una loma con peñascos que está cerca delrancho dicho, hicimos alto. El Corl. se puso en acechoy, cuando venían los sardos con cargas de maíz ypastura mandó al Tte. Corl. Jiménez con 8 hombres aemboscarse al camino por donde tenían que pasar,pero, como el Jefe Jiménez le gritara a un pacífico quese iba a encontrar con los sardos, éste se dió cuenta denuestra presencia y se regresó dando aviso a losdemás. Entonces mandó el Crol. levantar la gente yque se montaran a caballo, dejando dos soldados enlas Peñitas y el resto lo dividió en dos fracciones paracargar sobre ellos siendo el resultado siguiente: Cua-tro sardos muertos, un prisionero de los infidentesque fué fusilado al día siguiente, catorce caballosensillados, cinco costales de maíz, dos cargas detlazole, cinco carabinas máuser. De nuestra partehubo un herido, el Tte. Reyes y su caballo por unabala de los mismos compañeros nuestros, y la lleguadel coronel herida también.

Miércoles 25 de julio.- Al amanecer llegamos alCerro Alto antes citado para ver si les quitábamosalgo. Dos de la Defensa salieron a cuidar los caballosel Potrero de Durán, a orillas del pueblo. Fueron elMayor Magallanes y el Capitán Viramontes con 20hombres a quitar la caballada logrando hacerlo, ma-tando a uno de los conductores y el otro huyó. Entrelos caballos iban algunos nuestros que usaban losinfieles cuando se voltearon.

Sábado 28 de julio.- Estando en el Cerro de SanMiguel (Nochistlán) en observación después de

despojarse la espesa niebla que cubría toda la sierravimos venir por el camino de Nochistlán aTlachichila algo más de 30 mujeres soldaderas.Les quitamos toda la ropa de hombre que llevabanque era mucha, algunas cobijas y dinero,regresándolas para Nochistlán, Nota: Este no es unhecho de armas pero sirvió de ayuda a nuestragente a costa del enemigo.

Miércoles 8 de agosto.- A las 8 de la nochellegamos al Potrero de Durán (orillas de Jalpa) conel fin de atacar la defensa compuesta de unos 30hombres. Dispuesto el ataque con gente de a pie y dea caballo se inició el tiroteo a las nueve y media dela noche; un fuego cerrado de poca duración porhaber huído unos y ocultándose otros de los defen-sores del callismo. A los primeros tiros fué herido elCoronel Gutiérrez pasándole el hueso de la cadera,y le salió la bala cerca de la espina dorsal retirándoseluego con su escolta, salió también herido el Cap.1ro. Mateo Viramontes y fue muerto el soldadoRosario González de nuestra parte. El enemigoperdió un soldado llamado Pedro (el greñudo) muer-to, el traidor Romero, Presidente Municipal, herido,que huyó; les hicimos además seis prisioneros entreellos el jefe de la defensa Teodoro González de losque fueron fusilados al día siguiente. Se recogieronademás, seis caballos, algunas monturas, 5 ó 6armas y unos trescientos cartuchos de máuser. Nota:A causa de la herida del Coronel no fue destruidaenteramente la defensa, pues poco después se retirótoda nuestra gente. A la fecha ya están sanos losheridos nuestros.

Martes 14 de agosto.- Fué sorprendida nuestragente en la Mesa del Zapote (Villa del Refugio) a lasórdenes del Coronel Valdovinos Jefe accidental delRegimiento a las 7 de la mañana batiéndose enretirada como una hora. El Capitán Teodoro Rodríguezque estaba en el Mayate al darse cuenta del tiroteoacudió en auxilio de nuestra gente con 12 soldadostiroteándolos unas dos horas hasta que los sardos seretiraron rumbo a la Mesa de San Antonio. Perdimosde nuestra parte 16 caballos, de los que iban 6ensillados, cinco armas, una carga con una máquinade escribir. No tuvimos muertos ni heridos. Se creeque al enemigo se le hicieron varios muertos y heri-dos pero ignoramos el número.

DECANATO VIII (SAN JULIAN)DECANATO VIII (SAN JULIAN)DECANATO VIII (SAN JULIAN)DECANATO VIII (SAN JULIAN)DECANATO VIII (SAN JULIAN)

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Domingo 9 de septiembre.- A las 3 p.m. el coronelGutiérrez con 40 de Rgto. por oírse tiros en «ElEscalón», tomó posiciones en el Cerro Alto, (Tuitán):espera al enemigo, sólo encuentra por el camino deTeocaltiche, Jalisco a Jalpa, Zac., a los traidores JoséArmas (El Gallito) y H. Becerra (el Becerrita), quie-nes comisionados por el Cap. Velasco del 51 Rgto.,Callista caminaban a Villa del Refugio, Zac., porcaballos. A las 7 p.m. fueron fusilados.

Campamento Militar: Oriente de la Plaza de Jalpaa 8 de septiembre de 1928.

DIOS y DERECHO.El C. Jefe del Rgto., «Libres de Jalpa»,

José María Gutiérrez. (Rúbrica).(Pág. 77 s., Tomo V).

2.- Cristero Cecilio Cruz.2.- Cristero Cecilio Cruz.2.- Cristero Cecilio Cruz.2.- Cristero Cecilio Cruz.2.- Cristero Cecilio Cruz.El Capitán cristero Cecilio Cruz que en unión de

Victoriano Ramírez (El 14) iniciaron el movimientocristero en su región. Después de los arreglos, pororden del General Callista José Márquez, lo fusiló enSanta María del Valle el Capitán callista Aparicio.

El Capitán Cecilio era un hombre de valor extraor-dinario y Gobierno temía que de nuevo se levantaraen armas.

Una vez los callistas lo sitiaron con cinco de sussoldados que en ese momento lo acompañaban y élcon su sola pistola y caminando delante de sussoldados logró abrirse paso y salir de aquella angus-tiosa situación.

Su muerte ocurrió en la forma siguiente: ElCapitán Cecilio, pertenecía a la Adoración Noctur-na en Santa María del Valle, como era celador en sucasa se reunían muchos de los compañeros de laagrupación mencionada. El Gral. callista Leal, sabe-dor de aquellas reuniones, creyó que el CapitánCecilio estaba preparándose para un nuevo movi-miento y encargó a uno de sus oficiales, CapitánAparicio, que vigilara muy de cerca a nuestro Capi-tán Cecilio.

Aparicio, cumpliendo órdenes de su Jefe, pudocomprobar la reunión de los Adoradores Nocturnos,y sin averiguar el objeto de las reuniones, comunicóa su Jefe que en la casa de Cecilio se reunían muchossujetos. El callista Leal sin más información, ordenóque fuera fusilado inmediatamente. El callista

Aparicio lo hizo prisionero y acto seguido lo llevó allugar donde debía ejecutar la sentencia.

Al tomarlo preso, el Capitán Cecilio dijo que yaesperaba aquello, que no le causaba extrañeza, ni lecausaba ninguna pena. Con gran valor llegó al lugarde la ejecución y recibió la descarga como un valien-te.

Cuando recibió la descarga sus compañeros, sinsaber lo que pasaba oraban ante Cristo Sacramentadoen el templo del lugar. Una luz vivísima se vió en elcielo según el decir de muchos vecinos que se dieroncuenta. Cuando el callista Aparicio volvió del lugarde la ejecución dijo a algunos de los vecinos: Estoyseguro que acabo de matar un inocente.

Guadalajara, Jal., septiembre de 1955. José Ma.Camarena.

(Pág. 270, Tomo II).

3.- 3.- 3.- 3.- 3.- Jalpa de Cánovas, Gto.Jalpa de Cánovas, Gto.Jalpa de Cánovas, Gto.Jalpa de Cánovas, Gto.Jalpa de Cánovas, Gto.Origen del movimiento armado en la Hacienda de

Jalpa de Cánovas, Gto., contra la persecución reli-giosa callista, por el Coronel Víctor López.

Por el año de 1918 llegó a la Hacienda de Jalpa,Gto., el Sr. Pbro. Dn. Pedro González, sacerdote

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joven, entusiasta y de mucha iniciativa, originario deCuquío, Jal. Poco después de su llegada comenzó aorganizar la A. C. J. M.

En 1926, cuando se avecinaba la tormenta, eranlos acejotaemeros como unos treinta, bien organiza-dos y puede decirse que bien preparados para lapropaganda primero y para la gesta armada después.

Fué con estos muchachos con los que se contócomo núcleo para iniciar el movimiento armado,cuando a ello se vieron empujados los católicosmexicanos por haberse agotado los medios pacíficosque se pusieron en juego ante el gobierno de PlutarcoElías Calles.

Para organizar la parte militar del movimiento fuédesignado como jefe el Sr. Agustín gutiérrez, altoempleado de la hacienda y como su segundo,Severiano Gallegos oriundo de la estancia denomina-da La Ordeña. El día 31 de diciembre de 1926 a lasdoce de la noche se hizo el levantamiento constandoinicialmente el grupo de un total aproximado de 125hombres. A las 6 horas del primero de enero de 1927se emprendió la marcha sobre el pueblo de SanFrancisco del Rincón, Gto., donde tenían cita con elgrupo de San Diego de Alejandría, Jalisco.

En un punto denominado hacienda de Tanques aunos cuatro o cinco kms. al Suroeste del mencionadopueblo, se encontraron con la gente que de esosrumbos habría de levantarse en armas. De entre losrecién llegados se nombró una comisión encargadade ir a la otra parte del pueblo a cortar las comunica-ciones telegráficas y telefónicas a fin de evitar lainmediata persecución de parte del gobierno. Se hizoresponsable de la gente en comisión del Jefe SeverianoGallegos a quien acompañaban 25 soldados. Mas alllegar a la orilla opuesta del pueblo ya estaba lafederación posesionada del puente de Santiago, porla entrada del camino de León, Gto., en vista de ellose regresaron a dar parte al Jefe de la presencia delenemigo; pero la tropa recibió aviso de antemano y seregresó con rumbo a la Purísima, continuando lamarcha y pernoctando en una hacienda que está entreSan Diego y la Unión de San Antonio. Como entre unay dos de la mañana del día dos, se puso en movimien-to la gente para volverse a terreno conocido, habien-do acaecido que en la Hacienda llamada la Fábrica, enplena obscuridad se dividió en dos grupos al gente deJalpa, fuera de toda intención, y mientras Don AgustínGutiérrez se dirigió al Romeral con una parte, elsuscrito determinó bajar al cañón de Jalpa con la otraparte, para descansar por algún tiempo en la mesa de

los Timbres. El día 4 recibí una orden de Dn. AgustínGutiérrez para que con los elementos que me rodea-ban me presentara a él, el día 5 en un punto cercanoa Churinzio, orden que cumplí acompañado de unos28 soldados. Ya reunidos los dos grupos en númerode unos 75, nos dirigimos a San Diego de Alejandría.Ahí juntamente con los de dicho lugar, se formó elplan de ataque a Unión de San Antonio, resolviendotomarla por sorpresa el día 6. A las nueve de la nochede ese día, se hizo el ataque rodeando el pueblo; nofué necesario disparar un solo tiro pues la escasapolicía, que estaba en servicio no hizo resistencia yentregó las armas. Después de cenar salimos y pasa-mos la noche en el rancho de los Horcones; ahí serecibió la noticia de que el gobierno no había llegadoa San Diego de Alejandría; por precaución paraprevenir una persecución y ataque de parte del go-bierno, ascendimos a un cerro o mesa cercana y setomó el acuerdo de que en vista de que el levanta-miento no había sido general como se había proyec-tado, se dispersaría la tropa y volvería cada quien a sudomicilio, aunque el regreso a sus ranchos seríaformando cuerpos de tropa organizada. En el trayectoacordaron entrevistarse antes de la dispersión, con eljefe Miguel Hernández, y así se enfiló hacia el pueblode San Julián.

(Pág. 30 s., Tomo II)

Jalpa de Cánovas, Gto.Por Cecilio Valtierra.

Mis actividades en la Unión Popular las habíasuspendido en parte en los lugares que circundan esta

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hacienda o sea San Andrés, el Huindure, Las Colo-nias, Calicanto y Tepetate, por la sencilla razón deestar muy cerca de los callistas destacados en eselugar. En cambio las comisiones que el padre Gonzálezme había confiado se sucedían unas a otras. Meparece que para el mes de agosto estaba radicando enLos Angeles, Cal., E.U.A. De allí recibí una nuevacomunicación donde me hablaba en estos términos:«Me supongo que por la carencia de sacerdotes en losTemplos ya muchas personas estarán haciendo vidamarital sin la bendición del Sacramento del Matrimo-nio. Si esto hacen algunos de mis Jalpenses o queestén dentro de la jurisdicción de mi Vicaría, creomuy oportuno aprovechar y aplicar el medio que elEpiscopado ha puesto al alcance de nosotros losSacerdotes para solucionar en forma providencialesos asuntos.

La práctica de dicho medio no es cosa exclusiva deun Sacerdote, pues cualquier otra persona puedehacerlo sujetándose tan solo a lo que ordena lafórmula impresa que te adjunto. En nuestro caso a tite encomiendo eso para que lo hagas siguiendo lasinstrucciones que van en el impreso...»

Grande sorpresa me causó aquella comisión quejamás imaginé que llegara a confiárseme. Leía poruna y otra vez tanto la carta como la fórmula impresay no alcanzaba a creer que fuera una realidad todoaquello, cumplir tal disposición no se me hacía difí-cil, pues en realidad era cosa muy sencilla, peroanalizando la situación que prevalecía así como lascircunstancias que tendrían que concurrir en el des-empeño de aquella misión, me obligaba a estudiar yprever cómo lograr aquel objetivo. Deseaba yo queen los días presentes y futuros no hubiera un caso deaquella naturaleza, tan solo por no verme en lanecesidad de poner en práctica aquella encomienda.Pero la realidad era otra ya que efectivamente habíatres parejas viviendo en la forma que el Padre presu-mía y no se lo podía ocultar ni hacer caso omiso delcumplimiento de su orden.

Dichas parejas las había en el Huindure, SanAndrés y Guadalupe y eran las siguientes: (Conser-vamos los nombres propios, pero preferimos dar a laestampa nombres supuestos por razones obvias), J.Apolonio Méndez y M. o Cabral; Sandalio Fernándezy Caritina Censeño; Gabriel Alvílez y Prisca Vilaseca,respectivamente. Había pues paño de donde cortar,pero... ¿Cómo dar el paso para que resultara en firme?No era una inversión mía ni mucho menos un trucopara engañar a nadie; yo sabía quien me respaldabaordenándolo, pero no pedía decir a los afectados nada

acerca de donde precedía esa autoridad. ¿Cómo ha-cerlo pues?. Allí estaba el detalle y... Dios preveerá.

Dada mi inteligencia ruda y embrollada, aquellaorden fue motivo para que de día y de noche viviera yopensando y estudiando la manera de poner manos a laobra para que resultara acertara y efectiva. Dejé pasarocho días y al fin me decidí a afrontar la situación.Enfoqué mis baterías en el primer blanco que fué J.Apolonio Méndez y aprovechando la amistad y con-fianza que había entre él y yo, después de conversarsobre las cosas ajenas a lo que me reservaba para élcuando menos lo esperaba, creyendo llegado el mo-mento le hablé de esta manera «Oye Apolonio, se meocurre hablarte de un asunto particular y muy impor-tante para lo cual te suplico me dispenses toda tuatención y tomes por serias mis palabras. Me oyesprimero luego me resuelves si aceptas, muy bien, perosi no aceptas únicamente te suplico que te guardes todoen el más profundo secreto. ¿Cómo vez? ¿Conveni-dos?, ¡Si hombre, como no!

- Pues ahí te va. Mira, no es que yo quiera metermeen tu vida privada, solo veo la necesidad de pedirte tuopinión acerca de si tienes verdaderas intenciones deunirte en matrimonio. ¡Si como no!, me contestó yagregó: Pero ya tú ves que ahorita no hay Padres quecasen a uno.

Es cierto, Apolonio, le dije, pero ahora te digo quemientras que llegue el día en que los Padres vuelvana los Templos, ahorita podemos disponer de unmedio muy sencillo para medio de arreglar esosasuntos, de manera, que el hombre y la mujer como entu caso, puedan vivir juntos con menos responsabili-dad. Lo que te propongo será una forma una formaprovisional y llegada la oportunidad tendrás queacudir a la Parroquia para que se cumpla con lasceremonias que dispone la Santa Madre Iglesia.

Apolonio guardaba silencio, no contestaba nada,por lo que proseguí dándole explicación más detalla-da de la forma en que se podía hacer de acuerdo conla fórmula antes dicha. Al fin de romper su silencio ydice así: Mira, Cecilio, si estaría muy bueno hacertodo esto como tú me lo propones, pero lo que estoypensando es que ahora así me quedo hasta que hayala manera de casarme, pero esto lo haré si creo que meconvenga y si no, no.

Como lo ven, mis lectores, mi primer tiro me fallóy no le pegué al blanco. Solo me puse en evidencia delo que aquella conversación sostenida con J. ApolonioMéndez sin éxito ninguno, y me sucediera lo que lacarabina de Ambrosio.

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Al ver su resolución negativa me concreté a decir-le: Pues mira, Apolonio, haz de cuenta que mi boca note habló palabra de este asunto, y todo lo que oíste loguardas en el más profundo secreto.

Dos o tres días después me dirigí a casa deGertrudis Fernández, papá de Sandalio, que forma-ba pareja con Caritina Censeño. Le traté dichoasunto más o menos como lo había hecho conApolonio. Oyó con mucha atención mi proposiciónrelacionada con su hijo Sandalio, al mismo tiempoque me iba manifestando mucho interés en arreglarel asunto de su hijo aunque fuera en la forma sencillay provisional y al fin decidió afirmativamente. En-tonces le dije: Mire, D. Gertrudis, mañana se van ala sacristía del templo su hijo y usted, Caritina y sumadre así como cuatro hombres más que nos sirvande testigos, procurando que estos sean hombresdiscretos que no vayan a denunciarnos. Los invitasin decirles Ud. nada del objeto de su invitación,pues esto se los haré saber yo mismo. En la tarde demañana los espero allá.

A la hora convenida del día siguiente ya tenía yopreparada en la sacristía una mesa con un Crucifijo enella y dos velas. Llegaron mis invitados y los coloquépor su orden respectivo en fila frente al Crucifijo. Enpocas palabras les expliqué a los novios y testigos elobjeto de aquella ceremonia y lo único que tenían quehacer todos ellos. Interrogué a los novios si era suvoluntad unirse en matrimonio uno con el otro deacuerdo con la Ley de Dios y de Santa Madre Iglesia,y contestando que sí les ordené a todos los presentesque se arrodillaran y con devoción y recta intenciónrezaran tres veces la oración del Credo. Esto era todolo que debía de hacer según la formula impresa.¿Verdad que todo era muy sencillo?

Terminado aquel acto y ya todos de pie, esperandoque les diera una breve explicación de la importanciaque encerraba aquello a pesar de su sencillez, peroque debíamos considerarlo como cosa de muchoprovecho para la tranquilidad de conciencia, tantomás cuanto que eran disposiciones del EpiscopadoMexicano. Advertí a los interesados que una vez queresolviera el conflicto religioso y los sacerdotes vol-vieran a sus Templos aquellos presuntos espososocurrieran al Templo para que el Sacerdote comple-tara la ceremonia según el Rito Católico. Finalmenteles sugerí a todos la conveniencia de guardar elsecreto, tomé sus generales a todo los que intervinie-ron en el acto para archivarlos y les hice saber que yapodían retirarse.

Me faltaba arreglar el único caso y los tres días mefui a Guadalupe donde estaba la pareja restante. Meentrevisté con D. Pedro Escobar, Jefe de la UniónPopular en dicho lugar, les comuniqué mi asuntosuplicándole que a su vez citara a las personas indi-cadas con sus testigos, etc., D. Pedro, ni tardó niperezoso recorrió el rancho y a poco rato ya estaba deregreso con los invitados que entraron a la Capilla dellugar donde yo los esperaba. A puerta cerrada les tratéel asunto con la buena suerte de que todos aceptaronmi proposición. Acto continuo hice todo igual al casoanterior, ordenándoles a todos especialmente a lospresuntos novios lo que tenían que hacer.

Como en ese lugar estaban todos los habitantesagrupados en la Unión Popular, no fue necesarioadvertirles tanto acerca del secreto, pues tanto hom-bres como mujeres y jovenes eran tan firmes en susconvicciones que primero los mataban que descubrirel secreto. Terminado el acto les di las gracias por labuena disposición en el cumplimiento de las disposi-ciones del Episcopado y nos separamos.

Así fue como cumplí de momento aquella misiónque me encomendó el Padre González el año de 1927,de cuyos resultados pronto le di cuenta.

(Pág. 121 a 123, Tomo III)

4.- Padre Pedro González4.- Padre Pedro González4.- Padre Pedro González4.- Padre Pedro González4.- Padre Pedro González(Jalpa, Gto.)

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El señor Presbítero don Pedro González fué Párro-co de la Hacienda de Jalpa de Cánovas, Gto., del añode 1919 hasta el de 1926. Celoso de su Ministerio,sacerdote ejemplar, su recuerdo es conservado cari-ñosamente por cuantos fueron sus feligreses. A él sedebió que el templo a su cargo fuera reparado, deco-rado nuevamente y que se le dotara de piso demosaico.

Fué uno de los principales organi-zadores del Regimiento «San Julián».El primero de enero de 1927, con ungrupo de valientes salió de Jalpa rum-bo a San Francisco del Rincón. Estu-vo en los combates de San Julián y deCuquío (su tierra natal) y fué él quien,después de dichos combates, confesóa los heridos y a los prisioneros callis-tas.

Poco después del combate de SanJulián marchó a los Estados Unidoscon objeto de ver las posibilidades deadquirir parque en aquel país.

De regreso a México, púsose a lasórdenes del Comité Directivo de laLiga Nacional Defensora de la Liber-tad Religiosa, donde prestó eminen-tes servicios sirviendo de intermedia-rio entre el propio Comité y algunosJefes Cristeros, entre ellos, el señorGral. Don Enrique Gorostieta, Jefe de la GuardiaNacional.

Terminada la lucha cristera, el Padre González sehizo cargo de la Parroquia del Mineral El Amparo,situado a 10 kilómetros al sur de Etzatlán, Jalisco,donde ejerció su Ministerio durante tres años.

Habiendo ido a la ciudad de Guadalajara,encontrábase confesando en la Catedral el día 17 deagosto de 1932, cuando fué sorprendido por unrepentino ataque al corazón.

El inolvidable Arzobispo de Guadalajara, donJosé Orozco y Jiménez, que en esos momentos termi-naba de celebrar la Santa Misa, corrió al lado delPadre González y le impartió los últimos auxilios denuestra Santa Madre la Iglesia, minutos antes de queexpirase el virtuoso y valiente sacerdote, quien espe-ramos esté en el Reino Celestial de Cristo de quiensiempre fue abnegado vasallo.

Nota: Rogamos a nuestros lectores que si tienenmayores datos sobre la vida del Padre Pedro González,

se sirva enviárnoslos; ya que él fué una destacadafigura dentro del Movimiento Cristero.

(Pág. 336, Tomo I).

5.- Padre Julio Alvarez5.- Padre Julio Alvarez5.- Padre Julio Alvarez5.- Padre Julio Alvarez5.- Padre Julio AlvarezAdemás fueron sacrificados

por los sicarios del tirano en laArquidiócesis de Guadalajaralos sacerdotes siguientes do-miciliados en otras DiócesisPadre D. Julio Alvarez, deAguascalientes, en el pueblode San Julián fusilado el 30 demarzo de 1927.

(Pág. 29 del Tomo V)

6.- Luis Muñoz6.- Luis Muñoz6.- Luis Muñoz6.- Luis Muñoz6.- Luis MuñozEstradaEstradaEstradaEstradaEstrada

(San Julián)Luis Muñoz Estrada, fue

sorprendido según narran ve-cinos del lugar de los aconteci-mientos y que por cierto casien general todos eran sus pa-

rientes y Luis hasta la muerte se abstiene de compro-meterlos y calla, niega que haya en el lugar personaque le sea conocida.

El no se esperaba la sorpresa del enemigo, cuandomenos se lo esperaba, oye la voz de un anciano (sutío) que le dice: Huye. No había tiempo; era copadopor el Regimiento del Gral. Miguel Z. Martínez,quien asolaba la región y cometía los crímenes másatroces. Hecho prisionero a unos cuantos metros deuna casa o hacienda propiedad del Sr. J. RefugioMoreno, lugar demonado Laguna de Morenos, Mu-nicipio de Unión de San Antonio, Jal. (Feligresía deSan Julián, y distante dos leguas del mismo SanJulián). Es atado de los brazos y sujeto o amarradocon crueldad de lujo bajo una yerba llamada espina ocorona de Cristo.

A tempranas horas del día se le sorprende y bajocrueles tormentos, amenazas, promesas, Luis se man-tiene firme y perdura su tormento hasta el día siguien-te recibiendo los improperios del mílite Z. Martínezy de toda la agresiva y desenfrenada soldadesca. Se le

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tiene a la intemperie y no se le da ni siquiera un tragode agua que, según un anciano que habitaba en dichamorada, se le privó sin darle de comer ni de beber; yasí se le martirizó hasta lo indecible.

Al día siguiente se le ahorcó de un fresno cerca yfrente a la casa que ya he mencionado. Al ponerle lasoga al cuello o sea al tirarla a las ramas del árbol,porque ya desde que se le ató a semejanza de suRedentor, Luis tenía la soga al cuello, se persigna yvuelve grave y brevemente hacia los Cielos... ygrita... ¡Viva Cristo Rey y Santa María deGuadalupe!... y que no alcanza a pronunciar porcompleto cuando su voz es ahogada por la soga queestiraron sus verdugos por mando de su General.

Queda solo el lugar y un primo hermano de Luisacude para bajarlo del árbol y darle sepultura a laorilla de un barbecho. Más tarde fueron sacados susrestos por sus familiares ypor iniciativa del Sr. CuraDon Narciso Elizondo defeliz memoria, fueron lle-vados a San Julián dondeyacen en aquel santo lu-gar.

La muerte de este hé-roe sucedió por los últi-mos días del mes de fe-brero de 1928. Pertenecíao fue soldado libertadoral mando del Gral. Mi-guel Hernández.

Luis era de padres su-mamente cristianos, hu-mildes, pobres y sufridoshasta el extremo y de cos-tumbres inmaculadas, pa-rroquianos de San Julián y en parte formados por losideales de aquel santo Párroco e ilustre catequistacomo lo llamara un gran Prelado, y denodado defen-sor de los derechos de Cristo. Luis nace de un hogarque no podía defraudar la primicia del semillero decristianos y consuelo de los santos misioneros quehoy sufren, pero redimen y conquistan para Cristo.

Luis nació en un rancho llamado Rinconada, Mu-nicipio de San Juan de los Lagos, Parroquia de SanJulián o feligresía... sus padres José María Muñoz yMaría del Refugio Estrada, ambos finados.

Con toda confianza puedo recomendar lo que yaexpongo, teniendo conocimiento en especial de sus

benditas costumbres y haber conocido a Luis desdesu juventud. Murió a la edad de veintitantos años.

(Pág. 194 s. del Tomo V)

7.- Monumento «alteño»7.- Monumento «alteño»7.- Monumento «alteño»7.- Monumento «alteño»7.- Monumento «alteño» a Jesucristo Rey a Jesucristo Rey a Jesucristo Rey a Jesucristo Rey a Jesucristo Rey

Bendición de una capilla dedicada a Cristo Rey enlos Altos de Jal.

En un lugar denominado Pacheco, Municipio deSan Julián, Edo. de Jalisco, tierra «alteña» en dondeel callismo sufrió uno de los primeros reveses en elaño de 1927, cuando nacía y tomaba fuerza el movi-miento de defensa armada de los católicos mexica-nos, quedará para la posteridad una humilde obramaterial que representa el espíritu cristero de aque-

llos recios campe-sinos jalisciensesque siempre se hansignificado por suhombría de bien ypor llevar arraiga-da, muy adentrodel corazón, la fede nuestros mayo-res y la firme de-terminación de de-fenderla, si es pre-ciso hasta la muer-te.

En este mes demayo de 1964, eldía 29 a las 11 ho-ras del día, tendrá

verificativo -Dios mediante- solemne ceremonia parabendecir una pequeña capilla que se dedicará a CristoRey y se encargará de hacerlo el Ilmo. y Revmo. señorArzobispo don Francisco Javier Nuño, acompañán-dole el Ilmo. Sr. Obispo don Manuel Yerena yCamarena y el muy querido señor Canónigo de laColegiata de San Juan de los Lagos, Pbro. don RamónPérez.

Felicito al señor don José Márquez y Márquez ennombre de la Guardia Nacional por su magnífica ideay por su tenacidad para llevar a feliz término esa obraheredada a las generaciones venideras.

Hago extensiva a todos los miembros de la Guar-dia Nacional la invitación que el señor Márquez nos

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ha hecho para asistir a tan bella y significativa cere-monia.

Para llegar al sitio que en lo sucesivo se llamará«Pacheco de Cristo Rey, no hay servicio directo detransportes. Es necesario amanecer en León, Gto., eldía 28 y separar pasaje a San Julián, Jal. en la línea LaAlteña, que sale a las 8 de la mañana y llega a SanJulián a las dos de la tarde. Allí procurar a los señoresGerardo Torres o Domingo Lozano, personas muyconocidas en el pueblo, quienes lo atenderán.

Dr. José Gutiérrez Gutiérrez.(Pág. 343 s. del Tomo VI)

8.- Monumento a Cristo Rey,8.- Monumento a Cristo Rey,8.- Monumento a Cristo Rey,8.- Monumento a Cristo Rey,8.- Monumento a Cristo Rey,en el corazón de “Los Altos”en el corazón de “Los Altos”en el corazón de “Los Altos”en el corazón de “Los Altos”en el corazón de “Los Altos”Como se había anunciado, el sábado 29 de mayo

fué bendecido por el Excmo. y Revmo. Sr. D. JavierNuño, el pequeño gran monumento a Cristo Rey queel pueblo alteño de San Julián levantó en el lugarllamado Pacheco. (8 kilómetros de San Julián).

Desde temprana hora empezaron a llegar peregri-nos de todos los pueblos y rancherías vecinas yllegada a la hora, alguien dijo por allí que calculabaen tres mil las personas que asistieron. Dada la faltade comunicaciones y lo aislado del lugar, es deadmirar el sacrificio con que asistieron tantos alteños.(Es que en todo caso el pueblo alteño demuestra conhechos su acendrada piedad jamás desmentida).

No obstante que la hora señalada había ya pasado,Monseñor Nuño, con la bondad que lo caracteriza;invitó a los presentes a rezar el santo Rosario para dartiempo a que llegaran todas las personas que desde loalto del Monumento se veían venir por todas partes.Más tarde, después de la Misa, la Bendición y lasConfirmaciones, hubo de repetir esta última ceremo-nia para que nadie se quedara sin lograrlo.

Entre los sacerdotes que asistieron saludamos alentusiasta Cristero M. I. Sr. Canónigo D. RamónPérez, que como es su costumbre no se dió reposooyendo confesiones, lo que hicieron también susdemás compañeros.

«Pronto será esto un lugar de peregrinación», erala opinión de los asistentes; y los vecinos de SanJulián tendrán que darse prisa al arreglo de loscaminos para que los visitantes de su región sean cadavez en mayor número.

Que si San Julián supo el primero hacer morder elpolvo a los perseguidores de otras épocas, tambiénsepa domeñar el terreno para que se pueda transitarfácilmente. Y que la piedad alteña no desdiga de subien merecida fama.

¡Que vivan los piadosos alteños! ¡Que vivan lasalteñas cristeras de ayer, de hoy y de siempre!

¡Que viva Cristo Rey y Santa María Virgen deGuadalupe!

(Pág. 374 del Tomo VI)

9.- Segunda peregrinación9.- Segunda peregrinación9.- Segunda peregrinación9.- Segunda peregrinación9.- Segunda peregrinacióna Pacheco, Los Altosa Pacheco, Los Altosa Pacheco, Los Altosa Pacheco, Los Altosa Pacheco, Los Altos

Mañana clara, tibia y hermosa del altiplano. Esmartes 8 de marzo de 1966. El crepúsculo matutinotiñe de rojo escarlata los áridos campos alteños;bastos lomeríos, amplias hondonadas, pequeños va-lles y profundos barrancos. A lo largo de polvozas yestrechas carreteras vecinales, sobre los viejos cami-nos de herradura, por mil tortuosas veredas y cruzan-do los potreros a campo traviesa, transitan vehículosmotorizados, grandes cabalgatas de campesinosalteños luciendo el sencillo traje charro de la región;a pie, largas caravanas de gente del campo, mujeresy hombres de todas las edades, se encaminan haciauna misma meta: Pacheco de Cristo Rey.

Reina entusiasmo y santa alegría en todos loscorazones. Con la fe de la mayoría del pueblo mexi-cano abrazada hace más de cuatrocientos años y que,cuando es necesario, la sabe confirmar no sólo consacrificios heroicos sino con la ofrenda de su sangrey de su vida, con esa fe, una extensa zona de pobla-ción alteña abarcando los municipios de San Julián,Unión de San Antonio, Lagos de Moreno, San Juan delos Lagos, Jalostotitlán y San Miguel el Alto, secongrega ese día 8 de marzo en torno a una humildey pequeña capilla monumento consagrada a CristoRey, hace apenas dos años. Y no eran ellos los únicosque concurrían a celebrar este nuevo homenaje aCristo Rey: también la Guardia Nacional (cristeros)hacía acto de presencia gentilmente invitada por donJosé Márquez y Márquez, cristero de corazón e incan-sable organizador de estos bellos homenajes. Allíestaban representantes de la ciudades de México,Querétaro, Guanajuato, León, Aguascalientes,Zacatecas, Guadalajara y Colima, así como de otrasvarias poblaciones del propio Estado de Jalisco.

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A las diez de la mañana su señoría el canónigo donRamón Pérez celebró la primera misa dedicada atodos los caídos en la lucha cristera. Al fin delEvangelio el señor canónigo Pérez habla al pueblo talcomo él lo sabe hacer, con frases sencillas peroconvincentes, llamando al pan pan y al vino vino. Entanto se sigue el curso de la misa, el río humanocontinúa congregándose por todos los caminos. Seanuncia que el Excmo. Sr. Arzobispo don JavierNuño no estará presente como se esperaba. Arribancuatro sacerdotes más, uno de ellos hijo de cristero.Nutrido aplauso al pie de la escalinata llama laatención de la multitud, es que ha llegado un sacerdo-te más, el señor presbítero don J. Chanón, quien habíade predicar en la misa de las doce, dedicada a lossupervivientes que en diversas formas depositaron sugrano de arena en la defensa armada de los cristeros.Desde lo alto de la escalinata se contempla en laexplanada el pintoresco espectáculo que dan milquinientas a dos mil almas allí congregadas. Sesaludan, se abrazan, forman corrillos, conversan,ríen.

Hay puestosde frituras, dedulces, de fru-tas, de refres-cos, paleterosambulantes yhasta juguetespara los niños;algarabía decomadres, decomerciantes yde niños. Seacercan lasdoce del día.Don José Márquez y Márquez, principal organizadordel festejo, con voz vibrante y emotiva se dirige a lamultitud desde los primeros peldaños de la escalina-ta, está satisfecho porque hay respuesta al llamado,porque no han sido inútiles sus sacrificios, su cansan-cio y sus desvelos. Agradece a todos su presencia ennombre de Cristo Rey. Disciplinadamente en la ex-planada se va organizando la peregrinación en doblefila, mujeres a la derecha y hombres a la izquierda. Laencabezan los sacerdotes y se pone en marcha haciala capilla... Con voz potente un grupo de alteñosentona «Tropas de María sigan la bandera...», y elpueblo contesta a todas las estrofas. Llegada la pere-grinación a las puertas de la capilla, es recibida por elseñor canónigo Pérez. Avanzan las banderas hasta

colocarse a ambos lados del altar, en el presbiterio. Esel señor canónigo Pérez quien de nuevo celebra lasanta misa. La capilla es insuficiente para dar cabidaa la multitud. Va al púlpito el señor predicador.

Emociona su exordio, su discurso es elocuente.Exalta la epopeya cristera, alaba a sus muertos yengrandece a sus héroes; por ellos, dice, la Iglesiadisfruta actualmente de cierta tolerancia con respectoa las leyes que están en vigor y que la oprimen.Continúa la santa misa. Las banderas se inclinan en elmomento de la consagración. Es muy crecido elnúmero de personas que se acercan a recibir la sagra-da comunión y se agotan las formas consagradasquedando algunos peregrinos sin comulgar. Terminala misa y por segunda vez habla el señor canónigoPérez, despide a los peregrinos, los invita a volvercuando sean de nuevo llamados, los exhorta a vivircomo verdaderos cristianos, distribuye estampas conla imagen de la Virgen unas, y otras con un soldadocristero muerto en campaña manando sangre de susheridas y a su lado Cristo Rey; en el reverso, impresoel acto de contricción rezado a diario por los cristeros.

De nuevo en la expla-nada, la mul-titud se lanzasobre lospuestos endonde hayabundanciade comida.Un grupo dedistinguidasdamas de laregión ofre-ce verdade-ro banquete

a sacerdotes y a miembros de la Guardia Nacional.

Cuando sean expeditas las vías de comunicacióny sea rápido el acceso a Pacheco de Cristo Rey, laafluencia de visitantes desde muchos y lejanos sitiosde la patria será una realidad.

Nuestras más sinceras felicitaciones para su seño-ría el señor canónigo don Ramón Pérez y para donJosé Márquez y Márquez que han sido el alma en laorganización de dos bellos festejos realizados en lacapilla monumento levantado en Pacheco de CristoRey, a ocho kilómetros al norte de San Julián, Estadode Jalisco.

(Pág. 349 s. del Tomo VII)

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1.- P. Aristeo Pedroza.1.- P. Aristeo Pedroza.1.- P. Aristeo Pedroza.1.- P. Aristeo Pedroza.1.- P. Aristeo Pedroza.Día 3, Sr. Pbro. D. Aristeo Pedroza, Gral. Jefe de

la Brigada de Los Altos. Asesinado después de losarreglos, no por error, sino descaradamente y hastacon juicio. Era una prueba de la promesa de garantíasde Portes Gil para los alzados. 1929.

(Pág. 387, Tomo III).

Serán Reinhumados los restos del P. Pedroza.En atenta carta se nos comunica que el Comité

Pro-Reinhumación de los restosdel Padre Aristeo Pedroza, ensesión celebrada el día 3 del pa-sado mes de marzo, en ArandasJalisco, tomó los siguientesacuerdos:1.- Que, identificados los restos

mortales del Sr. Pbro. Dn.Aristeo Pedroza y obtenidala licencia de la AutoridadEclesiástica, se fija como fe-cha para efectuar la re-inhumación el día 26 de abrildel año en curso.

2.- Los despojos mortales del Sr.Pbro. Dn. Aristeo Pedrozaserán depositados en el tem-plo del Señor San José, en lapoblación de Arandas, Jal.

3.- Al efecto, se nombran cuatrocomisiones, a saber: de Eco-nomía, de Propaganda, Or-ganizadora de los Funeralesy de Hospedaje.

4.- Serán dos los actos principales: Velación de losrestos la víspera, por la noche y funerales solem-nes, juntamente con la reinhumación en la fechaindicada. Terminada la Santa Misa, y antes dedepositar los restos, se hará un elogio en memoriay homenaje de todos los caídos en la lucha pordefender la libertad religiosa y demás libertadesespecialmente por los de la Brigada de los Altosde Jalisco, de cuyo Jefe son los restos.

Al dar a conocer DAVID los anteriores acuerdos,lamenta que la carta en que se los comunicaron hayallegado cuando ya el número correspondiente al mesde marzo estaba «tirándose en prensa» no siendo, porlo tanto, posible publicarlos en dicho número.

Rogamos al Comité Organizador de estos actos sesirvan enviarnos una crónica de ellos para ser publi-cada en nuestras páginas.

(Pág. 333, Tomo IV).

Contestamos:«El Sr. Pbro. D. Aristeo

Pedroza fué Vicario de la Parro-quia de Ayo el Chico, Jal., prime-ramente, y cuando estalló el mo-vimiento, lo era de La Barca Jal.,pero nunca fué Sr. Cura.

Con fecha 30 de octubre de1927, el General Carlos Blanco,plenamente autorizado por elGral. Enrique Gorostieta, organi-zó el Regimiento, «Tiradores delCerro de Ayo» (posteriormenteRegimiento de Ayo), y lo pusobajo las órdenes del Padre Pedrozacon el grado de CORONEL, quienposteriormente confirió el de MA-YOR al Sr. Santiago Dueñas, puesel Padre le tenía gran estimacióny confianza, quedando el MayorDueñas como segundo coman-dante del ya mencionado Regi-miento.

En diciembre de 1928 fué as-cendido el Padre Pedroza a General de Brigada yComandante de la región de los Altos, quedando alfrente del Regimiento de Ayo el Gral. Lauro Rocha ysegundo el Teniente Coronel Santiago Dueñas.

Por lo expuesto se ve que el Padre D. AristeoPedroza SI fue Coronel y después Gral. de BRI-GADA pero no GENERALISIMO ni SEÑORCURA.

El Mayor Santiago Dueñas sí fué segundo delPadre Pedroza en el Regimiento de Ayo, como lo fuédel Gral. Rocha con el grado de Teniente Coronel.

DECANDECANDECANDECANDECANAAAAATTTTTO IX (AO IX (AO IX (AO IX (AO IX (AYYYYYOOOOOTLAN).TLAN).TLAN).TLAN).TLAN).

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Arandas a 5 de junio de 1962.Aurelio Limón Rivas. (ExTte. del R. de Ayo).

(Rúbrica). - J. Jesús Riso (Ex. Sgto. 1o. del R. de Ayo)(Rúbrica). - Rafael Martínez C. (Rúbrica).

(Pág. 381, Tomo V).

Manifiesto del Gral. D. Aristeo Pedroza.En mi calidad de Jefe de esta Brigada creo mi

deber dirigirme a vosotros, mis compañeros de luchaen esta región, con motivo de los acontecimientosque tuvieron lugar en la Hacienda de «El Valle» el día2 de los corrientes y que dieron como principalresultado la muerte del Sr. Gral. Enrique GorostietaJr., que en vida ocupó el puesto de Gral. en Jefe de laGUARDIA NACIONAL.

No es el sentimiento provocado por la amistadpersonal que me ligó al extinto Gral. por lo que mesiento obligado a expresar a vosotros en estos ren-glones; en este sentido creo que todos los queluchamos en Los Altos, estamos igualmente afecta-dos. Este sentimiento de profundo dolor no debe serpara nosotros más que una pena personal más queDios quiere agregar en estos momentos a las que sonpropias de una campaña como la que venimos ha-ciendo, Lo que me ha movido a dirigirme a vosotrosen la forma en que lo hago es el temor, quizáinfundado, de que algunos os vayáis a dejar embar-gar aunque sea de un modo pasajero, por el desalien-to que es propio en estos casos. Era tal la confianzaque nos daba estar dirigidos en esta lucha por el granamigo y enorme soldado que acabamos de perder,que quizá muchos lleguen a pensar que su muertetraerá para nuestra causa resultados fatales; y nodudo yo que algunos trastornos en nuestra organiza-ción vengan a dificultar más nuestra pesada tarea delibertad a México; pero debemos de estar lejos depensar que con la muerte de nuestro querido Jefe lacausa de la Libertad ha perdido en nuestro país todosu haber. No, no era el Gral. Gorostieta el único queluchaba por la libertad a nuestra Patria; era y siguesiendo el pueblo que anhela y el que lucha porconquistar esa libertad.

No es tampoco el primero ni el más rudo golpe queen los últimos dos daños hemos sufrido. Recordad aGonzález Flores y a Gómez Loza. Como Gorostietaeran ellos de los mejores entre los valientes y de losmás grandes entre los virtuosos; cayeron como ahoraeste nuevo mártir de la Libertad, al golpe inconscien-te y torpe del asesino a sueldo que no sabe a quiénsacrifica; como él sucumbieron en la brecha y como

a él los sentimos en el alma. Y si entonces vosotrospensásteis que vuestro deber estaba en seguir conmás bríos la lucha por la Libertad, si entonces nodesmayaron ni vuestro corazón ni vuestro brazo,ahora como entonces vuestro deber es el mismo:seguir esta pelea con más entusiasmo; no desampararni por un momento el puesto que habéis aceptado dedefensores del Derecho y de la Justicia.

Al hablarnos en estos términos sólo quiero preve-nir un hecho que tengo casi la seguridad de que no sedará en ningún caso; pero lo expreso por que siemprehe creído que es de mi deber prevenir hasta el másligero mal que pudiera entorpecer la marcha hacia elmejoramiento de nuestra organización y hacia eltriunfo de nuestra causa.

Tengo la firme creencia de que nuestros compañe-ros que en otras regiones del país luchan por nuestracausa, se sentirán ahora más que nunca animados debuena voluntad para seguir unidos esta epopéyicalucha en que se decide el porvenir de la Patria. ElGral. nos unió en un sólo y apretado núcleo y noso-tros hemos de demostrar al enemigo que la laborllevada a cabo por él no fue estéril.

No es aún el momento oportuno ni éste el lugar apropósito para hacer la historia del Gral. Gorostieta;ya vendrá la crítica serena y consignará en las páginasde nuestra Historia Patria el nombre de este profundocristiano y gran patriota que nunca tuvo una ilusiónmayor que hacer de México un país próspero ygrande y que sacrificado por los mismos, que ciegosde odio y de rencor, no vieron que cegaban la vida delhombre que quería labrar con su esfuerzo la felicidadhasta de los hijos de sus verdugos. Nuestra Historiadesgraciadamente escasea en ejemplos de valor y deabnegación de la magnitud de éste; sus páginas van aenseñar a las generaciones venideras cuál es el cami-no del deber, marcado tan brillantemente por estehombre, cuando la Patria está en peligro.

La Brigada de Los Altos tiene para la memoriadel Gral. una muy grande deuda de gratitud. Fueaquí donde dejó con su apostolado en esta campañauna honda huella en todos los espíritus. Los solda-dos de los altos lamentan hoy más que la muerte deun superior, la de un padre. Interpretando los senti-mientos de todo el elemento armado y aún de quie-nes sin empuñar las armas recibieron de él sus sabiasenseñanzas y sus prudentes consejos, he tenido abien disponer que desde esta fecha la «BRIGADADE LOS ALTOS» se designe siempre con el nom-bre:

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«Brigada Enrique Gorostieta»A nosotros toca, soldados de Los Altos, ser los

primeros en seguir la ruta que señaló el Gral. Gorostietapara salvar a México; nuestro Jefe y compañero,hasta en los momentos supremos en que cayó exámineatravesado por las balas asesinas, no dejó un sólomomento de darnos ejemplos de valor, de fe en Diosy de caridad cristiana. Seguid ese camino con ánimoesforzado; sólo por él encontraréis para la Patria díasmejores y para vosotros futuras bendiciones.

Y a ti, Caudillo de la Libertad, a ti que compartistecon nosotros los sinsabores de esta prueba; a ti que enocasiones nos ayudaste a soportar las tristezas de unaderrota y en muchas veces a solazarnos con losentusiasmos de una victoria; a ti que viniste a infun-dirnos la fe en el triunfo y la confianza en Dios, elpueblo de Los Altos te recuerda y te bendice. Dios haquerido que muriendo descanses. La bendición de Ely el agradecimiento de todo un pueblo será el premiode tu esfuerzo.

DIOS, PATRIA Y LIBERTAD. Región de LosAltos, Jal., 6 de junio de 1929. Gral. en Jefe de laBrigada «Enrique Gorostieta» Aristeo Pedroza. (Rú-brica).

(Pág. 90 s., Tomo VI).

La traición y armisticioDespués de ocho días de haber combatido en

Tepatitlán se dio la orden de abandonar dichaplaza y así se hizo. Cuando salimos de Tepa seempezó a rumorar de un armisticio incondicionalpropuesto por los tiranos de México, y tuvimosque aceptarlo porque no tuvimos quien defendie-ra nuestra causa. Una vez fuera de la plaza antesmencionada , se nos dijo que nos concentráramosa nuestros lugares de origen y que allí esperára-mos nuevas órdenes.

A poco tiempo supimos que se estaba conferen-ciando acerca del armisticio; días después salía yo deArandas hacia el oriente de la población como a unosseis kilómetros a entrevistarme con el Gral. Pedroza,que en cierto lugar se encontraba. Adelante de mi ibauna partida de federales como de cincuenta hombres,más atrás venía otra partida igual a la primera y comoa un kilómetro a un lado del camino real se encontra-ba el Gral. Pedroza y el Capitán Macías. En esos díasya se había dado la orden de “alto el fuego”. Antes deesto supimos que el Gral. Pedroza (El autor nombraP. Pedroza de Coronel, pero a esas fechas ya ostenta-ba el grado de General, Jefe de la Brigada de Los

Altos) había conferenciado con el General Z. Martínez,en la jurisdicción de Atotonilco El Alto, Jal., segúnsupimos dicha conferencia fue para tratar acerca delarmisticio. Y volviendo a lo anterior, estando con elCoronel Pedroza en el lugar antes indicado, llegó lafederación posándose a corta distancia de nosotros,en estos momentos surgió la desgracia: que un asis-tente del Capitán Macías hizo un disparo a los fede-rales he inmediatamente se propagó el fuego y en losprimeros disparos le mataron el caballo al CoronelPedroza hiriéndolo de un brazo. Al instante fue hechoprisionero, sin poder prestarle auxilio, por estar im-posibilitados y por no violar la orden de «Alto elfuego».

Cuando estuvo Pedroza en manos de los federales,le insistían que se rindiera y él les contestaba que enesa forma no se rendía; lo pasaron para Arandas, yuna vez allí se hizo todo lo posible por salvarle lavida, pero no se consiguió nada; por lo tanto nosupimos para donde lo trasladaron y jamás volvimosa saber de él y hasta la fecha no sabemos donde fueasesinado por los sayones del tirano.

(Pág. 94 s., Tomo VIII).

Reinhumación de los restos del Padre Pedroza.El señor don Indalecio Ramírez Q.E.P.D., en su

obra inédita titulada «Historia de Arandas», nos diceque el señor Juan Jiménez Zavala le proporcionó lossiguientes datos, que él a su vez los recibió deAntonio Abad, que era comandante de la Policíamunicipal cuando ocurrieron los acontecimientos y aél le tocó llevar la llave del panteón: «Salió la escoltallevando prisionero al Padre Pedroza con el engañode llevarlo a Yurécuaro y al llegar a la puerta delpanteón que esta a la vera del camino, el tenientemandó hacer alto y echar pie a tierra, a lo que el padrereplicó: «¿Es que me van a matar, cobardes?», «Noseas rajón, ¿no que eres tan macho?» «No es que searajón, tengo la suficiente entereza para morir, perodebieron habérmelo avisado, pues antes tengo quearreglar cuentas con Dios, y con los hombres». «Jálale,te digo», repitió el teniente, al mismo tiempo que ledaba un empellón para que cruzara la puerta delpanteón, pero el padre hábilmente lo coje por elcuello con la mano que le quedaba buena (estabaherido del brazo izquierdo), y se entabló una lucha enla que poco faltó para que resultara estrangulado elteniente, entre tanto los «sardos» hacían disparostratando de matar al padre, pero con el temor de heriral teniente, lo cual dió lugar a que quedaran algunosimpactos en el muro, así como en un nopal y un

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maguey que había cerca (los impactos del muro aúnse pueden apreciar), hasta que uno logró herir al padrey ya en el suelo lo acribillaron a tiros y lo golpearonhasta romperle el cráneo; enseguida lo aventaron auna fosa, cerrándola luego». Hasta aquí la narraciónde Antonio Abad.

Pasaron los años y se corrieron un sin fin deversiones en las que se aseguraba que el Padrevivía en tal o cual lugar; que el Gral. CarreraTorres, a fin de cumplir su palabra, había mandadoal Padre que se ocultara y luego se hiciera perdedizoy ante la incertidumbre por tantas noticias, decidi-mos exhumar los restos allí depositados a fin deponer las cosas en claro, para lo cual, se nombró uncomité en Arandas, integrado por los señoresAurelio Limón, Andrés Sáinz y Juan Velázquez,para que se encargaran de gestionar la exhuma-ción; en el mes de diciembre de 1956 en que fui aArandas de vacaciones, me propuse a moverlos ycon fecha 25 del mismo mes, a las cuatro de latarde, procedimos a la excavación. Para tener laseguridad de que los restos que encontráramosserían los del Padre Pedroza, acordamos que debe-rían reunir las siguientes condiciones: 1a., que notuviera restos de caja; 2a., que estuvieran en formade haber sido mal colocado el cadáver; 3a., que seencontrara el impacto de la bala que lo hirió cuandolo aprehendieron. Lo primero que encontramos fueuna parte del cráneo (la superior) y en seguida, sinhuellas de madera, los restos con los huesos de laspiernas en forma de haber quedado dobladas y elcuerpo un tanto recargado sobre lo que pudiéramosllamar muro norte de la fosa y el húmero del brazoizquierdo con el impacto de la bala muy bienmarcado. De todo esto dió fe el notario público donEspiridión Fuentes, levantando el acta correspon-diente. Depositamos los restos en una caja y losguardamos en la sacristía del Templo del SeñorSan José y acordamos esperar al tercer día en queiría a Arandas el entonces Excelentísimo señorArzobispo don José Garibi Rivera, para consultar-le dónde deberían ser depositados los queridos yvenerables restos. Cuando lo entrevisté para hacer-le la consulta, me dió buena reprimenda por nohaber pedido permiso a la Sagrada Mitra para hacerla exhumación, pero como le dije que ignorabadicho requisito, bondadosamente me disculpó yordenó que se hiciera un oficio a la Sagrada Mitradando cuenta de lo actuado y pidiendo instruccio-nes sobre el lugar donde deberían ser reinhumadoslos restos.

Con fecha 6 de julio de 1959, el comité asesoradopor el señor Cura Don Salvador Casas, hizo la solici-tud ordenada, y con fecha 20 de agosto del mismoaño, en oficio B- (VIII) 63/59 FJN- aj, se dignócontestar la Sagrada Mitra, concediendo que se depo-sitaran los restos del Padre Pedroza en el Templo delSeñor San José en Arandas, Jal.

A fin de tener la absoluta seguridad de que losrestos que teníamos eran los del Padre Pedroza yrecordando que el doctor don Juan José Morales lohabía curado cuando estaba prisionero, pedimos adicho galeno que examinara los restos y nos dierasu opinión, a lo que con todo gusto accedió dandosu dictamen favorable en certificado que obra enpoder del presidente del comité, señor AurelioLimón.

Con la debida oportunidad y la profusión que fueposible, se anunció que el día 26 de abril de 1960serían reinhumados los restos del Padre Pedroza, enel Templo del Señor San José y la víspera por la nochese expusieron para la velación, desfilando gran can-tidad de gente que desde lejanos lugares concurrierona dicho acto, tocando rosarios y medallas a los restos,y toda la noche lo velamos con gran número deconcurrentes. El día señalado a las diez de la mañanase celebraron solemnes honras fúnebres, oficiando elseñor Cura don Salvador Casas, acompañado por lospresbíteros don Juan Pérez y don J. Jesús González.Acto seguido se precedió a hacer la reinhumación enel muro norte del crucero del templo, cubriéndoloscon una loza de mármol que ostenta inscripciónalusiva: ¡DESDE ENTONCES DESCANSAN ALLILOS VENERABLES RESTOS!.

A continuación se celebró una reunión a la queconcurrieron algunos «cristeros», amigos y algunasviudas y huérfanos de «cristeros», en la que se leyólista de los caídos que había podido reunir el señorCura Don Nicolás Valdez, así como una alocuciónescrita por el seminarista don J. Jesús Rivas, Q.E.P.D.,de la cual adjunto copia.

Con el fin de corroborar los datos anteriores, mepermito consignar las siguientes pruebas:

1a.- Entre las muchas cualidades que tenía elPadre Pedroza, figuraba en forma muy marcada lasumisión a su prelado, por lo que es muy lógico que,si viviera, se habría reportado de cualquier lugar de laTierra donde estuviera.

2a.- Si la Sagrada Mitra no hubiera tenido laseguridad de que esos restos pertenecían al Padre

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LA CRISTIADA

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Pedroza, no hubiese dado el permiso para que sedepositaran en lugar sagrado, pues muy bien co-nocemos la rectitud con que se procede en todocaso.

Guadalajara, Jal., marzo 12 de 1967.

(Pág. 137 s., Tomo VIII).

2.- Tercer regimiento de Ayo.2.- Tercer regimiento de Ayo.2.- Tercer regimiento de Ayo.2.- Tercer regimiento de Ayo.2.- Tercer regimiento de Ayo.Datos proporcionados por Juan Riso.COMBATE en el punto denominado El Josefino,

donde se combatió con bravura, dada la valentía denuestros Jefes y el valor de los soldados. El primeroen el mando era el entonces coronel Aristeo Pedroza,el capitán J. Jesús Macías, el capitán J. TrinidadAlvarez y Jesús Romo.

Este combate duró alrededor de tres horas, seempezó a combatir a las tres de la tarde; la pérdida quesufrimos fué de tres heridos y el enemigo, segúnversiones sufrieron 15 bajas.

COMBATE en Degollado, Jal., Eran las cuatrode la mañana cuando nos acercamos a la orilla delpueblo, una vez allí tomamos posiciones y obser-vando al enemigo para ver qué movimiento hacía,cuando nos dimos cuenta de que no daba señales deentrar en combate, se le dió la orden al sargentoJuan Riso de que se internara hacia el centro delpueblo, con el fin de hacer salir al enemigo de susescondites para que presentara combate, pero éstono se logró. El sargento Riso una vez en el interiordel pueblo se tiroteó con el enemigo por espacio demedia hora, en seguida salió para donde estaba lacolumna y una vez incorporado se libró la ordenpara que Cosme Herrera y don Rafael, conocidopor el «El talabartero», de Arandas, se dirigiera alcentro del Pueblo, lo que inmediatamente se obe-deció. El fin era sacar al enemigo de donde estabaposicionado, pero no tuvo efecto, los soldadosantes mencionados ya no volvieron porque fueronmuertos en el cumplimiento de su misión. Nosretiramos a las nueve de la mañana lamentando lasbajas antes mencionadas.

COMBATE en Jesús María. Llegamos a las sietede la mañana, nos posicionamos e inmediatamentenos entrevistamos con el enemigo para combatir,pero fuimos víctimas de una traición; después deesperar una hora nos mandaron a un pacífico con una

canasta de tortillas, al cual le preguntamos dónde seencontraba el enemigo y nos dijo que ya se habíaretirado con rumbo a Ayo el Chico; en seguida se diola orden de retirarnos y apenas habíamos caminadounos cien metros cuando fuimos sorprendidos por elenemigo formándonos un sitio; en dicho sitio única-mente quedamos tres, el capitán J. Trinidad Alvarez,el asistente Salvador Alvarez y su servidor, sargentoJuan rizo.

Allí quedamos en el centro de 600 federales, elcapitán Alvarez y el Mayor de la federación coman-dada por el Gral. Z. Martínez se aventaban mutua-mente los caballos, en tanto forcejeo el mayor federalsaca la pistola y la descarga contra el capitán Alvarezmatándole el caballo, una vez caído Alvarez sacó supistola y logró matar al mayor enemigo. Entonces fuecuando ya no nos pudimos mover, porque nos encon-trábamos en completa apertura. El enemigo por aten-der a su mayor nos dejó un poco de movimiento el queaprovechamos para sacar a nuestro capitán en ancasdel caballo de su asistente; a continuación rompimosel sitio a fuerza de pistola. Sólo Dios y la Sma. Virgennos salvaron de tan confuso y amargo trance en quevimos, que ni nosotros mismos nos dimos cuentacómo salimos del aprieto.

Seguimos avanzando y logramos alcanzar al coro-nel Pedroza que llevaba un contingente de 25 hom-bres; luego nos alcanzó el gobierno y nos volvierona sitiar; logramos romper el sitio y más tarde se nosdio alcance en el Sauz de Cagigal, donde tuvimos queluchar a pura pistola y ya a la puesta del sol quedamosdispersos, después de combatir todo el santo día. Lasbajas que lamentamos no fueron numerosas, siendosólo tres soldados y dos heridos y el enemigo elmayor y diez soldados.

COMBATE de Arandas. Entramos a las 3 de lamañana y se combatió por espacio de 6 horas,nuestra intención era sacar al enemigo de sus posi-ciones y aniquilarlo y no pudimos hacerlo por estarel enemigo y en las alturas y se dio la orden deretirada, lo que logró en orden completo como a las10 de la mañana.

En esta retirada me tocó quedarme a retaguardiacon un soldado y al pasar una bocacalle le dije a micompañero: «No pases porque puedes dar blanco»;él me contestó: «En el nombre de Dios no entran lasbalas». En efecto así fue, al él no le entraron las balaspero al caballo sí, cayendo él junto con el caballo yse lastimó un brazo , entonces tuve que sacarlo en

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ancas poniéndonos fuera de peligro, pero como elenemigo se dio cuenta de la retirada bajó de susposiciones y nos persiguió tiroteándonos hasta laorilla del pueblo; continuamos avanzando hastareunirnos con nuestro coronel Pedroza, le rendí elinforme de lo que nos pasó en la salida; en seguidame entrevisté con mi capitán J. Trinidad Alvarez,dándole el informe de lo que nos pasó al mismotiempo le pedí permiso para quedarnos mi compañe-ro y yo con el fin de llevarlo a que le atendieran elbrazo lastimado.

El capitán Alvarez me preguntó que cuánta gentenecesitaba y contesté que nada más dos con el fin deno llamar la atención, y así fué que los que quedamoséramos tres: Juan Guzmán, Manuel Márquez y JuanRiso, su servidor. En seguida me dice el compañeroJuan Guzmán que nos quedáramos en su casa, que allíno corríamos ningún peligro porque su casa estabamuy escondida; allí pasamos la noche sin novedad, alsiguiente día procuramos a un pacífico para que nostrajera un componedor, pero nos fue imposible y eldía se nos paso sin lograr nada; en la noche recurri-mos a la misma casa donde pasamos la noche ante-rior; quién había de pensar que a la mañana siguientefuimos sitiados por 200 federales a los cuales comba-timos por espacio de dos horas; en el combate perdióla vida el compañero Juan Guzmán, quedando sola-mente dos que logramos salir del sitio casi sin poderandar por encontrarse descalzos, por lo que duramosocho días sin movernos y por estar tullidos se nospresentó la sangre molida en los pies.

Primeramente Dios y la Virgen nos sacaron deeste peligro tan difícil y confuso que para noso-tros fue un milagro habernos salvado, lo únicoque sufrimos fue la muerte de nuestro compañeroJuan Guzmán que allí perdió la vida, quizás nostocaría sufrir por él. Los que participaron en estecombate fueron los siguientes: coronel AristeoPedroza, coronel Victoriano Ramírez «El cator-ce», capitán J. Ascensión Ibarra, capitanes J. Tri-nidad Alvarez y J. Jesús Macías; Refugio Miranday Benito García.

COMBATE del Cerro Gordo. Eran como las dosde la tarde cuando empezó, nos encontrábamos en lafalda del cerro cuando avistamos al enemigo cerca dela Capilla de Guadalupe; se dio la orden de bajar alplan y en San Ignacio se repartieron las columnas, encuatro a las comandadas por los jefes siguientes:Primera columna, por el capitán J. Jesús Macías;segunda columna mandada por el coronel J. Trinidad

Alvarez; tercera columna, mandada por el coronelAristeo Pedroza. En este combate vimos que el coro-nel Pedroza se lanzó sobre el enemigo combatiendoa pura pistola y en esa refriega le hirieron al asistentey al caballo del coronel; a continuación nos fuimosretirando con el fin de sacar al enemigo de dondeestaba emboscado entre las milpas y una vez que saliócombatimos pecho a tierra porque no había dóndeparapetarnos. Después de tres horas de combate elcoronel Lauro Rocha dio la orden de retirarnos y asífue. Lamentamos las bajas siguientes: seis muertos yseis heridos, y por parte del enemigo sufrió alrededorde 200 bajas.

COMBATE en la Hacienda de Margarita. De allípartió el coronel Pedroza con 200 hombres rumbo aLa Barca, eran las once de la noche cuando entró adicho lugar, no hubo resistencia y después de doshoras se regresaron a la hacienda nombrada, erancomo las cuatro de la tarde cuando nos sitió elenemigo y empezó el combate con mucha fiereza y seterminó después de tres horas. Nosotros sufrimos lamuerte de un compañero y dos heridos y el enemigo11 bajas.

Hicimos la retirada como a unos 10 kilómetros dela Hacienda de Margarita allí pasamos la noche, al díasiguiente muy temprano nos llegó el enemigo de Ayoel Chico, donde combatimos por espacio de una horay se dio la orden de retirada por falta de materialbélico y nos dispersamos por rumbos desconocidos.Las bajas sufridas fueron tres heridos y el enemigoquince bajas, según versiones del pueblo.

COMBATE en el Cerro Gordo de Ayo. Eran las6 de la mañana, estando oficiando la misa el PadrePedroza, le avisamos que se acercaba el enemigopor el lado de Jesús María y nos contestó: «Dejenque lleguen». Terminada la misa dijo: «Vayamos adesayunar, sarditos». Allí combatimos por espaciode dos horas, cuando los jefes se dieron cuenta deque nos estaban sitiando por la retaguardia y por elfrente, que poco faltó para revolvernos, entonces elmayor Navarrete ordenó la retirada y avanzamosrumbo a Atotonilco y al llegar al río del Sabinotuvimos otro agarre siendo éste el último por esosdías; enseguida se pasó revista donde nos dimoscuenta de la muerte de cuatro compañeros y seisheridos y el enemigo lamentó la pérdida de alrede-dor de 300 muertos. Datos del sargento primeroJuan Riso.

(Pág. 47 a 49, Tomo VIII). La Cristera �

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CUMPLEAÑOS1 mayo 1964 ......... SR. CURA JOSE LUIS FRANCO GONZALEZ2 mayo 1943 ......... SR. PBRO. FELIPE DE LA TORRE HERNANDEZ

1944 ......... SR. PBRO. LUIS GARCIA LEON3 mayo 1969 ......... SR. PBRO. JUAN FRANCISCO GARCIA FLORES4 mayo 1950 ......... SR. CURA J. JESUS GUTIERREZ JIMENEZ5 mayo 1962 ......... SR. PBRO. PASCUAL AVELAR MARQUEZ7 mayo 1966 ......... SR. PBRO. JOSE DE JESUS CRUZ NUÑEZ8 mayo 1967 ......... SR. PBRO. RAFAEL DOMINGUEZ GARCIA9 mayo 1923 ......... SR. CANGO. MIGUEL RAMOS DOMINGUEZ

11 mayo 1922 ......... SR. PBRO. J. GUADALUPE ALMARAZ CAMARENA13 mayo 1964 ......... SR. CURA ROBERTO LIZARDE JIMENEZ15 mayo 1954 ......... SR. PBRO. RAUDEL MUÑOZ RUIZ16 mayo 1952 ......... SR. CURA ANDRES GONZALEZ GONZALEZ

1923 ......... SR. PBRO. AGUSTIN SORIA DELGADO17 mayo 1949 ......... SR. CURA JUAN FRANCISCO NAVARRO GUTIERREZ19 mayo 1947 ......... SR. CURA JOSE LUIS ACEVES GONZALEZ

1966 ......... SR. PBRO. JOSE RAMON FLORES CONTRERAS1954 ......... SR. CURA MIGUEL MAGAÑA LOPEZ

21 mayo 1962 ......... SR. CURA MIGUEL FRANCO GONZALEZ22 mayo 1955 ......... SR. CURA CECILIO ESPARZA LEDEZMA

1929 ......... SR. PBRO. ROMAN PEREZ PEREZ23 mayo 1968 ......... SR. PBRO. JOSE ROSARIO JIMENEZ ORTEGA24 mayo 1956 ......... SR. PBRO. ARTURO MUÑOZ ORTIZ25 mayo 1966 ......... SR. CURA GERARDO DIAZ VAZQUEZ27 mayo 1964 ......... SR. PBRO. LUIS CARLOS GARCIA REA28 mayo 1972 ......... SR. PBRO. JUAN JOSE CASTELLANOS JIMENEZ

1934 ......... SR. PBRO. RAMON MAGAÑA PEREZ29 mayo 1946 ......... SR. PBRO. MAXIMINO RODRIGUEZ MARQUEZ

1 mayo 1993 ......... SR. PBRO. MANUEL CEDEÑO EUGENIO3 mayo 1988 ......... SR. CANGO. CRISPINIANO JÁUREGUI GÓMEZ

1997 ......... SR. PBRO. JAVIER GARCÍA NAVARRO4 mayo 1992 ......... SR. CURA JUAN DELGADO8 mayo 1980 ......... SR. CURA QUIRINO BOTELLO

11 mayo 1975 ......... SR. CANGO. JULIÁN HERNÁNDEZ CUEVAS17 mayo 1994 ......... SR. PBRO. NAZARIO VÁZQUEZ VÁZQUEZ27 mayo 1988 ......... SR. CURA J. JESÚS ORIGEL VILLALPANDO29 mayo 1973 ......... SR. PBRO. LUIS PEREZ ALONSO31 mayo 1986 ......... SR. CURA SANTIAGO ULLOA

1973 ......... SR. PBRO. FRANCISCO BORROEL AGUAYO

ANIVERSARIOS DE DEFUNCION

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VIDA DIOCESANA

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ANIVERSARIOS DE ORDENACION1 mayo 1987 ... SR. CURA GERARDO OROZCO ALCALA

1993 ... SR. PBRO. JOSE LUIS ALDANA WARIO

1993 ... SR. CURA ADOLFO CABRERA HERNANDEZ

1993 ... SR. CURA GERARDO DIAZ VAZQUEZ

1993 ... SR. PBRO. RAFAEL DOMINGUEZ GARCIA

1993 ... SR. CURA JOSE LUIS FRANCO GONZALEZ

1993 ... SR. PBRO. LUIS DAVID GARCIA GONZALEZ

1993 ... SR. PBRO. FRANCISCO JAVIER GONZALEZ GONZALEZ

1993 ... SR. PBRO. JOSE LUIS GONZALEZ MURO

1993 ... SR. PBRO. GUILLERMO HUERTA MURO

1993 ... SR. PBRO. VICTOR LIZARDE RODRIGUEZ

1993 ... SR. CURA JUAN MANUEL LOZANO HERNANDEZ

1993 ... SR. PBRO. GREGORIO MARTINEZ GOMEZ

1993 ... SR. PBRO. GONZALO OLIVA HERNANDEZ

1993 ... SR. PBRO. RODRIGO RAMIREZ MACIAS

1993 ... SR. PBRO. RUBEN SEPULVEDA CABRERA

1993 ... SR. PBRO. JOSE LUIS TAPIA NARVAEZ

1993 ... SR. PBRO. EFREN TORRES GONZALEZ

1993 ... SR. CURA J. JESUS VAZQUEZ AGUIRRE

1993 ... SR. CURA VICTORIANO VILLASEÑOR JIMENEZ

2001 ... SR. PBRO. PASCUAL GONZALEZ HERNANDEZ

2 mayo 1998 ... SR. PBRO. JUAN ANGULO FONSECA

1998 ... SR. PBRO. ARTURO ASCENCIO RAMIREZ

1998 ... SR. PBRO. AURELIO GARCIA GARCIA

1998 ... SR. PBRO. JAIME ANTONIO GUTIERREZ MUÑOZ

1998 ... SR. PBRO. HECTOR ENRIQUE HERNANDEZ DIAZ

1998 ... SR. PBRO. JOSE ROSARIO JIMENEZ ORTEGA

1998 ... SR. PBRO. ALVARO LOMELI PULIDO

1998 ... SR. PBRO. SALVADOR MARTIN GONZALEZ

1998 ... SR. PBRO. PEDRO MARTIN MARTIN

1998 ... SR. PBRO. FERNANDO MUÑOZ AGUILAR

1998 ... SR. PBRO. ARTURO PADILLA HERNANDEZ

1998 ... SR. PBRO. MIGUEL ANGEL PEREZ LOZANO

1998 ... SR. PBRO. JOSE GAMALIEL REYES MENDOZA

1998 ... SR. CURA JOSE JAIME SALAZAR GOMEZ

1998 ... SR. PBRO. JUAN FRANCISCO SANCHEZ ORTEGA

1998 ... SR. PBRO. LUIS ENRIQUE SOTELO BARRERA

4 mayo 1985 ... SR. CURA CRISTOBAL ASCENCIO GARCIA

1985 ... SR. PBRO. MOISES NAVARRO YEPEZ

1985 ... SR. PBRO. PRIMITIVO OLVERA BANDA

5 mayo 1984 ... SR. CURA CARLOS DE LA TORRE MARTINEZ

1984 ... SR. CURA CECILIO ESPARZA LEDEZMA

1984 ... SR. PBRO. JOSE MARIA GARCIA ARRAÑAGA

1984 ... SR. PBRO. JAIME JIMENEZ MENA

1984 ... SR. PBRO. JUAN MANUEL JIMENEZ OROZCO

1984 ... SR. CURA MIGUEL MAGAÑA LOPEZ

1984 ... SR. PBRO. J. GUADALUPE MUÑOZ PORRAS

1984 ... SR. PBRO. J. JESUS MURILLO ROJAS

1984 ... SR. CURA ALFONSO PEREZ MAGAÑA

1984 ... SR. PBRO. JOSE LUIS SALAS JIMENEZ

1984 ... SR. PBRO. PEDRO TEJEDA ALVAREZ

6 mayo 1995 ... SR. PBRO. MIGUEL ANGEL AGUIÑAGA ONTIVEROS

1995 ... SR. PBRO. JOSE JESUS CRUZ NUÑEZ

1995 ... SR. PBRO. SERGIO GUTIERREZ VAZQUEZ

1995 ... SR. CURA ELIAZER LARA RUIZ

1995 ... SR. CURA J. TRINIDAD LOMELI DUEÑAS

1995 ... SR. PBRO. JOSE JESUS LOMELI GUTIERREZ

1995 ... SR. PBRO. RODOLFO ORIZABA MONROY

1995 ... SR. PBRO. FRANCISCO JAVIER PADILLA ANDA

1995 ... SR. PBRO. JOSE ANTONIO VAZQUEZ MONTAÑO

8 mayo 2001 ... SR. PBRO. ALFREDO TOSTADO FRANCO

9 mayo 1990 ... SR. CURA J. GUADALUPE GOMEZ NUÑEZ

1990 ... SR. PBRO. ERNESTO GONZALEZ DAVALOS

1990 ... SR. CURA JUAN DIOS MONTAÑO DIAZ

1990 ... SR. CURA FRANCISCO PLASCENCIA VALLEJO

1990 ... SR. PBRO. JUAN MANUEL RAMIREZ LOPEZ

1990 ... SR. PBRO. J. JESUS RUVALCABA GOMEZ

1990 ... SR. PBRO. FERNANDO VARELA GAMIÑO

1992 ... SR. PBRO. ANTONIO ESPARZA MARTIN

1992 ... SR. PBRO. LUIS CARLOS GARCIA REA

1992 ... SR. PBRO. JOSE LUIS GONZALEZ PEREZ

1992 ... SR. CURA ROBERTO LIZARDE JIMENEZ

1992 ... SR. CURA GUILLERMO PLASCENCIA ASCENCIO

1992 ... SR. PBRO. J. JESUS ROCHA RAMOS

13 mayo 2000 ... SR. PBRO. MAURICIO CABRERA SALAS

2000 ... SR. PBRO. FRANCISCO JAVIER CRUZ RAMIREZ

2000 ... SR. PBRO. LUIS FELIPE DE LA TORRE BARBA

2000 ... SR. PBRO. GUSTAVO GARCIA HERNANDEZ

2000 ... SR. PBRO. ENRIQUE GOMEZ ULLOA

2000 ... SR. PBRO. FRANCISCO LEDEZMA GONZALEZ

2000 ... SR. PBRO. JUAN MEDINA CAMPOS

2000 ... SR. PBRO. JOSE ROBERTO MELENDEZ FERNANDEZ

2000 ... SR. PBRO. JOSE GUSTAVO RODRIGUEZ GARCIA

2000 ... SR. PBRO. RAFAEL SANCHEZ CANO

16 mayo 1970 ... SR. PBRO. JOSE HUGO OROZCO SANTOYO

2001 ... SR. PBRO. SERGIO SERRANO MAGDALENO

21 mayo 1988 ... SR. PBRO. MIGUEL DOMINGUEZ GARCIA

1988 ... SR. CURA FELIPE JESUS FONSECA HERNANDEZ

1988 ... SR. PBRO. IRENEO GUTIERREZ LIMON

1988 ... SR. CURA J. JESUS MENA DELGADILLO

1988 ... SR. CURA LUIS HUMBERTO VARGAS ARAMBULA

1988 ... SR. CURA ENRIQUE VAZQUEZ RUIZ

1988 ... SR. CURA ADALBERTO VAZQUEZ RUIZ

23 mayo 2001 ... SR. PBRO. RAFAEL GONZALEZ LOZA

30 mayo 2001 ... SR. PBRO. JOSE SERGIO ORTIZ BERMEJO

31 mayo 2001 ... SR. PBRO. JOSE JESUS FLORES ACEVES

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VIDA DIOCESANA

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O r d e n a c i o n e sy Cantamisas

DIACONO: ORDENACION: CANTAMISA:

Ignacio Hurtado M. 20 de Abril, 11:00 a.m. 3 de Mayo 2002, 11:00 a.m.Seminario Mayor Diocesano Ayotlán, Jal.San Juan de los Lagos, Jal.

Antonio Palomino A. 26 de abril, 11:00 a.m. 29 de abril, 12:00 hrs.Ntra. Sra. de Guadalupe. Ntra. Sra. de Guadalupe.

Degollado, Jal. Degollado, Jal.

Ramiro García A. 5 de Mayo, 12:00 Hrs. 7 de Mayo, 12:00 Hrs.San José Obrero San Pedro Apóstol

Arandas, Jal. Arandas, Jal.

Jaime Varela A. 5 de Mayo, 12:00 Hrs. 11 de Mayo, 12:00 Hrs.San José Obrero San José Obrero

Arandas, Jal. Arandas, Jal.

Horacio Martínez F. 18 de Mayo, 6:00 p.m. 20 de Mayo, 6:00 p.m.Ntra. Sra. de Gpe. Ntra. Sra. de Gpe.

Capilla de Gpe., Jal. Capilla de Gpe., Jal.

José Manuel Cedillo M. 24 de Mayo, 11:00 a.m. 26 de Mayo, 11:00 a.m.Ntra. Sra. de la Luz, Sgdo. Corazón de Jesús

Lagos de M., Jal. Col. La Huitlacocha, Lagos.

Ernesto Lomelí G. 25 de Mayo, 5:00 p.m. 27 de Mayo, 12:00 Hrs.San Miguel Arcángel San Miguel Arcángel

Yahualica, Jal. Yahualica, Jal.

Juan José Castellanos J. 28 de Mayo, 11:00 a.m. 1 de Junio, 11:00 a.m.Vicaría de Mirandillas San José del Cuarto

Mirandillas, Jal. Vic. de Mirandillas.

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VIDA DIOCESANA

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AGENDA DE MAYO 2002

S. 4 .... Reunión diocesana del MFC (Atotonilco)

S. 4-D. 5 .... Encuentros conyugales (Casa Juan Pablo II)

L. 6 .... Reunión de Consejos decanales

Ma. 7 .... Reunión del Equipo Diocesano de Pastoral (San Juan)

.... Reunión del equipo de pobres (Arandas)

J. 9 .... Peregrinación al Tepeyac

S. 11 .... Convivencia de Pastoral Familiar diocesana

D. 12-V. 17 . Jornada vocacional (Valle de Guadalupe)

L. 13-S. 18.. Semana del campesino

Ma. 14 .... Reunión del Equipo diocesano de pobres (Arandas)

.... SANTIFICACIÓN DEL CLERO (Ojo de Agua. 10:30 a.m.)Tema: “Encuentro con Cristo, en la solidaridad con los más pobres”

Mi. 15 .... Día del campesino

S. 18 .... Elaboración de temario para Curso de verano de agentes (Valle de Guadalupe)

S. 18-D. 19 . Encuentro diocesano de jóvenes y adolescentes y de pobres (Ayotlán)

D. 19 .... Pentecostés

J. 23 .... FIESTA A CRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE.CONVIVENCIA DE TODOEL PRESBITERIO (Seminario 10:30 a.m.)

J. 23-S. 25 .. Reunión del Consejo Diocesano de Pastoral (Casa Juan Pablo II)

V. 24 .... Vigilia jubilar de la Adoración Nocturna (Seminario Mayor 9:00 pm)

L. 27-V.14 Junio ..... Asambleas decanales

J. 30 .... Corpus Christi

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Muchos de nuestros lectores no conocie-ron a DAVID en su primera época, cosanatural, pues era época de lucha, y por

lo tanto, su publicación clandestina; y aunquelas dificultades eran muchas no fueron tantasque no llegara a muchos campos de batalla,aunque no a todos, muy a pesar de que su tirollegó a ser de veintisiete mil ejemplares de cadanúmero.

La «cabeza» de DAVID ostentaba entonces al pro-pio DAVID, hijo de Isaí, en actitud de cortar lacabeza a Goliat, grupo simbólico de la dispari-dad de fuerza en los ejércitos contendientes: elcristero, pobre en armas aunque rico en virtudesmilitares, según la opinión autorizada del profe-sional de la milicia Gral. D. Enrique Gorostieta, yel pujante ejército callista armado hasta los dien-tes, como nuevo Goliat, aunque como éste,pobre en espíritu combativo, como que eracompuesto por cristianos y mexicanos que, encantidad, no deseaban combatir su propia reli-gión.

Fué por ese símbolo que llamamos a nuestroperiódico «DAVID», el humilde pastorcillo queconfiado en el Dios de los ejércitos y no en suspropias fuerzas, fué al combate, como nosotrospor su ejemplo.

Hoy DAVID ya no empuña la honda ni la espadaganada al enemigo, su labor es de otro ordenaunque también es de combate; y si en suprimera época echó mano de las «Cinco Pie-dras», para fortalecer el espíritu de los comba-tientes, hoy tomamos las «Cinco Piedras» parafortalecer el ánimo de la Legión de Cristo Rey ySanta María de Guadalupe o sea conservar elespíritu cristero en México:

Primera.- La Fe. ¡Oh Ejército Libertador, humilde ypequeño, ten fe! Todo el que va al combatetemiendo la derrota, ya se derrotó a sí mismoantes de pelear. ¡Ten fe!

Segunda.- La Esperanza. Pon tu esperanza en elSeñor, y en El confía. Los hombres nada tepueden dar. No pongas tu vista en ellos, porqueserás confundido.

Tercera.- El Amor. ¡Ama! Ama sin medida a los dosmás grandes amores que tienes en el mundo: TuCristo Rey, tu Madre y Reina, Santa María Virgende Guadalupe. Por ellos y con ellos pelea.

Cuarta.- La Justicia. Casti---ga sin piedad a la maldad,pero no imites la crueldad de tus enemigos. No terebajes. Que tu justicia vaya siempre sazonadacon la Prudencia y más con la Caridad.

Quinta.- La Fortaleza. ¡Oh Ejército Libertador! sévaliente. No sólo combatiendo a tus enemigos,sino soportando con valor las amarguras y penasde la campaña. Sé morigerado. Encadena bien tuspasiones con la santa virtud de la Templanza.

Y «DAVID» la hojita vocinglera, voló, voló, en alas dela brisa, para llevar este mensaje a sus hermanosque están en el frente.

(Pág. 247 S. del Tomo I)

La nueva edición de la revista DAVID viene acumplir un deseo, un anhelo muy grande del Gral.Aurelio Acevedo Robles: dar a conocer la verda-dera historia de México.

Se pretendió tapar el sol con un dedo; se nos dijodurante largos años en la historia oficial, que de1926 a 1929-32 no pasó nada, que 125,000muertos jamás existieron. Por otra parte, en estaépoca el gobierno decía que el clero queríaadueñarse del poder, del país, de las conciencias,etc. etc.

Pero, a partir de 1936 el pequeño DAVID, con suonda y pequeñas piedras, esta vez convertidas enideas, palabras, relatos, historia y sobre todo enverdades, rompió para siempre con el Goliat,inmenso gigante de la mentira, la hipocresía, lamaldad y la muerte, encarnado en la falsa historiaoficial.

La publicación mensual, que de esta manera llevó alos compañeros cristeros consuelo, explicación,respuesta, consejo, invitación y principalmenteespacio, para que todos pudieran decir su ver-dad, es una obra que merece respeto, cariño y,sobre todo, difusión.

(Contraportada de cada uno de los VIII tomos)

Muchos de nuestros lectores no conocie-ron a DAVID en su primera época, cosanatural, pues era época de lucha, y por

lo tanto, su publicación clandestina; y aunquelas dificultades eran muchas no fueron tantasque no llegara a muchos campos de batalla,aunque no a todos, muy a pesar de que su tirollegó a ser de veintisiete mil ejemplares de cadanúmero.

La «cabeza» de DAVID ostentaba entonces al pro-pio DAVID, hijo de Isaí, en actitud de cortar lacabeza a Goliat, grupo simbólico de la dispari-dad de fuerza en los ejércitos contendientes: elcristero, pobre en armas aunque rico en virtudesmilitares, según la opinión autorizada del profe-sional de la milicia Gral. D. Enrique Gorostieta, yel pujante ejército callista armado hasta los dien-tes, como nuevo Goliat, aunque como éste,pobre en espíritu combativo, como que eracompuesto por cristianos y mexicanos que, encantidad, no deseaban combatir su propia reli-gión.

Fué por ese símbolo que llamamos a nuestroperiódico «DAVID», el humilde pastorcillo queconfiado en el Dios de los ejércitos y no en suspropias fuerzas, fué al combate, como nosotrospor su ejemplo.

Hoy DAVID ya no empuña la honda ni la espadaganada al enemigo, su labor es de otro ordenaunque también es de combate; y si en suprimera época echó mano de las «Cinco Pie-dras», para fortalecer el espíritu de los comba-tientes, hoy tomamos las «Cinco Piedras» parafortalecer el ánimo de la Legión de Cristo Rey ySanta María de Guadalupe o sea conservar elespíritu cristero en México:

Primera.- La Fe. ¡Oh Ejército Libertador, humilde ypequeño, ten fe! Todo el que va al combatetemiendo la derrota, ya se derrotó a sí mismoantes de pelear. ¡Ten fe!

Segunda.- La Esperanza. Pon tu esperanza en elSeñor, y en El confía. Los hombres nada tepueden dar. No pongas tu vista en ellos, porqueserás confundido.

Tercera.- El Amor. ¡Ama! Ama sin medida a los dosmás grandes amores que tienes en el mundo: TuCristo Rey, tu Madre y Reina, Santa María Virgende Guadalupe. Por ellos y con ellos pelea.

Cuarta.- La Justicia. Casti---ga sin piedad a la maldad,pero no imites la crueldad de tus enemigos. No terebajes. Que tu justicia vaya siempre sazonadacon la Prudencia y más con la Caridad.

Quinta.- La Fortaleza. ¡Oh Ejército Libertador! sévaliente. No sólo combatiendo a tus enemigos,sino soportando con valor las amarguras y penasde la campaña. Sé morigerado. Encadena bien tuspasiones con la santa virtud de la Templanza.

Y «DAVID» la hojita vocinglera, voló, voló, en alas dela brisa, para llevar este mensaje a sus hermanosque están en el frente.

(Pág. 247 S. del Tomo I)

La nueva edición de la revista DAVID viene acumplir un deseo, un anhelo muy grande del Gral.Aurelio Acevedo Robles: dar a conocer la verda-dera historia de México.

Se pretendió tapar el sol con un dedo; se nos dijodurante largos años en la historia oficial, que de1926 a 1929-32 no pasó nada, que 125,000muertos jamás existieron. Por otra parte, en estaépoca el gobierno decía que el clero queríaadueñarse del poder, del país, de las conciencias,etc. etc.

Pero, a partir de 1936 el pequeño DAVID, con suonda y pequeñas piedras, esta vez convertidas enideas, palabras, relatos, historia y sobre todo enverdades, rompió para siempre con el Goliat,inmenso gigante de la mentira, la hipocresía, lamaldad y la muerte, encarnado en la falsa historiaoficial.

La publicación mensual, que de esta manera llevó alos compañeros cristeros consuelo, explicación,respuesta, consejo, invitación y principalmenteespacio, para que todos pudieran decir su ver-dad, es una obra que merece respeto, cariño y,sobre todo, difusión.

(Contraportada de cada uno de los VIII tomos)

Muchos de nuestros lectores no conocie-ron a DAVID en su primera época, cosanatural, pues era época de lucha, y por

lo tanto, su publicación clandestina; y aunquelas dificultades eran muchas no fueron tantasque no llegara a muchos campos de batalla,aunque no a todos, muy a pesar de que su tirollegó a ser de veintisiete mil ejemplares de cadanúmero.

La «cabeza» de DAVID ostentaba entonces al pro-pio DAVID, hijo de Isaí, en actitud de cortar lacabeza a Goliat, grupo simbólico de la dispari-dad de fuerza en los ejércitos contendientes: elcristero, pobre en armas aunque rico en virtudesmilitares, según la opinión autorizada del profe-sional de la milicia Gral. D. Enrique Gorostieta, yel pujante ejército callista armado hasta los dien-tes, como nuevo Goliat, aunque como éste,pobre en espíritu combativo, como que eracompuesto por cristianos y mexicanos que, encantidad, no deseaban combatir su propia reli-gión.

Fué por ese símbolo que llamamos a nuestroperiódico «DAVID», el humilde pastorcillo queconfiado en el Dios de los ejércitos y no en suspropias fuerzas, fué al combate, como nosotrospor su ejemplo.

Hoy DAVID ya no empuña la honda ni la espadaganada al enemigo, su labor es de otro ordenaunque también es de combate; y si en suprimera época echó mano de las «Cinco Pie-dras», para fortalecer el espíritu de los comba-tientes, hoy tomamos las «Cinco Piedras» parafortalecer el ánimo de la Legión de Cristo Rey ySanta María de Guadalupe o sea conservar elespíritu cristero en México:

Primera.- La Fe. ¡Oh Ejército Libertador, humilde ypequeño, ten fe! Todo el que va al combatetemiendo la derrota, ya se derrotó a sí mismoantes de pelear. ¡Ten fe!

Segunda.- La Esperanza. Pon tu esperanza en elSeñor, y en El confía. Los hombres nada tepueden dar. No pongas tu vista en ellos, porqueserás confundido.

Tercera.- El Amor. ¡Ama! Ama sin medida a los dosmás grandes amores que tienes en el mundo: TuCristo Rey, tu Madre y Reina, Santa María Virgende Guadalupe. Por ellos y con ellos pelea.

Cuarta.- La Justicia. Casti---ga sin piedad a la maldad,pero no imites la crueldad de tus enemigos. No terebajes. Que tu justicia vaya siempre sazonadacon la Prudencia y más con la Caridad.

Quinta.- La Fortaleza. ¡Oh Ejército Libertador! sévaliente. No sólo combatiendo a tus enemigos,sino soportando con valor las amarguras y penasde la campaña. Sé morigerado. Encadena bien tuspasiones con la santa virtud de la Templanza.

Y «DAVID» la hojita vocinglera, voló, voló, en alas dela brisa, para llevar este mensaje a sus hermanosque están en el frente.

(Pág. 247 S. del Tomo I)

La nueva edición de la revista DAVID viene acumplir un deseo, un anhelo muy grande del Gral.Aurelio Acevedo Robles: dar a conocer la verda-dera historia de México.

Se pretendió tapar el sol con un dedo; se nos dijodurante largos años en la historia oficial, que de1926 a 1929-32 no pasó nada, que 125,000muertos jamás existieron. Por otra parte, en estaépoca el gobierno decía que el clero queríaadueñarse del poder, del país, de las conciencias,etc. etc.

Pero, a partir de 1936 el pequeño DAVID, con suonda y pequeñas piedras, esta vez convertidas enideas, palabras, relatos, historia y sobre todo enverdades, rompió para siempre con el Goliat,inmenso gigante de la mentira, la hipocresía, lamaldad y la muerte, encarnado en la falsa historiaoficial.

La publicación mensual, que de esta manera llevó alos compañeros cristeros consuelo, explicación,respuesta, consejo, invitación y principalmenteespacio, para que todos pudieran decir su ver-dad, es una obra que merece respeto, cariño y,sobre todo, difusión.

(Contraportada de cada uno de los VIII tomos)