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INFORME NARRATIVO PRIMERA MISION NACIONAL DE OBSERVACION ELECTORAL ELECCIONES 1999 Mario Rivero Tras la finalización del conflicto armado y la firma de los Acuerdos de Paz, el 7 de noviembre de 1999 tuvieron lugar las primeras elecciones generales de la posguerra en Guatemala. Con el propósito de sumarse a los esfuerzos de contribuir a un mejor desarrollo de esta actividad cívico-política y con el afán de garantizar no solo la transparencia sino el estricto apego a la Ley de los comicios, en un esfuerzo sin precedentes, el Organismo Naleb impulsó un proyecto de observación electoral como parte del Programa de Medios de Comunicación Social, ejecutado específicamente dentro del Diplomado en Interculturalidad. Para este proyecto, ejecutado en forma operativa por Naleb, se contó con el respaldo de la Universidad para la Paz de Naciones Unidas –UPAZ-, la Escuela de Ciencias de la Comunicación –ECC- de la Universidad de San Carlos y la institución Acción Ciudadana. Fue fundamental para la ejecución de tal proyecto el apoyo financiero de la Fundación Frederich Naumann. El viernes 5 de noviembre a las 11:00 horas, en el hotel Royal Palace, las instituciones organizadoras, por medio de sus representantes, convocaron a una conferencia de prensa para dar a conocer los objetivos de la observación, así como el papel de los 60 comunicadores sociales involucrados en ella. A la actividad asistieron reporteros de distintos medios de prensa, los cuales inquirieron sobre diversos aspectos relacionados con el trabajo de observación electoral. Los estudiantes-observadores, entre ellos varios extranjeros, hombres y mujeres, indígenas bilingües y no indígenas, todos vinculados a los medios de comunicación, debidamente acreditados por el Tribunal Supremo Electoral y plenamente identificados con chalecos de color beige para facilitar su presencia y el mejor desarrollo de su labor, se desplazaron hacia distintos centros de votación, tanto de la capital como del resto del país, a

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INFORME NARRATIVO

PRIMERA MISION NACIONAL DE OBSERVACION ELECTORAL ELECCIONES 1999 Mario Rivero Tras la finalización del conflicto armado y la firma de los Acuerdos de Paz, el 7 de noviembre de 1999 tuvieron lugar las primeras elecciones generales de la posguerra en Guatemala. Con el propósito de sumarse a los esfuerzos de contribuir a un mejor desarrollo de esta actividad cívico-política y con el afán de garantizar no solo la transparencia sino el estricto apego a la Ley de los comicios, en un esfuerzo sin precedentes, el Organismo Naleb impulsó un proyecto de observación electoral como parte del Programa de Medios de Comunicación Social, ejecutado específicamente dentro del Diplomado en Interculturalidad. Para este proyecto, ejecutado en forma operativa por Naleb, se contó con el respaldo de la Universidad para la Paz de Naciones Unidas –UPAZ-, la Escuela de Ciencias de la Comunicación –ECC- de la Universidad de San Carlos y la institución Acción Ciudadana. Fue fundamental para la ejecución de tal proyecto el apoyo financiero de la Fundación Frederich Naumann. El viernes 5 de noviembre a las 11:00 horas, en el hotel Royal Palace, las instituciones organizadoras, por medio de sus representantes, convocaron a una conferencia de prensa para dar a conocer los objetivos de la observación, así como el papel de los 60 comunicadores sociales involucrados en ella. A la actividad asistieron reporteros de distintos medios de prensa, los cuales inquirieron sobre diversos aspectos relacionados con el trabajo de observación electoral. Los estudiantes-observadores, entre ellos varios extranjeros, hombres y mujeres, indígenas bilingües y no indígenas, todos vinculados a los medios de comunicación, debidamente acreditados por el Tribunal Supremo Electoral y plenamente identificados con chalecos de color beige para facilitar su presencia y el mejor desarrollo de su labor, se desplazaron hacia distintos centros de votación, tanto de la capital como del resto del país, a

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efecto de tener una perspectiva diferente en la observación de las acciones ciudadanas en el marco de las elecciones generales. Los observadores fueron ubicados en los siguientes departamentos: Alta Verapaz, Zacapa, Chiquimula, El Progreso, Retalhuleu, Sacatepéquez, Guatemala, Escuintla, Chimaltenango, Suchitepéquez, Sololá, Quetzaltenango, San Marcos, Santa Rosa, Jutiapa, Jalapa, Petén, Huehuetenango, Izabal, Quiché y Baja Verapaz. Paralelamente a este esfuerzo el equipo de Naleb realizó una observación directa y amplia, antes, durante y después de las elecciones, en cinco lugares específicos: Quetzaltenango, Suchitepéquez, Escuintla, Sololá y Alta Verapaz. En ese marco, un grupo se desplazó por el área del altiplano occidental hasta San Marcos para luego regresar por la costa sur hacia la capital. Mientras tanto, el otro equipo lo hizo hacia el oriente, cruzando hacia el departamento de Baja Verapaz, hasta llegar a la cabecera departamental de Alta Verapaz. DESARROLLO DE LAS ELECCIONES 1999 Los estudiantes visitaron por lo menos tres municipios cercanos en dónde les tocó votar y de forma individual aplicaron un instrumento de observación (Guía de Observación) para describir el ambiente, preparativos y reacciones pre y pos electorales. La actividad, realizada durante los días sábado 6, domingo 7 y lunes 8 de noviembre en distintos departamentos y la capital, permitió a los participantes evaluar la capacidad de la población indígena, de las mujeres, los discapacitados, personas de la tercera edad y otros actores interculturales para cumplir su derecho y deber electoral. RESULTADOS Pese a la consignación de algunos hechos aislados de violencia, impugnaciones y mutuas acusaciones entre activistas de los distintos partidos políticos, en su informe personal, debidamente sellado y firmado por los presidentes de las distintas Juntas Receptoras de Votos,los observadores certificaron la transparencia de los comicios y afirmaron que los resultados proporcionados por el TSE reflejaron la voluntad popular expresada en cada una de las urnas receptoras de votos en todo el país.

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Asimismo, coincidieron en que en la mayoría de municipios las votaciones transcurrieron en un ambiente pacífico y que la participación de los votantes superó en cantidad a la de las elecciones de 1995. Entre los problemas encontrados resaltan limitaciones de logística, transporte y empadronamiento, así como intentos de abuso y confrontaciones entre militantes de partidos rivales. El VOTO DE LOS INVIDENTES Entre los logros que los observadores destacaron está la participación de por lo menos unas dos mil personas invidentes que votaron en los comicios del domingo 7 de noviembre. Según datos del Comité Nacional Pro-Ciegos y Sordos de Guatemala, “ sin conocer el rostro de los candidatos, pero con la seguridad de que su voto es importante en el proceso electoral, unos dos mil no videntes en la capital y el interior del país emitieron sufragio”. Los invidentes empezaron a votar en 1990, cuando se implantaron las papeletas con escritura Braille. Estas papeletas especiales fueron colocadas en las mesas de votación y los inspectores se hicieron cargo de explicarles la forma en que debían leer los documentos y donde depositarlos. JÓVENES, MUJERES Y ANCIANOS,VOTARON Desde muy temprana hora del domingo 7 de noviembre, cientos de jóvenes, mujeres y adultos mayores hicieron acto de presencia en las mesas electorales para cumplir con su deber y derecho ciudadano. PRESENCIA INDÍGENA Pese a algunas circunstancias adversas que en algunas comunidades provocaron problemas de movilización, la presencia indígena fue masiva. Según el reporte de lo verificado en Alta Verapaz, tanto la lluvia como el mal estado de las vías de acceso fue un factor determinante para que mucha gente no asistiera a emitir su voto. Mientras tanto, en comunidades del altiplano maya, donde incluso se pronosticaron temperaturas más bajas de lo normal, se evidenció fuerte concurrencia de población indígena a los centros de votación, la cual fue “acarreada” en camiones y otro tipo de vehículos para depositar su voto por determinado candidato. La mayoría de electores rurales fue transportada en camiones y picops para que emitieran su voto. La falta de transporte en las comunidades el día de las elecciones se convirtió en una vieja característica ( o táctica ) para

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“acarrear” personas a los centros urbanos de votación. Tal circunstancia ha sido en determinados momentos susceptible de algún tipo de manipulación. DIFICULTADES MÁS SENTIDAS Entre las dificultades más sentidas que la población indígena padeció el día de las elecciones vale la pena destacar, en primer término: la falta de conocimiento del proceso eleccionario, como consecuencia del marcado analfabetismo y monolingüismo. Muchas personas marcaron el voto al reverso de la papeleta y no sabían identificar los símbolos. Esto puso enevidencia que en las comunidades rurales no existe pleno conocimiento y capacidad ciudadana para desarrollar acciones concretas en el marco de un evento electoral de gran importancia para el futuro del país. En ese marco es necesario que la Ley Electoral sea objeto de una revisión, para que, entre otros aspectos a modificar, las urnas sean llevadas hasta las comunidades y no como actualmente sucede que el sufragio se realiza en los centros urbanos y los votantes son transportados hacia los centros de votación. Si bien la participación ciudadana fue de carácter intercultural, tomando en cuenta que tanto indígenas como ladinos asistieron a las urnas en forma masiva, a un evento electoral basado en un sistema de elecciones con una dinámica ajena a los usos y costumbres de las comunidades , la participación masculina se dio en mayor grado que la femenina. La mayoría de electores fueron adultos y jóvenes, pero hubo algunas excepciones, pues se observó votando a personas de la tercera edad, es decir, de 65 años en adelante. Otro aspecto del proceso a destacar es que, si bien la inclusión de personas mayas para puestos de elección popular aumentó considerablemente, la cantidad de personas indígenas electas como representantes ante el Congreso Nacional, por ejemplo, no es significativa. Otro tanto, se dio en la elección de autoridades municipales. Muchos indígenas fueron tomados en cuenta para la integración de planillas en casillas que no garantizaban su presencia en los concejos. La participación maya en estas elecciones fue del 49 por ciento en los departamentos mayoritariamente indígenas. En Guatemala el 63% de la población es indígena y se hablan 23 idiomas mayas, además del español.

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El CASO XEL-JÚ En el marco de la participación intercultural en las elecciones de 1999, el caso del Comité Cívico Xeljú, de la ciudad de Quetzaltenango, acaparó la atención de diversos sectores de la población, tras la polémica decisión de la Junta Electoral Departamental –JED- que anuló las elecciones en las resultó reelecto el alcalde Rigoberto Quemé Chay. Mucho se dijo respecto a este incidente ocurrido en Quetzaltenango; sin embargo, quedó claro que el conflicto no fue de carácter étnico sino más bien resultado de la lucha por el poder local. Sin embargo, la Misión considera que la decisión de impugnar el resultado de los comicios fue arbitraria e ilegal por cuanto afectó la expresión ciudadana de la población y su decisión eleccionaria. SEGUNDA VUELTA ELECTORAL La Primera Misión Indígena de Observación Electoral, integrada por 60 comunicadores sociales, realizó un segundo trabajo de observación electoral con carácter intercultural, durante los días 25, 26 y 27 de diciembre, que permitió presenciar distintos aspectos estructurales del sistema electoral de Guatemala. La observación de la segunda vuelta de elecciones presidenciales se verificó en 15 departamentos, y como seguimiento al trabajo realizado el 7 de noviembre, los estudiantes participantes en el primer Diplomado en Interculturalidad pudieron constatar que se respetó el acceso y la inspección de las sedes electorales y el trabajo de las Juntas Receptoras de Votos; además de que se garantizó el ejercicio del voto en forma libre, sin incidentes que afectaran el resultado del proceso. Es importante subrayar que, pese al comportamiento responsable y masivo con que las comunidades indígenas asistieron a emitir el sufragio, los observadores constataron una vez más la falta de conocimiento del funcionamiento del sistema electoral a consecuencia del marcado analfabetismo y monolingüismo. Como ya es una práctica común de los partidos políticos en estos procesos hubo transportación de personas en camiones y picops a las cabeceras municipales para que emitieran su voto por determinado candidato. Asimismo, se dieron acciones de clientelismo político mediante el regalo de instrumentos de labranza, enseres de cocina y prendas de vestir, y se conocieron varios casos de compra de votos.

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El hecho intercultural se pudo apreciar no solo con relación a la población indígena y ladina sino también en cuanto a la participación del hombre y la mujer, personas alfabetas y analfabetas, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad. La elevada participación de la mujer puso en evidencia el éxito de las campañas de empadronamiento y documentación. En algunas comunidades del oriente del país, como el caso de Camotán y Jocotán, en Chiquimula, los locales para ejercer el sufragio, además de ser extremadamente reducidos y poco adecuados para el voto “secreto”, la organización y el apoyo de seguridad pública no reunieron las condiciones mínimas, causando numerosas irregularidades y constantes detenciones de personas. No se quedaron atrás, tampoco, los comentarios expresados por los vecinos respecto de sobornos y ofrecimientos de regalos a la población indígena de parte de uno de los partidos más fuertes; sin embargo, este tipo de hechos no pudo verificarse. Otro hecho peculiar, en el oriente, fue la escasa presencia de observadores en los municipios de mayor población Chortí, municipios que paradójicamente necesitan más atención, respecto de los que poseen mayoría de población ladina. Para los organizadores de la primera Misión Nacional de Observación Electoral con visión intercultural, se trató de un esfuerzo sin precedentes en que el trabajo de los comunicadores participantes en el primer Diplomado en Interculturalidad fue fundamental, tomando en cuenta que se obtuvieron buenos resultados a partir de identificar a varios actores interculturales dentro del proceso eleccionario. El trabajo de la Misión fue satisfactorio y de vital importancia, por cuanto en muchas comunidades indígenas los comunicadores bilingües pudieron no solo supervisar el proceso electoral sino orientar a los votantes. Esta experiencia permitió, además, estrechar relaciones de cooperación y tener una visión más amplia y participativa de los problemas nacionales. Para finalizar, la Misión quiere dejar claro que la cultura cívico-política necesita tiempo para asentarse; sin embargo, los ciudadanos, hombres y mujeres, indígenas y ladinos, merecen condiciones dignas para ejercer su derecho al voto. Guatemala, 20 de diciembre de 1999.