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CAPÍTULO 2 LA VIOLENCIA EN LA FAMILIA

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CAPÍTULO 2LA VIOLENCIA EN LA FAMILIA

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CAPÍTULO 2LA VIOLENCIA EN LA FAMILIA

Cultura y naturalización de la violencia

Todos los días vemos salir el sol por el oriente y esconderse porel poniente. Vivimos el calor de verano y los fríos de invierno.

Hemos crecido con ellos, han estado todo el tiempo en nuestrasvidas y se han vuelto tan naturales que nunca nos imaginamosque podría ser distinto. Algo parecido pasa con la violencia queexiste en casa.

La violencia familiar es un problema tan antiguo como lamisma humanidad y está presente en el diario vivir. Se prácticamás frecuentemente hacia mujeres y niños y se transmite de ge-neración en generación.

Está inserta en los distintos contextos históricosociales,la historia de la humanidad, las diferentes culturas, las institu-ciones, las comunidades, la religión, los medios de difusión, lascalles, el devenir cotidiano y en la vida conyugal y familiar.

La cultura y la violencia están presentes día a día en nues-tras vidas. Dos hechos unidos y contradictorios. La cultura signi-fica: cultivar, cuidar, desarrollar, honrar y practicar, es decir, estodo aquello que permite el desarrollo armónico entre las perso-nas, e incluye la inteligencia, lo racional, la creatividad y la pro-ducción. La cultura supone la práctica de conductas, valores yroles que contribuyen al desarrollo humano y a la sana conviven-cia en la familia y la sociedad. Sin embargo, es a través de la cul-tura que se transmiten y se han hecho naturales e invisibles cier-tos actos de violencia.

Históricamente la familia ha sido considerada como labase de cualquier sociedad y es precisamente en este grupo, en elque se aseguran los afectos, se construye la identidad y se trans-miten los valores y las actitudes deseables para el desarrollo in-

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tegral de las personas, aspectos que son totalmente contrarios ala violencia y al abuso. Sin embargo, la violencia está presente enmuchas familias mexicanas.

Las personas conforman su identidad en la familia; en esteámbito se reproducen las “verdades sociales” que norman lascreencias, los sentimientos y las conductas de las personas. Es-tas normativas de identificación, es decir, “reglas” que imponenlo que uno debe ser y cómo uno debe comportarse, son, por símismas, sistemas de control que determinan “cómo ser hombre”o “cómo ser mujer” y “cómo vivir en familia”. La asignación delas diferencias entre hombres y mujeres marca los roles de unos yotras a partir de los estereotipos de género, es decir, de atributosque se designan a hombres y mujeres desde el nacimiento, y queinfluyen en la ideología, las emociones y la conducta.

Estas condiciones que rigen los pensamientos, los sentimien-tos y los comportamientos de hombres y mujeres se aprenden des-de las relaciones tempranas con padres, abuelos, hermanos, compa-ñeros de escuela, maestros y a través de los medios de difusión.

Desde el nacimiento, los sexos se definen en forma dis-tinta; niños y niñas empiezan a ser encaminados hacia forma dife-rentes de ser de acuerdo con su sexo. A través de los juguetes, losjuegos, los vestidos, los colores y de muchas cosas más, se va es-timulando el desarrollo de actitudes con respecto a sí mismo y alos demás. Así, las personas adquieren la identidad como muje-res o como hombres.

Por ejemplo, cuando una mujer está embarazada ya exis-ten expectativas sobre el sexo del bebé, se empieza a pensar nosólo en el nombre, sino también en qué ropa va a usar (rosa, azulo amarilla), en los primeros juguetes, los motivos de decoraciónde la habitación y, en general, en las condiciones para que él oella se incorpore a una familia y a la sociedad.

Cuando el hijo es varón, se le inculcan los valores y lasconductas que se identifiquen con el padre y los hombres de lafamilia y, si es niña, con la madre y las mujeres de la familia. Loque los padres aprueben en ellos será la guía para la construc-ción de su propia identidad. La demostración de afecto marca

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diferencias en cada uno; al varón, el padre lo acaricia y besa conmesura, se le dice que no llore, que sea fuerte y valiente. A laniña, se le acaricia y besa más, se le dice que es bonita, dulce yfrágil. Esta identidad se reforzará en la adolescencia con los ami-gos y compañeros.

En muchas familias a los hombres se les inculcan más losvalores de competencia para que logren el éxito y a las mujeres seles enseña a cocinar, (jugando a la comidita), se les motiva a lamaternidad (con las muñecas) y se les forma para que sean bue-nas amas de casa, es decir, buenas esposas y buenas madres. Esterol no es negativo por sí mismo, siempre y cuando no limite eldesarrollo de la mujer y la atención hacia sí misma.

Las creencias sociales dictan que las mujeres deben serpasivas, tiernas, sumisas, obedientes, dependientes y dedicadasal cuidado de los demás; adicionalmente deben percibir a los hom-bres como superiores, proveedores, representantes de la autori-dad y del poder de decisión; así, los hombres deben ser agresi-vos, competitivos y deben mandar y ejercer el poder.

Es en la familia, a través del aprendizaje de los roles degénero, como se ha transmitido el ejercicio del poder que definela relación de pareja de dominio y sumisión.

A lo largo de la historia, las relaciones de dominio-sumi-sión, en las cuales una persona tiene poder sobre otra, han afec-tado más a las mujeres, los niños, los ancianos y los discapacitadosy favorecido más al hombre.

En esta sociedad se ha creído por mucho tiempo que enla relación entre hombres y mujeres, el varón siempre debe tenerel poder –o más poder– que además, le da privilegios, por lo quemuchos hombres piensan que las mujeres son débiles y depen-dientes, que deben ser protegidas y, por lo tanto, deben obede-cerlos. Inclusive hay muchos que piensan que como ellas son “ton-tas”, ellos deben gobernar sobre sus vidas, cuerpos y dinero.

La estructura de la familia patriarcal ha sido aceptadacomo parte de las prácticas sociales normales en todo el mundo yha propiciado en muchos hogares un abuso del poder dentro dela familia que hoy se sabe que es violencia.

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Comúnmente cuando un hombre maltrata a su pareja, esaconducta se atribuye a los celos, el consumo de alcohol, los conflic-tos del matrimonio o a su mal carácter y rápidamente se teje unamaraña de justificaciones que maquillan o disfrazan la violenciaque sufren las mujeres a mano de sus parejas o ex parejas.

La violencia, cuyo escenario principal es el hogar, es unapráctica social dolorosa, que genera conflictos, tensiones y daño físi-co y emocional. Es un problema que hasta hace algunos años se con-sideraba como una situación privada e íntima, que correspondía sóloa los integrantes de la familia, era un secreto tolerado e invisible enla sociedad. Se considera como un hecho vergonzoso, que generatemor y culpa, porque la mujer no lo habla, sino lo acepta y reprodu-ce con los hijos, donde jerárquicamente tiene más poder.

Es común escuchar que las abuelas se decían “atrapadas” ensus funciones de hijas, hermanas, esposas y madres, y continuabansintiéndose así, siempre dispuestas a dar lo mejor de ellas, con amor,paciencia y tolerancia. Si las golpeaban, no tenían posibilidades dereclamar, pues era factible que las maltrataran aún más, por lo queaceptaban esta situación, como “su destino” o “su cruz”. Sus posibili-dades económicas eran limitadas y si el hombre las dejaba, eran objetode estigma social; se convertían en mujeres abandonadas, solas aun-que tuvieran varios hijos, ya que carecían de un hombre que estuvieraal frente de la familia. Desgraciadamente, aun cuando las cosas vancambiando, todavía en muchas familias se presenta esta situación.

En la mitad de los hogares mexicanos se observan prácticasde violencia, principalmente hacia mujeres y niños. La violencia fa-miliar es de género y generacional. En ocasiones, el hombre golpea ala esposa y ella después agrede a sus hijos, en ese ejercicio del podersobre los más débiles, como son los niños; los pretextos son muchos,se dice que ellos lo provocaron porque no hicieron la tarea, gritaron,no comieron, etcétera. Y esta violencia se reproduce entre los hijos,pues se enojan entre ellos y se pelean: el mayor golpea o agrede almenor y éste a la mascota o a sus juguetes.

Se creería que bastaría con denunciar la violencia paraque se extinga, pero lo cierto es que el problema es más complejo.La violencia es tan poderosa que se ampara con la invisibilización,

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la banalización, la naturalización y la legitimación, para volverseintocable y mantenerse impune.

Así, a pesar de que la violencia vive en el hogar, duermeen la casa, enferma a los hijos y exilia la felicidad de las familias,no siempre se logra ver o reconocer aunque alguien trate de ha-cerla evidente, y como se dice “aquello que no se ve no existe”, ysi se logra ver, no siempre se considera como algo dañino.

Cuando se habla de banalización, significa que la culturatrivializa la violencia en lo general y la que se ejerce contra lasmujeres, en lo particular –en este país se ha banalizado la violen-cia como a la muerte, por ejemplo cuando se hacen chistes o bro-mas al respecto y se festejan.

La naturalización implica que se consideran como natu-rales las cosas que se hacen día a día sólo por su simple repeti-ción y normalización, como por ejemplo, golpear a los niños paraeducarlos, porque “las letras con sangre entran”.

La legitimación se refiere a que en todas las culturas sejustifica la violencia contra la mujer con frases como: “seguritoalgo hizo para que la traten así”, “a la mujer le gusta, si no ya sehubiera ido”, “es mejor que se aguanten si tienen hijos”, “el agre-sor estaba borracho y no se dio cuenta de lo que hacía”, o comodijo un juez de la ciudad de México ante una violación: “¿Quéhacia una mujer decente, sola y a esas horas de la noche?”

Gracias a estos cuatro procesos las personas incorporanlas imágenes de la violencia como algo natural, que pertenece a la vidacotidiana. Por lo tanto, en la medida en que se naturaliza la vio-lencia dentro del contexto cultural en el cual se desarrolla unapersona, a través de lo que ve en la casa, la televisión, la calle,etcétera, se va produciendo un efecto similar al síndrome de tole-rancia en las adicciones; cada vez hacen falta mayores dosis deviolencia para conseguir los mismos efectos. En la sociedad ac-tual, se ha producido una habituación y naturalización de la per-cepción de la violencia que hacen necesarias mayores dosis de vio-lencia para producir sorpresa, indignación o rechazo.

Cuando las personas sufren de manera cotidiana una re-lación violenta caracterizada por insultos, humillaciones, ame-

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nazas, golpes, etcétera, terminan asumiendo como normal, natu-ral o habitual, lo que no lo es. Ante la gran avalancha de sucesosde violencia y destrucción, se vuelve cotidiana la convivencia conésta –y así las personas terminan durmiendo con el enemigo– yen este proceso se trastocan tanto la identidad de las personasque la sufren, como sus relaciones con los demás, hasta que ter-minan legitimando la conducta violenta a través de argumentosque buscan justificar los actos violentos, tanto del agresor –“lohago por tu bien”, “algún día me lo agradecerás”, “tú tienes laculpa, para qué me provocas”– como de la persona que los sufre“es que tiene mal carácter”, “yo lo provoqué”, “sólo se pone asícuando toma”, “ya lo conoces cómo es”.

Es necesario transformar las creencias y los prejuicios yeliminar los mitos que ocultan el rostro de la violencia, porque alfinal, sólo se termina alimentando la espiral de impunidad, justi-ficando violaciones a los derechos humanos.

El sostén de la violencia en nuestra sociedad

Conviene pensar con mayor precisión qué es la violencia, a fin deque no se reduzca a una sola causa un fenómeno que es extenso ycomplejo, y tener posibilidades de entender distintos destinosy resoluciones.

La violencia contra las mujeres y los niños no está des-vinculada de las jerarquías sociales que existen entre los sereshumanos y de la violencia que ejercen los hombres contra otroshombres o contra sí mismos. De hecho, la violencia entre los hom-bres es un mecanismo utilizado desde la niñez para establecer unorden jerárquico. A través del mecanismo de naturalización de laviolencia se ocultan las diversas relaciones de poderes que se dana partir de las desigualdades de las estructuras de represión yopresión que existen en la sociedad.

Una sociedad es como un gran tejido compuesto de mu-chos hilos de colores. Los hilos con los que se teje e hilvana unasociedad son múltiples, por ejemplo la religión, la música, los

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valores comunitarios, las creencias, las costumbres, las leyes, laeducación, el trabajo, la relación entre los hombres y las mujeres,entre padres e hijos, y muchos más. Todos estos hilos estánintrincadamente relacionados, dando por resultado un telar enor-me, unas veces demasiado holgado y otras tantas, muy apretado.Al final, las personas son educadas de acuerdo con la composi-ción de este tejido de ideas y creencias establecidas, hasta queviene un nuevo tejedor e introduce nuevos hilos.

Es cierto que es más fácil ver las cosas cuando ya pasa-ron. Todo mundo se sorprende cuando se cuenta una tragedia quepudo evitarse; se dice: “¿Cómo nadie hizo nada para evitarlo?”Otras veces se reconoce como absurdo algo que se acostumbrabahacer en el pasado, por ejemplo, cuando se acusaba a una mujerde brujería, se le arrojaba a un pozo y si lograba flotar para salvarsu vida era condenada, pero si se ahogaba, significaba que la acusa-ción era falsa y que su alma podía descansar en paz; o el supues-to de que los niños no tenían alma, por lo que los padres debíandomesticarlos a golpes para poder recibir una. Anteriormente,estas creencias eran un referente para que las personas organiza-ran su vida e interpretaran su realidad.

Otro ejemplo es la manera en que hace siglos algunaspersonas justificaban el sometimiento que ejercían sobre otros.Las personas de piel blanca pensaban que las de piel oscura pa-decían de una enfermedad denominada Dysaethesia aethiopis y deacuerdo con un psiquiatra de aquella época, este padecimientojustificaba la esclavitud como una necesidad terapéutica para losesclavos y como una responsabilidad médica para los “amos”.Cuando un esclavo intentaba fugarse y era finalmente aprehen-dido, los amos lo llevaban al psiquiatra muy sorprendidos, noentendían cómo un esclavo que lo tenía todo en su barraca qui-siera fugarse, pensaban que era un malagradecido. Entonces, elpsiquiatra les explicaba que había adquirido una enfermedadmental denominada Drapetomanía –que significa “locura por que-rer fugarse”– y que se caracterizaba por el síntoma de echarse acorrer para huir del cautiverio. Para curar tal enfermedad, el tra-tamiento prescrito consistía en “sacarle el demonio a latigazos”.

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Actualmente estas creencias no convencerían a nadie, pero hacesiglos eran una realidad, las personas de piel blanca vivían y es-taban convencidas que las personas de piel oscura debían ser susesclavos o sirvientes.

Sin embargo, seguimos viviendo en un mundo de creen-cias de las que no nos damos cuenta y que muchas veces llevan ala sociedad a demasiadas contradicciones.

Hoy día existen muchas declaraciones y recomendacio-nes dadas por organismos internacionales, que han propiciadodiversas legislaciones en defensa de los derechos de las personasy, en particular, de mujeres y niños, entre las que destacan la De-claración de los Derechos Humanos, la Declaración de los Derechos dela Niña y el Niño, la Declaración de los Derechos del Ciudadano o laLey General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia,aprobada recientemente por el Congreso de nuestro país. En mu-chos de estos documentos existe un profundo compromiso con lavida, la libertad y la búsqueda de la felicidad y tienen como obje-tivo la justicia social, la seguridad doméstica y el bienestar gene-ral. En ellos, se rechaza la violencia en cualquiera de sus mani-festaciones: robo, secuestros, asesinatos, maltrato contra lasmujeres y los niños, abuso sexual en la infancia o violación.

Pero, sin duda, todos los días se documentan atrocida-des, contra las mujeres y los niños e impunidad de quienes come-ten todos estos actos. La tremenda contradicción entre los valo-res declarados y la realidad cotidiana nos impacta todos los días.

En muchas de las películas o telenovelas que los jóvenesven en la televisión, se presencian escenas violentas, desde hu-millaciones hasta violaciones, o incluso homicidios, practicadoscasi en su totalidad por hombres, y en los que las víctimas suelenser casi siempre mujeres. Según estudios, cuando los jóvenes cum-plen 18 años habrán visto en la televisión 27 mil asesinatos, lagran mayoría cometidos por hombres.

Los programas de deportes no están exentos de escenasde peleas entre los jugadores y sus porras; en la cancha y las gradasla violencia se vuelve cada vez más frecuente. Entonces, los de-portes, que deberían ser reflejos del viejo adagio “mente sana en

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cuerpo sano”, se convierten en escenario de disputas resueltas através de los golpes.

Ver cine o televisión no es lo único que hacen los jóvenesen su tiempo libre, también escuchan música o ven videos de susgrupos favoritos. De hecho, gastan mucho dinero comprando dis-cos. Basta escuchar las letras de las canciones de moda para darsecuenta de las altas dosis de violencia y del alarde de impunidadque se pregona en muchas de ellas y de que los jóvenes las cantansin cuestionarlas. Desde “Sigo siendo el rey” hasta “Soy un desastrecuando tú no estás en casa, en el armario ya no encuentro la corba-ta […] ya estoy cansado de comida enlatadas […] hay trastes su-cios en la cocina...” Dosis homeopáticas de micromachismo acom-pañadas de música estridente en los oídos de los adolescentes.

Pero, entonces ¿son las películas de aventuras violentaslo que favorece estas conductas?, ¿con qué juegan sus hijos? Esfácil reconocerlo, basta un paseo por las jugueterías para ver unaimportante cantidad de juguetes hostiles que más tarde ocupa-rán un lugar bajo el árbol de Navidad, o recibirán los niños el Díade Reyes: pistolas y espadas, tanques de guerra, naves espacialesbélicas y demás artefactos electrónicos sofisticados, cuyo propó-sito es destruir al prójimo antes de que el otro los destruya.

Para tratar de entender un poco la violencia también espreciso mirar al interior de la familia; crecer en un ambiente vio-lento genera violencia en los niños y los adolescentes. Los jóve-nes a quienes les faltó un padre amoroso e involucrado cotidiana-mente en su educación, que escuchara con paciencia y que no losgolpeara, quienes fueron abandonados al enterarse del embara-zo de la madre, son jóvenes más vulnerables y tienen mayoresprobabilidades de practicar conductas de riesgo, de consumir dro-gas y de ejercer violencia.

Sin duda, los niños y los jóvenes de hoy en día viven enun contexto sociocultural de violencia. En lugar de proteger a los ni-ños como parte del futuro, se ha permitido que sean expuestosconstantemente a un mercado bélico, a que se críen contemplan-do asesinatos, descripciones detalladas de sádicas mutilacionesen las pantallas, discursos políticos hostiles y programas de tele-

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visión y letras de canciones que abogan por la agresividad, quehan vuelto invisible la violencia en casa.

¿Por qué no se logra ver que los niños criados en unacultura de violencia no son libres y que, por el contrario, se fo-mentan en ellos actitudes ruines y hostiles desde la niñez, en de-trimento de la expresión de sus emociones, tendencias amorosasy prosociales?

¿Y cómo se educa a las niñas? De una manera casi com-plementaria a esta conducta de dominación de los varones.

La división tradicional de las formas de ser mujer u hom-bre se manifiesta a cada instante, en las relaciones, las tareas enel hogar, el trabajo, etcétera, porque está inscrita en las mentestanto de los hombres como de las mujeres.

Así, en las historias narradas en la televisión y las can-ciones, las mujeres están casi siempre confinadas a papeles me-nores, que en su mayoría son variantes de la mujer enamorada enbusca de un hombre y de la función de madre abnegada. Las ge-neraciones de abuelas recuerdan “Un rincón cerca del cielo” comoun tributo a una feminidad mal atendida, que aguanta todo hastael límite de la propia salud y felicidad, bajo la creencia de que serárecompensada en el paraíso. Estas imágenes femeninas difundi-das a través de la pantalla –grande o chica– siempre estabanflanqueadas por un hombre, que les sirve de valedor y que juegaa menudo, mediante bromas y alusiones, con todas las ambigüe-dades inscritas en la relación de pareja.

Las diferentes historias femeninas que se difunden com-parten un problema, en ellas, a las mujeres les cuesta imponersee imponer su palabra, y se ven confinadas a un papel socialmenteconvenido de “aguantadoras”. Paradójicamente se enseña a lasmujeres que tienen que ceder la palabra al hombre para retenersu atención y la discriminación que padecen es más implacable,porque se ejerce con la perfecta inocencia de la inconsciencia.

A las mujeres se les condena poco a poco, con esa especiede negación de la existencia, a recurrir a los estereotipos de géne-ro. Un estereotipo es un “modelo ideal” que crea una especie de atajomental que usan las personas para no pensar. Cuando se dice “te-

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nía que ser mujer”, o “segurito fue Pepito”, no se piensa si efecti-vamente así fue, se toma un atajo mental, se enmarca a las perso-nas en un estereotipo, hasta que se termina covencido de que sono por lo menos deben ser así. Se crea una especie de camisa defuerza donde se mete a hombres y mujeres, para mantener el con-trol y el servicio de las mujeres.

Si acaso las mujeres, cansadas de ser tratadas así, mani-fiestan su inconformidad en un estallido para defender su opi-nión o sus derechos, se recurre a otros estereotipos y son sancio-nadas como “caprichosas”, “histéricas”, “agresivas”, “hombrunas”o “locas”. Si deciden desistir de la relación son enjuiciadas como“las abandonadas” o “las dejadas”, pero si por el contrario, deci-den quedarse, entonces se manejan estereotipos más elaborados,como “seguro son masoquistas para aguantar tanto”. Todas estasformas de relación terminan perpetuando la dominación mascu-lina en la pareja.

Habría que enumerar todos los casos en los que los hom-bres, aun los mejor intencionados –la violencia masculina no operasiempre en el nivel de las intenciones conscientes– cometen actosdiscriminatorios que excluyen a las mujeres, sin planteárselo si-quiera, reduciendo sus reivindicaciones a caprichos, sancionablescon palabras de apaciguamiento, como una palmadita en la meji-lla. Hay tantas maneras de dominación que al acumularse gene-ran una situación profunda de inequidad que reduce y discrimi-na a las mujeres, por ejemplo de puestos de toma de decisionesen los trabajos, de ejercer funciones que son exclusivas de loshombres y muchas situaciones más.

Esta discriminación se lleva a cabo de forma sutil, casiinvisible e imperceptible y también es posible con una dosis decomplicidad de hombres y mujeres, ciertamente forzada y nosiempre consciente. Es decir, esta dominación escapa de la con-ciencia de la mayoría de las personas, está inscrita en los plie-gues de la piel. Así ha sido toda la vida, se ha creado una tradi-ción mantenida por generaciones.

El patriarcado ha hecho de la mujer un objeto simbólico,colocándola en un estado permanente de inseguridad, o mejor

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dicho, de alienación; es decir, se les ha vendido la idea de queson lo que su apariencia demuestra, de esta manera están tácita-mente conminadas a manifestar, por su manera de llevar su cuer-po y de presentarlo, una especie de disponibilidad (sexual) conrespecto a los hombres. Entonces el cuerpo de la mujer pareceque existiera solamente para satisfacer al otro y al espejo (instru-mento que permite no tanto verse sino intentar ver cómo la ven)y deja de ser un cuerpo para sí misma.

No basta con tomar conciencia de esto, sino de cuestio-nar y cambiar las estructuras de dominación que producen ladesigualdad entre hombres y mujeres. No puede esperarse uncambio en las relaciones sino a través de una transformación ra-dical de las condiciones sociales y culturales que perpetúan estascreencias.

Construcción de la masculinidad y la feminidad

El ser hombre o mujer, no es solamente una cuestión de biología;es el resultado de un proceso muy complejo que imponen los di-ferentes contextos socioculturales, que se aprende y reproduce através de las instituciones, en especial de la familia, escenarioprincipal en el que se construyen las identidades masculinas yfemeninas en la práctica cotidiana de las relaciones con las per-sonas significativas, y por medio del aprendizaje del lenguaje ylas verdades o mitos familiares.

Tradicionalmente se ha asumido que la masculinidad esel ideal a seguir por los niños y la feminidad por las niñas, yaque la educación de ambos está basada en todos los atributosculturalmente asignados a las diferencias sexuales. La crianza yla educación formal e informal son distintas para hombres y mu-jeres. La socialización diferencial de género es una de las basesde la inequidad, la discriminación y la desigualdad social entrelos géneros.

Los estereotipos de género definen los roles que se de-ben de cumplir: el rol masculino asociado con la producción (re-

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muneración) y el femenino, con lo reproductivo (natural). Se atri-buye una identidad masculina –masculinidad– a los hombres yuna identidad femenina –feminidad– a las mujeres.

La identidad es el conjunto de atributos que define unaforma específica de ser diferente de los demás y semejante a al-gunos. Diferentes procesos conscientes e inconscientes permiteninternalizar normas sociales y verdades familiares que forman a losindividuos, construyendo sus propias historias, como una perso-na distinta a las demás.

La identidad de género es la forma en que un hombre ouna mujer se mira a sí mismo(a) como tal; el ser hombre o mujerse construye socialmente a través de la internalización de atribu-tos establecidos en función del sexo, aprobados por una sociedado grupo de personas. Es entonces que ellos y ellas hacen suyoslos contenidos de género, por lo que se reconocen e identificanhombres o mujeres y les reconocen e identifican los otros.

A partir del mandato cultural se estructuran las perso-nas, los géneros y sus relaciones, por lo tanto, las diferencias delo que es ser hombre y ser mujer son construccionessocioculturales, y no son de naturaleza biológica. El sexo es bio-lógico y natural, se da, no se construye se nace con un cuerpo queda cuenta, de la diferencia anatómica; la asignación del género esuna construcción psicosocial, se aprende en las relaciones, a tra-vés del lenguaje y en un contexto cultural.

Hombres y mujeres se conducen con actitudes y compor-tamientos propios de su género, ya que incorporan su condiciónsocial de mujer o de hombre; de lo contrario transgreden las nor-mas y las pautas sociales, cuya consecuencia es el rechazo socialexpresado por la violencia y la discriminación.

Al incorporar el ser hombre o ser mujer piensan, sien-ten, viven, tienen intereses, se enferman, sufren y están alegresde manera distinta; se viven como sujetos diferentes, tienen unasubjetividad masculina o femenina. El género es constitutivo dela subjetividad que se integra con la identidad.

La subjetividad de cada persona se refiere a sus formas depensar, de verse a sí misma, a los demás y al mundo, a sus preocupa-

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ciones, prejuicios, anhelos, deseos y fantasías; es forma de ver y vi-vir la vida, con los afectos y las emociones que motivan y frustran.La subjetividad es eso que cada sujeto en su contexto es, correspon-de a la unicidad, a lo constitutivo del individuo. Cada quien aprendee internaliza de acuerdo con sus posibilidades los diferentes manda-tos de género para cumplirlos o desobedecerlos. Así, hombres y mu-jeres como colectivo se comportan y piensan como tales, pero en loindividual, cada uno vive una situación diferente que construye susubjetividad particular.

El sistema patriarcal promueve el dominio del géneromasculino sustentado por los hombres, en el cual las mujeres ocu-pan el lugar de sumisión. Los contenidos del sistema patriarcal,son la síntesis de la concepción sexista del mundo.

El sexismo es la valoración desigual de los géneros, es lacreencia de que el sexo masculino es superior al femenino. La dife-rencia sexista coloca en una escala jerárquica que sostiene la rela-ción de poder, dominio/sumisión, a los varones como seres supe-riores que dominan y ejercen el poder y a la mujer, dominada,inferior y subordinada. Este orden social establece como naturalla relación desigual entre los hombres y las mujeres.

La opresión hacia las mujeres se agrava en función de suclase social, pertenencia étnica, edad, escolaridad, orientación sexual,etcétera. Nadie se escapa de la opresión, niños y hombres tambiénpadecen violencia ejercida por los hombres que tienen mayor poder.

Las expresiones del sexismo son el machismo, la misogi-nia y la homofobia. El machismo es un fenómeno socioculturalque exalta los valores masculinos, la hombría, la virilidad, el poderde los hombres expresado con la violencia y la fuerza y, ante todo,la actitud de superioridad y dominio sobre las mujeres.

Misoginia significa temor y odio a las mujeres. Con estetérmino se hace referencia a cualquiera de las formas de violen-cia hacia ellas como género y hacia cada una en particular, inclu-ye: la invisibilización, la ridiculización, la exclusión, el silencio yhasta el asesinato. Se basa en la concepción de que sólo los hom-bres son seres plenos y que las mujeres son incompletas, extra-ñas, anormales y, por lo tanto, peligrosas.

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Homofobia es la aversión hacia quienes tienen orienta-ción sexual por personas de su mismo sexo. Se rechaza a hom-bres y mujeres homosexuales por su orientación sexual contrariaa las relaciones heterosexuales.

Un atributo que ha sido otorgado a las mujeres y a lo fe-menino a lo largo de la historia, es el de ser madre; su valía depen-de de su rol de maternidad. La mujer es educada para ser madre yesposa. Le corresponde el manejo de los afectos, en un desplieguede prácticas específicas para expresarlos: docilidad, comprensión,generosidad, amor, altruismo, disposición, sumisión para servir,receptividad y, en general, como un “ser para otros”.

El rol del hombre se ha relacionado más con el poder, eléxito, la iniciativa sexual, la agresividad y con todo lo que no ten-ga que ver con lo femenino. Se le ha asignado el rol de jefe defamilia y sostén de la economía familiar.

Las sociedades han creado formas que permiten a laspersonas asumir y aceptar como válidos los atributos de género yestablecer mecanismos para vigilar el cumplimiento de dichosmandatos. En la familia existe una serie de prácticas que repro-ducen y fomentan las formas diferenciadas de ser hombre y ser mujery hacen que se vivan como normales, naturales, incuestionables ylegítimas.

Los progenitores crean expectativas y dan tratos diferen-ciados; a las niñas se les educa más en el terreno de lo emocional yafectivo, si ellas se tropiezan y caen, se les abraza, mima y se lespermite llorar; a los niños, se les cría en el terreno de la competen-cia y la agresividad, se les exige que si se caen, se levanten, aguan-ten y no lloren. A ellos se les alienta a asumir responsabilidades yriesgos, mientras que se tiende a tratar a las niñas con mayor cui-dado y delicadeza, instándolas a que se comporten con caracterís-ticas femeninas: pasivas, tranquilas y dóciles. A algunas niñas seles asignan varias tareas en casa; como el cuidado de hermanosmenores, ayudar a la madre en la cocina y la limpieza de la casa,etcétera. No es tan frecuente que se les exija estos deberes a losniños; de ellos se espera el comportamiento competitivo, intelec-tual y seguro, y se les impulsa más a que sean independientes.

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En la adolescencia los cambios físicos y emocionales, asícomo la presión del grupo de amigos, contribuyen a la vulnerabili-dad de hombres y mujeres; su autoestima depende más de la acepta-ción grupal, por lo que los valores del grupo cobran fuerza. El grupodemanda diferentes comportamientos para hombres y mujeres yaunque esto va cambiando, encontramos que se fomentan ciertosestereotipos, por ejemplo: un elemento de la identidad femenina muydiseminado y generalizado, es la importancia de los valores estéti-cos que se atribuyen al cuerpo, porque son los aprobados positiva-mente en la sociedad, aunque esto sea una mera asignación socialbasada en los patrones culturales. Las jóvenes buscan la imagen dedelgadez asociada con la belleza, que puede contribuir a que se pre-senten trastornos como la anorexia y la bulimia.

Los adolescentes y los jóvenes intervienen en ritualescon los amigos para demostrar que son “hombres” y no niños, yasí cubrir el mandato social de valentía y audacia, participandoen conductas riesgosas que ponen en peligro su salud y hasta lavida, como el abuso de alcohol, tabaco y otras drogas, las relacio-nes sexuales de riesgo, los actos violentos, las formas de com-portamiento que pueden provocar accidentes, los asaltos, los en-frentamientos callejeros, los accidentes automovilísticos, loscontagios de enfermedades de transmisión sexual, como el virusde inmunodeficiencia humana (VIH), etcétera.

De esta forma, desde que se nace se va construyendo lamasculinidad para los niños y la feminidad para las niñas, y elloderivará en estilos de vida definidos para cada uno y complementa-rios para sus relaciones, con ventajas y desventajas para ambos,pero de mayor dominio para los hombres y sumisión para lasmujeres, al darles la difícil tarea de servir a los demás.

Es importante destacar que las construcciones socialesde género y las relaciones entre mujeres y hombres, paulatina-mente se han transformado a partir de la defensa de los derechosde éstas a un mayor acceso a la educación y a la posibilidad de untrabajo remunerado, a los procesos migratorios y, en general, de-bido a los grandes cambios económicos, sociales y políticos queestán ocurriendo en los distintos países.

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Estas transformaciones han permitido el surgimiento denuevas formas de ser mujer y ser hombre, de relación entre am-bos y de vivir en familia; además, se han posibilitado mayor au-tonomía de muchas mujeres que se desenvuelven en diversoscampos. Ahora, es necesario poner en marcha el diálogo, los con-sensos y la negociación que permitan a hombres y mujeres unavida familiar, laboral y comunitaria, más equitativa y justa.

Si bien es cierto que falta todavía un largo camino parala construcción de familias y sociedades más democráticas, hoyen día se han logrado grandes avances al respecto. Gran parte deeste trabajo debe surgir en las familias y en las nuevas formas de educa-ción basadas en el reconocimiento de la diversidad, el respeto, latolerancia y la cultura libre de violencia.

Mitos y creencias en torno a la violencia familiar

Las diferentes culturas se conforman de valores, costumbres, tradi-ciones, mitos, creencias, etcétera y, la mayoría de las veces, los mitos ylas creencias se establecen de tal manera, que forman parte de losvalores de ciertos grupos sociales, por lo que se van transmitiendo degeneración en generación. Esta repetición de valores lleva a la creen-cia y a la reiteración de discursos que poco a poco van introducién-dose en los diferentes estilos de vida así como en el discurso; en lamayoría de los casos, sustenta como verdades una serie de mitos.

La palabra mito significa ficción, fábula, cuento o tradición.Cuando hablamos de mitos culturares nos referimos a creenciasy tradiciones que se aceptan como verdades únicas que justificanlos comportamientos. Entre estas verdades hay muchas que re-fuerzan y legitiman los actos violentos; con ello se confirman yreproducen conductas de violencia.

Una de las dificultades que enfrenta la prevención y laerradicación de la violencia es que existen muchos mitos alre-dedor de este problema; por ejemplo, se cree que las mujeresque viven situaciones de agresión cotidiana son masoquistas,tontas, convenencieras, chantajistas, etcétera. Se cree también

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que se tiene que educar con firmeza, es decir, con exigencias, gri-tos y golpes.

Se culpa a las personas agredidas con argumentos talescomo: “a las mujeres les gusta el maltrato” y “se lo merece por loque hizo”, o naturalizan la violencia con sentencias tales como:“así es la vida”, “quien te quiera bien, te hará llorar”, “te pegaporque te quiere” y “de otra manera no entiende” y como a todomundo le parece normal que haya sufrimiento, difícilmente las per-sonas maltratadas pueden tener otra opinión del problema y de símismas. Además, la educación tradicional incluye ideas que pre-dominan durante generaciones, por ejemplo:

Mito: La violencia familiar se da en familias de escasos recursos.Realidad: La violencia familiar es un problema que abarca todas lasclases sociales, sin importar religión, raza o formación profesional.

Mito: La conducta violenta es natural del ser humano.Realidad: La violencia se aprende en la familia, la escuela, la co-munidad, en los medios de difusión y a través de todas las insti-tuciones sociales.

Mito: La violencia intrafamiliar es un asunto privado que no leimporta a nadie más.Realidad: Cualquier acto que dañe la integridad física o psicológi-ca de un miembro de la familia tiene que ser denunciado y sedebe buscar ayuda profesional; una de las principales caracterís-ticas de la violencia es que es cíclica y recurrente, lo que significaque la agresión se repetirá una y otra vez.

Mito: Si la mujer se separa del agresor, dañará psicológicamentea sus hijos.Realidad: Una convivencia familiar violenta daña el desarrollo, laconducta y la salud de todos los integrantes de la familia, los hijosaprenden a ver de forma normal los abusos y la intolerancia.

Mito: A algunas mujeres les gusta que les peguen.

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Realidad: La mayoría de las mujeres permanecen o vuelven con elagresor, porque no tienen solvencia económica, sus lazos familiaresestán rotos o tienen temor ante amenazas de muerte, secuestro delos hijos y a venganzas contra su familia de origen o sus amistades.

Mito: Es necesario el castigo como parte de una buena educación.Realidad: Es mejor una educación basada en el premio. Los niñosforman mejor su autoestima y seguridad si se refuerzan sus lo-gros a través del reconocimiento, en lugar de castigarlos por susequivocaciones.

Mito: Hay que pegarle si no entiende.Realidad: Un niño maltratado se desarrolla con grandes temores einseguridades. Las expresiones de afecto son necesarias para elsano desarrollo.

Mito: Le pegué porque me provocó.Realidad: No existe justificación para golpear a alguien.

Mito: La violó porque lo provocó.Realidad: No hay justificación para obligar a alguien a tener rela-ciones sexuales.

Ciclo de la violencia

La violencia familiar no es de carácter hereditario, no se es vio-lento por naturaleza, ni se nace siéndolo, es una conducta que seaprende y, por tanto, se decide ejercerla para imponer dominiosobre otra persona.

La violencia se reproduce en forma de cascada, desde lomacrosocial (la cultura, el sistema de creencias, la ideología, laconcepción del género, etcétera), hasta en escenarios microsociales(la familia, las relaciones interpersonales entre los hijos y sus igua-les, etcétera).

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La violencia es estructural porque las condiciones económi-cas, políticas e históricas, marcan la desigualdad social, que se con-creta en la falta de empleo, la inseguridad social, el consumo de dro-gas, la falta de servicios, las condiciones de marginación yvulnerabilidad, las enfermedades y la delincuencia. La violencia seproduce y reproduce en las instituciones, los ámbitos comunitarios,la escuela, los medios de difusión, la familia y en hombres y mujeres.La violencia familiar es un reflejo de la violencia estructural que setraduce en las relaciones asimétricas entre las personas.

En la familia se reproducen modelos que toman los hi-jos de sus padres o cuidadores como formas de relacionarse paraconseguir sus fines y resolver sus conflictos. Los niños y niñasque presencian hechos violentos (padre y madre que se pelean,gritos o golpes) y/o que sufren directamente golpes, humillacio-nes, abusos sexuales por parte de los integrantes de la familia yson víctimas silenciosas, que al no recibir atención profesionalpueden llegar a ejercer la violencia.

La violencia en la pareja se reproduce en forma cíclica,con conductas violentas que pueden pasar como problemas na-turales y justificados de toda pareja, pero que no lo son.

El estar bajo los efectos del alcohol u otras drogas, hace aun hombre más propenso a conductas intolerantes que desenca-denan violencia. Los celos patológicos de la pareja están signifi-cativamente asociados con amenazas y actos violentos. El estrés,el desempleo, el sentirse disminuido, el pensar que la mujer nohace bien sus funciones domésticas, no le obedece o no tiene de-seos de tener relaciones sexuales, son situaciones asociadas conviolencia. Sin embargo, estas condiciones, ni ninguna otra, justi-fican el acto violento.

Las consecuencias y los daños de la violencia en la per-sona que la sufre, son muchos, tanto físicos (puede llegar a enfer-mar o morir), como emocionales. Algunas personas que sufrenviolencia pueden consumir psicofármacos y alcohol a escondidasen un intento de mitigar su malestar y soportar esa relación. Ade-más, pueden desarrollar otros trastornos como depresión, insom-nio, estrés, angustia, ansiedad, etcétera.

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Los hijos también pueden llegar a abusar y ser depen-dientes del alcohol y otras drogas, para llamar la atención de lospadres que tienen relaciones violentas, como una manera de ma-nifestar el conflicto que viven al ver a sus padres en constantespeleas y disputas o para huir de su realidad y descargar toda sutensión, dolor y sufrimiento. Además, pueden desarrollar tras-tornos del sueño, depresión, dependencia a las relaciones de pa-reja, sentirse culpables de la situación, etcétera.

El círculo de la violencia presenta tres fases.

Fase de acumulación o tensión

Episodios de violencia, ya sea física, sexual, emocional, de omi-sión y económica, los cuales tienden a incrementarse cada vezmás. Pueden iniciar con un pequeño empujón, una miradaimpositiva, una expresión de descalificación, como “tontita”, conel control de la vestimenta y después subir de tono e intensidad.

En esta fase la persona violentada y quien ejerce la violen-cia con frecuencia presentan las siguientes emociones y conductas.

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Fase de explosión

En este momento la violencia se encuentra en su máxima intensi-dad. Los actos de agresión pueden ser gritos, humillaciones, gol-pes y abuso sexual, entre otros y seguir en aumento hasta llegar aocasionar lesiones físicas y emocionales graves. Los actos violen-tos tienen toda la intención de causar daño. El agresor, como unaforma de control, evita que la persona acuda con familiares, ami-gos o vecinos, generando una sensación de indefensión que llevaa tolerar pasivamente la situación.

Esta fase presenta los siguientes comportamientos y sen-timientos:

Persona violentada

Tiene enojo, desesperación,tensión, miedo, vergüenza,disgusto y depresión. Se sien-te humillada y que recibe untrato injusto.

Se comporta de manera cuida-dosa, quejumbrosa, sumisa ytrata de disminuir el enojo ola frustración de su pareja.

Tiende a reprimir la expresiónde sus sentimientos o puedeque inicie el consumo de al-cohol o drogas para evadir oignorar la situación.

Persona que ejerce violencia

Tensa, frustrada, a disgusto ycelosa.

Su comportamiento es explosi-vo, iracundo, posesivo, domi-nante, exigente, irritable y uti-liza el silencio para controlar.

Puede consumir alcohol yotras drogas.

Los hijos

Tienen confusiónporque no entien-den la situación.

Se esconden, niegano tratan de llamar laatención.

Persona violentada

Se siente asustada, atrapada,inútil y paralizada ante la vio-lencia.

Trata de protegerse o aparen-tar que esta inconsciente, bus-ca responder a los golpes ocomportarse sumisa, intentahuir o buscar ayuda.

Persona que ejerce violencia

Presenta enojo, ira, disgusto,celos o frustración.

El comportamiento es peli-grosamente violento, castigaduramente, sus acciones tie-nen un marcado intento de he-rir o asesinar, está fuera decontrol y es irracional.

Los hijos

Se sienten asusta-dos, atrapados e in-defensos.

Los hijos se mues-tran desesperados,pueden esconderseo intentar detener elpleito y tratar deayudar a la madre.

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Fase de reconciliación o luna de miel falsa

En este momento parece que la situación tiende a resolverse, deahí que ambos estén dispuestos a comprometerse a resolver susdiferencias y a reestablecer relaciones afectivas. Sin embargo, laspromesas muchas veces se vuelven difíciles de cumplir y nueva-mente se acumula la tensión.

Los comportamientos y sentimientos observados son:

En ocasiones, estas conductas violentas se mantienen ocultas y ensilencio, exponiendo a la familia a una situación de violencia en es-calada que puede, inclusive, acabar con la vida de alguien; ignoraresta realidad hace que el abuso se fortalezca y se perpetúe.

Muchas mujeres se preguntan si son culpables de la vio-lencia. Cada persona es responsable de su conducta, nadie esresponsable de la conducta violenta del otro. Nada la justifica,

Persona violentada

Siente enojo por lo sucedi-do, tiene sentimientos deculpa y esperanza.

Inventa excusas para elagresor, trata de resolver oprevenir futuros incidentes,espera y cree que el cambioserá duradero.

Persona que ejerce violencia

Remordimiento, olvida el gradode violencia, no tiene la habili-dad de entender por qué su pa-reja se siente molesta y siente in-seguridad y miedo de perderla.

Se siente apenada después decometer el abuso (por lo menoslas primeras veces), pide per-dón, llora, promete cambiar, seramable, buen marido y padre.Admite que lo ocurrido estuvomal. Esta actitud suele ser con-vincente porque en ese momen-to se siente culpable, siente quela otra persona tiene el poder.

Hace obsequios o pide perdón,culpa al alcohol y a otras dro-gas de sus actos, o bien, a otraspersonas o a la vida por sus ac-ciones abusivas.

Los hijos

Sienten vergüenza,humillación, culpa oira.

Hay nerviosismo,hacen cosas para lla-mar la atención y ol-vidar el estrés quesienten e intentanagradar. En ocasio-nes, los hijos tienenproblemas en la es-cuela y consumen al-cohol y otras drogas.

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no es normal ni natural, es mentira cuando se dice que los pro-vocaron y por ello actuaron violentamente.

Las creencias y los mitos de lo que es una pareja, de loque se espera de la mujer y del hombre al unirse, muchas veceshacen que se vea natural o normal la violencia. Toda pareja tienesus diferencias, lo cual necesariamente redunda en conflicto, elproblema es cuando estas diferencias se resuelven a través de laviolencia.

Salida del círculo de violencia

Los conflictos de pareja deben resolverse mediante la negocia-ción, con una buena dosis de tolerancia, flexibilidad y comunicación.Expresar los pensamientos y los sentimientos y llegar a acuerdoscontribuye a que ambos crezcan como personas y al mismo tiem-po favorece una relación armoniosa.

La violencia no es un asunto privado ni un problema in-dividual; por el contrario, es un asunto público que compete a lafamilia, la comunidad y a todos los sistemas sociales en general.Es un asunto de derechos humanos; toda persona tiene derecho avivir una vida sin violencia.

El romper el silencio es una responsabilidad colectiva; esnecesario reconocer y denunciar las situaciones de violencia y bus-car ayuda especializada para una atención integral del problema.

Factores de riesgo

En las relaciones de pareja donde existe violencia, es frecuenteque el hombre tenga antecedentes de haber sufrido o presencia-do violencia durante su niñez, de pertenecer a una familia conpadre alcohólico o que consume drogas, poco afectivo o ausente,y que se haya sentido rechazado o poco querido durante su niñez yadolescencia.

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La violencia es un hecho complejo en el cual la articula-ción de diversos factores de riesgo asociados, permiten explicarpor qué se ejerce.

Individuales: Se refiere a aspectos biológicos, psicológi-cos y de historia de vida. Muchas de las personas que ejercen laviolencia la han experimentado o presenciado, otros han sufridoabuso sexual en su niñez y reproducen esquemas de conductaviolenta, tienen baja autoestima y hacen uso de sustancias lícitase ilícitas.

Relacionales: Los estudios han identificado que las rela-ciones entre las personas se pueden convertir en violentas. En lapareja, entre los factores que se articulan para que se establezcanrelaciones violentas se encuentran los conflictos conyugales, loscelos, el consumo de drogas, los roles tradicionales, como madre-esposa y padre periférico, la crisis de la masculinidad, la doble ytriple jornada de trabajo de la mujer y la jefatura femenina en loshogares. El grupo de amigos representa una relación significati-va entre los jóvenes que indudablemente ejerce presión para caeren conductas violentas o en el consumo de drogas.

Ambientales y comunitarios: Se refiere al ambiente de loscontextos, es decir a la escuela, el trabajo, la colonia o el barrio.Entre los factores que inciden en las relaciones violentas se en-cuentran el estrés económico, el desempleo, los problemas comola delincuencia, el abuso de alcohol y otras sustancias, el tráficode drogas, la alta densidad de la población, la falta de servicios,etcétera.

Socioculturales: Son los que se asocian con el proceso desocialización, es decir, a los valores y las normas que se trans-miten y que determinan las relaciones de producción y repro-ducción. Entre los patrones culturales se encuentran los rolesestereotipados de los géneros masculino y femenino, las nor-mas culturales que naturalizan la violencia en la solución deconflictos, justificando la educación hacia los hijos, y la carenciade legislación adecuada. Por su parte, algunos de los factores so-ciales son la pobreza, el hacinamiento, el bajo nivel de escolaridady la marginación, entre otros.

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¿Por qué hay que hacer visible la violencia?

La violencia pasa como un hecho natural, dado que diariamente seobservan acontecimientos violentos en la casa, la escuela, el traba-jo, al transportarse, en algún programa de televisión, en las can-ciones populares o en los diarios; sin embargo, la violencia no esnatural, es un acto aprendido e intencionado que provoca daños.

El maltrato es invisible porque sólo lo tangible, lo mate-rial, lo que se puede ver y tocar se reconoce y existe; por eso laviolencia sólo se identifica cuando hay marcas en alguna partedel cuerpo, es decir desde un simple moretón, hasta heridas ymuerte. Sin embargo, existen otras formas de violencia como losgritos, las humillaciones, la falta de atención y el abuso sexual.

Es importante reconocer a la familia como el espacio don-de se deben promover valores y habilidades para el desarrollosano de sus integrantes; es un ámbito que influye directamenteen el aprendizaje de las formas para relacionarse con otros y delas estrategias para enfrentar y resolver conflictos sin utilizar laviolencia como una forma normal y natural.

Las personas que sufren violencia tienen problemas desalud física y mental, son más vulnerables para iniciar el consu-mo de alcohol, psicofármacos y otras drogas, aunado a trastornosemocionales, como la depresión y los trastornos de la conducta.Estas personas tienden al aislamiento, es decir, dejan de relacio-narse con familiares, amistades y vecinos, tienen un sentimientode indefensión, disminuyen su desempeño y rendimiento en laescuela, en el trabajo, y en la familia existe gran tensión.

Cuando la violencia se asocia con el consumo de drogas,los episodios suelen ser constantes y más intensos, lo que provo-ca mayores daños a cada víctima.

Visibilizar la violencia permite identificar el impacto fí-sico y psicológico que tiene en las víctimas, por eso es necesariotransformar esa realidad resolviendo los conflictos sin ejercer elmaltrato.

Al hacer visible la violencia se está en condiciones dedejar atrás un estilo de vida que daña, que provoca sufrimiento,

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no sólo a la persona violentada, sino a toda la familia, incluyendoa quien la ejerce. El darse cuenta de que se vive en una situaciónhostil es la puerta de salida, es la posibilidad de solicitar ayudaespecializada y cambiar de vida.

Impacto emocional de la violencia familiar

La violencia daña la integridad física, emocional y social de cadauno de los integrantes de la familia, particularmente de quienesse encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad de acuer-do con la escala jerárquica dentro de la familia y por ser más dé-biles: mujeres, niños y discapacitados.

Las mujeres que viven en una situación de violencia familiar,se ven afectadas en numerosos aspectos de su vida, comenzando porsu autoestima. Además, refuerzan su inseguridad, dependencia, des-valorización y sentido de incapacidad; les cuesta mucho encontrar yaceptar sus cualidades positivas y que estén de acuerdo con los este-reotipos aprendidos desde la infancia, que indican deben de satisfa-cer al hombre en todo; se sienten culpables, que no han cumplido conlas expectativas de la pareja y que se merecen la agresión, por lo quepocas veces, o nunca, piensan en sus virtudes, capacidades y recursos.

La mujer violentada por su pareja y/o abusada sexualmenteen la niñez sufre lesiones físicas de todo tipo: traumatismos, heri-das, quemaduras, dolor pélvico crónico, dolores de cabeza; tras-tornos gastrointestinales constantes y malestares, como síndro-me de colon irritable y obesidad severa. En la salud mental se veafectada por: estrés postraumático, depresión, angustia, fobias,trastornos de alimentación (anorexia y bulimia), ansiedad, tras-tornos de somatización e intentos de suicidio.

En el aspecto reproductivo, existen problemas sexualescomo: flujo vaginal, disfunción sexual, problemas premenstruales, infec-ciones de transmisión sexual, VIH sida, embarazos no deseados,insatisfacción sexual y relaciones íntimas dolorosas.

Además, tienden al uso y al abuso de tabaco, alcohol,psicofármacos y drogas ilegales. También pueden tener conduc-

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tas de riesgo, como relaciones sexuales con varias parejas o com-portamientos sexuales arriesgados, con objeto de sentirse queri-das o como una forma de controlar la ansiedad.

Durante el embarazo, las conductas violentas afectan a lamujer, al feto o al recién nacido, y se asocian con el aborto, la muertefetal, los partos prematuros, la muerte y las lesiones fetales e,incluso, la transmisión de VIH Sida a los recién nacidos.

Hay indicios de que diferentes tipos de abuso, intensi-dad y duración se relacionan con determinadas repercusiones enla salud femenina, por ejemplo, el síndrome de intestino irritablese asocia más con el abuso sexual, mientras que el dolor pélvico,con la violencia física en la infancia.

El cuadro siguiente resume los efectos de la violencia:

MALTRATO POR LA PAREJAAGRESIÓN SEXUAL

ABUSO SEXUAL EN LA NIÑEZ

EFECTOS MORTALES-Homicidio-Suicidio-Mortalidadmaterna

-Efectosrelacionadoscon el sida

SALUD FÍSICA

-Lesiones-Alteraciones funcionales-Síntomas físicos-Salud deficiente-Discapacidad permanente-Obesidad severa

TRASTORNOS CRÓNICOS

-Síndromes dolorosos crónicos-Síndrome del intestino irritable-Trastornos gastrointestinales-Fibromialgia

SALUD MENTAL

-Estrés postraumático-Depresión-Angustia-Fobias/estados de pánico-Trastornos de la alimentación-Disfunción sexual-Escasa autoestima-Abuso de sustancias psicotrópicasCOMPORTAMIENTOS

NEGATIVOS PARA LA SALUD

-Tabaquismo-Abuso de alcohol y drogas-Comportamientos sexuales arriesgados-Inactividad física-Comer en exceso

SALUD REPRODUCTIVA

-Embarazos no deseados-Enfermedades de transmisión sexual, VIH-Trastornos ginecológicos-Abortos peligrosos-Complicaciones del embarazo-Abortos/bajo peso al nacer-Enfermedad inflamatoria pélvica

EFECTOS NO MORTALES

Fuente: Heise, Elisberg y Gottemoeller, 1999. Cuadro “Maltrato por la pareja, agresiónsexual y abuso sexual en la niñez”.

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El área de las relaciones interpersonales también se afecta. Lasmujeres maltratadas suelen aislarse. El no poder compartir lo queles sucede con otras mujeres, muchas veces por miedo, temor overgüenza, las aleja de la gente física y emocionalmente. Este ais-lamiento es muy difícil de romper y obstaculiza la apertura y lacomunicación, lo que puede conducir a que la mujer maltratada,utilice la violencia contra sus hijos o con otros seres queridos.

Entre los daños ocasionados por la violencia familiar en losniños se detectan conductas agresivas, problemas de disciplina y, enocasiones, conductas antisociales, abuso y dependencia a las drogasy dificultades en la socialización y se aíslan de su grupo de amigos,se muestran introvertidos, pasivos, con miedo a establecer nuevasrelaciones o de realizar actividades nuevas. También favorece el acer-camiento y la socialización con pandillas, bandas y personasinvolucradas con la delincuencia y el narcotráfico.

En la escuela tienen dificultades de aprendizaje, proble-mas por bajar calificaciones, deserción escolar y poca concentra-ción en los estudios; además de conducta agresiva con los com-pañeros y amigos (en algunos países como Estados Unidos laviolencia escolar se denomina bullying).

Entre los daños individuales que sufren los niños a causade la violencia se encuentran: riesgo de alteración en su desarrollointegral, mayor frecuencia de enfermedades psicosomáticas; abusoy dependencia al alcohol y otras drogas; baja autoestima, los senti-mientos de tristeza que pueden llegar a depresión, pesadillas, inca-pacidad para confiar y amar a otros, sentimientos de amenaza, an-siedad, miedos, coraje, ira y culpa, el comportamiento autodestructivo,consistente en golpearse, herirse y llegan a tener ideas suicidas ytrastornos de alimentación.

El impacto de la violencia es tan intenso que los menorespueden tener visiones de experiencias ya vividas; por lo general,esta situación se presenta en casos de abuso sexual infantil. Cabemencionar que en la mayoría de los casos esta forma de violenciase dirige hacia las niñas a través de la violación incestuosa y elagresor suele ser un familiar cercano (padre, hermano, abuelo,tío o padrastro).

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Para detectar si un menor presencia o vive violencia sesugiere: escucharlo y demostrarle credibilidad, a fin de crear con-fianza y seguridad; ayudarle a expresar sus emociones: miedo, cul-pabilidad, cólera, tristeza y confusión; decirle que no es culpablede los problemas familiares; evaluar el grado de aislamiento delniño, si continúa relacionándose o no con su grupo de amigos; en-señarles a poner en práctica mecanismos de autoprotección (identifi-car situaciones de riesgo y agresión, instruirle sobre cómo actuar,saber a qué teléfono llamar o a quién pedir ayuda y cuándo), ycomprobar si el niño tiene comportamientos autodestructivos.

Un adulto que fue abusado en su infancia, tiene una grandificultad para establecer relaciones personales íntimas. Está expuestoa un riesgo mayor de padecer ansiedad, depresión, abuso de sustan-cias, enfermedades y problemas en la escuela o el trabajo. Sin el tra-tamiento adecuado, el daño puede perdurar toda la vida.

Los adultos mayores, las personas con capacidades dife-rentes y los homosexuales son violentados, porque en la escalasocial son considerados inferiores, por lo que se les discriminacausándoles daños físicos, mentales y en su dignidad humana.

Estrés postraumático

El síndrome o trastorno de estrés postraumático es un trastornode ansiedad de características particulares. Aparece en personasque son víctimas de situaciones extremadamente dolorosas y degraves consecuencias, tales como la guerra, las agresiones sexua-les, los accidentes, las catástrofes, y de lo que se ha denominado“terrorismo de estado”. El terrorismo de estado es una acción deextrema violencia que utilizan ciertos grupos gobernantes en al-gunos momentos históricos para enfrentar lo que consideran pe-ligroso para la estabilidad del gobierno. Generalmente, en estasacciones se violan las garantías constitucionales y los derechoshumanos; como en el caso de los genocidios. El impacto emocio-nal de estos sucesos produce una serie de alteraciones físicas ypsicológicas.

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Las principales características del estrés postraumático son:

Repetición de la vivencia

Recuerdos o pesadillas repetidas sobre el evento causante de laangustia; inclusive pueden presentarse flashbacks o alucinacionesen las que se imagina que el evento está ocurriendo o volverá aocurrir.

Evasión

Las personas evitan sistemáticamente las cosas que les recuer-dan el evento traumático: pensamientos, sentimientos o conversacio-nes sobre el incidente, las actividades, los lugares o las personasque les recuerdan el episodio violento.

Excitación emocional

Los síntomas pueden incluir insomnio, pesadillas, irritabilidad odesplantes de ira, dificultad para concentrarse y nerviosismo. Laspersonas pueden volverse muy alertas o cautelosas sin una razón.

Síndromes de Indefensión Aprendida, de Estocolmo yEstocolmo Doméstico

Son varias las causas por las que una víctima de violencia guardasilencio o no se separa de su agresor; entre ellas, se encuentran elmiedo a ser nuevamente violentadas, la percepción que tiene deno poder salir de ello, la vergüenza, la baja autoestima, en el casode tener hijos, la falta de recursos económicos para su manuten-ción, la ausencia de servicios de salud y los largos periodos deespera para recibir atención.

No obstante, existen mujeres que se desarrollan laboral-mente y muestran cierta “independencia” personal y una mayorposibilidad de acceso a distintos recursos y que aun así son inca-

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paces de denunciar a sus agresores y terminar con su relación.Sin embargo, se sabe que las mujeres afectadas por la violenciacon incapaces de ayudarse a sí mismas, por el gran desgaste psico-lógico al que han estado sujetas por la continua exposición a laviolencia. Además, el desequilibrio del poder que existe en la re-lación y la alternancia de los episodios de violencia y reconcilia-ción, crean una serie de expectativas como que su agresor cambieo que no vuelva a violentarla.

Si bien es cierto que entender por qué una mujer no sesepara de su agresor es muy complejo, existen algunos argumen-tos que dan cuenta de ello; tal es el caso de los síndromes inde-fensión aprendida, Estocolmo, de Estocolmo doméstico y el deadaptación paradójica a la violencia doméstica.

El Síndrome de indefensión aprendida es la obedienciapasiva al entorno (en este caso al de la violencia), una vez que seha hecho todo lo posible para cambiarlo sin poder conseguirlo;por ejemplo, a pesar de darle siempre la razón a la pareja en unadiscusión, ésta continúa ejerciendo violencia; así “haga lo quehaga”, siempre tendrá la culpa y justificará el episodio violento.La negación, el desgaste, la depresión y la culpa, son el resultadode la exposición prolongada a esta violencia.

El Síndrome de Estocolmo es el conjunto de reacciones psi-cológicas observadas en personas sometidas a cautiverio (secuestro)que se caracteriza por una contradictoria adhesión a la causa de lossecuestradores, la identificación con los rehenes y captores y el de-sarrollo de lazos afectivos de simpatía bajo el contexto del secuestro.

En el caso de las mujeres que han sufrido violencia fa-miliar, se desarrolla lo que se ha denominado Síndrome deEstocolmo doméstico que es un vínculo interpersonal de pro-tección, construido entre la persona que es violentada y su agre-sor, en un contexto traumático en el que se está sujeta a restric-ciones, prohibiciones, maltrato y miedo a perder la vida. Lamujer desarrolla este síndrome para proteger su integridad psi-cológica y lograr un equilibrio físico y conductual. En un princi-pio, la mujer sufre una desorientación total, la pérdida de suscreencias e ideales y padece estrés y depresión cuando suceden

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las primeras golpizas, pues ha depositado en la pareja su con-fianza, protección y cariño.

Posteriormente trata de reorganizar sus ideas para noromper con su elección, compromiso y la realidad traumática queestá viviendo. Comienza a culpabilizarse (además que así se lehace sentir), argumentándose un sin fin de cosas, como “no soyuna buena madre”, “una buena mujer”, “soy tonta”, etcétera,para negar algo que le resulta intolerable; el dolor que le provocaser agredida por su pareja.

La mujer entra en un estado de indefensión y resistencia pasi-va, llegando a una fase de afrontamiento, en la cual asume la forma depensar de su pareja y busca maneras de protegerse para que no le ha-gan mas daño, tratando de manejar la situación traumática. Finalmentese adapta, se culpa y culpa a otros de lo que le pasa y cree “merecer”.Finalmente se crea un círculo vicioso que mantiene y reproduce la vio-lencia que, a su vez, deteriora progresivamente a la mujer.

Síndrome de adaptación paradójica a la violencia doméstica

Las personas que son secuestradas durante un largo periodo su-fren, entre otras cosas, de un gran aislamiento y temor; lo mismoocurre con las mujeres maltratadas. Son víctimas que se culpan,que guardan silencio sobre el maltrato y justifican las golpizas queles propina su agresor, apelando al amor que “creen” que existeen la pareja, por el temor a perderlo.

Los daños en la persona que ejerce violencia

Aunque se habla menos de ello y está menos estudiado, tambiénlos agresores sufren daños como consecuencia de la violencia queejercen, entre ellos destacan: la incapacidad para vivir una inti-midad gratificante con su pareja, el riesgo de perder a la familia,a la esposa y a los hijos, el riesgo de detención y condena, el re-chazo y la pérdida de reconocimiento de la familia, la comunidad

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y la sociedad, el aislamiento, los sentimientos de fracaso, la frus-tración y el resentimiento, la ansiedad y la depresión, así como ladificultad para pedir ayuda psicológica o psiquiátrica.

Creencias y prejuicios hacia hombres y mujeresconsumidores de alcohol y otras drogas que sufrenviolencia familiar

En la mayoría de los países las condiciones y la calidad de vidade la mujer son menores que la de los varones. Esto se ve reflejadoen las adicciones, ya que ellas son doblemente estigmatizadas,por el hecho de ser mujeres y, además, consumir drogas. Lostabúes y estigmas culturales influyen para que los problemas deconsumo de sustancias no sean vistos, ni reconocidos por ellasmismas, los familiares o los profesionales de la salud.

Las mujeres que están embarazadas y las madres queconsumen drogas enfrentan una mayor carga social; algunas re-fieren que sólo en los periodos de embarazo han dejado de con-sumir por el temor de dañar al feto, sin pensar los prejuicios que segeneran a sí mismas.

En la mayoría de los casos las mujeres son las responsablesdel cuidado de los hijos y el hogar, y al no poder cumplir con losroles que tradicionalmente se les ha asignado como consecuenciadel consumo de drogas, se les sanciona drásticamente con el rechazosocial; éste se agrava cuando las mujeres se dedican al trabajo sexual.

También se les ha llegado a considerar como personasmasoquistas, depresivas, melancólicas, locas o adictas a relacio-nes dependientes. Estos prejuicios dan cuenta de que indepen-dientemente del consumo de drogas, se coloca a hombres y muje-res en lugares jerárquicamente desiguales, por lo que se descuidala atención de las pacientes. Estas percepciones sociales estereotipadasy distorsionadas, no analizan los factores que intervienen en elconsumo de drogas de hombres, mucho menos en el de mujeres.Por ello, es de suma importancia incorporar la perspectiva degénero en el estudio de dichas problemáticas.

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En la atención terapéutica de pacientes varones consumi-dores de drogas, se ha evidenciado que acuden acompañados a sutratamiento, en la gran mayoría de los casos por la pareja y la fami-lia; incluso cuando el hombre está separado de su mujer la madrelo cuida y lo acompaña a tratamiento. Caso muy contrario para lasmujeres, quienes son abandonadas por su pareja y son estigmatiza-das y rechazadas por la familia.

Asimismo, se considera que el varón alcohólico o adicto asustancias, tiene una enfermedad psiquiátrica y la conducta del gol-peador se ha tratado de explicar como el producto de un instintoagresivo que a su vez es hereditario, quitándole la responsabilidad desus actos y a su vez justificándolo, reproduciendo así, una vez más,el círculo vicioso del consumo de drogas y la violencia.

También se cree que el consumo de alcohol y otras dro-gas provocan la violencia. Esto no es cierto, la combinación de con-ductas violentas para resolver los conflictos y el consumo de sus-tancias pueden aumentar el grado de la violencia y su frecuenciade intoxicación. Es decir, con o sin alcohol, un hombre violento,violentará a su pareja.

¿Cómo puedo darme cuenta si soy violento?

Dado que es difícil identificar la violencia porque se ha natura-lizado a través de la cultura, las costumbres y la educación, esimportante cuestionarse y reflexionar acerca de cómo nos rela-cionamos con otras personas. Al preguntarnos acerca de lo quehacemos, decimos y sentimos en nuestras relaciones con otraspersonas, podemos darnos cuenta de si ejercemos violencia so-bre otros.

Por ejemplo: ¿Impone sus opiniones, decisiones y deseos?,¿tiene necesidad de dominar y controlar las situaciones? ¿Es inflexi-ble respecto a lo que deben hacer y ser hombres y mujeres? ¿Criticaa un hombre que llora? ¿Considera que el varón tiene superioridad ypoder sobre la mujer? ¿Ha humillado a alguien si no está de acuerdocon usted? ¿Respeta la negativa de otra persona si no desea hacer algo?

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¿Ha obligado a alguien a tener relaciones sexuales? Al educar a los hijos ytratar de corregirlos, ¿qué métodos utiliza? ¿Se comporta autoritariamente,es decir, los somete a sus decisiones? ¿Les grita? ¿Les ha pegado? Si ustedjustifica alguno de estos cuestionamientos quiere decir que es una perso-na que ejerce violencia, pero puede evitar esas conductas a través deldiálogo y la comunicación, negociando y estableciendo acuerdos pararesolver conflictos de la vida cotidiana sin violencia.

Algunas de las señales que perciben las personas antes decometer un acto violento son las siguientes: hormigueo en el estó-mago, manos sudorosas, sensación de que la sangre se sube a lacabeza, ganas de gritar y golpear, incremento de sudoración y tem-peratura corporal y ganas de desaparecer. Si en un momento de irausted identifica estas señales, se recomienda que se retire de la esce-na, respire profundo, procure calmarse y después entable la con-versación y comience a negociar con la otra parte hasta que se sientatranquilo, no es necesario resolver el problema es ese instante.

¿Cómo puedo darme cuenta si existe violencia en mirelación de pareja?

Para que usted identifique si existe violencia en su relación de pare-ja, es importante que sepa que cada una es diferente. Pueden exis-tir conflictos explícitos marcados por un clima de hostilidad, dis-cusiones frecuentes, lucha por el poder, intromisión de terceroso problemas encubiertos que se manifiestan a través de síntomasfísicos, psicológicos, psiquiátricos y sexuales en uno de los cón-yuges, en ambos, o en los hijos.

En su relación existe violencia cuando hay distanciamien-to emocional, debilitamiento o ausencia de vida sexual, proble-mas en la comunicación, realización de actividades no deseadas,peleas continuas, infidelidad, discusiones frecuentes, abandonoy desinterés.

El siguiente cuestionario, elaborado por Centros de Inte-gración Juvenil, puede ayudar a identificar si se vive en una rela-ción de violencia.

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IVIFEM

Suma los puntos de cada respuesta, y el total te proporcionará elíndice de abuso a que estás expuesta.

1 a 30 Relación de violencia leve.

Para conocer si vive violencia o se encuentra en una situación de ries-go, le pedimos que responda a las siguientes preguntas. Al terminar,sume el puntaje total y compárelo con el índice de abuso que se pre-senta al final. Responda de acuerdo con su experiencia durante losúltimos 12 meses.

Valore la medida en que su esposo, novio o pareja tiende a tenerestas conductas en su relación con usted.

Conteste:0) Si su pareja “nunca” ha tenido esta conducta con usted.1) Si su pareja “alguna vez” tuvo esta conducta con usted.2) Si su pareja “ocasionalmente” tuvo esta conducta con usted.3) Si su pareja “muchas veces” tuvo esta conducta con usted.4) Si su pareja “casi siempre” tuvo esta conducta con usted.

0 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 4

0 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 40 1 2 3 4

1. Critica su apariencia física.2. Critica su forma de ser.3. Le trata como si fuese tonta.4. Le trata como si fuese inferior.5. La humilla.6. Le miente.7. Le grita.8. Cuando quiere que usted cambie de comportamiento la presiona con elsilencio o con la indiferencia.9. Le dice que sus sentimientos son irracionales.10. Saca algo del pasado para herirla u ofenderla.11. Le prohíbe que salga con sus amigas o familiares.12. Le echa la culpa de sus propios problemas.13. Le echa la culpa cuando se altera, aunque usted no tenga nada que ver.14. La hace sentirse culpable de las peleas o los malestares de él o sus hijos.15. Se enfada mucho si se muestra en desacuerdo con sus puntos de vista.16. Se enfada cuando no se hace lo que él quiere.17. Le dice que no podría valerse sin él.18. Le controla el tiempo y le hace explicarle a dónde fue o con quién.19. Usa el dinero para controlarla.20. La acusa de infidelidad.21. Le ha hecho sentir miedo de él.22. Ha destruido sus objetos o cosas personales de manera intencional.23. Ha destruido sus documentos personales.24. Amenaza con pegarle o lastimarla.25. Le exige tener relaciones sexuales, lo quiera usted o no.26. Le hace daño cuando tienen relaciones sexuales.27. La ha sacudido, zarandeado o jaloneado.28. La ha golpeado con la mano o el puño.29. La tira del pelo (la jala del cabello).30. La ha amenazado con un arma de fuego (pistola, rifle, etcétera)

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31 a 60 Relación de violencia moderada.61 a 90 Relación de violencia severa.91 a 120 Relación de violencia peligrosa.

En todos los casos de violencia se debe solicitar ayuda personal einstitucional. En los dos últimos niveles se debe considerar comourgente e inmediata la posibilidad de dejar temporalmente la rela-ción y obtener apoyo externo, judicial y legal. En estos casos, la vio-lencia difícilmente se resolverá sólo porque ambos lo quieran. Tusalud física y mental están en riesgo de sufrir graves daños e, inclu-so, tu vida puede estar en peligro.