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PEDAGOGÍA Y POLÍTICA EN EL ANTIPERONISMO DE AMÉRICO
GHIOLDI
Juan Manuel Viana
1- Américo Ghioldi: una incómoda referencia en la historia del socialismo
La figura de Américo Ghioldi (1899- 1984) se nos recorta a partir de tres registros
interconectados: la retórica política, las historias partidarias, la historia de las ideologías.
En la retórica política contemporánea, Ghioldi aparece como el arquetipo de la
intolerancia e incomprensión del antiguo Partido Socialista argentino frente a la
irrupción del peronismo. Sus juicios sobre los fusilamientos de junio de 1956, se
imprimieron con fuerza en una tradición peronista que se forjaría bajo la fórmula de la
resistencia. Su derrotero público en la segunda mitad del siglo XX, avaló el negativo
juicio que actualmente pesa sobre su figura, pues no sólo ofreció ambigüedad ante la
“Revolución Argentina” de 19661 sino que, durante su vejez, participó del último
gobierno militar ocupando el cargo de Embajador en Portugal2. Si nos referimos a la
historia partidaria de las izquierdas, con anterioridad a que tal singular itinerario se
completara, había sido el propio Partido Socialista quien desde la escisión de 1958,
prescindió del perdurable liderazgo intelectual de Ghioldi. La estrategia argumental de
quienes pasaron a integrar el naciente Partido Socialista Argentino, consistió en
presentar a la intervención de aquél como una desviación de las tareas eminentemente
socialistas de un partido nacido para la defensa de los trabajadores3. Para otras fuerzas,
por el contrario, el ghioldismo venía a resultar una suerte de coronación, o rigurosa
aplicación, del ideario de Juan B. Justo. Sea como socialismo evolutivo, liberal y
bernsteiniano –para la nueva izquierda- o como cipayismo librecambista y antipopular -
para la izquierda nacional- se tomó de alguna manera a Ghioldi “al pie de la letra”, pues
sólo se invirtió su valoración de la tradición: ghioldismo era igual a justismo.4. Cuando
a mediados de los años ochenta José Aricó reinterpretó la obra de Juan B. Justo en
términos de un marxismo heterodoxo, pluralista y democrático para la Argentina del
Centenario5, la figura de Américo Ghioldi no fue incluida en el nuevo canon
socialdemócrata argentino. Tal ausencia, necesaria para toda renovación doctrinaria e
ideológica, deja no obstante en pie el problema de la conformación de una identidad
cerradamente antiperonista y problemáticamente liberal al interior del socialismo
argentino. Finalmente, en la historia conceptual de las ideologías políticas, la matriz
interpretativa que más se ha afirmado es la que analiza la expresión ideológica oficial
del Partido Socialista –las editoriales de Américo Ghioldi en La Vanguardia son la
Licenciado en Filosofía (UNR); Doctorando en Filosofía (UBA); Becario de Conicet (CEDIS-
UNSAM); Docente de la carrera de Filosofía, Facultad de Humanidades y Artes (UNR).
1 Cf. Ghioldi, A. (1967); “Expectativa, Duda, Preocupaciones”, en Ejército y política (pp. 1-3), Buenos
Aires, s/ref. 2 Lo hizo desde 1976 a 1979; cf Tarcus, H. (2007); Diccionario biográfico de la izquierda argentina (pp.
246-249), Buenos Aires, Emecé. 3 Cf. Blanco, C. (2005); “La erosión de la unidad partidaria en el Partido Socialista, 1955-1958”, en
Camarero, H. y Herrera, C. M., El Partido Socialista en la Argentina (pp. 367-389). 4 Cf. Tortti, M. C. (2005); “Las divisiones del Partido Socialista y los orígenes de la nueva izquierda
argentina”, en Camarero-Herrera, Op. cit. (pp 391-412). 5 Aricó, J. (1999); La hipótesis de Justo, Bs. As., Sudamericana.
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fuente privilegiada- como reconversión de una posición antifascista en una más
específica antiperonista6. En tal sentido, afirma Andrés Bisso
7 que la identidad
antifascista constituyó en los años de la Segunda Guerra una auténtica prenda de unidad
doctrinaria y diferenciación para el Partido Socialista, mostrando dramáticamente sus
límites para los años de gobierno peronista. Carlos Miguel Herrera8 propone que entre
1943 y 1946, Ghioldi gesta una matriz conceptual perdurable: piensa al peronismo
excluyentemente como aplicación criolla del fascismo y del totalitarismo. La denomina:
“hipótesis Ghioldi”, parafraseando a José Aricó y su “hipótesis Justo”. Javier Burdman9,
releyendo las editoriales de Ghioldi entre 1943 y 1945, encuentra el despliegue de al
menos tres operaciones: la renuncia a la representación proletaria; el recurso a la
idealidad de las luchas sociales; el consecuente desdoblamiento de la justicia social
“efectiva” entre una válida y otra inaceptable.
Para el primero y segundo registro discursivo, el justismo de Ghioldi aparece como
probado por su apelación estratégica y su recepción privilegiada del legado de Justo.
Una lectura en clave de historia intelectual, debe interrogarse por las específicas
operaciones retóricas por las cuales el autor produce efectos de tradición en la
validación de sus intervenciones. La tradición de “socialismo liberal”, de la que Ghioldi
se presenta como heredero, ofrece una construcción conceptual e historiográfica no
reductible a la serie de acciones partidarias. Analizaremos aquí dos dimensiones de tal
intervención: la construcción socialista de una tradición liberal argentina, y la
apelación a un vínculo entre pedagogía y política, como clave de tal continuidad.
2- Paradigmas éticos del socialismo reformista
Fue Américo Ghioldi un hombre de partido: desde 1917, hasta su muerte en 1985,
integra las filas del socialismo bajo diversas nomenclaturas. De origen poco
acomodado, egresa tempranamente como docente de nivel medio: es Profesor Normal
de Ciencias desde 1920. Rápidamente encuentra su lugar en el PS: su rol principal es
como editor y luego director del periódico La Vanguardia. Articulista de renombre,
publica una cantidad muy importante de libros, inicialmente sobre temas de educación y
pedagogía, para volcarse luego a la labor de opinión sobre problemas políticos
argentinos e internacionales. Pedagogía y política son así, terrenalmente, sus dos
profesiones. Entre 1925 y 1930, ejerce como Concejal en la ciudad de Buenos Aires, y
entre 1936 y 1943, como Diputado Nacional por ese distrito. Su extensa obra –supera
los cincuenta títulos editados- se distribuye sobre todo en el período 1930-1955, cuando
se editan la mayoría de sus libros. Varios de ellos son publicados primeramente como
artículos periodísticos o folletines, para luego llegar compilados al volumen. Más allá
de eso, importa recalcar lo que señala Altamirano: en calidad y en cantidad, Ghioldi es
uno de los más relevantes intelectuales antiperonistas y su figura es clave para pensar el
deslinde desde el antifascismo hacia el antiperonismo. En tal sentido, el inicio de la
6 Cf. Altamirano, C. (2001); Bajo el signo de las masas (1943-1973), Buenos Aires. Ariel.
7 Bisso, A. (2005); Acción Argentina. Un antifascismo nacional en tiempos de guerra mundial, Buenos
Aires, Prometeo. 8 Víd. Herrera, C. (2003); “El Partido Socialista ante el peronismo, 1950. El debate González- Ghioldi”,
Taller, n° 21, 116-141; disponible en http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/herrera.pdf ; Herrera, C.
(2005); “¿La hipótesis de Ghioldi? El socialismo y la caracterización del peronismo”, en Camarero-
Herrera, Op. cit. (pp. 343-366). 9 Cf. Burdman, J. (2008): “Ghioldi y La Vanguardia ante el surgimiento del peronismo. La voz del
Partido Socialista entre 1943 y 1945”, Ponencia a 1er. Congreso de Estudios sobre el Peronismo,
UNMDP, Disponible en:
http://www.iigg.fsoc.uba.ar/historiapolitica/seminario%20invetigacion/ghioldi_burdman.pdf
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Segunda Guerra Mundial lo encuentra dispuesto a exponer la tarea del Partido Socialista
en tiempos de crisis de las democracias liberales. Es en la propia Europa donde este
giro del socialismo reformista hacia el liberalismo se explicita, y puede reconocerse
cómo Ghioldi toma de los diversos escenarios del antifascismo socialista varios ejes
teóricos. Atraído por el laborismo inglés, le resulta ejemplar la intervención de un
intelectual socialista como Harold Laski en el fundamentación ética de un modelo de
Estado de Bienestar democrático10
. Del socialismo francés -además de la intención de
replicar el concepto de Frente Popular- toma su orientación jauresiana, que de hecho
influía en nuestro medio tras la muerte de Jean Jaurès en 1914, y sobre todo desde la
renovación filosófica ejercida por Alejandro Korn. El filósofo platense, es clave en el
cambio argumental que sufre el pensamiento socialista entre 1916 y 1936. Si el
socialismo de Juan B. Justo refiere a una teoría biológica de la historia, el universo del
antipositivismo busca prescindir del modelo de socialismo objetivista-economicista,
para orientar su fundamentación hacia teorías idealistas de la historia. Tal ajuste, sincera
el dualismo constitutivo del socialismo justiano: pues no se postula una garantía
cientificista del advenimiento de la sociedad de libre cooperación, sino que se
reposiciona al socialismo como un ideal regulativo. Korn representa un giro, más
filosófico que doctrinario, hacia el “socialismo ético”, exhibiendo, no obstante, tal
adecuación en un sentido de continuidad y tradición: pues describe a Justo ya como un
representante de dicha variante de socialismo. Socialista tardío, es el “Maestro
Filosófico” de la generación de jóvenes que hacen el tránsito del reformismo
universitario hacia el PS luego del golpe de 1930. Su influencia sobre Ghioldi -
refractario a las expectativas de máxima del reformismo universitario11
- es palpable a
nivel conceptual, referencial e incluso personal: Delfina Varela Domínguez, esposa del
dirigente, integra el grupo de los más cercanos colaboradores académicos de Alejandro
Korn12
. La tercera influencia teórica, refiere al ámbito italiano: de Benedetto Croce,
toma el concepto de historia como aventura de la Libertad. No se trata de presentar la
historia como un despliegue de la libertad hacia el final de los tiempos; tampoco de
pensar su ineficacia frente al éxito de modelos de acción irracionalistas. La noción de
aventura y de hazaña, implica la necesidad ética, pero justamente no óntica, de la
encarnación del ideal de la libertad como fundamento de la lucha por su realización. Las
fuerzas que encarnan la libertad son las progresistas, pero su triunfo no está garantizado:
gestar su triunfo constituye un acto creativo y libre13
. Así, Planismo democrático,
Socialismo ético y Libertad Creadora14
, son las rápidas coordenadas de este cuadro de
afinidades.
3- Magisterio socialista y “continuidad” liberal
10
Cf. Ghioldi, A. (1944); Bases de la pedagogía constitucional, Bs. As., La Vanguardia (pp. 10-16; 145-
175). 11
Cf. Herrera, C., 2003 (p. 123). 12
Tal hipótesis sobre la influencia de Korn en Ghioldi, puede verse en Rocca, C. J. «Alejandro Korn y su
entorno». La libertad creadora, Universidad Popular Alejandro Korn (UPAK), disponible en
http://www.lalibertadcreadora.com.ar/noticias/notiupak1.htm (consultado el 3 de enero de 2007). Y en
Viana, J. M. (2009) “El giro ético en el pensamiento socialista argentino: del subjetivismo de Alejandro
Korn al antipopulismo de Américo Ghioldi”, CD de Ponencias, XII Jornadas Interescuelas
Departamentos de Historia, San Carlos de Bariloche, 28, 29, 30 y 31 de Octubre. 13
Cf. “La historia argentina como aventura de la Libertad”, en Ghioldi, 1944, pp. 27-48. 14
Sintetizamos bajo esa fórmula tanto al antipositivismo universitario de cuño korniano, como a la
restitución de una filosofía de la historia neoidealista como la croceana. Refiere, además, al nombre de
una efímera aunque muy ambiciosa publicación aparecida en 1943 en la ciudad de La Plata, en la que
pueden rastrearse algunas de las operaciones intelectuales aquí resumidas. Cf. Revista La Libertad
Creadora, n° 1 y 2, La Plata, Claridad, 1943.
91
Provisto de este bagaje filosófico, Ghioldi se considera listo para adecuar el
socialismo argentino a la “crisis de su tiempo”. En sus obras, encontramos referencias
permanentes a Laski, Croce, León Blum y a Jean Jaurès. No obstante, debe atenderse a
la economía argumental de tales usos, combinados en rigor con otros. Pues Ghioldi
apela a la autoridad intelectual de aquellos referentes europeos, tanto como a la
selección de una tradición argentina, en la que buscará hacer confluir socialismo y
liberalismo. De hecho, si Juan B. Justo deplora tanto la incumbencia de la filosofía
como la adopción de un ilusorio pacificismo ético como nueva bandera socialista15
,
fueron necesarias varias torsiones argumentales para llegar a la supuesta
“autoconsciencia” liberal del socialismo. En Ghioldi, el modo de nivelar las rupturas
argumentales es través de la figura del magisterio socialista. Justo, era para Korn un
Maestro del pueblo argentino. Ambos lo son para Ghioldi, pero de un modo equivalente
al que lo son también Rivadavia, Sarmiento, Mitre y aun Roque Sáenz Peña16
.
Postula, así, una línea intelectual de constancia liberal, cuestión difícilmente asumida
por el socialismo del Centenario. Pese a compartir, con el ala liberal del régimen
conservador, los marcos de un “reformismo social”, en Justo -y mucho más en aquellos
situados a la izquierda de su pensamiento- el liberalismo decimonónico constituía un
legado más asimilado que reivindicable: quizá por su necesidad de constituirse,
retóricamente, como una fuerza absolutamente singular. En Ghioldi, se registra una
afirmación distinta: el socialismo es un despliegue necesario del republicanismo, como
en Jean Jaurès. Su argumento sobre el socialismo liberal -la doctrina que postula la
coincidencia de fines entre la filosofía política liberal y el socialismo como movimiento
de reivindicaciones progresivas17
- no es abstracto sino histórico: busca establecer su
linaje en la historia argentina, y a la vez inscribir al socialismo reformista en el lugar
más alto y puro de aquél. Se trata así de una operación genealógica, de construcción de
una tradición. Tal operación se apoya en un hilo conductor trascendente: la pedagogía
del pueblo argentino. El Pueblo, es el protagonista de las hazañas de la Libertad, y es él
quien conduce al país con potencia creadora a través de las crisis18
. Pero en dicha
construcción ideal del sujeto de la historia, la operatividad oscila entre tal potencia
popular y el protagonismo más tangible de las minorías creadoras19
. El rol de un Partido
Socialista -más relevante en su actividad cultural que en su efectiva cosecha de
voluntades- busca reorientarse en tal perspectiva. Para ello, se ha tenido que inscribir su
doctrina en los términos de una filosofía de la historia antipositivista. Dicha operación,
como contrapartida, redunda en la pérdida de un bastión clave del socialismo reformista.
Si el socialismo en Justo era la acción que pugnaba por incrementar constantemente el
bienestar cuantificable de la población, en Ghioldi será primordialmente otra cosa: la
conciencia de la Historia Argentina de la Libertad y la guía del sujeto de la misma, el
pueblo. El deslizamiento desde una población como objeto, hacia un pueblo como
sujeto, no implica un aumento del protagonismo de las mayorías: más bien indica- como
afirma Burdman- el viraje desde una postura representativa hacia una educativa. El
interlocutor anónimo y abstracto de la fuerza política, no es quien manifiesta su
15
Cf. al respecto Viana, J. M. (2009), “Usos del pensamiento de Jean Jaurès en la Argentina: la cuestión
del “socialismo ético” en Juan B. Justo y Alejandro Korn” (mímeo). Ponencia, V Jornadas de Historia de
las Izquierdas, CEDINCI, Buenos Aires, 11, 12 y 13 de noviembre de 2009. 16
Cf. Ghioldi, A. 1944, pp. 33-37. 17
Cf. Rosselli, C. (1944); Socialismo liberal, Bs. As., Americalee. 18
Cf. Ghioldi, A. 1944, pp. 37-43. 19
No es otra la moral de la creación bergsoniana, destinada a los singulares generadores de valores
estéticos y religiosos. Cf. Bergson, H. (1996); Las dos fuentes de la moral y la religión, Madrid, Tecnos.
92
adhesión a legar su mandato, sino un colectivo que, al afirmar su autonomía política,
adquiere una mayoría de edad, no ya económica sino moral.
4- Resolución pedagógica de la política, y la pedagogía como respuesta política
Hacia 1943, con la Revolución de junio y con la Guerra Mundial en desarrollo,
Ghioldi y Perón ocupan los polos de un mismo espacio discursivo. Dos modos de
concebir la política, en torno a la relación entre psicología de las masas y estado. Por un
lado, ambos coinciden en un diagnóstico “espiritualista”: propone Ghioldi que la crisis
de este tiempo no es económico-objetiva, sino más bien político-moral20
. La revolución
del ’43, habría sido un intento de superación, pero que prontamente habría de fracasar
por su orientación retrógrada. Considera, Ghioldi, que el pueblo argentino se ha sumido
progresivamente en un estado de confusión desde la década del ’20, fomentado por la
reacción de élites tradicionalistas e irracionalistas. Los problemas objetivos de esta
crisis espiritual, se ejemplifican en el preocupante deambular de la juventud: afirma en
un anteproyecto parlamentario de 1941, que más del sesenta por ciento de los
adolescentes no estudia ni trabaja21
. Es éste el campo de aplicación del totalitarismo:
Hitler Jugend y ragazzi di Mussolini. Opone, en torno al problema, dos modelos de
acción: la Técnica de Conducción totalitaria y la Pedagogía de la Libertad. El primero
se vale del conocimiento de los resortes psicológicos de la acción juvenil -la propensión
a la acción grupal, necesidad de líderes, movilización por fines corporales- para sustraer
sus personalidades en germen para fines dictatoriales. El segundo, propone un penoso
pero noble camino de conformación personal. Aquí, el maestro ejemplifica con su
propia vida, ya que muestra y enuncia el camino pero no lo transita por el otro: deja que
el alumno sufra el duro precio de sus errores. El resultado final, bastará el esfuerzo:
habrá adquirido la madurez personal, fortalecido en sus metas y principios22
.
La Pedagogía de la Libertad ghioldiana apela, utilizando consignas de Laski y Croce,
a una suerte de religión laica de la Libertad. Si este ideal ha guiado la historia de los
pueblos, lo ha sido tomando carnadura objetiva. La Constitución es para Ghioldi el hito
de nuestra historia: ella condensaría la vida y el pensamiento de la nación. La pedagogía
de la Constitución, consiste en auscultar los principios que la sostienen, y a la vez los
valores que engendra y garantiza23
. Actuar guiados por la moral constitucional es la
guía espiritualista para salir de la larga crisis con una democracia fortalecida. Educar
a los jóvenes en esta moral, es la tarea que se propone un Ghioldi que, hacia 1945,
todavía cree que la salida del gobierno revolucionario -esto es, los comicios de febrero
de 1946- redundará en el triunfo de la posición política que él aspira a encarnar en
términos discursivos24
.
La victoria peronista de 1946, implicó un duro golpe a las aspiraciones políticas
socialistas: pero lejos de generar una revisión de sus esquemas comprensivos de la
relación sociedad-poder en la coyuntura nacional, supuso una radicalización de lo que
Herrera denomina “la hipótesis Ghioldi”. Se impugnará por vicios éticos a las efectivas
consecuencias de la aplicación de un modelo de Estado de Bienestar: calificadas como
prendas de fortalecimiento de la tiranía, interpretará a las mejoras cuantificables, como
estímulos a la dimensión meramente animal de la población. Por el otro, tramitará el
20
Cita a Perón cuando califica a la Revolución del ’43 como “espiritualista”. Cf. Ghioldi, 1944, p. 10. 21
Cf. Ghioldi, A. (1941); Pedagogía y política de la juventud (pp. 7-37), Bs. As., La Vanguardia. 22
Ibídem, pp. 37-39. 23
Cf. Ghioldi, A., “La moral de la Constitución”, Op. cit, 1944, pp. 51-85. 24
Cf. Ghioldi, A.; “Cuando salgamos de la crisis”, en Palabras a la nación. A través de los editoriales de
La Vanguardia (pp. 434-475), Buenos Aires, La Vanguardia, 1945.
93
lugar cada más vez alejado del socialismo respecto a las mayorías, como la deriva de un
gran error del pueblo. La dolorosa salida que prevé para el peronismo -en su explícita y
temprana convocatoria hacia el golpe de Estado- la ubicará a la vez en esta matriz
político-pedagógica. La sangre derramada servirá en su interpretación de sano y
educador ejemplo.