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Pit volorep udipsanis quunt dipsam asitatqui inctum velic toreperi accum vitempo sanimil ipsum qui voluptis AT IL MAGNAM FUGA. PA VELIA VOLESTEM MAGNAM FIRMA Cargo 2.XXX. X-X de mes de 2010 PLIEGO EUCARISTÍAS JUVENILES La fidelidad creativa como criterio y actitud para la celebración ENRIQUE VEGA DáVILA Profesor en la Universidad jesuita Antonio Ruiz de Montoya y agente de pastoral juvenil. Perú 2.931. 28 de febrero-6 de marzo de 2015

2.xxx. 2.931. 28 de febrero-6 de marzo de 2015 x-x de mes ... · con otros jóvenes y como jóvenes dar gracias (eujaristein) a Dios? El criterio de fidelidad debe ayudarnos a volver

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PLIEGO

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2.xxx. x-x de mes de 2010PLIEGO

euCARistÍAs Juveniles

la fidelidad creativa como criterio y actitud para la celebración

EnRIquE VEgA DáVIlA

Profesor en la universidad jesuita Antonio Ruiz de Montoya y agente de pastoral juvenil. Perú

2.931. 28 de febrero-6 de marzo de 2015

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Por una comunión de fe y vidacelebrar la fe en la comunidad. Este dato eclesiológico, que se aplica en varios niveles y con diferentes conclusiones, tanto teóricas como prácticas3, es de vital importancia, puesto que nos exige identificar cómo vivimos y sentimos a la Iglesia4 y, luego, claro está, cómo celebramos esa fe dentro de ella.

Cada vez más se constata en la realidad que, en diferentes lugares, existe un mayor impulso a celebrar eucaristías que convoquen a jóvenes; el tema de los jóvenes es recurrente en nuestra Iglesia –no solo latinoamericana5 o peruana6, país de donde provengo–, sino que se extiende a la Iglesia universal, que busca cómo responder a la realidad con los medios posibles y animando la vida de los jóvenes y de los agentes pastorales que trabajan con ellos.

◼ Algunas de estas eucaristías poseen un corte efusivo, basado en el implemento de instrumentos musicales (que se busca sean tocados por los mismos jóvenes) y ritmos alegres que mantengan despierto el entusiasmo y llamen la atención de los y las jóvenes. El intento feliz de clérigos predicando “cosas simpáticas” va desde lo sencillo de una homilía al empleo de técnicas de mayor visibilidad, tales como el empleo de guitarras o de cantos que les permiten relacionarse con la asamblea reunida para celebrar. lo cierto es que este tipo de celebraciones, si bien son llamativas, giran muchas veces en torno a lo carismático que pueda ser el clérigo y a sus dotes como orador y organizador.

◼ Otro modelo de celebración juvenil está centrado en las rúbricas y lo que “se debe y no se debe hacer”. Algunos jóvenes comprometidos en este tipo de celebraciones poseen una conciencia a veces preclara de lo que implica la liturgia. Y esto no solo se limita a conocimientos tales como saber los colores y tiempos litúrgicos, por ejemplo, sino que se extiende a un sentimiento escrupuloso cuando no se cumplen ciertas prescripciones7.

la Eucaristía es la acción de gracias en la que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, eleva su oración al Padre

por Jesucristo en el Espíritu Santo1. Acerca de lo que es la Eucaristía, la teología tiene “mucha claridad”2. Y si bien es cierto que la liturgia en su forma externa ha progresado acerca de su estructura, han aumentado las oraciones, se ha permitido celebrar en el idioma local, etc., sin embargo, la Eucaristía sigue siendo desconocida para muchas personas.

la Iglesia vive de la Eucaristía, como nos recordaba Juan Pablo II en una de sus cartas apostólicas. En dicho documento enfatizaba que toda la vida de la Iglesia tiene íntima relación con la Eucaristía, de modo que en ella tiene su inicio y ella misma expresa también lo que es la Iglesia. no voy a entrar en el contenido de dicha carta, pero sí deseo detenerme en una expresión que siento que se plantea como interpelante: la Iglesia vive de la Eucaristía, pero ¿nuestras vidas como creyentes y ciudadanos tienen eco en lo que celebramos en la Eucaristía? Es más, teniendo presente el tema de estas páginas, ¿la Eucaristía guarda relación afectiva y efectiva con la vida de los jóvenes, de modo que ellos lleven a la celebración su vida y la celebración anime lo que viven?

I. ALGUNAS CONSTATACIONES

La vida eucarísticalas comunidades parroquiales y

todas las que centran su actividad en torno a la Eucaristía son cada vez más conscientes, no de la obligatoriedad de participar en el precepto dominical, sino, más bien, de que, poco a poco, se está buscando una participación existencial, pasando de la obligación ritual a la necesidad. lo cierto es también que, según el modelo de Iglesia que se posee, cambia tanto el modo de realizar una pastoral juvenil como el de

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¿Cuántas veces nuestras eucaristías son para los

jóvenes motivo para seguir queriendo comunicar esa experiencia vivida

y celebrada? ¿guarda la eucaristía relación afectiva y efectiva con la vida de los

jóvenes, de tal modo que lleven su vida a la celebración y esta anime todo lo que viven fuera del templo? Para que fe y vida se retroalimenten en el marco de la misa, el autor

de estas páginas propone la fidelidad creativa como actitud y expresión de esa

comunión con Cristo y con la comunidad que lleve a mirar

la realidad juvenil con los ojos del espíritu y a responder

a sus exigencias.

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Modelo como este se podría llamar ritualista, aunque debo confesar que habla de un proceso de interiozación (quizás internalización) de una gama de elementos litúrgicos que en otros modelos de Iglesia se descuida mucho.

◼ un tercer modelo gira en torno a la expresión “participación activa” y posee una serie de características que buscan innovar en la celebración: no solo es cuestión de que los jóvenes “canten y hagan sus peticiones”, sino que implica una serie de recursos como escenificaciones, empleo de mass media, etc. Este modelo busca despertar interés, participación, pero corre el riesgo de recargar la celebración con muchos más signos de los necesarios y, además, incluir elementos que distraen, hasta el punto de centrarse más en lo externo que en el proceso de interiorización de la fe recibida y celebrada.

Debo considerar que estos tres modelos descritos pueden pervivir en un solo lugar, ya sea parroquia, capilla u oratorio, como también puede enfatizarse –como lamentablemente sucede– uno de los modelos sin considerar ni aproximarse a otro. En los tres modelos existen jóvenes que participan, en los tres modelos también se puede generar rechazo, en los tres modelos hay abusos, en los tres modelos hay intuiciones muy válidas.

La vida juvenilla vida de los jóvenes, como toda

vida, posee una característica que nos exige detenernos, a la luz de la fe, para hacer un alto reflexivo: es “tierra sagrada” (cf. Ex 3, 4-7) y, a la vez, es compleja. lo ordinario en nuestros jóvenes transita entre el lugar de estudio y/o trabajo y la calle (que se ha convertido de modo implícito en un lugar “institucionalizado”); el tiempo que se pasa fuera de casa cada vez es mayor y el tiempo que se pasa dentro del espacio familiar va desde algunas horas en Internet chateando, mensajería instantánea, redes sociales que acaparan su atención y algún deber o quehacer por lo general “muy personal”. Como toda vida, la juventud exige de modo singular una carga de satisfacción de necesidades

afectivas, de autoafirmación, entre otras. lamentablemente, los espacios para realizarse son pobres, no solo en sentido cuantitativo (se constata que existen pocos lugares donde se atienda integralmente a los jóvenes), sino también cualitativo (muchas veces se ofrecen visiones reductivas del ser humano y, en nuestro caso, de la experiencia religiosa).

Acerquémonos un poco más. los jóvenes de nuestras calles y nuestras pastorales, poco a poco, han ido creando todo un código de comunicación8 que simplifica el lenguaje. no solo sus expresiones y gestos, qué decir también acerca del lenguaje cibernético propio de las redes sociales y la mensajería instantánea, con una serie abundante de símbolos y “abreviaturas” que

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primeras comunidades, la fracción del pan provocó no solo el interés, sino la necesidad de encontrarse y compartir las oraciones, las preocupaciones, la fe, la vida, los bienes. la escena lucana de los discípulos decepcionados (cf. lc 24, 13-35) es un ejemplo de cómo la Eucaristía entró en contacto con el sentir de los caminantes que se dirigían angustiados y decepcionados hacia Emaús luego del “fracaso” inminente del nazareno. la comunidad angustiada (los discípulos) comparten su lamento, su sinsabor, su impotencia, ¡comparten su vida! y, a la luz de la Palabra y la Eucaristía, le dan nuevo sentido a lo que vivían, de modo que regresan a comunicar a los demás que habían visto a Jesús. ¿Cuántas veces nuestras eucaristías son para los jóvenes motivo para seguir queriendo comunicar esa experiencia vivida y celebrada?

En los tres modelos de los que hablamos antes, el énfasis se encuentra casi siempre en el hacer. unos hacen cosas para que los demás participen, los otros hacen lo que sienten que es correcto y propio, y otros hacen para que otros hagan: ¡todo es hacer! Y ¿cuándo nos damos tiempo para compartir el ser o compartir nuestro hacer fuera? ¿Cuándo nos damos tiempo para

El cristianismo tiene un doble movimiento que es criterio para lo que nos embarga, y también para todo servicio pastoral y teológico: en un primer momento, se encuentra la Encarnación como inicio y, en un segundo momento, el Misterio Pascual (Muerte y resurrección de Jesús y Pentecostés) como consumación. la situación es simple: para comunicar la Vida, Jesús antes se tuvo que encarnar; es decir, asumió todas las realidades humanas con radicalidad –volvió a la raíz–. la Pascua pasa por la Encarnación y, a veces, parecemos olvidarlo. Este doble movimiento nos redescubre una actitud muy pastoral: para comunicar vida es preciso asumir la realidad en la cual nos encontramos.

nuestras eucaristías son siempre memorial del Misterio Pascual de Cristo. ninguna celebra por sí un hecho aislado, ni siquiera la vida de un santo (así sea el fundador de una orden o congregación). Siempre es celebración pascual, algo que no se debe perder de vista en el horizonte creyente. Así que todo en la liturgia debe ser visto, profundizado y celebrado a la luz de la Pascua de Jesús de nazaret, que nos comunica su Vida, y que, en el caso de los santos confesores o mártires, hicieron el esfuerzo de vivir en profundidad.

nuestra forma de celebrar la Eucaristía busca con fidelidad comunicar ese don gratuito del amor del Padre en Jesucristo. Desde las

cambian dependiendo de las ciudades y los países. Todo este lenguaje va desde las emociones hasta las más gruesas groserías, pero repito lo dicho en líneas anteriores: esas vidas son “tierra sagrada” que puede ser fértil si colaboramos a que descubran la fuerza interior que poseen. Esta mirada rápida sobre la vida de los jóvenes no es sino para suscitar alguna pregunta en el lector: ¿quién y cómo acompañar la vida de esos jóvenes?

II. ELEMENTOS PARA NUESTRA REFLEXIÓN

la liturgia en su sentido etimológico es la acción a favor del pueblo9, es decir, a favor de las personas que participan de esa acción pública. la liturgia cristiana es la celebración de la acción de Cristo a favor de su pueblo amado, acción hecha de una vez para siempre.

Esto nos exige recordar que la celebración de la Eucaristía es, antes que nada, un memorial, y como memorial posee una doble dimensión que no podemos olvidar: por un lado, el memorial nos recuerda los hechos pasados, es decir, actúa como memoria histórica que mantiene “fresco” lo sucedido; y, por otro lado, es actualización, de modo que aquellos hechos ocurridos en el pasado no quedan allí, sino que son experimentados en el hoy de la celebración litúrgica.

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expresar “nuestros gozos y esperanzas” con otros jóvenes y como jóvenes dar gracias (eujaristein) a Dios?

El criterio de fidelidad debe ayudarnos a volver la mirada hacia Jesús y el “doble movimiento” de su acción “pastoral”: hacerse carne y comunicar vida. Y a esa experiencia pascual (a la celebración de navidad también se le llama “Pascua”. ¿Será porque es el paso de Dios a nuestra carne?10) afinarle el sentido de actualización que posee. no se trata solo de centrarnos en el rito –que facilita mucho para que hagamos gestos similares y no divaguemos en la espontaneidad, ni del ministro presidente ni de la asamblea–, sino de abrir el corazón a lo que va viviendo la asamblea juvenil y generar vida desde lo que vamos celebrando. la estructura que poseemos para la celebración no es mala ni buena per se, pero a veces corremos el riesgo de ser fieles al rito y no fieles ni a las personas que celebran junto a nosotros ni mucho menos a Jesús, centro y culmen de la celebración. Visto así, el criterio de fidelidad en las eucaristías juveniles es toda una actitud que se puede ir generando en ese “afinar el oído” a aquellas situaciones que mueven existencialmente a nuestros jóvenes.

la historia salvífica ha mostrado cómo Dios ha hecho todo tipo de intentos por aproximarse a los seres humanos, la Revelación no es la automanifestación de un Dios que es ajeno al sentir de los seres humanos, mucho menos es un Dios impasible que se encuentra desde su trono viendo la destrucción de la humanidad. la Revelación es el proceso por el que Dios toma la iniciativa para

comunicarse11, y para hacerlo necesita un interlocutor: el ser humano. la carta a los Hebreos nos recuerda justamente aquello: “En otros tiempos habló Dios a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. Ahora, en estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo” (Heb 1, 1-2). los esfuerzos de nuestro buen Dios han sido pedagógicos, todo no fue dicho de “porrazo”, sino que la comunicación ha sido progresiva cual vida humana que necesita un alimento diferente para un momento diferente de acuerdo a lo que se vive.

Dios en todos y cada uno de los momentos ha mostrado su “creatividad” hablando por medio de Moisés, de los profetas, de los sabios, de la historia. Jesucristo mismo es la manifestación creativa del Padre a favor de nosotros y nosotras, los seres humanos. la creatividad es la búsqueda de nuevas soluciones, son las intuiciones que se posee para enfrentar la realidad. Por eso está asociada a la flexibilidad, a la curiosidad, pero, para ser mucho más fecunda, debe estar asociada también a la profundidad. no se puede confundir lo creativo con lo espontáneo, a lo que puede ser cercana. Aunque no todo lo creativo es espontáneo, ya que, desde esta visión que presentamos, la misma creatividad requiere madurez, conocimiento y, en el caso de nuestras eucaristías juveniles, espiritualidad, entendida como ver desde los ojos del Espíritu.

III. SIENDO FIELES Y CREATIVOS EN NUESTRAS EUCARISTÍAS JUVENILES

los criterios que hemos expuesto con anterioridad no desean ser sino pautas orientadoras que coincidan tanto con las constataciones realizadas como con los elementos de reflexión expuestos párrafos atrás. Se trata de recordar a quién somos fieles (y debemos seguir siéndolo) y la actitud constante de profundidad creativa para responderle. Ambas, definitivamente, brotan de la necesidad de responder a la historia.

las eucaristías juveniles son celebraciones que actualizan el Misterio Pascual de Cristo, pero que deben tener

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propicia, por un lado, una catequesis mistagógica durante las celebraciones y, por otro, una apertura a un modelo eclesiológico capaz de articular de modo coherente la vida y la fe sin que por ello se enfatice solo una de ellas. la Eucaristía no es una “comilona” o una mera reunión social como lo fue en Corinto en tiempos de Pablo, ni tampoco es un ritual mecánico y mágico que debamos repetir sin más. la Eucaristía es vida, y la vida está en movimiento. Ambos elementos, fe y vida, deben convergir en la celebración juvenil, de modo que la vida esté alimentada por la fe y la fe se celebre en la Eucaristía.

◼ Para ello, el momento del perdón es un espacio primordial para conectar con los sentimientos de los jóvenes acerca de su sensibilidad tanto personal como social. no se trata de hacer confesiones públicas, sino más bien de sentir con los demás lo que nos aleja de Dios, de su Amor. Facilita esto el empleo de frases, escenificaciones, símbolos que todos entiendan, como también el realizar todos juntos oraciones penitenciales, con cantos de perdón que sean entendibles y de letra sencilla que manifiesten que somos “pecadores perdonados: siempre pecadores, siempre perdonados”13; poniendo énfasis en la voluntad necesaria para evitar dejar de amar al Amor, sin olvidar la constante misericordia gratuita y permanente de Dios.

◼ En esta misma línea, la homilía es el momento en que el presidente de la asamblea liga lo que se ha vivido durante la semana con lo que el Señor de la vida presenta en las lecturas empleadas en la liturgia juvenil. ¿qué quiere decir Dios a los jóvenes de la comunidad? ¿qué quiere decir a los jóvenes del entorno? Si bien el Magisterio ha insistido en que la homilía sea realizada por un clérigo14, no niega en ningún momento que esta pueda ser dialogada. Esto exige de los ministros, por un lado, preparar con anterioridad la homilía y, por otro, un agudo oído para percibir mejor lo que Dios va hablando en la vida de los jóvenes a la luz de su Palabra. Por ello, el diálogo es un instrumento que puede servirles para discernir la voluntad de Dios en la vida de la comunidad.

la espontaneidad del presidente de la asamblea –aunque sí de su mentalidad abierta–, así como tampoco de las muchas cosas que se pueden hacer: unos leen, otros cantan, otros recogen la limosna, otros llevan cirios, otros la Biblia en procesión. Ambas cosas son buenas, pero no podemos centrarnos solo en la funcionalidad.

◼ Si valoramos el diálogo constante, es importante valorar también los silencios (“silencios sagrados”, los llama la liturgia) como espacios propicios para interiorizar. la vida de muchos jóvenes está llena de ruidos; educar en el silencio es una oportunidad para adentrarse y entrar en contacto con su propia vida. la liturgia pide silencio en el momento del acto penitencial, antes de la oración colecta, después de la homilía, tras la oración de los fieles, al hacer la invitación para la oración después de la comunión. Estos silencios pasan inadvertidos no solo en las liturgias con otras asambleas, sino también en muchas misas juveniles, creyendo que, por hacer más cosas o colocar más cantos o que sean más movidos, se hace mucho más juvenil. Por eso, una sugerencia al pensar en las eucaristías juveniles es rescatar los silencios con moniciones cortas que los preparen12.

◼ la formación litúrgica será un agente primordial para conseguir en nuestras eucaristías juveniles la fidelidad en la creatividad. Si es que se

como punto de partida la situación vital y el contexto vital de la asamblea juvenil. Cosa que no solo implica sino que exige conocerles y, más aún, escucharles. Si hemos reconocido la vida del joven como “tierra sagrada”, nos toca descalzarnos y escuchar sus gritos (cf. Ex 3, 4-7). Esto implica cambiar nuestra posición ante ellos: debemos presentarnos no como quienes están al frente, sino como quienes están a su lado, es decir, como quienes los acompañan. Esto, por otra parte, implica que nuestros actos litúrgicos, actualización del Misterio Pascual, guarden de algún modo relación directa con la vida de los jóvenes. no con lo descrito, que es un esbozo pequeño, sino con lo que cada comunidad (o grupo) juvenil va viviendo y que se ha reunido en asamblea litúrgica.

◼ Esto implica revalorar la importancia del signo, y la teología que de él se desprende. El signo tiene valor en su doble dimensión como significado y significante. Tenemos una tarea en relación a nuestros jóvenes: relacionar aquello que significa nuestra Eucaristía, la exigencia de encarnarnos y de comunicar la vida, con la vida de los jóvenes. El signo tiene sentido en la medida que significa; si no cooperamos para que se unan, entonces estamos desvirtuando la celebración.

no se trata solo de que se haga mucho o poco en la celebración litúrgica, ni tampoco depender exclusivamente de

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◼ un elemento más que tiene relación con la formación litúrgica implica que los jóvenes, acompañados por alguna persona, puedan elaborar las moniciones y peticiones y proclamarlas; quiénes mejor que ellos que saben qué viven los jóvenes y tienen un modo particular de ver la realidad para que sean portavoces de toda la asamblea litúrgica. Tenemos temor a que se equivoquen, pero si queremos que asuman roles protagónicos debemos generar los espacios necesarios para que sean ellos mismos y ellas mismas en servicio de los y las demás.

◼ Cuando se efectúa la presentación de los dones del pan y vino, es muy común que sean llevados por los jóvenes, cosa que está bastante bien, pero es posible que también ayude mucho que sean ofrecidos los trabajos realizados por los jóvenes de la

catequesis o algún símbolo (¡entendido por todos!) que represente algo de los y las jóvenes. En el caso de que existan comunidades juveniles o grupos juveniles, sería interesante que, siendo delegada la preparación de la Eucaristía, puedan quizá presentar símbolos que representen el proceso y que, por supuesto, sea explicado con alguna monición corta.

◼ Otra consideración que deseo exponer es el papel de los coros de las asambleas litúrgicas que son mayoritariamente asistidas por jóvenes. El rol de los coros es animar la participación de toda la asamblea para entonar cantos acorde con la celebración, con el tiempo litúrgico, etc. los coros en muchos lugares son la “piedrita del zapato”, ya que se tienden mucho al protagonismo personal o al “exhibicionismo musical”, en vez de la

animación que invite a cantar a todos y todas. Es cierto que los instrumentos musicales atraen, como atraen también los cantos movidos, pero ayudar con música instrumental y con silencios es también un dato importante. nuestros coros deben ayudar a que los que estamos en la asamblea recemos un poco más, “oremos dos veces”, también a que valoremos los silencios en los momentos en que debamos tenerlos.

◼ Otro elemento que no debemos pasar por alto se desprende de las anteriores reflexiones y guarda relación con una ligera pero vital distinción que debemos poner de manifiesto en la preparación de nuestras eucaristías juveniles: no todas las celebraciones pueden agotar ni la sensibilidad ni la creatividad, porque hacerlo puede agotar a las personas que celebramos la fe. Esto significa que no todas las eucaristías deben ser motivadas por gestos llamativos, sino que –valorando el símil de la vida– existen “tiempos fuertes” y “tiempos de pausa”. Ayudar a comprenderlo recupera el sentido de lo “cotidiano” y enfatiza el esfuerzo necesario para los acontecimientos festivos.

◼ Coloco por último un elemento que considero transversal en todas las actitudes que he expresado anteriormente: me refiero a la acogida; una actitud puede concretarse en jóvenes que reciban a la gente, jóvenes que los despidan, jóvenes que motiven a tomarse las manos, jóvenes que animen durante la celebración. A veces, nuestras eucaristías corren el riego de ser masas anónimas. Es cierto que podría participar en cualquier celebración en cualquier templo parroquial, capilla u oratorio y sentirme por la fe unido a Cristo, pero –como decíamos anteriormente– nuestros signos deben significar de modo afectivo y efectivo.

A MODO DE COLOFÓN

El recorrido que hemos realizado tuvo como punto de partida dos constataciones: la vida de las eucaristías y la vida de los jóvenes. nos preguntamos al inicio de estas páginas si nuestras vidas como creyentes y ciudadanos tienen eco en lo que celebramos en la Eucaristía o si la

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Eucaristía guarda relación afectiva y efectiva con la vida de los jóvenes, de modo que ellos lleven a la celebración su vida y la celebración anime lo que viven. Espero que a lo largo de este Pliego hayamos podido responder a estas preguntas. Todo lo relacionado con la Eucaristía –como todo en el cristianismo– es un don, pero también es una tarea, y no podemos, en nombre de la gracia, olvidar la necesaria cooperación humana (¡que también es gracia!).

Espero que los elementos brindados nos ayuden a asociar estos dos elementos que constatamos, y que enfaticemos que la Eucaristía sí guarda relación con la vida, pero que es preciso que esta relación sea efectiva y afectiva. Situación que exige retomar nuestra labor como animadores o asesores de grupos juveniles, para que, en coordinación con nuestros presbíteros, prepararemos eucaristías que estén asociadas a la vida de nuestros jóvenes.

Ser fieles y creativos no significa realizar una suerte de actividades y poseer cantidad de herramientas para “lucirnos” con nuestras eucaristías juveniles; tampoco es un recetario que nos permita hacer nuevas peripecias. Todo lo contrario, la fidelidad creativa es una actitud, una forma de expresar nuestra comunión con Cristo y la comunidad que nos lleva a mirar más allá, con los ojos del Espíritu, lo que el Espíritu nos está exigiendo responder.

Sobre Eucaristía y jóvenes hay mucho que decir. Solo he intentado ofrecer algunos esbozos que permitan la reflexión. Si no lo he conseguido, ruego que me disculpen.

quisiera terminar estas líneas agradeciendo a todos los y las jóvenes de edad cronológica y a los jóvenes con “juventud acumulada” que me han ayudado en estas reflexiones. Mi agradecimiento también a los agentes pastorales de juventud que hacen esfuerzos y “malabares” para hacer comprensible y amable la fe para muchos jóvenes de nuestro país, de nuestro subcontinente y de la Iglesia de Dios que quiere servir al mundo.

1. “La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1360).

2. Aunque debemos recordar que toda palabra acerca de Dios, incluso la teología más avanzada, es siempre palabra limitada. Cf. W. Beinart, Introducción a la Teología, pp. 11-17.

3. De hecho, el modelo de Iglesia determina toda práctica pastoral: catequesis, liturgia, caridad… Y también cada uno de esos posibles modelos tienen como algo constitutivo una cristología, una antropología, una pneumatología…

4. No es lo mismo, definitivamente, sentirse Iglesia, Pueblo de Dios que sentirse Iglesia, sociedad perfecta. No es lo mismo sentirse en la fe Iglesia de comunión y participación que ser Iglesia jerárquica. Si bien ninguno de estos modelos es único, son las circunstancias históricas las que condicionan el cómo sentirse Iglesia, aunque es importante decir que el Concilio Vaticano II, en su constitución dogmática (aunque algunos quisiesen que sea solo pastoral) sobre la Iglesia, no tiene una sola definición de Iglesia, sino que aborda el tema desde su carácter mistérico, que lleva a reconocer a la Iglesia en general con los símbolos de esposa, viña, rebaño, etc. y, en particular, reconoce a la Iglesia como Pueblo de Dios en marcha histórica (cf. LG nn. 1-17)

5. Cf. Medellín n. 5, Puebla nn. 1166-1185, Aparecida nn. 442-446.

6. Cf. Conferencia Episcopal Peruana, Jóvenes: Cristo los ama, los llama, los envía. Comisión Episcopal de Juventud, Marco de Referencia de la Pastoral Juvenil peruana. El primer documento es producto de la reflexión de la Asamblea de Obispos peruanos de 1992. El segundo es producto de la reflexión de agentes de pastoral juvenil que tiene como objetivo ser la base para una pastoral juvenil orgánica. Ya posee tres ediciones, la última es de 2006 y, actualmente, está en revisión por el Equipo de Formación Nacional.

7. En lo particular he escuchado a jóvenes, más de uno, que cuestionaban la validez del sacramento porque algún clérigo no se colocaba la casulla en la celebración o por decir en castellano latino las palabras de la consagración. Es obvio que no entraré en cuestiones canónicas ni para justificar ni para condenar a aquellos, pero sí me interesa presentar este modelo.

8. No reflexionaré acerca de la “bondad o maldad” de estos códigos; solo constato su existencia. Claro está que, para muchos, esto significa una destrucción de la lengua (alguno llama a los jóvenes “terroristas del lenguaje”), tanto como para otros significa un “progreso”, en la medida que simplifican el lenguaje. Quizá sería bueno recordar que el lenguaje tiene sentido en la medida en que hay una población que lo maneja; de modo contrario, la lengua es lengua muerta.

9. La palabra liturgia proviene

de la palabra griega leiturgia, que significa justamente lo enunciado. Cf. A. G. Martimor, La Iglesia en oración. Introducción a la liturgia, pp. 39-44.

10. Sarx, que significa carne, hace alusión a la fragilidad. Encarnación en griego se dice sárkosis y significa hacerse carne, asumir la carne, expresión acuñada por Ireneo de Lyon (Contra los herejes III, 18-19). Este paso no es mera apariencia, como afirmaba el docetismo; este paso es real, como afirmó el Concilio de Calcedonia: verdadero Dios y verdadero hombre. Cf. C. Ducoq, Cristología. Ensayo dogmático sobre Jesús de Nazaret, el Mesías, pp. 260-272.

11. Cf. R. Latourelle, Teología de la Revelación, p. 17.

12. El asunto de las moniciones a las lecturas o diferentes momentos de la celebración es un tema extenso. Más importante que su extensión, es su carácter preparatorio: las moniciones no pueden decirlo todo, deben más bien facilitar para entender mejor lo que viene más adelante. En la práctica, muchas moniciones son más complejas que los textos litúrgicos mismos y –es constatable también– su uso es sobreabundante. Quizá sirva como criterio aquel refrán: “Lo dicho poco y dicho bien, merece un parabién”.

13. Congregación de los Sagrados Corazones, Regla de Vida n. 23.

14. Código de Derecho Canónico c. 767 §1. Congregación para el Clero, Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes, art. 2.

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