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3. Lo que debería ser extraordinario se ha convertido en norma, y lo que debería ser norma se ha convertido en extraordinario Santo Tomás de Aquino (1225-1274) escribió a este respecto (III, q. 82, a. 3): “La distribución del Cuerpo de Cristo pertenece al sacerdote por tres razones. Primero, porque él consagra in persona Christi. En segundo lugar, porque el sacerdote es el intermediario establecido entre Dios y el pueblo, por lo cual, así como le pertenece ofrecer los dones del pueblo a Dios, también le pertenece a él dispensar al pueblo los dones consagrados. Tercero, porque en virtud de la reverencia debida a este sacramento, nada lo toca sino las cosas consagradas; por eso, para tocar este sacramento, se consagran el corporal y el cáliz, así como las manos

3. Lo que debería ser extraordinario se ha convertido en norma, y lo que debería ser norma se ha convertido en extraordinario Santo Tomás de Aquino (1225-1274)

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  • 3. Lo que debera ser extraordinario se ha convertido en norma, y lo que debera ser norma se ha convertido en extraordinario Santo Toms de Aquino (1225-1274) escribi a este respecto (III, q. 82, a. 3): La distribucin del Cuerpo de Cristo pertenece al sacerdote por tres razones. Primero, porque l consagra in persona Christi. En segundo lugar, porque el sacerdote es el intermediario establecido entre Dios y el pueblo, por lo cual, as como le pertenece ofrecer los dones del pueblo a Dios, tambin le pertenece a l dispensar al pueblo los dones consagrados. Tercero, porque en virtud de la reverencia debida a este sacramento, nada lo toca sino las cosas consagradas; por eso, para tocar este sacramento, se consagran el corporal y el cliz, as como las manos del sacerdote.
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  • El documento que autoriza la introduccin de ministros extraordinarios de la Eucarista es Immensae caritatis. Enumeracin de los casos, pero siempre y cuando: a) no haya sacerdote o dicono; b) stos se vean impedidos de administrar la Sagrada Comunin por motivo de otro ministerio pastoral, razones de salud o avanzada edad; c) el nmero de fieles por recibir la Sagrada Comunin sea tal que la celebracin de la Misa o la distribucin de la Eucarista fuera de la Misa pueda verse indebidamente prolongada. Immensae caritatis
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  • La Instruccin estipula que: Dado que estas facultades son concedidas slo por el bien espiritual de los fieles y para casos de genuina necesidad, se recuerda a los sacerdotes que no por esto ellos estn excusados de la tarea de distribuir la Eucarista a los fieles que legtimamente la piden, y especialmente darla a los enfermos. Por supuesto, el bien de las almas debe tener toda prioridad, de manera que si se presenta la alternativa entre alguien que muera sin recibir este sacramento o recibirlo de un laico, indudablemente esta ltima es la preferible Pero no hay comparacin entre estas circunstancias verdaderamente extraordinarias y la prctica, hoy demasiado comn en muchos pases, de encomendar a cientos de laicos en cada dicesis el desempeo de una tarea que, como lo ha destacado Juan Pablo II, debera ser normalmente un privilegio de los ordenados. Es difcil imaginar algn sacerdote, digamos, en los Estados Unidos, con tantas apremiantes obligaciones que no tenga tiempo de llevar la Santa Comunin a los enfermos.
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  • Vinculada con la introduccin de la Comunin bajo las dos especies en las misas de los domingos, esta explosin de ministros extraordinarios ha alcanzado proporciones de epidemia, lo cual ha sido posible, si bien no estrictamente autorizado, por Immensae caritatis.
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  • Muy pocos obispos prestan el mnimo acatamiento a la admonicin del papa Juan Pablo II en su carta Dominicae Coenae, del 24 de febrero de 1980: Tocar las sagradas especies y distribuirlas con sus propias manos es un privilegio de los ordenados. Cuando ministros ordinarios (obispos, sacerdotes o diconos) se encuentran presentes en la celebracin eucarstica, estn o no celebrando, en nmero suficiente, y no estn impedidos de hacerlo en virtud de otros ministerios, los ministros extraordinarios de la eucarista no estn autorizados para distribuir la comunin a s mismos o a los fieles. Dominicae Coenae
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  • En "Dominicae Coenae" el papa Juan Pablo II deplora estos casos: Hemos tomado conocimiento de casos de deplorable falta de respeto hacia las especies Eucarsticas, casos que son imputables no slo a los individuos culpables de tal conducta, sino tambin a los pastores de la Iglesia que no han sido suficientemente vigilantes respecto a la actitud de los fieles hacia la Eucarista. El Santo Padre concluy esta carta con su famoso pedido de perdn a los fieles por el escndalo y las perturbaciones a los que se han vistos sometidos respecto a la veneracin debida al Santsimo Sacramento: Y yo ruego al Seor Jess que en lo futuro podamos evitar en nuestra manera de conducirnos con este misterio sagrado todo lo que pueda debilitar o desorientar de cualquier modo el sentido de reverencia y amor que existe en nuestro pueblo fiel.
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  • El sentido de reverencia y amor del pueblo fiel por el Santsimo Sacramento se ver inevitablemente debilitado en cualquier dicesis donde el obispo, por conviccin o debilidad, haya permitido el uso de ministros extraordinarios de la Eucarista cuando no existen circunstancias extraordinarias, lo cierto es que tales circunstancias no existen en el noventa y nueve por ciento de las parroquias donde se emplean tales ministros. Estamos presenciando no simplemente una disminucin en el respeto por el Santsimo Sacramento all donde ese respecto existe todava sino una disminucin en el respeto y valoracin del carcter sagrado del sacerdocio, donde ese respeto y esa valoracin existen todava. Muy pocos jvenes catlicos consideran a sus sacerdotes como otro Cristo, alter Christi, un hombre que se diferencia no simplemente en grado sino en esencia del resto de los fieles, un hombre cuya misin primaria es entrar en el santuario y llevar a cabo los ritos sagrados que slo l puede realizar. Lo que debera ser extraordinario se ha convertido en norma, y lo que debera ser la norma se ha convertido en extraordinario. Tal es el estado del catolicismo en el rito romano en nuestros das.
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  • En Dominicae Coenae el papa Juan Pablo II recuerda a los catlicos que: No se debe olvidar el oficio primario de los sacerdotes, que han sido consagrados por su ordenacin para representar a Cristo Sacerdote: por esta razn sus manos, as como sus palabras y su voluntad, se han convertido en instrumentos directos de Cristo. A travs de este hecho, esto es, como ministros de la Sagrada Eucarista, ellos tienen una responsabilidad primaria por las Sagradas Especies, porque es una responsabilidad total. Ellos ofrecen el pan y el vino, ellos lo consagran, y luego distribuyen las sagradas especies a los participantes de la asamblea que desean recibirlas... Qu elocuente, en consecuencia, aun cuando no sea costumbre antigua, el rito de ungimiento de las manos en nuestra ordenacin Latina, como que para estas manos es necesaria precisamente una gracia especial y el poder del Espritu Santo!
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