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1 Los Cuervos están de luto HUGO ARGÜELLES Estrenada en el Teatro “Jorge Negrete”, el 22 de abril de 1960, con el siguiente: REPARTO Piedad Alicia Montoya Gelasio Fernando Fernández Cura Armando Velazco Mariana Carmen Montejo Mateo Eric del Castillo Doña Gude Nidia Pavón Tulita Lupelena Goyeneche Rutilo Luis Riebeling Rosaconcha Ivonne Don Acacio Rubén Calderón Doña Caro Guillermina Camacho Médico Julián Fernández Odilón Tirso Camacho Cuco Julián Fernández Doña Hortensia Lupe Carriles Don Orestes Alfredo Marín Rogaciano Juan Héctor López

4.2 Los Cuervos Estan de Luto

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    Los Cuervos estn de luto

    HUGO ARGELLES

    Estrenada en el Teatro Jorge Negrete, el 22 de abril de 1960, con el siguiente:

    REPARTO

    Piedad Alicia Montoya

    Gelasio Fernando Fernndez

    Cura Armando Velazco

    Mariana Carmen Montejo

    Mateo Eric del Castillo

    Doa Gude Nidia Pavn

    Tulita Lupelena Goyeneche

    Rutilo Luis Riebeling

    Rosaconcha Ivonne

    Don Acacio Rubn Caldern

    Doa Caro Guillermina Camacho

    Mdico Julin Fernndez

    Odiln Tirso Camacho

    Cuco Julin Fernndez

    Doa Hortensia Lupe Carriles

    Don Orestes Alfredo Marn

    Rogaciano Juan Hctor Lpez

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    Polonio Ricardo Vzquez

    Sabino Nstor Lpez

    Gumaro Jos Siurob

    Don Lacho N.N.

    LUGAR: Orizaba, Veracruz, en la parte oriente de la ciudad, cerca del campo, en sitios

    llamados callejones.

    EPOCA: Actual.

    ACCION: Se desarrolla de las once de la noche de un domingo, a las siete de la maana

    del da siguiente, en el mes de Octubre.

    DIRECCION: Virgilio Mariel.

    ESCENOGRAFIA: Jos Cava.

    REALIZACION TECNICA Y VESTURAIO: Antonio Lpez Mancera.

    ESCENOGRAFIA

    La sala, y una parte del corredor y el patio de una casa rstica. En la pequea

    porcin que corresponde al patio, estn colocadas algunas macetas y macetones, unas

    sobre el piso, otros sobre una especie de huacales que se utilizan como jardineras. Los

    macetones estn hechos con pedazos de loza, platos rotos y vidrios. En ellos, como en las

    macetas, hay plantas con flores. Colgada de un alambre hay una jaula con un cenzontle. Hay

    otras jaulas al fondo.

    En la sala, las paredes, estn pintadas de azul, y a manera de guardapolvo, hay una

    franja al temple, de color caf rojizo, que ocupa la tercera parte inferior. Estn descascaradas

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    y por varias partes se asoman ladrillos. En la pared del segundo trmino derecha, hay un

    retrato antiguo en color sepia, con marco negro. Es de una pareja. El hombre, maduro, con

    bigotes a lo Zapata. Ella dulce y gorda, an joven. El techo es de vigas y tejas. Algunas

    vigas que ya se han cado, fueron sustituidas por largas varas de madera, colocadas

    transversalmente para sostener mejor las tejas. Del centro del techo, cuelga por medio de un

    alambre el foco. El suelo es de ladrillos cuadrados.

    La entrada a la sala (en desnivel) est en primer trmino derecha. En un arco de

    material con una puerta de madera, pintada de caf, que comunica con el corredor y el patio.

    En primero y segundo trmino izquierda, puertas tambin pintadas de caf que comunican a

    las habitaciones. La puerta en primer trmino, corresponde al cuarto de don Lancho. La parte

    inferior est carcomida y con grandes grietas. En la parte superior y sobresaliendo de la

    pared, est empotrado otro arco de material. La puerta del segundo trmino corresponde a la

    habitacin de Enrique.

    Al fondo, centro: una ventana grande con rejas a la calle. Entre los barrotes se ve

    una considerable vegetacin. A lo largo de la ventana los postigos de madera pintados de

    caf, ambos de una pieza, estn y pertenecen todo el tiempo, abiertos.

    Los muebles, son de madera de ocote, con los asientos tejidos de palma. Un sof,

    una mesa, varias sillas.

    En segundo trmino derecha, una cmoda de madera blanca, barnizada. Encima de

    ella un florero de cristal, con flores de zempaschil y un quinqu apagado y bastante

    ahumado. Sobre la mesa, un tapete hecho a mano y encima de l un botelln de barro.

    Lados: los de actor.

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    PRIMER ACTO

    Antes de levantarse el teln, se escuchan algunas campanadas lejanas del reloj de la

    Parroquia.

    Piedad y Gelasio estn de pie. Ambos vestidos de luto.

    PIEDAD: Estn sonado las once. A ver... qu es eso?

    GELASIO: (Mostrndole una hoja).

    Este es el certificado. No tienes idea qu trabajo me cost sacrselo.

    PIEDAD: Cunto le pagaste?

    GELASIO: No quiso nada. Me dijo que hasta que deveras se muriera pap, me dira cunto.

    PIEDAD: Ah, cmo sers...! No ves que as querr cobrarte ms?

    Con eso de que ni nosotros sabemos cunto deje de herencia, a la hora de

    cobrar, todos van a querer encajarse

    GELASIO: Tal vez... Oye, he estado pensando y pensando en las consecuencias que nos

    puede traer esto.

    PIEDAD: Y las ventajas, no cuentan? Piensa tambin en ellas. A fin que a ms tardar, tu

    padre se morir hoy. Ya ves que ni puede respirar. Todo el tiempo con el

    ruido ese en la garganta. Y si se muere como espero en Dios esta

    noche, ya maana lunes podremos ir al solar. Todo est descuidado por

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    culpa de su maldita agona que no termina nunca!

    GELASIO: Pero es que... No, Piedad, no me parece bien que hagamos esto.

    PIEDAD: Y qu vamos a hacer entonces? Dejar que el maz y el frijol se pierdan con la

    lluvia? No proteger los naranjos, no cuidad las vacas y las gallinas, no

    recoger la hortaliza? Eso es lo que quieres, que mientras ms tiempo

    pase, ms se eche a perder todo? Qu nuestro trabajo de aos se

    malogre, porque tenemos que estar aqu, atados a esa cama, esperando

    que l se muera? (Seala hacia el cuarto que ocupa el enfermo) Es eso

    lo que quieres?

    GELASIO: Tenemos que atenderlo... l nos necesita. Tenemos que cuidarlo.

    PIEDAD: Y qu hemos hecho? Qu he hecho yo? Dios mo! Noches y noches, desde

    que cay enfermo, quedndome aqu, dndole su comida preparada por

    m, cambiar la ropa de su cama, lavar sus cochinadas. Si hasta he tenido

    que cambiarlo como si fuera un nio! No he cambiado todava al hijo que

    quisiera tener, y ya me he ensuciado las manos con las porqueras del

    viejo! No crees que ya est bien? Nos est perjudicando con esa agona

    que no termina nunca. Ya lleva dos das as: gargareando, como una

    tubera sin agua!

    GELASIO: Piedad, por favor... El no tiene la culpa.

    PIEDAD: Y la tenemos nosotros? Si casi nos ha dejado en la ruina con su enfermedad!

    A ver, dame ac ese papel. (Le quita bruscamente el certificado. Leyendo)

    Hummm... hummjumm... Est bien... es mejor que haya puesto la fecha de

    maana. Este doctor hace bien las cosas.

    GELASIO: Yo le dije que pusiera esa fecha.

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    PIEDAD: Ah! Pues hiciste bien, Gelasio, muy bien. (Pausa) Qu otra cosa tenemos que

    hacer?

    GELASIO: Me tena que dar lo de la pastura.

    PIEDAD: No te hablaba del solar ni de los animales, sino de lo nuestro. Ya tenemos el

    certificado de defuncin y el permiso del Sndico para velarlo, qu

    segua?

    GELASIO: Avisarle a mi hermano Mateo, y ya lo hice. Llegar dentro de un rato, porque o

    silbar el tren por el rumbo de Escamela, cuando vena yo por la Calle Real.

    PIEDAD: A lo mejor viene en el camin.

    GELASIO: No, acurdate que a Mariana no le gusta, porque se marea. Y con toda

    seguridad que se traen al nio, y les gusta viajar cmodos.

    PIEDAD: (Despreciativa)

    Viajar! Le llamas t viajar a venir de Sumidero para ac? No se hace ni diez

    minutos!

    GELASIO: Bueno... Lo que yo deca es que vendrn por vendrn por tren, y que no tardarn

    en estar aqu.

    PIEDAD: Bueno... A ver... Djame arreglar este tapete! Hazte para all, no me estorbes!

    Caramba!... Bueno, ahora, qu otra cosa hay que hacer?

    GELASIO: Acurdate de separar los palitos tiernos del limn, que quieres que siembre all.

    PIEDAD: (Reconvinindole secamente)

    Mira, Gelasio, t sabes lo que estoy diciendo, as que no me cambies de tema.

    Luego hablaremos de los palitos de limn y de lo que quieras, pero ahora

    vamos a terminar este asunto, entendido?

    GELASIO: Est bien.

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    PIEDAD: Anda y vete a la casa de nuestras amistades, y diles que esta noche es el

    velorio. Que los esperamos por ac.

    GELASIO: Pero...

    PIEDAD: (Enrgica)

    Conque les digas: tenemos a pap tendido, ellos vendrn!

    GELASIO: Est bien, ir a avisarles. Vas a preparar algo para los que vengan?

    PIEDAD: Ya lo tengo preparado: les voy a dar un caldito y unas presitas de pollo.

    GELASIO: Ponle piquete al caldo.

    PIEDAD: Ya lo s. No tienes que decirme cmo se reparte en los velorios.

    GELASIO: T sabes que los duelos con pan son menos.

    PIEDAD: Este, con pan o sin l.

    GELASIO: No seas as...

    PIEDAD: Anda ya, termina de irte!

    GELASIO: Ya voy... ya voy... (Sale).

    Piedad empieza a disponer la sala para el velorio, colocando las sillas alrededor de la pared.

    Por la ventana, se asoma el cura que va de paso.

    CURA: Buenas noches, hija.

    PIEDAD: Buenas las tenga usted, padrecito.

    CURA: Qu tal sigue don Lancho?

    PIEDAD: Casi muerto. Yo cero que maana es el entierro.

    CURA: Vaya por Dios, hija!

    PIEDAD: (Besndole la mano por entre los barrotes)

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    Pase usted, padrecito.

    CURA: No puedo ahora. Reclaman mis servicios en otra casa y este siervo de Dios

    apenas anda con el tiempo limitado. Pero de todas formas, no dejes de

    avisarme, si algo llegara a ocurrir. Aunque ya le traje los Santos Oleos a

    don Lancho, puedo ser til hasta el ltimo momento.

    En la ventana aparece Mateo y Mariana, ella cargando un nio de meses. l con maletas.

    Hablan simultneamente.

    MATEO: Buenas noches, padrecito.

    MARIANA: Muy buenas, padrecito.

    PIEDAD: Precisamente Gelasio me acaba de decir que no tardaran en llegar.

    MATEO: Buenas, Piedad.

    MARIANA: Qu tal, Piedad?

    CURA: Buenas se las d Dios, hijos mos. Vienen llegando ahora?

    MARIANA: (Bufando)

    Ufff, y cansadsimos! Este nio pesa que es una barbaridad. brenos la puerta,

    Piedad, que el salvaje del libre no nos quiso traer aqu; dizque porque

    todava no est pavimentado, y nos hemos tenido que venir caminando

    como diez cuadras...!Y yo no me acostumbro a estos tacones!

    PIEDAD: Con su permiso, padre. (Sale por Mariana y Mateo).

    CURA: Propio.

    PIEDAD: Entren de una vez. La puerta del zagun est abierta. Afuera hace tanto fro,

    que a lo mejor le hace mal al nio...

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    MARIANA: (Entrando)

    S, es cierto, hace mucho fro. Qu? Ha llovido mucho?

    MATEO: Acaba de entrar!

    Desaparecen de la ventana, para despus de entrar por la derecha. Besan la mano del cura

    al entrar.

    PIEDAD: Padrecito, no es que le quiera quitar su tiempo, pero si no est muy ocupado,

    quisiera que se tomara un caldito con nosotros, ahora que ya estn aqu

    Mateo y Mariana.

    CURA: Este... (Duda)... Yo... (Titubea)... No, hija, no puedo. Como te deca, tengo que ir

    antes a otra casa.

    PIEDAD: Bueno, como usted mande, padre. Es el caldo que tengo preparado para el

    velorio.

    MATEO: Velorio!... Pero...?

    PIEDAD: Ahora te explico. Bueno, padre, entonces si puede, despus nos acompaa. Yo

    se lo ofreca ahora, porque luego le voy a poner piquete.

    CURA: (Desolado)

    Pues s... pero no hija. Otra vez ser. Queden con Dios. (Sale caminando

    lentamente):

    PIEDAD: (A Mariana)

    Djame que te abrace! (Vindola) Qu bien ests, hasta has crecido desde que

    vives en Sumidero!

    MARIANA: No soy yo, son mis tacones. (Orgullosa) Te gustan?

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    PIEDAD: No.

    MARIANA: A m tampoco, no puedo caminar con ellos, pero me hacen bonita figura,

    verdad? Ni parece que ya soy madre.

    PIEDAD: Nunca tendrs el tipo... Pero, a ver el nio... Ay mira qu mono! No se parece

    en nada a Mateo.

    MATEO: (Molesto)

    Quiobo!

    PIEDAD: (Sin hacer caso)

    Prstamelo.

    MARIANA: S, tmalo. (Se lo da) Yo ya no puedo. Uff! (Se deja caer en una silla).

    MATEO: (Extraado)

    Cmo es que hay velorio? Es que pap... ya...?

    PIEDAD: Sintate, sintate...

    MATEO: Por favor, Piedad! Nosotros tratamos de venir cuanto antes, en seguida que

    recib el telegrama de Gelasio. Y en l no deca que pap hubiera muerto.

    PIEDAD: Y quin ha dicho que est muerto?

    MATEO: Pues no has dicho que esta noche es el velorio?

    PIEDAD: S, pero por eso; sintate, les tengo que explicar. Mientras voy a costar a este

    angelito en el sof (Lo hace).

    MATEO: Pero qu es lo que pasa aqu, Piedad?

    MARIANA: Ay, t, que rara te ests volviendo! Qu misterio te traes?

    PIEDAD: Ningn misterio! Lo que sucede es que el viejo... tu padre, don Lacho, ya lleva

    agonizando dos das; y Gelasio y yo llevamos dos meses cuidndolo. En

    ese tiempo hemos tenido que descuidar el solar... Y ya no se puede ms.

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    Maana es lunes, o sea: da en que se trabaja. Y entonces, como vimos

    tan acabado a don Lacho, pues decidimos consultar al doctor, y nos dijo

    que no tardara en morirse... esta misma noche. As que, para ganar un

    poco de tiempo... pues decidimos adelantar un poco todo. Al fin, es slo

    cuestin de unas horas. Y como maana hay que ir al trabajo porque los

    animales no pueden seguir abandonados, eso s que no pues, como les

    deca, adelantamos las cosas que se venan. Las de ceremonia ustedes

    saben el cumplimiento y todo eso...

    MARIANA: Quieres decir que vamos a velar a un vivo?

    PIEDAD: No, eso no, porque aqu a que lleguen los vecinos...

    MATEO: Los vecinos?

    PIEDAD: S, nuestros vecinos. Gelasio ha ido a avisarles del duelo.

    MARIANA: Pero si don Lacho no est muerto!

    PIEDAD: Pero lo estar, no te preocupes. Lo estar.

    MATEO: Cmo puede Gelasio hacerle esto a mi padre?

    PIEDAD: Por favor, Mateo. Comprndenos! Si seguimos as nos arruinamos. T sabes lo

    que cuesta cada da sin trabajar.

    MATEO: S lo s, pero eso no es motivo suficiente para adelantarle las horas fnebres a

    alguien que est todava vivo. Y ese alguien es mi padre!

    PIEDAD: Mira, Mateo, no te exaltes. Estas cosas ya se tienen que ver de otro modo.

    Gelasio y yo estuvimos dudando mucho, antes de decidirnos, pero

    pensamos y t vers que me dars la razn -: si se muere maana, no

    perdemos ms que el medio da, y luego podemos irnos a trabajar. Pero si

    sigue como hasta ahora, lo ms probable es que tengamos que perder

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    tambin el lunes completo, velarlo el martes y enterrarlo el mircoles, o sea

    tres das ms de estarnos desfalcando. As es que... pues hubo que

    adelantar todo.

    MATEO: Pero Enrique los ayuda en el solar!

    MARIANA: l podra seguir all y ustedes aqu.

    PIEDAD: Uy, Enrique...! Si ustedes supieran!

    MATEO: Yo s que lo tienen all trabajando como negro.

    PIEDAD: Ordenes de don Lacho! l fue quien lo sac de la escuela y lo mand al solar.

    l dijo que se le exigiera ms.

    MARIANA: Pobre Enrique...

    MATEO: Pero... no acabo de entender... Estn seguros que pap morir esta noche?

    PIEDAD: Lo dijo el doctor, trajo sus aparatos, hizo sus clculos y asegur que suceda

    hoy.

    MATEO: Los doctores!

    MARIANA: Ay, s t desconfales! Si vieras las que pas cuando naci este nio...

    MATEO: (Alterado)

    Cllate! Cllense las dos! No estamos para hablar de sandeces cuando mi

    padre se est muriendo!

    MARIANA: (Ofendida)

    Ah De modo qu sandeces eh? Fue una sandez que yo casi me muriera de

    la hemorragia que tuve? Esto te parece una sandez, eh?

    MATEO: (Tratando de contenerse)

    Por favor, Mariana, no empecemos a trasquiversar las cosas! (Gritando)

    Estoy hablando de mi padre!

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    MARIANA: (Gritando)

    No grites que despiertas al nio!

    MATEO: (Ms alto)

    No me levantes la voz! (Pausa) Puedo pasar a ver a mi padre?

    PIEDAD: (Indiferente)

    Si quieres...

    MARIANA: (Alarmada)

    Esprate, Mateo!

    MATEO: (Detenindose)

    Qu, quieres venir t tambin?

    MARIANA: No... Es Que yo deca... Debes tener cuido. A lo mejor lo de tu padre es algo

    contagioso, y ... piensa en el nio.

    MATEO: (Furioso)

    El nio! Gurdatelo en las naguas! No lo tocar!

    Mariana exhala un gemido y luego algo como llanto.

    PIEDAD: Vamos, no te pongas as... No quiso lastimarte. Fue un arranque de genio,

    verdad, Mateo?

    MATEO: (En el colmo de la bilis)

    Puedo pasar o no a ver a padre?

    PIEDAD: (Divertida)

    Puedes

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    En esos momentos entra Enrique con el cura.

    ENRIQUE: Por aqu, seor cura.

    CURA: S hijo. Ya conozco el camino, ms que el Padre Nuestro.

    MATEO: Enrique!

    ENRIQUE: Quibole, Mateo! (Se abrazan) Qu tal, Mariana? Cundo llegaron?

    MATEO: Hace un momento. Qu tal ests?

    ENRIQUE: Muy bien, mano, ya sabes que yo siempre... Slo que ahora, esto de pap...

    MATEO: S... cmo la ves?

    ENRIQUE: Ya no llega a la maana. Hace un rato ya ni le pude entender lo que deca.

    MATEO: Pidi algo?

    ENRIQUE: Me pareci entender que quera hablar con el seor cura, de algo muy

    importante.

    PIEDAD: Cmo vas a entenderle, si nada ms se le oye el garganteo ese?

    ENRIQUE: Te digo que lo entiendo! Por eso fui por el seor cura! No lo encontr en la

    iglesia, y ahorita que regresaba, lo vi.

    CURA: S, acababa de hablar con tu cuada.

    PIEDAD: Creo que siempre me dar el gusto de tomarse el caldito, verdad, padre?

    CURA: (Animado)

    S, hija, cmo no. Y antes de que le eches el piquete.

    PIEDAD: Ahorita se lo traigo.

    ENRIQUE: (Interviniendo rpido)

    No, primero va a ver a mi padre, verdad seor cura?

    CURA: Pues... s... s... Primero voy a ir a ver a don Lacho

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    ENRIQUE: Luego nos vemos. Pase usted, seor cura.

    Entran al cuarto de don Lacho.

    MATEO: Me gusta ver como se preocupa Enrique por mi pap.

    MARIANA: De sus hijos, ste es el que ms lo ha querido siempre.

    MATEO: Bueno, cada uno a su manera, pero reconozco que Enrique siempre ha sido muy

    apegado a pap.

    PIEDAD: Lo hace para sacarle al viejo lo que pueda.

    MATEO: Por qu no te cae bien Enrique?

    MARIANA: No pierdes oportunidad para echarle algo en contra! Pobre, no ha de estar bien

    amolado aqu con tu trato y la indiferencia de Gelasio, que como es el

    mayor de la familia, se cree intocable! Y luego ese comportamiento de don

    Lacho...! Tan duro con l de dos aos a la fecha. Realmente, pobre

    muchacho.

    PIEDAD: Pobre muchacho! Pobre muchacho! No se te ocurre decir otra cosa? Si

    ustedes tuvieran que soportarlo en su casa todo el tiempo, con sus

    mentecatas, con ese carcter orgulloso, rebelde...!

    MARIANA: Es que todava est muy joven... Y es tan mono!

    PIEDAD: Ya estoy cansada de decirle a Gelasio que le pegue. Que le exija como lo

    manda su padre! Pero no, Gelasio es blando de corazn y ah lo va

    dejando.

    MATEO: Yo creo que Enrique es un buen muchacho. Lo que pasa es que, como dice

    Mariana: est muy joven. Y me gusta que se preocupe as por pap. Ya

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    ves que hasta fue por el padrecito. Y para que l hable con los

    sacerdotes...! Bueno!

    MARIANA: Es rechistoso. Te fijas que no le dice padrecito? Le dice todo serio (imitndolo)

    seor cura (re) Qu chistoso!

    PIEDAD: Yo no le veo la gracia.

    MATEO: Bueno, yo no voy a ver a pap. Estoy pensando que despus de todo, creo que

    tienen razn t y Gelasio. Estas cosas se pueden ya ver con calma. Pap

    pasa de los setenta. No se va a morir a destiempo, como quien dice. (Entra

    al cuarto de don Lacho).

    MARIANA: Caray t, como eres! Tienes cada cosa!

    PIEDAD: Por qu dices eso?

    MARIANA: Crees que no me doy cuenta de que la idea esa de enterrar y velar cuanto

    antes al viejo, es tuya?

    PIEDAD: Bueno, pues si te das cuenta, para qu criticas?

    MARIANA: Ya ni la... amuelas, Piedad. Qu ms te daba esperar otro poco?

    PIEDAD: Claro! T dices eso porque no sabes lo que es tener que trabajar, desde las

    seis de la maana hasta las ocho de la noche, en un solar en que todo

    tienes que cuidarlo al da y bien y bonito...

    MARIANA: Oh, ya vas a empezar! Ya s todo lo que hay que hacer! Yo hago lo mismo.

    PIEDAD: Qu vas a saber, si te la pasas pegada al nio todo el tiempo!

    MARIANA: Mira qu bonito se ve durmiendo! (Va a tapar al nio)

    PIEDAD: (Quitndole bruscamente la mano con que iba a tapar al nio)

    Lo tapo yo!

    MARIANA: Ay, t! qu de veras ya lleva dos das agonizando?

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    PIEDAD: Ya ms tambin! Si ya le tenemos comprada la caja desde antier!

    MARIANA: Y de seguro que ya se las has de haber puesto en el cuarto, a ver si se anima

    vindola...

    PIEDAD: Pues s, que quieres. No haba dnde dejarla y se la puse en el rincn.

    MARIANA: De al tiro que a ti se te pasa la mano a veces!

    PIEDAD: Pero no creas que la puede ver.

    MARIANA: Pues qu ya no reconoce?

    PIEDAD: No es por eso. La caja est en un rincn, como te digo, pero aunque se la

    pusiera enfrente, seria igual. Todo el tiempo est mirando al techo.

    MARIANA: Estar buscando goteras! (Re) Te acuerdas? Siempre estaba trepado en el

    techo, arreglando las tejas, para quitar goteras, segn l.

    PIEDAD: Se suba al techo para tirarle de piedrazos a los chamacos, porque segn l, se

    metan al traspatio para robarse las guayabas y las granadas!

    MARIANA: S, de plano, que siempre fue re-egoista.

    PIEDAD: Viejo mndrigo! Y luego tan exigente pa cobrar! A mi pobre madre que Dios

    tenga en su Gloria la hizo ver su suerte. Como a veces le peda unos

    dineritos prestados, se los daba con un inters re-subido. Y eso s, apenas

    se llegaba el vencimiento de la letra, ah estaba ya cobrando pero si al

    segundo. (Truena los dedos) Noms me acuerdo de aquel ropero que se

    llev de mi casa y que vala veinte veces ms de lo que mi mamacita le

    deba.

    MARIANA: Es un viejo de lo peor!... Yo ya no me aguanto el coraje que le tengo acumulado

    ende aos, al muy prpero.

    PIEDAD: Y por qu no querr darle permiso a Mateo de que se case contigo? Lo tiene

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    amenazado con desheredarlo, si lo hace.

    MARIANA: Yo qu s!...Es tan terco como un mulo el infeliz vejete!

    PIEDAD: (Sibilina)

    De veras no sabes?

    MARIANA: (Sin comprender)

    Pues, tal vez sea por aquellas habladuras que corrieron, cuando me operaron

    del apndice, y que decan que la verdad era que yo me haba hecho

    sacar un nio.

    PIEDAD: Y de veras, de veras, Mariana, no fue cierto?

    MARIANA: Ah cmo eres, Piedad! (Muy digna) Pura envidia porque yo tena muy buen

    cuerpo y me amarr a Mateo, que lo buscaban muchas! A poco t

    tambin lo creiste?

    PIEDAD: No, mujer, no... Pero aqu entre nos... Anda, cuntame!

    MARIANA: Ningn cuntame, que no hay nada que contar! Eso lo inventaron las malas

    lenguas de las viejas cuzcas. Yo slo me entregu a Mateo y eso, porque

    vi que si lo quera, no lo poda tener de otro modo. Ya ves que por eso,

    hasta tuvimos que irnos a vivir a Sumidero.

    PIEDAD: (Trgica)

    El viejo no te lo perdonar nunca.

    MARIANA: Pa lo que me importa! Al cabo ya se va a morir!

    PIEDAD: (Tenebrosa)

    Qu piensas hacer t cuando se muera?

    MARIANA: (Firme)

    Ante todo, casarme Ya Mateo no tendr por qu negarse. El muerto al hoyo y el

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    vivo...

    PIEDAD: A casarse contigo. Qu vivo!, verdad?

    MARIANA: Pues s, tenemos que legitimar nuestra unin... Ya tenemos un nio y yo quiero

    que mi hijo sepa que sus padres se casaron por las tres leyes, como debe

    ser.

    PIEDAD: (Molesta)

    Pues reza para que se te cumpla tu deseo.

    MARIANA: Oye, no me creas tu igual! Yo no pedira que se muriera el carcamn. Ya le falta

    poco...

    PIEDAD: (Fatalista)

    Me imagino que ahorita Mateo lo estar oyendo decir. (Imita al viejo) No te

    casas con esa mientras yo viva. No te casa mientras yo viva. Igual que

    siempre igualitito que hace dos aos.

    MARIANA: (Despectiva)

    Pues que lo siga diciendo hasta que reviente! Mateo se ha de casar conmigo.

    Ya me prometi que noms que se estire el viejo, manda a hacer las

    amonestaciones.

    GELASIO: (Entrando por la derecha)

    Ya avis a los vecinos, Piedad. No creo que tarden en llegar.

    PIEDAD: Les dijiste a todos?

    GELASIO: Creo que s... A ver, djame recordar... Le dije a doa Gude, a doa Tula, a...

    PIEDAD: No saludas a Mariana, o no la habas visto?

    GELASIO: Cmo ests Mariana?

    MARIANA: Bien, gracias.

  • 20

    PIEDAD: Mira qu bonito est su nio.

    GELASIO: Pues... (Sin ver al nio en sus pensamientos - ) Creo que s... Si le avis a

    todos.

    PIEDAD: Entonces voy a ir sacando las tazas.

    MARIANA: Te puedo ayudar, Piedad?

    PIEDAD: S, chame una manita. Tengo que ir curando el caldo.

    MARIANA: Te acompao, y por ah me prestas unas chanclas. (Salen por la derecha)

    Gelasio se acerca al nio dormido. Lo ve. En su rostro aparece una sonrisa y despus una

    gran expresin de ternura. Est en ello, casi dispuesto a hacer una caricia, cuando se abre

    la puerta y sale Mateo.

    MATEO: (Saliendo del cuarto)

    Gelasio!

    GELASIO: (Yendo a su encuentro)

    Mateo! Qu tal ests, hermano?

    MATEO: Pues ya sabes, pasndola, como de costumbre.

    GELASIO: Ya sabes lo de pap?

    MATEO: Lo del velorio, o de que apenas se est muriendo?

    GELASIO: Ya te lo dijo Piedad?

    MATEO: S, ya... (Ponindole la mano en el hombro) Vamos, Gelasio, no te apenes, creo

    que ella tiene razn. Despus de todo, ustedes estn arruinndose.

    GELASIO: T sabes, ella... T la conoces cmo es de prctica.

    MATEO: Y de dominante. S, Gelasio, la conozco.

  • 21

    GELASIO: Es que est agriada con eso de no tener hijos.

    MATEO: Pues la verdad, yo creo que se le ahogan en la bilis que siempre trae dentro.

    GELASIO: No seas as, ella no tiene la culpa.

    MATEO: Que no la ha de tener, si todo el tiempo anda de mal humor y gritando...! No

    deja nada para el amor.

    GELASIO: Es que trabaja mucho. Gracias a ella todava comemos, porque lo que es el

    solar, ya se lo andaba cargando el diablo. Si no es por Piedad...

    MATEO: Es que de diablo a diablo, ella sali ganando.

    GELASIO: Pues lo que sea... pero es re-buena para el trabajo.

    MATEO: Cuando te casaste con ella, pens que habas hecho la mayor brutalidad de tu

    vida... pero no, creo que hasta hiciste bien. Ella es la clase de mujer que te

    hace falta.

    GELASIO: Pues s. Ya ves que es muy emprendedora.

    MATEO: Pues ya era tiempo que se preocupara por tener hijos.

    GELASIO: Ganas no nos faltan! No creas...

    MATEO: (Se da cuenta de que lo hiri)

    Pues aprense, porque ya Piedad se va pasando de aos y...

    GELASIO: Con casi cuarenta, una mujer puede tener hijos todava. Ya ves mam, que a

    esa edad tuvo a Enrique...

    MATEO: Pero mam era alegre y Piedad es amarga.

    GELASIO: S, es cierto. Mam siempre estaba riendo o cantando.

    MATEO: Bueno, pues ojal y un da se les haga tener un escuinclote grande, como el

    pap. (Lo palmea en el hombro).

    GELASIO: Ojal.

  • 22

    Enrique: (Saliendo del cuarto)

    Quiere confesarse...

    GELASIO: Otra vez?

    ENRIQUE: S, por eso fui por el seor cura.

    GELASIO: Que raro! Ya hasta lo haba santoleado el padrecito.

    ENRIQUE: Creo que es algo muy importante para l.

    GELASIO: Vnganse aqu. (Hasta la mesa) estaremos ms cmodos.

    MATEO: Tienes un cigarro, Gelasio?

    GELASIO: No, ya sabes que ya no fumo, para ahorrar.

    ENRIQUE: Quieres de los mos?

    MATEO: Ah! Pero es que t ya fumas?

    ENRIQUE: (Despus de dar lumbre y prender el suyo)

    Cuando aquella vez: en el ro de los Totolitos.

    MATEO: Y desde entonces fumas?

    ENRIQUE: S.

    GELASIO: (Reconvinindole sin mucha autoridad)

    Y es as como quemas el dinero que te da pap?

    ENRIQUE: Bueno, muy a mi gusto, no?

    MATEO: Ya no piensas regresar a la escuela, Enrique?

    ENRIQUE: Mi pap ya no quiso que terminara la Secundaria.

    GELASIO: (Molesto)

    Si iba de pinta todos los das!

    ENRIQUE: No me iba de pinta!

    GELASIO: Eso dijo el maestro!

  • 23

    ENRIQUE: S, eso dijo, pero no es cierto! Me iba hasta que terminaban las clases de la

    tarde. Y no de pinta, sino que me gustaba subirme al cerro del Borrego,

    porque se puede estar solo y pensar en todo lo que se ve desde arriba.

    MATEO: No te gust la escuela tampoco, verdad? Pobre pap, a todos nos trat de

    educar, pero de plano no servimos para eso. A nosotros que nos den el

    campo, los animales, aire libre, sol. Nada de encierros y escuelas!

    Verdad, Enrique? (Lo palmea).

    ENRIQUE: No creas que es por payasear, pero yo si quisiera seguir estudiando.

    MATEO: No, hombre!

    GELASIO: (Molesto)

    Ahora vas a salir con eso!

    ENRIQUE: Yo quiero ser algo mejor que todo esto!

    MATEO: Qu piensas ser?

    ENRIQUE: Mira, Mateo, palabra de honor, que no es por andarme haciendo esto ni lo otro,

    pero yo quisiera salir de aqu.

    GELASIO: Eso siempre lo has dicho, pero con eso no nos vas a convencer.

    ENRIQUE: No importa si t, Gelasio, lo crees o no, pero yo he de salir de aqu. Ya ver

    cmo. El seor cura me ha prometido que me ayudar, y hasta me a

    ofrecido que podra estar en la casa de unos parientes suyos que tiene en

    Mxico. El sabe que yo quiero irme a vivir all y estudiar una carrera.

    MATEO: Qu carrera?

    ENRIQUE: Lo he pensado y vuelvo a pensar un montn de veces, y estoy seguro que la

    que ms me gusta, es la de ingeniero agrnomo.

    GELASIO: Y eso qu es?

  • 24

    ENRIQUE: Un ingeniero del campo, alguien que sabe lo que hay que sembrar en cada

    regin para que produzca ms, para que el agua corra donde hay, para

    que las gentes puedan tener seguras sus cosechas, para... Bueno, para

    un montn de cosas as!.

    MATEO: Todo eso?

    ENRIQUE: (Entusiasmado)

    Y ms, mucho ms! Mira, Mateo, yo s que t si me entiendes, que ya sabes

    que no estoy hablando noms pa convencerlos. T sabes que siempre me

    ha gustado andar entre las siembras y observar el crecimiento de las

    plantas. Acurdate que t y yo nos ponamos a construir pozos y puentes,

    para que la hortaliza de pap tuviera agua, y yo inventaba la forma de

    hacerlo, y en fin, todo eso me gusta. Y acurdate que desde chamaco te

    haca un montn de preguntas que nadie me supo contestar. Bueno, pues

    todo eso de la tierra, lo puedo aprender en esa carrera. Me crees,

    verdad?

    MATEO: S... te creo.

    ENRIQUE: (Feliz)

    Y no me importa que sean cinco aos de estudio!

    GELASIO: (Asombrado y molesto)

    Cinco aos! Es mucho...

    ENRIQUE: Dos que me faltan de Prepa y tres de la carrera.

    MATEO: Pues ests frito! Cundo crees que vas a acabar?

    ENRIQUE: Tengo diecinueve aos, as es que a los veinticuatro, ya me habr recibido.

    GELASIO: (A Mateo)

  • 25

    Ya deja de hacerle caso. No ves que est hablando de imposibles? Con qu

    dinero se le van a costear esos estudios?

    ENRIQUE: Por eso quiero hablar contigo, Mateo. Ya el seor cura sabe que quiero estudiar

    y va a ayudarme. Te digo que hasta me va a conseguir que viva con esos

    parientes suyos...

    MATEO: Sabes, Gelasio? Vindolo bien, puede que no sean imposibles.

    ENRIQUE: Ya ves! T si me crees! Mira, yo te prometo que estudiar con ganas, esas no

    me faltan, pero es que...

    MATEO: Qu?

    ENRIQUE: Caray! Si no fuera porque pap ya no quiso que siguiera estudiando!

    MATEO: (A Gelasio)

    T sabes que l noms ordena. No dice por qu.

    ENRIQUE: Pues sabes, Mateo...

    MATEO: Qu quieres, Enrique?

    En eso llora el nio y Mateo se apresura a calmarlo. Lo toma torpemente en sus brazos y le

    da palmaditas. Enrique lo ve, comprende que no puede seguir con lo que le interesa.

    ENRIQUE: Olvdalo. La verdad... Yo no s si an no tengo edad legal para recibir el dinero,

    es decir, el que me tocar en la herencia. Pero t sabes, que es seguro,

    todo queda entre hermanos, y de plano! Pues yo te lo pido a ti porque te

    tengo ms confianza... Quiero que me prestes algo para poder irme a

    Mxico.

    GELASIO: Qu ests diciendo?

  • 26

    ENRIQUE: La verdad, quiero irme para all. Llegando, yo vera en qu me pondra a

    trabajar para pagarme los estudios, pero necesito que me prestes algo

    para el viaje y unos das, en lo que me acomodo. Puedes, Mateo?

    GELASIO: (Regaando temerosamente)

    T te quedas aqu trabajando con nosotros en el solar! Y a ver cmo le haces

    para acostumbrarte porque esta es la voluntad de pap

    ENRIQUE: Me quedo... Me quedaba! Ser muy la voluntad de pap, pero en cuanto

    pueda, me largo para Mxico!

    GELASIO: (Alto)

    Ya lo veremos!

    ENRIQUE: (Ms alto)

    Ya vers que s!

    MARIANA: (Entrando)

    Ora, no griten que despiertan a mi hijo! (Lo toma de brazos de Mateo).

    GELASIO: (Explicando molesto)

    Este mocoso que est muy alzadito!...

    ENRIQUE: Y qu queras? Qu estuviera todo azorrillado como te tiene a ti tu mujer?

    GELASIO: (Ya enojado)

    Te callas o te rompo la boca! (Se lanza sobre Enrique).

    ENRIQUE: (Arrojando violentamente el cigarro)

    Primero vamos a ver cmo salimos!

    MARIANA: (Gritando)

    Ay, Mateo, detnlos, que se van a agarrar!

  • 27

    Mateo ha quedado entre Enrique y Gelasio, detenindolos, Mariana ve aquello un poco

    asustada. Piedad entra con unas tazas en las manos, y dominando todas las voces, grita.

    PIEDAD: Qu pasa?

    Se abre la puerta y aparece el cura.

    CURA: Solemne)

    Hijos mos, vuestro padre, don Lacho...

    TODOS: Qu?

    CURA: Quiere hablaros de algo muy importante y doloroso. Pasad.

    Los tres se dirigen al cuarto de don Lacho en orden de edades. El cura detrs de ellos.

    PIEDAD: (Vindolos entrar)

    Y ahora, t?

    MARIANA: Crees que...?

    PIDEDAD: Qu querr decirles?

    MARIANA: Oye, qu tal si nos asomamos a ver? Dejaron la puerta abierta.

    PIEDAD: No, eso no. Se enojaran.

    MARIANA: Y qu le hace...?

    PIEDAD: Acurdate que Mateo es muy volado de genio. A lo mejor te pega...

    MARIANA: (Se lleva una mano a la mejilla)

    Pues a lo mejor... Bueno, no nos asomamos, pero... Qu tal si procuramos or

  • 28

    algo? No se te hizo eso muy misterioso?

    PIEDAD: T siempre ves misterios en todo.

    MARIANA: Es que yo tengo imaginacin. Qu dices? Pegamos el odo a la puerta?

    PIEDAD: Pues...

    MARIANA: ndale, ndale, no lo pienses mucho!

    PIEDAD: Bueno... No hagas ruido. Trae ac esas tazas.

    MARIANA: Habla ms quedito.

    PIEDAD: Y cllate!

    Avanzan sigilosamente hacia la puerta y Mariana aplica el odo.

    MARIANA: No oigo bien... Parece que el viejo est desgarrando.

    PIEDAD: Se la pasa as todo el tiempo. (Le da un jaln para quitarla)

    MARIANA: Esprate... Esprate... (Pausa).

    PIEDAD: Djame a m! (Trata de retirarla).

    MARIANA: Tate sosiega! No entiendo nada de lo que dice!

    PIEDAD: Hazte pa un lado! (La jala)

    MARIANA: Hora, no jales!

    Jalonendose, llegan al centro de la escena. Se dan cuenta que estn haciendo mucho

    ruido y de inmediato, simultneamente se llevan un dedo a la boca.

    PIEDAD: (A Mariana)

    Shss!

  • 29

    Despus regresan sigilosamente a la puerta del cuarto del viejo.

    PIEDAD: Yo puedo entenderlo. Ya estoy acostumbrada a su voz de cao.

    MARIANA: Esprate... Esprate... (Pausa).

    De pronto se oyen unas fuertes toses en la habitacin: Dos o tres, desesperadas, gangosas,

    como si fueran vmitos. Y la voz de Enrique.

    VOZ: Pap, clmese, pap...

    PIEDAD: Qu pasa ahora?

    MARIANA: Ha dejado de toser.

    PIEDAD: Ya lo s! Pero, qu oyes?

    MARIANA: Esprate... S... s... Esprate...

    PIEDAD: Qu? Qu?

    MARIANA: (Despus de una pausa).

    Todava nada.

    PIEDAD: Eres una intil! Djame a mi! (La quita)

    MARIANA: ndale, pero me dices lo que oigas...

    PIEDAD: Cllate! (Pausa) Ya ves, si se oye. Me hubieras dejado antes.

    MARIANA: Qu dice?

    PIEDAD: Que acaba de arreglar con Dios todas sus cuentas.

    MARIANA: Pobre Dios, hasta con l la traa!

    PIEDAD: No seas idiota!

  • 30

    MARIANA: Qu ms? (Pausa).

    PIEDAD: (Hablando con las palabras de don Lacho)

    Ahora...

    MARIANA: Qu?

    PIEDAD: (Imitando)

    Ahora... hijos mos... Esta vida es tan difcil...

    MARIANA: Se nota. Que trabajo le cuesta dejarla!

    PIERDAD: Me vas a dejar or? (Pausa) Ya me hiciste perder algo bueno!

    MARIANA: Qu dice?

    PIEDAD: No es una fortuna... pero lo que ... he logrado reunir...

    MARIANA: A ver! Fjate bien! Est hablando de la herencia!

    Se oye la voz cortada de Enrique.

    VOZ: Pap, quin piensa ahora en el dinero?

    Nuevo acceso de tos del viejo. Pausa.

    PIEDAD: Lo que oirn de mis propios labios... es penoso y cruel...

    MARIANA: (Tronndose los dedos)

    Hijole!

    PIEDAD: Quiero agua

    MARIANA: Orita no, esprate...

    PIEDAD: Es el viejo el que la pide, babosa!

  • 31

    MARIANA: Pon atencin a lo que dice!

    Se oyen unos pasos adentro. Piedad se retira presurosa.

    PIEDAD: Aguas, aguas! Alguien viene!

    Corren de puntas hacia el centro de la habitacin y fingen ocuparse en el arreglo de la

    mesas y las tazas. La puerta se abre y aparece el cura.

    PIEDAD: Cmo est el enfermo, padre?

    CURA: Mal, hija, mal. Sea por Dios! Yo he querido salir un momento porque las cosas

    que tiene que decir a sus hijos, es mejor que se las diga a solas... Mi

    presencia poco ayudara en una situacin as.

    MARIANA: Pues qu pasa, padrecito?

    CURA: Eso no te lo puedo decir, hija. Son secretos de la confesin.

    PIEDAD: Algo grave, padre?

    CURA: Segn como se mire. (Pausa) Hija. No tenas un poco de caldito por ah?

    PIEDAD: S, padre, cmo no. Con todo gusto.

    CURA: Sabes, yo deca, porque como antes me lo ofreciste. Y es tan noche. Ms de las

    doce... y an no he tomado mi chocolatito.

    MARIANA: Qu va a querer, padre, caldo o chocolate?

    PIEDAD: No seas irrespetuosa, Mariana!

    MARIANA: Por qu?

    PIEDAD: Le ests diciendo gorrn al padre!

  • 32

    MARIANA: Usted perdone, padrecito, no le quise ofender.

    CURA: S, hijita, ya lo s. (Bajo) Con la intencin basta...

    PIEDAD: Slo que... Pues ya le puse piquete al caldo, padrecito.

    CURA: Ah caramba! Qu mal est eso!

    MARIANA: Por qu no lo prueba as? Se tonifica ms!

    CURA: Pues... S... s. Es cierto. Puede que tengas razn, hija.

    PIEDAD (En amable)

    Mariana, hazme el favor de traerle al padrecito una tacita de caldo.

    MARIANA: (Molesta, no queriendo irse, responde entre dientes)

    S, Piedad, cmo no. No faltaba ms (Sale).

    En el cuarto se oye una tos, an ms fuerte.

    Piedad: Padrecito usted sabe lo que don Lacho tiene que decir a sus hijos?

    CURA: S, hija. Te repito que son secretos de la confesin. Aunque en este caso

    particular, don Lacho ha relegado en mi la facultad de revelarlos, si por un

    consejo de familia, se tuviera que dilucidar la cuestin.

    PIEDAD: (Rpida)

    Qu cuestin?

    CURA: Si se llega el caso espero en Dios que no _ lo sabrs, hija.

    PIEDAD: Es algo que...? Ah! Es eso que cuando yo le pregunt si pasaba algo grave,

    usted dijo que segn como se mirara?

    CURA: Hija, la curiosidad es uno de los pecados veniales.

    PIEDAD: Padre... Usted, claro, sin comprometerse... No podra indicarme algo? Es

  • 33

    decir... darme a entender lo que don Lacho...

    Se abre la puerta y aparecen los tres hijos. Sus rostros estn abatidos. Piedad, vindolos, va

    y abraza a su esposo. Mariana, que entra en esos momentos con la taza de caldo, viendo la

    situacin, deja la taza en la mesa y corre hacia Mateo, ya fingiendo llanto y lo abraza. El

    cura ve la taza de caldo en la mesa, y va hacia ella. Enrique sin que nadie le haga caso, va

    hacia el cura y lo toma del brazo.

    ENRIQUE: Muchas gracias por todo, seor cura.

    CURA: (Desolado, viendo la taza)

    De nada, hijo, de nada... (Quiere tomarla).

    ENRIQUE: Lo acompaar, seor cura.

    CURA: (Desolado)

    Gracias, hijo... muchas gracias. Y todos ustedes ya saben: resignacin (Viendo

    la taza del caldo) Mucha resignacin... (Sale con Enrique).

    MATEO: Creo que ser mejor que te lleves al nio a acostar, Mariana, esta pieza es muy

    fra.

    PIEDAD: Y ya no tarda en venir la gente.

    GELASIO: Pues pap todava no se muere.

    MARIANA Y PIEDAD:

    No?

    GELASIO Y MATEO:

    No!

    MARIANA: Vaya que sea! Pues s que le tiene apego a la vida tu padre! En fin, veremos

  • 34

    qu horas se decide. Bueno, a dnde acuesto al nio, Piedad?

    PIEDAD: Ponlo en mi cama, pero antes cmbiale los paales por si acaso... Supongo que

    como ustedes slo van a pasar aqu la noche y se irn maana despus

    del entierro, no les arregl ningn cuarto.

    MATEO: No te preocupes por nosotros: Nos vamos maana, y si pap no se ha muerto

    todava, nos vamos a un hotel.

    MARIANA: A qu hora ser el entierro?

    PIEDAD: Est arreglado para las ocho de la maana.

    MATEO: Y si pap no se ha muerto an? Me parece muy temprano!

    PIEDAD: Te parece muy temprano? Gelasio y yo deberamos estar en el solar a las

    seis!

    GELASIO: Hay que darles de comer a las vacas a esa hora.

    MATEO: Vamos, Mariana, carga al nio. Te trajiste su leche?

    MARIANA: Claro que se la traje! O qu? T crees que se la iba a gorrear a Piedad?

    (Toma al nio).

    PIEDAD: No faltara ms, Mariana.

    MARIANA: Por eso, como ya s que tienes muy poca... te alcanzara menos. Mateo, trete

    las cosas del nio.

    MATEO: S, con permiso. (Sale por la segunda puerta de la izquierda tras de Mariana).

    PIEDAD: (Se cerciora de que se han ido y pregunta a Gelasio)

    Qu ha pasado Gelasio? Por qu esa cara?

    GELASIO: Pap nos llam para decirnos... para decirnos algo muy penoso y desagradable

    para nosotros.

    PIEDAD: Se relaciona con la herencia?

  • 35

    GELASIO: En cierto modo.

    PIEDAD: Qu quieres decir? Qu ha pasado? Habla hombre, que me tienes en

    ascuas!

    Afuera, en la puerta del zagun se oyen unos fuertes aldabonazos.

    GELASIO: Pues resulta que... Ay Piedad, qu molesto es todo lo que dijo!

    PIEDAD: Habla! Cuenta! Anda!

    GELASIO: Pues vers, con muchos trabajos y medio ahogndose, pudo al fin hablar, y...

    (Afuera se oye otro golpe en el zagun) Bueno, primero nos dijo que no

    nos afligiramos porque se iba a morir. Luego se ro, t crees? Luego dijo

    que morirse es tan natural como nacer.

    PIEDAD: Acaba de una vez! Ve al grano!

    GELASIO: Espera... Nos habl del dinero que tena juntado y del solar de ac y del que

    tiene en Sumidero, y...

    PIEDAD: Total! Cunto?

    GELASIO: Creo que ms de treinta mil pesos en efectivo y las propiedades. (Afuera, otro

    golpe ya ms fuerte)

    PIEDAD: Qu ms, qu ms? Sigue!

    GELASIO: Pues luego dijo... (Transicin) No vas a abrir, o quieres que yo vaya?

    PIEDAD: Con una...! Acaba de contar!

    GELASIO: Pues luego dijo... Y esto es lo ms duro, que... que...

    PIEDAD: (Exasperada)

    Qu hombre, qu?

  • 36

    GELASIO: Que uno de nosotros no era su hijo suyo...

    PIEDAD: (Despus de una pausa)

    Qu cosa! (Afuera se oyen un toquido tremendo).

    GELASIO: (Molesto, queriendo ir a abrir, teniendo que informar y sintindose

    verdaderamente triste)

    Esto es lo duro. Nos pregunt si queramos saber quin era y entonces, si lo

    deca, ese no tendra derecho a la herencia.

    PIEDAD: Y ustedes qu hicieron? (Pausa. Enseguida, rpida) Quin es el que no tiene

    derecho a la herencia?

    GELASIO: No lo s.

    PIEDAD: No sabes? Entonces? (Afuera, otro golpe ms, dado con positiva

    desesperacin).

    MATEO: (Saliendo muy molesto del segundo cuarto de izquierda)

    Qu pasa, Gelasio? Por qu no van a abrir?

    GELASIO: Este... Orita voy, Mateo.

    MATEO: (Despus de ver a Piedad, recelando algo)

    Deja, voy yo!

    PIEDAD: (Rpida)

    ndale, Gelasio, ve a abrir! (Sale Gelasio)

    MATEO: Por qu tardaste tanto en mandarlo abrir?

    PIEDAD: Es que estbamos ocupados.

    MATEO: (Recalcando)

    Te estaba diciendo algo que t no supieras?

    PIEDAD: (Indiferente)

  • 37

    No, simplemente que no habamos odo.

    MATEO: No? Pues tocaron varias veces, y fuerte.

    MARIANA: (Entrando)

    Ya despertaron a mi hijo con estos toquidazos!

    GELASIO: (Entra cargando una corona mortuoria de regular tamao)

    La mandan los Mndez (entregndosela a Piedad) Es para ti, Piedad.

    PIEDAD: (indignada)

    Ser pa el viejo!

    TELON

  • 38

    ACTO SEGUNDO

    Los Cuatro estn en las mismas posiciones en que quedaron al bajar el teln del primero.

    Piedad coloca la corona junto a la puerta del cuarto del viejo.

    MARIANA: Ven al cuarto, Mateo; tenemos que terminar de acostar al nio.

    PIEDAD: Qu, lo dejaron en el aire?

    MARIANA: Vamos Mateo. (Mira a Piedad y a Gelasio. Piedad le devuelve la mirada. Sale).

    Mateo ve a Gelasio y sale tras de Mariana.

    PIEDAD: Ya la Mariana entr en sospechas: Se le ve enseguida.

    GELASIO: Por favor, Piedad, no empieces.

    PIEDAD: Cmo que no empieces si todava no acabamos! Me vas a decir todo y de una

    vez. Antes de que empiece a llegar gente.

    GELASIO: Pues ya te dije lo principal.

    PIEDAD: Falta (Pausa) As es que uno no es su hijo, y no se sabe quin es?

    GELASIO: S.

    PIEDAD: Ah, s?

    GELASIO: Digo que s, que no se sabe.

  • 39

    PIEDAD: Ah, vaya! Bueno. Y ese no tendra derecho a la herencia, no?

    GELASIO: S.

    PIEDAD: Cmo s?

    GELASIO: Qu s, que ese no tendra derecho.

    PIEDAD: Y no saben quin es?

    GELASIO: No, ninguno de nosotros lo sabe.

    PIEDAD: Cmo! Y por qu?

    GELASIO: Porque preferimos no saberlo.

    PIEDAD: Habrase visto!

    GELASIO: Es que... no entenderas por qu.

    PIEDAD: Ah, s! Y por qu, si puede saberse?

    GELASIO: Piedad, es que no comprendes? Pap estaba murindose...

    PIEDAD: Pero no se muri.

    GELASIO: Pero de todas formas. El sufra mucho...

    PIEDAD: Sufra? No lo creo...

    GELASIO: Pues s, cada vez tosa ms.

    PIEDAD: Ah, vaya! Esa clase de sufrimiento!

    GELASIO: Y Enrique fue el primero que dijo eso.

    PIEDAD: Qu dijo qu?

    GELASIO: Que no queramos saber quin era el que no tena derecho a la herencia. El que

    no era su hijo.

    PIEDAD: Aj. No me extraa nada que haya sido Enrique. Pero ustedes, qu hicieron?

    GELASIO: Mateo dijo lo mismo, y yo... Pues qu queras que hiciera?

    PIEDAD: S, claro. Pobrecito de ti, tan obediente.

  • 40

    GELASIO: Entonces pap, viendo que los tres estbamos de acuerdo, nos dio las gracias.

    Nos dijo que estaba orgulloso de nosotros y que... que no debiramos

    pensar mal de nuestra madre.

    PIEDAD: S, porque l ya se haba encargado de hacerlo todo este tiempo.

    GELASIO: Y luego dijo que si cada uno, daba la parte que le corresponda de la herencia, a

    favor de los otros dos, l mora en bien con Dios. Y luego nos pidi que lo

    abrazramos y que lo perdonramos... Y se puso a toser. Y luego se volvi

    a quedar como ido, pero todava respira.

    PIEDAD: Todava respira! Y ahora sale con que uno no es hijo suyo!

    GELASIO: (Triste)

    S, eso dijo.

    PIEDAD: Pero t de qu te afliges, pedazo de animal! Acaso crees que eres t?

    GELASIO: (Enojado)

    Oye, Piedad! Te refieres a mi padre, con eso de pedazo de animal ?

    PIEDAD: Cmo eres tonto! Lo de pedazo de animal se me sali sin querer, no porque

    as te est asegurando que eres un hijo de tu padre! Clmate.

    GELASIO: Es que como dice cada cosa...

    PIEDAD: Bueno, vamos a lo que interesa. Quin ser?

    GELASIO: Te importa mucho?

    PIEDAD: Mira, Gelasio, me quieres ver la cara de babosa o qu? Crees que no me doy

    cuenta de lo que traes por dentro? Ests pensando lo mismo que yo!

    GELASIO: Te juro que no! Ni siquiera s lo que ests pensando!

    PIEDAD: T a mi no me engaas.

    GELASIO: Bueno, s. Estoy pensando que... sera feo si yo fuera se...

  • 41

    PIEDAD: Otra vez la burra al trigo! No te digo que t no tienes de qu preocuparte? No

    eres el mayor? No fuiste el consentido? El primer hijo siempre es el

    consentido! No te pareces a l? (Sealando el retrato que est en la

    pared) Eres su vivo retrato! Acaso no? No lo dice todo el mundo?

    Entonces qu? No seas tonto, y no te hagas. T ests pensando lo

    mismo que yo?

    GELASIO: Bueno, dime siquiera lo que ests pensando.

    PIEDAD: Que el hijo, que no es hijo de tu padre, es... Enrique.

    GELASIO: No, Piedad! Yo no he pensado eso!

    PIEDAD: Pues yo s. Y tengo mis razones.

    GELASIO: Cules?

    PIEDAD: No te enojas si te las digo? Fjate que el asunto es delicado... Se trata de la

    memoria de...

    GELASIO: Cllate!

    PIEDAD: Por eso, ya saba que no te iba a gustar.

    GELASIO: De vers, Piedad, t sabes algo?

    PIEDAD: Bueno, tanto como saber, no. No te dije que saba, sino que tena mis razones...

    GELASIO: Ah, vaya! Eso ya es distinto.

    PIEDAD: Ningn distinto! Viene a ser la misma cosa. No te has fijado que Enrique no

    tiene nada de tu padre, ni de ustedes? T te pareces a tu padre en lo

    fsico. Mateo en el carcter, pero Enrique ni en una cosa ni en la otra;

    antes al contrario, ya ves cmo es de altanero, retobado y flojo. Y no te

    hace pensar que tu padre lo haya sacado de la escuela, y lo haya puesto a

    trabajar? Por dinero no fue... Si t quieres porque ya estaba cansado de

  • 42

    verlo perder el tiempo en sus vagancias, pero... Por qu empez a

    tratarlo de pronto tan mal? Fjate cmo cambi con l. Te acuerdas?

    GELASIO: S, es cierto, de hace dos aos para ac... Desde el disgusto con Mateo, cuando

    se fue con Mariana.

    PIEDAD: Cuidado, cuidadito! No te salgas de carril. El disgusto con Mateo es otra cosa

    muy distinta.

    GELASIO: Puede que tengas razn.

    PIEDAD: Adems, piensa que la herencia slo se repartira entre dos Quince mil y quince

    mil, y los solares, el ganado... Piensa, piensa en eso, Gelasio.

    GELASIO: S, es cierto... Cmo podremos saberlo?

    PIEDAD: Adems, as nos libraramos de Enrique. Ya ves cuntos disgustos nos da. No

    nos conviene tenerlo aqu, no nos ayuda.

    GELASIO: Cmo saberlo?

    PIEDAD: Y ese solar es nuestra vida, Gelasio. All hemos dado todo. No te das cuenta

    lo que significara tener que dividirlo? Te das cuenta? En cambio, entre

    dos es fcil. Est resuelto: nosotros nos quedamos con l, y Mateo con el

    de Sumidero. Fjate qu bien sale la cosa! Y Mateo estara de acuerdo

    porque el solar de Sumidero, lo ha trabajado, como nosotros el nuestro,

    no lo ves as?

    GELASIO: Ya s! Ya s!

    PIEDAD: Qu?

    GELASIO: El escritorio de pap! El que tenemos en el cuarto de Enrique.

    PIEDAD: Qu hay con el escritorio? Te estoy hablando de nuestro solar!

    GELASIO: Pap no quera que sacramos el escritorio de su cuarto, te acuerdas?

  • 43

    PIEDAD: S, y qu?... Ah, ya s! S, tienes razn! Quiz hay ah papeles que l no

    quera que viramos... Quiz ah est la razn.

    GELASIO: S... en eso estaba pensando.

    PIEDAD: A veces tienes buenas ideas.

    GELASIO: (Dndole una nalgada)

    Vete a la cocina a preparar las cosas. Cuida de que Mateo y Enrique no se den

    cuenta. Y voy a registrar esos papeles.

    PIEDAD: Tienes la llave?

    GELASIO: Nunca supe dnde la guard pap... Pero romper la cerradura! (Sale por el

    patio, muy apresurado)

    PIEDAD: ndale, aprate. Yo estar en la cocina! (Sale por la derecha).

    Mateo y Mariana, saliendo por la puerta izquierda.

    MARIANA: Shssshss... baja la voz, por si las moscas...

    MATEO: (Registrando la habitacin)

    Parece que no estn.

    MARIANA: De seguro que Piedad est en la cocina.

    MATEO: Entonces no nos oirn.

    MARIANA: ...Bueno, pero si la herencia es de treinta mil pesos, y unos de ustedes no es hijo

    suyo...

    MATEO: S, pero cul de nosotros no es?

    MARIANA: Ya te digo, para m que es Gelasio.

    MATEO: Crees?

  • 44

    MARIANA: Estoy segura.

    MATEO: Pero en que te fundas para pensar eso?

    MARIANA: Muy sencillo... El es el mayor, no?

    MATEO: S, y eso qu?

    MARIANA: Pues como l es el mayor, ustedes no se acuerdan cuando naci. (Mateo re) S,

    no te ras. Se han acostumbrado a verlo siempre, por la sencilla razn de

    que, cuando t y Enrique nacieron, l ya estaba en la casa. Y no se puede

    acordar de cualquier cosa que haya pasado antes de que ustedes

    nacieran.

    MATEO: Pues creo que tienes razn. Al menos parece lgico.

    MARIANA: Y si hubo algo... para cuando t naciste, ya todo estaba como si nada. Gelasio

    es dos aos mayor que t, y en dos aos pasan muchas cosas. Y si no,

    piensa en nosotros, que en dos aos hemos andado de la seca a la Meca,

    y hasta con nio, como Sagrada Familia.

    MATEO: Pues, s... creo que s...

    MARIANA: Adems, no te has puesto a pensar que Gelasio no por l, sino aconsejado por

    Piedad, hasta se podra quedar con la mayor parte de la herencia,

    alegando que es el hermano mayor? Y te aseguro que lo conseguira, pues

    tiene la ley de su parte... Es decir, si no nos apuramos para aclarar que l,

    es el bastardo.

    MATEO: No, Gelasio no hara eso.

    MARIANA: Todava lo dudas? No ves que su mujer lo maneja como a un burro, de aqu

    pa all y de all pa c?

    MATEO: S, eso es lo malo.

  • 45

    MARIANA: Ah est! Ves cmo tengo razn? Adems, con Enrique no habra problemas,

    pues slo tendramos que mantenerlo y nos podra ayudar en el solar;

    como lo hace ahora que lo explotan Gelasio y Piedad: Ves? No habra

    problemas: T quedaras de hermano mayor y la herencia sera toda

    nuestra como quien dice. Slo es cuestin de que te decidas. Anda, entra

    al cuarto. (Lo empuja en direccin del cuarto del viejo) Anda, ahorita,

    aprovecha la oportunidad, antes que regrese Enrique con el doctor...!

    Pregntale, pregntale cul no es hijo suyo...!

    MATEO: (Resistiendo)

    Pero... es que...

    MARIANA: Anda!

    De pronto, tocan la ventana. Se espantan. Son dos vecinas que llegan al velorio: Mateo se

    separa de Mariana y les abre la puerta. Entran las dos de riguroso luto, envueltas las

    cabezas en chales negros, y en su condicin de Hijas de Mara, con grandes escapularios

    sobre el pecho y la espalda.

    VECINA 1: Ay, cunto sentimos la pena de ustedes!

    VECINA 2: Ya saben que los acompaamos en sus sentimientos.

    VECINA 1: (Abrazando a Mariana)

    Ya sabes, Marianita.

    VECINA 2: (abrazndola tambin)

    Ya sabes, eh?

    MARIANA: S, ya s... Sintese... sintese.

  • 46

    MATEO: (Saliendo por la derecha, rpido)

    Voy a avisar a los de la casa.

    VECINA 1: Y a qu horas muri don Lacho?

    VECINA 2: Hoy en la tarde le pas a preguntar a doa Piedacita qu tal segua, y todava

    respiraba el pobre...

    MARIANA: (Burlona)

    Doa Piedacita... Doa Piedacita de vbora!

    VECINA 2: Qu no te llevas bien con la familia?

    VECINA 1: (Inmediatamente)

    Es por aquello de que don Lacho no quera que te casaras con Mateo?

    VECINA 2: (Rpida)

    Todava no te ha quitado la maldicin que te ech?

    VECINA 1: Cuntanos, chula! Ya sabes que nosotras te queremos!

    VECINA 2: S, ya sabes, eh?

    MARIANA: Pero es que ustedes no saben?

    LAS DOS: Qu cosa, t? (Se levantan).

    MARIANA: Hasta se me revuelve el estmago de la cochinada que ha hecho Piedad!

    Esprenme, voy a ver si no se oye.

    Las dos vecinas, apenas Mariana se aleja un poco de la salida, se ven confabulatoriamente,

    esperando algo bueno. Se regodean en las sillas y se aproximan ms.

    MARIANA: (Regresando. Confidencial)

    De modo que no saben?

  • 47

    VECINA 1: Nosotras no sabemos nada.

    VECINA 2: No sabemos eh?

    MARIANA: Pues buena se las han hecho! Les avis Gelasio, verdad?

    LAS DOS: S.

    MARIANA: Claro, aconsejado por Piedad! Como siempre...!

    VECINA 1: Ay, s, pobre Gelasio! Pero cuenta, mujer, cuenta!

    MARIANA: Las han invitado a velar a un vivo!

    LAS DOS: (Horrorizadas)

    Qu?

    MARIANA: S, don Lacho no ha muerto.

    LAS DOS: Cmo?

    MARIANA: Eso, no ha muerto. No hay difunto que velar.

    VECINA 1: Qu horror! Qu infamia! Qu atrocidad!

    VECINA 2: Doa Piedacita hace eso? Qu entraas!

    MARIANA: Y eso no es todo: se la ha pasado rezando para que se fuera de una vez. Y ya

    tiene la caja metida en el cuarto de don Lacho.

    VECINA 1: Qu mala alma!

    VECINA 2: Qu mujer tan perversa!

    MARIANA: Y Gelasio la apoya en todo.

    VECINA 1: Qu espanto! Rezar para que se muera su padre!

    VECINA 2: Todava ella puede hacerlo... Al fin, es su suegro. Pero l, qu brbaro...! Eso

    s que es no tener...

    MARIANA: Qu ms quisiera!

    VECINA 1: Ah, no, pues yo no estoy dispuesta a ser cmplice de esta barbaridad!

  • 48

    VECINA 2: (Inmediatamente)

    Ni yo tampoco!

    VECINA 1: (Rpida)

    Vmonos!

    VECINA 2: S, vmonos antes de que venga esa pareja de desnaturalizados!

    VECINA 1: Zopilotes!

    VECINA 2: Eso, zopilotes!

    MARIANA: Por qu se van? No sean tontas. Mejor qudense a ver la cara que ponga

    Piedad, a ver cmo les explica. Porque no-conforme con la infamia que

    est haciendo a ese pobre viejo, todava se burla de sus amistades

    invitndolas para esto.

    VECINA 1: Es un ultraje!

    VECINA 2: Un doble ultraje: a nosotras... y a don Lacho!

    VECINA 1: Ahora comprendo por qu Mateo sal tan apenado...

    MARIANA: S, nos ha querido envolver a mi esposo y a m en esto, pero no estamos de

    acuerdo con su proceder.

    VECINA 1: (Sibilina)

    Tu esposo?

    MARIANA: Bueno, no nos hemos casado an, porque don Lacho, no quera. Pero ya

    cambi. Hasta me pidi perdn...

    VECINA 1: Qu lindo!

    VECINA 2: Qu noble!

    MARIANA: S, yo no lo conoca. Es un buen viejo.

  • 49

    Tocan la puerta. Mariana abre. Las vecinas cuchichean y realizan un juego escnico con las

    sillas y la corona mortuoria. Entran dos hombres y dos mujeres. Ellas, con velas de sebo y

    flores de zempaschil.

    HOMBRE 1: Reciba usted mi ms sentido psame, Marianita.

    VECINA 1: (Gritando)

    Ah! Son ustedes. Vengan, vengan!

    MUJER 1: Doa, Gude, qu gritos son sos? Comprtese usted, que est en un velorio.

    VECINA 2: Qu velorio ni qu nio muerto! Vengan, vengan, que van a or algo bueno!

    Las dos parejas se acercan.

    VECINA 1: Fjense que nos acaba de decir Marianita...!

    TODOS: Qu?

    VECINA 2: Que don Lacho no est muerto!

    TODOS: Qu!

    MARIANA: Pngalos al corriente, doa Tula, y yo voy a sacar la vbora de su cueva. (Sale).

    Grandes murmullos entre los vecinos. La vecina informa.

    DOA GUDE: S, no est muerto. Yo creo que a lo mejor lo envenenaron y por eso

    adelantaron el velorio.

    DOA CARITO: Seran muy capaces!

    DOA TULA: De eso y de peores cosas.

  • 50

    DON CACHITO: Uy! Caras vemos, corazones no sabemos. Yo que crea que eran gentes

    de respeto.

    DON RUTILO: Muy trabajadores, pero muy atascados. Eso s que s.

    DOA ROSACONCHA:

    Pues yo s creo que lo envenenaron y como an no hace efecto el veneno, nos

    quieren tener a nosotros de cmplices.

    DON CACHITO: S, es cierto. Yo creo que nos tendieron un cuatro.

    DOA TULA: Qu salvajada!

    DOA ROSACONCHA:

    Y pensar que hasta me fui al mercado por estas flores!

    DOA CARITO: Yo les voy a aventar las velas en la cara!

    DON RUTILO: Vivir para ver... qu gente tan desgraciada!

    Las expresiones de los vecinos se oyen ad libitum.

    DOA CARITO: Es terrorfico!

    DON CACHITO: De al tiro la tronchan verde!

    DOA TULA: Ms pronto cae un hablador que un cojo!

    DOA GUDE: Claro, ese viejo agarrado tena que criar cuervos!

    DOA ROSACONCHA:

    Qu miserable! Verdad?

    DON RUTILO: Se deca muy justo, pero era de lo ms encajoso.

    DOA GUDE: A m me mat mi perro de un balazo!

    DON CACHITO: A mi hijo le peg una pedrada y tuve que agarrarme con l!

  • 51

    DOA TULA: Son gente de lo peor!

    MARIANA: (Entrando, con una charola con tazas)

    Ahorita vienen!... Hganse los disimulados... Pero creo que ya se dio cuenta,

    porque ustedes hablan re-fuerte.

    PIEDAD: (Entrando con una gran olla llena de caldo. Con tono fnebre)

    Buenas noches a todos.

    TODOS: (Malignos)

    Buenas noches!

    GELASIO: (Que viene del patio, se sorprende)

    Buenas noches.

    TODOS: Buenas noches...

    MATEO: (Entrando apenado)

    Buenas noches.

    TODOS: (Sarcsticos)

    Buenas noches.

    PIEDAD: (Sin inmutarse)

    Les he preparado un caldito para que no pasemos la noche en claro.

    (Ofreciendo la olla). Hgame el favor, doa Gude...

    DOA GUDE: (Recalcando las palabras)

    Ests segura de haber matado al pollo, Piedacita? Porque me parece que la

    pechuga brinca todava.

    DOA TULA: Yo creo que todava no est muerto.

    PIEDAD: No, todava no, pero lo estar apenas le llegue el aliento de ustedes.

  • 52

    Todos se escandalizan. Se oyen murmullos y frases simultneamente.

    DOA CARITO: Qu descarada!

    DON RUTILO: Poca vergenza!

    DOA ROSACONCHA:

    Vmonos, Rutilo!

    GELASIO: Piedad, qu ests diciendo?

    PIEDAD: (Dejando la olla en manos de Gelasio!

    T sabes que he hecho todo lo posible Gelasio, t lo sabes! (se prepara a una

    fingida escena de llanto). Ustedes no se dan cuenta, no pueden darse

    cuenta... Han sido das y das de agona. No, no se ha muerto. Don Lacho

    est agonizando... S, es cierto. Pero nosotros les hemos avisado porque

    necesitamos su compaa... Porque queremos que se den cuenta. Quin

    de ustedes no sabe lo difcil que es la vida y lo que cuesta cada da?

    Nosotros hemos tenido que abandonar todo para cuidad a don Lacho... Y

    eso ha sido todo este tiempo. Por favor, comprendan! Slo somos mi

    marido y yo, mi marido y yo solos para todo el trabajo! Ustedes saben lo

    que es eso... Algunos de ustedes trabajan en el campo... Nadie nos ha

    ayudado... Yo comprendo, ustedes tienen tambin sus labores, su tiempo

    ocupado y no nos podan ayudar... Yo lo comprendo, ustedes tienen

    tambin sus labores, su tiempo ocupado y no nos podan ayudar... Yo lo

    comprendo. Por eso les pido comprensin para nosotros... Dense cuenta.

    (Los vecinos se van aplacando) Mientras la casa se nos est cayendo

    (Gelasio ve asustado el techo) y no podemos repararla porque todo se nos

  • 53

    ha ido en mdico y medicinas... Ya no podemos ms. El frijol se nos ech

    a perder, las vacas estn secas, porque apenas les podemos comprar

    pastura... Ayer se me murieron seis gallinas... (Murmullos) No, no son las

    que les serv en el caldo! Esas son fresquitas. Las otras las tir entre las

    ortigas. Cada da que pasaba nos quedbamos ms pobres y el doctor dijo

    que hoy se morira. Qu tiene de malo que hagamos el velorio antes? Los

    velorios son para rezarle a las almas, no? Pues les ped que vinieran

    para eso: para rezarle a su alma! O qu? Hay que esperar que se

    muera para empezar a hacerlo? (Los vecinos bajan las cabezas,

    desconcertados) Quin no lo hubiera hecho en mi caso? Quin? (Llora

    en hombro de Gelasio. Este no ha soltado la olla. Ve a Piedad, deja la olla

    en la mesa y la abraza, fingiendo consolarla. En tanto, Piedad sigue

    llorando y se aleja hacia la ventana, donde tapndose a medias el rostro

    con el chal, espa a los vecinos y nota que los ha convencido. Emite

    todava unos gemidos, y luego se dedica a observarlos. Gelasio no sabe

    qu hacer, Mariana toma la olla y lo llama).

    MARIANA: (Indiferente)

    Gelasio, aydame a servir el caldo. (Gelasio la ayuda a repartir las tazas) Tome

    usted el caldito... Que no se diga que hay rencor.

    DOA GUDE: S, despus de todo, no est tan mal.

    DOA TULA: Yo s se lo acepto... a usted, Marianita.

    Los vecinos, al tiempo que toman su caldo, empiezan a dividirse, formndose tres grupos

    escnicos. En primer plano las vecinas.

  • 54

    DOA ROSACONCHA:

    Qu fro est haciendo! Verdad?

    DOA CARITO: Dicen que el otro domingo va a haber feria en la Concordia.

    DOA TULA: Pa feria, el manicomio que est junto!

    DOA ROSACONCHA:

    Qu les parece mi vestido? Se lo compr en abonos a Salum.

    DOA CARITO: Lstima de gasto! Ahora talo, no?

    En segundo trmino, Piedad habla con Mariana, Gelasio y Mateo observan apenados a los

    vecinos.

    PIEDAD: Hazme favor! Noms vieron el caldo, se aplacaron.

    MARIANA: No, mujer. Es que t supiste imponerte.

    En tercer trmino hablan los hombres.

    DON CACHITO: Ayer vend treinta kilos de chayotes.

    DON RUTILO: Vieras qu buen caf se me est logrando...

    DON CACHITO: Oye, ya sabes el del perico que lleg al cielo?

    Se aproximan. Cuchichean. Ren.

    DOA TULA: Oye, Mateo, es cierto que ahora s te casas con Mariana?

  • 55

    MARIANA: (Rpida)

    Si no fuera tan tarde, les enseaba mi nio. No quieren otra tacita?

    Vecinos: ad libis en sus grupos.

    DON RUTILO: Al mo pngale ms piquete

    DON CACHITO: Qu bien le est el negro, Marianita!

    MATEO: (Molesto)

    Quiobo!

    DOA GUDE: No como otras que estoy viendo, pero no quiero decir...

    Mariana sale rumbo a la cocina. Piedad trata de adoptar un aire de disculpa. Se acomide a

    recoger las tazas vacas y ponerlas en la mesa. Gelasio y Mateo observan cmo comen los

    vecinos.

    MATEO: (Fumando)

    Esto es vergonzoso.

    GELASIO: Ya no digas nada, ahora hay que aguantarnos.

    DON CACHITO: No hay como las mulas para hacer dinero pronto, verdad, Gelasio?

    GELASIO: Qu?

    DON CACHITO: Que el negocio de mulas deja mucho, o qu, no?

    GELASIO: No s, yo nunca he tenido esos animales...

    Las mujeres ren chillonamente.

  • 56

    PIEDAD: (Mordaz)

    Gelasio, acrcales su silla a Carito... Mateo no me quieres hacer el favor de

    pasarme la sal?... Gracias. No quiere usted ms seora? Mariana!

    Mariana!, trae ms pollo!...

    MARIANA: (Entrando)

    Se acab el pollo! Ya no veo ms presas.

    PIEDAD: Cmo! Si eran cuatro gallinas!

    MARIANA: (Inmutable)

    Pues ya se acab.

    DOA TULA: Vmonos!

    DOA GUDE: Ya no soporto ms este ambiente!

    DON CACHITO: Maana tengo que levantarme temprano...

    DOA ROSACONCHA:

    Adis, Marianita chula.

    DOA GUDE: Nunca se me olvidar esto!...

    DOA CARITO: Eso no se hace!

    DOA TULA: (Como quien da una receta de cocina)

    Marianita chula, si usted s quiere que se alivie don Lacho, le aconsejo que

    le d unas frieguitas de hierba de Santa Mara, con hinojo y zempaschil,

    todo fro y colado, para que se las aplique en el espaldar todas las noches.

    Con eso ver que se alivia.

    MARIANA: No se preocupe, que le dar sus frieguitas.

    DOA CARITO: No parecen cristianos!

  • 57

    DON CACHITO: Qu familia le toc a usted, Marianita!

    MATEO: (Ya celoso)

    Oiga!

    DON RUTILO: Y a esto le llaman caldo?

    PIEDAD: (Tratando de contenerlos).

    Por favor.

    DOA GUDE: Espero que no se atreva usted nunca cruzarse en mi camino...

    DOA TULA: Y en el mo tampoco, ni en mi casa, ni a dirigirme de hoy en adelante la

    palabra.

    Salen todos, con enormes murmullos.

    MARIANA: (Riendo)

    Sali tan aprisa doa Gude, que hasta se le olvid su chal (Lo pone en la silla).

    PIEDAD: Estoy segura que el del chisme fue ese desgraciado de Enrique! Quin sabe

    cmo haya averiguado el asunto? Dnde est es condenado?

    MATEO: Dijo que iba por el doctor.

    PIEDAD: Por el doctor?

    MATEO: S, no quiere que a pap le falten atenciones, hasta el ltimo momento.

    PIEDAD: Qu casualidad! Esto me huele mal!

    GELASIO: No empieces, Piedad.

    PIEDAD: T no sabes lo que estoy pensando!

    GELASIO: Ahora, s! Creo que ahora si lo s.

    MARIANA: Me parece que llor el nio. Ahora vengo.

  • 58

    PIEDAD: (Rpida)

    No! Hazme un favor. Yo tengo que ir ahorita al cuarto de... Es decir, tenemos

    que ir Gelasio y yo... Si tu nio tiene algo, yo te lo cuido.

    MARIANA: (Viendo con intencin a Mateo)

    Est bien.

    MATEO: Por qu se van ahora los dos al cuarto?

    PIEDAD: (Muy ofendida)

    Crees que somos de piedra? No te parece bastante la vergenza que

    acabamos de pasar? (Brusca) Gelasio!

    GELASIO: (Tmido)

    Con permiso... yo... este... Orita vengo. (Sale tras Piedad).

    MARIANA: Qu misterio se traern stos?

    MATEO: Ya empiezas con tus misterios!

    MARIANA: Pues sera el sereno, pero qu casualidad que los dos se fueron al cuarto...!

    No andarn buscando algo?

    MATEO: Hombre! Pues pu que s.

    MARIANA: Habr algn documento en donde se aclare lo del hijo que no es hijo?

    MATEO: Quien sabe. No me late ya bien esto.

    MARIANA: Pues entonces, antes que sea tarde, aprovecha. Otra vez estamos solos. Anda,

    entra al cuarto y pregntale a tu padre!

    MATEO: Pero si es que ya casi no oye.

    MARIANA: Tienes miedo?

    MATEO: No.

    MARIANA: Total, si te dice que t no eres su hijo, ah mismo le dejas de hablar. ndale,

  • 59

    entra! (Se oyen unos pasos, Mariana lo detiene) Espera...! Alguien

    viene...! (Entra Enrique con el doctor directamente al cuarto) Te fijaste

    qu cara tiene Enrique?

    MATEO: No, con el susto no me di cuenta. Por poquito y me cae.

    MARIANA: Ponte listo, Mateo, ponte listo, porque se me hace que ahora Enrique desconfa

    de todos, y ya anda averiguando. Y fijaste con qu seguridad entra al

    cuarto, eh? Qu te parece?

    MATEO: Crees que l le pregunte a pap?

    MARIANA: Y por qu no? El es quien tiene los pantalones mejor puestos en esta casa...

    Ponte listo, Mateo, porque se me hace que ahorita desconfa de ti, y si

    averigua la cosa... entonces...

    MATEO: Pero es que cualquiera de los tres puede ser!... Por qu me miras as?

    MARIANA: Para que te pongas listo. Entra, entra ahorita! Yo s lo que te digo!

    Mateo la ve un momento. Se decide. Va hacia el cuarto. De pronto, se oye la voz de Piedad

    que grita.

    PIEDAD: (Gritando)

    Mateo! (Mateo se detiene espantado nuevamente. Entra Piedad seguida de

    Gelasio) Qu ibas a hacer?

    MATEO: No puedo entrar a ver a mi padre?

    MARIANA: (A Piedad)

    Qu te traes, t?

    PIEDAD: Mejor di qu se traen ustedes! No crean que me van a engaar!

  • 60

    MATEO: Engaar?

    PIEDAD: S, no te hagas!

    MARIANA: Nosotros no nos hacemos. No tenemos a quin engaar. Al contrario, verdad,

    Mateo?

    MATEO: (A Mariana)

    Djame hablar a m!

    PIEDAD: (Sospechando)

    Hablar... de qu?

    MARIANA: T sabes lo del viejo. Ya te lo ha de haber dicho Gelasio.

    PIEDAD: Es muy natural que mi esposo me cuente sus cosas, como tambin a ti, ya te ha

    de haber dicho Mateo.

    MATEO: S, Mariana est enterada de todo.

    PIEDAD: (Desconcertada, pero tratando de disimular)

    De todo?

    MARIANA: (Sibilinamente satisfecha)

    S, (Recalca) De todo. Verdad, Mateo?

    GELASIO: (A Mateo)

    Quieres decir que Mariana sabe...?

    MARIANA: (Recalcando)

    Todo.

    PIEDAD: (Nerviosa, contenida)

    Pero... Cmo?

    MATEO: Yo se lo dije.

    GELASIO: (Confuso)

  • 61

    T? Sabes?

    PIEDAD: (Rpida, a Gelasio, dndose cuenta)

    No vayas a meter la pata, animal! Mariana sabe nicamente lo que yo s.

    Cmo iba a saber ms?

    MARIANA: Eso crees t.

    PIEDAD: Habla claro!

    MATEO: (A Mariana)

    Te dije que me dejaras hablar a m!

    GELASIO: (Sin entender)

    Entonces... ustedes saben quin...?

    MARIANA: (A Mateo, burlona)

    Te fijas qu nervioso est Gelasio?

    PIEDAD: Un momento! Vamos por partes y a lo derecho! Qu saben ustedes?

    MARIANA: Qu sabes t?

    PIEDAD: (Triunfante)

    Ah, ya me lo supona! Ustedes no saben nada.

    MARIANA: Quiz, pero hay otras cosas...

    MATEO: Mariana, ya cllate!

    MARIANA: No, Mateo. T sabes que tengo razn.

    GELASIO: (Triste)

    Es verdad, Mateo?

    MATEO: (Tranquilizndolo)

    No, Gelasio, no. Estas mujeres lo complican todo. No s cmo he podido hacerle

    caso a sta... Fue un momento de ofuscacin.

  • 62

    GELASIO: De veras, Mateo?

    MATEO: S, no vale la pena. Un montn de conjeturas y suposiciones nada ms. Ya

    sabes que Mariana tiene mucha imaginacin.

    PIEDAD: (A Mariana )

    Aj! Conque ya habas arreglado la cosa de modo que Gelasio resultar

    perjudicado?

    MARIANA: Slo por corresponderte a ti. Me imagino que t habas hecho lo mismo con mi

    Mateo. Si te conozco...

    MATEO: Par de vboras!

    GELASIO: Eso (Se oculta tras Mateo al ver la reaccin de Piedad).

    PIEDAD: Mira cmo sers, Mariana. Si del que nosotros sospechamos es de Enrique.

    MARIANA: Me lo deb imaginar. Pobre Enrique!

    MATEO: Oye, Gelasio, t s quieres saber quin de nosotros es el que no tiene derecho?

    GELASIO: (Dudando)

    Este... yo...

    PIEDAD: (Agresiva)

    S, de plano! S quieres saberlo y yo tambin! Qu dices t?

    MARIANA: (A la defensiva)

    Claro que tambin quiere saberlo! O qu? Piensas que tiene miedo como

    Gelasio? Nosotros estamos seguros. (Pausa) l, es el de en medio.

    PIEDAD: Te pregunt a ti Mateo:

    MATEO: (Enrgico)

    Pues la verdad, para que ya se acaben estas dificultades, s, s, quiero saberlo.

    PIEDAD: Entonces les voy a informar de una vez de lo que nosotros hemos hecho.

  • 63

    Buscamos entre los papeles del escritorio de don Lacho... Y no

    encontramos nada que pudiera servirnos de pista.

    MARIANA: Ests segura

    PIEDAD: Desconfas de m?

    MARIANA: No, as no. Cuando te pones a registrar lo ajeno, no hay quien te iguale.

    GELASIO: Estaba pensando, Piedad, que... pues si de plano...

    PIEDA: (Interrumpindolo)

    Ah, ahora que me acuerdo! El seor cura sabe! Eso es, l sabe!

    TODOS: Qu?

    PIEDAD: El tiene que saber quin no es el hijo.

    MATEO: Claro, pap se confes con l!

    MARIANA: No esperars que el seor cura revele un secreto de confesin.

    PIEDAD: Es que me vinieron a la cabeza unas palabras suyas sobre no s qu cosa de la

    cuestin y segn como se mirara y otras cosas por el estilo. Eso debi

    ser, sin duda!

    MATEO: Bueno, y qu?

    PIEDAD: Pues que l me dijo algo as, como que en este caso particular, don Lacho le

    daba facultad para revelarlas, si la familia lo quera.

    MARIANA: Estamos todos de acuerdo?

    MATEO: Bueno, yo estaba pensando que podramos de cualquier modo, preguntrselo a

    pap, pero eso sera muy doloroso para l, despus de lo que le

    prometimos...

    GELASIO: Es verdad... Sera muy triste para l... Y ya est acabando.

  • 64

    Se abre la puerta y aparece Enrique.

    ENRIQUE: Pap ha muerto.

    Los cuatro se ven entre s. Enrique trata de contener el llanto. Sale el doctor. Enrique,

    apretando los puos, se apoya en una silla.

    PIEDAD: (Cortante, a Gelasio)

    Es necesario que salgas otra vez y les avises a esa gente. Vern que yo tena

    razn.

    GELASIO: Pero... por favor, Piedad.

    PIEDAD: Ve! No podemos quedarnos con la humillacin as, no entiendes? (Gelasio se

    le queda viendo tristemente) Anda, ve, yo empezar a preparar caf para

    esta vez... Y procura no dilatarte. (Sale Gelasio por la derecha)

    MARIANA: T crees que van a venir?

    PIEDAD: No se tragaron mi caldo? Por el mismo inters vendrn a tragarse mi caf!

    MARIANA: Lo dudo.

    PIEDAD: (Viendo a Enrique que an est apoyado en la pared llorando quedamente)

    Mejor ya no comentes nada. (Sealando a Enrique) Podra darse cuenta.

    MARIANA: Ahorita? No ves cmo est el pobre?

    MATEO: (A Enrique)

    Vamos, Enrique, tu sabes que tena que pasar.

    ENRIQUE: S, Mateo, lo s... Slo que... fue un momento... Un momento nada ms... (Se

    seca las lgrimas rpidamente, con el dorso del puo cerrado) Ya pas...

  • 65

    MATEO: Te sientes mejor?

    ENRIQUE: S, gracias, Mateo.

    PIEDAD: (Alzando la voz)

    Voy a traer la ropa del difunto. Me ayudas, Mariana?

    MARIANA: Vamos (salen por la segunda puerta izquierda).

    ENRIQUE: Sabes, mateo... Cuando ellas traigan la ropa... yo quiero vestir a pap... S

    cmo le gustaba ponrsela.

    MATEO: S, Enrique, cmo no. T puedes vestirlo.

    ENRIQUE: Pap era bueno, verdad?... Tena su modo de pensar acerca de la justicia y de

    lo que era suyo... Pero era bueno...

    MATEO: S, yo pienso como l... Y tena mucha razn en lo que hizo...

    ENRIQUE: La gente no lo quera, porque l nunca permiti que le tomaran el pelo... Eso fue

    todo. Pero era justo...

    MATEO: (Masoquistamente)

    S... No permiti que le tomaran el pelo.

    PIEDAD: (Entrando con la ropa)

    Toma, Mateo, aqu est la ropa para que vistas a tu padre.

    Mariana entra con un sombrero de hombre en las manos.

    MATEO: Dsela a Enrique. l quiere hacerlo.

    PIEDA: (Seca)

    Est bien. (Se la da. Mariana le da el sombrero a Enrique. Este sale. Lo ven en

    silencio.

  • 66

    MARIANA: (A Mateo).

    Piedad es de lo ms prctica. Fjate que ya tena la ropa preparada y colgada,

    ah noms, detrs de la puerta.

    MATEO: S, ya vi que no se tardaron nada.

    PIEDAD: Estaba dispuesta desde antier.

    MATEO: La ropa o t?

    PIEDAD: Ojal que no se tarde Gelasio.

    MARIANA: Es muy lejos?

    PIEDAD: Qu ya no te acuerdas de tus rumbos?

    MARIANA: Yo casi no vena por aqu. Mateo iba a buscarme.

    PIEDAD: Pues unas gentes viven aqu enfrente, otras a la vuelta. Todas cerca... Ah

    viene Gelasio!

    GELASIO: (Entrando desolado)

    Nadie abri la puerta! Nadie me quiso or!

    MARIANA: Claro!

    GELASIO: Apenas les deca lo del velorio, se rean de m.

    MARIANA: Y no es para menos. Eres el pastor de ah viene el lobo Ya nadie te cree.

    PIEDAD: No pudiste hablar con nadie?

    GELASIO: S, y lo que saqu fueron puros insultos... Nadie quiere venir ya.

    MARIANA: Despus de la burleta que ustedes les hicieron, es muy lgico! Todos tenemos

    nuestra dignidad!

    PIEDAD: Ah, se me ocurre una cosa! Mateo, por qu no vas a ver ahora al seor cura?

    Es el momento indicado para recurrir a l. Lo traes aqu, y ya saben: todos

    de acuerdo para preguntarle quin... bueno, ustedes ya saben... Y de una

  • 67

    vez aprovechas para ver si el cura puede traer alguna gente al velorio.

    MATEO: Me parece que es una buena idea. l podr convencerlos.

    MARIANA: Y as saldremos de dudas!

    Se oyen por la calle, a lo lejos, los cascos de un caballo que pasa despacio sobre el

    empedrado, y el silbato del velador que hace su ronda.

    PIEDAD: Es lo ms seguro.

    GELASIO: Qu horas son?

    PIEDAD: Acaban de dar las tres No oyes al sereno?

    MARIANA: Buena hora para empezar un velorio!

    MATEO: Entonces no me tardo. (Sale por el patio)

    GELASIO: Dnde est Enrique?

    PIEDAD: Vistiendo el cadver de tu padre.

    GELASIO: Crees que el seor cura consiga que venga gente?

    PIEDAD: Creo que s... Pero lo que ms debe importarnos, es lo que el seor cura nos

    aclare.

    MARIANA: Y ultimadamente, Gelasio, si no viene la gente, lo velamos nosotros. Porque

    estoy segura que no va a venir nadie.

    GELASIO: Por qu?

    MARIANA: Tu padre no era muy estimado que digamos. Todos tenemos alguna queja contra

    l.

    GELASIO: T tambin?

    MARIANA: Te parece poco eso de prohibirle a Mateo que se casara conmigo?

  • 68

    GELASIO: l tendra sus motivos. T no tenas buena fama que digamos...

    MARIANA: No empecemos!

    GELASIO: Estoy piensa y piensa por qu habr hecho eso pap.

    MARIANA: Lo de prohibirle a Mateo que...

    GELASIO: No, lo de decirnos a nosotros que uno no era hijo suyo, y luego facultar al seor

    cura para qu