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06 No. 439 del 24 al 30 de julio de 2005 La presentación de las ofrendas Ficha 36 ¡Colecciónalas! Consulta las fichas anteriores en: www.arquidiocesismexico.org.mx Si la Eucaristía es una comida y un banquete, entonces tene- mos que preparar la mesa, y el pan y el vino se hacen pre- sentes como un don que reci- bimos generosamente de parte de Dios y a Él los devolvemos también como un regalo que va acompañado de nuestro reco- nocimiento y gratitud, pero, además, esta generosidad que recibimos del Señor la extende- mos a nuestros hermanos, so- bre todo a los más necesitados. Cristo, en la Última Cena, toma elementos de nuestra vida cotidiana, elementos que nos son familiares y que todo mundo puede comprender: Sentido El pan es un elemento indispensable para poder vivir, logrado a través del arduo trabajo del hombre y de la fertilidad de la tierra, pero que no depende sólo del esfuerzo humano sino también de la generosidad inagotable de Dios, quien no deja de ser providente con sus hijos. El pan significa el sustento, tiene el significado de alegría y prosperidad como don de Dios. El pan nos reúne en torno a la mesa, nos hermana con los demás, es también un signo de co- munión y amistad. Recordemos que cuando queremos celebrar algo nos reunimos para comer, y con ello, compartimos no sólo el pan sino también el don de nuestras personas y nuestras vidas. El Pan La Liturgia Eucarística inicia con la presentación de las ofrendas, también conocida como el Ofertorio. Ofrecer y presentar son tér- minos parecidos y aquí hace- mos referencia al ofrecimiento del pan y vino que son los dones que la Iglesia presenta a Dios para el Santo Sacrificio. También es el momento de presentar otros dones simbó- licos, económicos o materiales para ayudar a los más pobres o a las necesidades de la comu- nidad. Introducción En segundo lugar presentamos y ofrecemos el vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que también recibimos de la ge- nerosidad de Dios. El vino es la bebida festiva por excelencia, que significa alegría y vitalidad. El vino habla de amistad y comunión con los demás, crea un ambiente de solidaridad y comunicación, tiene también el significado de compartir el mismo destino con el otro. El vino también simboliza la sangre y por eso también puede tener el sentido de dolor y de tragedia. El Vino Así pues, el pan calma el ham- bre, hace presente el trabajo, recuerda la corporeidad hu- mana, asegura la subsistencia; compartido, expresa fraterni- dad, puede significar la entre- ga, subraya la cotidianidad. Cristo lo quiso identificar con su cuerpo; comiéndolo, nos unimos a Él. Por su parte, el vino apaga la sed, produce alegría, es signo de vitalidad y llena de inspira- ción; compartido, habla de la amistad y la alianza, subraya la festividad, pero también puede significar el sacrificio. Cristo lo identificó con su sangre, y si la sangre es la vida, bebiéndolo tenemos la misma vida de Él. Conclusiones

439 presentacion ofrendas

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06 No. 439 del 24 al 30 de julio de 2005

La presentación de las ofrendas

Ficha 36¡Colecciónalas!

Consulta las fichas anteriores en:www.arquidiocesismexico.org.mx

Si la Eucaristía es una comida y un banquete, entonces tene-mos que preparar la mesa, y el pan y el vino se hacen pre-sentes como un don que reci-bimos generosamente de parte de Dios y a Él los devolvemos también como un regalo que va acompañado de nuestro reco-nocimiento y gratitud, pero, además, esta generosidad que recibimos del Señor la extende-mos a nuestros hermanos, so-bre todo a los más necesitados.

Cristo, en la Última Cena, toma elementos de nuestra vida cotidiana, elementos que nos son familiares y que todo mundo puede comprender:

Sentido

El pan es un elemento indispensable para poder vivir, logrado a través del arduo trabajo del hombre y de la fertilidad de la tierra, pero que no depende sólo del esfuerzo humano sino también de la generosidad inagotable de Dios, quien no deja de ser providente con sus hijos.

El pan significa el sustento, tiene el significado de alegría y prosperidad como don de Dios. El pan nos reúne en torno a la mesa, nos hermana con los demás, es también un signo de co-munión y amistad. Recordemos que cuando queremos celebrar algo nos reunimos para comer, y con ello, compartimos no sólo el pan sino también el don de nuestras personas y nuestras vidas.

El Pan

La Liturgia Eucarística inicia con la presentación de las ofrendas, también conocida como el Ofertorio.

Ofrecer y presentar son tér-minos parecidos y aquí hace-mos referencia al ofrecimiento del pan y vino que son los dones que la Iglesia presenta a Dios para el Santo Sacrificio.

También es el momento de presentar otros dones simbó-licos, económicos o materiales para ayudar a los más pobres o a las necesidades de la comu-nidad.

Introducción

En segundo lugar presentamos y ofrecemos el vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que también recibimos de la ge-nerosidad de Dios. El vino es la bebida festiva por excelencia, que significa alegría y vitalidad.

El vino habla de amistad y comunión con los demás, crea un ambiente de solidaridad y comunicación, tiene también el significado de compartir el mismo destino con el otro. El vino también simboliza la sangre y por eso también puede tener el sentido de dolor y de tragedia.

El Vino

Así pues, el pan calma el ham-bre, hace presente el trabajo, recuerda la corporeidad hu-mana, asegura la subsistencia; compartido, expresa fraterni-dad, puede significar la entre-ga, subraya la cotidianidad. Cristo lo quiso identificar con su cuerpo; comiéndolo, nos unimos a Él.

Por su parte, el vino apaga la sed, produce alegría, es signo de vitalidad y llena de inspira-ción; compartido, habla de la amistad y la alianza, subraya la festividad, pero también puede significar el sacrificio. Cristo lo identificó con su sangre, y si la sangre es la vida, bebiéndolo tenemos la misma vida de Él.

Conclusiones