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Filosofía I Filosofía de la ciencia UNIDAD DIDÁCTICA 5: EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Vamos a comenzar en este momento el último de los temas dedicados al asunto del conocimiento humano. Nos vamos a centrar en un tipo de conocimiento muy particular y específico: el conocimiento científico. Tiene mucho interés para la epistemología y para la rama de ella que la estudia en detalle, la filosofía de la ciencia, por dos motivos fundamentales: por una parte, porque se trata del modelo de conocimiento más poderoso y adaptativo, y el que más determina nuestra manera de vivir y todos los aspectos de nuestra civilización (junto con las aplicaciones tecnológicas que le son inherentes); por otra, porque es el que conocimiento que, al menos intuitivamente, más se acerca al ideal del conocimiento absolutamente objetivo y verdadero, del conocimiento que más logra adentrarse en la estructura interna de las cosas, para desvelarnos como son en sí mismas. Por ahora, y como presentación, es suficiente; volveremos más adelante, sobre estas apreciaciones. APARTADO 1: INTRODUCCIÓN: CLASIFICACIÓN GENERAL DE LOS SABERES Puesto que, como acabamos de plantear, el conocimiento científico es el grado más elevado de conocimiento, lo mejor será plantearse cuantos grados o niveles de conocimiento existen, con sus características particulares, para comprender de la forma más completa posible su verdadera naturaleza y características. Evidentemente, el grado mínimo, el grado 0 del conocimiento humano es la ignorancia , el desconocimiento; éste no merece mayor comentario. 1.1. CONOCIMIENTO, VERDAD Y OPINIÓN ¿Qué es, para los seres humanos, el conocimiento? Conocer se utiliza a menudo como sinónimo de saber algo (más adelante veremos que no es estrictamente lo mismo). El conocimiento supone relacionar una proposición mental o lingüística con un estado de cosas objetivo, exterior a ella . Tengo el conocimiento, sé, que “el autobús escolar pasa a las 8:10 por Moire”, si, efectivamente, el autobús escolar pasa a las 8:10 por Moire. La proposición o enunciado con la que expreso mi saber o conocimiento representa un estado de cosas, un hecho, 1

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

UNIDAD DIDÁCTICA 5: EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Vamos a comenzar en este momento el último de los temas dedicados al asunto del conocimiento humano. Nos vamos a centrar en un tipo de conocimiento muy particular y específico: el conocimiento científico. Tiene mucho interés para la epistemología y para la rama de ella que la estudia en detalle, la filosofía de la ciencia, por dos motivos fundamentales: por una parte, porque se trata del modelo de conocimiento más poderoso y adaptativo, y el que más determina nuestra manera de vivir y todos los aspectos de nuestra civilización (junto con las aplicaciones tecnológicas que le son inherentes); por otra, porque es el que conocimiento que, al menos intuitivamente, más se acerca al ideal del conocimiento absolutamente objetivo y verdadero, del conocimiento que más logra adentrarse en la estructura interna de las cosas, para desvelarnos como son en sí mismas. Por ahora, y como presentación, es suficiente; volveremos más adelante, sobre estas apreciaciones.

APARTADO 1: INTRODUCCIÓN: CLASIFICACIÓN GENERAL DE LOS SABERES

Puesto que, como acabamos de plantear, el conocimiento científico es el grado más elevado de conocimiento, lo mejor será plantearse cuantos grados o niveles de conocimiento existen, con sus características particulares, para comprender de la forma más completa posible su verdadera naturaleza y características. Evidentemente, el grado mínimo, el grado 0 del conocimiento humano es la ignorancia, el desconocimiento; éste no merece mayor comentario.

1.1. CONOCIMIENTO, VERDAD Y OPINIÓN

¿Qué es, para los seres humanos, el conocimiento? Conocer se utiliza a menudo como sinónimo de saber algo (más adelante veremos que no es estrictamente lo mismo). El conocimiento supone relacionar una proposición mental o lingüística con un estado de cosas objetivo, exterior a ella. Tengo el conocimiento, sé, que “el autobús escolar pasa a las 8:10 por Moire”, si, efectivamente, el autobús escolar pasa a las 8:10 por Moire. La proposición o enunciado con la que expreso mi saber o conocimiento representa un estado de cosas, un hecho, que se da, que sucede en el mundo real y objetivo, exterior a mi conciencia o expresión lingüística subjetiva. Si haces memoria, verás que, en la definición del conocimiento o el saber, estamos utilizando implícitamente la noción de la verdad como correspondencia, que ya conoces por temas anteriores.

Veamos ahora un cuadro esquemático de los grados posibles del conocimiento humano:

GRADOS DE CONOCIMIENTO

JUSTIFICACIÓN RACIONAL

SUBJETIVA OBJETIVA

(1) Opinión (Creo que…)

NO NO

(2) Creencia(Estoy seguro de que…)

SÍ NO

(3) Saber ordinario SÍ SÍ(La evidencia de los sentidos)

(4) Saber científico SÍ SÍ(El método científico)

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Desarrollemos a continuación el contenido del cuadro anterior. Hay que tener cuidado a la hora de ir comentándolos y explicándolos, porque a menudo el término filosófico no coincide con la noción propia del lenguaje natural:

(1) Opinión: es el grado de conocimiento mínimo. En el lenguaje natural se traduce en expresiones como “creo que…” o “me parece que…” antes que “opino que”. Se trata de defender un punto de vista para el que no existe justificación racional objetiva, y ni siquiera subjetiva.

Por ejemplo: “me parece que el Partido Justicialista va a ganar las elecciones, pero no estoy muy seguro”.

Carece de justificación racional objetiva porque, efectivamente, el argentino que dice esto lo dice antes de que las elecciones hayan tenido lugar y lo haya podido constatar, objetivamente, “con sus propios ojos”. Pero carece de justificación subjetiva porque el argentino que defiende esta opinión ni siquiera está muy convencido, subjetivamente hablando, ni tiene buenos motivos o razones para creerlo. Viene a ser una creencia infundada –por eso esta un grado por debajo de ella-. Evidentemente, se trata de un grado de conocimiento muy bajo; apenas se distingue de la ignorancia.

(2) Creencia: se trata del siguiente grado de conocimiento. En el lenguaje natural se traduce en expresiones del estilo del “estoy convencido” o que impliquen este convencimiento subjetivo.

Volvamos al ejemplo anterior. El mismo argentino de antes dice: “tengo motivos para creer que el Partido Justicialista va a ganar las elecciones al Partido Peronista”; un amigo le replica “che, ¿estás convencido?”, y entonces, el que afirma ese punto de vista, debe decir que “sí”, que está “convencido”, y poder responder a otra pregunta más: “¿Pero por qué estás tan seguro de que van a ganar los justicialistas y no los peronistas?”, con frases por el estilo de estas: “Porque aprecio deseo de cambio en la población…; porque lo indican las encuestas…; porque es imposible ganar con un candidato como el delincuente de Menem, o con una política indefinida como la de Néstor Kirchner, o con una oportunista sin ideas como Cristina Kirchner…; etc.”.

Carece de justificación objetiva, como en el caso anterior (no ha podido ver con sus propios ojos la victoria justicialista, porque falta una semana para las elecciones); pero no de justificación subjetiva, para la que basta, en cualquier caso, que quien afirme la creencia esté convencido de ella. (La creencia será más firme cuantas más razones subjetivas la apoyen, pero eso es otra cuestión).

(3) Saber ordinario: ya no se trata meramente de conocimiento subjetivo, sino de un conocimiento más “fuerte”, pretendidamente objetivo (o justificable objetivamente); por eso lleva el nombre de “saber”.

Volvamos de nuevo al ejemplo anterior: “Viste, che, el Partido Justicialista ganó las elecciones”. “¿Cómo lo sabes?” “Bueno, ya sabes que soy el presidente de la Junta Electoral Central; acabamos de contar todos los votos y ya tenemos los resultados”.

Tiene razones subjetivas para creerlo y por ello está convencido de la victoria del justicialismo; pero además puede justificar objetivamente su creencia: lo ha visto, lo ha comprobado, mediante la evidencia que le proporcionan sus sentidos. Y aquí la justificación es objetiva (que viene a significar lo mismo que intersubjetiva) porque cualquiera, y no sólo él, lo puede comprobar, lo puede ver, lo puede constatar, sea en la televisión, en la radio, en la Junta Electoral… Todos los sujetos pueden saber con precisión quién ganó las elecciones, tan solamente con emplear los sentidos: por eso, porque la comprobación de los sentidos trasciende la opinión o creencia de un sujeto particular, la justificación del saber ordinario es objetiva.

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(4) Saber científico: se trata del grado más elevado de saber; un saber que se puede justificar subjetivamente, y más aún porque descansa en una rigurosa herramienta de justificación objetiva.

Usaremos ahora un ejemplo diferente. Watson y Crick estaban convencidos de la estructura molecular de la información genética humana, que consistía en la famosa doble hélice de ADN. Pero además, su convencimiento trasciende la subjetividad (también hay gente convencida de que los extraterrestres viven entre nosotros, por ejemplo en Meruxeras), porque lo han descubierto y comprobado empleando el método científico; cualquiera que utiliza este método llega (de hecho, así es) a estos mismos resultados.

No se aprecia la estructura del ADN a simple vista, pero sí con los métodos y protocolos que prescribe la investigación científica. En este método científico, común para todos los que se dedican a la investigación o hayan adquirido algún tipo de conocimiento científico en sus años de estudio descansa precisamente la objetividad de este saber y la fuerza del convencimiento subjetivo de quien lo utiliza. Por eso es tan importante conocerlo, para comprobar y analizar si es cierto que permite esa solidísima justificación objetiva.

Antes de seguir con las explicaciones, conviene realizar dos aclaraciones. En primer lugar, el hecho que los motivos por los cuáles el saber ordinario y el saber científico constituían los niveles máximos de conocimiento sea la justificación objetiva (de la que carecen los anteriores) está en relación con nuestra idea de la verdad. Al tener una justificación plenamente objetiva, sospechamos, con buenas razones, que nos encontramos ante un conocimiento verdadero, o al menos, muy próximo a la verdad. Porque en realidad, sólo puede ser verdadero conocimiento, el conocimiento objetivo, o eso parece.

En segundo lugar, que eso no impide en absoluto caer en el error. A menudo los sentidos nos engañan (si bien es difícil que a todo el mundo a la vez); y el método científico lleva a errores (si bien, en este caso, a la larga el propio método establece mecanismos que permiten descubrir y corregir el error). El error sólo puede darse desde el conocimiento; el concepto de error, de falsedad o de mentira, sólo puede construirse a partir del concepto de verdad. El único que no yerra es, precisamente el ignorante; sólo la ignorancia puede estar absolutamente segura de lo que afirma. Un examen en blanco puede tener la absoluta seguridad de no cometer ningún error.

Otro comentario tangencial. Muy a menudo se dice que “se deben respetar las convicciones”. Las convicciones son siempre, por su naturaleza, subjetivas y por eso en el esquema anterior llevaban el nombre de creencias (sean de tipo religioso, futbolístico, musical, político…).Las personas que se quejan de quienes critican, cuestionan o combaten sus puntos de vista son todas ellas irracionalistas. En realidad, están diciendo: “no intentes aplicar criterios objetivos a mi creencia subjetiva, basada en una “fe” que tú no puedes comprender”.

Pero eso es pretender que la disposición emocional interna de una persona vale más que los mejores mecanismos de los que dispone la razón humana. Por ejemplo: “creo que la Virgen quedó embarazada del Espíritu Santo, y mi convicción subjetiva proviene del hecho de que creo que unos libros que lo cuentan, los Evangelios, fueron escritos al dictado de Dios. No se debe permitir que nadie me lleve la contraria”. Frente a lo anterior, este otro argumento: “afirmo (sé) que es falso que la Virgen haya quedado embarazado siendo eso, virgen. El conocimiento que proviene de los sentidos niega esa afirmación subjetiva; la ciencia biológica y todos los médicos y ginecólogos saben que eso es imposible, que no puede haber embarazo sin que un espermatozoide fertilice un óvulo, y para eso hace falta el concurso de un pene masculino y su semen, sea el de San José o el de otro, puesto que en Judea se desconocían las tecnologías de la fecundación artificial. Por otra parte, los sentidos y el método científico no han encontrado a Dios en ningún sitio, ni evidencias objetivas de él: así pues la virginidad de la Virgen no es más que una fantasía supersticiosa”. ¿Qué debe tener más fuerza a la hora de organizar nuestra vida en sociedad? Aquí se introduce un problema que trataremos más adelante, en los Bloques III y IV, cuando hablemos de cuestiones éticas y de la vida social.

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Lo que está muy claro es que, llegados a este punto, la polémica intelectual, social y política, está servida. Cabe destacar que muchos pensadores intentaron delimitar ambos campos, desde teólogos como Guillermo de Ockham, hasta biólogos evolucionistas como Stephen Jay Gould. Estas cuestiones las estudiaréis con más detalle el año que viene, en la asignatura de Historia de la Filosofía.

1.2. CONOCIMIENTO ORDINARIO Y CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Llegados a este punto, lo que toca es poner en relación los dos tipos de conocimiento de que dispone el ser humano. Nada mejor para ello que analizar el Texto 21, La naturaleza del mundo físico. Este texto se corresponde a una serie de conferencias populares dictadas por Arthur Eddington, que había sido premio Nobel de Física. Estas conferencias fueron dictadas en la primera mitad del siglo XX, cuando estaban en pleno auge y novedad los descubrimientos en torno a la teoría atómica de la materia (la Mecánica Cuántica), con sus curiosas conclusiones para una imagen del mundo basada en el sentido común. Por aquel entonces, también suscitaban el mismo estupor los descubrimientos de Albert Einstein sobre la Mecánica Relativista (Einstein logró demostrar, por ejemplo, que el tiempo no es una magnitud absoluta, que los cuerpos se contraen en la dirección de su marcha, al aumentar la velocidad, y que su “peso” aumenta en esa misma medida; o que el universo tiene cuatro dimensiones).

La Pregunta 1 y la Pregunta 2, que se pueden contestar conjuntamente, intentan plasmar esa aparente contradicción. La experiencia cotidiana, que no es sino otra forma de llamar al saber ordinario, nos proporciona un conocimiento objetivo de la mesa como algo que está lleno de materia, que es propiamente materia sólida, que es substancia, que es permanente, que es impenetrable y cuya resistencia sólo puede ser vencida por la fuerza…. El conocimiento científico de la mesa, nos presenta un cuerpo que es, fundamentalmente vacío y no materia dura, carga eléctrica y no cuerpo sólido; campo de fuerza e influencia y no una substancia homogéneamente densa… Paradójicamente, las características que ambos saberes atribuyen a la ciencia son contradictorias; pero ambos se presentan como conocimientos verdaderos justificables objetivamente. Por lo tanto, deberíamos sacar la conclusión que uno de los dos saberes es falso y erróneo… (Contradicciones similares ya las afrontamos al ver las distintas representaciones del mundo de las distintas especies de animales). Volveremos sobre esta cuestión, desde otro ángulo, en la Pregunta 4.

Previamente, enfrentémonos a lo que plantea la Pregunta 3. Mis sentidos no son capaces de percibir los átomos, porque mis sentidos recogen información estimular del mundo exterior dentro de ciertos márgenes. Aplicado al caso de la vista (los fotorreceptores), los átomos son de un tamaño demasiado pequeño para que los lleguen a estimular y estos los manden al cerebro. Sin embargo, la ciencia ha desarrollado mecanismos indirectos para enfrentarnos a la percepción de lo muy pequeño: microscopios, microscopios electrónicos, aceleradores de partículas, impresiones en película fotográfica, etc. Dichos mecanismos adaptan el tamaño de los átomos a los umbrales con los que trabajan nuestros sentidos. Sin embargo, se trata, en este caso de una reconstrucción crítica de esos átomos de acuerdo con los métodos y los procedimientos del método científico; y para convencernos (subjetivamente) de que existen esos átomos, previamente debemos darle crédito al propio método científico y al valor de la ciencia.

La Pregunta 4 desarrollaría nuevos matices sobre estas cuestiones. Admite tres posibles respuestas, en principio. Nos puede parecer más real la mesa del conocimiento ordinario porque es la que muestran nuestros sentidos en su uso natural; es aquella a la que estamos acostumbrados y con la que nos enfrentamos habitualmente. Por el contrario, podemos creer que es más real la científica, porque se acerca más a la verdadera esencia de las cosas, a las cosas tal y como son en sí mismas al margen de la representación imperfecta e incompleta de los sentidos, a menudo sometida a errores e ilusiones. (La contradicción subyacente es que menos

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real es menos verdadero; y una descripción no debería ser menos verdadera que otra, sin directamente falsa).

Evidentemente, podemos decir que ninguna de las dos es más real ni menos real. Serían dos formas diferentes de representar y reconstruir en nuestro cerebro una realidad que nunca conocemos en su esencia tal y como es, sino a nuestra medida. Ambas visiones son necesarias para los distintos ámbitos de nuestra existencia (para usar los rayos X, el saber científico; para posar la taza del desayuno, el saber ordinario); y por ello mismo igualmente prácticas y complementarias.

En cualquier caso, las tres posibles respuestas (y muy especialmente la tercera de ellas) nos llevan de nuevo a plantearnos espinosas preguntas acerca de la relación entre el conocimiento y la realidad (recordemos el Tema 3).

La Pregunta 5 intenta precisamente volver sobre ello. También implica tres posibles respuestas. Si decimos que las características de la mesa pertenecen únicamente a la mesa, y que nosotros nos limitamos a describirlas o recibirlas pasivamente, estamos cayendo en el realismo ingenuo, o incluso en el realismo directo. Y ya habíamos visto en su momento que se trataba de teorías falsas (además, las dos representaciones de la realidad serían incompatibles y una de las dos necesariamente habría de ser falsa, puesto que el sujeto pensante recibe la realidad tal cual ella es, y por lo tanto de una única y exclusiva manera). Si decimos que se las atribuimos nosotros, nos deslizamos hacia la postura del idealismo y su aparente falsedad (difícil de rebatir, eso sí), junto con todos sus inconvenientes.

Por eliminación, la única solución razonable habrá de ser la que afirme que las representaciones establecen una relación entre la realidad exterior (O) a la conciencia que conoce y las herramientas con las que los humanos (S) nos enfrentamos a su conocimiento. Así pues, la única postura compatible con la existencia de dos tipos de saber, el ordinario y el científico, es el realismo crítico.

Como conclusión general: los seres humanos reconstruimos críticamente en nuestro cerebro, a partir del complejo mecanismo perceptivo, las interacciones entre la realidad exterior a nosotros y nuestro sistema nervioso. Un primer nivel de reconstrucción crítica lo constituye el saber ordinario o de sentido común, que no es más que el funcionamiento ordinario de nuestro sistema nervioso. Es verdadero en el plano en el que se sitúa; sin embargo es incompleto y limitado.

Poco a poco, y de forma histórica, los seres humanos fueron tomando conciencia de esas limitaciones y desarrollaron métodos más poderosos de representar críticamente esa realidad exterior, menos limitados por las debilidades de la percepción humana, menos ligados a lo concreto de esa percepción; y mucho más artificiales y abstractos, más impersonales y por ello “objetivos”: los mecanismos de reconstrucción crítica de la realidad del saber científico. Son capaces de captar las relaciones y propiedades de la realidad con más finura y precisión, y con más riqueza y variedad, y son, desde ese punto de vista, “más verdaderas”.

No obstante, no son incompatibles: los resultados del saber científico, son traducibles, críticamente, a los resultados del saber ordinario. En otras palabras: podemos decir por qué un cuerpo que es fundamentalmente vacío es representado en mi cerebro, a partir de los datos de los mecanorreceptores, como un cuerpo sólido y lleno.

(Un ejemplo trivial: cada animal tiene su propio “saber ordinario”; pero si todos los animales fueran capaces de hacer ciencia, tendrían el mismo tipo de “saber científico”, cuyos resultados serían, por lo demás, capaces de traducir a sus saberes ordinarios respectivos).

APARTADO 2: LAS INVESTIGACIONES DE IGNAZ SEMMELWEIS SOBRE LA FIEBRE PUERPERAL

Si lo característico de la ciencia es que utiliza un método peculiar para adentrarse en la representación más fina, rica, profunda y poderosa de la realidad exterior; y que es la bondad de

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dicho método lo que le permite su justificación objetiva, lo que toca a continuación es detallar y explicar en que consiste ese método.

Lo haremos a partir de un ejemplo histórico real de una investigación científica concreta. Se encuentra descrita en el Texto 22, Un caso histórico a título de ejemplo: las investigaciones de Ignaz Semmelweis sobre la fiebre puerperal; en realidad es parte de un capítulo de un libro de Carl G. Hempel, Filosofía de la Ciencia Natural, que no es sino la fiebre que suele aquejar a las mujeres que acaban de dar a luz.

2.1. EL MÉTODO HIPOTÉTICO DEDUCTIVO (I): EL CONTEXTO DE DESCUBRIMIENTO

El método característico de la ciencia lleva el nombre de Método Hipotético- deductivo. “Método” significa en griego “pasos –finitos- que llevan a hacer o conseguir algo”. El método científico, como tal, es fruto de siglos de esfuerzos y reflexiones de los propios científicos por explicar cómo era su trabajo, cómo debería ser, o cómo debería efectuarse con más eficacia. Reflexiones muy importantes sobre el método de la ciencia fueron realizadas por personajes tan variados como Aristóteles, Newton o Einstein. Sin embargo, la esencia y mecanismo general del método científico moderno fue principalmente desarrollada por Galileo Galilei. En general, se sostiene que el Método Hipotético-deductivo consta de cuatro pasos que, a su vez, pueden agruparse dentro de dos conjuntos más generales; en su momento se verá el por qué. Comenzaremos ahora por el primer paso del primer grupo.

2.1.1. PLANTEAMIENTO/DESCUBRIMIENTO DEL PROBLEMA (Paso 1)

Las investigaciones científicas no arrancan nunca en el vacío. La ciencia es una actividad, como todas las actividades humanas, histórica y temporal. Lo primero que hace el científico es descubrir, plantear o replantear algún problema intelectual o práctico que carezca de solución o explicación en ese momento. El primer paso del científico es pues acotar, delimitar y enunciar el hecho problemático al que debe intentar dar explicación (los hechos, muy a menudo reciben el nombre de “fenómenos” término que ya es conocido). En el caso del texto que nos ocupa, el problema al que Ignaz Semmelweis intenta dar solución puede parecer el siguiente: “¿Por qué mueren las mujeres de fiebre puerperal?”.

Este planteamiento, sin embargo, es falso. Lo acabamos de decir: la ciencia es una actividad histórica y se plantea los problemas históricamente. A mediados del siglo XIX se asumía como algo perfectamente normal una elevadísima mortalidad femenina por las complicaciones del parto (y una elevada mortalidad infantil); eso era así y no requería mayor explicación: no era un problema, a la luz del conocimiento y las preocupaciones de la sociedad de aquella época. El verdadero hecho problemático, pues, al que se enfrenta Semmelweis es el siguiente: “¿Por qué mueren más mujeres de fiebre puerperal en la División Primera del hospital que en la División Segunda?”.

Más adelante, cuando se logre solucionar este problema, podremos enfrentarnos al mencionado en primer lugar: “¿A qué se debe, en general, la mortalidad de fiebre puerperal, constante en pequeños porcentajes, en todas las divisiones de obstetricia de los hospitales?”. El mero hecho de plantearse esta pregunta ya supone un progreso histórico, porque el nivel de curiosidad y de análisis se ha afinado, ha profundizado en sus objetivos.

Nunca se insiste suficientemente en la dimensión histórica de la ciencia. La ciencia, lo repito, es una actividad histórica, como cualquier otra actividad humana, y progresa acumulativamente a través de la historia, descubriendo, delimitando y acotando hechos problemáticos, a los que, tras darles explicación, suceden nuevos hechos problemáticos, y así sucesivamente. Si esto es así, habrá, efectivamente, numerosísimos hechos que resultaban enormemente problemáticos y de difícil e imposible solución a nuestros antepasados y en los que nosotros ni siquiera nos fijamos. No hay más que comentar una serie de ejemplos: todos los

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astrónomos griegos y renacentistas se preocupaban de descubrir los movimientos y posiciones de los distintos cuerpos celestes. Ante el caos de movimientos que se observa en el cielo, no acababan de saber si se movía el Sol, la Tierra, o los dos; con qué movimiento, en qué posición, etc. Para nosotros eso no resulta un hecho problemático. Los hechos problemáticos de la astronomía actual vendrían a ser más bien los siguientes: ¿Cuál es el tamaño del universo? ¿Cuál fue el mecanismo preciso de formación a partir del Big-bang? ¿Está el universo en contracción o en expansión? ¿Aumenta la entropía globalmente en el universo? ¿Impide eso otra nueva contracción y otro nuevo Big-Bang? ¿Qué relación guarda este problema con la cantidad global de masa del universo? ¿Cómo podemos medirla a partir de los efectos gravitatorios de los agujeros negros?... El hecho de plantearnos estos problemas, aunque no podamos darles respuesta completa todavía, supone en cualquier caso un progreso en la historia de la ciencia. No sólo se progresa a partir de lo que sabemos; también se progresa a partir de lo que ignoramos.

Hay otra segunda cuestión que comentar. No hay mecanismo exacto, preciso y minucioso para descubrir, definir y plantear los hechos que resultan problemáticos . Dependen en mucha medida de la intuición, el genio, el mérito, el talento, la casualidad, el nivel de conocimiento de la época, las preocupaciones personales, la suerte, la obligación… Es decir, que dependen de una serie de condiciones subjetivas de muy difícil evaluación. Los hechos problemáticos sencillos los descubre y los plantea cualquiera; en los complicados entran en consonancia todos los factores anteriores.

Se pueden poner muchos ejemplos. En los distintos hospitales de San Francisco, empezó a haber un leve incremento del sarcoma de Kaposi (un tipo de cáncer de piel) con respecto a las estadísticas corrientes de incidencia de la enfermedad. Nadie vio el problema que eso escondía durante años; porque es difícil cruzar o valorar datos de distintas fuentes, o porque no se le dio importancia, y se achacó a los hábitos de disfrutar cada vez más y con menos cuidado de un sol que por la merma de la capa de ozono cada vez es más agresivo. Algún médico, sin embargo, investigó un poco más el asunto, y descubrió que el cáncer incidía especialmente en los varones, normalmente jóvenes, y se asociaba a cuadros de elevada mortalidad (porque, en principio, no es un cáncer de los más agresivos) asociado con un nivel de defensas extraordinariamente bajo; también, aunque parecía irrelevante, afectaba especialmente a los homosexuales (parecía irrelevante porque en San Francisco reside la comunidad homosexual más grande del mundo; prácticamente todos los hombres lo son). Fue en ese momento cuando tomó conciencia de que se trataba de un cáncer producido por un nuevo tipo de virus que debilitaba globalmente la respuesta defensiva del organismo.

El verdadero problema consistía en saber qué virus aumentaba la incidencia de ese cáncer y por qué; cuando se dio respuesta a ello, la pregunta paso a ser cuáles serían sus formas de contagio; hoy en día estamos con el problema de saber cómo podríamos hacer una vacuna que nos inmunizara contra él. Por supuesto estamos hablando del virus de la inmunodeficiencia humana y de la enfermedad del SIDA. Descubrir este hecho problemático permite ponerse manos a la obra para darle solución cuanto antes. De hecho, se piensa que el SIDA venía siendo endémico en regiones de África desde hacía largo tiempo sin que nadie hubiera diagnosticado el problema, y permitiendo la extensión de la infección. Por suerte, un médico talentoso nos puso sobre la pista.

2.1.2. ELABORACIÓN DE HIPÓTESIS (Paso 2)

¿Qué es lo que hay que hacer tras delimitar, definir, acotar, describir y comprender un hecho problemático, a la luz del conocimiento histórico de la época? El planteamiento de la cuestión nos da la respuesta. El hecho problemático implica un por qué: “¿Por qué mueren más mujeres en la División Primera que en la División Segunda del hospital?”; así que la respuesta implica un “porque”. La respuesta ha de tener esta forma: “La fiebre puerperal afecta en mayor medida porque…X”. Ese “porque”, esa “X”, es lo que el científico debe intentar encontrar.

La expresión que intenta dar explicación al hecho problemático es lo que se llama una hipótesis. Una hipótesis es una propuesta de explicación para un problema que debe

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cumplir los siguientes requisitos: en primer lugar, ha de ser explicativa (lo detallaremos más adelante con más precisión lógica), ha de establecer una relación directa entre el principio que produce el hecho problemático y el hecho problemático en cuestión. En segundo lugar, ha de establecer algún tipo de relación causal (volveremos también sobre la cuestión de la causalidad); el principio ha de causar el efecto problemático observado. Y por último, y en tercer lugar, ha de constituir un enunciado general y abstracto, que sirva para explicar todos los posibles hechos problemáticos similares al observado. Así pues, la forma que han de tener las hipótesis que busca Semmelweis será la siguiente: “La fiebre puerperal (la mayor incidencia de la fiebre puerperal, en realidad) es una enfermedad causada por X”.

Las distintas hipótesis que manejó Semmelweis fueron las siguientes (desde este momento, H será el término que las simbolice). Las reproduciré, no como vienen enunciadas literalmente en el texto, sino como se ajustan más a la exigencia técnica de cómo debe ser una hipótesis, detallando relaciones causales que el autor del texto da por supuestas:

H1. “La fiebre puerperal es una enfermedad causada por influencias epidémicas originadas en cambios en la atmósfera, en el cosmos y en el suelo geológico terrestre”

H2 “La fiebre puerperal es una enfermedad causada por los efectos perniciosos del hacinamiento (falta de higiene, aire poco sano, deficientes cuidados…)

H3 “La fiebre puerperal es una enfermedad causada por lesiones traumáticas en el aparato reproductor”

H4 “La fiebre puerperal es una enfermedad causada por un debilitamiento psicológico general del cuerpo y las defensas”

H5 “La fiebre puerperal es una enfermedad causada por deficiencias posturales en el postparto en la posición de espaldas”

H6 “La fiebre puerperal es una enfermedad causada por una infección del sistema sanguíneo de la embarazada a partir de tejido biológico cadavérico”

H7 “La fiebre puerperal es una enfermedad causada por una infección del sistema sanguíneo de la embarazada a partir de tejido biológico putrefacto”

(Más adelante, en el Paso 3, que se conoce con el nombre de contrastación, detallaremos el procedimiento que lleva a aceptar a algunas como verdaderas y a otras como falsas. De momento, basta con adelantar que las cinco primeras son falsas; la sexta parece orientarnos en el camino de la verdad, aunque también al final resulte falsa –por incompleta-; y la séptima parece razonable o aproximadamente verdadera.)

Ahora estamos en condiciones de desarrollar un poco en qué consiste su carácter explicativo. En realidad, toda explicación general y abstracta constituye una explicación nomológico-deductiva. El esquema lógico de este tipo de explicaciones es el siguiente (nota: una ley es una hipótesis que se considera verdadera ):

P1 Leyes generales que explican una serie potencialmente infinita de fenómenos idénticosSiempre que el riego sanguíneo de una mujer recién parida se infecte a partir de la materia cadavérica o cancerosa de tal tipo, contraerá la enfermedad de la fiebre postparto. Se trata de una ley de la naturaleza aplicable a todo posible caso de fiebre postparto

P2 Condiciones descriptivas del fenómeno (el hecho problemático)En el hospital de Viena, unos estudiantes realizaron autopsias y revisiones a mujeres con cáncer y atendieron a las mujeres recién paridas de la División 1 de dicho hospital, aumentando la mortalidad por fiebre puerperal enormemente. Estos son los hechos concretos que precisan de explicación

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C Explicación del fenómeno: subsunción deductiva

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El caso que nos ocupa, el del hospital de Viena y la División 1 es un caso más, particular y concreto, del principio general de la infección a partir de esa materia biológica y la enfermedad de la fiebre postparto. Es un caso más que se deduce (dadas las premisas, necesariamente hemos de obtener esa conclusión) de la ley y de las condiciones descriptivas del fenómeno. Ahora ya queda explicado lo que sucedió en el hospital. Este caso concreto queda incluido, queda subsumido, dentro del caso general. Desde este momento, ya comprendemos el por qué de lo que sucedió, y lo que podría suceder en el futuro (predicción; hablaremos de ello más adelante) si los estudiantes se desinfectaran tras las autopsias

Nos interesa comentar ahora lo siguiente: toda explicación científica parte de dos principios metafísicos de carácter epistemológicos de muy difícil confirmación. En primer lugar, el principio de razón suficiente, la idea de que todo efecto de la naturaleza, lo es porque una causa actúa sobre él; la idea de que toda causa produce un efecto y todo efecto es resultado de una causa. Es nuestro requisito para la comprensión del mundo y sin él no somos capaces de imaginarnos como puede ser la realidad. Y en segundo lugar, la tendencia humana a encontrar regularidades. Los seres humanos contemplamos la realidad con la seguridad de que la naturaleza es regular y constante en su comportamiento (que siempre se comporta igual) y no admite excepciones ni divergencias en su funcionamiento. Sin dar por ciertos estos dos principios, no puede haber explicación racional de ningún fenómeno o hecho que podamos observar a nuestro alrededor.

Sin embargo, estos dos principios metafísicos, presuntas verdades universales (como vimos en el Tema 3), no tienen una fácil justificación. Más bien podrían ser verdades empíricas, amenazadas por las deficiencias del principio de inducción, y debilitar así las pretensiones del conocimiento humano (veremos el asunto con más detalle en el Apartado 3 de este mismo tema).

Respecto a la causa, está claro que ninguna hipótesis encuentra la causa directa como tal, si por ello se entiende una explicación detallada y concreta de todo el mecanismo y proceso infeccioso. En una falsa, como la H1, habría que detallar mucho más la relación causal: ¿Que causa produce los cambios “átmosférico-cósmico-telúricos”? ¿Qué causa, a partir de ello, la “influencia epidémica”? ¿Cómo causa, la epidemia, directamente, la enfermedad?...

Y respecto a la H7, aunque sea cierto, por ejemplo, que la enfermedad la “causa” una infección a partir de material biológico procedente de tejidos cancerígenos vivos o de materia cadavérica, con ello sólo acabamos de empezar. El verdadero causante será un microorganismo determinado, y el procedimiento causal será un tipo de invasión determinada de las células, etc. Más adelante, en el Paso 4, la elaboración de teorías, daremos respuesta a estas preguntas.

Llega ahora el momento de explicar por qué a toda esta parte de la investigación científica se le denomina contexto de descubrimiento. Lo explicaremos con un pequeño rodeo. ¿Qué caminos llevan a Semmelweis a elaborar sus hipótesis? Son muy variados y enormemente subjetivos: deducción a partir de principios explicativos o teorías más generales sobre las enfermedades (H1), las ideas del sentido común sobre las heridas (H3), la limpieza (H2) o ante los nuevos hechos (H7), intentos de descartar lo improbable por desesperación (H4), “palos de ciego” (H5), una mezcla de suerte –no para el colega muerto, evidentemente- e intuición (H6)… Es decir, que al igual que en el Paso 1, la elaboración de hipótesis es enormemente subjetiva, y depende de circunstancias subjetivas, creativas y contextuales a menudo incontrolables.

A mí me gusta comentar cómo se le ocurrió a Newton la que es seguramente la hipótesis más famosa de todos los tiempos, la gravitatoria: a partir de la caída de una manzana de un árbol en su cabeza. ¿Si no se le hubiera caído encima, no se le hubiera ocurrido por otro procedimiento? Puede que sí, o puede que no. O puede que se le hubiera ocurrido a algún otro científico que estuviera “en la pomada”; es decir, que hubiera superado el Paso 1.

Toda esta primera parte del proceso que lleva a descubrir los problemas e intentar explicarlos tiene pues las mismas características. Tanto el Paso 1 como el Paso 2 implican creatividad, subjetividad, atención a la realidad contextual extracientífica, aleatoriedad,

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

azar, originalidad. Ambos poseen muchas características en común y por eso se les puede agrupar conjuntamente como contexto de descubrimiento .

2.2. EL MÉTODO HIPOTÉTICO-DEDUCTIVO (II): EL CONTEXTO DE JUSTIFICACIÓN

Pero una vez que, por los caminos que sea, estemos en posesión de una hipótesis, se acaba la creatividad y la subjetividad. En este punto, el científico se ve obligado a ser estricto, riguroso, detallista y minucioso. Y a actuar siempre igual, según un procedimiento bien definido. En el Paso 3 y el Paso 4 no hay margen para la divergencia. A la hora de saber si una hipótesis es verdadera o falsa, y elaborar teorías a partir de ellas, todos los científicos se comportan igual. Por eso, desde este momento salimos del contexto de descubrimiento y entramos en el contexto de justificación.

2.2.1. LA CONTRASTACIÓN DE LAS HIPÓTESIS (Paso 3)

¿En qué consiste la contrastación de una hipótesis? Contrastar una hipótesis es someterla a prueba empírica (comprobarla, verificarla, corroborarla) para saber si es verdadera (y por lo tanto podemos detener nuestra búsqueda de nuevas hipótesis) o falsa (y por lo tanto hay que continuar con dicha búsqueda). Las hipótesis son siempre generales y abstractas, como hemos visto, se refieren a todo caso concreto posible, pero a ninguno en concreto y en particular. Para contrastarlas es preciso buscar un procedimiento o situación que las concrete, que las particularice, que les permita tocar la realidad.

Dicho con otras palabras, contrastar una hipótesis abstracta y general exige deducir a partir de ella una situación concreta y particular que se pueda poner en correlación con lo que sucede en el mundo empírico (eso es así porque, evidentemente, las hipótesis, al ser generales y abstractas no se pueden contrastar por sí mismas, sino por sus consecuencias concretas. Con un ejemplo sencillo: nadie ha visto jamás la gravedad. Lo que sí podemos apreciar son cuerpos concretos que caen, su dirección y su velocidad de caída).

Contrastar exige deducir a partir de la hipótesis algún tipo de implicación contrastadora, el nuevo término técnico que es preciso conocer (IC, desde este mismo momento). Intuitivamente, si la implicación contrastadora no se corresponde con la situación observable en el mundo real, la hipótesis habrá de ser falsa; si, por el contrario, hay correspondencia, la hipótesis será verdadera y la consideraremos una ley general que expresa un comportamiento regular y predecible de la naturaleza. Desarrollaremos estas cuestiones desde este momento.

Lo primero que haremos será verlo con los mismos casos concretos del texto. Así pues, someteremos a contrastación a las sucesivas hipótesis de Semmelweis:

P1 Si H1 fuera verdadera, entonces habría de suceder ICSi H1 fuera verdadera, entonces la epidemia se extendería por la atmósfera y afectaría por igual a todos los hospitales o salas de estos.

P2 Pero no se da el caso de que IC (no IC)Pero la epidemia no afecta por igual a todos los hospitales o salas; afecta más a la División Primera del Hospital de Viena

______________________________________________________________________C H1 es falsa (no H1)

La fiebre puerperal no está causada por una epidemia originada en cambios atmosférico-cósmico- telúricos

P1 Si H2 fuera verdadera, entonces habría de suceder ICSi H2 fuera verdadera, entonces, dónde se diera mayor hacinamiento, como en la División Segunda, habría de haber mayor mortalidad.

P2 Pero no se da el caso de que IC (no IC)

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

Pero hay más mortalidad en la División Primera que en la Segunda ________________________________________________________C H2 es falsa (no H2)

La fiebre puerperal no está causada por el hacinamiento

P1 Si H3 fuera verdadera, entonces habría de suceder ICSi H3 fuera verdadera, entonces toda lesión, como las producidas durante el parto de forma natural, habrían de producir la misma mortalidad por fiebre

P2 Pero no se da el caso de que IC (no IC)Pero las mujeres lesionadas durante el parto no tienen tanta mortalidad como las de la División Primera, con lesiones o sin ellas

______________________________________________________________________C H3 es falsa (no H3)

La fiebre puerperal no está causada por lesiones traumáticas en el aparato genital femenino (Existen dos contrastaciones más, que no se reproducen aquí por no aumentar más los apuntes)

P1 Si H4 fuera verdadera, entonces habría de suceder ICSi H4 fuera verdadera, entonces suprimiendo una causa de debilidad psicológica, como el paseo del cura con el Viático por la División Primera, la mortalidad allí habrá de descender

P2 Pero no se da el caso de que IC (no IC)Pero aunque se suprima el paseo del cura, la mortalidad en la División Primera permanece constante

______________________________________________________________________C H4 es falsa (no H4)

La fiebre puerperal no está causada por un debilitamiento psicológico de las defensas

P1 Si H5 fuera verdadera, entonces habría de suceder ICSi H5 fuera verdadera, entonces, suprimiendo la deficiencia postural que produce la enfermedad en la División Primera, la mortalidad bajará

P2 Pero no se da el caso de que IC (no IC)Aunque se cambie a las pacientes de postura, la mortalidad no desciende

____________________________________________________________C H5 es falsa (no H5)

La fiebre puerperal no está causada posdeficiencias posturales

Una contrastación que da por resultado la falsedad de una hipótesis se denomina falsación. La falsación es impecable, desde el punto de vista lógico, puesto que se basa en un tipo de razonamiento deductivo formalmente válido, como es el Modus Tollens. Todo lo que hemos venido viendo hasta ahora son distintas variantes de esta estructura lógica. Hemos visto cinco falsaciones de cinco hipótesis, y podemos fiarnos de su resultado, puesto que en un razonamiento correcto (como el Modus Tollens) si las premisas son correctas, también lo habrá de ser su conclusión (en estos casos, que se trata de hipótesis falsas).

Respecto a la contrastación, en general, conviene realizar dos aclaraciones. En primer lugar, que aunque todas estas hipótesis fueron contrastadas “a simple vista”, por así decirlo, normalmente la contrastación es mucho más difícil y complicada de realizar. Lo más probable es que la contrastación tenga lugar con experimentos planificados y controlados con sofisticados protocolos, o en condiciones ideales de laboratorio, o exijan construir instrumental específico para poder llevarla a cabo… Por ejemplo: todas las hipótesis acerca de la estructura de la materia y la teoría atómica exigieron la construcción del gigantesco acelerador de partículas del CERN (que ya requiere un sustituto) para poder ponerlas a prueba; la teoría de la relatividad de Einstein implicaba (IC) que luz tuviera masa y fuera, por tanto, atraída por el campo gravitatorio terrestre: toda una expedición, con su complejísimo instrumental viajó al ecuador, en Sudamérica, para comprobarlo durante un eclipse de Sol.

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

Una hipótesis puede ser descartada, sin más, por otro procedimiento que también conocéis: si entra directamente en contradicción con un conocimiento verdadero que ya poseamos (utilizando el mecanismo de la Reductio ad Absurdum). Un ejemplo: si algún iluminado dice que se puede viajar por el tiempo hacia delante y hacia atrás, eso implica que la entropía, en el universo tiene una doble dirección (hacia un mayor desorden y hacia un menor desorden) y algo que sabemos con seguridad, que la entropía tiene una única dirección (siempre hacia un mayor desorden). Con lo cual, podemos descartar la hipótesis de que se puede viajar por el tiempo: entra en contradicción con conocimiento bien asentado y corroborado.

Veamos a continuación que es lo que sucede cuando una contrastación da un resultado positivo (es decir, cuando la hipótesis parece ser verdadera):

P1 Si H6 fuera verdadera, entonces habría de suceder ICSi H6 fuera verdadera, entonces desinfectando las manos de los estudiantes que tocan materia cadavérica, la mortalidad descenderá en las mujeres que ellos examinan, las de la División Primera

P2 Parece que se da el caso de que IC Tras la desinfección, la fiebre puerperal desciende en la División Primera

______________________________________________________________________C H6 parece ser verdadera

La fiebre puerperal está causada por una infección de la sangre a partir de materia cadavérica(En realidad, hay otro par más de contrastaciones positivas a posteriori, analizando hechos del pasado que no se habían tenido en consideración en su momento: los partos callejeros, y la transmisión de la infección a los hijos)

Sin embargo, pese a que la hipótesis parecía ser verdadera, no podemos tener la certeza absoluta de ello. Observemos lo que pasó más adelante:

P1 Si H6 fuera verdadera, entonces habría de suceder ICSi H6 fuera verdadera, entonces el tejido que proviene de materia viva, aunque esté canceroso, no debe producir la infección

P2 Pero no se da el caso de que IC (no IC)Pero esto no parece cierto; en el hospital de Viena la mortalidad se recrudeció tras una exploración ginecológica con materia cancerosa sin desinfectar en las manos

_______________________________________________________________C H6 es falsa (no H6)

La fiebre puerperal no está causada únicamente por cadavérica

Así pues, ha sido preciso corregir la hipótesis que nos llevó a error, aunque parece que lo que sí podemos tener es la certeza de que vamos por la buena dirección. ¿Qué es lo que ha sucedido con H6 y H7? Lo explicaremos con detalle un poco más adelante:

P1 Si H7 fuera verdadera, entonces habría de suceder ICSi H1 fuera verdadera, entonces, extendiendo la desinfección al tratamiento con materia biológica cancerosa, se logra detener la infección

P2 Parece que se da el caso de que IC En el hospital de Viena se llevó a cabo y así fue

______________________________________________________________________C H7 parece ser verdadera (al menos, más que H6)

La fiebre puerperal está causada por una infección de la sangre a partir de tejidos de materia cadavérica y de materia cancerosa

Vayamos comentando con detalle lo que ha sucedido con estas dos últimas hipótesis. En principio, la contrastación positiva, la que da como resultado la verdad de la hipótesis, se denomina verificación, o también corroboración o comprobación, sin más. Estos últimos

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

términos son preferibles, puesto que, como acabamos de comprobar, la verificación como tal no sucede nunca; nunca podemos estar seguros de su verdad por completo.

En realidad, eso sucede porque el apoyo que las IC dan a la H es un apoyo inductivo. Mucho ojo con la cuestión siguiente: aunque las IC se deducen de la H (y por lo tanto, en esa deducción no hay lugar a error), si esas IC son verdaderas, van proporcionando apoyo inductivo a la H de la que fueron deducidas. Por eso, mejor que método Hipotético-deductivo, sería decir método Hipotético-deductivo-inductivo.

Efectivamente, la contrastación positiva es imposible porque se basa en métodos inductivos. Nos obliga a afirmar un enunciado general (H) a partir de la afirmación de una serie n de enunciados particulares (IC1, IC2…ICn); y como ya sabemos, ese salto es tan sólo probable. Además, como ya os habréis dado cuenta, la contrastación positiva utiliza una herramienta lógica que no es formalmente válida, el “Falso” o Incorrecto Modus Ponens .

(No obstante, sobre todo esto volveremos con amplitud y más profundidad en el Apartado 2 de este mismo tema).

En cualquier caso, aunque las hipótesis no puedan ser, estrictamente, verdades

universales, como las verdades necesarias, sino verdades contingentes, empíricas y a posteriori, en la práctica, si su probabilidad de verdad es elevada, las consideramos verdaderas. Una hipótesis verdadera es una ley científica, que expresa una regularidad en el comportamiento de la naturaleza.

Una forma indirecta de dotar de confianza a las leyes científicas es la aplicabilidad tecnológica. La tecnología es la aplicación práctica del conocimiento teórico que supone la ciencia; seguramente lo que la mayoría de la humanidad más valora de ella. Pues bien, y por poner un ejemplo: si el diseño de un avión le permite volar, las leyes científicas que ese diseño tiene en cuenta (desde leyes de la termodinámica para diseñar los motores, como leyes relativas al comportamiento eléctrico o electrónico, la aerodinámica, el comportamiento de los gases, o la propia gravitación…) han de ser verdaderas. Si la televisión funciona, las leyes electrónicas en que se basa han de ser verdaderas, y así sucesivamente. Se trata, en este caso, de una justificación pragmática del principio de inducción.

Otra forma de dotar de fuerza a las hipótesis y aumentar nuestra confianza en ellas, es tener muy en cuenta su predecibilidad. La predecibilidad en realidad es la capacidad explicativa referida al futuro. Dadas unas determinadas leyes generales y unas determinadas condiciones descriptivas (recordemos el modelo explicativo comentado en 2.1.2), se puede explicar que va a suceder en el futuro, es decir: se puede predecir.

Veámoslo con un simple ejemplo: dado el principio de gravitación universal y las tres leyes del movimiento de Newton, y las condiciones determinadas del planeta Júpiter (como su posición, su masa y su velocidad), yo puedo predecir dónde estará Júpiter dentro de un mes, o de tres años y 25 días. Desde luego, ser capaz de predecir eso proporciona un enorme apoyo inductivo a las hipótesis de Newton. Más aún; si la ciencia no fuera capaz de predecir, carecería de aplicabilidad tecnológica. Cuando se diseñan aviones (ejemplo del principio de la página) teniendo en cuenta los conocimientos científicos, se está prediciendo que con ese peso, esos motores, esa aerodinámica, esa sustentabilidad, etc…, el avión volará. Y de nuevo, intuitivamente, sospechamos que eso no sería posible si las hipótesis que utilizamos no fueran verdaderas.

Ahora bien: siempre cabe la posibilidad de que una hipótesis científica sea falsa, o no sea enteramente verdadera (aunque no seamos capaces de explicar en qué consiste no ser verdadera del todo como algo diferente de ser falsa). En el texto lo tenemos perfectamente representado por la H6 y el paso a la H7. La H6 ha sido comprobada inductivamente; hemos sostenido su verdad general pasando de n casos a los infinitos casos posibles, y uno de los casos posibles no tenidos en cuenta la ha falsado. Pero la H7 debe tener en cuenta su contenido de verdad y no debe buscar una solución alejada de lo que muestra H6, sino de alguna forma construir una verdad más amplia que incluya lo que H6 tiene de verdadero y profundice más en ese camino. Si no es verdadera, al menos parece que H6 nos pone en el camino de la verdad.

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

(Sobre todas estas cuestiones, no obstante volveremos cuando hablemos del progreso en la ciencia).

Este ejemplo anterior puede parecer trivial, pero lo mismo ha sucedido, por ejemplo con las leyes de Newton. Han sido consideradas verdaderas durante largo tiempo; pero a principios del siglo XX Einstein demostró que para ciertos casos (presencia de grandes campos gravitatorios, velocidades muy altas) no se cumplían. En concreto, Mercurio no se mueve según las leyes de Newton (si bien la divergencia es tan pequeña que podemos pasarla por alto en los cálculos más habituales). Esta claro que las nuevas aportaciones de Einstein deben incluir las leyes de Newton, porque tienen algún contenido de verdad; no deben contradecirlas, sino incluirlas e ir más allá, profundizando en lo que en ellas hay de cierto: exactamente como en el caso anterior. De alguna forma, la nueva hipótesis debe mantener los apoyos inductivos de la anterior y avanzar hacia la verdad manteniéndose en su camino.

Otra consideración más, relativa al análisis de las hipótesis. Fijémonos en que hay un concepto que no aparece hasta la H6. Me refiero al concepto de “infección”. ¿Por qué no apareció anteriormente? Precisamente porque se refiere directamente al descubrimiento que realiza la hipótesis, al descubrimiento de una nueva realidad antes desconocida. Si a mediados del siglo XIX se estuviera en posesión del siguiente conocimiento, a saber, “que existen una serie de microorganismos extraños al sistema inmunológico del cuerpo humano, que lo pueden invadir y que pueden vencer a sus defensas naturales causándole graves enfermedades e incluso la muerte”, no habría tenido lugar la enorme mortalidad de la División Primera.

Descubrir esa nueva realidad implicó darle un nuevo nombre; bautizar una realidad recién llegada al mundo del conocimiento humano. Eso es lo que realizan los conceptos científicos, de los que hoy en día estamos rodeados (ADN, átomo, electrón, gen, virus, selección natural, sinclinal, quark, magnetismo, voltaje…): definir de forma precisa, exacta y universal los nuevos hechos descubiertos a partir del método científico.

2.2.2. LA ELABORACIÓN DE TEORÍAS (Paso 4)

Decíamos páginas atrás, cuando hablábamos de que la ciencia buscaba explicaciones causales, que encontrar la verdadera causa de algo era mucho más difícil y complejo de lo que en principio pudiera parecer. En realidad, con la H7 de Semmelweis no hemos hecho más que empezar. Para saber realmente todo lo que paso en la División Primera, deberíamos contestar a todas estas preguntas: ¿Cómo tiene lugar la infección? ¿Qué tipo de procedimiento o mecanismo molecular concreto implica? ¿Qué “microorganismo” es el que infecta? (En realidad, todavía no se está en posesión de este nuevo concepto científico). ¿Cómo se produce la enfermedad? ¿Qué hay en la sangre humana que “enferma”? ¿Y qué en la sangre que nos permite “curar”? ¿Habrá más enfermedades de este tipo? ¿Cuántas? ¿Cuáles? ¿Se podrá fabricar algo que cure las infecciones (“antibióticos”, “vacunas”; conceptos científicos también desconocidos…).

Cuando logremos contestar a todas estas cosas, entonces estamos en posesión de una serie de hipótesis, leyes y conceptos científicos sistematizados, organizados y relacionados que logran dar una explicación completa, pormenorizada y compleja, de un ámbito amplio de la realidad. Pues a eso se le llama una teoría científica. El conocimiento científico tiende a organizarse en teorías; debe organizarse en teorías, porque aislado, desconectado, apenas logra explicar nada. En concreto, la teoría que inaugura Semmelweis con su descubrimiento, es la Teoría Inmunológica, la teoría que explica el comportamiento de las enfermedades infecciosas.

El Paso 4 de la investigación científica ha de ser necesariamente la elaboración de teorías, porque todo descubrimiento se encuentra en uno de estos dos casos: o abre e inaugura una teoría científica radicalmente nueva, como en el caso de este texto (más bien raro) y eso obliga a construir e interrelacionar un montón de conocimientos más sobre ese ámbito de la realidad; o por el contrario se sitúa dentro de un marco teórico ya existente (lo más normal), y el científico se ve obligado a colocarlo dentro y relacionarlo de forma coherente y organizada con el conocimiento ya existente. Una forma habitual de progreso científico es completar e

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

interrelacionar cada vez mejor las distintas teorías; reelaborar y reordenar los paradigmas con los nuevos descubrimientos.

Por lo tanto, toda la ciencia se organiza en teorías o marcos teóricos. La teoría inmunológica es una parte fundamental de la teoría médica, e incluye conocimientos muy complejos de la teoría biológica molecular. Pero además las ciencias se organizan en marcos teóricos, en campos de conocimiento o en paradigmas explicativos (vienen a ser términos equivalentes), que a su vez, comparten partes entre sí. Dentro de la física, la teoría ondulatoria de la luz guarda relación en muchos aspectos con la teoría dinámica (la que estudia el movimiento de los cuerpos); y la teoría electrónica del átomo, con la estática física (sirve para explicar propiedades de los cuerpos como dureza, elasticidad, dilatación…). Todo el conocimiento humano se encuentra interconectado, de forma más o menos directa.

El descubrimiento del VIH y del SIDA es un ejemplo de esto último. De momento, son de los últimos descubrimientos en torno a la teoría inmunológica que inauguró Semmelwis (y de los más espectaculares, por cierto). Ciento cincuenta años después, progresamos en la misma dirección, avanzando hacia el conocimiento y la interrelación total de ese marco teórico.

Llega ahora el momento de realizar un repaso sobre toda esta enorme cantidad de nuevos conceptos filosóficos. Para eso sirve el Texto 23, Kekulé y la química orgánica. Hace referencia por igual al contexto de descubrimiento (pregunta 1, pregunta 4) y al contexto de justificación (pregunta 2), y a sus mecanismos internos particulares y concretos. También sirve para poner en relación, con un análisis comparativo, todo el proceso de la investigación científica en su conjunto (pregunta 3). Realizar este ejercicio con cuidado y atención sirve para asimilar los nuevos conocimientos y poder enfrentarse directamente a los comentarios de texto sobre investigaciones científicas completas, como haremos en el subapartado siguiente.

2.2. EJERCICIO PRÁCTICO DE APLICACIÓN Y RESUMEN ESQUEMÁTICO DE CARÁCTER GENERAL

Vamos a ver a continuación un ejemplo de comentario de texto simplificado; en realidad se trata de distinguir las partes de una investigación científica según el método hipotético-deductivo, detallándolas y explicándolas. Lo primero que tiene que quedar claro es que, muy pocas veces, en la historia de la ciencia, el esquema es tan simple y lineal como acabamos de ver en el caso de la fiebre puerperal. Muy a menudo, los pasos del método hipotético-deductivo se entrelazan o complican extraordinariamente. Analicemos, como ejemplo, la siguiente investigación (en los apartados siguientes, además desarrollaremos contenidos y conceptos que ayudarán a enriquecer las reflexiones y los análisis sobre la racionalidad científica):

En pocos casos de la historia de la ciencia se observa como en el que vamos a comentar a continuación, la importancia de plantear bien los problemas, y de entender la actividad científica como una actividad multidisciplinar, que necesita tomar elementos de muchos campos diferentes.

La cuestión es la siguiente, y su inexplicable sencillez se hizo acuciante desde el momento en que los telescopios adquirieron el suficiente desarrollo como para obtener registros observacionales precisos de la superficie solar (desde el siglo XVIII): el Sol tiene manchas negras. ¿Cómo puede ser eso posible en un cuerpo incandescente?

Un gran astrónomo, del que piadosamente guardaremos su nombre, sostuvo, con una impecable lógica, que eso se debía a que el interior del Sol era frío y estaba apagado, para servir seguramente de cobijo para los Helionitas. Las manchas serían las grietas por las que este interior asomaba.

A finales del siglo XIX un científico alemán, Wilhelm Wien, decidió enfrentarse en serio a esta paradoja, intentando delimitar los hechos con la precisión de las nuevas teorías acerca de la radiación y las ondas electromagnéticas. Estas teorías establecían, sin ningún género de dudas, una relación entre la temperatura de un cuerpo y su color (que depende, en realidad, la longitud de onda que radia). Midiendo la radiación solar, Wien constató que la superficie del Sol se encontraba a 6000º; y que las manchas, efectivamente, estaban a menor temperatura: 4000º. Pero evidentemente, el interior del Solo no es el de un cuerpo frío.

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

¿Por qué entonces vemos de color negro un cuerpo que radia una temperatura de 4000º? La ayuda en este caso viene de la psicología. Una escuela psicológica alemana, la Gestalt, nos da una pista clara: la percepción humana se da siempre en relación entre una figura y un fondo. La figura negra de las manchas sólo se ve de ese color debido al contrasta con un fondo cinco veces más brillante (porque, recordémoslo: radia a 6000º, y no a 4000º). Y el ojo humano no ve el brillo, ni el color, de forma absoluta, sino en relación con los cuerpos circundantes.

En ese momento el asunto empezó a clarificarse. Pero la pregunta a la que en realidad había que responder entonces era la siguiente: ¿Qué sucede dentro del Sol para que haya en él caídas relativas de temperatura? La única respuesta posible se extrae de los comportamientos de los gases, que al expandirse ocasionan caídas de temperaturas (es el principio del funcionamiento del aire acondicionado o de una nevera). No obstante, esto apenas es decir nada: ¿Qué tipo de expansión se produce dentro del Sol para mantener esas zonas con una temperatura más baja, teniendo en cuenta la enorme cantidad de calor que fluye de las zonas circundantes, y que tenderían a homogeneizar su temperatura? Esta es una buena pregunta para los químicos y los astrónomos, y aún espera respuesta.

El comentario del texto de esta investigación astronómica, que destacara y explicara sus partes y sus pasos, así como su relación interna, sería, aunque muy abreviado y simplificado, del tipo siguiente:

1 Problema

Nos encontramos ante un texto característico que sirve para ejemplificar el método científico, con sus posibilidades y dificultades.

El texto nos describe una investigación astronómica en la que se utiliza el método hipotético-deductivo. Como es habitual, la investigación da comienzo en el momento en que se descubre un hecho que resulta problemático, en este caso porque se enfrenta al conocimiento ordinario o al sentido común: “el Sol tiene manchas negras, y los cuerpos incandescentes no pueden ser negros”. Es evidente que este problema solo puede ser detectado cuando el nivel de conocimientos de la humanidad permite fabricar y utilizar con criterio los telescopios.

2 Hipótesis explicativa3 (Aparente verificación)

La primera hipótesis que pretende explicar este problema se basa igualmente en el sentido común: “El interior del Sol es frío y está apagado; las manchas son los resquicios por donde asoma”. Olvidando el disparate de los Helionitas, apenas se vería contrastada afirmativamente por el hecho de que podemos observar esas negras y frías grietas. En cualquier caso, se trata de una hipótesis poco explicativa que se limita a recoger los hechos observados.

3 Falsación

La verdadera falsación de esta hipótesis llega años después, cuando el conocimiento de ciertas ramas de la física y del electromagnetismo permiten medir la temperatura de los cuerpos a partir de la longitud de onda que radian. Si la hipótesis inicial fuera verdadera y el interior del sol fuera frío las manchas deberían radiar una temperatura relativamente baja (100º, quizás, como mucho). Sin embargo, un científico llamado Wien las midió y comprobó que su temperatura era de 4000º (y la del resto del Sol, 6000º).

1 Replantea-miento:

dos nuevosproblemas

En este momento, la primitiva hipótesis queda falsada, y el hecho problemático necesita un replanteamiento, basado ya en mediciones objetivas (si es que son ciertas las leyes de física y electromagnetismo que Wien emplea): “¿Por qué en el Sol hay zonas que mantienen diferentes temperaturas?”. Y ligado a éste, otro problema diferente: “Por qué el ojo humano ve cuerpos incandescentes –nada menos que a 4000º-de color negro?”

Primer problema:2 Hipótesis

(ley)3 Verificación

A esto último es fácil dar respuesta, puesto se trata de un caso concreto de una ley psicológica o fisiológica de carácter general: “El ojo humano no percibe los colores de forma absoluta, sino en contraste con el fondo contra el que se recorta su figura”. Si esto es cierto, “a mayor contraste, por la existencia de un fondo más brillante, como es el caso de la esfera solar, mayor oscurecimiento del color de la figura”. Con esta sencilla contrastación positiva, damos por resuelto este problema.

Segundo problema:2 Hipótesis3 (Aparente falsación)

Más peliagudo y difícil de resolver es el anterior. La hipótesis que lo intenta explicar vendría a decir lo siguiente: “Las caídas de temperatura en la superficie de un cuerpo incandescente se deben a la expansión de gases en su interior, que funcionan como una bomba térmica”. Esta hipótesis se les ocurrió a los científicos por comparación con el funcionamiento del circuito de gases de una nevera que permite enfriarla. Aparentemente sería falsada o cuestionada por el hecho de que aunque la

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

hipótesis fuera cierta, la tendencia entrópica de la naturaleza tiende a igualar las temperaturas, como cuando echamos agua fría en un vaso con agua caliente: agua templada.

4 Elaboraciónteórica

Sin embargo, necesitamos un marco teórico muy completo y complejo, donde introducir muchos datos astronómicos del comportamiento de las estrellas, conocimientos físicos y químicos, con leyes concretas sobre el funcionamiento y el comportamiento de las bombas térmicas que puedan producir esas expansiones de gases, para tener una explicación clara, concreta y coherente que pueda ser sometida a una contrastación.

Ese es precisamente el estado en el que se encuentra la investigación científica, en este momento y respecto a este problema, según el texto.

El Texto 24, La extinción de los dinosaurios, es otro comentario de este tipo, para acabar de asimilar todas estas nuevas ideas. Parte del examen, o el examen en su entero conjunto, va a constar de un texto similar. Una dificultad que tienen todos los comentarios de este tipo es la correcta delimitación del marco teórico en el que se sitúan, porque, efectivamente, el texto no nos lo suele contar (sería algo así como “la continuación de la historia”). En ese caso, hay que acudir a los conocimientos científicos adquiridos en los estudios de la ESO; de hecho, en ocasiones son imprescindibles para poder comprender algunos aspectos de los textos.

Ahora ya estamos en condiciones de comprender el siguiente cuadro esquemático sobre las características generales de la racionalidad científica:

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LA CIENCIA

CONJUNTO ORDENADO DE

CONOCIMIENTOS

La ciencia es un conjunto de conocimientos sobre algún aspecto de la realidad, organizado con criterios de orden, ordenado jerárquicamente y

relacionado sistemáticamente

PARTE DE LOS FENÓMENOS

La ciencia parte de los hechos, datos o fenómenos, normalmente empíricos de sucesos, cosas o relaciones entre cosas, que son observados y definidos

con precisión

PLANTEA HIPÓTESIS

Plantea posibles respuestas a los problemas. Tiene un carácter conjetural y contingente que permite el avance del conocimiento

EXPLICA LOS FENÓMENOS

Explica los fenómenos y su porqué razonando sus causas, relaciones y consecuencias

BUSCA REGULARIDADES

Busca regularidades en la naturaleza, que se expresan en leyes y teorías, intentando detectar relaciones causales y deductivas que permitan entender lo

que ocurre y hacer predicciones sobre lo que tiene que suceder

ESTÁ ESPECIALIZADA

Cada rama científica está especializada en un ámbito concreto de la realidad para profundizar en su conocimiento, pero la ciencia también es

interdisciplinar, porque necesita conectarse con conocimientos de otras ramas de la ciencia para obtener una comprensión global de los fenómenos y su

sentido

INTENTA SER OBJETIVA

Busca comprobaciones empíricas protocolizadas que puedan ser repetidas, uniformes y con resultados equivalentes

BUSCA LAVERDAD

Los conocimientos buscan ser verdaderos en el sentido profundo y objetivo del término, es decir, en el sentido de la verdad como correspondencia

ES HISTÓRICA La ciencia es histórica, cambiante y dinámica. Es un conocimiento cambiante y revisable, nunca terminado e influido por los factores socio-culturales de

los que parteES RACIONAL Utiliza el pensamiento racional: la lógica y la observación empírica

ES AUTÓNOMA La ciencia es independiente de la filosofía y del conocimiento ordinario. Es un modo de conocimiento específico y diferenciado, con características

propiasES RIGUROSA Tiene rigor metodológico y explicativo. Analiza la experiencia y sus datos

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

con precisión y con protocolos de actuación explícitos y universales

APARTADO 3: CUATRO PROBLEMAS DE LA RACIONALIDAD CIENTÍFICA: CONTRASTACIÓN, OBJETIVIDAD, PROGRESO Y

CIENTIFISMO

Hasta aquí venimos viendo, por así decirlo, las cualidades positivas de la ciencia, y todo su potencial. Vamos a retomar a continuación de forma sistemática, lo que servirá también como un buen repaso, todos los problemas asociados al avance científico hacia la verdad y a cómo debe entenderse el progreso en el conocimiento de la naturaleza; igualmente, vamos a criticar algunas ideas corrientes acerca de la tarea científica (los mitos de la ciencia, por así decirlo). Son los problemas básicos de la racionalidad científica, o los principales obstáculos con los que se enfrenta en su búsqueda del conocimiento. El eje central de las reflexiones acerca de estas cuestiones es el problema de la inducción, y por él comenzaremos.

3.1. EL PROBLEMA DE LA INDUCCIÓN Y SUS CONSECUENCIAS PARA LA OBTENCIÓN DE LA VERDAD EN LA CONTRASTACIÓN

El Texto 25, Los problemas de la inducción, hace honor a su nombre y es un estupendo resumen de las debilidades que plantea para el conocimiento humano el problema de la inducción, es decir, el hecho de que los seres humanos habitualmente construimos nuestro conocimiento de forma inductiva, y es la inducción lo que en el método hipotético-deductivo presta apoyo y pretende garantizar la verdad de las hipótesis. La definición más sencilla de la inducción y los problemas que plantea vendría a ser la siguiente: modo de razonamiento característicamente humano en el que, a partir de la constatación la relación constante de ciertos hechos o propiedades (observamos, cuando vemos cuervos, que son negros; u observamos, al calentar los metales, que se dilatan), consideramos que esa relación debe aplicarse, no solamente a los casos observados (siempre, por numerosos que sean, finitos), sino a todos los posibles casos de ese mismo tipo (que son potencialmente infinitos). ¿Dónde reside el error de este tipo de razonamientos? (Estamos comenzando a responder la Pregunta 1).

Aparentemente, parece una forma correcta de obtener conocimiento. Años atrás, cuando comencé a trabajar en el instituto de Luarca, salía de casa con muchísimo adelanto, porque no sabía el tiempo que me llevaría el viaje. Después de una serie de viajes, constaté que, en cualquier caso, era más rápido que 45 minutos. Mi conclusión fue clara: “me basta con salir de casa a las 8:45”. (Este es un ejemplo que sirve para responder a la Pregunta 2).

Sin embargo, sin ningún suceso extraordinario, un día hubo una desproporcionada cantidad de camiones en la carretera; que además aparecían en los peores sitios posibles (por lo que tardaba en aparecer el carril de adelantamiento); y que eran, más veces de lo normal, extraordinariamente lentos (camiones lecheros articulados, carrocetas…). Así pues, llegué con cinco minutos de retraso al trabajo. Un razonamiento inductivo, que aparentemente tenía un amplio margen, me había llevado a error. (Modelo de respuesta a la Pregunta 3).

Retomemos ahora el “¿Dónde reside el error?”. El error reside en dar el salto desde una cantidad finita a una cantidad infinita, o estimar que una serie infinita de casos no observados, van a manifestar las propiedades de los que sí hemos observado ya. Con esto, cerramos la respuesta de la Pregunta 1.

No obstante, podemos añadir dos detalles técnicos que el texto plantea: la inducción es una forma de razonar que no es justificable apelando a la lógica, porque se trata de un razonamiento no deductivo, no correcto, no formalmente válido, en el que es posible afirmar la

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verdad de las premisas (los n casos posibles) y negar la verdad de la conclusión (los infinitos casos posibles) sin caer en contradicción. (En realidad, se trata de un falso Modus Ponens). Y tampoco es justificable apelando a la experiencia: en las preguntas de este ejercicio hemos aportado una serie de caso en los que, experimentalmente, el principio de inducción no funciona. (El mismo texto, aporta un caso más, el del pavo).

Las posibles soluciones al problema de la inducción también han sido mencionadas en el pasado; ahora las desarrollaremos de forma sistemática:

1. Justificación probabilística de la inducción: las hipótesis resultarán tanto más verdaderas cuantas más implicaciones contrastadoras la apoyen. Parecería evidente que una hipótesis corroborada una enorme cantidad de veces tiene más probabilidades de ser verdadera que una hipótesis corroborada en una o dos ocasiones. Si todos nos pusiéramos a dejar caer bolígrafos sobre la mesa, de una sola vez, corroboraríamos 30 veces la hipótesis de la gravitación universal; si nos pasamos la hora entera, podríamos realizar 3000 nuevas corroboraciones...

Sin embargo, la probabilidad, en cualquiera de los dos casos, es la siguiente: n corroboraciones / infinitos casos posibles a corroborar = 0. Aquí el problema está claro: aumentar el número de contrastaciones positivas no implica aumentar la probabilidad de verdad de la hipótesis.

2. Justificación cualitativa de la inducción: las hipótesis resultarán más verdaderas en la medida en que sean corroboradas en multitud de circunstancias diferentes, variadas, e insólitas. Por ejemplo, cuando se confirmó que la trayectoria de Júpiter no seguía una elipse ¡porque una masa que estaba detrás, con su masa y su atracción gravitatoria deformaba su órbita, y eso llevó al descubrimiento de Neptuno!, esta sola corroboración tenía más valor que todos los plumines que los alumnos de la época podían dejar caer en las clases.

Cada uno de esos nuevos casos tiene un valor potencialmente infinito, con lo que en ese caso la probabilidad de que la hipótesis sea cierta es la siguiente: infinitas situaciones potencialmente similares (a partir de n casos cualitativamente diferentes) / infinitos casos posibles = indeterminación. Es decir, que la probabilidad no es nula, pero no podemos cuantificarla.

3. Justificación pragmática: no se debe buscar una justificación lógica de la inducción. Hay que trasladar el problema desde el campo de la sintáctica lógica y las relaciones entre enunciados y las realidades que describen (problema semántico), al campo pragmático. Esto viene a decir lo siguiente: debemos confiar en la inducción si, pragmáticamente, en la práctica real de las situaciones ordinarias de la vida, funciona. Si el conocimiento inductivo funciona, o al menos funciona mejor que cualquier otra alternativa posible, esa es una justificación suficiente.

La aplicabilidad tecnológica de la ciencia sería, precisamente su justificación pragmática. Un avión volando justifica mejor el principio de inducción que cualquier interpretación lógico-matemática. Los críticos de esta solución dicen que en realidad no se enfrenta al problema, sino que lo sortea…

En cualquier caso, los tres intentos de solución pueden ser reforzados por las convicciones metafísicas de que la naturaleza es regular en su comportamiento a la vez que absolutamente causal. Dicho de otra forma, que si descubrimos una hipótesis que parece ser verdadera, porque se cumple en n circunstancias, es muy probable que se cumpla en todos porque habríamos descubierto una de esas presuntas regularidades de la naturaleza, uno de esos comportamientos causales. El problema es que sólo podemos demostrar que la naturaleza es así como nuestra convicción metafísica supone ¡usando la inducción!

3.2. EL PROGRESO EN LA CIENCIA

A partir de los problemas anteriores, los filósofos han intentado reflexionar sobre cuál podría ser la forma en la que la ciencia debería avanzar (y realmente avanza) en su acercamiento

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a la verdad. En cualquier caso, supone asumir que el acercamiento hacia la verdad tiene el sentido de un límite matemático. La verdad es un límite hacia el que el conocimiento científico tiende: como cualquier verdadero límite, se alcanzaría en infinitos pasos (o dicho de otra forma: la verdad no es realmente alcanzable por los humanos, aunque podemos estar acercándonos infinitamente a ella). A este acercamiento lo conocemos con el nombre de progreso. La pregunta, por tanto, ha de ser la siguiente: ¿Cómo progresa la ciencia hacia la verdad? ¿En qué sentido debemos entender el progreso científico?

1. Progreso acumulativo. La ciencia aumenta sus conocimientos de forma lineal, progresiva y acumulativa en una única dimensión, que nos acerca cada vez más a la verdad. (Algo así como el aumento del PIB, y que éste cada vez nos acercara más a “la riqueza”).

El verificacionismo o inductivismo es la corriente científica que, asumiendo los puntos de vista de la justificación cuantititativa de la inducción defiende este punto de vista. Sostienen que, aunque no se pueda justificar lógicamente, intuitivamente parece cierto que a mayor número de contrastaciones positivas en mayor variedad y riqueza de circunstancias, más resistentes se hacen las hipótesis a la falsación, y más cerca se encuentran de la verdad. Aunque ese acercamiento a la verdad no se pueda cuantificar, sin duda se puede afirmar que cada vez es mayor. La ciencia y el conocimiento humano progresan de forma lineal, acumulativa e inductiva hacia la verdad.

Por eso la tarea de la ciencia ha de consistir en mejorar las corroboraciones, enriquecerlas y aumentarlas, y ajustar y afinar las hipótesis en función de ello. Simplificadamente, como hizo en realidad Semmelweis en su investigación. Un inductivista clásico que podemos tener en mente es Bertrand Russell (pese a sus fundadas críticas al principio de inducción).

2. Progreso discontinuo. Un filósofo recientemente fallecido, Karl Popper, adoptó un punto de vista radicalmente original, muy influyente en la práctica real de los científicos. Ese punto de vista se denomina el falsacionismo. Popper desarrolla su idea a partir de la siguiente consideración: la ciencia debe usar mejor un mecanismo lógicamente perfecto, como es el Modus Tollens, antes que uno lógicamente incorrecto, como es el falso Modus Ponens. Traducido a la práctica científica, lo que se debe hacer es intentar a toda costa falsar las hipótesis y no intentar corroborarlas e intentar buscar la situación en que la hipótesis pueda ser falsa; hacer todos los esfuerzos posibles por dejarla en evidencia.

Como las hipótesis no tienen más opción que ser verdaderas o falsas, mientras resistan los intentos de falsación, no son falsas, y por lo tanto, son verdaderas. En la medida en que resistan más tiempo y más intentos de falsación, más verdaderas se hacen. Es posible que acaben por ser falsas, pero mientras eso no suceda, son lógicamente verdaderas. Mientras eso no sucede, su probabilidad lógica de ser verdadera es mucho mayo que mediante los mecanismo del inductivista.

Ahora bien, cuando eso suceda, el científico tiene que buscar una nueva hipótesis que, como mínimo, resista los intentos de falsación que resistió la anterior, y también el intento de falsación que la hizo caer. El criterio para saber si una teoría es científica es su falsabilidad; sólo las hipótesis que se arriesgan a ser falsas son significativas e informativas. Y sólo puede haber progreso científico si la hipótesis que sustituye a una hipótesis falsada, es a su vez, más falsable que aquella a la que sustituye.

Según Popper, el conocimiento humano también avanza indefinidamente hacia la verdad, pero de forma discontinua y a saltos; e igualmente teniendo en cuenta la dimensión histórica y temporal: el conocimiento sólo puede ser temporalmente verdadero; tarde o temprano será falsado.

3. Progreso dentro de un paradigma. Un físico denominado Thomas Kuhn apreció que el punto de vista de Popper ya introducía criterios temporales e históricos y por lo tanto relativistas, en el conocimiento humano (la verdad es relativa a su momento histórico, al momento en que no es falsada; más adelante puede resultar falsada y por lo tanto no ser verdadera).

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Kuhn llevó sus puntos de vista relativistas más allá, a través de una comparación muy interesante entre la ciencia y el arte. Vendría a sostener lo siguiente: nadie diría que la pintura de Picasso supone un progreso hacia la “verdad pictórica” respecto a Velázquez o el anónimo pintor de Altamira. Cada uno de ellos desarrolló las posibilidades expresivas de su época. Todo lo que podríamos decir es que hay progreso entre la capacidad expresiva de la pintura prehistórcia de Niaux y la de Altamira; o entre la de Juan Gris y la de Picasso (dentro del cubismo); o entre la de Valdés Leal y la de Velázquez.

Con la ciencia sucedería lo mismo. En su época, era tan verdadero el punto de vista de Aristóteles como en la suya el de Copérnico, más adelante el de Newton u hoy en día el de Einstein; muy probablemente en su época no podría haber otra verdad que esa. Cada uno de los marcos teóricos generales con los que trabaja la ciencia se llaman paradigmas. El progreso y la verdad sólo se pueden dar dentro de cada paradigma científico; no son absolutos. La ciencia avanza en la medida en que contempla la realidad como un prisma de numerosas caras. Cada paradigma contempla sólo una de esas caras, y es una de las perspectivas posibles para enfrentarse a la realidad. Todo lo que podemos intentar hacer es ver la cara en la que estemos situados cada vez mejor.

Cuando agotemos todas las posibilidades de ese paradigma, habrá de buscarse un nuevo paradigma explicativo. Y entonces se produciría una revolución en nuestra forma de ver la realidad. (Como el impresionismo, o la pintura del Renacimiento fueron revolucionarios para nuestra forma de representar pictóricamente la realidad).

El punto de vista de Kuhn es, por lo tanto, relativista y escéptico. Hablar de progreso absoluto hacia la verdad en ciencia, según sus teorías, debería ser tan disparatado como hablar de progreso absoluto hacia la verdad artística. Decir que Einstein está más cerca de la verdad, sería como decir que Jackson Pollock está más cerca de la verdad artística que Miguel Ángel. En realidad, no hay verdad científica, de la misma forma que no hay verdad artística.

3.3. LOS PROBLEMAS DE LA DISTINCIÓN HECHOS-TEORÍAS

Existe otro problema muy serio, que afecta a la base de la investigación científica, y también debilita y matiza enormemente sus posibilidades de ser verdadera. Me refiero en concreto, a la llamada distinción entre hechos y teorías (o valoraciones).

El sentido común distingue intuitivamente entre hechos y valoraciones teóricas sin mayores problemas. Los hechos consisten en descripciones objetivas de los hechos, compartidas por todos los sujetos que las pueden constatar, con un carácter neutral. Las valoraciones teóricas serían juicios de valor, reflexiones, análisis… de esos mismos hechos; en ellas entrarían, precisamente puntos de vista más o menos subjetivos, más o menos asentados, más o menos verdaderos y que tienen un carácter intencional. Con unos breves ejemplos: “David Bustamante acaba de dar un Do sostenido”. Esto puede ser la descripción de un hecho, objetivamente cuantificable y medible. En cambio, “La expresividad y el sentido musical de Bustamante son de una mediocridad absoluta, y un paso atrás en la evolución de la música pop cantada en castellano”, no deja de ser una valoración teórica, por mucho que se pueda compartir. “Fulano me cae bien” es también una valoración teórica; mientras que “Fulano mide 1´78 cm.” es la descripción de un hecho.

El primer paso con el que comienza la ciencia es el descubrimiento, planteamiento y delimitación de un hecho problemático. ¿Podemos estar seguros de que en nuestra descripción de los hechos no se introducen nunca valoraciones subjetivas que los puedan distorsionar? ¿Estamos seguros que se pueden separa de forma absoluta hechos de valoraciones subjetivas? ¿Descarta necesariamente toda descripción de los hechos una base teórica que los interpreta y les da sentido? Aparentemente, sí. Sin embargo las cosas no están tan claras.

Podemos apreciar la magnitud del problema comentando otra serie de breves ejemplos tomados esta vez de la historia de la ciencia :

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Los griegos partían de un hecho fácilmente constatable: la tierra está quieta. Todos comprobamos objetivamente que la tierra no se mueve en ninguna dirección concreta. No apreciamos sobre ella ninguno de los efectos propios del movimiento. A partir de ahí, observamos otro hecho: el movimiento caótico de los planetas por los cielos. Pues el trabajo que tiene la ciencia ya está claro: buscar hipótesis que expliquen la geometría de su movimiento geocéntrico, y buscar las fuerzas que les hacen trazar esos movimientos.

Pero que la tierra esté “quieta”, no es un hecho, sino una interpretación teórica de las percepciones objetivas que muestran su “quietud”. Con otras interpretaciones teóricas, ahora es un hecho que la tierra “se mueve”.

Vamos con un segundo ejemplo. Cuando se descubrió en el valle alemán (tal, en la lengua autóctona) del río Neander, un esqueleto de un hombre fortachón, con las piernas algo torcidas, y las cejas muy marcadas, se apreció un hecho con claridad: era un jinete, seguramente aquejado de un doloroso cáncer de muelas. Seguramente, de los dragones napoleónicos, que habían pasado por allí en retirada del frente ruso. Ese fue el hecho que en su momento se constató, y no se le dio mayor importancia.

Años más tarde, cuándo ya se había publicado un libro sorprendente, con unas teorías revolucionarias sobre la biología, El origen de las especies, se reinterpretaron esos hechos a la luz de las ideas evolucionistas allí explicadas. Desde ese momento, ese mismo esqueleto pasó a ser “el primer resto conocido de un homínido no perteneciente a nuestra especie, y probablemente en nuestra línea evolutiva, el Homo Sapiens Neandertalis ”.

Conclusión: ni siquiera el Paso 1 de la investigación científica se libra de complicaciones. Y si ni siquiera podemos estar seguros de la base del edificio, ¿cuántos pisos podemos elevar hacia el conocimiento? La ciencia involucra en su funcionamiento suposiciones teóricas que a menudo no se comprueban independientemente y nos llevan en direcciones equivocadas.

Voy a poner un ejemplo de la investigación de Semmelweis. Éste supuso, sin comprobarlo, que la sal clorurada podría eliminar aquello, fuera lo que fuera (los microorganismos), que infectaba a las mujeres. Vamos a suponer que su hipótesis era cierta, pero que la sal clorurada no pudiera eliminar a esos microorganismos . ¿Qué hubiera pasado? Pues que la falsación hubiera, equivocadamente, eliminado una hipótesis con visos de verdad y con muchas posibilidades de desarrollo.

Así pues, hay que perder la ingenuidad, y ser conscientes de que el camino hacia el conocimiento está lleno de trampas, errores y dificultades. Ahora sabemos que estamos llenos de suposiciones teóricas y valoraciones, deslizadas muchas veces en nuestro inconsciente, que nunca corroboramos de forma independiente. Se trata, propiamente, de lo que llamamos “prejuicios”: puntos de vista que se asumen como verdaderos sin ser juzgados, sin ser comprobados.

3.4. EL CIENTIFISMO

Después de hablar de prejuicios de carácter lógico y racional, vamos a ampliar el análisis de los prejuicios al ámbito sociológico y político. Nos introduciremos en esta cuestión a partir del análisis de los fragmentos del Texto 26: Darwin, Oppenheimer y los valores.

La Pregunta 1 parece dejar bien claro el asunto. Uno de los científicos más grandes de la historia de la humanidad tiene el mismo concepto acerca de las mujeres que el más ignorante de sus contemporáneos. Y además, justifica su prejuicio ideológicamente, dándole a la inferioridad de la mujer un carácter evolutivo, como si se tratara de un producto de la selección natural. La Pregunta 2 parece darnos, hasta cierto punto la respuesta a la pregunta anterior, y también a la Pregunta 3: los científicos son hijos de su tiempo. Seguramente Oppenheimer, judío exiliado y sabedor de las atrocidades alemanas, se debatió entre el miedo al poder y las consecuencias de fabricar una bomba atómica, y el miedo a que los nazis la fabricaran primero y ganaran la guerra gracias a ella. Su elección no fue fácil, y habría de atormentarlo toda su vida, porque se acabó empleando sobre civiles desarmados e inocentes (Hiroshima, Nagasaki).

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Ahora bien, ¿estamos seguros de que no hubiéramos tomado su misma decisión? Nadie puede escapar a sus circunstancias históricas y personales, ni al modo en que ellas determinan su conciencia.

La ciencia ha probado el sabor del pecado en el sentido de que ya no puede ser inocente: ha tomado conciencia de su poder, y del hecho de que dicho poder no siempre tiene consecuencias benévolas o positivas. En realidad, el mito de Frankenstein, en el siglo XIX (creado por una mujer, ¿qué pensaría Darwin de ello?) ya muestra un análisis inteligentísimo sobre el poder destructor e incontrolable del conocimiento científico. Estas podrían ser las reflexiones que acompañaran la Pregunta 4.

Todas las falsas ideas que acompañan a la ciencia, todos esos mitos que acompañan las ideas populares acerca de la ciencia, se resumen en la ideología cientifista. El cientifismo surge como una reacción positiva ante las mejoras de vida y la capacidad de transformación de la realidad que va mostrando la ciencia, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Las tres afirmaciones fundamentales en las que descansa son las siguientes:

1. La racionalidad científica es el modelo de racionalidad humana. La racionalidad práctica, la racionalidad científico-tecnológica, medida únicamente por sus resultados, es el modelo de la actividad racional humana, y por tanto todo ella debería asimilarse a ese modelo.

Este punto de vista es falso por dos motivos. En primer lugar, porque buena parte de la historia de la humanidad se basa en el pensamiento mágico y mitológico; en el presente, buena parte de la racionalidad humana sigue funcionado de forma simbólica, por asociaciones de imágenes y por pura intuición con excelentes resultados. Además, la racionalidad científica no discute ni reflexiona acerca de sus fines ni de ella misma; en ese sentido no es una racionalidad crítica, y sin embargo todos los grandes científicos han dedicado buena parte de sus esfuerzos a reflexionar filosóficamente sobre los fines y los límites de su propia actividad, y el sentido global de la ciencia en el mundo.

2. La ciencia es una actividad objetiva. La ciencia logra eliminar, con su método, todo tipo de elementos subjetivos de interpretación, y con ellos, toda posibilidad de error.

Sin embargo, sabemos que eso es falso. El descubrimiento y planteamiento de los problemas no se puede librar de consideraciones subjetivas, así como los resultados de las contrastaciones y la valoración del apoyo inductivo que las contrastaciones aportan a las hipótesis, tal y como venimos viendo en los apartados anteriores.

3. La ciencia es neutral. La ciencia no incorpora valores, puntos de vista ni elementos ideológicos o políticos.

También esto es falso: los científicos viven en el mundo, y éste les aporta las preocupaciones, intereses, ideas, valores, opiniones e intereses propios de su tiempo. Los científicos no son ángeles celestiales cuya única preocupación es la verdad. Sin llegar a los extremos de Mengele, Newton fue un ladrón de la propiedad intelectual, Crick un racista consumado, Burt falsificó tests de inteligencia para demostrar que los negros eran más estúpidos que los blancos, Kepler ganó muchísimo dinero realizando horóscopos, Robert Gallo mantiene una durísima pugna por los derechos económicos de la prueba del SIDA, Freíd ocultó datos clínicos acerca de una enfermedad mental que tenía su origen en un tumor para darle una explicación psicoanalítica de acuerdo con su teoría, y así, infinitamente. Además, también vimos que las preocupaciones, o lo que se percibe como un problema que exige explicación, depende de los valores de la sociedad en que se vive.

4. La ciencia es ilimitada. La ciencia puede llegar a conocerlo todo; igualmente sus aplicaciones tecnológicas llegarán a transformar todo lo que se propongan.

También es una idea falsa. La ciencia es lo mejor que tenemos para obtener conocimiento objetivo del mundo empírico, pero no puede aspirar a conocerlo todo, ni a alcanzar la verdad absoluta con seguridad. La ciencia no puede convertir lo contingente en necesario, por utilizar conceptos ya conocidos. Después de analizar a fondo el método científico, ya sabemos por qué sucede esto: el problema de la contrastación, el propio concepto de progreso o de verdad, etc. Pero además, el concepto de progreso ilimitado no se ajusta a la realidad medioambiental que conocemos en este siglo. La ciencia y la técnica no lo pueden

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todo, y mucho menos en un mundo finito y limitado, cuyos recursos se están agotando. Decir que cuando se acabe el petróleo “ya inventarán algo los científicos” es un absoluto disparate. Hay que tomar clara conciencia de los límites en los que nos movemos.

APARTADO 4: EL MÉTODO DE LAS CIENCIAS FORMALES

Todo lo que hemos venido contando hasta el momento se ajusta especialmente a las llamadas ciencias empíricas o ciencias experimentales; y dentro de ellos, a las ciencias de la naturaleza. Sin embargo, existen otras variedades de investigación científica. Esas variedades son, dentro de las ciencias empíricas, las ciencias sociales; y al margen de las ciencias empíricas, las ciencias formales. Dedicaremos el Apartado 4 a hablar de las ciencias formales; y el Apartado 5 a hablar de las ciencias sociales.

4.1. EL MÉTODO AXIOMÁTICO-DEDUCTIVO Y LOS TIPOS DE VERDAD

¿Cuáles son las ciencias formales? Las ciencias formales por excelencia son las matemáticas y la lógica (con todas sus múltiples subdivisiones internas: geometría, álgebra, cálculo, computación, teoría de sistemas…). ¿Qué es lo que permite separarlas de las ciencias empíricas, como podrían ser la física, la biología o la psicología? La respuesta más directa es la siguiente: su objeto de estudio. El objeto de estudio de una disciplina es aquel campo al que una disciplina se dedica especialmente. El objeto de estudio de la biología es toda la materia viva y sus procesos de transformación; el objeto de estudio de la psicología es la conducta humana con toda su complejidad de interacciones. En todas las ciencias empíricas, los objetos de estudio están ahí fuera, son empírica y experimentalmente observables y constatables. La realidad empírica que nos rodea incluye, lo queramos o no, tanto materia viva, como conductas humanas. De ahí, pues, su nombre: ciencias empíricas.

Sin embargo, la realidad dada, si los seres humanos no las hubiéramos construido, no incluiría las estructuras de los silogismos, los números imaginarios, las relaciones de implicación, las operaciones algorítmicas binarias… Son estructuras formales, abstractas, construidas (y no descubiertas) por los seres humanos. De ahí su nombre de ciencias formales: las matemáticas y la lógica son ciencias que se ocupan, no de realidades empíricas, sino de realidades artificiales, abstractas y formales. El objeto de estudio de las matemáticas y la lógica son las relaciones y estructuras que se pueden dar entre símbolos abstractos, entre formas artificiales creadas por los seres humanos. (En realidad, matemáticas y lógica son casi la misma cosa, aunque desarrollar esta cuestión sería muy complejo).

¿Por qué decimos que los seres humanos no descubren las ciencias formales, sino que las construyen? ¿Acaso “2 + 2 = 4” no es un tipo de verdad que se descubre empíricamente a partir de analizar casos en los que a un conjunto de dos objetos, agregándole otros dos, proporciona como resultado cuatro objetos? Pues aunque esta cuestión resulta intuitivamente evidente, no resulta cierta. Y no resulta cierta, porque lo que parece verdad para “2 + 2 = 4”, no lo es de ninguna manera para “3´063 · - 0´027 = - 0.082702”. Está claro que esto último no se aprende experimentalmente (por no hablar de las matemáticas más complejas: números imaginarios, tensores, matrices…). Es tan cierto que este ejemplo que os puse no se aprende empíricamente, que de hecho, es falso, y no estamos en condiciones de descubrir su falsedad si no acudimos a las operaciones matemáticas.

Así pues, ya que las matemáticas y la lógica no descubren la verdad, sino que la construyen, no pueden utilizar un método pensado para el descubrimiento y el desentrañamiento del comportamiento interno de los sucesos, como el método hipotético-deductivo. Efectivamente, el método de las ciencias formales es diferente, y se denomina método axiomático-deductivo: consiste en partir del establecimiento de una serie de verdades básicas e indudables de carácter abstracto y formal que se colocan como cimientos o puntos de

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partida, denominadas axiomas, a partir de las cuales, se deducen sistemáticamente una serie potencialmente infinita de verdades.

Por ejemplo: se puede construir un sistema numérico abstracto (1,2,3,4,5,6,7,8,9,0); y definir una serie de operaciones básicas entre ellos (las cifras anteriores se agregan posicionalmente; las unidades se agregan hasta llegar al 0; luego cambian su posición hasta la columna de su izquierda, y vuelven a empezar desde el principio, etc.) y una serie de propiedades (si se agrega el 0 en una columna ésta no se ve alterada, etc.). En este momento, a partir de estas verdades formales operativas construidas de forma artificial (que vamos a llamar axiomas), tenemos definida la operación suma para números enteros en base 10. Y podemos deducir, a partir de estos axiomas, infinitas verdades posibles. Por ejemplo: Si los axiomas que fundamentan formalmente la suma son verdaderos, entonces 25 +18 = 33 es una expresión verdadera; entonces 34.567 +234.790 = 269.357 es una expresión verdadera; y así ad infinitum.

Otro ejemplo que podemos poner para entender el método axiomático deductivo mejor podría ser el ajedrez. Recordemos ahora todo lo aprendido en el Tema 4 y en el Texto 18. El ajedrez, en realidad, es un sistema formal (pensemos en la representación de las partidas de ajedrez en los periódicos), en el que los axiomas son las figuras del ajedrez, el tamaño del tablero y los movimientos –operaciones- posibles de cada figura. Todas las posibles posiciones del ajedrez, todas las partidas que se han jugado y se jugarán, se deducen de esos axiomas Si no fuera así, ¿cómo se podrían hacer ordenadores que jugaran al ajedrez? Por eso, y esa es una hipótesis mía que comparten muchas personas que saben de sistemas axiomáticos, es cuestión de tiempo y evolución de los microprocesadores que los ordenadores lleguen a vencer con facilidad insultante a los ajedrecistas de primera línea, mal que le pese a Kasparov.

¿Cuál es el requisito para que un sistema formal axiomático funcione? El requisito fundamental es la consistencia (o la coherencia). Implica ampliar nuestra visión de la verdad. En temas anteriores hablamos de la verdad como coherencia; pues bien: un sistema formal está bien construido si es consistente y coherente, es decir, si en su seno no hay contradicciones. Dicho de otra forma: si una suma no da resultados contrarios o diferentes. Un sistema formal en el que “25 + 36” pueda dar como resultado tanto “61” como “16”, no es adecuado, porque es incoherente e inconsistente, o lo que es lo mismo: genera contradicciones internas (que no lo hacen operativo para su utilización, o sea, que no nos permite sumar bien los objetos reales).

Sería inconsistente y contradictorio, para el sistema formal del ajedrez, que dijéramos que una regla establece que la partida termina cuando el rey está amenazado, y todos los escaques a los que puede ir, también; y que a la vez dijéramos, que el rey se puede mover sólo de uno en uno por cualquier escaque a su alrededor, y ponerlo en el escaque del tablero que queramos cuando se vea amenazado. Un ajedrez así, sería absurdo y contradictorio.

Y otra cuestión más, la decidibilidad: un sistema formal axiomático del que se puedan deducir más verdades, debería ser decidible. Deberíamos poder decir de una expresión formal si es una suma; más aún, si es una suma bien hecha. Volvamos a la comparación del ajedrez: tirar el rey a la cara de tú rival, no es un movimiento del ajedrez. Y mover una torre por escaques diagonales, tampoco lo es, o es un movimiento mal realizado. Así pues, el ajedrez parece consistente y decidible.

(Nota: también las ciencias formales tienen su “problema de la inducción”; un lógico llamado Kart Gödel descubrió que si un sistema formal axiomático es coherente, entonces es indecidible. Su demostración, breve y sencilla, si bien de elevada abstracción, es una de las construcciones más hermosas de la inteligencia humana. Ninguna persona con formación lógica y matemática debería dejar de intentar acercarse a ella).

4.2. LOS TIPOS DE VERDADES. SABER AUXILIAR Y SABER SUSTANTIVO

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Llegados a este punto, nos quedan dos asuntos muy peliagudos por explicar, que en la explicación anterior habíamos pasado por alto. El primero de ellos sería: ¿qué tipo de verdad proporcionan las ciencias formales? Y el segundo: ¿por qué son aplicables a la realidad? Son dos problemas clásicos de la filosofía.

El tipo de verdad que proporcionan las ciencias formales es el que en el pasado llamamos verdad necesaria. Todas las verdades que la lógica y las matemáticas obtienen, son verdades necesarias, universales, a priori, formales o analíticas, puesto que son términos muy equivalentes. Modernamente, el término más utilizado es el último (hay quien dice que todas las verdades analíticas son variaciones formales de esta expresión “X = X”). Es decir, son verdades vacías, porque en realidad no nos informa de nada, pero son estructurales, y de aplicación universal.

Veamos un ejemplo sencillo: “2 + 2 = 4” es una expresión vacía en sí misma, pero nos permite comprender que si compro dos kilos de manzanas, y otros dos más, tengo cuatro kilos. O que si en un coche se subieron dos personas adelante, y otras dos atrás, en el coche hay cuatro personas. Recordemos entonces lo característico de estas verdades: no son empíricas, no son inductivas, no admiten ninguna posibilidad de duda. Son pues, radicalmente diferentes de las verdades que obtienen las ciencias empíricas.

Las verdades de las ciencias empíricas, a riesgo de ser falsas (puesto que como sabemos su verdad no puede establecerse con absoluta certeza), siempre son informativas, siempre dicen algo. Siempre informan de algo relativo al mundo real. Tienen sustancia (en el sentido que aplicamos este término a la comida), tienen cuerpo, tienen contenido. Por eso las verdades empíricas constituyen un saber sustantivo.

Pero las verdades analíticas no constituyen un saber sustantivo. No nos dicen nada del mundo real. Si estuviéramos encerrados en una caja oscura desde nuestro nacimiento y nos enseñaran exclusivamente lógica y matemáticas, no sabríamos absolutamente nada del mundo de fuera de la caja, del mundo exterior. Por eso son saberes vacíos. Pero no por eso innecesarios; todo lo contrario: son los saberes más importantes que necesitan los seres humanos. Son saberes que por su abstracción se aplican necesariamente a todo otro saber.

Dicho de otra forma: conocer la realidad (empíricamente) implica necesariamente utilizar la lógica y las matemáticas. (No se puede hacer física sin las matemáticas; no se puede hacer economía sin las matemáticas; no se puede hacer geología sin las matemáticas; de hecho todos los estudiantes de ciencias naturales deben aprender matemáticas –de tipo calculístico y algebraico-; y todos los de ciencias sociales deben aprenderlas también –en su caso, más bien de tipo estadístico).

Es imposible conocer la realidad sin la lógica y las matemáticas; la lógica y las matemáticas se aplican necesariamente al conocimiento de la realidad. No son saberes sustantivos, pero son saberes auxiliares de todo otro saber; pero saberes auxiliares absolutamente necesarios e imprescindibles.

Llega ahora el momento de relacionar la segunda pregunta con la primera. ¿Cómo es posible que se puedan aplicar a la naturaleza y a la realidad en general las matemáticas (y la lógica)? ¿Cómo es que la realidad se relaciona y se transforma según magnitudes que se pueden describir en ecuaciones matemáticas? ¿Cómo un saber artificial e inventado, sea la matriz y estructura que envuelve toda la realidad que nos rodea? ¿Por qué la comprensión de la realidad es necesariamente lógico- matemática?

Hay muchos ejemplos maravillosos de las preguntas planteadas en el párrafo anterior: Kepler descubrió que la órbita de los planetas respondía a todos los cálculos realizados por Apolunio de Rodas sobre la geometría de la elipse 1500 años antes; Newton, al desarrollar el cálculo integral y diferencial, vio que eran las únicas matemáticas posibles para describir los cambios continuos en la naturaleza; la gravitación universal, una propiedad general de toda la materia, es directamente proporcional a la masa de los cuerpos: un simple elevar al cuadrado relaciona toda la materia del universo; las geometrías no euclidianas del siglo XIX sirvieron para describir el universo cuatridimensional en el que vivimos y que Einstein descubrió, con su teoría de la relatividad, en el siglo XX; las teorías matemáticas de las matrices, años después

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servirán para describir los estados de la materia electrónica en las órbitas de los átomos según la mecánica cuántica… En palabras de Galileo: “la naturaleza está escrita en caracteres matemáticos”. ¿Por qué?

Sin embargo, no hay ninguna respuesta fácil (fácil en el sentido de que pueda ser tratado en curso filosófico general como es el de 1º de Bachillerato), ni los filósofos o matemáticos se ponen de acuerdo al respecto. Veréis parcialmente dos posibles soluciones en 2º de Bachillerato, cuando estudiéis el pensamiento de Platón y la filosofía analítica del siglo XX (Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein).

(Otra pregunta relacionada con las de este subapartado sería también la siguiente: ¿y la filosofía, qué tipo de saber es? ¿Constituye realmente algún tipo de saber? ¿Encaja de alguna manera en la estructura general del conocimiento humano? Si esto es así, ¿qué tipo de saber es, cómo encaja…? Preguntas filosóficas sobre la filosofía, con difícil respuesta.

APARTADO 5: LA ESPECIFICIDAD DE LAS CIENCIAS SOCIALES

El conjunto de las ciencias empíricas, al revés que el de las ciencias formales, no es un conjunto homogéneo. Dentro de él, hay dos grupos claramente diferenciados: el de las ciencias naturales (muchas veces consideradas las ciencias, por excelencia y a secas, y el de las ciencias sociales o ciencias humanas. Todo lo explicados sobre el método hipotético deductivo es aplicable de forma específica a las ciencias naturales; y sólo de forma genérica a las ciencias sociales. Todo este apartado servirá para precisar lo que de peculiar y específico tienen estas ciencias y su método de búsqueda del conocimiento.

De primera mano, y eso es lo que vamos a analizar a partir de la lectura de los fragmentos del Texto 27, El debate sobre las ciencias sociales, su lugar en el conjunto de las ciencias es discutido y discutible. En la Pregunta 1 vemos por qué sucede eso: las ciencias sociales tienen como objeto de estudio a las “unidades psíquicas”, esto es, a las personas. Y su comportamiento no se puede deducir a partir de ninguna ley, porque intervienen todo tipo de factores históricos, sociales y naturales; además como son entidades libres e intencionales, sus conductas son en buena medida imprevisibles, y más a largo plazo. Si la ciencia pretende determinar el comportamiento futuro de su objeto de estudio, las ciencias sociales (“del espíritu”, tal y como se denominaban en el siglo XIX) no pueden cumplir ese requisito (Pregunta 2): ¿en qué sentido podemos clasificarlas entonces como ciencias?

Esta reflexión abre paso a la Pregunta 3. La primera crítica que se plantea es precisamente que las ciencias sociales carecen total y absolutamente de valor práctico y de aplicabilidad tecnológica. Las ciencias sociales no funcionan y carecen de efectos transformadores positivos sobre la realidad. En realidad, y esa es la segunda crítica, eso se debe al hecho de que no son más que sentido común disfrazado de vaga palabrería científica, o puros y simples errores. Pero el prestigio que les da el ser consideradas ciencias, opera como un argumento ad verecundiam y nos hace confiar en ellas, del mismo modo que el prestigio y el aura que rodeaba al brujo hacía creer en sus conjuros.

Si nos fijamos en la educación, sería difícil no darle la razón en su opinión acerca de las ciencias sociales; pero si nos fijamos en como la publicidad es capaz de trabajar con los conocimientos psicológicos acerca de la motivación para convertirnos en consumidores compulsivos, sería difícil dársela (Pregunta 4).

Lo que vamos a realizar a continuación es un análisis de las características particulares de este tipo de racionalidad científica con la finalidad de que cada uno esté en disposición de elaborar su propio juicio al respecto.

5.1. LA PROBABILIDAD Y LA DETERMINACIÓN CAUSAL

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

Vamos a comenzar por el objeto de estudio de las ciencias sociales. El objeto de estudio de las ciencias naturales es claro: la naturaleza; el de las ciencias sociales no es menos claro: la cultura. Recordemos la distinción que trabajamos en los dos primeros temas. La naturaleza es todo aquello que manifiesta unas características o comportamiento que es independiente de la intención o voluntad deliberada de los seres humanos. Todo lo que no es naturaleza, es cultura; todo aquello que en su forma de ser responde a las voluntades humanas es lo que denominamos cultura y es estudiado por ciencias tan dispares como la psicología, la sociología o la economía.

Sin embargo, hay una característica que diferencia estos dos grandes campos de la realidad empírica que son la naturaleza y la cultura. Por una parte, la naturaleza es regular y repetitiva en su comportamiento (o al menos, esa es nuestra suposición metafísica), con lo cual, con el conocimiento adecuado de sus leyes, y sus condiciones, de partida, podemos llegar a predecir con exactitud y precisión su comportamiento. La naturaleza es, pues, determinista y causal en su comportamiento; las mismas causas siempre producen (determinan) los mismos efectos, y efectos idénticos siempre son responsabilidad de (determinados por) las mismas causas.

En este momento habrá quien pueda decir algo similar a esto: “pero la meteorología es una ciencia natural, y no es capaz de predecir con total exactitud y precisión el tiempo; la medicina o la biología, por su parte, tampoco son estrictamente deterministas. ¡Cuántas veces a un paciente se le dice: si sigue usted fumando tiene un 80 % de posibilidades de contraer un enfisema, sin poder precisarle con exactitud si estará dentro de esos dos de cada diez que se salvan de la enfermedad, o dentro de los ocho que no se libran…!”

Pero en ese caso, la ciencia natural no es determinista y causal, no porque sus leyes no sean deterministas y causales, sino porque faltan datos acerca de las condiciones iniciales en las que se aplican las leyes. Si pudiéramos conocer con exactitud todos los datos de todas las moléculas de la atmósfera terrestre, con su temperatura, velocidad y presión relativas, etc., y dispusiéramos de ordenadores con la capacidad suficiente para procesar todos estos datos, podríamos predecir el tiempo con la misma exactitud que podemos determinar dónde estará Neptuno dentro de 44 días. Aunque en la práctica las ciencias naturales no sean enteramente deterministas, teóricamente, las ciencias naturales sí que lo son; y si tienen que recurrir a establecer probabilidades no concluyentes, siempre es por ausencia de datos iniciales. De hecho, las previsiones meteorológicas cada vez aciertan en una mayor cantidad de casos. Cuando la probabilidad tiende a ser del 100 % ya podemos hablar de certeza determinista.

Sin embargo, el objeto de estudio de las ciencia sociales no es como el de las ciencias naturales. Un átomo de hierro es tan regular y previsible en su comportamiento como cualquier otro átomo de hierro. Pero un cerebro humano, o la influencia de los malos tratos en él durante la infancia no son tan fácilmente sustituibles. Una depresión no es idéntica en una persona anciana y en un adolescente, aunque en los dos casos se trate de una depresión; tampoco es lo mismo la Revolución de Octubre que la de Toussaint L´Ouverture, siendo ambas procesos revolucionarios de las clases oprimidas. La esencia del campo de la cultura no es determinista. Un filósofo llamado Dilthey, lo expresaba así, aplicado a los seres humanos:

“Las dificultades del conocimiento de una unidad psíquica aislada se multiplican por la gran diversidad y singularidad de estas unidades, tales como cooperan en la sociedad, por la complicación de las condiciones naturales a que están ligadas, por la suma de las interacciones que se realiza en la sucesión de muchas generaciones, y que no permite deducir directamente de la naturaleza humana, a partir de su conocimiento presente, la situación de épocas anteriores, o inferir su situación futura”.

Decía en cambio el físico francés Laplace a principios del S. XIX:“Una inteligencia que en cada instante dado conociera todas las fuerzas que animan a

la materia, así como la posición y la velocidad de cada una de sus moléculas, sí, por otra parte, fuera tan grande como para poder analizarlas todas a la vez, abrazaría en la misma fórmula los movimientos de los más grandes cuerpos del universo y los del más ligero átomo. Para una inteligencia tal, nada sería irregular y la curva descrita por una simple molécula de aire o de

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vapor parecería regulada de una manera tan cierta como lo es para nosotros la órbita del Sol”.

¿Cuáles son las consecuencias concretas para el método de investigación científica

propio de las ciencias sociales? Son varias, que presentamos a continuación:

1. La necesidad de utilizar leyes estadísticas, probabilidades y correlaciones “causales”. Las leyes y las hipótesis de las ciencias sociales nunca, o pocas veces son enteramente universales. Lo que suelen decir son cosas como “en tal tanto por ciento de veces que sucede tal cosa, sucede tal otra”. O expresiones como: “tal cosa y tal otra se encuentra altamente correlacionadas” o “la probabilidad de que se dé tal fenómeno en relación a tal otro es de no sé cuántos por ciento”.

La dificultad de contrastar este tipo de hipótesis es evidente; y la confianza que nos pueden dar es escasa, porque tienen que renunciar a encontrar un vínculo directo y universal entre los fenómenos que sería, o eso pensamos, la verdadera explicación.

2. Debilitar su capacidad explicativa y predictiva y cuestionar enormemente su aplicabilidad tecnológica. Acaba de quedar planteado; las explicaciones se deben realizar acudiendo al tanto por ciento en que el fenómeno se cumple: “este niño, del que abusaron, que al hacerse adulto abusó igualmente de sus hijos, confirma que hay una elevada relación entre los abusos en la infancia y el sadismo y la incapacidad para evitar los sufrimientos ajenos, etc.”.

Ya, pero, ¿por qué a muchos no les pasa? ¿No será porque hay otra “causa” más verdadera, más escondida? ¿Y cómo podemos saber si el niño X, que sufrió abusos, será en su momento un abusador? ¿Y qué técnica psicológica podemos utilizar para prevenirlo? La capacidad predictiva de la ciencia y su aplicabilidad tecnológica es muy escasa. Escribo esto en los días tristes del 11-M; los psicólogos que acudieron a ayudar a las víctimas acababan reconociendo que su terapia era “dejar hablar, que se sintieran acompañados en su dolor, que sintieran la humanidad y la solidaridad ajenas”. En realidad, nociones psicológicas de sentido común.

Los médicos, en cambio, para curar las víctimas aplicaban otras tecnologías; de ahí la distinta consideración social de unos y otros y el distinto prestigio social de “las ciencias y las letras” (o las notas para entrar en según que facultades).

3. Renunciar al determinismo y afirmar la aleatoriedad esencial de la cultura. Esta es la característica ontológica más importante. En la esencia de lo humano hay un gérmen de aleatoriedad. Podemos interpretarla como libertad, creatividad, azar, genio, absurdo y casualidad. No importa, porque no hay psicología ni sociología que explique el genio de Bach, y punto, o el sistema para pintar con el alma de Rembrandt. (O la maldad de Franco, por poner un ejemplo en sentido contrario).

Pero aquí se plantea una duda filosófica: ¿cómo puede nacer la libertad dentro de unos cuerpos determinados férreamente en su comportamiento por las leyes físico-químicas y bio-químicas? Se trata del reduccionismo físico-químico de lo psico-sociológico. Problema clásico de la filosofía, del que hablaremos en los temas siguientes, al plantear el problema de la libertad humana.

(Otra aclaración: el corazón de la naturaleza, el comportamiento atómico y microscópico de la materia, depende de comportamientos azarosos y aleatorios de las partículas microscópicas; eso ha demostrado la mecánica cuántica. Una formulación clásica es el Principio de Indeterminación de Werner Heisemberg, que habréis estudiado en las ciencias de la ESO. ¿Pueden pretender todavía ser deterministas las ciencias naturales?).

5.2. EXPLICACIÓN Y COMPRENSIÓN. LA IDEOLOGÍA

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Filosofía I Filosofía de la ciencia

Una consecuencia que se desprende de lo comentado en los tres puntos anteriores, es que el modelo explicativo general de las ciencias sociales no puede ser exactamente igual que el de las ciencias naturales.

Las ciencias sociales deben compatibilizar el mecanismo de explicación con el mecanismo de comprensión. Esto es fácil de ver. Si cada fenómeno cultural, aunque se parezca a otros, tiene su radical y singular individual, no basta, para entender el porqué de su sucedido, con acudir a una explicación general, que lo iguale o asimile a otros. Hay que, a la vez, y aunque parezca contradictorio, comprenderlo en su individualidad específica y sin perder de vista su relación con el caso general.

Un ejemplo anterior puede servir: la depresión psicológica es un fenómeno generalizado en la sociedad occidental; hay que dar una explicación general de ello y buscar por qué en la India, por ejemplo, carece de incidencia relevante. Pero a la vez hay que comprender individual y específicamente la depresión de Yony, que no es como la de Cynthia Isabel (tanto más si somos el psicólogo que intenta aplicarles una terapia); y por qué a Belarmina, en circunstancias similares, no le entró la depresión. Así pues, hay que conjugar continuamente la perspectiva individual (comprensión) y la general (explicación); y eso no es nada fácil.

Otra cuestión: todas las ciencias empíricas proporcionan un saber sustantivo, un saber con contenidos; y en este sentido las ciencias sociales tanto como las ciencias naturales (aunque sean menos fiables por las peculiaridades ya comentadas). También se dijo que respecto a la aplicabilidad tecnológica, a la capacidad de generar y desarrollar tecnologías a partir de ellas, las ciencias naturales les llevaban ventaja a las ciencias sociales. (Si bien tampoco conviene desestimar la capacidad tecnológica de las ciencias sociales: la publicidad, sin ir más lejos, es un ejemplo de tecnología psicológica aplicada a la motivación del consumidor).

Donde se manifiesta una peculiaridad de la ciencia social es, sin embargo, en su capacidad para construir ideologías. Las ideologías son unos conjuntos ordenados de creencias y sistemas de normas y valores, que sirven tanto para dar sentido a la vida, como para organizar la convivencia y la relación social. Hasta los tiempos modernos, las ideologías eran fundamentalmente religiosas, o construidas a partir de valores religiosos. Desde hace algo más de un siglo, las principales productoras de ideología son las ciencias sociales.

Ojo: es importante constatar que, sino también las ciencias naturales tienen esa capacidad; recordemos lo aprendido sobre el determinismo biológico. Lo que sucede es que la información de las ciencias naturales, para tener valor ideológico, tiene que ser readaptado y reinterpretado en clave psicológica o sociológica (e incluso económica).

Algunos de los mismos ejemplos que utilizamos al hablar del determinismo biológico podemos retomarlos en este mismo momento. La ideología subyacente siguiente es un ejemplo de una adaptación por la psicología de ciertos parámetros de la teoría de la evolución, más la interpretación ideológica de algunos psicólogos de los resultados de las pruebas de inteligencia: “El mundo es una competición en el que cada uno de nosotros debe bastarse a sí mismo; es justo que los más hábiles tengan mucho más que todos los demás; gastar mucho dinero en educación compensatoria e igualitaria es desperdiciar recursos, por ser las capacidades individuales fundamentalmente hereditarias y de imposible mejora”.

Lo anterior es una mezcla de una visión ideológica neoliberal de lo que debe ser la vida en sociedad, teñida de explicaciones psicológicas sobre la conducta humana. No olvidemos que la etiqueta de “científico” da a cualquier conocimiento, de forma automática, un prestigio que a lo mejor no se merece. (Pensemos en los anuncios: “científicamente probado”. En realidad decir esto no es más que acudir a un argumento de autoridad vacío).

Pongamos otro ejemplo; nuevamente basado en la depresión, pero desde un ángulo diferente. Si un señor tiene un contrato laboral precario con un sueldo miserable, cinco hijos pequeños y un piso, raquítico y en bastante mal estado, por el que paga una cantidad desproporcionada de dinero por un encarecimiento de la vivienda ocasionada por una política concreta, y su mujer no puede trabajar porque tiene que cuidar a los niños (y no apenas hay guarderías, porque una política determinada así lo ha querido), y duerme mal porque todo son

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ruidos por la noche, y debe poner un aparato en los dientes que la Seguridad Social no le paga a uno de sus hijos… y en ese momento se siente desbordado y cae en una fuerte depresión y agotamiento psicológico… ¿Qué es lo que hace?

Supongamos que acude al psicólogo en busca de terapia. El psicólogo le dice: no se preocupe usted, vea lo bueno de la vida, haga esto y lo otro, lo que le pasa le pasa a mucha gente, pero es pasajero, lo recomendable es tal terapia… En ese momento, el psicólogo está legitimando y fundamentando ideológicamente un modelo político de convivencia social. Está haciendo política e ideología.

En cambio, si otro psicólogo le dice: su problema psicológico no tiene remedio ni cura por mi disciplina. En realidad, no es un problema psicológico, sino social y político. La cura a su depresión consiste en guarderías; otra política de vivienda; otra política laboral… Pues este otro psicólogo está realizando crítica ideológica del mismo modelo que el anterior psicólogo legitimaba. También hace política e ideología.

Otras consecuencias relacionadas con lo anterior es que, efectivamente, los conceptos propios de las ciencias sociales serán mucho más imprecisos. Todo físico sabe perfectamente qué es un átomo; sabe definirlo y reconocerlo en un laboratorio. Pero entre dos psicólogos, uno estará tentado a denominar “depresión” a lo que otro denominaría “injusticia social”. Son, respectivamente, los dos casos del ejemplo anterior.

Una conclusión más amplia de lo anterior, es que la distinción entre los puros hechos y las valoraciones teóricas y las interpretaciones, en la ciencia social sea todavía más débil que en la ciencia natural. Efectivamente, eso es así. Por ejemplo: ¿pueden estar todos los sociólogos e historiadores de acuerdo en definir una situación política como “descontento social”? Sin embargo, todos los físicos están de acuerdo que tal cantidad de “masa crítica” es la que puede llevar a una “reacción en cadena”.

En general y como conclusión: las ciencias sociales son conocimiento científico en un sentido mucho más débil que las ciencias naturales, pero no por eso son menos importantes ni necesarias para el conocimiento humano.

TIPOS DE CIENCIAS

CIENCIAS EMPÍRICASCIENCIAS

FORMALESCIENCIAS NATURALES

CIENCIAS SOCIALES

EJEMPLOS Física, química, biología, geología

Psicología, sociología, economía

Matemáticas, lógica, computación

OBJETO DE ESTUDIO

Naturaleza Cultura Estructuras formales

CARÁCTER ONTOLÓGICO

Regular, causal, determinista

Singular, aleatoria Abstractas, armazón de todo lo real

HECHOS Objetivos, descubiertosMenos objetivos,

descubiertos e interpretados

No hay hechos, construcciones

artificialesFUNCIÓN Explicar, predecir Explicar, interpretar,

construir ideologíasHerramienta de todo

saberLEYES Universales y

estadísticasEstadísticas Universales

TIPO DE SABER Saber sustantivo Saber sustantivo, ideología

Saber auxiliar necesario

TIPO DE VERDAD Material y contingente Material y contingente Formal y necesaria

MÉTODO Hipotético-deductivo Hipotético-deductivo Axiomático-deductivo

FINALIDADConocimiento, aplicabilidad tecnológica

Conocimiento, ideología, aplicabilidad

tecnológicaInstrumental

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