6 - Padre Nuestro

8/2/2019 6 - Padre Nuestro

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EL PADRE NUESTRO(ORACIN)


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EL PADRE NUESTRO

Es una oracin en primera persona del plural, en la quenosotros, los hijos de Dios, podemos traspasar los lmites de estemundo y elevarnos hasta Dios,

Pero este nosotros de la Comunidad que ora se compenetramutuamente con la dimensin personal de lo que solo el individuocomparte con Dios.

El significado del Padrenuestro va ms all de la comunicacin depalabras para rezar, pues forma parte de nuestro ser, y nos permiteejercitarnos en los mismos sentimientos de Jess.

El Padrenuestro procede de la oracin personal. Del dilogo del Hijocon el Padre, por lo que tiene una profundidad que va ms all delas palabras, y comprende la existencia humana de todos los

tiempos en toda su amplitud.


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El Padre Nuestro consta de una InvocacinInicial y siete Peticiones, tres de ellas se articulanen torno al Tu y cuatro en torno al nosotros, lastres primeras se refieren a la causa misma de Diosen la tierra y las cuatro siguientes tratan de

nuestras esperanzas, necesidades y dificultades.

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EL PADRE NUESTRO

PADRE NUESTRO QUE ESTS EN LOS CIELOS

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

VENGA A NOSOTROS TU REINO

HGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO

DNOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DA

PERDONA NUESTRA OFENSAS COMO TAMBIN NOSOTROSPERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN

NO NOS DEJES CAER EN TENTACIN

Y LIBRANOS DEL MAL


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INVOCACIN INICIALPADRE NUESTRO, QUE ESTAS EN EL CIELO.

PADRE

Padre, en una sola palabra como sta se contiene toda la historia dela redencin. Podemos decir Padre, porque el Hijo es nuestrohermano que nos ha revelado al Padre.

El Seor nos recuerda que los padres no dan una piedra a sus hijosque piden pan, y prosigue Pues si vosotros, que sois malos, sabisdar cosas buenas a vuestros hijos, cuanto ms vuestro Padre delcielo dar cosas buenas a los que le piden?

Lucas especifica las cosas buenas que da el Padre cuando dice.cunto ms vuestro Padre celestial dar el Espritu Santo aquienes se lo piden? Lo que quiere decir: el don de Dios es Diosmismo, la cosabuena que nos da es El mismo.

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PADRE

Nosotros, aun teniendo padres terrenos diversos,

procedemos todos de un nico Padre, que es la medida yorigen de toda paternidad. No llamis padre vuestro anadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el delcielo (Mateo,23,9).

La paternidad de Dios es ms real que la humana, porqueen ltima instancia nuestro ser viene de El, porque El nosha pensado y querido desde la eternidad; porque es Elquien nos da la autntica, la eterna casa del Padre.

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NUESTROSolo Jess poda decir con pleno derecho Padremo, porque solo El es elHijo unignito de Dios. Sin embargo, todos nosotros podemos decir Padrenuestro. Solo en el nosotros de los discpulos podemos llamar Padre aDios, pues solo en la comunin con Cristo nos convertimos en verdaderos

hijos de Dios.

La palabra nuestro nos exige salir del recinto cerrado de nuestro yo. Nosexige entrar en la comunidad de los dems hijos de Dios. Nos exigeabandonar lo meramente propio, lo que separa. Nos exige aceptar a los

otros, a abrirles nuestros odos y nuestro corazn.

El Padrenuestro es una oracin muy personal y al mismo tiempoplenamente eclesial, lo rezamos con todo nuestro corazn, pero a la vez encomunin con toda la familia de Dios, con los vivos y con los difuntos, con

personas de toda condicin, cultura y raza. El Padrenuestro nos convierteen una familia ms all de todo confn.

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QUE ESTS EN EL CIELO.que ests en el cielo. Dios Padre no est en unagalaxia lejana, sino en su casa eterna, es decir, el cielo, a laque estamos llamados a regresar algn da, y donde

habitaremos por siempre.

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PRIMERA PETICINSANTIFICADO SEA TU NOMBRE

Esto nos recuerda el 2. mandamiento: No pronunciars el nombre delseor, tu Dios, en falso. Pero, cul es el nombre de Dios? En el mundoantiguo haba muchos dioses. Moiss pregunt a Dios cul era sunombre, el nombre con el que este Dios demuestra su mayor autoridadfrente a los otros dioses. Pero el Dios que llama a Moiss es realmente

Dios. Dios en sentido propio y verdadero. No hay comparacin con otrosdioses. Dios es, por definicin, uno solo. Por eso no puede entrar en elmundo de los dioses como uno de tantos, y no puede tener un nombrecomo los dems. As, la respuesta de Dios es al mismo tiempo negaciny afirmacin .Dice simplemente de s: Yo soy el que soy. El es, y basta.

Por eso era correcto que en Israel no se pronunciara esta autodefinicinde Dios que se percibe en la palabra YHWH, para que no la degradaran auna especie de nombre idoltrico. Y por ello no es del todo correcto queen las nuevas traducciones de la Biblia se escriba como un nombre maseste nombre, que para Israel es siempre misterioso e impronunciable,

rebajando as el misterio de Dios del que no existen imgenes ni nombrespronunciables, al nivel ordinario de una historia genrica de las religiones.

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PRIMERA PETICINSANTIFICADO SEA TU NOMBRE

Sin embargo, con la encarnacin ha comenzado la entrega del nombre.De hecho, al reflexionar sobre la oracin sacerdotal de Jess veremosque all El se presenta como el nuevo Moiss: He manifestado tu nombrea los hombres (Juan 17,6). Lo que comenz en la zarza que arda en

el desierto del Sina se cumple en la zarza ardiente de la cruz. Ahora Diosse ha hecho verdaderamente accesible a travs de su Hijo hechohombre. El pas a formar parte de nuestro mundo, se ha puesto, por asdecirlo, en nuestras manos.

De esto podemos entender lo que significa la exigencia de santificar elnombre de Dios. Ahora se puede abusar del nombre de Dios y, con ello,manchar a Dios mismo. Podemos apoderarnos del nombre de Dios paranuestros fines y desfigurar as la imagen de Dios. Cuanto ms se entregaEl en nuestras manos, tanto ms podemos oscurecer nosotros su luz;cuanto mas cercano sea, tanto ms nuestro abuso puede hacerlo

irreconocible.

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PRIMERA PETICIN

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

Y esta splica de que sea El mismo quien tome en sus manos lasantificacin de su nombre, de que proteja el maravilloso misterio de seraccesible para nosotros y de que, una y otra vez, aparezca en su

verdadera identidad librndose de las deformaciones que le causamos,es una splica que comporta siempre para nosotros un gran examen deconciencia:

Cmo trato yo el santo nombre de Dios?

Me sito con respeto ante el misterio de la zarza que arde, ante loinexplicable de su cercana y ante su presencia en la Eucarista, en la quese entrega totalmente en nuestras manos?

Me preocupo de que la santa cohabitacin de Dios con nosotros no lo

arrastre a la inmundicia, sino que nos eleve a su pureza y santidad?

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SEGUNDA PETICINVENGA A NOSOTROS TU REINO

Con esta peticin, reconocemos en primer lugar la primaca de Dios: dondeEl no est, nada puede ser bueno. Donde no se ve a Dios, el hombre decaey decae tambin el mundo: en este sentido, el Seor nos dice:

Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia; lo dems se os dar por

aadidura (Mateo, 6,33).

Con esta palabras se establece un orden de prioridades para el obrarhumano, para nuestra actitud en la vida diaria. Con la peticin venga tureino (no el nuestro!) el Seor nos quiere llevar precisamente a este modode orar y de establecer las prioridades de nuestro obrar. Lo primero y

esencial es un corazn dcil, para que sea Dios quien reine y no nosotros.El reino de Dios llega a travs del corazn que escucha. Ese es su camino.Y por eso nosotros hemos de rezar siempre. Rezar por el Reino de Diossignifica decir a Jess: Djanos ser tuyos Seor! Emppanos, vive ennosotros; rene en tu cuerpo a la humanidad dispersa para que en ti todo

quede sometido a Dios y T puedas entregar el Universo al Padre, para queDios sea todo para todos.

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TERCERA PETICINHGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA

COMO EN EL CIELO

En sta peticin aparecen claras dos cosas: existe una voluntad de Dioscon y para nosotros que debe convertirse en el criterio de nuestro querer yde nuestro ser. Y que all donde se cumple la voluntad de Dios est el cielo.

Pero, qu significa la voluntad de Dios? Cmo la reconocemos?Cmo podemos cumplirla?

Ser una sola cosa con la voluntad del Padre es la fuente de la vida deJess. La unidad de voluntad con el Padre es el ncleo de su ser enabsoluto. En la peticin del Padrenuestro percibimos en el fondo, sobre

todo, la apasionada lucha interior de Jess durante su dilogo en el montede los Olivos: Padre mo, si es posible, que pase de m este cliz; pero nosea como yo quiero, sino como quieres t. Padre, si no es posible quepase sin que yo lo beba, hgase tu voluntad. (Mateo,26,39.42).Toda laexistencia de Jess se resume en las palabras: Aqu estoy para hacer tuvoluntad.Solo as entendemos plenamente la expresin: Mi alimento eshacer la voluntad del que me envi.

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TERCERA PETICINHGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA

COMO EN EL CIELO

Si tenemos esto en cuenta, entendemos por qu Jess mismo es elcielo en el sentido ms profundo y ms autntico; El es precisamenteen quien y a travs de quien, se cumple plenamente la voluntad de

Dios. Mirndole a El, aprendemos que por nosotros mismos nopodemos ser enteramente justos: nuestra voluntad nos arrastracontinuamente como una fuerza de gravedad lejos de la voluntad deDios, para convertirnos en mera tierra. El, en cambio, nos eleva hacas, nos acoge dentro de El y, en la comunin con El, aprendemos

tambin la voluntad de Dios. As, en esta tercera peticin delPadrenuestro pedimos en ltima instancia acercarnos cada vez ms aEl, a fin de que la voluntad de Dios prevalezca sobre la fuerza denuestro egosmo y nos haga capaces de alcanzar la altura a la quehemos sido llamados.

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CUARTA PETICINDNOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DA

Esta peticin nos parece la ms humana de todas: el Seor sabetambin de nuestras necesidades terrenales y las tiene en cuenta. Elpan es fruto de la tierra y del trabajo del hombre, pero la tierra no dafruto si no recibe desde arriba el sol y la lluvia. Esta combinacin de

fuerzas csmicas que escapa de nuestras manos se contrapone a latentacin de nuestro orgullo, de pensar que podemos darnos la vida pornosotros mismos o solo con nuestras fuerzas. Este orgullo nos haceviolentos y fros. Termina por destruir la tierra; no puede ser de otromodo, pues contrasta con la verdad, es decir, que los seres humanos

estamos llamados a superarnos y que solo abrindonos a Dios noshacemos grandes y libres, llegamos a ser nosotros mismos.

Pedimos por nuestro pan. Tambin aqu oramos en la comunin delos discpulos, en la comunin de los hijos de Dios, y por eso nadie

puede pensar slo en s mismo. El que tiene pan abundante estllamado a compartir.

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San Cipriano nos dice que el que pide pan para hoy es pobre. Laoracin presupone la pobreza de los discpulos. Da por sentado queson personas que a causa de la fe han renunciado al mundo, a susriquezas y a sus halagos, y ya solo piden lo necesario para vivir. Perola peticin de pan, del pan slo para hoy, nos recuerda tambin los

cuarenta aos de marcha por el desierto, en los que el pueblo de Israelvivi del man, del pan que Dios le mandaba del cielo.La traduccin de la palabra griega epiosios (cada da) tiene dosinterpretaciones principales: una sostiene que la palabra significa (elpan) necesario para la existencia, con lo que la peticin dira: Danos

hoy el pan que necesitamos para poder vivir. La otra interpretacindefiende que la traduccin correcta sera (el pan) futuro, el del dasiguiente. Pero la peticin de recibir hoy el pan para maana no parecetener mucho sentido, dado el modo de vivir de los discpulos. lareferencia al futuro sera mas comprensible si se pidiera el pan

realmente futuro: el verdadero man de Dios, es decir que el Seor nosd hoy el pan futuro, el pan del mundo nuevo, El mismo.

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CUARTA PETICIN

DNOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DA

El gran sermn sobre el pan, en el sexto capitulo del Evangelio deJuan, revela el amplio espectro del significado de este tema.Inicialmente se describe el hambre de las gentes que han escuchado a

Jess y a las que no despide sin darles antes de comer, esto es, sin elpannecesario para vivir. Pero Jess no permite que todo se quede enesto, no permite que la necesidad del hombre se reduzca al pan, a lasnecesidades biolgicas y materiales, No solo de pan vive el hombre.,sino de toda la palabra que sale de la boca de Dios (Mateo,4;Dt. 8,3).

Jess que se hizo hombre se nos da en el Sacramento, y solo as lapalabra eterna se convierte en man, el don ya hoy del pan futuro.Despus, el Seor rene todos los aspectos una vez ms: esta extremamaterializacin es precisamente la verdadera espiritualizacin: ElEspritu es quien da vida: la carne no sirve de nada (Juan 6, 63).

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San Cipriano, finalmente dice: nosotros, que podemos recibir laEucarista como pan nuestro, tenemos que pedir tambin que nadie

quede fuera, excluido del Cuerpo de Cristo. Por eso pedimos quenuestro pan, es decir, Cristo nos sea dado cada da, para que quienespermanecemos y vivimos en Cristo no nos alejemos de su fuerzasantificadora de su Cuerpo.

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QUINTA PETICINPERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIN

NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN

Esta peticin presupone un mundo en el que existenofensas: ofensas entre los hombres, ofensas a Dios. La

superacin de la culpa es una cuestin central de todaexistencia humana; la historia de las religiones gira en tornoa ella. La ofensa provoca represalia; se forma as unacadena de agravios en la que el mal de la culpa crece de

continuo y se hace cada vez ms difcil superar.

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QUINTA PETICINPERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIN

NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN

Con esta peticin, el Seor nos dice: la ofensa solo se puede superarmediante el perdn, no a travs de la venganza. Dios es un Dios que

perdona porque ama sus criaturas; pero el perdn solo puede penetrar,solo puede ser efectivo, en quien a su vez perdona. El tema del perdnaparece continuamente en todo el Evangelio. Dios mismo, sabiendo quelos hombres estbamos enfrentados con El como rebeldes, se ha puestoen camino desde su divinidad para venir a nuestro encuentro, parareconciliarnos. Recordemos, que antes del don de la Eucarista, searrodill ante sus discpulos y les lav los pies sucios, los purific con suamor humilde. Y finalmente escuchamos la peticin de Jess desde lacruz: Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen (Lucas 23,34).

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QUINTA PETICIN

PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBINNOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN

La peticin del perdn supone algo ms que una exhortacin moral,que tambin lo es y, como tal, representa un desafo nuevo cada da.

Pero en el fondo es -como las dems peticiones- una oracincristolgica. Nos recuerda a Aquel que por el perdn ha pagado elprecio de descender a las miserias de la existencia humana y a lamuerte en la cruz. Por eso nos invita ante todo al agradecimiento, ydespus tambin a enmendar con El el mal mediante el amor, aconsumirlo sufriendo. Y al reconocer cada da que para ello no bastannuestras fuerzas, que frecuentemente volvemos a ser culpables,entonces esta peticin nos brinda el gran consuelo de que nuestraoracin es asumida en la fuerza de su amor y, con l, por l y en l,puede convertirse a pesar de todo en fuerza de salvacin.

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SEXTA PETICINNO NOS DEJES CAER EN TENTACIN

Para muchos la formulacin de esta peticin es un escndalo:ciertamente, Dios no nos tienta. De hecho Santiago nos dice: Cuandoalguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce latentacin al mal y no tienta a nadie (1,13). Nos ayuda a dar un paso

adelante y a recodar las palabras del Evangelio: Entonces Jess fuellevado al desierto por el Espritu para ser tentado por el diablo (Mateo4,1). La tentacin viene del diablo, pero la misin mesinica de Jessincluye la superacin de las grandes tentaciones que han alejado a loshombres de Dios y los siguen alejando. Como ya hemos visto, debe

experimentar en s mismo estas tentaciones hasta la muerte en la cruzy abrirnos de este modo el camino a la salvacin. As, no solo despusde su muerte, sino en ella y a lo largo de toda su vida, debe en ciertomodo descender a los infiernos, al mbito de nuestras tentaciones yfracasos, para tomarnos de la mano y llevarnos hacia arriba.

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Ahora, podemos explicar de un modo ms concreto estasexta peticin del Padrenuestro. Con ella decimos a Dios:

S que necesito pruebas para que mi ser se purifique. Sidispones esas pruebas sobre m, entonces piensa, porfavor, en lo limitado de mis fuerzas. No me creasdemasiado capaz. Establece unos lmites que no seandemasiado excesivos, dentro de los cuales pueda sertentado y mantente cerca con tu mano protectora cuandola prueba sea desmedidamente ardua para m.

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SEXTA PETICIN

NO NOS DEJES CAER EN TENTACIN

San Cipriano dice que cuando pedimos no nos dejes caeren la tentacin expresamos la conviccin de que elenemigo no puede hacer nada contra nosotros si antes no

se lo ha permitido Dios; de modo que todo nuestro temor,devocin y culto se dirija a Dios, puesto que en nuestrastentaciones el Maligno no puede hacer nada si antes no sele ha concedido facultad para ello (De dom. or., 25). Y

concluye, diciendo que puede existir un motivo por el queDios concede al Maligno un poder limitado: puede sucedercomo penitencia para nosotros, para atenuar nuestrasoberbia, con el fin que experimentemos de nuevo la

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pobreza de nuestra fe, esperanza y amor, y no presumamos de sergrandes por nosotros mismos: pensemos en el fariseo que le cuenta aDios sus grandezas y no cree tener necesidad alguna de gracia. Pero,no deberamos recordar que Dios impone una carga especialmente

pesada de tentaciones a las personas particularmente cercanas a El, alos grandes santos, desde Antonio en el desierto hasta Teresa deLisieux en el piadoso mundo de su Carmelo? Estn llamados, por asdecirlo a superar en su cuerpo, en su alma, las tentaciones de unapoca, a soportarlas por nosotros, almas comunes, y a ayudarnos en elcamino hacia Aquel que ha tomado sobre s el peso de todos nosotros.As, en nuestra oracin del Padrenuestro debe estar incluida, por unlado, la disponibilidad para aceptar la carga de la prueba proporcionadaa nuestras fuerzas; por otro lado, se trata precisamente de la peticinde que Dios no nos imponga ms de lo que podemos soportar; que nonos suelte de la mano.

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Pronunciamos esta peticin con la confiada certeza quesan Pablo nos ofrece en sus palabras: Dios es fiel y no

permitir que seis tentados por encima de vuestrasfuerzas; al contrario, con la tentacin os dar fuerzassuficientes para resistir a ella (1 Co 10,13).

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SPTIMA PETICINY LBRANOS DEL MAL

La ltima peticin del Padrenuestro retoma otra vez la sexta y la poneen positivo; en este sentido hay una estrecha relacin entre ambas. Sien la penltima peticin predominaba el no (no dar al Maligno masfuerza de la soportable), en la ltima nos presentamos al Padre con laesperanza fundamental de nuestra fe: Slvanos, redmenos,

lbranos!.

De qu queremos ser redimidos?

El mal del que se habla puede referirse al mal impersonal o al

Maligno. En el fondo ambos significados son inseparables.

Aunque ya no existen el imperio romano y sus ideologas, qu actualresulta todo esto! Tambin hoy aparecen, por un lado, los poderes delmercado, del trfico de armas, de drogas y de personas, que son un

lastre para el mundo y arrastran a la humanidad hacia ataduras de lasque no nos podemos librar.

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Por otro lado, tambin se presenta hoy la ideologa del xito, delbienestar, que nos dice: Dios es tan solo una ficcin, solo nos haceperder tiempo y nos quita el placer de vivir. No te preocupes de El!Intenta solo disfrutar de la vida todo lo que puedas! Tambin estastentaciones aparecen irresistibles. El Padrenuestro en su conjunto, y

esta peticin en concreto, nos quieren decir: cuando hayas perdido aDios, te habrs perdido a ti mismo; entonces sers tan solo un productocasual de la evolucin, entonces habr triunfado realmente el dragn.Pero mientras este no te pueda arrancar a Dios, a pesar de todas lasdesventuras que te amenazan, permanecers an ntimamente sano.

Es correcto, pues, que la traduccin diga: lbranos del mal. Los malespueden ser necesarios para nuestra purificacin, pero el mal destruye:Por eso pedimos desde lo mas hondo que no se nos arranque la fe quenos permite ver a Dios, que nos une a cristo: Pedimos, que por losbienes, no perdamos el Bien mismo; y que tampoco en la prdida de

bienes se pierda para nosotros el Bien, Dios; que no nos perdamosnosotros: lbranos del mal!

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De nuevo Cipriano, el obispo mrtir que tuvo que sufrir en carne propiala situacin descrita en el Apocalipsis, dice con palabras esplndidas:Cuando decimos lbranos del mal no queda ms que pudiramospedir. Una vez que hemos obtenido la proteccin pedida contra el mal,

estamos seguros y protegidos de todo lo que el mundo y el demoniopuedan hacernos. Qu temor puede acechar en el mundo a aquelcuyo protector en el mundo es Dios mismo? (De dom. or., 27) Losmrtires posean esa certeza, que les sostena, les haca estar alegresy sentirse seguros en un mundo lleno de calamidades; los ha librado

en lo mas profundo, les ha liberado para la verdadera libertad. Es lamisma confianza que san Pablo expres tan maravillosamente: Si Diosest con nosotros, quin estar contra nosotros?

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Por tanto con la ltima peticin volvemos a las tresprimeras: al pedir que se nos libere del poder del mal,pedimos en ltima instancia el reino de Dios, identificarnoscon su voluntad y la santificacin de su nombre.

Finalmente, Su Santidad Benedicto XVI nos dice: Nodebemos perder de vista la autntica jerarqua de losbienes y la relacin de los males con el Mal por excelencia;nuestra peticin no puede caer en la superficialidad:tambin en esta interpretacin de la peticin delPadrenuestro sigue siendo crucial que seamos liberadosde los pecados, que reconozcamos el mal como laverdadera adversidad y que nunca se nos impida ver al

Dios vivo.

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