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8/11/2019 9. Historia Dominicana IX
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OBRAS COMPLETAS
IXHISTORIA DOMINICANA
JUANBOSCH
2009
COMISIN PERMANENTEDE EFEMRIDES PATRIAS
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OBRAS COMPLETAS DE JUAN BOSCHEdicin dirigida por
Guillermo PIA-CONTRERAS
COLABORADORES
Arq. Eduardo SELMANHASBNSecretario de Estado sin Cartera
Lic. Juan Daniel BALCCER
Presidente de la Comisin Permanente de Efemrides Patrias
Herederos de Juan Bosch, 2009Edicin al cuidado de
Jos Chez Checo
Diseo de la cubierta y arte finalEric Sim
Publicacin de la Comisin Permanente de Efemrides Patriasen ocasin del Centenario de Juan Bosch, 2009
ImpresinSerigraf S.A.
ISBN: 978-9945-462-09-8 (T. IX)ISBN: 978-9945-462-00-5 (O. C.)
Repblica Dominicana
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CONTENIDO
La Era de Trujillo y otras dictaduras dominicanas en laptica social, poltica e histrica de Juan Bosch
Juan Daniel Balccer ............................................................. VII
TRUJILLO: CAUSAS DE UNA TIRANA SIN EJEMPLO
Prlogo a la segunda edicin .........................5Introduccin ...............................................11
ELORIGENPSICOLGICO ................................17Origen de la deformacin socialdominicana .................................................19La sociedad colonial y la psicologade Trujillo ...................................................27
Trujillo y la divisin en gente de primeray gente de segunda ...................................35La venganza de un hombre de segunda .....43
ELORIGENBIOLGICO ...................................51El abandono de la Espaola:Sus consecuencias para el pas ......................53La isla dividida: Nacimiento de Hait ...........61
La arritmia histrica dominicana ..................71La simiente materna de Trujillo llegcon la ocupacin haitiana de 1822 ...............79Nacimiento de Trujillo bajo el signode la tirana .................................................89De las luchas civiles a laOcupacion Norteamericana de 1916............97
I
II
III
IV
V
VI
VIIVIII
IX
X
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JUANBOSCH
Trujillo: Fruto de tres invasiones militares ..105La conquista del poder poltico ..................113
LAEMPRESACAPITALISTALLAMADAREPBLICADOMINICANA..............................................123De dictador a propietario del pas ..............125El Gobierno al servicio de la empresa .........133Psicologa de los dominicanos ....................141Eplogo .....................................................149Conclusiones .............................................151
Post Scriptum ...........................................159
LA FORTUNA DE TRUJILLO
Palabras de introduccin........................................165I ............................................................................171II ..........................................................................................175
III ......................................................................................... 181IV .........................................................................................187V ..........................................................................................193VI ......................................................................................... 199VII........................................................................................ 205
CARTA PARA LA HISTORIA ..................................................... 211
EXILIO Y LUCHA ANTITRUJILLISTA ......................................219
UN CAPTULO NUEVO EN LA LUCHA CONTRA
TRUJILLO ...................................................................................235
CAYO CONFITES Y LA LUCHA CONTRA TRUJILLO ............249
UN EPISODIO DE LA LUCHA CONTRA TRUJILLO.CARTAS CRUZADAS CON EL CNSUL DE TRUJILLOEN CURAZAO ..................................................................... 271
LA LEGIN DEL CARIBE: UN FANTASMA DE LA HISTORIA . 281
XIXII
XIIIXIVXV
XVI
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OBRASCOMPLETAS
UNA ORGA DE SANGRE EN LA TIERRA DE TRUJILLO ......293
LA MUERTE DE TRUJILLO: SECRETO DEVELADO ................ 303
CARTA DE JUAN BOSCH AL DICTADOR TRUJILLO ............. 311
LAS DICTADURAS DOMINICANASPalabras de introduccin........................................317
Una colonia despoblada .........................................321La aparicin del capitalismo en nuestro pas ...........327Situacin de desorden general ................................333Gobiernos sin autoridad ........................................339El pas desconoca el orden.....................................345Lo que era el pas en el ao 1888 ...........................351El panorama de un pas sin caminos .......................357
El trnsito del precapitalismo al capitalismo ...........363Se reanuda el estado de desorden general ................369Bolos contra rabuses y rabuses contra bolos ............375Cada quien haca lo que le daba la gana .................381El desorden general en el ao 1906 ........................387Guayubn, un general de esos tiempos ...................393Ms guerras y la divisin de los bolos .....................399Desiderio Arias. Su papel en la actividad polticanacional.................................................................405Ocupacin militar del pas por Estados Unidos ......411La Ley de Registro de Tierras .................................417La situacin econmica hacia el ao 1920...............423El atraso en la sociedad y en el comercio .................429
La semilla de la dictadura .......................................435Las puertas del poder se abren para Trujillo ............441Trujillo: nico jefe militar y poltico del pas ..........447Uso constante del terror trujillista ..........................453Los asesinatos dentro y fuera del pas ......................459Planes de asesinatos de presidentes caribeos ..........465La acumulacin originaria trujillista .......................471
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JUANBOSCH
La situacin econmica del pas en 1930 ................477El impulso al desarrollo industrial, obra de ladictadura de Trujillo ..............................................483
ndice onomstico ........................................................489
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VII
LAERADETRUJILLOYOTRASDICTADURASDOMINICANASENLAPTICASOCIAL, POLTICAEHISTRICADEJUANBOSCH
Juan Daniel BALCCER
Si queremos comprender el significado de un sucesosocial, una cierta accin poltica, por ejemplo, no bastacon comprender teleolgicamente cmo y por qu ocu-rri. Por encima de esto debemos comprender su signi-ficado, la relevancia de su acaecimiento []. Un sucesosocial no slo ejerce ciertas influencias, no slo conduce,con el tiempo, a otros acontecimientos, sino que tam-bin, por el mero hecho de que haya llegado a existir,cambia el valor situacional de una amplia serie de acon-tecimientos distintos.
Karl POPPERLa sociedad abierta y sus enemigos
El historiadorCualquier estudioso o investigador interesado en conocer latrayectoria personal de Juan Bosch, lo mismo que su vastaproduccin intelectual, podr constatar que desde muy jovenel clebre escritor dominicano mostr inclinacin por el culti-vo de la literatura, especialmente por el gnero del cuento, el
relato breve, que domin con admirable maestra.Cuando apenas frisaba los 30 aos de edad, Bosch tuvola oportunidad de viajar al extranjero, establecindose enPuerto Rico, primero, y en otros pases latinoamericanosdespus, iniciando as un exilio poltico que dur casi 24aos. En el decurso de esos casi cinco lustros fuera de Rep-
blica Dominicana, Juan Bosch se vio precisado a combinar
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armnicamente su produccin literaria con la praxis polti-
ca, circunstancia que le permiti desarrollar a un tiempo unaaguda capacidad de anlisis sociolgico y la facultad de com-prender el complejo entramado social sobre el cual se ha-ban erigido los pueblos de la Amrica hispana. El estudiode la historia poltica de Latinoamrica posibilit que Boschpudiera identificar y analizar con bastante propiedad las cau-sas por las que en algunos pases del continente hispnico,durante la poca inmediatamente posterior a la SegundaGuerra Mundial, emergieron sistemas polticos liberales ydemocrticos, mientras que en otras naciones se instauraronregmenes autoritarios y dictatoriales, como en el caso deRepblica Dominicana.
Juan Bosch, sin embargo, no circunscribi su produc-
cin intelectual exclusivamente al campo de las bellas le-tras. Posea (adems de una innata y fina sensibilidad est-tico-social), otras cualidades y destrezas intelectuales queno tardaron en convertirlo en un meticuloso analista y cr-tico de cuanto fenmeno social despertara su inters; cua-lidades que tambin terminaron inclinndolo hacia el es-
tudio de la sociologa, la administracin pblica, laeconoma poltica y la historia de los pueblos latinoameri-canos, naturalmente con especial nfasis en la historia deRepblica Dominicana, su pas natal. Esta ltima discipli-na la consider una herramienta imprescindible para el co-nocimiento objetivo de la realidad pretrita y presente de su
Patria, de Amrica Latina y del mundo. En tanto que pol-tico pragmtico, Bosch devino consciente de que todo lderpoltico que aspirase a orientar y dirigir correctamente lasfuerzas sociales del pas al que pertenece, debe conocer lospormenores del devenir histrico de su pueblo con el fin decomprender y explicar su dinmica de desarrollo poltico,
social, econmico y cultural.
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El volumen que el lector tiene en sus manos rene diez
textos de Juan Bosch en torno a la figura de Rafael LeonidasTrujillo Molina y el rgimen dictatorial a travs del cual sub-yug al pueblo dominicano desde 1930 hasta 1961, cuandoel tirano cay abatido a tiros en las afueras de la capital domi-nicana, mientras se diriga a la ciudad de San Cristbal.
Estos trabajos, escritos entre 1959 y 1989, son el fruto deun pormenorizado y abarcador estudio acerca del origen ydesarrollo del dictador como persona y de la tirana trujillistacomo sistema de sojuzgamiento de todo un pueblo; tiranaque Bosch conoci y padeci en carne propia desde su gnesisen 1930 hasta 1938 cuando pudo salir del pas para, de esamanera, unirse a otros destacados luchadores antitrujillistasjunto a los cuales, desde el extranjero, fortaleci el movimien-
to de la resistencia poltica contra el strapa dominicano. Res-pecto de la tirana de Rafael Leonidas Trujillo puede afirmar-se, parafraseando a Jos Mart, que Juan Bosch vivi en elmonstruo y conoci sus entraas.
El lector advertir que los ensayos ms importantes delpresente volumen son, sin duda, el primero, Trujillo: causas de
una tirana sin ejemplo,y el tituladoLas dictaduras dominicanas,que figura al final, razn por la que centrar gran parte de mianlisis en ambos ensayos, aun cuando, como es lgico, dedi-car escuetos comentarios a otros sobresalientes trabajos queconforman el volumen IXde las Obras completasde Juan Bosch,que el Gobierno dominicano auspicia a travs de la Comisin
Permanente de Efemrides Patrias.El 27 de febrero de 1959, cuando se conmemoraba el 115aniversario de la proclamacin de la Repblica Dominicana,
Juan Bosch, entonces residente en Venezuela en calidad de exi-liado poltico, pronunci una conferencia en uno de los salonesde la Universidad Central de ese pas acerca de lo que tipific
como causas histricas, sociales, econmicas y polticas que
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han participado en la formacin y en el mantenimiento del
rgimen dictatorial encabezado por Rafael Leonidas Trujillo1
.En su momento, la conferencia dictada por Bosch causun notable impacto entre la comunidad dominicana radicadaen Venezuela y en otros pases, al igual que en el seno de loscrculos democrticos latinoamericanos que brindaban respaldoa quienes, organizados en partidos polticos u organizacionesapartidistas, luchaban por derrocar el rgimen de Trujillo acomo diera lugar. Inspirado, pues, en la gran acogida quetuvo su disertacin, Bosch decidi ampliar la investigacin yvarios meses despus, esto es, en octubre de ese mismo ao,dio a la luz pblica un interesante ensayo titulado Trujillo:causas de una tirana sin ejemplo.
En la introduccin de ese nuevo libro, el autor subray el
hecho de que su contenido en modo alguno era una trans-cripcin de su conferencia, sino que ms bien, a partir decuanto esboz en la referida disertacin y de las notas que lesirvieron de apoyo, elabor una teora acerca del pueblo do-minicano y las causas que, a su entender, produjeron dos fe-nmenos poltico-sociolgicos singularsimos: el aborto his-
trico conocido como trujillismo y las causas que sirvieronde fundamento ideolgico y de sustentacin fctica, respecti-vamente, para que ese rgimen tirnico pudiera establecerse ymantenerse en vigor durante poco ms de tres decenios.
Llama la atencin esta revelacin de Bosch cuando intro-duce al lector a su estudio: que en aras de orientar a las
nuevas generaciones haca un alto en su condicin de mili-tante poltico para dedicarse a la investigacin histrica con
1 Cfr. BOSCH, Juan, Trujillo: causas de una tirana sin ejemplo, Obras completas, T. IX,Santo Domingo, Comisin Permanente de Efemrides Patrias, 2009, pp.1-161. En lo adelante, todas las citas a las que se hace referencia slo a travs
del nmero de la pgina corresponden a esta edicin.
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tal de desentraar la etiologa del mal que padeca el pueblo
dominicano2
. Qu se propona el entonces joven dirigentepoltico y ya escritor consagrado al pensar y proceder de esamanera? Su meta, al parecer, era lograr que por medio delconocimiento del ayer, las generaciones posteriores estuvieranen condiciones de impedir que se repitieran acontecimientos yfenmenos sociales que en el pasado haban resultado sobrema-nera traumticos para el colectivo nacional. Era una poca en laque todava en Amrica Latina predominaba cierta concepcinmaniquea del mundo y, al decir del propio Bosch, se cataloga-ba a los hombres, sobre todo a los polticos, en buenos ymalos. Pero sucede que: Cuando actan en funcin poltica,los hombres no son buenos ni son malos; son los resultados delas fuerzas que los han creado y los mantienen, y con cierta
frecuencia son juguetes de esas fuerzas o son sus beneficiarios.Los dictadores no caen del cielo. A nadie se le ocurrir temerque en Suecia se produzca un Trujillo, y no precisamente por-que los suecos sean ms bondadosos que los dominicanos, sinoporque en la urdimbre histrica de Suecia no hay actualmentegrmenes de fuerzas sociales capaces de producir un dictador
como el de Santo Domingo (p.12).Para explicar el fenmeno del trujillismo, en tanto que
rgimen poltico, Bosch apel a un recurso tropolgico quedenomin el rbol nacional en cuyas races deben buscarselas razones por las que el fruto de ese rbol resulta sano oenfermo. De ah que para entender cabalmente el oprobioso
2 En orden cronolgico, Trujillo: causas de una tirana sin ejemplofue el segundolibro de Bosch sobre temas histricos nacionales. El primero, publicado en1935, fue el ensayo Indios. Apuntes histricos y leyendas. Para un estudio abar-cador de la vida y obra literaria, histrica y poltica de Bosch, Cfr. PIA-CONTRERAS, Guillermo,Juan Bosch. Imagen, trayectoria y escritura, segunda edi-cin, Santo Domingo, Comisin Permanente de Efemrides Patrias, 2007,
369 pginas.
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sistema dictatorial que combati durante tantos aos, Bosch
decidiera abrevar en las fuentes de la diosa Clo desde los leja-nos das de la colonia espaola hasta la conformacin del ethosnacional (y la constitucin del pueblo de Santo Domingo enun Estado nacin que a partir de 1844 se llam RepblicaDominicana), con el fin de identificar las causas que dieronorigen a esa desventura llamada Era de Trujillo y que duran-te tres decenios padeci el colectivo dominicano. De conformi-dad con esa lnea de pensamiento, Trujillo, encarnacin de unrgimen poltico que resulta sin ejemplo en la lnea de las dic-taduras latinoamericanas, es un fruto del rbol histrico domi-nicano (p.14), razn por la cual tras haber nacido en una socie-dad deformada desde la lejana etapa colonial, deformacin quesirvi de molde a la psique de Trujillo (p.10), Bosch conclu-
ye que en el sentido psicolgico el trujillismo naci antes queTrujillo (Ibid.).
Habr quienes consideren que, en esa etapa de la evolu-cin de su pensamiento poltico e historiogrfico, Bosch esta-ba influenciado por cierto determinismo o mecanicismo his-trico, pues si los hombres son el resultado de las fuerzas
sociales que los han creado y los mantienen cabra conjeturarque hacia 1930 cualquier ciudadano dominicano con antece-dentes consanguneos derivados de las oleadas migratorias pro-vocadas por las invasiones haitiana y espaola del siglo XIXpadecidas por el pueblo dominicano, y no nicamente RafaelLeonidas Trujillo, habra podido convertirse en un dictador
tan cruel como ste en virtud de que se trat del productoinevitable de la evolucin histrica de la sociedad dominicanaque, como se ha sealado anteriormente, naci y evoluciondeformada.
En el caso del Bosch historiador soy de opinin que parala poca en que escribi y public su Trujillo: causas de una
tirana sin ejemplo, el destacado poltico y escritor no slo
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estaba influenciado por el positivismo preconizado en Santo
Domingo por el maestro Eugenio Mara de Hostos, sinoque probablemente estaba familiarizado con algunas de lasideas postuladas por pensadores y filsofos espaoles de laestatura intelectual de Jos Ortega y Gasset y Jos AntonioMaravall, a travs de cuyas obras penetr a Latinoamrica ladoctrina del historicismo que en Europa, tras superar el po-sitivismo fundamentalmente de origen francs, adqui-ri fisonoma doctrinal durante la primera mitad del sigloXX3. En efecto, puede asegurarse que la doctrina delhistoricismo inspir a no pocos historiadores latinoamerica-nos hasta que nuevas corrientes de interpretacin histricaafloraron en el mbito acadmico y poltico del hemisferiooccidental. Se entiende por historicismo un punto de vista
sobre las ciencias sociales que supone que laprediccin histri-caes el fin principal de stas, y que supone que este fin esalcanzable por medio del descubrimiento de los ritmos olos modelos, de las leyes o las tendencias que yacen bajola evolucin de la historia4. [A] la teora segn la cual hayuna trama de la historia, ya sea testa, y anti testa, es a lo
que llamo historicismo, ha escrito Karl Popper5.Cierto es que hacia 1959 la escuela marxista de interpreta-
cin histrica (que a partir de la revolucin bolchevique pasa dominar los estudios histricos en la Unin Sovitica, pri-mero, y despus predomin en algunos crculos acadmicos
3 Cfr. ORTEGAYGASSET, Jos,La historia como sistema,en Obras completasVI,cuarta edicin, Madrid, Revista de Occidente, 1958, y MARAVALL, Jos An-tonio, Teora del saber histrico, Madrid, Revista de Occidente, 1958.
4 POPPER, Karl R.La miseria del historicismo, quinta edicin, Madrid, AlianzaEditorial, 1994, p.17.
5 Cfr. POPPER, Karl, Un enfoque pluralista de la filosofa de la historia, en Elmito del marco comn. En defensa de la ciencia y la racionalidad, Barcelona, Paids,
2005, pp.163-189.
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europeos y norteamericanos), adquira cada vez ms relevan-
cia entre historiadores e intelectuales; sin embargo, no lo esmenos el hecho de que hacia finales del decenio de los 50todava dicha corriente interpretativa no haba impactado enescritores latinoamericanos (salvo el clsico estudio, publica-do en 1928, tituladoSiete ensayos de interpretacin de la realidad
peruana, del peruano Jos Carlos Maritegui) con el vigor conque lo hizo despus del triunfo de la revolucin cubana en1959. El propio Bosch, incluso, al cabo de casi dos decenioscon posterioridad a la publicacin del ensayo comentado, seidentificara con esta corriente historiogrfica; pero en estepunto no debo detenerme a discernir en torno de las corrien-tes historiogrficas que hacia 1959 impactaron, o pudieronhaber influido, en el pensamiento boschiano6; lo importante
es establecer un marco de referencia que permita comprenderlos fundamentos terico-conceptuales sobre los que el autorelabor su tesis acerca del pueblo dominicano y del surgi-miento de una dictadura abominable y extensa en el tiempocomo fue la que implant en el pas Rafael Leonidas Trujillo,a quien ya en esa poca Bosch llamaba rey sin corona.
Trujillo: causas de una tirana sin ejemplo
La primera edicin deTrujillo: causas de una tirana sin ejemplopronto se agot, razn por la cual para principios de febrerode 1961, apenas tres meses antes de que Trujillo fuera fulmi-nado a tiros por un grupo de adversarios polticos, circul la
segunda edicin del texto con un nuevo prlogo del autor7
.
6 Para ms detalles sobre la influencia de diversas escuelas o corrientes deinterpretacin histrica en Europa y Amrica Latina hacia finales de ladcada de los 50, Cfr. FREEDMAN, Maurice et al., Corrientes de la investigacin enlas ciencias sociales, Vol. 2, Madrid, Tecnos/UNESCO, 1981, pp.306-314.
7 Cfr.BOSCH, Juan, Trujillo: causas de una tirana sin ejemplo, Caracas, edicin
Librera Las Novedades, 1959. Existe una primera reimpresin en Caracas,
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En esa ocasin, Bosch insista en la singularidad del caso domi-
nicano, en comparacin con otros pases latinoamericanos enlos que haba sido posible sustituir el modelo dictatorial porel democrtico, y en adicin a los enunciados tericos conte-nidos en la introduccin del libro, ensay una nueva percep-cin sobre el porqu otros pases como Argentina, Colombiay Venezuela haban sido capaces de superar las experienciastraumticas que signific ser gobernados por tiranas. La dife-rencia estribaba, segn Bosch, en que los regmenes que en-cabezaron Juan Domingo Pern, Gustavo Rojas Pinilla yMarcos Prez Jimnez eran tiranas polticas, cosa que nuncafue la de Rafael Leonidas Trujillo. Cmo explic Bosch esanueva interpretacin del fenmeno Trujillo? En buena tcnicasociolgica, el Santo Domingo de Trujillo no puede ser califi-
cado de nacin, ni sus habitantes son un pueblo ni el poderque los domina puede ser llamado gobierno (p.6), por lasencilla razn de que Santo Domingo es una empresa capita-lista despiadada, los dominicanos son los trabajadores y con-sumidores forzados de esa empresa y el poder dominante esten manos del amo de la empresa (pp.6-7).
En la cita precedente aparece, a mi modo de ver, uno delos conceptos fundamentales del corpus doctrinal de JuanBosch para explicar el fenmeno sociolgico que signific la
febrero 1960. Luego del ajusticiamiento de Rafael L. Trujillo, en 1961, eltexto de Bosch fue reeditado con un ligero cambio en el ttulo Trujillo: causas
de una dictadura sin ejemplo, Lima, Populibros Peruanos, s.f.e. Parece ser quepara esa primera edicin peruana Bosch consinti en sustituir el vocablotiranapor el de dictadura en el ttulo de la obra. Con ese mismo ttulo fueincluido, en vida del autor, en el tomo IX de la Obras completas de Juan Bosch(Santo Domingo, Editora Corripio, 1993) publicadas por el Comit ProHomenaje a Juan Bosch con motivo de su octogsimo cumpleaos. El direc-tor general de la nueva edicin de las Obras completas de Juan Bosch, conocasin del Centenario de su natalicio, ha preferido respetar el ttulo origi-
nal del libro, tal y como fue publicado en 1959.
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JUANBOSCHXVI
dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Al margen de si se est
o no de acuerdo con algunas de los postulados del autor acer-ca de las causas que favorecieron la instauracin de esa ma-quinaria diablica, atroz e implacable, es lcito admitir comovlido el aserto de Bosch respecto de que Trujillo fue un tira-no diferente de sus homlogos de Venezuela, Argentina yColombia, para citar slo esos tres casos, por el hecho de quea diferencia de stos, el dominicano no fue un tirano polti-co en el sentido tradicional del concepto, sino ms bien unasuerte de poltico-empresario que administr como un hatoprivado (del que era amo absoluto), las tierras, los bancos, losnegocios, las fbricas, los hombres, en fin, el pas en su conjun-to. Trujillo, en opinin de Bosch, manej y administr el Esta-do dominicano como si se tratara de una empresa monopolstica
y expoliadora, mas no como un sistema poltico.Antes de la publicacin de Trujillo: causas de una tirana sin
ejemplotanto el exilio trujillista al igual que quienes en Esta-dos Unidos y en Amrica Latina propugnaban por el sistemade la democracia representativa, conocieron algunos textosescritos por adversarios polticos del dictador dominicano, en
cuyas pginas, al tiempo de intentar una reconstruccin na-rrativa de cmo haba surgido la dictadura, sus autores brin-daban una descripcin pormenorizada de los crmenes y vio-laciones a los derechos humanos en que a menudo incurra lamaquinaria represiva trujillista tanto en el pas como en elextranjero. Conviene mencionar algunas de esas obras: Luis
Felipe Meja,De Lils a Trujillo. Historia contempornea de laRepblica Dominicana, (1944); Albert Hicks, Blood in the streets.The Life and Rule of Trujillo, (1946); Juan Isidro Jimenes-Grulln, Una Gestapo en Amrica. Vida, tortura, agona y muertede presos polticos bajo la tirana de Trujillo, (1946); FlixEvaristo Meja, Viacrucis de un pueblo. Relato sinptico de la
tragedia dominicana bajo la frula de Trujillo, (1951); Jos
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Almoina, Una satrapa en el Caribe, (1949); Jess de Galndez,
La Era de Trujillo. Un estudio casustico de de dictadura hispano-americana,(1956). En esencia se trataba de obras fundamen-talmente de denuncia poltica y, salvo la tesis doctoral de
Jess de Galndez (de la que en su poca se tuvo noticiasespecialmente por el escndalo internacional que provoc elrapto del profesor espaol desde territorio norteamericano,su traslado a Santo Domingo y su posterior asesinato), lageneralidad de los textos antes citados fue poco conocidapor el pblico dominicano debido al aislamiento mediticoen que durante tres dcadas el Gobierno de Trujillo confina la sociedad dominicana.
El principal mrito de Trujillo: causas de una tirana sin ejem-ploestriba en que, a diferencia de la mayora de las obras de
denuncia poltica que le precedieron (cada una de ellas impor-tante por su carcter testimonial) y tras dividir su estudio entres apartados fundamentales (El origen psicolgico; El ori-gen biolgico; y La empresa capitalista llamada RepblicaDominicana), en su contenido puede advertirse un serio in-tento del autor por realizar una suerte de radiografa sociolgica
tanto del pas como de la dictadura con el fin de permitir que ellector se familiarice con los temas que detallo a continuacin:
Primero, las races histricas que dieron lugar al fenmenopoltico conocido como el trujillismo.
Segundo, identificar acaso bajo cierta influencia de la ramasocial del psicoanlisis el componente sicolgico que al tiem-
po de contribuir a deformar la sociedad dominicana, provocel aborto histrico que fue Rafael Leonidas Trujillo.Tercero, elaborar una teora, en su poca un tanto propen-
sa al darwinismo social a la manera de Herbert Spencer, acer-ca del origen biolgico del dictador que, a juzgar por el autor,fue resultado de una hibridacin de tres oleadas culturales e
invasiones con fines coloniales.
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JUANBOSCHXVIII
Cuarto, mas no ltimo, desarrollar su tesis de que la carac-
terstica ms singular de la dictadura de Trujillo, comparadacon las de sus dems homlogos latinoamericanos, radicabaen la circunstancia de que la primera haba devenido una rea-lidad que sobrepasaba los lmites de la poltica hasta convertirla Repblica Dominicana en lo que Bosch llam una em-presa capitalista.
Invito al lector a un breve recorrido por cada uno de lostres apartados que conforman el principal texto del presentevolumen.
En el primer apartado de su ensayo, Bosch examina la eta-pa formativa del pueblo dominicano, que sita a partir delsegundo viaje de Cristbal Coln al llamado Nuevo Mundo,especficamente a la isla que el Almirante primero llam Es-
paolay luego fue conocida con el nombre deSanto Domingo.De la mixtificacin de las razas aborigen, espaola y africanasurgi el criollo, que en principio quiso decir nacido en Am-rica y que al cabo del tiempo abarc un proceso de hibrida-cin cultural y racial que [gener] categoras antropolgicasestudiables8. En el caso de Santo Domingo, el criollo, ora
espaol, ora negro nacido en la isla, desde antes de mediadosdel siglo XVIcomenz a identificarse con el gentilicio de do-minicano9. Desde el nacimiento del pueblo dominicano,Bosch consigna que lo hizo deformado por males sociales
8 VELOZMAGGIOLO, Marcio,Sobre cultura dominicana y otras culturas, Santo
Domingo, Editora Alfa y Omega, 1977, p.27; hay otro libro de ensayos delmismo autor bajo el ttulo deSobre cultura y poltica cultural en la RepblicaDominicana, Santo Domingo, Editora Alfa y Omega, 1980.
9 En efecto, el gentilicio dominicano, para identificar a los oriundos de la islade Santo Domingo, comenz a usarse desde mediados del siglo XVII. Enuna Real Cdula de 1621 que alude al Concilio dominicano celebrado en laciudad de Santo Domingo en 1622, se lee: Y este Concilio Provincial lepodris intitular dominicano Cfr. RODRGUEZDEMORIZI, Emilio,Seudni-
mos dominicanos, Ciudad Trujillo, Editora Montalvo, 1956, p.33.
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que habrn de prolongarse durante siglos, hasta culminar,
mezclados con otros, en la persona y en el rgimen de RafaelLeonidas Trujillo (p.20). El contraste entre la nacionalidaditaliana y renacentista de Cristbal Coln con el carcterguerrerista del pueblo espaol, que haba tenido que luchardurante siglos contra la ocupacin rabe, fue, a juicio de Bosch,el factor determinante para que la nueva realidad cualitativaque emergi del encuentro y fusin de culturas en la isla deSanto Domingo de las postrimeras del siglo XVy albores delXVIestuviera fatalmente signada con la marca de la deforma-cin sicolgica que termin afectando al pueblo dominicano.
En este punto conviene precisar que las sociedades descu-biertas por los europeos en el llamado Nuevo Mundo, por serdesconocidas por estos, no figuraban dentro del esquema de
periodizacin histrica hecho por los historiadores para facilitarel estudio y comprensin del desarrollo poltico, social, culturaly econmico lo mismo de Europa que de Asia y frica. Merefiero a la clsica periodizacin deMundo Antiguo, Edad Media,Edad Moderna, y Edad Contempornea, a cada una de las cuales,de conformidad con la teora econmica de Carlos Marx y Fe-
derico Engels, corresponde una forma especfica de un modode produccin, a saber: la esclavitud, el feudalismo y el capita-lismo, sistema ste que postreramente, al decir de VladimirLenin, entr en una fase superior, desconocida tanto por Marxcomo por Engels, y que el lder de la revolucin bolcheviquedenomin imperialismo. (Aos despus de su regreso al pas, el
profesor Juan Bosch se identificara con conceptos y teoras fun-damentales de la doctrina marxista y entre los novedosos enfo-ques que realiz a la luz del materialismo histrico figura eltema de la fase superior del capitalismo, como en su momen-to Lenin identific al imperialismo. Bosch, en cambio, era deopinin que el imperialismo haba evolucionado a otra modali-
dad que Lenin no conoci, razn por la cual en un sugestivo
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ensayo sociopoltico, que ha sido traducido a varios idiomas,
denomin esa nueva modalidad del capitalismo comopentagonismo)10. Cabe sealar que para otras sociedades noeuropeas Marx habl del modo de produccin asitico.
Acaso uno de los rasgos ms importantes que los europeosconstataron al entrar en contacto con las sociedades aborge-nes de Amrica, fue que en stas los grandes ritmos histri-cos, en cuanto se refiere a crecimiento y desarrollo en diferen-tes mbitos, eran totalmente distintos de las sociedadeseuropeas, africanas y asiticas. El historiador Peres Molas, dela Universidad de Barcelona, al referirse a ese fenmeno desdeuna perspectiva historiogrfica holstica, a la manera deFernand Braudel, sostiene lo siguiente: En los ltimos aosdel siglo XVlos espaoles (y en 1500 los portugueses) llega-
ban a Amrica. En 1498 los primeros navegantes portugue-ses llegaban a India. Se iniciaba un proceso de larga duracin.Pero la situacin fue distinta en cada continente. En Asia loseuropeos encontraron sociedades muy bien estructuradas y tuvie-ron que limitarse a controlar el comercio exterior, con unamayor penetracin en la India en el siglo XVIII. El control
europeo sobre frica fue limitado territorialmente, pero muynegativo, porque estimul el comercio de esclavos, que tuvoefectos devastadores. El comercio o trata de esclavos fue desa-rrollado por las potencias europeas para proveer de mano deobra a las plantaciones que haban establecido en Amrica.
Efectivamente contina Peres Molas, el colonialis-
mo europeo en Amrica durante la Edad Moderna fue distin-to al aplicado en Asia. Las poblaciones indgenas fueron ex-terminadas directa o indirectamente, si eran dbiles, osometidas, si eran ms numerosas. Los europeos intentaron
10 Cfr. BOSCH, Juan, El Pentagonismo, sustituto del imperialismo, Santo Domingo,
Publicaciones Ahora!, 1967.
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crear en aquel, para ellos, Nuevo Mundo, una sociedad simi-
lar o mejor que la europea, para algunos de ellos ms libre yequilibrada Este primer colonialismo europeo termin demanera singular con la independencia o emancipacin de lapropia poblacin de origen europeo, a fines del XVIIIy prin-cipios del XIX. Este movimiento se llev a cabo por el desplie-gue de ideas procedentes de la vieja Europa, que all no ha-ban podido desarrollarse con plenitud11.
Precisamente el tema del ritmo histrico en el devenirhistrico del pueblo de Santo Domingo adquiere una rele-vancia singular en el ensayo de interpretacin histrica de
Juan Bosch que comentamos, puesto que por primera vez suautor expone lo que con el tiempo devendra en una de sustesis fundamentales para explicar y comprender la evolucin
de la sociedad dominicana: me refiero a lo que Bosch identi-fic como la arritmia histrica del pueblo dominicano. Aldescribir los acontecimientos acaecidos en la isla de Santo Do-mingo en los albores del siglo XIX, esto es a la revolucin eindependencia haitianas, a la llamada Era de Francia en elSanto Domingo espaol, y a la guerra de la reconquista acau-
dillada por Juan Snchez Ramrez (quien en lugar de condu-cir al colectivo hacia la independencia nacional, prefirireincorporarlo al dominio espaol), Bosch es de opinin queel pueblo dominicano se desvi del cauce natural de su evolu-cin: Tmese nota escribi, de la arritmia histrica do-minicana: en 1809, cuando estaba a punto de iniciarse la re-
volucin de independencia en Amrica del Sur, losdominicanos se declaraban por s mismos colonos de Espaa.La metrpoli los haba abandonado haca tiempo; los habaentregado al poder francs, despus de haber abierto a los
11 Cfr. Introduccin a la obra dirigida por Alfredo FLORISTNtitulada Historia
moderna universal, segunda edicin, Barcelona, Ariel, 2007, pp.26-27.
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franceses un costado de la rica y hermosa isla, y ellos retorna-
ban a ser vasallos de la corona espaola y para lograrlo derra-maban su sangre en Palo Hincado y en el sitio de Santo Do-mingo (p.74). Hait, en el lado oeste, haba dado el ejemplode la independencia; mientras que los dominicanos, en la par-te del este de la isla, haban tomado un cauce distinto. De esamanera, agreg Bosch, Santo Domingo, la primera coloniaque se organiz en Amrica haba perdido el ritmo de la his-toria, y se hallaba retrasada econmica, social, cultural y pol-ticamente (p.75). En suma, concluy, la circunstancia deque Santo Domingo se hubiera mantenido a lo largo de suvida colonial e independiente fuera del ritmo histrico ameri-cano le facilit a Trujillo la tarea de penetrar en la entraamisma de la vida nacional y dominarla (pp.120-121).
Respecto de tan interesante tema, Isaiah Berlin admitique hay ritmos en el devenir histrico de las sociedades,pero juzg equivocada la tendencia a conferirle a dichos rit-mos categora de inexorabilidad, tendencia que evidente-mente no puede atribuirse a Bosch en su temprana etapa dehistoriador. Las culturas escribi Berlin tienen determi-
nadas estructuras, y las pocas tienen su espritu, pero explicarlas acciones humanas como consecuencia o expresin inevita-ble de estos es ser vctima de un uso equivocado de las pala-bras. No hay ninguna frmula que garantice, ni lograr librarsede la Escila que puebla al mundo de dominaciones y poderesimaginarios, ni de la Caribdis que reduce todo al comparti-
miento comprobable de hombres y mujeres que se pueden iden-tificar en momentos y en lugares que podemos determinar conprecisin. No se puede ms que sealar la existencia de estospeligros; hay que navegar entre ellos lo mejor que se pueda12.
12 BERLIN, Isaiah, La inevitabilidad histrica, en Cuatro ensayos sobre la libertad,
Madrid, Alianza Editorial, 1988, p.137.
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A pesar de las interesantes reflexiones que anteceden en tor-
no de los ritmos en la historia y de lo delicado que resultaraconferir categora de inexorabilidad a ciertos fenmenos o per-sonajes histricos que en ocasiones son estudiados e interpreta-dos bajo el esquema de la necesidad histrica, es convenientedestacar que la mayora de las veces los seres humanos obrancomo lo hacen por reunir determinadas caractersticas que sedeben a la herencia, al medio fsico o social o a la educacin,por determinadas caractersticas biolgicas o fsicas, por lainteraccin de esos factores o por la accin recproca de losmismos con otros ms oscuros que de manera imprecisa sellaman caracteres psquicos13. Cuanto precede quiere de-cir que es innegable que Trujillo, en el contexto histrico enel que le correspondi actuar, reuna una serie de condiciones
personales, fsicas y psquicas que no tena ningn otro coet-neo suyo, aun cuando ste tuviese similares races histrico-biolgicas. De manera, pues, que puede concluirse en queslo Trujillo, poseedor de las cualidades singulares que de-mandaban las condiciones objetivas y subjetivas del momen-to, pudo llenar el vaco que en 1930 produjo la abrupta salida
del poder, por medio de un coup dEtat, del presidente HoracioVsquez. Es este un aspecto sobre la participacin del indivi-duo en la historia que ha sido objeto de enjundiosos ensayossociolgicos por parte de intelectuales de diferentes escuelashistoriogrficas y de distintas tendencias ideolgicas14.
1 3
Ibid.,p.160.14 En adicin a los estudios de Max Weber sobre carisma y dominacincarismtica en Economa y Sociedad,2 Vols., Mxico, Fondo de Cultura Econ-mica, 1969, conveniente consultar MARX, Carlos, El XVIII brumario de LuisBonaparte, en Carlos MARXy Federico ENGELS,Obras escogidas, 2 tomos, Mos-c, Editorial Progreso, 1966; BUJARIN, Nicolai, Teora del materialismo histri-co. Ensayo popular de sociologa marxista, Crdoba, Cuadernos de Pasado yPresente, 1972; y PLEJANOV, Jorge V., El papel del individuo en la historia,
Mosc, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1946.
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Retomando el hilo argumental de Bosch, procede formu-
lar el siguiente interrogante: cules fueron los factores que, asu juicio, contribuyeron a desviar la naciente sociedad domi-nicana del curso natural de su evolucin histrica? Los habi-tantes naturales de la antigua sociedad aborigen que comoconsecuencia del coloniaje pasaron a ser oprimidos, maltrata-dos y exterminados por labriegos, artesanos y soldados espa-oles; y stos, a su vez, estaban sometidos al designio de caba-lleros de segunda clase, quienes pretendan establecer en laisla de Santo Domingo una corte virreinal, como si se tratarade una sociedad opulenta en recursos humanos y financieros asemejanza cualquiera de las potencias europeas de la poca.
Bosch sita en los albores de la poca colonial el origen dela estratificacin clasista en Santo Domingo o, ms bien, de
las categoras sociales que predominaran en el corpus socialdominicano hasta el advenimiento al poder de Rafael L.Trujillo. En esa aparente sociedad de opulencia en la queDiego Coln y su esposa Mara de Toledo establecieron suVirreinato, surgieron claramente delineados varios grupos,unos por su posicin econmica y social, y otros por el rango
de nobleza que exhiban (sin que para esto ltimo poseyeranriqueza alguna), que en lugar de estar divididos en clases so-ciales segn el papel que desempeaban en el proceso de pro-duccin, ms bien estaban estructurados en forma de castasintegradas por gente de primera, gente de segunda, losdones y los desposedos o el pueblo propiamente dicho, si-
tuacin que persisti a lo largo de cinco siglos. Fue esta divi-sin social el resultado de una deformacin histrica de lasociedad dominicana desde su etapa inicial y la que de algunamanera, siempre de acuerdo con Bosch, deform la psiquis deTrujillo, quien provena de una familia de segunda, situa-cin por la que experiment no pocas humillaciones. Andan-
do el tiempo y tras haber alcanzado el poder poltico, militar
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y econmico del pas, Trujillo, hombre de una psicologa en-
fermiza y creyndose superior a todos los dominicanos, bus-cara la forma ms adecuada de vengarse de quienes, siendo ono gente de primera, al discriminarlo y rechazarlo social-mente le provocaron un profundo resentimiento social.
En el segundo apartado del texto, Bosch elabora otra teoraacerca del origen histrico del personaje Rafael L. Trujillo, y atravs de ella pone de manifiesto que luego de que el pas sedesviara del cauce natural de su historia (toda vez que habiendotenido la cpula poltica criolla la oportunidad, en 1809 y 1821,respectivamente, de declararse independiente, y no lo hizo o nopudo lograrlo), fue cuando sobrevino el perodo de la Unincon Hait, poca a la que en la historiografa nacional tradicio-nalmente se alude como la Dominacin Haitiana (1822-1844).
Esa circunstancia tendra un impacto singular en el futuro de lanacin dominicana debido a que fue en el decurso de ese pero-do cuando lleg a la parte espaola de la isla de Santo Do-mingo la simiente materna de Trujillo, siendo ese el primercomponente biolgico del personaje. Bosch describe ese su-ceso de esta manera: Durante el Gobierno haitiano el pas se
haba recuperado de su miseria anterior. Haba paz, y la po-blacin se multiplicaba. En las cercanas de la Capital loshaitianos fundaron una pequea villa que fue poblada porellos. Se llam San Cristbal. Era un casero de tablas de pal-ma situado a la orilla del camino real que iba de la capitalhacia el sudoeste; por all pasaban algunos ros y la zona era
frtil, de buena tierra. Entre los haitianos que se establecieronen San Cristbal estaba Diyetta Chevalier. Deba ser joven enla poca de la guerra separatista, puesto que su hija Ercin, denombre tpicamente haitiano, andara por los cuarenta aoscuando naci Rafael Leonidas Trujillo, bisnieto de DiyettaChevalier, y el nio Rafael vino al mundo en esa villa de San
Cristbal, en octubre de 1891 (pp.82-83).
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El segundo factor biolgico que intervendra en la for-
macin de la personalidad de Trujillo se producira en SantoDomingo poco ms de cuarenta aos de haberse iniciado laDominacin Haitiana. Tras la proclamacin de la Repbli-ca, el 27 de febrero de 1844, los dominicanos se vieron obli-gados a involucrarse en una guerra de independencia quedur ms de un decenio, al tiempo que intentaban crear yfortalecer las instituciones polticas del Estado. Sin embar-go, se dice que ante la incertidumbre de las constantes inva-siones haitianas, que parecan incontenibles; de las apeten-cias con fines coloniales que sobre la isla entera mostrabanlas principales potencias europeas de la poca; de las soste-nida crisis econmica que agobiaba al pas y de las perma-nentes pugnas caudillistas por el control del poder poltico,
el general Pedro Santana se vio compelido a realizar el actoinconsulto de la Anexin a Espaa. As, los dominicanos,que ya se haban acostumbrado a vivir bajo el manto protec-tor de la Repblica independiente, dejaron de ser ciudada-nos libres para convertirse en sbditos de Espaa como con-secuencia de la ocupacin militar que se produjo en 1861.
Al antecedente de la simiente materna de Trujillo, va laciudadana haitiana Diyetta Chevalier, se uni pues un se-gundo elemento, ahora de origen ibrico, que, conforme ala tesis de Bosch, produciran biolgicamente al futuro dic-tador dominicano: Con los ejrcitos espaoles lleg a Santodomingo un sargento de sanidad militar, adscrito al servicio
de veterinaria. Parece que era canario y se llamaba JosTrujillo Monagas. Fue destinado a una plaza del Sur y allconoci a Silveria Valdez, criolla, probablemente nacidadurante la era haitiana. Por lo que se dice de ella, SilveriaValdez fue mujer de energa singular; comerciante, tratanteen ganado, duea, en sus ltimos aos, de un pequeo ho-tel en San Cristbal (p.89).
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El sargento espaol Jos Trujillo Monagas y la comercian-
te dominicana Silveria Valdez procrearon a Jos Trujillo Valdezquien, andando el tiempo, casara con Julia Molina Chevalier(nieta de Diyetta Chevalier)15. Este ltimo matrimonio pro-cre once hijos, entre ellos a Rafael L. Trujillo Molina. De esamanera, con la unin de Jos Trujillo Valdez (cuyo padre eraespaol) y de Julia Molina Chevalier (cuya madre era de ori-gen haitiano), vinieron a reunirse la sangre de los invasoreshaitianos de 1822 con la de los ocupantes espaoles de 1861(p.90). Falta otro elemento para completar el perfil psicolgi-co, biolgico y pretoriano de Rafael L. Trujillo y ese terceringrediente fue nada menos que la Ocupacin Militar Norte-americana (1916-1924).
Se sabe que al despuntar el siglo XX, tras el ajusticiamien-
to del dictador Ulises Heureaux (Lils), la sociedad dominica-na fue vctima de una cadena de acontecimientos, conflictos ypugnas armadas entre caudillos nacionales y caciques regio-nales que terminaron por hundir al pas en un profundo abis-mo del cual no asomaban indicios de una posible superacincolectiva. Como consecuencia del endeudamiento externo y
de la incapacidad institucional para honrar los compromisosfinancieros; de la inestabilidad poltica y de las incesantessediciones de los caudillos que no comulgaban con las me-didas que tomara el gobernante de turno, entre otras causas,se produjo la ocupacin militar norteamericana de 1916.
15 Julia Molina Chevalier era hija de Pedro Molina Urea y Luisa ErcinChevalier. Para ms informacin relacionada con la genealoga de Rafael L.Trujillo Molina, vase SAVINM., Ramn Emilio, Memorias de la Era deTrujillo, 1916-1961, Santo Domingo, Repblica Dominicana, 2002. Labibliografa apologtica sobre el dictador Trujillo es abundante. Hubo in-cluso amanuenses del rgimen que en vano intentaron demostrar una pro-cedencia y linaje de nobleza tanto de Trujillo como de su familia, segnpuede constatarse en la obra de GONZLEZBLANCO, Pedro, Genealoga de los
apellidos Trujillo, Molina, Valds, Monagas y Chevalier, Madrid, 1956.
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Tras haber ocupado el pas, los invasores procedieron a des-
armar al Pueblo y a licenciar las tropas; inmediatamente des-pus organizaron una fuerza mercenaria, formada por domi-nicanos pero con oficialidad norteamericana; con uniforme,mtodos, disciplina, voces de mando y armas de la infanterade marina. Llamaron a esa fuerza polica nacional y el Pue-blo la bautiz guardia nacional. La Guardia tena funcionesde ejrcito y de polica rural. Una vez creada la Guardia, losocupantes extranjeros trataron de crear oficialidad dominica-na. Pero los jvenes dominicanos que se inclinaban a la carre-ra militar no se atrevan a pedir ingreso en la escuela de oficia-les; slo algunos de segunda lo hicieron. Entre ellos estabaRafael Leonidas Trujillo (p.106).
Bosch concluira que esos tres factores, la invasin haitiana
de 1822, la anexin a Espaa en 1861 y la ocupacin militarestadounidense en 1916, constituiran la esencia de la com-pleja naturaleza psico-biolgica y militar del dictador RafaelL. Trujillo, quien adems polticamente [] es el resultadode dos males sumados: el atraso de su pueblo, que se hallabaentregado al caudillaje, y una grave quiebra econmica de
origen extranjero. Como se ve todos los males histricos do-minicanos coincidieron en producir a Trujillo como ser psico-lgico, como ser biolgico, como ser militar y como ser pol-tico; y la mayora de esos quebrantos llegaron a Santo Domingodesde afuera (p.153).
En el ltimo y tercer apartado, titulado La empresa capi-
talista llamada Repblica Dominicana, el autor tambindesarrolla otra original tesis segn la cual como la sociedaddominicana de los primeros tres decenios del siglo XXerasobremanera atrasada poltica, social y econmicamente (y seviva en una suerte de sistema precapitalista caracterizado poruna mayor concentracin de la actividad econmica en el cam-
po sin llegar a ser feudalista), Trujillo escal al poder poltico
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y desde el Gobierno pudo estructurar todo un sistema econ-
mico, poltico y militar que, en esencia, beneficiaba mayor-mente sus propios intereses. En este sentido, hay que insistiren el sealamiento de Bosch respecto de que la tirana domi-nicana era muy diferente de la tirana tpica latinoamericana,pues en Santo Domingo, a diferencia de lo que ocurra enotros pases del continente que eran gobernados por dictado-res, Trujillo era el jefe del Estado, el jefe del Ejrcito, y tam-bin el ms importante empresario capitalista que actuabaprcticamente sin competencia, alegando que promova eldesarrollo nacional cuando, en realidad, lo que resultaba detodas sus actividades era un descomunal enriquecimiento per-sonal a expensas del erario.
Bosch explicara magistralmente ese fenmeno de la si-
guiente manera: Rafael Leonidas Trujillo convirti a la Re-pblica Dominicana en su empresa econmica. Hay que re-petir esto porque infinito nmero de gente se equivocacreyendo que Santo Domingo es la vctima de una tiranapoltica. No hay tal. La tirana poltica es all un instrumentode la empresa econmica. El Gobierno es slo el servidor le-
gal de la empresa; el ejrcito es la polica de la empresa; elterritorio de la Nacin es el mbito de la empresa; el Puebloes el trabajador, el productor y el consumidor forzoso de laempresa (pp.130-131).
La fortuna de Trujillo
En las dos primeras ediciones de Trujillo: causas de una tiranasin ejemplo, Juan Bosch incluy al final, en calidad de apndi-ce, una suerte de inventario de los negocios particulares deldictador Trujillo en Repblica Dominicana. Posteriormenteeste apartado fue excluido del texto, sin duda porque Bosch,cuando tuvo acceso al inventario de bienes e inversiones que
tena el tirano, decidi ampliar el tema y as fue como public
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un opsculo que titulLa fortuna de Trujillo. Para preparar
este breve trabajo, Bosch tuvo como fuente principal el Infor-me que a tales efectos elabor el licenciado Tirso E. Rivera J.,de la entonces Oficina Particular del Generalsimo, en el cualaparece un detallado inventario de los bienes y su correspon-diente valor en pesos dominicanos que tenan los espososTrujillo-Martnez16.
Al examinar ese inventario, Juan Bosch afirma con bas-tante propiedad que en toda la historia del pas nadie soacercarse siquiera a ser dueo de una fortuna tan gigantesca(p.176) como la que lleg a acumular Trujillo. Esa circuns-tancia refuerza esta otra tesis de Bosch: que Trujillo, al ejercer elcontrol absoluto sobre el pas y sobre todas las instancias delEstado (militar, poltica y econmicamente), haba obrado con-
forme a su mentalidad de burgus y que por los bienes queposea ya pensaba en trminos capitalistas. En sintona conesa forma de pensar y de actuar como poltico y empresarioque competa con el sector privado, Trujillo introdujo en elsistema productivo nacional una modalidad que no conocanotros pases de Amrica Latina en donde gobernaban tiranos
como el dominicano, toda vez que, en Santo Domingo, Trujilloera a un tiempo el jefe poltico y militar de la nacin y elprincipal capitalista. Y en los escasos negocios que no le per-tenecan, de alguna manera se las ingeniaba para figurar comoaccionista o perciba beneficios utilizando los mecanismos depresin impositivos del Gobierno.
El Informe del licenciado Rivera pone de relieve la magni-tud de la fortuna que en 1961 posea Trujillo y su cuantificacinen pesos dominicanos, calculada aproximadamente nada
16 Hay una edicin del Informe al que alude Juan Bosch tituladaRelacin de losbienes e inversiones de Rafael Leonidas Trujillo Molina, esposa e hijos al da 5 de julio
de 1961, con notas del ingeniero Jos Israel Cuello H., Santo Domingo,
Editora Taller, C por A., 1986.
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menos que en 55 millones en propiedades, 69 millones en
inversiones y acreencias, y otros 24 millones a nombre de suesposa Mara Martnez. Es conveniente destacar que algunaspropiedades del dictador figuraban a nombre de terceros (queno eran miembros de su familia, fueran estos relacionados di-rectos de Trujillo o de sus hijos), como una firma en que Trujillotena acciones registrada con el nombre de Petrolera Domini-cana, C. por A., establecida en la zona del lago Enriquillo, endonde se pens que haba petrleo.
Trujillo tambin era accionista en las llamadas tierras comu-neras, una especie de propiedad comunal precapitalista, al de-cir de Bosch, cuya propiedad era de todos los que poseyeranacciones sobre esas tierras, que por lo general eran de una ex-tensin que nadie poda precisar. Al invertir en tierras comune-
ras, Trujillo tambin incursion en el negocio maderero y porlo tanto adquiri extensas propiedades de pino aprovechandoel auge que tena en el pas la industria de la madera aserrada.En este breve estudio se determina que el 25% de la fortuna deTrujillo estaba en bonos, cdulas hipotecarias, depsitos a pla-zo fijo, plizas de seguro, y otros instrumentos financieros.
No se sabe a ciencia cierta qu monto en efectivo pudohaber tenido el dictador Trujillo en bancos extranjeros almomento en que cay fulminado por las balas justicieras delos valientes hombres que integraron la conjura que algunosllaman del 30 de Mayo. Cabe conjeturar, empero, que comoTrujillo no tena idea de abandonar el poder ni mucho menos
de radicarse en el extranjero, su inmensa fortuna, en su casitotalidad, se hallaba en territorio nacional.Meses despus del ajusticiamiento del strapa, cuando su
primognito Ramfis Trujillo abandon el pas, no sin antesejecutar personalmente a seis sobrevivientes del complot con-tra su padre que guardaban prisin desde los primeros das de
junio de 1961, Juan Bosch estima que aqul debi llevar
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consigo una suma superior a los 19 millones de pesos ms
intereses, que su padre tena depositados en el Royal Bank ofCanada, el Banco de Reservas y The Bank of Nova Scotia. (Ellector debe recordar que en esa poca el peso dominicano secotizaba a la par con el dlar norteamericano).
Una conclusin se deriva del presente estudio de Boschsobre la fortuna de Trujillo y es que ciertamente ste era unhombre inmensamente rico, aunque se sabe que esa riquezano la hered y luego ampli con el trabajo honesto, sino quese trat ms bien de despojos paulatinos que llev a cabo enperjuicio de no pocas familias; y tambin por el hecho de quehabiendo sido, como en efecto fue, el jefe poltico y militardel pas durante 31 aos, us el poder del Estado para enri-quecerse personalmente en desmedro de la libre competencia
que debe primar en un autntico sistema capitalista. Al morirel dictador, y desmoronarse el sistema dictatorial que l encar-n, muchas de sus propiedades pasaron al control del Estado.Entre esas propiedades confiscadas por el Estado y quedevinieron en patrimonio nacional, hubo algunas (se desco-noce la cantidad exacta, pero es lcito presumir que no fueron
pocas) que escaparon a la confiscacin y por tanto queda-ron en manos privadas. Esa verdad monda y lironda explicael por qu algunas personas que estuvieron ntimamente vin-culadas al dictador, a su esposa o a sus hijos, andando el tiem-po pudieron legitimar fortunas a partir del valor de las pro-piedades de los Trujillo que haban quedado en sus manos, y
que nadie reclam.
Varios textos
Entre las pginas 211 y 313 del presente libro se reprodu-cen diversos escritos de Juan Bosch que aluden directamentea Trujillo, a la lucha antitrujillista desde el exilio, a la frustra-
da expedicin de Cayo Confites, la Legin del Caribe y una
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interesante carta premonitoria que el autor le escribi a Trujillo
en 1961, meses antes de que el strapa sucumbiera para siem-pre la noche del 30 de mayo.Carta para la historia se trata de una epstola de Bosch
a sus amigos Emilio Rodrguez Demorizi, HctorInchustegui Cabral y Ramn Marrero Aristy, los tres a lasazn funcionarios de Trujillo, pero con los que se reuni enLa Habana en 1943. Los unan fuertes vnculos de amistady aprecio, sobre todo por la afinidad literaria y de historia-dor que haba en ellos. Parece que durante ese encuentro,que debi ser emocionante para todos, abordaron temas li-terarios, filosficos, polticos y naturalmente no poda faltarel caso Trujillo y su dictadura. Acaso el tema de mayor an-lisis entre los contertulios fue la matanza en 1937 de miles
de ciudadanos haitianos y la penosa situacin que por enton-ces padeca la nacin haitiana. En su carta Bosch manifiestahaber percibido que la dictadura ha llegado a conformar unabase ideolgica que ya parece natural en el aire dominicano yque costar enormemente vencer, si es que puede vencersealguna vez. [] Hablo de una transformacin de la mentali-
dad nacional que es en realidad incompatible con aquellosprincipios de convivencia humana en los cuales los hombres ylos pueblos han credo con firme fe durante las pocas mejoresdel mundo [] Me refiero a la actitud mental y moral deUds. y por tanto de la mejor parte de mi pueblo frente aun caso que a todos nos toca: el haitiano (p.212).
Respecto del histrico diferendo dominico-haitiano, y refi-rindose especficamente a la cuestin fronteriza, Juan Boschplante a sus amigos que el Pueblo haitiano, por su estado demiseria, era ms digno de compasin que el dominicano, quehaba sido mucho ms favorecido por la naturaleza, por el desa-rrollo y crecimiento econmico, social y poltico. En orden de
su miseria [el Pueblo haitiano] merece ms que luchemos por
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l, que tratemos de sacarlo de su condicin de bestia (p.214);
toda vez que en su concepto no hay diferencia fundamentalentre los dominicanos y los haitianos de la masa; no hay dife-rencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos dela clase dominante (Ibid.).
Al concluir su exposicin sobre el caso dominico-haitiano,Bosch entonces se expres de esta manera: Nuestro debercomo dominicanos que formamos parte de la humanidad esdefender al pueblo haitiano de sus explotadores, con igualardor que al pueblo dominicano de los suyos. [] Nuestrodeber es, ahora, luchar por la libertad de nuestro pueblo yluchar por la libertad del pueblo haitiano (p.215).
Exilio y lucha antitrujillista fue un artculo que vio laluz pblica en 1984 en la revistaPoltica, teora y accindel
Partido de la Liberacin Dominicana a raz de la publicacinpor parte de Bernardo Vega de tres libros conteniendo nume-rosos documentos desclasificados del Departamento de Esta-do norteamericano relacionados con los Estados Unidos yTrujillo. En esos documentos abundan las referencias de ciertosdiplomticos norteamericanos a las actividades de opositores al
rgimen de Trujillo tanto en el pas como en el extranjero.Como en algunos de esos documentos hay juicios de valoremitidos por los referidos funcionarios respecto del accionarde determinados lderes y opositores de Trujillo, Bosch juzgnecesario hacer las puntualizaciones correspondientes en arasde proveer a los futuros investigadores de otra visin de los
acontecimientos analizados en esos textos.Juan Bosch reconoci la importancia del acervo docu-mental contenido en los referidos libros de Bernardo Vega,pero al mismo tiempo destac las medias verdades y mediasmentiras que se dicen en esos documentos y plante la cues-tin del debido y riguroso anlisis del texto que reproduce un
historiador o editor afirmando: [] entre los documentos
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recogidos en los tres volmenes de Bernardo Vega hay ver-
dades y hay mentiras que adornan y tambin que manchanlos largos aos de lucha contra la dictadura de Trujillo quelos exiliados dominicanos mantuvimos desde los lugaresdonde vivamos o en aquellos adonde bamos a buscar ayu-da para nuestra causa; y otra cosa es cierta: que esa obra va aservir un da como fuente de datos de los que harn usoalgunos historiadores de nuestro pas, y a fin de que esosposibles historiadores del futuro no se vean constreidos avalerse de informes unilaterales porque les falten los testi-monios de las personas mencionadas en ellos, he decididodecir yo mi verdad en los casos en que los informes se refie-ran a m, y digo a m porque no puedo constituirme entestigo de lo que se diga de otros exiliados antitrujillistas
debido a que no puedo ser intrprete de lo que esos otrosexiliados pensaban o sentan en tales o cuales circunstanciasdescritas en los informes ni puedo saber si fue cierto o no lofue que al funcionario norteamericano Tal le dijeron estacosa y a Mengano otra (p.220).
Acaso uno de los aspectos ms relevantes de este artculo
lo constituyen las revelaciones de Bosch en torno a los orge-nes del Partido Revolucionario Dominicano en La Habanahacia 1939, cuando l arrib por primera vez a Cuba, pas endonde residi en su primera estada durante poco menos desiete aos. Bosch acostumbraba, cuando le corresponda esta-blecerse en algn pas en condicin de exiliado, a no aislarse
polticamente y se esforzaba por establecer relaciones con per-sonas claves e incorporarse a los movimientos polticos localesdel pas que lo acoga. En Cuba, por ejemplo, no slo fue unode los fundadores del PRDsino que tambin cultiv estrechasrelaciones con lo ms selecto de la intelligentsiay la polticacubanas, hasta el punto que le correspondi participar en la
elaboracin de la Constitucin de Cuba de 1940.
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Un captulo nuevo en la lucha contra Trujillo versa so-
bre el giro que dio la poltica internacional, especialmente enAmrica Latina, en las postrimeras de la Segunda GuerraMundial. Juan Bosch y otros exiliados trujillistas se encontra-ban en Venezuela. All se profundizaron an ms los lazos deamistad entre Bosch y Rmulo Betancourt, a quien haba co-nocido en Santo Domingo hacia 1929. Innecesario relatar aqula valiosa ayuda que prest Venezuela, sobre todo el ala demo-crtica de los polticos venezolanos, a los exiliados antitrujillistasestablecidos en Caracas, y en reconocimiento a ese inestimablerespaldo que estrech mucho ms vigorosamente los lazos deamistad y fraternidad entre los pueblos dominicano y venezo-lano, Bosch explica a los lectores la relacin de compromisode Rmulo Betancourt y su partido Accin Democrtica con
la Repblica Dominicana, al tiempo que hace pertinentesprecisiones y aclaraciones a los informes elaborados por repre-sentantes norteamericanos para el Departamento de Estadoen los que predominan informaciones incompletas yparcializadas acerca de las relaciones polticas entre los disi-dentes contra Trujillo y los demcratas venezolanos.
Asimismo, en ese apartado Bosch describe la magnitud delas hostilidades existente entre el presidente haitiano ElieLescot y el dominicano Rafael L. Trujillo y la manera en queel primero, de comn acuerdo con Betancourt, brind respal-do al grupo de exiliados dominicanos que desde La Habana,en 1947, organizaron la expedicin de Cayo Confites con el
fin de derrocar al strapa dominicano. Es fama que el enton-ces presidente haitiano Lescot hizo una contribucin de 25mil dlares al exilio dominicano, en la persona de Juan Bosch,para que se pudiera adquirir un avin DC-3, un Cessna y unAT-3 que seran utilizados en la expedicin.
Cayo Confites y la lucha contra Trujillo es una trans-
cripcin de una extensa exposicin oral que en 1981 hizo
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Juan Bosch en la Biblioteca Nacional en la que hace una na-
rracin pormenorizada de su participacin en la expedicinde Cayo Confites. Se trata de un testimonio de primer ordendebido a que Bosch fue uno de los principales protagonistasde ese episodio de la lucha antitrujillista en el exilio. En estetexto el lector tambin puede constatar que Bosch hace im-portantes revelaciones que permiten una mejor comprensinde la lucha llevada a cabo por el exilio antitrujillista. Es evi-dente que habiendo sido l, como en efecto fue, un actor deprimera lnea dentro del exilio dominicano, su testimonio cons-tituye una fuente de primera mano para que los historiadorespuedan aproximarse a la verdad de cuanto sucedi alrededorde los esfuerzos desplegados desde el exilio con tal de derrocaral dictador Trujillo por la va de las armas. Por ejemplo, en un
gesto de rectificacin histrica que lo enaltece, Bosch consig-na que fue el doctor Cotubanam Henrquez a quien le sur-gi la idea de organizar un partido poltico en el exilio, queresult ser el Partido Revolucionario Dominicano, y que fueste quien tambin sugiri el nombre de PRD.
La Legin del Caribe: un fantasma de la historia constitu-
ye el relato de cmo surgi esa organizacin, primero creadapor Horacio Julio Ornes Coiscou cuando junto con otros pa-triotas costarricenses particip en el levantamiento armado de1948; y que luego fue objeto de manipulacin por parte deperidicos norteamericanos y de la CIA, al igual que de ciertosdictadores centroamericanos que utilizaron la Legin del Cari-
be con el propsito de asustar a la vez a grupos de poder de suspases respectivos y a sus socios yanquis, result ser tambinuna respuesta hbil a un movimiento poltico internacional quehaba sido generado por el exilio dominicano (pp.282-283).
El autor destaca el liderazgo desempeado por el exilio do-minicano en la creacin, por parte de las tiranas de Somoza y
Trujillo, de ese fantasma de la historia que se llam la Legin
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del Caribe (p.283), formando una especie de coalicin de
fuerzas progresistas unidas sin previo acuerdo. Cabe destacarla solidaridad internacional que prim dentro del vasto gru-po de exiliados centro y suramericano, conjuntamente con losdominicanos, al punto de que, en el caso de estos ltimos, susluchas no se circunscribieron a combatir slo a Trujillo, sinoque tambin brindaron su concurso y se incorporaron a losmovimientos que en otros pases combatan a los dictadoresde turno. As, dos dominicanos, Miguel ngel RamrezAlcntara y Horacio Julio Ornes Coiscou, participaron en larevolucin que en 1948 llev a Jos Figueres al poder; y granparte de las armas que utilizaron los revolucionarios costarri-censes fueron las de Cayo Confites.
Carta de Juan Bosch al dictador Trujillo. El 27 de febre-
ro de 1961, cuando el Pueblo dominicano festejaba el 117aniversario de la proclamacin de la Repblica, Bosch, desdeCaracas, le escribi una carta pblica a Trujillo en la que,entre otras cosas, le dijo:
a) Que de esos 117 aos de vida republicana, durante msde veinticinco aos el pueblo de Santo Domingo haba vivi-
do bajo su espantoso rgimen;b) Que al dictador le haba sido posible mantenerse tan-
to tiempo en el poder debido a la situacin internacionalque en Amrica Latina favoreca el establecimiento de reg-menes de fuerza;
c) Que esas circunstancias haban cambiado a raz del triunfo
de la Revolucin cubana en 1959 a cuyo principal lder, FidelCastro, la historia tendr que reconocerle que ha desempe-ado un papel de primera magnitud en ese cambio de atms-fera continental (pp.311-312).
d) Que l, Trujillo, se comparaba con el gil, fuerte,agresivo y voraz tiburn, conformado por miles de aos
para ser el terror de los mares, al que un inesperado cata-
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clismo le ha cambiado el agua de mar por cido sulfrico;
ese tiburn no puede seguir viviendo (p.312).e) Finalmente vaticina que los das de Trujillo estabancontados: Pero sucede que el destino de sus ltimos dascomo dictador de la Repblica Dominicana puede refle-jarse con sangre o sin ella en el pueblo de Santo Domin-go. Si usted admite que la atmsfera poltica de la Amri-ca Latina ha cambiado, que en el nuevo ambiente no hayaire para usted, y emigra a aguas ms seguras para su na-turaleza individual, nuestro pas puede recibir el 27 defebrero de 1962 en paz y con optimismo; si usted no loadmite y se empea en seguir tiranizndolo, el prximo ani-versario de la Repblica ser catico y sangriento; y de seras, el caos y la sangre llegarn ms all del umbral de su
propia casa (p.313).Como podr comprobar el lector se trata de una misiva de
un alto contenido premonitorio. En esa carta abierta, Boschanticipaba que el final del rgimen estaba prximo. Tal ycomo lo explica, el ambiente internacional cambiaba vertigi-nosamente y las dictaduras de derecha, que tanto respaldo
recibieron de Estados Unidos poco despus de la SegundaGuerra Mundial, comenzaban a tambalearse en virtud de queya no eran compatibles con los nuevos aires democrticos quese respiraban tanto en los Estados Unidos como en el restodel continente latinoamericano.
Trujillo, como se sabe, no lleg a ver el 27 de febrero de
1962. Cay abatido a tiros el 30 de mayo de 1961, pero elpueblo dominicano s recibi, como lo pronostic Bosch, el118 aniversario de su independencia en paz y con muchooptimismo en el futuro de la nacin que anhelaba disfrutardel sistema de la democracia representativa que comenzaba aconstruirse y a cuyo desarrollo y fortalecimiento tanto contri-
buy Juan Bosch.
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Las dictaduras dominicanas
Una faceta de Juan Bosch que siempre aflora en sus escritos esla del maestro en el sentido clsico del trmino, que a untiempo ensea con el ejemplo una forma de actuar en la viday es un transmisor o facilitador, como se dice ahora, de cono-cimientos como una forma de contribuir a fortalecer la capa-cidad cognitiva de las personas objeto de sus enseanzas, pre-parndolas para que en el plano social estn en condiciones deenfrentar los retos que plantea la sociedad lo mismo en elpresente que para el futuro.
En rigor,Las dictaduras dominicanases un ensayo que de-bera leerse primero que Trujillo: causas de una tirana sinejemplo, por la sencilla razn de que en el primer texto elautor, con arreglo a fuentes histricas de irrecusable veraci-
dad, analiza la sociedad dominicana de finales del siglo XIXy de los primeros tres decenios del siglo XXcon el fin deidentificar las causas que en el transcurso de ese breve pero-do provocaron el surgimiento de tres dictaduras: a) la queencabez Ulises Heureaux (Lils) desde 1887 hasta 1899; b)la que implantaron los Estados Unidos a raz de la primera
Ocupacin Militar Norteamericana de nuestro pas, de 1916a 1924; y c), la que estableci Rafael Leonidas Trujillo Molinadesde 1930 hasta 1961.
Bosch sostiene con sobrada razn que la dictadura deTrujillo, en muchos aspectos, fue consecuencia de la Ocupa-cin Militar Norteamericana. Y es precisamente enLas dicta-
duras dominicanasen la que Bosch elabora esta otra sugestivateora: que la primera Ocupacin Militar Norteamericana devinoen una dictadura, circunstancia sta que anteriormente no ha-ba sido tomada en consideracin por otros historiadores. Adiferencia de las dictaduras de Lils y Trujillo, respectivamen-te, la que tuvo lugar durante el interregno 1916-1924 no
estuvo encabezada ni formada por dominicanos sino por
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extranjeros, porque sus jefes fueron varios, no uno slo
(p.317). Se trataba de los Gobernadores militares que nom-braban los presidentes estadounidenses, quienes al decir deBosch ejercan el poder calificado de omnmodo, palabra quesignifica total, que nada ni nadie puede limitar; y para gober-nar de esa manera no tenan que fusilar a enemigos o adversa-rios o altos funcionarios como lo haca Heureaux ni ordenar elasesinato de enemigos polticos como lo haca Trujillo, peroeran dictadores porque su poder era impuesto, no proceda dela voluntad del pueblo al que gobernaban y del cual extraanlos fondos con los cuales se mantena el aparato de poder quehaban establecido basando su autoridad en el poder militarde Estados Unidos.
Los gobernadores norteamericanos que estuvieron gober-
nando nuestro pas durante siete aos encarnaron una dictadu-ra porque sin tener autoridad poltica o jurdica para gobernaral pueblo dominicano, sin que su presencia en nuestro pas y elejercicio de su poder se explicara como producto de una guerraentre Estados Unidos y la Repblica Dominicana que hubierasido ganada por Estados Unidos, ellos decidan todo cuanto
deba hacerse en nuestro pas como producto de decisiones po-lticas tomadas sin consultar a ningn dominicano (p.318).
En este punto conviene detenerse en el significado queBosch atribuy al trmino dictadura el cual evidentemen-te, en el caso dominicano, est estrechamente vinculado alconcepto boschiano de laarritmia histrica. As, vemos que
en todo el llamado Nuevo Mundo, empezando por EstadosUnidos, est muy difundida la idea de que las dictaduras quefiguran en la historia de Amrica Latina han sido y lasactuales son productos de la perversidad de sus jefes y fun-dadores []. La dictadura, y con ella el dictador, es el frutohistrico de un pueblo que no pudo desarrollar a tiempo las
fuerzas que generan los pueblos cuando sus condiciones de
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vida se desenvuelven de manera normal, situacin que no se
dio en nuestro pas en ningn momento de su historia en lapoca y las circunstancias en que debi darse (p.321).En la nomenclatura poltica contempornea generalmente
se confunden los trminos dictadura, tirana y despotis-mo, vocablos que a su vez han devenido sinnimos de auto-cracia, satrapa, y autoritarismo. De acuerdo con RodrigoBorja, se entiende por dictadurael gobierno de facto autori-tario, en el que una persona dictatodas o las ms importantesdecisiones polticas de un Estado17.
En relacin con una de las tesis que Juan Bosch esboza en elpresente texto respecto de que en la historia republicana deSanto Domingo se han producido tres dictaduras, convienefamiliarizar al lector con otras opiniones divergentes en torno al
caso en cuestin. Manuel Rueda, por un lado, era de opininque cuando se hablaba de dictadores en Repblica Dominica-na no podan soslayarse los nombres de Pedro Santana, Buena-ventura Bez, Ulises Heureaux y Rafael Trujillo, de suerte talque, en su concepto, han sido cuatro las dictaduras criollas;mientras que, por el otro, quien esto escribe estima que la his-
toria republicana del Pueblo dominicano registra por lo menosdiez casos de mandatarios cuyas ejecutorias pblicas permitentipificarlos y clasificarlos dentro de una de estas tres categoras oen varias de ellas a la vez: caudillos, dspotas o dictadores. Siete deesos gobernantes (Santana, Bez, Cabral, Gonzlez, Guillermo,Merio y Lils) pertenecen al siglo XIX, mientras que los tres
restantes (Vsquez, Trujillo y Balaguer) los encontramos al exa-minar el proceso histrico nacional de la pasada centuria18.
17 BORJA, Rodrigo, Enciclopedia de la poltica, Mxico, Fondo de Cultura Econ-mica, 1997, p.288.
18 Cfr.BALCCER, Juan Daniel, Trujillo. El tiranicidio de 1961, Bogot, Taurus,
2007, pp.60-61.
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Al tratar de desenmaraar el complejo tramado social que
da origen a las dictaduras dominicanas, Bosch parte de unestudio mesurado de la evolucin histrica del pueblo domi-nicano desde los lejanos tiempos de la colonia cuando, con-secuencia de la mixtificacin de etnias y culturas, se senta-ron las bases sobre las que se desarrollara la sociedaddominicana. Por un lado, el atraso econmico, poltico ysocial que gener una espantosa miseria entre la poblaciny, por el otro, el desorden social imperante a lo largo de variossiglos (o lo que Emile Durkheim llam anomia), propiciaronen Amrica Latina el surgimiento de gobiernos centralizados,fuertes, caudillistas, despticos o tirnicos y Santo Domingono fue la excepcin.
En el captulo titulado Una colonia despoblada, Bosch
ilustra esa situacin de atraso social, poltico y econmico queexperimentaba la emergente nacin dominicana con el casode Fray Fernando Carvajal y Rivera, quien fuera Arzobispode Santo Domingo hacia finales del siglo XVII. Pues bien, elArzobispo Carvajal y Rivera no slo solicit que fuese releva-do de su cargo, sino que se adelant a los acontecimientos y
abandon el cargo ante la imposibilidad de obtener permisopara salir de la isla. Por qu obr Carvajal y Rivera de esamanera? Bosch explica esa actitud en funcin de la extremapobreza que entonces padeca el conglomerado social domi-nicano y en la circunstancia de que el Arzobispo careca derecursos para ir en ayuda de los ms necesitados, que era la
mayora del pueblo. Ms an, Bosch enfatiza el hecho deque la sociedad dominicana de finales del siglo XVIIhabaalcanzado un nivel de desarrollo econmico y social sobre-manera atrasado, tpico del precapitalismo, y que ademsera una sociedad sin clases sociales enfrentadas por su posi-cin en el proceso productivo, esto es, que no haba explo-
tadores ni explotados.
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Sera en las postrimeras del siglo XIXcuando la sociedad
dominicana, con el surgimiento de la industria azucarera, co-menzara a experimentar notables transformaciones en diver-sos rdenes, especficamente en el plano econmico y polti-co, propiciando de esa manera lo que el propio Bosch hadenominado como el inicio de la etapa capitalista en la Rep-blica Dominicana con la llegada al pas, procedentes de Cuba,de expertos en el negocio azucarero y ganadero que introdu-jeron nuevas tcnicas de produccin: A esa inmigracin ledebemos los dominicanos la sustitucin de la economaprecapitalista en que vivamos por una capitalista, y la basede la ltima sera la produccin de azcar destinado a la ex-portacin, lo que significara un incremento de la capacidadpara comprar mercancas que el pueblo dominicano ni siquiera
conoca a pesar de que eran de uso generalizado en otras par-tes del mundo, y por cierto en la misma Cuba de la cualestaban saliendo, desde 1868, miles de personas, la mayorparte miembros de familias ricas debido a que fue de ese niveleconmico y social de donde parti la decisin de iniciar laguerra de independencia de su pas (p.332).
El impacto que esa revolucin econmica iba a tener en elconjunto de la sociedad, sobre todo en la esfera de la poltica,sera decisivo para encauzar al pas por senderos de mayorestabilidad poltica, permitiendo as que el gobierno estuvie-se en capacidad de disear nuevos y necesarios proyectos dedesarrollo, ponerlos en ejecucin y concluirlos exitosamente,
cosa impensable durante la poca de los conflictos caudillistas.El inicio de la etapa capitalista en la economa dominicana,consigna Bosch, contribuira tambin al fortalecimiento delGobierno central que demandaba mayor institucionalidad. Lapoca de las revoluciones y montoneras estaba pues en el um-bral de su desaparicin para ser sustituida por la era de los reg-
menes fuertes o dictatoriales, siendo sus principales exponentes
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Ulises Heureaux (Lils) en las postrimeras del siglo XIX, y
Rafael L. Trujillo al despuntar el tercer decenio del siglo XX.De conformidad con Bosch, a Lils, por su parte, le corres-pondi encauzar la sociedad dominicana hacia un capitalismodesarrollado, mientras que, por la otra parte, fue Trujillo quien,desde el poder, aceler el crecimiento econmico y el desarro-llo del capitalismo moderno, slo que, en lugar de garantizarque dicho sistema capitalista actuara sobre un marco jurdicoque permitiera la libre competencia entre capitalistas y almismo tiempo protegiera el derecho de los trabajadores,Trujillo utiliz el poder militar de que dispona, al igual quelos recursos que le proporcionaba su privilegiada posicin dejefe del Estado, para convertirse en el principal capitalista delpas. Juan Bosch va ms lejos en su anlisis y afirma que en su
desmedido afn por convertirse en el jefe econmico del pas,Trujillo pas a desempear un papel histrico en el cual ni lni ningn otro dominicano se haba detenido a pensar. Talpapel fue el de sustituto de una clase que la sociedad domini-cana no haba producido. Esa clase era la burguesa (p.477).
En suma, al finalizar la lectura deLas dictaduras dominica-
nasel lector estar en condiciones de comprender la dinmicadel desarrollo social en Repblica Dominicana a partir delsurgimiento de la dictadura de Ulises Heureaux, que coinci-di con el inicio de la etapa capitalista de la economa domi-nicana. Asimismo, comprobar que el estado de caos y anomiaen que viva el pas en los albores del siglo XX, tras el ajusticia-
miento de Lils en 1899, luego de varios lustros, condujo alPueblo dominicano a padecer la primera Ocupacin MilitarNorteamericana, que dur ocho aos, y que segn Bosch devinoen la segunda dictadura que sufrieron los dominicanos. Natu-ralmente, la Ocupacin Militar se dedic a desarmar al pas,pues los caudillos nacionales y caciques regionales disponan de
sus ejrcitos particulares a diferencia del ejrcito del gobierno
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central y cada vez que haba disensiones con cualquier disposi-
cin gubernamental, el caudillo en cuestin decida alzarse oirse a la Manigua, como se deca entonces, declarndole la gue-rra al gobernante de turno. Cuando Trujillo llega al poder en1930 el camino est despejado para establecer un gobierno cen-tral fuerte, con un ejrcito entrenado por las fuerzas de ocupa-cin, y, por dems, el nico ejrcito armado en todo el pas. Talcircunstancia permiti que Trujillo, ya convertido en dictador,se alzara con todo: con el poder poltico, con el poder militar ycon el poder econmico, gracias a lo cual pudo mantenersegobernando despticamente durante 31 aos al tiempo que seconvirti, merced a la exaccin de los fondos pblicos en pro-vecho personal, acaso en el hombre ms rico del pas.
No cabe dudas de que los textos que integran este tomo IX
de las Obras completas de Juan Bosch proporcionarn al lectorun conocimiento mucho ms amplio y objetivo lo mismo dela personalidad de Rafael L. Trujillo que de su rgimen dicta-torial, analizados desde la perspectiva del historiador que fue
Juan Bosch y tambin desde la ptica testimonial del activis-ta y exiliado antitrujillista quien desde el extranjero combati
militantemente a la tirana. En conclusin, se trata de un con-junto de textos imprescindibles, de la autora del escritor,pensador y poltico dominicano de mayor proyeccin nacio-nal e internacional durante la segunda mitad del siglo XX,que enriquecen de manera significativa las fuentes disponi-bles sobre la llamada Era de Trujillo.
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TRUJILLOCAUSAS DE UNA TIRANA SIN EJEMPLO
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Juan Bosch, 1959.
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A la memoria de dos dominicanos quesellaron con la muerte su amor a las liberta-des democrticas en nuestra Amrica:
Amado Soler, asesinado en Managuapor la tirana somocista, en el mes de abrilde 1954;
Pablo Martnez, asesinado en La Ha-bana por la polica batistiana, en el mes demarzo de 1958.
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PRLOGOALASEGUNDAEDICIN
En los momentos en que sala a la calle la primera edicin deeste libro enero de 1960 se produca en la RepblicaDominicana una intensa agitacin contra el rgimen de Ra-fael Leonidas Trujillo. La dictadura descubri un vasto movi-miento de oposicin y la jerarqua de la Iglesia Catlica protes-
t contra los mtodos de violencia ejercidos por la dictaduracontra esos oponentes clandestinos; todo lo cual llev a muchagente a suponer que los das del trujillismo estaban contados.
Unos meses despus fue descubierta la participacinprincipalsima de Trujillo en el atentado contra la vida delPresidente de Venezuela y en el asesinato de un refugiado
poltico espaol en Mxico, hechos ante los cuales reaccionAmrica produciendo el Acuerdo de San Jos agosto de1960, mediante el cual el rgimen trujillista quedaba ais-lado diplomticamente y se echaban las bases para proceder asu aislamiento econmico. Los dominicanos libres y sus ami-gos del Hemisferio pensaron que los das del trujillismo esta-
ban contados.Pero sucede que el rgimen de Trujillo no ha cado, sinoque sigue manteniendo en Santo Domingo la misma frreatirana de otros tiempos y sigue perturbando la vida polticade la Amrica Latina con igual vigor que antes, como si supoder no hubiera disminuido con los tropiezos que ha tenido
dentro de sus fronteras y en el exterior.
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Qu fuerzas sostienen a Trujillo como rey sin corona de
Santo Domingo?Las leyes polticas y sociales que se aplican a un sistema degobierno ms o menos afectado por la opinin pblica notienen papel alguno en la Repblica Dominicana.
La significacin de los movimientos antitrujillistas que seproducen de manera espordica dentro y fuera de la Repbli-ca Dominicana es a menudo deformada por el afn de aplicaral caso dominicano la experiencia de otros pases de la Amri-ca Latina; y eso llev a los observadores ms sagaces a hacerclculos errados sobre la situacin de la dictadura de Trujillo.
Por ejemplo, la gran mayora de esos observadores pensque la participacin de la Iglesia Catlica en la lucha contraTrujillo m