304
i;,^:' ';:'í.- ?;'íi^a;p?5>'?>:- ^JG-srsv:;:  ' : jr^^ ^.;' '; ;-• ; ' LF-)P0LÜ0 LUGONES I I ''«>,„«.v-'-' BUENOS AIRES ARNOLDO MOEN Y HERMANO, EDITORES FLORIDA, 323 1909

92923083 Leopoldo Lugones Lunario Sentimental

Embed Size (px)

Citation preview

  • i;,^:'" ';:'.- ?;'i^a;p?5>'?>:- ^JG-srsv:;: "': i-:jr^^ ^.;' '; ;- ; ' :

    LF-)P0L0 LUGONES

    I I

    ''>,.v-'-'

    BUENOS AIRESARNOLDO MOEN Y HERMANO, EDITORES

    FLORIDA, 323

    1909

    ^^i'

  • V" ^'-J'-l

    DEL MISMO AUTOR

    Las Montaas del Opoy (versos).La Reforma Educacional, (polmica).El Imperio Jesutico.Los Crepsculos del Jardn, (versos).La Guerra Gaucha.Las Fuerzas Extraas.

    PRXIMO

    Filosofffcula.

    EN PREPARACIN

    Didctica.Las Limaduras de Hephaistos.Poemas Solariegos.

    Imp. de la Casa Editorial Sopea BARCELONA.

  • ; '"/^^-f '?"

    % f. 3

    PROLOaO

    Va pasando, por fortuna, el tiempo en que eranecesario pedir perdn la gente prctica paraescribir versos.

    Tantos hemos escrito, que, al fin, la mencio-nada gente ha decidido tolerar nuestro capricho,Pero esta graciosa concesin, nos anima in-

    tentar algo ms necesario, si bien ms difcil

    :

    demostrar la misma prctica gente la utilidaddel verso en el cultivo de los idiomas

    ;pues por

    mnima importancia que se conceda estos orga-nismos, nadie desconocer la ventaja de hablarclara y brevemente, desde que todos necesitamoshablar.

    ,

    El verso es conciso de suyo, en la forzosa limi-tacin impuesta por la medida, y tiene que serclaro para ser agradable. Condicin asaz impor-tante esta ltima, puesto que su n supremo esagradar.

    Siendo conciso y claro, tiende ser definitivo,agregando la lengua una nueva expresin pro-verbial frase hecha que ahorra tiempo y es-

  • ,,5p,-^

    6

    fuerzo : cualidad preciosa para la gente prc-tica. Basta ver la estructura octoslaba, de casitodos los adagios.

    Andando el tiempo, esto degenera en lugarcomn, sin que la gente prctica lo advierta;pero la enmienda de tal vicio consiste en quecomo el verso vive de la metfora, es decir, dela analoga pintoresca de las cosas entre s, nece-sita frases nuevas para exponer dichas analogas,si es original como debe.Por otra parte, el lenguaje es un conjunto de

    imgenes, comportando, si bien se mira, unametfora cada vocablo ; de manera que, hallarimgenes nuevas y hermosas, expresndolas conclaridad y concisin, es enriquecer el idioma,renovndolo la vez. Los encargados de estaobra, tan honorable, por lo menos, como la derefinar los ganados administrar la renta p-blica, puesto que se trata de una funcin social,son los poetas. El idioma es un bien social, yhasta el elemento ms slido de las nacionali-dades.

    El lugar comn es malo, causa de que aca-ba perdiendo toda significacin expresiva por ex-ceso de uso

    ; y la originalidad remedia este in-conveniente, pensando conceptos nuevos querequieren expresiones nuevas. As, el verso acu-a la expresin til por ser la ms concisa y cla-ra, renovndola en las mismas condiciones cuan-do depura un lugar comn.Adems, el verso es una de las bellas artes, y

    ya se sabe que el cultivo de stas civiliza los

  • ,.~-i> ' . --.

    - '^..

    ^-:

    .-^ 7 .

    ,

    pueblos. La gente prctica cuenta esta verdadentre sus nociones fundamentales.Cuando una persona que se tiene por culta,

    dice no percibir el encanto del verso, revela unarelativa incultura sin perjudicar al verso, desdeluego. Homero, Dante, Hugo, sern siemprems grandes que esa persona, slo por haberhecho versos

    ; y es seguro que ella deseara ha-llarse en su lugar.

    Desdear el verso, es como despreciar la pin-tura la msica. Un fenmeno caractersticode incultura.Tambin constituye un error creer que el ver-

    so es poco prctico.Lo es, por el contrario, tanto como cualquier

    obra de lujo; y quien se costea una elegante

    sala, un abono en la pera, un hermoso se-pulcro, una bella mansin, paga el mismotributo las bellas artes que cuando adquiereun libro de buenos versos. Se llama lujo, laposesin comprada de las obras producidas porlas bellas artes.

    No hay ms diferencia que la baratura del li-bro, respecto al saln al palco ; pero la genteprctica no ignora ya, que hacer cuestin deprecio en las bellas artes es una grosera, ascomo las rinde el culto de su lujo en arquitec-tura, pintura, escultura y msica. tPor qu no haba de ser la Poesa la Ceni-

    cienta entre ellas, cuando en su poder se halla,precisamente, el escarpn de cristal?...

    Advierto, por lo dems, que me considero un

  • -ti

    _ 8

    hombre prctico. Tengo treinta y cuatro aos...y he vivido.Debo tambin una palabra los literatos, con

    motivo del verso libre que uso aqu en abun-dancia.

    El verso libre quiere decir, como su ;iombrelo indica, una cosa sencilla y grande : la con-quista de una libertad.La prosa la ha alcanzado plenamente, aun-

    que sus prrafos siguen un ritmo determinadocomo las estrofas.

    Hubo un tiempo, sin embargo, y ste fu elgran tiempo de Cicern, en que la oratoria la-tina usaba de las famosas clusulas mtricaspara halagar el odo del oyente, componiendolos finales de proposiciones y frases, en suce-siones rtmicas de pies. Estos tenan precisa-mente por objeto, evitar en los finales el ritmode los versos comunes, como los hexmetros,los pentmetros, los dctilos ; si bien lleg adoptarse otros en sustitucin, como los crticos anfmacros mencionados por el orador subli-me. (1)

    El auditorio exiga la observancia de dichasclusulas mtricas, reglamentadas desde el pe-rodo ciceroniano

    ; y Plinio asegura que hastase las verificaba midindolas por el ritmo delpulso : tal se hallaba de hecho el odo perci-birlas. Verdad es que, en latn, la ndole de la

    (1) Cicern, De Oratore, lib. III. Eh el Orator atnplifica y for-mula preceptivamente la esttica del ritmo oratorio.

  • lengua produce las clusulas mtricas de por sen la mitad de las frases.De esta misma ndole dependen, como es na-

    tural los versos y las estrofas cuyo xito triun-fo selectivo, no puede significar, de ningn mo-do, exclusivismo.Pero las formas triunfantes suelen ser exclu-

    yentes; y as, para libertar la prosa latina de

    las antedichas clusulas ciceronianas, fu nece-sario que se sublevase el mismo Csar, liberta-dor de tantas cosas, como lo hicieron tambinVarron y Comelio Nepos.

    Nuestros versos clsicos, antes de serlo, de-bieron luchar en su medio como todos los orga-nismos que han de subsistir. Lo que sucedi conel endecaslabo, recordado por Jaimes Freyreen su excelente estudio sobre el verso castella-no, es una prueba. Muchos literatos espaolesno lo aceptaron cuando fu introducido de Ita-lia, declarando no percibir su armona. El mis-mo octoslabo, tan natural al parecer, vacila ytropieza en los primeros romances...El verso al cual denominamos libre, y que

    desde luego no es el blanco sin rima, Uamadotal por los retricos espaoles, atiende princi-palmente al conjunto armnico de la estrofa,subordinndole el ritmo de cada miembro, ypretendiendo que as resulta aqulla ms va-riada.

    Aade que, de tal modo, sale tambin msunida, contribuyendo ello la rima y el ritmo ;cuando en la estrofa clsica, In estructura depen-

  • 10

    de solamente de la rima, al conservar cada unode los miembros el ritmo individualmente.Esto contribuye, asimismo, la mayor rique-

    za de la rima, elemento esencial en el verso mo-derno que con l reemplaz el ritmo estrictodel verso antiguo (1) ; as como aumenta la va-riedad rtmica, al diferenciar cada estrofa en eltono general de la composicin.Por una adaptacin anloga la que convir-

    ti la melopea de los coros trgicos en el cantode nuestros coros de pera, pues el progreso dela meloda hacia la armona caracteriza la evo-lucin de toda la msica occidental (y el versoes msica) la estrofa clsica se convierte en laestrofa moderna de miembros desiguales com-binados voluntad del poeta, y sujetos la su-prema sancin del gusto, como todo en las be-llas artes.

    (1) Conocida es la estructura de ste, determinada por lacaHtidad prosdica de cada slaba pie: la combinacin de lar-gos y breves, produca una verdadera msica. Posteriormente,no se tuvo ya en cuenta la cantidad, sino en dos tres silabas,entonndose el verso por su acentuacin, como hacemos aho-ra. Entonces la rima sustituy con uno ms complejo el perdi-do efecto musical. De aqu que la rima sea esencial para el ver-so moderno. Los pretendidos versos sin rima, llamados libtespor los retricos espaoles, no son, pues, tales versos; y esto es,sobre todo, ana ley para el endecaslabo, el ms usado com.otal, sin embargo; pues ninguno se aparta tanto como l de lasleyes prosdicas del verso antiguo. Semejante libertad es unrecurso de la impotencia, porque lo difcil en el verso es la ri-ma, elemento esencial, como ya dije, de la estrofa moderna. Ei-chter en sus teoras estticas, 5., ha enunciado esta gran ver-dad: El poeta debe renunciar todo lo fcil, si no tiene expli->cacin satisfactoria; porque semejante facilidad, es la facilidad>de la prosa. La rima numerosa y variada, determ.ina asimismonuevos m.odos de expresin, enriqueciendo el idioma.

  • n

    Las combinaciones clsicas son muy respeta-bles, al constituir organismos triunfantes en elproceso selectivo ya enunciado

    ;pero repito que

    no pueden pretender la exclusividad, sin darcontra el fundamento mismo de la evolucin quelas creara.

    *

    Por esto, la justificacin de todo ensayo deverso libre, est en el buen manejo de excelen-tes versos clsicos cuyo dominio comporte el de-recho efectuar innovaciones. Este es un casode honradez elemental.Adems de por su mrito intrnseco, las for-

    mas clsicas resisten en virtud de la ley del me-nor esfuerzo. El odo ellas habituado, exige,desde luego, su imperio. Pero este fenmenopuede ser, si se lo extrema, el triunfo del lugarcomn, sea el envilecimiento del idioma.Hay que realzar, entonces, con mritos posi-

    tivos, el verso libre, para darle, entre los otros,ciudadana natural

    ; y nada tan eficaz este fin,como la rima variada y hermosa.Queda dicho en la nota de la pg. 10, que la

    rima es el elemento esencial del verso moderno.Nuestro idioma posee, este respecto, una granriqueza. En italiano se cita como caso singularal Petrarca, que us quinientas once rimas dis-tintas. Nosotros tenemos ms de seiscientas uti-lizables.

    Y ahora, dos palabras de ndole personal.Tres aos ha, dije, anunciando el proyecto de

    este libro : ... Un libro entero dedicado la lu-ana. Especie de venganza con que sueo casi

  • 12 ;

    desde la niez, siempre que me veo acometidoDpor la vida.Habra podido hacerlo mejor, que manando

    de m mismo la fuerza obscura de la lucha, asiexteriorizada en producto excelente, como lapena sombra y noble sale por los ojos aclaradaen cristal de llanto?

    Exista en el mundo, empresa ms pura yardua que la de cantar la luna por venganzade la vida?Digna sea ella, entonces, de mi maestro Don

    Quijote, que tiene al astro entre sus preseas, porhaber vencido en combate singular al Caballe-ro de la Blanca Luna. .

    .

  • ^Antiguamente deeian*JL los Lugones, Lunones;*

    'Por venir estos varones*

    *Del Oran Castillo y traan^Z)e Luna los sus blasones.

    Un escudo cuarteado, Cuatro lunas blanqueadas*

    ^En campo azul dibujadas,*e azul y blanco esmaltado.

    TiBSO DE Aviles

    (Blasones de Asturias).

    .

  • w^w

  • A MIS CEBTINOS

    Che cotesta crtese opinioneTi fian chiavata in mezzo della testa.

    Dante. Fvrgatoo, viii.

    Seores mos, seaLa luna perentoria,De esta dedicatoriaTimbre, blasn y oblea.

    De ella toma, en efecto,Con exclusivo modo,Tema, sancin y todoMi lrico proyecto.

    A eUa da en obra pingePoticos tributos.Por sus doBles cautosMi zampona bilinge.

  • y'

    16

    Hada fiel que mi dicha "'jCon sus hechizos forja,Es moneda en mi alforjaT en mi ruleta es ficha. '

    Astronmica dama, ntima planchadoraQue en milagro deshoraPlancha en blanco mi cama.

    )

    Oca entre sus pichones,Con las estrellas

    ;joya

    Del azar ; claraboyaDe mis puras visiones.

    En mi senda rehaca,Filosofal borrica

    ;

    bien pilula micaPais de mi farmacia.

    II

    Dando en tropo ms justoMi potico exceso,Naturalmente es quesoPara vuestro buen gusto.

    Como deidad ovpara.Por" manjar dulce y nuevo,Su luminoso huevoNos dar en cena oppara.

  • 17

    Echaos comerla,Y as mi estro os consagre

    ;

    bebedla en vinagreCual Cleopatra su perla.

    Mas con mueca importunaNo desdeis el plato,Porque mi estro y mi gatoTienen muy mala luna.

    Si lo hacis, por remedioDe tan tosca dispepsia,Os pongo en catalepsiaDurante siglo y medio.

    Vuestra paz escultrica.Dar, en rasgo especfico.Un silencio magnficoDe academia y retrica.

    Y la luna en enaguas.Como propicia nyadeMe besar, cuando haya deAbrevarme en sus aguas.

    III

    Qu tal? La hipermetraPrecedente os sulfura ?Os la doy limpia y pura.Pulverizadla. Es ma...

    Lu naro.2

  • A ' ^M^Epi-'^B^

    18

    Yo lo aprend en el Dante,Abuelo arduo y conciso,Por cuyo ParasoJams pas un pedante.

    S que vuestro exorcismoMe imputar por culpa,Algo que vuestra pulpaDefine en sinapismo.

    Me probaris que, esclavoDe mi propia cuarteta.No fui ni soy poeta,Ni lo ser. \ Bien ! Bravo

    !

    Inventando un proverbioSutil, en bello cuadro.Demostraris que ladro la luna. Soberbio

    !

    Para que no me mimeLa gente que me odia.Haris de mi prosodiaMi Calvario. Sublime !

    Mas, en verdad os digo.Que, lricos doctores.Estn los ruiseoresCon la luna y conmigo.

  • 19

    IV

    Para la controversiaQue me ofertis, adversosOs tender mis versosComo un tapiz de Persia.

    Pero sabed que tildoCon alegre modestia,De vero mala bestiaVuestro grave cabildo.

    (Con vuestro beneplcito,Bien que no sea el uso.Me decido este abusoDe latn y de Tcito.)

    No obstante, mi estro arbitraQue la luna descienda vuestra reverendaVirtud, como una mitra.

    Y ante el solemne rubroQue vuestra Nada oculta,Entre la turbamultaMe inclino y me descubro.

  • 20

    Si mi dbil arcilla,Vuestra sacra institua,Impone la cicutaDocente, de Hermosilla

    ;

    Con arroz y con apio,(Ms prvidos que el griego)Cazuela haremos luegoDel gallo de Esculapio.

    Largamente vibradasPor sus rajos de estrellas.Cantan mis noches bellasComo liras sagradas.

    Pero trae el encantoLunar que las dilata,Un silencio de plataMs lrico que el canto.

    Y en mi triste persona.Palpita, grave y tierno,El himno del eternoRuiseor de Verona.

    l tiene en su riquezaDe musical estuche,Lleno de luna el bucheComo yo la cabeza.

  • 21

    As, en astral fortuna,Por mayor regocijo,Para mi pena elijoComo celda, la luna.

    All, en vida rechonchaY vuestros dogmas sordo.Lo pasar cual gordoCaracol en su concha.

    Y agriando los reprochesDe vuestro real concilio,Os doy por domicilioLa luna.

    Buenas noches

  • A KBEN DAROT

    OTROS CMPLICESAut insanit homo, aut versus facit.

    Hor. 8at. vii, lib. ii.

    Habis de saberQue en cuitas de amor,Por una mujerPadezco dolor.

    Esa mujer es la luna.Que en azar de amable guerra,Va arrastrando por la tierraMi esperanza y mi fortuna.

    La novia eterna y lejana. cuya nivea bellezaMi enamorada cabezaVa blanqueando cana cana.

  • 24 ffS

    Lunar blancura que opresoMe tiene en dulce .coyunda,Y si mi alma vagabundaLa consume beso beso.

    A noble cisne la iguala,Ungindola su ternuraCon toda aquella blancuraQue se le convierte en ala.

    *

    En crcel de tul,Su excelsa beldadCapt el ave azulDe mi libertad.

    A su amante espectativaOfrece en claustral encanto.Su agua triste como el llantoLa fuente consecutiva.

    Brilla en lo hondo, entre el murmurio,Como un infusorio abstracto.Que mi ms leve contactoDispersa en ftil mercurio.

    ella va, fugaz sardina.Mi copla en su devaneo.Frita en el chisporroteoDe agridulce mandolina.

    Y mi alma, ante el flbil cauce,Con la lquida cadena,

  • "*'

    ,->,.: ::-fe.#: 25Deja cautivar su penaPor la drada del sauce.

    Su plata sutilMe dio la pacinDe un dardo febrilEn el corazn.

    Las guas de mi mostachoTrazan su curva ; en mi yelmo,Brilla el fuego de San TelmoQue me erige por penacho.

    Su creciente est en el puoDe mi tizona, en que rielaLa calidad paralelaDe algn nclito don uo.

    Desde el azul, su poesaMe da en frialdad abstrusa.Como la neutra reclusaDe una. plida abada.

    Y ms y ms me aquerencioCon su luz remota y lenta.Que las npches transparentaComo un alma del silencio.

    Habis de saberQue en cuitas de amor.Padezco dolorPor esa mujer.

    t'^t\'' s'^-'^L'J.^

    .

  • '-^^ rh f ^ -jT-^iP-* , \

    ^T c'^-^'r' i^T'r S ^^'

  • ,- vr">'"

    .

    HIMNO A LA LUNA

    Luna, quiero cantarte

    Oh ilustre anciana de las mitologas 1Con todas la? fuerzas de mi arte.

    Deidad que en los antiguos dasImprimiste en nuestro polvo tu sandalia,No alabar el litrgico furor de tus orgasNi su ertica, didascalia.Para que alumbres sin mayores ironas,Al polgloto elogio de las Guas,Noches sentimentales de mises en Italia.

    Aumenta el almizcle de los gatos de algalia,Exaspera con letrgico venenoA las rosas ebrias de etileuoComo cortesanas modernas;Y que tu influjo activo,La sangre de las vrgenes tiernasCorra en misterio significativo.

    Yo te hablar con maneras cortesesAunque s que slo eres un esqueleto,Y guardar tu secretoPropicio las cabelleras y las mieses.

    Te amo porque eres generosa y buena.i Cunto, cunto albayalde

    /

  • .'..J^J-

    28 -

    Llevas gastado en baldePara adornar tu hermana morena

    !

    El mismo Polo recibe tu consuelo

    ;

    Y la Osa estelar desde su cielo,Cuando huye entre glaciales molesLa luz que tu veste orla,Gime de verse encadenada por laGravitacin de sus siete soles.Sobre el inquebrantable bancoQue en pliegues rgidos se deprime y se esponja,Pasas como pdica monjaQue cuida un hospital todo de blanco.

    Eres bella y caritativa :El luntico que por ti alimentaUna pasin nada lasciva.Entre sus quimricas novias te cuenta. Oh astronmica siempreviva ! -Y al asomar la frenteTras de las chimeneas, poco poco.Haces reir mi primo locoInterminablemente.

    En las piscinas.Los sauces, con poticos d^mayos,Echan sus anzuelos de seda negra tus rayosConvertidos en relumbrantes sardinas.

    Sobre la diplomtica blancuraDe tu faz, interpretaSus sueos el poeta,Sus cuitas la romntica criaturaQue suspira algn trgico evento

    ;

    El mago del Cabul la Nigricia,Su conjuro que brota en plegaria propicia : Oh t, ombligo del firmamento !

    Mi ojo cientfico y atentoSu pesimismo lleno de pericia.

  • . ":^^^V-" -* # - " ^ -''^- :-- > - .: - .; ;,'.- ; - - -^ : ' "^'' ' ''.,\

    _ 29 '

    Como la lenteja 'de un pndulo inmenso,Regla su transcurK la dulce hora

    _

    .

    Del amante indefenso . 'Que por fugaz la llora,Implorando con flbiles querellasSu impavidez monrquica de astro

    ;

    bien semeja ampoUa de alabastroQue cuenta el tiempo en arena de estrellas.

    Mientras redondea su ampoEn montono viaje.El Sol, como un faisn crisolampo.La empolla con ardor siempre nuevo.

    i Qu olmpico linajeBrotar de ese luminoso huevo?

    Milagrosamente blanca.Satina morbideces de cold-cream j de histeria^Carnes de esprrago que en linftica miseria,La tenaza brutal de la tos arranca.

    Con qu serenidad sobre los luengosSiglos, nieva tu luz sus tibios copos.Implacable ovillo en que la vieja AtropesTrunca tantos ilustres abolengos! '"'f'

    Ondina de las estelas.Hada de las lentejuelas. %

    Entre nubes al bromuro, '^. '^isii'..Sisli>arStasi:fe'*dS;;^i'j^

  • 40

    Cunto te quiero, Blanca!...Blanca respondi :

    i Te adoro, Koberto !

    Sus manos, de frialdad extraa, se soldabanms en esa frialdad, como dos trozos de hielo. Y qu manos ! Manos de decadencia, intilescomo objetos de arte y expresivas como fisono-mas ; manos las cuales pareca no tener fuer-zas para llegar la sangre escasa ; manos de ofren-da y de claudicacin ; manos extraordinarias ay de m

    !

    Los cabellos castaos de Blanca, sueltos encocas, alargaban quiz demasiado el valo delrostro. Nada notable, estoy seguro, nada nota-ble haba en ste, ni aun los ojos negros, dondearda una fiebre arseniosa. Su trajecito claro pa-reca de colegiala, y grandes hebillas brillabanen sus zapatos.

    El era mucho ms bello, una dulzura de niopensativo inundaba su rostro, y como las vrge-nes, tena cuello de lirio. En la obscuridad azulde sus ojos se aterciopelaban melancolas. Suslabios, sin sombra de bozo, sugeran besos soro-rales. La negrura lacia de sus cabellos, tena elatractivo de una amorosa fatalidad.Eegresaba despus de una temporada asaz

    larga, entre parientes fastidiosos, que duranteseis meses discutieron hijuelas ; tan extraviadode amor, que al entrar en el saln donde Blancale aguardaba, se acord inmediatamente de sumadre muerta ( la cual nunca haba amado nextremo) y llor.

  • ^_ 41

    Nios casi, compadecanlos con benevolenciairnica, y dejbanlos solos. Aquello era el tercerda despus de su llegada.Haba sufrido, horriblemente solo. Sin un

    amigo en aquella finca, detestando por igual lasfaenas rurales y el vigor casi grosero de aquellanaturaleza con su solazo y sus estmulos, cmosuspir por la ciudad amiga donde lo esperabael amor ; aquel amor de enervamientos tan su-tiles. Detestaba esa feracidad de los predios na-tales, esa gente, esas salvajadas con los potrosy las reses. La vida nerviosa era la nica inte-lectual, la nica digna de ser vivida, si no va-la ms la inercia del leo que la fugacidad ator-mentada y gloriosa del ascua...

    Suspir quejosamente, apretando con mayoransiedad las manos de Blanca.Ahora la arboleda simulaba un promontorio,

    la pradera un lienzo amarillento, el cielo un vi-drio azulino bajo el plenilunio. Pero la distan-cia, ms all de la pradera, la superficie del rose azogaba inquietamente. Y el silencio era tangrande afuera, que ambos retrocedieron en elbalcn.

    Mas el encanto nocturno acerc sus cabezas,intimando el roce de los prximos brazos.La magnificencia lunar se extasiaba en aquel

    silencio.

    Entonces Roberto pens una tristeza. Nun-ca la haba amado como all, lo lejos, con unadevocin tan exclusiva en el sereno delirio que

    ."-^.*Aw^'

  • '.-'Sv

    __ 42

    constituy su nostalgia. Amar en el dolor, f-ique era amar ! . .

    .

    La luna ascenda, desliendo su luz en las aguascuyo esplendor evocaba los pasos milagrosos deJess.Y la tristeza del mstico amante se acentua-

    ba. No slo nunca la haba amado as, sino quejams volvera amarla. La certidumbre, la ma-terialidad del encanto que resultaba de tenerlaall tan cercana, disminuan su amor. En la dis-tancia

    qu idealidad y qu pureza ! No la ama-

    ba como era, mas corno deba de ser, realzadapor su imaginacin y creada de nuevo por ella,en irrealidades de ensueo.

    Ah, sugestiones insensatas de la luna ! Sobre

    el brillo insondable del pilago, se adivinabasuspensa la gndola de Dalti, cados los remos,la cabeza del pescador rendida sobro el hombrode la romntica condesa.

    (Canta, Porcia, canta tu romanza d adioses

    y quimeras, mientras la brevedad del minutoalegre implica la inminencia del desengao.Canta tu romanza de amor, tan melanclica por-que la misma plenitud de la dicha que alaba esel comienzo de la presentida desventura...)

    Versos romnticos del Musset puro y sereno,con qu noble dolor mejoris el alma.

    Las manos de Roberto apretaron casi deses-peradas las otras manos.

    No, nunca volvera amarla as, pues el actode fe que el amor impone, slo alcanza su per-

  • /5gg.,' ^^->W->j-V~ -' 'v^~V'

    feccin en la invisibilidad del objeto amado. Y,por otra parte, dejar de verla?... Perder vo-luntariamente aquella esperanza que le sostuvodurante las horas ms amargas de la separacin,lanzndole, al llegar el da anhelado, como unhuracn por los caminos, sintiendo vahidos detanto devorar el horizonte con sus ojos?

    Cmo brillaba, cuan inexorable brillaba

    aquella luna de la eternidad ! . .

    .

    No haba remedio. Si quera conservar la ex-celencia absoluta de su amor, tendra que ali-mentarlo en la soledad. Y sm atreverse con-fesarlo, en el desgarramiento que su conviccinle produca, solloz profundamente sobre esasmanos, mrtir de aquel desvaro heroico.Cuando levant la cabeza, Blanca lloraba tam-

    bin y sus ojos brillaban como el roco. Entoncespens en el beso de despedida. Nunca la hababesado y aquella era la ltima vez...Pero no ; no quera llevar consigo ninguna

    sensacin turbadora, ningn recuerdo cuyo en-canto aminorara su sacrificio.

    Psose en pie, lleno de dolorosa fortaleza, y alsoltar las manos adoradas, titube todava antela, noche.La luna, en el cnit ahora, no proyectaba una

    sombra. Keinaba la luz en su vasta pureza, y lainmensidad blanca y silenciosa produca un li-gero vrtigo.

    Despidironse con el juramento acostumbra-do, mirndose mucho, acaricindose las manosotra vez. Y Eoberto se alej para siempre, rcgre-

    ^ji'-f. .-'^'

    '

  • _ 44 _A

    s la finca odiada, buscando la ausencia don-de gustara eternamente su tortura, en holocaus-to incomprendido por la misma la cual lo de-dic, con el intento de ms bien amarla, ana-coreta del amor perfecto que slo vive de dolor

    y de imposible.

    Ah, cmo resplandeca la luna, la luna de

    las romanzas, la luna de los solitarios y de lostristes ! . .

    .

  • HOSTULUS LNAE

    ">

  • f^ if^y^ 1%-, '*'^'j;f^^;^a'V r?N

  • JACULATOEIA LNAE

    Luna, dorada lunaDel dao y del espln,Labre nuestra fortunaTu plido florn.

    Bajo el liado tremendoSea nuestro solaz,Tu cero en el minuendoDe la vida fugaz.

    Cuntanos por cofradeDe tu hermandad novel,Turbia luna de jade,Clara luna de miel.

    Vate y filsofo, ambosCon igual gratitud,Entonen ditirambosA tu fatal virtud.

    -4";aS&*r;

  • 48

    Con decidido encomio,Trovar tu primor,Candil del manicomio,Candado del amor.

    Reina del almanaqueCompuesto tu merced

    ;

    Atn del badulaqueQue te pesca en su red.

    Cuando estpida y grande,Percibindose va,Tu faz de azcar candeSobre el marino all...

    tu suave petrleo,El bergantn veloz.No se sabe si es mole Fantasma precoz.

    (Indefinido barcoDe lgubre perfil,Que punza tu ojo zarcoCon su proa sutil.

    Nave de nuestras penas,Que en el lbrego azur,Penando cuarentenasCorre un nefasto albur.)

  • 49 --t

    Luna del oro falso,Bola de la sandez,Linterna del cadalso,Comadre del mal juez

    ;

    Tarntula del diablo.Musa del alcohol,Malfico vocablo,Perla espectral del sol

    ;

    Fascina tu clientelaCon tu encanto letal.Ave Malis Stella,Danos tu dulce mal.

    Lunario,

    4

    :*

    ''*:'':'&s:*^i: ;

  • > %*.^.v.

    AKIA DE MEDIA NOCHE

    Luna, son las doce.Con feliz auspicio,I/eja qu3 te goceMi encanto novicio.

    En mi astral vigiliaQue tu amor se digne.Darme la honra insigneDe hablarte en familia.

    Permite que incienseTu faz de magnesia,Mi amor ateniensePostrado en tu iglesia.

    Mi fiel sacerdocio,Por tu azid parroquia,Rima y soliloquiaLos versos del ocie

    ;

  • 52

    Que al plido tedioDe tu luz intil,Dan por intermedioSu msica ftil.

    Cuando en mi ventanaLa honda madreselvaEl rostro te envuelvaComo una sultana

    ;

    Y tu prez excelsaMe entregues por premio,Cual lnguida ElsaDe mi amor bohemio ;

    Captar la claveDe tu eterna magiaQue el amor presagiaCon beleo suave.

    Con ojeras lilasTu hondo sortilegioTurba las pupilasDel casto colegio.

    La precoz alumnaQue el amor desvela,Tu disco recelaTras de una columna.

  • 53

    S buena y otorgaTu gracia su empeo.Como astral pandorgaRemonta su ensueo.

    Que asaz te recuerdeSobre el clavicordio,En Krico exordioCon su pisaverde.

    Que haciendo tu imagenReligiosa venia,Sus manos se cuajenEn luna y gardenia.

    Y cuando sucumbaSu virtud indemne,La noche solemneCvale por tumba.

    Plenitud oblongaDe deidad adulta,Tu esplendor prolongaCon virtud oculta .

    Cuando ancha y sanguneaSurges del abismo.Trama un cataclismoTu mgica lnea.

  • -"-'^V^

    - 54

    El iunesto buhoDesde su ramajeCon lgubre doDivulga tu ultraje.

    La temprana alondra,Con pueril festejo,En tu claro espejoVibra y se atolondra ;

    Y en el lago, dondeLa cigea ayuna.El cisne es VizcondeDe la Blanca Luna.

    Tu presencia obtiene.Deslumbrante y sola.Como una gran bolaLa risa del nene.

    Vuelve el arte eximiaSu vasta liturgiaCon la noble alquimiaDe tu metalurgia.

    T al msero burgoCon su oca y su cabra,En jaspe lo labraTu oro taumaturgo.

  • 55

    Tu misericordiaSerfica, absorbeEn igual concordiaLos pueblos del orbe.

    Su cuo no cambiaTu libra esterlina,Ya sea en la ChinaO en la Senegambia.

    Cuando en tai alta empresaMi orgullo se esponje.Yo ser tu monjeSi t mi abadesa.

    Por eso ante el vulgoQue te hace ludibrioTu valor promulgoCon justo equilibrio.

    Con versos sonorosDeja, pues, que adonie,Tu cuarto bicorne.Tu cabal as de oros.

    Luna, ya es la una,Sopla tu candil.Esculida luna,Mi luna de abril.

    -->'

  • EL PESCADOE DE SIEENAS

    Con el corazn y la cabezaEn incompatible matrimonio,El buen pescador busca un testimonioA sus frustrados sueos, en su propia tristeza.Su potico desvaro,Dos aos ha que refrescaEn el desamparo azul del lago fro,El injusto fracaso de tal pesca.

    Es por la noche, cuando en xtasis de blancuraEl astro nocturno desciende macilentoComo un tmpano de luz por la honduraLquida del firmamento.

    A lo lejos canta un acueducto.En consonancia con sus penas,Y si bien el anzuelo nunca le d producto,Lo cierto es que ha visto las sirenas.

    Bogan muy cerca de la superficieBlancas y fofas como enormes hongos,O deformando en desconcertante molicieSus cuerpos como vagos odres oblongos.

    Surgen aqu y all, suavemente sensuales.Un sedeo vientre, un seno brusco,

  • 58

    Qu bien pronto disulvense en los hondos cristalesCon fosfrica putrefaccin de molusco.Otras nadan ms hondas,En lenta congelacin de camelias,Difluyendo con vagas sutilidades blondas,Cabelleras boreales de hipnticas Ofelias.Flotan en lo profundo como en una hamaca,Y la luna les pinta con su habitual ingenio,Bajo angustiosas rbitas de cara flaca,Azules prpados de proscenio.Alguna que pasaBajo un tembloroso suspiro de gasa,Con repentina ofertaEn breve copo su cendal anuda,Para quedarse temblando desnudaY al amoroso polen de la luna, entreabierta.Sin saberse de dnde,Brota una gigantesca llenando el lago.Pero, felizmente, luego se escondeEntre lactescencias de un palo vago.Colm la esmeralda umbraDe las nocturnas aguas, su anca gorda, Cmo el lago no desbordaCon tan enormes damas de la mitologa !En cambio hay ms de una.Cuya desnudez, en voltil anemia.No es ms que un poco de lunaEn la curva de un cristal de Bohemia.Y otras son finasComo porcelanas art nouveau para regalo

    ;

    Con un tembloroso haloQue bien pronto las funde en linfas opalinas.

    Aunque cada noche hermosaLas ve nadar en el agua lenta.Con el alma sedientaComo una arena amorosa,El buen pescador tiene ideas bien grises.En cuanto

  • -.-

    .'.-i^

    59

    A su proyecto tan prximo al desencanto

    ;

    Y como ha seguido el mtodo de Ulises,Nunca pudo oir el hechicero canto.

    A veces bien quisiera ser su muloY deleitarse con las anfibias sopranos, Pero el terror de los antiguos arcanosLe paraliza en un mutismo trmulo.

    En tanto, por qu extraa carambola,A pesar de tanto desvelo,El constante anzueloNo ha podido pescar una sola ?En vano lo pregunta al seto,A la espuma, las ondas tersas(Como es de estilo) nunca sabr que su secretoEst oh, lector ! en las nubes diversas.

    Le bastara mirar el firmamento...S, pero incurre en la pertinaciaDe no mirarlo. Esta es la gracia.Y tambin la razn de su descontento.La bola de la luna, en acto tan sencillo,Fuera su deplorable enojoComo pedrada en ojoDe boticario... Abominable chascarrilloQue le causa grima y sonrojo

    !

    Las nubes se reflejan en el agua;Es as que hay nubes sobre ese estanque ; luego...Sin duda que de tal modo se fraguaUn argumento enteramente griego

    ;

    Mas, oh lector, concntrate en ti mismo'Y juzga de esas penas con tu alma fuerte:Si fuesen capaces del silogismoHabra all un pescador de tal suerte?...

    Lo malo es que una noche de ideas ms perplejas,Se destapa de pronto las orejas.

  • 'fS^^^J^W^-W^W^

    - 60

    Oye, naturalmente, el canto maldito,Arrjasehomridaal agua sinfnica,Y como dir la crnica.Pone fin sus das sin dejar nada escrito

    Por ello, al influjo de tan triste fortuna,Un llanto sublime sus mejillas tala.Y su lnguido suspiro se adunaAl simtrico rizo que resbalaSobre el lago temblado suavemente de luna,Como un piano de cola por una leve escala.

  • If!'^^ V^ jf5 (J^j^ ' ^ .--^

    TABUEETE PAKA MASCABAS

    DE LA MUSA AL ACADMICOSeor Arcadio, hoy es la fiesta,Es la fiesta del Carnaval.Estalla al sol como una orquestaToda su chachara jovial. .

    Lindos estn el mar y el cielo

    ;

    ^

    Fermentan stira y tonel

    ;

    La mosca azul detiene el vuelo1* n tu saliva de hidromiel.

    Traza mi castauela intrusaUn loco vals sobre el tapiz,Y mi ligero pie de musaUn arco bajo tu nariz.

    Mi vino es plido y valienteComo un hroe, y est tambin.El flaco pollo decadenteFrito en mi mgica sartn.

    Mi sartn, reina de las oUas,Porque es la luna

    gran perol

    Donde fro como cebollasCrneos sabios en luz de sol.

    Vn, que en la danza, las parejas.Te darn sitio principal,Porque tus plcidas orejasSon la mitra internacional.

    :^"

  • 62

    AL JOROBADO

    Sabio jorobado, pide la taberna,Comadre del diablo, su teta de loba.El vino te enciende como una linternaY en turris ebrnea trueca tu joroba,Porque de nodriza tuviste una lobaComo los gemelos de Roma la Eterna.

    Sabio jorobado, tu plida muecaTiene xidos de odio como los puales,Y los dados sueltos de tu risa secaCon los cascabeles disuenan rivalesi.Tu risa amenaza como los puales,Como un moribundo se tuerce tu mueca.

    Sabio jorobado, la plida estrellaQue t enamorabas desde una comisa,,Como blanca novia, como astral doncella.Del balcn del cielo cuelga su camisa.Un gato me ha dicho desde la comisa,Sabio jorobado, que duermes con ella.

    Demanda la luna tu disfraz de bodaY en ntimo lance finge Pulcinela.Pulula en el ro tanta lentejuelaPara esos brocatos la ltima moda,Que en su fondo debes celebrar t bodaTal como un lunlogo dandy la alta escuela.

  • 68

    PLEGARIA DE CARNAVAL

    Oh luna que diriges como sportwoman sabiaPor zodiacos y eclpticas tu lindo cabriol

    :

    Bajo la ardiente seda de tu cielo de Arabia,Oh luna, buena luna, quin fuera tu Josu

    !

    Sin cesar encantara tu blancura mi tiendaCon desnudez tan noble que la agraviara el tul

    ;

    O extasiado en un plido antao de leyenda.Tu integridad de novia perpetuara el azul.

    Luna de los ensueos, sobre la tarde lilaTu oro viejo difunde morosa enfermedad.Cuando en un solitario confn de mar tranquila,Sondeas como lgubre garza la eternidad.

    En tu mstica nieve baa sus pies Mara,Tu disco reproduce la mueca de Arlequn,Crimen y amor componen la hez de tu poesaEmbriagadora y plida como el vino del Rhin.

    Y toda esta alta fama con que elogiando vengoTu faz sietemesina de beb en alcohol,Los siglos te la cuentan como ilustre abolengo, %Porque t eres, oh luna, la mscara del sol.

  • "^Kf?''' ""i- ,''1 ';'

    ^''"'^w'^'Wfm^'^^^'^W^

    ^ 64

    A LAS MASCARAS

    Mscara rosa crema;,De una ilusin en pos,Que frustra una supremaGota de ltimo adis.

    Mscara en verde rojo>Losanges de Arlequn,En que muequea un cojoCon aflictivo espln.

    Mscara negra, en pilagoDe furtivo crespn,Cual tangente m.urcilagoDe un biombo del Japn.

    Angelicales tulesEn capota ideal.Mascaritas azulesDe alma sentimental.

    Mscaras blancas, nicasJoyas del domin.Bajo lunares tnicasO chaponas Watteau.

  • ':W^si^:

    65

    II

    Mimos de terciopelo,Burlas del antifaz,Labios de carameloMedianamente audaz.

    Pobres Pierrots sin luna.Que en ertico albur.Desdean la fortunaPapando un bol de azur.

    Colombinas en crisisBajo turbio farol,Asoleando sus tisisCon barato arrebol.

    Beso que en ftil salsaCondimenta el desliz.Precio de perla falsaPor una hora feliz.

    Crencha rubia castaaQue malmuerde el carey,Nucas gusto champaa,Senos al nexv-rnown-hay.

    Divergentes oboesSin sombra de comps

    ;

    Bizarros cacatoesBajo cosmos de gas.

    Corazones galantes.Que en comedia de amorPierden (agtese antesDe usarse) su candor.

    Lunario.

    5

  • ? ^.'' -. rj^'

    66

    Amistad espontneaQue anticipa en el tLa tierna miscelneaDe besos y ambig...

    III

    Casi etreo en su tabesAmoris causa, un fiel,Cata finos jarabesA la luna de miel.

    Berrea una comparsaSu epilepsia comn,En primitiva farsaDe cafres de betn.

    Ante su copa glauca,Soando el soador.Con triste faz embaucaSus ensueos de amor.

    Y haciendo al dulce fraude,Prenda de intimidad,La vieja luna aplaudeDesde la eternidad...

  • 67

    LA ULTIMA CARETA

    La miseria se re. Con srdida chuleta,Su perro lazarillo le regala un festn.En sus funambulescos) calzones va un poeta,Y en su casaca el hurfano que tiene por Delfn.

    El hambre es su pandero, la luna su pesetaY el tango vagabundo su padre nuestro. CrinD len, la corona. Su baldada escopetaDe lansquenete impvido suda un fogoso holln.

    Va en domin de harapos, zumba su copla irnica.Por antifaz le presta su lienzo la Vernica.Su cuerpo, de llagado, parece un huerto en flor.

    Y bajo la ignominia de tan siniestra cascara,Cristo ensea la noche su formidable mscaraDe cabellos terribles, de sangre y de pavor.

  • '*>Mii^:'^:-^"i'!r-"

    QUIMBEA LUNAE

    Apaciguando el gran roCon una gracia enfermiza,La luna espiritualizaUn crepsculo de esto.

    Desde el profundo divnGusta uno su dulce opio,Y se despide algo propioEn las velas que se van.

    Aquel cuarto de pensinDa un paisaje de suburbio,Que va ponindose turbioA la par del corazn.

    La fantasa detallaEn el ramaje ms tosco,Leves caprichos de kioscoBajo un cielo de pantalla.

    Y en la irresoluta luz,Bellos crisantemos dobles.Mecen blanduras de noblesAbanicos de avestruz

    ;

  • Sj .r'-.!'^!-.

    70

    Ocurrencia baladQue concibo, grave y tierno,Hojeando un viejo cuadernoDe modas, perdido all...

    una tristeza olvidadaLlena el personal recintoCon el afecto distintoDe una hermana ya casada.

    Dolorosamente pura,El alma, de tal manera,Se reduce en su quimeraComo una fuente en su hondura.

    Y ante ese ilusorio abismo.Con inclementes resabios.La clausura de los labiosSe amarga de fatalismo.

    En el rincn inmediatoDonde el bufete se esquiva.La sombra meditativaTiene un silencio de gato.

    Llega un lejano compsDe polka ; en el confidenteFlorece excesivamenteTodo un jardn de lamjjs.

    En el cristal que atormentaSu herldica contorsin,Moldea un ureo dragnMi copa ms violenta.

    Abajo, el ama legislaSu honor de sartn y escoba,Mientras defiende mi alcobaSu soledad, como una isla.

  • 71

    Hay tertulia ; su rumorComenta el lujo medianoDe la sala ; en el pianoRecita la hija menor.

    Mima su pequeo modoY cecea su falaciaVersos de amor, con la graciaDe fingir que ignora todo.

    Muere la tarde estival,Y entre sus dulces fatigas,La charla de las amigasLlega cortada y trivial.

    Concbese su semblanza,Trazando bajo las gorrasCon remilgos de cotorrasReglas de buena crianza.

    -'O'-

    Entre raudos delantales,Sobre la mesa ya puesta,Anticipar la fiestaSus brindis en los cristales.

    Y en tantoqu placidez

    En mi aislamiento profundo !No hay quietud en este mundoMs dulce que ella tal vez.

    En el tiempo transcurridoSilencia cada iiora muertaSu lapso, como una puertaQue se ha cerrado sin ruido.

    Tendiendo sus graves paos,La sombra apaga el reflejoDe un melanclico espejoPalidecido de antaos.

  • ~ 72

    Y en las joyas cristalinasDel lavabo, un j)omo extico,Promete sutil narcticoDe ponzoas florentinas.

    Con un leve roce obscuroDe sensacin indolente,Pasa el sueo por la frenteComo un gato sobre un muro.

    Entonces brotando inciertasEn suave resurreccin,A la muda habitacinLlegan las ternuras muertas.

    Criaturas del azulQue envuelve un frgil misterio.Tailleur, Luis XV, Imperio...Primores de encaje y tul.

    Dulcifican ms la calmaSus at)nitas pupilasQue son las gotas tranquilasEn que les desborda el alma.

    Y sus besos de pasin,Tanto corazn revelan,Que sus labios se modelanEn forma de corazn.

    Tiembla el alma en sus regazosComo un niito maltrechoQue defiende mal su pechoCruzando sobre l los brazos.

    Entre todas hay algunaTan leve, que es casi nada.Enteram.ente flotada

    En ondas de gasa y luna.

  • -'N-'*i!*'-"A'

    no< o

    En lo irreal de su tezTiene su hermosura hermticaComo una noche poticaPor luna su palidez.

    Y percibo que quizsMe revela su presenciaUn amor de adolescenciaQue no defin jams.

    Pero am acaso ? Fui yoAquel mismo?... Cunto dieraPor averiguar siquieraSi alguna vez existi.

    Con dolorosa venturaEl corazn, ella unido,Sangra como un fruto hei'idoQue aumenta as su dulzura.

    Tomndolo menos graveEn aquel absurdo amor,El suspiro es al dolorLo que el vuelo para el ave.

    Ah, quimeras del azulEn vuestro frgil misterio

    !

    Tailleur, Luis XV, Imperio...Primores de encaje y tul.

    As brota un idealEn los internos jardines,De hojear viejos figurinesUna tarde pasional.

  • .^:

  • ^-.T 1..' '^'

    DIVAGACIN LUNAB

    Si tengo la fortunaDe que con tu alma mi dolor se integre,Te dir entre melanclico y alegreLas singulares cosas de la luna.

    Mientras el menguante exiguo cuyo noble encanto ayer amaste,Aumenta su desgasteDe sequn antiguo

    ;

    Quiero mezclar tu champaa,Como un buen astrnomo terico,Su luz, en sensacin extraaDe jarabe hidroclrico.Y cuando te enveneneLa plida mixtura,Como cualquier romntica Eloisa Irene,Tu espritu de amable criaturaBuscar una secreta higieneEn la pureza de mi desventura.

    Amarilla y flacucha,La luna cruza el azul pleno,Como una truchaPor un estanque sereno.Y su luz ligera,

  • ii^'l^.r ' " > ',

    r-.:^v-

    '->''

    76

    Indefiniendo asaz tristes arcanos,Pone una mortuoria translucidez de ceraEn la gemela nieve de tus manos.

    Cuando aun no estaba la luna, y afueraComo un cor/izn potico y sombroPalpitaba el cielo de primavera.La noche, sin ti, no eraMs que un obscuro fro.Perdida toda forma, entre tantaObscuridad, eras slo un aroma

    ;

    Y el arrullo amoroso pona en tu gargantaUna ronca dulzura de paloma.En una puerilidad de tactos quedos.La mirada perdida en una estrella.Me extravi en el roce de tus dedos.Tu virtud fulminaba como una centella...Mas, el conjuro de los ruegos vanosTe llev al lance dulcemente inicuo,Y el coraje se te fu por las manosComo un poco de agua por un mrmol oblicuo.

    La luna fraternal, con su secretaIntimidad de encanto femenino,Al definirte hermosa te ha vuelto coqueta.Sutiliza tus maneras un complicado tino

    ;

    En la lunar presencia.No hay ya sculo que el labio al labio suelde

    ;

    Y slo tu seno de audaz incipiencia,Con generosidad rebeldeContina el ritmo de la dulce violencia.

    Entre un recuerdo de SuizaY la ancdota de un oportuno primo.Tu crueldad virginal se sutiliza

    ;

    Y con sumisin postizaTe acurrucas en prfido mim.o.Como un gato que se hace una bolaEn la cabal redondez de su cola.

  • 77

    Es tu ilusin supremaDe joven soadora,Ser la joven moraDe un antiguo poema.La joven cautiva que lloraLlena de luna, de amor y de sistema.

    La luna enemigaQue te su|iiere tanta mala cosa,Y de mi brazo cordial te desliga,Pone un detalle trgico en tu intrigaDe pequeo mamfero rosa.Mas al amoroso reclamoDe la tentacin, en tu jardn alerta,Tu grcil juventud despiertaGolosa de caricia y de Yoteamo.En el albaricoqueUn tanto marchito de tu mejilla,Fone el amor un leve toqueDe carmn, como una lucecilla.Lucecilla que medias con la lunaTu rostro excava en escultura inerte,"1 con sugestin oportunaBe pronto nos advierteNo s qu prximo estrago,Como el rizo anacrnico de un lagoAnuncia veces el soplo de la muerte.

  • "i :a?.'-

    -

    .?".--' 'Jf'Tjfi^-ifm

  • EL PIEEEOTILLO

    Hecho un primorDe harina y miel,Re la infielLuna, su amor.

    Para muequearA la infeliz,Fija el pulgarEn la nariz.

    Alto un taln.Se da el tahrUn pescoznQue dice ahur!

    Un puntapiLe manda all

    Y seVa...

  • \ ..,-.ir.jf-.j,iE5

  • -'^^%-

    NOCTUK^'O

    En la riberaDe la laguna,Sale la lunaDe primavera.

    Derrama su ortoSutil topacioPor el espacioTibio y absorto.

    Un vago cirroDe medio luto,Le da un astutoCeo de esbirro.

    Blancor de poloSu disco amparaComo una caraQue ardi el vitriolo.

    En los jironesDe la tinieblaTraza y amueblaLargos salones

    ;

    Lunario,

    6

  • -If"-I.-^fi

    82

    Donde con yerrosDe vano alarde,Hasta muy tardeLadran los perros.

    II

    En dulce anemia,Luna de idilio,Dame el auxilioDe tu academia.

    All principiaTu obra marmrea,Una hiperbreaEstereotipia.

    All se yermaLa frgil FilisTrocando en bilisTu luz enferma...

    Una zamponaDe llanto asiduoGime el residuoDe tu ponzoa.

    Y en dulce oprobioToman por deudaTu torta leudaCloe y su novio.

    III

    Para que ingenieMi arte su forma.Virtud y normaDa tu progenie.

  • 'Mi

    83

    En fiel deliquio,Tu dulce vate,Trama el debateDe un hemistiquio.

    De un fauno gozasLa antigua infamia.En poligamiaCon locas mozas.

    Plan insensatoDe hacerte suya.En su aleluyaTe gime el gato.

    A tu virgneoRostro druida.Clava un suicidaSu ojo sanguneo.

    Y ante un borrachoQue tu amor purga,Te da la murgaSu mamarracho.

    IV

    Tu albo circuitoDe disco griego.Es reloj ciegoDel infinito.

    Un solitarioDe tu prosapia.Desde una tapiaSigue ese horario.

  • iEWP^

    84

    Sagaz cual lineo,Su insomnio esperaQue por tu esferaPasen las quince.

    T porque, lerda,Frustras su arrobo.Le llama boboLa gente cuerda.

    En un compendioDe fe sincera,Yo compartieraSu vilipendio.

    Y en el garifoTic de su cara.Le descifraraTu logogrifo.

  • CANTINELA A PIEEEOT

    Sobre tu grcil facha,Como afable nodriza,La luna pulverizaSu azcar remolacha.

    La luna en cuyo lapsoPor Europa y Amrica,Cobra una luz histricaTu espritu relapso.

    La platitud plebeya,Con imbcil apodo,Clasifica el gran modoDe tu prosopopeya

    ;

    Pero tus pies, la fajaDel arco-iris es trocha,Y la luna es tu brochaY el viento tu navaa.

  • -v-^tk:-'

    86

    Por esto con la luna,Tu faz rapada y tsica,Un problema de fsicaRecreativa, aduna

    ;

    Cual si armara tu flacoDesgaire de palote.Su disco mondo el boteQue junta al mingo el taco.

    Fundiendo en azabacheLa fuente y el arbusto.La luna te da un sustoCon cada cachivache

    ;

    Y como va tan altaPor su rbita sin tregua,Pierde la ltima leguaY la cita te falta.

    Contemplas desde abajoSu absurdo derroteroComo mal campaneroQue no alcanza el badajo.

    Codicias su dulzura,Mas tu frgil rapia.Como el zorro en la viaJams la ve madura.

  • * 87

    Cuando nadie la espera,Con caprichosa etapa,Cae sobre la tapaDe alguna cafetera.

    Mientras tu amor se arroba,Colombina, ms apta,Parece que la captaSi cierra bien la alcoba.

    Y no bien en la jambaGira la puerta al rape,Sei fuga en mudo escapeJunto con su caramba !

    Sobre el nocturno y anchoPilago en que se abisma,Tu pertinaz sofismaLe arrojas como un gancho.

    Burlando tu desveloCon mprobo contraste,Su fluidez da al trasteCon tu paciente anzuelo

    ;

    Que cuando al fin se ancla.Creyendo darle alcance,En clsico percancePesca una vieja chancla.

  • c-?a?-^^^*^"^>'>tg

    SS

    Que sean, pues, tus bodasj

    Esculida cuaresma, s escrbele una resma

    |

    De epitalamios y odas.

    Quiz el lrico embusteCon que la llamas linda, tus amores rindaDoncella de tal fuste.

    No hay dama quien no abismeCual domstica hidra,La agri-risuea sidraDel amoroso chisme.

    Y para que su hermticoMal, tus horas no acerbe,Pon en tu rostro imbei'beSu lvido cosmtico.

    Mas, si con befas zurdasTe engaa la intemperie.Prolongando la serieDe tus horas absurdas

    ;

    Con amor que concibeLa dulzura y la afrenta.Esprala sedientaY atrpala en tu aljibe

  • '#-'-, i'-i

    ODELETA A COLOMBINA

    tu punzante sornaDe aventurera avispa,La luna en loca chispaDe tus ojos, se toma.

    Tu gracia superfinaDa un insinuante tufoAl cefirillo bufoQue infla tu crinolina.

    Arlequn mequetrefe,Con mano afable y luenga,Te subraya su arengaFinchado como un jefe.

    Pierrot borracho y sucioDe vino y de berrinche,Ante el feliz compincheSe araa el occipucio.

  • 1 90

    Esbozan sus afanesMmicas morondangasQue amplan en sus mangasAlados ademanes.

    Su pantomima es quejaQue en necio mixtifori,Gime, y te. llama CloriPlagiando una oda vieja.

    El lgubre jengibreDe su embriaguez acerbaPone en su muda verbaLoas de gran calibre.

    Como hermana de Euterpe,Por musa te idolatra

    ;

    O te suea CleopatraPara tornarse sierpe.

    Y su amor, poco duchoDel potico ripio,Se arde desde el principioCon su ltimo cartucho.

    En tirnica sedeFrustra su ojo lascivoTu escarpn evasivoProvocndole adrede.

  • :^y^.--sfm::;--. 'rW'^-l" ^-iX,^'-'

    91

    en huracn de cintas,Sbitamente loca,Con tu pintada bocaLos pmulos le pintas

    ;

    Bien que en el mismo elogioDe ese fugaz almagre,l percibe el vinagreDe su martirologio.

    Mas ya en celosa angurriaTraba Arlequn los ojos,Y lricos enojosTe rasca en su bandurria.

    Y el gran Polichinela,Rojo como una antorcha, tu salud descorchaSu frasco de mistela.

    Como un hechizo correSu ertico menjurjeY su joroba surgeBella como una torre.

    Que asindote su cuelloCon audacias modernas.Le oprimes con tus piernasComo un feliz camello.

  • ; tVfii^-i-?y"',^

    92

    Cuando el licor te raspeLa lengua, tu caprichoLa luna alzar un nichoCon su plido jaspe

    ;

    Y en amoroso indultoQuerrs (in vino veritns)Que con gracias pretritasPierrot te rinda culto.

    Pero tu amor, en tanto,Polichinela inculcaPavores de trifulcaCon celoso quebranto.

    Sospechando de befaLa esclavitud que le unce,El entrecejo frunceCual lbrega cenefa

    ;

    Y Arlequn, con remedosDe militar sanete,Para un lance floreteSe ensortija los dedos.

    Los dos gruen tan/ malos,Que quiz en el dest^ezo,Tu mudo y blanco mozo

    \

    Lleva tras cuernos palo/'

  • 9o

    Mas tu ira les espetaSu mortfera pullaEn el grito de grullaQue fragua Ui cometa

    ;

    Y acabando la intrigaCon amoroso ahinco,Te escapas en un brincoQue hace brillar tu liga.

    Para un dulce misterioDe aventura espaola,De capa, estoque y violaPierrot te aguarda en serio.

    Mientras fiel al destinoTe suspiraba en vela,Troc la luna en muelaDel clsico molino.

    La noche fu la tolva,Las estrellas el granoCon cuya harina, ufanoDe su invencin, se empolva.

    Con su molino espiireo.La luna, en noble hallazgo,Os prepara el hartazgoDe un almuerzo epicreo.

  • ^i-.^>:>w

    94

    Cuando la roa el cuartoMenguante, en otro esfuerzoVariaris ese almuerzoCon un nuevo reparto.

    En la sombra infinitaDonde su luz se exting^ae,La luna echar un pringueVivaz, de carpa frita

    ;

    Y amagar la hartura,Cuando en tomo esa carpa,Trinando como un arpaPulule la fritura.

    Slo la luna nuevaFinge tus ambicionesLas gratas tentacionesQue ama toda hija de Eva.

    Mientras el novilunioLa cierra como una ostraTu pobre amante arrostraDurmiendo, su infortunio.

    A los deberes sorda.Ostenta con astucia,Tu petulante argucia,Tu pantorrilla gorda.

  • 95

    Y mientras Pierrot yaceComo un blancuzco esprrago,Dile en risueo frragoSu reqvdescat in pace.

    Vibren tus lentejuelas,Vuelen tus escarpines,En busca de ArlequinesY de Polichinelas.

    Vuelve correr la tuna,Djate hacer la corte,Y pon tu consorteLos cuernos... de la luna

  • ! t^^ \

  • LOS FUEGOS AKTIFICIALES

    En las tinieblas que forman como un atrioA esplendores futuros, goza la muchedumbreLas ltimas horas de su da patrio

    ;

    Esperando que el cohete de costumbreCon su tangente flechaDe iniciacin, alumbreEl anual homenaje de la Fecha.

    Bajo el rumor confuso,

    De la germinante batahola,Se desgaita pisado en la cola,Con ayes de mujer un can intruso. dos comadres con el Jess en la boca,Una bicicleta pifia graznidos de oca

    ;

    Y en gambetas chabacanasPrecipita su fulminante poleaPor la plaza que hormigueaDe multitud, como un cubo de ranas.

    Sonando por las esquinas,Organillos de triste catadura.Sugieren el pesar de una fractura

    ,

    De estalactitas cristalinas.Y en la luna de Otoo que se hunde con sus penas,Tras un pavor de lejana atlntica.Desfallece una romnticaPalidez de Maras Magdalenas.Lunario.

    7

    /

  • 98

    Entre mgicos bastidoresQue cobija un obscuro sosiego,Se indefine sin rumoresLa an estril selva de fuego,Cuya sombra cual mgico talegoSe abrir en millonarios tesoros de colores

    Primero, despertando arrobosDe paganismo atvico, en cursivas alertas.Es la pura majestad de los globosSobre la O vocativa de las bocas abiertasY tras un sobresalto de caonazoQue corta charlas y alientos,La bomba sube con tremendo desembarazo horadar firmamentos.

    Evocando pirotcnicas Gomorras,Rfagas de silbidos sancionan la proeza.Abandonan ms de una cabezaLa cordura y las gorras.El mpetu bellacoEncanalla acritudes de tabaco

    ;

    Y casi musical como un solfeo,Chillan aspavientos de jvenes criadas,Dichosamente frotadas

    J*or aquel enorme escarceo.Con su reproche ms acre,Una viejaSe quejaDesde el fondo de su fiacre

    ;

    Cuando mitad del estril soponcio.Surge una culebra de mltiples dardos.Crepitada en ascuas de estroncioSobre tres catstrofes de petardos.Y el delirio de fuego y de oroEstalla en qumica hoguera.Cuya cimeraExaltada meteoro,Es ya desaforada bandera

  • 99

    Que agita un bello comodoro,Chispeando un rub por cada poroY con un lampo azul por charretera.Coloreados humos de combates navales,Evocando la patria guerreraY los od, mortales.

    Con plenitud silenciosaEl cielo obscuro germina centellas

    ;

    Y entre racimos de estrellasSe encanta una noche rosa.

    Y aquellasPlidas luces,En divergente ramaje de cedro,Van incendiar los sordos arcabucesDe un magnfico dodecaedro.El artificio se entiendeEn una transformacin de duende,Que hecho luz bermejaBaila su fandango.Mientras con juego malabar, manejaDiez cuchillos por el mango.Hasta que en trombaDe esplendor admirable,

    Le revienta en el vientre una bomba,Y colgado de un cable,Queda mecindose como un crustceoViolceo...La noche sobre el mundo nuevamente se abateCon sus clidas sombras y su olor de combate ;Y el esquife de humo que entre dos astros surte,Va encallar en la luna como en lejano lurteQue al ras de las aguas tiembla.Con un polar reflejo de Oreada Nueva Zembla.Cuando con su ascua ms brava,Una tripa de plvora que est escupiendo lava,Sobre el bastidor pueril y magro.

  • 100

    Revienta, en mai'avilla imprevista,Un inmenso girasol de milagroDeshacindose en polen de amatista

    ;

    Y con su doble brillo,Aquel meteoro impresionistaDe lila sobre amarillo,Deflagra nuevamente caudales de conquista.

    ^

    Al despedirlo el eje,Su estela es reguero de escudosQue proyecta en los cielos mudosEl perfil anormal de un templo hereje.Y con las lluvias luminosasDe su ascensin sonora y garifa.Sugiere fantasas de califaEstalladas en piedras preciosas.

    Tras los cipresesCorrectos como alfiles.

    En serficos ailesLa girndula exalta grrulos intereses.Su centro que es un cohete redondo,Entre el volcn de fuego charro.Deflagra como un cigarroPavesas de fuego blondo.Y esa gloriaGiratoria,Derrochada en vivos cromos.Parece una noriaQue grrulos gnomos,Fuesen vertiendo en inmensas dosisDe apoteosis.

    Y de pronto.En torbellino de urea polvareda.Estalla la vertiginosa ruedaQue hace babear los xtasis del tonto

    ;

    Trocando absurdamente su destinoEn el sautor regular de un molino.

  • 101

    La majestad bilateral del aspa,Desmenuza bajo el denso toldoDe la noche, una incandescente caspaQue es detritus de sol hecho rescoldo.Y todo acaba all, si no arremeteLa azogada fugacidad del cohete,Cuya cinta bizarra travs de la noche se deslizaComo una raya de tizaSobre una pizarra.Su silbo se aguzaCon chillido de lechuza

    ;

    Y tras de brusco azoramiento,En mansa catarata,El negro firmamentoSe pone llover plata.

    Ensueo de belleza,Que en ese anacrnico instante de aurora"Como fatuo vino te vas la cabeza rNo olvides que la luna lloraEn la acutica lejana.La luna, consultoraDe la melancola, quien el alma imploraCon suave letana

    :

    Virgo clarissima, Virgo mater

    En tanto que ultrajan su poesaAquellos patriticos fuegos de crter.

    Y mientras la pobre luna cuyo martirioEntre el agua y el fuego,Implora con la sugestin de un ruego,Vuelve la noche arder con un delirioQue exaltara los ms nobles crneosContemporneos.

    Al incendiario brilloDe un astro fugaz anulado en estruendos,

  • 102

    Combina sus carbunclos estupendosLa fantasa final del Castillo.Una luz de lunaEn fusin, llena su mbito de pagoda,Que mezcla con rara fortunaLa botnica china y el rococ la moda. Oh, maestro, qxie hiciste tal maravillaCon un poco de mixto, de noche y de mal gusto

    :

    Deja que te aclame con un alma sencilla,Con un alma de tribu que adora un fuego augusto

    !

    Buen diablo entre tu flora de arsnico y de azufre,Qu armona de espritu y materia

    Tienen para el que sufreTus bazares de cosmos, tu astronmica feria ! Y con qu formidable caricaturaTu polcroma incandescencia.Destaca la concurrenciaEn un poema de humanidad futura !

    Bajo el iris de un prisma de garrafa.Mi musical vecina.Hacia su mam se inclinaCon alelado estupor de jirafa.Su oreja se pierdeEn un matriz de herrumbre verde

    ;

    Y una llama locaDel candente aparato,Con lgubre sulfatoLe amorata la boca.

    su lado el esposo, con dicha completa.Se asa en tornasol, como una chuleta

    ;

    Y el beb que finga sietemesino chiche.No es ya ms que un macabro fetiche.La nodriza, una flaca escocesa,Va enteramente issceles junto la suegra obesa.Que afronta su papel de salamandraCon una gruesaInflacin de escafandra,

  • $!-. HK'-*
  • ' "'. *"' ^ '- -^' - '

    .,% ^ -"tT "-y- ?

  • -'#-r-,lf^'^.:

    iftf/

    LUNOFILIA

    En la tarde suave y clida,Desde el divn carmes,Alzas fielmente hasta mTus lentos ojos de plida.

    Con la espectral ilusinDe la hora que te importuna,Un vago pavor de lunaTe acerca mi corazn.

    Por el cielo angelicalSe ahonda en mstico ascensoLa soledad de un inmensoPlenilunio inmaterial

    ;

    Que encantando los jardinesViene casi lastimero.Delirado en un ligeroFrenes de violines.

  • 106

    En escena baladTe infunde su poesaTan dulce melancola,Que quieres morir as.

    Con el mimo de estar tristeBuscas mi arrallo ms blando,Y te sorprendes llorandoLgrimas que no sentiste.

    Pides, tan sola en la vida,Diminutivos de infancia,Y tu tmida constanciaQuiere ser compadecida:

    Con alteracin ardiente.En tu insaciable intersDe preguntarme quin esTu... (1) eternamente;

    Quisieras huir conmigoHacia un pas de quimera,Donde no se conocieraLa voz del mundo enemigo.

    Algo eleva nuestro ser,Y la calma de la luna.Nos embarca como unaBlanea nave... no volver.

    (1) Aqu el lector debe poner el nombre amado.

  • ABUELA JULIETA

    Cada vez ms hundido en su misantropa,Emilio no conservaba ya ms que una amistad :la de su ta la seora Olivia, vieja solterona co-mo l, aunque veinte aos mayor. Emilio tenaya cincuenta aos, lo cual quiere decir que laseora Olivia frisaba en los setenta. Ricos am-bos, y un poco tmidos, no eran stas las dosnicas condiciones que los asemejaban. Pare-canse tambin por sus gustos aristocrticos,por su amor los libros de buena literatura y deviajes, por su concepto despreciativo del mundo,que era casi egosta, por su melancola, mu-tuamente oculta, sin que se supiese bien larazn, en la trivialidad chispeante de las conver-saciones. Los martes y los jueves eran das deajedrez en casa de la seora Olivia, y Emilioconcurra asiduamente, desde haca diez aos, esa tertulia familiar que nunca tuvo partci-pes ni variantes. No era extrao que el sobrinocomiese con la ta los domingos, y por esta ylas anteriores causas, desarrollse entre ellos

  • p-'ilf.''^

    108

    una dulce amistad, ligeramente velada de ir-nica tristeza, que no exclua el respeto un tantoceremonioso de l, ni la afabilidad un poco re-gaona de ella. Ambos hacan sin esfuerzo supapel de parientes en el grado y con los modosque cada cual correspondan. Aunque habansereferido todo cuanto les era de mutuo inters,conservaban, como gentes bien educadas, el se-creto de su tristeza. Por lo dems, ya se sabeque todos los solterones son un poco tristes

    ; yesto era lo que se decan tambin para sus aden-tros, Emilio y la seora Olivia, cuando pensa-ban, con el inters que se presume, ella en lamisantropa de l, l en la melancola de ella.Los matrimonios de almas, mucho ms frecuen-tes de lo que se cree, no estn consumados mien-tras el secreto de amargura que hay en cadauno de los consortes espirituales, y que es comoquien dice el pudor de la tristeza, no se rinde alencanto confidencial de las intimidades. La se-ora Olivia y su sobrino encontrbanse en uncaso anlogo. Si aquella tristeza que se cono-can, pero cuyo verdadero fundamento ignora-ban, hubiraseles revelado, habran comproba-do con asombro que ya no tenin nada que de-cirse. La reservaban, sin embargo, por ese egos-mo de la amargura que es el rasgo caracters-tico de los superiores, y tambin porque les pro-porcionaba cierta inquietud, preciosa ante la per-fecta amenaza de hasto que estaba en el fondode sus das solitarios. Un poco de misterio impi-de la confianza, escollo brutal de las relaciones

  • 109

    en que no hay amor. As, por ms que se tratarade dos viejos, la seora Olivia era siempre ta,y Emilio se conservaba perpetuamente sobrino.

    Cuarenta aos atrsrecordaba la seora Oli-via,aquel muchacho sombramente precoz,cuyo desbocado talento, unido sordas melan-colas, hizo temer ms de una vez por su exis-tencia ; aquel hombrecito, hurao ya, como aho-ra, era su amigo. No tena esos risueos aban-donos de los nios en las rodillas del ser predi-lecto

    ;pero miraba con unos ojos tan tristes,

    su frente era tan alta y despejada, que le queray estimaba al mismo tiempo. No se dio cuentade los veinte aos que le llevaba ; considerlesu amigo, empezando comprender aquella di-ferencia slo cuando le vio regresar de Alema-nia, terminada ya su carrera, hecho todo un se-or ingeniero, que vino saludarla, muy res-petuoso, muy amable, pero demasiado sobrinopara que ella no asumiera inmediatamente susdeberes de ta.Las relaciones estrechronse despus, pero

    ya de otro modo. Ella, en su independencia or-^guUosa de solterona rica, acogi amablementeal joven cuya misantropa le pareci interesan-te

    ; y cuando tres aos despus ste se quedhurfano, encontr en la casa de la vieja dama, pesar de las etiquetas y los cumplimientos, elcalor de hogar, no muy vivo, que le faltaba.Por un acuerdo, inconfeso aunque no menos

    evidente, fueron cambiando, con los aos, suspasatiempos. Despus de las conversaciones, la

  • lio

    msica ; despus de la msica, el ajedrez. Y detal modo estaban compenetrados sus pensamien-tos y sus gustos, que cuando una noche de suscuarenta aos, Emilio encontr en el saloncitontimo el tablero del juego junto al cerrado pia-no, sin notar al parecer aquella clausura delinstrumento que indicaba el fin de toda unapoca, hizo sus reverencias de costumbre y jugdurante dos horas como si no hubiera hechootra cosa toda la vida. Ni siquiera pregunt laseora Olivia cmo saba que l le gustaba elajedrez. Verdad es que ella se habra encontradollena de perplejidad ante esa pregunta.La diferencia de edades haba concluido por

    desaparecer 'para aquellos dos seres. Ambos te-nan blancas las cabezas, y esto les bastaba. Talvez la misma diferencia de los sexos ya no exis-ta en ellos, sino como una razn de cortesa.La seora Olivia conservbase fresca, pues es-taba cubierta por una doble nieve : la virgini-dad y la vejez. Aun sonrea muy bien ; y paracolmo de gracia, apostataba de los anteojos. Supalabra era fluida y su cuerpo delgado. La vidano la aplastaba con su peso de aos redonda-mente vividos

    ;por el contrario, la abandonaba,

    y esto volvala translcida y ligera. No poda de-cirse, en realidad, que fuese vieja ; apenas ad-vertase sus canas.

    Emilio s estaba viejo, mas no pareca unabuelo. Careca de esa plcida majestad de losancianos satisfactoriamente reproducidos. Era

    un viejo caballero que poda ser novio an. Sus

  • 111

    cabellos blancos, su barba blanca, su talante unpoco estirado, mas lleno de varonil elegancia,sus trajes irreprochables, sus guantes, consti-tuan un ideal de correccin. Llevando un niode la mano, hubiranle tomado por un frescoviudo

    ;pretendiendo una seorita de veinticin-

    co aos, habran tenido que alabar su amablecordura.Su ta y l eran dos mrmoles perfectamente

    aseados. Por dentro, eran dos ingenuidades quedisimulaban con bien llevada altivez, candorestardos. La delicadeza de la anciana encubraun estupor infantil ; la frialdad del sobrino, ve-

    laba una desconfianza de adolescente.Adems, hablaban en trminos literarios, ha-

    can frases como las personas ilustradas y cortasde genio que no han gozado las intimidades delamor, ese gran valorizador de simplicidades.Tambin eran romnticos. Precisamente hacatres meses que Emilio regalara su ta un rui-seor importado mucho costo de Praga, por loscuidados del famoso pajarero Gotlieb Waneck,y en una legtima jaula de Guido Findeis deViena. Dos joches antes, el pjaro cant, y estafu la noticia con que la seora Olivia sorprendi su sobrino un martes por la noche, mientrasocupaban sus casillas las piezas del ajedrez. Emi-lio, galante como siempre, traa para el pjaroun alimento especial : la composicin de M. Du-quesne, de l'Eure, pues en punto crianza pre-fera los mtodos franceses.

    Aquel ruiseor fu un tema de que se asieron

  • 112

    ansiosamente, cansados ya por un ao de plti-cas sin asunto. Y del ruiseor... Shakespeare !En Verona, deca la seora Olivia, apren-

    d, precisamente, preferir la alondra; comoque, al fin mujer, haba de quedarme con la cen-tinela de Eomeo. Profsanle all una predileccinsingular, llamndola, familiarmente, la Cappe-llata.

    Pero este ruiseor, afirm Emilio, no esde los veroneses. Es la clsica Filomela, rui-seor alemn. El nico pjaro que compone,variando incesantemente su canto ; mientrasaquellos recitan estrofas hechas. Un verdaderocompatriota de Beethoven.Cunto tiempo hablaron?... Ea luna prima-

    veral que haba estado mirndolos desde el pa-tio, vealos ahora desde la calle. Y Emilio con-taba una cosa triste y suave como las flores se-cas de un pasado galardn. Recordaba ellacuando la tifoidea le postr en cama, siendo muynio an, de doce aos, crea? Ella fu su enfer-mera

    ,i se devel tanto por l ! . . . IMiraba toda-

    va sus ojeras, sus cabellos desgarbados por elinsomnio en ondas flavas de fragante opulencia.El saba por los dichos de los otros, de los gran-des, que era bella, aunque no se daba bien cuen-ta de lo que vena ser una mujer hermosa.Pero la quera mucho, eso s, como una herma-na que fuese al mismo tiempo una princesa. Suandar armonioso, su cintura, llenbanle, anteella, de turbado respeto. Ponase orgulloso deacompaarla, y por esto, siempre que iba su

  • lis-iado, estaba tan serio. Durante sus delirios febri-les, fu la nica persona que no viera defor-mada en contorsiones espeluznantes

    ; y cuandovino la convalecencia, una siestallevaba eUaun vestido cuadritos blancos y negros,el ni-o, repentinamente virilizado por la enferme-dad, comprendi que el amor de su ta le ocupa-ba el corazn con la obscura angustia de un mie-do. Fu una religin lo que sinti entonces porella durante dos aos de silencio, siempre con-tenidos por su pantaln corto y su boina dealumno, ridculos para el amor...

    Despus, el colegio, los viajes, el regreso y

    siempre esa extraa pasin poseyndole el alma !Se hizo misntropo. .

    .

    y cmo no ! Esterilizsu vida, gast el perfume de ese amor de nioconcentrado por la edad, intilmente, como ungrano de incienso quemado al azar en el braserode una chalequera dormida... Mas, para qula estaba l diciendo todo eso?...

    El silencio del saloncito s volvi angustioso.Con la mano apoyada en la mejilla, la ta y elsobrino, separados apenas por el tablero dondelas piezas inmviles eternizaban abortados pro-blemas, parecan dormir. All en el alma delhombre, en una obscuridad espantosamente uni-forme, derrumbbanse grandes montaas dehielo. Y la seora Olivia meditaba tambin.S, fu tal como l lo deca ; ella estaba en latrgica crisis maternal de los veintinueve aos ;aquel chiquillo la interesaba, pero ella descu-

    bri primero que ese inters era un amor desca-Lunario.S

  • ?.-:y ;i*^jTTr'"-s,-^ : pi'T**-

    -^ 114

    bellado, imposible, una tentacin quiz, unanoche deliraba mucho el pobrecito ; los mdicospresagiaban cosas siniestras con sus caras gra-ves. Se lloraba en la casa, sin ocultarlo ya. En-tonces sus desvelos de ta, sus sobresaltos devulgar ternura, reventaron en pedazos su des-abrida corteza. Loca, sin saber lo que haca,corri la pieza contigua, y all, desarraign-dosele el corazn en sollozos, se comi besos,locamente, el retrato del enfermo. Fu un re-lmpago, pero de aquel deslumbramiento novolvi jams.

    Y haca cuarenta aos de eso.

    Dios mo ! Cuarenta aos de amarle en secre-to, consagrndole su virginidad, como l le habaconsagrado tambin su alma.

    Qu delicada al-

    tivez surga de ese doble sacrificio, y qu dichano haberse muerto desconocindolo

    !

    Poco poco, un nebuloso desvaro gan laconciencia de la anciana. Los aos, las canas,el influjo de las conveniencias furonse desvane-ciendo. Ya no haba sino dos almas resumiendoen una sola actualidad de amor, el ayer y el ma-ana. Y la nia, intacta bajo la dulce nieve desu vejez incompleta, se desahog en un balbu-ceo :

    Emilio... yo tambin...El tuvo un estremecimiento casi impercepti-

    ble, que hizo palpitar, sin abrirlos, sus prpa-dos entornados. All adentro, en la negrura re-mota, las montaas de hielo continuaban de-rrumbndose. Y pas otra hora de silencio.aEmilio... Olivia... suspiraban los rumores

  • ::' 'Y.

    115

    indecisos de la noche. La luna iluminaba aque-lla migaja de tragedia en la impasibilidad de losastros eternos.

    Inmediato ellos, sobre el piano, un viejoShakespeare perpetuaba en menudas letras laspalabras celestes del drama inmortal. En lablancura luminosa de la noche, muy lejos, muylejos, disebanse inalcanzables Veronas. Y co-mo para completar la ilusin dolorosa que en-volva las dos viejas almas en un recuerdo deamores irremediablemente perdidos, el ruiseor,de pronto, se puso cantar.

    Espectral como un resucitado, Emilio aban-don bruscamente su silla. Y ya de pie, estreme-cidos por algo que era una especie de inefablehorror, la seora Olivia y l se contemplaron.Deba de ser muy tarde, y tal vez no fuese co-rrecto permanecer ms tiempo juntos...Era la primera vez que se les antojaba aquello.

    No advertan siquiera que fuese ridculo, puesdominbalos la emocin de su paraso compren-dido. Mas la luna, propicia por lo comn loshechizos, rompi esta vez el encanto. Uno desus rayos dio sobre la cabeza de la anciana, y enlos labios del hombre sonri, entonces, la muer-te. Blancos ! Si estaban blancos, como los su-yos, esos cabellos cuya opulencia fragante re-cordaba an travs de tanto tiempo ! Era Sha-kespeare el que tena la culpa.

    Quin lo creye-

    ra ! Tomar lo serio un amor que representabael formidable total de ciento veinte aos !

    El ruiseor cantaba... cantaba, sin duda, los

  • W 116

    lloros cristalinos de su ausencia, las endechasarmoniosas de su viudez.Una viva trisadura de cristal morda lenta-

    mente los dos viejos corazones. De pie, frente frente, no saban qu decirse ni cmo escapar alprestigio que los embargaba.Y fu ella la que tuvo valor por fin, la que asu-

    mi heroicamente esa situacin de tragedia ab-surda (porque, despus de todo, no saba que laluna le estaba dando en la cabeza). Como Emiliohiciera un movimiento para retirarse :Qudate

    ;ya tienen bastante con los cua-

    renta aos de vida que les hemos dado.Es probable que el destino estuviera incluido

    en ese plural.

    Bajo el bigote de Emilio se estir una sonrisaesculida como un cadver. El lenguaje litera-rio se le vino la boca, y con una melanclicairona que manifestaba todos los fracasos deldestino, hizo una parfrasis de Shakespeare :No, mi pobre ta, el roco nocturno hace

    dao los viejos. El ruiseor ha cantado ya, yel ruiseor es la alondra de la media noche...

  • LUNAS

  • UN TEOZO DE SELENOLOGIA

    Ante mi ventana, clara como un remansoDe firmamento, la luna repleta,Se puso con gorda majestad de ganso tiro de escopeta.No tena rifle,Ni nada que fuera ms menos propioPara la caza

    ;pero un mercachifle

    Habame vendido un telescopio.Bella ocasin, sin duda alguna,Para hacer un blanco en la luna.

    Preciso es que me equipeBien, murmur al sacar el chisme mostrenco

    ;

    Y requiriendo como un concejal flamenco,El gorro, la bata, las chinelas de tripe

    ;

    Dispseme un tanto ebrio de fantasa, gozar con secreto alborozoAquel bello trozoDe selenologa.

    Vi un suelo de tiza.En el cual recostbanse con lgubre trasunto,Tristes sombras de hortaliza las doce en punto.Pero eraImposible calcular la hora.La vida resulta desconcertadoraDe esta manera.

  • 120

    Todo se eternizaba en una luz de nitro,Con perspectiva paradojal de palco escnico;Haba rboles, pero eran de zinc y arsnico

    ;

    Y agua, ya se sabe, no queda un solo litro.

    (Con movimientoBlando,La luna iba girandoAnte el vidrio de aumento).

    Y de pronto, sobre geomtricas lomas,Aparecieron los primeros seresVivos : cinco palomasGrandes como mujeres.Crispbalas una ilgica neurastenia

    ;

    Sus miradas eran de personas;

    Despus hicieron una elegante venia...Se conoca que eran como primas donnas.Pero en la luna todo es mudo y sordo ;Y en la falta de gravedad excepcional,(De aqu la neurastenia que es all normal).Es como si uno se encontrara bordo.

    Despus vino una horizontal reginDonde no haba ms elevacin,Que sobre un suave arenalUn inmenso anciano ' de cristal.Como esos frascos de licor que sonUn Garibaldi un Napolen.Y aqul tena por coraznUn poco de arena glacial.

    Diseando intiles rutas,Durante dos horas pasaron soledades,Permanentes como verdadesAbsolutas.Entre costas atormentadasPor el ms anormal dibujo,Vi la Mar de las Crisis cuyo reujo

  • - 121 -

    Provoca las nuseas de las embarazadas.Es una especie de gelatinaTerriblemente elctrica por cierto.Despus pas otro desierto,

    ,

    Y despus una especie de ruina;

    Construccin de paradojaEn cuya comisa, con imprevista gracia,Lucan una bola verde y otra roja.Como globos de farmacia.Pero lo ms curioso,Es que aboliendo mis ms serias dudas,Surgieron junto un lago en reposoMuchas doncellas blancas y desnudas.Al fin vea figuras humanas

    !

    Aunque siendo hasta rubias por ms seas,Tuviesen no s qu anomalas arcanas.Dormitando en un pie como las cigeas.Not bastante hermosas sus caras,Y bien que la nieve lunar fuera mucha,Lucan, brillantes de lawn tennis y ducha.Como magnolias duras y claras.

    No s por qu original encanto.Pens que hablaran en estilo astronmico.Algn idioma como el esperanto.Equitativo, simple y econmico.

    Mas no bien hube pensado en ello.Cuando un inesperado destelloBorr vivamente el cuadro aquel.Digno tema de un docto pincel.Y tan suave como tierna.Te vi ti misma

    por qu ventana?...En tu banadera de porcelana.Como una Susana moderna.Ms linda, ciertamente, que la antigua Susana.

    Y como yo no era un viejo,i. Comprend que all no haba ningn engao,

  • 122

    Sino que la luna era tu espejo,Y que t no estabas en el bao,Sino desnuda en mi alma, como unaNoble magnolia en un claro de luna.

    As, en smiles sencillos,Destacbase en pleno azul de cielo,Tu cuerpo liso como un arroyueloSlo contrariado por dos guijarxiUos.

    Mas pesar de tan grata fortuna.Cierta inquietud me tena en jaque.Por haber visto en el almanaqueQue precisamente esa noche no haba luna.Hasta que t me diste la certezaAnte nuestro lavabo cojo y viejo.De que la luna era aquel pobre espejoConvertido en astro por tu belleza.

  • EL TALLEK DE LA LUNA

    Desde su alta tribuna,En artstico imperioDe blancura y de misterio,Trabaja la luna.

    Con vertical exacta,El lamo esbeltoParece el pilar resueltoDe su baslica abstracta.Y los abedulesEn columnata musicalmente acorde,Estremecen su vrtigo al bordeDe inefables abismos azules.

    Las masas de luz blancaVan transformndose con arte futuro,Mezcladas la sombra que se estancaEn los follajes como un fluido obscuro.Y es tenebroso prfido la barranca,Y. cantera de mrmol cualquier muro.

    AU el plenilunio incrustaEn ncar de leyenda la obra propia, cincela con serenidad augustaAlgn noble alabastro en hbil copia.Trueca el percal de la palurda

  • 124

    En increble tis de dama fatua,Y hiela con tenacidad absurdaLos pies solitarios de la estatua.(La estatua asegura un histrico inters,Con la tranquila firmeza de sus blancos pies).

    Llena en el huerto la albercaDe sombra y de plata ;Y un poco ms cerca,La fronda inmediata.Esfuma sobre el csped su sombra en vago tizne,Sobre el cual una pieza de ropa, remedaLa palpitacin de una LedaAbandonada su cisne.

    Un leo caduco,Donde extremosa medraLa hiedraEn alterno verdor con el bejuco,Se torna bajo su plido estucoEn boceto de estatuaria piedra :Junto una Amistad blanca que nunca reposa,Duerme, haragn y frivolo, un Amorcillo rosa.Y por la parte opuesta es aquel grupo.Que con luz irreal el astro labra.Un inconcluso fauno quien no cupoEn el magro pernil el pie de cabra.

    La nieve lunar sueldaEn el fondo del parque macilento.Celda sobre celdaCon una simetra de convento.Y aquel lgubre claustroDonde clsicamente puede gemir el austroY juguetear el duende ameno,Tiene por tema un ngulo de blanca noche,Con el perfil de un carricocheEmpinado entre el heno.

  • 125

    As es como la luna artistaDespilfarra su peculio,Sin otro xito la vistaQue el aplauso del vate contertulio

    ;

    Pues hay un vate fortuitoCuyo estro se aduna la obra que la lunaTeje como una araa en el infinito.

    Su magnfico silencio,Se llena de Virgilio y de Terencio

    ;

    Y su crneo, negro de hasto,Derrocha una poesa rara,Cono un cubo sombroQue se invierte en agua clara.

    Con punzante sospecha de adefesioQue desbarata en lrica jerigonza^Equilibra su torpe serventesioPidiendo la luna su marmrea onza.Su nocturna cantinelaTiene un leve agraz de mofa,Que desbarata el canon de la escuelaY no logra cabal ninguna estrota.Es que la ftil lunaLa construccin de las cuartetas importuna.Por eso el triste vate,Con un arte ms alto que el Himalaya,Lima la ya perfecta siempre mal,

    y malhaya la prfida luna que su xito combate

    !

    Con arte de moza picaraLa luna para l se encapota.Como si algn algn eclipse echara una gotaDe caf, en su blanca jicara.Y ante aquel desengaoQue sus potencias ofusca,El pobre vate buscaUna vara de soga y un castao...

  • ^'^"i^;^T^WW^^^'iW^

    126

    Mas la luna poetisa,Que la sublimidad del cnit sube.Ha salido ya de su nubeComo una doncella de su camisa.Su desnudez divulgaLa hermosura secretaQue escoca vilmente alguna pulga

    ;

    Y el lgubre poetaAnte esa aparicin divina,Bajo la escultura lunar se concretaEn un Pierrot blanco de harina.

    Sobre el lago que agrupaSooliento sauzal en su ribera.Deslizase ligeraUna ideal chalupaQue es un poco de luz y de quimera. poco se advierte,Que aquello es el viaje de la muerte

    ;

    Y en el viento que soplaEl alma nocturna hacia el limbo uniforme,El eco de una coplaExtrava un pavor blanco y enorme.

    Pero ya menos vivida,Y mientras el meldico viento se pone ronco,La luna alarga con histeria lvidaEn espectro de sombra cada tronco.El estenque en desasosiego.Remueve en sus ondas quedas,Como un lgubre talegoDeslustradas monedas.A travs del lbrego zarzoQue trenza la umbra,Algn rayo amontona todavaVrgenes bloques de cuarzo.Mas la tiniebla opresoraConvierte la glorieta en hondo cuvano,

  • 127

    Donde el arte lunar trabaja ahoraEn un silencioso bano.

    Y bajo un horror de graves hojas,Tras de la luna, con prodigio imprevisto,Su faz asoma un inmenso JesucristoEn el sangriento sudor de sus congojas.

  • CLAKO DE LUNA

    Con la exttica elevacin de un alma, . i- MLa luna en lo ms alto de un cielo tibio y leve, Forma la cima de la calmaY eterniza el casto silencio de su nieve.Sobre el pramo d los techosSe eriza una gata obscura

    ; |

    El olor de los helchosTiene una farmacutica dulzura.Junto una inmvil canoaQue al lago del parque cuenta ntimas vejeces,Una rana croaComo un iscrono cascanueces.Y una guitarra yace olvidada en la proa.

    Blanqueando vecindades halageasEn tmpanos de cales inmaculadas,Parecen lunares peasLas casas aisladas.La media noche, con suave mutismo.Cava las horas el fondo de su abismo.Y anunciando con sonora antonomasia,El plenilunio su inmvil serrallo,Un teleptico galloSaluda al sol antpoda del Asia.

    Lunario.

    9

  • 130

    Entre taciturnos sauces,Donde la esclusaAbre sus lquidas fauces la onda musical y confusa,Concertando un eclgico programaDe soledad y bosque pintoresco,Gozamos el sencillo frescoDe una noche en pijama.Con trivial preludio.Que al azar de un capricho se dispersa y restaura,Conturban la futilidad del auraLos lejanos bemoles de un estudio.La luna obresoraComienza descender en su camino,Cuando marca precisamente la horaLa llave puntual de mi vecino.La luna, en su candor divino,Va inmensamente virgen como Nuestra Seora.

    Vertiendo como un narctico alivioCon la exttica infinitud de su estela,Poco poco se congelaSu luz, en un ncar tibio.

    En el agua obscura sobre la cual desflocaEl sauce ribereoSu cabellera agravada de sueo Como un sorbete se desle una oca.Diluye un remo su lquido diptongo,El lago tiembla en argentino engarce,Y una humedad de hongoPor el ambiente se esparce.El luminoso marasmo,Reintegra la existencia en lo infinito.Con temeroso pasmo,La vida invisible nos mira de hito en hito.En frialdad brusca,Se siente la intimidad coeternaDe un alma indita que busca

  • 131

    Una gota de albmina materna.La muerte, como un hlito nulo,Pasa junto nosotros, j se siente su pausa,En el lgubre disimuloDel perro que cambia de sitio sin causa.

    Al resplandor yerto,La misma soledad se desencaja

    ;

    Y paralizado en la lunar mortaja.Dirase que el tiempo ha muerto.Cuando he aqu que poco poco,En la prxima ventana.Aparece la cabeza arcanaD un mdico loco.Su mirada serena.Dice infortunios de romntico joven.Y es tan pura su pena.Que el abismo lunar lentamente se llena.De divino Beethoven...

  • - - Ir

  • LUNA MARINA

    La luna nueva en lo ms hondoDel horizonte, atarda su descenso

    ;

    Y como un resto de agua en el fondoD un cntaro inmenso,Sobre la inquietaInfinitud de abismo y de amarga ola,Sugiere una enorme sed de profetaQue en la zarza flagrante se inmola.

    En tanto, sobre el espectral velamen,Una brisa de naufragio,Pasa imponindole repentino vejamenCon silbos de vagancia y de presagio.Mas el navio, aunque asaz ttrico,Todava tranquilo boga,Y el oleaje contina simtricoCual un tejado que la vislumbre azoga.

    Una brusca ventanaEcha rumores de sarao

    ;

    Y en el salino desabrimiento emanaCon intimidad tertulianaUn clido soplo de cacao.

    Pero el mar abreviaAquel grato detalle con nuevo tumbo,Y en el ignoto rumbo.La noche vuelve su majestad previa.Entonces, sobre los mares arcanos.

  • \. f -.''y4'''^*T- --'y^,

    134

    Haciendo en el aire el proverbial castillo,Se evoca el dulce organilloDe los plenilunios ciudadanos.

    Roedora conjetura,Intimamente el espritu embarga.Bajo una soledad demasiado largaTodo el pasado niega la ventura.Y el corazn marcha con su pena obscuraComo rido camello con su carga.

    'o'-

    Con histricos efluvios,La maravilla lunar preexiste.Iluminando cabellos rubiosDe longitud anormal, en la onda triste.Y la msica inauditaDel organillo imposible,Llora con una sencillez increbleEn una desolacin de luna infinita.Como hurao vagabundo que pulsaPara su insomnio y su perro.En una vieja guitarra convulsaNobles dolores de destierro

    ;

    Traspasada de ternuras,El alma, de los ngeles vecina,Abre la inspiracin su ala genuinaPara arrancarse lgrimas ms puras.El alegre organillo en la tristezaDel grave mar, divaga con ftil meloda,Empalideciendo de luna la tristezaQue es el fondo cordial de su alegra.Y mientras con la brisa traba flbil litigio.Mece el astro en las aguas su ebrnea trirreme,Haciendo brotar en plido prodigioLasi Ciudades del Mar que el nauta teme.

    Es como si entre el bullido espumarajoQue estruja en la estela lquidos paales,Viniera el organillo sonando muy abajo

  • 135

    En el teclado obscuro de los hondos cristales.Y ratos en las cuencas abismales,Repercute claramente un badajo.

    Su son anuncia por las fatales trayectoriasDel oblicuo vrtigo de avenidasEn que tiemblan las ciudades ilusorias,La augural campana de las naves perdidas.La faz urbana, sobre el vago celeste.No es sino un vertical rigor de perfilesEn fuga hacia el Oeste,De donde un aura llena de ideas sutilesMurmura que son las Ciudades de la Peste.

    Por eso abren tan solas.Bajo el novilunio miope.Sus' calles sin ms vida que el mudo galopeCon que inflan sus siluetas tumbales las olas.El aire se pone inerteEn su abierta extensin, sin causa alguna

    ;

    Y llena todo el mbito la blanca muerteDe la luna.Para que el luminoso desamparo irradieCon ms desolacin, se alza la niebla.Un metafsico y evidente Nadie,En negativo concepto las puebla.Sobre el venenoso mar de antimonio,Su existencia maligna.No tiene otro testimonioQue aquel badajo en lgubre consigna.Y de pronto se nota en el senoDe la noche finamente plateada,Que en realidad no se ha odo nada,Ni taido ni msica por el aire sereno.El organillo, ratos pueril grave.Fu nada ms que un silencio, llenoDe invisibles ojos fijos sobre la nave.

    Un silencio con ojos, impvido y ajoiio.

  • I -*^:^

    w

  • EL SOL DE MEDIA NOCHE ^

    En aquel da de oro suaveQue no tiene fin ni comienzo,Sobre el cielo lavado de azul como un lienzo,Se destaca la nave.Serensima cabalgaLas olas limpias como calderas.Arrollando oleosas densidades de algaQue parecen cabellerasDe anegadas lavanderas.En lbrega oxidacin de cobaltos,Alza la costa sus austeros basaltos

    ;

    Y la falda de los montes,Con sus cimas flagradas de sol, el cielo irradiaUna expansiva claridad de horizontesEn pradiales ternuras de Arcadia.

    Bajo plidos tulesQue disuelven el cnit en turquesa,La nieve montaesaContrasta entre ligeros abedules.

    Una gaviota ensancha *El crculo de su vueloSobre la palpitante lancha.Que diluye su aguda manchaEn una difusin de fiord y cielo.

  • 138

    El agua, mar adentro,En su propia plenitud se aisla,Y toda la inmensidad tiene por centroEl punto obscuro de la ltima isla.

    Y se desea la nave buena suerte,Y en la extensin no hay amenaza algunaCuando, de pronto, se advierteQue todo aquello pertenece la luna.El da es un abusoQue en el tesoro lunar se ceba

    ;

    Y desde el pramo la gleba,El oro permanente del sol intrusoCon su brillo insolente nada prueba.La luna viejecita.En un vago hielo se derrite,Quiz soando un ntimo esconditeQue fuera la vez templo j ermita.Pobre luna de estoCondenada que bogueCon mortal desvaro.Sin poder baarse en ningn roO en e