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Academia de Buenas Letras de Granada DISCURSO PRONUNCIADO POR EL ILMO. SR. D. JOSÉ RIENDA EN LA INAUGURACIÓN DEL CURSO ACADÉMICO 2010-2011 ACTO CELEBRADO EN EL PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA EL DÍA 18 DE OCTUBRE DE 2010 GRANADA MMX

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Academia de Buenas Letras de Granada

DISCURSOPRONUNCIADO POR EL

ILMO. SR. D. JOSÉ RIENDA

EN LA INAUGURACIÓN

DEL CURSO ACADÉMICO 2010-2011

ACTO CELEBRADO EN EL PARANINFO

DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA

EL DÍA 18 DE OCTUBRE DE 2010

GRANADA

MMX

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Edita: © Academia de Buenas Letras de Granadac/ Almona del Campillo, 2 - 3º18009 Granadawww.academiadebuenasletrasdegranada.orgImprime: La Gráfica S.C.And. - GranadaDepósito Legal: Gr-3.788/2010I.S.B.N.: 978-84-693-6277-8

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DISCURSODEL

ILMO. SR. D. JOSÉ RIENDA

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EL FRÍO HISTÓRICOLiteratura y antropologíaen José Heredia Maya

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Excmo. Sr. PresidenteExcmos. e Ilmos. Sras. y Sres. Académicos

Señoras y señores, amigos todos:

EXISTE una verdad punzante que, histórica y doloro-samente fidedigna, atraviesa el desarrollo de las

sociedades de extremo a extremo: son los condicionan-tes socioeconómicos, su determinismo social, ese genmaldito del porvenir del individuo adquirido en funcióndel país donde se nace, de la religión a la que se nace,de la raza en la que se nace, del cuerpo, en definitiva,desde el que se nace. Esta punzada que debiera cauteri-zar la base de cualquier modo de reflexión social –polí-tica, religiosa, ideológica siempre–, traspasa sin pudorel ámbito socioeconómico para instalarse también en lahistoria de la cultura y de las ciencias y, por extensión,en la literatura. Podemos entender que se trata de un las-tre antropológico que tira siempre hacia abajo, hacia latierra –que diría Miguel Hernández–, en pos del inmo-vilismo y siempre en aras de la genuflexión. Así loexpresaba José Heredia Maya en 1975 en el discoPoetas andaluces de ahora, grabación del grupoAguaviva en la que, además de su poesía y la de otros,también se nos dio la oportunidad de escuchar la voz yorigen del poeta: «Nacer en el seno de una familia gita-na, en España, en el sur, hoy día, es un problema, es unatragedia. Nací de este modo en 1947 en un pueblecito dela provincia de Granada. Me llamo José HerediaMaya». Todavía entonces la ley discriminaba a los gita-nos, y no precisamente por omisión legislativa, sino con

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dictámenes de excepción para ellos respecto al resto dela ciudadanía.

Sin embargo, también lo sabemos, esta forma dedeterminismo nunca ha sido del todo inexpugnable: lasbarricadas del inconformismo, los oleajes de la vindica-ción, abren fisuras a través de las cuales, desgraciada-mente sólo de vez en cuando, alguien alza la voz e impri-me la palabra. Heredia Maya fue uno de estos. La bús-queda de la dignidad, siempre la dignidad, como jalón yguía o preceptor del camino, se convirtió así en su fuerzavital. José Heredia Moreno, hijo del poeta, recordaba enuna entrevista para Canal Sur Televisión que el hecho deque un gitano consiguiera, en tales circunstancias, acce-der al mundo universitario –él siempre fue partidario deuna sociedad abierta y, por tanto, de una universidadabierta a todas las naciones y razas, en la que cada unopueda demostrar su valía–, y el hecho de que además seconvirtiera en el primer profesor universitario de etniagitana, es sin duda un mérito que le ha de ser reconocidopor el coraje y el valor que conlleva.

«Aunque sea reciente mi carnéyo nací hace milenios:

Cuando despacio al paso de la bestiael horizonte se horadaba.

Cuando la muerteera un signo de Dios omnipotentey no un signo de Dios exterminando(es posible que no existiera Diostodavía en la mente de los hombres).

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Cuando los niñosjugaban con la lunay todos con la misma se acostaban.

Cuando decir yo espigao Federico era lo mismo.

Cuando el mar y su canto era la mielde todo oído y paladar bien hechos.

Cuando Ulises y Sancho no existían.

Cuando la Tierra era una estrellay no un soportede mendigos de muertosde famélicas madres de animales terriblesy no un soporte digode negros de amarillos y de blancosy dentro de los blancosmoros indios y gitanos entre otros.

Cuando las cosas eran más de Diosy más de todos.

Cuando nací ya hace mileniosaunque sea reciente mi carnétodo era mucho más hermosopero aquello durólo que un relámpagoo tal vez menos» (Heredia 1973: 15-16).

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Y ocurre que tanta lucha desgasta el cuerpo y erosio-na el ánimo. Por eso, a veces, José Heredia Maya seresentía ante el peso de una herencia de siglos que, héji-ra desde siempre, lo sumía en un silencio tensado porlas dudas y extenso por el miedo, un hondo estremeci-miento de extraña indefensión que él, con gran tinometafórico, enunciaba en la frase «Hoy tengo frío histó-rico». Este es el comienzo y, quizás, también el final.

José Heredia Maya fallece el 17 de enero del corrien-te 2010. Tras una larga enfermedad, su verdadero sueñoterral –compañero, padre, poeta– finaliza a los 63 años.En este tiempo, estudió Magisterio y FilologíaRománica en Granada, en la misma universidad en laque luego desarrollaría su dedicación profesional comodocente y donde en 1973 creó el Seminario de EstudiosFlamencos, un paso decisivo en la lucha de muchos pordignificar esa forma de expresión que, todavía, andabaen gran parte recluida en el mundo marginal. Algunostuvimos la suerte de asistir a sus clases, a su Taller depoesía, y todos coincidimos en su capacidad naturalpara transmitir a los alumnos la emoción poética deBlas de Otero, San Juan de la Cruz o César Vallejo. Sucontinuo batallar por los derechos del pueblo gitano loconvierte en un referente continuo para el mundo aso-ciativo gitano y también para otros numerosos colecti-vos constituidos contra la marginación de minorías. Suprogresismo vital y pedagógico, su obra teatral y supoesía, lo trasladan a la posteridad habiéndole dadotambién –en palabras de Tierno Galván– un tute a lavida: «Nada está quieto en los ríos de la vida, ni enaquellos ríos de pie quebrado manriqueños, por lo que,

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durante la larga etapa de formación personal he sufridolos rigores de la Dictadura, en la que se practicaba lacensura de la palabra, principalmente escrita; he gozadola intensidad de la Transición cantando en MacamaJonda, no sólo la libertad alcanzada, sino el hermana-miento de gentes, culturas y pueblos; y voy como puedoen este inicio de siglo y de milenio. No he parado deestudiar, de hacer teatro, poesía, y creo tener la voz tem-plada para intentar reflexionar a partir de mi experien-cia de lector empedernido» (Heredia 2004: 28-29), nosdecía Heredia Maya en la introducción a su Literatura yantropología.

Es en este ensayo donde José Heredia Maya apunta-la sus ideas sobre la función de la literatura, sobre el sero no ser del poeta, estableciendo las líneas maestrasdesde las que también debemos entenderlo a él y a susescritos.

Uno: Toda escritura es superficial si no se toma cons-ciencia de las relaciones que en cualquier sociedad sedan entre el Poder y lo que él denominaba la «parte obe-dencial» (Molina 2004: 11); esto es, la adquisición deun modo concreto de consciencia social, política e his-tórica que tamice hasta la última coma de la escritura. Elpoeta decía en 1973: «Escribir es una forma de seguirencadenado al tiempo [histórico], que solo y náufragome dejó aquí en esta cota del Sur de España hacia 1947,por pura coincidencia» (1973: 59). Y doce años des-pués, en su escrito Nacimiento lírico, volvía a expresar-se en el mismo sentido: «Nacer a la poesía en una dic-tadura, tras una guerra, parece descabellado y, desdeluego, quién lo duda, muy poco útil. Durante aquel

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tiempo detenido y huraño, mezquino con el oxígeno dela libertad, anduvimos haciendo cosas, cerca de laacción, naciendo a realidades nuevas» (2005: 121). Deesta actitud de compromiso y militancia fue dandomuestras a cada paso, en especial en entrevistas publici-tadas en los medios, como las varias realizadas por elperiodista y compañero Eduardo Castro: «El flamencoes una comunicación basada en el conocimiento de unasrealidades sociales y culturales específicas, que sonandaluzas y gitanas. El pueblo andaluz y gitano ha sido,como todos sabemos, un pueblo marginado y explota-do», decía en 1977. El añorado por todos Juan J. Leóntambién da fe en sus memorias de esta circunstancia consu acostumbrado vuelco quevedesco: «Sería el año delSeñor de 1968 cuando conocí a Carlos Cano, a Juan deLoxa y a Pepe Heredia, con los que conformé un contu-bernio esquizofrenoprogresista que se mantuvo unidohasta que el servicio [militar] a la patria franquista fuefracturando nuestra fraternidad» (León 2006: 107).

Dos: El fundamento ético de la obra de nuestro poeta–y así lo constató en su día el profesor José Andrés deMolina Redondo en el prólogo a Literatura y antropo-logía– no es otro más que la mirada limpia o la exis-tencia del otro, esto es, un compromiso de militanciadefinido desde un posicionamiento radicalmente solida-rio con todo lo marginal. Por eso se trata de una litera-tura endurecida, de esas que, como en el bolero de Solís,dejan en el alma cicatrices, en tanto que no se trata detolerancia –tolerar sólo es soportar con indulgencia loque se reprueba–, sino de plena consciencia de solidari-dad: «Pertenecer voluntariamente, no por derecho de

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origen sólo, a una colectividad identitaria debe compa-tibilizarse con el placer de volar sobre ella, probable-mente no para comulgar con la humanidad en abstracto,pero sí para poder desembocar en la plaza donde lo nor-mal es respetarse» (2004: 40), decía el escritor en 2004,para matizar después: «La mirada limpia no es la mira-da de la inteligencia, pero sí es eminentemente inteli-gente. Tiene que ver más con el don de mirar viendo alotro sin prejuicios» (2004: 59-60).

Tres: Toda lectura literaria debe ir, según HerediaMaya, acompañada de procedimientos de neutraliza-ción de los «malos virus» (2004: 14) heredados y visi-bles en algunos textos; es decir, de nuevo la adquisición,por parte del lector esta vez, de un modo concreto deconsciencia social, política e histórica que sincere eltexto literario. En entrevista fechada en junio de 2000,el poeta expresaba en este sentido: «Creo que uno de losgrandes peligros que […] he desvelado es que a travésde la literatura –como uno de los elementos de prosapiasocial– se transmiten prejuicios y racismo de una mane-ra profunda y sutil, difícil de detectar» (2000: 16). Poreso se explica y justifica la conjunción literatura yantropología, «para hacer patente el lado desde dondeel lector de hoy, multilingüe y multicultural, mira ysiente» (2004: 40). Es el lector, por tanto, quien otorgaese sesgo reivindicativo ya que, sabemos, no puedehablarse de un género multicultural de la literatura, oparticularmente de una literatura gitana –según explica-ba nuestro autor en 1999 en la revista El fingidor, diri-gida por el poeta José Gutiérrez–. De hecho, a HerediaMaya no le seducían expresiones como literatura femi-

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nista o literatura gitana, pues, en su opinión, laLiteratura, con mayúsculas, ya cuenta en esencia con unvalor propio, más o menos compartible y combatible ala par. En efecto, él escribía Literatura, otra vez conmayúsculas, y así se le ha reconocido y elogiado inde-pendientemente de su origen: «Si escribimos en espa-ñol, hay una literatura española, con modulaciones per-sonales, de estilo, de cultura…, pero no se puede hablaren sentido estricto de una literatura gitana si no hay unalengua que la soporte» (Heredia 2000: 16). En cualquiercaso, Heredia Maya finaliza el mencionado artículo deEl fingidor mostrando una salida conceptual: «La cul-tura minoritaria gitana que en 1999 cumple quinientosaños de persecución de su lengua […], puede intuir ydesarrollar una literatura propia, en el mismo sentidoen que hablo de literatura hispanoamericana, en lamedida en que se sepa hacer valer el hecho de que logitano también es integrante de lo español, al que enri-quece» (1999: 18). Nosotros sabemos además que loimportante en literatura no son los temas, sino la mane-ra de tratarlos.

Cuatro: Según José Heredia Maya, es innegable que«la hegemonía de las ideas sobre la literatura […] pro-cede, aunque no sólo, de la estrategia de ciertos gruposamparados en departamentos universitarios y conecta-dos con editoriales (es lo que se conoce en la sociologíaempírica de la llamada Escuela de Burdeos como“Literatura de profesor”). Pero esa hegemonía no inva-lida la existencia de otros grupos universitarios conec-tados con las mismas o con distintas editoriales, opues-tos y, lo que es más importante, no consigue ocultar la

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existencia de la literatura que ocurre en el exterior de laprotección oficial» (2004: 46).

Y cinco: El acercamiento a los clásicos siempre auxi-lia, aporta luces en su historia privada de la lectura yclaves para comprender también su producción poética.En efecto, ese apego a los clásicos de la literatura espa-ñola modula los versos del poeta hasta la perfección téc-nica no sólo en las formas poéticas más academicistasque encontramos en su obra, sino también en su mane-ra de abordar la poesía popular y, quizá sea lo más inte-resante, en la hábil destreza con la que combina ambosregistros, lo clásico y lo moderno, el academicismo y latradición popular del arte. Es necesario, por tanto, esta-blecer una estirpe literaria en la que el Siglo de Oroadquiere especial relevancia.

Con el conjunto de esta delineación como cauce obli-gado, iniciaremos nuestro recorrido por la obra de nues-tro autor, un tránsito que por las razones obvias de espa-cio y tiempo que acotan este acto de la Academia, anda-rá si parco en su profundización, seguro que serio en sutrazado y en plenitud de admiración y respeto.

En 1973 José Heredia Maya publica en la colección«Cuadernos del Sur», referente de importancia en laépoca, su primer libro de poemas, Penar Ocono («Deciresto»), poemario de carácter socialmente premonitorioque motiva aún más si cabe al autor para la poesía: pri-mero por la acogida que tuvo entre la crítica, y, segun-do y sobre todo, por las palabras de reconocimiento quele remitieron poetas amigos como José Hierro, Blas deOtero o Vicente Aleixandre. De hecho, en este poema-

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rio se incluyen algunos de los poemas más conocidos denuestro autor, bien porque fueron musicados por elmencionado grupo Aguaviva –«Ah tierra tierra pon tucuerpo a tierra»–, bien porque vertebraron suCamelamos Naquerar, espectáculo teatral entonces yaentrevisto por el poeta. Penar Ocono ha sido reeditadoen varias ocasiones: en 1974 por la Universidad en sucolección «Monográfica», que luego reeditará facsímilen 1992 –un testimonio de apoyo y solidaridad promo-vido por sus amigos–, y una nueva edición en 2010, trasel fallecimiento del poeta, que en esta ocasión ha sidofacsímil de la del 73. A propósito de la reedición de1992, no quiero dejar pasar la oportunidad de leer laspalabras del profesor Juan Mata que, de algún modo,eran pórtico al epílogo compartido que glosa el libro yen el que aparecen, entre otros, Claudio Sánchez Muros,Fernando Quiñones, Tadea Fuentes Vázquez, RafaelPérez Estrada, Pablo García Baena, José CarlosRosales, Antonio Enrique, Miguel Ríos y Carlos Cano.Juan Mata escribe: «Cuando el amigo […] soporta(repentinamente, sin culpa) el descrédito y la infamia, eldesamparo de ser acusado sin saber por qué, la prisión,la mirada torva de quien sólo contempla la vida desdelas páginas de sucesos de los periódicos, la desmemoriade tantos años de esfuerzo y dedicación a la honrosatarea de juntar palabras y versos para hacer más enten-dible el mundo, entonces las palabras son el modo máspuro, más decidido, de hacer evidente la amistad. […]Quienes lo conocen, quienes no lo reconocen en las cró-nicas negras ni en las fotografías denigrantes del reoesposado, saben que ese otro José Heredia Maya, repen-

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tinamente inventado (tan fácilmente falseado), […] noes el verdadero, ni siquiera es» (Mata 1992: 3). Por des-gracia, sabemos que Granada –y a la memoria recientede esta ciudad me remito– es muy dada a fabricar «esosepisodios oscuros y demoledores que tan a menudo seabaten sobre las personas y las destruyen» (Mata 2010)y que la literatura kafkiana tan bien ha retratado, apos-tilla Mata en su Discreto lector sobre el mismo tema.

Tras Penar Ocono, Heredia Maya continúa su andadu-ra literaria con Poemas indefensos, un breve, pero intensopoemario de amor –entendiendo aquí el amor como temacentral en el modo en el que lo contempla Pedro Salinas–publicado en 1976 por el Instituto de Cultura de laDiputación de Málaga: «…porque todo el amor tiene ver-dugos, / triste me pongo, me remanso en quejas».

Este poemario no tuvo la repercusión de PenarOcono, entre otras cosas porque coincide en el tiempocon el que sería su gran éxito, Camelamos Naquerar,cuyo estreno se llevó a cabo en Granada, en el AulaMagna de la Facultad de Ciencias, el 20 de febrero deese mismo año 1976 –ya en diciembre se graba en discopor Edigsa, editora musical que, desaparecida en 1985,fue un hito en la época entre otras cosas por su apoyo ala cultura reivindicativa y la nova cançó durante losconvulsivos años sesenta.

Camelamos Naquerar (Propuesta para una danzaflamenca de arcángeles morenos) supuso un punto deinflexión no ya para la trayectoria artística de JoséHeredia Maya, sino para el espacio escénico en general,dado el éxito sin precedentes del que gozó gracias, enprimer lugar, a que no sólo supone la incorporación

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definitiva del flamenco a la escena –se habla incluso denuevas corrientes en la dramaturgia europea–, sino queademás otorgó al mismo flamenco nuevos espacios deexpresión hasta entonces inexplorados, con especialrepercusión en el mundo de la danza; en segundo lugar,constituye un documento sociológico y etnológico deprimer orden por alzarse como un firme alegato contrala opresión de siglos al pueblo gitano, convirtiéndose deinmediato en un referente social.

Camelamos Naquerar («queremos hablar» en caló),que, entre otros lugares destacados, llegó a represen-tarse en el Teatro Olympia de París, removió cierta-mente todos los sectores de la sociedad del momento,con especial incidencia en aquella Andalucía de laTransición, inquieta y expectante, en la que también,con arrogancia ineluctable, los sectores más reaccio-narios se volvieron contra su puesta en escena enquis-tando una vez más su intolerancia y virulencia contrala libre expresión, no ya romaní, sino social en generaly literaria en particular –con la quema de un teatro ypintadas amenazantes incluidas, más alguna que otrareacción curiosa, como es el caso de una caroca delCorpus de ese año que, con tintes racistas mal disimu-lados, escribió un letrista oficial y colgó elAyuntamiento para retirar después, tras la oportunaprotesta ciudadana.

Antonio Ramos Espejo, en Crónica de un sueño,recuerda los avatares y el devenir de la obra:«Camelamos Naquerar: La rebelión gitana se asocia ala oposición franquista y lo hace con la garra primariadel instinto de libertad, que siempre le fue denegado,

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sobre un escenario para aportar un espectáculo diferen-te, la obra que mejor representa la humillación de unpueblo. […] Esta es otra zambra, “una propuesta dearcángeles morenos”, la ruptura entre la complacencia ola sumisión y la denuncia de un pueblo milenario, some-tido a persecuciones igualmente milenarias. Un espec-táculo de ritmo y escalofríos que marca Mario Maya[…] cuando aquel Sacromonte en vivo, que representaa todos los gitanos del mundo, oye en un desplante his-tórico, de revulsivo artístico y revolucionario, las prag-máticas criminales que se dictaban contra su pueblo»(Ramos 2005: 58). En efecto, en Camelamos Naquerar,que se daba al público en teatros y también en cines gra-cias al documental del mismo título de MiguelAlcobendas, se descubre cómo los Reyes Católicos ins-taban a los egipciacos y calderos extranjeros a que «alcabo de sesenta días salgan de España, so pena de azo-tes y destierro la primera vez y que les corten las orejasy los tornen a desterrar la segunda vez que fueren halla-dos» (Ramos 2005: 58-59). Y se descubre cómo FelipeIV ordena que los «cerquen, prendan o maten» y cómoFelipe V exhorta «cazar a los gitanos por el hierro y porel fuego», y cómo –constituyéndose quizás en el frag-mento más sangrante–, en 1942 se dicta: «Se vigilaráescrupulosamente a los gitanos, cuidando mucho dereconocer los documentos que tengan, confrontar susseñas particulares, observar sus trajes, averiguar sumodo de vivir y cuanto conduzca a formar una ideaexacta de sus movimientos y ocupaciones, indagando elpunto a que se dirigen en sus viajes y el objeto de ellos»(cfr., Ramos 2005: 58-59). Ante Camelamos Naquerar,

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«cada gitano que se revolvía en su butaca pensaba en lahistoria de su propia familia en Granada, en […] losabuelos de los que estallan ahora con los versos deHeredia Maya:

Pero ya no aguantoque no aguanto másporque hasta las fieras del monte luchan por su libertad» (Ramos 2005: 59).

A pesar de las tres décadas largas transcurridas desdeel estreno de Camelamos Naquerar, en el recuerdo demuchos aún resuenan las palabras secas y estremecedo-ras de su texto y los golpes de tacón sobre las tablas ylas palmas huecas y los silencios infinitos con los quegritó al mundo su embajada y queja. La memoria colec-tiva guarda a Camelamos Naquerar, imperecedera, en lamejor de sus estanterías.

Hubo que esperar siete años para que Heredia Mayavolviera a publicar un trabajo, pero en este tiempo con-tinuó manifestándose literariamente a través de otroscauces, como revistas o publicaciones colectivas, sinocultarse nunca como un escritor activo y comprometi-do. Así lo atestiguan su vinculación a la Poesía 70 deJuan de Loxa o el volumen Jondos 6 producido en 1975por el propio Seminario de Estudios Flamencos y en elque intervinieron, amén del mismo Heredia Maya, el«poeta oral» (Soria 2000: 87) Miguel Burgos Única, elentonces firmante Francisco Javier Egea, José G.Ladrón de Guevara, Rafael Guillén y Juan de Loxa. Asíllegó 1983, el año de Charol y de Macama Jonda.

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Charol, donde, en palabras de Soria Olmedo, «sedibuja el mundo de los gitanos del suburbio» (Soria2000: 112), no se aparta quizás del todo de aquellaintención primera de buscar en el arraigo de la poesíapopular los entresijos oportunos que ahonden en unanueva expresión más nueva y personal. Así lo explicatambién el propio poeta: «En Charol, la poesía se hace‘quejío’, y el verso es un huracán que desbarata la sole-dad del suburbio» (1983: 88). Sin embargo, en estaocasión, la forma poética que emplea el autor se aco-moda más próxima a Aleixandre y a Vallejo que vincu-lada a la literatura popular. A pesar de que Charol fueigualmente celebrado en su momento, quizás el poetano quedara realmente satisfecho con el libro, dadas lasnumerosas correcciones que, de su puño y letra, apare-cen en la edición que hemos manejado. De hecho,Heredia Maya propone modificaciones en casi la mitadde los poemas que lo conforman, algunas de las cualesalteran significativamente tanto la estructura métricacomo la conformación semántica de los versos, hasta elextremo de que nos invitan a lo que podría constituiruna interesante investigación filológica. En cualquiercaso, en Charol vuelve a aparecer, reconocible, su vozmás propia y contundente: «Este vino que hoy bebe-mos, miércoles de otoño, / es un vino pobre de saliva ydentellada».

Macama Jonda, empero, ofrecía otro enfoque temá-tico. En esta ocasión se traba de «reunir» –recordamosque «macama» es un término árabe traducible como«reunión»– o, para ser más precisos, de fusionar las dis-tintas expresiones del flamenco con música de tradición

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arábigo-andalusí, abriendo un nuevo paisaje que seríadespués transitado por otros como El Lebrijano o conti-nuado por la propia Orquesta Chekara de Tetuán. Laorquesta Chekara –entonces denominada Orquesta deMúsica Andaluza de Tetuán– formó parte del cuadro deartistas que protagonizaron esta nueva aventura teatralen la que se narraba el matrimonio de un cristiano anda-luz y una musulmana de Tetuán, visionario precedentedel espíritu político que mueve la actualmente renom-brada «alianza de civilizaciones». En el libreto de pre-sentación de la obra, Heredia Maya escribía: «ConCamelamos Naquerar planteé la inhumana pugna quese da entre culturas diferentes; con Macama Jonda, porel contrario, quiero insistir en la necesidad del encuen-tro y del abrazo fraternal entre todos los hombres. Sobreel escenario veremos cómo la música andalusí, la que secantaba en la Alhambra antes del siglo XVI, confrater-niza con el flamenco actual» (1983b: 7). Y añade: «Eneste momento especial de estreno de la Autonomía enAndalucía y en el que el país entero inicia una etapaesperanzadora, Macama Jonda quiere mostrar, incitar alpúblico, a la convivencia. En Camelamos Naquerar lagente se identificaba con el problema; en MacamaJonda va a acentuar el entusiasmo que por temas denuestra historia se empieza a advertir y a la vez da unaprimera respuesta» (1983b: 8).

Junto a la Orquesta Chekara estuvieron, entre otros,Antonia La Negra, la madre de Lole (de origen argeli-no), Mariquilla, Luis Heredia “El Polaco”, JaimeHeredia “El Parrón” y Enrique Morente. Ahora, pasadoel tiempo –en algún lugar se ha escrito que sigue siendo

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necesario profundizar en este nuevo espacio hallado porHeredia Maya, en tanto que desde entonces no se haavanzado mucho más allá de la mera yuxtaposición deculturas diferentes–, sigue mostrándose encomiable elesfuerzo realizado por José Heredia Maya para llevar abuen puerto sus proyectos teatrales. En este sentido, enuna entrevista televisiva, Enrique Morente explicaba:«Ha sido un gran gestor, y ha sido un gran productor, enel sentido profundo de la palabra. Porque crear enmomentos difíciles un espectáculo como el deCamelamos Naquerar o Macama Jonda y otros eventoses muy difícil; hay que tener agallas y hay que tenercoraje y hay que tener inteligencia…; y eso, crearlo yproducirlo y que tenga éxito, es de agradecérselo y deelogiárselo». Este era su cante de unión: «Un hombretiene su hermano / en otro hombre que tiene / igual delimpias las manos» (1983b: 16).

Aunque algunos críticos hablaron en su momento decierta ruptura o giro en la trayectoria teatral de JoséHeredia Maya con la aparición de su siguiente obra,Sueño Terral (1990), lo cierto es que, de algún modo, elpoeta granadino sí continúa por la misma senda de laindagación y experimentación musical, teatral y poéticaen definitiva, que lo movió en los años anteriores, entanto que, por un lado, el flamenco sigue constituyendoel centro de gravedad sobre el que gira su mundo dra-mático, y, por otro, continúa animándolo un propósitode fusión expresiva –unión de carácter pseudohistóricoen el caso de Camelamos Naquerar y cultural en el deMacama Jonda–. En esta ocasión se trataba de aunardos formas de manifestación musical –jazz y flamenco–

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desde la mímesis coreográfica que ofrece, potencial-mente, el universo de la tauromaquia. Sueño Terral noconsiguió la repercusión mediática que alcanzó con lasobras anteriores, especialmente con CamelamosNaquerar; sin embargo, sí aportó unos modos de expre-sión teatral que ya son lugar común en la concepciónescénica actual. El 8 de julio de 1990, Joan-AntonBenach, crítico del diario La Vanguardia, ofrecía endicho periódico una crónica muy ilustrativa para noso-tros, que rescatamos en parte: «Todo comenzó en unviaje que José Heredia Maya efectuó por la penínsulaescandinava en 1977 y con un relámpago boreal derubia cabellera y ojos azules que le deslumbró enEstocolmo. Ella se llama Anna Lafvas y baila flamencocon un ardor y una seducción que arruinan todos losprejuicios sobre la supuesta incapacidad nórdica pararepresentar las pasiones sureñas. Allí, en un aula fla-menca de la universidad sueca, nació la idea de SueñoTerral […]: se trataba de explicar la historia amorosaentre una muchacha de ese norte gélido y absorto y untorero poseído por todo el duende de Andalucía. Unahistoria que se escribiría, claro está, en clave de trage-dia. Cuenta el cuento con todos los tópicos para garan-tizar la “españolada” más clamorosa, pero HerediaMaya –lo ha demostrado ya, suficientemente– sabemanejar múltiples, secretos resortes para descolocar alauditorio y hurtar en cada escena las sendas de la obvie-dad. […] El “argumento” es el previsible; pero no lo es,en absoluto, la forma de cada una de las acciones tea-trales. Ahí está Grecia y los delirios de Georges Bizet;la ortodoxia flamenca y una trasgresión contemporánea

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que expulsa todas las miasmas folclóricas no por unmero afán de modernidad, sino como natural expresiónde una cultura palpitante, viva, plenamente vigente; ahíestán […] las celebraciones feriales, el misterio del fla-menco y del jazz, el cante, el baile... Todo se ordena.[…] Se trata, sin duda, de una espléndida, audaz aporta-ción» (Benach 1990: 60).

Su última aventura teatral surge con el texto Un gita-no de ley, Ceferino Giménez Malla –apostillado en eltítulo con el término ‘Oratorio’–. Publicado en marzode 1997 por Edice, editorial de la ConferenciaEpiscopal Española, Un gitano de ley cuenta con dosfirmas en los preliminares que por sí mismas aclaran deinmediato los espacios sociales que se unen en el libro:se trata de Gregorio Peces-Barba Martínez y AlbertoIniesta, obispo auxiliar de Madrid. Ceferino GiménezMalla, el Pelé, fue un seglar de la Tercera OrdenFranciscana fusilado en agosto de 1936 por un grupo demilicianos, tras intervenir a favor de un sacerdote. JuanPablo II lo beatificó el 4 de mayo de 1997, convirtién-dose así, según Heredia Maya, en «el primer gitano ofi-cialmente bueno». Estos son los elementos motivadoresde este libro de circunstancias que sostiene el espectá-culo homónimo estrenado también en 1997 y represen-tado en la Catedral de Sevilla y en la Sala Pablo VI delVaticano.

Organizado en cuatro movimientos que recorren lavida de El Pelé desde el mismo día de su nacimiento,en Un gitano de ley el poeta sabe cohesionar de nuevoel grito más desgarrador del flamenco y el más festivo–nanas, martinetes, tientos, tangos, alegrías, tangui-

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llos, bulerías, soleás, seguirillas…– con los modosescénicos hallados en la literatura teatral de carácterreligioso, en aras de la consabida integración de lopopular y lo culto. Y todo ello sin perder en ningúnmomento la oportunidad que esta circunstancia de labeatificación de su personaje poético le brindaba paradejar entrever también, con cierto sesgo irónico, suvoz más reivindicativa:

«¿Que un gitano beato?¡No puede ser!¿En la iglesia Catedral?¡Qué va! ¡Qué va!

[…]¿Los otros santosprotestarán?¡Que no, que no!¡Qué va! ¡Qué va!Jesús, Dios mío,¡tanta igualdad!» (1997: 54-55).

A Un gitano de ley siguió su último poemario entre-gado a imprenta: aunque escrito entre octubre del 95 yfebrero del 96, en 1999 saca a luz pública Experienciay juicio. Soria Olmedo, en su Literatura en Granadadice: José Heredia Maya, «tras una peripecia dura haregresado a la poesía con Experiencia y juicio, un dolo-rido libro ‘de versos que se enredan con Europa / con eltiempo, el amor y la injusticia, / la panoplia temática deantaño’» (Soria 2000: 112). Por su parte, la profesoraWhanón Bensusan, que tuvo la oportunidad de reseñar

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dicha obra en la ya mencionada revista El fingidor, sos-tiene que «en una especie de rapto lírico que siguió avarios años de silencio poético (si exceptuamos el librode poesía popular Un gitano de Ley), Experiencia y jui-cio […] es un libro importante en la trayectoria de suautor no sólo porque en él se ponen una vez más demanifiesto su buen hacer técnico, su dominio del versoclásico, su arraigo en los moldes de la poesía popular (yla habilidad con que combina unos y otros), sino, sobretodo, porque se trata de un libro que, vinculado a unadura experiencia personal, ha conseguido, sin embargo,trascender los límites de la circunstancia propia y alcan-zar la dimensión de un sereno juicio sobre temas muyactuales de interés colectivo y universal, como el resur-gir del odio en Europa, el racismo, la injusticia, el desa-mor, el paso del tiempo, etc.» (Whanón 1999: 30).Además, en palabras de Whanón, «ocurre que el librorespira un tono de autenticidad que resulta hoy bastanteinusual, muy lejos de la banalidad generalizada con quebuena parte de la poesía actual deja escritos versos-que-suenan-muy-bien-pero-que-no-dicen-nada» (id.). Expe- riencia y juicio ha acabado convirtiéndose en uno loslibros más significativos que ha dado la poesía granadi-na de los 90: «Los golpes de Vallejo, tan exactos, / tanreales, parecen experiencias / sacadas de la vida. Todossaben…».

Heredia Maya continuó su camino con la escritura ypublicación del tratado Literatura y antropología y laaventura de La mirada limpia –símbolo indiscutible dela motivación ética y vital que siempre alentó al poeta–,revista cuyo número 0 salió a la luz en 2001 y en la que

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tuvieron alma y verso Pablo García Baena, Juan JoséTéllez, José Hierro o Caballero Bonald, entre otrosmuchos.

Quiero finalizar regresando de nuevo a MiguelHernández en este mes de su centenario: «Muere unpoeta y la creación se siente / herida y moribunda en lasentrañas», nos decía el de Orihuela en su oda aFederico. Y ciertamente que debiera de ser así. JoséHeredia Moreno escribía a propósito del fallecimientodel artista y amigo Mario Maya en septiembre de 2008:«Que Mario Maya haya fallecido y el mundo no se hayadetenido ni un momento me tiene presa del asombro yla perplejidad. Este país ha contraído una gran deuda deimagen y prestigio con sus artistas gitanos, veneradosen el extranjero, largamente ignorados en España. Ellegado cultural que nos deja Mario Maya ya sólo lopodremos honrar con nuestra admirada gratitud y afligi-da memoria» (Heredia 2008: 14). Tal vez sean traslada-bles estos términos a nuestro poeta. La obra de JoséHeredia Maya ha sido objeto de estudio en el ámbitoacadémico universitario –la filóloga Lydia RodríguezMata, por ejemplo, le dedicó su investigación de pos-grado–. En vida se le concedieron reconocimientoscomo el «Premio de Cultura Gitana 8 de Abril» (2008)y se le dedicaron homenajes tan significativos como elque le brindó la Universidad de Granada en septiembredel año pasado. En dicho acto, Matilde Moreno Rivas,la compañera de viaje en la vida del poeta, expresó: «Hasido tan coherente en su pensamiento llevado a la viday en sus teorías llevadas a la práctica que por eso pode-mos decir que tiene el reconocimiento de la comunidad

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gitana y de la no gitana». En cualquier caso, son distin-ciones que nunca se aproximan al alcance infinito de suobra. Por ello, no dudamos en apropiarnos de las pala-bras referidas para honrar el legado cultural que nosdejó el poeta: admirada gratitud y afligida memoriahacia un escritor que, por derecho propio, permaneceráen la historia de la literatura española.

Como acertadamente expresara Fernando de Villenaen su antología de los 70, José Heredia Maya ha sido«uno de esos poetas que han tenido el honor de oír susversos corriendo en boca del pueblo» (Villena 1999:20), primer anhelo de todo escritor.

Muchas gracias.

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Referencias Bibliográficas:

Benach, J. A. (1990): «‘Sueño Terral’, la Carmen quellegó de Suecia», La Vanguardia, 8 de julio.

Heredia Maya, J. (1973): Penar Ocono. Málaga:Librería Anticuaria El Guadalhorce.

– (1976): Poemas indefensos. Málaga: Diputación.– (1983): Charol. Jerez: Arenal.– (1983b): Macama Jonda de José Heredia Maya.

Granada: Ayuntamiento.– (1992): Penar Ocono. Granada: Universidad.– (1999): «Gitanidad e Hispanidad: Una realidad lin-

güística compartida», El fingidor. Nº 5. Septiembre-octubre.

– (1999): Experiencia y juicio. Granada: Cuadernosdel Vigía.

– (2000): «José Heredia Maya», Gitanos. Pensa-mien-to y cultura. Nº 5.

– (2004): Literatura y antropología. Granada:Universidad.

– (2005): «Nacimiento lírico», Memoria de papel.Valencia: Asociación de Enseñantes Gitanos.

– (2010): Penar Ocono. Granada: Universidad.Heredia Moreno, J. (2008): «Mario Maya», Cuadernos

Gitanos. Nº 3.León, J. J. (2006): Memorial de artimañas y secuencias

sin cuento. Granada: Alhulia.Mata, J. (1992): «Con José Heredia Maya. Expli-

cación», en Heredia Maya, J.: Penar Ocono.Granada: Universidad.

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– (2010): «Memoria y reivindicación», Discreto lector.[Blog].

Molina Redondo, J. A. de (2004): «Presentación», enHeredia Maya, J.: Literatura y antropología.Granada: Universidad.

Ramos Espejo, A. (2005): «1976, el año de Federico»,Crónica de un sueño: Memoria de la TransiciónDemocrática en Granada. Málaga: C&T.

Soria Olmedo, A. (2000): Literatura en Granada (1898-1998): Poesía. Granada: Diputación.

Villena, F. de (1999): En la misma ciudad, en el mismorío… Poetas granadinos de los 70. Granada: Port-Royal.

Whanón Bensusan, S. (1999): «Poesía y política:‘Experiencia y juicio’ de José Heredia Maya», El fin-gidor. Nº 6. Noviembre-diciembre.

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JOSÉ RIENDAGranada 1969.

Es profesor del Departamento de Didáctica de la Lenguay la Literatura de la Universidad de Granada. Como poeta, hapublicado En las hondas lejanías... (Cuadernos del Laurel,Granada, 1991; 2.ª edición con el título Margen y deriva:Cooperativa Editorial, Granada, 2004, donde incluye ademásla plaquette homenaje a Javier Egea Itinerario al mar); Deotro Romanticismo, poemario finalista en el Certamen dePoesía Gustavo Adolfo Bécquer de la Junta de Andalucía en1992 (Selección de obras, Qüásy-editorial/Junta deAndalucía, Sevilla, 1992); Inventario de Octubre, PremioFederico García Lorca de Poesía de la Universidad deGranada en 1994 (Fundación Federico García Lorca/Universidad de Granada, Granada, 1995; 2.ª edición en:Editora Municipal, Granada, 2004) y El porvenir es tarde(Silene Libros, Granada, 2001). Su poesía ha sido recogidaen varias antologías. También es autor del libro de literaturainfantil El buen amigo (Port-Royal, Granada, 2004), delvolumen de artículos Nuestra ciudad literaria (Alhulia,Granada, 2007) y de los ensayos Museo marítimo itinerante:analectas del mar como elemento funcional en la poesíaespañola contemporánea (Universidad de Granada,Granada, 2006), Defensa de la tematología literaria del mar(Silene Libros, Granada, 2006) y Nociones elementales dedidáctica de la literatura (Alhulia, Granada, 2010), ademásde diversas ediciones críticas y de otras publicaciones vincu-ladas al ámbito de la didáctica de la lengua y la literatura.Ingresó en la Academia con el discurso El sueño legible:disertaciones sobre educación y literatura infantil (2007).

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Este discurso, editado por la

Academia de Buenas Letras de Granada,

se acabó de imprimir en Granada

el 18 de octubre de 2010,

día de la inauguración oficial

del nuevo curso académico,

en los Talleres de La Gráfica S.C. And.,

estando al cuidado de la edición

el Ilmo. Sr. D. José Rienda,

Bibliotecario de la Academia.

Granada,

MMX

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