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4 El material más apreciado por los antiguos. Las ánforas Guillermo Pascual Berlanga Albert Ribera i Lacomba

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4El material más apreciado por los antiguos.Las ánforas

Guillermo Pascual BerlangaAlbert Ribera i Lacomba

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Guilermo Pascual BerlangaArqueólogo. Colaborador de la Sección de Arqueología del Ayuntamiento deValencia

Albert Ribera i LacombaDoctor en Arqueología. Jefe de la Sección de Arqueología del Ayuntamiento deValencia

Dos porteadores llevando un ánfora. Via “degli Augustali” (Pompeya). Símbolo de la calle que conducía almercado

Manual de cerámica romana. Del mundo Helenístico al Imperio Romano. Albert

Ribera i Lacomba (coord.). 1ª ed. Alcalá de Henares: Museo Arqueológico

Regional; Madrid: Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y

en Ciencias, Sección de Arqueología, 2013. 504 p. Cursos de Formación

Permanente para Arqueólogos. ISBN 978-84-451-3455-9

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I. Introducción

La palabra ánfora proviene del griego αμ-φορευς o αμφιφορευ�. Desde el segundomilenio la encontramos en alfabeto “Li-

neal B”, a menudo acompañada con un ideo-grama alusivo que representa una jarra condos asas (Fig. 1). Homero ya la usaba en laOdissea (II, 290, 349 y 379) para referirse aunas vasijas que llevaban vino desde Ithaka aPylos. En un principio, debió significar algoque se puede llevar desde ambos lados (anfipor ambos + φεrw llevar) pero, con el tiempo,también acabó indicando una medida de capa-cidad (Grace, 1961) que se usaba en el mundogriego (Docter, 1988-90; Finkielsztejn, 2006;Wallace, 2004).

En Sicilia y la Magna Grecia de época hele-nistica los módulos de medir volúmenes se ba-saban en el cουz (3,24 litros) y sus múltiplos(Van der Mersch, 1994: 112). Las unidades devolumen en el mundo romano se basaron en elsextarius (0,54 litros) y sus múltiplos, entre los 1. Ideograma de ánfora en “Lineal B”

(Grace, 1961)

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que se encontraba el amphora, que equivalía a 48 sextarii, unos 26 litros. La ca-pacidad de las primeras ánforas romanas; las grecoitálicas antiguas del siglo IIIa.C., correspondía prácticamente con la medida de un ánfora. Otras medidassuperiores eran la metreta (1,5 amphorae) y el culleus (=20 amphorae) (De Sena,2005:136-137).

Las ánforas son uno de los mejores indicadores de la economía de la anti-güedad y su valor histórico-arqueológico es enorme como testigos y eviden-cia material de la producción de alimentos, su envasado y su comercio. Se-gún las épocas y los lugares, varió mucho la intensidad, la expansión y, porende, la trascendencia de la actividad económica. En determinados momen-tos y áreas geográficas se llegaron a producir ingentes cantidades de ánforasque se exportaron a larga distancia y a muchos sitios. Así, la llegada de ánfo-ras romanas de Campania a la India es un exponente de esta actividad (Tcher-nia, 1986: 152-153).

Para establecer una tipología anfórica se pueden tomar distintas variablesclasificatorias. Lo ideal es que cada tipo establecido indique tres aspectos fun-damentales: Cronología, lugar de producción y mercancía que envasaba. Mu-chas veces, estas tres variables son difíciles de compaginar, bien porque noqueda claro el lugar de origen del recipiente, porque una misma forma seproduciría en diferentes lugares a la vez, o bien porque cualquiera de las otrasvariables no está sujeta a una comprobación arqueológica.

Las ánforas son elementos reutilizados a lo largo del tiempo (Slane, 2004)y, por tanto, un ánfora creada para transportar un determinado productopuede acabar sus días transportando algo que no tenga nada que ver conaquel, terminar formando parte de tuberías de alcantarillados y desagües ocomo cubierta de una tumba (Fig. 2). También se han encontrado grandescantidades de ánforas vacías o rellenadas con tierra, agrupadas formando par-te de aislamientos de pavimentos contra la humedad, como en Vienne, degrandes drenajes de terrenos pantanosos, como en la zona veneta (Pesaven-to, 1998) y en Zaragoza y Cádiz (Antico, 2011). Incluso se han aprovechadopara hacer muros, como en los grandes horrea de la zona baja del Testaccio,en Roma (Sebastiani y Serlorenzi, 2011) (Fig. 3).

Asimismo, cabe preguntarse si un mismo tipo de ánfora producido en ta-lleres distintos fue fabricado para transportar los mismos productos o no.Existen una serie de interrogantes de esta índole que en bastantes ocasionesimpiden asociar automáticamente algunos tipos anfóricos a su contenido o asu procedencia, ya que el fenómeno de las imitaciones de estos recipientes es-tuvo muy extendido (Hesnard, 1986).

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2. Ánforas reutilizadas como aislanteen el macellum de Pompeya

3. Muro de ánforas en la zona portuaria del “Nuovo Mercato di Testaccio”. Foto Soprintendenza Speciale per iBeni Archeologici di Roma

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De pocas ánforas, sobre todo de algunas de procedencia subacuática, sehan estudiado los restos de los productos que transportaban, aunque ello noimplica que siempre tuvieran que transportar el mismo producto. Además delos residuos de vino ya conocidos (Formenti, 1989; 1991; Formenti et alii,1978) y de los, a veces, más que evidentes restos de pescado, también se vaconstatando lo que parece ser una industria conservera de carne (ovicápridos,buey, cerdo, conejo) y otros productos como es el caso de frutas, aceitunas yramas de olivo (Bernal, 2004). Incluso hubo ánforas especializadas en eltransporte de minerales, como el alumbre de Lípari (Borgard, 2005).

Otro elemento que ayuda a determinar el contenido es la existencia, o no,de un recubrimiento de las paredes internas del ánfora con brea, que indica-ría su relación con el transporte de vino o salazones (Formenti, 1991). Estacaracterística, sin embargo, tiende a desaparecer en contextos terrestres puesse trata de un recubrimiento orgánico.

Este gran comercio, mayormente de productos alimenticios, es lo que ori-ginó la gran dispersión y distribución de las ánforas. Pero no sólo de las án-foras ya que, como elemento secundario y complementario, se aprovechabaal máximo este intenso tráfico para incluir como carga menor otras cerámi-cas, principalmente la vajilla de mesa, como la de barniz negro o la terra sigi-llata, además de las paredes finas o las lucernas, pero también las cerámicasde cocina, caso de las itálicas y, a partir del siglo I d.C, las africanas. Estos úti-les de mesa y cocina ocupaban profusamente los huecos que dejaban las án-foras, en un afán por aprovechar plenamente el espacio de la nave.

Para el periodo helenístico y romano republicano el producto estrella fueel vino, tanto el griego como el itálico, cuyo comercio en ambas direccionesfue muy inteso, destacando cuantitativamente las ánforas del Tirreno, elAdriático y el Egeo.

Los coetáneos productos derivados del pescado procedían en su gran ma-yoría de las antiguas áreas fenicias: Sicilia (Botte, 2009), Tunez y el área delEstrecho de Gibraltar (Lagostena et alii, 2007). Sus características ánforas detradición púnica son bastantes frecuentes entre los siglos III y I a.C., perosiempre en cantidades discretas si se comparan con las de vino itálico.

El recipiente más usado para el transporte del aceite también sería del an-tiguo espacio púnico, la serie antigua de Tripolitania (Pascual y Ribera, 2002)y también son normales las de Brindisi. Con todo, el volumen del aceite encirculación para esta fase fue siempre muy inferior al del vino, al contrario delo que sucedió durante el Imperio y la Antigüedad Tardía, en que la tenden-cia fue al crecimiento de la intesidad del tráfico de aceite hispano y africano

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y al aumento de tamaño de sus contenedores, mientras el vino redujo tantosu volumen general como el tamaño de los envases, aumentando las impor-tanciones de Grecia y Palestina y casi desapareciendo la comercialización delos de Occidente.

II. Breve historiografía

Tradicionalmente, los primeros estudios de ánforas romanas se relacionancon los trabajos de Dressel (1878, 1879 y 1899) de las inscripciones en Romasobre estos recipientes, que dieron lugar a su famosa tabla tipológica (Fig. 4),

4. Tabla tipológica de ánforas de Roma. Dressel (1899)

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cuya finalidad no fue ordenar las ánforas romanas, sino contextualizar esasinscripciones (Zevi, 1966). Sin embargo, se convirtió en una primera referen-cia para estudiar estos envases comerciales. Lo mismo se diría de la clasifica-ción de las ánforas de Pompeya (Fig. 5) siempre dentro de la formación delC.I.L. de la ciudad vesubiana (Schone, 1871; Schone y Mau, 1909), en quelas ánforas sólo eran un complemento de los estudios epigráficos (Panella,1976).

Como ha pasado con otras categorías cerámicas, los inicios de la investi-gación a fines del siglo XIX o en la primera mitad del XX, generaron una ri-ca y confusa terminología tipológica, con lo que, a mediados del siglo XX,

5. Tabla tipológica de ánforas de Pompeya (1899)

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coexistían una amplia gama de denominaciones de las ánforas derivadas depersonas, como los referidos Dressel y Schone-Mau, o de yacimientos, casode los del área del limes: Haltern u Oberaden, por ejemplo. Más o menos co-mo con la terra sigillata.

En los inicios de la segunda mitad del siglo XX se avanzó bastante y se pu-sieron las bases del conocimiento de las ánforas del periodo republicano, bas-tante olvidadas y desconocidas hasta entonces (Benoit, 1957; Lamboglia,1955), al tiempo que se revisaba y actualizaba la tabla de Dressel (Zevi, 1966).

A partir de este momento, sobre todo desde el inicio de las excavaciones delos primeros grandes pecios (Gran Congloué, Albenga, Giannutri, Spargi,…)con sus enormes cargamentos de ánforas, la bibliografía anfórica se fue desarro-llando y ampliando, tanto a nivel general (Grace, 1961; Callender, 1965; Jon-cheray, 1976; Peacock y Williams, 1986; Sciallano y Sibella , 1991; Caravale yToffoletti, 2008) (Fig. 6) como referida a zonas concretas (Beltran, 1970; Gar-cía Vargas y Bernal, 2000; Laubenheimer, 1990; Maragou 1995).

6. Portada de una guía de ánforas

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De las series de publicaciones de referencia destacaríamos la serie Instru-menta de la Universidad de Barcelona que, desde 1993, cuenta ya con unagran cantidad de monografías, 39, dedicadas a los aspectos económicos y so-ciales del mundo romano, y que, en su mayor parte, corresponden a estudioscerámicos, sobre todo los relacionados con sellos e inscripciones sobre ánfo-ras, que abarcan a todo el Imperio Romano. Es el principal órgano de difu-sión del grupo de investigación CEIPAC (Remesal, 2008), cuya página web(ceipac.gh.ub.es) es extremadamente útil. En la red hay otras paginas que sepueden consultar, como la de la Universidad de Southampton (Roman am-phorae) (Williams, 2007) y otras, que suelen hacer especial hincapié en lasbases de datos de los sellos (Hesnard, 2004; Panella, 2004).

También son muy importantes las series dedicadas a la arqueología sub-acuática, como la francesa Archaeonautica o el International Journal of Nauti-cal Archaeology, sin olvidar las precursoras actas de los Congresos Internaciona-les de Arqueología Submarina de Albenga (1958), Barcelona (1961) y Cartagena(1985).

En el Estado español destacaríamos por su relativa continuidad las mono-grafías del Centre d’Arqueologia Subaquàtica de Catalunya o las actas de las Jor-nadas de Arqueología Subacuática de la Universidad de Valencia.

III. Precedentes de las ánforas romanas

III. 1. Las ánforas etruscas

El núcleo del territorio etrusco se extendía entre los ríos Arno y Tiber, aun-que temporalmente se expandieron por la Campania y el bajo valle del Po.Fué la civilización más rica y desarrollada de los pueblos itálicos, con una ac-tiva economía que contaba con un destacado artesanado, una minería y me-talurgia importante y un comercio exterior bien visible que alcanzó el litoralibérico y Africa. El vino jugó un papel destacado en su vida cotidiana, de laque han transcendido las numerosas escenas de banquetes de sus famosastumbas pintadas. Buena parte de su vajilla de mesa más característica, el buc-chero nero, la componían los diversos elementos usados para servir y beber elvino.

Sus vinos se envasaban en ánforas de formas y pastas diversas, debido sularga etapa de producción (siglos VIII - III a.C.) y a la dispersión de sus cen-tros de fabricación, especialmente en Etruria méridional (Rizzo, 1990), aun-que quizás también se hicieron hasta el siglo V a.C. en la Campania tuscani-

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ca (Albore, 1978). Algunas formas, las Py 3a y 4a, procedían del entorno dePisa y Volterra, al norte (Pasquinucci y Menchelli, 1999), aunque en generalse desconocen los lugares exactos de procedencia. Ciudades como Vulci, Tar-quinia o Caere, con sus puertos de Graviscae y Pyrgi, debieron jugar un papelimportante en su fabricación y distribución.

Características morfológicas y prácticas:

Pasta: Arcilla, desgrasante, cocción y presencia o no de engobes varian se-gún las formas, pero también dentro de una misma forma, debido a lasdiferentes zonas de producción.

Tipologia: Son ánforas (Fig. 7) panzudas o algo puntiguadas, cuyo rasgomás comun es su galbo ovoide, cuello corto o ausente e inexistencia deun pie diferenciado. Los labios son más o menos altos, lo que se con-vierte en un buen indicador cronológico, ya que son más cortos en losejemplares más antiguos y tienden a alargarse progresivamente en losmás modernos. Las asas son simples pero rotundas, siempre con su ca-ractéristica sección redonda. Los pies son bastante variados: planos ydiscoidales, en obus, en punta, en punta aplanada, también indicio deuna evolución temporal. Esta forma debió derivar de prototipos anti-guos, como la misma jarra cananita.

7. Ánfora etrusca. MARQ

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La primera clasificación se estableció en Galia méridional (Py y Py,1974), donde son muy abudantes tanto en los yacimientos terrestrescomo en los pecios. Su clasificación (Fig. 8) se ha rehecho varias veces(Bouloumié, 1980; Carduner, 1981; Marchand, 1982) con variacionesen la numeración de las formas, hasta una sintesis de todas (Py, 1985),señalando sus equivalencias y completada con la clasificación de las án-foras de Etruria Méridional (Gras, 1985).

8. Clasificación de las ánforas etruscas (Py, 1986)

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Cronología: su comercio exterior empezaría hacia 630 a.C., ampliandosedurante la primera mitad del siglo VI a.C. Esta actividad empezó a de-caer en la segunda mitad del siglo y en la primera del siguiente, con-virtiéndose en esporádica tras el 450 a.C.

Difusión: son muy frecuentes en Galia meridional y en Cataluña (Morel,2006; Py, 1985; Martin, 1991), y alcanzaron también las costas valen-cianas (Fernández et alii, 1988). Hacia Oriente alguna llegó a Atenas(Lawall, 2006). Las ánforas iban acompañadas de numerosos vasos debucchero nero y algunas pièzas étrusco-corintias relacionadas con elconsumo del vino.

Los etruscos debieron transportar directamente sus productos, aun-que supuestamente los griegos, concretamente los de Marsella, se ha-rían cargo de buena parte del trayecto final.

Contenido: Se considera que transportaban principalemente vino (Mo-rel, 1981b), pero no se pueden excluir otros productos.

III. 2. Las ánforas griegas de Oriente

Los tipos de ánforas en la Grecia clásica (Fig. 9) son extremadamente nume-rosos, ya que cada ciudad mínimamente importante produjo sus propias án-foras (Empereur y Hesnard, 1987), y, a veces, lo que complica notablementeel problema, tomó como modelo tipológico una forma creada por otra ciu-

9. Ánfora en un vaso griego de figuras rojas. Siglo V a.C.

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dad (Hesnard, 1986). La diferenciación de las diferentes producciones es, amenudo, delicada si sólo se utilizan los simples criterios de la forma, e inclu-so cuando se toman en consideración observaciones técnicas como el tipo dearcilla y el desgrasante. Como en otras cerámicas, los análisis arqueométricosson importantes (Dupont, 1982), igual que la identificación de talleres (Em-pereur y Picon, 1986; Garlan, 2000; 2011).

Normalmente se distinguen las ánforas arcaicas y clásicas de las helenísti-cas. En el periodo arcaico (siglos VII a V a.C.) los centros de producción yaeran numerosos. Podrían agruparse en dos zonas principales: Asia Menor uoriental y Grecia y las islas.

Las ánforas griegas orientales presentarían aún algunos problemas de atri-bución dentro de los numerosos talleres reconocidos: Chios, Clazomène,Mileto, Lesbos, Thasos, Péparéthos-Ikos, Mendé o Samos. Hay ánforas atri-buidas a Samos (Grace, 1971) que serían de Mileto (Dupont, 1982) y otras deMileto probablemente se harían en el valle del Méandro. Otras de Lesbos ha-brían podido fabricarse en Thasos (Clinkenbeard, 1986) o en una zona cer-cana. En general, habría que ser prudente a la hora de catalogar estas ánfo-ras griegas orientales (Py y Sourisseau, 1993).

El otro grupo estaría dominado por Atenas, a la que se atribuye (Johnstony Jones, 1978) la gran mayoría de de las ánforas SOS y las à la brosse, aunqueuna parte sería originaria de Chalcis de Eubea. Corinto fué uno de los centrosproductores y exportadores que más se han estudiado (Koehler, 1978; 1979;1981) con dos series principales, A y B. Posteriormente, tras el hallazgo dehornos de ánforas Corintias en la isla de Kerkyra/Corfú, se piensa que la tota-lidad de las ánforas de la serie B se produjeron en esa isla, aunque tambiéncabe la posibilidad que se hicieran en el occidente griego (Gras, 1987: 44-45;Sourisseau, 1991). Esta ánfora, Corintia B, tuvo una amplia dispersión porItalia meridional, Sicilia, el Adriático y en el norte de Africa (Cartago, LeptisMagna, Sabratha). También se conocen ánforas laconias de la zona de Espar-ta que llegaron a Sicilia (Pelegatti, 1989).

Estas ánforas arcaicas se han encontrado frecuentemente en Italia (Slaska,1978; Cavalier, 1985; Di Sandro, 1981; Rizzo, 1990) y, en menos cantidad, enla Península Ibérica (Fig. 10) (Cabrera, 2001; Mata y Burriel, 2001; Miró,1989; Nieto y Santos, 2009; Sanmartí et alii, 2004), alcanzando también el in-terior (Cabrera y Sánchez, 1994).

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III. 3. Las ánforas griegas de Occidente

III.3.1. Marsella

Su característica forma de peonza (Fig. 11) se incluye entre las de la gran se-rie de las denominadas ánforas Jónico-marsellesas, cercanas también a las án-foras Corintias B, fabricadas en varias ciudades griegas de occidente. En va-rios puntos de Marsella se han encontrado evidencias de su fabricación,atestiguadas por el hallazgo de numerosos defectos de cocción. Además depor su forma concreta de pequeño tamaño, esta producción se distingue muyfácilmente por estar realizada con una pasta muy micácea que se reconoce sinninguna dificultad.

Características morfológicas y prácticas:

Pasta: de rosada a amarilla-ocre, con desgrasante de abundante feldespa-to y mica brillante, tanto en trozos sueltos de tamaños diversos, comomás agrupados a modo de escamas de pescado acompañados de nódu-los rojizos. Esta peculiar composición se mantuvo bastante estable has-ta el final de su producción a pesar de la modificación de las formas.

10. Ánfora griega del Cerro del Villar. SiglosVIII-VII. Museo de Málaga

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Tipología: tanto la identificación como masaliotas como la primera tipolo-gía se deben a Ferdinand Benoit (1955). Posterior, y casi simultáneamen-te, pero separadamente uno del otro, tanto M. Py (1978b) como G.Bertucchi (1992) llegaron a resultados similares y complementarios so-bre la tipología y la cronología de estas ánforas. En la actualidad se uti-liza normalmente su doble clasificación (Fig. 12), una para la evoluciónde los bordes, completada tras las deliberaciones y recomendaciones dela mesa redonda de Lattes (Bats, 1990), y la otra para la numeración delas formas.

Las concordancias se establecerían de la manera siguiente:– Forma 1 con los bordes 1, 2, 3: 540 a.C. - primer cuarto del sigloV a.C.

– Forma 2 con los bordes 2, 3, 3/5, 4: final siglo VI a.C. - final si-glo V a.C.

– Forma 3 con los bordes 4, 5, 6: mitad siglo V a.C. - siglo IV a.C.– Forma 4 con los bordes 5 a 9: siglo IV a.C. – siglo III a.C.– Forma 5 con los bordes 7 a 10: 275 a.C. - 125 a.C.– Forma 6 con los bordes 10 ó 11: 250 a.C. - 150 a.C.

11. Ánfora massaliota. MARQ

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Cronología: aparecerían hacia 540 a.C. A partir de fines del siglo III a.C.las ánforas massaliotas empezaron a desaparecer progresivamente de to-dos los yacimientos de la Galia meridional donde, hasta entonces, re-presentaban la gran mayoría de las importaciones de vino. Esta desapa-rición fue muy rápida en la misma Marsella, e incluso en sus colonias, ytambién en los asentamientos costeros del Languedoc y en los de su en-torno más cercano. Después de 125-100 a.C., y hasta la segunda mitaddel siglo I a.C., ningúna ánfora se puede atribuir a una producción mar-sellesa.

Difusión: son muy abundantes en el litoral galo (Long et alii, 1992) y enel catalán (Sanmartí et alii, 2004) entre fines del siglo VI a.C y el sigloIII a.C. Más esporádicos son los hallazgos al sur del Ebro (Fenández etalii, 1988; Sala et alii, 2004).

Contenido: transportaban el vino producido en el entorno de Marsella.

12. Clasificación de las ánforas massa-liotas (Bertucchi, 1992)

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III. 4. Las ánforas Magno-Grecas

La identificación y definición de las ánforas magno-griegas (MGS), es decir,de las que se fabricaron en las colonias helenas del sur de Italia desde la épo-ca arcaica, ha sido una tarea reciente. Bien era sabido que, prácticamente, ca-da ciudad griega de Oriente, donde la elaboración y consumo del vino esta-ban muy extendidos, disponía de un tipo de ánfora diferente y característicoque formalmente se diferenciaba fácilmente de los de otras urbes (Empereury Hesnard, 1987). Sin embargo, los investigadores del Mediterráneo occi-dental, hasta hace relativamente poco tiempo, no habían empezado a supo-ner que sucedió lo mismo entre los griegos occidentales a la hora de fabricarsus contenedores comerciales, con la excepción del más conocido caso deMarsella.

Para las épocas arcaica y clásica, el problema principal de identificación hasido que la forma de las ánforas marsellesas antiguas es morfológicamente di-fícil de distinguir de otras producciones coetáneas, lo que ha derivado en eluso de la terminología ambigua de ánforas jónico-massaliotas o de tipo mas-saliota, con lo que, más o menos, se quería indicar que eran como las massa-liotas pero sin serlo. Es decir, que se hacía una definición casi en negativo, yaque los estudios demostraban que una parte de estos contenedores pseudo-massaliotas no eran de la colonia focea de las Galias. Además, también se su-ponía que, tal vez, una parte de las ánforas de tipo Corintio B de Koehler(1979) procedieran de la Magna Grecia, mientras que se ha atestiguado enItalia la fabricación occidental de ánforas de tipo massaliota y/o pseudo-Chios.

Al igual que en la metrópoli, habría varios centros productores en Cam-pania, Sicilia y Calabria. Los que mejor se conocen son los de la fase más re-ciente, de los siglos IV y III a.C. (Van der Mersch, 1986; 1994) y, entre estos,los del entorno napolitano (Olcese, 2010).

Los centros de producción parecen cada vez más numerosos y aún seríandifíciles de identificar con precisión. Gracias a los hallazgos de hornos, se sa-be que Locri fabricó ánforas (Barra, 1989) y en Metaponto y Medma se hanencontrado desechos de cocción (Van der Mersch, 1986: 573). Las monedasde Hipponion, la antecesora de la colonia latina de Vibo Valentia, llevan comotipo del reverso un ánfora de transporte (Fig. 13), al igual que otras ciudadesgriegas orientales, como Chios, Samos o Thasos (Mattingly, 1981). Estos es-casos centros identificados serían los únicos en los que la produccion de án-foras se ha constatado claramente, aunque deben representar sólo una míni-ma parte de las ciudades que las fabricaron.

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La estrecha relación y semejanza de las ánforas magno-grecas de los siglosIV y III a.C. con las gréco-itálicas de los siglos III y II a.C. es más que evi-dente, aunque estas últimas producciones normalmente ya se estudian dife-renciadas como ánforas romanas a pesar de su indudable origen griego. Lomismo sucedería con los tipos de Apulia de los siglos II y I a.C., caso de lasde Brindisi y Lamb. 2, en las que es normal encontrar sellos en griego y, so-bre todo, con antropónimos helenos.

Estas ánforas magno-griegas también alcanzaron la Península Ibérica, co-mo demuestra las MGS IV del pecio del Sec, en Mallorca (Arribas et alii,1987), pero en general se encuentran escasamente tanto en el litoral como enel interior del territorio galo-ibérico. Tan sólo se podrían mencionar los ha-llazgos de algún ejemplar entre el cargamento de pecios con ánforas marse-llesas, como los de Plane 2 y el de la Tour Fondue (Long, 1990) y los de las ex-cavaciones de la Bourse de Marsella (Sourisseau, 1993).

Tipología: Las formas IV, V y VI marcan la transición entre las ánforasmagno-grecas propiamente dichas y las romanas, siendo difícil su sepa-ración de las grecoitálicas antiguas, con las que se solapan en el sigloIII a.C. (Fig. 14).

13. Moneda de Hipponion con representación de un ánfora. Museo de Vibo Valentia

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MGS I. Deriva de las ánforas jonias orientales y de las massaliotasmás antiguas. Cuerpo globular, cuello cilíndrico corto y pivotepequeño (Fig. 15). 450 a.C. - 300 a.C.

MGS II. Borde almendrado, cuello alto y abombado, cuerpo fusi-forme y pie macizo (Fig 16). 450 a.C. - 300 a.C.

14. Clasificación de las ánforas magno-grecas (MGS). Las tres últimas (MGS IV, V y VI(Van der Mersch, 1994), similares a la greco-itálicas antiguas

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MGS III. También conocida como proto-grecoitálica. Perfil glo-bular carenado, borde bajo y pie hueco. Fines siglo V a.C. - finesIV a.C.

MGS IV o grecoitálica antigua. Cuello exvasado, panza fusiformey pie alargado y macizo. Siglo IV e inicios del III a.C. Son la car-ga principal del pecio Filicudi F. 300 a.C.

MGS V. Equivale a la grecoitálica antigua Lyding Will (LW) A2.Fabricada en Sicilia y probablemente en la Magna Grecia. Bor-de triangular bajo y alargado, cuerpo de perfil de peonza y piealargado y hueco. Altura: 60-70 cm. 350 a.C. - 250 a.C. Son lacarga principal del pecio de la Secca di Capistello en Lípari, data-do entre 300 a.C. - 280 a.C.

MGS VI. Otra grecoitálica antigua. Es bastante semejante a laMGS V, pero con el cuerpo y el cuello más alargado. Se asimila-ría a la LWb. Fines siglo IV a.C.- inicios siglo II a.C. Es muyabundante y difundida.

15. Ánfora MGS I. Pecio Cala Sant Vicent. Centre d’ArqueologíaSubaquática de Catalunya (CASC)

16. Ánfora MGS II

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III. 5. Las ánforas romanas republicanas: el vino es lo importante. LaCampania y lo que no es la Campania

Estas ánforas son la materialización del gran desarrollo de una viticultura ca-paz de responder, al mismo tiempo, a una creciente demanda interna y a unano menos grande y acrecentada clientela exterior procedente de una diversi-ficada gama de consumidores itálicos desplazados (colonos, soldados, contra-tistas, comerciantes) y de las élites indigenas de las nuevas provincias y regio-nes vecinas aun no conquistadas, fenómeno general paralelo a laromanización del Mediterráneo (Panella, 2011). Una parte de la producciónse distribuía por canales públicos, para abastecer al ejército y a las nuevas co-lonias romano-itálicas que iban surgiendo, sin olvidar al que sería el princi-pal centro consumidor, la misma Roma (Manacorda, 1989).

La gran difusión que alcanzaron algunas vajillas de mesa, como el barniznegro de Cales y Nápoles o la sigillata aretina, se han de entender como el re-flejo de una actividad menor dentro de lo que fue el gran comercio del vinoitálico entre los siglos II y I a.C., ya que no es casualidad que los centros deproducción de estas cerámicas de mesa masivamente difundidas coincidancon las principales zonas vinícolas y de fabricación de ánforas grecoitálicas yDr. 1. Cales esta junto al agger Falernus, que tampoco está muy lejos de Ná-poles (Hesnard et alii, 1989). La gran difusión de los preciados y famosos vi-nos de la Campania, además del Falerno, el Caecubo o el Gauranus (Bugno,2007), en última instancia explicaría la gran difusión de las ánforas y de lascerámicas de barniz negro (Tchernia, 1986).

Al contrario que con las cerámicas de barniz negro, presentaremos estasánforas más por sus formas que por sus centros de producción, ya que estosson muy abundantes, muy dispersos y normalmente todos fabricaban las mis-mas formas, la grecoitálica y la Dr. 1.

Los principales centros de fabricación de ánforas itálicas de vino se con-centraron en tres zonas: la costa toscana; el litoral del sur del Lazio y el nor-te de la Campania; y la fachada marítima del Adriático (Tchernia, 1986). Has-ta finales del siglo II a.C. el tipo greco-itálico fue la forma principal de lastres áreas, pero a partir de ese momento los envases se modificaron. En lasdos zonas del Tirreno se desarrolló exclusivamente la más alargada Dr. 1,mientras que en el Adriático centro-septentrional se adoptó la globularLamb. 2. Otras más variadas pero de menor incidencia se fabricaron en elárea de Brindisi. En ambos casos, el diseño buscó ampliar la capacidad del re-cipiente. En Calabria y Sicilia, donde en la época inmediatamente anterior se

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habían fabricado una buena parte de las grecoitálicas antiguas, no se conocebien la actividad de los siglos II y I a.C.

En esta época, en Italia la fabricación del aceite se desarrolló en la zona deVenafro, en el interior del norte de la Campania, y, principalmente, en el te-rritorio de Brindisi, que se envasó en las ánforas homónimas.

Una relativa proporción de estos envases portaban sellos impresos (Pane-lla, 2004) y otras menos tituli picti. Bastante más difícil es que conservaran eltapón de puzolana (Fig. 17), donde también se colocaban inscripciones (Hes-nard y Gianfrota, 1989). Este sistema no fue el único de cerrar las ánforas, yaque también se utilizaron tapaderas de cerámica (Bernal y Saez, 2008).

III. 6. Las ánforas grecoitálicas

Con este nombre bicultural fueron bautizadas asi por Ferdinand Benoit(1954 y 1956), para definir las ánforas del pecio del Grand-Congloué I (Benoit,1961). Con esta denominación había la intención de indicar a la vez una fi-liación y una zona de producción. Significaría que son ánforas de tradicióngriega pero de producción esencialemente italica y que estarían en una posi-ción de transición cronológica entre las ánforas griegas y las romanas. Tam-

17. Tapón de puzolana de un ánfora. ARQVA

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bién le dio el apelativo de républicaine I (Benoit, 1957: 250–256). Casi al mis-mo tiempo Lamboglia (1955: 264) las incluyó con la forma 4 de su tipologíade las ánforas romanas republicanas. Es decir, que al poco de ser identifica-da, esta ánfora ya era conocida de tres maneras: grecoitálica, republicana I yLamb. 4.

Centros de producción. Se conocen varios lugares de fabricación, centra-dos principalmente en la Campania (Tchernia, 1986), donde reciente-mente se ha puesto de relieve la gran importancia del centro productorde Ischia (Olcese, 2010). Se conoce una alta densidad de alfares en el La-cio meridional (Astura, Minturno, Fondi, Formia) y en la Campania sep-tentrional (Sinuessa/Mondragone, ager Falernus), además del grupo de ofi-cinas de Etruria costera, como las del ager Cosanus (Lyding Will, 1987),Albinia (Vitali, 2007; Vitali et alii, 2007) y el ager Pisanus y Volaterranus(Menchelli et alii, 2007: 142-143). También es probable la presencia dehornos en Graviscae, el puerto de Tarquinia, y en Pyrgi, el puerto de Cae-re, junto a Dr. 1A y 1B del siglo II a.C. (Incitti, 1986; 1990).

Por sus pastas volcánicas características, también es probable que sefabricaran entre Pompeya y Sorrento (tipo Van der Mersch V y VI, yDr. 1) vistos los ejemplares con black sand fabric de las casas del Cing-hiale, Dei Fiori y Delle Forme di Creta (Scotti, 1984: 273-275; D’Ambro-sio y De Caro, 1989). La variedad de las pastas de esta forma es nota-ble y plantea no pocos problemas de identificación (Thierrin-Michaely Maza, 2002; Thierrin-Michael, 2003). En todas estas alfarerias pre-domina la Dr. 1, pero ya aparecen las grecoitálicas.

Esta forma también se fabricó en Calabria, Metaponto, Sicilia (Na-xos, Gela/Agrigento, Temesa/Nocera Terinse) (Van der Mersch, 1994) y elárea del Adriático. Las variedades más recientes se hicieron sobre todoen la Italia central y las más antiguas, relacionadas con las MGS V y VI,en Sicilia e Italia meridional.

De la Apulia destacan los testimonios literarios del vino de Taren-to, uno de los pocos bien considerados de esta área. Hay que dar cadavez más importancia a la producción de las ánforas vinarias del áreaadriática, también inspiradas en el modelo grecoitálico. El estado ac-tual de los estudios no está aún tan desarrollado para establecer el pa-so de estas grecoitálicas adriáticas, atestiguadadas ya desde el siglo IIIa.C., a las Lamb. 2.

A partir de los hallazgos de la necrópolis de Adria ya sería evidentela fabricación de grecoitálicas adriáticas en el siglo III a.C. y hasta lamitad del siglo II a.C. (Toniolo, 1998; 2000: 137-171). Las grecoitáli-

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cas de los tipos 16-18 de Adria, de tumbas de mediados del siglo II a.C,darían una idea de las ánforas de transicion a la Lamb. 2. Las cerca denovecientas grecoitálicas del tipo MGS V y V/VI de la mitad del sigloIII a.C. en un depósito de Cattolica, cerca de Ariminum, con numero-sos desechos de cocción, procederían de un taller proximo (Stoppioni,2008). Éste sería el primer testimonio evidente de la temprana adop-cion de la grecoitálica en el Adriatico, a través de sus contactos con laMagna Grecia. Hay otros indicios de la fabricación de estas ánforas enel territorio de Adria (Toniolo, 1998; 2000) y quizás en Spina (Desan-tis, 1991-1992). Otra produccion de grecoitálicas se ha supuesto tam-bién en Aquileia, de cuyo territorio provienen con seguridad Lamb. 2(Horvat, 1997).

A partir del siglo III a.C. y con más intensidad en la primera mitaddel siglo II a.C., se harían estos contenedores en diversos puntos del li-toral norte y medioadriatico, entre el delta padano y el Piceno. Lasfuentes literarias (Polibio III, 88, 1-3) narran que en esta zona Anibalhizo lavar sus caballos con el vino viejo «vista la abundancia de la pro-ducción». Otros testimonios (Varron r.r. I, 2, 7 y Polibio II, 15) aludena la abundancia y desarrollo de la viticultura en el ager Gallicus y la Ci-salpina, que vieron la fundación de tempranos núcleos romanos, SenaGallica (289 a.C.) y Aquileia (181 a.C.), junto a un gran proceso de cen-turiacion y expansión agraria. Lo mismo sucedió en Apulia meridionalcon la creación de Brundisium (244/243 a.C.), que, además, se convir-tió en el gran puerto hacia Oriente.

Aunque aún no se dispone de pruebas evidentes, también se ha su-puesto una producción en época helenística de ánforas grecoitálicas, yluego de Lamb. 2, en el litoral oriental del Adriático. Los indicios sebasarían esencialmente en su difusion en Issa/Vis (Croacia), Epidam-nos/Dyrrachium y Apollonia (Albania) (Lahi, 2008). Además, aparecenen gran número en las costas de Dalmacia, donde se habrían contabi-lizado un centenar de pecios de grecoitálicas y, sobretodo, de Lamb. 2(Cambi, 1989). Esta alta densidad de hallazgos submarinos también sedebería a la existencia de una costa abrupta con muchas islas y peque-ñas ensenadas, peligrosas para la navegación, además de vientos fuer-tes y de los piratas ilirios, muy activos en determinados periodos.

Las exitosas ánforas grecoitálicas también se fabricaron, en este ca-so se imitaron, en el mundo púnico occidental. Las PE 24 serían las deIbiza (Ramón, 1981). También se han localizado en el área gaditana(Fig. 18) (Saez y Díaz, 2007).

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Pasta: al haber múltiples centros de producción en distintas regiones esmuy variada, cuando no diferente. La arcilla es, en general, de tono ro-sado y bastante depurada, aunque hay también pastas amarillentas yanaranjadas. Hay inclusiones de arenas o micas diversas, como en lasánforas itálicas posteriores.

Tipología: la denominación grecoitálica es demasiado genérica, ya quecomprende perfiles y tamaños bastante diversos (Manacorda, 1986),que pertenecen a ánforas diferentes relacionadas por una tendencíaevolutiva formal y general (Fig. 19), por la que los recipientes se ibanhaciendo paulatinamente más grandes y los labios más altos, que ten-dría lugar entre los siglos IV y II a.C. De los sellos en griego de los si-glos IV y III a.C. se pasó al latín en el II a.C.

Se han diferenciado variantes, especialmente a partir del trabajo deLyding-Will (1982), con cinco tipos greco-itálicos (LWa–e) que nor-malmente se utilizan, aunque desde el principio no se consiguió unatotal unanimidad (Manacorda, 1986; Empereur y Hesnard, 1987; Bats,1986).

18. Ánfora greco-itálica producida en Ga-

des. Cortesia Grupo de Investigación HUM-440, Universidad de Cádiz

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Las variantes más antiguas, las del siglo III a.C., las LW a-c, corres-ponderían a los tipos IV, V y VI de Van der Mersch de las magnogre-cas, que concluyen en el siglo III a.C., y las más modernas se corres-ponderían con la denominacion de grecoitálicas tardías o recientes deManacorda (1989). Esta serie la inaugurarían los ejemplares del GrandCongloué 1 (forma Will 1c), y, a lo largo del siglo II a.C., se sucederíanlos tipos de los pecios de la Chrétienne C, Monte Rose, La Ciotat y Pun-ta Scaletta 4 (forma Will 1e). La tendencia evolutiva se manifiesta enaumento de capacidad y en mayor estandarización. Este proceso linealhay que tener en cuenta que no fue coetáneo en la distintas y cada vezmás numerosas áreas productivas, de las que, además, se suele conocermejor las fases más tardías, cuando fabricaron las Dr. 1.

19. Tabla de las ánforas greco-itálicas

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La altura oscila entre los 60-70 cm en las más antiguas y los 90-100cm de las recientes. El paso de la grecoitálica a la Dr. 1A (Fig. 20) seharía cuando alcanzaran los 90 cm de altura, con una relación “diáme-tro máximo / altura” cercana a 1/3, una relación “altura del cuello / al-tura de la panza” cercana a 1/2, al tiempo que el labio se hace más altoque grueso (Empereur y Hesnard, 1987).

En Lattes (Py, 1993b), la mayor parte de los ejemplares recuperadospresentaba un estado fragmentario. Para catalogarlos se definieron unaserie de características de los bordes que han servido para completar laclasificación de Lyding-Will.

Uno de los problemas habituales en el estudio de las ánforas repu-blicanas es la distinción, a nivel de los labios, entre las gréco-itálicas re-cientes y la Dr. 1A. Se ha propuesto reservar el término grecoitálicaspara aquellas cuya relación de las medidas del borde “altura total” en-tre “anchura máxima” sea inferior a 2,9; mientras que si esta es supe-

20. Ánfora greco-itálica LWd dellitoral de Valencia y Dr. 1A deValentia

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rior, serían catalogadas entre las ánforas itálicas (Tchernia, 1986: 309).Sin embargo, la validez de este sistema de mediciones para clasificar loslabios se ha cuestionado ya que se ha comprobado que los perfiles delos bordes grecoitálicos más recientes aún se encuentran en los tipositálicos Dressel 1A.

Durante los más de dos siglos en que se fabricaron, las ánforas gre-coitálicas se pueden agrupar de la siguiente manera:

LWa. Se corresponde con la grecoitálica antigua MGS V. Ánforabaja y panzuda, con perfil de peonza. Altura: 60 a 70 cm; Ø máxde la panza: 38 y 40 cm. Pie alargado, a veces hueco. Fabricadaen Sicilia y probablemente en Magna Grecia. 350 a.C. - 250 a.C.

LWb. Equivale a Lamboglia (1955) tipo 4 y probablemente a la MGSVI. Ánfora más alta (70-80 cm) y menos ventruda (Ø máx. 36 - 38cm) que LWa (Fig. 21). Pie corto, a veces hueco. Fabricada en Si-cilia y probablemente en Magna Grecia. 250 a.C. - 200 a.C.

21. Ánfora greco-itálica LW b. MARQ

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LWc. Equivale a los tipos Grand-Congloué 1 (Benoit, 1961) y 4 deLamboglia (1955). Ánfora más alargada (altura 82-90 cm, Ømáx. 36 - 39 cm). También existe en un formato reducido, demedia ánfora, de 55 - 60 cm de altura. Fabricada en Campania.225 a.C. - 175 a.C.

LWd. Sería el tipo grecoitálico tardío estándar más abundante. Án-fora con perfil más fusiforme (Fig. 22) (altura: 75 - 85 cm; Ømáx: 32 - 36 cm). Pie alargado y macizo. Fabricada en Campa-nia y probablemente en Italia central y el Adriático (Fig. 23). 200a.C. - 150 a.C.

LWe. Otro tipo grecoitálico tardío. Ánfora con perfil fusiforme(Fig. 24) (altura: 85 - 95 cm; Ø máx: 30 - 34 cm). Pie corto y ma-cizo. Se confunde con la Dr. 1A (Fig. 20), de la que sería su pre-cedente. Fabricada en Campania, el área adriática e Italia central.175 - 100 a.C.

22. Ánforas greco-itálicas LW d del pecio de Escombreras 1. ARQVA

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23. Ánfora greco-itálica LWd de talleradriático. Valentia. SIAM

24. Ánforas greco-itálicas LWede Valentia. SIAM

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Cronología: del siglo IV a fines del II a.C. La escala de la comercializa-ción de las grecoitálicas ya tenía una cierta importancia a mediados delsiglo III a.C. y creció paralelamente a una constante trasformación dela forma. Se fue pasando de una ánfora pequeña con perfil de peonza,cuello bajo y borde triangular bajo (MGS V y VI), a recipientes de ma-yores dimensiones, de cuerpo ovoide, cuello más largo, asas sinuosas,borde oblicuo y fondo macizo.

Las ánforas grecoitálicas del entorno de Roma, presentes ya desde elsegundo cuarto/mediados del siglo III a.C. con sellos en latín, ibanacompañadas en los viajes por mar por la cerámica de barniz negro delos talleres etruscolaciales de las pequeñas estampillas, la CampanienseA arcaica y antigua de Neapolis, la cerámica de barniz negro arcaica y an-tigua de Cales y la B etrusca. A finales del siglo III a.C. desapareceríanlas grecoitálicas antiguas magnogrecas y sicilianas.

Contenido: Generalmente, se considera que las ánforas grecoitálicastransportaron vino como indicarían los restos de resina y los taponesde corcho, además de que sus centros de producción están en las zonasvinícolas. En los pecios, las ánforas grecoitálicas aparecen asociadas alos primeros cargamentos de barniz negro de Nápoles (Fig. 26), lo queindicaría que la mayor parte debió envasar el famoso vino de la Cam-pania tirrénica situada al norte de Nápoles, incluido el de la isla de Is-chia (Olcese, 2010).

Difusión: El fenómeno comercial de las ánforas grecoitálicas es bastanteamplio ya en el siglo III a.C. Se encuentran desde Italia y Sicilia, a MasCastellar-Pontós, cerca de Emporion (García Sánchez, 1997), en Carta-gena antes de la destrucción (Martin Camino, 1996), en Pech Maho cer-ca de Narbona, que proceden de Italia central y Campania (Thierrin-Michael, 2000), Cadiz, Aléria (Córcega), Alejandria y hasta Panticapeo.Fechados entre el 300 y el 200 a.C. hay numerosos pecios, al menosquince en Occidente (Cibecchini, 2004: 63). En el siglo II a.C., entre200-150/125 a.C., se contabilizan ventisiete barcos con grecoitálicas enel Mediterraneo occidental (Cibecchini, 2004: 63; 2008: 485) y ya apa-recen en la Galia interna antes de la conquista del 125-121 a.C. de laTransalpina (Poux, 2004:192-196; Olmer, 2003: 216-217).

Las variantes más recientes, la LWc, d y e, se difundieron amplia-mente por el sur de la Galia (Bats, 1986; Gateau, 1990) y el litoral his-pánico (Fig. 25), especialmente en el nordeste de Cataluña (Nolla etalii, 2010; Nolla y Nieto, 1989). El pecio más antiguo del Grand Con-gloué (Long, 1987; Morel, 1998; Tchernia, 1986) sería un buen ejem-

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plo para comprender las ingentes cantidades de estas ánforas que lle-garon a comercializarse en Occidente, en este caso concreto del tipoLWc.

Desde la zona productora Cisalpina, en los inicios del siglo II a.C.ya alcanzaron los valles prealpinos. Abundan en el Adriático oriental,en Apollonia, Durazzo, Butrinto y otras ciudades griegas de Illiria, queademás de ser centros de redistribucion y de tránsito hacia el norte y elinterior, fueron centros de consumo. También llegaron al área delEgeo (Lawall, 2006). Las de los talleres adriáticos se constatan desdeValentia (Fig. 23) a Corinto (tipo Will 3) (Lidyng Will, 1989).

III. 6. 1. La Dressel 1

Fueron clasificadas por Dressel (1895) dentro de su forma 1. Se trata de lasfamosas ánforas Dressel 1 o Dr. 1 fechadas entre mediados del siglo II a.C. yfines del siglo I a.C. y coparon el gran mercado del comercio del vino duran-te el periodo tardorrepublicano.

Entre mediados y el tercer cuarto del siglo II a.C. las oficinas tirrénicasque fabricaban ánforas grecoitálicas adoptaron un nuevo modelo que fue laculminación morfológica de aquellos contenedores más antiguos. La Dr. 1 fue

25. Ánforas greco-itálicas del pecio Escombreras 1. ARQVA

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el ánfora clásica vinaria italica, fósil-guía en Occidente de la época tardorrepu-blicana. A los hornos existentes que hacían las grecoitálicas se añadieronotros, aumentando el número de centros productores de vino y de ánforasdestinadas a mercados exteriores. Fueron, pues, el número 1 de las ánforas,el ánfora romana por antonomasia.

Tipología: El gran volumen de su producción, sin parangón con las pre-cedentes (Tchernia, 1983) ni con las posteriores, ni siquiera con las Dr.20 hispánicas, explican la multitud de talleres dispersos por Italia tirré-nica (Hesnard y Lemoine, 1981; Hesnard et alii, 1989; Vitali, 2007; Vi-tali et alii, 2007) y también jónica (Corrado, 2009), con la consiguien-te gran variedad en sus características técnicas (pastas, desgrasantes,engobes...) y, algo menos, en la forma, cuyas asentadas y aceptadas va-riedades tradicionales, 1A, 1B y 1C (Fig. 26), ya fueron establecidas porLamboglia (1955). Las dos primeras se corresponden con las républicai-nes IIIA et IIIB de Benoit (1957).

26. Tabla de los 3 tipos de Dr. 1

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La Dr. 1A, semejante a la grecoitálica reciente LWe (Fig. 20) y de laque a veces es difícil diferenciar, presenta, además, bastantes variacio-nes formales (Fig. 27), que harían de esta forma más un grupo amplioque un tipo bien definido. Aparecería hacia el 130 a.C. (Tchernia,1986), siendo aún mayoritarias en el primer tercio del siglo I a.C., per-durando hasta la época augustea. Se han recuperado millares de estosrecipientes en las excavaciones de varios pecios, como los 2.000 del deLa Chrétienne A (Parker, 1992: 302) y los 1.500 del Grand Congloué 2(Long, 1987).

La Dr. 1B es más grande y con el borde más alto (Fig. 28), ademásde un poco más tardía. Aparecería en los últimos años del siglo II a.C.,según se desprende de un titulus pictus con una fecha consular (Miro,

27. Ánforas Dr. 1A de Valentia. SIAM 28. Ánfora Dr. 1B del Tossalde la Cala (Benidorm). Mu-seo Arqueológico de Ali-cante (MARQ)

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1986), pero sobre todo es muy numerosa a partir de mediados del si-glo I a.C. Se conocen varios pecios repletos de estos recipientes, comolos de la Madrague de Giens, con unas 6.000 ánforas (Tchernia et alii,1978), Cap Drammont A (Santamaría, 1961) y Fos 1 (Giacobbi-Leque-ment, 1987) en Francia, Albenga (Lamboglia, 1952b) y Spargi (Pallarés,1983) en Italia. En el litoral ibérico se pueden mencionar los de Es-combreras 2 (Pinedo y Alonso, 2004) y San Ferreol (Mas, 1985), en losalrededores de Cartagena y Escullera Nord, en Denia (Gisbert, 1998).

La Dr. 1C, más estilizada (Fig. 29), también aparecería un poco an-tes del 100 a.C. Se encuentran siempre en mucha menor cantidad quelas otras dos variantes de Dr. 1 durante todo el siglo I a.C. No se pue-de mencionar ningún pecio con un gran cargamento de Dr. 1C y sólohay algunos, poco estudiados y apenas conocidos, en los que esta for-ma era la única identificada, caso de los de Agde D, Cap Benat B y Chré-tienne J (Parker, 199: 11, 173 y 309). Aparecen normalmente en peque-

29. Ánfora Dr. 1C. ARQVA

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ñas cantidades junto a los otros tipos de Dr. 1 y a otras ánforas, comola Lamb. 2 y algunas púnicas. Probablemente también se fabricaron enHispania (Fig. 30) (Bernal y Garcia Vargas, 2008).

Difusión. Omnipresentes en el Mediterráneo occidental, también se en-

30. Ánforas Lamb. 2 (Sciallano y Sibella, 1991)

cuentran en el oriental. Más de sesenta pecios con Dr. 1 se han loca-lizado en el Mediterraneo occidental, pero su número esta en constan-te aumento. En la Galia, a través de sus numerosos sellos, se ha com-probado el origen y la direccion de los flujos de las importaciones delvino tirrénico, con sus variaciones regionales: los vinos del ager Cosa-nus llegararían a la Galia central y centro-oriental (Borgoña, Auvernia,Lyon). Los vinos del Lazio meridional y la Campania abundarían másen el Istmo gálico. Para toda la Galia se ha estimado una aportación delos vinos tirrénicos (entre 125 - 50 a.C.) entorno a un millón de ánfo-ras cada año, más o menos unos 2,5 millones de hectólitros (Olmer,2003; 2008: 217-218). Un millón de Dr. 1 habría llegado en poco me-nos de un siglo a Bibracte, en Borgoña, capital de los Eduos, una de lasprincipales tribus galas, que debió ser un centro de redistribucción dela Galia centro-oriental y hacia las regiones germánicas y Britannia. Lacausa del enorme o casi desproporcionado consumo de vino itálico en

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la Galia independiente, además de factores económicos o de acultura-ción, se debería al funcionamiento de una sociedad en la que los festi-nes rituales y los ritos de libaciones tuvieron un papel primordial en laactividad e imagen representativa de las élites local y, en última instan-cia, en la gestión de su poder político (Poux, 2004). Por el contrario,era muy diferente la tradición en la Galia mediterrámea, entre Narbo-na y Marsella, donde la cultura del vino tenía raíces más antiguas tras-mitidas desde la Massalia griega y donde se cultivaba la vid y se comer-cializaba su vino en las ánforas massaliotas (Brun, 2004: 199-216).Desde Massalia se haría la difusion del vino itálico en la Galia indepen-diente y desde la nueva colonia de Narbo Maius hacia Aquitania.

En casi toda Hispania, excepto la zona norte más remota, la Dr. 1es omnipresente. Se ha estudiado más en la Hispania Citerior (Molina,1997; Márquez y Molina, 2005; Nolla y Nieto, 1989). Emporion, Tarra-co, la colonia de Valentia con su puerto fluvial y Carthago Nova seríanlos principales centros de recepción y distribución, además de lugaresde consumo (Pérez Ballester, 1998; 2008b).

III. 7. Las ánforas del Adriático

Mientras los talleres tirrénicos se dedicaron casi exclusivamente a la fabrica-ción de la nueva y exitosa Dr. 1A, los de la zona adriática italiana, que entrelos siglos III y II a.C. habían fabricado ánforas grecoitálicas, comenzaron adesarrollar una serie de formas diferentes a la Dr. 1A a partir de la segundamitad del siglo II a.C. (Cipriano y Carré, 1989; Palazzo, 1989). De ellas, laque alcanzó mayor proyección fue la Lamb. 2 aunque hubo otros tipos quetambién repasaremos.

III.7.1. El tipo Lamboglia 2

Es un ánfora panzuda (Fig. 31) procedente de los, cada vez más numerosos,talleres de la zona adriática central y septentrional. Por su aspecto redonde-ado y su supuesta procedencia de la Apulia, que fue y es una región produc-tora de aceite de oliva, se había asimilado a un contenedor oleícola. Pero elanálisis de un ejemplar del pecio de la Madrague de Giens, demostró quetransportaba vino (Formenti et alii ,1978). Los lugares de fabricación se hanlocalizado más allá del norte de la Apulia (Cipriano y Carré, 1989). Sobreellas abundan las marcas impresas en el borde externo.

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Centros de producción: En algunos talleres del Piceno meridional se haconstatado la continuidad productiva de las grecoitálicas junto a lasLamb. 2 (Staffa, 2003). Pero en el área adriática, desde el Piceno a Is-tria, pasando por el territorio de Aquileia, lo más frecuente ha sido laidentificación de talleres de Lamb. 2 que posteriormente suelen fabri-car también la Dr. 6. (Carré, 1985; Carré y Pesavento, 2003; Ciprianoy Carré, 1989; Buora et alii, 2008; Menchelli y Ciuccarelli, 2009).

Características técnicas:

Pasta: Suele ser compacta de color claro, crema o rosado, con sus carac-terísticos y bien visibles granos de chamota granate e inclusiones ne-gras brillantes (Cabella et alii, 2008; Menchelli et alii, 2008).

Cronología: Más o menos surgiría al mismo tiempo que la Dr. 1 a fina-les del siglo II a.C. y es básicamente un ánfora del siglo I a.C.

31. Ánfora Lamb. 2

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Difusión: Además de la Cisalpina y la zona adriática, donde son extraor-dinariamente abundantes (Cambi, 1989) y a veces aparecen en cantida-des enormes (Starac, 2008), su espacio principal de difusión fue el Me-diterráneo oriental. En Atenas, en los niveles de destrucción del 86a.C. son muy abundantes (Grace, 1961). Desde Aquileia alcanzaron zo-nas centroeuropeas y desde Ancona las costas ilíricas y epirotas y llega-ron a Egipto (de Alejandría a al-Fayoum), a Grecia continental e insu-lar (Delos, Rodas, Cos, Tenos) (Lyding Will, 1989) y el Asia Menor(Pessinunte, Éfeso). Se conoce un pecio con estas ánforas en Thasos. Aestas regiones orientales llegarían también las coetaneas ánforas vina-rias tirrénicas, pero eran mucho más abundantes las importaciones devinos griegos insulares y microasiáticos (Bezeczky, 2004; Lund, 2000).En occidente no es rara, aunque siempre es mucho menos abundanteque las Dr. 1A y 1B. Donde más se encuentran es en Hispania, cuyaaparición se relaciona con la ruta que pasaba por las Baleares y luegohacia el Golfo de León, seguramente hacia Emporion o Narbona, o aCarthago Nova, que garantizaba su redistribución. Se conocen más de50 pecios en los que aparece esta forma, pero la mayoría son los gran-des cargamentos de ánforas tirrénicas del sur de Francia, en que suelehaber algún ejemplar casi aislado. Sin embargo, en el litoral ibérico sehan encontrado algunos barcos en los que constituían la carga princi-pal y que señalan las rutas que seguían, caso del de Sa Nau Perduda enla Costa Brava (Foerster y Pascual, 1970) y el de Punta de Algas (Mas,1969-70), en la zona de Cartagena, donde es una ánfora bastante fre-cuente (Pérez Ballester y Pascual, 2004). Por el contrario, es más esca-sa en los yacimientos terrestres del sur de Francia y es rara en los nu-merosos pecios excavados en esa zona.

III. 7. 2. Ánforas de Brindisi

En los alrededores de la ciudad portuaria de Brindisi, donde concluía la ViaAppia, se han encontrado varias zonas de alfares de ánforas que han permiti-do descubrir una variada producción en el Salento meridional. El más noto-rio de estos centros alfareros es el de Apani, junto al de Gianicola (Manacor-da et alii, 1994), cuyas ánforas se han clasificado en cuatro formas principales(Fig. 32), bien definidas por ejemplares enteros, y otras tantas sólo conocidaspor piezas más fragmentadas (Palazzo, 1988; 1989; Cabella, 2008).

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Tipología (Fig. 32 y 33)

Palazzo/Apani I. Forma intermedia entre la grecoitálica evolucio-nada y la Lamb. 2 que, erróneamente, se podría incluir en am-bas, aunque es claramente más alargada que la Lamb. 2 y menosesbelta y estilizada que la grecoitálica. Al contrario que el restode la producción brindisina, sólo se conoce una pieza con selloimpreso, de L. Aninius, pero sí presenta grafittis pre-cocción enel cuello. Segunda mitad del siglo II a.C.

Palazzo II. Cuerpo ovoide acabado en un pivote macizo terminadoen botón, cuello cilíndrico, borde con dos pequeños resaltes, asasde sección circular bajo el borde, que en su parte superior suelenllevar, en ambas, una misma marca impresa. El conocido selloAniniana aparece en esta forma. Fines del siglo II a.C.

32. Cuadro tipológico de las ánforas de Brindisi (Palazzo, 1989)

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Palazzo III. Ánfora ovoide de labio redondeado, cuello bajo, asascortas de sección circular bajo el borde y una altura entre 80 y 75cm. Envasaba el aceite del sur del Salento en el entorno de la co-lonia de Brindisi y el área central adriática desde mediados del si-glo II a finales del I a.C. Es la forma brindisina más abundante ydifundida. La pasta suele ser compacta, amarillenta, rosada o ma-rrón, con pequeñas inclusiones blancas. Como otros recipientesdel Adriático, normalmente suelen llevar sellos (Desy, 1989).

Su difusión principal fue bastante similar a la Lamb. 2, haciaGrecia y Oriente y a lo largo del Adriático, donde es omnipre-sente hasta Aquileia y el interior padano. También se conocen al-

33. Ánforas brindisinas

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gunas en el valle del Ebro (Beltran Lloris, 1980), en el litoralMediterráneo hispánico, especialmente en el nordeste, y en elsur de Francia (Laubenheimer, 1990). No es rara, pero es menosfrecuente que la Lamb. 2.

Palazzo IV. Cuerpo muy globular terminado en un pivote macizobajo, cuello corto con borde alto algo exvasado, bajo el cual sa-len las asas de sección circular, que suelen ir con sellos en ambas,pero diferentes. Corresponde al Will 11a (Lyding Will, 1989).

Los otros cuatro tipos (Fig. 33) se han definido a partir de piezas fragmen-tadas. Tal vez un ánfora de Valentia sirva de prototipo a la forma VII (Fig. 33),que se fecha entre 130-100 a.C., que también se ha encontrado en un peciocerca de Cartagena junto a otras ánforas de la zona adriática, como la Lamb.2 y la V (Alonso y Pinedo, 2008).

Excepto la olearia forma III, las otras producciónes apulas de ánforas deApani/Giancola se dedicarían a transportar vino. Sus características morfoló-gicas no las diferencían a nivel de fragmentos de las de Brindisi olearias y suabundante repertorio epigráfico (Pallechi, 2004; Desy, 1989) es también co-mún, como los sellos de los Aninii en Apani y los de Visellius en Giancola.Normalmente, los numerosos sellos que se han publicado no distinguen sufiliación tipológica. Se encuentran los nombres de C(aius) Anini(us) asociadoa los de Cteso(n), Damas, Dasi(us), Eutuchus y Soterich(us). Otros nombres ser-viles, como Antiochus, Apelles, Bahano, Baton (Fig. 34), Diodotus, Libon, Eika-

34. Sello BATON sobre ánfora brindisina. Casa de Ariadna (Pompeya)

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dios, Heraios, Kephalon, Noumenios, Pilemo(n) y Pulade(s) aparecen solos o aso-ciados entre sí en contenedores de la amplia producción aniniana. Algunos deestos sellos estan en griego: Antíochus, Eikadios, Heraios y Kephalon. Otros, en-tre ellos el abundante gentilicio Aninius, aparecen tanto en griego como enlatín: Apelles, Damas, Noumenios, Pilemo(n), Pulade(s) e Soterich(us) y el restopresentan sólo caracteres latinos. Su abundancia y amplia distribución ayu-dan a captar la incidencia de las exportaciones de estos contenedores adriáti-cos (Manacorda, 1998; 2001; Panella, 2011).

III. 8. Las ánforas del mundo helenístico: el vino de Oriente. Los rodios ylos Macabeos

En el periodo helenístico/tardo-republicano, en Occidente aparecen, en mo-destas cantidades, las ánforas de vino del Egeo, de Quios, Kos o Cnidos, yson más abundantes las de Rodas (Fig. 35) (Empereur y Hesnard, 1987). EnOriente, el volumen de hallazgos rodios alcanza proporciones fabulosas

35. Ánfora rodia

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(Rauh, 1999: 166) como atestiguan los 80.000 sellos sobre asas de ánforas ro-dias conservados en el Museo Grecoromano de Alejandria (Empereur, 1998:398; Zeitoun et alii, 1998) o los 18.000 ejemplares de la colección Benaki deAtenas (Grace, 1985: 42-43).

Esta numerosa epigrafía anfórica rodia se distribuye en tres siglos, de fi-nes del IV al I a.C. y se ha organizado en seis periodos, del I al VI. Los pro-líficos y organizados talleres rodios marcaron sistemáticamente ambas asas(Fig. 36): en una se hacia mención al fabricante y en la otra a los epónimos yal mes. Es decir, que a lo largo del mismo año, la producción de cada uno delos talleres recibía variedades de sellos (Fig. 37). A lo largo de la vida de losdiferentes fabricantes, según su longevidad, su nombre se asociaba cada añoa un magistrado epónimo distinto. Con estos ingredientes, durante tres si-glos, las combinaciones de los fabricantes, los epónimos anuales y los mesesdel año, dan un amplio repertorio de probabilidades.

Es evidente que la existencia de un epónimo significaría, potencialmente,poder llegar a conocer la fecha exacta de fabricación de un ánfora, incluso elmes. Este precioso elemento cronológico se conoce también para las ánforasromanas, cuando raras veces se encuentran pintadas las fechas consulares(Miró, 1986; Pérez Ballester, 1995). Pero en este caso, para el mundo roma-no se conoce bastante bien la fecha exacta de los consulados.

En el caso de los magistrados epónimos rodios, lamentablemente, al con-trario que los bien conocidios consules romanos, no hay un listado al queacogerse para fechar directa y automáticamente estos, por otra parte, relati-

36. Ánfora rodia. Según Finkielstejn, 2001 37. Sello rodio. Casa de Ariadna (Pompeya)

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vamente abundantes sellos. Sin embargo, la estricta organización de los se-llos de las ánforas rodias ofrece una oportunidad para disponer de un mate-rial datante de primer orden. Como se ha hecho en muchas ocasiones, la in-vestigación arqueológica ha tenido que partir de la base, de la realidadmaterial, para reconstruir el listado de los magistrados rodios. Esta tarea seinició hace bastantes décadas (Grace, 1953) en Oriente y tras árduos esfuer-zos, combinando los datos de numerosas excavaciones del Mediterráneooriental, ya se cuenta con una completa sistematización de los sellos de lasánforas rodias. Una de las regiones que ha dado más información cronológi-ca ha sido Israel, gracias a las terribles y largas guerras que asolaron la zonaen el siglo II a.C. entre los rebeldes macabeos y los helenizados seleúcidas. Alas sucesivas victorias y conquistas de aquellos, bien narradas y datadas por lasfuentes y de las que existe un abundante repertorio arqueológico, seguía lainmediata “depuración” de los territorios recuperados, a los que se aplicabauna auténtica limpieza antihelenística que incluía el cese automático de lasimportaciones de vino rodio. El cruce de los datos se ha utilizado para preci-sar o aproximar, las fechas y la ordenación de los magistrados epónimos (Fin-kielsztejn, 2001; 2004).

El colapso que, para la economía de Rodas, supuso la creación por Romadel puerto franco de Delos en el 166 a.C. disminuyó algo la incidencia de susánforas en Occidente, pero no la eliminó, y habría obligado a reorientar es-te comercio hacia el sur (Egipto) y el sudeste (Finkielsztejn, 2001b).

En Carthago se encuentran bastantes antes de la destrucción del 146 a.C.(Lund,1993; Morel, 1998). En Italia, las ánforas rodias aparecen en toda lapenínsula, desde Sicilia (Garozzo, 2006) a Aquileia e Italia septentrional(Tiussi, 2007), pasando por Pompeya (Pascual et alii, 2007) o Populonia (Ti-lloca, 2001), además de varios pecios (Gianfrotta, 2008: 68), siendo Erice, Si-racusa y Tarento (Dell’Aglio y Lippolis, 1989) los lugares que han dado máscantidad de sus característicos sellos. En este sentido, se ha propuesto que és-tos fueran los centros de redistribución en Italia y Sicilia (Panella, 2011).

En algunos pecios del litoral del sur de Francia aparecen en cierta canti-dad, pero siempre en proporción muy inferior a las ánforas itálicas, que siem-pre constituyen la parte principal de la carga. Esto sucedería en el Grand Con-gloué 1, de fines del siglo III a.C. (Sanmartí y Principal, 1998) y la ChrétienneC (Joncheray, 1975), un poco posterior, 175 - 150 a.C. En ambos hay tam-bién alguna de Cnidos. En los pecios, las ánforas rodias están presentes has-ta mediados del siglo I a.C., como el de la Madrague de Giens (Tchernia et alii,1978). Por otro lado, se encuentran en yacimientos terrestres como Entre-

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mont, junto a alguna ánfora de Kos (Gateau, 1990) o en Lattara, entre 125 -50 a.C. (Py, 1990).

En Hispania también aparecen estos recipientes rodios, aunque en pocacantidad. Sus asas con sellos son el elemento más orientativo y definitorio,aunque las características de su forma y su morfología son bastante fáciles dedistinguir. En el pecio del Sec (Mallorca), de mediados del siglo IV a.C., yaaparecieron varias (Arribas et alii, 1987). En aguas de Menorca se encontra-ron en el barco del Llatzeret, de 200 - 170 a.C., junto a una carga principalde grecoitálicas y alguna ánfora de Cnidos (Fernández-Miranda et alii, 1977).Se ha señalado su presencia en varios lugares terrestres del litoral mediterrá-neo como Cartagena (Pérez Ballester, 1994), Pollentia (Equip de Pollentia,1993) o Valentia (Fig. 38) (Ribera, 1998), pero también alcanzan lugares delinterior tales como Extremadura, ligados probablemente al suministro mili-tar (Heras, 2010).

38. Sello rodio. Valentia. SIAM

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Las otras ánforas del Egeo son bastante escasas en Occidente. Las de Cni-dos (Fig. 39), con su característico pivote (Fig. 40), son muy abundantes enAtenas (Grace, 1985) pero en el Mediterráneo central y occidental son bas-tante menos frecuentes que las rodias, con las que suelen asociarse en variospecios del s. II a.C. cuyas cargas principales está constituidas por ánforas gre-coitálicas de Campania. En todo caso, forman una mínima parte de estos car-gamentos. Al igual que las de Rodas, sus sellos (Fig. 41) son muy abundantesy también aparecen en las dos asas, pero en el caso cnidio el texto de ambassuele ser el mismo.

Otro de los tipos griegos que se encuentran en el Occidente durante laetapa romana republicana es el de la isla de Kos, fácilmente identificables(Fig. 42) por sus asas dobles, que junto a la forma, constituyen una autentica

39. Ánfora de Cnidos

40. Pivote de ánfora de Cnidos

41. Sello sobre un asa de ánfora de Cnidos. Casa de Ariadna (Pompeya)

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marca de fábrica tan propia de las ánforas del mundo griego (Empereur yHesnard, 1987) no exenta de imitaciones (Hesnard, 1986). Al contrario quelas rodias o cnidias, las ánforas de Kos, llevan pocas marcas. No presentanuna homogeneidad morfológica bien definida, sino que, dentro de unos pa-rámetros comunes muy generales, como sería la coloración rojiza oscura o elvariado tipo de inclusiones que en cada caso aparece, y que presupondría unaamplia área de producción, como parecen indicar los análisis petrográficosque apuntan a que probablemente también fueran fabricadas en la cercanacosta de Asia Menor, como sería el caso de Perea de Knidos (Monsieur y DePaepe, 2002).

En Occidente se atestigua su primera presencia en algunos pecios de finesdel s. II o de inicios del s. I a.C., como el de la Cavaliére (Charlin et alii, 1978)o en el de Sant Jordi A en Mallorca (Colls, 1987), siempre como envases mi-noritarios de grandes cargamentos de Dr. 1A. Se ha encontrado en niveles delsiglo I a.C. en Iluro (Garcia et alii, 2000) y en Valentia. Su presencia se regis-tra hasta los inicios del s. I d.C., cuando fue totalmente desbancada por susimitaciones hispanas, galas e itálicas.

42. Ánfora de Kos

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III. 9. Pero no todo era vino ni romano: los púnicos. El aceite y lospescados

Las ánforas púnicas (Fig. 43) son aquellas que por su filiación cultural o porel lugar de su producción fueron realizadas por gentes y talleres del área fe-nicio-púnica, aunque no sólo se distribuyeron por las redes del comercio es-trictamente fenicio-púnico, ya que, paradójicamente, tras la Segunda GuerraPúnica aumentó mucho su comercio después de su integración en la ampliatrama comercial desarrollada por Roma (Ramón, 2008). En determinadasáreas geográficas se encuentran una serie de producciones indígenas que,bien por influencia o por aculturación, produjeron envases de clara influen-cia fenicio-púnica. Este es el caso de la Península Ibérica, donde desde el si-glo VII a.C. comenzaron a fabricarse cerámicas que seguían las pautas mor-fológicas fenicias aunque con su propio desarrollo, como las ánforas ibéricas(Ribera, 1982; Ribera y Tsantini, 2008).

43. Ánforas púnicas. ARQVA

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Las primeras importaciones fenicias llegaron a la península Ibérica en el si-glo VIII a.C. a consecuencia del comercio y la necesidad de materias primasen la metrópoli (Aubet, 1987). En Cartago no hay elementos arqueológicosanteriores a 775 - 750 a.C., coincidiendo con las fundaciones coloniales grie-gas de Italia (Ramón, 1991). Sus materiales arqueológicos más antiguos se-rían más o menos contemporáneos a los de Málaga, la bahía de Cádiz oHuelva. En Sicilia y Cerdeña se refleja el expansionismo cartaginés a partirdel siglo VI a.C. (Gómez Bellard, 1991).

La expansión cartaginesa por la Península Ibérica ha sido un tema contro-vertido (López Castro, 1991). La presencia cartaginesa se basó en una com-pleja red de tratados y alianzas políticas desiguales entre Cartago y las ciuda-des fenicias occidentales, convertidas en una suerte de ciudades aliadas, conunos mismos intereses comerciales. Este modelo permaneció hasta la derro-ta de los Bárcidas.

La isla de Ibiza ofrece un panorama colonizador en dos fases. Una prime-ra, en el siglo VII a.C., realizada por las ciudades fenicias del área del Estre-cho y una segunda, cartaginesa, desde finales del siglo VI y el siglo V a.C.,que convirtió la isla en un importante puerto y en un gran centro productory exportador vinculado a Cartago hasta el fin de la Segunda Guerra Púnica,quedando la ciudad aliada a Roma como ciudad federada. Desde finales delsiglo VI a.C. se inició la producción local a nivel industrial, copiando moti-vos y formas del Mediterráneo central y se incrementó la producción y ex-portación de ánforas (Ramón, 1991)

III. 9. 1. Breve historiografía

La primera tabla general sobre cerámicas púnicas, entre las que se incluíanalgunas ánforas, fue la de la necrópolis cartaginesa de Ard el-Khéraïb (Merliny Drappier, 1909), en un intento por ordenar cronológicamente las cerámi-cas púnicas de Cartago y otros puntos del norte de África. P. Cintas (1950)realizó un gran volumen recopilatorio de cerámicas púnicas. Aunque supera-do, su numeración todavía es utilizada para referirse a algunos tipos determi-nados de ánforas (por ejemplo, Cintas 268, 295, 310). Esta catalogación fueuna mera clasificación numeral que no atiende a razones de lógica, ademásde no presentar orden aparente. Sin embargo, ha sido una de las tipologíasanfóricas que más se utilizó en el siglo XX.

Paralelamente, José Mª Mañá publicaba en 1951 la primera tipología deánforas púnicas propiamente dicha (Fig. 44), compuesta fundamentalmentede materiales hispanos. Todavía hoy es comúnmente utilizada, sobre todo a

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nivel oral. Mañá dividió cinco grandes grupos (A, B, C, D, E) (Fig. 45) cadauno de los cuales atendía a criterios formales, que todavía son vigentes.

Desde este momento surgieron dos maneras de clasificar las ánforas púni-cas, una por los autores del Mediterráneo central, que usarían la tabla de Cin-tas, y otra corriente que preferiría la tipología de Mañá y que trabajaba en elMediterráneo occidental.

44. Tipología de Mañá (1951)

45. Actualización gráfica de la tipología de Mañá (1951)

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En Orán (Vuillemont, 1965) se clasificaron ánforas fenicio-púnicas nume-radas con la inicial del yacimiento, seguidas de un número. De esta tabla ti-pológica ha trascendido la forma R1 (islote de Rachgoun, Tipo 1) (Fig. 46),el típico contenedor fenicio occidental arcaico. Pascual (1974) hizo una nue-va y útil puesta al día de la tipología de Mañá. De las excavaciones de la Uni-versidad de Michigan en Cartago (Riley, 1976) salieron los tipos Early Am-phora (EA I: T-4215; II: C2/T.7421 y T.7422, III: B/T.7711) y MiscelaneousAmphora (ME: D/T.6121). En Málaga se definieron las ánforas fenicias Tra-yamar I (R1) y II (Schubart y Maass, 1976). De las excavaciones en Uzita, Vander Werff (1978) estableció tres formas (1: C-2; 2: C-1; 3: B) asignando elorigen de la forma 2 a la Bizacena y la 3 a la Tripolitania Occidental.

El panorama avanzó bastante con el estudio de las ánforas púnicas de Ibi-za (Ramón, 1981), que estableció 3 grandes clases de ánforas ibicencas: LaPunico-Ebusitanas 1 (PE-1), que incluye las formas de la 11 a la 18, las Pú-nico-Ebusitanas 2 (PE-2), que son las imitaciones ebusitanas de formas hele-nísticas, masaliotas, griegas y romano-republicanas, que abarcan las formasPE-21 a 26. Las Púnico-Ebusitanas 3 (PE-3) incluyen imitaciones de formaspúnicas no ebusitanas, como la PE 31. Este estudio se amplió con versionesinsulares de ánforas fenicio-occidentales (PE-10) y otras imitaciones de épo-ca imperial romana como la PE-41. Un ánfora PE se ubica tipológica y cro-nológicamente y es una producción fácil de identificar visualmente.

46. Ánfora fenicia R. 1/T. 10.1.1.1.

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También se conocen las ánforas fenicio-púnicas no ibicencas en Ibiza, lasdel Mediterráneo central y las del occidental y Atlántico. Se definieron nue-vas formas, como la C1/2, y se subdividió el grupo C2 en las formas C2a (delMediterráneo central) y C2b (del Mediterráneo occidental, en la zona gadi-tana). Se comenzó a utilizar el término Mañá-Pascual A4 (MPA4) (Pascual,1974) para un ánfora del sur de Hispania (T.11.210) (Fig. 47) y se asimiló eltipo Mañá D a una producción tunecina Ramón (1981b).

Simultaneamente, en el estudio de los recipientes prerromanos valencia-nos (Ribera, 1982), se incorporaron dos nuevos tipos en la tipología de Ma-ñá, ambos gaditanos: las ánforas púnicas F-1 (la MPA4) y la G/T. 8211, quese definió por primera vez (Fig. 48). Otro nuevo tipo sudhispánico, el de los

47. Ánfora Mañá-Pascual A4. ARQVA 48. Ánfora gadirita Ribera G/T. 8.2.1.1.

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Campamentos Numantinos (CCNN) (Fig. 49), se definió con una cronolo-gía bien determinada (Sanmartí, 1985b). En Cerdeña se identificaron una se-rie de tipos sardos (Fig. 50) (Bartoloni B, C, E, I, K) (Bartoloni, 1985; 1988).La investigación sobre la Mañá C fijó su cronología, lugares de producción ycontenido, además de una subclasificación (Guerrero, 1986).

Afortunadamente, todas estas investigaciones se compilaron y refundieronen la obra fundamental y básica de las ánforas púnicas (Ramón, 1995), quecontinúa siendo la forma más correcta de catalogar y estudiar estos envases,ya que recoge todas las formas que se conocen con un sentido cronológico,evolutivo y de procedencia y se ha unificado la terminología de las produc-ciones (Docter, 1999).

Hasta ese momento se usaban las formas de Cintas o las de Mañá, que crea-ban confusión por cuanto los tipos, variantes y modos de referirse a ellos, seiban ampliando. Para referirse a un mismo tipo de ánfora se usaban un sin finde nomenclaturas como la Mañá C2 (Fig. 51), también conocida como Bar-toloni H3, Ben Younes 2, Cintas 312, Lancel 313, Merlín-Drappier 11, Mo-lina-Huertas 9, Muñoz D4, Pascual C, etc.

49. Ánfora gadirita de los campamentos numantinos (CCNN)/T. 9.1.1.2. 50. Ánfora sarda BartoloniK/T. 5.1.1.1.

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Esta tipología (Fig. 52) se fundamenta en dos criterios discriminatorios:

a) Presencia o ausencia de un elemento determinado

b) Combinación de perfiles geométricos definidos mediante opera-ciones matemáticas

A partir de estos elementos, se han creado Series (S) que pueden contenerGrupos (G), Subgrupos (SG) y finalmente Tipos (T) concretos. Es una espe-cie de árbol genealógico de las ánforas que va de lo general a lo concreto. Sehan identificado 15 Series y 132 tipos de ánforas fenicio-púnicas del Medite-

51. Mañá C-2 del Tossal de laCala (Benidorm). MARQ

52. Muestra de la tipología de Ramón (1995)

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rráneo central y occidental, que puede ser ampliado a medida que la investi-gación vaya avanzando.

Posteriormente, García Vargas (1998) propuso una nueva seriación de lasproducciones de la bahía de Cádiz, que se han actualizado por la gran canti-dad de hallazgos de nuevos centros de producción (Sáez, 2005; 2008; 2008b;2010).

III.9.2. Áreas de producción

La falta de un conocimiento exacto de los lugares de producción de las ánfo-ras fenicio púnicas, así como la repetición de algunos tipos en diferentes ta-lleres hacen muy compleja una clasificación como la que se consiguió para loscontenedores ibicencos. En los últimos años se ha avanzado mucho sobre eltema, sobre todo en lo que se refiere al área del Estrecho (Sáez, 2008; 2010),donde se han identificado talleres (Fig. 53) que fabricaban ánforas que se dis-tinguen por las características de sus pastas.

53. Taller de ánforas del Museo deSan Fernando (Cádiz)

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Se han identificado una serie de pastas de grupos relativamente claros asimple vista, sobre los que se han realizado algunos estudios de laboratorio:análisis mineralógicos, difracción de rayos X, lámina delgada, etc.

Hay seis grandes zonas productoras (Fig. 54):

· Mediterráneo central y norte de Africa, incluyendo Malta, norte de Tú-nez y Tripolitana

· Islas Tirrénicas que incluye Sicilia y Cerdeña· Ebusus· Círculo del Estrecho: la bahía de Cádiz y la zona noroccidental africana.· Costa malagueña y granadina· Sudeste peninsular: de Villaricos a Penya Negra de Crevillent.

a) Mediterráneo Central

● Cartago-Túnez

Comprende Cartago y el resto de centros púnicos del norte de Tú-nez y la Bizacena.

54. Áreas de producción de las ánforas púnicas

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Pastas: Desde el siglo VIII a.C. se mantuvieron las características de es-tas pastas, que perduraron en las llamadas ánforas africanas de épocaromana imperial y tardoantigua. Son duras debido a una cocción a al-tas temperaturas, sonoras y de fractura irregular. Los colores van delmarrón rojizo, a rojo, granate y al rojo amarillento. Sus paredes exter-nas generalmente tienen una pátina blanca, blanca amarillenta o colormarfil de buena calidad y espesa. La arcilla contiene arenilla de cuarzotraslúcido, nódulos de calcita, puntos de cal, núcleos de materiales fé-rricos, calcita blanca y algunos elementos malacológicos.

Tipología: numerosa. Mañá B, C-1, C-2 (Fig. 55) y D (Fig. 56), entreotras.

55. Ánfora Mañá C-2

56. Ánfora Mañá D de la fasepúnica de Lucentum. MARQ

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● Tripolitana

Características muy similares al grupo anterior, con el que se con-funden y no es posible diferenciarlas.

Tipología: Mañá B, C-1 y Tripolitana Antigua.

● Malta

Producciones no bien definidas. Se le atribuye la forma T-3212 y,por la relativa abundancia, las T-2212, T-2214 y T-2213.

b) Islas Tirrenicas

● Sicilia Occidental (Mozia)

Pasta: La falta de estudios en Sicilia difículta la identificación de las pas-tas de ánforas. Solamente se conocen las de Mozia, que probablemen-te sean similares a las del resto de asentamientos púnicos sicilianos (Pa-lermo, Erice, Solunto, Trapani, Lilibeo). Las cocciones son de medias afuertes, las pastas son duras, de tacto áspero y color marrón rojizo haciala pared externa y marrón oscuro grisáceo hacia la interna. La pared ex-terna suele presentar una pátina blanca o blanca amarillenta. Las arcillaspresentan arena de cuarzo, nódulos blancos muy abundantes, nódulos demateria férrica esporádicos, fragmentos de calcita blanca y fragmentoscerámicos triturados. Por su similar sustrato geológico, son muy seme-jantes a las del grupo de Cartago-Túnez y suelen confundirse.

Tipología: T. 1121, 1214, 1451, 3212, 4214, 4216, 4221, 4223, 4226,6111, ánfora tubular.

● Cerdeña

No es posible asimilar producciones a ciudades concretas (Tharros,Sulcis, Bithia, Nora, etc).

Pasta: Cocciones fuertes, de aspecto poroso y áspero. Los colores son cla-ros, casi blanquecinos o amarillos pálidos aunque también hay otrasmarrón rojizo o anaranjados. Las paredes externas pueden llevar páti-nas arcillosas de tonos claros. Sus arcillas contienen arena de cuarzo,calcita blanca redondeada, nódulos de cal y mica dorada.

Tipología: T. 1211, 1212, 1322, 1441, 4111, 4113, 4114, 42110, 42111,4222, 4224, 5111 (Fig. 50), 5211, 5212, 5213, 5221, 5222, 9211.

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c) Ebusus

Se han establecido dos subgrupos en las pastas:

El Subgrupo 1 corresponde a las más antiguas, entre el 575 y el 525 a.C.y afecta al T-10.121 (PE-10, R1). Presentan un tacto jabonoso o tam-bién áspero. Por lo general, las pastas suelen presentar un color marrónclaro o marrón anaranjado y su matriz presenta nódulos de caliza gris,cuarzo y calcita microscópicos, partículas de cal, materia vegetal, mi-croorganismos marinos y otros nódulos amarillos y rojizos.

El Subgrupo 2 engloba el resto de producciones ibicencas y presentacocciones medias y fuertes. La pasta es muy porosa, de colores rojoamarillento y marrón rosado, y los materiales contenidos en la pastason naturales y no añadidos a modo de desgrasante. Estos son: cuarzoy calcitas microscópicas, puntos de cal y mica plateada muy fina.

La detección a simple vista de desgrasantes blancos calizos grandes(0’5-1’5 mm) y de otros micáceos pequeños, caracterizaba tanto a la va-jilla engobada ibicenca como también a las ánforas ebusitanas, dándo-les un marchamo de procedencia clara.

Tipología: la más característica es la Mañá E (Grupo 8100), con su largaevolución (Fig. 57), desde el siglo V al I a.C. (Fig. 58 y 59).

57. Genealogía de las ánforas pú-nicas ebusitanas (Ramón, 1995)

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e) Circulo del Estrecho

● Bahía de Cádiz

Pastas: Cocciones fuertes y sonoras, escamosas y de textura arenosa altacto. Las caras externas tienden hacia el marrón rojizo y el interior esmarrón grisáceo. Suele ser habitual una pátina fina de color claro en lapared externa. Las arcillas contienen arenas de cuarzo finas, abundan-tes nódulos de calcita, nódulos férricos presentes aunque escasos, pun-tos muy finos de pizarra y micas también muy finas.

58. Ánfora púnico ebusitana PE14/T. 8111 de l’Illa de El Campello.MARQ

59. Ánfora púnico ebusitanaPE 17/T. 8132 del nivel dedestrucción de Valentia (75a.C.). SIAM

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● Kouass

Según su estructura física, se han diferenciado tres grupos (Kibri2007) de sus ánforas:

-Grupo A: Cocciones altas, de textura compacta, homogénea, frecuente-mente con la superficie externa del mismo color que la pasta. Los co-lores son variables: rojo claro, gris oscuro, amarillento, naranja y beigey también tipo sándwich con el núcleo con variaciones de los mismoscolores. La arcilla contiene partículas arenosas o de cal.

- Grupo B: Pastas de textura poco homogénea, rojo claro, amarillo, rosá-ceo, beige y chocolate que en ocasiones es bicolor (amarillo/naranja…)o tipo sándwich con el núcleo rojo y hacia las paredes externas marrón.Pocos desgrasantes que son granos de arena y de cal.

-Grupo C: Cocciones a altas temperaturas, sonoras, de textura arenosa ycolor rojo claro, beige, marrón y gris, naranja y rojo claro y tambiénpresentan pastas de tipo sándwich. En la arcilla se encuentran arenasde cuarzo, puntos de cal y feldespatos abundantes.

Tipología: en su dilatada trayectoria (Fig. 60), desde el siglo V al I a.C.,fabricaron una amplia variedad de tipos: Mañá-Pascual A4 y CCNNdentro de los grupos 8200 (Fig. 61), 9100,10200, 11100, 11200, 12100,además de la C-2/T.7433.

f) Costa malagueña y granadina

Hay numerosos asentamientos de la primera fase fenicia, con gran cantidadde materiales anfóricos (Cerro del Villar, Morro de Mezquitilla, Toscanos,Trayamar, Las Chorreras, etc.).

Pastas: Homogéneas, porosas, difícilmente desmenuzables cuyas coccio-nes son medias a fuertes. El núcleo de las paredes es gris o gris azula-do y hacia el exterior va tomando una coloración marrón o marrón ro-jizo. La pared externa generalmente presenta un engobe áspero y pocoasentado de color blanquecino. La matriz de la arcilla presenta micaplateada, nódulos de materia férrica, arena de cuarzo, calcitas, pizarrasy partículas de esquistos.

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60. Tabla de las producciones anfóricas gadiritas (Sáez, 2011)

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g) Sudeste peninsular

Pastas: amarillentas, escamosas, fácilmente desmenuzables, con desgra-santes arenosos muy finos mezclados con otros gruesos, calcita blancatriturada, pizarra y mica. En el asentamiento indígena de la Penya Ne-gra en Crevillent, del periodo más antiguo hay un grupo de ánforasR1/T-10.121 (Fig. 62) de buena cocción, con pastas de color marrón-rojizo y marrón claro en las que se contienen gránulos de cuarzo, par-tículas férricas y nódulos de calizas y areniscas.

Las abundantes ánforas de la necrópolis de Baria en su mayor parte co-rresponden a los tipos T-1213, T-1313 y T-1324, del siglo V a.C.

61. Ánfora gadirita T. 8.2.1.1. dela fase bárquida de Lucentum.MARQ

62. Ánfora fenicia R. 1. Penya Negra (Crevillent, Alicante). MARQ

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III. 10. Otras ánforas púnicas (no incluidas en Ramón 1995)

El repertorio púnico en Occidente se ha ido ampliando a unas pocas formasque completan la tipología básica.

III.10.1. Ánforas fenicias de Oriente

La mayor parte de las ánforas de los asentamientos fenicios de Occidente sonR1 de fabricación local aunque en los primeros momentos se detectan pro-ducciones libanesas, chipriotas o palestinas que en ningún caso remontan elsiglo VIII y que llegan hasta el siglo VI a.C. (Sagona, 1982).

III.10. 2. Ánforas Tripolitanas Antiguas

Su forma (Fig. 63) deriva de modelos griegos o romanos, con los que se sue-le confundir, aunque sus pastas son bastante elocuentes. Comenzaron su pro-ducción en la primera mitad del siglo II a.C. y serían una evolución heleni-zada (Fig. 64) de la forma Mañá C1b de Guerrero (1986) en su variante definales del siglo III (T-7211) y de inicios del II a.C (T-7411). Transportaríanel afamado aceite de esa región (Mattingly, 1995). Se distribuyeron amplia-mente, pero en pequeñas cantidades, por el Mediterráneo occidental hasta elperiodo augusteo cuando apareció la Tripolitana I.

63. Ánfora tripolitana del nivel de destrucción de Libisosa (Lezuza,Albacete). Museo de Lezuza

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64. Tabla evolutiva de las ánforas tripolitanas (Pascual y Ribera, 2002)

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Es habitual en los yacimientos de la segunda mitad del siglo II y del I a.Centre Cartagena y el sur de Francia y a lo largo de todo el litoral norteafrica-no, desde Marruecos hasta Cartago. Su difusión pudo estar ligada al controlfiscal de Roma tras la Segunda Guerra Púnica, ya que no falta en contextosmilitares y urbanos de origen romano.

Se caracterizan por un diámetro de boca entre los 13 y 15 cm, labios desección triangular o almendrada, con el borde ligeramente exvasado al exte-rior, asas cortas que arrancan de debajo de los labios y de sección elíptica ocircular. Cuello corto, de sección troncocónica del que parte un cuerpo ovoi-de terminado con un pivote en botón. La altura oscila entre los 70 y 75 cm yun diámetro de cuerpo en torno a los 35 cm.

Sus pastas hay que incluirlas en el grupo de Cartago-Túnez y general-mente presentan un engobe fino de color amarillento en las paredes externas.El área de producción se encuentra en Tripolitania, aunque es posible quetambién se realizaran en la Bizacena (Pascual y Ribera, 2002) y en la zona deUtica.

III.10.3. Ánfora tubular siciliana (Fig. 65)

Mucho más excepcional es un ánfora de extraño aspecto, de forma básica-mente alargada, pequeñas asas redondeadas y perfil de torpedo. Remite mása modelos púnicos que a helenísticos, aunque no se encuentra registrada enlos repertorios habituales (Ramón, 1995). Se ha definido como ánfora “tubu-lar” (Finkielsztejn, 2000).

Pasta: depurada, rojo ladrillo, oscura, de textura granulosa, que no lleva aningún área habitual, como Campania, el Adriático, el norte de Áfricao el litoral hispano, pero encajaría con Sicilia.

Este tipo ya había sido diferenciado y estudiado a partir de un ha-llazgo en un poblado ibérico del litoral catalán, único encontrado has-ta el momento en la Península Ibérica, con unas características técni-cas diferentes ya que presenta una pasta y engobe amarillentos (Aicarty Nolla, 1993). Donde son algo más frecuentes es en Sicilia occidental,en el área púnica de la isla, en cuyas aguas se han recuperado algunasen el pecio del Scoglio della Formica, cerca de Solunto, cargado con án-foras grecoitálicas de mediados del siglo II a.C. Se ha propuesto quetransportarían aceite (Púrpura, 1986). En las recientes excavaciones delferrocarril metropolitano de Nápoles, en lo que sería la antigua zonaportuaria de la ciudad, han aparecido algunas ánforas de esta forma,como se puede ver en la exposición montada al respecto. En Pompeya

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también se han recuperado algunas de estas ánforas(Pascual et alii, 2008). Otro ejemplar, éste incom-pleto, del yacimiento rural de Tolva, en el interiorde Basilicata, podría ser de esta forma, o una MañáC2 (Greco, 1979). En las aguas de Apulia tambiénha aparecido otro de estos raros envases (Volpe,1988).

Hacia el Oriente se han identificado algunosfragmentos en Atenas y Delos, siempre en contex-tos del siglo II a.C. (Wolf, 2004: 454-455). En Co-rinto se han encontrado dos piezas completas den-tro de un amplio depósito fechado, laxamente,entre la destrucción del 146 a.C. y la fundación co-lonial del 44 a.C. (Romano, 1994:89) aunque, vistasu composición, con abundantes importaciones itá-licas especialmente de ánforas grecoitálicas y la ce-rámicas de barniz negro campano y etrusco, desdenuestro punto de vista, encajaría perfectamente conel momento de la destrucción de Corinto. Tambiénse ha señalado su presencia en varios yacimientosaún más al Oriente: Bodrum (la antigua Halicarna-so), Chipre y algunos lugares de Israel (Wolf, 2004:454-455).

Con los datos disponibles, habría que conside-rarla una forma de origen siciliano bastante escasapero, al tiempo, bien difundida de un extremo alotro del Mediterráneo.

III. 10. 4. Contenidos

La clasificación de ánforas fenicio-púnicas según su contenido es más com-plicada que en las romanas, siempre suponiendo que un mismo tipo de ánfo-ra producido en talleres distintos transportara los mismos productos. De al-gunas ánforas, sobre todo de procedencia subacuática, han sido analizados losrestos de los productos que transportaban. Se han encontrado no sólo losprevisibles restos de pescado, sino también de lo que sería una industria con-servera de carne (ovicápridos, buey, cerdo, conejo), como en aguas de Torrela Sal (Castellón), donde se hallaron ánforas púnicas centro-mediterraneas T-2112, de finales del siglo VII- primer cuarto siglo VI a.C., con restos de ovi-

65. Ánfora siciliana dePompeya

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cáprido en su interior. En el puerto de Olbia (Cerdeña) se encontró unaagrupación de ánforas T-4224, T-5212, T-5222 T-9211 y Dr. 1 A, B y C, talvez de un pecio de finales del siglo II o inicios del I a.C. Alguna de las 39 án-foras púnicas encontradas llevaba avellanas, piñas, carne ovina, cerdo y buey(Bernal, 2004; Ramón, 1995). Aceitunas y ramas de olivo había en el interiorde un ánfora T-7522 del pecio de la Madrague de Giens (Tresserras y Mata-mala, 2004).

El número de recipientes resinados que se conocen en el mundo feniciopúnico es bastante escaso, como las ánforas del pecio de Cap Negret, en Ba-leares, cuyas ánforas Maña C-2/T-7433 tenían sus paredes internas recubier-tas de pez y se asociaron al transporte de salazones, además de por una ins-cripción (CIL 4730). Las ánforas de esa forma y otras más, fabricadas en losalfares del entorno gaditano, cercanos a instalaciones conserveras de Cádiz,se dedicaron a envasar las producciones derivadas de la pesca (Sáez, 2008;2011). Asimismo, parece bastante seguro que las ánforas T-11210, en gene-ral, y las T-9111, T-9112 y T-9121 también estuvieron dedicadas al transpor-te de salazones.

Las Tripolitanas antiguas estuvieron dedicadas al transporte de aceite y sesupone que las ebusitanas envasarían vino.

III.10.5. Epigrafía

En general las marcas y sellos sobre ánforas fenicio-púnicas suelen ser esca-sas. Hay tres tipos de marcas: Estampillas, Grafitos y Tituli picti.

– Estampillas. La mayor parte de las estampillas se imprimieron sobreánforas producidas en los centros púnicos de Túnez, con Cartago a lacabeza desde finales del siglo V/mediados del IV hasta mediados del IIa.C. En el Mediterráneo occidental el estampillado de ánforas comen-zó a finales del siglo III a.C., aunque nunca llegó a ser tan habitual co-mo en la zona tunecina.

En el siglo II a.C. los principales tipos de ánfora estampilladas sonla Maña C-2/T-7421 y T-7431, ambos fabricados a gran escala en Car-tago y su área cercana. En el siglo II a.C. se produjo una helenizaciónde las grafías púnicas (MAGON, ARIS) que probablemente estuvo su-jeta al nuevo mercado de dichas producciones. A finales del siglo II ydurante la primera mitad del siglo I a.C. se produjo en la Bizacena la úl-tima generación de ánforas estampilladas correspondiente al Grupo7500.

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Los contenidos de las estampillas suelen ser ideográficos y nuncahay fechas o procedencias de los envases. Cuando aparecen letras, serefieren a nombres propios que probablemente estarían en relación nocon el alfarero, sino con el productor o negociador, aunque este es unextremo poco conocido. Los signos más repetidos (Fig. 66) son ideali-zaciones de Tanit, caduceos, objetos como jarros o cráteras, fauna, mo-tivos florales, temas monetales (caballo y palma). En producciones oc-cidentales, además de motivos helenísticos (palmetas, rosetas, etc…)cabe mencionar las que representan a un personaje (Heracles-Melkartgaditano?) realizando actividades relacionadas con la pesca y su trans-porte y envasado (Fig. 67), claramente alusivas a su contenido piscico-la (Saéz, 2007; 2008; 2011).

– Grafitos. Se conocen muy pocos y no están estudiados en profundidad.Se reducen a signos en grafía púnica que se hacían tanto ante como postcocción.

– Tituli picti. Tampoco se conocen demasiados. Se reducen a letras suel-tas o signos de difícil interpretación que no aportan información rele-vante. Solamente se conoce uno (CIL XV 4730), sobre una T-7433:hal(ex)/ coc(tiva) o so(ciorum) que relaciona el ánfora con las salazonessudibéricas.

66. Sellos diversos de ánforas púnicas

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III.10.6. Difusión

Hay interesantes hallazgos de ánforas sud-hispánicas en Grecia en fechas tantempranas como el siglo V a.C., en Corinto (Zimmermann, 2003) y Atenas(Lawall, 2006). En los siglos V al III a.C. estas ánforas púnicas se encuentrancon relativa frecuencia en el litoral ibérico y, en menor proporción, en el surde Francia (Ugolini y Olive, 2004) y en Italia meridional (Bisi, 1989; 1993).En esta época más antigua los envases del área de Cartago, del Estrecho y deIbiza se difundieron tanto en centros púnicos como ibéricos e, incluso, grie-gos, caso de Emporion (Fig. 68). Se observaría un relativo aumento de la cir-culación de estas ánforas en la segunda mitad del siglo III a.C., coincidien-do con la expansión Bárquida y la Segunda Guerra Púnica, que llegaríanhasta Atenas (Lawall, 2006). Los conjuntos de ánforas recuperados en el Cas-tillo de Doña Blanca (Cádiz) (Niveau de Villedary, 1999), Cartagena (MartinCamino, 1998) y Lucentum (Ribera, 1982) se relacionan con este momento.

Pero fue a partir de los inicios del siglo II a.C. cuando la mayor parte delas ánforas de origen púnico se extendieron por todo el Mediterráneo occi-dental. Paradojicamente, parece evidente que tras la victoria romana en la Se-gunda Guerra Púnica dio comienzo el mejor periodo de comercialización delos productos del área púnica, especialmente los derivados de la industria

67. Sellos de ánforas gadiritas

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transformadora de pescados y, bastante menos, el aceite africano y el vino deEbusus.

Al contrario de lo que sucede con las ánforas romanas de vino coetáneas,que se han recuperado a millares en los pecios, en la mayor parte de las oca-siones, estos recipientes se suelen encontrar en pequeñas cantidades, a vecessólo unidades, en esos mismos grandes cargamentos de recipientes romanosde las formas grecoitálicas y Dr. 1. Eso sucede en aguas del sur de Francia enel barco de La Chrétienne C, con un ánfora púnica entre grecoitálicas de tran-sición del primer tercio del siglo II a.C., en el de Dramont A, lleno de Dr. 1By un ánfora T-7522 (Mañá C2c) con huesos de aceituna y una rama de olivo,de mediados del siglo I a.C., La Cavalière, cargamento mixto de Dr. 1A, 1Cy Lam. 2, un ánfora de Kos y fragmentos de ánfora púnica, de inicios del si-glo I a.C., el Grand Congloué 2, repleto de ánforas Dr. 1A y sólo un ánfora T-

68. Ánforas púnicas cartaginesasMañá D reutilizadas en una cisternaen Emporion

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7611/Mañá C2c (110-80 a.C.). Estas escasas piezas tal vez eran parte delaprovisionamiento de la tripulación

Sin embargo, en las aguas galas se han localizado dos probables pecios deánforas púnicas. El de L’Île Plane 2, cargado de lingotes de cobre y cincuen-ta ánforas, la mayoría púnicas T-4217 (Mañá D) de Túnez de finales del s. Ve inicios del IV a.C. Junto a ellas sólo había dos ánforas masaliotas y cerámi-ca ática (Long, 1990). El otro es el de la Madrague de Montredon, con un car-gamento principal de Mañá C/T-7512 del siglo I a.C.

En el litoral oriental de la Peninsula Iberica los barcos de origen itálicoseguirían el comportamiento similar detectado en el sur de Francia, con só-lo un ánfora T-9111 (CCNN) y otra Tripolitana antigua en el pecio de IllaPedrosa, del 140 - 130 a.C., junto Dr. 1A y un cargamento de CampanienseA (Sanmartí y Principal, 1998), y un fragmento de T-7431/Mañá C2 en el dePunta de Algas, cerca de Cartagena de inicios del siglo I a.C. y repleto deLamb. 2 (Mas, 1969-70).

En las aguas hispánicas, aunque los datos son más escasos que en las galase italianas, el panorama sería más rico para los productos púnicos, especial-mente en el sudeste. Mención aparte por su antigüedad y su exclusiva cargafenicia merece el pequeño pecio del Bajo de la Campana, con ánforas T-10.121/R1 del sur de la Península Ibérica y un raro ejemplar de T-2.1.1.2(ovoide del Mediterráneo central), junto cuencos trípodes fenicio-occidenta-les, colmillos de marfil con inscripciones y lingotes fechado en torno al 675 -550 a.C. (Negueruela et alii, 2001-2002). Un segundo barco hundido cerca delanterior transportaba un cargamento ebusitano de T-8132/PE 17 del 150 -125 a.C.

En aguas de las islas Baleares destaca el famoso pecio de El Sec, hundidoen el segundo cuarto del siglo IV a.C. con cerámica ática de barniz negro yde figuras rojas, además de 500 ánforas, entre samias (31’40%), greco-sicilia-nas LW A2 (14’70%), corintias B y A (11%), otras de procedencia griega(Knidos, Mende, Rodas, Kios, Thasos, Kos y Sinope) y sólo 8 ánforas T-2212/Mañá C1a tunecinas, 3 T-4215/Cintas 315-16 también tunecinas, unaPE 14/T-8111 y dos PE22 que imitan ánforas magnogrecas (Arribas et alii,1987). El barco de la isla de Cabrera 2 sería un mercante ebusitano que trans-portaba lingotes de plomo, ánforas grecoitálicas antiguas, PE 15 y PE 16 (T-8121; T-8131) y varias T-5231 (Mañá D) y T-5232. También era un barcopúnico de en torno al 400 a.C. el de la ibicenca isla de Tagomago, con grancantidad de ánforas púnicas Mañá-Pascual A4/Subgrupo T-11210.

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GUILLERMO PASCUAL BERLANGA / ALBERT RIBERA I LACOMBA

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En el mercante itálico, de inicios del siglo I a.C., de la Colonia de Sant Jor-di A, con Dressel 1A, 1C y Lamb. 2 sólo había un anforilla T-7611/MañáC2c, habitual en este tipo de mercantes. Más anómalo sería el de Cap Negret,en Ibiza, un pequeño barco del paso del siglo II al I a.C., con ánforas Dres-sel 1C campanas junto a T-7433/Mañá C2b, que además de llevar sellos, susparedes internas estaban revestidas de pez.

En aguas andaluzas, del pecio de La Mezquitilla, de mediados del siglo IVa.C., se han extraído ánforas. T-12111 y T-11214, y el probable ebusitano dePunta del Vapor, con T-8133/PE 18 de 120 - 50 a.C., además de T-7433/Ma-ñá C2b y T-11.213/Mañá Pascual A4.

Incluso a la costa gallega llegaron ánforas T-7433/Mañá C2b (100 - 30a.C.) y T-12.111 (350 - 150 a.C.), el punto atlántico más septentrional conánforas púnicas (González-Rubial et alii, 2007).

En el famoso pecio de Mahdia, en Tunez, junto al cargamento de mármo-les se recuperó un ánfora T-7522/Mañá C2c.

En Sicilia y sus alrededores se han hallado varios cargamentos de estas án-foras. Del de Terracina, de la segunda mitad del siglo III a.C., proceden gre-coitálicas antiguas y T-7111. En Triscina-Tonnara, un pecio republicano conDr. 1A, 1C y Lamb. 2 iba acompañado por una T-7522/Mañá C2c; dos T-5231/Mañá D y una T-6112. El pecio de Ustica sería un navío púnico con án-foras T-7531 y cuencos púnicos de finales del siglo I a.C. De finales del sigloII a.C. sería el barco de la Secca de la Colombaia, con ánforas púnicas: T-7511,T-7522 y T-7521 (Ramón, 1995). En Cala Gadir habría dos pecios. Uno,hundido entre 180 - 160 a.C., con alguna T-5231/Mañá D, T-7211/MañáC1b y T-7431/Mañá C2, junto a un cargamento de grecoitálicas tardías yotro, del 100 a.C., con ánforas Dr. 1A, B y C y sólo dos T-7521 En las islasEolias, en el barco de Filicudi F, del primer tercio del siglo III a.C., había só-lo una T-6111 en un cargamento de grecoitálicas Will A2 (Bound, 1994).

En el pecio de Cala Rossa (Córcega), una T-7211/C1 estaba junto a cincogrecoitálicas Will D (Cibecchini et alii, 2007).

En el barco de Porticello, en Calabria, hundido en torno al 400 a.C., uncargamento de ánforas griegas Mende 1, Quios, Solokha II de Bizancio, lin-gotes de plomo y estatuas de bronce griegas, iba acompañado de algunas án-foras púnicas T-4211/D y T-2212/Mañá C1a. (Eiseman y Ridgway, 1987).En el pecio del Giglio, en Toscana, fechado entre 600 y el 575 a.C. se encon-tró un ánfora T.10.121 entre lingotes de plomo, ánforas etruscas y griegas ycerámicas corintias.

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