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Boletín de la Academia Nacional de Historia

Academia Nacional de Historia Boletín 182

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BOLETÍNDE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIAVolumen LXXXVIII N° 182Segundo semestre de 2009

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Boletín de la

Academia Nacional de Historia

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boletínde la

academia nacionalde historia

Volumen LXXXVIII N° 182

Segundo semestre de 2009

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BOLETÍN de la A.N.H.

Vol LXXXVIII nº 182

©  Academia Nacional de Historia del Ecuador

ISSN Nº 1390-079X

Diseño e impresión

PPL Impresores 2529762

Quito

[email protected]

marzo 2010

Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación

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ÍNDICE GENERAL

Editorial 7

EN EL BICENTENARIO 11• De la utopía al martirio. Quito 1809-1810

Enrique Muñoz Larrea 13• La organización judicial durante

el movimiento independentista de 1809. Sus protagonistas y su jurisdicción territorialPatricio Muñoz Valdivieso 102

• El bicentenario de la revolución quiteña:Cuestionamientos y nuevas interpretacionesGonzalo Ortiz Crespo 143

• En busca del Acta de la Independencia de QuitoGustavo Pérez Ramírez 165

• Mensajes cifrados de la revoluciónHernán Rodríguez Castelo 185

• Un clérigo patriota: el doctor don josé de Salazar y RiveraGregorio César De Larrea 193

ARTÍCULOS Y ENSAYOS 201• Capítulos de la historia de vecindad colombo–ecuatoriana

Jorge Núñez Sánchez 203• Miguel de Gijón y León, un quiteño trotamundos

Jorge Núñez Sánchez 243• El libro de Carlos Paladines: El Movimiento

Ilustrado y la Independencia de QuitoRuth Gordillo R. 261

• La nobleza de los Ortiz de ZevallosGregorio César De Larrea 265

DISCURSOS ACADÉMICOS 293• La región esquiva: ¿Solo el Zamora con Loja llorará?

Galo Ramón Valarezo 295• Bienvenida al doctor joaquín Gómez De La Torre Barba

Padre Dr. Jorge Villalba Freile S.J. 312

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RECENSIONES 317• El Comisionado Regio Carlos Montúfar y Larrea.

Sedicioso, insurgente y rebelde.Hernán Rodríguez Castelo 319

• Olmedo el hombre y el escritorHno. Eduardo Muñoz Borrero 322

• Historia del Acta de la Independencia de Quito del Diez de Agosto de 1809Hernán Rodríguez Castelo 328

VIDA ACADÉMICA 331• IN MEMORIAN

Dr. Manuel de Guzmán Polanco ha muertoRecuerdos del Dr. ManuelOctavio Latorre 335

• Manuel, historiadorPatricio Quevedo Terán 340

• Centenario de la Academia Nacional de HistoriaJuan Cordero Íñiguez 342

• Discurso del Dr. juan Cordero Íñiguez en su posesión como Director de la ANH 357

• La perdurable lección del Dr. jorge Luna Yepes en el centenario de su natalicio

Jorge Salvador Lara 367• Un “Olmedo” de la Academia Nacional de Historia

en homenaje a Guayaquil 381- Discurso del Dr. Rodolfo Pérez Pimentel 382- Discurso del Dr. Hernán Rodríguez Castelo 384

• Informe sucinto del Dr. juan Cordero Íñiguez correspondienteal cuarto trimestre del 2009 391

Individuos de número de la ANH a diciembre de 2009 395Miembros correspondientes a diciembre de 2009 401Miembros electos para correspondientes 406Miembros honorarios 407Miembros extranjeros electos como correspondientes 407Miembros de provincias 410

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ste nuevo número del Boletín de la Academia Nacional deHistoria se abre con una nota luctuosa: el fallecimiento dequien hasta hace muy poco fuera su director, el Dr. Manuelde Guzmán Polanco.

Manuel de Guzmán Polanco estuvo al frente de la corporaciónocho años, que fueron años especialmente difíciles y decisivos.Las dificultades comenzaban por la falta de sede de la Acade-mia, una vez que el viejo y venerable local de junto al Museo deArte Colonial estaba inutilizable. Mientras se adelantaban ges-tiones –que suelen ser largas y a veces hasta desalentadoras–para conseguir un local digno para la Academia, el Director pu -so su propia oficina al servicio de los asuntos administrativosmás urgentes, a la vez que conseguía espacios adecuados paralas sesiones académicas más amplias. Fruto de su tenacidad,conjugada con el tacto propio del gran diplomático que siemprefue, la Academia pudo posesionarse de un local digno de la cen-tenaria e ilustre Corporación. El 8 de agosto de 2007 el Alcaldede Quito, general Paco Moncayo, Miembro también de nuestraAcademia hizo la entrega a la Academia de la casa “La Alham-bra”, recuperada por el Municipio quiteño y restaurada por elFondo de Salvamento (FONSAL). Esta sede, que cuenta, sinduda alguna, entre las más bellas que tenga Academia alguna,acogió para algunas actividades a los historiadores de Ibero -américa que llegaron para el Congreso Extraodinario de lasAcademias Iberoamericanas de Historia, celebrado en Quitocomo número central de las celebraciones del Bicentenario dela gesta quiteña de 1809 a 1812.

Hacia el final de su gestión Manuel de Guzmán asumió la ur-gente, importantísima e ineludible tarea de movilizar a acadé -micos, historiadores y la misma opinión pública nacional –másbien lerda ante cosa de tanta trascendencia– para una cele-bración del Bicentenario del pronunciamiento autonómico del10 de agosto de 1809. Rechazó, de modo digno y enérgico, lapos tura de la persona puesta al frente del Comité de Celebra-ciones Cívicas, que nunca entendió lo importante que era parael Ecuador, para su identidad y su autoestima, para la inteligen-

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cia profunda de sus grandes horas, celebrar con grandeza el Bicente-nario. Personalmente Manuel de Guzmán destacó en Valparaíso el sig-nificado de la denominación “Quito, Luz de América”, dado por elCongreso chileno en los mismos días de esos grandes acontecimientos.Ante el monumento a Camilo Enríquez, gestor de ese pronunciamientochileno, ponderó “la importancia histórica del altísimo calificativo”.

Y otra gestión personal suya logró que un Congreso Iberoameri -cano de Academias de la Historia decidiese celebrar en Quito un Con-greso Extraordinario para solemnizar el Bicentenario de Agosto, a la vezque se iluminara desde varios ángulos iberoamericanos, el pronuncia -miento quiteño y su trascendencia americana. Si ese Congreso fue unéxito, se debió también, en gran parte, a los empeños personales del Di-rector de la Academia Ecuatoriana.

Ha sido motivo de enorme complacencia para quienes hacemoseste Boletín haber colaborado con toda la pasión que la alta coyunturarequería con la celebración bicentenaria que el Director de la Academiade tanto modos impulsaba.

Y nuestro Boletín continúa aportando, desde el ámbito de suspropias tareas, a esa celebración que, como lo señalamos desde la por-tada del número anterior, no es de un día, por ilustre que haya sido, sinode una gesta que se extendió por meses de iluminada maduración y deheroica defensa del nuevo proyecto político: “Años del Bicentenario1808-1812”. Por ello, la primera sección y la más importante es “En elBicentenario”.

Algo que ha convertido al Boletín de la Academia Nacional deHistoria, desde sus primeras entregas, en fuente ineludible de consultaes la publicación de documentos inéditos. Este nuevo número no resul-tará excepción gracias al aporte del académico numerario Enrique Mu -ñoz Larrea que nos entrega una parte importantísima de sus hallazgoshechos en el Archivo Histórico Nacional de Madrid . Documentos tansu gestivos y dignos de lecturas profundas como la “Relación que haceel Oidor Decano de la Real Audiencia de Quito D. josé Fuentes deBustillo en un informe que eleva a la junta Central de Gobierno sobrelos sucesos del 10 de agosto de 1809” y un conjunto de oficios y cartasposteriores al 10 de agosto de 1809.

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El artículo “La organización judicial durante el movimiento in-dependentista de 1809. Sus protagonistas y su jurisdicción territorial”aporta puntos de vista a la discusión de varios temas que poco a pocohan ido esclareciéndose.

Dos textos incluidos en esta sección tuvieron un origen un tantoajeno a ser artículos del Boletín; pero los dos significan interesantísimosaportes a la iluminación de la Revolución de Agosto. El primero, “El Bi-centenario de la Revolución quiteña: cuestionamientos y nuevas inter-pretaciones” de Gonzalo Ortiz Crespo fue, salvo ligerísimas variantesindispensables para el nuevo formato, su discurso de ingreso en la Aca -demia. De especial importancia en este texto es su discusión del librorevisionista a ultranza y, como lo prueba Ortiz, gratuito en su hipótesisfundamental de jaime Rodríguez La revolución política durante laépoca de la Independencia. El Reino de Quito 1808–1822.

El otro texto son las palabras dichas por el académico HernánRodríguez Castelo en su presentación en el Palacio del Bicentenario (an-tiguo Hospital Militar) de su libro sobre la poesía quiteña de la Revolu-ción de Agosto. Como ese libro lo prueba y este texto lo destaca, en lospoemas que circularon en Quito por esos días se dijeron cosas que nin -gún cronista del tiempo las dijera. Y uno de esos poemas nos abre laspuertas hacia el nuevo bicentenario que nos espera y que nos está exi -giendo ya preparativos acordes con la enorme magnitud del trágicoacontecimiento: “Cántico lúgubre en que se lamenta el estado de deso-lación de la ciudad de Quito en el día jueves 2 de agosto de 1810, a launa y media de la tarde”.

Especial interés despierta el artículo de Gustavo Pérez que narrasu insistente búsqueda del Acta original de la Independencia y que diócomo resultado el hallazgo de tres copias manuscritas de la misma.

Completan el Boletín interesantes artículos y ensayos y discur-sos de especial importancia como los dichos por el académico juan Cor -dero Iñiguez en el centenario de la Academia Nacional de Historia y alpose sionarse como nuevo Director de la Academia.

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EN EL

BICENTENARIO

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DE LA UTOPÍA AL MARTIRIOQUITO 1809-1810

Enrique Muñoz Larrea

Acordaos de las hazañas que hicieron nuestros antepasados,

y adquiriréis una gloria grande y un nombre eterno.

(1. Macabeos, 15-55) 1

INTRODUCCIÓN

Fue el jueves 10 de agosto de 1809, día que celebraba en el calendario li-túrgico de la Iglesia Católica la fiesta de San Lorenzo mártir, cuando ungrupo de patriotas desconocieron la autoridad del teniente generalD. Manuel Ruiz de Urríez y Cavero, conde Ruiz de Castilla, como pre-sidente y capitán general de la Real Audiencia de Quito. Tal desconoci-miento se fundaba en que el descubrimiento y la conquista de las tierrasde América fue realizado a nombre de los Reyes Católicos, que lo finan-ciaron personalmente, y no del Reino de España; por lo tanto, fueronrea lizadas a nombre de la Corona española, por lo que el territorio ame-ricano fue denominado Reino de Indias; de esta manera se consideróque estos territorios pasaban a ser propiedad de los Monarcas por dere-cho de conquista.

Al faltar los Monarcas Españoles por la usurpación de Napo-león del trono Ibérico, cesaba la relación de vasallaje de los americanosa su señor natural el Rey Fernando VII y desconocían, por lo tanto, a lasautoridades que ya no representaban a la corona Española.

En la primera declaración el 10 de agosto al pueblo de Quito lajunta de Gobierno manifiesta:

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1 Cita de D. Vicente Rocafuerte al iniciar su discurso en la Convención de 1845.

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“Un pueblo que conoce sus deberes y que para defender su libertad einde pendencia ha separado del mando a los intrusos y está con lasarmas en las manos resuelto a morir o vencer, no reconoce más juezque a Dios, a nadie satisface por obligación, pero lo debe hacer porhonor. En esta inteligencia, el pueblo de Quito da al mundo enterorazón de su conducta tocante a los acontecimientos políticos del día. …Y, que habiendo cesado el aprobante de los Magistrados, han cesadotambién éstos sin disputa alguna en sus funciones, quedando por ne-cesidad la soberanía en el Pueblo.” 2

El reducido número de personas ilustradas que proclamaron laindependencia el 10 agosto, debieron conocer las obras del Padre Riva-deneira que criticaba a la monarquía absoluta o las de Saavedra Fajardoque reprochaba la astucia, la mentira y el interés de los políticos. Y quedecir de las tesis del Padre Vitoria, creador del derecho internacionalpúblico, que proclamaba el derecho igualitario de los pueblos o delPadre Mariana que “funda la existencia del Estado en el consentimientode los hombres”, así como las obras de los Enciclopedistas franceses.

La idea de independencia subyacía en la pequeña clase alta dela sociedad criolla compuesta por la aristocracia, los profesionales y te-rratenientes que solo esperaban la conjunción de circunstancias favora-bles que determinaran el momento de llevarla a cabo. El pueblo que eraindiferente a esta idea cambió radicalmente a partir del sacrificio de lospatriotas del 2 de agosto e hizo suya la lucha por alcanzar la libertad.Hubo grupos humanos, como el indígena, que fueron manifiestamenterealistas hasta el final de las guerras de la independencia.

Cabe destacar que la figura del Rey era intocable, mas no lasautoridades que ejercían el gobierno que siempre fueron blanco de lasprotestas del pueblo; solamente se comenzó a cuestionar a su Real per-sona hasta bien entrada las luchas libertarias.

El Procurador general de Quito dice en una carta al Consejo deRegencia, refiriéndose a las ideas libertarias, “ ... y porque desde ahora hacemás de veinte años (Quito) aspira con frenesí... buscando el modo de poner enobra su proyecto”, sin embargo, no hubiera tenido éxito ningún movimientoindependentista, si la milicia de Quito no la hubiese apoyado.

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2 AHNM. Secc. Consejos. 2674. Exp.2. Lega. 24.

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Mientras existieron una serie de sólidas estructuras políticas, admi-nistrativas y sociales, las Fuerzas Armadas de las distintas provinciasde ultramar se limitaron a cumplir sus funciones. Solamente cuandoel sistema salta en pedazos con motivo de la emancipación, y cuando acausa de la guerra que ésta genera aumenta la importancia del sectormilitar, entonces éste empieza a desempeñar por primera vez en su his-toria un activo papel en la política. En España se generó un procesoparecido a partir de 1808.3

A partir de esa fecha y casi todo el siglo XIX, tanto en Españacomo en América, las fuerzas armadas por medio de sus jefes o Caudi-llos ejercieron el poder con pocos lapsos de tiempo constitucionales. Secambió la monarquía unificadora por regimenes caudillistas que ante-ponían sus intereses personales al de la nación; este lastre frenó el de -sarrollo de los pueblos y, en nuestro caso, nos fuimos quedandore zagados frente a la prosperidad de América del Norte.

El Siglo XVIII fue especialmente adverso a los súbditos de laPresidencia de Quito, desastres telúricos, meteorológicos, epidemias,plagas, desacertadas acciones administrativas, impositivas y comercialesmantuvieron en constante zozobra a sus habitantes. La pobreza, enfer-medad, desocupación y la falta de medidas adecuadas para atenuarestos males, hicieron, que durante ese siglo, hubieran múltiples alza-mientos de indígenas y criollos protestando por su extrema situación.Para mi entender, fueron las causas económicas, más que las ideológicas,las que determinaron finalmente el apoyo del pueblo a la revolución.Ayer como ahora nos ilusionamos que un cambio político nos traerábienestar y prosperidad, sin embargo, para el pueblo representó que “elúltimo día del despotismo fuese el primero de lo mismo”.

Tengo que relatar esta gesta libertaria sin remover viejos renco-res, sino aclarar o dar a conocer nuevos hechos que por falta de docu-mentos estaban en el limbo del pasado, que estos documentos sean losmejores decantadores de nuestra historia, que a cada quien den sujusto valor, evite que convirtamos personas en personajes y accionesen proezas, si esto lo logro, vale la pena el esfuerzo y tiempo invertido.

Finalmente, seamos indulgentes con nuestros padres prócerespor algunos de sus vaivenes de fidelidades, lo que quedan son zonas

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3 julio Albi. La defensa de las Indias, pag 116.

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de sombra sobre la actuación de algunos patriotas del 10 de agosto, enesa época, “era normal, esos cambios de lealtad tanto en la aristocracia espa-ñola o criolla: siempre acordaban lealtad al sector que era dueño del poder. Erauna forma de garantizar su seguridad personal, familiar y a sus bienes, peroquedaba claro, que no había una inclinación ideológica y menos una predispo-sición para la lucha,” sobre todo en los primeros tiempos de la indepen-dencia.

Memorial de agravios que la Junta de Gobierno de Quito manifiestaa los ayuntamientos de Popayán, Cuenca y Loja para justificar su revolución y pedir su adhesión. Agosto de 18094

Cuando un pueblo sea el que fuere, muda el orden de un Gobiernoestablecido largo tiempo; cuando las imperiosas circunstancias le hanforzado a asegurar los sagrados intereses de su Religión, de su Príncipey de su Patria, conviene a su dignidad manifestar al Público sus mo-tivos y la justicia de su causa.

Quito, pues conquistado 300 años ha por una Nación valerosa,protegido por los númenes tutelares de sus soberanos, con leyes justas,un clima benigno, un terreno fecundo medianamente poblado de hom-bres industriosos, y aptos para todo, debía ser feliz; pero sin tener deque quejarse, ni de sus soberanos, ni de sus Leyes, ha sido mirado porlos españoles, que únicamente lo mandaban, como una nación reciénconquistada olvidando que sus vecinos, son también por la mayor partedescendientes de esos mismos españoles; han sido mirados con despre-cio tratados con ignominia; ofensa la más amarga a la dignidad delhombre. Han visto todos los empleos en sus manos; la palabra criolloen sus labios ha sido la del insulto, y del escarnio y para elevar al Tronosus quejas han tenido que dar vuelta a la mitad del globo, y de esta in-mensa dificultad han abusado siempre sus opresores.

Los dulces y pacíficos preceptos de su santa religión, el in-nato amor a sus Reyes, y una larga costumbre, los ha conser-vado sumisos y obedientes, en medio del despotismo subalternomas ignominioso, sin atreverse a registrar sino temblando susprofundas heridas, y a manifestar en sus semblantes un con-tento que no podía estar en sus corazones.

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4 BAENH.

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La nación española devastada, oprimida, humillada, y vendida alfin por un indigno favorito vio arrebatar de entre sus brazos a un jovenmonarca, sus delicias, y sus esperanzas, por un soberano que despuésde haber asolado Europa, preparada en secreto cadenas su huésped, asu aliado, a su amigo, a una nación fiel, y valerosa y a la América en-tera, despertó al fin de su letargo, se armó para defender sus indescrip-tibles derechos y ha resistido al tirano, con una energía, con unaconstancia, con un tesón digno de mejor suerte; más no siempre co-rresponden los sucesos a la justa de la causa, y el maldad muchas vecestriunfa a la virtud.

La América entre tanto fiel a su religión y a su príncipe llorarásu suerte, a más de 2.000 leguas de distancia, y prestos motivos sa-grados hacia ardientes y continuos votos con el más profundo dolor;las esperanzas la consolaron alguna vez, prodigará sus tesoros parasalvar a la Patria, deseara derramar su sangre por ella, bañará en llantoy levantará sus manos al Cielo.

Quito retirado en un rincón de la tierra no tenía quien substitu-yese sus esperanzas, quien disipase sus temores, ni quien tomase medioalguno para defenderla, vio de repente encarcelar con el mayor escán-dalo a cinco de sus más nobles, y leales hijos, llamará delito de Estadoel pensamiento de no sujetarse nunca a Bonaparte, y el haber hechoplanes para este digno objeto.

Sabe que el Regente de su Audiencia había dicho que era precisodegollar a catorce de sus vecinos nobles; ve con la mayor sorpresa de-nunciado por un Oidor el deseo de lograr en América a Fernando Sép-timo y el Santo Padre, como si este dulce deseo, fuese un delito. Con- sidera que la mayor parte de los que mandan son hechuras del infameGodoy, la execración del género humano; nota las desconfianzas de laJunta Suprema manifestadas públicamente y tomar medidas a dos milleguas de distancia para salvarla de Bonaparte, pero al mismo tiempono ve empleo alguno concedido al fiel Americano, que ella misma elo-gia. Le consta que en casa del que acababa de gobernarlo, y Jefe de untemible partido, se había dicho que si la España se sujetaba a Bona-parte, seria preciso que la América hiciese lo mismo con estos antece-dentes, y con otros que se omiten.

El pueblo por estúpido que fuese no habría temido su próxima es-clavitud, y el ser vendido cargado de cadenas al atroz enemigo de suReligión, de su Príncipe y de su Patria, y de todo lo más sagrado que

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el hombre tiene sobre la tierra, se resolvió al fin de asegurarlo todo;mudó en un instante la forma de su gobierno, con solo la prisión denueve individuos con el mejor orden, el menor silencio, y respetandolas vidas, y los intereses de sus propios enemigos. Juró por su Rey ySeñor a Fernando Séptimo, conservar la Religión de sus Padres, de-fender, y procurar la felicidad de la Patria, y derramar toda su sangrepor tan sagrados y dignos motivos. Juramos a la faz de todo el mundola verdad de lo expuesto.

Hombres buenos e imparciales de cualquier Nación que seáis, juz-gadnos, no os tememos, ni debemos temeros.

Quito agosto de 1810.

CAPITULO I

CREACIÓN DEL GOBIERNO DE LA UTOPÍA

Arenga que pronunció el Marques de Selva Alegre, presidente de laSuprema Junta Gubernativa establecida en Quito a nombre de nuestro Augusto Monarca, el señor don Fernando VII (que Diosguarde) en la instalación que se celebró el día 16 de agosto de 1809.5

“Señores:

Qué objetos tan grandes y sagrados son los que nos han reunidoen este respetable lugar. La conservación de la verdadera religión, ladefensa de nuestro legítimo monarca y la prosperidad de la Patria. Veisaquí los bienes más preciosos que hacen la perfecta felicidad del génerohumano, cuan dignos son nuestro amor, nuestro celo y veneración ycomo no temblar yo al verme constituido por el voto unánime de esepueblo generoso por cabeza de la Suprema Junta que se compone delos ciudadanos más dignos de esta ilustre capital. Conozco señores que

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5 Archivo AHNM. Sección Consejos. Legajo 21676. Carpeta 1. Exp. 1. Doc.5. Copia de un originalque me remitió y la asigno y firmo en Cartagena de Indias a 11 de octubre de 1809. (f) josé An-tonio Fernández.

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el valor de esta dignidad está unido al exacto desempeño de todas susfunciones, nada más tengo que protestar con la sincera efusión de mireconocimiento, sino que me sacrificaré todo por la consecución de lossantos fines que aspiramos. Ya sabéis que estos están vinculados anuestras más estrictas obligaciones en nuestros inviolables derechos yen nuestros más íntimos intereses. Cuento seguramente para tan cre-cida obra con todos los talentos, luces y patriotismo de los funcionariosque componen este considerable cuerpo político, con las grandes vir-tudes de nuestro Excmo. e Ilustrísimo prelado, con la sabiduría del ve-nerable clero secular y regular y con todos los auxilios de mis amadoscompatriotas.

Reunamos todos nuestros esfuerzos particulares, para procurarde todos modos el bien general, la firme perseverancia en nuestros prin-cipios, la concordia y tranquilidad entre nosotros, el celo, claridad yprudencia en nuestras deliberaciones, son los únicos medios que po-drán consolidar la seguridad y felicidad pública que nos hemos pro-puesto.

Concluyamos pues señores, dirigiendo al Omnipotente nuestroshumildes votos para conseguir las luces y el acierto en todo, digamoscon sinceridad propia de americanos españoles, ¡viva nuestro legítimoSeñor natural don Fernando VII! y conservémosle a costa de nuestrasangre, esta preciosa porción de sus bastos dominios libres de la usur-pación tirana de Bonaparte, hasta que la divina misericordia le vuelvaa su trono o que nos conceda la deseada gloria de que venga a reinarentre nosotros.”

Formación de la Junta Suprema de Gobierno 6

Presidente, el Serenismo señor marqués de Selva Alegre.

Vocales de la Junta:Los excmos e ilustrísimos Señores Obispos de Quito y Cuenca.Los excelentísimos representantes de los barrios, y Cabildo señores:Marqués de Solanda y don Juan José Guerrero y Matéu, representantesde la ciudad.

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6 BANH. Número 73. Hay una ligera variación de nombres con el acta notarial levantada deeste acto, que consta en la nota.

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Don Melchor de Benavides, representante del Cabildo.Don Manuel Zambrano, representante del barrio de San Sebastián.Marqués de Villa Orellana, representante del barrio de San Roque.Don Manuel de Larrea, representante del barrio de San Blas.Marqués de Miraflores, representante del barrio de Santa Bárbara.Don Manuel Matéu y Aranda, representante del barrio de San Marcos.

Ministros los Excmos. señores :De Estado y Guerra, don Juan de Dios Morales.De Gracia y Justicia, don Manuel Rodríguez de Quiroga.De Hacienda, don Juan de Larrea y Jijón.

Secretario del gobierno con tratamiento de señoría: Don Vicente Álvarez.

Consejo:El Ilmo. señor doctor don José Javier Ascásubi, quien preside las salasde lo Civil y lo Criminal.

Senadores: 7

Sala de lo Civil, con el tratamiento de Señoría:El señor doctor don Pedro Jacinto de Escobar, Decano.El señor doctor don José de SalvadorEl señor doctor don Pedro Quiñones y CienfuegosEl señor doctor don Antonio TejadaEl señor doctor don Mariano Merizalde, Fiscal

Sala de lo Criminal:El señor doctor don Felipe Fuertes Amar, RegenteEl señor doctor don Luís Quijano, DecanoEl señor doctor don José del CorralEl señor doctor don Bernardo de LeónEl señor doctor don Salvador Murgüeitio

- Fiscal el doctor don Francisco Xavier de Salazar.- Protector general de Indios, con honores de Senador, el doctor

don Luís Cabal.

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7 Se cambiaron de nombre a los Oidores por Senadores.

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- Alguacil mayor de Corte con tratamiento de Señoría el doctordon Antonio Solano de la Sala.

Tienen tratamiento el de Señoría a los individuos del Venerable Deány Cabildo de las Catedrales de Quito y Cuenca.

Los sueldos asignados a estos dignatarios eran:6.000 pesos al Presidente.2.000 pesos a los vocales.2.000 pesos a los Ministros y Secretarios.1.500 a los Tribunales.

La Falange (milicias) de Fernando VII comprende tres compañíassobre las dos de milicias existentes. 8

Plana Mayor:-Inspector general con tratamiento de Señoría y grado de coronel, donJuan de Salinas.-Auditor de Guerra con grado de teniente coronel,el doctor don Juan Pablo de Arenas

Tenientes coroneles vivos y efectivos:-Don Xavier de Ascázubi-Don Antonio Ante-Don Joaquín Zaldumbide de dragones.

Sargentos Mayores:-Don Nicolás Aguilera-Don Manuel Aguilar-Don Xavier Zambrano 9

Ayudantes Mayores:Don José Vinuesa

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8 En la nueva organización del Ejército español de 1780 se creó el piquete que fue la unidad máspequeña de la Infantería formado por 15 a 20 hombres; la compañía por 100 a 200 hombres; elbatallón que agrupaba a varias compañías y variaba entre 600 a 800 infantes y los regimientosque podían unir a dos o más batallones, igual estructura se continuó en la Falange quiteña-

9 Por su participación en el golpe revolucionario les ascendieron al teniente Aguilera y al Sar-gento Zambrano al grado de sargentos mayores (comandantes).

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Don Mariano OrtizDon Mariano Cevallos.

Abanderados:-Seis alférez.-Tres capellanes.-Tres cirujanos.-Un Tambor Mayor.Más tarde se completaría el regimiento Fernando 7º con las siguientesunidades, bajo el mando de 20 capitanes, 20 tenientes, 20 subtenientes,50 cadetes, 25 sargentos, como pié veterano10 y 500 hombres de tropa.

Primer batallón:- Teniente coronel don Xavier de Ascásubi y Matéu.- Sargento mayor don Xavier Matéu y Zambrano.- Ayudante Mayor don José Vinuesa.- Capellán doctor José Joaquín Corella.- Médico doctor Miguel Luna, - ayudante, Pedro Monrroy.

Segundo Batallón:- Teniente coronel don Antonio Ante.- Sargento mayor don Nicolás Aguilera.- Ayudante mayor don Mariano Ortiz. - Capellán doctor Antonio Castelo.- Médico don Pedro Jesuenes.

Tercer Batallón:- Teniente coronel don Joaquín Zaldumbide.- Sargento mayor don Manuel Aguilar.- Ayudante mayor don Mariano Cevallos.- Capellán doctor Pablo Arévalo.

1 Batallón de granaderos.1 Compañía de artillería con 10 cañones, con un total de 600 hombres.

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10 El pie veterano, era el así denominado en el ejército Real, al instructor de las tropas novicias.

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HE AQUÍ COMO PENSABAN LOS PATRIOTAS QUE CREARONESE UTÓPICO ESTADO

Carta enviada a Barbacoas por el presbítero doctor Manuel de Quiño-nes y Cienfuegos a su hermano que cuenta los sucesos de Quito 11

“…se ha rebajado el papel sellado a los dos reales de su antiguataza y ha quitado el estanco de tabaco para esta ciudad que era piezainútil pues hubo año que quedaron libres solo diez o doce pesos y harebajado el cabezón (impuesto) de las haciendas para que los pobres la-bradores, respiren y puedan gozar de adelantamientos que todo re-dunda al fin, en beneficio de su Monarca.”

La Falange ya está casi completa con gente muy bella, la oficiali-dad en que se ha empleado la más lúcida juventud de Quito preten-diendo con ansia incorporarse en ella de cadetes aún los niños de dieza doce años de modo que, no se respira aquí otra cosa que entusiasmoy patriotismo, aun en boca de las señoras, que de nada hablan con másgusto que de cosas de Estado y de la libertad de nuestra Patria, ofre-ciéndose que en caso necesario contribuirán para el mantenimiento delas tropas con las más preciosas alhajas de su uso.

Se han nombrado nuevos corregidores a los pueblos los que vanadoptando pacíficamente y llenos de alegría el plan, particularmenteen Riobamba que han celebrado con salvas y los demás regocijos y asíotras cosas grandes, que es imposible referir.

Su Alteza ha nombrado de Gobernador de Cuenca a D. José Ig-nacio Checa, que lo era de Jaén; que ha dado esta resulta al capitánJuan Salvador; y que depuesto el Corregidor de Ibarra, ha colocado ensu lugar con título de gobernador a D. Manuel Zaldum bide.

Ayer 16 de agosto fue convocada la ciudad y se celebró la insta-lación y ratificación de la Suprema Junta de ella. Fue este teatro muymagnífico y serio en el cual se puso un sitial con el retrato de FernandoSéptimo, al pie de él se sentó el Presidente con dos soldados a los lados,al lado derecho el ilustrísimo señor Obispo y luego los demás señoresetc., los excelentísimos señores Ministros de Gracia y Justicia, de Ha-

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11 BANH. Número 73. Carta enviada de Quito el 17 de agosto de 1809 por el Presbítero donManuel Quiñones a su hermano el Alférez Real don Nicolás de Quiñones, residente en Bar-bacoas.

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cienda y el de Guerra y los excelentísimos señores Representantes,todos vocales de la Junta, los nuevos Senadores de lo Civil y de lo Cri-minal, todos Togados, los Cabildos eclesiásticos y Secular, todas lasComunidades Religiosas, el Clero, los Colegios y la Universidad, todala nobleza y demás pueblo. Más si esa función fue tan magnífica fuesin comparación mayor la de hoy (17 de agosto) en la catedral para lamisa de Acción de Gracias y juramentos que con el Ilustrísimo señorobispo hicieren después de cantado el Tedeum Laudamos, desde el Pre-sidente, todos los demás Tribunales, Cabildos, Gremios, Comunidades,Empleados y demás de la nobleza y pueblo, todos por su orden al piedel altar mayor, sobre los Libros de los Evangelios, delante del Obispojuraron el defender la Religión, los Derechos del Rey Fernando Sép-timo y la Patria y establecimiento de esta Suprema Junta. No es posiblepintarte de prisa la grandeza de esta función.”

Reconocimiento del pueblo de Quito a la Junta de Gobierno

En los días sucesivos para legitimar el establecimiento del nuevoorden y gobierno se comienza a recoger firmas entre los habitantes deQuito, y alcanzan más de 8.000 rúbricas, que debieron ser la casi to-talidad de alfabetos de la ciudad. 12

Carta anónima enviada a Cuenca en la que narra la sesión de los patriotas en la sala de San Agustín, cuenta:

“el diez y seis, en la Sala de San Agustín asistieron todos los cuer-pos (gobierno, eclesiástico, militar) y pueblo, ratificaron las eleccionesantes hechas y fue un día de mucho gozo donde se presentaron lasarengas y el manifiesto del pueblo que le remito impresas, dandosus motivos de haber levantado la voz, en fin, todo se ha mudado sinhaber derramamiento de una gota de sangre, con lo que se ve clara-mente que la mano Omnipotente ha estado pródiga con Quito, liber-tándonos también del tremendo día en que los chapetones tenían

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12 Carta del 24 de octubre de 1809 del coronel Salinas al Presidente de Quito.

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destinada nuestra total ruina, degollando a más de cincuenta de losnobles de esta ciudad, pero la chinita se ha vuelto respondona, y el co-razón de nuestros compatriotas Americanos, principalmente los deQuito, son muy generosos y compasivos, y contra ellos no hay másque arresto, esto es que a los principales que ya lo están, tratándolescomo corresponde, sin tocarles ni en su persona ni hacienda, y losdemás andan libremente confirmados en sus antiguos empleos, esto esa los que no se han metido, ni sabido en la traición que nos queríanhacer” 13

Acta notariada sobre las primeras actuaciones de la nueva Junta de Gobierno

- Notificación del cese de las Autoridades.- Elección de representantes a la junta Suprema de Gobierno.- Elección de Ministros del Nuevo Gobierno. - juramentos en San Agustín y en Catedral. 14

“Yo, el infrascrito escribano de S.M. que despacho por Real Orden ypor ausencia del señor Secretario Particular de la Suprema Junta Gu-bernativa de este reino, don Vicente Alvarez erigida por el común votounánime del pueblo para que a nombre de su Majestad Católica elseñor don Fernando VII (que Dios guarde) gobierne dicho reino; cer-tifico en cuanto puedo, debo y al lugar en derecho, los S.S. y demáspersonas que la presente dieren con vista del expediente formado sobreel particular que entre los sujetos nobles del centro de la ciudad, aten-didas las presentes críticas circunstancias de la Nación, declararon so-lemnemente haber cesado en sus funciones los Magistrados actualesde esta capital de Quito y sus provincias y que en su virtud como pa-rroquianos del centro de la catedral eligieron y nombraron por repre-sentantes de él a los señores marqueses de Selva Alegre don Juan Píode Montúfar, y de Solanda don Felipe Carcelén y firmaron este nom-bramiento. Los del barrio de San Sebastián eligieron y nombraron porrepresentantes de él al señor don Manuel Zambrano regidor de esteilustre ayuntamiento y firmaron. Los del barrio de San Roque eligieron

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13 juan Cordero Iñiguez. Cuenca y el 10 de Agosto de 1809. UNAP. Pág.190.14 ANHM. Secc. Consejos. Leg. 21674. Exp. 2. Doc. 3

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y nombraron por representante de él al señor Marqués de Villa Ore-llana don Jacinto Sánchez y firmaron. Los del barrio de San Blas eli-gieron y nombraron por representante de él al señor don Manuel deLarrea y firmaron. Los del barrio de Santa Bárbara eligieron y nom-braron por representante de él al señor Marqués de Miraflores donMariano Flores y firmaron. Los del barrio de San Marcos eligieron ynombraron por representante de él al señor don Manuel Matéu y fir-maron. En virtud de estos nombramientos declararon que los antedi-chos individuos unidos con los representantes de los Cabildos de lasprovincias sujetas actualmente a esta gobernación y las que se unierenvoluntariamente a ella en lo sucesivo como son Guayaquil, Popayán,Pasto, Barbacoas y Panamá que ahora dependen de los Virreinatos deLima y Santa Fe los cuales se procurarán atraer, compondrán unaJunta Suprema que gobernará interinamente a nombre y como repre-sentante de nuestro legítimo soberano el señor don Fernando VII ymientras S.M. recupera la península o viene a imperar en América,eligieron y nombraron para Ministros secretarios de Estado a don Juande Dios Morales, don Manuel Quiroga y don Juan de Larrea, el pri-mero para el despacho de los negocios extranjeros y de guerra, el se-gundo para el de Gracia y Justicia y el tercero para el de Hacienda, loscuales como tales, sean individuos natos de la Junta Suprema, y parael secretario particular a don Vicente Alvarez. Nombraron y eligieronpor Presidente de ella al señor Marqués de Selva Alegre a quien se ledará el tratamiento de Alteza Serenísima y sus vocales referidos ten-drán el de excelencia y al secretario el de Señoría y todo el cuerpo el deMajestad.

Que los referidos S.S. prestarán el juramento solemne de obedien-cia y fidelidad al Rey en la Catedral y lo harán prestar a todos los cuer-pos constituidos así eclesiásticos como seculares que se sostendrán lapureza de la religión, los derechos del Rey, los de la Patria y harán gue-rra mortal a todos sus enemigos, principalmente franceses valiéndosede cuantos medios y arbitrios honestos le sugieran el valor y la pru-dencia para lograr el triunfo.

Que para el efecto siendo absolutamente necesaria, una fuerza mi-litar competente para mantener el reino en respeto se levante pronta-mente una falange compuesta de tres batallones de infantería sobre elpie de ordenanza y montada la primera compañía de granaderos que-dando por consiguiente, reformadas las dos de infantería y el piquete dedragones actuales. Que el jefe de la falange sea coronel, y nombraron de

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tal a don Juan Salinas; de auditor de guerra a don Juan Pablo Arenas.Que para la más pronta y recta administración de justicia crearon

un Senado compuesto de dos salas, civil y criminal con un gobernadora su cabeza. La de lo civil tendrá un decano, tres senadores y un fiscal.La de lo criminal un regente, un decano, tres senadores, un fiscal, unprotector general y un alguacil mayor cuyos nombramientos firmarontodos los que han dado sus poderes como diputado del pueblo. En suconsecuencia los S.S. que componen la suprema junta mandaron con-gregar por medio de S.A.S. que dirigió oficios a todos los cuerpos res-pectivos al convento del gran padre San Agustín el 16 del corriente yhabiéndose así verificado se extendió el acta cuyo tenor copiado a laletra es como sigue:

En la ciudad de San Francisco de Quito en 16 de agosto de 1809,estando en la Sala Capitular del convento máximo del gran padre SanAgustín destinado por su mayor capacidad, congregados por medio deoficios despachados por Su Alteza Serenísima, el señor Presidente dela Suprema Junta Gubernativa Marqués de Selva Alegre, el IlustrísimoSr. Obispo don José Cuero y Caicedo, el I. Cabildo de esta ciudad, elvenerable Dean y cabildo eclesiástico, el alguacil mayor de Corte y Mi-nistros de la Real Hacienda, los jefes del cuerpo veterano y milicias, elcuerpo literario de la Universidad, los curas de las parroquias inme-diatas, los rectores y colegios de San Luis y San Fernando, los Rvdos.PP. Prelados de las religiones con sus individuos, el colegio de aboga-dos, el Diputado e individuos del comercio, los jefes y administradoresde las Reales Rentas, los Excmos. Procuradores y subalternos del Se-nado y juzgados, los nobles del lugar con mucho concurso público, aefecto de que enterados de la voluntad del pueblo explicadas en actasde la constitución del nuevo gobierno dijesen libremente sus senti-mientos sobre el establecimiento que se había acordado, precedidas deunas breves peroraciones que hizo Su Alteza Serenísima el señor pre-sidente y los Excmos. Señores ministros don Manuel Rodríguez deQuiroga y don Juan de Larrea, manifestando los motivos que habíaninvitado al pueblo a formar la Suprema Junta y ventajas que de ellaresultarían y leídas por el Excmo. señor Ministro de estado don Juande Dios Morales las actas y diligencias que se extendieron antes so-lemnemente, todos unánimemente y conformes con respectivo vivas yaclamaciones de júbilo, ratificaron cuanto se había propuesto y orde-nando como que se dirigía a unos fines santos de conservar intacta la

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religión cristiana, la obediencia al señor don Fernando VII y el bien yfelicidad de la Patria importantes y necesarias en las circunstanciascríticas presentes en que el común invasor de las naciones NapoleónBonaparte, pretende apoderarse y adjudicarse su dinastía la nación yreino español, arrancándole por fuerza de nuestro legítimo soberanoel señor don Fernando VII y quisieron se firmase por todos los cuerpose individuos que concurrieron, autorizándolo los escribanos de estaciudad capital, que dan fe y por ante mí el presente escribano de S.M.que despacho por su Real Orden por ausencia del señor secretario dela Suprema Junta”.

Esta se halla firmada por todos los referidos cuerpos y enseguidadía 17 después de la misa de gracias y el Te Deum Laudamus prestaronel juramento en la santa iglesia Catedral todos ellos en presencia de laimagen del Cristo crucificado nuestro amado Redentor y los SantosEvangelios que estaban colocados en un altar portátil con ceras encen-didas en el cuerpo de dicha iglesia, y el Excmo. e Ilustrísimo señorObispo sentado a la derecha, a cuya presencia y de la Suprema Juntaprocedieron a hacer el juramento desde S.A.S. y su Junta hasta los no-bles del lugar y el público en la forma siguiente:

“Juramos al señor don Fernando VII como nuestro Rey y SeñorNatural y juramos adherir a los principios de la Junta Central de noreconocer jamás la dominación de Bonaparte ni la de Rey alguno in-truso. Juramos conservar en su unidad y pureza la religión católica,apostólica, romana en que por la misericordia de Dios tuvimos la feli-cidad de nacer y juramos finalmente hacer todo el bien posible a la Na-ción y a la Patria, perdiendo si necesaria fuere por estos sagradosobjetos hasta la última gota de nuestra sangre por la Constitución”.

Lo que he concluido pasaron a dejar a la Suprema Junta en casade S.A.S., y para que así conste donde convenga y obre los efectos quehaya lugar en derecho doy la presente de Orden Real en este muy nobley muy leal Reino de Quito en 21 de agosto de 1809.

Por Real Orden y en ausencia del señor secretario Atanasio Olea,los escribanos del Rey nuestro señor de esta Corte que aquí firmamosy signamos, certificamos y damos fe, que la certificación que precedeautorizada por don Atanasio Olea, es tal escribano de S.M. (que des-pacha de orden Real por anuencia del señor secretario de la SupremaJunta Gubernativa de este Reino) como se titula y nombra, y a sus se-mejantes actuaciones, que ante el susodicho ha pasado y para siempre

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se ha dado y da entera fe y acredito judicial y extrajudicialmente porser fiel, legal y de toda confianza. En cuya virtud damos la presenteen este muy leal y muy noble Reino de Quito el 21 de agosto de 1809.Hay un signo. En testimonio de verdad, Miguel Munive, escribano deSu Majestad y receptor, hay un signo. En testimonio de la verdad, Es-teban Hidalgo y Paredes, Escribano Público.

Es copia de un original al que me remitió y signo, y firmo en Car-tagena el 11 de Octubre de 1809. Antonio Fernández.”

Como anteriormente manifesté, esta copia Notariada que fueenviada de Quito a Cartagena de Indias el 22 o 23 de agosto de 1809 yllegó el 11 de octubre y en el primer transporte fue remitido a España,de manera que en la Península se conocía cualquier ocurrencia de Quitoa los tres meses. Otro tanto demoraba para el resto de América. A Bogotáy Lima no tardaban más de 45 días.

El Marqués de Villa Orellana da cuenta de la instalación de laJunta de Gobierno, el 21 de agosto de 1809

Señor Doctor Don Julián Francisco Cabezas. Muy Señor mío y mi más estimado tío:

Aunque en este correo no he recibido carta de usted le dirijo estapor participarle los felices acaecimientos de esta ciudad en que con lamayor felicidad y sin derramar una gota de sangre, hemos logradonuestra libertad porque los motivos urgentísimos y peligro inminenteen que estábamos por la Guerra abierta que los Españoles Europeosnos habían declarado a los Americanos (Como lo verá usted mejor porlos papeles que se han remitido a esa por el Gobierno y otros particu-lares) forzoso a que se tomase la resolución de quitarles el mando y po-nerlo en una Junta Suprema Gubernativa que mande el Reino de Quitoa nombre de nuestro Soberano Rey y Señor Don Fernando Séptimo,conservando la Religión en su pureza y mirando con el mayor anhelocon el bien público. Incluyó a usted una razón de los sujetos que com-ponemos la suprema Junta y el Senado que se ha creado para la admi-nistración de Justicia, como lo verá por la planilla adjunta dondetambién están los Jefes de la Falange de Quito que ya está casi completa

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la gente con muy bella oficialidad en que se ha empleado la más lúcidajuventud de Quito pretendiendo con ansia incorporarse en ella de ca-detes aún los niños de diez a doce años de modo que no respira aquíotra cosa que entusiasmo y Patriotismo aun en boca de las Señoras,que de nada hablan con más gusto que de cosas de Estado y de la liber-tad de nuestra Patria ofreciéndose que en caso necesario contribuiránpara el mantenimiento de las tropas con las más preciosas alhajas desu uso, lo que espero que imitaran todos los demás pueblos, pues acuantos se mandaron aviso de lo acaecido se ha juntado con nosotrosofreciéndonos cuántos auxilios sean necesarios de dinero y gente, quesolo de los muy distantes aun no tenemos contestación siendo uno deellos el de Barbacoas del que no dudamos se junte con nosotros y par-ticipe de la libertad que le ofrecemos, y Usted que conoce las ventajasque de esto se les seguirá, no debe de contribuir de su parte a esta uniónhaciéndoles ver que en ello nada arriesgan por no tener a quien temerpues según las noticias ciertas que tenemos toda la América nos imi-tará por las noticias ciertas que tenemos en que todas se hallan en igualdisposición. Como estos días toda la gente se ha hallado ocupada enestos asuntos, han cesado los demás despachos etc. pero ahora volveránlas cosas a su antiguo ser apuraré en que se practiquen las diligenciasque usted me tiene recomendadas.

Mi hijo Pepe sale mañana a servir su corregimiento de Otavalo,quien saluda a usted muy afectuoso como igualmente las señoras encuya unión pido a Dios guarde a usted muchos años. Beso la mano deusted- Su afecto sobrino que verlo desea.

Marqués de Villaorellana.

El español don Francisco Requejo escribe a su hijo a Barbacoas manifestando su inquietud con el nuevo orden de cosasy el temor de ser expulsado de la Audiencia.

Quito 18 de agosto de 1809

Mi querido hijo don Casimiro: No sé como explicar a Usted las zozobras y congojas en que se

halla metido mi corazón cuando frustradas nuestras esperanzas en lospleitos que teníamos pendientes y entre manos, quien sabe los resortes

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que hoy tomarán las cosas, por haberse creado en esta ciudad otros dis-tintos Magistrados con deposición del Excelentísimo Señor Castilla ydemás Ministros que componían esta Real Audiencia el día diez delcorriente: el que cuando ésta llegue a sus manos le contemplo mejorimpuesto que yo mismo por las noticias que habrán llegado a esa Ciu-dad. Aquí la Suprema Junta que se ha erigido a nombre de nuestroamado Soberano Fernando Séptimo está manejándose con la mayorprudencia y sagacidad, especialmente el Serenísimo Señor Presidentemarqués de Selva Alegre. Mas con todo, como la voz del Pueblo seacontra los Chapetones, de los cuales también están presos don SimónSáenz y don José Vergara. Administrador de Correos, cuyo empleo havacado no sé la suerte que a mi me tocará pues algunos dicen que atodos se echaran por Mainas y otros destinos. No sé la suerte que poresta razón me tocará: pues aunque algunos amigos me esfuerzan prin-cipalmente mi fino amigo y también de usted don Francisco de la Flor,con quién pasé a visitar a dicho señor Presidente y nos abrasó con lamayor benevolencia: en lances tales suele la emulación o algún fin par-ticular levantar muchas llamas por que se queme aún la inocencia.

Yo quedo resignado gustosamente en lo que Dios quiera disponerde mi persona, pues como pecador, no merezco sino su justa indigna-ción, por más que como Ciudadano no he dado en parte alguna el me-nor mérito para que se me pueda causar la menor molestia; es precisovivir en el día con el mayor temor y recelo, porque no podemos penetrarlas intensiones ocultas y humanas por solo tocar a Dios su investiga-ción y movimientos. En este estado lo que más acongoja es que si severifica nuestra expatriación a regiones extrañas y remotas es forzosoir a morir y perecer de necesidad por no tener absolutamente mediosalgunos para subvenir a esta calamidad, cuando como a Usted tengoabiertamente significado como a mi amante hijo y favorecedor que aunesta Ciudad ajena a estos padecimientos, he pasado amargos días y losestoy pasando por la misma razón: Que hemos de hacer, que en todose cumpla la voluntad y resolución de nuestro Soberano Dios que todolo permite y dispone según conviene para la mayor gloria. No obstanteesta calamidad, entre tanto, por medio de mis buenos amigos, procu-raremos el medio más oportuno al buen éxito de los negocios que trae-mos entre manos, principalmente el del Escribano en cuya separaciónde esa Ciudad estriba la mayor quietud y sosiego de ese vecindario.Quiera Dios que así sea, aunque hoy tenemos que lidiar con muchos

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más manos que antes pero nada se aventurará por falta de Diligencia.Estoy impuesto de que pretende algún acomodo en esta Ciudad aunquesea de oficial de Pluma en Real Hacienda, bien aquí o Cuenca, si leconsigue creo verificados nuestros deseos y estaremos libres de seme-jante ladilla.

Pretende esta Ciudad, que Barbacoas se sujete a su estableci-miento, como Popayán, Pasto y más lugares de aquel Gobierno y quelos Reales Intereses vengan a estas casas. No sé lo que pensará aquellacapital que creo será el Norte de Barbacoas y demás lugares de su go-bernación. En cuyo particular como que usted es sujeto de los mas aco-modados en su Patria y cargado de hijos espero se manejará con lamayor cordura y prudencia de modo que no meta en casa el menor dis-gusto y mucho menos la ruina. Procurando como antes le tengo escritoel mejor trato con sus esclavos, no sea cosa que por algún no pensadocaso vengamos a ser esclavos de ellos a buen librar. No lo quiera nipermita el Señor porque sería la más terrible ruina de esa pobre pro-vincia y cuando usted me escriba por los Correos nada me toque deesos particulares porque no hay seguridad de que se entreguen las car-tas como vienen y bueno es cautelarnos de la mejor sorpresa que paraescribir lo que acomode a cada uno, solo puede hacerse por medio deun coadjutor seguro y de muchísima confianza, como el portador deésta, porque de otro modo no me atrevería a escribir a Usted ni aunmis recelos ni mis sentimientos.

El diez y nueve del presente se fue el excelentísimo Señor Castillaa su quinta de Iñaquito entre tanto verifica su Marcha, que no se lerestringe el que la verifique por donde quiera. Y ha andado tan cris-tiano que con don Carlos Estrella primer oficial de la Secretaria de go-bierno me mando tacita consabida conforme se la entregue y di recibode ella quedando a su disposición de usted junto con mi reconocida vo-luntad.

Ya dije a Usted que no hay que contar con lo que le debía el di-funto Presidente porque sus bienes no alcanzan a pagar la mitad de loque debe, más con todo si quiere Usted que hagamos la oposiciónmande el recibo de los Doblones de dicho amigo porque de lo contrariono podrá hacerse la menor vitalidad. 15

Diego me escribe en este Correo no tener orden de Usted para re-mitir los mil pesos restantes que Usted me dijo después de pagados de

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15 Habla del Barón de Carondelet.

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los mil de la Casa de mazo, pues como he dicho a Usted se le restandoscientos y más según lo dirá la liquidación que previene y el premiode los Doblones para recoger las hebillas y tomar el finiquito total dedicha casa Usted verá como deba hacerse en el particular. Yo por elCorreo contestaré a Usted ajeno de todo lo que pasa y Usted hará lomismo conmigo. Si bien que si me dan la Licencia pasaré en estos cor-tos días a la Provincia pues espero el avío en estos dos días, y allá podráUsted destinarme todas sus ordenes con la mayor satisfacción siemprecon persona de confianza. Encomiende Usted a Dios y en cuanto seaposible acuérdese de su amante Padre que siempre ha procurado mirarpor sus cosas y honor más que propias, y entre tanto mandar cuantoquiera a su amante seguro servidor que su Mano Besa.-

Francisco Requejo.-

Relación que hace el Oidor Decano de la Real Audiencia de Quito D. José Fuentes de Bustillo en un informe que eleva a la Junta Central de Gobierno sobre los sucesos del 10 de agosto de 1809.16

“El amor, la lealtad y fidelidad tan debidas a V.R.M. son princi-pios íntimamente radicados en mi corazón, sin que sean capaces de bo-rrados ni las mayores amenazas que me han hecho, ni las más ho rro- rosas prisiones que he sufrido; ni las más infelices capciosas suges-tiones, ni el estado mise rable a que me han reducido las inauditas in-surgentes ocurrencias de la Ciudad de Quito por los traidores finísimossecuaces de las máximas de la doctrina que ha trastornado al Universo.Y la distinción de Regente de aquella Real Audiencia que he merecidoa la Real Clemencia de V.M., me constituye en la obligación de darcuenta con mi mayor sumisión y res peto, aunque sucintamente, de uncaso tan extraordinario como digno de la mayor atención, en las cualespresentes circunstancias que afligen a todos los que tenemos el honorde ser fieles vasallos de V.M. que oscurecen esta pequeña porción desus Dominios y necesitan de pronto remedio.

La mañana del 10 de Agosto último se ejecutó en Quito la másalevosa traición por los insidiosos autores de ella; la que, por las pro-videncias que consecutiva e inmediatamente se dieron por estos insur-

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16 AHNM. Secc. Consejos. Leg. 21676. Exp. P1. Doc. 8.

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gentes, se conoce estar aquélla anteriormente bien tratada y meditadapor los unos; sabida por muchos; y por no haber habido persona quedejase de abrazarla, de biendo haberse opuesto a ella, se advierte lo in-constante y veleidoso de este Pueblo y sobre todo la indolencia o impo-líticos miramientos observa dos en otros tiempos y por una peligrosaindulgencia tenida en el presente se ha llegado al extremo de que sinel menor temor y respeto se haya ejecutado con salvoconducto en estosdías una traición que si no se reme dia de pronto, puede traer al Estadoincalculables y fatalísimas consecuen cias. ¡Y en qué tiempos! En unosen que toda la España con sus fieles y Américas, suspiran pública yprimariamente por la libertad de nuestro afli gido Monarca. En unosen que los leales y todos sus habitantes, no res piran sino rasgos de fi-delidad, entusiasmo y generosidad. En unos en que las Américas estáníntimamente unidas con la heroica España, nuestra amada Patria, ofre-ciendo cada cual sus vidas y caudales para la suspirada libertad denuestro amado Rey, rogando muy instantemente en el templo yuniendo todos sus votos y deprecaciones a las de los sacerdotes del Altí -simo, para que por su medio se digne la Divina Majestad oímos y liber -tamos de tantos males como afligen a la España y a todo español. Puesen éstos, Quito ha tratado y trata de que sobre tan leal suelo lluevanlas desgracias originadas por las doctrinas del Corzo, cuyas máximasparecen ser el fundamento de las que siguen los rebeldes. iY en quétiempos! En unos en que todo el Orden Eclesiástico con sus dignísimosy religiosos Prelados; todo el Orden Político con los Jefes y Magistradosque lo go biernan dan las mayores pruebas de su amor y lealtad de laconstante fide lidad de las Américas y de todos sus habitantes sin dis-tinción; en unos en que se ha proclamado solemnemente a V.M. enunos en los que se ha Jurado con la mayor pompa a la Suprema JuntaCentral, como a su Regente que lo representa durante su desgraciadaausencia; en unos en qué no se ha tratado otra cosa sino de observar elmejor modo en la adminis tración de Justicia, cortando los intolerablesabusos introducidos para deprimirla; en los que se trataba de hacer lle-gar a V.M. una remesa de los crecidos caudales que se reservaban ensus cajas reales; en los que el Presi dente y yo estábamos creídos de lafidelidad que aparentaban sus habitantes. Pues en ellos es cuandoQuito se declara traidora y manifiesta a todas luces los finísimos sec-tarios de las máximas destructoras del Universo, quienes bajo de unacriminal apariencia, todo lo trastornan y no intentan, otra cosa que

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mudar de gobierno; para declararse luego con el absurdo, al que se co-noce aspiraban por todos sus aspectos y por las providencias in -mediatamente tomadas.

En éstos, pues, es cuando aparece una denuncia de un plan bienfor mado para hacer lo mismo que ahora se ha verificado; una denunciaque declaraba suficientemente estas ideas; una denuncia que manifes-taba los papeles anónimos, sediciosas opiniones, juntas y conversacio-nes de la misma calidad dirigidas a trastornar el orden; a deprimir laReal Autoridad y a separar a sus habitantes de la obediencia debida aV.M. y la Su prema Junta Central que lo representa, con otra multitudde cosas que declaraban las ideas de sus autores y que daban a conocerel fundamento en que se hallaban éstas y que presentaban la urgentenecesidad de ser repri midas, cortadas y sofocadas, como corresponde aasuntos de tanta gra vedad y consecuencia; teniéndose además a la vistauna multitud de pas quines, libelos, entremeses y comedias infames ehijos de la malicia, en los que no se perdona la opinión, el carácter yrepresentación de las personas, contra quienes se dirigen todos los me-dios, aún los más reprobados, pero que son los más adecuados paratrastornar el orden e introducir la re belión.

Esta denuncia, por la que se formó causa a varios sujetos y todosellos incluidos en la presente revolución como miembros o autores deella, se empezó sin que yo tuviese el menor conocimiento; se siguiósegún su extraordinaria naturaleza de un modo muy poco conforme ydespués fue encomendada al Ministro más moderno, quien dio vistaal Abogado-Fiscal, y éste, trastornando las leyes políticas, no haciendocaso y separándose del orden y de las Leyes que gobiernan estos deli-cados asuntos, dirige toda su opinión y sus miras a disculpar a los no-toriamente culpados, a sacar por verdaderos reos a los denunciantes, apedir pena contra éstos y después de varias inconsecuencias, aconsejaa los primeros a que traten estos asuntos con las debidas precauciones;que es lo mismo que dar a entender de que traten libremente sobre estasmaterias, pero con precaución de aquellas personas que los puedan de-nunciar; e inventando un nuevo sistema para que no se hagan esas de-nuncias tan recomendadas y recomendables, atemorizando con penasa los que tuvieron la lealtad de denunciar, prescribe las denuncias, tanseñaladas en las Leyes y abre el Camino más seguro para la rebeliónque ha sucedido; así por estos ante cedentes como por la peligrosa in-dulgencia que sin la menor reflexión se concedió inmediatamente a

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todos los acusados la libertad, se palpó y se demostró con horror el des-graciado resultado que tienen las cosas cuando no se manejan con losconocimientos e integridad que son indispensables para el mejor ser-vicio de V.M. y para el bien del Estado en todos los asuntos y señala-damente en los de tanta gravedad; animándose por ello y por unairreparable condescendencia los acusados y sus defensores a estamparen sus escritos rasgos que daban a conocer sus ideas y su impulso a lalibertad.

De aquí resultaron sus frecuentes juntas para la ejecución de suplan, el que se ejecutó en la mañana citada, habiéndose en la nocheantes come tido la más infame venta del Cuartel por los oficiales y sar-gentos, com prando de antemano a una compañía y seduciendo inme-diatamente a las demás, apoderándose los rebeldes de las armas,ca ñones, pólvora y demás utensilios y pertrechos reservados en el al-macén y sala de aquéllos; y en esa misma noche rodearon con soldadosmi casa, la del Oidor Decano y las de algunos otros empleados; meapresan la mañana siguiente del día diez con el mayor estrépito, bulli-cio y escándalo, sin darme el menor tiempo ni arbitrio para resistir ala fuerza, y me tienen treinta y dos días preso entre cañones, con cen-tinelas de vista y sin la menor comunicación ni aun la de mi mujer yfamilia, registrándome hasta la comida y bebida; tienen del mismomodo al Oidor Decano D. José Merchante, a dos Oficia les, al Asesor ya los Administradores de Correos y de Diezmos, todos europeos. Enlos mismos términos y en la propia mañana prendieron al TenienteGeneral Conde Ruiz de Castilla, Presidente de Quito, aunque ni contanto rigor ni por más que por el tiempo de diez a doce días; nos privande nuestros distinguidos empleos y nos suprimen toda distinción, ysólo se escapan, y no les ha comprendido éstas y otras duras e insur-gentes providencias, el citado Oidor más moderno D. Felipe Fuertes yel Abogado Fiscal D. Tomás de Arrechaga.

Firman en esa mañana una lista de sujetos que suscriban la pro-hibición de la Real Autoridad y exterminio de las personas que legíti-mamente la representamos y la de otras, sin otra culpa que el ser fielesy leales Mi nistros de V.M. y sin otro motivo que el del honor, justifi-cación e integridad que nos caracterizan.

Fundan una Junta, con el título de Suprema, compuesta del Ilmo.Obispo y de dieciséis o veinte sujetos más, la dan el nombre de Majes-tad; al Marqués de Selva Alegre, Presidente de ella, el tratamiento de

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Serenísimo y a los demás Vocales, el de Excelencia.Hacen un nuevo juramento solemne, con pompa y formalidades

que ellos establecen.Ponen pena de la vida a quienes respondan por la noche España,

cuan do se pregunte Quién Vive, y precisamente sujetan al público aque se responda: El Rey.

Extinguen las Administraciones de tabacos; rebajan el papel se-llado; hacen otras rebajas en los tributos; levantan tropas con divisasnunca vis tas ni usadas en los Reales Ejércitos de V.M., desde el últimosoldado hasta el primer Oficial.

Establecen Primeros Ministros y Ministros de Estado, de Guerra,de la Real Hacienda, de Gracia y Justicia.

Forman toda graduación en lo militar, hasta Mariscales deCampo e Inspectores, y en lo político, un nuevo Senado con dos Salas,dos Fiscales, un Gobernador, con tratamiento de Ilustrísimo, y un Re-gente, que, lo fue, y renunció a los pocos días, el citado Oidor D. FelipeFuertes.17

Establecieron otros empleos, aún para los Eclesiásticos, con lostrata mientos que quisieron y dispensaron del Real Patronato.

Remitieron armas, cañones y todo pertrecho de guerra a Provin-cias cir cunvecinas para conquistarlas y para reducidas en caso de re-sistencia por la fuerza a la obediencia y reconocimiento de esta Junta,enviando antes papeles sedicioso para seducir a la inocencia y atraer ala ignorancia a sus máximas ideas revolucionarias.

Establecen Secretarías Covachuelista. Tratan de acuñar moneda. De fundar una nueva Orden, llamada

de San Lorenzo y de establecer títulos republicanos.Y conociendo no ser los suficientes ni los caudales de la Real Caja

de V.M. ni los ingresos para tantos gastos ofrecen los unos sus haberes,y tratan entre otros de echar mano de los bienes y rentas de las iglesiasy tal vez de imponer nuevas contribuciones.

Estos y otros muchos son los particulares que han tratado los in-sur gentes desde el día 10 de Agosto y que algunos no han tenido elmenor reparo para afirmar que resulta así de las Actas de sus Juntasre vo lu cionarias, las que con precisión han de dar la más cabal idea delsistema de esta rebelión, siempre que las nuevas ocurrencias acaecidas

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17 AHNM, en carta de 23 de agosto de 1809 desde Riobamba a don Melchor Aymerich, indicahallarse huido de Quito en esa ciudad.

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no les haya dado lugar a sepultarlas.También expiden en ese día nombramientos de Corregidores para

las Villas de Ibarra, Otavalo y Guaranda y dan los gobiernos de Gua-yaquil, Cuenca, Popayán y Pasto a sujetos de su facción.

Dan providencias para sitiar por hambre a la Provincia y Ciudadde Barbacoas, sólo por ser fieles y leales a V.M., con otra multitud deprovidencias consiguientes de las desleales miras que se propusierondesde los principios y que dan, una prueba evidente de su sistema re-volucionario; pero con la desgracia de no haber habido persona que porsu dignidad, carácter y estimación pública les hubiese disuadido de suproyecto, hacién doles presente lo horroroso del delito, la criminalidadde sus máximas y el odio común que se han adquirido, poniendo enejecución una traición tan inesperada como precursora de una infini-dad de daños irreparables y claro comprobante de la Causa que en con-tra de muchos de éstos se estaba siguiendo.

Apoderados así de la fuerza y autoridades, se valieron desde luegoy después de los medios más infames para afianzar con ellos, su vil in-surgente proyecto, esparciendo desde esa mañana por escrito y pormedio de sus satélites, que en Lima, en Buenos Aires, en el Cuzco y enotras Ciudades que se había hecho lo mismo en el propio día, asegu-rando en sus providencias, en sus escritos y por medio de aquellos in-fieles que dentro de un mes se verificaría en todas las Américas;añadiendo las más negras noticias fra guadas por los insurgentes, to-cantes a deprimir y rebajar la fidelidad, el valor y el heroísmo de nues-tra amada España, hasta el extremo, de afirmar que ésta se hallabaenteramente perdida, valiéndose antes y después de la seducción delpopulacho y otros pueblos a quienes no cesan de agitar para conseguirsus depravados intentos, no perdonando la acreditada opinión del Pre-sidente y del Regente. Echando mano de las imposturas Impropias delhonor que a cada uno le caracteriza. Y de otras ridiculeces contra losde más presos, porque así creyeron les convenía para el estable cimientode su soñado proyecto, sin poner la consideración en el odio comúnque se han adquirido en todos los Reales dominios de V.M.

Saben mi modo de pensar y les consta la integridad y el honorcon que siempre he desempeñado el Real servicio de V.M. Es públicoy notorio el asombroso despacho que ha habido en el Tribunal en añoy siete meses que ocupé aquella Regencia, hasta que me privaron deella los rebeldes, y resulta haberse visto y determinado, en sólo ese

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tiempo, más de dos mil causas.He tratado y conseguido, a pesar de muchos disgustos, de cortar

los abusos introducidos; de que las causas registradas se volviesen aabrir mediante cualquier empeño y en fin he trabajado y he hechocuanto ha estado de mi parte a fin de que las Reales Cédulas de V.M.se cumplan como es debido, sin dar lugar a las violentas y desacatadasinterpretaciones ajenas de todo magistrado.

Confiesan entre los mismos rebeldes y en sus juntas que soy elúnico a quien temen por mi capacidad y por las prendas que me carac-terizan. Aseguran no tener qué tacharme y en este estado se lanzan alarbitrio de seducir a un europeo para que declare contra mí; a quien leofrecieron la Comandancia de la Artillería que vino contra Pasto y Po-payán, si así lo cumplía y que efectivamente consiguió haciéndose desu partido y decla rándose por ello un verdadero traidor.

Y todo cuanto quieren imputarme se reduce a suponer que yo enmeses pasados había dicho que era necesario separar de Quito y ahorcara doce sujetos como sectarios de Napoleón y seductores de las máximasbonapar tistas, con el único fundamento que el haberme yo expresado endiferentes ocasiones la novedad y extrañeza que me causaba el saber quelas malas noticias que venían de España, al instante se creían y exage-raban, y las buenas se dudaban y rebajaban, siendo más sensibles losefectos que causa . Dan las primeras que los buenos con las segundas.

Y en otra ocasión, haberme explicado como debía con un Cura,que defendía la política, religión, filosofía y otras buenas partidas queatribuía al corzo Bonaparte, hasta el extremo de enfadarme con otroCura por su modo de producirse. Pero siempre estaba yo muy distantede que hubiese en Quito hombres capaces de adoptar las máximas deaquel Corzo y de ponerlas en ejecución, pues en tal caso hubiera hecholo que debía como leal vasallo y fiel Ministro de V.M., y con los pre-sentes desgraciados re cursos los rebeldes han probado los justos moti-vos que tuvieron para temer una pena correspondiente al delito queabrigaba su corazón.

Al Oidor Decano le atribuyeron no sé qué denuncia que hizo alPresi dente, tocante a la Causa.

A los demás, lo que les ha parecido, ya todos supuestos sentimien-tos, que aunque fuesen ciertos no les autoriza para sus capciosas dis-culpas y sólo a los citados Oidor menos antiguo y Abogado-Fiscal nose han atrevido a tacharles, andando el primero disperso, como estamos

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los demás.Por otra parte es indispensable hacer presentes a V.M. algunos

hechos de estos rebeldes, que dan a conocer bien claro su modo horroro -so de pen sar, pues habiéndose empezado a predicar por los Curas delSagrario contra esta revolución, abocaron a la puerta los cañones, conel designio de dispa rarles, siempre que se oyese repetir los sermonesque no les acomodaba, haciendo el mayor desprecio del Ssmo. Sto. yno perdonando ya a la digni dad del Rvdo. Obispo, desengañado porsus perversas ideas.

En este estado, saben que algunos pueblos se les rebelan. Que lastropas remitidas para contener y castigar la insurrección, las tienencasi a la vista, gracias a las acertadas y aceleradas providencias toma-das contra ellos por los Virreyes de Lima y Santa Fe, y por los Gober-nadores de Popayán, Guayaquil y Cuenca, y por heroísmo del Rvdo.Obispo de la citada Cuenca. Conocen el entusiasmo de estas Provin-cias, todas recla mando contra la de Quito. Les consta la gloriosa accióndispuesta y organizada por el Comandante de las de Popayán y Pasto,D. Francisco Gregario Angula, quien viendo al Ejército de los rebeldesen disposición de ofender con su artillería y el asedio en que tenían alos de Barbacoas, los acometió, haciendo prisioneros a los que no pu-dieron huir, siendo uno de ellos el citado Comandante de Artillería D.José Ipinza, dejando en el campo siete cañones, las armas, municionesy demás pertrechos de boca y guerra. En este conjunto de circunstan-cias, se atemorizan los rebeldes de Quito y piensan discurrir unos nue-vos medios, en mi corto entender peores que los primeros, y son reponerpor fuerza al Presidente, obligándole a obrar según el dictamen de losinsurgentes; no dándole libertad ni para renunciar ni para firmar otrasprovidencias que aquellas que son conformes con su sistema revolu-cionario, y aquellas que dimanan y son propias de sus desleales ideas,de esta suerte consiguen del Presidente el que escriba Oficios a los Co-mandantes de las tropas impidiendo su entrada, que es todo el objetode los rebeldes, para agitar entre tanto a la Capital y demás pueblos;re hacerse y tal vez esperar los auxilios que ellos dicen haber pedido. Leobligan a hacer una consulta dirigida al Virrey, para que no se repon-gan las autoridades y demás empleados arrebatados por los rebeldes.A que funde una Audiencia, haciendo Regente al referido Oidor D.Felipe Fuertes, nombrando de conjueces a dos Abogados que fue ronsus Senadores. Mandar a la Villa de Ibarra, declarada con la de Ota-

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valo y sus territorios, en contra de la rebelión de Quito, que le remitalos cañones, armas, pólvora y demás pertrechos que siempre han te-nido; librando providencia a la de Otavalo y su valle de Cayambe, paraque inmediatamente levanten un Escuadrón de 200 hombres armados,para tenerlos prontos a la primera orden. Pero con la felicidad de queni uno ni otro se cumplió a causa de las providencias que con conoci-miento de todo se tomaron.

Los rebeldes me desterraron al pueblo de Otavalo, sujetándome asus duros insurgentes decretos, sin darme más que ocho horas de tér-mino que mediaron desde la salida de la prisión hasta la de Quito, y ami esposa y familia les hicieron precipitar el viaje al día siguiente, obli-gados a salir de Quito sólo con lo muy preciso, y como suele decirsecon lo albergado, a abandonando ellos a sus crueles providencias, lacasa y bienes, y reducidos por tan Increíbles como espantosos procedi-mientos, al estado de una propia y verdadera mendicidad.

En medio de estas reflexiones, tengo noticias de las nuevas ocu-rrencias de Quito. Se me comunica y confía el recado que de orden deaquel Presi dente va un fiel Eclesiástico para el Gobernador de Popayán,para el Comandante de estas Tropas, en cuyo Cuartel General me hallorefugiado y para los Corregidores de su tránsito, con el objeto de quedesempeñase y asegurase a todos la opresión en que se hallaba, y queno se obedeciese a orden alguna, ni oficio alguno suyo, aunque lo viesencon su firma pidiendo que cuanto antes entren las tropas en Quito,para contener a lo rebeldes. Se me da noticias de lo expuesta que estámi persona por la fidelidad abiertamente declarada del pueblo de miresidencia, Otavalo, y de su inmediato la Villa de Ibarra, con la dila-tada jurisdicción que abrazan ambos Corregimientos. En estas circuns-tancias y después de estar desengañados estos pueblos y advertidos enlos términos expresados, me resolví a abandonar a mi esposa, a refu-giarme a este Cuartel General, para avisar a este Comandante y vivircon alguna tranquilidad. Le hallé ya instruido por el citado Eclesiás-tico, por cuyo motivo no hice otra cosa que afianzar y asegurar las no-ticias comunicadas por el Presidente por medio del citado Eclesiástico,llamado D. José María Azaizo y por el resultado de sus con siguientesprovidencias.

Luego que le vi y me recibió en su alojamiento le instruí del estadoen que se hallaban aquellos Corregimientos y sus Capitales, cuyos Ca-bildos habían formado Actas declarándose por fieles vasallos de V.M.

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y en contra de los insurgentes y de su revolución y lo deseosos y nece-sitados que esta ban de que entrase en sus pueblos algún trozo de estastropas que pudiese auxiliar sus leales procedimientos en el caso de verseacometidos por los insurgentes y sus secuaces. Pero me manifestó laúltima orden que acababa de recibir del Gobernador de Popayán rela-tiva a que no saliese de este gobierno sin nueva orden. Y resolvió darleparte, como yo lo hice igual mente, y lo que ha resultado es saber quelos rebeldes, viéndose por todas partes perdidos y apurados, pero in-flexibles en sus ideas revolucionarias que alimentan y agitan a propor-ción de la libertad de que están disfru tando con perjuicio de laseguridad del Estado, en contra de éste y de nuestras vidas, han medi-tado el arbitrio de sorprender al Virrey de Santa Fe para que les oiga,para una composición y tratados que parece quieren formar; y paraque se interese con V.M. para su Real aprovechamiento en lo que seconvenga para el perdón no sólo de la multitud, sino también de losprincipales autores y cabezas de esta desgraciada revolución; y pres-cindiendo de lo que se resuelva por el Virrey, no puedo prescindir dehacer presente a V. M. que me parece no ser posible que los revolucio-narios insurgentes se salgan con sus engañosas ideas y el que logrensorprender con ellas a aquella superioridad, en atención a los prácticosconocimientos y evidentes noticias que se tienen así de sus máximas,como también del estado en que actualmente han puesto al Presidente,al gobierno de Quito y a los fieles vasallos que somos de V.M. con elresultado de aquéllas.

En estos antecedentes hice al Virrey de Santa Fe, desde este Cuar-tel General, la representación que con mi mayor respeto acompañocopia a V.M., señalada con el No.1, y en ella le doy a este Jefe una ideade todo según los resultados más evidentes para que enterado de ellosresuelva lo que estimare sea más conforme con las actuales circuns-tancias, pidiéndole también se me contribuya con mi sueldo correspon-diente a mi plaza de Regente en cualquiera parte que existiere, duranteel atrevido alzamiento de Quito, y el que informe a V. Soberanía paraque se digne hacerme la gracia que en ésta petición a V.M. y habiendoadvertido las consecuencias qué se seguirán con algunas providenciastomadas por el Presidente Conde Ruiz de Castilla que dan a conocerla opresión en que lo tienen aquellos insurgentes y la ninguna libertadcon que obra, me pareció hallarme en la obligación de pasar al OidorD. Felipe Fuertes y a los Corregidores de Ibarra y Otavalo los oficios

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que igualmente acompaño en copia a V.M., señalados con el N-2, paracontener por mi parte del modo posible los rápidos progresos de la re-belión; impedir la seducción; y sostener a los pueblos que se han de -clarado fieles en la lealtad debida a V.M., que es lo que me ha parecidodeber hacer en medio de la situación en que me hallo, pero con la des-gracia de temer algunos malos resultados, según el actual sistema ob-servado en Quito con los rebeldes traidores.

Y finalmente no puedo prescindir de estos evidentes conocimien-tos para representar a V.M. con todo mi respeto, que el actual sem-blante que manifiestan las cosas de Quito presenta por todos susas pectos una sola pada intención de sus rebeldes, dirigida a maquinarcon la libertad que disfrutan contra las vidas, las de mi familia y contratodos aquellos que se han manifestado abierta y claramente fieles aV.M., y que esta indul gencia, acaso más peligrosa que la primera, leshará poner en ejecución lo que después será irremediable, con doblesgastos, pudiéndose al presente evitar el que se pierda el Reino y cortartodo el cáncer a poca costa y sólo con la efectiva entrada de las tropasque ahora tienen casi a la vista, y en disposición de defender la obe-diencia debida a V.M. y de asegurar al Estado, a la Religión y a lasvidas y haciendas de sus leales vasallos, como se lo he representado avuestro Virrey de Santa Fe y demás Jefes para aquello que conviniereresolver.

Estos son, Señor, los motivos que me han asistido para abandonarel destierro en que me pusieron los insurgentes, después de una dila-tada y cruel prisión, y cogerme a este Cuartel General y al alojamientode su Comandante.

Este es el aspecto que puedo manifestar de los infieles y deslealespro cedimientos de Quito. Este es el estado verdadero desde su principiohasta el presente en que se halla.

Este es aquel que ha hecho ver la acendrada fidelidad de algunosvecinos de aquella Ciudad, ilustres por su nacimiento y mucho máspor su descubierta lealtad, la que les ha ocasionado el odio de los in-surgentes, exponiéndolos a sus venganzas.

Esto y algo más expongo al Virrey y al Gobernador de Popayán,para que con la posible celeridad se ocurra al remedio de tantos malesque han causado los insurgentes y a mirar por el bien y seguridad delEstado; que todo se puede conseguir con la entrada de las tropas quese hallan acuar teladas y esperando a otras más.

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Estos son los movimientos y males que han causado los insur-gentes rebeldes de Quito y todos me han obligado a hacer esta reverenterepre sentación a V.M., y con mi mayor sumisión y respetuoso rendi-miento.

Suplico a V.R.M. se digne hacerme la clemencia de atender lainge nuidad y verdad con que hago esta reverente exposición, represen-tando los acaecimientos de Quito, los daños y perjuicios que me hancausado y estoy padeciendo por las duras y desleales providencias deaquellos insurgentes, reduciéndome al estado de una verdadera po-breza, y obligándome a vivir separado por ahora de mi esposa y familia.Y en atención a lo demás que sobre esto expongo a V.M. con la mayorsumisión y respeto, a la de mis circunstancias personales, y la integri-dad y el honor con que siempre he procurado desempeñar el Real ser-vicio de V. M. en los destinos de Oidor y Fiscal de Vuestra RealAudiencia del Cuzco y de Regente de la de Quito, desempeñando enambas partes y en otras las comisiones más deli cadas que se me hanconfiado, con aquel celo y exactitud que es notorio, se digne V. R. M.la singular de sacarme de Quito, promoviéndome con igual plaza deRegente a vuestra Real Audiencia de Lima o México; o la de promo-verme a España, con la plaza que sea más del Soberano agrado deV.M., y en el ínterin, la de que se contribuya con el salario corres -pondiente a esta Regencia (de la que me han privado los rebeldes), encual quier parte que existiese durante la insurrección presente deQuito, en lo que recibiré especial merced de la Soberanía de V.M.

Dios guarde a V.R.M. los muchos y felices años que hemos me-nester para bien de sus dilatados dominios y la mayor felicidad de susamantes vasallos.

Cuartel General de Túquerres y Noviembre 21 de 1809.

José Fuentes González Bustillo.

CAPÍTULO II

LA CONTRARREVOLUCIÓN CUENCANA

El 16 de agosto de 1809 a las 13 horas recibe el cabildo cuencano un co-rreo de la junta Provisional quiteña que le comunica “que el 10 de agosto

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el pueblo de Quito temeroso de ser entregado a la dominación francesa se hacongregado y declarado haber cesado legítimamente los magistrados en las fun-ciones que tenían de la Junta Central de España, y, que en consecuencia, habíanconstituido una Suprema Junta Provisional para que gobierne a nombre delSeñor Fernando Séptimo, mientras su Majestad recupere la Península o vengaa imperar en América; su Presidente el marqués de Selva Alegre participa alIlustre Cabildo para su inteligencia, a fin que elija y nombre representante a estecuerpo con el sueldo de 2.000 pesos, según disposición soberana del pueblo; alobispo le nombran miembro nato de la Junta”, quien rechaza tal nominación.

El gobernador de Cuenca reacciona inmediatamente contradicha junta y convoca a Cabildo ampliado en el que están presentes “elObispo, autoridades y más vecinos Nobles y Honrados que hacen un conjuntode cuarenta y cinco personas. El Obispo primero y luego todos los presenteshincados de rodillas y puestas las manos sobre los Evangelios, expusieron: juroa Dios y a Jesucristo Crucificado, obedecer al Rey Nuestro Señor don FernandoSéptimo, y en su Real nombre a la Junta Central que gobierna en España ytodos sus dominios, de defender los derechos de la Corona y Autoridad de dichaSuprema Junta, la Religión y la Patria, hasta derramar si fuese necesario la úl-tima gota de sangre, jurando así mismo no obedecer a la Junta creada por elpueblo de Quito con el falso supuesto de haberse extinguido la verdadera Cen-tral....” . Se acordó convocar a los gremios de la ciudad para que elijantres Diputados que integren el Cabildo ampliado para que por su medio“hablen cuanto hallaren sea conveniente al servicio de Dios, del Rey yde la Patria según las actuales circunstancias”.

Al día siguiente de conocido el pronunciamiento de Quito envíacomo emisario al doctor josé María Landa y Ramírez, secretario delObispo don Andaré Quitián y Ponte, al Corregimiento de Loja y al Vi-rrey de Lima, para hacerles conocer de la proclama de Quito, pidiendoal virrey el auxilio de 200 hombres debidamente pertrechados para de-fender los derechos de la nación, solicitando su protección e igualmenteque “ dicte las providencias convenientes que cedan en el buen servicio del Rey,la Patria y la Religión” 18; y al doctor Diego Fernández de Córdova a Gua-yaquil, demandando al gobernador el envió de 100 hombres para con-tener a los revoltosos.

Al mismo tiempo que Aymerich comunicaba a Lima, avisó alvirrey de Nueva Granada sobre el pronunciamiento de Quito, noticias

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18 De esta manera Aymerich auspicia la intromisión del virreinato del Perú, que duraría hasta1814.

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que surtieron consecuencias inmediatas con el envió de fuerzas milicia-nas de Cuenca, Lima, Santa Fe y Panamá a restituir en el cargo al Presi-dente de Quito, acciones que trastornaron aún más el débil liderazgodel marqués de Selva Alegre que renunció la Presidencia de la junta enel moderado realista D. juan Torcuato Guerrero Matheu V conde deSelva Florida.19

El 20 de octubre de 1809 sale hacia Quito don Melchor Aymerichal mando de 1.833 hombres, mil doscientos de Infantería y seiscientosDragones, amén de los indígenas que ayudaban en la conducción de lasrecuas de mulas cargadas con la intendencia de la tropa. Dejó en Cuencacomo comandante de Armas a don Eugenio de Arteaga al mando de doscompañías con milicianos procedentes de Saraguro y Oña. Nombró suayudante, al recién ascendido capitán de Dragones de milicias don An-tonio García de Trelles. No encuentra ninguna resistencia a su paso porAlausí y Riobamba, y deja ordenes precisas para que a su aviso la im-portante fuerza levantada por los realistas de Riobamba, que consistíaen 600 hombres, acuda a Quito. Llega a Ambato el día 25 y establece allísu Cuartel general en vista de la orden del Presidente de no avanzar aQuito en consideración que había sido repuesto en su cargo el 8 de sep-tiembre, allí se encuentra con las fuerzas de Arredondo que siguen aQuito.

Habiendo fracasado la rebelión de Quito por la falta de apoyodel pueblo que permanecía entre asombrado e indiferente, y a las enér-gicas como oportunas medidas tomadas por el virrey Abascal, y las queadoptaron independientemente los gobernadores de Cuenca, Guayaquily Popayán, los patriotas que integraron la junta Suprema temían la en-trada de Aymerich a Quito porque habiéndoles incoado en Cuenca unproceso por subversión se enfrentaban a la pena de muerte, de acuerdoa las leyes existentes. Sabían que Aymerich venía con las expresas orde-nes del virrey de “atacar y destruir a los insurgentes” y no a firmar ca-pitulaciones, por esta razón, influyeron en la decisión del Presidente enevitar la entrada del gobernador de Cuenca, difundiendo noticias quele llegaron al Presidente, sobre la pretendida intención de Aymerich dehacerse cargo de la Capitanía General y por lo tanto desplazarle del go-

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19 Nació en Quito el 23 de junio de 1765. Capitán de Milicias, Regidor perpetuo del Cabildo deQuito, Director de la Escuela de la Concordia. Se casó con doña María Trinidad Dávalos Bor-rero en 1815, tuvieron una única hija D. joaquina Guerrero y Dávalos quien casó con elguayaquileño D. juan Caamaño y Arteta. Falleció en Quito en 1836.

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bierno al Conde. “Aymerich estaba cogido con la red tejida por la habi-lidad de Arrechaga, el cual tenía mucho que temer de la entrada de lastropas de Cuenca”.

Todas estas circunstancias debieron influir en la decisión delconde Ruiz de Castilla de impedir la entrada a Quito del gobernador deCuenca ya que este se sentía fuerte y respaldado con las tropas enviadaspor el Virrey del Perú, tan es así que daba por hecho, que por lo menos,tomaría el mando militar de Quito, para lo cual llevó consigo a toda sufamilia.

El Cabildo de Cuenca también escribió al conde pidiéndoleaceptar a las tropas de Cuenca para que sean estas quien le resguarden,misiva con otra en igual sentido que le envía el gobernador Aymerichcon su ayudante el capitán Antonio García de Trelles, este regresó a Am-bato con la contestación al oficio del Cabildo de Cuenca y con otro diri-gido al coronel Aymerich indicándole se retire con sus tropas a su“departamento” considerando no ser necesarias. Acatando esta ordendispuso el 26 de noviembre el retorno inmediato de las tropas ligeras almando del comandante Miguel Rada y el regreso escalonado de lasdemás. Los primeros días de diciembre arriban las milicias a Cuenca; seles recogió las armas a la tropa y les donaron los uniformes que debíanser guardados en sus casas “encargándoseles los tengan, como memoriade honor con el mayor aseo y cuidado, como la joya más preciosa. Seles permite su uso solamente en los días de fiesta y en alguna otra fun-ción extraordinaria a que concurran, tales como las procesiones, casa-mientos, y padrinazgos..... impartiéndoles al mismo tiempo el privilegiopara el caso que hallándose con el uniforme incurrieran por su desgra-cia, en algún delito no se deba perder el fuero militar y sea llevado alcuartel....que se les da las gracias a nombre de su Majestad a todos losque formaron la expedición a Quito por haberse portado como honradospatriotas, los más sirviendo sin sueldo y vistiéndose a su costa, otrospor la escasez de su fortuna tomando el sueldo y vestido que se les hadado del fondo destinado al asunto”.20

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20 Acta del Cabildo de Cuenca del 4 de diciembre de 1809. Libro de Cabildos 1806-1810.

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CAPÍTULO III

FIN DE LA UTOPÍA

La junta de Quito se vio en apuros al verse cercada por las go-bernaciones de Cuenca, Guayaquil y Popayán que no aceptaron adhe-rirse al golpe del 10 de agosto, como también por la derrota sufrida porlas milicias que fueron enviadas a Pasto a prevenir un posible ataquede los realistas por el norte, éstas, bajo el mando del teniente coronel D.Francisco javier Ascásubi que fue hecho prisionero junto con su se-gundo, el sargento mayor D. Xavier Zambrano Matheu, que alcanzó ahuir a Ibarra. El teniente coronel Ascásubi permaneció prisionero de lasfuerzas realistas, hasta la reposición en el cargo de presidente de Quitodel conde Ruiz de Castilla, luego fue enviado a Quito e ingresado a pri-sión junto a los otros patriotas en el cuartel Real de Lima.

A los setenta y cuatro días de gobierno se esfumó la quimera denuestros padres próceres, he procurado, en lo posible, acudir a otrasfuentes para comprender y conocer la otra verdad en temas relacionadoscon nuestra independencia en que la conseja ha distorsionado muchossucesos; el tiempo y el conocimiento de nuevas fuentes son losmejores decantadores de la historia, dan a cada quien su justo valor,evita que convirtamos personas en personajes y acciones en proezas.

DEjEMOS QUE HABLE UN TESTIGO DE AQUELLA ÉPOCA SOBRE LA QUIMERA DE LA jUNTA DE GOBIERNO, LAS OBSERVACIONES SON LLENAS DE REALIDAD Y DE UNAVERSACIÓN FUERA DE TIEMPO. 21

“Sin muchos alcances sabe cualquier hombre que piensa que parauna revolución política es necesario un conocimiento exacto del país ysus producciones para compararlas luego con las necesidades de losnaturales; saber el estado de los fondos públicos y de las rentas quedeben formarlo y calcular si estas corresponden a los gastos ordinariosy aún exceden para ocurrir a los gastos extraordinarios. Conocer susfuerzas interiores y graduar si tiene la potencia necesaria para rechazar

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21 Archivo General de Indias. Sección Estado. Legajo 72. Expediente 64.

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a los enemigos que quieran atacar el nuevo gobierno. Examinar susrelaciones exteriores y ver si de éstas se pueden sacar recursos paracuando la vicisitud de la guerra de la preponderancia del enemigo.Analizar los tres ramos que forman los fundamentos de un estado yque vienen a ser las fuentes perennes de la vida política de las socieda-des, es decir, la agricultura, artes y comercio, observando en ellos sitienen la energía suficiente para alimentarnos, para vestirnos, para serla riqueza individual y de la opulencia del fondo público. Si estos tresramos pueden hacernos necesarios a los vecinos, y si favorecidos porla localidad que facilita la exportación de nuestros frutos pueden ga-narnos la consideración de los extraños y procurarnos las materias yefectos que nos faltan. Si por medio del comercio de nuestras produc-ciones y artefactos podemos adquirir relaciones y alianzas que auxilieny sostengan la independencia y otras disensiones políticas que en losucesivo pueden sobrevenir. Y últimamente examinarnos a nosotrosmismos si tenemos talento, valor, constancia, sufrimiento en una pa-labra carácter de hombres.

Pero nada de esto amigo mío, estos hombres han fabricado su obrasin cálculo, sin examen, sin meditación como quien dice a tontas y alocas, porque si vemos la posición Geográfica de Quito la hallamos se-pultada en lo interior del Continente, sin más relaciones políticas quehasta el pueblo de Tulcán por la parte norte y hacia el de Guarandapor la del Sur que son los confines de su provincia con desiertos des-conocidos al levante y poniente. Las producciones generales de su suelono pasan del trigo, cebada, papas, maíz y poco azúcar de las cuales nopudiendo hacer algún comercio por la dificultad de exportación, apenasbastan para sustentar a los naturales, sin que con ellas podamos decirque se han llenado el número de nuestras necesidades, pues nos faltala sal, el vino, el cacao y el arroz artículos todos precisos para nuestraconservación con otros muchos que el lujo ha venido a ser tan necesa-rios como los primeros. No tenemos minas, ni mas ingreso de conside-ración para llenar el fondo público que el tributo de los miserablesindios, y si este se compara con los gastos de la quimérica monarquía,hallaremos que no cubre ni la cuarta parte de los sueldos asignados alos representantes de la suprema Junta, Senado y Falange y las demáscreaciones que después se han hecho porque las Alcabalas, Correos yEstanco de aguardientes ya se ha visto lo que ha producido en los tresmeses no completos de revolución que ciertamente no han dado para

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pagar los sueldos de los respectivos empleados, siendo así que estosmismos ramos, antes de que se cortaran nuestras relaciones con lasprovincias vecinas dejaban una existencia considerable al Erario.Nuestras fuerzas interiores si se deducen en una justa proporción delnúmero de almas a que asciende la provincia no pueden pasar en rigorde cinco mil hombres listos para tomar las armas, mas por desgracia,estos no pasan de 700 fusiles parte de ellos inutilizados, algunos ca-ñones de ínfimo calibre, aunque sin municiones y un corto número depistolas y sables. Júzguese pues si con todo este grande aparato militaren una tierra abierta sin murallas, castillos, baluartes, etc. pueden re-sistir al poder de la monarquía española que no mirará con indiferenciala emancipación de la provincia quiteña. No tenemos más relacionesexteriores que las adquiridas por el comercio y como este es tan limi-tado, nos ha hecho un poco necesario que no pasan de Popayán por laparte norte y Guayaquil por la del sur. Jergas, trencillas, pinturas yalgunas otras frioleras que no merecen la pena de indicarse, formantoda la masa de nuestras negociaciones, en cambio nos viene el oroamonedado de Popayán que es el que hace toda nuestra circulación conlas ropas de Castilla tan necesarias para nuestro vestuario. De Gua-yaquil nos proveen el hierro y el acero para labrar los campos sin cuyasprecisas materias nos faltarían víveres para sustentarnos, nos proveentambién de la sal, del vino, del arroz, del cacao, peces, y otras menu-dencias. La provincia de Popayán se puede pasar muy bien sin los efec-tos de Quito, pues en el reino de Santa Fe encuentran con poca dife-rencia los equivalentes. La de Guayaquil no se diga, pues la provinciade Cuenca le ofrece los mismos géneros que la de Quito. Con que ve-nimos a concluir comparadas estas necesidades recíprocas que pu-diendo Guayaquil y Popayán pasar muy bien sin los géneros de Quito,éste, perecería infaliblemente si aquellas dos provincias le cortasen susrelaciones.”

Proclama exhortatoria del Virrey de Lima al vecindario de Quito

Cuando las noticias últimamente recibidas de la Península sontan lisonjeras como podíamos desear, pues por todas partes van siendoarrolla dos los ejércitos enemigos, de los cuales se habían retirado a

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Francia más de cincuenta mil hombres con los mejores Generales quehabían enviado a España; cuando la Suprema Junta Central ha sidoreconocida por todas las Potencias de la Europa que están en libertadde hacerlo, y aún aliando a nosotros algunas de ellas por medio de Tra-tados solemnes; cuando nuestro Soberano Congreso se halla más arrai-gado que nunca y expidiendo las celosas sabias providencias queconstan de los papeles públicos, para extirpar de una vez los bandidosde la gavilla de Napoleón; y cuando sus conatos y esmero por la fide-lidad de la América los ponen de manifiesto las Reales Ordenanzas quenos dirige al intento, ¿podría imaginarse que hubiese sobre la tierrahombres tan perversos y descarados que se atrevie sen a negar la exis-tencia de la Suprema Junta? Sí, quiteños, los ha habido y hay en vues-tro suelo, y vosotros que conocéis sus personas habéis desconocido susintenciones; creed que no son otras que las de edificar sobre vuestrasruinas su soñado engrandecimiento. Quiteños: abrid los ojos y no cre-áis sus afectadas vociferaciones: las de Viva el Rey Fernando VII tras-tornando sus Leyes, atropellando las legítimas autoridades, y dandopor concluida la Suprema de la Nación, que habéis jurado, es el len-guaje de los traidores. Sí, quiteños: os vuelvo a exhortar, que miréispor vosotros y no temáis las tropas que envío a Guayaquil, cuya van-guardia se va a hacer a la vela; no les temáis, repito, porque son vues-tros hermanos y van inspirados de toda la humanidad y fraternidadque posee mi corazón; no pudiendo persuadirme que os obstinéis ensostener vuestro engaño y querer ser tratados como hijos expósitos yenemigos de la grande y más generosa Nación del Globo. La experien-cia del bloqueo que sufrís por vuestra im prudencia, os hará ver prác-ticamente que no podéis subsistir por vosotros mismos; y si esperáis elataque, lloraréis, como yo, con poco remedio las resultas; que vuestratropa ni por su número, ni instrucción ni armas, su Artillería y Jefesque la dirigen puede resistir de modo alguno a la que se os acerca. Noconfiéis en la áspera situación de ese territorio, pues los soldados y ofi-ciales que os convidan con la amistad, no encontrarán dificultad queno allanen. No permita la Divina Providencia que mi suerte sea tanamarga que se llegue a hacer uso de la fuerza, en cuyo caso las tropasatacarán con la energía que corresponde a su honor pero no, lejos demí semejante idea: vosotros conoceréis la razón y os someteréis a ella,sobre el seguro de que, aunque no me corresponde el juzgamiento devues tra causa, me interesaré con el dignísimo Jefe Superior de ese Vi-

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rreinato para que se os mire con toda la indulgencia de hijos descarria-dos que vuelven arrepentidos a la sumisión y obediencia paternal; nodudéis que así suceda, la experiencia que tengo de las bondades de eseSr. Virrey me lo asegura.

Lima, 17 de Septiembre de 1809.

Abascal

Nombramiento del coronel don Manuel de Arredondo como jefe delas tropas que envía el Virrey de Lima a la pacificación de Quito 22

Señor Don Manuel de Arredondo

“Hallándome bien persuadido de la acendrada lealtad patriotismoy conocimientos militares de usted, he determinado confiarle el mandode las tropas que se están aprontando y saldrán muy breve para Gua-yaquil en los buques del comercio próximos a navegar aquel puerto,de los que usted elegirá el que mejor le parezca para su embarco.

Luego de que usted llegue se presentara al señor Gobernador deaquella plaza a cuya ordenes va, para operar con su acuerdo en los in-teresantes objetos que motivan su comisión. Supongo que a su arriboestarán reunidas las tropas y tomadas las demás disposiciones preve-nidas al referido Gobernador, pero como sea una de las mas esencialescircunstancias el disciplinarlas23 y ponerlas expeditas a fin de operarcon acierto en las ocurrencias, importa sobre manera que VS. pongaen esto especial cuidado, y encerrando el motivo de su permanenciaallí regresara a esta capital por tierra o como mejor le parezca, que escuanto por ahora decirle .

Dios que a VS. guarde. Lima Septiembre 19 de 1809.”

José de Abascal.

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22 AHNM. Sección Consejos. Leg. 21674. Exp. 1. Doc. 1323 Entrenarlas

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Pertrechos de guerra enviados con las tropas expedicionarias peruanas al mando del coronel Arredondo a la pacificación de Quito. 24

Don Francisco de Miangolarra Comisario Interino de Artillería deldepartamento de Lima, en virtud de la orden del Excmo. Señor Virreyde 13 de Septiembre que me ha comunicado el señor don Joaquín de laPezuela, coronel del real Cuerpo de Artillería, subinspector y coman-dante de el, se remiten en la fragata nombrada la Hortensia a cargo desu maestre don Juan Bautista de Egaña al puerto de Guayaquil a dis-posición del caballero Gobernador los pertrechos siguientes:

Cañones de bronce de montaña del calibre de a 4 6Curreñas para estos, con sus respectivos armones y cajones de entreguarderas 6Ruedas de repuesto 3Tapaboca con su cordel 6Plomadas de loma embreadas 6Tirantes de cañones 12Cuchillos flamencos 6Bolsas para conducir municiones 6Bota lanza fuego de tenacilla 6Bota lanza fuego de hojalata con sus cordones 6Punzones con almohadilla 8Escobillones de a 4 de montaña 12Cubos 4Palancas de dirección 12Clavos para clavar artillería 12Tirantes de cáñamo 6Cubos 2Estopines de carrizo 1500Turquesas para fundir balas de a 18 en libra 2Alicates para cortar 2Volanderas, sotrotor y tuercas de las 6 curreñas y armones de Montaña con dos llaves de destornillar un cajón 1Fusiles de ordenanza sin pavonar con sus bayonetas y Vainas 300Cartucheras 300Porta sables de infantería con sus porta bayonetas 300

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24 AHNM. Secc. Consejo. Leg. 21674. Doc. 8. Exp. 1.

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Sables de infantería con sus vainas 200Cartuchos de bala de a 4 con 15 onzas de pólvora cada uno 400Cartuchos de bala de metralla 200Lanzafuegos 200Cuerda de mecha 1qq.Cartuchos de fusil con pólvora y bala 100.000Pólvora en saco y barril retobado 100 quintales y los otros50 de cañón 100Piedras de chispa para fusil y pistola 4.000Encerador de caja 16Resmas de papel sellado 30Empaques de dichos pertrechosCajones 314Fardos 10Retobo 1Barriles 100

Estos pertrechos son de todo servicio y van a entregar en dicho puertoal guarda almacén de artillería quien pondrá a continuación de estaguía su recibo expresando las circunstancias que haya habido en la en-trega devolviéndomela firmada para legitimar la data y cancelar el do-cumento interino que deja firmado dicho maestre.Lima 19 de Septiembre de 1809.

Francisco de Miangolarra.Nota. Además de lo expresado van 140 armamentos completos en 10cajones y 2 fardos para igual número de hombres del batallón de par-dos.

Manifiesto de la tropa que al mando del primer teniente de guardiasespañolas don Manuel de Arredondo, se destina desde la ciudad de Lima a la expedición de Quito por la vía de Guayaquil,con indicacion de los cuerpos a que corresponden y su número.

Cuerpo Cap. Tente. Sargtos Soldados

Artillería 0 0 1 8Real de Lima 2 5 6 180Pardos 2 2 2 138

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Sub totales 4 7 9 326Oficiales y Sargentos 18Plana mayor 1 Comandante y un Ayudante 2Total del batallón 346

VARIOS DOCUMENTOS ENVIADOS POR EL PRESIDENTE DE LAREAL AUDIENCIA CONDE RUIZ DE CASTILLA AL GOBERNADOR DE GUAYAQUIL, CORONEL BARTOLOMÉ DE CUCALÓN SOBRE LAS INCIDENCIAS POSTERIORES AL 10 DE AGOSTO DE 1809.25

Oficio del Presidente de Quito Dirigido al Gobernador de Guayaquilpor el que le delega todas las facultades sin limitacion alguna.

El portador de ésta que es mi ayudante, e hijo de V.S. , don JoséMaría Cucalón, informará verbalmente a V.S. de todo lo ocurrido enesta capital desde el día 10 del pasado agosto, en que cuatro pícaros sinhonor ni religión habiéndose apoderado de la vil tropa del cuartel, pormedio del soborno, han cometido los mayores atentados que puedencaber en el corazón del hombre más abandonado, entre los que me hasido muy sensible la dilapidación del Real Erario en la formación detropas y sueldo de innumerables empleados que se han creado con elengañoso pretexto de defender y sostener los derechos de la Religión ydel Soberano en lo que me ha sido imposible poner el menor remedio acausa de hallarme, aunque ya en libertad, pero sin fuerzas.

En este conflicto no me queda otro arbitrio que el de conferirle aV.S. a nombre de S.M. todas mis facultades sin limitación alguna comoa jefe de toda mi satisfacción a fin de que pidiendo el correspondienteauxilio al Excmo. Sr. Virrey de Lima en caso necesario, bajo la condi-ción de reintegrarse los gastos por estas Cajas Reales, ponga el remedioque pondría yo mismo, en el caso de hallarme libre de la opresión.

Dios que guarde a V.S. muchos años.Iñaquito, 7 de septiembre de 1809.Conde Ruiz de Castilla.

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25 AHNM. Consejos, Legajo 21674. Exp. 2. Doc. 20.

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Oficio del conde Ruiz de Castilla al gobernador de Guayaquilindicando ha sido repuesto el cargo de Presidente y anuncia el castigo que impondrá a los patriotas

Tengo entendido que los autores de la revolución de que he ha-blado a V.S. en oficio de ayer, apremiados por las graves dificultades einconvenientes que les rodean en su escandaloso proyecto, han arbi-trado darle una colorida acción de justicia restituyéndome a la Presi-dencia y Comandancia General de que me habían despojado, con lacalidad de que al mismo tiempo ejerza también la Presidencia de laJunta que formaron con casi una absoluta independencia. Yo bien co-nozco que los que la han compuesto, lejos de poder ejercer jurisdicciónalguna, son dignos del castigo correspondiente a semejante atentado,pues en esta ciudad no pueden existir otros cuerpos, ni empleados amás de los constituidos por las leyes, ni esta provincia puede separarseun punto del Supremo Gobierno y Capitanía general de Santa Fe a laque estamos sujetos y en su consecuencia el día que se me llame, ex-pondré públicamente lo conveniente sobre este particular, haciéndolesentender la estrecha obligación que tenemos de observar las leyes delreino, pero si a pesar de ello, no puedo poner el remedio correspondientepor las críticas circunstancias actuales de hallarme en medio de unatropa infiel, que en caso preciso seguirá el partido de sus sobornadores,admitiré por ahora mi reposición en los términos expresados, hasta quetomando las medidas correspondientes, en la prudencia que exige elcaso, pueda ponerlo todo en el respectivo orden por medio del escar-miento de los culpados; pues de lo contrario me haría responsable anteDios y el Soberano de las funestas consecuencias que se están origi-nando con las hostilidades y con los indebidos y continuados gastos dela real hacienda, que si se deja por más tiempo en poder de aquellos, seconsumirá enteramente, sin la más leve esperanza de su reintegro.

Todo esto me ha parecido indispensable prevenirle a V.S. con an-ticipación, con el objeto de que inmediatamente reciba este oficio, sesirva transcribirle su contenido a los Excmos. Señores Virreyes delReino y Lima; a los Sres. Gobernadores de Panamá, Popayán, Cuenca,y demás que tenga V.S. por conveniente; y de que V.S. bajo de esteconcepto del que no me podré apartar en ningún evento, cumpla conlo que le tengo encargado a nombre de S.M. en dicho mi oficio anterior

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tomando las medidas más prudentes que exigen estas estrechas cir-cunstancias, de las que informará a V.S. con más extensión mi ayu-dante don José María Cucalón que como persona de mi satisfacción sehalla instruido de todo.

Dios que a V.S. guarde muchos años.Iñaquito, 8 de septiembre de 1809.Conde Ruiz de Castilla.

Carta que envía don Juan José Guerrero, Conde de Selva Florida,como Presidente de la Junta de Quito, ante la renuncia del Marquésde Selva Alegre, proponiéndole al Conde Ruiz de Castilla acepte lapresidencia de la Junta y le plantea un acuerdo de siete puntos.

Excmo. Señor:El Jefe de la Junta y de acuerdo con ella, como también con los

votos de toda la ciudad de Quito, nobleza, vecindario y cuerpos políti-cos antes de que marche la última expedición al mando del coronel donJuan de Salinas contra las inmediatas provincias que han cortado lacorrespondencia y comunicación con esta capital, para evitar todos losfunestos efectos y sangrientas consecuencias que naturalmente debenseguirse de una guerra civil entre los vasallos de un mismo soberanoy fieles a una misma religión, en descargo de su conciencia y en cum-plimiento de sus deberes esenciales, propone al Excmo. Conde Ruiz deCastilla los medios más oportunos y más eficaces para conciliar la paz,mantener la subordinación en la dependencia, consultar a la seguridadpública de todo este reino y evitar finalmente el derramamiento de san-gre que ya se presenta a los ojos y por cuantos arbitrios han sugeridola política se ha procurado estorbar y detener hasta ahora, y para queno se le imputen en ningún tiempo los males y terribles estragos quehayan de seguirse ni al actual jefe, ni a la junta que ha gobernado laprovincia, toma personalmente este partido para ponerse a cubierto enlo sucesivo.

Está firmemente persuadida la junta que el Excmo. Conde Ruizde Castilla, consultando con su acertada prudencia, y viendo las críti-cas circunstancias que se presentan, no podrá negarse a un partido tannacional, tan equitativo y tan justo como el que va a proponerse, queaprobaría desde luego el mismo Rey N.S. y la Junta Central, su repre-sentante.

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1.- Que la se ha constituido en Quito una junta provincial sinotro objeto, ni designio que los santos fines que se propuso desde elprincipio, de la conservación de la Santa Fe, obediencia al rey N.S. donFernando VII y la seguridad de la patria, temiendo ser presa y con-quistada por el inicuo tirano de la Europa Bonaparte que notoriamenteaspira a sojuzgar a América, crea una Junta provincial sujeta y sub-ordinada a la suprema central de España, y con sólo dependencia a éstacomo lo reconoce y ha reconocido siempre según lo acredita el auto queasí lo expresa, publicado por bando el día 21 del presente mes y quemanda circular por todas las provincias.

2.- Que el jefe y presidente de ella, sea el mismo Excmo. señorConde Ruiz de Castilla para dirigir y autorizar la Junta Provincial,según y como están las de los reinos de España, que mandaron esta-blecer en todas las cabezas de provincias. Y puesto que está declaradopor una real orden que la América es una parte integrante de la Mo-narquía española, no es irregular que Quito como capital de un reinoparticipe de las excepciones y prerrogativas de los de España y tengasu Junta particular como tienen las capitales de España.

3.- Que para calmar las inquietudes y odio público, no puedanser restituidos a sus antiguas funciones y empleos, el regente don JoséPuentes González Bustillo, ni el oidor don José Merchante, ni el asesordon Francisco Javier Manzanos, ni don Simón Sáenz, ni don José Ver-gara, ni los oficiales retirados, todos los cuales repugnan y ofenden ala opinión y concepto público.

4.- Que el señor Presidente de acuerdo con la junta haga las mo-dificaciones que se estimen oportunas y convenientes en el Real Senadode justicia, contándose desde luego con el señor don Felipe Fuertes yel doctor don Tomás Arechaga, que no han perdido la estimación y laconfianza del público en ningún evento.

5.- Que del mismo modo se modifiquen y atemperen los trata-mientos de la Junta como de los individuos de ella según se acordaseposteriormente.

6.- Que en ningún caso, ni por ningún evento se haga novedadni persecución de ningún ciudadano en su honor, vida, ni intereses,por este motivo, debiendo quedar toda en la forma dicha hasta la reso-lución del Rey N.S. a quien se dará cuenta de todo lo obrado enviandoun comisionado de confianza.

7.- Que el Excmo. Sr. Virrey del reino, se entenderá con esta

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Junta en todo lo relativo al mejor servicio del Rey N.S., comunicandolas órdenes que estime conveniente, sin que se altere lo acordado eneste plan por haberse devuelto el reconocimiento a la suprema autori-dad, a quien se dará cuenta bajo estos artículos que en nada se apartande las leyes fundamentales del reino y de la subordinación a las supre-mas autoridades, se restablecerá inmediatamente la paz y el sosiegopolítico que deba cooperar todo servidor del Rey.

Si el señor Conde no tiene a bien aceptar y aprobar los artículoscontenidos no respondo al Rey, a la Suprema Junta central, ni al uni-verso todo, de las funestas y terribles consecuencias que se sigan de laanarquía, del poder arbitrario, y de los excesos de un pueblo conducidoal despecho. Aún es tiempo de prevenirlos y después serán irreparables.A este efecto, y para sincerar mi conducta, y la de la Junta, que ha pro-cedido con toda suavidad y dulzura, dimito ahora mismo el empleo yfunciones de que estoy encargado, como también lo hacen los demásvocales que han quedado, para no constituirse responsables de los es-tragos que amenazan al instante que quede abandonada la autoridadal populacho.

Yo, señor, no hago otra cosa, que trasladar al conocimiento deV.E. los dictámenes de la Junta, cuya presidencia provisionalmentepude aceptar por introducir el buen orden, prevenir mayores daños,contribuir al empeño de que se atiendan los verdaderos intereses delsoberano, que se restablezca la sumisión y obediencia como es de jus-ticia, y se acostumbraba antes y se respeten las leyes del reino sin mu-danza ni alteración alguna en todas sus disposiciones señaladamentelas que prescriben el gobierno monárquico, y la sucesión hereditariade nuestros reyes.

Quito, octubre 24 de 1809.(f) Juan José Guerrero y Mateu.

Contestacion Del Conde Ruiz De Castilla A Don Juan Jose Guerrero

“He recibido el oficio de V.S. fechado de este día, en el que mani-fiesta las lastimosas circunstancias en que se halla esta provincia, losdeseos que tiene de restablecer el buen orden y los partidos que ha po-dido sacar de esa junta para que yo vuelva a ocupar el mando que meconfió la piedad del Rey.

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Enterado de todo, y sin comprometer mi obligación y decoro digoa V.S. en cuanto al primero y segundo artículo, que presidiré la Juntaque se ha formado en esa ciudad, a semejanza de las instaladas en Es-paña con título de Provincial arreglándose a sus objetos de seguridad,con sujeción al Excmo. señor Virrey del reino y dependiente su per-manencia de S.M. o de la junta suprema central depositaria de la realautoridad.

Que conservaré separados a los señores don José Bustillo, don JoséMerchante, regente y Oidor; al asesor don Francisco Javier Manzanos,al administrador de Correos, don José Vergara y Colector de rentasdon Simón Sáenz de Vergara, don Joaquín Villaespeza y don BrunoResúa de sus respectivas ocupaciones, informando lo conveniente aS.M. Es muy debida la reforma del senado y debe quedar con arregloa las leyes 63, 97 y 180 del libro II, título XV, de las municipales, re-poniéndose al señor don Felipe Fuertes en su empleo de oidor y al doc-tor don Tomás Arechaga en el de Fiscal interino.

Debe quitarse el tratamiento de Majestad que se había dado a laJunta y hacerse otras modificaciones que propondré.

Ofrezco bajo palabra de honor y seguridad de no procedercontra alguno en esta razón, y que informaré al Excmo. señorVirrey del Reino los motivos que a ello me obligan pidiéndolesu superior aprobación, sin perjuicio de lo cual daré cuenta alRey o a su suprema junta central.

Son los premios en que únicamente puedo aceptar los propuestosartículos, cuya contestación me parece muy arreglada a la razón y lasleyes.

Dios que guarde a V.S. muchos años.Iñaquito, 24 de octubre de 1809.(f) Conde Ruiz de Castilla.

AUTO:

Habiendo quedado reducida la Junta a los objetos conducentes ala seguridad pública en los casos en que fuese insultada o invadida porenemigos de la nación y los que atentasen contra las leyes fundamen-tales de la monarquía, introduciendo y fomentando novedades subver-sivas del buen orden y obediencia al Rey N.S., ya que la junta central

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es depositaria de su autoridad suprema, aprobando y conociendo enlos artículos que incluye la respuesta que precede del Excmo. Sr. Pre-sidente Conde Ruiz de Castilla, bajo las miras indicadas, se acordadoeximir de sus oficios a los secretarios de Estado, Guerra, Gracia, Jus-ticia y Hacienda, mediante a que según los principios expuestos, debenquedar sin funciones y abolida la potestad suprema que se atribuyó ar-bitrariamente (junta instalada el 10 de agosto del presente año).

(f). Conde Ruiz de Castilla, Juan José Guerrero y Mateu, Melchorde Benavides, Manuel Zambrano, Vicente Álvarez, Secretario vocal.

DECRETO:Siendo de mi cargo en el poco tiempo que he administrado este

gobierno, rectificar y metodizar los procedimientos de esta capital y detodos sus vecinos, para que no se desvíen, ni declinen en un solo puntode los fines conducentes a favor de la religión, mejor servicio del Reyy bien de la patria, y al mismo tiempo el procurar que ésta o sus habi-tantes no padezcan perjuicio ni disminución en el concepto de fidelidadal soberano, para el mejor arreglo de cuanto importe al sosiego públicosin la más leve ofensa del vasallaje debido por justicia; llévese este oficioa la primera Junta que se celebre, para que cuidemos de combinar per-fectamente los intereses públicos con los del soberano y sus preciosasregalías, guardando ante todo las leyes fundamentales de la monarquíasin innovación alguna a que he pretendido siempre.”

(f). Conde Ruiz de Castilla.

Oficio del capitán Juan Salinas al conde Ruiz de Castilla en el quetrata de justificar su actuación en la revolución del 9 de Agosto y leofrece su protección

“Excelentísimo Señor:

El Pueblo de esta Capital, infatuado con que le dominaría la Fran-cia como también por las injusticias que sufría de algunos Jueces, opre-siones y vejámenes irrigados, ejecutó revolución el 9 de Agosto. Pusolas armas en mi mano, las admití con el objeto de que no se derramasesangre ni se perjudiquen haberes de algunos españoles que iban a ser

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saqueados y principalmente que llegada la ocasión oportuna, entregar-las a V. E.

Todo lo he conseguido. Hasta hoy no ha corrido sangre. No se haper judicado a nadie en un maravedí, ya en los días sucesivos de aqueldía, ya en las conmociones que he disipado con riesgo de mi vida.

Resta sólo, Excmo. Sr., efectuar la entrega de las armas y bateríasa V. E. Llegó la coyuntura favorable: tiénelas V. E. a la disposición,sin solicitar por este servicio premio alguno. Dígnese V. E. venir brevea su Palacio, para que no tengan efecto las órdenes de la Junta de obraren Pasto en represalias de la irrupción hecha en Carondelet y la Tolapor Bar bacoas, con derramamiento de sangre, incendios y robos en Es-meraldas. Si V. E. tiene alguna desconfianza del Pueblo, yo mismo iréa caballo a conducirlo, con el seguro que hasta que me circule el espírituvital por las venas, está la vida de V. E. segura, como se lo tengo ofre-cido en respuesta a la dignación de V. E. pidiéndome guarde su vidadel desenfrenado pue blo. Concibo que éste no odia a V. E. ni tendrárazón; a más, con mis intimaciones le tengo pacífico.

Sólo sí ruego a V. E. no se haga novedad en averiguaciones: seirritará al Pueblo. Sacrificado yo por la entrega de las armas, corre pe-ligro toda la Provincia. Son más de ocho mil las firmas (entre ellas nola mía), en la ratificación del Acta Popular, inclusas la del Ilmo. Sr.Obispo, Cabildos Secular, Eclesiástico, Religiones, etc., a más del po-pulacho; tendremos otros tantos enemigos de que es difícil escapar, obatiéndonos en campaña o a manos de asesinos.

Dios guarde a V. E. muchos años, para bien del Rey y de esteReino.

Quito, Octubre 18 de 1809.Juan Salinas.”

Carta a Guayaquil indicando ha sido repuesto el cargo de Presidente y anuncia el castigo que impondrá a los patriotas

“Tengo entendido que los autores de la revolución de que he ha-blado a V.S. en oficio de ayer, apremiados por las graves dificultades einconvenientes que les rodean en su escandaloso proyecto, han arbi-trado darle una colorida acción de justicia restituyéndome a la Presi-dencia y Comandancia General de que me habían despojado, con la

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calidad de que al mismo tiempo ejerza también la Presidencia de laJunta que formaron con casi una absoluta independencia. Yo bien co-nozco que los que la han compuesto, lejos de poder ejercer jurisdicciónalguna, son dignos del castigo correspondiente a semejante atentado,pues en esta ciudad no pueden existir otros cuerpos, ni empleados amás de los constituidos por las leyes, ni esta provincia puede separarseun punto del Supremo Gobierno y Capitanía general de Santa Fe a laque estamos sujetos y en su consecuencia el día que se me llame, ex-pondré públicamente lo conveniente sobre este particular, haciéndolesentender la estrecha obligación que tenemos de observar las leyes delreino, pero si a pesar de ello, no puedo poner el remedio correspondientepor las críticas circunstancias actuales de hallarme en medio de unatropa infiel, que en caso preciso seguirá el partido de sus sobornadores,admitiré por ahora mi reposición en los términos expresados, hasta quetomando las medidas correspondientes, en la prudencia que exige elcaso, pueda ponerlo todo en el respectivo orden por medio del escar-miento de los culpados; pues de lo contrario me haría responsable anteDios y el Soberano de las funestas consecuencias que se están origi-nando con las hostilidades y con los indebidos y continuados gastos dela real hacienda, que si se deja por más tiempo en poder de aquellos, seconsumirá enteramente, sin la más leve esperanza de su reintegro.

Todo esto me ha parecido indispensable prevenirle a V.S. con an-ticipación, con el objeto de que inmediatamente reciba este oficio, sesirva transcribirle su contenido a los Excmos. Señores Virreyes delReino y Lima; a los Sres. Gobernadores de Panamá, Popayán, Cuenca,y demás que tenga V.S. por conveniente; y de que V.S. bajo de esteconcepto del que no me podré apartar en ningún evento, cumpla conlo que le tengo encargado a nombre de S.M. en dicho mi oficio anteriortomando las medidas más prudentes que exigen estas estrechas cir-cunstancias, de las que informará a V.S. con más extensión mi ayu-dante don José María Cucalón que como persona de mi satisfacción sehalla instruido de todo.

Dios que a V.S. guarde muchos años.Iñaquito, 8 de septiembre de 1809.Conde Ruiz de Castilla.”

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CAPITULO IV

COMIENZA EL MARTIRIO

Presentó la renuncia de Presidente de la junta de Gobierno deQuito el débil y tornadizo marqués de Selva Alegre, a los dos meses ytres días de haber tomado posesión de su cargo al ver que la revoluciónhabía fracasado, que los corregimientos de Ibarra, Latacunga, Ambato,Riobamba y Guaranda se habían plegado al lado realista, que las gober-naciones de Cuenca, Guayaquil y Popayán estaba en contra de la re- volución y que se aprestaban las milicias enviadas por los virreyes deNueva Granada y Perú a tomar a la Capital por las armas y que Cuencase preparaba para despachar un importante número de milicianos malpreparados, con pocos fusiles, algunas lanzas e indios con hondas; igual-mente, hay que tomar en cuenta que las milicias que levantó el gobiernorevolucionario de Quito, nunca había visto un fusil, y los pocos que te-nían habían enviado al norte con las milicias de Ascázubi, que fue de-rrotado y tomadas sus vituallas.

Los pocos patriotas leales que quedaba con Morales y Quirogase vieron indefensos al darse cuenta que Salinas les habían abandonadoy se resignaron a que, el también tornadizo D.juan josé Guerrero, pordecir menos, asuma la Presidencia de la junta.

Hay que tomar en cuenta que en Quito antes del 10 de agostoapenas existía un poco más de un centenar de soldados veteranos, man-dados por una veintena de oficiales y sargentos, todos ellos ya entradosen años, pues eran los rezagos que quedaban de la leva que entrenó Re-quena a su entrada al Amazonas en 1780. El capitán Salinas para 1810tenía 55 años, edad madura para la época.

Es preciso saber que levantamientos como el de Quito de 1809era una ocasión preciosa para que los funcionarios Reales puedan obte-ner un asenso rápido en su carrera. Veamos lo que le supuso a don Ma-nuel de Urríez Cavero y Ahones la rebelión en 1780 del Cacique dePampamarca josé Gabriel Condorcaranqui Túpac Amaru. Estuvo de Co-rregidor de Paruro en la provincia de Cuzco con el grado de coronel, el3 de abril de 1781 participó al mando de la cuarta columna del ejércitorealista que salió del Cuzco a combatir al rebelde Túpac Amaru, que es-taba “compuesta de 3.000 hombres, de los cuales 2.000 eran indios, conla meta de cortar la retirada rebelde por Urubamba, obtuvo sucesivos

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triunfos en Cochiriguay, derrotando a un cuerpo numeroso de más de6.000 hombres”26.

Esta acción le supuso ser nombrado Presidente de la Real Au-diencia del Cuzco, creada en 1787, fue su tercer presidente y lo ejercióde 1794 a 1806, en ese empleo le fue concedido el título de Conde deRuiz de Castilla y ascendido a brigadier el 21 de abril de 1792, a mariscalde campo el 5 de octubre de 1802 y a teniente general el 7 de octubre de1806; su promoción a este grado, el más alto dentro del escalafón militarde los ejércitos españoles, dice : “atendiendo al singular mérito que hacontraído en la causa de la sublevación que intentaron en la misma pro-vincia los traidores Gabriel Aguilar y josé Manuel Ugalde”.27 Estos pró-ceres fueron denunciados de “sus patrióticos trabajos” y ahorcados enel Cuzco por orden del Conde Ruiz de Castilla el 5 de diciembre de1805.28 Esta breve reseña nos da una idea cabal de la real persona queera el conde: era un individuo sanguinario, sin honor, ni ley, atendía asus bajos instintos y fue el promotor de la causa de enjuiciamiento y po-siblemente, si no se adelantaron los hechos del 2 de agosto, los patriotashubiera terminado colgádos en un patíbulo.

Al coronel D, Melchor Aymerich le pagaron con un ascenso rá-pido a Brigadier y a los dos años a Mariscal de Campo. Cuando no hubootra insurrección pasaron 20 años y múltiples rogativas para su próximoascenso que tuvo lugar en la Habana en 1834.

El Obispo de Cuenca Don Andrés Quintián Ponte y Andradefue nombrado enseguida por la Regencia de Cádiz como Consejero delRey y obtuvo la Orden de Carlos III.

Arredondo que vino de teniente coronel, en premio a su cobar-día y proterva conducta, a su llegada a Lima, le concedieron el corone-lato.

A Manuel Arrechaga quien ofició de verdugo de los Patriotasle valió el cargo de Oidor.

Al abogado Pablo Hilario Chica y Astudillo, de ingrata memo-ria, fue el que les trasladó presos a los patriotas cuencanos de una ma-nera inhumana a la cárcel de Guayaquil, fue premiado con una plazade Oidor en la ciudad de Santa Fe. Otro hombre cruel, el gobernador deGuayaquil Cucalón, fue ascendido a Brigadier.

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26 Carlos Valcarcel. La rebelión de Tupac Amaru. Ediciones Peisa . Lima .27 Ibídem anterior28 Roberto Andrade. Historia del Ecuador. Pag. 169.

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El 24 de noviembre había arribado a Quito el teniente coronelD. Manuel Arredondo con de 325 soldados del Real de Lima, la mayoríapardos, (negros), con 60 pardos granaderos de la plaza de Guayaquil,al mando de 20 oficiales y sargentos; la poca guarnición que quedaba elQuito al mando de Salinas depuso las armas y este renunció al mando.

Cuando dos seres de la misma calaña se conocen nacen en ellosun sentimiento de aproximación porque es un mismo fin el que los une,sentar en Quito un precedente de represión de sangre y fuego a todaslas colonias españolas americanas, para que desistan de toda idea liber-taria y ellos ascender en sus respectivas carreras, tal fue el caso del co-barde de Arredondo y el felón de Arrechaga

Lo cierto es que a los 10 días de la entrada de Arredondo, estosdos seres viles, tanto influyeron en los sentimientos del conde, que lehicieron olvidar el concepto más profundo que tiene un noble y un mi-litar, que es el honor.

El 4 de diciembre cundió la alarma entre los habitantes deQuito, Ruiz de Castilla el que dos meses antes había suscrito las capitu-laciones con la junta de Gobierno de Quito, asegurando que “ofrezcobajo palabra de honor y seguridad de no proceder contra alguno en estarazón, y que informaré al Excmo. señor Virrey del Reino los motivosque a ello me obligan pidiéndole su superior aprobación, sin perjuiciode lo cual daré cuenta al Rey o a su suprema junta central”, daba ordende prisión para que la ejecute el Oidor Felipe Fuertes Amar, a todos losindividuos que concurrieron y tuvieron parte en la escandalosa revolu-ción del 10 de agosto y ordena que Arredondo le de los auxilios que pi-diere. Es más, ordena a todos los habitantes de la presidencia quedenuncien al gobierno sobre el paradero de las personas cuya lista ad-junta, bajo pena de muerte al que no lo hiciese, los protegieren o los en-cubran.

La lista fue la siguiente:El marqués de Selva Alegre, doctor juan de Dios Morales, doc-

tor Manuel Rodríguez de Quiroga, el cura de Pintag doctor josé Riofrío,el cura de San Roque josé Correa, el coadjutor Antonio Castelo, D. An-tonio Ante, D. juan Ante, el sargento distinguido Xavier Zambrano, elsargento Mariano Ceballos, el sargento josé Vinueza, el teniente NicolásAguilera, D. Antonio Pineda, D. Luis Saa, el doctor josé Corral, D. An-tonio Bustamante, D. Luis Vargas, D. Antonio Sierra, D. Mariano Villa-lobos, D. Vicente Paredes, D. joaquín Barrera , doctor josé Padilla, D.

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Francisco Romero, El Pacho Organista, D. juan Pablo Berrazueta, el Tri-buno jaramillo, D. Toribio Ortega, el doctor juan Pablo Espejo, D. Ma-nuel Angulo, D. josé Xavier Ascásubi, los tres cuñados del doctorQuiroga, el escribano juan Antonio Rivadeneira, el doctor juan PabloArenas, D. Nicolás Vélez, D. Pedro Vintimilla, el regidor D. ManuelZambrano, el capitán D. juan Salinas.

Continuó la sustanciación del proceso con los presos que reco-gieron en las cárceles lleno de irregularidades, tanto es así que el mismoOidor D. Felipe Fuertes Amar, sobrino del Virrey de Nueva Granada, leescribe dándole a conocer las anomalías del juicio, este acude al votoConsultivo de la Audiencia de Santa Fe y de acuerdo con él le manifiestaal conde Ruiz de Castilla “Prevengo a V.E. que luego que se ponga apunto la decisión y sentencia final sin proceder V.E. al pronunciamientode este, nos la remita para su inspiración y demás fines que se estimenarreglados a su mérito en esta superioridad del Virreinato.”

Llenos valentía y sapiencia jurídica fueron los alegatos presen-tados por Morales, Quiroga y D. Mariano Villalobos que de nada sirvie-ron, ya que la sentencia a muerte fue manifestada con anterioridad porArrechaga contra los patriotas aún antes de iniciar el juicio. Arrechagadictó la Vista fiscal acusando injustamente y pidiendo la decapitación amás de cuarenta personas.

El pueblo de Quito, como decía anteriormente, no manifestó unnotorio entusiasmo por el pronunciamiento revolucionario del 10 deagosto anterior, sin embargo, un año después, al ver que la pena demuerte pendía sobre la cabeza de sus dirigentes, hizo suya su angustiay dolor y trató heroicamente liberarlos a pecho descubierto y sin másarmas que unos puñales.

Lo que sucedió el 2 de agosto de 1810 es difícil de describir puesal desarrollarse las acciones en tres sitios diferentes al mismo tiempo,no hubo alguien quien relate tan importante suceso, algo recogió D.Pedro Fermín Cevallos y D. Manuel de jesús Andrade. Lo que si sepuede es determinar son los nombres de los patriotas que atacaron elCuartel en que estaba alojado el Real de Lima y el Presidio. 29

Teniente coronel josé jerez. Quiteño. En unión de otros quiteñosdel pueblo llano: josé Antonio Pereira, josé Mariano Rodríguez y juanAntonio Silva atacan el presidio que se ubicaba frente al Carmen bajo,

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29 Pedro Fermín Cevallos en su historia del Ecuador y Manuel de jesús Andrade en su libroPróceres de la Independencia, Índice Alfabético de sus Nombres. Quito agosto de 1908.

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hieren al soldado de guardia, liberan a los presos, que eran la mayoríade los soldados de la guarnición de Quito en 1809. Se visten de soldadosy toman los fusiles para acudir a libertar a los presos de los otros cuar-teles, sin sospechar que los otros comprometidos habían fallado.

Cuando Montes llegó en 1812 jerez fue tomado preso y depor-tado a Panamá con D. Carlos Motúfar; se escaparon y se incorporaron alas fuerzas de Colombia. Rindió su vida en 1816 en la batalla de la Cu-chilla del Tambo.

Los hermanos Pazmiño, oriundos de Latacunga, y los quiteños,el capitán Landáburo, Godoy, Albán, Mideros, Mosquera y Morales,estos siete héroes atacaron el cuartel Real de Lima

ASESINATOS DEL 10 DE AGOSTO DE 1810 30

Fueron asesinados en el Cuartel los siguientes Patriotas:

Pbro. D. juan Riofrío, cura de Pintag.Dr. D. juan de Dios Morales Leonin.Dr. D. Manuel Rodríguez de Quiroga.Capitán D. juan Salinas y Zenitagoya.Don juan de Larrea y VillavicencioDon Antonio de la Peña.Dr. D. juan Pablo Arenas.Don Francisco Xavier Ascázubi.Teniente D. Nicolás Aguilera.Don Manuel Cajías. Don Vicente MeloDon josé González.Don Carlos Betancourt.Oficiales Reales:Capitán D. Nicolás Galup.Capitán D. joaquín de Villaespesa.Soldado Francisco Montoya.Particulares abaleados en ese día en la calle:Da. María Monge.

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30 C. de Gangotena y jijón. Boletín 15 al 17 de ANHE. 1923

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El carpintero Manuel Marcelino Falcón.La señora Nicolaza Valverde, que estando enferma es su casa, falleciódel susto al oír las tropelías de la tropa que acometía en la ciudad.

El Abogado Fiscal Tomás Arechaga en vista de los autos seguidos apedimento del Presidente de la Real Audiencia Capitan General yConde Ruiz De Castilla. Por el Juez Instructor de la causa, sobre laaveriguacion y descubrimiento de los principales autores de la Revo-lucion del 10 de Agosto de 1809, dicta su Vista Acusatoria, a los cuatromeses diecisiete dias de haber iniciado la causa, pidiendo la decapi-tación de más de cuarenta personas y el destierro de otros cien indivi-duos. 31

“El abogado fiscal dictaminó:Que la circunstancia de haberse puesto en obra este inaudito y

criminal atentado por los mismos sujetos que anteriormente se halla-ban procesados como autores de un nuevo plan de gobierno les hantransmitido a los ignorantes, y mal intencionados un engañoso motivode creer, que el ministerio Fiscal no los trató a aquellos como a reos dealta traición, por haberse conducido en su acusación animado por unapeligrosa indulgencia o impelido por alguna otra causa no menos re-prensible que incompatible con la imparcialidad de su oficio. Esta per-suasión injuriosa al honor, integridad, que ha acreditado al Fiscal entodos sus procedimientos, si bien no tiene lugar alguno para con losque han pasado de vista los autos de la materia; lo tiene sin duda al-guna para los que han carecido de su lectura mayormente en las demásprovincias, en las que a proporción de la distancia se abultan notable-mente las especies de esta clase, y por esto es que se ve en la necesidadde manifestar, aunque ligeramente, hasta el estado del más completoconvencimiento, que si aquel criminal proyecto no se sofocó ensus principios por medio del ejemplar castigo a sus autores, fueporque en la formación del respectivo proceso no se pusieron enejercicio las reglas, prevenciones y cautelas, que son indispen-sables para el claro descubrimiento de los delitos de esta natu-raleza.

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31 Sección Consejos. Leg. 21674. Exp. 1. Doc. 40..

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En efecto, por los autos que se hallan agregados al actual procesoy a la acusación fiscal arreglada a su mérito que obra en ellos, se ve aclara luz que entre los varios individuos arrestados por aquella causa,no hay dos comprendidos en un mismo delito; porque si don Juan Sali-nas se creyó autor del referido plan de nuevo gobierno por haberse de-nunciado, que fue el único que lo consultó con el padre Fray AndrésTorresano, los demás fueron acusados de muy diferentes delitos, con lacircunstancia de haberse adulterado sus cargos en el mismo sumario.

Las causas que motivaron el que en este juicio se hubiese empren-dido un trabajo ímprobo son las siguientes:

Primera.- El no haberse practicado las correspondientes diligen-cias con el mismo religioso denunciante para la manifestación del ci-tado plan, que era el único documento justificativo del cuerpo deldelito.

Segunda.- El no haberse procedido en una misma hora, o a lomenos en un mismo día a la prisión de todos los culpados para evitarla confabulación, instruyendo para el efecto previamente un procesocircunstanciado antes de haberse dado el golpe con el arresto de Sali-nas, que alarmó a los demás, de modo que con la falta de cautela conque se condujo el asesor de la causa en este particular, permitiendo lamediación de 10 o 12 días entre una y otra prisión, aún dio lugar aque el abogado don Manuel Rodríguez de Quiroga se hubiese prepa-rado para el reconocimiento de sus papeles con uno bastante indecentey desvergonzado que se le encontró en una de sus gavetas, como es pú-blico y notorio, y esto a pesar de que la causa de su arresto como fun-dada en la sola amistad con Salinas no fue preveniente a la prisión deéste, sino anterior, como se deja entender .

Tercera.- El haber dejado caer don Pedro Pérez Muñoz, que hacíade secretario de la causa, según se dice públicamente en casa del mismoSalinas la declaración de éste, ocasionando con este descuido que el ysus compañeros se hubiesen enterado, no menos de lo que contenía elproceso, que del medio de la defensa que habían de tomar para ir con-formes con Salinas.

Cuarta.- Finalmente, el no haberse ocultado los nombres de losdelatores, con arreglo a lo prevenido por la pragmática del señor donCarlos III, causando con este descuido, una manifiesta contrariedaden el contexto de sus respectivas denuncias, nacidas seguramente dela falta de libertad con que hablaron.

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Habiendo procedido con el desorden indicado, ¿cómo era posiblese descubriese con la claridad que exigen las leyes un delito de tan difícilprueba, como lo es el de una insurrección intentada?. Sin justificacióndel cuerpo del delito, con sólo un testigo contra el autor del plan, sinninguno contra los demás, podía el Fiscal haberlos inculpado, tratán-dolos de reos de alta traición?. Nada menos; su Ministerio, según dijoen aquella ocasión, es de buena fe y como tal no debe comprometerse,sino es en los delitos justificados en el modo y forma que previene el de-recho, pues de lo contrario lejos de cumplir con su obligación se echaríasobre sí la feísima y criminal nota de temerario e injusto acusador.

Más ahora que los mismos acusados han costeado la prueba deque carecía aquel sumario, presentando con el hecho el plan del nuevogobierno, que no se hallaba agregado a los autos, se ha visto que ésteno era hipotético como se figuraba, es decir, para sólo el caso de quefuese tomada enteramente la Península y extinguida así la SupremaJunta Central, como la dinastía del señor don Fernando VII, sino ab-soluto y total notificable en cualquier evento. Así lo persuaden eviden-temente tanto las circunstancias, cuanto el modo, y forma con que seestableció este criminal proyecto.

De hecho se realizó este, existiendo la Suprema Junta Central entodo su esplendor, vibrando en su consecuencia las más sabias y efica-ces providencias, tanto para la expulsión de los franceses de la penín-sula, cuanto para el mejor y más acertado establecimiento de lamonarquía en obsequio a nuestro adorado soberano y de todos sus va-sallos. Supuesto este punto de hecho, como confirmado por los muchospapeles públicos que se han escrito sobre el particular, igualmente queel de derecho acerca de la legitimidad indiscutible de aquel soberanocuerpo, reconocido por tal, no sólo por todas las provincias de Españae Indias, sino también por todas las potencias de la Europa, como apo-yado en las leyes fundamentales del reino. ¿Qué otra cosa ha sido lainstalación de una Junta Suprema con el tratamiento de Majestad ynombramiento de oficios, y empleados, anexos a la soberanía, sino unadesobediencia declarada, un alzamiento consumado y en fin un delitode alta traición comprendido en uno de los 14 casos señalados por laley de Partida que trata esta materia?.

Los ejecutores de este grave atentado, conocieron muy bien lafuerza de esta consecuencia y por eso es que para ocultar su infame yalevosa intención a lo menos hasta ponerse en estado de resistencia a

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la invasión de las provincias limítrofes, ocurrieron al único partido desuponer la extinción de la Suprema Junta Central, por el defecto de re-presentación política a los vocales de las provincias ocupadas por losfranceses, pero ¿quién no ve que este miserable y ridículo subterfugioque sólo ha sido un velo con que se ha querido cubrir la inequidad?.¿Habrá por ventura quien se persuada, que los vocales elegidos por ellibre voto, hayan perdido su legítima representación, por la ocupaciónviolenta de las provincias que los eligieron?. Es un principio muy obviopara cualquiera que tenga un mediano discernimiento que los actoshechos con plena libertad, no son derogables, ni pierden su fuerza porlos hechos, por el miedo, y violencia, así es que el poder dado por unhombre libre para cualquiera efecto no pierde su valor por la infusa es-clavitud a que lo haya reducido la fuerza, pues de lo contrario surtiríaunos mismos efectos la coacción que la libertad, lo que es un absurdo.

Se deduce pues, que habiendo concurrido libre y espontáneamentelas provincias de España a la elección de sus respectivos representan-tes, que no son en sustancia otra cosa que unos apoderados autorizadospara constituir el cuerpo soberano de la Nación, quedaron con toda laautoridad necesaria, a pesar de haberse reducido a solas las provinciasde las Andalucías, respecto de las demás que fueron ocupadas injusta-mente por la violencia irresistible de las armas, porque ni la materialvariación del lugar, ni la injusta usurpación del tirano, pudieron enbuena jurisprudencia haberles quitado formas, justo al año de la re-conquista que ahora han llevado a cabo con general aplauso y satisfac-ción nuestra.

Pero aún hay más, que aunque aquella falsa reflexión pudiese in-fluir de algún modo en el engaño de los ignorantes, sólo tendría lugarpara con los españoles, cuyas provincias se hallaban ocupadas por lastropas del Tirano, más no para con los americanos, que poco antes dela referida escandalosa revolución procedieron gustosos y libres de laopresión francesa, a la elección de sus respectivos Diputados, en quienessegún los mismos principios de los revolucionarios no se podía dudarsu legítima y política representación. Siendo esto así ¿con qué facultadni qué motivo procedió la ciudad de Quito a la realización de un hechotan diametralmente opuesto a lo que poco antes había practicado?.

No hubo otra facultad ni motivo para semejante procedimiento,que la corrompida intención de algunos individuos que quisieron hacerindependiente esta provincia a vuelta de las críticas circunstancias en

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que nos hallábamos, y a la sombra de igual acontecimiento que supo-nían públicamente haber sucedido en las capitales de Lima y Santa Fe,no menos que en todas las demás provincias de ambas Américas. Estees el criminal fin a que aspiraron estos insurgentes, sobornando a lavil tropa del cuartel y engañando a los demás con las más seductivasespecies, bajo los sagrados nombres de la Religión, el Rey y la Patria,quebrando por consiguientemente no solamente el juramento prestadode obediencia a la Suprema Junta Central de España, sino también elde vasallaje a nuestro amado soberano el señor don Fernando VII y sudinastía, y otro sacrilegio que se produjo con el juramento en la Cate-dral a favor de la Junta y de la Constitución, que no era otra cosa enesencia que la indicada independencia y sustracción del suave yugo dela dominación española, según se acredita más claramente por el modoy forma con que se realizó el Plan, que es el segundo punto de la divi-sión que se propuso el Fiscal.

A pesar de que el interior del hombre es impenetrable y que porconsiguiente no es fácil distinguir sus intenciones, sin embargo, pue-den ser tales y tan claras sus acciones que manifiestan sin equívoco al-guno y sin el más leve recelo de engañar al espíritu que las hayaanimado. Así sucede puntualmente en la presente causa; pues todoslos procedimientos de la Junta Revolucionaria, no han respirado sinolibertad, independencia y sustracción de la dominación española.

En primer lugar hemos visto que bajo del engañoso efecto de defen-der los derechos del soberano, se han atropellado sus leyes, deponiendoa los Magistrados legítimamente constituidos sin causa alguna, estable-ciendo tribunales y empleos no designados por S.M., rebajando a lamitad el precio de papel sellado, extinguiendo el cabezón 32 de las hacien-das, los estancos de tabacos y aguardiente, dándoles a las tropas que ha-bíanles erigido un aumento de sueldo, y, finalmente, librando otrasmuchas providencias y disposiciones dirigidas al mismo objeto de unavariación del gobierno no accidental, por tocar inmediatamente tanto enlas regalías de la soberanía, cuanto en el gasto superfluo e indebido delreal erario, tan recomendable en las estrechas circunstancias del día.

En segundo lugar hemos notado con el mayor asombro darle alpopulacho, compuesto de gente más ruin y despreciable de la ciudad el

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32 El impuesto llamado “cabezón” fue un tanto por ciento por fanega que podía producir lapropiedad rural, de acuerdo con la medida apropiada en uso. Esto obligaba a los propietariosa hacer producir sus tierras, ya sea trabajándolas directamente o arrendándolas.

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nombre de Soberano, permitiendo de este modo que esta vil canallaamotinada, dictase y pidiese imperiosamente por medio de los que sedenominaban Tribunos todo lo que les inspiraba sus amotinadores,cuando por otro medio no podían conseguir la bárbara ejecución de susproyectos. El jefe de esta obra dirá acaso que en esta parte sólo hubouna variación accidental de las leyes?. Llegará su arrojo a tal extremoque quiera sostener que de este modo cumplía con la defensa de los sa-grados derechos que había jurado?. Su argucia tendrá tanta fuerza queconvenza la existencia del supremo poder de la ez del pueblo sustitu-yendo a Fernando VII y a toda su dinastía?. Desengáñese desde ahoraque por más que apure sus capciosas y seductivas ideas, jamás podrápersuadir semejante absurdo. Cuanto más se esfuerce a ello, tanto másclaramente hará que el veneno de sus infames y sacrílegos intentosprescindiendo de todos los atentados cometidos desde el día 10 deagosto último, bastaba este sólo hecho para graduar a sus autores dereos declarados de alta traición, porque estando expresamente preve-nido por las leyes fundamentales de la Nación, que el poder soberanorecae en los magnates del reino, a falta de legítimo sucesor de la corona,fue una usurpación prodictoria el dárselo a la ínfima plebe, mayor-mente estando vivo nuestro adorado Fernando, y existiendo aún mu-chos individuos de la familia reinante.

En tercer lugar, es así mismo muy digno de notarse el modo conque procedieron a este sin par y escandaloso proyecto, valiéndose delos medios más inicuos y viles que podía inventar la malicia humana.En efecto, no hay dato que pruebe más eficazmente el mal fin de cual-quier operante que la ilicitud de los medios de que se vale, porque nosiendo compatible ningún evento lo justo con lo injusto, tampoco pue-den hermanarse los medios reprobados con un objeto santo y honestocomo lo que es el que aparentan haberse propuestos los autores del cam-bio de gobierno. Ellos no pensaron jamás persuadir con razones la bon-dad suprema de sus actos a los principios, sino cuando vieron ya queno surtía efecto la fuerza y sorpresa con los sagaces, el engaño y se-ducción con los ignorantes, el soborno y la ofensa de grandes ventajascon los miserables. Cuando ya no pudieron lograr igual suceso que elde esta ciudad, en las provincias de Popayán, Cuenca y Guayaquil,por medio de los nuevos gobernadores que nombraron para el efecto,fue cuando pensaron confundir a sus gobernadores y Cabildos con ar-gucias y reflexiones fundadas sobre falsos supuestos, aunque inútil-

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mente. A los principios de la revolución estuvieron muy distantes dehaberles ofrecido aquellos los grados militares, y demás utilidades yventajas que constan de sus respectivos requerimientos y papeles. Estoshombres miserables faltos de conocimientos políticos y de cálculo, juz-garon dar un golpe decisivo, creyendo que las tropas de las demás pro-vincias se componían de oficiales y soldados tan ruines y ridículos, tansin honor ni entusiasmo como los de la guarnición de esta ciudad. Enfin, para todas sus operaciones contaron únicamente con este especiede medios y arbitrios, no se valieron jamás de los medios prevenidospor las leyes para el caso urgente en que suponían hallarse estas pro-vincias con el imperio del tirano de la Europa.

Finalmente la diversidad y aún contrariedad de los motivos queasignaron para bonificar sus procedimientos, es también una pruebainequívoca del inicuo objeto a que se dirigieron, pues según la capaci-dad o disposición de los sujetos a quienes querían satisfacer o engañarera la variación de las causales; a unos se les aseguraba que nuestrosuspirado Fernando VII había tocado, el momento para nosotros fu-nestísimos de su muerte y que en su virtud, la Suprema Junta Centraly sus representantes se hallaban ya enteramente extinguidos, a otrosse les decía, que aunque existía ese Soberano Congreso estaba tratandoel modo de entregar las Américas al pérfido Bonaparte y que en conse-cuencia habían recibido ya todos los jefes de estos lugares los corres-pondientes oficios para el efecto; a otros últimamente trataron de per-suadirles que aquella misma noche en que ellos asaltaron el cuarteliban a ser degollados todos los americanos, por los europeos que exis-tían en esta ciudad, obligándolos de este modo a los inadvertidos y fal-tos de reflexión a tomar las armas y ponerse a la defensa de un sucesofingido; pero lo que más admira es que no satisfechos con las suposi-ciones referidas, hayan pretendido también apoyar su gobierno revo-lucionario en la suma apatía y falta de energía que le atribuyeron algobierno anterior y como este defecto no haya tenido otro objeto a quecontraerse a excepción de la causa que se les formó a ellos mismos sobreel plan hipotético que ya se ha tratado, es muy digno de la mayor ad-miración que la humanidad que se le dispensó entonces, en el supuestode ser unos sujetos de honor y fidelidad que la hayan reconocido porun delito digno del castigo que ejecutaron, se habrá visto en el mundoperfidia semejante?. Pero no. No se extrañe esta conducta, supuestoque en sentir del sabio legislador de las leyes de la Partida, son conse-cuencias forzosas de la traición, la injusticia, la mentira y la vileza.

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De todo lo expuesto hasta aquí se deduce muy claramente que losrevolucionarios, lejos de haberse propuesto defender los sagrados de-rechos de la Religión, Rey y Patria tiraron abiertamente a la destruc-ción de estos preciosos objetos por el vil interés de su propio en grande-cimiento no menos que por el reprobado e inicuo deseo de tomar porsus mismas manos la satisfacción de sus particulares resentimientos.Porque a la verdad ¿cómo podían haber defendido la sacrosanta Reli-gión con los perjurios, engaños, seducciones, falsedades, intrigas, vio-lencias y sobornos que se han manifestado?, ¿cómo al Rey con lausurpación de su soberanía dada a la escoria del pueblo con el atrope-llamiento de sus legítimas autoridades, quebrantamiento de sus leyes,las más sagradas y disipación de los caudales reales que se han anali-zado?, ¿y cómo finalmente han mirado por la Patria, ocasionándoles aesta Ciudad y a sus provincias las desdichas, calamidades y conster-nación en que se hallan sumergidas, habiéndolas puesto en el conflictohorroroso de matarse unos a otros, si el gobierno no toma el tempera-mento prudente con que felizmente cortó esta desgraciada escena?; ypor último echándoles encima a todos sus vecinos la más abominabley fea nota de traidores, por la que en ninguna parte podrá ser miradosin abominación el nombre de quiteño?. Es menester ser muy estúpidoo haber cerrado enteramente los ojos a la razón para no conocer la con-tradicción manifiesta que envuelven estos particulares, con el sano ob-jeto que aparentaron haberse propuesto.

Más para que no se confundan los inocentes con los culpables, losque obraron por timidez y cobardía con los entusiasmados, ni los enga-ñados y seducidos por sus seductores, seguirá el Fiscal en su acusaciónel mismo sistema prudente y justo que adoptado V.E. en la pes-quisa yen su consecuencia reservándolos para el correspondiente indulto a losque merezcan, los comprenderá únicamente a los que según derechoestán excluidos de esta gracia, estos son primeramente los autores delnuevo plan de gobierno; segundo, los que concurrieron a su ejecuciónla noche del 9 de agosto; tercero, los que siendo sabedores de lo uno o delo otro, no denunciaron oportunamente al gobierno para el remedio co-rrespondiente; y cuarto, finalmente, los que aunque entraron con pos-terioridad por la fuerza o temor, ayudaron al proyecto con arbitrios, conconsejo, con dinero, con seducciones, o en otra forma semejante.

En la primera clase están comprendidos, según resulta de losautos, el doctor don Juan de Dios Morales, el capitán don Juan Salinas,el doctor don Manuel Rodríguez de Quiroga, don Javier de Ascázubi,

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el doctor don Juan Pablo Arenas, don Antonio Bustamante y don Juande Larrea, y aunque este último no consta haber concurrido a la casade Ascázubi en donde se extendió el plan por Morales, la víspera deSan Lorenzo, de acuerdo con los primeros, sin embargo, la confesiónde dicho Morales, apoyada con su fuga, no menos que con la criminalproclama que pronunció en la tumultuaria Junta celebrada en el con-vento de San Agustín, prueba evidentemente su complicidad, consti-tuyéndolo en el mismo grado que a los demás.

De la segunda clase según la división propuesta, aunque tambiénde la primera en razón del delito son todos los que en la noche del 9 deAgosto concurrieron armados a la Casa de doña Manuela Cañizarespara de allí encaminarse al cuartel a incorporarse con la tropa seduciday sobornada por el Capitán Salinas. Estos son, a más de los anterior-mente designados, el cura de Píntag don José Riofrío, el de la parroquiade San Roque don José Correa, el presbítero don Antonio Castelo, losabogados don Antonio Ante, don Luis A., don José Padilla, don NicolásJiménez, don Juan Ante, don Antonio Pineda, don Mariano Villalobos,don Vicente Paredes, don Joaquín Barrera, don Luis Vargas, don An-tonio Sierra, don Francisco Romero, don Toribio Ortega, don ManuelAngulo, Francisco Guzmán, conocido por el organista, don Juan Cue-llo, don Nicolás Vélez, don Pedro Veintimilla, el escribano don JuanAntonio Ribadeneira, don Manuel Cevallos, don Miguel Donoso, donRamón Egas, don José Bosmediano, el Procurador Cristóbal Garcés,don Carlos Larrea, don Feliciano Checa y don José Cañizares.

Por lo que hace al Marqués de Selva Alegre, Presidente de laJunta Revolucionaria y a su hermano don Pedro Montúfar, no constasu concurrencia en la referida noche de la toma del cuartel, ni menosel que hubiesen convenido en el hecho, antes de que se tuviese noticiapositiva de la total ocupación de la Península por los franceses, peroesto mismo acredita que ambos fueron sabedores así del plan, como desu ejecución y que por consiguiente deben justamente ser numeradosen la tercera clase a pesar de resultar esto por la sola confesión de Mo-rales respecto a que ésta se hallaba suficientemente sostenida por susactos posteriores, como son en cuanto al primero, la admisión del em-pleo de Presidente de la Junta, dado por unos pocos facciosos, el ejer-cicio de él, librando todas las providencias anexas a la seducción de lasdemás provincias y resistencia a las armas de S.M. que se propusieronlos insurgentes, con la complacencia que manifestó con la gratificaciónde más de 600 pesos que distribuyó entre los soldados, y finalmente su

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fuga, sin embargo de habérsele llamado en edictos y pregones; y por loque hace al segundo, su allanamiento a las actas seductivas que se dic-taron en el Cabildo que presidió como Alcalde ordinario a pesar dehaber tenido menos motivos de temer a los insurgentes como hermanoque es del Presidente de la Junta, y finalmente la carta seductiva queescribió a Barbacoas asegurando ser legítima la Junta establecida enesta ciudad y manifestando las ventajas que le resultarían aquella pro-vincia de su reunión con ésta. En esta misma clase debe igualmenteser considerada doña Manuela Cañizares que como dueña de la casaen donde se celebró la última Junta expresada, fue sabedora de todo loque se había de haber practicado por los concurrentes y que por consi-guiente pudo muy bien haber dado cuenta oportunamente al gobiernopara su remedio.

Poniéndoles el Fiscal la acusación en forma con reproducción delos cargos que se ha hecho en sus respectivas confesiones, pide contratodos los designados en las tres clases referidas el que declarándolosV.E. reos de alta traición los condene a la pena ordinaria del últimosuplicio y confiscados todos sus bienes en el modo y forma de estilo,con arreglo a la Ley Segunda, título II, de la partida VII, concordantecon la Segunda título 18, del libro VIII de las leyes recopiladas de Cas-tilla y a la IX, título 13 de la partida II, sin que para apartarse del pun-tual cumplimiento de éstas, pueda servir de excepción el caráctersacerdotal para con los eclesiásticos, ni la entrega de las armas para elcapitán Salinas, ni finalmente, para con algunos de los expresados, elhaber declarado posteriormente a favor de la buena causa.

No es lo primero, porque aunque la Ley X, título 2, del libro 1ºde las Municipalidades, disponga la remisión a los reinos de Españade los Eclesiásticos culpados en motines y traiciones habla en el con-cepto de gozar éstos de fuero en semejantes delitos como se deduce muyclaramente de las expresiones de la citada Ley que previene sean cas-tigados por sus prelados; más, habiéndose ya derogado todo fuero porprivilegiado que sea en los casos de esta naturaleza, tanto por la Prag-mática recopilada por el señor don Carlos III, cuanto por otras poste-riores soberanas resoluciones, nos hallamos en el caso de juzgarles aéstos del mismo modo que a los seculares, como que en razón del vasa-llaje debido al Soberano, no hay diferencia alguna entre unos y otros.Bajo cuyo concepto por Real disposición de la Junta Suprema del Reyhan sido decapitados los eclesiásticos comprendidos en semejantes crí-menes, y no hay razón alguna legal ni política que se obligue en las

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Américas a distinto procedimiento, cuando en las circunstancias ac-tuales, es tan necesario el ejemplo aquí que allá; mayormente con res-pecto al Dr. Riofrío, que a más de lo referido fue con gente armada aconquistar la provincia de Pasto en donde causó los desórdenes que seexperimentaron.

No lo segundo, porque si don Juan Salinas se resolvió a poner adisposición de V.E. la tropa de su mando, fue cuando a más de haberseverificado la contrarrevolución de las provincias de Latacunga, Ham-bato, Riobamba y Guaranda a favor del legítimo gobierno ya se tuvonoticia cierta de la venida del auxilio de Lima no menos que los prepa-rativos de guerra de las provincias de Popayán y Cuenca, cuando yase hallaba cerciorado Salinas de las ideas ocultas de sus mismos oficia-les y soldados que se habían determinado unirse con las tropas auxi-liares, y finalmente cuando sus mismos beneficiados y allegadosintentaban asesinarlo, como que su resistencia y el criminal y sangui-nario empeño de Morales eran los únicos obstáculos que encontraronlos demás autores de la insurrección para no haber podido realizar lapacificación de esta ciudad que tanto les hizo desear su arrepentimientoa vista de la ruina que les amenazaba. De modo que aquella acción deSalinas no fue efecto de amor al soberano ni un verdadero arrepenti-miento nacido del acontecimiento del atentado que cometió, sino unapurado arbitrio que tomó por su propia conveniencia con el objeto deasegurar su vida, no menos que su empleo de coronel, valiéndose parael efecto de la especie de capitulación que hizo celebrar a sus compañe-ros con S.E. a vueltas de la operación en que lo tenían, creyendo equi-vocadamente sacar partido por este medio de su propia iniquidad sinhacerse cargo de que así como las convenciones particulares que hacenlos ciudadanos por miedo, dolo o fuerza son nulas, también son las quela autoridad celebra con una gavilla de facciosos armados y dispuestaspara todo género de atentados.

Estas mismas consideraciones manifiestan a la clara luz la nin-guna indulgencia que debe haber para con los sujetos que se declararondespués contra la Junta Revolucionaria, pues que todas sus operacionesfueron nacidas de la imposibilidad que advirtieron y conocieron prác-ticamente en el buen éxito de su criminal proyecto, a vista de la resis-tencia de las demás provincias y de sus preparativos para el ataque deésta. Bajo este concepto es que la Real Pragmática citada, aún en elcaso de una retirada voluntaria de los revoltosos, les niega enteramente

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el indulto a los autores de la conmoción popular. Y así a pesar de todolo expuesto pudiese haber lugar a cualquier indulgente consideraciónsólo debería entenderse con el Marqués de Selva Alegre y su hermanodon Pedro Montúfar quienes a más de no haber concurrido a la for-mación del plan del nuevo gobierno, ni a su ejecución, como se hadicho, conocieron su hierro a los pocos días de la insurrección y trata-ron con el mayor empeño sobre el restablecimiento del legítimo go-bierno exponiéndose a los temibles efectos de furor de Morales ySalinas; de modo que por esta razón no se vieron en esta ciudad las de-capitaciones, destierros y demás funestas consecuencias que segura-mente se hubieran experimentado con otro Presidente que hubiesellevado el sistema y sanguinarias miras de aquellos dos, cuyas circuns-tancias como pública y notoria, la recomienda el Fiscal en obsequio dela verdad para los efectos que haya lugar en derecho.

En la cuarta clase están comprendidos muchos de los vecinos deesta ciudad que contribuyeron gustosos a la perfección y estabilidaddel nuevo gobierno, pero para que en ellos se pueda graduar la maliciade sus operaciones, es indispensable hacerse cargo de que por una partehan sido ofuscados con especies más tentadoras fundadas en hecho cuyafalsedad era absolutamente desconocida por su poca o ninguna ilus-tración en materias políticas, y por otra estimulados con el ejemplo delIlustrísimo Sr. Obispo de esta Diócesis, de este príncipe de la iglesia,a quien lo vieron autorizar con su respetable dignidad la revoltosaJunta celebrada en el Convento de San Agustín, recibir de sus sagradasmanos después de pontificar la misa de Acción de Gracias y el inicuoy sacrílego juramento hecho a favor de la nueva constitución, con asis-tencia de los cuerpos y empleados creados por ésta, convidándose vo-luntariamente para el efecto, y finalmente concurrir como primer vocalde aquella Junta a dictar y rubricar las providencias que derogaron lassagradas regalías, y supremas facultades de la soberanía.

El ánimo del Fiscal, no es acusar, ni formarle el más leve cargo aeste Prelado de la Iglesia, pues sabe muy bien que el juzgamiento desu causa es privativo de S.M. o el tribunal que se haya erigido con esteobjeto, mas no por esto, hablando de buena fe, puede prescindir de con-fesar en obsequio de la verdad que su ejemplo y conducta han consti-tuido en el tiempo de la revolución una seducción irresistible para elpueblo, que compuesto la mayor parte de hombres sin ilustración, sinconocimientos, y aún sumamente ignorantes, no solo han mirado en

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todos los tiempos a los señores Obispos como a hombres elevados aaquella dignidad, sino aún como a una especie de Deidades, no menosinfalibles en sus determinaciones, que irreprensibles en su conducta.

Siendo este el concepto que tienen en estos lugares, y constatandode público y notorio en esta ciudad que muchos de sus honrados veci-nos a pesar de la buena disposición que manifestaron al principio, en-mudecieron con el perjudicial allanamiento de su Señoría Ilma., nopuede el Fiscal sin agravar su conciencia acriminar indistintamente atodos los que con posterioridad a aquel ejemplo tomaron parte en elnuevo gobierno, antes sí confiesa y confesará en cualquier evento y cir-cunstancias, la infelicidad, timidez, y apocamiento del pueblo en ge-neral, que a pesar de habérsele dado lanza para cometer los mayoresatentados no tuvo valor para salir por sí un punto de los límites pres-criptos por las leyes, constituido por necesidad, y con manifiesta re-pugnancia suya, a servir de un mero instrumento de los revolu cio-narios por no señalarse y hacerse el bando de sus iras en caso de resis-tencia. Por cuya razón, cualquier cargo que le resulte a la generalidadde esta ciudad y sus provincias, revierte contra el Sr. Obispo que te-niendo como Pastor de la iglesia las más poderosas y temibles armascon que combatir y sofocar en sus principios a los viles traidores, pro-fanadores del templo, los reanimó con su anuencia conduciendo almismo tiempo su rebaño por el sendero de la perdición, sin que paraesto haya podido servir de remedio la exclamación que hizo en su Ca-bildo el día 14 de agosto a que este documento cerrado con 7 sellos ycustodiado en poder de la Priora del Monasterio de El Carmen con laobligación de guardar sigilo bajo de la gravedad eclesiástica de incurriren excomunión mayor, lejos de haber podido producir el más leve efectoa favor de la buena causa solo prueba que tanto el Sr. Obispo, cuantosu Venerable Dean y Cabildo, concurrieron a todos los actos ya refe-ridos con pleno conocimiento de lo mal que hacían. 33

Véase ahora si este dato oculto y herméticamente cerrado con 7sellos pudo haber servido de resistencia y corrección a los autores dela Revolución o a lo menos de ejemplo y exhortación a los demás veci-nos preocupados y seducidos que es el único objeto para el que hubieratenido que hacer uso de él, el Fiscal con el mayor dolor de su corazónprotestando que su ánimo no ha sido tocar directamente a la alta dig-

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33 Se refiere el Fiscal a un documento redactado por el Obispo en el que declaraba oponerse ala revolución del 10 de agosto de 1809.

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nidad de su Señoría Ilustrísima, que la mira con veneración corres-pondiente a su sagrado y distinguido carácter, sino sólo al manifestarque las personas que entraron posteriormente a sostener el plan delnuevo gobierno, carecen de la criminalidad, que seguramente les hu-biera sido imputable en otras circunstancias .

El Fiscal se hace cargo desde luego, que nadie está obligado a se-guir el mal ejemplo ante sí, contrariamente debemos todos resistirloaunque sea dado por nuestros legítimos superiores, pero esto se entien-de cuando el mal a que se nos invita es claramente conocido por tal,mas no cuando se halla disfrazado con apariencias de bondad como su-cede al presente, pues ocultó el veneno de los insurgentes con las másespeciosas aparentes razones bajo los sagrados nombres de religión,rey y patria confirmado por el sucesor de los apóstoles al pie del altary en la tremenda presencia del Santísimo descubierto, y finalmenteaprobado por los vecinos más sensatos de la ciudad, se engañó y fueaceptado por la mayor parte del vecindario, pero no así con respecto alos letrados y demás personas de ilustración y criterio en quienes nopudiendo tener lugar el engaño, ni debiéndose admitir en justicia seme-jante anomalía, es de creerse fundadamente que prosiguieron con plenoconocimiento a los actos reprobados que se les ha hecho cargo, con elinterés de conservar los honores y empleos a que fueron provistos.

En este número entrarán los abogados doctores don Francisco Ja-vier Salazar, don Antonio Tejada, don Mario Merizalde, don Luis Qui-jano, don Bernardo de León, don José del Corral, don Pedro Quiñones,don José Sánchez de Orellana y don José María Tejada, quienes des-pués de haber admitido sin repugnancia alguna los empleos de Sena-dores en el nuevo tribunal a excepción de los dos últimos que no fueronprovistos a semejante destino, escribieron varias cartas seductivas alas provincias inmediatas, fundando con razones engañosas la legiti-midad del gobierno de los insurgentes, constituyéndose por consi-guiente en verdaderos reos de alta traición, según el espíritu de lasleyes que tratan del caso, como podrá declararlo V.E. en justicia, con-denándolos en su virtud a un presidio a todos ellos, con confiscaciónde sus bienes, por el tiempo que fuere de su superior agrado, para cuyagraduación recomienda el fiscal a V.E., por lo que hace al doctor Sala-zar la circunstancia de haber dictado como asesor del cabildo de estaciudad todas las actas seductivas que se dirigieron a los cabildos de lasdemás provincias contra el dictamen de la mayor parte de los capitu-

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lares, el haberle servido de consultor al Marqués de Selva Alegre en laJunta levantada, aprobándole como tal la licitud supuesta de lo hecho,con sólo la calidad de que se sujetase a la Suprema Junta del Reino,según resulta de su misma declaración. Y por lo que respecta a donSánchez de Orellana, la admisión del empleo de corregidor de Otavalo,el empeño con que se manifestó en él, librando con la mayor energíatodas las providencias que estimó necesarias, tanto para manteneraquella provincia en una perfecta sujeción al gobierno intruso, cuantopara la conquista de las provincias de Pasto y Popayán y seducción desus fieles habitantes.

Para el mismo efecto, recomiendo a V.E. por el extremo contrariola conducta posterior de don Antonio Tejada, Luis Quijano y don Ma-riano Merizalde, de lo que los dos primeros a pocos días después de larevolución comenzaron a trabajar por el restablecimiento del legítimogobierno, sin perdonar diligencia alguna, hasta verse expuesto a lassanguinarias determinaciones de los facciosos, especialmente Quijano,que por esta razón se vio en la precisión de huir de esta ciudad. Y eltercero con motivo de haber asistido a la Junta Revolucionaria comoFiscal que era de lo civil, impidió el último saqueo de las Cajas Realesoponiéndose vigorosamente a las arbitrarias disposiciones de Moralesy Salinas.

En la misma clase están comprendidos el doctor don SalvadorMurgueitio, que como comisionado por la Junta Revolucionaria pasóa tratar con el Cabildo de la ciudad de Cuenca y les dirigió a sus capi-tulares varias cartas seductivas con el objeto de inspirarles las mismasideas revolucionarias de los insurgentes de esta ciudad; el Marqués deVilla Orellana que con igual comisión se dirigió a la ciudad de Gua-yaquil y se condujo con el mayor entusiasmo a favor de la autoridadintrusa la exaltó, hasta llegar al extremo de recriminar la conductaprudente y leal de su compañero el doctor don José Salvador que va-liéndose de aquella favorable ocasión se trasladó a dicho Puerto, re-nunciando a la referida comisión y al empleo de Senador que le dierony que se agrega la carta seductiva que escribió también a Barbacoaspretendiendo sostener la escandalosa revolución de esta ciudad; el Mar-qués de Miraflores que no contento con haber admitido el empleo derepresentante de la Junta, a pesar de su avanzada edad y achaques,causando con este hecho el mayor escándalo en la ciudad por su ascen-diente con el pueblo, escribió igualmente una carta seductiva a Popa-

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yán aprobando el procedimiento de los insurgentes; el Regidor donManuel Zambrano que en calidad de General sostuvo la expedicióndirigida a Pasto librando las providencias más ejecutivas a fin de con-seguir la conquista de dicha provincia; a don José de Larrea que comoCorregidor de Guaranda nombrado por la junta levantada, cortó loscaminos y dio otras providencias dirigidas a impedir la entrada de lastropas de S.M. que venían de la provincia de Guayaquil; el tenientedon Manuel Aguilar que con el nombre de general de la división delsur organizó sus disposiciones con el mismo objeto que Larrea; donNicolás de la Peña que escribió una carta igualmente seductiva que lasenvió a la capital de Lima en quien para mayor abundamiento concurrelas circunstancias de haber estado complicado en la causa anterior; donAntonio de la Peña su hijo, y don Juan de Larrea que en la provinciade Alausí mandaron hacer fuego contra don Pedro Calixto y don JoséPérez y otros sujetos que se declararon a favor de la buena causa em-barazando de este modo la pronta reunión de aquellas provincias conla ciudad de Cuenca; don Tadeo Benítez que en el pueblo de Funezmató alevosamente a uno de los soldados de la parte de Pasto habién-dole antes convidado con la paz, cuyo hecho se halla justificado, sinembargo de negarlo aquel abiertamente. El escribano Atanasio Oleaque destinado por la junta para las correspondientes actuaciones, sirviócon el mayor empeño y entusiasmo haciendo firmar con amenazas atodos los vecinos de esta ciudad la criminal acta celebrada en el Con-vento de San Agustín. Últimamente don Juan Barrero, don Juan PabloVerrazueta y don Antonio Cuello que en calidad de tribunos plebeyossuscitaron nuevas conmociones, convocando barrios con el objeto deimpedir el restablecimiento del gobierno legítimo a pesar de habersedeclarado ya toda la ciudad contra la insurrección.

Contra los 14 sujetos referidos pide el Fiscal igual pena de presidioen los mismos términos que tiene expresados anteriormente para queV.E. con arreglo a las circunstancias particulares que concurren encada individuo, se sirva fijar el término de su condena, teniendo enconsideración para ello de que en actos posteriores algunos de ellosacreditasen haber trabajado a favor de la autoridad legítima, es indis-pensable el discernimiento del motivo que les obligó a ello respecto aque muchos de los entusiastas desistieron de su empeño sólo por la di-ficultad que encontraron en su empresa; pero cuando a pesar de estopuede influir aquella circunstancia en la rebaja de la pena, solo deberá

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entenderse en su modo o duración mas no en lo sustancial de ella quedebe proporcionarse al delito en su origen.

También es muy digna de notarse la conducta observada por loscorregidores de Latacunga, Riobamba, Guaranda, Ibarra y del JusticiaMayor de Otavalo y tenientes de Ambato y Alausí que lejos de resistir,prestaron la más ciega obediencia a las órdenes del gobierno intruso,dando las disposiciones necesarias para los preparativos de guerra quese les previno por la Junta insurrecta para ponerse a las verdaderasarmas del Soberano, cuya criminal condescendencia los reanimó a losinsurgentes para proceder a los demás hechos y conquistas que se pro-pusieron las provincias de Guayaquil, Cuenca y Popayán, y aunqueel corregidor de Guaranda no entró en dichas disposiciones de guerrapor haber sido separado de su empleo; pero también es cierto que sirvióde emisario de los pliegos remitidos por la expresada Junta a la ciudadde Guayaquil por cuya razón se han hecho acreedores todos ellos, porlo menos a que se les prive de sus empleos y se les condene al pago ín-tegro de todas las cantidades pertenecientes al Real Erario, que hubiesegastado por orden de la citada Junta revolucionaria o de su Presidentecomo podrá determinarla V.E. con la integridad que le es propia.

No son de menor consideración los vocales de la Junta que cons-tituyeron el cuerpo soberano proditoriamente elegido en esta ciudadlos que debiendo oponerse a semejante criminal establecimiento, dandomal ejemplo a los demás del pueblo como hombres de representación yascendencia en él, se prestaron francamente a servir sus empleos, jurarla constitución y ejercer las demás funciones anexas a su ministerio,con grave ofensa y perjuicio de los privilegiados derecho de la sobera-nía; y aunque en ellos tenga mucho lugar la excepción de la notoriafuerza que padecieron para poder liberarse de una demostración ejem-plar correspondiente al grave atentado que cometieron con la usurpa-ción de las supremas facultades de S.M., sin embargo no por esopueden eximirse enteramente de toda pena pues que pudieron despuésde haber salido de la sorpresa reflexionar y oponerse abiertamente a lohecho y en su virtud deben ser condenados todos ellos en mancomúna la reposición de los caudales reales que se gastaron de orden de lajunta, de su presidente o de cualquiera de los titulados ministros, a ex-cepción del marqués de Solanda y don Juan José Guerrero, que siguie-ron en sus empleos de representantes con consulta y anuencia de V.E.,que conociendo sus buenas intenciones, les previno que continuasenen aquellas ocupaciones para no hacerse sospechosos a los insurgentes

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y poder obrar por consiguiente por la buena causa a su debido tiempocon sujeción a las superiores órdenes de V.E. como así lo efectuaronespecialmente dicho Juan José Guerrero que habiendo obtenido el em-pleo de Presidente, con acuerdo también de V.E., consiguió poner lascosas en su entorno más favorable que podía haberse apetecido en aque-llas críticas circunstancias.

Finalmente en la tropa que se vendió por el vil soborno entregán-dose a disposición de su seductor Salinas, es indispensable la más se-vera demostración para escarmiento de otros, pues que siendo ésta laque debe prestar la correspondiente seguridad para la tranquilidad pú-blica y energía de la real autoridad, como que con este objeto la man-tiene el soberano con el decoro y distinciones que le están concedidas,es responsable de la más grave falta que pueda haber en semejantescasos en el cumplimiento de sus deberes, y en su consecuencia pide elfiscal que ya que no se puede verificar en ella lo dispuesto por el Art.26, título 10, tratado VIII de las reales ordenanzas de ejército, a lomenos sean quitados todos los soldados que se hallaron en el cuartel lanoche del 9 de agosto, para que en ellos se efectúe la pena del últimosuplicio y que los restantes después de pasados por debajo de la horcasean destinados a obras públicas en los presidios que designare V.E.de cuya operación deberán ser separados el teniente don Nicolás Agui-lera, que se hallaba de oficial de guardia en la prevención, el sargentodistinguido don Javier Zambrano que también estuvo de guardia, elsoldado José Andrade que igualmente se hallaba de centinela en lapuerta del cuartel, los sargentos José Vinueza y Mariano Cevallos porhaberle servido todos ellos de instrumento al capitán Salinas para laseducción y soborno de que se ha hablado, y como tales deben igual-mente sufrir la pena del último suplicio en la forma acostumbrada sinque para ser eximido de ella le pueda servir a Cevallos la falta de jus-tificación que se nota en los autos; respecto a que la notoriedad delhecho, la graduación del oficial que obtuvo inmediatamente y su fugaconstituyen la más completa prueba de su complicidad en el mismogrado que a los demás.

Todos los designados hasta aquí son los autores y principales cóm-plices de la revolución del 10 de agosto último, que tanto ha escanda-lizado a todas las provincias de la América alarmándolas para el corres-pondiente ataque con grave perjuicio del Real Erario y de los interesesde sus fieles y leales vecinos. Este ha sido el atentado mayor que se havisto desde la conquista hasta ahora cuyas funestas consecuencias son

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incalculables y las llorará la desgraciada ciudad de Quito por muchossiglos por haber abrigado en su seno a unos inicuos que la han sacrifi-cado pretendiendo fundar sobre sus ruinas el engrandecimiento quesoñaron, pero este pueblo que en medio de la seducción y violencia hasabido distinguir las viles intenciones de aquellos y resistir en lo posi-ble sus proyectos en la afirmación de su fidelidad, debe mirar tambiéncon la mayor complacencia, la ejecución del justo castigo que se hanhecho acreedores, en consideración a que cualquier indulgencia que lepueda inspirar la humanidad para con ellos, es perjudicial a los mismosvecinos de esta provincia cuya tranquilidad pública debe ser preferidasegún todos derechos a toda especie de conmiseración que la renunciael fiscal en defensa de los sagrados derechos del soberano tan vilmenteultrajados pidiendo que V.E. con la justificación que acostumbra sesirva acceder a cuanto tiene expuesto a efecto de que las Américas quehan visto con horror el escandaloso atentado que ha dado méritos aesta causa, vea también con gusto el ejemplar castigo que a cortado ypuesto fin a las funestas consecuencias que amenazaba.

Otro sí dice el fiscal: que todos los reos que se hallan en prisión sehan descargado en sus respectivas confesiones suficientemente expo-niendo todas las excepciones que han considerado oportunas para susdefensas, de modo que no les queda ya mas que decir en contestacióna la acusación fiscal, en esta virtud, y en la que en los delitos notorioscomo en el presente no son de guardarse las formalidades y demás trá-mites ordinarios del derecho, según la común doctrina de los mejorescriminalistas de la nación, podrá V.E. omitiendo el traslado que enotras circunstancias correspondería al actual estado de la causa, man-dar se recibe a prueba con un término corto y perentorio para que den-tro de él, procedan aquellos a la justificación de las excepciones quetienen propuestas, pues de lo contrario a más de entrar en unas con-testaciones superfluas, se prolongará el progreso de la causa con elabultado proceso de más de 3.000 fojas, ocasionando los perjuicios quese dejan entender.

Quito, 21 de abril de 1810.(f) Dr. Arechaga.Es copia de la vista fiscal que se refiere y corre en la respectiva

causa de que certifico.Quito, 27 de mayo de 1810. Carlos Estrella.”

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Informe del Teniente de la Segunda Compañía del Regimiento Real de Lima don Juan de Celis que estuvo de oficial de guardia el 2 de agosto de 1810, cuando se produjo el sacrificio de los patriotas el 2 de agosto de 1810. 34

“El Teniente de la segunda compañía del Regimiento Real deLima en cumplimiento del decreto de usted de fecha de ayer, para queinforme a consecuencia de lo mandado por el Excmo. señor Presidentey Capitán General sobre lo ocurrido en el cuartel de prevención el día2 de agosto dice:

Que efectivamente se halló haciendo de oficial Comandante deaquella guardia en dicha fecha y habiendo estado cerca de la una pa -seán dose por la puerta de guardia, se le presentó el Regidor don JoséGuarderas pidiéndole permiso para verse con el presbítero doctor donJosé Riofrío y requerirle sobre la letra de una esquela que a nombre deéste le habían llevado pidiéndole unos pesos, y dudada que Guarderashubiera hecho alguna petición, y habiéndole pedido que le acompañaseal cuarto del dicho eclesiástico, fue con el exponente dejándole encar-gado al cabo primero del Lima Faustino Uricote, que hacía de sargentode la guardia, que cuidase de la puerta entre tanto volvía de arriba, yhecha la diligencia se despidió el dicho regidor quedándose el que le in-forma arriba haciendo cerrar la puerta del Dr. Riofrío.

En ese mismo acto se oyó un ruido extraordinario en la puertadel cuartel para donde se dirigió con toda prontitud el presente oficialy entonces reparó que se habían introducido por sorpresa 6 hombresde los paisanos de la plebe y armados de cuchillos acometían ciega-mente a los soldados de la guardia en el zaguán de la misma preven-ción. Uno de aquellos arremetió contra el exponente tirándole variascuchilladas que esquivó con el uso de la espada, hasta que habiéndosecegado el mismo con el deseo de acertar un golpe que lo recibió el oficialen la mano izquierda, se clavó el mismo por el costado y cayó en tierra.En la misma refriega fueron muertos los cuatro compañeros por lossoldados; el último que había echado mano de un fusil de la misma pre-vención que estaba descargado (según lo refieren los presos que que-daron vivos) acometió por el lado al capitán don Nicolás Galup quehabía concurrido a la bulla haciendo dirigir un cañón contra la puertadel cuartel y en ese mismo acto fue herido por el costado de un golpe

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34 AHNM. Secc. Consejos. Leg. 21677. Carp. P 2. Exp. 1. Doc. 29.

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de bayoneta que estaba armada en el mismo fusil que tenía el paisanoy que sobrevivió a los demás.

Habiendo estado presente el Sargento Javier Sanchez agregado ala artillería mandó pegar fuego al mismo cañón con el paisano JuanAntonio Ribadeneira, que dicen se hallaba escribiendo en el cuarto deotro sargento, y para evitar el destrozo que amenazaba el cañonazo dis-parado dentro del mismo zaguán le fue preciso al exponente salvarsedel peligro saliendo de carrera a un lado de la calle atropellando a otrode los agresores que se había puesto a la puerta con fusil y habiendosido muerto luego que se descargó el cañón, volvió el exponente a en-trar en el cuartel y entonces reparó muerto al capitán Galup. Dejandoresguardada la puerta con los cañones que se sacaron y los demás sol-dados que habían concurrido, se dirigió a los cuartos altos acompañadode su soldado asistente Andrés Hurtado y halló en el corredor todavíapalpitante el cadáver del doctor don Manuel Quiroga el único presoque por haber estado comiendo pudo salir de su cuarto huyendo y fuemuerto, después reparó muerta también fuera del cuarto, a una negradel mismo Quiroga que le llevaba la comida; luego siguió viendo eldestrozo que se había hecho en los demás calabozos cuyas puertas ha-bían sido quebradas a viva fuerza por los soldados que acometieron alos presos que fueron muertos dentro de sus propios cuartos como elcapitán Salinas que le halló así en su cama.

Solamente habían escapado hasta entonces, por no se qué casua-lidad, el doctor Juan de Dios Morales y don Francisco Javier Ascázubiquienes estuvieron desarmados y luego que vieron al exponente, le pi-dieron con las más vivas y tiernas instancias que les favoreciere, lesaseguró sinceramente dejándoles a un soldado armado de fusil paraque hiciese de centinela en compañía del mismo asistente Hurtado, en-cargándoles eficazmente que custodiasen a dichos dos sujetos, sin per-mitir que se les hiciesen ningún daño ni se les atropellase su cuarto.

Habiendo oído nuevos tiros de fusil en el zaguán de la prevención,hubo de bajar precipitadamente el que informa a dar las providenciasoportunas para impedir el nuevo desorden y entonces se impuso quese acometía contra los presos que estaban en los dos calabozos de abajolos cuales imploraban a voces la protección del exponente que tuvo quemeterse en medio de las balas y bayonetas para impedir la barbaridadde los soldados que pretendían acabar con esos infelices que no habíantenido otro recurso que atrancarse por dentro faltándoles ya este débil

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resguardo por haber forzado los soldados las puertas y a pesar de lasamenazas que se le hicieron al oficial contra su vida logró libertar a 6de los que estaban encerrados, habiendo perecido sólo don Vicente Meloque preocupado del susto o por una curiosidad indiscreta, se asomó yrecibió un balazo mortal en la cabeza cuya desgracia no pudo impedirlael exponente.

Inmediatamente de haber salvado la vida a los expresados, oyó denuevo tiroteo en los calabozos de arriba y aunque concurrió con lamayor presteza encontró ya muertos con la mayor violencia al doctorMorales y Ascázubi y no apareciendo el centinela que les había dejado,solo pudo reconvenir al asistente Andrés Hurtado sobre este nuevoatentado y le dio por razón que un pelotón de soldados lo había atro-pellado a él y al centinela amenazándoles ferozmente porque cumplíancon la orden que les había dado de oponerse a la violencia que consu-maron forzando la puerta y matando a balazos a dichos dos presos conla misma inhumanidad que lo habían hecho con los demás. Luego sedirigió el exponente al calabozo o aposento del presbítero don AntonioCastelo y habiendo encontrado a éste vivo le preguntó por sus compa-ñeros que lo eran don Manuel Angulo y don Mariano Castillo y ha-biéndole dicho que el primero estaba libre y oculto en un tumbado,encontró al segundo herido entre los muertos de otro aposento a dondehabía pasado casualmente, lo hizo conducir al suyo poniéndole en se-guridad con nueva centinela, le dio aviso al administrador de correosdon José Vergara para que viniese a ver a don Manuel Angulo quehabía escapado del modo que queda dicho.

Esto fue lo que individual y cierto ocurrió en ese desgraciado su-ceso, cuya causa no pudo evitarse por la sorpresa con que se introdu-jeron los que asaltaron al cuartel que se sacrificaron con el ímpetu másciego, pues según indicaban sus movimientos manifestaban estarebrios, lo que se conoció evidentemente con el reconocimiento que sehizo al único que quedó vivo por haberlo encerrado los mismos presosque escaparon en el calabozo de abajo. Así por la resistencia que hacíanlos soldados de la prevención como por el fuego continuo que hacía laguardia del palacio a la puerta del cuartel, se impidió que pudiesenagolparse más gente para introducirse adentro lo que hubiera causadomayor desorden y mortandad.

El exponente asegura a usted delante de Dios que no dio ningunaorden contra los presos, ni podía haberla dado cuanto no la tuvo de su

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Excelencia ni de usted, ni se le había comunicado por el oficial inme-diato que le entregó la guardia.

Esta atrocidad bárbara fue obra de sólo los soldados que se amo-tinaron con el mayor desorden sin habérseles podido sujetar en aquelconflicto; ellos clamaban irritados sobre vengar la muerte del capitánGalup, conmovidos a mayor abundamiento con los lamentos que dabasu hijo el alferes don Agustín Galup a la vista de la desgracia de supadre.

De todo lo expuesto pueden dar también razón el sargento Sán-chez, el escribiente Rivadeneira, el asistente Hurtado, los presos queescaparon en los calabozos de abajo, don Francisco Romero y don JoséAndrade que pudieron libertarse de la tragedia de sus compañeros,como también los presbíteros Castelo, Angulo, y Carrillo; debiendotambién exponer las dos hijas del Dr. Quiroga como las protegí despuésde que encontré muerto a su padre habiéndolas recomendado con lamayor eficacia a los soldados asistentes del cuarto del capitán Galuppara que las cuidasen con todo esmero, hasta que por la noche las de-posité en una tienda junto al cuartel y las mandé a su casa al día si-guiente.

Finalmente debe también informar el presente oficial en obsequioa la verdad, y en cumplimiento del honor que profesa, que no vio, nipudo descubrir que ninguno de los presos, así de los que murieron,como de los que quedaron vivos hubiesen tenido armas de ningunaclase, ni cometido agresión alguna contra la tropa cuando fue atacadoel cuartel, ni después que fueron acometidos, en cuyo acto no se hallópresente para impedirlo a pesar de la insubordinación que manifesta-ban todos los soldados y que se tumultuaron sin oír la voz del oficial,ni guardar orden en nada aún después de pasado el primer conflicto.

Todos los muertos a excepción del Dr. Quiroga y su negra, fueronhallados dentro de sus propios cuartos calabozos, como que los más es-tuvieron cerrados fuera de algunos, donde estaban comiendo a esa hora,habiéndose forzado las puertas por los soldados como lo manifiestantodas ellas que se hallaban hechas pedazos, como también las mesas,sillas y otros muebles de servicio que tenían los presos, cuyos cadáveresfueron despejados de todas sus ropas, según reparó el exponente cuan -do se entregó a los religiosos de San Agustín y San Francisco que ocu-rrieron de orden del gobierno para darle sepultura.

De todo lo expuesto y de no haber encontrado muerto ni herido a

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ninguno de los soldados que hacían la guardia de los calabozos altos,se conoce claramente que los presos murieron indefensos y por sola labarbarie y rapacidad de los soldados, que son los únicos responsablesde tan lastimoso desastre, sin que pueda resultarle de esto ningúncargo, ni reato al presente oficial porque ni el pudo prever un lance tanrepentino y de pura sorpresa como lo fue el ataque del cuartel de queno tuvo ninguna noticia, indicio ni sospecha alguna, ni tampoco fueposible por las calamitosas consecuencias que se ocasionaron por laconfusión y la violencia de un tumulto inesperado.

El exponente no ha podido dejar de hacer una relación circuns-tanciada y sincera, así por lo que requiere la gravedad del caso, comopor manifestar la inocencia con que procedió en el desempeño de suempleo, para que en ningún tiempo se le pueda argüir de falta en suobli gación, ni de exceso en el uso de sus facultades, pues en todo pro-curó comportarse con la prudencia y reflexión que exigían unas cir-cunstancias tan críticas como imprevistas.

Es cuanto debe informar para ilustración de la verdad y en obse-quio de la justicia, bajo la satisfacción de que nadie podrá convencerlede lo contrario a cuanto deja expuesto que a mayor abundamientopuede comprobarse con el testimonio jurado de las personas que que-dan citadas, como que presenciaron los hechos referidos.

Quito, agosto 16 de 1810.Tnte. Juan de Celis.”

Informe del Obispo de Quito don Jose Cuero y Caicedo al virrey deSanta Fe sobre la matanza del 2 de agosto de 1810.

“Excmo. Señor:El día 2 del presente mes experimentamos aquí la escena más san-

grienta y dolorosa. Voy a hacer a V.E. una breve relación de ella, paraque se instruya de la verdad y de lo más interesante del suceso, pueslas circunstancias del tiempo no me han permitido hacer un detalle in-dividual de todo.

A la una y media de la tarde cuando la ciudad estaba más tran-quila por haberse retirado las gentes a comer en sus casas, acometieron25 hombres poco más o menos a la guardia del presidio que se componía

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de pardos, les quitaron las armas, hirieron al centinela, al oficial y sol-taron a los presos, al mismo tiempo que se habían dirigido al cuartelotros tantos o pocos menos de los que entraron en él que fueron 6, ylos demás quedaron fuera.35 Aquellos mataron al capitán Galup delReal de Lima, tomaron la artillería, y con cuchillos, única arma conque acometieron mataron a otros soldados, los que estaban de centinelaen las puertas de los calabozos y los demás de facción tomaron sus fu-siles y lograron matar desde el alto a los que tenían asegurada la arti-llería. Entonces dirigieron una pieza de artillería hacia la puerta delcuartel y con ella mataron tres, con lo que se retiraron los demás. Almismo tiempo que en el cuartel se hacía tan sangrienta carnicería, lossoldados del presidio que está a poca distancia y en la misma direccióndel cuartel hicieron muchos tiros para dispersar la gente. Los Pardos,de la guardia de la cárcel que está en la plaza, comenzaron a matar acuantos casualmente estaban en ella, entre tanto se tocaban las cam-panas con señal de arrebato lo que conmovió a los barrios y el tiroteodel cuartel siguió adelante por lo que se dio la orden para que fuesenmuertos todos los presos, con que en efecto escaparon pocos de tan in-humana carnicería, hallándose todos indefensos, unos comiendo y otrosacostados en sus camas.

Los mozos que huyeron mataron en las calles al capitán don Joa -quín Villaespeza36 y a muchos soldados de los limeños que estaban dis-persos. Luego salieron partidas de soldados y a sablazos y balazosmataron a cuantos inocentes indefensos que encontraban en las calles,que sólo murieron los que no pudieron refugiarse en las casas, pueséstas cerraron inmediatamente y quedó la ciudad sosegada.

En los barrios seguía el fermento pero los recorrí en compañía demi provisor y clero secular y regular y logramos tranquilizarlo todo.Mientras así estábamos llenos de consternación y trabajando por apa-gar un fuego que no se sabía cómo se prendió, los zambos de Lima yotros soldados, se ocupaban en el más inaudito saqueo, pues sólo a donLuis Cifuentes le robaron cerca de 80.000 pesos cuasi todo en plata y

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35 El obispo habla del presidio en el que estaban presos los soldados de las Milicias, que se le -van taron el 10 de agosto, y el cuartel que era el que estaba presos los demás patriotas y ahorase llama Real de Lima.

36 El capitán D. joaquín Villaespesa de 58 años, nacido en Teruel de calidad noble, soltero con38 años de servicio en los regimientos de Cantabria, en el de milicias de Cartagena, en el deVeteranos de Quito hasta su extinción, pasó a Guayaquil y vino al mando de la tropa de par-dos de Guayaquil, que mandó el coronel Cucalón acompañando a las tropas limeñas delcoronel Arredondo. Hoja de vida obtenida en el Archivo de Simancas.

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oro sellado, le rompieron y despedazaron los espejos y cuantos mueblesno se podían llevar, dejándolo apenas vivo porque al ruido de los tirosy golpes, rompieron las puertas de la calle y logró escapar por el techo.

Más de 200.000 pesos son los robados en aquel momento y en lanoche, pues abusando de la orden que se dio para que no saliese nadiede sus casas, a excepción de los sacerdotes que se ocuparon en una es-pecie de ronda para sosegar cualquier movimiento, se robaron variastiendas, no contentos con haber dejado en estado de mendicidad aquellatarde a muchos infelices y principalmente a cuantos tienen sus cajonesy tiendas en el portal de mi palacio. Después de sosegado el bullicio pa-saron los soldados al presidio a recoger sus camas y encontrando allí acinco individuos en el calabozo,37 los pasaron a cuchillo y no contentoscon eso siguieron matando del mismo modo a uno u otro en las calles,hasta el día cuatro porque ni obedecen a sus jefes, ni éstos han podidocontenerlos ni reducirlos al cuartel.

Esto es Excmo. señor lo que ha pasado casi todo a mi vista a ex-cepción de los primeros pasos y lo más verosímil de lo que no he pre-senciado, pues he procurado tomar las correspondientes noticias parainformarlo. Acaso se dirá a V. E. que los presos estuvieron de conciertocon los de afuera y que tomaron armas y por eso los mataron pero eloficial de guardia ha asegurado lo contrario, y así es que también hanmuerto en el cuartel una o dos mujeres, saliendo otras heridas mala-mente y que algunos enfermos perecieron en sus camas como don JuanSalinas que la noche antecedente se confesó por haber estado a las puer-tas de la muerte con un dolor de cólico. No sé hasta ahora el númerode los infelices que sacrificaron sus vidas en aquel trágico día, lo quesí puedo con bastante probabilidad es afirmar que los sublevados quetuvieron armas no mataron sino a cinco de los que estaban en el cuar-tel, tres que derribó la artillería en la puerta y otros tantos que cayeronen varias partes, porque los soldados huían de los que tenían siquieraun palo en la mano y se cebaron con su saña en personas inermes ma-yores y mujeres. De los soldados se han procurado ocultar el númeropor política pero es bastante seguro que tocan a 50 muertos.

Una empresa tan arrojada, tan bárbara e inaudita como la queacabo de referir hará ver a V.E. el estado de opresión y despecho a quese ha conducido a este infeliz pueblo, según lo hemos representado aun-

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37 Estos eran soldados de las Milicias de Quito, que no quisieron huir, como lo hicieron susdemás compañeros.

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que con mucha moderación mi provisor y yo. Solo la desesperaciónpodía conducir a un tan corto número de hombres con sólo cuchillos aun cuartel con todas sus armas y ponerse en estado de ganar la guar-nición como se vio y que acaso no lo consiguieron por haber oportuna-mente retirado yo con mi clero a las gentes que se notaba iban afavorecer a tantos inocentes que morían en las calles. Fije V.E. los ojosen el cuartel y en el presidio y contemple los cadáveres de los prisione-ros, pasee por las calles de Quito y véales regadas de sangre y de cuer-pos muertos de gente inocente e inválida; vuelva a las casas y tiendasy registre su desolación y su ruina con el más bárbaro saqueo; y en-tonces conocerá V.E. que no he dicho nada en mis exposiciones. El sa-queo ya se había anunciado y causó un movimiento el día siete delpasado mes, del que tal vez se había dado cuenta a V.E. por el gobierno.

La orden de pasar a cuchillo a los presos de la ciudad se comentabay se hizo pública, y aún el Dr. Quiroga representó que antes de que sele hiciera morir sin los auxilios de la santa iglesia, se le ahorcase con-forme lo pedía el abogado fiscal y se proveyó no a lugar por ahora. Unoy otro se ha visto ejecutado. No crea V.E. que yo justifico una accióntan inaudita con esos hombres desesperados que se han sacrificado asíy a tantos inocentes. Lo que únicamente pretendo es mover la compa-sión de V.E. para lo que luego diré.

Luego que yo vi la inhumanidad con que habían procedido loszambos limeños, la mucha sangre que se derramó de inocentes y elcruel saqueo de casas, tiendas y luego que en la carrera que hizo de laciudad y barrios, oí las sentidas quejas que producían todos, comprendíel eminente riesgo que corría la tropa y magistrados. Después comencéa oír los preparativos que se hacían en las cinco leguas para venir avengar la sangre de sus hermanos y compatriotas.

Luego reflexioné que si un puñado de hombres habían puesto enriesgo próximo a perderse la guarnición que estaba descansada, seríamuy temible que se acabase de ganar si se reunían muchos contra losque ya estaban abatidos del trabajo y bien inutilizados con el aguar-diente que habían bebido aquella noche que pasó la tropa en vela y sobrelas armas, estas consideraciones me hicieron suplicar al señor Presi-dente convocase un cabildo público para tratar de sosegar la provinciay remediar los daños que nos amenazaban. S.E. accedió y congregótam bién al Real Acuerdo. En esa Asamblea grande se hicieron todaslas reflexiones que tan apuradas circunstancias merecían y después de

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un maduro examen se resolvió lo que dicte del acuerdo del día 4 remi-tirá a V.E. el presidente con el correspondiente informe.

Me parece Excelentísimo señor que no puede V.E. dejar de apro-barlo, yo por mi parte me atrevo a suplicar a V.E. se digne no sólo rati -ficar una resolución tan oportuna y única para evitar la destrucciónde esta provincia sino también manifestar la complacencia que le hade causar el que por este medio prudente haya logrado la paz y tranqui -lidad, y que el pueblo haya sofocado sus sentimientos a la voz de unajunta que trató únicamente de su bienestar. Si estos sentimientos queespero de la bondad de V.E. se publican por bando, como se ha he cho,con la resolución de la Junta,38 no dudo que la paz sea estable porquela muy alta representación de V.E. puede dar y dará sin duda al pueblola idea más cierta de la seguridad de cuánto le hemos prometido. De locontrario temo mucho y más a la vista del ejemplo de Caracas y de loque se nos anuncia en este correo a sucedido en Buenos Aires y Chilecuyas noticias no puedo afirmar sean positivas, pero corren.

No nos confiemos Excmo. señor en la fuerza de las armas ni en elcelo de los ministros del que se ha desplegado con tanta energía, go-bernémonos por la prudencia y disimulemos algo de lo que se debe a lajusticia para evitar grandes y mayores males, cediendo al imperio dela necesidad y atendiendo a la salud del pueblo como a la suprema delas leyes. Son estos los sentimientos de mi corazón y los dictámenes demi conciencia sobre que V.E. podrá resolver lo que sea de su superioragrado quedándome a mí el consuelo de haber hecho cuanto he podidoy me ha parecido de justicia en obsequio de este pueblo que me ha con-fiado la providencia y de los deberes de mi fidelidad al Soberano que seha procurado obscurecer por la preocupación y el capricho

Dios guarde a V.E. muchos años.Quito, 6 de agosto de 1810.José Obispo de Quito.”

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38 Se convocó a un Cabildo abierto y al Real Acuerdo, que resolvieron la salida de Quito delbata llón Real de Lima, que se dirigió a Guaranda de donde más tarde fueron expulsados pordon Carlos Montufar, porque les amenazó con colgarlos y corrieron hasta Lima, abandonandoequipajes, armas e incluso un dinero que se decía era de don Simón Sáenz.

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EPÍLOGO

Tomado del libro de Wiliam Bennet Stevenson, secretario privado delconde Ruiz de Castilla, quien fue testigo presencial de los hechos.

En las calles de Quito murieron unas trescientas personas inclu-yendo siete soldados españoles (del Real de Lima)…. tal era la furiadesplegada por la tropa “pacificadora” que un grupo de ellas habiendoencontrado a un capitán uniformado que pertenecía a la caballería deGuayaquil, uno de los soldados tomó la espada del capitán y le atravesóel cuerpo con ella, dejándole agonizante en su sangre a no más de 50yardas de la puerta del cuartel.

Los poderes de la palabra no pueden describir la ansiedad que pro-vocó este lúgubre acontecimiento entre los habitantes quienes desco-nociendo su origen, lo consideraron una matanza arbitraria de suscompatriotas y en consecuencia temían que se repitiera de la mismamanera.

El día 5 de agosto se publicó una orden para los jefes de todas lasorganizaciones corporativas, para los funcionarios y oficiales y paralos habitantes principales, con el fin de que se reunieran en el palacioy que resolvieran por los medios más adecuados la restauración de lapaz, la tranquilidad y la confianza. Así fue que las personas convocadasse reunieron; el Presidente tomó su silla, con el Obispo a su derecha yel coronel Arredondo a su izquierda, el Regente, los Oidores, los Fis-cales, el Procurador General y otros funcionarios y personas de dis-tinción. El Presidente se levantó y en pocas palabras expresó su dolorpor lo que había ocurrido y su sincero deseo de restaurar la paz y launión entre la gente. El Obispo respondió en pocas palabras diciendoque temía que estos deseos nunca se cumplirían, mientras no fueranretiradas de la ciudad esas personas que habían aconsejado a su Exce-lencia a olvidar sus promesas. Arrechaga se levantó y dijo que su Ex-celencia recriminaba su conducta, a lo cual el prelado replicó que losaños y la dignidad le impedían recriminar a Arrechaga. Esta discusióncondujo a que el Presidente solicitara a que Arrechaga abandonase lasala, solicitud que fue cumplida de mala gana, y sin embargo este des-aire de parte del obispo solo cuatro días antes de la reunión, le habríaconducido al calabozo.

El doctor Rodríguez un sacerdote secular altamente reverenciado

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por su sabiduría y por su virtud de todos los que le conocían, se levantóde su asiento y avanzando al centro de la sala brindó un elocuentísimoy animado discurso que duró más de una hora. Relató el carácter delos quiteños en general, explicando la causa de la última revolucióncon caridad evangélica y abordando el tema de los resultados fatalesde aquella, con la más sincera pena, de tal modo que no por simpatíasino por sensibilidad, convicción, vergüenza y remordimiento, grandeslágrimas corrieron por las mejillas de su auditorio. Concluyó repi-tiendo lo que había dicho su prelado y añadió que el pueblo de Quitoya no podía estar seguro de sus vidas y de sus propiedades a menosque esos individuos que últimamente han envilecido su nombre de pa-cificadores sean removidos de esta ciudad. “Yo aludo, dijo, a los ofi-ciales y a las tropas, ellos que han cobrado la vida de más de trescientosseres inocentes, tan fieles cristianos y leales súbditos como ninguno ysi no se hubiese detenido la matanza, pronto habrían convertido estaprovincia, una de las más ubérrimas de la Corona Española, en un de -sierto; y al execrar su memoria, los futuros viajeros habrían exclamado,aquí yació una vez Quito” .

Don Manuel Arredondo, temblando por su seguridad personal,se levantó y dijo que el estaba muy convencido que el gobierno de Quitoconfiaba en la lealtad de los quiteños, y que le permitiera retirarse consus tropas. Inmediatamente de aprobó dicho retiro y una vez elaboradael acta de la sesión, fue firmada por al Presidente, el Obispo, el coman-dante de las tropas y algunos otros miembros.

Se iniciaron inmediatamente las preparaciones para la evacuaciónmilitar de la ciudad y las tropas del comandante Arredondo empezaronsu marcha a la mañana siguiente, dejando a los doscientos soldados deSanta Fe y al gobierno a merced de un populacho desesperado por suscrueldad y sus crímenes.

Real acuerdo convocado por el presidente Conde Ruiz de Castilla para tratar sobre los sucesos del 2 de agosto de 1810.39

En la ciudad de San Francisco de Quito en cuatro días del mes deagosto de mil ochocientos y diez años. Habiendo congregado el Excmo. Sr.Presidente conde Ruiz de Castilla en su palacio al “Real Acuerdo” y al

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39 AHNM.- Sección Consejos. Leg. 21677. Carpeta P. 2. Exp. No. 1. Doc. 38.

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ilustre Ayuntamiento, al ilustrísimo señor Obispo, a los Prelados, a losempleados, y demás individuos que firman al pie de este Acuerdo; hizo pre-sente su excelencia, que el fin con que los había convocado no era otro queel de conferenciar y acordar los medios que debería usar para restablecerla paz pública que se halla perturbada en toda la Provincia, a consecuenciade vanos temores y desconfianzas al gobierno que se han propagado sensi-blemente, hasta el extremo de haberse experimentado el trágico y dolorososuceso del día dos del corriente.

Y enseguida el Real Acuerdo hizo manifiesta su resolución acerca deque debía cortarse de raíz la causa del diez de agosto, de que, es una con-secuencia de todo lo que se ha experimentado: las muertes de los presos enel cuartel, entre quienes se comprenden el capitán D. Juan Salinas, D. Juande Dios Morales, D. Manuel Rodríguez de Quiroga y otros de los proce-sados en ella, y de muchos paisanos y soldados de la guarnición, todo loque no pudo evitarse en el desorden y confusión de aquel día.

Después hablaron sobre el particular el ilustrísimo señor Obispo yotros individuos de la Junta que hicieron presentes las críticas, y arriesga-das circunstancias en que se halla la ciudad, y Provincia, pues aunque laconmoción del día dos se sosegó por la fuerza de las armas y muy particu-larmente por la intervención y exhortaciones del ilustrísimo Sr. Obispo ydel clero secular y regular, con todo se sabe que el fermento subsiste, y queen las inmediaciones de la ciudad hay preparativos que amenazan una ex-plosión próxima de que resultaría una acción la más sangrienta y desola-dora de toda la provincia.

Que la prudencia dicta en estos casos, que los males se corten de raíz,y que por cuantos medios sean posibles, que se eviten daños y muertes delos vasallos de nuestro muy amado rey Fernando VII, y que últimamenteel imperio de las circunstancias y la salud pública ceden a cualquiera otraconsideración y aún hacen callar a las leyes, pues para éstos casos impre-vistos tienen los Magistrados, y principalmente los señores Presidentes yReales Audiencias las más amplias facultades, haciéndose responsables encaso de omisión de los perjuicios ante la Real persona de nuestro Soberano.

En consecuencia de todo esto acordaron unánimemente, que, después,pues las circunstancias del día dos exigían el más pronto remedio, debíanacordar y acordaron que como el único y más eficaz, se suspenda la Causaque se ha seguido sobre la revolución del diez de agosto en el estado queestá, no obstante de que el proceso se ha remitido al Excmo. Sr. Virrey deldistrito para su sentencia, pues ésta circunstancia aunque grave y de muy

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alta consideración no debe impedir un remedio, que como único, para evitargrandes males, no puede dejar de ser de la aprobación de S.E., ni su omisióndel Real Agrado.

Que se restituyan a esta ciudad, y al ejercicio libre de sus empleos, yposesión de sus bienes, honor y estimación, todos los sujetos comprendidosen la Causa citada de resolución.

Que de ninguna suerte se proceda a la averiguación de los que pro-movieron, inventaron y ejecutaron la empresa arrojada del 2 del presente.Que ni aquella, ni ésta perjudiquen a la fidelidad, rendido vasallaje y honorde éste vecindario, que en todos tiempos, y particularmente en estos tristesy aciagos días ha dado pruebas de su constante amor a nuestros legítimossoberanos.

Que la tropa de Pastos y de la guarnición de Lima, salga de esta ciu-dad y provincia a la mayor brevedad y luego después el resto de ella, puescon ésta Providencia queda concluida su comisión de auxiliar esta plaza.

Que para el batallón que ha de levantarse en ésta ciudad, se echarámano de los vecinos de ella y de su Provincia para que vean todos la con-fianza que de ellos hace el gobierno, a quien deben corresponder del mismomodo con la suya, confiando de su celo, y prudencia en todos casos y cir-cunstancias.

Que se haga entender a todos, que la especie vertida acerca de que elExcmo. Sr. Presidente tenía resuelto no dar curso a la comisión de D. Car-los Montúfar, es absolutamente falsa y que en consecuencia entrará en estaciudad con el correspondiente decoro y se le recibirá con la misma estima-ción y honor con que fue creado el Comisionado de la Junta de Sevilla.

Que siempre que ocurra algún incidente sobre las causas que se hancontado en virtud de ésta providencia, el Excmo. Sr. Presidente convocaráal Real Acuerdo para tratar de él, y que no se vuelva a hablar ni tratar deéstos particulares, quedando todos enteramente extinguidos con los papelesque existen en esta ciudad, custodiados en el archivo secreto, suplicándoseal Excmo. Sr. Virrey del Reino para que se haga lo mismo con los que se re-mitieron a aquella capital, informando el Excmo. Sr. Presidente detallada-mente sobre los particulares que se han tenido presentes para esta resoluciónequitativa, única y necesaria en las imperiosas circunstancias del día.

Concluidos estos tratados en todo conformes a las intenciones delExcmo. Sr. Presidente y Real Acuerdo, interpusieron ambos, para su se-guridad y firmeza toda la real autoridad que está depositada en su Exce-lencia y su Alteza, como que representan a la Real persona, a cuyo So be-

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rano nombre ofrecen a esta ciudad y su provincia toda su protección, elvigilar en su bienestar y el perfecto cumplimiento de este Acuerdo.

En consecuencia de todo, mandaron que para que llegue la noticia atodos, se publiquen por bando en la forma acostumbrada, que se circulentestimonios a las Justicias del distrito de esta Presidencia para que se hagalo mismo; que se avise de lo ocurrido a los señores gobernadores de Popa-yán, Cuenca y Guayaquil para su inteligencia y por correo extraordinariose de cuenta al Excmo. Señor Virrey del Distrito con el informe que quedaacordado, y al Rey nuestro señor en el Supremo Consejo de Regencia, su-plicando su real aprobación.

Así lo acordaron, mandaron y firmaron de que doy fe. El conde Ruiz de Castilla, José Obispo de Quito, José Fuentes Gon-

zález Bustillo, José Merchante de Contreras, Felipe Fuertes Amar, IgnacioTenorio, doctor Tomás de Arechaga, doctor Manuel José de Caicedo, JuanJosé Guerrero y Mateu, Juan Donoso, Pedro Calixto y Muñoz, José Guar-deras, Simón Sáenz de Vergara, doctor Pedro Jacinto de Escobar, FranciscoJavier Orejuela, Fray Mariano Ontaneda, provincial de la Merced, Fran-cisco Rodríguez Soto, Canónigo Magistral, Fray Luis Cevallos guardiánjubilado, Fray Alejandro Rodríguez, Prior de Agustinos. Fray SebastiánSolano, Rector de San Fernando. Manuel de Arredondo, José Duque, FrayJulián Naranjo, Provincial de Predicadores. Fray Mariano Benítez, Lectory Prior. José de Vergara Gaviria. D. Tomás de León y Carcelén, propietariode Cámara, Gobierno y Guerra.

Doy fe, que hoy de la fecha se publicó por mando el auto acordadoque antecede en la forma acostumbrada, al son de las cajas, trompas y pitoscon el auxilio de las tropas de caballería que las precedía el señor coman-dante D. Manuel de Arredondo con todos sus respectivos oficiales, lo mis-mo que las del fisco que guarnecen esta ciudad y con asistencia del secre-tario de Cámara, Gobierno y Guerra, D. Tomás de León y Carcelén y sub-alternos de ésta Real Audiencia, cuya publicación se hizo al frente de labandera de dichas tropas, concurriendo a oírla mucho concurso de gente,la que publicaba dando vivas a nuestro amado monarca el señor D. Fer-nando VII (que Dios guarde). Y para que conste pongo por diligencia.

Quito, Agosto 5 de 1810.Máximo Sosa y Suárez.Escribano Receptor.

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FUENTES Y ARCHIVOS CONSULTADOS

AEML Archivo Enrique Muñoz Larrea.AGMS Archivo General Militar de Segovia.AHNM Archivo Histórico Nacional Madrid.

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LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL DURANTEEL MOVIMIENTO INDEPENDENTISTA DE 1809.

Sus protagonistas y su jurisdicción territorial

Patricio Muñoz Valdivieso

La revolución independentista para los dominios indianos de España,y específicamente para los que formaban parte del virreinato de NuevaGranada, se veía venir desde muchos años antes gracias a la labor devarios precursores entre los que se contaban principalmente el quiteñoDr. D. Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo con sus incen-diarios escritos y ensayos, los neogranadinos D. Antonio Nariño y Ál-varez con su traducción de los “Derechos del Hombre y del Ciudadano”y D. Francisco Antonio Zea, y el venezolano D. Francisco de Miranda yRodríguez, el primero que instrumentó procedimientos para llevar a lapráctica el deseo de eregir países con sistemas de gobiernos propios alcrear un ejército al que ya llamó “colombiano” con el que provocó laprimera intentona de sublevar en 1806 su patria. Sin embargo, el pre-texto inmediato para ejecutar esos planes se produjo a raíz del interven-cionismo napoleónico en el destino político español tras los acon teci-mientos de marzo de 1808 en Aranjuez y los de abril y mayo en la fran-cesa población de Bayona que terminaron con el traspaso de la Coronadesde los Borbón a los Bonaparte. A ello se sumaba el descontento ge-neral que pesaba por la crisis económica producida por las continuas ydesgastantes guerras de España, aliada entre 1796 y principios de 1808con la Francia primero revolucionaria y luego napoleónica, contra GranBretaña1.

La conjuración o conspiración de los mantuanos, organizadapor miembros de la nobleza, dada en Caracas el 15 de julio de 1808 afavor de Fernando VII de Borbón luego de un altercado con los militaresfranceses que habían arribado para obtener el reconocimiento de josé IBonaparte como Rey de España, fue ya un primer paso para instalar unajunta a imitación de las organizadas en la península ibérica con el fin

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1 http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_IV_de_Espa%C3%B1a

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de ejercer soberanamente el gobierno a nombre del monarca cautivo,con el aditamento muy americano y nada novedoso que propugnaba laseparación de los españoles europeos del mando para asumirlo los es-pañoles indianos; al fin, esa pretendida junta jamás llegó a formarse apesar de un dictamen favorable del Cabildo caraqueño y en su lugar sereconoció a la junta Suprema de Sevilla. “Los mantuanos rechazarontoda vinculación con Miranda, el 24 de octubre el Marqués de Toro en-tregó al Capitán General una carta que desde Londres le había escritoMiranda el 20 de julio, en la cual le incitaba a promover la instalaciónde una junta en Caracas a través del Cabildo Municipal y a ponerseluego de acuerdo con los cabildos de Santa Fe (Bogotá) y Quito para lo-grar, decía Miranda, «nuestra salvación e independencia». Sin embargo,en aquellos momentos los más influyentes mantuanos de la generaciónmás vieja no aspiraban, al parecer, a la plena independencia, sino a unaautonomía que a través de la junta les permitiera dirigir la política ve-nezolana dentro del imperio, y mantenerse libres del dominio francéssi España sucumbía. Por su parte, los mantuanos más jóvenes, los quese reunían en la cuadra de los Bolívar parecían estar en gran parte incli-nados a la independencia, y tal era el caso también de agitadores popu-lares como Matos Monserrate, aunque éste, igual que los demás, sedeclarase públicamente partidario de Fernando VII”, punto este últimoque veremos no es necesariamente contradictorio con el deseo de eman-cipación. En noviembre los mantuanos intentaron otra vez que se orga-nice una junta, aclarándose que subordinada a la recientementeconstituida junta Central Española, pero no dio fruto gracias a un con-trapronunciamiento dirigido por las autoridades, consecuencia de locual fue que algunos fueron arrestados, otros desterrados y muchosotros tuvieron que refugiarse en el campo, con lo que se dio fin al mo-vimiento2.

En nuestro país, mientras todos estos sucesos se desarrollabanen España y Venezuela, las autoridades españolas buscaban garantizarsu dominio sobre este territorio, así el 3 de octubre de 1808 el Capitánde Fragata D. juan josé Punelo Sanllorente, Comisionado de la juntaSuprema de Sevilla, había llegado a Quito y obtenido la reafirmación dela fidelidad a Fernando VII y el rechazo a la invasión francesa3; y el 9 de

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2 http://es.wikipedia.org/wiki/Conjuraci%C3%B3n_de_los_Mantuanos3 Rodrigo Páez Terán, Correos, signos postales, filatelia: visión histórica, en Bol. de la Academia

Nacional de Historia, No. 179, 2007

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diciembre de 1808, se había jurado en “junta (entiéndase por asamblea)extraordinaria”, convocada por el Conde Ruiz de Castilla, por las cor-poraciones y tribunales principales, en presencia del comisionado D.Rafael Vicente Bourman, lealtad a la junta Suprema Central españolacreada el 25 de septiembre de ese año en Aranjuez, luego trasladada porlos avances del ejército francés a Extremadura, Sevilla e isla de León, su-cesivamente4.

La junta Central Española había dispuesto en decreto de 22 deenero de 1809 que los dominios americanos elijan vocales representantespara incorporarse a su seno, uno solo por cada virreinato y por cada ca-pitanía general. Las Audiencias de Quito, Charcas (actual Bolivia) yGua dalajara (dentro del actual México) no habían sido consideradascomo entes independientes para elegir diputados pues no eran ni virrei-nato ni capitanía general, así que la primera debía participar en el pro-ceso eleccionario del virreinato neogranadino al que pertenecía, lasegunda en el del virreinato rioplatense y la tercera en el del virreinatode Nueva España. La elección debía adoptar el siguiente modo: cada ca-bildo debía primero elegir tres candidatos y de esos tres escoger por sor-teo uno solo; luego, entre los únicos candidatos de todos estos cabildos,el Real Acuerdo constituido por el Virrey o Capitán General y la Au-diencia donde residía ya sea el Virrey o el Capitán General, debía hacerun sorteo en el que se escogería tres de todos ellos y de esa terna de lostres escogidos se debía seleccionar por sorteo uno solo, el cual era elvocal representante. En nuestro caso, el Real Acuerdo formado por elVirrey de Nueva Granada y la Audiencia de Santa Fe, debía reunirse enla capital virreinal, es decir, en Santa Fe (Bogotá) donde se seleccionaríaa quien represente al Virreinato de Nueva Granada.

El Virrey neogranadino concedió el derecho a votar a 20 cabil-dos, de ellos, eran audiencialmente quiteños, los de Popayán, Pasto, Iba-rra, Quito, Riobamba, Cuenca y Loja. Se conoce los candidatos electosde algunos ayuntamientos. El cabildo ibarreño eligió al Conde de Pu-ñónrrostro que estaba en la península ibérica. El cabildo quiteño eligióa su candidato el 9 de junio de 1809, el favorecido fue D. josé de Larreay jijón el que salió sorteado, pues resultaron eliminados el Conde de Pu-nónrrostro y D. Carlos Montúfar y Larrea; los tres residían en Españacon lo que se facilitaba la posibilidad de que puedan asistir a la junta

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4 http://es.wikipedia.org/wiki/junta_Suprema_Central

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Central5. El cabildo riobambeño eligió por candidato a D. Carlos Mon-túfar y Larrea, pues resultaron eliminados D. juan Larrea y Villavicencioy D. josé de Larrea y jijón; Montúfar y Larrea jijón residían en España6.El cabildo cuencano eligió a su candidato el 19 de junio de 1809, el favo-recido, luego de una contienda bastante incidentada, fue D. FernandoGuerrero de Salazar y Piedra, Alcalde Ordinario de Primer Voto, el quesalió sorteado, pues resultaron eliminados el Alcalde Ordinario de Se-gundo Voto D. josé María Vásquez de Novoa, chileno y el Canónigo dela Catedral cuencana Dr. D. josé de Landa y Ramírez, rioplatense. El ca-bildo lojano eligió al Alcalde Ordinario de Primer Voto Dr. D. josé FélixPedro de Valdivieso y Valdivieso en agosto de 1809, luego del 10 en quese dio el pronunciamiento revolucionario quiteño. La elección final sedio el 16 de septiembre en Santa Fe, los tres seleccionados para formar laterna fueron el quiteño Conde de Puñónrrostro, candidato por Ibarra, elMariscal de Campo D. Antonio Narváez, candidato por Cartagena de In-dias, y el Dr. D. Luis Eduardo Azuola, candidato por Santa Fe, y de ellosresultó ganador en el sorteo Narváez quien se encontraba en nuestro con-tinente, ¿llegaría a su destino?. Respecto del candidato cuencano Gue-rrero de Salazar podemos decir que ni siquiera esa condición lo salvó dela muerte que le esperaba a consecuencia de los malos tratos sufridos enprisión por sus verdugos los gobernadores Aymerich y Cucalón.

El cabildo guayaquileño, sujeto al virreinato peruano, eligió asu candidato el 10 de julio de 1809, el favorecido fue el Dr. D. josé deSilva y Olave, Chantre de la Catedral limeña, el que salió sorteado, puesresultaron eliminados el Dr. D. Francisco Cortázar y Lavayen, Oidor dela Audiencia santafereña, el Dr. D. josé Ignacio Moreno y Santistevan,Cura Vicario de Huancayo, y el Dr. D. josé Baquíjano y Carrillo, Condede Vista Florida, Oidor de la Audiencia limeña; en este caso, el Gober-nador de Guayaquil D. Bartolomé Cucalón designó los cuatro candida-tos a pesar que el decreto preveía tres y que los candidatos debían ser

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5 Rodríguez O., jaime E., Las primeras elecciones constitucionales en el Reino de Quito, 1809-1814 y 1821-1822, en Procesos, Revista Ecuatoriana de Historia, No. 14, 1999, pp. 6, 27, 28, 51;Libros de Google: Rodríguez O., jaime E., La Revolución Hispánica en el Reino de Quito, laselecciones de 1809-1814 y 1821-1822, en Marta Terán y josé Antonio Serrano Ortega, editores,Las guerras de la Independencia, Colegio de Michoacán y otros, Méjico, 2002; Rodríguez O.,jaime E., La Revolución Política durante la época de la Independencia, El Reino de Quito 1808-1822, Universidad Andina Simón Bolívar – Corporación Editorial Nacional, Biblioteca de His-toria, Quito, 2006

6 Alfredo Costales Samaniego, Década sangrienta, Quito, 1954

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nombrados por el ayuntamiento. Al siguiente mes, el Real Acuerdo reu-nido en Lima, de los 17 candidatos de los cabildos, seleccionó tres paraformar la terna, los que fueron el arequipeño Brigadier General D. joséManuel Goyoneche, el limeño Oidor Baquíjano y el guayaquileño Chan-tre Silva, y de ellos resultó ganador en el sorteo Silva quien se encon-traba en Lima de donde partió vía Guayaquil, Acapulco y Méjico paraEspaña, pero estando en la última ciudad tuvo que emprender el retornopues llegó la noticia de la disolución de la junta Central7.

A la par, así mismo, en Quito, al poco tiempo de haberse difun-dido las novedades ocurridas en España, uno de los cosechadores de laspropuestas de los precursores, en ese mismo año de 1808, el Dr. D. An-tonio Ante y Flor, según sus propias palabras, escribió un discurso titu-lado “Clamores de Fernando VII”, “una proclama y un catecismo,manifestando las ventajas de la independencia y consiguiente soberaníaen nuestro suelo”, los que “copiados en parte por los señores juan Sali-nas, Doctor Luis Saá”, D. Antonio Pineda y Donoso y D. Miguel Donosoy Albán, “se remitieron por el Correo a las Capitales de Caracas, Bogotá,Lima, Chile y Buenos Aires, y a algunas otras Provincias con un anó-nimo para que se difundiesen por las demás, con el objeto de incitar aque la revolución se rompiese por alguna de las que tenían más funda-mento de Quito, especialmente Lima, a donde me dispuse a marcharcon el Doctor Saá, para observar el estado de opinión de aquella, y co-municarlo a ésta”, viaje que no se efectuó. Esto debió haber sucedido enjulio a la par que en Caracas se producía el indicado trastorno de losmantuanos, pues de haber conocido Ante esa revuelta, otra hubiera sidola forma de redactar su memorial. En lugar de partir a Lima, aprove-chándose de que aproximadamente desde el 2 de mayo de 1808 los es-pañoles habían roto su alianza con la Francia napoleónica, país quedurante ese año le hacía una ventajosa guerra a España, Ante se consti-tuyó en el “primer caudillo” que se dedicó a preparar “una revoluciónpara la que seduje a dicho Salinas, y otros oficiales de las Tropas del Rey

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7 Rodríguez O., jaime E., Las primeras elecciones constitucionales en el Reino de Quito, 1809-1814 y 1821-1822, en Procesos, Revista Ecuatoriana de Historia, No. 14, 1999, pp. 6, 27, 28, 51;Libros de Google: Rodríguez O., jaime E., La Revolución Hispánica en el Reino de Quito, laselecciones de 1809-1814 y 1821-1822, en Marta Terán y josé Antonio Serrano Ortega, editores,Las guerras de la Independencia, Colegio de Michoacán y otros, Méjico, 2002; Rodríguez O.,jaime E., La Revolución Política durante la época de la Independencia, El Reino de Quito 1808-1822, Universidad Andina Simón Bolívar – Corporación Editorial Nacional, Biblioteca de His-toria, Quito, 2006.

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que guarnecían esta Capital” la que al no tener el suficiente eco fue aban-donada por su mentalizador8.

Un año antes, en 1807, cuando aún el panorama de estabilidadpolítica en España se mantenía, ya Rocafuerte y Morales discutieron enla hacienda de Naranjito del primero y donde estaba refugiado Morales,acerca de la independencia de América, “convenimos en que había lle-gado la época de establecerla: sólo diferimos en los medios de llevarlacabo, y obtener el mejor resultado. Yo era de sentir que esperáramos aformar y extender la opinión, por medio de sociedades secretas, de ex-tenderlas al Perú y a la Nueva Granada, para apoyarnos en tan podero-sos auxiliares. El (Morales) quiso lo contrario, y que en el acto mismo sediese el grito de independencia”9. El método sugerido por Ante era pa-recido al de Rocafuerte. Morales luego sobrellevó su confinamiento enLatacunga, de donde pasó a Píntag, curato que lo tenía el Dr. D. joséRiofrío, a quien Morales convirtió en su prosélito, y desde allí realizabaMorales sus visitas al Marqués de Selva Alegre en el obraje de Chillopara así mismo atraerlo a la causa.

El proyecto para levantar la revolución fue retomado en esemismo año, pocos meses después, a raíz del arribo de Ruiz de Castillacomo Presidente el 1 de agosto de 1808, entre otros, por el Cap. D. juande Salinas y Zenitagoya, solo que esta vez bajo el patrocinio del Marquésde Selva Alegre, para lo que celebraron los comprometidos varias juntasprivadas desde ese mes, en las que uno de sus asistentes fue el Dr. Antepor invitación del mencionado Salinas. La reunión de la mañana de laNavidad del 25 de diciembre de 1808 en la hacienda-obraje de Chillodel indicado Marqués, antes propiedad de la Compañía de jesús, es laprimera de la que se tiene noticia. Estuvieron divididos en dos partidos,según Arechaga en su acusación fiscal de 21 de abril de 1810, unos bus-caban establecer una república, entendida como monárquica liberal, yotros querían coronar a la Princesa de Brasil10. En esas tertulias, Salinas

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8 Antonio Ante y Flor, “El Ciudadano manifiesta a la República de Colombia la conducta políticaque ha observado desde el año nueve que su patrio suelo Quito proclamó su independencia,hasta el año veinte y dos en que fue restituido a él del presidio de Ceuta”, Quito, 1822, con es-tudio introductorio de jorge Salvador Lara, en Leonardo Moncayo jalil, Los Correa en el Ecua-dor 1730-2004, SAG No. 120, Quito, 2004.

9 Roberto Andrade Rodríguez, Historia del Ecuador, Primera Parte, Biblioteca de Historia Ecua-toriana No. 1, Corporación Editora Nacional, Segunda edición, Quito, 1982 (primera edición,Gua yaquil, 1937), tomado de Vicente Rocafuerte, “A la Nación” No. IX.

10 Roberto Andrade Rodríguez, Historia del Ecuador, Primera Parte, Biblioteca de Historia Ecua-toriana No. 1, Corporación Editora Nacional, Segunda edición, Quito, 1982 (primera edición,Guayaquil, 1937).

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presentó el “Plan de Defensa de Quito y sus Provincias con el objeto deconservarlas para nuestro soberano y su dinastía en caso de que tomadala España por los franceses, intente invadirnos y lo que podía hacercuando llegue esta infausta noticia”, elaborado entre el 25 de diciembrede 1808 y febrero de 1809. En él se preveía la creación de una junta Pro-vincial para gobernar y de un Tribunal de justicia como se verá más ade-lante11. El premeditado golpe revolucionario por inmaduro y preci pita-do, a decir de Ante, seguramente por no gozar de una sólida acogidaesta idea entre los países sudamericanos como él esperaba, se suspendióa instancias del mismo Ante por algún tiempo, pero una vez delatadoel intento, incoado el respectivo proceso judicial y vigilados sus promo-tores por un receloso gobierno, se decidió por exhortación de Salinasque era hora de hacerlo. En ese proceso, Quiroga, uno de los encausados,antes del mismo pronunciamiento agostino, quizás en marzo cuandoestaba en prisión, decía que no era delito en un americano, separarse dela monarquía española, si ésta cayera en poder de Bonaparte12.

Se ha juzgado, sobre todo por parte de los españoles de enton-ces, entre ellos, uno de los convencidos era D. joaquín Molina y Zuleta,Presidente de la Audiencia quiteña, que existía un unísono plan concer-tado para sublevar a toda la América hispana el mismo día, pero laspruebas implican lo contrario, de haber sido así, el abatimiento de lasfuerzas españolas hubiera sido implacable. Como mucho, lo que exis-tieron fueron comunicaciones entre varios dirigentes sociales y políticosde todos los países hispanoamericanos que intercambiaron ideas y ac-ciones a tomarse, en distinto tono y conforme las circunstancias parti-culares de cada tierra, respecto de la posibilidad de proclamar ya laautonomía o independencia, o de acceder al poder político en sus pro-pios países, aprovechando la desintegración de la España peninsular,intentando adoptar, unos, aparentemente como sistema político, yacomo parte de España o bien separadamente, el de una república mo-nárquico-democrática en que reine bajo una concepción liberal ya seaFernando VII o quizás su hermana la infanta Carlota joaquina, residenteen Brasil, o simplemente, mantener el sistema pero compartido entre es-pañoles europeos y americanos.

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11 Mena Villamar, Claudio, El Quito Rebelde (1809-1812), Abya Yala – Letra Nueva, Quito, 199712 Roberto Andrade Rodríguez, Historia del Ecuador, Primera Parte, Biblioteca de Historia Ecua-

toriana No. 1, Corporación Editora Nacional, Segunda edición, Quito, 1982 (primera edición,Guayaquil, 1937)

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En el movimiento altoperuano de Chuquisaca del 29 de mayode 1809 no hubo “el carácter político de transformación del sistema gu-bernativo”, “su causa no fue otra que el desacuerdo entre las mismasautoridades de la Colonia, sobre el régimen que debía adoptarse paraconservar el sistema colonial, en medio de la situación embarazosa yanárquica de la Metrópoli” 13. Don josé Manuel Goyeneche14, que, habíarecibido de paso en el Brasil instrucciones de la Infanta doña Carlota ´alefecto de hacerla reconocer en las colonias como la representante y he-redera de su familia cautiva´, llegó con su intriga a Chuquisaca. La RealAudiencia quiso apresarlo como traidor, y, al ver en el Presidente D.Ramón García de León y Pizarro ´cierta lenidad y disimulo´, lo acusóde complicidad e intentó deponerlo”. “Así estalló entre las principalesautoridades, una división que, complicándose con la intriga y enconán-dose con la pasión, comprometió al pueblo en una asonada, que dio eltriunfo a la Audiencia, y destituyó a Pizarro”. No hubo una victoria deelementos nuevos, de “individuos de otras ideas y otras aspiraciones,como sucedió en la Revolución de Quito”. Su finalidad, según analizanlos historiadores Ramón Sotomayor y Valdez y Camilo Destruge no fueotra que “hacer triunfar una de las formas propuestas y discutidas parala conservación del estado colonial” 15. En tanto que en el movimientode La Paz de 16 de julio de ese mismo año se llegó a constituir la “juntaTuitiva de los derechos del Rey y del Pueblo”, se separó a las autorida-des españolas y el 22 de julio de dio a la luz el “Plan de Gobierno” quese convirtió en el primer estatuto constitucional del territorio hoy boli-viano. En él se formaron tres ministerios, llamados departamentos: Go-bierno, Gracia y justicia, Culto y Hacienda. Fue presidida por el CoronelD. Pedro Domingo Murillo. En el “Manifiesto de los patriotas de La Paza los pueblos del Perú” del 27 de julio se exhortó a favor de la procla-mación de la independencia a los pueblos del Perú y a revelar los pro-yectos que en ese sentido fermentaban en las mentes de muchos criollos,se llamaba a “que era tiempo de levantar el estandarte de la libertad enestas desgraciadas colonias”. Finalmente la junta desapareció el 30 de

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13 Hernán Rodríguez Castelo, ¿Quito o Chuquisaca-La Paz?, en Bol. de la Academia Nacionalde Historia, No. 180, 2008

14 http://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_de_Chuquisacahttp://es.wikipedia.org/wiki/junta_Tuitivahttp://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Domingo_Murillo

15 Hernán Rodríguez Castelo, ¿Quito o Chuquisaca-La Paz?, en Bol. de la Academia Nacionalde Historia, No. 180, 2008

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septiembre y asumió el mando Murillo hasta su derrota en noviembre16.Así nació el pronunciamiento del viernes 10 de agosto de 1809,

día de San Lorenzo, consecuencia de un largo y complejo proceso forta-lecido en determinadas corrientes de pensamiento que se venían divul-gando y madurando desde hace más de medio siglo17, y de la apre- miante necesidad de recuperar para Quito el peso político y económicoperdido desde el siglo XVIII18, traducido en varios intentos fallidos re-vestidos de peticiones de mayor autonomía desde la presidencia au-diencial de D. josé García de León y Pizarro. Se dio inicio ese día almovimiento, autonomista–independentista y republicano–monarquis-ta– liberal en su origen y claramente emancipador, republicano al estiloestadounidense, y antimonarquista en su cenit, que concluirá tras casitrece años de un continuo batallar, el 24 de mayo de 1822 en la manu-misión completa del territorio del entonces conocido como reino de Qui -to, y el 9 de diciembre de 1824 en la casi consolidación de la inde- pendencia de la Sudamérica española tras la batalla de Ayacucho, ga-nada por Sucre, aunque definitivamente afianzada al caer la fortalezade El Callao en enero de 182619. Solo unos cuantos días antes, el 6 deagosto de 1809, Ruiz de Castilla aseguraba a la Suprema junta Guber-nativa de la Monarquía Española que no había razón para desconfiardel señalado precedente juramento dado el 9 de diciembre de 1808, perolos insurgentes quiteños en el Manifiesto de la junta Suprema de Quitoal Público del mismo 10 elaborado por Morales y en oficios subsiguien-tes justificaban la instalación de la junta Suprema quiteña en razón deque consideraban extinguida la representación global atribuida a lajunta Central Española reducida a mandar solo sobre Andalucía, singozo del beneplácito de la voluntad general puesto que el conjunto es-pañol era más amplio y constituido por más reinos que tenían el mismoderecho para eregir su propia junta con la calidad de suprema y tambiéninterina como las que se habían constituido en 1808 en la península20.

Frecuentemente se considera términos antitéticos las palabras

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16 http://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_de_Chuquisacahttp://es.wikipedia.org/wiki/junta_Tuitivahttp://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Domingo_Murillo

17 Mena Villamar, Claudio, El Quito Rebelde (1809-1812), Abya Yala – Letra Nueva, Quito, 199718 Alonso Valencia Llano, Élites, burocracia, clero y sectores populares en la Independencia Qui-

teña (1809-1812), Rev. Procesos No. 3, 199219 Octavio Latorre T., El dominio del mar: un factor olvidado en nuestra historia republicana,

en Bol. de la Academia Nacional de Historia No. 181, Quito, 200920 De la Torre Reyes, Carlos, La Revolución de Quito del 10 de Agosto de 1809, Banco Central

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república y monarquía, sin embargo, para entonces, conforme la con-cepción política hispanista, no gozaban de absoluta diferencia, la repú-blica, es decir, la cosa pública, para su bienestar, o felicidad como sedecía, podía adoptar para obtener ese bien tan preciado y deseado, comoprincipales sistemas de gobierno, ya sea, la monarquía, la aristocracia ola democracia, o bien una mezcla simultánea de elementos de todos esossistemas y otros secundarios, y durante las revoluciones americanas,desde la de los Estados Unidos de América, lo que se produjo al fracasarla primera opción, es decir, la monárquica, fue derivar en la adopciónde concepciones de organización política de estilo democrático–aristo-cratizantes, reflejo algo modificado del sistema político espartano, antesque del ateniense, mayormente participativo. Como consecuencia de lasrevoluciones americana y francesa, según el interés respectivo o con-forme la confusa transformación política también presente en la termi-nología, se mantienen sus significados o se convierten en términosopuestos, de allí que no es sorprendente que dentro de las mismas filasespañolistas, se considere al sistema político que se pretendía implantarpor los rebeldes quiteños, o bien, como republica monárquica o biencomo cosas contrapuestas tanto lo republicano como lo monárquico, oque se hubiera provocado denominar socarronamente al nuevo Estadocomo Imperio de Quito al intentar asemejar el sistema adoptado con elque existió en el Imperio Romano que dispuso de otra naturaleza.

En el documento que formalizó el primer grito de independen-cia, el instrumento en el cual se organizó el establecimiento y funcionesde las primeras instituciones propias del naciente país, que fueron laJunta Suprema de Quito, la Falange y el Senado de Justicia, denomi-nada por sus contemporáneos, independentistas y detractores, en susdocumentos oficiales y declaraciones como “Constitución” o “Acta”o “Constitución y Acta popular” o “Acta del pueblo” o “Acta Consti-tucional”, generalmente conocida como Acta de Independencia o pri-mera Acta de Independencia, primera ley fundamental propia escritaen nuestro país, aunque de incipiente elaboración teórica y técnica,“pieza jurídica de trascendental fuste político: la reasumisión de la so-beranía o derecho de gobierno por los representantes del pueblo” en pa-labras del ex Presidente de la Corte Suprema de justicia y ex PresidenteConstitucional Interino Dr. Manuel María Borrero González21, suscrita

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del Ecuador, Centro de Investigación y Cultura, Colección Histórica XIII, Segunda Edición,Quito, 1990 (Primera Edición, 1962)

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el señalado día 10 por una asamblea compuesta por los diputados ba-rriales de la capital, realizada en el Palacio Real, actual Palacio de Ca-rondelet, ratificada el día 16 por una asamblea popular ampliada en laSala Capitular del convento de San Agustín, a la que asistieron, entreotras autoridades, los flamantes dignatarios judiciales todos togados,presididos por el Dr. D. josé Xavier de Ascázubi y Matheu, y jurada enla Catedral el 17 según el español anónimo22, lo que parece más real, oel 19 conforme el autor del Viaje Imaginario23, se dispuso la creación delas instituciones mencionadas. El Senado era el máximo efectivo órganoadministrador de justicia, función que debía cumplirla basándose enlos principios de prontitud y rectitud, denominados actualmente de ce-leridad y probidad; en tanto que la Falange era el ejército, al que se leotorgó tal nombre por Quiroga en memoria de las huestes macedoniasde Alejandro Magno24.

El máximo tribunal judicial como el gobierno y el ejército esta-ban encabezados, conforme la flamante constitución organizativa polí-tica adoptada en el reino de Quito, por el monarca reinante D. FernandoVII de Borbón. El ánimo autonomista–emancipador se refleja entre losprotagonistas de la revolución, muestra de ello se encuentra en la cartadel Marqués de Villa Orellana dirigida en 1809 al Dr. D. julián FranciscoCabezas25, resaltada por Demetrio Ramos Pérez26, en ella expresaba que:“Hemos logrado nuestra libertad, porque los motivos urgentísimos y

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21 Borrero González, Manuel María, La Revolución Quiteña 1809-1812, 196222 Rodríguez Ordóñez, jaime Edmundo, La revolución de 1809: Cinco cartas de un realista anó-

nimo, en Rev. del Archivo Nacional de Historia No. 19, Casa de la Cultura, Quito, 1973 (pu-blicadas originalmente en las Memorias del General O`Leary, Caracas, 1881, T.XIII)

23 Manuel josé Caicedo y Cuero (atribuido a), Viaje Imaginario por las provincias limítrofes deQuito, y regreso a esta capital, en Biblioteca Ecuatoriana Mínima, No. 16: Cronistas de la In-dependencia y de la República, Quito, 1960 (existen ediciones anteriores, la primera anteriora 1890).

24 Rodríguez Ordóñez, jaime Edmundo, La revolución de 1809: Cinco cartas de un realista anó-nimo, en Rev. del Archivo Nacional de Historia No. 19, Casa de la Cultura, Quito, 1973 (pu-blicadas originalmente en las Memorias del General O`Leary, Caracas, 1881, T.XIII)

25 Luis Felipe Borja Pérez (hijo), Para la historia del 10 de agosto de 1809, Boletín de la Sociedadde Estudios Históricos Americanos, Tomo II, Nos. 4-6, Colección de Revistas EcuatorianasXXIX, Banco Central del Ecuador, Segunda Edición, Quito, 1988: Lista de sujetos que compo-nen la Suprema junta, el Senado y jefes de la Falange enviada el 21 de agosto de 1809 por elMarqués de Villa Orellana a su tío el Dr. D. julián Francisco Cabezas, y cartas de los Quiñones,todos comprendidos dentro de uno de los tantos procesos incoados a los patriotas (primeraedición, 1919).

26 Demetrio Ramos Pérez, entre el Plata y Bogotá, cuatro claves de la emancipación ecuatoriana,Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1978, pp. 71-269.

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peligro inminente en que estábamos por la guerra abierta que los espa-ñoles europeos nos habían declarado a los americanos…, forzó a que setomase la resolución de quitarles el mando…”. Es patente la intenciónautonomista–independentista, si se acepta las declaraciones de algunosespañoles que afirmaron que “a la voz de ́ Quién vive?´, no se respondiómás con ´España´ sino con ´El Rey´” y cuando en la Constitución, pararepresentar al monarca, se designaba la junta Suprema, para actuar ensu nombre “mientras Su Majestad recupere la Península o viniere a im-perar en América”. Los insurgentes, en principio, monárquicos o realis-tas, dejaban a salvo de toda sospecha a la figura del príncipe reinante,pero acusaban al mal gobierno europeo como causa de todos los males,así desconocían a la junta Suprema Central española, dejaban a la Au-diencia sin funciones; y abrían una puerta para una futura transforma-ción de corte republicano no necesariamente monárquico si no secumplía una de esas dos condiciones por parte del monarca, no impli-caba para un futuro próximo necesariamente que por ausencia del Reyla monarquía debía ser representada permanentemente por otros cuer-pos políticos.

La junta Suprema, también denominada junta Suprema Guber-nativa o Suprema junta o junta Soberana o Consejo Central o junta Cen-tral o junta Suprema Gubernativa Interina o Suprema junta Gubernativao junta Gubernativa Interina o junta Suprema Nacional, generalmenteconocida como primera junta, estuvo presidida por el quiteño D. juanPío Montúfar y Larrea, Marqués de Selva Alegre, quien también fue ti-tulado Presidente del Estado, e integrada por los ministros o secretariosde estado Dr. D. juan de Dios Morales y Leonín, n. de Santiago de Armade Ríonegro en la neogranadina Antioquia, Dr. D. Manuel Rodríguezde Quiroga y Cuenca, nativo de Chuquisaca27, la actual ciudad bolivianade Sucre, Vicerrector de la Universidad de Sto. Tomás, y el quiteño D.juan de Larrea y Villavicencio, cuñado de Montúfar, en los despachos:el primero para los asuntos internos, negocios extranjeros y de la guerra(y además se lo designó como Superintendente General de Correos), elsegundo para el de gracia y justicia, y el tercero para el de hacienda; loscuales como tales eran individuos natos de la junta Suprema. Quirogay el indicado Salinas, Inspector General de la Falange, serían quienestuvieron la iniciativa para presionar a dar el golpe revolucionario en

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27 Fernando jurado Noboa, Datos genealógicos del prócer doctor Manuel Rodríguez de Quirogay Cuenca, Revista Museo Histórico No. 48, 1970, pp. 100-106

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tanto que Morales se convirtió en el ideólogo, encausador y sostenedorde la permanencia de la revolución. Montúfar que hasta las dos de lamañana del 10 de agosto había estado en Quito desplegando esfuerzospara obtener la adhesión a la junta que debía proclamarse a la madru-gada de ese día, se ausentó, previo acuerdo con los demás complotadosque se encontraban en un planificado festejo, a esa hora a su haciendade Chillo, de donde fue llamado, con aparente sorpresa del Marqués, atomar su puesto, habiendo arribado a la capital a las tres de la tarde enmedio de una gran ovación.

Para el funcionamiento de los tres ministerios, se designaroncomo Cobachuelistas o Covachuelistas28 u Oficiales Primeros al quiteñoD. javier Villacís y Carcelén, al lojano Dr. D. josé Félix Valdivieso y Val-divieso, a Don N. Celi (que muy probablemente se trata del lojano Dr.D. Agustín Celi y González) y a Don N. Maldonado (que muy proba-blemente se trata de D. Miguel Maldonado, oficial de la Falange). No seespecifica a qué despachos ministeriales debían servir, pero es muy pro-bable que Villacís estuviera destinado al ramo de Guerra, Valdivieso alos asuntos interiores y exteriores, Celi al de Gracia y justicia, y Maldo-nado al de Hacienda. Respecto de Villacís se conoce que arrepentidodejó el cargo de Cobachuelista al darse cuenta que lo había aceptado envez de una capitanía en la Falange cuando ésta era mejor remunerada.Valdivieso y Celi no llegaron jamás a actuar pues siempre estuvieron enLoja y Cuenca, respectivamente. En lugar de Celi se conoce que estuvoactuando el ambateño D. Vicente Merino29. Muchos años más tarde losCobachuelistas30 fueron llamados Oficiales Mayores y actualmente Vi-ceministros o Subsecretarios.

Además la junta Suprema estuvo conformada por los marque-ses de Solanda y Villa Rocha D. Felipe Carcelén y Sánchez de Orellana,de Villa Orellana D. jacinto Sánchez de Orellana y Chiriboga, y de Mi-raflores D. Mariano Flores de Vergara y jiménez de Cárdenas, D. ManuelZambrano y Monteserrín, D. Manuel de Larrea y jijón, D. Manuel Ma-

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28 Rodríguez Ordóñez, jaime Edmundo, La revolución de 1809: Cinco cartas de un realista anó-nimo, en Rev. del Archivo Nacional de Historia No. 19, Casa de la Cultura, Quito, 1973 (pu-blicadas originalmente en las Memorias del General O`Leary, Caracas, 1881, T.XIII)

29 Núñez del Arco, Ramón, Informe del Procurador General de Quito de 20 de mayo de 1813,en Documentos Históricos, Los hombres de agosto, Boletín de la Academia Nacional de His-toria, No. 56, 1940

30 josé Canga Arguelles, Diccionario de hacienda para el uso de los encargados de la supremadirección de ella, T. II, Londres, 1826

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theu y Herrera, representantes de los barrios, y por el quiteño D. VicenteÁlvarez y Torres, secretario particular con voto. Posteriormente, el día12 incorporó como Vocales Natos de ella a los Obispos de Quito yCuenca doctores D. josé Cuero y Caicedo y D. Andrés Quintián Ponte yAndrade, respectivamente. Solo Cuero y Caicedo aceptó el día 15, aun-que a Quintián siempre se lo consideró miembro. Sarcásticamente paralos españolistas la junta Suprema era conocida como junta Nacional yMontúfar como jefe Supremo.

Se ha considerado que el Obispo Cuero y Caicedo fue tambiéndesignado Vicepresidente de la junta Suprema, sin embargo, según elespañol anónimo en carta de 25 de octubre de 1809 y subsiguientes,quien ocupó ese cargo fue el Marqués de Solanda. Al respecto, en el in-forme de Núñez del Arco de 1813, solo se menciona que el Obispo fuevocal nato; el 14 de agosto de 1809 era considerado por Ruiz de Castillacomo eminencia gris tras la presidencia de Montúfar y le atribuía iróni-camente la calidad de ser el real Presidente31; y el día 16 de agostocuando se ratificó el Acta Constitucional, conforme el español anónimo,en la sala capitular del convento de los agustinos, la mesa directiva laconformaban el Presidente Marqués de Selva Alegre, sentado al medio,acompañado a los lados por el Obispo y por el “Vicepresidente Marquésde Solanda”. Según Isaac Barrera, el Cabildo Eclesiástico aconsejó a Cai-cedo que ejerciera el cargo vicepresidencial, sin embargo, parece queexiste confusión, y a lo que se refería es a la función de Vocal. El 7 deseptiembre el Obispo Cuero y Caicedo había dejado de concurrir a lassesiones de la junta Suprema. El Marqués de Solanda tuvo tan bajo perfilposteriormente que incluso se lo ha considerado uno de los más radica-les españolistas durante esta primera revolución, situación que cambióen la segunda en que apareció como un cauto rebelde. El Marqués deMiraflores también renunció muy pronto a su calidad de representante.

El 11 de agosto se tomaron una serie de medidas económicas.El día 13 de agosto, ante el requerimiento del Presidente del Estado, laHonorable junta y los Oidores de la Audiencia Nacional, el ayunta-miento capitalino designó como sus representantes para integrar lajunta Suprema al quiteño D. juan josé Guerrero y Matheu y a D. Mel-chor Benavides, que se incorporaron el mismo día. Ese mismo día loscabildos riobambeño e ibarreño designaban como sus representantes a

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31 Alfredo Ponce Ribadeneira, Quito: 1809-1812 según los documentos del Archivo Nacional deMadrid, Madrid, 1960

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la junta, el primero al mismo D. Manuel Zambrano y Monteserrín, re-presentante por el barrio quiteño de San Sebastián por haberse excusadosu hermano D. Estanislao32, y el segundo a D. Manuel de Zaldumbide33.Se desconoce a los representantes de los cabildos de Otavalo, Latacunga,Ambato, Guaranda y Alausí. El 17 de agosto tras la jura de la Constitu-ción, se estableció la Orden de San Lorenzo, en conmemoración del díadel golpe, para gratificar a quienes presten servicios relevantes a la pa-tria. En los días siguientes se dictaron decretos respecto de organizaciónhospitalaria, instalación de Academias, un Gabinete de Historia Natural,un jardín Botánico, entre otros34. El 27 de agosto la villa de Ambato ju-raba el Acta Constitucional35 y Riobamba lo hacía el 29 de agosto36.

La Falange tenía por Comandante en jefe al Rey, representadoen el ejercicio de ese destino por la junta Suprema, la cual controlabapolíticamente a ese ejército a través de Morales, Ministro de Guerra, entanto que se desempeñaba como lo que hoy conocemos como jefe deEstado Mayor y entonces como Inspector General el Coronel Salinas,quien para resguardar la defensa y sostener el flamante Estado, dividióla fuerza en dos, una para el norte y otra para el sur. La del norte tuvopor General en jefe al Vocal D. Manuel Zambrano, quien también se des-empeñó como Embajador ante los cabildos de Popayán, Pasto y Barba-coas, y a sus órdenes militaron el presbítero Dr. D. josé Riofrío y elTeniente Coronel D. Francisco javier de Ascásubi y Matheu, capturadodurante la campaña contra Pasto; Riofrío y Ascásubi luego fueron muer-tos el 2 de agosto de 1810. La del sur tuvo varios Generales en jefe con-forme la campaña militar que debía emprenderse, uno de ellos fue elTeniente Coronel D. Antonio Ante y otro el Sargento Mayor D. ManuelAguilar y Viteri. jamás existió el grado de General y cuando consta enla documentación patriota de la época este trato se refiere a la calidadde General en jefe como también se decía entonces a quien comandabauna campaña de gran envergadura en tanto que en la información es-pañolista el tratamiento acota un sentido burlesco.

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32 Alfredo Costales Samaniego, Década sangrienta, Quito, 195433 Cristóbal Tobar Subía, Monografía de Ibarra, Centro de Ediciones Culturales de Imbabura,

1985 (primera edición en 1929)34 Rodríguez Ordóñez, jaime Edmundo, La revolución de 1809: Cinco cartas de un realista anó-

nimo, en Rev. del Archivo Nacional de Historia No. 19, Casa de la Cultura, Quito, 1973 (pu-blicadas originalmente en las Memorias del General O`Leary, Caracas, 1881, T.XIII)

35 Fausto Palacios Gavilanes, Apología, honores y reivindicación de Celiano Monge, en Bol. dela Academia Nacional de Historia, No. 180, 2008

36 Alfredo Costales Samaniego, Década sangrienta, Quito, 1954

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La institución judicial estuvo compuesta de doce senadores, a losque también se los llamaba “Senadores y Ministros Togados”, todos doc-tores, distribuidos en dos Salas: Civil y Criminal, consideradas tambiéncomo la primera y segunda salas, cada una con tratamiento de alteza. ElSenado estaba efectivamente dirigido por un gobernador, que a su vezpresidía las dos Salas, aunque efectivamente solo presidía la Sala de loCivil, con dos mil pesos de sueldo y tratamiento de usía ilustrísima. LaSala de lo Criminal, estaba presidida teóricamente por el gobernadorpero efectivamente por un regente subordinado al gobernador, con dosmil pesos de sueldo y tratamiento de señoría; los demás ministros con elmismo tratamiento anterior y mil quinientos pesos de sueldo; agregán-dose un protector general de indios con honores y sueldos de senador, yun alguacil mayor con los tratamientos y emolumentos de la Audiencia.

Se nombró a los siguientes seis senadores para integrar la Salade lo Civil, como Gobernador, y su vez en la práctica cabeza máxima deltribunal en pleno, al quiteño D. josé javier Ascázubi y Matheu; decano(es decir, más antiguo en la nominación) al bugueño D. Pedro jacintoEscobar y Ospina; ministros fueron electos el quiteño D. josé FernándezSalvador y López, el popayanejo D. Ignacio Tenorio y Carvajal y el qui-teño D. Bernardo Ignacio de León y Carcelén; y como fiscal fue desig-nado el quiteño D. Mariano Merizalde. Para formar parte de la Sala delo Criminal, o del Crimen como también se la llamó, se eligió otros seissenadores, como regente al español Oidor D. Felipe Fuertes y Amar,como decano al payanés D. Luis Quijano y Carvajal, como ministros albugueño D. josé del Corral y Bandera, D. Víctor Félix de San Miguel yCacho, n. de la neogranadina Mompox, y el popayanejo o payánes D.Salvador Murgueitio y Castillo, cuñado del vocal Zambrano, y comofiscal al quiteño D. Francisco javier de Salazar y Alvear. Fueron nom-brados como Protector General de Indios D. Tomás Arechaga, n. deOruro en la actual Bolivia, y como Alguacil mayor o Alguacil Mayor deCorte D. Antonio Solano de la Sala y Piedrahita37. Parte de ellos se po-sesionaron el día 18.

Curiosamente, el Senado, conocido eventualmente tambiéncomo Real Senado o como Consejo, era el máximo Tribunal judicial en

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37 Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República de Colombia. http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/actas-de-independencia/actas-declaraciones-independencia-001.html:Armando Martínez Garnica e Inés Quintero Montiel, Actas de formación de juntas y declara-ciones de independencia (1809-1822), Reales Audiencias de Quito, Caracas y Santa Fe, UIS,2007

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la práctica, sin embargo, coexistió con la Audiencia, que durante esteperiodo, se denominó también Audiencia Nacional, la cual se mantuvoteóricamente, aunque sin poder judicial y político reales como el másalto tribunal de justicia y máximo organismo de gobierno, facultad estaúltima que pasó realmente a la junta Suprema. Las autoridades de lavieja Audiencia, su Presidente el Conde Ruiz de Castilla y dos de susOidores, el Regente D. josé Fuentes González Bustillos y el Dr. D. joséMerchante de Contreras, fueron destituidos el 10 de agosto y manteni-dos en prisión unos días. Se ratificó por los revolucionarios como Oidora D. Felipe Fuertes y Amar, y se designó por el flamante régimen eman-cipado, por existir una plaza vacante de Oidor en ese organismo, al bar-bacoano Dr. D. Pedro Manuel Quiñones y Cienfuegos, cuñado del mar-qués de Miraflores, personaje este último, es decir, el Marqués, conside-rado como uno de los principales propagadores de las ideas revolucio na -rias francesas de libertad, igualdad y fraternidad y cuyo cadáver en 1810fue velado y sepultado con custodia militar por temor de que hubiera fin-gido su deceso para escapar. Tanto Fuertes y Quiñones, nominales Oido-res Ministros Togados de la Audiencia, recibieron nombramientos se na- toriales lo que en la realidad les permitía ejercer la judicatura.

La junta Suprema, en nombre del Rey, expresaba el 26 de sep-tiembre que debido a “los motivos de sospecha y desconfianza que elPueblo de Quito tenía en los antiguos Magistrados y Ministros, se creó,entre otros objetos, un Senado de justicia, compuesto de dos Salas, unapara el despacho de los negocios civiles, y otra para el conocimiento delo criminal, con los honores, distinciones y prerrogativas que tuvo miantigua Audiencia y Chancillería Real establecida en aquella Ciudad”,la que como ya se ha indicado solo existía nominalmente. El 23 de juliode 1813 D. joaquín de Molina, Presidente que fue de la Audiencia deQuito, ridiculizaba a los insurgentes llamándolos “griegos americanos”por denominar “senado” “(institución ajena a la tradición ibérica), aaquello que era en realidad una audiencia”, aunque Molina en todo casodebió decir romanos y no griegos; además, el Senado romano era másque un tribunal judicial.

El régimen entonces instalado duró hasta el 21 de octubre deese año de 1809 en la ciudad de Quito, ya que en los algunos corregi-mientos adheridos a la conmoción revolucionaria se había restauradoel gobierno del antiguo sistema. Hasta ese día la junta se mantuvo enuso de las plenas facultades que se había dado al constituirse, ya que

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ese día, astutamente, se adujo que siempre había reconocido a la Su-prema junta Central Española como la representante del Rey, con lo quese desvirtuó por completo su naturaleza. Continuó funcionando la jun -ta, que pasó desde el 21 a llamarse junta Provincial, como subordinadaa la Central Española, y las demás instituciones unos días más. La juntaSuprema y luego Provincial estuvo presidida desde el 14 o 15 al 25 porD. juan josé Torcuato Guerrero y Matheu, como sucesor del Marquésde Selva Alegre, aunque a Guerrero, heredero del condado de Selva Flo-rida, título que no le fue despachado por no haber cancelado lo adeu-dado por su posesión38, ya el 10 y 12 se lo encuentra actuando in terina-mente como presidente en alternancia con el titular marqués de SelvaAlegre, cuya dimisión fue aceptada por la primera junta el 13.

La subida de Guerrero a la presidencia fue precedida desde eldía 12 con una primera pretensión de Montúfar de dejar el cargo presi-dencial con la condición de elegir como presidente a D. Manuel Ruiz deUrries y Castilla, Conde Ruiz de Castilla, depuesto Presidente de la Au-diencia, y cuya reposición ya era preparada desde el 22 de agosto porMontúfar y a la que posteriormente coadyuvaron Guerrero, D. Manuelde Larrea y jijón, compensado en 1815 con el marquesado de San josé,y tardíamente el jefe de la fuerza militar Salinas, Quiroga y Morales,éstos tres presionados por las circunstancias. Desbaratada esta intenciónpor un motín producido la noche de ese mismo día cuyo tribuno fue elGobernador de Quijos D. Mariano Villalobos, al siguiente día el 13, sele aceptó la renuncia a Montúfar sin esa condición, a raíz de que Moralesse encargó de propagar la nueva. El marqués de Selva Alegre, su familiay sus partidarios huyeron de la multitud enfurecida en dirección a La-tacunga donde se encontraba ya el 18 de octubre y de vuelta en Quito el4 de noviembre, e incluso se llegó a difundir el rumor infundado queen Pujilí estaba levantando tropas para deshacerse de los empecinadosrevolucionarios Morales, Quiroga y Salinas39. Morales entonces preten-dió ser designado sucesor de Montúfar, pero no pudo lograrlo, lo queabrió pasó para que desde el mismo 13 de octubre se presenten variascandidaturas presidenciales a la junta, entre ellas la del marqués de Villa

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38 Demetrio Ramos Pérez, entre el Plata y Bogotá, cuatro claves de la emancipación ecuatoriana,Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1978, pp. 71-269

39 Rodríguez Ordóñez, jaime Edmundo, La revolución de 1809: Cinco cartas de un realista anó-nimo, en Rev. del Archivo Nacional de Historia No. 19, Casa de la Cultura, Quito, 1973 (pu-blicadas originalmente en las Memorias del General O`Leary, Caracas, 1881, T.XIII)

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Orellana propuesto por el barrio de San Roque que no llegó tampoco afructificar, y la del Gobernador del Senado de justicia D. josé javier deAscásubi y Matheu, propuesto por el mencionado Villalobos, el que fueaclamado pero que no pudo ser posesionado debido a una algarada tra-mada por su primo hermano Guerrero, con el apoyo de una brillante in-tervención de Quiroga, que obtuvo que la junta revea la designación deAscásubi y designe el 14 o 15 a Guerrero para reemplazar a Montúfar.En octubre, antes del día 12, el marqués de Villa Orellana había renun-ciado a su calidad de representante a la junta de Gobierno40.

La junta Provincial, previa capitulación del 24, el día 25 designófinalmente como Presidente de ella al Conde Ruiz de Castilla queaceptó. Ahora bien, según el español anónimo, el Conde entró inmedia-tamente a las once de la mañana a la ciudad, aunque según otras infor-maciones, despachó desde su quinta en Iñaquito donde estaba refugiadoy retornó a Quito el 28. Parece que la primera noticia tiene más asidero.Así, se dio inicio a la reposición de la Audiencia, según sus antiguas fa-cultades que tenía hasta antes del 10 de agosto, y, por otro lado, se pa-ralizaba la campaña militar que Morales y Salinas tenían planeadahacer para tomar Pasto. Según lo acordado en la capitulación no se re-puso –aún– a los dos oidores: el Regente Fuentes González Bustillos,que había jurado que bebería la sangre de unos 14 líderes rebeldes, ni aMerchante ni a otros funcionarios españoles. Solo el Oidor Fuertes y elFiscal interino Arechaga debían ser repuestos en sus antiguos empleosy además fueron llamados a reintegrarse al Real Senado de Justicia, ins-titución que conforme lo capitulado debía ser modificada consensual-mente por el Presidente Conde Ruiz de Castilla y la junta según lodisponían las leyes de las Partidas 63, 97 y 108 del libro segundo título10 o 15 de las municipalidades; se consideraba que esos individuos go-zaban de la estimación pública, aunque el primero, momentáneamente,no se integró pretextando que el insurgente D. juan Salinas continuabaal mando de la Falange de Guerra, creación de los independentistas.Otro punto acordado fue que se cambie los tratamientos de la junta ysus integrantes. A Salinas por haber accedido a última hora a la reposi-ción de Ruiz de Castilla se intentó matarlo en Machachi por el TenienteCoronel D. Antonio Ante y los capitanes D. juan Ante y Valencia y D.Andrés Salvador y López, hermano del ex senador y el cual en la se-

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40 Alfredo Costales Samaniego, Década sangrienta, Quito, 1954

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gunda era revolucionaria, cambiando de criterio, facilitó la llegada delas tropas de Montes a Quito. No se conoce quien fue primero en expre-sarlo, si González Bustillo al decir que caerían 14 dirigentes revolucio-narios, o si el Marqués de Selva Alegre que fue acusado de habersemanifestado públicamente por “la conveniencia de ahorcar a catorcechapetones en la plaza mayor”.

De manera progresiva, la Audiencia volvió a su estado pleno deatribuciones, el día 27 de octubre el Presidente de la junta ProvincialRuiz de Castilla en conformidad con los vocales que habían quedado,según el español anónimo en carta de 30 de noviembre, Guerrero, elMarqués de Solanda, Benavides y el Secretario Álvarez, y conformeotras informaciones, Guerrero, Benavides, Zambrano y el Secretario Ál-varez, destituyó a “los Secretarios de Estado, Guerra, Gracia y justicia yHacienda, mediante a que según los principios expuestos, deben quedarsin funciones y abolida la potestad Suprema que se atribuyó arbitraria-mente a la junta instalada el 10 de agosto del presente año”, y poco apoco aniquiló sus demás creaciones, proceso que en el aspecto militarse puede dar por concluido el 25 de noviembre con la disolución quehizo el Coronel D. juan de Salinas y Zenitagoya, cabeza militar visibleque fue de la revolución, del Escuadrón de Dragones del que se habíahecho cargo el 17 de noviembre tras renunciar a la Comandancia de lasCompañías de Infantería sobre las cuales ya tenía el mando antes del 10de agosto. Salinas nuevamente pasó a ser como Capitán y con el gocede su sueldo. Militarmente el ejército revolucionario ya no era necesariopues para el 24 de noviembre había ya arribado a Quito el ComandanteD. Manuel Arredondo y Mioño, heredero del Marquesado de San juanNepomuceno, al mando de las huestes limeñas, tras impedir Ruiz deCastilla que arribaran a la capital las fuerzas comandadas por el Gober-nador de Cuenca Aymerich, a quien consideraba un peligroso rival, elque fue persuadido por Guerrero y San Miguel, enviados del Conde. El25 de noviembre entraba Arredondo con el grueso de sus tropas entrelas 9 y 10 de la mañana y se hacía cargo de todas las armas de la Falange.El 29 de octubre quisieron renunciar los vocales de la junta Provincialpero Ruiz de Castilla lo impidió según comunicaba en oficio del 2 denoviembre ya que creía que aún era conveniente mantenerla para no al-terar los ánimos. Sin embargo, Ruiz de Castilla no se deshizo completa-mente todavía de Morales a quien designó Secretario de la Presidenciade la Audiencia, según informaba el Gobernador de Cuenca D. Melchor

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de Aimerich el 13 de noviembre, fecha en que también se encontraba enAmbato el Oidor Merchante, y se confirmaba que Salinas continuaba alfrente del mando militar.

El 3 de noviembre Ruiz de Castilla daba a luz un bando en queexpresaba que era su intención cumplir con el convenio de capitulación,aún existían unas agonizantes junta, Senado de justicia y Falange deGuerra, y en ese acto, aunque hizo leer una proclama del guayaquileñoDr. D. josé de Silva y Olave, electo vocal representante del virreinato delPerú a la junta Central Española en que se recomendaba prudencia paracontrarrestar la revolución, su actuación posterior demostraría que nole llegó ese mensaje ni el de la proclama emitida por el Virrey Abascalde 17 de septiembre en que se prometía no causar daño si la revolucióndesaparecía. Incumpliendo las capitulaciones, el 8 de noviembre se dabafin a las dos primeras instituciones, y la Audiencia compuesta por elOidor Fuertes y conjueces nombrados, expidió el mismo día un RealAcuerdo declarando que todas las providencias expedidas en los juiciostramitados desde el 10 de agosto por las dos Salas de lo Civil y de loCriminal, quedaban nulitadas por lo que entonces debían volver a sersustanciados al estado en que estuvieron al 9 de agosto. Antes, el 5 deoctubre el Virrey de Nueva Granada había autorizado que todos los re-cursos elevados desde Barbacoas y que se tramitaban en la Audienciaquiteña, hasta que se restablezca, pasen a ser conocidos provisional-mente por la Audiencia de Santa Fe, lo cual se hizo extensivo a toda laparte de la gobernación de Popayán sujeta a la Audiencia quiteña. El 21de noviembre de 1809 desde Túquerres el Regente de la Audiencia, aúnno repuesto, D. josé Fuentes González Bustillo, informaba que los re-beldes quiteños habían obligado a Ruiz de Castilla, tras la supresión delSenado, a fundar una Audiencia “haciendo Regente al referido Oidor D.Felipe Fuertes. Nombrando de Conjueces a dos Abogados que fueronsus Senadores”, pero esto era tan solo parte de la propaganda españo-lista para presionar a restablecer en sus puestos a los denostados fun-cionarios, se trataba de la Audiencia que poco a poco recuperaba susfacultades, claro que para ello necesitaba para funcionar de personasdispuestas a ejercer interinamente esa responsabilidad, se ignora quie-nes fueron los dos ex senadores que integraron ese tribunal audiencial.

De esta forma desapareció esta primera convulsión libertaria,luego de verificarse desde el mismo agosto, a los pocos días de organi-zado el nuevo sistema político, la progresiva contrarrevolución españo-

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lista dentro de las mismas filas de las instituciones creadas, así como lasdeserciones, maquinadas por los Calisto, de los cabildos de Ambato (5de octubre), Riobamba (8 de octubre), Guaranda (11 de octubre), Alausíy Latacunga, y también de las tropas estantes en esas provincias, dondese organizaron compañías propias; y al conocerse la inminente llegadade las tropas represoras virreinales peruanas procedentes de Lima, lasneogranadinas procedentes de Santa Fe al mando de D. josé Dupret, lasde Popayán a cargo de D. Antonio Mendizábal, las de Pasto bajo elmando de D. Francisco Gregorio de Angulo, las de Cali bajo la coman-dancia de D. josé María Quijano, las de Cuenca (que jamás entraron ydebieron regresar desde Ambato) y las de Guayaquil formadas por unescuadrón de dragones que entraron en enero de 1810 con el Goberna-dor Cucalón. Para el 14 de octubre también Latacunga y para el 26 tam-bién Ibarra habían regresado al redil españolista, aunque esta última yOtavalo solamente después de Quito, es decir, luego de la entrega de lapresidencia de la junta a Ruiz de Castilla, puesto que en esos corregi-mientos norteños se mantenían vivos los operativos de la campaña mi-litar contra Pasto, ciudad que nunca fue tomada. En Ibarra y Otavalofracasaron las gestiones desplegadas por D. Nicolás Calisto y Borja paraobtener la defección de sus cabildos, en su lugar fue tomado prisioneroy enviado a Quito. Cuando se supo la deserción de las poblaciones de-sertoras situadas al sur de Quito, Morales, Quiroga y Salinas intentaronrearmar una operación militar para reconquistarlas, sin embargo, debidoal frágil estado de conjuración existente en la ciudad se abandonó la ideapues hubiera sido imprudente tanto dejar la capital como atacar con unafuerza militar cada vez era más reducida.

Coincidencialmente, los tres Oidores Fuentes González Busti-llos, Merchante de Contreras y Fuertes Amar y el Asesor general de Go-bierno D. Fco. Xavier de Manzanos y otros funcionarios destituidosestaban desterrados en varias partes del territorio sujeto al régimenemancipador, haciendo propaganda contra la rebelión de agosto. LosCalisto y su círculo desde un principio se mostraron como opositoresdel nuevo régimen, uno de ellos, el español D. Pedro Pérez Muñoz,yerno de D. Pedro Calisto y Muñoz, fue Secretario designado para eva-cuar las diligencias procesales cuando en marzo se abrió causa de estadocontra varios de los futuros implicados en el golpe agostino como severá más adelante, y tanto él como su familia política para desvirtuarcualquier encubrimiento cuando en los primeros días de abril de 1809

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se fingió el robo de los legajos que contenían el juicio41, los mismos queasomaron en el estudio de Quiroga mágicamente cuando el prócer ne-cesitó hacer su alegato de defensa en 1810, tomaron la resuelta actitudde demostrar furibundamente que eran enemigos de la causa patriotacomo en su momento veremos la misma actitud en Arechaga, Fuertes ySan Miguel. El 30 de noviembre se renovaba el juramento de fidelidada la junta Central Española42.

Desde un primer momento, hubo un intento por cubrirse las es-paldas en caso de que fracase el movimiento revolucionario, prueba deello es el Acta de Exclamación del Cabildo Eclesiástico quiteño deagosto, así como el Acta Secreta del Cabildo riobambeño de 5 de sep-tiembre43, un Acta Secreta firmada por los vecinos de Guaranda, y al pa-recer también una posiblemente existente Acta Secreta del Cabildoibarreño44. También caen dentro de este acto, las cartas del Marqués deSelva Alegre al Virrey Abascal para conseguir la reposición de Ruiz deCastilla, las misivas de octubre de Salinas al Conde Ruiz de Castilla, laactitud de Quiroga de no suscribir las actas anteriores al 11 de agosto, yla correspondencia secreta descubierta cruzada en abril de 1811 durantela segunda revuelta entre el Comisionado Regio D. Carlos Montúfar yel Presidente de la Audiencia D. joaquín Molina, el Gobernador deCuenca D. Melchor de Aymerich y el Obispo de Cuenca D. AndrésQuintián45.

La revolución nacida radical, esperanzadora e innovadora, fueapagando su ardor, al verse materialmente cercada y aislada económi-camente, al parecer la actitud de Montúfar y otros más, manifiesta endevolver la autoridad a la Audiencia, empezó a convertirse en la másapropiada solución para evitar una tragedia de mayor proporción, loque no se consiguió, pues entre las noches del 3 y 4 de diciembre, so pre-texto de haber develado nuevos planes de rebelión, empezaron los arres-tos e instrucciones judiciales contra los patriotas que culminaron en la

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41Francisco Xavier Aguirre Abad, Bosquejo histórico de la República del Ecuador, Anuario his-tórico jurídico ecuatoriano, Vol. III, Corporación de Estudios y Publicaciones, Guayaquil, 1972

42Rodríguez Ordóñez, jaime Edmundo, La revolución de 1809: Cinco cartas de un realista anó-nimo, en Rev. del Archivo Nacional de Historia No. 19, Casa de la Cultura, Quito, 1973 (pu-blicadas originalmente en las Memorias del General O`Leary, Caracas, 1881, T.XIII).

43Alfredo Costales Samaniego, Década sangrienta, Quito, 1954.44 Cristóbal Tobar Subía, Monografía de Ibarra, Centro de Ediciones Culturales de Imbabura,

1985 (primera edición en 1929).45 “El Filósofo en su retiro”, “Reflexiones de un filósofo en su retiro” 1 de abril de 1812 ( Archivo

de Cristóbal de Gangotena y jijón), en Documentos Históricos, La revolución de agosto, Bo-letín de la Academia Nacional de Historia, No. 64, 1944.

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horrenda y fatídica inmolación de los principales protagonistas de la re-volución que despertó la conciencia libertaria de la América española.Cumplidos los arrestos indicados, Ruiz de Castilla, según carta del día6 de diciembre, reinstaló inmediatamente el día 5 en sus puestos de Oi-dores a Fuentes González Bustillos y a Merchante de Contreras y a losotros funcionarios españoles separados de sus cargos. Quizás, el inde-ciso y tímido Montúfar en un intento desesperado por salvar la causapatriota, tuvo un repentino aunque inútil arrojo de escribir el 14 de sep-tiembre de 1809 una carta solicitando armas y municiones al gobiernobritánico y a cualquier barco de esa bandera cercano a las costas esme-raldeñas que pudiera proporcionárselo.

Caso curioso, como consecuencia de la progresiva restauracióndel viejo régimen, fue que en parte de la provincia de Esmeraldas semantuvo una leve llama revolucionaria, las autoridades designadas porel régimen revolucionario duraron hasta luego del 4 de diciembre de1809, uno de aquellas fue el Cap. D. josé Miguel Betancourt y Nicolalde,Teniente de Gobernador y Administrador de Rentas (o Factor) de Taba-cos, residente en Atacames, el cual fue depuesto y arrestado después deese día por una asonada contrarrevolucionaria46. Hacemos notar que laprovincia de Esmeraldas estuvo expuesta en el mes de septiembre a laconvivencia y lucha entre autoridades tanto patriotas como españolistas,se conoce de la furia invasora a principios de mes del cuencano D. joséUrión, Teniente del puerto esmeraldeño de la Tola, quien destruyó elpueblo de Piti y expulsó al cura del pueblo de Esmeraldas por haberseadherido a la causa patriota47, así como los preparativos que hacia el día22 de ese mes organizaba D. Guillermo González para tomarse a nombredel cabildo españolista de Pasto las poblaciones esmeraldeñas de Tu-maco y Carondelet, noticia que comunicaba el Dr. D. josé Riofrío desdeTulcán al Comandante que se encontraba en Ibarra para que tome lasdebidas precauciones48, lo que si se dio, pues desde Barbacoas se atacó

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46 Fernando jurado Noboa, Historia Social de Esmeraldas: Indios, negros, mulatos, españolesy zambos del siglo XVI al XX, T. I: A-B-C, Revista de la Sociedad Amigos de la Genealogía –SAG- No. 102, Quito, enero de 1995, pp. 174-176

47 Manuel josé Caicedo y Cuero (atribuido a), Viaje Imaginario por las provincias limítrofes deQuito, y regreso a esta capital, en Biblioteca Ecuatoriana Mínima, No. 16: Cronistas de la In-dependencia y de la República, Quito, 1960 (existen ediciones anteriores, la primera anteriora 1890)

48 josé Riofrío, Cartas de Riofrío a Morales, 1809, en Pensamiento Ilustrado Ecuatoriano, estudiointroductorio y selección del Dr. Carlos Paladines, Biblioteca Básica del Pensamiento Ecuato-riano, Vol. IX, Banco Central del Ecuador – Corporación Editora Nacional, 1981

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a fines de mes Carondelet, La Tola (que para entonces estaba controladapor los independentistas) y Esmeraldas49.

El 5 de enero de 1810 el Regidor D. Pedro Calisto escribía queMontúfar se encontraba prófugo pero que gran parte de los miembrosde la junta se paseaban serenamente incluidos los antiguos Senadores.El proceso judicial levantado desde diciembre de 1809 continuó en eltrascurso del primer semestre de 1810.

“¿Hubo o no hubo traición?” se pregunta el notable historiadorDemetrio Ramos Pérez, quien analiza el hecho de la siguiente manera:“La traición es siempre la cómoda explicación de un fracaso. Y no cabeduda que en el movimiento del 10 de Agosto la hubo, sin que la traiciónfuera el personaje clave. La reposición del depuesto presidente condeRuiz (de) Castilla fue una fórmula a la que se apela el 25 de octubre parasalir de la situación creada, que era, en definitiva, lo que perseguían lascartas de Montúfar al virrey de Lima, una vez que pudo comprenderque las provincias no secundaban en común la iniciativa quiteña”50.

Equivocaciones, indecisiones, arrepentimientos, oportunismos,falta de perspectiva, ingenuidad, quemeimportismo, novelería, tomasde partido forzosas, divisionismo, oposición, antes que la misma deser-ción y felonía, acabaron con el primer momento revolucionario inde-pendentista quiteño, los próceres no consiguieron mantener el suficienteentusiasmo por la causa en las filas de la misma nobleza, de la clasemedia, de la masa, del ejército y del clero, que se inmovilizaron, e inclusoexpresaron su molestia y rechazo al nuevo régimen, incapaz de fran-quear un bloqueo territorial bien concertado en sus fronteras, la oposi-ción fue creciendo cada vez más antes las adversas circunstancias, lafalta de visión e ingenuidad respecto de las oportunidades que se rega-laban a Cuenca, Guayaquil, Popayán y Pasto con este motivo para su-plantar a la débil Quito como centro de poder, astutamente explotadassobre todo por el Virrey del Perú, obligaron a los juntistas a transar sufin. Popayán tenía razones de peso, incluso intelectuales, para pretenderser capital de un reino, conocida entonces era la frase “Todo el mundoes Popayán” y si no veamos cuantos senadores de justicia eran origina-rios de esa jurisdicción: Escobar, Tenorio, Quijano, Corral, Murgueitio,

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49 Alonso Valencia Llano, Élites, burocracia, clero y sectores populares en la Independencia Qui-teña (1809-1812), Rev. Procesos No. 3, 1992

50 Demetrio Ramos Pérez, entre el Plata y Bogotá, cuatro claves de la emancipación ecuatoriana,Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1978, pp. 71-269

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Quiñones, Tejada y Cabal, además, estaba el funcionario jiménez. Losgobernadores de Cuenca D. Melchor de Aymerich, de Guayaquil D. Bar-tolomé Cucalón y Villamayor y de Popayán D. Miguel Tacón aspirabana sustituir a Ruiz de Castilla en la presidencia de la Audiencia quiteña.Pasto pretendió durante la primera revuelta quiteña que la Audiencia,el Obispado y uno de los colegios se trasladen allá. Quizás, para muchos,los traidores eran los patriotas, difícil es imaginarse para gente que habíavivido casi tres siglos solamente conociendo la existencia de Españacomo vínculo, repentinamente verse despojados de aquel.

Es posible que en el ánimo vacilante de Montúfar y muchosmás, entre ellos su hijo D. Carlos, no solo en la primera rebelión sinotambién en la segunda, haya influido la manera de cómo debían llevarseadelante los objetivos propuestos, no formaban parte de un todo aislado,la red familiar y social del Marqués oscilaba comunicativamente conpersonajes de la talla del peruano D. josé Baquíjano y Carrillo, Condede Vista Florida y del español D. Miguel Lardizábal y Uribe, el primerola cabeza liberal más influyente en su país, republicano–monarquista,individuo plenamente convencido de la posibilidad de mantener la uni-dad de los dominios americanos y españoles bajo un solo gobierno, co-rriente predominante que impidió fructificara cualquier conmociónseparatista por lo menos en la capital limeña, miembro del futuro Con-sejo de Estado establecido por la Constitución Española de 1812, y el se-gundo, vocal representante por el virreinato de Nueva España a la juntaCentral Española y luego vocal representante por los dominios indianosdel futuro primer Consejo de Regencia que nombró coincidencialmentetras el fracaso de la primera junta quiteña como Comisionados Regiospara Nueva Granada y Quito a los quiteños D. Antonio Villavicencio yVerástegui y D. Carlos Montúfar y Larrea, hijos de los quiteños Condedel Real Agrado y el Marqués D. juan Pío, respectivamente, y parientesentre si. Tanto Baquíjano como Montúfar eran parientes de Lardizábal51.Además, Montúfar, debió estar bien informado sobre varios de los acon-tecimientos de la campaña libertaria de 1806 emprendida en Venezuelapor D. Francisco de Miranda y Rodríguez y de la conspiración de losmantuanos de 1808 de Caracas, si nos atenemos al hecho de que esta-bleció, según denunciaban un español anónimo y el español PérezMuñoz, para los miembros de la junta Suprema de la primera revolu-

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51 http://es.wikipedia.org/wiki/jos%C3%A9_Baqu%C3%ADjano_y_Carrillohttp://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/libros/literatura/melgar/la_ilusion.htm

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ción y para los integrantes del Congreso Supremo de la segunda, atuen-dos provistos de tres colores básicos: azul, negro y encarnado (rojo), elprimero y el tercero provenientes de la bandera tricolor del ejército yallamado colombiano por el precursor venezolano, en tanto que el se-gundo y también el tercero componentes de la escarapela o cucarda bi-color de Fernando VII y también de la posible bandera tricolor naval dela expedición de Miranda52. Es más, Pérez Muñoz dice que las bandaseran tricolores53 aunque el español anónimo habla de una banda celesteterciada nada más.

Por otro lado, el entramado familiar y social de los Matheu eraprobablemente otra fuente de irresolución, el Conde de Puñónrrostro yMarqués de Maenza era yerno del notable difunto Barón de Carondelet,Presidente que fue de la Audiencia quiteña, y sobrino político del Ge-neral D. Fco. javier Castaños y Aragoni, recientemente victorioso en labatalla de Bailén dada el 19 de julio de 1808 que le valió el título ducalde la misma denominación y marcó un hito importante en la resistenciaespañola frente al arrasamiento francés, el cual fue el Presidente del in-dicado primer Consejo de Regencia, persuadido absolutista y años mástarde tutor de Isabel II. El indicado Conde de Puñónrrostro y Marquésde Maenza además era amigo del alma de Mejía Lequerica y los doscomo diputados por el virreinato neograndino en las futuras Cortes pen-saban casi similarmente que el peruano Baquíjano. El Conde de Puñón-rrostro actuó primero como diputado suplente principalizado y luegocomo principal tras ser electo como tal por el Real Acuerdo en Santa Feen tanto que Mejía fue siempre diputado suplente principalizado. Qui-zás se esperaba demasiado de una España peninsular que se batía entrela descomposición y la restauración.

Claros desafectos contra la revolución fueron, además de algu-nos integrantes de la junta, también algunos senadores, entre los que secontaron Tenorio, Fuertes y San Miguel, el Protector General de IndiosArechaga y el Alguacil Mayor Solano de la Sala. El 13 de agosto se ad-mitía por la junta Suprema la renuncia del Dr. San Miguel seguramentepresentada el 12 y en su reemplazo era electo el payanés Dr. D. AntonioTexada y Gutiérrez de Celis, quien ese mismo día 13 fue trasladado de

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52 Eduardo Estrada Guzmán, La bandera del iris 1801-2007 y el tricolor de la República delEcuador 1830-2007, en Bol. de la Academia Nacional de Historia No. 179, Quito, 2007

53 Fernando Hidalgo Nistri, Compendio de la Rebelión de América, Cartas de Pedro PérezMuñoz sobre los acontecimientos en Quito de 1809 a 1815, Biblioteca del Bicentenario de laIndependencia No. 11, FONSAL, Segunda Edición, Quito, 2008

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la Sala de lo Criminal para la que había sido designado a la Civil, ha-ciéndose entonces un canje con D. Bernardo de León, que pasó de laCivil a la Criminal, previo acuerdo al que se había llegado el mismo 12.El 13 era designado senador de la Sala de lo Civil el Oidor Quiñones enreemplazo del senador Tenorio que fugó a Popayán, según contabaLeón, por el eventual derramamiento de sangre que Tenorio premoni-toriamente intuía se acercaba. Arechaga así mismo se excusaba y era de-signado en su lugar como Protector General de Naturales y MinistroTogado del Real Senado el bugueño Dr. D. Vicente Lucio Cabal y Varona,yerno del senador Salazar. Todos estos nombramientos eran comunica-dos al Gobernador del Senado Ascázubi a través del Ministerio de Es-tado respectivo54. También, según el informe de Aymerich, fue Senadorel lojano de origen piurano Dr. D. juan josé Mena55, el que debió serluego del 21 de agosto, fecha en que no se lo menciona como tal por elmarqués de Villaorellana en carta dirigida a su tío Dr. D. julián FranciscoCabezas, quizás fue quien reemplazó al doctor Fernández Salvador enla Sala de lo Civil que como se verá dimitió al cargo senatorial el 13 deseptiembre.

Otros dos nombramientos hechos por la Suprema junta Guber-nativa de funcionarios del Senado, pero que no eran miembros del Tri-bunal, fueron los dados el 25 a favor del Dr. D. Nicolás Ximénez yEscandón, bugueño y Lic. D. josé Padilla y Moncayo, quiteño, indivi-duos miembros del Colegio de Abogados del Real Senado, designadosAgente Fiscal de lo Criminal y Agente Fiscal de lo Civil, respectiva-mente56. Se desconoce quienes actuaron como Secretario del Tribunal enPleno y Secretarios de las Salas, parece que ocupó el primer cargo y la

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54 Gangotena y jijón, Cristóbal de, “Documentos históricos: algunos nombramientos de go-bierno y justicia librados por la Suprema junta Gubernativa del Reyno de Quito, Boletín dela Sociedad de Estudios Históricos Americanos, Tomo III, Nos. 7-9, Colección de RevistasEcuatorianas XXIX, Banco Central del Ecuador, Segunda Edición, Quito, 1988: Libro de Tomasde Razón de las Reales Cajas de Quito 1808-1814 (primera edición, 1919)

55 Rodríguez Ordóñez, jaime E., La Revolución Política durante la época de la Independencia,El Reino de Quito 1808-1822, Universidad Andina Simón Bolívar – Corporación Editorial Na-cional, Biblioteca de Historia, Quito, 2006 (Anexo III, Lista enviada por Melchor Aymerich,Gobernador Intendente de Cuenca residente en Quito con la tropa de su mando, de los elec-tores y regidores elegidos patrocinada por el jefe Político Superior D. Toribio Montes, Quito,22 de septiembre de 1813)

56 Gangotena y jijón, Cristóbal de, “Documentos históricos: algunos nombramientos de go-bierno y justicia librados por la Suprema junta Gubernativa del Reyno de Quito, Boletín dela Sociedad de Estudios Históricos Americanos, Tomo III, Nos. 7-9, Colección de RevistasEcuatorianas XXIX, Banco Central del Ecuador, Segunda Edición, Quito, 1988: Libro de Tomasde Razón de las Reales Cajas de Quito 1808-1814 (primera edición, 1919).

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secretaría de una de las Salas D. javier Gutiérrez, sin embargo, éste aúnpara ese momento no estaba incorporado y se conoce que en la primeraera de la revolución actuó como oficial de la Falange. Parece que fue Se-cretario de una de las Salas el criollo insurgente seductor Manuel Cruzque actuó también como Alguacil Mayor de Corte interino57.

Fuertes Amar, sobrino del Virrey de Nueva Granada, como Oi -dor, Asesor y juez de instrucción en 1809 y 1810, San Miguel como Te-niente de Canciller y Fiscal interino de la Audiencia en 1813, y Arechagacomo Fiscal interino en 1809 y 1810, se contaron entre los principalesperseguidores de los patriotas de agosto. San Miguel en 1810 junto conel ex Presidente Guerrero serán designados en premio a sus delacionescomo alcaldes ordinarios de segundo y primer voto de Quito, respecti-vamente. Además, San Miguel fue el encargado de arrestar el 4 de di-ciembre de 1809 a su colega el senador Corral y al funcionario senatorialPadilla, y también fue el encargado de portar el proceso judicial desdeel 22 de junio hasta el 2 de julio de 1810 a Bogotá para entregarlo al Vi-rrey, a pesar de una petición de varios presos, entre los que estaban Me-rizalde y Murgueytio, realizada el 20 de junio, para impedir que sea SanMiguel el portador, así como a pesar de la opinión contraria demostradapor algunos miembros de la Audiencia, llamada en esta ocasión tambiénjunta. Arechaga y Fuertes actuaban además de esa forma por cuanto re-caía sobre sí la sospecha, para los españolistas, de que por su negligenciadurante el proceso incoado en marzo y abril de 1809, denunciado en fe-brero, contra Montúfar, Salinas, Morales, Quiroga, D. Nicolás de la Peña,Dr. D. josé Riofrío, cura de Píntag, D. Antonio Negrete, secretario deMontúfar, el cura de Sangolquí y otros, no se detuvo el pronunciamientode agosto.

En efecto, el entonces Capitán Salinas, entre el 25 de diciembrede 1808 y febrero de 1809, había elaborado el ya señalado “Plan de De-fensa de Quito y sus Provincias con el objeto de conservarlas para nues-tro soberano y su dinastía en caso de que tomada la España por losfranceses, intente invadirnos y lo que podía hacer cuando llegue estainfausta noticia”. En el preveía que “Se podría crear una junta Provincialcuyo Presidente sería el marqués de Selva Alegre en caso que no quieraser el actual –se refería a Ruiz de Castilla–, compuesta de 13 jueces o pa-

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57 Núñez del Arco, Ramón, Informe del Procurador General de Quito de 20 de mayo de 1813,en Documentos Históricos, Los hombres de agosto, Boletín de la Academia Nacional de His-toria, No. 56, 1940

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dres de la patria que lo fueran el Sr. marqués de Villaorellana, don Mel-chor Benavides, don josé de Ascásubi”, el piurano D. Luis Valdivieso yCarrión, “Manuel Larrea, Manuel Zambrano, juan Guerrero, Luis Qui-jano, Dr. Antonio Tejada”, y además los tres Ministros que deberían serel Dr. Manuel Quiroga que ocuparía el cargo de “Secretario para losasuntos fuera de Quito”, el Dr. juan de Dios Morales, a quien no se leasigna cartera específica, y para lo Interior el Dr. Víctor San Miguel. Ypara administrar justicia “Se crearían también Ministros siendo los si-guientes: Dr. josé Salvador, Dr. Pedro Escobar, Dr. Ignacio Tenorio, Dr.Salvador Murguitio, Dr. Mariano Merizalde y fiscal Dr. D. Tomás deAréchaga”58. Al suceder los hechos del 10 de agosto varios de los pro-puestos para integrar la junta serían designados para ser senadores dejusticia, y claro está que Arechaga no actuó ferozmente en ese juicio por-que era uno de los implicados en la revolución que se fraguaba segúnprueba una carta del Marqués de Selva Alegre dirigida al ex senador Sa-lazar que descubría los partidos e intrigas de Arechaga en el tiempo dela rebelión, a lo que se suma el hecho de que se suprimió por el mismoArechaga la última pregunta del interrogatorio solicitado por Quirogareferida a la actuación del Fiscal, notándose que estaba implicado enella, como se afirma por el autor del Viaje Imaginario. Este plan fue de-fendido por Morales en el Manifiesto al Público que empezó a circularel 10 de agosto al acusar de bonapartismo y afrancesamiento a quienesconsideraron como cuerpo del delito al documento ideado de Salinas.El sentido de la palabra Juez era mucho más amplia entonces, se asimi-laba a jefe.

El senador Tenorio, tío de uno de los grandes ideólogos revolu-cionarios neogranadinos D. Camilo Torres y Tenorio, entre quienes exis-tió una muy interesante correspondencia respecto del mejor sistema degobierno que debìa imperar en América59, actuaría como Oidor Super-numerario interino de la Audiencia repuesta en todas sus facultades en1810, cargo que según Ruiz de Castilla lo obtuvo solo por haber huidoel día 11 de agosto cuando estalló la revolución de 1809, a pesar de serorate e inepto, opinión que se diluye cuando se conoce que fue el gestorde la salvación de Quito cuando obstruyó la ejecución de la orden es-parcida por Ruiz de Castilla el 2 de agosto de 1810 para incendiar la ca-

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58 Mena Villamar, Claudio, El Quito Rebelde (1809-1812), Abya Yala – Letra Nueva, Quito, 199759 jaime Urueña Cervera, Nariño, Torres y la Revolución Francesa, Ediciones Aurora, Colombia,

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pital y específicamente la hermosa casa de D. Nicolás de la Peña, y ges-tionó para que el Obispo Cuero y el Provisor Caicedo salgan a las callesa tranquilizar a la gente con lo que se evitó una masacre aún peor; ade-más, Tenorio junto con el Obispo de Cuenca y el santafereño D. joséMaría Lozano, antes del 5 de octubre de 1809 fueron comisionados porel Virrey de Nueva Granada para tratar de doblegar a la junta Supremade Quito, negociaciones que jamás llegaron a darse. Solano de la Sala semantendría como Alguacil Mayor en la restaurada Audiencia.

También en la línea contrarrevolucionaria estuvo comprometidode manera directa Fernández Salvador, comisionado cerca de las auto-ridades civiles y eclesiásticas guayaquileñas para obtener su adhesión;Fernández Salvador, también Regidor del cabildo capitalino, furibundoespañolista, a medio camino, desde Bodega el 23 de septiembre, comu-nicaba al también comisionado para el mismo fin el Marqués de VillaOrellana que se encontraba en Guaranda, que se excusaba del cumpli-miento de la misión, que renunciaba al cargo senatorial y que se dirigíaa Guayaquil a ponerse a órdenes del Gobernador españolista, dejandodesconcertado al Marqués; previamente aquello ya lo había decidido el12 de septiembre en Riobamba en conferencia secreta tenida con Mur-gueytio, Calixto y el senador Quijano, al que también se lo considera co-misionado para actuar ante las autoridades guayaquileñas, pero queseguramente desertó antes que Fernández Salvador; en 1810 FernándezSalvador fue premiado con el nombramiento de Corregidor interino deRiobamba, población que puso reparo a su designación considerandoque debía reivindicarse jurídicamente por haber participado como se-nador del régimen insurgente; posteriormente en el segundo pronun-ciamiento revolucionario de 1810 se reivindicó, pero para el partidoindependentista, al convertirse en el gacetero de los insurgentes. Luegodel 9 de octubre de 1810 el Regidor Fernández Salvador enrostraba aRuiz de Castilla y a los componentes de su gobierno el cargo de haberagredido a toda la ciudad cuando se asesinó a los hombres de agosto60.

Para evitar la ira del repuesto gobierno español, algunos sena-dores, en mayor o menor grado, intentaron en sus confesiones desaten-derse de su compromiso independista, así tenemos a Murgueitio yTejada, comisionados cerca de las autoridades civiles y eclesiásticascuencanas, y popayanejas y pastusas, respectivamente, para obtener su

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60 Agustín Salazar y Lozano, Recuerdos de la Revolución de Quito (selección), en BibliotecaEcuatoriana Mínima, No. 16: Cronistas de la Independencia y de la República, Quito, 1960

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adhesión. Murgueitio en vez de defender los principios de la actuaciónrevolucionaria, la justificaba como producto de la ignorancia sobre loque realmente sucedía políticamente en la península ibérica, y tuvo latriste secreta instrucción impartida por Montúfar, a espaldas de Morales,tanto a él como al Regidor D. Pedro Calixto de negociar con las autori-dades cuencanas la reposición de Ruiz de Castilla, sin embargo, ni esolo salvó, se le conmutó la pena de destierro a la africana Ceuta con elconfinamiento a Guayaquil, sin embargo, se quedó en Riobamba. Tejadani siquiera aceptó el cometido, aunque luego participó junto con el mar-qués de Solanda, D. Manuel Larrea, el senador Quijano y D. javier Mon-túfar en la negociación de las capitulaciones, escritas por Morales yQuiroga, para entregar la presidencia de la primera junta a Ruiz de Cas-tilla, la cual se efectuó en la quinta de Iñaquito de propiedad del Conde;estuvo preso por haber participado en la revolución, finalmente terminóordenándose sacerdote al poquísimo tiempo y en esa condición revelójunto con el español D. Simón Sáenz de Vergara, el 2 de agosto de 1810el plan para liberar a los patriotas que tuvo tan fatal desenlace.

El senador Salazar, fue apresado, quien al ser acusado de haberredactado las cartas y oficios dirigidos para fomentar la rebelión de otraspoblaciones en su calidad de Asesor del Cabildo, se defendió mencio-nando que “ni entró en la Fiscalía del Crimen del llamado Senado… ha-biendo hecho por otro lado cuanto pudo porque se guardase la debidasubordinación a la Suprema junta Central del Reyno”, además respondeque la incriminación que se le hace la ha promovido San Miguel y otroscapitulares, es decir, los regidores del cabildo, para librarse, pues diceque “tan letrado fue el Asesor como el Procurador General Síndico Dr.San Miguel”. Su esposa la popayaneja Da. josefa Lozano y Carvajal fueincluida también como una de las más entusiastas defensoras de lacausa patriota. Tanto Salazar como Fernández Salvador, consideradoslos dos mejores juristas de su época, fueron suspendidos en el ejerciciode su profesión de abogados por la Audiencia en enero de 1810 lo quese ratificó en Cuenca el 11 de septiembre de 1815 lo cual poco le importóal General Montes, Presidente de la Audiencia, que nombró a Salazarcomo Asesor general de Gobierno interino y Auditor de Guerra interinoy a Fernández Salvador como Fiscal interino de la misma.

El senador Quijano, autor de la arenga pronunciada por el Mar-qués de Selva Alegre el 16 de agosto de 1809 en San Agustín61, acompañóal indicado marqués a Latacunga cuando huían de la amenaza de ser

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sacrificados por varios quiteños que vieron en la entrega de la presiden-cia a Ruiz de Castilla la plasmación de las supuestas maquinaciones deMontúfar para hacer fracasar la revolución, opinión que el Virrey delPerú D. josé de Abascal y Souza se había encargado de difundir hábil-mente casi desde el comienzo de la rebelión gracias a las misivas que lehabía escrito Montúfar; a Quijano se le había interceptado una carta enque criticaba la conformación de la junta; en su testimonio “Discursosobre la insurrección de América” se lamentaba de todos los males queacarrearon las dos revoluciones; además declaró que desempeñó el em-pleo senatorial contra su voluntad y que recomendó siempre se reco-nozca a la junta Central española; en la segunda rebelión fue uno de losmás eficaces agentes a través de su correspondencia para subvertir; peroal igual que su colega Murgueitio, por haber sido Ministros del Ejecutivode la segunda junta y del Congreso, fueron condenados a 8 años de des-tierro al presidio de Ceuta, penas que no se ejecutaron, pues Quijano fa-lleció el 28 de abril de 1813 en Guayaquil, doce días después de rendirsu declaración testimonial el 16 en la cárcel donde estaba enfermo62. Elsenador Merizalde adujo que impidió a Morales y Salinas saquear lasCajas Reales y que trabajó por el restablecimiento del legítimo gobierno.

El senador Escobar, que el 6 de abril de 1810 se desempeñabacomo Procurador General del Cabildo en premio a su defección, sin em-bargo, consiguió gracias a su mesurada carta dirigida ese día al Virreyde Nueva Granada D. Antonio Amar y Borbón, que el proceso que sellevaba contra los revolucionarios pase por orden virreinal a la referidaautoridad, ya que afirmaba que todo el juicio era un montaje “resultadoque fue una maquinación perversa de los émulos de los mismos presosque aspiran a su destrucción” y que era falso la trama de nuevas cons-piraciones, esperando así evitar la tragedia que de todos modos se desa-tó, orden a lo que no se pensaba dar el ágil trámite que requería, y quese dio solamente al enterarse que había sido nombrado el hijo del Mar-qués de Selva Alegre como Comisionado Regio para Quito por el Con-sejo Supremo de Regencia; luego se volvió decidido insurgente al soli-citar usando de ese mismo oficio en 1810 que el Gobierno apruebe la

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61 Rodríguez Ordóñez, jaime Edmundo, La revolución de 1809: Cinco cartas de un realista anó-nimo, en Rev. del Archivo Nacional de Historia No. 19, Casa de la Cultura, Quito, 1973 (pu-blicadas originalmente en las Memorias del General O`Leary, Caracas, 1881, T.XIII);

62 Luis Quijano, Discurso sobre la insurrección de América, Guayaquil, 16 de abril de 1813, enPensamiento Ilustrado Ecuatoriano, estudio introductorio y selección del Dr. Carlos Paladines,Biblioteca Básica del Pensamiento Ecuatoriano, Vol. IX, Banco Central del Ecuador – Corpo-ración Editora Nacional, 1981

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erección de la segunda junta; en 1804 Escobar había sido acusado porD. Pedro Montúfar, hermano del Marqués, de haber sido amigo del pre-cursor Espejo, encausado este último en 1794 por traición.

El senador León estuvo preso pues se le acusó de difundir la pro-clama de Quiroga, de incitar a D. Pablo Hilario Chica para que provoqueque Cuenca se una al plan revolucionario, y que como Procurador Sín-dico del cabildo capitalino en 1811 dictaminó por la Independencia. Otrosreputados como leales a la causa independentista, además de León, fue-ron Quiñones, preso y procesado por haber escrito cartas sediciosas paraconseguir que su natal Barbacoas se subleve63; y sobretodo Ascázubi, elGobernador del Senado, testa representativa del más alto tribunal de jus-ticia, quien fue acusado en junio de 1810 de preparar otra revolución yquien en septiembre de 1815 fue uno de los comprometidos en un nuevoconato subversivo el cual fue delatado por el ex Presidente Guerrero.

El Gobernador del Senado Ascázubi fue hermano del TenienteCoronel D. Francisco Xavier de Ascásubi y Matheu, asesinado el 2 deagosto de 1810, y en cuya casa se redactó la tarde del miércoles 8 deagosto el primer documento constitucional de 1809 de la llamada patriainfante, niña, heroica o boba, dictado por Morales al guayaquileño Dr.D. juan Pablo Arenas y Lavayen, hermano materno del Cnel. D. jacintoBejarano y Lavayen a quien se consideraba presunto partidario de lacausa patriota en el puerto y tío de D. Vicente Rocafuerte y Bejarano elcual por recomendación de la Baronesa viuda de Carondelet Da. MaríaConcepción Castaños había dado asilo a Morales en su hacienda gua-yaquileña de Naranjito cuando fue perseguido en 1807 por asuntos deamor y política. Ya en esa ocasión, Rocafuerte y Morales discutieronacerca de la independencia de América como se ha citado64. El ActaConstitucional la dictó respaldándose en los poderes extendidos esemismo día por casi todo el vecindario de Quito en que instituían apo-derados que debían nombrar a los personeros que debían formar lajunta Suprema, lo hizo en presencia de D. Antonio Bustamante, alias el

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63 Luis Felipe Borja Pérez (hijo), Para la historia del 10 de agosto de 1809, Boletín de la Sociedadde Estudios Históricos Americanos, Tomo II, Nos. 4-6, Colección de Revistas EcuatorianasXXIX, Banco Central del Ecuador, Segunda Edición, Quito, 1988: Lista de sujetos que compo-nen la Suprema junta, el Senado y jefes de la Falange enviada el 21 de agosto de 1809 por elMarqués de Villa Orellana a su tío el Dr. D. julián Francisco Cabezas, y cartas de los Quiñones,todos comprendidos dentro de uno de los tantos procesos incoados a los patriotas (primeraedición, 1919).

64 Roberto Andrade Rodríguez, Historia del Ecuador, Primera Parte, Biblioteca de Historia Ecua-toriana No. 1, Corporación Editora Nacional, Segunda edición, Quito, 1982 (primera edición,Guayaquil, 1937), tomado de Vicente Rocafuerte, “A la Nación” No. IX.

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Sipo, y del Dr. D. Antonio Ante y Flor, fue leída por Quiroga la nochedel jueves 9 de agosto en los aposentos de su amante Da. Manuela Ca-ñizares cuando al son de un festín se discutió y se dio los toques finalesa la Constitución que se proclamó al siguiente día65 con lo que se preci-pitó el golpe de estado, originalmente previsto para el 20, al enterarsedel rumor que D. Simón Sáenz, padre de la gran Manuela, preparabasolapadamente una sanguinaria persecución de los criollos más conno-tados cuyos nombres estaban implicados en el plan diseñado por Sali-nas, con la intención puesta por parte entonces de Sáenz de entregarQuito a Bonaparte una vez eliminados estos opositores al reconoci-miento de josé I. El objetivo se consiguió adelantar además recurriendoal rumor tendencioso que habría un terremoto el día 10 y que para evi-tarlo era necesario tener el alma en paz para entonces obligándose a ob-tener el anhelado deseo de ser libres66. El Gobernador Ascázubi en laparte personal gozó de la fama de ser un individuo intrépido: acompañóa Humboldt en 1803 en la ascensión al volcán Pichincha y con ayuda desu hermano, el prócer sacrificado, raptó de un convento a su prima her-mana para convertirla en su esposa67. Además, fue padre de uno de losmejores gobernantes que han regido al Ecuador, aunque interina y bre-vemente, D. Manuel de Ascázubi y Matheu. La suegra de Ascásubi, lamarquesa viuda de Maenza fue considerada como otra de las decididasprotectoras de la segunda sublevación patriota; su primo hermano y cu-ñado el Vocal de las dos juntas D. Manuel Matheu y Herrera organizóy mantuvo las guerrillas que en Latacunga retrasó en 1812 el avance delas fuerzas españolas hacia Quito; y su otro primo hermano y cuñado elConde de Puñónrostro y Marqués de Maenza fue protector y gran amigode esa gran lumbrera de la defensa de los derechos de los americanos elDr. D. josé Mejía Lequerica, cuñado de Espejo, en las Cortes españolas,recinto en que actuaron como diputados por el virreinato neogranadino.

El Protector General de Naturales Cabal fue parte del grupo depatriotas perseguidos tras la derrota de la segunda junta, entre los quese contaban los célebres D. Nicolás de la Peña y Da. Rosa Zárate. Se co-

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65 Roberto Andrade Rodríguez, Historia del Ecuador, Primera Parte, Biblioteca de Historia Ecua-toriana No. 1, Corporación Editora Nacional, Segunda edición, Quito, 1982 (primera edición,Guayaquil, 1937)

66 Roberto Andrade Rodríguez, Historia del Ecuador, Primera Parte, Biblioteca de Historia Ecua-toriana No. 1, Corporación Editora Nacional, Segunda edición, Quito, 1982 (primera edición,Guayaquil, 1937), tomado de una carta de Antonio a su padre de 22 de agosto de 1809

67 Dueñas de Anhalzer, Carmen, Marqueses, cacaoteros y vecinos de Portoviejo, UniversidadSan Francisco de Quito–Abya Yala, 1997

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noce que para enero de 1810 en Quito estaban presos los senadores As-cásubi, Quijano, Salazar y Quiñones (éste último que se había refugiadoen Barbacoas había sido remitido a Quito) y los funcionarios senatorialesPadilla y jiménez; otros habían escapado o aún no eran arrestados. Enel proceso, Arechaga solicitó en su vista fiscal de 21 de abril de 1810 lapena de muerte y confiscación de bienes para los funcionarios Padilla yjiménez; prisión y confiscación de bienes para los senadores Salazar, Te-jada, Merizalde, Quijano, León, Corral, Quiñones y Murgueytio, y porarrepentimiento y colaboración pidió el indulto para Tejada, Quijano yMerizalde. Fue exceptuado de cualquier acusación el ex senador Fer-nández Salvador. Arechaga consideraba en su acusación fiscal como per-sonas de ilustración y criterio a los ex senadores Salazar, Tejada, Meri-zalde, Quijano, León, Corral y Quiñones, y además a D. josé Sánchezde Orellana y Cabezas y a D. josé María de Tejada68.

La jurisdicción territorial efectiva sobre la que pudieron ejercersus actividades gubernamentales y judiciales tanto la junta Supremacomo el Senado de justicia se redujo a los corregimientos de Ibarra, Ota-valo, Quito, Latacunga, Ambato, Chimbo y Riobamba, la cuencana te-nencia de corregimiento de Alausí, partes de la gobernación de Esme-raldas, la gobernación de Quijos –Sumaco, la región de Canelos o La Ca-nela y la gobernación de Macas, es decir, sobre las actuales provinciasde Carchi, Imbabura, Pichincha, Santo Domingo de los Tsáchilas, Coto-paxi, Tungurahua, Bolívar, Chimborazo, partes de Esmeraldas, Napo,Orellana, Pastaza y el norte de Morona –Santiago. El resto del territoriodel reino de Quito se mantuvo sometido al gobierno español, pues secontroló a los simpatizantes del movimiento libertario existentes en esazona; y a pesar del deseo expresado en la Constitución de 1809 de quese vayan incorporando provincias que eran y no eran parte del antiguoreino quiteño, como era para el último caso la zona neogranadina de lagobernación de Popayán así como el territorio de la antigua Audienciade Tierra Firme o Panamá, aquello jamás se concretó.

A raíz del golpe revolucionario del 10 de agosto de 1809, aunquela Audiencia continuó existiendo nominalmente con el nombre tambiénde Audiencia Nacional, sin embargo, perdió sus atribuciones ejecutivasen manos de la junta Suprema como las judiciales en manos del Senadode justicia. Fue recuperando progresivamente sus atribuciones, con-

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68 Roberto Andrade Rodríguez, Historia del Ecuador, Primera Parte, Biblioteca de Historia Ecua-toriana No. 1, Corporación Editora Nacional, Segunda edición, Quito, 1982 (primera edición,Guayaquil, 1937)

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forme a la antigua usanza normativa hispánica, entre el 25 de octubre y5 de diciembre de 1809. El territorio sobre el que ejerció competenciaeste Tribunal fue modificado por primera vez por Real Cédula de 1740y posteriormente sufrió otros recortes e interrupciones a raíz de 1776,1802 (15 de julio) y 1803 (7 de julio), años en que se dictaron disposicio-nes que versaban sobre los tipos de jurisdicción que debían aplicarsepara el juzgamiento de cuentas de la Audiencia y para la administraciónde las gobernaciones de Mainas y Guayaquil. En 1776 se creaba un Tri-bunal de Cuentas o Contaduría Mayor para la Audiencia quiteña perose excluía de su jurisdicción a toda la gobernación de Popayán que sesujetaba al Tribunal de Cuentas o Contaduría Mayor de la Audiencia deSanta Fe, y a la gobernación de Guayaquil que se adscribía al Tribunalde Cuentas o Contaduría Mayor de la Audiencia de Lima, aunque pocosaños después Guayaquil volvía a la jurisdicción del Tribunal de Cuentasde Quito. En el caso de Mainas, por la real cédula de 1802, el aspectoconcerniente a lo militar pasó a control de la Audiencia de Los Reyes oLima en el virreinato peruano, y desde los acontecimientos revoluciona-rios quiteños, progresivamente pasaron las facultades político-adminis-trativas a la indicada Audiencia limeña. Y aunque se dispuso en la cédulaque se segregue junto con Mainas también la gobernación de Quijos, ex-ceptuando el curato de Papallacta, sin embargo, del papel no pasó estaúltima reducción; dentro de la gobernación de Quijos entonces se encon-traban las regiones de Sumaco y Canelos. Con Guayaquil casi pasó lomismo con la real orden de 1803, primero en cuanto a la administraciónmilitar, y desde 1809, luego del 22 de enero, tras la convocatoria a desig-nar representante a la junta Central Española, por autoad- judicaciónhecha por el Virrey del Perú Abascal, el control político–administrativopasó a la Audiencia de Lima, sin embargo, por real cédula de 23 de juniode 1819 se derogó la real orden de 1803 con lo que la gobernación gua-yaquileña retornó a depender plenamente en todo aspecto a la Audienciaquiteña. En cuanto a lo judicial propiamente dicho, las dos gobernacionesse mantuvieron bajo dependencia de la Audiencia quiteña, exceptocuando esta dejó de funcionar por efecto de la revolución quiteña, siendoentonces asumida interinamente esa competencia por la Audiencia deLos Reyes. Se excluye del presente análisis los cambios ocurridos en lajurisdicción eclesiástica que corresponde a otra materia.

En la noche del 21 de abril de 1810, D. Pedro Montúfar y Larrea,hermano del Marqués, escapó tras conocerse el dictamen fiscal de esedía en que se pedía su condena a muerte, lo que provocó se redoblen

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las medidas de seguridad en las prisiones donde se encontraban losprincipales protagonistas de la revolución, y a su vez que los presos ysus partidarios tomen acciones destinadas a intentar obtener la libertad,que trajo como emanación que se inicien más procesos contra los vecinosprincipales de la ciudad con la mira puesta en provocar su huída y dejara la urbe sin líderes que se opongan al aceleramiento del juicio y diri-gentes capaces de arrastrar masas para evitarlo. Al poco tiempo, se hablóque Da. María de la Vega y Nates, esposa de Salinas, estaba corrom-piendo a la tropa para que se subleve, y a los pocos días se arrestaron aD. joaquín Mancheno y D. josé Antonio Angulo denunciados por orga-nizar una nueva supuesta revolución, aunque unos días más tarde fue-ron liberados.

Poco tiempo después, se conoció que las tropas provenientes dePanamá se acercaban para reforzar las fuerzas españolas acantonadasen Quito, y el 11 de junio por delación de Sáenz y del indicado San Mi-guel, futuro portador del proceso judicial contra los patriotas, se denun-ció la supuesta existencia de una nueva conjuración revolucionariaacaudillada por el ex Gobernador del Senado de justicia el doctor Ascá-subi, a quien se arrestó así como a cuatro individuos más que estabanen su casa y una esclava suya a quien se ofreció dinero y su libertad paraque lo delate, y también al Provisor y Vicario General del Obispado elDr. D. Manuel josé Caicedo y Cuero, liberados tras 13 días de encierro.El día de Corpus, en la noche del 21 de julio de 1810 entraron los parti-darios de la independencia arrestados en Cuenca entre agosto y sep-tiembre de 1809, enviados desde Guayaquil donde se los había retenidovarios meses, uno de ellos era D. Francisco Calderón. No pudo llegar elya mencionado D. Fernando Guerrero de Salazar y Piedra, apresado ycandidato electo por su ciudad para ser elegible como Vocal represen-tante del virreinato neogranadino a la junta Central Española, por haberfallecido en Ambato; así de enorme era la torpeza que engalanaba a Ay-merich y Cucalón por un lado al tratar al que podría eventualmente con-vertirse en su superior administrativo, y por otro, esa actitud de los dosúltimos era reflejo claro del irrespeto que producía una decadente juntaCentral Española que cada vez perdía más el control sobre el territoriopeninsular con el avance estrepitoso de la ocupación francesa69.

69 Pedro Fermín Cevallos Villacreses, Resumen de la Historia del Ecuador desde su origenhasta 1845, Clásicos Ariel No. 79, Guayaquil, década 1970 (Primera Edición, Lima, década1870); Manuel Rodríguez de Quiroga, Defensa, 1810, en Pensamiento Ilustrado Ecuatoriano,

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estudio introductorio y selección del Dr. Carlos Paladines, Biblioteca Básica del PensamientoEcuatoriano, Vol. IX, Banco Central del Ecuador–Corporación Editora Nacional, 1981; AlbertoMuñoz Vernaza, Memorias sobre la Revolución de Quito, en Orígenes de la NacionalidadEcuatoriana, Corporación Editora Nacional, Biblioteca de Historia Ecuatoriana No.8, Qui-to,1984 (artículo reeditado y publicado originalmente por partes en Cuenca en la revista LaUnión Literaria entre 1909 y 1911)En Estudios Básicos sobre la Nacionalidad Ecuatoriana, Biblioteca del Ejército EcuatorianoVol. 14, Centro de Estudios Históricos del Ejército, Quito, 1998, los siguientes artículos reedi-tados: jacinto jijón y Caamaño, Quito en la emancipación (1809-1822) (Título original: In-fluencia de Quito en la emancipación del continente americano, la Independencia (1809-1822)en el Boletín de la Academia Nacional de Historia Nos. 21-23, 1924, y reeditado también enel Boletín de la Academia Nacional de Historia No. 180, 2008); julio Tobar Donoso, Causas yantecedentes de la separación del Ecuador (Boletín de la Academia Nacional de Historia Nos.30-32, 1930); julio Tobar Donoso, Orígenes Constitucionales de la República del Ecuador(1936); julio Tobar Donoso, La Independencia (Boletín de la Academia Nacional de HistoriaNo. 82, 1953); julio Tobar Donoso, Dos documentos memorables (La Carta de 1812 y el Pro-yecto de Miranda) (Boletín de la Academia Nacional de Historia No. 98, 1961)En La Revolución de Quito 1809-1812 según los primeros relatos e historias sobre autores ex-tranjeros, selección, estudio introductorio y notas de jorge Salvador Lara, Colección Ecuador,Corporación Editora Nacional, Quito, 1982, se encuentran fragmentos reeditados de las obrasde: josé Manuel Restrepo, Historia de la revolución de la República de Colombia (PrimeraEdición, París, 1827); Mariano Torrente, Historia de la Revolución Hispanoamericana (PrimeraEdición, Madrid, 1829); josé Antonio de Plaza, Memorias para la historia de Nueva Granada(Primera Edición, Bogotá,1850) Borrero González, Manuel María, Quito, Luz de América, Quito, 1959; Carlos R. Tobar Guar-deras, Introducción a Viaje Imaginario por las provincias limítrofes de Quito, y regreso a estacapital, publicada en Anales de la Universidad Central nos. 24-33, Quito, 1890 y luego en Bi-blioteca Ecuatoriana Mínima, No. 16: Cronistas de la Independencia y de la República, Quito,1960; Agustín Salazar y Lozano, Discurso pronunciado en el Congreso de 1847, en BibliotecaEcuatoriana Mínima, No. 16: Cronistas de la Independencia y de la República, Quito, 1960;Ramiro Borja y Borja, Derecho Constitucional Ecuatoriano, Tomo III, Instituto Geográfico Mi-litar, Quito, 1979; jorge Salvador Lara, La Revolución de Quito: 1809-1812, en Historia delEcuador, Vol. 5, Salvat Editores, Barcelona,1980; Marie-Danielle Demélas e Yves Saint-Gours,jerusalén y Babilonia, Religión y política en el Ecuador 1780-1880, Corporación Editora Na-cional- Instituto Francés de Estudios Andinos, Quito, 1988; William Bennet Stevenson, Nar-ración histórica y descriptiva de veinte años de residencia en Sudamérica, Col. TierraIncógnita 14, Abya Yala, 1994; Carlos Landázuri Camacho, Balance historiográfico sobre laIndependencia en Ecuador (1830-1980), Rev. Procesos No. 20, 2004; Guillermo Bustos Lozano,La producción historiográfica contemporánea sobre la Independencia ecuatoriana (1980-2001), Rev. Procesos No. 20, 2004; Keeding, Ekkehart, Surge la nación, la Ilustración en la Au-diencia de Quito 1725-1812, Banco Central del Ecuador, Biblioteca del Bicentenario No. 1,Quito, 2005; Archivo Nacional de Historia, La revolución de Quito 1809-1812, Edición Espe-cial, Boletín No. 33, Quito, 2007; Hernán Rodríguez Castelo, La gloriosa y trágica historia dela independencia de Quito 1808-1813, en Bol. de la Academia Nacional de Historia, No. 179,2007Gangotena y jijón, Cristóbal de, “Los Fernández Salvador”, Boletín de la Sociedad de EstudiosHistóricos Americanos, Tomo IV, Nos. 10-12, Colección de Revistas Ecuatorianas XXX, BancoCentral del Ecuador, Quito, 1988 (Primera Edición, 1920); Cristóbal de Gangotena y jijón, LosAscásubi, Boletín de la Academia Nacional de Historia No. 19, Quito, 1923; Alfredo CostalesCevallos, Historia de Riobamba y su provincia, Casa de la Cultura, 1972; jurado Noboa, Fer-nando, Las Coyas y Pallas del Tahuantinsuyo, Quito, 1982; Carlos Marchán Romero/Bruno

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Andrade Andrade, Estructura Agraria de la Sierra Centro-Norte 1830-1930, T. IV, Conforma-ción Orgánica de las Familias Terratenientes, Bco. Central del Ecuador, Quito, 1986; juradoNoboa, Fernando, Los Larrea, Burocracia, Tenencia de la Tierra, Poder Político, Crisis, Retornoal Poder y el Papel en la Cultura, Rev. SAG No. 22, Quito, 1986; jurado Noboa, Fernando, LosRibadeneira, Antes y Después de Colón, Tomos I, II y III, Revistas SAG Nos. 25, 26 y 29, Quito,1987; Eduardo Muñoz Borrero, Entonces fuimos España, Quito, 1989; jurado Noboa, Fer-nando, Migración Internacional a Quito entre 1534 y 1934, Tomos I, II y III, Revistas SAG Nos.51, 52 y 53, Quito, 1989, 1990 y 1993; josé María Restrepo Sáenz, Raimundo Rivas y otros, Ge-nealogías de Santa Fe de Bogotá, T. IV, Grupo de Investigaciones Genealógicas “josé MaríaRestrepo Sáenz”, Edit. Nueva Gente, Bogotá, 1995; Alberto Rosas Siles, Nobleza titulada delVirreinato del Perú, Rev. 21 del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas –IPIG-,Lima, 1995; jurado Noboa, Fernando, Los Corral en el Ecuador, Rev. SAG. No. 126, NuestraPiel Social No. 1, Quito, agosto de 1996; Guino Guiliani, “Un prócer olvidado: don juan Antey Valencia”, en Leonardo Moncayo jalil, Los Correa en el Ecuador 1730-2004, SAG No. 120,Quito, 2004 (primera edición en Diario El Comercio, Quito, 8 de julio de 1945); Quintero Guz-mán, Miguel, Linajes del Cauca Grande, Fuentes para la historia, Ediciones Uniandes, Bogotá,2006; Fernando jurado Noboa, El conquistador Rodrigo Pérez de Guzmán o el reino de la in-teligencia, Vol. II, Rev. Sociedad Amigos de la Genealogía No. 205, 2008, Capítulo 31; Internet:josé de la Riva Agüero y Osma, Precursores de la Independencia, Parte I: Don josé Baquíjanoy Carrillo, Lima; Hernán Rodríguez Castelo, La escritura de los hombres de agosto, en Bol.de la Academia Nacional de Historia, No. 181, 2009.

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EL BICENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN QUITEñA:CUESTIONAMIENTOS

y NUEVAS INTERPRETACIONES*

Gonzalo Ortiz Crespo

Introducción con Beethoven

Hagamos un esfuerzo de concentración y pongámonos en 1809.Mientras en Quito se fragua la revolución, en Viena, capital del imperioaustrohúngaro, Ludwig van Beethoven empieza a componer el Con-cierto N° 5 en Mi bemol mayor, opus 73, quizás el más famoso de los queescribió –y que, por causas no precisadas y, en cualquier caso, no porindicación del autor, se lo conoce como Emperador. Oigámoslo por unmomento y reconozcamos el extremado virtuosismo de esa música (seescucha el inicio de la obra).

En el primer movimiento, el piano participa en la entonaciónheroica de la orquesta, pese a que en algunos pasajes se hace sutil y re-finado (se escucha otro trozo del Allegro). En el segundo movimiento, seabandona a una melodía desplegada, abierta (se oye el inicio del segundomovimiento, Adagio un poco mosso). Finalmente, sin detenerse, se precipitaen la arremolinada marcha del tercer movimiento, cuyo tono entusiastay triunfalista se afirma en impetuosos ritmos (se escucha un largo segmentodel tercer movimiento Rondo: Allegro).

¿Por qué mencionar ahora la coincidencia de fechas de la Revo-lución Quiteña con una obra musical? No por capricho y ni siquiera porsituar la época en que se dio aquella revolución –la primera que logróestablecer un gobierno independiente en la América Hispana–, sino por-que los dos fenómenos, por lo demás tan distintos entre sí, no son coin-cidencia casual sino que ambos muestran de manera fehaciente latransformación que el mundo occidental experimentaba desde finalesdel siglo XVIII, como consecuencia, directa o indirecta, de la Ilustracióny de la Revolución Francesa.

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* Discurso de Incorporación como Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia

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No hay que forzar nada, sin embargo. Es bien sabido que elgenio musical bautizó Bonaparte a la portentosa Sinfonía N° 3, compuestaentre 1802 y 1804, pero que, indignado al conocer que Napoleón se habíaproclamado emperador, tachó el título y la llamó simplemente Heroica.En efecto, la proclamación de Napoleón como emperador indignó a Bee -thoven como a muchos intelectuales y artistas de toda Europa, cuyosideales de libertad vieron traicionados, temiendo, además, un regresoal absolutismo. Esos ideales, en el caso del genial músico alemán, se re-ferían tanto a la libertad individual del ciudadano como a la libertad decreación del artista, ideales que Beethoven nunca separó de un sentidoinnato de misión. El arte, pensaba, tenía como objetivo liberar a la hu-manidad y orientarla hacia la belleza y la justicia.

Beethoven era pues, hijo de su época, heredero de la Edad de laRazón, pero fue mucho más: su genio le impulsó a ser un verdaderotransformador del papel de la música y de los músicos en la historia deEuropa y el mundo. En efecto, a partir de Beethoven la música dejó deser un medio para entretener los ratos de ocio de una élite y se convirtió,de hecho, en una creación destinada a toda la humanidad. La tradiciónromántica posterior habría de hacer de Beethoven un verdadero para-digma del artista que habla a toda la humanidad. Conviene resaltar aquíotro papel fundamental de Beethoven, pues fue él quien redefinió la fi-gura del músico en relación a la sociedad y a la cultura de su tiempo:los músicos ya no serían lacayos de librea de algún miembro de la aris-tocracia o la realeza, sino profesionales independientes, que vivirían desu trabajo y que, si aceptaban algún mecenazgo, expresamente dejaríanseñalado en el respectivo convenio, como lo hizo el propio Beethoven,que ello no condicionaba a su libertad de crear e, incluso, de viajar. Estose hizo patente incluso en su vestimenta y en el abandono de la peluca:si recordamos la iconografía de los genios musicales del siglo XVIII,como Bach o Mozart, los vemos con pelucas bien arregladas y peinadas,a la moda francesa. Beethoven no se puso jamás peluca, y se dejó crecersu propia, y abundante, cabellera, todo un símbolo de su abandono denormas sociales del ancien regime.

Por esa libertad creadora defendida con orgullo y por su geniode incansable explorador de las formas de su arte, Beethoven es quieninauguró la época moderna en la música: superó el clasicismo, que conHaydn y Mozart había llegado a la cumbre, y creó obras tan perdura-bles, experimentales y modernas, que solo en nuestra época han sido

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correctamente decodificadas y han revelado su auténtica esencia, mien-tras el romanticismo y otros movimientos del siglo XIX y el XX no lasalcanzaron a comprender.

El propio concierto Emperador, este que hemos oído… y cuyofinal tal vez conviene oír ahora (se escuchan los tres minutos finales de laobra), este concierto Emperador, compuesto en 1809, tiene característicasépicas (“sinfonía con piano” la han llamado algunos), con un originalí-simo arranque y soberbias cadencias, pero sobre todo, en lo que aquí in-teresa, es una muestra, como otras obras de madurez de Beethoven, deque la actitud del compositor ya no es la de quien trata de hacer algobello dentro de las formas consagradas por siglos, con proporción, equi-librio y simetría, como se enseñaba en el siglo XVIII, donde las clasessociales debían conformarse con el orden de la sociedad, que se reputabaprovenía de órdenes del mismo Dios y donde el papel asignado a losmúsicos era el de ser lacayos de unos nobles. No, Beethoven enfrentó lacreación con un enfoque del todo distinto: no objetivo sino subjetivo,con la voluntad de expresar unos contenidos interiores, una visión delmundo y de la humanidad, un concepto propio del destino y de Dios.

Amnesia y hasta cinismo

El maravilloso lenguaje de la música y la figura genial de Bee-thoven nos han permitido situarnos en el ambiente de renovación ycambio del año crucial de nuestra independencia, 1809. Estas palabrasmías que, necesariamente, por las normas de la Academia Nacional deHistoria no deben ser excesivamente largas, no intentan volver a narrarlos hechos desde 1808 hasta 1812, sino que más bien buscan tres cosas,en ese orden:

• Describir el estado de amnesia histórica y hasta de cinismocon que se estaba viendo a la Independencia ecuatoriana a fi-nales del siglo XX e inicios del XXI.

• Refutar la máxima expresión de revisionismo histórico de laIndependencia: un libro que sostiene que ésta fue un error.

• Describir la estrategia seguida por la Municipalidad del Dis-trito Metropolitano de Quito para recuperar la memoria denuestra Independencia y celebrar el Bicentenario, discutiendode paso qué es lo “apropiado” en este caso.

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Empecemos por lo primero: a los sucesos del año 1809, y a todoel proceso independentista de nuestra patria –esto es, del proceso histó-rico que incluyó la conformación del primer gobierno revolucionario dela América Hispana el 10 de agosto de 1809; la masacre de los patriotasy de decenas de elementos del pueblo quiteño el 2 de agosto de 1810; susnuevos momentos cumbres el 11 de diciembre de 1811, con la proclama-ción del Estado Libre de Quito, y el 15 de febrero de 1812 con la expedi-ción de la primera Constitución, que definió a dicho Estado como unarepública dotada de un gobierno presidencial–, les cayeron en las últimasdécadas interpretaciones superficiales y hasta sarcásticas, que se exten-dieron a una parte del público, que llegó a abrigar un menosprecio con-miserativo hacia estos hechos –con el curioso éxito que tiene cualquierdisparate histórico entre personas irreflexivas y con mala formación.

En efecto, hace algunos años ciertas personas poco conocedoras,diletantes de la historiografía, llegaron a sostener que el 10 de agosto de1809 no fue sino producto de la improvisación de un grupo de personasque, llevadas por un entusiasmo momentáneo, no sabían muy bien loque hacían. Antes, a mediados del siglo pasado, cundió, en cambio, lamoda, inspirada en un marxismo elemental, de considerar que se tratabasolo de una supuesta “revolución de los marqueses”. Planeando sobreesta perversión de la historia ha estado otra: una patética posición re-gionalista que intenta denostar y minimizar a la revolución de Quitopara sostener que la independencia solo se inició el 20 de octubre de1820 en Guayaquil.

Parte de esta enfermedad es lo que podemos llamar amnesiahistórica, una enfermedad social en nuestro continente que Víctor DíazGajardo, caracteriza por tres factores importantes:

• rechazo al saber histórico y al pensamiento crítico;• repudio al compromiso con el presente; y• desvaloración de la cultura propia. Todo esto se resumiría en la notoria falta de compromiso con el

presente y en el sentido de pertenencia social, algo que actualmente re-bota en casi todos los ámbitos de nuestra cultura.1

Ahora, para encontrar la motivación de quienes intentan empe-queñecer a la gesta quiteña –aparte de los regionalistas y aparte de los

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1 Díaz, Víctor, Amnesia histórica o negación de la memoria. Ponencia presentada en el IV Co -rredor de las Ideas, celebrado en Asunción, Paraguay, en julio del 2001. Publicado en Sala deProfesores (Revista de los estudiantes de Pedagogía de la Universidad Católica Cardenal RaúlSilva Henríquez) Nº 2 de septiembre de 2001.

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marxistas mecánicos, quienes aplican toscamente al proceso indepen-dentista la teoría marxista de la lucha de clases–, debe explorarse la hi-pótesis de que se trata de una reacción contra aquel otro afán deconvertir al relato de la independencia en una historia sagrada, llena dehéroes inmarcesibles, aislada e inapelable, que no explica ni causas niritmos ni consecuencias de los hechos; que se ciega ante los contralucesy matices; que ignora las distintas posiciones, las improvisaciones, lasdudas y las divisiones internas, y que ni siquiera atiende las derrotas,ciertamente presentes, junto con los triunfos, en la lucha por la libertad.

Pero ninguna de estas posiciones tiene bases suficientementesólidas como para imponer su versión de los hechos, ni esa sacralidadexcesiva logra explicar del todo su opuesto: el afán destructor y revisio-nista de la historia que asoma como un ritornello cada cierto tiempo.

Como dijo Carlos Paladines,“Y si bien hoy, a la distancia de casi dos siglos, su historia casi

se ha convertido en un conjunto de hechos gloriosos, no cabe la menorduda que borrado el carácter sacral y mistificador de la historiografíaimperante, renacerá el proceso independentista con el peso propio desu génesis, de sus limitaciones y aciertos, de sus luces y de sus sombras,con el peso de futuro que aún guarda en sus entrañas”.2

Un proceso, no un hecho aislado

Para superar esas visiones simplistas o cínicas hay que insistiren primer lugar en que la Independencia fue un proceso, no un hechoaislado.

Con toda la importancia del 10 de agosto, cuando se depuso alanciano Ruiz de Castilla, se volteó al ejército realista y se inició la for-mación de un gobierno autónomo, las celebraciones del Bicentenario nodeben centrarse en ese solo hecho: por eso, incluso en el decreto presi-dencial que formó la Comisión Presidencial del Bicentenario –decretoque me cupo impulsar e, incluso, redactar3–, la conmemoración se ex-tiende a todo el período que va desde el año 2008 hasta el 2012, pues setrata de un proceso de cuatro años que, si bien comenzó como un mo-

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2 Paladines, Carlos, Pensamiento independentista: el movimiento ilustrado ecuatoriano, enAyala, Enrique, ed., Nueva Historia del Ecuador (Quito, Vol. 6, Independencia y PeríodoColombiano, 178-179

3 Véase, más adelante, un relato de lo acontecido con relación al decreto.

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vimiento de autonomía, desembocó por una radicalización cada vezmayor, en la constitución del Estado de Quito, un estado nacional nosolo independiente sino plenamente republicano y representativo.

Como sucede en todo proceso histórico, es obvio que quieneslo iniciaron no sabían cómo iba a terminar. Ni siquiera los dirigentes dela Revolución Francesa, paradigma de las revoluciones, pensaron desdeel primer momento en pasar por la guillotina al rey y proclamar la Re-pública. Quien crea eso no ha leído la historia. Ni siquiera cuando enlos Estados Generales, los representantes del Tercer Estado, esto es delpueblo, se autocalificaron como Asamblea Nacional, o cuando procla-maron los “Derechos del hombre y del ciudadano”, ni siquiera cuandoel 20 de junio de 1789 hicieron el “juramento del juego de Pelota” y pa-saron a ser “Asamblea Nacional Constituyente”, ninguno de ellos fuesuficientemente clarividente para saber lo que iba a acontecer tres se-manas después, el 14 de julio, con la Toma de la Bastilla.

Pero recordemos que tras esa violencia, y de la que se extendiópor toda Francia, con la toma y saqueo de los castillos de la nobleza, to-davía el rey Luis XVI se reconcilió con la Asamblea y aceptó la banderatricolor.

No solo eso, sino que inclusive después de haber sido apresadoen junio de 1791, el Rey fue restituido en su cargo y pronunció un dis-curso muy aplaudido cuando, en septiembre, se proclamó la Constitu-ción que establecía la monarquía constitucional, en la que el rey teníapoder de veto frente a las decisiones de la Asamblea Legislativa.

¿Podrían saber entonces, el rey, los asambleístas, los parisinos,que un año después se asaltaría el Palacio de las Tullerías, se depondríaal rey y se proclamaría la República? ¿Había algún adivino, ni siquierael jefe de los jacobinos, Maximilien Robespierre, que predijera entoncesque la Asamblea Legislativa iba a desembocar en el caos y que en enerode 1793, sí, casi cuatro años después de los Estados Generales, el reysería ejecutado y en octubre lo sería su esposa María Antonieta y queentre 1793 y 1794 reinaría el Terror y serían ejecutadas, casi todas en laguillotina, más de diez mil personas4 acusadas de actividades contra-rrevolucionarias?

Si eso pasó en la revolución paradigmática –e igual se puededecir del proceso de Independencia de EEUU y de todos los procesos

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4 Aún se discute si el número no fue mayor. Hay historiadores franceses que sostienen quefueron más de 30.000 personas las ejecutadas o asesinadas durante los años del Terror.

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de cambio revolucionario–, ¿cómo puede pedirse a Montúfar, Quiroga,Salinas, Ante y los demás hombres y mujeres de agosto, que en 1809proclamaran la República del Ecuador? No, no lo hicieron. Y tampocofue una “jugada maestra” como algunos pretenden, la coartada de pro-clamar la junta hasta la restitución de Fernando VII al trono: para lospatriotas esa era la tesis justa y basada en derecho: la soberanía habíavuelto al pueblo, transitoriamente, mientras no hubiera monarca, y losería de manera definitiva si faltaba para siempre el rey. Fue la reacciónde las autoridades realistas –y en eso coinciden todos los historiadorescontemporáneos serios–, en especial la masacre a los líderes del movi-miento autonomista y al pueblo quiteño el 2 de agosto de 1810, lo queradicalizó al movimiento y convirtió a su lucha en una lucha por la in-dependencia plena y por la forma republicana de gobierno, como lo con-sagrará la primera Constitución, en 1812. Eso es lo que se celebra en esteBicentenario: un proceso y unos héroes de los que pueden enorgulle-cerse todos los ecuatorianos de hoy, pero que, al dar el golpe la madru-gada del 10 de agosto de 1809, no sabían los sacrificios que tendrían quehacer, hasta el de su propia vida, pero que dieron sin duda ese paso convalentía, desatando un proceso de lucha por la libertad y la justicia, aúninacabado.

La independencia no fue un error

Ahora bien, el afán revisionista de la historia no ha sido derro-tado. Hay un reciente ejemplo del afán de minimizar la Independencia,que resulta inconcebible porque viene de un historiador profesional,muy alabado por lo demás en otros ámbitos. Su autor es el historiadorecuatoriano-estadounidense, jaime E. Rodríguez O., quien sostiene quela Independencia del Ecuador fue un error. Con todo el debido respeto,debo declarar que ni comulgo con esa y otras peregrinas tesis, que refutéen un artículo en la revista Gestión5, ni acepto su olímpico desprecio atodos los historiadores ecuatorianos.

Su libro La revolución política durante la época de la Indepen-dencia. El Reino de Quito 1808-1822 fue publicado por la CorporaciónEditora Nacional y la Universidad Andina Simón Bolívar en 2006. Lapolémica que levantó el libro, en especial mi artículo, porque no he visto

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5 Ortiz Crespo, Gonzalo, El revisionismo llega a su clímax: la independencia fue un error,Gestión, N° 154, abril de 2007.

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otros, ha provocado a su vez que la revista Procesos, publicada por elÁrea de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, dedique susección de Debates a siete ensayos sobre este libro.6

Este autor llega a sostener que ni Quito quiso la independenciaen 1809-1812 ni fue beneficiosa la guerra librada a partir del pronuncia-miento de Guayaquil del 9 de Octubre de 1820 y culminada “al pie” (sic)del Pichincha en mayo de 1822. Sostiene que mejor habría sido continuarcomo miembros de una idílica “comunidad hispánica” y aceptar una“regencia constitucional”. Y asevera:

Dicho sistema habría sido una alternativa aceptable frente a unEstado independiente de Quito, pues contaba con mayor representati-vidad y era más democrático que el sistema establecido en Colombia,que por entonces [abril de 1822] buscaba obtener jurisdicción sobre elReino de Quito.7

En toda la historiografía sobre la Independencia nadie ha plan-teado una idea semejante, la cual, incluso siendo condescendientes, nopuede calificarse sino como un despropósito.

Rodríguez añade que “Al aceptar una regencia constitucional,el gobierno de Guayaquil no habría comprometido su integridad puesno habría necesitado la ayuda de Colombia para liberar la Sierra”(loc.cit.). O sea, que la supuesta “representatividad” y “democracia” dela Monarquía española eran una “alternativa aceptable” y por tanto,toda la lucha de Guayaquil –que para esas mismas fechas apoyaba alejército de Sucre que combatía a los realistas en la Sierra y estaba cercade derrotar a Aymerich en el Pichincha– era una necedad, como lo fueel desangre de los patriotas desde 1810.

¿Se trata de un párrafo suelto en que el historiador tal vez seequivocó? No, porque constituye el eje central de su libro. Como dicemás adelante:

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6 Varios Autores, La Independencia ecuatoriana según Jaime Rodríguez, Procesos, Revista Ecuato-riana de Historia, N° 27, I semestre de 2008 (Breve introducción y artículos de Galaxis BorjaRodríguez, Heraclio Bonilla, Christian Büschges, Guillermo Bustos, Sonia Fernández, PabloOspina y Rocío Rueda). Debo confesar que mi impresión es que algunos de estos autores pa-recen no haber leído mi crítica.

7 Rodríguez O, jaime E., La revolución política durante la época de la Independencia. El Reinode Quito 1808-1822 (Quito, Corporación Editora Nacional-Universidad Andina Simón Bolívar,2007), 100-101. Las páginas se citan en el texto para evitar la profusión de notas al pie de pá-gina.

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La evidencia sugiere que la región habría permanecido conformecomo parte de la Monarquía constitucional española. Lo más probablees que los dirigentes del Reino de Quito hubieran aceptado con entu-siasmo la introducción de una regencia constitucional del tipo pro-puesto por los diputados americanos ante las Cortes de Madrid de1821. Por desgracia, el antiguo Reino poseía vecinos poderosos al nortey al sur. En última instancia, el presidente militarista de Colombia,Simón Bolívar, conquistó y explotó la región como parte de sus esfuer-zos para separar a Perú de la Monarquía española (p. 199).

La forma verbal que Rodríguez utiliza en la primera parte delpárrafo citado, es potencial: dice que los dirigentes “hubieran aceptadocon entusiasmo” el régimen colonial, que “lo más probable” era eso, queQuito “habría permanecido conforme”… Pero, la verdad es, y todos losaben, que esos dirigentes luchaban ya por muchos años, y con grancosto de vidas y fortunas, contra el régimen colonial español. Por lotanto, el planteamiento del autor no pasa de ser una hipótesis delirante.

Esa es precisamente la debilidad fundamental de la obra: elautor, en vez de historiar lo que pasó es que se dedica a especular sobrelo que pudo haber sido y no fue. Tanto la “monarquía constitucional espa-ñola” como una suerte de “comunidad hispana”, al estilo del Common-wealth británico, que se habría formado en caso de aceptarse los planesde las Cortes de Cádiz, no fueron sino declaraciones bien intencionadas,que incluso constaron en documentos escritos, sí, pero que no se tradu-jeron en hechos en la dinámica entre peninsulares y criollos en las tierrasde América.

Es como si alguien quisiese juzgar la vida real de la poblacióndel Ecuador de hoy utilizando como única fuente la Constitución vi-gente. ¿No sería esa una pintura del todo errónea? La Constitución esuna declaración de principios pero ni todo lo que ella proclama se cum-ple al pie de la letra ni tal documento describe la economía, la estructurasocial, la dinámica política, no se diga los intríngulis de una políticacomo la ecuatoriana. Verdad tan evidente no requiere comprobación,mucho menos hoy, cuando la nueva Constitución, aprobada por el pue-blo ecuatoriano el 28 de septiembre de 2008, tiene capítulos enteros queno han entrado en vigor… Aunque, pensándolo bien, también hoy, de-cenas de miles de ingenuos creen, como Rodríguez, que la Constitucióndefine de tal manera la realidad que va a ser la panacea que solucione

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todos los problemas, y que de ella brotará mágicamente empleo, sobe-ranía, reparto equitativo de la riqueza, honestidad a toda prueba y per-fecta estructura de representación política.

Bolívar ¿conquistador?

La segunda parte del párrafo citado de Rodríguez es otro dis-parate. La independencia del Ecuador no se logró porque Bolívar haya“conquistado” este territorio: el proceso independentista de estas tierrastomó 14 años, fue largo, frustrante, complejo, y desangró y arruinó aQuito, sobre todo a Quito, pero también a Guayaquil, a Cuenca y a mu-chas otras ciudades del actual Ecuador, y ello no por una quimera sinoporque esos pueblos querían separarse de España. Fue, y eso increíble-mente lo escamotea Rodríguez, un proceso, como sostuvimos más arriba,cuyos actores iniciales jamás pudieron saber cómo se iban a dar las cir-cunstancias, aunque esa incógnita no les impidió poner en la lucha todosu idealismo y coraje. Ese proceso implicó que lo desatado el 10 de agos-to de 1809 no era ni podía ser lo que se obtuvo en 1830.

Nadie sabía en realidad lo que se lograría: pero había que lu-char, y lo hicieron, con inmenso sacrificio, que Rodríguez ni valora niaquilata… y ni siquiera refiere. En efecto, ¡en un libro sobre la indepen-dencia del actual Ecuador dedica exactamente seis líneas a la masacredel 2 de agosto de 1810 (tres en la página 74 y tres en la 196)!

Para este autor, como lo revela el espacio que le da en su libro yla ninguna importancia que le asigna para juzgar los hechos subsecuen-tes, esa hecatombe, que privó a Quito de sus mejores dirigentes tantode la junta Soberana como de los barrios, en que murieron asesinadas300 personas (1% de su población, como que hoy murieran 20.000), y enque la ciudad fue pasada a saco y martirizada, esa hecatombe, digo, fuepara él insignificante, como lo fueron los sucesivos esfuerzos para al-canzar la independencia, en los que siguió muriendo gente –recuérdensesolo las batallas de 1812, los fusilamientos de ese año; los de Nicolás dela Peña, Rosa Zárate, josé Antonio Correa y otros patriotas en Tumacoen 1813; el de Carlos Montúfar en Buga en 1816, las nuevas prisiones de1816 y 1817, los exilios a Ceuta, Manila y Cádiz en 1817 y 1818, etc., etc.–

Los avatares de las juntas quiteñas, la feroz reacción española,la falta de apoyo de Guayaquil, Cuenca, Riobamba y demás provinciasa las aspiraciones libertarias de Quito, el cerco a la ciudad, a la que no

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debía pasar “ni una onza de sal” como ordenó el virrey Abascal, sutoma, las prisiones de los patriotas, la masacre y saqueo del 2 de agosto,los vaivenes en el propio régimen español (de la apertura constitucionalal absolutismo, para luego repetir el ciclo), el pronunciamiento de Gua-yaquil en 1820 a favor de la libertad (porque para entonces las circuns-tancias socio económicas que afectaban directamente a sus habitanteshabían cambiado), la imposibilidad de Quito de apoyarla luego de unadécada de desangre, y la debilidad bélica y estratégica de Guayaquil…todo eso llevó a la necesidad de requerir el auxilio de Bolívar. Los habi-tantes “del Reino de Quito, convertido en Provincia de Quito”, comosuele repetir ad nauseam Rodríguez, jamás habrían podido derrotar a losrealistas sin la labor de tenaza de los dos ejércitos: el del sur comandadopor Sucre y el del norte conducido por Bolívar.

Y no fue por un designio maléfico de Bolívar que se prosiguióla lucha en el Perú –a cuya libertad, por cierto, lo que hoy es el Ecuadorcontribuyó decisivamente–, sino porque, como también lo pensó elhéroe argentino josé de San Martín, la corona española tenía que ser de-rrotada en el virreinato más poderoso y protegido, el de Lima, pues, delo contrario, la libertad de todos los países de Sudamérica corría peligroinminente.

No son las únicas hipótesis antojadizas que Rodríguez estampaen su libro. Al contrario, son tan abundantes y tan llenas de inquina con-tra la historia y la historiografía de la Independencia ecuatoriana queforman un andamiaje asombroso, y hay que decirlo, repudiable. Comohe refutado en otra parte su fantasioso y autosuficiente texto, les ahorrodisgustos y no los repito aquí.8

La celebración del Bicentenario de la Independencia

Recordar y recuperar la historia por un afán necrofílico no tienesentido. La disciplina histórica y la conmemoración, en este caso con-creto, del Bicentenario, tienen sentido porque si permitimos que conti-núe la amnesia histórica, lo que conseguiremos, como dije más arriba,es una notoria falta de compromiso de las actuales generaciones con elpresente y una crisis en su sentido de pertenencia social. Y una sociedadno puede permitirse, por su responsabilidad con el futuro, que ello con-tinúe.

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8 Ver Ortiz Crespo, Gonzalo, El revisionismo llega a su clímax, op cit.

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En efecto, los estudios científicos más serios, como uno reali-zado en el Reino Unido, cuyos resultados fueron publicados en revistascientíficas de primer orden, demuestran que la amnesia impide imagi-nar el futuro. Es decir que, a nivel individual, las personas que olvidanel pasado están condenadas a vivir sólo en el presente. Un grupo de vo-luntarios enfermos de amnesia sometidos a una serie de pruebas fueronincapaces de imaginarse situaciones futuras, bastante corrientes, comouna celebración navideña en familia o el reencuentro con un amigo, encontraposición a otro grupo de voluntarios, que no padecían la enfer-medad.9 Lo mismo sucede con las sociedades: si los integrantes de unasociedad no tienen conciencia del pasado, podrán describir imágenesseparadas, pero, como los enfermos amnésicos del experimento, seránincapaces de visualizar una experiencia entera, de unificarla, dentro desus mentes. Tendrán por tanto visiones parciales, como piezas de unrompecabezas que no pueden unir.

Si los protagonistas del movimiento de la Independencia fueronhombres y mujeres de su época que pensaron lo que era mejor para elQuito y se decidieron a hacerlo, lo que debemos fomentar hoy es tam-bién gente visionaria, que conciban un Ecuador mejor, una sociedad deavanzada en esta coyuntura de la globalización y de la crisis mundial.René Maugé habla, y en eso estoy completamente de acuerdo con él, de“la Generación del Bicentenario”, aquellos niños que comienzan la es-cuela estos años, que debe ser cuidada y preparada como pocas en lahistoria para que puedan sacarle al Ecuador adelante.

Frente a esto, ¿qué hemos hecho en la Municipalidad de Quito?La celebración del Bicentenario de la Revolución de Quito se

inició, con una sesión solemne conjunta del Concejo Metropolitano deQuito y del Concejo Municipal de Rumiñahui el 15 de diciembre de2008, para conmemorar el punto de partida de dicho proceso revolucio-nario: la conspiración de Chillo Compañía.

El acto realizado en la propia capilla de la hacienda tuvo, feliz-mente, buen eco en la prensa nacional. Que el mensaje había sido en-tendido en toda su dimensión se comprueba por el editorial principaldel El Comercio pocos días después. Permítanme citarlo en su totalidad:

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9 El estudio británico realizado por científicos del Wellcome Trust Centre for Neuroimagingde la University College de Londres tuvo eco en la revista estadounidense Proceedings ofthe National Academy of Sciences (PNAS). Fuente: www.tendencias21.net

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“La conspiración por la Independencia

La enseñanza de la historia  tradicional presentaba al 10 de Agos-to de 1809 como un hecho aleatorio y, en el mejor de los casos, premo-nitorio de otras expresiones en América destinadas a iniciar tibiamentela gesta  de la liberación de España. La Municipalidad del Distrito Me-tropolitano de Quito nos acaba de enrostrar tal desacierto.

La independencia, como toda revolución, no fue un hecho sino unproceso. Hubo antecedentes determinantes. Entre nosotros –la naciónecuatoriana– un ideólogo como fue el doctor Eugenio de Santa Cruz yEspejo.

Fundamentados en sus principios, algunos de sus discípulos,desde su privilegiada posición colonial, iniciaron la rebelión contra ladominación española. En este contexto, el 10 de Agosto fue el resultadode una vocación política que concibió un gobierno popular, muchoantes de que los franceses invadieran España.

Así se registra la conspiración fraguada en  una hacienda de LosChillos –antigua propiedad de los jesuitas– el 25 de Diciembre de 1808,meses antes de la proclama de mayo en Chuquisaca, y el grito conti-nental de Quito el 10 de Agosto de 1809. La revolución abortó en elCarnaval de 1809, pero, luego de las prisiones de los complotados, dioa luz el 10 de Agosto. Por lo tanto, hubo conspiración, prisión, libertady, un año después, una brutal represión.

Esa fue la  rebelión continental que se produjo en Quito, Chuqui-saca y Córdova. Fue lograda por reposados lectores de la Enciclopedia,visionarios religiosos  y un pueblo que fue masacrado –varios cientos–el 2 de Agosto de 1810, en la embestida del  Ejército español al CuartelReal de  Lima.

Hasta aquí el editorial principal del diario El Comercio del 20de diciembre de 2008.

Ciertamente no fue intención de la municipalidad “enrostrar taldesacierto” a nadie. Lo que sí hemos venido buscado, desde el 2000, conlos alcaldes Paco Moncayo y Andrés Vallejo y quien esto escribe comoconcejal a cargo de los temas de la educación y la cultura y de los temasdel Bicentenario –para lo que hemos recibido la colaboración de direc-tores y funcionarios municipales de todas las áreas–, es ir cimentandoen el pueblo quiteño y en el del Ecuador, la verdadera apreciación delos hechos.

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En efecto, con Paco Moncayo a la cabeza, resolvimos que la me -jor manera de celebrar la fecha magna del Bicentenario tenía que ser conimpactos trascendentes en la vida de los pobladores de Quito, presentesy futuros.

Por eso nos propusimos metas claras, que constan en el Pro-grama de Gobierno Municipal 2005-2009 llamado “Hacia el Bicentena-rio”. La primera, que para el 10 de agosto de 2009 la totalidad de ha bi- tantes de la ciudad tuviera acceso a los servicios básicos. Por eso cons -truimos 2500 km de redes de agua potable y otros 2500 km de redes dealcantarillado, y miles de conexiones domiciliarias, con lo que la pobla-ción del Distrito Metropolitano servida con agua ha pasado de 60% al98% y con alcantarillado de 50% al 95%. Esto coloca a Quito entre lasprimeras ciudades del mundo en desarrollo, en lo que tiene que ver conla cobertura que alcanzan estos servicios, lo que contribuye directa-mente a mejores estándares de vida y de salud.

Similares esfuerzos se han hecho en construcción accesos y ca-lles adoquinadas en los barrios, con la participación de los propios mo-radores, así como de dotación de electricidad, casas comunales, uni da-des de policía comunitaria.

Se preguntarán, ¿y esto qué tiene que ver con la Academia Na-cional de Historia? Les diré que esto es historia. Historia reciente, de laque no debemos olvidarnos.

La otra cosa que nos propusimos para celebrar el Bicentenariofue, como lo repetía obsesivamente Paco Moncayo, que para el 10 deagosto de 2009 no hubiera ni un solo niño o niña o adolescente de Quitoque no tuviera acceso a la computadora y al Internet, ¡y estamos a puntode lograrlo! En las siete primeras fases de este proyecto que se inició enel año 2001, se atendió a 673 centros educativos fiscales, fisco misionalesy municipales, con 5.000 computadoras y servicios conexos y hoy esta-mos ejecutando la octava y última fase, que atenderá a 565 centros edu-cativos adicionales, con 4.000 computadoras, sus correspondientesinstalaciones eléctricas y redes de datos, más 565 impresoras, con unpresupuesto referencial de $ 2’600.000.

Hay otras acciones trascendentes para esta conmemoración: laCiudad Bicentenario, en Pomasqui, una de las soluciones que tiene enmarcha el Municipio de Quito para garantizar el acceso a vivienda dignaa familias de ingresos bajos. 12.000 viviendas, de $10.000 a $12.000, seconstruirán en esa zona. Este mismo año las primeras 300 familias ocu-parán sus casas.

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Otra forma concreta de celebrar los 200 años de nuestra inde-pendencia es la creación de la Unidad Educativa El Bicentenario, queya inició su actividad con el primer año de básica, y cuyas instalacionesse construyen, con un hermoso proyecto arquitectónico, en la zona deEl Beaterio en el sur de Quito.

Pero la principal acción que nos propusimos para la celebracióndel Bicentenario fue y es la construcción del nuevo aeropuerto de Quito.Este proyecto, postergado por 30 años, es el más grande de nuestra ciudad,por el monto de su inversión, por los 5.000 puestos de trabajo que generay por la repercusión que tendrá para el desarrollo de nuestra ciudad.

Contra la infamia y la calumnia, quiero reasegurarles, aunqueustedes ya lo saben, que este proyecto ha sido realizado con honestidadacrisolada, cuidando cada centavo del pueblo de Quito. La concesiónno es hecha a ningún descalificado sino al Gobierno del Canadá, y elConcejo Metropolitano autorizó de forma unánime los contratos y la ga-rantía municipal, que no es una garantía financiera sino de seguridadjurídica. Hemos vencido obstáculo tras obstáculo, puestos por delezna-bles intereses económicos y políticos que han alcanzado lamentable ecoen algunos medios de comunicación y hasta en organismos del Estado.Y seguiremos defendiéndonos de los ataques, que estallan como bombasa nuestro paso, y que es el indignante precio que hay que pagar por ser-vir a Quito.

La construcción, que ya está en el 50%, avanza a tal ritmo queel nuevo aeropuerto se inaugurará, si es que no logran detenerlo o re-trasarlo los grandes intereses que se le oponen, antes de la fecha de oc-tubre de 2010 especificada en el contrato. El Alcalde Andrés Vallejoanunció –y ojalá quien quiera que sea el nuevo Alcalde de Quito no loeche a perder–, que el primer vuelo despegará de ese aeropuerto el 10de agosto de 1810.

Rescatar y llenar de sentido fechas y lugares

Concomitante con las acciones estratégicas mencionadas hemosactuado para llenar de sentido las fechas y los lugares del primer gritode Independencia.

¿Recuerdan ustedes que la celebración de la fecha del 10 de agos-to venía siendo cada vez más relegada por los sucesivos gobiernos? Erala amnesia histórica de que hablábamos antes. Ese menosprecio era mo-tivo de la preocupación de las personas de espíritu cívico y amantes de

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la patria, entre ellas los miembros de la Academia Nacional de Historia.Rescatar su celebración fue prioritario en nuestros planes municipales.Y para ello empezamos a ofrecer cada 9 de agosto por la noche el con-cierto público “Luz de Quito siempre viva”, en la Plaza de la Indepen-dencia. Organizado por el Fondo de Salvamento del Patrimonio Cul-tural (Fonsal), ha acogido a 20.000 asistentes en promedio en cada edi-ción.

A ello se sumó luego, la “Velada Libertaria”. Fui su principalimpulsor, y lo conseguimos paso a paso. Como al comienzo había du-das, conspiramos en el 2005 con María Elena Machuca para mantenerabierto unas horas más por la noche del 9 de agosto el Centro CulturalMetropolitano, para que la gente que salía del concierto pudiera visi-tarlo. Tras haber visto la entusiasta respuesta de la gente, lo repetimosen el 2006 y contando con la capacidad organizativa alcanzada por elequipo de Quito Cultura, nos lanzamos ya con todo a realizar la VeladaLibertaria el 9 de agosto de 2007, iniciándolo con desfiles desde San Blasy La Recoleta, contando con el número central del concierto “Luz deQuito, siempre viva” seguido de espectáculos nocturnos en calles y pla-zas y lugares históricos y, además, logrando que se abrieran todos losescenarios culturales del Centro Histórico (museos, teatros, iglesias, cen-tros culturales) hasta las dos de la madrugada del 10 de agosto. Nomenos de 200.000 personas asistieron, entusiasmadas, según la conser-vadora cifra oficial de Quito Cultura, aunque los medios de comunica-ción hablaron de más (El Comercio dijo 250.000).

La nueva edición de 2008 fue aún mejor: los centros culturalesabiertos toda la noche ya no se limitaron al Centro Histórico sino queco menzaron en El Ejido por el norte (el Museo del Banco Central) y enChimbacalle (el nuevo Museo Interactivo de Ciencia) por el sur, y losparticipantes subieron a 300.000, según las fuentes.

El objetivo de estos dos actos, el concierto y la velada, se ha cum-plido: que el pueblo de Quito conmemore la víspera de la independenciacon una celebración cultural de una riqueza y variedad sin parangón enel año, sin concesiones al alcohol ni a los bailes como en otras fiestas.Las actuales autoridades de la ciudad ya no estaremos para el 9 deagosto de 2009, pero dejaremos todo listo, pues el concierto “Luz deQuito, siempre viva” y la Velada Libertaria de este año del Bicentenariodeben ser mejores que todos las anteriores, y ojalá, como lo he propuestoen el Comité del Bicentenario, se la amplíe a otras ciudades del país, a

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fin de que cada una de ellas tenga su Velada Libertaria la noche del 9 deagosto, con ocasión de esta fiesta de trascendencia nacional e interna-cional.

El Bicentenario también está celebrándose en dos museos anuestro cargo. Desde hace algunas décadas, la municipalidad tiene entresus más preciados bienes el Cuartel de la Real Audiencia, donde hace52 años se inauguró el Museo Mena Caamaño, y ya hace tiempo se mon-taron escenas con figuras de cera en el sitio de la prisión y la masacrede los próceres el 2 de agosto. Para darle la dimensión adecuada a loque sucedió allí, se abrió en el año 2000, como parte del entonces reciéninaugurado Centro Cultural Metropolitano, la exposición permanente“De Quito al Ecuador”. En 2005 ampliamos esta exposición, con más fi-guras de cera y un recorrido didáctico más claro sobre las causas de laindependencia. Ahora, en este 2009, se la mejorará aún más, con nuevasescenas y figuras de cera. Este es el museo histórico más visitado delEcuador.

Y estamos hoy aquí, en el Centro de Arte Contemporáneo El Bi-centenario, el edificio del antiguo Hospital Militar que estaba abando-nado y vuelto conventillo, restaurado magníficamente por el FONSALy convertido hoy en este nuevo centro cultural de Quito que desde pro-pio su nombre festeja la libertad. Hoy por hoy, aquí se alojan seis expo-siciones simultáneas:

• la espectacular muestra multimedia e interactiva La revoluciónquiteña inaugurada en agosto de 2008 y que continuará abiertaa lo largo del 2009;

• el espacio exclusivo para niños y niñas y prohibido para ma-yores llamado Nuestra historia… ¡vívela jugando!;

• la exposición que está aquí vecina a estas salas del primer pisoCentenario, Efemérides y consolidación nacional que nos recuerdacómo se celebraron los cien primeros años de nuestra inde-pendencia en 1909, bajo el gobierno de Eloy Alfaro que enten-dió la dimensión que había que darle a esa conmemoración,;

• América Insurgente, que muestra cómo el ejemplo de Quitoprendió en todo el continente, y cómo cada una de las nacio-nes latinoamericanas llegó a ser independiente, y

• Un legado del siglo XIX, una muestra de las primeras imágenesdel Ecuador actual, asombrosas fotografías originales, toma-das hacia 1860 (y que nos muestran cómo debió ser el Quitode 1809, pues entre la independencia y la llegada de esos pri-

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meros fotógrafos muy poco cambió nuestra ciudad desde elpunto de vista urbanístico).10

• Y Calles y Muros, un recorrido que permite la ubicación en elespacio quiteño de la Independencia, con un mapa de Quitocon atriles explicativos de los lugares en que acontecieron loshechos de hace 200 años, y un plano de la ciudad, sobre el quese puede caminar, donde se resalta la nomenclatura de callesy plazas relacionadas con la gesta. Para completar este aspectourbano hay una sala que con las técnicas del graffiti callejerorinde homenaje al precursor Eugenio Espejo

Por fin, estas mismas salas en las que ustedes me hacen el favorde acompañar hoy, se llenarán dentro de poco con la exposición prove-niente del Museo del Louvre sobre la Revolución Francesa y su influen-cia en las ideas independentistas de los quiteños.

Disputar el pasado es disputar el futuro

La memoria que se va forjando de un proceso histórico es, enrealidad, una disputa sobre el sentido del futuro, porque lo que hacenlas generaciones posteriores al revisar el pasado es proyectar lo que pro-ponen para la sociedad en la que viven. Por eso, la historia se escribesiempre desde una ideología, desde una cosmovisión, incluso desde unaposición política, reinterpretándola en un fluir que se parece, en suscambios y en sus luchas, a la propia historia que se narra.

Creo firmemente que sí es posible superar las desviaciones ide-ológicas mayores, los regionalismos exacerbados, las argumentacionesfalaces respecto de la Independencia. ¿Cómo se lo logra? A través demás y mejor conocimiento de los hechos. La memoria adecuada de pro-ceso tan extraordinario como fue la Revolución Quiteña no puede ha-cerse sino con una comprensión cabal del entramado social y de la épocaen que surgió, de los antecedentes que la provocaron, de las acciones desus protagonistas. Por eso, otra forma de celebrar es la extraordinariaserie de libros que el FONSAL ha publicado sobre los antecedentes y loshechos de la Independencia, a lo que debo añadir los esfuerzos de otrascolecciones o bibliotecas del Bicentenario como las del Banco Central,de la Empresa Eléctrica Quito, de la Universidad Alfredo Pérez Guerrerocon el Grupo Santillana y otras más. Mientras más sólido sea el bagajedocumental, mientras más crítico sea el aparato intelectual con el que

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juzguemos esa documentación, mientras más amplia sea la mirada (nosolo a los héroes sino a las clases populares; no solo a los hechos políticossino a la vida cotidiana) mejor contrastemos las opiniones que se hanido dando en las distintas narrativas históricas de los acontecimientos,y resultará menos difícil dilucidar los hechos y sus significado para lasactuales generaciones.

Por eso es interesante la posición del editorial antes citado deldiario El Comercio, que hasta parece demostrar un cierto reconoci-miento de culpa y propósito de enmienda… sobre las versiones cínicaso superficiales de la independencia. No estaría mal que se la aplique, almenos en lo que se refiere a la actual generación de quienes hacen opi-nión pública. Ello haría honor a la tradición de la prensa nacional, puesno hay duda que ella sí ha jugado un papel de importancia para cimen-tar la conciencia sobre la historia patria y en especial el aprecio a la Re-volución de Quito de 1808 a 1812 (sin ir más lejos, el propio diario ElComercio en su edición del primer bicentenario de la Independencia, el10 de agosto de 1909, publicó documentos inéditos, en especial el admi-rable alegato de Quiroga en su primera prisión).

Solo con una amplia y profunda mirada a los hechos, desde elquehacer historiográfico actual, y desde la realidad política y económicade hoy, con obras de trascendencia y llenando de sentido a fechas y lu-gares, la conmemoración del Bicentenario de la Revolución Quiteña de1809-1812 hará justicia a los hombres y mujeres que hace 200 años lu-charon por sus ideas, tras procesos intelectuales que ellos mismos tu-vieron que realizar, a pesar del férreo control de las conciencias de esaépoca, con estudios, propuestas y debates complejos, en un entorno delque partían impulsos causados por las condiciones sociales, económicasy políticas de la sociedad como un todo y de la historia personal de cadauno de ellos en particular. Solo así podrá entenderse el carácter de laparticipación de las diferentes clases sociales en aquel movimiento. Soloasí podrá justipreciarse el heroísmo de unos y también, la debilidad, lasvacilaciones de otros. Solo así podrá ponerse en perspectiva aquelloshechos que, aunque sus autores no lo supieron de inicio, y no lo podíansaber, culminaron tres lustros después en la independencia lograda de-finitivamente en las escarpadas faldas del Pichincha el 24 de mayo de1822 y en la batalla de Ibarra el 17 de julio de 1823, verdadero final delas guerras de la independencia en territorio de la actual República delEcuador.11

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No quiero terminar este discurso sin hacer una breve mencióna dos hechos curiosos, tal vez únicos en la historia. El primero es queme incorporo a la Academia Nacional de Historia como Alcalde deQuito en funciones, debido a un reemplazo temporal al Alcalde titular,Andrés Vallejo, siendo actualmente Primer Vicepresidente del Concejode Quito. Esto me lleva a rendir mi homenaje a dos ilustres miembrosde la Academia que fueron alcaldes de Quito: el primero de los alcaldesde la época moderna, jacinto jijón y Caamaño12 y el penútimo, PacoMoncayo Gallegos13, aunque se incorporaron a la Academia antes deejercer sus funciones edilicias. Así mismo, algunos concejales que hansido destacados historiadores, y se han incorporado a esta Academiaantes o después de su actuación en el cuerpo edilicio. Por ello creo y,permítanme que lo resalte, que es la primera vez que un Alcalde en fun-ciones ingresa a la Academia.

Con la anuencia de ustedes, el segundo hecho al que deseo re-ferirme, es más íntimo. Es el hecho de que soy el cuarto Académico dela Historia de mi familia, pues lo fueron mi padre, Luis Alfonso OrtizBilbao, historiador de la conquista y la colonia, quien fuera SecretarioPerpetuo de esta corporación hasta su muerte hace 20 años, y mi her-mano mayor, Fernando, biólogo, pionero de la conservación de la natu-raleza e historiador de la ciencia, fallecido en trágico accidente hace sieteaños. Mi hermano menor Alfonso, historiador de la arquitectura y delarte, quien nos acompaña, se incorporó hace cinco años a esta Academiay continúa con su admirada labor científica y editorial. A los tres rindomi cariñoso y conmovido homenaje, hoy que sigo sus pasos, así como ami querida madre, aquí presente, con sus 92 años, luz de todos los OrtizCrespo.

Y ya que estoy en esto, es mi deber mencionar a dos tíos míospor el lado de mi madre, también miembros de la Academia: el granHernán Crespo Toral, una de las figuras más reconocidas en el rescate yconservación del patrimonio del Ecuador, quien falleció hace un año(este lunes se cumplirá exactamente un año de su partida), y jorge Sal-

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11 Es penoso que el Gobierno Nacional, aunque finalmente creó, a instancias de la Municipali-dad quiteña y con un decreto ejecutivo que yo mismo redacté, el Comité Presidencial del Bi-centenario, no haya apoyado las iniciativas de dicho comité. Esta no es la ocasión paradescribir en detalle un proceso que ha estado lleno de frustraciones.

12 Fundador de la academia hace 100 años y alcalde en el período 1948-1952.13 Miembro Correspondiente de la ANH y la persona que más tiempo ha desempeñado la Al-

caldía de Quito, pues lo hizo desde agosto de 2000 hasta enero de 2009

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vador Lara, mi tío político, director muchos años de esta Academia yactualmente presidente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Cro-nista de la Ciudad de Quito y director del Archivo Municipal de Histo-ria. A la memoria de Hernán y a la presencia tan amable de jorge en esteacto, expreso también mi homenaje de admiración y cariño.

Estas relaciones familiares son timbre de orgullo cuando lo quese destaca no es ni abolengo ni fortuna sino el espíritu cívico, la dedica-ción al estudio, la honradez acrisolada, el amor a la patria, en suma: losvalores trascendentes y no los deleznables. Me he esforzado de ser dignode su nombre, y de la tradición hidalga de servicio honesto al pueblode Quito y a la patria. Con su ejemplo y el de ustedes, señoras y señoresAcadémicos, me propongo seguir haciéndolo.

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EN BUSCA DEL ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE QUITO

Gustavo Pérez Ramírez

Según Pedro Fermín Cevallos, el primero de los historiadores que di-vulgó el contenido del acta, pocos de los documentos que se publicaronde la Revolución de Quito “habrían escapado de las llamas a que fueronentregadas por los españoles, y escapando también de la incuria de nues-tros conciudadanos”.1 Se refiere en particular a las arengas de Selva Ale-gre y de Quiroga del 16 de agosto de 1809: “una y otra habían sido dadasa la estampa, y como serán poquísimos los que tengan noticia de ellaslas insertamos íntegras por el mérito de haber escapado de las llamas.

¿Habrá sido incinerada el acta original?

En la sala Capitular del Convento de San Agustín, donde unosupone que estaría el manuscrito original, le indican al visitante que elActa se quemó en un incendio, aunque no saben decir cuándo ni dónde.En cambio le enseñan los dos cuadros con marcos barrocos que pendende la pared.

En el de la izquierda se lee:

En esta sala el 16 de agosto de 1809, los diputados del pueblo ratificaron solemnemente con su firma la Independencia de la Patria proclamada el 10 de agosto.

Y se mencionan los nombres de la junta Gubernativa, de los Mi-nistros o Secretarios de Estado y de los Representante s de los Barrios.

En el cuadro de la derecha se lee:

Próceres de la Revolución del 10 de agosto de 1809 sacrificados en elcuartel real el 2 de agosto de 1810.

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1 Pedro Fermín Cevallos, Resumen de la Historia del Ecuador desde su origen hasta 1845, 1870, Lima,imprenta del Estado, tomo III, capitulo I, p. 37.

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Juan Salinas. Juan de Dios Morales, Manuel Rodríguez de Quiroga,Juan Pablo Arenas, José Riofrío, Francisco Javier Ascasubi, Antoniode la Peña, José Vinueza, Juan de Larrea y Guerrero, Manuel Cajas,Mariano Villalobos, Anastasio Oleas, Vicente Melo y D. Tobar.La heroica hazaña del Pueblo de Quito está en el recuerdo para ejemplode las generaciones.En la cripta de esta sala reposan las reliquias de la mayor parte de losPróceres.

El acta original tampoco se encuentra en el Archivo Nacional.Su directora ejecutiva, Grecia Vasco de Escudero, en edición especialconmemorativa del Bicentenario, se anticipó en 2007 a publicar el textodel “Acta de Instalación de la Primera junta revolucionaria de Quito”.2

Interrogada sobre la fuente, se refirió al Monumento de la Independen-cia en la Plaza Grande de Quito, donde en efecto hay una placa enbronce con los nombres de los representantes de los varios Barrios de lacapital que nombraron a sus representantes, si bien aparece de últimoManuel de Angulo, que en todas las actas trascritas fue el primero enfirmar entre los representantes del Barrio del Centro o Catedral.

El Acta de la Independencia es un documento de primordial im-portancia histórica por tratarse de uno de los fundamentos institucio-nales de lo que con el tiempo sería Ecuador. Verdad histórica, que, comolo recuerda el historiador Rodríguez Castelo, es una conclusión a la quellegó Nicolás Clemente Ponce, en 1909:

En la conspiración de 1808 se halla el pensamiento genuino con quenuestros padres emprendieron la obra legendaria de la emancipaciónamericana 3

Pero antes de proseguir, debemos aclarar que el acta manuscritaoriginal que buscamos es la que ostente las firmas de puño y letra delos Representantes de los Barrios que firmaron, posiblemente, no una,sino varios ejemplares con diferentes destinos. Con el tiempo los escri-

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2 Archivo Nacional, La Revolución de Quito, 1809-1812, 2007, Edición Espacial, Boletín Nº 33, Pro-ducción Gráfica, Quito Ecuador.

3 N. Clemente Ponce, Op. Cit., en la nota 14, p. 63. Ver Rodríguez Castelo, Hernán, La gloriosa ytrágica historia de la independencia de Quito 1808-1813, Boletín de la Academia Nacional de His-toria, vol. LXXXVI Nº 179, p.23.

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banos fueron haciendo otras, que autenticaron como fiel copia. De estashe encontrado tres a las que me referiré más adelante.

Hipótesis sobre el acta original

Sobre el acta original se han emitido varias hipótesis, ademásde la que trata de incineración. Según hipótesis del historiador jorge Sal-vador Lara, debió haber sido destruida, porque era prueba evidentecomprometedora.

Otra hipótesis supone que habría sido llevada a Santa Fe deNueva Granada, entre la documentación que el Virrey Amar y Borbónle pidió al Conde Ruiz de Castilla, y que éste envió por medio del Dr.Don Vicente Félix de San Miguel, una vez que firmó las Capitulacionesmediante las cuales volvió a la Presidencia de la Audiencia en octubrede 1809.4 Quedaría el interrogante sobre si esta documentación a su lle-gada hubiera sido reducida a cenizas, como se oye decir.

Téngase en cuenta, que en el oficio de 6 de noviembre, el Condele promete al Virrey que oportunamente “iré participando a V. E. todolo que ocurra para su gobierno”5

Otra hipótesis, es que el acta original podría estar entre la do-cumentación del Fondo Audiencia de Quito que haya llegado a parar alArchivo Nacional de Colombia, además de la que fue enviada por el presidente Rocafuerte al historiador josé Manuel Restrepo, y que seconserva en el Archivo Histórico de su nombre.

Búsqueda del Acta en Bogotá y Quito

En noviembre de 2008 fui a Bogotá en busca de informaciónpara escribir sobre cómo se vivió en Santa Fe de Nueva Granada el Gritode Independencia de Quito, capítulo que me había comprometido a re-dactar para el libro con el que el Grupo América, ha conmemorado elBicentenario: En torno al 10 de Agosto de 1809 6

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4 Ver el “Oficio del conde Ruiz de Castilla al Virrey Amar dándole cuenta de lo sucedido enQuito el 10 de Agosto de 1809 hasta que resumió el mando. Quito 18 de octubre de 1809. Do-cumento 40 entre 274 que cita josé Gabriel Navarro, La Revolución de Quito del 10 de Agosto de1809, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Plan Piloto del Ecuador, 1962, p.496.

5 Salvador Lara, Escritos de la Independencia, Op. Cit., p. 327-333, documentos que se encuen-tran en el Archivo Histórico de Madrid, citado por Alfredo Pareja, Doc. 46

6 Grupo América, En Torno al 10 de Agosto de 1809, 2009, PPL editores, Quito, Ecuador. Verwww.grupoamericaecuador.com

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Tuve entonces la oportunidad de conocer el Archivo HistóricoRestrepo, cuyo curador, josé Manuel Restrepo Ricaurte, gentilmente memostró detalladamente el Archivo, y, al concluir, puso en mis manos elvolumen 25, que contiene un arsenal de documentos originales sobre laRevolución de Quito, inclusive dos manuscritos del Acta, de los que ob-tuve copia junto con muchos otros documentos que encontré posterior-mente, y que traje a Ecuador.7

En Quito, prosiguiendo la investigación, encontré una terceracopia del Acta, en el Archivo Histórico del Banco del Estado, gracias aindicaciones del Arq. Alfonso Ortiz Crespo, Acta que, a diferencia de lasque se encuentran en Bogotá, trae una breve introducción para indicarque la copia se hace “a fin de que se haga el uso conveniente para paga-mento del sueldo de las Plazas” que consten en el Acta. El original deeste documento se encuentra en el Archivo Histórico del Banco Centraldel Ecuador, Fondo jacinto jijón y Caamaño, Volumen 00006, entre losdocumentos que el presidente, general juan Ramírez de Orozco, ordenócopiar en 1818 de todos los documentos de origen revolucionarios exis-tentes en los Archivos de Quito. En el índice aparecen como “Asuntosrelacionados con la Revolución del 10 de Agosto de 1809”.

Las tres actas son iguales en lo esencial, excepto por pequeñasdiferencias de copistas, y porque la primera que figura en el ArchivoHistórico Restrepo termina con la firma de juan Barreto, como se ha pu-blicado desde un principio hasta ahora el acta, sin mención del manus-crito original.8

En cambio, la segunda, que está en el volumen 25 del ArchivoRestrepo, tienen un importante complemento, con los primeros decretosque revisaron nombramientos en reemplazo de quienes no pudieron

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7 Gracias a la colaboración de la biblioteca de la Academia Nacional de Historia de Ecuador,fue posible obtener una copia más clara con base en los microfilmes que la Academia habíaadquirido del Archivo Histórico josé Manuel Restrepo de Bogotá, y con la ayuda del ArchivoHistórico del Banco Central y de técnicos de la Biblioteca-Archivo del Ministerio de RelacionesExteriores de Ecuador, fue posible obtener la copia que aquí se publica.

8 Primero Pedro Fermín Cevallos, Op.Cit. Apéndice nº II, luego Carlos de la Torre Reyes, (LaRevolución de Quito del 10 de Agosto de 1809, Colección Histórica XIII, Banco Central del Ecuador,Quito 1990, pp.214-217) a quien se toma por fuente para la publicación del Acta en la NuevaHistoria de Ecuador, Ayala Mora, Enrique, Editor, 1995, Vol. 15, pp.68-71, Grijalva, Quito, Ecua-dor; Salvador Lara, jorge, La revolución de Quito 1809-1822, p. 45. El contenido del Acta tambiénaparece publicado en 1910, en Biografía del Doctor Juan de Dios Morales, páginas históricas de laGuerra del Ecuador 1910, En Boletín de la Academia Nacional de Historia Militar,2009,Vol.1, nº1, Imprefepp, Quito, Ecuador, pp.385-388.

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aceptar, en reemplazo de uno que huyó y de otro que renunció. Ademásincluye el testimonio de la sesión del 16 de Agosto y copia del oficio conel nombramiento que se hizo de dos Secretarios de la Suprema junta enlos Doctores Don Luis Quijano y Don Salvador Murgueitio, relevandoa Don Fernando javier Villacio, que fue interinamente nombrado Secre-tario de la Presidencia. Este oficio no se reproduce en el Acta encontradaen el Archivo Histórico del Banco del Estado, que perteneció a jacintojijón y Caamaño.

En las páginas siguientes se reproduce el

FACSIMILE DEL ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE QUITODEL 10 DE AGOSTO DE 1809.

Copia del documento que se encuentra en el Archivo Histórico josé Manuel Restrepo,

Bogotá, Volumen 25. [Microfilm] rollo nº 9 Fondo 1 vol. 25 Biblioteca de la Academia Nacional de Historia, Quito, Ecuador.

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Transcripción del Acta:

Nos, los infrascritos diputados del pueblo, atendidas laspresentes críticas circunstancias de la nación, declaramos solem-nemente haber cesado en sus funciones los magistrados actualesde esta Capital y sus Provincias. En su virtud, los del Barrio delcentro o Catedral, elegimos y nombramos por Representantes deél a los Marqueses de Selva Alegre y Solanda, y lo firmamos- Ma-nuel de Angulo, Antonio Pineda, Manuel Cevallos, Joaquín dela Barrera, Vicente Paredes, Juan Ante y Valencia.

Los del Barrio de San Sebastián elegimos y nombramospor Representante de él a don Manuel Zambrano, y lo firmamosNicolás Vélez, Francisco Romero, Miguel Donoso, Juan Pino,Lorenzo Romero, Manuel Romero.

Los del Barrio de San Roque elegimos y nombramos porRepresentante de él al Marqués de Villaorellana, y lo firmamos-José Rivadeneira, Ramón Puente, Antonio Bustamante, José Ál-varez, Diego Mideros y Vicente Melo.

Los del Barrio de San Blas elegimos y nombramos porRepresentante de él a Don Manuel de Larrea y lo firmamos- JuanCoello, Gregorio Flor de la Bastida, José Ponce, Mariano Villalo-bos, José Bosmediano, Juan Unigarro y Bonilla.

Los del Barrio de Santa Bárbara elegimos y nombramosRepresentante de él al Marqués de Miraflores y lo firmamos-Ramón Maldonado y Ortega, Luis Vargas, Cristóbal Garcés, To-ribio Ortega, Tadeo Antonio Arellano, Antonio de Sierra.

Los del Barrio de San Marcos elegimos y nombramos porRepresentante de él a Don Manuel Mateu y lo firmamos- Fran-cisco Javier Ascázubi, José Padilla, Nicolas Ximenez, NicólasVélez, Francisco Villalobos, Juan Barreto.

Declaramos que los antedichos individuos unidos conlos Representantes de los Cabildos de las Provincias sujetas ac-tualmente a esta Gobernación y las que se unan voluntariamentea ella en lo sucesivo, como son Guayaquil, Popayán, Pasto, Bar-bacoas y Panamá que ahora dependen de los Virreinatos de Limay Santa Fe, las cuales se procurará atraer, compondrán una JuntaSuprema que gobernará interinamente a nombre y como Repre-

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Barrio deSan Sebastián

Barrio deSan Roque

Barrio deSan Blas

Barrio deSanta Bárbara

Barrio deSan Marcos

Acta de todoel pueblo

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sentante de nuestro legítimo Soberano, el señor don FernandoSéptimo, y mientras su Majestad recupere la Península o vienea imperar en América.

Elegimos y nombramos por Ministros o Secretarios de Estado a DonJuan de Dios Morales, Don Manuel Quiroga y Don Juan de Larrea, el primeropara el despacho de los Negocios Extranjeros y de la Guerra, el segundo para elde Gracia y Justicia y el tercero para el de Hacienda; los cuales como tales seránindividuos natos de la Junta Suprema. Esta tendrá un Secretario particular convoto y nombramos de tal a don Vicente Álvarez.

Elegimos y nombramos por Presidente de ella al Marques de SelvaAlegre.

La Junta como Representativa del Monarca tendrá el tratamiento deMajestad; su Presidente el de Alteza Serenísima y sus Vocales el de Excelencia,menos el Secretario particular a quien se le dará el de Señoría. El Presidentetendrá por ahora y mientras se organizan las Rentas del Estado seis mil pesosde sueldo anual, dos mil cada vocal y mil el Secretario particular.

Prestará juramento solemne de obediencia y fidelidad al Rey en la Ca-tedral inmediatamente y lo hará prestar a todos los Cuerpos constituidos asíEclesiásticos como Seculares.

Sostendrá la pureza de la Religión, los Derechos del Rey, los de la Pa-tria y hará guerra mortal a todos sus enemigos, principalmente Franceses, va-liéndose de cuantos medios y arbitrios honestos le sugieran el valor y la pru den-cia para lograr el triunfo.

Al efecto y siendo absolutamente necesaria una fuerza militar compe-tente para mantener el Reino en respeto, se levantará prontamente una Falangecompuesta de tres Batallones de infantería sobre el pie de Ordenanza y montadala primera compañía de Granaderos; quedando por consiguiente reformadas lasdos de Infantería y el Piquete de Dragones actuales.

El jefe de la falange será Coronel y nombramos tal a Don Juan Salinas,a quien la Junta hará reconocer inmediatamente.

Nombramos de Auditor General de Guerra, con honores de TenienteCoronel, tratamiento de Señoría y mil quinientos pesos de sueldo anual a DonJuan Pablo de Arenas y la Junta le hará reconocer.

El Coronel hará las propuestas de los oficiales, los nombrará la Junta,expedirá sus patentes y las dará gratis el Secretario de la Guerra.

Para que la Falange sirva gustosa y no le falte lo necesario, se aumen-tará la tercera parte sobre el sueldo actual desde soldado arriba.

Para la más pronta y recta administración de Justicia, creamos un Se-

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nado de ella compuesto de dos Salas Civil y Criminal con tratamiento de Alteza.Tendrá a su cabeza un Gobernador con dos mil pesos de sueldo y tratamientode Usía Ilustrísima. La sala de lo Criminal un Regente (subordinado al Gober-nador) con dos mil pesos de sueldo y tratamiento de Señoría: los demás Minis-tros con el mismo tratamiento y mil quinientos pesos de sueldo; agregándoseun Protector General de Indios con honores y sueldo de Senador. El AlguacilMayor con tratamiento y sus antiguos emolumentos. Elegimos y nombramostales en la forma siguiente:

Sala de lo CivilGobernador Don José Javier Ascázubi, Decano, Don Pedro Jacinto Escobar,Senadores Don José Salvador,

Don Ignacio Tenorio, Don Bernardo de León,

Fiscal Don Mariano Merizalde.

Sala de lo CriminalRegente Don Felipe Fuertes Amar, Decano Don Luis Quijano, Senadores Don José del Corral,

Don Víctor de San Miguel, Don Salvador Murgueitio,

Fiscal Don Francisco Xavier de SalazarProtector General Don Tomás Arechaga, Alguacil Mayor Don Antonio Solano de la Sala.

Si alguno de los sujetos nombrados por esta Soberana Diputación re-nunciare el encargo sin justa y legítima causa, la Junta le admitirá la renuncia,si lo tuviere por conveniente, pero se le advertirá antes que será reputado comomal Patriota y Vasallo y excluido para siempre de todo empleo público.

El que disputare la legitimidad de la Junta Suprema constituida poresta Acta tendrá toda libertad bajo la salvaguardia de las leyes de presentar porescrito sus fundamentos y una vez que se declaren fútiles, ratificada que sea laautoridad que le es conferida, se le intimará prestar obediencia, lo que no ha-ciendo se le tendrá y tratará como Reo de Estado. Dada y firmada en el PalacioReal de Quito, a diez de Agosto de mil ochocientos nueve. Manuel de Angulo, Antonio Pineda, Manuel Cevallos, Joaquín de la Barrera, Juan Ante y Valencia, Vicente Paredes

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Nicolás Vélez, Francisco Romero Juan Pino, Lorenzo Romero, Juan Quijano Bonilla Manuel RomeroJosé Rivadeneira, Ramón Puente, Antonio Bustamante, José Álvarez, Juan Coello, Gregorio Flor de la Bastida, José Ponce, Miguel Donoso Mariano Villalobos, Cristóbal Garcés Toribio de Ortega Tadeo Antonio ArellanoAntonio de Sierra Fco. Javier de Ascasubi Luis Vargas José Padilla Nicolás Jiménez Ramón Maldonado y OrtegaNicolás Vélez Manuel Romero José BosmedianoVicente Melo Francisco Villalobos Juan Barreto

Quito doce de Agosto de mil ochocientos nueve.

A continuación, sin dejar espacio, el Acta continúa:

Respecto a que de consentimiento de Don Bernardo de León se hizo lavariación de trasladarlo a la Sala de lo Criminal estando nombrado por el Puebloen la de los Civil, lo suscribimos con el interesado para que conste. Está rubri-cado por los señores de la Suprema Junta Doctor Bernardo Ignacio de León yCarcelén. Quito trece de Agosto de mil ochocientos nueve.

Domingo de Quintana. En atención a la fuga que ha hecho Don Ignacio Tenorio, Senador nom-

brado para la Sala de lo Civil, se nombra en su lugar al Doctor Don Pedro Qui-ñones, y mediante la renuncia verbal que con el mayor empeño ha hecho de suPlaza de Senador el Doctor Don Víctor de San Miguel ante su Alteza Serení-sima, se le admite desde luego la renuncia y se nombra en su lugar al DoctorDon Antonio Tejada. Comuníquese esta providencia al Gobernador del Senadopor el Ministerio respectivo para inteligencia de sus interesados y sus debidosefectos. El Marqués de Selva Alegre, Manuel Zambrano, el Marqués de So-landa, Manuel Larrea, Melchor de Benavides, Manuel Mateu, Marqués de Vi-llaorellana, Juan José Guerrero Mateu, Juan de Dios Morales, Manuel Rodrí-guez de Quiroga, Juan de Larrea.

En la ciudad de San Francisco del Quito en diez y seis de Agosto demil ochocientos nueve: estando en la Sala Capitular del Convento Máximo delGran Padre San Agustín, destinada por su mayor capacidad, congregados pormedio de oficios despachados por su Alteza Serenísima el Señor Presidente dela Suprema Junta Gubernativa Marqués de Selva Alegre, el Ilustrísimo SeñorObispo Don José Cuero y Caicedo, el Ilustre Cabildo de la Ciudad, el VenerableDeán y Cabildo Eclesiástico, el Alguacil mayor de Corte y Ministros de Real

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Hacienda, los Jefes del Cuerpo Veterano y Milicias, el Cuerpo literario de laUniversidad, los Curas de las Parroquias inmediatas, los Rectores de los Cole-gios de San Luís y San Fernando, los Reverendos Padres Prelados de las Reli-giones con sus individuos, el Colegio de Abogados, el Diputado e individuosdel Comercio, los Jefes y Administradores de las Rentas Reales, los Escribanos,Procuradores y Subalternos del Senado y Juzgados, los nobles del lugar conmucho concurso público, a efecto de que enterados de la voluntad del Puebloexplicada en las actas de la constitución del nuevo Gobierno, dijeren librementesu sentimientos sobre el establecimiento que se había acordado, precedidas unasbreves peroraciones que hizo su Alteza Serenísima el Señor Presidente y los Ex-celentísimos Señores Ministros Don Manuel Rodríguez de Quiroga y Don Juande Larrea, manifestando los mismos que habían invitado al Pueblo a formar laSuprema Junta y ventajas que de ella resultarían y leídas por el ExcelentísimoSeñor Ministro de Estado Don Juan de Dios Morales las actas y diligencias quese extendieron antes solemnemente, todos unánimes y conformes con repetidasvivas aclamaciones de júbilo, ratificaron cuanto se había propuesto y ordenado,como que se dirigía a unos fines. santos de conservar intacta la Religión Cris-tiana, la obediencia al Señor Don Fernando Séptimo, y el bien y felicidad de laPatria, importantes y necesarios en las circunstancias críticas y presentes, enque el común invasor de las Naciones Napoleón Bonaparte pretende apoderarsey adjudicar a su Dinastía la Nación y Reino Español, arrancándolo por fuerzade nuestro legítimo Soberano el Señor Don Fernando Séptimo; y quisieron sefirmase por todos los Cuerpos e Individuos que concurrieron, autorizándolo,los Escribanos de esta Ciudad Capital, que dan fe que ante mi el Escribano deSu Majestad que despacho por la Real Orden por ausencia del Señor Secretariode la Suprema Junta. El Marqués de Selva Alegre, José Obispo de Quito, elMarqués de Solanda, Melchor de Benavides, el Marqués de Villaorellana, JuanJosé Guerrero y Mateu, Manuel Zambrano, Manuel de Larrea, el Marqués deMiraflores, Manuel Mateu, Juan de Dios Morales, Manuel Rodríguez de Qui-roga, Juan de Larrea.

Hasta aquí los Señores vocales y Ministros de la Suprema Junta Gu-bernativa de este Reino; y continúan las firmas de los Cuerpos de la República,Religiones y Pueblo Noble.

Es fiel copia de su original a que en lo necesario me remito. En cuya fedoy la presente que signo y firmo de Real Orden en Quito a veinte y tres deAgosto de mil ochocientos nueve años. Por orden Real y ausencia del Señor Se-cretario. Atanasio Olea. Es fiel copia de su original de que certifico. Contaduríade Quito y Agosto veinte y seis de mil ochocientos nueve

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Reiteramos nuestra pregunta, ¿Dónde está el acta original?Según el historiador jorge Salvador Lara “muchos de los pape-

les que constituyen hoy el Archivo Restrepo fueron enviados al Doctor.Roberto Andrade, en copia, por su hermano, el general julio AndradeBetancour, (jefe militar alfarista, que fue Ministro Plenipotenciario enBogotá). Figuran como Tomo II en la Historia del Ecuador de aquel”, 9

Uno de esos documentos es el Acta de la Independencia, queRoberto Andrade publica con una nota tomada de la carta de su her-mano que abre nuevas pistas insospechadas:

“Puede afirmarse que el Acta original no existe (en Bogotá). Nosabemos si fue enviada, en el proceso, a Bogotá: parece que sí lo fue alhistoriador Restrepo”, y nuestro fundamento es el raciocinio siguiente:dísenos el Gral. Andrade, en la carta en que nos cuenta de los Documen-tos enviados por él:

“En la imposibilidad de rebuscar los dos Archivos a un tiempo, (el Ar-chivo Nacional y el del Dr. Restrepo), confié el segundo a un em-pleado de la Legación, después de haber obtenido del Dr. EduardoRestrepo, nieto del Historiador, que pusiese el mencionado Archivo amis órdenes. El resultado fue que el joven quiteño partió a Quito, lle-vándose a hurtadillas una buena parte de los documentos, cuya copiale señalé yo mismo, y los publicó allí de su cuenta, según he visto”.

Y añade que el joven empleado, al publicarlos, puso la siguientenota:

La reproducción de los documentos anteriores tiene por objeto dar aconocerlos en la misma forma empleada en los originales, de donde loshemos tomado, escritos de puño y letra del Dr. Juan de Dios Moralesy autenticados con su firma. Estos documentos y los demás que se re-producen en este folleto, pertenecen al Archivo del Sr. José ManuelResstrepo, que nos fue dable estudiarlo ampliamente, merced a la cor-tesía del Dr. Eduardo Restrepo Sáenz, nieto del ilustre historiador co-lombiano.

El joven en nada se refería al Gral. Andrade. Si los documentosde los cuales se tomó la copia, estaban escritos de puño y letra de Mo-

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9 Salvador Lara, jorge, La revolución de Quito 1809-1822, op.cit., p. 45

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rales y autenticados con su firma, claro es que el Acta original del 10 deAgosto, de la cual tomó copia el joven empleado, se hallaba en el Ar-chivo del historiador Restrepo.

Siguiendo la pista dejada por los Andrade, recurrí en Quito alArchivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde me suministra-ron la lista de los funcionarios diplomáticos que en la Legación de Ecua-dor en Bogotá acompañaron al general Andrade.10

Con esta información consulté el archivo de la Biblioteca AurelioEspinosa Polit, con resultado positivo. En efecto, Rafael Orrantia, el úl-timo de la lista, es el autor de la publicación titulada Homenaje a los Már-tires del 2 de agosto de 1810, con el sugestivo subtítulo de “Nuevos docu-mentos relacionados con los sucesos de Quito 1809-1810.”, tipografía de laEscuela de Artes y Oficios de Quito, suplemento al nº 10 de la DefensaNacional

El Sr. Orrantia publicó en esta obra numerosos documentos quese encuentran en el volumen 25 del Archivo Restrepo, comenzando porel texto del manuscrito del Acta, aseverando que es de puño y letra delDr. Juan de Dios Morales y autenticados con su firma.

Llama la atención esta afirmación, pues el Acta fue firmada porquienes “eligieron y nombraron” a los Representante s del pueblo. Cabepreguntar, ¿dónde están los documentos que el Sr. Orrantia trajo de Bo-gotá, y que le sirvieron para su publicación?

Después de una prolija revisión de los documentos microfilma-dos del Archivo Histórico josé Manuel Restrepo, disponibles desde mar -zo del año pasado, 2009, en la Biblioteca de la Academia Nacional deHistoria en Quito, puedo afirmar que no se encuentra ningún Acta dela Independencia escrita de puño y letra y firmada por juan de Dios Mo-rales.

Seguiré la pista que dejó el General Andrade en carta a su her-mano, que deja abierto el interrogante ¿Dónde está el Acta Original dela Independencia?

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10 Leonardo Fernández Salvador, Secretario de primera clase, juan Borja, Agregado Militar, LuisF. Borja Pérez, 2º Secretario. Posteriormente llegó Rafael Orrantia, como Secretario de primeraclase.

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MENSAJES CIFRADOS DE UNA REVOLUCIÓN*

Hernán Rodríguez Castelo

Yo era un gran lector de novelas policíacas. Compartí esa pasión con Ed-uardo Kingman. El mejor obsequio que podíamos hacernos el uno alotro, era un nuevo policial bueno; si excelente, mejor.

Ahora casi no leo novela policíaca. Y es porque ando inmersoen investigaciones históricas. El ejercicio de la detectio, que fundara ge-nialmente Edgar Allan Poe, y afirmaran Gaboriau con su El caso Lerou-ge (1866) y Wilkie Collins con sus magíficas El diamante luna y La damaves tida de blanco, y consagrara definitivamente Sir Arthur Conan Doyle,sacando a escena a Sherlok Holmes, tiene notable parentesco con el delhistoriador que persigue ciertas pistas para dar con autores, cómplicesy encubridores, o, al menos, inspiradores y beneficiarios, de hechos pa -sados, a veces tan extraños y perturbadores como los que ur die- ron esosgrandes novelistas.

Seguramente por eso es tan fascinante leer libros de historia enque la investigación y ese ir descubriendo y persiguiendo indicios par-ticipa del suspenso y el dramatismo de la mejor novela policíaca.

Puesto sobre las huellas de una de estas cacerías en que el que-hacer historiográfico así emprendido consiste, el historiador es el primerseducido por sus hallazgos que, como las pistas hacia un tesoro escon-dido, le van hundiendo en profundidades no por obscuras, a veces som-brías, menos luminosas.

Y es, queridas amigas y amigos, lo que me ha acontecido con elhallazgo que esta noche se ofrece a ustedes en este magnífico escenario,en una de esas bellas y cuidadas ediciones del FONSAL y con el in-teligente y generoso padrinazgo de Simón Espinosa.

El caso, tan incitantemente cifrado como el de El escarabajo deoro de Poe, puede decirse, en substancia, así: los poemas que bullían enla Quito de esos trepidantes días que corrieron desde el 10 de agosto de1809 hasta 1813, cuando se recibió en Quito la Constitución hecha porlas Cortes de Cádiz, nos dijeron acerca de esos apasionantes sucesos

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* Discurso en la presentación del libro Lírica de la Revolución quiteña de 1809-1812,. Palacio delBicentenario, 9 diciembre 2009

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cosas que nunca dijeron ni cronistas ni historiadores. Había que leerlosdando con todo lo que en esos versos, al parecer sencillos y casi festivos,se había cifrado.

¿Se hizo antes alguna vez esa lectura? Ya juan León Mera, aquien debemos el habernos guardado y transmitido la inmensa mayorparte de estos poemas, sugirió la posibilidad de deambular por sus veri -cuetos de este modo. juzgó que, aunque menos valiosos como lírica,eran “no despreciables por el lado histórico”. Pero él mismo no dio másque algún tímido paso para internarse por ese gran programa de lecturapolicíaca.

A los dos siglos de que esos poemas se escribiesen y segura-mente declamasen por salones y plazas y rincones de calles apenasalumbradas por algún humeante candil me he topado con ese camino,en el clima férvido de la celebración bicentenaria de la revolución enque esos poemas fermentaron o leudaron.. Y aquí está un primer in-forme de lo ha llado. Que eso es este libro.

Declamaba un poema realista:

¿Qué es el pueblo soberano?Es un sueño, una quimeraEs una porción rateraDe gente sin Dios y Rey.

En la ponencia que presenté en el Congreso Extraordinario deAca demias de Historia de Iberoamérica, reunido en Quito para honrarla gesta quiteña de agosto, que buscaba esclarecer lo que su título anun-ciaba: “Aporte teórico de de la Revolución de Quito de 1809 a la inde-pendencia de América”, esta fue una de las tres grandes manifestacionesde ese aporte en que me detuve. Y es que nunca se dijo con fórmula tanlapidaria la última razón y el más decisivo alcance de la transformaciónpolítica que se puso en marcha el 10 de agosto de 1809.

Cuando los quiteños Ante y Aguirre visitaron, ese 10 de agosto,muy de madrugada, al Conde Ruiz de Castilla, Presidente de la Audien -cia, y le sacaron de la cama, en nombre de una junta Soberana –nombrenunca antes oído por el anciano burócrata español– le comunicaron quelos habitantes de Quito habían “establecido una junta Soberana en estaciudad de San Francisco de Quito, a nombre de la cual y por órdenes desu Serena Alteza el presidente y los vocales”, tenían “el honor de infor-

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mar a Usted Su Excelencia y anunciarle que las funciones de los miem-bros del antiguo gobierno han cesado”.

junta Soberana, un pueblo que cesaba a las autoridades envia -das por la Corona como representantes de su autoridad… cosas tan in-sólitas, ¿por qué? Por aquello que el versificador realista conocía comososte nido por los insurgentes y que él consideraba “un sueño, unaquimera”: “el pueblo soberano”. La soberanía radicaba en el pueblo.Para el realista que escandía esos indignados octosílabos tal procla-mación era propia de gente sin Rey. Y llevaba razón: las proclamas defidelidad al monarca en oprobioso cautiverio de Napoleón a él no lo en-gañaban. Pero era también propia de gente sin Dios. La soberanía delRey era para ese realista cosa de Dios, y tanto lo era que negar tal sobera -nía era, sin más, negar a Dios.

Resulta especialmente notable que brillantes teólogos quiteños,como el gran intelectual y orador famoso, Miguel Antonio Rodríguez,de jasen a Dios fuera de estas cuestiones de poder político. Había en Qui -to una corriente viva y lúcida de pensamiento ilustrado.

La lectura de estos poemas irá desvelando ante el lector, enacusaciones de lado y lado, debilidades de los revolucionarios –acasodeslumbrados por el poder del que de pronto se sentían dueños y de-masiado afectos a plumas de colores y otros signos de ese poderío–,ceguera y acechanzas de los realistas, y protagonismos heroicos…

Un poema denuncia a los revolucionarios más odiados, y en elprimer ovillejo lo hace con los tres ministros de la junta:

¿Quién ha causado los males?Morales.¿Quién los cubre con su toga?Quiroga.¿Quién perpetuarlos desea?Larrea.Es menester que así seaPara lograr ser mandonesEstos desnudos ladronesMorales, Quiroga y Rea.

No nos dice el poema nada nuevo, porque la acusación de queesos “mandones” hayan sido ladrones, ante un tribunal probo no sesostiene.

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Pero un segundo ovillejo reduce la acusación a dos nombres:

¿Quién angustias os destina?Salinas.¿Quién quiere que seáis bobos?Villalobos.Ya se aumentarán los robosEn aquesta infeliz Quito,pues protegen el delitoSalinas y Villalobos.

Cualquier mediano conocedor de los sucesos de agosto sabequién fue el coronel juan Salinas, a quien se debió que la guarnición deQuito plegase al nuevo orden de cosas y que después mandó y organizóla Falange, que fue el ejército de la Revolución. Pero ¿y Villalobos?¿Quién fue? ¿Qué hizo?

El poema nos exige seguir esa pista: la revolución estabasostenida por dos personajes. El uno, sabemos, tenía el poder militar,sin el cual la revolución no se habría impuesto. Y, en este ovillejo dedi-cado al poder, ¿qué papel tenía el nombrado Villalobos? El poema leachaca el poder de embobar a las gentes de Quito.

Un historiador temprano de los sucesos quiteños de agosto nosayuda en la detectio. Leemos en su obra Recuerdos de los sucesos princi-pales de la Revolución de Quito desde 1809 hasta 1814: “El Doctor juan deDios Morales fundaba haber cesado las autoridades españolas por la ab-dicación del Rey y estado de la Península. Don Mariano Villalobos ocur-ría a los derechos imprescriptibles de la naturaleza”. Exacta , pues, laapreciación del ovillejo realista, con la añadidura de los poderes de ex-positor de ese quiteño ilustre. Se nos descubre que él fue el ideólogo másradical y hondo de esa revolución.

No menos incitante el tercer ovillejo de esta acusación realista:

¿Quién mis desdichas fraguó?Tudó.¿Quién aumenta mis pesares?Cañizares.¿Y quién mi ruina desea?Larrea.

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Y porque así se desea, Querría verlas ahorcadasA estas tres tristes peladasTudó, Cañizares, Larrea.

De Manuela Cañizares todos los historiadores hablan, de lopoco que a ciencia cierta se sabe y de lo que su imaginación patrióticainventa. ¿Pero la señora Tudó? ¿La Larrea? He aquí nuevas incitacionespara el historiador detective. Creo haber dado con la dama nombradapor el apellido Larrea, el más importante de la revolución. Que resultaríaser la propia esposa de juan Pío Montufar, el primer presidente delnuevo gobierno; es decir, la mujer fuerte detrás del hombre vacilante…¿Y qué sabemos de doña josefa Tudó?

¿No resultan fascinantes, queridos amigos y amigas,estas persecuciones por los laberintos de una historia de hace doscientosaños, de la cual nos sentimos justamente herederos ufanos?

Y, como ustedes sin duda van a leer el libro, solo una úl-tima mención. No puedo acabar sin llamar la atención hacia el poema másimpresionante, más desolador y trágico de los leídos en el libro: Cánticolúgubre en que se lamenta el estado de desolación de la ciudad de Quitoen el día jueves 2 de agosto de 1810, a la una de media de la tarde. El autordel poema anónimo –a quien creo haber identificado- halla para su dolore indignación, para su cólera impotente, un cauce alto, de antiguo enraiza-miento para los católicos –y casi todos lo eran en el Quito del tiempo- es-tremecido de resonancia sacras: textos de la Biblia en que los profetas selamentan por la opresión y martirio de su pueblo a manos de tiranos im-píos. Son trenos de jeremías, clamores de job, lamentos del salmista losque introducen cada trágica pintura, cada grito de dolor, cada denunciade la sevicia de los asesinos y cada llanto por los caídos ese mediodía ytarde. Al lector contemporáneo ese latín de la Vulgata seguramente no ledice nada, pero aquellos eran tiempos en que la pre dicación tan frecuentey escuchada comenzaba por aquellos textos. Por ello he mantenido esoslatines, aunque dando en nota al pie su traducción.

Y otra vez, el poema nos introduce en escenas que nin -gún cronista se atrevió a narrar o, simplemente, no conoció. El poeta,por su oficio y por el lugar que ocupaba en el Quito del tiempo conociótodo aquello, o como testigo presencial o por una primera mano privi-legiada. Nunca en América periodista o cronista o historiador alguno

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habrá acumulado tanto horror, tanta sed de sangre, tanta sevicia en losmateriales que debía convertir en noticia, en denuncia, en grito indig-nado.

Y ello nos deja ante una lectura final de esos poemas.Fueron periodismo del tiempo. De un tiempo en que no había

periódicos ni radios ni televisión. Y fueron periodismo de soberbia li -bertad. De lado y lado, del insurgente y del realista; del quiteño y delhispano. Cada poeta dijo lo que entendía y sentía de esos inusitadossucesos. Nadie, que sepamos, censuró esos poemas. Se decían para ilus-trar la cara que a los autores convenía o la que ellos sentían verdadera.Volvemos a esos poemas en vísperas de que en esta Quito, heredera deese alto peso de libertad de expresión, se busque aprobar una ley mor-daza de la prensa y crear un Consejo que es en su versión a lo socialismosiglo XXI un tribunal de la Inquisición. Porque allá se va. Todo lo otroes, muy al estilo de estos innovadores, fronda de artículos y de fórmulasal parecer muy aceptables para encubrir los decisivos y perversoscometidos. Y hasta con el sofisma del gran jefe de estos aprendices deinquisidores de que la prensa es poder y por ello hay que limitar su li -bertad. Cuando cualquier aprendiz de lógica pudiera hacerle este sen-cillo distingo; es poder, distingo: per se niego; per accidens (por acci dente),acepto. Porque la prensa de por sí no es poder. Se convierte en podercuando responde a la libertad que es su ambiente vital y cumple supapel y los ciudadanos acogen su mensaje. Por supuesto, también en unclima de libertad.

El 25 de junio de 1811, el quiteño josé Mejía Lequerica, colegade universidad de los revolucionarios de agosto, pronunció en las Cortesde Cádiz un discurso que era arrebatado alegato a favor de la libertadde imprenta. “En efecto –dijo– si no fuese permitido hablar libremente,aun los merecidos elogios pasarían por serviles lisonjas, y no había másmordaz invectiva que un misterioso silencio”. ¿A esto quiere llevarnosel gobierno?

Y en la sesión del 11 de enero de 1813 Mejía comenzó un dis-curso que se extendería a lo largo de tres días de sesiones de las Cortes,hasta el 13. Fue demoledor contra el que, con sombrío eufemismo, sellamaba el Santo Oficio; es decir, la Inquisición. “Pues, Señor –recla -maba– no se nos diga que la inquisición es tan suave ahora, como rigu -rosa en otro tiempo”. La democracia no se compadecía con ningunaforma de Inquisición, ni en lo religioso –¡Y lo dijo en la España de ese

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tiempo!–. Invoco a los mártires de la Revolución de Agosto y al granMejía para que su espíritu, vivo a través de su palabra, a la que estospoemas nos han acercado esta noche, nos urja a no ceder a dictadura al-guna ese campo en que la libertad es garantía de todas las otras liber-tades que esos grandes quiteños conquistaron para la patria.

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UN CLÉRIGO PATRIOTA: EL DOCTOR DON JOSÉ DE SALAZAR y RIVERA

Gregorio César De Larrea

INTRODUCCIÓN

La familia Salazar, a la que perteneció nuestro personaje, colom-biana de origen y establecida en la Real Audiencia de Quito, actual Ecua -dor, en el siglo XVIII, ha producido eminentes vástagos que hanocu pado altos cargos a raíz de nuestro movimiento separatista de Es-paña. Siempre católicos y conservadores enlazaron con otras destacadasfamilias de su mismo perfil ideológico y han dado una serie de prohom-bres durante las dos últimas centurias.

Los Salazar que nos ocupan no fueron nobles ni hidalgos, puesnuestro biografiado, el Doctor don josé de Salazar y Rivera, no lo hizoconstar en la “relación de méritos” que hacía referencia al expedientede “limpieza de sangre” que presentó para doctorarse. De haberlo sido,lo habría mencionado en el mismo. En todo caso, probó no tener sangrede moro, judío, indio ni negro, por lo menos hasta sus bisabuelos.

El apellido Salazar, de esta familia, ha terminado en hembras;tan solo hoy vive el Licenciado Francisco Salazar Alvarado, conocidopolítico conservador, catedrático y Miembro de Número de la AcademiaNacional de Historia del Ecuador, que tiene solo hijas mujeres, de ma -nera que con él se extingue el apellido.

Alfredo Ponce Ribadeneira, presbítero, en la genealogía de susSalazar, publicada en el Boletín de la Academia Nacional de Historia delEcuador, en 1978; el Doctor César Augusto Alarcón Costta, en su Dic-cionario Biográfico Ecuatoriano; Gustavo Arboleda en el DiccionarioBio gráfico y Genealógico del Antiguo Cauca, y los apuntes que nos en-tregara el Licenciado Francisco Salazar Alvarado, nos recuerdan a algu-nas personalidades de esta casa. Por ejemplo: Doctor Francisco Xavierde Salazar y Albear, miembro de la “Escuela de la Concordia”, Fiscal delCrimen en la junta Revolucionaria Quiteña del 10 de Agosto de 1809.Dr. Agustín de Salazar y Lozano, otro prócer de la Independencia, Pre-

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sidente de la Corte Suprema de justicia. Don Manuel María de Salazary Lozano, jurisconsulto y político. Don Vicente Lucio Salazar y Cabal,Presidente de las Cámaras de Senadores y de Diputados, varias vecesMinistro de Estado, Vicepresidente de la República y Encargado delPoder Ejecutivo. Don joaquín de Salazar y Lozano, jurisconsulto y pró-cer de la Independencia. Don josé María de Salazar y Lozano, Presidentede la Corte Suprema de justicia. General Francisco Xavier Salazar Ar-boleda, Ministro de Estado, precandidato a presidente de la República.Doctor Luis Antonio Salazar Arboleda, Ministro de Estado, precan-didato a la Presidencia del Ecuador, Presidente de la Corte Suprema dejusticia, Rector de la Universidad Central. Doctor Francisco IgnacioSalazar Arboleda, jurisconsulto. Doctor Eduardo Salazar Gómez, Minis-tro de Estado, precandidato a Presidente de la República.

La familia Salazar, que vamos estudiando, firmaba antepo nien -do la preposición “de” a su apellido. Alfredo Ponce Ribadeneira anotaque don Tadeo de Salazar, hijo de don Santiago de Salazar y doña Maríade Vásquez, pasó del Valle del Cauca, en Colombia, a Quito, en el sigloXVIII y casó con doña josefa de Albear. De su hijo, don Francisco Xavierde Salazar y Albear, casado con doña josefa Lozano de la familia de lostambién colombianos Marqueses de San jorge, provienen los Salazar enmención.

Don Francisco Xavier tuvo como hermano a don Ramón deSala zar y Albear, de quien Alfredo Ponce dice erroneamente que no tuvosucesión. Don Ramón fue padre de nuestro biografiado, el clérigo pa-triota Doctor don josé de Salazar y Rivera, personaje descubierto y es-tudiado por primera vez por quien escribe estas letras.

En el Archivo Nacional, de Quito, Notaría Primera, volumen463, 1806-1808, encontramos los siguientes cuatro documentos corres-pondientes al año 1808 que, resumidos, publicamos por primera oca-sión:

En Quito, el 13 de Enero de 1808, don Ramón de Salazar y Albearotorga poder para testar al Doctor Vicente Lucio Cabal, Abogado dela Real Audiencia, y a su hijo Doctor don José de Salazar y Rivera.Pide ser sepultado en la Iglesia de La Merced. Fue casado con doñaMaría de Rivera con quien tuvo por hijos a: doña Antonia, al Doctordon José y a doña Josefa de Salazar y Rivera. “Mejora” con el tercio yquinto de todos sus bienes a sus dos hijas, doña Antonia y doña Josefa.

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En Quito, el 20 de Febrero de 1808, don Ramón de Salazar y Albearotorga codicilo en el que pide que su hija doña Antonia quede sujeta asu otro hijo, el Doctor don José de Salazar y Rivera, para que lo cuidey maneje sus bienes debido a la incapacidad de ella.

Así mismo, en Quito, el 23 de Febrero de 1808, don Ramón de Salazary Albear vende una esclava al Doctor don Tomás de Yepes y León, Te-sorero de la Catedral de Quito. La negra se llamaba María Mercedes,de diez a once años de edad, nacida en la propia casa de don Ramón,hija de otros dos esclavos suyos: Antonio y Silveria, que al momentose hallaban también bajo el dominio del comprador. Dice que la esclavavendida no es prófuga, borracha ni ladrona, ni padece enfermedad al-guna, ni ha cometido delito capital que le impida servir bien. La vendeen trecientos pesos de contado. Por su parte, en el mismo acto jurídico,el Doctor don Tomás de Yepes y León, Tesorero de la Catedral deQuito, hace donación de la esclava a doña Josefa Osorio, mujer legítimade don Manuel Bonilla.

En Quito, el 16 de Mayo de 1808, se dicta el testamento de don Ramónde Salazar y Albear, en el que condona la deuda que tiene con él suhermano el Doctor Francisco Xavier de Salazar. Declara tener tambiénotro hermano llamado don Francisco Vicente de Salazar. Dice que susdos hijas, doña Antonia y doña Josefa son solteras. Doña Antonia nosabía escribir.

Don Ramón de Salazar y Albear falleció el 10 de Abril de 1808.Había remitido ropas de la tierra para ser vendidas en Popayán. Su her-mano, el Doctor don Francisco, tenía almacén en su casa. Don Ramónde Salazar y Albear había entregado fianza de dos mil pesos, hipote-cando su casa, a don Simón Sáenz de Vergara, español, para que accedaal cargo de Colector. Don Simón Sáenz de Vergara fue padre de Manue-lita Sáenz, compañera del Libertador Simón Bolívar.

BIOGRAFÍA

Nues tro Doctor don jo sé de Sa la zar y Ri ve ra fue bautizado enEl Sagrario de Quito el 21 de Noviembre de 1768, como Félix josé María.

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Fue su padrino el Doctor Xavier Salazar (Dato gentileza del Economistajorge Moreno Egas). En 1810 declaró tener 42 años. Es tu dió en el Co le -gio San Fer nan do y la Uni ver si dad de San to To más. Fue cu ra de Na ne -gal por 4 años, de San to Do min go de los Co lo ra dos, lue go, de Can ga huaubi ca da cer ca de Ca yam be ha cia 1818, y de San gol quí desde 1828 hasta1836.

En el Co le gio de San Fer nan do si guió el cur so de Fí si ca, fue Se -cre ta rio de di cho Co le gio y Pre fec to de Ca sa -una es pe cie de Ins pec torGe ne ral-.

Fue Ba chi ller y Maes tro en Fi lo so fía por la Uni ver si dad de San toTo más. Si guió tam bién los cur sos en am bos De re chos y fue li cen cia do ydoc tor en De re cho Ca nó ni co y Ci vil.

Pro bó le gi ti mi dad y lim pie za de san gre y es tu dió con una de lasbe cas rea les de Su Ma jes tad.

El doc tor don jo sé Ma ría de Ar te ta y Ca lis to, Co rre gi dor de Ota -va lo, a cu ya ju ris dic ción per te ne cía Can ga hua, cer ti fi có que el doc tordon jo sé de Sa la zar te nía “ido nei dad, ca rác ter aten to, sa gaz y de los mo -da les más gra tos”. (Arch. Cu ria Qui to, Con cur so pa ra Be ne fi cios y Re -la cio nes de Mé ri tos, 1820 - 1822).

El doc tor don jo sé de Sa la zar fue cu ra pá rro co de San to Do min -go de los Co lo ra dos en tre 1806 y 1813. (Ve lar de Se go via, Pa tri cio, LasPri me ras Mi sio nes Re li gio sas en la An ti gua Re gión de San to Do min gode los Co lo ra dos, 1570 - 1820, Qui to, 2004, 95 p.p., pg. 60). El ca ci que deSan to Do min go de los Co lo ra dos, Go ber na dor Alle xan dro Aguaui li, elTe nien te Pe dá neo Sal va dor Agua gui li, cer ti fi ca ban en 1813, que ha bíasi do no to ria la re si den cia ma te rial y for mal del doc tor Sa la zar en San toDo min go, pre di can do en los días fes ti vos, en se ñan do per so nal men te ladoc tri na cris tia na, ad mi nis tran do los sa cra men tos y ejer ci tan do con ca -ri dad to das sus obli ga cio nes, con su an he lo de for mar igle sias no so loen el Pue blo si no tam bién en sus ane jos. Ha bía re du ci do a al gu nos quese ha lla ban re mon ta dos por años y cuan do sa lía de su cu ra to, de ja ba ensu lu gar otros sa cer do tes pa ra que hi cie ran sus ve ces co mo: el Pa dreFray Ta deo Mo ra les, Fray jo sé Bar gas, Fray Mar co Vás quez (Cer ti fi ca -do fe cha do en San to Do min go en no viem bre de 1813) (Ve lar de Se go via,op. cit., pg. 63).

En el Ar chi vo de la Cu ria de Qui to, Con cur so pa ra Be ne fi cios,1813, ca ja 40, f. 163, di ce que por es tar afec ta do de sa lud pi de sa lir delcu ra to de San to Do min go en 1813. Pa ra ello, el Dr. don Pe dro ji mé nez,

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pro fe sor de Me di ci na en Qui to, di ce que ha cia 1811 fue lla ma do por Sa -la zar de bi do a su que bran ta da sa lud, pues pa de cía de vó mi to y otrasdo len cias, acom pa ña do de do lor agu do del ven trí cu lo e hi po con drios.Se mos tra ba obs truí do el hí ga do y la ma yor par te del vien tre, por lo queacu sa ba fa ti ga vio len ta que no le per mi tían ejer ci cio ni mo vi mien to, ra -zón por la que ne ce si ta ba la xan te, an ti flo gís ti co y cui da do die té ti co, tam -bién ejer ci cio a pie y a ca ba llo. El mé di co de cía que no le con ve nía eltem pe ra men to cá li do ni la hu me dad; de lo con tra rio po dría ata car le hi -dro pe sía y la muer te.- Qui to, 22 de ma yo de 1812/.- Dr. Pe dro Fe li pe ji -mé nez.

Recordemos que el Doctor Pedro jiménez estuvo implicado enla insurrección que culminó con la muerte del Conde Ruiz de Castilla,Presidente de la Real Audiencia de Quito, el 15 de junio de 1812, por loque se le sentenció a curar gratuitamente en el Hospital de la Real Cari-dad durante tres años (ANH, Criminales, caja 220, esp. 28 Noviembre1812).

El Doc tor don jo sé de Sa la zar asis tió, cuan do cu ra de San to Do -min go, a su di fun to pa dre, en su en fer me dad. Tam bién, el Dr. don Vi -cen te Lu cio Ca bal le lla mó pa ra eva cuar cier tos asun tos de la tes ta- men ta ría del pro pio pa dre del Dr. jo sé de Sa la zar.- Qui to, 22 de no viem -bre de 1813. (Arch. Cu ria de Qui to, Con cur so pa ra Be ne fi cios, 1813, ca -ja 40, f. 163).

El pres bí te ro Dr. don jo sé de Sa la zar, qui te ño, cu ra de San to Do -min go de los Co lo ra dos, es ta ba acu sa do de ha ber apre sa do en su cu ra -to a al gu nos ex tran je ros, dan do lue go, cuen ta de sus ac tos al Pre si den tede la jun ta Re vo lu cio na ria de Qui to y a don juan Sa li nas (De la To rreRe yes, Car los, La Re vo lu ción de Qui to del 10 de Agos to de 1809, Qui to,1961, Ta lle res Grá fi cos de Edu ca ción , pg. 496).

En 1810 don jo sé Sa la zar se ha lla ba pre so en uno de los con ven -tos de Qui to, sien do aún cu ra de San to Do min go, por re vo lu cio na rio(Bo rre ro, Ma nuel Ma ría: Qui to, Luz de Amé ri ca, Qui to, Ed. Ru mi ña hui,1959, 338 p.p.)

Don Ra món Nú ñez de l Ar co en su in for me de 1813, en el nu me -ral 376, ci ta a don jo sé de Sa la zar co mo “crio llo, in sur gen te se duc tor”du ran te los mo vi mien tos in de pen den tis tas de 1809, cuan do se de sem -pe ña ba co mo cu ra de San to Do min go.

Res pec to al doc tor don jo sé de Sa la zar, co mo pa trio ta, po de mosam pliar y de cir lo si guien te, se gún el Pro ce so se gui do a los pa trio tas que

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reposa en el Ar chi vo Mu ni ci pal de His to ria, Re vo lu ción de Qui to, 1809,vo lu men X, to mo 1 (1.195). En él, nues tro per so na je se de fen día de la si -guien te ma ne ra:

En 1810 es ta ba pre so en el cuar tel por la de man da de in ju rias pro -pues ta por don Si món de Ro jas, co mo reo de la ma yor gra ve dad. Ha bíasi do lle va do ahí, des pués de ha ber los co mi sio na dos al efec to, des pe da -za do va rias pie zas que ocu pa ba do ña Ma ría Lui sa Vi te ri, y ame na za docon pre si dio y pér di da de sus vi das a los cria dos y otras per so nas queha bi ta ban “di cha mi ca sa”.

Na rra ba don jo sé de Sa la zar, que se ha lla ba en tre ga do al cum pli -mien to de sus obli ga cio nes re li gio sas en San to Do min go, en agos to de1809, cuan do al gu nos “tra fi can tes” que iban y ve nían del pue blo de Chi -llo ga llo le in for ma ron de la re cién crea da jun ta. Des de su pa rro quia,San to Do min go de los Co lo ra dos, le se pa ra ban diez días de via je has taQui to. En su cu ra to se apa re ció un in glés lla ma do don Be ni to Be net, quede cía pa sa ba a Gua ya quil con un plie go de don Pe dro Mu ñoz, que lore mi tía des de su mi na. No ha bien do ca noa pron ta, se man tu vo en San -to Do min go, y sin sa ber su con te ni do y de sig nios, es cri bió al Dr. don jo -sé Pé rez, cu ra de Chi llo ga llo, no ti fi cán do le de la apa ri ción de él, y deque lo abri ga ba en su con ven to. En ton ces, fue sor pren di do de un re ca -do de un tal An to nio Ruiz, alias Chom bo, por el que se le pre ve nía quese di ri gían a su pue blo dos cha pe to nes bien ar ma dos y con in ten cio nesde pra va das y que pa ra ello se pre pa ra se.

Por otra par te, ha bían ru mo res en su cu ra to, de que don Si mónRo jas y don jo sé Prat, en el trán si to de San to Do min go ha bían hos ti li za -do a la gen te por lo que di cha gen te se ha bía pues to en mo vi mien to, ar -ma dos con es co pe tas, pis to las y pu ña les, lo que in fun día te mor des me-di do, cre yén do los ene mi gos.

Así pues, los in dios de San to Do min go, su po nien do que a su cu -ra lo que rían ma tar, re sol vie ron con te ner los sin que Sa la zar hu bie se con -cu rri do di rec ta ni in di rec ta men te. Ase gu ra dos y en pri sión, am bos, has taque se dis pu so su re gre so a Qui to, no por or den del Pre si den te de lajun ta si no por dis po si ción de los in dios, le fue pre ci so a Sa la zar, pa rasal var las vi das de don Si món Ro jas y don jo sé Prat, di ri gir ofi cios alPre si den te de la jun ta, dán do le par te de lo ocu rri do pa ra que no se leim pu te ex ce so al gu no en es te he cho.

Por ello, de cía el Dr. jo sé de Sa la zar, acu sán do lo de in sur gen te,se le te nía en “lar ga, es tric ta y mo les to sa pri sión”.- Qui to, 14 de ju niode 1810.

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El Doctor don josé de Salazar residía en la Diósesis de Popayánen 1835.

Pa ra fi na li zar di re mos dos co sas:Un tal don jo sé Sa la zar fue cu ra de Ya ru quíes en 1805 y de Ma -

cha chi en 1823. Se gu ra men te se tra ta de un ho mó ni mo, tam bién cu ra.Así tam bién, jo sé Sa la zar O.F.M., fran cis ca no, dic tó cur so de Fi lo so fíaen tre 1771 y 1774, se gún Ek ke hert Kee ding, en su li bro: “Sur ge la Na -ción. La Ilus tra ción en la Au dien cia de Qui to (1725 - 1812)”, Ed. Ban coCen tral del Ecua dor, Qui to, 2005, p. 70.

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ARTÍCULOS

Y ENSAYOS

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CAPÍTULOS DE LA HISTORIA DE VECINDAD COLOMBO–ECUATORIANA

Jorge Núñez Sánchez

INTRODUCCIÓN

Ecuador es un país marcado por su historia territorial. Esto se refleja nosolo en su mapa actual, que muestra un territorio cinco o seis ve cesmenor al que tuvo originalmente en la época colonial, sino también semanifiesta en su mentalidad colectiva, altamente sensible a todo lo quetenga que ver con los problemas fronterizos.

Pero, por otra parte, también es un país de paz, de gente quegusta de vivir en paz y que ama la paz como una norma de conducta ciu-dadana y un valor superior en las relaciones internacionales. Por eso, apa-rece como un “país raro” entre sus vecinos, un Perú expansionista, siem- pre ocupado en conflictos de fronteras y siempre preocupado en adquirirarmas, y una Colombia sacudida por un conflicto civil antiguo y com-plejo, cuyo escenario principal se ha trasladado a nuestra vecindad.

En el marco descrito, los ecuatorianos vemos a nuestro paíscomo una “isla de paz” y queremos que siga siempre así, sin conflictosarmados en el interior y sin conflictos armados en las fronteras. Tambiénnos enorgullecemos de ser un país laico y tolerante, donde nadie es per-seguido y ni siquiera amenazado por sus ideas políticas o religiosas. Ynos causa un particular orgullo el ser un país abierto a la inmigración yque acoge a todos quienes llegan a su territorio en calidad de refugiados;hoy mismo tenemos entre nosotros más de quinientos mil refugiadoscolombianos y unos trescientos mil trabajadores inmigrantes provenien-tes del Perú, que han llegado huyendo de la violencia o la pobreza y enbusca de vivir en esta “isla de paz”.

Empero, aunque mi país no anda preparándose para una guerrani tiene un conflicto interno con fuerzas irregulares, tampoco es una“isla de quietud”, pues comparte muchos de los problemas y agitacionessociales que son comunes a los países del área. Por ello, es un país conuna alta conflictividad social, que ha tenido seis presidentes en los últi-

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mos diez años, la mayoría de ellos derrocados por el pueblo a través degrandes movilizaciones sociales; pero hay que aclarar que todo ello hasido hecho “a la ecuatoriana”, es decir, sin derramamiento de sangre.Sirva como ejemplo lo sucedido en el derrocamiento al “dictócrata”Lucio Gutiérrez, donde cientos de miles de personas se movilizaron dia-riamente en las principales ciudades, durante semanas, hasta conseguirla salida de Gutiérrez, pero todo ello apenas con una sola víctima: unfotógrafo que murió asfixiado por los gases lacrimógenos de la policía.En fin, hay que precisar que los conflictos y movilizaciones sociales sonen Ecuador cuestiones de breve tiempo, que generalmente se resuelvenmediante negociaciones, precisamente porque la opinión pública no to-lera conflictos de largo plazo.

Estas anotaciones previas resultan importantes a la hora de en-tender las relaciones del Ecuador actual con sus países vecinos, queestán marcadas por los hechos propios de la contemporaneidad, perotambién por una larga historia de conflictos y despojos fronterizos, quehan reducido su territorio y han creado una alta sensibilidad colectivafrente a los asuntos de frontera.

ECUADOR EN LA GRAN COLOMBIA y DESPUÉS DE SU DISOLUCIÓN

LA INTEGRACIÓN A LA GRAN COLOMBIA

La Audiencia de Quito, actual República del Ecuador, inició sus luchasde independencia antes que cualquier otro país hispanoamericano. El10 de agosto de 1809, los rebeldes quiteños derrocaron a las autoridadesespañolas, constituyeron un gobierno autónomo y formaron un ejércitopara garantizar su autonomía, todo ello bajo la fórmula de reconocer alrey Fernando VII (entonces prisionero de Napoleón) e invitarle a esta-blecerse en América. Por desgracia, fueron derrotados en esa primeraguerra de independencia –que se extendió con altibajos hasta 1812– yvieron morir a su elite político–cultural, masacrada por las tropas realesel 2 de agosto de 1810. El Libertador Simón Bolívar afirmaría más tardeque “en las piedras sangrientas de Quito se rompió, en 1810, el pactopolítico existente entre Hispanoamérica y la monarquía española.”

Ocho años más tarde, el puerto de Guayaquil proclamaría suindependencia de España y formaría un ejército propio para la libera-

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ción del resto del país quiteño, llamado “División Protectora de Quito”.Empero, reconociendo sus limitaciones militares, solicitó la ayuda delos nacientes gobiernos republicanos dos sus dos países vecinos, Colom-bia y Perú, que respondieron positivamente a su petición y enviaron tro-pas auxiliares. Strictu sensu, el Ecuador se liberó a sí mismo, pues laautoridad política que financió y dirigió la campaña de independenciade 1820–1822 fue la junta de Gobierno de Guayaquil.

Previamente, el país quiteño había sido incluido en la Gran Co-lombia por los diputados neogranadinos y venezolanos que redactaronsu Ley Fundamental, aunque lo hicieron sin consultar la voluntad delos quiteños y únicamente como una reivindicación del antiguo territo-rio del Virreinato de Nueva Granada.

La verdad es que el país de Quito se unió finalmente a Colom-bia, pero no obedeciendo a un mandato o imposición ajena, sino porpropia y expresa voluntad de las diversas provincias quiteñas. PrimeroCuenca (abril de 1822), luego la capital quiteña (mayo de 1822) y final-mente Guayaquil (julio de 1822) decidieron integrarse a la Gran Colom-bia, mediante solemnes proclamas colectivas.

QUITO EN LA GRAN COLOMBIA

Quito se había incorporado a Colombia en busca de consolidar su liber-tad e independencia nacional al amparo de una poderosa asociación re-publicana. También buscaba poner fin a los abusos políticos y exaccioneseconómicas de la administración española, así como garantizar un mer-cado amplio para sus manufacturas, puesto que era un país carente deminas de oro y plata, y que basaba su economía en las exportacionesagrícolas de la Costa (cacao, madera, tabaco) y manufactureras de la Sie-rra (textiles, artesanía artística, orfebrería). Finalmente, el país quiteñoaspiraba a garantizar la integridad de su territorio, amenazado desdefines del siglo XVIII por la política expansionista del Perú, enfilada aapoderarse de la rica provincia costera de Guayaquil. Empero, en losocho años que permaneció integrado a Colombia, Quito vivió una seriede traumáticas experiencias, que fueron erosionando progresivamentetodos sus sueños colombianistas. Fueron las siguientes:

1ª.- El enorme esfuerzo de guerra para la campaña del Perú exigido alos departamentos de la antigua Audiencia de Quito. En síntesis, estos con-

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tribuyeron para esa campaña con un total de 7.150 hombres y alrededorde un millón y medio de pesos. Si a esto sumamos lo aportado para la“campaña de pacificación de Pasto”, se puede concluir que el DistritoSur entregó a la República de Colombia, para esas dos campañas mili-tares, alrededor de diez mil hombres y dos millones de pesos. Eseenorme esfuerzo, hecho en apenas tres años, golpeó duramente al paísquiteño, que previamente había tenido que sostener su propia guerrade independencia. Y además del esfuerzo en sí mismo, los departamen-tos quiteños se sintieron afectados por los métodos usados por las au-toridades colombianas para recoger fondos y hombres para la guerra,que eran empréstitos forzosos y reclutas forzosas, que terminaron porcausar tremendos efectos en la economía y población del país: oculta-miento de capitales, desmonetización de la economía, fuga de trabaja-dores y falta de brazos para la agricultura, entre otros. También seanarquizó el cobro de impuestos y la situación prevaleciente en Pasto yel valle del Patía impidió la exportación de manufacturas quiteñas hacialas provincias sureñas de la Nueva Granada.

2ª.- La administración excepcional a que estaban sometidos los tres de-partamentos del sur colombiano: Ecuador, Guayaquil y Azuay. En ellos, altenor del Decreto Legislativo de 9 de julio de 1821 -que otorgó a Bolívarfacultades extraordinarias para el gobierno de las zonas de campaña re-cién liberadas- continuaba rigiendo un gobierno puramente militar ybrillaba por su ausencia el ejercicio de las garantías constitucionales.Precisamente esa administración excepcional había impedido que se eli-giera a un Vicepresidente del distrito de Quito, como mandaba la LeyFundamental, con lo cual el país carecía de autoridades civiles y nacidasen el propio suelo y solo poseía autoridades militares, de origen vene-zolano o neogranadino.

Por ello, la ciudadanía se sentía huérfana de protección estataly respondía con protestas a la imposición de contribuciones y reclutaso a las violencias ejercidas por las autoridades militares.

Las protestas quiteñas dieron lugar a que el Libertador se con-siderara afectado por ellas –puesto que de él emanaban las facultadesextraordinarias y el poder militar que se ejercía en los departamentos

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1 Según josé Manuel Restrepo, para 1826 la penuria del fisco era total en los departamentos delSur y de la costa Atlántica. Ver “Historia de la Revolución de Colombia”, Ed, Bedout, Medellín,1969, tomo V, pág, 263.

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del Sur– y renunciara a la Presidencia de Colombia en enero de 1824. Surenuncia no fue aceptada por el Congreso colombiano, pero el partidosantanderista maniobró para que le fueran retiradas a Bolívar las facul-tades extraordinarias para la administración de los departamentos me-ridionales, declarando que dichas facultades correspondían al encar-gado del Poder Ejecutivo, quien podía delegarlas total o parcialmenteal jefe Superior del Sur (28 de julio de 1824). Pero esa resolución no trajoningún beneficio para Quito, pues un mes después se reimplantó en losdepartamentos quiteños el estado de excepción.

3ª.- La política librecambista del gobierno de Bogotá, que perjudicó no-toriamente a la producción manufacturera de los Departamentos quiteños.

Esa política tuvo su mayor representante en el VicepresidenteSantander, gobernante efectivo de Colombia entre 1822 y 1826, y a con-secuencia de ella las regiones costaneras, tradicionales productoras debienes de exportación (cacao, café, añil, maderas), se sintieron benefi-ciadas con la apertura del país al comercio internacional. Pero las zonasinteriores, vinculadas por su producción al mercado interno y dueñasde una significativa producción artesanal y manufacturera, se vieronafectadas por el ingreso masivo de mercancías extranjeras de menor pre-cio (textiles, harinas, herramientas), que terminó por arruinar la produc-ción local. Además, al fomentar una economía agroexportadora e im-portadora de manufacturas, esa política impulsó el desarrollo de un ca-pitalismo dependiente, atado crecientemente al mercado externo, a lospréstamos extranjeros y a la inversión foránea.

Para los Departamentos del Sur, esa política librecambista fuecatastrófica y acabó por destruir su economía, al punto que sus reduci-das exportaciones no llegaban a cubrir el valor de sus crecientes impor-taciones; en el período 1821–1825, aquellas fueron inferiores a éstas enun 17% de promedio. Obviamente, ello produjo la consecuente reacciónquiteña. A comienzos de 1826, la junta Provincial de Pichincha dirigióal Congreso una amplia representación, denunciando “el mal estado delas manufacturas del Ecuador” por efecto de las leyes de libre comercio.El Congreso no atendió los reclamos quiteños, que más bien merecieronburlas oficiales, publicadas en la prensa gubernamental, pero sí lo hizoel Presidente Bolívar, que al llegar a Quito, a su regreso del Perú, tomóconocimiento de la deplorable situación económica en que se hallabanlos Departamentos de Quito y decidió crear en ellos juntas de Benefi-

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cencia que ayudaran a meditar soluciones y “remediar los males quesufrían los departamentos meridionales de la República”.

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En ese marco se explica el apoyo mayoritario de Quito a la dic-tadura de Bolívar, quien, una vez instalado en el mando supremo, in-tentó rectificar el rumbo económico del país. En general, el Libertadorimpulsó entonces una política proteccionista, reformando en esencia elsistema librecambista impuesto por Santander. Y como parte de ella es-tableció en Quito una junta de Distrito, a la que delegó poderes excep-cionales para promover el desarrollo regional. Poco después, en atencióna lo solicitado por la junta de Distrito, Bolívar decretó algunas medidasimportantes para promover la economía sureña arruinada por la guerra:creó en Guayaquil un Tribunal de Comercio, ordenó rematar en públicasubasta el monopolio del tabaco, prohibió la introducción por los puer-tos del Pacífico de varios tipos de tejidos que se producían localmente ydispuso que pudieran pagarse en especie los intereses de las hipotecasque pesaban sobre las propiedades agrícolas quiteñas.

4ª.- La expedición de la nueva “Ley de División Territorial” de Co-lombia, efectuada el 4 de julio de 1824, que quitó al Departamento del Ecuadorde sus extensos e históricos territorios de Buenaventura y Pasto, que pasaron aser provincias del Departamento del Cauca.

3

Aunque esta ley fue dictada por el Congreso colombiano en usode su soberanía y en busca de dar a la República una mejor distribuciónadministrativa, no es menos cierto que vino a alterar los tradicionaleslímites que dividían a la antigua Audiencia de Quito del territorio de laNueva Granada,

4al establecer como línea divisoria entre los departa-

mentos de Cauca y del Ecuador una línea que iba de la boca de Ancón,en el Pacífico, al río Carchi, en la región interandina.

Eso produjo una airada reacción de la población quiteña, que semanifestó a través de la junta Provincial de Pichincha, la cual reclamó“la división territorial, solicitando que hasta el río Mayo se extienda elDepartamento del Ecuador, incluso Barbacoas.”

5También los cabildos

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2 Restrepo, op. cit., tomo V, pág. 307.3 Al tenor de la nueva ley, la provincia de Buenaventura comprendía los cantones de Izcuandé,

Barbacoas, Tumaco, Micay y Raposo, y la de Pasto estaba integrada por los de Túquerres eIpiales.

4 Según la Real Cédula de 1563, esos límites pasaban por Buenaventura, Pasto, Popayán, Cali,Buga, Champachica y Guarchicona.

5 Gaceta de Colombia: 25-XII-25.

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de Quito y Ambato se dirigieron al congreso colombiano con enérgicasprotestas contra la Ley de División Territorial (16 de enero de 1826), rei-vindicando para el Departamento del Ecuador la provincia de Pasto yel territorio costanero comprendido entre Ancón y Barbacoas. Tan in-tensa fue la presión ciudadana que el Intendente del Departamento delEcuador, general juan josé Flores, dirigió al Congreso tres representa-ciones seguidas con el mismo objeto. En la práctica, las protestas quite-ñas no tuvieron ningún efecto en cuanto a reformar los límites esta ble- cidos por la Ley de División Territorial; cuando más, la Ley Adicionaldel 17 de abril de 1826 aclaró que los límites meridionales del Departa-mento del Ecuador, partiendo desde la boca de Ancón continuarían porel río Mira, fijado como “límite litoral respecto de la provincia de Bue-naventura.”6

AUTONOMISMO QUITEñO E INVASIÓN PERUANA A COLOMBIA

Esa acumulación de problemas con el gobierno de Bogotá dio lugar alsurgimiento de movimientos autonomistas en el país quiteño, que apun-taban hacia el autogobierno, la autonomía e incluso la separación de laGran Colombia. Y esos movimientos terminaron por mezclar- se con elconflicto político que entonces protagonizaban en Colombia los boliva-ristas y santanderistas. Así, en abril de 1827, el Departamento de Gua-yaquil, bajo el estímulo de los sucesos de Venezuela, desconoció laautoridad del jefe Superior designado por Bolívar y nombró jefe Civily Militar del departamento al gran mariscal peruano josé de Lamar, na-cido en Cuenca y emparentado con poderosas familias guayaquileñas(16 de abril de 1827). Curiosamente, esa insurrección guayaquileña tuvoel respaldo del Vicepresidente Santander, que buscaba minar de estemodoso el poder de Bolívar. Poco después, Lamar abandonaba Guaya-quil para hacerse cargo de la presidencia del Perú, para la que el Con-greso de ese país lo había elegido en ausencia. El conflicto autonómicodel Sur tomó entonces un giro inesperado: Lamar se alió secretamentecon Santander, bajo el estímulo norteamericano, y acordó con éste unaoperación militar peruana contra el sur de Colombia, que debía coincidircon una guerra civil provocada por los santanderistas en el centro delpaís.7 Así, los intereses nacionalistas ecuatorianos se entremezclaron con

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6 Gaceta de Colombia: 30-IV-26.7 Ver: joaquín Posada G., “Memorias histórico–políticas”, Ed. Bedout, Medellín, tomo I, pág.

197; también j. M. Restrepo, op. cit., tomo VI, pág. 44.

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las desbocadas pasiones neogranadinas y las soterradas ambiciones delexpansionismo norteamericano.

Luego, los hechos se agravaron rápidamente. En julio de 1827,el Cabildo Abierto de Guayaquil instituyó un gobierno federativo paraese departamento y anunció que el mismo seguiría vinculado a Colom-bia por el término de un año, en espera de que en ese lapso fuera con-vocada una convención nacional; de no suceder así, Guayaquil ejerceríasu derecho para constituirse como a bien tuviere. Y el general venezo-lano juan josé Flores, jefe Superior del Sur y representante de la oligar-quía quiteña –a la que se hallaba vinculado por matrimonio– entró enacuerdos políticos con el gobierno provisional del puerto y convino conéste en promover el establecimiento de un sistema federal de gobiernoen los tres departamentos meridionales de Colombia, los cuales debíanpasar a integrar un nuevo Estado independiente, en caso de que el Li-bertador se retirara del gobierno central.8

En septiembre, se produjo el “motín de los Arrietas”, militaresque intentaron tomar la plaza de Guayaquil y proclamar su incorpora-ción al Perú; el motín fue aplastado por las mismas fuerzas del gobiernoguayaquileño, pero debilitó significativamente al movimiento federa-lista porteño. A ello se sumó la convocatoria de una Convención Nacio-nal hecha por el gobierno colombiano, que dejó sin base política almovimiento guayaquileño y facilitó a Flores el control definitivo de esedepartamento, que así volvió a situarse bajo la autoridad colombiana.

Eso agravó las cosas, pues Lamar y Flores aspiraban a formar ypresidir un nuevo Estado quiteño, separándolo de la Gran Colombia. Elgobierno peruano de Lamar, animado por Santander y los agentes nor-teamericanos, decretó el bloqueo de los puertos colombianos del Pacífico(agosto de 1828) e invadió el sur de Colombia (diciembre de 1828). Pa-ralelamente, en una clara demostración de la coordinación existente conel Perú, los santanderistas intentaban asesinar a Bolívar en Bogotá y loscoroneles Obando y López se alzaban en armas en Popayán y Pasto, conel doble fin de desatar una guerra civil e impedir el paso de las tropascolombianas hacia la frontera con el Perú.

Pero Bolívar se salvó del atentado, Obando y López negociaronsu rendición y Lamar fue derrotado en Tarqui por las fuerzas que diri-

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8 Ver: Francisco X. Aguirre Abad, “Bosquejo Histórico de la República del Ecuador”, Corpora-ción de Estudios y Publicaciones, Guayaquil, 1972, págs. 216-217; también j. M. Restrepo, op.cit., tomo VI, pág. 44.

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gían Sucre y Flores (27 de febrero de 1829). Sucre no se aprovechó de lavictoria y firmó con Lamar el Convenio de Girón, por el que Perú secomprometía a levantar el bloqueo de Guayaquil, a pagar la deuda deindependencia con Colombia y a respetar la línea de frontera de la an-tigua Audiencia de Quito. Pero luego Perú rehusó cumplir con sus com-promisos y el conflicto siguió hasta que Lamar fue finalmente fuederrocado de la presidencia y el nuevo gobierno peruano entró en tratoscon Bolívar, lo que llevó a la firma del Tratado Larrea-Gual o Tratado deGuayaquil, por el que Perú y Colombia firmaron la paz y buscaron re-solver sus diferencias.

Los puntos principales de ese Tratado estipulaban que los lími-tes entre Perú y Colombia serían los mismos que existieron entre los Vi-rreinatos de Nueva Granada y el Perú antes de la independencia, conlas variaciones mutuamente ventajosas que establecieran las partes. In-clusive se trató entonces sobre la línea de frontera a fijarse, pero comoColombia quería que fuese la Tumbes-Huancabamba-Marañón, y Perúla Tumbes-Chinchipe-Marañón, se acordó el nombramiento de una co-misión mixta de fijación de límites, que debía comenzar su labor cua-renta días después de la ratificación del tratado. Bolívar, que permanecióen Guayaquil hasta la ratificación del tratado por el Congreso peruano,nombró inmediatamente al general Tomás Cipriano de Mosquera comoMinistro Plenipotenciario en el Perú, encargándole presidir la parte co-lombiana en las comisiones de fijación de límites y liquidación de ladeuda de independencia.

Luego vinieron los hechos finales de la historia grancolombiana.El Libertador emprendió su viaje final, concluyó la Convención Nacio-nal encargada de constitucionalizar a Colombia y don joaquín Mos-quera fue electo nuevo Presidente del país, el mismo día que se instalabaen Valencia el Congreso Constituyente de la República de Venezuela (6de mayo). Por su parte, el general Flores apuraba en Quito la secesióndel Ecuador y su consagración como Presidente, facilitada por el alevosoasesinato del mariscal Sucre en las selvas de Berruecos (4 de junio).

Entre tanto, el general Tomás Cipriano Mosquera concluía enLima su misión de fijar definitivamente los límites entre Colombia yPerú. Pero como la Gran Colombia había muerto y el Ecuador se habíaseparado ya de la integridad colombiana, Mosquera no tuvo ningún em-pacho en regalar al Perú todos los enormes territorios ecuatorianos si-tuados en la margen derecha del Amazonas, lo que quedó consagrado

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en el Protocolo Mosquera–Pedemonte. suscrito por Mosquera, como Mi-nistro Plenipotenciario colombiano, y el doctor Carlos Pedemonte, Mi-nistro de RR. EE. del Perú. Ese documento reconocía como frontera entreColombia y Perú una línea que salía desde Tumbes, pasaba por Macaráy se extendía por el Marañón hasta la boca del Yuratí, límite con el Brasil.Dicho de otro modo, la primera frontera entre las repúblicas del Perú yEcuador no fue negociada y firmada por ningún representante ecuato-riano, sino por un general colombiano.9 Luego, ese infeliz protocolo fuecuidadosamente ocultado por ambos países suscriptores, de modo queel Ecuador ni siquiera tuvo noticias de él hasta que alguna filtración di-plomática colombiana lo alertó de su existencia. Entonces Ecuador soli-citó a Colombia una copia del mismo, que le fue entregada hacia 1870,es decir, cuarenta años después de suscrito el protocolo. Solo entoncesse enteró Ecuador de cual era su línea de frontera con el Perú.

LA REVOLUCIÓN ALFARISTA y SU IMPACTO EN COLOMBIA

Un nuevo escenario de conflictos entre Ecuador y Colombia se formó apartir de 1895, cuando triunfó la Revolución Liberal ecuatoriana.

Si vemos a esta revolución en perspectiva continental, nos ha-llaremos con que ella formó parte de un esfuerzo coordinado de varioslíderes liberales latinoamericanos, unidos por la fraternidad masónica,para transformar sus países y establecer en ellos regímenes laicos, de-mocráticos y cabalmente republicanos. Y quizá la mayor expresión deese esfuerzo común fue el intento de crear una “Internacional revolu-cionaria”, que tuvo sus mayores gestores en los ecuatorianos Marcos yEloy Alfaro y el nicaragüense josé Santos Zelaya. Ese esfuerzo se con-cretó finalmente en el famoso “Pacto de Amapala”, suscrito en 1894 porlos presidentes Zelaya, de Nicaragua, Bonilla, de Honduras, y Gutiérrez,de El Salvador, junto el ecuatoriano Eloy Alfaro, los colombianos RafaelUribe Uribe y juan de Dios Uribe, y el venezolano joaquín Crespo, pactoal que luego se unieron el peruano Nicolás de Piérola, el panameño Be-

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9 Setenta y tres años después, los norteamericanos le aplicarían a Colombia una receta parecidapara despojarle de Panamá: el Tratado Hay–Buneau Varilla,, que privó a Colombia de su istmoy entregó a los EE.UU. la Zona del Canal, fue suscrito por el Secretario de Estado norteameri-cano y un aventurero francés que actuaba en nombre de la naciente República de Panamá.

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lisario Porras y los cubanos josé Martí y Antonio Maceo. Por ese pacto,los suscriptores comprometieron su ayuda mutua en los campos militar,político y financiero, con miras a conquistar un abanico de objetivos queincluían: la independencia de Cuba y Puerto Rico, la aplicación de la re-forma liberal en los países centroamericanos y andinos, y la reconstitu-ción de la Gran Colombia, como puntos de partida para un nuevoproyecto de unidad latinoamericana.

Una simple revisión de la cronología política de esos años mues-tra la seriedad con que los firmantes tomaron su compromiso y el modocoordinado con que ejecutaron sus acciones. Crespo tomó el poder enVenezuela en 1892, entrando en Caracas de modo triunfal, el 6 de octu-bre de ese año. Zelaya tomó el poder en Nicaragua en julio de 1893, de-rrocando al conservador Roberto Sacasa. Bonilla depuso del poder alconservador Domingo Vásquez en Honduras y asumió el mando en1893. Piérola logró coordinar a las montoneras peruanas desde 1893 yalcanzó el gobierno tras una guerra civil de dos años, en la que sus mon-toneros derrotaron al ejército regular. Los liberales colombianos se alza-ron en armas en enero de 1895 contra el gobierno conservador, que leshabía cerrado las puertas a la participación electoral, y capitularon trasuna breve campaña se sesenta días. Por su parte, los liberales cubanosse lanzaron en febrero de 1895 a una nueva campaña por la indepen-dencia de su país. Alfaro, llamado por el pueblo ecuatoriano, asumió lajefatura Suprema del país en junio de 1895 y entró triunfalmente enQuito el 4 de septiembre de ese mismo año, tras derrotar a las fuerzasconservadoras en una breve pero durísima guerra civil. Y los liberalescolombianos tomaron nuevamente las armas en octubre de 1899 e ini-ciaron la llamada “Guerra de los Mil Días”, ganada finalmente por losconservadores.

A más de la coordinación de sus cronogramas de acción, la fra-ternidad masónica que unía a todos estos revolucionarios liberales seexpresó también en formas directas de colaboración político-militar, enlas que Eloy Alfaro destacó notoriamente, tanto a través de sus iniciati-vas políticas como de sus giras continentales, en las que promovió laformación de una alianza revolucionaria latinoamericana, que tuvierapor objetivo el establecimiento de una “Confederación de Estados Sud-americanos”, que contrapesara la influencia continental de los EstadosUnidos.

También incentivó la celebración de un Congreso Centroameri-

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cano de Plenipotenciarios, que se reunió en 1890, en Acajutla (El Salva-dor), en el que fueron aprobadas las bases de un acuerdo regional depaz, aunque fracasó el proyecto de reconstituir la República Centroa-mericana.

La acción de esa Internacional Revolucionaria coordinada porAlfaro no se redujo a conversaciones y planes políticos. Pasando de laspalabras a los hechos, el presidente venezolano joaquín Crespo entregófondos para promover las acciones revolucionarias. Lo propio hizo elgobernante nicaragüense josé Santos Zelaya, quien entregó para lacausa recursos financieros, armas y un barco, el “Momotombo”, quequedó en manos de Alfaro. Hubo también otras contribuciones para lacausa común, de las que se conoce poco o casi nada, en razón del secretocon que se manejaron. Y no faltaron contribuciones específicas para talo cual proceso nacional, como p. e. el aporte personal de mil pesos queAntonio Maceo hizo a Alfaro para la revolución liberal ecuatoriana.

Los participantes del “Pacto de Amapala” habían acordado pre-viamente que esos recursos serían usados en el país donde más próximoestuviera un estallido revolucionario. Y como el estallido se dio primeroen Colombia, el barco, las armas y los recursos acopiados fueron cana-lizados hacia ese país, donde los liberales se habían lanzado a una gue-rra revolucionaria con más voluntad que recursos y sin contar con elarmamento indispensable para una larga campaña, al punto que no pu-dieron proveer de armas de fuego a grandes contingentes de voluntariosque se enrolaron para la lucha.

Para entonces, las fuerzas conservadoras del área coordinabantambién sus acciones contrarrevolucionarias, en especial los gobiernosde Bogotá y Quito, que mantenían una estrecha colaboración mutua;estos gobiernos también cruzaban información con el gobierno español,cuyos agentes vigilaban estrechamente a los revolucionarios cubanos ya sus colaboradores en los diversos países. Fue así que Eloy Alfaro, iden-tificado ya como el jefe de esa internacional revolucionaria, fue expul-sado de la provincia de Panamá por el gobierno colombiano de RafaelNúñez, a petición del gobierno ecuatoriano de Antonio Flores jijón.Nuestro personaje pasó entonces a Costa Rica y desde ahí emprendióuna nueva gira política que lo llevó a Nueva York, San Francisco de Ca-lifornia, México, El Salvador y finalmente Nicaragua. Aquí lo esperabaun honroso decreto de la Asamblea Nacional nicaragüense, por el cual“en atención a sus altos merecimientos personales” y a “los grandes ser-

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vicios prestados por él a la causa de la democracia en América Latina”se le otorgaba el grado de “General de División del Ejército de la Repú-blica”. Ese decreto tenía fecha del 12 de enero de 1895. Cinco meses des-pués, Alfaro recibía desde Guayaquil el aviso de que había sido pro-clamado jefe Supremo de la República del Ecuador, por lo que regresóde inmediato a su país.

Una vez en el poder, Alfaro se empeñó en cumplir con las obli-gaciones que le imponía el “Pacto de Amapala”, particularmente res-pecto de la guerra cubana de independencia y la revolución liberalcolombiana (“Guerra de los Mil Días”). En cuanto al primer caso, es co-nocido su frustrado intento de enviar tropas ecuatorianas a pelear porla independencia de Cuba, así como sus gestiones políticas ante el go-bierno español. También es conocido su apoyo a la lucha de los liberalescolombianos, que en buena medida era una continuación de los apoyosmutuos que en el pasado se habían brindado los liberales de Ecuador yColombia.

El apoyo de Alfaro a la revolución colombiana no sólo se justi-ficó en los ideales comunes y la fraternidad masónica, sino también enla activa colaboración que el gobierno conservador de Colombia, presi-dido por Miguel Antonio Caro, brindó a los derrotados conservadoresecuatorianos, amparándolos en territorio colombiano, brindándolesapoyo económico y financiero, y entregándoles una franja fronteriza,para que desde ahí incursionaran frecuentemente contra el Ecuador. Al-faro, por su parte, dio protección territorial y entregó apoyo económico,armas y equipos a los revolucionarios colombianos, con miras a queestos lograran abrir un corredor en el frente sur para abastecer por ahía sus tropas del Cauca. Cabe precisar que igual cosa hicieron entonceslos gobiernos liberales venezolanos de joaquín Crespo y Cipriano Cas-tro, quienes proveyeron de armas, recursos y apoyo logístico a los libe-rales colombianos del departamento de Santander. Y tampoco faltó elsostenido apoyo del gobierno nicaragüense de Zelaya, que ayudó, con-juntamente con el gobierno ecuatoriano de Alfaro, a la fuerza liberal co-lombiana de Belisario Porras que incursionó en Panamá desdeCen tro américa, con ánimo de abrir un nuevo frente de guerra contra elgobierno de Bogotá.

Varias fueron las incursiones militares hechas en ese periododesde Colombia contra el Ecuador, bajo la coordinación de los generalescolombianos Miguel Montoya, jefe del Sur del Cauca, y N. Domínguez,

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enviado especial del gobierno colombiano. La primera tuvo lugar en1895, cuando el jefe conservador ecuatoriano Aparicio Ribadeneira, au-toproclamado “Capitán General de los Ejércitos, Supremo Director dela Guerra y Encargado Provisional del Poder Ejecutivo”, empezó unacampaña de reclutamiento de mercenarios en las poblaciones del sur deColombia, con fondos y armas provistos por las autoridades colombia-nas; de este modo logró formar una columna de más de 100 pastusos,con la que fortaleció sus propias tropas, cada vez más afectadas por ladeserción. Sin embargo, por presión directa del Presidente colombiano,que buscaba guardar al menos un aparente respeto al derecho interna-cional, Ribadeneira se vio compelido a ocupar “siquiera un palmo deterreno ecuatoriano”, como condición indispensable para continuar re-cibiendo el reconocimiento oficial colombiano de “representante del Go-bierno Constitucional del Ecuador” y el consecuente apoyo económicoy militar.10 Buscando, pues, controlar el territorio de la sierra norte paraasentar allí su gobierno, el ex-Ministro lanzó una operación militar con-tra Ibarra, a cargo de los batallones Ayacucho y San Gabriel, dirigidospor el comandante Ricardo Cornejo. La operación resultó un fracaso,pues los expedicionarios fueron derrotados en Ibarra por las fuerzas li-berales del coronel Nicanor Arellano. Esto produjo un generalizado de-rrotismo en el resto de emigrados conservadores, que terminó porfrustrar la continuación de la campaña. Al fin, el gobierno colombianodesarmó a los emigrados y mercenarios, poniendo fin, por el momento,a la acción militar de éstos en la región fronteriza colombo-ecuatoriana(3 de octubre de 1895).

Posteriormente, nuevas incursiones militares contra el Ecuadorfueron organizadas por los conservadores ecuatorianos emigrados, conel activo respaldo del gobierno de Colombia y del Obispo de Pasto, frayEzequiel Moreno Díaz, que convirtió a la guerra contra los liberalesecuatorianos en su particular “guerra santa” contra el odiado libera-lismo.11 Teniendo como “Comandante General de Operaciones” al co-ronel colombiano Almeida, el prelado formaba ejércitos de pastusosfanáticos y los lanzaba contra el vecino país, proclamando que “el libe-ralismo es pecado, es un error contra la fe y está condenado por la igle-sia”. También protegía a los cristeros ecuatorianos derrotados y, sin

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10 Miguel A. González Páez, “Memorias Históricas”, Editorial Ecuatoriana, Quito, 1934, págs.228-9.

11 Desde 1992, fray Ezequiel Moreno es santo de la Iglesia católica.

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recato alguno, instruía a los sacerdotes de su jurisdicción para la reclutade combatientes: “Procurad, Venerables Cooperadores, –les decía– quevuestros pueblos no vean impasibles la guerra que se hace a jesucristoy a su Religión Santa”.

Uno de sus protegidos en Pasto era don Pedro Schumacher, elobispo de Portoviejo, que había desatado la guerra civil en la provinciade Manabí, proclamando “el exterminio de los impíos”. Al fin, como elaguerrido ejército ecuatoriano derrotara una y otra vez a los invasores(que en enero de 1899 llegaron a penetrar hasta el nudo de Sanancajas)12,fray Ezequiel y sus cómplices buscaron provocar la directa intervenciónde tropas colombianas en los ataques al Ecuador.

Entonces, al gobierno de Alfaro le salió un aliado inesperado:lastimado su espíritu patriótico por la descarada intervención extranjeraen los asuntos internos de su país, el obispo de Ibarra, monseñor Fede-rico González Suárez, dirigió a los sacerdotes de su jurisdicción una no-table carta en la que advertía:

Cooperar de un modo u otro a la invasión colombiana, sería un crimende lesa Patria; y nosotros los ecuatorianos no debemos nunca sacrificarla Patria para salvar la Religión: el patriotismo es virtud cristiana y,por lo mismo, muy propia de sacerdotes.

Exasperados, fray Ezequiel y sus áulicos se lanzaron contraGonzález Suárez. Mediante folletos y pasquines le dijeron de todo:“após tata”, “oportunista”, “infame”, “tonto”, “turiferario del crimenvic torioso”, etc. El más afiebrado insultador del obispo de Ibarra fueSchumacher, quien, según el mismo González Suárez, lo había “perse-guido con encarnizamiento” desde años atrás, por revelar en la HistoriaGeneral del Ecuador la corrupción eclesiástica existente en la época co-lonial. Y se dice que la facción pastusa llegó incluso a planear el asesi-nato del prelado ecuatoriano.

La polémica entre los obispos de Pasto e Ibarra fue tremenda.Entre otras publicaciones, fray Ezequiel lanzó un violento folleto titu-lado “O catolicismo o liberalismo. No es posible la conciliación”. En él,señaló a “los cómplices más notables del liberalismo”, que en su opinióneran: 1.- Los que dan su voto por candidatos liberales. 2.- Los que con-

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12 En el duro combate de Sanancajas, ocurrido el 23 de enero de 1899, hubo 44 muertos, en sumayor parte colombianos.

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tribuyen con su dinero a la mejor organización del Partido Liberal. 3.-Los que asisten a fiestas liberales; los que concurren a entierros libera-les;... los que... llenan de aplausos a los que pronuncian discursos libe-rales. 4.- Los que se suscriben a periódicos liberales. 5.- Los que mandana sus hijos o dependientes a escuelas y colegios liberales... Según estecruzado de la fe, ni siquiera se salvaban del anatema “las mujeres quese adornan con cintas rojas o engalanan sus casas y balcones con traposrojos en las fiestas...”

Como si todo esto no bastara, el actual santo viajó en 1898 aRoma, para que la Sagrada Congregación dirimiera sus contradiccionescon monseñor González Suárez. La opinión del Vaticano le fue favorabley el 30 de mayo del año siguiente Ezequiel tuvo una “entrada triunfalen Pasto, resarcido de tantos pesares”.

A partir de entonces, prosiguió con más bríos su guerra santacontra el liberalismo ecuatoriano, mientras la feroz guerra civil llamada“De los Mil Días” agitaba ya el suelo colombiano. Entonces Alfaro pasóa la ofensiva: envió un contingente de tropas en apoyo de los liberalescolombianos y prestó todo su apoyo y protección a sus coidearios delpaís vecino que se organizaban o refugiaban en nuestro país. Y el 29 demarzo de 1900 ordenó que sus tropas regulares cruzaran la frontera yliquidaran al nuevo ejército mercenario formado por el obispo de Pastoy acampado en Ipiales. En represalia, tropas regulares colombianas ycristeros atacaron Tulcán, donde fueron derrotadas.

Como es sabido, los liberales colombianos no lograron vencer alas fuerzas de contención que los conservadores habían colocado en lafrontera sur, con lo cual perdieron la posibilidad de beneficiarse enmayor medida del apoyo alfarista. Y tras ello se instaló en el Ecuador elgobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez (1901), que continuó la reformaliberal en el interior pero negó todo apoyo a la revolución liberal colom-biana, obteniendo a cambio que el gobierno de Bogotá refrenara alobispo de Pasto y su “guerra santa” contra el alfarismo y retirara elapoyo militar a los conservadores ecuatorianos emigrados; años mástarde, por el Tratado Peralta-Uribe (1910) Colombia se comprometió ala internación de los frailes capuchinos refugiados en Pasto, que seguíanen actitud agresiva.

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DELIMITACIÓN FRONTERIZA DE ECUADOR CON PERú

BEMOLES DEL PROTOCOLO MOSQUERA–PEDEMONTE

La aplicación del Protocolo Mosquera–Pedemonte enfrentó vicisitudessin cuento. Buscando aprovechar en su favor la disolución de la GranColombia y la formación del nuevo “Estado del Ecuador”, Perú iniciócon posterioridad una turbia campaña de desprestigio contra este do-cumento, tratando de anular sus efectos jurídicos mediante contradic-torios argumentos, entre ellos la inexistencia de una de las partesfirmantes (la República de Colombia) a la fecha de la suscripción y lafalta de aprobación legislativa. Obviamente, el Perú violaba con ello unprincipio fundamental de las relaciones internacionales, cual es el de-nominado “pacta sun servanda”, que reconoce a los tratados y conve-nios entre los países como una ley obligatoria para las partes.

Posteriormente, tras la misteriosa desaparición de las copias ori-ginales del documento, incluida la que poseía Colombia en su legaciónde Lima, el gobierno del Perú empezó a utilizar un argumento adicional,que luego ha sido repetido neciamente por los historiadores peruanos:que el protocolo era falso y que nunca fue suscrito.13

Por suerte, el Ecuador posee una copia certificada de dicho do-cumento que le fuera proporcionada en 1906 por el Gobierno de Colom-bia, gracias a gestiones del Ministro Plenipotenciario ecuatoriano julioAndrade. También hay numerosas pruebas adicionales de su existencia,tales como los reconocimientos de su validez hechos por historiadoresy estadistas peruanos de la talla de don Carlos Paz Soldán, el doctor Ar-turo García y el doctor Alberto Elmore, este último Ministro de RR. EE.del Perú.

LA PRIMERA “GUERRA DEL PACÍFICO”

Frenado en su expansión hacia el norte por la derrota de Tarqui, Perúreemprendió su expansión hacia el sur y el sureste. Si el general Gutié-rrez de la Fuente había ofrecido ayuda militar a su amigo Santa Cruz,boliviano de nacimiento, para que se impusiera por la fuerza en su país,

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13 En 1911, Luis Ulloa publicó en Lima una obra titulada “Algo de Historia. El falso ProtocoloPedemonte-Mosquera”. La doble tesis de su falsedad e invalidez ha sido publicitada, másrecientemente, por Gustavo Pons Muzzo, en su obra “Estudio histórico...”

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el mariscal Gamarra, tras ser electo presidente del Perú (31 de agosto de1829), se lanzó a promover por todos los medios la agregación de Boliviaal Perú.

En los diez años siguientes, el militarismo peruano –del que SantaCruz era uno de los líderes– anarquizó al Perú y Bolivia con sus alianzasy contra alianzas, sus revueltas y alzamientos, y creó finalmente unclima de inseguridad en toda el área meridional de Sudamérica, al cons-tituir la Confederación Perú-Boliviana y emprender en una política agre-siva hacia los estados limítrofes del sur. Como consecuencia de ello, laConfederación presidida por Santa Cruz entró en guerra con la Repú-blica Argentina y posteriormente debió enfrentar una guerra con Chile,cuyo ejército ocupó Lima con el apoyo de los “restauradores” peruanosque dirigía Gamarra. El Ecuador fue invitado entonces por Chile paraque participara en la guerra contra la Confederación, ofreciéndosele acambio la consagración de sus territorios amazónicos y la entrega deldepartamento peruano de La Libertad.14 Respetuoso de sus convenioscon los países vecinos y amante de la paz, el Ecuador se negó a ello y noparticipó de la guerra ni de los beneficios del posterior triunfo chileno,completado en marzo de 1939. Por otra parte, en un acto de inexplicableceguera, el gobierno de Quito tampoco quiso sacar ventaja de la crisisperuana y de los ventajosos arreglos territoriales que el gobierno confe-derado ofreció al Ecuador, para garantizarse su neutralidad en el con-flicto.15

SEGUNDA INVASIÓN PERUANA AL ECUADOR

El fin de la Confederación y el destierro de Santa Cruz no terminó, porcierto, con el militarismo peruano, que ahora se nucleó bajo el gobiernode la “Restauración”, que presidía Gamarra. Tampoco puso fin al sueñoimperial del Perú, que volvió a extender sus tentáculos hacia Boliviapero fue frenado por las tropas de Ballivián en los campos de Ingavi,cerca de La Paz, el 18 de noviembre de 1841. Gamarra quedó muerto enel campo de batalla.

El triunfo chileno sobre Santa Cruz y la posterior muerte de Ga-

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14 Phillip T. Parkerson, “Andrés de Santa Cruz y la Confederación Perú-Boliviana. 1835-1839”,Ed. juventud, La Paz, 1984, p. 209

15 Véase al respecto: jorge Basadre, “Historia de la República del Perú. 1822-1933”, Edit. Uni-versitaria, Lima, 1969, t. III, pp. 176-177.

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marra privaron de sus mayores líderes al militarismo peruano y frena-ron temporalmente el expansionismo del Perú, por lo que sus países ve-cinos pudieron gozar de relativa paz durante unos pocos años.

En el caso del Ecuador, esos años de paz sirvieron para empren-der reiterados intentos de solución al problema de límites con el Perú,que fracasaron siempre por la mala fe con que actuaba este país, cuyointerés no se orientaba a concluir un arreglo definitivo sino a cuestionarla validez del Tratado de Guayaquil y dilatar su ejecución, como formade ganar tiempo, mientras sus tropas ocupaban progresivamente los te-rritorios ecuatorianos de la región amazónica. Así se explica el fracasode la misión Elizalde en el Perú (1839), la malintencionada actitud delplenipotenciario peruano Matías León en Quito (1841-1842), el agresivotrato dado en Lima al plenipotenciario ecuatoriano Bernardo Daste porel canciller Charún (1842) y la creación de una jurisdicción militar pe-ruana en Loreto (1853), que abarcaba territorios ecuatorianos situadosal norte del Amazonas.

Empero, ya desde 1846 empezó a revivir nuevamente el mili-tarismo peruano, esta vez bajo el liderazgo del mariscal Ramón Castilla,cuyo ascenso al poder coincidió con el descubrimiento del guano comonuevo recurso exportable del país. Los nuevos recursos fiscales permi-tieron a Castilla emprender un proceso de centralización administrativay fortalecimiento militar del Perú. Así, creó una poderosa Guardia Na-cional, equipó con dos modernos barcos a vapor (el “Rímac” y el “Ama-zonas”) a la armada de guerra peruana y aumentó su cuadro de oficialesy tropas. Fue tal el esfuerzo militarista del Perú que, en aquel período,“la mayor parte de los ingresos fiscales se consumían en ejército y ma-rina.”16

Obviamente, esas nuevas y poderosas fuerzas armadas perua-nas no estaban destinadas sólo a lucir sus uniformes en los desfiles, sinoa sostener y desarrollar una renovada política expansionista en el áreadel Pacífico Sur. Con todo, durante ese primer gobierno de Castilla solohubo dos pequeños conflictos internacionales, uno con el Ecuador y otrocon Bolivia.

Durante el gobierno del sucesor legal de Castilla, josé RufinoEchenique (1851-1855), la política expansionista peruana cobraría nuevovigor. Perú puso en marcha una activa colonización de ambas riberasdel Amazonas y sus confluentes, sin respetar los derechos ecuatorianos

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16 L. A. Sánchez, id., p. 262.

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y apoyó la expedición militar de Flores contra el Ecuador. También in-vadió el litoral de Bolivia, a pretexto de contradicciones comerciales, yocupó militarmente el puerto boliviano de Cobija (1853).

Pero fue en el segundo gobierno de Castilla (1855-1862) cuandoel poder militar del Perú se enfiló directamente contra el Ecuador. Paracomenzar, Castilla azuzó la guerra civil que se había iniciado en el Ecua-dor, proveyendo de armas y dinero a los enemigos internos del gobiernode Francisco Robles y especialmente a Gabriel García Moreno. Luego,cuando la anarquía había cundido ya en el país vecino y actuaban, a lavez, cuatro gobiernos regionales (en Quito, Cuenca, Loja y Guayaquil),el mariscal-presidente, según lo reconoce un destacado historiador pe-ruano, “para reforzar su prestigio personal ... ordenó el bloqueo de Gua-yaquil y, luego, él mismo, en persona, estableció su cuartel general en elpaís ecuatoriano”.17

El pretexto de la nueva intervención fue impugnar el pago enterrenos baldíos hecho por el gobierno ecuatoriano a los acreedores bri-tánicos de la deuda de la independencia, en 1854, (Convenio Espi- nel –Mocatta) ratificado en 1857 por un nuevo convenio (Icaza–Pritchett)que señalaba las zonas destinadas al pago, entre las cuales se incluía unmillón de cuadras cuadradas en el cantón Canelos, junto al río Bobo-naza. Adicionalmente, la actitud provocadora del Ministro peruano enQuito, juan C. Cavero, hizo que el Ecuador cortara comunicaciones conél y dio lugar a un grave entredicho diplomático, que concluyó con el“bloqueo pacífico” de los puertos ecuatorianos decretado por Castilla,el 26 de octubre de 1858, al cual siguieron la llegada del gobernante pe-ruano con varios barcos y 5.000 soldados, y la ocupación de Guayaquily otras partes de la costa ecuatoriana por las tropas invasoras.

En esas condiciones, Castilla escogió como su interlocutor al go-bierno regional de Guayaquil, presidido por el general Guillermo Fran-co, y le impuso el “Tratado de Mapasingue” (25 de enero de 1860), porel que se obligaba al Ecuador a reconocer los supuestos títulos territo-riales del Perú sobre la región amazónica y a renunciar a la propiedadde los territorios orientales de Quijos y Canelos.

Ese pretendido Tratado fue rechazado ese mismo año por laConvención Nacional reunida en Quito, la cual lo declaró nulo, odioso,sin valor ni efecto, por cuanto había sido “mandado forjar por una au-toridad incompetente y usurpadora”. Y es que el “convenio” era tan

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17 L. A. Sánchez, id., pp. 265-266.

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irrito que se negó a ratificarlo el mismo congreso del Perú, aduciendoque “no (era) un tratado, porque éstos no pueden celebrarse sino conGobiernos legalmente constituidos, o que dominen de hecho la totalidadde una nación...” (1863).

LA SEGUNDA “GUERRA DEL PACÍFICO”

La política armamentista y el expansionismo del Perú hacia la costa surprodujo, inevitablemente, la resistencia de Chile, que veía amenazadossus intereses nacionales. Quedaron, así, sentadas las bases para la se-gunda guerra del Pacífico, que estalló en 1879 y en la cual las armas chi-lenas volvieron a imponerse a las de la alianza peruano-boliviana.

Antes y durante el conflicto, Chile propuso reiteradamente alEcuador que se le uniera en la guerra contra el Perú, ofreciéndole a cam-bio ventajas territoriales sobre este país. Pero el Ecuador, empeñadodesde tiempos de García Moreno en una política de neutralidad frentea la disputa por la hegemonía del Pacífico Sur, hizo oídos sordos a losllamados de Chile, su aliado natural, para que atacase por el Norte, ycubrió con su inacción las espaldas del Perú durante el conflicto. Inclusoposteriormente, cuando su triunfo era ya casi total, Chile invitó al Ecua-dor a participar en el conflicto, ofreciéndole repartirse entre ambos losdespojos del vencedor, pero su afán de paz y una inexplicable lealtadcon el Perú llevaron al gobierno del Ecuador a mantenerse tercamenteaferrado a una neutralidad casi suicida.

Así lo reconoció, años más tarde, en comunicación reservada alCongreso peruano, el Ministro Plenipotenciario del Perú, doctor ArturoGarcía, diciendo:

Conviene no olvidar ... el grave peligro en que estuvimos, por no haberresuelto oportunamente la disputa de límites, de ver al Ecuador unido anuestros enemigos en la última guerra. Conocidas son todas las activasgestiones que en este sentido hizo la Cancillería chilena y los esfuerzosy ofrecimientos de sus ministros en Quito, don Joaquín y don DomingoGodoy. Si en esos momentos el Presidente del Ecuador, que entonces loera el General Ignacio de Veintimilla, hubiera seguido ciertos consejos,la cuestión de límites se habría resuelto bien a nuestra costa.18

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18 “Memoria que eleva al Gobierno el Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario Dr.D. Arturo García, al entregar el original del Tratado de Límites con el Ecuador firmado enQuito el 2 de mayo de 1890.”

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La derrota en la guerra del Pacífico tuvo para el Perú terriblesconsecuencias. Por el Tratado de Ancón (23 de octubre de 1883), Chilele impuso al Perú la cesión perpetua e incondicional de la provincia deTarapacá y la ocupación legal de las provincias de Tacna y Arica por unlapso de diez años, al cabo de los cuales debía realizarse un plebiscitopara decidir el definitivo dominio sobre ellas. El plebiscito nunca se efec-tuó y Chile retuvo ambas provincias hasta 1929, año en que firmó conPerú un tratado por el que devolvía a éste la provincia de Tacna e incor-poraba definitivamente a su territorio la de Arica.

La derrota peruana tuvo también consecuencias para el Ecua-dor. Un sector influyente de la civilidad peruana valoró en su real mag-nitud la ayuda prestada a su país por la neutralidad ecuatoriana y,deseando garantizarse para siempre la amistad del Ecuador frente a po-sibles conflictos futuros, buscó resolver para siempre el problema limí-trofe con su vecino del norte. Claro está, ello era posible también porqueel ejército del Perú se hallaba diezmado por la derrota y el militarismoperuano había caído en total desprestigio, no quedándole a la diploma-cia sureña otro camino que el de la negociación y la paz. Fue en esemarco que, por primera vez en su historia, el Perú buscó una aproxima-ción amigable con el Ecuador y su liderazgo diplomático se empeñó enla resolución definitiva del problema territorial que había enfrentado aambas repúblicas desde su fundación. La voluntad de paz y compren-sión mostrada por el Ecuador facilitó la realización de negociaciones di-rectas, que sustituyeron al proceso de arbitraje del Rey de España,acordado antes por ambos países, y condujeron finalmente a la firmadel Tratado Herrera-García (2 de mayo de 1890), negociado entre losplenipotenciarios doctor Pablo Herrera, por Ecuador, y doctor ArturoGarcía, por Perú.

Por ese documento, ambos países se esforzaron en comprenderlos puntos de vista e intereses del contrario y acordaron hacerse mutuasconcesiones para llegar al establecimiento de una línea de frontera acep-table para ambas partes. Así se explica también la pronta ratificaciónque el Congreso ecuatoriano dio al Tratado, pese a la conciencia quehabía sobre los renunciamientos que éste conllevaba.

Por desgracia, el tratado fue torpedeado en el Congreso pe-ruano, donde el trauma causado por la pérdida de sus provincias coste-ras a manos de Chile había generado un espíritu chovinista y revan-chista. Por ello, se lo “aprobó” con modificaciones tales que volvían im-

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posible su aceptación por el Ecuador. Así se perdió una ocasión de oropara la consecución de una paz definitiva y sólida entre ambos países.En adelante, la diplomacia peruana volvería a empeñarse en las consa-bidas dilatorias, a la espera de inclinar a su favor el arbitraje del Rey deEspaña y ganar tiempo para la reconstitución del poder militar del Perú.

LAS TENSIONES FRONTERIZAS DE 1910

Fracasado el esfuerzo de paz y amigable entendimiento que significó elTratado Herrera-García, Ecuador y Perú no hallaron más salida que con-tinuar sometidos al proceso de arbitraje. Pero el arbitraje era un caminolleno de riesgos y, como se vio luego, también de trampas, pues lo queel Perú pretendía no era un arbitraje general sino solo uno reducido asus nuevas ambiciones frente al tratado Herrera-García. Ello eviden-ciaba una terrible mala fe, pues se había obligado a nuestro país a re-nunciar previamente a sus derechos, para llevarlo luego a un arbitraje.Inevitablemente, ello produjo incidentes populares en ambos países(1893) y nuestro Encargado de Negocios debió abandonar Lima. La me-diación de la Santa Sede y Colombia evitó entonces el estallido de unconflicto armado.

Surgieron, entonces, nuevas ideas para concluir un arreglo. Yen el intermedio, mientras las tratativas seguían su curso, se produjeronrevoluciones en ambos países y triunfaron sucesivamente las fuerzas li-berales del Perú (17 de marzo de 1895) y el Ecuador (4 de septiembre de1895), creándose por algunos años un ambiente de distensión, gracias ala identidad ideológica de sus gobiernos..

Durante su gobierno (1895-1899), Piérola se preocupó de refre-nar el caudillismo militarista que había asolado al Perú en la etapa an-terior, y para ello emprendió una reorganización del ejército, con ayudade una misión militar francesa.

Alfaro, por su parte, tomó conciencia de los peligros interna-cionales que acechaban al Ecuador y diseñó un plan de fortalecimientoestratégico del país, que incluía la modernización y profesionalizaciónde las fuerzas armadas y la construcción de una red de vías ferroviarias.En la ejecución de su plan, contrató una misión militar chilena, fundóel Colegio Militar, para la formación de oficiales, y la Academia de Gue-rra, para su posterior perfeccionamiento; también creó la Escuela de Cla-ses y los Cursos Militares de Aplicación, para la formación profesional

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de los suboficiales y la tropa. A su vez, se puso en marcha un gran pro-yecto de ferrocarriles nacionales, con miras a unir la Sierra y la Costa(línea Guayaquil- Quito), vincular al norte con el sur (ferrocarril Tulcán-Loja, ferrocarril de El Oro y ferrocarril de Manabí) y colonizar y poblarla región oriental (ferrocarril al Curaray). Además, el plan ferroviariorespondía también a una estrategia de defensa nacional, pues permitiríauna rápida movilización de tropas desde y hacia cualquier lugar de país.

Pero la distensión entre ambos países comenzó a esfumarse enlos últimos años del siglo XIX, a consecuencia del retorno al poder del“partido civilista” peruano liderado por Manuel Pardo, expresión his-tórica de la vieja oligarquía con sueños virreinales. La proximidad deemisión del laudo arbitral español inflamó el ánimo de ambos pueblosy creó un ambiente prebélico desde 1809, pues el Perú convocó a susfuerzas de reserva y el Ecuador respondió con igual medida. Un nuevointento de mediación, de los Estados Unidos, fracasó por la oposicióndel Perú, que continuó con sus aprestos de guerra, ante lo cual el Ecua-dor invocó la amistad de Chile, país que proporcionó armamento alEcuador, le entregó en venta un moderno buque de guerra y envió unamisión naval-militar para que ayudase al entrenamiento de las fuerzasecuatorianas.

Paralelamente, en ambos países se produjeron ataques contralas representaciones diplomáticas del otro, lo que dio pie al Perú parapresentar un pliego de reclamos que constituían un verdadero ultimá-tum, y que fueron rechazadas por la cancillería del Ecuador. Conti-nuando con su plan intimidatorio, el Perú ordenó a su flota de guerrazarpar hacia el Golfo de Guayaquil, lo que fue respondido con unaorden del presidente Eloy Alfaro para que el cazatorpedero “LibertadorBolívar” se hiciera a la mar y enfrentara a la flota sureña. Entonces,frente a la firmeza del gobierno alfarista, el Perú dispuso el retorno desu flota a El Callao y retiró el pliego de exigencias presentado.

Con todo, la crisis no terminó ahí, pues, consideradas las críti-cas circunstancias políticas reinantes, el Ecuador solicitó la inhibicióndel Real Arbitro español. Entretanto, el Perú había concentrado dos di-visiones de tropas en la frontera y efectuaba constantes provocacionesmilitares, a la vez que su flota de guerra volvía a dirigirse al Golfo deGua- yaquil. Fue entonces cuando el Ecuador mostró su capacidad derespuesta: utilizando el nuevo ferrocarril del Sur, Alfaro trasladó rápi-damente varios cuerpos de tropas a la frontera y él mismo se colocó a la

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cabeza de ellas, listo a repeler la agresión peruana. Al fin, la mediaciónde Chile, Argentina, Brasil y los Estados Unidos, solicitada por el Perú,evitó el estallido de la guerra, mientras el árbitro español anunciaba for-malmente la suspensión momentánea del arbitraje. Los países media-dores propusieron de inmediato un plan de separación y desmovi-lización de fuerzas, que fue acatado por las partes, y un proyecto de pro-tocolo que no fue aceptado por el Ecuador, que planteó reformas a sutexto. Esas reformas apuntaban, en esencia, a lo siguiente: que las nego-ciaciones directas estuviesen bajo la acción de los mediadores; que lasede de las negociaciones fuera Washington, y que Colombia –de acuer-do a los compromisos del Protocolo Peralta-Uribe– estuviera tambiénpresente en esas negociaciones.

ENREDADO EN LOS “HILOS DE LA DIPLOMACIA”

En 1910, mientras nuestro país enfrentaba la amenaza de una nueva in-vasión peruana, un gran historiador y mejor patriota, monseñor Fede-rico González Suárez, Arzobispo de Quito, proclamó lleno de indig-nación:

Si ha llegado la hora de que el Ecuador desaparezca, que desaparezca,pero no enredado en los hilos de la diplomacia sino en los campos delhonor, al aire libre y con el arma al brazo. No lo arrastrará a la guerrala codicia sino el honor.

El 24 de noviembre de 1910, el Real Arbitro se inhibió definiti-vamente y los dos países se abocaron a una interminable negociaciónalrededor de lo que se denominó entonces “la fórmula mixta”, que tam-poco condujo a resultado alguno, pues lo que Perú quería era ganartiempo mientras negociaba con Colombia y Chile un arreglo definitivode límites y dejaba al Ecuador aislado de sus aliados.

De este modo, pese a los compromisos públicos y secretos ad-quiridos con el Ecuador para una defensa común del patrimonio común,Colombia firmó con Perú el Tratado Salomón–Lozano (24 de marzo de1922), por el cual cedía a este país gran parte de los territorios que elEcuador le cediera antes a ella, en la zona del Putumayo. Ecuador, sin-tiéndose traicionado, rompió relaciones con Colombia. Casi paralela-mente, el gobierno peruano avanzó conversaciones con Chile, llegando

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el 20 de julio de 1922 a firmar con este país un acta, por la que se desig-naba al Presidente de los EE. UU. como árbitro de las estipulaciones nocumplidas del Tratado de Ancón. Algunos años más tarde, en julio de1929, Chile firmó con Perú el Tratado definitivo de Paz, lo que dejó sinpiso a la amistad ecuatoriano–chilena.

Tras el gobierno de Alfaro, la política exterior ecuatoriana habíavuelto a sus cauces tradicionales de apocamiento e irresolución y que-dado enredada, una vez más, en las argucias legales y enredos de trá-mite planteados por la diplomacia peruana.

El último acto del drama negociador se dio a partir de 1936,cuando se iniciaron las conferencias en Washington, acordadas mesesantes por el Protocolo Viteri–Ulloa. Fueron dos años de inútiles escara-muzas jurídicas, en las que cada parte volvió a insistir en sus consabidosargumentos, y al fin el Perú abandonó las negociaciones en septiembrede 1938. De nada sirvieron los pedidos ecuatorianos para que los demáspaíses de América presionaran al Perú a volver a la mesa de negocia-ciones, pues todos respondieron que cooperarían a un arreglo si ambospaíses se lo pedían conjuntamente. Un último intento ecuatoriano porrestablecer las negociaciones, hecho en 1938, durante la Octava Confe-rencia Panamericana, tampoco dio resultado alguno. Todo parecía indi-car que el Perú se encaminaba hacia la búsqueda de una solución militaral diferendo.

LA AGRESIÓN PERUANA DE 1941 y EL TRATADO DE RÍO

A partir de 1939, menudearon las acusaciones y provocaciones peruanascontra el Ecuador, que tardíamente trataba de establecer puestos fron-terizos en ciertos sitios de su territorio amenazados por la constante yprogresiva ocupación peruana.

Para 1940, los aprestos bélicos del Perú eran ya evidentes y lacancillería ecuatoriana se prodigó en denuncias y llamados de atencióna los gobiernos de América, sin ninguna respuesta positiva. Entonces elEcuador apresuró dos medidas defensivas que consideraba indispensa-bles: el inicio de la construcción de la carretera Cuenca–Loja, que per-mitiría movilizar refuerzos hacia la frontera sur, y la autorización de unempréstito de 30 millones de dólares para la defensa nacional. Esas tar-días medidas, publicitadas inadecuadamente, sólo contribuyeron a queel Perú acelerara la agresión antes de que nuestro país mejorase su ca-

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pacidad defensiva. Ese mismo año, el congreso peruano aprobó un pre-supuesto de defensa de 600 millones de soles. En septiembre, tropas pe-ruanas incursionaron en Zamora. En diciembre, Perú efectuó la primeraconcentración de tropas en la frontera norte, mientras el Director de laEscuela Superior de Guerra, coronel Eloy Ureta, daba los últimos toquesal plan de invasión, cuya sola idea entusiasmaba a los jóvenes oficiales.

Alarmado por esa guerra de agresión que el militarismo de supaís preparaba contra el Ecuador, el líder del APRA, Víctor Raúl Hayade la Torre, conocido por sus ideas de unidad indoamericana, denuncióel asunto a diplomáticos de otros países del área, asegurando conocerque la acción contra el país vecino se produciría a fines de ese mismomes (febrero de 1941).

Siguieron varios meses de agitación, en los que el Ecuador si-guió clamando por la intervención pacificadora de los países america-nos. Al fin, en mayo de 1942, Argentina, Brasil y los Estados Unidosofrecieron sus “amistosos servicios” para lograr una “pronta equitativay final” solución al problema limítrofe. Empero, una vez más, el asuntono pasó de las palabras, pues los mediadores, ante la sorda oposiciónperuana, prefirieron no dar ningún paso.

La invasión se inició finalmente el 23 de julio, tras terminar elinvierno. Luego de montar algunos incidentes fronterizos, 13 mil solda-dos peruanos de la “Agrupación Norte” invadieron el Ecuador, apoya-dos por abundante y moderno equipo de artillería, blindados y aviación.El pequeño e impreparado ejército ecuatoriano, de apenas mil hombres,resistió valerosamente el empuje enemigo y en algunos lugares hastallegó a montar exitosos contraataques, pero finalmente fue arrollado porla poderosa maquinaria de guerra peruana, cuya aviación bombardeósalvajemente a ciudades y poblaciones inermes, incendiando hospitalesy masacrando a civiles inocentes, mientras columnas blindadas avan-zaban hacia el norte y fuerzas paracaidistas descendían en la retaguardiadel ejército ecuatoriano. Cuatro días más tarde, la derrota militar sehabía consumado y una marea de refugiados civiles y soldados en reti-rada siguió marchando hacia el interior del país, mientras el ejército pe-ruano afianzaba sus posiciones en la provincia de El Oro.

Entretanto, los mediadores empezaban a actuar, por fin, y lo-graban acordar un cese al fuego entre los dos países, que debía iniciarseel 26 de julio a las 6 de la tarde. Ecuador aceptó el cese al fuego y rea-grupó sus fuerzas más atrás, pero el Perú continuó su agresión, ocu-

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pando fácilmente las posiciones dejadas por el Ecuador y tomando lasislas de jambelí. Nuevos ceses de fuego fueron sistemáticamente viola-dos por el Perú, cuya aviación bombardeó ciudades y pueblos, mientrassus paracaidistas tomaban por asalto las ciudades orenses de Arenillas,Santa Rosa, Puerto Bolívar y Machala.

En los meses siguientes, el Perú buscó imponer al Ecuador un“arreglo directo”, que estableciera una línea definitiva de frontera querespondiera a sus máximas pretensiones anteriores. En esas circunstan-cias, el japón atacó a la base naval norteamericana de Pearl Harbour (7de diciembre), por lo que fue convocada urgentemente una ReuniónConsultiva de Cancilleres de la OEA, que se inició en Río de janeiro, enenero de 1942.

Fue en ese marco donde el país agresor impuso a su víctima elinicuo Protocolo de Río de Janeiro (29 de enero de 1942), contando paraello con la activa colaboración de los Estados Unidos, que deseaban con-cluyera prontamente ese “incidente” para debatir lo que realmente lesinteresaba: la ayuda que debía darles América Latina en su próxima gue-rra contra los países del Eje. Violando la propia carta de la OEA y el afa-mado principio americano de que “la victoria no da derechos”, le fueimpuesto al Ecuador un tratado de límites que le cercenaba la mayorparte de su territorio oriental y le privaba de acceso al Amazonas, el his-tórico “Río de Quito”.

Poco después, en un alarde triunfalista, la cancillería peruanapublicaba un folleto titulado “El Protocolo de Río ante la Historia”, enel que se decía:

“Peruano: Puedes estar orgulloso del Tratado de Río porque:1º. El Perú ha obtenido en 1942 que el Ecuador reconozca la soberaníaabsoluta de Tumbes, Jaén y Maynas;2º. El Perú ha obtenido en 1942 que el Ecuador declare que no es paísamazónico;3º El Perú en 1942 ha obtenido 200.000 kilómetros más que en 1829;... 70.000 kilómetros más que en el Tratado de 1890; ... 7º. El Perú es el único dueño del Marañón y posee el curso de los ríosSantiago, Morona, Pastaza, Tigre y Napo, hasta puntos donde no llegóninguna posesión anterior.”

Una vez iniciado el proceso demarcatorio de la nueva frontera

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con el Perú, Ecuador hubo de enfrentar nuevamente las interpretacionesarbitrarias y tramposas del vencedor, que buscaba extender sus fronterasaún más allá de la línea fijada en el Protocolo de Río. Pero, al llegar a lazona Zamora–Santiago, los trabajos demarcatorios se encontraron conuna dificultad insalvable, pues la geografía existente no correspondía ala señalada en el protocolo de Río. Fue así como las partes solicitaron laayuda de la fuerza aérea norteamericana para la elaboración de un mapade la región. Ese mapa estuvo listo en febrero de 1947 y reveló que, envez del “divortium aquarum de los ríos Zamora y Santiago” señaladoen el protocolo, existía una cuenca hidrográfica intermedia, la del Ce-nepa, lo que marcaba la existencia de dos divorcios de aguas: uno entreel Zamora y el Cenepa, y otro entre el Cenepa y el Santiago.

Puesto que ello volvía inejecutable el Protocolo de Río, el Ecua-dor planteó al Perú el reconocimiento y estudio común del problema, yluego, ante su negativa, planteó en marzo de 1951, ante los garantes deltratado, la “inejecutabilidad del Protocolo de Río de janeiro”, posiciónque mantuvieron los posteriores gobiernos ecuatorianos. A eso siguióla tesis de la “nulidad del Protocolo”, que contribuyó a crear una reno-vada conciencia nacional e internacional sobre el problema territorialexistente entre el Ecuador y el Perú.

EL PROBLEMA TERRITORIAL EN EL PERIODO 1968–2000

La quinta presidencia del doctor josé María Velasco Ibarra, iniciada en1968, coincidió con el inicio en el Perú de la llamada “revolución nacio-nalista”, bajo el liderazgo del general juan Velasco Alvarado. Respon-diendo a un plan secreto de las Fuerzas Armadas del Perú, denominado“Plan Inca”, el gobierno militar se lanzó a una audaz transformación delas estructuras económico-sociales del país, en busca de modernizar lasrelaciones de producción, liquidar el poder de la vieja oligarquía y for-talecer el “poder nacional” del Perú. Mas el proyecto militar peruanotenía un objetivo secreto: la preparación de una guerra de revancha con-tra Chile, con ocasión del centenario de la guerra del Pacífico. Solo asíse explica el desbocado armamentismo peruano de aquellos años, quellevó a nuestro vecino a convertirse en la segunda potencia militar deSudamérica, situada inmediatamente después del Brasil.

Desde luego, ese armamentismo tenía también un sesgo ideo-lógico, pues el régimen militar peruano aparecía como una barrera ge-

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opolítica que impedía la expansión del fascismo reinante en el cono sury especialmente en el Chile de Pinochet. Bajo esa perspectiva, la UniónSoviética halló en Perú un aliado político y un mercado ideal para la co-locación de sus arnas y equipos militares. La deuda militar peruana conla URSS se elevó, según expertos militares, a la impresionante cifra dedos mil millones de dólares.

Obviamente, el plan de revancha contra Chile hacía necesarioque el Perú se aproximara al Ecuador, en busca de neutralizarlo, y sobreese mar de fondo se instauró un proceso de distensión entre ambos paí -ses y se desarrollaron vigorosamente los proyectos binacionales de in-tegración, tales como los de las cuencas hidrográficas Puyango–Tumbesy Catamayo–Chira, la Comisión Económica Permanente, el Conveniode Ferias Fronterizas y el proyecto de riego Zapotillo.

Pero esa “luna de miel binacional” tuvo un final inesperado,pues los errores políticos del régimen militar llevaron al Perú al bordedel colapso y un nuevo gobierno militar, presidido por el general Fran-cisco Morales Bermúdez, buscó desandar lo andado y dejó de lado –almenos en lo inmediato– los planes de revancha contra Chile. Al términode ese gobierno, Perú retornaba a la democracia y llegaba nuevamenteal poder Fernando Belaúnde Terry.

Fracasada la “revolución nacionalista” y disparada una gene-ralizada crisis económica, la clase dirigente y las fuerzas armadas pe-ruanas volvieron a sus tareas y posiciones tradicionales: la una, a larecuperación del poder social y económico perdido; las otras, a la repre-sión interna y al chovinismo.

Fue en ese clima regresivo y de generalizada frustración quelos militares peruanos montaron el conflicto de Paquisha, en el área nodelimitada de la frontera con Ecuador. Se inició el 22 de enero de 1981,cuando un helicóptero peruano atacó el puesto ecuatoriano de Paquisha,situado en la vertiente oriental de la disputada Cordillera del Cóndor.Ante la protesta oficial del Ecuador, Perú negó el ataque, pero a partirdel 28 sus fuerzas bombardearon y atacaron por tierra los puestos mili-tares ecuatorianos de Paquisha, Mayaycu y Machinaza, ubicados en elárea, siendo resistidas duramente por las fuerzas ecuatorianas.

Una ola de emoción cívica se levantó en todo el Ecuador, dondeel pueblo se movilizó para la defensa nacional. Ecuador denunció antela OEA la agresión sufrida y pidió la convocatoria de su Reunión deConsulta, que se efectuó entre el 2 y 4 de febrero, pese a la oposición pe-ruana.

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Deseoso de paz, el Ecuador aceptó la separación de fuerzas y elenvío de observadores militares que garantizaran el cese al fuego, peroel Perú, tras aceptar el cese al fuego, lo rompió el 20 de febrero, en buscade tomar efectivamente los puestos ecuatorianos que antes anunciarahaber capturado. En los nuevos combates, Ecuador derribó un helicóp-tero enemigo, lo que motivó a que el Perú amenazara con una guerratotal si el Ecuador no se retiraba de los puestos que mantenía. Final-mente, la intervención de países amigos logró el restablecimiento de lapaz y el inicio de la separación de fuerzas, circunstancia que Perú apro-vechó para ocupar con sus fuerzas los puestos evacuados por el Ecua-dor. Tras nuevas tensiones, se iniciaron en Huaquillas las conversacionesentre jefes militares de ambos países, que concluyeron el 5 de marzo de1981 con un “acuerdo en el desacuerdo”, pues el almirante Raúl Sorroza(Ecuador) y el almirante jorge Dubois (Perú) suscribieron por separadoun acta con sus respectivos puntos de vista.

CONFLICTO DE PAQUISHA y GUERRA DEL CENEPA

Un renovado interés por la solución definitiva de nuestro diferendo li-mítrofe con el Perú fue planteado a partir del gobierno del presidenteOswaldo Hurtado Larrea (1981-1984), A partir de 1984, el gobier- no delpresidente León Febres Cordero optó por mantener congelada la situa-ción fronteriza, siguiendo su conocida tesis de “mantener la heridaabierta, sin ulcerarla ni infectarla”, expuesta ya en 1983. Diferente fuela actitud del Presidente Rodrigo Borja Cevallos, quien emprendió enuna política internacional de alto perfil y se abocó decididamente a labúsqueda de mecanismos imaginativos para la solución del problematerritorial con el Perú, que incluían un posible arbitraje papal al pro-blema limítrofe.

Por desgracia, el gobierno peruano de Fujimori se desentendiódel esfuerzo de paz y se lanzó a preparar una nueva agresión al Ecuador,con ánimo de tomar por la fuerza los territorios disputados del valleoriental del Cenepa. Para ello fue montada una formidable maquinariamilitar, que incluía modernísimos aviones cazabombarderos, helicópte-ros de guerra y misiles estratégicos.

La nueva agresión se inició en 1992, cuando los aviones perua-nos bombardearon los puestos avanzados del Ecuador, mientras sus tro-pas atacaban masivamente y sus tanques se movilizaban amenazadora-

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mente en la costa, con ánimo de atacar las ciudades ecuatorianas. Loscombates fueron durísimos, pero las tropas ecuatorianas resistieron lossucesivos asaltos enemigos, mientras la aviación ecuatoriana destrozabaa su similar peruana en varios combates aéreos. Al fin, derrotado en tierray aire y privado de su principal arma de ataque, Perú se retiró del com-bate y aceptó la intervención amigable de otros países, que presionabanpor un cese al fuego.

Se iniciaron entonces las negociaciones diplomáticas, que lleva-ron finalmente a la suscripción de la Declaración de Paz de Itamaraty(1995), por la cual Ecuador y Perú pusieron fin a sus diferencias de límitesdespués de 170 años de conflictiva relación fronteriza.

DELIMITACIÓN FRONTERIZA CON COLOMBIA

Tras la extinción de la Gran Colombia, Ecuador y la Nueva Granada (mástarde llamada República de Colombia) tuvieron diversos episodios deconfrontación y delimitación fronteriza, en muchos de los cuales el Perúactuó (abierta o soterradamente) como un tercero, pues casi siempre setrataba de definir quien iba a quedarse con un nuevo pedazo del Ecua-dor. Solo así se explica que la actual Colombia y el Perú, originalmentepaíses distantes, que hasta comienzos del siglo XX se hallaban separadospor la presencia de un país intermedio, hayan terminado por convertirseen colindantes, a costa del pequeño y débil Ecuador.

Cronológicamente vistos, esos episodios fueron los siguientes:

SEGREGACIÓN DE PASTO

El primer conflicto con la actual Colombia fue la disputa por la provinciade Pasto, que tradicionalmente había formado parte de la Audiencia deQuito y luego de la República del Ecuador, llegando inclusive a elegir yenviar diputados al Congreso ecuatoriano. Pero luego, bajo influenciadel caudillo regional josé María Obando, se produjo la voluntaria incor-poración de Pasto a la República de la Nueva Granada. Ello provocó unamago de conflicto armado, que se saldó de un modo curioso: cuandoFlores llegó con su ejército a desalojar a los soldados neogranadinos queocupaban Pasto, él y Obando parlamentaron y acordaron que la regiónpasara a la Nueva Granada, a cambio de una “compensación simbólica”que Flores recibió de Obando, en dinero contante y sonante. Para po-

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nerlo en términos jurídicos, hubo por parte del gobierno ecuatoriano unreconocimiento a la autodeterminación del pueblo pastuso.

CONFLICTOS CON LAS FUERZAS DE LA NUEVA GRANADA (1862–1863)

Mientras gobernaba en Ecuador el caudillo teocrático Gabriel GarcíaMoreno, tras vencer en una guerra civil a los liberales ecuatorianos, laNueva Granada se debatía también en una guerra civil entre liberales yconservadores y terminó por envolver en sus conflictos al país vecino,que tuvo dos sucesivos enfrentamientos militares con las fuerzas quecombatían al interior de la actual Colombia.

El primer conflicto se produjo cuando fuerzas conservadorasbajo el mando de julio Arboleda penetraron en Ecuador, persiguiendoa tropas liberales que seguían a Tomás Cipriano Mosquera. En el inci-dente resultó herido el comandante Vicente Fierro, jefe militar ecuato-riano que trató de impedir con sus tropas esa incursión. García Morenoexigió satisfacciones por la violación territorial y conminó a Arboleda adestituir al jefe de las tropas invasoras y a entregarle a quien hirió a Fie-rro, para juzgarlo por el delito cometido en Ecuador. A causa de la ne-gativa de Arboleda y las instigaciones de Mosquera, el conflicto seagravó y las fuerzas ecuatorianas y neogranadinas, ambas de signo con-servador, se batieron en Las Gradas, cerca de Tulcán, siendo derrotadaslas de García Moreno (30 y 31 de julio de 1862). A esto siguió el Tratadode Tulcán, por el que Ecuador se comprometió a entregar cuantiosas in-demnizaciones en dinero, armas, municiones y vestidos. Adicional-mente, ambos gobiernos acordaron un pacto de alianza para su mutuosostenimiento.

Un año más tarde, se produjo un nuevo conflicto en la fronteranorte, esta vez con las fuerzas del general Mosquera, quien, tras triunfaren la guerra civil colombiana, lanzó un agresiva proclama contra el go-bierno conservador ecuatoriano (15 de agosto de 1863), prometiendo“hacer triunfar el principio republicano sobre la opresión teocrática quese quiere fundar en la tierra de Atahualpa...”19

Instigando el conflicto estaban los liberales ecuatorianos derro-tados por García Moreno, particularmente el general josé María Urbina,y también los conservadores colombianos; unos y otros confiaban en untriunfo militar del otro país, que beneficiara a su partido.

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19 Roberto Andrade, “Historia del Ecuador”, 1907, p. 43.

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Puestos ambos países en pie de guerra (una guerra ideológicamás que nacional), hubo una serie de intrigas y fallidas tratativas depaz, por lo que la guerra fue inevitable. El 6 de diciembre de 1863, en elsitio de Cuaspud, chocaron los ejércitos de ambos países, dirigidos porMosquera y Flores, respectivamente. La derrota ecuatoriana fue total yFlores retrocedió hasta Otavalo, lo que permitió a Mosquera ocupar Iba-rra. El conflicto concluyó con el Tratado de Pinsaquí, beneficioso para elEcuador, puesto que Mosquera –que ahora soñaba con una reconstitu-ción de la Gran Colombia– no exigió al vencido reparaciones de guerra.

Empero, es preciso puntualizar que Mosquera actuaba con ab-soluta doblez frente al Ecuador, puesto que cuatro años antes, a poco deproclamar el Estado del Cauca, había suscrito en Popayán el Tratado se-creto Mosquera–Zelaya (16 de julio de 1859), por el que caucanos y pe-ruanos acordaron repartirse el territorio ecuatoriano, de modo queGuayaquil y Cuenca quedasen en manos del Perú y Quito y la costanorte en manos del nuevo Estado del Cauca.

CONFERENCIA TRIPARTITA ENTRE ECUADOR, COLOMBIA y PERú (1894)

Sospechando lo que se le venía encima, Ecuador buscó una aproxima-ción con Brasil y Colombia, por separado, con miras a aislar al Perú. Enese marco negoció con Brasil el Tratado Tobar–Río Branco, suscrito porel Ministro ecuatoriano en Río de janeiro, Carlos R. Tobar, y el Cancillerdel Brasil, Barón de Río Branco, que reconoció a Brasil la línea fronterizaApaporis–Tabatinga, que permitió a este país hacer presencia en el nortede la hoya amazónica, a la vez que se reconoció que ambos países teníanuna frontera común.

Desde fines del siglo XIX, Ecuador tuvo que enfrentar las ambi-ciones de tres países (Perú, Colombia y Brasil) sobre sus territorios ama-zónicos del norte. Empero, nunca hubo una conferencia cuatripartitapara resolver las diferencias limítrofes. Hubo, sí, una Conferencia Tri-partita entre Ecuador, Colombia y Perú, reunida en 1894, por iniciativade Colombia, que buscaba con ello una oportunidad para asomarse alreparto de la Amazonia ecuatoriana. La conferencia no resolvió nada enconcreto, pero ahí se evidenció la debilidad política y militar del Ecua-dor, lo que dio inicio a una nueva aproximación colombo–peruana pararepartirse el oriente del Ecuador.20

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20 Ver artículo de jean Paul Deler “El area amazónica: litigio y conflictos” en “Nueva Historiadel Ecuador”, tomo 12, págs. 340–350.

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TRATADO DE ARBITRAJE DE LÍMITES ANDRADE–BETANCUR (1904)

El Plenipotenciario ecuatoriano en Bogotá, General julio Andrade, firmóen 1904 el Tratado Andrade Betancourt, por el que se sometía a la deci-sión inapelable del Emperador de Alemania la cuestión de límites entreEcuador y Colombia. Pero Colombia, a la par que negociaba este con-venio con el Ecuador, mantenía en reserva el hecho de que poco anteshabía suscrito con el Perú el Tratado secreto de Arbitraje y de ModusVivendi Tanco–Pardo, por el que ambos países acordaran repartirse elterritorio amazónico ecuatoriano, encerrando al Ecuador entre el mar yla Cordillera de los Andes.21

Fue complementado por la Convención de Arbitraje de LímitesAndrade–Vásquez Cobo, de 1907, y finalmente por el Tratado de LímitesAndrade–Betancur, de 1908, y la Convención Adicional Andrade–Urru-tia, del mismo año.

TRATADO PERALTA–URIBE (1910)

Tratado de alianza y límites Peralta-Uribe, de 1910. El ex Ministro deRR. EE. del Ecuador, doctor josé Peralta, dejó escrito en sus Memorias:

El 13 de mayo de 1910 firmamos con Colombia, un tratado deAlianza y un Protocolo adicional con mi intervención y la del MinistroPlenipotenciario del vecino país, don Carlos Uribe, según el cual nosdeclaramos unidos a perpetuidad con el fin de conservar y hacer efec-tivo el derecho de dominio que nos correspondía, respectivamente, enlos territorios amazónicos.

TRATADO MUñOZ VERNAZA – SUáREZ (1916)

El Tratado Muñoz Vernaza-Suárez fue suscrito el 15 de julio de 1916.Por él, Ecuador cedió a Colombia el amplio sector comprendido entrelos ríos Caquetá y Putumayo, originalmente perteneciente a la Audien-cia de Quito. Ecuador se satisfizo con un acceso al Putumayo y recuperópequeñas porciones de territorio que habían sido cedidas en 1908 y 1910.

Seis años después, Colombia cedió al Perú gran parte de los te-

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21 Ver al respecto: jorge Villacrés Moscoso, “Historia Diplomática de la República del Ecuador”,Universidad de Guayaquil, 1972, tomo 3.

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rritorios obtenidos de Ecuador por este tratado. Entonces se criticó alplenipotenciario Alberto Muñoz Vernaza, quien, por su ingenuidad yfalta de experiencia, no había incluido en el tratado una fórmula tradi-cional en estos casos, que prohibiese a Colombia la cesión a terceras po-tencias de los territorios recibidos de Ecuador. En su alegato de defensa,Muñoz replicó a los críticos: “El Tratado de 1916 fue bueno: lo único queha faltado es ... la lealtad del Gobierno de Colombia”.

Según el historiador ecuatoriano Pío jaramillo Alvarado, en suobra “Los Tratados con Colombia”, este instrumento fue prematuro yexcesivamente generoso al ceder territorios sin compensación alguna ycon la renunciación absoluta del Ecuador a sus viejos títulos de dominioen el Putumayo y el Caquetá. También manifiesta que, hechos los cál-culos correspondientes, sobre los mapas y planos más autorizados, seconcluye que la extensión territorial cedida por el Ecuador a Colombia,mediante este tratado, fue de 180 mil kilómetros cuadrados.

Es necesario relievar que este tratado fue aprobado prontamentepor los Congresos de ambos países, que acto seguido nombraron susrespectivas comisiones demarcadoras para ejecutarlo en el terreno.

Poco después, era electo Presidente de Colombia el negociadorde este tratado, doctor Marco Fidel Suárez, y llegaba a la Presidencia delEcuador el canciller que promovió el convenio, doctor Alfredo Baque-rizo Moreno. Entonces, como parte del cumplimiento de este instru-mento legal, ambos acordaron reunirse para inaugurar conjuntamenteel puente internacional de Rumichaca, donde Baquerizo pronunció unafrase que se volvería lugar común: “Un puente más es un abismo me-nos”. De parte colombiana, el compositor Emilio Murillo eternizó eseencuentro con su famoso bambuco “Rumichaca”.

TRATADO SECRETO LOZANO–SALOMÓN (1922)

El 24 de marzo de 1922, pese a los compromisos públicos y secretos ad-quiridos con el Ecuador para una defensa común del patrimonio común,Colombia firmó con Perú el Tratado secreto Salomón-Lozano, por el cualcedió a este país gran parte de los territorios que el Ecuador le cedieraa ella en 1916, en la zona del Putumayo y el Caquetá, recibiendo a cam-bio el Trapecio de Leticia, territorio ecuatoriano antes usurpado por elPerú. Gracias a este tratado, Perú se asomó a la región norte de la hoyaamazónica y acabó de rodear al Ecuador por el lado este. Como ha es-

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crito Manuel Medina Castro; “Colombia entregó al Ecuador a las faucesdel Perú. (Y) en 1941 el Perú se engulliría la mitad del territorio ecuato-riano restante.”22

Ecuador se enteró de su existencia de este tratado recién en 1925y buscó infructuosamente que no fuera ratificado por el Congreso co-lombiano. Luego, sintiéndose traicionado por Colombia, rompió rela-ciones diplomáticas con este país.

ACTA TRIPARTITA DE WASHINGTON (1925)

En marzo de 1925 el Ecuador se enteró, con sorpresa, que se había sus-crito en Washington la denominada Acta Tripartita, por parte de repre-sentantes diplomáticos de Colombia, Brasil y Perú, junto con el Se- cre tario de Estado norteamericano, por la cual se convalidaba defi ni-tivamente un tratado secreto colombo–peruano (Tratado Lozano–Salo-món) suscrito en 1922, para resolver las diferencias limítrofes entreColombia y Perú a costa de un toma y daca de territorios legalmenteecuatorianos.

¿Cómo se enteró Brasil de ese tratado secreto? No lo sabemos,pero lo cierto es que se sintió afectado por el mismo, ya que amenazabala línea de frontera fijada con Ecuador por el Tratado Tobar–Río Branco(1904) y sus derechos derivados. Por ello presionó e incluso amenazó aColombia y Perú para que no lo dejaran fuera del reparto de territoriosecuatorianos y los consecuentes derechos de navegación.

La otra pregunta que surge es qué papel jugaban los EstadosUnidos en ese asunto. Y la respuesta es que fue invitado por Colombia,que demandó sus buenos oficios para contrarrestar las presiones de Bra-sil. Más allá de esa formalidad, los EE.UU. aspiraban a beneficiarse dela aplicación de ese acuerdo colombo–peruano, garantizando en sufavor la libre navegación por los ríos de la hoya amazónica.

Así se explica que, por el Acta Tripartita, Colombia y Perú seobligaran a ratificar el Tratado Lozano–Salomón, Colombia se obligaraa suscribir con Brasil un tratado de límites que reconociera la línea Apa-poris–Tabatinga (acordada entre Brasil y Ecuador), y Brasil levantarasus reservas y concediera a Colombia la libre navegación por el Ama-zonas y los demás ríos comunes.

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22 Manuel Medina Castro, “La cuestión limítrofe en el Ecuador”, artículo en “Nueva Historiadel Ecuador”, Enrique Ayala Mora editor, Coedición Ed. Grijalbo–Corporación Editora Na-cional, Quito, 1992, tomo 12, pág. 327.

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El notable historiador peruano jorge Basadre asignó el éxito deeste tratado colombo–peruano a la decidida intervención de los EstadosUnidos. Escribió:

...La tenaz ingerencia norteamericana (hizo) llevar adelante el tratado.Fue una victoria del Departamento de Estado... La acción diplomáticanorteamericana no aparece visible en relación con la firma misma deltratado. Pero surge, en cambio, nítida y decisiva, para hacer retirar laoposición del Brasil en 1925, para insistir en que se efectuara la apro-bación del Congreso y para precipitar el voto parlamentario de 1927.23

PARA FINALIZAR

Hoy, como ayer, la ingerencia norteamericana marca los proble-mas fronterizos entre Colombia y sus vecinos, particularmente entre Co-lombia y Ecuador. Esta vez, el pretexto para esa ingerencia es el combateal narcotráfico, paraguas bajo el cual se han cobijado el “Plan Colombia”,la implantación de una base aérea militar norteamericana en Ecuador ylas fumigaciones en el área fronteriza, que han enfriado las relacionesecuatoriano–colombianas.

Para Ecuador, la aplicación del “Plan Colombia” ha significadola intensificación del conflicto armado colombiano en la misma orilla desu frontera norte, la frecuente incursión de combatientes colombianosde distinto signo en su territorio, el desplazamiento de cientos de milesde refugiados hacia las provincias ecuatorianas del norte y la presenciade una permanente “guerra de nervios”, que tiene en zozobra a la po-blación fronteriza.

En busca de limitar esos efectos del conflicto colombiano en suámbito de soberanía, Ecuador se ha visto en el caso de movilizar unafuerza militar de casi diez mil hombres a su frontera norte, con unenorme costo económico, que se suma a los costos que implica la pre-sencia masiva de refugiados colombianos en su suelo.

Obviamente, esto plantea la necesidad de una nueva relaciónfronteriza entre ambos países, que, sobre la base de su tradicional her-mandad y el respeto mutuo de su soberanía nacional, busque la resolu-

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23 Citado por Manuel Medina Castro, artículo citado, p. 327.

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ción de los problemas que enervan hoy su trato y comunicación interes-tatal.

NOTA DE CIERRE: este artículo fue preparado a inicios del año 2008, parala conferencia que el autor sustentó en Bogotá, en la “Cátedra Ecuador: fronte-ras, vecindad e integración”, organizada por la Academia Diplomática de SanCarlos y el Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Uni-versidad Nacional de Colombia.

Como salta a la vista, todavía no se había producido el bombardeo y laincursión militar colombianos en Angostura, del 1 de marzo de 2008, que vio-laron la soberanía territorial ecuatoriana y tan gravemente han afectado desdeentonces a las relaciones entre Ecuador y Colombia.

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MIGUEL DE GIJON y LEON, UN QUITEñO TROTAMUNDOS

Jorge Núñez Sánchez

Entre los más interesantes y curiosos personajes de nuestra historia fi-gura uno que, en pleno siglo XVIII, viajó por varios países y continentes,emprendió negocios internacionales, fue amigo de notables filósofos eu-ropeos, colonizó tierras inhóspitas de España, anduvo en logias france-sas y cruzó las selvas del Amazonas. Fue, en suma, un perfecto tro-tamundos.

Para comenzar, es necesario que esbocemos al menos el origensocial de nuestro personaje, don Miguel Gijón y León, que nació enQuito, en 1717, en una importante familia de la aristocracia criolla. Tantopor la línea de los Gijón como por la de los León, sus antepasados in-mediatos eran españoles. Su abuelo Manuel de León, natural de Rei-nosa, llegó a Quito desde España hacia fines del siglo XVII, parapo sesionarse del cargo de Corregidor de Otavalo, y luego, pese a lasprohibiciones legales existentes, contrajo matrimonio con una rica he-redera criolla de Riobamba, doña Magdalena de Chiriboga, lo cual lepermitió “criollizarse” y vincularse vitalmente a la aristocracia terrate-niente quiteña. El resultado más evidente fue que don Manuel pasó aconvertirse, para todos los efectos, en un criollo más y ciertamente delos principales. Así, fue regidor y varias veces alcalde del cabildo de Rio-bamba, funciones en las que lo siguió su hijo Manuel, mientras que suhijo Bernardo se asentaba en la capital de la audiencia y más tarde lle-gaba a ser alcalde de Quito. Entre tanto, su hijo mayor, Gregorio, destacócomo canónigo de grandes luces y su hija Manuela contrajo matrimonioen 1706 con un español recién venido, Cristóbal Gijón, nacido en Fuen-terrabía, Guipúzcoa, y llegado con ansias de “hacer la América”.1

Aprovechando el sistema de renunciación de oficios, CristóbalGijón logró suceder a su suegro como titular del rico y extenso corregi-

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1 Datos citados por Marcelín Defourfenaux en “Un ilustrado quiteño: don Miguel de Gijón yLeón, primer Conde de Casa Gijón, (1717-1794)”, publicado originalmente en el Anuario deEstudios Americanos, XXIV, Sevilla, 1967, y reproducido en el Boletín de la Academia Nacionalde Historia del Ecuador, en febrero de 1987.

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miento de Otavalo, cargo en cuyo ejercicio acumuló una considerablefortuna, y más tarde se radicó en Quito, donde llegó a ser alcalde de laciudad.

Para tener una idea de la notable fortuna que poseyó CristóbalGijón mencionamos que, entre sus propiedades, figuraban las haciendasde Conaqui Grande, Conaqui Chuiquito, Carlaco, Periquela, Hospital,Guadavi, San Andrés del Puente, Puraca y Mojanda (“haciendas de pansembrar”), Quichigi (de “potreros de queresa”), San Vicente (de “potre-ros de ceba”), San Nicolás y Cambugán (“hatos de ganados mayores”),y la hacienda–obraje de Peguchi. Todos esos bienes se hallaban en lasjurisdicciones de los contiguos corregimientos de Otavalo e Ibarra, alnorte de Quito, que hoy forman los cantones del mismo nombre, en laprovincia ecuatoriana de Imbabura.2

Miguel de Gijón fue el segundo de cuatro hijos y quedó huér-fano de padre a los 16 años, en 1733. Ante la incapacidad práctica de suhermano mayor para manejar esos bienes, Miguel asumió desde enton-ces la administración de la herencia paterna, pesada carga que abandonótres años más tarde, por desavenencias con su madre, y que retomó en1738, tras la muerte de ésta. Durante ese intermedio, la incuria familiarcasi había arruinado esos bienes: las haciendas se hallaban empeñadascon los prestamistas, el obraje se había cerrado y los indios trabajadoresse habían dispersado por otras comarcas. Así, el joven Miguel debió res-catarlos y restablecerlos, contando para ello con la ayuda de sus fami-liares y en especial del Marqués de Villa Orellana. Luego, tras un es- fuerzo de tres años, mejoró la producción de los bienes familiares y lospuso en mejor situación que antes. Lo que es más, logró todo aquellosin recurrir al método tradicional, que hubiera sido redoblar la extorsióna los pobres indios, sino más bien utilizando con ellos métodos de pro-tección y persuasión, ya que era, según su propia confesión, “inexorabledefensor de mis pobres indios, porque si algún sirviente excediese delos castigos que yo había moderado, lo despedía y castigaba sin la menorcondescendencia, aunque yo tuviese mucha necesidad de ellos.”3

Mas el restablecimiento de sus propiedades lo dejó cargado dedeudas con sus familiares, por lo que, seguramente aconsejado por sus

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2 Ibíd..3 “Memorias del modo con que yo, Don Miguel de Gijón y León, caballero del Orden de San-

tiago, he empleado los años de mi vida…”, 1790–1794. Manuscrito inédito en poder de la fa-milia Gijón y solo mostrado parcialmente a Marcelín Defourfenaux, quien lo cita en su estudio.

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parientes quiteños, se lanzó a una audaz aventura comercial en la rutaQuito–Cartagena, en busca de obtener prontos y significativos benefi-cios económicos. Cabe destacar en este punto la trascendental impor-tancia que tuviera esta ruta de comercio para la economía quiteña delsiglo XVIII, especialmente después de que la apertura de la ruta marí-tima del Cabo de Hornos inundara la región peruano–chilena con tex-tiles ingleses, privando a Quito de su principal mercado de exportación.A partir de entonces, la ruta hacia Cartagena cobró creciente importan-cia, pues las ventas hechas por ella permitieron a Quito y sus provinciascentrales exportar hacia el rico mercado neogranadino los productostextiles de las manufacturas supervivientes a la crisis, a la vez que lostradicionales bienes producidos por los artesanos y artistas de la “Es-cuela Quiteña”: pinturas y esculturas religiosas, platería, orfebrería yotros.

Para entender mejor esa aventura comercial emprendida porGijón, es necesario precisar que esta ruta de comercio ofrecía algunoselementos de particular atracción para los quiteños del siglo XVIII. Unode ellos era la posibilidad de vender manufacturas en las zonas auríferasdel Chocó y Popayán, obteniendo a cambio oro en polvo o en pasta, queluego se hacía acuñar en la Real Casa de Moneda de Popayán, con locual se lograba monetizar en parte a la arruinada economía del centroquiteño, no productora de metales preciosos. Otro elemento de atracciónera la posibilidad de acceder a la zona de Muzo y trocar manufacturaspor esmeraldas, que luego eran revendidas con ventaja en el puerto deCartagena. Pero la atracción principal de esta ruta de comercio radicabaen la posibilidad de introducir mercancías de contrabando desde la costaatlántica hasta las regiones andinas, como lo habían probado inclusivelos académicos franceses que, a comienzos de aquel siglo, vinieron aQuito para medir un arco del meridiano terrestre.

Hacia allá se encaminó, pues, nuestro personaje, presumible-mente en 1741, llevando textiles de su obraje de Peguchi y manufacturasvarias, que luego trocó por esmeraldas, las que, a su vez, revendió congran beneficio en Cartagena, “donde –según dejó escrito– las buscabancon furor los comerciantes”.4 El regreso, como era habitual en el negocio,lo hizo cargado de mercancías europeas y productos asiáticos venidosa México en el “galeón de Manila” y llegados a Cartagena por la vía de

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4 Gijón, “Memorias del modo con que yo…”, cit.

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Veracruz. Pero si el resultado de aquel viaje fue espléndido en términoseconómicos, lo fue más en términos políticos, pues Gijón se encontró enPopayán con el virrey de Nueva Granada, don Sebastián de Eslava, conquien tuvo gratas conversaciones y logró establecer una buena amistad.Como resultado de todo ello, nuestro personaje retornó a Quito cargadode riquezas y mercancías, y adicionalmente con dos nombramientos ofi-ciales: el de Corregidor de Ibarra, para su hermano Manuel, y el de Co-rregidor de Otavalo, para su propia persona. Y si esos nombramientostenían importancia en sí mismos, la tenían mayor en este caso, pues ga-rantizaban una venta segura y sin interferencias de las mercancías traí-das de Cartagena por don Miguel, cuya venta le produjo tan pingüesbeneficios “que –según dijo en sus memorias– doblé y redoblé los cau-dales que había llevado y me habían prestado para aquel viaje.”

Ese viaje y sus excelentes resultados económicos iban a marcarpara siempre el destino de Gijón, que siguió traficando ocasionalmentepor esa ruta durante algún tiempo y que luego emprendió viajes de co-mercio por la antigua y clásica ruta de Quito–Guayaquil–El Callao.

Si los viajes en la ruta de Cartagena le revelaron los grandes be-neficios que producía el comercio, los nuevos viajes por la “carrera deLima” iban a aportarle nuevos y mayores conocimientos sobre el tráficomercantil en gran escala. Especialmente le interesó el auge que se vivíaen la producción cacaotera guayaquileña y en la extracción de quina ocascarilla en las regiones de Cuenca, Riobamba y Guaranda, aunque fi-nalmente, estimulado por su pariente el Marqués de Villa Orellana, de-cidió concentrarse en el negocio de la cascarilla, que por entonces gene-raba un gran movimiento mercantil entre el sur quiteño y el norte pe-ruano, en razón de que las zonas productivas tenían más fácil acceso alos puertos peruanos de Paita o El Callao que al puerto quiteño de Gua-yaquil, donde el fuerte y largo invierno tropical complicaba las opera-ciones de transporte terrestre.

Todo ese cúmulo de circunstancias determinaron que MiguelGijón viajase una y otra vez a Lima y entablase una excelente amistadcon un ilustrado peruano que más tarde alcanzaría renombre universal,don Pablo de Olavide, entonces oidor de la Real Audiencia de Lima. Yesa amistad se estrecharía todavía más cuando Gijón estuvo aquejadode una enfermedad que seguramente fuera malaria, lo que lo llevó apermanecer en esa ciudad durante alrededor de un año (probablementeentre 1751 y 1752), hasta su plena recuperación. Entre Gijón y Olavide

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se inició, así, una amistad de gran importancia para la historia hispano-americana, en razón de los trascendentales efectos que produciría en elfuturo la acción combinada de ambos personajes. Por otra parte, esalarga permanencia de Gijón en la Ciudad de los Reyes le permitió acce-der a buenas bibliotecas, comprar libros, cruzar ideas con otros ilustra-dos y consolidar su ya importante cultura.

Con todo ese bagaje de conocimientos y experiencias, hacia 1753decidió emprender un sueño largamente acariciado en su imaginación,cual era el de conocer otros países. Solo que no lo hizo como había in-tentado hacerlo antes de su enfermedad, esto es, como un simple viajerointeresado en recorrer el mundo, sino como un hombre de negocios quebuscaba conocer mejor el ámbito del comercio internacional, del que yatenía buenos atisbos.

Aprovechando una oferta de su pariente el Marqués de VillaOrellana, tomó a su cargo un gran cargamento de cascarilla colocadopor éste en el puerto de Paita y emprendió viaje a Panamá. No hallandonavíos de registro que transportaran esa gran carga, que ascendía a másde mil quintales, la transportó en chatas y bajeles hasta Panamá y luegoen 400 mulas hasta la otra orilla del istmo, desde donde pasó grandestrabajos para llevar su carga hasta La Habana y finalmente hasta Cádiz.Cuando el viaje concluyó, los costos de transporte o los daños causadospor el viaje habían mermado la preciosa carga de Gijón en cosa de unveinte por ciento. Empero, la venta del producto restante le produjo anuestro viajero un enorme beneficio. Lo que es más, tanto las dificulta-des vividas como las ganancias logradas le permitieron completar susconocimientos acerca del comercio internacional, lo que dos décadasmás tarde le serviría para ilustrar al rey de España acerca de la conve-niencia de instituir un sistema más abierto de comercio entre España ysus posesiones americanas.

GIjON Y OLAVIDE EN EUROPA

Aunque el tema central de nuestra disertación se refiere precisamente alas ideas económicas que llegó a desarrollar y difundir Miguel de Gijóny León, no podemos soslayar algunos hechos trascendentales de su vida,que tuvieron lugar en la península ibérica y otros países europeos, ysiempre en vinculación con su antiguo amigo y socio de negocios, el li-meño Pablo de Olavide, quién había viajado a España en 1752, para de-

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fenderse de graves acusaciones en su contra. Dos años más tarde, por eltiempo en que Gijón llegó a Madrid, su amigo Olavide resultó benefi-ciado con un indulto real. Y de inmediato, gracias a un oportuno casa-miento con la riquísima viuda Isabel de los Ríos, el limeño volvió aconvertirse en un hombre rico y poderoso, teniendo siempre como sociode negocios a su amigo quiteño.

Dos años más tarde, los dos amigos ingresaron paralelamente ala Orden de Santiago, lo cual revela a las claras que eran merecedoresdel favor real. Inteligentes, audaces y ricos, ambos americanos siguieronmanejando sus negocios de comercio, pese a que su condición de miem-bros de una orden de caballería les impedía por principio dedicarse atarea tan vil como ésa; para ello se valieron del subterfugio de asociarsecon un gran comerciante de Madrid, don josé de Almarza, quien figu-raba al frente de sus negocios comunes.

A la par que acrecentaban su fortuna personal, fueron vinculán-dose estrechamente a los círculos ilustrados de la capital imperial, dondevaloraron sus ideas liberales y su espíritu reformista. Todo parece indi-car que por entonces se iniciaron los dos en la masonería, bajo la tuteladel Conde de Aranda, fundador y Gran Maestre del Grande Oriente Es-pañol. Tras la expulsión de los jesuitas, Olavide fue designado directordel nuevo Hospicio de Madrid por influencia de Aranda, y Gijón fuenombrado liquidador de temporalidades del Colegio Imperial de Ma-drid, por influencia del ministro de Hacienda, Músquiz, todo ello aldecir de Marcelin Defourfenaux, biógrafo de ambos personajes.5 Perosu principal destino administrativo estaba todavía por llegar y llegóefectivamente en 1767, cuando Olavide fue puesto al mando del nove-doso plan de colonización de la Sierra Morena, con el rango de Supe-rintendente, lo que le permitió nombrar como su segundo a Gijón, queaceptó el cargo con el carácter de “ad honorem”. Olavide fue designadopoco después director de la “Asistencia” de Sevilla y luego “Intendentede los cuatro reinos de Andalucía”, cargo que equivalía al de un virrey.En la práctica, eso significó que Gijón debió asumir prácticamente soloel trabajo de traer desde Alemania a un gran número de vasallos pobresdel rey de España: campesinos, artesanos, vagos y mendigos, para em-prender con ellos las tareas de colonización y creación de nuevas pobla-ciones. Entre tanto, su amigo Olavide, amante del buen vivir tanto como

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5 Defourfenaux, cit., p. 69.

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de las ideas liberales, se rodeaba en Sevilla de “los hombres más distin-guidos e ilustrados de la ciudad”, entre los cuales el joven magistradojovellanos, y abría una tertulia en su casa, que pasó a convertirse “encentro de reunión de todos cuantos seguían la moda.”6

El esfuerzo colonizador de la Sierra Morena fue ciertamente gi-gantesco, pues no solo se trataba de poblar unos eriales olvidados, sinode volverlos fértiles mediante la creación de obras de riego y, finalmente,de desarrollar en esa región de Andalucía un experimento de reformasocial y organización agraria, que sirviera como modelo para otras re-giones del imperio.

En cuanto a lo religioso, bajo el ideario liberal de Aranda y Cam-pomanes, compartido plenamente por Olavide y Gijón, la Iglesia debíaestar presente en las nuevas poblaciones pero ser mantenida lejos delmanejo político de ellas, para evitar que se produjeran conflictos y gue-rras de religión, en atención a que muchos de los colonos alemanes eranprotestantes. Así, se permitió la instalación de los capuchinos suizos enlas nuevas poblaciones, pero se prohibió establecer conventos en ellas.Al fin, eso provocó un enfrentamiento entre Olavide y los capuchinossuizos, cuyo superior lo acusó ante la Inquisición de “hereje, ateo y ma-terialista”.7

Esto habría de convertirse en motivo adicional para una crisispolítico–religiosa que terminó por enfrentar a los jefes del bando liberalcon la Iglesia, que había sido afectada en seguidilla por varias medidasreformistas de éstos, entre las que destacaban la expulsión de los jesuitasla reforma universitaria impuesta por el Estado (que, entre otras cosas,suprimía la antigua atribución de los conventos para otorgar títulos uni-versitarios), la secularización de algunos centros educativos y final-mente esa limitación para que los eclesiásticos interviniesen de modoinfluyente en el plan colonizador de la Sierra Morena.

Menos de tres años estuvo Gijón al mando efectivo de plan co-lonizador, del que finalmente se separó a fines de 1769, fastidiado porlas trabas y críticas del consejero de Castilla, Pérez Valiente, que se ha-llaba encargado de inspeccionar el proyecto. Y renunció pese a que Ola-vide le insistió en que continuara al frente del asunto y aun el mismo

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6 jean Sarrailh, “La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII”, Fondo de CulturaEconómica, México, 1981, p. 620.

7 La denuncia en: Antonio Ferrer del Río, “Historia del reinado de Carlos III en España” Imp.de Matute, Madrid, 1856, t. III, p. 46.

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conde de Aranda se negó a admitir su renuncia, manifestándole que,por el contrario, el rey estaba muy satisfecho con sus servicios y deseabaque continuara al frente de la obra colonizadora. Es que Gijón era hom-bre de una sola pieza: honrado, serio, franco hasta la temeridad e in-transigente con quienes dificultaban su labor o pretendían afectar suhonor personal.

Retirado de la Sierra Morena, se dedicó a cuidar una extensapropiedad que tiempo atrás había adquirido cerca de Málaga, en la quedesarrolló cultivos de caña e instaló ingenios de azúcar, antes de em-prender en cultivos experimentales de plantas americanas, tales comoquina y algarrobo. Luego, en 1771 compró otra propiedad en los extra-muros de Málaga y ahí dio inicio a su propio y particular proyecto decolonización y reforma urbana, destinado a dar vivienda y trabajo a mu-chas familias pobres de la región. Y llamó a su obra “La Carolina Mala-gueña”, en homenaje al rey Carlos III, al que admiraba por su espíritureformador y moderno.

EL PENSADOR LIBERAL

Por la misma época en que desarrollaba su proyecto malagueño, Gijónse vinculó a la “Sociedad de Amigos del País” de Madrid, a donde llegóen marzo de 1776, precedido por su fama de industrial, pensador ilus-trado y filántropo. Ese iba a ser el foro en que nuestro personaje expon-dría libremente sus ideas políticas y económicas, que lo revelarían comoun reformista avanzado y sin duda el más auténtico pensador librecam-bista de esa España ilustrada de fines del siglo XVIII.

Durante los dos años siguientes, Gijón fue uno de los más acti-vos socios de la organización, a la que presentó varias memorias de graninterés, sobre asuntos económicos y sociales. Como socio que era por elramo de la industria, se interesó vivamente en el tratamiento de temasreferidos al desarrollo de la industria textil, que el veía como uno de losmedios de promover el progreso de España. Así, en octubre de 1776 pre-sentó una memoria sobre el establecimiento de “Escuelas Patrióticas”para la enseñanza de la industria textil a las jóvenes campesinas, desa-rrollando de modo práctico una idea que su amigo Campomanes habíaesbozado un año antes en su “Discurso sobre el fomento de la industriapopular”. Luego, en febrero de 1777 presentó un proyecto para desarro-llar en España la industria del algodón, mediante la importación de ma-

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teria prima desde el Perú. Poco más tarde, en abril de 1777 leyó otro tra-bajo útil a la industria textil, titulado “El uso del termómetro para la críade los gusanos de seda”.

También se interesó por el cultivo de plantas americanas útilesa la economía española y el fomento de la arborización en la península.En septiembre de ese mismo año envió desde Ecija una “Noticia circuns-tanciada del cultivo del algarrobo” que se hacía en la localidad y enmarzo de 1779 presentó un trabajo sobre el “fomento de arbolados, bos-ques y montes, y medios de hacer viveros y plantar árboles para los as-tilleros en la costa de Málaga.”8

En fin, mostró también su interés por los problemas sociales, elprimero de los cuales era el de la pobreza campesina. Y tomó parte enla redacción del “Informe sobre las reglas para la formación de un MontePío para socorrer a los labradores”, proyecto que se encaminaba a finan-ciar el sostenimiento de los campesinos pobres en épocas previas a lacosecha.

Sin embargo, su principal interés teórico estaba centrado en eltema del libre comercio entre España y las Indias, que ciertamente cono-cía mejor que nadie. Por sus propias declaraciones se sabe que Gijónhabía venido redactando desde 1760 “diferentes papeles y memorias, enque no solamente he explicado por razonamiento la necesidad de que sepermita un comercio libre para el Perú, sino también sobre el prácticouso que nuestra desgraciada nación hace de ello, sujeto a las pragmáticasy reglamentos del comercio que en algún tiempo serían acertados, peroque en el estado presente de la Europa son sumamente perjudiciales parael Perú y sus vasallos.”9 Si esos papeles y memorias no habían salido a laluz pública, obvio es pensar que estuvieron destinados a ilustrar el crite-rio de sus amigos en el gobierno metropolitano y, en última instancia, eldel rey de España, cuyo visto bueno resultaba indispensable para cual-quier reorientación de la política económica española.

Uno de esos memoriales es el que Gijón envió el 1º de septiem-bre de 1776 a su amigo y protector político, el Conde de Campomanes,que era uno de los españoles más versados en economía y cuya opinióngozaba de considerable influencia en la corte de Madrid.10 Unos años

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8 Cit. por Defourfenaux, p. 74. 9 Carta de Gijón a la Sociedad de Amigos del País, de Madrid, sin datos; citada por Defourfe-

naux, p. 75.10 Para entonces, Campomanes presidía la “Real Sociedad Económica Matritense de Amigos

del País”, donde acababa de presentar dos de sus famosas memorias, una “Sobre el estable-

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atrás, Campomanes había escrito unas “Reflexiones sobre el comercioespañol a Indias”, que no fueron publicadas entonces, sino recién en1988, y en las cuales este notable ilustrado asturiano buscaba sistemati-zar los conocimientos y datos que se tenían sobre el tema y formularuna estrategia mercantilista para España, que enriqueciera al Estado me-diante la liberalización del comercio con América y otras medidas com-plementarias.

En la misma fecha, Gijón dirigió otro memorial de similar cortee intención a don josé Bernardo de Gálvez, un profundo conocedor dela realidad hispanoamericana, pues había sido Visitador General del Vi-rreinato de Nueva España, donde destituyó al virrey Marqués de Crui-llas y colaboró con el nuevo virrey, Marqués de Croix, en la expulsiónde los jesuitas. Pues, bien, Gálvez acababa de ser nombrado Ministro deIndias y Gijón se dirigió a él, el 1º de septiembre de 1776, con el fin deestimularlo a tomar medidas prácticas para favorecer el libre comerciointercolonial.

Paralelamente, preparó una tercera Memoria sobre el tema, des-tinada a leerse en la Sociedad de Amigos del País de Madrid, pero lalectura se suspendió por razones políticas, pues parece que su amigoCampomanes le aconsejó que no la diera a luz mientras el gobierno noresolviera definitivamente el asunto del libre comercio con las Indias.De ahí que su trabajo pudiera leerse en la Sociedad recién el 7 de marzode 1778, en un acto que parecía destinado a respaldar la aplicación dela Real Cédula del 2 de febrero anterior, por la que el gobierno español,dirigido por el conde de Floridablanca, tomó las primeras medidas parael comercio libre entre España y América.

Comenzaba su memorial a Campomanes diciendo: “Siendo tanimportante el objeto del comercio en el sistema actual del mundo, y en quetodas las potencias ponen su mayor estudio, los españoles tenemos aban-donados los que debiéramos hacer con muchas ventajas. El tiempo en quese tomaron las sabias y circunspectas medidas para el comercio de Indias,ya pasó. Los españoles y aun extranjeros están admirados de que no mu-demos el sistema de flotas, y que en lugar de los galeones nos hayamosceñido a (enviar) un pequeño número de (navíos de) permisos.”11

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cimiento de Escuelas Patrióticas de Hilados” y otra “Sobre poner en sólida actitud las tresclases de la Sociedad: de agricultura, industria y oficios”, ambas leídas el 6 de abril de 1776.

11 Para el presente trabajo hemos consultado el texto original de la Memoria presentada porGijón a Campomanes el 1º de septiembre de 1776, existente en el Archivo General de Indias,Sección Quito, Legajo 223.

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A continuación, tras ensayar una historia crítica del sistema co-mercial español en la llamada “carrera de Indias”, entraba al análisisde los problemas del comercio intercolonial español y sus posibles so-luciones.

Después de explicar con cifras concretas los principales rubrosde producción de las islas francesas e inglesas del Caribe, mostraba suasombro por el hecho de que aquellas posesiones coloniales, que eranunos “puntos invisibles” en comparación con los “inmensos continentesde Nueva España, Tierra Firme y el Perú”, exportaran más bienes co-merciales que las grandes colonias españolas, por lo cual afirmaba:“Cuando los extranjeros sacan partidos tan ventajosos, … los españoleshacemos un comercio miserable.” En la culminación de su minuciosoanálisis, concluía demostrando con cifras que solamente los ingleses yfranceses juntos sacaban de la producción y comercio de sus pequeñascolonias del Caribe “mayor valor en sus frutos que lo que todo el Perúnos contribuye con su oro y plata en cada seis años.”12

Empero, precisaba que la raíz del problema no radicaba en lafalta de producción exportable en las posesiones españolas, sino en unanticuado sistema de comercio basado en el monopolio, por el que muypocos navíos de permiso podían ir de España hacia América y retornarcargados de productos americanos. Así, señalaba, “apenas se puedetraer un poco de cacao y de quina, quedándose allá considerable porciónde quina, de algodón, de cueros al pelo, cordobanes, lanas de oveja, dealpaca y de vicuña.”13 Concluía denunciando que por falta de transpor-tes en qué enviarlos a España, los productores hispanoamericanos ter-minaban llevando algunos de esos productos a Panamá y vendiéndolosa comerciantes ingleses de jamaica u holandeses de Curazao, mientrasque otros productos simplemente se dañaban o mal vendían en los mis-mos sitios de producción, con ruina para el productor y ninguna ventajapara el real erario. “Si el comercio activo y pasivo con la metrópoli diesesegura exportación a los frutos, y por consiguiente que compensase susgastos a los colonos, aquellos inmensos territorios darían frutos y mate-rias primas en mucha mayor abundancia que las Islas Antillas o de Bar-lovento”, afirmaba.14

Demostraba también que el vigente sistema comercial estaba vi-

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12 Ibíd13 Ibíd..14 Ibíd..

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ciado en su esencia, pues se limitaba a enviar cada año unos pocos na-víos de permiso, que iban para América cargados de productos de altoprecio comprados a los países industriales de Europa, y volvían a Es-paña cargados del oro y plata del Perú, metales estos que finalmenteterminaban en manos extranjeras, en pago de las mercancías llevadas alNuevo Mundo. Por ello, parafraseando a Ustáriz, Gijón afirmaba que“los españoles, en lugar de alegrarse del arribo de sus flotas y galeones,debían llorar de que todos sus caudales eran conocidamente para losextranjeros.”15

Gijón iba más allá y demostraba que, inclusive en el caso de queesos caudales de oro y plata traídos de América no fuesen a parar al ex-tranjero, constituían, por su monto, un negocio bien pobre para España.¿Qué significan, inquiría, “los 5 millones, más o menos, que se traen delPerú en oro y plata, en comparación con 33 millones y 200 mil pesosfuertes que valen los frutos y materias primas que solos los ingleses yfranceses traen de sus islas?”16 En su opinión, esa cuestión traía apare-jada otra igualmente grave: el sistema productivo y comercial de los in-gleses y franceses daba trabajo a muchas gentes de mar y tierra,estimulaba la industria naval, impulsaba en las metrópolis la produc-ción de bienes industriales destinados a las colonias, y en las colonias,de materias primas y bienes destinados al consumo de sus metrópolis ya la venta a otros países, todo lo cual se reflejaba en una creciente riquezay bienestar de esos países. En comparación, demostraba que “en el in-feliz comercio de España no hay otra ciencia, arte ni aplicación que elque cuatro españoles de Cádiz y otros tantos de Lima sepan comprar yvender algunos frangotes de ropas preciosas, que apenas caben en 3, 4ó 5 navíos de permiso.”17

Como principales conclusiones de su memoria, Gijón planteaba:

1. Que al real erario y a la nación española le debían interesar“más de 20 veces cualquiera cantidad que venga en frutos delPerú, que el que viniese a España la misma cantidad en oroy plata”.

2. Que la primera medida para resolver los problemas del co-mercio intercolonial radicaba en que “el gobierno permitiese

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15 Ibíd..16 Ibíd..17 Ibíd..

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a todos los españoles y de todos los puertos de la penínsulaque armasen bajeles comerciantes y los despachasen a todoslos puertos de Indias…, con escala y tránsito de unos a otros”con el fin de llevar productos españoles y traer materias pri-mas y frutos americanos.

3. Que se debería estimular que en todas las tierras fértiles yamplios desiertos del Perú y otras regiones se cultivasen“todos los preciosos frutos connaturales al país y al clima”,entre otras cosas permitiendo la libre introducción de escla-vos.

4. Que para evitar los riesgos naturales que suponía la navega-ción por el Cabo de Hornos, aumentados por la presencia delos ingleses en la islas Falkland, se debía reorientar el comer-cio del Perú, Chile y Quito hacia el istmo de Panamá, dondedebía emprenderse la apertura de un canal por el río Chagre,cuya construcción podría financiarse con capitales particula-res, para forzar “las barreras que puso la naturaleza para im-pedir la comunicación de los dos mares y de los dos mun- dos”, con lo cual, aseguraba, “veríamos con mucha facilidadflorecientes nuestros comercios.”18

GIjÓN Y SU IDEA DE ABRIR UN CANAL EN PANAMÁ

A su vez, en el memorial dirigido al Secretario Universal de Indias, joséde Gálvez, Gijón le decía que “toda España est(aba) ya llena del concep-to y gozo” de que, con su elevación, se iniciaba “la feliz época en quelos comercios a Indias ser(ían) útiles al Estado”, toda vez que hasta en-tonces habían sido muy perjudiciales. Planteaba de entrada su idea cen-tral: “Si el comercio fuese libre y general a todos los puertos de España,se llevarían a Indias frutos de los países respectivos, y géneros de susfábricas… De retorno traerían de Indias, en copioso número de buques,cuanto oro y plata producen, y lo que es más, traerían tantos preciososfrutos que producen las Américas, que se quedan allá por falta de bu-ques o clandestinamente se los traen los extranjeros en derechura a susreinos.” Insistía en que del área del Pacífico Sur no se llevaban a Españamás que oro, plata y una pequeña parte de cacao y quina, y denunciaba:

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“Una parte de los más preciosos, como la quina y el cacao, pasan a Pa-namá, y se los llevan los ingleses, holandeses y franceses desde Chagrey Portobelo…”

Reconociendo las dificultades que planteaba la navegación porel Cabo de Hornos, agregaba que esta podría complicarse todavía másen el futuro, “porque habiéndose establecido los ingleses en las Islas Fal-kland (Malvinas), se han puesto en proporción de interrumpirnos el co-mercio siempre que quieran.” Todo esto lo llevaba a una conclusiónimportantísima, que expresaba de este modo: “Parece que el único re-medio para hacer más cómodo y seguro el comercio de unos reinos tanbastos, y tan opulentos en oro, plata y frutos, sería que la tierra abriesesus puertas a la navegación y que uniese los límites de los dos mundos,si se abriese un canal navegable en el Istmo de Panamá, el cual es másfácil y menos costoso que el que acaba de establecerse para el Reino deMurcia, como que éste debe tener cincuenta y tres leguas, y aquel nece-sita de cinco leguas hasta que pueda incorporarse con el río de Chagre,que es navegable desde Cruces.”

Los memoriales de Gijón sobre el comercio libre vinieron a darrespuesta al viejo interrogante que se formularan los gobernantes espa-ñoles, acerca de por qué España se beneficiaba tan poco de la posesióndel más grande imperio colonial del mundo, y precisamente por eso lo-graron el resultado apetecido. Conmovido por las razones del quiteño,su amigo josé de Gálvez promovió la implantación del comercio libreentre España y sus dominios americanos. Y el 12 de octubre de 1778, elrey Carlos III dictó finalmente el esperado “Reglamento para el Comer-cio Libre”, por el que se habilitaba a trece puertos españoles para co-merciar con América y a veintidós puertos americanos para comerciarlibremente con España; además, se abolían ciertos derechos y se rebaja-ban otros.

A propósito del pensamiento económico de Gijón, su biógrafoDefournefaux afirmó en 1967 que “muchas de las ideas desarrolladaspor Miguel Gijón carecen de originalidad”, poniendo como ejemplo losestudios previos hechos sobre el tema del comercio por josé del Campi-llo y Bernardo Ward, y los análisis coetáneos del mismo conde de Cam-pomanes. Empero, el notable y erudito estudio de jean Sarrailh sobre“La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII”, publicadooriginalmente en idioma francés en 1954, estableció ya que la obra delirlandés Ward fue escrita hacia 1762 pero publicada por primera vez re-

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cién en 1779. Además, los estudios de la historiadora argentina RosaCusminski de Cendrero han demostrado que la obra de Ward publicadaen 1779 fue en gran parte un plagio del “Nuevo sistema de gobiernoeconómico para la América”, de Campillo, elaborado en 1742 y publi-cado recién en 1789, aunque Sarrailh precisa que el plagio pudo serhecho por el editor de Ward, que publicó la obra después de la muertede su autor. En síntesis, tanto la obra de Campillo como la de Ward fue-ron publicadas después de que Gijón leyera su opúsculo en la “Sociedadde Amigos del País” de Madrid, y mal pudieron ser antecedentes delpensamiento de nuestro personaje, gestado desde mucho tiempo atrásy a partir de experiencias propias y particulares.

Claro está, lo dicho no excluye que algunas ideas de Campillo,hechas públicas durante su ministerio, pudieran haber influido en eldesarrollo del pensamiento de Gijón, cuestión que no desmerece la obradel quiteño, que, como lo reconoce Defournefaux, “no se limita a unacrítica general del sistema, sino que la apoya sobre ejemplos concretos,derivados de una larga experiencia de las dificultades del comercio ame-ricano.”19 Además, como precisa el biógrafo, su Memoria se orienta tam-bién a promover una mejor explotación de los recursos naturalesamericanos, y en especial los frutos y productos vegetales, en oposicióna la tradicional explotación minera de oro y plata.20

Pero Miguel Gijón no era solo un pensador librecambista sinotambién un reformador social, que se preocupaba por resolver los gran-des problemas de la sociedad, tanto en España como en América. Fueasí que ejercitó una aguda crítica sobre la pobreza y sus causas, sobre lamiserable situación de los indios y otros problemas similares, pero,como buen ilustrado que era, planteó paralelamente un abanico de so-luciones prácticas para la resolución de los mismos, que abarcabandesde reformas políticas y económicas hasta cambios tecnológicos e in-novaciones en los usos sociales.

LAS ULTIMAS AVENTURAS DE MIGUEL GIjON

Mientras Gijón emprendía su proyecto de la Carolina Mala-gueña y desenvolvía sus ideas de avanzada en la Logia Matritense y laSociedad de Amigos del País, de Madrid, la Iglesia buscó tomar repre-

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19 Defourfenaux, cit., p. 80.20 Ibíd..

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salias contra los reformadores liberales, por medio de su brazo repre-sivo, la Inquisición, que apresó y encausó a Olavide acusándolo de he-rejía y de pertenecer a la masonería. Gijón, que estaba alerta, se mantuvoaparentemente alejado del problema, pero por lo bajo desenvolvió va-rias actividades encaminadas a salvar a su amigo limeño, ocultandopruebas perjudiciales, comprando testigos de la acusación y finalmentepreparando la huida de Olavide hacia Francia.

En lo personal, cuando la Inquisición lo citó, en julio de 1778, atestificar en el proceso contra Olavide, logró ponerse a salvo discreta-mente, saliendo de modo legal de España y refugiándose en Francia,donde se dedicó a cuidar las inversiones que poseía junto con su amigoOlavide y a cultivar la amistad de algunos importantes ilustrados fran-ceses, entre los que figuraban los autores de la afamada “Enciclopedia”:Diderot y D’Alambert. Más tarde, viajó a Ginebra en compañía de susobrino el marqués de Villa Orellana, con el objeto de visitar al filósofoRousseau y de encargar la fabricación de unas máquinas destinadas ala explotación minera en la Audiencia de Quito. Así, esos viajes fuerade España le proporcionaron a Gijón la ocasión de trabar amistad conlos más altos representantes del pensamiento liberal francés, en los añosprevios al estallido de la revolución francesa.

Varios escritores que han estudiado el tema, como el holandésjean de Booy21 y el biógrafo francés Marcelin Defournefaux, han esta-blecido que entre Diderot y Gijón llego a existir una íntima amistad, pre-guntándose el modo en que ésta surgió y se acrecentó. En nuestra opinión, la explicación más plausible hay que buscarla en las relaciones defraternidad masónica que unían a estos personajes entre sí y que tam-bién los vinculaban con varios otros de sus respectivos entornos. Dichode otro modo, el marco para esas estrechas relaciones de amistad estabadado por los vínculos de colaboración existentes entre los masones es-pañoles y franceses, a través del Grande Oriente Español y el GranOriente de Francia.

Esas relaciones serían también de la mayor importancia paraOlavide, preso y sentenciado por la Inquisición, de cuya suerte Gijóninformó a Diderot y otros filósofos franceses, que se interesaron por eldestino del limeño. Entre tanto, Gijón se aplicó a conseguir que los acu-sadores de Olavide retiraran sus cargos y que los mismos inquisidoresaflojaran su condena y le permitieran pasar a un régimen de libertad vi-

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21 jean de Booy, “A propos de l’ “Encyclopédie” en Espagne. Diderot, Miguel Gijón et Pablo deOlavide”, en Revue de Littérature Comperée, XXXV, Nº 4, octubre–diciembre de 1961.

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gilada en su casa de Sevilla, desde donde el prisionero finalmente huyóa Francia. Finalmente los dos amigos volvieron a encontrarse, en mayode 1781, en París, donde Gijón permanecía por temporadas, pues sehabía embarcado en nuevas empresas económicas, siendo la principalde ellas su proyecto de explotación aurífera para Quito. Fue allí donderecibió, en 1784, la noticia de que el rey de España le había concedido eltítulo nobiliario de Vizconde de la Carolina Malagueña y a continuaciónun título de Castilla, con la denominación de Conde de Casa Gijón.

Ese título nobiliario le vino muy oportunamente, pues le per-mitió solicitar la protección del rey y de sus ministros para su proyectominero en América, especialmente para el tránsito de la maquinaria yde los operarios de la misma desde Europa hasta Quito. De este modo,pudo finalmente embarcarse con sus ayudantes y artefactos y llegar asu destino, no sin antes sortear las consabidas dificultades aduanales yburocráticas.

A la vez gran empresario y enamorado de la filosofía liberal,una vez instalado en Quito se abocó a financiar el costoso montaje desu empresa y, poco después, se asoció con el sabio doctor Espejo y susobrino el marqués de Villa Orellana para impulsar la creación de unafraternidad masónica denominada “Escuela de la Concordia”, destinadaa promover las nuevas ideas en la capital de la audiencia y a motivar alos criollos quiteños respecto de su propio desarrollo económico.

Pero Quito no era Madrid y las autoridades coloniales no mos-traban la misma tolerancia que las metropolitanas respecto de las nuevasideas que traía Gijón, las que alarmaron especialmente a la Inquisiciónlimeña, que en enero de 1789 ordenó a Gijón que compareciera en unplazo de cuatro meses, para enfrentar una acusación por el delito de“proposiciones e irreverencias”.22 Tras dos años de plantear dilatorias ypedir plazos adicionales para su comparecencia, Gijón comprendió quese estrechaba el cerco inquisitorial a su alrededor y prefirió escapar aEspaña, donde esperaba ampararse bajo la protección de sus amigos li-berales y hermanos masones. Pese a sus setenta años de edad, cruzó lacordillera central de los Andes y navegó por los ríos de la hoya amazó-nica hasta llegar a Manaos. De ahí escribió al embajador español en Lis-boa, pidiendo autorización para regresar a España. El embajador con- sultó el asunto con el conde de Aranda, que nuevamente se hallaba deministro de Estado, y éste autorizó el regreso de Gijón a la península.

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22 El proceso contra Gijón en Archivo Histórico Nacional, Madrid, Fondo Inquisición, legajo1649, expediente Nº 14.

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Mas el esforzado conde no lograría completar su viaje de re-greso. Se embarcó en Manaos hacia Cádiz, en un barco que hacía escalaen jamaica. Ahí desembarcó y se hospedó en una posada, donde murióel 11 de septiembre de 1794, mientras leía en su cama, al ser envueltopor el incendio del mosquitero que lo cubría. Fue, sin duda, la extinciónsimbólica de un hombre representativo del “siglo de las luces”.

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EL LIBRO DE CARLOS PALADINES: EL MOVIMIENTO ILUSTRADO Y LA INDEPENDENCIA DE QUITO

Ruth Gordillo R.

Digo “el libro de Carlos Paladines” porque el acto mismo de laselección de autores y textos, implica la puesta en juego de la creaciónen su significado más justo y arcaico, el de la poiesis. En efecto, el autortoma un contexto teórico-histórico y busca en el tiempo determinar loscontenidos posibles sobre el tema de la Independencia de Quito; allímarca el sentido de estas páginas que hoy, a propósito de una celebra-ción, vuelve a entregar fundamentalmente a los filósofos pero tambiéna los políticos y a los historiadores.

Hay una serie de consideraciones fundamentales que debo se-ñalar antes de iniciar la presentación de este texto. Primero es necesariopartir de la importancia filosófica que tiene para la historia del pensa-miento universal. Segundo, la relevancia dentro de la necesidad de re-vitalizar el ámbito de la reflexión que, en el caso del tema del texto, laIlustración, coloca a la razón en el eje de toda intención del filosofar con-temporáneo. Y, tercero, la inagotable riqueza que ofrecen los autores se-leccionados para trabajar los temas políticos, históricos y económicosque actualmente ocupan a diversas esferas de la sociedad ecuatoriana.

Los criterios de periodización que se anuncian en el estudio in-troductorio están dados por Arturo Andrés Roig cuya empresa filosóficallegó al Ecuador con el afán de dar forma al pensamiento que subyaceen la amplia producción de trabajos de ensayo, cursos de Filosofía, tra-bajos científicos, políticos, jurídicos y religiosos. Todo este material hasido periodizado en cuatro fases que recorren el proceso de Indepen-dencia de Quito: la fase de emergencia cuya características fundamentales la emancipación del pensamiento, la fase de confrontación y luchaque se centra en el pensar crítico y renovador, la fase de esplendor queinstaura la necesidad de consolidar en los hechos los ideales propia-mente ilustrados y, finalmente, la fase de consolidación y ocaso que des-arrolla el advenimiento de una serie de elementos utópicos, prácticos yrománticos que entran en contradicción con algunos de los ideales dela fase anterior.

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Esta delimitación de tres fases tiene presupuestos en varias dis-ciplinas, específicamente en la Historia, la Filosofía y la Política. Estospresupuestos se hallan relacionados por una característica propia delpensamiento ilustrado que se define en el acento especial en la política,a través del discurso político. Todo ello, enuncia Carlos, sustentado enlos discursos filosóficos que abordan la metafísica, la ética y la lógica.Esta forma de ordenar el pensamiento da importancia crucial a una pos-tura respecto del lenguaje y de su función discursiva, orden enunciadopor Roig respecto de la Filosofía política. El tema de la Historia completael momento de los presupuestos cuando claramente se entiende que losprocesos de independencia se periodizan desde una continuidad en laque es posible encontrar ciertos elementos que actúan de forma dialéc-tica como es el caso de la fase de consolidación que, señalamos en el pá-rrafo anterior, plantea un debate entre ilustrados y utópicos y román-ticos, debate que según Carlos, deja ver el ocaso de una época que difí-cilmente se podrá recuperar por el sentido que imprimió al desarrollointelectual de estas tierras.

Desde esa mirada, la Ilustración se construye como pensa-miento profundamente vinculado a procesos históricos de cambios ra-dicales. Así nació en Europa y así se lee en los textos elegidos por Carlosespecialmente en las dos primeras fases de periodización: aparecen lostrabajos sobre Filosofía y ciencias de Francisco Aguilar, josé María Linatiy B. Mauel Carbajal, en la primera y el invaluable Eugenio Espejo , joséMejía Lequerica, josé joaquín de Olmedo, Domingo Larrea, josé LuisRiofrío, Manuel josé Caycedo, Miguel Antonio Rodríguez, Manuel Ro-dríguez de Quiroga, Luis Quixano, Francisco Rodríguez de Soto, Ma-riano Valdivieso, en la segunda. En todos ellos aparece una de las formasmás relevantes y de valor actual que tiene la Ilustración, esta es, el pen-sar crítico sobre estructuras filosóficas, científicas, políticas, económicasy sociales establecidas y que no dejaban lugar a los ideales y proyectoshistóricos de aquellos convulsionados años.

Precisamente a la luz de esta razón crítica es posible decir queel libro de Carlos Paladines tiene validez más allá del conocimiento delsentido del pasado, ahora más que nunca, cuando el pragmatismo y elutilitarismo han dejado al sujeto huérfano de toda posibilidad de ejercersu voluntad de discernir, ahora, a doscientos años, la necesidad de re-cuperarnos como sujetos críticos se impone con la misma fuerza queapareció en los viejos ilustrados en su afán de lograr la emancipación.

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Emancipación no solo de estructuras políticas, económicas y sociales co-loniales, sino de pensamientos colonizantes que condenan al hombre ala esclavitud y a la deshumanización. Por ello me congratulo por la po-sibilidad de apurar en este espacio, fundamentalmente académico, lapresentación de un texto que es necesario y pertinente.

Una de las tesis que Carlos deja planteada en el estudio intro-ductorio se refiere a los resultados del programa de la Ilustración al abrira la nación en ciernes, a un proceso de modernización. Esta tesis señalaen las fases tercera y cuarta: de esplendor bajo la égida del los gobiernoscriollos aquella y de consolidación y ocaso, la última, el fracaso del pro-grama ilustrado: éste chocó con la razón reducida a mero instrumento,medio para un fin, que se tomó, desde las estructuras capitalistas inci-pientes que se construyeron en el Ecuador, todo el ámbito de lo humano,trastocando el ideal en utopía o en propuesta teórica desvinculada delmundo de lo real:

Los ilustrados abrigaban la esperanza de que la difusión de conoci-mientos prácticos o útiles, de cartillas técnicas, periódicos, escuelas deprimeras letras, instrucción a la juventud, al campesino, al religioso yal comerciante, repercutirían en la industria y agricultura, con lo cuallos ilustrados pudieron plantear el problema educativo ya no solo enla dimensión de la formación individual sino también en la dimensiónsocial o institucional que entraña la enseñanza.1

Dice Carlos. Pero ello chocó con los procesos de explotación de la tierray del hombre que fueron el fundamento de la modernización y el pro-greso. . La Ilustración presentó en estas tierras una contradicción que espropia de la modernidad.2 Por ello precisamente, los ilustrados han sidoa veces quienes gobiernan, a veces los perseguidos y desterrados, sobretodo cuando se han puesto de lado de los no favorecidos con los proce-sos de modernización.

El momento de la independencia implicó una seria crisis del ré-gimen colonial; se habló de un nuevo orden revolucionario que, al hacerun balance hoy, parece no haberse concretado. Todavía resuenan las cla-ses de Arturo Andrés Roig, de Carlos Paladines, todavía sus voces se-

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1 Paladines Escudero Carlos. Introducción y selección de textos. El movimiento Ilustrado y la In-dependencia de Quito. Quito, FONSAL, 2009, p. 74.2 Ibidem.

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ñalan con certeza la necesidad de hacer reales los ideales emancipa- to-rios. Parece necesario volver a buscar en los textos, en la historia, las pis-tas para proponer el presente; pero ello impone una resignificación delas categorías ilustradas, aquellas que aluden a la libertad, la represen-tatividad, la legitimidad, la ética, la humanidad, la política, los gobiernosy el sentido de otras categorías como la tierra, la productividad, el tra-bajo, la igualdad, el respeto. Todo ello en función de dos preguntas: ¿quéhacer? Y ¿cómo hacer? Hoy como ayer, el interés parece estar más alláde lo filosófico, está en lo político, en el hacer cotidiano que nos atraviesaen las distintas áreas de la vida social. Por ello Carlos concluye diciendo:

Sin lugar a dudas, el Ecuador de hoy no es comprensible sin ese sigloy el movimiento intelectual que le caracterizó, y seguramente por esorecurre nuestro país de modo permanente a su recuerdo y aún en formaborrosa resucita completamente a personalidades como Espejo, Roca-fuerte, Mejía, Quiroga, Ascázubi, Rodríguez, Riofrío, Morales, Cay-cedo, o gestas gloriosas como el 2 y el 10 de Agosto, el 9 de Octubre, el24 de Mayo.3

Sin lugar a dudas, concluyo yo, no podemos comprendernos si no trae-mos el pasado al único momento que nos es claro, el presente: ahora nosreunimos aquí para entregar formalmente el libro de Carlos Paladines,en esa acción marcamos la presencia de tantos pensadores y tantos sereshumanos que labraron las páginas del texto, en ellas hallamos nuestrossueños, las utopías que persisten, la razón que reclama su verdaderosentido.

Por todo lo expuesto, agradezco profundamente a Carlos Pala-dines la oportunidad de permitirme hacer el ejercicio necesario de revi-sar, pensar y ordenar gran parte de lo que fue mi formación de pre gradoen la Escuela de Filosofía de la PUCE. Gracias a ti Carlos y a los maes-tros, como Roig y Agoglia, que hablan a través de tu libro y que se alzancon el reclamo del parricidio porque ahí precisamente, se inicia la eman-cipación.

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3 Ïdem, p. 158.

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LA NOBLEZA DE LOS ORTIZ DE ZEVALLOS

Gregorio César De Larrea

INTRODUCCIÓN

Esta familia originaria de las Montañas de Burgos en España, firmóOrtiz de Cevallos, con “C”, en Ecuador, mientras que con “Z” en el Perú.Siguieron información de Hidalguía y Nobleza tanto en Quito como enLima; esta última la hicieron confirmar en Madrid.

Durante el siglo XVII, especialmente en su segunda mitad y du-rante el siglo XVIII, vascos y montañeses (burgaleses) pasaron a Amé-rica, contrajeron matrimonio con ricas criollas generalmente descen- dientes de encomenderos y dieron origen a las estirpes más poderosas,nobles y acomodadas; es decir, aristocráticas, cuya hegemonía socioe-conómica aun subsiste. Como en aquel entonces los hidalgos eran quie-nes tenían preferencia para acceder a cargos públicos de importancia,esos migrantes, oriundos de las dos regiones españolas donde más gentehidalga se hallaba radicada, pues luego de la invasión mora se replegóal Norte, zona geográficamente inaccesible, las “buenas familias” crio-llas buscaban casarlos con sus hijas, preferiblemente si se trataba de hi-dalgos por los cuatro costados, en cuyo caso cumplían con el principalrequisito para obtener un hábito en Orden Nobiliaria: Santiago, Cala-trava, Alcántara, San juan de jerusalén (Malta) o Carlos III. La Ordende Montesa exigía prueba en los dos primeros apellidos. O para “bene-ficiar” un título -entonces llamado “de Castilla”- de Marqués o Conde.Más si tomamos en cuenta que los prejuicios raciales exigían prueba de“limpieza de sangre” por los cuatro costados, para acceder a esas mer-cedes, obtener privilegios y hasta para recibirse de Abogados o Clérigos.Como en Vasconia y Burgos prácticamente no se radicaron moros ni ju-díos, se tenía a sus habitantes por “cristianos viejos”, “sin mezcla demala raza”, donde evidenciaban haber conservado los caracteres pro-pios de la raza blanca de sus ancestros.

Ellos aportaban al matrimonio su hidalguía, “limpieza de san-gre” y buena presencia, mientras que las novias, su fortuna.

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Cabe anotar que la novísima tecnología permite, mediante exa-men de ADN, determinar el origen racial de las personas. Al aplicarlo,se concluye que el “HAPLOGRUPO R1b”, propio de la raza blanca deEuropa Occidental, es el que predomina en Cantabria, que incluye lasMontañas de Burgos, y en el país Vasco. Así se comprobó que vascos eirlandenses son, racialmente, los más puros de Europa; de ahí su orgulloy nacionalismo.

Hidalguía suele confundirse con nobleza, aunque estrictamenteno son lo mismo. Nobleza e hidalguía las transmite exclusivamente elvarón.

Hidalguía significa descender de alguien noble o hidalgo porlínea recta de varón. La nobleza es algo superior, pues para ser noble serequiere descender por línea recta de varón, de noble, cuyos hijos hayansido tenidos siempre en mujer noble o, por lo menos, hidalga; en casode haberlos tenido en mujer villana, perdían la nobleza pero no la hi-dalguía, la cual se mantenía indefinidamente, de generación en genera-ción, siempre y cuando el padre la haya poseído. Nobleza e hidalguíano se pierden aún tratándose de hijos fuera de matrimonio: naturales,ilegítimos, sacrílegos, etc., pues nobleza e hidalguía nada tienen que vercon la legitimidad.

La familia de la mujer hidalga debia otorgar “dote” al novio. Él,en cambio, le entregaba las “arras” por su virginidad, cuyo monto debíaser de aproximadamente el diez por ciento de lo que el esposo tenía alcasarse.

Actualmente para ostentar legalmente hidalguía en España ysus antiguas colonias, se debe probar descender por línea recta de varón,de noble o hidalgo. Para ser reconocido como “noble” es necesario pro-bar nobleza o hidalguía en los cuatro primeros apellidos.

Los hidalgos “notorios” eran quienes en España eran tenidospor tales dentro del conglomerado social. Ellos podían probarlo me-diante declaración de varios testigos o, simplemente, se hallaban “em-padronados” como hidalgos en su lugar de residencia. A veces, los hi dalgos seguían pleitos contra las Cancillerías españolas para ser decla-rados como tales mediante una “ejecutoria”.

Si el hidalgo tenía mucho dinero, era llamado “caballero”.En América, algunas personas o familias seguían expedientes o

informaciones de nobleza o hidalguía ante los Cabildos y, algunos, loshacían confirmar por las Audiencias, generalmente buscando se les con-ceda “estrados”; es decir, asiento en el Tribunal de la Audiencia.

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En Quito conocemos el caso de la familia Cabezas, barbacoana,entroncada con los Serrano de Quito, que en 1801 siguió expediente antela Real Audiencia de Quito, pidiendo se les ampare en la cuasi posesiónde nobleza de sus ascendientes. O el caso de la familia Merino, de Rio-bamba, que siguió expediente de amparo de nobleza para tomar estra-dos en la Real Audiencia de Quito en 1793. Los Ortiz de Zevalloshicieron lo propio.

Algunas familias legalizaban su nobleza o hidalguía pidiendo“certificación” de ellas y del blasón de su linaje a los “Cronistas Reyesde Armas” de España, que son una especie de notarios de la nobleza.La Real Orden de 17 de noviembre de 1747, el posterior Real Decreto de29 de julio de 1915 y el Decreto de 1951 regulan sus funciones. El artículocuarto de este último decreto reza: “Compete a los Cronistas de Armasla expedición de certificaciones de nobleza, genealogía y escudo deArmas. Las certificaciones de los Cronistas de Armas con autorizaciónpara el uso, sólo tendrán validez con el visto bueno del Ministerio dejusticia. Los Cronistas de Armas serán personalmente responsables delas certificaciones que expidan en el ejercicio de sus cargos”.

El estatuto nobiliario vigente en España exige que para obtenercertificación de escudo de armas, si se trata de ciudadanos americanos,se probará la genealogía del primer apellido del solicitante, hasta el es-pañol que pasó a Indias, indicando de qué lugar de la madre patria eravecino el migrante. Sin embargo, es necesario aclarar que ostentar blasónno es prueba de nobleza, excepto en Navarra, aclarando que muchascasas nobles o hidalgas del País Vasco jamás ostentaron escudo dearmas.

Los titulados del Reino tienen derecho a colocar sobre su escudode armas la respectiva corona, diferente según la jerarquía del título. Loshidalgos colocarán sobre el blasón un yelmo. Quienes deseen usar suescudo en el anillo, lo harán en bajo relieve –para sellar– en el meñiquede la mano izquierda. También se lo podrá colocar, labrado en piedra,sobre el frontis de la casa; o usar en vajillas, muebles, tapices, u otrascosas y lugares.

Los Ortiz de Zevallos practicamente no descollaron en la RealAudiencia de Quito, pero fue su enlace con la marquesa de Torre Tagleen el Perú republicano, dama que descendía de varias de las más ranciascasas nobiliarias limeñas, lo que los encumbró hasta la actualidad, re-conociendo, por supuesto, que su tronco quiteño, que pasó a Perú en

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tiempos de la independencia respecto de España, y su hijo, fueron polí-ticos y abogados muy brillantes, lo que les permitió entroncarse con laalta sociedad de la capital del virreinato en el momento clave cuandoemergían nuevos grupos de poder, fenómeno similar para otras familiasen todo el resto de Latinoamérica durante la emancipación.

El número de títulos nobiliarios, entre Marqueses y Condes –yun Duque en Perú- extendidos para los Virreinatos de Perú y México,fue de cientoveintidós para el primero y aproximadamente cien para elsegundo. Las Reales Audiencias y Capitanías Generales, como Quito,Charcas (Bolivia), Chile y Venezuela recibieron alrededor de diez cadauna. En Buenos Aires se extendió uno solo, de Conde. El caso de Cubaes aparte, pues obtuvo su independencia de España tardíamente, en1898, razón por la que recibió unos doscientostreinticinco.

Títulos nobiliarios con Grandeza en América, se extendieronmuy pocos, casi todos para Cuba en el siglo XIX. Su número, veintitrés.

Los “Grandes de España” ocupaban la categoría más alta de lanobleza del reino. No tenían la obligación de “descubrirse” –quitarse elsombrero– ante el Rey y recibían de él el tratamiento de “primo”, mien-tras que los titulados sin grandeza eran tratados de “pariente”.

A diferencia de otras monarquías, en España y América, Mar-queses y Condes tenían igual jerarquía, mientras que en el resto delmundo, el marquesado era algo superior al condado. Algunos títulosnobiliarios españoles tenían anexa grandeza, recordando que todos losDuques eran Grandes. El Conde de la Monclova, Virrey de México y dePerú, era “Grande de España” y es ancestro de la ya mencionada mar-quesa de Torre Tagle.

Luego de nuestra emancipación, la mayoría de títulos nobilia-rios americanos fueron rehabilitados por ciudadanos españoles, que notenían el primer derecho genealógico. Tan solo unos cuantos fueron re-habilitados en Perú, Chile, Venezuela, México, Guatemala, Colombia,Ecuador y Estados Unidos –de cubano radicado en Miami–, siendo elmarquesado de Torre Tagle uno de ellos.

Al “beneficiar” un título, en América se daba libertad al conce-sionario de escoger el de Marqués o Conde, y los aproximadamente vein-ticinco mil pesos que se recibían a cambio se los destinaba para solventaralgún gasto público del reino español, en la península o en Indias.

La denominación del título podía responder a varios criterios:a veces se le ponía denominación del señorío que poseía el titular en Es-

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paña –en América no existían señoríos–; por ejemplo: al Señor de laMonclova, cerca de Sevilla, se lo creó Conde de Monclova, uno de ellosVirrey del Perú, que nos ocupa como ancestro de la peruana Marquesade Torre Tagle enlazada con Ortiz de Zevallos. Podía también, la deno-minación, recordar algún hecho glorioso del titular; verbi gracia, Duquede Bailén, en memoria de esta célebre batalla. O podía reflejar su ape-llido; por ejemplo: Conde de Larrea. Honrar al santo del nombre, mar-qués de San jorge. Perpetuar el apellido del concesionario anteponiendouna de las palabras: Casa, Villa o Torre. Verbi gracia: el quiteño Condede Casa jijón, o el también quiteño Marqués de Villa Rocha, apellidadojustamente Rocha; o el Marqués de Torre Tagle, de apellido Tagle, en elPerú. O para recordar el lugar de donde era oriundo el concesionario, oel nombre de alguna hacienda que le pertenecía.

jamás dos títulos nobiliarios de igual jerarquía –dos marqueses,dos condes, etc.– podían tener la misma denominación; si coincidían,uno, el más recientemente creado o rehabilitado, debía cambiarla. Pocasveces, al rehabilitar un título, se modificaba su denominación original.Por ejemplo: el marquesado de Santiago, del que venimos los Larreadel Ecuador, se rehabilitó en España como Marqués de Villamayor deSantiago.

Actualmente en España y en sus ex colonias están vigentes al-rededor de dos mil quinientos Títulos del Reino, de entre los cuales unosquinientos tienen Grandeza. Todos los Duques son Grandes. Marquesesy Condes, ambos, si son Grandes, tienen igual jerarquía que los Duques.En caso de ostentar varios títulos la misma persona, se usará el de mayorjerarquía, siendo ésta el orden siguiente: Duque, Marqués, Conde, Viz-conde, Barón, Señor. El título más usado en España es el de marqués, se-guido por el de Conde. El Vizconde generalmente era título previo, luegocancelado, al de Marqués o Conde. El de Barón se extiende a los descen-dientes del antiguo Reino de Aragón y Cataluña, pues allí era muy usa -do, no así en Castilla, razón por la que en la actualidad casi no se crea. Eltítulo de Señor igualmente es muy raro en España. Los Grandes son tra-tados de Excelencia y los titulados sin Grandeza, de Ilustrísimo.

Quien posee varios títulos del Reino, puede ceder uno o variosa sus hijos, o distribuirlos entre ellos u otros parientes a falta de dichoshijos, siempre sin perjuicio de tercero con mejor derecho genealógico.

Al fallecer un titulado, el pretendiente con el primer derechogenealógico tendrá plazo de un año para “suceder”; de no hacerlo, el

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segundo con mejor derecho tendrá plazo de otro año para reclamarlo;de lo contrario, se abrirá un nuevo plazo de tres años para que cualquierpersona que se crea con derecho a suceder lo haga. De no reclamar el tí-tulo nadie, permanecerá vacante durante cuarenta años –treinta en Ca-taluña y Aragón, por estipularlo así sus antiguos fueros-, durante loscuales cualquier persona consanguínea de quienes ostentaron el títulopuede “rehabilitarlo”, siempre que su parentesco con el último poseedorno exceda del sexto grado civil, o hasta el cuarto grado civil tratándosede colaterales. Para probar las filiaciones se presentarán las partidas denacimiento y matrimonio o, antes de la existencia del Registro Civil –creado en Ecuador en 1901- las fe de bautismo y matrimonio, testamen-tos u otros documentos que las prueben. Deberán incluirse con carácterobligatorio, las testamentarías de cada uno de los enlaces. A falta de hijoslegítimos, puede heredar un hijo natural.

El haber probado tener derecho a “rehabilitar” un título no ga-rantiza que se lo haga, pues es facultad del monarca negarlo si es su vo-luntad, luego de haber escuchado el parecer de la Diputación de laGrandeza de España.

Transcurrido este lapso, el título revierte a la corona y nadiepuede volverlo a reclamar, aunque actualmente se analiza rever el casode los títulos hispanoamericanos y de las Filipinas, pues muchos de ellosson títulos no reclamados desde nuestra emancipación. Durante estoscuarenta –o treinta- años, quien crea tener mejor derecho genealógicopara ostentar un título, puede solicitar la “reivindicación” del mismo yretirarlo a quien lo ostentaba en precario.

La legislación española actual, válida para sus antiguas colo-nias, estipula que para “rehabilitar” un Título del Reino, los méritos adu-cidos por el solicitante serán tales que excedan el cumplimiento normalde obligaciones propias del cargo, profesión o situación social, que nohayan sido objeto de recompensa anterior.

La “rehabilitación” de un Título del Reino se hará por vía ad-ministrativa. En caso de existir varios pretendientes, se determinará pre-viamente quien tiene mejor derecho genealógico en contienda civil. Ala sazón, un Abogado español promedio cobra por este juicio alrededorde veinte mil dólares. El Marqués de la Floresta es uno de los Abogadosque, en Madrid, ejerce en la especialidad de Derecho Nobiliario y portanto, se ocupa de estos casos.

Si bien en tiempos coloniales, el varón mayor heredaba el título,

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actualmente tiene preferencia la hembra si nació antes, excepto para lasucesión del trono de España en que aun se prefiere al varón, según ex-cepción estipulada por este Reino al suscribir la Convención de NuevaYork de 18 de diciembre de 1979 sobre no discriminación de la mujer.Siempre se preferirá suceder en línea vertical (padres a hijos, nietos)antes que colateral (hermanos, sobrinos).

Durante la Colonia los titulados debían pagar impuestos de“media anata” y de “lanzas”. El primero, al suceder en la posesión deltítulo y, el segundo, un impuesto anual, que al acumularse se convertíaen impagable, razón por la que, a veces, los herederos preferían no su-ceder y hacerse cargo de la deuda. Sin embargo existían títulos cuyacarta de creación estipulada que eran “libres de lanzas y media anata”.

Actualmente el pago de lanzas está derogado, existiendo un im-puesto a la sucesión, cuyo valor es de unos mil dólares tratándose desucesión directa, y de unos mil quinientos si es transversal.

En tiempos coloniales, en Hispanoamérica, un pretendiente atitular como Marqués o Conde, debía pagar aproximadamente veinti-cinco mil pesos y cumplir con tres requisitos: a) Que la calidad de su na-cimiento y las familias con las que se hallaba emparentado hayan sidonobles. b) Que la conducta del aspirante no haya tenido defecto moralni político. c) Que posea fortuna suficiente para ostentar el título con de-coro.

Las esposas o esposos de los titulados del Reino debían ostentaralguna nobleza o hidalguía, disposición que actualmente es anacrónica,ya no se aplica.

Actualmente se puede obtener un título o grandeza españolescomo premio por servicios extraordinarios en beneficio de la nación ode la monarquía, para lo que se requiere el Acuerdo del Consejo de Mi-nistros. Si los servicios no fueren extraordinarios, se consultará a la Co-misión Permanente del Consejo de Estado y se valorará el informe dela Diputación Permanente de la Grandeza. También existen las conce-siones directas, realizadas por el Rey, para premiar actos de alta rele-vancia en las armas, las letras, las artes, la ciencia o la beneficencia. Hoyno se otorgan títulos a cambio de dinero como ocurría antaño –por lomenos en teoría- ni se requiere que el pretendiente goce de una rentamínima.

En la actualidad existe nobleza en Europa, no sólo en sus mo-narquías sino también en estados como Francia e Italia, que ya no son

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reinos. En estos últimos la nobleza y títulos tienen existencia como ins-titución de Derecho Privado. Igualmente, en España, las tradicionalesOrdenes Militares: de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa son Ins-titución de Derecho Privado. La Orden Civil de Carlos III ha sido supri-mida. La de Malta, llamada también de San juan de jerusalén, la delSanto Sepulcro de jerusalén y la Constantiniana de San jorge son cató-licas, estrechamente ligadas al Vaticano y tienen capítulo en España. Detodas ellas, sólo la de Malta es soberana y mantiene embajadas en múl-tiples países alrededor del mundo. La Orden Civil de Isabel la Católicacomprende tanto caballeros como damas, se instituyó en 1815 y seotorga “A la lealtad acrisolada”, por lo que se la impuso a varios “rea-listas” durante los movimientos independentistas americanos.

Si bien, en tiempos coloniales se prefería a los más ricos para ti-tularlos, nobleza no es igual que riqueza. Las más cuantiosas fortunashispanoamericanas eran: primero, las mexicanas, seguidas por las cu-banas, en tercer lugar las venezolanas, luego las peruanas y, después, elresto. Mientras la fortuna más alta del México colonial llegó a cuatro mi-llones de pesos en tiempos de la independencia, la más alta de nuestraReal Audiencia de Quito era de unos trecientos mil. La Capitanía Gene-ral de Guatemala era la colonia más pobre de Latinoamérica, y el Virrei-nato del Río de La Plata con capital Buenos Aires, era inhóspito, frío,casi despoblado y acosado por los piratas.

Títulos Nobiliarios de Marqués o Conde eran extendidos a ri -cos criollos, o a chapetones que habían ejercido cargos en América, pre-ferentemente de Virreyes, Presidentes de Audiencia, Oidores o Fiscales–léase Ministros-. O a quienes poseían grados militares de General o Co-ronel, recordando que durante las guerras independentistas, al terrate-niente se lo hacía Coronel y, a su administrador, Capitán, aunque nohayan sido veteranos –militares profesionales-. En cuanto a los Virreyesdestinados a América, se enviaron personajes de la alta nobleza espa-ñola, mas, desde mediados del siglo XVIII la política fue nombrar a mi-litares de larga trayectoria, pues, seguramente ya se evidenciaba des-contento en Ultramar.

Por otra parte, eran frecuentes en América los casos de suceso-res a títulos de nobleza que se conformaban con la aprobación de los Vi-rreyes, Presidentes de Audiencia o Capitanes Generales, sin hacer eltrámite sucesorio en España, razón por la que el Rey Carlos III dispusopor cédula de 6 de septiembre de 1773, que se lo haga en la Madre Patria

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con carácter obligatorio. Verbi-gracia, el Título de Conde de Casa jijónrecayó por sentencia interina del Presidente de la Real Audiencia deQuito, don Toribio Montes, en 1813, en don Francisco jijón y Chiriboga,pero nunca se la confirmó en España y quedó vacante hasta que lo re-habilitó por carta expedida el 13 de marzo de 1959, don josé Manueljijón Caamaño y Flores, poco después Presidente de la Cámara de Di-putados del Ecuador y, más tarde, Embajador de la Orden de Malta enEcuador, de la que también era Caballero.

Existía la nobleza inherente al cargo, así los descendientes –siem-pre en línea recta, no hermanos ni sobrinos- de Virreyes, Capitanes Ge-nerales, Presidentes de Audiencia, Oidores o Fiscales, eran hidalgos onobles no titulados. Ser descendiente de Corregidor o miembro del Ca-bildo –Alcalde, Regidor, Alférez Real, etc.– no daba derecho a reclamarnobleza ni hidalguía. Algunas corporaciones nobiliarias aceptan comoprueba de nobleza o hidalguía, descender de Regidor Perpetuo del Ca-bildo o de Familiar de la Inquisición, pues para ser nombrado como talesse requería hacer prueba nobiliaria por los cuatro primeros apellidos.

Descender de estudiante de los Colegios o Seminarios de No-bles de Madrid, Sevilla o Granada, donde se formaban algunos aristó-cratas de Indias, era prueba de nobleza. En el de Granada se instruía asus alumnos en equitación, esgrima y baile.

Descender de caciques o curacas de las tribus americanas, o delas familias imperiales inca o azteca, creaba nobleza.

Pertenecer a alguna de las Reales Maestranzas de Caballería es-pañola, o descender de alguno de sus miembros, generalmente es acep-tado como prueba nobiliaria, ya que para ingresar en ellas se necesitaprobar los cuatro primeros apellidos. Las esposas de los miembros delas Reales Maestranzas de Caballería debían probar al menos los dosprimeros apellidos.

Poseer o descender de “mayorazgo” no era prueba de nobleza.El Rey concedió hidalguía a los primeros conquistadores de América ya sus descendientes, siempre por línea recta de varón.

Los Caballeros de Alcántara, Calatrava, Santiago y Montesa ysus descendientes eran nobles. La descendencia en todos los casos quevan siendo citados ha de ser siempre por línea de varón.

La Orden de Alcántara exigía probar que los cuatro abuelos delpretendiente hayan sido nobles o hidalgos, ostentando escudo de armasy provenir de casa solar conocida. La de Calatrava no exigía prueba de

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casa solar. La de Santiago tampoco requería prueba de escudo de armas.La Orden de Montesa, originaria del Reino de Aragón, solamente pedíaprueba en los dos primeros apellidos. En todos estos casos, el preten-diente no debía descender de moro o judío, ni sus ascendientes habersido penitenciados por la Inquisición, ni haber trabajado en oficios, conlas manos, pues todo aquello era considerado afrentoso.

“Hidalgos de España”, antes llamada “Asociación de Hidalgosa Fuero de España”, es una corporación privada a la que se puede in-gresar actualmente, como su nombre lo indica, probando hidalguía, condocumentos públicos fehacientes. Existe, igualmente, el Real CuerpoColegiado de Caballeros Hijosdalgo de la nobleza de Madrid, y la Ordende las Damas Nobles de la Reina María Luisa. Estos dos últimos requie-ren prueba de nobleza en los cuatro primeros apellidos. La InsigneOrden del Toisón de Oro es la más alta condecoración española, y creanobleza.

Los caballeros de las Ordenes Nobiliarias tienen derecho a uni-forme y hábito, según la ocasión.

En España, la Universidad Nacional de Educación a Distanciaotorga el título de Master en Derecho Nobiliario y Premial, Heráldica yGenealogía, entendiéndose Nobiliaria como el tratado de la nobleza.

Durante el siglo XIX y XX, típicas familias conservadoras de laSierra ecuatoriana fueron: Ponce, Espinosa, Ribadeneira, Tobar, Salazar,Luna. Ellas enlazaron entre sí y varios de sus miembros constan en esteestudio. Si bien, los Ponce, los Espinosa y Ribadeneira no pertenecierona la antigua nobleza colonial, durante la República se dispararon en elEcuador y han sido de las familias más prominentes durante las dos úl-timas centurias, siempre del ala conservadora. Los Ortiz de Zevallos enel Perú republicano alcanzaron el más alto nivel social, como quedódicho.

No ha sido la intención del autor escribir toda la descendenciade los Ortiz de Zevallos en Ecuador y Perú, ni la de todos los Ponce, Es-pinosa o Ribadeneira. Sólo hemos incluido a quienes consideramos losmás prominentes, por ello no constan todos los hijos y nietos de sutronco ni de sus ramas familiares.

ORTIZ DE ZEVALLOS

Escudo de Armas: Escudo partido en pal. En el primero, en campo azul,

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un león de oro, superado de un lucero de oro. Orla de plata con ochorosas (de Ortiz). Segundo pal, sobre campo de plata, tres fajas negras.Orla de dos órdenes de escaques de oro y rojo (de Zevallos). Y en letrasde sable el lema “Es ardid de Caballeros Zevallos para benzellos”. (In-formación de Hidalguía y Nobleza de don josef Ortiz de Zevallos y Al-moguera, aprobada por la Real Audiencia de Lima, el 29 de noviembrede 1777, confirmada con Certificación y Despacho de Armas por el Reyde Armas de su Majestad don Ramón Zazo y Ortega, Madrid, 2 deagosto de 1780).1. Don Alonso Ortiz de Zevallos. Nacido en España por 1600. Casó con

Gregoria Contreras.2. Don Diego Ortiz de Zevallos y Contreras. Nació por 1630 en España,

en las Montañas de Burgos. Pasó a América hacia 1655. Casó con Ca-talina Valdés y Gallardo.

3. Don josé Ortiz de Zevallos y Valdés. Casó con Antonia de Obregón yAlvarez. Hijos:a. josé Ortiz de Zevallos y Obregón. Casó con Ursula de Almoguera.

Hijo: josé Ortiz de Zevallos y Almoguera, vecino principal deLima, quien hizo la Información de Hidalguía y Nobleza antes ci-tada.

b. Baltazar Ortiz de Zevallos y Obregón, que sigue:4. Don Baltazar Ortiz de Zevallos y Obregón. Nació por 1700 en la Real

Audiencia de Quito. Casó con doña Catalina León Gil Negrete. FueProcurador de esta Real Audiencia de 1757. (Escudero Ortiz de Ze-vallos, Carlos: Nuestra Familia Escudero, Mc. Lean, Virginia (USA),Charter Printing, 1994, 644 p.p).Nota: Don Pedro Ortiz de Zevallos fue Corregidor de Ibarra entre1650 y 1653 (Tobar Subía, Cristóbal: Monografía de Ibarra, La PrensaCatólica, Quito, 1950, pg. 107).Don Baltazar Ortiz de Zevallos y Obregón: casó con doña Catalinade León Gil Negrete. Hijo legítimo.

5. Don Baltazar Ortiz de Zevallos y León – Negrete: Bautizado en Quitoel 8 de enero de 1736 (Parroquia de San Sebastián). Madrina: doñajuana Vásconez y Velasco. (Archivo Nacional de Historia, Gobierno,caja 62, exp. 21).

Por León-Negrete estaba emparentado con la familia Muriel,que es el segundo apellido de mi madre la Lcda. Doña Zafiro ProañoMuriel, descendiente de los Muriel León-Negrete.

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Don Baltazar casó con doña María Ana de Erazo y Herrera, bau-tizada el 11 de agosto de 1746, hija legítima de don Baltazar de Erazo ydoña Gabriela de Herrera Oserín y Moreno.

Don Baltazar y su esposa doña Ana obtuvieron amparo de no-bleza, del Cabildo de Quito, el 3 de abril de 1772.

El 15 de febrero de 1765, Baltazar Ortiz de Zevallos sigue autoscontra doña María Romo de Córdova, hija del Capitán Francisco Romode Córdova y doña Micaela Pérez Castellanos, y tía del I Conde de lasLagunas. Casada con el Capitán josé García Castrillón. Autos para quele pague el salario de 50 pesos anuales, por el trabajo que realizó para elcanónigo don Miguel García Castrillón, hijo fallecido de la demandada(ANH, Civiles, caja 20, exp. 20. Y: Larrea, Gregorio César De: Genealo-gías Quiteñas, pg. 43-46).

En la serie Gobierno, del Archivo Nacional, Quito, caja 62, ex-pediente del 5 de mayo de 1806, reposa el pedido del doctor don IgnacioOrtiz de Zevallos, abogado de la Real Audiencia de Quito, para que sele ampare a él y a sus hermanos en la cuasi posesión de hidalguía y no-bleza. De él hemos tomado los datos anteriores.

En el mencionado expediente consta que don Baltazar Ortiz deZevallos y doña María de Erazo hicieron bautizar a su hijo legítimo donSebastián Antonio, en la parroquia Santa Bárbara, de Quito, el 22 deenero de 1770. En la catedral bautizaron a su hija doña María Ramona,el 26 de septiembre de 1775. En la misma catedral bautizaron a otra hija,doña maría jacinta Elena, el 6 de septiembre de 1785. En dicha catedral,el 18 de febrero de 1788 bautizaron a doña María josefa de jesús, tam-bién hija de la pareja. En la parroquia de San Marcos, de Quito, el 23 deabril de 1797 se bautizó a doña María Margarita Ramona, otra de sushijas. En la misma San Marcos, el 20 de noviembre de 1790 bautizarona su hija doña María Isabel Dolores.

Don Baltazar Ortiz de Zevallos y León Negrete otorgó poderpara testar a su hijo don Antonio, en Quito, el 26 de agosto de 1801. De-claró ser hijo legítimo de don Baltazar Ortiz de Zevallos y de doña Ca-talina de león Gil Negrete, ya difuntos. Casado con doña María Erazo,vecina de Quito y tuvieron por hijos legítimos a: Don Antonio, DonTomás, el Doctor don Ignacio, doña María Mercedes, don Mariano, doñajacinta, doña josefa, doña Isabel y doña Margarita Ortiz de Zevallos yErazo. Nombra por albacea testamentario y fideicomisario a su hijo donAntonio.

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En el expediente se expone que don Baltazar Ortiz de Zevallosy doña Catalina de León Gil Negrete fueron hijos legítimos de personasnobles y “bien nacidas, sin tacha en su nacimiento”. Se dice también quedoña María de Erazo es hija legítima de don Baltazar de Erazo y doñaGabriela de Herrera Oserín y Moreno, “sujetos bien nacidos, legítimosy de nobleza conocida”. Ningún ascendiente de los Ortiz de Zevallos nide los Erazo se ocupó en “oficio ruin” ni fueron castigados por la Inqui-sición, pues eran “cristianos viejos”. De lo dicho presentaron por testi-gos: a don Antonio Ormaza, en Quito, el 26 de marzo de 1762. A donjuan Enríquez de Guzmán, de treinta años de edad. Al Doctor don Ig-nacio Ituarte. A don Diego Tobar y Ugarte. Al Reverendo Padre FrayGaspar Lozano, mercedario. A Fray Blas Bolaños, mercedario de 52 añosde edad. A don Pablo de Unda y Luna.

Don Baltazar Ortiz de Zevallos y León–Negrete solicita al Ca-bildo de Quito declare que él y su esposa han probado su nobleza y“limpieza de sangre” y, por consiguiente, piden se les ampare en la po-sesión de nobleza.

En tal virtud, el Capitán don Francisco de Borja y Larráspuru,Alcalde Ordinario de Primer Voto de Quito, el 3 de abril de 1772, declaraque don Baltazar Ortiz de Zevallos y León–Negrete y su esposa debengozar de todo los fueros y privilegios de la nobleza. Se les ampara.

Don Ignacio Ortiz de Zevallos y Erazo, colegial que fue del Co-legio Real de San Fernando, fue examinado por la Universidad y prac-ticó cuatro años para recibirse de Abogado, para lo cual en 1802, haceinformación de limpieza de nacimiento o limpieza de sangre. Es decirexpone que sus padres y abuelos no tenían mezcla con “mala raza”, demoros, mulatos o mestizos, ni han ejercido oficio vil o mecánico, y ensus costumbres han sido moderados. Para ello presenta como testigosa: Fray joaquín Obando, don Ramón Enríquez, don josé jaramillo, entreotros.

Don Ignacio Ortiz de Zevallos y Erazo había practicado 2 añosen el estudio jurídico del Dr. Don juan josé Boniche, y otros 2 donde elDr. Don Alejandro Mosquera.

En el expediente se dice que don Tomás Ortiz de Zevallos, ve-cino comerciante de Lima, era hermano legítimo del Dr. Don IgnacioOrtiz de Zevallos, Abogado. Don Tomás fue bautizado el 1º. de enerode 1772 en la Iglesia de Santa Bárbara, de Quito.

El Dr. Don Ignacio Ortiz de Zevallos y Erazo, Abogado, dice que

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la Ley de Castilla, para declarar la posesión y propiedad de hidalguía,baste con que pruebe el pretendiente que su padre y abuelo han estadoen dicha posesión durante 20 años, por lo que solicita amparo de cuasiposesión de hidalguía y nobleza, en Quito, en 1806, ante la Real Audien-cia. (ANH, Gobierno, caja 62, exp. 5 Mayo 1806).

Don Baltazar Ortiz de Zevallos y León Negrete y su esposa,doña María Ana de Erazo y Herrera, tuvieron como hija legítima a doñaMaría Ramona Mercedes Ortiz de Zevallos y Erazo, bautizada en la Ca-tedral de Quito el 26 de s eptiembre de 1775. Casó con don juan AntonioEspinosa de los Monteros, con descendencia en Quito, que se verá en elsubtítulo: LOS ESPINOSA.

Otro de los hijos fue el DR. IGNACIO ORTIZ ZEVALLOS YERAZO: Estadista nacido en Quito y bautizado el 6 de Diciembre de1777, como Ignacio Nicolás, en El Sagrario, de Quito. Colegial del SanFernando. Se había graduado de Bachiller. Realizó información de lim-pieza de natales y costumbres. Practicó en el estudio jurídico del Dr. Donjuan josé Boniche, Abogado, durante 2 años; y, otros 2, donde el Abo-gado Dr. Alejandro Mosquera. Decía haber sido, su familia y él, reputa-dos por hidalgos. Se recibió de Abogado el 26 de Abril de 1802 (ArchivoNacional, Quito, Serie Incorporación de Abogados, caja 4, 1800-1809,1802). El Dr. Fernando jurado dice que fue Defensor de Pobres yde Indígenas de la Real Audiencia de Quito. Don Ramón Núñez delArco, en su célebre informe, lo califica de “insurgente seductor”; es decir,Patriota. Oficial de la Falange en la Revolución de 1809; como tal, se di-rigió de Secretario de la expedición contra Pasto. Secretario del patriotadon Miguel Zambrano en la revuelta de 1809. Más tarde, pasó junto aZambrano a una hacienda en Cayambe y luego llegó a Quito donde secontactó con el Conde Ruiz de Castilla ya repuesto en el mando. (TorreReyes, Carlos de la: La Revolución de Quito del 10 de Agosto de 1809,Banco Central del Ecuador, Quito, 1990, pg. 443). Además, elegido Se-cretario del poder Ejecutivo en la Constitución de Quito de 1812 (Nava-rro, josé Gabriel: La Revolución de Quito del 10 de Agosto de 1809,Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Quito, 1962, pg. 397).Comandante de Artilleros en la batalla del Panecillo de 1812 contra elGeneral realista Toribio Montes. Formó parte de la junta de Gobiernode 1812 como Ministro de Gracia y justicia. Huyó al Perú luego de laderrota de los patriotas quiteños. La enciclopedia Espasa anota que enese país fue miembro del Congreso, Vocal del Tribunal Supremo de jus-

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ticia, Ministro Plenipotenciario. Diplomático en Londres y en otras Cor-tes Europeas. jurisconsulto. Elaboró un proyecto de Código Civil. Di-rector del órgano oficial “El Conciliador”. El primer Congreso Inde- pendiente del Perú le declaró hijo benemérito de la Patria. El Dr. Fer-nando jurado en el tomo cuarto de su obra “Los Descendientes de Be-nalcázar en la formación social ecuatoriana” escribió: que en el Perú fuenombrado Fiscal de la junta de Secuestros hasta 1821. Diputado porLima al Primer Congreso Constituyente del Perú. Vocal fundador de laCorte Superior de Lima en 1824. Auditor General de Guerra. Fiscal dela Nación. Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

En 1806 el Dr. Ignacio Ortiz de Zevallos sigue expediente soli-citando a la Audiencia de Quito se le ampare a él y a sus hermanos enla cuasi posesión de hidalguía y nobleza (ANH, Gobierno, caja 62). Fa-lleció en 1843. El 17 de Agosto de 1807, doña Francisca de Cevallos siguecausa para que don Ignacio Ortiz de Zevallos pague el rédito atrasadode una capellanía de 2.000 pesos impuesta en la hacienda Panzaleo, ju-risdicción de Machachi (ANH, Censos y Capellanías, caja 79, exp. 10).Igualmente, en Quito, el 19 de septiembre de 1817, don Ignacio Ortiz deZevallos sigue autos contra el Dr. Antonio Ante, uno de los principalespróceres de la independencia ecuatoriana, y su mujer, para el cumpli-miento de la venta de una casa y el otorgamiento de la respectiva escri-tura (ANH, Casas, caja 28, exp. 5). El Dr. Ignacio Ortiz de Zevallos yErazo había casado en Quito con doña Ramona García Tobar. Entre sushijos destacó doña Mercedes Ortiz de Zevallos y García, radicada en elPerú donde es célebre personaje histórico. El mismo Dr. jurado Noboanos dice que fue crítica literaria, escribió en prosa y en verso. Casó conel General Manuel Egusquiza Gálvez a quien acompañó en sus actosheroicos. Asistió a los patriotas peruanos como enfermera. Cultivó lamúsica y el canto. (jurado, op. cit.). Fue su hermano:

El Dr. Manuel Ortiz de Zevallos y García: Casó con doña josefade Tagle y Echevarría, nacida en 1822, V Marquesa de Torre Tagle, quienrehabilitó su título el 19 de Enero de 1864. Ver el subtítulo: Los Ortiz deZevallos en el Perú.

Otra de sus hermanas fue: Doña Rosa Ortiz de Zevallos y Gar-cía. Casó en Lima con don Miguel Nicanor Espinosa Mazorra, con des-cendencia en el Perú (Cristóbal de Gangotena y jijón: Los Ponce).

Continuando con los Ortiz de Zevallos y Erazo, tenemos a:Don Antonio Ortiz de Zevallos y Erazo: Nació en Quito y fue

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bautizado en Santa Bárbara el 22 de Enero de 1770. (Archivo Nacional,Gobierno, caja 62, exp. 5 Mayo 1806). Casó con doña josefa CamachoEspinosa. El 6 de junio de 1838 en Quito, Antonio Ortiz de Zevallos so-licita redimir un censo de 720 pesos de principal, impuesto en su ha-cienda de Nono, para lo que presenta cuatro documentos de créditopúblico (ANH, Censos y Capellanías, caja 99, exp. 4).

Hija: Doña María Dolores Ortiz de Zevallos y Camacho: Casócon don Nicolás Clemente Ponce Pérez. Hijos, entre otros:

LOS PONCE

1. Don Roberto Ponce Ortiz: Casó con doña Ignacia Borja Yerovi. Susdescendientes han brillado en el foro, la diplomacia y la cátedra.Hijos:1.1 Doctor Belisario Ponce Borja: Varias veces presidente de la Corte

Suprema de justicia. Casó con doña judith Miranda. Padres delDr. Neftalí Ponce Miranda, que fue Canciller del Ecuador en dosocasiones.

1.2 Dr. Alejandro Ponce Borja: Presidente de la junta Consultiva deRelaciones Exteriores. Diplomático y jurisconsulto. CatedráticoUniversitario. Vicepresidente del Concejo Municipal de Quito(Municipio de Quito: Quito 150 años de Capital de la República,1830-1980). Candidato a Presidente de la República. Ministro deRelaciones Exteriores (Gómez de la Torre, josé María: Derecho Di-plomático). Casó con doña Rosa Carbo.

1.3 Dr. Nicolás Clemente Ponce Borja: Nació en 1866. Ministro de Re-laciones Exteriores (Gómez de la Torre, josé María: Derecho Di-plomático, pg. 92). Miembro de la Academia Ecuatoriana de laLengua. Firmó con el Perú el Protocolo Ponce-Castro Oyanguren.Catedrático Universitario. jurado Noboa escribe que fue Congre-sista y Ministro de la Corte de justicia. Miembro de la junta Con-sultiva de Relaciones Exteriores (Pérez Pimente l: DiccionarioBiográfico, tomo XI).

Otro de los Ponce Ortiz fue:2. Dr. Camilo Ponce Ortiz: Nació en Quito en 1829. Presidente de la Cá-

mara de Diputados. Ministro del interior. (Maiguashca, juan: Historiay Región en el Ecuador, 1830-1930, pg. 422). Presidente de la Cámara

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del Senado. Candidato a Presidente de la República. (Alarcón Costta,César: Diccionario Biográfico Ecuatoriano). En 1895 Plenipontenciarioante el Perú durante el conflicto limítrofe. Canciller del Ecuador(Gómez de la Torre, josé María: Derecho Diplomático, pg. 89). Fue sunieto:

Dr. Camilo Ponce Enríquez: Presidente del Ecuador. Nació en1912. El biógrafo Alarcón Costta anota que fue Abogado. Estudió enQuito, Santiago de Chile y California. Ministro de Relaciones Exte-riores (Gómez de la Torre, josé María: Derecho Diplomático, pg. 92).Vicepresidente de la Asamblea Constituyente. Ministro de Obras Pú-blicas, Vicepresidente del Concejo Municipal de Quito (Municipio deQuito: Quito, 150 años de Capital de la República, 1830-1980). Dipu-tado (Oña Villareal, Humberto: Presidentes del Ecuador, 1986, 124p.p.). Senador. Fundador del Partido Social Cristiano. Ministro de Go-bierno. Presidente de la República entre 1956 y 1960. Fundador de losperiódicos: Democracia y El Heraldo (Alarcón Orquera, Marco: Per-sonalidades, Industria y Comercio en el Ecuador, Editec, Guayaquil,1968).

LOS ESPINOSA

Doña María Ramona Mercedes Ortiz de Zevallos y Erazo, nacida en1775, casó en el Sagrario de Quito, el 21 de junio de 1793, con don juanAntonio Espinosa de los Monteros (Moreno Egas, jorge: Matrimoniosde españoles, en el Sagrario de Quito, 1764-1805, en revista CENIGANo. 3). Entre sus hijos citamos a: Doña Petrona Espinosa de los Monterosy Ortiz de Zevallos. Casó con el Dr. Manuel Espinosa Ponce. Hijos, entreotros:1. Dr. javier Espinosa y Espinosa: El Diccionario Biográfico del Ecuador,

de B. Pérez Marchant nos dice que nació en 1815. Fue Ministro del In-terior y Ministro de Relaciones Exteriores. Diplomático. jurista. Mi-nistro juez y Fiscal de la Corte Superior del Guayas. SecretarioGeneral del Estado. Ministro Fiscal de la Corte Suprema de justicia.Presidente del Ecuador entre 1867 y 1869 (Moncayo jalil, Leonardo,Los Correa en el Ecuador, Quito, 2004, pg. 202).

2. Dr. josé Modesto Espinosa y Espinosa: Nacido en 1833. Senador. Se-cretario General del Gobierno provisional de Francisco Xavier León

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(Pérez Pimentel: Diccionario Biográfico, tomo III). Uno de los Funda-dores de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Consejero de Estado.Ministro de lo Interior (Maiguashca, juan: Historia y Región en elEcuador, 1830-1930, pg. 424). Ministro de Relaciones Exteriores(Gómez de la Torre, josé María: Derecho Diplomático, pg. 90). Sus-cribió con el Perú el Convenio Espinosa–Bonifaz. Presidente de laCorte Suprema de justicia. El Biógrafo Rodolfo Pérez Pimentel añadeque fue Ministro del Tribunal de Cuentas, Miembro de la Academiade Bellas Letras de Sevilla. Cristóbal de Gangotena y jijón lo llama“notable literato”.

3. Dr. Nicolás Aurelio Espinosa y Espinosa. Fue su nieto:Aurelio Espinosa Pólit: Célebre humanista y sabio. Según AlarcónCostta, nació en 1894. Sacerdote jesuita. Director del Noviciado jesuitade Cotocollao. Estructuró la más grande biblioteca de autores ecua-torianos, igualmente en Cotocollao. Uno de los miembros fundadoresde la Academia Ecuatoriana de Cultura. En 1946 Rector fundador dela Pontificia Universidad Católica del Ecuador y su profesor, enQuito. Autor de varios libros. A lo dicho habría que añadir que fueMiembro de Número de la Academia de la Lengua del Ecuador, y Co-lombiana de la Lengua. Académico de Número de la Nacional de His-toria del Ecuador. Políglota, traductor de Virgilio y promotor de lacultura ecuatoriana. (Puga, Dr. Miguel Angel: La Gente Ilustre deQuito, Ed. Delta, Quito, 1994, pg. 83).

LOS RIBADENEIRA

Doña Dolores Ortiz de Zevallos y Camacho: casó con don Nicolás Cle-mente Ponce Pérez. Hija:

Doña Ana Ponce Ortiz: casó con el Dr. Aparicio RibadeneiraTobar, quien según jurado Noboa, fue Diputado por Quito a la Conven-ción Nacional de 1852. Vicepresidente de la Cámara de Diputados. Go-bernador de Imbabura (Maiguashca, juan: Historia y Región en elEcuador, 1830-1930). Senador, Concejal de Quito (Municipio de Quito:Quito, 150 años de Capital de la República, 1830-1980. Ver Nómina deMiembros del Concejo Municipal). Contador Mayor de Quito (B. PérezMarchant: Diccionario Biográfico Ecuatoriano). Sus descendientes hanbrillado en la política conservadora, en las ciencias jurídicas y, algunos,en la diplomacia y la cultura. Hijos:

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1. Dr. Alejandro Ribadeneira Ponce: nacido 1873, casó con doña RosaSalazar. Fue Presidente de la Corte Suprema de justicia. Diputado ala Asamblea Nacional Constituyente. Hijo:Dr. Alejandro Ribadeneira Salazar: tres veces Presidente de la CorteSuprema de justicia. Senador (Pérez Pimentel: Diccionario Biográfico,tomo II).

2. Dr. Aparicio Ribadeneira Ponce: el Doctor Fernando jurado en su obrasobre la familia Ribadeneira, tomo III, nos recuerda que fue Presi-dente de la Cámara de Diputados. Ministro de la Corte Suprema dejusticia. Ministro del Interior (Maiguashca, juan: Historia y Regiónen el Ecuador, 1830-1930, pg. 424). Canciller del Ecuador (Gómez dela Torre, josé María: Derecho Diplomático, pg. 90). Presidente delConcejo Municipal de Quito (Municipio de Quito: Quito, 150 años deCapital de la República, 1830-1980. Ver Nómina de Miembros delConcejo Municipal). Encargado del Poder Ejecutivo en 1895.

3. Don Teodomiro Ribadeneira Ponce: casó con doña Mercedes SalazarMiranda, hija del General Francisco Xavier Salazar Arboleda, célebrepolítico conservador del siglo XIX varias veces Ministro de Estado.Hijo:3.1. Don Luis Ribadeneira Salazar: casó con doña Amelia Sucre Gan-

gotena, descendiente de la familia del Gran Mariscal Antonio joséde Sucre. Hijo:Don Luis Ribadeneira Sucre: casó con doña Matilde Suárez Vaca,hija de don jorge Suárez Veintimilla, hermano del Dr. MarianoSuárez Veintimilla Presidente del Ecuador en 1947, y doña LolaVaca Moreno, hija a su vez de don Rafael Vaca Proaño y doña Ma-riana Moreno Andrade propietarios de la hacienda Pisabo. DoñaMariana Moreno Andrade era prima hermana de don Tobías Ra-fael Muriel Moreno, bisabuelo materno del Licenciado don Gre-gorio César De Larrea y Proaño, autor de estas letras.

Don Luis Ribadeneira Sucre y doña Matilde Suárez Vaca, sonpadres de siete hijos: jorge Luis, María de los Ángeles, Francisco, Álvaro,María de Lourdes, Miguel y Catalina Ribadeniera Suárez.

Don Gregorio César de Larrea y Proaño, Historiador y Genea-logista, es cuarto nieto paterno de don Mariano de Larrea (Riobamba,1765-1843) sobre el que, divagando, podemos decir lo siguiente:

El 15 de junio de 1812 tuvo lugar la conmoción popular que ter-

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minó con la trágica muerte del Conde Ruiz de Castilla, Presidente de laReal Audiencia de Quito. En el juicio seguido a los responsables de sufallecimiento, el Fiscal expresaba que uno de ellos, el Doctor don PedroXiménez, profesor de Medicina, había sido “un escandaloso promotorde la insurrección desde su origen”, insurrección de los patriotas contrael gobierno realista. Ximénez exhortaba al pueblo desde su balcón paraque, reunido en la plaza, se dirigiese a consumar el monstruoso crimen.Incluso improperó con acrimonia a don Mariano de Larrea, Oficial Se-gundo de la Administración de Alcabalas, por no dirigirse Larrea a laplaza pública a colaborar con los amotinados y asesinos. Don Marianode Larrea rindió su declaración en el juicio, ante el Conde de Selva Flo-rida, el 14 de diciembre de 1812 diciendo que el Dr. Ximénez era parti-dario de los revolucionarios y que este médico vivía en casa de donVicente Paredes, donde se tenían conferencias y se hacían discursos afavor de los patriotas entre los cuales NO se contaba don Mariano.

Larrea añadía que en aquel día horroroso, cuando los amotina-dos atacaron al Conde Ruiz de Castilla, y escuchó aquellas frases de Xi-ménez, don Mariano “iba huyendo de los indios furiosos y no podíahacer mucho alto en lo que decía” el profesor de Medicina acusado, puespor las calles donde se hallaba Larrea, “se iban acercando los tumultosdel populacho para invadir la persona y bienes del Doctor don josé Tru-jillo y de don Francisco Xavier Pazmiño”. (Archivo Nacional, Quito, Cri-minales, caja 220, exp. 4, 28 Noviembre 1812, 37 fojas).

Don Mariano de Larrea fue ascendido a Administrador de Al-cabalas de Riobamba, en premio por no haber plegado a los “patriotas”insurrectos desde 1809, cargo que ejerció entre 1813 y 1822, siendo cro-nológicamente el último de los del gobierno español.

LOS MARQUESES DE TORRE TAGLE

Escudo de armas: En campo de plata, un pino, de sinople, alque se ha encaramado una doncella perseguida por una sierpe, a la quehiere un caballero, todo de su color natural (Cadenas y López, AmpelioAlonso de; y , Cadenas y Vicent, Vicente de: Elenco de Grandezas y Tí-tulos Nobiliarios Españoles, 1996, pg. 984).

Este “Título de Castilla”, hoy llamado “Título del Reino” fuecreado por Su Majestad Don Felipe V el 26 de Noviembre de 1730, con

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el Vizcondado previo –luego cancelado– de Bracho, para don josé Ber-nardo de Tagle y Bracho Pérez de la Riva, Gobernador del Fuerte dePuyán, Pagador General Perpetuo del Presidio del Callao, Capitán deCaballos y Lanzas “en el Reino del Perú”. (Cadenas y López, AmpelioAlonso de; y, Cadenas y Vicent, Vicente de: Elenco de Grandezas y Tí-tulos Nobiliarios Españoles, 1996, pg. 984). El segundo titular fue donTadeo de Tagle y Bracho (hijo del primer Marqués), Pagador GeneralPerpetuo y Comisario de Marina y Guerra del Presidio del Callao. Eltercero, don josé Manuel de Tagle Isásaga, Caballero de Carlos III, suhijo; casó con doña josefa Portocarrero y Zamudio, de la Casa de losCondes de la Monclova, Grandes de España. Fue su hijo y cuarto titular,don josé Bernardo de Tagle y Portocarrero, Comisario de Guerra y Ma-rina, casado con doña María Ana de Echevarría y Ulloa. La quinta Mar-quesa fue doña josefa de Tagle y Echevarría, quien rehabilitó su títuloel 19 de Enero de 1864 y casó con don Manuel Ortiz de Zevallos y Gar-cía. Fue su hijo don Ricardo Ortiz de Zevallos y Tagle. Hijo: don joséOrtiz de Zevallos y Vidaurre, quien rehabilitó nuevamente el título en1919, convirtiéndose en el sexto Marqués. El séptimo Marqués, don Ig-nacio Ortiz de Zevallos Zañartu, casó don doña Olga Ortiz de ZevallosBasadre. La octava Marquesa, doña Elena Ortiz de Zevallos Zañartu,sucedió el 31 de diciembre de 1959 a su hermano el séptimo Marqués.Su hija es la novena y actual Marquesa de Torre Tagle, doña María Eu-genia Espinosa de los Monteros y Ortiz de Zevallos, quien sucedió el tí-tulo el 22 de marzo de 1995 y casó con don Roberto josé Rivas Martínezy residen en Lima, Perú. (Rosas Siles, Alberto: La Nobleza Titulada delVirreinato del Perú, pg. 283).

El I Marqués de Torre Tagle, don josé de Tagle y Bracho, era na-cido en el valle de Alfor de Lloredo, en Asturias, Montañas de Burgos,España. Hijo legítimo de don Domingo de Tagle y Bracho y de doñaMaría Pérez de la Riva. El II Marqués, don Tadeo de Tagle y Bracho, casócon doña María josefa de Isásaga Muxica Arrue Vásquez de Acuña, se-ñora y poseedora de las casas y mayorazgos de Isásaga, Muxica y Arrue,en Guipuzcoa –País Vasco– y Zajuela –la Rioja– , España. El III Marqués,don josé Manuel de Tagle Isásaga, Caballero de Carlos III, sucedió tam-bién en la posesión del mayorazgo de Torre Tagle, fue Comisario deGuerra y Ministro de Marina, casado con doña josefa Portocarrero y Za-mudio, hija legítima de don Felipe Portocarrero Lasso de la Vega y dedoña Mariana Zamudio de las Infantas. (Rosas Siles, Alberto: La No-bleza Titulada del Virreinato del Perú).

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El Gran Mariscal del Perú, y general, don José Bernardo de Tagle yPortocarrero: Nació en Lima en 1779. IV Marqués de Torre Tagle, porcarta provisional de 1810, descendiente del Conde de Monclova, Virreydel Perú, heredó una gran fortuna. Sus primeros estudios los realizó conprofesores privados. Durante la Colonia fue Comisario General y RealMinistro de Guerra y Marina, cargos de los que gozaba su familia. Al-calde Ordinario de Lima. Diputado a las Cortes de Cádiz en represen-tación de Lima, llegó a España en 1813 donde defendió los derechos delos criollos americanos. Permaneció en la “Madre Patria” hasta 1817. Ca-ballero de Santiago, Caballero de Carlos III, Caballero de la Flor de Lisde Francia. Subinspector del Ejército del Perú, Intendente de Trujillo,ciudad de la que proclamó la independencia en 1820, siendo el primeroen abrazarla en el Perú. Al poco, San Martín proclamó la Independenciadel Perú el 28 de julio de 1821. En 1821 Inspector General de los Guar-dias Cívicos y, más tarde, Comandante de la Legión Peruana. Consejerode Estado en 1821. Uno de los fundadores de la Orden del Sol en 1821.San Martín trocó su título por el de Marqués de Trujillo en 1822. Su-premo Delegado del Poder Ejecutivo del Perú en 1822. En 1823, nueva-mente jefe Supremo y, luego, segundo “Presidente de la República”entre el 18 de noviembre de 1823 y el 10 de febrero de 1824, en reem-plazo de don josé de la Riva Agüero. Falleció en 1825 junto a su esposay uno de sus hijos, refugiado en El Callao, en medio de grandes priva-ciones y persecución del Libertador Bolívar con quien habían surgidodesavenencias. (Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú, tomoVI, Ed. Carlos Milla Batres, Lima, 1981. Y, Mendiburu, Manuel de: Dic-cionario Histórico-Biográfico del Perú).

Los retratos al óleo de cuerpo entero de todos los Marqueses co-loniales de Torre Tagle y de casi todas sus consortes, así como su carruajedel siglo XVIII se exhiben en el Palacio Torre Tagle, donde hoy funcionaparte de la Cancillería del Perú, hermosa casa solariega ubicada en elcentro de Lima, terminada de construir en 1735 por el I Marqués, y res-taurada a mediados del siglo XX. Dichos retratos son propiedad de lafamilia Ortiz de Zevallos Grau y están en custodia del Ministerio de Re-laciones Exteriores.

El “Protector” San Martín quizá intentó implantar una monar-quía en el Perú; tal es así que el 27 de diciembre de 1821 dictó un decretoautorizando a la nobleza peruana a usar sus antiguos escudos de armasy sus títulos de nobleza. Más tarde, el Presidente don josé Bernardo de

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Tagle y Portocarrero, en 1823, prohibió a los ciudadanos del Perú el usode semejantes títulos (Instituto Peruano de Investigaciones Genealógi-cas, Revista No. 21, Lima, 1995).Posteriormente, 21 títulos nobiliarios de los 122 que se ostentaron enPerú, han sido rehabilitados por ciudadanos peruanos luego de suemancipación de España. Además se debe recordar que en 1744 se creóel Condado de Casa Tagle de Trasierra, para don juan Antonio de Tagley Bracho, Caballero de Calatrava, nacido en España y radicado en Perú,cuyo escudo de armas era el mismo de los Marqueses de Torre Tagle y,aunque también coincidían sus apellidos con los del I Marqués de TorreTagle, no eran hermanos.

El Conde de Monclova, Grande de España: El Título de Conde de Mon-clova se creó el 20 de noviembre de 1617 para don Antonio Portocarreroy Enríquez de la Vega, III Señor de la Monclova, en Sevilla, España. Ca-ballero de Santiago. La Grandeza de España fue concedida en 1706 alIII Conde, don Melchor de Portocarrero y de la Vega, Virrey de NuevaEspaña (México) y del Perú, que acababa de fallecer. Actualmente lo os-tenta el Duque del Infantado, Grande de España. (Elenco de Grandezasy Títulos Nobiliarios Españoles, Ediciones de la Revista Hidalguía, Ma-drid, 1996).

El III Conde de Monclova, don Melchor de Portocarrero y Lassode la Vega, fue uno de los pocos Grandes de España que ejercieron el cargode Virrey en el Perú. Dejó descendencia en este país, apellidada Portoca-rrero y enlazada con los Marqueses de Torre Tagle que luego se apellida-ron Ortiz de Zevallos. Está sepultado en la Catedral de Lima donde seexhibe la prótesis de plata que tenía en lugar del brazo derecho.

Don Melchor fue General y Gentil hombre de Cámara del Rey.Caballero de Alcántara, en cuya Orden tuvo la encomienda de la Zarza.Nació en Madrid en 1636 y murió en Lima en 1705. Hijo de don AntonioPortocarrero, I Conde de Monclova, Mayordomo de la Reina, y doñaMaría de Rojas Manrique de Lara. Ambos, padre y madre, descendíande Reyes y otras personalidades. Casado con doña Antonia jiménez deUrrea Clavero y Sessé, hija de los señores de Berbeder y Condes deAranda. (Mendiburu, Manuel de: Diccionario Biográfico). Nuestro bio-grafiado, don Melchor Portocarrero y Lasso de la Vega, fue militar enEspaña, acompañó a Don juan de Austria en sus guerras. Comisario Ge-neral de Caballería e Infantería de España. Ministro del Consejo de Gue-

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rra y junta de Guerra de Indias (América). Entre 1686 y 1688, Virrey deNueva España (México). En 1688 nombrado Virrey del Perú, cargo queejerció hasta su muerte siendo un gran gobernante. Practicó la caridadpor lo que fue apreciado. Se le llamaba “Brazo de plata” pues perdió elderecho en 1658 en la batalla de las Dunas de Dunkerque. Desde 1693ostentó el título de Conde de Monclova, heredado de su hermano donGaspar. (Enciclopedia Espasa).

Como Virrey de México, mejoró el suministro de agua de su ca-pital. Como Virrey del Perú, terminó la reconstrucción de Lima, dañadapor el terremoto de 1687. También reconstruyó el muelle del Callao. In-crementó las defensas costeras. En 1689, reorganizó los astilleros realesde Guayaquil. En 1696 Guayaquil se terminó de trasladar, hecho quehabía sido aprobado por el Virrey en 1693, debido a los ataques piratase incendios (Laviana Cuetos, María Luisa: De pueblo a ciudad: Evolu-ción urbana del Guayaquil Colonial. La expansión de la ciudad de San-tiago de Guayaquil; en Revista del Archivo Histórico del Guayas,2006-2007, pg.49). En 1698 tuvo que enfrentar el terremoto que arruinóRiobamba, Ambato y Latacunga, en el actual Ecuador. En 1700 realizóun censo de Lima. Ejerció el virreinato peruano durante unos 16 años,el mandato más extenso de un virrey del Perú. En lo negativo, nada hizopara frenar el avance portugués al interior del Perú, hecho criticado porel Padre Samuel Fritz, misionero y cartógrafo jesuita.

El Virrey y III Conde de Monclova fue padre del General donAntonio josé de Portocarrero y jiménez de Urrea, IV Conde de Mon-clova, casado con doña María Teresa Gavilán y Campoverde. Hijo: Doc-tor don Felipe Antonio Portocarrero Lasso de la Vega y Gavilán, nacidoen Lima en 1706 y casado con doña Mariana de Zamudio y de las In-fantas del Solar. Hija: doña María josefa de Portocarrero y Zamudio, ca-sada con don josé Manuel de Tagle Isásaga, Caballero de Carlos III, IIIMarqués de Torre Tagle (Escudero Ortiz de Zevallos, Carlos, op. cit.).

LOS ORTIZ DE ZEVALLOS EN EL PERú

Don Manuel Ortiz de Zevallos y García: Abogado. Ministro deRelaciones Exteriores y de Hacienda del Perú en 1857. Presidente delConsejo de Ministros del Gobierno del Gran Mariscal don Ramón Cas-tilla. Rehabilitó el título de Marquesa de Torre Tagle para su esposa en1864. (Escudero Ortiz de Zevallos, Carlos, op. cit.).

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El Doctor Manuel Ortiz de Zevallos y García y su esposa la VMarquesa de Torre Tagle, son el tronco de quienes hoy llevan su apellidoen el Perú. Fue su hijo, don Ricardo Ortiz de Zevallos y Tagle, VI Mar-qués de Torre Tagle, casado con doña Carmen de Vidaurre y Panizoquien era nieta de don Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada, nacidoen Lima en 1773 y fallecido en 1841. Vidaurre estuvo en España durantela invasión napoleónica, fue Oidor de la Coruña, en España, Oidor De-cano de la Audiencia del Cuzco, Oidor de Puerto Príncipe. Fundó laCorte Superior de justicia de Trujillo en 1824, Presidente de la primeraCorte Suprema de justicia del Perú, Ministro de Gobierno y RelacionesExteriores del Perú. Diputado. Plenipotenciario del Perú en Panamá.(Diccionario Histórico y Biográfico del Perú, siglos XV-XX, Ed. Milla Ba-tres, Lima, 1986).

Entre los Ortiz de Zevallos y Vidaurre citamos a:1. Don Carlos Ortiz de Zevallos y Vidaurre: Nació en Lima en 1876. Es-

tudió en París. Economista empírico y periodista. Casó con doña Mar-garita Paz Soldán (Paz-Soldán, juan Pedro: Diccionario Biográfico dePeruanos Contemporáneos, Lib. e Imp. Gil, Lima, 1921, 449 p.p.).Además, fue empresario y Secretario Personal del Presidente don Ni-colás de Piérola. Hijo:1.1. Don Carlos Ricardo Ortiz de Zevallos y Paz Soldán: Embajador

del Perú y autor de varios libros sobre Diplomacia.1.2. Don Luis Pedro Ortiz de Zevallos y Paz Soldán: Arquitecto e In-

geniero Civil. Parte de sus estudios los hizo en Alemania y enFrancia. Profesor universitario. Presidente del Banco de la Vi-vienda del Perú (Escudero Ortiz de Zevallos, Carlos: Nuestra Fa-milia Escudero, Mc. Lean, Virginia (USA), Charter Printing, 1994,644 p.p.).

2. Don josé Ortiz de Zevallos y Vidaurre: Nació en Lima en 1878. Abo-gado. Estudió en Francia y Perú. Casó con doña Elena Zañartu (Paz-Soldán, juan pedro, op. cit.). VII Marqués de Torre Tagle. Embajadordel Perú en Suecia. Hija:2.1. Doña Elena Ortiz de Zevallos y Zañartu: IX Marquesa de Torre

Tagle. Casó con don Carlos Espinosa de los Monteros y Dato, es-pañol.

2.2. Don Ignacio Ortiz de Zevallos y Zañartu: VIII Marqués de TorreTagle.

3. Don Ricardo Ortiz de Zevallos y Vidaurre: Abogado, Magistrado,juez. Autor de un libro sobre Derecho Civil.

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4. Don Emilio Ortiz de Zevallos y Vidaurre. Nacido en Francia en 1885.Embajador del Perú en Panamá. (Escudero Ortiz de Zevallos, Carlos,op. cit.).

Para finalizar, expresaré que doña Claudia Ortiz de Zevallos, are-quipeña nacida en 1981, fue Miss Perú Universo 2003.

Quito, Septiembre de 2009

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DISCURSOS

ACADÉMICOS

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LA REGION ESQUIVA: ¿SOLO EL ZAMORA CON LOJA LLORARá?

Galo Ramón Valarezo

Introducción

Uno de los aspectos que impresionan con mayor fuerza al revisar lalarga historia del espacio lojano, es la búsqueda permanente y casi des-esperada por construir una amplia región con algún tipo de autonomía,sin que esa utopía se haya logrado de manera duradera.

La idea de construir una región amplia, desde la amazonía hastael mar y abarcando a toda la región de los andes bajos nació, quién loscreyera, hace unos 1.300 años en plena época aborigen y se ha planteadode manera recurrente con diversos matices durante estos 13 siglos: ahoramismo es el elemento clave de la agenda local que debate el SENPLA-DES. No cabe duda que las profundas interrelaciones entre las caracte-rísticas geográfico-ambientales de este espacio distinto y original conuna cultura regional particular que a pesar de sus notables cambios yde sus diversidades internas se fue amasando en su proceso histórico,explican ese comportamiento de larga duración, que sin embargo, noha logrado concretar sus aspiraciones, por la presencia de poderososfactores externos que conspiraron contra la idea, por diferencias internasque no lograron conciliar la diversidad de intereses y por no haber lo-grado una correspondencia entre los modelos de desarrollo planteadosy las potencialidades de la región.

Tratándose de una propuesta de larga duración que no ha po-dido consolidarse, es oportuno revisar los aportes de cada uno de losprincipales momentos de constitución de la región, para orientarnos conmayor acierto, en este nuevo momento de debate. Ponemos a conside-ración, cuatro momentos clave en los que se debatió el tema regional:(i) la experiencia de los pueblos ancestrales antes de la venida de losincas; (ii) la construcción de la Gobernación de Yaguarzongo en la colo-nia temprana; (iii) la construcción de la Loja Federal en los albores de laRepública; y (iv) la construcción de PREDESUR en la época actual. De

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sus experiencias buscamos extraer las principales lecciones para el pre-sente. Iniciemos, sin embargo esta discusión, con una breve discusiónde la región en la tradición académica ecuatoriana y por un recorrido avuelo de pájaro por el ambiente lojano.

LA REGION EN EL DEBATE

Los trabajos de investigación realizados en el Ecuador, coinciden en se-ñalar que las regiones son claramente visibles en la segunda mitad delsiglo XVIII, como consecuencia de la crisis producida en la economíaobrajera que articulaba a la Audiencia de Quito, que combinada con elimpacto de las reformas borbónicas y las políticas de libre comercio, di-versificaron al espacio en varios conjuntos económico sociales (la costa,la sierra centro-norte y la sierra sur), que mostraban esferas de circula-ción propias, sistemas de dominación regionales, ideologías político-re-ligiosas específicas y claras diferencias jurídico-administrativas, cuyapresencia y acción fue determinante, en las negociaciones producidasentre estas regiones en el proceso de construcción del estado ecuatorianoa partir de 1830 (Maiguashca, et.all, 1994). Según esta tradición teórica,estas negociaciones culminaron un siglo después, cuando en el procesode modernización producido a partir de la revolución liberal, las regio-nes habrían inscrito en el propio estado sus características, es decir, ha-brían creado un estado unitario, que sin embargo incorporó una seriede características demandas por la elites regionales y locales (Maiguas-hca, 1995)

Con el modelo de industrialización por substitución de impor-taciones, aplicado entre 1960 y 1980, que se dinamizó con la exportaciónpetrolera, el estado logró una mayor centralidad y avanzó significativa-mente la integración material y subjetiva del Ecuador, creando un nuevobalance entre gobierno central y regiones. Sin embargo, este balance re-trocedió con la aplicación de las políticas de ajuste neoliberales que res-taron centralidad al estado, resurgiendo la cuestión regional, como unproblema de descentralización “a la carta”, es decir, deseable y posiblepara las provincias más prósperas, mientras se profundizaba la inequi-dad territorial entre el eje centralista Quito-Guayaquil, y una periferiapostergada.

Con la Constitución de Montecristi del 2008, el problema regio-nal adquirió un nuevo significado: se busca construir gobiernos inter-

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medios relativamente homogéneos, que rearticulen a las provincias, conagendas de desarrollo consensuadas y estatutos particulares aprobadosen consultas populares. Este proceso ha sido encomendado a las prefec-turas provinciales, bajo la orientación técnica del SENPLADES.

La idea de construcción de regiones, aunque aparece como unproblema de racionalidad administrativa del estado y como una bús-queda de equidad territorial, es un problema mucho más complejo. Setrata de evaluar si esas posibles regiones tienen capacidades para asegu-rar la reproducción económica y social de sus habitantes de manera re-lativamente autónoma, se trata de analizar sus complementariedadespara construir un conjunto económico próspero, pero sobre todo, exami-nar si existe entre sus actores la voluntad subjetiva de ser región, esto es,si el espacio tiene suficiente identidad histórica que los lleve a sus habi-tantes a reconocerse como parte de una región, tema curiosamente au-sente en el debate. En este punto, la construcción de identidades regio-nales, es un tema que rebasa ampliamente a la historia reciente, nos plan-tea reconocer la memoria larga de los pueblos, es decir, la búsqueda deenfoques que al renovar la tradición académica, nos permita comprendermejor estos procesos. La región de la Frontera Sur, nos ofrece grandesposibilidades para ensayar una interpretación de esta naturaleza.

La originalidad del ambiente

El mito dice que lo intentó mil veces, pero no podía. Se revolcó enHuato1 desnudo, con ropa, a media tarde, a media noche, lanzó mil con-juros, ofreció su espíritu a los cerros y a los dioses, para convertirse enangapila2 y volar por los cielos, tal como lo hacían, según su tía, los bru-jos de Huato, pero nada, el pequeño Cango, no podía alcanzar la dichade volar como los pájaros. Solo quería mirar desde el cielo al valle, a laagreste geografía que se ocultaba entre lomas, recorrer los cerros, lashuecadas, las pequeñas pampadas de ese ambiente enigmático, distinto,original.

Fue un día en el que la luna nueva amaneció despierta, muy porla mañana, cuando subió al cerro Pisaca para otear desde lo alto laenorme inmensidad a la que había llegado. De pronto, un olorcito a mor-tecina le advirtió la presencia de un animal muerto. Despacio se asomó

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1 Sitio cercano a Catacocha, conocido porque existían muchos poderosos yachags (shamanes)2 Gallinazo de cabeza roja

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a la cima, con la cautela de un puma al acecho. Allí estaba tendida unaenorme guatusa, despernancada y dolorosamente muerta. Se detuvo aunos pasos, algo se movía dentro de la panza inflada como una calabaza.¿Será que un guatusito tierno está vivo se preguntó incrédulo? Despacioreptó como un guazo3 con la esperanza en las manos, en la piel y en losatentos ojos. No era el huatusito, eran dos patas de algún animal, tal vezde un güishco4, no, eran demasiado grandes para ser güishco se corrigió,parece un cóndor que se está comiendo por dentro a la guatusa. No lopensó dos veces, se acercó con el sigilo infinito aprendido a los perrosde caza, y de un salto final se asió a esas dos patas poderosas. El animalse revolvió con una fuerza descomunal, pero Cango se mantuvo atena-zado como bejuco al árbol que le da la vida. Las potentes sacudidas delave no lograron desprenderlo, cuando de pronto, sin que logre pensarnada, el ave emprendía el pesado vuelo, llevándolo en vilo: estoy vo-lando se repitió diez veces, como los brujos de Huato, como el taita Qui-chimbo, mientras el negro cóndor de cabeza roja y cresta altiva seelevaba raudo por los cielos de esa geografía para él desconocida.

Se relajó un poco y comenzó a disfrutar el paisaje. Desde lo altovio a la cordillera que se dirigía al mar; al suelo encabritado que se pa-recía a una chirimoya de mil tetas; al bosque seco que hacia el sur se vol-vía un desierto; pudo mirar al mismo tiempo al mar y a la selva elevadocomo estaba por encima de esos picachos bajos; vio la tierra rojiza, arci-llosa y antigua; a los ríos profundos y a los pequeños nichos fértiles,hasta que el ave, agotada bajó lenta para depositarlo suave cerca delcerro Ahuaca.

Años después, cuando Cango tuvo tiempo y conocimientospara recorrer palmo a palmo esa geografía accidentada y bautizarla conunos nombres que fueron cambiando de época en época, entre todas lasvoces que hemos habitado en esta sorprendente geografía, fue posibledescribirla con mayor propiedad

Después de pasar el nudo del Azuay, las cordilleras se achicanhasta llegar a Cajamarca, creando una región muy original, en la que noexisten grandes elevaciones coronadas de glaciares como en el resto delconjunto andino. Las grandes elevaciones andinas con glaciares perma-nentes, se recuperan otra vez, al pasar al sur de Cajamarca.

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3 Culebra no venenosa4 Gallinazo

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En esta región el patrón de hoyas de los andes norteños, quecomo una especie de celdas en escalera marcan el territorio, cambianabruptamente: la cordillera occidental pierde su patrón longitudinal pa-ralelo al Pacífico, para convertirse en estribaciones andinas que se diri-gen transversalmente con dirección al mar, creando un patrón de hoyasdistinto: son hoyas transversales, estrechas y profundas, con una oro-grafía muy irregular. Esta fragmentación del espacio es atribuida a lallamada “transversal de Huancabamba”.

El espacio regional es internamente complejo, presenta “cam-bios y continuidades, transiciones y rupturas, diferenciación y homoge-nización”5. Son especialmente importantes tres transiciones: la primera,entre la Región de Páramo y la Región de Puna; la segunda, entre el Li-toral Húmedo estrecho y el Litoral Desértico Ancho; y la tercera, desdela costa baja a la cordillera alta en el oriente.

Los Andes Bajos se encuentran justo en la transición de la in-fluencia de estos fenómenos, de manera que las lluvias normales se al-ternan con niños y sequías. Más aún, los mismos tiempos “normales”se caracterizan por una gran inestabilidad al inicio y al fin de la tempo-rada de lluvias, razón por la cual, la región es un espacio de “gran ines-tabilidad climática”6. Esta diversidad e inestabilidad de climas, secom plica aún más por la orografía, la cubierta vegetal existente en losdi versos sitios y últimamente por el impacto del calentamiento global,cuyos cambios resultan todavía difíciles de evaluar.

Las características geográficas de los andes bajos (baja altura ycordillera occidental convertida en estribaciones transversales) y lasmúltiples transiciones de norte a sur y de este a oeste, crean una regiónmuy original, única y distinta en el conjunto andino. Los pisos ecológi-cos se combinan con nichos ecológicos, especialmente cuando hay hu-medad, creando una variedad sorprendente: los Andes Bajos, es enrealidad un espacio de nichos ecológicos.

Por la baja altura de los andes, la región no tiene heladas y lasgranizadas son mínimas. Estos eventos son temidos por los agricultoresde puna o de páramo por las grandes destrucciones que provocan enlos cultivos, cuestión que no inquieta a los habitantes de los AndesBajos7. En cambio, una desventaja importante es que, por la baja altura

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5 Deler, 1991:2816 Ver por ejemplo, Aldana, Susana y Alejandro Diez, “Balsillas, piajenos y algodón, CIPCA, 20047 Los habitantes de la puna han utilizado las continuas heladas para deshidratación de carne y

tubérculos.

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de los andes, la región no tiene glaciares en las cumbres de las montañas,que en los andes de puna y páramo representan importantes fuentes deagua de altura, de cuyos deshielos e infiltraciones nacen numerosas que-bradas y vertientes. En compensación, la región no tiene volcanes acti-vos, de manera que la actividad volcánica reciente no ha sido deter-minante en la disposición de los asentamientos, como, por ejemplo, esposible observarlo en la sierra centro-norte del Ecuador. Sin embargo,la ausencia de volcanes ha privado a la zona de cenizas volcánicas (can-gahua): los suelos de la región son antiguos y en general erosionados ypoco fértiles, a excepción de pequeños nichos aluviales.

Cabe destacar que entre Oña y Huancabamba, por el cambio dedirección del ramal occidental que se desvía hacia el occidente, se formauna “deflexión transversal” rica en minerales, especialmente oro, quese ha trabajado desde la época aborigen y que constituye una de las po-tencialidades de la región8. Pero más que ello, lo más significativo de lazona, es la presencia de una enorme biodiversidad, así como la existen-cia de un importante grupo de plantas y animales endémicos, únicos deestos ecosistemas de “bosque seco”, “bosques de neblina” y cordillerasbajas.

La primera idea de región: la región “protoshuar”

En este primer proceso de construcción de una región transversal desdeel piedemonte de la selva hasta el Pacífico, participaron los antiguospueblos llamados pacamoros, paltas xiroa, paltas serranos (garrocham-bas-paltas, malacatos, calvas y chaparra), guayacundos y yaznes. Es unproceso lejano e invisibilizado como los cerros de nuestra geografía delos Andes Bajos.

Estos pueblos lograron construir entre los años 500 y 1450 denuestra era, una área cultural transversal, que algunos la conocen como“área jibaroana”9, o mejor denominada “región protoshuar”, caracteri-zada por un continuum étnico, cultural y lingüístico entre los pueblosparticipantes. Todos estos pueblos se entendían en su idioma y teníanrasgos culturales similares. Ellos crearon señoríos étnicos, es decir, cons-

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8 Por ejemplo las minas de “Portovelo, Zaruma, Minas Nuevas”, “Ponce Enríquez, San Ge-rardo”, “Los Linderos, Río Playas”, “Nambija, Guayzimi, Sultana del Cóndor”, “Chinapintza,El Hito, Bellavista, para mencionar algunas.

9 Renard-Casevitz, Saignes y Taylor, 1988

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truyeron sociedades relativamente centralizadas, aunque tenían un ha-bitat disperso por las características de los andes bajos, basadas en la re-ciprocidad y la redistribución.

Manejaron varios pisos ecológicos en esta geografía particular-mente arrugada. Tenían un habitat de altura y de zonas templadas, dis-tinta a la de los asentamientos anteriores del período de DesarrolloRegional que prefirieron las zonas bajas. Participaron de activos inter-cambios, que les permitió crear elementos culturales comunes. Llegaronincluso a crear una confederación más o menos consistente para defen-der el territorio con oportunidad de la conquista incaica. Todavía volvióa funcionar su confederación para resistir a los españoles hasta el apre-samiento de Chunga-Acaro en 1555, que constituyó la resistencia máslarga de los indios en la sierra10.

De esta primer experiencia, podemos extraer tres grandes lec-ciones: (i) se trató de un proyecto o utopía societal, en la que no es po-sible identificar “pensadores”, pero en cambio, es muy visible la inten-cionalidad de crear una “identidad” transversal desde el piedemonteamazónico hasta el Pacífico; (ii) no hubo un poder central que organi-zara el espacio, se trató de una iniciativa de numerosos y diversos gru-pos, que incluso tenían desarrollos diferenciados; y (iii) se construyó deun ancestro jibaroano común y en medio de intercambios fluidos entrelos grupos familiares, que cristalizó en el enfrentamiento con el otro, eneste caso, los pueblos surandinos y los cañaris. Es decir, el origen de lautopía de la construcción de una región transversal de los Andes Bajos,no corresponde a Salinas de Loyola, como varios pensadores actualeshan sostenido, corresponde a la iniciativa de los pueblos ancestrales, alos paltas, guayacuntus, tallanes y yaznes que estuvieron antes que losincas.

La conquista incaica rompió la idea de la construcción de un es-pacio transversal en los Andes Bajos. La zona fue adscrita a una macro-región gobernada desde Tumipamba, que según algunos informantesindígenas, iba desde Mocha cerca de Ambato, en el norte, hasta Yana-mayo (cerca de Cajamarca) en el sur11. En este ordenamiento incaico, lospueblos amazónicos fueron excluidos y la región fue supeditada a unpoder externo al espacio.

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10 Caillavet, Chantal, 1985; 1988.11 Oberem, 1976

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La región en la época de esplendor colonial

Producida la invasión colonial, un importante grupo de poder local, li-derado por juan de Salinas, su cuñado Alderete y los Vaca de Castroemprendieron la idea de construir una región transversal en los AndesBajos, mejor conocida en la literatura como la Gobernación de Yaguar-zongo12. Se trataba de un proyecto que buscaba unir en esa gobernacióna cuatro jurisdicciones coloniales: Loja, Zamora, Piura y jaén, vale decir,a una vasta región que iba desde el Amazonas hasta el Pacífico13.

La propuesta era bastante ambiciosa y seductora. Buscaban laarticulación de un Puerto (Paita), una zona agrícola/ganadera (Loja yPiura) y una zona minera (Zamora, Zaruma y jaén), siguiendo el patrónideal de la colonia temprana. Con ello, intentaban crear una zona fuerte-mente autosuficiente, puesto que, contaría con la producción de su pro-pia mercancía dinero, el oro de las minas, para lograr la articulacióneconómica de la zona; tendría una zona de producción de la base alimen-ticia necesaria para abastecer a la fuerza de trabajo que demandaba la re-gión y un puerto de entrada y salida para la circulación de mercancías.

Sin embargo, a pesar de su irreprochable lógica económica, lapropuesta no resultó viable: ¿Por qué? Varias razones conspiraron contrael proyecto.

La idea fue bloqueada por Lima y Quito. Atentaba a la políticade construcción del “espacio colonial peruano”14, que tenía su centro enPotosí (producción de plata que fungía como mercancía-dinero) y arti-culaba al resto de regiones, proyecto ampliamente respaldado por el Vi-rrey Toledo y las poderosas elites de Quito y Lima. No fue suficiente eldinero que movió Salinas, que conociendo el lenguaje de la Corona,buscó virtualmente “comprar” la aceptación del Rey. Salinas a pesar decontar con influencia en la Corte y de haber llevado al Rey una lágrimadel sol (un pedazo de oro de 16 libras), no logró mantener la integridadde la Gobernación de Yaguarzongo. Su presión a la Audiencia de Quitoporque se mantenga la Gobernación, terminó por poner en la cárcel alpropio Salinas y marginar la Gobernación a la selva. Incluso debió com-prar su libertad a los poderes coloniales.

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12 jaramillo, Alvarado, Pio: 195513 Salinas de Loyola, juan: 158214 Assadouriam, Sempat, 1982

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Pero no solo tuvo que enfrentar a las poderosas elites de Quitoy Lima. Su propuesta fue resistida de manera radical por los pueblosshuar: las grandes rebeliones de 1599 y 1635 pusieron en jaque al pro-yecto. La minería y transporte de mercancías se sustentaba en una brutalexplotación de los indios, sobre una sociedad no acostumbrada a pagartributos, ni a reconocer a una autoridad permanente. Salinas no era unaperita en dulce. Sustentaba su proyecto en una mano de hierro. Pero erauna empresa imposible. Ello remarcó la frontera con los jíbaros. Se con-sideró a los jíbaros como la alteridad total. No lograron comprender su“insolente anarquía”, su “situación de guerra intestina”, la “dispersiónque los caracterizaba”, su “irreligiosidad”, la resistencia pertinaz a la ci-vilización cristiana y occidental, los consideraron una sociedad extraña,de rasgos culturales incomprensibles15. Entonces, pasaron de la bús-queda de la integración al enfrentamiento y la liquidación. Los shuar sedieron modos para virar la tortilla. En su terreno fueron imbatibles, ter-minando por expulsar a los codiciosos españoles.

junto a la resistencia jíbara, había otro factor sustantivo: la au-sencia de caminos a la zona minera, la falta de mano de obra y el enormedescenso poblacional en la sierra, producto de la combinación de la mo-vilización de mitayos a las minas de Zaruma, Zamora, pestes y demásimposiciones coloniales, en una región ya devastada por las guerras con-tra los incas y las represiones de Atau Walpa sobre los pro-wascaristaspaltas, relatadas por Betanzos16.

De este proceso de construcción de la región que tuvo pensado-res y protagonistas de la elite local española, en la época de oro de Loja,es posible extraer cinco lecciones: (i) es notable la búsqueda por la auto-suficiencia de la región, cuestión que Salinas mostró que era posible; (ii)impresiona también la escasa posibilidad de negociar con Quito y Lima,los poderes centrales, que al ver amenazado su proyecto, no dudaronni un solo momento en colapsarlo; (iii) resulta bastante significativa elfracaso de la táctica de apelar al Rey y al soborno, como forma de legi-timar el Proyecto; (iv) el modelo tenía su parte inviable: era genocidacon los shuar e incluso con los paltas serranos, era un proyecto extrac-tivista de gran impacto ambiental y muy azaroso al basarse en la even-tualidad de encontrar las betas de oro, factores, todos ellos, quepro vocaron su inviabilidad interna; y (v) el modelo era concentrador y

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15 Taylor, 198316 Betanzos, 1987

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excluyente, se basaba solamente en las elites locales, lo cual no permitíaganar legitimidad social, por tanto era insostenible.

La breve experiencia de Loja Federal

Loja comenzó el siglo XIX encerrada en sí misma. Creció su fractura conPiura, declinó su exportación de cascarilla y la pequeña producción au-rífera de Zaruma no lograba dinamizar a la región. Su elite se batía entrelas ideas de antiguo régimen, un brutal inmovilismo y la construcciónde imaginarios imposibles. Hasta su educación se había deteriorado.Después de la expulsión de los jesuitas en 1767, los terratenientes entra-ron en una ardua disputa de los bienes de esa orden que financiaba a laeducación: los hacendados privilegiaron sus intereses inmediatos de-jando en la ignorancia a toda una generación. El taita Marcelino Carriónera el único que bregaba en su escuelita mal pagada por alfabetizar auna elite sumida en la ignorancia. Fue la época oscura de Loja.

En medio de esa crisis, la elite lojana inició una intensa bús-queda de mercados para su antigua producción de vacunos, mulares yderivados de caña17. La salida al puerto de Paita, Puerto Bolívar o Gua-yaquil se convirtió en un objetivo acariciado y redentor. Se propuso unaserie de proyectos. Muchos de ellos fueron de iniciativa de viajeros ycientíficos que al visitar a la región la encontraron encerrada y empo-brecida. Caldas en 1810 sugirió la salida al mar por una vía que debíaseguir al río Catamayo hasta Paita. Se inició su construcción, pero ellaresultó imposible: la abrupta geografía y la falta de recursos mataron laidea.

Durante la independencia los lojanos realizaron importantescontribuciones para buscar una mayor visibilidad y peso en el nuevorégimen, sin embargo, el nuevo poder fue negociado principalmentepor las tres regiones: Quito, Guayaquil y Cuenca. En 1826 Loja buscónegociar con la Gran Colombia una intendencia y un obispado, comofórmula para salir de su estancamiento. Su diputado el Dr. josé Félix deValdivieso no logró conseguirlo18. Recibió el mandato del Municipiolocal de pertenecer a Guayaquil, pero no se dio la Convención. Lojaquedó incluida en el Departamento de Cuenca. Ello solo terminó agra-vando el conflicto con Cuenca, que apareció como la culpable de las li-

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17 Palomeque, Silvia, 1994.18 jaramillo, Alvarado Pio, 1955.

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mitaciones internas: Cuenca era vista como competidora en la recolec-ción y la exportación de cascarilla; como beneficiaria del intenso acarretode algodón en la que participaban los arrieros lojanos; como beneficiariade los excedentes que por la vía del comercio de sombreros, bayetas yotros artículos llegaban desde esa ciudad a Loja; y como la encarnacióndel centralismo (política, de la justicia y la administración religiosa) quediscriminaba a la provincia.

La construcción de la vía al mar como salida a la crisis era dis-cutible, porque el verdadero problema era el inmovilismo de la antiguahacienda manejada por gamonales tradicionales y dispendiosos radica-dos en la ciudad. Una vía, si no existe una base productiva sólida paraexportar, solo es una vía de escape, de tránsito, pero siempre de salida.La elite de Loja, mostró no tener ideas para resolver la crisis, ni capaci-dad para negociarlas. Loja, a pesar de su importancia geopolítica en elacceso al Amazonas, no concitó la atención nacional, de ese estado cen-tral disputado por caudillos y acosado siempre por la anarquía, la irres-ponsabilidad, la dilapidación de los fondos públicos y una desastrosaconducción nacional.

En 1859 se produjo una crisis nacional que desarticuló a las re-giones de Quito, Guayaquil y Cuenca, sobre cuyo acuerdo se manteníala unidad nacional. El bloqueo y ocupación peruana al litoral ecuato-riano por el General Castilla y la firma del tratado de Mapasingue pre-cipitaron la fragmentación regional. En medio de esa crisis de lospoderes regionales, la asamblea de padres de familia de Loja planteó laautonomía de la provincia a través de un Gobierno Federal el 18 de sep-tiembre de 1859, nombrando como jefe Civil y Militar al señor ManuelCarrión Pinzado. Ello era un resultado que se veía venir desde el iniciodel siglo, cuando la elite consideraba que una mayor autonomía le per-mitiría su crecimiento. En esta ocasión, una asamblea popular integradapor personas de todas las clases, decidió apoyar al sistema federal pro-puesto por la elite y el 22 de septiembre fue respaldado por los cantonesde Cariamanga y Saraguro, con lo que ganó en legitimidad, para con-vertirse en una decisión histórica de las fuerzas representativas de laprovincia19

La creación del Gobierno Provincial Federal le permitió a Lojavarios avances, al punto que muchos consideran a este evento como la

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19 Ibid: 350.

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“verdadera independencia de Loja”. Le posibilitó negociar su separa-ción como provincia de Cuenca, hecho que si bien se lo reconocía desde1832, sin embargo, se consolidó en la Constitución de 1861. Con la cre-ación del Gobierno Federal, Loja propuso una nueva división jurídi-co/política: creó el cantón jambelí (junto a los de Loja, Calvas, Paltas yZaruma). Por fin tenía un puerto propio (el cantón jambelí). Se retornabaal viejo anhelo de Salinas de unir un puerto, una zona agropecuaria y lamercancía dinero (el oro de Zaruma). También logró consolidar sus ins-tituciones: el Tribunal Superior de justicia para juzgar las causas de se-gunda instancia desconcentrando esa función que antes residía en Cuen-ca; la consolidación del aparato educativo, con el fortalecimiento del co-legio de San Bernardo y el particular de “La Unión”; y la creación de lascátedras de jurisprudencia, Medicina y Teología, cuestión que le permi-tió formar un conjunto de generaciones instruidas que le dieron unpapel destacado en las letras, la religión y el derecho; y la creación delObispado en Loja negociado con la Iglesia20.

Sin embargo, la efímera existencia de Loja Federal y su recono-cimiento como provincia, no fueron suficientes para construir verdade-ramente la región, más allá de resucitar la idea. Tres limitaciones tuvoesta iniciativa, que nos sirven de lecciones para el presente: (i) se tratabade una propuesta de las elites urbanas de Loja, que no lograron, ni tra-bajaron por incorporar a las pequeñas dirigencias cantonales; (ii) la au-tonomía provincial no era suficiente, había que buscar una propuestaproductiva que redinamice la zona, cuestión en la que la anquilosadaclase terrateniente lojana, no tuvo iniciativas importantes; y (iii) no tu-vieron la capacidad de negociar con el Gobierno Central recursos parainstalar la infraestructura vial que se requería. Terminaron privilegiandosu articulación formal con Guayaquil: pusieron la carreta por delantede los burros. Tampoco se sabe que las elites lojanas hayan puesto unsolo peso para construir nada.

A decir verdad, por más de un siglo, Loja nunca logró negociarlas vías, a pesar de que buena parte de sus elites militaron en el “libera-lismo de las luces” que les había ofrecido la modernización. Fueron par-ticularmente impresionantes los combates entre liberales y conservadores. Uno de ellos, la entrada de Vega, el 29 de julio de 1895, tuvo un mar-cado tinte de enfrentamiento entre Loja y Cuenca. Sin embargo, no lo-

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20 Ibid: 319-338.

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graron ni un peso para integrarse al Ecuador. Presionaron por el ferro-carril, pero no lo consiguieron. Todavía en 1923, 44 lojanos ilustres, lamayoría liberales soñaban con una línea de ferrocarril desde Puerto Bo-lívar-Zaruma y Loja.

La imposibilidad de construir las anheladas vías desde Loja pro-vocó la orientación de Zaruma a Guayaquil, justo en pleno momento dereactivación minera. La formación de la nueva provincia de El Oro dejóen la faz de los soñadores una marcada frustración interna. Una vez más,Loja se fracturaba, justo después de que había alcanzado la tan soñadasalida al mar.

Los cantones se sintieron traicionados y distantes de la elite ur-bana de Loja, hasta que en 1931 pensaron en formar una provincia dechazos, distinta a la de los alcanfores lojanos. La ocupación peruana de1941 puso en descubierto las frustraciones: Loja estaba mortalmentemarginada del contexto nacional.

La infructuosa acción de PREDESUR

La publicación de la Historia de Loja y su provincia de Pío jaramillomarcó una inflexión en el pensamiento lojano. Su libro planteó una re-lectura de Loja. Al reflexionar sobre la Gobernación de Yaguarzongo ysobre el Gobierno Federal de 1859 destacó la presencia de Loja en laAmazonia, perdida con el protocolo de Río de janeiro de 1941. Nos ad-vierte que “otro sería el destino de Loja” si estos proyectos habrían te-nido oportunidad. Con angustia pregunta ¿Qué habría pasado, si elproceso de creación de la región de Yaguarzongo y el proceso de Go-bierno Federal se habría desarrollado? Hipotetiza que no se habría per-dido la región amazónica y que Loja se habría desarrollado más ace le- ra damente. En verdad el pensamiento de jaramillo es nítido en su pro-puesta, sin embargo está fuertemente atrapado en el conflicto nacionalque marcó a toda esa generación21.

La propuesta de jaramillo sentó las bases conceptuales de unalectura que la realizarán más tarde diversos intelectuales y políticos deLoja. Ello permitió el surgimiento de la idea de crear la “Frontera Aus-tral” o “Región Sur” en el ideario actual, integrando a las provincias deLoja, Zamora y El Oro. Este imaginario se produjo en medio del proceso

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21 jaramillo, Alvarado Pio, 1955.

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de modernización que provocó el boom petrolero. En ese momento elEstado se redefinía: se producía una negociación entre regiones y el go-bierno central. Las regiones abandonaban todo tipo de federalismo, peroel estado se acomodaba a las regiones. De esta manera, incluso los or-ganismos de planificación nacional, adquirían un carácter regional:CREA, CEDEGE, luego PREDESUR. La modernización parecía posible.La creación de organismos regionales tenía por objeto crear el brazo eje-cutor del desarrollo largamente esperado.

El Estado con la creación de PREDESUR22 reconocía en los he-chos la existencia de una Región Sur, distinta a la Austral, a pesar detoda la historiografía nacional y la posición de la elite cuencana y delcentralismo quiteño, que siempre habían considerado que no existía unaRegión Sur, sino una Región Austral comandada desde Cuenca.

Sin embargo, la propuesta tuvo escasa efectividad: la sequíaafectó hasta el colapso a las bases productivas y provocó migraciones ydescapitalización. Llegamos a un momento impresionante en que lazona no podía reproducir su fuerza de trabajo, justo cuando se estabacreando PREDESUR, cuando se estaba concretando la utopía de región,la gente salía. Parecía que la historia se portaba cruel con la utopía su-reña. Se profundizó la atomización regional y la orientación productiva,especialmente de El Oro, que encontró en el banano una actividad quele dio gran empuje y le permitió mirar hacia afuera y no hacia Loja. Lapropuesta regional manejada por PREDESUR fue burocrática, muchasveces populista, no fue planteada a las sociedades, ni a los pueblos, ca-reció de imaginación, muchos la hicieron solo una trinchera para pro-yectarse como candidatos locales. Los planteamientos fueron erráticos,se gastaron mal los pocos recursos logrados; la región se convirtió en undiscurso que no prosperaba en ningún lado, ni siquiera en Loja, menosen Zamora o El Oro. Esta última, sobre todo, generó su propio discursode autonomía, pensando más hacia el mar, que hacia su interior. Lossueños se volvieron diversos, como sus gentes.

En síntesis, las lecciones son contundentes: (i) fue una propuestacentralizada en personajes y no en procesos societales; (ii) no logró es-tablecer espacios para debatir las diversas iniciativas (desde las comu-nales, de organizaciones, parroquias, cantones, provincias y cuencas,pueblos y nacionalidades), ellas no se articularon con el proyecto de

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22 PREDESUR, 2004.

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construcción de región; (iii) estaba fuertemente marcada por el pasado,es decir por la lectura de la región en medio del nacionalismo posteriora la derrota frente al Perú de 1941; (iv) tenía muchos visos de autorita-rismo por el liderazgo casi personal del Chato Castillo; (v) no tomó encuenta un proceso societal que construyeron los saraguros que poco apoco se habían adentrado por Yacuambi y Nagaritza hasta crear un pe-queño corredor entre la sierra y la amazonía.

Sin embargo la idea no murió. Tenía demasiada historia. Lafirma de la paz y el reciente proceso de creación de las regiones plante-ado por la Nueva Constitución y la existencia de un discurso previo deregión, crean nuevas condiciones para que la propuesta vuelva a la pa-lestra. Otra vez Loja apuesta a la construcción de esa región esquiva,como fórmula de desarrollo

FINAL

La propuesta vuelve acompañada con numerosos desafíos y de varioscambios que requieren un nuevo tratamiento:

La intención geopolítica de marcar una frontera con el Perú,cambió de horizonte con la firma del tratado de paz de 1998. Hoy setrata de crear y fomentar una cultura de paz entre los pueblos, lo cualabre posibilidades a una relectura y revaluación de las relaciones del es-pacio lojano con el norte del Perú: la región debe ser pensada en su re-lación íntima y permanente con el norte del Perú, es decir desde lanueva óptica de crear fronteras de paz que unan a los pueblos, y nocomo frontera que las divida23.

Es necesario realizar una evaluación crítica del camino andado.Hay que reconocer sin ocultamiento que la construcción de la región surcon las provincias de Loja, Zamora y El Oro, no ha evolucionado comose esperaba, no es una realidad dada, ni ha sido posible consolidarla: esuna hipótesis posible que debe ser trabajada, que debe absolver sin te-mores y ocultamientos los problemas y cuestionamientos de sus actores.Debemos contestarnos con absoluta honestidad: ¿Por qué una parte im-portante de orenses no ven ventajas económicas de formar una regióncon Loja y Zamora Chinchipe, prefiriendo relaciones con Cuenca o Gua-yaquil? ¿Por qué los zamoranos tienen una actitud dubitativa entre una

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23 Hocquenghem, Ann Marie, 1998.

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relación con la denominada “Región Amazónica” o participar de lafranja transversal que propone la Región Sur? ¿Por qué los shuar, cuyasprincipales poblaciones se distribuyen entre Morona Santiago y ZamoraChinchipe, y que podrían quedar escindidas en dos regiones, no mues-tran ningún entusiasmo frente a la regionalización que se propone?¿Puede encontrarse soluciones más creativas y menos territorialistas,que permitan convivir diversas iniciativas y relaciones? ¿Por qué noponer sobre la mesa la posibilidad de construir una región con diversasrelaciones dependiendo del tema en debate?

Requerimos de manera urgente repensar la propuesta de de sa -rrollo para Loja. Las ideas construidas hasta el momento son muy dis-cutibles. Se continúa solamente pensando en las vías para unir al puertocon la amazonía, sin evaluar el impacto ecológico que este tipo de in-fraestructura puede crear. Se plantea continuar apostando a la mineríasin evaluar el escaso aporte que ha dado a la región durante los cientosde años que se ha practicado, que mas bien han significado un impactobrutal a sus ríos. La única idea novedosa es la producción de energíaaprovechando fuentes alternativas, pero en cambio, hace falta idear unmodelo de desarrollo sustentable que valorice los pequeños nichos eco-lógicos de la región, hace falta una poderosa reflexión actualizada y par-ticipativa que integre a todos los actores regionales, hace falta nuevasalianzas, una nueva clase política, un nuevo empresariado, nuevos em-prendedores y emprendimientos, relaciones creativas y múltiples conZamora, El Oro, el Norte del Perú, Azuay y Guayaquil; un acuerdo so-cial de inclusión interno, nuevas formas de gestión para innovar las pe-sadas e ineficientes formas de manejar los gobiernos seccionales, hacefalta y con urgencia crear un gobierno provincial verdadero y negocia-ciones más audaces con los estados nacionales del Ecuador y el Perú,de no ser así “solo el Zamora con Loja llorará”.

BIBLIOGRAFIA

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BIENVENIDA AL DOCTOR JOAQUÍN GÓMEZ DE LA TORREBARBA COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

Padre Dr. Jorge Villalba Freile S.J.

Es muy grato para mí tener la oportunidad de dar la bienvenidaa la Academia Nacional de Historia al Dr. joaquín Gómez de la TorreBarba, pues a él me ha unido una prolongada amistad y relaciones en elcampo de la historia nacional, desde la época de su temprana juventud.

En efecto, obtenido el bachillerato en el Colegio San Gabrieldonde recibió mis clases de historia universal, ingresó a la UniversidadCatólica, en el aDepartamento de Historia y Geografía, de la Facultadde Ciencias de la Educación, en 1971. Era yo entonces Profesor de His-toria en ese Departamento; y compartimos el trabajo de investigaciónacadémica y de excursiones a lugares históricos.

Luego de representar a sus compañeros como Presidente de laAsociación Escuela de Pedagogía, obtuvo con brillantez la LICENCIA-TURA EN CIENCIAS DE LA EDUCACION, en la Especialidad de His-toria y Geografía.

Quiso perfeccionar sus conocimientos, en cursos especializados: Previamente estudió prepolitécnico y primer curso en la Escuela

Politécnica Nacional. Posteriormente en el CEPEIGE.(Centro Panamericano de Estu-

dios e Investigaciones Geográficas), el IV Curso Internacional de Geo-grafía Aplicada, en 1976.

Luego en la ESPE (Escuela Politécnica del Ejército), siguió uncurso de Geografía de Población en 1980.

El 11 de noviembre de 1988 culminó sus estudios del doctoradocuando en sesión solemne y como Presidente de la primera promocióndel doctorado en Historia del Ecuador de la Universidad Central, pro-nunció un discurso en el momento de su incorporación con los otrosegresados. Este doctorado tuvo el apoyo de la Academia Nacional deHistoria y de su Director el Dr. jorge Salvador Lara.

En la junta de Defensa del Artesano, obtuvo el título de “Ima-ginero de la República” en 1991.

Por fin, en la Universidad Central, luego de llenar los requisitos

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debidos, y obtener la aprobación de la Tesis: INFLUjO ABORIGEN ENLA ESCUELA QUITEÑA DE ARTE, fue honrado con el título de DOC-TOR EN HISTORIA DEL ECUADOR, en 1999.

Fue catedrático de Historia, Geografía y Cívica de la Escuela Su-perior Militar Eloy Alfaro, Colegio Militar Eloy Alfaro y Colegio Técnicodel Ejército de 1974 a 1999. Profesor de Historia Militar en la ESMIL. en2007 –2008.

Se ha desempeñado como encargado de museos, laboratorio yTemplete de los Héroes del COMIL., es autor de la restauración y am-pliación del Parque Geodésico del Centro Cultural del COMIL. dondepodemos apreciar su trabajo para el rescate y puesta en valor de los mé-todos para medir el tiempo por los indígenas, cuando construyó la Pi-rámide del Sol, los Intihuatanas y otros elementos geodésicos.

Es miembro del IECH. Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispá-nica, de la SEACC. Sociedad Ecuatoriana de Amigos de la Ciencia y laCultura de la cual es Secretario, de la SAG. Sociedad de Amigos de laGenealogía de la que es uno de sus fundadores y Director del Centro deReproducciones del Arte Ecuatoriano.

Como hemos podido ver, sus aficiones académicas y estudioscomprenden la Historia Nacional, la Geografía, y también las manifes-taciones artísticas del país.

Nuestro recipiendario tuvo la fortuna y la rara oportunidad derelacionarse y aun incorporarse a la Historia Nacional, por haber nacidoy vivido por 30 años en la casa que perteneció al Mariscal Antonio joséde Sucre, la denominada Casa Azul, en el centro de la ciudad, en la es-quina de las calles Venezuela y Sucre.

Y el Dr. joaquín es testigo de como su abuelita la Sra. Alejan-drina Cabezas de Barba y su madre Doña Carmela Barba de Gómez dela Torre salvaron la Casa Azul, cuando se negaron a venderla al conocidobanquero Luis Napoleón Dillón para que sea derrocada y levantado allíel edificio del Banco Central del Ecuador, que hoy ocupa el local de lascalles García Moreno y Sucre.

Posteriormente pudo ver la donación completa de los mueblesde la sala de Sucre, por parte de Doña Carmelita, para formar un museoen honor del Gran Mariscal de Ayacucho. Museo que lo dirigió despuésuno de los héroes de la guerra de 1941 con el Perú, el General GonzaloOrellana Barriga.

Vio también al Arquitecto Andrés Peñaherrera realizar los arre-

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glos de la casa, siguiendo las indicaciones que desde Bolivia había en-viado el Mariscal Sucre a su amigo el Coronel Vicente Aguirre, para me-jorar esa mansión.

Diré de paso que es grato para nosotros que el Mariscal Antoniojosé de Sucre hubiera preferido este país, el Ecuador, para formar suhogar y establecerse como ciudadano quiteño, prefiriéndole a tantosotros países donde brilló por sus triunfos.

Igual cosa ocurrió con el General. juan josé Flores; pese a quele convidaban insistentemente las autoridades de Venezuela a que vol-viese a residir y prestar sus valiosos servicios allí. Y con él se afincaronen nuestro país más de veinte altos militares que vinieron por la guerrade la Independencia en 1820, colombianos, venezolanos y europeos.

En tiempos de la Independencia la Casa Azul fue adquirida porSucre el 20 de abril de 1828 poco antes de celebrar su matrimonio a dis-tancia y por poder otorgado al Coronel Aguirre para poder casarse conMariana Carcelén y Larrea Masquesa de Solanda.

El 20 de septiembre de ese año el Gran Mariscal de Ayacuchoregresó de Bolivia para establecerse en su casa de Quito y para trabajaren las haciendas de su esposa, así lo hizo durante diez meses en quenació su hija Terecita.

Son numerosas las obras y artículos de Historia y Geografía queha publicado el Dr. joaquín Gómez de la Torre. Por la brevedadde las circunstancias solo mencionaré algunas:Motivos Indígenas Ecuatorianos (Precolombinos).- Libro Atlas.- Edi-torial Artes Gráficas.- Quito, 1971.El Ecuador el Hombre y la Tierra.- Actualización sobre el Ecuadoren la Enciclopedia Plaza y janes S.A.- Geographica.- Madrid,1977.“El Complejo Geodésico del COMIL”.- Revista del Colegio MiltarEloy Alfaro .- Quito, 1994.Historia de la Casa Azul, Museo de Sucre.- Publicación del Minis-terio de Defensa Nacional.(Folleto).- Quito, 1998.Historia de la Escuela Politécnica Nacional, en 6 volúmenes, comen-zando por la Politécnica de García Moreno y terminando con laHistoria del Observatorio Astronómico de Quito (Por publi-carse).- Quito, 2003.Geografía del Ecuador, con 23 capítulos.- Cultural S.A. (Cultu-resa).- Madrid, 2004.

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Este es tu país Ecuador.- Diccionario Enciclopédico en los temas deGeografía, Ecología e Historia.- Cultural S.A. (Culturesa).- Madrid,2005.Biografía de Monseñor Juan Larrea Holguín.- (En preparación).-Corporación de Estudios y Publicaciones .- Quito.- 2007–2009.

Estos son los méritos no solo académicos, sino patrióticos en elestudio de la Historia Nacional del Dr. joaquín Gómez de la Torre, porlo cual con todo derecho ingresa hoy como Miembro de la AcademiaNacional de Historia.

Sea bienvenido

29 de febrero de 2008

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RECENSIONES

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Guadalupe Soasti Toscano. EL COMISIONADO REGIO CARLOSMONTUFAR Y LARREA. SEDICIOSO, INSURGENTE Y REBELDE.Quito, FONSAL, 2009

Dentro de la “Biblioteca Básica deQuito” se ha incluido esta biografía de Car-los Montufar y Larrea, una de las figurasclaves de la Revolución de Quito de los años1809 a 1812, en su segunda parte, precisa-mente la que siguió a la llegada a Quito delhijo del Marqués de Selva Alegre, Carlos, ensu condición de Comisionado de la Regen-cia, y estuvo marcada por la presencia y laevolución ideológica del brillante quiteño.

Como lo anota Carlos Landázuri enbreve prólogo, “Montufar no es un perso-naje desconocido para la historiografía ecua-toriana”, y, tratando de apuntar hacia el

aporte de esta nueva obra sobre el prócer, añade que no se trata “de queGuadalupe Soasti Toscano haya descubierto nueva documentaciónhasta ahora desconocida”. ¿Cuál, pues, el aporte que cabe esperar deesta nueva empresa historiográfica sobre el fascinante personaje?

En párrafo no todo lo exacto y bien escrito que cabía esperar, loanuncia la propia autora.”Lejos de ser una biografía completa sobre elpersonaje, se convierte en una mirada diferente sobre Carlos Montufary la época que le tocó vivir”; quiere adentrarse “en el análisis de unciuda dano con ideales y creencias políticas que las vivió y las defendióardientemente”. Y, por si esto no resultase ya bastante problemático,aña dió: “El salvaguardó el ideal y las creencias del sector social al quepertenecía que, en la época, fomentaron la construcción de un proyectopolítico acorde con lo que se discutía, se propugnaba y se comenzaba avivir en el mundo occidental, la adopción del republicanismo comoforma de gobierno” (Pp. 15-16).

Avanza en la empresa así anunciada por cuatro tramos: primero,un perfil biográfico; segundo, el contexto político, tanto en la España enque vivió Montufar como en la Audiencia de Quito, a la que llegaríacomo Comisionado de la Regencia; tercero, las acciones cumplidas porel prócer en Quito, y el cuarto, un intento de análisis de lo que la autora

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llama “los elementos que han permitido crear y construir el mito deMontufar como héroe del Panteón cívico del Ecuador”.

En la realización de este ambicioso programa conviven logroscon limitaciones. Algunas de estas, severas. Hay asuntos de enorme im-portancia que no le merecen a la autora soporte documental –lo cualcontrasta con el que da a cosas de menor monta. Por ejemplo, eso de lareunión en la tarde del 9 de agosto de 1809, en la que “varios miembrosde la élite quiteña” (¿quiénes?) “acordaron establecer una junta inte-grada por 36 vocales, escogidos entre los vecinos, cuyo fin era gobernaren nombre de Fernando VII, en obediencia al llamado de la junta Cen-tral para establecer juntas provinciales igual que en España” (P. 93). Ytamaña afirmación sin un solo documento, sin la menor indicación defuente.

Y con ligereza aborda los sucesos del 2 de agosto de 1810, sinmás apoyo que en una fuente secundaria que no se molesta en contrastar(P.96)

¡Y esa nota 131, tan necesitada de discusión y prueba, sin que lesalve ni el condicional “habría”!: “En la historiografía, habría que pun-tualizar qué se entiende por realistas y por insurgentes. Cuando se re-fiere a los primeros, se trata de quienes apoyaban a la Regencia. Cuandose refiere a los segundos, se habla de quienes apoyaban a la junta Cen-tral y al Rey”. Y esto, ¿en Quito? Porque para el caso lo que interesabaera lo que se pensaba en Quito. Avanzando en la historia, la propia au-tora dirá –cosa, por supuesto, conocida- que el partido de Sánchez deOrellana “se pronunciaban a favor de la junta autónoma” (P. 160).

Y siguen las cosas harto discutibles. ¿Solo al llegar a Américaconocieron Montúfar y Villavicencio “acerca de las revueltas y noveda-des de Quito”? Se embarcaron, cabe recordar, el 1 de marzo de 1810. ElInforme que elevó el Oidor Decano de la Audiencia D. Diego Fuentesde Bustillo a la junta Central de Gobierno llegó a Cartagena el 11 de oc-tubre y fue remitida inmediatamente a la Península, en el primer trans-porte. Habrá llegado más o menos en tres meses, tiempo que duraba latravesía en esa estación del año. O sea que para cuando salieron de Es-paña los Comisionados lo sucedido en Quito era ya conocido

Otras veces, y esto parece aún menos histórico, se siente el con-tagio “ideológico”. De la primera revolución, la de 1808, dice “denomi-nada revolución de los marqueses” ¿Por quiénes? Y, ¡claro! La autorasolo nombra a los marqueses. Y, si se atiende a la lista de los encausados,solo uno –el dueño de casa- era marqués.

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Y la autora llega a afirmar sin más cosas que los historiadoresde esos sucesos han discutido en toda su complejidad desde Pedro Fer-mín Cevallos: “La junta de Quito le prohibió a Carlos Montufar entraren Cuenca con sus tropas, por lo que debió permanecer unos días enCañar” (P. 171).

Observaciones de esta laya son muchas, e impiden que un lectorserio pueda entregarse a seguir a la autora, sobre todo cuando elucubra.Una recensión no resulta, sin embargo, lugar adecuado para agotarlas.

Frente a esto, lo importante del libro nos parecen ciertos docu-mentos abiertos a nuevas lecturas, en contextos renovados. Así, estu-penda la carta que Montufar escribe, dando razón de su urgencia porpartir hacia Quito, en la que podemos leer mucho sobre el espíritu delprócer y la conciencia que iba cobrando de su misión. La carta, es im-portante notarlo y la autora lo consigna en nota, dista de ser hallazgonuevo: la publicó josé Gabriel Navarro en su libro La Revolución de Quitodel 10 de Agosto de 1809. (Y, en general, la mayor parte de documentosimportantes a que la autora acude tienen esa fuente. En cuanto a sacarlesnuevo provecho, la autora pudo haber hecho mejor).

En cuanto a las fuentes secundarias maneja, se ve, una preciosa,inédita. Todo un libro de Neptalí Zúñiga, al que sigue hasta en lo ima-ginativo (véase la página 23). Sea esta buena oportunidad para reclamarla publicación de esa obra de quien dedicó varios estudios a Carlos Mon-túfar y fue, como sabemos, acucioso buceador en archivos y autor de laque acaso sea la mejor biografía del Marqués de Selva Alegre

En la parte IV la autora trata de probar con el caso de CarlosMontúfar una tesis sobre la construcción de héroes para situarlos en elpanteón de los próceres y padres de la patria. Para el caso se apoya enlas celebraciones del centenario del fusilamiento y los actos que rodea-ron el retorno de los restos de prócer a la patria. Pero, como todos losque proceden tras probar una tesis, minimiza el casi olvido en que Car-los Montúfar ha caído en la patria y la grandeza misma del personaje,que bien pudiera haber descubierto a lo largo de su relato.

El libro se cierra con dos interesantísimos apéndices: “CarlosMontúfar y Larrea (1780-1816), el quiteño compañero de Humboldt”por Teodoro Hampe Martínez y “Viaje de Quito a Lima de Carlos Mon-túfar con el barón de Humboldt y con Aimé Bonpland”, que publicadaMarcos jiménez de la Espada en el Boletín de la Sociedad Geográfica deMadrid, en 1889.

Hernán Rodríguez Castelo

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Hernán Rodríguez Castelo. OLMEDO EL HOMBRE Y EL ESCRITOR.Quito, Academia Nacional de Historia, P.P.L.Impresores, 2009

La incansable pluma de nuestro académico,Her nán Rodriguez Castelo, en raudo y sinpar movimiento ha sacado a relucir señerasobras como ofrendas recordatorias del Bi-centenario del fulgente, aunque aparente-mente fugaz resplandor del 10 de Agosto de1809. Quizás la de mayor fuste sea la publi-cada con el auspicio de la Academia Nacio-nal de Historia: OLMEDO EL HOMBRE YEL ESCRITOR.

Con acertadas palabras el beneméritoDr. Manuel de Guzmán Polanco en la pre-sentación de la obra señala que: “Definitiva-mente, la figura que comprendía aquellosaños de lucha por la libertad, es sin duda, la

de josé joaquín de Olmedo, cuya biografía revive esta figura en toda sugrandeza pero también en toda su complejidad con ejemplar rigurosi-dad, lo mismo de historiador que de crítico literario, el Académico Her-nán Rodríguez Castelo. La Academia Nacional se enorgullece de pu- blicar obra tan importante y tiene la especial complacencia de hacerlo através de nuestro Centro Correspondiente, en homenaje a Guayaquil, laciudad de Olmedo en esta celebración de su fecha gloriosa del 9 de Oc-tubre, como aporte inicial de lo que será la celebración en el año 2020.”

Rodríguez Castelo comienza el periplo de esta exquisita obrasobre josé joaquín de Olmedo, el ecuatoriano más eximio de fines delsiglo XVIII y buena parte del siglo XIX, introduciéndonos en la vida yla obra en la vida. Donosa figura literaria. El arco existencial del vateguayaquileño se extiende desde 1780 hasta 1847 en que Guayaquil re-coge su postrer suspiro. Quito puede gloriarse de haberle ofrecido desdetemprana edad las fuentes de esmerada educación que se desbordaránen Lima, mereciendo diplomas que lo acreditaban como un estudiantede excelencia, que participaba en torneos poéticos y dramáticos. El versojuvenil es confidencia o es murmullo; tiene mucho de corazón y defuente. En aquella ciudad el joven guayaquileño tomó parte en certá-menes filosóficos, y se dedicó a la docencia.

El autor manifiesta que, en 1808 regresó Olmedo a la ciudad na-

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tiva con motivo de la muerte de su padre. A poco se trasladó a Quitocon el fin de incorporarse en el Cuerpo de Abogados de la Capital de laAudiencia. En 1810, su pariente el obispo de Huamanga, Dr. josé Silva,al ser nombrado miembro de la junta Central de Sevilla, designó parasu secretario a Olmedo. Y con él partió a España por México donde re-cibieron la noticia de la disolución de la junta de Sevilla. Antes de di-solverse, la junta de Sevilla había convocado a Cortes, y la Mu ni ci pa-lidad de Guayaquil eligió a Olmedo para su representante. Llegó a Es-paña cuando ya se efectuó el movimiento de Quito. “El Olmedo que to-maba asiento en la gran asamblea era decidido partidario del gobiernoespañol en América. Si su compañero Mejía, abogaba por la libertad deimprenta, Olmedo, aunque no era orador, habló contra las mitas. Estediscurso se pronunció el 12 de agosto de 1812, y en el mismo año Roca-fuerte lo hizo publicar en Londres”.

Fernando VII, hombre de pocos alcances intelectuales miró condesagrado cuanto se hizo en las Cortes y persiguió a los que habían to-mado parte en ellas. Rocafuerte huyó a Francia, Olmedo regresó a Gua-yaquil. Mejía quedaba sepultado en Cádiz. El poeta tenía que ponerse asalvo más que otro diputado, porque como secretario de las Cortes, re-cibió también el nombramiento de miembro de la Diputación perma-nente que debía funcionar hasta la reunión de la próxima asamblea,encargada de dar curso a las leyes , decretos dictados. Olmedo tuvo quesuscribir el decreto por el cual se intimaba al rey a jurar la Constitución.

De regreso a Guayaquil (1816) contrajo matrimonio con Maríade Ycaza y Silva.

Rodríguez Castelo no pierde la ocasión para analizar las diver-sas composiciones poéticas que brotan de la pluma de Olmedo; refirién-dose a una de ellas, habla del sombrío pesimismo existencial . Manifiestala faceta filosófica en la traducción de las epístolas del Ensayo sobre elhombre del poeta inglés Alexander Pope, en “vísperas de su inmersiónen las turbulentas aguas de la política.”

Y llega 1820. Guayaquil es libre. Un nuevo sol alumbra la ínclitaciudad. En Olmedo vibra el patriotismo y el ansia de libertad. El 9 deOctubre la vida de Olmedo entra en un torbellino que no tendrá reposospor algunos años. En esta fecha es designado jefe Político de Guayaquilpor voluntad del pueblo y de las tropas.

Al constituirse el Colegio Electoral se ha formado una junta deGobierno Provisorio., compuesta por josé joaquín Olmedo, Rafael ji-mena y Francisco Roca.

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Dos años después, el Gobierno del Perú le confía honrosos car-gos. Posteriormente, fue designado Ministro Plenipotenciario ante lasCortes de Londres y París. Bolívar y San Martín entran en escena. Olme -do no titubea en actuar según sus convicciones.

A su regreso de esta misión diplomática, le fue ofrecido por Bo-lívar el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Gran Colombia, cargoque no aceptó.

Olmedo se encuentra nuevamente en Guayaquil. Aquí desem-peña los cargos de Prefecto de Guayaquil, Diputado al primer Congresodel Ecuador, y, como tal, interviene en la redacción de la Constituciónde 1830. En este Congreso es elegido vicepresidente de la república,cargó que no llegó a desempeñar.

Fue también Gobernador de Guayas y presidente de la Asam-blea de 1835.

Olmedo como lo demuestra con vigor nuestro autor, es el polí-tico, el patriota y el poeta, el prosista y en momentos el filósofo, que entodos los planos supo desempeñarse con dignidad y patriotismo. En laspáginas de Olmedo el hombre y el escritor, observamos que durante ellapso comprendido de 1830 a 1845 su concurrencia a las Legislaturas fueuna permanente lección de civismo, se diría que el académico RodríguezCastelo las examina con minuciosidad de competente analista, no solopara destacar los valores literarios, sino también como una permanentelección de civismo. Las democracias de América estaban en la infanciaen esos días, y ya sonaban las voces desesperadas de quienes mirabancon angustia la creciente demagogia que había de ahogar los mejorespropósitos.

Fue postulado, en la Convención de Cuenca, para la Presiden-cia; largamente contendieron los convencionales, quienes al fin se deci-dieron por Roca: “la vara del mercader venció a la lira del poeta”, segúnla frase lapidaria de Rocafuerte.

Cada página de la obra dedicada a Olmedo revela con uncióncastiza, literaria, y en base a bien manejada documentación, los perfilesde su robusta personalidad en que campean el carácter indomable, ytambién la grandeza del corazón de bardo guayaquileño, privilegiadotestigo y actor de los años mozos de la Patria ecuatoriana. A veces nospreguntamos del por qué de la amistad con el General Flores ungidocon los famosos versos: “Al General Flores, vencedor en Miñarica”, Her-nán explica con mucha claridad:... “Ese poema solo podía captarse en

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su espléndida belleza a costa de distinguir entre asunto y canto y poderperdonar el asunto ante la belleza de la forma”. Y cuando la siguientege neración, la generación romántica ecuatoriana, comienza su toma –apartir de sus quince años– el clima es de un Antifloreanismo exacerbado,y el propio Olmedo se disculpa por haber cantado alguna vez una vic-toria del extranjero abominable. Olmedo había trabado estrecha amistadcon él “hasta entregarle un hijo para que lo sacara de la pila bautismaly así, establecer el vínculo del parentesco espiritual” (Cazorla).

¿Y La Mar? Encontrándose en Paita Olmedo, recibe del go-bierno - anota nuestro autor- un encargo que le fue especialmente grato:formar parte de una comisión que debía reclamar al gobierno del Perúlos restos mortales del Mariscal La Mar, que se hallaban en Piura. Enno ta al Secretario General de Gobierno indica:… “Como Americano,como patriota, y como amigo me glorío de esta Comisión; y rindo al Go-bierno las más ardientes gracias por haberme llamado a tener parte enlos honores que se preparan a tan venerables cenizas”… Sin entrar endetalles; para el poeta, “La Mar era muy querido y modelo en las accio-nes de la vida pública y privada”

No contento con lo expuesto, Rodríguez vuelve desde la página199 de su obra a presentar y analizar exhaustivamente La obra y Elpoeta. Más de veinte páginas dedica al estudio de ese monumento épicolírico: “La Batalla de junín” o “Canto a Bolívar”. Nadie más competentey autorizado que nuestro colega de la Academia para desentrañar elmensaje y contenido: “La gloria literaria de Olmedo -escribe- se cimentabásicamente en sus dos grandes odas, La victoria de junín. Canto a Bo-lívar, y al general Flores vencedor en Miñarica. De este último algohemos dicho. En el primero se propone el autor exaltar la gloria del Li-bertador Simón Bolívar, del hombre de ”Las cien batallas legendariasque tiene a su cargo la inmensa obra de la emancipación y con sus in-signes capitanes vence en sucesivas y singulares acciones de guerra alos españoles. Bolívar es el Dios magnífico de la guerra de estos pueblossedientos de gloria y junín es el campo de su actuación, dispuesto porocultos designios para que se coronara de éxito y nombradía. Entra enel plan del gran poema, entre otros recursos artísticos admirables estánla aparición y profecía del Inca, siendo esta parte del canto, el cuadromás saliente y destacado no solo por las reminiscencias y el carácter evo-cativo de la profecía. Sino por el arrogante arranque y evocación de lamisma.

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En pocas palabras. El Canto a Bolívar sorprende por su vigor ybrillantez originalidad, amplitud, sistemada inspiración, pulcritud yasunto. Es la epopeya de la obra bolivariana en América, la historia delos titanes del nuevo mundo, el canto de la naciente democracia contrala opresión hispana.

El canto a la Batalla de Miñarica, sin perder de mérito, y aún latécnica que lo distingue, difiere notablemente del primero.Muchos –como se nos indica– por razón del asunto, desdicen de la no-bleza y nitidez de la obra poética, que debe buscar imperiosamente sen-deros de rectitud y edificación histórica.

Las últimas páginas del libro versan sobre El prosista. IndicaHernán que; “fue el P. Aurelio Espinosa Pólit el primero que llamó laatención hacia la otra ladera de la producción literaria de Olmedo, laprosa”.

El académico Rodríguez Castelo detiénese en deshilvanar va-rios discursos, el primero, sobre la abolición de las mitas, Cortes deCádiz, 1812. Segundo discurso sobre el mismo asunto. Luego merecedestacarse su “Discurso en las honras fúnebres del Libertador”. Esco-gemos esta única frase:…“Yo llamo prematura su muerte solamentepara nosotros, no para su gloria”…Luego viene la exposición y comen-tario de los “Discursos de la Convención de Ambato”. La exhortaciónfinal lo recoge todo: “Conciudadanos que en todo tiempo el nombre delEcuador y las alabanzas de sus moderadas instituciones resuenen ennuestros techos domésticos, en las plazas públicas, en el foros, en lostemplos y en la tribuna nacional”.

Algo se dice de los discursos, proclamas y manifiestos de Marzode 1845. “El Manifiesto se escribe para manifestar a todos los pueblosAmericanos y a las Naciones con quienes tenemos relaciones políticaslos motivos poderosos que nos han impelido a desconocer la autoridadilegal que nos regía y a preparar una regeneración que nos restituya lanacionalidad tan indecorosamente usurpada”…

Nuestro autor hace notar que “Olmedo por su carácter más bienintrovertido y parco en todo, y por cierta connatural timidez, no fue ora-dor fácil y caudaloso. Pero sabía lo que importaba ser orador y las cali-dades a que el orador debía apuntar.”

En las páginas finales desfilaban El Ensayo y otras prosas. Dis-cursos sobre epitalamios. El prólogo a la primera epístola de Pope y ala segunda. Destácase también la labor periodística de este personaje y

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sus reflexiones sobre la libertad de imprenta. El minucioso crítico, quizásel más grande del Ecuador actual, nada omite, y por ello al fin de la gransemblanza olmédica nos introduce en la interesante Correspondencia,a veces, tejida con ironía y humorismo.

El acápite final HE AQUÍ EL HOMBRE rubrica con acierto “AlEscritor Olmedo, camino esencial hacia el hombre OLMEDO”.

Hno. Eduardo Muñoz Borrero Quito, 12 de diciembre de 2009

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Gustavo Pérez Ramírez. HISTORIA DEL ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE QUITO DEL 10 DE AGOSTO DE 1809.Quito, Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito (FONSAL), 2009.

De tantos libros magníficos como ha hechoel FONSAL para conmemorar el bicentena-rio del pronunciamiento quiteño que co-menzó el 10 de agosto de 1809, este debe serel más bello. Sin duda, Trama Ediciones,como impresor, y Rómulo Moya Peralta,como director de arte, se han encaprichadopara realizar una edición memorable.

Como el libro anuncia, con justa ufa-nía, “La publicación del Acta manuscrita dela Independencia de Quito el 10 de Agostode 1809, la primera en toda la América espa-ñola, considerada piedra angular de la inde-pendencia ecuatoriana y partida de naci- miento de la patria a la vida republicana,

constituye la recuperación de un fragmento histórico de la identidadinstitucional del Ecuador”. Proclamación tan ufana se sostendrá a pesarde ciertas puntualizaciones que comienzan en el prólogo y se dirán enel curso de esta recensión.

Porque, como lo señala bien el historiador jorge Núñez en suprólogo y era cosa que para ningún historiador informado constituíacosa nueva, el acta que este libro reproduce no es la original que los re-volucionarios firmaron la noche de 9 de agosto, en el departamento queocupaba Manuela Cañizares en la casa parroquial de El Sagrario, sinouna copia, a la que el prologuista califica de auténtica. El acta original,presume Sánchez, que haya desaparecido para siempre, “quizá des-truida por los mismos patriotas para privar al enemigo de pruebas ju-diciales que los incriminaran”. Pérez Ramírez citará fuentes que atribu-yen esa desaparición a un incendio, aunque de su texto se sigue que esadesaparición definitiva dista de ser cosa que esté fuera de dudas.

Importa señalar que otra copia del Acta ha sido rescatada porel académico Enrique Muñoz en al Archivo Nacional de Historia de Ma-drid, y es una copia acta que se remitió a España más tempranamente

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que las que fueron a dar a destinatarios americanos. Esta es revelaciónque seguramente nos hará pronto el distinguido historiador. Y hay quedestacar que cuantas más copias del Acta original se recuperen, por me-jores caminos de crítica textual llegaremos al original, contrastando li-gerísimas variantes, obra de notarios o pendolistas.

Como resultado de sus búsquedas, Pérez Ramírez dice haberdado con tres copias del Acta. La que era conocida, que perteneció ajijón y Caamaño y con su riquísimo fondo bibliográfico custodia elBanco Central, es la que este libro nos entrega en versión facsimilar yen transcripción paleográfica del propio autor. “Por lo que se puedeapreciar –anota Núñez en su prólogo-, es en realidad una copia de es-cribano del expediente inicial de los actos de la Revolución Quiteña”.El expediente, que deberíamos llamar “jijón”, en honor a quien nos lopreservó y conservó, adjunta al Acta otros importantísimos textos.

Entrando ya a leer el Acta, Núñez destaca el comienzo, el anun-cio de quienes iban a hacer el solemne y radical pronunciamiento: no laciudad, o los notables de ella, o gremios, sino “diputados del pueblo”.Y es justa la aproximación que hace el historiador de esa fórmula a losplanteamientos de Vitoria –con autoridad depositada en el pueblo porDios- y Rousseau –ya sin ningún recurso a Dios para esa autoridad ra-dicada en el pueblo.

Pero da un salto acrobático al proponer que, el no haber halladolos nombres de los firmantes del pronunciamiento en registros de no-bleza o de propiedad, “nos lleva a suponer que la mayoría de esos dipu -tados populares fueron artesanos, pequeños comerciantes o gentes dela plebe, iniciados en las ideas revolucionarias por los líderes de ese pro-ceso subversivo juan de Dios Morales, Manuel Rodríguez de Quiroga,Antonio Ante y unos pocos más”.

Aun más funambulesco es el nuevo salto al dar, ni siquieracomo hipótesis sujeta a investigaciones y discusiones, sino como cosa“evidente” –es el adjetivo que usa– que “esa concatenación de hechosno fue casual sino que respondió a una planificación previa (hasta aquíla hipótesis luce aceptable) seguramente hecha al interior de la logia“Ley Natural”, varios de cuyos miembros pasaron a integrar el nuevogobierno”. Descontado ese uso lamentable del “al interior”, pudiera serque algunos de los miembros del nuevo gobierno fuesen masones, pero¿no ha señalado el propio Núñez líneas arriba que “la revolución fueconcebida por unos líderes intelectuales vinculados a la Real y PúblicaUniversidad de Santo Tomás”?

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En fin, dejando para nuevas búsquedas y análisis y discusionesla relación de la masonería con la Revolución Quiteña, tratado, nos pa-rece inoportunamente, en este prólogo, vengamos a los que nos dice elautor de esta obra sobre sus hallazgos.

Con razón se extraña –y lamenta– el autor, que es colombiano,que el Acta de la Independencia de Quito no se halla en la Sala Capitularde San Agustín, donde debía estar, ni en el Archivo Nacional de Historia,y nos refiere cómo el curador del Archivo Histórico josé Manuel Res-trepo, de Bogotá, puso en sus manos el volumen 25, que recoge docu-mentos sobre la Revolución de Quito, y allí dio con dos copias ma- nuscritas del Acta.

Ya Roberto Andrade tuvo acceso, por gestión de su hermanojulio, ministro plenipotenciario del gobierno liberal en Bogotá, a esospapeles del Archivo Restrepo, y publicó todo un tomo con esos docu-mentos, que ha sido para cuantos historiadores nos hemos internado enla fascinante historia de la Revolución Quiteña de 1808 a 1812, la fuentedocumental más importante.

Pero este asunto, que se ofrece como todo un reto de ulterioresinvestigaciones casi detectivescas, de si existe el Acta original y dóndepudiera encontrarse, halla nueva incitación en una declaración de Ro-berto Andrade en su Historia del Ecuador, que Pérez Ramírez transcribe.Dice, en síntesis, que se encargó a un empleado de la Legación ecuato-riana transcribir los documentos que debían llegar a Quito, y “el resul-tado fue que el joven quiteño partió a Quito llevándose a hurtadillasuna buena parte de los documentos”. ¿Fue parte del botín el Acta?

Por encima de tan sugestivas e inquietantes incógnitas, ello esque esta publicación nos entrega, con la dignidad ya dicha y con el rigorde la versión facsimilar, no solo la copia del Acta, de venerable antigüe-dad e indiscutible valor documental, sino también los tres Manifiestoscon que los revolucionarios de Agosto dieron cuenta al mismo pueblode Quito y a los pueblos hermanos de América de las razones y logrosdel movimiento autonomista.¡Que estupendo fue el final del Manifiestode la junta Suprema de Quito a América!; “Las leyes reasumen su antiguoimperio. La razón afianza su dignidad y su poder irresistible y los augustos de-rechos del hombre, que no pueden quedar expuestos al consejo de pasiones ni alimperioso mandato del poder arbitrario”.

Hernán Rodríguez Castelo

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VIDA ACADÉMICA

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IN MEMORIAM

Dr. Manuel de Guzmán Polanco ha muerto

Octavio Latorre

El 25 de diciembre de 2009, luego de una larga y fructuosa vida,partió para el otro mundo el Ex Director de la Academia Nacional deHistoria del Ecuador, el doctor Manuel de Guzmán Polanco.

RECUERDOS DEL DR. MANUEL

Tuve la suerte de trabajar los últimos años muy cerca de Dn. Manuel,Director de la Academia y esos años me sirvieron para conocer y admi-rar a un hombre tan humano y tan valioso. A cada cualidad que se hanombrado en las últimas semanas, deberíamos añadir un “Y”, para in-tegrar la personalidad de este gran hombre: padre de familia, patriota:diplomático, caballero… Solo quisiera resaltar nueve aspectos de su vidacon ciertos detalles conocidos a través de nuestras conversaciones y tra-bajos que muestren esa riqueza humana que todos recordamos.

Padre ideal: como pueden atestiguar sus más de sesenta descendientes.Su corazón se agotó pero no su amor por los suyos. Cuántas veces le oídecir: “tengo que salir antes del trabajo, porque tengo que comprar unregalo para el cumpleaños de mi última nieta que es mañana”. Su“tribu” como decía, era su alma pero sobre todo su respaldo a sus gran-des obras. La estela del Dr. Manuel seguirá viviendo en su numerosa fa-milia.

El político de convicción: para el servicio de la patria, no por interesespersonales. Fundador del Partido Social Cristiano con Camilo Ponce,vívía a plenitud esos dos principios de cristiano y social. Con sano or-gullo contaba las peripecias de algunas instituciones creada por él: elSeguro Campesino, la fundación de ANETA, para mencionar las másconocidas. Una de las únicas preocupaciones de sus últimos años eraver el desvío de su original Social Cristianismo.

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El diplomático que soñaba en la patria grande: no por deseosde brillar sino para servirla. Su carácter le ayudó para ser aceptado yquerido en todos los sitios en donde representó al Ecuador. De una ma-nera especial recordaba sus entrevistas con lideres mundiales como Kon-rad Adenauer, juan Domingo y Eva Perón, estos últimos que buscaronayudar al Ecuador en el terrible terremoto de Ambato. Lo que más re-cordaba fueron sus esfuerzos por conseguir la mediación del Papa juanPablo II para el litigio con el Perú y su frustración porque no se aprove-chó en el Ecuador tal coyuntura.

El patriota. La patria por encima de todo, pero un patriotismoencarnado que lo llevaba en su mente, en su corazón y que motivabatoda su vida. Hasta sus últimos días pensaba en el gran momento quevivía la patria, el Bicentenario de la Independencia. Los héroes del Diezde Agosto cobraban un significado más profundo y su último libro sobreel tema, lo había soñado por mucho tiempo.

Hasta último momento soñaba en cosas que se podía hacer porla patria.

El caballero a carta cabal. Una personalidad integrada en la quese incluían muchas cualidades, como la delicadeza, la sinceridad, la no-bleza, la amplitud de miras, generosidad, Hombre de profundas emo-ciones, pero nunca de resentimientos. Hombre de grandes relacionessociales, pero todas no interesadas. Pese a su larga carrera en tan diver-sos campos, no guardaba resentimientos y peor enemistades.

El caballero cristiano. Sus convicciones religiosas eran profun-das, sin dejos de todo fanatismo. Al comentar una frase del Presidente-Caldera de Venezuela: “El mejor servicio que puedo hacer comocris tiano es trabajar en la política, Don Manuel respondió: “También losiento igual”. Los dos murieron con pocos días de diferencia.

El amigo sincero. Si como padre tenía una capacidad inmensade amar, le quedaba otro corazón para mostrar aprecio de todos los quese acercaban a él. Amistad profunda, sincera, en medio de una sencillezacogedora. Su cordialidad llevaba a que se le llamara sencillamentecomo “Manuelito” y se complacía en ser aceptado y querido.

Dejó amigos por donde pasó: en las diversas naciones donde

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sirvió como diplomático, en las instituciones públicas, en sus encuentroscomo historiador, en sus actividades informales..

La mayoría de lo que llamamos, sus “relaciones sociales” queeran muchas, eran en realidad amistades sociales que le servían paraayudar a otros, para poder servir mejor a la patria, a la Academia y aotros.

Cientos de personas nos considerábamos sus amigos, pero él re-cordaba con afecto a miles de personas en el mundo y esa amistad era,para Dn. Manuel amistades sociales.

Cuántas veces le oíamos llamar por teléfono a sus grandes ami-gos para conseguir apoyo para proyectos patrióticos o para la AcademiaNacional de Historia, sabiendo que no le negarían. Esos amigos y porsu puesto, su familia colaboraron para la obra de la Academia. Todoslos que le tratamos de cerca sabemos que estas cualidades las vivía conuna sencillez y cordialidad y a la vez con fino humorismo. Cuando que-ría referirse a temas reservados propuso una clave secreta “punto com”.Espero que conserve su clave en el cielo: www. Manuelito.com

El trabajador incansable. Dotado de una extraordinaria vitali-dad y talento, pudo pasar del servicio diplomático a las labores delcampo, a sus tareas profesionales de abogado, al servicio público y debancos, a la enseñanza universitaria, a la administración de institucio-nes. Siempre con dedicación y optimismo, pese a las dificultades de lapolítica y economía nacionales. Trabajaba y pensaba con el optimismode un joven que comienza su vida y que espera vivir mil años para com-pletar todos sus sueños.

Su cerebro debía ser conservado para estudiar el secreto de suvitalidad, pues no es normal que a la edad de 94 años, todavía superabaa muchos más jóvenes, en la memoria, en las inquietudes, en los planes,en buscar nuevos campos de estudio, etc. Su vigor nos hizo ilusionarque pasaría de los cien años.

La Academia y el edificio de la academia. Cuando la casi tota-lidad está pensando en un descanso merecido, Don Manuel entraba enuna etapa de actividad intensa como historiador, como escritor y muchomás como Director de la Academia. Hasta última hora, su cerebro estaballeno de proyectos de investigación histórica que esperaba culminarlospronto con temas como nuestro pasado en el Amazonas, el Derecho Te-

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rritorial, diversos Problemas sociales, biografías de algunos ecuatoria-nos, pero sobre todo, la importancia y trascendencia del Diez de Agosto.

Elegido Director, su sueño era impulsar a la Academia al sitioque él creía que debía tener en la cultura nacional: tener su voz en la di-rección de la cultura ecuatoriana. La Academia no podía hacerse pre-sente dignamente sin un edificio digno, sin la ampliación de socios enmuchas provincias de la patria, pero sobre todo por la efectividad desus miembros y en especial de su director. La Academia de la Historiano sería la que es sin la ayuda de sus relaciones sociales en las institu-ciones públicas, de los miembros colaboradores y de sus familiares quele apoyaron en todo.

El Bicentenario fue la ocasión para despertar la memoria y con-ciencia de los ecuatorianos sobre los ideales de nuestros antepasados yDn. Manuel lo supo aprovechar en la mejor forma por la actualizaciónde las publicaciones de la Academia, con el concurso de historiadoressobre el Diez de Agosto en el contexto latinoamericano, por la prepara-ción y celebración del Congreso de Academias de Hispanoamérica dela Historia y otros. Tales fueron algunos de los deseos vehementes delDirector. Al terminar el Congreso Iberoamericano de las Academias deHistoria, Dn. Manuel se sentió feliz, pero cansado. Era el duna dimitis yasí fue.

Esto y mucho más era Don Manuel. Todas estas cualidades uni-das, forman un ramillete que podemos hoy ofrecer a Dios y a la Patria.

Para terminar: Dn. Manuel pasó los NOVENTA Y CUATROAÑOS de servicio. Casi casi 35.000 días de plenitud. . (Exactamente:34.513)

Solo podemos decir de Dn Manuel: QUÉ VIDA TAN BIENAPROVECHADA!. EL CABALLERO CRISTIANO QUE VIVIO SU FECON SENCILLEZ Y PROFUNDIDAD. EL HOMBRE QUE DEjÓ UNHALO DE AMISTAD, DE COMPROMISO, DE PASIÓN POR LA PA-TRIA. UNA PERSONALIDAD QUE NOS HARA SIEMPRE FALTA.UNA FIGURA QUE SE NOS HIZO FAMILIAR HASTA CREER QUENUNCA NOS DEjARÍA. SERÁ DIFICIL OLVIDAR AL HOMBRE QUETRANSFORMÓ EL LOCAL DE LA ACADEMIA Y AL ENTRAR EN ESEEDIFICIO NOTAREMOS LA AUSENCIA DE LA FIGURA AMABLE YSONRIENTE QUE SUBÍA LENTAMENTE POR LAS GRADAS, NOSHARÁN FALTA SUS PASOS POR LAS OFICINAS; EXTRAÑAREMOSSU FIGURA INCLINADA EN SU PEQUEÑO ESCRITORIO ESCRI-

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BIENDO Y SOÑANDO EN NUEVAS OBRAS. NOS HARÁ FALTA SUSALUDO SIEMPRE AMABLE.

Tenemos, felizmente, un canal abierto para hablar con él en elcielo, usando la clave exclusiva: www. Manuelito. com

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MANUEL, HISTORIADOR*

Patricio Quevedo Terán

Seguramente Manuel de Guzmán dedicó más tiempo de la vida a otrosaspectos de su amplia labor intelectual, que no a la de historiador. Él fuejurista, diplomático, profesor universitario, político, hombre de Go -bierno, pero hay que reconocer cómo los años más recientes los empleócon singular lucimiento, con fervor ejemplar y contagioso, a la direcciónde la Academia Nacional de Historia, que fundara hace un siglo el ar-zobispo González Suárez, “el más grande entre todos los ecuatorianos”.

Perteneció al grupo más íntimo y doctrinario de los fundadoresdel socialcristianismo, junto con Camilo Ponce Enríquez, y por eso noes de extrañar que Guzmán Polanco fuera a su momento el verdaderocreador del Seguro Social Campesino, sin alharacas ni estridencias pro-pagandísticas, sino como un deber de justicia hacia los más pobres,puesto que el socialcristianismo, movimiento primero y partido des -pués, intentó sintetizar el fondo de religiosidad común con la doctrinasocial de los papas más modernos.

Como historiador, le correspondió el delicado encargo del Bi-centenario del Primer Grito de la Independencia política.

Entonces publicó un libro de admirable equilibrio y sensatez; lotituló ‘Quito Luz de América’ y en él, dos capítulos correspondieron alestudio de jorge Núñez Sánchez.

Allí se demostró la singularidad del “golpe” del 10 de agosto,entre los pueblos latinoamericanos y por eso mismo, el honrosísimo tí-tulo de Luz de América, precisamente, que le atribuyera un chileno, elfraile Camilo Henríquez, contemporáneo de aquellos acontecimientos.

Y no solo eso. Reunió en Congreso a las Academias de Historiade varios países; logró que culminaran las gestiones para que la Acade-mia de nuestro país dispusiera por fin de ‘casa propia’ en la avenidaSeis de Diciembre, del Quito moderno; transmitió vida vibrante a los‘núcleos’ de Cuenca y Guayaquil, como testimonio irrefutable de la

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* Publicado en Diario El Comercio de Quito el 30 de diciembre de 2009

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unidad de la Patria y recibió con extrema justicia, el Premio Eugenio Es-pejo a las instituciones culturales que hubieran tenido descollantes de-sempeños.

Precisamente a raíz de esta distinción, tuve oportunidad deconversar con Manuel el 20 de agosto, a través del canal 3 de Cable Noti-cias. Con sabiduría que surge de la experiencia, formuló el balance sobreel camino recorrido desde hace doscientos años.

Pero se emocionó con apasionamiento, al explicar el mensajedel Bicentenario hacia el inmediato futuro.

Clamó entonces por la solidaridad entre todos los ecuatorianossin distingos admisibles de índole alguna, geográficos, sociales, doctri-narios, económicos, ni políticos.

“Solo entonces –enfatizó con fuerza– será posible alcanzar la in-dependencia no formal sino real, en los términos de la paz y la justicia”,recalcó una vez más.

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DISCURSO DEL DR. JUAN CORDERO ÍñIGUEZ EN EL ACTO CONMEMORATIVO DEL CENTENARIO

DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA (1909 - 2009)

En 1908, el presidente Eloy Alfaro decretó la realización de una gran ex-posición nacional para la conmemoración del Primer Grito de la Inde-pendencia. Dispuso que en cada capital de provincia se integre uncomité local con el fin de realizar programas para dar más realce a la ce-lebración quiteña y nacional. Se convocó un concurso para que los his-toriadores presentaran trabajos bajo el título de La América Independientepara la humanidad libre. A estas iniciativas se sumó la del Municipio ca-pitalino que debía embellecer, asear y sanear la ciudad.

Había que resaltar la trascendencia de esta magna fecha histó-rica iniciada el Diez de Agosto de 1809, con el establecimiento de unajunta Suprema de Gobierno, integrada por criollos y respaldada por sol-dados y pueblo quiteño, que inició con real efectividad la liberación po-lítica de nuestro país y de América.

Varios ciudadanos dirigidos por Federico González Suárez, con-sideraron que uno de los mejores homenajes a la Patria, en esta celebra-ción, podía ser la organización de un gran centro de investigación de lahistoria nacional y de América y con estas intenciones nació la AcademiaNacional de Historia hace cien años, en un día como hoy, 24 de julio,anualmente recordado por el natalicio de Simón Bolívar.

En el Acta de Instalación se establecen sus rasgos y fines, queson: 1°. Organizar una sociedad para el cultivo de los estudios históricos ame-ricanos, y en especial de los ecuatorianos; 2°. Designar a la sociedad con la de-nominación de Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos; 3°. Adoptar losestatutos que fueron discutidos y aprobados en las juntas preparatorias y quese formularon de conformidad con el plan trazado por el Ilmo. y Rvdmo. Sr.Dr. González Suárez; 4°. Confirmar el nombramiento de Director vitalicio dela Sociedad, que la primera junta preparatoria confirió al mismo Ilustre Prelado;y, 5°. Designar para Subdirector al Sr. Dr. Luis F. Borja (hijo); para Secretarioal Sr. Carlos Manuel Larrea; para Bibliotecario – archivero al Sr. CristóbalGangotena; y, para Tesorero al Sr. J. Gabriel Navarro.

Nueve intelectuales firmaron el acta de fundación o se adhirie-

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ron inmediatamente: Federico González Suárez, Luis Felipe Borja, Al-fredo Flores Caamaño, Cristóbal Gangotena, jacinto jijón y Caamaño,Carlos Manuel Larrea, Aníbal Viteri Lafronte, juan León Mera Iturraldey josé Gabriel Navarro. Se estructuraron algunas comisiones y se adoptócomo sello de identidad el propuesto por juan León Mera. El 29 deagosto del mismo año fueron nombrados algunos miembros honorariosy correspondientes. Pocos años después se integraron como cofunda-dores y miembros numerarios Isaac j. Barrera, Celiano Monge, julioTobar Donoso y Homero Viteri Lafronte, hermano de Aníbal.

Federico González Suárez. (1844-1917) Ejerció la dirección dela Sociedad desde su fundación hasta el año de su muerte. Es ya unatradición que anualmente, en esta fecha, se lo recuerde y hoy, esta gratatarea se ha comisionado a nuestro compañero fray Agustín Moreno,quien está vinculado con el personaje por lo que los antiguos juristasllamaban jus soli y jus sanguine.

Jacinto Jijón y Caamaño. (1890-1950) Fue nuestro segundo di-rector. La crítica le coloca entre los más ilustres ecuatorianos, versadoen política, actividad en la que intervino activamente, unas veces confortuna y otras sin éxito; en arqueología y en historia. Su amor a los va-lores del pasado le llevó a investigar y a fomentar las investigaciones, acoleccionar y a estudiar documentos, libros y piezas arqueológicas, conlos que formó la mejor biblioteca especializada en historia, antropologíay arqueología, un gran archivo documental y un formidable museo, quehoy están en el Banco Central y en la Pontificia Universidad Católicadel Ecuador. Entre sus numerosas obras destacamos El Ecuador interan-dino y occidental antes de la conquista española, Antropología prehistórica delEcuador, Sebastián de Benalcázar y Política conservadora. Dentro de la Aca-demia, financió por varios años la publicación del Boletín, propició lallegada de Max Uhle y sus investigaciones en Pumapungo, que rescatópara la historia la importancia de la ciudad de Tomebamba, entre mu-chas acciones más.

Celiano Monge Navarrete. (1857-1940) Tercer director de laAcademia. Este notable ambateño buscó los caminos de la sencillez yde la humildad, pero la vida le llevó a desempeñar relevantes respon-sabilidades, desde las secretarías de juan Montalvo y Eloy Alfaro hastalas de Cronista vitalicio de Ambato, consejero de Estado, profesor y rec-tor de instituciones educativas de prestigio, miembro de la Real Acade-mia de la Lengua de España y de la Academia de Historia de Madrid.

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En 1915 encontró documentos muy importantes sobre la independencia,incluyendo la llamada Constitución de la República de Cuenca y de ma-nera solemne entregó a la Municipalidad, institución que le agradeció através del historiador Octavio Cordero Palacios, quien la presidía. Nues-tro gran académico y Subdirector Roberto Páez exaltó sus muchos mé-ritos y dijo, entre otras frases: “este preclaro académico, pasó por la vidasin hacer mal a nadie, celebrando con fervor las glorias de la Patria, conpasión encendida y con la pureza del que no busca para sí otra satisfac-ción que la que produce la de difundir desinteresadamente la verdad.”

Luis Felipe Borja Pérez. (1878-1950) Este jurisconsulto de famanacional e internacional fue el cuarto director de la Academia y su am-plia obra ha sido recogida en Recuerdos de Chile, Impresiones de Viaje,Cuestiones internacionales, Cuestiones jurídicas y Trabajos Históricos. De -sempeñó altos cargos públicos, la representación del Ecuador en forosinternacionales y la presidencia o la membresía de honor de numerosasinstituciones culturales.

Alfredo Flores Caamaño. (1870-1970) Este guayaquileño, de an-cestros quiteños fue un historiador completo que investigó en archivosdocumentales del Ecuador y de Europa. Sobresalieron sus libros sobrela Marquesa de Solanda, sus estudios genealógicos y una serie de folle-tos dedicados a un tema concreto.

Cristóbal Gangotena y Jijón. (1884-1954) Ejerció la secretaríade la Academia, organizó archivos, fue muy acucioso en reunir y valorarantigüedades, escribió sobre varios temas, siendo una de sus principalesobras la titulada Al margen de la historia. Leyendas de pícaros, frailes y caba-lleros. Fernando jurado, nuestro Académico de Número, escribió sobreél la obra Cristóbal de Gangotena y Jijón. Estudio biocrítico.

Carlos Manuel Larrea. (1887-1983). Primero fue secretario ydespués ejerció la Dirección de la Academia por dos ocasiones, entre1937 y 1939 y entre 1970 y 1978. Sus obras, trabajadas con cuidado yconstancia, son testimonios de la seriedad de un gran investigador. Ci-tamos algunas: La Real Audiencia de Quito y su territorio, Bibliografía cien-tífica del Ecuador, Quito y la prehistoria ecuatoriana, Prehistoria de la regiónandina del Ecuador, El archipiélago de Colón. Son varios los estudios bio-gráficos entre los que están los de Manuel Villavicencio, Dionisio de Alsedoy Herrera, Juan de Velasco y monseñor José Ignacio Checa. Como su amigojijón y Caamaño, también coleccionó libros, documentos, piezas arqueo-lógicas, antigüedades y, sobre todo, formó una de las mejores mapotecas

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del Ecuador. Buena parte de estos bienes culturales están hoy en poderdel Banco Central del Ecuador.

Sirvió al Ecuador en representaciones internacionales, en cargosdiplomáticos, en secretarías de Estado y quizá su mayor aporte fue suparticipación en el mejoramiento de las relaciones de la Iglesia con elEstado hasta la suscripción del Modus Vivendi, en 1937. jorge SalvadorLara afirmó, con justeza, que Carlos Manuel Larrea ocupa uno de loslugares cimeros de la cultura ecuatoriana.

Aníbal Viteri Lafronte. Su participación en la vida de la Socie-dad fue fugaz, pues le llegó tempranamente la muerte, años antes deque nuestra Institución se transformara en Academia. Se le valora, nosolo por su producción histórica, sino también por sus artículos perio-dísticos y por su obra literaria.

Juan León Mera Iturralde. (1874-1955) Hombre múltiple, quecultivó la poesía, la historia y, sobre todo, la pintura, siendo más cono-cido en la cultura ecuatoriana por esta actividad. En nuestro campo so-bresalen las Conversaciones con el Ilustrísimo Señor González Suárez. Ade- más, hay varios artículos suyos en el Boletín de la Academia.

José Gabriel Navarro Enríquez. (1883-1965) Diplomático, pin-tor, investigador. Sobresalió por la profundización en la historia del arteecuatoriano, llegando a ser el mayor especialista en este campo, juntocon el padre josé María Vargas, Subdirector de la Academia por variosaños, con quien mantuvo alguna vez una polémica en torno al artistaSánchez Gallque. Son numerosas sus obras, tanto de historia general delarte como de estudios singulares de pintores coloniales y del siglo XIX.En total se han registrado 380 títulos entre libros, artículos y folletos.

Isaac J. Barrera. (1884-1970) Este gran intelectual imbabureñoes, tal vez, el mimbro que más ha servido a la Academia, pues fue fun-dador y ejerció la dirección por veintiséis años, desde 1943 hasta el desu muerte, ocurrida en 1970. Muy conocido por su Diccionario de la lite-ratura ecuatoriana, lo es también por sus numerosas obras de historia,como Rocafuerte; Homenaje a los próceres de la independencia de Guayaquil;Quito colonial; Simón Bolívar, libertador y creador de pueblos; El obispo Cueroy Caicedo; Historiografía del Ecuador…

Cuando cumplió sesenta años de periodismo se le hizo un granhomenaje nacional y en el año de su muerte fueron brillantes las pala-bras pronunciadas por nuestro Académico y Presidente Honorario vi-talicio jorge Salvador Lara, quien recordó que durante 114 semestres, es

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decir, 57 años – “casi desde que ingresó a la Academia de Historia, en vidaaún del Ilustrísimo González Suárez, su fundador – don Isaac dirigió el Boletínde la entidad, la revista más antigua y seria del Ecuador. El mismo recopilabalos artículos pidiéndoselos a los historiadores nacionales y extranjeros, los lle-vaba a la imprenta, corregía las pruebas, y hacía distribuir los ejemplares en elEcuador y el exterior…”

Julio Tobar Donoso. (1894-1981) Abogado, diplomático, peroante todo un gran historiador, cuyas obras siguen siendo de consulta.Basta recordar algunas: García Moreno y la instrucción pública, Desarrolloconstitucional del Ecuador, La Iglesia ecuatoriana en el siglo XIX, Monografíashistóricas, La invasión peruana y el protocolo de Río, La Iglesia, modeladora dela nacionalidad ecuatoriana. Fue un asiduo colaborador del Boletín de laAcademia, siempre con artículos bien elaborados después de una seriainvestigación. Dirigió la Academia entre 1940 y 1942, año terrible esteúltimo, porque a él le tocó la responsabilidad de firmar por el Ecuadorel protocolo de Río de janeiro, mientras el país estaba invadido por tro-pas peruanas y había la presión internacional para suscribirlo con el sa-crificio del más débil, en plena guerra mundial. Ventajosamente, lacrítica razonada y justiciera le ha salvado, después de una inicial incom-prensión.

Homero Viteri Lafronte. (1892-1976) Hermano de Aníbal. Esteambateño formado en Quito optó por los estudios de jurisprudencia,habiendo sobresalido en este campo y en la vida política ecuatoriana,llegando a ejercer varias secretarías de Estado. Fue Subdirector de laAcademia Nacional de Historia. Sus aportaciones en nuestra especiali-zación están relacionadas con estudios sobre juan de Velasco, EugenioEspejo, la Amazonía y el primer centenario del Ecuador republicano.

La sesión de hoy está concebida para recordar con afecto y gra-titud a quienes pensaron y ejecutaron este gran proyecto, que devinoaños más tarde en la Academia Nacional de Historia, así como parahacer memoria de los grandes hitos en su trayectoria ya centenaria. Susmicro semblanzas expuestas en esta intervención son solo un acicatepara que los conozcamos y valoremos más, acercándonos a sus biogra-fías y, sobre todo, a sus obras.

Dentro de estos primeros años de vida institucional, ocurrió elfallecimiento de nuestro fundador, en 1917. Los homenajes nacionales einternacionales fueron múltiples y la Sociedad decidió que no se llenela vacante de la dirección por un año, en señal de duelo y de dolor por

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la pérdida de uno de los más altos valores ecuatorianos de todos lostiempos. El Subdirector, don jacinto jijón y Caamaño, quedó al frentede la Institución, siendo una de sus primeras ejecutorias la publicacióndel Boletín de la Sociedad.

Han sido directores de la Academia, después de varios de losfundadores de la misma, citados ya, los doctores jorge Salvador Lara,Plutarco Naranjo Vargas y en estos ocho últimos años Manuel de Guz-mán Polanco. En total, diez hasta la fecha. Los dos primeros están de-signados como directores honorarios vitalicios y pronto se hará lo mis- mo con Manuelito, gran impulsor de la Academia en este nuevo siglo.

Volvamos a la revisión de algunos hitos de la Academia. Desdeel segundo semestre de 1918 se comienza a publicar el Boletín de la So-ciedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos. Su gran impulsor yuno de los principales escritores fue jacinto jijón y Caamaño. Adquirióla revista los rasgos que se mantendrán incluso cuando cambió de nom-bre: con una sección de artículos largos de autores nacionales o extran-jeros, otra de variedades, una tercera con notas bibliográficas y una finalcon documentos y comunicaciones. El abanico de los temas va desdelos vocabularios indígenas, las notas arqueológicas, la crítica de historiase historiadores, hasta los estudios de temas relacionados con la inde-pendencia, la vida republicana y la transcripción y comentarios de do-cumentos inéditos.

Los primeros colaboradores fueron josé Gabriel Navarro, Ce-liano Monge, Otto von Buchwald, Luis Felipe Borja, julio Tobar Donosoe Isaac j. Barrera.

La aprobación con el nuevo y definitivo nombre de AcademiaNacional de Historia ocurrió mediante una ley promulgada en el Regis-tro Oficial Nº 23 del 28 de septiembre de 1920. Se había tramitado en elpleno del Congreso, cuando había una Cámara del Senado y otra de Di-putados y recibió el ejecútese del presidente de la República josé LuisTamayo.

Desde entonces el gobierno nacional o diversas instituciones pú-blicas y privadas han solicitado servicios en áreas relacionadas con lahistoria, ya sea para que los realice la misma Academia, o para que losimpulse por medio de sus mejores miembros. Constan en nuestros ana-les peticiones sobre muy variados temas, desde la formación de unmuseo arqueológico hasta la organización de los documentos dispersosen diversas dependencias.

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Max Uhle comenzó a colaborar con el Boletín y por iniciativa desu Director, jacinto jijón se le invitó para que realice importantes estu-dios arqueológicos en Loja y, sobre todo, en Pumapungo, donde descu-brió el barrio administrativo de la ciudad de Tomebamba, dando aconocer los resultados en una publicación financiada por el mismo Di-rector de la Academia y con un excelente estudio introductorio de Re-migio Crespo Toral, en 1923.

Desde sus primeros años de vida la Academia nombró miem-bros honorarios, escogiéndolos entre los mejores arqueólogos, antropó-logos e historiadores del mundo. Los primeros nombrados son grandesfiguras de la investigación como Ramón Menéndez Pidal, Héctor Mar -shall Saville, josé de la Riva Agüero, josé Toribio Medina, josé LadislaoAndara, Antonio Gómez Restrepo, Franz Boas, Rafael Altamira, TeodoroWolf…

La conmemoración, correspondiente al cuarto centenario de lafundación de Quito, en 1934 tuvo mucha relevancia y la Academia par-ticipó en varios de sus actos más sobresalientes.

Habiéndose suspendido por unos años, se reinició la publica-ción del Boletín, con las mismas características establecidas inicialmente.El Boletín, que ya ha llegado a sus 180 números, tiene como complemen-tos las publicaciones de sus Índices, en dos ocasiones; sin embargo, apro-vechamos de esta oportunidad para destacar el papel que estácumpliendo el académico Irving Iván Zapater, quien a través de FONCULTURA, es el impulsor de un fichaje analítico de todos los artículospara una publicación que se hará pronto, y que prestará un enorme ser-vicio a los investigadores. La responsabilidad técnica está a cargo de laespecialista Lcda. Ana de Vela, que con su equipo de ayudantes estácumpliendo con un excelente trabajo. Debemos agradecer a Ecuavisapor su colaboración económica para la edición de la obra.

En 1936 se recordó el bicentenario de la llegada de la primeraMisión Geodésica francesa, responsable de que nuestro país lleve elnombre de Ecuador. En 1942 se participó en la celebración del cuartocentenario del descubrimiento del Río Amazonas, conocido por muchotiempo como Río de Quito. La Academia actuó como árbitro, por peti-ción del Concejo Municipal de Ibarra, en la identificación de su auténticoescudo y de su bandera. En 1947 designó a Ángel Isaac Chiriboga paraque asista, como delegado de la Academia a la Primera reunión Pa -namericana de Consulta sobre la Historia, convocada por el InstitutoPanamericano de Geografía e Historia.

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En defensa del patrimonio arquitectónico, documental, arqueo-lógico y bibliográfico ha participado activamente la Academia, siendouna de sus más importantes intervenciones lograr que el Municipio ca-pitalino restaure el edificio donde fueron sacrificados el 2 de agosto de1810 nuestros primeros héroes.

En 1950 hubo un acontecimiento de gran trascendencia paranuestra patria: la exaltación de Mariana de jesús Paredes y Flores, la pri-mera santa quiteña. En ese mismo año ocurrió la muerte de dos de susfundadores jacinto jijón y Luis Felipe Borja Pérez. En estos casos la Aca-demia hizo oír su oportuna voz.

Al llegar 1959, el presidente Camilo Ponce Enríquez declarócomo año de recordación nacional el lapso del 10 de agosto de 1959 al10 de agosto de 1960 y, con otras instituciones, entre ellas la Academia,se elaboró un gran programa a cumplirse en ese período. Todas las pu-blicaciones llevaría el lema: Sesquicentenario del Primer Grito de Indepen-dencia en Hispanoamérica. 10 de Agosto. Quito. 1809-1959.

En este año entró en circulación la obra Quito, Luz de América,de Manuel María Borrero. Su enfoque se basó en el proceso penal quelas autoridades españolas siguieron a los responsables del movimientodel Diez de Agosto. El objetivo de la obra estuvo dirigido a resaltar laparticipación del pueblo quiteño en el proceso iniciado en la fecha se-ñalada, y, en contraposición, a demostrar la debilidad y hasta la traiciónde los condes, marqueses y otros cabecillas en esas horas críticas denuestra historia. En ese entonces el joven jorge Salvador Lara, en sendascartas dirigidas al autor aplaudió algunos de sus asertos, como el hacerhincapié en la participación popular, pero también le hizo reparos, sobretodo en torno a su apoyo en una fuente débil y circunstancial, como esun proceso penal, sin que hubiese el debido análisis crítico del mismo.Hubo una polémica que trascendió a las esferas públicas y la Academiafue requerida para que emitiera una opinión autorizada, con la que seaclararon algunos puntos, pues se concluía que tanto la élite como elpueblo fueron copartícipes de un proyecto que conducía claramente ala búsqueda de un autogobierno y como consecuencia del mismo haciauna liberación política. jorge Salvador Lara, desde entonces no ha de-jado de investigar hasta convertirse en la actualidad en la figura más re-presentativa del quehacer histórico ecuatoriano.

El Trigésimo Tercer Congreso de Americanistas pidió a la Aca-demia una lista de los más destacados historiadores, arqueólogos, etnó-

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logos, antropólogos, folkloristas, bibliógrafos y sociólogos de nuestropaís. Se cumplió oportunamente con lo solicitado.

La Academia fue requerida para que precise algunos datossobre el lugar donde fue asesinado Gabriel García Moreno el 5 de agostode 1875. Con la participación del Director Isaac j. Barrera y del acadé-mico Carlos Manuel Larrea se cumplió eficientemente con el cometido.

En 1966 Argentina propuso la creación de la Unión de AcademiasLatinoamericanas de la Historia, dándonos a conocer el anteproyecto, conlos objetivos de dicha institución. La idea se concretó y surgió esta Unión,a la que fueron invitados los países latinoamericanos, España y Portugal.Hasta la fecha se han realizado diez congresos ordinarios y uno extraor-dinario, por la petición de nuestro Director, Manuel de Guzmán Polancoen la novena reunión realizada en Lisboa. El objetivo fue rendir homenajea Quito en el año del bicentenario de la integración de un primer go-bierno autónomo, que encendió la luz de la libertad en nuestra América.Sobre su realización entre el 16 y 19 de junio de este año, no hacen faltacomentarios, pues todos fuimos partícipes de su éxito.

Al cumplir la Academia sus setenta y cinco años, en 1984, con-taba con los siguientes miembros numerarios: jorge Salvador Lara, joséMaría Vargas, Luis Alfonso Ortiz Bilbao, josé y Alfonso Rumazo Gon-zález, Carlos de la Torre Reyes, Pedro Porras Garcés, Luis Bossano Pa-redes, Agustín Moreno, Francisco Terán Nicolalde, Aquiles Pérez Tama-yo, Abel Romeo Castillo, jorge Villalba Freire, Emilio Uzcátegui García,Gabriel Cevallos García, Ángel Bedoya Maruri, Rafael Euclides Silva,jorge Pérez Concha, Miguel Díaz Cueva, Pedro Robles Chambers, Al-fredo Pareja Diezcanseco, julio Estrada Icaza, Fernando jurado Noboay Eduardo Muñoz Borrero.

En este mismo año se resolvió conceder una medalla de oro alos académicos numerarios y una de plata a los correspondientes, me-diante la entrega en una ceremonia pública, después de pronunciadoslos discursos de rigor en la incorporación de un nuevo miembro.

Papel trascendente de la Academia ha sido la protección del pa-trimonio cultural, dando criterios para evitar la salida de piezas por con-trabando, o en defensa de la riqueza arqueológica de la isla La Tolita, yde otros sitios distribuidos en todo el Ecuador. Siempre ha habido pre-ocupación por la protección del patrimonio material e inmaterial denuestro país, desde lo arquitectónico hasta la tradición oral. Hoy, másque antes, con una mayor conciencia de sus valores, la Academia debe

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seguir opinando sobre la trascendencia de estos elementos que estándentro de nuestra más profunda historia.

Con la participación directa de la Academia o por medio de va-rios de sus ilustres miembros se ha impulsado la organización y la tec-nificación de varios archivos documentales en diversas ciudades delEcuador. Cabe destacar lo logrado en el Archivo Nacional, particulari-zando la labor de los dos últimos directores, los académicos juan FreireGranizo y Grecia Vasco de Escudero, quienes han logrado constituirlo,a la fecha, en el más importante del país.

También ha sido importante la motivación para hacer investi-gaciones científicas, cuyo impulso en el futuro debe ser mayor, siemprecon la participación de nuestros académicos, cuyos nombres figuranentre los más notables historiadores ecuatorianos.

La Academia, siempre ha estado presente en las grandes con-memoraciones y en los eventos culturales de interés histórico, tanto den-tro como fuera del país. Ha organizado programas o ha enviado de le- gados oficiales a lo largo de estos últimos años, a pesar de que susituación económica ha sido muy estrecha y, en varias ocasiones ha te-nido que pedir posada en las oficinas de nuestros directores.

Aquí cabe resaltar la actitud de nuestro académico, el gran es-tratega y notable político Paco Moncayo Gallegos, quien cuando estuvoal frente de la alcaldía del Distrito Metropolitano de Quito, nos entregóen comodato, en el 2007, el edificio llamado La Alhambra, recuperadocon dificultades por ocupaciones ilegales y debidamente restaurado porel Fondo de Salvamento de Quito (FONSAL), dirigido brillantementepor Carlos Pallares Sevilla. Valga esta oportunidad para rendirles nues-tro profundo agradecimiento por habernos dado una morada digna yconfortable, recientemente elogiada por los académicos de los diecisietepaíses que participaron en el mencionado Congreso Extraordinario deAcademias de Historia. La Academia ha resuelto entregarles un Botónde Oro, con el respectivo diploma que expresa nuestra gratitud.

En este nuevo local, con la recuperación de libros y documentoslargamente embodegados, se reinauguró la Biblioteca de la Academia,con el ilustre nombre de jacinto jijón y Caamaño. Más que una biblio-teca, aspiramos a que se convierta en un gran centro de documentación,con información digital y medios para acceder a ella. Con los aportesde personal técnico y bajo la responsabilidad del Académico de NúmeroEnrique Muñoz Larrea, pronto se enriquecerán sus fondos, gracias a la

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donación del reino de España de algo más de 100.000 euros, para quesean empleados en la terminación del procesamiento técnico y en la ad-quisición de libros de nuestra especialización.

Es necesario recordar que una colección de libros, publicadospor Aymesa, fue impulsada por Patricio Acosta y su gran colaborador,el excelente periodista doctor Marco Lara. La Academia ha consideradoque es de justicia entregarles sendos diplomas de agradecimiento.

Se ha impulsado la organización de dos núcleos, uno en Gua-yaquil y otro en el Austro, con sede en Cuenca, para dar a la Academiaun mayor alcance nacional. Se ha procedido a incorporar en cada unode ellos a nuevos miembros correspondientes y se prevé su robusteci-miento en un futuro inmediato. En nuestro puerto principal ya se haavanzado con una organización interna muy bien dirigida por BenjamínRosales Valenzuela.

Aunque se ha realizado una reforma estatutaria, creemos quehay que actualizar algunos preceptos jurídicos, legislar sobre nuevostemas y cubrir algunos vacíos, para entrar de lleno a los próximos cienaños de vida. Para ello contaremos con las mejores opiniones de quienessiendo académicos de la Historia, son también notables juristas.

La situación financiera ha mejorado, gracias al apoyo de acadé-micos que han cumplido papeles relevantes en los últimos gobiernosconstitucionales. Es de justicia destacar las labores cumplidas por dosde nuestros más brillantes compañeros, Enrique Ayala Mora, impulsordel convenio que hoy suscribimos con el Ministerio de Educación, entreotras acciones notables; y, por nuestro tesorero jorge Núñez Sánchez,acucioso y diligente administrador de los limitados fondos. Un rasgode gratitud de la Academia se exterioriza con la entrega de un botón deoro y un diploma a nuestro gran amigo el Doctor Raúl Vallejo Corral,Ministro de Educación.

Debemos destacar la recordación del prócer chileno CamiloHenríquez, quien llamó a Quito Luz de América e hizo poner un gran le-trero con este reconocimiento en el faro de Valparaíso. Con la participa-ción de Manuel de Guzmán Polanco y de jorge Núñez Sánchez, en elaño 2008, se revalidó ese reconocimiento al pie del monumento dedi-cado al mencionado héroe, en una de las plazas de esa ciudad.

En los próximos meses se dará cumplimiento al concurso inter-nacional convocado por el gobierno ecuatoriano y la Academia Nacionalde Historia, con el tema: Trascendencia internacional del gobierno quiteñoautónomo del Diez de Agosto de 1809.

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La Academia, fuera del mencionado Congreso Extraordinario,se ha hecho presente en las celebraciones del Bicentenario del Diez deAgosto de 1809. Un académico numerario, juan Paz y Miño, preside elComité estructurado por disposición del Presidente Constitucional delEcuador, el economista Rafael Correa Delgado; con la participación dela Universidad Alfredo Pérez Guerrero, se han editado tres importantesobras sobre la iniciación de nuestro proceso independentista: Quito, Luzde América, de Manuel de Guzmán Polanco; La Patria Heroica, de jorgeSalvador Lara; y, Cuenca y el Diez de Agosto, del autor de estas líneas.Otros libros sobre el mismo tema han circulado en estos días. Vale re-cordar que el Académico guayaquileño Melvin Hoyos reeditó, en edi-ción facsimilar, el excelente trabajo del gran historiador guayaquileñoCamilo Destruge, titulado Controversia Histórica sobre la iniciativa de laIndependencia Americana. Por otra parte jorge Núñez ha difundido laobra de Camilo Henríquez; nuestro Director del Boletín, Hernán Rodrí-guez Castelo, ha publicado ya importante información en el Nº 180 yestá recopilando otra, para el número especial dedicado a esta celebra-ción. Por último, hay que aplaudir nuevamente el aporte de nuestroAcadémico Franklin Barriga López, quien diligentemente cumplió elencargo de escribir la Historia de la Academia, con el auspicio de PatricioTinajero, director editorial de Multimedios 106. Su obra ha sido la basede esta síntesis y por ello le agradecemos particularmente. Para Patricio,que nos ha apoyado no solo con esta importante publicación, sino conuna permanente difusión, en programas de alta sintonía, de las activi-dades de la Academia, le entregamos con gratitud un Diploma.

Como culminación de este centenario el Gobierno Nacional haresuelto honrarnos con el Premio Eugenio Espejo, lo que nos enorgu-llece, nos estimula y nos lleva a renovar los esfuerzos por impulsar nue-vas investigaciones y enfoques sobre la historia del Ecuador, dentro dela tradicional línea de respeto a la libertad que tiene cada historiadorpara hacer sus propias y documentadas hipótesis. A nombre de la Aca-demia agradecemos muy de veras al economista Rafael Correa Delgado,Presidente Constitucional del Ecuador, por tan generosa deferencia.

En estos cien años de vida, muchos Académicos, después dedejar su profunda huella, sirviendo a Dios y a la Patria, con los mismosideales de nuestro fundador, han pasado ya a la esfera de la eternidad.Fuera de los fundadores, ya nombrados en esta síntesis de nuestra tra-yectoria, cabe recordarles con una oración y con un profundo reconoci-

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miento de su valía a jaime Aguilar Paredes, Víctor Manuel Albornoz,Luciano Andrade Marín, Luis Andrade Reimers, Augusto Arias, CelínAstudillo, Ángel Bedoya Maruri, Luis Bossano Paredes, Abel RomeoCastillo, Pedro Fermín Cevallos, Gabriel Cevallos García, Héctor Coral,Octavio Cordero Palacios, Hernán Crespo Toral, Remigio Crespo Toral,Ángel Isaac Chiriboga, Ricardo Descalzi, josé joaquín Flor Vásconez,julio Estupiñán Tello, julio Estrada Icaza, jorge Garcés, Antonio Gonzá-lez Zumárraga, josé Humberto González, Darío Guevara, Silvio LuisHaro, Olaf Holm, Pío jaramillo Alvarado, Carlos de La Torre Reyes, julioH. de La Torre, Darío Lara, josé María Le Gouhir, Roberto Leví, jorgeLuna Yépez, Alfredo Luna Tobar, Ricardo Márquez Tapia, Ezequiel Már-quez, Alberto Muñoz Vernaza, Elías Muñoz Vicuña, Luis Alfonso OrtizBilbao, j. Roberto Páez, Alfredo Pareja Diezcanseco, Aquiles Pérez Ta-mayo, jorge Pérez Concha, Marcel Pérez, Pedro Porras Garcés, LuisTelmo Paz y Miño, Luis Octavio Proaño, Luis Robalino Dávila, PedroRobles Chambers, Remigio Romero León, Gonzalo Rubio Orbe, josé yAlfonso Rumazo González, Fausto Silva, Francisco Terán Nicolalde, Ra-fael Euclides Silva, Emilio Uzcátegui García, josé María Vargas Arévalo,josé María Velasco Ibarra, Enrique Villasís Terán, Otto von Buchwald,Neptalí Zúñiga…Y pedimos perdón a quienes hemos olvidado involun-tariamente.

En este sagrado recinto y en esta fecha especialísima de la his-toria de la Academia –nada menos que cien años– , anhelemos que todoslos que amamos la verdad, sigamos trabajando en la profundización delconocimiento de las raíces y en la búsqueda de la unidad cívica delEcuador, basada en una dilatada y fecunda historia y en la diversidadde pueblos y regiones, siempre con el anhelo de robustecer la identidadde este gran país, al que todos debemos servirle, con total entrega, encada uno de nuestros cotidianos quehaceres.

Para finalizar, pidamos a Dios, desde el hondón de nuestros co-razones, que siga bendiciendo a la Academia Nacional de Historia.

Muchas gracias.

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Manuel de Guzmán Polanco, Monseñor Raúl Vela Chiriboga y Juan Cordero Íñiguez

Acto conmemorativo de los cien años de la ANH. Hno. Eduardo Muñoz Borrero,Paco Mocayo Gallegos, Manuel de Guzmán Polanco,

Monseñor Raúl Vela Chiriboga, Juan Cordero Íñiguez y Jorge Salvador Lara

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Asistentes a la celebración eucarística por los 100 años de vida de la Academia.Entre otros: Carlos Freire, Jorge Moreno Egas,

Joaquín Gómez de la Torre, Rodrigo Páez, Eduardo Muñoz, Octavio La Torre, Manuel de Guzmán Polanco, Juan Cordero Íñiguez,

Enrique Muñoz Larrea y Fausto Palacios Gavilanes

Intervención del Director de la Academia, Dr. Juan Cordero Íñiguez

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DISCURSO DEL DR. JUAN CORDERO ÍñIGUEZ EN SU POSESIÓN COMO DIRECTOR

DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

Señoras y señores:

Un honor imprevisto, pero altamente grato, es el haber sido elegido pormis colegas numerarios como Director de la Academia Nacional de His-toria. Del hondón de mi corazón dedico estas primeras palabras de agra-decimiento, a todos y cada uno de mis colegas. La responsabilidad queme han dado es enorme, si consideramos solo la excelsa nómina de quie-nes me han precedido: Federico González Suárez, jacinto jijón y Caa-maño, Celiano Monge Navarrete, Luis Felipe Borja, Isaac j. Barrera,Carlos Manuel Larrea, julio Tobar Donoso, jorge Salvador Lara, PlutarcoNaranjo Vargas y Manuel de Guzmán Polanco. Solo con el apoyo detodos los académicos y en particular de los que integran el Directorio,que hoy ha tomado posesión de sus cargos, podré–podremos, es mejorusar el plural- acercarnos a las realizaciones de cada uno de ellos.

Más aún, después de cerrar brillantemente el primer centenariode nuestra Academia, con notables eventos y publicaciones, bajo la di-rección de nuestro querido Manuelito, nos toca abrir un nuevo centena-rio, en un siglo y en un milenio que se presenta muy conflictivo e impre-decible. Y este es un reto, que debemos compartirlo todos.

Si planteamos una teoría de la Academia en estos cien años, loque más sobresale es la contribución institucional y de sus miembros,para la consolidación de una imagen patria con valores y contravalores.Robustecer su identidad, con énfasis en nuestra historia republicana, hasido una tarea muy difícil, pero con éxitos y hoy podemos ufanarnos delas obras globales que se han escrito, desde la Historia General de la Re-pública del Ecuador, trabajo primordial de Federico González Suárez,nuestro fundador, pasando por la Historia del Ecuador de Pedro FermínCevallos, Los Orígenes del Ecuador de Hoy de Luis Robalino Dávila y lasfundamentales obras de Alfredo Pareja Diezcanseco, Gabriel CevallosGarcía, jorge Salvador Lara, entre otras, hasta llegar a la contribuciónmás importante de fines del siglo XX llamada Nueva Historia del Ecuador,dirigida por nuestro amigo y compañero Enrique Ayala Mora.

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Y esta gratísima tarea, que en síntesis es hacer patria, no terminani terminará. Hoy, más que nunca, cuando todas las regiones, subregio-nes, nacionalidades étnicas, ciudades, cantones y otros grupos sociales,están expresándose de diversa manera, es correcto plantear la posibili-dad de preparar una Magna Historia General del Ecuador, con total am-plitud temporal, geográfica y temática, con perspectivas actuales y conenfoques incluyentes de todas las aportaciones materiales y espiritualesen lo político, económico, social, ideológico y cultural, y en este campo,no sólo lo considerado tradicionalmente como intelectual, sino lo popu-lar en las artesanías, las letras y las artes, sin descuidar la cultura oral yla cotidianidad en cada época o período, región o ciudad. Esta idea, sur-gida de una conversación con nuestro querido Subdirector, el padreAgustín Moreno, ya ha recibido el apoyo de otros académicos, entre losque está el erudito paleógrafo e historiador, el cuencano juan Chacón.

Hay que partir de los avances logrados hasta la fecha en el co-nocimiento de nuestro más antiguo pasado, es decir, desde el pobla-miento paleoindio, pasando por las culturas arcaicas, hasta llegar a lasformativas, de desarrollos regionales y de integración, con una visiónhistórica más que meramente arqueológica, donde el documento a es-tudiarse es el objeto, del que hay que extraer información copiosa, comose hace cuando nos enfrentamos a un papel antiguo. Esa historia –noprehistoria, pues este término está ya superado– es la que cimenta alEcuador de hoy. Su importancia debe ser resaltada con insistencia, por-que las respuestas de tantos pueblos que cubrieron nuestra variada geo -grafía, fueron los primeros esfuerzos que generaron cultura y que en elcontexto de nuestro pasado, resultan ser los más originales y los que noshan dado los primeros elementos de singularidad.

Las aportaciones de arqueólogos nacionales y extranjeros fue-ron fundamentales. Hay que volver a recordar a nuestros primeros Di-rectores: a González Suárez y sus numerosos trabajos así como a jacintojijón, tanto por su dedicación como por el financiamiento de investiga-dores extranjeros. Hay que comentar aquí el gran impulso que dio elBanco Central del Ecuador, con dos de sus mejores dirigentes y miem-bros de nuestra Academia: Hernán Crespo Toral y Olaf Holm Holm, enla segunda mitad del siglo XX, tarea que hoy está en una angustiosa de-caída por la vigencia de enfoques economicistas que han marginado alcapital cultural. El acopio de un inmenso patrimonio, que hoy quiere elMinisterio de Cultura darlo a conocer con una mayor difusión, debe re-

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cibir de nuestra parte un total apoyo, así como cualesquiera otras tareasque conduzcan a la investigación, al mejor conocimiento y a la difusiónde tan fecundo pasado.

La historia del Incario la compartimos con varios pueblos an-dinos. Y en cada espacio nacional, aún más, en las variadas latitudes delEcuador, hay diversas huellas. Ya desde entonces, lamentablemente, segeneraron los enfrentamientos regionales. Solo citemos un ejemplo: ladiversa valoración que se hace de los dos últimos emperadores, ambosnacidos en nuestro territorio: Huayna Cápac y Atahualpa. Esforzarnostodos para mirar la cultura incaica, invasora y conquistadora, pero conuna enorme trascendencia en nuestra historia, en un contexto nacionalúnico, es tarea de superación de posturas localistas y de generosas acti-tudes con miras a construir esa gran historia nacional, que nos hemospropuesto.

El período hispánico, convertido en colonial en el siglo XVIII,es común para una dilatada geografía de nuestra América. Las valora-ciones de este lapso de trescientos años se han mantenido polarizadasentre la leyenda negra y la leyenda áurea. Se ha acopiado una gran ri-queza documental y bibliográfica, en gran parte con esfuerzos de nues-tros académicos; sin embargo, queda mucho por leer, transcribir, inter-pretar y, sobre todo, integrar dentro de una visión que supere posicionesideológicas personales. Estamos ya a doscientos años de distancia tem-poral de una historia que ha matizado nuestras raíces aborígenes e in-caicas y que ha consagrado la imagen mestiza de la que hoy nos sentimospartícipes la mayoría de los ecuatorianos. Ni indigenismo ni hispanismoa ultranza, sí un ecuatorianismo que sume y ofrezca una enriquecidahistoria nacional.

Fueron complejos esos trescientos años y en lo territorial nosdejo una herencia indefinida, con cambios jurisdiccionales totales o par-ciales que han sido interpretados por los países vecinos, según su poderpolítico, militar y económico, por lo cual nuestros territorios han dismi-nuido en extensión, lo que aún es motivo de dolor y de amargura. Másallá de ello, también las segregaciones político administrativas, militareso religiosas de ciudades o provincias motivaron a que algunas personasen las primeras décadas del siglo XIX no pensaran en la integración tra-dicional de la Audiencia, como unidad territorial a convertirse en unpaís independiente y haya existido criterios válidos para mantenersepor separado, sumarse al Perú o a Colombia. Sin embargo, a nuestro jui-

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cio, pesó la historia tradicional reconocida en 1563 por España en la crea -ción de la Real Audiencia de Quito, siendo este el mayor acicate paraimpulsar la unidad de un Estado que devino en República del Ecuador,desde 1830.

Con motivo de la celebración del bicentenario del estableci-miento de una primera junta Suprema de Gobierno, integrada por crio-llos y punto de partida cierto y claro, de nuestra independencia política,se han mantenido posiciones controvertidas en extremo. Anhelo nuestroserá el impulsar nuevas investigaciones sobre el papel cumplido porcada una de las jurisdicciones, abriendo una década de trabajos serioshasta llegar a las conmemoraciones de 1820 a 1822, tomando como ejesubstancial lo realizado por Guayaquil el 9 de octubre.

A los académicos guayaquileños, que serán los principales im-pulsores de esta década de trabajos, con hincapié en documentos de ar-chivos, les invitamos a sumar sus esfuerzos a los de otras regiones, parti-cularmente de Cuenca, que consiguió su libertad 25 días después, el 3de noviembre de 1820; a los de otras ciudades de la Sierra, de la Costa yde la Amazonía, para llegar con un nuevo acerbo de conocimientos a latercera década del siglo XIX, con la independencia definitiva, logradaen las faldas del Pichincha el 24 de mayo de 1822, con la participaciónde tropas de todo el país e incluso de otros.

Los dos siglos de historia republicana, quizá los más complejospor su infinidad temática y sus encuentros y desencuentros ideológicos,deben ser vistos, igualmente, con ojos globalizadores en torno a lo na-cional, pero también con inclusión de las particularidades de cada re-gión. La cantada unidad en la diversidad debe ser bien analizada yexpuesta, fundamentalmente por los historiadores, integrantes de estaAcademia, que siempre ha sido pluralista y respetuosa del pensamientode cada uno de sus miembros. Mantener esa tradición, y de ser posibleacrecentarla, será una preocupación permanente del nuevo Directorio.

Es pertinente destacar aquí el papel que debe cumplir en todoeste gran proyecto, que partirá de un renovado impulso de la investi-gación y la sistematización, nuestro compañero, Enrique Ayala Mora,líder en los campos mencionados y en grandes tareas editoriales. El seráel coordinador de todas estas actividades difíciles, pero siempre gratas.

De tejas adentro, como diría Alfonso Andrade Chiriboga, anhe-lamos para la Academia la incorporación de nueva savia por ingresos,asociaciones o participación de jóvenes historiadores, en calidad de

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miembros correspondientes, colaboradores o ayudantes, con énfasis enel nombramiento de académicas mujeres, como un reconocimiento desu valor y de los principios de igualdad de género.

Revisar el Estatuto, proponer reformas, redactar un reglamentointerno con el objeto de involucrar a más académicos en el cumplimientode los objetivos institucionales son tareas que pronto las pondremos aconsideración de la Asamblea. Entre los aspectos a reformarse creemosque están los relacionados con el ascenso a miembros numerarios, puesla opinión generaliza es la de que no se debe exigir la presentación deuna solicitud. También hay que abrir la posibilidad de tramitar peticio-nes de desvinculación que alguno de los Académicos quiera presentar,así como precisar aspectos relacionados con procesos parlamentarios yde elecciones. Serán bienvenidas las sugestiones que se hagan sobreestos temas particulares, así como sobre cualesquiera otros relacionadoscon la mejor marcha de la Academia.

Anhelamos, con el gran equipo encabezado por el diligenteAcadémico Enrique Muñoz Larrea y por la Directora de la Bibliotecadoña Ana de Vela, que en dos años esté íntegramente procesada y espe-cializada en Historia del Ecuador, con fondos bibliográficos que dupli-quen los actuales. Haremos esfuerzos, con la colaboración de todos losAcadémicos, para que dentro de nuestro fondo bibliográfico estén lasobras de quienes han sido miembros de la Institución desde hace cienaños.

Un sueño más distante, pero factible, es la construcción de es-pacios más amplios y confortables, tanto para los repositorios como paralos lectores e investigadores. El apoyo del reino de España, a través desu Embajada en el Ecuador y de su Agencia de Cooperación Internacio-nal para el Desarrollo, es fundamental, no solo para el presente sino parael futuro. Quiero que quede constancia de nuestro especial agradeci-miento para con sus directivos.

Extender nuestros servicios no solo a investigadores consagra-dos, sino también a estudiantes, gremios, asociaciones y más entes pú-blicos y privados, será un objetivo más de nuestra gestión. En próximosdías firmaremos un convenio con el Colegio de Periodistas de Pichincha,para dictar seminarios sobre Historia del Ecuador, con la participaciónde nuestros mejores especialistas. Este es un ejemplo de cómo nos abri-remos más a la colectividad.

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Conocemos el proyecto de Ley de Cultura, impulsado por elMinisterio del Ramo y coincidimos en sus grandes lineamientos, pueshay un afán de extender hasta los rincones más apartados de la Patrialos beneficios de la cultura, vista ya con un criterio antropológico. Ental proyecto que crea un Sistema Nacional, está incorporada nuestraAcademia. Compartimos sus aspiraciones y estaremos prestos paramantener diálogos y trabajar en programaciones conjuntas.

Son ciento noventa y tres los Boletines que se han publicadohasta la fecha: los doce primeros dentro de la Sociedad Ecuatoriana deEstudios Históricos Americanos y los demás con el nombre actual deBoletín de la Academia Nacional de Historia. Robustecer su contenido conla participación de los académicos de todo el país, a los que invitamosdesde ahora a enviarnos sus artículos, mantener su periodicidad y darmejores características editoriales, incluyendo el uso de medios electró-nicos, es una aspiración de nuestro excelente jefe de Publicaciones, Her-nán Rodríguez Castelo, a quien apoyaremos incondicionalmente. A estaobligación institucional añadiremos un programa de publicaciones deobras históricas, en asociación con otras instituciones o por cuenta propia.

Bajo la dirección del más joven Académico numerario juan joséPaz y Miño, esperamos que se incrementen nuestras relaciones institu-cionales con otras similares del mundo iberoamericano, con institucio-nes de carácter cultural, nacionales e internacionales, con legacionesdiplomáticas y con medios de comunicación. Por supuesto, interna-mente habrá más acercamiento con los Académicos del país. Para co-municarnos mejor y dar a conocer nuestras acciones, usaremos ante todolos medios electrónicos y una página web, constantemente actualizada.Habrá más comunicación con los Centros Correspondientes del Guayasy del Austro, en vista de que están al frente de ellos dos dilectos amigosy compañeros, Benjamín Rosales Valenzuela y Ana Luz Borrero Vega.Estamos, además, programando sesiones y visitas a diversos lugareshistóricos y arqueológicos, con los objetivos de rendir homenajes a ciu-dades y pueblos del Ecuador, así como dar a conocer mejor los objetivosde nuestra Academia.

Nuestra mayor preocupación está en el financiamiento de laAcademia. Al frente de su gestión, siempre invaluable, está el acucioso,diligente y pulcro tesorero, jorge Núñez Sánchez, en quien confiamosplenamente. Haremos un equipo, con varios de los compañeros paraapoyarle y lograr las transferencias que deben hacernos los órganos deGobierno Nacional.

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Mantener el edificio, en las excelentes condiciones que lo reci-bimos en comodato por parte del Municipio de Quito, cumpliendo di-námicamente con los fines para los que se nos entregó, será nuestrapreocupación permanente.

Y para terminar, invito a todos los colegas quiteños, guayaqui-leños, cuencanos y de otras ciudades del nuestro querido Ecuador, a se-guir trabajando con rigurosidad científica, con pasión por tan nobletarea, siempre con la sagrada intención de robustecer una sola y grandenacionalidad cívica, que nos cobije a todos. Con visión de país, dejaremosfácilmente posiciones localistas, fundamentalistas o polarizadas, quesiempre hacen daño. La mayor grandeza del Ecuador está en su capitalhumano. Desde la Academia, esforcémonos en dar ejemplo de toleran-cia, de armonía y de coparticipación en esta gran tarea de construir unaPatria cada vez más grande, justa y equitativa, basada en los valores he-redados en quince mil años de historia.

Muchas gracias, señoras y Señores.

Quito, 22 de octubre de 2009

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Mesa directiva: Jorge Salvador Lara, Manuel de Guzmán Polanco, Juan Cordero Íñiguez y Hno. Eduardo Muñoz B.

Sesión Solemne de Cambio de Directiva de la Academia Nacional de HistoriaDevelación del retrato del Dr. Manuel de Guzmán Polanco

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Asistentes al acto. Entre otros, Jorge Núñez Sánchez, Hernán Rodríguez Castelo,Juan José Paz y Miño, Leonardo Moncayo Jalil y Enrique Ayala Mora.

Intervención del Director entrante de la Academia, Dr. Juan Cordero Íñiguez

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LA PERDURABLE LECCIÓN DEL DR. JORGE LUNA yEPESEN EL CENTENARIO DE SU NATALICIO

Jorge Salvador Lara

Este acto rinde homenaje a la memoria del Dr. jorge Luna Yepes,con motivo del centenario de su natalicio. Mucho se podría escribirsobre su polifacética personalidad y sería largo analizar sus muchos es-critos: libros y folletos, discursos parlamentarios, editoriales y ensayosperiodísticos. Bien valdría sobre ello una investigación minuciosa y ex-haustiva por haber sido maestro y dirigente de juventudes, con ampliainfluencia en la formación de muchas de las personalidades que en losúltimos treinta años han ejercido funciones publicas de relieve (magis-trados, ministros de Estados, legisladores, profesores universitarios, pe-riodistas, dirigentes laborales, sacerdotes inclusive) y por haberparticipado activamente en la política nacional.

Como historiador, su obra capital fue Síntesis histórica y geográ-fica del Ecuador publicada en Quito (1944) y reeditada en Madrid (1951).Los hechos principales están allí agrupados en resúmenes e interpreta-ciones, con frecuencia polémicas, mitos y clisés con los que ha solidotergiversarse nuestra historia al vaivén intereses de diversa índole, na-cionales e internacionales.

El pensamiento del Dr. Luna se caracterizó por la universalidadde conocimientos, lógica acerada, poderoso don de síntesis y análisis ala vez, y deliberada prescindencia de adornos retóricos. Entre los linea-mientos básicos permanentes de sus concepciones doctrinarias podría-mos señalar, ante todo, el personismo cristiano; una religiosidad acendrada,preocupada de ilustar su fe, con adhesión firme a la cátedra pontificia,admiración cordial y agradecida a la Compañía de jesús (en cuyo ho-menaje editó valioso libro) y valiente confesión pública de sus ideas cuandoello fue necesario.

Patriotismo ardiente, el de Luna Yepes, dolorosamente afectadopor la tragedia nacional de 1941 y 1942. El nacionalismo del Dr. Lunaes razonable, sin exacerbaciones ni presiones: proclamó que “existe lanación ecuatoriana y tiene un destino histórico que cumplir”. Realista,se basó en la observación, el análisis y la meditación profunda de diver-

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sos factores, sin caer en simple eclecticismo. Al propio tiempo, postulóun hispanismo razonado, firmemente convencido de la trascendenciade la contribución española en nuestra historia, pero sin desdeñar losaportes de la raíz aborigen. Por ello propugnó la toma de conciencia yproclamación de los valores positivos del mestizaje y no cejó en sus pré-dicas para superar tensiones, traumas, complejos y aspectos negativosproducidos por la fusión de elementos distintos. A esas concepcionesañadió el Dr. Luna el ideal de comunitarismo iberoamericanista, conparticular énfasis en la reinvidicación de los territorios hispánicos usur-pados por otras potencias, en especial por Inglaterra (Gibraltar, Malvi-nas, Belice) y por Estados Unidos (Puerto Rico).

El día viernes 8 de diciembre de 1989 se incorporó a la AcademiaNacional de Historia el Dr. jorge Luna Yepes, como miembro correspon-diente. Acto largamente esperado, porque la designación de tan queridoamigo para esa dignidad debía haber ocurrido hace ya tiempo, sin quesus compromisos de variada índole le hubiera permitido cumplir el re-quisito reglamentario de leer en sesión pública solemne el discurso derigor. Encontrarse reunidos para oírle fue motivo de júbilo para todossus colegas; pues desde hace varios años le consideraban ya comomiembro activo por su asidua concurrencia a las reuniones académicas,convencidos todos que, si sus deberes cívicos le hubieran dejado tiempopara los menesteres de investigación e interpretación del pasado, jorgeLuna habría podido ocupar con derecho y honor, sin lugar a duda, unade las curules como Individuo de Número de la corporación que fun-dara, hace 100 años, el Ilustrísimo González Suárez, y habría llegado aser uno de nuestros grandes historiadores.

Bien valdría la pena un análisis sobre la recia y fecunda perso-nalidad de Luna Yepes, pero su polifacética actividad desde la juventud,en posiciones directivas múltiples, vuelven complejo y difícil tal em-peño. Me limitaré, por tanto, a trazar a grandes rasgos su trayectoria,comenzando por recordar su nacimiento, el 21 de diciembre de 1909,como primogénito de Dr. Alejandro Luna Andrade y doña María EstherYepes Enríquez, familia con hondas reíces en Imbabura y Pichincha, quehabía dado valiosos servidores a la Patria en diversos campos. En esenoble hogar bebió catolicismo ortodoxo y practicante, austeridad devida, tradicionalismo y, al propio tiempo, sentido de innovación, puessu padre, ilustre y destacado médico ocupó lugar señero en el progresode la medicina en Quito, pionero en la producción científica de la vacuna

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antivariólica a comienzos del siglo XX. Había sido también caracterizadala orientación conservadora de sus familiares con frecuencia hostiliza-dos, perseguidos por sus ideas y aun desterrados del país, tal caso desu tío el Dr. Moisés Luna, uno de los jefes del Partido Conservador Ecua-toriano (PCE).

Sus estudios sistemáticos comenzaron, antes de los siete añosde edad, en el “Pensionado Elemental”, la afamada escuela del presbí-tero Dr. Pedro Pablo Borja Yerovi, símbolo de la resistencia combativaal laicismo clerófobo implantado por la revolución radical. Peculiarida-des que dieron alto prestigio a esa escuela, eran: honda noción de la his-toria, patriotismo firmemente sentido y practicado, férrea disciplina –lamás estricta entre todos los establecimientos quiteños– y profunda reli-giosidad.

Cursó la secundaria de 1921 a 1927 en el “San Gabriel” de losPP. jesuitas, colegio subyugado desde comienzos de siglo al institutooficial, en época de torpe sectarismo antirreligioso, cuando los profeso-res laicos hostilizaban, vejaban y procuraban hacer fracasar a los estu-diantes católicos, a tal extremo que muchos preferían salir de Quito paragraduarse de bachilleres en otras ciudades del país, o en Pasto; pero es-taban animados todos los gabrielinos –profesores y estudiantes– por lapresencia y protección de la Virgen Dolorosa del Colegio, a la que ren-dían fervoroso culto desde que se manifestó a un grupo de alumnos en1906. En el San Gabriel llegó Luna Yepes a ser Presidente de la Academiade Ciencias y se graduó, afrontando el reto, en el Colegio Mejía, con lanota máxima, ante tribunal presidido por el eminente Dr. Manuel MaríaSánchez. Ya desde aquellos años comenzó a participar en actos cívico-políticos, en defensa de la libertad de enseñanza y otros principios bá-sicos atacados por el dominante monopolio unipartidista.

Fue alumno de la Universidad Central del Ecuador, de 1927 a1933, época de dura lucha ideológica contra el radicalismo todavía im-perante, pese a la Revolución juliana que abrió las puertas de la partici-pación cívica a la ciudadanía libre. Por aquel entonces la dictadura delDr. Ayora persiguió a los líderes conservadores e inclusive les desterró,como al Dr. Moisés Luna . Al propio tiempo, se produjo la irrupción denuevos grupos juveniles de inspiración marxista: el primitivo PartidoSocialista Ecuatoriano se fundó en 1926, pero al afiliarse a la III Interna-cional Socialista se dividió y una de sus alas adoptó el nombre de Par-tido Comunista. El joven Luna Yepes, con un grupo de amigos, comenzó

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a editar en esos años la revista “Orto”, propugnadora de valores cívicos,y organizó el grupo, “Renovación Universitaria”, con éxitos rotundosen la defensa de los Drs. Pablo Arturo Suárez, Rector, y josé María PérezEchenique, Profesor de Derecho Civil, atacados por el naciente extre-mismo no obstante su alto valer. En esos empeños acompañaron a Lunadistinguidos universitarios, Camilo Ponce Enríquez entre ellos. Elegidodelegado estudiantil ante el Consejo del la Facultad de jurisprudencia,alternaba sus estudios con altruista magisterio en diversas organizacio-nes obreras.

Como líder juvenil del Partido Conservador Ecuatoriano des-plegó temprana e intensa actividad política. Su Partido quería lanzarcandidato presidencial propio. Luna pidió y obtuvo que se abstuvierade hacerlo y apoyara al Dr. josé María Velasco Ibarra, como única ma-nera posible de cambiar la sectaria orientación radical jacobina domi-nante en el país durante décadas. Candidatizado a la diputación porPichincha, junto con Luis Alfonso Ortiz Bilbao, mayor a él con pocosaños, realizaron la primera campaña electoral moderna recorriendo depueblo en pueblo la provincia, adoctrinado a la gente y dialogando conella, al mismo tiempo que despertaban el entusiasmo en los comités ba-rriales de Quito. Hasta antes de aquellas elecciones había regido el sis-temático fraude electoral, con candidatos oficiales, voto múltiple desoldados vestidos de civiles y turbas de garroteros para impedir el su-fragio contrario al régimen. Sin embargo llegó al Congreso Nacional en1934-1935, apenas cumplidos los 24 años, uno de los más jóvenes legis-ladores en la historia parlamentaria de la República, en el primero delos seis períodos de su concurrencia, en diversas épocas al Congreso na-cional, gracias al apoyo popular. Sea ésta la oportunidad de decir quetodas la ocasiones de su intervención parlamentaria procedió con caba-llerosidad e hidalguía frente a sus adversarios, a los que, inclusive, másde una vez, tuvo que proteger aun con riesgo de su vida para evitar fue-sen agredidos por turbas exaltadas.

Triunfante el Dr. Velasco para la primera de sus presidencias, ledefendió con vigor en el Congreso frente a la dura embestida del jaco-binismo radical y el extremiso izquierdista, no sin ofrecerle en privadofranca y leal crítica a varias de sus actuaciones como Mandatario. Estassin embargo, al cabo de un año, condujeron al Presidente a “precipitarsesobre las bayonetas”.

Inició también Luna Yepes, por ese tiempo, su labor de perio-

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dista doctrinario en “El Debate” de Quito, que duraría una década, de1933 a 1934, salvo los períodos en los que el diario conservador quedabaclausurado. No solamente escribía editoriales sino también sugerentesy vigorosos artículos sobre historia, interpretación de la realidad nacio-nal, y teoría política, con diversos seudónimos tales como “Quito His-pánico”, “Bayardo”, “Maeztu” “Chesterton” y “Claudel”, urgido delcri terio de disimular así la escasez de redactores.

Se opuso activamente a la dictadura de Páez, que persiguió adirigentes políticos tanto conservadores como de izquierda y desterróa algunos, por ejemplo sus colegas Dr. Mariano Suárez Veintimilla y Lic.Luis Alfonso Ortiz Bilbao, a Chile. Luna Yepes, vigilado constantementepor la pesquisa, fue arrestado en aquella época más de una vez. Ya loha bía sido antes cuando en 1932 defendió a los vencidos en la dramática“guerra de los cuatro días”.

Vigilante en el seguimiento de los hechos mundiales, se solida-rizó con la causa nacional durante la Guerra Civil Española (1936-1939),repudió siempre el estalinismo y denuncio los sanguinarios excesos deaquel dictador y sus seguidores en la URSS y el mundo. Datan de en-tonces su vinculación y amistad con los miembros de la Misión Peda-gógica Española llegada a Quito, su participación activa en la juventudde Acción Católica, que le designó presidente de la delegación ecuato-riana al Congreso Mundial de “Pax Romana” celebrado en Washingtony Nueva York, y la fundación del Ateneo Ecuatoriano, con otros intelec-tuales, como centro de estudios sobre la realidad nacional al margen deextremismos.

Antes de su primer viaje a Estados Unidos había obtenido su li-cenciatura en ciencias Sociales y al retornar se graduó con la máximacalificación como abogado de los Tribunales de justicia y Doctor en De-recho, el 31 de julio de 1940, a los siete años de haber egresado de la Uni-versidad, pues su participación en la actividad, política le había obligadoa retardar ese paso. Su tesis doctoral versó sobre un tema entonces no-vedoso, “Observaciones al Código del Trabajo”, que le permitiría mástarde, venciendo el tabú de la izquierda sobre la intangibilidad de aque-lla básica ley laboral, proponer importantes reformas y alcanzar nuevasconquistas de justicia social. Se inició en su profesión como AbogadoDefensor de Pobres por designación de la Corte Superior de justicia.Luego desempeñó otras funciones judiciales, como vocal del Tribunaldel Crimen.

En 1940 contrajo matrimonio con doña Victoria Maldonado Co-

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rrea, hogar alegrado con el nacimiento de seis hijos, aunque entristecidopor la muerte, en temprana edad, de dos de ellos, el primogénito y eltercero.

Reiterados empeños por renovar y modernizar el PCE resulta-ron frustrados, por lo cual se vió obligado a desafiliarse. En 1940 y 1941se enroló fervorosamente en las Guardias Nacionales, aspirando a mar-char con ellas a la frontera para la defensa nacional, y sufrió como todoslos ecuatorianos la desilusión generacional frente a la tragedia de 1941y el Protocolo de Río de 1942. Profundas meditaciones cívicas le llevaronal convencimiento de que, a más del país y los héroes militares caídos,hubo otra grande y heroica victima civil de aquellos acontecimientos, elDr. julio Tobar Donoso, al que defendió permanentemente.

Esas tragedias, la convicción de que se debía tomar medidasnuevas, a veces radicales, para detener la destrucción del país, le lleva-ron a tomar contacto con otros jóvenes movidos por el mismo afán. Datade entonces la fundación de ARNE.

Poco antes había llegado por segunda vez al Congreso como di-putado por Pichincha y participado en la oposición al gobierno del Dr.Arroyo del Río. La persecución gubernamental a varios de sus camara-das universitarios le llevó a defenderles vigorosamente, en celebre juiciopúblico que le consagró como ardoroso luchador político, orador elo-cuente, abogado de altos valores éticos y profundos conocimientos jurí-dicos.

Al tomar parte en la elaboración del ideario de ARNE (que al-canzó múltiples ediciones, con millares de ejemplares distribuidos entodo el país), contribuyó a infundir en aquel documento una honda perosensata inspiración nacionalista. En diversos puntos de adoctrina-miento, ese folleto fue pionero de muchas concepciones para el progresoecuatoriano, y no pocas de sus propuestas, combatidas al ser enuncia-das, han pasado a integrar los programas de casi todos los partidos po-líticos actuales: algunas fueron adoptadas por diversos gobiernos einclusive llevadas parcialmente a la práctica. Particular interés tiene,para los investigadores de la realidad nacional y el pasado, la dinámicainterpretación historicista de la vida nacional expuesta en aquel instru-mento, siempre puesta la mira en la edificación de un futuro más pro-misorio y justo. Luna Yepes fue de aquellos que consideran la historiacomo proceso vital y permanente, que trae consigo la búsqueda y de-terminación de las constantes que señalan la vocación nacional y el des-

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tino del Ecuador, como una concepción espiritualista militante, perma-nente y básica de las vidas frente a los ídolos transitorios del ma te ria- lismo, el utilitarismo y lo coyuntural elevado a principio definitorio.Proponía también la reestructuración del Estado, fundamentado en con-ceptos tales como personismo, doctrina organicista e integralismo me-todológico.

Alternó el Dr. Luna sus tareas de estructuración de esa nuevafuerza política juvenil con su magisterio por algunos años en el Liceo“Fernández Madrid” y los Colegios “Sagrados Corazones” y “San Ga-briel” de Quito, que culminó con la elaboración de su Síntesis Históricay Geográfica del Ecuador, aparecida en 1944 como resultado de sus cla-ses en 5º y 6º cursos.

Firme opositor al régimen arroyista participó en la Revolucióndel 28 de Mayo de 1944. Orador principal en las celebraciones del Cen-tenario de la Revolución del 6 de Marzo, ante todos los colegios de Quitoreunidos en la Plaza Grande, su discurso fue valiente y visionaria inter-pretación de nuestra historia. Los todavía reducidos núcleos arnistas li-braban dura y desigual lucha con los partidos marxistas que les habíandeclarado enconada enemistad, deseosos entre 1944 y 1946 de convertirla Revolución de Mayo en un triunfo definitivo de la extrema izquierdaen el Ecuador, bajo la inspiración de la URSS triunfante con Stalin en laII Guerra Mundial. Luna Yepes y sus seguidores, que lograron cerrarlesel paso, fueron acusados por los partidos y organizaciones de izquierdacomo “nazistas”, “fascistas” y “falangistas”, terminología que aún ahoramantienen, no obstante ser ya anacrónica, para quienes no están deacuerdo con ellos. En 1947 inicia su magisterio universitario en la reciénfundada Universidad Católica del Ecuador, donde dicta Historia del De-recho, Historia de la Cultura e Historia de las Doctrinas Políticas.

De 1946 a 1949 se expanden a toda la República los núcleos ju-veniles de ARNE, se elabora la doctrina básica y las estructuras del Mo-vimiento, y se pone en marcha la acción directa en las calles para comba-tir y neutralizar la avanzada marxista que parecía incontenible. La acti-vidad es intensa y múltiple con frecuentes manifiestos públicos, nume-rosos mensajes y discursos, marchas urbanas, recorridos por todo elpaís, ascensión a las montañas, actos de servicio, práctica de las artesmarciales e inclusive preparación paramilitar. El Dr. Luna propicia laformación de aguerridos núcleos minoritarios, pero suficientementedoctrinarios y combativos, que lograran conquistar el Estado, si fuese

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necesario por medio de la fuerza, contando con adecuada infiltraciónen los institutos armados, para llevar adelante, desde el Gobierno, unarevolución que organizara y disciplinara el país, ampliando simultánea -mente desde el poder las bases de sustentación con masas debidamenteestructuradas.

Ese cambio llevaba el Movimiento cuando tuvo lugar en 1949el viaje de Luna yepes a España, invitado por el Instituto de CulturaHispánica. Desenvolvió allá intensa actividad intelectual y cultural dedivulgación de los valores del Ecuador en diversos foros. Logró publicarvarios de sus ensayos histórico–críticos y, debidamente ampliada, su“Síntesis histórica y geográfica…”, segunda edición aparecida en Ma-drid en 1951. El franco nacionalismo de aquel libro, reivindicatorio delos derechos amazónicos del Ecuador, originó frontal intervención di-plomática peruana para impedir que Cultura Hispánica publicase el IItomo, que no llegó a salir.

Durante la ausencia de Luna un visible fenómeno de inmedia-tismo político en algunos dirigentes juveniles de ARNE, llevó al Movi-miento a cometer un grave error y desviarse de los planes primigenios:participar en elecciones seccionales apoyando ingenuamente a candi-datos no solo ajenos sino también inadecuados desde el punto de vistade la línea doctrinaria fundamental.

A su retorno al Ecuador, impedido por las circunstancias de re-cobrar la orientación del plan original de conquistar el Estado, apoyó alIII Velasquismo, violentamente combatido por los sectores marxistas,uno de cuyos partidos colaboraba con el gobierno de don Galo Plaza.Hubo entonces un anunciado y violento intento de disolver a balazos ycon bombas “molotov” la pacífica manifestación velasquista del 22 demarzo de 1952, capitaneada intrépida y gallardamente por el Dr. LunaYepes. En esas jornadas las filas de ARNE sufrieron un muerto y variosheridos.

El triunfo del III Velasquismo dio lugar a la participación arnistaen aquel gobierno, la publicación del diario “Combate” y una nuevaetapa del periodismo doctrinario y lucha por parte del Dr. Luna Yepesen el Congreso Nacional, donde volvió a defender públicamente al Dr.Velasco mientras, en privado, procuraba ofrecerle sincera y patrióticacrítica sobre lo que consideraba acción gubernamental inconveniente oerrónea. Esa colaboración trajo, sin embargo, como suele acontecer contoda mezcla de elementos doctrinarios heterogéneos transitoriamente

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aliados, una grave pugna interna en el Movimiento entre sectores elitis-tas y populistas.

ARNE, por entonces, había llegado a ser una fuerza con inne-gables perspectivas de futuro y cuadros bien preparados que, al sobre-venir la ruptura entre los dos grupos de su enfrentamiento interno,permitió que otras organizaciones políticas se beneficiaran de la capa-cidad, sentido de organización y patriotismo de muchos de los jóvenesdirigentes arnistas que, quizás, si hubiesen seguido unidos, habrían lo-grado captar el poder como bloque unitario y definitorio del porvenirnacional. Como quiera que sea, se debe reconocer que ARNE aglutinóélites juveniles de excepción, a las que procuró inculcar, ante todo, elconcepto del valor de la persona humana y sus derechos inalienables,sentido espiritualista y combativo de la vida, apasionado amor a la ver-dad católica y la Patria ecuatoriana, búsqueda apasionada de la justiciasocial e internacional, rechazo a las discriminaciones, antiimperialismo,alto sentido del deber, responsabilidad, puntualidad, constancia y soli-daridad. ¿Qué habría ocurrido –me he preguntado a veces– si ARNE,combatido a sangre y fuego por izquierdas y derechas, hubiera alcan-zado el poder?. No es posible juzgar sobre imponderables de futuro: nohay respuesta posible. ¿Triunfo o fracaso?, ¿victoria o muerte?. ¡Tal vezvarios nombres en el santoral laico de la celebridad y el heroísmo, o enel martirologio de los caídos y asesinados por anticiparse a tiempos eideas! En todo caso, en aquellos jóvenes idealistas, junto a méritos, vir-tudes, aciertos y logros, hubo también, y no podía ser de otro modo, fa-llas, fracasos, defectos y aún pecados. Quizás había la ilusión colectivade que ARNE fuera una especie de orden caballeresca, donde todos hu-bieran debido ser mitad monjes y mitad guerreros, idealistas y román-ticos, valientes e impertérritos en la lucha, especie de Caballeros de laMesa Redonda, puritanos y hasta deshumanizados ángeles quizás: perotodos sus componentes no fuimos –y así seremos siempre– sino sereshumanos, limitados y falibles, jóvenes entonces e inexperimentados. Loshechos sobrevinieron atropelladamente antes de que esa valiosa gene-ración alcanzara la plenitud que da la madurez.

Uno de los sectores en pugna permaneció vinculado al popu-lismo velasquista que dos veces más triunfó y en ambas ocasiones, alpoco tiempo, fue derrocado. El otro apoyó la candidatura del Dr. CamiloPonce y triunfó en “Alianza Popular” pero no llegó a ser gobierno: suparticipación, aunque leal, fue restringida. Por esos años tuvo lugar una

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nueva etapa de Luna Yepes en la Legislatura, donde se convirtió en eleje de hidalga y valiente defensa del gobierno de Alianza Popular y pro-pugnador de avances sociales y legislativos de importancia: obtuvo lagarantía de un año de estabilidad mínima en el contrato de todo traba-jador que no incurriese en faltas, y propuso el sobresueldo familiar paratodos los hogares, comenzando por maestros, militares y policías en pro-ceso escalonado de 15 años, extensible a los demás grupos sociales, pro-yecto aprobado en Diputados pero torpedeado en el Senado. Fuefe cunda su labor en la Comisión Legislativa Permanente, que llegó apresidir dos ocasiones. A él se debe la primera gran recopilación de leyesbásicas de la República, finamente editada en papel biblia en el propioEcuador, mientras la tendencia predominante había sido imprimir estetipo de obras en el exterior.

En las décadas posteriores ARNE dio paso a nuevas posicioneso alianzas de coyuntura que encaminaron de diverso modo el rumbodel aguerrido órgano del nacionalismo ecuatoriano. Su constante actua-ción política, con variados resultados, escapa a nuestro análisis. Soloañadiré que se produjo la inscripción de ARNE como partido, en épocade atomización política, no obstante el antipartidarismo doctrinario delMovimiento, con episodios circunstanciales y resultados variables, hastaque sobrevino la cancelación final de su cédula partidista, resultado delas concepciones políticas actualmente vigentes bajo la deficiente Cons-titución y la discutible Ley de Partidos que nos rigen.

Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que en toda esta larga ac-tuación jorge Luna Yépez demostró, a más de una ejemplar y firme vo-luntad, una tenacidad a toda prueba y una integérrima posición doctri-naria que le valieron el respeto generalizado, inclusive de sus propios ymás enconados adversarios políticos. Hay que destacar que supo con-ciliar su posición razonablemente nacionalista con un continuado aná-lisis de los acontecimientos mundiales, sobre los que se manteníavigilante, inclusive con no pocos viajes al Exterior: tres ocasiones a losEstados Unidos, otras tantas a España, dos a Italia una de ellas inte-grando la delegación ecuatoriana para la canonización de Santa Marianade Quito, y en diversas ocasiones a Italia, Suiza, Puerto Rico (donde de-fendió la causa de la independencia de la isla borinqueña y visitó al he-roico y martirizado prócer Pedro Albizu Campos, condenado a cárcelpero trasladado por la enfermedad de que luego murió al Hospital Pres-biteriano de San juan), Argentina, Bolivia, Perú, Colombia e inclusiveCuba, a tiempo para observar los comienzos de la revolución castrista.

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El pensamiento del Dr. Luna se caracterizó, según hemos indi-cado, por la gama universalista de sus conocimientos, lógica acerada,poderoso don de análisis y síntesis a la vez, y deliberado antiretoricismo.Si quisiéramos resumir sus concepciones tendríamos que señalar ciertoslineamientos, producto en parte de su educación, en parte de sus lectu-ras y sus meditaciones:* personismo cristiano, la política, la economía, la cultura y todas las ac-

tividades, deben tener como fin el respeto a la dignidad de la personahumana hijos de un mismo Dios, causa primera y final del universocomo único Ser Absoluto y Necesario;

* tolerancia a las concepciones religiosas ajenas y anticipación a los pos-tulado del Vaticano II sobre libertad de conciencia y expresión, inclu-sive en materia religiosa (lo que le trajo graves problemas en torno alideario de ARNE con el Cardenal Carlos María de la Torre, inflexibleen sus posiciones doctrinarias preconciliares);

* patriotismo ardiente, dolorosamente afectado por la tragedia nacional,frente a la cual reaccionó con optimismo predicando organización, dis-ciplina y constancia para mantener la conciencia de los derechos terri-toriales del Ecuador y fortalecerlo como país. Su indeclinable posiciónal respecto contribuyó a devolver al Ecuador su orgullo nacional, aba-tido tras la catástrofe internacional, e influyò poderosamente en el pen-samiento del presidente Velasco Ibarra para la proclamación, en suhora, de la nulidad del Protocolo de Río de janeiro;

* nacionalismo razonable, sin exacerbaciones ni depresiones: la Naciónecuatoriana existe y tiene un destino histórico que cumplir;

* realismo basado en la observación, el análisis y la meditación profundade diversos factores, sin caer en simple eclecticismo;

* hispanismo razonado que no desdeña reconocer los aportes de la raízaborigen y firmemente convencido de la trascendencia de la contribu-ción española en nuestra Historia. El Dr. jorge Luna fue uno de los fun-dadores y luego Presidente del Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispá-nica;

* conciencia y proclamación de los valores positivos del mestizaje y susraíces, y prédicas para superar las tensiones, los traumas, complejos yaspectos negativos producidos por la fusión de elementos distintos;

* comunitarismo iberoamericanista, que pone particular énfasis en lareivindicación de los territorios hispánicos usurpados por otras poten-cias, en especial por Inglaterra (Gibraltar, Malvinas, Belice)y por Esta-dos Unidos (Puerto Rico);

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* anticapitalismo y antimarxismo: ponderado juicio crítico de los valoresy antivalores de cada una de las dos concepciones materialistas en pug-na, para buscar la síntesis que, bajo inspiraciones espiritualistas, per-mita un futuro de paz y progreso para el mundo;

* necesidad de la acción directa, cuando fuere imprescindible, y prepa-ración permanente, individual y colectiva, para hacer uso inclusive dela violencia en los casos de defensa propia;

* exigente requerimiento de férrea disciplina, mano fuerte y energía enel gobierno del Ecuador y sus instituciones;

* búsqueda permanente de la justicia social: cumplimento de las obliga-ciones para con los que tienen menos;

* crítica del partidarismo político, a lo Bolívar y González Suárez;* rechazo de la terminología “derecha” e “izquierda” en política, por

equi voca desorientadora, y * solidaridad y unidad de quienes piensan del mismo modo.

Se podría añadir otras características a esta lista básica de laideas de jorge Luna Yepes, tal como las he podido conocer y reconocer,primero como alumno suyo en el San Gabriel y la Universidad Católica,y luego en no pocos años de camaradería y muchos de amistad nuncaensombrecida, que felizmente perduró siempre. Coincidimos por lo ge-neral en los modos de pensar, aunque discrepando en unos pocos. Nocompartí por ejemplo, cierto pesimismo suyo ante el futuro del país (queél señalaba como aquejado de atomización, deseducación de las masasy corrupción del sentido ético de muchos maestros, lo cual era cierto –aún lo es- pero que juzgaba no corregible, insuperable y determinante).Tampoco estuve de acuerdo en una visión hasta cierto punto catastro-fista respecto del futuro del mundo, óptica que, según pienso, quedó di-sipada con los providenciales acontecimientos que presenciamos bajola admirable acción de dos líderes mundiales, ante todo SS. juan PabloII y también Gorbachov. Otro punto en el que no participé fue su radi-calismo en algunos aspectos, a veces contrapunto de luces y sombrassin matices intermedios, tendencia que sin duda supo mitigar con eltranscurso del tiempo. También discrepamos más de una vez sobre lanecesidad de ofrecer estímulos a quienes obran bien, y en ocasiones, pormotivos superiores, disimular las faltas cometidas: jorge Luna, formadoy forjado con rigurosas normas de conducta solía pensar que el cumpli-miento del deber no necesita aplauso, pues basta y sobra con la satis-

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facción moral íntima de realizarlo, y que toda falta, a más de observada,debe ser corregida y hasta sancionada al instante. García Moreno hasido, en ello, un modelo permanente para él. Y viendo los extremos alos que hemos ido llegando en el Ecuador, en los últimos años, confiesoque muchas veces he estado tentado de darle definitivamente la razón.

Largo sería analizar sus muchos escritos: libros y folletos, dis-cursos parlamentarios, editoriales y ensayos periodísticos. Bien valdríauna investigación minuciosa y exhaustiva para completar su bio-biblio-grafía, por haber sido él maestro y dirigente de juventudes, con ampliainfluencia en la formación de muchas de las personalidades que en losúltimos treinta años han ejercido funciones públicas de relieve (magis-trados, ministros de estado, legisladores, profesores universitarios, pe-riodistas, dirigentes laborales, sacerdotes inclusive), y por haber par ti- cipado tan activamente en la política nacional, en la que más de una vezfue mencionado como merecedor de la primera magistratura, por susaltas capacidades, aunque él jamás busco ni deseó ser candidatizadopara la más alta dignidad (por conceptuar –como le oí decir más de unavez- que él “habría sido un buen dictador por poco tiempo, para dejarsólidas estructuras nuevas, pero un mal presidente, porque en paísesdesarticulados todo se disuelve entre leguleyadas, compromisos e inte-reses creados”). Escuché hace poco a persona de poderosa inteligencia,don de consejo, juicio ortodoxo y castiza pluma, a quien admiro y amoy con quien suelo consultar mis opiniones y escritos, decir refiriéndosea jorge Luna, que él, “más que escribir historia, hizo historia”.

Sobre su tarea como historiador me gustaría alargarme, ya quehay materia de sobra para ahondar en el tema. Su obra capital, al res-pecto, es indudablemente –sin desestimar sus otros escritos- su valiosa“Síntesis histórica y geográfica del Ecuador” ya mencionada, publicadaen primera edición completa en Quito, en 258 páginas, y ampliada enMa drid, donde por las causas ya indicadas sólo apareció el primer tomo,en 422 pp, que comprenden la geografía (física, demográfica y econó-mica) y la historia desde los orígenes hasta la independencia inclusive.Los hechos capitales están agrupados en poderosas síntesis, a base delas cuales formuló interpretaciones con frecuencia polémicas respectode los mitos y clisés con que ha solido tergiversarse nuestra historia alvaivén de intereses políticos de clase, o de grupos nacionales e interna-cionales.

Grandes historiadores ecuatorianos inspiraron en cierto modo,el criterio histórico de jorge Luna: Federico González Suárez, Belisario

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Quevedo, jacinto jijón y Caamaño, Pío jaramillo Alvarado julio TobarDonoso e Isaac j. Barrera. En sus concepciones americanistas se advierteel influjo de los grandes mexicanos Carlos Pereyra y josé Vaconcelos. Yen sus concepciones universalistas (sociales, filosóficas y estéticas) nodisimuló su admiración por Ozanam, Donoso Cortés, Balmes, Maurras,Chesterton, Berdiaeff, Claudel, Maeztu, Gil Robles y Primo de Rivera.En su vida pública conoció y alternó personalmente con grandes perso-nalidades de la acción internacional como Pío XII, Franco, Albizu Cam-pos, Paz Estensoro, los Siles Salinas, Martín Artajo, Ruiz jiménez, Sán-chez Bella, etc. Velasco Ibarra y Ponce Enríquez le contaron entre susamigos y consejeros pero también entre sus francos y leales críticos.

Nacido al empezar el siglo XX y fallecido cuando faltaba pocopara que comience el XXI, el Dr. jorge Luna Yepes murió al borde de sus90 años. Ideólogo del nacionalismo ecuatoriano, paladín de la unidad,identidad y supervivencia de la patria, batalló tenazmente contra divi-sionismos, regionalismos, neocacicazgos y más morbos disolventes que,al compás de mezquinos intereses, caninas hambres crematísticas y re-calcitrantes complejos, suelen aquejar a los pueblos signados con voca-ción espiritualista y destino trascendente.

Mucho debe haberle dolido la suerte del Ecuador, por aquellaépoca desquiciado por voracidades logreras; oligarcas desesperados por-que veían aminorarse sus pingues ganancias; demagogos acostumbradosa destilar verborrea, ansiosos por volver al usufructo de sus vivezas crio-llas; indigenistas de angora que azuzan los resentimientos que dejó unaexplotación de siglos; periodistas venales, cuya conducta real es antípodade lo que escriben o predican; ideales cívicos que sucumben ante la no-toriedad momentánea de claudicaciones antinacionales, solo aplaudidaspor agentes del entreguismo o cultores del medio invencible.

Luna Yepes, recio como tizona, al luchar contra la disolución onegación de la ecuatorianidad, intentó forjar líderes juveniles que corri-gieran errores en nuestra idiosincrasia. Tal vez estos fueron más fuertesque su tenacidad. Por eso debe haber mirado con dolor (aunque nuncacon desesperanza, “inasequible al desaliento”) los calamitosos tiemposque por entonces corrían. Sin duda prefirió cerrar para siempre los ojoscon el fin de no ver tanto desaguisado.

Pionero de la acción católica juvenil, líder universitario, abo-gado defensor de pobres, diputado al Congreso Nacional, Presidente dela Comisión Legislativa Permanente; Profesor de la Universidad Cató-lica; jorge Luna, en sus mocedades, honró al Partido Conservador Ecua-

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toriano, al que trató de dar nuevos rumbos junto con Eduardo Cabezas,Luis Alfonso Ortiz Bilbao y jorge Ribadeneira Saa, idealistas como él.Ante el descalabro del país en 1941 y 1942 fundó el movimiento ARNE(Acción Revolucionaria Nacionalista Ecuatoriana), lo disciplinó y vigo-rizó, pero cuando se intentó la línea política electoral y se lo inscribiócomo partido, no pudo impedir que viejos y nuevos grupos logreros leaplicaran la ley del embudo y cancelaran su inscripción legal.

Ateneísta y académico, hondo conocedor del ser nacional, autorde un valioso texto de historia, lloran su muerte y recuerdan su ejemplovarias entidades del Ecuador eterno. Como homenaje a su memoria, pa-rece oportuno rememorar su proclama fundamental: “Existe la naciónecuatoriana, comunidad de misión histórica en el concierto universal.Su yos fueron los precursores del pensamiento y la acción en momentoscruciales de la historia, su voz la que salió por los fueros del ideal cuan -do otros callaron egoístas y cobardes. Esta vocación se ha forjado por sucapacidad singular de guardián de la hidalguía y defensor de la justicia”.

Al recordarle ante los amenazantes vientos de fronda, renove-mos el ideal de Patria Unitaria y luchemos impertérritos contra los mias-mas deletéreos que corroen la osatura nacional!

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UN “OLMEDO” DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA EN HOMENAJE A GUAyAQUIL

justamente cuando cierta involuntaria omision en un libro académicoha resentido a algunos historiadores guayaquileños, la Academia Na-cional de Historia publica, como homenaje a Guayaquil en su fechaclásica del 9 de octubre, un libro sobre uno de los mayores proceresguayaquileños, el poeta, prosista, orador y gran político josé joaquín deOlmedo.

EI libro es del académico don Hernán Rodríguez Castelo y com-prende dos partes, una dedicada al hombre que fue Olmedo y otra alescritor. En la primera Rodríguez Castelo procede con el mayor rigorhistórico, apoyando cada una de sus observaciones, algunas muy pen-etrantes, en documentos del tiempo y escritos del propio biografiado;la segunda pertenece al crítico y brillan en ella las calidades de quienestá conside rado el mayor historiador de nuestra literatura y uno de loscríticos más respetados.

El libro Ilega a iluminar asuntos a los que una discusión másapasionada que crítica ha enturbiado, como el de las relaciones deOlmedo con Bolívar, que aquí se sigue en toda la extensión de esarelación. Tambien resultan aportes novedosos e importantes las ilumi-naciones sobre el papel jugado por el gran guayaquileño en las dosgrandes revoluciones de Guayaquil en el XIX, la de octubre y lamarcista.

Tambien resulta fascinante el estudio que se hace del Canto alGeneral Flores, vencedor en esa batalla que años más tarde Olmedo cal-ificaría de “ominosa”, la de Miñarica.

Y, segun estila el crítico en sus estudios de historia literaria, lafigura central y la comparsa se situan en un contexto histórico dibujadocon rigor y con vida. Apenas hace falta añadir que en esta obra Ro-dríguez Castelo luce sus finas calidades de prósista. Todo lo cual la con-vierte en libro de fácil y placentera lectura.

Presentó la obra en Guayaquil, el 8 de octubre, el Académico dela Historia y Cronista de la Ciudad, Dr. Rodolfo Pimentel. Reproduci-mos sus palabras y el discurso pronunciado por el autor del libro.

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DISCURSO DEL ACADÉMICO RODOLFO PÉREZ PIMENTEL EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “OLMEDO, EL HOMBRE

Y EL ESCRITOR”

Señoras y Señores. Miembros de la mesa directiva, autoridades todas.

Unas pocas palabras solamente para expresar mi alegría y emoción portener nuevamente en Guayaquil a Hernán Rodríguez Castelo, quien nosvisita en estas efemérides octubrinas para dictar una de sus magistralesconferencias a nombre de la Academia Nacional de Historia.

Los que nos formamos en la década de los años 70 leyendo susprólogos en los cien volúmenes que componen la Colección de ClásicosEducativos Ariel, no podemos olvidar que antes de Hernán, la críticaliteraria se encontraba fragmentada, dividida en estudios individuales,algunos de mucho mérito, pero todos dispersos, y no es que faltarancríticos.

En Guayaquil habían espigado Medardo Angel Silva, Manuelj. Calle, Francisco Ferrandis Albors, joaquín Gallegos Lara en quiensiempre primó lo politico sobre lo literario, josé de la Cuadra, LeopoldoBenítez con enorme visión sociológica, Adolfo Simmonds solo en teatro,Luis Cornejo Gaete que se perdió en la política, Ezequiel González. Masque un día nos dejo para dictar catedras en Puerto Rico. Capítulo apartemerece Angel Felicísimo Rojas quien si logró estructurar un opus res -pe table donde campea el criterio más que la erudición. En Quito Gon-zalo Zaldumbide, Raúl Andrade, el padre Gallo Almeida autor de unlibro de literatura, más bien un texto, calificado de perdulario por Ben-jamín Carrión, Isaac Barrera autor de una Historia de la Literatura vastapero poco profunda, pues de autores respetaoles apenas trae dos o treslíneas; jorge Enrique Adoum, muy superficialmente; los Carrion, Ben-jamín y Alejandro, tan bien dotados ambos para la crítica aunque nuncase decidieron a dar inicio a la gran obra para la cual estaban llamados;los padres Aurelio Espinosa, Sanchez Astudillo y josé María Vargas tam-bien habian hecho lo suyo, que no era poco, pero faltaba la obra medulary esta la dio Hernán, que se había preparado con lecturas eruditas y conentrevistas personales.

I habiendo llegado el momento, la oportunidad de crear, pusoorden en sus estudios aplicando el método generacional expuesto porOrtega y Gasset, formando generaciones, redescubriendo valores olvi-

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dados y otorgando a otros su valía verdadera, y así, como quien espigasabiamente, nos dio a todos los jóvenes de entonces un amplio espectro,una vitrina gigantesca, que sirvió para motivar voluntades y crear vo-caciones. La Patria le premió con la Medalla al Mérito Educacional dePrimera Clase, que en su generosidad, compartió con la Editorial Ariel.

Hombre múltiple, prosiguió su labor haciendo crítica teatral,cinematográfica, y sobre todo artística y fueron saliendo cientos deartículos periodísticos sobre idioma y estilo en Expreso de Guayaquil,un casi centenar de erudita crítica y biografías de pintores y escultoresen la revista Diners de Quito, sin olvidar ese género tan difícil y al quepocos se atreven a penetrar que es la literatura infantil.

I todo ello inmerso en una agitada vida intelectual, represen-tando al Ecuador en diversos congresos internacionales, descollandosiempre entre todos los ponentes, lanzando el Diccionario crítico de losArtistas Plásticos ecuatorianos y la Historia de la Literatura Ecuatoriana,obras fundamentales para el cabal conocimiento de lo que ha sido y sig-nificado las bellas letras y las artes plásticas desde la época colonial.

Hoy va a tratar sobre Olmedo, de quien se sabe mucho pero seignora más. I la fecha escogida no puede ser más oportuna, Olmedo esel símbolo de la revolución de Octubre y sus actuaciones nos recuerdanel esfuerzo sacrificado de los guayaquileños de su tiempo, empeñadosen libertar a sus hermanos.

De manera que en esta ciudad se le recuerda con toda justiciaen tres monumentos. El de la Plaza del Centenario donde aparece deedad provecta aunque su traje corresponde a 1820. El del Club de laUnión, que es hermosísimo pues esta sentado, leyendo el acta de la in-dependencia y con la banda de triunviro de Octubre cruzándole elpecho. A los costados, dos alegorías tomadas del Canto a Bolívar. Unviejo que representa al rio Amazonas rodeado de ninfas, linfas y cara-colas. Al otro, la única estatua de Inca que existe en el mundo, HuaynaCapac, Inca glorioso mas padre desgraciado, quien sale majestuosa-mente del mundo de las sombras portando el llauto en la frente y elhacha imperial. Finalmente un último monumento lo representa en-trando sigilosamente a esa salita del cañón (la parte de atrás) de la casade Villamil, donde Antepara había preparado una mesita de bebidas ex-citantes. Esto constituye una licencia histórica, pues en realidad Olmedono asistió a dicha reunion.

Con Uds. este gran ecuatoriano de todos los tiempos que esHernán Rodríguez Castelo.

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DISCURSO DEL ACADÉMICO HERNáN RODRÍGUEZCASTELO EN LAPRESENTACIÓN DE SU LIBRO

“OLMEDO, EL HOMBRE y EL ESCRITOR”

Hará cosa de poco menos de un mes, conversaba con una persona que,sin ser académica, hace por la Academia Nacional de Historia lo que noalcanzamos a hacer muchos académicos. El asunto eran las relacionesde Olmedo con Bolívar, puesto de actualidad por algunos escritos y he-chos sucedidos en Guayaquil, la tierra patria del gran poeta y hombrepúblico. Le hice un cuadro de esas relaciones amplio, complejo, persigu-iéndolas en el tiempo. “Pero, ¿todo eso es verdad?”, me dijo, admirada.“Sí, le respondí. Verdad documentada en textos del tiempo y sobre todoen la larga correspondencia sostenida por Olmedo y Bolívar por años”.“Pero esto no se lo conoce…” Y entonces le hablé de que tenía listo un“Olmedo” en que se iluminaba este asunto y todos los muchos intere-santes, fascinantes, en que Olmedo fue actor o, al menos, testigo privi-legiado. Y nació este libro. A la Academia Nacional de Historia le en tu-siasmó publicarlo y más cuando pareció posible que se llegase a presen-tarlo en la ciudad del prócer, en la mayor de sus fechas cívicas, la queexaltó al poeta al papel decisivo de estadista del movimiento, el 9 de oc-tubre. Y aquí estamos.

BOLÍVAR Y OLMEDO

Acaso no haya en la historia latinoamericana del XIX, al menos paraquienes atacamos la historia por la ladera de la historia de la literatura,tema más fascinante que la relación entre Bolívar y Olmedo.

Los comienzos de esa relación se le escapan al historiador.¿Cuándo escuchó Olmedo por primera vez hablar de Bolívar? ¿CuándoBolívar tuvo sus primeras noticias del ilustre literato que, después deun brillante período limeño, florecía, discreto, a las orillas del manso ycaudaloso Guayas? Ello es que cuando esas relaciones son ya territorioal que puede acceder con su instrumental y equipos el historiador Bolí-var respeta y admira a Olmedo y Olmedo respeta y admira a Bolívar.Rebozan esos sentimientos desde el encabezamiento las cartas que se

dirigen el uno al otro, y los vivos deseos que tienen de encontrarse porfin personalmente son sinceros y vivos.

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Pero esa relación no era simplemente la de dos ilustrados yhombres de letras, que habría sido una relación fácil y sin mayor com-plejidad: coincidían notablemente en cultura y gustos. Aquella era larelación de dos conductores de pueblos. El uno, conductor de la luchade tres naciones por su independencia; el otro, conductor de una ciudaddeclarada independiente hacia un futuro de independencia para todala provincia del imperio español de que había formado parte. Y en esaconducción las visiones y los intereses de uno y otro llegaron a un puntoconflictivo. Para la poderosa y certera visión geopolítica de BolívarGuayaquil era parte de Colombia -esa Colombia grande que el Liberta-dor construía en los campos de batalla-; para Olmedo, su ciudad, inde-pendiente desde la gesta del 9 de octubre de 1820, pequeña y todo, debíadecidir sin presión alguna su futuro.

Hubo un choque de intereses. Y no es cosa de abordarlo en estabreve confesión del autor. En el libro se penetra en él, más bien desde laperspectiva de Olmedo.

Hecho al margen de cualquier discusión es que un paso dadopor Bolívar resintió a Olmedo y él, tras dirigirle una carta de noble al-tivez y especial grandeza, se embarcó con otros notables guayaquileñosy fue a unirse en la Puná con San Martín, con quien se iría a Lima.

Por solo esa carta, por cuanto hay que leer en ella, ya valdría lapena introducirse en las páginas del libro que esta noche entregamos aGuayaquil.

Hay un dejo de amargura, y no solamente por algo que hubiesehecho o dejado de hacer Bolívar. Hacia sus propios coterráneos apuntaaquello de dolida ironía:

¡Vaya que ha sido hermoso el premio de tantos desvelos porque fueseeste pueblo tan feliz como el primero, y más libre que ninguno!

Pero la carta es a Bolívar, y tras confiarle, con amargo sen-timiento, que una aclamación popular le sería menos grata que esedestierro al que voluntariamente se condenaba, elevando su amarguraa regiones de filosofía de la historia, le dice algo que, más allá de su pro-pio caso, se proyectaba sobre el destino del Libertador:

Ud. sabe por la historia de todos los siglos, cuál ha sido la suerte de loshombres de bien en las revoluciones

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Pero la relación entre Olmedo y Bolívar no termina, ni culminaallí. El Perú, que ha acogido a su antiguo catedrático y celebrado autorde loas para el teatro con el afecto y admiración de antaño, y hasta le hahecho diputado, siente, enredado en banderías y caudillos insignifi-cantes, que por allí nunca llegará a ser libre, y vuelve los ojos al únicoguerrero que podía manejar esa enorme empresa de las últimas jornadasde la guerra de la independencia americana, el libertador de pueblos,Bolívar. ¿Y quién mejor para ir a pedírselo que el poeta a quien el generaltanto admiraba? Así que Olmedo sube hasta Quito, a rogar a Bolívar, ennombre del Perú, que se haga cargo de la campaña del sur. ¡Y qué dis-curso el que hace Olmedo a Bolívar! Solo entre dos hombres de esa tallaintelectual y literaria pudo haberse dado. Y la respuesta del Libertadorno se quedó atrás. Aquel fue un duelo poético y retórico en que los úni-cos espectadores fueron los dos propios actores.

Y rotos los diques y superados los escollos comienza unarelación ejemplar que, como es sabido y, aunque sabido, el libro se alargaa su sabor en ello, floreció en uno de los cinco o seis poemas cumbresdel siglo XIX en América, que fue, precisamente, un canto a Bolívar. Peroque, como ya lo insinuó penetrantemente el gran historiador guaya-quileño Elías Muñoz Vicuña, y el libro ahonda en ello, fue mucho másque el solo canto a un héroe y sus victorias. Otro tramo del libro quedebe su fascinación a lo que esos dos grandes de la historia del nuevomundo, el uno como héroe cantado y el otro como cantor de ese héroe,pero a la vez como críticos literarios y brillantes en sus planteos depoética los dos, escribieron en sus cartas.

Apenas publicado el Canto a Bolívar, en Guayaquil, en una im-prenta al parecer un tanto rudimentaria, Olmedo se apresura a enviarel primer ejemplar a Bolívar. El libro que nos ha congregado trae el final,en versión facsimilar, esa edición príncipe del Canto -de la que en nue-stro país no parece haber más que uno o dos ejemplares.

OLMEDO, EL REVOLUCIONARIO

Olmedo en la Revolución de Octubre y Olmedo en la Revolución deMarzo de 1845, ¡qué otros dos asuntos suculentos para una biografía delprócer!

Ni en la Revolución de Octubre ni en la de Marzo Olmedodirige la acción subversiva. A los revolucionarios de 1820, que le habíanpedido que se pusiese a su cabeza les respondió: “Cuenten Uds. con-

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migo para todo, menos para jefe de la Revolución. Esta parte debe sernecesariamente desempeñada por un jefe militar y de mucho arrojo”. Ycuando guayaquileños de acción, impacientes y coléricos, fraguaban larevolución que acabaría con la tiranía de Flores, Olmedo cumplía enBabahoyo, con ejemplar sentido moral, unas funciones que muchos,comenzando por sus cuñados, los Icaza Silva, consideraban desdorosaspara el gran poeta, pero él las requería para apuntalar su casi siempremaltrecha economía: colector de sales.

Pero a una y otra revolución Olmedo aportó algo que las con-solidó, les dio sentido y las justificó ante el mundo americano: la pa -labra.

En los meses anteriores al surgimiento del nazismo -que ofreceninquietantes semejanzas con lo que actualmente vivimos- se asiste enuna Alemania frustrada por la derrota y humillada por el Tratado deVersalles a una febril búsqueda de las palabras que diesen sentido a loque pretendían para devolver su grandeza al pueblo alemán diferentesmovimientos. Iversen le decía a Hellwig, el campesino rojo, a propósitode lo que se estaba llamando la Revolución Nacional de los campesinos,que había que llegar “al despliegue total de nuestra substancia”. “Esasson palabras”, le responde Hellwig. E Iversen lo admite, pero insiste:“Seguramente son palabras: es preciso que les demos un sentido”. Yeran numerosos los alemanes que buscaban el sentido profundo delproyecto que proponían. Pero quien acabaría arrastrando a toda lanación a la más ruinosa aventura era, no un hombre de palabras pro-fundas, sino un charlatán: Hitler, el charlatán, der Schwätzer.

Olmedo, hombre que manejaba la palabra como nadie en sutiempo, escritor que abominaba de verborreas y acosos propagandísti-cos, dio a esas dos revoluciones esas palabras con sentido que las ilumi-narían hacia dentro y las justificarían hacia fuera. Si ustedes toman ellibro que nos ha reunido esta noche, y lo voltean hallan en la contratapauna muestra de esa palabra que Olmedo dio a esas revoluciones, en estecaso a la de Marzo:

Si por más tiempo se continúan tolerando tan graves males, se iránhaciendo más profundas las raíces del poder absoluto, más fuertes losmedios que vaya preparando para sostenerse, más especiosas las artesde la seducción que pondrá en obra y más dificultosa y sangrienta laempresa de nuestra libertad.

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¡Cómo parecen estas palabras de la “Proclama de la Revolucióndel 6 de marzo” escritas aquí y ahora! Y en cualquier patria donde seesté construyendo un poder absoluto como el que Flores quiso amarrarcon una Constitución hecha a su gusto y para sus fines y a la que elpueblo ecuatoriano bautizó de “Carta de Esclavitud”.

¡Y este es el personaje a quien los manuales literarios al uso pin-tan como el engolado autor neoclásico del Canto a Bolívar!

EL LEGISLADOR Y ESTADISTA ECUATORIANO

No quiero caer yo también el torbellino de propaganda que nos abruma.Pero insisto; ¡Cuánto hay para penetrar en el libro, cuantas sorpresas leaguardan al lector en él, cuántas iluminaciones hasta en los recovecosque más se han escondido a historiadores o críticos pudibundos o re-spetuosos!

Mi política al hacer historia o crítica literaria, y más cuando laempresa ha ido por territorios comunes a esos dos empeños, ha sidotratar de dar con la verdad, descarnarla de obesidades, desnudarla degalas y adornos. Hasta hallar, en cuando me fuese posible a la distanciade su real existencia, al hombre. Cuando ese hombre tiene la rica y com-pleja grandeza de un Mejía, de un Miguel Antonio Rodríguez, de unRocafuerte, de un Solano, de un Benigno Malo, de un Pedro Moncayo,de un Francisco Xavier Aguirre Abad, o de Manuela Sáenz -por nombrarsolo a personajes que vivieron al mismo tiempo que Olmedo y tuvieronvariadas relaciones con el prócer guayaquileño-, la empresa del histori-ador y crítico ha sido rica, compleja y grande.

Si se tratase de una novela, yo aquí me ufanaría de haber creadoun personaje como este josé joaquín Olmedo. Pero esto no fue novela,sino historia. Y allí estaba el hombre Olmedo esperándome para suce-sivos encuentros, a cual, más incitante, más iluminador, más emocio-nante.

No he dicho una última palabra, y estaría en deuda con mihéroe si no la digo. Cuando el país entra en su vida republicana, ocuando, la recupera -como ocurrió después del 6 de marzo de 1845-Olmedo es la figura acatada en las convenciones y asambleas nacionales,varias de las cuales preside. Siempre sobrio, siempre recto, siemprefirme y fuerte. ¡Cómo reconoce en el discurso de clausura la modestiade los logros de una Convención que presidió!

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No creemos haber dado una Carta menos imperfecta que la an-terior, pero sí procurado seguir los principios adoptados generalmenteen el inspirado sistema de representación; hemos considerado la exigen-cia de nuestras necesidades, nuestro carácter y costumbres, la naturalezay escasez de nuestra población, el atraso de nuestras artes, la lenta di-fusión de los conocimientos que son tan necesarios a los pueblos comoel pan; y no hemos aspirado a construir un edificio con formas despro-porcionadas, sino al contrario, una República circunscrita en sus límitesnaturales, pero con los posibles elementos para ir creciendo progresiva-mente en ilustración, en amor al trabajo, padre de la abundancia, y entodas las artes hijas de clima y de la paz.

¡Que lectura este discurso de clausura de la Convención de Am-bato para un país anegado de demagogia! ¡Y como se debería haberhecho de textos así lectura obligatoria para quienes en Montecristi ur-dieron ese enorme mamotreto, tan demagógico y declamatorio, comolleno de trampas ideológicas y de atajos para que sus mentalizadorespudieran avanzar “constitucionalmente” hacia el estado total!

RESTA EL POETA

Y, claro, resta el poeta. Pero no solo el poeta: el gran prosista. Fue AurelioEspinosa Pólit, a quien la patria debe, entre otros eminentes servicios,la gran edición de las obras completas de Olmedo, el primero que llamóla atención hacia esta faceta del escritor que fue Olmedo. Y a sus cartas:todo un tomo de la Biblioteca Ecuatoriana Mínima dedicó a la corres -pondencia del prócer. Solo hacía falta leerla críticamente, y es lo que hehecho en el libro.

¿Qué siente el lector contemporáneo, sobre todo si es un joven,nacido al pie de la televisión –que es el actual “focus” de los hogares– yque no lee sino lo que halla en sus navegaciones por la red, ante unpoema como el Canto a Bolívar? Escuché a un notable escritor, guaya -quileño, de los de la generación de los treinta, sentar, sin más, queOlmedo era “un mal poeta”. Otros no lo dicen, pero a lo mejor no estánlejos de tal apreciación.

Este libro invita a cualquier lector de hoy a volver a estos poe-mas. Propone la empresa de situarse en el tiempo de Olmedo para esalectura. Y yo prometo a cualquier lector que tal incursión le depararágrandes emociones, fascinantes hallazgos. Hasta en la poesía filosófica

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de Olmedo, la de sus admirables y personalísimas traducciones de lasEpístolas de Pope.

En fin, he dicho lo que en mi libro he pretendido, y un poco lasgrandes emociones que hacerlo me ha deparado. Tiene la palabra ahorael lector. El de Guayaquil, la ciudad de Olmedo; el de América; el delmundo. Porque en todo el mundo hay estudiosos para quienes Olmedocuenta; para quienes es pieza capital para sus horizontes de historia yde literatura.

Presentar la obra el 9 de octubre –o en su vigilia, que es casi lomismo– tenía para mí un especialísimo sentido, y me prometía profun-das emociones. Esas las he vivido. Todos cuantos me han acompañadoen este bautizo de mi nueva criatura, la que inicia el segundo centenarde mis obras, han contribuido a hacer más vivas esas emociones. Co -menzando, claro está, por mi ya antiguo y siempre entrañable y gene -roso amigo, el erudito y perspicaz historiador guayaquileño RodolfoPérez Pimentel, que ha oficiado de padrino en el bautizo. No es la pri -mera vez que un libro nos hace compadres. Espero que no sea la última.Gracias, a él, a todos, las más rendidas gracias.

Guayaquil, 8 de octubre de 2009

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INFORME SUCINTO QUE PRESENTA A LA JUNTA GENERALEL DIRECTOR DE LA ACADEMIA,

DOCTOR JUAN CORDERO IñIGUEZ, CORRESPONDIENTE AL CUARTO TRIMESTRE DEL 2009

INTRODUCCIÓN

El 22 de octubre asumió el nuevo Directorio sus funciones para el perío -do 2009–2011. Desde entonces se ha profundizado en los compromisospropuestos en el discurso de posesión del Director y se sigue trabajandopara lograr un substancial incremento de las investigaciones históricasy en la preparación del programa de los sumarios analíticos con mirasa la redacción de la Magna Historia Nacional de los ecuatorianos, pro-yecto de largo alcance y de ejecución por lo menos en dos lustros.

El Directorio invita a todos y cada uno de los Académicos a pre-sentar sus inquietudes y sugestiones para incorporar en un programaque se está elaborando para ejecutarse en el presente bienio. No está pordemás recordar que el Director de Publicaciones espera las contribucio-nes de los académicos para los Boletines del 2010 y el Bibliotecario aspiraa que se haga llegar a la Biblioteca, los libros y folletos que hayan publi-cado en el pasado o recientemente, pues anhelamos que esté la mayorbibliografía posible de cada uno de los Académicos.

A continuación se presenta un informe de las principales acti-vidades que se han cumplido o están por cumplirse en este año y en losprimeros meses del 2010.

Organización de la biblioteca.- Con la decidida participación delBibliotecario Archivero, el Académico de Número don Enrique Muñoz,se ha procedido a organizar la reserva de duplicados y de libros de canje,en una de las oficinas de la planta baja debidamente amoblada. Otra delas oficinas de la mencionada planta estará destinada a una pequeñasala de lectura y de atención a estudiantes e investigadores que laborancon Académicos de Número o Correspondientes y para que entre enfuncionamiento aun nos falta completar su equipamiento.

Después del excelente trabajo cumplido por el personal de la bi-blioteca y que culminó con la publicación del Indice Analítico del Boletín,

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el personal, con contratos actualizados y debidamente inscritos, estáprocesando técnicamente los fondos existentes y los adquiridos última-mente con el dinero que nos ha donado generosamente el Gobierno deEspaña. Hasta la fecha se han hecho 1923 registros y anhelamos quehasta la finalización del convenio se tengan fichadas unas 10.000 unida-des y esta será la tarea prioritaria del próximo año.

Coauspicios y participaciones en diversos eventos.- Presentación dela obra Olmedo el hombre y el escritor escrita por el Académico de NúmeroHernán Rodríguez Castelo. Su circulación oficial se la hizo el 8 de octu-bre y el libro lleva una dedicatoria especial: Homenaje de la AcademiaNacional de Historia a Guayaquil.

Participación en homenaje a Latacunga en un aniversario másde su independencia política, el 11 de noviembre. Por la Academia in-tervenimos en el panel organizado por la Universidad Técnica de Coto-paxi además del suscrito, el Tesorero Dr. jorge Núñez y la Académicajenny Londoño, cada uno con un tema vinculado con la historia de lamencionada provincia.

El 17 de noviembre como Director, fui invitado a Loja para pre-sentar dos volúmenes sobre la historia de la provincia sureña del Ecua-dor escritos por el Académico de Número Dr. Alfonso Anda Aguirre.Con esta oportunidad la Universidad Técnica Particular de Loja, editorade la obra, ofreció elaborar un Portal Informático de la Academia, he-rramienta que ampliará la página WEB que mantenemos en la actuali-dad. Con la mencionada Universidad se firmará una alianza estratégica.

La Academia brindó su coauspicio y participó con varios de susmiembros en el Seminario Reflexiones y Análisis en torno al Bicentenariodel Diez de Agosto de 1809 y las respuestas locales en la Audiencia de Quito.El evento se realizó en Cuenca durante los días 24, 25, 26 de noviembre.Intervinieron por la Academia, el Director, el Tesorero, la Ms. jenny Lon-doño, la Dra. Ana Luz Borrero y Ms. Kléber Bravo. El Director de la Aca-demia brindó un almuerzo de honor a los organizadores y a losponentes.

Edición de la obra Echando cuentas en la Caja de Quito. Contexto yversiones del quinquenio de 1727 a 1731 de los historiadores españoles Car-men Ruigómez Gómez y Luis Ramos Gómez, quienes con esta obra in-gresan a nuestra Academia como Miembros Correspondientes Extran-jeros. El libro entrará en circulación en el primer trimestre del próximoaño.

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Como Director de la Academia recibí la invitación para escribirel prólogo del libro Caminos y Caminantes del Ecuador, obra poligráficaque está publicando la Editorial Anaconda y que circulará el próximoaño. Se ha cumplido con este cometido y se ha exaltado la participaciónde varios académicos con diversos artículos; entre otros jorge Marcos,jorge Núñez y Luis Ramos Gómez.

Ley Orgánica de Cultura.- Previo el estudio del proyecto de Ley,he presentado a través del Asambleísta Eduardo Encalada Zamora unapropuesta para que en la segunda discusión se incorpore una cláusulaque diga “La Academia Nacional de Historia, creada por Ley en el Congresoen 1920, sancionada por el Presidente José Luis Tamayo, y reformada el 4 deseptiembre de 2003, conservará su autonomía, sin perjuicio de coordinar susacciones con el Ministerio de Cultura. Los convenios suscritos legalmente con-tinuarán vigentes”.

Relaciones con los Centros Correspondientes de Guayaquil y Cuenca:Por dos ocasiones he visitado el Centro de Guayaquil bajo la direccióndel Ing. Benjamín Rosales.. Los miembros del Centro guayaquileño, ba -jo la decidida y acertada dirección de Benjamín Rosales, están trabajandoactivamente y se ha ofrecido a todos preparar una programación de in-vestigaciones que cubra una década y que culmine con una digna cele-bración de la independencia de Guayaquil y de varias provincias másdel país.

Con el Centro de Cuenca se ha tenido también dos reuniones yen una de ellas se ha procedido a la elección de Director del Centro ha-biendo recaído, por unanimidad, en la Dra. Ana Luz Borrero Vega.

Se ha previsto, de tener un presupuesto más holgado, entregaruna suma de dinero a cada Centro Correspondiente para que puedancumplir con compromisos locales y regionales.

Gestión Presupuestaria: Habiendo concluído el convenio firmadoentre el Ministro de Educación y el ex Director de la Academia, se hapre parado otro que se ha puesto en consideración del señor Ministro,ha biendo recibido su aceptación, por medio del cual se renovó el con-venio por cuatro años, con un monto anual de 150.000 dólares..

Digitalización de los 193 Boletines de la ANH.- En convenio con elMinisterio de Relaciones Exteriores, se procederá a la digitalización delos 193 números del Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios His-tóricos y de la Academia que serán luego incorporados al portal infor-mático de la Academia.

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Eventos en Diciembre: se han organizado en diciembre los si-guientes eventos:

Diciembre 9: Presentación del libro “Perspectivas del RégimenConstitucional del Buen Vivir” del Dr. Xavier Garaicoa

Diciembre 14: Conferencia del Sr. john Sambrailo, historiadornortemericano, con el título “Diálogo con el pasado: lecciones para elpresente y el futuro”

Diciembre 15: junta General y Asamblea. Firma y renovacióndel Convenio con el Ministerio de Educación.

Diciembre 16: Suscripción de un convenio entre la Academia yel Colegio de Periodistas de Pichincha.

jueves 17: Homenaje a la memoria del Dr. jorge Luna Yépez porel centenario de su nacimiento.

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ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

INDIVIDUOS DE NUMERO, A DICIEMBRE DE 2009

DIRECTORIO

1.- DR. JUAN CORDERO ÍÑIGUEZ–e3DIRECTOR 092-372665

6 de Diciembre N 21-217 y Roca – Quito 2907-433

E-mail: [email protected] 07-2839-181

Museo de las Culturas Aborígenes – Cuenca

Calle Larga 524 entre Hno. Miguel y Mariano Cueva

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Enero 23/2002.- Sillón 20.-Tema del Discurso:“Nombres y Sobrenombres de Cuenca”.Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

2.- FRAY AGUSTIN MORENO PROAÑO, ofm.–SUBDIRECTOR 2281-124

Convento de San Francisco – Quito 2281-613

Fecha de Incorporación: Enero 25/1979.- Sillón 2.-Tema del Discurso: “Patria y Estirpe de Fray Jodoco Rique”.Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara

3.- HNO. EDUARDO MUÑOZ BORRERO–SECRETARIO 2660-365

Santuario Hno. Miguel – Ave. Antonio José de Sucre

y Tte. Hugo Ortiz - Quito

Fecha de Incorporación: Febrero 28/1991.- Sillón 11.- Tema del Discurso: “La Influencia de la revolución Francesa en la Independencia de Hispanoamérica” .- Le dio la bienvenida el Dr.Jorge Villalba Freire, s.j.

4.- SR. ENRIQUE MUÑOZ LARREA 2509-942

BIBLIOTECARIO–ARCHIVERO 099-576358

Edificio Tulipán, 2º. Piso

Fco. Andrade Marín 360 y Eloy Alfaro, Quito

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Junio 3/2005. - Sillón 28.-Tema del Discurso:“Semblanza del Tte. Gral. Ing. Don Fco. Requena y Herrera”.Le dio la bienvenida el Hno. de las EE.CC. Eduardo Muñoz.

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5.- LCDO. HERNAN RODRIGUEZ CASTELO (casa) 2788-112

JEFE DE PUBLICACIONESBolívar 705 y Batallas – Alangasí

Edif.. Torres de Iñaquito, Torre C. Depto. 1202 Quito

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Junio 12/2001.- Sillón 18.-Tema del Discurso:“El Admirable Siglo XVIII de la Literatura Quiteña”.Le dio la bienvenida el Hno. Eduardo Muñoz Borrero.

6.- DR. JORGE NÚÑEZ SÁNCHEZ–TESORERO 098-347433

De los Helechos y Cipreses, esquina 3464-761

Condominio Portal de Venecia - Quito

Email: [email protected] / [email protected]

Fecha de Incorporación: Julio 12/2001.- Sillón 19.- Tema del Discurso:“La Corrupción en el Ecuador Colonial”.- Le dio la bienvenida el Dr. Plutarco Naranjo.

7.- Dr. JUAN JOSÉ PAZ Y MIÑO–RELACIONES PÚBLICAS 095-026475

El Día N 37 215 y El Telégrafo 6035-651

E-mail: [email protected] – Quito

Fecha de Incorporación: Marzo 14/2007.- Sillón 5.- Tema del Discurso. “La historia inmediata del Ecuadory la deuda histórica con la sociedad ecuatoriana”.Le dio la Bienvenida el Dr. Jorge Núñez Sánchez

****

8.- DR. JORGE SALVADOR LARA 2469-604

Guarderas 434 – (Urb. La Concepción) Quito (0f) 2509-471

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Julio 27/1967.- Sillón 1.-Tema del Discurso: “Los Restos Humanos más Antiguos del Ecuador”.Le dio la bienvenida Don Carlos Manuel Larrea.

9.- PADRE DR. JORGE VILLALBA FREILE 2237-940

Residencia Universidad Católica – Quito 2509-686

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Marzo 28/1980.- Sillón 3.- Tema del Discurso: “José Joaquín de Olmedo en1830 a través de sus Cartas”. Le dio la bienvenida Fr. Agustín Moreno.

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10.- PROF. ROBERTO MORALES 06-2640-335

Diario La Verdad FAX 06-2640-194

Flores 542 entre Sucre y Rocafuerte - Ibarra

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Stbre. 28/2006.- Sillón 4.- Tema del Discurso:“Los aportes del Crn el. Teodoro Gómez de la Torre al devenir Histórico del Norte del País”.Le dio la Bienvenida Fray Agustín Moreno, ofm.

11.- DR. MIGUEL DIAZ CUEVA 07-2831-917

Calle Luis Cordero No. 1754 – Cuenca fax 07-2832-695

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Diciembre 17/1986.- Sillón 7.- Tema del Discurso: “La Lápida de Tarqui”.Le dio la bienvenida Fray Agustín Moreno Proaño, ofm.

12.- DR. PLUTARCO NARANJO VARGAS 2508-479

12 de Octubre 2206 y Colón 2236-590

Casilla 17-7-8884- Quito 096-073321

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Julio 27/89.- Sillón 8.- Tema del Discurso: “Colón, Pizarro y las Especias”.-Le dio la bienvenida el Dr. Luis Bossano.

13.- DRA. JENNY ESTRADA Telefax 04-2343-216

Chile 3312 y Vacas Galindo, 2º. Piso 092-208616

E-mail: [email protected] Guayaquil

Fecha de Incorporación: Dcbre. 8/2006.- Sillón 9.- Tema del Discurso: “Segunda Guerra Mundial, Lista Negra en Ecuador”. Le dio la bienvenida el Dr. Benjamín Rosales V.

14.- DR. JUAN FREILE GRANIZO 2333-478

Edificio Espro – 0f. 202 – (recado) 2506-923

Alpallana 505 y Whymper – Quito

Fecha de Incorporación: Junio 30/1990.- Sillón 10.- Tema del Discurso:“La Vida Cotidiana de Quito a finales del Siglo XVIII: el Testamento de Catalina Aldás, madre del Precursor Espejo”.Le dio la bienvenida el Dr. Carlos de la Torre Reyes.

15.- DR. ALFONSO ANDA AGUIRRE 2251-064

Vargas 342 y Oriente (Edificio Zaldumbide) – Quito

Fecha de Incorporación: Mayo 26/1999.- Sillón 13.-Tema del Discurso: “La Federación Lojana y la Ley

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de Descentralización del Estado”.Le dio la bienvenida el Hno. Eduardo Muñoz Borrero, o.f.c.

16.- DR. CARLOS FREILE GRANIZO 2891-136

Alpallana 505 y Whymper- Edif.. Espro - Quito 098-300700

Apartado l7-22-20195 - E-Mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Junio 24/1999.- Sillón 14.-Tema del Discurso: “La Visión de Manuela Espejo sobre su hermano Eugenio, en el Juicio que por la muerte que éste siguió contra el Presidente Luis Muñoz de Guzmán” .Le dio la bienvenida: el Padre Jorge Villalba.

17.- DR. FERNANDO JURADO NOBOA (de 8 a 9 am) 2920-763

Edificio Torres de Iñaquito –Torre A–

Of. 901 (Altos CCNNU) - Quito

Fecha de Incorporación: Diciembre 21/1999.- Sillón 15.- Tema del Discurso: “Actitud ante la Muerte de los Grandes Ecuatorianos”.Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

18.- DRA. ISABEL ROBALINO BOLLE 2950-267

Rocafuerte 1477 y Venezuela-Quito 2280-764

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Mayo 4/2000.- Sillón 16.-Tema del Discurso: “Luis Robalino Dávila: Capítulos de unEnsayo de Biografía”.Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara.

19.- LCDO. FRANCISCO SALAZAR ALVARADO 2446-049

Manuel Sotomayor 245 - Quito 099-514366

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Febrero 17/2001.- Sillón 17.- Tema del Discurso: “La Vida y el Pensamiento del Gral. Francisco Javier Salazar Arboleda”. Le dio la bienvenida el Dr. Carlos Freile Granizo.

20.- DR. P. JULIAN BRAVO S.J. 2491-156/7

Nogales 220 y Fco. Arcos.- Quito 2493-982

Fecha de Incorporación: Mayo 22/2003.- Sillón 21.-Tema del Discurso: “Mario María Cicala, S.I. y su contribución a la Historia de la Antigua Provincia de la Compañía de Jesús y de la Audiencia de Quito”.Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara.

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Page 386: Academia Nacional de Historia Boletín 182

21.- DR. JUAN VALDANO MOREJON 2370-310

Buganvillas y Juan Montalvo - Tumbaco

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Junio 5/03.- Sillón 22.- Tema del Discurso:“Generaciones e Ideologías en el Ecuador. Itinerario de una búsqueda y nuevas aproximaciones a un Método Histórico”.Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

22.- DR. OCTAVIO LATORRE 2400-731

Samuel Fritz 176 y Joaquín Sumaita (El Inca) – Quito

E-mail: [email protected]

Fecha de Incorporación: Junio 19/03.- Sillón 23.-Tema del Discurso: “Historia de la Evolución de la Armada del Ecuador” Le dio la bienvenida Fray Agustín Moreno, o.f.m.

23.- DR. SANTIAGO CASTILLO 005411 4300 6196

Ave. Juan de Garay 845 – 4o.H

CP C1l53 AB - Buenos Aires, Capital Federal.-

E-mail: [email protected] .- Argentina

Fecha de Incorporación: Novbre. 19/2003.- Sillón 24.-Tema del Discurso: “Epistolario de las Misiones Diplomáticas de Rocafuerte en el Perú”.Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán P.

24.- DR. ENRIQUE AYALA MORA 3228-083

Universidad Andina 3228-031

Toledo 2280 – Plaza Brasilia – Quito Fax 3228-426

De las Malvas E 15-247 y Fco. Arévalo 2433-485

Box 17-12-886 – E-mail: [email protected] 2554-558

Fecha de Incorporación: Enero 20/2004.- Sillón 25. 099-809855

Tema del Discurso: “Desarrollo Histórico de la Nación Ecuatoriana”.Le dio la bienvenida el Dr. Plutarco Naranjo Vargas.

25.- DRA. MARIA CRISTINA CARDENAS 07-4090-178

E-mail: [email protected] fax 07-2880-60

[email protected] 094-296152

Edificio Puertas del Sol

Jacarandá 1-57 Y Ordóñez Lazo, Cuenca

Fecha de Incorporación: Junio 3/2004.- Sillón 26.-Tema del Discurso: “El Proyecto Republicano del Progresismo Azuayo (1840-1895)”.Le dio la bienvenida Fray Agustín Moreno, ofm.

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26.- DR. BENJAMIN ROSALES VALENZUELA 04-288-7492

Calle 1ª. Nº 103 entre Circunvalación y Bálsamos URDESA 04-2881-230

Apartado 09-01-562 - Guayaquil 093-040961

E-mail: [email protected]

[email protected]

Fecha de Incorporación: Dicbre. 1º./2004.- Sillón 27.-Tema del Discurso: “El General José de Villamil y la Independencia de Hispano América”.Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

27.- DRA. DORA LEON BORJA DE SZASSDI 001 7877537241

Mallorca 41, Hato del Rey 00917

San Juan–Puerto Rico, P.R.

E-mail [email protected].

Fecha de Incorporación: Mayo 21/2009.- Sillón 6.- Tema del Discurso: “La ciudad de Santiago en Amay,1539-1542”.Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

***/***

Sillones disponibles: (12), (29), (30).

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LISTA DE MIEMBROS CORRESPONDIENTES A DICIEMBRE 2010

1.- Lcdo. LUCAS ACHIG SUBIA 07-2816-555Calle Valle de los Chillos 1-70 y Valle de FAX 07-2842-424 Yunguilla (Sector Coliseo Mayor)E-mail: [email protected] .- Cuenca

2.- Dr. MIGUEL ALBORNOZApartado Postal 10922, México 10Las Lomas, México D.F.

3.- Ms. ALICIA ALBORNOZApartado Postal 10922, México 10Las Lomas, México D.F.E-mail: [email protected]

4.- Dr. GUILLERMO AROSEMENA AROSEMENA Telefax -04-2353-130P.O.Box 09-01-921Ave. 2ª. 511 entre 4ª. Y 6ª. (Los Ceibos)E-mail: [email protected] .- Guayaquil

5.- Prof. JOSÉ ARTEAGA PARRALES 06-2630-404Palacio Episcopal – Ave. Universitaria 091-984755Portoviejo.- Manabí

6.- Dr. FRANKLIN BARRIGA LÓPEZ 2458-42110 de Agosto 39-127 y Dibuja 092-695041 E-mail: f - [email protected] .- Quito

7.- Dra. ANA LUZ BORRERO VEGA 07-2856-396Universidad de Cuenca 099-600077Calle 12 de Abril s/n E-mail: [email protected] .- Cuenca

8.- Padre JUAN BOTTASSO 2562-633ABYALA .- 12 de Octubre y Wilson 2897-124E-mail: [email protected] – Quito

9.- AURELIA BRAVOMALO DE ESPINOSA 2503-502Wilson 728 y Juan León Mera [email protected] .- Quito

10.- Ms. KLEVER BRAVO 098-125941Ultimas Noticias N 37-111 y El Espectador

E-mail: [email protected]

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11.- Dr. HUGO BURGOS GUEVARA 2891-228Casilla 17-22-6685 098-246041E-mail: [email protected] .- Quito

12.- Lic. CARLOS CALDERÓN CHICO 099-762568 Tulcán 1200 y Aguirre (esq.) 04-2451023 E-mail: [email protected] – Guayaquil

13.- Ing. BOLÍVAR CÁRDENAS ESPINOZA 092-862013Luis Cordero y Aurelio Jaramillo (esq.) 0f. 07-2240-373 Consejo Provincial del Cañar - Azogues

14.- M.A. JUAN CASTRO Y VELÁZQUEZ 04-2328-569Casilla 4863 .- Guayaquil 0f. 04-240-3212 E-mail: [email protected]

15.- Dr. JORGE CAZORLA 06-2644-602José Martí 284 y Ave. Atahualpa.- Ibarra

16.- Dr. JUAN CHACÓN ZHAPÁN 091-476384 E-mail: [email protected] Cuenca

17.- Lic. XIMENA ESCUDERO ALBORNOZ 2260-456 (casa)Gaspar de Escalona N.39-68 y Granda Centeno 2584-961/2 Ext.186Buzón 544 099-678058Casilla 17-21-1263 – Quito.

18.- Econ. LEONARDO ESPINOSA 07-2842-205E-mail: [email protected] Cuenca

19.- EDUARDO ESTRADA GUZMÁN 04-2303-969Roca 102 y Malecón, 9º. Piso – Edif.Rocamar 099-886712E-mail: [email protected][email protected] 09-01-7648 – Guayaquil

20.- Gral. MARCOS GÁNDARA ENRÍQUEZ 2543-888D. de Almagro N 32-243 y J. Severino 2507-569Quito Casa 2898-488

21.- Dr. JOSE XAVIER GARAICOA ORTIZRumichaca 213 y Manuel Galecio. Guayaquil

22.- Lic. EZIO GARAY ARELLANO 04-2368041Casilla 09-01-11140 Guayaquil 0f. 04-2394-440/41

E-mail: [email protected]

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Page 390: Academia Nacional de Historia Boletín 182

23.- Dr. JOAQUÍN GÓMEZ DE LA TORRE 2414-731 Pablo Sachún 4766 y Samuel Fritz 2419-460Urbanización Dammer - Quito 098-548609

24.- Dr. JAVIER GOMEZJURADO 2607-433Conjunto Puertas del Sol, Bloque A-Dep. 2B 099-830454Autopista Rumiñahui – E-mail: [email protected] - Quito

25.- Arq. MELVIN HOYOS GALARZA 04-2524-100 Biblioteca Municipal Ext. 2140 / 210510 de Agosto entre Chile y Pedro Carbo, E-mail: [email protected] - Guayaquil.

26.- Dra. ALEXANDRA KENNEDY DE VEGA 2231-459 San Ignacio 1001 y Jonás Guerrero 099-427013Edif. El Barranco.- QuitoE-Mail: [email protected]

27.- Ms. JENNY LONDOÑO 3464-761De los Helechos y Cipreses esquina,Condominio Portal de Venecia,E-Mail: [email protected] – Quito

28.- DR. JORGE MARCOS PINO 04-2850-780Ave. Central 300 – Cdela. Sta. Cecilia 099-353534 Email: [email protected] .- Guayaquil.

29.- Dr. GALO MARTÍNEZ 2520-710Pérez Guerrero 391 y Versalles -0f. 18- Quito

30.- Dr. CLAUDIO MENA VILLAMAR 2560-416Páez 884 y Mercadillo, Edif.. Interandina- Quito 092-558372

31.- Lic. CARLOS LUIS MIRANDA TORRES 03-2871-218 Correo Central de Pelileo 0f. 03-2871-207

32.- Ab. EDUARDO MOLINA CEDEÑO 05-2639-461Universidad San Gregorio de Portoviejo 093-123580Ave. Eloy Alfaro y Ave. Olímpica. PortoviejoE-Mail: [email protected]

33.- Gral. PACO MONCAYO GALLEGOS 3991001/4Edificio Coruña Plaza, 3er. Piso, Of. 302Coruña 2788 y 0rellanaE-mail: [email protected]

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Page 391: Academia Nacional de Historia Boletín 182

34.- LEONARDO MONCAYO JALIL 2542-640

Edif. Torres de la Colón-Of. 11- Mezanine 099-406138

E-mail: [email protected] - Quito

35.- Dr. RICARDO MUÑOZ CHAVEZ 07-2880-170

Estudio: Ave. 12 de Abril 2-29

Edificio Torre del Río – 4º. Piso

E-mail: rmuñ[email protected] – Cuenca

36.- Prof. GERARDO NICOLA LÓPEZ 03-2840-914

Calle Cuenca 14-35 – Ambato 03-2840-913

37.- Dr. CARLOS ORTIZ ARELLANO 03-2966-264

Ayacucho 1370 y Loja 03-2900-715

E-Mail: [email protected] - Riobamba

097-787709

38.- Arq. ALFONSO ORTIZ CRESPO 2377-565

González Suárez N 32-90 y Bejarano 2580-230

E-mail: [email protected] - Quito 099-716105

39.- Dr. GONZALO ORTIZ CRESPO 2460-228

Los Comicios 271 – Conjunto Alcalá 087-293686

Edificio Alcázar-Urb. Quito Tennis

E-mail: [email protected]

40.- Ing. RODRIGO PÁEZ TERÁN 2340-164

Casilla l7-23-280 – Sangolquí 099-834529

E-mail: [email protected] -

41.- Dr. FAUSTO PALACIOS GAVILANES 03-2822-903

Av.Quisquis 1425, Cdela. San Antonio - Ambato 03-2841-879

E-mail: [email protected]

42.- Ing. AGUSTÍN PALADINES Loja

43.- Arq. ANDRÉS PEÑAHERRERA 2560-791

Manuel Larrea 1003 092-740375

E-mail: [email protected]

44 .- Dr. GUSTAVO PÉREZ RAMÍREZ 2230-513

González Suárez 926, Dep. 2B 098-027342

Edificio Panorama (Frente a Nestlé) Quito.

E-mail: [email protected]

404

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Page 392: Academia Nacional de Historia Boletín 182

45.- ARQ. JUAN FDO. PÉREZ ARTETA 2042-011/13Ave. Pampite, Edif.. Oficenter, 0f. 110E-Mail: [email protected] Cumbayá

46.- Dr. RODOLFO PÉREZ PIMENTEL 04-2303-700Baquerizo Moreno 910 y Junín FAX 04-2568-595Casilla 09-01-00875 04-2568-596E-mail: [email protected] .- Guayaquil

47.- Sr. VÍCTOR PINO YEROVI 04-2270-378Alamos Norte Mz 1 V-10 FAX 04-2248-257P.0.Box 15160 Guayaquil 04-2231-460E-Mail: [email protected]

48.- Prof. VICENTE POMA MENDOZA 07-2972-811Rocafuerte entre Colón e IndependenciaPasaje, Prov. de El Oro

49.- Dr. GALO RAMÓN VALAREZO 099-700109Eloy Alfaro 1824 y Bélgica, 3er.pisoE-mail: [email protected]

50.- Dr. GUSTAVO REINOSO HERMIDA 07-2825-934Calle José Arízaga 1-62 entre P. Aguirre 07-2843-241y Gral. Torres. Cuenca FAX 07-2842-029

51.- Dr. JAIME EDMUNDO RODRÍGUEZ 92697-3275Dpto. de Historia–Universidad de CaliforniaIrving, CA. 92717–USA.E-mail: [email protected]

52.- Dra. ROCÍO ROSERO JÁCOME 2234-296Veintimilla E 10-50, Edif.. El Girón, 0f.74 096-032187Toctiuco 130, Urb. San Antonio–ConocotoE-mail: [email protected]

53.- Cap.Fr. MARIANO SÁNCHEZ BRAVO 04-285-3310Colinas de los Ceibos Of. 04-232-4231Ave. Leopoldo Carrera Calvo 505 y Calle 9ª. FAX 04-2325-906Instituto de Historia MarítimaAla sur del Edif. de la Gobernación – GuayaquilE-mail: [email protected]

54.- Dr. VLADIMIR SERRANO PÉREZ 2237-731Orellana N-26 y San Ignacio – Quito

E-mail: [email protected]

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Page 393: Academia Nacional de Historia Boletín 182

55.- Dra. MARCIA STACEY CHIRIBOGA 2370-734Carlos Guarderas 618 y G. Salazar099-016801(La Concepción) Quito

56.- Dr. AMILCAR TAPIA 2401-148 10 de Agosto 8536 y A. Montalvo 097-676465Sector La Luz, Casa 2-A, Dep.23E-Mail: [email protected] - Quito

57.- Sra. GRECIA VASCO 2280-431Archivo Nacional Casa 2275-590 10 de Agosto N 11-359 y Sta. Prisca esq. QuitoE-Mail: [email protected]

MIEMBROS ELECTOS PARA CORRESPONDIENTES

1.- Dr. DIEGO ARTEAGA MATUTE 07-2875-365Casilla 01 01 1413.- Cuenca

2.- HUGO DELGADO CEPEDAFco. Segura 804 y 6 de Marzo 04-2346-632Casilla 09-1-43-53 Guayaquil 2348-650

3.- JAIME IDROVO URIGÜENSan Joaquín – Sector Cruz VerdeBox 01-01-143 - Cuenca

4 .- Dr. MARIO GARZÓN ESPINOSAColegio José Peralta, Cañar

5.- Dr. CARLOS LANDÁZURI CAMACHOBanco Central E-Mail: [email protected]

6.- Dr. JORGE MORENO EGAS 2564-526Madrid 859 y PontevedraApartado 17-12-595-QuitoE-mail: [email protected]

7.- Dr. PATRICIO MUÑOZ VALDIVIESO 2432642Corte Nacional de Justicia, Quito 2431-022E-mail: [email protected] 087-651395

406

B O L E T Í N N ° 1 8 2 D E L A A C A D E M I A N A C I O N A L D E H I S T O R I A

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8.- Dra. PILAR PONCE LEIVA 34 91 394 5784Víctor de la Serna, 19 Madrid 28016 91 519 7443E-mail: [email protected]

Madrid, España.

9.- Lic. ALFONSO SEVILLA FLORES 2231-816

Alpallana E 6 123 – 5º.piso A.- Quito 2507-042

10.- Lcdo. WILSON VEGAMinisterio de Cultura, Quito

11.- Dr. IRWING IVÁN ZAPATER CARDOSO 2431-835

FONCULTURA – Quito 099-812026

E-mail: [email protected]

MIEMBROS HONORARIOS

- GRAL. PACO MONCAYO GALLEGOS

- PROF. SERGIO MARTÍNEZ BAEZA

- DON JUAN MARÍA ALZINA DE AGUILAR

MIEMBROS EXTRANJEROS ELECTOS COMO CORRESPONDIENTES

- Dr. ERIC BEERMAN 917592603

Hernández Rubin 7, ático, 28043, Madrid

E-mail: [email protected]

- Embjd. MIGUEL BAKULA PATIÑO 00511-4468-911

Lima, Perú

- Dr. ANTONIO CACUA PRADA 00571-2123726

Subdirector Academia Colombiana de Historia

Calle 115 No. 9 A-30 piso 5, edif. Ana María, Bogotá DC Colombia

- Dr. ALEJANDRO CRUZADO BALCÁZAR 00514-4967-6636

Ave. del Ejército 356 - Trujillo–Perú

E-Mail: [email protected]

- Dr. FRANCISCO DE BORJA MEDINAEspaña

407

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Page 395: Academia Nacional de Historia Boletín 182

- Dr. JOSÉ A. DE LA PUENTE CANDAMO 00511-4277-987Director Academia Nacional de Historia de PerúE-Mail: [email protected], Perú

- Dr. SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA 0057-1-3367-350Director Academia Colombiana de HistoriaCalle 10 No. 8-95 – Bogotá D.C. Colombia 0057-1-2825-356

- Dra. MA. PAULINA ESPINOSA DE LÓPEZ 0057-1-2564-656Bogotá – Colombia

- Dr. WALDEMAR ESPINOSA SORIANOE-Mail: [email protected], Perú

- Mons. MARIANO FAZIO FERNÁNDEZ

- Dr. HORACIO GÓMEZ ARISTIZABAL 0057-13-342-439E-Mail: [email protected] - Bogotá

- Dr. ASDRÚBAL GONZÁLEZ SERVÉNFinal Avenida Bolívar entre Calles 46 y 47Puerto Cabello, Venezuela.

- Dr. EKKEHAR KEEDINGTalerweg 13 – D-67742 Aden Back – AlemaniaE-Mail: [email protected]

- Dra. MARIA LUISA LAVIANA CUETOS (34) 954 551-224C/Virgen del Valle 52, 4º. B - 41011 Sevilla, EspañaE-Mail: [email protected]

- BERNARD LAVALLE Fax 01-45-87-41-7513, rue Sateuil, París, Francia - Cedex 05.

- Dr. GERARDO LEÓN GUERRA 0057-27-234-538Academia Nariñense de la Historia – Pasto

- Dr. JUAN MARCHENA FERNÁNDEZ 63-94-79-665C/Pajaritos 8, 2º. –1, Sevilla, 41004, EspañaE-mail: [email protected]

- Prof. SERGIO MARTÍNEZ BAEZA 00562-638 2489Londres 65, SantiagoE-Mail: [email protected] .- Chile

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Page 396: Academia Nacional de Historia Boletín 182

- Dr. EDUARDO MARTIRÉRodríguez Peña 1842, p. 10º. Dep. B.- 1021 E-Mail: [email protected] .- Bs.As. Argentina

- Dra. EMILIA MENOTTI VIOLA 0054 011 4683-6025E-Mail: [email protected] Aires, Argentina.

- Dr. OTTO MORALES BENÍTEZBogotá, Colombia

- Dra. INÉS MUÑOZ LYDIA 0057-27-234538Presidenta de la Academia Nariñense de HistoriaE-Mail: [email protected]. Pasto, Colombia

- Dr. JAVIER ORTIZ DE LA TABLAUniversidad de Sevilla, Sevilla, España

- Dr. LUIS RAMOS GÓMEZ 91-73-06-620Valle de En medio No. 2-F (3º.A)28035–Madrid

- Dra. LOISE J. ROBERTS (831) 625 563524694 Upper Trail – Carmel, CA. 93923 –USAE-Mail: [email protected]

- Dra. CARMEN RUIGÓMEZ GÓMEZ 91-73-06-620Valle de En medio No. 2-F (3º. A)28035 Madrid

- Dr. NICOLÁS SÁNCHEZ ALBORNOZJosé Martínez de Velasco 6, 28007, Madrid, EspañaE-Mail: [email protected]

- Dr. PEDRO VERDUGA 0057-27-234-538

Academia Nariñense de la Historia – Pasto

- Dra. GISELLA VON WOBESER 0055-2196-53Academia Mexicana de la HistoriaPlaza Carlos Pacheco 21 Centro C.P.060, MéxicoE-Mail: [email protected]

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Page 397: Academia Nacional de Historia Boletín 182

LISTADO DE MIEMBROS DE PROVINCIAS

CENTRO PROVINCIAL CORRESPONDIENTE DE GUAYAS

DIRECTORIO

- DR. BENJAMIN ROSALES VALENZUELA – Director 04-288-7492

- ARQ. MELVIN HOYOS GALARZA – Subdirector 04-2524-100

- SR. EDUARDO ESTRADA GUZMAN – Secretario 04-2303-969

- LIC. MARIANO SANCHEZ BRAVO – Bibliotecario 04-285-3310

- LIC. EZIO GARAY ARELLANO – Tesorero 04-236-8041

- DRA. JENNY ESTRADA RUIZ – Vocal 04-2343-216

- DR. JORGE MARCOS PINO – Vocal 04-2850-780

MIEMBROS

- DR. SANTIAGO CASTILLO (Argentina) 005411-4300-6196

- DRA. DORA LEON DE SZÁSDI Puerto Rico

- DR. GUILLERMO AROSEMENA 04-2353-130

- LIC. CARLOS CALDERON CHICO 099-762-568

- M.A. JUAN CASTRO Y VELAZQUEZ 04-2328-569

- DR. XAVIER GARAICOA

- DR. RODOLFO PEREZ PIMENTEL 04-2303-700

- SR. VICTOR PINO YEROVI 04-2270-378

- SR. HUGO DELGADO CEPEDA (electo)

04-2346-632

CAÑAR, AZUAY Y LOJA

- DRA. MARIA CRISTINA CARDENAS 07-2829-944

- DR. MIGUEL DIAZ CUEVA 07-2831-917

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Page 398: Academia Nacional de Historia Boletín 182

- LIC. LUCAS ACHIG SUBIA 07-2816-555

- DRA. ANA LUZ BORRERO 07-2856-396

- ECON. BOLIVAR CARDENAS 07-2240-165

- DR. JUAN CHACON ZHAPAN 07-2450-105

- ECON. LEONARDO ESPINOSA 07-2842-205

- DR. RICARDO MUÑOZ CHAVEZ 07-2880-170

- DR. GUSTAVO REINOSO HERMIDA 07-2825-934

- DR. GALO RAMON VALAREZO 099-700109

- ING. AGUSTIN PALADINES

- DR. DIEGO ARTEAGA MATUTE(Electo)

- DR. JAIME IDROBO URIGUEN (Electo)

- DR. PATRICIO MUÑOZ VALDIVIESO(Electo)

IMBABURA

- PROF. ROBERTO MORALES 06-2640-335

- DR. JORGE ISAAC CAZORLA 06-2644-602

TUNGURAHUA Y CHIMBORAZO

- SR. CARLOS LUIS MIRANDA TORRES 03-2871-218

- PROF. GERARDO NICOLA LOPEZ 03-2840-914

- DR. CARLOS ORTIZ ARELLANO 03-2966-264

- DR. FAUSTO PALACIOS GAVILANES 03-2822-903

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Page 399: Academia Nacional de Historia Boletín 182

ESMERALDAS, MANABI Y EL ORO

- PROF. JOSE ARTEAGA PARRALES 05-2630-404

- AB. EDUARDO MOLINA CEDEÑO 05-2639-461

- PROF. VICENTE POMA MENDOZA

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