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INTRODUCCIÓN Adanbuenosayres es una novela de Leopoldo Marechal que desde el título plasma un planteamiento conflictivo, en donde lo real como Buenos Aires y lo simbólico como el nombre Adán se entrecruzan en una eterna búsqueda del personae! Abarcar todos los temas que se desarrollan en esta obra puede ser una tarea imposible, sin embar"o, como en todo te#to, se evidencian las huellas más hondas que puedan conducir a un si"nificado que se apro#ime a lo que el autor haya querido transmitir en su obra! $e este modo, las costumbres d ar"entinos y las características culturales de los mismos permitenabrir interro"antes intelectuales literarios y tambi%n acerca de la e#istencia mism El autor Leopoldo Marechal &Buenos Aires, '()) * '(+) -arrador, poeta, dramatur"o y ensayista ar"entino vinculado inicialmente al van"uardismo, aunque lue"o se orientó hacia posturas filosóficas neoplatónicas y de carácter nacionalista, de la importante novela AdánBuenosayres&'(./ ! Aunque esencialmente porte0o, Marechal mantuvo estrecho contacto con la vida rural de Maipú, ciudad provinciana a la que iba a visitar a acompa0ándolo en sus viaes por el interior! Allí le llamaban 1Buenos Aires1, nombre que adoptaría para el prota"onista de su famosa novela! A los dieciocho a0os quedó hu%rfano de padre y su condición de primo"%nito lo obli"ó a hacerse car"o de la familia2 trabaó como maestro, bibliotecario profesor de se"unda ense0anza hasta '(33! 4cupó car"os públicos durante los "obiernos de 5uan $! 6erón, circunstancia que lo llevó al enfrentamiento con anti"uos compa0eros de "eneración literaria y rele"óal olvido su obra, descubierta lue"o por las nuevas "eneraciones! 7ue poeta precoz2 a los doce a0os escribió los primeros versos y publicó Los aguiluchos con poco más de veinte! 8e vinculó a los "rupos 6roa y Martín 7ierro 9n '(:;, en 9spa0a, se relacionó con los redactores de La Gaceta Literaria y Revista de Occidente , mientras que en 7rancia se reunía con los

Adan Buenosayres

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monografía de Adan Buenosayres

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INTRODUCCIN Adanbuenosayres es una novela de Leopoldo Marechal que desde el ttulo plasma un planteamiento conflictivo, en donde lo real como Buenos Aires y lo simblico como el nombre Adn se entrecruzan en una eterna bsqueda del personaje. Abarcar todos los temas que se desarrollan en esta obra puede ser una tarea imposible, sin embargo, como en todo texto, se evidencian las huellas ms hondas que puedan conducir a un significado que se aproxime a lo que el autor haya querido transmitir en su obra. De este modo, las costumbres de los argentinos y las caractersticas culturales de los mismos permiten abrir interrogantes intelectuales literarios y tambin acerca de la existencia misma.

El autor Leopoldo Marechal (Buenos Aires, 1900 - 1970) Narrador, poeta, dramaturgo y ensayista argentino vinculado inicialmente al vanguardismo, aunque luego se orient hacia posturas filosficas neoplatnicas y de carcter nacionalista, autor de la importante novela AdnBuenosayres(1948). Aunque esencialmente porteo, Marechal mantuvo estrecho contacto con la vida rural de Maip, ciudad provinciana a la que iba a visitar a su to, acompandolo en sus viajes por el interior. All le llamaban "Buenos Aires", nombre que adoptara para el protagonista de su famosa novela. A los dieciocho aos qued hurfano de padre y su condicin de primognito lo oblig a hacerse cargo de la familia: trabaj como maestro, bibliotecario y profesor de segunda enseanza hasta 1955. Ocup cargos pblicos durante los gobiernos de Juan D. Pern, circunstancia que lo llev al enfrentamiento con sus antiguos compaeros de generacin literaria y releg al olvido su obra, descubierta luego por las nuevas generaciones. Fue poeta precoz: a los doce aos escribi los primeros versos y publicLos aguiluchoscon poco ms de veinte. Se vincul a los grupos Proa y Martn Fierro. En 1926, en Espaa, se relacion con los redactores deLa Gaceta LiterariayRevista de Occidente, mientras que en Francia se reuna con los pintores y escultores del llamado grupo de Pars: Antonio Berni, Jos Fioravanti y Lino Eneas Spilimbergo, entre otros. Durante su segundo viaje a Europa, en 1929, ao en que publicOdas para el hombre y la mujer, escribi los captulos iniciales deAdn Buenosayres. Vivi hasta 1931 en Pars y a su regreso ingres como redactor fundador al diarioEl Mundoy se reconcili con la Iglesia catlica. Public, entre otros, los poemariosLaberinto de amor(1936), dedicados a su primera esposa,Cinco poemas australes(1938),El centauroySonetos a Sophia(1940). EnDescenso y ascenso del alma por la belleza(1939) dio cuenta de su potica, mientras que su postura esttica y filosfica se encuentra enCuaderno de navegacin(1966). Enviud en 1947 y en 1950 se uni a Elvia Rosbaco, inspiradora y destinataria de sus nuevos poemas.Adn Buenosayres Adn Buenosayreses a la vez alegora, autobiografa y novela en clave que tiene como personajes a los exponentes de la vanguardia portea, J. L. Borges entre ellos. No fue bien recibida por la crtica, que la vio injusta y parcialmente como "una mala copia" del Ulisesde J. Joyce, y silenci lo esencial: su carcter inslito dentro de la tradicin novelstica en castellano, y la libertad igualmente indita en el uso del lenguaje narrativo, aspectos que slo destac J. Cortzar, por entonces un desconocido columnista que la salud con lucidez y alborozo. Obra en clave, de gran vigor alegrico y satrico, escrita a partir de una perspectiva cristiana y platnica que encuentra su adecuado modelo estructural en laDivina Comedia, tiene tres partes: en la primera, Adn despierta y realiza una expedicin con un astrlogo y un grupo de "martnfierristas" por las calles y las afueras de Buenos Aires; en la segunda, figura la biografa espiritual de Adn ("El cuaderno de tapas azules"), y en la tercera cuenta el descenso al infierno de la oscura ciudad de Cacodelphia.Contexto LiterarioConAdn Buenosayres, Leopoldo Marechal realiza una novela en clave donde retratadiferentes intelectuales de la dcada del 20 tales como Jorge Luis Borges, Jacobo Fijman, Ral Scalabrini Ortiz, Norah Lange e, incluso, se retrata l mismo en el personaje de Adn. En la figura del astrlogo Schultze, a su vez, reconoceremos al pintor argentino Xul Solar.Los aos veinte aparecen como el epicentro de los blancos ridiculizados por los medios narrativos hasta aqu sealados: las crticas al martinfierrismo y al criollismo del Borges de los veinte han sido comentadas repetidas veces por la crtica como un eje delAdanbuenosayresque, de hecho, se dice situada en esa dcada. Sin embargo, la Buenos Aires de esta obra, como seala Sylvia Satta,es propia de la ciudad del imaginario peronista de la produccin y del trabajo; y si nos regimos por datos sobre la poblacin, Martnez Estrada seala en 1940 dos millones doscientos y tantos mil habitantes, y en elABse repite ese mismo dato: -Ah est Buenos Aires empez a decir (Samuel)-. Dos millones de almas, y Bernini, el autorizado estadista, lo corrige: -Dos millones y medio. Para los veinte, en cambio, Oliverio Girondo recuerda en 1949, en El peridicoMartn Fierro. Memoria de sus antiguos directores, que Buenos Aires tena novecientos mil habitantes. El desajuste es esclarecedor: en elAdanBuenosayres, los aos veinte aparecen como un modo de participar de los cuarenta. Reledos y reescritos, los debates y la Buenos Aires de los veinte son el modo de conjugar la Buenos Aires y los debates de los cuarenta. En cuanto al movimiento literario, esta obra de Marechal se adscribe dentro de La vanguardia supuso una crtica a la institucin del arte y a la nocin de objeto artstico, as como tambin una crtica a la vida cotidiana moderna, que deban conducir a una fusin entre las esferas del arte y de la vida a partir de la cual se producira una estatizacin de la materia de la cotidianidad

DESARROLLO

Estructura narrativa

La novela; en su primera edicin, consta de 741 pginas y se organiza en siete libros. Los cinco primeros narran la aventura de Adn Buenosayres durante los das jueves 28 viernes 29 y sbado 30 de abril en un indeterminado ao de la dcada del 20. El libro sexto ("El Cuaderno de Tapas Azules") es una autobiografa del protagonista de la historia, y el sptimo ("Viaje"), un descenso simblico a los infiernos.

Niveles de significacin: lo simblico-metafsico y mtico, lo socio-poltico, lo metaliterario, lo autobiogrfico, lo pardico Desde el mismo titulo puede observarse el carcter ambiguo de la narracin, que oscila entre lo realista y lo simblico y cuya, principal clave est en el propio nombre del personaje. Adn es el hombre en el sentido bblico y es tambin un hombre en el sentido inmediato de la palabra y, al mismo tiempo, es un hombre de Buenos Aires, un argentino, un porteo. Esta pluralidad y unidad de su condicin define su identidad.El viaje de Adn por Buenos Aires es a la vez real y simblico, el personaje se enfrenta con la ciudad visible, pero tambin lo hace con aquella que est escondida detrs de los simbolismos bajo el nombre de Cacodelphia y Calidelphia, dos aspectos de una misma ciudad.

El espacio

El anlisis acerca del modo de configuracin del espacio en Adn Buenosayres permite demostrar ampliamente que el hroe marechaliano es no slo temporal sino espacial. An ms, toda la obra narrativa de Marechal se organiza espacialmente. El espacio genera un conjunto de sistemas. Como la imagen de la cultura, su literatura es megasistema. El espacio es percibido por l en concentrada unidad, en mbitos articulados, dispuestos en armona y ensamble. Su combinacin de espacios intramundanos y trasmundanos, articulados entre s, no son otra cosa que la proyeccin de su propia concepcin del mundo cristiana, del mundo, obra de un Dios creador.El espacio en Adanbuenosayres es de gran significacin, como por ejemplo el espacio tipogrfico que se observa en La lectura del espacio de la tapa est llena de carga semitica. Lo mismo podra decirse de la tapa de la primera edicin de Adn Buenosayres, ms compleja y abigarrada en sus alusiones: en ella vemos dos figuras superpuestas, una en blanco, el hombre desnudo esencial, casi esqueltico; la otra, en negro, un joven vestido y saludando con un sombrero aludo en su mano derecha, en tanto la izquierda sostiene un bastn. Se aprecia un fondo de rascacielos, de ciudad moderna; y a la izquierda del lector, una casa de barrio porteo, de azotea con balaustrada y asomando por sobre el techo, la palmera que, sin duda, centra un patio; una maceta y una mecedora, completan las sugerencias de la intimidad hogarea. As se contrastan dos ciudades y dos ritmos de ciudades convivientes en la misma Buenos Aires. A la derecha, se ve una superficie de agua -el Ro de la Plata-, con un barco de ultramar y un barquito, con la apariencia de un remolcador. Es decir, la va de agua hacia el Viejo Mundo.En estos espacios se desarrolla la novela, Adn deambula por los lugares propios de Buenos Aires, en donde se confrontan dos mundos: el tradicional y el cosmopolita.

Tcnicas narrativas

Marechal redacta toda la obra con un denso lenguaje enciclopdico y potico con sus races en la mitologa clsica greco-romana, pero lo usa para referenciar los sucesos ms ordinarios o incluso degradantes, refiere a los procesos fisiolgicos ms bsicos y con una franqueza desconcertante que linda con la grosera para el lector. Por ejemplo, en la segunda parte del libro uno, describe su jornada al cuarto de su vecino de pensin, el filsofo Samuel Tesler. Al entrar a su habitacin, construye el discurso como si se tratara de un hroe adentrando la caverna de un monstruo contando, adems, su historia legendaria y pasando a su aspecto durante el sueo. Cada aspecto del cuarto y la persona de Tesler toma una forma mtica y grandiosa que slo el hroe es capaz de afrontar:Otro que no fuera el visitante habra temblado al or el resuello del dragn. Pero Adn Buenosayres no lo hizo: por el contrario, atento al fuelle que resoplaba en la negrura, se puso a reflexionar en la desarmada inocencia de los que duermen y se enterneci ms tarde al advertir cuan indefenso pareca su enemigo. Habra llegado quizs al resbaloso terreno de las lgrimas si en ese punto un sonido diferente no hubiera roto el concierto de aquella msica respiratoria. Y fue que el dragn, revolvindose de pronto en su cama invisible, haba soltado una ventosidad de la especie gigante.Koriskos me saluda pens Adn. Y con salvas de artillera! (AB, pg. 25)Por otro lado esta obra sobre una metfora con valencias simblicas, esta tcnica aporta no solamente un esmerado producto ornamental sino que brinda una sucesin de plurisignificados; la metfora del viaje significa esa bsqueda que es inherente al alma.A continuacin se un ejemplo como un modo de ejemplificacin:El ojo de un cclope en referencia al reloj de la iglesia de San Bernardo. En la novela se hace tambin un uso temtico del lenguaje, ya que el cocoliche se designa por ese nombre como personaje. Sus intervenciones estn fuertemente marcadas por signos convencionales que denotan su carcter coloquial. De la misma manera se inscribe lo folklrico, que se confunde en la novela con lo gauchesco, porque el autor supone que cierta manera de hablar de los personajes remitira inmediatamente a la literatura gauchesca o al gnero del sainete. Su viaje a los infiernos, a los suburbios del alma, mostrara la oscilacin entre lo anglico y lo demoniaco del Adn bblico, del Adn hombre, del Adn porteo El carcter realista-simblico de la obra determina, a la vez, un lenguaje que participa de esta dualidad; aparecen as palabras-Personajes: Ladeazul, Ladeblanco, Ladeverde; formas coloquiales del barrio y el suburbio- palabras jerarquizadas por la expresin lrica y otras proscriptas por indecentes. Su riqueza verbal, que por momentos parecera una exageracin, responde al enorme caudal de imgenes, smbolos, personajes, descripciones, estados de nimo, percepciones a nivel consciente o sensorial, que son, al fin, los elementos mismos del poeta, los que dan fuerza a su relato, los que justifican, al fin, la existencia de Adn Buenosayres.

Fuentes literarias: El Ulises de James Joyce, fue la primera novela que acometi la destruccin del gnero por la acumulacin, la construccin de un relato que encerrara todos los relatos y realiza el mismo trayecto hacia el mundo clsico (de donde remonta todo el edificio cultural del cual hacemos parte), de la misma forma, el relato enfoca un da de la vida de un hombre, Leopold Bloom en su recorrido por la ciudad de Dubln. En esa unidad se encierra la universalidad, o sea, un hombre es todos los hombres y todos nos veremos representados en su gesta. En el Ulises se usa el mismo recurso de degradacin del protagonista que vemos en el Adn Buenosayres, en El aleph, el mismo camino abierto por el Don Quijote, Tristram Shandy o Tom Jones, el hroe ya no tiene lugar en una sociedad que se construye sobre y para personas comunes, el hroe homrico ya no es un modelo, sino un topos, vaciado de significado. Algunos autores sostienen que otra de las influencias es la Odisea de Homero y La Divina Comedia de Dante, fuente que se evidencia sobre todo en el ltimo libro y el sexto de manera parcial de donde fluye la metafsica ertica. Con respecto a las tradiciones hispnicas se lo relaciona con Gracin y Quevedo. Para Adolfo Prieto, Mare chal expone como Gracin cuando describe al mundo a veces segn sus apariencias, y en otras oportunidades lo presenta bajo complicadas alegoras. En muchas partes parece ser un poema que utiliza procedimientos de la pica: el viaje, el compaero de aventuras, el necesario gua para internarse en universos desconocidos. Las referencias homricas se unen a las alusiones bblicas. El destino de Adn Buenosayres adquiere entonces un carcter mtico. El tratamiento de la frase. Sorprende en la lectura del libro la disposicin y la multiplicacin de las mismas, hasta alcanzar formas tan variadas que van desde proverbios hasta coplas, versos, canciones, refranes. Los sintagmas cristalizados tienen una funcin y un uso que se analizaran en referencia a la transformacin que se produce en el Libro Quinto con ciertas frases poticas.

El martinfierrismo El martinfierrismo aflora sobre todo en la segunda parte del libro primero, es en realidad una radiografa humorstica de la generacin de Marechal En sus contenidos manifiestos alude a los compaeros que integraron el grupo literario "Martn Fierro".

El narrador El narrador de los libros Primero a Quinto es el equivalente ficticio del hablante histrico del prlogo quien se denomina a s mismo como L.M. y es, a juzgar por sus palabras, amigo de Adn Buenosayres. El narrador del Libro sexto y sptimo es Adn Buenosayres, concretado en su posibilidad autobiogrfica De tal manera la obra puede observarse como una extensa autobiografa tanto como un poema. En el prlogo se dice que Adn Buenosayres ha muerto. Se inicia entonces desde lo autobiogrfico, la narracin de una vida, que en los primeros cinco libros se relata en tercera persona, y en los dos restantes en la ms directa y confesional primera persona del narrador.

La stira Encontramos la disposicin del infierno basada en la descripcin de Los Siete Pecados Capitales, tpico esencialmente moral que se encuentra en numerosas obras satricas. Pero ese infierno es literario, y as lo llaman sus personajes, no porque tematice la literatura (como, por ejemplo, las alusiones, en el viaje, al Infierno de Dante o de Virgilio), sino porque est construido de microrrelatos en forma de retratos de caracteres, parbolas, fabulas. El Viaje aparece en su verdadero sentido de utopa, fuera de lugar, separado, expulsado del resto del relato. Alcanza entonces ese tono de stira burlesca en los trminos definidos por K. R. Scholberg: descripcin de objetos soeces y repugnantes, con minuciosidad de detalles repulsivos; del cuerpo humano, de sus partes y de sus funciones, o de las clases ms bajas de la sociedad.Cuerpo humano-sociedad funciona en el relato de manera tal que uno de los trminos se transforma en alegora o metfora del otro y viceversa:Ulcera de arrabal: capitalistas desalmados e inspectores coimeros.Un olor de carriola da y noche. Si, el mismo de los animales muertos en la llanura... La carne corruptible no soporta el asco de su propia disolucin. Pero el alma no tiene olfato. i Venerable Antgona disputando a cuervos y hombres el cadver de su hermano, cumpliendo el rito fnebre, a medianoche, solita su alma entre la polvareda y el hedor con que la carne grita su derrota! Leopoldo Marechal, op. cit., p. 420las voces con la marca de la voz de laconciencia; sin embargo, en el La voz indica en el relato la materializaci6n del tiempo; y en ElCuaderno de Tapas Azules leemos puntualmente la visi6n apocalipticadescrita por el personaje:En aquel instante mismo senti que una voz admonitoria resonabaen mi ser, y que un viento glacial me sustrafa de pronto al ritmo dela fiesta, devdraba luces y barria sonidos. Y ante mis ojos oper6seuna transformaci6n increible: me pareci6 ver la obra del tiempo adelantandoseya en aquellas mujeres y aquellos hombres que bailabanenlazados,Estructura de la novela

Lo nacional, lo porteo, pasan a segundo plano

MetaforizacinUn ojoEl personaje Adn manifestara la bsqueda del hombre porsus destinos posibles, por los sentidos de su ser y lo otro. Dichabsqueda en la novela de Marechal comenzara como una bsquedade lo propio, de la unidad en la fragmentacin y multiplicidadcontemporneas.Pero en el de un cclope( el reloj de una iglesia) El alma semejante a una copa vaca(comparaciones)La muchacha de Saavedra despierta en Adn el amor. Dichoamor lleva al personaje a comenzar a escribir el Cuaderno,donde cree meditar sobre la esencia de dicha mujer 6. Sin embargo,una pregunta se abre en las primeras pginas: reconoceral a la Solveig ideal de su cuaderno en la Solveig de carney sangre que lo haba llamado y a la que se aproximaba en aquelinstante? (Adn Buenosayres, 67). Pginas adelante, la narracinnamor despertado por ella, su llamar ms all de s.De este desfase entre la amada mortal y el amor trascendentedel amante, surgira el arte de la meditacin amorosa desconsolada,que sera una obra de transmutacin y alquimia de la mujerterrestre en mujer celeste21.El camino a lo Otro apareceraEn Claves Marechal vuelve a aclarar lo que el resto de suobra ya hara. La Mujer Celeste sera la Madonna Intelligenza,simbolizara el Intelecto de Amor trascendente por el cual el hombrese une o puede unirse a Dios, sera la Puerta del Cielo y elAsiento de la Sabidura que los cristianos entendemos en laVirgen Madre

"Un Adn en Buenos Aires"por Julio CortzarPublicado en la revista Realidad de marzo / abril de 1949 La aparicin de este libro me parece un acontecimiento extraordinario en las letras argentinas, y su diversa desmesura un signo merecedor de atencin y expectativa. Las notas que siguen -atentas sobre todo al libro como tal, y no a sus concomitancias histricas que tanto han irritado o divertido a las coteries locales- buscan ordenar la mltiple materia que este libro precipita en un desencadenado aluvin, verificar sus capas geolgicas a veces artificiosas y proponer las que parecen verdaderas y sostenibles. Por cierto que algo de cataclismo signa el entero decurso de Adn Buenosayres; pocas veces se ha visto un libro menos coherente, y la cura en salud que adelanta sagaz el prlogo no basta para anular su contradiccin ms honda: la existente entre las normas espirituales que rigen el universo potico de Marechal y los caticos productos visibles que constituyen la obra. Se tiene constantemente la impresin de que el autor, apoyando un comps en la pgina en blanco, lo hace girar de manera tan desacompasada que el resultado es un reno rupestre, un dibujo de paranoico, una guarda griega, un arco de fiesta florentina del cinquecento, o un ocho de tango canyengue. Y que Marechal se ha quedado mirando eso que tambin era suyo -tan suyo como el comps, la rosa en la balanza y la regla urea- y que contempla su obra con una satisfecha tristeza algo malvada (muy preferible a una triste satisfaccin algo mediocre). Abajo el imperio de estos contrarios se imbrican y alternan las instancias, los planos, las intenciones, las perversiones y los sueos de esta novela; materias tan prximas al hombre -Marechal o cualquiera- que su lluvia de setecientos espejos ha aterrado a muchos de los que slo aceptan espejo cuando tienen compuesto el rostro y atildada la ropa, o se escandalizan ante una buena puteada cuando es otro el que la suelta, o hay seoras, o est escrita en vez de dicha -como si los ojos tuvieran ms pudor que los odos.Veamos de poner un poco de orden en tanta confusin primera. Adn Buenosayres consiste en una autobiografa, mucho ms recatada que las corrientes en el gnero (aunque no ms narcisista), cuyas proyecciones envuelven a la generacin martinfierrista y la caracterizan a travs de personajes que alcanzan en el libro igual importancia que la del protagonista. Este propsito general se articula confusamente en siete libros, de los cuales los cinco primeros constituyen novela y los dos restantes amplificacin, apndice, notas y glosario. En el prlogo se dice exactamente lo contrario, o sea que los primeros libros valen ante todo como introduccin a los dos finales -"El Cuaderno de Tapas Azules" y "Viaje a la oscura ciudad de Cacodelphia"-. Pero una vez ms cabe comprobar cmo las obras evaden la intencin de sus autores y se dan sus propias leyes finales. Los libros VI y VII podran desglosarse de Adn Buenosayres con sensible beneficio para la arquitectura de la obra; tal como estn, resulta difcil juzgarlos si no es en funcin de addenda y documentacin; carecen del color y del calor de la novela propiamente dicha, y se ofrecen un poco como las notas que el escrpulo del bigrafo incorpora para librarse por fin y del todo de su fichero.Tras el esquema del libro, su armazn interna. Una gran angustia signa el andar de Adn Buenosayres, y su desconsuelo amoroso es proyeccin del otro desconsuelo que viene de los orgenes y mira a los destinos. Arraigado a fondo en esta Buenos Aires, despus de su Maip de infancia y su Europa de hombre joven, Adn es desde siempre el desarraigado de la perfeccin, de la unidad, de eso que llaman cielo. Est en una realidad dada, pero no se ajusta a ella ms que por el lado de fuera, y aun as se resiste a los rdenes que inciden por la va del cario y las debilidades. Su angustia, que nace del desajuste, es en suma la que caracteriza -en todos los planos mentales, morales y del sentimiento- al argentino, y sobre todo al porteo azotado de vientos inconciliables. La generacin martinfierrista traduce sus varios desajustes en el duro esfuerzo que es su obra; ms que combatirlos, los asume y los completa. Por qu combatirlos si de ellos nacen la fuerza y el impulso para un Borges, un Giraldes, un Mallea? El ajuste final slo puede sobrevenir cuando lo vlido nuestro -imprevisible salvo para los eufricos folkloristas, que no han hecho nada importante aqu- se imponga desde adentro, como en lo mejor de Don Segundo, la poesa de Ricardo Molinari, el cateo de Historia de una Pasin Argentina. Por eso el desajuste que angustia a Adn Buenosayres da el tono del libro, y vale biogrficamente ms que la galera parcial, arbitraria o genre nature que puebla el infierno concebido por el astrlogo Schultze.De muy honda raz es ese desasosiego; ms hondo en verdad que el aparato alegrico con que lo manifiesta Marechal; no hay duda que el pice del itinerario del protagonista lo da la noche frente a la iglesia de San Bernardo, y la crisis de Adn solitario en su angustia, su sed unitiva. Es por ah (no en las vas metdicas, no en la simbologa superficial y gastada) por donde Adn toca el fondo de la angustia occidental contempornea. Mal que le pese, su horrible nusea ante el Cristo de la Mano Rota se toca y concilia con la nusea de Roquentin en el jardn botnico y la de Mathieu en los muelles del Sena.Por debajo de esta estructura se ordenan los planos sociales del libro. Ya que el nmero 2 existe ("con el nmero 2 nace la pena"), ya que hay un t, la ansiedad del autor se vuelca a lo plural y busca explorarlo, fijarlo, comprenderlo. Entonces nace la novela, y Adn Buenosayres entra en su dimensin que me parece ms importante. Muy pocas veces entre nosotros se haba sido tan valerosamente leal a lo circundante, a las cosas que estn ah mientras escribo estas palabras, a los hechos que mi propia vida me da y me corrobora diariamente, a las voces y las ideas y los sentires que chocan conmigo y son yo en la calle, en los crculos, en el tranva y en la cama. Para alcanzar esa inmediatez, Marechal entra resuelto por un camino ya ineludible si se quiere escribir novelas argentinas; vale decir que no se esfuerza por resolver sus antinomias y sus contrarios en un estilo de compromiso, un trmino asptico entre lo que aqu se habla, se siente y se piensa, sino que vuelca rapsdicamente las maneras que van correspondiendo a las situaciones sucesivas, la expresin que se adecua a su contenido. Siguen las pruebas: si el "Cuaderno de Tapas Azules" dice con lenguaje petrarquista y giros del siglo de oro un laberinto de amor en el que slo faltan unicornios para completar la alegora y la simblica, el velorio del pisador de barro de Saavedra est contado con un idioma de velorio nuestro, de velorio en Saavedra all por el veintitantos. Si el deseo de jugar con la amplificacin literaria de una pelea de barrio determina la zumbona reiteracin de los tropos homricos, la llegada de la Beba para ver al padre muerto y la traduccin de este suceso barato y conmovedor halla un lenguaje que nace preciso de las letras de "Flor de Fango" y "Mano a mano". En ningn momento -aparte de las cadas inevitables en quien no profesa de continuo la prosa, y de toda obra extensa- cabe advertir la inadecuacin fondo-forma que, tan sealadamente, malogra casi toda la novelstica nacional. Marechal ha comprendido que la plural dispersin en que lucharon l y sus amigos de Martn Fierro no poda subsumirse a un denominador comn, a un estilo. Las materias se dan en este libro con la fresca afirmacin de sus polaridades. Y el nico gran fracaso de la obra es la ambicin no cumplida de darle una superunidad que amalgamara las dismiles sustancias all yuxtapuestas. No fue conseguido, y en verdad no importa demasiado. Ya es mucho que Marechal no se haya traicionado con una mediocre nivelacin de desajustes. El buscaba ms que eso, y tal vez le toque encontrarlo.Hacer buena prosa de un buen relato es empresa no infrecuente entre nosotros; hacer ciertos relatos con su prosa era prueba mayor, y en ella alcanza Adn Buenosayres su ms alto logro. Aludo a la noche de Saavedra, a la cocina donde se topan los malevos, al encuentro de los exploradores con el linyera; eso, sumndose al dilogo de Adn y sus amigos en la glorieta de Ciro, y muchos momentos del libro final, son para m avances memorables en la novelstica argentina. Estamos haciendo un idioma, mal que les pese a los necrfagos y a los profesores normales en letras que creen en su ttulo. Es un idioma turbio y caliente, torpe y sutil, pero de creciente propiedad para nuestra expresin necesaria. Un idioma que no necesita del lunfardo (que lo usa, mejor), que puede articularse perfectamente con la mejor prosa "literaria" y fusionar cada vez mejor con ella pero para irla liquidando secretamente y en buena hora. El idioma de Adn Buenosayres vacila todava, retrocede cauteloso y no siempre da el salto; a veces las napas se escalonan visiblemente y malogran muchos pasajes que requeran la unificacin decisiva. Pero lo que Marechal ha logrado en los pasajes citados es la aportacin idiomtica ms importante que conozcan nuestras letras desde los experimentos (tan en otra dimensin y en otra ambicin!) de su tocayo cordobs.Ignoro si se ha sealado cmo tropiezan nuestros novelistas cuando, a mitad de un relato, plantean discusiones de carcter filosfico o literario entre sus personajes. Lo que un Huxley o un Gide resuelven sin esfuerzo, suena duro e ingrato en nuestras novelas; por eso cabe llamar la atencin sobre el "ars poetica" que, disperso y revuelto, dialogan aqu y all los protagonistas de Adn Buenosayres, y la limpieza con que los debates se insertan en la accin misma.La progresiva prdida de unidad que resiente la novela a medida que avanza, ha permitido brillantes relatos independientes que alzan el nivel sensiblemente inferior del viaje al infierno porteo; la historia del Personaje -con agradecida deuda a Payr- toca a fondo la picaresca burocrtica que desoladamente padecemos.Quiero cerrar este pasaje de Adn Buenosayres con dos observaciones. Por un mecanismo frecuente en la literatura, nace sta de un rechazo o una nostalgia. A la hora de la crisis -en la extrema tensin de su alma y de su libro Marechal dice ante el Cristo de la Mano Rota: Slo me fue dado rastrearte por las huellas peligrosas de la hermosura; y extravi los caminos y en ellos me demor; hasta olvidar que slo eran caminos, y yo slo un viajero, y t el fin de mi viaje. Muchas otras veces, este alfarero de objetos bellos se reprochar su vocacin demorada en lo esttico. Qu entraable ha de ser esta demora, esta bsqueda por las "huellas peligrosas", cuando su producto es una de las obras poticas ms claras de nuestra tierra.Este mismo desconcierto interno de Marechal se traduce en otro resultado inslito. Creo sensato sospechar que su esquema novelesco reposaba en la historia de amor de Adn Buenosayres, ordenadora de los episodios preliminares y concretndose al fin en el Cuaderno del libro VI. La concepcin dantesca de ese amor, exigiendo una expresin laberntica y preciosista, lo escamotea a nuestra sensibilidad y nos deja una teora de intuiciones poticas en alto grado de enrarecimiento intelectual. Si nada de esto es reprensible en s, lo es dentro de una novela cuyos restantes planos son de tan directo contacto con el t, con nosotros como argentinos siglo XX. Y entonces, inevitablemente, la balanza se inclina del lado nuestro, y la nusea de Adn al oler la curtiembre nos alcanza ms a fondo que Aquella en su spenseriano jardn de Saavedra. Ojal la obra novelstica futura de Marechal reconozca el balance de este libro; si la novela moderna es cada vez ms una forma potica, la poesa a darse en ella slo puede ser inmediata y de raz surrealista; la elaborada contina y prefiere el poema, donde debi quedar Aqulla con su simbologa taraceada, porque se era su reino.La segunda observacin toca al humor. Marechal vuelve con Adn Buenosayres a la lnea caudalosa de Mansilla y Payr, al relato incesantemente sobrevolado por la presencia zumbona de lo literario puro, que es juego y ajuste e irona. No hay humor sin inteligencia, y el predominio de la sentimentalidad sobre aqulla se advierte en los novelistas en proporcin inversa de humor en sus libros; esta feliz herencia de los ensayistas siglo XVIII, que salta a la novela por va de Inglaterra, da un tono narrativo que Marechal ha escogido y aplicado con pleno acierto en los momentos en que haca falta. Sobre todo en las descripciones y las rplicas, y cuando no lo enfatiza; as el episodio de los homoplumas comienza del mejor modo -el retrato en diez lneas del malevo es un hallazgo-, pero termina alicado con los discursos del speaker. El humor en Adn Buenosayres se ala con un frecuente afn objetivo, casi de historiador, y acaba de dar a esta novela su tono documental que, si la aleja de nosotros en cuanto a adhesin entraable, nos la ofrece panormicamente y con amplia perspectiva intelectual. No s, por razones de edad, si Adn Buenosayres testimonia con validez sobre la etapa martinfierrista, y ya se habr notado que mi intento era ms filolgico que histrico. Su resonancia sobre el futuro argentino me interesa mucho ms que su documentacin del pasado. Tal como lo veo, Adn Buenosayres constituye un momento importante en nuestras desconcertadas letras. Para Marechal quiz sea un arribo y una suma; a los ms jvenes toca ver si acta como fuerza viva, como enrgico empujn hacia lo de veras nuestro. Estoy entre los que creen esto ltimo, y se obligan a no desconocerlo.