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Adonis: Seudónimo del poeta, crítico literario, ensayista, traductor y dibujante Ali Ahmad Said. Nació en Siria el año 1930, pero en 1962 obtuvo la nacionalidad libanesa. En 1956 fundó en Beirut la revista Shi’ir (Poesía). De su labor de crítica e investigación literaria destacan sus libros dedicados a la revisión de la tradición literaria árabe Antología de la poesía árabe, 3 vols. (1964), Introducción a la poesía árabe (1971) y Poesía y poética árabes (1997). Ha publicado varios libros de poemas, entre los que se encuentran: Primeros poemas (1957), Canciones de Mihyar el de Damasco (1961), Libro de las huidas y mudanzas por los climas del día y la noche (1965), Epitafio para Nueva York (1971). Epitafio para Nueva York I Hasta ahora hemos dibujado la Tierra como una pera. Es decir como un pecho. Pero entre el pecho y la Tierra no hay más que un artificio de ingeniería: NUEVA YORK, cultura con cuatro pies. Cada distrito es un crimen y un camino hacia el crimen. En la distancia entre uno y otro, el lamento de los ahogados. NUEVA YORK, mujer, estatua de mujer que alza en una mano un harapo llamado libertad, una hoja de papel que llamamos historia, mientras con la otra estrangula a una niña cuyo nombre es Tierra. NUEVA YORK, cuerpo color de asfalto. Cinturón húmedo le ciñe las caderas,

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Page 1: Adonis EpitafioParaNuevaYork

Adonis: Seudónimo del poeta, crítico literario, ensayista, traductor y dibujante Ali Ahmad Said. Nació en

Siria el año 1930, pero en 1962 obtuvo la nacionalidad libanesa. En 1956 fundó en Beirut la revista Shi’ir

(Poesía). De su labor de crítica e investigación literaria destacan sus libros dedicados a la revisión de la

tradición literaria árabe Antología de la poesía árabe, 3 vols. (1964), Introducción a la poesía árabe

(1971) y Poesía y poética árabes (1997). Ha publicado varios libros de poemas, entre los que se

encuentran: Primeros poemas (1957), Canciones de Mihyar el de Damasco (1961), Libro de las huidas y

mudanzas por los climas del día y la noche (1965), Epitafio para Nueva York (1971).

Epitafio para Nueva York

I

Hasta ahora hemos dibujado la Tierra como una pera. Es decir como un pecho.

Pero entre el pecho y la Tierrano hay más que un artificio de ingeniería:

NUEVA YORK,cultura con cuatro pies. Cada distrito es un crimeny un camino hacia el crimen. En la distanciaentre uno y otro, el lamento de los ahogados.

NUEVA YORK,mujer, estatua de mujerque alza en una mano un harapo llamado libertad,una hoja de papel que llamamos historia,mientras con la otra estrangula a una niñacuyo nombre es Tierra.

NUEVA YORK,cuerpo color de asfalto. Cinturón húmedo le ciñe las caderas,

ventana cerrada su rostro... Me dije: Walt Whitmanpodrá abrirla –“Yo pronuncio la palabra prístina”–.Pero esa palabra no la oye más que un dios que noha vuelto en lugar del poeta. Los encarcelados, losesclavos, los desesperados, los ladrones, los enfermossalen a borbotones de su garganta sin canal niboca. Grité: ¡Puente de Brooklyn! Pero ése es el puente que une a Whitman con Wall Street, a la hojade hierba con el papel del dólar...

NUEVA YORK / HARLEM¿Quién viene en guillotina de seda, quién va en ataúd a lo

largo del Hudson? ¡Derrámate, temporal del llanto!

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¡Estrecháos, cosas del dolor! Rosas, jazmines, loazul, lo amarillo y la luz afilan sus agujas y en lapunzada nace el sol. ¿Ardiste, ay, herida oculta entremuslo y muslo? ¿Llegó a ti el ave de la muerte yescuchaste el último estertor? Una soga y el cuellotrenzan la tristeza. En la sangre, la hiel del tiempo...

NUEVA YORK / MADISON / PARK AVENUE / HARLEMEl ocio imita al trabajo, el trabajo imita al ocio. Los corazones

están hinchados como esponjas y las manos, llenasde aire como cañas. De los cubos de basura y lasmáscaras del Empire State, el tiempo levanta oloresque se prenden de latas de conserva, latas:

No es ciega la mirada, sino el rostro.No son yermas las palabras, sino la lengua.

NUEVA YORK / WALL STREET / 125 STREET / 5th AVENUEUn espectro en forma de Medusa se alza entre hombro y

hombro. Mercado de esclavos de todos los sexos.Los hombres viven como plantas de invernadero.Miserables, invisibles penetran como el polvo en latrama del espacio, víctimas de la sífilis:

El sol es un cortejo fúnebre.El día es un atabal negro.

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II

Aquí,en la cara musgosa de la roca del mundono me han visto más que un negro al que iban a matary un pájaro que iba a morir.Pensé:Toda planta que habita un tiesto rojo crece,mas yo me alejo del umbral.Y leí:Que las ratas en Beirut y en otras partesse pasean burlonas por la seda de la Casa Blanca,se arman con el papel de los documentos,roen a la humanidad.Que los cerdos que aún quedan en el huerto del alfabetohollan la poesía.

Y vi,dondequiera que estuve:

Pittsburgh (International Poetry Forum);John Hopkins (Washington); Harvard(Cambridge, Boston); Ann Arbor (Michigan,Detroit); Club de la Prensa Extranjera,Círculo Árabe en la Sede de la O.N.U.(Nueva York); Princeton, Temple (Filadelfia)

Viel mapa árabe como un caballo que golpea pesadamente el

suelo con sus cascos. Con alforjas que cuelgan comoel tiempo sobre la tumba o sobre la tiniebla más sombría,sobre el fuego apagado o sobre el fuego que se apaga. Mapa que descubre la alquimia de la otra dimensiónen Kirkuk y El Zahrán, en todo lo que haytras esas fortalezas de la Afro-Asia árabe. Ya madura eltiempo en nuestras manos. ¡Ah!, preparamos la TerceraGuerra y organizamos el Primer Departamento y el Segundoy el Tercero y el Cuarto, para asegurarnos de que:1. En aquel distrito hay un recital de jazz.2. En esta casa hay un individuo que no tiene más que tinta.3. En ese árbol canta un pájaro.

Y para advertir que:1. El espacio se doblega con la reja y con el muro.2. El tiempo se doblega con la soga y con el látigo.3. El Orden que construye el mundo es el que comienza con el asesinato del hermano.4. El sol y la luna son dos monedas que fulguran bajoel trono del Sultán.

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Y vinombres árabes en la anchura de la tierra más convexa que

el ojo, nombres árabes que brillan como una estrellafugaz “que no tienen progenitores y sus pasos son susraíces...”

Aquíen la cara musgosa de la roca del mundo, sé y acepto. Recuerdo

una planta que llamo vida o pueblo mío,muerte o pueblo mío –Aire helado como las sábanas,rostro que mata el juego, ojo que ahuyenta la luz–. ¡Y soy el primero en lanzarme contra ti, ah, pueblomío! Bajo a tu infierno y grito: ¡Verteré sobre ti un elixir ponzoñoso y te daré larga vida!

Y confieso: Nueva York, tienes en mi país la tienda y el lecho, la silla y la cabeza. Y todas las cosas a laventa: el día y la noche, la piedra de La Meca y elagua del Tigris. Pero advierto: a pesar de ello, jadeasexhausta en tu intento de vencer en Palestina, en Hanoi,en el Norte y en el Sur, en el Este y en el Oeste,a hombres que no tienen más historia que el fuego.

Y digo: Desde Juan el Bautista, cada uno de nosotros llevasu cabeza cortada en un plato y espera su segundonacimiento.

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III

¡Desmoronáos, estatuas de la libertad! ¡Ah, alfileres clavadosen el pecho con una ciencia que imita la sabiduría delas rosas! El viento sopla otra vez desde el Oriente yarranca la loma de las tiendas y los rascacielos. Yhay dos alas que escriben:

Un nuevo alfabeto se alza en los montes deOccidente.

Y el sol nace de un árbol del jardín de Jerusalén.

Así enciendo mi llama. Comienzo de nuevo, moldeo y defino:Nueva York,mujer de paja cuyo lecho se mece en el vacío.Ya el techo se quiebra: cada palabra es el signo de

una caída,cada vocal es un pico o una pala.Y a derecha e izquierda hay cuerpos que quieren

cambiar el amor,la vista, el oído, el olfato, el tacto.Y para ello abren el tiempo como si derribaran

una puertay en las horas restantes improvisan el sexo,la poesía, la moral, la sed, la palabra,el silencio.Y destierran por siempre los cerrojos.

Incito a Beirut y a sus ciudades hermanasa que salten del lecho y cierren tras ellas las puertasdel recuerdo. Que se acerquen,que se prendan a mis poemas y cuelguen el azadónen el portillo del huerto, las flores en la ventana.¡Consúmete en el fuego, historia de los cerrojos!

Dije: incito a Beirut.– “Busca la acción. La palabra ha muerto”, dicen otros.

La palabra ha muerto porque vuestras lenguas abandonaronla costumbre de la voz por la costumbre del gesto.¿La palabra? ¿Queréis descubrir su fuego? Entonces,escribid. Digo que escribáis; no digo que gesticuléis,no digo que copiéis. Escribid. Del Atlántico al GolfoÁrabe no oigo una voz, no leo una palabra. Oigosólo un recuento de votos. Por eso no veo a nadieque vaya derramando fuego.

La palabra es la más ligera de las cosas y lleva en sí todas las cosas. La acción es un lugar, un instante. La palabraes todos los lugares, todo el tiempo. La palabra–la palma de la mano–, el sueño:

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¡Te hallaré, oh fuego, protector mío! ¡Te hallaré, oh poesía!

Incito a Beirut. Ella me viste a mí y yo la visto a ella.Galopamos como el rayo y preguntamos: ¿Quién lee,quién ve algo aquí? Los Phantom de Dayyán y elpetróleo corren a su morada. Mao no se equivocó–verdad de Dios–: “Las armas son un factor muy importante en la guerra, pero no el decisivo. El factor decisivo es el hombre, no las armas”. Y aquí no hay victoria ni derrota definitivas.

Repetí, al modo árabe, esta sentencia en Wall Street, dondecorren desde sus fuentes lejanas ríos de todos loscolores. Y entre ellos vi a los ríos árabes llevandomillones de cadáveres, víctimas y ofrendas al GranÍdolo. Al bordear el Chrysler Building para volver a las fuentes, ríen entre las víctimas estrepitosamentelos marineros.

Así enciendo mi llama.Habitemos el clamor negropara llenar nuestros pulmones con el aire de la historia.Alcémonos en los ojos negros, cercados como tumbas,para vencer al eclipse.Viajemos en la cabeza negrapara escoltar al sol que llega.

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IV

¡Ah, Nueva York, mujer sentada en el arco del viento!Forma más difusa que el átomo.Punto que se precipita en el vacío de los números.Con una pierna en el cielo y otra en el agua.

Dime: ¿dónde está tu estrella? La lucha viene entre la hierbay los cerebros electrónicos. Nuestra época está cerradaentre cuatro paredes: desangrándose. En lo másalto, una cabeza une los dos Polos en el centro deAsia; en lo más bajo, dos pies para un cuerpo invisible.Te conozco, ah cadáver que te bañas en esenciade amapolas. Te conozco, divertido juego de los pechosfemeninos. Te miro y sueño en el hielo. Temiro y espero el otoño.

Tu hielo lleva en sí la noche, tu noche lleva en sí a la gentecomo murciélagos muertos. Cada muro es en ti uncementerio. Cada día es un sepulturero negro que lleva una hogaza negra, un plato negro. Y en ellos traza la historia de la Casa Blanca:

A/Hay perros que se entrelazan como cadenas. Hay gatosque paren yelmos y grilletes. Y en los senderosque se deslizan hasta el lomo de las ratas, la GuardiaBlanca procrea y se reproduce como los hongos.

B/Una mujer anda tras de su perro, enjaezado como unalazán. El perro tiene porte de rey y en torno a él laciudad avanza cual ejército de lágrimas. Y allí dondese apiñan los niños y los viejos cubiertos de piel negra,la libertad de las balas crece como la simiente.El pánico golpea el pecho de la ciudad.

C/HARLEM / BEDFORD STUYVESANT: Arena de hombres que se afianza en torres, torres. Rostros quetejen las horas. Los desperdicios son el festín de losniños, los niños son el festín de las ratas en la fiestaeterna de la nueva Trinidad: Alcabalero, Policía,Juez –el poder del crimen, la espada del exterminio.

D/HARLEM (el negro odia al judío)HARLEM (el negro no ama al árabe, cuando recuerdael tráfico de esclavos).

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HARLEM / BROADWAY (los hombre entran como moluscosen los alambiques del alcohol y las drogas).

BROADWAY / HARLEM, festival de cadenas y garrotesdonde la Policía es la levadura del tiempo. Un disparo:diez palomas. Los ojos son cofres que se muevenentre olas de nieve roja y el tiempo es un bastón quecojea. Hacia la pena, ¡ay, negro viejo, niño negro!Hacia la pena también y todavía.

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V

HARLEM,no vine de fuera: conozco tu odio, conozco el buen pan de

que está hecho. Sólo un trueno súbito para el hambre,sólo un rayo violento para las cárceles. Veo tufuego avanzar sobre el asfalto entre mangueras y caretasantigás, por entre cubos de basura que las ramas delaire frío acunan entre sus brazos, por entre pasos perdidosque llevan la historia del viento en las sandalias.

HARLEM,el tiempo agoniza, más tú eres el presente:

Oigo lágrimas que retumban como volcanes. Veo mandíbulas que devoran hombres como se

devora el pan. Tú eres el raspador que borra el rostro de Nueva

York. Tú eres el huracán que recoge la hoja y la lanza

al aire.

NUEVA YORK = I.B.M. + SUBWAY,tren subterráneo que viene del crimen al fango,que va del fango al crimen.NUEVA YORK = Agujero en la corteza terrestre, por donde

brotan ríos de locura.

Harlem, Nueva York agoniza, mas tú eres el presente.

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VI

Entre Harlem y Lincoln Centeravanzo, negra el alba, cual número perdido en un desierto

lleno de dientes. No había nieve ni viento. Anduvecomo quien persigue un espectro (su rostro no es rostro,sino herida o llanto; su figura no es figura, sinorosa marchita). Un espectro (¿hombre? ¿mujer? ¿ambascosas?) que acecha el firmamento con un arco alpecho. Pasó una gacela y advirtióla a gritos la tierra.Llegó un pájaro y le avisó la luna. Y supe que volaba para atestiguar el renacimiento del Indio Americanoen Palestina y sus pueblos hermanos, pero el espacio es una cinta de balas y la tierra una pantalla de muertos.

Me sentí átomo, agitándome en una masa de olas hacia elhorizonte, el horizonte, el horizonte. Y bajé comoríos que se alargan y corren paralelos, y comencé adudar de la redondez de la tierra...

Y en la casa estaba Yara. Yara es la punta de otra tierra y Naynar es la otrapunta. Puse a Nueva York entre paréntesis y me fui auna ciudad paralela. Mis pies se llenan de calles y elcielo es una laguna donde nadan los peces de la miraday el pensamiento, los animales de las nubes. Aleteabael Hudson como un cuervo que viste cuerpo deruiseñor. Y avanzó hacia mí el alba cual niño que sequeja señalando sus heridas. Llamé a la noche y noquiso venir. Cargó su cama y se acostó en la acera.Después la vi cubrirse con un viento más frágil quelas paredes y las columnas... Un grito, dos gritos,tres... Espantóse Nueva York como una rana medio heladasaltando en una charca sin agua.

LINCOLN,esto es Nueva York: se apoya en el bastón de la vejez y se

pasea por los jardines del recuerdo, mientras todaslas cosas se inclinan hacia la flor artificial. Cuandote miro entre los mármoles de Washington o veo alguienque se parece a ti en Harlem, pienso: ¿Cuándollegará tu próxima revolución? Y entonces resuenami voz: Libertad a Lincoln de la blancura del mármol,liberadle de Nixon, de los perros policías, de los perrosde caza. Dejadle que lea con mirada nueva alseñor de los Negros, Ali ibn Muhammad. Que leael horizonte que leyeron Marx, Lenin, y Mao TseTung. Y an-Niffari, ese loco divino que adelgazó

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la Tierra y le permitió habitar entre la palabra y elsigno. Que lea lo que amaba leer Ho Chi Minh deUrwa ibn al-Ward: “Divido mi cuerpo en muchoscuerpos...” (Urwa no conoció Bagdad y tal vezhubiera rehusado conocer Damasco. Quedóse allídonde el desierto es otro hombro que compartía conél la carga de la muerte. Dejó para los que aman elfuturo un trozo de sol macerado en sangre de unagacela que él llamó amada. Y convino con el horizonteen asentar allá su última morada).

LINCOLN,esto es Nueva York: espejo que no refleja a Washington. Y

esto es Washington: espejo que refleja dos caras –Nixon y el llanto del mundo –. Entra en la danzadel llanto. ¡Levántate! Aún hay sitio, aún hay casas...Amo la danza del llanto que se hace palomaque se hace diluvio. “La tierra necesita el diluvio...”

Dije llanto y quise decir cólera. También quise preguntar:¿Cómo convencer a Maarra con al-Maarri?¿Cómo convencer a los valles del Éufrates con elÉufrates? ¿Cómo cambiar el yelmo por la espiga?(Hay que tener el coraje de hacer otras preguntas alProfeta y al Corán). Afirmo que he visto una nuberodeada por un collar de fuego. Afirmo que he vistohombres que se disuelven como lágrimas.

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VII

NUEVA YORK,te rodeo de palabras. Te empuño, te enrollo, te escribo y te

borro. Mitad caliente, mitad fría. Mitad despierta,mitad dormida. Me siento sobre ti y suspiro. Mepongo ante ti y te enseño a ir tras de mí. Te triturarécon mis ojos. A ti, que el miedo te convierte en polvo.Intenté adueñarme de tus calles: Échate entre mismuslos, para que pueda darte otro plazo de vida ytodas tus cosas: Lávate, para que pueda darte nombresnuevos.

Yo no había encontrado nunca diferencias entre un cuerpocuya cabeza lleva ramas, que llamamos árbol, y uncuerpo cuya cabeza lleva hilos sutiles, que llamamoshombre. Pero se confundieron en mí los apartamentosy los automóviles y aparecieron zapatos en lasfachadas, cascos de policía. La hogaza de pan esuna plancha de cinc.

Sin embargo, Nueva York no es una jerigonza, sino unapalabra. Pero cuando escribo DAMASCO, no escribouna palabra, sino una jerigonza. De. A. Eme. A.Ese. Ce. O... Apenas un sonido, es decir, cosa delviento. Salió una vez de la tinta y no volvió. El tiempoestá parado como un guardián en el umbral, preguntando:¿Cuándo volverá? ¿Cuándo entrará? TambiénBeirut, El Cairo, Bagdad, son jerigonzas totales,como las partículas de polvo que flotan en elsol...

Un sol, dos soles, tres, cien...(Intranquila y serena la mirada, despertóse

Cualquiera: Abandona a sus mujeres y a sus hijos y sale llevando un fusil. Un sol, dos soles, tres, cien...Como el hilo, vuelve. Derrotado. Cerrándose en sí mismo.Se sienta en el café. El café esta lleno de piedras y muñecos que llamamos hombres, ranas que vomitan palabras y llenan de mierda las sillas.¿Cómo puede Cualquiera rebelarse, si su razón estállena de sangre y su sangre llena de cadenas?) Te lo pregunto a ti, que me dices: Desconozco la Ciencia, pero quiero especializarme en la alquimia de los árabes.

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VIII

La señora Brewing, una griega en Nueva York. Su casa esuna página del libro del Medio Oriente. Mirène, NiamatAllah, Yves Bonnefoy... Y yo, como quien estáperdido y dice cosas no dichas antes. El Cairo seesparcía entre nosotros como rosas que no saben delas horas. Alejandría se trataba con la voz de Cavafisy Seferis. “Ese icono bizantino...”, dijo la griega,y el tiempo prendió en sus labios un perfume rojo.Los momentos se abovedaban y el hielo se curvabacomo un bastón (Medianoche del 6 de abril de 1971)

Y ante la hora del retornome desperté al alba gritando: ¡Nueva York!

Amasas con nieve a los niños para hacer los dulcesrosquillas de nuestro tiempo. Tu voz es óxido, venenoresidual de la química. Tu nombre es insomnio yasfixia. Central Park ofrece un banquete a sus víctimasy bajo los árboles hay figuras imprecisas de cadáveresy cuchillos. Ramas desnudas para el viento,camino cerrado al transeúnte.

Me desperté al alba gritando: ¡Nixon!, ¿cuántos niños asesinastehoy?–“¡Eso no tiene importancia!” (Calley).–“Ciertamente, eso constituye un problema. Pero,¿no es también cierto que eso mismo reduce el númerode los enemigos?” (Un general americano).

¿Cómo dar al corazón e Nueva York otro tamaño? ¿Acasoasí ensancha el corazón sus límites?

Nueva York: General Motors de la muerte.

“¡Canjeamos a los hombres por fuego!” (Mc Namara). Desecanel mar donde nadan los rebeldes, y “cuandohacen de la tierra un desierto, dicen que eso es lapaz” (Tácito).

Me levanté antes del alba y desperté a Whitman.

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IX

WALT WHITMAN,veo cartas que por las calles de Manhattan van hacia ti volando.

Cada carta es un carro lleno de perros y gatos.Esta es la era americana: El siglo veintiuno, para losgatos y los perros; para los hombres, el exterminio.

WHITMAN,no te vi en Manhattan, aunque vi todas las cosas. La luna es

una cáscara arrojada por la ventana, el sol es unanaranja eléctrica. Pero de Harlem salió un caminonegro a estrellarse contra el círculo de una luna apoyadaen sus propias pestañas. Del camino surgió entoncesuna luz sobre la extensión del asfalto. Unaluz que se hunde como la simiente al llegar a GreenwichVillage, ese otro barrio latino. GreenwichVillage: es decir, la palabra que obtienes si escribes lapalabra AMOR y cambias la a por la P, la m por laO, la o por la Z, la r por la O. POZO (Recuerdohaber escrito esto en el restaurante Viceroy, de Londres,con nada más que con tinta en los bolsillos. Crecíalentamente la noche, como el plumón de los pájaros).

WHITMAN,“El reloj anuncia los instantes”

(Nueva York: La mujer es basura. La basura,tiempo que se vuelve ceniza.)

“El reloj anuncia los instantes”(Nueva York: El sistema es Pavlov. La gente,los perros de los experimentos... para la guerra,la guerra, la guerra.)

“El reloj anuncia los instantes”(Una carta viene de Oriente. Escribióla un niñocon sus venas. Léela: El juguete no se volviópaloma. El juguete es un revólver, una metralleta,un fusil... Desde la luz llega por los caminosuna cadena de muertos. Entre Jerusalén y Hanoi.Entre Jerusalén y el Nilo.)

WHITMAN,“El reloj anuncia los instantes”, pero yo“veo lo que tú no viste y sé lo que tú no supiste”.

Me muevo en área remota de cajas quecruzan como cangrejos amarillos un océano cubiertode millones de islas-hombres. Cada unaes un mástil con la cabeza rota, con las manos ylos pies rotos. Pero de ti, que fuiste

“el emigrante y el desterrado, el criminal que estuvo en el

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banquillo”,no queda más que un sombreroque se ponen unos pájarosdesconocidos para los cielos de América!

Whitman, cúmplase ya nuestra hora. De mis pensamientoshago una escalera, con mis pasos tejo una almohada.Esperaremos. El hombre muere, pero es más duraderoque la tumba. Cúmplase ya nuestra hora. Esperoque corra el Volga entre Manhattan y el Queens. Esperoque desemboque el Huang Ho junto al Hudson.¿Te sorprende? ¿Acaso no desembocaba el Orontesen el Tíber? Cúmplase ya nuestra hora. Oigo un estruendoterrible: Wall Street y Harlem se reúnen: júntenselas hojas y el trueno, el vendaval y el polvo.Cúmplase ya nuestra hora. Las conchas construyensus nidos en la ola del tiempo. El árbol conoce sunombre. Y hay agujeros en la piel del mundo, un solque altera la máscara y el fin y solloza en un ojonegro. Cúmplase ya nuestra hora. Podemos girar másaprisa que la rueda, podemos romper el átomo y flotaren un cerebro electrónico pálido o radiante, vacíoo lleno. Podemos fundar un hogar para los pájaros.Cúmplase ya nuestra hora. Hay un pequeño librorojo que se alza. No la madera que se astilla bajo laspalabras, sino la que se ensancha y crece, la maderade la locura sabia y la lluvia que cae limpia para serheredera del sol. Cúmplase ya nuestra hora. NuevaYork es una roca que baja rodando por la frente delmundo. Su sonido en tu traje, en el mío: sus chispastiznan tus miembros y los míos... Podría ver el final,pero ¿cómo convencer al tiempo para que me dejedurar hasta entonces? Cúmplase ya, el hacha en alto,nuestra hora. Y que flote el tiempo en el agua deesta ecuación:

NUEVA YORK + NUEVA YORK = La tumba o cualquiercosa que venga de la tumba.

NUEVA YORK – NUEVA YORK = El sol.

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X

El año ochenta cumpliré mis dieciochoaños. Ya lo dije antes de ahora.Lo digo y lo repito,mas nunca me oyó Beirut.Cadáver, quien hace de la piel y el traje la misma cosa.Cadáver, quien se tiende como un libro y no como la tinta.Cadáver, quien no habita el mero cuerpo y su ámbito.Cadáver, quien lee la Tierra como piedra, no como río.

(Sí, a veces amo los proverbios, el aforismo: ¡Si nunca enloqueciste de amor, eres cadáver!)

Digo y repito:mi poesía es un árbol.Y entre rama y rama,entre hoja y hoja,sólo la maternidad del tronco.Digo y repito:La poesía es la rosa de los vientos.No los vientos, sino el lugar donde soplantodos los vientos.No la rotación, sino el círculo.Por eso suprimo la Leyy establezco en cada instante una ley.Por eso me acerco y no salgo.Salgo y no vuelvo.Y voy hacia septiembre, hacia las olas.

Por eso,me cargo la isla de Cuba en los hombrosy pregunto en Nueva York: ¿Cuándo llega Fidel Castro?Y espero entre Damasco y El Cairo,con el camino cumplido...

(Guevara halló la libertad. Hundióse con ellaen el lecho del tiempo y durmieron. No laencontró al despertar. Entonces dejó el sueñoy entró a soñar.)

espero en Berkeley, en Beirut, en todas las demás colmenasdonde se organizan todas las cosaspara que ocurran todas las cosas.

Por eso,entre un rostro que se inclina hacia la marihuanaempujado por el blanco manto de la nochey un rostro que se inclina hacia la I.B.M.empujado por un sol frío,discurre el Líbano como un río se furia,flanqueado por Yubrán y Adonis.

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Salí de Nueva York como de un lecho:la mujer es una estrella apagaday la yacija se rompe como árboles sin espacio,como aire renqueante,como cruz que no recuerda las espinas.

Y ahora,en el carro del agua primordial,el carro de las imágenes que denigraronAristóteles y Descartes,me divido entre el barrio de la Ashrafiyyay la Biblioteca de Ras Beirut, entre la Escuelade las Hermanas de la Caridad y la imprentade Hayek y Kamal,donde la escritura se hace palmeray la palmera, paloma,donde se engendran mil y una nochesy se ocultan Buzayna y Layla,donde viaja entre prohibiciones eróticas Yamily nadie goza del favor de Qays.

Perola paz sea con la rosa de las sombras y la arena,la paz sea con Beirut.