Agamben, El Yo, El Ojo, La Voz

Embed Size (px)

Citation preview

Mi LibreOffice Writer

Si el ver opaca con su pltora el enjuiciamiento intelectivo al que por dems se pliega como a su correlato obligatorio, tanto el ejercicio pictrico de Descartes como verificacin gramatical de Wittgenstein parece que abren una distancia ficcional entre el sujeto y sus propios contenidos. Ese espacio es el desdoblamiento del yo, su salto hacia atrs desde s mismo, la maroma que simula su clara denuncia. En resumen, ni el cogito presupone o implica un ego, ni el campo visual presupone o implica un ojo.1Teste es, en tanto conjuncin de los dos polos, la escenificacin directa de esta conclusin: Yo no existo; yo pienso.

No obstante, esto solo pone de presente una mala eleccin, un punto de partido nada conveniente.

Que as es lo asegura el truco del retraso de Valry, suficiente por dems para ahorrarnos el melodrama heideggeriano de una crtica a toda metafsica de la presencia. Pero si el yo no es coetneo a la mirada ni a la conciencia, en sana lgica ser ausencia, retraso.

El otro encare, el lingstico es quiz ms claro. Aqu el yo es mero acto locucionario y si por astucia se reclama la funcin perlocutiva para el mismo, sta no es otra que la autoreferencialidad de aquel; puro cierre lingstico entonces el de este yo que, como bien apunta Valry, se sita a la vez dentro y fuera del lenguaje, es decir, como mero lmite insustancial, lgico-lingstico, por eso decible pero no mostrable como bien concluye Agambe; bien si es al poema que se quiere trasladar la cuestin.