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Diego Griffon. 2011. Agricultura en Venezuela: ¿centralismo o autonomía?. Cal y Arena. Organización Moira. C.A. Numero 4. 58 Agricultura en Venezuela: ¿centralismo o autonomía? Por Diego Griffon Durante mucho tiempo en Venezuela la agricultura fue considerada una actividad marginal por los gobernantes. Si algo hay que decir a favor de la política agrícola del actual gobierno, es que ha logrado transformar esta situación, ahora la agricultura es una prioridad. Indudablemente el énfasis en el sector se incrementó luego del desabastecimiento generalizado del año 2006; momento en el cual, luego de una serie de desastrosas administraciones, el propio presidente asumió la conducción de la cartera agrícola, utilizando a los ministros como simples intermediarios. La Venezuela democrática no ha conocido presidente que haya reiterado mas en su discurso un compromiso con la causa campesina, razón por la cual es sorprendente la inexistencia en el país de un movimiento campesino fuerte y sobre todo, el que no se haya logrado generar incrementos sustanciales en la producción nacional de alimentos. Luego de 12 años de gobierno agrarista, Venezuela sigue teniendo una agricultura de puerto. Indudablemente es importante hacer una reflexión sobre porque, a pesar de los enormes esfuerzos e ingentes cantidades de dinero invertidos, no se ha cambiado la realidad agrícola de la nación. Los inicios Sin lugar a dudas, el primer movimiento de importancia hacia el campo por parte del actual gobierno, fue la aprobación de la Ley de Tierras. Gracias a esta ley, en el país se ha llevado a cabo una reforma agraria silenciosa, que ha experimentado diferentes momentos e intensidades. En algunos casos la reforma ha avanzando con mucho enfrentamiento y resonancia en los medios, pero en la mayoría de las oportunidades lo ha hecho prácticamente de manera inadvertida. Venezuela representa un caso único en la actualidad latinoamericana, en nuestro país es el gobierno quien promueve y ejecuta las recuperaciones de tierras. De esta manera los campesinos, en la abrumadora mayoría de los casos, sólo tienen una importancia mediática y siempre se encuentran a la expectativa de las acciones del gobierno. Esto en buena medida explica la pasmosa debilidad del movimiento campesino nacional, este no se ha forjado en la lucha por la tierra, ha surgido de las negociaciones con el Estado sobre el destino de las tierras ya recuperadas. Esto inevitablemente ha significado la supeditación de este movimiento al gobierno, impidiendo de esta manera que genere unos objetivos y políticas propias, imposibilitando su autonomía. Las decisiones sobre la recuperación de tierras ocurren en la caja negra que llamamos Miraflores, sin ninguna participación popular. Es sólo luego de ejecutadas las medidas cuando se busca la participación; en ese momento típicamente comienza una carrera improvisada por justificar las acciones, y sobre todo por organizar a las personas que se van a beneficiar. Se han probado múltiples formas de organización: cooperativas campesinas, núcleos endógenos, saraos, fundos zamoranos, comunas ecológicas, empresas socialistas, etc. Si bien

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Agricultura  en  Venezuela:  ¿centralismo  o  autonomía?    

Por  Diego  Griffon    Durante  mucho  tiempo  en  Venezuela  la  agricultura  fue  considerada  una  actividad  marginal  por   los  gobernantes.  Si  algo  hay  que  decir  a  favor  de  la  política  agrícola  del   actual   gobierno,   es   que   ha   logrado   transformar   esta   situación,     ahora   la  agricultura  es  una  prioridad.  Indudablemente  el  énfasis  en  el  sector  se  incrementó  luego  del  desabastecimiento  generalizado  del  año  2006;  momento  en  el  cual,  luego  de   una   serie   de   desastrosas   administraciones,   el   propio   presidente   asumió   la  conducción   de   la   cartera   agrícola,   utilizando   a   los   ministros   como   simples  intermediarios.      La  Venezuela  democrática  no  ha  conocido  presidente  que  haya  reiterado  mas  en  su  discurso  un  compromiso  con  la  causa  campesina,  razón  por  la  cual  es  sorprendente  la  inexistencia  en  el  país  de  un  movimiento  campesino  fuerte  y  sobre  todo,  el  que  no  se  haya  logrado  generar  incrementos  sustanciales  en  la  producción  nacional  de  alimentos.  Luego  de  12  años  de  gobierno  agrarista,  Venezuela  sigue  teniendo  una  agricultura   de   puerto.   Indudablemente   es   importante   hacer   una   reflexión   sobre  porque,   a   pesar   de   los   enormes   esfuerzos   e   ingentes   cantidades   de   dinero  invertidos,  no  se  ha  cambiado  la  realidad  agrícola  de  la  nación.    Los  inicios    Sin  lugar  a  dudas,  el  primer  movimiento  de  importancia  hacia  el  campo  por  parte  del  actual  gobierno,  fue  la  aprobación  de  la  Ley  de  Tierras.  Gracias  a  esta  ley,  en  el  país   se   ha   llevado   a   cabo   una   reforma   agraria   silenciosa,   que   ha   experimentado  diferentes  momentos   e   intensidades.   En   algunos   casos   la   reforma   ha   avanzando  con  mucho  enfrentamiento  y  resonancia  en  los  medios,  pero  en  la  mayoría  de  las  oportunidades  lo  ha  hecho  prácticamente  de  manera  inadvertida.    Venezuela  representa  un  caso  único  en  la  actualidad  latinoamericana,  en    nuestro  país  es  el  gobierno  quien  promueve  y  ejecuta  las  recuperaciones  de  tierras.  De  esta  manera   los   campesinos,   en   la   abrumadora  mayoría  de   los   casos,   sólo   tienen  una  importancia  mediática  y  siempre  se  encuentran  a  la  expectativa    de  las  acciones  del  gobierno.   Esto   en   buena   medida   explica   la   pasmosa   debilidad   del   movimiento  campesino  nacional,  este  no  se  ha  forjado  en  la  lucha  por  la  tierra,  ha  surgido  de  las  negociaciones   con   el   Estado   sobre   el   destino   de   las   tierras   ya   recuperadas.   Esto  inevitablemente   ha   significado   la   supeditación   de   este   movimiento   al   gobierno,  impidiendo   de   esta   manera   que   genere   unos   objetivos   y   políticas   propias,  imposibilitando  su  autonomía.      Las   decisiones   sobre   la   recuperación   de   tierras   ocurren   en   la   caja   negra   que  llamamos   Miraflores,   sin   ninguna   participación   popular.   Es   sólo   luego   de  ejecutadas   las   medidas   cuando   se   busca   la   participación;   en   ese   momento  típicamente  comienza  una  carrera  improvisada  por  justificar  las  acciones,  y  sobre  todo   por   organizar   a   las   personas   que   se   van   a   beneficiar.   Se   han   probado  múltiples   formas   de   organización:   cooperativas   campesinas,   núcleos   endógenos,    saraos,   fundos   zamoranos,   comunas   ecológicas,   empresas   socialistas,   etc.   Si   bien  

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estas  estructuras  organizativas   son  muy  diversas,   todas   tienen  dos  elementos  en  común:    (1)  haber  fracasado  estrepitosamente  y    (2)  haber  sido  diseñadas  de  forma  centralizada  sin  participación  popular.      Misión  Campo  Adentro    Tal  vez  una  de  las  misiones  menos  conocidas,  pero  no  por  esto  menos  importante,  sea  la  Misión  Campo  Adentro.  Mediante  esta  estrategia  un  sin  número  de  técnicos  agrícolas   cubanos  han  venido  a   colaborar  al  país.   Son   incuestionables   las  buenas  intenciones   que   se   encuentran   detrás   de   esta   iniciativa,   pero   también   es  importante  preguntarnos  por   la   pertinencia   de   la   ayuda  que   en  materia   agrícola  nos  pueda  brindar  Cuba.  La  agricultura  es  uno  de   los  más  grandes   fracasos  de   la  revolución  cubana,  la  isla  tiene  una  agricultura  de  puerto  similar  a  la  nuestra.      Si  nuestra  agricultura  ha  dependido  desde  el  siglo  pasado  del  petróleo,  la  cubana  lo  hizo  durante  mucho  tiempo  de   la  URSS.  Las  peores  consecuencias  de   la  caída  del  bloque   soviético   en   la   isla,   se   observaron   precisamente   en   la   alimentación.   Sin  embargo,  durante  el  período  especial,   la  agricultura  cubana  experimentó  un  muy  interesante  proceso.  En  este,   se   revirtió   la  monopolización  de   la   tierra  por  parte  del   estado,   se   abandonó   la   dependencia   de   grandes   maquinarias   e   insumos  químicos   tóxicos   y   se   favoreció   la   autogestión   en   sistemas   descentralizados,  basados   en   el   empleo   de   prácticas   agroecológicas.   En   las   ciudades   surgió,   bajo  principios   similares,   el   ejemplar  movimiento  de   agricultura  urbana   y  periurbana  cubano.  A     todo   esto   se   le   ha   llamado   la  Revolución  Agroecológica  Cubana     y   ha  significado   un   aumento   en   la   producción   de   alimentos   y   un   considerable   alivio  económico   para   las   personas   involucradas.   Los   activistas   de   este   movimiento  tienen   mucho   que   aportar   aquí,   sin   embargo   la   abrumadora   mayoría   de   los  técnicos   que   participan   en   la   Misión   Campo   Adentro,   son   agrónomos   de   vieja  escuela,  que  intentan  implementar  en  el  país  las  mismas  estrategias  que  fracasaron  en  Cuba.    El  ministerio    Si  asumimos  el  principio  ético  de  que  los  fines  y  los  medios  deben  ser  coherentes,  nos   damos   cuenta   que   para   impulsar   una   agricultura   de   libertad   y   autonomía,  debemos  utilizar  una  estructura  que  en  su  interior  reproduzca  esos  valores.  En  el  país  se  ha  decidido  que  esta  estructura  sea  el  Ministerio  de  Agricultura  y  Tierras  (MAT).   En   un   intento   de   coherencia,   en   este   ministerio   se   ha   impulsado   la  formación  de  consejos  de  trabajadores.  Esta  situación  ha  significado  la  coexistencia  a   lo   interno   del   ministerio   de   dos   estructuras   contrapuestas,   una   altamente  autoritaria  determinada  por  la  jerarquía  de  cargos  y  otra  libertaria.      La  experiencia  argentina  en  recuperación  de  fabricas  nos  muestra  que  sin  importar  la   complejidad   que   un   proceso   pueda   tener,   los   trabajadores   pueden  eficientemente  asumir  su  control.  La  experiencia  cotidiana  nos  enseña  la  ineficacia  de   las   estructuras   burocráticas   jerarquizadas.   Dada   la   dualidad   organizativa  existente   en   el   MAT,   era   inevitable   que   se   produjera   una   confrontación.  

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Lamentablemente,  la  balanza  se  ha  inclinado  hacia  la  estructura  jerárquica  formal,  transformando  a  los  consejos  de  trabajadores  en  una  triste  fachada,  muy  similar  a  lo   que   terminaron   siendo   los   soviets.   Estos   consejos,   en   el   mejor   de   los   casos,  solamente  legitiman  las  decisiones  que  les  son  impuestas  desde  arriba.  Muriendo  de  esta  manera   toda   la  creatividad  y  compromiso  que  efectivamente  existe  entre  muchos  de  los  trabajadores.      No  es  una  exageración  decir  que  el  Estado  es  uno  de  los  patrones  mas  despóticos,  las   prácticas   que   se   han   instaurado   en   la   administración   pública,   han   logrado  cosificar    de  una  manera  tal  a  los  trabajadores,  que  estos  sólo  se  limitan  a  obedecer  de   manera   irreflexiva   cualquier   orden,   por   descabellada   que   esta   sea.   El   tono  autoritario   que   se   observa   en   la   relación   entre   el   presidente   y   sus   ministros,  reverbera  y  se  reproduce  en   la  estructura   jerárquica  del  ministerio,  produciendo  microtiranías  que   imposibilitan  cualquier  participación  en   la   toma  de  decisiones.  En  el  MAT  lo  urgente  subordina  a  lo  importante,  se  pasa  de  una  crisis  a  la  siguiente,  sin  que  exista  un  rumbo  claro  que  articule  los  esfuerzos.  Esta  es  la  razón  por  la  cual  todas   las   iniciativas   fracasan,   son   abandonadas   antes   de   que   puedan   ofrecer  resultados  en  un  ambiente  de  constante  ajetreo.    El  movimiento  agroecológico    La   lucha   por   otra   agricultura   no   comenzó   en   1999,   sus   raíces   son   mucho   más  profundas.  En  el  país  existe  una  tradición  de  luchas  y  experiencias  que  se  articulan  en  algo  que  podríamos   llamar  el  movimiento  agroecológico  venezolano;  conjunto  heterogéneo   y   en   algunos   casos   contradictorio,   de   individualidades   y   colectivos  que   indudablemente   representan   la   esperanza   más   real   para   llevar   a   cabo   la  transformación  de  la  agricultura  del  país.      Muchos,  innumerables  miembros  del  movimiento  se  han  incorporado  activamente  al   MAT,   algunos   asumiendo   puestos   de   cierta   importancia   en   un   esfuerzo  premeditado  de  apropiación  de  espacios  claves.  Esta  estrategia,  que  se  vislumbró  prometedora   en   algún   momento,   ha   resultado   ser   sumamente   dañina   para   el  movimiento.   Los   activistas   se   han   visto   atrapados   en   la   dinámica   irreflexiva   del  ministerio,   abandonando   sus   luchas   históricas.   La   habitual   práctica   de   avalar  cualquier  decisión,  ha  conducido  a  que  se  apoyen  medidas  que  en  cualquier  otra  circunstancia   producirían   un   gran   rechazo.   De   esta   manera,   la   ligazón   entre  movimiento   y   el   MAT   ha   resultado   en   la   cooptación   de   algunos   de   sus   más  importantes   activistas,   debilitando   al   movimiento   y   sobretodo   borrando   su  autonomía.    Los  monocultivos  de  soya    En  algún  momento,  de  alguna  forma,  se  decidió  intempestivamente  que  debíamos  unirnos  al  resto  del  continente,  y  sembrar  soya.  Al  igual  que  en  la  Republica  de  la  Soya  del   sur  del   continente,   la   nuestra   se   fundamenta   en   el  monocultivo,   uso  de  venenos  y  en  la  mecanización  a  gran  escala.  Al  igual  que  en  la  Republica  de  la  Soya,  la  nuestra  se  siembra  sobre  un  importante  acuífero.  Al  igual  que  en  la  Republica  de  la   Soya,   la   nuestra   se   siembra   en   tierras   indígenas,   Kariñas.   Al   igual   que   en   la  Republica  de  la  Soya,  en  nuestro  caso  solo  se  benefician  las  transnacionales.    

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 ¿Por   qué   hemos   decidido   adoptar   este   nefasto   modelo?   El   monocultivo   a   gran  escala   de   soya   revela   una   tendencia   sumamente   peligrosa   que   no   ha   sido  justamente  denunciada.  No  existe  excusa  posible  para  importar  irreflexivamente  al  país  una  experiencia  que  ha  significado  inmenso  sufrimiento  en  Brasil,  Argentina  y  Paraguay.   El   compromiso   político   no   puede   significar   la   abdicación   de   los  principios,   esto   es   un   síntoma   sumamente   grave   que   revela   la   pérdida   de  autonomía  del  movimiento  agroecológico.    Arroz  en  los  Humedales    Se  ha  proyectado  sembrar  arroz  a  gran  escala  en  dos  hatos  nacionalizados  (i.e.,  El  Cedral   y   El   Frio)   en   el   estado   Apure;   es   evidente   que   en   estos   hatos   los  trabajadores   eran   vilmente   explotados   y   que   los   mismos   no   significaban   un  beneficio  para  la  generalidad  de  los  venezolanos.  Sin  embargo,  no  se  puede  negar  que   ambos   cumplían   con   una   importante   función   en   la   conservación   de   los  ecosistemas   locales,   esto   sin   importar   que   ésta   función   fuese   motivada   por   un  objetivo  económico.  La  concentración  de  grandes  extensiones  de  tierra  en  manos  privadas  es  una  abominación  que  no  puede  ser  defendida  desde  ningún  punto  de  vista.   Tierra   y   Libertad   es   una   consigna   que   ha   acompañado     las   luchas  emancipadoras   desde   la   insurgencia   de   Ezequiel   Zamora   y   el   alzamiento   de  Emiliano   Zapata,   pasando   por   la   revolución   ucraniana   y   la   república   española,  hasta   la   actual   resistencia   neozapatista   en   Chiapas.   Sin   embargo,   una   cosa   es  entregar  tierras,  y  otra  muy  diferente  es  planificar  desde  Caracas  un  ecocidio.    No  se  sabe  hasta  que  punto  el  gobierno  chino  está  involucrado  en  este  proyecto.  Es  importante  considerar  que  durante  los  últimos  años  el  mundo  agrícola  se  ha  visto  afectado  por  un  singular   fenómeno:  el  acaparamiento  de  tierras.  Actualmente,  un  puñado   de   países   se   están   adueñando   rápidamente   de   tierras   con   vocación  agrícola   en   todo  mundo.   Convencidos   de   que   las   oportunidades   agrícolas   en   sus  propios   países   son   limitadas   y   de   que   no   es   posible   confiar   en   el   mercado,   los  gobiernos   ciertos   países   (particularmente   el   chino)   están   invirtiendo   en  agricultura   en   todo   el   mundo.   Por   otro   lado,   los   gobiernos   que   están   siendo  “cortejados”,   generalmente   dan   la   bienvenida   a   los   ofrecimientos   de   nuevas  inversiones  extranjeras.    China   es   autosuficiente   en   alimentos,   pero   tiene   una   población   gigantesca   en  crecimiento  y  sus  tierras  agrícolas  están  desapareciendo  ante  el  avance  industrial,  además  sus  suministros  de  agua  están  sometidos  a  graves  presiones.  Esta  situación  ha   llevado   a   este   país   a   transformase   en   el  mayor   acaparador   de   tierras   a   nivel  mundial.  En  esencia,  la  estrategia  china  de  apropiación  de  tierras  es  conservadora:  el   gobierno   chino   está   protegiendo   con  mecanismos   financieros   sus   apuestas   de  inversión  y  maximizando   las  opciones  de  suministrar  alimentos  a  su  país  a   largo  plazo.   La   lucha   contra   el   imperialismo   y   la   colonización   debe   ser   entablada   sin  importar  cual  es  la  fuente  de  la  agresión,  China  se  perfila  como  una  súper  potencia  y  ya  muestra  una  actitud  profundamente  imperial.  Entablar  acuerdos  con  ese  país,  idealizándolo  como  una  república  socialista  es,  o  una  ingenuidad  o  una  traición.    Finalmente,   sembrar   miles   de   hectáreas   de   monocultivos   de   arroz   en   los  

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humedales   de   estos   hatos   es   una   irresponsabilidad   gigantesca.   Esto   no   sólo  desconoce  la  importancia  de  estos  ecosistemas,  desconoce  también    la  autonomía  y  cultura   agrícola   de   sus   habitantes.   Es   importante   resaltar   que   los   humedales   se  encuentran  entre  los  ecosistemas  mas  amenazados  a  nivel  nacional  y  mundial;  es  sumamente  preocupante   la   ligereza  con  la  cual  se  ha  decidido  transformar    estos  ecosistemas  en  gigantescos  desiertos  verdes  de  arroz.    Los  decretos  con  rango,  valor  y  fuerza  de  ley    Como   uno   de   los   productos   de   la   anterior   ley   habilitante,   se   decretaron   dos  importantes   leyes,   la   Ley   Orgánica   de   Seguridad   y   Soberanía   Agroalimentaria  (LOSSA),   y   la   Ley   de   Salud   Agrícola   Integral   (LSAI).   Estas   dos   leyes   parecieran  esclarecer   cual   es   el   proyecto   agrícola   de   la   nación.   Si   bien   este   proyecto   está  expresado   en   el   artículo   305   de   la   constitución,   las   nuevas   leyes   permiten   darle  cuerpo  a  la  propuesta.  De  esta  manera,  el  objetivo  de  la  nación  en  materia  agrícola  sería  alcanzar  la  soberanía  agroalimentaria  (LOSSA),  y  la  agroecología  la  forma  de  alcanzar  esta  meta  (LSAI).  El  planteamiento  es,  sin  lugar  a  dudas,  profundamente  revolucionario,  de  avanzada.    Con   estos   dos   decretos   se   hacen   ley,   banderas   que   el   movimiento   campesino  internacional  ha  defendido  durante    décadas.  Mas  allá  de  la  reivindicación  que  esto  significa,   estas   leyes   establecen   el   camino   a   seguir,   un   sendero   lleno   de   valores  profundamente   libertarios.  Las  nuevas   leyes  determinan   la  creación  de  una  serie  de  institutos  y  estructuras  sociales  diseñados  para  fortalecer  el  potencial  endógeno  y   autogestionario   de   la   agricultura   campesina.   Esta,   pensada   como     la   única   vía  para  alcanzar  soberanía  agroalimentaria.  Sin  embargo  no  han  tardado  en  aparecer  las  contradicciones  entre  el  espíritu  libertario  de  las  leyes,  y  el  modus  operandi  del  MAT.  De  esta  manera,   los  consejos  campesinos  no  han  logrado  emanciparse  de  la  tutela  del  ministerio  y  los  institutos  creados  reproducen  los  errores  y  aberraciones  de   las   instituciones   que   remplazaron.   El   espíritu   de   las   nuevas   leyes   ha   sido  olvidado   y   suplantado   por   la   importación   indiscriminada   de   alimentos   y   por   el  impulso  a  gran  escala  del  modelo  agrícola  de  la  revolución  verde.    ¿Quien  se  ha  beneficiado?    La  bonanza  petrolera  ha  permitido  cuantiosas  inversiones  en  agricultura,  riqueza  que   lamentablemente   ha   beneficiado   mayormente   a   las   transnacionales   del  agronegocio.  Esto  se  debe  a  que,  contrariamente  a  lo  que  establecen  nuestras  leyes,  en  el  país  se  ha  apostado  fuertemente  a  un  modelo  agrícola  que  explícitamente  ha  sido  diseñado  para  beneficiar  a  estas  compañías:  la  agricultura  industrial.      Ingenuamente   se   pensó   que   invirtiendo   en   la   agricultura   cortoplacista   de   la  revolución   verde,   se   podría   lograr   el   autoabastecimiento   de   alimentos.  Lamentablemente   la   historia   demuestra   que   esta   agricultura   nunca   cumple   sus  promesas,   y   el   caso   venezolano   no   ha   sido   la   excepción.     Sin   embargo,   las  cuantiosas   inversiones   en   infraestructura,   maquinaria   y   tecnología   sin   han  beneficiado  grandemente  a  un  puñado  de  compañías.      La   explicación   de   esta   aberración   está   muy   relacionada   a   la   formación   y   al  

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acercamiento  que  tienen  nuestros  técnicos  agrícolas.  El  agrónomo  es  formado  bajo  un  enfoque  que  se  centra  en  los  aspectos  técnicos  de  la  producción  de  alimentos.  Durante  su  formación  se  hace  hincapié  en  que  la  actividad  agrícola  es  un  negocio.  Este  marco   conceptual   lleva   al   profesional   a   considerar   al   agroecosistema   como  una  fábrica  de  alimentos  y  al  agricultor  como  un  obrero.      Para   el   agrónomo   cualquier   problema   es   fácilmente   resuelto   si   se   cuenta   con   el  componente  principal:  el  capital. En  la  agronomía  todo  trata  sobre  el  corto  plazo,  es   una   aproximación   fundamentalmente   insostenible,   que   irremediablemente  termina  degradando  al  ambiente,   la  sociedad  y   la  economía.  El  agrónomo,  al  sólo  estar   familiarizado   con   aspectos   técnicos,   no   está   capacitado   para   afrontar   las  complejidades  y  sutilezas  de  la  realidad  agrícola.  El  agrónomo  es  formado  para  el  agronegocio   y   a   él   responde.   Esta   racionalidad   lo   lleva   a   favorecer   paquetes  tecnológicos   propios   de   la   revolución   verde.   Es   de   esta   forma   como   el   gobierno  termina  promoviendo  créditos  en  cuya  estructura  se  obliga  al  agricultor  a  comprar  implementos   e   insumos   a   las   grandes   transnacionales,   beneficiarias   últimas   de  toda  inversión  en  el  sector.    Socialismos  agrarios    Todas  las  acciones  discutidas  hasta  ahora  han  sido  ejecutadas  en  el  marco  de  algo  que   se   ha   llamado   “socialismo   agrario”.   Este   no   es   un   término   que   hemos  inventado,  fue  enarbolado  por  primera  vez  en  la  Unión  Soviética  como  modelo  de  desarrollo   agrícola.   El   mismo   no   fue   diferente   al   resto   de   las   políticas   de  capitalismo   de   estado   impulsadas   por   Stalin.   El   socialismo   agrario   soviético   se  fundamentó  en  el  acaparamiento  por  parte  del  Estado  de  la  propiedad  de  la  tierra,  en   la   agricultura   centralmente   planificada,   cimentada   en   el   monocultivo,  mecanización,   regadío   y   uso  masivo   de   insumos   químicos   tóxicos.   El   socialismo  agrario  fue  el  equivalente  soviético  a  la  revolución  verde  occidental.        Este   modelo   se   tradujo   en   grandes   desabastecimientos   y   profundos   daños   al  ambiente   (recordemos   lo   ocurrido     el   mar   de   Aral).   Al   final   de   cuentas,   el  socialismo   agrario   soviético   tuvo   un   enfoque   desarrollista   que   fracasó  estrepitosamente.  En  el  caso  venezolano,  el  socialismo  agrario  es  más  una  consigna  política,   que   una   estrategia   coherente   impulsada   por   el   Estado.   Sin   embargo,   el  nuestro   también   tiene   un   enfoque   desarrollista.   En   nuestro   caso,   existe   el  agravante,      que  el  uso  masivo  de  insumos  químicos  beneficia  a  grandes  compañías  del   capitalismo   global.   En   este   sentido,   la   nacionalización   de   Agroisleña   es   una  muestra  clara  de  que  este  es  el  camino  que  se  ha  decidido  seguir.      El  panglossianismo  criollo    Agroisleña,   INICA   y   Proyefa   eran   un   nefasto   consorcio,   relacionado   a   miles   de  envenenamientos,  culpable  de  competencia  desleal  y  de  distorsionar  el  mercado…  pero  sobretodo,  responsable  en  alto  grado  del  establecimiento  del  modelo  agrícola  de   la   revolución  verde  en  Venezuela.  No  es  suficiente   todo   lo  que  se  pueda  decir  para   describir   los   horrores   asociados   a   este   consorcio.   Precisamente   por   esta  razón,   cabría   preguntarse:   ¿qué   puede   tener   de   bueno   que   el   Estado   adquiera  semejante  monstruo?  

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 Lo  que  es  malo,  lo  es  independientemente  de  quien  lo  posea.  Una  planta  de  energía  nuclear  privada  es  mala,  pero   sigue   siendo  dañina  aunque  pase  a   ser  pública.  La  tecnología  no  es  neutral,  responde  a  concepciones  particulares  del  mundo.  Cuando  se   evalúa   una   tecnología,   se   debe   considerar   a   qué   tipo   de   sociedad   esta   está  vinculada.  Una  planta  de  energía  nuclear  no  sólo  es  mala  por  que  produce  residuos  radioactivos,   también   lo   es   por   qué   crea   patrones   de   dependencia   energética,  centraliza   su   producción.   Es   decir,   está   relacionada   a   patrones   de   ordenamiento  social  centralizados,   jerarquizados.  Cuando  se  evalúa   la  compra  de  Agroisleña,  se  debe     evaluar   la   tecnología   asociada   a   esta   compañía.   ¿Esta   tecnología   produce  soberanía   e   independencia   del   agricultor?   o   ¿involucra   un   esquema   de  subordinación  y  dependencia?    Debemos  considerar  que  una  medida  por  parte  del  Estado  que  estimule  el  uso  de  agrovenenos   es   incompatible   con   el   espíritu   de   la   LSAI.   Particularmente   es  incongruente   con   lo   planteado   en   su   articulo   56,   donde   se   expresa   que   es   una  responsabilidad   del   Estado   “Impedir   progresivamente   la   producción,   distribución,  intercambio,  comercialización  y  uso  de  insumos  químicos  tóxicos  en  los  sub-­‐sectores:  vegetal,  animal,  forestal,  acuícola  y  pesquero…”    Muchos  miembros   del  movimiento   agroecológico   consideran   que   esta   compañía  puede   ser   transformada   a   una   empresa   productora   de   bioisumos.   Respeto   su  opinión,  pero  pregunto:   ¿para   ser  zapatero,  debo  comprar  una  cafetería?...   ¿tiene  esto   sentido?   Por   que   intentar   convertir   en   algo   bueno   una   compañía   tan  profundamente  dañina  ¿Tiene  sentido  pagar  por  esto?    Desde  otro  punto  de  vista  tal  vez  sea  mas    fácil  entender  la  medida.  Si  aceptamos  que  el  desarrollismo  inherente  al  socialismo  agrario  se  ha  vuelto  política  pública,  la  compra   de   este   consorcio   es   fácilmente   comprensible.   Por   esta   razón   es   insólito  que   esta   nacionalización   sucediera   en   medio   de   los   aplausos   del   movimiento  campesino  nacional,  principales  víctimas  de  las  intoxicaciones  producidas  por  los  venenos   de   esta   compañía.   Esto   es   una   muestra   clara   de   la   cooptación   de   este  movimiento.      ¿Cómo  llegamos  aquí?    De  lo  hasta  ahora  expuesto,  queda  claro  que  el  actual  gobierno  ha  tenido  una  fuerte  y  sincera   intención  de  mejorar   la  agricultura.  Sin  embargo,   igualmente  se  aprecia  que   la   ejecución   de   esta   voluntad   ha   traído,   por   decir   lo   menos,   resultados  desastrosos.   Para   intentar   corregir   esta   situación  debemos   comenzar   por   buscar  cuales   son   los   elementos   que   tienen   en   común   las   experiencias   frustradas,   estos  elementos  son:      (1)  Han  sido  realizadas  de  manera  inconsulta,    (2)  Han  sido  planificadas  y  ejecutadas  de  forma  centralizada  y    (3)  Se  han  llevado  a  cabo  de  manera  autoritaria.        El  primer  punto  desconoce  el  espíritu  participativo  de  nuestra  constitución  y  sobre  todo  deja  demasiado  peso  sobre  pocas  cabezas,  tal  vez  sobre  una  sola.  El  segundo  

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punto  desconoce  una  de  las  características  centrales  de  la  agricultura,  su  carácter  idiosincrático.  La  agricultura  de  cada  localidad  es  el  producto  de  la  coevolución  de  un  grupo  social  particular    y  el  ecosistema  en  el  cual  se  encuentra.  Esta  es  la  razón  por   la   cual   la   agricultura   de   cada   región   es   diferente.   Intentar,   desde   Caracas,  planificar   la   agricultura   del   país   es   un   grave   error.   Trabajar   de   esta   manera  desconoce   la   diversidad   cultural   del   campo   y   lleva   irremediablemente   a   la  homogenización   de   la   agricultura.   La   historia   (i.e.,   revolución   verde,   socialismo  agrario   soviético)   nos   muestra   las   terribles   consecuencias   de   este   proceder.  Finalmente,  la  forma  impositiva  en  la  cual  se  han  aplicado  estas  acciones,  tiene  al  menos  dos  graves  efectos  negativos:  produce  violentas  reacciones  en  la  oposición  e  impide   la   cristalización   de   un   fuerte   movimiento   campesino,   ya   que   el   mismo  siempre   esta   subyugado   al   ministerio.   Esta   forma   de   hacer   gestión   pública   es  demasiado  parecida  al  Socialismo  Real  del  siglo  XX;  es  una  carga  muy  pesada,  que  impide  que  nazca  una  alternativa  real  al  capitalismo,  y  pone  en  gran  riesgo  nuestro  futuro.    El   enfoque   con   el   cual   se   ha   abordado   la   problemática   agrícola   en   el   actual  gobierno   tiene   dos   orígenes:   en   primer   lugar,   como   ya   se   comentó,   se   debe   al  paradigma  bajo  el   cual   se  han   formado   la  mayoría  de   los   técnicos  agrícolas   (hoy  servidores  públicos)  en  el  país:  el  agronegocio.  Esta  aproximación  profundamente  positivista,   hace   miopes   a   estas   personas   a   las   complejidades   sociales   y  ambientales  de  cualquier  situación  agrícola  del  mundo  real.  En  segundo   lugar,  se  debe   al   poderoso   cabildeo   que   las   translaciones   ejercen   a   diferentes   niveles   del  gobierno.  Este   lobby  explica,  por  ejemplo,  por  qué  no  se  ha  prohibido  la  venta  de  agrovenenos  1A,  a  pesar  de  que  nuestra  legislación  apunta  en  esa  dirección.    Tal   vez   ya   es   hora   de   que   se   evalúen   seriamente   las   alternativas   a   los  modelos  agrícolas   convencionales.   Son  múltiples   las  voces  que  desde  el   inicio  del  proceso  bolivariano   han   abogado   por   otra   forma   de   hacer   agricultura,   una   que   sea  socialmente   justa,   culturalmente   aceptable,   económicamente   viable   y  ambientalmente  sana.  Sin  embargo  estas  voces  han  sido  ignoradas,  o  ahogadas  en  la   burocracia   ministerial.   Nadie   espera   que   ahora,   en   medio   de   la   crisis   que  atraviesa  la  agricultura  venezolana,  se   le  de  una  patente  de  corso  a   la  agricultura  alternativa.  Sin  embargo  si  consideramos  prudente  que  se  evalúen  seriamente  las  experiencias  existentes  en  el  país,  experiencias  por  cierto  muy  alejadas  de  la  lógica  del  capital,  gérmenes  de  soberanía  agroalimentaria.    La  otra  agricultura      Para   comenzar   esta   sección,   parece   buena   idea   hacernos   la   siguiente   pregunta:  ¿cuál  es  el  modelo  agrícola  de   la  nación?  En  este  sentido,  nuestra  constitución  es  sumamente  clara  cuando  plantea  en  su  artículo  305  que:  “El  Estado  promoverá  la  agricultura   sustentable   como   base   estratégica   del   desarrollo   rural   integral…”  Evidentemente  esto  no  tiene  nada  que  ver  con  lo  que  hemos  discutido  hasta  ahora,  pero  sin  lugar  a  dudas  representa  un  importantísimo  punto  de  apoyo  desde  donde  apuntalar  el  cambio.  Tal  vez  este  desiderátum,   la  agricultura  sustentable,   sea  una  idea   tan   fuerte   que   nos   permita   comprender   como,   a   pesar   de   todos   los  desaciertos,   somos   un   bastión   de   resistencia   ante   el   avance   de   los   cultivos  genéticamente  modificados  en  el  continente.    

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 Son   múltiples   las   experiencias   en   nuestro   país   que   demuestran   que   otra  agricultura   es   posible,   aquí   solamente   discutiremos   algunas.   Es   importante  resaltar   que   todas   estas   experiencias   se   encuentran   articuladas   en   el     Consejo  Socialista  Nacional  de  Agroecología  (COSONA),  red  de  redes  que  muestra  cómo  los  colectivos  se  pueden  relacionar  bajo  lógicas  diferentes  a  las  hegemónicas.      Una  importante  iniciativa,  nacida  del  proceso  bolivariano,  es  el  programa  Todas  las  Manos  a  la  Siembra.  Si  bien  es  cierto  que  esta  experiencia  ha  contado  con  el  apoyo  de  diferentes  ministerios,  no  es  menos  cierto  que  la  fortaleza  real  de  esta  iniciativa  se   encuentra   en   una   inmensa   red   de   activistas   que   desinteresadamente   la   han  hecho  posible.  Tal  vez  el  aporte  más  importante  hecho  por  estos  activistas,  sea  la  inclusión  del  estudio  de  la  agroecología  como  un  eje  transversal  en  el  currículo  de  la   educación   básica.   El   impacto   de   esta   medida   está   todavía   por   verse,   pero  indudablemente   redundará   en   el   surgimiento   de   una   nueva   sensibilidad,   que  facilitará  el  cambio  de  paradigma  necesario  para  transformar  nuestra  agricultura.      Otro  motivo  de  optimismo  lo  representa  el  florecimiento  de  espacios  en  los  cuales  estudiar   agroecología:   aulas   agroecológicas,   escuelas   populares   de   agroecología,  programas  de  formación  de  grado  en  agroecología  y  agroalimentación,  el  Instituto  Agroecológico   Latinoamericano   de   Estudios   Campesinos,   Indígenas   y  Afrodescendientes     (IALA)     Paulo   Freire.   También   son   muchos   los   diplomados,  especializaciones,  maestrías  y  doctorados  en  los  cuales  se  puede  profundizar  en  el  estudio   de   la   agricultura   sustentable.   En   estos   espacios   se   están   graduando  personas   formadas   en   el   paradigma   insurgente   que   pueden   actuar   como  catalizadores   del   cambio,   siempre   y   cuando   se   los   tome   en   cuenta   y   se   les   deje  trabajar  en  concordancia  con  su  formación.    Mas  importante  aún,  es  evaluar  las  experiencias  históricas,  bastiones  de  resistencia  a   la   revolución   verde,   experiencias   que   verdaderamente   señalan   el   camino,  prefiguraciones   del   mundo   posible.   Es   pertinente   resaltar   que   todas   estas  experiencias  comparten  un  conjunto  de  valores  desde  donde  surge  su  fuerza,  estos  son:      

• Unidad en la diversidad. • Ausencia de jerarquías, ausencia de relaciones de dominación. • Autodeterminación, autogestión, autonomía. • Apoyo mutuo, solidaridad. • Participación, democracia directa. • Comunalismo.

 Sin   lugar   a   dudas,   la   experiencia   de   la   Cooperativa   La   Alianza   en   Las   Lajitas    (estado   Lara),   es   una   de   las   más   significativas   del   país.   En   este   caso,   como   en  muchos  otros,  los  miembros  de  la  cooperativa  decidieron  abandonar  las  prácticas  de  la  revolución  verde  al  constatar  en  sus  propios  cuerpos  los  terribles  efectos  de  los   agrovenenos.   Esta   situación   condujo   a   un   cuestionamiento   profundo   del  modelo   agrícola   hegemónico   y   a   la   construcción   de   un   modelo   agroecológico  alternativo.  En  el  proyecto  agroecológico  de  Las  Lajitas,  no  existen  jerarquías  y  las  labores  son  ejecutadas  de  forma  rotativa  por  todos  los  integrantes.  De  esta  manera,  

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la   Cooperativa   La   Alianza   ha   producido   durante   más   de   tres   décadas   una   gran  diversidad   de   alimentos   sanos,   sabrosos   y   soberanos,   producción   que   aparte   de    alimentos  frescos,  también  incluye  productos  procesados.    La  distribución  de   la  producción  de  Las  Lajitas  es   llevada  a  cabo  a  través  de  otra  insigne   experiencia,   la   cooperativa   CECOSELOLA.   Esta   iniciativa   se   originó   en   el  año  1967,  e  integra  sesenta  organizaciones  comunitarias  que  suman  más  de  veinte  mil  asociados.  Es  de  destacar  que  las  operaciones  CECOSELOLA  involucran  montos  significativos   de   dinero.   CECOSELOLA   es   una   organización   rotativa   y   horizontal,  caracterizada   por   no   presentar   líneas   de   mando;   no   existen   directivos   y   todos  miembros  pueden  participar  en  cualquier  instancia  con  los  mismos  derechos.  Las  decisiones   a   lo   interno   de   la   cooperativa   son   consensuales   y   sujetas   a  reconsideración   en   el   caso   de   que   alguien   que   haya   estado   ausente   muestre   su  desacuerdo.   CECOSELOLA   es   un   proyecto   autogestionado   que   no   recibe  subvenciones  por  parte  del  Estado.      Las  actividades  de  esta  cooperativa  son  muy  diversas  y  aquí  sólo  mencionaremos  una  de  ellas,  las  ferias  de  consumo  familiar.  Estas  ferias  integran  17  organizaciones  de   productores   agrícolas   y   9   unidades   de   producción   comunitaria   de   pequeña  escala.     Esta   estructura  permite   que   cada   fin   de   semana,  mas  de  55.000   familias  obtengan   sus   alimentos   en   centros   de   abastecimiento   comunitario.   La   ferias   de  consumo   familiar   distribuyen   cerca   de   450   toneladas   de   productos   perecederos  por   semana   y   constituyen   la   red  de   distribución  de   alimentos   independiente   del  gobierno  mas   grande   de   la   región   centro   occidental   del   país.   La   importancia  central   de   estas   ferias   radica   en   que   son   un   mecanismo   de   vinculación   directo  entre   agricultores   y   consumidores,   que   permite   que   ambos   se   reconozcan   y  valoren,   generándose   de   esta   manera   grupos   de   agricultores/consumidores  conscientes.    La   última   de   las   experiencia   que   relataremos   en   esta   sección,   es   tal   vez   la   que  mayor  potencial   transformador   tiene:   la  Red  Nacional  de  Sistemas  de  Trueke.  La  red  incluye  13  sistemas  de  trueke  en    diversas  ecoregiones,  la  experiencia  se  inició  en  el  año  2006  y  desde  entonces  ha  experimentado  un  crecimiento  constante.  Su  importancia   central   es   que   permite   que   los   prosumidores   (productores/  consumidores)   se   relacionen   sin   la   mediación   de   dinero,   fomentado   de   esta  manera  el  surgimiento  de  solidaridades  y  apoyos  mutuos.  Los  sistemas  de  trueke  permiten   que   se   produzcan   intercambios   entre   agricultores   de   diferentes   pisos  altitudinales,   cuyos   productos   se   complementan.   De   esta   forma,   a   lo   interior   de  cada  sistema  los  prosumidores  logran  autonomía  y  autogestión  en  una  estructura  tipo  rizoma.  Esta  es  verdaderamente  una  experiencia  revolucionaria,  que  funciona  fundamentalmente  de  forma  independiente  al  gobierno  central.    El  futuro    El   porvenir   de   la   agricultura   venezolana   se   disputa   entre   dos   alternativas  antagónicas,  el  modelo  de   la  agricultura   industrial   fundamentado  en   la   lógica  del  agronegocio,  y  el  modelo   libertario   insurgente  de   la  agroecología.  Hasta  ahora,  el  apoyo   del   gobierno   ha   estado   orientado   desproporcionalmente   al   modelo  neocolonizador   de   la   revolución   verde.   A   pesar   de   todas   las   expectativas   e  

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inversión   que   se   han   depositado   en   este  modelo,   luego   de   12   años   ha   resultado  incapaz  de  satisfacer  la  demanda  interna  de  alimentos  y  solo  ha  logrado  enriquecer  aun  mas  a  las  compañías  transnacionales  del  agronegocio.      El   actual   gobierno   sigue   teniendo   una   profunda   vocación   agrarista,   la   cual  recientemente   se   ha     manifestado   tangiblemente   en   la   creación   de   la   Misión  AgroVenezuela.   Sin   embargo,   todo   apunta   a   que   en   esta   nueva  Misión   el   énfasis  seguirá  siendo  el  modelo  agrícola  industrial,  centralmente  planificado  por  una  elite  desde  Caracas.   La   forma   inconsulta   y   repentina  en   la   cual  ha   sido   implementada  esta   Misión   revela   el   mismo   modus   operandi.   Dentro   del   hermetismo   que  caracteriza  a  las  políticas  agrícolas,  ha  trascendido  que  los  objetivos  de  esta    Misión  son:   la   expansión   de   la   frontera   agrícola,   el   fomento   de   pocos   cultivos  (industriales)   y   la   entrega   masiva   de   agrovenenos.   Todos   estos   objetivos   se  enmarcan  dentro  de   la  racionalidad  de   la  revolución  verde,  por   lo  que  no  existen  razones   objetivas   para   ser   optimistas   con   respecto   al   resultado   de   esta   nueva  iniciativa.    Las   posibilidades   de   un   futuro   mejor   para   nuestra   agricultura,   pasan   por   el  abandono  del  centralismo,  autoritarismo  y  desarrollismo  agrícola  de  la  revolución  verde.  Es  necesario  dar  un  giro  de  180  grados  en  la  aproximación  gubernamental  al   agro   y   fomentar   la   participación   y   planificación   local   en   función   de   las  característica   agro-­‐culturales   de   cada   región.   Fomentando   la   autonomía   y  autogestión,  se  asegura  la  fundación  de  un  movimiento  campesino  fuerte,  capaz  de  defender   e   impulsar   los   cambios   necesarios.   La   unión   federativa   de   ecoregiones  agrícolas  es  el  único  modelo  cónsono  con  la  republica  comunalista  que  se  pretende  impulsar.   Este   nuevo   paradigma   es   enarbolado   por   la   agroecología,   única  aproximación  capaz  de  generar  soberanía  agroalimentaria.