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  Alfares y hornos romanos en A ndalucía. Historiografía de la investigación y c laves de lectura  ALF AR E S Y HOR NOS R OMA NOS E N AN D AL UC Í A. HI STORI OGRAFÍ A DE LA INVESTIGACI ÓN Y CLAVES DE LE CTURA   Miguel BELTRÁ N LLORIS  Director del Museo de Z aragoza 1.- Introducción. La invitación que amablemente me hicieron llegar los representantes del Comité Organizador del Congreso Internacional  Figlinae Baeticae  supuso para mi un motivo de honda satisfacción por cuanto me permitía volver, una vez más, a mis raíces con la cerámica romana, y de forma especial teniendo en cuenta que se trataba de poner énfasis en las principales líneas historiográficas y claves de lectura del mundo bético, al que he tenido oportunidad de dirigirme en otras ocasiones, sobre todo desde el mundo de las ánforas. La  presente reunión, organizada con sabiduría e inteligencia según se deduce de las normas elaboradas para el desarrollo de las ponencias, parece un resultado lógico de las reflexiones en las que está sumida en el momento presente la investigación sobre la cerámica romana. Y en ese espíritu he redactado las siguientes líneas que he debido rematar “postrado en el lecho del dolor”, circunstancias maléficas que me han impedido compartir los buenos momentos de nuestra reunión sobre las figlinas béticas. En la escala de los criterios que deben presidir nuestros trabajos, se sitúan tres parámetros esenciales: forma, función y origen (procedencia o fábrica). Superados estos criterios, que son la base en la caracterización cerámica, podemos avanzar a un segundo nivel en el que las cerámicas dejan de ser artefactos cerámicos para estar en condiciones de asumir su papel como documento histórico de primer orden. Estos humildes materiales, en dicha situación, nos permiten abordar los sistemas culturales y tecnología de los usuarios y  productores, y por supuesto la vida económica, la sociedad y los acontecimientos políticos de la Bética. Estamos en posesión de unos documentos privilegiados para acercarnos a la historia pasada de la Provincia Baetica, pero  para que podamos situar en su justo valor los conceptos tales como alimentación, mercados, comercio y difusión, para que  podamos aquilatar el papel de los comerciantes y negotiatores , de los consumidores y clientes, para que  podamos desentrañar otros aspectos derivados, necesitamos despejar las incógnitas del primer nivel de conocimiento y en ellas lógicamente ocupa un lugar destacado la mejor caracterización de los centros de producción cerámica, objetivo primordial de la presente reunión. Una lección inaugural no puede, sin embargo, ser una puesta al día de los numerosos problemas que afectan al complejo y extenso mundo que encierran las cerámicas béticas, desde las  producciones de mesa hasta los contenedores de transporte, a Actas del Congreso Internacional  FIGLINAE BAETICAE. Talleres alfareros  y producciones cerámicas en la Bética romana (ss. II a.C. VII d.C.),  B.A.R., int. ser ., 1266, Oxford, 2004, pp. 9-38. las que nos hemos referido en términos generales en otras ocasiones (Beltrán 1990). Como enuncia el título del trabajo, solo podemos aspirar a dar unas cuantas claves de lectura en torno a las  figlinae  béticas, (dejando a un lado, deliberadamente las cuestiones tipológicas) claves que evidenciarán de forma inmediata el enorme y cada vez más concienzudo conocimiento que poseemos de la cerámica romana bética y de su contexto real, pero también de las grandes lagunas que sigue manteniendo la investigación. El conocimiento de los centros productores o figlinas se ha abordado de forma muy desigual, en un terreno en el que se han primado los estudios tipológicos por encima de cualquier criterio. Incluso dentro de la propia tipología ha habido unas especies cerámicas que han desbancado a otras familias menos vistosas y (aparentemente) con menos in formación, lo que ha provocado un desfase gigantesco entre los conocimientos de las cerámicas denominadas de mesa (  sigillata, paredes finas, barniz negro…) y las lucernas y las incluidas genéricamente en el apartado de las cerámicas comunes, de cocina y mixtas, además de los contenedores de transporte o almacenaje. Incluso dentro de este segundo apartado, menos visitado, determinadas formas o familias por su carácter más atractivo desde el punto de vista de la información epigráfica, por ejemplo, han conocido una atención desmedida, como el elevado número de trabajos dedicados a la epigrafía de las ánforas Dr. 20 (Chic 2001) y la práctica ausencia hasta el momento de excavaciones en sus centros productores. 2.- Breve recorrido historiográfico. 2.1.- Las primeras prospecciones del Guadalquivir: las ánforas olearias Dr. 20. Las ánforas Dr. 20 han recibido un tratamiento privilegiado  por parte de los investigadores, a partir de la enorme riqueza y atractivo de la epigrafía que ostentan impresa o pintada y que en el Testaccio de Roma alcanza proporciones gigantescas: más del 80% de las ánforas acumuladas, son  béticas y olearias (Dressel 1878, 118 ss; id. 1879, 36 ss.) (fig.1). En los antecedentes el informe de Bonsor entregado a la Sociedad Arqueológica de Carmona en 1885, en el que interpretó una serie de estampillas recogidas en  Arva, como identificativas de los productores de las ánforas, significa el  primer intento de comprensión de los centros productores (Bonsor 1888, 56 ss.; Maier 2001, 393 ss.). A este trabajo seguirá, con la colaboración de Clark-Maxwell, la conocida  prospección del valle del Guadalquivir (1899-1901) (Bonsor 1901, 837 ss.), aunque hasta el año 1931 no verá la luz el manuscrito original de Bonsor haciendo bético el tipo de ánfora sobre el que aparecían tan frecuentes estampillas y llevando a cabo las primeras atribuciones a talleres determinados (Bonsor 1931). El propio Bonsor acometió una de las primeras excavaciones de hornos del Guadalquivir en una de las estructuras de “las Delicias” (Bonsor 1931, 29 ss.). 9

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 Alfares y hornos romanos en Andalucía. Historiografía de la investigación y claves de lectura

 ALFARES Y HORNOS ROMANOS EN ANDALUCÍA. HISTORIOGRAFÍA DE LA INVESTIGACIÓN Y 

CLAVES DE LECTURA•

 Miguel BELTRÁN LLORIS  Director del Museo de Zaragoza 

1.- Introducción. La invitación que amablemente me hicieron llegar losrepresentantes del Comité Organizador del CongresoInternacional Figlinae Baeticae supuso para mi un motivo dehonda satisfacción por cuanto me permitía volver, una vezmás, a mis raíces con la cerámica romana, y de formaespecial teniendo en cuenta que se trataba de poner énfasis enlas principales líneas historiográficas y claves de lectura delmundo bético, al que he tenido oportunidad de dirigirme enotras ocasiones, sobre todo desde el mundo de las ánforas. La  presente reunión, organizada con sabiduría e inteligenciasegún se deduce de las normas elaboradas para el desarrollo

de las ponencias, parece un resultado lógico de lasreflexiones en las que está sumida en el momento presente lainvestigación sobre la cerámica romana. Y en ese espíritu heredactado las siguientes líneas que he debido rematar “postrado en el lecho del dolor”, circunstancias maléficasque me han impedido compartir los buenos momentos denuestra reunión sobre las figlinas béticas.

En la escala de los criterios que deben presidir nuestrostrabajos, se sitúan tres parámetros esenciales: forma, funcióny origen (procedencia o fábrica). Superados estos criterios,que son la base en la caracterización cerámica, podemosavanzar a un segundo nivel en el que las cerámicas dejan deser artefactos cerámicos para estar en condiciones de asumir su papel como documento histórico de primer orden. Estoshumildes materiales, en dicha situación, nos permitenabordar los sistemas culturales y tecnología de los usuarios y productores, y por supuesto la vida económica, la sociedad ylos acontecimientos políticos de la Bética.

Estamos en posesión de unos documentos privilegiados paraacercarnos a la historia pasada de la  Provincia Baetica, pero para que podamos situar en su justo valor los conceptos talescomo alimentación, mercados, comercio y difusión, para que  podamos aquilatar el papel de los comerciantes ynegotiatores, de los consumidores y clientes, para que  podamos desentrañar otros aspectos derivados, necesitamosdespejar las incógnitas del primer nivel de conocimiento y enellas lógicamente ocupa un lugar destacado la mejor caracterización de los centros de producción cerámica,objetivo primordial de la presente reunión.

Una lección inaugural no puede, sin embargo, ser una puestaal día de los numerosos problemas que afectan al complejo yextenso mundo que encierran las cerámicas béticas, desde las producciones de mesa hasta los contenedores de transporte, a

Actas del Congreso Internacional FIGLINAE BAETICAE. Talleres alfareros  y producciones cerámicas en la Bética romana (ss. II a.C. – VII d.C.), B.A.R., int. ser ., 1266, Oxford, 2004, pp. 9-38.

las que nos hemos referido en términos generales en otrasocasiones (Beltrán 1990). Como enuncia el título del trabajo,solo podemos aspirar a dar unas cuantas claves de lectura entorno a las  figlinae   béticas, (dejando a un lado,deliberadamente las cuestiones tipológicas) claves queevidenciarán de forma inmediata el enorme y cada vez más

concienzudo conocimiento que poseemos de la cerámicaromana bética y de su contexto real, pero también de lasgrandes lagunas que sigue manteniendo la investigación.

El conocimiento de los centros productores o figlinas se haabordado de forma muy desigual, en un terreno en el que sehan primado los estudios tipológicos por encima de cualquier criterio. Incluso dentro de la propia tipología ha habido unasespecies cerámicas que han desbancado a otras familiasmenos vistosas y (aparentemente) con menos información, loque ha provocado un desfase gigantesco entre losconocimientos de las cerámicas denominadas de mesa( sigillata, paredes finas, barniz negro…) y las lucernas y las

incluidas genéricamente en el apartado de las cerámicascomunes, de cocina y mixtas, además de los contenedores detransporte o almacenaje. Incluso dentro de este segundoapartado, menos visitado, determinadas formas o familias por su carácter más atractivo desde el punto de vista de lainformación epigráfica, por ejemplo, han conocido unaatención desmedida, como el elevado número de trabajosdedicados a la epigrafía de las ánforas Dr. 20 (Chic 2001) yla práctica ausencia hasta el momento de excavaciones en suscentros productores.

2.- Breve recorrido historiográfico.

2.1.- Las primeras prospecciones del Guadalquivir: lasánforas olearias Dr. 20.Las ánforas Dr. 20 han recibido un tratamiento privilegiado por parte de los investigadores, a partir de la enorme riquezay atractivo de la epigrafía que ostentan impresa o pintada yque en el Testaccio de Roma alcanza proporcionesgigantescas: más del 80% de las ánforas acumuladas, son  béticas y olearias (Dressel 1878, 118 ss; id. 1879, 36 ss.)(fig.1).

En los antecedentes el informe de Bonsor entregado a laSociedad Arqueológica de Carmona en 1885, en el queinterpretó una serie de estampillas recogidas en  Arva, como

identificativas de los productores de las ánforas, significa el  primer intento de comprensión de los centros productores(Bonsor 1888, 56 ss.; Maier 2001, 393 ss.). A este trabajoseguirá, con la colaboración de Clark-Maxwell, la conocida prospección del valle del Guadalquivir (1899-1901) (Bonsor 1901, 837 ss.), aunque hasta el año 1931 no verá la luz elmanuscrito original de Bonsor haciendo bético el tipo deánfora sobre el que aparecían tan frecuentes estampillas yllevando a cabo las primeras atribuciones a talleresdeterminados (Bonsor 1931). El propio Bonsor acometió unade las primeras excavaciones de hornos del Guadalquivir enuna de las estructuras de “las Delicias” (Bonsor 1931, 29 ss.).

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Miguel Beltrán Lloris

 Figura 1.- La tabla tipológica de ánforas de Dressel (CIL XV, 2).

2.2.- Aproximaciones a los centros de produccióncerámica.Corresponde a P. Paris y G. Bonsor, la sugestión en 1926sobre la fabricación de vasos de paredes finas en la Bética, a partir de la publicación de las necrópolis de Baelo Claudia (Paris, Bonsor et alii 1926), opinión que fue recogida mástarde por Comfort con atinados comentarios (1939). En 1946Jiménez Reyna llamó la atención sobre un horno de plantarectangular en Bobadilla (Málaga) dedicado a la cerámicacomún, en noticia prácticamente desapercibida, como ocurriócon la publicada en 1958 por Jiménez Cisneros sobre loshornos de ánforas (Dr. 7-11) localizados (y excavados) enVillanueva (Puerto Real, Cádiz) (Jiménez Cisneros, 1958,469 ss). Un año más tarde Pemán recoge numerosasreferencias, con valor desigual, sobre los hornos cerámicosgaditanos, sobre todo de ánforas, en noticias que solomodernamente han sido valoradas (Pemán, 1959, 169 ss).

Independientemente los trabajos teóricos de los años 30(Frank 1936, 87 ss.) y 40 (Callender 1948; Etienne 1949, 151ss.) sobre aspectos tipológicos o comerciales de las ánforas béticas, que no tuvieron reflejo en la Bética, son los estudiosde los investigadores franceses de la década de los 50(Thévenot 1950), los que tuvieron eco en nuestros lares, provocando algunos trabajos (García y Bellido 1951, 230 ss.;1952, 399; id., 1952a, 399; González, 1958, 199) queenfatizan el interés de los centros productores, en este casode ánforas en el valle del Genil (Astigi).

 Figura 2.- Alfares de sigillata hispánica, lucernas, paredes finas y barniznegro.

2.3.- La década de los sesenta: Incorporación de la Béticaal mundo de la  sigillata y atribución bética de la familiaDr. 7-11.

2.3.1.- Sigillata.En el año 1966, Sotomayor (1966; 1966a) presenta a lacomunidad científica las primeras producciones de  sigillata en la Bética, (Granada) incorporándose así la provincia a las  producciones hispánicas ya puestas en valor internacionaldesde la Monografía de Mezquíriz (1961), que afectabafundamentalmente a la Tarraconense y que puso de relieveun inmenso vacío en nuestro territorio. En el año 1968

 presentó nuevamente Sotomayor, en el Congreso Nacional deArqueología de Mérida, siete hornos de  sigillata del mismolugar (Sotomayor 1970, 713 ss.) que produjeron  sigillata,cerámica engobada ( granatensis), común y materiales deconstrucción (fig.2).

2.3.2.- Cerámica engobe rojo. Solo cabe reseñar en este momento la copia de estosrecipientes detectada por Vegas en Munigua, sin localizaciónde los centros productores (Vegas 1969, 224 ss.).

2.3.3.- Lucernas.Luzón (1967, 141 ss.) atribuyó al área de Riotinto (Huelva)

formas derivadas de la Dr. 4, las denominadas “lucernasmineras”, fechadas entre los siglos II y III d. C. y decirculación esencialmente regional. En el mismo año lasexcavaciones de Carteia proporcionan una valva de molde ennivel tardío (Woods, Collantes 1967, fig. 15).

2.3.4.- Ánforas. Ignorándose el trabajo mencionado de Jiménez Cisneros es la propuesta de F. Zevi (1966, 208 ss.) en el año 1966, en susapostillas de la tabla de Dressel, la que pasa por ser la quesitúa por primera vez a una conocida familia de ánforas, lasDr. 7-11, en los territorios béticos, a partir de la paleografíade los tituli picti conocidos sobre estos envases, y gracias asu comparación con los pertenecientes a la familia olearia Dr.20.

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Cercano es el trabajo conjunto de Ponsich y Tarradell (1965)sobre las industrias de salazón del mediterráneo occidental,que sentó las bases de futuros estudios económicos, einsistiendo en el valor de los pequeños recipientes asociadosa las factorías (ampulla) destinados al garum de alta calidad.

En 1967, en el Congreso Nacional de Arqueología deMahón, presentó M. Sotomayor el resultado de la primeraexcavación de los hornos del Rinconcillo de Algeciras(Sotomayor 1969, 389 ss.), que durante muchos años hanconstituido la única referencia de fábrica firme para la  procedencia de determinadas ánforas béticas. Sotomayor resaltó los tipos fabricados y la estructura del horno quecomparó a los descubrimientos de Puerto Real realizados por Jiménez Cisneros.

Dejando a un lado las precisiones tipológicas de Tchernia(1967, 216 ss.) sobre la forma Dr. 20, en el año 1965asistimos al primer  corpus general de estampillas de

Callender, que ha supuesto un importante punto de partidasobre todo en el estudio epigráfico de las ánforas olearias, a  pesar de su ordenación alfabética y no nominal (Callender 1965). En 1967 debemos reseñar el trabajo de De la Peñasobre alfares y marcas del Guadalquivir (De la Peña, 1967,129 ss ) y a final de la década los sugestivos comentarios deDomergue (1969) sobre la producción de ánforas y ladrillosen Baelo.

2.4.- La década de los setenta. Trabajos de síntesis ynuevos descubrimientos el : vino bético y la  sigillata deAndujar. Comienzan las cerámicas comunes.

2.4.1.- Sigillata Sigue siendo Sotomayor el que en el año 1972 ofrece la  primera noticia sobre el segundo centro de producción de sigillata bética en Andújar (1972, 1973), llamado aconvertirse en uno de los focos más significativos de la  península ibérica gracias a un proceso de excavacionesininterrumpidas, desde dicho momento hasta 1981(Sotomayor 1977, 1977-78; Sotomayor, Roca, Sotomayor 1979) (fig. 3). En dicho momento ve la luz además la tesisdoctoral de Serrano (1976; 1979) sobre los hornos deGranada.

2.4.2.- “Las cerámicas de barniz rojo julioclaudias” 

Corresponde la denominación a Remesal (Remesal et alii1977, 1179) a propósito de la difusión de estas cerámicas en Baelo, con una difusión intensa en yacimientos béticos hastaMálaga y Corduba. Están copiando los repertorios primitivosde la TSI.

2.4.3.- Paredes finas.En este momento solo están las alusiones de Vegas (1973,85) recogiendo la noticia de Bonsor. Más tarde se dan aconocer las producciones de Andújar, un unicum hasta lafecha, (Sotomayor, Pérez, Roca, 1976, 111 ss; Sotomayor,Roca, Sotomayor 1979). Este taller de mediados del s. I d.C., produjo las formas Mayet XXV y XXVIII con decoraciónarenosa. Estando todavía inédito, no fue recogido entonces

  Figura 3.- Terra sigillata hispánica. Andújar. Formas con decoraciónburilada (seg. Sotomayor, Roca, Fernández).

  por Mayet en su conocida monografía (1975) en la que planteó, con base en la densidad de hallazgos, la producciónen la Bética de vasos de sus formas XXXIV a XLI, entreellos las conocidas series denominadas de “cáscara dehuevo”, producciones que atribuyó a la obra de una solageneración (fig.4).

2.4.4.- Cerámica de engobe rojo pompeyano.Surgen las imitaciones enseguida en el ámbito hispánico y enla Bética se han identificado por Vegas en estratostardorrepublicanos de Sevilla y en Lacipo (Casares, Málaga)(Vegas 1973, 48 ss.).

2.4.5.- Cerámica común.Los descubrimientos de Andújar no se concentraron solo enel estudio de la sigillata, pues pronto fue abordado el estudiomonográfico de las producciones comunes del centro, queconstituyen la parte sobresaliente de las cerámicas de estetaller (Serrano 1976, 215 ss.), que se unieron a las de laCartuja de Granada (Gamer 1972, 152 ss.), estudiadamonográficamente por Serrano (1978). En ambos hornos fue predominante la cerámica común, tejas y ladrillos, ocupandolas  sigillatas el segundo lugar. En el primero además seconstató la fabricación de lucernas (Sotomayor 1979, 465ss.).

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Miguel Beltrán Lloris

 Figura 4.- Cerámica de paredes finas de la Bética (seg. Mayet). Taller de Andújar (seg. Roca et alii).

2.4.6.- Ánforas. “Las ánforas romanas en España” de M. Beltrán (1970),significan el primer intento de sistematización, entre otrascuestiones, de las producciones hispánicas de ánforas,especialmente las béticas, que fueron agrupadas en seisformas, partiendo de Dressel y añadiendo al elenco bético lasnuevas formas II a y b, entre otras novedades, poniendoénfasis en los contextos de las ánforas y en los aspectosrelacionados con los talleres productores. Se llevó a caboigualmente la recogida de cierto número de alfares de lacosta malagueña y granadina y de la bahía de Cádiz y se planteó como argumento la continuidad del comercio béticoaceitero en el Bajo Imperio.

En la presente década las dos convocatorias de la EscuelaFrancesa de Roma, en 1971 y 1974, situaron en el foro de ladiscusión científica las producciones béticas de aceite en elTestaccio de Roma (Rodríguez Almeida 1972, 107 ss.) y elconjunto de las formas de salazones béticas y sus hornos, asícomo la problemática de la producción del vino en el mismoámbito (Beltrán Lloris 1977, 97 ss.).

En 1978, publicó Rodríguez Oliva un trabajo, prácticamentedesapercibido, en el que se documentaban los restos de unaalfarería de producción mixta (material de construcción ycerámica común y ánforas de la familia Dr. 7-11) enBarbésula (San Roque) (Rodríguez Oliva 1978, fig. 2). En elmismo año se publican las consecuencias del horno deRancho Perea (San Isidro de Guadalete) (Chic, Giles y Sáez1978, 43 ss.) y finalmente breves notas sobre los hornos delos Cipreses (Puerto de Santa María) y el Olivar de losValencianos (Puerto Real) (López de la Orden, Pérez López1979-80, pp. 51-54; López de la Orden 1979-80a, pp. 59-62).

En la reunión de Roma de 1974 se planteó, desde los alfaresconocidos, la existencia del vino bético en torno a las formasDr. 1 y Dr. 2-4 (Beltrán Lloris 1977; id. 2001, 446.). Endicha línea es mérito de A. Tchernia, en 1971 (Tchernia1971, 41), la atribución al sur de  Hispania de una nuevaforma, la Ha. 70, tenida hasta el momento como salazonera.

Después el pecio de Port Vendres II (Colls, Etienne et alii1977, 33 ss.), demuestra la procedencia de la Ha. 70 y de sucontenido, el vino bético, con análogas conclusiones para laDr. 28 (Colls, Etienne et alii 1977, 47).

En el valle del Betis, hasta las trascendentales prospeccionesde Ponsich (Ponsich 1974, id. 1979), no encontraremostrabajos referidos a las producciones olearias. Más tarde sonlos trabajos de J. Remesal (1977-1978, pp. 87 ss.), los  primeros que de forma científica abordan el estudio de loscentros productores dentro del mecanismo económico de laBética, siguiendo en las estampillas el sistema nominal de

ordenación de Dressel. En dicho momento sigue siendodeficitario el conocimiento de los centros de producción a pesar de algunos hornos, como el de la Catria, que Remesalda a conocer parcialmente en el año 1978 (Remesal 1977-78,92 ss.). Al mismo tiempo resurge con fuerza el progreso de lainvestigación del Testaccio de Roma, básico para la puesta aldía de las ánforas béticas olearias, con los trabajos deRodríguez Almeida sobre los aspectos topográficos y ladistribución cronológica de los hallazgos (RodríguezAlmeida 1972, 113 ss.; 1977, 203 ss.) con firmesconclusiones sobre los mercatores de aceite y clarificando laordenación nominal de los sellos (Rodríguez Almeida 1979,873 ss.).

En 1978 el Primer Congreso Internacional sobre “Produccióny el comercio del aceite en la Antigüedad” (AA.VV. 1980),supuso una puesta al día de los problemas sobre las ánforasDr. 20, aunque los aspectos productivos siguieron ligados alestudio de las  figlinae a través de la información epigráfica(Remesal 1980, 131 ss.; Rodríguez Almeida, 1980, 57 ss.).

2.4.7.- Final.Termina así esta fructífera década que ha puesto de relieve enlo internacional, aspectos de relevancia, como el valor de laarqueología submarina (Parker 1992), la necesidad de lainvestigación directa de los centros de producción cerámica y

el carácter imprescindible de los análisis petrológicos de las pastas (Peacock 1974, 232 ss.;1977, 261 ss.).

2.5.- Década de los ochenta: el afianzamiento de lasánforas olearias de la mano del Testaccio. Se define yamplía el área de la sigillata y se valoran las produccionesde lucernas.

2.5.1.- Ánforas. Abre la década el 2º congreso internacional sobre“Producción y comercio del aceite en la Antigüedad” (AA.VV. 1982), con las referencias sobre uno de los primeroscentros excavados, pero de forma incompleta, en el valle del Baetis, el del Tejarillo, que proporcionó dos hornos,documentando la producción de ánforas y sellos asociados,

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desde el s. II (Dr. 20) al III d. C. (Dr. 23 y Tejarillo I – III)(Remesal 1983, 119 ss.), referencias que se unen a lasescasas intervenciones arqueológicas en otros alfares frente ala proliferación de trabajos sobre la epigrafía de la formaDres. 20 y el Testaccio.

En el año 1984, la monografía de S. Keay sobre las  Lateroman amphorae. (Keay 1984) , significa el punto dearranque y referencia obligada para el conocimiento de las producciones tardorromanas entre el siglo III y el VII d. C.,incorporando de forma sustantiva una nutrida serie deenvases bajo la denominación de “southern Spanish origin”,que aglutinó inicialmente producciones de la lusitania y de la bética.

En este momento, al tiempo que se prolongan determinadas  prospecciones en el valle del Guadalquivir, de la mano dePonsich (1982, 173 ss.) (fig. 5), los trabajos de G. Chic (1985y 1988) marcan el primer esfuerzo por llevar a cabo,

 partiendo de Bonsor y Ponsich, el corpus de las estampillasepigráficas olearias del  Baetis. Toma ahora intensidad elestudio de los centros productores de ánforas atendiendo a lacomposición de las pastas, y al estudio de las láminasdelgadas según las áreas de fabricación (Martin-Kilcher etalii 1985, 173 ss; Peacock y Williams 1986, 14, 17-19).

Entre otros trabajos (Mayet, 1986, 285 ss.), se producencorpora internacionales de sellos sobre la Dr. 20 a cargo deRemesal (1986) y de tituli picti severianos por RodríguezAlmeida (1989). En 1989 se inician las excavaciones en elMonte Testaccio de Roma, bajo la dirección de Blázquez,Remesal y Rodríguez Almeida (1994; Blázquez 2001, 32 ss.;

Rodríguez Almeida 2001, 1279 ss.), confirmando lasexcavaciones que dicho lugar fue ante todo un basureroestatal del aceite de la  Annona, vital en su influenciaeconómica en la Bética.

En lo relativo a los centros de producción de ánforas desalazones, cabe reseñar los trabajos de Beltrán y Mora (1982,149 ss.) sobre el alfar de Torrox en la costa malagueña, losresultados de Cerro del Mar y Manganeto (Arteaga 1984, 34ss.; 1985, 177 ss.) y los de Haza Honda y Puente Carranque,que fabricaron tipos análogos a los de Puerto Real (Loza,Beltrán Fortes 1988, 991 ss.). En el ámbito gaditano resaltala prospección del alfar de el Olivar (Chipiona) ( Ramos

1981, 5 ss.).

Completa el panorama, en 1989, la intervención enexcavación de urgencia en Huerta del Rincón(Torremolinos)(Baldomero, Serrano, 1991, 354 ss.), en laC/Gregorio Marañón de Cádiz (Blanco, 1993, 78 ss.) y eltrabajo de síntesis económica de Ponsich de 1988 sobre elaceite de oliva y las salazones en el que insistió en lalocalización de nuevos alfares, como en el Chorruelo(Algeciras) (Ponsich, 1988, 49 ss.).

Finalmente, en 1985 vieron la luz los materiales de lasexcavaciones de Colchester, en las que se identificó por 

Sealey (1985, 96) una variante de pasta de las ánforas Dr. 2-4atribuida al Guadalquivir, en propuesta que no recibió elesperado eco por los investigadores.

2.5.2.- Sigillata.Esta década ve la prolongación de las excavaciones del

centro de Andújar y sobre todo los primeros resultados de losestudios llevados a cabo que sitúan el complejo entre losgrandes centros productores de Hispania, juntamente con las producciones riojanas. Los trabajos llevados a cabo permitenestablecer las grandes líneas de la evolución de esta familiade la sigillata, cuyo inicio se coloca en la primera mitad dels. I d. C., detectándose influencias significativas del mundoitálico entre sus fuentes de inspiración.

La importancia de los descubrimientos llevados a cabo en ladécada anterior y la necesidad de objetivar y asimilar toda lainformación producida, provoca la Mesa redonda del MuseoArqueológico nacional (AA.VV. 1983) y ve la aparición de

una monografía sobre la  sigillata hispánica debida a Mayet(1984) que sitúa definitivamente a Andújar entre los grandescomplejos regionales (con Tritium) y a Granada comomodelo de taller de difusión local, planteando además lasestructuras de producción y recogiendo un catálogo de sellos.Atribuye igualmente Mayet al taller de Andújar, a partir deanálisis de Picon las denominadas producciones de barnizrojo julioclaudio (1984, 16) que Serrano desde losdescubrimientos de Los Castillones (Granada) denominó“imitación de cerámica aretina” (1988), pero que también se produjeron en Peñaflor (Martínez Rodríguez 1989) en cuyoámbito se conocen piezas defectuosas y restos de alfareríasligadas al ánfora Dr. 20.

En el mismo año lleva a cabo su síntesis Juan Tovar quereúne en dos trabajos la práctica totalidad de los talleresconocidos hasta la fecha en  Hispania y lógicamente en laBética (1984, 1985). Tiene lugar también otra granaportación de Mezquíriz que pone al día su tesis de 1961incorporando y valorando las novedades béticas y el listadode oficinas con sellos (1985).

Pero esta década es también la de la ampliación de loscentros alfareros, con el descubrimiento de un segundocentro, el Albaicín, en Granada (Sotomayor, Sola, Choclan1984) y se localizan otros en territorio de Málaga en Singilia

 Barba, en el Castillón (Antequera) (Serrano Ramos, Atencia1983; Serrano 1986), y en Alameda (Málaga)(SerranoRamos, Atencia, Rodríguez Oliva 1984).

2.5.3.- Común. El alfar de Torrox, además de las ánforas produjo cerámicasde mesa variadas y dolia (Rodríguez Oliva, Atencia 1983,226 ss.), además de morteros, y en 1988 se publica un hornode planta circular y pasillo central en Vélez Málaga (Recio etalii 1988, 21 ss.) que produjo cerámicas comunes nodefinidas y materiales de construcción. También de dichomomento son los dos hornos de Peñarrubia (Málaga)nuevamente con cerámicas comunes (jarros, contenedores) y

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   F   i  g  u  r  a   5 .  -

   A   l   f  a  r  e  s  o   l  e  a  r   i  o  s  e  n  e   l  v  a   l   l  e   d  e   l   G  u  a   d  a   l  q  u   i  v   i  r   (  s  e  g .

   P  o  n  s   i  c   h   ) . 

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materiales de construcción (Serrano, Atencia, Luque 1983).En 1987 fueron dados a conocer los talleres de Marchena(Sevilla)(horno de planta Id) dedicados a las jarras y acazuelas que copiaban tipos africanos (Romero 1987, 864ss.) y Rumina (Mojácar) con restos indeterminados (Cara,Ortiz 1987, 90). En los alfares del Guadalquivir se fabricaron

macetas para cultivos específicos, como puso de relieve Chic(1984).

 Figura 6.- Lucerna de C. Iun Draco (seg. Corzo).

2.5.4.- Lucernas.El centro de los Villares de Andújar produjo tambiénlucernas de forma Dr. 3 con motivos característicos (selloM.C.S., hoja bifoliácea) (Sotomayor et alii 1981, 309 ss.) y

formas Dr. 11 (López Rodríguez 1984, 381). En los mismosaños Corzo (1982, 389 ss.) sugiere la existencia de un taller en la bahía de Cádiz (C. Iun. Drac.) con decoraciones

específicas (fig. 6), en el Cerro de los Mártires, formas devolutas Dr. 11 y 12 (Corzo, 1981-82, 279 ss.) y LópezRodríguez identifica una producción local “del Minotauro”,(sin alfares también) en Italica (tipo Dr. 11/14) (1981, 19 ss.;1984, 383 ss.). En Córdoba detectó Amaré (1988-89, 108) la  producción de formas emparentadas con las lucernas de

volutas.

2.6.- La década de los 90: el inicio del estudio de lasfiglinas béticas.Es este un momento de brillantez por cuanto se refiere a lafijación de problemas, áreas de producción y despertar deuna conciencia a favor de trabajos sistemáticos sobre loscentros de producción, analizando el territorio de forma pormenorizada, así como las producciones de los hornos, sudistribución regional y en términos globales la explotación delos contextos estratigráficos, algunas de cuyas conclusionesse recogen de forma sucinta en el manual general de BeltránLloris (1990) atendiendo a las denominadas entonces

“imitaciones de barniz rojo julio claudio”, los talleres de sigillata de Granada y Andújar, las paredes finas y lasescasas referencias a alfares de cerámica común, además delelenco de centros de ánforas y las referencias a los centros defabricación de lucernas.

2.6.1.-  Ánforas. Al comienzo de la década, como consecuencia de estudiosanteriores (Diogo 1985; Diogo, Faria, Ferreira 1987, 77 ss.),el progreso en la definición y fijación de centros lusitanosmodificará el panorama productor (Alarcao, Mayet 1990;Fabiao, Guerra 1993, 995 ss.; Fabiao 1996, 329 ss., id. 1997,59 ss.), y permitirá una mejor caracterización de los

 productos béticos, aunque habrá que esperar para su mejor ydefinitiva atribución (Dr. 14, Almagro 51c, Beltrán 72, etc.).

En lo que se refiere a los centros olearios del Guadalquivir,las últimas prospecciones han proporcionan como novedadtalleres bajoimperiales, con ánforas Dr. 23 (Remesal 1991,355 ss.). En conjunto, en el valle del Betis se conoce casi uncentenar de alfares (fig. 7), cifra que contrasta con la escasezde yacimientos excavados o estudiados exhaustivamente a  pesar del aumento de las prospecciones, como en  Arva (Remesal Revilla et alii, 1997, 151 ss.; Remesal 2001, 386).De este momento es la actualización de Chic del corpus deestampillas olearias siguiendo el orden de los nombres de

control que aparecen en los tituli (Chic 2001).

Se llevan a cabo además revisiones sistemáticas de losalfares de la costa granadina que evidencian la falta de unestudio intensivo, reducidos a la simple constatación de laexistencia de los talleres y a su filiación tipológica (Bernal,  Navas, 1998, 92 ss). Al tiempo la Universidad de Málaga  propicia la monografía sobre las  figlinae malacitanae que  pone al día los conocimientos sobre las produccionesanfóricas de dicho territorio (AA. VV. 1997), ilustrandodistintos modelos de centros, especializados, de carácter urbano (Rambla, Mayorga 1997, 61), o villae.

La bahía de Cádiz (fig. 8) cuenta con dos obras de enormealcance, preludiadas por intensas prospecciones (Villalobos

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   F   i  g  u  r  a

   7 .  -

   A   l   f  a  r  e  s  o   l  e  a  r   i  o  s  e  n  e   l   G  u  a   d  a   l  q  u   i  v   i  r   (  s  e  g .   B

  e  r  n   i   ) .

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  Figura 8.- Alfares de salazones de pescado en la bahía de Cádiz (seg. Lagóstena y García Vargas).

1987, 97 ss.; Lazarich, Alonso et alii 1991, 89 ss.; Lazarich,Alonso et alii 1991a, 98 ss.). El trabajo en 1996, de L.Lagóstena ofrece sugestivas consecuencias sobre el procesode ocupación económica, desde el mundo púnico, poniendoen relación la actividad alfarera con las formas sociales y

completando de forma notable los mapas de dispersión de lasindustrias y sus producciones. Dos años más tarde E. GarcíaVargas centra un magnífico trabajo en el mismo espacio, poniendo al día la tipología de los antecedentes púnicos, lasimitaciones de ánforas itálicas durante la república y sobretodo analizando el desarrollo de las producciones de alfaresligados a las villas o a los  fundí especializados en cerámicas,sintetizando con sentido crítico los alfares conocidos yconcluyendo con un análisis histórico (García Vargas1998b).

2.6.2.- La confirmación del vino bético (fig. 9). El progreso en la investigación regional permite llevar a cabo

atribuciones de origen, y los descubrimientos del Rinconcilloincorporan la Dr. 1 A a la familia vinaria (Fernández Cacho1995, 71 ss.). Los trabajos de Lagóstena en la bahía de Cádizcorroboran la fabricación de la forma Dr. 1 en Puerto Real(Lagóstena 1993, 100, fig. 26), Puerto de Santa María 

(Lagóstena 1996, 100, figs. 3, 11) y Cádiz (García Vargas1996, 54) y la Ha. 70 se incorpora en el horno de la Catria(Molina 1997, 145), en Venta del Carmen (Bernal, Lorenzo1998, 339) y en el Puerto de Santa María ( Lagóstena 1996,32) y la Dr. 2-4, se localiza en la Loma de Ceres de Molvizar (Granada)(Gener et alii 1993) y en el Guadalquivir enPosadas (Carreras 2001, 424, n. 11). Finalmente la Dr. 28 seha detectado por primera vez en Venta del Carmen (Bernal

1998).

 Figura 9.- Alfares vinarios en la Bética.

Los trabajos de D. Bernal a finales de la década de losnoventa solucionan el vacío vinario en la baja romanidad, poniendo de relieve con apoyos petrológicos, el valor de lasformas Gauloise 4, Matagallares I, Dr. 30 y Beltrán 68(Bernal 1996, 251 ss.; 1998g, 543 ss.) (figs. 10 y 11).

2.6.3.- Primeras excavaciones integrales de figlinas (deánforas).Las excavaciones de figlinas a mediados de los noventa (fig.12), rompen el desequilibrio existente entre un cada vez másapurado conocimiento tipológico (Berni 1998) y la escasadocumentación de los centros productores. Se da a conocer,en 1994, la nueva excavación en el Olivar de los Valencianos

(Campano 1994, 135 ss.) y las excavaciones de El Gallinero(García Vargas, Sibón 1994, 53 ss.). En los años 1995 y1996, se interviene en excavaciones de urgencia (con publicación integral) en el yacimiento de los Matagallares enla costa oriental de Granada (Bernal, Navas 1998a, 109 ss.),descubriéndose un complejo alfarero, del siglo III d. C., contestares y hornos, que fabricó ánforas de salazones y salsasde pescado, vinarias y de aceite, además de cerámicascomunes en importante proporción (30%) (cazuelas, ollas,morteros) (Bernal, Navas et alii 1998, 307 ss.; Bernal, Navas,et alii, 1998 a, 363 ss.) y material de construcción en formade tégulas, ímbrices, ladrillos de opus spicatum, simples, decolumna y de bóveda (Torrecilla 1998, 395 ss). Se confirma

el carácter bético de la Dr. 14, producida mayoritariamente,como la Almagro 51 c y la Dr. 30, siendo minoritaria la Dr.20. (Vigil, Cuevas et alii 1998, 473 ss).Las excavaciones del alfar de Venta del Carmen, además deincorporar nuevas formas de ánforas (Venta del Carmen I)(Bernal 1998b, 143 ss.), constituyen otro modelo deexcavaciones recientes, juntamente con las ejecutadas en elRingo Rango (Los Barrios) en el año 1998, dependiente de lavilla de Puente Grande (Almagro 51 c, Keay XVIC eimitaciones africanas Keay VI) (Bernal, 2001a, 1311 ss). Las  primeras han proporcionado estructuras asociadas a loshornos y como producción propia, ánforas y sobre todo, deforma complementaria, material de construcción (tégulas,ímbrices y ladrillos variados) (Redondo, Borge 1998),además de la presencia de un taller de vidrio.

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  Figura 10.- Sistematización de las ánforas tardías de la Bética (seg. Bernal).

 Figura 11.- Sistematización de las ánforas tardías de la Bética (Bernal).

 Figura 12.- El proceso de excavación de figlinas en la Bética hasta los años

90.

En la costa de Málaga, en la Finca del Secretario, seexcavaron diversos hornos de ánforas, asociados a una villacon termas y factoría de salazones (Villaseca, Hiraldo 1993,387 ss.) y se presentan a comienzos de la década las formas  producidas en el centro de Huerta del Rincón (Serrano,Baldomero, Castaño, 149 ss.).

En el año 1993 se excavan dos hornos en Azanaque (Romo1993, 776-777), documentándose además otras zonas delcomplejo fechado entre el alto imperio y el siglo V d. C. y

comprobándose el trabajo de los hornos por parejas. De 1997son las excavaciones de alfares de ánforas Dr. 20 en lasDelicias, permitiendo un primer acercamiento a las zonas deservicios de estos complejos (almacenes y vertederos) ydocumentándose la fábrica de la forma Ha. 70 (Sáez et alii1997; García Vargas 1998; id. 2001, 92). En las mismasfechas se investiga en la Casilla de Malpica, un almacén ydeterminados cubicula estacionales  de los trabajadores (García Vargas 1998 a, 105 ss.; id. 2001, 92 ss.).

A las formas de estos centros se unen las dadas a conocer enPuerto Real (1 y 2), en cuyo alfar se hicieron excavacionesde urgencia en 1994 (García Vargas, Lavado 1995, 215 ss.;

id., 1996, 197 ss.; Bernal, Lorenzo 1998a) y se documentanal paso de las producciones locales (Dr. 12, 14, 20), lasimitaciones de envases galos (Gaul. 4, Dr. 30) o africanos(Keay IV y V), mientras que las excavaciones de alfares deSevilla (Hospital de las Cinco Llagas) (García Vargas 2001,93) permiten establecer una dicotomía de las producciones(Dr. 20 y Ha. 70, Beltrán II a, Dr. 28), en contraste con losalfares del interior del Guadalquivir.

Finalmente las estratigráficas del alfar del Rinconcillo acomienzos de los noventa, permitieron la documentacióncronológica y contextual de esta importante alfarería,documentándose cuatro fases de ocupación-producción yconfirmándose la pluralidad de envases de salazones,vinarios y oleícolas y con carácter complementario los

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  Figura 13.- La ampliación de los centros de fabricación de aceite en la Bética.

materiales de construcción (tégulas y ladrillos), cerámicas decocina y mesa para autoconsumo, pesas de telar y terracotas(Fernández Cacho 1995, 181 ss. id. 1995 a, 70 ss.; Bernal1998b).

Los nuevos descubrimientos permiten una enorme variaciónen los criterios de procedencia admitidos hasta el presente.Así se documentan la Dr. 14, en la bahía de Cádiz y en lacosta granadina y la Dr. 20 fuera de sus zonas epónimas(Arteaga 1985, 183 ss.; Villaseca 1991, 365 ss.; Baldomero,A. et alii 1997, 153, ns. 7 y 9; García Vargas 2001,100) (fig.13).

2.6.4.- Un hito en la investigación de las ánforas:  Ex Baeticae amphorae (1998) y la colección Instrumenta. La presente reunión (AA. VV. 2001), entre obras bondadescientíficas, presenta un apurado estado del conocimiento delas ánforas béticas, con artículos de referencia debidos en  primer lugar a E. García Vargas y D. Bernal. El segundositúa el conocimiento de las ánforas bajoimperiales en elnivel científico que venían demandando, partiendo en lashipótesis de trabajo y conclusiones, de la solidez y buenmétodo de las excavaciones practicadas en los alfaresreferenciados.

Ambos trabajos constituyen la mejor síntesis obrada hasta el  presente, siendo los resultados especialmente significativos  para equilibrar la balanza de conocimientos entre las  producciones olearias del valle del Guadalquivir, deconocimiento privilegiado a partir del Testaccio y las producciones béticas de salazones de pescado y vinarias.

Las puestas en valor desarrolladas por D. Bernal (2001), hanevidenciado la producción de ánforas béticas en el BajoImperio entre el s. III y el comienzo del V d. C.especialmente entre Cádiz y Almería. La producción en el s.III, se caracteriza por la perduración de formas de tradiciónaltoimperial (Beltrán II B y Dr. 14 y Puerto Real I y II, Dr.

20 y Dr. 23), la producción de ánforas de fondo plano (Dr.30), la imitación de formas africanas (Keay IV, V, VI) ogalas (Gaul. 4) y la presencia de formas inéditas

(Matagallares I y II, Majuelo I y II, Baelo I, Carteia I),mientras que se manifiestan mayores dudas para el momentofinal de estos centros, en ausencia de alfares fechados.

En la misma reunión la ponencia de J. Remesal (2001) poneal día los importantes proyectos en torno a las ánforas

olearias béticas, apoyados sobre todo en el desarrollo del“Corpus de la epigrafía anfórica” y la ingente documentaciónepigráfica del Testaccio, quedando clara constancia de lafalta, todavía, de una excavación in extenso en un complejo  productor del Guadalquivir, a pesar de algunas accionescomo en Palma del Río (Díaz Trujillo, 1992), Casilla deMalpica (García Vargas, 1998a), el Castillejo (Arva)(Remesal, Revilla, Carreras, 1997) circunstancias que siguenhaciendo recaer el peso de la investigación en los tituli picti,los grafitos ante cocturam y los sellos.

Otra nutrida serie de comunicaciones puso de relieve, entreotros aspectos, la producción de las ánforas Dres. 7-11 y

Haltern 70 en el interior de la Bética en el Guadalquivir (Carreras 2001, 422 ss.) (fig.14).

El final de siglo asiste a la aparición de significativosesfuerzos como el Corpus International des timbresamphoriques (Unión Académica International) en el que participa activamente el CEIPAC con monografías en la serie Instrumenta, dirigida por el profesor Remesal, sobrefenómenos comerciales y de difusión de las ánforas Dr. 20,en Cataluña y en  Britannia (Berni, 1998; Carreras, Funari1998), con conclusiones tipológicas que exceden delenunciado de los trabajos (fig. 15) (Berni 1998, 26 ss.). En elcapítulo de los corpora epigráficos, cabe reseñar la

aportación sobre los materiales de Puerto Real (Pérez López,Alonso, Nuñez 1999, 695 ss.).

  Figura 14.- El Lacus Ligustinus centro de producción salsaria y vinaria(seg. Carreras).

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20

   F   i  g  u  r  a   1   5

 .  -   L  a  e  v  o   l  u  c   i   ó  n   t   i  p  o   l   ó  g   i  c  a   d  e   l  a  s   á  n   f  o  r  a  s   D  r .   2

   0  y   2   3   (  s  e  g .

   B  e  r  n   i   ) .

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 Alfares y hornos romanos en Andalucía. Historiografía de la investigación y claves de lectura

  Figura 16.- Terra sigillata hispánica. Taller de Antikaria. Cerámica con

decoración burilada (seg. Atencia, Serrano).

2.6.5.- Sigillata.   Nuevamente la provincia de Málaga amplía la nómina decentros productores con el hallazgo de productos de desechoy un horno en la Fábrica, Teba (Serrano, Gómez, Castaños1992), y en Antikaria (Atencia, Serrano 1997) pertenecientesa la segunda mitad del siglo I de C. Se producen dosreuniones científicas significativas en Andújar. Un curso deArqueología en 1996 (AA. VV. 1998) y una Mesa Redondaen el año 1997 (AA.VV. 1999), que presentan un estado de lacuestión de las producciones de  sigillata hispánica, conespeciales referencias al gran complejo de Andújar, del que

todavía ignoramos el tipo de instalaciones que poseyó,confirmándose el inicio del taller en la época de Tiberio-Claudio (quizás alfareros de origen itálico) y su final amediados del s. II (Sotomayor 1998; Fernández García 1998;Roca 1998; Sotomayor, Roca, Fernández 1999). También se  ponen al día los conocimientos sobre los talleres de las provincias de Málaga y Granada (Serrano Ramos, 1998, 165ss.; Serrano Ramos, 1999, 137 ss.). Se ha supuesto que loscentros de Granada con sus dos fases (Albaicín y Cartuja) ySingilia Barba se ponen en marcha por impulso de Andújar,éstos, con Alameda,  Antikaria (fig.16) y la Fábricaestuvieron activos en la 2ª mitad del s. I, cesando a mediadosdel II por la competencia de la cerámica africana (Serrano

1999, 150). En la misma reunión se ponen de relieve lasimitaciones de  sigillata o hispánicas precoces en el taller dePeñaflor, a orillas del Guadalquivir (Amores, Keay 1999)

(fig. 17) y se confirma la presencia de restos de hornos.También se constatan las imitaciones de producciones lisasgálicas y africanas y hornadas de ánforas Dr. 20, además decerámica común de tradición ibérica.

2.6.6-. Común.

El trabajo de Lagóstena (1996) en la bahía de Cádiz pone derelieve la frecuente asociación de cerámica común en loshornos de ánforas de salazones, como en La China (morteros, jarras, vasos) y Los Tercios en Puerto de Santa María; Cerrode Ceuta, Villanueva (amplia producción de  pondera,imbrices, material de construcción, macetas…), PuenteMelchor (terracotas femeninas y cerámica variada), ElGallinero (terracotas femeninas, cerámica común), Olivar delos Valencianos (común de mesa, dolia, construcción),Torrealta B (de mesa, construcción), La Zarza, CanteraLavalle (dolia) en Puerto Real; Cerro de los Mártires (comúnde cocina y mesa) en San Fernando.

Se confirma la producción de cerámica común en el alfar delAlbaicín (Granada) (Serrano 1999, 143), semejante a la deCartuja y se da una referencia a producciones defectuosas(comunes y de construcción) en la Casería de la Mancha,Antequera (Medianero, Romero 1990), una notable producción de cerámica de cocina en Singilia Barba (Serrano1998, 176). Tiene lugar también un trabajo de síntesis deSerrano (1994, 227 ss.) en el ámbito de la reunión sobre lacerámica común altoimperial celebrado en Ampurias, en elque presenta un resumen de los alfares conocidos,centrándose en las producciones de la Cartuja, Andújar Torrox y la Depresión de Antequera, definiendo losmateriales desde la tipología y la función, resaltando

formalmente ciertos rasgos característicos de los talleres  béticos (incisiones en el interior de los morteros) y susfuentes de inspiración y poniendo de relieve la difusiónregional de algunos talleres (Andújar) o local(Granada)(fig.18). Se relaciona además el cese en lafabricación de la sigillata en el s. II d. C. con el hundimientode estos talleres, debido a la competencia norteafricana,aunque las cerámicas bajoimperiales dejan ver la existenciade centros de producción local pendientes de identificación(fig.19).

Entre las producciones especiales sobresalen las imitacionesde cerámicas africanas de cocina, presentes de forma

importante en Marchena (Sevilla), los Matagallares (Bernalet alli 1998, 335 ss.) y en los talleres antequeranos (Serrano1997, 219 ss.).

Las excavaciones del Tejarillo demuestran la especializaciónde determinados alfares en materiales de construcción sobretodo y ánforas (Remesal, Revilla, Carrera, Berni 1997).

2.6.7.- Lucernas.La densa actividad cerámica de D. Bernal se centra sobre laslucernas del taller de Andújar (1993a, 207 ss.) y vuelve sobreel centro conocido del Cerro de los Mártires a través de unmolde, y de su comparación con pastas anfóricas de la misma  procedencia (1995, 147 ss.). Bernal (1993, 210) pone derelieve igualmente el centro de Córdoba (activo desde el s. I

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  Figura 17.- Cerámica de imitación de la sigillata de Peñaflor (seg.Martínez).

a.C. al I d. C.), que produjo (entre otras) formas Dr. 3, tipoAndújar, Dr. 28 y copias de las firmlanpen padanas(Strobilius) s. I d. C., asociadas a cerámicas comunes y vasosde paredes finas (Mayet XXXVII) (Marfil, Ventura, 1991;Bernal 1990-91, 151). La densidad de la forma Dr. 30B (dedisco) en la Bética, ha llevado a plantear su fabricación endicho territorio (Morillo, 1999, 109).

2.6.8.- Barniz negro.

En el alfar de Torrealta, San Fernando (Lagóstena 1996, 113)se produjeron minoritariamente imitaciones de campanienseA, juntamente con modelos de ánforas púnicas (s. II a.C.) yen el Rinconcillo cerámica de barniz negro sin especificar (Fernández Cacho 1997, 173 ss).

2.7.- Los comienzos del tercer milenio.

2.7.1.- El centro de Andujar.Parecen consolidadas las tres fases de actividad de estecentro: 1ª (Tiberio-Claudio) con  sigillata de prototiposclásicos en el repertorio itálico, influencias de las paredesfinas, producción intensa de cerámica ibérica (todavía

  pendiente de estudio), cerámica común, paredes finas ylucernas; 2ª (flavios) con formas clásicas de  sigillata,

abundante cerámica común y disminución de ibérica y paredes finas; 3ª (hasta mediados del s. II) la peor conocida,limitada formalmente. Está claro el papel motor del alfar respecto de los centros granadinos y malagueños(Sotomayor, Roca, Fernández 1999).

2.7.2.- Barniz negro.Únicamente reseñar en la Tabla redonda de Mataró laaportación de Adroher/López (2000, 152) sobredeterminadas cerámicas (sin alfares) de Almuñecar, deimitación de la A, en el s. II a. C. y la de Ventura (2000, 185)sobre un taller de barniz negro de pasta gris que debe

localizarse en el Bajo Guadalquivir y zona costera del Golfode Cádiz, según los hallazgos (Itálica, Dos Hermanas, Jerezde la Frontera, Huelva y Cádiz).

2.7.3.- Ánforas. En las ánforas salsarias (fig. 20), destacan dos monografías,la tesis doctoral de L. Lagóstena y el trabajo de R. Etienne yF. Mayet (2002). El primero aborda de forma sistemática lasindustrias conserveras en  Hispania, dedicando un destacado  puesto a la información de la Bética y trazando unaimportante visión diacrónica de los procesos productivos,  poniendo de relieve el curso seguido por las instalaciones  piscícolas y la relación mutante entre factorías y alfares,resaltando la concentración de la industria en época flavia, uncierto descenso en el siglo II d. C. y la reestructuración en los

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 Alfares y hornos romanos en Andalucía. Historiografía de la investigación y claves de lectura

siglos III y IV d. C. hasta los siglos V y VI, con laelaboración de un corpus exhaustivo de estampillashispánicas relacionadas tipológicamente.

En el segundo trabajo, se abordan la salazones hispánicasdesde el estudio de las materias primas, los centros de

 producción de salazones, la tipología anfórica, los talleres deorigen y los problemas de difusión y comercialización, presentando un primer corpus de mercatores contenidos enlos tituli en posición β        Etienne, Mayet 2002, 215 ss            así comoun repertorio de los 56 talleres de ánforas localizados hasta lafecha, precisiones que contrastan con la falta de datos fiablesdesde el punto de vista cronológico, que tienen que tomar como referencia todavía la presencia de contenedoreshispánicos en yacimientos externos bien fechados (MartinKilcher 2003, 69 ss.)(fig. 21).

También abordan Etienne y Mayet una síntesis sobre el vinohispánico (2000, 73-92) que en lo relativo a la Bética elimina

las formas Dr. 1 C y Dr. 2-4, insistiendo especialmente en lasformas Dr. 28 y Ha. 70 como genuinas de esta provincia(Carreras 2003). La incorporación de los resultados producidos recientemente (Lagóstena 1993; id. 1996; GarcíaVargas 1996; Gener et alii 1993; Villaseca, Hiraldo 1991;Villaseca 1997; Bernal 1997b; 1998) permitiría unareconsideración más amplia de los contenedores vinarios béticos.

En el terreno de las figlinas olearias, la situación ratifica lacarencia de excavaciones integrales de estos complejosmientras que los aspectos comerciales y difusores concretoshan visto la luz en la serie  Instrumenta, así el proyecto del

Testaccio (Blázquez, Remesal 2001, 2003), que cuenta ahoraademás con la espléndida monográfia de Aguilera (2002).

2.7.4.- Cerámica común. Nuévamente nos ofrece una síntesis actualizada del territoriomalacitano Serrano Ramos (2000), que detalla los centros defabricación atendiendo a los talleres del litoral (Torrox,Málaga, Vélez Málaga), y a los de la Depresión deAntequera, cuya difusión estudia en la Villa de losCastillones (Teba) y la de Manguarra y San Josécomprobando el carácter localista de la difusión de la sigillata y cerámicas comunes.

Pone de relieve la autora la simultaneidad de producciones(ánforas y cerámica común) en la mayoría de los alfares. Loscosteros dedicados primordialmente a las salazones y deforma minoritaria a la cerámica común: Torrox, Málaga entrelos ríos Guadalmina y Guadalorce (Alcazaba, Carreterías,Puente Carranque, Haza Honda), Huerta del Rincón,Secretario (Fuengirola). Los talleres del interior, queatendieron núcleos urbanos concretos, simultanearon la sigillata con la cerámica común y de construcción, con ciclosde producción distintos (Singilia Barba,  Antikaria, Teba yAlameda) y en una tercera vertiente solo se fabricaroncerámicas comunes y de construcción: Casería de laMancha(Antequera), Cortijo de las Monjas (Campillos),Bobadilla, Las Viñas (Cuevas del Beccero) y Peñarrubia(fig. 22).

 Figura 18.- Terra sigillata hispánica. Moldes del alfar del Carmen de laMuralla (Granada) (seg. Serrano Ramos).

2.7.5.- Los materiales de construcción.Siguen siendo en este momento una grave laguna (con lasúnicas excepciones de Matagallares y Venta del Carmen), a pesar de formar parte muy importante de las producciones delos alfares béticos, especialmente en los del valle delGuadalquivir y normalmente asociados a la producción deánforas (La Corregidora, Remolino, Las Delicias, Motores deMalpica, Isla de la Liñana, El Portillo, Azanaque-Castillejo,etc., Chic 2001, 53, 67, 80 ss.). Las revisiones de sellos  pueden llevarnos a importantes conclusiones, como lasderivadas del alfar del Rinconcillo en donde constatamos losmismos sellos en ánforas y ladrillos en experiencia que se

 prolonga en los hallazgos de Baelo, que permiten identificar al dominus S.C.G. que produjo ladrillos y ánforas de vino ysalazones, figurando aislado o a través de uno de susofficinatores, M. Lucretius, como expresa la fórmulaconjunta localizada en  Baelo: S.C.G. + Op(us) . M. Lucre(Beltrán Lloris 1970, ns. 355, 356). 

3.- Claves de lectura. Generalidades.El estado de las investigaciones en la Bética permite afirmar que el horno o complejo alfarero no existe aislado como unaentelequia, es un lugar en el que se concentran otras muchasactividades y que se inserta en un territorio concreto, siendoéstas las premisas que permiten su clasificaciónsocioeconómica. En función de su situación y apariencia pueden establecerse diversas clasificaciones dependientes de

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 Figura 19.- Alfares de cerámica común y de materiales de construcción.

la mayor o menor complejidad de los centros productivos yde las figlinas (asociadas o independientes) de fenómenos, políticos, económicos (tipos de explotación e implantación) ycronológicos.

Se han determinado hasta la fecha los siguientes factores atener en cuenta:

1. En lo relativo a las ánforas, los productos de consumo(aceite, salazones, vino…), cuyas áreas parecen delimitar: unterritorio costero ligado a las explotaciones pesqueras y deconservas de pescado, un territorio fluvial en torno al  Baetis ligado a la producción olearia, y zonas específicas asociadasa la producción vinaria situadas generalmente en laretrotierra. A pesar de esta especialización, vino y aceite seasocian minoritariamente a los centros de producción alfarerasalazoneros.

2. La situación geográfica de los medios de producción,caracterizados por su proximidad a las vías de comunicacióno proximidad costera, atendiendo además a la situación

natural de los sustratos arcillosos.

3. El tipo de producciones de los centros alfareros.

4. Relación de los centros de producción con los centros de  producción de bienes (en el caso de las ánforas) y núcleosurbanos o agropecuarios de los que dependen.

5. La propia estructura tipológica de los centros de producción (modelos de hornos, tipos de figlinae, estructurasasociadas).

6. La evolución en el tiempo de los distintos modelos

  productivos, desde las implantaciones del siglo I a. de C.hasta la baja romanidad, guiados por la ordenación delterritorio y según las formas de dispersión o reagrupaciónque manifiesten.

7. Las diversas formas de propiedad y gestión de las figlinae,según modelos enunciados, como el de Remesal referente alaceite (1980, 135) con variables, según se sitúen en propiedades privadas (explotadas por su dueño para envasar aceite propio; produciendo envases para si y para otros;desvinculada del fundo produciendo para otros y explotadas:directamente, por intermediario o arrendada a un conductor )o públicas (arrendadas a un conductor o regidas por un

 procurator dependiente de la administración).

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 Figura 20.- Alfares de ánforas de salazones de pescado. 

Estos factores permiten, en consecuencia, una primeraaproximación con modelos, no exhaustivos, entre los quesobresalen:

a. “Centros costeros”. Situados para llevar a cabo una salidarápida de los productos. Predominan las ánforas de salazonesentre sus producciones, pero se complementan y amortizanlas instalaciones fabricando otros productos (cerámicas

comunes y materiales de construcción) de forma estacional y para atender necesidades locales, propias o muy inmediatas.Se ligan con puertos comerciales y con vías decomunicación, especialmente marítimas. Pueden ser autónomos (Matagallares) o tener alguna dependenciarespecto de un núcleo habitado (Loma de Ceres). Son los puertos de distribución y su conexión con algunas ciudades,los que condicionan en ocasiones las instalaciones, (bahía deAlgeciras).

 b. En la misma línea estratégica se sitúan los hornos de losríos Guadalquivir y Genil, cuya navegabilidad, accesibilidady proximidad de los recursos naturales es semejante a la de

los situados en la costa. Estas figlinas pueden o no coincidir con el fundus correspondiente.

c. Hay hornos dependientes de villas, destinadasfundamentalmente a la producción vinaria y salazonera(Loma de Ceres, Molvízar, Granada).

d. “Centros urbanos”, intramuros, o situados en la inmediata proximidad de determinados núcleos habitados, que puedenabastecer a mercados regionales y especialmente a ciudadescomo sucede con las figlinas de la depresión de Antequera( sigillata, cerámica comun y materiales de construcción:

Singilia Barba, Peñarrubia, Teba) o con los de Granada. Nosuelen ser de ánforas habitualmente, pero se conocen algunosmodelos, como en Cádiz en época temprana (s. I a. C.). 

4.- Propuestas.

4.1.- Modelos de alfares autónomos . Parecen destinados a satisfacer tanto la demanda local comola regional, siendo esencial su posición geoestratégica, comolos Matagallares (Bernal et alii 1998, 97), en ladesembocadura del río Guadalfeo, presto para atender alinterior (cerámica común), así como para abastecer adeterminados centros de producción de alimentos en un radio

de acción determinado. Se explican así, en las ánforas, losgrandes centros productores de salazones sin alfaresasociados (como Sexi), al igual que el fenómeno inverso.

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  Figura 21.- Agrupaciones cronológicas según yacimientos fechados. Recopilación de Martín-Kilcher.

Estos centros tienen entre sus producciones habituales losmateriales de construcción (a veces en proporciónimportante) y las cerámicas comunes y además se constatanotras producciones como los vidrios y la cal (Venta delCarmen) (Fuentes 1998, 255 ss.) o las lucernas (Cerro de losMártires), de modo que estamos ante centros de produccióndiversificada que en la bahía de Algeciras, p. e., abastecen aCarteia, Iulia Traducta y Portus Albus.

En la bahía de Cádiz se observa el paso de la producción en  pequeños alfares de villae a una cierta industria cerámica,desligada de las actividades agropecuarias, a mediados del s.

I d. C., como sugeriría el Olivar de los Valencianos(Campano 1994, 135 ss.; García Vargas 1998, 228) o elCerro de los Mártires y Gallineras (San Fernando) (s. I d. C.)(Beltrán Lloris 1977, 104 ss.; García Vargas 1998, 164 ss ).

Destaca el establecimiento de Puente Melchor, cerca del mar y en la Vía Augusta, caracterizado por una evidenteespecialización en la producción cerámica: ánforas desalazón y vinarias, cerámicas comunes, e incluso exvotos deterracota (Pérez López et alii 1996, fig. 5), que coincide conuna etapa de crisis en la que sobreviven los talleres mejor situados (García Vargas 1998, 230 ss.).

En la Bahía de Algeciras, el Rinconcillo (Bernal 1998b, 21ss.), produjo mayoritariamente ánforas de salazones de pescado, vino y aceite, además de materiales de construcción

 Figura 22.- Morteros béticos (Seg. Serrano Ramos).

y cerámicas comunes de autoabastecimiento, pesas de telar,terracotas figuradas (Bernal 1993, 147 ss.), y cerámica de barniz negro, con presencia además de un horno de tapaderasde ánforas (Fernández Cacho 1995, 70, 195; 1997, 173 ss).

Venta del Carmen (Augusto-flavios), en la esfera deinfluencia de Iulia Traducta, produjo envases de salazones y

vinarios (Bernal 1998 a, 143 ss), además de materiales deconstrucción variados (Redondo, Borge 1998, 231 ss.) y unhorno de ungüentarios de vidrio (Fuentes 1998, 255 ss;Bernal, 1998c, 399 ss.) elementos que dan idea de ladiversificación de las instalaciones, en el momento de mayor auge de la Bahía de Algeciras (Bernal, Lorenzo 2001, 1306ss.). 

En la costa de Málaga el complejo de Huerta del Rincón,Torremolinos (Baldomero, Corrales et alii 1997, 147 ss.),  presenta hornos y estancías auxiliares propias del alfar enforma de piletas y ámbitos para el tratamiento de arcillas, produciendo desde la etapa altoimperial, ánforas salsarias y

de aceite hasta el bajo imperio. Subsidiariamente fabricócerámica común variada (cuencos decorados, fuentes,morteros, tapaderas, jarras, lebrillos, etc.).

4.2.- Modelos dependientes de Villae. Son modelos productivos de pequeño tamaño dependientes,en el caso de las ánforas, de villas agropecuarias, de  producción diversificada (vino, salazones, aceite), comoevidencian algunos ejemplos, en la cuenca del río Guadalfeo(Loma de Ceres). Este fenómeno es temprano en villae dePuerto de Santa María (Los Tercios, Las Manoteras) y PuertoReal (Santo Domingo) de Cádiz y se sitúa en la segundamitad del s. I a. C., de la mano de asentamientos itálicos que

 producen para consumo propio o bien para la venta (GarcíaVargas 1998, 220), en tendencia que se asienta en el s. I d. C.

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Este modelo de alfar en el que coinciden propietarios de predios como gestores de los alfares, se manifiesta desde elaltoimperio (Augusto) tanto en el valle del Guadalquivir como en otros ámbitos. La generalización de las marcassobre las ánforas evidencia un cambio en la gestión de estosalfares.

El grado de independencia de los alfares, respecto de lasvillae y el trabajo para terceros, depende de la demanda y delas alternativas de la difusión y el estudio epigráfico de lasestampillas. Así, el alfar del Olivar de los Valencianos (bahíade Cádiz), dependió de una villa inmediata y fabricó ánforas  para terceros, según demuestra el repertorio epigráfico(Campano 1994, 135 ss.; García Vargas 2001, 115), al igualque el alfar de Torrox (Málaga) ( Rodríguez Oliva 1997, 271ss.). También de explotación agropecuaria y marítima, es lavilla de Puente Grande (Los Barrios, Cádiz) (s. I - IV d. C.),con producción de ánforas de salazones (Bernal 2001a, 1311ss).

4.2.1.- Centros “aceiteros” del valle del Baetis.Estos centros dibujan un complejo en el que las diferentesfases de fabricación, trasvase y exportación de aceite hanoriginado el nacimiento de grandes empresas junto a lasorillas del  Baetis, en donde se ha producido una importanteconcentración de medios. Se comprueba como los alfares sesitúan en zonas ricas en arcilla y dependiendo de una villa deforma habitual (Chic 2001, 444 ss.). Algunas de las alfareríasllegaron a tener proporciones enormes (20 hectáreas de laCatria).

Entre los escasos centros conocidos el del Tejarillo produjo,

desde el siglo II d. C. al Bajo Imperio, ánforas Dr. 23 yTejarillo I-III, en baterías de hasta cinco hornos (Remesal1983, 119 ss). El centro de las Delicias de Écija (GarcíaVargas 1998; Sáez et alii, 1997; García Vargas 2001, 92 ss.),asociado a una villa, ha proporcionado un horno, vertederos,almacén y taller del s. I d. C. que fabricó ánforas Dr. 20 y devino (minoritarias) y material de construcción.

En la misma línea el centro de Azanaque (Lora del Río),  pertenece a un gran complejo y puerto de embarque, queabrigó la elaboración del aceite, la producción de ánforas,cerámicas de construcción y vajillas comunes (Romo, Vargas2001, 410 ss.).

4.3.- Modelos de dependencia urbana. Son los alfares peor conocidos, incluso en el resto de Hispania. Debieron ser sistematizados en barrios específicosy hay atisbos de figlinas de ánforas en Cádiz (Calle Javier deBurgos), Puerto de Santa María (C/ Gregorio Marañón),Málaga (Rambla, Mayorga 1997, 61 ss.) y posiblemente en  Baelo Claudia ( Etienne, Mayet 2002, 65). Determinadostalleres de  sigillata están en función de una ciudad y de suentorno inmediato:  Iliberri (Sotomayor, Sola, Coclan 1984,18), Singilia Barba, Antikaria, Alameda y Teba.

4.4.- Otros modelos.En ausencia de datos, sobre las paredes finas, por ejemplo,solo cabe recoger las hipótesis generales emitidas sobre este

tipo de talleres, que aluden primordialmente a centros de tipofamiliar o medio, por supuesto muy alejados de los centros productores de otras especies y de situación desconocida.

4.5.- Hornos de lucernas. Parece corroborarse la ausencia de oficinas dedicadas en

exclusividad a la producción de lucernas (Bernal 1990-91,155), que según los datos del Rinconcillo, Cerro de losMártires o Andújar, formarían parte de complejos mayoresdedicados subsidiariamente a dichos productos. Su difusiónse limita a las zonas vecinas salvo excepciones que seexpanden a mayor distancia como las producciones deAndújar que en lo relativo al Valle del Guadalquivir sedifunden siguiendo las pautas de la TSH y en el resto de Hispania como mercancía de compañía de otras  producciones, tal vez del aceite bético (Morillo 1992; id.1999, 102).

5.- Bases epigráficas. 

Su interpretación está en función de la especie cerámica(Beltrán Lloris 1994), siendo los modelos más espectaculareslos deducidos de las ánforas por la variedad de formulacionese información que ofrecen los títuli picti y los sellos.

5.1.- Ánforas. La epigrafía anforaria mantiene diversos niveles. En lorelativo a la forma Dr. 20, ha sido seriada por RodríguezAlmeida (fig. 23) (1993, 95 ss., id. 2001, 1287 ss. fig. 8.). Setrata de la fase de producción del envase (grafitos in ventre,in collo), el sellado nominal del ánfora como control desalida al horno, el control fiscal del ánfora y contenido (tituli picti  α, γ, y δ , y la adquisición final por el mercator  (y la

annona) (tituli picti β). De todos ellos el más complejo por su redacción y elementos, es el δ,   control oficial de lamercancía con muy variadas referencias geográficas yonomásticas (Rodríguez Almeida 1972, 125 ss.; id. 1980, 67ss. ; id. 2001, 1289. Berni 1998, 21 ss.; Remesal 1979, 386ss). En las ánforas de salazones no son coincidentes los tituli δ y  γ , que aluden, respectivamente, a los responsables,  productores o propietarios de las oficinas de salazones(Lagóstena 2001, 286 ss., 293 ss., 304 ss.) y a losdestinatarios o redistribuidores de las mercancías(Manacorda, 1977, 128 ss.; Etienne, Mayet, 1998, 214.). En posición α  determinados apelativos tienen valor onomásticoo geográfico (Lagóstena 2001, 288; Martínez Maganto 2001,1215 ss), como algunas referencias del titulus δ en las Dr. 20(Rodríguez Almeida 1972, 122 ss. Aguilera 2001, 1235.).Los grabados ante cocturam expresan diversas circunstanciasque afectan a la propia estructura del producto y del lugar defabricación (Rodríguez Almeida 1984, 254; id., 1989-90. 1ss; id. 1993, 95-106; id. 2001, 1286 ss.; Beltrán Lloris 1994,181 ss.). Entre los grafitos, los situados en posición invertidaen el bajo vientre, (Rodríguez Almeida, 2001, 1287 ss.), serefieren al primer estadio de fabricación, a la rota figulina;con fecha consular y nombres en nominativo, a los quecorresponden los verbos fecit y scripsit; finalmente el grafitoinciso in collo responde por su carácter numeral a una

sección determinada de la figlina.

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 Figura 23.- Esquema interpretativo de la epigrafía sobre las ánforas Dr. 20 (seg. Rodríguez Almeida).

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 Alfares y hornos romanos en Andalucía. Historiografía de la investigación y claves de lectura

En lo relativo a los sellos, son varias las interpretacionesatendiendo a la identificación con los propietarios agrícolas productores de los contenidos, o bien con los propietarios delas figlinae productoras de los envases (Colls, Etienne et alii1977, p. 27, nota 30) e incluso simples comerciantes deenvases (Chic 2001).

Para Remesal los sellos sobre las ánforas Dr. 20 identificanal propietario del aceite en su calidad de productor-exportador o de comprador-exportador (Remesal 1980). ParaRodríguez Almeida se trata además del control de la cocciónen el horno así como en el  portus o zona de almacenamiento(Rodríguez Almeida 2001, 1288).

Las posibilidades que expresan los sellos son distintas,atendiendo a su morfología y variedad epigráfica, quemodulan diversas fórmulas internas, según distintos nivelessociales, desde domini o institores (Di Porto 1985;Manacorda 1985; Sáez 2001)  (14 formulaciones distintas,

desde un nomen, duo nomina, duo nomina + figlina, trianomina, dominus + officinator , asociaciones, figlinas, etc.),officinatores (pueden ser esclavos) y posibles referencias alibertos.

Las fórmulas usadas transparentan diversas modalidades detrabajo que se reflejaron en la organización de los centros productores y en función de los tipos anfóricos. Los sellos enlos envases indican un proceso variado de estructuraeconómica, no siempre fácil de explicar, con una etapaanepígrafa prácticamente generalizada más allá del s. IV dela Era (Beltrán Lloris 1994, 176 ss., Berni 1996, 311 ss).

5.2.- Otras cerámicas.En la  sigillata la información es mucho más reducida. EnAndújar (con 46 oficinas) se constata la presencia de nomina(13%), duo nomina (38%) y tria nomina (47%), comosíntoma según Roca (1976, 102) de relación con productorestardoitálicos, con ausencia de cognomina griegos y exclusión por lo tanto de condiciones serviles (Mayet 1984, 44). Son por lo tanto personajes a identificar, domini o institores. Deellos destaca, en la primera generación, M. Satrus Montanus,un gran productor que dispone de vasos decorados y que  parece alquilar su horno a productores menores (Quartio yTiti Oppi) (Sotomayor 1977, 22; Roca 1998). Las oficinascompraban los punzones y solo unas cuantas fabricaron

formas decoradas (CVDAS, M.S.M., Q.S.P.). Solo se conoceuna asociación de tres productores (EX.OF.M.S.M., C.P.F., yM.T.F) (Sotomayor 1977, 17; Mayet 1984, 217), vestigiosque permiten atisbar sobre las formas de gestión y producción del taller de Andújar. En la primera generación,de jerarquización de talleres, intervienen officinatores librescon un nivel organizativo alto y capacidad de producción,servida en su difusión de largo alcance por el Guadalquivir.Las oficinas de la segunda fase, flavia (la de máximaexpansión) solo fabrican cerámicas lisas, sin indicios de  jerarquización y con simplificación del repertorio formal(Roca 1998, 117), como se aprecia también en otras familiascerámicas (ánforas). La dependencia de Granada (en sus dosfases) parece clara según el uso de punzones (de M.S.M. yQVARTIO) y moldes de Andujar (Serrano 1999, 142).

Menos expresivas son las informaciones de las reducidas  producciones de lucernas, que nos llevan igualmente a lostria nomina de la bahía de Cádiz. El resto de las cerámicasno ofrece información salvo las consideraciones generalesdeducidas de otros ámbitos extrabéticos, que aunqueayudarían ahora, nos alejarían de nuestro propósito.

Así las cosas conviene detallar varias interrogantes:

1.¿ Cual es el proceso de estampillado de las cerámicas,agrupadas por centros alfareros para observar su dinámica alo largo del tiempo?,2. ¿Cuáles son los momentos de máximo estampillado?,3.¿ Cuando disminuyen o desaparecen los sellos?,4.¿Cómo se relaciona dicho fenómeno con la mayor o menor complejidad tipológica de los recipientes?,5.¿Qué variedad de estampillas pertenecientes a distintosindividuos se aprecia por cada horno estudiado ? ¿ Cómo seexplica este fenómeno cronológicamente?

6.- Líneas de desarrollo cronológico.Desde las ánforas, hay una base de tradición púnica quesubyace a determinados territorios, como muestra el centrode Pery Junquera (San Fernando) (s. II a. C.), sobre el queincide el mundo romano, culminando el proceso de tránsitoen la época tardorrepublicana. La bahía de Cádiz, osciladesde los centros iniciales (final del s. I a. C.) asociados a lasvillae hasta los centros industriales en pleno funcionamientoa mediados del siglo I d. C., el  floruit  económico de laBética.

En la Bahía de Algeciras, los centros mejor documentados, el

Rinconcillo y las Ventas del Carmen cesan a mediados ofinales del s. I , siendo una incógnita los alfares del siglo II d.C. (Bernal 1998b, 37), que se ha explicado como laindividualización de un modelo de taller flavio-antonino(Lagóstena 2001, 281 ss.), siendo la tipología anfórica unindicio de la mayor o menor complejidad y atomización delos centros productores. Según García Vargas (2001, 119ss.), a la (relativa) variedad inicial sucede en la segundamitad del siglo I d. C. una mayor estandarización en los tiposde ánforas, que se ha interpretado como un proceso crecientede mayor “industrialización” (intervención de la  Annona,incremento de sellos desde el s. II).

Según conclusiones de Bernal, en la costa granadina,observamos una evidente prosperidad entre los siglos I y IIId. C., con un momento de especial intensidad en el siglo IIIcon  figlinae normalmente activas hasta el siglo IV d. C.Durante el siglo III d. C. en la costa bética salazonera, se haseñalado un cierto continuismo bajo mínimos históricos, condiversas fluctuaciones (Lagóstena 2001, 317), en ritmos productivos que se recuperan en el s. IV, en muchos casosimpulsados por núcleos urbanos de enorme potencia, comoMalaca. Esta continuidad se constata en el siglo V d. C.según los contextos arqueológicos de determinadas factorías(Onuba, Gades, Baelo, etc.) y con un cierto continuismo sinniveles de intensidad en la VI centuria (Lagóstena 2001, 331ss.).

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Miguel Beltrán Lloris

En lo relativo al ánfora Dr. 20, los hallazgos permiteninterpretar que los propietarios de determinados dominios producían en pequeños alfares para sus propias necesidades,acompañándose de un comercio exportador reducido(primera mitad del s. I d. C.). Desde los flavios la intensadifusión del aceite bético, provocó un enorme incremento de

la producción, con la conversión de determinados centros enauténticos talleres (Las Delicias, Casilla de Malpica, etc.). Seha anotado por Chic que a mediados del siglo II d. C., está  produciendo el 75% de los alfares del valle medio delGuadalquivir, mientras que a mediados del III d. C., es soloel 55%, circunstancias que dejan ver la concentración de la  propiedad y el intervencionismo estatal. Estos grandescentros parecen desvincularse a nivel de gestión, de laactividad de los fundi correspondientes.

Las producciones de  sigillata y cerámicas comunes de mesade Andújar se estructuran en tres fases (Tiberio-Claudio,flavios, s. I-II). Sus estímulos ponen en marcha los talleres de

Granada y los malagueños, cuyo periodo de vida correspondea la segunda mitad del s. I, cesando en el s. II debido a laconcurrencia de las cerámicas africanas, que provocarán las  producciones locales de imitación en determinados alfaresdel Guadalquivir y costas granadina y malagueña. Para elrestos de las producciones béticas faltan elementos decisorios(lucernas, paredes finas, etc.).

7.- Tipologías arquitectónicas.Entre los diversos elementos que caracterizan la existencia deuna figlina, son los hornos las estructuras mejor identificadasy las que han despertado mayor interés entre losinvestigadores (Sotomayor 1997; Fernández Cacho 1995, 70

ss.; Lagóstena 1996, 150).

7.1.- Hornos principales (fig. 24).La tipología establecida sigue girando en torno a modelos encuyos antecedentes intervienen tradiciones prerromanas(Etienne, Mayet 2002, 152 ss.; Baena 1997, 98 ss.; De Frutoset alii 2000, 37 ss.) y cuya seriación cronológica ydependencia todavía no se ha establecido de forma clara,aunque determinados modelos de planta circular semantienen hasta el Bajo Imperio (García Vargas, 2001, 95,fig. 12). Las dos formas generales siguen establecidas entorno a la cámara de combustión circular o elíptica (Cuomo1971-72, tipo I; Sotomayor 1997, tipo 1) o de planta

cuadrada/rectangular (Cuomo tipo II; Sotomayor tipo 2).Entre las formas dedicadas a las ánforas y materialsecundario (común y construcción) sobresalen: el tipocircular de pilar central (Ia) (Fuengirola y Málaga) decolumna central y arcos radiales (variante Ia´) frecuente enlas bahías de Cádiz (Lagóstena 1996, 146) y Algeciras(Loma de Chorrillo, Vejer de la Frontera, Puente Melchor,Venta del Carmen, etc.); el horno circular de arcos paralelos(tipo Id, Ie), además de la Lusitania, se documenta (ánforas ycerámica común) en la Bética oriental en Málaga (Faro deTorrox, Almayate Bajo, Torre del Mar, Peñarrubia) y enalgún caso en el ámbito gaditano (Puente Melchor), en dondela fórmula puede ser ciertamente antigua (Pery Junquera, SanFernando (González Toraya et alii 2001, 175 ss.); otravariante mantiene columna central y bóveda anular ( similis 

 Figura 24.- Modelos de hornos de Puerto Real (A), Jerez de la Frontera (B) y el Rinconcillo de Algeciras (C) y reconstrucción del alfar de las Cinco

 Llagas de Sevilla (seg. García Vargas).

Ia) en los hornos de ánforas Dr. 20 de Almodóvar del Río (dela Peña 1967, B, C, E), Alcotrista, etc..

Destinados a la  sigillata y producciones secundarias son: eltipo de pilastra central (Ia, 1.1) de Andújar (4 hornos), el tipocircular de corredor central (Id ), según el horno 10 de laCartuja (Granada) y otro de Teba, y de planta cuadrada ycorredor central (IIb, 2.1) de Granada y Peñarrubia, con lavariante de doble corredor (IId, 2.2) en Granada.

A la cerámica común se dedicaron estructuras de forma Ib

(Huerta del Rincón, Torremolinos y Marchena, Sevilla)(fig.25) y IIb (Bobadilla y Peñarrubia, Málaga) y a las tejas yladrillos, estructuras rectangulares (Cruz Verde. Brenes)(Ponsich 1974, 108).

Los sistemas de producción solían asociar grupos o bateríasde hornos en función de las producciones y sus ciclos, sobretodo en el caso de las ánforas (cinco del Tejarillo, y elHospital de las Cinco Llagas, series de  Arva, baterías delCerro de los Mártires, etc.).

7.2.- Hornos secundarios. Se localizan estructuras de hornos de pequeñas dimensiones

asociadas a producciones secundarias de los centrosalfareros, como la de tapaderas del Rinconcillo de Algeciras.

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7.3.- Otros ámbitos constructivos y produccionessecundarias. Además de las estancias de significado confuso se hanidentificado espacios singulares en estos complejos:alojamientos de trabajadores (Casilla de Malpica) (Remesal2001, 385; Chic 2001, 115), estancias con pasillo

comunicado con el horno (Puerto Real, Gallinero)(Campano, 1994, 136), estancias vestibulares respecto de loshornos (Venta del Carmen, Hospital de las Cinco Llagas)(Bernal, Lorenzo, 105 ss.; García Vargas 2001, fig. 38),almacenes (Huerta del Rincón, Matagallares) (Baldomero,Corrales et alii 1997, 149, fig. 2A), lotes de ánforasreservadas (Villanueva) (García Vargas 1999), silos dearcillas (Azanaque) (Romo, Vargas 2001, 408 y 410), piletasde decantación y elaboración de arcillas (Huerta del Rincón,Azanaque) (Baldomero, Corrales et alii 1997, 149, 150, figs.2E, 3 I), superficies de secado (Azanaque, Olivar de losValencianos) (Romo, Vargas 2001, 409; Chic 2001, 140),estructuras relacionadas con el suministro hidráulico (Huerta

del Rincón, Venta del Carmen) (Bernal, Sánchez 1998, 121ss.; Baldomero, Corrales et alii 1997, 149, fig. 2E; Romo,Vargas 2001, 409; García Vargas, Lavado 1995, 217;Jiménez Cisneros 1971, 143 ss.; Lazarich et alii 2001, 207),espacios para el torneado de piezas (Baldomero, Corrales etalii 1997, 150), algunos con rueda de alfarero como en elCastillejo (Chic 2001, 226), vertederos (Bernal, Sánchez1998, 145), almazaras (Azanaque) (Romo, Vargas Jiménez2001, 409 ss.; Chic 2001, 213), depósitos para el aceite  prensado (Chic 2001, 53) y otras producciones cerámicas,además del utillaje alfarero.

8. Algunas necesidades.

Para concluir, se pueden señalar algunas necesidades:

a. El estudio intensivo de las estructuras identificadas comocomplejos alfareros, ahondando no solo en los hornos comotales, sino en todos los establecimientos o formasarquitectónicas secundarias.

  b. Excavaciones en los alfares cuyo contexto estratigráfico, permita seriaciones cronológicas fiables, independientementede la propia cronología cerámica. El vacío es acuciante en loreferente a los centros olearios del Betis y a los alfares de lossiglos tardíos (ss. IV y V ante todo).

c. La caracterización petrológica exhaustiva por centros de producción corroborada por análisis químicos.

d. El estudio macroeconómico de todos los hallazgos,determinando las producciones principales y las secundariasde las figlinas y detallando cronologicamente los ciclos  productivos de las distintas especies (ánforas, sigillata,cerámicas de cocina y mixta, materiales de construcción…)que deben obedecer a estímulos diversos.

e. Cartas de distribución por alfares y producciones paradiscernir y clasificar los centros desde el punto de vista local(cerámicas comunes sigillata malagueña), regional o de grandifusión ( sigillata de Andújar) o transmarino (aceite,salazones).

 Figura 25.- Horno de cerámica común de Marchena (Sevilla) (seg. RomeroMoragas).

f. El estudio conjunto y exhaustivo de la epigrafía asociada acada de las producciones de los centros productores, paradiseñar la trayectoria económica y las fórmulas de producción ensayadas a lo largo de su historia.

g. Una mejor definición y estudio de las producciones decerámicas comúnes y de construcción de los hornos delGuadalquivir, constatadas superficialmente en numerosos puntos.

h. El estudio comparado entre las producciones agrícolas y  piscícolas y las alfareras, para determinar el grado deconcordancia y dependencia entre ambos, como el abandonosalazonero a finales del s. I de la Era, al que parececorresponder determinados centros productores de ánforas.

i. La comparación entre los contextos lusitanos y béticos paraentender la competencia entre ambos territorios salazonerosy el auge o declive de algunos en función de la ascensiónlusitana que parece dibujarse en determinados momentos.

  j. El estudio sistemático de los procesos de producciónanfórica en época julioclaudia, la concentración industrial ytipológica de la etapa flavia, así como la indefinición que parece afectar a los envases a finales del siglo II d. C.

k. El proceso productivo de los talleres de  sigillata ycerámica común de Andújar, Granada y Málaga y su cese enel s. II como consecuencia de la concurrencia de producciones africanas.

l. Estudio detenido de los procesos de estandarización deformas ( sigillatas, ánforas, desaparición de paredes finas…)

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en la etapa flavia, coincidentes con un fenómeno deconcentración y cambios en la gestión y difusión de los productos.

m. Entre las carencias, falta la localización de numerosos  productos tenidos como béticos, sin alfares hasta la fecha:

Paredes finas, atribuidas al Golfo de Cádiz y a Córdoba,(formas Mayet XXXIV y XXXVI-XL especialmente);lucernas de Cádiz, Córdoba e Italica.

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 Alfares y hornos romanos en Andalucía. Historiografía de la investigación y claves de lectura

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 Alfares y hornos romanos en Andalucía. Historiografía de la investigación y claves de lectura

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Miguel Beltrán Lloris

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