Alonso Ana - La Llave Del Tiempo 03 - La Ciudad Infinita

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinita

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaANA ALONSO Y JAVIER PELEGRN PELEGRN

LA CIUDAD INFINITALIBRO

3 DE LA LLAVE DEL TIEMPO

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinita

NDICE

Argumento.............................................................4 Prembulo..............................................................5 Captulo 1. La tormenta.........................................6 Captulo 2. Jade....................................................16 Captulo 3. De la tierra a la luna..........................28 Captulo 4. Black Edn.........................................51 Captulo 5. Las ruinas de Endymion ....................65 Captulo 6. La Torre de los Alquimistas................83 Captulo 7. El plan de los ictios..........................106 Captulo 8. A borde del Ophir.............................121 Captulo 9. El Auriga del Viento.........................140 Captulo 10. Biblis..............................................157 Captulo 11. La Ciudad Infinita...........................178 Captulo 12. Las mariposas del Edn.................199 Captulo 13. El sueo de Hiden..........................219 Captulo 14. El Crculo de Piedra........................234 Captulo 15. La sombra de Aedh........................249 Captulo 16. El sitio de Arendel..........................261 Captulo 17. Sol 16 de capricornus....................270 Captulo 18. El ritual del silencio........................285 Captulo 19. La carta..........................................297 Breve historia de Uriel y las colonias extraterrestres...................................................304

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinita

ARGUMENTO

La Ciudad Infinita es la tercera entrega de La llave del tiempo, una serie que combina la fantasa y la ciencia ficcin para crear un universo nuevo en el que el misterio y la aventura no tienen lmites. Despus de sus peripecias en la ciudad de Medusa, Martn y sus compaeros emprenden un largo y arriesgado viaje hacia Arendel (la Ciudad Infinita, edificada en Marte), donde deben llevar a cabo su prxima misin. All tendrn que enfrentarse, una vez ms, a las siniestras maquinaciones de la Corporacin Ddalo, que contina persiguindolos. Mientras tanto, en el gran edificio de la Doble Hlice, est a punto de celebrarse una reunin que cambiar para siempre el destino de la Humanidad. Pero un nuevo peligro acecha a Martn: un enemigo capaz de todo con tal de destruirlo A menos que alguien se lo impida!

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinita

PrembuloEn 2121, la Corporacin Ddalo, una de las nueve multinacionales que dominan el mundo, logra reunir a Martn, Jacob, Selene y Casandra, cuatro jvenes con un sistema inmunolgico que los hace invulnerables frente a cualquier enfermedad. A cambio de su colaboracin para la produccin de vacunas y sueros curativos, Ddalo les ofrece un brillante futuro en una isla paradisaca... Sin embargo, tras su aparente generosidad, la Corporacin oculta un oscuro propsito. Dispuestos a desenmascararla, los cuatro jvenes, ayudados por su amiga Alejandra, consiguen huir de la isla con un valioso objeto formado a partir de las cpsulas que la Corporacin Ddalo les ha extrado de sus propios organismos. Ese objeto es la llave del tiempo, y los jvenes esperan que pueda ayudarlos a desvelar la verdad sobre su enigmtico origen. Para ello, tendrn que seguir las instrucciones de la rosa de los vientos y viajar al planeta Marte... Lo lograrn? .

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinita

Captulo 1. La tormentaDesde uno de los acantilados ms elevados de la ciudad mediterrnea de Azur, dos hombres observaban en silencio el rpido progreso de la tormenta, que, en pocos minutos, haba congregado una amenazadora masa de nubes negras sobre el mar, un momento antes sumido en la ms profunda calma y ahora, de pronto, encrespado hasta el horizonte. El bochorno inmvil de la tarde haba dado paso a una brisa hmeda y sofocante en la que danzaban las primeras gotas de lluvia, y, cuando el resplandor del primer relmpago ilumin por un instante la superficie opaca y oscura de las aguas, el ms joven de los observadores estir perezosamente los brazos y se volvi hacia su acompaante con cara de aburrimiento. Qu ocurre, no te gustan las tormentas? pregunt este con una sonrisa. Son uno de los espectculos ms inquietantes de la naturaleza... Es cierto, pero yo no he venido aqu a contemplar el paisaje contest el otro en tono desabrido. Cre que le interesaba la informacin que le he trado, pero empiezo a pensar que me he equivocado. El rostro de su interlocutor se endureci repentinamente. Lo que no me interesa, Deimos, o comoquiera que te llames, es que me vuelvas a engaar. Ya lo hiciste una vez... por qu tendra que fiarme de ti? Ni siquiera debera haberte recibido. Al menos, podra escucharme. Ya le he dicho que no soy Deimos, sino su hermano gemelo Aedh. El tatuaje del hombro nos distingue. El tatuaje, s; ya me haba fijado. El smbolo de la corporacin Uriel... De verdad crees que te puede servir de carta de recomendacin conmigo? Las mejillas de Aedh adquirieron una vivida tonalidad rojiza. Yo no tengo nada que ver con esa corporacin dijo secamente. En el lugar de donde yo vengo, ese smbolo significa otra cosa... Esccheme, Hiden, se lo ruego. Le aseguro que no se arrepentir. En este momento necesito su ayuda, pero usted tambin se beneficiar con la ma; ms, incluso, de lo que se imagina... Qu puede perder? El aludido hizo un vago gesto de resignacin con los brazos. A juzgar por la expresin de su rostro, se estaba divirtiendo mucho con la impaciencia de su joven visitante. Est bien, entremos dijo, echando una ltima mirada al mar antes de comenzar a caminar hacia la lujosa casa que dominaba el acantilado. Cuanto antes terminemos con esto, mejor.

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaEl joven que responda al nombre de Aedh lo sigui en silencio por el sendero de gravilla que atravesaba el csped hasta una entrada lateral de la mansin, construida casi enteramente en un material recientemente desarrollado y conocido como vidrio orgnico. Hiden se sacudi maquinalmente el polvo de los zapatos y, sin mirar atrs ni una sola vez, se adentr en una amplia habitacin cuyo elemento decorativo ms destacable era un estanque cuadrado con un mosaico de motivos azules en el fondo. Las paredes de cristal de la sala y su escaso mobiliario le conferan el aspecto de un gran acuario semivaco. Hiden se dirigi al rincn ms alejado de la estancia y se arrellan en un mullido sof de cuero blanco instalado frente a una chimenea de ladrillo, que en aquel momento estaba apagada. Tras una ligera vacilacin, Aedh se sent en un incmodo silln de patas doradas situado junto al sof. Ten cuidado con ese silln le recomend su anfitrin; es una antigedad veneciana del siglo XVIII, tiene muchsimo valor... Mire, si est tratando de impresionarme, pierde usted el tiempo repuso Aedh con impaciencia. Su ostentosa manera de vivir no significa nada para m. Yo vengo de un mundo donde se valoran otras cosas, no estas ridiculeces. Hiden arque las cejas en un gesto de incredulidad. A pesar de sus esfuerzos por mostrarse irnico y distante todo el tiempo, era evidente que las palabras de Aedh comenzaban a interesarle. De veras? Y de dnde vienes t, si puede saberse? pregunt sonriendo. Dnde est ese lugar tan diferente del universo conocido? Que yo sepa, en todo el planeta se valoran las cosas caras... Oiga, no he venido a verlo para hablar de m; ya habr tiempo para eso ms adelante. Cre que estara interesado en atrapar a esos cros, los que se escaparon de su isla: Martn, y los otros... Ya me figuraba que iramos a parar a eso. Pero todava no me has dado ninguna buena razn para confiar en ti. T y tu hermano tenis una deuda conmigo, una deuda muy elevada... Necesito muy buenas razones para olvidarme de ella, creme. Yo s dnde estn los fugitivos; s quin les ayuda y adonde se dirigen. Todo lo que le pido es que compruebe que digo la verdad. Me quedar con usted hasta que eso ocurra; de esa forma, si al final se demuestra que he mentido, me tendr a mano para pedirme cuentas. Pero, si estoy en lo cierto, tendr que comprometerse a hacerme un favor: quiero que me lleve al mismo lugar al que van ellos. Sin su ayuda no podr conseguirlo. Est bien; estoy dispuesto a escucharte dijo Hiden despus de un breve silencio. Pero yo tambin tengo una condicin: quiero que contestes a todas mis preguntas, no solo a lo que a ti te d la gana. Y ms te vale decir la verdad. Si compruebo que me has mentido, no me andar con contemplaciones... Dnde estn? Dnde han estado escondidos

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitatodo este tiempo? Han estado en Medusa, bajo la proteccin de George Herbert repuso Aedh con lentitud. La respuesta pareci sorprender sobremanera a Hiden. Vaya, eso s que no me lo esperaba reconoci chasqueando la lengua; el viejo Herbert... Siempre ha sido un cobarde; qu le habr hecho cambiar a estas alturas? El sabe que no puede enfrentarse a m. Si yo quisiera, barrena su pequea corporacin de la faz de la Tierra en pocos meses. Claro que tiene algunos aliados, pero, an as... cmo ha podido atreverse a desafiarme de este modo? Supongo que se senta en deuda con esos chicos apunt Aedh. Por no haber ayudado al padre de Martn cuando tuvo ocasin? S, tal vez; eso sera tpico de Herbert... La culpabilidad siempre le ha perseguido desde entonces. Creo que, en el fondo, dara cualquier cosa por reescribir el pasado; si pudiera hacerlo, renunciara a su liderazgo al frente de Prometeo y se unira a los militantes antiglobalizacin, a los que en otro tiempo dio la espalda. Yo no me refera a eso le interrumpi Aedh. Creo que, ms bien, se siente responsable de esos cros. Al fin y al cabo, de no ser por l, nunca habran llegado hasta aqu. Hiden lo mir con evidente perplejidad. Qu quieres decir? pregunt, impaciente. Estoy harto de misterios. Quieres ir al grano de una vez? Por qu se siente Herbert responsable de esos chicos? Bueno, sin duda recordar que los cuatro nacieron en Medusa, la ciudad de la corporacin presidida por Herbert. Y en el mismo da, por aadidura; fue usted mismo quien lo descubri... Entonces, es lo que yo supona: Un experimento de Prometeo, verdad? Crearon varios bebs transgnicos con una capacidad inmunitaria totalmente fuera de lo corriente... Se equivoca, Hiden. Las cosas no ocurrieron as. Herbert no tiene ninguna responsabilidad directa en las anomalas genticas de esos chicos. El tan solo puso los medios para traerlos aqu... Ha odo hablar de la esfera de Medusa? Hiden mir un instante al techo, como tratando de hacer memoria. S, ya me acuerdo murmur. Una vieja chifladura de Herbert... Intentaba construir una mquina del tiempo, o algo as. Cuando me enter del asunto, hace muchos aos, recuerdo que consult a mis propios expertos, y que todos, sin excepcin, me confirmaron lo que yo supona; es decir, que el proyecto no tena la menor posibilidad de salir adelante. l era consciente de ello, naturalmente; pero, an as, la construy, incluso sabiendo que no llegara a funcionar nunca... Fue un fracaso estrepitoso

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitapara Prometeo; una inversin multimillonaria tirada a la basura. La corporacin tuvo que recortar sus presupuestos en otras reas de investigacin mucho ms rentables, y todo para financiar el capricho de un viejo loco. Me sorprende que no perdiese en aquel entonces el control de la compaa; hubo mucho descontento entre su gente, la mitad de sus cientficos abandonaron Medusa en aquella poca... La mquina funcion dijo Aedh con brusquedad. Funcion, y el resultado fue la llegada de esos cuatro cros a Medusa. Venan del futuro, de un futuro muy lejano para ustedes... Ao 3075. De ah todas sus rarezas, sus peculiaridades genticas... Hiden se haba puesto intensamente plido. No puede ser musit, mirando a su interlocutor con fijeza. La mquina funcion? Pero eso es imposible, se habra sabido... Ni el propio Herbert se enter, en su da. Fueron los hombres del futuro los que la hicieron funcionar... Encontraron la esfera, la repararon y enviaron a esos nios. Saban, por los archivos de la ciudad, que ese da en concreto se haba producido una avera en las incubadoras de Medusa, y aprovecharon la circunstancia para sustituir a cuatro de los nios fallecidos por sus propios enviados. Al menos, as es como creemos que sucedi... Creis?. Quines lo creis? Y cmo sabes t todo eso, Aedh? No podas estar all cuando ocurri... Es imposible, eres demasiado joven. En aquella poca, t debas de ser un nio... Yo tambin procedo del futuro afirm Aedh sonriendo. Llegu en otra expedicin posterior, del mismo modo que los chicos; es decir, utilizando la esfera. Llegamos juntos, mi hermano y yo. Hiden clav la vista en el suelo. Pareca tan aturdido como si acabase de recibir una pedrada. Eso es una locura murmur. No puede ser. Mis expertos me lo repitieron miles de veces: Los viajes en el tiempo no son posibles... Bueno, sus expertos tenan razn, hasta cierto punto. Con la tecnologa existente en la actualidad, la mquina del tiempo no poda funcionar. Pero dentro de mil aos, la tecnologa habr avanzado lo suficiente como para superar los pequeos problemas que se encontr George Herbert al intentar que su esfera funcionase. Hiden sacudi la cabeza varias veces sin dejar de mirar al suelo. No. No es posible repiti mecnicamente, como si estuviese distrado. Hacen falta cantidades ingentes de energa gravitatoria negativa... Un verdadero disparate. Aedh se encogi de hombros e hizo una mueca de desdn. No cre que fuese usted de esa clase de personas que se niegan a aceptar los avances del conocimiento humano dijo. Me decepciona,

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaHiden... Por primera vez en varios minutos, Hiden alz los ojos hacia l. Pero es que no lo entiendo, Aedh. Me parece absurdo dijo lentamente. Si es cierto lo que dices, qu sentido tendra? No s qu quiere decir repuso Aedh con una sonrisa burlona. Le parece que no tiene sentido viajar en el tiempo, cuando se sabe cmo hacerlo? No es eso. Pero quiero saber por qu habis elegido nuestra poca... Para qu, Aedh? Para qu habis venido? pregunt Hiden mirando al joven con fijeza. Aedh tard unos segundos en responder. Bueno, mi hermano y yo hemos venido para vigilarlos a ellos, a Martn y los dems dijo finalmente. El pueblo de los ictios, que fue el que los envi, est empeado en desvelar los misterios que envuelven ciertos acontecimientos cruciales en nuestra Historia y que, segn los fragmentarios archivos que han llegado hasta nosotros, estaran a punto de producirse. Ellos quieren estar presentes en esos acontecimientos, y nosotros queremos... bueno, queremos saber qu es lo que averiguan. Grandes acontecimientos histricos... Y dices que estn a punto de producirse? pregunt Hiden, presa de una viva agitacin. Tienes que explicarme todo eso ms despacio, chico; es fascinante lo que me dices... De modo que est a punto de suceder algo trascendental, algo que cambiar el destino del gnero humano? Es maravilloso... Y t vas a decirme de qu se trata, por supuesto. Quiero estar en primera fila cuando eso ocurra, sea lo que sea. An ms; quiero participar, quiero ser el protagonista de ese cambio... Hiden se detuvo al percibir la expresin de alarma que poco a poco haba ido intensificndose en el rostro de Aedh. Est yendo usted demasiado lejos dijo el muchacho sombramente . Veo que me he precipitado al contarle todo esto... Pero ya no tiene remedio. En todo caso, no lograr sacarme una palabra ms sobre este asunto. Si quiere localizar a los chicos de Herbert, puedo ayudarle a hacerlo; pero no espere ninguna otra cosa de m. Comprendiendo que haba dejado traslucir con demasiada claridad el inters que haban despertado en l las palabras de Aedh, Hiden prefiri no insistir. Lo principal, por el momento, era no perder la confianza del joven y mantenerlo a su lado. Ya surgiran otras oportunidades para seguir sacndole informacin. Perdona, chico, me he dejado llevar por el entusiasmo dijo, sonriendo a modo de disculpa. Pero tienes razn, supongo; es mejor no interferir en el curso de la Historia utilizando informacin privilegiada. Ni siquiera estoy seguro de que pueda hacerse, adems. Y, si es posible, debe de resultar muy peligroso... A decir verdad, nunca haba reflexionado

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaa fondo sobre las consecuencias de los viajes en el tiempo. Pero vosotros debis de saber lo que estis haciendo, no? Me figuro que vuestros viajes no provocarn ningn cataclismo... Nosotros no podemos cambiar la Historia afirm Aedh en tono cansado. Ningn viajero del tiempo puede hacerlo... Los momentos temporales no se repiten; este da, por ejemplo, no ha transcurrido dos veces, una conmigo aqu y otra sin m... No; este da solo transcurrir una vez, y se da la circunstancia de que yo estoy presente en l; pero nada ms. Entonces, es imposible cambiar el pasado... Eso es, al menos, lo que creen la mayora de los especialistas, en mi poca y en la suya. Hay algunos, sin embargo, que piensan que, cada vez que se produce una alternativa en el curso de los acontecimientos, el Universo se bifurca; se crearan dos universos paralelos, dos espaciotiempos distintos... Pero sera imposible pasar de uno a otro, de modo que, en la prctica, esa posibilidad no tiene, para nosotros, ninguna consecuencia. S, creo haber ledo algo sobre eso, hace tiempo. La verdad es que las dos posibilidades resultan un tanto... cmo dira yo? Turbadoras... Pero tienes razn, Aedh. Aunque todo esto es muy interesante, no debemos apartarnos de nuestro objetivo principal. T has venido a decirme cmo capturar a los chicos. Qu es lo que sabes? Siguen en Medusa? Se fueron hace algunos das, y ahora mismo ignoro dnde estn; pero s s, en cambio, adonde piensan dirigirse en los prximos meses... Recuerda usted las cpsulas que les extrajeron a Martn y a los dems durante su estancia en el Jardn del Edn? Desde luego que me acuerdo repuso Hiden apretando los puos. Fue una gran decepcin para nosotros... Nunca conseguimos abrirlas. Despus, ellos nos las robaron... Las cuatro cpsulas unidas forman un artilugio que nosotros denominamos la llave del tiempo. Es un instrumento capaz de hacer funcionar la esfera construida por Herbert. Pero, adems, contiene informacin muy valiosa, ya que est diseado para indicarles a esos cuatro en qu lugares y momentos deben estar presentes con el fin de presenciar lo que los ictios creen que pueden ser grandes acontecimientos de la Historia. El caso es que el lugar sealado por la llave para la prxima cita se encuentra en Marte, en el gran edificio de la Doble Hlice. Tienen que estar all dentro de cuatro meses y medio, aproximadamente. De modo que ya sabe dnde puede capturarlos. Hiden permaneci en silencio unos instantes, escuchando, al parecer, el ruido de la lluvia y los truenos que, de cuando en cuando, desplomaban su estruendo sobre la costa. Pero no ser necesario esperar tanto tiempo dijo finalmente volvindose hacia Aedh. Si estn con Herbert, podremos atraparlos

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitamucho antes... Tienes idea de cmo piensan llegar hasta Marte? Saben que yo les busco, y que en el Planeta Rojo mis comandos operan con mayor libertad an que en la Tierra... Lo nico que s es que no piensan utilizar las naves de Prometeo para el viaje. Por lo visto, no quieren seguir comprometiendo a Herbert... De todas formas, hay otras maneras de llegar a Marte, y, en mi opinin, sera absurdo tratar de impedirles el viaje. Lo importante es tenerlos vigilados, averiguar lo que estn haciendo... Y luego, en el momento apropiado, cogerlos. El nico problema, Aedh, es que t y yo probablemente no coincidamos a la hora de decidir cul es el momento apropiado. Por mi parte, no voy a engaarte; el momento apropiado ser la primera ocasin en que los tenga a mano. No voy a montar un dispositivo para impedir el viaje, porque ser mucho ms fcil cogerlos en Marte, donde el ejrcito de Ddalo no tiene que dar cuenta de sus actividades a ninguna federacin transnacional... Pero en cuanto me sea posible, Aedh, los coger; de eso no te quepa la menor duda. Aedh ri brevemente. Es usted optimista por naturaleza, Hiden. Parece haber olvidado que esos cros ya han conseguido escapar de Ddalo en varias ocasiones... La ltima no cuenta le interrumpi Hiden mirndolo con hostilidad. No lo habran logrado sin vosotros. El rostro de Aedh, de pronto, adquiri una gravedad casi solemne. Menosprecia usted a esos chicos, y se equivoca al hacerlo dijo en tono de advertencia. Cre que, a estas alturas, ya se habra dado cuenta de que sus poderes estn muy por encima de los de cualquier humano normal. Acurdese de Jacob, del modo en que logr introducirse en su mente para provocarle la visin del laberinto. Y de Selene y su forma de manipular el ordenador central del Jardn del Edn... Hiden hizo un gesto de impaciencia con las manos. Todo eso es cierto, pero no dejan de ser humanos dijo. Un ser humano siempre es vulnerable; siempre tiene un punto dbil... Y, adems, son solo unos adolescentes! Carecen de experiencia, no conocen el mundo... Todo eso juega a nuestro favor. Est bien dijo Aedh mirndole con un destello de irona. Si quiere arriesgarlo todo por un exceso de confianza, es su problema. Pero debera ser ms cauto. Sus hombres no conseguirn atrapar a esos chicos. Es cierto que ellos carecen de experiencia, pero tienen unas capacidades innatas increbles. Y, adems, cuentan con la ayuda de mi hermano Deimos. l s conoce el mundo: el nuestro y el de ustedes. No olvide que Deimos y yo hemos vivido del contrabando en Calcuta-Madras. Esa es una buena escuela para un fugitivo, no me lo negar... Por primera vez, Hiden pareca dubitativo.

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaPero no es solo eso continu Aedh. Deimos sabe mucho ms de las capacidades de esos cuatro que ellos mismos. Les ensear cmo sacar el mximo partido de ellas, y entonces resultar mucho ms difcil vencerlos. La mscara virtual de Hiden adopt una expresin interrogante. Un momento: Cmo es que Deimos est con ellos? pregunt con desconfianza. Aedh se qued largo rato mirando la superficie plomiza del mar sin responder. Era evidente que no deseaba ahondar en el tema. Sin embargo, en esta ocasin Hiden estaba dispuesto a insistir cuanto fuera necesario para averiguar lo que haba detrs de aquella sorprendente informacin. Supongo que os habis dividido el trabajo, no es as? l los vigila de cerca mientras t recurres a m para asegurarte de que sern atrapados cuando llegue el momento... Se equivoca le interrumpi Aedh, sonriendo con amargura. Deimos est de su parte... No era ese el plan inicial, pero algo le ha hecho cambiar de opinin, y ahora est con ellos, decidido a ayudarles hasta las ltimas consecuencias, aunque para ello tenga que enfrentarse a su hermano. Pero esa no es la cuestin, Hiden continu secamente. La cuestin es que yo tambin puedo influir en esos chicos. Conozco sus capacidades tan bien como Deimos, si no mejor... Tanto Deimos como yo tenemos prtesis neurales que nos permiten acceder directamente a sus mentes. Yo lo he hecho ya, con Jacob... Y puedo volver a hacerlo cuando quiera. Al ver la expresin confusa de la mscara de Hiden, Aedh aadi con impaciencia: Lo que le estoy diciendo es que puedo ayudarle. Sin m, no conseguir cogerlos. Con mi ayuda, todo le resultar bastante fcil. Lo nico que le pido a cambio es que me lleve a Marte. Yo tambin quiero presenciar ese supuesto acontecimiento histrico, si es que se produce. Ese es tu precio, entonces? Ese es mi precio. Y algo ms: no quiero que le hagan dao a mi hermano. Puede que estemos distanciados ahora mismo, pero eso es algo que tenemos que solucionar entre nosotros. Hiden pareci meditar durante un momento la oferta de Aedh. Estaba claro que no se fiaba demasiado del joven, despus de la forma en que l y su hermano le haban engaado en el aeropuerto de Nara. No quera caer por segunda vez en una trampa... Pero, por otro lado, qu poda perder intentando lo que Aedh le propona? Llevarle a Marte no supona ningn problema para Ddalo, y adems le permitira tenerlo controlado. Y en cuanto a la historia de la pelea con su hermano.. . El tono dolido de Aedh le haba sonado sincero.

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaMientras Hiden meditaba, Aedh espiaba con ansiedad la expresin de su rostro. Haba exagerado a propsito su capacidad de influencia sobre los cuatro fugitivos de Ddalo; despus de su pelea con Jacob en Medusa, haba quedado bastante claro que las capacidades de los chicos eran muy superiores a las de los dos gemelos. Pero algo tena que decir para convencer a Hiden de que lo llevase con l, y aquel era el mejor argumento que poda ofrecerle. Despus de todo, Hiden nunca conocera la verdad acerca de lo ocurrido en Medusa... Un leve carraspeo de Hiden lo sac de su ensimismamiento. La tormenta empeora dijo el director de Ddalo con una sonrisa inexpresiva. All, en la playa, est granizando... Lo ves? Qu ha decidido, entonces? pregunt Aedh sin poder disimular su nerviosismo. Acepta el trato? Es arriesgado, pero acepto dijo Hiden despus de una ltima vacilacin que a su interlocutor le pareci fingida. No te preocupes, se har como t dices. Te llevaremos a Marte. All, t nos ayudars a capturar a esos cuatro. Yo, a cambio, te garantizo que tu hermano no sufrir ningn dao. Por cierto, hace mucho que os separasteis? S, hace bastante tiempo admiti Aedh con desgana. Jacob descubri mi juego y me vi obligado a atacarle... Ya le he dicho que logr introducirme en su mente. Lo paralic momentneamente para que me diese tiempo a escapar. No poda arriesgarme a quedarme con ellos, despus de lo que haba pasado... Estuve escondido unos das en Medusa, rehuyendo a mi hermano y a los dems. Tema que detectasen mi presencia con sus implantes neurales. Pero hace unos das, cuando supe que por fin haban abandonado la ciudad, me atrev a visitar a Laura, una colaboradora de Herbert que nos acogi en su casa cuando llegamos a Medusa. Me cubr el tatuaje del brazo y me hice pasar por mi hermano... El caso es que la buena mujer se trag el anzuelo. Estuve mucho rato charlando con ella, y, en el curso de la conversacin, ella me cont lo de Marte. Fue entonces cuando decid venir a verlo. Has hecho bien. Y, si todo lo que me has dicho resulta ser cierto, tendrs motivos para alegrarte de tu decisin. Son muchas las cosas que Ddalo puede ofrecerte a cambio de tu lealtad: dinero, un puesto de relevancia en la corporacin... Lo nico que quiero es que me facilite el modo de llegar a Marte le interrumpi Aedh con brusquedad. Estoy solo, y, sin su ayuda, puedo tardar meses en conseguir un transporte... Quiero estar presente en la torre de la Doble Hlice cuando se produzca ese supuesto gran acontecimiento que los ictios quieren investigar. Con eso me conformo. Hiden se mostr muy complacido con aquella respuesta. Por supuesto, muchacho, te llevaremos all. Ser un placer para m, te lo aseguro... Adems, pienso acompaarte. Como sabes, el viaje es largo, as que tendremos la oportunidad de llegar a conocernos ms

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaprofundamente... Acordado, entonces? Pero espera... Un pacto tan importante debera sellarse con un brindis. Con gesto resuelto, el director de Ddalo se dirigi a un pequeo mueble-bar situado en la pared opuesta a la de la chimenea y, descorchando una botella de champn, verti el dorado y burbujeante lquido en dos copas del ms delicado cristal de Bohemia. Por qu brindamos? pregunt, tendindole una de las copas a Aedh, que tambin se haba puesto en pie. Por el xito de nuestros proyectos? No. Por el fracaso de nuestros enemigos. Est bien... Por el fracaso de nuestros enemigos. Y los dos hombres hicieron entrechocar sus copas en el preciso momento en que un violento trueno, ms profundo y amenazador que ninguno de los que le haban precedido, descargaba su furia sobre el acantilado, ahogando en su fragor el breve tintineo del cristal.

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Captulo 2. JadePor un momento, al despertarse, Martn no supo dnde estaba. Antes de abrir los ojos, trat de recordar la orientacin de su cama, la posicin de la ventana y la forma de la habitacin en la que dorma, pero no pudo lograrlo. Aunque saba que no se encontraba ya en su lujoso dormitorio del Jardn del Edn, durante un rato jug a imaginarse, a su alrededor, las cortinas de gasa blanca que hacan las veces de mosquiteras, a travs de las cuales se vean, como veladas por una fina bruma, las estanteras de estilo colonial repletas de libros y las grandes cristaleras del jardn. Sin embargo, al despegar los prpados se encontr en un lugar completamente distinto. La luz del sol entraba a raudales por una ancha ventana sin cortinas en cuyo alfizar destacaban dos macetas de geranios rojos. No haba ninguna otra nota de color en aquella habitacin de muros encalados que, por su sencillez, recordaba la celda de un antiguo convento. Adems de la cama, una silla con asiento de paja y un viejo perchero de madera componan todo el mobiliario, y el suelo de baldosas color de arcilla constitua la nica promesa de frescor en el recalentado ambiente. Ya me acuerdo... Kukulkn! dijo Martn en voz alta. Por fin haban vuelto a su memoria los acontecimientos de la tarde pasada, cuando, procedentes de Medusa, l y sus compaeros haban aterrizado en la capital de la corporacin Silva, situada muy cerca de la costa del Pacfico, en medio de una vasta planicie semidesrtica. Vista desde el aire, la ciudad de Kukulkn, con sus siete barrios escalonados, le haba parecido un gigantesco zigurat erigido en mitad de la nada como un templo a una vieja deidad desconocida. Luego, en el aerdromo, la delegacin diplomtica de la corporacin Prometeo que haba acudido a recibirlos les haba instalado a todos en un amplio vehculo y los haba conducido hasta el Barrio Blanco, el tercero de la ciudad, donde, al parecer, posean varios edificios... Un dbil golpe en la puerta lo sac bruscamente de sus reflexiones. Ests despierto, Martn? pregunt Jacob, asomando la cabeza. Vstete en seguida, Deimos ha salido... No es muy temprano todava? pregunt Martn frotndose los prpados. Y eso qu importa? Ponte esto de una vez replic Jacob, arrojndole sin ningn miramiento la ropa que colgaba del respaldo de la silla; si no salimos ahora mismo, le perderemos la pista. Casi sin darse cuenta de lo que haca, Martn se abroch la camisa de lino blanco y se puso a toda prisa los pantalones. Todava con las sandalias en la mano, sali detrs de Jacob, que ya se haba precipitado

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaescaleras abajo y observaba la calle desde la puerta principal del edificio. Corre, an estamos a tiempo dijo. Acabo de verlo desaparecer detrs de aquella esquina. Cerrando la puerta sin ruido para no despertar a los que todava dorman, los dos chicos se lanzaron a la carrera por la calle desierta hasta el recodo que haba sealado Jacob. All daba comienzo otra calle ms estrecha que descenda en empinada pendiente, flanqueada por altos edificios encalados, hasta una especie de plazoleta adoquinada y adornada con una fuente. Muy cerca ya de la plaza, descubrieron a Deimos caminando a buen paso, aunque sin apresurarse. Adonde vas, Deimos? grit Jacob a pleno pulmn, para ser odo desde el otro extremo de la calle. Espranos, vamos contigo! Sorprendido, Deimos se dio la vuelta y, detenindose, esper a que los otros dos le dieran alcance. Se puede saber qu estis haciendo? pregunt malhumorado. Es que ahora os dedicis a seguirme? Vas a ver a esa gente, verdad? repuso Jacob sonriendo. Los del transporte interplanetario... Queras dejarnos al margen! No digas tonteras, Jacob; esa gente es peligrosa... Yo los conozco, vosotros no; si os empeis en venir conmigo, puede que ni siquiera nos dejen entrar... Quieres que todo se vaya al traste por vuestra culpa? Ests exagerando dijo Jacob despreocupadamente. Vamos a ofrecerles un buen negocio, no? No creo que sean tan idiotas como para rechazarlo por una tontera... Deimos se qued mirando alternativamente a los dos muchachos con expresin indecisa. Jacob sonrea ampliamente mientras Martn terminaba de ajustarse las sandalias, que hasta ese momento todava llevaba en la mano. Era evidente que no iba a poder quitrselos de encima con facilidad. Est bien suspir. Pero, si os empeis en venir, que quede claro que no debis abrir la boca en ningn momento. El que habla soy yo, entendido? Yo soy el que negocia; oigis lo que oigis, no os atrevis a intervenir. Conozco a Jade, es la desconfianza en persona... Un paso en falso, y habremos hecho el viaje en vano. No estropearemos nada, no diremos ni una palabra asegur Martn. Por cierto, quin es esa tal Jade? Por qu no nos cuentas algo de ella? Haban llegado hasta la plazoleta de la fuente y Deimos se haba detenido a consultar un pequeo plano virtual que llevaba ajustado a la mueca. Es por ah... tenemos que bajar al Barrio Rojo, y luego al Distrito Negro, el ms bajo de la ciudad. El camino ms corto es por esa calle de la

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaizquierda... Al final hay unas escaleras mecnicas. Los tres avanzaron siguiendo la direccin indicada por Deimos. La calle que acababan de tomar estaba ms concurrida que las otras dos, y los viandantes que pasaban, ataviados la mayora con vistosas tnicas de estampados geomtricos, lanzaban miradas llenas de curiosidad a los tres extranjeros, que no iban vestidos como ellos. Deberan habernos facilitado tnicas como esas murmur Deimos con una mueca de disgusto. Estamos llamando demasiado la atencin. Y eso es peligroso? pregunt Martn. Supongo que no, pero, an as, no me gusta. Ojal lleguemos pronto al Barrio Rojo. Por lo visto, en los barrios ms bajos de la ciudad vive gente de lo ms variopinta, y la polica no se mete demasiado con ellos. Hay un montn de inmigrantes ilegales, de refugiados de otras ciudades... Segn parece, es la propia corporacin Silva la que alienta esa inmigracin clandestina. Toda esa economa sumergida contribuye a la prosperidad de la ciudad... Por fin, ah estn las escaleras. Efectivamente, al final de la calle, a la derecha, comenzaban unas escaleras mecnicas que conducan al barrio inferior. La garita de control de pasaportes estaba cerrada, de modo que cualquiera poda emprender el descenso sin tener que presentar ningn documento. Veis lo que os deca? seal Deimos, poniendo los pies en uno de los peldaos mviles del mecanismo. Los controles son muy rgidos en los barrios altos, pero aqu... No les interesa poner obstculos. Jacob y Martn se situaron en los peldaos siguientes y se mantuvieron callados hasta llegar al final de las escaleras. El aspecto de aquella parte de la ciudad era muy diferente del de las calles que acababan de dejar atrs. Aqu, los edificios estaban construidos con ladrillos de color rojo oscuro, e incluso el embaldosado de las aceras formaba dibujos en tonalidades rojizas. Tal y como haba pronosticado Deimos, la variedad de atuendos que exhiban los escasos transentes era mucho mayor que en el Barrio Blanco; tal vez por eso, los recin llegados no despertaban ahora tanto inters entre la gente. Bueno, ahora ya puedes hablarnos de esa tal Jade insisti Jacob. Sin embargo, Deimos no pareca dispuesto a satisfacer de inmediato la curiosidad de los chicos. Despus de detenerse nuevamente a consultar el plano, les indic con un gesto que no se apartasen de l mientras atravesaban una amplia plaza porticada y llena de puestos de frutas y hortalizas. Solo cuando estuvieron al otro lado, al comienzo de un largo callejn casi desierto, se decidi a comenzar sus explicaciones. No es mucho lo que puedo contaros acerca de Jade. La conoc en Calcuta-Madras, cuando Aedh y yo establecimos nuestro sistema de transportes clandestinos a travs de los tneles transcontinentales. Parece bastante joven, tendr unos veintitrs o veinticuatro aos... Pero eso no le

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaimpide dirigir una poderosa red de contrabando de antimateria. Dispone, incluso, de sus propias naves, y controla una estacin espacial clandestina en Marte, desde donde organiza varios viajes por ao a la Tierra. Tiene cientos de personas bajo su mando. Hasta ahora, la polica interestatal no ha conseguido reunir pruebas suficientes para detenerla, y se rumorea que cuenta con importantes contactos infiltrados en algunas de las principales corporaciones; de otro modo, no la dejaran actuar con tanta impunidad... Y desde cundo se dedica al contrabando? pregunt Martn. Cmo ha llegado a controlar una red tan poderosa, siendo tan joven? Bueno, la verdad es que no conozco los detalles de su historia. Todo lo que s es que, durante la adolescencia, Jade fue una estrella de los Juegos de Arena, aunque no recuerdo cul era su especialidad... El caso es que lleg a lo ms alto de la competicin, y gan muchsimo dinero. La explotaron todo lo que pudieron, y, cuando empez a exigir ms control sobre su carrera, su propio entrenador la traicion; por lo visto, la obligaron a jugar en un partido amaado, aunque ella no lo saba; el resultado fue que la hirieron, y estuvo al borde de la muerte. Tard varios meses en salir del coma, y cuando finalmente logr recuperarse, era, segn dicen, otra mujer, y estaba decidida a cambiar de vida. Supongo que debi de utilizar los contactos de su poca de jugadora para montar su organizacin... Desde entonces vive en la clandestinidad, y se dedica a acumular poder y dinero para poder vengarse algn da de los que trataron de matarla. Qu historia tan increble! murmur Martn. Parece una novela... Creo que empieza a caerme bien esa Jade dijo Jacob con entusiasmo . Estoy deseando conocerla... Yo que t, no tendra tanta prisa repuso Deimos mirndole con severidad. Puede que su historia os haya parecido muy romntica, pero eso no debe haceros olvidar lo que es esa mujer en la actualidad. Yo la conozco, y s muy bien de lo que estoy hablando... Jade dirige una organizacin criminal de la peor especie, y lo hace con mano de hierro. Es astuta y cruel, y no tiene piedad con sus enemigos. Puede ordenar la muerte de un hombre sin pestaear... yo mismo la he visto hacerlo. Es muy peligrosa, y, sea cual sea la impresin que os produzca, no debis fiaros de ella. Est bien, no hace falta que insistas tanto refunfu Jacob, molesto . No somos tan tontos como crees, sabemos cuidar de nosotros mismos. Mientras hablaban, haban llegado al final del callejn, donde comenzaban las escaleras mecnicas que permitan acceder al Barrio Negro. Al igual que en las escaleras anteriores, las garitas de control estaban vacas, y, a juzgar por la basura acumulada a su alrededor, ninguna patrulla de limpieza se haba molestado en pasar por all en los ltimos meses.

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaVamos all dijo Deimos, situndose en uno de los escalones. La guarida de Jade no debe de quedar muy lejos de esta bajada, segn las indicaciones que me envi ayer a travs del intercomunicador. Espero no equivocarme, no quisiera tener que caminar mucho rato por estas calles. Martn y Jacob no tardaron en comprender las aprensiones de su compaero. Apenas haban avanzado unos pasos cuando se toparon con varios hombres enfrentados en una reyerta; uno de ellos, incluso, llevaba una navaja en la mano... Los tres jvenes se alejaron de all tan deprisa como pudieron. Este lugar es siniestro observ Martn. No me extraa que tenga tan mala fama... Hace unos aos era muy distinto explic Deimos. Todas esas fachadas forradas de granito negro le daban a la zona un aspecto sofisticado y elegante... Pero, desde que las autoridades de Kukulkn se han desentendido del barrio, las cosas no han hecho ms que empeorar. Grafitis en las paredes, desperdicios por todas partes... Las propias bandas organizan, de vez en cuando, sus propias patrullas de limpieza, pero solo se ocupan de limpiar el entorno de las casas de los principales matones y jefes maosos de la ciudad. No lo entiendo. Por qu permite todo esto la corporacin Silva? No puedo creer que le salga rentable. Pues cretelo, Martn. Despus de todo, la mercanca estrella de la corporacin Silva es la informacin... Es lgico que haya traficantes de todo el mundo interesados en ella. Datos privados de personas e instituciones... Hay mucha gente por ah dispuesta a pagar por todo eso. Silva utiliza a las mafias para cerrar operaciones que, en teora, estn prohibidas por las leyes interestatales. Nadie puede culparles directamente, y ellos multiplican sus beneficios... Bueno, creo que hemos llegado. Deimos se haba detenido frente a un desvencijado portal que, a pesar de su abandono, an conservaba vestigios de su antiguo esplendor. Dos macetas de granito negro con relieves florales flanqueaban la entrada y ponan una nota de verdor en la fachada con sus polvorientas enredaderas. Deimos tecle una cifra en el dispositivo de lectura de cdigos situado a la derecha de la puerta, que de inmediato se abri, franquendoles el paso a un amplio patio con arcos, cuya luminosa blancura contrastaba intensamente con la oscuridad del exterior del edificio. Jade les da la bienvenida y les ruega que la esperen un momento les anunci un tipo enjuto y moreno, vestido con un elegante traje gris, saliendo a su encuentro. En seguida estar con ustedes. Los tres visitantes se sentaron en las butacas de mimbre que el desconocido les haba sealado, situadas bajo un frondoso emparrado cargado de racimos de uvas negras. Un instante despus, el individuo

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaregres seguido de una atractiva joven de ojos rasgados y cabellos negros como el azabache. Sus facciones, a la vez delicadas y exticas, exhiban una perfecta simetra, destruida, sin embargo, por una larga cicatriz roja que le cruzaba la mejilla izquierda. No obstante, aquella marca apenas disminua su singular belleza, que an habra sido mayor de no ser por el espeso maquillaje plateado de sus prpados y el carmn exageradamente brillante de sus labios. En realidad, todo su atuendo resultaba llamativo en exceso, desde sus altsimas botas de tacn negro, superpuestas a un ceido pantaln del mismo color, hasta el top de lentejuelas rojas, que dejaba al descubierto un pronunciado escote; sin embargo, lo que ms llamaba la atencin en aquella extravagante indumentaria eran los brazaletes de oro en forma de serpiente que daban varias vueltas alrededor de sus brazos, y que aparecan unidos a una finsima red dorada ajustada al dorso de sus manos, y sujeta a sus dedos por varios anillos rematados con toda clase de pinchos y garfios. Cre que habas dicho que vendras solo dijo mirando a Deimos con el ceo fruncido. No me gustan las sorpresas de ltima hora, deberas saberlo... Lo siento, Jade repuso Deimos en tono humilde. De todas formas, no debes preocuparte por ellos, forman parte del grupo que quiero llevar a Marte, as que, antes o despus, tenas que conocerlos. Jade mir de arriba abajo a los dos muchachos. Slo son unos cros! dijo con desdn. Desde cundo te dedicas a hacer de niera? Eso no es cierto se defendi Jacob sin hacer caso de la mirada de reproche de Deimos; tenemos diecisis aos, y somos perfectamente capaces de cuidar de nosotros mismos. Vaya, encima orgullosos! observ Jade arqueando exageradamente las cejas mientras una leve sonrisa le afloraba a los labios. Son completamente de fiar, de verdad se apresur a asegurarle Deimos. Te garantizo que no nos causarn ningn problema. Ms vale que tengas razn; eso, suponiendo que lleguemos a algn acuerdo... Veamos, qu tienes que ofrecerme? Deimos vacil un momento antes de contestar. Bueno, ya te dije lo que necesitbamos. Si nos proporcionas un transporte seguro y discreto a Marte para seis personas de aqu a dos meses, estaramos dispuestos a pagar una cantidad suficientemente generosa... S, s, ya s; a travs del intercomunicador, me dejaste muy claro que el precio no sera un problema. Pero tengo la impresin de que no has sopesado bien tus palabras. Eres consciente de lo que cuesta un servicio como el que me pides? S que es mucho dinero repuso Deimos sin dejarse impresionar.

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaHay que pagar el combustible, ms el uso de la nave y de la estacin orbital, ms los gastos de la tripulacin... Eso sin contar con los mrgenes de beneficio que vosotros os llevis... Te olvidas de una cosa muy importante, querido le interrumpi Jade sonriendo. Martn y Jacob no podan apartar la vista de ella. La miraban fascinados, como si hubiesen perdido toda capacidad de razonar. A qu te refieres? pregunt Deimos. Me refiero al plus de peligrosidad. Jade pase una triunfal mirada sobre sus visitantes para comprobar el efecto de sus palabras, pero solo Deimos pareca darse cuenta de su alcance. Todos los viajes interplanetarios suponen un riesgo dijo con fingida indiferencia. Crea que con eso ya contabas... No me hagas perder la paciencia, Deimos! replic Jade con brusquedad. Es que me tomas por idiota? Este viaje supone un riesgo especial, y t lo sabes... crees que no s lo que te traes entre manos? Estis intentando escapar de las garras de Ddalo. Martn y Jacob intercambiaron una fugaz mirada mientras Deimos trataba de pensar con rapidez. Cmo lo has averiguado tan pronto? pregunt, intentando ganar tiempo. No pensaba ocultrtelo, Jade; solo estaba esperando el momento oportuno para decrtelo... Pero cmo lo has sabido? Bueno, cuando alguien le pide a una banda de contrabandistas que le lleve a Marte, en lugar de utilizar un transporte comercial, es porque tiene algo que ocultar... Eso lo he sabido desde el principio. Y ahora, al ver a estos chicos, por fin he podido atar los cabos. La gente de Ddalo nos pas su foto hace un par de meses, a ver si podamos dar con ellos... Ests enterado de la recompensa que ofrecen por su captura? Deimos apart con impaciencia un mechn de cabellos que le caa sobre la frente. Oye, Jade, si ests pensando en entregarlos, te aseguro que no te merece la pena dijo con decisin. Hay gente muy poderosa interesada en que este viaje se realice, gente dispuesta a pagar mucho dinero... Te saldr ms rentable ayudarnos; y adems, tendrs la satisfaccin de haberte burlado de un tipo tan despreciable como Hiden. No niego que eso me tienta repuso la joven con expresin juguetona . Ddalo es aliada de Ki, y yo tengo una cuenta pendiente con la corporacin Ki desde hace muchos aos... Pero eso no significa que est dispuesta a correr riesgos innecesarios, a menos que haya otras razones. Dices que hay gente dispuesta a pagar mucho dinero? Te refieres al bueno de George Herbert, verdad? Vamos, no me mires as; no hay que

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaser bruja para adivinarlo. Crees que no s que habis entrado en Kukulkn bajo la proteccin de Prometeo? Decididamente, no hay manera de hacer negocios contigo dijo Deimos suspirando con resignacin, aunque en el fondo pareca estar divirtindose. Eres demasiado lista... En fin, todo lo que te queda por hacer es fijar un precio y decrnoslo; si no es demasiado extravagante, cerraremos el trato y asunto terminado. No vayas tan deprisa, Deimos. El dinero es importante, pero no lo es todo... En fin, si insistes te dar una cifra, pero luego tendrs que escuchar mis otras condiciones. Orlando, trae una hoja... El tipo moreno que haba salido a recibirlos se adelant solcitamente, tendindole a la joven una lmina electrnica que pareca haber extrado de su propio bolsillo. Gracias dijo ella, garabateando unos nmeros en la lmina con la largusima ua del dedo ndice de su mano derecha. Orlando siempre sabe lo que voy a pedirle antes de que se lo pida aadi, alzando los ojos hacia el aludido con una sonrisa. Siempre adivina mis deseos... Es la eficacia en persona, aunque a nadie le cae simptico. Viendo el rostro impasible con que el elegante individuo acoga aquellas palabras, Martn no pudo evitar sentir un escalofro. No era ya que el tipo no resultase simptico, es que ni siquiera pareca humano... En todo caso, sus labios finos y tensos y su fra mirada transmitan una inquietante impresin de crueldad. Deimos tom la lmina que Jade le tenda y examin en silencio la cifra escrita en ella. Esto es mucho incluso para Herbert murmur. Deberas ser ms razonable... No intentes regatear conmigo, no tengo tiempo para eso dijo ella con sequedad. La cifra que te he dado es mi ltima oferta; lo tomas o lo dejas. Primero tendr que consultar con Herbert insisti Deimos. No puedo comprometerme en su nombre a pagar esa cantidad... S puedes le contradijo Jade sonriendo; puedes hacerlo, y, si no lo haces, entender que el trato no te interesa y daremos el asunto por concluido. Me conoces lo suficiente como para saber que hablo en serio... No estoy ansiosa por hacer ese viaje, Deimos. Me seduce la idea de desafiar a Ddalo, pero tambin me da miedo. Me ha costado mucho llegar hasta donde estoy ahora, y no quisiera echarlo todo a rodar por una aventura disparatada... Sabes perfectamente que muchas de las actividades de mi organizacin dependen de la complicidad de algunos miembros de la compaa de Hiden. Sin esa complicidad, no podramos mantener nuestra base en la Luna, ni la estacin orbital... No nos conviene

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitatensar la cuerda; si a Hiden le da por fijarse en nosotros, si le da por rastrear nuestros negocios... En fin, todo esto es muy peligroso para m. Est bien, Jade; t ganas. Acepto esa cifra en nombre de Herbert. Naturalmente, no necesito decirte que todo esto es estrictamente confidencial. Si nos cogen, nadie debe sospechar la implicacin de Prometeo en este asunto. Tienes que prometerme eso, al menos. Tranquilo, hombre; no nos cogern. A partir de este momento, yo soy la primera interesada en que la cosa salga bien... Pero ya te dije que el dinero no lo es todo; tendris que comprometeros a cumplir una serie de condiciones. Si no, no hay trato. Est bien... Qu condiciones? Jade, que hasta entonces haba permanecido sentada junto a l, se levant y comenz a caminar lentamente por el patio. Primero, tiene que quedar claro que, desde el momento en que subis a mi nave, la jefa soy yo. A bordo, todo el mundo cumple mis rdenes, y el que se atreva a desobedecerme tendr que atenerse a las consecuencias. Jacob y Martn asintieron varias veces con la cabeza; comenzaban a vislumbrar los problemas a los que tendran que enfrentarse si alguna vez se atrevan a desafiar a Jade. Segundo dijo la joven continuando su enumeracin con los dedos, si surgen problemas con Ddalo, ser yo quien tome las decisiones. Y tercero, tendr las manos libres para hacer cualquier cosa que estime necesaria con tal de salvar mi nave, en caso de que llegue a encontrarse en peligro. Qu significa cualquier cosa? pregunt Deimos con desconfianza . Supongo que no estars pensando en entregarnos a Hiden, en caso de que lo estimes necesario... Si es el nico modo de salvar mi nave, no vacilar en hacerlo replic Jade con indiferencia. Por eso, os conviene no ponerla en peligro en ningn momento. Si aceptis esas condiciones, yo me comprometo a protegeros mientras me sea posible, y a hacer todo cuanto est en mi mano para dejaros sanos y salvos en suelo marciano. Est bien, trato hecho dijo Deimos, ponindose en pie y tendindole una mano a su nueva socia para sellar el acuerdo. Puedes empezar a prepararlo todo, nosotros esperaremos aqu en Kukulkn hasta recibir tus instrucciones. Justo en el momento en que Jade estrechaba la mano de Deimos, hizo su entrada en el patio un nuevo personaje cuya inslita indumentaria dej asombrados a los chicos. Vaya, por fin llegas! exclam Jade sonriendo. Os presento a Detroit, mi brazo derecho. No os dejis intimidar por su aspecto; es un tipo duro, pero de fiar. Pertenece a una tribu de rockeros del Norte, as que no os extrae si le veis actuar de un modo algo salvaje. Hasta hace tres aos,

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitani siquiera saba lo que era una rueda neural... Viva en las montaas, con los suyos, cuidando de sus viejsimas motos de gasolina y tocando la guitarra elctrica. Es el mejor mecnico que he conocido... Vendr con nosotros, por supuesto; as que ms vale que os vayis acostumbrando a l. Jacob y Martn miraron con una mezcla de admiracin y temor al desconocido, cuya imponente estatura, unida a sus largos y enmaraados cabellos y a su descuidada barba rubia, le conferan un aspecto de lo ms amenazador. A Deimos, sin embargo, pareca llamarle ms la atencin la viejsima chaqueta de cuero negro que llevaba, tan desgastada en algunos lugares que haba perdido por completo el color. Haba odo hablar de aquellas primitivas tribus urbanas que se haban refugiado en las reservas naturales del norte durante la ltima guerra, pero, hasta entonces, no haba conocido nunca a uno de sus miembros. En general, la gente tena muy idealizado su modo de vida, a espaldas de todas las imposiciones de las nuevas leyes y de las autoridades federales; sin embargo, en la prctica llevaban una existencia tan precaria como peligrosa, pues siempre tenan que estar burlando a la polica interestatal y huyendo de un sitio a otro para conservar su libertad. Son estos los que quieren ir a Marte? pregunt con un extrao acento que recordaba el viejo ingls americano del siglo XX, tal y como an poda escucharse en algunas pelculas de la primera poca del Cine. Estn locos; Marte es un agujero infecto... Detroit siempre est echando pestes sobre el Planeta Rojo explic Jade palmeando cariosamente el enorme brazo de su compaero. No le gustan las mascarillas ni las botellas de respiracin... Pero en el fondo adora Marte, aunque no sea capaz de reconocerlo. Y es que no es un sitio tan malo... Ya lo veris. Incluso puede llegar a resultar agradable, si uno est abierto a experiencias... diferentes. Desde luego, la Luna es peor gru Detroit examinando a Martn con cara de pocos amigos. Esos trajes... me dan claustrofobia, y pesan como muertos... Por muy locos que estis, no creo que os guste. Es igual, de momento no tenemos pensado ir a la Luna dijo Martn, tratando de sonrer con desenvoltura. Con Marte, por ahora, ser suficiente. Detroit y Jade intercambiaron una significativa mirada. No se lo has dicho? pregunt l. Para ir con nosotros a Marte, chico, tendris que pasar por la Luna, os guste o no. No hay otra forma de hacerlo... Un momento... Es eso cierto? pregunt Deimos con el ceo fruncido. Jade no ha dicho nada de ir a la Luna... All es donde est nuestra nave contest Jade sin mirarlo. No pensaras que bamos a ensamblar una nave con motor de antimateria en la rbita terrestre... Todo el mundo se enterara!

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaPero la Luna es an peor objet Deimos, visiblemente contrariado. Hace aos que Ddalo la controla, no creo que podamos presentarnos all sin que ellos se den cuenta... Qu es lo que te pasa, Jade? No estars pensando en traicionarnos... Est visto que no tienes ni idea de cmo funciona nuestra organizacin replic Jade en tono impaciente. Nuestras principales infraestructuras estn en la Luna, y tambin nuestras mejores fuentes de ingresos... Es que no sabes que hacemos contrabando de antimateria? Pero eso significa que tratis directamente... con Ddalo! No tratamos con Ddalo, sino con algunos de sus trabajadores aclar Jade sonriendo con desdn; gente que est dispuesta a traicionar a la compaa para la que trabaja a cambio de dinero... Hay muchos, y en la Luna gozan de la autonoma suficiente como para poder hacer lo que se les antoje sin despertar sospechas. Nosotros los utilizamos, eso es todo. Y Hiden no sabe nada? no pudo menos de preguntar Martn. Hiden ya tiene suficientes quebraderos de cabeza, sin necesidad de preocuparse por nosotros. Cuando decidi hacerse con el control de la Luna, crey que bastara con comprar las concesiones legales de las distintas federaciones nacionales y de algunas grandes corporaciones. Incluso lleg a convencer a Uriel de que le cediera los derechos de explotacin del gigantesco acelerador de partculas transecuatorial, a cambio de un amplio territorio en la Antrtida. Pens que con eso sera suficiente para dominar todo el satlite... Pero se olvid de las pequeas compaas. Cre que ya no existan pequeas compaas observ tmidamente Jacob. Las grandes corporaciones acabaron con ellas... Casi, pero no del todo explic Jade con un extrao brillo en la mirada. Cuando se promulgaron las leyes promonopolio, las pequeas empresas que operaban en la Tierra tuvieron que cerrar... Sin embargo, en la Luna y en Marte, algunas de esas compaas, altamente especializadas, continuaron con sus actividades como si tal cosa. Es cierto que esas actividades haban dejado de ser legales, y que aquellas respetables empresas pasaron a figurar en las listas de organizaciones clandestinas; pero ni siquiera las grandes corporaciones han conseguido, de momento, acabar con ellas... De hecho, toleran su presencia, porque saben que no les conviene hacerlas desaparecer. Eso es lo que ocurre con Ddalo y nuestra organizacin, heredera de la vieja compaa de transportes Transit. A Hiden no le importa demasiado, por ahora, que vendamos su antimateria en Marte a precios ms bajos que los que fija la ley. Sabe que, si no lo hiciramos nosotros, lo haran otros, y prefiere ser l quien nos proporciona la mercanca. As, de modo indirecto, tambin sale ganando... Eso significa que hace la vista gorda? pregunt Martn.

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaMs o menos. De vez en cuando echa a la calle a algunos de sus trabajadores corruptos, pero, de momento, no ha hecho nada por desmantelar nuestra infraestructura en la Luna. Supongo que estar pensando en aprovecharse de nosotros cuando ms le convenga... Lo cierto es que Emma Jurez, la antigua propietaria de Transit, an vive en su casa de la base lunar de Black Edn, y Hiden, que en otro tiempo fue su amigo, no parece tener prisa en desalojarla. Todo eso est muy bien, pero sigo pensando que ir a la Luna resulta demasiado peligroso para nosotros insisti Deimos. Puede que a Hiden no le importe que trafiquis con unos productos que, a los precios legales, jams se venderan en Marte, pero si averigua nuestra presencia en la Luna, te puedo asegurar que s reaccionar. Por eso, justamente, es por lo que no debe enterarse dijo Jade con aspereza. Si segus mis instrucciones, no habr ningn problema... Mientras estemos en la Luna, no saldris de Black Edn, de modo que ningn trabajador de Ddalo os ver. Nuestro viaje a Marte no despertar sospechas, solemos hacer al menos tres o cuatro a lo largo del ao. Creedme, es mucho ms seguro que partir de la rbita terrestre, donde ninguna nave interplanetaria podra pasar desapercibida. Aunque Deimos segua sin parecer muy convencido, se encogi de hombros y asinti con un suspiro. Est bien, Jade; vamos a confiar en ti; espero que no tengamos que arrepentimos... T prepara el dinero y hzmelo llegar en esta semana. Luego, no me busques ni te pongas en contacto conmigo hasta que yo te avise de que todo est preparado. Mi consejo es que no salgis de la casa de Herbert mientras permanezcis en Kukulkn; es una ciudad muy peligrosa, y alguien podra reconoceros. Tenis suerte de estar bajo la proteccin diplomtica de Prometeo; si no, yo no confiara ni siquiera en las autoridades de la ciudad... Entonces, cundo nos vamos? pregunt Martn con los ojos brillantes. Por primera vez, Jade lo mir con una sonrisa que no tena nada de despectivo. Dentro de quince o veinte das dijo. Preparaos, chicos, porque por fin vais a saber lo que es un viaje... Un viaje de verdad.

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinita

Captulo 3. De la tierra a la lunaTres semanas despus, siguiendo las instrucciones de Jade, los seis protegidos de Prometeo partan en un pequeo velero hacia la playa de Vidrios Viejos, donde Detroit los estaba esperando para conducirlos a la estacin clandestina de lanzamiento que la organizacin posea en el desierto de Altar. Despus de algunas vacilaciones, Herbert haba decidido acompaarlos para comprobar por s mismo que el plan se ejecutaba conforme a lo convenido con los contrabandistas. La perspectiva de tener que tratar directamente con alguien tan peligroso como Jade no le seduca en absoluto, pero estaba convencido de que su presencia podra resultar de utilidad para recordarles a aquellos forajidos con quin tendran que enfrentarse si no cumplan su parte del trato. Prometeo, a diferencia de algunas otras grandes corporaciones como Ddalo, no dispona todava de un ejrcito bien organizado, pero s contaba con los medios suficientes como para dar un escar miento a cualquiera que se atreviese a hacerle dao a alguno de sus amigos; eso era lo que Herbert quera recordarle a Jade, y lo que le haba decidido a acompaar a los chicos hasta aquel apartado rincn de la Baja California. Llegaron a la playa hacia las once del medioda, y en seguida descubrieron, en mitad de una deslumbrante extensin de arenas blancas, la poderosa silueta de un todoterreno de ltima generacin, tan grande y pesado que ms pareca un carro de combate que un vehculo para turistas. Apoyado en su parte trasera, Detroit observaba con curiosidad las maniobras del velero para acercarse lo ms posible al pequeo muelle de madera que Jade haba ordenado construir un par de aos atrs en la parte ms profunda y resguardada de la lnea costera. A pesar del insoportable calor, llevaba puesta la misma chaqueta de cuero que los chicos le haban visto en la primera entrevista, y su nica proteccin frente a los despiadados rayos del sol la constituan unas gafas oscuras de anticuado diseo y una vieja gorra de bisbol con la visera verde. Llegis con un cuarto de hora de retraso sobre el horario previsto les grit cuando estuvieron lo suficientemente cerca como para orle. Jade se enfadar, no se puede retrasar el lanzamiento... Tranquilo, hombre repuso Deimos sonriendo. Seguro que t eres capaz de hacer correr a ese trasto lo necesario como para recuperar el tiempo perdido. Puedes apostar a que s gru el roquero devolvindole algo parecido a una sonrisa. Subid ah, por esa puerta. Espera... El viejo y t podis venir conmigo en la cabina. Estis listos? Mientras Herbert ascenda trabajosamente por la escalerilla del asiento delantero, Alejandra, Selene y Casandra ya se haban acomodado en los bancos de la parte de atrs, enfrente de Jacob y Martn, que se haban

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitasentado en el suelo con la espalda apoyada en sus propias mochilas. Despus de comprobar con una rpida mirada que nadie se quedaba en tierra, Deimos salt a su vez a la cabina y le hizo un gesto a Detroit para indicarle que poda arrancar. El vehculo se puso en marcha con una violenta sacudida y se lanz a toda velocidad por la irregular superficie de la playa. Esta, a unos doscientos metros de la orilla, se transformaba en un inmenso campo de dunas que se prolongaba hasta el horizonte. El ruido del motor, bastante intenso y desagradable, pronto qued ahogado por la estruendosa msica que Detroit haba elegido para el viaje, una antiqusima grabacin de finales del siglo xx cuyo marcado ritmo dej mudos de sorpresa a sus pasajeros... A todos excepto a Herbert, que, sorprendentemente, comenz en seguida a seguir el comps con las manos y las piernas y a tararear la meloda con gran entusiasmo. Veo que aprecia la buena msica observ Detroit complacido. Rock... Haca al menos cincuenta aos que no lo oa. Haba buenos grupos... Me gustaba su energa y la rebelda de sus letras. Fue una lstima que todo eso desapareciera. Bueno, no desapareci del todo dijo Detroit mirando fijamente al horizonte sin despegar las manos del volante. Quedamos nosotros... las tribus. Para nosotros, esa msica sigue estando viva. S, pero no puede compararse con lo que era entonces. Haba miles de bandas en todo el mundo, conciertos al aire libre, millones de discos que se vendan por la red... Despus, poco a poco, todo eso fue muriendo explic Herbert, volvindose a mirar a los chicos. Supongo que todos tuvimos algo de culpa. Era tan fcil conseguir grabaciones piratas de nuestros msicos favoritos que todos recurramos a ellas sin pestaear. No nos dbamos cuenta de que, con eso, estbamos poniendo en peligro la supervivencia de esa msica que tanto ambamos. Creamos que solo estbamos engaando a las grandes empresas discogrficas, que se llevaban unos mrgenes de beneficio abusivos... Y no era as? pregunt Alejandra. Pues no; nos equivocamos repuso Herbert con tristeza. Cuando las discogrficas empezaron a perder dinero por culpa del pirateo, lo que hicieron fue rescindir sus contratos con los msicos que menos vendan, y apostar nicamente por productos seguros, cantantes muy comerciales patrocinados por las distintas cadenas televisivas. As, los mejores msicos se quedaron sin trabajo, y tuvieron que dedicarse a otras cosas para sobrevivir. Pero, en fin, de todo eso hace ya una eternidad... Y supongo que a estas alturas ya no sirve de nada lamentarse. Lleno de simpata hacia el viejo cientfico, Detroit le asest una cariosa palmada en el muslo que hizo palidecer de dolor al anciano. Usted se llevara muy bien con mi abuelo le dijo, guindole un ojo . El siempre est hablando de los viejos tiempos... En su juventud, fue

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitabatera de un grupo bastante conocido. Nunca ha logrado habituarse del todo a la vida de las montaas, echa de menos el antiguo ambiente de la ciudad, con sus conciertos y sus locales nocturnos. S, todo eso tambin ha pasado a la historia. La gente ya no dispone de tiempo para esa clase de cosas. Bastante tienen con salir adelante! Durante un buen rato, todos escucharon en silencio aquella extraa msica del pasado, cada cual sumido en sus propias reflexiones. A Martn incluso empez a gustarle, despus de la sorpresa inicial. Haba algo alegre y despreocupado en aquellas canciones, el eco de un mundo ya desaparecido... y que no volvera jams. Los de atrs, vais bien? pregunt Detroit al cabo de un rato, mirndolos por el espejo retrovisor. Ser mejor que os agarris fuerte, vamos a abandonar las dunas. Casi al mismo tiempo, el vehculo comenz a avanzar a trompicones por un terreno mucho ms accidentado que el que acababan de dejar atrs. Martn se puso de rodillas en el suelo para mirar por la polvorienta ventanilla que tena a su espalda, y descubri que haban entrado en una meseta oscura y pedregosa salpicada aqu y all de altos cactus erguidos como enormes candelabros contra el azul del cielo. Parece el paisaje de una vieja pelcula observ, volviendo a sentarse . No pens que siguieran existiendo sitios as... La verdad es que esos tipos han sabido elegir su guarida dijo Alejandra bajando la voz. Aqu pueden hacer lo que les d la gana... No creo que haya ningn ncleo habitado en varios cientos de kilmetros a la redonda. No puedo creerlo... Fijaos en eso intervino Selene. Estis viendo lo mismo que yo? Parece haber surgido de la nada... Jacob y Martn se incorporaron lo ms posible para mirar por la ventanilla alargada que haba detrs del banco de sus compaeras. Un poco por delante de donde ellos se encontraban, al sudoeste, una especie de torre descomunal se alzaba en medio de la desolada llanura, negra como un espejismo; era la plataforma de lanzamiento, con el transbordador lunar ya dispuesto para el despegue. En la distancia, el mdulo tripulado se asemejaba a un pequeo insecto posado sobre la cima del enorme depsito de combustible que, con sus seis pequeos cohetes cilindricos, deba conducirlo hasta ms all de la rbita terrestre. No puedo creer que vayamos a subirnos... en eso murmur Casandra sin despegar los ojos del transbordador. Me pregunto qu pensaran mis padres si pudieran verme en este momento... Suerte que no saben nada! suspir Alejandra. Mi madre se desmayara del susto. El todoterreno se detuvo bruscamente, interrumpiendo, junto con el estruendo del motor, la vieja msica elegida por Detroit. Este salt con

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaagilidad de su asiento y, abriendo la puerta de la parte trasera, invit a los chicos a abandonar el vehculo. Vaya! exclam Jacob una vez fuera. Cuesta trabajo creer que an seguimos en la Tierra! Al mirar hacia la plataforma de lanzamiento, Martn comprendi al instante la curiosa observacin de Jacob: Lo que le haba llamado la atencin, sin duda, era el gigantesco crter de lava negra en cuyo centro se asentaba la torre. Su forma perfectamente circular y sus bordes escarpados procedan de un antiguo cono volcnico que haba explotado por la presin del vapor interno, pero recordaban de un modo extrao los impactos meteorticos que cubren casi completamente la superficie de la Luna. Un sitio perfecto para los lanzamientos espaciales reconoci Herbert, impresionado. Parece que esta gente sabe lo que se hace... Dentro del crter, aunque pegado a uno de sus bordes, se vea un edificio blanco con grandes ventanas y un par de antenas radiotelescpicas. Detroit guio a sus acompaantes hacia una tosca escalera tallada en la lava del crter que permita el acceso a aquella construccin. Llegis tarde dijo Jade, que los estaba esperando al pie de las escaleras. El lanzamiento tendr lugar dentro de poco ms de dos horas, y hay muchas cosas que preparar... Lo primero es pesar vuestras mochilas. Espero que hayis tenido en cuenta lo que os dije acerca del peso mximo de equipaje por persona... Luego os probaris los trajes de viaje para el interior de la cabina, y Orlando os dar las instrucciones mnimas de seguridad. Vamos... Pero esperad, aqu sobra alguien.. . Ah, es usted; George Herbert, si no me equivoco... Herbert sonri inclinando levemente la cabeza y se dispuso a seguir a los chicos al interior del edificio, pero Jade le sujet por un brazo para retenerlo. Lo siento, no puede acompaarlos ahora dijo en tono tajante. Lo mejor es que se despida ya de ellos, porque, una vez que pasen por el tnel de esterilizacin, solo podr verlos de lejos. Los chicos volvieron sobre sus pasos y, uno por uno, abrazaron a Herbert, que a duras penas poda contener su emocin. Hasta Deimos, despus de una ligera vacilacin, le estrech calurosamente la mano. Antes de que os vayis quiero daros algo dijo el cientfico, sacando de su bolsillo una pequea mquina en forma de almendra. Es un intercomunicador de acceso restringido. Os permitir poneros en contacto con Diana Scholem sin que nadie pueda detectar vuestra frecuencia, ni mucho menos interceptarla. Solo ella podr captar vuestro mensaje... Utilizadlo en cuanto lleguis a Marte. Sin la proteccin de Diana, no conseguiris ir muy lejos. Ella ya espera vuestra llegada, y sabr ingenirselas para esconderos en la ciudad de Arendel hasta la fecha

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitasealada por la llave del tiempo. Vaya con este atajo de mocosos! murmur Jade mirando a los chicos con admiracin. Primero la proteccin de Prometeo y ahora la de Diana Scholem, la presidenta de Uriel... Ya veo que no os faltan amigos influyentes! Por desgracia, tampoco les faltan enemigos poderosos repuso Herbert con gravedad. Confo en que sabr protegerlos durante el viaje, seorita... Le prometo que, si logra hacerlos llegar sanos y salvos a su destino, recibir una jugosa recompensa cuando regrese a la Tierra. Le tomo la palabra, amigo. Y ahora, vamos; no hay tiempo que perder. Jacob, que sostena en sus manos el intercomunicador que acababa de entregarle Herbert, mir al anciano con timidez antes de seguir a los dems. Cudese, Herbert murmur, enrojeciendo ligeramente. Recuerde que an tiene muchas cosas que ensearnos... El cientfico asinti varias veces con la cabeza, tratando de sonrer. Y t, no olvides al otro Herbert, el que duerme en el ltimo piso de la pagoda de Medusa le susurr a Jacob al odo. De ti depende que algn da pueda llegar a despertar. Jacob pareca a punto de decir algo, pero Jade decidi que aquella conversacin ya haba durado bastante. Espere aqu, Herbert dijo, empujando a Jacob hacia la puerta. Ahora enviar a alguien para que le acompae al mirador. Desde all podr ver el despegue con comodidad. Dos horas ms tarde, los chicos, despus de pasar por los tneles de esterilizacin que deban eliminar todas las bacterias de sus ropas y de su superficie corporal, entraron por fin en el ascensor que los conducira a la cima de la torre de lanzamiento, depositndolos directamente en la puerta del mdulo tripulado. Durante la rpida ascensin, Martn experiment una desagradable sensacin de vrtigo en la que se mezclaba su nerviosismo por el inminente despegue. Al deslizar su mirada por el rostro de sus compaeros, comprob que todos se hallaban tan plidos e impresionados como l. Sus mejillas, amarillas como la cera, parecan an ms descoloridas en contraste con el azul intenso de los monos de proteccin que llevaban puestos. Incluso Deimos haba perdido su habitual gesto de aplomo. T tampoco habas viajado antes al espacio? le pregunt Martn con curiosidad. Claro que no! Nuestra religin prohibe abandonar el planeta Tierra... Estoy a punto de violar uno de los preceptos ms sagrados de la creencia areteica!

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaSus compaeros intercambiaron miradas de asombro. Qu estupidez! no pudo menos de observar Jacob. A quin se le ha podido ocurrir una prohibicin tan absurda? Es uno de los preceptos del Libro de Uriel repuso Deimos con severidad. Y no deberas rerte de ellos... Gracias a ese libro, la Humanidad ha disfrutado del ms largo perodo de paz de toda su Historia. Mientras hablaban, el ascensor haba ido frenando suavemente hasta detenerse por completo. Al otro lado de la puerta, en una especie de tnel de plstico, los estaba esperando Orlando, enfundado en un mono similar al suyo. Venid, an tengo tiempo de ensearos un poco el habitculo antes de que suban Jade y Detroit. Supongo que sentiris curiosidad... Al final del tnel de plstico, los chicos se encontraron con un espacio circular de unos treinta metros cuadrados y paredes metlicas bastante altas. En el centro se haban dispuesto tres pares de asientos para el despegue, y alrededor, adaptadas a la forma curva del recinto, se vean seis cabinas individuales que contenan las camas para el descanso nocturno. Una especie de armario blanco destinado a la higiene de los pasajeros y una empinada escalerilla de acero completaban el equipamiento del habitculo, que careca completamente de ventanas. Qu decepcin! murmur Alejandra, reparando en aquella ausencia . No vamos a poder ver nada durante el viaje! Con la ilusin que a m me haca... En la parte de arriba, donde nos alojaremos los miembros de la tripulacin, s tenemos ventanas le inform su gua. Una vez que hayamos abandonado la rbita terrestre, podris subir y mirar... Pero an faltan muchas horas para eso. De momento, lo que tenis que hacer es sentaros en vuestros sillones y asegurar bien todos los cinturones para el despegue. Es la parte ms peligrosa del viaje, as que nada de bromas, de acuerdo? Los chicos ocuparon sus asientos y dejaron que Orlando comprobase todos los cinturones y tirantes de seguridad mientras, bajo sus pies, comenzaba a resonar el estruendo de los primeros motores activados. An no haba completado su revisin cuando Jade y Detroit surgieron del ascensor y, atravesando a toda velocidad el habitculo de los pasajeros, se encaramaron a la escalerilla que conduca a la sala de los tripulantes. Deprisa, Orlando, quedan cinco minutos. Poneos los cascos, rpido les orden Orlando antes de seguir a sus compaeros. Nos veremos al final del despegue... Justo en ese momento, una voz nasal e inexpresiva comenz la cuenta atrs a travs de los altavoces del habitculo. Sin embargo, los ltimos nmeros apenas pudieron orse, ya que el ruido de los motores se haba vuelto tan ensordecedor que ahogaba cualquier otro sonido. El estruendo

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitasigui aumentando hasta producir una especie de explosin, e inmediatamente los chicos sintieron que una brutal fuerza los aplastaba contra los asientos, dejndolos casi sin respiracin. Estamos subiendo! grit Martn, aunque saba que Alejandra, sentada a su lado, no podra orle. El asiento vibraba de tal modo que, por un momento, temi salir despedido a pesar de todos los cinturones y correas que lo sujetaban. La vibracin repercuta en sus mejillas y en sus mandbulas, hacindole entrechocar los dientes hasta lastimarse. A pesar de la proteccin que le haban puesto en los odos, el zumbido era tan insoportable que, maquinalmente, intent taparse las orejas, olvidando que llevaba puesto el casco. De pronto, senta muchsimo calor, y not que las manos empezaban a sudarle bajo los guantes. El corazn le lata con tanta violencia que pareca a punto de estallar... Martn nunca supo el tiempo transcurrido hasta que la vibracin del habitculo comenz a remitir. Por lgica, no podan haber pasado ms que algunos minutos, pero lo cierto es que se le haban hecho interminables. Cuando la presin que le empujaba contra el suelo empez a aflojarse, abri los ojos y trat de respirar profundamente. El enorme depsito de combustible que haba impulsado a la nave hasta la rbita terrestre deba de haberse desprendido ya, tal y como estaba planeado... Pronto dejaran de sentir la aceleracin del despegue, y sus cuerpos tendran que habituarse a la gravedad cero, en la que permaneceran hasta el momento de su aterrizaje en suelo lunar. El altavoz interno de su casco le hizo llegar la voz de Alejandra. Ests bien? Por un momento, cre que iba a desmayarme... Yo tambin repuso Martn activando su propio micrfono. Casi se me desencaja la mandbula... Y ahora? Cundo podremos desabrocharnos los cinturones? Justo entonces, como en respuesta a la pregunta de Alejandra, la misma voz metlica que haba recitado la cuenta atrs se dej or de nuevo. Lanzamiento concluido con xito. Pueden quitarse los cascos de seguridad. Cuando se encienda la luz naranja, podrn desactivar los principales sistemas de sujecin a sus asientos. No desconecten en ningn caso el cinturn C. Dentro de diez minutos, entraremos en gravedad cero. Rogamos se muevan con precaucin y sin molestar a los dems pasajeros. Siguiendo las indicaciones de la grabacin, los chicos se quitaron ios cascos y los depositaron bajo sus respectivos asientos. El ms afectado por la experiencia que acababan de vivir pareca ser Deimos, quien, a pesar del cese de la vibracin en la cabina y del descenso de la aceleracin, an segua sudando y respirando con dificultad. Te encuentras bien? le pregunt Casandra, que iba sentada a su

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitalado. El joven trat de sonrer. He estado mejor dijo, intentando dominar el temblor de su voz. No es solo por la violencia del lanzamiento... Pensaba en las prohibiciones de Uriel; debe de haber una buena razn para ellas... Tal vez esto sea mucho ms peligroso de lo que imaginamos. Radiaciones csmicas, gravedad cero... Es posible que nos deje secuelas irreversibles, y que nos arrepintamos toda nuestra vida. Ests exagerando dijo Casandra en tono despreocupado. Hace ms de cuarenta aos que existen colonias humanas permanentes en Marte, y en la Luna existieron hasta no hace mucho. Los efectos de las radiaciones y de los ambientes de baja gravedad estn ms que estudiados; incluso una nave como esta lleva suficientes sistemas de proteccin... Ese miedo a los viajes espaciales es pura supersticin, y nada ms. Conozco a gente que ha vivido diez aos en Marte y estn tan sanos como t y como yo. Deimos se encogi de hombros y no dijo nada. A pesar de los argumentos de su amiga, no pareca demasiado convencido. Hasta entonces, todas las mximas y recomendaciones del Libro de Uriel le haban demostrado su utilidad... Por qu en esta ocasin iba a ser diferente? Mientras hablaban, la aceleracin de la nave haba disminuido rpidamente, y la sensacin de que una fuerza desconocida tenda a separarlos de sus asientos fue hacindose ms y ms intensa. Solo los dispositivos de seguridad los mantenan sujetos a los sillones... En ese momento, el piloto naranja mencionado en la grabacin se encendi sobre sus cabezas, y los seis pasajeros se precipitaron a desabrocharse todas aquellas correas y tirantes, dejando conectado nicamente el cinturn C, que deba impedirles chocar contra el techo y las paredes. A medida que iban liberndose de sus ataduras, se iban elevando uno tras otro en el aire artificial de la cabina hasta donde se lo permita la longitud del nico cinturn que an llevaban puesto. Sin saber por qu, todos rean y agitaban los pies y las manos como si estuviesen nadando... Incluso Deimos pareca haber olvidado sus aprensiones y disfrutar tanto como los dems. Es maravilloso grit Martn aferrando la mano izquierda de Alejandra, que justo entonces pasaba a su lado. Siempre haba soado con esto... Es como volar! Parece magia... Nunca haba sentido nada parecido. Seguro que esto crea adiccin! intervino Jacob, golpeando con el pie el codo de Martn. Es mejor que una cpsula de endorfinas... A travs de los altavoces oyeron entonces la voz de Jade, hablndoles desde la cabina de la tripulacin.

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaQu, os diverts? pregunt en tono irnico. Os estamos viendo por los monitores... No hagis el tonto, vale? Si os confiis demasiado, podrais haceros dao. Adems, la cosa ya no parece tan divertida cuando uno intenta beber agua, o cuando va al servicio... Pronto lo comprobaris. Dentro de una hora os bajar la comida dijo Detroit. No os preocupis, Jade estaba exagerando; no va a ser tan difcil. Cundo podremos subir a vuestra cabina, a mirar por las ventanas? Dentro de cinco horas tendremos una buena vista de la Tierra a estribor repuso Jade. Entonces os subiremos.. . Por ahora, cambio y corto. No me hace muy feliz la idea de que esos nos estn espiando todo el tiempo observ Jacob haciendo una mueca. As no se puede disfrutar... Le hacen a uno sentirse ridculo. No seas tonto dijo Selene. Qu crees que estn haciendo ellos en este momento? Exactamente lo mismo que nosotros, solo que no podemos verlos. Me pregunto si la nave que va a llevarnos a Marte ser como esta intervino Martn. El viaje dura casi dos meses, y dos meses en gravedad cero pueden llegar a resultar agotadores... No te preocupes dijo Deimos. La nave de Marte es mucho ms sofisticada que esta, y cuenta con un sistema de gravedad artificial; Jade me lo explic antes de cerrar el trato. Los chicos continuaron manoteando en el espacio y dando vueltas en el aire hasta que Detroit apareci en la parte superior de las escaleras. Tenis hambre? pregunt mientras descenda agarrndose con ambas manos al balaustre de la escalerilla, al tiempo que sus piernas pataleaban libremente. Solo Jacob asinti con la cabeza. Los dems, mareados por la novedad de la ingravidez, apenas podan pensar en probar bocado, pero la curiosidad por comprobar cmo se preparaba una comida en el espacio era ms fuerte que su malestar. Aferrndose a las barras horizontales de las paredes, Detroit se desplaz hasta el minsculo rincn que haca las veces de cocina para los pasajeros. En su parte inferior haba un armario del que extrajo seis paquetes de plstico que introdujo en un pequeo microondas. Mientras el plato principal se calentaba, el ayudante de Jade fue entregando a cada uno de los viajeros una bandeja con varios recipientes de plstico y aluminio sujetos a su superficie mediante veleros. Cuando todos tuvieron su bandeja, reparti los paquetes que acababa de calentar en el horno, tambin provistos de tiras adhesivas. Ahora, id a vuestros asientos y abrochaos el cinturn E, que dispone de un velero para pegarse a la bandeja. En la bolsa de la derecha tenis un tenedor y una botellita de sal lquida; usadla con cuidado. La bandeja

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitagrande de aluminio contiene un pastel de verduras cortado en porciones: tenis que abrir el tapn de rosca, insertar el tenedor e ir pinchando una a una las porciones antes de que se escapen por el orificio. El paquete que acabo de calentar contiene macarrones con queso... es un poco ms difcil de comer, pero se hace de la misma manera. Para el agua tenis esa boquilla... Cerradla en cuanto separis la botella de los labios. Por ltimo, esa especie de taza contiene almendras peladas, que podis ir sacando con los dedos, cuidando, eso s, de que no se escapen. Ya veris, con un poco de prctica, no resulta tan difcil... Los chicos se esforzaron por seguir las instrucciones de Detroit, aunque sin mucho xito, al principio. Resultaba verdaderamente complicado abrir el tapn de la bandeja y pinchar los macarrones sin que alguno se escapase flotando en el aire antes de que diera tiempo a cerrarla. Casandra pareca ser la que ms dificultades tena, ya que desde su bandeja ascendan cada dos por tres un enjambre de pringosos macarrones sueltos que ella intentaba atrapar con la boca. A Jacob le pareci tan divertido que l mismo se puso a imitarla a propsito con las almendras que le correspondan. Deja de hacer el ganso, chico dijo la voz de Jade a travs de los altavoces. Luego se pone todo perdido, y cuesta mucho trabajo limpiarlo. Cuando terminaron con lo que les haban servido, Detroit baj a recoger las bandejas, y a continuacin distribuy entre los chicos los cepillos de dientes desechables y las toallitas hmedas que deban utilizar para limpiarse. Lo mejor, ahora, es que intentis dormir un poco les recomend. Quedaos en vuestros asientos, con ese mismo cinturn que llevis puesto... Si empezis a moveros, os sentar mal la comida, y os aseguro que resulta muy desagradable cuando alguien empieza a vomitar en gravedad cero. El argumento sonaba lo suficientemente convincente como para que nadie se atreviese a replicar, de modo que los seis viajeros se dispusieron a seguir el consejo de Detroit mientras este regresaba a la cabina de la tripulacin. Sin embargo, por ms que lo intent, Martn no logr conciliar el sueo. El malestar del estmago haba aumentado despus de la comida, y, adems, se senta demasiado nervioso como para dormir. Hasta ese momento, todo haba resultado tan divertido y excitante como un juego; pero pronto veran la Tierra a travs de las ventanas de la nave, un pequeo planeta aislado en el espacio, alejndose de ellos a cada minuto. El nico hogar que haban conocido... Si algo sala mal, tal vez no pudieran volver a pisarlo. De repente se acord de su padre, que, por lo que saba, segua preso en alguna de las crceles orbitales que la ONU an mantena en funcionamiento... Cmo sera su vida en aquel lugar? Le permitiran mirar de cuando en cuando a travs de una ventanilla para ver en la distancia el planeta por el que tanto haba luchado en su juventud, y donde le esperaban, desde haca aos, las nicas personas

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitaque no le haban vuelto la espalda, su familia? Su cuerpo se habra debilitado mucho debido a su larga permanencia en un ambiente sin gravedad... Todos los estudios indicaban que, si esas condiciones se prolongaban demasiado tiempo, los huesos se descalcificaban, la masa muscular disminua y los individuos perdan peso. Adems, estaban las radiaciones. A pesar de los escudos protectores que probablemente tendra el mdulo que habitaba, llevaba tantos aos en rbita que deba de haber recibido dosis de radiacin excesivas... Eso poda terminar daando su ADN, provocndole algn tipo de tumor... Existan tcnicas reparadoras, claro. Pero era poco probable que los presos tuviesen acceso a ellas, dado su elevado coste. Qu corporacin estara interesada en correr con los gastos sanitarios de un puado de presidiarios? A menos, claro est, que los utilizasen para ensayar con ellos nuevas terapias todava poco seguras... lo que resultaba casi ms peligroso que el propio efecto de las radiaciones. Sin embargo, lo peor no eran las radiaciones ni el debilitamiento del cuerpo. Lo peor, pensaba Martn despus de experimentar por unas horas las complejas sensaciones de un viaje espacial, deba de ser la sensacin de claustrofobia, de aislamiento; la idea de que resultaba imposible escapar. Ver la Tierra all lejos y pensar que tal vez uno jams volvera a poner los pies en ella... Muchos presos, segn haba ledo Martn en alguna parte, terminaban enloqueciendo por culpa de aquellos pensamientos. El saba que su padre era muy fuerte psicolgicamente, pero, an as... habra resistido aquella tortura? La voz de Jade volvi a sonar a travs de los altavoces de la cabina, interrumpiendo sus reflexiones. El que quiera ver la Tierra como nunca la ha visto, puede subir ahora anunci. No volveremos a tener una vista tan buena como esta en todo el viaje. Todos, incluso los que estaban profundamente dormidos, reaccionaron rpidamente al or aquellas palabras. Ninguno quera perderse el espectculo del planeta visto desde el espacio. Desabrochndose los cinturones que los mantenan unidos a sus respectivos asientos, fueron deslizndose uno a uno hacia la escalerilla con ayuda de las barras de apoyo laterales, a las que tenan que aferrarse con fuerza para no terminar pegados al techo. El primero en atravesar la puerta de comunicacin entre los dos compartimentos fue el propio Martn, seguido al momento por Alejandra y Selene. Jade les seal una barandilla que conduca directamente desde aquella entrada a las ventanillas de estribor, y, sujetndose con firmeza, Martn no tard en alcanzar el asiento que le haban asignado. Inmediatamente se abroch el cinturn. Luego, con un nudo en la boca del estmago, se volvi hacia el grueso plstico transparente para contemplar la vista. A lo largo de su vida haba visto innumerables fotografas de la Tierra tomadas desde el espacio; pero lo que tena ante sus ojos no poda compararse con ninguna reproduccin. Ah estaba el universo, negro,

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Ana Alonso y Javier Pelegrn La ciudad infinitahostil y vaco, y, a un lado, flotando como un globo, un maravilloso planeta azul moteado de rizos y remolinos blancos y de pequeas manchas