Upload
others
View
5
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
ALUMNOS DE 2º CICLO DE E.S.O.
GANADOR DEL PREMIO DE POESÍA
SILVIA ARIZA PÉREZ (4º A)
En el cielo vi una vez. . .
En el cielo vi una vez,
Dibujado, un corazón;
Las estrellas, sin querer,
Bailaban alrededor.
La luna con su rostro
Cantaba una canción:
La canción de un amor viejo
Que hace tiempo se acabó:
“Vuelve, amor mío,
Vuelve, por favor,
Que, si ya no estás conmigo,
Me destrozas el corazón”. . .
Corazón rojo del cielo,
Corazón rojo de dolor,
Corazón rojo y pequeño
Que llora por un viejo amor.
La luna con su rostro
Cantaba una canción:
La canción de un joven chico
Que un día desapareció.
ALUMNOS DE 2º CICLO DE E.S.O.
GANADOR PRIMER PREMIO NARRATIVA.
KARINA ARÉVALO FLORES (4º A)
La historia que os voy a contar la he vivido hace muy poco tiempo.
Desde que era muy pequeño crecí con una chica; su nombre era Tara. Era maravillosa,
tanto, como persona, que, como amiga, aunque no lo pareciese, tenía con ella muchas cosas
en común, como, por ejemplo, la música, los deportes, la forma de plantearnos el futuro.
Los dos aspirábamos a poder entrar en las Fuerzas Armadas. Cuando cumplimos los
diecisiete años, empezamos a informarnos sobre la vida de un soldado; como en todo,
había cosas buenas pero también había cosas malas. Por aquel entonces me di cuenta de
que, cuando estaba con Tara, me sentía bien, era una sensación muy rara, estaba muy
confundido, no sabía cómo llamar a lo que sentía, así que no le di importancia. Ella, como
era normal, tenía pareja; a su novio, por supuesto, no le hacía mucha gracia tener que
separarse, así que trató por todos los medios de hacerle cambiar de idea, pero no tuvo éxito.
Después de acabar el bachillerato, comenzamos a prepararnos tanto física como
psicológicamente. Nosotros éramos concientes de que el camino que escogíamos era muy
duro, pero era lo que nos gustaba. Dos años más tarde llegó el día de marcharnos: era una
sensación muy rara, estábamos a punto de cumplir nuestro sueño pero esta alegría se veía
empañada por la tristeza de tener que separarnos de nuestras familias. Aún no sabíamos lo
que el destino nos tenía preparado.
Una vez dentro, yo me especialicé en mantenimiento de armas y ella en enfermería. Los
dos recibíamos preparación para saber cómo actuar en situaciones de alto riesgo, por
ejemplo, en caso de guerra. Durante el primer permiso que tuvimos, fuimos a visitar a
nuestra gente, después de cuatro meses; cuando llegamos al pueblo, todo estaba igual,
bueno, casi todo: había cambiado una cosa, los sentimientos de Javi hacia Tara ya no eran
los mismos. Él la había engañado con otra, ella estaba hecha pedazos, aunque trataba de
ocultarlo -yo la conocía demasiado como para no darme cuenta-. Un día que salimos de
fiesta con otros amigos, me atreví a hacerle la pregunta que tanto me revoloteaba en la
cabeza, así que le dije:
- ¿Qué tal estás?
- Bien, -respondió Tara intentando retener las lágrimas. Durante unos segundos hubo un
silencio que fue roto por los lloros de ella.
- No, no estoy bien, no me puedo creer que él me haya podido hacer esto después de todo el
tiempo que estuvimos -dijo Tara con una voz entrecortada que casi no se le podía entender.
En ese momento sentí cómo mi cuerpo se llenaba de ira. Por un segundo quise salir
corriendo a buscar a Javi para partirle la cara, pero enseguida reaccioné y me di cuenta de
que con esa actitud sólo empeoraría las cosas, así que decidí quedarme con Tara para
animarla en esos momentos difíciles.
A la mañana siguiente mi madre me preguntó:
- ¿Qué te pasa, cariño? Te noto preocupado
- Nada, mamá -le conteste. En ese momento ella me abrazó y me dijo:
- Hijo, yo te he criado y te conozco como a la palma de mi mano y sé que algo te preocupa
y también sé que es algo relacionado con Tara
- ¿Cómo sabes eso?
- Eso una madre lo nota. Empieza a contarme que te ocurre.
- Desde hace unos tres años siento algo por Tara, no sé que es exactamente, pero cuando
estoy con ella me siento bien. Anoche me contó lo que Javi le había hecho y te juro que por
un momento sentí unas ganas incontrolables de salir a buscarlo para arreglar cuentas.
- Lo que te pasa es que estas enamorado de Tara, pero no quieres admitirlo.
Después de hablar con mi madre, las cosas se me aclararon y me di cuenta que lo que me
dijo era verdad.
Llegó el día de regresar y yo estaba decidido a hablar con Tara cuando llegáramos, pero las
cosas dentro se habían complicado: en cuanto llegamos, fuimos trasladados hasta la zona de
conflicto. Allí nos tuvimos que separar: ella tenía que salir a hacer guardia con su pelotón
en la entrada norte del campamento y yo tenía que ir a la parte este. Eran las diez, la noche
se mostraba tranquila y eso me daba mala espina; era como si presintiera que algo malo iba
a pasar. Cuando me despedí de Tara no pude evitar pedirle que se cuidase, a lo que ella
respondió:
- Tú también, cuídate; nos vemos mas tarde -me dijo mientras me daba un beso en la
mejilla.
Cada uno partió por su camino, todo estaba tranquilo hasta que a las dos de la madrugada
aproximadamente nos atacaron: todo era un caos, parecía el infierno, los enemigos hirieron
a dos de nuestros hombres y mataron a uno; después de diez minutos llegaron refuerzos y
nos ordenaron que lleváramos a los heridos al campamento para que fueran atendidos.
Cuando llegamos al campamento, había cinco compañeros heridos y dos muertos. No podía
controlar mis nervios, pregunté sobre el pelotón de la entrada norte, pero nadie tenia
noticias de ellos; cuando estaba cruzando la puerta para ir a buscar noticias, se escucharon
más gritos que decían:
- Herida de bala a la altura del corazón, ha perdido mucha sangre, su pulso es muy débil.
Mi corazón se paró cuando vi que la herida era Tara, todo mi cuerpo se quedó helado, no
podía asimilar lo que estaba viendo, corrí a abrazarla pero el medico me ordenó que me
retirara porque estaba muy mal y tenia que revisarla. Salí fuera pero enseguida un
compañero me avisó de que Tara quería hablar conmigo; me sequé los ojos con un pañuelo
e intente disimular que había estado llorando, pero fue imposible: cuando estuve dentro,
Tara me dijo:
- No llores – Mientras, me acariciaba la cara.
No pude evitar el impulso de abrazarla.
- Tengo que confesarte algo -dijo ella con un hilo de voz.
- No te preocupes -le dije yo.
- Esto es muy importante, sé que estoy muy mal y antes de que pase algo quiero que sepas
que...que estoy enamorada de ti, desde hace mucho tiempo, pero nunca había tenido el
valor de decírtelo.
Se supone que tendría que estar feliz por lo que me acababa de decir Tara, pero era todo lo
contrario. S su voz cada vez era más débil y su respiración mas agitada. Sus últimas
palabras fueron:
- “Te quiero, David”. Y después, su último suspiro. Esto me partió el alma. La había
perdido sin poder decirle cuanto la quería.
Ahora estoy aquí, en la penumbra de mi habitación, con un arma en mi mano. Muy pronto
estaré contigo y podré decirte lo que sentía por ti.
¡¡¡ Bang!!!
ALUMNOS DE 2º CICLO DE E.S.O.
GANADOR SEGUNDO PREMIO NARRATIVA.
DANIEL SEGURA DÁVILA (4º A)
Después de tanto y tanto tiempo pensando en cómo sería el mundo fuera de los barrotes y
de las vallas protectoras, Ahmed Karim salía dejando atrás un pasado de ocho largos años.
Poco antes de cumplir los dieciocho años pensaba con quién se quedaría, ya que sus padres
lo abandonaron con once años por sus numerosos robos y peleas, y no sabia de ningún
familiar cercano.
Nunca había visto la luz del sol brillar con tanta fuerza como aquél día; para él era como
una nueva vida, lejos de la delincuencia. El último día antes de irse recibió la visita de la
directora, la cual le dio la noticia de que se le habían encontrado familiares en Almería, ya
que su madre vivía allí antes de casarse con su padre, un inmigrante nigeriano, y estaban
dispuestos a ser sus tutores legales. Al despedirse de todos sus compañeros y del personal
del centro cogió el tren rumbo a su nuevo hogar.
Al llegar, comprobó el sofocante calor del sur, nada comparado con el temporal en Galicia,
lugar donde antes vivía. La hoja de la directora del reformatorio decía: “Calle Puerto Santo
nº 2”, nombre que consiguió leer en una pared descuidada que se encontraba en el número
24, por lo que no tardó demasiado en llegar. Se encontró con un hombre corpulento, que se
limpió sus sucias manos en un trapo para darle la mano, y también se acercó una mujer
delgada y con aspecto cansado:
- Tú debes de ser Ahmed. Yo soy Cristóbal, el hermano de tu madre, y ésta es mi mujer,
María. Acompáñanos, te enseñaremos tu cuarto.
Al dejar las cosas en la habitación, me dijeron si podía bajar al salón, pues querían hablar
conmigo:
- Nosotros te daremos todo lo que necesites, pero te pedimos que nos ayudes en el
mantenimiento de la granja. Vamos a tener una hija y María no podrá trabajar durante un
tiempo. ¿De acuerdo? – preguntó con una gran incertidumbre.
Ahmed no respondió, simplemente se quedó mirando fijamente a aquella pareja de
desconocidos que parecía solo haber cogido su tutela para hacerle trabajar en una granja
mientras la mujer estaba en periodo de embarazo, para, después, dejarlo otra vez a su
suerte.
Aquella noche no la pasó en su nuevo hogar, deambuló por el pueblo sin saber si volver a
pasar lo noche en la calle, cosa que no le asustaba porque lo había hecho otras veces.
Finalmente acabó en un banco desde el que se divisaba el mar. Después de meditar
profundamente su vuelta, se decidió a vivir una nueva vida con la que conseguir dejar atrás
su pasado, pero, al instante, una chica morena, alta y con ojos azules se sentó a su lado:
- ¿Pelea en casa? – preguntó.
- No del todo. – contestó Ahmed.´
- Acaba de terminar la pelea diaria de mis padres, siempre preocupados por todo menos por
lo que de verdad importa. Ahora estarán discutiendo sobre si la leche para mi hermana
estaba demasiado caliente. Seguro que ni siquiera notarán mi ausencia.
- ¡Vaya! ¿Normalmente le cuentas todo esto a la gente del pueblo?
- No, pero lo hago porque nunca te había visto aquí; éste es mi sitio de meditación.
- Me he trasladado hoy mismo a la granja de los Cárdenas, ¿La conoces?
- Claro, abastece a la mayoría del pueblo con sus productos, y, además, son muy buena
gente …
De repente, un hombre con cara de rabia gritaba a la chica:
- ¡Con los problemas que tu madre y yo tenemos sólo se te ocurre irte como si nada!
¡Podrías ayudar en el cuidado de tu hermana!
Se despidieron con unas miradas que dieron a entender que los dos muchachos se habían
caído bien.
Al llegar a casa, María le había preparado la cena y, como si nada hubiera sucedido, el día
siguiente empezó.
Tras varios días sin ningún problema, se acostumbró al horario de trabajo y le empezó a
gustar su trabajo, pero pocos días después se extendió el rumor de que una banda callejera
robaba, y todo el pueblo pensó directamente en aquél chico nuevo que había venido de un
reformatorio después de haber cumplido condena por toda una serie de hurtos. Toda la
gente le señalaba y sólo tenia un sitio donde estar tranquilo y poder encontrarse con aquella
chica, que creía seria la única que le podría creer aún sin conocerlo demasiado.
Como él pensó, la chica se encontraba llorando:
- ¿Qué te sucede? – preguntó Ahmed.
- La banda de delincuentes que está en búsqueda me robó el dinero que mis padres me
habían encargado guardar para el mantenimiento de mi hermana. Ahora no tenemos casi
nada para cuidarla y me han quitado todo lo mió para dárselo a ella… Pero… ¡tranquilo!,
sé que tú no formas parte de ésa banda.
- ¡Menos mal que alguien confía en mi!
- Tú estabas conmigo la noche del primer robo que se les ha atribuido, tú no pudiste formar
parte.
Su compañera tenía razón: tenía la prueba para dejar de ser el acusado, se lo contó a sus
tíos, y éstos se lo contaron al juez que llevaba el caso, quién lo cerró gracias a la
colaboración de su compañera y de su padre, quien afirmó haberlo visto aquella noche con
su hija. A la salida del juzgado, los dos se fueron a su lugar de encuentro:
- ¿Puedo saber el nombre de la persona que ha hecho que la gente me mire con otros ojos,
los mismos con los que me miras tú?
- El nombre no es lo importante, lo que importa es la persona.
ALUMNOS DE BACHILLERATO.
GANADOR PRIMER PREMIO POESÍA.
ELISABETH MINGO ZAMBRANO (1º D Diurno)
Por un mundo mejor,
donde la paz sea rutina,
donde el dolor sea ficción
y el amor, nuestra adicción.
Por un mundo mejor,
sin cadenas en los pies,
sin las alas recortadas
y libertad para correr.
Por un mundo mejor,
y, sobretodo, más humano,
donde una abrazo, una caricia,
sean el regalo más preciado.
Por un mundo más sincero,
donde el odio es la excepción;
lo lógico es decir: “te quiero”,
y pensar con el corazón.
Por un mundo de tranquilidad,
donde el tiempo no tiene prisa,
donde un día puede brillar
con la luz de tu sonrisa.
Por un mundo de claridad,
donde no existan las mentiras,
donde pueda ver tu verdad
solamente si me miras.
Por un mundo sin maldad,
ayudándonos a diario,
donde haga falta buscar
“violencia” en el diccionario.
Y por una vida más justa,
donde no haya preferencias,
donde haya vidas tan iguales
que no existan diferencias.
Quizás existan los milagros
y se cumpla lo que soñamos,
quizás podamos realizarlo,
quizás está en nuestras manos.
ALUMNOS DE BACHILLERATO.
GANADOR SEGUNDO PREMIO POESÍA.
FRANCESC REIG CORTÉS (1º AB Nocturno)
Iba yo por la playa
cuando me la encontré
tumbada en la toalla;
entonces la observé:
Su piel rojiza frente al Sol,
suave y brillante como el mar,
como el caracol frente a la col.
Yo, delante sin hablar.
Al horizonte mirando
a su lado me senté,
y seguí pensando,
sin saber porqué.
Cuando me decidí a probarla,
olí toda su piel;
la cogí para acariciarla
y la boca se me hizo miel.
Mientras le contemplaba
su curva sinuosa,
alguien me gritaba:
¡No te comas la manzana!
ALUMNOS DE BACHILLERATO.
GANADOR TERCER PREMIO POESÍA.
CAROLINA SÁNCHEZ GARCÍA (2º E Diurno)
¿Cómo te puedo explicar
que mis labios ya no ríen
si no son los tuyos
los que primero me sonríen?
Que ya no sé mirar otros ojos
que no tengan el brillo
que los tuyos producen por sí solos...
¿Cómo te puedo explicar
el valor de verte caminar desde lejos
y, aún así, sentir
que estoy caminando detrás de ti?
Que, cuando pasas por mi lado,
el deseo de quererme esconder
recorre todo mi ser...
¿Cómo te puedo explicar
que tu mirada
es capaz de
enmudecer mi alma?
Que tu piel tiene el olor más dulce
y el tacto más suave
que yo, cerca, haya podido tener...
Me gustaría disponer
del valor suficiente
para poder explicarte
todo lo que mi ser siente;
Poder describirte
todos mis sentimientos
y narrarte, uno a uno,
todos mis sueños...
Te explicaría que, poco a poco,
has llenado mi vida de sentido,
de nuevos sentimientos,
que pensaba que ya habían desaparecido...
ALUMNOS DE BACHILLERATO.
GANADOR PRIMER PREMIO NARRATIVA.
LAURA TRUJILLO CUADRA (2º AN Nocturno)
Carta a la desesperación:
Quizá no haya palabras para expresar lo inexpresable, mas, de todos modos,
intentaré plasmar aquí mi calma, impregnar las palabras vacías, de significado,
de dolor quizá, de perdón, de adiós.
Un día me levanté, me levanté y me di cuenta de algo que ya sabía: que la
tristeza me había calado, me había llegado tan honda al corazón, que se había
adueñado de mi mirar, que había marchitado mi alma, estrangulado mi
corazón y ahogado ya mis lágrimas; que la palabra “muerte” se convirtió en
un dulce son en mi cabeza, la idea, la calma, el descanso. . . ¡ Es tan largo el
camino y tan dura la lucha...!
Ya no es la tristeza, no; ya no lo es. Es el abatimiento. Cuando un día te
levantas y te das cuenta de que ya está, de que estás cansado de luchar, de que
ya no te quedan fuerzas para ti, de que ya no te tienen en pie tus delgadas
piernas para seguir adelante y de que no hay dónde parar, de que el caer y
levantarse es vano, porque es tan grande la caída y . . .queda tan lejano el
cielo, tan cercano el abismo, ya no merece la pena, ya no.
Y lo que hasta ahora te mantuvo vivo: la esperanza, el vivir sin vivir, ver las
cosas en un estado de eterno letargo, en espera del futuro incierto, esperando
no sé qué, no sirve ya. Cuando recuentas los años, las caídas y los golpes, y
estás ahí abajo, ése es el momento en que la palabra “muerte” cobra todo su
esplendor y dulzura, no como desesperación, sino como fruto del cansancio,
como consecuencia del abatimiento, como modo de descanso; por ello y con
éstas palabras, quiero decir a mis seres queridos que no me lloren, que no
sufran mi muerte, pues para lo que ellos es muerte es para mí vida, para lo que
ellos es dolor, es para mí, descanso.
¿Cómo poder, cómo poder seguir ocultando este par de alas rotas? ¿Cómo
decir que he caído y que ya no sé cómo levantarme? ¿Cómo decirlo? ¿Cómo
expresar que este era mi único camino, mi única salida, que era ya un callejón
dónde me hallaba? -quizá no lo dije, quizá lo grité tan alto que nadie pudo
oírlo, quizá...
Y el velo de perpetua tristeza cayó de nuevo sobre la dulce mirada del
muchacho.
Y se apagó su brillo de nuevo. Y de nuevo se borró la sonrisa de su cara.
Y sobre los días lluviosos que la acechaban planeó la sombra del ayer seguida
por la del mañana, a cuál más horrible. Y de nuevo el velo de perpetua tristeza
le atrapó, cayó sobre él, aplastando su tierno espíritu como si de una delicada
flor se tratase, helando las bellas gotas de rocío y convirtiéndolas en hiriente
escarcha, quitando el brillo de sus ojos y convirtiéndolo en el hogar de un
inmenso infinito, del nunca jamás, de no se sabe qué lugar. Y su mundo, su
frágil mundo con pilares de gelatina y paredes de naipes, se derrumbó sobre su
ser, atrapándolo debajo, irremediablemente. Esta vez le cogió desprevenido, le
dolió, sangró cómo con su primera herida y no supo salir... ¡No pudo!
No halló la posibilidad, el resquicio por dónde escapar, así que recubrió su
frágil, caliente y palpitante corazón con un muro.
Y sus pensamientos los bloqueó bajo un denso fajo de "NADA", entrando en
una especie de sopor, esperando no sabía qué, pero que nunca llegó. Y la
tristeza cayó de huevo sobre sus ojos, pero esta vez no pudo soportar tan
pesado velo, el peso le venció. Y enloqueció. Y fue demasiado para su frágil
estructura, ya dañada por los años. Y no pudo más. Y no quiso más. Y se
arrebató la vida, que ya no era vida, sino muerte, agonía. Y con un simple
corte, con un simple gesto, la savia que un día fue vida resbaló inerte por sus
brazos, creando ríos, ríos de muerte que antaño fueran vida, tiñendo a su paso
todo de ardiente color granate, su color de fuerza que él no supo encontrar
más, iluminando por última vez éste mundo, dando color y, por última vez,
d
e
s
c
a
n
s
a
m
o
s
Y se hizo el vacío, la nada, el infinito . . . el dolor.
ALUMNOS DE BACHILLERATO.
GANADOR SEGUNDO PREMIO NARRATIVA.
RAQUEL GONDÓN RUIZ (2º BN Nocturno)
¿Qué son los sueños?, porque cada vez que nos despertamos y decimos “hoy he soñado…”,
intentamos recordar lo que soñamos. La gente suele tener diversos tipos de sueños, pero
casi siempre solemos tener sueños semejantes, como el de quedarse en un ascensor, o que
se te caen las muelas , o aquel en el que se muere algún ser querido. Después de haber
soñado algo así, rápidamente le preguntamos a algún amigo o a tu madre qué ha podido
significar. Verdaderamente es algo que inquieta a la gente; incluso yo me he preguntado
alguna vez qué es lo que nos hace soñar. Y la única respuesta es nuestra imaginación.
Muchas veces me he planteado cómo puede pasar todo eso por nuestras mentes; mientras
nosotros estamos placidamente durmiendo, nuestra mente no para nunca de maquinar y de
pensar en cosas, es el motor de nuestro cuerpo y nuestra vida; por eso a veces hemos vivido
situaciones en las que, por extraño que parezca, alguna vez que otra hemos dicho “esta
situación la he soñado“. Este es el poder de imaginación que nosotros tenemos. Por eso
muchas veces oímos decir a la gente: ¡Ojala me toque la lotería!. Y la respuesta de la
persona que esta a su lado es: ¡“Calla y sigue soñando!” Esa respuesta no me dice nada más
que lo que yo he pensado varias veces: cuando te mencionan la palabra lotería, sueñas con
comprarte aquello tan deseado, o aquel viaje o ¡¡¡buffffffff!!!…….. ¿Qué harías tu con el
dinero de la lotería?. Todo eso es soñar, es imaginar como sería tu vida si.., pero existe la
frase de “no solo se vive de ilusión”.
Y es en ese momento es donde parte de tus sueños se desvanecen, y tu interior te dice: “Es
imposible que se cumplan mis sueños”.
Yo no creo que los sueños sean difíciles de cumplir, simplemente que los sueños son eso:
solo sueños. Y que hay que mirar el reflejo de nuestra alma y saber si somos o no capaces
de poder alcanzar nuestro mayor placer, que ese si que es nuestro verdadero sueño.
Toda nuestra vida en si es un sueño, porque nosotros no elegimos nacer, sino que nuestros
padres nos crean y, a partir de ahí, se crea nuestro camino. En el momento en el que
nosotros nos podemos independizar sin la ayuda de estos, es donde comienza nuestro
sueño, el de forjar nuestro destino, de la manera en la que nosotros pensamos que vamos a
llegar a nuestro máximo placer. Pero, a veces, este camino no resulta ser el que nos
creíamos y nos encontramos baches, boquetes y hendiduras que tenemos que ir saltando, y
que nos hacen ver que aquel sueño que perseguíamos no es tan fácil de lograr.
Pero cuando esto sucede, tenemos que mirar atrás y ver que puede ser que este no sea el
camino mas corto hacia nuestro placer y que tendremos que superar muchos obstáculos.
Aunque la recompensa será mayor, porque no solo habrás llegado a tu destino, allí donde
tus sueños te llevaban, sino que habrás luchado por ellos, y no solo habrá sido fruto de tu
imaginación mientras descansabas placidamente, sino fruto de tu esfuerzo y tu capacidad
luchadora por conseguir el sueño.
Por eso yo tengo una frase que creo que describe lo que somos y lo que la mayoría de la
gente hace por creer que no es capaz de lograr su sueño, por creer que es imposible: “nada
es imposible, puede ser que sea poco probable, pero no imposible”. Por eso os digo que
sigáis esta frase que os ayudara a llegar a vuestro sueño: “No sueñes tu vida, vive tus
sueños”. Espero que todos podamos vivir nuestros sueños.
ALUMNOS DE BACHILLERATO.
GANADOR TERCER PREMIO NARRATIVA.
RUBÉN GARCÍA HOYOS (2º AN Nocturno)
Durante el siglo XXI, un holocausto nuclear destruyó casi por completo la humanidad. En
el año 2094, tan solo un reducido grupo de hombres luchan, desesperados, por sobrevivir y
tratar de forjar un nuevo mundo.
Una generación entera ha pasado desde el fatídico holocausto. Los escasos supervivientes,
escondidos bajo tierra, en refugios, sobreviven con la única esperanza de abandonar algún
día esos refugios que los confinan a una sórdida vida. En el interior de uno de los refugios
la suerte de estos hombres está a punto de cambiar. . .
Un nuevo día da comienzo en el refugio hopel3, un fatídico día. Los supervivientes se han
mantenido con vida hasta ahora gracias a los alimentos y al agua que guardaban
celosamente. La depuradora de agua tiene un papel vital en la vida del refugio, sin esta, el
agua contaminada sería con total seguridad mortal para los hombres.
Morgan, el encargado de la depuradora, es un hombre mayor de unos 64 años de edad que
ha pasado toda su vida sin salir al exterior; el enclaustramiento en el refugio ha hecho sin
duda mella en él. Como cada día, Morgan se levanta dispuesto a ingerir un mísero
desayuno y a continuar su tarea como guardián del tesoro más valioso del refugio.
Morgan se acercó a la máquina y casi le da un ataque a su debilitado corazón; esta había
dejado de funcionar. Rápidamente, Morgan puso sus habilidosas manos en la tarea de tratar
de reparar la avería de la máquina; tras varias horas de intenso e inútil trabajo, Morgan cayó
de rodillas maldiciendo su suerte y con los ojos inundados de lágrimas dispuestas a saltar
de sus ojos en cualquier momento. Al cabo de un rato, era ya sabido por todos en el refugio
que la depuradora había dejado de funcionar y que allí no disponían de las herramientas
necesarias como para poder repararla. Esta situación reclamaba una reunión de emergencia:
la reserva de agua del refugio se agotaría en apenas tres meses; por eso se llegó a la
unánime decisión de que alguien del refugio debía partir, encontrar el refugio mas cercano
y pedir ayuda para poder así reparar la depuradora. Esta peligrosa empresa debía ser
otorgada al mas capaz de los allí refugiados, pues de él dependerían las vidas de todos.
Estuvieron de acuerdo en otorgar esa pesada carga a Sak Branigam, hombre apuesto,
inteligente y carismático donde los haya. Sin duda Sak reunía las características requeridas
para una misión de esta índole, teniendo el añadido de que estaba deseoso por ver mundo.
Sin más, se decidió que Sak Branigam partiría al amanecer del siguiente día. Toda la noche
estuvieron realizando los preparativos hasta que, al fin, Sak estuvo preparado para partir. Le
fue entregado un espectacular traje de supervivencia de color negro, el cual otorgaría a
Branigam especial resistencia a las hostiles condiciones que se encontraría en el exterior,
además de administrar con mayor eficiencia su fisiología; con esto y una gran cantidad de
víveres, Branigam se puso en camino, dejando tras él las miradas inquietas de los
refugiados que aguardarían su regreso con verdadera impaciencia.
Branigam se quedó estupefacto al contemplar las inmensas llanuras rocosas que se
extendían delante de él; nunca antes en sus veinticinco años había salido del refugio, y
ahora se encontraba solo ante una inmensa cantidad de tierra yerma y rocosa que no parecía
que fuese a ponerle las cosas especialmente fáciles al aventurado de Sak.
Branigam disponía de un preciso mapa computerizado que llevaba integrado en la
computadora de su traje; las estimaciones de la computadora decían que Sak llegaría al
refugio más cercano en un mes aproximadamente. Esto quería decir que tendría tiempo de
ir y volver con la ayuda necesaria antes de que la reserva de agua del refugio se agotase.
Tras dos semanas de viaje ya llevaba cubierto gran parte del camino y Branigam
comenzaba a estar agotado: las condiciones climatológicas, a pesar de su traje, eran
realmente duras. Cansado de recorrer áridas y desoladas tierras decidió apurar más el paso
para así concluir con mayor brevedad su agotador viaje. Esto suponía un mayor desgaste
para él, pero estaba dispuesto a soportarlo con tal de llegar a su objetivo con la mayor
rapidez posible.
A falta de tres días para alcanzar el refugio vecino, Branigam tuvo un desgraciado
accidente, fruto del agotamiento desmesurado al que él mismo se había sometido: tropezó
con una piedra en lo alto de una pequeña, desolada y rocosa colina. Branigam cayó dando
vueltas desde lo más alto hasta que se detuvo, golpeándose contra una gran roca. Sak se
estremeció al escuchar el sonido de algo rompiéndose en mil pedazos. Rápidamente
comprendió que se trataba del casco que tan celosamente le había resguardado de las
adversas condiciones atmosféricas: ahora, el corrosivo oxígeno que se hallaba en el aire
circulaba libremente por sus pulmones. Comprendió entonces que si no se apuraba, el aire
venenoso acabaría con su vida en cuestión de pocos días.
Branigam, ya desesperado, apretó el paso hasta el límite. Pasaron dos días en los que Sak
realizó un esfuerzo titánico luchando contra todas las adversidades, pero ya sentía un dolor
en su interior que le azotaba furiosamente casi sin dejarle respirar, tosía escupiendo sangre
por su boca y ya no podía caminar igual que antes; le resultaba imposible.
Branigam sabía que su hora estaba cerca, pero eso ya no le importaba, tan solo deseaba
transmitir el mensaje de auxilio al otro refugio para que alguien acudiese en su ayuda.
Ya arrastrándose por el suelo, cual lombriz, vislumbró una gran formación rocosa en el
horizonte: el refugio vecino se hallaba allí. Ni él mismo supo cómo, pero Sak llegó hasta
allí y pudo observar la puerta cerrada del refugio, en la que se podía leer hopel5. Trató
desesperadamente de llamar a la puerta del refugio, hizo uso de todas las fuerzas de las que
disponía, cuando, en ese momento, por obra del destino, la vida de Sak Branigam llegó a su
fin. Sak murió agonizando, tratando desesperadamente de alargar su vida sabiendo que las
esperanzas de los habitantes de hope13 morirían con él.
ALUMNOS DE BACHILLERATO.
GANADOR CUARTO PREMIO NARRATIVA.
MIGUEL MUÑOZ MONTOLIU (1º ABN Nocturno)
Se nos dice que avanzamos o retrocedemos en función de los logros (preferentemente
económicos) que cosechamos. Si hubiera de creerme tal falacia, no tardaría mucho en llegar
a la conclusión de que mi vida fue, es y será un rotundo fracaso.
Mis intentos de labrarme un futuro han sido auténticos palos de ciego, en mayor medida
debido a mi falta de ambición material.
No ansío un sillón en lo más alto del negocio, puro en boca.
No deseo dar órdenes y sentarme a ver como son obedecidas.
No quiero un deportivo rojo ni tampoco a la rubia despampanante que le acompaña.
Ni siquiera sueño con encontrarme un millón de euros pues aunque sabría hacer uso de
ellos, nada de lo que pudiera comprar me haría sentir más feliz.
A veces estoy solo y pienso que estoy empezando a morir.
A veces estoy solo, y observo como la fina lluvia se funde con el cristal de mi ventana, y
me abstraigo escuchando el hipnótico repiqueteo y me enciendo un pitillo y admiro el humo
que brota de mi desangelada boca y siento que esa es toda mi fortuna y no es poca; pero en
ocasiones necesito algo más y me encierro en mi mismo y siento como la aguja penetra en
la carne y yo dejo de ser yo para fundirme con el infinito durante unos efímeros instantes y
mis sueños fluyen, liberados, y no puedo evitar evocar tu lejana imagen, pues la grabaste a
fuego lento en mi alma.
Yo, que apenas recuerdo lo que cené ayer, todavía soy capaz de dibujar el fondo y la forma
de tu presencia a la perfección, sin olvidar ningún rasgo, ninguna sonrisa, ninguna palabra,
ningún destello, con los cuales me obsequiaste antaño, y ningún camino me lleva a Italia,
pues todos me conducen a ti.
Y cuando los demás me dicen, borrachos de sabiduría, que el tiempo hace el olvido, yo me
río con ganas o bien les doy la espalda y me detengo a admirar, orgulloso, mis heridas que
no han cicatrizado y nunca cicatrizaran, pues yo mismo, cuchillo en mano, haré lo posible
por evitarlo.
Y, si alguna vez os topáis conmigo y me encontráis admirando las luces de la ciudad desde
la lejana montaña o admirando la lejana montaña desde las calles de la ciudad, no penséis
que me he perdido ni que he enloquecido: es sólo que prefiero mis veredas a vuestros
caminos, y mi soledad a vuestra compañía.
Sé que forma parte de vuestra naturaleza pensar que me hundo irremediablemente, pero
solamente os diré que cuanto más cerca estoy del fondo, mas salgo a flote.
Podéis quedaros en la superficie, es toda vuestra. Pero si alguna vez os alejáis de la luz y os
sumergís en las profundidades de lo desconocido, allí donde sólo hay oscuridad y
aparentemente (sólo aparentemente) no hay vida, y me encontráis hablando solo, abstraído
en mis pensamientos, miradme fijamente, posad los ojos en mi cara, pues así podréis
reconocerme por mi perenne, imperecedera sonrisa iluminando la nada.