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Filo. y lingüí. 10(2): 3-13,1984. REFLEXIONES ACERCA DE LA POLEMICA SOBRE NACIONALISMO LITERARIO 1. El inicio de la polémica A pesar de ligeras discrepancias en algunos deta- lles, todos los historiadores de nuestra literatura coinciden en señalar cómo, entre los años 1890 y 1900, surgen una serie de fenómenos culturales y literarios, que nos permiten considerar esta década como aquella en la que las esporádicas manifesta- ciones literarias anteriores cristalizan y maduran, para producir lo que podríamos llamar el inicio de una literatura consciente de sí misma. En esta épo- ca se lleva a cabo la publicación de las primeras obras en que la intención -y en algunos casos el valor literario- desborda los límites de la crónica o el cuadro de costumbres; se establecen grupos o tendencias definidas, y se inicia la discusión teórica incipiente entre ellos. A partir de la publicación en 1890 de La lira costarricense, primera recopilación de poesía nao cional editada por Máximo Fernández, y la apari- ción en 1894 de nuestro primer libro de cuentos, Hojarasca, de Ricardo Fernández Guardia, surgen, en ios linderos del siglo, una serie de narradores con un estilo, conocimiento y manejo de recursos y temas, propios y originales, que les da el derecho a ser considerados nuestros primeros clásicos. Des- cuellan entre esos autores los nombres de Ricardo Fernández Guardia, Carlos Gagini, Manuel Gonzá- lez Zeledón (Magón), Aquilea J. Echeverría y Joaquín García Monge. La publicación de Hojarasca de Fernández Guardia en 1894, suscitó una carta de Antonio Zambrana y un artículo crítico de Carlos Gagini; así se inicia una polémica que bien puede ser con- siderada la primera discusión teórica sobre literatu- ra en nuestra historia. "Desde 1894 y en un perfo- do que se prolongó hasta los primeros años del si- glo XX, se planteó el conflicto entre el nativismo o sea el propósito de crear una temática autócto- na y el exotismo o sea la imitación de la literatura extranjera, especialmente la francesa" (1). A lo largo de más de una década, en diversas revistas y periódicos, escritores e intelectuales de muy va· riada filiación, se cuestionaron y dieron sus res- puestas a problemas trascendentales de nuestra li- Alvaro Quesada Soto teratura: zcómo debemos escribir?, écómo debe ser la literatura costarricense?, ¿cuáles han de ser los temas y personajes y cuál el lenguaje y la mane- ra apropiada de enfrentarlos? La polémica dio lugar a distintas respuestas que encerraban a su vez actitudes muy diversas hacia la literatura y la realidad. "De un lado están los que sufren el influjo de 'la ciudad de las luces' y creen de buen tono usar galicismos y citar a cada paso au- tores franceses para demostrar su cultura. Del otro lado están los que se burlan de 'la turbamulta de aficionados al decadentismo que entre nosotros ha- ce furor' " (2). Dos polos opuestos quedaron cla- ramente demarcados desde un principio, en los aro tículos de Carlos Gagini y Ricardo Fernández Guardia, que dieron inicio a la polémica. En una nota crítica a Hojarasca, publicada en mayo de 1894 con el seudónimo Amer, Gagini se quejaba de que mientras "se recurre a argumentos gastados, se pintan escenas y se trazan diálogos que lo mismo pueden desarrollarse aquí que en Madrid o París ... nadie se ocupa de estudiar nuestro pue- blo y sus costumbres desde el punto de vista artís- tico, nadie piensa en desentrañar los tesoros de be- lIeza encerrados en los dramas de nuestras ciudades y en losidilios de las aldeas, en la vida patriarcal de nuestros antepasados, y en lo recóndito de las al- mas y en la naturaleza exuberante que despliega ante nuestros ojos indiferentes su grandiosa poe- sía" (3). Fernández Guardia contestó a Gagini: "El país que después de muchos siglos de existencia y prosperidad logra tener arte y literatura nacionales, ha llegado a la más alta cima de su civilización, y así se dice el arte griego, el arte romano, la literatura francesa, las letras españolas. Y ¿cuándo le parece a usted que podría decirse el arte o la literatura costarricenses? Yo, Dios me lo perdone, me imagino que nunca ... Por lo que hace a mí, declaro ingenuamente que el tal nacionalismo no me atrae poco ni mucho. Mi humilde opinión es que nuestro pue- blo es sandio, sin gracia alguna, desprovisto de toda poesía y originalidad que puedan dar nacimiento siquiera a una pobre sensación artística ... Se comprende sin esfuerzo que con una griega de la antigüedad, dotada de esa hermosura expléndida y severa que ya no existe, se pudiera hacer una Venus de Milo. De una parisiense graciosa y delicada pudo nacer la Diana de Houdon; pero, vive Dios que con una

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Filo. y lingüí. 10(2): 3-13,1984.

REFLEXIONES ACERCA DE LA POLEMICASOBRE NACIONALISMO LITERARIO

1. El inicio de la polémica

A pesar de ligeras discrepancias en algunos deta-lles, todos los historiadores de nuestra literaturacoinciden en señalar cómo, entre los años 1890 y1900, surgen una serie de fenómenos culturales yliterarios, que nos permiten considerar esta décadacomo aquella en la que las esporádicas manifesta-ciones literarias anteriores cristalizan y maduran,para producir lo que podríamos llamar el inicio deuna literatura consciente de sí misma. En esta épo-ca se lleva a cabo la publicación de las primerasobras en que la intención -y en algunos casos elvalor literario- desborda los límites de la crónicao el cuadro de costumbres; se establecen grupos otendencias definidas, y se inicia la discusión teóricaincipiente entre ellos.

A partir de la publicación en 1890 de La liracostarricense, primera recopilación de poesía naocional editada por Máximo Fernández, y la apari-ción en 1894 de nuestro primer libro de cuentos,Hojarasca, de Ricardo Fernández Guardia, surgen,en ios linderos del siglo, una serie de narradorescon un estilo, conocimiento y manejo de recursosy temas, propios y originales, que les da el derechoa ser considerados nuestros primeros clásicos. Des-cuellan entre esos autores los nombres de RicardoFernández Guardia, Carlos Gagini, Manuel Gonzá-lez Zeledón (Magón), Aquilea J. Echeverría yJoaquín García Monge.

La publicación de Hojarasca de FernándezGuardia en 1894, suscitó una carta de AntonioZambrana y un artículo crítico de Carlos Gagini;así se inicia una polémica que bien puede ser con-siderada la primera discusión teórica sobre literatu-ra en nuestra historia. "Desde 1894 y en un perfo-do que se prolongó hasta los primeros años del si-glo XX, se planteó el conflicto entre el nativismoo sea el propósito de crear una temática autócto-na y el exotismo o sea la imitación de la literaturaextranjera, especialmente la francesa" (1). A lolargo de más de una década, en diversas revistas yperiódicos, escritores e intelectuales de muy va·riada filiación, se cuestionaron y dieron sus res-puestas a problemas trascendentales de nuestra li-

Alvaro Quesada Soto

teratura: zcómo debemos escribir?, écómo debeser la literatura costarricense?, ¿cuáles han de serlos temas y personajes y cuál el lenguaje y la mane-ra apropiada de enfrentarlos?

La polémica dio lugar a distintas respuestas queencerraban a su vez actitudes muy diversas hacia laliteratura y la realidad. "De un lado están los quesufren el influjo de 'la ciudad de las luces' y creende buen tono usar galicismos y citar a cada paso au-tores franceses para demostrar su cultura. Del otrolado están los que se burlan de 'la turbamulta deaficionados al decadentismo que entre nosotros ha-ce furor' " (2). Dos polos opuestos quedaron cla-ramente demarcados desde un principio, en los arotículos de Carlos Gagini y Ricardo FernándezGuardia, que dieron inicio a la polémica.

En una nota crítica a Hojarasca, publicada enmayo de 1894 con el seudónimo Amer, Gagini sequejaba de que mientras "se recurre a argumentosgastados, se pintan escenas y se trazan diálogos quelo mismo pueden desarrollarse aquí que en Madrido París ... nadie se ocupa de estudiar nuestro pue-blo y sus costumbres desde el punto de vista artís-tico, nadie piensa en desentrañar los tesoros de be-lIeza encerrados en los dramas de nuestras ciudadesy en losidilios de las aldeas, en la vida patriarcal denuestros antepasados, y en lo recóndito de las al-mas y en la naturaleza exuberante que despliegaante nuestros ojos indiferentes su grandiosa poe-sía" (3).

Fernández Guardia contestó a Gagini:

"El país que después de muchos siglos de existencia yprosperidad logra tener arte y literatura nacionales, hallegado a la más alta cima de su civilización, y así se diceel arte griego, el arte romano, la literatura francesa, lasletras españolas. Y ¿cuándo le parece a usted que podríadecirse el arte o la literatura costarricenses? Yo, Dios melo perdone, me imagino que nunca ... Por lo que hace a mí,declaro ingenuamente que el tal nacionalismo no me atraepoco ni mucho. Mi humilde opinión es que nuestro pue-blo es sandio, sin gracia alguna, desprovisto de toda poesíay originalidad que puedan dar nacimiento siquiera a unapobre sensación artística ... Se comprende sin esfuerzo quecon una griega de la antigüedad, dotada de esa hermosuraexpléndida y severa que ya no existe, se pudiera hacer unaVenus de Milo. De una parisiense graciosa y delicada pudonacer la Diana de Houdon; pero, vive Dios que con una

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4 FILOLOGIA y LINGUISTICA

india de Pacaca sól i se puede hacer otra india de Paca-ea" (4).

Benjamín de Céspedes terció en la polémica conun interesante artículo en que critica, con ejem-plos de la gran literatura de su época, la falsa opo-sición nacional-universal en que basaba sus argu-mentos Fernández. El artículo de Céspedes llamala atención además porque demuestra un amplioconocimiento -insospechado en nuestro reducidomedio cultural finisecular- no sólo de los grandesmaestros, sino también de autores rusos y escandi-navos menos conocidos:

"El señor Fernández cree que no podrá haber arte ni lite-ratura costarricense por la carencia de asuntos bellos enun país esencialmente infeliz y prosaico. Quisiera yo co-nocer la gracia, el talento, la belleza, la poesía del puebloruso, desaseado, soez, supersticioso, servil, brutal, ebrio;y sin embargo hay all í hombres ... que se han inspiradocon felicísimo arte realista en las desgracias de su nación;escritores de la talla de Herzen, Ogaref, Tourgueneff,Schtchedryne, Dostoyevski, Gogol, Tolstoi y otros quehan hecho sacar al sol toda esa podredumbre, purificadapor medio del arte (... )" (5).

Finalmente sostenía Céspedes que el escritor"como el pescador de perlas", se sumerge en la rea-lidad, "busca, lucha, remueve el légamo, logra rom-per el banco calizo de madréporas"; y cuando "su-be al fin a la superficie con la codiciada presa, unosencuentran entre las valvas la hermosa perla,otros ... sólo pescan la ostra huera, los ratés de la li-teratura, que no hallan sino perlas de vidrio de pa-tente francesa o española" (6).

Un análisis detallado del concepto de literatura-explícito o implícito- en los textos, críticos y li-terarios, de algunos participantes en la polémica,nos llevará a sacar interesantes conclusiones acercade importantes aspectos, hasta ahora a nuestro en-tender inéditos en nuestra historia y crítica litera-ria.

2. Gagini y Fernández Guardia: divergencia ycoincidencia.

Los historiadores de nuestra literatura han insis-tido tradicionalmente en que la polémica sobre na-cionalismo se centró alrededor del problema dellenguaje. Abelardo Bonilla aseguraba que "la polé-mica se planteó ... no concretamente sobre las posi-bilidades del nacionaJismo en lo referente a los te-mas, sino sobre la conveniencia o inconvenien-cia ... de un lenguaje directo y realista, copia fieldel habla del campesino" (7). Y Alfonso Chase ase-guraba que "el problema de fondo, era muy sim-

pie: ¿Se podio describir lo nuestro con un lengua-je literario, aceptable, valioso, rico? Esa es la tesiscardinal de Carlos Gagini. .. Era la eterna lucha en-tre el Diccionario de la Academia Española y elde "Costarriqueñismos" ... entre las formas de ex-presión nacional, barbarismos para los puristas, yel lenguaje español, bendecido por la Acade-mia ... " (8). Pero estas afirmaciones, como vere-mos, sólo son vál idas con respecto al desarrollo ul-terior de la polémica; no a sus inicios.

Los textos anteriormente citados de Gagini,Fernández y Céspedes permiten afirmar que la po-lémica, al menos en sus inicios, se centró -al con-trario de lo aseverado por Bonilla y Chase- sobrela temática y el contenido, sin referencia al lengua-je. Lo que se discute en estos primeros artículos essi la vida costarricense -"nuestro pueblo y sus cos-tumbres", "los dramas de nuestras ciudades", "losidilios de nuestras aldeas", "la vida patriarcal denuestros antepasados" y la "naturaleza exuberan-te", pueden ser fuente de "poesia" y objeto detratamiento "artístico ".

Creemos que es precisamente esta referenciaexclusiva al contenido, la debilidad fundamentaldel planteamiento dado en sus inicios por Gagini yFernández Guardia a la polémica. Pues a pesar dela aparente oposición entre las concepciones de es-tos dos autores, pensamos que ambos partieronde una base común, implícita en su teoría y en supráctica literaria. A pesar de su oposición en cuan-to a la temática y a los asuntos que pod ían ser tra-tados de manera literaria; su opinión sobre la ma-nera literaria -ciertos elementos formales y lin-güísticos válidos para enfocar cualquier tema-parece ser coincidente. Ambos suponen que "elpunto de vista artístico", o sea la forma literaria,es independiente y autónoma de la realidad, y quepuede ser aplicada indiscriminadamente, como unpatrón abstracto de validez universal, a cualquiercontenido. Y ambos consideran que ese patrón omodelo abstracto, es el criterio sobre el valor ar-tístico y las leyes sobre género, recursos y lengua-je, canonizados por la teoría y las prácticas litera-rias europeas, españolas o francesas.

De aqu í que -como bien lo han señalado varioscríticos (9)- a pesar del nacionalismo temático deGagini, sus cuentos publicados en Chamarasca(1898) no impliquen, con respecto a Hojarasca,una ruptura en cuanto a la tradición literaria aca-démica, ni una innovación en la búsqueda de unaliteratura auténticamente nacional, que representeun avance en la indagación de la realidad, el espí-ritu y el hombre costarricenses.

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QUESADA: Reflexiones acerca de la polémica ...

En realidad el descubrimiento de un auténtico"punto de vista artístico" en nuestra literatura, im-plicaba la creación de una unidad dialéctica apro-piada, que lograra reunir, tanto los contenidos y te-mas, como los elementos formales, necesarios parauna auténtica representación de la realidad costa-rricense, con sus características y peculiaridadespropias (10). A este hecho hizo referencia -a sumanera- Leonidas Briceño cuando intervino en1900 en la polémica: "Nuestra naturaleza -asegu-raba- nos habla de distinto modo que la de Iberiaa los españoles; hay ecos en nuestras selvas y espec-táculos en nuestras montañas que para designarlostenemos que inventar palabras y ponerlos de relie-ve recurriendo a términos nuestros" (11). Lo mis-mo que Briceño señala con respecto a la naturalezase podría aplicar también a la realidad social. Eranecesario encontrar el género, la temática, el esti-lo y el lenguaje adecuados para representar litera-riamente los diversos y contradictorios aspectos dela vida social costarricense.

Esa es, creemos, la búsqueda que inician Magóny Aquileo, a su modo; Manuel de Jesús J iménez yRicardo Fernández Guardia (después de 1901), asu manera; y cuya síntesis intentará en sus obrasJoaquín García Monge. Ellos logran una expresiónliteraria auténticamente nacional, al renunciar a laimitación desubicada del cuento naturalista euro-peo, para crear, mediante la introducción en la li-teratura "culta" y "artística" de elementos margi-nales, populares y extraliterarios, dos géneros crio-llos: el costumbrismo y la crónica histórica.

3. La "canonización de los géneros inferiores"

Sucede aquí un fenómeno que los formalis-tas rusos habían estudiado profusamente, y queellos llamaron la "canonización de los géneros infe-riores" (kanonizatsia nishij zhanrov) (12).Tomashevski lo resume de la siguiente manera: losgrandes acontecimientos literarios nacen de la in-clusión en la literatura "artística", de recursos tí-picos de géneros o formas literarias consideradas"no artísticas", "inferiores", "menores" o extra-literarias. Se trata generalmente de formas de ex-presión popular, "folklóricas", "carnavalescas","vulgares", o bien formas de expresión oral o es-crita que caerían fuera de los límites y cánonesestablecidos para el "arte literario" (13). SegúnTvnianov (14), el que un determinado hecho es-crito o lingüístico pase a ser un hecho literario,y el que un hecho literario pase, de ocupar un lu-gar "marginal" o "periférico", a ocupar un lu-

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gar "central"; depende de la función que cumpladentro del sistema de la literatura en un determi-nado contexto histórico-literario. Fenómenos quedentro de las concepciones literarias de una épocao un país no se consideran aptos para desempeñarfunciones "artísticas" o "literarias", pueden llegara desempeñarlas en otro contexto histórico-litera-rio. Y viceversa, las concepciones y los rasgos lite-rarios que una época o país considera fundamenta-les y establecidos, pueden dejar de cumplir funcio-nes literarias y perder su valor y vigencia al enfren-tarse a nuevas circunstancias históricas. "Cuandoen una época decae un género, éste pasa del centroa la periferia, y en su lugar de lo menudo, de lostraspatios y bajos fondos de la literatura, surgennuevos fenómenos que pasan a ocupar el cen-tro" (15).

Roberto Fernández Retamar observó ya la utili-dad de las anteriores concepciones aplicadas al es-tudio de la literatura hispanoamericana, en la queel fenómeno -tan estudiado por los formalistas ru-sos- de la "hibridez" (smeshenie) en los fenóme-nos literarios, es especialmente común y caracterís-tico.

" ... La línea central de nuestra literatura parece ser la amu-latada, la hfbrida, la "ancilar"; y la línea marginal vendríaa ser la purista, la estrictamente (estrechamente) "litera-ria". Y ello por una razón clara: dado el carácter depen-diente, precario de nuestro ámbito histórico, a la literatu-ra le han solido incumbir funciones que en las grandes me-trópolis le han sido segregadas ya a aquella. De ah í quequienes, entre nosotros, calcan o trasladan estructuras ytareas de las literaturas en las metrópolis -como es lo ha-bitual en el colonizado-, no suelen funcionar eficazmen-te, y en consecuencia producen por lo general obra defec-tuosa o nula, pastiches intrascendentes; mientras quienesno rechazan la hibridez a que los empujan las funcionesrequeridas, son quienes suelen realizarse como escritoresrealmente creadores" (16).

Esto obliga a reconocer "el predominio ennuestras letras de géneros considerados 'ancila-res' ": crónicas, artículos, memorias, formas so-ciográficas como el Facundo. "Al lado de ellos hansolido empalidecer los otros géneros supuestamen-te centrales, en nuestro caso obviamente latera-les ... " (17). Fernández Retamar concluye diciendoque "sólo la concreta encarnación histórica, y noel abordaje apriorístico, puede revelarnos las ver-daderas características y funciones de un hecho li-terario. La estrofa complicada, de raíz culta en Es-paña, se vuelve popular en tierras americanas,mientras la estrofa más suelta, desarrollada por elpueblo español, pasa a ser de factura culta entrenosotros" (18).

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6 FILOLOGIA y LINGUISTICA

Un fenómeno semejante a los señalados ante-riormente tiene lugar, creemos nosotros, en la li-teratura costarricense en los linderos del siglo. Elintento "acadernicista" o "exotista" por tras-plantar intactos a nuestras tierras los fenómenosliterarios europeos, sólo produce frutos anémicosy artificiales; mientras que el injerto criollo de fe-nómenos "marginales", "inferiores" o extrali-terarios, dentro de la literatura, produce los úni-cos géneros válidos y vigentes para la época y larealidad: el "género concho" -como despectiva-mente lo llamó Fernández Guardia- y la crónicahistórica. Estos dos géneros provenían de fuentesque dentro de los cánones académicos tradiciona-les no tenían abolengo literario: el periodismo y lahistoria. Así nuestra literatura "clásica" participade este fenómeno de la "hibridez"; nuestros pri-meros clásicos buscaron su inspiración en el repor-taje o la crónica de tipo periodístico, folklórico,satírico o humorístico, como es el caso de Magón,Aquilea y algunos cuentos de Fernández Guar-dia; o en los documentos, los archivos y los recuer-dos históricos, como es el caso de Manuel Argüe-110 Mora, Manuel de Jesús J iménez y las crónicasde Ricardo Fernández Guardia.

4. Magón y el género costumbrista

No se equivocaba, entonces, Magón cuando enuna carta dirigida a Joaquín García Monge conmotivo de la publicación de El Moto en 1900, afir-maba ser el "fundador del género", e "iniciador odescubridor de la veta" del costumbrismo literario;contraponiéndose a "los hijos del país de los en-cantos y de los cuentos de hadas ... (que) cierranlos ojos y esconden la mano para irse con su imagi-nación tropical a pintar escenas parisienses quenunca han visto y formar atroces ramos con flo-res arrancadas de un tratado elemental de botáni-ca" (19). En otra carta de 1924 dirigida a José Ma-ría Arce, Magón criticaba a los que considerabanque sus cuentos costumbristas no eran literaturaporque "se saltan de las reglas": "Por eso el señorPacheco, que ve las cosas desde el Arco de la Es-trella o desde Nótre Dame, encuentra que miscuentos no tienen literatura. Olvidó decir francesaporque, aunque le pese, yo sigo creyendo que latienen tica, que justamente es lo que yo tratabacuando los escribí" (20).

Los cuadros de costumbres se publicaban en losperiódicos costarricenses muchos años antes deque Magón publ icara sus cuentos (21). Pero no te-nían pretensiones literarias; era considerado un

género "periodístico", con pretensiones humorís-ticas o moralizantes, sin valor estrictamente lite-rario. Esto es probablemente lo que suponía Gagi-ni cuando en 1894 afirmaba que "nadie se ocupade estudiar nuestro pueblo y sus costumbres des-de el punto de vista artistico ''. El consideraba, porlo tanto, que los cuadros de costumbres publicadoshasta ese entonces trataban los temas nacionalesdesde otro punto de vista, un punto de vista presu-miblemente "periodístico" o "humorístico", perono "artístico" o "literario". Sus cuentos publica-dos en Chamarasca en 1898 refuerzan esa tesis, alintroducir temas nacionales tratados según los cá-nones formales y lingü ísticos europeos y académi-cos.

No se puede considerar por otra parte que Ga-gini desconociera el lenguaje popular; todo lo con-trario, fue un pionero en su estudio, y había pu-blicado ya, en 1892, la primera edición de su Dic-cionario de barbarismos y ptovlncialtsmos de Cos-ta Rica. El hecho de que no lo utilizara en susobras literarias en 1898 -a pesar de su defensa dela temática nacionalista en 1894- confirma la te-sis de que no lo consideraba material idóneo parala expresión artística. El mismo título de su Dic-cionario -que más tarde sería sustituido por Dic-cionario de costarriqueñismos- parecía sugerir,con los términos "barbarismos y provincialismos",la referencia a un fenómeno deforme y marginal,ajeno a los usos aceptables y normales. El propioGagini pareció reconocerlo así, al afirmar en 1918en las Advertencias preliminares a la segunda edi-ción de su Diccionario: "Sale pues esta edición ...bajo un plan menos empírico: en ella considero lasdivergencias de nuestro lenguaje con relación a lalengua madre, no como simples corruptelas, in-troducidas por el capricho o la ignorancia, sinocomo resultado natural de la evolución fonética ysemántica a que están sujetos los idiomas vi-vos" (22). Con lo cual viene a confirmar que en laépoca en que concibió y publicó la primera edi-ción del Diccionario -dos años antes del inicio dela polémica- consideraba los "barbarismos y pro-vincialismos" del lenguaje popular costarricense,"corruptelas, introducidas por el capricho o la ig-norancia" en el seno de la "lengua madre".

La innovación de Magón, aprovechada más tar-de por Aquilea y García Monge, consiste entoncesen haber tenido en cuenta las sugerencias hechaspor Gagini y Zambrana en 1894, pero ampliando-las y completándolas. Magón no sólo incluye en laliteratura "temas" y "asuntos" de la vida popular,sino que otorga dignidad literaria al lenguaje "con-

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QU ESADA: Reflexiones acerca de la polémica ...

cho" y al género costumbrista, relegados hasta en-tonces al limbo literario del periodismo humorís-tico o la expresión fol klórica. Este es un hecho quesupo ya captar José María Arce cuando afirmabaque "Magón, sin atenerse a modalidades preceden-tes, lleva a la literatura una forma de arte folklóri-co (. ..). Quería reivindicar para lo nuestro -pue-blo, tierra, lengua- el derecho a entrar de lleno enla literatura" (23).

Con la conjunción de todos estos factores naceuna verdadera literatura costarricense, un conjun-to de temas y recursos literarios integrados cohe-rentemente en un nuevo sistema, capaz de expre-sar una nueva concepción del mundo y de la reali-dad. A esto mismo se refería en 1900, en otra eta-pa de la polémica, Leonidas Briceño, cuando -enel lenguaje y la terminología de la época- afirmaque "la poesía es general a todos los pueblos", porlo que "no importa el género de lo escrito ni su es-cuela (...). Hay que tomar en cuenta además quelas reglas no las dictan en la Península y que éstasen algunos de sus detalles no pueden privar aquíen América. Nuestra naturaleza nos habla de dis-tinto modo que la de Iberia a los españoles ... paradesignar(la) tenemos que inventar palabras y po-ner(la) de relieve recurriendo a términos nues-tros" (24). Los cuentos de Magón, creemos no-sotros, fueron una primera expresión de ese ha-llazgo. En ese sentido nos parece significativo elhecho de que sólo después de aparecidos los pri-meros cuentos de Magón la polémica se planteósobre sus verdaderas bases; abarcó, no solamente elaspecto temático, sino también los aspectos forma-les y lingü ísticos, tal como lo afirmaban -pero sinhacer referencia al cambio- Bonilla y Chase.

Ya en la segunda mitad de la década, lo que Jo-sé María Arce llama "arremetidas cultistas" contrala nueva literatura costumbrista tomaba en cuentaambos aspectos. Consideraban, según Arce, que eltraslado de la realidad popular a la página literariacorre el riesgo de caer en lo pedestre y vulgar, en"halagar las pasiones del vulgo ... dándole riendasuelta al sentimentalismo", o recurrir a la chabaca-nería en su afán de hacer reír. Alegaban por igualque el uso del idioma vernáculo implica un deterio-ro del lenguaje (25). De hecho, ya en 1896 -Ma-gón había publicado para entonces sus 13 primeroscuentos- el propio Magón planteaba la polémicaen términos distintos a los de 1894, poniendo es-pecial énfasis en el aspecto del lenguaje.

El 10 de abril de 1896, con el expresivo seudó-nimo de Armando Camorra se publica en La Pren-sa Libre un artículo titulado "Nuestros Taboadas",

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en el que se califica a los cuentos de Magón de"engendres lisiados de estos conchos de nuestraenteca literatura" (26). Magón contesta el 12 deabril en La Patria, con el artículo parodia "Cuen-tos opalinos":

"Equivocado andábame yo en la creencia de que lo natu-ral, lo llso, lo exento de palabras rimbombantes y altlso-nantes y rebuscadas frases, era lo más aceptable en estaclase de composiciones, en ese género de costumbres entrecuyos vericuetos y zarzales metíme, por mal de mis peca-dos, sin consultar tus indiscutibles ingenios (... ). Endere-zo, pues, mi mal trazado surco y vuelvo a levantar mis te-rroneltos de escritor de costumbres en el estilo que tú cul-tivarías si de semejante pequeñez te ocuparas (... ).La desposada glauca luna con su gorro sarcástico de opa-lino corno, lenta surcaba las agonizantes ondas cortíneasdel cerúleo éter esférico boca abajo ... Retemblaba el opa-co suelo bajo el torcido casco de un pollino renqul-pasí-trotero con la desgarrada posta sangriento-glauca. Levan-tó al fresco ambiente su clarín guerrero, lanzó vendavalatronador de sus escuálidos lóbulos hinchando los enros-cados anillos del gargüero y rebuznó ( ... ). Matarredonde-ándose potrero de Pavas, hundióse en el perlífero nicova-no seno la desposada glauca lu na con su gorro sarcásticode opalino corno (27).

Como se puede notar, la parodia de Magóntiende justamente a poner de relieve el efecto ri-dículo y grotesco que resulta al aplicar el estilo ar-tificial y rebuscado de los "europeístas", a la des-cripción de la realidad criolla; Magón insiste en lanecesidad de utilizar para este fin el "género decostumbres", con un estilo "natural" y "liso", yun lenguaje exento de palabras altisonantes y fra-ses rebuscadas.

5. La "Magna Carta"

En marzo de 1900 la aparición de El Moto deGarcía Monge sucitó la publicación de una cartaentusiasta dirigida a su autor por Magón, en la queéste hacía referencia a las antiguas manifestacionesde desagrado de Fernández Guardia ante las indiasde Pacaca (28). Renace entonces con nuevos bríosla vieja polémica literaria, que se prolonga hastanoviembre de ese mismo año.

Fernández Guardia contestó a Magón con unacarta fechada en París -en donde desempeñaba ala sazón funciones diplomáticas- publicada enLa República el 24 de mayo de 1900. En esa cartaafirma en un principio no haber querido decir loque dijo en 1894, para terminar al final en ciertaforma reafirmándolo (29). Sostiene FernándezGuardia en su carta que lo que él había defendidoen 1894 era la libertad del escritor:

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8 FI LOLOGIA y LINGUISTICA

"Se me acusa de patrocinar la teoría de que no se puedentratar asuntos nacionales en forma literaria, o si se quiere,de ser adversario de lo que en ocasión anterior llamé na-cionalismo en literatura. En honor a la verdad debo decirque jamás he pensado semejante cosa ni ~scrito nada quese le parezca; antes bien, recuerdo que lejos de condenarmi carta ningún género literario, fue como un alegato endefensa de la libertad del escritor ( ... ). La libertad de ins-piración del artista debe ser absoluta y ... cada cual debe ira buscarla donde la pueda encontrar" (30).

Lo que da calidad artística a un determinadomaterial es, según Fernández, "el temperamento"del escritor. "Sostener que en las gentes y cosas denuestro país no puede haber motivos de inspira-ción para el escritor y el artista es un absurdo. To-do, aunque no en grado igual, puede ser una sensa-ción de arte ... pero no es menos descabellado pre-tender que pueda existir algo que deba inspirar porfuerza a todos ( ). El artista vive dominado por sutemperamento no puede divorciarse de su tempe-ramento ... Así vemos que de lo que el uno hace unportento, otro, con igual ingenio, sólo po~rá sac~runa obra mediocre, sin más causa que la diferenciade temperamento de ambos" (31). "

Sin embargo, a pesar de esa aparente concesiónmagnánima al nacionalismo literario, .con base e.nla libertad y el temperamento del escrttor, no dejaFernández Guardia de referirse en términos alta-mente despectivos al "horrible guisote" de los quepretenden cultivar lo que él llama "el género Con-cho de que el señor González se proclama con le-gftimo orgullo el fundador". Afirma que es "insen-sato exigir al novelista que se inspira únicamenteen las pachotadas de nuestros campesinos ... "; yaunque declara ser "el primero en aplaudir el es-fuerzo de los que tratan de crear una literatura na-cional", y admirar "muy de veras a los que encuen-tran muchas cosas que decir de una india de Paca-ca'' refuerza su vieja afirmación de que "ya seapor' temperamento, mal gusto inveterado o perver-sidad natural, siempre he de hallar más interesan-te una parisiense o una de nuestras saladas josefi-nas que la más apetitosa de esas robustas indíge-nas' que, según veo, llegarán pronto a ser tan poéti-cas como fama han tenido hasta aquí de buenasnodrizas, o chichiguas, como diría un nacionalis-ta" (32). Finalmente afirma:

"A mi modo de ver el peligro no está en que nuestros jó-venes escritores se arriesguen a explorar los jardines in-mensos del ensueño y de la fantasía, siempre que de allívuelvan con hermosos ramilletes. Lo que no se debe su-frir es esa plaga de escribidores que sin saber una palabrade nada, sin tener talento, ni siquiera nociones elemen-tales de gramática, se lanzan con admirable desfachatez

a publicar las sandeces más enormes en un idioma que lomismo puede ser castellano que quatuso" (33).

Esta última afirmación viene a reforzar nuestrasreflexiones anteriores. Gagini y Fernández Guardiacoinciden en 1894 -a pesar de sus discrepancias encuanto al tema y los asuntos- en lo referente a laforma y el lenguaje apropiados para que una obraadquiera status literario; pero en esta nueva fase dela polémica, Fernández Guardia pareciera acercarsea la posición original de Gagini en 1894. Así se ex-plica la aparente contradicción entre sus afirma-ciones sobre la libertad del escritor para tratar"asuntos nacionales en forma literaria", por un la-do' y sus diatribas, por otro lado, contra la "plagade' escribidores" que "sin nociones de gramática"cultivan el "género Concho", y escriben "las san-deces más enormes en un idioma que lo mismopuede ser castellano que quatuso".

Fernández Guardia pareciera mirar en 1900 conmayor benevolencia que en 1894, la posibilidad d:que se traten asuntos nacionales -lo que se veraconfirmado por la publicación de Cuentos ticos alaño siguiente y Magdalena en 1902- pero siempreque se respete la forma literaria, siempre que seutilice el castellano normal y el Diccionario de laLengua Española (34); y no se recurra al guatuso, alas pachotadas o las sandeces populares y campe-sinas como lo hacían los cultivadores del "géneroConcho". Estos últimos quedaban para FernándezGuardia al margen de lo literario, al transgredirlos cánones académicos sobre la forma, el lenguajey el género literarios (35).

Tres meses después, el 2 de setiembre de 1900,El Heraldo de Costa Rica reproduce la carta deFernández Guardia -denominada por el redactorla "Magna carta" de la libertad literaria- acompa-ñada de una introducción anónima, en donde seexpresan algunos conceptos que vienen a confir-mar cuáles eran las dos vertientes -"fondo y form-rna", "temas y lenguaje"- por las que corría en-tonces la polémica.

"Dos tendencias principales las distinguen, una de fondo yotro de formo. Opinan los nacionalistas que los temas pro-pios para las plumas de nuestros escritores deben ser ge-nuinamente costarricenses y que debe tratarse en lo que alengua se refiere en el español convencional que aqu í pri-va ( ... ). Un nacionalista, además, dejará a un lado el Die-cIonario de lo AcademIa Española, que es bueno para elresto de los mortales que vegetamos en Hispano América,y se servirá únicamente del Diccionario de los BarbarIsmoscostarricenses de don Carlos Gagini, como lo hizo ya elautor del "Moto" •• (36).

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QUESADA: Reflexiones acerca de la polémica ...

6. El "Olimpo Literario": aristocracia y plebe.

Pero este texto introduce además un nuevo fac-tor digno de nuestro interés y consideración. Yalos formalistas rusos en sus reflexiones habían se-ñalado la posibilidad de relacionar los fenómenosde la "hibridez" literaria y de la "canonización delos géneros inferiores", con los procesos de cambiosocial del período histórico en cuestión. Tomas-hevski indica que es posible establecer un "parale-lo" entre el proceso de surgimiento, transforma-ción y "democratización" de los géneros literarios,y la progresiva "democratización" histórica de lasrelaciones entre las clases sociales (37). Algunasideas expresadas en ese artículo anónimo, y lasreacciones y comentarios que sucitaron posterior-mente entre los polemistas, permiten adscribir unsignificado semejante al surgimiento de nuestro na-cionalismo literario; permiten establecer una analo-gía entre las posiciones o escuelas literarias opues-tas y la filiación político-social de sus defensores ycultivadores. Aseguraba el anónimo editor de la"Magna carta":

"En literatura como en poi ítica la simpatía de ideas y laanalogía de temperamentos dan origen a las agrupacionesque se ha convenido en llamar escuelas o partidos. Algu-nos creemos que en San José, no contentos con las milsubdivisiones que tenemos al tratar de la cosa pública, sehan creado también dos sectas literarias opuestas e irre-conciliables. Llamemos a una liberal y a la otra nacionalis-ta" (38).

A continuación afirma el redactor que el"círculo" liberal podría ser llamado "Olimpo lite-rario" (39). El término Olimpo, como es bien sa-bido, ten ía en esta época cierta connotación poi í-tico-social; hacía referencia a la élite de intelectua-les y políticos pertenecientes a la oligarquía cafeta-lera, que habían surgido a la vida pública con lasreformas liberales, hacia 1889. Por otra parte, niMagón, ni Aquileo, habían ocultado nunca su sim-patía política por el liberalismo; de manera que laoposición liberal/nacionalista apuntaba más bienhacia una diferenciación poi ítico-social, más queestrictamente poi ítico-doctrinaria. La oposición endefinitiva se orientaba a señalar la pertenencia a laaristocracia oligárquica de los partidarios del aca-demicismo cosmopolita, y el carácter más "plebe-yo", de extracción popular o de "pobres de levita"(para usar una expresión de ... Magón (40) ) de loscultivadores y simpatizantes del "género concho".

Así lo comprendió Leonidas Briceño, en unarespuesta al anónimo admirador de Fernández

9

Guardia, publicada dos días después de reimpresala "Magna carta":

" ... ellos por sí y ante sí (y sin poner sus firmas se entien-de), han hecho dos agrupaciones del gremio literario, dossectas irreconciliables, como ellos dicen, y han llamado ala una liberal y a la otra nacionalista: aristocracia y plebe,se comprende ( ... ). A veces ... dicen con desdén "que noquieren descender hasta uno". Bien, llegará el día en quelos hagamos descender" (41 ).

De manera implícita Fernández Guardia pareceaceptar también esta interpretación, al hacer unairónica referencia al origen "guanacasteco" de Bri-ceño, como una explicación de su interés por elnacionalismo literario (42); además de sus reitera-das afirmaciones sobre la escasa "poesía" de nues-tras "apetitosas y robustas indígenas", buenas só-lo para nodrizas o "chichiguas", y de las "pacho-tadas" de nuestro pueblo, "sandio y sin gracia al-guna".

No es difícil establecer, entonces, un paraleloentre el "Olimpo" literario de los academicistas yeuropeístas, que mantienen una posición tradicio-nalista, aristocrática y conservadora, en la temáti-ca, los recursos y el lenguaje; y la posición políti-co-social de sus cultivadores, pertenecientes al "O-limpo" político y a la rancia aristocracia oligárqui-ea. Manuel Argüello Mora, Ricardo FernándezGuardia, Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno, Ale-jandro Alvarado Quirós, tenían todos relacionesmuy estrechas de parentezco con los gobernantesde la época y tuvieron, además, destacada partici-pación en la vida social y política del país (43). Lamayoría de ellos, sin embargo -con excepción deAlvarado Quirós- transigieron con ciertos aspec-tos del nacionalismo literario, y cultivaron princi-palmente la crónica histórica. Pero la crónica his-tórica, precisamente, representa, dentro de las co-rrientes nacionalistas, la más aristocrática y conser-vadora, tanto por su temática referida al pasadohistórico y a personajes de alto rango social, comopor su estilo y lenguaje, académico, sobrio y concierto sabor arcaico.

La procedencia social de los cultivadores y de-fensores del costumbrismo o "género concho"-Magón, Aqulleo Echeverría, García Monge, Leo-nidas Briceño-, por otra parte, coincide con la vi-sión de la realidad, más popular y "plebeya", queexpresa esta corriente. Lo cual es notorio, tanto enlos temas y personajes: hombres y escenas de la vi-da cotidiana campesina y popular; como en el to-no natural y espontáneo, un lenguaje vernáculo yabigarrado, que intenta expresar la letra y el espí-ritu del habla y la idiosincracia de nuestro pueblo.

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10 FILOLOGIA y LINGUISTICA

CONCLUSIONES

En resumen, el análisis de las ideas expresadaspor los participantes en la polémica sobre naciona-lismo literario nos lleva a las siguientes conclusio-n~: ~

1) En un principio la polémica se planteó alre-dedor de los "asuntos" y los temas, que po-dían ser tratados por una literatura nacional,sin referencia a los aspectos formales y delenguaje.

2) A pesar de sostener posiciones aparentemen-te opuestas, en cuanto a los temas que podíao debía tratar la literatura, Carlos Gagini y 5)Ricardo Fernández Guardia partían, en losinicios de la polémica, de un concepto seme-jante, académico y canónico de la literatura,concepto que se ve corroborado por su prác-tica literaria (Hojarasca y Chamarasca). Am-bos aceptaban como válidas únicamente lasreglas y convenciones tradicionales europea,francesas y españolas, sobre el género, la for-ma y el lenguaje literarios.

3) Con el surgimiento del "costumbrismo" lite-rario o "género concho" y más tarde de lacrónica histórica, se intenta subsanar las limi-taciones del academicismo europeísta. Am-bos géneros buscan, mediante la introduc-ción de elementos marginales y extralitera-rios dentro de la literatura "culta" y "artís-tica", la creación de nuevos géneros criollos,aptos para ofrecer una auténtica imagen lite-raria de la realidad, la vida y el hombre cos-tarricenses.Con la aparición del costumbrismo literario,la polémica sobre nacionalismo se plantea so-bre sus verdaderas y necesarias bases, al in-cluir, no sólo la introducción de una nueva

NOTAS

(1) Castro Rawson, M. El costumbrlsmo en Costo Rico,Lehmann, San José, 1971, p. 110.

(2) Ibld., p. 112.

(3) Amer, "Hojarasca", en: Cuartillas, 28 de mayo de1984. Reproducido en: Castro, op, clt., p. 321.

temática, sino también aspectos formales degénero y lenguaje.

Las opiniones expresadas por FernándezGuardia en 1900 parecen iniciar una evolu-ción de este autor -corroborada por la pu-blicación de Cuentos ticos en 1901 y Magda-lena en 1902- hacia posiciones más cercanasal nacionalismo literario; en 1900, no obs-tante, sigue sin aceptar el "género concho" yel lenguaje popular, como manifestacionesauténticamente literarias.

Diversas apreciaciones sucitadas por la reim-presión de la "Magna carta" de FernándezGuardia en setiembre de 1900, permiten es-tablecer un paralelo entre las posiciones lite-rarias y la procedencia social de los autores.Los miembros del "Olimpo" literario, perte-necientes, como los del "Olimpo" político, ala rancia aristocracia cafetalera, defienden ycultivan una literatura más conservadora, decorte académico y/o europeísta (RicardoFernández Guardia, Manuel Argüello Mora,Manuel de Jesús J iménez, Alejandro Alvara-do).Los partidarios y cultivadores del "géneroconcho" son de origen más "plebeyo", pro-cedentes de la oligarquía "de medio pelo","pobres de levita" según la pintoresca ex-presión de Magón, o de estratos populares:Magón, Aquileo Echeverría, Joaquín GarcíaMonge.La procedencia social de los autores se refle-ja, tanto en su concepto de literatura, comoen la visión literaria de la realidad que expre-san las dos principales corrientes literarias dela época: el costumbrismo y la crónica his-tórica.

(4) Fernández Guardia, R., "El nacionalismo en litera-tura", El Heraldo de Costo Rico, 24 de junio de1994. Reproducido en Castro, op, clt., p. 326-327.

(5) Céspedes, Benjamín de, "El nacionalismo en litera-tura", El Heraldo de Costo Rica, 10 de julio de1894. Reproducido en Castro,op. clt., p. 333-335.

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QUESADA: Reflexiones acerca de la polémica ...

Respetamos la caprichosa transcripción de los nom-bres rusos -posiblemente calcada del francés- queutiliza el articulista para referirse a Turguéniev y(Saltikov-) Schedrín.

(6)

(7)

Ibidem.

Bonilla, A., Historia de la literatura costarricense,Ed. Costa Rica, San José, 1967, p. 110.

(8) Chase, A., "Notas para una historia de la narrativacostarricense", en: Narrativa contemporánea deCosta Rica, t. 1, Ministerio de Cultura, San José,1975, p. 24. El subrayado es del original.

(9) Ver: Bonilla, op, clt., p. 141; Portuguez de Bola-ños E., El cuento en Costa Rica, p. 32 Y 114.

(10) Sobre esto ver: Lukács G., "Arte y verdad objeti-va" en: Problemas del realismo, Fondo de Cultu-ra Económica, México, 1966. Ver también mi ar-tículo "Arte y realismo en el pensamiento deGeorg Lukács" en: Revista de Filosofía de la Uni-versidad de Costa Rica, No. 49-50, 1981.

(11) Briceño L., Carta a Rafael Machado, El Heraldo deCosta Rica, 4 de setiembre 1900.

(12) Ver, por ejemplo: Tomashevski B., Teorla l.lteratu-ry (Poettca), Leningrado, 1925. p. 162-165; Tynia-nov Yu. N., "Literaturni fact" ("El hecho litera-rio", 1924) y "O llteraturnol evollutsll" ("Sobre laevolución literaria", 1927) en: Poettcallstorla llte-ratury/kinó, Academia de Ciencias de la URSS,Moscú, 1977; Vinogradov V. V., "Evoliutsia russ-kovo naturalisma" (" La evolución del naturalismoruso", 1928) en: Poética russkoi Ilteratury, Aca-demia de Ciencias de la URSS, Moscú, 1976;Shklovski V., Tetlvá (La cuerda del arco), Moscú,1970; Bajtín M., Problemy poetlki Dostoyevskovo,3 ed., Moscú, 1972, cap. IV, y "La palabra en lanovela", en: Ciencias sociales, Academia de Cien-cias de la URSS, No. 1, 1978, p. 166.

(13)

(14)

Ver: Tomashevski, op, clt., p. 164.

Ver: Tynianov, "Literaturni fact", op, clt., p. 255Y "O literaturnoi evollutsil", op. cit., p. 270.

(15)

(16)

Tynianov,op. cit., p. 257.

Fernández Retamar R., "Algunos problemas teó-ricos de la literatura hispanoamericana", en: Pa-ra una teoría de la literatura hispanoamericana yotras aproximaciones, Cuadernos Casa 16, La Ha-bana, 1975, p. 72.

(17) lbid., p. 73.

(18) Ibid., p. 76.

(19) Magón, Carta a Joaquín García Monge, 10 demarzo de 1900. En: Cuentos de Magón, ediciónJ. M. Arce, Colección "Selectio", Lehmann, SanJosé, 1968, p. 315.

11

(20) Magón, Carta a J. M. Arce, abril 30 y 10 de mayode 1924, op, cit., p. 318. El subrayado es nuestro.

(21) Ver el estudio y antología de Margarita Castro R.ya citado: El eostumbrismo en Costa Rica.

(22) Gagini C., Diccionario de costarrlqueñlsmos, 3 ed.,Ed. Costa Rica, San José, 1975, p. 11. El subraya-do es nuestro.

(23) Arce J. M., "Manuel González Zeledón (Magón)"en: Cuentos de Magón, p. XXII-XXIII.

(24)

(25)

(26)

(27)

(28)

Briceño L., op. cit., El subrayado es nuestro.

Arce, op, cit., p. XXVI.

Ver: Cuentos de Magón, p. 327.

Cuentos de Magón, p. 328-329.

"Va verán don Ricardo Fernández Guardia y losque con él opinan que no hay mucho que decir deuna india de Pacaca, hoy que usted les ha mostradotanta belleza, tanta gracia y tanta chispa en la hijade ñor Soledá...". La revista, 9 de marzo de 1900.En: Cuentos de Magón, p. 314-315.

En este sentido tenía razón Leonidas Briceño alasegurar que: "La Magna carta como por allí hallamado alguien a la de Fernández Guardia, es param í una magna contradicción. Este señor empiezaproclamando en ella la libertad en el arte y luego setorna regañón con los que con él no opinan". ElHeraldo de Costa Rica, 4 de setiembre de 1900.

(29)

(30) Fernández Guardia R., "Nacionalismo literario"en: La República, 24 de mayo 1900.

(31 )

(32)

(33)

(34)

Ibidem.

Ibidem. El subrayado es del original.

Ibidem. Subrayado del original.

Ver carta publicada en El Heraldo de Costa Rica el27 de octubre de 1900.

(35) Al menos esta pareciera haber sido su posición en1900. Es probable que con el tiempo cambiara,pues cuando publica en 1926 la segunda edición deCuentos ticos, solicita un prólogo a García Monge,uno de los principales cultivadores del "género con-cho" en 1900. (Ver: J. García M., "Renglones pre-liminares para Cuentos Tlcos", en: Ricardo Fer-nández Guardia, presentado por V. H. Fernández,Ministerio de Cultura, 1978, p. 45.

(36) El Heraldo de Costa Rica, 2 de setiembre de 1900.

(37) Tomaskevski,op. cIt., p. 164.

(38) El Heraldo de Costa Rica, 2 de setiembre de 1900.

(39) Ibidem.

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12 FI LOLOGIA y LINGUISTICA

(40) Ver Cuentos de Magón, p. 312.

(41) Bricerio, op. cit., El subrayado es nuestro.

(42) Ver carta de Fernández Guardia publicada en ElFiqaro, 10 de noviembre de 1900.

(43) Sobre la importancia político-social de las relacio-nes gencalógicas, ver: Stone S. La dinost io de' losconquistadores, EDUCA, San José, 1975.

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