9
DOCUMENTOS DOCUMENTOS II JOSÉ MARMOL, XX HA. MONTEVIDEO, IMPRENTA URUCUAYANA, 1851 Edición critica ifl capítulo IX de la Primera Parte. (Tono I, pp. 91 n 103, r. 16). Este capitulo de la edición.original, eliminado en la edición de OltLna mano (José Mármol, ÁmaLia, Segunda edición, Buenos Aires, -Imprenta Americana, 1855) y en todas las posteriores, es hoy prᣠticamente desconocido. Algunos fragmentos se incorporan, con va- riantes, a otros capítulos de la novela. (Sobre las causas de la supresión, véase mi "Problemas textuales de Amo¿úi de José Már- mol", Inctp¿C, II (1982), 61-83). BEATRIZ ELENA CURIA Universidad nacional de Cuyo-CONICET SIGLAS 1 SIGNOS 'JTILIZADOS . 51: edición original. ' t 'í5: edición de última mano. I I: señalan el final de cada página en 51. < > : encierran en el texto los fragmentos incluidos también en 55. Se remite con un número remano (I, II, III, etc.) a la nota donde se consigna la ubica- ción del fragmento en 55. «: señala, cuando es indispensable, el comienzo de las variante* entre 57 y 55. •V rewite con un número arábigo a la nota donde se consigna la versión proporcio- nal» por SS o te establecen las erratas evidentes de 5J. Inctp¿t, IV (198M CAPITULO IX. LA FLOR-DEL-AIRE Y LA HAGNOLIA. <No serS largo el tiempo que sostengamos la curiosidad del lector sobre el nuevo personaje que acaba de Introducirse en nuestros asuntos. Pero entretanto, separándonos algo bruscamente de la calle de la Victoria,y pidiendo á nuestro buen viejo Saturno el permiso de no seguirlo esta vez en su mesurada carrera, daremos un salto desde el alba hasta las doce del día, de uno de esos días del mes de Mayo en que el azul celeste"4 de nuestro Cielo5 es tan terso y brillante que parece, propiamente hablando, un cortinaje de encajes y de raso; y apresurémonos á seguir un coche amarillo tirado por dos hermosos caballos negros, * que á gran galope marcan sus gruesas herraduras sobre el empedrado de la calle de la Reconquista . Y por cierto que no seremos únicamente nosotros los que nos proponemos seguirle, pues no es difícil que la curiosidad se Incite, y las 1maj1nac1ones de veinte anos florescan9 mas Improvisamente que la Primavera, cuando el pasaje fuJHIvo de ese coche da tiempo, sin embargo, á mirar10, por uno de los postigos abier- tos , una mano de mujer, escondida entre un luciente guante de cabritilla color paja, que mas bien parece dibujado que calzado en ella,y un puno de encajes blan- 1. 55: "lactor, «obre". 2. 55: "Saturno, «1". 3. 55: "Mayo, tu". A. 55: "celeite". 5. 55: "cielo". 6. 55: "amarillo, tirado". 7. 55: "rur blando la ca.a del jeneral Mancilla, .arcan I gran trot. .ua gru.aaa herradura» «obre el ewpedrado de la calla da Fotoal". 8. 55: "difícil". 9. - 55: "florazcan". 10. 55: "mirar por". 11. 55: "abiertoa una". 157 158

Amalia, de José Marmol. Capítulo adicional

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Novela - literatura argentina - siglo XIX - fuentes

Citation preview

  • DOCUMENTOS

    DOCUMENTOSII

    JOS MARMOL, XX HA. MONTEVIDEO, IMPRENTA URUCUAYANA, 1851Edicin critica i f l captulo IX de la Primera Parte.(Tono I, pp. 91 n 103, r. 16).

    Este capitulo de la edicin.original, eliminado en la edicin deOltLna mano (Jos Mrmol, maLia, Segunda edicin, Buenos Aires,-Imprenta Americana, 1855) y en todas las posteriores, es hoy prticamente desconocido. Algunos fragmentos se incorporan, con va-riantes, a otros captulos de la novela. (Sobre las causas de lasupresin, vase mi "Problemas textuales de Amoi de Jos Mr-mol", InctpC, II (1982), 61-83).

    BEATRIZ ELENA CURIAUniversidad nacional de Cuyo-CONICET

    SIGLAS 1 SIGNOS 'JTILIZADOS .

    51: edicin original. ' t'5: edicin de ltima mano.

    I I : sealan el final de cada pgina en 51.< > : encierran en el texto los fragmentos incluidos tambin en 55. Se remite con

    un nmero remano (I, II, III, etc.) a la nota donde se consigna la ubica-cin del fragmento en 55.

    : seala, cuando es indispensable, el comienzo de las variante* entre 57 y 55.V rewite con un nmero arbigo a la nota donde se consigna la versin proporcio-nal por SS o te establecen las erratas evidentes de 5J.

    Inctpt, IV (198M

    CAPITULO IX.

    LA FLOR-DEL-AIRE Y LA HAGNOLIA.

  • v-

    cos co>no la r eve ' que acarician con sus pequeas ondas aquella mano cuya delica-deza no es difcil adivinar. Pero la mujer quien pertenece, reclinada en un n-oulo del carr.aje. no quiere tener la condescendencia que su mano, y la mirada delos paseantes no puede llegar hasta.su rostro '.

    13

    El cochi dobl por la c a l l e de +Belgrano, tom luego la de la Universidad,y |lenfilando en seguida la calle del Potos, fue parar i la puerta de la casadel jeneral D. Lucio Mancilla, una cuadra de distancia del Convento de las Ca-npuchlnas .

    Entonces una joven baj del coche, , mas bien, salv los dos escalonesdel estribo, poniendo lijeramente su mano sobre el hombro de su lacayo. Y su gra-cioso salto dio ocasin por un momento que asomase, de entre las anchas aldas

    ? del vestido, un pequenito pi, preso en un botn color violeta. Y era esta jovende diez y siete diez y ocho anos de edad, y bella como un rayo del alba, si noses rermft

  • DOCUMENTOS

    los vidrios que era un problema el saber como se abran y cerraban los postigos,mostrndose cada ;jna de ellas cubierta de cuanto mueco y juguetes se vendan enlas bandolas de lu Recova Nueva y en las merceras de la calle de la Victoria.

    Imposible hallar una cosa mas curiosa, ni mas ridicula, que esas dos mesasdestinadas dar jubileo i los muchachos, risa los hombres, Incentivo a" laIrona de las prtelas; de esas mujeres cuya Imajlnaclon chispea siempre cuando sus ojos se presenta el rldc.ulo. Porque es preciso decir, que esas dos mesas es-taban en un saln de recibo, y tanto la coleccin de muecos, como el lugar de sucolocacin daban asunto de conversacin y de burla.

    Pero los muchachos nada hallaban de ridiculo en todo eso. Por el contrario,hallaban que las personas de mejor gusto en Buenos Ayres, eran los dueos de aque-lla casa, es decir el jeneral Mancilla y su Seora; y se acostaban conversando deella, y despertaban para Ir i saludar sus Imperturbables dolos, siempre pegados los mal limpios vidrios de las ventanas.

    Las horas de hacer visitas en Buenos Ayres han sido siempre de las dos las cuatro de la tarde, y de las ocho las once de la noche;y, hasta la poca deque hablamos, se conservaba aun la costumbre, $1 era tiempo de verano, de recibiren la calle I las visitas de la noche, es decir, de recibirlas con ventanas abier-tas y abundancia de luces en la sala; en la sala de casas que no tienen sino elprimer piso nivelado con la calle, lo que Importa decir, que vale tanto sentarseen el medio de sta, como en el medio de la sala.

    En Invierno se cierran las ventanas, pero rara vez dejan de estar los pos-tigos medio cerrar.

    Y esta costumbre, en que entraban naturalmente las ventanas de las callesdel Tacuar y del Potos, facilitaba otra clase de curiosos el poder ver otraclase de curiosidad.

    A las luces del saln, y al travs de los traicioneros cristales, se descu-bra menudo un nuevo talismn mucho mas atrayente para los Jvenes, que lo eranlos muecos I los pueriles ojos de los nlflos: era una mujer.

    Era una mujer de veinte y cinco aflos, en quien la mano prdiga de la na-turaleza haba derramado22 una lluvia de sus mas ricas gracias, ya cuyo23 Influjo

    22. 55: "En 1840, tena ip*nii 25 fien. La nturilfr, prdiga, entusiasmada enu prop obra. Habla derramado sobre alia".

    2J. 55: "au influjo".

    161

    IncpC, IV (198M

    haba abierto sus hojas la flor de una juventud que radiaba en todo el esplendorde la belleza. De una belleza de estatuarlo, de pintor, y quien n1 el uuo u niel otro, +s1n embargo, podran Imitar csactamente2 . El c1nsl?p quebrarla29los 1 1 detalles del mrmol antes de dar i la estatua los contornos del seno y delos hombros de esa mujer +, la hermosura y voluptuosidad de sus formas ; y elpincel no ^encontrara en sus tintas la combinacin del color Indefinible de susojos,+en cuyo cristal se descubra, unas veces el negro brillante y aterciopelado,y otras veces la sombra Indecisa de la media luz de ese color3 ; n1 donde hallartamooco el carmn de sus libios, el esmalte de sus dientes, y el color de leche yrosa de su cutis.33

    Rebosando3*4 en ella la vida, la salud, la belleza, esa flor del Plata35 os-tentaba la lozana de su primera aurora, y deba ser, y lo era en efecto, elencantamiento de las miradas de los hombres, y aun de las mismas mujeres, que,

    38 39con sus ojos perspicaces,y tan Interesados en este caso, no podan determinarotro defecto en Agustina, sino que sus brazos eran algo mas gruesos de lo que de-ban"40 ser, y no bien redonda su cintura. >ni

    24. 55: "uno, ni", ("uuo": trata en 51).25. 55: suprimido.

    26. 55: "podran".27. 55: "exactamente".

    28. 55: "cincel".29. 55: "quebrarla".30. 55: suprimido.31. 55: "encontrarla cono combinar en laa tintaa el".32. 55: "brlllantee y aterciopelado* unaa vecea. y otrae con la sombra indecisa

    de la ada luz de eae color".33. 55: punto y seguido.34. 55: "rebotando".35. 55: "Plata, ostentaba".36.- 55: "loxanla".37. 55: "deba".38. 55: "intareaadas".39. 55: "podan sealar".40. 55: "deban".

    162

  • DOCl-HEVIOS

    Ella en misa hacia profanos los pensamientos de los hombres..,Ella en el paseo, ajilados por la brisa su chai, 6 las ondas de su vestidu-

    ra, era .una Diosa marchando entre las nubes sobre que haba descendido del Cielo.Ella en el teatro, bajo las Impresiones de la luz, de la msica, de las pers-

    pectivas, y de las miradas que ponen siempre en accin todos nuestros fluidos ner-viosos y dan cierta particular radlantz i los ojos y la fisonoma, brillaba co-mo la Vespertina en el seml-crculo de esas estrellas vivas que se llaman mujeres,y que nunca como en los'teatros saben brillar con mas lujo de luz y de cambiantes.

    Ella en su casa, era buscada todava un momento, al travs de los vidriosde sus ventanas, por los jvenes que la casualidad 6 el Intento hacan pasear lacalle de su casa.

    Pero, empeados como estamos en describir prolijamente los personajes deesta historia, debemos decirlo todo: esa mujer del estatuarlo y del pintor, no era,sin embargo, la mujer del poeta.

    Para el poeta la belleza sin sentimiento, no es belleza; y en la fisonomade Agustina Rosas, se hallaba solamente 1a obra de un molde perfecto de la natura-leza, sin la animacin que di i sus obras el soplo anjellcado de Dios. Se buscaraen vano en su fisonoma uno de esos rasgos caractersticos de la sensibilidad, dela dulzura, de la bondad, que hacen que el poeta Idealice y embellezca hasta las

    IVmismas Imperfecciones de la mujer i quien admiradUn carcter Inconstante y pueril cuya propensin es variar de temple y de

    Impresiones en cada da. se revelaba en los movimientos repentinos, en la accincontinua, en la frase corta, en los puntos cada momento Inconexos de la conver-sacin, y en la vaguedad simple de sus ojos.

    Su conversacin, serva i descubrir, adems, una IntelIJencla poco perspicaz V i ly menos fuerte; como al mismo tiempo

  • DOCUMENTOS

    Inspiraban la Idea de buscar su parentesco y am1stad> IISe gan completamente el carino y la confianza de la madre de los Rosas; y

    poco poco lleg hasta la mano de Agustina.Para contraer ese enlace, desigual y chocante, Agustina no fue violentada

    por sus padres, ni por su hermano. Su madre no hizo sino consentir y aprobar elmatrimonio, y Agustina libre y espontneamente""4 dlfi su mano Mancilla.

    Ah no haba, ni poda haber, un enlace de afectos. Los vnculos del corazntienen leyes tan fijas en la naturaleza humana, que no aceptan jams las escepcio-nes monstruosas.

    Respeto, admiracin, gratitud no habla tampoco por Mancilla en el coraznde Agustina, pues que su relacin con l era reciente, y el nombre del jeneral,

    ** 5por l contrario, habla figurado siempre entre los adversarlos de los federalis-tas, I quienes esa familia estaba ligada desde mucho tiempo.

    El corazn de Agustina, pues, nada tuvo que hacer en su matrimonio. Y si es-ta circunstancia poco tiene de estrano en la sociedad europea, en la sociedad ame-ricana es sorprendente y espllcatlva de las condiciones morales de una mujer. Nues-tro matrimonio es siempre la obra escluslva del amor; y si alguna vez es el honorquien lo orljlna, preciso es declarar que antes del caso de honor ha habido casosde amor que aproximaron los amantes. Agustina se cas por casarse; por pasar ser duea de su cisa y de sus acciones. Y esta subordinacin de los afectos & laconveniencia, en una mujer de diez y ocho anos apenas, es un hecho que por s solocaracteriza candidamente tod;5el sistema"6 moral de aquella joven. '

    S1n embargo, medida que el tiempo fue desenvolviendo aquella organizacincuyas esteHorldades eran tan perfectas, fueron brotando de ella mas bien ciertosInstintos pueriles', ciertas ambiciones de mujer frivola, que jrmenes de verdade-ras faltas.

    VII'La poltica era cosa Inapercibida 6 de bien poca Importancia para ella.*La posicin le su hermano, sino dejaba de lisonjearla, la enorgulleca poco.

    Ella posea otro

  • DOCUMENTOS

    dones en quienes predomina el temperamento linftico.En Agustina no se descubra, sino esa IntelIJencla poco flecslble,y esa vo-

    luntad arrebatada en sus deseos, como en sus deslclones, que se desenvuelven len-tamente en los temperamentos sanguneos. Y. en el lenguaje de las comparaciones,tan determinativo en ciertos casos, era Florencia la bella y delicada flor-del-alre. que suspendida entre el Cielo y la tierra embalsama las brisas y las aguasdel Paran, leve y candida como una gota del llanto de la Aurora; y era Agustinala esplendida y magnifica magnolia, que engloba sus ebrneas hojas bajo los rayosde oro del Sol de Grecia, y 6 quien los trovadores antiguos llamaban la esposadel tu 1 1 pan del Bosforo

    -Me traes u dos satisfacciones en tu visita, -dijo la Seora de Mancilladespus de haber agotado el Vocabulario de cumplimientos, de interrogaciones y dequejas que es la 1y constitucional de toda Seora que recibe una amiga quienno ha visto .despuei de algunos das:- la primera, el verte en mi casa, y la se-

    > gunda, el poder atfiirar la elegancia con que vienes vestida. Mi vanidad acepta el cumpl imlento, y en este caso yo creo que son tres las

    satisfacciones que recibirs con mi visita respondi Florencia con una sonrisala mas encantadora le mundo, que contribua tanto, el labio inferior de su pe-quea y rosada boca, que, sobresaliendo del superior, marcaba con una gracia he-chicera, la sonrisa, como marcaba el enojo, el desden cuando alguno de ellos laanimaba.

    No entiendo lo que quieres decirme -observ Agustina, quien siempre leera difcil comprender lo que se quedaba oculto en alguna reticencia.

    - Yo te lo esil1care.ll- Veamos, pue.

    - Sabes que tuvimos carta de papa por la corveta americana llegada el mir-coles ltimo.

    - Me alegro nicho, pero qu tiene que ver eso con la tercera causa de mialegra?

    - Nada. gracUs! -dijo Florencia con una espresion de burla tan fina y tanfujitiva que no fue notada por Agustina, que despus de la impertinencia que aca-

    : rr.t. o cont.ainicin de

    IV

    baba de decir, tena fijos sus ojos en los pufios de encaje* que jugaban con laspequeas manos de la joven.

    Petjo lo menos -continu Florencia,- sabes que pap se halla en Pars ac-

    tualmente.- Por supuesto que lo s y bien?- Que pap me quiere con Idolatra. Es mu justo; pero y bien? -Volvi decir Agustina, cuya organizacin no

    gustaba de situaciones en que el espritu tuviese que trabajar algo para compren-der las cosas.

    J- Que en Pars hay cuanto puede ambicionar el lujo, la elegancia y la moda-continuo Florencia que se diverta de la perplejidad de su amiga.

    - Oh quien estuviera en Pars!- Pero lo que hay en Pars se trae Buenos Aires, como se lleva todas las

    capitales del mundo en que hay gusto y dinero.-Algunas veces s; oero, me decas ......- Que pap me quiere con Idolatra.-S, s.-Que hemos tenido cartas de l por la corveta americana.- M11 felicitaciones.- Que en Pars hay cosas bellsimas.- Ya.-Que pap nos escribe mam y mi .......- Y van tres veces -la Interrumpi Agustina con impaciencia.- Y lo repetir una cuarta ver al decirte que, la carta que me escribe pa-

    p viene adjunta la lista de un surtido de trajes y adornos que me enva.- Ah! que felicidad para t, Florencia! Cuanto no dara yo por que Vanri-

    lla residiera siempre en Pars para que me enviase todas esas cosas! - esclam A-gustlna con una verdadera acentuacin de entusiasmo.

    Y son cosas magnficas! -continu Florencia que se diverta de la situa-cin en que estaba colocando su amiga, cuyo carcter le era perfectamente cono-cido, manteniendo una estrecha relacin con ella despus de cuatro aos.

    - Oh magnficas deben ser!- Un chai de cachemira.- l'n chai! Ah como ere feliz! II

    16R

  • sola

    DOCUMENTOS

    - Dos trajes de seda y dos de Indianas. Cuanta cosa, Dios mo! Contina.

    fY Agustina se aproximaba mas a* la bella tentadora para no perder unapalabra de la relacin que le hacfa.

    Una capa bordada, de merino color almendra, con mangas griegas -prosiguiFlorencia, comD $1 no diese atencin los deseos que estaba Inspirando en Agus-tina.

    Una capa bordada con mangas griegas! Oh! es necesario que yo tenga una ca-pa Igual! Esto es horrible. Todo el mundo tiene cosas de Pars, menos yo; yo, lahermana de Juai Manuel Rosas, y la esposa de Lucio Mancilla! Esto es horrible!

    Seis c-fllsoUne de invierno con golas la Marta Stuart, y seis de vera-* nq, .1 la Mara Anton1e.t*. -. : . . - .... :. . -, :. - ,, 'V --,"- X.

    Prosiguf -dijo Agustina, cuyos ojos baados por el fluido que brotaba dela irritabllidal que sufran sus nervios en ese momento, parecan prximos llo-rar.

    Una caj.i de guantes, de pauelos, de encajes y de cintas. Tambin! Dos somtreros de Invierno. Todava fias?- Dos Juegos de brazeletes alegricos. ' Ah! es un cargamento! -esclam Agustina que quera persuadirse que estaba

    en estado de satirizar: - Y hay mas? -pregunt con cierta frialdad.-No, nada mas -respondi Florencia con tranquilidad. -Te he dicho todo

    cuanto recuerdo Jjue hay en la lista. Pero lo que me falta decirte, es que....- Qu? Por Dios que nunca te he visto hablar con tanta calma!- Pero lo oue me falta decirte es que todo esto debe llegarme la semana que

    viene por un buqte de guerra ingles que ya est en Montevideo, -respondi Floren-cia sin alterar el acento de indiferencia y calma que daba S sus paleras, tan es-tudiado como la seriedad de su semblante, con lo cual estaba poniendo en espinasf-j su amiga.

    - Mejor pan t. -respondi aquella con frialdad.- Y todava pienso decirte - Todava vis!- Oh! y lo wa$ Importante.- Perlas? diamantes? Tambin te llegan aderezos de Pars?

    169

    Incxp; IV (198M

    -No.- Algn vestido de encajes para tu casamiento?- No.- Algn manto real que te manda Luis Felipe.- No.- Y qu es pues lo que vi i llegarte todava?- Nada.

    ' - Nada?- Yo no te he dicho que espero algo mas de lo que te he detallado.- Y entonces, que decas, que has querido decir, porque hoy ests incom-

    prensible, insufrible. Gradas! pero cono me Interrumpes cada palabra no sabes aun que lo que

    mas me alegra del regalo de pap, es que voy i tener el placer de poder regalartelo que yo juzgue que te agradar mas.

    Ah! Florencia! -esclamfl Agustina dando un salto en el sof y besando, ra-diante de alegra, las mejillas de rosa de su amiga. -Sola t eres capaz de darestas sorpresas. T me quieres mas que este bueno de mi marido que no ha pensadonunca en irse Pars para vivir all y mandarme tanta cosa que me hace falta;porque no tengo nada, nada absolutamente de cuanto otras se ponen con menos for-tuna que yo. Esto es insoportable. Yo no puedo vivir as. Se aproximan las fies-tas Mayas y no tengo un solo vestido con que poder presentarme dignamente. No ten-go un mueble queoio sea antiguo; y entretanto en Buenos Ayres hay casas adornadascon muebles de Francia, desde la sala hasta la ltima habitacin. Si; y, prop-sito, t me vas hacer un gran servicio.

    -Con el mayor placer, esplicate. T, por el Intermedio d*> Daniel.- De Daniel! El tiene una prima, no es verdad? St. contest Florencia que empezaba tomar mas inters en este episodio

    de la conversacin, que el que haba tenido en la parte sustancial de ella.- Pues bien; me ha dicho Dona Mara Josefa Escurra, que esa prima de Daniel,

    que se llama-Amalla.-Amalla, eso es. Que Amalla vive como una reina, como una emperatriz. Que

    su casa es un palacio, donde desde el primero hasta el ltimo de sus muebles y de

    170

  • v -

    DOCUMENTOS

    sus adornos san todos de un valor y de un gusto estraordlnarlo. No sabes algo deesto?

    - S. Li; he odo Daniel que el marido de su prima h'lzo venir de Europa lamayor parte d.- esos objetos que dices, cuando pensaba venir residir Buenos Ay-res; y que haMendo muerto casi repentinamente en Tucumn, se volvi Amalla Bue-nos Ayres y acorn su casa con todos los objetos que encontr pana ella.

    - Oh! sen cosas esplndidas y tengp un vivsimo deseo de verlas. como puedo hacer yo? mam no visita esa Seora que, segn dice Daniel,

    se resiste tener relaciones.||- Segn Daniel, y segn Doa Mara Josefa, no. Pero en fin esto no es del

    caso; lo que Importa es que t obligues Daniel que, de este del otro modo,nos lleve de visita casa de su prima. Vive en el campo, saldremos de paseo una"tarde; pasaremos por su casa, y con cualquier pretesto, Daniel hace parar el co-che la puerta, y asunto concluido.

    -Nada te prometo. Me parece difcil que Daniel acepte, sin embargo, yo se lo propondr"..

    -Bien, $1 l no acepta, yo Ir con cualquier otro. Creo que esa Seora noperder mucho -n recibirme en su casa.> Pero volvamos nuestro asunto, paracuando dices que esperas las encomiendas?

    - Para la semana que viene.

    - Estamos1 I 5 de Hayo; llegarn para el 15; al 25 faltan diez das. -Oh.' te-nemos tiempo! -clam Agustina con la alegra de un nio quien se le presentauna barfdeja de juguetes - nos vestiremos Iguales -prosigui, y pasearemos la plaza,

    - Hablar de esto i Mam.- De qu? De lo que me regalas?- No. del paseo.- Bien.

    -Pero lay! quien, sabe como estaremos para entonces! -esclam Florencia conel acento mas sentimental del mundo; dando el primer paso en el terreno donde de-ba conducir Agustina segn el objeto de su visita, que no habr olvidado ellector, y por el cual la tierna pero sagaz embajadora acababa de hacer el sacri-ficio de uno de aquellos objetos preciosos que deban llegarle de Pars, pues que,por un refinamiento de su talento, ella habla sabido comprender que era necesarioenvolver en una red de seda de encajes la Irreflecsiva sirena en quien poda es-tar quel secreto que Interesaba Daniel, y cuya sorpresa le encomendaba en la

    171

    ipc

    IncpC, IV (1981*)

    carta que se conoce ya.- Como estaremos! y de qu, Florencia?-De qu? No lo comprendes, Agustina? De poltica; de bloqueo, de unitarios

    y de todas esas cosas que nos ponen todos en conflicto y que pueden ser mas pe-ligrosas cada da.

    - Bah! qu nos Importan i nosotras? Esas son cosas de Juan Manuel, y allse las avenga.

    - Del Seor 0. Juan Manuel, y de su hija, si quieres agregar, por que la po-bre Manuela trabaja, dicen, la par de su padre. La has visto hoy?

    S, hace una hora que la he dejado,y por cierto que nunca la he visto masplida y ojerosa.

    - Qu! esta emferma55?- No, pero se ha acostado al venir el d1a.|| Ves; no te lo deca Agustina! El 25 no hemos de poder lucir nuestros ves-

    tidos.- Qu ests diciendo?- Digo que s Manuela ha pasado la noche despierta, es por que alguna cosa

    grav habr ocurrido, y Dios sabe de la magnitud que podr ser. Bah! -esclam Agustina rindose, toda la magnitud se reduce unos cuan-

    tos que Iban embarcarse fugados, y quienes Cu1t1no encontr y fusil en elacto.

    -No, no creas le replic Florencia empalideciendo por el hor^^r que lacausaron las Qltlmas palabras de Agustina, pero mantenindose firme en su posicinde ataque Manuela no habra pasado de pi la noche por un suceso que habrn lle-gado saberlo esta maana.

    - No, criatura, anoche mismo lo supieron. Cu1t1o fue dar aviso JuanManuel.

    -Pero el aviso no poda durar hasta el da. Crelo56, Agustina, no has depoder estrenarte el riqusimo traje que te regalo.

    - T digo que no hay nada -esclam Agustina con una marcada acentuacin deImpacienciaNada, nada. El aviso no dur hasta el da, pero se fue la noche en

    55. 57: "enferma": errata.

    56. 51: "crelo": indicio de voseo (?).

    172

  • fDOCUMENTOS

    las ordenes que se dabari para Indagar el paradero de uno de los unitarios que lo-gr escaparse.

    - Lo ves? Ese debe ser persona de grande Importancia; sino, no lo buscarancon ese empeo, y habr rejlstro de casas, persecuslones, encarcelamientos, y elpueblo se entristecer y no habr funciones, 6 nadie 1r ellas s1 llega haber-las.

    - Ests Insoportable con tus miedos. El hombre que se ha escapado, n1 es demucha, ni de poca Importancia, por la sencilla razn que nadie sabe como se llama,

    ,n1 donde ha Ido.- No lo creas.- Te digo que s. All se hallaba Dona Harta Josefa quien Manuela estaba

    refiriendo todo, dlclndoje de orden de Juan Manuel, que por su parte tratase deaveriguar lo que pudiera; y no se sabe mas nada, sino que los muertos son Lynch ytres mas de quienes no recuerdo el nombre, pero del que se ha 1do no se sabe unapalabra. Un tal Merlo los delat, y se le buscaba para saber s1 conoca 6 aquel.MI hermano est hoy de un humor endemoniado; pero no le ha de durar veinte das.Vers como nos vamos presentar en las fiestas! Ya tengo dos vestidos preparados,y con todo lo que t me regalas nada me faltar.

    - Estars hermossima.- De veras?- Y cuando no lo ests?-Oh! Florencia, es precisle me visites mas a menudo. Maana la tarde,

    voy verte.||-Bien, te espero, -dijo Florencia levantndose, y arreglando sobre sus hom-

    bros el chai, y ajustando sus pun tos de encajes.- Pero que, te vas ya?- S, tengo que hacer una visita en nombre d? mam Dona Mara Josefa, y

    volver casa porque mam sufre algo de la cabeza.- Oh! no ser nada. Pero, me esperas maana la tarde?- De cierto.- Y $1 hoy te llegasen las encomiendas me lo mandas avisar en el acto?- En el momento.- Entonces, hasta maana, m1 Florencia.-Hasta nana, mi Unda Agustina. -Y las dos bocas de coral y ncares se

    dieron un fuerte beso, y tomadas de la mano las dos amigas, se dieron un otro adisen la puerta de la calle, y en seguida d16 Florencia al cochero la orden de pararen casa de la Seora Dona Mara Josefa Escurra, y subi al carruaje muy contentade haber comprado con un vestido de s^ una parte de los secretos que Interesabansaber al bien amado de su corazn.

    IV

    NOTAS

    I El fragmento e incluye en 55 1 comienzo del cap. IX,I (El Anjel y al' Viable). T. II, deide p.15, r.3, lusca p.18. r.17.

    II y III Loa fragmento, integrados entre al, ae incorporan al cap. vil,II (Ee-cenae de un bailt) da 55. T. III, desde p.81, r.7, haata p.82, r.7.

    Laa ideaa de cace prrafo ae incluyen realaboradaa en 55, cap. VII,II.

    T. III, p.82, r.8-20.

    La idea central aparece muy reelaborada en 55, cap. VII,II. T. III, p.

    80, r.21-24.El contenido de estos prrafos, muy reelaborado y reducido a au minia*expresin, aparece en 55, cap. VII,II. T. III, p.83, r . 1 5 .

    Eata idea ae reelabora en 55, cap. VII,II. T. III, p.80, r.7-9 y 20-21.

    Idea que, reelaborada, ae incluye en 55, cap. VII,II. T. III, p.79,r. 19-20.

    IX y X Loa fragwentoa ae incorporan en 55 al v*p. IX,I. T. II, deeda p.18, r.16

    haata p. 19, r.1.Laa ideaa centralea eatn reelaboradae en 55, cap. VII,II. T. III, p.82,

    r. 8-19.Algn ideaa del fragmento, muy reelaboradaa, ae encuentran en 55,cap.X.II (Donde continan las tcinai dtl baile}. T. III, de4e p.156, r.23

    haata p.158, r.17.

    VI

    VII

    VIII

    XI

    ni

    173 174