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Anglicismos ortotipográficos

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Panace@. Vol. IV, n.o 11, marzo del 2003 1

Los anglicismos ortotipográficosen la traducción

Editorial

*Ortógrafo, lexicógrafo y bibliólogo, Barcelona (España).Dirección para correspondencia: [email protected].

José Martínez de Sousa*

Ponderar aquí y ahora los muchos problemas que latraducción presenta sería una obviedad además deuna redundancia. Sin embargo, no suelen los tra-ductores parar mientes en que las dificultades noestriban solo en las que se derivan de la traslaciónde un texto de partida, con una estructura y un con-tenido, a otro texto, el texto meta o de llegada, conotra estructura, pero (eso es lo deseable y lo difícil)con el mismo contenido. A la postre, lo normalito esque les dé lo mismo traducir una palabra o frase en-tre comillas que de cursiva, siendo así que a lo mejorno son trasladables tal cual ni las comillas ni la cur-siva, sino otra forma, otra grafía, otra escritura. Por-que lo importante es vestir el contenido traducidocon los ropajes de la lengua a la que se vierte paraque no parezca cosa extraña.

Cuando no se hace esto porque lo más cómodoes traducir lo que se entiende sin hacer lo mismo alpropio tiempo con lo que se ve, lo más probable esque el discurso no encaje, que chirríe y que el lectorde la traducción se sienta incómodo leyendo. A losdesajustes que se producen por la inadecuada adap-tación de los elementos formales en la traducción seles llama extranjerismos ortotipográficos, y la copialiteral se produce por lo que se conoce como mime-tismo ortográfico, es decir, la copia, generalmenteinconsciente, de usos y grafías que pertenecen aotra lengua, pero que carecen de aplicación en laortotipografía del español.

En el presente trabajo, que nace sin pretensio-nes, se presta especial atención a los anglicismosortotipográficos, es decir, los extranjerismos de estaíndole que tienen su origen en el inglés. De más estádecir que el traductor debería tener cuando menosalgunas nociones de diacrisis tipográfica, esto es,los cambios de forma que puede adoptar la letra ti-pográfica según los distintos empleos que en lo im-preso puede tener. De esta manera le sería mucho

más fácil encasillar las partes de su discurso y distri-buir adecuadamente los usos de la letra redonda,cursiva, negrita, versalita, etcétera, variedades quesirven para dotar al texto de valores comunicativosdistintos de los que manifiestan las letras redondasde por sí. Tampoco estaría de más tener un ligeroconocimiento de las peculiaridades de la tipografíaespañola, distinta de la inglesa en algunos puntosque nos parecen esenciales. Por ejemplo, los queexponemos y analizamos someramente a continua-ción.

1. Años. En inglés es habitual encontrar textosque nos hablan de los años 1800s, en lugar de refe-rirse al siglo XIX. También suelen referirse a los años1840, en lugar de a los años cuarenta del siglo XIX.Los anglohablantes abrevian los años, sustituyen-do los millares y centenas por un apóstrofo, cuandoaquellos forman parte de una celebración, campeo-nato, etcétera: Expo ’92, México ’86. En español,este apóstrofo es innecesario y carece de cometidoalguno. Por lo tanto, la grafía correcta es Expo 92,México 86.

2. Fechas. En el mundo anglosajón las fechas seconstruyen de forma distinta que en español. Así,por ejemplo, una fecha abreviada como 7/10/2002será interpretada de forma diferente por un an-glohablante (10 de julio del 2002) y por un hispa-nohablante (7 de octubre del 2002). Por supuesto,las cosas se pueden complicar si, como sucede enalgunos países de Hispanoamérica, esa fecha se es-cribe así: 10/7/2002, que debe leerse octubre 7 del2002, como se hacía también en el español europeodurante el siglo XIX. Y se complica más aún, paradesesperación del escribiente o del lector, si la fechatiene formato normalizado por la ISO: 2002/10/7, esdecir, 7 de octubre del 2002.

3. Porcentajes y signos monetarios. En las nor-mas del inglés se admite la escritura de los signosmonetarios y del porcentaje unidos a la cifra corres-

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pondiente, sin espacio: 1428$, 19%. En español,cuya ortotipografía hereda las normas especialmen-te del francés, la escritura correcta es con un espa-cio inseparable (o de no separación) entre la cifra yel signo, con objeto de que una y otro no quedenseparados a final de línea: 1428 $, 19 %. De estaforma, actuando correctamente (en función de la nor-mativa ortotipográfica tradicional, no influida por elinglés), se obtiene el mismo efecto que el inglés per-sigue por otro camino: que los signos y símbolos noqueden separados a final de línea de sus respectivascifras. Puede darse otra grafía, también tomada delinglés: el adelantamiento del signo monetario en re-lación con la cifra: $1428. Las normas UNE permitenesta grafía solamente en trabajos de economía. Enlos demás casos (incluidos los trabajos de economíasi no se quiere aplicar la norma internacional), la es-critura española correcta pospone el símbolo mone-tario.

4. Números romanos. En la escritura del español,los números romanos se escriben con mayúsculas sila palabra a la que afectan tiene esa misma grafía:Luis XIV, XV Asamblea Nacional de Tocoginecolo-gía, y con versalitas si la palabra a la que afectan seescribe con minúscula inicial (siglos, milenios, pági-nas prologales, etcétera): siglo XIX, página VI. Sinembargo, por influencia del inglés, también se venescritas, en este último caso, con minúsculas: sigloxix, página vi, grafía a todas luces incorrecta en es-pañol aunque la haya recogido la Academia en suOrtografía de 1999. Tampoco es correcto aplicar estanumeración romana en minúsculas para numerar losapartados y subapartados de un párrafo: i), ii), iii),iv), etcétera, en lugar de utilizar otra numeración, seaarábiga: 1), 2), 3), 4), etcétera, o literal: a), b), c), d),etcétera.

5. Signos ortográficos. La influencia del inglésen la grafía de los signos ortográficos es notableúltimamente. La visión de la grafía inglesa en suspropios textos lleva al traductor a copiar y aplicarcomo normales en español formas de escritura quecorresponden a aquel idioma, pero que en españoltienen su propia grafía. Veamos unos casos:

5.1. El punto decimal. La utilización del puntopara separar los enteros de los decimales en las can-tidades es un caso claro de anglicismo científico yortográfico. En español, aunque ha habido épocasde vacilación entre el uso del punto o la coma (vaci-

lación acaso influida por el conocimiento y la lecturadel inglés), actualmente se escribe siempre comadecimal (salvo, naturalmente, en la escritura influidapor el inglés, como suele suceder en México y algúnotro país hispanoamericano, donde el punto decimalde origen inglés tiene algún uso), tal como establecela norma UNE 82100-0:1996. La ISO se decanta asi-mismo claramente por la utilización de la coma enestos casos.

5.2. La coma. La utilización de la coma segúnesquemas anglosajones puede dar lugar a los si-guientes empleos incorrectos en español:

5.2.1. COMA Y CONJUNCIÓN COPULATIVA. Cuandoen una enumeración la coma precede a la conjuncióncopulativa, en español es incorrecta. Por ejemplo, sepuede escribir Antonio, Juan y María, pero, salvoque se cometa anglicismo ortográfico, no se puedeescribir Antonio, Juan, y María.

5.2.2. COMA ENTRE EL NOMBRE DE UNA CALLE,COLECCIÓN , ETCÉTERA, Y SU NÚMERO. En españolse coloca una coma entre, por ejemplo, el nombre deuna calle, avenida, plaza, etcétera, y el número co-rrespondiente: Avenida del General Palafox, 23;plaza de la Concordia, 35. Lo mismo puede decirsedel número que corresponde a una colección o serie,como Colección Caballo de Madera, 56. La escri-tura sin ese signo (Avenida del General Palafox 23;plaza de la Concordia 35; Colección Caballo deMadera 56) es un anglicismo ortográfico muy utili-zado en algunos países hispanoamericanos clara-mente influidos, a este respecto, por las normas deescritura del inglés.

5.2.3. COMA EN VEZ DE DOS PUNTOS. Cuando unacarta, circular, bando, etcétera, lleva un encabeza-miento, este y el texto subsiguiente se separan me-diante dos puntos en la normativa ortográfica delespañol (Querido amigo: Me es grato...; Camara-das: La postura adoptada...), pero no así en la delinglés, que en esos casos emplea una coma. Por estarazón, cuando los dos puntos se sustituyen por lacoma propia del inglés, se comete un claro anglicis-mo ortográfico (Querido amigo, me es grato...; Ca-maradas, la postura adoptada...). Obsérvese queen este caso es también anglicismo ortográfico (y,por consiguiente, no utilizable en español) comen-zar con inicial minúscula el texto que sigue al trata-miento o encabezamiento.

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5.2.4. COMA Y COMILLAS. En los pensamientosy citas, cuando detrás de las comillas de cierre vacoma, en inglés la anteponen a las comillas: «Noestá el horno para bollos,» pensó Adriana; «La fesin obras es una fe muerta,» dijo un apóstol. Enespañol, la coma se coloca siempre después de lascomillas de cierre: «No está el horno para bollos»,pensó Adriana; «La fe sin obras es una fe muerta»,dijo un apóstol.

5.3. Las comillas. Tanto la forma como el uso delas comillas son distintos en inglés y en español.Véanse algunos casos de desacuerdo:

5.3.1. LA FORMA. En general, se considera angli-cismo ortotipográfico elegir las comillas inglesas (“ ”)en lugar de las latinas, francesas o españolas (« »),salvo que aquellas se usen dentro de un texto yaencerrado entre comillas latinas. En español, las co-millas inglesas no deben ser las de primera elección,oficio que corresponde a las latinas.

5.3.2. LOS DIÁLOGOS. En inglés, el diálogo seconstruye encerrando entre comillas (de apertura ycierre) cada una de las intervenciones de los partici-pantes:

«¿Sabe si en el momento de caer subía obajaba la escalera?»

«Bajaba.»«¡Alabado sea Dios!», exclama míster

Mac. «Si bajaba, llevaba la botella vacía.»

En español, en estos casos no intervienen lascomillas, sino las rayas. Cada intervención en undiálogo se construye en párrafo aparte e iniciadocon una raya que se junta a la primera palabra de laintervención:

—¿Sabe si en el momento de caer subíao bajaba la escalera?

—Bajaba.—¡Alabado sea Dios! —exclama míster

Mac—. Si bajaba, llevaba la botella vacía.

Como se puede ver por los ejemplos, las aclara-ciones del autor del texto introducidas en una inter-vención se separan, en inglés, cerrando las comillas,añadiendo el comentario y volviéndolas a abrir, mien-tras que en español las intervenciones del autor enun diálogo se encierran entre rayas.

5.3.4. LOS PENSAMIENTOS Y LAS CITAS. Como essabido, los textos de los pensamientos perso-nalizados y de las citas se escriben de redondo entrecomillas: «Me parece que me ha descubierto. Ten-dré que cambiar de táctica», pensó Ildefonso; «Pri-mero honra sin marina que marina sin honra», dijoCasto Méndez Núñez. En estos casos, si las partesexplicativas de los textos citados se colocan dentrode la cita, interrumpiéndola, el comportamiento de lagrafía inglesa y el de la española difieren de formanotable. En inglés la grafía es esta: «Me parece queme ha descubierto», pensó Ildefonso. «Tendré quecambiar de táctica.»; «Primero honra sin marina»,dijo Casto Méndez Núñez, «que marina sin honra.»En la grafía española, estos textos se escriben así:«Me parece que me ha descubierto —pensóIldefonso—. Tendré que cambiar de táctica.»; «Pri-mero honra sin marina —dijo Casto MéndezNúñez— que marina sin honra».

5.4. Las rayas 

5.4.1. USO INGLÉS. Hay un uso de las rayas quecorresponde plenamente al inglés. Consiste en abriruna raya explicativa en medio de un párrafo, colocarel texto oportuno y cerrar con punto y seguido. Enespañol no equivale a una grafía concreta. De he-cho, puede sustituirse por coma, punto y coma, dospuntos, puntos suspensivos o un espacio, según elcaso. Véanse algunos ejemplos: El cerebro contie-ne la mayor parte de las células nerviosas corpora-les —alrededor de diez mil millones. Aquí se re-suelve colocando dos puntos después de corporalesy eliminando la raya: El cerebro contiene la mayorparte de las células nerviosas corporales: alrede-dor de diez mil millones. Otro ejemplo: ... de las en-fermedades cardíacas —arritmia, infarto, etcétera.En este caso se resuelve también con dos puntos:... de las enfermedades cardíacas: arritmia, infarto,etcétera. Un ejemplo más: El hombre era sujeto dederechos y deberes —y no titular de necesidades.Aquí puede funcionar bien la coma: El hombre erasujeto de derechos y deberes, y no titular de necesi-dades. Para terminar: Permanecieron hasta el fin fie-les a Hitler —y a los cañones. Este ejemplo se re-suelve con puntos suspensivos: Permanecieronhasta el fin fieles a Hitler... y a los cañones. Algu-nos traductores y correctores de estilo caen en latrampa de creer que se trata de rayas parentéticas, ypara resolver el problema lo que hacen es «cerrar» lasegunda raya. Pero es un cierre (en) falso... El senti-

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do del texto original no tiene nada que ver con el queresulta de «corregir» en el sentido apuntado, dupli-cando el signo raya.

5.4.2. LOS INCISOS. En inglés, los incisos suelencolocarse entre rayas, como en español, pero conuna notable diferencia: unos escritores escriben lasrayas sin espacio alguno antes ni después: La cues-tión—intervino el director—es acertar con la so-lución, mientras que otros actúan exactamente alrevés: La cuestión — intervino el director — es acer-tar con la solución, colocando espacios antes ydespués de la raya. Pues bien: en español, ni una niotra, ya que se coloca un espacio antes de abrir laprimera raya del inciso y otro después de cerrar la se-gunda raya (con su puntuación, si la lleva): La cues-tión —intervino el director— es acertar con la so-lución.

5.4.3. LOS MENOS. Junto con la raya (—), moder-namente contamos con un signo algo distinto, peroque, fuera de su uso matemático, puede tener unafunción que a veces se considera anglicista, peroque no siempre lo es. Me refiero a un signo queconsiste en la mitad de la raya (–) y que en algunoscasos ocupa el lugar de esta en textos no técnicos. Aveces, si al diseñador de una tipografía le parece quela raya parentética es demasiado «visible» y por elloresulta antiestética, puede sustituirla por el menoscon las mismas funciones. Sin embargo, cuando estesigno, el menos, sustituye al guión (-), entonces síse trata de un flagrante anglicismo que debe evitarse.Por ejemplo, en español no escribimos 1950–1951,sino 1950-1951.

6. Las llamadas de nota. En algunos casos, enlos textos ingleses las llamadas de nota no se indi-can con números voladitos, como es costumbre en-tre nosotros, sino con ciertos signos como párrafos(§), antígrafos o calderones (¶), cruces u óbelos (†),cruces dobles (‡), etcétera. Aunque en otros tiem-pos también en español se utilizó este sistema dellamada, en la actualidad la forma más simple y claraes la cifra voladita colocada después de los signosde puntuación o entonación (exclamación e interro-gación) que afecten a la palabra junto a la cual va lallamada de nota.

7. Las abreviaciones. Las grafía de las abrevia-ciones es en algunos casos distinta en inglés y enespañol. Por ejemplo, mientras el punto abreviativoes obligatorio en nuestra lengua cuando escribimos

una abreviatura, no lo es para el inglés, que escribeNo en lugar de núm. o n.º. Otro anglicismo ortográfi-co se da con las abreviaturas de los prenombres enalgunas situaciones. Por ejemplo, los criptónimos sesuelen escribir en inglés sin punto y juntando lasiniciales, como en JFK, mientras que en español es-cribiríamos preferiblemente, porque es grafía másapropiada, J. F. K., con espacios menores e insepa-rables entre letras para compensar el que llevan en-cima de sí los puntos abreviativos. Cuando se con-serva un apellido, en inglés se escribe JF Kennedy,grafía que nosotros sustituimos por J. F. Kennedy,manteniendo en este caso los espacios normales dela línea.

8. Los espacios. No hay a este respecto demasia-das diferencias entre el inglés y el español (apartede lo visto en el punto 6.5.2). Hay, sin embargo, al-gunas peculiaridades que conviene tener en cuenta.Por ejemplo, cuando en inglés no quieren dividirpalabras a final de línea, permiten entre palabra ypalabra espacios muy grandes que en español se-rían absolutamente incorrectos. La tipografía espa-ñola es a este respecto, por lo general, más regularque la inglesa. Por ejemplo, hay un uso del inglés queen la tipografía española sería inadmisible: despuésde punto y seguido ponen un espacio del grosor deun cuadratín (un espacio que tiene de lado tantospuntos como puntos tenga el cuerpo en que se com-pone; por ejemplo, 11 puntos si el cuerpo es el 11).Este espacio, al que se suma el que visualmente sederiva del punto que le precede, desequilibra la re-gularidad del espaciado del párrafo sin que haya nin-guna razón para ello. De más está decir que no debe-ría trasladarse al texto español el espacio de cuadratínen los casos mencionados.

9. Las mayúsculas. El uso de las mayúsculas esmuy distinto en inglés y en español. Nuestro idiomaemplea más mayúsculas que el francés, pero menosque el inglés. Sin embargo, si el traductor se dejainfluir por la forma del texto que traduce, al textoespañol pasarán muchas de las mayúsculas del in-glés. Lo importante en este caso es conocer cuándouna palabra se escribe con mayúscula inicial en es-pañol, que es la lengua de llegada, cualquiera quesea la costumbre en la de partida. Siendo así, sabre-mos que cuando el inglés coloca inicial mayúsculaen los gentilicios y tantos otros casos en que noso-tros no tenemos esa costumbre, los trasladará consu correspondiente minúscula y habrá evitado caer

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¿Quién lo usó por vez primera?Síndrome de West

F. A. Navarro

El síndrome de West toma su nombre del autor que lo describió en 1841: un sencillo médico rural deTunbridge, a unos 50 kilómetros de Londres. Lo curioso del asunto es que no publicó en The Lancet unanutrida y detallada recopilación de casos clínicos, sino tan sólo un único caso; el de su propio hijo. Dehecho, su carta es en realidad una llamada desesperada a la comunidad médica en busca de algunasolución para su tragedia personal.

Sir: I beg, through your valuable and extensively circulating Journal, to call the attention of themedical profession to a very rare and singular species of convulsion peculiar to young children.As the only case I have witnessed is in my own child, I shall be very grateful to any member of theprofession who can give me any information on the subject, either privately or through yourexcellent Publication.

Como era habitual en los escritos de su época, en la que los recursos diagnósticos eran muy limitados,el texto de West destaca por la extraordinaria precisión de la descripción clínica, rica en detalles semiológicos:

[…] for these bobbings increased in frequency, and at length became so frequent and powerful, asto cause a complete heaving of the head forward towards his knees, and then inmediately relaxinginto the upright position, something similar to the attacks of emprosthotonos: thes bowings andrelaxings would be repeated alternately at invervals of a few seconds, and repeated from ten totwenty or more times at each attack, which attack would not continue more than two or threeminutes; he sometimes has two, three, or more attacks in the day; they come on whether sitting orlying; just before they come on he is all alive and in motion, making a strange noise, and then all ofa sudden down goes his head and upwards his knees; he then appears frightened and screamsout: at one time he lost flesh, looked pale and exhausted, but latterly he has regained his goodlooks […].

En su escrito, menciona también el origen de la expresión salaam convulsion, muy utilizada todavíahoy por los médicos de habla inglesa para referirse al síndrome de West:

Finding no benefit from all that had been done, I took the child to London, and had a consultationwith Sir Charles Clarke and Dr. Locock, both of whom recognised the complaint; the former, in allhis extensive practice, had only seen four cases, and, from the peculiar bowing of the head, calledit the “salaam convulsion”; the latter gentleman had only seen two cases.

West WJ. On a peculiar form of infantile convulsions. Lancet 1841; 1: 724.

en un anglicismo formal. Por lo que respecta a lostítulos de libros, artículos, etcétera, las normas de laISO en relación con las bibliografías dicen que de-ben usarse según las costumbres de la lengua de

llegada, lo cual quiere decir que en español habránde escribirse con iniciales minúsculas salvo los nom-bres propios (v. UNE 50-104-94, aps. 6 y 6.3).