Ansaldi Waldo - Notas Sobre La Formacion de La Burguesia Argentina

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    Origenes y desarrollode fa bu rgu esia enAmeric a L atin a, 1 70 0-1 95 5

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    jo, esa movilidad ascendente y descendente de las primeras fami-l ias de la ciudad desde el siglo XVII, ala vez que hacia precaria lasupervivencia de la posicion de cualquier familia, aumentaba laimportancia del dinero como determinante del nivel social. Ade- mas.tgarantizaba que ninguna familia 0 grupo de farnilias llega-"faa monopolizar la vida socialy econornica de la ciudad duranteprolongados periodos.

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    XVI. Netas sobre la formacion de laburguesia argentina, 1780-1880

    BREVE INTRODUCCION METODOLOGICA

    Waldo Ansaldi"

    Debe hacer , en primer lugar, dos adver tencias y una aclaraci6nde caracter metodol6gico. La primera .adver tencia es que estetrabajo -par eso le hellamado notas- es apenas un ejerciciopreparatorio de una investigacion mas amplia y ambiciosa en laque estoy trabajando, aunque tam bien recopila algunos puntasconsiderados en escritos anteriores. 1 En ese sentido toea s610as-pectos parciales del problema, el cual debe entenderse vinculadoala segunda advertencia: mi estacomo se -

    EI autor es funcionario del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales(CLACSO), pero las ideas contenidas en este articulo expresan su opinion personaly no cornprorneten a la ins ti tucion a la que pertenece ,

    1 Waldo Ansaldi, Hegemonia terrateniente y clases subaltern as en Argentina,investigacion en curso. Los escritos previos seran ciIados' mas adelanre,

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    esta naturaleza puede considerar a una clase como un universe;Si aqui elenfasis esta puesto s610en uno de los terrninos dela re-laci6n, ello espor la raz6n apuntada al cornienzo sobre 1aindolede estas notas.,Respecto ala aclaraci6n metodol6gica quiero plantear, breve-mente, dos puntos:1, En los ultimos ail os , mucha ente ta descubriendo aGramsc! yeo es saludable en un aspecto y no 10 es en otro. Loes en ' . nto ll eva de reacci6n a 1a tendencia mecano-econ5mi-

    ~ Y presta atenci n a cuestiones tales como as re aciones epoder , el Estado, el papel de las ideologias , etc., entre otras. Elr iesgo esta en que el rescate del ensamiento crramsciano secon-vierta en una moda mas, Iimitada al uso mecanico e su_L,cate orias. En Europa occidental el amphc debate soore aquel ysu uso y abuso) gira en torno a concepciones y estrategiaspol iti cas, Entre nosotros, los latinoamericanos,' ese uso estaorientado preferentemente al analisis hist6rico y acerca de elseria conveniente reflexionar sobre(y esclarecer) las interrogan-tes que destaca Alessandro Pizzorno.Los interrogantes planteados por Gramsci en sus analisis his tori-cos, y que aim siguen en debate, sepueden.resurnir asi : ~cuando yen que condiciones existen entre representantes y representadosuna relaci6n "organica" y cuando no? lEn que condiciones sonposibles alternativas de acci6n para determinados sujetos histori-cos? lC6mo (segun que cri terios) seidentifica labase social de lossujetos historicos? Y mas explicitamente, i,es posible identificarsujetos his toricos no s610.s irviendose del conjunto de sus posi-ciones en las relaciones de producci6n, sino segun otras categorias(nacionales,religiosas y culturales, en el sentido mas amplio)?En f in , lcuaI es la natur aleza de la reflex ion que conduce a r es-ponder a tales interrogantes '(2_en otros terminos, les l icita desde

    \

    un punto de vis ta metodol6gico la elaboraci6n de categorias abs-tractas aplicables a diferentes casos hist6ricos, como son precisa-mente las categorias dehegemonia, c~ organica, bloque his tori-co, y otras que Gramsci nos propon~

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    , ,No eseste el lugar para responder a estas preguntas -yen ri-gor las respuestas preci s as vendran despues de las investiga-

    2 Alessandro Pizzorno, "Sobre e l rne todo de Gramsci . (De la h is to riogra fiala ciencia politica)" , en Luciano Gallino y otros, Gramsci y las ciencias sociales,Cuadernos de Pasado y Presente nurn. 19, scgunda edicion , Cordoba , 1972, p .49-50. .'

    ciones y no de una re flexi6n abstracta-> , pero quiero senala rque(:arto de la premisa que afirma la potencialidad explicativaque nenen las categor ias propues tas por Gramsci , sobre 10cuales bueno tener presente otra indicaci6n de Pizzorno, que retomauna observaci6n de Renato Zangheri: el interes de Grarnsci no es"introducir nuevos esquemas interpretativos de historia-econo-mica. Sus miras estab.an~s tas en introducir nuevos esquernaspara la historia politica"~A los efectos de mi proyecto de invest igaci6n@ analisis de laformaci6n doelas clases sociales argentinas no abarca s610 lacuest i6n de las re laciones sociales, sino tambien -ymuyespecialmente- el problema del poder, en particular el ejerciciode la hegemonia y/o la coacci6n de una clase sobre otras. Yeneste terreno las categorias grarnscianas resuitan, creo, extrema-damente H:rtile5.\Las c1asessOcialesson realidades estructurales, con seguridad,pero no es s610 en el plano de las relac iones sociales (esto es,estrictamente. el nivel estructural) donde elIas se manifiestan,Esta siempre aquel referido al "complejo de actividades practi-cas y te6ricas con las cuales la c1ase dir igente no s610jus tifica y-mantiene su dominio, sino tarnbien logra obtener el consenso ac-tivo de los gobernados ". 4 He ahi uninteresante terreno de con-vergencia de las ciencias de lahistor ia y dela polit ica, yen elquehay mucho por desbrozar. Tarnbien aqui Gramsci tiene algunasindicaciones que deben tenerse en cuenta. 52. La version preliminar de esta ponencia tuvo una objecionsobre la cual quiero plant ear un segundo punto de indole rneto-dol6gica: la caracterizaci6n de la crisis que se abre con la prime-ra invasi6n inglesa como crisis organica, y cuya soluci6n ocurri- "ra hacia 1880. Desest imo la objeci6n refer ida asu larga dura-c ion, porque cualquier l ector medianamente atento sabe queGramsci no s610plantea la posibi lidad de que una.crisis de este

    3 Ibidem, p. 46.4 Antonio Gramsci, No/as sobre Maquiavelo, sobre lapolit ica y sobre elEsta-do, ediciones Nueva Vision, Buenos Aires, 1972, p. 45-96. Este campo de analisisdebe ampliarse con e l estud io de las c lases subalte rnas . Sobre este, veanse los"Appunt i su ll a stor ia de ll e c la ss i s ub al terne ", i ncluido s en II Risorgimento,Giulio Einaudi Edito re , dec irna edicion , Turin , 1972, p. 191 y siguientes. EIf ragmento inicial , con cri te rios de metodos , esta inc lu ido ell Antonio Grarnsci,

    Antologia, Siglo XXI editores, Madrid. p.491-493.5 Vease "Economia e ideolog ia" en EI materialismo historico y lafilosofla deBenedello Groce. Lau ta ro , Buenos Ai re s, 1958, p . 1 01-103 ( re it er ado eon la

    Ant otogia, op, cii., p. 276-278).

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    tipo se prolonge "por decenasde anos", sino que en forma muyexplicita ejemplifica con un caso hist6rico concreto: el de la so-ciedad francesa entre la gran revoluci6n (1789) y Ia derrota de laCornuna (1871). Ese lector sabe asimismo que Gramsci destacala necesidad de la distincion entre "movimientos organicos (reIa-tivamente permanentes)" y "movimientos que sepueden llamar'de coyuntura' (y se presentan como. ocasionales, inmediatos,cas i accidentales)", tarea fundamental para una correcta carac-terizacion de la situaci6n analizada. 6 De modo que no me de-tendre en este asunto de la duraci6n de la crisis. .En cambio, s iquiero des tacar los argument os acerca de su ca-rac terizac i6n.(Ona crisis organica es crisis de hegemonia, deautor idad de lac1ase dirigente; implica, como dice Pizzorno,"una ruptura de la re1aci6n organica entre los grupos sociales ysus par tidos, entre las bases sociales y los actores sociales queelios engendran". 7 Esa ruptura implica un desfase entre laestructura y su edificio juridico-poli tico, resultado de un desi-gual r itmo de desarrol lo de una y otro que lIeva, consecuente-mente, a una fal ta de correspondencia. En palabras del misrnoGramsci: "La crisis consiste precisamente en que muere 10viejosin que pueda nacer 10nuevo"-:sEn ella, la c1asedirigente se tor-na dominante (esto es, cont rora'ia sociedad pol itica -Ia coer-ci6n- , pero pierde la direccion de la sociedad civil , la hegemo-nia, el consenso) ydeja de impulsar "realrnente la sociedad ente-ra hacia adelante, satisfaciendo no s610 sus exigencias existen-ciales, s ino tambien la tendencia a la ampliaci6n de sus cuadrospara la toma de.posesion de nuevas esferas de la act ividad eco-nomico-productiva, Apenas elgrupo social dominante ha agota-do su funci6n; el bloque ideologico tiende a desintegrarse ... "9(Dha crisis organica puede producirse en razon de: a) el fracasode la clase dirigente "en a lguna gran empresa poli tica para lacual requiri6 0 irnpuso por la fuerza el consenso de las grandesmasas" (la guerra es un ejemplo -que Gramsci cita- , pero noes, obviamente, la unica "gran empresa polit ica " con posibi li -dad de convoca toria masiva ), 0 bien b) "porque .vastas masas(en especial de carnpes inos y de pequenos burgueses intelec-

    6 Cfr. Maqulavelo, op, cit., p . 51-62 ; en Antologia, p. 409419. Por otra parte,en toda su obra hay abundantes referencias a situaciones de crisis organica,7 A. Pizzorno, op. cit., p. 53.8 Passato epresente, Giulio Einaudi Editore, Turin, sexta edicion, 1966, p. 38;en Antologia, p. 313 .911Risorgimento, p. 71-72; en Antologia, p. 488.

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    tuales) pasaron de golpe de lapasividad a .una cie!ta act ivid~d yplantearon reivindicaciones que en su caotico conjunto constitu-yenunarevolucio.n:'.~. . . , , .I La noci6n decnsis orgaruca -' 'quizas elelemento mas mtere-sante de la teoria polit ica de Gramsci ': (Pizzo!no)- espart icu-larmente rica y sugerente para elanalisis combinado de la clen:1ade la hi storia y la ciencia de la pol itica. No es este el lugar TIl elmomento apropiados para extenderse sobre ell a. Creo que la. ref lexi6n sobre ella a traves de su confrontacion con la realidadnos perrnitira profundizar su e1a.bor~ci6n te6ric~ y avanzar h~ciaun rnejor conocimiento de la historia de la socled~d ,~rgentIna;por ello me parece mas oportuno mostrar sus p_oslblhdades deaplicacion que discurrir en abstracto sobre ella. Si he optado po rrecordar algunas de las afirmaciones de Gramsci, es para ubicaral lector en elcuadro teorico en que se inser tan estas notas y sen-tar los puntos en los cuales basc.rni convencimiento de que(!sposible caracterizar como crisis organica allargo peri?do ,que vade 1806 a 1880 de las invasiones inglesas a la organizacion delEstado nacion~Por c ierto, ~resente comunicacion no s610 tiene limites deextension, sino tarnbien limites que resultan del estado de avancede lainvest izacion. Ella esapenas un esbozo parcial de esta, queapenas ha ~omenzado a andar. Por 10 tanto, la validacionernpirica de algunas hipotesis todavia esta pendiente, ~ay puntosinsuficienternente desarrollados y muchas preguntas SIn respues-tas -que yo comparto con el lector, por otra parte- , pero eli asson parte de las dudas del torero entrando al ruedo, como diriaNorber t Lechner . . . 0 quizas mas bien frente al taro.

    GCERCA DEL GENESIS DE L A BURGUESIA ARGENTll~El proceso de formaci6n de la burguesia argentina reconoce va- .r ias ver tientes, todavia noexploradas 10 suficiente como paratrazar un cuadro verdaderamente s6lido. Para llegar a este habraque reconstruir talaoceso_ eos ni,v~les:el de las burguesias re-gionales y el de tranSlOriilac16n de esias en una c1ase de alcancenacion~e ahl un programa deinvest igaciones delargo aliento .cruede considerarse como comienzo ~e la gestacion de laburguesia argentina el ultimo cuarto del siglo XVIII cu~n?o con-curren varios elementos internes y exte rnos a la aparic ion y/o10 Maquiavelo, fJP. cit., p. 62-63.

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    modificaci6n de grupos sociales en el Rio dela Plata:xEnun tex-to ya clasico, Tulio Halperin Donghi traz6 las g1i lldes lineasestrueturales de la sociedad rioplatense de entonees, que luegoreeordaremos. IICon eerteza, comereiantes y terratenientes -sect ores consti-tut ivos de la burguesia argent ina- existen desde antes , pero esahoracuando se producen reaeomodamientos de magnitud talcomo para modificar significativa, cualitativamente la estructu-ra de clases, en particular en el seno de la que sera c1ase funda-mental (en el sentido que esta eXPfRi6n tiene en Gramsci) de lasoeiedad. argentina deeimon6niea.l::0 e~I.aereaci~n.del ,,:irrein~-to del RiO de la'Plata, antecedente polit ico-administrative masinmediato de la futura Republica Argentina, la que sugiere datarel cornienzo del proceso de formaci6n de esta c1aseen dicha epo-ca . Es unc to der elXVIII, por 10que Eric HobsbawmrevOTuci6nburguesa (la industrial inglesa y la francesa de 178.21cuyos efectos no tardan en hacerse sentir en la vieja y nueva peri-feria del sis ternif] Esta cuesti6n es muy .conocida , por 10 quepuede prescindim desu reiteracion aqui, En cambio, ha depres-tarse atenci6n a aspectos internos de la ruptura del sistema colo-nWespaiiol en elRio de laPlata. 12 "\.!;! crisis del espacio peruano, a fines del siglo XVII y co-mien-zos GelXVIII, desencadena un proceso de desintegraci6n que hade culminar merced a la accion de elementos externos de doble -tipo: -a ) externos al espacio, pero de origen metropolitano, comola desmembraci6n territorial y administrativa para crear nuevosvirre inatos (Nueva Granada y Rio de la Pla ta) , la reglamenta-ci6n liberalizando el comercio exterior, etc.; b) externos al espa-cio y a la metropoli con incidencia en uno y otra, como laexpan-si6n portuguesa, el auge del contrabando lusi tano e ingles y la-pujante extensi6n de la actividad economico-cornercialde losIIEIRio de la Plata alcomenzar tel siglo XIX, Facuttad de Filosofiay Letras,Univers idad de Buenos Aires , 1961. Reedi tado como primera par te (cap. I) de,li!_l'oludQn }'guerrs.. Siglo XXI Argentina Edi tores , Buenos Aires , 1972. Pese ait iempo t ranscurr ido, ese esquema sigue siendo de referenda obl igada, 10que 'prueba dos cosas: a)la agudeza analitica de Halperin, pero tambien b) elestanca-miento de la investigacion his torica en Argentina. , ,' -12 En el res to de este acapi te s intetizo -con algunas pocas modif icaciones yagregados- posic iones ya expues ta s en Waldo Ansa ld i y S il vi a Palomeque ,Contribucion al estudio de la dependencia argentina, 1809-1829, tesis de l icen-datura, Univers idad Nacional de Cordoba, 1972, rnimeo. , cap. 3.

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    britanicil la que a su vez incide en el interior del espacio pe-ruano al promover eI crecimiento de algunos rubros productivoslicradosa las necesidades det:elIos: tal el caso del cuero, sebo yt;sajo delli toral rioplatense Unos y otros elementos externos seinteraccionan en su funci6n isolvente; asi, son necesidades depolit ica in terna -defender las fron~eras riopla tenses de la pe-netraci6n portuguesa- las que contnbuyen a reforzar elprocesode orientaci6n atlantica de la economia de las regiones del inte-rior. La autorizaci6n para importar esclavos (1714) y la conver-si6nen capital del novel virreinato (1776), hacen dela ciudad deBuenos Aires un centro econornico, administrative y politico enrapida expansi EI aumento demografico de la misma, sobretodo por inmigraci6n peninsular, Ileva al crecimiento de los cO-merciantes y bur6cratas. Con todo, eI Alto Peru sigue siendo laregi6n econ6micamente mas importante: su producci6n de plataconstituye alrededor del 800/0 (unos 4 millones de pesos) de lasexportaciones del puerto de Buenos Aires, y subordina a su anticguo hinterland rural del Tucuman, El ascenso del li toral -Ia pe-riferia pobre del antiguo espacio peruano- se advierte en laeconomia y la demografia, en esta por migraciones internas (ensu mayoria de cordobeses, santiaguerios y puntanos), pero aun-que en la primera comienza a destacarse notablementela pro-ducci6n derivada de la ganaderia rudimentaria -transic i6n delas vaquerias a la estancia- , el grueso de la actividad es domi-nada por los comerciantes portefios . Es por este hecho que noaparece en la region, "hasta despues de la revolucion, una cIasedehacendados de riqueza comparable a la delos grandes comer-ciantes de la capital , pese a que desde elcomienzo predomina laexplotaci6n ganadera que utiliza peones asalariados" que perci-ben salarios "excepcionalmente altos". 13 La exportaci6n decueros es el rubro principal (hasta un millen de pesos anuales),no as! las carnes saladas para- Brasil y La Habana, que no alcan-z~a competir con las orientales .lID espacio rioplatense (Alto Peru, Cuyo, Litoral -incluida laBanda Oriental - y Paraguay) muestra, empero, no s610un ca-racter complejo sino tarnbien contradictorio. La complejidad ylas contradicciones no son unicamente econ6micas: se observanadernas en la cornposicion social y en la distribucion etnica de lapoblaciony en su papel en el procesoproductiVO) aspectos queverernos al plantear la cuestion de los conflict osiifterregionales.

    I)Tulio Halperin Donghi, Historia can/emporanea de America Latina,Alian-zaEditor ia l, Madrid, 1969,p. 36.

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    De alii que la unificacion politico adrninistrativa que consagra lacreaci6n del virreinato platense no solo no termina con aquellas:!nduso acenrua algunasy/o genera.otras.@? todo caso, la 16gicainterna de este espacio noplatense tiende mas ala separaci6n quea la unidad nacional, como los resultados de las guerras no tar-daran en indicarlO1. "La revancha '!' Ie"Buefios Aires" sobre Lima -para usar laexpresi6n del histor iador chiieno Sergio Villalobos- conduce aaparejados desajustes y reajustes en el inter ior del nuevo espa-cio, cuyas regiones cons ti tuyentes no han de lIegara izuales re-sultados a part ir de todas estas reformas borbonicas, ~- incor-poracion del Alto Peru no hace mas que legalizar una si tuaci6nde hecho, al autorizar el trafico de metalico hacia el puertoarlantico y de rnercancias en sentido inverso. En este ult imo as-pecto, el problema del trans porte y los fletes adquiere una di-rnension econornica fundament~ituada a unas 550 leguas deBuenos Aires y a poco mas de 400 de Lima, Potosi puede, noobstante, proveersea rnenores costos con mercancias provenien-tes de la prirnera, gracias a los men ores fletes maritimes(Espana-Buenos Aires es menos gravoso -que Espana-Lima) yterrestres(las mercancias transportadas desde el puerto riopla-tense utilizan en su mayor tramo -hasta Jujuy, unas 430leguas- el servicio de carretas, rnientras las provenientes de lacapi tal peruana viajan todo el trayecto en mulas, sistema mascostoso), 10 que explica la diferencia de precios de los mismosarti culos, segun provengan de una u otra ciudad. EI papel delcontrabando adquiere aqui toda su claridad. EIauto de libre in-ternaci6n del virrey Cevallos (6-11-1777) y un decreto anteriorque prohibe elenvio de oro y plata a Lima, dan elgolpe f inal ala. tarnbaleante. preponderancia de esta. EI mismo auto sus trae aCuyo al exclusivo interes de los comerciantes chilenos, aunque laeconomia trasandina no deja de benef iciarse con la creacion delvirreinato rioplatense, que favorece su s cornunicaciones con lametr6poli; por otra parte, "Iacitada medida de Cevallos autorizala entrada por puertos chilenos de mercancias destinadas aaquel.Una serie de Reales Ordenes dan forma juridica a las reformasen el regimen comercial colonial ; la sancion del Reglamento yaranceles para el comercio de Espana e Indias (R.O. del 12-10-1778) estatuye el nuevo ordenamiento que corona el proceso re-.forrnador iniciado en 1713(asiento de negros) y 1720(sistema denavios de registro), prontamente agrietado por medidas poste-riores persecutorias del renovado contrabando, tales como el co-rnercio con colonias extranjeras (R.O. del 4-3-1795, consecuen-522

    -'-~"'~-'

    cia de la guerra franco-espanola) y la autorizacion de cornerciarconbarcos neut:a.l~s (R.O. del18-11-17~7): Por ultimo,(g_spanapierde toda posibilidad de oponerse practica, realmente, al co-mercia legal 0 ire-galde navies extranjeros: en 1805, Trafal~envia alfonda del mar a las f lotas espanola y francesa y con eliaslos suefios borbones de disputar la hegemoniamaritima a laRo-yal Navy.[a libre introducci6n de rnercancias -uno de los tantos pun-tos polemicos dela historia yla historiografia argen tinas- provo-.ca.algunas rnodificaciones en las econornias regionales, coinci-dentes con el paulatino decaimiento de la producci6n artesanalrioplatense ya a 10 largo del siglo XVIII. Son afectados los vinos yaguardientes cuyanos y r iojanos , el arroz tucurnano, mientrascrecen los ast il leros y manufacturas de embarcaciones para ca-botaje en Asuncion, Buenos Aires, La Bajada, San Pedro,pueblos de las Misiories y sobre todo Corrientes, como asi mismolas carretas tucumanas y mendocinas, -Los textiles mantienen sunivel, pues en rigor el desplazamiento por los importados afecta-ramas a los provenientes del Peru yAlto Peru. que a los deTucu-man, Cordoba, Catamarca y La RiojiJ .f! .is modificaciones en la econornia traen consigo reordena-. rnientos de cJase frente a Ianueva coyuntura, con 10 cual provo-jcan nuevos y dist intos confl ictos de intereses, Basicarnentepueden distinguirse las siguientes fracciones: comerciantes rno- "C{5nopolistas,comerciantes l ibreirnportadores , ganaderos y bu- g ~r6cratatJEsta divisi6n se opera en el Iitoral atlantico (Buenos .Aires) y enla Banda Oriental. Enel interior eincluso en el litoralf luvial la si tuaci6n presenta caracterist icas dist intas por la de-pendencia de los comerciantes locales de sus. iguales portenos-tanto para proveerse comb para vender- , al .t iernpo que losganaderos tienen una importancia rnenor y estan poco 0 nadavinculados almercado mundial (la cria de mulares, su invernaday venta lo s conectan con el mercado altoperuano); en aquelloscasos de posibilidades de exportacion de cueros vacunos ~lito-ral fluvial, C6rdoba-, estos ganaderos tam bien dependen deloscomerciantes porteflos (y despues del diez tarnbien de los ingle-ses), que son quienes estan en condiciones de adquirir su produc-ci6n (caso delos Anchorena, que disponen de una amplia red decompradores ; sera 10que haran los Robertson recorriendo lascampanas). En Paraguay, los importantes productores rurales=-yerba y tabaco en primer lugar, azucar y algod6n en menorproporci6n- estan somet idos al poder de la capital virreinaldoblemente: por un lade , al de los comerciantes portefios encuanto a la comercializacion de la produccion: por otro , ala po-

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    ------------------~~~~~~,Utica impositiva, cuyo producido engrosa las areas virreinales,en perjuicio de la regi6n. El peso de esta cuesti6n en las rela-ciones Paraguay-Buenos Aires es decisiva en la separaci6n del,primero; no es casual , entonces, que la lucha por la autonomiasea encabezada por yerbateros y plantadores de tabaco , comoYedros y Cabanas.- Una cierta especial izaci6n de la act ividad mercant il- resul ta-:do de las diversas operaciones que esta comprende y del volu-men, dest ino y tipo de mercancias comercial izables- permite :distinguir diferentes sectores de cornerciantes, segun se dediquenjal comercio local, regional, intercolonial a escala americana 0t ransoceanico. Juan Carlos Garavaglia ha dist inguido los si--guientes:1. Los quecomercializan "efectos de Castilla", orientados a'los mercados de alto consumo (Potosi, Lima, Santiago deChile.]Salta, Cordoba). Los pagos se hacen en rnetalico, elcual sediri-:ge primordialmente a la metr6poli ,donde estan las casas centra-les de este comercio monop6lico. En Buenos Aires este sector,rnonopolista incluye los nombres de Necochea, Basualdo, Lezi-ca, Lascano, Alzaga, etc. '2. Los que alternan aquellas operaciones con el trafico de~"productos de la t ierra" . La diferencia -en los casos de super-'posicion con los monopolistas- radica en que los efectos de:Casti lla se t ruecan por productos locales (yerba, vino, aguar-qdientes, etc.) en lugar depagarlos en metalico; este aparece enun .segundo momento, cuando la producci6n regional es vendida en:;.'los centros consumidores importantes. La compra a los produc-jtores locales puede haeerse en forma directa 0por interrnedio.de,unapoderado. Diego de Aguero, Mateo Maza, Martin deSarra-]tea, Gaspar de Santa Colonia, Crist6bal de Aguirre, Juan Este-lban de Anchorena y otros secuentan en este sector.:~3. Los exportadores de "frutos del pais", esto esbasicamentescueros, carnes saladas, sebo, grasa. Sector in teresado en la ex- '~pansi6n de los mercados y, par ende, adversario del sistema rno-jnopolico. Introducen "efectos de Castilla casi exclusivamentejpara revenderlos a otros comerciantes" , indicador de "que elexitode las operaciones realizadas por los grupos 1y 2 dependia'[de una complicada red de comercializaci6n no siempre accesibleia todos los miembros del gran comercio": los conflictos ent re5Jambos sectores, relegados antes, apareeen con la quiebra del sis-:"tema a fines del siglo XVIII en un primer plano. 'j4. Los dedicados al trafico de rnetalico, sector vinculado al an-,;';t er ior que cobra importancia en momentos de interrupci6n d:"relaciones can la metr6poli. Obviamente, la remisi6n de metali-~~-524

    CO se hace por canales anormales, aprovechando las concesionespara remi ti r metal ico en naves portuguesas y la tradic ional viadel contrabando. Los comerciantes locales perciben un porcen-taje (20 / 0 en anos normales) por estas operaciones, redundando, enun lucrativo negocio. Agustin Casimiro y Juan P. de Aguirre,Manuel de Basavi lbaso son algunos de los . integrantes de estesector. ,5. Los ligados a la burocracia, iniciadores de nuevos circuitoscomerciales, audaces y emprendedores, impulsores de "nuevasempresas comerciales, tales como el cornercio triangular" y defallidos intentos de "pasar alterreno de la produccion" . De aquisurgen los creadores y propietarios de una importante flota co-mercial (104 navios con 17384 toneladas espafiolas) afectada alcomercio negrero y con colonias extranjeras y neutrales, en ope-raciones legales e ilegales. Romero, Duval, Balaustegui se cuen-tan en este sector, que en la empresa maritima incluye tarnbien alos monopolistas Martin de Alzaga y Martin de Sarrate_a, claroindieador de las relaeiones e interaeeiones que existen entre los'distintos grupos. En su conjunto, este -junto al de losexporta-dores- es adversario del monopolio, en tanto sus intereses exi-gen la expansion de su mereado extemo.!"Enrique Wedovoy ha sostenido la hip6tesis de que:Es la naciente burguesia cornercia largentina , formadapor los co-merc iantes que t raba jan por su prop ia cuenta y con sus propioscapitales, y no como meros comisionistas 0 habilitados como los"comerciantes" monopolistas, que cuentan con sus propios barcosque selanzan a realizar uncomercio activoy no pasivo como eldelos monopolis ta s, e ra -repe timos- la c la se soc ia l capaz dei rn-pulsar energicarnente eldesarrollo economico nacional ... Los ha-cendados carecian de capital, de vinculaci6n con los mercados ex-ter iores, demana de obra, de mater ias primas y envases, y de con-, sumo, y de barcos para el transporte. 15

    Se trata de un intento poco fel iz, ' fundado en Adam Smith-de donde elcabal lero eampesino de este seeonvierte en el Riodela Plata en "haeendado de rasgos feudales", en ambos casos"un empresario timido"- , y en eleual Wedovoy soslaya el rno-

    14 Juan Carlos Garavaglia, "Ccmercio colonial: expansion y crisis", enHisto-riaIntegral Argentina, cEAL, Buenos Aires , 1970, t ..1, p. 124-129, 134, 137.

    15 Enrique Wedovoy, "Burguesia comercial y desarrollo economico nacional.Examen del problema a la luz de lahistor ia ganader il (1770-1837)" enHumani-dades, tome xxxv, LaPlata, 1960, p. 55-109 (especialmente, 101-105; la cita er,p.104).

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    virniento organico de la estructura, ese que indica el ascenso delos ganaderos bonaerenses en correspondencia con el rnovimien-to del misrno tipo en la escala mundiai, donde dominan las nece-sidades de la industrializaci6n inglesa. Las carencias que Wedo-voy achaca a los hacendados del periodo virreinal no sirven paraexplicar como su "naciente burguesia comercial argentina" re-suIta incapaz de comandar, energica 0 debilrnente, "el de-sarrollo economico nacional" y c6mo aquellos, can tales def i-cits, devienen en pocas decadas la ' C l a s e fundamental de la so-ciedad argent ina . Tarnbien olvida elautor que cuando los co-merciantes argentinos inviertan sus capitales en la produccion-desde los anos veinte- 10 haran en la ganaderia , s iguiendo elrumbo que marcan los comerciantes ingleses en Buenos Aires aquienes nadie podria sensatamente negar los atr ibutos funda-mentales: capital, vinculacion con los rnercados externos, barcosde cabotaje y navegacion interoceanica, entre otros,Las indicadas ref'ormas .introducidas

    la expansi n econ mica rnetropoli tana de la segunda mitad dels iglo, que encuentra en Catalur ia yel resto del nor te espanol sucentro. Larrea, Matheu (catalanes), Anchorena, Alzaga, SantaColoma, Lezica, Belaustegui, Azcuenaga (vasconavarros) Riva-davia, Llavallo! (gallegos), forman parte de ese grupo que'ocupa"bien pronto posici6n hegem6nica en la econornia de todo elvirreinato" (Halperin). En muy poco tiempo, nombres nononimo de los hombres de

    ~~~~~~~~~~~~~~~~~~wa~~ Lasransacciones can area se tan a introducir telas finas ymedian as y art iculos de ferreteria , can retorno en rnetalico,s iempre guiadas por la obtencion de altas ganancias y en detri-menta de la expansion del mercado. Ni s iquiera la expansi6n ga-526

    nadera -cueros para eI mercado mundial, carne para abastointerno- provoca una accion dinamizadora; tambien aqui estoscomerciante tienen mas interes en obtener altas gananciasque en[omentar "una produccion en ascenso regular mediante unauIhento de las ganancias de los hacendados". 1 6 ...-En este mismo simposio, la contr ibuci6n presentada por Su-san Migden Socolow 17 senala (recopilando una anterior observa-ci6n de Rodol fo Puiggr6s) el alto grado de cohesion grupal delos comerciantes portefios, que se resquebraja a fines delvir reinato , en par te par accion de la penetracion de los nuevoscomerciantes catalanes, que inundan "el mercado con productosde menor precio" y presionan "para lograr la apertura alcomer-cio angloamericano, asociandose con los productores de cueropara demandar un mayor acceso a los grandes mercados " , Perohay un comportamiento que .estos "nuevos comerciantes" repi-ten de los viejos: la uni6n por matrimonio "a las redes. tradi-cionales de parentesco" de la ciudad, car acteristica de Ia.burguesia comercial portef ia que Susan destaca e ilus tra en suponencia. Aunque ello indica que eI antiguo grupo tiene "un IJa-mativo grado de apertura frente a los recien llegados que I lena-sen ciertos requerimientos", no puede considerarse en rigor co-mo un caso de movilidad social; me parece, mas bien, que re-fuerza el caracter cerrado de este grupo burgues. Y este caracterno invalida el hecho de que la sociedad portefia es, en su conjun-to, menos jerarquica y desigual =-tambien menos tensasocialmente- que las del interior.Hay, empero, un grupo de comerciantes que introduce modi-. ficaciones .de est ilo en su actividad, al que ya hernos sefialado-siguiendo a Garavaglia- como vinculado a la burocracia.virreinal. Este grupo, como habia observado Halperin, se bene-f icia con el desorden que la guerra europea introduce en los cir-cuitos comerciales e inaugura otras rutas: la de Cuba-Brasil-Es-. t ados Unidos (mercado del tasajo), la del norte de Europaneutral, la del Indico (esclavos de Mozambique e islas azucare-ras) , por las cuales es posible circular y vender un producto re-querido con avidez, aun al elevado precio que .resulta de altoscostos de producci6n y transporte: el trigo rioplatense.

    16 Cfr. Tulio Halperin Donghi, Revolucion y guerra. op. cit., p. .j.() y siguienres.17 Susan Migden Socolcw, The Commercial Bourgeoisie Of Eighteenth Cen-tury Buenos Aires, ponencia presentada en elv Simposio de Historia Econ6micadeAmerica Latina! organizado pra Comision de Historia Eccnornica de CLACso, Lima, 5-8 abri 1978, p . 12. Texto inc1uido en este volumen.

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    Este ultimo grupo cornercial, vertiginosarnentesurgido a primerplano, muestra sin duda una irnpacienciacrecientefrente a las li-mitaciones legalesque su estilo mercantil encuentra; durante losmas finalesdel dominioespafiolfavorece, junto can loshacenda-dos la liberalizaci6ncomercial ernprendida par la corona. Todoesto no basta para atribuirle un papel rnodernizador en el planoestrictarnenteecon6mico... En efecto, 10 que en este grupo susti-tuye a la rutinaria explotacion de una ubicaci6n privilegiadaen elcircuito cornercial, es la tendencia a fa especulacion . .. el arte decornerciarpor elloselaborado esta tanto en la basede su rapidoocaso como en la previa prosperidad. El ascensocornercialqueellos aportaron a Buenos Aires fue ciertarnente efirnero:concluido su ciclo,mostraron aun rnenos capacidad que los co-'merciantesadictos a la ruta gaditana para sobrevivira loscarnbiosaportados por elcomerciolibrecon elextranjero y la Revolucion,La fragilidadde sufortuna sevincula con la de lacoyuntura delaquesurge:el nacimientode un centro de vida cornercialaut6nornaen Buenos Aires se debe a la disminuci6n sirnultanea del ascen-.',diente de los centros europeos de los que Buenos Airesdependia.P

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    Aun ensu breve einfructuosa existencia, estegrupo deja dos no-tas significativas: a 10largo de su historia, la burguesia argentigenera, en determinadas coyunturas, un grupo c?n laperspicacia para aprovechar en forma .favorable lasdes que ellas brindan (a), y no necesanamente como respuestatales coyunturas, ella desarrolla ungrupo -cuando no 'fracci6n- decididamente volcada a lasactividades especulativasRetomando el pun to del reordenamiento de clases, corresde se ii ala r a los hacendados .como integrantes de ot ra fproioburguesa, aunque su iric~dencia no ~s aim de lamagnitudque Ia de los comerciantes ".S';ls intereses .".. .. .. .."u.expansi6n hacia el mercado externo, Ull1~O donde pueden .car su producci6n; este esel puente deum6n con ~o~c~m.ercites libreimportadores, de los cuaIes dependen al pnncipiocomercializar sus productos. A medida que superan la IISIltO I- ....si6n en que viven y pasan de una conciencia politica eCIDnIDrnIIC()'~1corporativa a un grado de conciencia de la solidar idad deses con loscornerciantes libreimportadores (nivel todaviamente econornico), se constituyen alrededor de una im;tit,uci6rlJjorganica y estable -Ia Junta de Hacendados=- y alcanzan ,

    18 Tulio Halperin Donghi, Revolucion y guerra, p . 45-46 , las cursivas sonautor.

    1797, la mitad de los puestos del Real Consulado (la otra 'mitadseintegra con cornerciantes), que desde su erecci6n en 1794se haconsti tuido en el foro donde monopoli stas y lib recambistasenfrentan sus posiciones.M as que ningun otro sector dela sociedad argentina, los gana-deros del Litoral son un producto genuine de las necesidades delmercado inte rnac ional y de las re formas borb6nicas, en tre lascuales la politica de los buques de registro es decisiva. La dernan-da externa de cueros vacunos compite con exito con la mas anti-gua actividad decria y comerc io de mulas con el Alto Peru (conJamediaci6n del engorde en Cordoba y Salta), provoca un deci-sivo proceso de apropiaci6n privada de ganado -e l ganado c i-marr6n casi desaparece en Buenos Aires durante el siglo XVIII-y des taca el papel de la estancia como unidad de produccion, enla que el trabajo asa la riado es dorninante y donde se combina ,casi siempre, la ganaderia con la agricultura cereaJera. Por cier-to, espos ible constatar diferencias en cada una de las areas queintegran el Litoral , cuyo ascenso no eshornogeneo: una de ellasaparece en primer plano: la Banda Oriental; aqui se constata unmayor desenvolvimiento tecnico que en el resto de la regi6n lito-ralense y la presencia de un importante nucleo de grandes hacen-dados beneficiaries deIa Real Instrucci6n de 1794-enfrentadoscon los pequenos y medianos- y muy bien vinculados con labu-rocracia montevideana y bonaerense. Sera en la Banda Orientaldonde surgira en 1784 e l primer saladero riopla tense -prop-piedad de Franci sco Medina-, tambien como efecto de la co-yuntura de guerra , act ividad rapidamente extendida por am-bas band as del Plata y el Uruguay. En la ciudad -puerto de'Montevideo-> aislada de su campo, con el cual genera tempranouna relacion contradictoria, 0 al menos tensa, un pequefio grupode comerciantes (importadores yexportadores), negreros, sala-deristasy navieros concentra elcapital mediante la combinaci6nderelaciones familiares ,de amistad y de poder , y se abre a ciertadiversificaci6n econornica -a la que no esajena ni el contraban-do ni la usura- , y sobre todo a la actividad ganadera, en la quela apropiacion de tierras y ganado no 5610es alentada por la co-yuntura exte rna, sino tambien por la expulsi6n de los jesuitas(1767), duerios de enormes estancias. 19

    19 En els iglo XVlll, dos grandes propietarios de tie rras ocupan cas i todo e les -pac io orien ta l: la Cornpan ia de Jesus y Franc isco de Alzaiba r, un rico espanolque acreceruo su nqueza en estas tierras mediante el comercio cuasi monopolicode cueros y sebos, las actividades navieras y ganaderas . Su sobrina Maria Fran-

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    En su condicion de puertos , tanto Montevideo como BuenosAires son ciudades beneficiadas por la politica reformista borbo-nica pero pronto se plantea entre ellas un fuerte antagonis rno,particularmente entre los.con:erciantes de una y otra (l~ "Iuchade puertos", segun los historiadores uruguayos), cuya irresolu-cion en elcor to plazo contr ibuye a explicar buena par te (pero notoda) de sus cambiantes relaciones, casi siempre confl ictivas.Buenos Aires logra concentrar mayor poder politico y econorni-co, pero tarnbien la oposici6n de importantes. sectores del.inte-r ior mucho mas visible cuando las luchas de independencia de-satan las tendencias centrifugas de las regiones constitutivas delvirreinato.En eI interior de este, tres cIases sociales regionales son particu-larmente importantes: la de los comerciantes-terratenientes salte-nos, la de loscomerciantes tueumanos y la delos comereiantes cor-dobeses. 20 Yase vera mas adelante por que las destaco.En el interior nor occidental -0 region del Tucuman-> sefio-rea la c1ase de los . terratenientes-comerciantes de Salta , cuyoafianzamiento, con todo, es reciente (segunda mitad de sigloXVIII) pese a su autopercepci6n "como muy antiguo y consoli-dado'", EInoroeste es la regi6n de la gran propiedad "senorial",expresada en la forma de estancias agricolas (cult ivo de trigo yvid) enlas t ierras bajas, y ganaderas (pastoreo) en las altas, y deplantaciones azucarerasen la zona chaquena (Oran). Los terra-tenientes aparecen casi siernpre como comerciantes urbanos (re-s identes en la ciudad de Salta) dedicados al comercio mular (Sa-ravia Arias Cas tellanos, Punch) y, complementando su campobajo control detentando los cargos burocraticos , act ividad estaque suele en~ontrarse como uno de los e~ement~s originarios ?e.:su escalada hacia la fortuna; otro es la vinculacion matrimonialde bur6cratas-comerciantes recien llegados con niiias de anti-guas familias terratenientes. Halperin califica a esta clase com?poseedora, durante el periodo virreinal, de "un poder economi-cco s in igual en elRio deja Plata" --y "entre los suyos al hO?1bre..mas rico que puede encontrarse en la ruta entre Buenos AIres y .Lima, el marques del Valle de Tojo"-, que refuerzan con un .elemento ideologico esencial para la epoca: la diferenciaci6n "de'

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    cisca secasa con Jose Joaquin de Viana, primer gobernador de Montevideo y otro.fuerte terrateniente.20 La caracterizacicn.de las regiones del Tucurnan y Cordoba sigue basicamen-.'tee l esquema ya trazado por Halperin Donghi en suc las ico tex to sobre EI Rio delaPlata alcomenzar elsiglo- XIX, reiterado en Revolution y guerra, op. cit., p. I .22. Las expresiones enrrecomilladas pertcnecen a Halperin.

    sangre", que estanto etnica (blancos.unestizos, rnulatos, negrose indigenas) como social (propietarios y no propietar ios, aris-tocracia y plebe). Esto es, la percepci6n de las des igualdades declase adquiere la forma de diferenciaci6n de pigmentaci6n epi-dermica, yel conjunto se traduce en la conviccion de la fatalidadde una sociedad rigida yjerarquicamente estratificada, donde laposici6n y el papel de cada individuo esta definido y delimitadode manera muy clara. 'No extrana, entonces, que en el interior de las unidades deproducci6n -y por extensi6n al c?nj_unto .de la sociedad saltefiay jujena- aparezca una contradiccion violenta entre los pro-pietarios y los trabajadores, aunque muchas veces el confl ictosea mils potencia l que manifie sto. Porque frente a la c1ase dererratenientes-comerciantes aparecen las clases subalternas in-tegradas por la masa de trabajadores rurales de las grandes es-tancias y plantaciones, . sujeta a formas tributarias de produc-ci6n, y urbanos dedicados, en su mayoria, a aet ividades no pro-ductivas (servicios personales, sea para propietarios Iaicos comopara eclesiasticos),En esta sociedad econ6micamente rural =-caracter consolida-dopor el hecho de que elcomercio mas importante esta vincula-do a la ganaderia mula r-, el excedente del que se apropian losterratenientes sefunda en eltributo brutalmente extraido alos tra-bajadores, sea ba jo la forma de renta en t rabajo, sea ba jo la derenta en producto, ouna cornbinacion de ambas . Para el casojujeno, por ejernplo, entre las pocas innovaciones que producelarevoluci6n se encuentran, a juicio de Ian Rutledge, elpaso del' ,campesino indio de la semiservidumbre al arrendamiento y, co-mo en las haciendas del valle de San Francisco, la desaparici6ndela escIavitud negra, que da lugar a lapresencia de indios cha-quenos semin6mades que perciben salarios pagados en especie. 21Con algunas variantes, Tucuman completa la regi6n. Geogra-.ficamente, Ianota distintiva dela riqueza fluvial que convierte a laprovincia en un oasis tropical, permitiendo una economia ruralreJativamente diversificada: expJotaci6n maderera, que surte demateria prima a un importante artesanado urbane dedicado a la.producci6n de carretas y muebles; agricultura mercantil, centradaen el cultivo de arroz exportado a los di stintos mercados re-gionales, mas tarde desplazada hacia elazucar: ganaderia, orien-tada hacia e J mercado minero del Alto Peru, y una actividad co-

    21 Ian Rutledge, EI desarrollo de; capit alismo en Jujuy, 1880-/960, Cuademosde CICSO, Serie Estud ios 8 , Buenos Aires , s .f . [1975]. p , 7 .

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    nexa, distintiva de las pequefias estancias: la curtiembre, activi-dad claramente mercantil simple, que a la vez trae cons igo suconcentraci6n en una escasa docena de cornerciantes urbanos.La est ruc tu ra social tucumana seaprox ima a la de Sal ta y Ju-juy, tal vcz menos rigida , con la distinci6n dela existencia de unafuerza de trabajo preponderantemente mestiza, en lugar de,indigena, y un alto nurnero de negros, mulatos y zambos l ibres .EI poder econ6mico y politico esta en manos de comerciantesque aprovechan muy bien la excelente posicion que la ciudadtiene en el trafico Buenos Aires-Alto Peru, situaci6n reforzada.por un regimen de propiedad de la t ie rra mas f ragmentado y enel cual terrninaran instalandose aquellos, en particular a travesde la produccion azucarera.En elconjunto de la region hay que incluir laproduccion textil. :t ip icarnente rura l-dornest ica, en especia l p roveedora de te1asbastas, pero a una escala insuficiente para atender las necesida-des del propio mercado regional , que aprovecha la vecindad deCoc~abamba. Esa producci6n resistira hasta la llegada del ferro-carril (aTucumanen 1876, a Jujuy en 1891), la verdadera grana-. 'da que hace estallar la artesania y eTviejo sistema de cornerciali-zacion,Cordoba es la regi6n de nexo entre el noroeste-Alto Peru .'un lado, y e ll itoral , por el otro, y ella misma reune elementos de'uno y otro : la franja occidental y septen tr ional , con sus val les ysier ras, es la t ie rra del artesanado text il -dornest ico t radicional 'de la propiedad rural relativamente fragmentada yvolcada 'la agr icuI tu ra (t rigo) y el ganado menor, y campo de accioncomerciantes ambulantes dedicados a la cornpra de aquelladuccion artesanal; la franja oriental, lindante con Santa Femer idional, . cautamente l indera con el dominio ind io, esuna ganaderia ascendente que va desplazando al largo DaSaIJO':~agricola prehispano y retoma en un nivel mas alto ell.;lC=I.;IIIII'CIfrenado por las invasiones de mocovies y abipones en eltercio del siglo XVIII. Miseria india, que esigual a baratura de

    textiles locales; comerciantes que controlan el poder econ6micy pol it ico ; ganaderos que tra tan de hacerse un lugaren la est ruc tu ra del mismo, y una iglesia que, pese a ladelosjesuitas, sigue detentando granparte-si nolamayor-riqueza de la provincia. "EI ascenso de los ganaderos -dHalperin- no implica una discontinuidad dentro de laoligarququedominalaciudad yla region; setrata masbien deunaci6n delas actividades econornicas desusmiembros, que falaganaderia frente al mas tradicional comercio urbano." Norante, como veremos luego, Cordoba debera esperar a lasegu532

    rni tad del siglo XI X para superar Jaestructura econornica generadapor lasituacion colonial. Un aspecto define a laciudad rnediterra-nea: su universidad y la vocaci6n por la adrninistracion del poderque desarrollan sus graduados y/o docentes. En ladisputa por loscargos adrninistrativos, eclesiasricos y universitarios, las familiasdominanr.es prel?~ran s~ces.ivasgeneraciones depoliticos aptos pa-ra la manipulacion, la mtriga y otras formas mas 0 menos sutilesaplas para elejercicio del poder. La clase dominante cordobesa espobre en capital-dinero, pero rica en talento politico, del que sabraobtener amplios rediros.La burocracia,por ultimo, completa el cuadro de la situacionrioplatense a fines del siglo XVIll y comienzos del XIX. Ella esunfirme puntal del sis tema colonial. Los bur6cratas de BuenosAires manejan ferrearnente las riendas de una politica que tienec?m? no:te la cerrada defensa de los intereses comerciales y Iadlstnbuc16n de la recaudaci6n impositiva que beneficia a los sec-tores privilegiados de la ciudad, y seoponen con igual tenacidada todos los intentos de f lexibi lizacion iniciados por los comer-c iantes del l itoral f luv ia l, de Asunci6n y de la misma Montevi-deo. Cuando apoyan una empresa como la ind icada mas arr iba-Ia flora comercial de Romero y otros, los nuevos circuitoscomerciales->, persiguen el reforzamiento del sistema colonialpor via de I~s reforrnas que 10flexibilizan sin rornperlo y sin per-der su,propio .poder. Los bur6cratas de la epoca independientetrataran, con igual 0mayor empefio, de acrecentar esa herenciahosti l a la redist ribuci6n inter regional -ya que no nacional- delos recursos fiscales.En este contexto se produce la aventura inglesa de 1806-1870que ter rninara con 10 que H. S. Ferns ha l lamado el"descubr i~miento de la ecuacion pol it ica" , formula que comienza a reve-larseen 1807.'cuando ~lastuto vizcondede Castlereagh cornprendeque l~c~estl6n col?Jllal espanola requiere una solucion polir icaecon9ml~0-comerclal Yno militar: laamistad y alianza en Iugar delaconqursta. Georges Canning hade continuar brillantemente (pa-ra elReino Unido) esta politica pergeriadaen elMemorandum delprimero demayo de aquel ano, enrnomenros enque las tropas co-mandadas por eljeniente general John Whitelocke van camino aun nuevo desastre militar.. La .f6rmula sera eficaz porque encontrara aqu i una c1ase so-cial disp~esta a beneficiarse con ella y porque, aI mismo tiempo,no habra otra c lase capaz de imponer un proyecto antagonico .Por eso, no habra, en el Rio de la Plata, una "guerra del cuero" ,como Slh abra una "guerra del opio" en China.Desde elpunto devista politico, los ingleses estan lejos deimpul-

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    sar en Buenos Aires y Montevideo, durante su efimero estableci-miento militar, una politica revolucionaria que rnoviera a los arne-ricanos a romper con eldominio colonial espanol, La suya esunatipica y clara accion de conquista militar, 10que explica elcararac-ter de la resistencia combinada de espafioles y criollos. Aparecenitido a 10 largo detodo el proceso que vincula al Reine Unido con lascolonia espariolas en America, ese contenido moderado de lapolitica de lacorte de Londres y los hombres de laCiry: espantadacon supropio pasado, la burguesia britanica parecerener un santohorror por las revoluciones. Las instrucciones del secretario deGuerra a Beresford (21-9-1806) excluyen terminantemente toda al-teraci6n de.las relaciones sociales y politicas de lasociedad riopla-tense debiendose ''rnantener 10mas posible cada clase de habitan-tes en'losmismos derechos y funciones que habian gozado y ejerci-do antes, conservando por .e nt e r o las formas del antiguogobierno". De lamisma manera, Castlereagh y Canning se opon-dran a todo fomento de acciones revolucionarias.Econ6micamente, las invasiones inglesasrnuestran a los comer-ciantes librecambistas y a los ganaderos bonaerenses las ventajasque parasus actividades eintereses representa elsistema deIibre co-. mercio, aun cuando estrict arnente, como ha indicado Ferns: .

    Ni Popham ni Beresford, en primer Iugar, ni el gobierno britani-co, ensegundo,ofrecieron a la comunidad de BuenosAiresliber-tad decomercio. Lo queofrecieron fueuna adrnisionmaslibreenun mercado mas arnplio, pero nunca ofrecieron nada que no -incluyerabeneficioscomercialespara Gran Bretafia.No segaran-tizornaslaoportunidad depracticarellibre comercioque laoportu-nidadde realizaruna libreeleccionpolitica.22

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    Elmercado local seabarrota de mercancias inglesas, pero an-tes de ello los comerciantes que llegan con los invasores venden-en 1806y 1807- por encima de l mi1l6n de libras esterlinas.Una cifra aproximada sera el valor de las mercancias .por el puerto de Buenos Aires entre noviembre de 1808 y no-viernbre de 1809. Sobre estas bases seinicia el crecimiento de un.grupo comercial britanico en Buenos Aires, estimado en 1 .hombres y con un capital calculado entre 750000 YI 000000libras.

    ZZ H.S. Ferns, Gran Bretaiia y Argentina en el siglo XIX, Solar/Hachette .Buenos Aires, primera reimpresi6n, 1968. p. 59-60.

    El acto siguiente es la apertura legal de Ios.puertos rioplaten-ses al comercio extranjero por parte de las autoridades virreina-les, Aqui alcanza su punto mas algido la oposicion que separa alibrecambistas y monopolistas, cuya caja de resonancia y campode enfrentamiento son los Cabildos y el Consulado. S 'etrata deun siruacion rnuy conocida, que comienza el 16 de agosto de1809cuando loscomerciantes ingleses John Dilles y John Thwaitessolicitan del virrey Cisneros autorizaci6n para vender uncargamento de mercancias lIegado de Inglaterra. Argumen-tando dos razones estrictamente econ6micas ( la necesidad dernetalico en momentos en que se adeudan cinco meses a la tropa;el convencirniento de que la negativa Ilevaria a su introducci6nilegal, 10que privaria de la recaudacion impositiva) y una de ca-racter militar (carencia de navies y fuerzas para alejar del Plata alos buques extranjeros), el virrey solicita el dictamen del Cabildoy el Consulado, al t iempo que adelanta su posicion favorable.No esnecesario detallar todo el tramite siguiente, que desernbo-ca en el Acta sabre eI franco comercio can los ingleses dictadapor Cisneros el2 de noviembre y abre al comercio de neutrales yaliados el puert 0 de Buenos Aires, t ras los enconados debatesdeagosto a octubre. Con relaci6n a estes, ciertamente los hechosdaran la raz6n a los defensores delmonopolio-que aduccn queel libre cambiodestruye la "industria nacional "- , en tanto laproducci6n local es incapaz de competir con la extranjera quegana elmercado, yel rnetalico fluye al exterior en cantidades ele-vadas, pero en ningun momenta ni los comerciantes monopolis-tas, concesionarios de las casas gaditanas -a menudo testa-ferras de firmas inglesas , holandesas y francesas- , enr iqueci-dos por el contrabando, ni, mucho menos , los artesanos, es tanen condiciones economicas de impulsar y concretar un de-sarrollo industrial, ni tienen una po/itica para crear esas condi-ciones. En frente, los l ibrecambistas tarnbien adolecen de lasmismas falencias, aun cuando existan algunas propuestas teori- 'cas industrialistas 0 manufactureras (en algunos art iculos deBelgrano); asi , la argumentaci6n que el sector hace acerca delestimulo que la competencia extranjera significa para la produc-ci6n artesanal del pais, espura ret6rica. Por elprincipio deobte-ner el maximo beneficio con el rninimo esfuerzo, la politicalibreimportadora -a la que quedara reducida la cuestion dellibrecambio- 5610prornovera la crianza del ganado vacuno pa-ra aprovechamiento cada vez mayor (cueros, astas, sebo, carne;crines, en el caso de los yeguarizos) y mas tarde tarnbien de ovi-nos; en algunos casos, establecimientos manufactureros e in-dustriales dedicados a la elaboracion de derivados: saladeros,

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    "fabricas" de sebo yjabones.En tales condiciones, la coincidencia de intereses entre hacen-dados, comerciantes rioplatenses librecambistas y comerciantesinz leses tiende a hacerse mas firme y arroll adoraque la de mo-nopolistas bur6cratas. Ese conflicto de intereses seconvierte du-rante un breve tiempo en contradicci6n principal de la sociedadr ioplatense, y su rapida solucion cede ellugar a otra de caracteresencialmente polit ic a, gestada al mismo tiempo, que plantea lacuestion del poder y su ejercicio: independencia ocontinuidad-con 0 sin reajustes- de la si tuacion colonial.En una sociedad donde la act ividad econ6mica principal es lacirculacion de mercancias, el papel y peso sociopolit ico de loscomerciantes son considerablemente preponderantes. En nuestrocaso, el sector mas dinarnico es el de los Iibrecambistas, trans for-mados despues de 1810en libreimportadores y como tales, oposi to-res delos artesanos y rnanufactureros proteccionistas, fuerza estaque alcanzara uno desus niveles mas altos -en conciencia y pro-puesta politica- cuando los debates constitutivos dela Liga Fede-ral, en 1831, permiten la mas clara y lucida expresion doctri nariadel proteccionismo argentino de la primera mitad del siglo, forrnu-lada por los representantes de la provincia de Corrientes, PedroFerre y Manue l Leiva, con el apoyo de Juan Bauti st a Marin, deC6rdoba.Los ganaderos acrecen rapidamente su desarrollo e influencia,al socaire y al impulso de las neces idades de los paises europeos en materia de cueros, producto este que constituira nomenos del'6 0 1 1 7 0 del total de las exportaciones argentinas, en valor, duranteaquel lapso. 'Tantocomerciantes libreimportadores como hacendados cons-tituyen fracciones de una misma clase en formaci6n, la burguesia , ',porteno-bonaerense, a vecespuesta en duda como una clasetal, queexhibe un escasodesarrollo econornico-social, loque esdable apreciaren la escasa acumulacion de capital, la improvisacion comercial (encuanto faltade previsionesa largoplazo), elincipientesistema contable, ,eldescuido porel mejoramiento ycuidado delganado-rubroestedon- ,'"de sera decisivoel interesdernostrado por laadministraci6n delgeneralMartin Rodriguez y suministro Bernardino Rivadavia, cuando elgo-bierno provincial adquiere en Europa e introduce en el pais ovi-nos Southdown y Merino- , la propiedad latifundista de latierra. Los terratenientes ganaderos solo producen atendiendo almercado externo y al incremento del volumen de las exporta-ciones. Los comerciantes aspiran a mantener y acrecentar las im-portaciones y exportaciones, sin reinvertir las ganancias en rna-nufacturas e industria s (como hicieron los comerciantes de536

    Europa occidental durante el proceso de acumulaci6n or igina-r ia). En ambos casos , estas fracciones estan lejos de constituiruna clase burguesa con intereses nacionales, esto es, fundados eneldesarrollo del mercado interno y una industrializacion aut6noma.

    EL NUDO H1STOR1CO 1806-1812EI poder colonial en e l Rio de la Plata es sometido, durante laprimera decada del s iglo XIX, a la acci6n convergente de dosagentes destructivos: las invasiones inglesas a Buenos Aires y lacaida de la rnonarquia borb6nica .en Espana. En cuatro afios(1806-1810) el virreinato platense asiste a la apertura de una cri-sis organica, cuyo detonante es e l desplazarniento de l vi rreysobremonte y la imposici6n de Liniers por obra de las miliciasctiollas y el Cabildo porteno.P La remocion de Cisneros-sucesor de Liniers - y lasubsiguiente ins tauraci6n de laJuntadeGobierno (25 demayo de1810) abre elcamino que llevara a ladeclaraci6n formal de la independencia jur idico-polit ica. Laconvocatoria y las movilizaciones politicas y rnilitares efectuadaspor la Junta portefi a tornan mas c laro el subito paso dado por"vastas masas (especialmente de carnpesinos y de pequefios bur-gueses intelectuales)" , que carnbian la pasividad por cierta acti-vidad y plantean "reivindicaciones que en su ca6tico conjuntoconstituyen una revolucion. 24En el nudo hist6rico 1806-1812 es posible diferenciar cuatromomentos, correspondientes a sendas fluctuaciones dela coyun-tura politica riopiatense: a) entre junio de 1806, comienzo de laprimera invasion inglesa, y agosto de 1808, llegada de un ernisa-r io de Napoleon en procura del reconocimiento de Jose Bona-par te como rey de Espana, rechazo de la proposicion y procla-macion y jura de Fernando VI! como tal; b) desde agosto de 1808

    23 Creoque si necesitara fechar con exactitud el comienzo de la crisis organica,me incl in ar ia por el 1 4d e agos to d e 1806 , d ia e n e lq u e el Cabildo de Buenos'Aires p ide a Sobremonte la des ignaci6n de Lin ie rs corno je fe de las tropas de lacapital virreinaJ. En un analisis de larga duraci6n, esta precision es irrelevante,casi innecesaria. Pero en el de una coyuntura - un ti empo esencialmenteacelerado-s- 1adialectica entre esta y elacontecimiento revaloriza 1aincidencia delos hechos, en tan to s ignan e l desarro llo de 1asi tuac ion. Por 10demas, datar eIcomienzo de la crisis institucional en 1806no esnovedoso, Cfr., enigual sentido,Tulio Halperin Donghi, Revolucion y guerra, Siglo XXI editores, Buenos Aires,1972, p. 142 y siguientes.

    . 24 A. Grarnsci, Maquiavela, op. cit., p:' 62- 63.

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    hasta julio de 1809, fecha de arribo de Baltasa r Hidalgo de Cis-neros en calidad de nuevo virrey designado por la Junta Centralde Sevilla; c) ent re julio de 1809y mayo de 1810, cuando laauto- 'ridad de Cisneros es desconocida y se insta la laJunta Criolla, yd) desde mayo de lSIO has ta octubre de 1812, fecha de des ti tu-cion del Pr imer Triunvirato y procura dela profundizacion de larevolucion convocando a Asamblea Constituyente.Estos cuatro mementos de la crisis rioplatense sedesenvuelvenal r itmo marcado por la crisis peninsular, pero para su dist incion se ha prestado atencion a supropia logica interna. En terrninosgenerales, la crisis r ioplatense es par te de la que vive el imperioespafiol (en e l re ino peninsular y en sus colonias, a las que1809 la Junta Central de Sevilla considera "una parte esencialla monarquia espanola") a partir deIa invasion napoleonica apafia; es c laro que en cada caso las lineas de desarrollo sontintas, tanto por los protagonistas sociales como por los resulta-dos de sendos procesos deindependencia (de Francia en un casodeEspana en los ot ros). Un correcto y eompleto ana lisis deyuntura no puede desdeiiar la dialectica establecida entre laespanola y la americana, hasta elmomenta en que esta se ""p""p';,""independiente -digamos hacia 1825- y se fractura en crisis nacionales (rioplatense, venezolana, rnexicana, etc).En eI nudo historico 1806-1812 se abre, entonces, la crisisganica rioplatense. EI estallido del sistema hegemonico colse produce en los cuatro momentos indicados , cuyacion, obviamente, no puede hacerse aqui . En cada uno dehay acontecimientos que marcan un paso adelante de losres que constitui ran la burguesia argentina , tanto en e l pleconornico como en el pol iti co. Un aspec to deci sivo esta dpor el hecho de que los grupos sociales resuItantes del gradodesarrol lo estructural reciente -fracciones de los ""","'r,,,librecambistasy de los ganaderos bonaerenses=-nif icat ivo nivel deconciencia que sobrepasa el de lacorporat iva y plantea que sus intereses pueden y deben serbien los de los dernas grupos subalternos. Esta generalizacionlos intereses particulares -visible en Iosdocumentosnen la pos icion favorable a la apertura del mercadoen los debates de 1809- ma r ca la existencia de "laestrictamente polit ica, que sef iala el neto pasaje de laala esfera delas superestructuras complejas", con elcote enfrentamiento de lasideologias, transformadas en "partidos".

    25 Ibidem, p. 57-58.

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    ~n estos .ai ios seponede manifies to el agotamiento del gruposocial dom~~ante -expres~on d~ I .adorninacion colonial- y ladesintegracion del bloque ideologico eorrespondiente. Ahi esta10~iejo que muere. 26 Frente a elaparece elempuje de los aetoressociales engendrados por las modificaciones estructurales: es 10nuev~ que es~a.naciend? Hay crisis porque justamente el podercolonial (1 0 ~leJo) sf resiste a_morir y el poder burgues criollo (10nuevo) no neue aun garannzada su vida. EI desarrollo de iaeconomi~ .y1a s~)Ciedadrioplatense lleva consigo -acicateadapor la. cnsis pemnsuIar- l a ruptura de la relaci6n orzanica es-tablecida por la larga situacioncolonial- la burocracia vi;;'einal, loscomercl~ntes monopolIstas, el c1ero de origen espanol se tom an~nacromcos porque no estan encondiciones deexpresar los nuevosI11te.resesy,en consecuencia, deimpulsar alconjunto de lasociedadhacia nuevas exigencias y actividades en todos los campos.Los representantes del poder colonial en Iel Rio de la Platapierden. su autoridad, su hegemonia y s610les queda la altemati-va de ejercer la represion sin eufemismos; los intelectuales oraa-nicos de la burguesia criol la naciente toman debida nota de ellono solo para def inir su actitud polit ica pract ica sino tambien pa-~ra elaborar manifestaciones ideologicas, Uno de los mas dis tin-guid?~ ?e elias, Vicente Lopez y Planes, 10registra en laMarchaPatriotica:

    L No los veissobre Mejico y QuitoArrojarse con sana tenaz?L Y cua lI loran banados en sangrePotosi, Coehabamba Y La Paz?~No los veis sobre el tris te Car~casLuto y llantos y muerte esparcir?~No los veis devorando cual fierasTodo pueblo que logran rendir?

    E~ ~os.tres primeros momentos del nudo hist6rico 1806-1812la cr~sls tiene como protagonis tas a los sectores de la vieja c1asedommante, representante del poder colonial, ya aquellos secto-26 Un '6' . .. a e xp re si n pa te ti ca y extrema de la res is tenc ia de10viejo que rnuere, esI~po si cion d el o bi spo Lue en e l Cab ildo ab ie rto d el 2 2d e mayo de ISlO so st e-

    nrendo . qu e el poder " s610 pod ri a ve ni r a manos d e los hi jo s de l p ai s cu ando yanohubies e un s olo e sp anol e n1 :1 ".F re nt e a e ll a, Ju an Jo se Cast el li -uno de lospor ta vo ces d e los nu evos g rupos burgu ese s- s ost end ra : "Lo s de re chos d e l asoberan ia han revertido a l pueblo de Buenos Aires , que puede e je rcerlos l ib re -mente en la ins ta lacion de un nuevo gObie rno."

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    res de las clases subalternas locales que alcanzan a escindir se delsistema hegem6nico colonial. Esta ruptura entre la burguesiacrio lla ( hasta entonces una clase subalter na) y la id eolog ia domi-nante es un aspecto in icial esencial de la crisis or ganica, consoli-dado por el desarro llo de una conciencia politica e ideo l6gicaacerca de su "propia personalidad hist6rica", la que le !leva adefinir, como se ha dicho, sus intereses particulares como gene-rales. 27 De en tre todas las clases subalternas -comerciantest er ra tenientes, a rt esanos, campesinos indios, t raba jadores l ibres' ,e sc lavos, e tc .- , la burgues ia comercial y terrateniente bonaerensesera la fracci6n dominan te-hegem6n ica de la nueva clase funda-mental d el bloque hist6rico que reer nplazara al antiguo sistema co- .[onial.En el cuarto momento -1810-1812- , en cambio, la natura- ..leza de las tareas politicas convoca a la participaci6n activa de -,o tros grupos subal te rnos -burguesias y protoburguesiasde las distintas regiones del inter io r, campesino s ind io s,vos, trabajadores- , Y con ella se plantean "reivindicacienesque en su caotico conjunto constituyen una revoluci6Banda Oriental, a partir del alzamiento rural iniciado ende 1811 bajo la conducci6n de JoseArtigasven Salta durante el"sistema de Gtiemes" (1815-1821.), en el Alto Peru con la movilizaci6n indigena (en parte heredera de revueltas por entonces:todavia recientes, en parte por acci6n de la expedici6n militarenviada por la Junta portefia), en Los Llanos riojanos con la .litar izaci6n de los peones y arr ier os, en todo el espacio 1 1 ' JI.I.'d.lt:U-se los grupos mas subalternos de las clases subalternaspan, como nunca antes, en la guerra y a traves de ella enpolitica. Esto s secto res no tendran la posib ilid ad de plan tearalternativa hegem6nica ni de terrninar elaborando -comoclases dominantes de las regiones del interior- una alianzala burguesia de Buenos _Aires y a traves de ella participarnuevo sistema hegemonico. Pero tampoco podran ser t:A.".1UU~facilmente.Ese momerrto alcanza su punto culrninante con losmien to s de octubre de 1812: la rebeli6n civ ico-militar d el 8,

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    27 Gramsc i d est ac a l a impo rt an ci a d el es pi ri tu de e sci sion e n e st a" ;.Que cosa s e pu ede cont ra pone r, po r pa rt e d e una cl as e innov ado racomplejo formidable de trincheras y fortif icaciones de la claseesp iritu de esc is ion, esto es, la progres iva adquisicion de la conciencia depersonalidad historica, espiritu de escision que debe extenderse de la clasegonista a las clases.aliadas potenciales ..." Passato e Presente, op. cit., p. 1173.

    zaci6n de la Logia Lautaro y la Sociedad Patri6tica, y el decretaconvocando a asamblea general constituyente dictado el 24Aquise plante~ por prirnera vez la caducidad d~l poder real y l~cuest lOn de la independenc ia nac iona l, 28~~ 1810- .18121~ cris is organica deviene , s in solucionarse , revo-lucJOn anticolonial. En ella -como en toda revoluci6n- elproblema fundamental es el problema del poder, esto es la cues-ti6n de que c1ase, fracci6n de c1ase 0 alianza de clases tendra elcontrol del Estado 0, mejor aun, el control de la sociedadpolitica y de la sociedad civil. En este caso, es precisamente talcuesti6n la que no encuentra definici6n precisa y esta indefini-ci6n prolonga la crisis o rgan ica: duran te siete decadas se intenta-fa con . mu~.ha dificultad dar COIl una respuesta que permita laconsohdaclOn de una clase fundamental capaz de dominar la so-ciedad argentina y construir un Estado nacional. En 1880 ha decer:arse la crisis o rganica abierta en 1806, con una soluci6n quesera, con todo, notablernente debil y cuestionada con mucha ra-pidez.29Lo.s historiadres uruguay os Nelson de la Torre, Julio C.Rodnguez y LuciaSala de Touron han trazado un suserenre es-que~a para explicar el desarrollo de la revoluci6n d~ indepen-dencia entr e 1810 y 1820, con base en la tran sf orrnacion d ialecti-ca que se opera en la relaci6n de fuerzas sociales, algunos de cu-/yos elemen to s qu iero inclu ir aqui. 30 En el nudo hist6rico 1806-1812 la contrad icci~n ~undamental d e la sociedad r ioplatenseopon~, como se ha ~ndlcado, a la burocracia colonial y los co-merciantes monopolistas (10 viejo que muere) y a los cornercian-tes libr ecambistas y hacendados (10nuevo que nace), lo s secto res

    !8 "La . rebel ion del 8 deoc tubre de 1812curnp le la conditio sine quu non de to-do ::st:uhdo ernancipador: la destruccion de la vieja estructura colonial, y el ad-ven~nuento de ~uevas formas estatales encarninadas a l logro de la l iberac ionpolit ica. Seconf igura entonces, por primera vezen e lRiode la Pla ta e lverdade-ro y c~bal pronunciarniento contra Espana y su monarqu ia . .. " , A lbe rto De-michel], ~orlllac/Onnac/Ona/ argentina. Ediciones Depalma. Buenos Aires. 1971p.37. Vide p. 17-36.

    29 La hipotes is d e una larga cr is is orga niea y a rue ad el ant ad a e n mi articulo"Montoneras"_. Diccionario de Ciencias Sociales, patrocinado por UNESCO y edi-tad~ por elll~stlt.uto de E~tud.os Politicos. Madrid, 1976, t, II. p. 262266; repro-,.du.cl.doen T_ermmos Latinoamericanos para el Diccionario de Ciencias Sociales,edicion conjunta CLACSO-ILDIS, Buenos Aires , 1976, p . 123-UB. Escri to en 1974. C O ? base en un art iculo de 1972, e l a rt iculo adrnite hoy varias modif icac iones:a h i o el conuenzo de la c risis organica se encuentra en 1810. 'Artigus: tierra y revolucion, Area Edito rial . sesunda edicion Montevideo1971, p. 7-39. . ~ . .541

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    que toman la direcci6n del frente revolucionario. Esa contradic-ci6n se expresa en 10 econornico como comercio co lonial mono-polista enfrentado a la demandade comercio libre, y en 10politico como conflicto entre los partidarios de la dorninacion .espanola y los de la independencia nacional. EI desarrollo de la .revolucion convierte a la contradicci6n econornica en oposicionentre libre irnportacion y proteccionismo aduanero , y a lacontrad iccion po litica en una lucha por la organizacion del Esta-do nacional.En este desplazamiento de contradicciones se pone en eviden-cia "que el afan monopolista portefio era una profunda traba aldesarrollo de las fuerzas productivas internas, y tarnbien 10 esque las persistencias p rovincia1es en el mantenimiento de las tra-bas al comercio interior eran la muerte de la econornia nacionaly hasta de la misma nacion", 31 En el p lano economico aparecentres cuest iones confl ictivas: la polit ica aduanera, el comercioterior y el mercado interno; en las tres difieren los interesesy lasposiciones de las c lases dominantes de Buenos Ai res, del lit oral ydel inte rior ; en ninguna deellas se encuen tr a una politica v iab lepara su solucion a esc a la nacional. EI fracaso de Ia burguesia bo-naerense en este plano, desnuda los Iirnites de suestru ctu ral y de su conciencia de per sonalidad historica p ropia

    31 Ibidem, p. 12-13.32 Ibidem, p. 22-23.

    La vie ja dict adura jacobina de Mayo, uni ta ri a en tanto sepor delante revolucionaria y prepotente las resis tenciasc ia les, caldo de cuitivo de la reacc i6n colonia l, s e t ransformodialecticamente en su contraria: en ladictadurasentativa del gran capital usurario expoliador Y. 'las rentas nacionales del capital intermediario que renaciacon eI feo ros tro gadit ano de 'puer to unico y preci so ' para todomovirniento comercial de lanaci6n. J2Ante ella, las dernas prov incias constituyen un fr en tesista, heterogeneo, sin coherencia ideo logica y sin una

    unica, consecuencia del distinto grado de desarrollo de laszas productivas y. relaciones de produccion que existen enArtigas y su proyecto revolucionario ~verdadera estrglobal- no alcanzan a consoli dar una direccion alternativa.los cruciales acontecimientos de 1820, la defeccion decaudillos del litoral fluvial y la cisplatinizacion de la B .Oriental p er rniten evaluar lo s r esultados de la mayor claridad

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    coheren.cia po liticas de lo s sect ores d ir ig entes de Buenos Air es y,eon/rano sensu, e l cor to alcance de la coincidencia tactica de losg rupOS reunidos en la Liga Federal.De la Torre, Rodriguez y Sa1a tienen razon cuando sostienenque en 1820 muere "elcaracter revolucionario del federalismo"

    y concluye la fase revolucionaria: "En ese ano pudieron Ilarnar-s e 'federal ismo" los intereses coinc identes contrar revoluc iona-rio s de las 'soberanias' provinciales, que eran la muerte de la na-cion." 33Pero 1820 -otro nudo hist6rico- tarnbien trae consizo sus-tanciales modificaciones en Buenos Aires, que aunque "pierdeprimacia politica a escalanacional -en tanto el espacio riopla-tense se fragmenta en provincias aut6nomas- , gana en el terre-noecon6mico y ene l s ienta l as bases para su pronta revanche. J4 Laburgues la t er ra teniente sera l amayor benef ic ia ri a del nuevo ordenpolitico.

    LA TRILATERALIDAD DEL CONFLICTO SOCIALRIOPLATENSELa revolucion desencadena, en el espacio rioplatense uncomplejo juego de enfr entamien to s, una dialectica cuyo contro lescapa a todas las c Iases soc ia les y grupos pol iti cos involucrados.La fase revolucionaria es, por cier to , breve -apenas unadecada=- , pero al mismo tiempo con ella la guerra de indepen-denc ia dev iene guerra civil, cuya extension supera largamente lade aquella.-Va r io s procesos se desenvuelven ala vez con el desar rollo de lacrisis organica. Tres de ellos aparecen en un plano destacado: lacr eacion dela nacion, I a constitucion del mercado interno y l a for-maci6n del Estado nacional. Los tres, en definitiva, son o tr as tan-tas expresiones de un proceso globalizador: la con stitucion de laburguesia como clase fundamenta l de lasociedad argenti na. Cuan-doen 1880 se soluciona Ia crisis or ganica, tres pasajesalcanzan ni-veles dec isivos: de las burgues ias y/0protoburguesias regionales auna burgues ia nacional ; de los mercados regiona les a1mercado na-c iona l: de los apara tos est at ales provinc ia les, a veces casi autono-rnos, a un Estado nac iona l.

    33 Ibidem, p. 26.34 Un excelen te ana lisis de "Ia d isoluc ion del orden revoluc ionario" e ll 1820encontrarse ell Halperin Donghi, Revolution y guerra, op, cit., p . 329-

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    Una explicacion exhaustiva de este complicado proceso que vade 1806-1812 a 1880 puede obtenerse median te un analisis .preste atencion a tres conflictos: a) el de las contradiccionesterregionales, b) el de las contradicciones de clases, c) e l decontradicciones carnpo-ciudad.En rigor, esos contlictos estan casi siernpre superpuestos,un cuidadoso analisis -que requiere necesariamente dis tin-guirlos y separarlos para luego volver a reuni rlos- deberia per .mi tir apreciar en que medida uno u otro interviene en la deficion de la contradiccion principal de cada situacion , Escompleja trama -y su reves- Ia que ha desorientadomayoria de los in terpretes , incluso a algunos tan astutos ",y"",,'Esta division intenta fundarse en una ;ombinacion de criterios- dehornogeneizacion espacial fisico-geografica y espacial econo-mice-social (producci6n y clases), y debe entenderse por ahora co-momera hipotesis de trabajo. _Una primera observacion persigue destacar como en cada una~e .estas regiones exis. ten areas de transic ionhacia la regionlirnitrofe, 10 que contnbuye a establecer cierta conexion interre-gional. La observacion puede parecer obvia y hasta trivial, en

    36 Lainclus ion dela Banda Oriental enel li toral f luvial puede ser objetada, pe- .rot ratandose de un area bifacial -al li tntica v f luvial=- la decis ion de conside-carladentro de esta subdivisi6n reconoce elpredorninio de un criterio politico: suestrechaconexion con las provincias de Entre Rios, Corrientes, Santa Fe, particu-larrnente enel momento del Sistema de los Pueblos Libres (cuando llega hasta C6r-doba), es siempre contrastarue con elautonornismo y aislacionismo bonaerenses,u~areatarnbien bifronre. Lavinculacion oriental con Argentinasuperaengran me-dida elrnornento deconstitucion de larepublica de Uruguay como entidad juridica-mentemdependicnte (1928).

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    tanto esb ien sabido que las regiones t ienen siempre una faja decontacto que presenta caracteristicas ~ransic~onales, ya '.lu.elaparacion nunca es rigida, Pero 10obvio nosiernpre estrivial, y10 des taco es porque esas areas de transici6n no s610fisicamente a las regiones: mas importante aun, cobijansociales que tienden a art icular una polit ic a que superacoslocales. No es casua l que Facundo Quiroga pueda l

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    giones. Es asi como el conflicto que en un primer momenta delanalisisaparece como un conflicto entre regiones, en un segundose nos revela como una contradieci6n de clases, que a veces es in -tercontradicci6n y otras intracontrad icci6n. Pero buena parte esun conflicto entre c/ases dominantes, pese a que en alguna re-gi6n =-la del Tucuman,en particular en Salta y Jujuy- laconrradiccion entre las clases dorninantes y subalternas -por 10:general brutalmente contenida- se torna en ocasiones principal:asi, por ejemplo, en el periodo revolucionario, cuando la con- ..ducci6n de Martin Miguel de Giiemes en Salta; 0 cuando las re- '.vueltas agrarias de 1872-1875 en la Puna jujefia, No obstante esbueno tener presente y tratar de distinguir en el analisis de casos,que la oposicion clase dominante-subalternas no enfrenta a conejuntos sociales hornogeneos, y, en particular, que las clases su-balternas reconocen grad os diferentes de sujecion: hay siernpreuna clase subalterna, 0 una fraccion de ella, que p royecta aban-donar esta condicion y convertirse en nueva clase dominante he-ger nonica: se tr ata, en rigor, de una clase subalterna potencial-mente dominante. Otras clases subalternas, en cambio, no pier-den, al final de ese conf1icto, su .condicion de tales .. P ar 10 de-mas, el enfrentamiento politico y rnilitar incorpora, moviliza alas c lases subal t ernas; pero sus in te reses no son necesar iamentecoincidentes con los de las dominantes ni can los de aquellas que ..aspiran, dentro de las primeras, a cambiar de estatuto.S i l as guerras civiles aparecen sobre todo como un enfrenta-miento politico es porque'he es el nivel mas claro en que seexpresan las contradicciones sociales (estructurales), pero no esasi como nos las rnues tran las dist in tas in terpret ac iones tenradaspor las cor rientes h isto riograf icas argentinas, donde se reducen a ':la lucha entre unitario s y federales, 0 entre porteii os y p .c ianos y a veces has ta como un combate ent re l ibre importadoresy proteccionistas. En otras ocasiones, una cornbinacion deesos ingredientes produce una cuarta propuesta; portenos-unitarios-librecompradores se baren con provincianos-federales-prorec- .cionistas, laquees atrayente pero lienee! inconvenienrede ser una hipote-"sis falsa. ESl3 ausente la art iculacion entre las clasts y suspropuestaspolit icas , falencia mucho mas vis ible aun en aquellas interpretacionesdon deloselementos estructurales noson desechados -a diterencia delascronicas politicofacricas=-, pues en elias tales elementos son remitidoscon demas iada rapidez a sus manifes tac iones jur id icopoll ri cas :es 10 que sucede cuando las guerras civiles son conceb idas comoluchas por la nacionalizacion de la aduana de Buenos Aires apor imponer una tarifa aduanera que grave fuertemente laducci6n extranjera competitiva; en ambos ejernp los se trata548

    politica econornica, y aunque en repetidas ocasiones elIas sonpresentadas como posiciones de c lases 0 fracciones que irnpulsanuna determinada propuesta al respecto, no se aIcanza a resolvercor i satisfacci6n el problema. Tarnbien es poco feliz el intento dein troduci r la eventual contradiccion ent re l as f racciones. comer-cial y te rrat eniente de la burgues ia , sobre todo por teno-bonae-rense, oposicionque en su version mas extrema se presenta co-mo la contienda que la "burguesia comercial progresista" en-tabla con los " terratenientes feudales r eaccionarios ": una y o tradeestas "Iecturas" remedan mas 0 rnenos rnecanicamente -yno siempre aprehendiendo co rrectarriente el modele del procesooriginal- la via europea occidental d e transicion del feudalismoal capitalismo, antes que dar cuenta dela realidad estructuralrioplatense. . .La clave para una cabal articulacion entre 10 econornico y 10politico sehalla en la correlacion de las f uerzasde clase, a condi-cion de establecer con precisi6n cuales son las clases sociales,cual su respectiva posicion en la estructura social (es decir, su re-laci6n con los medios de produccion, la generaci6n y distribu-ci6n del excedente), su nivel de conciencia Y, sobre todo, Ia.dina-mica historica en que se insertan, vale decir, aprehender las frac-turas y transformaciones de cada clase, puesto que cada una dis-ta de ser un conjunto plenarnente homogerieo, rnuy especial ensituaciones de transicion, cuando elmovirniento his torico seacelera ylas transformaciones, rnutaciones, son veloces y constantes.Usando can una variacion una figura cara a Marx, diria que si laanatornia del hombre es la clave para explicar la anatomia delmono, aqui se trata de explicar la anatomia del "eslab6n perdi-do" .Es ese el punto mas-deficitario de la historia argentina, ymientras no avancemos en su eIucidaci6n sera muy dificil expli-carla certeramente. No obstante, es posible trabajar con base enalgunas hipotesis que traten de superar las interpretaciones co-nocidas, Dicho en otras palabras, aunque no tengamos aim lasrespuestas cor rectas , trat ernos de acerta r con las preguntas. Tal es

    . . e l sent ido de estas notas.La heterogeneidad. estructural es uno de los elementos queexplica l as carac te ri st icas de la formaci6n social r ioplatense dec i -mononica, pero no el unico. A su lado hay que colocar tambienla debil idad est ructural de las clases y f racciones actoras delpro-ceso. Es esta la que obstaculiza el camino hacia la forrnacion dela nacion, del mercado interno ydel Estado nacional, objetivoslogrados relativamente cuando la fraccion terrateniente de Iaburguesia del litoral log ra hacer de sus intereses particulares los

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    generales de la naci6n.Justamente, ella esla fraccion mas dinarnica de la sociedad ar-gentina: surge a partir de la burguesia comercial-de la que amenudo no termina de separarse del todo- y en estrecha rela-c ion con el mercado mundial y la clase dirigente de Inglaterra,vanguardia del p rocesc de expansion capi ta lista a escala rnun-dial. Un siglo es el lapso que media entre la aparici6n de losterratenientes bonaerenses y laconquista de lahegemonia a esca-la nacional, interin en el que mantiene sin desviaciones la vincu-laci6n recien. indicada. La fraccion nace -como se ha dichoantes- con la crisis del sistema colonial en el Rio de la Plata, enel ultimo tercio del siglo XVIII, pero el impulso decisive corres-ponde a la decada de 1820, momento en que la producci6n co-mienza a subord inar a ladist ribucion en Buenos Aires. Desdeentonces, los contradict ores principales de los terratenientes bo-naerenses seran los terraten ien tes del l itoral f luv ial , hasta que-superado el punto mas algido de la contradicci6n, cuando lasecesion de Buenos Aires, en tre 1852 y 1862- los pr imeros im-pongan su hegemonia sabre los segundos y real icen el pr imerbloque h ist6r ico regional cap ital is ta de Argent ina, en el nudohistorico 1859-1862: esta esuna de las claves de los conflictos socciales durante la crisis organica de 1806-1880.En la situac ion existente en la decada del enf rentamiento queopone a la Confederaci6n Argent ina y al Estado de BuenosAires, es posible distinguir entre el rnovirniento organico, quelleva a la coincidencia de intereses estructurales -afrente de la.Confederacion estan los ganaderos entrer rianos- , y el mera-mente coyuntural , que t iende a Ja disociacion, Entre Cepeda yPavon, Ia estructura termina imponiendose sobre la coyuntura.Ese bloque hist6rico regional necesitara apenas 20 afios paraconvertirse en nacional, extendiendo su hegernonia al conjuntode Iasociedad argentina, bien entendido que para alcanzarla.ra uso intensive y extensivo de la coaccion, la violencia, contratodos los sectores opositores (gauchos, indios, caudillos, para-guayos y hasta los mismos sectores burgueses secesionistas deBuenos Aires). Estructuralmente, Ia expansion y penetraci6n delmodo de produccion capi ta lista no trae consigo la destrucc i6nradical de los modos y formas no capitalistas imperantes enel in-terior: los somete, transforma y absorbe, convirtiendo a sus cIa-se s dominantes enaliadas fundamentales. En esta subordinacion-recreacion , e l ferrocarri l desernpena un papel decisive , que nosiernpre ha side b ien p ianteado. Lo esencial de e l consiste endestruccion de las Forrnas de produccion artesanales dornesticasrurales y urbanas, por un lado: por o tro , coadyuva a la f'ormacion550

    del mercado interno y a la reac r ivac ion de las economias re-gionales . Es un papeJ, progresivo y regresivo -0 cons-t ruc tivo-destruc tivo- al mismo t iernpo y en des niveles: a)Es progresivo porque destruye las producciones precapitalistas yexpande las superiores relaciones capitalistas; es regresivo por-que aquella dest ruccion no se traduce en la generacion de unaburguesia capaz de desarrollar una econornia capitalista aut6no-rna, sino dependiente; pero la dependencia no es consecuenciadel ferrocarril ni de las inversiones extranjeras en medios de co-municaci6n y produccion, sino -ante todo- de la debilidadestructural de esa clase para realizar empresa tal. b) Es construe-tivo porque contribuye en forma decisiva a la fo rrnacion delmercado interno, integrando a la producci6n y distribuci6n capi-talistas las regiones del interior: reactivacion y saIto cualitativode la producci6n azucarera del noroeste, vinatera de Cuyo,agricola del valle de San Francisco de Jujuy; en Cordoba, susti-tucion de las arresanias rural-dorriesticas del area de ocupacioncolonial (departamento del noroeste) por-Ia explotacion forestal,y difusi6n de la producci6n agricola ganadera en elarea de colo-nizacion capitalista (departarnentos del sureste); es destructivoporque este mercado interno es bloqueado en su desarrollo-entre otras cosas, en esto desernpena unpapel importante elefecto de las tarifas parab6licas- y subordinado al mercado ex -terno (el repetido ejemplo dela red en forma de embudo)."Desde el punto de vista politico, las antiguas clases dorninan-tes del interior, remozadas, articulan con la burguesia dellitoraluna alianza =-cuya expresi6n po li tica sera el Par tido Autono-mista Nacional (PAN)- que les permite beneficiarse con los usosdel poder estatal, como ilustran las leyes proteccionistas del azu-car y del vino (desde 1876). Antes de saborear los dukes benefi-cios de la cafia, la burguesia del Tucurnan demuestra hasta don-deesta comprometida con la del litoral: entre 1861y 1869contri-buye a la destrucci6n de las montoneras riojano-catamarqueriaslideradas por Vicente Penaloza y Felipe Varela. Como unsirnbolo de ello, las fuerzas acaudilladas por este ultimo son ven-cidas (Salinas de PastosGrandes, Salta, 10'de octubre de 1869)por las que dirige Julio Argentino Roca, que tambien terrninara

    37 EIpr imer fer rocarr il argentine aparece en Buenos Aires en 1857; en 1863 seinicia, enRosano, laconstruccion del Central Argentino, que l lega a Cordoba en1870, p ro longando l uego sua lc ance - a t rave s del Cen tr al Nor te - a Tucurnan yJujuy, c iudades que alcanza en 1876 y 1891, respectivamente. En 1885, Mendoza.y San Juan quedan uni da s a I a r ed f er rovi ar ia a t rave s del And ino. La conex ionentre Rosario y Buenos Aires se concreta en 1886.

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    con e1 montonero entrerriano Ricardo Lopez Jordan (Naembe1871) y dirigira la campafia final contra Jos indios de Ia ."nia (1879), entre otros muchos servicios a esa causa. 38 Es ciertotambien que en ese momenta Roca esta representando el poderde unEstado nacional que intenta ganar eirnonopolio legit ime . '.la violencia, 39 Estado que, justamente.Tos burgueses del noroeste-asestan conrribuyendo a constituir.No es casual , entonces, que el tramo final , decisive, de lamada "organizacion nacional" tenga por conductores a lossidentes Nicolas Avellaneda (1874-1880) y Julio A. Roca (l1886), ambos tucurnanos pertenecientes al sec