Antifilosofia

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    JORGE ALEMN Y EL DEBATE CONTEMPORNEO.ANTIFILOSOFA E IZQUIERDA LACANIANA

    Dilogo entre M. Puj y J. Alemn a propsito de

    la segunda edicin del libro: Jacques Lacan y el debate

    posmoderno.

    ENTREVISTA

    Mario Puj: A ms de doce aos de la primera edicin

    de Jacques Lacan y el debate posmoderno(Buenos Aires,

    2000), se comprueba la vigencia de ese espacio discursivo

    marcado por los nombres de Freud, Marx, Heidegger y La-

    can, junto a las nociones de inconsciente, plus vala, erade la Tcnica y objeto (a) que establecen sus referencias

    cruciales. Se corrobora tambin la vitalidad del debate

    que anima su recorrido, a travs de tus lecturas crticas

    de Derrida, Foucault, Deleuze, Levinas, Blanchot, Vattimo,

    Rorty, Agamben, entre muchas otras. Lo que ha cambiado

    quizs, en el entretiempo, es el alcance a dar a la nocin

    de posmodernidad. Posmoderno se ha vuelto l mismo un

    trmino posmoderno.

    Jorge Alemn: En los comienzos, la cuestin posmoder-

    na posea acentos interesantes. Haba una atmsfera an-

    tifundamentalista y antitrascedentalista muy marcada,

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    especialmente en la deconstruccin derrideana, en elpensamiento dbil italiano de Vattimo en particular, y

    tambin en el mundo anglosajn con Rorty y su irona libe-

    ral. Todos ellos recuperaban textos de la tradicin moderna,

    y los relean despojn-dolos de la impronta metafsica que

    los mantena an domesticados es-colsticamente. Fue un

    soplo vital en el llamado n de la losofa diagnosticadopor Heidegger y, a su modo, por Marx. El nfasis que el

    espritu posmoderno puso a travs de su actividad des-

    fundamentadora en la contingencia, en el antiesencia-

    lismo y su inters por las construcciones histricas de la

    subjetividad, su valoracin del sinsentido, del n de los

    grandes relatos, etc., me pareci que vala la pena que seconsiderase como una interlocucin fecunda en relacin a la

    enseanza de Lacan.

    Tambin en Lacan existe un costado posfundacio-

    nal, aunque la cues-tin de lo Real y la temtica de la

    causa que opera cojeando en su ausencia, separa a Lacan

    de lo lsofos posmodernos. Pero las formulaciones deLacan sobre el metalenguaje, sus reformulaciones topo-

    lgicas de la estructura siempre atravesada por agujeros

    irreductibles, podan entrar en cierto contacto con las

    primeras formulaciones posmodernas. En ese contexto,

    la cuestin de la tica que en la posmodernidad encontr

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    un inters renovado, haca imprescindible la confrontacincon la enseanza de Lacan. Esto, segn mi criterio, permita

    ajustar la propia enseanza de Lacan a las nuevas formas de

    malestar de la poca, evitar su endogamia discursiva en una

    jerga que siempre la amenaza, para encontrar su inscripcin

    en los debates contemporneos. Pero tambin hay que sea-

    lar que, como lo sugers en tu pregunta, la palabra devinoun trmino que, en su funcionamiento semntico, termin

    al servicio de legitimar la nueva hegemona neoliberal. El

    n de los grande relatos se transform en el abandono del

    problema de la ideologa, la poltica, y funcion como un

    rechazo a pensar las lgicas emancipatorias. La desfunda-

    mentacin se desliz hacia un elogio de la irona y el es-cepticismo, fascinacin por la globalizacin, la sociedad del

    conocimiento, etc. En denitiva, posmoderno se convirti

    en sinnimo de no establecer compromiso con causa alguna,

    y jugar a ser un espectador lcido de los acontecimientos,

    privilegiando su lado esttico y sin consecuencias.

    Tanto Derrida como Vattimo advirtieron con lucidez

    este giro en el asunto posmoderno. De all la lectura de Marx

    hecha por Derrida, procurando situar el lugar de una Justicia

    no deconstruible, y la transformacin en Vattimo que pasa

    del giro religioso posmoderno al comunismo dbil, buscando

    tambin aquello que le hace lmite a la hermenutica.

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    De todas maneras, lo interesante de todo esto esque no veo ya posible un retorno a las categoras modernas

    europeas que no exija una relectura muy radical de las mis-

    mas. En este punto siempre he expresado mi voto por que

    Latinoamrica sea el lugar privilegiado no el nico de esa

    relectura. En la mundializacin del capital, en la hegemona

    neoliberal actualmente vigente en Europa, la losofa ya nopuede ponerse por encima de los antagonismos que se van

    construyendo. Ms bien tendra que ser un momento interno

    de los mismos y, por tanto, no tener miedo a volverse una

    herramienta poltica. As entiendo yo a Freud, Lacan, Hei-

    degger y Marx, en la elaboracin progresiva y conjetural de

    una izquierda lacaniana.MP: Hay una perspectiva promisoria en la actualidad latinoa-

    mericana, en la que el retorno crispado de los antagonismos

    pone efectivamente en cuestin la pretensin homogenei-

    zante del llamado discurso nico. En estos pocos aos, esa

    posmodernidad que se aprestaba a nombrar una poca se

    confronta con cierta forma de caducidad. Entonces, primeracuestin, te propondra reexionar sobre el hecho de que

    hoy, en la subjetividad latinoamericana, lo posmoderno no

    recubre ya la per-cepcin de lo contemporneo. En segundo

    lugar, dada esa renovada centralidad de lo poltico, sera

    oportuno revisar ciertos tpicos que se han estandarizado

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    para caracterizarla. Has mencionado el n de los grandes

    relatos y las ideologas; y ha sido usual hablar tambin del

    n de la historia, el n de los estados nacionales, el n del

    sujeto, tema que cobra una importancia ms que relevante

    en tus desarrollos actuales.

    JA: Talvez la llamada posmodernidad fue un intento de ser

    contem-porneos de nosotros mismos, lo que conlleva elriesgo de una posible coartada narcisista, ese riesgo siem-

    pre est en juego. Captar nuestra poca en conceptos,

    deca Hegel. Tal vez el comienzo de la cuestin posmoderna

    permita librarnos del eurocentrismo que inevitablemente

    envuelve a la losofa. Pero, nalmente, el relativismo que

    la termin modulando hizo de lo posmoderno algo que solotendra como condi-cin material de posibilidad el Estado de

    Bienestar, los Derechos Civiles, la cohesin social incluida en

    su ms alto grado, tal como funcion Europa en las ltimas

    dcadas hasta la entrada del neoliberalismo en su territo-

    rio. Es cierto que Latinoamrica no estaba para ese juego,

    aunque, visto a la distancia, hubo un cierto posmodernismomenemista; como lo mencions, el n de la historia, el n

    del Estado-nacin y el eclipse de la nocin de sujeto no eran

    asumibles en el contexto latinoamericano, si ste quera

    mantenerse el a su legado. Una delidad que admite en su

    interior todo tipo de reformulaciones, si entendemos que la

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    delidad no se limita a una identicacin nostlgica con las

    consignas del pasado, sino que introduce una interrogacin

    por las condiciones de una nueva prctica emancipatoria. En

    este punto es donde armamos que no puede haber ninguna

    prctica poltica con vocacin emancipatoria que no tenga

    en cuenta el sujeto sobre el que la prctica y la ensean-

    za de Lacan se asientan. No se puede ya pensar la polticaa partir de un sujeto autorreexivo, transparente para s,

    sin opacidad alguna, capaz de objetivarse a s mismo y a la

    experiencia. Hay que asumir la mala noticia del sujeto

    lacaniano o, dicho de otro modo, los distintos impasses que

    conlleva la existencia sexuada, mortal y parlante.

    MP: Esa triple condicin de la existencia abreva y abrevia tulectura inaugural de Heidegger, plasmada en el libro Lacan :

    Heidegger. En ella se congura una de las vertientes posmo-

    dernas del psicoanlisis: el sujeto dividido, constituido en el

    campo del Otro y atravesado por la castracin, la exsistencia

    arrojada al mundo en la deuda y en la culpa; ambas perspec-

    tivas subvierten la representacin del sujeto emprendedorpropio de la modernidad, autoconciente y dueo de s. La

    cuestin del sujeto ocupa un lugar central en el trayecto de

    tu recorrido desde la losofa a lo poltico. La antilosofa,

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    en primer lugar. Su conjetura se sostendra en una tensinirreductible entre el edicio del pensamiento y la condicin

    de su causa, el acto de pensar.

    JA: Podramos armar que hay s, del lado del sujeto lacania-

    no, temas fronterizos con lo suscitado por la losofa ms seria

    de la llamada posmodernidad. Pero luego est lo Real que, en

    Lacan, funciona como una mquina interna de desmantelar ydesestabilizar sus propias categoras, especialmente las que

    aun conservan una marca estructuralista. El Real lacaniano

    impide reabsorber al psicoanlisis en un momento histrico

    de la losofa, la posmodernidad incluida. All surge la con-

    jetura antilosca que, en mi caso, es una estrategia

    para convocar a la losofa y atravesarla, de modo que severique que si se rechaza a la losofa de entrada, tal como

    lo hicieron los posfreudianos, la cosa se pone ms losca

    y metafsica que nunca. La antilosofa es reconocer el ele-

    mento losco presente en los dispositivos que nos rigen

    en la poca de la Tcnica, y problematizarlo desde lo que

    la experiencia analtica ensea, hasta alcanzar la verdaderacuestin a dirimir en el Fin de la losofa, que es la expe-

    riencia poltica de la igualdad, lo comn y la justicia, cuando

    se tiene en cuenta lo que el psicoanlisis ensea.

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    MP: Retomo esa expresin: atravesar la losofa. La losofa

    participara necesariamente del ensueo metafsico, y la anti-

    losofa, necesa-riamente, de su despertar...

    JA: Exactamente es as, aunque siendo honestos le pertene-

    ce tambin a la losofa el deseo de despertar de s misma.

    De algn modo, Marx estuvo habitado por ese deseo en el

    materialismo dialctico; Heidegger, con su intento de salirde la Filosofa a partir de una nueva topologa que vinculara

    al pensamiento con la poesa entendida como Decir; Witt-

    genstein, en sus juegos de lenguaje; y otros ms, con los que

    la antilosofa tiene que indagar su apertura.

    En cualquier caso, el trmino Modernidad no me

    parece ya designar de un modo pertinente a este mundo.En realidad, ese fue el acierto del trmino posmoderno,

    mostrar que la modernidad no haba sido superada por una

    nueva etapa, que no haba quedado atrs como otros mo-

    mentos histricos, pero que entre sus pliegues haba surgido

    algo que la exceda, especialmente en su conguracin Tc-

    nico - Capitalista. La expresin hipermoderno que podraemplearse no me convence, porque parece dar la idea de

    una exaltacin de lo Moderno, cuando la cuestin es mucho

    ms compleja.

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    Hay un montn de cuestiones modernas que hanquedado pendientes y a reformular, como por ejemplo lo

    que Kant llamaba el uso pblico de la Razn, que hoy en

    da est cada vez ms colonizado por los dispositivos neoli-

    berales. Tambin la idea de Revolucin, como aquella posi-

    bilidad deliberativa que tiene un pueblo para transformar su

    historia, ha quedado sepultada por una losofa poltica quesolo intenta pensar de distintas formas la adaptacin, o la

    posible viabilidad del mundo contemporneo. Por supuesto

    que trminos como revolucin, emancipacin, uso pblico

    de la razn, etc., deben ser indagados y reformulados. A su

    vez, es necesario admitir que no hubo una sola modernidad:

    la europea y su declinacin mundial. En este sentido, po-dramos aceptar el trmino posmoderno para designar el

    tiempo del Capitalismo sin la brjula del sujeto supuesto

    saber que oriente a la historia hacia algn n ltimo. Se tra-

    tara todo el tiempo de pensar en constelaciones modernas

    - posmodernas, donde es necesario reformular cmo sern

    los vnculos sociales en el siglo XXI. Es indudable que la du-

    racin, la permanencia, la temporalidad de las instituciones

    familiares, polticas y econmicas estn siendo socavadas en

    sus fundamentos. Por ejemplo ahora, en Europa, nadie sabe

    cunto tiempo seguir viviendo en su ciudad, en su trabajo

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    o en su entorno de relaciones cotidianas. As sucede paramiles de jvenes, y a esto se lo llama corrosin del ca-

    rcter, paradigma lquido, etc. Pero, en denitiva, es la

    vieja profeca de Marx de que todo lo slido desvane-cera

    en el aire.

    En cierta forma, tanto Marx como Heidegger despus,

    entendieron que la Modernidad estaba congurada de talmodo que haba algo en sus propios elementos que la ex-

    cedan, al modo del desencadenamiento de un real que no

    iba a poder ser ya metabolizado en lo simblico. Mientras

    que en Marx el sueo histrico de la redencin comunis-

    ta era el fantasma que encubra esta cuestin, Heidegger

    supo ver algo que ningn progreso iba a poder curar: soloun salto, un paso atrs, un acontecimiento, algo de

    difcil constatacin histrica nos podra salvar de las es-

    tructuras de emplazamiento propias de la Tcnica, cuyo

    destino ltimo es aduearse de la subjetividad en todas sus

    manifestaciones. Desde esta perspectiva, se podra pensar

    a la posmodernidad como el tiempo diferido donde se pien-

    san los impases modernos en sus determinaciones, y se abre

    una consideracin sobre lo que puede venir a suplir el lugar

    ausente de los sujetos histricos modernos, las fuerzas ma-

    teriales que se pueden combinar para que surja un deseo

    distinto a la orden de Gozar implcita en la nueva circulacin

    de la mercanca.

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    MP: En ese sentido, entiendo que tu abordaje de la cuestinpoltica supone una operacin que no es de la misma natu-

    raleza que la practicada en relacin a la losofa. En una

    primera aproximacin, retengo que no has hablado de an-

    tipoltica, lo que sera al n de cuentas una forma de hacer

    poltica bastante extendida en la actualidad. Has acercado la

    cuestin hablando inicialmente de una poltica de lo impo-sible. Si la poltica es el arte de lo posible, ese abordaje no

    nos remite entonces a la nocin de realidad sino al registro

    de lo real.

    JA: La poltica de inspiracin lacaniana, debe en efecto

    tener en cuenta la diferencia entre la realidad y lo real. Lo

    que llamamos sociedad no es una totalidad plena y objeti-vable, est atravesada por imposibilidades que dislocan su

    trama, por elementos heterogneos que la propia socie-dad

    que los engendra no sabe hacer con ellos, y tambin, cmo

    no, por lo que Laclau denomina antagonismos, los cuales se

    presentan constitutivamente como imposibles de reabsor-

    ber en un movimiento histrico con un sentido nalstico.En este punto, la Poltica se vuelve un saber hacer ah

    como lo dira Lacan con lo real imposible. Lo que, como

    muchas veces lo hemos armado, pone en cuestin la idea

    clsica de revolucin, como el proyecto capaz de cambiar de

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    raz y en su totalidad todo el fundamento del edicio social.

    La emancipacin, en cambio, es una tensa y permanente

    negociacin con lo imposible. Por esto es que me parece

    importante no perder el horizonte democrtico, porque

    cuando se lo radicaliza hacindose cargo de la exclusin so-

    cial y confrontando con las corporaciones neoliberales, la

    democracia es una supercie de inscripcin que impide quelas prcticas emancipatorias se perciban a s mismas como

    una totalidad que se realiza dialcticamente.

    MP: Lo que nos va a permitir concluir, articulando el en-

    tramado del recorrido de este libro con el despliegue de

    tu presente desarrollo con-ceptual. Izquierda lacaniana

    es una expresin abierta a la controversia, de la que hasrecordado peridicamente su carcter problemtico. No se

    trata, desde luego, provocativamente, de un oxmoron. No

    es tampoco una respuesta, mucho menos una propuesta o

    una mera constatacin. Tiendo a entenderla como una in-

    citacin, la invitacin a desplegar las consecuencias de una

    experiencia radical de la cura en sentido lacaniano en el m-bito colectivo, para encontrar en ello no slo una ocasin de

    escepticismo, sino una imprevista herramienta de interven-

    cin poltica. Si esto es as, no puedo dejar de evocar aquella

    famosa sentencia marxiana que indica que, en este terreno,

    no se trata de describir o de explicar sino de transformar.

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    JA: La expresin, la conjetura tal como la designo

    izquierda Laca-niana, se propone como una herramienta

    para pensar la poltica a partir de la enseanza de Lacan y,

    en particular, valindome de todo aquello que Lacan elabor

    con respecto a la cura psicoanaltica. Es mi diferencia con

    respecto a los lsofos neolacanianos que preeren hacer

    ingresar ciertos temas o problemas lacanianos al mbito dela losofa. Esto surge en una poca donde todo aquello que

    podamos entender en relacin a la posmodernidad y a la

    subjetividad contempornea, se empez a describir como

    una lgica cultural del capitalismo tardo: el sujeto lquido,

    precario, sin orientacin ni gravedad, atado a sus prcticas

    de goce sin una brjula tica, sin lazos sociales ni relatosque le posibiliten acuar una experiencia de transformacin

    Todas estas descripciones sociolgicas y antropolgicas dan

    cuenta de la transformacin radical que implica el neolibe-

    ralismo como construccin de la subjetividad. El neolibera-

    lismo no es solo una ideologa a favor de los mercados y el

    capital nanciero, no se reduce a una mera poltica econ-

    mica. Tal como lo anticip Fou-cault en el Nacimiento de la

    Biopoltica, el neoliberalismo es un conjunto de prcticas

    tericas, polticas, estatales, institucionales, que apuntan

    a una nueva invencin del sujeto. El sujeto neoliberal, al

    que podramos hacer concordar con el sujeto en la frmula

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    del Discurso Capitalista, es un sujeto que est organizadopor distintos dispositivos para concebirse a s mismo como

    enprendedor, como un empresario de s, entregado a la ma-

    ximizacin de su rendimiento.

    El sujeto neoliberal, a diferencia de la subjetividad

    clsica indagada por Foucault en La Hermenutica del suje-

    to, que vea en los cuidados de s un modo de protegersedel exceso, es un sujeto que siempre est sobrepasado por

    la exigencia empresarial, por tener desde s mismo que

    autoconstituir su realidad en su mxima rentabilidad. Por

    ello se han vuelto clebres los coachs, los entrenadores

    personales, los consejeros, los estrategas de la vida, los

    asesores de emprendimiento, todas tcnicas subjetivas dedespolitizacin de la existencia donde las estrategias neu-

    ropsicolgicas cumplen una funcin decisiva.

    Por supuesto que el reverso del emprendedor neoliberal

    es un desecho deprimido, indigno de valor o reconocimiento

    alguno, que se consume en su goce de s. El neoliberalismo

    no es la desaparicin del Estado frente a la marcha del Mer-cado en su mano invisible. Esto es un error de perspectiva.

    Tal como se puede ya ver ahora en Europa, el neoliberalismo

    se apropia del Estado y sus instituciones para que fun-cionen

    como dispositivos de entrenamiento subjetivo para que el

    sujeto se entregue a un espacio de exigencias ilimitadas que

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    solo puede asumir como emprendedor de s, y por fuera delas distancias simblicas que aun perduraban en el sujeto

    moderno.

    En este contexto, y teniendo en cuenta que el psico-

    anlisis de Lacan nunca se prest a esos managments del

    alma que ahora existen por legin, se me impuso tematizar,

    con todas las tensiones que ello implica, la denominada iz-quierda lacaniana, convencido de que no puede haber una

    seria transformacin poltica sin asumir hasta las ltimas

    consecuencias las malas noticias que Lacan ha formulado

    sobre la relacin entre el sujeto dividido y lo Real. El sujeto

    lacaniano es la contraexperiencia del sujeto neoliberal y sus

    performances empresariales.