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Leitura Flutuante, v. 5 n. 1, pp. 151-165, 2013.
JORGE ALEMN Y EL DEBATE CONTEMPORNEO.ANTIFILOSOFA E IZQUIERDA LACANIANA
Dilogo entre M. Puj y J. Alemn a propsito de
la segunda edicin del libro: Jacques Lacan y el debate
posmoderno.
ENTREVISTA
Mario Puj: A ms de doce aos de la primera edicin
de Jacques Lacan y el debate posmoderno(Buenos Aires,
2000), se comprueba la vigencia de ese espacio discursivo
marcado por los nombres de Freud, Marx, Heidegger y La-
can, junto a las nociones de inconsciente, plus vala, erade la Tcnica y objeto (a) que establecen sus referencias
cruciales. Se corrobora tambin la vitalidad del debate
que anima su recorrido, a travs de tus lecturas crticas
de Derrida, Foucault, Deleuze, Levinas, Blanchot, Vattimo,
Rorty, Agamben, entre muchas otras. Lo que ha cambiado
quizs, en el entretiempo, es el alcance a dar a la nocin
de posmodernidad. Posmoderno se ha vuelto l mismo un
trmino posmoderno.
Jorge Alemn: En los comienzos, la cuestin posmoder-
na posea acentos interesantes. Haba una atmsfera an-
tifundamentalista y antitrascedentalista muy marcada,
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especialmente en la deconstruccin derrideana, en elpensamiento dbil italiano de Vattimo en particular, y
tambin en el mundo anglosajn con Rorty y su irona libe-
ral. Todos ellos recuperaban textos de la tradicin moderna,
y los relean despojn-dolos de la impronta metafsica que
los mantena an domesticados es-colsticamente. Fue un
soplo vital en el llamado n de la losofa diagnosticadopor Heidegger y, a su modo, por Marx. El nfasis que el
espritu posmoderno puso a travs de su actividad des-
fundamentadora en la contingencia, en el antiesencia-
lismo y su inters por las construcciones histricas de la
subjetividad, su valoracin del sinsentido, del n de los
grandes relatos, etc., me pareci que vala la pena que seconsiderase como una interlocucin fecunda en relacin a la
enseanza de Lacan.
Tambin en Lacan existe un costado posfundacio-
nal, aunque la cues-tin de lo Real y la temtica de la
causa que opera cojeando en su ausencia, separa a Lacan
de lo lsofos posmodernos. Pero las formulaciones deLacan sobre el metalenguaje, sus reformulaciones topo-
lgicas de la estructura siempre atravesada por agujeros
irreductibles, podan entrar en cierto contacto con las
primeras formulaciones posmodernas. En ese contexto,
la cuestin de la tica que en la posmodernidad encontr
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un inters renovado, haca imprescindible la confrontacincon la enseanza de Lacan. Esto, segn mi criterio, permita
ajustar la propia enseanza de Lacan a las nuevas formas de
malestar de la poca, evitar su endogamia discursiva en una
jerga que siempre la amenaza, para encontrar su inscripcin
en los debates contemporneos. Pero tambin hay que sea-
lar que, como lo sugers en tu pregunta, la palabra devinoun trmino que, en su funcionamiento semntico, termin
al servicio de legitimar la nueva hegemona neoliberal. El
n de los grande relatos se transform en el abandono del
problema de la ideologa, la poltica, y funcion como un
rechazo a pensar las lgicas emancipatorias. La desfunda-
mentacin se desliz hacia un elogio de la irona y el es-cepticismo, fascinacin por la globalizacin, la sociedad del
conocimiento, etc. En denitiva, posmoderno se convirti
en sinnimo de no establecer compromiso con causa alguna,
y jugar a ser un espectador lcido de los acontecimientos,
privilegiando su lado esttico y sin consecuencias.
Tanto Derrida como Vattimo advirtieron con lucidez
este giro en el asunto posmoderno. De all la lectura de Marx
hecha por Derrida, procurando situar el lugar de una Justicia
no deconstruible, y la transformacin en Vattimo que pasa
del giro religioso posmoderno al comunismo dbil, buscando
tambin aquello que le hace lmite a la hermenutica.
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De todas maneras, lo interesante de todo esto esque no veo ya posible un retorno a las categoras modernas
europeas que no exija una relectura muy radical de las mis-
mas. En este punto siempre he expresado mi voto por que
Latinoamrica sea el lugar privilegiado no el nico de esa
relectura. En la mundializacin del capital, en la hegemona
neoliberal actualmente vigente en Europa, la losofa ya nopuede ponerse por encima de los antagonismos que se van
construyendo. Ms bien tendra que ser un momento interno
de los mismos y, por tanto, no tener miedo a volverse una
herramienta poltica. As entiendo yo a Freud, Lacan, Hei-
degger y Marx, en la elaboracin progresiva y conjetural de
una izquierda lacaniana.MP: Hay una perspectiva promisoria en la actualidad latinoa-
mericana, en la que el retorno crispado de los antagonismos
pone efectivamente en cuestin la pretensin homogenei-
zante del llamado discurso nico. En estos pocos aos, esa
posmodernidad que se aprestaba a nombrar una poca se
confronta con cierta forma de caducidad. Entonces, primeracuestin, te propondra reexionar sobre el hecho de que
hoy, en la subjetividad latinoamericana, lo posmoderno no
recubre ya la per-cepcin de lo contemporneo. En segundo
lugar, dada esa renovada centralidad de lo poltico, sera
oportuno revisar ciertos tpicos que se han estandarizado
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para caracterizarla. Has mencionado el n de los grandes
relatos y las ideologas; y ha sido usual hablar tambin del
n de la historia, el n de los estados nacionales, el n del
sujeto, tema que cobra una importancia ms que relevante
en tus desarrollos actuales.
JA: Talvez la llamada posmodernidad fue un intento de ser
contem-porneos de nosotros mismos, lo que conlleva elriesgo de una posible coartada narcisista, ese riesgo siem-
pre est en juego. Captar nuestra poca en conceptos,
deca Hegel. Tal vez el comienzo de la cuestin posmoderna
permita librarnos del eurocentrismo que inevitablemente
envuelve a la losofa. Pero, nalmente, el relativismo que
la termin modulando hizo de lo posmoderno algo que solotendra como condi-cin material de posibilidad el Estado de
Bienestar, los Derechos Civiles, la cohesin social incluida en
su ms alto grado, tal como funcion Europa en las ltimas
dcadas hasta la entrada del neoliberalismo en su territo-
rio. Es cierto que Latinoamrica no estaba para ese juego,
aunque, visto a la distancia, hubo un cierto posmodernismomenemista; como lo mencions, el n de la historia, el n
del Estado-nacin y el eclipse de la nocin de sujeto no eran
asumibles en el contexto latinoamericano, si ste quera
mantenerse el a su legado. Una delidad que admite en su
interior todo tipo de reformulaciones, si entendemos que la
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delidad no se limita a una identicacin nostlgica con las
consignas del pasado, sino que introduce una interrogacin
por las condiciones de una nueva prctica emancipatoria. En
este punto es donde armamos que no puede haber ninguna
prctica poltica con vocacin emancipatoria que no tenga
en cuenta el sujeto sobre el que la prctica y la ensean-
za de Lacan se asientan. No se puede ya pensar la polticaa partir de un sujeto autorreexivo, transparente para s,
sin opacidad alguna, capaz de objetivarse a s mismo y a la
experiencia. Hay que asumir la mala noticia del sujeto
lacaniano o, dicho de otro modo, los distintos impasses que
conlleva la existencia sexuada, mortal y parlante.
MP: Esa triple condicin de la existencia abreva y abrevia tulectura inaugural de Heidegger, plasmada en el libro Lacan :
Heidegger. En ella se congura una de las vertientes posmo-
dernas del psicoanlisis: el sujeto dividido, constituido en el
campo del Otro y atravesado por la castracin, la exsistencia
arrojada al mundo en la deuda y en la culpa; ambas perspec-
tivas subvierten la representacin del sujeto emprendedorpropio de la modernidad, autoconciente y dueo de s. La
cuestin del sujeto ocupa un lugar central en el trayecto de
tu recorrido desde la losofa a lo poltico. La antilosofa,
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en primer lugar. Su conjetura se sostendra en una tensinirreductible entre el edicio del pensamiento y la condicin
de su causa, el acto de pensar.
JA: Podramos armar que hay s, del lado del sujeto lacania-
no, temas fronterizos con lo suscitado por la losofa ms seria
de la llamada posmodernidad. Pero luego est lo Real que, en
Lacan, funciona como una mquina interna de desmantelar ydesestabilizar sus propias categoras, especialmente las que
aun conservan una marca estructuralista. El Real lacaniano
impide reabsorber al psicoanlisis en un momento histrico
de la losofa, la posmodernidad incluida. All surge la con-
jetura antilosca que, en mi caso, es una estrategia
para convocar a la losofa y atravesarla, de modo que severique que si se rechaza a la losofa de entrada, tal como
lo hicieron los posfreudianos, la cosa se pone ms losca
y metafsica que nunca. La antilosofa es reconocer el ele-
mento losco presente en los dispositivos que nos rigen
en la poca de la Tcnica, y problematizarlo desde lo que
la experiencia analtica ensea, hasta alcanzar la verdaderacuestin a dirimir en el Fin de la losofa, que es la expe-
riencia poltica de la igualdad, lo comn y la justicia, cuando
se tiene en cuenta lo que el psicoanlisis ensea.
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MP: Retomo esa expresin: atravesar la losofa. La losofa
participara necesariamente del ensueo metafsico, y la anti-
losofa, necesa-riamente, de su despertar...
JA: Exactamente es as, aunque siendo honestos le pertene-
ce tambin a la losofa el deseo de despertar de s misma.
De algn modo, Marx estuvo habitado por ese deseo en el
materialismo dialctico; Heidegger, con su intento de salirde la Filosofa a partir de una nueva topologa que vinculara
al pensamiento con la poesa entendida como Decir; Witt-
genstein, en sus juegos de lenguaje; y otros ms, con los que
la antilosofa tiene que indagar su apertura.
En cualquier caso, el trmino Modernidad no me
parece ya designar de un modo pertinente a este mundo.En realidad, ese fue el acierto del trmino posmoderno,
mostrar que la modernidad no haba sido superada por una
nueva etapa, que no haba quedado atrs como otros mo-
mentos histricos, pero que entre sus pliegues haba surgido
algo que la exceda, especialmente en su conguracin Tc-
nico - Capitalista. La expresin hipermoderno que podraemplearse no me convence, porque parece dar la idea de
una exaltacin de lo Moderno, cuando la cuestin es mucho
ms compleja.
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Hay un montn de cuestiones modernas que hanquedado pendientes y a reformular, como por ejemplo lo
que Kant llamaba el uso pblico de la Razn, que hoy en
da est cada vez ms colonizado por los dispositivos neoli-
berales. Tambin la idea de Revolucin, como aquella posi-
bilidad deliberativa que tiene un pueblo para transformar su
historia, ha quedado sepultada por una losofa poltica quesolo intenta pensar de distintas formas la adaptacin, o la
posible viabilidad del mundo contemporneo. Por supuesto
que trminos como revolucin, emancipacin, uso pblico
de la razn, etc., deben ser indagados y reformulados. A su
vez, es necesario admitir que no hubo una sola modernidad:
la europea y su declinacin mundial. En este sentido, po-dramos aceptar el trmino posmoderno para designar el
tiempo del Capitalismo sin la brjula del sujeto supuesto
saber que oriente a la historia hacia algn n ltimo. Se tra-
tara todo el tiempo de pensar en constelaciones modernas
- posmodernas, donde es necesario reformular cmo sern
los vnculos sociales en el siglo XXI. Es indudable que la du-
racin, la permanencia, la temporalidad de las instituciones
familiares, polticas y econmicas estn siendo socavadas en
sus fundamentos. Por ejemplo ahora, en Europa, nadie sabe
cunto tiempo seguir viviendo en su ciudad, en su trabajo
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o en su entorno de relaciones cotidianas. As sucede paramiles de jvenes, y a esto se lo llama corrosin del ca-
rcter, paradigma lquido, etc. Pero, en denitiva, es la
vieja profeca de Marx de que todo lo slido desvane-cera
en el aire.
En cierta forma, tanto Marx como Heidegger despus,
entendieron que la Modernidad estaba congurada de talmodo que haba algo en sus propios elementos que la ex-
cedan, al modo del desencadenamiento de un real que no
iba a poder ser ya metabolizado en lo simblico. Mientras
que en Marx el sueo histrico de la redencin comunis-
ta era el fantasma que encubra esta cuestin, Heidegger
supo ver algo que ningn progreso iba a poder curar: soloun salto, un paso atrs, un acontecimiento, algo de
difcil constatacin histrica nos podra salvar de las es-
tructuras de emplazamiento propias de la Tcnica, cuyo
destino ltimo es aduearse de la subjetividad en todas sus
manifestaciones. Desde esta perspectiva, se podra pensar
a la posmodernidad como el tiempo diferido donde se pien-
san los impases modernos en sus determinaciones, y se abre
una consideracin sobre lo que puede venir a suplir el lugar
ausente de los sujetos histricos modernos, las fuerzas ma-
teriales que se pueden combinar para que surja un deseo
distinto a la orden de Gozar implcita en la nueva circulacin
de la mercanca.
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MP: En ese sentido, entiendo que tu abordaje de la cuestinpoltica supone una operacin que no es de la misma natu-
raleza que la practicada en relacin a la losofa. En una
primera aproximacin, retengo que no has hablado de an-
tipoltica, lo que sera al n de cuentas una forma de hacer
poltica bastante extendida en la actualidad. Has acercado la
cuestin hablando inicialmente de una poltica de lo impo-sible. Si la poltica es el arte de lo posible, ese abordaje no
nos remite entonces a la nocin de realidad sino al registro
de lo real.
JA: La poltica de inspiracin lacaniana, debe en efecto
tener en cuenta la diferencia entre la realidad y lo real. Lo
que llamamos sociedad no es una totalidad plena y objeti-vable, est atravesada por imposibilidades que dislocan su
trama, por elementos heterogneos que la propia socie-dad
que los engendra no sabe hacer con ellos, y tambin, cmo
no, por lo que Laclau denomina antagonismos, los cuales se
presentan constitutivamente como imposibles de reabsor-
ber en un movimiento histrico con un sentido nalstico.En este punto, la Poltica se vuelve un saber hacer ah
como lo dira Lacan con lo real imposible. Lo que, como
muchas veces lo hemos armado, pone en cuestin la idea
clsica de revolucin, como el proyecto capaz de cambiar de
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raz y en su totalidad todo el fundamento del edicio social.
La emancipacin, en cambio, es una tensa y permanente
negociacin con lo imposible. Por esto es que me parece
importante no perder el horizonte democrtico, porque
cuando se lo radicaliza hacindose cargo de la exclusin so-
cial y confrontando con las corporaciones neoliberales, la
democracia es una supercie de inscripcin que impide quelas prcticas emancipatorias se perciban a s mismas como
una totalidad que se realiza dialcticamente.
MP: Lo que nos va a permitir concluir, articulando el en-
tramado del recorrido de este libro con el despliegue de
tu presente desarrollo con-ceptual. Izquierda lacaniana
es una expresin abierta a la controversia, de la que hasrecordado peridicamente su carcter problemtico. No se
trata, desde luego, provocativamente, de un oxmoron. No
es tampoco una respuesta, mucho menos una propuesta o
una mera constatacin. Tiendo a entenderla como una in-
citacin, la invitacin a desplegar las consecuencias de una
experiencia radical de la cura en sentido lacaniano en el m-bito colectivo, para encontrar en ello no slo una ocasin de
escepticismo, sino una imprevista herramienta de interven-
cin poltica. Si esto es as, no puedo dejar de evocar aquella
famosa sentencia marxiana que indica que, en este terreno,
no se trata de describir o de explicar sino de transformar.
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JA: La expresin, la conjetura tal como la designo
izquierda Laca-niana, se propone como una herramienta
para pensar la poltica a partir de la enseanza de Lacan y,
en particular, valindome de todo aquello que Lacan elabor
con respecto a la cura psicoanaltica. Es mi diferencia con
respecto a los lsofos neolacanianos que preeren hacer
ingresar ciertos temas o problemas lacanianos al mbito dela losofa. Esto surge en una poca donde todo aquello que
podamos entender en relacin a la posmodernidad y a la
subjetividad contempornea, se empez a describir como
una lgica cultural del capitalismo tardo: el sujeto lquido,
precario, sin orientacin ni gravedad, atado a sus prcticas
de goce sin una brjula tica, sin lazos sociales ni relatosque le posibiliten acuar una experiencia de transformacin
Todas estas descripciones sociolgicas y antropolgicas dan
cuenta de la transformacin radical que implica el neolibe-
ralismo como construccin de la subjetividad. El neolibera-
lismo no es solo una ideologa a favor de los mercados y el
capital nanciero, no se reduce a una mera poltica econ-
mica. Tal como lo anticip Fou-cault en el Nacimiento de la
Biopoltica, el neoliberalismo es un conjunto de prcticas
tericas, polticas, estatales, institucionales, que apuntan
a una nueva invencin del sujeto. El sujeto neoliberal, al
que podramos hacer concordar con el sujeto en la frmula
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del Discurso Capitalista, es un sujeto que est organizadopor distintos dispositivos para concebirse a s mismo como
enprendedor, como un empresario de s, entregado a la ma-
ximizacin de su rendimiento.
El sujeto neoliberal, a diferencia de la subjetividad
clsica indagada por Foucault en La Hermenutica del suje-
to, que vea en los cuidados de s un modo de protegersedel exceso, es un sujeto que siempre est sobrepasado por
la exigencia empresarial, por tener desde s mismo que
autoconstituir su realidad en su mxima rentabilidad. Por
ello se han vuelto clebres los coachs, los entrenadores
personales, los consejeros, los estrategas de la vida, los
asesores de emprendimiento, todas tcnicas subjetivas dedespolitizacin de la existencia donde las estrategias neu-
ropsicolgicas cumplen una funcin decisiva.
Por supuesto que el reverso del emprendedor neoliberal
es un desecho deprimido, indigno de valor o reconocimiento
alguno, que se consume en su goce de s. El neoliberalismo
no es la desaparicin del Estado frente a la marcha del Mer-cado en su mano invisible. Esto es un error de perspectiva.
Tal como se puede ya ver ahora en Europa, el neoliberalismo
se apropia del Estado y sus instituciones para que fun-cionen
como dispositivos de entrenamiento subjetivo para que el
sujeto se entregue a un espacio de exigencias ilimitadas que
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solo puede asumir como emprendedor de s, y por fuera delas distancias simblicas que aun perduraban en el sujeto
moderno.
En este contexto, y teniendo en cuenta que el psico-
anlisis de Lacan nunca se prest a esos managments del
alma que ahora existen por legin, se me impuso tematizar,
con todas las tensiones que ello implica, la denominada iz-quierda lacaniana, convencido de que no puede haber una
seria transformacin poltica sin asumir hasta las ltimas
consecuencias las malas noticias que Lacan ha formulado
sobre la relacin entre el sujeto dividido y lo Real. El sujeto
lacaniano es la contraexperiencia del sujeto neoliberal y sus
performances empresariales.