21
1 ÁREA TEMÁTICA: Economía Mundial Comunicación: Superimperialismo o ultraimperialismo en el capitalismo global Javier Martínez Peinado Universitat de Barcelona Introducción Hace más o menos un siglo, algunos teóricos significativos del socialismo marxista mantuvieron un debate sobre el futuro del capitalismo a partir de las tendencias implicadas en la dinámica imperialista de aquella época. Dicho debate enfrentó a autores como V.I. Lenin, R. Luxemburgo y N. Bujarin, entre otros, con Kautsky y otros marxistas que mantenían que el imperialismo podría llegar a un estadio estable y fundamentalmente no belicista entre las potencias capitalistas, denominado –entonces indistintamente- ultraimperialismo o superimperialismo. Las implicaciones políticas del debate en aquella coyuntura fueron de tal magnitud que acabaron abriendo una brecha y ruptura definitiva en la socialdemocracia marxista (con la creación de la IIIª Internacional y los partidos comunistas). Más que aquel debate, que se cerró obligadamente con las guerras mundiales, nos interesa destacar algunos de los razonamientos entonces esgrimidos para situar una interpretación de la situación actual, caracterizada paradójicamente como de crisis de hegemonía de EE.UU. (en el sentido que le dan autores como Wallerstein o Arrighi, de final de una etapa) a la vez que se evidencia una política global sumamente agresiva y unilateral por parte de dicha potencia, frente a la parálisis de un Japón estancado económicamente y una Unión Europea sacudida por disensiones que evidencian su caracterización como “gigante económico pero enano político”, y todo ello en el marco del proceso de globalización capitalista. Las hipótesis de que partimos son las de un agotamiento de la hegemonía unilateral de cualquier potencia del Centro del Sistema sobre el sistema en su conjunto, agotamiento que se debe a las características y necesidades de expansión del capitalismo global (la globalización), que modelan las relaciones intercentro; de hecho, la historia de las dos últimas décadas sería la de un proyecto ultraimperialista, configurando un mundo regido y dominado por los intereses de las grandes corporaciones internacionales, institucionalizados a través de acuerdos e instituciones (AMI, OMC,…) que diseñan la transición a la conversión del sistema capitalista de formaciones sociales en una Formación Social Capitalista Mundial, ünica

ÁREA TEMÁTICA: Economía Mundial Comunicación ...webs.ucm.es/info/ec/jec9/pdf/A07%20-%20Mart%ednez%20Peinado,%20... · que permite identificar las nuevas relaciones entre “el

  • Upload
    volien

  • View
    216

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

1

ÁREA TEMÁTICA: Economía Mundial Comunicación: Superimperialismo o ultraimperialismo en el capitalismo global Javier Martínez Peinado Universitat de Barcelona

Introducción

Hace más o menos un siglo, algunos teóricos significativos del socialismo marxista

mantuvieron un debate sobre el futuro del capitalismo a partir de las tendencias

implicadas en la dinámica imperialista de aquella época. Dicho debate enfrentó a

autores como V.I. Lenin, R. Luxemburgo y N. Bujarin, entre otros, con Kautsky y otros

marxistas que mantenían que el imperialismo podría llegar a un estadio estable y

fundamentalmente no belicista entre las potencias capitalistas, denominado –entonces

indistintamente- ultraimperialismo o superimperialismo. Las implicaciones políticas del

debate en aquella coyuntura fueron de tal magnitud que acabaron abriendo una brecha y

ruptura definitiva en la socialdemocracia marxista (con la creación de la IIIª

Internacional y los partidos comunistas).

Más que aquel debate, que se cerró obligadamente con las guerras mundiales, nos

interesa destacar algunos de los razonamientos entonces esgrimidos para situar una

interpretación de la situación actual, caracterizada paradójicamente como de crisis de

hegemonía de EE.UU. (en el sentido que le dan autores como Wallerstein o Arrighi, de

final de una etapa) a la vez que se evidencia una política global sumamente agresiva y

unilateral por parte de dicha potencia, frente a la parálisis de un Japón estancado

económicamente y una Unión Europea sacudida por disensiones que evidencian su

caracterización como “gigante económico pero enano político”, y todo ello en el marco

del proceso de globalización capitalista. Las hipótesis de que partimos son las de un

agotamiento de la hegemonía unilateral de cualquier potencia del Centro del Sistema

sobre el sistema en su conjunto, agotamiento que se debe a las características y

necesidades de expansión del capitalismo global (la globalización), que modelan las

relaciones intercentro; de hecho, la historia de las dos últimas décadas sería la de un

proyecto ultraimperialista, configurando un mundo regido y dominado por los intereses

de las grandes corporaciones internacionales, institucionalizados a través de acuerdos e

instituciones (AMI, OMC,…) que diseñan la transición a la conversión del sistema

capitalista de formaciones sociales en una Formación Social Capitalista Mundial, ünica

2

y exhaustiva, en la que a una base económica mundializada corresponda una

superestructura global capaz de regular la reproducción del conjunto.

Esta hipótesis parece contradecirse con la realidad más reciente, puesto que después de

los atentados del 11-S y la invasión de Irak parece que se asista a un retroceso de dicho

proyecto ultraimperialista ante la respuesta de la Administración Bush en Oriente

Medio, en una ofensiva apabullante del unilateralismo de EE.UU. que, prescindiendo de

todo miramiento diplomático o formal, impone a sus aliados en cuestión de horas o días

su papel de único gendarme mundial, su status de único protagonista con capacidad de

decidir por sí mismo qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Si, como se hará más

adelante, se caracteriza el superimperialismo como “la paz del más fuerte”, frente a la

“paz entre iguales” propia del ultraimperialismo, cabe preguntarse si el 11-S marcó una

inflexión en el proceso globalizador, que habría pasado de proyectarse con una gestión

ultraimperialista a hacerlo con una superimperialista, con Estados Unidos como imperio

único. Adicionalmente, cabe preguntarse si dicha inflexión se preparó incluso antes del

11-S.

Del debate de los “clásicos” sobre el imperialismo destaca una idea fundamental: que la

imposibilidad del ultraimperialismo pacífico y estable deriva de la contradicción entre

las fuerzas productivas de carácter mundial y las relaciones de producción aherrojadas

en el nacionalismo de las potencias imperialistas. La superación de esta contradicción,

que es la fundamental en cualquier sociedad según el pensamiento marxista, era

imposible en el marco capitalista según los marxistas revolucionarios, y llevaba a la

guerra interimperialista, que sería por tanto la antesala de la revolución socialista.

Frente a dicha idea clásica, cabe postular que, en la actualidad, la mundialización ha

afectado tanto a las fuerzas productivas como a las relaciones de producción, es decir,

que lo que se ha globalizado es la base económica del sistema capitalista mundial. En la

fase actual del capitalismo global, pues, puede consolidarse un proyecto

ultraimperialista siempre que se articule una superestructura a dicha base económica

(infraestructura y estructura) mundializada. En otras palabras, no estamos ante una

contradicción en la base económica, sino frente a una contradicción entre la base

económica y la superestructura. Los obstáculos para la reproducción social (no sólo

económica) del capitalismo global de un modo estable serían, entonces, de índole

política, o más estrictamente, de índole superestructural.

Por lo tanto, la diferencia principal de la situación actual con la que teorizaban los

socialistas revolucionarios clásicos es que ellos destacaban la contradicción

3

mundial/nacional en la base económica, que se reflejaría, en la superestructura, como

belicismo interimperialista (haciendo imposible la paz y la estabilidad capitalista),

mientras que de lo que estamos en presencia hoy es de la contradicción base

económica/supererstructura. Más en concreto, aquí se va a proponer que la coyuntura

actual se puede caracterizar como la de la elección del modelo superestructural que

puede asegurar la reproducción ampliada del capitalismo global, una vez superado el

marco nacional e inter-nacional de la acumulación de capital.

Esta caracterización de la época actual implica al menos tres ejercicios analíticos, que

configuran un programa de investigación sobre la transición actual y sus alternativas:

(i) Dejar establecido, de una vez, la dimensión real de la globalización. Es decir,

dar por sentada la realidad de mundialización de la base económica,

desmarcada definitivamente de “intereses nacionales” e incluso, en una

cierta medida (que cabe explicitar), de “bloques regionales”. Es una cuestión

que, aunque no es sólo de carácter empírico, exige una sólida base al

respecto, y una detallada descripción de la fábrica mundial, la globalización

de la explotación de la Naturaleza, el carácter supranacional de las empresas

multinacionales, etc. Se trata, en definitiva, de explicar el funcionamiento de

la ley del valor y de sus agentes a escala mundial.

(ii) Definir las categorías conceptuales que permiten estructurar (“relacionar de

forma profunda y estable”) la base económica mundializada en la(s)

sociedad(es) a escala planetaria. Al respecto, aquí se postula la idoneidad del

concepto de formación social capitalista mundial, como estructura teórica

que permite identificar las nuevas relaciones entre “el Estado” y el capital

(global)1. Ello debiera permitir superar, de una vez, el debate sobre la

supervivencia del Estado-Nación como forma estructurada de los poderes y

de la explotación de clase, y avanzar en la definición de las nuevas formas de

hacer política (desde el poder y contra él) características de la globalización.

(iii) Esclarecer las relaciones concretas que se dan, en el proceso de

estructuración de la nueva formación social mundial, entre los intereses

económicos derivados de la mundialización económica (reflejados en los

intereses del capital global, encarnado por las empresas multinacionales) y

los intereses políticos derivados de los proyectos de poder y control de la

1 El libro de Hardt y Negri: Imperio (Paidos, Barcelona, 2002) trata profundamente esta temática, aunque con otra terminología.

4

“nueva” superestructura de dicha formación social mundial. Al respecto, es

entonces útil, forzando la terminología clásica (que no los distingue

claramente), considerar dos proyectos o posibilidades diferentes: a) el

superimperialismo de EE.UU. y b) el ultraimperialismo institucional de las

grandes corporaciones globales.

Todo esto tiene que ver con la existencia de los supuestos bloques en la economía

mundial y, más en concreto, con el proyecto de unión europea. Ambos proyectos, el

superimperialista y el ultraimperialista, tienen una evidente incidencia en la propia

definición del proyecto europeo, que a su vez puede influir en las contradicciones entre

ambos. Efectivamente, la “Europa del Capital”, sustancialmente imbricada en el

capitalismo global (ultraimperialista), es un proyecto política y socialmente imposible a

medio plazo, pero las contradicciones que conlleva esa misma imposibilidad respecto a

los intereses de amplísimos sectores de las sociedades europeas pueden suponer un

freno al proyecto superimperialista norteamericano. El diagnóstico del futuro

(ultraimperialista o superimperialista) puede tener, entonces implicaciones significativas

para la acción sociopolítica de los movimientos sociales europeos. La única Europa

Unida posible, que no es la de “el capital”, necesariamente será antisuperimperialista.

Las siguientes reflexiones sobre estos temas están organizadas en lo siguientes

apartados:

- En primer lugar, se hará referencia al debate “clásico” y a su actualidad a partir de la

conceptualización de una formación social capitalista mundial única.

- A continuación, se distinguirá entre los conceptos de superimperialismo y

ultraimperialismo, tal y como se desprende del análisis del imperialismo de los años 70,

y se ilustrarán empíricamente, caracterizando la actual globalización como proceso

ultraimperialista.

- Por último, se extraen algunas conclusiones, que no pueden sino ser provisionales,

sobre las hipótesis de partida, y que deben entenderse más como una invitación al

debate y al desarrollo ulterior del programa de investigación implicado que como

certezas derivadas del análisis.

Dos cuestiones en el debate clásico: la posibilidad económica-imposibilidad política

del ultraimperialismo y su necesidad histórica

Como es sabido, la crítica fundamental de Lenin y Bujarin a Kautsky y, en general, a la

socialdemocracia alemana, fue su posición teórica y política respecto al imperialismo.

5

Para nuestros fines, de esta confrontación nos interesa destacar un par de aspectos. En

primer lugar, la aceptación de la posibilidad teórica del super o ultraimperialismo por

razones económicas junto con la argumentación de la imposibilidad práctica de su

carácter pacífico (y por tanto, su imposibilidad, de hecho) por razones políticas. En

segundo lugar, la necesidad histórica de las transformaciones en el capitalismo (la

“necesidad histórica del imperialismo”).

Lenin criticó “el sueño del capitalismo pacífico” de Kautsky, un “ultraimperialismo

relativamente pacífico, relativamente desprovisto de conflictos y catástrofes”, “si

llamamos ultraimperialismo a la unión internacional de los imperialismos nacionales (o

con mayor exactitud, a los que actúan dentro de los marcos de los distintos Estados)”.

Pero, por otra parte, y centrándose en el contenido fundamentalmente económico,

admitía su posibilidad teórica:

“Con un razonamiento teórico abstracto es posible llegar (...) a la misma conclusión a que llegó Kautsky (...) a saber: no está ya distante la unión mundial de estos magnates del capital en un trust mundial único, la cual sustituirá la competencia y la lucha entre los capitales financieros que actúan en el marco de los distintos Estados por el capital financiero unido internacionalmente (...). “No hay duda de que el desarrollo marcha en dirección a un único trust mundial, que devorará todas las empresas y todos los Estados sin excepción (...)”

Ahora bien, inmediatamente advertía que esta posibilidad teórica en el terreno del

desarrollo económico se vería frustrada en el terreno de las contradicciones políticas. La

continuación de las sendas citas anteriores es la siguiente:

“(...)Sin embargo, esta conclusión es tan abstracta, simplista e inexacta como lo era la análoga de nuestros ‘struvistas’ y ‘economistas’ de la década del 90 del siglo pasado, quienes del carácter progresista del capitalismo (...) extraían conclusiones ora apologéticas (sumisión ante el capitalismo, conciliación con el mismo, glorificación en cambio de lucha...), ora apolíticas (es decir, negaban lo político, o negaban la importancia de lo político, la probabilidad de conmociones políticas generales)” “(...). Pero, por otra parte, el desarrollo marcha en tales circunstancias, con tal ritmo, con tales contradicciones, conflictos y conmociones –no sólo económicas, sino también políticas, nacionales, etc.- que, inexorablemente, antes de que se llegue a un único trust mundial, a la unión mundial “ultraimperialista” de los capitales financieros nacionales, será inevitable que estalle el imperialismo y el capitalismo se convierta en su contrario”2.

2 Las citas pertenecen al Prólogo de Lenin a la obra de Bujarin: La economía mundial y el imperialismo. Cuadernos de Pasado y Presente., México, 1971, pp. 25 y 29, respectivamente.

6

En El imperialismo, fase superior del capitalismo, había expresado esta crítica de otra

manera:

“Si se entiende por punto de vista puramente económico la ‘pura abstracción’, todo cuanto se puede decir se reduce a la tesis siguiente: el desarrollo va hacia el monopolio; por lo tanto, hacia un monopolio mundial único, hacia un trust mundial único. Esto es indiscutible, pero, al mismo tiempo, carente de todo contenido, como la indicación de que ‘el desarrollo va hacia’ la producción de los artículos alimenticios en los laboratorios. En este sentido, la ‘teoría’ del ultraimperialismo es tan absurda como lo sería la de la ‘ultraagricultura’”3

Bujarin, por su parte, es muy claro en esta distinción entre lo económico y lo político

para argumentar la imposibilidad de la alternativa ultraimperialista al belicismo

imperialista:

“[Del proceso de internacionalización de la vida económica] no puede, sin embargo, seguirse (...) que la evolución social haya entrado en una era de coexistencia, más o menos armoniosa, de los Estados ‘nacionales’. La internacionalización de la vida económica no significa la de los intereses capitalistas (...) Es por eso que solamente aquellos que no se dan cuenta de las contradicciones del desarrollo capitalista y que toman cándidamente la internacionalización de la vida económica por una Internationale Tatsachen, es decir, la internacionalización anárquica por una internacionalización organizada, solamente ellos pueden creer en la posibilidad de una fusión armoniosa de los grupos capitalistas nacionales en una “unidad superior” del capitalismo mundial (...) La internacionalización de la vida económica puede agravar y agrava, en el más alto grado, el antagonismo que reina entre los intereses de los diversos grupos nacionales de la burguesía”.4

La contradicción entre ambas esferas, que es la que incapacita al ultraimperialismo

como alternativa posible, se alimenta de las diferencias nacionales, o dicho en otros

términos, de la involucración de las superestructuras (nacional-estatales) en la

competencia intercapitalista (que deviene en interimperialista)5, utilizando como armas

(en aquella época) las políticas arancelarias.

Ahora bien, ¿qué ocurriría si los capitalistas superasen sus intereses nacionales? Bujarin

se refirió precisamente a esta posibilidad como la única del ultraimperialismo:

“La concurrencia por la posesión de las esferas de inversión de capitales puede resultar feroz. Solamente en un caso la solidaridad de intereses se afirma, y es cuando se trata de coparticipación y cofinanciamiento, es decir, cuando, gracias

3 V.I. Lenin: El imperialismo, fase superior del capitalismo. Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú, 1947, pág. 122. 4 Bujarin, op.cit. pág.79 5 Bujarin también es pionero en este aspecto, al introducir en esta obra la terminología del “Capitalismo de Estado” para expresar la “estructuralización” del estado capitalista en la fase monopolista del capitalismo.

7

a la posesión común de títulos de valores, se crea sobre un solo y mismo objeto una propiedad colectiva de capitalistas de diferentes países”6.

También exigió tanto “una igualdad aproximada de posiciones en el mercado mundial”

como “condición necesaria de la formación de una entente más o menos sólida”, como

la misma igualdad de fuerza política, puesto que si hubiera demasiadas diferencias en

este último aspecto, la potencia más poderosa tendería a querer ejercer ese poder7. Por

eso veía tan difícil, en la práctica, el proyecto ultraimperialista como estadio pacífico

del desarrollo capitalista (que Lenin veía imposible8). Pero, tras todo su análisis,

también concluye que:

“Es cierto a’fin de cuentas’ la tendencia a la internacionalización; se impondrá, sin embargo, pero solamente después de un largo período de áspera lucha entre los trusts capitalistas nacionales”.9

Ese largo período, ¿fue el de las dos guerras mundiales? El modelo posbélico, Bretton

Woods, etc.¿significó la conclusión de la competencia interimperialista, guiada por la

hegemonía de EE.UU.? Lo que le parecía inconcebible a Lenin, y sólo una posibilidad a

Bujarin, ¿no empezó a configurarse con la respuesta sistémica capitalista del Nuevo

Orden Económico Internacional (acuerdos entre las potencias con desarme arancelario),

haciendo frente, además, al bloque soviético? ¿Y no se ha transmutado, tras la crisis de

ese “orden”, en el actual proceso de globalización? Porque precisamente hemos definido

la globalización como una mundialización de las relaciones estructurales capitalistas,

entre ellas las de la posesión del capital, ejercido por corporaciones multinacionales que

precisamente devienen por ello en empresas “globales”, que no son emisarias del poder

de su país, sino que atienden fundamentalmente al interés de sus accionistas, que son

capitalistas financieros de diferentes países (¡algunos incluso de la Periferia del

Sistema!). Y, por otra parte, y desde finales de los años 60, la importancia económica de

los “bloques” tiende a equilibrarse. Así, la posibilidad que Bujarin atribuyó al

imperialismo y las condiciones que le impuso son precisamente algunos de los

contenidos e la globalización, tal como nosotros la planteamos10. La “globalización

6 Bujarin, op.cit., pág. 80 7 Ibídem, págs 173-174. Pero este no sería el superimperialismo al que aquí nos referimos, puesto que no sería una articulación pacífica y estable en el Centro del sistema. 8 Lenin: El imperialismo..., especialmente pp. 156 y ss. 9 Bujarin, op.cit. pág. 176. Cursivas en la fuente original. 10 J..M. Vidal Villa: Mundialización. Diez Tesis y otros artículos. Icaria, Barcelona 1996, y “El futuro del estado en el capitalismo global” en Estay, Caputo y Vidal: Capital sin fronteras. Icaria, Barcelona, 2001; .J. Martínez Peinado: El capitalismo global. Límites al desarrollo y la cooperación. Icaria, Barcelona, 1999.

8

neoliberal” que arranca, en los años 80, tras la crisis del llamado “modo de desarrollo

fordista” y de la hegemonía económica de EE.UU, sería, en este sentido, nada más y

nada menos que el proyecto ultraimperialista del capitalismo global.

Ahora bien, las superestructuras estatal-nacionales siguen existiendo, y aunque

demuestran su ineficacia e incluso ineficiencia, no han podido ser sustituidas como

instrumentos de regulación. Porque, de nuevo aquí, el ámbito económico que podría

organizarse o regularse de forma ultraimperialista (AMI, OMC) ha chocado con la

ausencia de un consenso mínimo para la regulación política: lo que le ha fallado al

sistema ha sido la formación de una superestructura sistémica, marcadamente en el

ámbito político, ya que el ideológico se está cubriendo con el lema “mercado más

democracia”. Pero el sistema inter-nacional no parece el marco adecuado para imponer

la nueva superestructura: demasiadas voces discordantes (frenos al AMI, críticas a la

OMC), demasiados votos en las Naciones Unidas, demasiadas exigencias de

democracia real a escala planetaria, demasiadas críticas al mercado.

Y aquí aparece la segunda cuestión que interesa retomar del debate clásico, y que

concierne a la necesidad histórica. Los marxistas revolucionarios argumentaron que,

como fase o política del “capitalismo desarrollado”, el imperialismo era una “necesidad

histórica” del mismo, pero que ello no debía entenderse como aceptación o apología (en

las que derivaba la posición de Kautsky y en general, de la socialdemocracia), sino

como comprensión de sus raíces: el capitalismo necesariamente deviene en imperialista.

De forma similar, cabría plantearse que el desarrollo del capitalismo global ha llevado a

la necesidad de reestructurar la articulación entre la base económica mundializada y los

mecanismos e instrumentos de regulación política y social. En otros términos, frente a

los cambios estructurales que la globalización supone en el modo de producción, se

hacen “necesarios históricamente” cambios superestructurales en el modo de

dominación. Pero esa nueva articulación entre base económica y superestructura, tal

como la exige el nuevo capitalismo global, no es la de un sistema de formaciones

sociales. Es la propia de una formación social, en este caso mundial. Y, considerando

la experiencia histórica de las construcciones superestructurales en las formaciones

sociales capitalistas, es previsible que ahora también se exigirán cambios enfocados

hacia una centralización y concentración real del poder.

Cabe detenerse brevemente en la cuestión, de carácter conceptual-metodológico, de la

diferenciación entre “formación social (mundial)” y “sistema de formaciones sociales”.

9

La comprensión de la economía mundial es bien compleja, porque tiene que abarcar

simultáneamente el funcionamiento del capitalismo global y la estructura y dinámica de

las economías nacionales. Nosotros argumentamos la existencia de una economía

mundial como un espacio de la valorización del capital que se autonomiza a partir de

una determinada inflexión en la dinámica, hasta entonces nacional, del proceso de

acumulación de capital. Por ello hemos utilizado dos categorías estructurales, la

formación social y el sistema de formaciones sociales, para analizar la dimensión

estatal-nacional del capitalismo y la dimensión sistémica mundial de la

internacionalización del capital, respectivamente11. Es decir, para entender el desarrollo

histórico del capitalismo tal y como tiene lugar durante la formación de mercados

internos, incluyendo la articulación imperialista (las colonias son una parte específica

del mercado interno de cada metrópoli), lo conveniente es utilizar el concepto de

formación social. Pero tras la IIª Guerra Mundial y los procesos de descolonización, se

hace evidente que con tal estructura teórica no se puede entender la compleja red de

interconexiones establecidas entre las formaciones sociales, porque lo que ocurre en

cada formación social está determinado por la posición de su base económica en la

economía mundial, posición que puede ser central o periférica. Es a partir de aquí que

planteamos la utilización de la categoría de sistema económico mundial para poder

recoger analíticamente las articulaciones y determinaciones entre los diversos ámbitos

de la realidad: el económico, el institucional, el social, etc. En otras palabras,

consideramos que la realidad mundial de la época sólo se puede entender a través del

estudio del sistema en su conjunto, que comporta el de sus tres dimensiones: la

explotación de los recursos mundiales (infraestructura sistémica) mediante la

organización económica de la producción, el comercio y los flujos financieros

internacionales (estructura sistémica), dirigida por las instituciones y articulaciones de

hegemonía, dominio y subordinación existentes entre las formaciones sociales que

componen el sistema (superestructura sistémica).

Ahora bien, también hemos argumentado que la superestructura del sistema no estaba

acabada, que incluso su formación es contradictoria (con oposición entre la lógica

sistémica y la lógica inter-nacional, lo que es bien visible en los procesos de integración

subsistémicos). En este sentido, la superestructura iría retrasada respecto a la base

económica.

11 Martínez Peinado y Vidal Villa: Economía mundial. McGraw Hill, 1995 y 2000; y Estructura económica y sistema capitalista mundial. Pirámide, Madrid, 1987 y 1990.

10

Este retraso se manifiesta muy claramente en la crisis estructural que pone fin al

llamado modo de desarrollo fordista, o modelo post-bélico, o como se le quiera llamar.

La reestructuración que emprende el capital a través de las sucesivas crisis en el Centro

y en la Periferia, con la ofensiva final contra el modelo soviético y con el Consenso de

Washington, modela un proceso de hegemonía indiscutible del capitalismo global en la

conformación definitiva de una base económica sistémica mundializada con una nueva

y profundizada dinámica de polarización entre los centros, las semiperiferias y las

periferias (más o menos significativas en la economía mundial según su disposición de

recursos). Y a partir de ahí cabe entender que el propio concepto de sistema inter-

nacional (de formaciones sociales) ya no sirve para expresar, para abarcar, los cambios

cualitativos en las interconexiones entre las instancias del sistema. El capitalismo

global, mundializada la base económica de una manera fulminante, exige un modo de

dominación, unas regulaciones, también globales, adecuadas a esta mundialización (y a

la polarización que conlleva), y la superestructura inter-nacional no se la proporciona.

Con una base económica mundializada y una superestructura ineficaz e ineficiente, es el

propio sistema como categoría estructural el que entra en crisis. Lo que está exigiendo

el capitalismo global no es un sistema internacional, sino una nueva formación social,

que estructure la regulación y acumulación de un único mercado interno mundial. La

categoría “sistema de formaciones sociales” ya no es útil para abarcar los agentes y

relaciones básicas del mundo. Si en su momento se pasó de la formación social nacional

al sistema inter-nacional, ahora se pasa del sistema inter-nacional a la formación social

mundial12.

Hay que volver a la categoría de la formación social. Pero entonces hay que plantear

más nítidamente cómo se configura la superestructura de la misma, porque de lo

contrario es indefinible. Aquí es donde viene el segundo reto metodológico, y es donde

se inserta más claramente el debate superimperialismo-ultraimperialismo: si la nueva

superestructura se hereda de la potencia más poderosa o si se da a luz a un nuevo

conjunto de instancias políticas, jurídicas y de coerción.

12 En términos de los regulacionistas como De Bernis, que por otra parte siempre han negado la existencia de la economía mundial, diríamos que pasamos de los sistema productivos nacionales a un sistema productivo mundial o global (“un sistema productivo es un conjunto de procesos de producción y de relaciones de producción capaces de generar un excedente con vistas a su reproducción ampliada”). Véase De Bernis: El capitalismo contemporáneo. Ed. Nuestro Tiempo, México,1998. En este caso, como en el de otros regulacionistas como Boyer o Lipietz, con su persistencia en el carácter nacional de las economías centrales, se hace imposible salir de lo que no sea una perspectiva de competencia inter.-nacional como expresión de la competencia intercapitalista.

11

Recapitulando: del debate histórico destacamos dos cuestiones que acaban

convirtiéndose en una: dada la importancia de la esfera política en la posibilidad del

ultraimperialismo, su definición no-nacional lleva a la necesidad de construir una

superestructura mundial si es que el capitalismo mundial pretende seguir organizando

el progreso y el crecimiento económico (haciendo frente, además, a las consecuencias

de la polarización que conllevan), una vez superado el antagonismo económico entre las

potencias. Y esa superestructura mundial, en comparación con el conjunto institucional

sistémico actual, concentrará y centralizará mucho más poder sobre la globalidad de la

base económica: recursos, actividades económicas, clases y agentes sociales, incluso

más que el que una potencia todopoderosa militarmente pude pretender imponer por sí

sola en el momento presente. En teoría, como superestructura de una formación social

única mundial, tendría que ejercer todo el poder sobre la forma de organizarse y

progresar de la humanidad en su conjunto. La cuestión es si tal superestructura la

impone la potencia más fuerte o deriva del consenso entre las potencias “relativamente

iguales”.

Superimperialismo, ultraimperialismo e igualdad de posiciones

Merece la pena considerar un poco más detenidamente dos cuestiones que no están

claramente establecidas en el debate clásico y que ahora sí deberían estarlo. Nos

referimos a la distinción entre “superimperialismo” y “ultraimperialismo” y a la

“igualdad de posiciones en la economía mundial”.

En el debate de los clásicos se utilizaron indistintamente los dos términos13, pero

posteriormente les fueron adjudicados diferentes contenidos, a través de análisis que

profundizaban en la relación entre el Estado y el capital. A finales de los años 60, en un

debate en la New Left Review, B. Rowthorn propuso tres posibilidades respecto a la

“unidad del bloque imperialista” y la autonomía de sus elementos constituyentes:

”El super-imperialismo de los EE.UU., en el cual todos los estados capitalistas están dominados por los Estados Unidos y tienen comparativamente poca libertad para escoger sus políticas y controlar sus economías de forma contraria a los intereses del estado americano. América actúa como el organizador del capitalismo mundial, preservando su unidad frente al socialismo (...) El ultraimperialismo, en el cual una coalición dominante de países imperialistas relativamente autónomos desempeña el papel organizativo necesario para preservar la unidad del sistema (...)

13 Por ejemplo, Lenin, en El imperialismo..., pp. 155 y ss. Bujarin, op. cit, en el título del Cap XII y el texto subsiguiente, etc.

12

La rivalidad imperialista, en la que los estados relativamente autónomos no llevan a cabo por mucho tiempo el papel organizativo necesario o lo hacen tan mal que estallan serios conflictos entre ellos y resulta amenazada la unidad del sistema. Para que esto suceda los antagonismos entre los estados deben ser graves”,14

Frente a los “tercermundistas” que, en sus análisis de finales de los 60 y primeros 70,

centraban la esencia del imperialismo en la contradicción entre un Centro no

antagónico, liderado por EE.UU:, y la Periferia (en la tradición, en cierto modo, de

Kautsky, plasmada en la división internacional del trabajo: industria-centro/ agricultura

y minería-periferia), los trotskistas insistían en que la competencia internacional de

capitales arrastraba el antagonismo entre los Estados (del Centro).

Tras la crisis del modelo fordista y del NOEI, parece que a la postre los segundos iban

desencaminados: el capitalismo anglosajón ha dirigido tanto el proceso de

reestructuración en el Centro, como la derrota y destrucción del sistema soviético, como

la readaptación de la Periferia a las nuevas directrices del capitalismo global (apertura,

privatización y extraversión), acelerando, además, el proceso de globalización, que a su

vez redefine el capitalismo periférico (fábrica mundial, mundialización del capital

variable, etc., ahora en contra de las tesis de Kautsky de la Periferia agrícola) en el que

se desarrolla una nueva polarización, con semiperiferias industrializadas y periferias en

permanente peligro de marginación. A partir de aquí, vuelve a plantearse si, en el

capitalismo global, la competencia intercapitalista se traslada a los Estados o, dado el

creciente grado de monopolización internacional, los acuerdos entre las grandes

empresas pueden regular los conflictos entre ellas (dejando, pues, relativamente

pequeño, o en todo caso secundario, el papel de los estados e “intereses nacionales”). Se

trata de argumentar si el proceso de acumulación de capital, en su carácter nacional y/o

mundial, enfrentado a las contradicciones políticas que de tal carácter se derivan, exige

el enfrentamiento (como planteó Lenin) o posibilita el acuerdo. Y dicho acuerdo, de ser

posible, puede hacerse, o bien a través del superimperialismo (supremacía absoluta de

una potencia imperialista sobre todo el mundo) o bien a través del ultraimperialismo

(gobierno mundial que impone las regulaciones derivadas de los intereses económicos

del capital monopolista mundial).

14 B. Rotwthorn: El imperialismo de los años 70: Unidad o rivalidad. A Redondo Ed..Barcelona, 1972, págs. 5-6. Incluye referencias a las aportaciones de otros muchos autores fundamentales en el debate sobre el imperialismo, como Sweezy, Magdoff, Hymer, Jalée, Warren,Varga, Mandel, Kidron, etc., a los que habría que añadir la escuela latinoamericana: Marini, Dos Santos, Caputo, Bambirra, Frank, etc.

13

¿Qué relación existe entre las empresas y entre los estados en el capitalismo actual?

¿Estamos, como exigía Bujarin para la posibilidad del ultraimperialismo, ante la

“relativa igualdad”? Quizás es más importante responder a otra pregunta: ¿hay ahora

más igualdad que en el momento “superimperialista” anterior a la crisis? Porque, en

realidad, la terminología de la globalización no es nueva: hace treinta años ya se

planteaba la cuestión, como evidencia la siguiente aportación de Hymer a un debate:

“El rasgo más importante de la actual economía internacional es que las empresas capitalistas dirigentes han rebasado la economía nacional y son globales en sus perspectivas e intereses, aunque no, por supuesto, en su propiedad. Estas tendencias hacia las empresas multinacionales rompen la conexión simple entre el Estado-nación y la burguesía nacional que caracterizó al viejo imperialismo (...) ¿Serán capaces las empresas de erigir Estados supranacionales conmensurables con su propia envergadura multinacional de control? O, ¿el sistema irá a los tumbos porque la integración económica de la empresa capitalista ha ido más rápido que la integración política por parte de los Estados?”15

Si se supone que la economía mundial hasta los años ochenta (años de crisis y

reestructuración) estaba caracterizada por el superimperialismo de EE.UU. (relaciones

pacíficas bajo la hegemonía de una superpotencia), ¿que diferencias habría ahora

respecto a la “igualdad de posiciones? Pueden hacerse algunas constataciones

interesantes, en el bien entendido que no agotan, ni mucho menos, el tema, a partir de

las cifras proporcionadas por la UNCTAD y el FMI. Las primeras se refieren sólo a la

Inversión Extranjera Directa (IED), mientras que el FMI ofrece datos tanto para la IED

como para la Inversión en Cartera (IEC) y otros movimientos financieros (OI), en los

que tienen especial relevancia las operaciones bancarias.

Según datos de la UNCTAD para 1999 de las cien primeras empresas multinacionales

no financieras, la igualdad no hace sino acentuarse en la última década (Tabla 1), o

incluso el equilibrio tiende a inclinarse a favor europeo. Las empresas de las tres

primeras potencias de la Unión Europea tienen un peso similar al de las de EE.UU., y

las japonesas ocupan una posición intermedia en términos de economías individuales,

pero muy estable o ligeramente creciente. En comparación con fechas anteriores la

“mayor igualdad” parece un hecho: en 1985, de las 100 primeras, 52 eran

15 S. Hymer, debate con V. Perlo y A. McEwan, en Sweezy, Wolf, Dos Santos y Magdoff: Economía Política del Imperialismo. Ed. Periferia, Buenos Aires, 1972, pp.94-95. Subrayado nuestro. No nos referimos aquí a la novedad de la globalización, debate ya superado. Baste con recordar que el capitalismo global se caracteriza, entre otras cosas, por la propiedad global.

14

estadounidenses, 11 japonesas, y el RUGB y Alemania estaban representadas, cada una,

por 7, mientras que sólo había dos empresas francesas.

Tabla 1: Las 100 primeras multinacionales (porcentajes y número de registros)

Participación Activos extranjeros Número de empresas

1990 1995 1999 1990 1995 1999

UE 45.5 43.8 43 48 39 46

Francia 10.4 8.9 11.6 14 11 13

Alemania 8.9 12.2 12.3 9 9 12

RUGB 8.9 12.2 12.3 12 10 8

EE.UU. 31.5 33.3 33.3 28 30 26

Japón 12 15.1 15.4 12 17 18

Fte.: UNCTAD: World Investment Report 2001. Tabla III.5

Desde el punto de vista de la posición exterior (stocks acumulados de inversión directa,

inversión en cartera y otras inversiones), la Tabla 2 muestra la equiparación entre los

bloques de la Triada, , y es especialmente significativo que, durante el período, EE.UU.

pasa de representar el 40 % de los activos al 35 %, mientras que aumenta su

participación en los pasivos del 36 % al 46 %.

Tabla 2. Posición exterior: Stocks de inversiones extranjeras (millardos de $)

EE.UU. Gran Bretaña Francia Alemania Japón

Stock Activos

1980 584 519.17 … 216 133.93

1990 2119.42 714.93 626.77 1016.88 2172.57

2000 7061.4 4310.68 2481.92 2593.54 3614.34

Stock Pasivos

1980 500.84 507.67 … 224.03 147.13

1990 2458.58 1744.12 758 750.52 1528.52

2000 9377.25 4537.47 2287.54 2539.27 1861.05

Fte.: FMI: Estadísticas Financieras Internacionales, diversos números.

15

En relación a la IED en concreto, el Gráfico 1 muestra la progresiva equiparación de

los componentes de la “triada” en el período 1980-2000: la parte del “queso” de EE.UU.

disminuye en las salidas y aumenta en las entradas.

GRÁFICO 1. INVERSIÓN DIRECTA EXTRANJERA: STOCK DE ENTRADAS Y

SALIDAS EN Y DESDE LAS POTENCIAS DEL CENTRO, 1980-2000

En definitiva, en la IED, EE.UU. ha ido perdiendo participación en las salidas pero la ha

ganado en las entradas, lo cual se corresponde con la posición más vendedora que

compradora en las fusiones y adquisiciones a la que después se hará referencia.

Utilizando otra fuente, la UNCTAD, la “igualdad de posiciones” en la IED conseguida a

través de la globalización se hace patente también, como muestran las tablas 3 y 4

referidas a los flujos y stocks, respectivamente (Japón muestra la importancia de su

ajuste y estancamiento).

Tabla 3. Flujos de Inversión Extranjera Directa (volumen y porcentajes)

Salidas Entradas 1989-94 1995-2000 1989-94 1995-2000 Promedios (millones $) 228281 680078 200145 705376 UE 46,1 61,5 38,3 40,1 RUGB 10,6 17,6 9,6 8,5 ALEMANIA 8,5 9,3 1,7 6,8 FRANCIA 9,0 10,4 6,2 4,5 USA 21,5 16,8 21,3 23,6 JAPÓN 13,0 3,7 0,5 0,7 Fte.: Elaboración sobre UNCTAD, op.cit., Tablas Anexas B.1 y B.2.

Tabla 4. Stocks de Inversión Extranjera Directa (% totales mundiales)

Stock IED Salidas 1980 1985 1990 1995 1999 2000 UE 40,7 41,4 46,0 45,6 48,9 52,1 RUGB 15,4 14,2 13,4 10,6 13,7 15,1 ALEMANIA 8,2 8,5 8,6 9,0 7,9 7,4 FRANCIA 4,5 5,2 7,0 7,2 7,0 8,3 USA 42,0 35,5 25,1 24,3 22,6 20,8 JAPÓN 3,7 6,2 11,7 8,3 5,0 4,7 Stock IED Entradas UE 30,2 26,5 39,2 38,5 35,3 37,6 RUGB 10,2 7,2 10,8 6,8 7,1 7,6 ALEMANIA 5,9 4,1 6,3 6,6 5,5 7,3 FRANCIA 3,7 3,8 5,3 6,3 4,6 4,2 USA 13,5 20,7 20,9 18,2 18,6 19,6

16

JAPÓN 0,5 0,5 0,5 1,1 0,9 0,9 Fte.: Elaboración sobre UNCTAD, op.cit., Tablas Anexas B.3 y B.4.

Ahora bien, gran parte de la anterior IED (55 % de la IED en 1987, 85 % de la IED en

1999) está vinculada a operaciones de concentración y centralización de capital,

mediante operaciones de fusiones y adquisiciones (F&A, muy mayoritariamente las

segundas), más que a inversiones en planta. El análisis de estas operaciones ofrece unos

resultados semejantes16: las megaoperaciones de F&A (de más de un millardo de $) han

pasado, en los últimos años, a significar más de dos tercios de las F&A y casi el 60 %

de la IED, y, dentro de ellas, las megaoperaciones de más de 2 millardos han pasado de

representar el 43 % en 1995 a ser el 84 % en 1998 y el 86 % en 1999, y las superiores a

5 millardos han pasado del 27 % de 1995 al 64 % en 1998 y el 67 % en 1999. O sea, en

la IED se está observando un proceso de gigantesca concentración y centralización de

capital, que deriva, incuestionablemente, en un debilitamiento de la competencia. El

análisis regional de las F&A redundaría en el carácter fundamentalmente vendedor de

EE.UU, frente al sesgo comprador de la Unión Europea, agudizados ambos en los dos

últimos años analizados (1998 y 1999). Respecto a las megaoperaciones 1995-1999, las

empresas de la UE supusieron el 76 % del valor de las compras (11 % EE.UU.),

mientras que EE.UU. suponía el 36 % del valor de las ventas (52 % la UE). Todos

venden, y Japón (hasta la crisis) y la UE, además, compran mucho.

En resumen: bien se puede concluir que, en lo que a los sectores productivos se refiere,

la “igualdad de posiciones” ha sustituido a la hegemonía de EE.UU.

Ahora bien, es bien conocido que una de las características del capitalismo global ha

sido y es el predominio de los movimientos de capital-dinero en la esfera financiera, al

margen de su vinculación productiva. Los promedios anuales de salidas en IEC fueron

superiores a los de IED en más del 34 % en 1985-89, del 59 % en 1990-94 y del 52 %

en 1995-99. Y, de nuevo, la regionalización de los movimientos de IEC apunta a la

“igualdad actual de posiciones”, como indica la Tabla 5.

Tabla 5. Inversión Extranjera en Cartera (IEC) 1986-1999 (promedios anuales en millardos $)

1986-1990 1991-1994 1995-1999

16 R. Sánchez Tabarés y J. Martínez Peinado tienen en preparación la publicación de un estudio al respecto, y los datos sobre F&A proceden del mismo; G. Vidal ha publicado una investigación de estas operaciones para el caso de América Latina: Privatizaciones, fusiones y adquisiciones. Las grandes empresas en América Latina. Antrophos, Barcelona, 2001.

17

ENTRADAS TOTALES 172.3 338.9 730.1

EE.UU. 44.7 79.3 113.7

JAPÓN 26.9 36.8 104.5

EUROPA OCCIDENTAL* 100.7 222.9 511.9

SALIDAS TOTALES 182.7 292.2 878.4

EE.UU. 13.6 67.6 320

JAPÓN 85.9 61 81.4

EUROPA OCCIDENTAL* 83.1 163.6 477

Fte.: R. Sánchez Tabarés: Los movimientos transfronterizos de capital y el proceso internacional de concentración y centralización del capital. Mímeo. Cuadro 11 Resultados similares (o interpretables en la misma línea) obtendríamos del análisis

pormenorizado de las otras inversiones, con el añadido de que suponen aún mayores

volúmenes de flujos y stocks que en los casos de la IED y la IEC, como se desprende de

la Tabla 6. Los comportamientos son similares en EE.UU., Japón y Alemania, donde el

crecimiento de los stocks de activos salidas de IEC es muy superior al de los de pasivos

en estos veinte años (se han multiplicado por 39, 58 y 44, respectivamente, los activos,

y por 25, 20 y 28 los pasivos), siendo el caso contrario en el Reino Unido (se han

multiplicado por 28 los activos y por 55 los pasivos).

Por otra parte, cabe destacar cómo el rubro “otras inversiones” (que incluye

significativamente los créditos y préstamos bancarios) sobrepasan, en determinados

períodos, las operaciones bolsarias. Al respecto, cabría enfatizar que el crecimiento de

los mercados de derivados, en los que se habrían manejado promedios anuales de casi

doce billones de dólares en el período 1996-98, imprimen una de las características

esenciales al actual capitalismo global: la primacía de la circulación y valorización del

capital-dinero, que, más que ninguna otra forma del capital, representa la abstracción

del valor frente a cualquier concreción nacional.

Tabla 6. Stocks externos de Inversión en cartera y otras inversiones (millardos $)

Activos Pasivos 1980 1990 2000 1980 1990 2000

EE.UU. IEC 62,45 342,31 2406,5 175,54 929,27 4367,94 OI 306,17 1045,35 2187,14 242,25 989,71 2272,44 Japón IEC 21,44 595,84 1244,91 42,55 395,97 871,76 OI 92,88 980,89 1124,52 101,31 1122,7 928,97 Francia* IEC … 40,2 178,72 … 215,27 774,35 OI … 476,45 630,69 … 457,8 624,76

18

RUGB IEC 45,55 380,34 1280,33 28,15 364,69 1540,04 OI 394,41 1071,85 2128,76 416,51 1160,58 2514,73 Alemania* IEC 20,37 185,23 892,85 37,56 207,58 1070,67 OI 164,58 706,69 960,98 161,13 467,49 946,85 * Las cifras para el corresponden a 1999. Fte.: FMI: International Financial Statistics, 2002

Concluyendo: la “financiarización”, propia del capitalismo global, afecta por igual todas

las “potencias imperialistas”, y las empresas globales han establecido, a través de este

proceso, un entramado tan denso de concentración y centralización industrial y

financiera, de propiedad y de tecnología, que parece arriesgado, cuando menos,

cuestionar rotundamente la “igualdad de posiciones” que Bujarin exigía al

ultraimperialismo, o pensar que la competencia intermonopolista se traspasa a los

Estados. El capital financiero ya vive definitivamente en un mundo sin estados

nacionales. Y teniendo en cuenta que los flujos financieros tienen un estatus más

importante, en la globalización, que la circulación del capital-mercancía, hablar de

“bloques comerciales” es sólo una parte, y ya no la más importante, de la estructura de

economía mundial, sin contar con las estimaciones de que un tercio, al menos, del

comercio internacional es intrafirma (entre matrices y filiales) y otro 30 o 40 % tiene

lugar entre las principales empresas globales.

Algunas conclusiones

La diferencia fundamental entre la situación que abordaron los marxistas clásicos y la

actual es que, mientras que ellos destacaban la contradicción entre la mundialización y

el carácter nacional en la base económica, en la actualidad dicha contradicción es entre

la base económica mundializada y una superestructura todavía internacional. Ellos

pensaban en una fase superior y última del capitalismo como modo de producción

(puesto que la contradicción citada se daba en su seno), pero la perspectiva que se

presenta ahora al capitalismo global para su mantenimiento como modo de producción

hegemónico en el planeta es la construcción de una formación social capitalista mundial

en la que se estructuren orgánicamente nuevos mecanismos de regulación

superestructurales con la base económica ya mundializada (en los esencial). Dichos

nuevos mecanismos de regulación pueden adoptar un carácter ultraimperialista si son

elaborados y manejados por organizaciones globales supranacionales (empresas u

organismos y tratados) o bien un carácter superimperialista si es una sola potencia las

19

que los impone y maneja. Esta última opción nos parece a medio plazo imposible de

mantener, por la propia dimensión global de la base económica, en la que se ha

alcanzado cierta igualdad de posiciones entre las potencias del Centro, tal como exigía

Bujarin para que se diese el proyecto ultraimperialista. La hegemonía aplastante de

EE.UU., en este sentido, sólo deriva de su poder militar, pero su mantenimiento a medio

y largo plazo exigiría una hegemonía también económica que lo sustentase

internamente, cosa que no es el caso o al menos parece muy difícil. La transición del

sistema capitalista mundial de formaciones sociales a la formación social capitalista

mundial se presenta sumamente azarosa precisamente por este enfrentamiento

superimperialismo/ultraimperialismo, de consecuencias desconocidas pero, en el peor

de los casos, terribles, ya que sería volver al enfrentamiento político y militar, en última

instancia, entre las áreas económicas capitalistas (centrales, semiperiféricas y

periféricas) en su proceso de acomodo en la nueva formación social mundial.. Las

relaciones internacionales y las políticas de alianzas y de cooperación estarán marcadas,

en el inmediato futuro, por este escenario. Desde esta perspectiva, la nueva

concentración y centralización del poder sólo puede resistirse mediante la reivindicación

activa de la democracia, y contra la nueva polarización sólo cabe la batalla por un

mundo más policéntrico en el que no acabe de cuajar ni la marginación de miles de

millones de personas ni el gigantesco despilfarro en aparatos superestructurales,

mediáticos y militares que necesita el capitalismo global.

20

GRÁFICO 1 INVERSIÓN DIRECTA EXTRANJERA: STOCK DE ENTRADAS Y SALIDAS EN Y DESDE LAS POTENCIAS DEL CENTRO, 1980-2000

STOCK IED SALIDAS 1980

RUGB

ALEMANIA

FRANCIA

USA

JAPON

STOCK IED SALIDAS 1990

RUGB

ALEMANIA

FRANCIA

USA

JAPON

STOCK IED SALIDAS 2000

RUGB

ALEMANIA

FRANCIA

USA

JAPON

STOCK IED ENTRADAS 1980

RUGB

ALEMANIA

FRANCIA

USA

JAPON

21

STOCK IED ENTRADAS 1990

RUGB

ALEMANIA

FRANCIA

USA

JAPON

STOCK IED ENTRADAS 2000

RUGB

ALEMANIA

FRANCIA

USA

JAPON