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NOVIEMBRE 2017 Un trabajo conjunto de ARQUEOLOGÍA, PATRIMONIO E HISTORIA COMUNAL EN FINCA DE CHAÑARAL, DIEGO DE ALMAGRO EN BUSCA DEL PASADO: ARQUEOLOGÍA, PATRIMONIO E HISTORIA COMUNAL EN FINCA DE CHAÑARAL, DIEGO DE ALMAGRO EN BUSCA DEL PASADO:

ARQUEOLOGÍA, PATRIMONIO E HISTORIA COMUNAL EN …4.- Sitios Inkas (Periodo Tardio, 1400 - 1536 despues de Cristo).Debido a la mencionada riqueza del oasis de Finca de Chañaral, este

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N O V I E M B R E 2 0 1 7Un trabajo conjunto de

ARQUEOLOGÍA, PATRIMONIO E HISTORIA COMUNAL

EN FINCA DE CHAÑARAL,DIEGO DE ALMAGRO

E N B U S C A D E L P A S A D O :

ARQUEOLOGÍA, PATRIMONIO E HISTORIA COMUNAL

EN FINCA DE CHAÑARAL,DIEGO DE ALMAGRO

E N B U S C A D E L P A S A D O :

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El Municipio de Diego de Almagro -y en particular esta administración- ha tenido una permanente preocupación por contribuir al rescate de nuestra historia y raíces. Como “hijos de esta tierra” hemos aprendido que tras cada catástrofe se presentan nuevas oportunidades para levantarnos y seguir avanzando.

Cuando la devastación de los aluviones del año 2015 extendía un manto de destrucción y muerte sobre nuestra ciudad y poblados, en medio de los cerros quedaba al descubierto parte de nuestro tesoro histórico.

Una invitación a aprender de nuestro pasado que nos devolvió las fuerzas para ver una oportunidad allí donde todo parecía perdido.

Los hallazgos realizados en la Finca de Chañaral nos acercan a nuestra historia y nos invitan a compartir esta verdad que surge desde la tierra, como si se tratase de un renuevo que nos trae a la memoria frutos de ayer, que nos hablan de la riqueza de nuestra cultura; de aquellos que estuvieron antes que nosotros; que sintieron como propio este territorio, dejando en él lo mejor de sus vidas.

Este libro no sólo es un genuino esfuerzo de rescate patri-monial, también viene a pagar una deuda con tantos moradores del desierto que -con su tesón y esfuerzo- contribuyeron a que hoy estemos aquí.

Es una deuda que se paga con cada alumno, con cada hombre y mujer que recorrerá las páginas de este libro haciendo de nuestro pasado una historia viva, que nos recuerda una y otra vez de dónde venimos.

Antes de terminar, quisiera valorara el esfuerzo de todos quienes han hecho posible esta iniciativa. En primer lugar al equipo de Patrimonio Consultores que encabezó este rescate patrimonial. Gracias a su profesionalismo y compromiso con el territorio pudimos hacernos parte de este trozo de nuestra historia.

También mis agradecimientos a la Minera Gold Fields –y en particular a su Gerente General Max Combes y a la Superintendenta de Relaciones Comunitarias, Andrea Acuña Retamar– por tener la visión, iniciativa y entu-siasmo de plasmar el hallazgo en las páginas de este libro que ahora está en sus manos y que estoy cierto perpetua-rá en el tiempo este trazo de nuestro patrimonio.

Isaías Zavala TorresAlcalde

Municipalidad de Diego de Almagro

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Creemos en una minería responsable que busca conjugar el desarrollo de nuestros proyectos con un compromiso real y sostenible con las comunidades vecinas y el cuidado del medioambiente.

Es por ello que no dudamos en apoyar este proyecto que nos proponía sumarnos a un esfuerzo colectivo para hacer realidad el rescate del patrimonio arqueológico develado en la Finca de Chañaral por los aluviones del año 2015. Esta recuperación arqueológica invaluable ayudará a reconstruir la ocupación humana prehispánica del oasis de Finca de Chañaral.

La iniciativa presentada por Patrimonio Consultores y la Ilustre Municipalidad de Diego de Almagro, se correspon-de con el deber ético de poner en valor las raíces cultura-les del territorio para transformarla en parte de nuestra memoria colectiva.

Se trata de un esfuerzo conjunto entre profesionales inde-pendientes, la autoridad comunal y Gold Fields Chile, que no sólo recobra parte relevante de la historia del territorio, sino que además nos da la oportunidad de implementar un programa de educación patrimonial en los colegios de la comuna, en un esfuerzo por llevar más allá de las páginas de los libros y los museos parte de la historia de Diego de Almagro.

Max CombesGerente General

Proyecto Salares Norte – Gold Fields Chile

Cuando me invitaron a ser parte del proyecto Salares Norte, se me hicieron presente tantas ideas que durante los siete años en que viví en la comuna de Diego de Almagro, buscaban materializar iniciativas que tuvieran un impacto real en el desarrollo de la comuna. La más de las veces “la piedra de tope” fue la falta de recursos económicos o las puertas que se cerraban ante las buenas iniciativas.

Es por eso que hoy me encuentro doblemente orgullosa de poder formar parte del equipo que ha llevado adelante el rescate del patrimonio arqueológico de la Finca de Cha-ñaral.

No solo hemos podido recuperar esta evidencia relevante para reconstruir la historia prehispánica de nuestro territorio, sino que además podremos compartir este nuevo saber con los estudiantes de las escuelas de la comuna.

Quiero agradecer al Municipio de Diego de Almagro y a Patrimonio Consultores que nos hayan invitado a ser parte de este esfuerzo público y privado, que demuestra –una vez más– que cuando hay una voluntad real por hacerse parte del devenir de un territorio, es posible avanzar en todas aquellas ideas que devuelven a la comu-nidad y sus vecinos la voluntad de lograr un desarrollo sostenible con vocación de futuro, pero sin olvidar sus raíces.

Andrea Acuña RetamarSuperintendenta de Relaciones Comunitarias

Proyecto Salares Norte – Gold Fields Chile

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Presentación

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La búsqueda del pasado ha impulsado el trabajo de viajeros y especialistas que han desentrañado el desierto de Atacama desde fines del siglo XIX. La fascinación por entender cómo los seres humanos en el pasado conquistaron el desierto, se ha vuelto una interrogante que hasta el día de hoy constituye un desafío para la investigación y el conocimiento de las actuales comunidades, que han hecho suyo los rincones del desierto atacameño desde hace milenios.

De esta manera, y asumiendo una tarea ineludible, Minera Gold Fields Chile quiere contribuir al entendimiento del pasado humano, concretamente de la comuna de Diego de Almagro, donde se encuentra su faena productiva. El apoyo a la comprensión de la historia de la comuna se traduce en este texto que sintetiza el trabajo de rescate arqueológico de grandes vasijas de cerámica y su contexto encontradas en el oasis de Finca de Chañaral, las cuales fueron constatadas en primera instancia por Fidel Arancibia, gestor cultural de Inca de Oro. Este libro, que sintetiza el rescate efectuado, espera convertirse en una herramienta educativa y patrimonial, especialmente dirigida a los educandos de Diego de Almagro, Inca de Oro y El Salvador, representando un trabajo conjunto entre Minera Gold Fields, la Ilustre Municipalidad de Diego de Almagro y Patrimonio Consultores.

La recuperación del pasado comunal se enfocó en las labores de rescate de importantes contextos arqueológicos que quedaron al descubierto en forma accidental por los aluviones de 2015 en el oasis de Finca de Chañaral. Este oasis, el de mayores dimensiones entre San Pedro de Atacama por el norte y Copiapó por el sur, representó un punto obligado para la habitabilidad y el transitar humano por el desierto de Atacama desde antiguas épocas.

Por consiguiente, les invitamos a recorrer los pasos de hombres, mujeres y niños que hicieron suyo el desierto y dejaron sus huellas y vivencias en el oasis de Finca de Chañaral, muchos siglos antes que los primeros españoles llegaran en busca de oro y riquezas en el actual Chile y en el territorio de la hoy relevante comuna de Diego de Almagro.

Oasis en la actualidad.

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La arqueología y la reconstrucción de la vida del pasado

Para adentrarnos en tiempos donde no existía la escritura, ni tampoco se hablaba español, contamos actualmente con una ciencia social que nos permite conocer las formas de vida de distintas comunidades del pasado, ella es la arqueología (del griego archaios, viejo o antiguo y logía, estudio). No obstante, esta disciplina también indaga en épocas históricas.

Por medio del estudio de los variados restos materiales que dejaron los seres huma-nos, la arqueología puede reconstruir el diario vivir de los hombres, las mujeres y los niños del pasado. Estos testimonios son los utensilios, herramientas, objetos diver-sos, viviendas, sepulturas y otras expresiones que formaban parte de sus expresiones culturales.

Cada uno de ellos, se convierte en una fuente de conocimiento única para entender cómo fue posible la “domesticación” de ambientes tan extremos como el desierto de Atacama. De allí que podamos hablar de un verdadero diálogo entre naturaleza y cultura, entre medioambiente y vida humana.

Este encuentro fue configurando las características de una serie de grupos y culturas que transitaron desde el nomadismo, con un deambular constante, hasta comunida-des que ocuparon con mayor permanencia los oasis, aguadas y vegas de la comuna de Diego de Almagro. Este deambular regulado por rutas y caminos se intensificó desde aproximadamente 1000 años antes de Cristo, por medio de caravanas de llamas, cargadas con productos y objetos que recorrían las vías de comunicación del desierto.

En consecuencia, la arqueología posibilita aproximarnos a edades previas a la confor-mación del actual Chile, donde la diversidad cultural predominaba e imperaban los contactos e intercambios entre comunidades, y no solo de objetos, productos y mate-rias primas, sino también de ideas y costumbres. En esta dirección, la arqueología tiende un puente entre el desconocido pasado humano y el presente, pero a su vez, facilita identificar la continuidad de una historia que define, en este caso, las particu-laridades de la comuna de Diego de Almagro. Vista del oasis hacia el sureste.

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El oasis de Finca de Chañaral

Un oasis corresponde a un lugar donde es posible encontrar agua y vegetación en medio de espacios desérticos. En ellos también se concentran animales y poblaciones humanas que ocupan el agua para la subsistencia y los terrenos para instalar sus viviendas y desarrollar sus actividades cotidianas. Dependiendo de sus dimensiones, los oasis permiten prolongadas o intermitentes ocupaciones.

Tal es el caso del oasis de Finca de Chañaral. Se ubica a 32 km al sureste de la cuidad de Diego de Almagro y a 12 km al noreste del poblado de Inca de Oro, en la Quebrada de Chañaral Alto, perteneciente a la comuna de Diego de Almagro, provincia de Chañaral, en la III región de Atacama. Con aproximadamente 5 km de extensión en un eje norte-sur y 2 km de ancho en un eje este-oeste, comprende una quebrada acotada con un oasis con aguas surgentes, el de mayor tamaño del despoblado de Atacama, previo a Copiapó.

Desde la llegada de los españoles se poseen referencias sobre el oasis de Finca de Chañaral. En efecto, gracias al relato del cronista español Jerónimo de Vivar (1966 [1558]: 19), quien acompañó a Pedro de Valdivia, tenemos antecedentes de este lugar, donde los inkas “…tenían poblados…, y los que estaban en este valle registraban el tributo que por allí pasaba oro y turquesas”. Así queda patente en este relato la

3.- Sitios Copiapo (Periodo Intermedio Tardio, 1000 - 1400 despues de Cristo, aproximadamente). Se han registrado abundantes evidencias de esta cultura, espe-cíficamente a nivel de fragmentos cerámicos de platos con decoración negro sobre rojo, también conocida como Copiapó Negro sobre Rojo. Asimismo, se tiene constan-cia de la presencia de vasijas de gran tamaño con motivos lineales y geométricos, denominada Punta Brava. En la actualidad está en estudio la definición de las carac-terísticas de estas comunidades en el oasis, aunque se plantea que también llevaron a cabo pinturas en el oasis. Se cuenta con un fechado por Termoluminiscencia (TL) de un fragmento Copiapo del oasis que arrojó 950 años después de Cristo.

4.- Sitios Inkas (Periodo Tardio, 1400 - 1536 despues de Cristo). Debido a la mencionada riqueza del oasis de Finca de Chañaral, este distrito no escapó a la aten-ción de los inkas, los cuales controlaron el oasis por su importancia como punto de conexión y encuentro de varios caminos y rutas caravaneras desde antaño. Los inkas llegan al oasis y a la comuna de Diego de Almagro con sus aliados Diaguitas del valle del Elqui, por ello las evidencias arqueológicas en el distrito avalan la presencia de grupos Diaguita Inka. Habrían habilitado estructuras rectangulares de piedras y organizaron seguramente los espacios productivos del oasis, conectándolo con el Camino del Inka que unía San Pedro de Atacama con Copiapó. Los testimonios de este tiempo se observan en algunas pinturas, asentamientos y en numerosos fragmentos cerámicos con sus decoraciones distintivas. Existen algunos fechados absolutos de Carbono 14 y Termoluminiscencia (TL) que sitúan el accionar de los inkas en el oasis desde mediados del siglo 15.

Finca de Chañaral es un distrito arqueológico porque presenta variados y numerosos sitios arqueológicos. Esto obedece a la existencia de agua permanente, forraje para animales, avifauna y mamíferos, junto con terrazas naturales donde se ubicaron asentamientos y, probablemente, espacios de cultivos. Hasta ahora se ha determina-do la siguiente secuencia cultural prehispánica en el oasis:

1.- Sitios Molle (Periodo Alfarero Temprano, 200 antes de Cristo - 700 despues de Cristo, aproximadamente). Consisten en sitios habitacionales donde desarrolla-ban sus actividades diarias, encontrándose basurales con huesos de camélidos, conchas y otros. Uno de estos sitios Molle fue fechado por Carbono 14 en 340 años después de Cristo. Tal vez las comunidades Molle iniciaron las pinturas del distrito. Los sitios habitacionales serían caseríos compuestos de viviendas familiares cons-truidas con materiales del lugar como piedras (pircas), paredes de barro y paja, ocupada también en la confección de techos. Sus utensilios están refrendados por fragmentos cerámicos de sus vasijas, restos líticos de sus herramientas y armas (puntas de proyectil, cuchillos, raspadores, hojas de palas agrícolas, morteros y manos de moler, entre otros). Es factible proponer que los grupos Molle provenían en su mayoría del valle de Copiapó.

2.- Sitios Animas (Periodo Medio, 700 - 1000 despues de Cristo, aproximada-mente). Comprenden sitios habitacionales y posiblemente un cementerio de túmulos en la entrada sur del oasis. Las evidencias de las comunidades Ánimas se reconocen por fragmentos cerámicos con sus particulares diseños y decoraciones lineales y geométricas de sus platos. Al igual que los sitios Molle, existirían caseríos y se aprecian elementos culturales comunes, como restos líticos de sus herramientas y armas (pun-tas de proyectil, cuchillos, raspadores, palas agrícolas, morteros y manos de moler, entre otros). En el caso de las pinturas, los grupos Ánimas habrían dejado su impronta cultural, como lo demuestran sus temáticas, donde abundan los camélidos rojos y otros signos abstractos. La ocupación Ánimas de Finca de Chañaral es profusa y se vincula con sitios del valle de Copiapó y con la Mina Las Turquesas en El Salvador.

Por el momento, las ocupaciones prehispánicas del distrito responden a poblaciones agrícolas y alfareras, en una época donde las comunidades tenían pleno conocimiento de la agricultura, la alfarería y, posiblemente, del manejo de camélidos domesticados (llamas); esto último aún no comprobado arqueológicamente. Sin embargo, no hay que descartar la presencia de grupos de cazadores recolectores (8.000 - 1.000 antes de Cristo), al igual que de posteriores comunidades atacameñas nortinas. Otro aspec-to a considerar respecto a las agrupaciones prehispánicas del oasis, es la evidencia clara de objetos metálicos, fundamentalmente de cobre, ya que las faenas mineras no eran desconocidas para las poblaciones agrícolas y alfareras, desde los Molle en adelante, explotando no sólo minerales para fabricar herramientas y adornos, sino también trabajando minerales de cobre para elaborar abalorios como cuentas de collar, fundamentalmente de turquesa.

De acuerdo a lo presentado, el oasis de Finca de Chañaral constituyó un foco de atrac-ción por sus recursos y como espacio de comunicación de los caminos y las rutas de caravanas de llamas que recorrían el desierto desde San Pedro de Atacama por el norte hasta Copiapó por el sur, uniendo también la cordillera y la costa. Junto con ello, el distrito representó un significativo espacio donde las comunidades prehispánicas desa-rrollaron sus ceremonias y creencias, reflejadas tanto en las paredes y rocas con la realización de las pinturas, como en la implementación de sitios funerarios. Por lo mismo, la relevancia de Finca Chañaral es alta, pues no sólo permite conocer las activi-dades de distintos grupos, sino también posibilita acercarnos al entendimiento de la “domesticación humana del desierto” en el pasado prehispánico. De lo anterior se comprende la importancia de proteger, estudiar y dar a conocer la riqueza arqueológica y patrimonial del oasis, para proyectarla al futuro y a las nuevas generaciones.

Pintura de un camélido (Finca de Chañaral). Fragmento de aguja de hueso de animal(Finca de Chañaral).

Mapa de UbicaciónFinca de Chañaral

CALDERA

COPIAPÓ

INCADE ORO

PAIPOTE

FREIRINA

HUASCOVALLENAR

DOMEYKO

POTRERILLOS

Diego deAlmagro

EL SALVADOR

FINCA DECHAÑARAL

CHAÑARAL

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presencia indígena y el probable control de los inkas del oasis y, por consiguiente, de la ruta de mayor uso en tiempos previos a los españoles, el Camino del Inka. Con posterioridad, gracias a viajeros como Rodulfo A. Philippi, existen detalles sobre el oasis en 1860. Aunque solo en 1951, gracias a un artículo de Herbert Hornkohl, se hacen públicas las pinturas rupestres del lugar, pero someramente. Valga indicar que por arte rupestre se entienden las representaciones gráficas de figuras humanas, de animales y/o geométricas que fueron trazadas por personas en el pasado sobre rocas aisladas o paredes rocosas, cuevas, aleros o afloramientos rocosos. Entre las expresio-nes del arte rupestre en Chile encontramos los grabados, las pinturas y los geoglifos. En el oasis de Finca de Chañaral se han detectado por ahora solo pinturas rupestres, siendo objeto de estudios arqueológicos desde el año 2000 hasta el presente.

En distintos lugares del oasis, en ambos costados de la quebrada, hemos encontrado más de 200 superficies rocosas (o paneles) con pinturas preferentemente de color rojo, con motivos geométricos, abstractos, antropo y zoomorfos, como también otros indeterminados. Al parecer se utilizó óxido de hierro molido para realizar estas pinturas. Junto a estas evidencias rupestres, se han localizado en el oasis asenta-mientos (espacios de viviendas), cementerios de túmulos (montículos de tierra y piedras) y sepulturas aisladas. Además, se observan algunas construcciones de adobe y piedras de épocas históricas y recientes, dando cuenta de una ocupación humana continua desde tiempos prehistóricos hasta la actualidad.

3.- Sitios Copiapo (Periodo Intermedio Tardio, 1000 - 1400 despues de Cristo, aproximadamente). Se han registrado abundantes evidencias de esta cultura, espe-cíficamente a nivel de fragmentos cerámicos de platos con decoración negro sobre rojo, también conocida como Copiapó Negro sobre Rojo. Asimismo, se tiene constan-cia de la presencia de vasijas de gran tamaño con motivos lineales y geométricos, denominada Punta Brava. En la actualidad está en estudio la definición de las carac-terísticas de estas comunidades en el oasis, aunque se plantea que también llevaron a cabo pinturas en el oasis. Se cuenta con un fechado por Termoluminiscencia (TL) de un fragmento Copiapo del oasis que arrojó 950 años después de Cristo.

4.- Sitios Inkas (Periodo Tardio, 1400 - 1536 despues de Cristo). Debido a la mencionada riqueza del oasis de Finca de Chañaral, este distrito no escapó a la aten-ción de los inkas, los cuales controlaron el oasis por su importancia como punto de conexión y encuentro de varios caminos y rutas caravaneras desde antaño. Los inkas llegan al oasis y a la comuna de Diego de Almagro con sus aliados Diaguitas del valle del Elqui, por ello las evidencias arqueológicas en el distrito avalan la presencia de grupos Diaguita Inka. Habrían habilitado estructuras rectangulares de piedras y organizaron seguramente los espacios productivos del oasis, conectándolo con el Camino del Inka que unía San Pedro de Atacama con Copiapó. Los testimonios de este tiempo se observan en algunas pinturas, asentamientos y en numerosos fragmentos cerámicos con sus decoraciones distintivas. Existen algunos fechados absolutos de Carbono 14 y Termoluminiscencia (TL) que sitúan el accionar de los inkas en el oasis desde mediados del siglo 15.

La historia ocupacional del oasis de Finca de Chañaral

Finca de Chañaral es un distrito arqueológico porque presenta variados y numerosos sitios arqueológicos. Esto obedece a la existencia de agua permanente, forraje para animales, avifauna y mamíferos, junto con terrazas naturales donde se ubicaron asentamientos y, probablemente, espacios de cultivos. Hasta ahora se ha determina-do la siguiente secuencia cultural prehispánica en el oasis:

1.- Sitios Molle (Periodo Alfarero Temprano, 300 antes de Cristo - 700 despues de Cristo, aproximadamente). Consisten en sitios habitacionales donde desarrolla-ban sus actividades diarias, encontrándose basurales con huesos de camélidos, conchas y otros. Uno de estos sitios Molle fue fechado por Carbono 14 en 340 años después de Cristo. Tal vez las comunidades Molle iniciaron las pinturas del distrito. Los sitios habitacionales serían caseríos compuestos de viviendas familiares cons-truidas con materiales del lugar como piedras (pircas), paredes de barro y paja, ocupada también en la confección de techos. Sus utensilios están refrendados por fragmentos cerámicos de sus vasijas, restos líticos de sus herramientas y armas (puntas de proyectil, cuchillos, raspadores, hojas de palas agrícolas, morteros y manos de moler, entre otros). Es factible proponer que los grupos Molle provenían en su mayoría del valle de Copiapó.

2.- Sitios Animas (Periodo Medio, 700 - 1000 despues de Cristo, aproximada-mente). Comprenden sitios habitacionales y posiblemente un cementerio de túmulos en la entrada sur del oasis. Las evidencias de las comunidades Ánimas se reconocen por fragmentos cerámicos con sus particulares diseños y decoraciones lineales y geométricas de sus platos. Al igual que los sitios Molle, existirían caseríos y se aprecian elementos culturales comunes, como restos líticos de sus herramientas y armas (pun-tas de proyectil, cuchillos, raspadores, palas agrícolas, morteros y manos de moler, entre otros). En el caso de las pinturas, los grupos Ánimas habrían dejado su impronta cultural, como lo demuestran sus temáticas, donde abundan los camélidos rojos y otros signos abstractos. La ocupación Ánimas de Finca de Chañaral es profusa y se vincula con sitios del valle de Copiapó y con la Mina Las Turquesas en El Salvador.

Por el momento, las ocupaciones prehispánicas del distrito responden a poblaciones agrícolas y alfareras, en una época donde las comunidades tenían pleno conocimiento de la agricultura, la alfarería y, posiblemente, del manejo de camélidos domesticados (llamas); esto último aún no comprobado arqueológicamente. Sin embargo, no hay que descartar la presencia de grupos de cazadores recolectores (8.000 - 1.000 antes de Cristo), al igual que de posteriores comunidades atacameñas nortinas. Otro aspec-to a considerar respecto a las agrupaciones prehispánicas del oasis, es la evidencia clara de objetos metálicos, fundamentalmente de cobre, ya que las faenas mineras no eran desconocidas para las poblaciones agrícolas y alfareras, desde los Molle en adelante, explotando no sólo minerales para fabricar herramientas y adornos, sino también trabajando minerales de cobre para elaborar abalorios como cuentas de collar, fundamentalmente de turquesa.

De acuerdo a lo presentado, el oasis de Finca de Chañaral constituyó un foco de atrac-ción por sus recursos y como espacio de comunicación de los caminos y las rutas de caravanas de llamas que recorrían el desierto desde San Pedro de Atacama por el norte hasta Copiapó por el sur, uniendo también la cordillera y la costa. Junto con ello, el distrito representó un significativo espacio donde las comunidades prehispánicas desa-rrollaron sus ceremonias y creencias, reflejadas tanto en las paredes y rocas con la realización de las pinturas, como en la implementación de sitios funerarios. Por lo mismo, la relevancia de Finca Chañaral es alta, pues no sólo permite conocer las activi-dades de distintos grupos, sino también posibilita acercarnos al entendimiento de la “domesticación humana del desierto” en el pasado prehispánico. De lo anterior se comprende la importancia de proteger, estudiar y dar a conocer la riqueza arqueológica y patrimonial del oasis, para proyectarla al futuro y a las nuevas generaciones.

Finca de Chañaral (Dibujo de R. A. Philippi, 1860).

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3.- Sitios Copiapo (Periodo Intermedio Tardio, 1000 - 1400 despues de Cristo, aproximadamente). Se han registrado abundantes evidencias de esta cultura, espe-cíficamente a nivel de fragmentos cerámicos de platos con decoración negro sobre rojo, también conocida como Copiapó Negro sobre Rojo. Asimismo, se tiene constan-cia de la presencia de vasijas de gran tamaño con motivos lineales y geométricos, denominada Punta Brava. En la actualidad está en estudio la definición de las carac-terísticas de estas comunidades en el oasis, aunque se plantea que también llevaron a cabo pinturas en el oasis. Se cuenta con un fechado por Termoluminiscencia (TL) de un fragmento Copiapo del oasis que arrojó 950 años después de Cristo.

4.- Sitios Inkas (Periodo Tardio, 1400 - 1536 despues de Cristo). Debido a la mencionada riqueza del oasis de Finca de Chañaral, este distrito no escapó a la aten-ción de los inkas, los cuales controlaron el oasis por su importancia como punto de conexión y encuentro de varios caminos y rutas caravaneras desde antaño. Los inkas llegan al oasis y a la comuna de Diego de Almagro con sus aliados Diaguitas del valle del Elqui, por ello las evidencias arqueológicas en el distrito avalan la presencia de grupos Diaguita Inka. Habrían habilitado estructuras rectangulares de piedras y organizaron seguramente los espacios productivos del oasis, conectándolo con el Camino del Inka que unía San Pedro de Atacama con Copiapó. Los testimonios de este tiempo se observan en algunas pinturas, asentamientos y en numerosos fragmentos cerámicos con sus decoraciones distintivas. Existen algunos fechados absolutos de Carbono 14 y Termoluminiscencia (TL) que sitúan el accionar de los inkas en el oasis desde mediados del siglo 15.

Finca de Chañaral es un distrito arqueológico porque presenta variados y numerosos sitios arqueológicos. Esto obedece a la existencia de agua permanente, forraje para animales, avifauna y mamíferos, junto con terrazas naturales donde se ubicaron asentamientos y, probablemente, espacios de cultivos. Hasta ahora se ha determina-do la siguiente secuencia cultural prehispánica en el oasis:

1.- Sitios Molle (Periodo Alfarero Temprano, 200 antes de Cristo - 700 despues de Cristo, aproximadamente). Consisten en sitios habitacionales donde desarrolla-ban sus actividades diarias, encontrándose basurales con huesos de camélidos, conchas y otros. Uno de estos sitios Molle fue fechado por Carbono 14 en 340 años después de Cristo. Tal vez las comunidades Molle iniciaron las pinturas del distrito. Los sitios habitacionales serían caseríos compuestos de viviendas familiares cons-truidas con materiales del lugar como piedras (pircas), paredes de barro y paja, ocupada también en la confección de techos. Sus utensilios están refrendados por fragmentos cerámicos de sus vasijas, restos líticos de sus herramientas y armas (puntas de proyectil, cuchillos, raspadores, hojas de palas agrícolas, morteros y manos de moler, entre otros). Es factible proponer que los grupos Molle provenían en su mayoría del valle de Copiapó.

2.- Sitios Animas (Periodo Medio, 700 - 1000 despues de Cristo, aproximada-mente). Comprenden sitios habitacionales y posiblemente un cementerio de túmulos en la entrada sur del oasis. Las evidencias de las comunidades Ánimas se reconocen por fragmentos cerámicos con sus particulares diseños y decoraciones lineales y geométricas de sus platos. Al igual que los sitios Molle, existirían caseríos y se aprecian elementos culturales comunes, como restos líticos de sus herramientas y armas (pun-tas de proyectil, cuchillos, raspadores, palas agrícolas, morteros y manos de moler, entre otros). En el caso de las pinturas, los grupos Ánimas habrían dejado su impronta cultural, como lo demuestran sus temáticas, donde abundan los camélidos rojos y otros signos abstractos. La ocupación Ánimas de Finca de Chañaral es profusa y se vincula con sitios del valle de Copiapó y con la Mina Las Turquesas en El Salvador.

Por el momento, las ocupaciones prehispánicas del distrito responden a poblaciones agrícolas y alfareras, en una época donde las comunidades tenían pleno conocimiento de la agricultura, la alfarería y, posiblemente, del manejo de camélidos domesticados (llamas); esto último aún no comprobado arqueológicamente. Sin embargo, no hay que descartar la presencia de grupos de cazadores recolectores (8.000 - 1.000 antes de Cristo), al igual que de posteriores comunidades atacameñas nortinas. Otro aspec-to a considerar respecto a las agrupaciones prehispánicas del oasis, es la evidencia clara de objetos metálicos, fundamentalmente de cobre, ya que las faenas mineras no eran desconocidas para las poblaciones agrícolas y alfareras, desde los Molle en adelante, explotando no sólo minerales para fabricar herramientas y adornos, sino también trabajando minerales de cobre para elaborar abalorios como cuentas de collar, fundamentalmente de turquesa.

De acuerdo a lo presentado, el oasis de Finca de Chañaral constituyó un foco de atrac-ción por sus recursos y como espacio de comunicación de los caminos y las rutas de caravanas de llamas que recorrían el desierto desde San Pedro de Atacama por el norte hasta Copiapó por el sur, uniendo también la cordillera y la costa. Junto con ello, el distrito representó un significativo espacio donde las comunidades prehispánicas desa-rrollaron sus ceremonias y creencias, reflejadas tanto en las paredes y rocas con la realización de las pinturas, como en la implementación de sitios funerarios. Por lo mismo, la relevancia de Finca Chañaral es alta, pues no sólo permite conocer las activi-dades de distintos grupos, sino también posibilita acercarnos al entendimiento de la “domesticación humana del desierto” en el pasado prehispánico. De lo anterior se comprende la importancia de proteger, estudiar y dar a conocer la riqueza arqueológica y patrimonial del oasis, para proyectarla al futuro y a las nuevas generaciones.

Panel con pinturas, probablemente de tiempos Ánimas.

Fragmento de una piedra de moler. Hoja lítica de pala agrícola.

Estructura pircada de tiempos Ánimas Fragmentos cerámicos Punta Brava.

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3.- Sitios Copiapo (Periodo Intermedio Tardio, 1000 - 1400 despues de Cristo, aproximadamente). Se han registrado abundantes evidencias de esta cultura, espe-cíficamente a nivel de fragmentos cerámicos de platos con decoración negro sobre rojo, también conocida como Copiapó Negro sobre Rojo. Asimismo, se tiene constan-cia de la presencia de vasijas de gran tamaño con motivos lineales y geométricos, denominada Punta Brava. En la actualidad está en estudio la definición de las carac-terísticas de estas comunidades en el oasis, aunque se plantea que también llevaron a cabo pinturas en el oasis. Se cuenta con un fechado por Termoluminiscencia (TL) de un fragmento Copiapo del oasis que arrojó 950 años después de Cristo.

4.- Sitios Inkas (Periodo Tardio, 1400 - 1536 despues de Cristo). Debido a la mencionada riqueza del oasis de Finca de Chañaral, este distrito no escapó a la aten-ción de los inkas, los cuales controlaron el oasis por su importancia como punto de conexión y encuentro de varios caminos y rutas caravaneras desde antaño. Los inkas llegan al oasis y a la comuna de Diego de Almagro con sus aliados Diaguitas del valle del Elqui, por ello las evidencias arqueológicas en el distrito avalan la presencia de grupos Diaguita Inka. Habrían habilitado estructuras rectangulares de piedras y organizaron seguramente los espacios productivos del oasis, conectándolo con el Camino del Inka que unía San Pedro de Atacama con Copiapó. Los testimonios de este tiempo se observan en algunas pinturas, asentamientos y en numerosos fragmentos cerámicos con sus decoraciones distintivas. Existen algunos fechados absolutos de Carbono 14 y Termoluminiscencia (TL) que sitúan el accionar de los inkas en el oasis desde mediados del siglo 15.

Finca de Chañaral es un distrito arqueológico porque presenta variados y numerosos sitios arqueológicos. Esto obedece a la existencia de agua permanente, forraje para animales, avifauna y mamíferos, junto con terrazas naturales donde se ubicaron asentamientos y, probablemente, espacios de cultivos. Hasta ahora se ha determina-do la siguiente secuencia cultural prehispánica en el oasis:

1.- Sitios Molle (Periodo Alfarero Temprano, 200 antes de Cristo - 700 despues de Cristo, aproximadamente). Consisten en sitios habitacionales donde desarrolla-ban sus actividades diarias, encontrándose basurales con huesos de camélidos, conchas y otros. Uno de estos sitios Molle fue fechado por Carbono 14 en 340 años después de Cristo. Tal vez las comunidades Molle iniciaron las pinturas del distrito. Los sitios habitacionales serían caseríos compuestos de viviendas familiares cons-truidas con materiales del lugar como piedras (pircas), paredes de barro y paja, ocupada también en la confección de techos. Sus utensilios están refrendados por fragmentos cerámicos de sus vasijas, restos líticos de sus herramientas y armas (puntas de proyectil, cuchillos, raspadores, hojas de palas agrícolas, morteros y manos de moler, entre otros). Es factible proponer que los grupos Molle provenían en su mayoría del valle de Copiapó.

2.- Sitios Animas (Periodo Medio, 700 - 1000 despues de Cristo, aproximada-mente). Comprenden sitios habitacionales y posiblemente un cementerio de túmulos en la entrada sur del oasis. Las evidencias de las comunidades Ánimas se reconocen por fragmentos cerámicos con sus particulares diseños y decoraciones lineales y geométricas de sus platos. Al igual que los sitios Molle, existirían caseríos y se aprecian elementos culturales comunes, como restos líticos de sus herramientas y armas (pun-tas de proyectil, cuchillos, raspadores, palas agrícolas, morteros y manos de moler, entre otros). En el caso de las pinturas, los grupos Ánimas habrían dejado su impronta cultural, como lo demuestran sus temáticas, donde abundan los camélidos rojos y otros signos abstractos. La ocupación Ánimas de Finca de Chañaral es profusa y se vincula con sitios del valle de Copiapó y con la Mina Las Turquesas en El Salvador.

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Por el momento, las ocupaciones prehispánicas del distrito responden a poblaciones agrícolas y alfareras, en una época donde las comunidades tenían pleno conocimiento de la agricultura, la alfarería y, posiblemente, del manejo de camélidos domesticados (llamas); esto último aún no comprobado arqueológicamente. Sin embargo, no hay que descartar la presencia de grupos de cazadores recolectores (8.000 - 1.000 antes de Cristo), al igual que de posteriores comunidades atacameñas nortinas. Otro aspec-to a considerar respecto a las agrupaciones prehispánicas del oasis, es la evidencia clara de objetos metálicos, fundamentalmente de cobre, ya que las faenas mineras no eran desconocidas para las poblaciones agrícolas y alfareras, desde los Molle en adelante, explotando no sólo minerales para fabricar herramientas y adornos, sino también trabajando minerales de cobre para elaborar abalorios como cuentas de collar, fundamentalmente de turquesa.

De acuerdo a lo presentado, el oasis de Finca de Chañaral constituyó un foco de atrac-ción por sus recursos y como espacio de comunicación de los caminos y las rutas de caravanas de llamas que recorrían el desierto desde San Pedro de Atacama por el norte hasta Copiapó por el sur, uniendo también la cordillera y la costa. Junto con ello, el distrito representó un significativo espacio donde las comunidades prehispánicas desa-rrollaron sus ceremonias y creencias, reflejadas tanto en las paredes y rocas con la realización de las pinturas, como en la implementación de sitios funerarios. Por lo mismo, la relevancia de Finca Chañaral es alta, pues no sólo permite conocer las activi-dades de distintos grupos, sino también posibilita acercarnos al entendimiento de la “domesticación humana del desierto” en el pasado prehispánico. De lo anterior se comprende la importancia de proteger, estudiar y dar a conocer la riqueza arqueológica y patrimonial del oasis, para proyectarla al futuro y a las nuevas generaciones.

Pintura rupestre inka. Pintura roja y verde (¿cobre?), probablemente inka. Círculo y camélido, probablemente inka.

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Como se indicó, a causa del aluvión de 2015 quedaron al descubierto fortuitamente vasijas cerámicas de gran tamaño que no eran visibles a simple vista, con anteriori-dad a este episodio. Específicamente, hacia el extremo sur de Finca de Chañaral, inmediatos al camino secundario de acceso al oasis, quedaron expuestas cuatro vasijas de considerable tamaño. Nos referimos a objetos de grandes dimensiones porque eran observables las bocas de aquellas vasijas, que alcanzaban alrededor de 90 cm de diámetro.

De esta manera, y por la importancia arqueológica y patrimonial que representaban, existía la inquietud de llevar a cabo un rescate de estas vasijas por medio de procedimien-tos arqueológicos. Junto con ello, estaba presente el peligro inminente del expolio del cual podrían ser objeto por parte de saqueadores inescrupulosos, que en Chile y otros países andinos son conocidos como “huaqueros”, quienes destruyen los sitios antiguos o “huacas”, sustrayendo los “huacos” o vasijas, junto a otras piezas que generalmente venden en el marcado negro. Así restan información para el conocimiento de la historia local y, al mismo tiempo, desarrollan una actividad ilegal, dado que el patrimonio arqueo-lógico en nuestro país está protegido por la Ley de Monumentos Nacionales (N° 17.288).

Por consiguiente, era imprescindible realizar el rescate de las referidas vasijas, ya que hasta el presente eran desconocidas dentro de los estudios arqueológicos emprendidos en el oasis. Incidía también en este imperioso trabajo el hecho que en mayo de 2017 nuevamente el oasis y la comuna de Diego de Almagro sufrieron fuertes lluvias y aluviones acotados, afortunadamente sin la magnitud que tuvieron esos episodios en 2015. No obstante, al iniciar los trabajos arqueológicos de rescate, notamos que una de las cuatro vasijas había sido “huaqueada” y no se encontraba en el lugar del hallazgo, quedando solo la impronta y algunos fragmentos aislados, mientras que otra había sido cubierta por el desplazamiento de tierra y las lluvias de 2017. Esto significó que el trabajo de recuperación se centró solo en las dos vasijas restantes, que estaban adheri-das al sustrato, dificultando su expolio y destrucción. Estas dos vasijas estaban separa-das, pero se encontraban en un corte longitudinal del camino de acceso sur al oasis.

Rescate de vasijas prehispánicas de gran tamaño en Finca de

Chañaral

Luego de ser aprobadas las actividades por parte del Consejo de Monumentos Nacio-nes, el rescate se realizó en etapas programadas y sucesivas desde fines del año 2017 y luego en marzo de 2018. Participó un equipo de arqueólogos, una conservadora en materiales arqueológicos y ayudantes de campo. Los focos de trabajo fueron denomi-nados vasija 1 y vasija 2.

Las actividades arqueológicas de campo contemplaron la disposición de cuadrículas sobre las vasijas 1 y 2, con la finalidad de acceder a ellas y a sus contextos. Las cuadrí-culas son conformadas por lienzas y estacas que delimitan un espacio que permite documentar un rebaje sistemático desde la superficie hasta el piso estéril, determina-do por la inexistencia de restos arqueológicos. Este procedimiento nos ayudó a definir que las capas superiores, previas a la boca de las vasijas, presentaron diversos mate-riales, arrastrados por las aguas lluvias. Por medio de las excavaciones se recupera-ron variadas evidencias adyacentes a la vasija 1, siendo destacables: fragmentos cerá-micos de la Cultura Copiapó, restos líticos (mayoritariamente lascas generadas por el trabajo de confección de instrumentos de piedra), un perforador lítico, una punta de proyectil con aletas y pedúnculo, huesos de camélidos, entre otros.

En el interior de la vasija 1 no se detectaron restos arqueológicos, salvo el hallazgo de una cuchara confeccionada en hueso de animal, quizás de camélido. La vasija habría sido originalmente empotrada en una superficie preparada con este fin, puesto que su base es cónica. Al momento de ser retirada, se encontraba en mal estado de conservación, fragmentada y con un alto nivel de humedad; al igual que la vasija 2. Ambas piezas presentaban más de 50 cm de altura. La actual altura de ellas será definida luego del tratamiento de conservación y restauración al que serán sometidas. Por su parte, la vasija 2 tampoco entregó restos arqueológicos del interior, siendo minoritarios los elementos recuperados de su entorno inmediato.

Sin duda era importante el rescate de estos objetos, porque la información recabada permitirá por una parte reconstruir el papel que cumplieron estas vasijas de gran tamaño en el diario vivir de las comunidades prehispánicas, como también precisar las características ocupacionales y temporales de este sector del oasis de Finca de Chaña-ral. Estas vasijas de gran tamaño nos ofrecen la posibilidad de plantear que eran piezas no transportables, que habrían formando parte de sitios habitacionales. Al pare-cer sirvieron de contenedores o depósitos de alimentos o chicha, y sustentarían ocupa-ciones prehispánicas más estables en el oasis. No son ollas de gran tamaño, porque no se encontraron indicios de combustión bajo ellas, trozos de carbón o algún indicio de tizne en las paredes exteriores de las vasijas. Por lo mismo, toma fuerza la alternativa que estas piezas pudiesen ser depósitos, lo que será indagado por medio de los análisis de sus respectivos contenidos, siendo tomadas varias muestras de sus interiores.

Igualmente, será determinada la ubicación cronológica de las vasijas. Ya que no se cuenta con carbón o huesos de animales dentro o inmediatos a ellas, se realizarán fechados por Termoluminiscencia (TL), método que posibilita datar en forma absolu-ta y directa fragmentos cerámicos de estas piezas, siendo utilizados trozos aislados de las vasijas, que no son factibles de reincorporar por medio de la reconstrucción de estos objetos.

Por último, valga señalar que las vasijas recuperadas son testimonios concretos del pasado prehispánico y del patrimonio cultural de la comuna de Diego de Almagro y nos relatan aspectos de la vida cotidiana de las comunidades que ocuparon el oasis de Finca de Chañaral. Esta localidad puede considerarse un auténtico nodo, correspon-diente a un espacio de intersección de rutas, de alta convergencia social, comunicacio-nal y ocupacional, en la prehistoria del desierto meridional de Atacama. De esta forma, el rescate efectuado obtuvo fuentes de información irrepetibles sobre las carac-terísticas culturales de agrupaciones agrícolas y alfareras, para quienes el desierto representó un territorio recorrido, apropiado y altamente significativo.

Sector central de Finca de Chañaral.

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Como se indicó, a causa del aluvión de 2015 quedaron al descubierto fortuitamente vasijas cerámicas de gran tamaño que no eran visibles a simple vista, con anteriori-dad a este episodio. Específicamente, hacia el extremo sur de Finca de Chañaral, inmediatos al camino secundario de acceso al oasis, quedaron expuestas cuatro vasijas de considerable tamaño. Nos referimos a objetos de grandes dimensiones porque eran observables las bocas de aquellas vasijas, que alcanzaban alrededor de 90 cm de diámetro.

De esta manera, y por la importancia arqueológica y patrimonial que representaban, existía la inquietud de llevar a cabo un rescate de estas vasijas por medio de procedimien-tos arqueológicos. Junto con ello, estaba presente el peligro inminente del expolio del cual podrían ser objeto por parte de saqueadores inescrupulosos, que en Chile y otros países andinos son conocidos como “huaqueros”, quienes destruyen los sitios antiguos o “huacas”, sustrayendo los “huacos” o vasijas, junto a otras piezas que generalmente venden en el marcado negro. Así restan información para el conocimiento de la historia local y, al mismo tiempo, desarrollan una actividad ilegal, dado que el patrimonio arqueo-lógico en nuestro país está protegido por la Ley de Monumentos Nacionales (N° 17.288).

Por consiguiente, era imprescindible realizar el rescate de las referidas vasijas, ya que hasta el presente eran desconocidas dentro de los estudios arqueológicos emprendidos en el oasis. Incidía también en este imperioso trabajo el hecho que en mayo de 2017 nuevamente el oasis y la comuna de Diego de Almagro sufrieron fuertes lluvias y aluviones acotados, afortunadamente sin la magnitud que tuvieron esos episodios en 2015. No obstante, al iniciar los trabajos arqueológicos de rescate, notamos que una de las cuatro vasijas había sido “huaqueada” y no se encontraba en el lugar del hallazgo, quedando solo la impronta y algunos fragmentos aislados, mientras que otra había sido cubierta por el desplazamiento de tierra y las lluvias de 2017. Esto significó que el trabajo de recuperación se centró solo en las dos vasijas restantes, que estaban adheri-das al sustrato, dificultando su expolio y destrucción. Estas dos vasijas estaban separa-das, pero se encontraban en un corte longitudinal del camino de acceso sur al oasis.

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Luego de ser aprobadas las actividades por parte del Consejo de Monumentos Nacio-nes, el rescate se realizó en etapas programadas y sucesivas desde fines del año 2017 y luego en marzo de 2018. Participó un equipo de arqueólogos, una conservadora en materiales arqueológicos y ayudantes de campo. Los focos de trabajo fueron denomi-nados vasija 1 y vasija 2.

Las actividades arqueológicas de campo contemplaron la disposición de cuadrículas sobre las vasijas 1 y 2, con la finalidad de acceder a ellas y a sus contextos. Las cuadrí-culas son conformadas por lienzas y estacas que delimitan un espacio que permite documentar un rebaje sistemático desde la superficie hasta el piso estéril, determina-do por la inexistencia de restos arqueológicos. Este procedimiento nos ayudó a definir que las capas superiores, previas a la boca de las vasijas, presentaron diversos mate-riales, arrastrados por las aguas lluvias. Por medio de las excavaciones se recupera-ron variadas evidencias adyacentes a la vasija 1, siendo destacables: fragmentos cerá-micos de la Cultura Copiapó, restos líticos (mayoritariamente lascas generadas por el trabajo de confección de instrumentos de piedra), un perforador lítico, una punta de proyectil con aletas y pedúnculo, huesos de camélidos, entre otros.

En el interior de la vasija 1 no se detectaron restos arqueológicos, salvo el hallazgo de una cuchara confeccionada en hueso de animal, quizás de camélido. La vasija habría sido originalmente empotrada en una superficie preparada con este fin, puesto que su base es cónica. Al momento de ser retirada, se encontraba en mal estado de conservación, fragmentada y con un alto nivel de humedad; al igual que la vasija 2. Ambas piezas presentaban más de 50 cm de altura. La actual altura de ellas será definida luego del tratamiento de conservación y restauración al que serán sometidas. Por su parte, la vasija 2 tampoco entregó restos arqueológicos del interior, siendo minoritarios los elementos recuperados de su entorno inmediato.

Sin duda era importante el rescate de estos objetos, porque la información recabada permitirá por una parte reconstruir el papel que cumplieron estas vasijas de gran tamaño en el diario vivir de las comunidades prehispánicas, como también precisar las características ocupacionales y temporales de este sector del oasis de Finca de Chaña-ral. Estas vasijas de gran tamaño nos ofrecen la posibilidad de plantear que eran piezas no transportables, que habrían formando parte de sitios habitacionales. Al pare-cer sirvieron de contenedores o depósitos de alimentos o chicha, y sustentarían ocupa-ciones prehispánicas más estables en el oasis. No son ollas de gran tamaño, porque no se encontraron indicios de combustión bajo ellas, trozos de carbón o algún indicio de tizne en las paredes exteriores de las vasijas. Por lo mismo, toma fuerza la alternativa que estas piezas pudiesen ser depósitos, lo que será indagado por medio de los análisis de sus respectivos contenidos, siendo tomadas varias muestras de sus interiores.

Igualmente, será determinada la ubicación cronológica de las vasijas. Ya que no se cuenta con carbón o huesos de animales dentro o inmediatos a ellas, se realizarán fechados por Termoluminiscencia (TL), método que posibilita datar en forma absolu-ta y directa fragmentos cerámicos de estas piezas, siendo utilizados trozos aislados de las vasijas, que no son factibles de reincorporar por medio de la reconstrucción de estos objetos.

Por último, valga señalar que las vasijas recuperadas son testimonios concretos del pasado prehispánico y del patrimonio cultural de la comuna de Diego de Almagro y nos relatan aspectos de la vida cotidiana de las comunidades que ocuparon el oasis de Finca de Chañaral. Esta localidad puede considerarse un auténtico nodo, correspon-diente a un espacio de intersección de rutas, de alta convergencia social, comunicacio-nal y ocupacional, en la prehistoria del desierto meridional de Atacama. De esta forma, el rescate efectuado obtuvo fuentes de información irrepetibles sobre las carac-terísticas culturales de agrupaciones agrícolas y alfareras, para quienes el desierto representó un territorio recorrido, apropiado y altamente significativo.

Vasija 1, descubierta por aluviones (escala 50 cm). Vasija 2 totalmente expuesta.

Vasija 2. Vista de planta.

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Como se indicó, a causa del aluvión de 2015 quedaron al descubierto fortuitamente vasijas cerámicas de gran tamaño que no eran visibles a simple vista, con anteriori-dad a este episodio. Específicamente, hacia el extremo sur de Finca de Chañaral, inmediatos al camino secundario de acceso al oasis, quedaron expuestas cuatro vasijas de considerable tamaño. Nos referimos a objetos de grandes dimensiones porque eran observables las bocas de aquellas vasijas, que alcanzaban alrededor de 90 cm de diámetro.

De esta manera, y por la importancia arqueológica y patrimonial que representaban, existía la inquietud de llevar a cabo un rescate de estas vasijas por medio de procedimien-tos arqueológicos. Junto con ello, estaba presente el peligro inminente del expolio del cual podrían ser objeto por parte de saqueadores inescrupulosos, que en Chile y otros países andinos son conocidos como “huaqueros”, quienes destruyen los sitios antiguos o “huacas”, sustrayendo los “huacos” o vasijas, junto a otras piezas que generalmente venden en el marcado negro. Así restan información para el conocimiento de la historia local y, al mismo tiempo, desarrollan una actividad ilegal, dado que el patrimonio arqueo-lógico en nuestro país está protegido por la Ley de Monumentos Nacionales (N° 17.288).

Por consiguiente, era imprescindible realizar el rescate de las referidas vasijas, ya que hasta el presente eran desconocidas dentro de los estudios arqueológicos emprendidos en el oasis. Incidía también en este imperioso trabajo el hecho que en mayo de 2017 nuevamente el oasis y la comuna de Diego de Almagro sufrieron fuertes lluvias y aluviones acotados, afortunadamente sin la magnitud que tuvieron esos episodios en 2015. No obstante, al iniciar los trabajos arqueológicos de rescate, notamos que una de las cuatro vasijas había sido “huaqueada” y no se encontraba en el lugar del hallazgo, quedando solo la impronta y algunos fragmentos aislados, mientras que otra había sido cubierta por el desplazamiento de tierra y las lluvias de 2017. Esto significó que el trabajo de recuperación se centró solo en las dos vasijas restantes, que estaban adheri-das al sustrato, dificultando su expolio y destrucción. Estas dos vasijas estaban separa-das, pero se encontraban en un corte longitudinal del camino de acceso sur al oasis.

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Luego de ser aprobadas las actividades por parte del Consejo de Monumentos Nacio-nes, el rescate se realizó en etapas programadas y sucesivas desde fines del año 2017 y luego en marzo de 2018. Participó un equipo de arqueólogos, una conservadora en materiales arqueológicos y ayudantes de campo. Los focos de trabajo fueron denomi-nados vasija 1 y vasija 2.

Las actividades arqueológicas de campo contemplaron la disposición de cuadrículas sobre las vasijas 1 y 2, con la finalidad de acceder a ellas y a sus contextos. Las cuadrí-culas son conformadas por lienzas y estacas que delimitan un espacio que permite documentar un rebaje sistemático desde la superficie hasta el piso estéril, determina-do por la inexistencia de restos arqueológicos. Este procedimiento nos ayudó a definir que las capas superiores, previas a la boca de las vasijas, presentaron diversos mate-riales, arrastrados por las aguas lluvias. Por medio de las excavaciones se recupera-ron variadas evidencias adyacentes a la vasija 1, siendo destacables: fragmentos cerá-micos de la Cultura Copiapó, restos líticos (mayoritariamente lascas generadas por el trabajo de confección de instrumentos de piedra), un perforador lítico, una punta de proyectil con aletas y pedúnculo, huesos de camélidos, entre otros.

En el interior de la vasija 1 no se detectaron restos arqueológicos, salvo el hallazgo de una cuchara confeccionada en hueso de animal, quizás de camélido. La vasija habría sido originalmente empotrada en una superficie preparada con este fin, puesto que su base es cónica. Al momento de ser retirada, se encontraba en mal estado de conservación, fragmentada y con un alto nivel de humedad; al igual que la vasija 2. Ambas piezas presentaban más de 50 cm de altura. La actual altura de ellas será definida luego del tratamiento de conservación y restauración al que serán sometidas. Por su parte, la vasija 2 tampoco entregó restos arqueológicos del interior, siendo minoritarios los elementos recuperados de su entorno inmediato.

Sin duda era importante el rescate de estos objetos, porque la información recabada permitirá por una parte reconstruir el papel que cumplieron estas vasijas de gran tamaño en el diario vivir de las comunidades prehispánicas, como también precisar las características ocupacionales y temporales de este sector del oasis de Finca de Chaña-ral. Estas vasijas de gran tamaño nos ofrecen la posibilidad de plantear que eran piezas no transportables, que habrían formando parte de sitios habitacionales. Al pare-cer sirvieron de contenedores o depósitos de alimentos o chicha, y sustentarían ocupa-ciones prehispánicas más estables en el oasis. No son ollas de gran tamaño, porque no se encontraron indicios de combustión bajo ellas, trozos de carbón o algún indicio de tizne en las paredes exteriores de las vasijas. Por lo mismo, toma fuerza la alternativa que estas piezas pudiesen ser depósitos, lo que será indagado por medio de los análisis de sus respectivos contenidos, siendo tomadas varias muestras de sus interiores.

Igualmente, será determinada la ubicación cronológica de las vasijas. Ya que no se cuenta con carbón o huesos de animales dentro o inmediatos a ellas, se realizarán fechados por Termoluminiscencia (TL), método que posibilita datar en forma absolu-ta y directa fragmentos cerámicos de estas piezas, siendo utilizados trozos aislados de las vasijas, que no son factibles de reincorporar por medio de la reconstrucción de estos objetos.

Por último, valga señalar que las vasijas recuperadas son testimonios concretos del pasado prehispánico y del patrimonio cultural de la comuna de Diego de Almagro y nos relatan aspectos de la vida cotidiana de las comunidades que ocuparon el oasis de Finca de Chañaral. Esta localidad puede considerarse un auténtico nodo, correspon-diente a un espacio de intersección de rutas, de alta convergencia social, comunicacio-nal y ocupacional, en la prehistoria del desierto meridional de Atacama. De esta forma, el rescate efectuado obtuvo fuentes de información irrepetibles sobre las carac-terísticas culturales de agrupaciones agrícolas y alfareras, para quienes el desierto representó un territorio recorrido, apropiado y altamente significativo.

Labores de despeje de vasija 2.