Asalto y toma de Melipilla (4 de enero de 1817)

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    ASALTO Y TOMA DE MELIPILLA(4DE ENERO DE 1817)1

    [BORRADOR]

    por Ernesto Guajardo

    Calle de Melipilla, de Juan Francisco Gonzlez.En Viaje, nmero 328, febrero de 1961.

    PRELIMINARES

    El asalto a Melipilla suele considerarse en la bibliografa como el inicio de las acciones patriotasinsurgentes en el territorio nacional, durante el perodo de la Reconquista. Debido a ello, siempre hatenido cierta relevancia simblica, la cual tambin se ha transferido a la figura de Manuel Rodrguez o, almenos, a la manera en que se difunde su imagen como guerrillero. Esto se debe, creemos, a lo menos ados factores. El primero de ellos es que este hecho es considerado por muchos como la primeraaccin

    propiamente insurgente, en gran medida debido al desconocimiento de la realizacin de otras accionesprevias al mismo, o bien a la dificultad de poder categorizar a estas como propias de la insurgencia, estodebido a lo dispersas y menores de las mismas (como ocurre, por ejemplo, con los asaltos a los correosespaoles). A ello se agrega el hecho de no poder establecer con toda precisin el deslinde entre lasacciones realizadas efectivamente por la insurgencia, de aquellas que corresponden a expresiones de ladelincuencia rural de la poca. Por ltimo, la gran escasez de registro documental de todas estasactividades no hace sino incrementar de manera significativa la dificultad de tener un cuadro general delas acciones insurgentes durante este perodo. Sin embargo, s se puede sostener que el asalto deMelipilla, as como las otras acciones que le sucedieron asalto y toma de San Fernando, asalto deCuricresponden al plan estratgico desarrollado por el general Jos de San Martn. No es una accin

    1Este texto es parte de un trabajo en curso, correspondiente a la escritura del libro Manuel Rodrguez, el insurgente. Montoneras enChile (1814-1817). Este avance es un borrador, susceptible de ser modificado en futuras revisiones [al 29 de noviembre de2015].

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    diseada o planificada de manera independiente por Manuel Rodrguez, ni menos an desarrollada demanera fortuita2. Esto, por cierto, no disminuye la relevancia de la misma: es el primer asalto a unalocalidad, realizado en el territorio nacional ocupado por el ejrcito espaol. No se cuenta conconcentracin de fuerzas insurgentes, ni caballares ni armamento suficiente. A pesar de dichasdebilidades, Rodrguez es quien encabeza este asalto, quizs para instar con el ejemplo a la realizacinde las prximas acciones que se deban efectuar.

    Cmo era Melipilla en esa poca?En el Censo de 1813 se presenta un padrn de territorio, correspondiente al distrito de lapoblacin de la villa, as como de las chacras en la provincia de Melipilla3.

    Segn estos datos, los habitantes son 1.605 personas, de los cuales solo 4 son espaoleseuropeos (hombres, por aadidura) y 3 europeos extranjeros. El resto de la poblacin la componeneuropeos americanos, indios, mestizos, mulatos y negros.

    El cuadro de profesiones es interesante, ya que nos presenta datos como para apreciar demanera aproximada la composicin social y econmica de la poblacin4.

    PROFESIONES CANTIDAD

    Prrocos 1Clrigos 1Religiosos 3

    Religiosas -Hacendados y propietarios rsticos 18Labradores inquilinos 27

    Jornaleros 148Artesanos 1115Comerciantes 32Milicianos de caballera 153Seculares exceptos [sic] de la milicia por empleos o privilegios, capaces de tomar las armas 18Profesores literarios y estudiantes 1Peones y sirvientes de minas 5Criados libres 57Esclavos 26

    Los datos nos sugieren dos observaciones inmediatas. La primera de ellas dice relacin con el

    hecho de que claramente existe un predominio, en trminos cuantitativos, de los sectores populares enla villa de Melipilla, particularmente expresado en los jornaleros y artesanos. Eso podra justificaralgunas observaciones que se hacen respecto de un momento particular en la ocupacin de esta villa:cuando Rodrguez entrega parte del dinero del estanco al populacho de la villa, al decir de BarrosArana.

    La segunda implica destacar el porcentaje significativo de la poblacin que se encuentravinculado a la milicia, el 25% de un total de 601 individuos. Es ms, a esos 153 milicianos de caballerase le podran sumar los 18 seculares exentos de la milicia, y esto solo si se considera a aquellos sujetos

    2 O al menos, no en el sentido que lo plantea, por ejemplo, Ricardo Latcham: Rodrguez, en los comienzos de 1817, seaproxima a Santiago. Comprende, con criterio muy acertado, que la guerra debe ser llevada hasta las puertas de la capital. ()Con ojo de experto psiclogo piensa dar un golpe contra Melipilla. Ricardo Latcham,Manuel Rodrguez. El guerrillero, Santiago,Editorial Nascimento, 1932, p. 159.3 Censo de 1813: levantado por don Juan Egaa, de orden de la Junta de Gobierno formada por los seores Prez, Infante y Eyzaguirre;introduccin de Ral Silva Castro, Santiago, Imprenta Chile, 1953, 372 p.4El informe referido a la provincia de Melipilla fue preparado por Bartolom Ugalde de la Cotera, tercer vocal de la JuntaSuprema Gubernativa del Reino, comisionado de distrito, asignado a la Cabecera N 1. Decimos que los datos que arroja estecenso son aproximados ya que, como lo seala el propio Ugalde en un informe fechado en Melipilla el 26 de julio de 1813: Apesar del esmero y vigilancia con que se ha procedido, estoy persuadido que cerca de tres mil personas se han ocultado, sinembargo de la advertencia que se les haca de que esto se practicaba para saber el nmero de habitantes de cada partido delReino, porque las ms gentes discurran que era para otros objetos, Censo de 1813, ob. cit., p. 244.5 Los artesanos, a su vez, se desglosan en los siguientes oficios (estos datos incluyen tanto a maestros como oficiales):carpinteros, 24; carreteros, 10; zapateros, 32; plateros, 5; herreros, 6; sombrereros, 4; sastres, 7; albailes, 8; tejeros, 5;adoberos, 9; barbero, 1.

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    vinculados con el ejercicio de las armas de manera regular o formal. Por cierto, esto no quiere decir enabsoluto que sean los nicos que estn en condiciones de participar en acciones armadas o militares (lapropia composicin de las montoneras, como veremos, aunque espordica, da cuenta de ello).

    En lo que dice relacin a la actividad poltica desarrollada en los inicios del procesoindependentista, en la villa de Melipilla destacaron por su participacin el agricultor Francisco de VargaSoloaza; el cura Jos Antonio Briceo; Jos Fuenzalida, diputado en el Primer Congreso Nacional

    representando a Melipilla, y Juan Egaa6. Al respecto, Hernn Bustos seala la siguiente acotacin:

    Es menester y de justicia sealar que hubo muchos melipillanos modestos que,condenados al anonimato por su humilde origen, hasta entregando sus vidas contribuyeron a laliberacin de Chile, participando en los ejrcitos de Carrera, OHiggins y Rodrguez7.

    Durante la Reconquista, como veremos ms adelante, algunos connotados patriotas fueronconfinados en el partido de Melipilla.

    Ahora bien, estos antecedentes no implican que existiera en Melipilla y sus alrededores unainclinacin hacia uno u otro bando. De hecho, en esta zona, al igual que en el resto del pas, loshabitantes se haban dividido en dos bandos, como suele ocurrir en toda guerra civil.

    Veamos cmo se desarroll el asalto a Melipilla.

    CONSTITUCIN DE UNA MONTONERA Y OCUPACIN DE UNA VILLA

    Barros Arana ofrece un relato bastante completo de esta accin, a pesar de los naturales vacosde informacin con los cuales se encontr. Seguiremos la descripcin de los hechos que realiza en suHistoria general de Chile, as como en su Historia general de la independencia de Chile.

    Sostiene este historiador que Rodrguez se haba aproximado a Santiago, recorriendo loscampos vecinos a la ribera sur del ro Maipo. Su objetivo es preparar el asalto a Melipilla, el cual serealizar el marco de un plan concertado con los guerrilleros de Colchagua. Le acompaa solo unhombre, un antiguo soldado que le serva de asistente, cuyo nombre nunca se pudo averiguar. A ellosse suman dos personas ms, Ramn Paso y un tal Galleguillos, campesinos de la isla de Maipo 8. Loscuatro cruzan, la noche del 2 de enero de 18179, el vado de Naltahua. Permanecen todo el da siguiente

    ocultos en el casero denominado Lo Chacn, una legua al poniente de la aldea de San Francisco delMonte. All se les une Jos Guzmn, pequeo propietario en ese lugar, hombre de condicinmodesta, pero de corazn elevado, y muy conocedor de toda esa comarca 10. Acota Barros Arana que

    6Roberto Hernndez, Melipilla y algunos datos histricos sobre sus tradiciones regionales, en Antologa de Melipilla; selecciny prlogo de Carlos Ruiz-Tagle, Santiago, Municipalidad de Melipilla, 1982, p. 49. Esta informacin es recogida bajo el ttulode Principales patriotas que contribuyeron a la instalacin de la Junta Gubernativa, incluido en el tomo XVIII de la Coleccinde historiadores y documentos relativos a la independencia de Chile, p. 352.7 Hernn Bustos Valdivia, Historia de Melipilla, Melipilla, I. Municipalidad de Melipilla, 2007-2008, 39 fascculos. Vase, enparticular, el fascculo 9: La villa aletargada: Melipilla, 1811 -1839, publicado por el diario El Labrador, el 28 de octubre de2007, p. 3. Por cierto, es muy discutible el sugerir la existencia de un ejrcito, de Manuel Rodrguez; creemos que el autorpretenda referirse al cuerpo de caballera Hsares de la Muerte.8Diego Barros Arana, Historia general de Chile, Santiago, Editorial Universitaria, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana,2001, tomo X, p. 341, nota 7. Manuel G. Balbontn seala que el nombre de Galleguillos es Lorenzo, aun cuando no indicafuentes ni aparece mencionado de esa manera en otras fuentes. Manuel G. Balbontn,Epopeya de los hsares, p. 76.9Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., p. 341. En otro lugar, el propio Barros Arana seala que esto ocurre lanoche del da 3. Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 362.10Latcham lo menciona como Jos Antonio Guzmn y acota que es amigo de Rodrguez. Al mismo tiempo, seala que losotros acompaantesque cifra errneamente en cincoson rastreadores imponderables. Ricardo Latcham, ob. cit., p. 160.Por su parte, Gustavo Opazo Maturana, indica que Guzmn habra sido tambin uno de los correos patriotas que mantenan lacomunicacin con Mendoza. Refrenda su afirmacin citando una nota de San Martn, escrita en octubre de 1816, en la cualdice: No me detenga un solo momento a Guzmn, pues no tengo persona segura con quien escribirle. Gustavo OpazoMaturana, Manuel Rodrguez (III), en Ernesto Guajardo, Manuel Rodrguez: historia y leyenda, Santiago, RiL editores, 2010, p.155. Es muy discutible esta afirmacin de Opazo Maturana, a lo que se agrega que su descripcin de los momentospreliminares al asalto de Melipilla se distancia de manera significativa del relato de Barros Arana, con lo cual por ciertono

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    en 1855 l recogi informacin en esos mismos lugares, a partir de lo cual afirma que el armamento queportaban los cinco hombres eran el siguiente: Rodrguez dos pares de pistolas, un sable y una daga; suasistente, sable y tercerola; Paso un par de pistolas; Guzmn y Galleguillos slo sus sables11.

    Desde la madrugada del sbado 4 de enero, Rodrguez se situ cerca de las casas de lahacienda del Paico; y sus compaeros colocados en el camino que conduce a Melipilla, detenan a

    los transentes que venan de ese lado, hacindolos volver atrs para que no pudiesen llevar avisoalguno a Santiago, e invitando a los ms animosos a acompaarlos en una correra que haba deprocurarles entretenimiento y provecho12.

    De este modo, aprovechando que, con motivo de la celebracin de las pascuas festividadesque se realizaban entre el 25 de diciembre y el 6 de enero, se suspendan todos los trabajos agrcolas yen los caminos se incrementaba el trnsito de los campesinos de las diversas haciendas, los insurgenteslograron reunir algunas decenas de hombres; en su marcha a Melipilla llegaron a completar cerca deochenta hombres regularmente montados, seala Barros Arana13.

    Por su parte, los hermanos Amuntegui sealan que Rodrguez sali de su esconditeacompaado nicamente de unos cuantos de sus parciales, i se diriji a aquella villa con tantatranquilidad, como si fuera el jefe de un destacamento realista14. Barros Arana indica que el grupomarcha hacia Melipilla, por el camino pblico que en aquella parte era bastante poblado15. Por su

    parte, Gustavo Opazo Maturana sostiene que los cinco insurgentes se aproximaron a pie a Melipilla,por diversos caminos, para confluir recin afueras de la villa, una versin que, claramente, es inexacta.En efecto, de haber sido efectiva esta aseveracin, el reclutamiento de campesinos y su posterior

    pretendemos afirmar que el relato de Barros Arana sea absolutamente fidedigno pero, al menos, parece ser el ms completo.En su Historia general de la independencia de Chile, Barros Arana indica que Guzmn era un conocido de Rodrguez de pobrecondicion i de poco prestijio, una caracterizacin que tambin parece desmentir la afirmacin de Opazo Maturana. Porltimo, Ren Len Echaiz, en una versin novelada de estos hechos, pero tributaria en gran medida del relato de Diego Barros

    Arana, intenta sugerir que Jos Antonio Guzmn podra haber sido una identidad falsa, para encubrir en realidad a Jos MiguelNeira. Ren Len Echaiz, El bandido Neira, Santiago, Editorial Orbe, 1965, p. 98. Esta misma hiptesis la sostiene Carlos

    viles Jimnez, sin aportar nuevos antecedentes al respecto: Rodrguez en el trayecto a Melipilla, se uni al misterioso JosAntonio Guzmn, que muchos sostienen que era el bandido Neira; Este misterioso Guzmn, desaparece y muchos testigosaseguran que su parecido con Neira era extraordinario. Vase Carlos viles Jimnez, El coronel Rodrguez asalta Melipilla,en suMelipilla entre la historia y la leyenda, Santiago, Eds. Nueva Lnea, 1986, pp. 32; 34. En esta misma obra, el autor presenta lacrnica titulada Neira o Guzmn?, que es un texto novelado, tributario de la hiptesis de Echaiz, as como de los datos queentrega Diego Barros Arana. En esta ficcin, luego de que Guzmn es liberado: A pocas cuadras del presidio, dice la leyenda, que el misterioso Jos Antonio Guzmn se reuni con un futre plido y espigado, el que segn algunos era el mismsimoManuel Rodrguez. Los dos se perdieron cabalgando por el camino real que conduca a San Fernando y de ellos, solo quedo unplido recuerdo, p. 41. Agrega: Slo nos queda una pregunta Fue Neira el que estuvo en Melipilla? Lo que podemosasegurar es que, en Lo Chacn nunca existi nadie llamado Jos Antonio Guzmn!, p. 42. Por cierto, el autor no presentaninguna prueba para respaldar esto. Por ltimo, llama la atencin que un historiador como Leonardo Len suscriba tambinesta hiptesis, cuando no parece existir prueba documental que pueda sostener esta aseveracin: El asalto realizado por Jos M. Neira y Manuel Rodrguez contra la pequea villa de Melipilla, situada a pocos kilmetros de la estancia de los Carrera enEl Monte, puso en alerta a las autoridades, Leonardo Len,Ni patriotas ni realistas. El bajo pueblo durante la Independencia de Chile.1810-1822, Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2011, p. 376. (Coleccin Sociedad y Cultura, LII).11Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 341; tambin nota nmero 7 en la misma pgina.12Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 341. En su Historia general de la independencia de Chile, Barros

    Arana describe esta forma de reclutamientoen los siguientes trminos: Empleando mil maas, Rodriguez agregaba a su squito,por grado o por fuerza, a todos los hombres que encontraba en el camino. Armbalos con chuzos i picanas, i a algunos lesreparti los pocos cuchillos que pudo encontrar en los bodegones i en los ranchos del trnsito, p. 363. Lo mismo indica en suHistoria general de Chile: a falta de lanzas y de espadas, estos [los campesinos] se armaban de chu zos y picanas, o de cuchillosordinarios tomados en las ventas o habitaciones del camino, p. 341. 13Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 341. Al respecto, los hermanos Amuntegui afirman que lamontonera alcanzaba la cantidad de 200 hombres, algo que parece muy inverosmil. Miguel Luis Amuntegui, Gregorio Vctor

    Amuntegui, La reconquista espaola. Memoria presentada a la Universidad de Chile en cumplimiento del articulo 28 de la lei de 19 denoviembre de 1842, Santiago, Imprenta, Litografia i Encuadernacin Barcelona, 1912, p. 414.14 Miguel Luis Amuntegui, Gregorio Vctor Amuntegui, ob. cit., loc. cit. Por cierto, los autores erran, al sealar que laocupacin del pueblo se realiza el 4 de enero de 1817.15Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, p. 363.

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    agrupamiento en forma de montonera no podra haberse realizado, o bien, habra sido una tareaexclusivamente desarrollada por Rodrguez.

    Ahora bien, Barros Arana seala como hemos vistoque los insurgentes comenzaron en lamadrugada del 4 de enero a reclutara los campesinos que se desplazaban por el camino. Si es efectivoque la montonera as constituida lleg a Melipilla a las nueve de la maana, es factible pensar que eldesplazamiento y reclutamiento de campesinos fue una actividad que se realiz en plena oscuridad.

    Cmo pudo realizarse esta actividad sin que fuese detectada por los espaoles? A eso se referirn loshermanos Amuntegui cuando se refieren a la tranquilidad con la cual se desplazaron los insurgenteshacia Melipilla? Es factible pensar que el camino que conectaba Melipilla con Santiago no tenavigilancia regular por parte de los espaoles? Pareciera que la hora escogida para realizar la organizaciny desplazamiento de la montonera responde en gran medida estas preguntas.

    Dada la descripcin que se encuentra en la bibliografa consultada, pareciera que lo msprobable es que los insurgentes avanzaban lentamente hacia Melipilla, a medida que incrementaban elnmero de la montonera que iban formando y armando en el camino. Por cierto, junto con ello, esrazonable pensar que el inicio de su desplazamiento debe haberse dado cuando ya haban lograr reuniruna cantidad significativa de hombres en El Paico, al menos, como para poder enfrentar un posibleencuentro con fuerzas realistas.

    Desde El Paico hasta Melipilla existe una distancia de 21 kilmetros, pero la demora en el

    trayecto solo podra justificarse por el carcter del proceso de constitucin de la montonera, esto es, losinsurgentes deban convencer o forzar a cada uno de los campesinos que se encontraban en el camino aque se sumasen al asalto de Melipilla. Junto con ello, segn se deduce de lo sealado por Barros Arana ylos hermanos Amuntegui, la obtencin del armamento, por muy rudimentario que fuera, tambin debehaber requerido algo de tiempo, por lo menos el que implica acercarse a cada rancho o bodegnubicado a la vera del camino, para solicitar o requisar en l las armas, o los utensilios domsticos quepodran utilizarse como tales.

    Sea como fuese, la organizacin de la montonera ser un hecho, y no deja de ser significativoque solo cinco insurgentes logren incrementar su fuerza hasta casi los cien hombres;independientemente del tiempo que haya tomado esta etapa de la operacin, ella habla de cierto poderde convencimiento por parte de los patriotas (la coaccin es discutible, sobre todo en los momentosfinales de constitucin de la montonera: ochenta hombres podran con facilidad reducir o abandonar aal reducido grupo de insurgentes, si hubiese existido alguna desavenencia de importancia).

    Rumbo a Melipilla, este grupo se encuentra con un espaol apellidado Damin, que viaja aSantiago junto a su familia en una carreta. Es retenido, y su equipaje es saqueado. Adems, se le obliga aretornar a la villa, junto con los montoneros, a fines de evitar que pudiera informar a alguien sobre loque estaba ocurriendo.

    A las nueve de la maana del 4 de enero de 1817, los insurgentes y sus acompaantes llegan aMelipilla. A pesar de la evidente improvisacin en la conformacin de la montonera, la sorpresa escompleta en el pueblo. A ello se agrega el hecho de que en la localidad no existen tropas que puedanresistir el asalto16.

    El ingreso a Melipilla se hace en medio de un gran bullicio y de gritos a favor de la patria y encontra de los espaoles. Segn Barros Arana, esta algazara infunda terror a las gentes en el primermomento, pero que luego fue secundada por el populacho de la villa17.

    Una de las primeras acciones que realiza Rodrguez en Melipilla es apresar a su principal

    autoridad, el subdelegado del partido, Julin Ycora, hombre bueno y pacfico que era estimado por el16 Manuel G. Balbontn entrega una versin muy inexacta de este hecho, indicando que los insurgentes encontraron a losespaoles completamente desprevenidos (y) pusieron en fuga a la guarnicin de la ciudad. No es su nico error, tambinsostiene que los insurgentes abandonaron el pueblo por tener noticias que una fuerza enemiga, al mando del comandante

    Joaqun Magallar y del teniente Antonio Carrero, vena a combatirlos con treinta Dragones, Manuel G. Balbontn,Epopeya delos hsares, ob. cit., p. 76.Hernn Bustos Valdivia tambin reitera el error de sealar que en Melipilla, al momento de este asalto, se encontraba unafuerza militar espaola. Segn l, ante esta accin existi la incapacidad de reaccin de un contingente realista poderoso,algodel todo errado. Hernn Bustos Valdivia, ob. cit., p. 3.17Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 341.

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    vecindario, precisa Barros Arana18. A l le oblig entregar los dineros reunidos para responder alemprstito forzoso impuesto por Marc del Pont. En el caso de Melipilla, este emprstito debera llegara los cinco mil pesos, sin embargo, solo se haban recaudado cerca de dos mil 19. Estos caudales fueronsacados a la plaza y all Rodrguez los reparti, privilegiando a quienes se haban sumado a su bandodesde los inicios, esto es, los cuatro insurgentes que lo acompaaban y arrojando luego puados dedinero a la muchedumbre.

    No se necesita decirse cuan grande fu el entusiasmo con que aquellas jentes seapresuraban a ocurrir a tan halageo llamado. Para todos fu aquel un dia de felicidad i de alegria:la causa de los patriotas encontr parciales aun entre aquellos hombres que vivian contentos con elestado de cosas existente. Cuntase que cuando se habia acabado el dinero, se acerc a Rodriguezun sastre del pueblo gritando los mas estrepitosos vivas, i que no teniendo otra cosa con querecompensarlo, le di un mechero de plata de su propio uso20.

    Mientras tanto, Rodrguez se rene con algunos patriotas que se encontraban en Melipilla,como Jos Santiago Aldunate y Mercedes Rojas y Salas, quien resida en esta villa por orden delgobierno, que le haba mandado salir de Santiago21. Es en casa de esta ltima en donde almuerzaRodrguez.

    18Tanto Latcham como Opazo Maturana indican que a Ycora se le hace amarrar; a un rbol de la plaza, incluso, precisaOpazo Maturana. Sin embargo, Barros Arana no seala nada al respecto. Considerando el carcter de la accin, y laconsideracin que tendra esta autoridad en el vecindario, tal medida parece no solo desproporcionada, sino que ademsinnecesaria. Barros Arana seala que, una vez llegada la montonera y los insurgentes a la plaza de Melipilla Rodriguez sesepar aqu de los suyos, i, seguido de su asistente, se diriji a casa del subdelegado, don Julian Ycora, vecino mui querido delos habitantes por su buen corazon, con quien tuvo una corta conferencia. Tomando un tono solemne y amenazador, elcaudillo insurjente le anunci que lo haria fusilar al cabo de tres horas sino le entregaba las cantidades colectadas en aquelpartido para completar el emprstito forzoso mandado levantar por Marc. En vista de la actitud enrjica i decidida que habiaasumido Rodriguez, Ycora, que ya lo conocia de nombre i reputacion, no se atrevi a negarse a sus exigencias. Diego Barros

    Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 364. Por otro lado, el mismo Barros Arana en su Historia general deChile indica que, cediendo a las solicitudes de patriotas de este distrito, con quienes conferenciaba, dej en libertad alsubdelegado Ycora, de lo cual se desprende que s se haba tomado algn tipo de medida coercitiva en contra de estaautoridad.19Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 342. Esta cifra es la que habitualmente se menciona en labibliografa consultada. Sin embargo, Gustavo Opazo Maturana indica que el monto alcanzaba los 1.044 pesos, aunque nopresenta una fuente para sostener tal afirmacin. Por otra parte, Antonio Ondarza sostiene que lo recaudado alcanzaba a los3.000 pesos. Antonio Ondarza O., Manuel Rodrguez: el caudillo popular, Santiago, Ediciones Arcos, 1966, p. 42. Lo mismosealan Marco Illanes y Marcela Gutirrez, Grandes hroes de Chile, Santiago, Editorial Ercilla, 2009, tomo 3 [ManuelRodrguez], p. 30.20Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 365.21Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 342, nota 8. Mercedes Rojas era hija de Jos Antonio deRojas, quien haba fallecido en Valparaso, luego de ser trasladado, enfermo, desde la isla de Juan Fernndez.

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    Jos Santiago Aldunate Toro.

    JOS SANTIAGOALDUNATETORO:UN INTEGRANTE DEL SERVICIO DE INFORMACIONES DE SAN MARTN

    La presencia de Jos Santiago Aldunate en Melipilla es un hecho que puede ser profundizadoun poco y que, adems, sugiere ms de alguna interrogante.

    Ya hemos dicho que una de las mayores dificultades al intentar reconstruir de manerapormenorizada las actividades insurgentes realizadas por los patriotas durante el perodo de laReconquista es la ausencia de registros, de documentacin que permitiese obtener la informacinnecesaria para poder tener la certeza de cmo ocurrieron determinados hechos.

    Dado el carcter de dichas actividades y las condiciones en que estas se realizaban, es muydifcil describir algunos de estos momentos con absoluta certeza documental. Por el contrario, algunosdetalles de esta historia siempre permanecern del todo desconocidos; en otros casos se podrnrecomponer algunos fragmentos y, por ltimo, en ocasiones, la reconstruccin de los hechos deberapoyarse en interrogantes, ms que en respuestas.

    Es el caso, por ejemplo, del encuentro entre Manuel Rodrguez y Jos Santiago Aldunate Toroen la villa de Melipilla.

    Qu haca Aldunate en Melipilla? Se encontraba confinado, relegado, all? Estaba en dicholugar en su calidad de integrante del servicio de informaciones del general Jos de San Martn? Tenaalgn tipo de coordinacin o comunicacin con Rodrguez? Qu ocurri con Aldunate, luego de quelas montoneras y los insurgentes abandonaron Melipilla?

    Algunas de estas preguntas pueden tener esbozos de respuestas, otras simplemente nopodemos responderlas, ni siquiera arriesgando algn tipo de elucubracin.

    Antes que nada. Quin era Jos Santiago Aldunate Toro?Jos Santiago Aldunate nace en la hacienda de Huechn, Melipilla, el 20 de abril de 1796.

    Luego de la convocatoria a la Primera Junta de Gobierno, ingres al Regimiento de Milicias deCaballera de Rancagua, con el grado de Alfrez. Al ao siguiente se le otorg el de Subteniente,pasando a servir al Batalln Granaderos de Chile, donde ascendi a Teniente en 1812. Particip en

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    diversas acciones militares entre 1813 y 1814, alcanzando a los 18 aos el grado de capitn del Batallnde Granaderos, el 20 de abril de 181422.

    Luego de la batalla de Rancagua, Aldunate permaneci clandestinamente en las cercanas deSantiago, como agente secreto, al servicio del General en Jefe del Ejrcito de los Andes, Jos de SanMartn. Mantuvo en este aciago perodo de la Reconquista (1814-1817) un quehacer inusitado paraconseguir de los realistas valiosas informaciones, que enviaba a Mendoza por intermedio del Coronel

    Manuel Rodrguez. Fue as como el Capitn Aldunate se desempe, adems, como un combatientesilencioso en la llamada guerra de zapa23. Por su parte, Diego Barros Arana seala que el caso deAldunate corresponde a aquellos patriotas que no salieron nunca de este pas, y que aqu recibieron elencargo de agitar la oposicin, o que se ofrecieron espontneamente a hacerlo, e indica que Aldunatehaba permanecido en la capital24.

    Por otro lado, Jaime Eyzaguirre realiza una extensa descripcin de las actuaciones de Aldunateen este perodo, aun cuando no seala ninguna fuente para apoyar sus afirmaciones.

    Para un joven como don Jos Santiago Aldunate Toro, ejercitado en el peligro de loscombates de San Carlos y de Chilln y ahora reducido en la capital a una insoportable inaccin, eradelicioso participar en esta lucha subterrnea, donde la esperanza compensaba sobradamente elriesgo. Con toda el alma, como otros hombres de su generacin, se entreg a la tarea y mantuvo elms ntimo contacto con el jefe de la audaz pandilla, Manuel Rodrguez.

    (...)A fines de diciembre de 1816, San Martn, que todo lo prevea desde Mendoza, hizo llegar

    un fajo de proclamas impresas que la red subterrnea recibi en Santiago sin ninguna dificultad.Aldunate, como agente el ms activo, puso entonces a un nmero grande de estos papelesincendiarios direcciones de militares realistas y hombres de situacin y los depositsubrepticiamente en el buzn del correo. Al da siguiente toda la ciudad vibra de agitacin y lossabuesos de Marc se multiplican en vano para dar con las manos culpables. Aldunate, entretanto,se ha escurrido de la capital para ayudar en Melipilla a otra tarea. En efecto, muy poco despus, enlos inicios de enero del promisor ao de 1817, cay de improviso en este pueblo con su temiblebanda el audaz Manuel Rodrguez y, no contento con apresar al subdelegado, se alz con loscaudales del Rey. Aldunate tuvo tiempo de conferenciar con l y recibir las ltimas instrucciones,porque San Martn y su ejrcito estaban a las puertas25.

    Como hemos visto, Barros Arana seala que Aldunate se encontraba en Melipilla, pero noprecisa en qu condicin. Sin embargo, Ricardo Latcham interpreta la informacin entregada porBarros Arana, en el sentido de que Aldunate tambin se encontraba confinado en Melipilla: Elguerrillero ha reconocido pronto a don Jos Santiago Aldunate y a doa Mercedes Rojas y Salas,sospechosos confinados por Marc en este apacible poblacho26. Lo mismo afirma Gustavo OpazoMaturana: En medio del alboroto general, logr Rodrguez, con su veloz mirada, encontrar, entre losque vean el festn de los patriotas en esos momentos, a don Jos Santiago Aldunate y a doa MercedesRojas y Salas, confinados por Marc a ese pueblo, por sospechosos y ardientes patriotas 27. La mismaversin sostiene Antonio Ondarza: En conocimiento de que ah estaban relegados y presos don JosAntonio Aldunate y doa Mercedes Rozas y Salas, los hace poner en libertad por ser patriotasluchadores y los abraza efusivamente28. Claramente, la interpretacin errada que le dio Latcham a la

    22 Estado Mayor General del Ejrcito, Academia de Historia Militar, Hroes y soldados ilustres del ejrcito de Chile: 1810-1891 ,Santiago, Academia de Historia Militar, 1981, pp. 11-16 (Biblioteca del Oficial, LXV).23Ob. cit., p. 12.24Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 303, nota nmero 6.25Jaime Eyzaguirre,El conde de la Conquista, Santiago, Editorial Jurdica de Chile, 1951, pp. 224-225.26Ricardo A. Latcham, Vida de Manuel Rodrguez: el guerrillero , Santiago, Editorial Nascimento, 1932, pp. 162-164. El subrayadoes nuestro.27Gustavo Opazo Maturana, Manuel Rodrguez (III), en Ernesto Guajardo, Manuel Rodrguez: historia y leyenda, Santiago, RiLeditores, 2010, p. 156.28Antonio Ondarza O.,Manuel Rodrguez, el caudillo popular, Santiago, Editorial Neupert, 1966, p. 42.

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    frase de Barros Arana fue reiterada posteriormente por quienes citaron su texto y no ha sido sometida arevisin o problematizada.

    Por ltimo, Guillermo Matta sostiene al respecto que Rodrguez en Melipilla permanece encompaa de una multitud de patriotas amigos. Muchos de estos haban ido con sus familias a gozar delas fiestas de Pascua de Navidad, una acotacin que matiza la observacin realizada por Barros Arana,en relacin al confinamiento de los patriotas en Melipilla, sin desmentirla, por cierto29.

    Podemos, entonces, intentar responder algunas de las preguntas planteadas anteriormente.Si efectivamente el capitn Aldunate integr el servicio de informaciones de San Martn, comotodo parece indicarlo, es muy poco probable que hubiese estado confinado en Melipilla. Si hubiese sidodetenido por sus actividades, el confinamiento habra sido una pena muy menor. Por el contrario,pareciera que Aldunate nunca fue detectado en sus actividades: considerando la relevancia pblica queadquirir luego su figura en la historia de Chile, un dato como su detencin o confinamiento, productode sus actividades insurgentes no habra dejado de omitirse.

    Barros Arana es el nico que informa que Aldunate se encontraba en Melipilla, al momento delasalto de los insurgentes y las montoneras, sin embargo no entrega mayor informacin al respecto. Loque sostiene Eyzaguirre, por su parte, muy probablemente son suposiciones que l realiza a partir de losealado por Barros Arana. Ya hemos visto que la interpretacin de Latcham y quienes la replicaron demanera acrtica a lo largo del siglo XX es errada. Entonces, se reuni efectivamente Rodrguez con

    Aldunate? Al respecto, uno tiende a darle un voto de confianza a Barros Arana. Sin embargo, eraAldunate parte del plan que permite el asalto y toma de Melipilla? Qu ocurri con l, luego de lallegada de las fuerzas espaolas a la villa? Era conocida la persona de Aldunate por parte de las fuerzasmilitares realistas o bien pudo permanecer oculto en Melipilla, de la misma manera en que habalogrado hacerlo en Santiago? Son algunas de las preguntas que, creemos, no podramos responder,considerando la escasa informacin que ha sido posible recopilar sobre este episodio.

    CAPTURA DEL OFICIAL MANUELTEJEROS

    Hemos dejado a Rodrguez almorzando en casa de Mercedes Rojas, junto a otros patriotas.Segn algunas versiones, es en ese contexto en que se informa de la presencia de un oficial del RealRegimiento de Talavera de la Reina en las proximidades de la villa.

    No es del todo clara la manera en que se entera Rodrguez de la presencia de Tejeros en lahacienda de Codigua, a 19 kilmetros de Melipilla30. Barros Arana no indica nada al respecto, auncuando otras fuentes sealan que esta informacin surge en el contexto de la reunin verificada entrelos patriotas. Rodriguez supo por alguno de ellos que en una hacienda vecina estaba de paseo unoficial de Talaveras llamado Tejeros, mui clebre ya y mui aborrecido por sus crueldades y su insolentedescaro, seala Guillermo Matta31. Segn Barros Arana, la intencin de esto es que no pudiesen

    29Guillermo Matta, Manuel Rodrguez, en Galera nacional o coleccin de biografas i retratos de hombres celebres de Chile; escrita por losprincipales literatos del pas; dirigida y publicada por Narciso Desmadryl autor de los grabados i retratos; Hermgenes de Irisarri, revisor de laredaccin, Santiago, Imprenta Chilena, 1854, p. 122.30En la edicin que hemos venido consultando de la Historia general de Chile, de Diego Barros Arana, se indica que Tejeros seencontraba en Codegua, ello es un error. La localidad de Codegua se encuentra a casi setenta kilmetros de Melipilla, muyprxima a la ciudad de Rancagua. Examinando un mapa de la zona y considerando que los insurgentes abandonaron Melipillaentrada la tarde, al decir de Barros Arana, lo ms razonable es pensar que el oficial espaol se encontraba en Codigua, ya quedada la proximidad de dicho lugar, es posible para los insurgentes ir a apresarlo y retornar con l a Melipilla, antes de que sehiciera de noche. Por ltimo, el propio Barros Arana indica que la hacien da en la cual se encontraba Tejeros se hallaba acuatro leguas de Melipilla, lo que equivale en kilmetros a la distancia que existe entre Codigua y Melipilla. Por su parte, ladistancia entre Codegua y Melipilla es de 63 kilmetros, esto es, 11 leguas. Por ltimo, la denominacin correcta del lugaraparece en la Historia general de la independencia de Chile, del mismo autor, volumen 3, p. 365.31Guillermo Matta, Manuel Rodrguez, Galera nacional, ob. cit., loc. cit. Si fuese efectiva la celebridady aborrecimientoque existasobre el oficial espaol, habr sido esto una de las razones de su captura? No solo por estas percepciones consideradas en smismas, sino por el significado que habra tenido haber aprehendido, precisamente, a un representante del imperio espaol quepoda expresar, a nivel local, una importancia mayor. En ese sentido, su captura podra haber tenido, tambin, el sentido depotenciar tanto el sentimiento patriota de las montoneras, as como fortalecer la subjetividad insurgente.

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    comunicar a las autoridades noticias seguras de los sucesos de ese da, ni cooperar a la persecucin desus promotores32. Esta afirmacin permite suponer algunas cosas. Por un lado, que los insurgentes notienen el control absoluto del pueblo, al menos en el sentido de poder verificar quines ingresan o salende l, esto podra justificar el temor de que la toma de Melipilla pueda ser informada por alguien quepudiese llegar desde ella hasta Codigua. Tambin que debe haber existido una posibilidad dearticulacin, contacto o coordinacin con la cual podra haberse vinculado Tejeros, cul podra haber

    sido esta? No es del todo claro. En el caso contrario, de que el oficial espaol se hubiese encontradosolo en el territorio, de paseo, como indica Barros Arana, la nica posibilidad que l habra tenido depoder interferir con las actividades de los insurgentes era dirigirse a los lugares ms prximos en loscuales hubiera concentracin de tropas realistas, esto es, debera haberse dirigido desde Codigua haciaSantiago o Rancagua33. En ambos casos las distancias son bastante considerables como para pensar queel oficial Talavera podra haber realizado alguna accin efectiva en pos de interferir con las acciones delos insurgentes en Melipilla, as como tampoco hubiese alcanzado a regresar a tiempo con refuerzos, enel caso de que hubiera podido llegar a alguna de las ciudades mencionadas. Por todo esto, es factiblepensar que la decisin de capturar a Tejeros se debi ms bien a una evaluacin precipitada de laoportunidad, sin definir con claridad el objetivo de esta accin, secundaria en relacin al asalto yocupacin de Melipilla. Esto se aprecia, ms adelante, cuando Rodrguez intenta tambin llevarse encalidad de detenido al subdelegado Ycora.

    Para cumplir esta misin, Rodrguez di a Galleguillos el mando de una corta partida, para quelo trajera a su presencia a la mayor brevedad posible34. La mencin de mayor brevedadque realiza BarrosArana indica la solicitud de una marcada premura en el cumplimiento de la orden. Siendo as, yconsiderando que, segn Javier Moraga, una distancia aproximada de veinte kilmetros se realiza enunas cuatro horas, a marcha de camino, es decir, sin trote ni galope. Esto implica que el viaje de ida yvuelta de Melipilla a Codigua hubiera tomado 8 horas, a un paso normal35. Considerando la horaaproximada en que la orden fue dada a Galleguillos (probablemente alrededor de las dos de la tarde) y lahora en que Rodrguez decide abandonar Melipilla (en torno a las seis de la tarde), lo ms presumible esque el grupo patriota debi haber realizado el viaje de ida y vuelta, por lo menos, en la mitad deltiempo, siendo la nica manera de lograr esto con un desplazamiento al galope o al trote.

    Luego de su entrevista con los patriotas residentes en el pueblo, Rodrguez hizo abrir laspuertas del estanco real, y autoriz al populacho a saquear sus existencias, que consistan en tabaco ynaipes. Sac igualmente a la plaza todas las lanzas que haba en la villa para armar las milicias, mand

    que cada uno de sus acompaantes tomase una, y que las restantes fuesen quemadas en una pira, y susmoharras arrojadas al ro Maipo, para disminuir en lo posible los recursos del enemigo36.

    RETIRADA DE MELIPILLA.DISPERSIN DE LA MONTONERA,REPLIEGUE DE LOS INSURGENTES

    Rodrguez y sus acompaantes abandonan Melipilla entrada la tarde, indica Barros Arana37Precisa que, al ponerse el sol, Rodrguez rene al grupo de insurgentes y hace comparecer ante l a

    32Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 342.33 Como es evidente, la mayor concentracin de tropas se verificaba en Santiago: all al mes de diciembre de 1816 seencontraban el Batalln Chilln (450 hombres); Batalln Talaveras (450 hombres); Batalln Chilo (350 hombres); Hsares(200 hombres) y Artillera (200 hombres). En Rancagua, hacia la misma fecha, se ubicaba el Batalln Valdivia (450 hombres).Sergio E. Lpez Rubio, Los vengadores de Rancagua, Santiago, Fundacin Alberto Blest Gana, 1987, p. 164.34Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 365.35El clculo ha sido realizado por Francisco Javier Moraga Melndez, a solicitud de Jorge Enrique Montero, a quien agradezcola gestin. Moraga indica que, para una distancia de 20 kilmetros, a marcha de camino (es decir, sin trote ni galope), un jinetese demorara aproximadamente cuatro horas, y con dos descansos como mnimo. Francisco Javier Moraga Melndez es autordel libro Pumanque los Cndores: recopilacin de antecedentes histricos, ancdotas y vivencias, Santiago, [s. e.], 2012, 212 p.36 Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 342. Latcham cifra en doscientas la cantidad de lanzasencontradas en el pueblo. Ricardo Latcham, ob. cit., p. 164. Ahora bien, en sentido estricto, la lanza se compone de asta y demoharra, siendo la primera de madera y la segunda, segn se indica en el Diccionario de la lengua espaola, corresponde a la puntade la lanza, que comprende la cuchilla y el cubo con que se asegura en el asta.37Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 342.

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    Ycora y Tejeros, a quienes les ordena seguirlo. Sin embargo, algunos vecinos de Melipilla interceden enfavor del subdelegado, logrando que quede en libertad38.

    El grupo se dirige a la hacienda Huaulemu, ubicada a casi 5 kilmetros al sur de Melipilla39. Aeso de las nueve de la noche, luego de cenar y a medida que la montoneracomienza a disgregarse, loscinco insurgentes prosiguen su marcha hacia el sur: atraviesan el ro Maipo y buscan asilo en lasserranas de la hacienda de Chocaln40.

    Mientras tanto, Marc del Pont ya estaba al tanto de la accin realizada en Melipilla. El primeraviso lo haba recibido el mismo da 4 de enero, cerca de las cinco de la tarde, es decir, casi al mismotiempo en que los insurgentes comenzaban a retirarse de la villa . Ese aviso fue comunicado desde SanFrancisco del Monte por un espaol llamado don Jos Cardoso, a quien el gobierno tena confiada laadministracin de la hacienda de San Miguel, secuestrada entonces a la familia Carrera41. En otro lado,Barros Arana agrega que Cardoso hizo un propio a Santiago tan luego como supo lo que ocurria enMelipilla. En su carta pintaba las cosas con apasionado colorido, e instaba al presidente Marc a tomarlas mas enrjicas providencias para evitar males de gran consideracion. Rodriguez i Neira, deca en sucarta, son los autores de tan temerario atentado: esta es la oportunidad de obrar con prontitud paraaprehenderlos i castigar sus maldades42.

    Ante esto, Marc del Pont le orden de inmediato al capitn de Dragones Joaqun Magallarpara que, sin tardanza hiciera partir a cargo de un oficial de confianza, un destacamento de las tropas

    de su mano para que fuera a sorprender a los montoneros de Melipilla43

    . La nota de Marc del Pont aMagallar es la siguiente:

    Se me acaba de comunicar aviso de haber pasado por la hacienda de San Francisco delMonte una gavilla de diez hombres armados voceando viva la patria! y forzando a cuantosencuentran a que digan lo mismo. Estos, se asegura haberse concentrado en la villa de Melipilla,sorprendiendo al subdelegado y obligndolo a proteger sus inicuas miras. Estas se reducen ahacerse all de todo el partido que puedan, para lo cual dejan entrar a todos y no dejan salir a nadie.Por lo cual convendr que sin prdida de momento destaque V. una partida de 20 a 25 hombresbien armados a cargo de un buen oficial, para que presentndose en dicha a una hora si es posiblede no ser vistos, vea si puede lograr la sorpresa de esos tunantes cabecillas; y que, recorriendodespus todos aquellos puntos de haciendas inmediatas, y principalmente la de Ureta, reconozca yadquiera todas las noticias que puedan contribuir a ulteriores providencias que tengan relacin conla seguridad pblica que debe ser el objeto de nuestros desvelos.

    Dios guarde a V. muchos aos.

    Santiago, 4 de enero de 1817.

    Francisco Marc del Pont. Seor comandante militar don Joaqun Magallar44.

    En esta nota existen varios elementos de inters. El primero de ellos es que Marc del Pontseala que tiene conocimiento de que un grupo de hombres armados ha pasado por la hacienda de SanFrancisco del Monte, esto no es del todo coincidente con lo que indica Barros Arana, cuando sostieneque los insurgentes comenzaron a convocar a los campesinos en el sector de El Paico. El Paico estconsiderablemente ms cerca de Melipilla. De hecho, desde oriente a poniente, es decir, desde Santiagohacia Melipilla, la secuencia de localidades es la siguiente: El Monte, Lo Chacn, El Paico, Chiigue,

    38Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 367. Por su parte, Guillermo Matta seala queeste permanece all [en Melipilla] hasta las cinco de la tarde,Guillermo Matta, ob. cit., p. 122.39Ren Len Echaiz menciona a esta hacienda como Hualemo. Ren Len Echaiz, El bandido Neira, Santiago, Editorial Orbe,1965, p. 92.40Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 342.41Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 342, nota 9.42Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, pp. 367-368.43Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 342.44Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, pp. 342-343, nota 10.

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    Melipilla. Segn el documento firmado por Marc del Pont, los insurgentes pasaron por la hacienda deSan Francisco del Monte, en direccin al poniente, de lo cual podra inferirse que venan incluso desdems al oriente de dicha hacienda, casi desde la misma ciudad de Santiago. Esta consideracin nos hacepensar que la informacin remitida por Cardoso es inexacta en este punto, salvo si se considera lasiguiente posibilidad: que un grupo de campesinos, enterados de la conformacin de la montonera quese est realizando desde El Paico hacia el poniente, hayan decidido sumarse a ella, de una manera tan

    voluntariosa que llamaron la atencin del informante de Marc del Pont.El segundo aspecto interesante de esta nota es que Marc del Pont est enterado del hecho deque el subdelegado de Melipilla fue retenido por los insurgentes y obligado a cumplir con susdemandas. Esto implica que, de alguna manera, Jos Cardoso tuvo noticias de lo que ocurra al interiorde Melipilla, posiblemente debido a que alguno de sus residentes logr salir del pueblo, luego de quehaba sido ocupado, sin ser advertido por los montoneros y los insurgentes.

    Por ltimo, el tercer aspecto que se puede destacar es que pareciera que Marc del Pontsospecha que la montonera buscar disgregarse en la zona aledaa a Melipilla, o bien que estima posibleque otras acciones como la realizada se reiteren en otra localidad, de all la mencin de que se recorrantodos aquellos puntos de haciendas inmediatasy que se reconozca y adquiera todas las noticias quepuedan contribuir a ulteriores providencias que tengan relacin con la seguridad pblica.

    Atendiendo a esta nota de Marc del Pont, al atardecer de ese mismo da sale de Santiago con

    rumbo a Melipilla un cuerpo de treinta dragones montados y bien armados, bajo el mando delsubteniente don Antonio Carrero. En el camino el oficial fue recogiendo las noticias vagas y confusasque podan o queran suministrarle los campesinos que encontraba. El destacamento llega a Melipillacerca de las dos de la maana del da siguiente 45. Luego de tomar algunos informes, se dirigi aHuaulemu, lo que indica con toda claridad que incluso a esas horas de la madrugada el oficial espaolencontr colaboradores entre los habitantes del pueblo, de otro modo no podra haber determinadocon tanta precisin el lugar hacia el cual se haba dirigido la montonera.

    Sin embargo, algunas horas antes de medianoche, Rodrguez, los cuatro insurgentes, junto aTejeros y su asistente, ya haban abandonado dicha hacienda. De este modo, cuando llega a ella Carreroy sus hombres, solo quedaban all ocho o diez hombres, seala Barros Arana.

    A estos nicamente sorprendi Carrero: los apres en el acto, as como al administradorde la hacienda llamado Jos Sanchez, i, satisfecho con la presa, volvi a Melipilla en la misma

    noche, en la persuasion de que ya Rodriguez i Neira estaban en su poder46.

    Al da siguiente, Carrero, al constatar su error, contina la bsqueda de los insurgentes. Sinembargo, segn lo dice Barros Arana, al parecer los soldados espaoles ya no contaban con tantacooperacin: eran tan vagas i contradictorias las noticias que de todas partes le llegaban que (Carrero)no acert a tomar medida alguna. De diversos puntos de las inmediaciones se le anunciaba que sehabian visto pasar en aquella noche hombres armados que parecian huir; pero cada denuncianteaseguraba haberlos visto por diversos puntos i caminos opuestos47.

    Una pista, sin embargo, pareca ser un poco ms concreta: El juez de la hacienda de Chocalan,Estevan Crdenas, i un mayordomo llamado Tiburcio Romo, le comunicaron que marchaban enpersecucion de una partida que se habia internado en las serranias de aquella hacienda48.

    Carrero es un oficial de accin y muy empeoso. Se une a la bsqueda y en la maana del da 5

    de enero cruza el ro Maipo, para proseguir con la persecucin de los insurgentes, emprendiempeosamente una batida general en las haciendas de las inmediaciones, nos indica Barros Arana.

    45Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 343. En su Historia general de la independencia de Chile, sealaque esta fuerza corresponda a una compaa del batallon de Talavera; adems indica que este contingente llega a la villacuatro horas ntes de amanecer , ob. cit., p. 368.46Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 368.47Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 369.48Ibid.

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    Despus de dos das empleados en las ms activas diligencias, consigui apresar a JosGuzmn, el compaero de Rodrguez, y a otros dos individuos que por el hecho de serdesconocidos en aquellos lugares, fueron tomados por montoneros49. Persuadido de que uno deellos era el mismo Neira que, sin embargo, no haba salido de las cordilleras de Colchagua, Carreromand aplicar cincuenta azotes a cada uno de aquellos individuos, esperando arrancarles laconfesin de su culpabilidad y de sus nombres verdaderos, ya que se les crea empeados enocultarlos. Los tres campesinos soportaron el tormento sin hacer revelacin alguna, y sosteniendoimperturbables su absoluta inocencia. Remitidos a Santiago y sometidos a nuevos y no menosapremiantes interrogatorios, consiguieron al fin probar con numerosos testigos su personalidadreal, y como no se pudiera presentar prueba alguna de su culpabilidad, se les dej libres despus dealgunas semanas de prisin50.

    Como es habitual en una situacin de guerra, el medio de comunicacin oficial guardabasilencio sobre estos hechos, o bien modificaba los mismos a su favor.

    En La Gaceta del Reyno aparece ninguna referencia al asalto a Melipilla, sino solo hasta cincodas despus. En efecto, el 10 de enero se publica una nota que seala:

    A las cinco de la tarde del da 8 entraron en esta capital tres de los fascinerosos quecapitaneados por el infame Manuel Rodrguez tuvieron el arrojo de sorprender la villa de Melipilla ycometer en ella varios atentados. Uno de ellos es el que se denominaba Jos Miguel Neira. l niegaserlo en realidad; y no habindose esclarecido completamente la verdad suspendemos el juicio hastala finalizacin de la causa que se les sigue con viveza; pero sea Neira verdadero o simulado paraintimidar a aquellos inermes habitantes, l y sus infames colegas no evadirn el ejemplar castigo alque se han hecho acreedores por sus fechoras; este srvir de freno a los mal intencionados quevern en su muerte infame y desastrosa el fin que les aguarda si no desisten de sus planescriminales.

    El resto de asesinos queda circunvalado por tropas fieles y valientes, y no es probabledejen de caer muy pronto en nuestras manos para seguir a sus colegas de iniquinidad51.

    Dnde estaban Rodrguez y sus acompaantes? Segn Barros Arana, la misma noche del 4 deenero cruzaron el ro Maipo por el vado de Naltagua, y se alojaron en las casas de dicha hacienda. Deall sigui su viaje hacia el sur, caminando por speras laderas, i buscando los campos mas solitariospara no dejar vestijio alguno de su marcha52.

    Por cierto, esquivar la bsqueda de los uniformados espaoles no fue una tarea fcil para losinsurgentes. Barros Arana seala que la persecucin dur varios das, sin precisar una cantidad exacta.Sin embargo, afirma algo muy interesante al referirse a esto: el apoyo que reciba el ejrcito espaol porparte de los sectores populares de dicha zona, una observacin que, por lo menos, relativiza losconsabidos lugares comunes que sostienen que el actuar de Rodrguez en este periodo, haba logradoprecisamente lo contrario, esto es, que vastos sectores populares, particularmente en el campo, sesumaran a la causa independentista.

    [Los espaoles] servidos por varios campesinos conocedores de aquellas localidades, ycontando con caballos de repuesto, se movan rpidamente de un lugar a otro, y se mostrabanresueltos a no perdonar medio para sorprender a los cabecillas de la montonera. Rodrguez y lossuyos vagaron algunos das por montes y laderas, internndose poco a poco en las serranas del sur,

    por las haciendas de Culiprn, Santa Rosa y San Vicente, soportando con nimo incontrastable el

    49 Como se recordar, Jos Guzmn es el insurgente que se une a Rodrguez en Lo Chacn. En la Historia general de laindependencia de Chile se puede leer que Perdido ste [Jos Guzmn] en la oscuridad de la noche, se habia separado deRodriguez i habia ido a buscar un asilo en la hacienda de Chocalan, en donde fu apresado. En esta misma obra Barros Aranaacota que Guzmn, a pesar de recibir los 50 azotes, sufri con valor i disimul tan bien su culpabilidad, que fu puesto enlibertad despues de tres dias de prisin, Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 369.50Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 343.51Viva el Rey, 10 de enero de 1817. Citado por Leonardo Len, ob. cit., p. 375.52Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 370. Los hermanos Amuntegui sealan que elnombre de la hacienda es San Vicente, p. 415.

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    hambre y la fatiga, y burlando difcilmente a sus perseguidores. Sus caballos, estropeados poraquellas penosas marchas, comenzaban a inutilizarse53.

    Este apoyo a los espaoles fue brindado por Carmen Lecaros, propietaria de la hacienda deChocaln, quien puso a disposicin de Carrero y sus soldados

    todos los recursos de la hacienda, y mand que algunos de sus empleados, capataces o inquilinos,los acompaasen como guas prcticos que conocan todos los senderos y encrucijadas de esoscampos. Dos de ellos, el mayordomo Tiburcio Romo y Esteban Crdenas, que era, adems, juezdel distrito, se sealaron por su actividad para servir a los soldados realistas en aquella infructuosacorrera. Fueron tambin inquilinos de esa hacienda los que trajeron presos a Santiago los tresindividuos capturados en los contornos de Melipilla. Esos rudos campesinos que por ignorancia ypor el hbito de obediencia ciega a sus amos, estaban sirviendo a los opresores de su patria, fueronllevados al palacio y presentados a Marc, quien los recibi muy afectuosamente, y a nombre delRey les dio las gracias por el celo que haban desplegado en la persecucin de los montoneros54.

    MUERTE DEL OFICIAL MANUELTEJEROS

    Es el transcurso de esta huda que ocurre uno de los pocos hechos de sangre asociados a lafigura de Manuel Rodrguez: el ajusticiamiento del oficial espaol del Real Regimiento de Talavera de laReina, Manuel Tejeros.

    Veamos cmo ocurrieron los hechos.Dice Barros Arana que Tejeros y su asistente buscaban entorpecer la marcha de los insurgentes,

    tanto para hacerla ms lenta, como para buscar la posibilidad de fugarse. El asistente logr dichoobjetivo, huyendo de noche, lo cual increment la vigilancia y preocupacin de los insurgentes respectode la figura de Tejeros.

    A continuacin citaremos en extenso la descripcin que hace Barros Arana de la situacinoriginada con la captura y traslado de Tejeros, entre otras razones, porque como el mismo historiadorlo seala, sobre este hecho existen diversas especulaciones y es necesario referirlo con la mayorcantidad posible de detalles. Por cierto, en esto asumimos el relato de Barros Arana como el msverosmilde los que hemos podido conocer.

    Desde luego, su presencia comenz a ser incmoda i hasta perjudicial para Rodriguez:cuando ste tenia que andar lijero para salvar su propia vida, el cuidado del prisionero era unamolesta carga que los esponia sin cesar a todo jnero de riesgos. Tejeros, a no dudarlo, queriaquedarse atras para ponerse a salvo e ir a denunciar a las autoridades la marcha que los insurjentespara que los aprehendiesen. Intiles fueron las instancias de Rodriguez para inducirlo a tomar lasarmas por los patriotas: Tejeros era leal i valiente, i hasta en tan tristes circunstancias se manifestfirme i decidido defensor del rei de Espaa. Aun cuando disimulaba su propsito de evadirse, suobstinacion para quedarse atras no dejaba lugar a duda acerca de sus verdaderas intenciones.

    La marcha se continu as durante algunos dias; pero el teniente de Talavera, buscando laocasion oportuna para huirse, habia tocado mil arbitrios sin provecho alguno. Una tarde, por fin, seresolvi a dejarse caer de una quebrada, en la intelijencia que Rodriguez i los suyos no debian notarsu falta hasta entrada la noche, i que entnces la oscuridad le permitiria burlar toda persecucion.

    Ejecut su proyecto; mas el ruido que hizo al bajar por el escarpe de la quebrada llam la atencionde Rodriguez i su comitiva. Con esto solo se creyeron perdidos: la aprehension de Tejeros en aquelmomento i en aquel sitio era fsicamente imposible; i sin duda se habria huido felizmente si susconductores no hubiesen asumido la enerja necesaria en aquellas circunstancias. Rodriguez i suasistente, por un movimiento instantneo, descargaron sus armas sobre el infeliz talavera, que cay

    53Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 344.54Diego Barros Arana, Historia general de Chile, ob. cit., tomo X, p. 344, nota 12.

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    muerto en el acto atravesado por dos balas. Desde entnces, la comitiva pudo seguir su marcha sinlos temores que hasta aquel momento le habia causado el preso55.

    Este extenso relato es complementado por Barros Arana por una nota a pie de pgina, quecitamos completa a continuacin, dada la pertinencia que tiene.

    Este suceso ha sido referido ntes de ahora con muchos errores i con bastante vaguedad.Por esto mismo me ha parecido conveniente referirlo con todos los detalles del testo, para aclararun hecho tan interesante i dramtico. Las noticias que me han servido para esto han sido recojidasen el teatro mismo de los sucesos, i de boca de los testigos i actores por don Jos Maria SilvaChaves56, que ha tenido la bondad de asociarse a mis trabajos, para descubrir hasta los maspequeos pormenores de este suceso57.

    Jos Mara Silva Chvez, uno de los informantes de Diego Barros Arana.Santiago, 1859.

    Guillermo Matta ofrece una versin diferente de este hecho, en la cual busca exculpar decualquier responsabilidad a Rodrguez en la muerte de Tejeros. Sin embargo, su relato incluye tambin

    55Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, pp. 370-371. Francisco Antonio Encina, en suHistoria de Chileofrece una versin muy sucinta y diferente de la planteada por Barros Arana: Comprendiendo la suerte que lesaguardaba, los prisioneros intentaron fugarse; mas Tejeros fue recapturado, y Rodrguez lo asesin a balazos en una quebrada,para desembarazarse de l y evitar el peligro de que denunciara su paradero, Francisco Antonio Encina, Historia de Chile: textooriginal completo, Santiago, Editorial Ercilla, 1983, tomo XIII, p. 102.56 Jos Mara Silva Chvez naci en Santiago, el 30 de marzo de 1814 y falleci en 1896. Por su edad, las referencias a lossucesos que le refiri a Barros Arana deben ser consideradas, a lo menos, como de segunda fuente. Militar, de filiacin polticaconservadora, luch en la Guerra contra la Confederacin Per-boliviana, as como en la Batalla de Loncomilla (1851) y en elCombate de los Loros, donde fue vencido por las fuerzas de Pedro Len Gallo (1859). Fue intendente de Atacama.57Diego Barros Arana, Historia general de la independencia de Chile, volumen 3, p. 371, nota 3.

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    algunos antecedentes verificables, otros que son muy difciles de corroborar y un error, al momento deidentificar al oficial espaol que dirige la persecucin en contra de los insurgentes.

    Por un camino torcido que atraviesa de Guaulemu, orillando el Maipo, se proponiavadearlo por Lonquen, y luego internarse en las montaas. El comandante Padilla llega a Melipilla,inquiere noticias de los rebeldes y toma el mismo desecho para darles pronto alcance. Rodriguez yPadilla se avistan cerca del vado. Pelear era riesgoso, resistir imposible. El asistente de Tejerosaprovecha un momento, y escapa a reunirse a sus amigos. Rodriguez, en situacion tan apurada,dispersa a su jente, y acompaado de un tal Lopez58y de Tejeros, consigue pasar el rio y salvarse.Penetr en sus montaosas guaridas, y el enemigo retrocedi burlado. Dursimas, novelescas casi,son las amarguras que los prfugos sufrieron. Si uno dorma, el otro tenia que velar al prisioneroque aprovecharia cualquier medio en su favor. Ademas, cmo acojerse en casa de sus amigos,llevando a un enemigo, que maana, consiguiendo libertarse, podria convertirse en acusador y enverdugo! Lopez, hombre bilioso y arisco, fatigado con el viaje y resuelto a quitarse de encima elobstculo, propuso a Rodriguez un asesinato. Rodriguez lo rechaz. Al fin, despues de dos dias dehambre y de penurias, sin consulta prvia y en un momento de distraccion, asest el caon de supistola sobre Tejeros y le atraves la espalda de un balazo. Libres del centinela, los fujitivospudieron ya guarecerse y buscar techo en casa de sus amigos. Rodriguez no aprob jamas eseasesinato; su alma no era capaz de una alevosia, aunque esta fuese la lei de una imperiosa necesidad.Lopez nicamente se hizo responsable del hecho. Este fu el que prisionero en el castillo de

    Valparaiso, despues de la derrota de Chacabuco, sublev a los detenidos, y el que comand a losque salieron a batir a los espaoles que llegaban. Una bala enemiga le atraves tambien; pero enmedio del combate!59.

    ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES

    Al intentar reconstruir los pormenores del asalto a Melipilla, es posible distinguir con muchaclaridad dos categoras, entre quienes realizaron esta accin. En efecto, por un lado podemos distinguira los insurgentes, es decir el ncleo inicial constituido por Manuel Rodrguez y los cuatro patriotas quelo apoyan. Por el otro, se encuentran los montoneros, esto es, aquellos campesinos que fueronincorporados a esta accin, de una manera u otra.

    Nos parece que esta accin nos permite explicar con mucha claridad la diferencia entre unacategora y otra. En efecto, si nos remitimos a las definiciones de la Academia Espaola de la Lengua, elinsurgente remite al individuo levantado o sublevado, mientras que el montonero tiene diversasacepciones, todas las cuales refrendan nuestro punto: Hombre que, no teniendo valor para sosteneruna lucha cuerpo a cuerpo, la provoca cuando est rodeado de sus partidarios; en Argentina es elindividuo de la montonera, mientras que en Bolivia y Chile, corresponde al hombre que lucha enmontn, es decir, en grupos desordenados. Nos parece que las definiciones propuestas muestran demanera ntida la distancia que existe entre el insurgente y el montonero. En el primer caso, correspondeal sujeto que se levanta contra una autoridad, lo cual supone, a lo menos, un cuerpo mnimo de ideas,eventualmente una estrategia y una tctica lo que, a su vez, implica algn nivel de organizacin. En elsegundo, como se aprecia con claridad, la constitucin de la montonera es temporal, sin estructura ninecesariamente un ideario comn definido.

    Esto se puede comprobar, adems, en tres momentos distintos de esta accin. El primero deellos es la propia conformacin de la fuerza que asaltar Melipilla: primero se constituye el grupo inicial,de insurgentes, el cual comienza a reclutara campesinos que se convertirn en montoneros. El segundoes cuando se realiza la reparticin de los bienes que se encuentran en el estanco: los primeros en recibirparte de ellos son los insurgentes, el resto es entregado sin orden ni jerarqua alguna a losmontoneros y a los habitantes de la villa que quisieron participar de dicho reparto. Por ltimo, cuando

    58No hemos podido determinar, por un lado la existencia real de la persona que Matta presenta mencionada en este apellido,as como tampoco si sus acciones podran ser atribuidas a otro insurgente, ni cul sera la identidad de este.59Guillermo Matta, ob. cit., p. 123.

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    los insurgentes deciden retirarse de la zona aledaa de Melipillaen donde se han escondido, lo hacende manera independiente, sin informar ni convocar a los montoneros los cuales, a su vez, comienzan adisgregarse, disolviendo de esa manera la existencia acotada, temporal, de la montoneraque asalt la villa.

    En lo que dice relacin al tipo de armamento del cual disponan los insurgentes, este sedistingue claramente de los objetoso instrumentoscon los cuales se armanlos montoneros. Sin embargo, almomento de realizarse un enfrentamiento con las fuerzas espaolas, esta distincin no tendra mucha

    significacin, toda vez que el uso y porte de armas estaba castigado por el Reglamento de 1915, emitidodurante la Reconquista, en el cual, tanto las piedras como los palos eran considerados como armas60.Es evidente que los insurgentes se preocupan de tener la mayor cantidad posible de armas,

    pero an as, el acopio que logran realizar evidencia su escasez y diversidad: los cinco hombresdisponen de seis pistolas, una tercerola61, cuatro sables y una daga. A este armamento hay que agregarlas lanzas que han tomado en Melipilla62.

    60Julio Pinto Vallejos, Vernica Valdivia Ortiz de Zrate, Chilenos todos? La construccin social de la nacin (1810-1840), Santiago,Lom Ediciones, 2009, p. 96. El 2 artculo de este reglamento sealaba: Nadie podr cargar armas prohibidas, y las permitidasslo a sujetos privilegiados, y al que se encontrase con aquellas o con otras de esta clase como garrotes, laques o piedrassueltas, sufrir la pena de cuatro meses de prisin, si fuere noble, y si plebeyo, en el presidio por primera vez; por la segunda,un ao de destierro; por dos, el que reincidiere; por tercera con gravamen, doscientos azotes por las calles, como est mandado

    por Real Cdula, colgndosele al cuello el instrumento de su delito. Cristin Guerrero Lira, La contrarrevolucin de laIndependencia en Chile, Santiago, Editorial Universitaria, Direccin de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de InvestigacionesDiego Barros Arana, 2002, pp. 207-208.61ngel Arteaga ha recopilado una serie de definiciones y referencias sobre la tercerola, que nos sern de mucha utilidad paraconocer sus aspectos fundamentales. l seala que el Diccionario general militar de voces antiguas y modernasde Deogracias Hevia(Madrid, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1857), indica: Especie de carabina, ms corta que las de encaro, que usala caballera ligera, y en campaa los cornetas de la infantera. Consta de las mismas piezas que la carabina. El Diccionario militarde Jorge D Wartelet (Madrid, Impr. de d. Luis Palacios, 1863), presenta la siguiente definicin: Arma de fuego ms corta yreforzada que la carabina. Est destinada al uso de la caballera ligera. En el Catlogo de los objetos que contiene el Real Museo Militar a cargo del Cuerpo de Artillera(Madrid, Imprenta de Tejado, 1856), seindica que en dicha coleccin existen dos tercerolas de 1815, ambas poseen caractersticas muy similares: llave de chispa a lafrancesa, aparejo de latn, baqueta (con curea) con atacador gota de sebo, curea, gancho y anillas; rastrillo rayado (o liso) ycazoleta sin pestaa (o con pestaa), calibre a 17. Su can tiene de largo 0633 m.; la tercerola 0993 m., y su peso 2.935 k. (y2.887 k).Cul era la utilidad real de las tercerolas? El propio Arteaga nos aporta dos importantes referencias al respecto.La primera de ellas es de Pedro Alcntara de Toledo, militar y poltico espaol, quien en su libro Manifiesto de las operaciones del

    Exercito del Centro desde el da 3 de diciembre de 1808 hasta el 17 de febrero de 1809, public un oficio dirigido al ministro de la Guerra,donde le seala: A pesar de que estoy firmemente persuadido del poco o ningn efecto que produce el fuego de tercerolahecho por la caballera, como es un axioma generalmente recibido el de que debe oponerse al enemigo, siempre que se pueda,con armas iguales; y como la experiencia me ha convencido que entre los soldados impone ms el mucho ruido que el efectode las armas, sera muy conveniente el que V.E. se sirviese tener la bondad de dar las correspondientes rdenes, para que atoda la caballera se la completase de tercerolas, con aquella especie de correas que para asegurarlas llevan los franceses, y creoque tambin los Voluntarios de Madrid (p. 282).La misma opinin sostuvo Antoine-Henri Jomini en su obra Descripcin analtica de las combinaciones ms importantes de la guerra(Madrid, Imprenta Real, 1833): Por lo tocante a la disposicin del ataque, depende aquella del fin que uno se proponga y delas dems circunstancias, que tambin influyen sobre el momento elegido para darle. El tiroteo con pistola, casi no convienems que a los puestos avanzados, en un ataque hecho al modo de los forrageadores, o cuando quiera la caballera ligera fatigara la infantera y hacerla gastar sus fuegos, con el fin de proteger un ataque ms formal. En cuanto al fuego de carabina (otercerola), ciertamente no se sabe a qu se podr aplicar con utilidad, puesto que exige que haga alto toda la tropa, para tirar apie firme; lo que es exponerla a una derrota segura, si en aquel instante fuese acometida con resolucin (p. 156). 62En la poca, las lanzas, utilizadas en la caballera, eran un arma muy valorada. En 1815, en Espaa, se dan a conocer lasnormas que regulan esta arma, las cuales nos permiten conocer cada uno de sus detalles:La lanza debe ser de una a tres varas de alta, incluso el regatn y la moharra; esta ha de constar de una cuchilla como del largode un palmo o poco mas, hecha a la semejanza de las bayonetas de tres o cuatro filos, separados por medias caas cncavas; ala parte inferior de la cuchilla ha de haber una cruceta de hierro con corte por bajo, luego sigue el cabo o extremo de lacuchilla, que ha de estar hueco, del cual salen tambin dos piernas de hierro de una vara de largo, en los que se empalma elasta, introduciendo su punta en el cabo o extremo de la cuchilla, las piernas se sujetan a la lanza por tornillos que la asegurenbien, con el objeto de evitar que de un sablazo corten el asta; esta ha de ser de un grueso como de una pulgada y media dedimetro: no todas las maderas son apropsito para ellas, pues deben tener la calidad de ser de fibra derecha, dura y flexible; elhaya es la mas al caso, y tambin el avellano. El regatn ser de un palmo, teniendo la mitad de hueco para introducir elextremo de la lanza, y no terminando la parte interior en punta; no ha de haber en l gancho alguno; pues se ha experimentadolos perjuicios que causa. Por bajo de la cruceta de la moharra habr una banderola como de una tercia, que sirve para espantar

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    Es difcil poder determinar mayores detalles de estas armas, por ejemplo, si las pistolas tenansistema de llave de chispa o llave de percusin (una diferencia que incide en la rapidez con la cual sepuede realizar el disparo). Sin embargo, en ambas modalidades as como tambin ocurre con latercerola los insurgentes podran haber realizado solo un disparo, ya que en caso de haberseenfrentado a las fuerzas espaoles hubiera sido muy difcil volver a cargar sus respectivas armas. Deeste modo, Rodrguez, su asistente y Ramn Paso estaban en condiciones de reaccionar de manera

    rpida, a escasa distancia y poder de fuego, luego de eso deberan pasar al combate cuerpo a cuerpo,con sables, junto con Guzmn y Galleguillos.Cabe sealar, adems, que las armas que portan los insurgentes eran apropiadas para quien se

    desplazaba montado a caballo; en efecto, todas ellas constituan en la poca parte del armamentotradicional de la caballera ligera, como queda expresado, por ejemplo, en el oficio de Jos MiguelCarrera a la Junta Gubernativa sobre la organizacin de los cuerpos de caballera: un soldado decaballera ligera, que ha de cuidar, conocer y usar por principios, una tercerola, dos pistolas, sable,montura y caballo, indica63.

    En lo que dice relacin al armamentode los montoneros, como hemos visto, este en realidad seconstituye por un conjunto variopinto de utensilios domsticos o herramientas de trabajo, las cuales setoman, para esgrimirlas como posibles armas. Una de las primeras observaciones al respecto es que estoimplica que los montoneros deberan luchar cuerpo a cuerpo; por lo mismo, es de suponer que su

    predisposicin de nimo a asumir dicha posibilidad debera haber sido bastante alta. Por cierto, estosolo podra haberse comprobado si esta montonera hubiese entrado en contacto con las fuerzasespaolas: solo en la realizacin de dicho enfrentamiento podra haberse determinado hasta qu puntoestaban comprometidos los montoneros con la causa a la cual los convocaban los insurgentes.

    Otro rasgo a destacar es la utilizacin del factor sorpresa. Esto se evidencia en la opcin porrealizar un desplazamiento nocturno en direccin al objetivo, as como en el control de las posiblesfiltraciones de informacin que pudieran dar cuenta del movimiento que se realizaba. De este modo,cuando los insurgentes y los montoneros llegan a Melipilla, en la villa no existe ninguna noticia quehubiese podido anticipar el asalto.

    Un aspecto digno de mencionar son los objetivos sobre los cuales se concentr la atencin delos insurgentes: todos ellos tuvieron un carcter poltico, econmico o militar. De este modo, se detieneal subdelegado del partido, Julin Ycora, en cuanto representante del poder poltico y administrativoespaol; se ocupa y saquea el estanco real, que representa el orden econmico de la Colonia y, por

    ltimo, se queman las astas de lanzas y sus moharras se arrojan al ro Maipo, lo que implica un claroobjetivo militar: disminuir la capacidad ofensiva del enemigo. No existe ninguna mencin al ejercicio dealgn tipo de violencia en contra de particulares, ni siquiera en contra de vecinos realistas. La nicaexcepcin que se podra considerar es el asalto al espaol Damin el cual, dadas las circunstancias de suencuentro con la montonera, no puede considerarse de manera estricta como una agresin antojadiza aun individuo, sino como una oportunidad de estimular el estado de nimo de los montoneros, as comotambin responda a la necesidad de salvaguardar el secreto del desplazamiento hacia Melipilla.

    En todo caso, esta accin ser diferenciar de otras, ms que por lo realizado en la villa, por unhecho puntual ocurrido en sus alrededores y que, claramente, no corresponda ni a los objetivos ni a la

    los caballos del enemigo cuando la vean revolotear inmediata a sus ojos en un encuentro, y para adorno; esta deber ser condos puntas y de los colores de la divisa del regimiento.

    A la altura conveniente de la lanza habr una correa cosida por sus extremos, llamada porta-lanza, que sirve para meterla en elbrazo derecho, la que debe de estar fija en el asta, liada a ella con dos o tres vueltas, y clavada en el principio y fin de las

    vueltas. El portalanza proporciona que en las marchas y dems casos que se ha de permitir al lancero llevar la lanza concomodidad, la lleve con seguridad suspendida por la sangra del brazo derecho; sirve tambin para afianzarla ms en el empuje,y para que la mano no se escurra por el asta en el caso de encontrar resistencia.En el estribo derecho debe ponerse un cilindro de baqueta, donde se introduce y apoya el regatn de la lanza, que se llamarporta-regatn.Conviene que haya en la cincha maestra, frente al estribo derecho, una correa del largo de una tercia, que con una hebillita seecha al dicho estribo, con lo que ira sin tanto movimiento, y cuando el ginete saque el pie de l, o le pierda, tendr mas firmezala lanza, no yndose atrs ni adelante intern el ginete recobra su estribo. Ramn de Salas, Prontuario de artillera para el servicio decampaa. Por orden alfabtico de materias, Madrid, Oficina de E. Aguado, 1833.63Coleccin de Historiadores de la Independencia, documento N 19, XXIII, pp. 106-109.

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    planificacin inicial del asalto a Melipilla, nos referimos a la captura del teniente espaol ManuelTejeros.

    Como hemos visto, los insurgentes no estaban enterados de la presencia del oficial en lasproximidades de Melipilla y la decisin de capturarlo se tom sin mucha demora. Sin embargo, segn loque refiere Barros Arana, la voluntad de Rodrguez, al momento de retirarse de la villa, era llevarsetambin al subdelegado de la misma. Cules seran las razones de esto? Por un lado, el efecto poltico y

    militar de una accin como esta es muy ntido, a tal punto que podra considerarse dicha consecuenciacomo una motivacin razonable. Sin embargo, las condiciones materiales, logsticas, para poderrespaldar una decisin de este tipo no parece que existieran en la zona. En efecto, la captura o secuestrode estos espaoles obliga a los insurgentes a disponer, por lo menos, de un lugar donde mantener a losapresados. Considerando la forma en que se desarrollaron los hechos, no parece probable que esto hayasido tenido en cuenta y, menos an, resuelto. De hecho, ni siquiera estaban contemplados inicialmenteen el repliegue de los insurgentes, luego de realizada la ocupacin de Melipilla y los problemas que elloimplic se expresaron, primero, en la fuga del asistente de Tejeros y luego en la muerte de este. Pero,adems, capturarlos, para qu? Para un intercambio por otros prisioneros o para cobrar algn tipo derescate? Solo por realizar una accin que busque desmoralizar a la fuerza enemiga y fortalecer a lapropia? Es tan particular este hecho que pareciera que, en todo el perodo de la Reconquista, no existeuna accin similar. La evidente premura en la toma de decisin, as como la improvisacin en su

    realizacin, evidencian que los insurgentes, Manuel Rodrguez incluido, no tenan una planificacindetallada o, al menos, la definicin de un determinado curso de accin para una circunstancia comoesta.

    Por ltimo, es de inters considerar que, tanto los montoneros como los insurgentes ocuparnla misma tctica de repliegue y dispersin de aqu en adelante: abandonar la localidad ocupada, antes deque lleguen las fuerzas enemigas; ocupan los accidentes naturales de la geografa para facilitar surepliegue; evitar, en lo posible, el enfrentamiento con las fuerzas enemigas que los persiguen.

    Valparaso, 20 de noviembre de 2015