"Asuntos Internos", Jorge Cabezas (Kailas Editorial)

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    Asuntos Internos. Las tramas de la corrupción policial en España

    © 2016, Jorge Cabezas© 2016, Kailas Editorial, S. L.  Calle Tutor, 51, 7. 28008 Madrid  [email protected]

    Diseño de cubierta: Rafael RicoyDiseño interior y maquetación: Luis Brea Martínez

    ISBN: 978-84-16523-01-6Depósito Legal: M-2429-2016

    Impreso en Artes Gráficas Cofás, S. A.

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede serreproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitidapor un sistema de recuperación de información en ninguna formani por ningún medio, sea mecánico, fotomecánico, electrónico,magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin elpermiso por escrito de la editorial.

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    Impreso en España — Printed in Spain

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    Índice

    Prólogo   . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    CAPÍTULO 1. Corrupción policial en Málaga   . . . . . . . . . . 17  Preludio de un asesinato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17  La muerte de dos colombianos . . . . . . . . . . . . . . . . . 41  El enemigo está dentro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54  Lo que cuesta la verdad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73  Un Cuerpo por otro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

    Tocar todas las teclas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95  Cuando escala la hiedra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

    Extirpar la corrupción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117

    CAPÍTULO 2. Cataluña Zona Cero  . . . . . . . . . . . . . . . 133Una de gambas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133

      El mejor empresario del año . . . . . . . . . . . . . . . . . 157  Los largos tentáculos de la prostitución . . . . . . . . . . . 171  Un paseo por las alcantarillas . . . . . . . . . . . . . . . . 184  El postre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206

    CAPÍTULO 3. ¿Por qué tapar? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223

    Un coronel en la banda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223  Ajuste de cuentas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237  La Sicilia de Lugo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258

    CAPÍTULO 4. Cuando el CNI enreda . . . . . . . . . . . . . . 279El pequeño Nicolás . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279

      Operación Emperador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293

    CAPÍTULO 5. Corrupción a pie de calle . . . . . . . . . . . . 305

    CAPÍTULO 6. El magma de la corrupción policial  . . . . . . . 313

    Índice de siglas  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325

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    A Ignacio Carrasco y a la AUGC de Málaga,

     por su valor y honradez.

    Al Comandante Virgilio López Rico,

     por todas las injusticias que sufrió.

    A la juez Pilar de Lara,

     por su determinación y coraje.

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    CAPÍTULO 1

    Corrupción policial en Málaga

    Preludio de un asesinato

    Este libro investiga la corrupción en los Cuerpos y Fuerzas deSeguridad del Estado. Empezaremos con un caso sucedido en

    Málaga, un reflejo de un estado de cosas extensible a otraspartes de España en los últimos años.

    Para desentrañar toda esa maraña de casos vinculadosentre sí que han llevado a la indignación a muchos de los pro-pios agentes, uno tendría que preguntarse cuál es el nexo queune un asesinato de violencia de género, la muerte de dos jóve-nes colombianos, un caso de narcotráfico que salpica a varios

    miembros del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidro-gas (EDOA) de Málaga, precisamente los encargados de lucharcontra este tipo de delincuencia, un asunto de presunta corrup-ción en el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA)de la Guardia Civil de Málaga, la incautación del mayor alijo dearmas ilegales en España en el pueblo malagueño de Rincón de laVictoria y un caso de presunta corrupción urbanística, que

    afecta al ayuntamiento de la ciudad malagueña, conocido conel nombre de operación Yedra. Aparentemente todos dispares.Pero solo aparentemente. Enseguida comprenderemos por qué

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    el Servicio de Asuntos Internos (SAI) de la Guardia Civil,cuando decidió por fin entrar a investigar lo que se cuece en la

    ciudad malagueña, ha bautizado todo con un solo nombre:operación Telaraña. Pero eso no ocurriría hasta el mes de sep-tiembre de 2014, y el asesinato de Lucía Garrido, la espoletaque iba a desencadenar todo, data del mes de abril de 2008. Asíque tuvieron que pasar seis años antes de que se empezaran aaclarar las cosas. Aunque hagamos referencia constante a la in-vestigación del SAI de la Guardia Civil, es necesario retener este

    dato: sus actuaciones comenzaron en septiembre de 2014. Antespasaron muchas cosas, y son las que vamos a intentar contar.

    La hermana, la madre, los amigos y familiares de LucíaGarrido y los dirigentes de la Asociación Unificada de Guar-dias Civiles (AUGC) de Málaga, Ignacio Carrasco y AlbertoRobles, han mantenido y mantienen una lucha sin cuartel paraesclarecer cuáles fueron los verdaderos motivos que se escon-

    den tras su brutal asesinato ocurrido en la finca Los Naranjos,situada en la localidad malagueña de Alhaurín de la Torre, enabril de 2008. Una lucha que, como suele pasar con frecuenciaen nuestro país, adquiere caracteres épicos y heroicos cuandouno se ha de enfrentar al muro del silencio, de la incompren-sión o de la humillación de la propia Administración del Es-tado. Nadie podría creerse el calvario sufrido por esta familia

    por parte de aquellos que en teoría están para todo lo contra-rio, esto es, para contribuir al esclarecimiento de los hechos yasentar una verdad policial/judicial. Nadie podría creérselo deno ser porque la verdad se va abriendo paso y los hechos em-piezan a ser incontestables, por más que nos quedemos estupe-factos. Nada de lo ocurrido a esta familia y a los que hanluchado junto a ella para esclarecer la verdad es razonable que

    suceda en un estado democrático con unas fuerzas de seguri-dad al servicio de la ley y con unas instituciones que deben develar por nuestros derechos. Pero las cosas son como son, y a

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    la familia de Lucía y a los que les han acompañado en este viajeles ha tocado vivir posiblemente la pesadilla de la peor de las

    corrupciones: la policial. Y no solo eso. Han conocido de pri-mera mano el silencio, cómplice o no (el lector juzgará), deotras instituciones, el miedo y la falta de integridad de muchaspersonas, que han dejado ver que aún vivimos en una sociedadatemorizada, con evidentes lagunas de democracia, que no escapaz de sobreponerse y responder a unos hechos denigrantesa pesar de las evidencias.

    El calvario sufrido por Lucía Garrido se remonta a dosaños antes de su asesinato, en 2006, cuando empezaron losconflictos con su entonces pareja Manuel Alonso Herrero. Estey Lucía habían levantado una casa trabajando duramente, po-niendo ladrillo tras ladrillo, en una finca que Manuel habíaadquirido en Alhaurín de la Torre. Por aquellas fechas eran unapareja enamorada y tenían una hija en común, Sara, que en la

    actualidad tiene dieciocho años.En un principio convirtieron la finca en un criadero de pe-

    rros, pero el negocio atravesó dificultades económicas. ManuelAlonso conocía al entonces teniente del SEPRONA AlonsoGómez Ocón. La historia de este teniente es singular. Tiempoatrás había sido implicado en una causa seguida en el juzgado14 de Málaga, la denominada operación Seprona, en la que se

    investigaba la relación del mando de la Guardia Civil con elempresario Rafael García Bueno y su empresa de expediciónde certificados medioambientales de nombre ECMA, una em-presa que además traslada frigoríficos usados a Marruecos yresiduos ambientales en botellas a presión a Francia. En con-creto se investigaba si el teniente de la Guardia Civil favorecióal empresario en detrimento de otras empresas, y si hubo al-

    guna especie de extorsión para obligar a los empresarios delsector a que pasaran por «taquilla», es decir, que fuera ECMAla empresa que les hiciera los certificados, so pena de someterse

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    a inspecciones duras y sus consecuentes multas. Como tantasy tantas veces, en distintos casos de corrupción policial, la

    causa fue archivada. Y ello en gran medida por el informe fa-vorable emitido por la propia comandancia de la Guardia Civilde Málaga a favor del teniente responsable del SEPRONA, in-forme avalado por el SAI, dirigido por aquel entonces por elcoronel Francisco Ortiz Clavero, que en septiembre de 2015sería imputado por una juez de Granada por haber encubiertopresuntamente las actividades de otro coronel encausado en un

    proceso de narcotráfico. (Ver página 21).Los hechos que ocurrirían con posterioridad dejarán en evi-

    dencia este archivo de la causa. Pero como este es un libro quetrata sobre la corrupción policial, conviene que nos detenga-mos en un detalle. El SAI y la comandancia de la Guardia Civilno observaron ningún tipo de actividad irregular en la con-ducta del teniente. Tal vez con un criterio más independiente,

    el SAI hubiese actuado de otra manera, a la vista de lo queluego sucedió. Si lo hubiese hecho en ese momento, tal veznunca se hubiese producido toda la cadena de hechos lamen-tables que enseguida vamos a conocer. Existe una extraña ymala costumbre bastante extendida que tiende a tapar antesque a denunciar muchas de las actitudes corruptas de algunosmiembros de las Fuerzas de Seguridad. Y eso, como es lógico,

    no hace más que agravar el problema y corromper más la ins-titución. Pero sigamos con nuestro relato.

    El teniente Gómez Ocón trabó amistad con el dueño de lafinca Manuel Alonso Herrero, compañero de Lucía Garrido enesos momentos y, en vista de las dificultades económicas porlas que atravesaba su criadero de perros, le propuso ponerle encontacto con su antiguo amigo Rafael García Bueno. El fin de

    esta nueva relación era, aparentemente, proporcionar el dinerosuficiente a Manuel Alonso para que este reconvirtiera su cria-dero de perros en un centro de acogida de animales a nivel

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    regional, para lo cual era necesario hacer una inversión y adap-tar las instalaciones para su nuevo uso. El teniente GómezOcón, según informes posteriores del SAI de la Guardia Civil,

    que ya detallaremos, fue el artífice de tal reconversión, realizólas gestiones precisas para conseguir todos los permisos admi-nistrativos y garantizó el éxito del centro, pues él mismo se

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    ocuparía de aportar los animales necesarios con la consiguientesubvención. No solo eso, también se encargaría de que en la

    finca se realizaran los correspondientes cursos de especializa-ción y formación de otros agentes del SEPRONA y todas aque-llas actividades vinculadas con su profesión.

    Hasta aquí todo podría parecer un asunto de corruptelasentre agentes de la Guardia Civil, aprovechándose de sus fun-ciones, y unos empresarios ávidos de conseguir beneficios gra-cias a sus contactos oportunos. Pero el negocio de la fauna

    ocultaba algo mucho peor.La relación entre Manuel Alonso y el teniente empezó a ser

    fluida y beneficiosa para todos los implicados en el asunto. Nosolo eso. Otros agentes de su unidad empezaron también acolaborar en la finca.

    Sin embargo, esta aparente sintonía de intereses empezó atener un punto débil. En el año 2006 las relaciones de pareja

    entre Lucía y Manuel Alonso se deterioran. Manuel Alonso,que ya venía de otro matrimonio anterior con hijos a su cargo,tiene una nueva amante a la que quiere meter a toda costa enla finca y sustituir por ella a Lucía. Los malos tratos y las ame-nazas empiezan a hacerse frecuentes. Años atrás, siendo su hijaSara muy pequeña, Lucía ya había presentado una denunciapor malos tratos y amenazas, pero, tal y como sucede a muchas

    mujeres enamoradas, en aquella ocasión la retiró. El momentode reconciliación que siguió a aquella disputa fue aprovechadopor Manuel para cambiar la titularidad de la finca y ponerlaexclusivamente a su nombre, sirviéndose de un poder otorgadopor Lucía como muestra de confianza en su futuro.

    Sin embargo, todo lo que sucede ahora es diferente. Se hainiciado una demanda de separación y Lucía quiere la parte

    correspondiente de la finca y una pensión de alimentos para suhija. Lucía se empieza a convertir en un problema no solo paraManuel Alonso, sino para la continuidad del negocio en el que

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    ya están implicadas varias personas, entre ellas algunos agentes

    del SEPRONA y el empresario Rafael García Bueno. Además,

    Lucía sabe demasiadas cosas, asuntos que pueden complicarlesla vida. Allá donde va, porta consigo una carpeta repleta de

    documentos y anotaciones. Es su salvoconducto, su tesoro, así

    lo considera ella.

    Es difícil asimilar la situación por la que atravesó esta

    mujer. Según los relatos de los vecinos y de sus propias madre

    y hermana, Lucía vivía acosada desde que se levantaba hasta

    que se acostaba, sometida a un auténtico régimen de terror.Manuel Alonso le cortaba el agua, la luz, la dejaba sin dinero,

    sin comida. Le pinchaban las ruedas del coche. En muchas oca-

    siones tuvo que recurrir a los vecinos para poder paliar las

    circunstancias extremas en las que se encontraba.

    Con frecuencia acude al cuartel de Alhaurín para presentar

    denuncias. Según su hermana Rosa, en muchas ocasiones no le

    hacen caso, o esquivan elevarlas al juzgado. Su madre relatacómo, tras presentarse varias veces al cuartel de Alhaurín, un

    guardia le dijo que no volviera más por allí, que fuera a Má-

    laga a presentar las denuncias. Ese mismo guardia le tuvo que

    dejar dinero para volver en taxi a su casa.

    Lucía se va convirtiendo en la sombra de sí misma. Su as-

    pecto físico se va deteriorando. El temor a que a ella o a su hija

    les pueda pasar algo se va apoderando obsesivamente de su per-sona. Revisa una y otra vez su vehículo, antes de que Sara salga

    de la casa, en el que la lleva al colegio. No se fía. Es posible que

    una serpiente o un animal peligroso anden sueltos. Tampoco se

    atreve a abrir las ventanas de la vivienda. La casa huele a ce-

    rrado, pero su temor alcanza ya el grado de psicosis. Es posible

    que le cuelen algún animal si las abre.

    Quieren que se vaya de allí. Y ella sabe que es inútil acudira la Guardia Civil. La extraña red de complicidad creada entre

    Manuel Alonso y algunos agentes hacen imposibles todas sus

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    denuncias. Acude a los juzgados, al ayuntamiento, a las insti-tuciones que velan por el maltrato. No hay respuesta positiva

    para ella. Un juzgado de Málaga le deniega medidas de protec-ción en el año 2007, un año antes de su asesinato. Así de crudoresulta leer el auto de la juez a día de hoy.

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    A pesar del mazazo que esta disposición judicial representapara ella, durante el mes de enero de 2007 Lucía vuelve a pre-sentar nuevas denuncias por amenazas. Denuncias que son re-chazadas, porque algunos guardias civiles de la supuesta trama

    corrupta testifican a favor de Manuel Alonso.

    «Ha de observarse una serie de datos que esta juzgadora con-

    sidera relevantes a la hora de analizar la veracidad del testimonio

    de la víctima y que incluso fueron manifestados por esta al reco-

    nocer que le dijo al Sr. Ordóñez [guardia civil] y a su mujer, “esta

    vez voy a por todas”, revelando con dicha expresión la existencia

    de una cierta animadversión hacia el acusado… que debo absol-ver y absuelvo a Manuel Alonso Herrero del delito por el que

    venía siendo acusado». (Sentencia 24/07 juzgado de violencia

    sobre la mujer n.º 1 de Málaga).

    Es decir que el mismo guardia civil que acude por la tardea trabajar en la finca de Manuel Alonso, incumpliendo la nor-

    mativa, no duda en declarar en contra de una mujer a todasluces amenazada y maltratada hechos de los que él era testigoen primera línea.

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    Este mismo guardia civil, según obra en el sumario, lenegó una estufa a Lucía y a su hija Sara alegando que era para

    los animales. También fue el mismo que, acompañado de suesposa, fue a recoger las armas de Manuel Alonso, tras pre-sentar otra denuncia Lucía, las metió en el maletero de sucoche, lleno de bolsas de Carrefour. Ante tan inaudito modode proceder, Lucía preguntó a la mujer del agente si habíaderecho a todo lo que le estaba pasando, «sin obtener res-puesta por parte de aquella, que le volvió la cara». A pesar de

    vivir en ese ambiente tan hostil y de no tener respuesta de lasinstituciones del estado, Lucía va a obtener una pequeña vic-toria en octubre de 2007: un juzgado de Málaga, el encargadode resolver sobre su demanda de separación, le reconoce a ellay a su hija el derecho a disfrutar de la vivienda de la finca y elpago de una pensión alimenticia por parte de Manuel Alonso.Este no la puede echar, aunque eso vaya a suponer su senten-

    cia de muerte.Lo escalofriante del caso es que, aparte del ya mencionado

    Ordóñez, son varios los guardias civiles que trabajan de ma-nera presuntamente ilegal para Manuel y son testigos deldrama de esta mujer. Nadie aporta ni un poco de humanidadpara resolver esa situación.

    La sentencia de octubre de 2007 encoleriza más a Manuel.

    Al negocio que en esa finca se desarrolla no le convienen ojosindiscretos que puedan suponer una amenaza. Por eso hacetodo lo posible para conseguir que Lucía se vaya. Mete a vivira familiares suyos para hacerle insoportable la vida diaria, sejacta de sus amenazas de que un día la va a echar a los leones.

    Cuando su hermana Rosa habla por la noche con ella seescuchan de fondo unos ruidos atronadores. Son los leones, los

    tigres. Manuel lleva varios días sin darles de comer. El sonidode los mamíferos impregna toda la finca de un eco mortal. Esotra manera de torturarla.

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    cio de Málaga a las 10.29, y que, como solía hacer siempre quese desplazaba a la ciudad, había dejado estacionado su vehí-

    culo en las afueras de Málaga para posteriormente ir al centroen autobús. Entre sus pertenencias apareció el ticket de ida.Lucía cogió el autobús a las 9.49. Pero no apareció el de vuelta.En su primera autopsia los forenses determinaron la muerte deLucía alrededor de las 10.45. Sin embargo, otro hecho insólitoen toda esta historia, un año después de su muerte rectificaronla hora del fallecimiento situándolo entre las 13.00 y las 14.30.

    INSTITUTO DE MEDICINA LEGAL DE MÁLAGAServicio de Patología. Órgano Judicial: Jdo. Instr. n.° cuatrode Málaga

    Procedimiento:

    DP n.° 3013/2008 INFORME MÉDICO FORENSE

    En Málaga, a 28 de abril de 2009. Comparece el médicoforense Eduardo Ramos Campoy, quien en virtud del jura-mento que tiene prestado MANIFIESTA:

    Que ha revisado las anotaciones de autopsia, así como ladocumentación analítica recibida referente a LUCÍA GARRIDO

    PALOMINO; a fin de emitir el presente Informe MédicoForense,

    Que el médico forense que suscribe, NO ratifica el particu-lar solicitado referente a la data de la muerte, debido a losmotivos que se expondrán a continuación.

    Que tales motivos en un principio se basan en una equivo-cación por parte de los médicos forenses firmantes del informe

    de autopsia inicial, de modo que unas simples notas de cálculode la data se introdujeron por error en el informe definitivoque finalmente se entregó al Juzgado Instructor.

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    Si los dos años que precedieron a su muerte fueron de au-téntica tortura y miedo, las circunstancias de su fallecimiento

    ponen aún más los pelos de punta. La transcripción siguientees la realizada por el SAI siete años después de su muerte, estoes, en 2015.

    … encontrándose Lucía con las bolsas que portaba frente a

    la entrada principal de su casa con la intención de abrirla, por

    autor o autores desconocidos que la esperaban ocultos tras la

    fachada opuesta a la que ella tomó para dirigirse desde su tu-rismo a la puerta de entrada, fue atacada por la espalda y sin

    previo aviso, siendo golpeada en la parte posterior de su cabeza

    repetidamente con un ladrillo macizo de barro de los que había

    sueltos por los alrededores de la vivienda, resultando esta fractu-

    rada en cuatro trozos como consecuencia de la violencia em-

    pleada, causándole diferentes hematomas craneales.

    Hay que recordar que el asesinato se produce a plena luzdel día. Prosigamos con la narración del SAI.

    La víctima, aterrorizada por la agresión que acababa de sufrir

    y por lo inesperado del asalto, comenzó a gritar desesperadamente

    en solicitud de ayuda, siendo oída por una vecina que inicialmente

    no supo reaccionar en su auxilio.

    La vecina manifestó que a las 14.20 curiosamente mirósu reloj y escuchó un grito muy fuerte, desgarrador, de mujer.«Fue un grito amargo, de sonido grave y seguido». A pesarde ello, alegó que ese día no se encontraba bien y decidióacostarse en la cama, sin darle importancia al hecho. Como

    en tantas ocasiones en este caso se trata de un comporta-miento  inaudito. Pero sin aventurar conclusiones, digamosque esta actitud de la vecina vuelve a remarcar el grado de

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    soledad en el que vivía Lucía, el miedo que se había exten-dido entre todos aquellos que podrían haberla ayudado. Si-

    gamos con el relato.

    Logrado con los golpes el propósito de aturdir y debilitar a

    la víctima, fue arrastrada durante varios metros hasta una pis-

    cina próxima, trayecto durante el cual Lucía ofreció fuerte re-

    sistencia que fue brutalmente reprimida, lo que la hizo sufrir

    multitud de erosiones que dejaron un rastro de sangre hasta el

    punto de inmersión… En este estado le fue asestada una certerapuñalada en el cuello que le atravesó la vena yugular externa

    justo por debajo de la oreja izquierda, pudiéndose encontrar en

    ese momento ya sumergida en el agua corrompida de la piscina.

    Aun así, Lucía, en un último conato de salvar su vida, intentó

    salir de ella, siendo sumergida por su agresor/es hasta su aho-

    gamiento por asfixia.

    Después de esto, el autor o los autores de tan horrendocrimen extrajeron el bolso de Lucía de la piscina, vaciarontodas sus pertenencias y sacaron una llave que daba acceso allavadero, donde se encontraron tres gotas de sangre.

    … este hallazgo… hace pensar que habría algo en el interior

    de ese habitáculo que era del interés del agresor/es, puesto que enla pared junto al lavadero existe un grifo exterior y útiles de lim-

    pieza suficientes que descartan la necesidad de abrir aquel para

    limpiarse.

    El único móvil de estos hechos fue la desaparición física deLucía. No hubo agresión sexual. El autor o autores del hecho

    no se llevaron nada, excepto su teléfono móvil. Y rebuscaronen aquel habitáculo probablemente intentando localizar la fa-mosa carpeta que Lucía guardaba como su tesoro y en la que

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    había ido almacenando documentos y anotaciones comprome-tedores para muchos.

    Aparece entonces en escena un nuevo agente de la GuardiaCivil que con el tiempo adquirirá un protagonismo relevante.Se trata del teniente Valentín Fernández, responsable de la uni-dad de Policía Judicial adscrita al EDOA y encargado de lainvestigación sobre el asesinato de Lucía. En los años noventasu nombre se vio vinculado a un caso de corrupción policial enZaragoza, aunque nunca fue detenido ni imputado. Su voz

    aparece en una conversación mantenida con una mujer dedi-cada al narcotráfico.

    A resultas de lo que más tarde se supo, aquella investiga-ción iniciada por el teniente fue todo menos una investigación.Rosa recuerda la escena del crimen aquella mañana.

    Allí no hubo, o ella al menos no lo recuerda, ningún equipo

    de Policía Científica de esos que salen en las películas como as-tronautas recogiendo pruebas, aunque sí muchos coches de la

    Guardia Civil y del juzgado. «Lo que sí recuerdo es la imagen del

    teniente vestido con pantalones vaqueros y un chaleco azul ha-

    blando por teléfono y con unos guantes de plástico que les cu-

    brían las manos, como si fuera él el encargado de esa tarea».

    Otro dato que se le quedaría grabado en su memoria es lo que le

    contó un tío suyo.Aquella noche, después de enterarse de la muerte de su so-

    brina, este acudió a la finca. No sabía si allí podría encontrar a

    alguno de los familiares. Era ya tarde. Casi las dos de la madru-

    gada. Cuando llegó se encontró con la casa abierta, todas las

    luces encendidas; un agente bebía un vaso de leche en la puerta

    de la vivienda. No le dejaron entrar.

    Hasta ese momento, Rosa, la hermana de Lucía, era unaciudadana normal que creía en la justicia y confiaba en la hon-

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    local de Alhaurín. Fueron ellos los que encontraron el cadávery llamaron a la Guardia Civil. Cuando el equipo forense ex-

    trajo el cuerpo de la piscina serían alrededor de las doce de lanoche. El reloj de Lucía, que aún conservaba en su muñeca, unreloj de manecillas comprado en un bazar chino, marcaba máso menos la misma hora, por lo que el secretario que levantabael acta dedujo que aún funcionaba y así lo hizo constar. Lo máslógico hubiera sido que los investigadores de la Guardia Civillo hubieran retenido, hubiesen comprobado si funcionaba o no

    y, en caso de no hacerlo, que era lo más lógico, hubiesen reali-zado pruebas con relojes de similares características para sabercuánto tiempo puede aguantar un reloj de ese tipo en el aguaantes de pararse. De esa manera se hubiese datado con másexactitud la hora de la muerte de Lucía y no habría tantascontradicciones en el sumario.

    Otro hecho sin explicación dentro de las coordenadas nor-

    males de una investigación es lo que sucedió con el teléfono deLucía. El único objeto personal de Lucía que se llevaron losagresores fue su teléfono móvil. Sin duda esto debe de tener unaexplicación. Hay que recordar que solo apareció el billete de idadel autobús que llevó a Lucía a Málaga después de dejar sucoche aparcado en las afueras. Pero no apareció el de vuelta.Cabe suponer que alguien pudo llamarla a la largo de esa ma-

    ñana e incluso inferir que se montara en el coche de algún cono-cido para que la acercara hasta donde había aparcado suvehículo. A día de hoy, siete años después del asesinato, la fami-lia de Rosa no ha tenido acceso a esos datos, a los de su teléfonomóvil de aquella fatídica mañana, ni tampoco a los del teléfonofijo de su residencia. Y son datos cruciales que no constan enninguna parte.

    De las irregularidades o torpezas que se cometieron du-rante la investigación da fe el testimonio de la vecina que oyóel grito desgarrador de Lucía, en una declaración hecha ante

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    los agentes del SAI siete años después del crimen. Entoncesreveló un hecho importante para la investigación. Aquella ma-

    ñana del asesinato, Manuel, a pesar de haber salido tempranode la casa, regresó a la misma sobre las once y se reunió contres personas. Luego, posteriormente, se marchó.

    Esto no lo pudo contar en su momento. Veamos por qué.

    Que al mucho tiempo le llamó la Guardia Civil para declarar

    lo que sabía, que ellos le dijeron que era imposible que estuviera

    en la casa puesto que había tickets y paso de la matrícula por lacarretera a las horas que ella recordaba y que acababa de explicar.

    Que por eso la dicente en aquella ocasión no contó esta historia.

    Una vez más resulta inconcebible que una de las posiblestestigos de lo que le sucedió a Lucía, tarde tanto tiempo en serllamada a declarar y que sean los propios agentes de la Guar-

    dia Civil los que le hagan desistir de su testimonio.Pero aún más sorprendente es lo que sigue contando esta

    mujer, que hay que recordar que es familiar de Manuel Alonso,el cual la había llevado a vivir a una vivienda contigua parahacer la vida imposible a Lucía. Ella era la encargada de pre-pararle la comida. Pues bien, a esta mujer aún le costó hablar,atenazada por el miedo, incluso siete años después del crimen.

    A la mañana siguiente [del asesinato] vio a Manuel que lle-

    gaba a la casa con Galyna [su nueva pareja ucraniana] y decían

    que habían estado toda la noche con la Policía. Que sabe que

    Manuel estuvo a las ocho de la mañana del día siguiente después

    de haber muerto Lucía en el interior de la casa de Lucía, que de

    esto fue testigo su pareja sentimental José Bello, ya que este fue

    el que lo contó. Que no comprende qué Policía es la que permiteque rompa el precinto tan pronto y limpie la piscina y la casa, que

    entre en la casa, que la Policía no recogió ni una sola cosa de la

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    casa, que incluso escuchó a Manuel decir ese día «madre mía lo

    que tenía la hija de puta esta [refiriéndose a Lucía], si se lo da a

    la Policía me empapelan»… que con respecto a las visitas quetenía Manuel en la casa, recuerda que había uno del que Manuel

    decía que «este es mi padre», que no sabe qué era, si era cabo o

    no, pero era el que mandaba...

    También manifestó que en los días posteriores al asesinato,Manuel se dedicó a recoger todo el dinero que tenía esparcido

    y oculto en los alrededores de la finca, incluso en las jaulas delos animales. Según ella, millones de pesetas. Sin duda estamujer oculta aún cosas importantes. Su declaración, insisti-mos, hecha siete años después del asesinato, termina de la si-guiente manera.

    … que tiene miedo, que ustedes no saben quién es ese tipo

    [Manuel Alonso], que es malo con todo el mundo, que sabe quepuede entrar por una puerta y salir por la otra.

    El primer instructor de la Guardia Civil en el caso fue des-tituido de manera fulminante, seguramente porque ordenó ladetención de Galyna, la compañera sentimental de ManuelAlonso, como un método de presión para esclarecer el asunto.

    La hermana de Lucía recuerda aquellos días como unsinsentido.

    No entendíamos por qué habían destituido al brigada que

    instruía la causa. Ni tan siquiera supimos cómo se llamaba el

    nuevo o los nuevos instructores. Cuando pedíamos que nos dije-

    sen su nombre, solo nos decían «Juan», pero «Juan ¿qué más?»

    «Solo Juan», nos respondían. Nosotras, ya en tono de humor, elpoco que nos iba quedando, le decíamos: «¡Pues nada, se llama

     Juan el Único!».

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    Las sorpresas se iban acumulando. El abogado de Lucíarenunció a seguir con el caso. La familia tuvo que contratar a

    un nuevo letrado, que también desistió aduciendo que unamano negra movía todo este asunto. Ningún abogado quisoasumir la representación. La soledad de Rosa y su preocupa-ción iban en aumento. El juzgado número cuatro de Málaga,encargado de instruir la causa por el asesinato de Lucía, sufrióun inusual baile de jueces. Hasta cuatro pasaron por él en eltranscurso de la investigación. Era imposible hablar con nin-

    guno de ellos. Una de las secretarias judiciales, ante la desespe-ración de la familia, sugirió a Rosa en voz baja que airearan elcaso. En un principio Rosa no entendía qué es lo que teníanque airear. Luego ya sí lo comprendió todo. O aireaban el casoen los medios de comunicación o aquello quedaría empanta-nado en la sórdida maraña policial/judicial.

    Rosa trabaja como dependienta en unos grandes almacenes de

    Málaga. Su nómina es de mil euros al mes. Ella peleó con uñas ydientes para que su sobrina, Sara, la hija de Lucía, permanecieracon ella, en contra del criterio de muchos de los funcionarios queintervinieron en la causa. Como la implicación de su padre, Ma-nuel Alonso, no estaba ni mucho menos acreditada en base a lainvestigación policial, casi todos eran partidarios de devolvérsela aél. Todos menos un juez de familia que confesó a Rosa que se es-

    taba creando muchas enemistades por mantener el criterio de quela niña debía de permanecer con ella, lo que finalmente ocurrió.

    La investigación por el asesinato de Lucía duró poco másde un año. Durante ese periodo se establecieron escuchas tele-fónicas autorizadas legalmente por el juez instructor de lacausa sobre los teléfonos y comunicaciones del principal sos-pechoso, Manuel Alonso. Aparentemente, estas escuchas no

    sirvieron para avanzar en la investigación.Uno de los grandes problemas que plantea la corrupción

    policial es poder determinar hasta qué punto los jueces y los

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    fiscales se pueden fiar de las transcripciones de las escuchasque ordenan, en el caso de que quien transcriba o sea el en-

    cargado de hacer llegar al juzgado sus conclusiones esté me-tido en una trama corrupta. A lo largo de los capítulos deeste libro veremos cómo en ocasiones han sido apartadasconversaciones relevantes para la resolución de un caso ohan sido tildadas simplemente con el epígrafe de «sin interéspolicial». El problema es complejo, porque se supone que losagentes están de parte de la ley y, en principio, gozan de toda

    la autoridad y la credibilidad posibles, pero también es ciertoque el hecho de instruir las diligencias policiales otorga de-masiado poder a quien se vale de su condición de policíapara poder falsear, retrasar o manipular determinados aspec-tos de la investigación.

    En el caso de la investigación de Lucía esto sucedió así. Ylo veremos cuando tres años después la familia y la AUGC

    consigan reabrir el caso.Pero ahora nos interesa seguir cronológicamente esta na-

    rración de hechos, porque un nuevo mazazo psicológico espe-raba a la familia de Lucía Garrido.

    Prácticamente coincidiendo con el archivo de la causa delasesinato, Manuel Alonso volvía a tomar posesión plena de lafinca. En el intervalo de ese año, su nueva mujer, la ucraniana

    Galyna, había sido detenida por la Policía por estancia irregu-lar en nuestro país. Manuel Alonso movió entonces todos loshilos disponibles para evitar su expulsión, como así recogen lasintervenciones telefónicas. Fue finalmente el teniente del SE-PRONA Alonso Gómez Ocón el que elaboró un documento,de dudosa legalidad, para evitar su repatriación, documentopor el que sería imputado años más tarde por el SAI de la

    Guardia Civil.Pero lo que realmente sobrecogió a la familia de Lucía fue

    el hecho de que este teniente, junto a otros dos agentes que no

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    tuvieron necesidad de hacerlo, declarara a favor de ManuelAlonso Herrero y en contra de la huérfana de Lucía, su propia

    hija, por la demanda de indemnización compensatoria solici-tada tras la muerte de su madre. Transcribamos un fragmentode un informe del SAI elaborado años después.

    La pugna se centraba en determinar si realmente Lucía ejer-

    cía algún tipo de profesión o colaboración también en la finca

    Los Naranjos o, por el contrario, era exclusivamente Alonso He-

    rrero quien desarrollaba allí labores de limpieza y mantenimientode los animales.

    El teniente Alonso Gómez Ocón compareció voluntaria-mente en calidad de testigo para prestar declaración a favor deManuel Alonso y «haciéndolo con el único fin», sigue el informede Asuntos Internos, «de minorar la concesión de la compensa-

    ción económica que sobre la hija [Sara Alonso Garrido] fruto delmatrimonio entre aquel y la finada pudiera recaer».

    Es decir, para el juez fue concluyente el testimonio de unoficial de la Guardia Civil para otorgar a Sara una indemni-zación de tan solo el 10 por ciento de lo que se reclamaba.

    «Fue concluyente conocer este extremo, hasta el puntode que Sara Alonso Garrido fue indemnizada en el importe

    ponderado de 32.902 euros», que, según sentencia 43/2010del citado juzgado, correspondería aproximadamente al 10por ciento de la valoración de los inmuebles, al considerarseprobado que Lucía «no trabajaba y estaba dedicada al cui-dado de su hija y de su hogar». La parte reclamante solicitóel 50 por ciento del valor de los bienes adquiridos y nego-cios constituidos en común tras su unión de carácter extra-

    matrimonial.Al propio SAI le chocan algunas frases que se vierten en la

    sentencia. Es mejor verla. (Ver página 39).

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    No hay que ser un lince para saber que los testigos en losque se basa la sentencia eran fundamentalmente de parte, esto

    es, testificaron a favor de Alonso Herrero, y no se tuvieron encuenta aquellos otros que hicieron todo lo contrario, testificara favor de Lucía.

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    El informe del SAI concluye del siguiente modo:

    … cuando el teniente Gómez Ocón asistió en noviembre del2009 al juicio por el que se decidía sobre la indemnización a

    percibir por parte de Sara, hija de Alonso Herrero, sí lo hizo en

    su condición de TENIENTE JEFE DEL SEPRONA DE MÁ-

    LAGA. Cabe pensar que ahí estuviera en juego el buen desarrollo

    del proyecto empresarial en que presumiblemente participaba.

    Uno puede solo imaginarse el grado de indignación quedebía sentir la familia de Lucía. A esta no le habían hecho casolos jueces, le habían denegado una orden de protección, algu-nos guardias civiles habían declarado en su contra en las de-nuncias emprendidas para pedir medidas o sobre amenazas.Finalmente había resultado asesinada. Su causa se había archi-vado sin culpables y en el juicio para solicitar una compensa-

    ción económica para Sara, dado que Lucía había trabajado delmismo modo que Manuel en la finca, un mando de la GuardiaCivil había declarado en su contra, faltando en gran medida ala verdad. Ya no cabía ninguna duda. Lo que sucedía en tornoa este caso se escapaba de las manos a la familia. No podíancomprender el porqué de todo esto.

    Y mucho menos después de que otro dramático suceso tu-

    viese lugar en el mismo lugar donde fue asesinada Lucía. El día25 de abril de 2009, un mes antes del archivo de su causa, seproduce un suceso inesperado en la finca de Los Naranjos. Dosjóvenes colombianos son abatidos a tiros por Manuel Alonso,cuando, según su testimonio, entraron a robar. Insistimos en lafecha. Este nuevo suceso se produce un mes antes del archivode la causa de Lucía. A pesar de las consecuencias que podía

    tener para el esclarecimiento de la propia muerte de Lucía,nadie, ni jueces, ni fiscales, ni investigadores conectaron, aun-que solo fuera por precaución, los dos trágicos sucesos. Nin-