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Bandera Social Semanario Anárquico-Colectivista CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN l'n trimejtre: un» peseu en U Región Española; número suelto, 5 céntimos; pa- juttede 3o ejemplares, una peseta; para las demás Regiones, i'5o trimestre, y paque- te i'io pesetas. " / i f Las suscripciones se pagarán en sellos de i 5 céntimos ó en papel y letras de fácil cobro.—l.os remitidos á precios convencionales. Se admiten suscripciones: en Madrid, en la Redacción y Administración de este S>emai)ario; en Barcelona, dirigirse ai .'íccretario del C. L. del» Federación, y en Mon- tevideo, a /ácanas Rabassa, calle del Uruguay, núm. 409. MADRID 18 DE FEBRERO DE 1886. Año II.—;>ívnn. 52. SE PUBLICA TODOS LOS JUEVES Consagrada esta publicación á la defensa de los principios anárquico colectivistas, todos los obreros tienen derecho á la inserción de cuantos documento,s tengan rela- ción con este lin, asi como .i que se den á luz cuantos abusos y velaciones se comet.ii en el taller siempre que lo paranticcn con su ñrma- Administración y Hedacción Calle de Fuencarral, núm. y^, duplicado, donde se dirigiré toda la cohespondencia i nombre del AÜMl.MSTRADOR. «EL IMPARCIAL" CONTRA «EL IMPARCIAL» Apenas llegaclos lia^ta nosotros las priincraá noticias de los sucesos ocurridos en Londres, asaltó á nuestra imaginación este pensamiento: «¡Buenos van á poner a los trabajadores mañana los periódicos burgueses!» Así es que procuramos adquirir todo lo antes posible un Imparcial, para conocer los detalles, aunque apasionado.-!, del becbo. Y no hicimos la elección de El Imparcial por- que creamos esto es un periódico serio, comedi- do y de significación é importancia en el estadio de ía [irensa, sino por su cualidad de ser uno de los periódicos callejeros que más madrugan y la dicha que ha tenido de encontrar corresponsales en varias capitales de otras regiones qua se iden- tifiquen con su conducta y le corresponsaleen sin alterar los tonos generales de su imparcialesca fi te ra tu ra. Ya adquirido el estimado Proteo, le desplega- mos lijándonos desde lue'go en la sección edito- rial, que contenía un articulo titulado Los sucesos do Londres. El que conozca la manera de pajear que tiene El Imparcial, el que se haya fijado en la aversión inconmensurable que profesa este periódica haci i t.n!]. líos obreros que de un modo más • nii 'to pro'.estan de las injusticias sociali que se cuuieten con una clase providente de todas las dichas que disfrutan los pazguatos del privile- gio, no habrá nionesler transcribamos uno pur uno h)S insultos velados, las suposiciones gratui- tas, los conceptos injuriosos que el dichoso pe- riódico, sin fe alguna política, sin creencia deter- minada, ni otro norle que un beiielicii» iiiduslrial, lanzaba por tabla á todos los trabajadores, amo- tinados y sin amotinar. Aquelarticulo, ó lo que fuera, parecía un ser- món de injurias, vomitado por una boca tan des- comunal y espeluznante como la en donde se de- posita la correspondencia en correos. Si; aijuel artículo era un aborto; para escribir así—pensábamos á medida tpie íbamos Icyondo no es menester haber pisado las aulas; 'sobra y busLa con frecuentar el Rastro ó alguno de esos tugurios donde á úllima hora descabezan el sue- ño los que han pasado muchas horas entregados libaciones alcohólicas. * * * Comprendemos que á El Imparcial no le sean sirnpáticas las ideas socialistas ni las ideas anar- quistas, porque inspiradas éstas en un criterio de acrisolada justicia y en un vehemente y racional principio de que «todo el que quiera comer trabaje» en algo dc lo útil y provechoso quo en sus múltiples ramas abrazan las ciencias y el tra- bajo humano, quizá, sin quizá, tuviera que modi- ficar su conducta si quería comer ese pedazo de pan (negro y falto de peso) (¡ue tantas privacio- nes, tantos insultos y tanta decepción nos cuesta hoy á nosotros poder adquirirlo. l'ero, aun a.si pensando, nosotros creemos que eslo no excluiría para que, una vez siquiera, al ocuparse del hambre que deben sufrir cincuenta mil seres humanos, en una sola capital, que en su verdadera ciñ'a, sin exagerar, ascenderán entre esnosas é hijos á más de 200.000, dejara á uíT lado su característica autopatía, y se inspirara en el cuadro pavoroso que debe presenciarse en las viviendas de aquellos infelices obreros, azuzados por ese secreto motor que se llama hambre. * * Ya sabemos que tratándose de El Imparcial, así como do casi lodos los periódicos burgueses, cuyos redactores están á sueldo de la clase me- dia, esto es pedir penas al roble, al olmo ó al al- cornoque, que de todo tiene esa jauría de Pro- teos, que así prestan su inteligencia y su pluma para escribir por la mañana en un periódico re- publicano y contestarse por la noche en uno con- servador, moderado ó carlista, como hacen es- tas dos cosas á la vez y completan la trilogía de la desvergüenza, la desfachatez y el cinismo, des- empeñando además, por si lo anterior era poco, algún destino del gobierno á quien combaten. Farsa inmunda, espectáculo denigrante á que ha llegado en nuestros tiempos la política y los pohticos de todos matices. ¡.\li! Si ese pueblo que con tanto entusiasmo lee los artículos de algunos periódicos penetrara y pudiera informarse al de- tall de lo que ocurre en ciertas redacciones, esta- mos seguros que trocaría bien [ironlo su minera de pensar y no volvería nunca á hacer caso de los que, en lugar de ser los verdaderos sacerdo- tes de la ilustraci('»n y el progreso, constituyen un halo de vividores, ansiosos de que alguien "los eleve para poder satisfacer sus vicios. Pero no hemos ( ¡nr, sin que, aunque sea pasada, ju-i . | s el título ifuo siivc de epígrafe á esto arlicnlu. Hiibif^ramos deseado ser más extensos en la de- mostración de nuostra Icsis, peto á fin de uo alar- gar este escrito, h;ib:einos do limitarnos á la sula copia de algunos de los innumerables dislates en que incurrió El Imparcial, y que pruebuii hasta qué punto le sacó de quicio lo ocurrido en Lon- dres. Gomo muestra, léase el siguiente párrafo: «Tan vasto es el problema social, y carácter tan ál- gido reviste, que todos sus coniüctos y explosiones, todas las resistencias ó represalias sólo en el dan j nos parecen ajenas; en I - demás, alcanzan proporcio- nes de una cuesñón europea, haciendo partícipes á lodos los pueblos de las a'.jitai:iones, alarmis, desma- ros ó recrudescencias que en cada tino adquiere esa ucha incesante entre la FUERZ.\ y l.i inteligencia.•• Pudiera muy bion haber dicho entre el dere- cho, la razón, la justicia y la moral, de una parle, y la explotación, el privilegio, la injusticia y la inmorahdad de otra. Esto hubiera sido lo lógico y lo procedente, cualidades que há tiempo se ausenttron de la re- dacción del colega; pero él, tan inteligente y hábil, ha preferido darnos la muestra de lo que es ca- paz dc hacer un entendimiento ofuscado por el lavor ú obligado por un capataz-director á escri- }ir sobre determinado tema. Y así le ha salido ello. Cuando escribía en son de ofensa eso de la «lucha incesante entre la íFUERZ.A y la inteligencia,cuan lejos estaba de pensar que unos párrafos más aliajo iba á estam- par estas líneas: «Y este ejemplo es tamo m.ib digno de señalarse para nuestros partidos y nuestros gobiernos, pues entre nosotros, donde no pueden ocurrir sucesos como los de Londres, ya porque no hay esas masas de obreros, aporque las Jue^tes guarniciones de las ciudades populosas reprimirían facílísimamente cualquier atentado análogo.» Ahora faltaba que el articulista hubiera dicho que esas fuertes guarnicit'nes estaban compuestas de filósofos, académicos, hombres científicos, ar- mados de libros para reprimir facilisimnmente cualquier atentado análogo, pues de lo contrario resulta quo no son los trab;Jjadores, sino la bur- guesía, la que sostiene con ¡^us fuertes guarnido- i. nes esa lucha incesante de la FUERZA contra li inteligencia. Sin embargo, no es esta la única prueba de la ligereza y non sancta intención con que estab escrito el artículo en cuestión. Ya han leído ustedes en el párrafo copiado tiui El Imparcial dice que «entre nosotros no puodoi «ocurrir sucesos como los de Londres, etc.»; pue bien, vean lo que un poco antes decia el mismo Imparcial, y dígannos si no parece qne el tal ar- tículo está escrilo en un San Baudiho dc perversa intención: ^'lqui el problema obrero tiene tanta vida cou» en cualquiera otra parte, si bien la escasez de cen- tros fabriles, la subdivisión de talleres, la participa- ción que las masas tuvieron no hace muchos año en los partidos políticos y otras varias causas com plc.xas, tienen reducido el peligro á exiguas propor- ciones y el desarrollo de los conflictos á no difíciles remedios. Existen sí los gérmenes de un incendio, pequeño montón de ascuas aún, pero iay del dia en que se les facilite combustible y se desencadene el hurac.-ín de los desórdenes, llevando la llama devas- tadora hasta los cimientos de la propiedad y de la fa- milia?» jEs esto escribir en conciencia? ¿En l^ué que- damos: Aqui el problema obrero tiene tanta vid ("ymo en cwlquier otra parte, como se asegura Oi este párrafo, ó no tiene ninguna, como so afirm en ol anterior? Hasta aquí El Imparcial contra El Imparci<i pero no podía limitarse á esto. Tan sandio artículo tenía que terminar con nn golpe de efecto. Así lo paga la claso á (juien sir- ve y íorzoso es darle gusto. Faltaba, pues, esto parrafito, que era una ih- dicatoria á los cimientos de la propiedad g la fa- milia: «Gran enseñanza pueden sacar todos de los sncc- cos últimos de Londres, ya en la advertencia de If peligros incubados por la propaganda anarquista.' por la manera de proceder en la defensa social paru dos y gobiernos.» Eslo tiene todos los poco envidiables honores de ser una delación pública, ya sea aconsejada por alguien para crear atmósfera á fin de cercen alguno de los mermados derechos quo disfrui raos, ya se haya incubado en el negativo cereb de los que redactan el órgano de la imparcialidad. Nosotros no hemos predicado nunca que la pr >- piedad cam.bio de dueño individualmente, si; que se transforme su forma de posesión y sea > lectiva. Nos itros juzgamos un crimen sucial, ta grande como el que so cometo al presento cou nosotros, el que un individuo, veinte ó treinta, cuantos sean, se apropien para sí lo que ha per- tenecido á otros tantos, con el intento egoísta d<" disfrutarlo ó con la intención perversa de esg: mirlo en arma explotadora contra sus somejantes. Esto sería el colmo del absurdo, puesto que sólo equivaldría, como hasta aquí, á cambiar de explotadores, pero en manera ulguna á abolir la explotación, fin á que no dejaremos de propen- der con hidas nuestras fuerzas. Así, pues, lo mismo lo ocurrido en Londre- quo en Leceister, que lo que ocurriera en todo el globo, tiene su incubación en la abrumadora mi- seria que agobia y aniquila á la gran masa prole- taria, en ese presento y porvenir, oscura noche de desgracias, privaciones y sufrimientos en que vivo una clase i^ue da todo su jugo, toda su sa- via y toda su virilidad para alimentar á las demás Esto cuanto á su incubación; cuanto á su dt

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Bandera Social Semanario Anárquico-Colectivista

CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN

l'n trimejtre: un» peseu en U Región Española; número suelto, 5 céntimos; pa-j u t t e d e 3o ejemplares, una peseta; para las demás Regiones, i'5o trimestre, y paque­te i ' io pesetas. " • / i f

Las suscripciones se pagarán en sellos de i 5 céntimos ó en papel y letras de fácil cobro.—l.os remitidos á precios convencionales.

Se admiten suscripciones: en Madrid, en la Redacción y Administración de este S>emai)ario; en Barcelona, dirigirse ai .'íccretario del C . L. del» Federación, y en Mon­tevideo, a /ácanas Rabassa, calle del Uruguay, núm. 409.

MADRID 18 DE FEBRERO DE 1886.

A ñ o I I .— ;> ívnn . 5 2 .

SE PUBLICA TODOS LOS JUEVES

Consagrada esta publicación á la defensa de los principios anárquico colectivistas, todos los obreros tienen derecho á la inserción de cuantos documento,s tengan rela­ción con este lin, asi como .i que se den á luz cuantos abusos y velaciones se comet.ii en el taller siempre que lo paranticcn con su ñrma-

Administración y Hedacción Calle de Fuencarral, núm. y^, duplicado, donde se dirigiré toda la cohespondencia

• i nombre del AÜMl.MSTRADOR.

« E L I M P A R C I A L " C O N T R A « E L I M P A R C I A L »

Apenas llegaclos lia^ta nosotros las priincraá noticias de los sucesos ocurridos en Londres, asaltó á nuestra imaginación este pensamiento: «¡Buenos van á poner a los trabajadores mañana los periódicos burgueses!»

Así es que procuramos adquirir todo lo antes posible un Imparcial, para conocer los detalles, aunque apasionado.-!, del becbo.

Y no hicimos la elección de El Imparcial por­que creamos esto es un periódico serio, comedi­do y de significación é importancia en el estadio de ía [irensa, sino por su cualidad de ser uno de los periódicos callejeros que más madrugan y la dicha que ha tenido de encontrar corresponsales en varias capitales de otras regiones qua se iden­tifiquen con su conducta y le corresponsaleen sin alterar los tonos generales de su imparcialesca fi te ra tu ra.

Ya adquirido el estimado Proteo, le desplega­mos lijándonos desde lue'go en la sección edito­rial, que contenía un articulo titulado Los sucesos do Londres.

El que conozca la manera de pajear que tiene El Imparcial, el que se haya fijado en la aversión inconmensurable que profesa este periódica haci i t.n!]. líos obreros que de un modo más • nii 'to pro'.estan de las injusticias sociali que se cuuieten con una clase providente de todas las dichas que disfrutan los pazguatos del privile­gio, no habrá nionesler transcribamos uno p u r uno h)S insultos velados, las suposiciones gratui­tas, los conceptos injuriosos que el dichoso p e ­riódico, sin fe alguna política, sin creencia deter­minada, ni otro norle que un beiielicii» iiiduslrial, lanzaba por tabla á todos los trabajadores, amo­tinados y sin amotinar.

Aquelarticulo, ó lo que fuera, parecía un ser­món de injurias, vomitado por una boca tan des­comunal y espeluznante como la en donde se de­posita la correspondencia en correos.

Si; aijuel artículo era un aborto; para escribir así—pensábamos á medida tpie íbamos Icyondo no es menester haber pisado las aulas; 'sobra y busLa con frecuentar el Rastro ó alguno de esos tugurios donde á úllima hora descabezan el sue­ño los que han pasado muchas horas entregados libaciones alcohólicas.

* * *

Comprendemos que á El Imparcial no le sean sirnpáticas las ideas socialistas ni las ideas anar­quistas, porque inspiradas éstas en un criterio de acrisolada justicia y en un vehemente y racional principio de que «todo el que quiera comer trabaje» en algo dc lo útil y provechoso quo en sus múltiples ramas abrazan las ciencias y el tra­bajo humano, quizá, sin quizá, tuviera que modi­ficar su conducta si quería comer ese pedazo de pan (negro y falto de peso) (¡ue tantas privacio­nes , tantos insultos y tanta decepción nos cuesta hoy á nosotros poder adquirirlo.

l'ero, aun a.si pensando, nosotros creemos que eslo no excluiría para que, una vez siquiera, al ocuparse del hambre que deben sufrir cincuenta mil seres humanos, en una sola capital, que en su verdadera ciñ'a, sin exagerar, ascenderán entre esnosas é hijos á más de 200.000, dejara á u í T lado su característica autopatía, y se inspirara en el cuadro pavoroso que debe presenciarse en las viviendas de aquellos infelices obreros, azuzados por ese secreto motor que se llama hambre.

* *

Ya sabemos que tratándose de El Imparcial, así como do casi lodos los periódicos burgueses, cuyos redactores están á sueldo de la clase me­dia, esto es pedir penas al roble, al olmo ó al al­cornoque, que de todo tiene esa jauría de Pro­teos, que así prestan su inteligencia y su pluma para escribir por la mañana en un periódico re­publicano y contestarse por la noche en uno con­servador, moderado ó carlista, como hacen es­tas dos cosas á la vez y completan la trilogía de la desvergüenza, la desfachatez y el cinismo, des­empeñando además, por si lo anterior era poco, algún destino del gobierno á quien combaten.

Farsa inmunda, espectáculo denigrante á que ha llegado en nuestros tiempos la política y los pohticos de todos matices. ¡.\li! Si ese pueblo que con tanto entusiasmo lee los artículos de algunos periódicos penetrara y pudiera informarse al de­tall de lo que ocurre en ciertas redacciones, esta­mos seguros que trocaría bien [ironlo su minera de pensar y no volvería nunca á hacer caso de los que, en lugar de ser los verdaderos sacerdo­tes de la ilustraci('»n y el progreso, constituyen un halo de vividores, ansiosos de que alguien "los eleve para poder satisfacer sus vicios.

Pero no hemos ( ¡nr, sin que, aunque sea d© pasada, ju- i . | s el título ifuo si ivc de epígrafe á esto a r l i c n l u .

Hiibif^ramos deseado ser más extensos en la de­mostración de nuostra Icsis, peto á fin de uo alar­gar este escrito, h;ib:einos do limitarnos á la sula copia de algunos de los innumerables dislates en que incurrió El Imparcial, y que pruebuii hasta qué punto le sacó de quicio lo ocurrido en Lon­dres.

Gomo muestra, léase el siguiente párrafo:

«Tan vasto es el problema social, y carácter tan ál­gido reviste, que todos sus coniüctos y explosiones, todas las resistencias ó represalias sólo en el dan j nos parecen ajenas; en I - demás, alcanzan proporcio­nes de una cuesñón europea, haciendo partícipes á lodos los pueblos de las a'.jitai:iones, alarmis, desma­ros ó recrudescencias que en cada t ino adquiere esa ucha incesante entre la FUERZ.\ y l.i inteligencia.••

Pudiera muy bion haber dicho entre el dere­cho, la razón, la justicia y la moral, de una parle, y la explotación, el privilegio, la injusticia y la inmorahdad de otra.

Esto hubiera sido lo lógico y lo procedente, cualidades que há tiempo se ausenttron de la re­dacción del colega; pero él, tan inteligente y hábil, ha preferido darnos la muestra de lo que es ca­paz dc hacer un entendimiento ofuscado por el lavor ú obligado por un capataz-director á escri-}ir sobre determinado tema.

Y así le ha salido ello. Cuando escribía en son de ofensa eso de la «lucha incesante entre la íFUERZ.A y la inteligencia,cuan lejos estaba de pensar que unos párrafos más aliajo iba á estam­par estas líneas:

«Y este ejemplo es tamo m.ib digno de señalarse para nuestros partidos y nuestros gobiernos, pues entre nosotros, donde no pueden ocurrir sucesos como los de Londres, ya porque no hay esas masas de o b r e r o s , a p o r q u e las Jue^tes guarniciones de las ciudades populosas reprimirían facílísimamente cualquier atentado análogo.»

Ahora faltaba que el articulista hubiera dicho que esas fuertes guarnicit'nes estaban compuestas de filósofos, académicos, hombres científicos, ar­mados de libros para reprimir facilisimnmente cualquier atentado análogo, pues de lo contrario resulta quo no son los trab;Jjadores, sino la bur­guesía, la que sostiene con ¡̂ us fuertes guarnido-

i .

nes esa lucha incesante de la FUERZA contra l i inteligencia.

Sin embargo, no es esta la única prueba de la ligereza y non sancta intención con que estab escrito el artículo en cuestión.

Ya han leído ustedes en el párrafo copiado t iui El Imparcial dice que «entre nosotros no puodoi «ocurrir sucesos como los de Londres, etc.»; pue bien, vean lo que un poco antes decia el mismo Imparcial, y dígannos si no parece qne el tal ar­tículo está escrilo en un San Baudiho dc perversa intención:

^'lqui el problema obrero tiene tanta vida cou» en cualquiera otra parte, si bien la escasez de cen­tros fabriles, la subdivisión de talleres, la participa­ción que las masas tuvieron no hace muchos año en los partidos políticos y otras varias causas com plc.xas, tienen reducido el peligro á exiguas propor­ciones y el desarrollo de los conflictos á no difíciles remedios. Existen sí los gérmenes de un incendio, pequeño montón de ascuas aún, pero iay del dia en que se les facilite combustible y se desencadene el hurac.-ín de los desórdenes, llevando la llama devas­tadora hasta los cimientos de la propiedad y de la fa­milia?»

jEs esto escribir en conciencia? ¿En l^ué que­damos: Aqui el problema obrero tiene tanta vid ("ymo en cwlquier otra parte, como se asegura Oi este párrafo, ó no tiene ninguna, como so afirm en ol anterior?

Hasta aquí El Imparcial contra El Imparci<i pero no podía limitarse á esto.

Tan sandio artículo tenía que terminar con nn golpe de efecto. Así lo paga la claso á (juien s ir­ve y íorzoso es darle gusto.

Faltaba, pues, esto parrafito, que era una i h -dicatoria á los cimientos de la propiedad g la fa­milia:

«Gran enseñanza pueden sacar todos de los sncc-cos últimos de Londres, ya en la advertencia de If • peligros incubados por la propaganda anarquista.' por la manera de proceder en la defensa social paru dos y gobiernos.»

Eslo tiene todos los poco envidiables honores de ser una delación pública, ya sea aconsejada por alguien para crear atmósfera á fin de cercen alguno de los mermados derechos quo disfrui raos, ya se haya incubado en el negativo cereb de los que redactan el órgano de la imparcialidad.

Nosotros no hemos predicado nunca que la pr >-piedad cam.bio de dueño individualmente, si; que se transforme su forma de posesión y sea > lectiva. Nos itros juzgamos un crimen sucial, ta grande como el que so cometo al presento cou nosotros, el que un individuo, veinte ó treinta, cuantos sean, se apropien para sí lo que ha per­tenecido á otros tantos, con el intento egoísta d<" disfrutarlo ó con la intención perversa de esg: mirlo en arma explotadora contra sus somejantes.

Esto sería el colmo del absurdo, puesto que sólo equivaldría, como hasta aquí, á cambiar de explotadores, pero en manera ulguna á abolir la explotación, fin á que no dejaremos de propen­der con hidas nuestras fuerzas.

Así, pues, lo mismo lo ocurrido en Londre-quo en Leceister, que lo que ocurriera en todo el globo, tiene su incubación en la abrumadora mi­seria que agobia y aniquila á la gran masa prole­taria, en ese presento y porvenir, oscura noche de desgracias, privaciones y sufrimientos en que vivo una clase i^ue da todo su j u g o , toda su sa­via y toda su virilidad para alimentar á las demás

Esto cuanto á su incubación; cuanto á su dt

B A N D E R A S O C I A L

lo, está demostrado de una manera indubita-ijic que los causantes de él han sido aquellos soe­ces burgueses de los clubs aristocráticos, que ha­

lo alarde de degradación é inhumanidad, . ¡leraron á los manifestantes, al ver éstos que

se reían estúpidamente de su demacrado aspecto, de sus andrajosos trajes y de su estado miserable, así como a([uella aristocrática lady que, arrogan-

:a, daba orden al cochero que fustigara á i lio para que atropellara á aquellos PElllíOS

manifestantes. Estas fazañas nobiliarias han sido la causa de­

terminante de todo lo ocurrido y que ocurra en -ivo en la región inglesa. -l.as provocaciones insultantes, es probable

ue la manifestación hubiera seguido su curso, • '¡viéndose tranquilamente.

1, pues, si alguien merece aquí castigo, no '[Uü manifestaban su hambre y sus nece-

, sino los que cou su mofa y escarnio han itado las pasiones é irritado los ánimos.

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O T R A T I E N D A A S I L O

irá extrañado á muchos de nuestros ha) lectores que hayamos pasado en silonciu tiempo respecto de este asunto , que ha iiateria para tanta vaciedad y simplez i I burguesa. ' es la verdad que más de dos veces hemos ' ia pluma para ocuparnos de esa especie de nonto de la miseria, que , para oprobio y liza de la burguesía , se está levantanil

.Irid. t'eio hé aquí la dificultad. ¿Cómo tratar el i u t o : en bufo, c o m e e s , ó en serio? Fara tratarle en bufo nos bastaba con trasladar

4i'as columnas los párrafos de muchas pu-•jues burguesas, llenos de piropos hacia un

Juau de Robres de nuevo cuño que ha salido ííhora á los trabajadores, y que no perdona me-

•j de dispensarnos protección, aunque sea en ipre.sas lan desdichadas como la información • i'oia y la creación de esas tiendas, y tiendas asi-. cuyo nombre repugna, escalda el rostro y ex-i y subleva aun al temperamento más frío.

So siendo esto posible , habida cuenta de que linos á llenar un espacio y perder lasl imosa-nte un tiempo precioso en copiar insulseces,

c.\ ' iiias y esas ridiculeces propias de la pii .guesa, que ha degenerado en el último tercio de esle siglo hasla convertirse en bombo de murga de nacimientos, aperturas de estable-

iiiiontos, e t c . , e t c . , teníamos que hacerlo de onta propia. i'ara esto hacia falta mucha calma; necesitába­

se una idiosincrasia burguesa , que por nada se • nnmueve y está dispuesla á pasar por las mayo-

T desvergüenzas, por las mayores humillacio-^iOs, y por todoy on hn, lo que pnede concebirse <le bajo y repugnante , con tal que esto se cotice

traduzca en algunas miserables pesetas para igar la patrona, ó no pagarla, vestir elegante y

darse humos de hombre importante ó de calá­is ra en Fornos , el Imperial ó .Madrid.

Porque ¿qué íbamos á decir nosotros que todos . los que sienten en si algo que está por encima

do todas esas mojigangas de caridad y protección I lo hubiera pensado ya? Pues qué ¿ e s menester ser muy versado en üguna clase de asuntos para comprender hasta

qué punió e s a burguesía remeda al enano de la venta con sus iireteuciosus proyectos é híbridas

'elas? ;,Uu¡én sou esos señores? ¿En qué se ocupan? ué clase de trabajo productivo confeccionan?

. labradores, carpinteros, albañiles, sastres; ¡jtíñan alguna ocupación útil.'' ¿Ganan , por

uili'.uu algo, no ya d e e s a humillante limosnaijue i i frecea , sino de lo mismo i]ue gozan y disfrutan,

il el sudor de su frente? Indudablemente no. Ellos son banqueros , ca­llistas , gentes de Iglesia, arlequines políticos,

iraücanles do diidosi lealtad, en t i n , gente asi, que nada, absolutamente nada de lo que posee, casa, traje, alimento, comodidades, l e c h o , ni aun el metal con que todo esto adquiere, lia sa­bido ganar.

Y siendo eslo así, ¿cómo se explica ¡ cuerpo burgués! que nosotros los que hacemos todo

e s t o , los que labramos la tierra para que ellos coman pan ,que mejor podían comer otra cosa), los que edificamos para que tengan casa, los que trabajamos para que se vistan, ijue dc otra suerte irían encueres, los que, en fin , arrancamos á la Naturaleza, sembrando de cadáveres el pozo de ia mina, el oro con que realizan todas sus infa­mias, seamos los socorridos, y ellos, e l los , que no

tienen otro quehacer que explotarnos, prostituir­nos y envilecernos, sean los que nos socorran magnánimamente?

¿Es concebible mayor sarcasmo? ¿Se puede avolarar la paciencia inconsciente de una clase que así abdica de su dignidad, que en tan poco estima su derecho, que liene tan atrofiada ó en­vilecida su conciencia que ya no siente en sí los ultrajes que se la infieren y tolera pasivamente que los que debian ser sus lacayos se conviertan en amos tan impertinentes como arrogantes?

¿Quién sois vosotros, mendigos burgueses, para dispeusarnos protección, cuando si un día quisié­ramos nosolros, ni tendríais pan, ni abrigo, ni nada, aunque cada uno de vosotros poseyera to­dos Iqs tesoros de Creso?

Cruzáramonos de brazos y entonces veríais qué pequeñitos sois, y qué grando es la figura de ese obrero á quien por vuestras absurdas leyes y vuestros inconcebibles privilegios te­néis hoy relegado á morirse de hambre y de frío.

¿Os comeríais entonces vuestro oro; os vesti­ríais con los montones de plata que atesoráis?

¡Y nos dispensáis protección! ¡Y levantáis tien­das-asilos para exhibir vuestra filantropía, á cos­ta de algo que vale más, mucho más que todas vuestras monedas! ¡Y vosotros, que no sois nada con todos vuestros pergaminos apolillados, con todos vuestros talentos para entretener al audito­rio con hueros discursos, con toda vuestra hipo­cresía para improvisar plegarias y caridades que han de servir de mofa el día que .sólo coma el que trabaje en algo de provecho y úlil para la hu­manidad, nos brindáis ¡almas generosas! con una migaja, que, al llegar á nuestro debilitado estómago, nos producirá náuseas, no tanto por la falta de suculencia, cuanto por el sonrojo y el pudor!

Ya no os queda que hacer. .\l cinismo de la explotación añadís el escarnio de la protección.

Hacéis bien. Sembrad, sembrad vientos, que ya cosecharéis tempestades.

M Á S S O B R E L O D E L O N D R E S

De un largo articulo publicado por ¿7 Progreso publicamos á continuación lus párrafos más sa­lientes:

«Ahora bien: ¿liene razón de ser la extrañeza con que las clases conservadoras han recibido la noticia de esos hechos? ¿Está justificada la sorpresa que afectan?

Apresurémonos á decirlo: no, de ningún modo. Lo que ha pasado en Londres, como lo que ha pasado en Decazevilli, como lo que ha pasado en Quintín, no tiene nada que no pudiera estar previsto dc ante­mano, y más, que no debieran haber previsto y evi­tado esas clases que se abrogan el derecho de dirigir á las demás. Los saqueos de Londres, el asesinato de M. Watrin, la huelga de los mineros de Quintín, no son hechos que por generación espontánea se pro­ducen. Son, por el contrario, manifestaciones de un mal muy profundo y que desde hace tiempo vienen llamando la atención de los hombres pensadores.

No, lo que ahora ocurre en Londres, no es un fe­nómeno raro, un hecho aislado sin precedentes y sin consecuencias ulteriores. Lo que allí, como en Fran­cia, como en Rusia, como en Alemania, como en la misma España—no obstante nuestra proverbial ca­chaza—lo que en todas partes aparece, es la cuestión social que asoma su cabeza, que mira con ojos de centellas y lanza á todas panes su pestilente aliento, que parece robar limpidez al cielo y brillo al sol.

Si os asusta, si os parece fea, no la culpéis por ello. Hija es de vuestros errores, y tal cual la habéis hecho, se presenta hoy á vosotros como la expiacic'in de un gran pecado. Es un engendro de remordimiento y crimen.

# * V por lo mismo es inútil que los medrosos, que­

riendo limitar más y más su miedo, busquen causas políticas ó puramente accidentales á lo que tiene más firmes cimientos, más hondas raíces. Los conserva­dores ingleses achacan la agitación de los obreros á manejos de los parnellistas, ni más ni menos que los conservadores españoles achacan las manifestaciones de Madrid á manejos de los republicanos..

Como si las gentes que comen todos )os días y co­m e n bien, que tienen un lecho en qae dormir'y un fuego á que calentarse, que Pued/¿n llamar médicos que curen á sus hijos cuand^ estén enfermos y un lugar en que darles sepultunj cuando mueran; como si estas gentes, felices y tri,nquilas, para quienes la vida n o tiene dificultades/ ni sombras el día, ni t e ­r r o r e s la noche, no comprendiesen que el hambre es suficiente estímulo para por sí sola agitar esas mu­chedumbres de infelices que sienten hambre y n o d e n e n q u e comer, á quie„es el azar les dio la vida, y la sociedad, empero, nieiTa los medios de vivir.

* * *

Aquí, y sólo atíuí, hay que buscar las caus mal. Sólo su estudio puede indicar á los gobiernos camino que deben seguir si quieren evitar mayor, males.

Por lo pronto, de los sucesos de Londres, se dc^ prende una gran enseñanza, que no deben desaprov. char los revolucionarios que aspiran á sustituir po otros los antiguos moldes dentro de los cuales s4 ahoga ya nuestro pensamiento y nuestra actividad. '

Que en el extremo á que hemos llegado, cl puebl pide algo más que reformas políticas.

La cuestión social está ahí, se impone. i El que aspire á dirigir los destinos de los pucbl>jsj

no tiene más remedio que abordarla.»

Con curiosidad hemos buscado la segunda pa; te de esle artículo, que ó no so ha pubhcado, ha pasado desapercibida para nosotros.

Pecaríamos de injustos si no hicióramos jusl . . t á lo bieu escrilo del artículo y á la solidez dj |

algunos de sus argumentos, tjue ni nosotros l hubiéramos expui's'o c o n lanía Incidí", ni lien vuelta de hoja.

Ahora bien; N a qLic LUÍ ui.iLa < 1 .ui |ui/.a mic Lí, Progreso «que ía cuestión social se impone, y q u ^ «el que asitire á dirigir los deslinos do los pui »blos no tiene más remedio que abordarla,» n va á permitir que amistosamente le expóngame una pregunta.

En los países donde hoy existe la república hay republicanos que comen todos los días, t ienen lecho donde dormir y un fuego donde calentar­se, etc., etc.; y republicanos (estos son los proli tario.s) que no tiene ni lecho, ni pan, ni p"o 1 llamar médicos que curen á sus hijos.

Con el abordaje que piensan ustedes u a r a ia cuestión social, ¿se conseguirá que los repubfica-nos proletarios españoles tengan esas cosas que sólo disfrutan en otras regiones los republicanos burgueses?

Sería una buena propaganda.

M i s c e l á n e a s De El Liberal:

«Los telegramas de Londres—comenzando por los dirigidos á periódicos que nada tienen ni de socialis­tas ni de demagogos—hacen constar que los manifes­tantes dc Trafalgar-Square fueron provocados é in­sultados por algunos particulares, y esto, aunque no disculpa en minera alguna los excesos, puede expli­carlos.

U n o s o b r . . ... ..aperados por cl hambre, que se reúnen para pedir trabajo, y que ven detrás de las confortables vidrieras de los clubs á sus socios que se ríen de ellos; una dama que reclinada en los al­mohadones de su coche da orden á su cochero de aplastar á esos perros, reñriéndose á los obreros, pue­den empujar á éstos á la violencia.»

Pues ya verá Et Liberal como los insligadore quedan libres, y quien paga los vidrios rotos son los perros.

Por de pronto ya se han dictado bastantes a u ­tos de prisión contra caracterizados socialistas, y es indudable que éstos serán condonados, que e s lo que les falta después de haberse reído de el los y llamádolos perros.

Esto va bien. Azuzad, azuzad, burgueses; que algún día los perros os darán vuestro merecido.

Si yo fuese obrero—dicen cjue dijo un e x - m i -i i i s l r o liberal—y me encontrase como se encuen­tran hoy nuestros obreros, confieso francamente quo haría lo que acaban de hacer en Londres, porque, ¿qué puede esperarse de un hombre á quien se le ha ensenado con toda clase de predi­caciones, que nada debe esperar, ni en la vida presente ni en la futura, y que sólo está conde­nado á sufrir!»

—Pues , mire V.—le hubiéramos dicho n o s -otro.s—algo más que puede esperarse de un l ibe-ralilo que discurre de tan donosa manera.

¡Oué lástima qi^e al tal no su le ocurra dar una conferencia dontle explane lo que debemos e s p e ­rar en la vida futura.'

Si es que en la presente, á fuerza de explotar­nos , no nos han lohadn ya la futura.

En un pueblo de Manila todos los habitantes han huido al monte por no pagar la cédula per­sonal.

Esto se ha sabido por el cura, que al verse «6lo, ha dicho sin duda ¿qué hago yo aquí? y s e ha vuelto á la capital.

Mucha gracia nos hace la conducta de los que se han ido al monte; pero todavía nos haría más si obligaran á pagar al cura las cédulas de l o s huidos.

Portjue una de dos: ó es un mal pastor, ó a o debía haber dejado se le fueran las cabras.

R A N n K R A S O C I A L

Además de las manifestaciones celebradas por los obreros en Madrid en demanda de trabajo, las ha haltido en Burgos y Avila.

También se había anunciado una on Valencia.

1 miércoles pasado se reconcentró en esta c:\pi-'odala (j-uardia civil dé la zona militar dol Este, listamos seguros?

;n esta semana, y después de descubrir los os de los panaderos, ha caído en poder de la cía una sociedad anónima de estafadores, que a ramificaciones, que se sepa, en (iranada, •elona y Madrid.

• juzgar por lo hien organizada que estaba, de-ya existir cuando los conservadores d e n u n -l u i todos los números de nuestro Semanario, •'i ellos lo hubieran sabido!

V los sucesos de Londres han seguido los do L'oster, población que cuenta un excesivo nú-:o dc trabajadores.

El gobierno inglés redobla las precauciones on t.ndas las capitales, lemeroso de que estallen gra-

• desórdenes. i'ara el domingo próximo se anuncia un mec-

monstruo, al que asisliran lodos los trabaja-, es de 1/ adres.

Los anarquistas franceses, con molivo de ese meet ing , se preparan para celebrar imponentes manifjstaciones d e simpatía hacia los trabajadores Ingleses .

lay argumentos originales y además de origi-es que so vuelven contra quien los emplea, no de ellos es la estadislici de los criminali

igabund'isde Londre.?, que ascienden á 20 .000 . .iJómo se sabe con tanta exactitud la cifra? ¿Por .llura, están esos criminales y vagabundos s u ­

jetos , como los induslriales y "la prostitución, al iViLio de impuestos?

'orque nosotros comprendemos se dijera que uuliían ingresado en la cárcel, pero no que exis­ten fuera de ella.

¡Qué gloria y qué moralidad! ¡Veinte mil cri-T n i n a e l s en una sola capital!

V esto sin contarlos que no lo parecen v i o son.

Lü quo si^ue es de EL Lapaioial del domingo: l̂ ara complemento de la última noticia que da-, en la edición de Madrid, podemos añadir que á

las tres de la t;irde estaban detenidos é incomunica­dos en el gobierno civil siete individuos conocidos por sus ideas avanzadas—hay entre ellos algunos anarquistas—tn cuyos domicilios se han encontrado armas, banderas republicanas, gorros frigios, cáp­sulas, cartuchos, y creemos que también algunas bombas.»

La primer denunciada nuesiro Suiuauariü coin­cidió con un ino[)orluno reclamo del mismo pe­riódico.

¿Tendrá ulteriores propósitos el enunciado sub­rayado?

Quizá, porque de Kl Imparcial puede esperarse todo.

ll.scrita la anlcrior miscelánea, encontramos en Imparcial correspondiente al martes lo s i -

oUiente: «Algunos individuos anárquico-colectivistas nos

bacen presente y desean que conste que los detenidos con ocasión del reciente descubrimiento de armas y Cartuchos no pertenecen ni han pertenecido á la agrupación colectivista, ó por lo qienos á la Federa­ción regional española, por más que particularmente puedan profesar aquellas ideas."

í'Onquc, por )nás que particularmente puedan •fesar aquellas ideas, ¿eh?

¡Cuan lejos estaba Gutenberg de pensar que prodigioso invento había de servir, andando el

tiempo, para hechos de cierta naturaleza! ¡Y qué razón tenía el poeta al escribir:

«La prensa es gloria y es lodo, la prensa lava y salpica, la prensa es una botica donde se vende de todo.»

l-a Época, en un ataque de chochez: <íEn España, por fortuna, el socialismo, el comu­

nismo y el anarquismo, no han adquirido el vuelo que en el vecino país, y á pesar de la campaña de pe­riódicos c o m o &l TI ogreso, &l Aíotín, Las Domini­cales y otros, nuestro pueblo, en honra suya sea di-•^ho, no apela á tropelías ni á violencias para hacer

demandas y reclamaciones.»

Abuelila, usted tiene principios de catarata. Limpíese el ojo y ya verá claro como n inguno los periódicos citados hace nada de lo que u s -

^ dice.

Están ahora muy ocupados todos el los con eso de los jefes. Todo se les vuelve pedir ¡jefes! ¡jefes! como en el circo taurino piden ¡caballos! ¡eaba-llo.s!

Y si no fuera por desmonlirla, tambiéu le di­ríamos que está cn un error al suponer que el anarquismo no aumenta ea España.

Si, viejita conservadora; aumenta en la misni , proporción que á usled so le disminuye la vista.

\ fin de desvirtuar algunas insinuaciones, ino-cuiiles ó malévolas, que se hau hecho respecto á la rectificación solicitada de El Imparcial por al­gunos (iLio se dicen anarquistas, debemos hacer constar que el Consejo de Redacción de la B.vx-D E R . \ Soc i . \L , así como todos los organismos de esla Federación, sou extraños á este hecho.

T r i b u n a del Trabajo E L C O . N S E J O D E LA U . > < I Ó N D E C O N S T R U C T O R E S D E C A L Z V Q O

Y DEM . ÍS O F I C I O S SÍ .MILES D E H. REGIÓN ESP.iÑOLA Á T O ­

D A S L . \ S S E C C I O N E S Q U E C O . M P O N E N LA UNlÓM E N P A R ­

T I C U L A R Y Á T O D O S L O S O B ; U : R O S E N G E N E R A L .

Circular mimero 2. Compañeros: ¡Salud, Paz y Unión!

Por segunda vez este Consejo os dirige su siempre amiga voz de concordia entre los que nos preciamos de socialistas revolucionarios con los principios de Anarquía, F'ederación y Colectivismo, para consa­grar como consagramos todos nuestros esfuerzos, á fin de que todos los proletarios que desgraciadamente viven todavía alejados de nuestra organización ven­gan á ingresar á ella, si quieren ocupar cl lugar que como á seres racionales les corresponde, para preca­verse de la inicua explotación de que todos somos víctimas en esta sociedad de burgueses privilegiados y de trabajadores dciheredados, ó sea de victimas y de verdugos.

Sí, compañeros; el día que el proletariado sepa re­conocer sus derecbos y sus deberes, tan íntegros como iadiscutiblemeiue le pertenecen, aquel día habremos llegado á la meta de nuestras aspiraciones, que no son otras que las de constituir nuestra sólida y an­helada Unión de libres productores y estar sólida­mente federados con todas las uniones de producto­res libres de todos los demás oficios y poder percibir íntegro el producto de nuestro trabajo, acabándose de una vez y para siempre todas las hazañas de esa monstruosa burguesía, que, con sus usurpados privi­legios, nos coloca e a el terreno de la desesperación.

Nosotros creemos que el obrero, para lograr su completa emancipación, debe partir de la base de que no hay quien deba disfrutar de más completo dere­cho el uno que el otro. Mas, sí se parte de otra base, lijos de despertar el trabajador de su pesado letargo, continúa en estado indiferente ó formando parte de esas inquisitoriales organizaciones basadas en el prin­cipio de autoridad; lejos de emanciparnos, nos en­contraríamos reducidos, como ahora, en unos des­graciados presidarios, porque indirectamente otra cosa no representamos todos los que nos dedicamos á la honrosa tarea de la producción. Los que produ­cimos—y creemos no ser exagerados puesto que en nada se distingue una fábrica montada á lo burgués, con un edificio destinado á la reclusión de penados) estamos condenados a realizar nuestro trabajo en las más defectuosas condiciones, exigidas por la necesi­dad económica en que vivimos, sacrificados siempre en aras del tanto por ciento beneficiado por el bur­gués; contemplad una fábrica ó taller v lo veréis falto de aire, de luz, sucio, con una atmósfera pesti­lente y falto siempre de aseo; los hay que más bien se asemejan á establos destinados á albergar caballe­ría que a seres humanos; si á más de las malas con­diciones que reúnen estos edificios mal llamados fá­bricas ó talleres, añadimos las no menos pésimas de tener que trabajar un excesivo número de horas por jornada, á cambio dc un mal retribuido salario, que apenas llega para podernos proporcionar lo más pre­ciso para vivir al día; si á todo esto agregamos las temporadas de paro conocidas con el nombre de cri­sis, que siempre nos obligan á vivir de prestado y la mayor parte de las veces á sentir los rigores de la privación de alimento, y por tanto el quebranta­miento de nuestra salud, tendremos explicado el fe­nómeno del alarmante desarrollo de la enfermedad conocida con el nombre de tisis, que con más gráfica expresión se designaría si se dijera «consecuencia de la miseria que sufre el que produce con exceso.»

Hasta aquí, compañeros, somos explotados como productores; todos sabréis cómo lo somos también, como consumidores: nuestra condición económica nos obliga á comprar los artículos de primera nece­sidad no tal como nosotros los necesitamos y los queremos, sino como la más refinada explotación nos los quiere proporcionar, adulterados la mayor parte de ellos, amén de faltar algunas veces la canti­dad en el peso ó medida; vivir en unas habitaeiones, que más bien que destinadas á albergar seres vivos de la humana especie, se asemejan á nichos de ente­rrar muertos; eso sí, por lo malísimas, las debemos pagar caras; porque, en esta sociedad que para todo hay leyes, no faltan de éstas tampoco para perseguir al desgraciado que, por encontrar excesivo el precio que el casero le exige, se atreviera á constituirse un

albergue como seguramente lo hacían las personas en las edades llamadas del salvajismo.

Este Consejo, pues, espera que, dadas las condi­ciones en que todos los proletarios nos vemos obli-:ados á vivir, en tiempo no lejano todo el proleta-liado comprenderá como un deber el estar asociado; más lo esperamos; en cuanto el obrero de hoy no es aquel obrero que íácilmente le hacían creer, con la sropaganda que con toda la mala intención le hacía a burguesía, que los anarquistas pretendíamos el

robo, el asesinato y el aniqudamiento de la familia. Hoy, lejos de esto, sabe que lo que pretendemos los anarquistas, es pasarnos sin gobierno, y que quere­mos la completa autonomía de los diferentes grupos de la producción, á fin de poder pactar en igualdad ic condiciones para realizar los cambios de produc­

tos con productos; queremos que en el seno de cada agrupación productora no surja ese desbarajuste económico llamado concurrencia; sabed, que en el seno de cada sección de productores homogéneos, el trabajador es tanto más libre cuanto su trabajo esté más asegurado, único medio para garantir el derecho individual, inherente á la personalidad humana; que no queremos que cl trabajo esté como ahora, al azar ó al capricho dc un solo individuo ó de una peque­ña compañía, sino, por el contrario, queremos que lo determine el impulso de todos y de cada uno de los que directamente lo realizan; queremos percibir ín ­tegro el producto de nuestro esfuerzo, porque nadie es más dueño de disponer del consumo que aquel que realiza el producto. Sabe también una gran par­te del pueblo trabajador que todo esto lo queremos realizar por medio de la federación colectiva, y en ­tendemos que en cada localidad deben federarse to­das las secciones de productores; que todas las loca­lidades deben federarse con todas las de la región y la región con todas las regiones del Universo.

Teniendo en cuenta, pues, todos estos anteceden­tes, este Consejo espera una nueva era de reorgani­zación cn toda la federación regional española; y á mayor abundamiento, si todas las secciones lo pro­curan poniendo en práctica todos los medios de que puedan disponer para realizar tan digna tarea. Este Consejo cree que es de suma necesidad, considerado nuestro estado social, deponer todas las antipatías personales, si es que las hayj como también evi­tar, por todos los medios factibles con la justicia, pueda surgir ninguna de ellas.

Permitidnos que os hagamos una comparación, poniendo por figura á la burguesía. Vcdlos, siempre con antagonismos personales por sus negocios, mal­tratarse, todo lo que queráis, pero les presentamos nosotros una demanda para mejorar nuestras pési­mas condiciones de trabajo, ya puede ser ésia tan jus­tificada como se quiera, y podréis observar cóifio se unen todos, olvidando rencores personales, á fin de que el burgués demandado salga triunfante y nosotros derrotados; y tanto cuanto más desastrosa es nues­tra derrota, más se dan de apretones de manos, pro­metiendo no estar nunca divididos enfrente de los trabajadores. Pues ya que esto es una verdad, nosotros debemos, con más motivo, estar siempre unidos en contra de las aspiraciones de la burguesía, que no son otras que las de enriquecerse á costa de nuestra sangre, de nuestras lágrimas y de nuestro sudor. Así, pues, este Consejo suplica á todos los trabajadores de los diferentes oficios que concurren á nuestra Unión , ingresen en la Asociación de cada uno, para poder formar esta gran Unión que tanto anhelamos, no dudando que en todas las localidades donde haya tan sólo un compañero que profese nuestras ideas cooperará á la realización dc la propaganda revolu-naria, procurando el desarrollo dc nuestra organiza­ción, á fin de acelerar la Revolución Social.

Por nuestra parte, compañeros, haremos todo lo que cn nuestra escasa inteligencia y poder esté para , conseguir tau laudable propósito, contando siempre con la ayuda de todas las secciones, atendiendo siem­pre sus consejos y observaciones, que como á fieles mandatarios nos corresponde.

A pesar de los muchos trabajos que nos ha origina­d o , y teniendo en cuenta que no era de nuestro in­mediato deber, hemos remitido á todas las Secciones de la Unión los estados de cuentas correspondientes al año i883, 1884 y i885 del Consejo anterior y ad­junto él del semestre correspondiente á nuestra ges­tión administrativa; lo que, para mayor conoci­miento de las Secciones, proponemos continuar pu­blicando las cuentas trimestralmente por creerlo de suma importancia , á fin de que las secciones sepan á punto fijo el estado económico de la 'Unión y en qué se invierten sus cotizaciones; igualmente les re­mitimos las direcciones de todas las Secciones de que se compone la U n i ó n , los nombres de los individuos que componen este Consejo , con expre­sión de los cargos administrativos que cada uno desempeña. Si alguna Sección no lo hubiera recibi­do , nos lo comunicará, á fin de que á la mayor bre­vedad podamos remitirlo de nuevo.

El Consejo de la Unión de Constructores de Edi­ficios nos ha remitido los acuerdos del séptimo Con­greso celebrado por su respectiva Unión , diciéndo-nos que pasemos á la aprobación de nuestra Unión el Tema X de la orden del día de dicho Congreso y es como sigue: «El Congreso acuerda : que el Con­sejo de la Unión comunique á todos los demás Con­sejos de Uniones de la Federación Regional Espa­ñola que esta Unión desea formar un pacto de soli­daridad con todas las Uniones para los casos nece­sarios.»

B A N D R R A SOCIAL

"Y el art. 17 de sus Estatutos que dice : Las Scv ciones destinarán dos cent, de peseta por semana ) por federado, remitiéndolos al Consejo de la Unión, para formar el pacto solidario con las demás Unio­nes pertenecientes á la Federación Regional.»

Como podréis comprender, compañeros, se trata de una cotización para poder hacer frente al capital en los casos de resistencia.

Rogamos á todas las Secciones de la Unión presten toda su atención á lo propuesto por la Unión de Constructores de Edificios, enviándonos á la mayor brevedad posible, la resolución que hayan tenido á bien tomar, con el fin de trasmitirla á los compa­ñeros de la Unión de Constructores de Edificios.

Ponemos en conocimiento de todas las Secciones de esta Unión que los acuerdos tomados en el cuar­to Congreso de esta Unión han sido aprobados por unanimidad, como también lo ha sido nuestra pri­mera Circular, junto con la comunicación de dar de baja á las Secciones que no hubieran contestado á mediados de Enero á nuestra documentación.

Ha dado por resultado haber sido cinco las Seccio­nes dadas de baja.

Han ingresado, formando j>arte de nuestra Unión las Secciones de Curtidores de Olot y la de Zapate­ros de Orense; á ambas las felicitamos en nombre de toda la Unión.

Sin otro particular, os saludan vuestros compañe­ros de la Revolución Social , que os desean Salud, Anarquía, Federación y Colectivismo y una com­pleta Unión.

Por acuerdo del Consejo de esta Unión.—&l Se­cretario.

España, 2 de Febrero de 1886.

E F E M É R I D E S

G O N V O G A T O R I A

L A F E D K R A C I Ó N V A L L I S O L E T A N A D E L A F E D E R A C I Ó N D E T R A ­

B A J A D O R E S D E L A R E G I Ó N E S P A Ñ O L A Á T O D O S L O S T R A ­

B A J A D O R E S E N G E N E R A L .

Esta Federación, en vista de las circunstancias por que pasamos, invita á todos ios trabajadores, sin dis­tinción de sexo ni condición, á la celebración de una Asamblea pública el domingo 21 del presente mes v hora de las tres de la tarde, en la casa número 3 d la Plazuela de Tenerías, para tatar asuntos de alta im portancia para la clase trabajadora.

Compañeros de trabajo: Queréis salir pronto de esa fatídica opresión en

que os tienen esclavizados los favorecidos por la for­tuna, lós que además de explotaros hasta la saciedad os desprecian como inútiles cuando no les conviene que ganéis el pan y un poco de abrigo para vuestros hijos?

Pues acudid á la Federación; unid vuestras fuerzas á las nuestras y óigase por doquier nuestra voz en defensa de la justicia de nuestra causa, que es la cau­sa de la humanidad.

La miseria y la desesperación es el fruto del egoís­mo y la cobardía.

Venid, que la razón y la justicia están de nuestra parte y en nuestra ayuda.

A la organización y el triunfo es nuestro. Valladolid 21 de Febrero dc 1886.— L A C O M I S I Ó N .

FOLLETI\' DE L\ "B\\'f)ER\ SOriU" D I S C U R S O S

Y T E M A S DESAnnOLLADOS E . \ E L C I R C U L O O B R E R O

LA REüENERAGIÚN D E B A R C E L O N A S O B R E E S T L D I O -

S O C I A L E S .

[Continvación] Dada la existencia de ese espíritu superior y de to­

dos los espíritus á él supeditados voluntariamente, y por lo tanto inferiores, por haber hecho abdicación de su personalidad, tendría que despojarse eterna­mente de todas sus propiedades intrínsecas y atribu­tos de su esencialidad, y el hombre vivir y consentir en su eterna degradación... no es posible.

Sin el derecho, que es la fe, el reconocimiento consciente de sí propio, salud, vida y potencia del hombre, y por eso precede al deber, esto es á las obras, como diíen los teólogos, no pueden cumplirse ni subsistir los deberes. Sin salud, sin vida y sin po­tencia mal podrá el hombre hacer uso de sus miem­bros, ejercer funciones y desplegar facultades, que es en suma lo que constituye e deber.

La fe muerta sin las obras, dice el dogma, no salva. Por eso se complementa el uno con cl otro y es la justicia su mutua relación, coexistencia, hasta el punto de (jue la responsabilidad en el cumplimiento de los deberes no puede darse sin la conciencia plena y completa y tranquila posesión del derecho.

De todo esto, sin permiso de los doctrinarios, se desprende el colorarlo de que siendo el derecho (pri­mer supuestoi, en sus términos más concretos, calidad intrínseca de la humana personalidad (segundo su­puesto), y siendo ésta al fin acfividad, fuerza que se transforma y muda de aspecto (tercer supuesto), pero úempTC fuerza, y siendo dos cosas iguales á una ler-

18 Jueves, 1564.—Nace el insigne Galileo, autor de la teoría de la rotación de la tierra.

19 Viernes, 1860.—Inaugúranse las célebres con­ferencias públicas 'de la Iiiternacional, en los Estu­dios de San Isidro, Madrid.

20 Sábado, 1694.—Nace el inmortal filósofo Vol-taire.

21 Domingo, 1771.—Nac;e el célebre socialista in­glés Roberto Owen.

22 Lunes, 1872.—Son fusilados en el campo de Satory (Paris) los comunalistas Verdagnier, Herpin-Lacroix y Legrange.

23 Martes, 1590.—Antonio Pérez sufre en la In­quisición el tormento del torno.

24 Miércoles, 1848.—Lucha del pueblo de Paris para proclamar la República costándole numerosas víctimas.

COL^RESPONDENCIA A D M I N I S T R A T I V A

Narbonne.—Nous avons recu votre lettre avec plai­sir. Dorénévant ecrivez nous en francais, s'il vous plait.—Comptez sur nous pour tout qu'il soit possi­ble pour arriver au grand jour.

Zaragoza.—E. F.—Recibida la tuya con la l ibran­za; contestación por el correo.

Miranda de Ebro.—G. H.—Se le remiten los nú­meros todas las semanas. Pida V. los que le falten y se enviarán.

Ferro,!.—J. F.—Se depositó el paquete en Correos con puntualidad. Se remite el folleto "Problemas 5o-Cíi2/e5 por segunda vez .—E. O. T .—En el núm. 53 se publicará lo que deseas.

Palma del Rio.—F. M. C—Recibida la tuya con cl importe.

Villaluenga del Rosario.—D. O. G.—Queda hecha la suscripción.

Valencia.—S. de P.—Recibida la vuestra con la li­branza de 10 pesetas.—J. M.—Enterados y hecho el aumento desde el núm. 5i.

Calañas.—V. P.—Recibido el importe de su sus­cripción desde el primer trimeslre. Se le remite un folleto de £1 Salario.

Ecija.—J. R. R.—Recibida la suya con el importe de su suscripción.

Alcalá del Valle.—J. P.—Recibida la vuestra; el importe de los Problemas es 25 céntimos de peseta.

Martín de Provensals.—S. E.—Recibida la tuya con el importe.

Barcelona.—R. P.—Recibida la suya. Queda usted suscrito hasta el i5 de Agosto del presente a ñ o . -C. U. d e C. de C.—Se contestará cuando se remi: cl original.

Ubrique.—J. J. G.—Queda suspendido el envío; se contestará.

Granada.—V. P.—Recibida la tuya; contestación por correo.

Sevilla.—F. S.—Recibida la tuya; contestación por correo.

Bilbao. —R. L.—Recibida la tuya; se remite recibo. — P. G. P.—Queda renovada la suscripción.

San Roque.—P. , J. G. y A. A.—Rec bido el im­porte de las tres suscripciones y donativo.

Reus.—J. B.—Recibida la tuya; se contestará por correo.

cera iguales entre sí, tenemos que el derecho en su último término es fuerza, la fuerza del derecho (igual­dad de los tres supuestos); y por eso, cuando los de­rechos no se armonizan, pugnan entre sí, y es inevi­table: el más fuerte es el que vence; el derecho de la fuerza, otra de las manifestaciones del ser humano, que lo uno ni subsiste ni puede subsistir sin lo otro.

¿Creen los doctrinarios que el derecho divino, que no es mas que el derecho de la fuerza, el derecho de guerra, el del conquistador que ganó la victoria ex­poniendo su vida en el combi tc , no sou tales dere­chos, aunque imperfectos, como el derecho de los oprimidosá emanciparse, que es un perfecto derecho? Pues se equivocan, por un falso sentimentalismo que perturba la razón. Prueba de ello que en el progreso, cuando los oprimidos sean más fuertes que los opre­sores, porque se hayan unido y tengan conciencia de su fuerza, que no basta ser fuertes, y tengan además conciencia de los medios conducentes á emplearla, entonces y sólo entonces será cuando triunfarán, aun­que estalle la bóveda celeste, como diría un poeta despechado.

Es fuerza desengañarse: con la sensiblería garru-l leraque de rutina tenemos aprendida, y que dista un abismo del verdadero sentimiento, nunca alcanzare­mos á conocer la realidad de las cosas; pero el criterio natural la descubre pese á quien pese. Falta deducir, con respecto á lo analizado sobre el deber, que su re­lación con nuestros semejantes parte siempre de un contrato.

Por tanto, el deber es autónomo, debe ser aceptado por la propia conciencia, que nos impulsa á cumplir lo para disfrutar del derecbo; que los contratos no pue­den imponerse sino por la necesidad.

Luego el deber, lo mismo que el derecho con quien se confunde, es también ilegislable. Existe en y por la actividad del mismo ser.

Huelva.—D. de los R. y J. S.—Renovada la sus eripción; se recibió la otra cantidad. El donativo s-publicará en la Sección correspondiente.

La Pizarra.—R. R. Ch.—No podemos hacer lo que nos indicas por carecer de dirección.

Juan las Fonts.—J. C.—Recibido el importe y do­nativo. Se remiten los números que reclamas.—Si. V. —Conformes,

Palafrugell.—A. G.—Recibida la tuya. Se remiten Secretos de la Confesión.

Coruña .—.\ . V.—Recibido el importe. Se remiten por correo los números que reclamas.

Portugalete.—I. S.=Recibida la tuya. Se remite ejemplar Secretos de la Confesión.

Sans.—R. T.—Recibido el importe de tu suscrip­ción.

Balaguer.—F. A .—Queda hecha la suscripción. La Campana .—C. de la U. de T . del C.—Rocibí»

la vuestra. Se remiten certificados 12 ejemplares Se­cretos de la Confesión.

Valladolid.—T. V.—Recibida la tuya. Se remiten ejemplares Secretos de ta Confesión.

S e c c i ó n de Annncio í

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Esta interesante Revista, que se publica en Barce­lona, se ocupará exclusivamente de ciencias socio­lógicas.

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por F . Salazar, con una carta del distinguido escrito Tomás Camacho.

Precio del templar UN REAL en toda España. Los pedidos se dirigirán, acompañando su importe

en letra dc ficil cobro, á F . Salazar ó G. Osler.— Espíritu-Santo, 18, Madrid, y á la .Administración este Semanar iOj^uencarra l , 94, dupl icado.

LOS SECRETOS DE LA CONFESIÓN POR CONST.\NCIO MIR.^LTA ( P R E S B Í T E R O

K N mtisimo libro, que forma parte de ' B I B L I O T N re P E N S A M I E N T O ( | ' I E L U I M I C A /jis Doiiiiii cales, S E ¡ i t i i j i i U E ' M I F T O R I ' ^ U ,

crímenes, iioirorts, LUI . S , aIjerra­ciones y ridiculeces, M I S U R I I T S , prob:EIUII6 ^ (j.N.triivaganci; humanas, inmoralidades de la moral ultramontana y otr> excesos, referido como el fruto de una larga práctica <u confesionario.

Un tomo eu 8.° mayor, y que excede de 300 pá^ina-2 pesetas.

/•«M/oí (/í c«¡/í.—Kn la Administración de Las Domini­cales del Libre Pensamiento y en todas las librerías.

Precio, S2 pesetas. A los federados y suscritores de la B A N D E R A S O C I A L ! ' . '>

mñs ( i l I - K c o s o (le franqueo.

Madrid 1 8 S 6 . - I m r e n t a de José Gil y Navaro, Santa Engracia, 7 .

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Al no cumplir deberes quedaría por sí mismo fuera dol derecho, lo que es imposible cuando exista l.i justa relación entre uno y otro. Lo propio; no disfrutmdo derechos, se e tá fuera de todo deber. I.a ponderación estriba en el orden social, y esta obra no es mas que la solución del problema, la explicación del enigma

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* * Hay refranes vulgares que perpetúan los errores

la confusión, entre ellos éste: el que nace para ocha­vo, etc.; nadie nace para ochavo, ni hay quien adju­dique esa jerarquía de valores, ni tampoco son dc preciables el ochavo ni el céntimo, pues vario.-; re unidos equivalen al duro, á la misma onza de oro, unidades monetarias divisibles y que comprenden las de menor cantidad ó especie, tan indispensables algu­nas veces, mucho más en el cambio, como las supe­riores, igualmente necesarias uuas ó otras en sus gra­daciones. Lo que hay entre los hombres es distintas funciones, condiciones encontradas, diversas aptitu­des, con las que irremediablemente se nace, y que , si bien se mira, no diferencian tanto á los individuos entre sí. En lo que sí hay diferencia es en las dist in­tas especialidades de cada uno , en la calidad, no en la cantidad, y otras veces al contrario; y no obstante, en la armonía de estas facultades especíales que ca­racterizan la acfividad humana, hay proporcionali­dad, y como las razones de los términos de toda pro­posición son iguales, hay igualdad proporcional en todos los hombres ante el derecho, lo mismo que ante cl deber, y todos nacen para realizar igualmente la potencialidad de su ser, y esta es la única igualdad lógica, científica y por lo tanto posible, que es lo que también en otro refrán dicen de los dedos de las m a ­nos no son iguales. Cierto; no lo son afortunada­mente; pero para usar de ellas y poder coger algo han de igualarse.