BARROCO- lengua

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BARROCO Llamamos Barroco al estilo artstico y literario que prevaleci en Europa y en Hispanoamrica desde finales del siglo XVI hasta los primeros aos del siglo SVIII -se asocia al siglo XVII debido a circunstancias socio-polticas de la poca que configuran una sociedad llena de contrastes.Una expresin artstica, innovadora y original, de carcter expresionista. Plantea una visin del mundo llena de falsas apariencias y sienten angustiosamente el paso del tiempo hacia una muerte inexorable. Por su artificialidad y su complicacin se rebusca para descubrir lo raro, lo difcil. Es un arte para minoras ya experimentadas. Tiene abundancia excesiva de adornos. En esta literatura predominan elementos excesivamente decorativos (metforas, cultismos). Las caractersticas exteriores anteriores conducen por un lado a deformar la realidad de forma caricaturesca y ridcula y por otro lado a idealizar diversas creaciones de la realidad sustituyndolas por un mundo de belleza superior. En la etapa del Barroco reinaron en Espaa: Felipe III, Felipe IV y Carlos II, poca en la cual la Decadencia del Imperio era ms que notable. La visin que tienen de s mismos y del mundo es desengaada y se fijan sobretodo en lo escatolgico (repugnante, asqueroso). Con un estilo literario en el que reina el retorcimiento, el desequilibrio y el contraste, Quevedo, Gngora y Lope de Vega se abrieron un hueco en la historia gracias a su pericia como literatos. 6 elementos caractersticos:

Superficialidad Recargamiento Ornamentacin Decorativismo Gravedad Trascendencia

El Barroco es el arte de la contradiccin. Temas: El Amor, la Naturaleza, la Mitologa... utilizan los mismos temas que los poetas renacentistas, pero las intensifica hasta llevarlos a sus ltimas consecuencias.

El estilo del Barroco es el resultado de la intensificacin de los temas y las formas del Renacimiento. Los poetas barrocos parten de los renacentistas y no podemos entender a Gngora (Barroco) sin el modelo de Garcilaso (Renacimiento). La vida en un mundo de contradicciones y tensin tendr su reflejo en la literatura en el uso de dos recursos que expresan la ruptura del equilibrio renacentistas:

La anttesis (contradiccin) La hiprbole (exageracin, desmesura)

El trmino barroco comenz a utilizarse en las artes con valor claramente peyorativo. Hoy se considera la segunda parte del Siglo de Oro de la cultura espaola. Es una evolucin del Renacimiento debido a las nuevas condiciones sociales, polticas, econmicas y religiosas. Sobretodo cambia la actitud, el tratamiento que los autores dan a temas y gneros. Los poetas de por aquel entonces tenan inters por la lrica popular. Entre las distintas grandes personalidades de la poca destacan:

En Teatro: Lope de Vega y Caldern En Novela: Cervantes y Quevedo En Lrica: Gngora, Quevedo y Lope de Vega

Culteranismo y conceptismo: Son las dos corrientes principales de la poesa del siglo XVII. Ambas fueron creadas a partir de la necesidad de renovacin del lenguaje potico culto. Culteranismo y conceptismo son dos estilos y dos actitudes ante la creacin potica que recubrirn toda la poesa del siglo. Estarn sobretodo en la poesa culta, pero tambin en la tradicional y popular Las dos parten del mismo punto: el intento de superar las formas renacentistas: el culteranismo por la va de la forma potica y el conceptismo por el juego semntico y de conceptos. Lope de Vega se caracteriza por su estilo llano. Culteranismo:

Renovacin del LXICO POTICO. La SINTAXIS pretenda una aproximacin al orden de la frase LATINA.

Gngora pretenda crear una lengua especfica para la poesa, alejada de la claridad de la lengua corriente. Pretenda alejar el lenguaje potico del normal dando un carcter minoritario a su poesa.

FIGURAS: Metfora, en la que oculta la relacin entre los objetos. Quevedo y Lope de Vega no se escapan de la influencia del gongorismo. Conceptismo: lo ms importante es el contenido, que se expresa a travs de complicados juegos conceptuales. Sus principales representantes fueron Gngora y Quevedo. Progresin mental partiendo del INGENIO, se manifestaba en la agudeza. Emplea la deformacin de la realidad de forma humorstica, la anttesis de palabras, ideas o frases, la hiprbole, los dobles sentidos, alegoras, etc. Gngora y Quevedo escribieron letrillas y romances. En 1600 se publica el Romancero general. Lope de Vega escribi extensos poemas picos de amplia variedad temtica. La poesa de circunstancias no adquiri gran importancia. GNGORA: Dos pocas:

1.- Poemas sencillos y de tipo popular. 2.- Poemas de carcter culterano.

Los principales temas sobre los que escriba eran: (sobretodo) Mitolgicos, amorosos, burlescos y satricos, religiosos, filosficos, etc. Obra: sus obras literarias suscitaron una gran polmica entre partidarios y detractores. Sus caractersticas tcnicas de su obra coinciden, en gran medida, con las que se puedan sealar para el culteranismo como tendencia potica, ya que Gngora fue su iniciador y mximo representante:

cultismos lxicos y sintcticos, hiprbaton e hiprboles, aliteraciones para producir musicalidad, metforas atrevidas, repeticiones y correlaciones, etc.

Utiliza los romances (llenos de vida y alegra), letrillas (de tema sacro, burlescas, satricas y amorosas), sonetos (metforas e hiprboles, precisin formal), la silva, la octava real Obras:

Poemas de metro corto. Poemas de metro mayor. Poemas largos: Soledades, Fbula de Polifemo y Galatea

Teatro: Las firmezas de Isabela

QUEVEDO: Escribi poesa de tipo filosfico y moralista en las que se halla reflejada la ideologa del autor y junto a su actitud estoica se nos ofrece su espritu profundamente religioso y cristiano, sobre la brevedad de la vida, el paso del tiempo y la muerte como nica verdad, la agona que nos produce el paso del tiempo, para l nacer no es sino empezar a morir. Poesa satiro-burlesca, en la que ataca, adems de a Gngora y a los culteranos, el poder del dinero, la presuncin de las viejas o a los maridos que consienten los engaos de sus mujeres, la Corte, sus personajes, sus fiestas, los vanidosos, los ignorantes, los mdicos, los sastres, etc. aunque aparece con mayor frecuencia el tema del matrimonio. Es el autor ms satrico y vigoroso de la literatura espaola. Obra: En prosa: 1.Novela picaresca: Historia de la vida del Buscn. 2.Obras satricas: Los sueos. 3.Obras festivas: Discurso de todos los diablos. 4.Obras polticas: Poltica de Dios. 5.Obras filosficas: De los remedios de cualquier fortuna. 6.Obras ascticas: La vida de San Pablo Apstol. 7.Obras crtico-literarias: Aguja de navegar cultos. 8.Obras festivas: Vida de la corte y oficios entretenidos. Poticas: El Parnaso Espaol. Las tres musas ltimas castellanas. Teatro: Entremeses, loas y bailes.

El 29 de abril de 1976, Luciano Benjamn Menndez, jefe del III Cuerpo de Ejrcito con asiento en Crdoba, orden una quema colectiva de libros, entre los que se hallaban obras de Proust, Garca Mrquez, Cortzar, Neruda, Vargas Llosa, Saint-Exupry, Galeano... Dijo que lo haca "a fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos, revistas... para que con este material no se siga engaando a nuestros hijos". Y agreg: "De la misma manera que destruimos por el fuego la documentacin perniciosa que afecta al intelecto y nuestra manera de ser cristiana, sern destruidos los enemigos del alma argentina". (Diario La Opinin, 30 de abril de 1976).NOTAS EN ESTA SECCION

Homenaje a Boris Spivacow | La hoguera del miedo | Los libros que la dictadura militar no pudo destruir, por Osvaldo Aguirre Auschwitz y sus complicidades, por Tato Pavlovsky | El bibliocausto nazi, por F. Bez | La quema de libros de 1933 | Farenheit 451 Publican la historia universal de la destruccin de libros | Las primeras destrucciones de libros en China | La pequea biblioteca de AuschwitzNOTAS RELACIONADAS

Periodistas y medios argentinos | La prensa montonera | ANCLAENLACES RELACIONADOS

Sobre el rol del periodismo durante la dictaduraLECTURAS RECOMENDADAS

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Las lneas de ferrocarril conducen hacia la fachada de ingreso de Auschwitz, el macabro sitio donde el nazismo despoj del don milagroso de la vida a millones de seres humanos.

Homenaje a Boris Spivacow"El vnculo de Boris con los libros era absoluto" Desde ayer [22/03/06], la plaza ubicada en la esquina de Las Heras y Austria lleva el nombre del fundador de CEAL, que durante la dictadura sufri la quema de un milln y medio de ejemplares. Por Oscar Ranzani Adems de ser gerente de Eudeba durante ocho aos y fundador del Centro Editor de Amrica Latina (CEAL) dos sucesos editoriales inigualables en la historia, Jos Boris Spivacow resisti con las armas de la cultura a la nefasta dictadura que le quem un milln y medio de ejemplares. Desde ayer la plaza ubicada en la esquina de Las Heras y Austria lleva su nombre, a partir de una iniciativa conjunta de la Biblioteca Nacional y de la Cmara Argentina del Libro. La inauguracin no pudo ser mejor: la plaza se llen. No slo asistieron autoridades, familiares, compaeros de trabajo, amigos, sino tambin una gran cantidad de lectores que atesoran sus colecciones en los rincones de sus bibliotecas. Adems, se inaugur la muestra Captulo, que podr visitarse en una carpa instalada en la Plaza Boris Spivacow hasta el 4 de abril. El director de la Biblioteca Nacional, Horacio Gonzlez, comenz el acto de homenajeinauguracin reconociendo que la plaza fue puesta en condiciones gracias a los empleados de la Biblioteca: "Muchos realizaron el trabajo de jardinera, pusieron flores, desmalezaron, se puso una carpa para exponer los libros del Centro Editor de Amrica Latina que nos hicieron a todos nosotros mejores lectores y que iniciaron en la escritura a muchos autores relevantes actuales de la Argentina", afirm. Despus de su breve presentacin, tom la palabra el presidente de la Cmara Argentina del Libro, Hugo Levn, quien argument la honrosa decisin de bautizar la plaza con el nombre del fundador del CEAL. "El vnculo de Boris con los libros dijo era absoluto, su compromiso era total y desde ese punto de vista no hay mejor lugar de la ciudad de Buenos Aires que le quede mejor a Boris que esta plaza pegada a la Biblioteca Nacional." Luego, Levn invit a los familiares de Boris Spivacow a inaugurar una placa recordatoria que sella la identidad de la plaza. Fue uno de los momentos de mayor emocin, del que participaron sus hijos Miguel, Silvia e Irene y sus nietos Diego, Ana, Lucila y Martn. El secretario de Cultura de la Nacin, Jos Nun, arranc su discurso destacando que "Boris Spivacow simboliza esa inmigracin que hizo de la Argentina su pas desde comienzos (en este caso) del siglo XX y luch fuertemente por el desarrollo de la cultura nacional. Es decir, una inmigracin que sin renunciar a sus orgenes se integr sanamente y gracias a la cual le debemos buena parte de lo que el pas es hoy en da". Nun tambin sostuvo que "una manera de hacernos responsables ante las generaciones futuras es respetando y poniendo en prctica la exhortacin del Nunca Ms. En eso tambin se inscribe la inauguracin de esta plaza porque la exhortacin del Nunca Ms no es para el presente solamente. Nos obliga a construir un futuro de ciudadanos activos como Boris Spivacow, nos obliga a dar testimonio para ayudar a que las generaciones futuras no vuelvan a vivir el horror que vivi nuestro pas". Beatriz Sarlo no pudo estar ayer porque se encuentra en el exterior, pero envi una carta que le escribi a Spivacow en septiembre de 1986, despus de participar de la fiesta por los veinte aos del CEAL. Luego lleg otro momento muy clido cuando Rolando Garca, compaero de ruta de Boris Spivacow, cont una ancdota jugosa sobre el momento en que se decidi la eleccin de Spivacow para ocupar la gerencia de Eudeba. "Una cosa fundamental que hizo Boris es que exprimi el pliego del papel a un lmite que yo creo que debe ser record mundial" y que slo por eso "ya merecera un Premio Nobel", sostuvo Anbal Ford. Graciela Montes rescat la figura del editor subrayando que "respetaba mucho a los lectores y era muy crtico de

los otros editores. No era nada corporativo y, en realidad, se enojaba cuando los otros editores hacan libros caros o de cualquier manera". Luego continu Jorge Lafforgue y finalmente uno de los asistentes subi al palco para leer un poema en su homenaje. Para ese momento, la plaza se llen nuevamente de emociones colectivas. Fuente: Pgina/12, 23/03/06 Nota relacionada: Adis a Jos Luis Mangieri, editor de La Rosa Blindada

La hoguera del miedoQUEMA DE LIBROS DURANTE LA DICTADURA MILITAR ARGENTINA 1976-1983 Por Marcelo Massarino El 24 de marzo (2006) se cumplen treinta aos del Golpe militar que derroc al gobierno peronista en 1976. Es un La imgen no es de la Alemania nazi, es la Argentina de la dictadura, aniversario que ao 1980. Se descargaban libros como "basura marxista" para ser sirve para quemados. recordar una vez ms a los desaparecidos, a los asesinados, a los torturados y exiliados. Tambin para sealar que la dictadura militar tuvo un plan para exterminar a la oposicin que no slo consisti en persecucin y muerte, sino en la ejecucin de una estrategia para el vaciamiento econmico y cultural de la sociedad. Una de las tantas atrocidades que cometieron los militares y sus cmplices civiles fue la quema de libros que no comenz en la Argentina del 76 pero que en el marco de esa poltica represiva fue para el Proceso una prctica "purificadora" del ser nacional. Tambin hubo otros fuegos que encendieron quienes teman una represalia por tener una biblioteca que los inquisidores podan calificar como "subversiva". Otro recurso fue tirar libros en inodoros y pozos ciegos o el enterramiento como destino de la literatura y la prensa que poda servir como pretexto para un operativo. Con la democracia los hijos de aquellos jvenes lectores de los setenta se enteraron que an estaban escondidas aquellas bolsas con los ejemplares olvidados junto a la higuera del fondo de la casa. Destruidos por la humedad o convertidos en cenizas, los libros vuelven a las bibliotecas como los cuerpos a la playa despus de los vuelos de la muerte. En 2002 la publicacin de Un golpe a los libros, de Hernn Invernizzi y Judith Gociol mostr la trama del aparato represivo en la cultura. Para recrear el clima de aquellos aos recurrimos a esa investigacin y al testimonio de los protagonistas de la poca. Invernizzi asegura que la dictadura militar tuvo un plan concreto y aclara que "no significa que se trataba slo de un plan de destruccin. Era un proyecto de control, censura y produccin de cultura tanto en la

educacin como en la cultura y la comunicacin. Eudeba La cultura fue un lugar donde la derecha pele cada lugar de poder. Un ejemplo es el caso de la Editorial Universitaria de Buenos Aires, Eudeba. El 25 de mayo de 1973 fue designado rector de la Universidad de Buenos Aires Rodolfo Puiggrs, quien nombr presidente del Directorio al escritor Arturo Jauretche y director ejecutivo al periodista Rogelio Garca Lupo. El autor de El medio pelo en la sociedad argentina falleci el 25 de mayo de 1974. Garca Lupo renunci cuatro meses despus. Reconoce que "sabamos que bamos a tener muchos problemas. Pensbamos en discusiones por los proyectos editoriales pero no en agresiones fsicas. El proyecto de fondo consista en la edicin de las obras completas de tres intelectuales argentinos: Leopoldo Lugones, que era una figura que les serva a todos: a los anarquistas, a los fascistas y a los nacionalistas; Carlos Astrada, un filsofo marxista y Manuel Ugarte, quien era muy representativo de la intelectualidad procedente del socialismo que haba desembocado en el primer gobierno de Pern. Tuvimos amenazas cuando anunciamos el plan editorial y al tiempo decidimos irnos porque la presin era insoportable. Pero ocurri una cosa inslita. Tenamos la idea de hacer la revisin de la obra de Lugones de manera cronolgica. Empezar por el Lugones anarquista y seguir con el socialista. Un da me llam el abogado Valentn Thiebaut, director ejecutivo del nuevo Directorio -ya con Alberto Ottalagano como interventor de la UBA-, y me dice: tengo un problema. No puedo cumplir con el contrato de Lugones si empezamos por la etapa izquierdista... No podemos arrancar por la fascista..?" En julio de 1974 un grupo comando entr al taller grfico donde Eudeba imprima parte de sus libros al grito de "Dnde est El marxismo de Lefebvre?" Antes que el imprentero Polosecki pudiera dar una respuesta prendieron fuego un sector pero en el apuro los asaltantes se equivocaron de libro. En julio de 1976 fue designado director ejecutivo de Eudeba el poltico socialista Luis Pan, quien le entreg al Comando del I Cuerpo de Ejrcito parte del fondo editorial con los libros censurados. El 27 de febrero el teniente primero Xifra dirigi el operativo que termin con la quema de casi noventa mil volmenes en el predio de Palermo. Rogelio Garca Lupo vio cuando los soldados cargaban los camiones con los ejemplares de su gestin. "Pan fue quien llam al Ejrcito y puso en sus manos toda esa literatura pecaminosa. El tema que alguien dijera pero este Pan tambin es socialista..! Con esa operacin compr proteccin, fue como una prueba de amor". El fuego purificador y la autocensura

Cuando la palabra Amrica Latina era subversivaVigilantear y buchonear A principios de 1977, un articulo publicado en la revista Para Ti enseaba a los padres con hijos en edad escolar como reconocer la infiltracin marxista en las escuelas: "Lo primero que se puede detectar es la utilizacin de un determinado vocabulario, que aunque no parezca muy trascendente, tiene mucha importancia para realizar ese transbordo ideolgico (sic) que nos preocupa. Aparecern frecuentemente los vocablos: dilogo, burguesa, proletariado, Amrica Latina, explotacin, cambio de estructuras, compromiso, etc. Otro sistema sutil es hacer que los alumnos comenten en clase recortes polticos, sociales o religiosos, aparecidos en diarios y revistas, y que nada tienen que ver con la escuela. Asimismo, el trabajo grupal que ha sustituido a la responsabilidad personal puede ser fcilmente utilizado para despersonalizar al chico. Estas son las tcticas utilizadas por los agentes izquierdistas para abordar la escuela y apuntalar desde la base su semillero de futuros combatientes." El articulo terminaba con un consejo a los padres: "Deben vigilar, participar y presentar las quejas que estimen convenientes". Descargar Revista Gente - Carta abierta a los padres argentinos La prctica piromanaca del Proceso tiene ejemplos como los siguientes, ambos de 1976. En Crdoba el interventor de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano, teniente primero Manuel Carmelo Barcel, sac de la biblioteca y mand a incinerar ttulos de Margarita Aguirre, Pablo Neruda y Julio Godio, entre otros. En la misma provincia, el jefe del Tercer Cuerpo de Ejrcito, Jorge Eduardo Gorleri (luego ascendido a general por el gobierno de Ral Alfonsn), exhibi en conferencia de prensa una hoguera en el patio de la unidad militar, avivada por libros de Len Trotsky, Mao Tse-Tung, Ernesto Che Guevara, Fidel Castro, Juan Domingo Pern y fascculos del Centro Editor de Amrica Latina (CEAL) que rob de las bibliotecas y libreras. En la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, los militares usurparon la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil, La Vigil, una institucin que tena una biblioteca de 55.000 volmenes en circulacin y 15.000 en depsitos, a principios de la dcada del setenta. El 25 de febrero de 1977 fue intervenida mediante el decreto n 942. Ocho miembros de su Comisin Directiva detenidos ilegalmente, su control de prstamos bibliogrficos utilizado para investigar a los socios. Miles de libros de la entidad fueron quemados, por ejemplo seiscientas colecciones de la obra completa del poeta Juan L. Ortz. El periodista y escritor Mempo Giardinelli sufri las consecuencias de la pasin gnea de los militares: su primer novela fue quemada junto a una de Eduardo Mignogna. El caso de Enrique Medina es paradigmtico: "El golpe de Estado de 1976 confirm la prohibicin de los libros ya censurados del autor y lo extendi a cuanto texto suyo apareca. Medina es, quizs, uno de los autores ms sistemticamente perseguidos por la censura, durante la dictadura e incluso antes", segn Invernizzi y Gociol. Manuel Pampn, de Corregidor, edit parte de la obra del autor de Las Tumbas, como Slo ngeles cuya sexta edicin fue prohibida aunque no la sptima, una copia de la anterior. Tambin le decomisaron Olimpo, de Blas Matamorro, por un decreto del PEN. Ante el reclamo de Pampn, el capitn de navo Carlos Carpintero le respondi: "de los libros, olvidate". Ya en 1978 las autoridades retuvieron en la aduana Evita, una biografa de Marysa Navarro que ms tarde pudo ingresar al pas por la intervencin de Dardo Cneo, por entonces presidente de la Sociedad Argentina de Escritores. Hubo editores que decidieron destruir los materiales que eran prohibidos. Es el caso de Granica: "varios de los libros de sello fueron prohibidos. Entre ellos La pasin segn Trelew, de Toms Eloy Martnez que fue uno de los primeros ttulos de los que la propia editorial decidi deshacerse. Esa es la cara ms perversa del terror: ya no los libros que el

rgimen quemaba sino los que se eliminaban por propia decisin", describen los autores de Un Golpe a los libros. De la imprenta a la fbrica de papel sin pasar por libreras fueron por lo menos diez ttulos, no menos de 20.000 volmenes, entre ellos Correspondencia Pern-Cooke. La quema de libros ms grande que concret la dictadura fue con materiales del Centro Editor de Amrica Latina, el sello que fund Boris Spivacow quien adems tuvo un juicio "por publicacin y venta de material subversivo". El fue sobresedo pero el milln y medio de libros y fascculos ardieron en un baldo de Sarand. Testigos de la quema fueron la profesora Amanda Toubes, directora de la coleccin La enciclopedia del mundo joven y Ricardo Figueira, director de colecciones del CEAL y autor de las fotografas de aquel 26 de junio de 1978. En 2005 ambos recordaron el clima de aquellos aos para un artculo que Anbal Ford escribi en la revista Lezama: Toubes deca que "en ese momento nuestra mente estaba todava en el asesinato de Daniel Luaces, en su escritorio vaco. Tantos otros llantos, tantas cosas de las que nos bamos enterando da a da... que tal vez lo vivimos slo con una gran tristeza pero tambin como parte de nuestra cotidianeidad. Algo de esto retoma Ricardo Figueira, que casi minimiza el hecho. Lo que era vivir cotidianamente, da a da, con el culo a cuatro manos y dando varias vueltas a la casa antes de entrar". Para Ford "esa hoguera de libros argentinos provoc un vaco, un hueco, en la transmisin y en la construccin cultural que todava no ha sido reparado". Otro de los editores perseguidos fue Daniel Divinsky, de Ediciones de la Flor, quien junto a su mujer Kuki Miler fue detenido a disposicin del Poder Ejecutivo durante 127 das y luego parti al exilio. Primero fue la censura del libro infantil Cinco dedos. Ya en la crcel de Caseros, se enter de la prohibicin de Ganarse la muerte, de Griselda Gambaro. Divinsky rememora que trabajar en esa poca "era como caminar por la cuerda floja. La prohibicin a de la Flor

Un elefante ocupa mucho espacio"Las prohibiciones se instalaron en todo el mbito educativo y cultural. Las famosas listas con los nombres de escritores, compositores y artistas no autorizados circulaban por radio, TV, diarios, libreras y escuelas. Se los haca invisibles, no audibles, no estaban. En un libro de reciente aparicin se relata la quema de la coleccin del Centro Editor de Amrica Latina, (CEAL), una de las mayores del pas. Otro ejemplo es sobre la prohibicin de literatura infantil. En 1976 se edita el libro para nios, Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann que gana premios internacionales. Un ao despus era prohibido en la Argentina por relatar una huelga de animales." [ Fortunato Mallimaci - La dictadura argentina: Terrorismo de Estado e imaginario de la muerte ] pretendi ser, de alguna manera, una medida ejemplificadora porque se trataba de una editorial independiente. Cuando pas todo y volvimos del exilio cada da que llegaba a la oficina daba una vuelta a la manzana para ver si haba algn patrullero." Desde finales de los sesenta Siglo XXI fue una de las editoriales ms influyentes en el pensamiento latinoamericano. Con casas en Espaa y Mxico, la sede de Buenos Aires tena una enorme influencia. Editaba Las venas abiertas de Amrica Latina, de Eduardo Galeano y todos los libros del pedagogo Paulo Freire, entre otros. El 2 de abril de 1976 un grupo de tareas allan las oficinas de Per 952 y secuestr al jefe de correctores Jorge Tula y al gerente de ventas Alberto Daz. La empresa fue clausurada y luego abri hasta que la casa matriz decidi levantar la sede portea. Pasaron treinta aos y hoy Alberto Daz es director editorial del Grupo Planeta. "Era muy jodido y triste trabajar en ese ambiente en el que desaparecan correctores, traductores y amigos. Otros se exiliaban o se iban al interior, o eran detenidos. Pero seguamos

trabajando. Por qu? Es algo inexplicable porque el golpe se vea venir pero estabas como anestesiado. Yo estuve desaparecido un mes y pico. Cuando me largan ya me haban cesanteado de la Universidad y volv a Siglo XXI. Me tena que ganar la vida y no se me ocurra irme. Despus de un segundo aviso part rumbo a Colombia el 24 de agosto del 76. -Qu le produce este recuerdo? -Es como si estuviera contando un libro de historia. Ya no recuerdo cmo era mi rostro, pero s de la cara del poeta Miguel Angel Bustos. Lo tengo congelado con un rostro joven. Ya no me acompaan las imgenes de la detencin porque sabes que muchos de los detenidos nunca volvieron, entonces tens una especie de culpa del sobreviviente. Ceremonias privadas Tambin hubo otras quemas de libros que hicieron las vctimas de la represin. No era necesario ser militante ni pertenecer a una organizacin poltica. El hecho de tener libros considerados "subversivos" o "inmorales" era peligroso. "La destruccin, el ocultamiento y el enterramiento de libros desde 1974 hizo que las bibliotecas se vayan despoblando. Otro fenmeno que desapareci fue la lectura en los medios pblicos de transporte porque el libro te haca caer bajo sospecha" reflexiona Daz, quien inciner algunos libros del Che como Guerra de Guerrillas, peridicos del PRT La Verdad y revistas como Crisis y Militancia. La escritora Ana Mara Shua regresa a los das de marzo del 76: "Mi marido y yo no militbamos, pero ramos de izquierda y muchos de nuestros amigos y conocidos desaparecan o se escapaban del pas o pasaban a la clandestinidad. Sabamos que haba libros peligrosos: todo lo que tuviera marxismo o la idea de la revolucin social. Por dnde empezar? Empezamos por uno de Vo Nguyen Giap, sobre la Guerra de Vietnam. El intento, en la pileta de la cocina, fue un triste fracaso. No es tan fcil quemar un libro en un departamento de tres ambientes. Decidimos que si entraba un grupo de tareas, daba lo mismo que hubiera este libro o aquel: lo peligroso, lo que nos denunciaba como enemigos era tener una biblioteca. Y abandonamos la idea de quemar libros. Fuente: Revista Sudestada N 46, 18/03/06

Los libros que la dictadura militar no pudo destruirEl Museo de la Memoria exhibe documentos, libros y testimonios sobre el plan de represin cultural puesto en marcha en 1976 Osvaldo Aguirre / La Capital (Rosario) Los libros se encuentran en una vitrina. Son de temas y autores diferentes, casi sin relacin entre s. En una librera estaran separados. Pero aqu, en el Museo de la Memoria, donde son expuestos desde el viernes, deben estar juntos. Porque tienen algo en comn: estuvieron prohibidos por la dictadura militar instaurada en 1976. Y algo ms: quisieron destruirlos, hacerlos desaparecer. Sin embargo esos libros condenados, que integran con documentos y revistas la muestra "Tinta roja", sobrevivieron. La empresa de los represores era, en parte, imposible. No se poda borrar a esos libros de la memoria de los lectores. Lo demostr lo que ocurri con "El fusilamiento de

Penina", el ttulo de Aldo Oliva que edit la editorial de la Biblioteca Constancio C. Vigil y cuya edicin ntegra fue quemada por los militares. Como en Fahrenheit 451, la novela de Ray Bradbury, ese libro se preserv en los relatos de algunas personas, que lo retransmitieron a travs del tiempo e hicieron posible, sin duda, el reciente hallazgo de un ejemplar. La lista parece disparatada. Estn "Operacin Masacre", de Rodolfo Walsh, y "Rojo y negro", de Stendhal. "Las venas abiertas de Amrica Latina", de Eduardo Galeano y "Dailn Kifki", de Mara Elena Walsh. Pero hay un sentido. "Hubo un plan de represin cultural: la desaparicin de personas tena que corresponderse con la desaparicin de smbolos culturales", dice la periodista Judith Gociol, coautora con Hernn Invernizzi de "Un golpe a los libros", una historia de la represin a la cultura durante la ltima dictadura. Circuitos de prohibicin

La musica prohibidaPor Juan Alberto Guttlein, Casilda - Santa Fe Los militares argentinos, hablo de los que usted ya sabe, menos capacidad, inteligencia y educacin, tuvieron lo mejor que deseara Hitler para sus mandos. Desde el golpe contra Pern, todo fue controlado, gastado y robado por una elite, que lleg incluso a pelearse a punto de armar una guerra interna, por el poder: PODER ROBAR. Sin capacidad, ineptos y sin un atisbo de sentido comn, su ignorancia los hizo creer que eran los todopoderosos capaces de signar destinos, organizar econmicamente y hasta pensaron en ganar una guerra. Borrachos, locos, degenerados, asesinos y aptridas sobraron en las filas de las tres armas del Ejercito Argentino. Pero lo tragicmico de todo esto, es que ciudadanos comunes, de igual talla y calidad de persona, se sumaron a las atrocidades cometidas por los gobiernos golpistas y asesinos. Porque quede claro, no solo masacraron en el setenta, lo hicieron en todas las pocas, incluso en plena democracia. Adonde est, quin lo desapareci a Julio Lpez? En el plano social, fueron peores o ms. La cultura manejada por ellos, fue uno de los crmenes de Lesa Grosera, que hoy no puedo digerir todava. Las radios, por ende nosotros los laburantes, recibamos a diario, parte del Comit Federal de Radiodifusin, listas de temas, personas y medios escritos prohibidos. Pero para darles una muestra de la ignorancia y maldad de estas fieras, les voy a mencionar algunos de los temas; y los por qu estaban prohibidos. Ochi chiornie (La cumparsita)- cantada mitad en ruso, mitad en espaol- Lolita Torres. Porque utilizaba un idioma extranjero, de un pas enemigo y fuente del comunismo. Ni hablar de Antonio Tormo, pero voy a poner por qu prohiban por ejemplo, Mis harapos Recuerdo casi perfectamente el recurso enviado, porque cuando lean, se darn cuenta por qu, deca: Prohbese la difusin de la cancin Mis harapos, por los interpretes argentinos (mencionaban una chorrera de interpretes). Es motivo de la siguiente: la psima redaccin y la blasfema utilizada al mencionar que los renacuajos ren al tocar las alas de un cndor que cay. Este comit, a sabiendas de que el cndor es el ave nacional, no permitir juicio alguno sobre su calidad de tal. Los animales, ms que el mismo cndor, no saban que el cndor no es el ave nacional. Cmo hacan para llegar a todas las radios, incluso propaladoras, circuitos cerrados, etc? Era muy simple, haban montado un sistema de comunicacin con las comisaras del lugar. Los mismos milicos del pueblo, encargados de controlar tambin, eran los primeros en pedirte los temas prohibidos. Prohibidos? Guarany, Antonio Tormo, Nelly Omar, Di Fulvio (los dos), Pugliese, Fal, Hugo Daz, Waldo de Los Ros, Marta de Los Ros, Larralde, Piero, Yupanqui, Del Carril, Cafrune, Maure, Rock Nacional todo, Conjuntos vocales todos, Discepolo, Jorge Vidal, Tania, Miguel Saravia, Mercedes Sosa, Isella, Tejada Gmez, Jaime Dvalos, Roberto Pansera, Argentino Luna, Los de Siempre, Los Andariegos, Los Farias Gmez, Los trovadores, Billy Bond, Chacho Santa Cruz, Cuchi Leguizamn, etc. Ms lo que sufran parcialmente en algunas de sus canciones como Eladia Blzquez, Mara Helena Walsh, Catulo Castillo, etc. Cuidado, solo hablamos aqu de los criollitos, de los forasteros, ni hablar. All de The Beatles a Los Rolling y de Serrat a Viglietti, no se salvaba nadie. De los chilenos, ni pensarlo. Uruguayos, cocinados. Lo ms revolucionario que se emita en las radios era el folklore descriptivo de paisajes, algo de baladas espaolas, algunos tangos y paremos de contar. Para ejemplificar la locura: Hasta Mario Milln Medina sufri censura de sus temas humorsticos. Tambin cobraron los artistas de cine, TV, revistas, diarios y cuanto medio o forma de esclarecer apareciera. Si no callabas o aceptabas lo que ellos decan, te mataban o hacan que te echaran del trabajo y jams volvas a un micrfono. Los que se animaron a prenderse en una lucha sin cuartel, terminaron en un basural, desaparecidos o escapados de noche al exilio si tena algo de suerte. Fue tan grosero, tan cruel, tan sangriento Que no es justo que todava medios de Bs. As, tengan algunos de estos tipos trabajando. Fue tan brutal la represin, que los mismos dueos de los medios, hacan la programacin y te prohiban hablar de ciertos temas, emitir ciertas canciones y era a cara de perro y no haba Tu Ta. En homenaje a todos aquellos, a los que s, creyeron que era posible soar con un

"La idea general que uno tena de la represin en la cultura era que se trataba de unos militares brutos, que vean un ttulo como La cuba eloctroltica -ese ttulo famoso- y lo prohiban o entraban en una casa, vean un libro de tapas rojas y se llevaban detenida a la gente -dice Gociol-. No es que eso no ocurri, no es que no hubo abuso y estupidez; pero haba un proyecto y un plan que no era para nada de estpidos sino de tipos que haban detectado cules eran la importancia de un libro o de un autor y a eso apuntaban". La existencia de ese plan pudo comprobarse a partir del hallazgo de documentacin que haba permanecido oculta en la sede del Banco Nacional de Desarrollo (Banade), en Buenos Aires. "Qued probado el circuito de prohibicin y de persecucin que se mont hacia libros y autores y funcion con una conexin fuerte entre el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educacin. Haba una oficina que se encargaba de recibir libros, un equipo de gente bastante preparada que los analizaba, un departamento que evaluaba su prohibicin". El mecanismo de prohibicin de un libro era complejo. Lo que llama la atencin en esa maquinaria es el papel que jugaron personas comunes y que no vacilaron en delatar y en ser cmplices de la censura y el terror. "Hubo inspectores que recorrieron libreras pero tambin gente que voluntariamente denunciaba ttulos de libros, o voluntarios que recorran las editoriales", dice Gociol. "Proteo", una novela de Morris West, conocido autor de best sellers, fue vctima de la censura. "Haba entrado en contacto con las Madres de Plaza de Mayo y escribi una novela sobre la desaparicin de una pareja, es decir, ficcionaliz una historia que era cierto. Ese libro fue prohibido porque un funcionario de la Junta Nacional de Granos, de apellido Lacroze Ayerza, viaj al exterior y vio al libro en ingls. Lo trajo y se lo dio a (Albano) Harguindeguy diciendo que eso era parte de la campaa antiargentina". La represin cultural se manifest tambin en la desaparicin de escritores, en un plan especfico instrumentado en el mbito educativo (conocido como Operacin Claridad) y en los ataques contra editoriales. En este sentido, los casos ms alevosos tuvieron como vctimas a la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) y al Centro Editor de Amrica Latina (Cedal). Pero con diferencias significativas. "En Eudeba hicieron allanamientos en los depsitos, se llevaron los libros y los quemaron. Pero esos libros fueron entregados por los directivos, que en ese momento eran civiles y fueron ms papistas que el Papa. En Eudeba hubo delacin de personas, que ahora estn desaparecidas. Hubo una empleada que era montonera y la editorial entreg la foto para que pudieran identificarla", dice Gociol. El Centro Editor de Amrica Latina tena entonces a empleados que haban sido vctimas de la Triple A. "Al hacer el allanamiento se llevaron detenida a la gente que trabajaba en los depsitos -sigue Gociol-. Entonces el editor, Boris Spivacow, cuando todo el mundo le deca que no hiciera nada porque iba a ser un desaparecido, se present en defensa de los empleados, que quedaron liberados". De manera un tanto inslita se inici entonces un juicio. "Hubo participacin de jueces en causas por prohibiciones de libros. Si uno se olvida de cul es la raz, es decir la censura de un libro, encuentra un trmite judicial comn: la prohibicin estaba naturalizada". Spivacow argument que los libros eran material de rezago. "El juez le dijo que los quemara. El editor se neg y el juez orden su destruccin, que qued documentada en fotos". As se manifestaba la Direccin de Publicaciones de la dictadura para censurar una obra: "Ganarse la muerte de la escritora Griselda Gambaro es una obra asocial dado que trata de mostrar a travs de sus personajes, como un lugar donde impera el hiper-egosmo e individualismo, donde no se cuentan ninguno de los valores superiores del ser humano y s las elucubraciones y actos para lograr la satisfaccin de sus bajos instintos". Esos fueron los argumentos con que la dictadura prepar sus hogueras. "El Comandante del III Cuerpo de Ejrcito -se lee en un comunicado del general Luciano Menndez- informa que en el

da de la fecha procede a incinerar esta documentacin perniciosa que afecta al intelecto y a nuestra manera de ser cristiana. A fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos, revistas, se toma esta resolucin para que se evite continuar engaando a nuestra juventud sobre el verdadero bien que representan nuestros smbolos nacionales, nuestro ms tradicional acervo espiritual sintetizado en Dios, Patria, Hogar". Para salvar a los libros hubo quienes los enterraron, o los llevaron al campo, o los dejaron en algn stano, o les cambiaron las tapas. "En aquella poca tener un libro poda ser motivo para ir preso", dice el historiador Alberto Pla, cuyos textos fueron prohibidos durante la dictadura militar y que se exili a fines de 1975, "despus que allanaron mi casa y me qued sin archivo". Al partir, "dej un departamento cerrado en Buenos Aires, y gente amiga me salv la mitad de la biblioteca". "Nosotros no recibimos listas de autores prohibidos -recuerda Silvina Ross, de la Librera Ross-. En las escuelas, segn me informaron docentes en esa poca, tenan rdenes de no trabajar con determinados ttulos o autores". No obstante, "en la librera se tena cierta precaucin: una saba que los libros de izquierda iban al depsito o estaban en estantera, pero no exhibidos, y se mostraban si alguien los peda". La Librera Ross tena ya experiencia en la batalla contra la censura. "En los aos 60 la Liga de la Decencia hizo una denuncia porque en la vidriera se exhiban libros del marqus de Sade. Mi padre fue preso por esa causa", dice Ross. Y despus de 1976 hubo otros momentos crticos. "Nos llamaron para presentar un libro. Era uno de (el general Ramn) Camps. Con mi ex marido contestamos que en la librera no se hacan actos polticos y que ese tipo de libros no se presentaban". La Biblioteca Constancio C. Vigil fue un blanco principal de la destruccin cultural en Rosario. Tanto que uno de los peores represores -Ramn Alcides Ibarra- apareca como "asesor pedaggico". Intervenida el 25 de febrero de 1977, los ocho miembros de su comisin directiva fueron detenidos. Dos de sus docentes, algunos asociados y el presidente de la asociacin de padres de la escuela primaria figuran como desaparecidos. Los militares saquearon su biblioteca y fondo editorial, uno de los ms importantes del interior del pas: veinte toneladas de libros (cuatro ms que en la famosa quema realizada por Hitler en 1933) terminaran quemadas o destruidas. De sus dependencias fueron robados y nunca recuperados proyectores, mquinas de escribir y hasta la lente del telescopio de la Escuela de Astronoma. "Desapareci todo, los depsitos que tenamos en otros pisos, material de la editorial, de la biblioteca. Lo que no se rob, se quem, se regal. Adems hubo, por supuesto, una quema, producto de censuras entre comillas, porque ni eso saban hacer, quemaron hasta lo impensable", dice Ral Frutos, ex bibliotecario de la Vigil, en uno de los textos recopilados en la muestra "Tinta roja". Los represores fueron minuciosos. "Destruyeron todo lo que era el entramado educacional. La entidad tena desde una guardera hasta una universidad popular. Haba un departamento de educacin que era dirigido por un prestigioso educador llamado Mario Lpez Dabat, se trataba de dar una coherencia y un enfoque sistematizado general comn a toda la escuela y actividades educacionales de la biblioteca. Nada qued en pie". La estrategia hacia la cultura, dicen Gociol e Invernizzi en "Un golpe a los libros", fue funcional para el cumplimiento del terrorismo de Estado en Argentina. "Pero ese plan no termin de implementarse, aunque la idea era hacer desaparecer cuerpos y almas", dice Gociol. Y ahora esos libros tienen otra historia para contar. Fuente: http://archivo.lacapital.com.ar/2004/03/14/seniales/noticia_82272.shtm

Auschwitz y sus complicidadesPor Eduardo "Tato" Pavlovsky Cuando Adorno, despus de Auschwitz, seal que ya no se podra escribir ms poesa, haba algo de verdadero en su afirmacin. Un cambio cualitativo se haba producido en la naturaleza humana y en la cultura. Pero el hombre no podra vivir sin la imaginacin creadora porque morira de dolor y mediocridad en un mundo tan monstruoso. Goldhagen, Browning y Kershaw, tres de los ms importantes investigadores sobre el nazismo y el Holocausto, suministran algunos testimonios desgarradores, aportando algunos datos no tan conocidos. Goldhagen es el ms duro frente a la complicidad civil del hombre "corriente alemn" durante ese perodo y sus escritos levantaron una gran polmica hoy todava no resuelta. El 27 de enero de 1945, la vanguardia de la Armada Roja Sovitica descubre por azar Auschwitz, y se enfrenta a la gran masacre inimaginable, la mayor crueldad hasta ahora conocida, la incomprensible maldad y sadismo humano desplegados en el plan de exterminio nazi. G. Steiner afirma que cierto tipo de monstruosidades evoca los lmites del lenguaje y llega a decir que ante los extremos de lo atroz parece imponerse el silencio. Cree, sin embargo, que a los seres hablantes del lenguaje los intelectuales impone el deber de transmitir aquellas experiencias que estn en el lmite de la posibilidad de articularlas, y entonces se sigue creando poesa, teatro, cine, poltica de investigacin y Len Ferrari nos muestra lo ilimitado de la imaginacin de la creacin en su obra a sus 83 aos, y entonces uno se pregunta si la ruptura del silencio y de la complicidad no cumplen una gran funcin reparadora en la sociedad. "Una vez ms hay que preguntar a quienes sostienen que un gran nmero de alemanes no se rega por el antisemitismo exterminador, que nos expliquen y demuestren dnde y cmo, de qu instituciones, de qu sermones religiosos, de qu literatura, de qu libro de texto aquellos alemanes podran haber extrado alguna imagen positiva de los judos. Se sabe, en cambio, que en las tres ltimas dcadas del siglo XIX existan en Alemania 1200 publicaciones dedicadas a examinar el problema judo, y la mayora perteneca al campo abiertamente antisemita", afirma Goldhagen. El afn de matar judos que tenan tantos alemanes "corrientes" se puso de relieve durante una de las operaciones del famoso batalln policial 101. En noviembre de 1942 se supo que el batalln iba a realizar una matanza de judos en Lukow (Polonia). Estaban invitados esa noche al pabelln policial un grupo de msicos, para tocar y amenizar la velada. Cuando los integrantes del grupo musical se enteraron del inminente fusilamiento de 4 mil judos, se ofrecieron a participar de la ejecucin, rogando con vehemencia que se les permitiera intervenir. Adems, el deseo de hacerlo no fue considerado una patologa o una aberracin. Al da siguiente, el grupo de msicos se convirti en la mayora del grupo ejecutante (Los verdugos voluntarios de Hitler, D. Goldhagen, pg. 487).

El anlisis de los msicos verdugos voluntarios en la matanza explica la increble complicidad civil de los crmenes nazis contra los judos. Y tambin dice Goldhagen que es una buena forma de que esta aberracin musical humana pudiese explicar todo el Holocausto en s mismo. No eran veinte psicpatas, eran gente comn y corriente que haba escogido la msica como vocacin, pero que se ofrecan para matar judos voluntariamente. Sabemos que algunos de los hombres que administraron Auschwitz haban sido educados para leer a Shakespeare y a Goethe, y que no dejaron de leerlos durante las matanzas. Era el Holocausto cultural alemn nazi. Los "hombres de escritorio" de Todorov. Dice Goldhagen: "Algunos de ellos iban a la iglesia... rezaban a Dios... los catlicos se confesaban y comulgaban". Otro de los mitos que se crearon en Alemania era que los encargados de las matanzas estaban obligados siempre a realizar las ejecuciones. En este punto, Goldhagen, Browning y Kershaw coinciden en que los destinatarios de las rdenes de ejecucin podan rehusarse a realizarlas por motivos personales o ideolgicos. Matar nios judos exiga un claro convencimiento de que la tarea era patritica, deca Himmler. La frase que Himmler utilizaba como responsable ideolgico del pabelln 101 era la siguiente: "Los aliados han arrojado casi 3 millones de toneladas de bombas en nuestro pas en sus bombardeos de 1941, 42 y 43. Decenas de miles de nios alemanes han muerto bajo las bombas. Por qu un nio judo debe valer ms entonces que un nio alemn? No tengan piedad con ellos". Un ejemplo paradigmtico fue el teniente Buchman oficial de reserva, que se neg a matar judos aduciendo que no coincida con la Argentina. La irracionalidad inquisitorial medida de la generalizacin de la Crdoba En uno de los predios del Regimiento de matanza de judos, y Infantera Aerotransportada 14, en el camino a La que personalmente no Calera, fueron quemados miles de ejemplares de estaba dispuesto a libros y revistas. Expres el jefe que acompao a los periodistas realizar algo que no lo hasta all que indudablemente no habra de encontrarse entre los aceptaban sus volmenes sino literatura de exaltacin de Marx, el Che Guevara, principios y valores Fidel Castro, etctera, y sin duda, no haba ninguna publicacin que personales y que, adems, pensaba que se refiere a prceres como San Martn y Belgrano, los americanos Bolivar y Sucre, y personalidades civiles como Saenz Pea. Alemania, en un futuro, poda pagar En un comunicado se manifiesta que el comando del Tercer Cuerpo muy caro este de Ejercito quemaba esa documentacin perniciosa que afecta el genocidio. Segn las intelecto y nuestra manera de ser cristiana. A fin de que no quede palabras del comandante Wohlauf, ninguna parte de estos libros, folletos y revistas, con este material continuar engaando a nuestra juventud sobre el verdadero bien que del pabelln 101, no representan nuestros smbolos nacionales, nuestra familia, nuestra hubo nadie que Iglesia y, en fin, nuestro mas tradicional acerbo espiritual, sintetizado matara judos contra en Dios Patria y Hogar. su voluntad. El teniente Buchman no Los elementos que se destruyen surgieron de allanamientos a mataba porque no lo centros de distribucin que se dedicaban especifica y especialmente presionaban, los a este tipo de difusin. dems mataban de todos modos porque La Nacin, 30 de Abril de 1976 la presin era innecesaria. Si alguno de los oficiales rehusaba ejecutar la orden, se les encomendaba para otras tareas. Algunos aducen que rehusarse era "esquivar el bulto" y podan ser vistos como cobardes por sus camaradas. Tambin el argumento opuesto es comprensible. Si exista la posibilidad de no matar, y no ser juzgados, por qu no funcion este acto de rebelda como una correa tica de contagio entre los dems? Lo que sobraban siempre eran voluntarios para las ejecuciones. Ofrecerse a matar era la norma del batalln. Como los msicos de los que hablamos. Por eso el Holocausto provocado por los nazis es demasiado real para ser entendido en su totalidad. Deleuze dira que en lo "molar" aparece la "representacin": las fotos de los judos hacinados,

cadveres amontonados en estado de total desnutricin, hombres mujeres y nios asesinados por el plan de exterminio ms brutal de la era moderna. Eso es lo que uno ve y lo que "representa" el Holocausto. Los museos y algunas pelculas de cine. Los testimonios de los sobrevivientes (pelculas de B. Koronovich). El otro fenmeno es "molecular", aquello que no tiene representacin: la funcin micropoltica del Holocausto, el gran "cuchicheo" antisemita de un gran sector de la poblacin alemana, "las conversaciones" tan bien descriptas por Goldhagen. Ese es el gran tema de la complicidad civil. Nosotros sabemos mucho de ese fenmeno. Ese fue el germen del otro Holocausto. El invisible. Porque las conversaciones de la gente comn no son visibles. Pasan como murmullo "entre" los cuerpos. Es el silencio cmplice. Un eco casi inaudible. Al respecto, dice Goldhagen: "La conclusin es que durante el perodo nazi existi una conceptualizacin de los judos que casi todo el mundo comparti y que constitua lo que podramos definir como una ideologa eliminadora, a saber, la creencia de que la influencia juda, destructiva por naturaleza, deba ser eliminada de la sociedad...". Historiadores como Kershaw, Dulka, Bankiev y Browning distinguen, sin embargo, una minora de activistas de partidos para los cuales el antisemitismo era una prioridad urgente de los restantes integrantes de la poblacin alemana para quienes no lo era, pero muchos de los alemanes corrientes aceptaron las medidas legales del rgimen que terminaron con la emancipacin y excluyeron de los puestos pblicos a los judos en 1933, los condenaron al ostracismo en 1935 y expropiaron sus propiedades en 1938/39... Dice Kershaw: "El camino que va a Auschwitz se construy con odio, pero se paviment con indiferencia". Kulka se refiere al termino "complicidad pasiva". Goldhagen es ms enftico, y dice que la indiferencia y la complicidad pasiva fueron una demostracin de lo "despiadada" que fue la conducta corriente de un gran sector del pueblo alemn. "No hay crmenes sin complicidad civil que los avale o los haya avalado. O no? No soy ingenuo de pensar que un sector de la poblacin no fue cmplice del Holocausto. Seguro. Pero mi obligacin es denunciar lo otro, el gran fenmeno de la complicidad civil del otro sector del alemn corriente, de uno de los pueblos ms cultos del mundo. De eso se trata. De lo siniestro, lo irreparable." Psicologa de las masas, de W. Reich. Fuente: Pgina/12

El bibliocausto naziPor Fernando Bez, Universidad de Los Andes "Cada libro quemado ilumina el mundo" R.W. Emerson I. Todos han odo hablar del Holocausto Judo, nombre dado a la aniquilacin sistemtica de millones de judos a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Pero es oportuno sealar que este genocidio tuvo su equivalente. Tambin hubo un Bibliocausto, donde millares de libros fueron destruidos por el mismo rgimen. Entender cmo se gest puede permitirnos comprender que Heinrich Heine tena razn cuando escribi profticamente: [...]donde los libros son quemados, al final tambin son quemados los hombres[...]. La

destruccin de libros de 1933 fue, a mi juicio, apenas un prlogo a la matanza que vendra despus. Las hogueras de libros fueron las que inspiraron los hornos crematorios. Y esto merece una reflexin detenida, porque se trata de un acontecimiento que ha marcado para siempre la vida de millones de hombres y que va seguir siendo uno de los hitos ms siniestros de la historia. El comienzo de esta barbarie tiene fecha: el 30 de enero de 1933, cuando el presidente de la llamada Repblica de Weimar, en Alemania, Paul Ludwig Hans Anton Von Beneckendorff Und Von Hindenburg (1847-1934), design a Adolfo Hitler como canciller. Trataba de reconocer la inestable mayora de este iracundo poltico; viejo y corts, Hindenburg ignor lo que sobrevino casi de inmediato: un perodo poltico y militar que sera conocido posteriormente como El Tercer Reich (reich es imperio). Hitler, que haba sido cabo en el ejrcito, que haba querido ser un pintor de fama mundial y fracas, que haba intentado dar un golpe de Estado en 1923, utiliz una estrategia de intimidacin contra los judos, los sindicatos y el resto de los partidos polticos. No era, como puede pensarse ligeramente, un loco, sino la voz ms visible de una idiosincracia germana Devuelven 10 mil libros robados por los totalitaria.

nazis

El 4 de febrero, la Ley Escaparon de las llamas. Ayer (2 de septiembre de para la Proteccin del 2010) se public en la Web la lista de sus antiguos Pueblo Alemn dueos judos. restringi la libertad de prensa y defini los nuevos esquemas La Biblioteca Pblica de Nu-remberg, en Alemania, public ayer en Internet una lista con los nombres de los antiguos dueos judos de de confiscacin de cualquier material que unos 10 mil libros y documentos robados durante el rgimen nazi, para que sus propietarios o los herederos de estos puedan fuera considerado reclamarlos. peligroso. Al da siguiente, las sedes Desde el 10 de mayo y hasta julio de 1933, al menos 21 ciudades de los partidos alemanas fueron asoladas por la quema de libros del nazismo: miles comunistas fueron de ejemplares fueron sustrados por grupos armados de las SA y las atacadas Juventudes Hitlerianas de bibliotecas privadas y pblicas y arrojados salvajemente y sus bibliotecas destruidas. al fuego. El despojo continu hasta 1945, pero muchos de esos libros de autores prohibidos por el rgimen no ardieron, y fueron El 27, el Parlamento almacenados en depsitos de bibliotecas, entre otras la de Alemn, el famoso Nuremberg. Reichstag, fue incendiado, junto con todos sus archivos. El La operacin de confiscacin masiva fue orquestada por Joseph Goebbels, el poderoso ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, 28, la reforma de la Ley para la Proteccin quien presidi personalmente la gigantesca pira organizada en la Opernplatz, en Berln. del Pueblo Alemn y el Estado, legitim Nuremberg es la nica ciudad del mundo con tal volumen de libros medidas excepcionales en todo robados, dijo Eva Homrighausen, responsable de la biblioteca, al el pas. La libertad de anunciar la iniciativa. reunin, la libertad de Tiempo Argentino, 03/09/10 prensa y la de opinin, quedaron restringidas. En unas elecciones controladas, el Partido de Hitler, conocido como Partido Nazi, obtuvo la mayora del nuevo Parlamento y se decret oficialmente el nacimiento del Tercer Reich. Alemania, obviamente, estaba transformando sus instituciones despus de la terrible derrota sufrida durante la I Guerra Mundial. Hitler, que no era alemn, fue considerado como un estadista idneo para rescatar la autoestima colectiva, y sus purgas contra la oposicin lo convirtieron en un lder temido. Su eficacia, no obstante, estaba sustentada en varios hombres. Uno de ellos era Hermann Gring; el otro era Joseph Goebbels. Ambos eran fanticos, pero el segundo fue quien convenci a Hitler de la necesidad de extremar las medidas que ya venan ejecutando, y logr ser designado al frente de un nuevo rgano del Estado que vendra a ser

conocido como Reichsministerium fr Volksaufklrung und Propaganda (Ministerio del Reich para la Ilustracin de Pueblo y para la Propaganda). Goebbels saba lo que haca, y Hitler le dio carta blanca. Tena una fe absoluta en su amigo, y tena muy buenas razones para creer ciegamente en sus aciertos. Goebbels, quien no haba ingresado al Ejrcito por ser patituerto, se haba doctorado como Fillogo, en 1922, en la Universidad de Heidelberg, donde fue profesor Friedrich Hegel en el siglo XIX. Era un lector apasionado de los clsicos griegos y, en cuanto a pensamiento poltico, prefera el estudio de los textos marxistas y de todo lo escrito que existiera contra la burguesa. Admiraba a Friedrich Nietzsche, recitaba poemas de memoria, y, por lo que se sabe, escriba textos dramticos y ensayos. Cuando se uni a Hitler, reconoci su verdadera vocacin, como lo dijo muchas veces, y ya con el cargo de Ministro, en 1933, reuni un equipo de trabajo para redactar la Ley Relativa al Gobierno del Estado, que fue sancionada el 7 de abril de ese ao. Indudablemente, ahora tena un control absoluto sobre la educacin y foment un cambio total en las escuelas y universidades. El 8 de abril, fue enviado un memorandun a las Organizaciones Estudiantiles Nazis, donde se propona la destruccin de todos aquellos libros peligrosos que estuvieran en las bibliotecas de Alemania. De cualquier forma, ya el mes anterior, exactamente el da 26 de marzo, fueron quemados libros en Schillerplatz, en un lugar desconocido y tranquilo llamado Kaiserslautern. El primero de abril, Wuppertal sufri saqueos y quemas de libros en Brausenwerth y en Rathausvorplatz. Algo terrible se gest entonces. Una especie de fervor inusitado que estaba limitado por la presin internacional europea, despert entre los estudiantes e intelectuales alemanes. Un odio manejado por osadas rfagas de propaganda se extendi en las aulas, y el resultado no se hizo esperar. El 11 de abril, en Dsseldorf, fueron destruidos libros de contenido comunista y judo. Algunos de los ms importantes filsofos alemanes, sin ser obligados a ello, como Martin Heidegger , adhirieron las ideas de Goebbels. En abril, Heidegger fue designado Rector de la Universidad de Friburgo y el 1 de mayo, se hizo miembro del NSDAP . II. El 2 de mayo, en Leipzig en Gewerkschaftshaus, se destruyeron textos, pero fue realmente el 5 de mayo de 1933 cuando empez todo. Los estudiantes de la Universidad de Colonia fueron a la biblioteca, y en medio de lgrimas y risas, recogieron todos los libros de autores judos o de procedencia juda. Horas ms tarde, los quemaron. Estaba bastante claro que esa era la va elegida para mandar un mensaje al mundo entero. Y los actos que siguieron as lo probaron. Los estudiantes estaban frenticos. El da 6, del mismo mes, la juventud del Partido Nazi y miembros de otras organizaciones, sacaron media tonelada de libros y folletos del Instituto de Investigacin Sexual de Berln. Goebbels, indetenible, preparaba reuniones todas las noches porque se haba decidido iniciar un gran acto de desagravio a la cultura alemana. Como fecha tentativa, se propuso el 10 de mayo. El 8 de mayo hubo algunos desrdenes en Friburgo, y destrucciones de libros.

El 10 de mayo fue un da agitado desde muy temprano. La Asociacin de Estudiantes Alemanes se agolp en la biblioteca de la Universidad Wilhelm Von Humboldt y comenzaron a recoger todos los libros prohibidos por el rgimen. Haba una euforia inesperada. Finalmente, los libros, junto con los que se haban obtenido en otros centros, como el Instituto de Investigaciones Sexuales o en las bibliotecas de judos capturados, fueron transportados a Opernplatz. En total, el nmero de libros sobrepasaba los 25.000. Muy pronto se concentr una multitud alrededor de los estudiantes. stos comenzaron a cantar un himno que caus gran impresin entre los espectadores. La primera consigna fue fulminante: Contra la clase materialista y utilitaria. Por una comunidad de Pueblo y una forma ideal de vida. Marx, Kautsky . La hoguera ya estaba encendida. Tal vez nadie poda creer lo que pasaba, pero no dej de sorprender a cualquier observador que una de las capitales ms cultas del mundo, donde se encontraban algunas de las ms importantes universidades europeas, era el centro de una de las quemas de libros ms impresionante de la poca. Joseph Goebbels, quien diriga todas las acciones, levant la voz y despus de saludar a todos con un estruendoso Heil, explic los motivos de la quema: Paisajes de la memoria

"La poca extremista del intelectualismo judo ha llegado a su fin y la revolucin de Alemania ha abierto las puertas nuevamente para un modo de vida que permita llegar a la verdadera esencia del ser alemn. Esta revolucin no comienza desde arriba, sino desde abajo, y va en ascenso. Y es, por esa razn, en el mejor sentido de la palabra, la expresin genuina de la voluntad del Pueblo[...] "Durante los pasados catorce aos Uds., estudiantes, sufrieron en silencio vergonzoso la humillacin de la Repblica de Noviembre, y sus bibliotecas fueron inundadas con la basura y la corrupcin del asfalto literario de los judos. Mientras las ciencias de la cultura estaban aisladas de la vida real, la juventud alemana ha reestablecido ahora nuevas condiciones en nuestro sistema legal y ha devuelto la normalidad a nuestra vida[...] "Las revoluciones que son genuinas no se paran en nada. Ningn rea debe permanecer intocable[...] Por tanto, Uds. estn haciendo lo correcto cuando Uds., a esta hora de medianoche, entregan a las llamas el espritu diablico del pasado[...] "El anterior pasado perece en las llamas; los nuevos tiempos renacen de esas llamas que se queman en nuestros corazones[...]" Los cantos prosiguieron y al final de cada estrofa se arrojaban algunos libros cuyos autores se mencionaban:

Libros secuestrados en un "operativo" durante la dictadura. En 1976, Ibrico Saint Jean dijo "ganaremos la guerra por las armas, y ganaremos la guerra por las almas". Cada rbol, cada placa que recuerda a los desaparecidos, cada marca que seala incmodamente los lugares del horror, demuestra que no lo han logrado. Que hay miles y miles de argentinos que se empean, obstinadamente, en seguir luchando por la verdad, la justicia y la memoria. La imagen compone una serie organizada por la Comisin Provincial por la memoria. Pods descargar un archivo pps (Powerpoint, 12 Mb) con algunas imgenes de la muestra.

Contra la decadencia misma y la decadencia moral. Por la disciplina, por la decencia en la familia y en la propiedad. Heinrich Mann, Ernst Glaeser, E. Kaestner Contra el pensamiento sin principios y la poltica desleal. Por la dedicacin al Pueblo y al Estado. F.W. Foerster. Contra el desmenuzamiento del alma y el exceso de nfasis en los instintos sexuales. Por la nobleza del alma humana. Escuela de Freud.

El 10 de mayo 1933, a pocos meses de haber tomado el poder, el rgimen nazi orden quemar millones de libros de autores particularmente judos o de izquierda. Contra la distorsin de nuestra historia y la disminucin de las grandes figuras histricas. Por el respeto a nuestro pasado. Emil Ludwig, Werner Hegemann. Contra los periodistas judos demcratas, enemigos del Pueblo. Por una cooperacin responsable para reconstruir la nacin. Theodor Wolff, Georg Bernhard. Contra la deslealtad literaria perpetrada contra los soldados de la Guerra Mundial. Por la educacin de la nacin en el espritu del poder militar.

E.M. Remarque Contra la arrogancia que arruina el idioma alemn. Por la conservacin de la ms preciosa pertenencia del Pueblo. Alfred Kerr Contra la impudicia y la presuncin. Por el respeto y la reverencia debida a la eterna mentalidad alemana. Tucholsky, Ossietzky La operacin, cuyas caractersticas se haban mantenido hasta ese instante en secreto, se revel pronto en su verdadera dimensin porque el mismo 10 de mayo, hubo una quema de libros en numerosas ciudades alemanas. La lista de quemas incluy varias ciudades y fue casi simultnea para causar pnico: Bonn, Braunschweig, Bremen, Breslau, Dortmund, Dresden, Frankfurt/Main, Gttingen, Greifswald, Hannover, Hannoversch-Mnden, Kiel, Knigsberg, Marburg, Mnchen, Mnster, Nrenberg, Rostock y Worms. Finalmente hay que mencionar Wrzburg, en cuya Residenzplatz se incineraron cientos de escritos. Y, como si se tratara de una avalancha, Goebbels insisti en continuar con estas quemas de libros prohibidos. No hubo un rincn en el que los estudiantes y los miembros de las juventudes hitlerianas no destruyeran obras. El 12 de mayo, fueron eliminados libros en Erlangen Schloplatz, en la Universittsplatz de Halle-Wittenberg. Al parecer, el 15 de mayo, algunos miembros apilaron textos en Kaiser-Friedrich-Ufer, en Hamburgo, y a las once de la noche, despus de un discurso ante una escasa multitud, los quemaron. La apata preocup a los integrantes de los incipientes servicios de inteligencia del partido y se decidi repetir el acto. El 17, la Universittsplatz, de Heidelberg se conmovi cuando hasta los nios participaron en las quemas de libros. El 17 de junio, la Jubilumsplatz, en Heidelberg, volvi a ser utilizada para las quemas. Hubo otras destrucciones adicionales el 17 de mayo: en la Universidad de Colonia, en la ciudad de Karlsruhe. El 19 de mayo, Hitler estaba totalmente emocionado. Y Goebbels, seguro de los efectos de este xito, pidi a los jvenes que no se detuvieran. El mismo 19, el horror se mantuvo en el Museo Fridericanum, en Kassel, y en la Meplatz, de Mannheim. El 21 de junio, tres regiones quemaron libros. Por una parte, estaba Darmstadt, en cuya Mercksplatz se llevaron a cabo los hechos; por otra, estaba Essen y la mtica ciudad de Weimar. Varios aos ms tarde, especficamente el 30 de abril de 1938, la Residenzplatz, de la famosa Salzburgo, fue utilizada por estudiantes y militares para una destruccin masiva de ejemplares condenados. El impacto que produjeron las quemas de mayo 1933 fue enorme. Sigmund Freud, cuyos libros fueron seleccionados para ser destruidos, dijo irnicamente a un periodista que, a pesar de lo que pudiera comentarse, semejante hoguera era un avance en la historia humana: En la Edad Media ellos me habran quemado. Ahora se contentan con quemar mis libros [...] Lo que olvid Freud en su broma es que hubiera sido quemado si hubiera permanecido en Alemania. Varios grupos intelectuales marcharon en Nueva York contra estas medidas . La revista Newsweek no vacil en hablar de un "holocausto de libros" y la revista Time utiliz por primera vez el trmino de "bibliocausto" . Los japoneses, impresionados, condenaron los ataques contra los libros. El repudio, en suma, fue total. No obstante, segn W. Jtte , el rechazo no evit que los libros de ms de 5.500 autores fueran aniquilados. Los principales textos de los ms destacados representantes de inicios del siglo XX alemn recibieron vetos continuos y ardieron sin piedad. Entre otros muchos, los autores que fueron censurados, vetados o eliminados, conforman una larga lista que puede muy bien reducirse como sigue. No es completa, pero intenta una aproximacin bastante exhaustiva:

"Biblioclastas", sobre la destruccion de libros durante la dictadura Los inquisidores de la literatura Nathan Asch Schalom Asch (1880 1957) Henri Barbusse (1873 - 1935) Richard BeerHofmann (1866 1945) Georg Bernhard Gnther Birkenfeld Bertolt Brecht (1898 1956) Hermann Broch (1886-1951) Max Brod (1884 1968) Martin Buber (18781965) Robert Carr Hermann Cohen (1842-1918) Otto Dix (1891-1969) Alfred Dblin (1878 1957) Kasimir Edschmid (1890 - 1966) Ilja Ehrenburg (1891 1967) Albert Ehrenstein (1886 - 1950) Albert Einstein (18791955) Lion Feuchtwanger (1884 - 1958) Georg Fink Friedrich W. Foerster (1869-1966) Bruno Frank (18871945) Sigmund Freud (1856 - 1939) Rudolf Geist Fjodor Gladkow Ernst Glaeser (1902 1963) Iwan Goll (1891 1950) Oskar Maria Graf (1894-1967) George Grosz (18931959) Karl Grnberg Jaroslav Hasek (1883 - 1923) Walter Hasenclever (1890 - 1940) Werner Hegemann He (1797-1856) Ernst Hemingway (1899-1961) Actor, dramaturgo y docente, Jorge Gmez explica el sentido de la obra, que denuncia el aniquilamiento del pensamiento crtico. Por Alina Mazzaferro Una pequea y oscura oficina kafkiana, a las rdenes de un hombre cuya autoestima depende del poder y la fuerza que pueda ejercer sobre los otros. Un empleado correntino y otro El Ruso que, misteriosamente y sin aviso previo, ha desaparecido. Entre ellos, un montn de libros agrupados en pilones y bolsas, sobre las mesas y en el piso, que pareceran querer decir algo, pero a quienes nadie escucha. En el centro de la escena, el protagonista: un gran horno que, cada tanto, abre su inmensa boca colorada para devorar alguna de sus vctimas de papel. El bibliocausto la destruccin masiva de libros ha sido un crimen recurrente en la historia de la humanidad: persecucin bibliocida ha habido desde la Antigedad hasta la Inquisicin catlica y el nazismo. Sin embargo, este bureau y sus metdicos empleados no son tan lejanos, espacial y temporalmente, para la Argentina de 2007. Durante la ltima dictadura, un milln y medio de libros pertenecientes al Centro Editor de Amrica Latina que diriga Boris Spivacow fueron incinerados en este tipo de oficinas-stano, dedicadas a deshacerse de grandes pilas de volmenes en forma regular. Biblioclastas la obra de Jorge Gmez y Mara Victoria Ramos estrenada el ao pasado a 30 aos de la dictadura militar, que ahora se presenta todos los jueves a las 21.30 en el Teatro De la Fbula (Agero 444) vuelve a poner en escena el oscuro perodo que a partir de 1976 se inici en la historia nacional, a travs de Fnix y Gutirrez, dos empleados municipales encargados de arrojar al fuego los libros y, con ellos, la memoria de un pueblo. "Tratamos de ser muy rigurosos con los hechos, sin que eso significara hacer un ensayo", explica Gmez quien, adems de haber escrito y protagonizado la obra, es docente de historia. El puntapi inicial de la investigacin fue la lectura de Un golpe a los libros, de Judith Gociol y Hernn Invernizzi, "porque all estaba claramente contada la sistematizacin usada para la censura cultural". Tambin se inspiraron en Almanzor, pieza de 1821 creada por el poeta alemn Heinrich Heine, de la cual una frase ha sido inmortalizada: "All donde queman libros, acaban quemando hombres". Con esa premisa en mente, los autores no trabajaron solamente el microcosmos de esa oficina subterrnea, sino que permitieron que el contexto externo se colara, mediante algunos indicios, en la rutina laboral de los inquisidores de la literatura. As, alguien pregunta por El Ruso, que de pronto no va ms a trabajar, y le contestan que se ha tomado un largo feriado judo, aunque ya han pasado varios das desde el Rosh Hashan. Tambin all se vive el fervor patritico por el ftbol, la rivalidad "deportiva" con Inglaterra y la temida derrota tras un costoso partido jugado en Malvinas. Mientras tanto, los libros van cayendo uno a uno dentro de la boca ardiente del impaciente horno. "Existe la falsa idea de que los militares quemaban libros porque eran brutos; en realidad saban por qu los quemaban, conocan la incidencia que puede tener la lectura en el pensamiento", afirma Gmez. "En el dcimo piso del San Martn sigue haba una oficina con gente que catalogaba libros, y deca ste s, ste no; eran intelectuales al servicio de la dictadura." Biblioclastas se propuso, desde un principio, poner en escena el procedimiento sistemtico de aniquilacin del pensamiento crtico llevado a cabo por los militares a fines de los 70. Sin embargo, la tarea de construir una obra y sus personajes oblig a sus creadores a extenderse ms all de la simple denuncia. Admirador de la dramaturgia de Eduardo Pavlovsky, Gmez intent, como en Potestad o en La muerte de Marguerite Duras, presentar a los personajes como seres cotidianos y humanos para luego revelar que dentro de ellos, a simple vista inofensivos, se erige un represor.

Georg Hermann (1871-1943) Arthur Holitscher (1869 - 1941) Albert Hotopp Heinrich Eduard Jacob Franz Kafka (1883-1924) Georg Kaiser (1878-1945) Josef Kallinikow Gina Kaus (1894-?) Rudolf Kayser (1889-1964) Alfred Kerr (1867 - 1948) Egon Erwin Kisch (1885 - 1948) Kurt Klber Alexandra Kollantay Karl Kraus (1874-1936) Michael A. Kusmin (1875 - 1936) Peter Lampel (1894 - 1965) Else Lasker-Schuler (1869-1945) Vladimir Ilich Lenin (1870-1924) Wladimir Lidin Sinclair Lewis (1885-1951) Mechtilde Lichnowsky (1879-1958) Heinz Liepmann Jack London (1876 - 1916) Emil Ludwig Heinrich Mann (1871 - 1950) Klaus Mann (1906 - 1949) Thomas Mann (1875-1955) Karl Marx (1818 - 1883) Erich Mendelsohn (1887-1953) Robert Musil (1880-1942) Robert Neumann (1897 - 1975) Alfred Neumann (1895-1952) Iwan Olbracht (1882 - 1952) Carl von Ossietzky (1889 - 1938) Ernst Ottwald Leo Perutz (1882-1957) Kurt Pinthus (1886 - 1975) Alfred Polgar (1873-1955) Plivier (1892 - 1955) Marcel Proust (1871-1922) Hans Reimann (1889-1969) Erich Maria Remarque (1898 - 1970) Ludwig Renn (1889 - 1979) Joachim Ringelnatz (1883-1934) Iwan A. Rodionow Joseph Roth (1894-1939) Ludwig Rubiner (1881 - 1920) Rahel Sanzara Alfred Schirokauer Schlump Arthur Schnitzler (1862 - 1931) Karl Schroeder Anna Seghers (1900 - 1983) Upton Sinclair (1878 - 1968) Hans Sochaczewer Michael Sostschenko Fjodor Ssologub Adrienne Thomas Ernst Toller (1893 - 1939) Bernard Traven (1890-?) Kurt Tucholsky (1890 - 1935) Werner Trk

Fritz von Unruh (1885-1970) Karel Vanek Jakob Wassermann (1873 - 1934) Arnim T. Wegner (1886 - 1978) H. G. Wells (1866-1946) Franz Werfel (1890 - 1945) Ernst Emil Wiechert (1887-1950) Theodor Wolff (1868 - 1943) Karl Wolfskehl (1869-1948) mile Zola (1840-1902) Stefan Zweig (1881 - 1942) Arnold Zweig (1887 - 1968) [Fuentes: Encyclopaedia Britannica; Enciclopedia Espasa-Calpe; Dr. Birgitt Ebbert] Hitler no olvid nunca a Goebbels y le perdon todo, hasta sus reiterados deslices con prostitutas. El da de su suicidio, en 1945, lo nombr Canciller del Reich. Y Goebbels, acept este honor, pero por unas horas. Casi como si se tratara de una simetra perversa, el 1 de mayo, el mes de la gran quema de libros, acab con todos sus hijos, mat a su esposa, y luego, no sin esbozar una sonrisa de triunfo y alzar la mano celebrando al Fhrer, se dio muerte.

La quema de libros de 1933La artista estadounidense Sheryl Oring, creadora de instalaciones, la coregrafa Sommer Ulrickson y el compositor Ari Benjamin Meyers rememoran con una instalacin y un espectculo de danza, en la plaza Bebelplatz, la quema de libros perpetrada en Berln en 1933. Fotografas originales ofrecen una mirada histrica al espectculo propagandstico multitudinario realizado por el rgimen nacionalsocialista. El 10 de mayo de 1933, a los slo 3 meses y medio de la toma del poder por Adolf Hitler ardan las primeras hogueras delante la Universidad Friedrich-Wilhelm de Berln. En presencia de Joseph Goebbels, quien dos meses antes haban sido nombrado por Hitler ministro de Ilustracin Popular y Propaganda del Reich, los estudiantes nacionalsocialistas arrojaban a las llamas las obras catalogadas como "degeneradas" y anti-alemanas de escritores incmodos, como Heinrich Mann, Sigmund Freud, Karl Marx, Kurt Tucholsky, Carl von Ossietzki y Erich Kstner. 66 aos ms tarde, la artista estadounidense Sheryl Oring, creadora de instalaciones, la coregrafa Sommer Ulrickson y el compositor Ari Benjamin Meyers recordaron en la plaza Bebelplatz, con una instalacin y un espectculo de danza, la brbara escenificacin multitudinaria organizada aqu por el rgimen nacionalsocialista. La instalacin consta de una gran jaula de barras de hierro oxidado y una mquinas de escribir de los aos 20 y 30, dispuestas en forma de bloques habitacionales. La llamada quema de libros en Berln y en otras ciudades alemanas constituy el principio de la eliminacin, en las bibliotecas pblicas, del "intelectualismo judo exagerado", como lo sentenci Goebbels. Segn el rgimen, el "hombre del futuro" debera ser no slo un "hombre de libros" sino tambin un "hombre de carcter". En los aos siguientes, muchos intelectuales liberal-izquierdistas dieron la espalda a Alemania. Gran parte de ellos se adhirieron a la Academia Alemana de Bellas Artes y Ciencias en el exilio, fundada en Nueva York en 1936 por Hubertus Prncipe zu Lwenstein y presidida por Thomas Mann y Sigmund Freud. La academia mantuvo temporalmente representaciones europeas en Viena, Londres y Pars y entre sus afiliados figuraron cientficos como Albert

Einstein, Siegfried Marck o Paul Tillich, escritores como Heinrich Mann, Bertolt Brecht, Franz Werfel, Lion Feuchtwanger, Ernst Toller o Stefan Zweig, artistas como Paul Klee, Lyonel Feininger, Bruno Walter, Arnold Schnberg o Kurt Weill y arquitectos como Walter Gropius, Mies van der Rohe o Erich Mendelsohn. Estos intelectuales expulsados de Alemania, que lucharon por una Alemania democrtica en una Europa unida, enriquecieron sustancialmente la cultura de los pases receptores, ante todo la de Estados Unidos de Amrica, e influyeron de forma importante en la evolucin de la Europa de posguerra. Un monumento admonitorio recuerda, en el centro de la plaza Bebelplatz, las consecuencias de la quema de libros. Es una estantera vaca de libros, hundida en la tierra y cubierta por un vidrio. Delante de ella, una lpida recordatoria lleva inscritas las palabras de Heinrich Heine pronunciadas en 1820: "Esto fue slo un preludio. Donde se quema libros, tambin se quema a la gente". Fuente: Goethe-Institut, 1999

Fahrenheit 451Por Mauricio Bachetti La Cmara Argentina del Libro organiz el mircoles pasado un homenaje a Jos Boris Spivacow y con ello un recordatorio de lo que fue "el da de la vergenza del libro argentino", cuando el 30 de agosto de 1980 la Polica de la Provincia de Buenos Aires quem un milln y medio de libros y fascculos pertenecientes al Centro Editor de Amrica Latina (CEAL, fundado por Boris Spivacow), mientras otra gran cantidad qued incautada. Al mismo tiempo, la dictadura militar iniciaba un juicio contra Spivacow, quien antes del CEAL haba sido director de Eudeba en su poca dorada y uno de los fundamentales actores en la renovacin y consolidacin del pblico en las dcadas del sesenta y el setenta. Con este merecido homenaje a Spivacow y el recuerdo de la brbara quema de libros se pretenda adems recordar la larga persecucin (secuestros, clausuras, amenazas y todo tipo de presiones) de la que fueron objetos las personas que trabajaron en la industria del libro durante la ltima dictadura militar. El ataque al CEAL no fue un hecho aislado. Numerosas editoriales y libreras como Siglo XXI, Fundacin Constancio C. Vigil de Rosario, Librera To Be de Omar, entre otras, debieron enfrentar los embates de la represin estatal, convencida de la necesidad de "depurar" la cultura argentina. La represin llevada a cabo no slo afect a las empresas productoras y distribuidoras de libros (sospechados de "subversin") sino que se materializ en desapariciones y asesinatos de las personas que significaran una "amenaza" para el proyecto dictatorial. Alberto Burnichon, Carlos Prez, Hctor Fernndez, Horacio Gonzlez, Isabel Valencia, Roberto Santoro, Enrique Alberto Colomer, Claudio Ferrari, Maurice Geger, Silvia Lima, Conrado Guillermo Cerreti, Enrique Walker, Daniel Luaces, Graciela Mellibovsky, Pir Lugones, Hctor Abrales, Diana Guerrero e Ignacio Ikonicof son los nombres de las personas que la Cmara del Libro decidi homenajear en este fnebre recordatorio en memoria de Boris Spivacow y de la cultura del libro. Rogelio Fantasa, actual director de la Cmara Argentina del Libro, reclam a la Fundacin El Libro y a la Legislatura de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires (mediante una resolucin firmada por el Consejo Directivo de esa institucin) una serie de medidas destinadas a brindar

el reconocimiento que Jos Boris Spivacow se merece, junto con las dems vctimas de la dictadura. Una de las iniciativas de la Cmara del Libro convoca a un premio anual de narrativa para autores inditos, que llevar el nombre de quien logr ser un ejemplo de excelencia y dedicacin en la historia de la industria del libro. Spivacow trabaj en la seccin infantil de la mtica editorial Abril, fue gerente general de la naciente editorial Eudeba entre 1958 y 1966, que se convirti bajo su gestin en la mayor editorial universitaria en el mundo, y finalmente fund y dirigi el CEAL, cuyas colecciones marcaron a varias generaciones de argentinos. Otro de los reclamos de la Cmara del Libro se dirige a la rancia Fundacin El Libro para que designe con el nombre Jos Boris Spivacow algn sitio destacado de la Feria del Libro de Buenos Aires como un homenaje general a todas las vctimas de la dictadura militar, a cuya sombra la Feria fue creciendo ao a ao. Al mismo tiempo se propone que todos los aos, al inicio de la Feria del Libro, se encienda una llama en recordatorio de la quema de libros llevada a cabo en 1980. Con la misma intencin, se sugiere a la Ciudad Autnoma de Buenos Aires que designe con el nombre de Boris Spivacow algn lugar de la ciudad (calle, plaza, paseo o biblioteca). Estas propuestas surgidas desde la Cmara Argentina del Libro son, como afirma Rogelio Fantasa, "una manera de dar a conocer un lamentable hecho que todava no haba sido denunciado". Fantasa se esforz por dejar bien en claro que la institucin cuyos destinos conduce defiende por encima de todo, la libertad de expresin (de prensa y de ideas). "Aquel suceso llevado a cabo en plena dictadura militar viol y avasall esos derechos fundamentales. Fue un fuerte atentado contra la cultura nacional y estos homenajes son una manera de condenar aquellos actos que oscurecen la memoria de los argentinos".

Publican la historia universal de la destruccin de librosUna crnica completa sobre la destruccin de libros y bibliotecas, desde Smer hasta la guerra de Iraq, es lo que relata el venezolano Fernando Bez en un libro titulado Historia universal de la destruccin de libros, publicado por el sello Destino, del Grupo Planeta. Se trata de un volumen de 400 pginas conformado por un texto que presenta "en un estilo ameno y fcil de leer datos hasta ahora desconocidos sobre la quema de la Biblioteca de Alejandra, as como un recuento de lo sucedido en la quema de libros del ao 213 a.C. en China", segn indica un comunicado. Tambin relata "'la quema de ejemplares por parte de la Inquisicin, la destruccin de bibliotecas como la del Congreso de Estados Unidos en 1812, el (llamado) 'bibliocausto' nazi de 1933, la destruccin de libros en la Guerra Civil Espaola, la quema de la Biblioteca de Sarajevo en 1992, los casos de Salman Rushdie, y las quemas durante las dictaduras chilena y argentina". Los editores destacan adems que el libro propone un acontecimiento a un hecho mucho ms reciente al incluir "un testimonio de lo ocurrido durante la invasin a Iraq en 2003, donde fueron quemados ms de un milln de libros en la Biblioteca Nacional de Bagdad, lugar visitado por el propio autor en calidad de experto internacional en bibliotecas".

Las primeras destrucciones de libros en ChinaPor Fernando Bez Tschao Tscheng, en el ao 246 a.C., a la edad de 13 aos, se convirti en el lder de una regin llamada Tsin, uno de los tantos feudos en los que estaba dividida la China Antigua. Durante varios siglos, Tsin fue un centro militar y cultural, donde predominaba un prurito por la conquista de todos los dems territorios. La llegada del muchacho, entusiasm a los enemigos, pero es obvio que fue subestimado. Narigudo, de ojos grandes, voz recia y hbitos de guerra temibles, hijo de la concubina de un comerciante adinerado, Tscheng no pudo ejercer el mando hasta el ao 238 a.C, pero apenas supo que era efectivamente rey, mat al amante de su madre y mand al exilio al tutor regente. De inmediato, comenz una campaa contra el resto de los feudos que dominaban entonces y, uno por uno, los someti. Intentaron asesinarlo, pero como siempre sucede en estos casos, slo lograron aumentar su coraje. Ya para el 215 a.C., era dueo de un verdadero Imperio, y en un arranque de emocin orden colocar una inscripcin donde deca: Ha reunido todo el mundo por primera vez. No vacil en matar, sobornar y destruir a todos sus opositores, y eso tuvo su efecto: se convirti en un monarca rico. Adems de rico, ansioso, y eglatra y jams benevolente. Un da convoc a sus ministros y tom la decisin de adoptar un ttulo universal que declarara su majestad. Se proclam entonces huang-ti (Augusto Soberano), y, seguro de su inmortalidad, anticip a este nombre el de Shi (Primero) y as fue nada menos que Schi Huang-ti. Siguiendo una tradicin, consider oportuno que su dinasta se basara en tres principios: en el nmero 6, en el agua, y en el color negro.1 Su reinado fue preciso y uniforme. Asesorado por su leal ministro Li Sse, uno de los discpulos ms inteligentes de Sn Tse, partidario de las tesis de la Escuela de los Legistas2, impuso la doctrina de la ley y acab con la bondad como criterio de juicio. Las medidas, las pesas, el tamao de los caminos, las vestimentas, las conversaciones, las opiniones, los modos de lucha, e incluso el idioma, fueron unificados. El ejrcito fue centralizado, y numerosas actividades econmicas fueron sometidas a controles que implicaban, casi siempre, la conversin de los comerciantes en agricultores. Cre 36 distritos con administradores celosamente vigilados. Misterioso, Schi Huang-Ti nunca se dejaba ver por nadie, y era imposible saber si se encontraba en uno u otro de sus 260 palacios. En el fondo, no slo quera impresionar sino restar posibilidades a sus enemigos naturales, que los tena, y no en poca medida. Viajaba, sin avisar, a lugares remotos, en busca del elxir de la inmortalidad. Con fines militares, y con esta misma visin unitaria, hizo en el 214 a.C. que el General Men Tieng, junto con 300.000 soldados, enlazara las antiguas murallas que estaban en la frontera, para as consolidar una sola Gran Muralla, que vino a llamarse Wa-li Chang-Cheng. En la construccin de ese bastin militar, murieron miles de miles de hombres, aunque no result terminada, pues fue reparada en el siglo IV d.C. y complementada en los siglos XV y XVI. Tambin orden construir una Tumba monumental, muy cerca de Hienyang, en la que trabajaron 700.000 hombres durante 36 aos. El ao 213 a.C., fecha en la cual un grupo de hombres intentaba reunir todos los libros existentes en la ciudad de Alejandra, en Egipto, Schi Huang-Ti, orden quemar todos los libros cuya temtica no fuese la agricultura, la medicina o la profeca, es decir, casi todos los libros del mundo. Entusiasmado por sus acciones, cre una biblioteca imperial dedicada a vindicar los escritos de los Legalistas, defensores de su rgimen, y orden confiscar el resto de los textos chinos. De hogar en hogar, los funcionarios tomaron entonces los libros y los llevaron a una

pira, donde los hicieron arder para sorpresa y alegra de quienes no los haban ledo. El peor delito era ocultar un libro y la pena consista en ser enviado a trabajar en la construccin de la Gran Muralla. Ssema Tsien (h. 145-85 a.C), el gran cronista de China, resea el acontecimiento: [...] Las historias oficiales, con excepcin de las Memorias de Tsin, deben ser todas quemadas. excepto las personas que ostentan el cargo de letrados en el vasto saber, aquellos que en el imperio osen esconder el Schi King y el Schu King o los discursos de las Cien Escuelas debern ir a las autoridades locales, civiles y militares para que aqullos los quemen. Aqullos que osen dialogar entre s acerca del Schi King y del Schu King sern aniquilados y sus cadveres expuestos en la plaza pblica. Los que se sirvan de la Antigedad para denigrar los tiempos presentes sern ejecutados junto con sus parientes [...] Treinta das despus de que el edicto sea promulgado aqullos que no hayan quemado sus libros sern marcados y enviados a trabajos forzados [...]3 Centenares de letrados, reacios a aceptar la medida, murieron a manos de los verdugos y sus familias sufrieron humillaciones inefables. Se sabe que esta medida, adems, acab con cientos de escritos que estaban almacenados en huesos, en conchas de tortuga y tablillas de madera. Shi Huang-ti, que se consideraba inmortal, veneraba el Tao-Te-king de Lao-Tse y la doctrina del taosmo; odiaba, en cambio, los escritos de Kong fu-tse o Confucio y, por supuesto, los hizo quemar. Algunos aos ms tarde, cuando los sirvientes limpiaban la Biblioteca Central, se descubri una copia oculta de los escritos de Confucio. No es imposible que un bibliotecario se burlara de este modo de toda la autoridad constituida. El ao 206 a.C., sin embargo, ocurri un hecho ajeno a los planes del Emperador: la guerra civil no respet la condicin venerable de la biblioteca y fue arrasada. Slo en el ao 191 a.C., durante la dinasta Han, pudo restituirse la memoria de China, pues numerosos eruditos haban conservado obras enteras de memoria y, salvo por algunos deslices que aturden an a los sinlogos norteamericanos, pudieron componer nuevamente la literatura de su tiempo. Notas: [1] Derk Bodde, ChinaFirst Unifier, 1938. [2] La Escuela legalista, precursora de algunos de los puntos de vista de Maquiavelo, estuvo representada por Shen-Tao, Shen Pu-hai y Shang Yang. Las tesis de estos tres entusiastas del absolutismo fueron sintetizadas por Han Fei-tse. Cfr. W.K. Liao (The complete Works of Han Fei Tsu, a Classic of Chinese Legalism, 1939) [3] Historia de la China Antigua (1974, p. 298) de A. Fernando Bez 2002 Espculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

La pequea biblioteca de AuschwitzLa lectura en las barracas Por Alberto Manguel En la segunda guerra mundial, en medio del horror de la locura nazi, muchos judos consumaron un poderoso acto de resistencia. Continuaron leyendo. Ocultaron libros prohibidos que se distribuan entre s. Tambin, en algunos casos, aquellas obras fluan, como en la conocida novela de Bradbury Farenheit 451, de boca en boca, a travs del recitado y el poder de la memoria. El

ensayista argentino Alberto Manguel, a partir de un hecho personal, inicia una incursin por aquel acontecimiento extraordinario, no muchas veces atendido por los historiadores: las bibliotecas ambulantes que sobrevivieron en el espanto de los campos de