Basilio y los gatos MaquetaciÛn 1 - Reino de Cordelia · 2018-05-29 · En «Mascotas» convivíamos todo tipo de especies de animales: desde chimpan-cés como Ráscate, que no paraba

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SNACKS DE CORDELIA


SNACKS DE CORDELIA3

Basilio y los Gatos


Primera edición en REINO DE CORDELIA, mayo de 2017

Edita: Reino de Cordelia

© Reino de Cordelia, S.L.Avd. Alberto Alcocer, 46 - 3º B28016 Madridwww.reinodecordelia.es

© Inés de Cuenca Barella, 2017© Ilustraciones: Carmen García Iglesias, 2017

© Prólogo: Luis Alberto de Cuenca, 2017

IBIC: YBCSISBN: 978-84-16968-17-6Depósito legal: M-12334-2017

Diseño y maquetación: Jesús EgidoCorrección de pruebas: Pepa Rebollo

Imprime: Técnica Digital PressImpreso de la Unión EuropeaPrinted in E. U.Encuadernación: Felipe Méndez

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).


Basilio y los Gatos

Inés de Cuenca Barella Ilustraciones de Carmen García Iglesias

Prólogo de Luis Alberto de Cuenca


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Prólogo

Basilio y los gatos

Índice


CUANDO INÉS era pequeña no hubonunca hámsters en casa. Joker, su goldenretriever marfileño, no tuvo, pues, quecompetir con ningún otro animalito en elcorazón de la niña Inés, y su historia deamor campeó sin rival durante una déca-da, desde los cinco años hasta los dieci-nueve de ella, desde casi el principio has-ta casi el final para él. Ese trato continuocon Joker hizo que Inés —o Nessie, como

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PRÓLOGO


me gusta a mí llamarla, evocando el nom-bre familiar del presunto ictiosaurio dellago escocés— se familiarizara con losotros animales (digo «los otros» porquetambién los homines sapientes lo somos) yfuese capaz, como a los once o doce añosde su edad, de urdir el delicioso cuentoque empieza donde terminan estas pala-bras prologales.

El hecho fue que, coincidiendo conlos fulgores de su primera adolescencia,Nessie escribió un cuento en el que ejer-cía de protagonista un hámster. Lo escri-bió a mano, como es natural, y me pidióque lo copiara en mi ordenador. Así lo hice,y a los dos se nos olvidó por completo laexistencia del cuento hasta que, un día

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cualquiera de 2016, nos pusimos a enredaren mi mac en busca de un documento enel que mi padre, y abuelo de Inés, JuanAntonio de Cuenca, nos había dejado unesbozo de lo que constituía el árbol gene-alógico de los De Cuenca. Buscando nues-tras raíces, parcialmente desveladas por elapunte de mi padre, nos topamos con unítem rotulado Basilio y Laila, que resultóser el cuento que ahora se publica en losSNACKS DE CORDELIA, embellecido porunas preciosas ilustraciones a todo colorde Carmen García Iglesias y bajo el título—sugerido por el editor de Reino de Cor-delia, Jesús Egido— Basilio y los gatos.

Qué les voy a decir de Basilio y losgatos. Está, para empezar, impecablemen-

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te escrito, y eso acaso tenga que ver conel código genético de Nessie, que es latataranieta de Carlos Luis de Cuenca(1849-1927), un poeta festivo que paseó suingenio, su dominio del verso y su genialsentido del humor por casi todas las publi-caciones periódicas españolas desde laRestauración borbónica de finales delsiglo XIX hasta la Dictadura de Miguel Pri-mo de Rivera, en los felices años 20 delsiglo pasado, y que fue una referenciainexcusable para todo lector de revistas yde diarios de su época. Hay en el relatode Inés una frescura propia de la edad quetenía cuando lo redactó, pero también unsavoir faire narrativo que estoy seguro deque tiene que ver con factores heredita-

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rios, pues los poemas cómicos de CarlosLuis tenían una capacidad para enhebrarhistorias divertidas que reaparecen en elcuento de Inés protagonizado por el háms-ter Basilio. Percibo en la manera de narrarde la inventora del relato un eco de la vozde su ancestro, o eso al menos me dictanla soltura, la gracia y, sobre todo, la entra-ñable sencillez que presiden los delicadospárrafos del original, recogidos en esteprecioso y mínimo volumen ilustrado.

He tenido ocasión de trabajar codo concodo con mi hijo Álvaro en distintos terre-nos y, especialmente, en traducciones delalemán, lengua que él conoce como nadie,y me he sentido muy feliz al ver que nues-tros nombres se enlazaban en diversas

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entradas bibliográficas compartidas porambos. Mi felicidad se redondea ahora conesta primera incursión de mi hija Inés enel terreno de la literatura, que, a peticiónde la propia Nessie, lleva unos párrafosintroductorios de su padre. Al fin y al cabofue él quien encontró con ella en la selvaselvaggia de su computadora aquel Basi-lio y Laila primeval, donde su autora, sinsaberlo entonces, establecía un cauce dediálogo tribal entre letraheridos, que nohan faltado de ellos en nuestra familiadurante los dos últimos siglos.

La ternura que habita en las líneasurdidas por Inés, dándonos cuenta de lasaventuras del hámster Basilio, es uno delos rasgos esenciales del cuento. Pero hay

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también humor en él, y desparpajo narra-tivo, e identificación con el personaje cen-tral por parte de la autora, que presta suvoz al protagonista, dirigiéndose a nosotrosen primera persona. Bienvenida, pues,seas, querida Nessie, a esta cita con lacreación literaria, que de alguna manera,estaba anotada desde el principio de lostiempos en la agenda de tu ADN. Tus sobri-nas, Genoveva y María de Cuenca Abril,hijas de Álvaro, sí que tienen un háms-ter en su casa: es una chica y se llamaEstrella. El ciclo creativo consanguíneo secierra, por el momento, con tu cuento Basi-lio y los gatos. El futuro dirá si continúa lasaga familiar.

Madrid, 24 de febrero de 2017

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Para mis sobrinasVeva y María

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Basilio y los Gatos



OLA! Soy Basilio, un hámster. Engriego, mi nombre significa

«rey», y eso es lo que soy: un verdaderorey de los hámsters. Vivo en la calle Sál-vese Quien Pueda, número 13. Mi dueña,Marta, me compró en una tienda de ani-males que se llamaba «Mascotas. Todo acien» (euros, por supuesto, no pesetas).

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En «Mascotas» convivíamos todo tipode especies de animales: desde chimpan-cés como Ráscate, que no paraba de ras-carse las veinticuatro horas del día, y unpar de guacamayos gritones que se llama-ban Pío y Pía, hasta crías de dodó comoAlicio (y eso que los dodós se habíanextinguido en el siglo XVII). La encargadade cuidarnos se llama Matilde y era unaseñora regordeta que estaba muy conten-ta con su trabajo, aunque tenía demasia-do; y esa fue una de las razones por lasque me vendió, o casi regaló, a mi dueña.

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