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Biorregionalismo, ecohabitar nuestras comarcas de manera sostenible. por Daniel C. Wahl. The Centre for the Study of Natural Design´(Centro para la investigación de diseño natural), Universidad de Dundee, Escocia No solamente se refiere a volver a vivir en una finca previamente abandonada, o en un pueblo abandonado en el campo, también se refiere a un concepto central del movimiento del biorregionalismo. Volver a vivir en el mundo mismo desde dentro y dejar de sentirse como un pasajero en la ‘nave espacial tierra’ dispuesto a explotar la naturaleza como si fuera algo aparte de nosotros. El biorregionalismo propone que la humanidad vuelva a vivir en el mundo como parte integrante de la naturaleza. Lo que significa rehabitar el mundo como participantes responsables en los procesos de la vida, adaptados a las condiciones particulares de cada ecosistema. Darnos cuenta de que tenemos que rehabitar nuestras propias biorregiones, nuestras comarcas, es una de las cosas más fundamentales que tenemos que hacer para promover el cambio hasta una sociedad humana sostenible. Tenemos que adaptar la manera en que vivimos, producimos, construimos y trabajamos a las condiciones especiales de nuestra región local, su clima, su geología, sus ecosistemas. Así podemos aprovechar los recursos naturales de una región en concreto, y al mismo tiempo, guardar su biodiversidad y proteger los equilibrios dinámicos de sus ecosistemas. Es obvio, los seres humanos durante casi todo su historia como especie han vivido de esta manera adaptada, habitando sus biorregiones particulares. Casi todas las culturas indígenas del mundo muestran unas adaptaciones impresionantes a su entorno particular. Nos serviría mucho si aprendiésemos de estas culturas que evolucionaron en adaptación a los ecosistemas que habitaron. Eso no quiere decir que necesitamos volver a algún tipo de pasado de oro, pero tampoco nos sirve extinguir la diversidad y riqueza de conocimiento de esas culturas. También es cierto que tenemos una historia de por lo menos cinco mil años de abuso de poder, de culturas dispuestas a dominar y explotar a sus vecinos y la naturaleza. Uno de los textos más antiguos de la humanidad, la épica de Gilgamesh, nos cuenta cómo este rey de la civilización de Ur, en la antigua Sumeria, mandaba cortar casi todos los enormes bosques de cedro que había en El Líbano para construir la gran ciudad de Ur. Además, Gilgamesh mataba al dios de los bosques, Humbaba, incitando a la venganza de los dioses. La deforestación provocaba la desertificación de la fértil Mesopotamia. El cambio climático, cuyo efecto todavía podemos observar en esta zona del oriente medio, fue la causa de la caída de la civilización de Sumeria. Aparte de los impactos ambientales negativos de los grandes imperios del pasado, la mayoría de la humanidad vivía adaptada a sus biorregiones hasta muy recientemente. Sólo durante los últimos tres siglos, una gran parte de la humanidad se ha podido alejar de las demandas de sus biorregiones por el uso irresponsable y derrochador de las energías fósiles y con la revolución industrial que empujaba este abuso. El concepto biorregión y la historia del biorregionalismo Una de las personas claves en el estudio académico del biorregionalismo, Kirkpatrick Sale, entiende como biorregión la región natural, definida por las calidades del lugar, por lo que la naturaleza manda y no los hombres. El doctor Sale ofrece la siguiente definición del concepto biorregión: “es cualquier parte de la superficie del mundo cuyas fronteras aproximadas están determinadas por características naturales y no están impuestas por humanos. Las biorregiones son distinguibles de otras áreas por atributos particulares: flora y fauna, agua, clima, calidad y tipo de sus tierras, formas del paisaje; también son únicas por los asentamientos y culturas humanas a quienes estos atributos han dado su forma particular.” Kirkpatrick Sale comenta que “por supuesto la Naturaleza trabaja con flexibilidad y fluidez, por eso los límites entre biorregiones no son muy rígidos normalmente, pero al mismo tiempo los contornos de las regiones en sí mismas no son difíciles de identificar usando un mínimo de conocimiento ecológico.”1 Un debate necesario sobre cómo se puede distinguir las dimensiones exactas de una biorregión ha hecho mucho daño al movimiento del biorregionalismo. Muchas veces, la manera más práctica de establecer las dimensiones de la biorregión local es empezar con la parte de agua de la zona, siguiendo la cuenca del sistema del río local y poder compar sus términos con los ecosistemas existentes en esta zona y con variedad de factores geológicos y biológicos. El movimiento del biorregionalismo nació a principios de los años setenta en el oeste de los Estados Unidos. Los primeros defensores del concepto fueron el escritor Peter Berg y el ecólogo Raymond Dasman trabajando para la organización Planet Drum (Tambor del Planeta) y la revista Raising the Stakes (Subiendo las apuestas). Básicamente, el biorregionalismo se ha desarrollado por un interés mantenido desde la base popular sobre cómo se puede efectuar un cambio social que dé como resultado que la gente actúe a la escala local para proteger y restaurar el medio ambiente y su diversidad. Es la diversidad a escala local en cada biorregión lo que le da su unicidad y su valor intrínseco. La diversidad de la vida entera está contenida en las distintas y diversas formas de vivir y en la biodiversidad de cada una de las biorregiones en el mundo. Nosotros dependemos de esta diversidad para sobrevivir. No es una teoría, es un movimiento con un plan de acción muy práctico El biorregionalismo propone una estrategia muy sencilla para efectuar una transformación cultural. Manteniendo la comunicación, el intercambio de conocimiento y la cooperación internacional, enfoca la protección y restauración de los ecosistemas locales y de la biodiversidad autóctona de las comarcas. Como siempre, el cambio más efectivo viene de una base popular y afecta al sistema de abajo a arriba. No podemos esperarlo de los políticos ni de las empresas multinacionales: el cambio hacia la sostenibilidad tiene que venir de nosotros, de la base popular. Las biorregiones individuales tienen que intentar satisfacer sus necesidades locales con recursos locales y renovables. Tenemos que promover economías biorregionales muy diversificadas que reduzcan la dependencia de recursos importados desde lejos. Las redes de trueque y el desarrollo de medios de intercambio económico regionales son herramientas muy importantes para la creación de economías biorregionales. El transporte no necesario empujado por la economía globalizada y la construcción de edificios y carreteras son algunos de los factores más grandes de la destrucción del medioambiente. Tenemos que aprender a satisfacer nuestras necesidades como consumidores con recursos regionales renovables. ¿Por qué, por ejemplo, en 1996 Gran Bretaña tenía que importar 49 millones de kilos de mantequilla, si al mismo tiempo exportaba 47 millones de kilos?2 No hay razón alguna para que la mantequilla importada desde Nueva Zelanda hacia Inglaterra se pueda vender por menos que la mantequilla producida en el país mismo. Alguien se ha olvidado de incluir todos los gastos escondidos y subvencionados por los bajos precios de petróleo y queroseno. Alguien no está incluyendo el efecto de estos transportes completamente innecesarios en el medioambiente y el clima. La degeneración medioambiental asociada a estos transportes innecesarios y sus efectos sociales, económicos y culturales son considerables, y los gastos asociados enormes, pero la mantequilla de Nueva Zelanda en Inglaterra sigue siendo más barata. Pensar en términos de biorregionalismo asume más responsabilidad y tiene mucha más razón y menos ignorancia ecológica. Otro factor culpable de la degradación medioambiental es la construcción. Es responsable de una gran parte de los daños ecológicos que podemos observar. La construcción es la causa de más del 40% del consumo de energía y materia prima del mundo. A escala doméstica, unos cambios muy sencillos, como aprovechar la energía solar pasiva y mejorar el aislamiento de las casas, pueden reducir el gasto energético de una casa hasta en un 90%. A escala nacional, un estudio reciente en Inglaterra ha mostrado que los gastos nacionales del país podían ser reducidos en un 50% por ciertas adaptaciones eco-lógicas de todas las casas ya existentes.3 El uso de materiales autóctonos de la biorregión y el diseño bioclimático adaptado a las condiciones regionales son ejemplos de una buena práctica biorregional. La bioconstrucción juega un papel importante en la promoción de una conciencia biorregional.

Biorregionalismo, ecohabitar de manera sostenible

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No solamente se refiere a volver a vivir en una finca previamente abandonada, o en un pueblo abandonado en el campo, también se refiere a un concepto central del movimiento del biorregionalismo. Volver a vivir en el mundo mismo desde dentro y dejar de sentirse como un pasajero en la ‘nave espacial tierra’ dispuesto a explotar la naturaleza como si fuera algo aparte de nosotros. El biorregionalismo propone que la humanidad vuelva a vivir en el mundo como parte integrante de la naturaleza. Lo que significa rehabitar el mundo como participantes responsables en los procesos de la vida, adaptados a las condiciones particulares de cada ecosistema. Darnos cuenta de que tenemos que rehabitar nuestras propias biorregiones, nuestras comarcas, es una de las cosas más fundamentales que tenemos que hacer para promover el cambio hasta una sociedad humana sostenible.

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Biorregionalismo, ecohabitar nuestras comarcas de manera sostenible.

por Daniel C. Wahl. The Centre for the Study of Natural Design´(Centro para la investigación de diseño natural), Universidad de Dundee, Escocia

No solamente se refiere a volver a vivir en una finca previamente abandonada, o en un pueblo abandonado en el campo, también se refiere a un concepto central del movimiento del biorregionalismo. Volver a vivir en el mundo mismo desde dentro y dejar de sentirse como un pasajero en la ‘nave espacial tierra’ dispuesto a explotar la naturaleza como si fuera algo aparte de nosotros. El biorregionalismo propone que la humanidad vuelva a vivir en el mundo como parte integrante de la naturaleza. Lo que significa rehabitar el mundo como participantes responsables en los procesos de la vida, adaptados a las condiciones particulares de cada ecosistema. Darnos cuenta de que tenemos que rehabitar nuestras propias biorregiones, nuestras comarcas, es una de las cosas más fundamentales que tenemos que hacer para promover el cambio hasta una sociedad humana sostenible. Tenemos que adaptar la manera en que vivimos, producimos, construimos y trabajamos a las condiciones especiales de nuestra región local, su clima, su geología, sus ecosistemas. Así podemos aprovechar los recursos naturales de una región en concreto, y al mismo tiempo, guardar su biodiversidad y proteger los equilibrios dinámicos de sus ecosistemas. Es obvio, los seres humanos durante casi todo su historia como especie han vivido de esta manera adaptada, habitando sus biorregiones particulares. Casi todas las culturas indígenas del mundo muestran unas adaptaciones impresionantes a su entorno particular. Nos serviría mucho si aprendiésemos de estas culturas que evolucionaron en adaptación a los ecosistemas que habitaron. Eso no quiere decir que necesitamos volver a algún tipo de pasado de oro, pero tampoco nos sirve extinguir la diversidad y riqueza de conocimiento de esas culturas. También es cierto que tenemos una historia de por lo menos cinco mil años de abuso de poder, de culturas dispuestas a dominar y explotar a sus vecinos y la naturaleza. Uno de los textos más antiguos de la humanidad, la épica de Gilgamesh, nos cuenta cómo este rey de la civilización de Ur, en la antigua Sumeria, mandaba cortar casi todos los enormes bosques de cedro que había en El Líbano para construir la gran ciudad de Ur. Además, Gilgamesh mataba al dios de los bosques, Humbaba, incitando a la venganza de los dioses. La deforestación provocaba la desertificación de la fértil Mesopotamia. El cambio climático, cuyo efecto todavía podemos observar en esta zona del oriente medio, fue la causa de la caída de la civilización de Sumeria. Aparte de los impactos ambientales negativos de los grandes imperios del pasado, la mayoría de la humanidad vivía adaptada a sus biorregiones hasta muy recientemente. Sólo durante los últimos tres siglos, una gran parte de la humanidad se ha podido alejar de las demandas de sus biorregiones por el uso irresponsable y derrochador de las energías fósiles y con la revolución industrial que empujaba este abuso. El concepto biorregión y la historia del biorregionalismo Una de las personas claves en el estudio académico del biorregionalismo, Kirkpatrick Sale, entiende como biorregión la región natural, definida por las calidades del lugar, por lo que la naturaleza manda y no los hombres. El doctor Sale ofrece la siguiente definición del concepto biorregión: “es cualquier parte de la superficie del mundo cuyas fronteras aproximadas están determinadas por características naturales y no están impuestas por humanos. Las biorregiones son distinguibles de otras áreas por atributos particulares: flora y fauna, agua, clima, calidad y tipo de sus tierras, formas del paisaje; también son únicas por los asentamientos y culturas humanas a quienes estos atributos han dado su forma particular.” Kirkpatrick Sale comenta que “por supuesto la Naturaleza trabaja con flexibilidad y fluidez, por eso los límites entre biorregiones no son muy rígidos normalmente, pero al mismo tiempo los contornos de las regiones en sí mismas no son difíciles de identificar usando un mínimo de conocimiento ecológico.”1 Un debate necesario sobre cómo se puede distinguir las dimensiones exactas de una biorregión ha hecho mucho daño al movimiento del biorregionalismo. Muchas veces, la manera más práctica de establecer las dimensiones de la biorregión local es empezar con la parte de agua de la zona, siguiendo la cuenca del sistema del río local y poder compar sus términos con los ecosistemas existentes en esta zona y con variedad de factores geológicos y biológicos. El movimiento del biorregionalismo nació a principios de los años setenta en el oeste de los Estados Unidos. Los primeros defensores del concepto fueron el escritor Peter Berg y el ecólogo Raymond Dasman trabajando para la organización Planet Drum (Tambor del Planeta) y la revista Raising the Stakes (Subiendo las apuestas). Básicamente, el biorregionalismo se ha desarrollado por un interés mantenido desde la base popular sobre cómo se puede efectuar un cambio social que dé como resultado que la gente actúe a la escala local para proteger y restaurar el medio ambiente y su diversidad. Es la diversidad a escala local en cada biorregión lo que le da su unicidad y su valor intrínseco. La diversidad de la vida entera está contenida en las distintas y diversas formas de vivir y en la biodiversidad de cada una de las biorregiones en el mundo. Nosotros dependemos de esta diversidad para sobrevivir. No es una teoría, es un movimiento con un plan de acción muy práctico El biorregionalismo propone una estrategia muy sencilla para efectuar una transformación cultural. Manteniendo la comunicación, el intercambio de conocimiento y la cooperación internacional, enfoca la protección y restauración de los ecosistemas locales y de la biodiversidad autóctona de las comarcas. Como siempre, el cambio más efectivo viene de una base popular y afecta al sistema de abajo a arriba. No podemos esperarlo de los políticos ni de las empresas multinacionales: el cambio hacia la sostenibilidad tiene que venir de nosotros, de la base popular. Las biorregiones individuales tienen que intentar satisfacer sus necesidades locales con recursos locales y renovables. Tenemos que promover economías biorregionales muy diversificadas que reduzcan la dependencia de recursos importados desde lejos. Las redes de trueque y el desarrollo de medios de intercambio económico regionales son herramientas muy importantes para la creación de economías biorregionales. El transporte no necesario empujado por la economía globalizada y la construcción de edificios y carreteras son algunos de los factores más grandes de la destrucción del medioambiente. Tenemos que aprender a satisfacer nuestras necesidades como consumidores con recursos regionales renovables. ¿Por qué, por ejemplo, en 1996 Gran Bretaña tenía que importar 49 millones de kilos de mantequilla, si al mismo tiempo exportaba 47 millones de kilos?2 No hay razón alguna para que la mantequilla importada desde Nueva Zelanda hacia Inglaterra se pueda vender por menos que la mantequilla producida en el país mismo. Alguien se ha olvidado de incluir todos los gastos escondidos y subvencionados por los bajos precios de petróleo y queroseno. Alguien no está incluyendo el efecto de estos transportes completamente innecesarios en el medioambiente y el clima. La degeneración medioambiental asociada a estos transportes innecesarios y sus efectos sociales, económicos y culturales son considerables, y los gastos asociados enormes, pero la mantequilla de Nueva Zelanda en Inglaterra sigue siendo más barata. Pensar en términos de biorregionalismo asume más responsabilidad y tiene mucha más razón y menos ignorancia ecológica. Otro factor culpable de la degradación medioambiental es la construcción. Es responsable de una gran parte de los daños ecológicos que podemos observar. La construcción es la causa de más del 40% del consumo de energía y materia prima del mundo. A escala doméstica, unos cambios muy sencillos, como aprovechar la energía solar pasiva y mejorar el aislamiento de las casas, pueden reducir el gasto energético de una casa hasta en un 90%. A escala nacional, un estudio reciente en Inglaterra ha mostrado que los gastos nacionales del país podían ser reducidos en un 50% por ciertas adaptaciones eco-lógicas de todas las casas ya existentes.3 El uso de materiales autóctonos de la biorregión y el diseño bioclimático adaptado a las condiciones regionales son ejemplos de una buena práctica biorregional. La bioconstrucción juega un papel importante en la promoción de una conciencia biorregional.

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Diseño ecológico a escala de biorregión Durante los últimos años, el concepto de biorregión ha tenido influencia en la agronomía, la arquitectura y algunas comisiones planificadoras. También es un concepto básico del diseño ecológico. En un compendio de diseño ecológico, recientemente publicado en inglés con el titulo Design for Sustainability (Diseño para la Sostenibilidad), Janis Birkeland explica que en la planificación biorregional somos informados por el conocimiento de la ecología local, y buscamos caminos para transformar la sociedad y sus instituciones hacia la educación pública y la democracia participativa y activa. Esta forma de tomar decisiones desde la base hacia arriba requiere fundamentalmente la participación activa de la comunidad en el proceso de planificación biorregional. El proceso anima y sostiene proyectos de auto-ayuda, y a través de proyectos de reciclaje y programas de regeneración, ayuda a que crezca un nuevo sentido de participación en la comunidad. Al mismo tiempo resuelve problemas locales. La planificación a escala biorregional consiste en combatir desde la raíz los efectos de la ignorancia ecológica, de la globalización y del desarrollo urbano. Las herramientas básicas del biorregionalismo en su resistencia contra estas fuerzas de la centralización son el enfoque en el aumento del nivel de auto-suficiencia de las regiones, la democracia activa y participativa, la mediación y el consenso, y toda actividad que aumente el sentido de formar parte de la comunidad. La planificación biorregional usa indicadores tales como la justicia social, el concepto de la huella ecológica y también el concepto del espacio medioambiental con el fin de crear una base más justa para la racionalización de recursos. El proceso anima a toda la comunidad a desarrollar una visión compartida y positiva de cara al futuro; también estimula las actividades que restauran ecosistemas locales y las que ayudan en la transmisión de tradiciones que ofrecen a la comunidad valores sociales y ecológicos.4 A título individual, cada uno de nosotros puede empezar con el consumo justo y ecológico. Cada una puede reducir su consumo, reciclar lo que usa, y re-usar en lugar de tirar. ¿Desde dónde vienen las cosas que estoy consumiendo? ¿Puedo substituirlos por productos locales? ¿Hay proyectos de restauración ecológica, de reforestación, o de compost comunal por mi zona? ¿Cómo puedo aprender más sobre la ecología, la geología, el clima, las costumbres, la artesanía y la arquitectura propia de mi región? ¿Cómo voy a encontrar a gente en mi zona que también esté preparada para aceptar la responsabilidad que tenemos, gente con quienes puedo aprender de nuevo cómo se puede rehabitar la biorregión en que vivimos? Todas estas son preguntas que podemos hacernos. Con estas preguntas empieza el futuro biorregional y el cambio hacia una humanidad que participa de forma apropiada en los ciclos de la naturaleza. El eslogan del Foro Social Mundial de Puerto Alegre es: Otro mundo es posible. El biorregionalismo podria ser un camino para aprender a llegar a este otro mundo.

1 Dwellers in the Land – The Bioregional Vision, Kirkpatrick Sale, New Society Publishers, 1991, p55 2 From the Ground Up – Rethinking Industrial Agriculture, Helena Norberg-Hodge, Peter Goering, John Page, International Society for Ecology and Culture, ZED Books, 2001 3 Design for Sustainability – A Sourcebook for Integrated Eco-logical Solutions, Janis Birkeland, Earthscan Publ. 2002, p.14 4 Design for Sustainability – A Sourcebook for Integrated Eco-logical Solutions, Janis Birkeland, Earthscan Publ. 2002, p. 238 5 Dwellers in the Land – The Bioregional Vision, Kirkpatrick Sale, New Society Publishers, 1991, p31

La biorregión como parte del cuerpo de Gea y la participación apropiada en un planeta vivo

Muchos estudios científicos han demostrado que son los ecosistemas más diversos los que tienen mayores probabilidades de sobrevivir y adaptarse a cambios climáticos drásticos, o a cambios de otras condiciones medioambientales. Además, los estudios de los sistemas climáticos y ecológicos de la tierra han demostrado qué factores bióticos están contribuyendo fundamentalmente a la autorregulación de la composición de gases en nuestra atmósfera, y al mantenimiento de una temperatura media, que permiten la existencia de vida en este planeta. En estos descubrimientos más recientes se sostiene la teoría Gea, que propuso el químico atmosférico James Lovelock en los años setenta. La teoría propone qué factores bióticos y factores abióticos están profundamente interconectados en ciclos de autorregulación, que mantienen condiciones favorables para la vida en el planeta. Para explicar estos ciclos tenemos que entender la tierra como un organismo, como un planeta vivo. La teoría de Gea es una teoría de fisiología a escala planetaria, es geo-fisiología. Pensar en términos de Gea ayudaba a los primeros activistas del biorregionalismo a entender cómo toda la vida en el planeta está profundamente interconectada y es interdependiente. Por el valor intrínseco de cada forma de vida y también por la profunda interdependencia, tenemos que respetar toda forma de vida en cualquier lugar. Como lo ha dicho el fundador de la permacultura, Bill Mollison: “Empieza en la puerta de tu casa y trabaja desde allí fuera.” Obviamente, la permacultura trabaja mucho con el concepto de la biorregión casi desde sus principios. El biorregionalismo, la permacultura y la geo-fisiología entienden perfectamente que la salud del mundo, la salud de Gea depende de la salud de cada una de las biorregiones que forman parte del cuerpo de Gea. La mala noticia es que Gea está enferma. Hoy en día podemos observarlo y cada año es más evidente: nos estamos enfrentando a un cambio climático a escala global. Cada mes salen más resultados de estudios científicos que indican que estos cambios están relacionados, si no provocados, por el uso irresponsable del petróleo, del carbón y del gas natural durante los últimos tres siglos. Estamos justamente dentro de una ola de extinción más grave que la desaparición de los dinosaurios. Siguiendo estimaciones conservacionistas, la biosfera está perdiendo entre 120 y 140 especies cada día. Gary Coates, de la Universidad de Kansas (EEUU) está convencido de “que la civilización industrial va a tener que transformarse muy rápido, cambiando su ética del ‘negocio como siempre’, enfocado al crecimiento económico, por una sociedad de la creación continua y estable. Esta grand transformación cultural se tiene que efectuar dentro de los próximos 50 a 100 años. Si no conseguimos esta transformación, vamos a experimentar este punto de cambio en la historia como el periodo más violento, con más sufrimiento y destrucción que nos podamos imaginar.”4 Vivimos en un tiempo crítico de la historia de la humanidad y por eso nos toca confrontar la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene para efectuar los cambios necesarios. Es muy fácil sentirse sin poder y atrapado en un sistema demasiado grande y globalizado, pero somos todos participantes en nuestras comunidades de una manera u otra, y es exactamente ahí donde tenemos que efectuar el cambio. Como ha dicho el economista Chileno Manfred Max-Neef, ganador del Right Livelihood Award (el premio Nóbel ‘alternativo’): “Es absolutamente imposible tener participación en un sistema gigante, la participación puede ocurrir sólo a escala humana. Eso quiere decir, en la escala donde las personas tienen su cara y su nombre, donde las personas se conocen y no donde están nada más que abstracciones estadísticas.” Es en la escala humana de nuestras comunidades donde podemos empezar a vivir de una manera más responsable y sostenible, y eso depende de la participación de cada uno de nosotros en el gran trabajo de rehabitar nuestras biorregiones. La biorregión sostenible depende de la cooperación de todas las comunidades que la habitaron. Igual que el estado medioambiental y la biodiversidad del mundo dependen en último lugar de la sostenibilidad de cada biorregión. Si eso es cierto, por fin empezamos a entender que en este mundo todo está interrelacionado, que somos participantes del proceso si aceptamos la responsabilidad relacionada o no. Eso es una lección muy básica de la sostenibilidad. El antiguo mito griego de Gea, madre de todos e hija del Caos, resurge desde la conciencia colectiva, desde la anima mundi (desde el alma de un planeta vivo), para ofrecernos esta enseñanza importante.