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BOLETÍN ARTÍSTICO LITERARIO Año 2, Nº 6, julio 2013
En la Feria Internacional del Libro de Lima presentamos nuestra última entrega de narrativa ficcional breve: Mi familia y otras miserias (Tribal, 2013). También conversamos con Rodolfo Ibarra. Y, por último, entregamos un fresco relato, salpicado de humor, del libro Brindis, bromas y bramidos del escritor limeño Fernando Morote.
Orlando Mazeyra Guillén
ÍNDICE Sección A MI FAMILIA Y OTRAS MISERIAS El Ph.D. por la Universidad de Princeton (EEUU) José Luis Martín brinda una lúcida lectura de Mi familia y otras miserias. Sección UNA VOZ DISONANTE: RODOLFO IBARRA Una entrevista al polígrafo Rodolfo Ibarra. Sección C EL CONCURSO Un relato del libro Brindis, bromas y bramidos de Fernando Morote.
Mi familia y otras miserias Por: José Luis Martín p.02
Una voz disonante: Ibarra Por: Orlando Mazeyra Guillén p.06
El concurso Por: Fernando Morote p.07
Editor Orlando Mazeyra Guillén
BOLETÍN ARTÍSTICO LITERARIO Año 2, Nº 6, julio 2013
Orlando Mazeyra (Arequipa, 1980), Editor de la Universidad La Salle y colaborador periodístico del semanario Hildebrandt en sus trece presentó en la Feria Internacional del Libro de Lima su tercer libro de ficciones: Mi familia y otras miserias. Lo acompañaron en la mesa los escritores Oswaldo Reynoso y Guillermo Giacosa. Compartimos en exclusiva un acercamiento a este nuevo libro de narrativa breve por parte del Ph.D. José Luis Martín.
MI FAMILIA
Y OTRAS MISERIAS
Por José Luis Martín*
Los cuentos de Orlando
Mazeyra Guillén caminan siempre
sobre la frontera entre la locura y
la cordura. Como un coche que ha
perdido la dirección, sus
personajes entran y salen de
ambas zonas a toda velocidad,
perplejos por el hecho de que allí,
en el límite, es imposible
determinar de qué lado está la
verdad. Por ello, a menudo se
dejan caer voluntariamente del
lado de la locura, no sólo para
acabar con el sufrimiento, sino
BOLETÍN ARTÍSTICO LITERARIO Año 2, Nº 6, julio 2013
también para reencontrarse con el
verdadero ser de las cosas.
El tío esquizofrénico de «Las
antenas del diablo» le enseña al
protagonista cómo es el mundo al
arrancar los pétalos de una
margarita del jardín familiar: «Así
empezamos: nos arrancan de
buenas a primeras... y, poco a
poco, nos vamos deteriorando... Al
final quedamos de esta manera:
una mutilación, una maldita
mutilación, ¿comprendes?»
Vicente, el protagonista, concluye
que la locura es la mejor anestesia
y acaba por envidiar a su tío por
poder vivir en una niebla
permanente.
Desde la altura de miras de
la desesperación, la solícita madre
de «Solosín» se siente obligada a
inventar una verdad alternativa
para evitar el sufrimiento de su
hijo. Su locura no es la verdad,
pero sí es mejor que la verdad.
Por el contrario, el hijo de
«De cómo mi padre se fue al
infierno» lucha denodadamente
contra la locura de su padre y
decide cortar con todo, huir de
casa para acabar con la locura.
Pero la locura lo sigue a todas
partes, y él acaba regresando:
«Problemas emocionales que
estallaron a causa del infierno al
que otros llaman hogar me
dejaron anclado en Miami —
ansiedad generalizada y ataques
de pánico recurrentes— y me
hicieron desistir de llegar a El
Paso.» El hijo odia la locura del
padre, pero se reconoce en ella.
BOLETÍN ARTÍSTICO LITERARIO Año 2, Nº 6, julio 2013
Porque los personajes de
Orlando Mazeyra Guillén se
reconocen siempre en la locura y
ese reconocimiento los empuja de
vuelta al hogar, a batallar
estérilmente contra una locura
originaria, metafísica, y por tanto
invencible. La familia y sus
desequilibrios significan entonces
la naturaleza en su conjunto:
sabemos que no saldremos del
caos porque venimos de él, porque
la vida entera es un caos que sólo
podemos controlar por períodos
limitados.
En esos escasos interludios
de control, los personajes deciden
a veces dejarse caer del lado de la
cordura, asustados por el vértigo,
como el lector supersticioso de
«Los libros malditos», que decide
evitar Venecia a toda costa, como
si eso le pudiera proteger de los
dolores de la vida, aunque ese acto
de cordura es continuación de su
obsesión supersticiosa; o como el
adolescente de «La Compañía de
Jesús», que ha decidido dedicarse
a la prostitución pero se baja en el
último momento del automóvil de
su primer cliente:
«Lo siento, señor», le digo
angustiado: «No puedo hacerlo,
nunca lo he hecho. Mejor me
bajo». Él asiente de buena gana,
dibuja un vago gesto de decepción
antes de frenar. Me señala la calle
y, así, me da una nueva
oportunidad. Quizá la última.
Porque los personajes de
Mazeyra viven siempre en el filo, y
a cada vuelta de la vida acecha la
tentación de dejarse caer en las
grandes negaciones: la
enfermedad, la locura, la muerte...
los grandes noes que nos definen
como seres humanos. ‡
* Ph.D. por la Universidad de Princeton (1996), ha
impartido clases de lengua y cultura españolas en los
Estados Unidos y ha escrito sobre la construcción del
sujeto humano en la obra de Baltasar Gracián y sobre
otros temas relacionados con el Renacimiento español.
Es uno de los propulsores del Proyecto Sherezade de la
Universidad de Manitoba (Canadá).
BOLETÍN ARTÍSTICO LITERARIO Año 2, Nº 6, julio 2013
UNA VOZ DISONANTE:
RODOLFO IBARRA
Entrevista de Orlando Mazeyra
Rodolfo Ibarra es un
polígrafo y un autodidacta, pues
aparte de escribir poesía y
narrativa, ha estudiado
matemática pura, física,
electrónica y comunicaciones. Él
nos recibe en su colorido y
extravagante departamento en el
distrito limeño de Pueblo Libre:
«En los ochenta, la movida musical
alternativa no tenía cobertura,
muchos medios los trataban como
a vándalos. O sea, “vándalos” era
el término que se utilizaba en los
medios de comunicación para
aludir a los rockeros marginales, o
a la gente underground que
escribía o que pintaba. No
olvidemos que eran los tiempos de
la violencia política y de la
matanza en los penales. No
ocurrió, como decían ellos, que la
“movida” de esos tiempos
promoviera la subversión, sino
que era contracultural…»
—Anarquista también…
—Anti-establishment, había
cierta, no sé si llamarla cercanía o
coincidencia más bien, entonces
por ahí se los estigmatizaba como
vándalos y pro-terroristas.
Además en una movida tan amplia
había, sin lugar a dudas, también
grupos que efectivamente eran
radicales. Pero, en general, yo me
sentí un compañero de viaje de
algunas bandas porque sentía que
reflejaban el descontento popular
de aquellos años, de una sociedad
que se desbarrancaba por culpa
de unos políticos que no nos
representaban. Ante un sistema
aberrante nos quedaba sólo eso: la
música ensordecedora para no
escuchar nada, algo atronador
para no sentir el otro ruido salvaje
BOLETÍN ARTÍSTICO LITERARIO Año 2, Nº 6, julio 2013
de lo que nos estaba llevando al
barranco.
—Evasión musical.
—Era evasión, pero también
asumir un compromiso. ¡Un
compromiso de lucha! Me acuerdo
de bandas emblemáticas como
Narcosis… pero lamentablemente
uno ve que algunos miembros del
grupo terminaron siendo
absorbidos por el sistema.
—¿Acaso no tienen derecho
al cambio?
—Todos tienen derecho al
cambio, pero no podemos
plantear una línea de fuerza de
acción y después negarla. Hay que
ser consecuentes. Y, al final, los
que a mí me importan son los que
quedan en esta orilla de la
contracultura: los escritores de
Quilca, los que sacan fanzines en
fotocopias, los Poetas del Asfalto,
uno de ellos vive en el cerro El
Pino. Por cierto, el cerro El Pino es
un lugar considerado por la
medicina limeña como un foco de
la tuberculosis, un lugar
multidrogoresistente, y ahí habita
Richi Lakra. El artista, en primer
lugar, tiene un compromiso con su
propia obra: ¡tiene que producir!
Nadie se puede hacer llamar
«artista» si no pinta, si no escribe,
si no hace esculturas, etcétera,
¿no? Producir y, desde luego,
tener una visión crítica de la
realidad. Yo escribo desde los diez
años y oficialmente desde los 17 o
18 cuando publiqué mi primer
libro. Y me he mantenido
escribiendo a pesar de las
coyunturas políticas, de las
desazones, de la falta de empleo:
hay que bregar. Escribo todos los
días, pues, en mi caso, escribir es
una necesidad biológica.
Ibarra entiende que en el
Perú hay una gran costra de
escritores manejados por el
establishment: se entrevistan
entre ellos, se hacen reseñan entre
ellos, se tiran floren entre ellos:
«eso está claro», me asegura. Se da
cabida en las grandes editoriales a
los escritores que no son críticos
del sistema. A las justas se filtran
algunas voces disonantes… a los
de la otra vereda nos quedan los
medios alternativos, internet, las
redes sociales hay que
aprovecharlas al máximo. ‡
BOLETÍN ARTÍSTICO LITERARIO Año 2, Nº 6, julio 2013
EL CONCURSO
Por Fernando Morote
El animador del concurso de
preguntas y respuestas, que
organiza para los escolares un
canal de televisión, elige de entre
el público a dos alumnas gordas y
feas, que no pueden disimular su
intención de no serlo.
El animador explica que el
concurso consiste en identificar el
personaje que dijo la frase célebre
que él pronunciará cada vez. Y
lanza la primera pregunta:
—¿Quién dijo “Yo sólo sé que
nada sé”?
Luego agrega: “¡La frase y el
personaje son conocidísimos!”.
Las alumnas dudan, se
miran entre sí, y miran al público
pidiendo ayuda. Después de una
larga indecisión, una de ellas
contesta alborozada:
—¡Napoleón!
El público delira,
desternillándose de risa.
Pero el animador continúa y
plantea la siguiente pregunta:
—¡Ésta es facilísima! —
advierte—. ¿Quién dijo “El varón
noble y animoso es conocido por
la paciencia que muestra en las
adversidades”?
Sobreviene entonces, de
parte de las concursantes, una
nueva, larga y pesada duda.
El animador interviene.
—Las voy a ayudar —dice,
levantando el dedo índice—: esta
frase la dijo un Inca.
Entonces la divina
providencia ilumina la mente de la
otra alumna, quien grita triunfante
(con saltito incluido):
-¡Washington!
Terremoto en el estudio de
televisión. ‡