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RENACIMIENTO BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE NOBLES ARTES DE ANTEQUERA ANTEQUERA AÑO MMXI NÚM. 2

BOLETIN RENACIMIENTO Nº 2

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Boletin de la Real Academica de Nobles Artes de Antequera

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RENACIMIENTOBOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA

DE NOBLES ARTES DE ANTEQUERA

A N T E Q U E R A

AÑO MMXI NÚM. 2

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RENACIMIENTOBOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA

DE NOBLES ARTES DE ANTEQUERA

AÑO MMXI NÚM. 2

A N T E Q U E R A

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Directores y responsables de edición:

Antonio Parejo BarrancoJosé Escalante Jiménez

Dirección postal:

Calle Barrero nº 10 29200 Antequera (Málaga)Apartado de correos 179

Página web de la Real Academia:

http://www.academiadeantequera.org

Correo electrónico:

[email protected]

Teléfono de contacto:

952702920

La Real Academia de Nobles Artes de Antequera no se hace responsable de las opiniones y mani-festaciones vertidas en los artículos que vayan firmados en este Boletín.

Quienes deseen enviar noticias, artículos o comentarios bibliográficos al Boletín, deberán dirigir-los a su Director en la dirección postal o electrónica arriba indicada.

Todos los textos se remitirán en formato Word, espacio simple, tamaño A4 márgenes simétricos 2,5 cm. y en Times New Roman 12 y con las notas y bibliografía en su caso al final del texto, y fir-mados por su autor quien además facilitará a esta Real Academia todos sus datos de identificación.

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ANTEQUERA AÑO MMXI NÚM. 2

RENACIMIENTOBOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE NOBLES ARTES DE ANTEQUERA

Edita: Real Academia de Nobles Artes de AntequeraMaquetación: Gráficas San Rafael, Antequera

ISSN: 2174-5153 Depósito Legal: MA-1184-2011

SUMARIOPág.

PROEMIO .................................................................................................................7

EL PAPEL DE LAS ACADEMIAS Y LAS REALES ACADEMIAS EN EL SIGLO XXI, por Antonio Parejo Barranco ................................................................................9

UN POEMA DE VICTORINA SÁENZ DE TEJADA, por Juan Benítez Sánchez ...........19

LOS ESTATUTOS DE 1867, por José Escalante Jiménez .............................................27

LA IMAGEN CONCEPTO COMO REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD. LOS SÍMBOLOS DE MEDINA GALEOTE, por Miguel A. Fuentes Torres ....................33

NOTICIAS Y PROGRAMACIÓN DE ACTIVIDADES ...............................................49

REUNIÓN EXTRAORDINARIA DEL PLENO DEL INSTITUTO DE ACADEMIAS DE ANDALUCÍA ...........................................................................49

FIRMA DE CONVENIOS ....................................................................................51

JORNADAS SOBRE ARCHIVÍSTICA, HERENCIA DOCUMENTAL Y BIBLIOGRAFÍA EN LA ERA DIGITAL .................................................................53

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Núm. 1 – PÁG. 7

PROEMIO

Como se anunció en el número 1, el Boletín de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera se publicará en adelante exclusivamente en formato di-gital. Al margen de ahorro de costes que tal medida supone, el abandono del formato papel nos permitirá una mayor y mejor difusión de nuestras actividades, así como de aquellos textos inéditos que conformen cada volumen semestral.

La Junta de Gobierno

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El papel de las academias y las reales academias en el siglo XXI

por Antonio Parejo Barranco

Este de hoy es el tercer acto que organiza la Academia sin su alma fundadora, José Antonio Muñoz Rojas. El primero tuvo lugar en junio del año pasado, cuando su ami-go Javier Solana intervino en el acto de Constitución. El segundo, la apertura del curso 2010-2011, que realizamos de la mano de uno de sus discípulos predilectos, Antonio Carvajal. El tercero, el cierre del curso, me ha correspondido a mí. De alguna manera, cada uno de nosotros representa uno de los tres grandes universos de José Antonio: Javier el madrileño, el que a través del Banco Urquijo lo puso en contacto con la crema de la intelectualidad española de la segunda mitad del siglo XX. Antonio, obviamente, su mundo poético; en mi caso, todavía más obvio, sus raíces antequeranas. Y como me ha tocado a mí el cierre del primer año académico resulta obligado comenzar hacién-dolo con el recuerdo, todavía cercano, siempre emocionado, hacia su persona, su obra y su legado.

* * *

El próximo mes de septiembre hará dos años que José Antonio se nos fue. Recuer-do que lo hizo tal como vivió. Sereno, tranquilo, casi de puntillas, como no queriendo molestar y tratando de evitar el sofoco que le hubiera supuesto participar del homenaje que sus paisanos, amigos y discípulos le estábamos preparando. A los que fuimos lo primero, y durante muchos años tuvimos el privilegio de que nos otorgara su amistad y su magisterio, tal proceder no nos extrañó. Era así. Quizá porque por sus venas galo-paban sangres de manantiales muy diversos, capaces de resumir lo que de antequerano tenemos los antequeranos, lo que de cosmopolita le proporcionaba la antigua proce-dencia castellana y vascuence de sus apellidos: ariscos a nuestra manera, recelosos ante el halago hueco, aunque también cercanos y protectores. O porque, ciudadano del mundo y de la vida, sabía que detrás de todos los caminos se encontraba el que iba a la Casería. Al contrario que Kant, quien nunca necesitó salir de su Koënisberg natal para

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La recuperación renacentista

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diseccionar la condición humana, José Antonio, por mucho que saliera, siempre estaba aquí. Con el punto de socarronería concentrado en sus ojillos maliciosos para, con la frase exacta, sancionar o refutar, según el caso, cualquier argumento. Con la sabiduría acumulada de años bregando con la gente del campo, trabajando una tierra que no siempre devuelve el esfuerzo entregado.

Pero los surcos que él trazó no fueron solamente los que arañaba la línea del arado: aquellos señalados por la tinta en el papel le reportaron unos frutos distintos, tardíos si se quiere —aunque a él eso nunca le importó demasiado— y en cualquier caso de muchísima más repercusión. La semilla que repartió entre sus amigos, sus amigos y sus discípulos —desde el Banco, la Casería o en el sofá de cuero gastado de su despacho de la calle Comedias, que continuó visitando hasta poco antes de muerte— significó un auténtico maná para todos los que nos beneficiamos de ella, sobre todo los que com-partimos la triple condición citada más arriba, aquella alimentada por el paisanaje, la complicidad del verdadero amigo y el respeto que genera el magisterio.

Con los años, todos sabemos que los frutos —tanto los del campo como los de las relaciones humanas— los otorga el tiempo. Y el hecho de que nos encontremos aquí esta tarde demuestra hasta qué punto seguimos reunidos en torno a aquella idea que hizo nuestra pero que en realidad era suya. Idea, la de recrear una Academia, que es-pero haber aclarado lo suficiente cuando acabe mis palabras esta tarde.

A su manera, y en última instancia, todo puede quedar reducido a una frase: se trataba de reivindicar la obra y la figura de su tío Trinidad, fallecido siete años antes de que él naciera, pero con el que siempre le unió un lazo invisible de cariño y admiración, junto con la sensación, marcada por los años, de que aquel viejo erudito posromántico se merecía mucho más de lo que tuvo en vida: no patrimonio ni dinero —que siempre le sobraron— pero si amor y reconocimiento, de los que siempre anduvo escaso.

Desde luego, como nosotros, José Antonio sabía de los numerosos proyectos de su tío abuelo. Pero había uno del que sólo él tenía noticia: sus esfuerzos por recuperar, en vísperas del Sexenio Revolucionario (antes de que sufriera el penúltimo giro ideológico de su vida: su conversión de republicano furibundo a carlista no menos apasionado), una vieja institución artístico-literaria, que al parecer había funcionado durante algu-nos años, hacía entonces ya mucho tiempo: la Real Academia de Nobles Artes, que Trinidad de Rojas rebautizó como Academia Literaria de Antequera, y de la que por su-puesto fue presidente, alma y animador constante hasta su partida a Granada en 1872.

Hoy sabemos que en el archivo de los Rojas —y no en la abadía granadina del Sacromonte, donde acabó la biblioteca de Trinidad— quedó depositada la memoria documental de aquella institución temporalmente rediviva. También, como José An-tonio llegó a rescatarla parcialmente antes de que las llamas del infausto verano del 36 destruyeran casi todo su rastro. Y este fue otro —de los últimos— regalos que nos dejó antes de irse. Un regalo como solían ser los suyos: que casi siempre, por aquello de su inveterada tacañería, llevaban encerrada la trampa del compromiso: era a nosotros a quien nos correspondería mantener vivo el legado del tío Trinidad.

¿Qué tiene que ver el anterior recuerdo con el título de la charla de hoy? Aparen-temente nada o muy poco. Sin embargo, como trataré de demostrar a lo largo de mi

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La Royal Society of London (1660) y la Academia de Ciencias de Francia (1666)

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intervención, bastante más de lo guiado por el recuerdo.Para ello necesitamos viajar por el tiempo y el espacio. Al año 384 antes de Cristo

y a la finca ateniense que Platón compró ese año —a un tal Academo según la tradi-ción— y donde comenzó a dar sus primeras clases de Filosofía (que es como decir Ciencia porque todos recordarán las palabras que coronaban la entrada: aquí no entra nadie que no sepa geometría). La Academia sobreviviría a su fundador casi siete siglos, hasta que Justiniano la cerró a comienzos del siglo VI. Aquí acaba nuestro primer viaje. El segundo se inicia casi mil años más tarde, y ya no en Atenas sino cerca de la antigua Roma. Fue el primero de sus varios renacimientos —y nunca mejor empleado el térmi-no— que ya sin solución de continuidad alcanza a nuestros días. Ocurrió primero en Florencia, la cuna del humanismo, donde los Médicis refundaron una academia desti-nada a preservar y extender el reconocimiento de los valores del mundo clásico, griego y romano en una sociedad en la que se asistía tanto el nacimiento del Estado moderno como se atisbaba el nuevo papel que el individuo estaría destinado a protagonizar en la nueva sociedad y en el que se sancionaba la experimentación como base del co-nocimiento científico. Luego el centro de aquel mundo donde la razón se abría paso frente al mito se trasladaría a Londres y Paris, y con él nacerían las primeras academias científicas, que todavía hoy siguen desempeñando un papel nuclear en el avance de la ciencia: la Royal Society inglesa (1661) y la Academia de Ciencias de Francia (1666). Más tarde vendrían la Ilustración, el liberalismo y la gran revolución científica del siglo XX. Y en cada época, las academias, mudando su contenido sin mudar el continente, demostrarían su función como instituciones destinadas a quebrar el dominio de la re-acción, especialmente hasta que la Universidad, ya bien entrado el siglo XIX, asumiera como propios campos y objetivos que hasta ese momento preferentemente ellas habían atendido.

¿Cómo pasar de lo general a lo particular? ¿De qué forma transitar de la Royal So-ciety londinense a la antequerana Academia de Nobles Artes? Para empezar, no debe-mos olvidar la historia, y en este caso sobre todo la de nuestro país, cuyo conocimiento resulta imprescindible para entender dos cuestiones fundamentales. La primera, que la renovación académica llegó a España tardíamente, y mucho más por influencia fran-cesa que británica o italiana (lo cual significa que no lo hizo en su dimensión científica sino sobre todo en la artística y literaria). Pero también, y sobre todo, porque a partir de entonces nuestra particular historia contemporánea explica el papel desempeñado por las academias, que, salvo excepciones, se extendieron más como templos de eru-dición que de avance científico. Lo que ha ocurrido durante buena parte de los dos últimos siglos, y lo que todavía hoy (y disponemos de ejemplos recientes en los que no vale la pena detenernos) les proporciona una aureola de instituciones ancladas en el pasado, añejas —pero no, desgraciadamente, como el buen vino— y escasamente comprometidas con la realidad, y sobre todo con la sociedad que las mantiene.

No todo, sin embargo, es negativo, y sería injusto trasladar esta imagen a los ciu-dadanos. Sin llegar a los extremos de la Royal Society (último premio Príncipe de As-turias), en España también existen academias que están vivas y funcionan, donde sus miembros trabajan desarrollando numerosas actividades de las que no está ausente el

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Real Academia de la Lengua (1713)

Real Academia de la Historia (1738) Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752)

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compromiso social. Ocurre con la Academia de la Lengua, y también con el Instituto de España, que engloba al conjunto de las academias, o la mayoría de los institutos au-tonómicos, porque al margen de colores políticos, cada vez son más las comunidades autónomas que han apostado decididamente por revitalizar este tipo de instituciones. Y baste como ejemplo el andaluz. Recuerdo ahora como una de las razones que retra-saron la recreación de la academia antequerana fue la nueva ley de ciencia andaluza, que a la postre ha democratizado los órganos de gestión de estas entidades y que al incluirlas en la Dirección General de Universidades les ha reservado, a la manera bri-tánica, un papel esencial como centros científicos, despojándolos definitivamente del carácter erudito que hasta hace bien poco continuaban desplegando.

Ahora nos corresponde a nosotros desempeñar este nuevo papel. Al igual que la Academia de Nobles Artes de 1789 sirvió para encauzar la inquietud artística que latía, de la mano de los Márquez, en aquella Antequera de finales del Setecientos; y la Aca-demia Literaria de 1867 hizo lo propio con las vocaciones literarias posrománticas, la de comienzos del siglo XXI, testigo de su tiempo, debe de establecer su compromiso con el conocimiento científico, entendido en la acepción más amplia de las existentes: aquella que canaliza el afán del ser humano de aprender, de comprender cada vez mejor el mundo que nos rodea y con él a nosotros mismos. Este es el papel que las Academias deben cumplir en nuestro tiempo. La nuestra, al menos, así lo ha asumido desde su reconstitución.

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La antigua Biblioteca Antequerana, 1958.

Con antequeranos de nacimiento o vocación (Caja de Ahorros, 1992)

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Con la academia universitaria (en la Casería, otoño de 1998)

Con Antonio Parejo en su estancia preferida de la Casería, meses antes de su fallecimiento.

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Un Poema de Victorina Sáenz de Tejada

por Juan Benítez Sánchez

En una de las muchas sesiones solemnes con las que se solía inaugurar las activida-des de la Academia de Antequera, concretamente en la sesión del día 26 de diciembre de 1867, una poetisa granadina, pero que vivía en Antequera, se dirigió a los miembros de la Academia, a los Señores Académicos, con estas palabras que en forma de versos y estructurado en estrofas de cuatro, decía así.

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Esta mujer, esta poetisa granadina, se llamaba Victorina Sáenz de Tejada, luego, en vida religiosa, Sor María de los Ángeles. Nacida en Granada en el año 1841, nada se sabe de la fecha de su muerte aunque posiblemente su óbito tuviese lugar en Sevilla, en el Convento del Espíritu Santo —en el que había profesado— a finales del S. XIX o principios del S. XX.

Gracias a que la Biblioteca Virtual de Andalucía (BVA), en el año 2004, seleccionó la única edición que se conocía de su obra “Poesías”, hoy, a través de Internet, pode-mos tener acceso a ella y conocer mejor su vida y obra.

Nació en el seno de una familia influyente y acomodada ya que su padre era el Mariscal de campo José Sáenz de Tejada y muy pronto recibió una esmerada educación que le permitió sobresalir entre todas las niñas de su alrededor. Siendo muy joven, su padre muere en Cuba y su familia cae en la miseria. Se traslada a vivir a Antequera y para salir adelante de los apuros económicos pasaba el día entregada a las labores de costura, robándole horas al sueño para cultivar lo que más le gustaba: Dedicarse a la literatura.

Se sabe que con trece años de edad se dio a conocer como poetisa a través de un poema que tituló “A Jesús Crucificado” y que su esfuerzo, su dedicación y su preco-cidad intelectual captaron la atención de los círculos culturales de Antequera que le publicaron su primer libro de poemas, el ya mencionado “Poesías”. El libro lo prologó la escritora antequerana, Natividad de Rojas y Ortiz de Zárate y se publicó en Granada —Imprenta de Otero y C.ª—, en el año 1865.

En el año 1866, en la Academia Mariana de Lérida, consiguió un accésit por su poema “Nuestra Señora de Covadonga” y antes del año 1870 ya la encontramos en Sevilla gozando de prestigio literario y publicando en La Verdad católica y Las Hijas del Sol. También aparecen escritos suyos en los medios de comunicación nacional. En El Recreo de las Familias —Valencia— publicó por entregas su leyenda: La esposa de Farfán y en El Correo de la Moda —Madrid— en el que se publica su poema a “La Virgen madre”.

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En el año 1873 se acrecentó su fama cuando se alzó con la Rosa de Oro de un cer-tamen literario convocado por la Academia Sevillana de Buenas Letras con una leyenda centrada en la figura de Miguel de Mañara, caballero y filántropo sevillano al que una leyenda le atribuyó una juventud desordenada y posterior conversión y que se la iden-tificó con la de Don Juan Tenorio.

Posteriormente, una vocación religiosa repentina, le hace ingresar en el Convento del Espíritu Santo y profesa el 26 de octubre de 1876. Ésto no le impide seguir cul-tivando su afición literaria, sino que le permite escribir unas comedias para que las representasen las alumnas del colegio que pertenecía a su convento.

De esta época destaca su poema “El Rey del Dolor” que se publicó por orden del cardenal Ceferino González, gran admirador de la obra de Victorina, que ya en la vida religiosa se llamaba Sor María de los Ángeles. El poema le valió la bendición personal del papa León XIII. Curiosamente, en esta época, ella colaboraba en una publicación de Jerez, que inicialmente se titulaba “Asta Regia” y que en su segunda época se lla-mó: “Revista semanal religiosa, científica, literaria y artística de intereses locales, modas y anuncios” que se publicaba con “Licencia de la autoridad eclesiástica”, y en cuyos artículos destacaba la presencia del papa León XIII. En esta revista cola-boraban Lavalle, Escudero, Juan Rodríguez y Ponce de León, Arturo Cayuela, Narciso Diáz de Escovar, Carolina Soto, Francisco de Vera-Basurto, Agustín Muñoz y Gómez y Victorina Sáen de Tejada.

Más tarde, Victorina Sáenz de Tejada escribió una composición titulada: “Azucena entre espinas” con prólogo de Excmo. Sr. D. J.M. Asencio y se sabe que siguió publi-cando otras obras como que no se conservan sus manuscritos, como: “Tarcirio” y “La doncella laureada”.

De esta época merece destacar la leyenda que recogió de su estancia en Antequera: “El Nazareno de la calle Nueva”, que en resumen es: “Don Luis de Zayas de vida alocada en su juventud, en una noche tormentosa se lanzó al interior del jardín donde esperaba encontrar a la amada. Al no verla, se aventuró al interior del convento en-contrándola dormida en su celda. Tras despertar a la joven, ambos salieron al pasillo, cayendo ella, arrepentida, de rodillas ante la imagen de María. El hidalgo abandonó allí mismo a la joven y corrió presuroso hacia la calle, cayendo desvanecido a la entrada de calle Nueva. Encontrado por unas personas al anochecer, le acompañaron a casa y confesó ante su mujer y le contó que había visto la imagen de Jesús con la cruz sobre sus hombros al llegar a la esquina de la calle. Como muestra de arrepentimiento, quiso expiar sus culpas con la fundación de un arco sobre el que colocaría, alumbrado per-manentemente por seis luces, la imagen de Jesús Nazareno.”

Se debe destacar su obra dramática: “La azucena del Tíber”, drama religioso en tres actos, cuya acción se sitúa en la Roma imperial cuando se hizo oficial la religión cristiana. Mereció que se publicara en Madrid y, aunque no se sabe si llegó a represen-tarse, sí recibió elogios y gozó de cierto éxito de crítica y público.

A partir de 1897 no se sabe nada más de Sor María de los Ángeles sino que siguió recluida en su convento sufriendo accesos de demencia hasta su muerte, cuya fecha se desconoce.

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Volviendo a su obra principal: “Poesías” se podría decir que es de una gran ac-tualidad ya que trata el tema del desaliento de las mujeres, reprimidas por la sociedad. En el libro: “A vida escrita polas mulleres. Do Romanticismo ao Modernismo” se dice: “Lo más interesante de sus versos es su capacidad para sugerir que lo inefable en la mujer consiste en aquello que cala, en el silencio que a través de una lucha dolorosa interna, se impone a un sentimiento de rebeldía frustrado que nace de su oposición a un destino que detesta.” Ideas que se demuestran en estos versos de ella:

“Ven, fantasma de lánguida belleza, y dale al corazón blando reposo: Adormezca tu seno mi cabeza con beleño dulcísimo y sabroso. Ven, y rompe las frágiles cadenas, que retienen al alma aprisionada, y libre de congojas y de penas, podrá volar a celestial morada.”

Acerca de la actualidad de la poesía de Victorina Sáenz de Tejada, se pueden citar varios datos interesantes. Uno: En un artículo de María del Carmen Simón Palmar: “La ocultación de la propia personalidad”, cuando trata de las diversas causas por las cuales las mujeres ocultaban su propia personalidad, hace alusión a una en concreto que es el uso de un determinado lema y pone como ejemplo a Victorina Saénz de Te-jada y a los dos lemas que empleó: Una Hija de María y Una religiosa del Convento del espíritu Santo. Con ellos firmó la mayoría de sus obras. Dos: Amancio Labandeira Fernández en su libro: “Adiciones a un diccionario de seudónimos” hace una breve reseña de la vida y obra de Victorina. Tres: El grupo VokalArs en su programa: “Música y mujer 2010” tiene seleccionado un poema de Victorina Sáenz de Tejada: “Pues ¿qué comprende, si canta el cantor de la mujer?

Volviendo al tema del principio, el texto de la escritora granadina y vecina de Antequera que se leyó en la apertura solemne del 26 de diciembre de 1867, tras esta introducción, necesaria para conocer a la autora, se pueden hacer algunas reflexiones interesantes.

En primer lugar la forma de texto. Se trata de 26 estrofas, serventesios, de versos de arte mayor, endecasílabos, con rima en consonante ABAB elaborados con una per-fección formal digna de haberlos escrito cualquiera de nuestros clásicos del Siglo de Oro o algún autor de la llamada Escuela Antequerano-granadina a los que debió leer la autora porque formaba parte de los círculos culturales de Antequera, fundamental-mente de la familia Trinidad y Natividad de Rojas que la apoyaron siempre.

El poema está plagado de figuras retóricas que no hacen que el texto sea difícil de entender, sino todo lo contrario: Los hipérbatos, que aparecen prácticamente en todos los serventesios aportan una belleza ornamental al texto, las metáforas le dan un aire culto y belleza extremos, la adjetivación aporta un colorido sensual posiblemente aprendido de los autores antequeranos del Siglo de Oro, las interrogaciones retóricas

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de las primeras estrofas para llamar la atención de los académicos —parecido al recur-so de los juglares que así llamaban la atención del público—, la personificación tan extraordinaria que hace del Arte al que atribuye cualidades casi divinas más que hu-manas, y tantas y tantas figuras hacen que el texto sea clásico, no sólo porque se pueda comparar con los mejores textos culteranistas del siglo de Oro, sino porque se puede afirmar que es un ejemplo para imitarlo que es otra acepción de la palabra clásico.

Respecto al contenido, se pueden estructurar varias partes claramente diferencia-das:

En las tres primeras estrofas, que comienzan con la anáfora: “¿No veis…” la auto-ra pretende atraer a los académicos y que se preparan para oír al Arte.

La cuarta estrofa es una invitación para que la escuchen.Ya el resto de las estrofas es el Arte, personificado, el que va a ir definiéndose,

incitando a que vayan a él los que deseen realzar su nombre, lo jóvenes, muestra al mundo su ideal y sus concepciones para que imite la obra maestra de Dios: El sol, la luna, el prado, la colina, el volcán, el mar, el firmamento, toda la naturaleza la podrá reproducir fielmente el que le siga y enaltecer su nombre ya que corona al genio y le impide cometer errores para que vuele audaz al cielo como lo hicieron algunos que lo imitaron.

Luego invita a las almas religiosas con el fin de que con elementos celestes mues-tren a la Virgen para que acudan a ella.

De nuevo unas interrogaciones retóricas para ver el efecto que el Arte produce en las almas religiosas poniendo ejemplos de pintores.

Las dos últimas estrofas, que comienzan con los imperativos admirad y subid, exponen las virtudes del Arte y le invita a llegar a él.

Aunque sin pretenderlo se haya hecho una paráfrasis del texto, la intención era hacer un resumen con las ideas esenciales, ha sido necesario para la comprensión total del contenido del mismo, dada la dificultad de ordenar un texto tan cargado de hipér-batos y de un léxico bastante culto y, a veces, difícil de comprender.

Se podría llegar a la conclusión de que con este discurso, Victorina Sáenz de Tejada pretendió hacer un elogio del Arte, divinizándolo, para que los académicos, se dirigía a la Academia de Bellas Artes de Antequera, se sintiesen orgullosos de pertenecer a ella, se animasen a crear obras de Arte capaces de estimular, a las personas que las contem-plen, unos sentimientos que, dado su carácter religioso, se dirigían fundamentalmente a la Virgen.

El texto es un ejemplo vivo de la literatura de persuasión que tiene por finalidad conseguir algún efecto concreto o estimular a alguien para que haga algo. En este caso, para que amen el Arte, lo cultiven y consigan imitar a la naturaleza de manera que los acerquen a Dios o a María.

Antequera, octubre de 2011.

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Los estatutos de 1867

por José Escalante Jiménez

En 1867, el poeta y erudito Trinidad de Rojas y Rojas, dirigía a la madrileña Revista de Bellas Artes e Histórico Arqueológica la siguiente carta dando noticia de la reorga-nización en Antequera de una Academia:

“El principal objeto de esta sociedad es la formación de un museo local de arqueo-logía, y el establecimiento de biblioteca y gabinete de historia natural. De todo hay ya algo: la biblioteca consta hoy de dos mil volúmenes próximamente; el museo tiene unas quinientas medallas, algunos barros, pateras, urnas cinerarias, tesones de mármol, ar-mas, fragmentos de estatuas y de ornamentación árabe, todo local y hallado reciente-mente en las inmediaciones de la ciudad y aun dentro de sus arrabales.

Se está formando la colección exacta de todas las inscripciones romanas que aquí existen, trabajo penoso y delicado por el mal estado de algunas lápidas y por las circuns-tancias de correr apadrinadas por nombres de célebres anticuarios, copias sumamente inexactas, algunas de las cuales han dado origen a gravísimos errores geográficos.

Entre los libros de esta biblioteca hay una buena colección manuscritos y algunas ediciones góticas de extraordinario mérito.

Por cuenta de algunos socios se hacen en la actualidad excavaciones, que progresi-vamente irán siendo en mayor escala.

Se inauguró esta sociedad el 26 de diciembre, con la mayor solemnidad y numerosí-simo público, leyéndose un notable discurso inaugural por el presidente, algunas buenas composiciones poéticas por varios señores socios, amenizando otros los intermedios con escogidas piezas al piano.

Han comenzado las sesiones de discusión.Está dividida la Academia en tres secciones: 1ª Ciencias morales y sociales. 2ª

Ciencias naturales. 3ª Literatura y artes. El minimun de sesiones que ha celebrar la sociedad, es el de dos cada mes; el maximun ilimitado.”

Esta información fue publicada en el número 59 de la indicada Revista. Será el propio Trinidad de Rojas quien la presida, además de ser su impulsor direc-

to, queriendo dar continuidad a la antigua Academia de Nobles Artes y a la Sociedad Arqueológica que surge en la primera mitad del siglo XIX en Antequera.

Su sede institucional se establecerá en la casa palacio de los Colarte, propiedad en ese momento de d. Manuel María Pineda y Escalera.

Han quedado numerosas referencias de estos primeros momentos de la reorgani-zación de la Academia, uno de los documento más interesantes, es el borrador de los estatutos que regirá el funcionamiento de la corporación.

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Conservaba este testimonio en su archivo particular el profesor, ya fallecido, don Francisco López Estrada, quien nos lo hizo llegar, cuando su gran amigo el poeta José Antonio Muñoz Rojas, inició los tramites de reorganización de la Academia.

Se tratan de cuatro folios, firmados por el secretario don José del Pozo Herrera, con numerosas tachaduras y añadidos. La norma se divide en seis capítulos: objeto, biblioteca, museo y gabinete, obligaciones, derechos y prohibiciones, que pretenden regular la vida académica.

En el artículo primero se establece que el objeto de la Academia es: “...la formación de un centro permanente de ilustración y recíproca enseñanza, estableciendo al efecto biblioteca, museo y gabinete de historia natural”.

Reproducimos con estas líneas este testimonio que nos aporta una importante información sobre la vida académica de nuestra corporación en la segunda mitad del siglo XIX.

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LA IMAGEN CONCEPTO COMO REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD. LOS SÍMBOLOS DE MEDINA GALEOTE

Miguel A. Fuentes Torres

Cuanto más nos esforzamos en profundizar en los misterios del arte y del espíritu, tanto más los admiramos por su inconmensurabilidad.

Stefan Zweig

José Medina Galeote, comprometido desde sus inicios con el lenguaje pictórico, no exento de incursiones e interrelaciones con la fotografía, el vídeo ó diferentes soportes en los que investiga, José Medina Galeote, (Gerona, 1970) se puede considerar uno de los más personales y destacados artistas andaluces de la escena actual. Su labor conti-núa la senda exploradora de las posibilidades expresivas, de la búsqueda constante de la verdadera esencia que rodea el hecho pictórico y su capacidad teórica como cons-tantes en la evolución entorno al significado de la pintura y el proceso creativo. Sus proyectos destacan por la incursión constante en el aparato pictórico pero sin alejarse de las pretensiones del medio en relación con otros procesos.

Es grata la contemplación de lo que acontece desde la extensión imperfecta de la mirada que anhela el recogimiento de la palabra, la levedad del signo hecho imagen y la letanía del color convertido en forma aparente. Se concibe la idea como lenguaje compositivo de la situación mientras la mano va y viene sin mediar consideración alguna hacia el instante de la percepción. Así, una vez y otra vez, simulando lo que es, negando la mentira del atributo para construir la verdad del objeto, de su límites, de sus significados, como si de una prosa nacida en la creación misma gobernara las riendas, no siempre apacibles, de la realidad pictórica. La constancia, perseverancia y, finalmente, persecución incansable de la verdad creativa, se convierten en pilares sobre los que se sustentan aquellos procesos en los que, de alguna manera, también re-lacionan obra de arte y espectador; a la postre, espacio de encuentro donde es posible advertir la veracidad de lo que sucede tras el velo enigmático de la producción artística.

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El escritor, poeta y ensayista Stefan Sweig (Viena 1881-Petrépolis, Brasil, 1942), en una conferencia impartida en Buenos Aires en 19401, evidencia una acentuada labor de indagación sobre la ética de la creación equiparando sus tareas con una extensa capaci-dad de acercamiento hasta su verdad desde la reconstrucción de una acción cuya reali-zación no hemos presenciado2. Es confusa, por tanto, la idea de aceptar algo cuando no hemos sido testigos de su invención. En este sentido, podría adolecer el espectador de cierta capacidad de aprehensión de lo que observa como vehículo de experiencia, algo que en la extensa y determinante producción de José Medina Galeote queda resuelto de manera sustantiva mediante una proyección singular de una obra que permanece en sus momentos, en sus instantes convertidos en herramientas que el tiempo hace suyas, en un intento de convertir en cierto lo que antes fue pensamiento.

En este 2011, José Medina Galeote ha sido el encargado de realizar el cartel de la Real Feria de Agosto de Antequera. Además, como complemento, ejecuta una serie de veinte acuarelas en las que recopila escenas propias de la fiesta a las que atribu-ye una significación particular como elementos que determinan las composiciones al tiempo que distribuyen una nomenclatura procesual llena de interesantes referencias históricas. Sin embargo, estos “trabajos” no son entendibles sin los “días” en los que son producidos, al igual que no ostentan grado de trascendentales sin la complicidad del germen principal, el cartel anunciador de la Real Feria. De este modo, habría que partir de la necesidad de entender uno para llegar hasta los otros y así establecer una doble dirección en su formulación como pequeñas empresas ávidas en su origen y esclarecedoras en su recepción. Seguidamente, entendemos que la propia oportunidad del cartel se antoja germen desde el cual evolucionan las acuarelas, cuyas constantes se mueven en un juego rizo mático a partir de coordenadas normalizadas.

El cartel que presenta José Medina Galeote ha de analizarse desde dos perspectivas de claro enfoque, dos miradas que son también posibilidades para su entendimiento. La primera remite al sentido estético de la obra, un espacio de apreciación donde el espectador define sus propias limitaciones, quizás por encima de la misma realiza-ción. Esta visión queda mediatizada por la mirada, por el observador, que será quien otorgará la importancia del trabajo. Esta cuestión remite al sentido del gusto, donde, y como explica, Francisca Carreño, la respuesta humana se aleja con más claridad de una solución clasicista y objetiva3. Además, si nos centramos en cuestiones netamente relacionadas con el concepto de belleza, no hay una definición posible de belleza que no tenga en consideración no la configuración del objeto, sino la del propio sujeto4; luego, sería siempre el espectador quien concedería una trascendencia al producto final, cen-trándose en todo lo concerniente a su aspecto final, a aquello que sus ojos reciben y ha

1 ZWEIG, Stefan. El misterio de la creación artísca. Edit. Sequitur. Madrid, 2010.

2 Ibidem, pag. 17.

3 CARREÑO, Francisca. La estética empirista. Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas con-temporáneas. Vol.1. Edit. Visor. Madrid, 2000. Pág. 37.

4 Ibidem. Pág. 38.

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de ser adquirido en un acto de reconocimiento de su capacidad de vínculo con la obra de arte. Sin embargo, esta circunstancia solo refuerza la idea que subyace en el trabajo emprendido por el autor. Existe una clara disposición hacia la puesta en escena de una serie de elementos que convergen de forma determinante en la pieza final. Estos que-dan reducidos a emblemas que, desprovistos de su espacio original, se localizan en un lugar influido por la capacidad de aglutinación semiótica de su autor: toda la planicie del lienzo se configura desde símbolos (escudos de la ciudad de Antequera, lunares, colores, etc.) que, re-toman su condición en una nueva entidad pictórica que renueva significado. Se parte de una deliberada de-construcción5 para luego ir lentamente le-vantando una cadena de significantes de modo soterrado pero apreciable y que emerge en cada rincón del mismo cartel. Medina Galeote no tiene ningún reparo en conducir sus indagaciones hacia el ecosistema derridiano donde la fluctuación del lenguaje se convierte en sendero por el que transitar de manera segura. No en vano, para poder proyectar una deconstrucción conceptual, procesual y matérica, ha de separar aquello que necesita para poder después unirlo en otro espacio de configuración. Este suceder se convierte en herramienta que refuerza un estado empírico, en el sentido de pintor que sigue manteniendo un diálogo constante con su tiempo, investigando el significa-do de la pintura.

Todo lo que subyace en este trabajo es una mirada hacia la misma ciudad, su his-toria (emblemas presentes en el escudo), su tradición (los colores que nos hablan de lo que es y sigue siendo la siempre acogedora sensación de reconicimiento de la tierra como lugar de origen), su fiesta (los lunares, que, aunque no paren de suscribirse en el tiempo, ahora son re-contextualizados para una moderna exaltación de lo lúdico y cer-cano como ejes de dinamización no solamente de la pieza artística sino igualmente del presente del espectador), es una respuesta clave que ha de sentar las bases de futuras preguntas sobre la cualificación del cartel y su acercamiento al ciudadano. Aquí que-dan reflejadas algunas de sus características más importantes: simplicidad y mediatez en la transmisión del mensaje.

El desarrollo lógico de estas coordenadas se manifiesta en la consecución de una serie de veinte acuarelas que cierran el círculo trazado con el cartel oficial. Cada una de ellas muestra la misma idea pero en diferente técnica. Se trata de una ampliación cualitativa y cuantitativa de los términos en los que se produce el cartel, matriz con-ceptual que queda fijada en cada una de las imágenes resultantes dentro de un pro-ceso en permanente apertura. De nuevo se retoma la idea de convertir la imagen en concepto, incidiendo efectivamente en el cuestionamiento del estatuto existencial de la obra de arte, por cuanto reporta éste un advenimiento material. El conjunto de esta producción6 se nutre de una serie de elementos dispuestos de manera sosegada

5 Esta se realiza en dos niveles: primero una desarticulación del concepto de cartel que hasta la fecha había sido promovido bajo la forma de pinturas que re-tomaban su apreciación bajo la impronta de espacios informativos; por otra parte, también existe una re-consideración a nivel procesual, en lo concerniente al como y cuando surge la propia obra.

6 Hay que recordar que, tanto el cartel oficial como la serie posterior de acuarelas, son una creación

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y determinada, huyendo de la azarosa percepción que pudiera desprenderse de una contemplación rápida y carente de interés. Esto es debido a una economía creativa que se despliega en dos vertientes: una que somete el recurso compositivo a la mínima expresión (figuras que aparecen, objetos que son traídos hasta el plano de la mirada o escudos y emblemas como retracción histórica) pero que, luego de su conjunción unificada, soportan una nueva carga simbólica (aquí hayamos la imagen-símbolo como arbitraje definitorio entre lo representado y lo que llega hasta el espectador) y otra que remite a una utilización de la mancha como alimento creativo. Es esta última la que nos indica una supremacía sobre el signo, la línea, en lo que Walter Benjamin explicó como la mancha absoluta, verdad primigenia que permanece sobre la existencia lineal del dibujo. Así, el medio correspondiente a la pintura es descrito en tanto que la mancha en sentido estricto; pues la pintura es un medio, es una mancha, al no tener fondo ni línea de dibujo7.

Resulta que estas acuarelas están formadas básicamente de manchas, extensiones de color que, dentro de una inconexión aparente, componen escenas que dialogan con la historia, la tradición y el carácter distendido de la fiesta. El fondo queda diluido para remarcar la presencia de otros elementos que terminan por otorgar al conjunto el sig-nificado deseado. En esta cualidad se percibe, desde la afirmación del espectador que hace suya cada una de ellas, evidenciando la recepción del mensaje. Trajes populares, escenas taurinas, bailes, se convierten en transcursos dentro de un proceso mayor, como una simbiosis que acumula resonancias para dejar entrever la virtud del medio sobre la misma imagen. Además, se intercalan escudos, emblemas que determinan cierta genealogía avalada por la inclusión de otros elementos, ya sí propuestos por el autor, que intensifican la composición. Realmente se trata de una transformación de lo que se presenta desde la capacidad de su re-ubicación con diferenciadas pretensiones. Es decir, apreciamos una extraña reminiscencia duchampiana en el sentido de que los objetos traídos hasta el plano pictórico han sido previamente descontextualiza-dos, arrancados de su original presencia para dotarlos ahora de un nuevo significado, creando, incluso, la sensación de un ready made en imágenes. Esta connotación, ex-ponencialmente contemporánea, muestra la capacidad del autor para acercarnos hasta vertiente historicista del evento sin dejar de lado su interés por lo cercano como enlace contundente hacia el presente en el que desarrolla su trabajo.

En otro plano, interesante resulta la inclusión de pequeños textos re-tomados des-de soportes y medios ajenos al pictórico pero que explicitan una condición sustancial. El léxico de la obra se nutre del lenguaje como medio de expresión, convirtiéndose

ex-profeso y que, trazan una línea adyacente al trabajo que actualmente realiza su autor. No obstan-te, este hecho no repercute en su relación con el medio ni en su disposición hacia la configuración de espacios donde las preguntas sean el germen de la composición; ya sea desde la prominencia del camuflaje sobre la realidad del objeto, ya sea en su interiorización sobre la dinámica pictórica como medio de expresión.

7 BENJAMIN, Walter. Fragmentos estéticos. Obras. Libro II/Vol. 2. Edit. Abada. Madrid, 2009. Pág. 214.

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en una pequeña isla conceptual cuya memoria hunde sus raíces en las poéticas crea-tivas de los sesenta del siglo pasado, atestiguando esa renovación sintáctico-formal del proceso creativo y una articulación diferenciada de las dimensiones semánticas y pragmáticas en relación con la presencia de las formas. De hecho, se podría analizar estas acuarelas desde la perspectiva del valor cultual de los elementos que la integran, de aquellas imágenes que pueblan los planos como objetos que remiten a una produc-ción de visualidad que se incrementa con el paso del tiempo. De este modo, tendría razón de ser la consideración de la obra como signo intermediario entre su productor (creador-autor) y su consumidor (espectador).

En definitiva, estamos ante una serie de trabajos cuyo detonante es vinculante, una idea inicial se retroalimenta con la líneas que abre en cada derivación. José Medina Galeote, muestra en el Cartel anunciador de la Real Feria de Agosto de Antequera una capacidad de síntesis extraordinaria, respondiendo a las numerosas interrogantes que surgen desde la complicidad del proceso creativo. Luego, las acuarelas refrendan su condición de trabajador constante, acechador incansable desde su posicionamiento en la sociedad y en el arte, ejes que le confieren una enorme capacidad de re-interpreta-ción de lo que ocurre a su alrededor. Estos aspectos son comunes en su trayectoria, un viaje que inició hace muchos años, donde la experiencia ya diferencia su actitud, dejando entrever una personalidad creativa adaptada a su presente y con el pleno de-recho de promover la interpretación de su contexto vital.

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noticias y programaciÓn de actividades

Reunión extRaoRdinaRia del Pleno del instituto de academias de andalucía

El pasado día 8 de septiembre, se reunió en su sede oficial el Instituto de Acade-mias de Andalucía, en sesión extraordinaria con un único punto del día, estudiar las medidas a tomar ante la delicada situación económica por la que atraviesan las dis-tintas Academias andaluzas, acordándose emitir el comunicado de prensa que junto a estas líneas se reproduce.

Así mismo en el apartado de ruegos y preguntas el Presidente del Instituto d. Gon-zalo de Piedrola, planteó la necesidad de señalar lugar para la solemne apertura del curso académico, indicando que d. José María Rosales de Angulo de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada, había propuesto que este año fuera en la ciudad de Antequera, propuesta que apoya y presenta al pleno, quien da su conformi-dad, señalándose para el acto el día 26 de noviembre.

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COMUNICADO DE PRENSA.

INSTITUTO DE ACADEMIAS DE ANDALUCÍA. GRANADA.

El Pleno del Instituto de Academias de Andalucía, integrado por los Presidentes y Directores de

todas las Academias y Reales Academias de Andalucía, en sesión extraordinaria celebrada el

jueves día ocho de septiembre del año en curso, ha acordado solicitar, de forma urgente, una

reunión con el Presidente de la Junta de Andalucía, para darle a conocer la actual e importante

problemática que les afecta, dado que la Consejería competente no ha hecho efectivas las

cantidades que corresponden a dichas corporaciones, relativas al año 2011 y a partidas del

ejercicio anterior, pese a figurar en los Presupuestos oficiales.

Dicho impago e incumplimiento no sólo supone un colapso de la actividad normal de dichas

entidades, que incluso puede provocar el cierre de las Academias, sino también la inmediata

extinción del contrato laboral o el despido de sus trabajadores

Constituye la esencia y la razón de ser de las Academias andaluzas fomentar la labor

intelectual, profesional, científica y cultural y hacer progresar la sociedad del conocimiento,

elementos primordiales para la mejora y el avance de Andalucía.

Las veintisiete Academias y el Instituto en el que se integran confían en que de dicha reunión,

que debería celebrarse a la mayor brevedad posible, pueda salir una inmediata solución al

problema existente, abonándose las sumas adeudadas, imprescindibles aunque exiguas, que

garanticen la vida y el desarrollo de las Academias de Andalucía.

OFICINA DE COMUNICACIÓN.

Tomás de Villanueva de los Infantes Navarro-Aparicio.

INSTITUTO DE ACADEMIAS DE ANDALUCÍA. Plaza de Campo Verde 2, 4º Izqda.

Gonzalo Piédrola de Angulo. Presidente. Teléfono 650.560.026.

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FiRma de convenios

FecHa: 25/07/2011

El pasado mes de julio se firmó un convenio general de colaboración entre la Uni-versidad Internacional de Andalucía y la Real Academia de Nobles Artes de Antequera.

El pasado mes de julio se firmó un convenio general de colaboración entre la Uni-versidad Internacional de Andalucía y la Real Academia de Nobles Artes de Antequera.

El convenio se formalizó entre el Rector Magnífico de la referida Universidad d. Juan Manuel Suárez Japón y nuestro Presidente don Antonio Parejo Barranco.

El objeto del convenio es el establecer el entorno de referencia para la acción co-ordinada entre ambas instituciones, tanto sobre el intercambio de información, como las encaminadas a potenciar y desarrollar programas sobre temas de interés común.

FecHa: 22/09/2011

En la pasada semana se ha formalizado entre nuestra Real Academia y la Rectora de la Universidad de Málaga la firma de un convenio marco de colaboración.

La Universidad de Málaga y la Real Academia de Nobles Artes de Antequera sus-criben el presente Acuerdo para la consecución de fines comunes y la realización de actividades que redunden en beneficio mutuo y en el logro de sus respectivos obje-tivos, con especial referencia a las relacionadas con la investigación, el desarrollo, la innovación y la formación, especialmente en el cultivo y la difusión de las ciencias, las artes y las letras.

Las Modalidades de colaboración, serán:Ejecución de proyectos y programas conjuntos de investigación, desarrollo e inno-

vación, y formación a realizar en los Departamentos, Institutos Universitarios y Cen-tros de Investigación de la Universidad de Málaga y en las instalaciones de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera.

Prestación de servicios técnicos y de asesoramientos científicos en cuestiones rela-cionadas con las actividades de ambas entidades.

Cooperación en programas de formación de personal investigador y técnico, de empleados y de estudiantes (Programa de prácticas profesionales de alumnos en em-presas), así como de incorporación de investigadores a empresas (Programa Torres Quevedo).

Organización de actividades comunes relacionadas con la promoción social de la investigación, el desarrollo tecnológico, la innovación y las nuevas tecnologías.

Organización conjunta de cursos, seminarios, conferencias y jornadas científico- técnicas y de formación.

Intercambio de información y documentación sobre las actividades y materias que desarrollen ambas Instituciones, respetando siempre los intereses de terceros y actuan-

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do conforme a las previsiones establecidas en la legislación vigente.Intercambio de personal por tiempo limitado, cuando la índole del trabajo así lo

requiera.Utilización común del equipamiento y de los medios técnicos e instrumentales de

ambas partes, para el desarrollo de las actividades que lo requieran en aquellos proyec-tos que sean de interés mutuo y, si fuese necesario para la realización de estas activida-des, adquisición de equipamiento y medios, conforme al régimen que se establezca en los Convenios específicos o Contratos a que diera lugar el presente Convenio Marco.

Publicación de trabajos, en formato electrónico y/o en papel, de interés para la difusión, la formación y la innovación de las ciencias, las artes y las letras.

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JoRnadas sobRe aRcHivística, HeRencia documen-tal y bibliogRaFía en la eRa digital

Continúa desde el pasado día 20 de septiembre las Jornadas sobre Archivística, Herencia Documental y Bibliografía en la Era Digital. Las Jornadas tienen el objeto de profundizar en la difusión del patrimonio histórico, que debe adecuar su estructura a las nuevas tecnologías del siglo XXI ante los retos planteados por la Era Digital, con enfoques que incidirán específicamente en los archivos, las bibliotecas y las bases de datos. Organizado por esta Real Academia a través de su Seminario permanente de Ciencias Documentales e Historiográficas y el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Málaga, y con el patrocinio del Ámbito Cultural del Corte Inglés.

El calendario previsto será el siguiente:

sePtiembRe

Día 20 martes. Una mirada a los archivos empresariales y la historia económica de Andalucía. Mercedes Fernández Paradas Real Academia de Nobles Artes de Antequera

Día 27 martes. Las bases de datos en Internet: una fuente imprescindible para los estudiosos del Arte. Antonio Fernández Paradas. Perito tasador Obras de Arte

octubRe

Día 5 miércoles. Visita al Archivo Histórico Provincial de Málaga de los partici-pantes en las Jornadas de Archivística de 17 a 19 horas.

Día 11 martes. La Biblioteca Auxiliar del Archivo Municipal de Málaga. Mari Pepa Lara Directora del Archivo Municipal de Málaga.

Día 13 jueves. Los retos de los archivos andaluces en la Era Digital. Esther Cruces Blanco. Directora del Archivo Histórico Provincial de Málaga.

Día 25 martes. Aproximación a la figura del escribano público. Eva María Men-doza García. Universidad de Málaga.

noviembRe

Día 8 martes. Una orden de Caballería en el siglo XXI, un proyecto archivístico en la Real Maestranza de Caballería de Ronda. Francisco Rosales Martín. Real Maestranza de Caballería de Ronda.

Día 22 martes. El arte antequerano en el legado Tembury. María Sánchez García Camba. Directora Biblioteca Cánovas del Castillo.

diciembRe

Día 13 Martes. Una aproximación a los archivos familiares: El Archivo Ramos del Archivo Histórico Municipal de Antequera. Víctor Heredia Flores. Universidad de Málaga.

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