Bradshaw Gilliam - Ciudadano Del Imperio

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    Gilliam Bradshaw C i u d a d a n o d e l I mp e r i o 1

    William Bradshaw

    Ciudadano del ImperioTraduccin de Borja Folch

    Ttulo original: Render Unto Caesar

    Traduccin: Borja Folch

    1. edicin: febrero 20052003 by Gillian Bradshaw

    Ediciones B, S.A., 2005Bailn, 84 08009 Barcelona (Espaa)www.edicionesb.comPrinted in SpainISBN: 8466620303Depsito legal: M. 5882005

    Impreso por BROSMAC, S.L.Crta. Villaviciosa a Mstoles Km. 128670 VILLAVICIOSA DE ODON (Madrid)

    Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidasen las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita de los titulares del copyright, la reproduccin total oparcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, as comola distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamo pblicos.

    http://www.edicionesb.com/http://www.edicionesb.com/
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    Contraportada

    Ciudadano del Imperio

    ISBN: 846662435XAutor: Gilliam BradshawEditorial: Ediciones BEdicin: 2005

    Hermgenes, un comerciante romano originario de Alejandra decidepartir a la capital del Imperio con la intencin de cobrar una deudafamiliar. El deudor es Tario Rufo, un rico e influyente cnsul romano queno slo se negar a devolver el dinero al joven, sino que intentar acabar

    con ste en una emboscada. Hermgenes lograr salvar la vida gracias ala intervencin desinteresada de una exgladiadora de origen cntabro. Apesar de las amenazas de Rufo y el crculo de amistades de ste, el griegono cejar en su empeo de ver saldada la deuda, ya que sta provoc laruina de su familia. Su objetivo le llevar a recorrer las calles de laciudad, conocer gente de estratos sociales muy dispares y tener quesortear todo tipo de problemas en una Roma en que las luchas por elpoder estaban a la orden del da.

    Tomando a Hermgenes como referente, Gilliam Bradshaw describe las dificultades con que seencontraba todo aquel que en teora disfrutaba del estatus de ciudadano romano en un imperio en el que

    slo se consideraba as al nacido en Roma. Su rico retrato de la vida cotidiana en la Roma imperialconfirma la crtica elogiosa del The Philadelphia Inquirer, para el que la Historia cobra vida en lasexpertas manos de Bradshaw.

    GILLIAN BRADSHAWEstados Unidos (1956)Gillian Bradshaw es una de las escritoras de narrativa histrica ms

    importantes de Gran Bretaa. Licenciada en Literatura e Historia Clsica en laUniversidad de Cambridge, sus obras destacan por el riguroso trabajo dedocumentacin e investigacin que realiza antes de escribirlas. Destacan latriloga sobre Bizancio compuesta por Teodora, emperatriz de Bizancio, Elfaro de Alejandra que obtuvo un extraordinario xito de ventas en nuestropas y Prpura imperial, El heredero de Cleopatra y ahora El contador dearena. Ganadora del Premio Alex 2001, Gillian Bradshaw reside actualmente enInglaterra.

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    Hermgenes estaba casi dormido cuando el carruaje se detuvo.

    Haba alquilado el vehculo aquella maana en Ostia; era una carreta de cuatro ruedas con un toldo delona, tirada por una recua de cuatro mulas y conducida por un arriero con aspecto villanesco y una cicatrizde cuchillo en la mejilla. El vehculo tena un banco a cada costado: Hermgenes iba sentado en uno, losesclavos en el otro, y en medio llevaban el equipaje. El viaje, de casi cuatro horas, haba comenzado conun lento traqueteo a travs de la ciudad de Ostia y haba proseguido por una importante calzada. Alprincipio Hermgenes lo contemplaba todo con inquieta curiosidad: las calles y casas de Ostia, las huertasy los viedos de la llanura del Tber, los cipreses, las colinas azules a lo lejos... Pero haca un da ca-luroso, y las mulas avanzaban a un ritmo cansino por una va bien pavimentada. El ruido sordo y elbalanceo del carruaje resultaban soporferos y haca meses que Hermgenes no dorma bien. Poco a pocolo venci el aturdimiento.

    No obstante, cuando el movimiento ces, se incorpor de golpe y mir alrededor. Se haban detenido

    en el amplio patio de unas caballerizas y el conductor estaba atando las riendas a un poste. Al parecer sehallaban nuevamente rodeados de edificios, aunque Hermgenes estaba bastante seguro de no habercruzado la puerta de una ciudad y totalmente seguro de que aqul no era el lugar al que el arriero deballevarlos a cambio de lo que le haba pagado.

    Se inclin hacia delante.Por qu paramos? inquiri con brusquedad, y acto seguido se pregunt si haba hablado en buen

    latn. Acaso Por qu nos hemos parado? habra sonado mejor?El conductor sonri mostrando los renegridos trozos de dientes que le quedaban y se ape de la carreta

    de un salto. Con un amplio ademn seal un par de torres de piedra que se erguan ms adelante.sa es la puerta de Ostia dijo levantando la voz. Al parecer le costaba creer que un griego

    realmente comprendiera el latn a no ser que le gritaran. Hemos llegado. Roma. Fin de trayecto.

    Hermgenes ech un vistazo a las torres. Desde luego presentaban el aspecto de una puerta de ciudad,pero si alguna vez haban formado parte de una muralla, la ciudad se la haba tragado. Unas viviendasmiserables de adobe y unas casas an ms miserables se arracimaban a cada lado de la calzada,sumindola en sombras. La caballeriza donde se haban detenido era el edificio ms importante del lugar.Hermgenes se volvi de nuevo hacia el arriero con el ceo fruncido.

    Esto es la va Tusculana? pregunt, aunque dudaba mucho que lo fuese.El arriero neg con la cabeza.No. Esto es lo ms lejos que te puedo llevar, entiendes? No est permitido que circulen carros por

    la ciudad durante el da. Dijo esto ltimo muy despacio, como hablndole a un nio. Nada decarretas dio una palmada a su vehculo en la ciudad apunt a las torres con el dedo durante elda. Y seal el sol de junio que resplandeca justo pasado el medioda.

    Hermgenes lo contemplaba impasible.Hemos acordado que nos llevaras a m, a mis esclavos y mi equipaje hasta la va Tusculana.No, no! protest el arriero con otra sonrisa desdentada. Acordamos que te llevara a Roma, y

    he cumplido con lo pactado. El trfico rodado est prohibido en la ciudad durante el da, entiendes?Queda muy lejos la va Tusculana?El hombre se encogi de hombros.Deba de faltar un buen trecho, pues. Hermgenes dirigi la vista a la calzada que se adentraba en

    Roma. Estrecha y recubierta de barro y estircol en los que la gente se hunda hasta los tobillos. No habacarretas o carruajes a la vista, as que probablemente el hombre no menta respecto al trfico rodado; enlas grandes ciudades sola haber restricciones de trfico. Aun as se senta molesto. El conductor no se

    haba dignado mencionar este detalle en Ostia: en cambio haba asegurado que s, que conoca la vaTusculana y que s, que lo llevara hasta all. sa fue la razn por la que Hermgenes lo haba contratadoa l en vez de a uno de sus colegas.

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    Suspir. Menstor y Formin, los esclavos, lo observaban con inquietud: ninguno de los dos hablabauna palabra de latn.

    Dice que no puede llevarnos ms lejos les inform Hermgenes en griego, la lengua materna delos tres, que las carretas estn prohibidas en Roma durante el da. Lo ms probable es que tenga un

    acuerdo con esta caballeriza para ofrecer servicios de porteadores. Se volvi hacia el conductoresforzndose por pensar que, pese a todo, quiz se tratase de un malentendido. Cmo vamos a llegarhasta la va Tusculana? pregunt con educacin.

    Puedes contratar porteadores y una silla de manos aqu mismo. El arriero seal con un gestodescuidado la caballeriza. Te llevarn hasta el portal de la casa de vuestro amigo. Yo me encargo detodo, si quieres.

    Ya. Y tu tarifa est incluida en el precio que acordamos?El arriero fingi sorprenderse ante semejante idea. De repente la cicatriz de cuchillo se torn ms

    prominente.No, no, a ellos les pagas aparte, despus de pagarme a m.Hermgenes decidi que no convena forzar las cosas. El mulero tendra amigos por all, como los

    empleados de la caballeriza o cualquier colega arriero que anduviera por los alrededores. Sera una locuraarriesgar la vida y el equipaje en una reyerta por los honorarios de un porteador. Por otra parte,Hermgenes, que no estaba dispuesto a dejarse estafar ms de lo absolutamente imprescindible, se habaguardado mucho de ceder a las exigencias del arriero de que pagara por adelantado el precio total deltransporte.

    Muy bien dijo al arriero gentilmente. Tendras la amabilidad de conseguirme dos porteadores?El arriero sonri y ech a andar con aire arrogante hacia la cuadra. Hermgenes chasque los dedos.

    Menstor y Formin se aprestaron a levantar el arcn y bajarlo del carruaje. Hermgenes se ape de unsalto detrs de ellos y se volvi para sacar los dos canastos. Ahora al menos no haba peligro de que elmulero se marchase llevndose consigo el equipaje.

    Formin se restreg la mano que se haba golpeado al bajar el arcn de la carreta.

    No queremos llevar esto muy lejos protest, fijando con aversin la vista en el pesado arcn demadera y piel.

    Hermgenes asinti con la cabeza. Formin y Menstor seran capaces de acarrear el arcn en casonecesario, pero aquel barrio no pareca muy seguro y ms vala tener las manos libres para disuadir acualquier posible ladrn. El arcn contena documentos mercantiles de vital importancia adems de casitodos sus fondos para el viaje: no poda permitirse perderlo.

    Llevadlo a la caballeriza orden. Contratar unos porteadores.Un par de hombres que holgazaneaban delante de la cuadra los miraron esperanzados cuando se

    aproximaron. El arriero, no obstante, haba entrado en el edificio y estaba hablando con alguien justo alotro lado del umbral. No se trataba de un porteador, a juzgar por la calidad de su tnica roja; posiblementefuera el jefe de los mozos de cuadra. Como caba esperar, la caballeriza haba cerrado un trato con variosarrieros para que transportasen pasajeros fuera de la ciudad y con otros tantos porteadores para que losllevasen a sta. Hermgenes intent formarse un juicio sobre los esperanzados porteadores eventuales queaguardaban en el exterior: le parecieron fuertes y razonablemente presentables.

    Necesito porteadores anunci.El arriero se volvi sorprendido y sali a toda prisa de la caballeriza seguido por el otro hombre.

    Hermgenes les dirigi una sonrisa corts. El presunto jefe de mozos le correspondi con una sonrisaempalagosa.

    Seor dijo, haciendo caso omiso de los trabajadores eventuales, Galio me informa de quenecesitas porteadores y una silla de manos...

    Hermgenes enarc las cejas.

    No. Yo no he pedido una silla de manos. Slo porteadores para acarrear estas cosas de aqu hasta lacasa de Fiducio Crispo, en la va Tusculana.El mozo de cuadra sonri con suficiencia otra vez.

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    Hay una larga caminata hasta all, un par de millas, como mnimo, y un caballero como t...... Ya lleva demasiado tiempo sentado por hoy le cort Hermgenes con otra falsa sonrisa.

    Cunto me costarn dos porteadores hasta la va Tusculana?Dos sestercios respondi el mozo de cuadra con una mueca de reproche.

    Sin duda esperaba que le regatearan una suma tan exorbitante.Es demasiado dijo Hermgenes con toda calma. Mis esclavos llevarn el equipaje. Galio, aqutienes el resto de tus honorarios.

    Abri el monedero, extrajo dos pequeas monedas de bronce, se las entreg al arriero y luego sevolvi, indicndoles a Menstor y Formin con un chasquido de dedos que recogiesen el arcn.

    Seor... comenz a quejarse el mozo de cuadra, pero Galio lo interrumpi gritando indignado:Esto slo son dos sestercios!Hermgenes clav los ojos en l.Tu tarifa era de dos denarios. Te he pagado uno en Ostia y promet que te pagara el segundo cuando

    llegramos a nuestro destino. El coste de acarrear el equipaje hasta ese destino es de otros dos sestercios,al parecer, de modo que he restado esa suma de tus honorarios.

    El rostro del arriero se ensombreci, y la cicatriz volvi a destacarse.No me estafes, griegote! espet levantando la voz.Hermgenes repar en que Formin y Menstor depositaban el arcn de nuevo en el suelo y el mozo

    de cuadra los miraba con inquietud. Menstor, un ayuda de cmara y secretario de slo diecisiete aos, nole preocupaba mucho, pero Formin era harina de otro costal. Alto y moreno, con la nariz rota y la orejadeformada, su apariencia delataba su condicin de esbirro. Aquello no iba a acabar a golpes, sin embargo;Hermgenes estaba decidido a evitarlo.

    Estafarte? repiti, fingiendo sorpresa. No! En mi tierra, si un mulero acordara llevarme desdeCanope hasta mi casa cerca del puerto, no se le ocurrira cobrarme el trayecto completo si me dejara en lapuerta Canpica. En tal caso yo tendra derecho a restarle no slo la tarifa de los porteadores sino tambinuna cantidad por las molestias. Acaso en Roma hacis las cosas de modo muy distinto?

    Los dos trabajadores eventuales haban estado observando con suma atencin; al or este comentariorompieron a rer. El rostro del mulero se ensombreci an ms.

    El jefe de mozos intervino.Sin duda has malinterpretado algo, seor. Si conveniste un precio con Galio, debes pagrselo. En

    Roma siempre pagamos el precio acordado.Aun cuando no prestis el servicio pactado? le pregunt Hermgenes. En fin. Sabes?,

    tambin soy ciudadano romano, y tomo nota de lo que me dices. Aguard un momento para que asi-milaran la informacin que acababa de darles y luego sac otra moneda del monedero. Voy a repartir ladiferencia contigo propuso. Aqu tienes otro sestercio.

    La jugada sali bien: estafar a un ciudadano romano, sobre todo a uno acompaado por un esbirro deaspecto peligroso, implicaba un riesgo que no vala la pena correr por un sestercio. El arriero cogi sumoneda, escupi enrgicamente y se march echando pestes a atender a sus mulas. Hermgenes asinticortsmente al mozo de cuadra e hizo un ademn a Menstor y Formin para que levantasen el arcn.

    Uno de los trabajadores eventuales dio un paso al frente.Seor dijo con entusiasmo, Quinto y yo llevaremos tus cosas a la Tusculana por un sestercio.Al menos eso fue lo que a Hermgenes le pareci que deca.Hablaba con un acento tan marcado que costaba entenderlo.No debes contratar hombres de la calle! exclam el mozo de cuadra fulminndolos con la

    mirada.Tiene razn, as es como contrat a Galio contest Hermgenes esbozando una sonrisa. Y

    prometi llevarme hasta mi destino para luego dejarme tirado dos millas antes de llegar. Sin embargo,

    confo en que estos hombres sern ms honrados.Seor, seor, seor! Galio no te estaba estafando! Siendo t extranjero...S. Un griegote, segn l.

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    nueva ciudadana fue motivo de satisfaccin para l, pues le confera los mismos derechos y privilegiosde que gozaban los invasores, convirtindolo en su igual.

    Se haba preguntado, no obstante, si alguna vez ira a Roma. Y ahora, diez aos despus, all estaba.Caminando por fin por una calle de la ciudad que gobernaba el mundo, el lugar del que el fantasmagrico

    Marco Elio era ciudadano.Tampoco haba mucho que ver, al menos en aquella zona. Las calles permanecan tranquilas, algonormal en la mayor parte de las ciudades a primera hora de la tarde, y las pocas personas que se veandescansaban a la sombra. Los edificios eran altos pero de construccin precaria, y la calzada estabacubierta de estircol, desperdicios putrefactos y moscas. Por suerte no haba que pisar aquella inmundicia:una estrecha acera discurra a cada lado de la va pblica, y en las esquinas unas piedras permitan que lospeatones cruzaran sin ensuciarse los pies. Hermgenes repar en que haba excrementos de caballo ybuey entre las dems porqueras yse pregunt si Galio y el mozo de cuadra le haban mentido. No: amboshaban insistido en que estaba prohibido que los carruajes circulasen por la ciudad durante el da, lo queimplicaba que aquella regla se relajaba tras la puesta del sol. Caba suponer que las carretas recorran lascalles durante toda la noche para entregar mercancas a los mercados. Hermgenes ech un vistazo en

    torno a s fijndose en los endebles bloques de apartamentos y se pregunt si dormiran bien susmoradores.Son altos, eh? coment con orgullo el porteador que iba delante. La mayora de los extranjeros

    no da crdito a sus ojos al ver lo altas que son en Roma las insulae. Cerca del foro hay una de siete pisosde altura!

    Hermgenes neg con la cabeza. Siete pisos de altura sobre qu anchura de base? Aquellos edificiosdaban la impresin de que se desmoronaran si una carreta demasiado pesada pasaba cerca: los diosesasistieran a quienes se encontraran dentro si sobrevena un terremoto!

    El porteador interpret el gesto de Hermgenes como una expresin de asombro y se anim aproseguir:

    Los extranjeros tampoco se creen lo grande que es la ciudad declar. Con todo respeto, seor,

    cunto mide tu ciudad natal de una punta a la otra?Hermgenes se encogi de hombros.Tres o cuatro millas.El hombre pestae sorprendido.Vaya. Eso... es casi igual de grande. Mir de reojo a Hermgenes. No ser Alejandra?Hermgenes asinti con la cabeza.Dicen que tambin es una gran ciudad admiti el porteador.Resultaba grato que hasta aquel hombre ignorante estuviese al corriente de la grandeza de Alejandra,

    que supiera que rivalizaba con Roma. Hermgenes sonri.Me alegra contemplar la ciudad que la gobierna. Aunque no sea tan hermosa, agreg para sus

    adentros. Cmo te llamas, buen hombre?Gayo Rubrio Libo, seor respondi el porteador con presteza. l es mi hermano Quinto.El aludido sonri.Desconcertado, Hermgenes repiti los nombres mentalmente: tres nombres, todos netamente

    romanos. Acaso significaba que...?Sois ciudadanos? pregunt asombrado. Gayo Rubrio hizo una mueca.S, seor. Hijos de romanos, nacidos y criados en Roma.Hermgenes comprendi que no debera haberse sorprendido tanto. Obviamente, en la propia Roma

    habra ciudadanos romanos corrientes, ni ricos ni importantes. Le impresion, pese a todo, descubrir queacababa de contratar a dos ciudadanos romanos para que transportasen su equipaje. En Alejandra laciudadana romana era algo a lo que slo podan aspirar los ricos y poderosos. Se avergonz vagamente

    del modo en que haba alardeado de su propia ciudadana.No hay muchos como nosotros, hoy en da reconoci Gayo Rubrio. Actualmente, casi todos losdems hombres que acarrean cosas son libertos o hijos de libertos, cuando no esclavos, hijos de galos o,

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    los dioses los aborrezcan, sirios como ese cabrn de Helops. Escupi, repar en la expresin deperplejidad de Hermgenes y se explic: El tipo de la tnica roja, el jefe de cuadra en esa caballeriza.Exige a todos los cocheros que le entreguen los pasajes recaudados y cobra a los porteadores antes deasignarles un cliente. No permite que nadie aguarde en su patio a que aparezca alguien que necesite que lo

    lleven. Lo dicho: es un autntico cabrn.Lo pusiste en evidencia, seor terci Quinto Rubrio, riendo con picarda.Hermgenes se encogi de hombros, un tanto incmodo. No le pareca particularmente reprensible que

    un caballerizo proporcionara porteadores y sillas de mano a sus clientes aunque se llevase una comisin.Al menos as los clientes tendran a quin recurrir si los porteadores se largaban con sus pertenencias. lmismo habra estado ms que dispuesto a pagar un poco ms por esa tranquilidad de no haber quedadotan poco satisfecho con el servicio que le haba prestado el arriero. Volvi la vista atrs y se tranquiliz alcomprobar que Formin y Menstor le seguan de cerca con los ojos bien abiertos, sin cargas que losentorpecieran y listos para hacer frente a cualquier problema que se presentara. En realidad no habamotivos para temer que surgiera alguno: simplemente vala ms estar preparados.

    Mi desacuerdo ha sido con el arriero seal, devolviendo su atencin a los porteadores.

    Galio tambin es un sinvergenza le asegur Gayo Rubrio.Caminaron unos minutos en silencio. Ya haban cruzado la puerta de Ostia, y las casas de vecinos sealzaban en las colinas que flanqueaban la calzada, unas encima de otras, adormecidas bajo el sol de latarde. Bajo su espesa sombra la calle pareca ms estrecha y oscura. Algunas de las plantas bajas sehaban acondicionado como tiendas o figones pero a aquella hora del da estaban cerrados produciendo lasensacin de que la calle discurra entre tapias. En los callejones pavimentados con tierra quedesembocaban en la va principal las mujeres conversaban en voz baja mientras los nios jugaban entre labasura. Los perros ladraban y los bebs lloraban. El aire ola a alcantarilla.

    Una pandilla de muchachos los observ pasar, con ojos oscuros y huraos, desde la entrada de unavivienda de varios pisos. Uno de ellos grit algo, ininteligible, pero en un tono de burla inequvoco. Unhombre asomado a la ventana de otro edificio escupi; el esputo cay en la sucia acera a los pies de

    Hermgenes, que record con inquietud ciertas zonas del barrio alejandrino de Rhakotis. Dese nohaberse puesto su mejor toga aquella maana ni haberse sujetado la tnica con un alfiler de cobre. Habaquerido impresionar a los romanos ostentando su riqueza, pero jams habra atravesado a pie el barrio deRhakotis ataviado con lino de Escitpolis teido con un carsimo tinte de color azafrn y una tnica sujetacon un alfiler de oro. Aquello era como proclamar a los cuatro vientos: Soy un hombre rico!Robadme!, y all el corte de la toga no slo proclamaba Hombre rico! sino, peor an, Extranjerorico!. Inquieto, mir de nuevo a Menstor y Formin. Hasta sus sencillas tnicas limpias, de lino debuena calidad y, en el caso de Menstor, con los bordes festoneados habran resultado pocoaconsejables para deambular por el barrio de Rhakotis. Y desde luego saltaba a la vista su condicin deextranjero, eso no se poda ocultar. Formin era demasiado moreno, y la gracia juvenil y el color miel deMenstor, demasiado exticos.

    Estamos en una zona peligrosa de la ciudad? pregunt por fin.Muy peligrosa, no contest Gayo Rubrio en tono diplomtico. Ninguna zona de Roma es

    totalmente segura, claro est, pero las hay peores que sta. La Transtiberina, para empezar: nunca vayaspor ah despus del ocaso. La Subura tambin es mala, al igual que la va Apia ms all de la puerta deCapena. La va Apia en s no es demasiado peligrosa dentro de la ciudad. Las calles principales, por logeneral, son mejores que los callejones.

    Lo mismo que en Alejandra.Hermgenes experiment cierto alivio al constatar que transitaban por una calle principal.Casi toda la va Tusculana es una buena zona. La parte ms alta llega hasta la va Sacra, muy cerca

    del Palatino. La parte ms baja, hacia la puerta Celimontana, no es tan recomendable pero tampoco muy

    mala. Ms o menos como sta. A qu extremo nos dirigimos, seor?Hermgenes titube.Probablemente al mejor, pero no estoy seguro admiti. Es la primera vez que vengo a Roma.

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    Tendr que preguntar por la casa.Se trata de una casa? No es una insula?Una isla?, pens Hermgenes, y luego record que los bloques de apartamentos se llamaban

    insulae; Rubrio haba empleado aquel trmino poco antes.

    Creo que es una casa dijo con cautela. Crispo es un hombre de negocios como yo.Us el vocablo que Crispo siempre haba utilizado para referirse a s mismo: negotiator.Pues vamos al extremo de la va Sacra, entonces seal el porteador sin vacilar. De todos

    modos habra comenzado por all, dado que eres un caballero.Bueno, al menos la toga haba impresionado a alguien. Confiaba en que los porteadores lo hubiesen

    calado como un hombre que sabra recompensar generosamente la amabilidad y se esforzaban porcomplacerlo, con la esperanza de que les ofreciera ms trabajo en el futuro.

    Te est esperando tu amigo? pregunt Rubrio.S respondi Hermgenes enseguida, aunque no estaba seguro de que fuese verdad. Haba

    enviado una carta a Crispo antes de salir de Alejandra pero no haba modo de saber si ste la haba reci-bido y, por supuesto, aunque Crispo estuviese al tanto de su venida, los caprichos de los barcos y los

    vientos le impediran saber con exactitud cundo llegara su husped. Un forastero desorientado en unaciudad desconocida era un autntico reclamo para los ladrones, y Hermgenes no quera mostrarse msvulnerable de lo necesario, menos an con aquellos objetos de valor dentro de su arcn.

    Seguro que la casa est cerca de la va Sacra repiti Rubrio.Salieron de entre las colinas y, para alivio de Hermgenes, el aspecto del barrio mejor notablemente.

    Las tribunas descubiertas de madera y ladrillo de lo que, segn le inform Rubrio, era el Circo Mximola principal arena de Roma se encumbraban a su izquierda. A mano derecha, las casas de vecinoscedan el paso a bloques de apartamentos ms slidos con fachadas de revoque pintado para queparecieran de mrmol, entre los que haba alguna que otra casa particular. La calzada trazaba una curvahacia el final del Circo Mximo y desembocaba en una pequea plaza pblica. Ante ellos se ergua otracolina, esta vez cubierta de casas grandes en medio de hermosos jardines. El blanco del mrmol brillaba

    contra el verde del follaje.se es el Palatino dijo Gayo Rubrio, sealndolo con el mentn. Ah es donde viven el

    emperador y sus amigos cuando estn en la ciudad. La va Sacra lo atraviesa por el otro lado. Aqutermina la va Ostiensis, pero nosotros atajaremos por las calles secundarias. Ya no falta mucho.

    Tanto mejor murmur su hermano Quinto. Esto pesa lo suyo.El emperador no est en la ciudad actualmente? pregunt Hermgenes con inters levantando la

    vista hacia el Palatino.No contest Gayo con resignacin. Est en Occidente, y su amigo Agripa en Oriente. Este

    verano hay muy poca actividad. No se han celebrado juegos desde principios de mes, y el circo llevavaco an ms tiempo. Este aburrimiento me va a matar; me encantan los juegos. Pensaba que Tauroorganizara algunos juegos; me refiero al general Estatilio Tauro, que ahora es prefecto de la ciudad. A ltambin le encantan los juegos; por eso construy el gran anfiteatro del Campo de Marte. Pero todo estmuerto.

    Cruzaron la plaza, pasaron por delante de la entrada de aquel circo abandonado y doblaron a la derechapor una calle y luego a la izquierda, a los pies del Palatino. All los edificios se tornaban an msopulentos. Ahora los bloques de pisos tenan fachadas de mrmol autntico, no de imitacin, las porterasestaban decoradas con mosaicos y las contraventanas de las tiendas cerradas estaban pintadas de coloresvivos. Enfilaron otra calle que Rubrio dijo que era el principio de la va Apia: all ya no habaapartamentos, slo casas particulares, grandes y con fachadas de piedra pulimentada, puertas de robletallado y antorchas dispuestas en soportes ornamentales de hierro a lo largo de la calle. De vez en cuandolas columnas del prtico de una tienda o de un pequeo templo interrumpan el continuo de yeso y

    mrmol. Las aceras estaban barridas y hasta la calzada se vea ms limpia. El olor a alcantarilla haba sidosustituido por el de los fuegos de las cocinas, las hierbas aromticas y los adoquines calentados por el sol.Al otro lado del Palatino, tal como haba prometido Rubrio, llegaron a un cruce con otra va principal.

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    sta es la va Sacra les inform Gayo Rubrio, indicando a su izquierda la amplia avenidapavimentada de mrmol. Conduce hasta el foro. Y sa es la va Tusculana agreg moviendo hacia laderecha el brazo con el que sostena el canasto. Puedes comenzar a preguntar por la casa de tu amigo,seor.

    El primer hombre a quien Hermgenes abord, un aguador apostado en una esquina, nunca haba odohablar de Fiducio Crispo. Tuvieron que recorrer otras seis manzanas por la va Tusculana hasta un puntodonde las casas, mucho menos esplndidas, volvan a alternarse con insulae antes de encontrar a alguienque supiera dnde quedaba su casa.

    Crispo el prestamista dijo la anciana con una mueca. A mano derecha, tres manzanas ms alnorte. Una casa grande con la puerta adornada con tachones de hierro y soportes para antorchas en formade delfn. Pero si ests pensando en pedir un prstamo, pinsatelo dos veces. Siempre es mejor vender quetomar prestado.

    Hermgenes le dio las gracias y se puso en marcha. Gayo Rubrio lo sigui ms despacio, frunciendo elceo.

    Un prestamista, seor? Aquella palabra, faenerator, era mucho menos respetable que el

    negotiatorque haba empleado Hermgenes.ste se encogi de hombros y aminor el paso para caminar junto al porteador.Presta dinero con intereses. Igual que yo. Grandes cantidades, por lo general, a bajo inters y slo a

    quienes pueden pagarme. No presto sumas pequeas a hombres pobres a un inters abusivo ni lasrecupero por medio de la violencia.

    Ah dijo Rubrio. Su expresin, sin embargo, denotaba cierto escepticismo. Los prestamistas eranhombres crueles y de dudosa reputacin.

    Hermgenes suspir preguntndose si deba insistir en el tema o dejarlo correr. Opt por lo primero.Gayo y Quinto Rubrio parecan razonablemente honestos y serviciales y con toda seguridad conocanbien la ciudad: quiz los contratara de nuevo, de modo que le interesaba granjearse su buena voluntad.

    No siempre es mejor vender que pedir un prstamo asever sin levantar la voz. Qu haras si

    se te rompiera la silla de enanos y no tuvieras ahorrado lo suficiente para comprar otra?Los dioses conjuren el mal agero! exclam Rubrio.Te limitaras a acarrear bultos a hombros hasta que reunieses lo suficiente para costearte una nueva

    silla? prosigui Hermgenes.Me deslomara intentando comprar una silla de esa manera contest Quinto Rubrio con desdn.

    Trajinando costales no gana uno ni la mitad de lo que saca con una silla.Entonces venderas las joyas de tu esposa o tus togas de invierno para pagarla?Rubrio neg con la cabeza.No merecera la pena darle ese disgusto a mi esposa, y si vendiera la toga tendra que comprar otra o

    pasar fro todo el invierno. Las togas nuevas cuestan mucho ms de lo que me daran por la vieja. Llevasrazn, seor, al pensar que Quinto y yo pediramos el prstamo.

    Y el hombre que os prestara el dinero os estara prestando un servicio del que os beneficiarais. Sifuese un hombre deshonesto que concediese prstamos a quienes no pudieran pagarle para luego enviar alos alguaciles a arrebatarle sus bienes o sus hijos cuando estuvieran abrumados por las deudas, haras bienen despreciarlo, pero si fuese un hombre honrado, ajeno a estas prcticas, por qu ibas a pensar mal del? Transportar equipajes tambin es un servicio til. Algunos porteadores roban a sus clientes oestropean o pierden sus pertenencias. Debera yo despreciarte por culpa de ellos?

    Quinto Rubrio guard silencio por unos instantes y luego solt una carcajada.Los griegos sois capaces de demostrar que el negro es blanco!Slo intento explicarte que prestar dinero es un negocio honrado aunque algunos prestamistas sean

    unos bribones. Gayo Rubrio lo mir de reojo.

    Pero t no concedes crditos para sillas de manos, verdad seor?Hermgenes sonri.Por lo general, no. Casi todo mi dinero, como el de mi amigo Tito Fiducio Crispo, est invertido en

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    barcos. Construir y equipar barcos mercantes resulta costoso, y las naves corren grandes riesgos al surcarlos mares. Lo habitual es repartir los gastos entre un grupo de inversores que pueden obtener pingesganancias si el viaje se lleva a buen trmino o perder dinero si fracasa: en ambos casos el comercio salebeneficiado. Tanto Tito Fiducio como yo hemos invertido tambin en la construccin y en algunos

    crditos a individuos particulares. Pero ni l ni yo somos propiamente prestamistas. Cuando un hombrepresta grandes sumas, se le considera un hombre de negocios. Estoy de acuerdo, no obstante, en que elprincipio es el mismo. Cobramos por el uso de nuestro dinero tal como vosotros cobris por el uso devuestra silla.

    Gayo Rubrio baj la vista. Cambi de posicin las prtigas que sostena sobre los hombros, y unasonrisa se dibuj en sus labios. Hermgenes, tras observar aquel gesto, concluy que el porteador noestaba convencido de que prestar dinero fuese un negocio honrado pero lo halagaba que un griego rico seesforzase por congraciarse con l. Hermgenes suspir: ms le habra valido mantener la boca cerrada.No se le daba bien preservar su dignidad.

    Por otra parte, a juzgar por cuanto haba visto, los romanos tampoco atribuan mucha dignidad a losgriegos, ni siquiera en las mejores circunstancias. Para ellos, la dignidad, segn le haban dado a entender,

    era un atributo estrictamente romano; la cualidad propia de los griegos era la astucia. Llamaba la atencinel modo en que siempre se maravillaban de la inteligencia griega al tiempo que hablaban de ella como sifuese algo inherentemente deshonesto: Los griegos sois capaces de demostrar que el negro es blanco!En realidad, si les preguntabas acerca de sus comerciantes, mercaderes y polticos no dudaban entacharlos de ladrones y mentirosos; asimismo, se mostraban dispuestos a reconocer que tal o cualbanquero o capitn de navo griego era un hombre cabal, pero de un modo u otro esto nunca haca mellaen su convencimiento de que los romanos eran honrados y los griegos no.

    Se haba topado con muchos mercaderes romanos que sostenan esta opinin. Supuso que no debasorprenderlo que dichos prejuicios se extendiesen hasta las capas ms bajas de la sociedad romana.

    Es sta la casa de tu amigo? pregunt Quinto Rubrio.Lo era, sin duda; se trataba de la nica casa en una manzana de insulae. Era una vivienda grande y

    hermosa con sendos antorcheros de hierro en forma de delfn a los lados de la doble puerta tachonada.Gayo y Quinto Rubrio dejaron la silla de manos con el equipaje delante de la puerta y Gayo llam a sta.Menstor sali corriendo de su puesto a la cola de la comitiva y apart al porteador. Tratar con losesclavos de los socios de su amo era tarea suya, y siempre se mostraba muy celoso de su deber. Golpecon fuerza el roble claveteado.

    Tras un largo silencio se abri una ventana de la portera por la que asom un rostro horroroso, unamscara blanca y brillante de tejido cicatricial en la que unos ojos rojos miraban con suspicacia. Carecade pelo y tena las orejas reducidas a muones. Un incendio, pens Hermgenes intentando sobreponerseal horror: el pobre hombre se haba quemado en un incendio.

    Qu queris? gru con recelo el portero.Menstor titube por un instante antes de preguntar esperanzado:Hablas griego?El portero se limit a pestaear. Hermgenes suspir y dio un paso al frente; resultaba indecoroso

    negociar con los esclavos de Crispo en persona, pero al parecer no le quedaba otro remedio.Es sta la casa de Tito Fiducio Crispo? pregunt en tono corts.El portero parpade de nuevo.S asinti, pero el amo no est. Vuelve maana por la maana.Me ha invitado a alojarme aqu durante un tiempo. Debe de estar aguardando mi llegada. Soy Marco

    Elio Hermgenes, de Alejandra.A m no me ha dicho que esperase a nadie objet el portero.Hermgenes pugn por reprimir el enojo y el bochorno que se estaban apoderando de l. Las cartas se

    extraviaban con facilidad, y a menudo las instrucciones de un amo no llegaban a la persona responsablede cumplirlas y ni lo uno ni lo otro era culpa de un simple portero.Tu amo me ha invitado repiti con serenidad y creo que me est esperando. Si ha salido,

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    puedes comprobar si ha dejado instrucciones con respecto a m?El portero clav en l la vista, pestaeando.Marco Elio Hermcrates de Alejandra, has dicho?Hermgenes!

    El portero gru y desapareci cerrando la ventana tras s. Todos permanecieron callados hasta que seoy una risita de Quinto Rubrio.El joven Menstor se puso muy rojo y fulmin al porteador con la mirada antes de volverse hacia su

    amo, irritado pero con expresin de disculpa.Lo siento, seor murmur. No he debido permitir que trataras con un monstruo como se. Ha

    sido grosero, verdad?No repuso Hermgenes para tranquilizar al muchacho, slo brusco a su manera. Ha dicho que

    su amo est fuera y que nadie le ha avisado de nuestra llegada. Tendra que haber enviado una carta desdeOstia ayer.

    Ya haba cado la tarde cuando desembarcaron el da anterior; no haba querido vagar por las calles ytabernas en busca de alguien dispuesto a llevar la misiva durante la noche, pues probablemente no habra

    encontrado a nadie, pero aun as habra sido conveniente que intentase informar de su llegada.Yo tendra que haber aprendido latn se lament Menstor.Hemos estado muy ocupados dijo Hermgenes para consolarlo. Advirti que Gayo Rubrio los

    observaba con aire divertido. Como ves, hay cierta confusin le coment al hombre en latn. Encaso de que mi amigo haya olvidado dejar instrucciones para mi recibimiento, sabras de alguna posadacercana donde pudiramos...?

    Mi querido Hermgenes!Hermgenes se volvi hacia la puerta y ante s vio el rostro sudoroso y sonrosado de Fiducio Crispo,

    que le sonrea desde la ventana de la portera.Tito Fiducio dijo Hermgenes con formalidad, te saludo!Y yo a ti, querido colega! respondi Crispo. Se apart de la ventana y espet: Perro! Qu

    haces ah plantado? Hazlo pasar!Un cerrojo chirri al otro lado de la puerta y acto seguido se abri uno de los batientes de roble

    tachonado. El portero del rostro surcado de cicatrices empuj el otro y se hizo a un lado. Crispo aparecien el umbral: un hombre gordo que frisaba los cincuenta aos, con una tnica arrugada sin cinturn,descalzo y sin toga, tomo si acabara de despertarse. Tendi ambas manos hacia la que Hermgenes leofreca yla estrech entre sus palmas rollizas yhmedas.

    Qu alegra verte aqu, en Roma! exclam sin dejar de sonrer. Pasa, pasa; bienvenido a micasa!

    Gracias contest Hermgenes sonriendo a su vez. Logr liberar su mano y agreg: Antes debopagar a los porteadores...

    Permite que lo haga yo! lo cort Crispo.Hermgenes neg con la cabeza y se volvi hacia los hermanos Rubrio, que acababan de descargar el

    arcn de la silla de manos. Extrajo dos sestercios de su monedero y entreg uno a cada hombre. La carade asombro de los porteadores dio paso a una de agradecimiento.

    Gracias por vuestra ayuda les dijo Hermgenes. Parece que conocis bien la ciudad. Si desearacontrataros de nuevo, dnde debo buscaros?

    Gracias a ti, seor se aprest a responder Gayo Rubrio con una sonrisa de oreja a oreja. Puedesmandarnos aviso al mercado de ganado, a los pies del puente Emilio. Vendremos a recogerte aqu cuandot dispongas, salvo si estamos realizando otro encargo. Cobramos un denario y medio al da, seor, sinecesitas la silla por ms tiempo. Medio denario a partir del medioda.

    Pues tal vez os mande llamar cuando sepa mejor cmo voy a organizar mis asuntos aqu, en Roma.

    Salud para ambos.Salud para ti, seor! respondieron los Rubrio a coro y echaron a andar calle abajo sosteniendoentre ambos la silla colgada de una sola prtiga.

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    Crispo chasc la lengua en seal de desaprobacin.No deberas ser tan corts con chusma como sa aleccion a su husped. As despiertas su

    codicia. Por cierto, les has pagado ms de la cuenta.Lo s contest Hermgenes. En una ciudad desconocida, procuro ganarme la lealtad de quienes

    pueden prestarme una ayuda valiosa. Adems, dijo para sus adentros, ha merecido la pena pagar unpoco ms para que un par de ciudadanos romanos cargaran con mi equipaje.Crispo solt una risotada.Ayuda valiosa? Un par de miserables porteadores? Si necesitas una litera, amigo mo, pongo la

    ma a tu disposicin. Pero pasa, pasa! Son tuyos estos hombres?Son mis esclavos corrobor Hermgenes. El joven Menstor es mi ayuda de cmara y

    secretario.Hizo chasquear los dedos para que recogieran el equipaje.Perro! grit Crispo al portero de las cicatrices. Tengo que indicrtelo todo? chales una

    mano!El portero se acerc en silencio al bal de viaje y lo asi por un extremo. Hermgenes cay en la

    cuenta de que Crispo lo haba llamado perro en griego pese a que el resto de la conversacin se habadesarrollado en latn.Habla griego tu portero? pregunt confundido. El pobre hombre no haba dado muestras de

    entender a Menstor.Crispo ri tontamente y neg con la cabeza.Ni una palabra. Pero pongo nombres griegos a todos mis esclavos; es la moda. El suyo es Kyon.

    Se le escap otra risita. Buen nombre para un portero, no te parece?Hermgenes procur que su rostro no revelara sus sentimientos. La moda de aplicar sobrenombres a

    los esclavos le resultaba repulsiva, y ver a uno obligado a responder al mote de Perro le revolvi lasentraas. Tampoco le gust demasiado pensar que estuviera en boga poner apodos en griego a losesclavos.

    Su intento de ocultar sus emociones obviamente no surti efecto, puesto que Crispo exclam:Ay, qu cosa! Ests ofendido. Te aseguro que esta moda de los nombres griegos slo se debe a que

    admiramos mucho la cultura griega, no a que... Evidentemente, no pensamos que los griegos seanserviles por naturaleza!

    Hermgenes se oblig a sonrer en actitud comprensiva. Comenz a dudar si alojarse en casa de Crisposera conveniente. Le haba parecido la opcin ms lgica: Crispo era un antiguo socio de su padre, al finy al cabo, y haba sido su husped en Alejandra en varias ocasiones. Siempre se haba manifestadodeseoso de devolver el favor. Estaba bien visto alojarse en casa de amigos si tenas alguno; se considerabamucho ms digno que hospedarse en una pesada... Sin embargo, ahora que estaba all, comenzaba arecordar que en realidad nunca le haba cado muy bien Fiducio Crispo.

    Era demasiado tarde para hacer algo al respecto. Adems, necesitaba consejo, y Crispo podra drselo.Sigui a su anfitrin al interior de la casa.

    La puerta de la calle se abra a un amplio zagun decorado con un mural de mosaico que representabaa un perro ladrando; la portera era una pequea celda situada a la derecha. Pasada la entrada se llegaba aun atrio abovedado con un estanque en el medio que recoga el agua de lluvia procedente del impluviocircular. El pasadizo abovedado del otro lado conduca a un pequeo patio con un huerto.

    Un hombre de aspecto preocupado que deba de tener la edad de Hermgenes, aproximadamente, llega toda prisa por el corredor abovedado. Llevaba una tnica de lino basto blanqueado y un grueso cinturnde piel al que haba sujeto un azote corto de cuero. Salud a Crispo con una reverencia, y sus ojos decolor azul claro lanzaron una mirada inquieta a Hermgenes.

    Estn preparando las Habitaciones del Nilo, amo inform a Crispo con un susurro ronco. Su voz

    sonaba tan forzada que Hermgenes se pregunt si le ocurrira algo malo. Y he dispuesto que llevenvino al comedor.Crispo asinti con la cabeza.

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    Algo es algo. Sonri a Hermgenes. Les orden a mis esclavos que acondicionaran unahabitacin para ti en cuanto recib tu carta pero, como era de esperar, los muy perezosos no hicieron nadaen su debido momento y ahora no est lista. Ven, vayamos a beber algo mientras hacen lo que tendranque haber hecho hace das. Estntor, lleva a los esclavos de mi amigo y su equipaje a sus aposentos.

    Estntor pens Hermgenes contemplando incrdulo al hombre de la voz cascada. Lleva elnombre que Homero puso al heraldo ronco de su Ilada.Estntor indic a Menstor y Formin con un gesto que levantasen de nuevo el arcn; ambos fijaron la

    vista sobresaltados en Hermgenes. El semblante de Menstor presentaba un matiz de pnico.Hermgenes no se extra: la perspectiva de ser conducido al interior de una casa desconocida por unhombre con un azote bastara para asustar a cualquier esclavo y, para colmo, el joven Menstor noentenda una sola palabra de lo que aquella voz cascada le deca. Hermgenes le toc el brazo.

    Estn preparando mis habitaciones explic en griego. Este hombre os ensear dnde debisdejar el equipaje. Voy a preguntar si...

    Ay, claro! exclam Crispo. Debera habroslo dicho, verdad? Estntor es mi mayordomo. Sinecesitis cualquier cosa durante vuestra estancia, peddsela a l.

    El mayordomo pestae con cara de preocupacin. Hermgenes le sonri de un modo que esperresultara tranquilizador.Estntor dijo, stos son mis apreciados asistentes, Menstor y Formin. Estn cansados y

    sedientos despus del viaje, y te agradecer que te asegures de que sean bien atendidos. Por desgracia,ninguno de ellos habla latn.

    Yo s un poco de griego, seor asegur el mayordomo. No caba la menor duda: haba algo raroen su voz, al igual que algunos otros miembros del servicio. Nuestro amo es un hombre muy culto,aunque seguro que eso lo sabes mejor que yo. Acto seguido, se dirigi a Menstor en un griegorudimentario y con acento marcado, pero ms que aceptable: Llevad las cosas a la habitacin devuestro amo y luego os dar de beber.

    Moderacin record Hermgenes a Formin. El corpulento guardaespaldas, gran aficionado a la

    bebida, puso los ojos en blanco y asinti con la cabeza.Los esclavos siguieron a Estntor por el pasadizo abovedado y torcieron a la izquierda. Hermgenes se

    dej guiar por Crispo a travs del mismo pasillo y hacia la derecha hasta una gran estancia quecomunicaba con el patio. Estaba decorada con paneles de un rojo estridente sobre los que resaltaban unosmedallones con imgenes de animales exticos: elefantes, tigres y jirafas. Una nia y un muchacho seafanaban colocando copas y tazones en el aparador y ambos se volvieron e hicieron una reverenciacuando entraron los dos hombres. Crispo se dej caer en el ms cercano de los tres triclinios y apoy lospies sobre la tapicera roja de piel. Hermgenes se sent con cautela en el siguiente. Ech un vistazo a sussandalias: estaban sucias. La nia acudi con presteza, se las desabroch y le limpi los pies con unatoalla hmeda. El muchacho se aproxim con una jarra y dos copas rojas de cermica arretina, peroCrispo lo detuvo con un gesto antes de que sirviera la bebida.

    Qu vino es? inquiri.De la Sabina, amo contest el muchacho con voz temblorosa. Mezclado a partes iguales con

    agua, tal como ha dicho Estntor.Aj! Crispo asinti con la cabeza en seal de aprobacin. Muy bien! Una de nuestras

    cosechas italianas, Hermgenes; espero que te guste. Vamos, jacinto, srvele!Por favor, no lo deseo tan fuerte dijo Hermgenes apresuradamente. He venido a pie desde la

    puerta de Ostia y lo preferira con ms agua.El muchacho llen la copa del husped hasta la mitad antes de atender a su amo. La nia corri al

    aparador, solt la toalla y regres con una segunda jarra que contena agua fra, que escanci en el clizdel husped hasta el borde.

    A tu salud! brind Hermgenes y entrechoc su copa con la de Crispo.El vino era tinto, spero y ms bien cido, aunque resultaba deliciosamente refrescante despus delcaluroso trayecto en carro y la caminata a travs de la ciudad. Hermgenes apur su copa y el muchacho

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    se la rellen de inmediato. Hermgenes se pregunt si al chico le gustaba que le llamaran jacinto. El mitodel hermoso muchacho amado por el dios Apolo era invocado a menudo por poetas pederastas por lo quecon toda seguridad los dems muchachos reaccionaran ante aquel sobrenombre con risas burlonas decomplicidad. Entonces record que a Crispo le gustaban los muchachos: durante una de sus visitas haba

    surgido un problema a raz de que se encaprichara de uno en el mercado. Jacinto sin duda conocera desobra las implicaciones de su apodo.Has venido a pie desde la puerta de Ostia? pregunt Crispo en tono jovial. Ni siquiera has

    usado esa silla de manos que tan generosamente has pagado?La he alquilado para el equipaje. La verdad es que no tena intencin de venir andando, Crispo.

    Haba previsto recorrer todo el camino en carruaje pero... se encogi de hombros con una sonrisareprobatoria no saba que los carruajes tenan prohibida la entrada en Roma.

    Llmame Tito ofreci Crispo. Es cierto, es tu primera visita, verdad? Me complace que por finme brindes la oportunidad de corresponder con mi hospitalidad a las atenciones que t y tu padre mehabis dispensado. Hizo una pausa y agreg con gravedad: Me apen mucho enterarme de la muertede tu padre. Rezo para que la tierra te sea leve.

    Hermgenes agach la cabeza. La primera vez que alguien haba rezado para que la tierra fuese levesobre la tumba de su padre haba gritado furioso: Cmo as? Se ahog en el mar! Entonces loembargaba un dolor muy reciente, desgarrador e implacable. Se le antojaba imposible que el padre que lohaba educado hubiese desaparecido de su vida de un modo tan sbito y radical. En ocasiones se habadespertado convencido de que se trataba de una equivocacin, de que el barco de su padre no habanaufragado sino que sencillamente haba perdido el rumbo y no tardara en retornar a casa. Sin embargo,ya haba transcurrido ms de medio ao, y Hermgenes saba que Filemn nunca regresara de las pro-fundas aguas. Haba aprendido a disimular su dolor, a ponerse una mscara de cortesa para ocultar larabia que lo consuma. Incluso haba aprendido a aceptar con dignidad las expresiones de condolencia.

    Y dime, eres su nico heredero? prosigui Crispo. Sin duda supuso un consuelo para l saberque dejaba sus asuntos en buenas manos.

    Hermgenes tom otro sorbo de vino y murmur que las amables palabras de Crispo lo halagaban.Bah, no lo digo por amabilidad! protest el romano. Para m sera reconfortante, te lo aseguro,

    si tuviese un hijo competente que heredara el fruto de mi duro trabajo en vez de un sobrino que no valenada. Bebi un poco de vino y continu: Adems, hoy en da es fcil que un hombre soltero se sientacomo un traidor al Estado. A todos nos han enseado que nuestro deber es casarnos y engendrar romanos.Has odo hablar de las leyes julianas?

    En efecto, Hermgenes estaba al corriente de las nuevas leyes que fomentaban el matrimonio ypenalizaban el adulterio.

    Ests pensando en casarte a causa de ellas? inquiri divertido. Record vvidamente que Crispole haba dicho una vez que el matrimonio era una trampa para esclavizar a los hombres y que cualquiervarn de espritu templado deba dar gracias a los dioses si escapaba a l. Le haba largado este discursocon el propsito de consolar a Hermgenes despus de que su esposa muriera (le parto, y a ste no lehaba hecho demasiada gracia.

    Crispo solt un profundo suspiro y baj la vista hacia el vino.Pienso en ello. Y luego lo repienso. Cmo podra vivir sin muchachos o soportar las

    recriminaciones de una esposa por tenerlos? Y qu hay de ti? Has vuelto a casarte?Hermgenes reprimi una mueca de indignacin. Ya estaba harto de que todos los socios de su padre

    insistieran en el tema de un segundo matrimonio. Al menos Crispo, por fortuna, no tena una hija.Todava no contest con suavidad.Pues deberas. Engendrar un heredero. Tu primera esposa no te dio hijos, verdad?Me dio una hija.

    Crispo rest importancia a la descendencia de gnero femenino con un ademn desdeoso y de sbitose irgui con una expresin de alarma fingida. Dioses y diosas, lo haba olvidado! No debera habermencionado que estaba contemplando la posibilidad de casarme. Todo hombre con una hija anda a la caza

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    de un buen partido.Hermgenes pens en su hija, quien le haba comunicado su intencin de ser acrbata de mayor

    (Con un traje de cuero rojo y adornos de oro!), que siempre se meta en los en la escuela pormancharse la ropa y cuya luminosa sonrisa era capaz de persuadir a su respetable padre a acometer

    hazaas como trepar la tapia del jardn y colarse en el cobertizo del vecino para ver una camada degatitos. Mir a aquel hombre obeso que sudaba tendido en su triclinio tapizado de rojo y pens: Antes temato.

    Slo tiene diez aos, Cris... Tito repuso, sonriente. An no he comenzado a buscarle marido.Adems, seguro que encontrars una buena esposa aqu en Roma si es que decides que quieres una.Cmo van los negocios?

    Crispo le refiri de forma pormenorizada la marcha de sus actividades relacionadas con un nuevosindicato naviero y con la construccin de edificios en Roma. Hermgenes escuch con atencin,tomando nota mentalmente de detalles que quiz le resultaran de utilidad ms adelante. Finalmente elanfitrin agot el tema y, al reparar en que su copa de vino estaba vaca, dio un chasquido con los dedospara llamar la atencin del escanciador.

    Y t qu cuentas? pregunt mientras jacinto se la volva a llenar. En tu carta decas que tenasnegocios importantes que atender en Roma, pero no aclarabas de qu se trataba.Hermgenes rehus que le sirviesen ms vino. Negocios importantes. Lo invadi cierta

    incomodidad, pues era consciente de que el poderoso impulso que lo haba empujado a abandonar suhogar y a su familia para viajar a Roma tena muy poco que ver con los negocios. Bien, desde luego habadinero en juego, pero no era eso lo que le importaba. No deseaba reconocer ante Tito Fiducio que lo queen realidad esperaba encontrar en Roma era una cosa tan escurridiza como poco prctica: justicia. Acualquier hombre de negocios esta pretensin le parecera sospechosa y perturbadora. La justicia solaacabar por salir ms cara que la transaccin comercial ms desventajosa.

    He venido como administrador a cobrar una deuda que venci hace tiempo declar con unasonrisa, como si el asunto no revistiera la menor importancia. Te agradecer cualquier consejo sobre

    cmo manejar el asunto.Crispo ri.A quin quieres embargarle los muebles?No quiero embargar nada. El deudor es un hombre acaudalado y poderoso. Quiero que me asesores

    sobre cmo planterselo con diplomacia.Quin es?Lucio Tario Rufo.En Alejandra haba escrito una vez ese nombre en una tablilla de cera, y luego lo haba tachado

    apretando tanto con el estilo que haba arrancado toda la cera y rayado la madera que haba debajo. Lecomplaci ser capaz de pronunciarlo ahora con tan desenvuelta calma.

    Crispo se irgui y lo mir asombrado.El general? Por Jpiter! Pero si es cnsul!De veras? pregunt Hermgenes sorprendido. Tena entendido que los cnsules de este ao

    eran... Rememor la fecha de su contrato romano ms reciente. Acordado durante el consulado de...... Domicio Ahenobarbo y Cornelio Escipin.

    Tario Rufo sustituy a Escipin a principios de mes explic Crispo. Ocurre con frecuencia hoyen da. A los nobles les corresponde el consulado por nacimiento; los hombres nuevos, en cambio,piensan que lo han ganado por mritos propios y terminan teniendo que compartirlo. La sangre azul deEscipin sin duda hirvi al verse obligado a ceder su puesto a un agricultor de Picenum, pero aun as lohizo. Rufo es amigo del emperador, y Augusto le confi el mando del ejrcito del Danubio. Nadie discutecon un hombre como l. Se levant, se dirigi con su copa hacia el aparador y se volvi, sin haberla

    llenado. No me extraa que quieras proceder con tacto. Te debe dinero? Ignoraba que tuviera interesesen Egipto.Hermgenes removi el vino en su copa medio vaca.

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    Porque no los tiene, al menos hasta donde yo s. Sin embargo, hace doce aos era procnsul deChipre, una isla que, como bien sabes, siempre ha mantenido estrechos vnculos con Egipto puesto queantao perteneca a los reyes. La hermana de mi padre se cas con un destacado negociante de all, unhombre llamado Nicmaco, s, el del sindicato naviero! Rufo le pidi un crdito de medio milln de

    sestercios al cinco por ciento anual.Firm un contrato?Hermgenes asinti con la cabeza.Lo firmaron y lo sellaron ante testigos. De hecho, durante los primeros cinco aos siguientes a la

    concesin del prstamo, Rufo efectu pagos con regularidad, todos los intereses anuales y cien mil delcapital. Luego, de repente, los pagos cesaron. Por aquel entonces l estaba en Iliria con el ejrcito delDanubio y al principio Nicmaco supuso que simplemente haba olvidado autorizar a su agente en Romapara que realizara el envo de dinero. Ahora bien, cuando reclam slo obtuvo otros cuarenta mil de losintereses. El impago comenz a afectar a sus propios negocios, por lo que exigi con ms urgencia sudinero, pero slo recibi amenazas del secretario de Rufo y ninguna respuesta de l en persona, ni si-quiera despus de que regresase a Roma del Danubio. El otoo pasado Nicmaco muri, dejando su

    patrimonio y sus cuantiosas deudas a su heredero: mi padre. Hermgenes bebi un sorbo de vino y seenjuag la boca con l. Los acreedores de Nicmaco amenazaban con embargar su casa y dejar en lacalle a su esposa, la hermana de mi padre, de modo que mi padre decidi viajar a Chipre para resolver enpersona el asunto pese a que ya faltaba poco para que acabara el ao. Se oblig a beber otro trago devino y consigui proseguir con una voz ms o menos normal: Nunca lleg a su destino. Se desat unatormenta y su barco naufrag. En primavera fui yo mismo a Chipre, liquid el patrimonio, pagu a losacreedores ms insistentes y convenc a mi ta de que regresara a Alejandra conmigo. Ahora soy, comohas mencionado, el nico beneficiario de la herencia de mi padre, que incluye la deuda que le legNicmaco. Lucio Tario Rufo me debe quinientos veinte mil sestercios. Y las vidas de mi padre y mito, pens. Mir a Crispo a los ojos. Supongo que dispone de esa suma.

    Crispo se encogi de hombros.

    Seguro que s, amigo mo, seguro que s. Tal como has dicho, es un hombre muy rico y poderosoaunque quizs ande un poco escaso de lquido. El consulado es una dignidad muy cara. Tu visita no serbien recibida.

    Tom prestado el dinero dijo Hermgenes. Hizo una pausa, meditabundo, y agreg: Quizme beneficie el hecho de que ahora l sea cnsul. No querr pasar el bochorno de que le enven unacitacin por moroso mientras ejerce la suprema magistratura de Roma.

    Crispo lo mir horrorizado.Por Jpiter! Se ech a rer. No irs a advertirle que piensas hacer eso, verdad?Espero resolver el asunto con toda discrecin. Sin embargo, estoy en posesin de un contrato vlido

    y vinculante y, a diferencia de Nicmaco, yo soy ciudadano y tengo derecho a recurrir a los tribunalesromanos.

    Crispo solt otra carcajada.Por todos los dioses! Imagnatelo! Un cnsul romano llamado a declarar, acusado de impago por

    un prestamista egipcio! Sera el hazmerrer de la ciudad hasta el fin de sus das! Agit una mano,adelantndose a la rplica de Hermgenes. Ya lo s, ya lo s, pero en Roma a nadie le importa si eresun griego alejandrino o un griego egipcio o un egipcio egipcio normal y corriente.

    Soy ciudadano romano.Hermgenes, eres alejandrino hasta la mdula! Tu padre prest dinero a Elio Gallo, que entonces

    era gobernador de Egipto y accedi a concederle a cambio la ciudadana. Eso no te convierte en unverdadero romano.

    Soy lo bastante romano para llevar a Rufo a juicio.

    Crispo dej de rer.Hablas en serio? No, amigo mo, no lo hagas. Ni siquiera lo amenaces con hacerlo. Un hombrecomo se, sentado en su escao curial... Sabes qu significa el consulado?

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    Probablemente no reconoci Hermgenes. Pensaba que en la actualidad los cnsules ejercanmuy poco poder real.

    Crispo pareca incmodo. Por supuesto: el emperador alardeaba de haber restaurado la repblica, loque en teora significaba que los cnsules haban recuperado su condicin de gobernadores supremos del

    Estado romano. Admitir que eran meras figuras decorativas equivala a estar en desacuerdo con elemperador, y eso no era prudente.No estamos hablando de una mera cuestin de poder declar Crispo eludiendo el tema, sino de

    honor. Yo pertenezco a la clase ecuestre, como bien sabes. No soy un noble, no persigo magistraturas.En realidad las considero una prdida de tiempo y dinero! Pero hasta yo me intimido ante la grandeza delconsulado. Puedes ir al foro y leer los nombres de todos los hombres que han ocupado el cargo, dos cadaao, y remontarte hasta la fundacin de la ciudad: son los nombres ms famosos de la historia. Una vezque un hombre ha ocupado un escao curial pasa a formar parte de la nobleza, con independencia de suorigen y, lo que es ms, todos sus hijos sern nobles. El consulado constituye la cspide de los logros decualquier hombre. Tario Rufo... es un don nadie por nacimiento, ha trepado sirvindose del ejrcito parallegar a donde est, pero lo ha conseguido: est ah. Si ahora aparecieras t, en su momento de triunfo, y

    amenazaras con ponerlo en ridculo... te matara! Y quin lo detendra? Es general y amigo delemperador.Hermgenes escrut su rostro y vio en sus ojos los lmites de su hospitalidad. Crispo no cobijara en su

    casa a un hombre que amenazara a un cnsul romano con el oprobio, no porque apoyara al cnsul sinopor temor a las consecuencias que ello pudiera tener para l.

    Hermgenes se pregunt, por primera vez, cun malas seran dichas consecuencias. Crispo le habadado a entender que entre otras posibilidades estaba la muerte. Sera terrible morir lejos de su patria pornada, privando a su casa de un cabeza de familia y dejando una hija hurfana. No haba ganancia por laque valiese la pena pagar ese precio.

    Ahora bien, acaso era probable que Tario Rufo llegase a ese extremo? Se trataba de un hombrepoderoso, de acuerdo, pero no del emperador: segua estando sujeto a las leyes ordinarias de Roma.

    Seguramente hasta un cnsul romano tendra dificultades para asesinar a un ciudadano romano slo porser su acreedor. Rufo sin duda estaba en condiciones de pagar la deuda si as lo deseaba. Enfrentado a unreclamante que poseyese la ciudadana, capaz de llevarlo ante un tribunal romano, no estimara ms fcildarse por vencido y pagar?

    Rufo ya haba decidido no saldar su deuda una vez y el padre y el to de Hermgenes haban muertopor culpa de esa decisin. Abandonar la lucha sin haberla comenzado siquiera supondra traicionar sumemoria. No: Crispo simplemente se mostraba intimidado ante la autoridad consular. Hermgenesinsistira en su reivindicacin pero procurara implicar a su anfitrin lo menos posible. Inclin la cabeza.

    Tito, ya te he dicho que me interesara que me aconsejaras sobre cmo abordarlo con diplomacia. Loltimo que quiero es ofenderlo. Mi intencin es zanjar este asunto con toda la calma y la discrecinmximas. Era la verdad, si bien no toda. Gracias por tu advertencia.

    Bien contest Crispo relajndose. Se percat de que haba vaciado de nuevo su copa, de modoque se la alarg al muchacho para que se la rellenara. A continuacin se sent de nuevo en el triclinio ybebi un sorbo. No veo por qu no va a avenirse a pagarte aadi al cabo de un rato tras enjuagarsela boca. Tal vez no te d todo el dinero de golpe, aunque dudo mucho que no pueda permitrselo. Esmuy posible que nunca llegara a leer las cartas de tu to y que se olvidase de la deuda. Quizs incluso creaque la liquid hace tiempo. No me extraara que su secretario se hubiese estado embolsando los pagosque ha ido descontando del caudal de su amo. Frunci el ceo. Tal vez lo mejor sea que nomenciones el nombre de tu to cuando solicites audiencia con el cnsul. De este modo el secretario, si haestado robando, no intentar impedir que te entrevistes con l. Y desde luego sera una buena idea quedepositaras tu contrato, junto con cualquier otro documento relacionado con la deuda, en el registro

    pblico, de modo que nadie los toque.Como t digas respondi Hermgenes mansamente. Cmo le pide uno audiencia a un cnsul?

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    Haca meses que Hermgenes no dorma bien. Desde que se enter de la muerte de su to, sedespertaba dos o tres veces cada noche y permaneca despierto, contemplando la oscuridad o, incapaz desoportar sus pensamientos nocturnos, se levantaba y revisaba las cuentas a la luz de una lmpara. Laprimera noche en casa de Crispo, sin embargo, se sumi en un sueo profundo y al despertar advirti quela brillante luz diurna se colaba por las rendijas de las contraventanas.

    Se volvi boca arriba y mir el techo. Estaba enlucido de blanco, y unos bajorrelieves decoraban losrincones con un motivo de coronas y guirnaldas. Se oan voces no muy lejanas y en la calle, frente a suventana, un vendedor voceaba fresco, fresco, fresco!. Se pregunt qu sera lo fresco. Pan? Pescado?Marisco?

    No haba tiempo para yacer en la cama pensando en los gritos de la calle: tena cosas que hacer.Suspir, se levant y sali sin prisa, descalzo y vestido slo con su tnica, a la sala adyacente a la alcoba.Crispo llamaba Habitaciones del Nilo a aquellos aposentos, y desde luego el ro predominaba en la

    decoracin. Haba un gran fresco del dios ro en un muro, coronado con papiros y rodeado de cocodrilos ehipoptamos en actitud de retozar. Una estatuilla del mismo tema se alzaba en un rincn junto a otras dospinturas colgadas de la pared, que representaban el puerto de Alejandra y una escena del Nilo. Las patasdel escritorio estaban talladas para que semejaran dioses egipcios: Anubis, Isis, Tot-Hermes y Serapis. Lasilla tena remates en forma de flor de papiro, y de un soporte que era una rplica del faro de Alejandra,colgaban unas lmparas que figuraban pequeos cocodrilos de bronce. Adornaba el conjunto un llamativospid. Hermgenes recordaba haber visto a Crispo comprar casi todas aquellas cosas, o al menos regresara la casa de Alejandra con ellas y desenvolver cada absurda adquisicin para mostrarla orgulloso a sus

    atnitos y avergonzados anfitriones. De modo que all era donde haban ido a parar muchos de aquellosrecuerdos. Hermgenes se pregunt si a los dems huspedes de Crispo les pareceran tan ridculos comoa l.

    Tal vez no. Crispo siempre haba asegurado a sus anfitriones que los motivos decorativos egipcios eranmuy populares en Roma, donde estaban muy de moda, como poner a los esclavos sobrenombres griegos.Hizo una mueca y fue en busca de Menstor, a quien, por su calidad de ayuda de cmara, le habanfacilitado una colchoneta para que durmiera en la sala de su amo, mientras que Formin se alojaba en lasdependencias de los esclavos. La colchoneta estaba enrollada en un rincn y el muchacho no seencontraba por all. Era tarde, pues. Hermgenes bostez y se frot la cara.

    Tena el mentn hirsuto. Deba buscar un barbero. Habra tiempo para eso? Crispo le haba dicho quetodas las oficinas pblicas estaran cerradas por la tarde, y necesitaba registrar sus documentos. Qu horaera, por cierto?

    Abri la puerta que daba al patio. Un par de esclavas que barran el atrio, una mujer treintaera deaspecto avejentado y una nia de unos seis aos, interrumpieron su faena. La mujer se irgui con airecansado y la nia se escondi detrs de ella, clavando una mirada escrutadora en el visitante.

    Los grandes ojos negros de la nia le recordaron a Hermgenes los de su propia hija, y ste sonri a lapareja.

    Hola! Me temo que he dormido ms de la cuenta. Sabes la hora que es?Algo en aquella frase no estaba del todo bien, pero al fin y al cabo acababa de levantarse.Es la hora tercera, seor contest la mujer nerviosamente. Al menos lo era cuando he

    comenzado a barrer. Espero no haberte despertado, seor.

    No lo has hecho repuso l, pero de haber sido as te dara las gracias. No suelo dormir hasta tantarde. La hora tercera, cuando l sola estar fuera de casa antes de que terminara la segunda! En fin, locierto es que se senta mucho mejor despus de haber descansado y an quedaban tres largas horas de

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    verano hasta el medioda. Sonri a la chiquilla. Has estado trabajado duro mientras yo holgazaneaba enla cama, verdad, pequea?

    La nia ocult el rostro entre las faldas de su madre. La mujer sonri con timidez al visitante. Lefaltaban los dientes delanteros.

    Es tu hija? pregunt Hermgenes con cordialidad.La mujer asinti con la cabeza y su sonrisa se ensanch.S, seor. El amo la llama Erotion. Dice que significa amorcito.Parece un nombre apropiado para ella.La mujer se sonroj.A m me gusta, seor.Soy el amorcito de mam balbuce la nia con la voz apagada por tener la boca apretada contra la

    tela.Seguro que s le dijo Hermgenes con grave cortesa y, dirigindose a la mujer, agreg:

    Supongo que t tambin tendrs un nombre griego.Yo? Qu va, seor! La mujer ri. Slo da nombres nuevos a los esclavos importantes, seor,

    y a los favoritos. Me llamo Tercia, seor.Tercia. Yo soy Hermgenes. Espero no causarte demasiadas molestias como husped de tu amo.Sabras indicarme dnde encontrar a mi ayuda de cmara?

    Creo que est con Estntor, seor. Erotion puede ir en su busca si quieres.Erotion asom la cara por detrs de las faldas de su madre y asinti con la cabeza.Chica lista! Escucha, pues. Menstor no habla latn. Tendrs que pedirle a Estntor que le explique

    por qu lo necesito.Y qu habla? inquiri la nia con inters.Griego.Entonces debe de ser muy listo. Segn mi hermano, hay que serlo para aprender griego.Ah, pero no tienes que aprenderlo cuando naces griego, ya que creces hablndolo. Mi hija pensara

    que eres muy lista, pues hablas un excelente latn.Erotion abri los ojos como platos ante aquella extraordinaria revelacin.No hagas esperar al caballero, cario! la rega cariosamente su madre. Ve a buscar a su

    esclavo.S, mamcontest Erotion, y se alej corriendo.Es una buena nia, seor le asegur Tercia, pero se distrae fcilmente.Mi hija es igual.Ambos asintieron con la cabeza manifestando su afinidad como padres y luego Hermgenes entr en

    sus aposentos. El sonido de la escoba se reanud a su espalda, y por un instante le asalt una sensacin deculpabilidad por haber iniciado aquel intercambio de palabras tan amistoso. Un ciudadano nacido libre nodeba comentar las tribulaciones de la paternidad con una esclava domstica como si sta fuera su igual.Te ests rebajando a su nivel le habra reprochado su padre. Mustrate amable por supuesto, peronunca olvides que eres su superior. Haba atentado contra su propia dignidad una vez ms y, lo que erapeor, no estaba seguro del motivo. La primera vez que trat a los esclavos de otro hombre con deferencia,lo haba movido un genuino inters, pero desde entonces haba descubierto que tal actitud resultaba muytil en ocasiones, por lo que ahora nunca saba cundo su simpata era sincera y cundo calculada.

    No, esta vez haba sido sincera. La chiquilla le haba hecho pensar en su hija. Le vino a la mente laimagen de ella, aferrada a l cuando se dispona a salir de la casa en Alejandra, sollozando y rogndoleque se la llevara consigo. Despus se haba quedado en el umbral con la niera, despidindose de l con lamano hasta perderlo de vista. La aterraba la idea de que el barco de su padre corriera la misma suerte queel de su abuelo.

    Hermgenes rebusc en uno de los canastos de equipaje su recado de escribir. Al ver que se habaequivocado de canasto, abri el otro. All estaba, debajo de las copias de los documentos relativos a ladeuda: el estuche de plumas, las cajas de sellos, los fajos de papiros y un tarro de tinta seca. Lo sac todo,

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    afil una pluma y se sent a la mesa ornamentada para escribir una carta.

    MARCO ELIO HERMGENES SALUDA A SU HIJA,ELIA MIRINA: ESPERO QUE GOCES DE SALUD

    Vida ma, he llegado a Roma sano y salvo tras un viaje sin percances. S que esto es lo que msdeseabas or. Estoy alojado en casa de mi amigo Tito Fiducio Crispo, quien posee una hermosamansin y muchos esclavos que se la cuidan. Uno de ellos es una chiquilla que se llama Erotion: esms pequea que t y piensa que tienes que ser muy lista si hablas griego. Le he dicho que tpensaras que ella es muy lista por hablar latn.

    Roma es una ciudad tan grande como Alejandra y tiene muchos edificios muy altos, pero no estan bonita, al menos en sus alrededores. Ni siquiera tiene una verdadera muralla con puertas! Y,por descontado, tampoco tiene puerto ni faro. Nuestro barco arrib al puerto ms cercano, que sellama Ostia, donde tomamos un carruaje hasta las afueras de Roma. Una vez all, hubimos decaminar, porque las leyes no permiten que circulen carruajes durante el da, as que todo el mundova a pie o se desplaza en una silla de manos. Contrat a unos porteadores para que llevaran el

    equipaje y descubr que eran ciudadanos romanos. Dselo a tu ta Eukleia: le gustar orlo.Hoy quiz visite partes ms bonitas de la ciudad puesto que voy a ir al foro para resolver misasuntos. Si veo algo interesante, ya te lo contar.

    La puerta se abri de repente y Menstor entr con la pequea Erotion.Lo he trado dijo la chiquilla con orgullo.Me llamabas, seor? pregunt el muchacho.Hermgenes movi con descuido la pluma y se manch la mano de tinta. Suspir y busc un papel

    secante para limpiarse.S, tenemos que comenzar nuestras gestiones. Sabes si es preciso que salude a nuestro anfitrin

    antes de salir?

    Me parece que ha salido, seordijo Menstor, en su litera, mientras t an dormas. Pero s queesta noche se celebrar una cena en tu honor. Estntor estaba interrogndome sobre tus gustos.

    Hermgenes hizo un gesto de asentimiento: lo haban invitado a la cena.Regresaremos con tiempo de sobra para eso. Muy bien, pues, avsale a Estntor que salimos yque

    volveremos esta tarde, y ve a buscar a Formin. Ah, y si puedes pregunta a Estntor cmo tengo quehacer para enviar una carta a casa.

    S, seor. Menstor dio media vuelta y se alej.Erotion se entretena curioseando. Hermgenes le sonri. Estoy escribiendo una carta a mi hija le

    inform. Le he comentado lo bien que hablas latn.A la nia se le ilumin el rostro.Cmo se llama tu nia?Mirina.Mirina. Es bonito. Le has dicho mi nombre?Pues s.Oh! Erotion qued sorprendida y encantada ante la idea de que una nia de una ciudad lejana

    supiese su nombre. Dile que le deseo salud! orden con entusiasmo.Hermgenes asinti con la cabeza y escribi:

    La pequea Erotion me pide que te diga que te desea buena salud, igual que yo. Saluda a la taEukleia de mi parte, y tambin a la niera y a los dems de la casa. Recuerda que debes portarte biencon la ta Eukleia, aunque no te deje practicar tus acrobacias, porque est muy triste despus de haber

    perdido a su marido y su casa. Te echo mucho de menos y espero despachar rpidamente mis negociosy regresar pronto a casa con mi querida hija.

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    guardaba en el canasto. Se la pas a Menstor; tras un momento de reflexin meti en ella los papeles quedemostraban su ciudadana y finalmente se marcharon.

    El centro de Roma era, en efecto, mucho ms imponente que las afueras y claramente ms imponentede lo que haba sido una generacin atrs, aunque menos de lo que sera al cabo de otra generacin: en

    todas partes se vean edificios en obras. Estaban remozando los viejos templos de ladrillo de la va Sacracon mrmol; nuevos prticos, nuevas baslicas y nuevos monumentos proliferaban como hongos. Jacintose los indicaba en su griego rudimentario: se arriba, en el Palatino, se es el templo de Apolo, se elArco Parto. Tiene dos aos, se el templo de Csar Deificado.

    Las calles estaban atestadas por la maana, y reinaba un ambiente muy distinto de la ensombrecidadesolacin de la tarde anterior. Esclavos con tnicas sencillas, cargados con cestas de compra, semezclaban con ciudadanas ataviadas con largas estolas festoneadas. De vez en cuando pasaba unciudadano envuelto en una toga blanca como la nieve apurado con alguna diligencia. Los aguadores y losvendedores de pastelitos competan pregonando sus productos a pleno pulmn. Las sillas de manos sebalanceaban a hombros de sudorosos porteadores. Alguna que otra litera cubierta se deslizaba majestuosacomo un buque mercante entre embarcaciones menores, acarreada con suavidad por cuadrillas de ocho

    porteadores, con su ocupante oculto tras elegantes cortinas.Abundaban los extranjeros. Hermgenes repar en una pareja de brbaros del norte incluso antes dellegar a la va Sacra: germanos o quiz celtas, hombres rubios con barba y con pantalones bombachos.Probablemente haba muchos norteos vestidos al esmetilo romano, ya que entre la multitud habamuchas ms cabezas rubias y pelirrojas de las que jams haba visto en Alejandra. Dos mujeres de una delas ciudades de Oriente por donde pasaban las caravanas discutan con un mercader de tejidos, cubiertascon largos mantos oscuros de la cabeza a los pies y luciendo adornos de oro en el cuello y el velo; unsacerdote eunuco frigio peda limosna sentado en una plaza pblica, cantando alabanzas a la Gran Madrecon voz atiplada acompandose con espordicos toques de pandereta; un hombre robusto con la camisay los pantalones de punto tpicos de los partos y la barba teida de azul se abra paso con expresin hoscaentre el gento. Los extranjeros ms numerosos, no obstante, eran sin duda los griegos. El himatin, el

    manto rectilneo del este de Grecia, era casi tan comn en la calle como la sinuosa toga romana, y cadados por tres se oan los acentos de Atenas o Antioqua, de feso o de su Alejandra natal.

    Caminaron va Tusculana abajo y siguieron descendiendo por la va Sacra, pasando por el templo deJulio Deificado hasta llegar al foro romano. All la multitud era an ms nutrida y se apreciaban muchasms togas. Hermgenes hizo un comentario al respecto y Jacinto titube.

    Puedes hablar en latn lo anim Hermgenes amablemente.Ah dijo el chico sonrojndose. S. Bueno, se supone que los romanos deben llevar toga si

    tienen que hacer gestiones en el foro. De lo contrario, rara vez se la ponen.Debera llevar una toga, entonces? pregunt Hermgenes, sorprendido.No tena la menor idea de cmo se pona uno aquella prenda: el drapeado no pareca nada sencillo.T no eres un verdadero romano repuso jacinto de inmediato. No creo que a nadie le importe.

    En realidad no me extraara que...Qu?En vista de que el chico permaneca callado, Hermgenes le pregunt con aire divertido:Acaso los funcionarios con quienes debo entrevistarme se burlaran de un griego con toga mal

    drapeada?Jacinto se sorprendi visiblemente de su perspicacia.S, seor, as es! Mir a Hermgenes con admiracin y agreg: Llevas un himatin precioso.

    Los impresionar mucho ms esto que una toga. Hay que ser rico para poseer una toga como sa. Encambio, cualquier ciudadano tiene una toga.

    Entonces prosigamos nuestro camino hacia el archivo, aunque antes me gustara visitar a un barbero,

    si es posible.En el foro no haba barberas. Lo recorrieron y dejaron atrs los templos, los tribunales, las estatuas ylas elevadas columnatas de los edificios pblicos hasta la otra punta, donde una construccin

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    particularmente alta y sobria dominaba el mercado. Jacinto los gui por una escalinata hasta una galeracomercial.

    Esto es el Tabularium explic. El archivo que buscas. Aunque la fachada da al otro lado, alCampo de Marte. Tenemos que atravesarlo pero tal vez haya una barbera ah dentro.

    La haba. Hermgenes envi a Menstor y al chico a comprar algo para desayunar mientras l seafeitaba. Regresaron justo cuando el barbero estaba terminando, Menstor con dos puados de pastelitosde ssamo envueltos en hojas de parra, y Jacinto con las manos y la boca llenas.

    Menstor ha dicho que no te importara si yo tambin coma, seor se excus, tapndose la boca.Y no me importa convino Hermgenes, pero deja un poco para m!Entraron en el Tabularium comiendo pastelitos de ssamo. Era algo indecoroso, pens Hermgenes

    con resignacin, pero los pasteles estaban deliciosos y l se mora de hambre.Registrar los documentos result ms rpido y fcil de lo que haba previsto. Si bien el archivo se

    haba construido para albergar papeles oficiales, los funcionarios que lo llevaban haban instituido unaprovechosa actividad suplementaria consistente en proporcionar almacenaje seguro para documentosprivados por un precio establecido. El joven administrativo que los recibi en el vestbulo adopt una

    expresin de vivo inters en cuanto repar en la toga de Hermgenes y sonri con satisfaccin al or loque ste deseaba. Tom la caja de documentos, sac una moneda de bronce, la coloc sobre un pequeodisco de hierro y la golpe con un mazo. La ficha se rompi en dos trozos irregulares y el muchachoentreg una mitad a Hermgenes.

    Sabes cmo funciona esto? pregunt.Hermgenes asinti con la cabeza y guard la media moneda en su monedero. Cuando volviera a

    reclamar los documentos, tendra que mostrar su mitad, y antes de devolverle la caja el empleadocomprobara que encajara con la otra.

    Guardars tu mitad de la ficha junto con los documentos? inquiri.El administrativo neg con la cabeza.No. Etiquetar tus documentos y los llevar al archivo de arriba. Las fichas las guardamos aqu.

    Mira, voy a ensertelo.Extrajo cordel, cera de abeja y dos pequeas etiquetas de papiro de una caja que descansaba sobre el

    mostrador; at la caja y sujet una etiqueta al cordel. Luego peg la otra a la moneda sirvindose de lacera. En cada etiqueta escribi una serie de letras FIIIXLII y luego levant la vista.

    Esta clave significa que tus documentos estn arriba, en el pasillo del tercer piso, en la parte deledificio que da al foro explic, y que constituyen el lote nmero cuarenta y dos de los almacenadosall.

    Abri otra caja muy grande que tena a un lado del mostrador; estaba dividida en tres compartimentosque a su vez contenan nmeros de otras medias fichas etiquetadas. Puso la que corresponda a losdocumentos de Hermgenes en el compartimento marcado romo FIII.

    Cuando vuelvas le dices a quien te atienda que est en el foro tres indic. Ahora llevar losdocumentos all: estarn perfectamente a salvo hasta que regreses a buscarlos. Si pierdes la ficha,probablemente podremos darte los documentos si nos dices que son el lote cuarenta y dos del foro tres ylos describes con exactitud. Pero procura no perderla; as nos facilitas las cosas a todos.

    Gracias dijo Hermgenes y le pag. Al cerrar el monedero decidi que deba encontrar otro sitiodonde guardar su ficha. Si la dejaba en el monedero correra el riesgo de perderla cada vez que gastaradinero.

    Regresaron al foro y Hermgenes se desperez con la satisfaccin del deber cumplido. Haba enviadouna carta a Rufo pidindole audiencia y haba hecho cuanto estaba en su mano para garantizar laseguridad de sus documentos. Ahora no le restaba ms que aguardar la respuesta del cnsul.

    Jacinto dijo al chico sonriendo. Qu debera hacer un visitante en Roma?

    Result una jornada de lo ms agradable. Jacinto los condujo de nuevo a travs del foro aunque estavez le seal todos los monumentos y curiosidades de inters (Hermgenes tom nota mental, paracontrselo a su hija, que haba un mojn baado en oro donde figuraba la distancia hasta Alejandra, entre

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    otras ciudades). Visitaron un par de templos en cuyo interior, como era comn, haba numerosas ydestacadas obras de arte. Hermgenes descubri, con asombro y reverencia, que el templo de CsarDeificado contena la Afrodita saliendo del marde Apeles, una obra cumbre de la pintura griega quehaca honor a su reputacin. Tambin haba otras obras maestras griegas famosas: esculturas de Praxteles

    y de Fidias, pinturas de Polgnoto y otras de Apeles. De hecho, pens Hermgenes con amargura, lostemplos de Roma no contenan, al parecer, objetos creados por italianos.Cuando las glorias del arte y la arquitectura comenzaron a perder inters para ellos, decidieron ir de

    compras. Torcieron a la derecha para internarse en el barrio etrusco, donde abundaban las tiendas.Hermgenes adquiri una bolsita de piel para guardar su ficha y un nfora de buen vino para regalrsela asu anfitrin. Formin qued maravillado ante una lmpara decorada con cuadrigas moldeadas pero no seanim a desprenderse de una parte de sus ahorros para comprarla.

    Eran ya las primeras horas de la tarde, y las tiendas comenzaban a cerrar. Por recomendacin de jacinto se dirigieron a unas termas. Se trataba de un gran edificio prximo a la orilla del Tber con unapiscina y un patio de ejercicios adems de los consabidos baos de agua caliente y fra. Los tres esclavosse turnaron para vigilar la ropa del grupo y las compras de modo que todos tuvieran ocasin de lavarse y

    nadar. Despus compraron pasteles de queso en el puesto que un vendedor haba instalado en el prticoque rodeaba el patio de ejercicios y se sentaron a comer a la sombra. Hermgenes se hizo con dospastelitos adicionales y los guard aparte.

    Jacinto, que en la piscina haba recobrado el nimo bullanguero propio de sus trece aos, ret aMenstor a un juego de pelota. En el patio alquilaban pelotas, de modo que Hermgenes pag la nfimatarifa correspondiente y observ a ambos esclavos correr con energa de un lado a otro del patiointentando meter la pelota en los rincones designados como porteras. El chico de trece aos no era rivalpara un muchacho de diecisiete y, tras el tercer tanto de Menstor, Formin se levant y fue a echarle unamano a jacinto. Menstor, riendo, protest que ahora eran dos contra uno, de modo que Hermgenes selevant a su vez y se uni a l.

    Jugaron hasta que el rostro se les congestion por el esfuerzo y quedaron empapados en sudor. Jacinto

    y Formin se declararon vencedores tal como Hermgenes saba que iba a suceder, puesto que Forminera con mucho el ms rpido, fuerte y bravucn del grupo. Todos bebieron agua y se zambulleron denuevo en la piscina. Se vistieron con una agradable y relajante sensacin de cansancio y emprendieron elcamino de regreso a casa de Fiducio Crispo.

    Jacinto puso el ojo en los dos pastelitos sobrantes que llevaba el propio Hermgenes.Podra comerme uno de sos, seor, si no tienes hambre, claro dijo esperanzado.Los chicos de su edad siempre tenan hambre, pens Hermgenes divertido.Son para dos compaeras tuyas repuso gentilmente.El esclavo se sorprendi.Para unas compaeras mas?Hermgenes agit la mano como para restar importancia al asunto.Para una nia que se llama Erotion y para Tercia, su madre. He estado hablando con ellas esta

    maana.Jacinto frunci el ceo.Pero si son esclavas de mi amo. Por qu les compras pasteles?A la nia porque es encantadora y me recuerda a mi propia hija. A la mujer porque parece buena

    persona y creo que sabr apreciar el pastel incluso ms que su hija. Sospecho que la pequea Erotion es lania mimada de la casa. Me equivoco? El chico resopl con indignacin.

    S que lo es. Todo el mundo la encuentra tan mona que siempre se sale con la suya. Pero...Hermgenes ri. Mi hermano dice que hay que ser muy listo para aprender griego.Es tu hermana, verdad?

    S repuso el chico, sobresaltado. Pero... Se interrumpi, con cara de preocupacin.Tras reflexionar por un instante Hermgenes comprendi el motivo de su inquietud.No abrigo intenciones amorosas para con tu madre asegur con delicadeza. Le he comprado el

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    pastel slo porque tiene que limpiar lo que yo ensucio y he pensado que mereca una muestra de gratitud.El chico se puso muy rojo y se mordi el labio.Perdona, seor murmur sin apartar la vista de la calle. No quera... ya s que no... quiero decir

    que aunque as fuera no tendras que darle pasteles... Lo que ocurre es que es mi madre.

    Qu sucede? pregunt Menstor en griego. Jacinto haba estado hablando en latn.La mujer de la limpieza para quien he comprado uno