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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta INTRODUCCIÓN PANORÁMICA E HISTÓRICA AL UNIVERSO DE LAS OBRAS AUDIOVISUALES * La cultura de la imagen Las imágenes creadas por el hombre han estado presentes desde los orígenes de la humanidad. La importancia de las imágenes como constructoras de cultura, las formas en que se han ido plasmando, las implicaciones de las imágenes en la configuración de las sociedades, los valores y todo un sinfín de cuestiones vinculadas son uno de los temas de estudio más fascinantes y más necesarios para comprender el mundo que nos rodea y, también, a nosotros mismos. Más concretamente, dentro de los estudios de comunicación audiovisual ocupa un lugar importante el conocimiento del modo en que las imágenes han sido vehículo de cultura a lo largo de los tiempos, en formas muy diversas. Y, de manera especial, el saber sobre cómo se ha ido configurando en la época contemporánea la esfera de lo audiovisual. Se trata de afrontar el estudio del ámbito de la cultura de la imagen como un territorio que configura, junto con otros, nuestro espacio vital, tanto a nivel personal como social. Será en este último aspecto en el que nos detendremos en este tema. Remontarnos más atrás resultaría sumamente interesante pero desborda con mucho el marco autoimpuesto en esta asignatura. Sin embargo, no debemos olvidar que el estudio de las imágenes audiovisuales contemporáneas, las imágenes de la fotografía, del cine, del vídeo… ha de entroncar necesariamente con el estudio de la imagen artística en los ámbitos de la pintura, el dibujo… En cierta medida, lo iremos matizando, la historia de la imagen audiovisual, es un estadio más de la historia del arte, en sentido amplio (incluyendo también, desde nuestro punto de vista, el arte literario, teatral, etc.). Los "estudios culturales" y los estudios de la "cultura visual", formas relativamente recientes de afrontar estas cuestiones que nos ocupan, dan un paso más allá y analizan no solamente la imagen artística, sino la imagen en todas sus dimensiones: la imagen es considerada vehículo cultural también en sus manifestaciones más cotidianas y desprovistas de rango artístico: el diseño, el graffiti, la imagen corporativa… Tendremos ocasión de acercarnos a estas cuestiones y ver en qué medida son temas que hemos de separar y darles una consideración diversa. En este primer tema de la asignatura proyectaremos nuestra mirada de forma panorámica e histórica sobre algo que podríamos denominar la "cultura de la imagen". Desarrollaremos una aproximación incompleta; ha de serlo necesariamente por lo vasto del territorio que pretendemos cartografiar. Será un acercamiento a algunos hitos de la presencia de la imagen como creadora de cultura y una propuesta de reflexión sobre algunos de los modos y de las implicaciones que tienen o tuvieron las presencias de la imagen en la sociedad. No se trata de desarrollar una historia de la imagen en el sentido fuerte de la expresión; nuestro objetivo es más limitado: ofrecer unos elementos caracterizadores que permitan marcar los grandes momentos o puntos de inflexión históricos de la presencia de la imagen en la esfera cultural, tomando como punto de vista pertinente el funcionamiento de la misma en tanto lenguaje. Nuestro objetivo último es capacitarnos en la tarea de analizar la obra audiovisual. De una y otra forma iremos viendo la necesidad de tener una visión previa sobre el conjunto en el que se sitúa y engarza esas obras concretas sobre las que nos detendremos para desarrollar nuestras capacidades analíticas. El continuo movimiento entre el conjunto de las obras y la cultura en que se insertan y las creaciones concretas será la tónica de la asignatura. Se trata, en definitiva, de producir un conocimiento capaz de generar competencias prácticas en el análisis de las imágenes. Pasamos ahora a considerar algunas esferas en las que se ha ido manifestando y configurando la imagen en nuestras sociedades contemporáneas, sabiendo que estamos dejando fuera de campo algunas esferas de la cultura de la imagen importantes como el diseño artístico, el graffiti, y otras 1

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

INTRODUCCIÓN PANORÁMICA E HISTÓRICA AL UNIVERSO DE LAS OBRAS AUDIOVISUALES 

* La cultura de la imagen 

Las  imágenes creadas por el hombre han estado presentes desde  los orígenes de  la humanidad. La importancia  de  las  imágenes  como  constructoras  de  cultura,  las  formas  en  que  se  han  ido plasmando,  las  implicaciones de  las  imágenes  en  la  configuración de  las  sociedades,  los  valores  y todo  un  sinfín  de  cuestiones  vinculadas  son  uno  de  los  temas  de  estudio más  fascinantes  y más necesarios para comprender el mundo que nos rodea y, también, a nosotros mismos.  

Más concretamente, dentro de los estudios de comunicación audiovisual ocupa un lugar importante el conocimiento del modo en que las imágenes han sido vehículo de cultura a lo largo de los tiempos, en  formas muy diversas. Y, de manera especial, el  saber sobre cómo se ha  ido configurando en  la época contemporánea  la esfera de  lo audiovisual. Se  trata de afrontar el estudio del ámbito de  la cultura de la imagen como un territorio que configura, junto con otros, nuestro espacio vital, tanto a nivel personal como social. Será en este último aspecto en el que nos detendremos en este  tema. Remontarnos  más  atrás  resultaría  sumamente  interesante  pero  desborda  con  mucho  el  marco autoimpuesto en esta asignatura.  

Sin embargo, no debemos olvidar que el estudio de las imágenes audiovisuales contemporáneas, las imágenes de la fotografía, del cine, del vídeo… ha de entroncar necesariamente con el estudio de la imagen artística en  los ámbitos de  la pintura, el dibujo… En cierta medida,  lo  iremos matizando,  la historia  de  la  imagen  audiovisual,  es  un  estadio más  de  la  historia  del  arte,  en  sentido  amplio (incluyendo  también,  desde  nuestro  punto  de  vista,  el  arte  literario,  teatral,  etc.).  Los  "estudios culturales"  y  los  estudios  de  la  "cultura  visual",  formas  relativamente  recientes  de  afrontar  estas cuestiones que nos ocupan, dan un paso más allá y analizan no solamente la imagen artística, sino la imagen  en  todas  sus  dimensiones:  la  imagen  es  considerada  vehículo  cultural  también  en  sus manifestaciones más  cotidianas  y  desprovistas  de  rango  artístico:  el  diseño,  el  graffiti,  la  imagen corporativa… Tendremos ocasión de acercarnos a estas cuestiones y ver en qué medida son temas que hemos de separar y darles una consideración diversa.  

En este primer tema de la asignatura proyectaremos nuestra mirada de forma panorámica e histórica sobre algo que podríamos denominar  la "cultura de  la  imagen". Desarrollaremos una aproximación incompleta; ha de  serlo necesariamente por  lo  vasto del  territorio que pretendemos  cartografiar. Será un acercamiento a algunos hitos de  la presencia de  la  imagen como creadora de cultura y una propuesta de reflexión sobre algunos de  los modos y de  las  implicaciones que tienen o tuvieron  las presencias de  la  imagen en  la sociedad. No se  trata de desarrollar una historia de  la  imagen en el sentido  fuerte  de  la  expresión;  nuestro  objetivo  es  más  limitado:  ofrecer  unos  elementos caracterizadores que permitan marcar  los grandes momentos o puntos de  inflexión históricos de  la presencia  de  la  imagen  en  la  esfera  cultural,  tomando  como  punto  de  vista  pertinente  el funcionamiento de la misma en tanto lenguaje. 

Nuestro objetivo último es  capacitarnos en  la  tarea de analizar  la obra audiovisual. De una y otra forma  iremos viendo  la necesidad de tener una visión previa sobre el conjunto en el que se sitúa y engarza esas obras concretas sobre las que nos detendremos para desarrollar nuestras capacidades analíticas. El continuo movimiento entre el conjunto de las obras y la cultura en que se insertan y las creaciones  concretas  será  la  tónica  de  la  asignatura.  Se  trata,  en  definitiva,  de  producir  un conocimiento capaz de generar competencias prácticas en el análisis de las imágenes. 

Pasamos ahora a  considerar algunas esferas en  las que  se ha  ido manifestando  y  configurando  la imagen  en nuestras  sociedades  contemporáneas,  sabiendo que  estamos dejando  fuera de  campo algunas esferas de  la cultura de  la  imagen  importantes como el diseño artístico, el graffiti, y otras 

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variadas  formas en que ha  ido haciéndose presente  la  imagen en el ámbito cultural. Pretendemos solamente  trazar  un  breve  panorama  sobre  algunas  formas  que  a  lo  largo  de  la  historia  ha  ido adquieriendo  la presencia social y cultural de  la  imagen. Se traga de un mero marco de referencia, susceptible de múltiples ampliaciones.  

 

1. Las imágenes impresas  

Convivencia de texto e imagen 

El primero de  los medios que vamos a considerar como portador de una cultura de  la  imagen es el libro ilustrado. La historia de las representaciones icónicas se remonta mucho tiempo atrás y es muy anterior a la utilización de la escritura como soporte para la comunicación o para la expresión. Antes de  que  las  culturas  fueran  capaces  de  generar  una  transcripción  gráfica  de  los  sonidos  o  de  las palabras,  se  utilizaba  la  imagen  para  transmitir  conocimientos  o  sentimientos;  podemos  hacer referencia a las pinturas rupestres y sus representaciones de la caza o de otros aspectos de la vida de esas  sociedades.  Los  pictogramas  o  los  ideogramas  también  son  anteriores  a  la  invención  de  la escritura de  representación  fonética. Poco a poco  fueron desarrollándose  los sistemas de escritura pero no siempre se separaron drásticamente de las representaciones icónicas; se produjo y se sigue produciendo  de muy  diversas  formas  una  interesante  convivencia  de  imagen  y  escritura.  En  este sentido, podemos hablar hoy de cuestiones tan diversas como los blogs de internet, la generación de textos  hipermedia,  junto  con  formas  más  tradicionales  y  de  larga  estirpe  como  los  libros  con ilustraciones. Muy diversas son las distintas implicaciones culturales y creativas que se le han podido ir dando a esa convivencia de texto e  imagen: por citar algunos casos  interesantes apuntamos a  la obra de Sebald, a los collages vanguardistas, a Eco, etc. 

Desde hace 40.000 años el hombre ha creado imágenes. Y lo ha hecho con muy diversas finalidades: como instrumento mágico o religioso, como medio de información y conocimiento, como fuente de placer…  Las  imágenes  arcaicas  con  finalidad  mágica  se  apoyaban  en  la  confusión  entre representación y realidad, significante y referente. En el ritual vudú, los alfileres que se clavan en la imagen producen enfermedades en el sujeto real al que representan. Pero esta consideración de  la imagen  como  portadora  de  lo  real,  como muy  cercana  y  vinculada  a  aquello  que  representa,  se manifiesta también en nuestras sociedades contemporáneas en muy diversas formas: desde el beso a  la  fotografía de  la persona querida  al derribo de  la estatua del dictador  tras  la  revolución, o  la polémica por  la representación de  la  imagen sagrada de  la religión  islámica con fines satíricos en  la prensa occidental.  

La  imagen  es  desde  siempre  un  instrumento  de  poder:  poseer  y  controlar  las  imágenes  ha  dado desde siempre lugar a poseer y controlar el cosmos, la sociedad, las ideas… La capacidad de generar y manipular  las  imágenes  es,  por  tanto,  algo muy  apreciado  a  nivel  personal  y  social.  Así  sucede actualmente y así sucedía en las sociedades primitivas, con todos los matices que hay que considerar debido a las muy diversas circunstancias y poderes que implican.  

En los orígenes de nuestra civilización la presencia de las imágenes en el ámbito social era escasa. Ya hemos hecho referencia a que  la  inflación actual es algo muy reciente. En tiempos medievales, por ejemplo, la Iglesia católica y los señores feudales eran los gestores de la cultura y de la generación de las  imágenes; a  través de ellas perpetuaron y  legitimaron durante  siglos una auténtica y completa visión del mundo y la impusieron al resto de la sociedad. Las imágenes estaban en las iglesias como una vía para la educación del pueblo; también en los textos iluminados de uso únicamente entre los eclesiásticos  y  algunos  aristócratas.  Estos  libros  ilustrados  supusieron  un  importante  vehículo  de 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

movilidad de las imágenes, libros manuscritos con imágenes y decoraciones realizadas manualmente en los monasterios.  

Desde el Renacimiento ese monopolio desapareció especialmente por  la apropiación privada de  las imágenes en  la  sociedad  civil, por  la  ruptura del  sistema  feudal  y por  la  variación del papel de  la Iglesia  en  la  configuración  cultural.  Se  extendieron  los  temas  profanos,  especialmente  los entroncados  con  la  cultura  clásica  que  se  pretendía  rescatar.  Factores  económicos,  como  el importante  comercio  en  el  ámbito mediterráneo,  favorecieron  el  traslado  de  imágenes  entre  las distintas culturas, especialmente con el desarrollo de  la pintura sobre  tabla y  lienzo y  la movilidad que suponía frente a  las pinturas al fresco. Con ello creció  la cantidad de  imágenes presentes en  la sociedad.  

 

Técnicas de reproducción de imágenes 

Con  la aparición de  las técnicas de reproducción de  los textos, se produjo  la revolución más crucial para  la multiplicación de  la presencia de  las  imágenes en  la  iconosfera cultural y  social. Ya no era necesaria  la  realización  uno  a  uno  de  cada  texto  ilustrado,  sino  que  se  podían  realizar  ediciones seriadas sobre una única base. Con ello se perdería el "aura" que caracterizaba las obras anteriores y sobre  la que  incidió Walter Benjamin en su citado ensayo de 1936 "La obra de arte en  la era de su reproductibilidad técnica". Sin embargo la técnica hará posible que se multiplique y se densifique de una forma exponencial la presencia de las imágenes. 

Será pues  la  invención y desarrollo de diversas  técnicas de  reproducción  lo que hará posible este cambio tan importante. Una de las primeras es la xilografía, denominación que procede de la palabra griega "xilo", que significa 'madera'. Consiste en grabar las imágenes imprimiéndolas en planchas de madera. Su utilización en Europa data de principios del siglo XIV pero se trata de una técnica utilizada en  China  al menos  desde  el  siglo  VI.  Consistía  en  dibujar  la  imagen  que  se  deseaba  reproducir, imagen  que  se  calcaba  sobre  la  plancha  de madera;  posteriormente  con  un  buril  se  vaciaba  la madera en  las partes blancas, dejando salientes  las  líneas del dibujo; esas  líneas se entintaban y se estampaban para  la  realización de  la obra  impresa. Con  la  invención de  la  imprenta, cuya primera obra fue la Biblia de Gutenberg en 1455, este procedimiento también se aplicó a la reproducción de libros  impresos  con  tipos móviles.  En  1498  se  publicó  en  Nuremberg  el  Apocalipsis  de  Alberto Durero, con  lo que se comenzó a dotar de gran dignidad al oficio de  la realización de grabados; en años  posteriores,  importantes  artistas  desarrollarán  su  labor  creativa  en  este  ámbito. Uno  de  los géneros que más desarrollo tuvo en estos primeros años fueron las llamadas Biblia pauperum, Biblias de los pobres; en estos libros profusamente ilustrados la gran masa social analfabeta podía acceder al  conocimiento  de  su  palabra  sagrada.  No  sólo  se  publicaron  textos  sagrados  con  ilustraciones xilográficas; también se utilizó esta técnica al servicio de la difusión de la ciencia y de la técnica. Un caso frecuentemente citado es el de Bernhard von Breydenbach que en su peregrinación a las tierras de  Palestina  se  hizo  acompañar  por  un  artista,  Erhard  Reuwich,  cuyos  dibujos  serían  luego reproducidos junto con las anotaciones del autor en el libro Peregrinationes in Terram Sanctam, obra de 1486, una especie de guía de viajes. 

El  grabado  sobre  planchas  de  cobre  sustituye  a  finales  del  siglo  XV  a  la  xilografía.  Se  graba  la superficie del metal y, a diferencia del sistema anterior, se entintan los huecos. Este material es más maleable  que  la madera,  con  lo  que  se  perfecciona  la  calidad  y  el  detallismo  de  las  imágenes reproducidas.  Además,  al  tratarse  de  un material más  resistente,  permitía  una mayor  tirada  de reproducciones. El texto más antiguo grabado en metal es la Flagelación de 1466. En los talleres de los orfebres, el trabajo de los técnicos grabadores reproduciendo en el metal las imágenes originales 

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hizo posible que se produjera un mayor número de imágenes, contribuyendo así como un elemento más en el creciente proceso de densificación de la presencia de las imágenes en la sociedad.  

Otro momento crucial en el proceso de  reproducción de  las  imágenes  fue  la Revolución  industrial, que aportó una mecanización de las técnicas de impresión ya que las máquinas eran movidas por la máquina de vapor, multiplicando las tiradas de textos ilustrados.  

A fines del XVI apareció el aguafuerte, una técnica de grabado que se obtenía tratando las partes de la  plancha  de  cobre  no  protegidas  por  un  barniz  previo,  trazadas  por  el  buril  del  grabador,  con aguafuerte,  una  solución  de  ácido  nítrico  en  agua  que  corroe  el metal,  creando  huecos  que  se entintan. Rembrandt  (1609‐1669) sería uno de  los grandes artistas que desarrollaría su creatividad en el grabado con aguafuerte. 

Con  toda  esta  densificación  icónica  de  la  sociedad  se  produjo  una  cierta  desacralización  de  las imágenes, al ser un objeto más asequible y cotidiano. También se produjo el hecho de conceder un mayor valor a las imágenes únicas a las que se consideró de mayor calidad que las imágenes seriadas. Todo  ello pesará  en  años posteriores en que  a  los nuevos modos de  generación mecánica de  las imágenes  les  costará  ver  reconocido  su  valor  artístico,  precisamente  por  ese  origen  técnico  y multiplicador en  su  generación –el  caso, por ejemplo de  la  fotografía‐  frente  al  valor dado desde muchos siglos atrás a la creación manual de la pintura, por ejemplo. 

Con el desarrollo de la prensa ilustrada se produce un nuevo empujón en la producción de imágenes impresas. Ya en el siglo XVIII  los periódicos empezaron a utilizar  los  llamados "recursos",  imágenes destinadas a orientar al lector sobre el contenido de las distintas informaciones o de la publicidad: un reloj, por ejemplo, resaltaba gráficamente el anuncio de un relojero, etc. Es importante en este caso el hecho de que empezara  a utilizarse  la  imagen  como un  instrumento  codificado,  con  capacidad para ser repetido y comprendido como un signo de un determinado contenido.  

En el  siglo XIX  se expandió enormemente  la prensa  ilustrada. Casos  importantes  son el New York Mirror  (1823),  los  británicos  Penny  Magazine  (1832)  y  The  Illustrated  London  News  (1842),  la publicación francesa L'Illustration  (1843) y  la alemana  Illustrierte Zeitung  (1843), etc. En  los medios ilustrados se desarrolló con gran vitalidad el género de la caricatura, utilizada entre otros fines, para la sátira o la moralización; se trata de un tipo de imágenes presente desde el siglo XVI pero que en el ambiente más libre política y socialmente del siglo XVIII se pudo desarrollar con especial intensidad.  

La siguiente técnica crucial en aparecer fue la litografía, inventada por Aloys Senefelder hacia 1796; con  la utilización de  la piedra  ‐el  significado de  la palabra griega  "lithos"‐,  se pueden desechar  las técnicas basadas en el relieve o el hueco. Uno de los desarrollos de la litografía es el offset, sistema muy utilizado en la actualidad. Para la litografía se empleaba como base una piedra húmeda y tinta grasa compuesta por cera, jabón y humo para dibujar directamente sobre la piedra; posteriormente se cubría con tinta de imprimir, que sólo impregnaba aquellas partes. Con este sistema se facilitaba el  trabajo del artista gráfico pues podía dibujar directamente sobre el material sin necesidad de  la mediación de un  grabador. Es una  técnica utilizada por  artistas  como  Ingres, Géricault, Delacroix, Millet,  Corot,  Manet,  Degas  o  Goya.  También  en  el  siglo  XIX  se  produjo  una  espectacular recuperación de la xilografía. Es destacable la obra de Doré: sus ilustraciones de libros de Cervantes, Balzac, Dante, Rabelais, Chateaubriand, Poe, Perrault y la Biblia. 

 

Presencia de las imágenes en la sociedad 

Como  señala  Gubern  (1997)  la  importancia  cultural  que  tuvo  este  desarrollo  técnico  es  el espectacular  incremento de  la densidad de  la presencia de  las  imágenes en  la vida social. A ello se 

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une la democratización del acceso a las imágenes: cada vez más personas podían acceder y disfrutar de unas  imágenes producidas ya de  forma seriada, alejadas así de  la exclusividad de  la obra única. Con todo ello es fácil ver en qué medida los cambios culturales con respecto a la imagen estuvieron vinculados  a  los  desarrollos  tecnológicos,  a  una  nueva  forma  de  configurarse  la  producción  de objetos,  al desarrollo de  las  comunicaciones  y  a una nueva  configuración de  las  sociedades.  Para Gubern, se pone así la base de lo que será la actual cultura de masas y sus industrias culturales. 

En  todo  ello  desempeña  un  papel  crucial  la  creciente  alfabetización  de  los  pueblos.  Señala  Juan Antonio  Ramírez  (1988)  que  desde  1871  la  Tercera  República  francesa  desarrolla  un  sistema  de educación nacional en el que el Estado  se  compromete a asumir  la escolarización universal,  laica, gratuita  y  obligatoria.  Le  seguirán  en  estas  medidas  otros  países  europeos  como  Alemania  o Inglaterra. Con  la progresiva desaparición del analfabetismo,  irá siendo posible un acceso cada vez mayor a la cultura impresa sin estar cerrado a unas élites sociales o culturales.  

Hemos visto, por tanto, cómo ya en el XIX quedan puestas  las bases de  la actual convivencia entre texto escrito e imagen. Colaboran así dos vías que pueden caminar juntas en la construcción cultural en múltiples modos; no tenemos más que observar la fusión icónico‐verbal presente en tan diversas formas  en  nuestra  actual  esfera  cultural.  Sin  embargo,  este maridaje  ya  desde  los  inicios  de  su simbiosis tuvo que lidiar con los intentos de imponer una visión dicotómica entre la cultura escrita y la cultura visual, en un intento elitista de enviar a la imagen, cada vez más presente, al mundo de la subcultura  y  cerrándole  las  posibilidades  de  confluir  con  el  texto  escrito  en  el  camino  hacia  la construcción del conocimiento, de  la  reflexión, de  la estética o del compromiso. De  todas  formas, como  iremos viendo,  la  imagen ha  ido  imponiendo sus capacidades y su poder, a pesar de que en muchas  de  sus  formulaciones  y  usos  sí  que  se  quedó  al margen  de  una  auténtica  construcción cultural.  

En  el  desarrollo,  relativamente  reciente,  de  los  medios  de  comunicación  de  masas  se  ha  ido configurando  la  llamada  "cultura  de masas"  diferenciada  de  la  "cultura  popular".  Ésta  última  se genera  naturalmente  desde  el  pueblo,  en  el  folklore,  las  subculturas  urbanas  u  otras  formas  de desarrollo;  la cultura de masas surge en Europa a partir del siglo XIX y está vinculada a  los medios tecnológicos  de  comunicación  social:  litografía,  fotografía,  cartel,  cine,  etc.  Con  estos medios  se crean nuevos canales artificiales para la comunicación en el seno de las sociedades. La producción de obras en esta  cultura de masas ha de estar  sustentada en  importantes medios empresariales que sean capaces de asumir el elevado coste de  la producción. A ello se une  la necesidad de formación para  los emisores de esos medios, ya que han de utilizar unas  tecnologías que no están al alcance inmediato de cualquier  individuo. Como contrapartida, el amplio alcance en sus destinatarios, hace que estos medios de comunicación tengan una gran relevancia en la configuración democrática de la sociedad.  

Como  señala  Gubern  (1997)  la  cultura  de  masas  se  define  por  estar  constituida  por  mensajes generados  tecnológicamente  por  las  industrias  culturales  y  dichos  mensajes  son  recibidos  por amplias  capas  sociales.  La  cuestión  estaría  en  ver  hasta  qué  punto  se  está  generando  una interactividad entre emisores y receptores de la cultura de masas de modo que el protagonismo de la participación popular la convierta en una nueva forma de cultura popular. En esta cuestión entra en juego el  famoso tema de  la prelación entre huevo y gallina:  la pregunta por si es  la cultura que se está generando e  imponiendo algo que surge de  la voluntad de  los medios o de  la voluntad de  los receptores. Está claro que  los mensajes enviados han de tener una sintonía con  lo que  la sociedad está demandando; pero  también es cierto que  la  sociedad puede acabar acomodándose a pedir o desear aquello que se le da. 

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Breve recorrido histórico 

La posibilidad de reproducir las imágenes también ha conducido a un nuevo modo de mirar las obras de arte visuales. Éstas han existido siempre y lo han hecho durante siglos dentro de cotos cerrados. John Berger nos invita a reflexionar sobre cómo en los inicios ese coto era el de la magia o lo sagrado en el espacio de la cueva o la iglesia. Así la experiencia del arte, de la mirada sobre las imágenes se separaba de  la vida cotidiana y se situaba en el territorio del rito, de forma que  los  iconos tuvieran poder  sobre  la  vida. Poco a poco el  reducto en que  se  situaban  las  imágenes era el de  las  clases dominantes  en  el  seno  de  la  sociedad.  Lo  logrado  por  los  actuales medios  de  comunicación  es destruir  los cotos cerrados y sacar al arte de cualquier reducto y cualquier sumisión a  la autoridad. "Por  vez  primera  en  la  historia,  las  imágenes  artísticas  son  efímeras,  ubicuas,  carentes  de corporeidad, accesibles, sin valor, libres. Nos rodean del mismo modo que nos rodea el lenguaje. Han entrado  en  la  corriente  principal  de  la  vida  sobre  la  que  no  tienen  ningún  poder  por  sí mismas" (1980, pp. 40‐41). Lo que importa ahora es quién usa ese lenguaje y con qué finalidad. 

 

2. La fotografía 

Fotografía y conocimiento 

La fotografía surgió en un momento en que Europa vivía un empuje científico y técnico en torno a la Revolución  industrial. No debemos olvidar que en  los años del  inicio de  la fotografía se produjeron importantes cambios sociales y culturales como las reivindicaciones obreras, el realismo en el ámbito artístico o las innovaciones en el acceso científico a la realidad. La fotografía introducía técnicamente la posibilidad de  reproducir con mucha mayor exactitud, gracias a  la  técnica, el mundo visible. Un cambio importante en el desarrollo de las representaciones plásticas, especialmente por lo que podía aportar en una mayor objetividad que la proporcionada por la pintura. Supuso una crucial aportación a la historia de la cultura icónica en la medida en que permitió la creación automatizada de la imagen originaria, una imagen que se podía reproducir ilimitadamente. 

El  fundamento  técnico  de  la  fotografía  radica  en  la  cámara  oscura,  ya  conocida  desde  el Renacimiento;  se  le  añade  ahora  una  sustancia  fotosensible.  El  origen  de  la  fotografía  es  algo complejo. El  francés  Joseph Nicéphore Niepce  (1765‐1833), que deseaba  conseguir un  sistema de dibujo  automatizado  realizó  una  serie  de  experimentos  para  conseguir  que  la  luz  solar,  al  incidir sobre una piedra litográfica sensibilizada, dibujase en ella las formas de los objetos que la reflejaban. En 1826 obtuvo  la primera  foto de un paisaje, con ocho horas de exposición. En 1827  se  inició  su colaboración  con  Louis  Jacques  Mandé  Daguerre.  La  muerte  de  Niepce  hizo  que  Daguerre  al daguerrotipo, una representación fotográfica sobre metal, que constituía una imagen positiva única y lateralmente invertida. A pesar de todo se presentó el invento en París en 1839. 

La fotografía sobre papel, basada en un proceso negativo‐positivo, fue  lograda por el  inglés William Henry Fox Talbot (1800‐1877); patentó el calotipo en 1841. Frederick Scott Archer introdujo en 1850 el preparado fotosensible de colodión húmedo, que se elaboraba inmediatamente antes del disparo, y  que  sustituyó  al  daguerrotipo  y  al  negativo  en  papel  utilizando  placas  de  vidrio.  Las  placas  de colodión húmedo  fueron  a  su  vez  reemplazadas  por  las placas  secas de  gelatina,  introducidas  en 1871  por  Richard  L. Maddox,  pues  aunque  eran  menos  sensibles,  no  requerían  su  preparación inmediatamente antes de cada disparo.  

Es evidente  la necesidad de  la presencia de  lo  real para que  la  fotografía pueda  realizarse con  las importantes  implicaciones  que  esto  tiene  para  acentuar  el  carácter  realista  de  este  medio  de generación de imágenes. La fotografía tiene un poder histórico y autentificador: para que esto haya sido fotografiado tuvo que estar presente.  

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

Sin embargo, algunos autores han  insistido en poner de manifiesto algo, por otra parte, obvio para los  creadores  y  espectadores  de  la  imagen  fotográfica:  la  fotografía  es  fruto  de  un  proceso  de elaboración y no una duplicación fotoquímica del mundo visible. Entre otros, se pueden encontrar los siguientes elementos que diferencian la percepción directa del mundo de la percepción mediada de la fotografía: se produce una abolición de la tercera dimensión del espacio por la bidimensionalidad del soporte fotográfico; se delimita el espacio por el encuadre; se anula el movimiento ‐la fijación del "instante decisivo" del que hablaba Cartier Bresson‐; estructura granular y discontinua de la imagen visible en las ampliaciones; alteración de los colores o de la luminosidad; modificación de la escala de representación  cambiando  el  tamaño  de  los  objetos;  anulación  de  los  estímulos  sensoriales  del gusto, oído, olfato o tacto.  

Algunos autores como Arnheim, vieron en esta capacidad de  la fotografía para recrear  lo real, para construir  una  visión  distinta  del mundo,  la mayor  potencialidad  de  la  fotografía  como medio  de creación artística. Se pudo considerar a este nuevo medio como una vía formativa, como un camino para  interpretar  lo visual con  fines estéticos. En  la base de esta cuestión se encuentra el hecho de que toda fotografía  implique un punto de vista, una mirada; dicho no sólo en un sentido físico sino también ideológico o personal. 

Un aspecto importante y debatido a lo largo de su historia es la consideración de las posibilidades de la  fotografía como herramienta de conocimiento. Es tópico recurrir al dicho popular que  insiste en que una  imagen vale más que mil palabras. Sabemos en general y en  los casos concretos  lo hemos experimentado también, que una imagen también puede engañar u esconder parte de la verdad; una imagen  puede  tanto mostrar  como  ocultar.  Susan  Sontag  pone  el  acento  en  que  empezamos  a comprender cuando no aceptamos que  las cosas sean  lo que parecen. Quizá sería más  interesante tener una concepción integradora y no excluyente entre los distintos lenguajes que nos dan acceso a lo real.  

Desde  sus orígenes  la  fotografía buscó  acercarse  al  lenguaje de  la pintura;  con  ello  legitimaba  su condición artística, y aportaba algo más que una mera reproducción física de lo visible. El lenguaje de la representación visual se había ido desarrollando durante siglos y había ido creando unos códigos y unas formas de las que la fotografía quiso beber y, en algunos casos, continuar configurando. Esto no fue bien admitido en  la  totalidad del mundo artístico; para muchos el  fotógrafo no era un creador sino un artesano. Aún hoy reina cierta confusión en esta cuestión: no está muy clara la presencia de la  fotografía  con  pleno  derecho  en  ciertos  ámbitos  académicos  ‐ausencia  de  departamentos  de fotografía  y  necesidad  de  adscribir  las materias  fotográficas  a  los  departamentos  de  dibujo,  por poner un ejemplo‐; y  junto a ello nos encontramos  con que  la presencia de  la  imagen  fotográfica cada vez ocupa más  lugar en  las exposiciones de artes plásticas,  llegando en ocasiones a desplazar totalmente a  la pintura. En  fin, una vez más vemos como deseable una mirada  integradora de  las distintas formas de creación cultural.  

 

Géneros fotográficos y convivencia con las artes plásticas  

Las  tradiciones  propias  de  la  pintura marcaron  la  creación  de  los  distintos  géneros  fotográficos: retrato,  bodegón,  paisaje,  etc.  En  los  primeros  años  los  géneros  más  desarrollados  fueron  el retratismo y el paisajismo. En esta influencia se basó la importante corriente llamada "pictorialismo" propio de fines del XIX: una fotografía que se apoya para  legitimarse artísticamente en  la pintura y que  buscaba  por  distintas  vías  la  semejanza  con  el  lenguaje  pictórico,  utilizando  por  ejemplo procedimientos  técnicos  como  la  manipulación  en  el  proceso  de  positivado.  El  pictorialismo fotográfico fue evolucionando y prolongándose hasta el siglo XX, cuando la fotografía se libera de su función mimética y entra en contacto con otras formas de concebir la pintura y las artes plásticas en 

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Breve recorrido histórico 

el entorno de las vanguardias: encontramos así las fotografías surrealistas, dadaístas y abstractas de Man Ray, Bragaglia o Moholy‐Nagy.  

En  cuanto  al  retrato,  la  representación  del  desnudo,  por  ejemplo,  fue  evolucionando  desde  unas representaciones poco estilizadas, alejadas del desnudo pictórico de los orígenes hasta las imágenes creativas  y  surreales de Man Ray, Edward Weston o Bill Brandt hasta  llegar  a  la provocación  y  la belleza de los desnudos de Robert Mapplethorpe. 

Frente  a  la estilización del pictorialismo  se encuentra  la  corriente  realista que utiliza  la  fotografía como vía para la denuncia de las desigualdades y las injusticias sociales, incidiendo en el carácter de documento que aporta la representación fotoquímica de lo real. En esta línea es importante la obra de  Jacob‐August  Riis; más  tarde  desarrollarán  estos  trabajos  el movimiento  de  izquierdas  Photo‐League, en Nueva York y con Paul Strand a  la cabeza o el movimiento de  la Nueva Objetividad en Alemania.  

También fue relevante en el desarrollo de  la fotografía como creación visual artística  la vinculación que mantuvo en el periodo de entreguerras con las vanguardias artísticas. Es importante su relación con el suprematismo ya que uno de  los componentes esenciales de  la abstracción suprematista se construye  a  partir de un  género  fotográfico:  la  fotografía  aérea. Malevich  se  interesó mucho por estas  representaciones.  Pero  la  vanguardia  que más  relevancia  tuvo  fue  el  surrealismo. Dalí,  por ejemplo,  afirmaba  de  uno  de  sus  cuadros  que  eran  "fotografías  de  sueños  pintadas  a mano".  La fotografía  pasó  a  ser  el  medio  expresivo  ideal  para  captar  casuales  "objets  trouvés",  práctica surrealista  consistente  en  encontrar objetos  relacionados  extrañamente  con otros  y  en  singulares ubicaciones,  de  forma  que  al  representarlos  se  produjese  el  surgimiento  de  una  nueva  verdad  o sentido poético. Man Ray fue un excelente fotógrafo surrealista. 

En  los años posteriores a  la Segunda Guerra Mundial  se desarrolla en Alemania  la  corriente de  la Fotografía Subjetiva, siendo su principal representante Otto Steinert. Consideraban que la fotografía creativa debía partir de las vivencias personales, subjetivas, y ser capaz de materializarse en imagen fotográfica gracias a un excelente manejo de  las técnicas; utilizaron algunas como  la solarización,  la superposición de negativos, etc. Volvían a poner en juego la creatividad tan controlada y tapada por los años del nazismo.  

En los años cincuenta se produjo la reacción neodadaísta como forma de rechazo de la implantación de  la  sociedad  de  consumo:  el  Pop  Art  hizo  cosas  como  pintar  bigotes  a Mona  Lisa  o  poner  un urinario en una exposición. Con ello se entendía el arte como una expresión de protesta por la vía de la provocación. Un personaje crucial fue Andy Warhol; entre sus provocaciones estaba la fórmula de la repetición con variaciones sobre la imagen original.  

Richard Avedon marcó una época en la fotografía de moda saliendo de los estudios y situando a sus modelos  en  las  calles  de  París.  Concibió  una  innovadora  forma  de  realizar  la  puesta  en  escena fotográfica que  tendría gran  influencia en el  futuro. Algunos autores consideran sus  fotografías de moda como auténticos documentos de  la realidad social de su tiempo. Otro autor destacado fue el neoyorquino Robert Mapplethorpe, cuyas  fotografías en blanco y negro de gran belleza,  llegaron a causar escándalo por su representación del erotismo y de la homosexualidad.  

Heartfield, Rodchenko, Renau, Lecuona o Fontcuberta fueron maestros en el fotomontaje, una vía de creatividad  fotográfica  que  juega  acoplando  sobre  un mismo  soporte  imágenes  procedentes  de diversos negativos buscando una expresividad o un sentido generado por la puesta en relación de las distintas imágenes. Es uno más de los posibles trucos con que puede trabajar la creación fotográfica: desenfoques, objetivos deformantes, etc.  

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

Una  vía  de  desarrollo  de  la  fotografía  fue  la  creación  artística;  la  otra  la  de  la  fotografía  como documento  de  lo  real,  apoyándose  en  su  capacidad  autentificadora,  aunque  no  abogamos  por  la incompatibilidad  entre  las dos  vías, podrían  aducirse  ejemplos.  En  este  sentido  tuvo una  especial relevancia el fotoperiodismo. La fotografía se puso como un medio más al servicio de la información periodística,  desplazando  la  función  de  las  ilustraciones  y  aportando  nuevas  potencialidades.  Da prioridad al  realismo documental  frente a  la creación artística. Con el desarrollo de  los medios de comunicación  no  ha  hecho  sino  crecer  el  valor  de  la  imagen  fotográfica  en  el  ámbito  de  la información: ha  llegado a afirmarse que una noticia sin  imagen no es noticia. En ese sentido puede aducirse, con todas  las  importantes matizaciones que se deben tener en cuenta,  la repercusión del los atentados en Nueva York en 2001 sobre las torres gemelas frente a la que tuvo los atentados de Madrid o Londres, con muy distintas presencias visuales en los medios. Los periodistas juegan con el valor emocional que aporta la fotografía al texto verbal. En este sentido suele ponerse el ejemplo de la foto de Eddie Adams que representa la ejecución de un norvietnamita con un disparo en la cabeza en 1968; esa imagen contribuyó más que cualquier otro medio a promover el rechazo a la guerra en Vietnam.  Será  especialmente  en  el  periodismo  de  guerra  donde  cobrará  fuerza  y  desarrollo  el fotoperiodismo, nacido estrictamente según los historiadores en la guerra civil española con la obra de Robert Capa o Agustí Centelles. Esas imágenes instantáneas serán reproducidas de forma masiva gracias al fotograbado logrando un gran impacto en las masas sociales.  

Otro  género  importante  en  esta  historia  es  la  fotografía  carismática:  aquella  que  representa  al personaje  público  de  prestigio  y  que  contribuye  precisamente  por medio  de  su  representación  a acrecentar  el  papel  carismático  del  personaje  en  cuestión.  Con  la  difusión  de  sus  imágenes,  esas personas se convierten en "iconos" de una sociedad y son con ello magnificados. Nos encontramos con la imagen del Che, Madonna, Marilyn, Kennedy o Stalin.  

Otros avances técnicos han ido desarrollando más posibilidades de la representación fotográfica; un caso  importante es el holograma,  inventado por el  físico Dennis Gabor. Se  trata de utilizar el  rayo láser para iluminar el objeto que se quiere representar; se registra en una placa de grano muy fino y de alta resolución. Por la perfección de su representación, casi convierten la imagen en un doble de la realidad acrecentada por la tridimensionalidad: viene a ser una escultura de luz.  

 

Democratización de la fotografía 

Un paso crucial en la democratización de la fotografía fue el invento de George Eastman. Preparó un soporte flexible de papel bañado en gelatina recubierto de una emulsión de gelatinobromuro; fabricó un  aparato muy  sencillo  que  vendía  con  cien  clichés.  En  su  fábrica  se  hacía  el  revelado  de  las fotografías y el  repuesto de  las películas. En 1988  lanzó  su  famoso Kodak, una  cámara pequeña y barata.  Desde  entonces  no  ha  ido  sino mejorando  la  calidad  y  las  posibilidades  de  las  cámaras fotográficas a disposición de cualquiera, con lo que se hacía posible que cualquier sujeto pudiera de forma fácil entrar en el anteriormente cerrado y elitista mundo de la creación de imágenes.  

El  último  hito  ha  sido  la  creación  y  difusión masiva  de  la  fotografía  digital.  Con  ella  se  facilita enormemente  el  trabajo  fotográfico  y  su  difusión.  Pero  para  algunos  presenta  inconvenientes relacionados  con  la  ausencia  de  conocimientos  del  posible  fotógrafo  digital  frente  al  fotógrafo tradicional  que  necesitaba  tenerlos;  otros  problemas  son  los  relacionados  especialmente  con  el vínculo entre realidad e imagen que en la imagen digital es un vínculo inmaterial y virtual. En un mal uso de esa imagen digital estaríamos en la esfera de la falsificación de nuestro contacto con lo real a través  de  imágenes  engañosas:  el  mundo  del  simulacro  y  la  simulación  virtual.  Es  posible  que tengamos que ser más cautelosos con respecto a la credibilidad que damos a la imagen virtual con su capacidad  para  simular  la  presencia  de  un  objeto  real.  Frente  a  ello  debemos  volver  a  la 

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Breve recorrido histórico 

consideración no tanto de la herramienta con la que se trabaja sino de la mirada que trabaja con esa herramienta. Volveremos más adelante sobre esta cuestión.  

 

3. El cartel y la publicidad 

El origen del cartel 

Gracias  al  avance  tecnológico de  la  litografía,  el  cartel pudo  generarse  y desarrollarse. Desde  sus inicios,  el  cartel  estuvo  vinculado  a  la  publicidad  y  podrían  considerarse  sus  antecedentes más remotos  los programas  impresos de espectáculos como el circo o  las corridas de toros, así como  la inclusión de ilustraciones publicitarias en la prensa. Ciertos autores señalan que una ley de fines del XVIII  en  Francia  en  la  que  prohibía  la  fijación  de  carteles  en  blanco  y  negro  para  que  no  se confundiesen con  las notificaciones oficiales de  la Administración motivó que se desarrollara el uso del color y de las imágenes en el cartel publicitario.  

También suelen considerarse como antecedentes a nivel estético la tradición de la pintura mural en Europa  especialmente  la  de  Giambattista  Tiépolo  así  como  de  la  pintura  japonesa.  Entre  otras cuestiones, influyeron en el formato rectangular y vertical que se mantendría por mucho tiempo.  

Fue  Jules Chéret quien  llevó a cabo  la síntesis técnico‐estética que condujo a  la creación del cartel cromo‐litográfico en 1866, en el que resultó especialmente relevante la utilización de la tricomía. Se trata de una de las artes aplicadas, en este caso al servicio de la publicidad y difundidas por medio de la multiplicación. La palabra "cartel" parece provenir de "charta" que significa 'papel' en latín. Puede definirse  como  un  anuncio  o  aviso  impreso,  compuesto  de  elementos  icónicos  y  verbales  que  se expone en un espacio público. El cartel se vincula a  la publicidad, entendida en sentido amplio:  los medios para difundir en el ámbito público las bondades de un determinado producto, pero también de una  ideología política o de unos  fines bélicos. Veremos que  la propaganda política hizo un uso muy abundante de este medio icónico.  

 

Desarrollo histórico del cartel 

El cartel, al igual que sucedía con la fotografía, se configura en estrecho vínculo estético con las artes plásticas,  especialmente  la  pintura.  Los  distintos  estilos  pictóricos  dominantes  a  lo  largo  de  su desarrollo  irán  teniendo  una  repercusión  directa  sobre  el  cartel.  Esto  sucederá  en  sus  primeras décadas  de  vida:  art  nouveau,  art‐decó,  futurismo,  dadaísmo,  surrealismo,  pop  art,  etc.,  irán marcando  las  formas  del  cartel.  Con  esta  influencia  se  lograba  además  que  esos  estilos  visuales tuvieran una mayor presencia que  la  lograda exclusivamente a través de  la pintura. Los autores de los  carteles  eran  con  frecuencia  pintores  que  crearon  por  tanto  sus  obras  siguiendo  los  códigos vigentes en  la pintura. A partir de  los años veinte es enorme el  intercambio de  influencias entre  las vanguardias y los carteles: cubismo, futurismo, constructivismo, suprematismo ‐Dziga Vertov diseña el cartel del El hombre con la cámara de cine‐, expresionismo ‐Otto Stahl‐Arpke realiza el cartel de El gabinete  del  Dr.  Caligari‐,  surrealismo  ‐Dalí,  Ferrocarriles  franceses‐.  Son  autores  especialmente relevantes Mucha, Toulouse Lautrec, Jan Toorop, Heartfield, Grosz, El Lissitsky o Gustav Klimt. Será posteriormente cuando se irá adscribiendo el cartel al ámbito del diseño gráfico o la publicidad total e integradora, como veremos más adelante.  

Durante  la  Primera  Guerra  Mundial  comenzó  a  utilizarse  el  cartel  como  medio  de  propaganda política. Los poderes públicos descubrieron  la enorme capacidad de  las  imágenes para colaborar en sus fines de adiestramiento y de difusión de los ideales patrióticos o de desprestigio de los enemigos. Durante la Revolución Soviética el cartel siguió desarrollándose y alcanzando una gran extensión en 

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cantidad  y  calidad.  En  sus  formas  y  en  sus  fines  influyó  el  cartelismo  soviético  sobre  el  bando republicano en la Guerra Civil española. Se desarrolló la estética del "realismo expresivo", amalgama del cartel soviético,  las  influencias del cartel cinematográfico y de  la tradición realista de  la pintura española, especialmente la del XVII.  

En el ámbito de  la Bauhaus alemana con su  impulso a  las artes aplicadas, el cartelismo comienza a vincularse  a  la  obra  de  los  diseñadores  gráficos  y  no  de  los  pintores.  Se  irán  aplicando  en  su generación  las técnicas de teorías como  la Gestalt, el psicoanálisis,  la teoría de  la comunicación, el marketing,  etc.  de  forma  que  la  configuración  del  cartel  irá  teniendo  un  respaldo  teórico  y estratégico mucho más allá de las intenciones o realizaciones creativas de un pintor o un dibujante. Se va orientando cada vez más a la eficacia en su presencia en el seno de la sociedad, presencia a su vez más  y más  fuerte  en  la medida  en  que  van  desarrollándose  los medios  de  comunicación  de masas. Hoy  la secuencia generadora del cartel pasa por  los siguientes agentes: anunciante, agencia de publicidad, diseñador gráfico e imprenta.  

Durante  la Segunda Guerra Mundial,  la  radio y el cine desempeñaron una  función propagandística mucho mayor que  la del  cartel. A diferencia de  lo ocurrido  en  la Gran Guerra, han  ido  cobrando terreno en el seno de  la sociedad otros modos de  influir en  la opinión pública tan poderosos o más que  el  antiguo  cartel.  Como  consecuencia  de  ello,  éste  tuvo  que  ir  buscando  su  hueco  y  sus potencialidades específicas en el cambiante mundo de la iconosfera de cada época. 

En los sesenta y con la influencia del Pop Art, el estilo de vida hippy, la contracultura o la psicodelia se dio un nuevo  impulso y un giro estético al cartel. En esta  línea son especialmente señalados  los trabajos de Andy Warhol, Roy Lichtenstein o Wolf Vostell.  

Hace tiempo que se ha extendido el coleccionismo de carteles, convirtiéndose en objetos soporte de la  nostalgia,  el  fetichismo  o  cualquier  otra  función,  pero  ya  al  margen  de  sus  finalidades propagandísticas originarias.  

Algunos autores  señalan que el  cartelismo europeo y el estadounidense han  transitado diferentes vías, especialmente en  lo  tocante a  la estética: más  realista  y  fotográfico en Estados Unidos, más vanguardista  y experimental el europeo. Pero quizá  lo más  reseñable  actualmente es  la  simbiosis fruto de  la globalización en  las  formas del cartel en el ámbito mundial. Hemos de señalar además cómo  la  presencia  de  la  televisión  como  principal  soporte  de  la  difusión  publicitaria  en  la  actual sociedad de consumo ha hecho que sean sus formas las que marquen la primacía y la impronta de la imagen publicitaria; y el cartel, presente y vivo, va de alguna manera a remolque de lo marcado por el medio  televisivo.  Actualmente  las  campañas  son multimediáticas:  similares  imágenes  y  textos aparecen en  la televisión,  la valla publicitaria,  la prensa escrita o  internet. Con esto se consigue un efecto de redundancia de gran fuerza y eficacia al reforzarse unos soportes con  la  influencia de  los otros.  

 

El cartel cinematográfico 

Ya  los hermanos  Lumière utilizaron el  cartel para difundir  las proyecciones del  cinematógrafo;  les seguirán  Pathé  o  Gaumont,  y  los  exhibidores  de  todos  los  tiempos  hasta  hoy.  El  cartel cinematográfico  solía basarse en  la  ilustración de algún momento destacado y emblemático de  la película que se publicitaba, una imagen alegórica suficientemente significativa de su contenido o las imágenes de sus actores principales. Será con el desarrollo del sistema de las estrellas con el que este último modelo cobre gran relevancia. 

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La gran industria del cine, asentada en Hollywood, vivía al margen de los estilos artísticos pictóricos absorbidos por el  cartel en Europa. Por ello marcaron  su propio estilo que  se diversificaba en  las distintas productoras  según quién  fuese  su director  artístico o  el  estilo  visual de  la película.  Para descubrir  influencias de  los movimientos artísticos hemos de  irnos, por ejemplo, al ámbito del cine expresionista alemán, cuyos carteles son muestras privilegiadas de esta corriente artística como  las obras de Otto Stahl‐Arpke para El gabinete del Dr. Caligari, Theo Matejko para Tartufo de Murnau, Vladimir  y  Georgii  Stenberg  para  Berlín,  sinfonía  de  una  ciudad  de  Ruttman  o  de  Alexander Rodchenko para El acorazado Potemkin. 

En los años posteriores, en Inglaterra se combinó la caricatura, el fotomontaje y la tradición pictórica. Es  emblemático  el  cartel  de  Eric  Pulford  para  Enrique  V  de  Laurence  Olivier.  En  Italia  podemos observar cómo el estilo cinematográfico del neorrealismo marcará el tono realista de sus carteles. En Francia, en  los años de  la nouvelle vague  los carteles estarán en  la órbita del mundo  "pop" y con influencias del cómic. 

En  las últimas décadas  se ha producido un  importante giro en el cartelismo por  la creación en  las grandes  productoras  estadounidenses  de  los  departamentos  de  publicidad  en  los  que  se profesionaliza  todo  el  trabajo  relativo  a  la  imagen  de  la  película,  incluyendo  sus  actores  o  su promoción.  Cada  vez  van  imponiéndose  con más  fuerza  los  estilos  y modelos  del  poderoso  cine hollywodiense a las formas de difusión del cine en cualquier parte del mundo.  

 

La valla‐anuncio y la electrografía 

Como  forma  de  adecuación  a  las  nuevas  formas  de  vida  y  de  comunicación  el  cartel  ha  ido diversificándose; en  la medida en que muchas personas pasan muchos minutos de  sus vidas en  la carretera  se  generó  la  valla‐anuncio, un  gran  cartel  visible desde  el  vehículo  en movimiento.  Son anuncios para ver a grandes distancias, compatibles con otros de  tamaño medio  ‐en  las vallas que cubren las obras en la ciudad‐ o pequeño ‐en las marquesinas de los autobuses, o en los pasillos del metro‐. Especialmente el cartel destinado a la carretera debía ser legible y comprensible con rapidez, lo que influyó en sus contenidos y formas sencillas.  

La electrografía, el anuncio luminoso, se crearon con el fin de que sus luces y colores pudieran verse también durante  la noche. Su creciente proliferación ha marcado en gran medida  la estética de  las ciudades en que vivimos; son emblemáticos los casos de Las Vegas o de Times Square en Nueva York. En esta ciudad se  instaló el primer anuncio  iluminado por bombillas en el Flatiron Building; será  la invención de la iluminación a través del gas neón lo que ayudará a la proliferación de estos carteles ya que permitía una mayor flexibilidad y versatilidad.  

 

Usos sociales del cartel 

Como señala Gubern (1997), el cartel dio un paso importante en el desarrollo de la presencia masiva de imágenes en el espacio en que se mueve el hombre contemporáneo e influyó en crear un paisaje visual de imágenes compartidas y unificadas. En esto no estaba solo sino que, como hemos señalado anteriormente,  confluía  en  todos  los  sentidos  con  los  otros  medios  de  comunicación  como  la televisión, el cine… El cartel se  impuso como un medio de  influencia o persuasión sobre  la opinión pública: es decir, se especializó en este caso la presencia de las imágenes en su finalidad de persuadir sobre  amplias masas  sociales. Además  configuró  unos  estilos  visuales  en  las  ciudades  en  las  que habitan la mayoría de las personas en el mundo occidental.  

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Es la configuración de las prácticas sociales la que marca en gran medida la presencia del cartel: los flujos de circulación, el tipo de personas que suelen frecuentar determinados espacios y tantos otros factores  son  los  que  se  tienen  en  cuenta  a  la  hora  de  "posicionar"  la  imagen  publicitaria.  Y  a  la inversa, las prácticas sociales vienen marcadas de forma crucial por las pautas que dicta la industria publicitaria: vivimos en una sociedad mimética que se configura sobre  las pautas que  le propone el espejo de la imagen publicitaria en que se mira. Y esto va desde el modo de peinarse a los gustos o los  deseos más  profundamente  estructuradores  de  la  personalidad.  Se  ha  llegado  incluso,  en  los últimos  tiempos,  a  extenderse  de  una  forma  preocupante  enfermedades  relativas  a  los  hábitos alimenticios debidas en gran medida a la imagen marcada por las modelos de moda.  

La  función esencial del cartel es  la persuasión; será  lo que determine  todos sus aspectos  formales, incluyendo su ubicación, color, tono, etc. El cartel trabajará básicamente  lo  icónico y  lo verbal para lograr  la mayor  eficacia  persuasiva.  Y  lo  hará  teniendo  en  cuenta  que  puede  apelar  a  la mera transmisión de  información pero  también,  y  allí  radica  su poder,  a  la  influencia emocional. No  se trata  tanto  de  decir  que  un  producto  existe  cuanto  de  implicar  afectiva  y  emocionalmente  al espectador para que crea en una mejora de su vida si adquiere el producto en cuestión. Se busca más  la  seducción  que  la  argumentación.  Para  Dichter,  el  publicitario  no  debe  vender  cosas  sino valores y símbolos, apelando a  lo que reside en el preconsciente del sujeto. Una mujer no compra zapatos, sino unos pies bonitos; no se desea tanto un refresco, un coche o un teléfono cuanto lo que la publicidad ha hecho que representen y signifiquen.  

El cartel suele compaginar el texto icónico y el texto verbal, aunque habitualmente no percibimos un cartel  como  una  suma  de  elementos  discontinuos,  sino  como  un  texto  que  significa  de  forma orgánica a través de imágenes, palabras, ubicación, etc. Las funciones de las palabras con respecto a las  imágenes pueden ser  las siguientes: Anclaje o fijación de sentidos, restringiendo a uno concreto todos  los posibles significados. Relevo o diegética, es  importante en  los carteles secuenciales en  los que el  texto permite enlazar  temporalmente el  relato que  subyace en  las  imágenes. Reiterativa o redundante,  cuando  el  texto  refuerza  lo  dicho  en  la  imagen  para  enfatizar  el mensaje.  Función retorizante,  utilizando  funciones  conocidas  en  las  tradiciones  retóricas  como  la  comparación, metonimia, analogía, sustitución, metáfora, o alegoría. Contradictoria, si el texto afirma algo negado por la imagen, con lo que obliga a extraer consecuencias. Matizadora, cuando el texto añade matices que completan la información aportada por la imagen.  

En  el  diseño  del  cartel  se  busca  el  equilibrio  entre  la  originalidad  y  la  repetición  de  fórmulas conocidas por el público. Se repiten a veces  los caracteres  tipográficos o el diseño, se  incide sobre lemas repetidos y pegadizos que van incorporándose sobre bases variables, etc.  

La publicidad es un medio de expresión al  servicio de una  industria. Como  señala  John Berger  "la publicidad ejerce una  influencia enorme y es un fenómeno político muy  importante. Pero su oferta es tan estrecha como anchas son sus referencias. Sólo reconoce  la capacidad de adquirir.  […] En  la cultura del  capitalismo es  inimaginable  ya  cualquier otra  clase de esperanza, de  satisfacción o de placer.  `…] El capitalismo sobrevive obligando a  la mayoría –a  la que explota‐ a definir sus propios intereses  con  la  mayor  mezquindad  posible.  En  otro  tiempo  lo  logró  mediante  privaciones generalizadas. Hoy  lo está  logrando en  los países desarrollados mediante  la  imposición de un  falso criterio sobre lo que es y no es deseable" (1980, p. 169). Con ello entroncan importantes cuestiones sobre al papel de  la publicidad en  la sociedad: su  labor de producción de consumidores y de crear nuevas necesidades; su interés en hacer pasar de moda rápidamente los productos; el desarrollo del hedonismo  consumista;  la  conversión  de  los  objetos  en  signos  de  ostentación,  de  poder,  de  un estatus social. 

 

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Otros soportes de la publicidad 

Todo  lo que acabamos de señalar es extrapolable a  la publicidad que aparece hoy masivamente en todos los medios de comunicación: cine, internet, televisión, especialmente. Es más, los lenguajes del medio publicitario de alguna manera han desarrollado una gran influencia en otros medios; a ciertos directores  de  cine,  por  ejemplo,  se  les  ha  achacado  su  estilo  de  realización  cercano  al  del  spot publicitario.  

Para algunos  la publicidad es una actividad artística con  lo que se vuelve a poner sobre  la mesa  la polémica sobre las finalidades del arte y la exclusividad de razones altas o bajas para la creatividad. Parece  que  hoy  la  esfera  de  lo  audiovisual  es  tan  amplia  y  tan mestiza  que  es  fácil  que  puedan convivir de forma híbrida propósitos muy diversos. Es posible  la convivencia de un spot publicitario de  gran  calidad  artística  con  una  película  cinematográfica  puramente  comercial  o  una  pieza  de videoarte que es a su vez un anuncio publicitario. Ya señalaba Barthes que el mensaje publicitario opera de forma semejante a la poesía: libera a las imágenes permitiéndoles ser vehículo muy preciso de  los grandes temas oníricos de  la humanidad, y condensa unos procedimientos retóricos de gran riqueza.  

El verdadero alcance de la publicidad se produce con la llegada del audiovisual, donde se desarrollan hoy  sus más  novedosas  y  creativas  posibilidades;  sin  que  esto  deje  de  lado,  a  veces  debido  la saturación generada por su inmensa presencia, formas tradicionales como las octavillas o el hombre anuncio.  

 

La publicidad en televisión 

Históricamente será en los años cincuenta en Estados Unidos cuando la presencia de la publicidad en televisión se consolide. En poco tiempo se descubre la gran resonancia de este medio y se vincula ya desde entonces la televisión a la publicidad como fundamento económico. Las primeras mediciones de  audiencias  se  realizarán  en  el  año  1949;  desde  entonces  no  haría  sino  crecer  el  número  de espectadores y de anuncios. Se perfeccionarán los métodos de investigación de audiencias de forma que  los programas que se ven serán  los que se  financien con  la  inserción de publicidad como una ventana a  la que se sabe que va a asomarse una gran masa de público. También se  irá afinando  la relación entre el  tipo de público y  los productos anunciados; se  irán compaginando  los patrocinios más sencillos como el de los programas que llevaban el nombre del patrocinador ("Colgate Comedy Hour") con anuncios en los que se invierte mucho dinero.  

En 1949  se pasa el primer  spot  televisivo:  se  trataba de  los  refrigeradores Westinghouse. En esos años  el  anuncio,  al  no  estar  grabado,  debía  ser  interpretado  en  directo  en  cada  pase.  Un  paso importante  será  el  establecimiento  de  un  código  ético  para  la  publicidad  televisiva  en  1952, planteado por la National Association of Radio and Television Broadcasters.  

En España habrá que esperar hasta el año 1956 para ver la primera emisión de Televisión Española. En 1957 se emite el primer anuncio publicitario. En aquellos primeros años, la televisión apenas era vista, con lo que su dimensión comercial todavía tardaría en desarrollarse y no sería hasta entonces concebida como un soporte interesante para la publicidad.  

En  Estados Unidos  la batalla entre  las  cadenas es un hecho  en  los  años  sesenta;  se desencadena entonces la guerra paralela de las audiencias y la consiguiente presencia publicitaria. El creciente uso del  vídeo  en  los  hogares  americanos  pone  en  peligro  de  alguna  forma  el  poder  omnímodo  de  la publicidad en la televisión ya que los espectadores podrían evitar los bloques de anuncios.  

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En los ochenta, aparece un tipo de programa televisivo importante con respecto a la publicidad: los programas de compra directa. Su primera versión  "Home Shopping" es de 1982. También en esos años empiezan a ser frecuentes  los spots rodados con grandes presupuestos, algo que no ha hecho sino desarrollarse hasta el día de hoy.  

En 1989 se  introduce de forma definitiva en Estados Unidos el pago por visión; con esta fórmula el espectador pagaba, entre otros motivos, para evitar  las  interrupciones de  los bloques publicitarios. Se buscaron entonces vías alternativas,  la publicidad  indirecta, que se basaba en  la aparición de  las marcas publicitadas en el propio desarrollo interior de los programas: la familia de tal serie de ficción bebe tal marca de leche, el cocinero de tal programa cocina con tal aceite, etc.  

En  los anunciantes de  los años noventa y en  la presente década van  surgiendo nuevos  retos a  los anunciantes: por ejemplo, se trata de evitar la saturación del espectador para lo que se realizan spots con un  significado  "misterioso" u oculto  a  simple  vista  con  el  fin de que  se  comente;  se  realizan anuncios  que  desarrollan  una  microhistoria  que  no  tiene  en  principio  ninguna  relación  con  el producto que se publicita; se busca provocar la reacción del espectador por medio de la generación de escándalo, atacando valores normalmente respetados, etc.  

 

4. El cómic: la narrativa dibujada 

Antecedentes del cómic 

En el origen del cómic se encuentran elementos como la caricatura, el chiste gráfico, los avances en la  impresión de  textos,  la contratación en  los periódicos de dibujantes, etc. La  incorporación de  la imagen a la prensa escrita será el caldo de cultivo en que se generará esta nueva forma de relato que combina el texto y la imagen.  

Por tanto, serán antecedentes suyos las caricaturas realizadas por Benjamin Franklin, James Gillray o William Hogarth, especialmente presentes en las revistas ilustradas que se desarrollan en el siglo XIX: Le Magasin Pittoresque, Punch or the London Charivari, L'Illustration, Yankee Doodle, Vanity Fair, Le Jour du Monde, Judge, Life.  

En Francia, en  la ciudad de Epinal, se había formado un centro de  la  imagen  impresa; ya en el siglo XVIII se difundían allí  las  imágenes  impresas. Las  famosas  imágenes de Epinal eran unas hojas con dieciséis viñetas cuadradas consecutivas en cuatro hileras y con textos debajo de cada viñeta; tenían un desarrollo narrativo que seguía los usos de la lectura occidental. Es una técnica muy similar a la de los  aleluyas o  los pliegos de  cordel,  y  los  carteles de  ciego.  Las primeras publicaciones periódicas infantiles se apoyarán en esta fórmula. En España se contó con títulos pioneros como La Gaceta de los  niños  (1798),  El  Monitor  infantil  (1896)  y  El  Heraldo  de  los  niños  (1900),  de  orientación moralizante y conservadora; en otros países fueron publicaciones relevantes Le Journal des Enfants, La Poupée Modèle, Le Polichinelle, Child's Paper, etc. 

El primer adaptador de un texto  literario a  la narración  icónica fue el suizo Dumoulin en 1805, con unos aguafuertes que ilustraban la historia de Robinson Crusoe.  

En Inglaterra Thomas Rowlandson dibujó una serie de estampas con versos al pie sobre los viajes de un maestro de escuela, el doctor  Syntax.  Inventa así al protagonista estable, que  será uno de  los elementos característicos de los cómics. También introdujo el think balloon, un globo ubicado sobre la cabeza para mostrar los pensamientos de un personaje. 

Rudolphe Töpffer realizó cuentos  ilustrados con  fines didácticos y  lúdicos para sus estudiantes. Les amours  de M. Vieux Bois  de  1827  consistían  en  sesenta  planchas,  cada  una  dividida  en  dos  tiras 

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Breve recorrido histórico 

horizontales de dos viñetas, con 156  imágenes en blanco y negro, a  las que se unía un breve texto explicativo sobre cada imagen. 

Christophe,  admirador  de  Töpffer,  dibujó  en  1889  Le  Petit  Français  Illustré.  Su  obra  estaba protagonizada por una familia de provincias, y tenían un tono satírico y se publicó de forma seriada. Posteriormente también desarrollaría las historias de Cosinus y de los gnomos Plick y Plock. Introdujo importantes  innovaciones  formales como el cambio en  las escalas de representación, una variedad en los encuadres y los puntos de vista; todo ello justificado como vía para una mayor expresividad.  

Otro  autor  significativo es el  alemán Wilhelm Busch  caracterizado por  su  fuerza, e  incluso por  su agresividad. Su serie más famosa es de 1865 Max und Moritz donde ponía en juego básicamente  la lucha entre la autoridad paterna y la rebeldía infantil, lucha en la que intervenía la crueldad.  

En Inglaterra,  la fuerte presencia de  la  industria editorial y periodística ayudó a  la consolidación del género.  La historieta Ally Sloper's Half‐Holiday, de 1884  tuvo  continuidad  con el mismo personaje hasta 1923. En 1890 Comic Cuts e Illustrated Chips. Estas y otras similares publicaciones tuvieron una gran difusión en el mercado popular, en parte por  su módico precio. Algunos personajes  famosos eran Mr. Chips o Weary Wadles y Tired Tim, dos vagabundos  inspirados en Don Quijote y Sancho Panza. Vivos en la prensa inglesa hasta 1953, hasta después de la muerte de su creador Tom Browne. Otra obra significativa fue Dan Leno's Comic Journal: su personaje era el mimo Dan Leno, estrella del music‐hall británico y maestro de Charles Chaplin. 

 

Creación de los cómics 

Los  hallazgos  realizados  en  las  obras  que  hemos  ido  señalando  fueron  acumulando  una  serie  de elementos técnicos y narrativos que fundamentarán el lenguaje del cómic: tenemos ya una secuencia de viñetas con un texto al pie para articular la narración, un personaje fijo en una serie de obras, la edición de historias con una unidad argumental cerrada y completa, los globos en que se insertaba el pensamiento o los diálogos entre los personajes. Estaban ya los elementos fundamentales. La síntesis y  desarrollo  de  este  lenguaje  para  la  formulación  y  creación  del  cómic  como  tal  se  realizó  en  la prensa norteamericana.  

En la pugna entre dos diarios competidores por el mercado en Nueva York se puso en pie el primer cómic. El New York World perteneciente a  Joseph Pulitzer quiso hacerse con un mayor número de lectores en su edición dominical, en color desde 1893. El dibujante Richard Felton Outcault trabajaba para este periódico y comenzó a dibujar con constancia al personaje de un niño calvo vestido con un camisón  de  dormir;  sobre  su  indumentaria  experimentaron  los  técnicos  del  periódico  para perfeccionar la ilustración en color, buscando nuevas formas de reproducir el color amarillo. En 1896 apareció, ocupando gran parte de  la página  la viñeta The Great Dog Show  in M'Googan Avenue; el niño pasó a ser conocido como Yellow Kid. Desde entonces Outcault utilizó también la superficie del camisón para insertar las palabras del personaje. La serie adquirió pronto periodicidad semanal. 

Su competidor era el New York Journal, de William Randolph Hearst. Hizo  importantes ofertas a  los dibujantes  del World  y  se  llevó  también  a Outcault.  En  esta  nueva  etapa  se  fragmentó  la  viñeta unitaria,  descomponiéndose  en  cinco  viñetas  consecutivas.  En  octubre  de  1896  publicó  así  el episodio Yellow Kid and His New Gramophon. Así adquirieron  los cómics su  formalización, creando como primer género la kid strip, de gran éxito entre los lectores.  

Este  episodio  fue  el  primero  de  toda  una  avalancha  de  imágenes  seriadas  en  la  prensa norteamericana en los inicios del siglo XX. Se aprovechaban de la facilidad con que las amplias masas 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

de analfabetos podían acceder a su lectura gracias a la expresividad de las imágenes y la sencillez de los textos.  

Los  cómics  diarios  y  en  blanco  y  negro  no  se  establecieron  hasta  que  un  dibujante  deportivo  de Chicago, Budd Fisher, creó una tira diaria para las páginas deportivas del San Francisco Chronicle en 1907. En los años de la Primera Guerra Mundial los cómics eran en América un género consolidado y caracterizado por su versatilidad: sus lectores eran de cualquier clase, edad o profesión. 

 

La primera vanguardia del cómic 

La primera generación de dibujantes americanos de  cómic que podemos  considerar vanguardistas apareció pronto, apoyándose en las posibilidades abiertas que proporcionaba un medio nuevo y, por tanto, no lastrado por una tradición que lo codificara. El propio Picasso dibujó en 1902 una historieta en la que relataba de forma humorística un viaje a París. Un autor importante fue Gustave Verbeek, cuya obra se caracterizó por un grafismo expresionista en la serie Upside Downs, publicada en el New York Herald; las aventuras se narraban de forma lineal pero al finalizar la lectura de cada viñeta había que invertir la página para leer la acción de la siguiente.  

Winsor McCay en Dreams of Rarebit Friend y Little Nemo in Slumberland seguía el modelo del cuento soñado y experimentaba con la representación de imágenes fantasiosas y juegos de montaje como la continuación entre el escenario del margen derecho de una viñeta sobre el escenario del  izquierdo de  la siguiente, a modo de raccord. Otros representantes de  la vanguardia americana fueron Krazy Kat de George Herriman y Felix the Cat de Pat Sullivan. 

 

Estandarización de la industria y creación de los géneros 

Un  freno  a  las  audacias  experimentales  fueron  los  Sindicatos,  las  agencias  de  distribución  del material  a  la  prensa  que  se  crearon  al  hilo  de  la  consolidación  de  las  agencias  distribuidoras  de información.  Con  ello  se  reglamentó  y  estandarizó  la  producción  de  cómics  y  se  sometieron  a imposiciones de la industria como la necesidad de que fueran historias fácilmente comprensibles por todo tipo de público para que  llegaran a capas más amplias, o a censuras  ideológicas con el  fin de que  no  hubiera  posibles  ofensas  ni  en  el marcado  interno  ni  en  el  externo.  Una  fuerte  presión conservadora se impuso a todos los niveles.  

Se  codificaron  en  estos  momentos  los  distintos  géneros  al  generalizarse  la  producción  y especializarse  gracias  a  su  éxito de  lectores.  Se  crearon  los  cómics  familiares  como  el  creado por McManus en 1913 Bringing Up Father, que reflejaba de forma irónica el matriarcado norteamericano entre los inmigrantes de origen irlandés. También se crearon el género femenino o el subgénero de la "girl strip". 

En los años veinte se desarrolló una estética realista en el dibujo del cómic asociado a la temática de aventuras épicas en paralelo a  las novelas de Salgari, Stevenson o Kipling. Se configuraron al modo del serial  literario o cinematográfico. En un momento socialmente decadente, en plana Depresión, las imágenes que enviaban al lector a mundos imaginarios repletos de fantásticas aventuras tuvieron una gran acogida. Algunos de  los subgéneros asociados serán  los cómics de aventuras en el ámbito de  las  colonias,  las  historias  policiacas  y  de  intriga,  la  ciencia  ficción,  las  aventuras  aéreas,  las medievales y el western. De esta forma el cómic se consolidó situándose en el terreno sociocultural de las novelas ilustradas de aventuras o el cine comercial. 

Los  años  treinta  significaron  el momento  de  plenitud  del  cómic,  antes  de  que  la  llegada  de  la televisión copara poco a poco el espacio del ocio entre los medios de comunicación. Entre las obras 

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Breve recorrido histórico 

de  aventuras  famosas  de  aquellos  años  nos  encontramos  al  Tarzán  de  Harold  Foster  y posteriormente Burne Hogarth; Chester Gould con Dick Tracy en sintonía con el cine del momento, en el ámbito de los gángsters; Alex Raymond con Flash Gordon, Jungle Jim o Secret Agent –9 sobre un guión de Dashiell Hammett.  

En  1937  aparecieron  los  comic  books,  unos  álbumes  editados  de  forma  periódica  que  contenían episodios completos y que no se publicaban ya en dependencia de los diarios. Esto les otorgó mayor libertad.  El  primer  personaje  famoso  surgido  en  este  formato  fue  Superman,  un  ser  con  poderes especiales procedente del planeta Krypton,  y  con una doble personalidad  secreta pues  vive  en  la tierra  bajo  la  identidad  del  periodista  Clark  Kent.  Este modelo  inspiró  a  otros  superhéroes  como Batman. Con  la entrada en  la  Segunda Guerra Mundial de Estados Unidos  se  crearon héroes que luchaban contra los enemigos de su país entre los que destaca Capitán América.  

Al final de la guerra se volvió al humor y la sátira. Fue importante la serie Peanuts de Charles Schulz protagonizada por Charlie Brown y el perro Snoopy, una serie  infantil pero que estaba cargada de reflexión sobre la sociedad.  

Los cómics eróticos pudieron ir difundiéndose según la permisividad sexual fue extendiéndose. Jonh Willie  fue el autor de Gwendoline.  Las páginas de  la  revista Play Boy difundieron  también  la  serie Little Annie Fanny. 

Los  cómics  adultos más  reflexivos  y  críticos  en  estos  años  fueron  por  otros  derroteros  como  los seguidos por Walt Kelly en  su  serie Pogo:  los animales que habitan en un pantano  son  imagen de distintos sectores de  la sociedad americana y son fuertemente satirizados por el autor. También es reseñable  la obra de  Julse  Feiffer  titulada precisamente  Feiffer,  ganadora del premio Pulitzer:  sus viñetas  representan una situación única dibujada siempre con  la misma escala y con  las  figuras de perfil.  

En Francia la serie que adquirirá una mayor relevancia internacional es Astérix: un pequeño guerrero galo y su compañero Obélix en sus  luchas con  las  legiones de Julio César. La serie fue creada en  la escritura por René Goscinny  y dibujada por Uderzo. En Bélgica destacó  también  la producción de cómics con personajes tan emblemáticos como Lucky Luke o los pitufos. 

El  caso  de  España  es  peculiar  pues  el  franquismo  se  prodigó  en  el  impulso  al  cómic  como herramienta de propaganda en las revistas infantiles Flechas y Pelayos y Chicos. El héroe de la época fue el detective Roberto Alcázar, acompañado del escudero infantil Pedrín. También fue muy leído El guerrero  del  antifaz  de Manuel  Gago  que  defendía  los  valores  patrióticos,  religiosos  y morales tradicionales  frente  al moro.  Víctor Mora  escribió  las  aventuras  del  Capitán  Trueno  pacifista  que ayudaba  a  los más  débiles.  También  hubo  un  justiciero  de  doble  personalidad  oculta:  El  Coyote, basado en las novelas que desde 1943 publicó José Mallorquí, ambientadas en California. 

El contrapunto crítico a los héroes dibujados del franquismo estaba en las revistas festivas como TBO con  las creaciones de José Escobar  la familia Ulises, Pulgarcito, Zipi y Zape o Carpanta, en una  línea más  realista,  costumbrista,  reflejo  de  las  situaciones  del momento  y  de  cierta  tradición  artística española. Manuel Vázquez creó a las hermanas Gilda y Francisco Ibáñez a Mortadelo y Filemón.  

En al ámbito latinoamericano es Quino en Argentina el creador más universal con Mafalda, un cómic reflexivo y crítico que ponía en juego las rebeldías infantiles y las adultas también. 

 

La renovación del cómic 

En  Estados Unidos  el  cómic  se  renovó  gracias  al movimiento  contracultural  de  la  vanguardia  y  la cultura underground. A ello  se  sumó el hecho de que el público más  conservador  se  volcó en  las 

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ofertas  de  ocio  y  entretenimiento  de  la  televisión  con  lo  que  el  público  de  los  medios  de comunicación  se  redistribuyó:  el  que  se  quedó  en  el  cómic  pidió más  transgresión  y  creatividad formal. 

Robert Crumb fue el autor emblemático del cómic underground. Se caracterizaba por la permisividad sexual, la irreverencia, un grafismo agresivo, y el cultivo del feísmo. El personaje más famoso era Fritz the  cat.  También  fue  importante  la  obra  de  Richard  Corben  en  el  género  fantacientífico  con Vampirella, Den, seguidos después por Conan el Bárbaro. 

En  los años  sesenta  se produjo en Europa una  revalorización  cultural del  cómic en paralelo a una creación más enfocada al público adulto, promocionados especialmente desde París por Eric Losfesld y  desde  Milán  por  Oreste  del  Buono.  Autores  y  obras  significativos  fueron:  Jean‐Claude  Forest Barbarella, con aventuras fantaeróticas; Guy Peellaert y Pierre Bartier con Les aventures de Jodelle, muy  innovadores  en  la  creación  gráfica  y  el  uso  del  color.  En  la  revista  italiana  Linus  surgía  la fotógrafa Valentina, una serie en blanco y negro muy elaborada en el montaje y en la sofisticación de su erotismo. En España, fueron emblemáticos Cinco por  infinito de Torrents, Pena, Usero y Maroto, Paracuellos y revistas como El Cairo o El Víbora, en la línea del cómic underground.  

A fines de los noventa y principios de 2000, el cómic lucha por su supervivencia: su espacio es copado por  la hegemonía de  la  televisión,  los  videojuegos, o desde más  cerca por  la  violencia del manga japonés.  

 

El lenguaje de los cómics 

Como  señala  Gubern  (1997),  los  cómics  nacieron  casi  simultáneamente  al  cine  y  a  las  primeras experiencias radioeléctricas de Marconi, para configurar los tres pilares de la cultura de la imagen del siglo  XX,  asentada  en  la  literatura  dibujada,  el  espectáculo  cinematográfico  y  la  televisión,  que vivirían intensos y fecundos procesos de interacción entre ellos. Pero, además, nacieron en el mismo clima  cultural  en  que  se  desarrolló  la  pintura  cubista,  que  proponía  puntos  de  vista  variados  y simultáneos de  la  realidad,  al  igual que  los  cómics.  Y  se desarrollaron  en  el mundo  convulso que alumbró la escuela futurista, con su culto al movimiento y a la acción, que hallaremos también en los cómics, algunas de cuyas figuras retóricas ‐como las líneas cinéticas para expresar el movimiento de sus figuras‐ serán también patrimonio de los cómics. 

Suele  considerarse que para hablar de  cómic deben estar presentes estos  tres elementos: 1) una secuencia de viñetas consecutivas que articulan un relato; 2) la permanencia de un personaje estable a lo largo de la serie; 3) los globos o bocadillos con las locuciones de los personajes inscritas en ellos, mientras que en los cartuchos se inscriben las indicaciones narrativas, etc. 

Desde el punto de vista de la semiótica, el hecho de combinar imágenes y palabras hace que el cómic trabaje con códigos  iconográficos y también narrativos. En este sentido,  los cómics aparecen como una  nueva  forma  de  representación  gráfica  del  espacio  narrativo  en  la  cultura  occidental  y  de  la iconización de  la temporalidad, que ya ensayaron  los maestros del Renacimiento, con sus  imágenes diacrónicas ‐como las Anunciaciones del Arcángel a María, con Adán y Eva en un fondo‐. 

En  los cómics, prevalece el sistema de  lectura occidental: de  izquierda a derecha y de arriba abajo. Cada viñeta expresa en dos dimensiones un espacio narrativo delimitado y una duración que puede variar desde el  instante a  lo que dura  la acción  representada en  la  imagen. Cada viñeta condensa artificialmente un flujo de tiempo; tiempo que a su vez se articula en la serialidad del montaje de la secuencia  de  viñetas.  A  la  imagen  se  la  denomina  pictograma  y  al  texto  incluido  en  ella lexipictograma. Cada viñeta es la unidad mínima de la articulación del relato.  

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Breve recorrido histórico 

La  identidad  de  los  personajes  dibujados  suele  reflejar  estereotipos  sociales:  el  héroe,  villano,  la ingenua, millonario, etc. Para  representarlos  suele  trabajarse  sobre  códigos metonímicos,  la parte por  el  todo,  como  la utilización de  ciertos objetos por parte de  los personajes para  significar  sus características morales. La caracterización de los personajes se apoya en códigos verbales o icónicos: entre estos  las expresiones de  la cara o  los gestos son muy utilizados, recurriendo a signos gráficos para  representar  sus  facciones,  labios,  ojos,  cejas,  etc.  Los  gestos  pueden  referirse  a  códigos socializados  de  urbanidad,  a  códigos  psicológicos  de  expresión  emocional,  o  a  códigos  más individualizados  de  validez  idiosincrásica.  Gran  parte  de  este  simbolismo  gestual  deriva  de  los códigos de la pintura académica y de la interpretación teatral. 

Los personajes representados expresan sus locuciones con textos inscritos en una superficie llamada locugrama  (globo  o  bocadillo),  con  un  signo  que  surge  del  personaje  que  habla.  La  línea  de delimitación de este locugrama se llama perigrama; puede adoptar formas metafóricas para expresar frío,  ira,  etc.  así  como  las  formas  adoptadas  por  las  grafías.  Los  pensamientos  o  sueños  suelen expresarse, en cambio, con representaciones  icónicas  inscritas en psicopictogramas con perigramas similares a los perfiles de las nubes.  

Un vasto repertorio de ideogramas utilizados en el medio se usa para representar las sensaciones o sentimientos  de  los  personajes  y  se  denominan  sensogramas,  originados  a  veces  como transcripciones  icónicas  del  lenguaje  verbal,  como  la  "idea  brillante"  expresada  por  una  bombilla encendida sobre la cabeza, o el tronco expresando "dormir como un tronco", el corazón partido del "amor  que  parte  el  corazón",  etc.  Y  los  círculos  horizontales  sobre  la  cabeza  de  un  personaje visualizan la expresión "me da vueltas la cabeza".  

Entre  los  símbolos  icónicos  se hallan  también  los  signos  cinéticos o movilgramas,  líneas  colocadas detrás de una figura que se desplaza, a modo de huellas metonímicas de su movimiento. Y especial interés  ofrecen  las  onomatopeyas,  que  suelen  ser  verbos  ingleses  fonosimbólicos  ‐crash,  crack, boom,  ring,  splash‐  exportados  desde  Estados Unidos,  y  que  suelen  aparecer  investidas  de  valor plástico muy relevante y llamativo, que hace imposible su borrado y sustitución al traducir los textos a otro  idioma,  lo que explica su difusión universal gracias a sus exportaciones. Como es sabido,  las onomatopeyas de los cómics se convirtieron en motivo de inspiración para los artistas del pop‐art. 

La  secuencia  de  viñetas  de  un  cómic  puede  ser  expuesta  de  modos  muy  diferentes:  impresa ocupando toda una página de un diario, o media página, o una sola tira, e imprimirse en color o en blanco y negro; puede aparecer diaria o semanalmente, completando un episodio autónomo cada vez o con una estructura de serial que se continúa. Estas opciones son relevantes para las estrategias de  montaje  de  las  viñetas,  que  construyen  la  continuidad  narrativa  del  relato  a  través  de  la discontinuidad formal en la que se articula su secuencia.  

 

Cómics y cinematografía 

Se ha escrito mucho acerca de las analogías entre cómics y cine, especialmente por las interacciones concretas entre ambos medios. Desde los inicios del cine se prestaron personajes en ambos sentidos, se produjeron influencias estéticas o códigos de géneros.  

Los dibujos animados fueron el terreno más propicio del cine para la recreación de  los modelos del cómic. En  la actualidad y por el desarrollo de  los efectos especiales, es posible una recreación con imagen "real" de las aventuras más imaginativas de la narrativa dibujada. También nos encontramos con películas en las que conviven los dos modos de imagen como Dick Tracy.  

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Cómic y cine comparten códigos de  lenguaje y elementos de expresividad que  los hacen cercanos: encuadres, puntos de vista, estructuras narrativas  ‐flash back, acciones paralelas, etc.‐ o  leyes del montaje. La diferencia más significativa está en que los cómics se basan en pictogramas inmóviles y el  cine  se  apoya  en  la  imagen  en  movimiento;  uno  en  el  dibujo  y  el  otro  en  la  fotografía;  la percepción de imagen y sonido en el cine puede ser simultánea y no así en el cómic, mundo en el que también está ausente el sonido.  

A pesar de ello, el cine y  los cómics son parientes, que nacieron coetáneamente y que se dirigen al mismo público en el ecosistema de la cultura de masas y que tienden a consolidar la mitología de un imaginario colectivo. Superman o Batman, por ejemplo, han consolidado su identidad para el público a través de su trasiego entre soporte  impreso, pantalla cinematográfica y pantalla televisiva. Y con ellos una infinidad de personajes.  

 

5. La imagen cinematográfica 

La invención del cine 

En  este  brevísimo  repaso  de  la  historia  del  cine,  seguimos  de  cerca  los  estudios  publicados  por Roman Gubern pues ha logrado realizar una síntesis muy clara en un terreno tan amplio y complejo. Señalamos aquí a modo de resumen algunos hitos del desarrollo del cine en el seno de la sociedad.  

Para comenzar hemos de señalar el carácter sintético del cine: su invención supuso la creación de un nuevo medio  asimilando  y  reelaborando modos  de  representación  icónica  y modelos  narrativos anteriores.  Integró  la  imagen  fotográfica,  el  carácter  espectacular  del  teatro,  los  desarrollos narrativos de la novela, y la dramatización de algunos géneros radiofónicos.  

El  trabajo  sobre  las  técnicas  de  representación  de  imágenes  y  la  búsqueda  de  fórmulas  para  la creación de una  imagen en movimiento están en el origen remoto del cine,  lo que  los historiadores denominan precine. La fotografía,  la persistencia de  la visión y  la proyección de  imágenes acabarán generando el cine.  

Antes  de  la  existencia  de  la  fotografía,  se  experimentó  con  la  síntesis  visual  del  movimiento utilizando  imágenes  discontinuas  que  representaban  distintas  fases  sucesivas  de  la  acción  que  se deseaba representar. Se  fueron creando una serie de  ingenios, máquinas y aparatos que buscaban lograr  ese  "falso  efecto"  de movimiento.  El  zootropo  creado  en  1834 por Horner  consistía  en  un cilindro móvil con unas ranuras verticales a través de  las que se miraban  las  imágenes fijadas en el centro del cilindro; estas  imágenes  representaban un mismo objeto en posiciones  sucesivas de un movimiento, de modo que girando el cilindro se producía la sensación de ver una imagen realmente en  movimiento.  Se  le  fueron  añadiendo  mejoras  y  modificaciones  creando  aparatos  como  el fenakistoscopio de Plateau, el praxinoscopio de Reynaud o el taumátropo de Paris. El trabajo sobre esta  ilusión óptica  se  combinó  con otro efecto:  el  logrado por  la proyección de  imágenes en una superficie  blanca  denominado  ya  en  el  XVII  linterna  mágica  por  el  jesuita  Athanasius  Kircher: consistía en pintar figuras en vidrios que al ser iluminados proyectaban sus imágenes sobre la pared o la tela blanca.  

Basándose  en  el mecanismo  de  la  cámara  fotográfica,  fue  desarrollándose  la  técnica  para  captar fotografías en una  secuencia muy  rápida. Algunos  fotógrafos  como Edward Muybridge en Estados Unidos  o  Etienne  Jules Marey,  inventor  del  fusil  fotográfico,  en  Francia,  utilizaron  desde  1878  la fotografía para descomponer el movimiento de  los animales en  imágenes sucesivas,  inmovilizando sus  fases  consecutivas  y  proyectándolas  en  rápida  sucesión.  Con  estos  trabajos  precursores  se 

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pusieron  las  bases  del  análisis  fotográfico  del movimiento,  que  es  el  fundamento  técnico  de  la cámara cinematográfica.  

En 1891 Edison crea el kinetoscopio, sobre la misma base de los anteriores, el análisis y la síntesis de la  representación  del movimiento  registrándose  las  imágenes  en  una  película.  Se  trataba  de  un aparato que permitía solamente  la visión  individual. El sistema y el principio fue perfeccionado por los hermanos  Louis  y Auguste  Lumière, que  trabajaban  en  la  industria  fotográfica  en  Lyon,  y que lograron  la  primera  proyección  cinematográfica  pública  en  1895,  en  París.  Las  imágenes impresionadas  sobre  la  película  eran  proyectadas  sobre  una  pantalla.  Nace  así  oficialmente  el cinematógrafo.  

 

Los pioneros 

Los  hermanos  Lumière  enviaron  a  sus  operadores  por  todo  el mundo  para  difundir  su  invento, aplicado a producir vistas documentales. Habían conseguido crear una máquina ligera y que permitía tanto  grabar  como  proyectar  las  imágenes,  lo  que  la  hacía  muy  manejable  y  versátil.  Otros competidores sacaron al mercado cámaras similares: así comenzó la incipiente industria del cine que se desarrollará en estos primeros años especialmente en Francia, Estados Unidos e Inglaterra.  

Uno de  los primeros  cultivadores  conocidos de este  invento  fue el mago y prestidigitador  francés Georges  Méliès:  pone  el  acento  en  la  búsqueda  de  la  sorpresa  y  del  espectáculo  con  el cinematógrafo. Se le suele considerar como el inventor de la otra vía del cine: la ficcional frente a la documental  de  los  Lumière.  Sin  embargo  algo  habrá  que  decir  sobre  este  asunto  y  tendremos oportunidad de matizarlo más adelante. El cine de Meliés busca  los trucos, efectos, el espectáculo, en  suma,  como  una  técnica  más  entre  los  juegos  de  la  magia,  como  un  camino  hacia  lugares desconocidos siendo un título emblemático su obra Viaje a la luna (Le Voyage dans la lune, 1902). Su estética y  su puesta en escena,  la que Burch denominará  "Modo de Representación Primitivo", es todavía deudora  y muy  cercana  a  las  formas del  teatro: planos  fijos  generales,  la  cámara  situada perpendicularmente al decorado, etc. En España sigue un camino similar Segundo de Chomón 

En estos primeros años el cine ya empieza a poner  las bases, a pequeña escala, de  lo que será su dimensión  industrial;  en  este  sentido  fueron  pioneros  los  estudios  Pathé  y  los  estudios Gaumont donde ya se combinaban las tareas de producción, realización, trabajo de laboratorio, distribución y exhibición.  En  Estados Unidos  Edison, que  además quería que  sus patentes  tuvieran prioridad,  se estableció también como empresario del cine, cobrando por el uso que de sus cámaras hacían otros creadores. Huyendo de los abogados de Edison, muchos se fueron de Nueva York y en torno a 1907 fueron  instalándose en California. En otros países como  Inglaterra, Dinamarca,  Italia o Alemania se pusieron las bases de una industria de producción estable. 

 

La fundación de Hollywood 

Con la señalada emigración de los productores independientes a la costa oeste fue creciendo allí un importante núcleo de creación cinematográfico que con los años fructificaría como la capital del cine estadounidense: Hollywood.  Las  condiciones  climáticas  y  la  libertad de maniobra  contribuyeron  a facilitar las tareas de rodaje.  

Fueron surgiendo en este medio  los primeros géneros cinematográficos como tales, más allá de  las formas  del  cine  primitivo:  ya  en  1903  encontramos  un  incipiente western  con  Asalto  al  tren  del dinero. Más allá de las vistas documentales o de los juegos espectaculares, fue desarrollándose aquí una tercera vía: la del cine como narración de una historia de ficción. La novela empezó a aportar sus 

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estructuras, sus formas y también, y no ha dejado de hacerlo, sus propias historias fueron adaptadas o recreadas para su traducción al lenguaje cinematográfico, todavía en estado de generación.  

También  se  fue  creando  en  estos  años  una  peculiar  forma  de  penetración  entre  el  público mayoritario: el sistema de las estrellas, el star‐system. El público se dejaba cautivar por el carisma de algunos intérpretes, esas nuevas estrellas que reinaban en las productoras y ganaban elevadas sumas de dinero. Como señala Gubern, el star‐system se configura junto con  los géneros cinematográficos como pilar del cine como industria.  

Muchos de  los  impulsores de Hollywood eran  inmigrantes de origen europeo;  llegaron a fundar  las grandes  empresas  de  la  industria  del  cine:  Paramount  con  Adolph  Zukor,  Goldwyn  con  Samuel Goldfish, Fox con William Fox, Warner los hermanos Warner, Universal con Carl Laemmle.  

Mientras  tanto,  en  Europa  continuaba  la  producción.  Los  estudios  Pathé,  por  ejemplo,  trataban asuntos impactantes en el ámbito religioso, como la Pasión de Cristo o asuntos de tinte erótico, en la medida en que se podían desarrollar en aquellos años, que también tenían su aliciente. En 1908 se fundó en París  la productora Film d'Art, en un  intento de generar películas más "elevadas", para  lo que acudían a  los  textos  literarios de prestigio  como  fórmula de  insertar el  cine entre  las artes, y especialmente entre las artes asumidas como válidas entre la burguesía ilustrada. En Italia se tendió a la realización de espectaculares reconstrucciones históricas como el Quo vadis? de Enrico Guasón o Cabiria  de  Piero  Fosco,  todo  ello  en  la  tradición  de  la  pintura  escenográfica  y  del  espectáculo operístico.  

Noël Burch ha estudiado en conjunto  los modos de construcción del cine a  lo  largo de su historia; considera que en los tiempos anteriores a la Primera Guerra Mundial el cine estaba configurándose por  ciertas  formas  que  denominó  "Modo  de  Representación  Primitivo"  (M.R.P.):  se  trataba  de  ir poniendo  las  bases  de  la  narración  por  medio  de  imágenes  en  movimiento.  Sus  características fundamentales eran:  la utilización del plano de conjunto frontal e  inmóvil,  los decorados planos en telas como fondo, la ausencia de jerarquía entre los elementos para componer el plano.  

Poco a poco  fue pasándose a utilizar unos planos que  se  integraban unos con otros,  formando ya frases en la narración con imágenes, las variaciones en la escala de los distintos planos aunque estos no representaran cambios en  la continuidad temporal, se empezó a trabajar el fuera de campo con objetos  o  sujetos  que  salían  por  sus  límites,  se  empezó  a  trabajar  el  raccord  de  posición  y  de movimiento…  Con  todo  ello  se  configuraba  el  "Modo  de  Representación  Institucional"  (M.R.I.) trabajando  la  construcción  de  una  continuidad  desde  las  distintas  discontinuidades.  Con  ello  iba fraguándose  el  efecto de  ventana  abierta  al mundo,  y  se  iba  logrando que  el  espectador  situado frente a la pantalla creyera ver el fluir natural de la vida ante sus ojos.  

 

La Primera Guerra Mundial y los años posteriores 

Debido a la guerra, la producción cinematográfica en Europa descendió notablemente. Ese hueco fue en  parte  cubierto  por  las  producciones  estadounidenses  que  enviaban  sus  películas  a  Europa, creando una corriente que, por muy diversas circunstancias, no ha hecho sino crecer.  

Uno  de  los  principales  creadores  en  América  en  estos  años  fue  Griffith,  gran  artífice  de  la construcción narrativa del cine con base en la novela. Se configuró así una forma de plantearse qué hacer con las imágenes en movimiento que será la línea más seguida hasta la fecha: el cine como vía para  relatar historias y hacerlo  según  las  formas de  la novela. Griffith utilizó  la  fragmentación del material narrativo en escenas y secuencias, y dentro de éstas  la representación se descomponía en varios planos, utilizó  la representación de acciones paralelas por medio del montaje, etc. Sus obras 

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emblemáticas  son  El  nacimiento  de  una  nación  (The  Birth  of  a  Nation  ,1915)  e  Intolerancia (Intolerance, 1916). 

Otro autor  importante en estos años es Mack Senté en el ámbito de  la comedia; en su productora Keystone  se  iniciaron  Harold  Lloyd  o  Charles  Chaplin  quien  creó  el  personaje  de  Charlot  tan característico por su mezcla entre crudeza realista y apelación al sentimiento inocente.  

En Europa es significativo en estos años el cine hecho en Suecia: Victor Sjöström y Mauritz Stiller, un cine cercano a la poesía y a la metáfora. 

Pero  el movimiento  europeo más  importante  en  los  años  de  la  posguerra  fue  el  expresionismo alemán, así llamado por buscar sus referencias estéticas en la pintura expresionista con su distorsión en  la  representación  de  lo  real  con  base  en  una  distorsión  de  la  subjetividad  emocional.  Serán cruciales  las creaciones espaciales de Robert Wiene en El gabinete del doctor Caligari  (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1920); F. W. Murnau con Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922), El último (Der Letzte Mann, 1924) o Fausto (Faust, 1926) desarrolla ciertas innovaciones visuales para la  puesta  en  escena  haciendo  al  cine  capaz  de  contar  las  profundidades  psicológicas  de  la  vida humana; Fritz Lang con El doctor Mabuse  (Dr. Mabuse, der Spieler, 1922), Metrópolis  (Metropolis, 1927) o M, el vampiro de Düsseldorf  (M, 1931) quien negó pertenecer al expresionismo pero que presenta muchas de sus características en la estética y en los ambientes y el tono de su mirada sobre lo real, en sus metáforas sobre el poder del mal. Con autores como G. W. Pabst, Secretos de un alma (Geheimnisse einer Seele, 1926), el cine alemán inicia un giro realista abandonando las estilizaciones del expresionismo y con un estilo más mimético de acercamiento a la realidad social. 

En  Rusia  fue  nacionalizado  el  cine  en  1919  y  fue  convirtiéndose  en  un medio  al  servicio  de  la propaganda  política.  Sin  embargo  pudieron  desarrollarse  en  esos  años  trabajos  muy  libres, innovadores  e  influyentes  en  el  destino  del  cine.  Lev  Kulechov,  conocido  especialmente  por  sus concepciones del montaje: el "efecto Kulechov" consiste en poner de relieve cómo el sentido que le damos a un plano viene condicionado por los planos que le siguen o preceden. Una película suya fue Mr. West en el país de los bolcheviques (The Extraordinary Adventures of Mr. West in the Land of the Bolcheviks, 1924). En el desarrollo del montaje cinematográfico destacó otra  figura crucial: Serguei M. Eisenstein con su teoría del montaje de atracciones, cercano al efecto de  los espectáculos, en el que  se  asociaban  acciones  aparentemente  independientes  pero  encaminadas  a  un  efecto  final, considerado  también como montaje  intelectual ya que  lograba hacer  trabajar al cine en conceptos abstractos.  En  La  huelga  (Stáchka,  1924),  El  acorazado  Potemkin  (Bronenosets  Potyomkin,  1925), Octubre (Oktyabr, 1927), pone en juego un cine que busca el patetismo, que abre nuevos caminos de expresión,  que  crea  lo  que  reflexionó  en  sus  escritos  teóricos,  que  sigue  una  vía  distinta  al  cine narrativo de Griffith ya que considera que lo esencial en el cine no es elaborar un relato según unas leyes  dramáticas  universales  sino  unir  planos.  Pudovkin  también  trabajó  especialmente  sobre  el montaje; en  sus películas  como  La madre  (Mat, 1926)  insistía en  contar historias  individuales que llevan a una toma de conciencia política y social. En el campo documental fue crucial la obra de Dziga Vertov  y  su  cine‐ojo,  concibiendo  la  cámara  como  un  ojo  impasible  y  objetivo  al margen  de  la dimensión subjetiva de la conciencia.  

El cine de  las vanguardias sacudió de  transgresiones y novedades  la  realización  fílmica de  los años veinte:  impresionismo, dadaísmo, surrealismo. La escuela  impresionista  francesa, en oposición a  la expresionista alemana, contó con la obra de Louis Delluc Fiebre (Fièvre, 1921), La mujer de ninguna parte  (La  femme  de  nulle  part,  1922),  destacando  el  interés  por  las  innovaciones  visuales  y  el lenguaje cinematográfico. Otros autores  importantes  son Abel Gance  (Napoleón, Napoléon, 1927), Germaine Dulac (La sonriente Madame Beudet, La Souriante Mademe Beudet, 1922), Jean Epstein (El hundimiento de la casa Usher, La chute de la maison Usher, 1928). 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

Se  investiga  en  el  cine  abstracto,  paralelamente  a  las  innovaciones  pictóricas  en  este  sentido: cineastas pintores como Viking Eggeling, Hans Richter o Walter Ruttmann, aportan nuevas formas de concebir  la  función de  la  imagen en movimiento. El  también pintor Fernand Léger  trabajó sobre  la figuración pero con formas y fines muy distintos al cine narrativo más convencional en un juego con el  ritmo  en  su  obra  Ballet  mécanique  (1924);  mientras  que  Man  Ray,  conocido  también  como fotógrafo y pintor, trabajó sobre bases poéticas como los poemas de Robert Desnos trabajando con las formas y el subconsciente surrealista: Emak Bakia (1927) y L'Etoile de mer (1928). Una interesante aportación al cine dadaísta será Entreacto  (1924) de René Clair. En este entorno están  los poemas urbanos  como:  Berlín,  sinfonía  de  una  gran  ciudad  de  Ruttmann.  El  español  Luis  Buñuel,  quien escribió  y  realizó  en  colaboración  con  Salvador Dalí Un  perro  andaluz  (1929). Otras  de  sus  obras emblemáticas son La edad de oro (1930), Las Hurdes (1933), Los olvidados (1950) o Viridiana (1961). 

En  la última década del cine mudo se desarrolló  la personalísima y excelente obra de Carl‐Theodor Dreyer, caracterizada básicamente por  la belleza y  la  sencillez  formal en  la búsqueda de verdades espirituales.  En  los  años  veinte  el  cine mudo  vivió  su  etapa de madurez  artística,  consolidándose como  un  arte  de masas  y  también  como  vía  de  creación  artística.  En  París,  en  la  capital  de  las vanguardias de principios de siglo se  forjaron gran parte de  las novedades que  iban dando nuevas vías  al  cine;  Jean  Renoir  con  Naná  (1926)  adaptación  de  Zola,  Jacques  Feyder  con  La  Atlántida (L'Atlantide, 1920) o René Clair Un sombrero de paja de  Italia (Un chapeau de paille d'Italie, 1928), Los dos tímidos (Les deux timides, 1928) fueron algunos de los impulsores de nuevas vías.  

Sin  embargo,  Hollywood  ya  se  había  perfilado  como  la  gran  potencia  en  la  producción cinematográfica por  la vía del  sistema de  los estudios:  factorías que producían en cadena, con un sistema de división del  trabajo y un apoyo en el modelo del  star‐system y  los géneros. Fueron en estos momentos  realizadores  como King Vidor o Buster Keaton  algunas de  sus estrellas. También llegaron allí artistas de otros países como Charles Chaplin (La quimera del oro, The gold rush, 1925, El circo, The  circus, 1928), Ernest  Lubitsch  (El abanico de  Lady Windermere,  Lady Windermere's Fan, 1925), Murnau  (Amanecer,  Sunshine,  1927),  Josef  von  Sternberg  (La  ley  del  hampa, Underworld, 1927), o Erich von Stroheim (Avaricia, Greed, 1923).  

 

La irrupción del sonido 

En 1927 se estrenó El cantor de jazz (The Jazz Singer, 1927) de Alan Crosland, producida por Warner Bros, sonorizada con discos por el procedimiento Vitaphone. Con esta novedad técnica se modificó mucho  el  sistema  de  rodaje  y  las  salas  de  proyección;  algunos  actores  desaparecieron  por  lo inadecuado  de  sus  voces  o  acentos,  se  comenzó  a  rodar  películas  en  otros  idiomas  ya  que  la diversidad  de  lenguas  complicaba  la  difusión:  en  Estados  Unidos  y  en  Alemania  comenzaron  a rodarse películas en versiones multilingües, contratando a directores y actores de otros países. En este movimiento  la producción en español se vio muy  incrementada debido a  las dimensiones del mercado hispanohablante. 

Desde 1930 comenzaron a surgir películas que ya habían madurado en la incorporación del sonido a la construcción del film: El ángel azul (Der Blaue Engel, 1930) de Sternberg, Bajo los techos de París (Sous les toits de Paris, 1930) de René Clair o Aleluya (Hallelujah, 1930) de Vidor. Se fueron viendo las posibilidades  narrativas  que  incorporaba  el  sonido:  un  relato más  ágil,  sin  la  interrupción  de  los rótulos,  la  información  se  repartía  entre  lo dicho  y  lo  visto,  se  aportaba un  valor dramático  a  las escenas por medio de voces y ruidos, comenzó a utilizarse también la voz en off, etc.  

En España se  fue desarrollando un cine producido dentro de nuestras  fronteras y difundido en  las salas con ventaja sobre  las películas  importadas que se pasaban en versión original subtitulada. En 

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Breve recorrido histórico 

este  contexto,  durante  la  Segunda  República,  realizaron  su  trabajo  Florián  Rey  (Nobleza  baturra, 1935) y Benito Perojo  (La verbena de  la Paloma, 1934) y destacaron estrellas de  la  interpretación como Imperio Argentina.  

Sin embargo, esta circunstancia no evitó que el control de la distribución y de la exhibición por parte de las multinacionales norteamericanas fuera dando una hegemonía a su cine en todos los mercados mundiales.  Podría  decirse  que  en  los  años  treinta  convivieron  la  presencia  del  cine  de  género modelado por Hollywood y las escuelas nacionales con sus peculiaridades propias; ejemplo de estas últimas es la escuela del naturalismo poético francés y el cine social prenazi en Alemania. La francesa se caracterizó por enmarcar sus historias en los suburbios de las ciudades con un marcado ambiente realista en su representación y personajes marginales. Algunos autores y obras clave son: Feyder El signo de  la muerte  (Le grand  jeu, 1933), Duvivier La bandera  (1935), Marcel Carné El muelle de  las brumas  (Quai des Brumes, 1938), Amanece  (Le  Jour se Leve, 1939). En Alemania, encontramos  los premonitorios  films de  Fritz  Lang M, el  vampiro de Düseldorf  (M, 1931), El  testamento del doctor Mabuse (Das Testament du Dr. Mabuse, 1933); Pabst Cuatro de infantería (Westfront 1918, 1930). El nazismo cortará esta producción reemplazándola por la exaltación del Tercer Reich. En este contexto encontramos  la obra controvertida y modélica desde cierto punto de vista obra de Leni Riefensthal con El triunfo de la voluntad (Triumph des Guillens, 1935) u Olympia (1938).  

 

La Segunda Guerra Mundial 

El  estallido de  la  guerra  colocó  al  cine  en  el  terreno de  la propaganda política  y bélica,  la  guerra psicológica y el influjo moral. Se tomaron como referencia algunas formas de hacer aprendidas en los años de la guerra civil española con obras como Tierra de España (The Spanish Earth, 1937) de Joris Ivens, Sierra de Teruel (L'Espoir, 1945) de André Malraux,  los documentales de Roman Karmen, etc. Algunos autores  llevaron hasta el extremo algunas de  las fórmulas, especialmente  la vía didáctica e incluso propagandística como la serie de Frank Capra Por qué luchamos (Why We Fight, 1942‐44). 

El  cine  norteamericano  se  centró  en  un  cine  de  ambiente  bélico,  dejando  atrás  a  los  vaqueros  y delincuentes, el cine negro se desarrollaba en el ambiente del conflicto como Casablanca (1942), las intrigas  de  Hitchcock  se  ambientaban  en  la  nueva  situación  política  (Enviado  especial,  Foreign Correspondent, 1940, Sabotaje, Saboteur, 1942). En esta etapa se reveló el talento de Orson Welles con  Ciudadano  Kane  (Citizen  Kane,  1941)  que  supuso  un  paso  importante  en  la  creación  de  un lenguaje cinematográfico, con su estructura compleja basada en  flashbacks que correspondían a  la utilización de diversos puntos de vista y narradores, y también con un estilo visual marcado por una angulación peculiar y enfática de la cámara o el uso narrativo de la profundidad de campo. Confirmó su talento con El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons, 1942). 

 

El neorrealismo italiano 

Fue este uno de  los movimientos más cruciales en  los años de  la postguerra, tanto a nivel creativo como  teórico.  Buscaba  una  reacción  contra  la  visión  falsamente  embellecedora  del mundo  de  la producción  fascista musoliniana. Autores  y obras  cruciales  fueron Obsesión  (Ossessione, 1942) de Luchino  Visconti  y  Cuatro  pasos  por  las  nubes  (Quattro  passi  fra  le  nuvole,  1942)  de  Blasetti.  La trilogía  de  Roberto  Rossellini  sobre  la  resistencia  y  la  guerra,  formada  por  Roma  ciudad  abierta (Roma,  città  aperta, 1945), Paisà  (1946)  y Alemania año  cero  (Germania  anno  zero, 1948)  siguen siendo  una  de  las  miradas  más  profundas  sobre  la  época  y  la  condición  humana  en  esas circunstancias  tan  difíciles.  Se  trataba  de  un  cine  que  buscaba  el  realismo  por muchas  vías:  la interpretación  por  actores  no  profesionales,  la  ausencia  de  maquillaje,  el  rodaje  en  escenarios 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

naturales.  Un  cine  que  retrataba  situaciones  sociales  dramáticas  con  un  estilo  muy  cercano  al documental. Vittorio de Sica retrató también dramas personales, sobre guiones de Cesare Zavattini, en  El  limpiabotas  (Sciuscià,  1946),  El  ladrón  de  bicicletas  (Ladri  di  biciclette,  1948)  y  Umberto  D (1952).  Visconti,  La  tierra  tiembla  (La  terra  trama,  1948)  o  Senso  (1954). Desde mediados  de  los cincuenta se habla de cine postneorrealista con Federico Fellini (La Strada, 1954, La Dolce Vita, 1960, Ocho y medio, 8½, 1963) o Antonioni  (La aventura, L'Avventura, 1960, La noche, La Notte, 1961, El eclipse, L'Eclisse, 1962).  

 

El cine negro norteamericano 

Cuando  terminó  la guerra, el cine norteamericano se vio en una peculiar situación: a diferencia de Europa,  su  industria  de  producción  estaba  intacta  por  lo  que  pudo  ejercer  en  ese momento  una destacada  dominación  sobre  el mercado  de  buena  parte  del mundo.  Los  lastres  le  vinieron  de competencias de otro orden,  internas y externas. Fueron  los años del  inicio de  la guerra  fría y  las campañas de caza de brujas del maccarthysmo que depuró entre  los años 1947 y 1952 a muchos profesionales del medio por  inconformistas bajo  la excusa de  limpiar al país de posibles  influencias comunistas. El otro handicap para su desarrollo fue  la competencia  llevada a cabo por  la televisión, en creciente expansión en estos años;  fue  la época de  las superproducciones espectaculares como Los diez mandamientos (The Ten Commandments, 1956) o Ben‐Hur (1959) y los grandes formatos de pantalla como el cinerama o el cinemascope, en un intento de desarrollar ciertas potencialidades del cine frente a la televisión.  

Precisamente, muchos de  los guionistas y directores perseguidos durante  la caza de brujas  fueron clave en el desarrollo de un género  importante de esos años, el  cine negro, heredero del  cine de gángsters y de  intrigas criminales de antes de  la guerra. Desde 1941 encontramos obras y autores como El último  refugio  (High Sierra, 1941) de Raoul Walsh, El halcón maltés  (The Maltese Falcon, 1941) de  John Huston, Gilda  (1946), La calle sin nombre  (The Street With No Name, 1948), Sed de mal (Touch of Evil, 1958) de Welles, Perdición (Double Indemnity, 1944) de Billy Wilder. Proyectaba una  imagen  pesimista  sobre  la  ambición  y  la  crueldad  humanas, marcado  por  un  estilo  también "negro", con una fotografía de claroscuros, procedente de unos operadores venidos de centroeuropa y  de  la  tradición  del  expresionismo.  Su  fuente  estaba  en  la  literatura,  en  los  relatos  de  Dashiell Hammett o Raymond Chandler. 

 

El nacimiento de los "nuevos cines" 

A fines de  los cincuenta, aparecieron movimientos de renovación de  la creación cinematográfica en diversos países. La renovación social y cultural de esos años tuvo su espacio también en el ámbito del cine.  Se  renovaron  los públicos,  refugiándose  los  intereses más  conservadores en  la  televisión,  se pudo  desarrollar  una  producción  más  barata  de  nuevos  directores  diferenciada  de  las  grandes producciones del cine más tradicional de consumo. 

La Nouvelle  vague  francesa  fue una de  las primeras  en  romper  fórmulas.  Se  trataba de  toda una generación de creadores provenientes de la crítica cinematográfica, de las filas de la revista Cahiers du cinéma. Hacían un cine rompedor  formal y  temáticamente, buscando  la  innovación  frente a  los moldes académicos. Alimentaron  la teoría del cine de autor. Algunos autores clave fueron Jean‐Luc Godard  (Al  final  de  la  escapada,  A  bout  de  souffle,  1959,  Pierrot  el  loco,  Pierrot,  le  Fou,  1965) François Truffaut  (Los cuatrocientos golpes, Les quatre cents coups, 1959,  Jules y  Jim,  Jules et  Jim, 1962), Claude Chabrol (Landru, 1963), Alain Resnais (Hiroshima mon amour, 1959). 

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Breve recorrido histórico 

En otros países se desarrollaron movimientos semejantes como el Free Cinema británico con Lindsay Anderson,  Karel  Reisz,  Tony  Richardson.  El  Nuevo  cine  alemán  con  Jean‐Marie  Straub,  Volker Schlöndorf. La Escuela de Nueva York con Adolfas Mekas, John Cassavetes, Shirley Clarke. El Cinema Nõvo de Brasil  con Glauber Rocha, Nelson  Pereira Dos  Santos.  En  España,  a pesar de  la  censura, apareció un Nuevo Cine Español, con obras como La tía Tula (1964) de Miguel Picazo, La caza (1965) de Carlos Saura y Nueve cartas a Berta (1965) de Basilio Martín Patino. En  Italia algunos directores como Fellini o Visconti ya habían avanzado nuevas  ideas con anterioridad; el autor más vinculado a esta corriente de los nuevos cines será Michelangelo Antonioni.  

 

La mundialización de la producción 

El proceso de descolonización de  los sesenta marcó un nuevo orden mundial que  también  tuvo su reflejo en el mundo del cine: ya no era un arte exclusivo de los países desarrollados. Autores de otros ámbitos  ya  habían  puesto  de manifiesto  que  había  otros  cines,  al margen  de  Estados  Unidos  o Europa: lo demuestra la obra de algunos de los grandes en el cine japonés ‐Mizoguchi, Yasujiro Ozu, Akira Kurosawa, Nagisa Oshima‐ o en el cine hindú ‐Stayajit Ray, Mrinal Sen‐. 

Los festivales cinematográficos como Venecia o Cannes habían mostrado algunas miradas diferentes provenientes de ámbitos lejanos al cine hegemónico. Asia o Latinoamérica comenzaron a difundir sus creaciones. En los años posteriores, el cine iba encaminándose hacia un arte realmente universal. En muchos casos  las más  lejanas producciones  intentaron  imitar  los modelos del cine americano; pero no  siempre  fue  así  y,  desde  Cuba  (Gutiérrez  Alea),  al  Senegal  (Ousman  Sembene),  desde  Egipto (Yussef Chahine) a Filipinas (Lino Brocka) y a Irán (Abbas Kiarostami) y China (Zhang Yimou), el cine mundial dio muestras de una estimulante diversificación cultural. 

 

El cine en la era de la televisión 

El desarrollo y expansión mundial de la televisión afectó profundamente al cine. No siempre fue una influencia  negativa  o  paralizadora  ya  que  se  buscaron  no  sólo  las  rivalidades  sino  también  las complicidades. Grandes directores de cine como Bergman o Fellini hicieron trabajos para televisión; las pantallas de  la  televisión  se  convirtieron en  las  grandes difusoras del  cine,  aunque este es un tema  polémico  debido  a  las  muy  distintas  circunstancias  en  que  se  produce  en  este  caso  la experiencia de  las películas, se fue desarrollando el mercado del cine en vídeo y posteriormente en formato digital con el dvd, etc. Hoy día  las grandes cadenas de televisión estatales son  importantes en  la  producción  cinematográfica,  las  multinacionales  de  los  medios  americanas,  combinan  sus estrategias televisivas y cinematográficas dentro de una concepción global del medio como negocio.  

En esos años, en Estados Unidos entra en escena una generación de directores que buscaron superar la  contraposición entre  cine de autor  y  comercial: Robert Altman, Woody Allen, Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, George Lucas, Brian de Palma; algunas de sus creaciones han perdurado como grandes obras del cine: Stanley Kubrick 2001: una odisea del espacio (2001: a Space Odyssey, 1968), Coppola Apocalypse now (1979), Bertolucci El último emperador (The Last Emperor, 1987).  

Se planteó ya en esos años y sigue presente un problema: el del acceso al mercado de los productos menos convencionales. La nueva definición del espacio de la distribución y el consumo con internet, el mercado  del dvd,  la producción  con  tecnología  digital,  las  televisiones  temáticas,  el pirateo,  el distinto paisaje de los cines, etc. están diseñando nuevas formas de supervivencia del cine y también marcando formas de creación y de difusión. 

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En  el  cine  contemporáneo  caben  las  más  variadas  opciones,  aunque  marcado  siempre  por  la hegemonía  del  cine más  comercial  y  clónico.  Pero  pueden  convivir  en  el  cine  actual  desde  las reflexiones existenciales de  Ingmar Bergman  (Saraband, 2003), el cine del realismo político de Ken Loach (Tierra y libertad, Land and Freedom, 1995), las películas minimalistas de Eric Rohmer (Paulina en  la  playa,  Pauline  à  la  plage,  1983,  Cuento  de  invierno,  Conte  d'hiver,  1992),  la  reactualización postmoderna del  cine de género de Almodóvar  (¿Qué he hecho  yo para merecer esto?, 1984),  las reflexiones de Woody Allen  (Maridos y mujeres, Husband and Wives, 1993, Annie Hall, 1977) o  las propuestas  complejas  de David  Lynch  (Cabeza  borradora,  Eraserhead,  1977,  Terciopelo  azul,  Blue Velvet, 1986). 

 

6. El cine documental o cine de no ficción 

Parece necesario echar la vista atrás y trazar un breve recorrido por la historia del cine documental. Para ello  seguiremos  los  textos de Antonio Weinrichter  (2004)  y especialmente el estudio de Eric Barnow  (2002):  este  autor  dibuja  un  recorrido  del  cine  documental  en  tramos  en  los  que  se consideran  las  diversas  formas  de  concepción  del  documental  que  fueron  generándose.  Por  ello, junto a una historia del documental se diseña una clasificación de sus diversas modalidades; esta es la  razón  por  la  que  respetamos  la  denominación  de  cada  uno  de  los  capítulos  en  que  divide  su estudio. En las páginas que siguen resumimos sus aportaciones: 

 

El documental profeta:  

Las  pre‐manifestaciones  del  documental  se  pueden  rastrear  en  los  trabajos  y  los  inventos encaminados a registrar visualmente  la realidad desarrollados en el entorno del precine. Es sabido que  las  finalidades  buscadas  por  ellos  eran muy  diversas,  desde  el  espectáculo  a  la  ciencia  y  sus necesidades  de  documentar  ciertos  fenómenos.  Serían  estos  los  remotos  antecedentes  del documentalismo;  entre  ellos  resulta  especialmente  reseñable  el  trabajo  de  Edward  Muybridge, Etienne Jules Marey y Georges Demeny. El desarrollo de estos experimentos y su conversión en una realidad comercial e  industrial se debe a Thomas Alva Edison y Louis Lumière. La cámara diseñada por este último, el cinematógrafo, era muy ligera y de fácil manejo, a diferencia de la de Edison. Ello facilitó el trabajo de captación de escenas de la realidad, planteándose como su terreno de trabajo el mundo exterior.  

Desde 1895 comienza  la producción y exhibición pública de piezas breves, sin actores, sobre temas de actualidad, como  las emblemáticas La salida de  la fábrica (La sortie des Usines Lumière, a Lyon, 1895) o La llegada del tren a la estación (L'arrivé d'un train en gare de la Ciotat, 1895). Enseguida se multiplicó la producción: operadores de cámara formados por los Lumière fueron enviados por todo el mundo para filmar y proyectar sus películas. Lo habitual es que se tratara de pequeñas piezas que recogían escenas de  la vida cotidiana que satisfacían el  interés de  los espectadores de verse en  la pantalla;  también  se  proyectaban  películas  realizadas  en  otros  lugares mostrando  unos mundos desconocidos.  

A  finales  de  1897  los  Lumière  decidieron  interrumpir  sus  proyecciones  y  optaron  por  vender  sus equipos.  Se  crearon diversas empresas que  continuaron en muchos  casos  con  la  labor de  realizar películas de no ficción. Comenzaron a denominar a estas piezas documentaries, actualités, topicals, películas de interés, educacionales, filmes de expediciones, filmes de viajes, etc. En España Fructuoso Gelabert  comienza  a  fabricar  equipos  semejantes  a  los  de  los  Lumière;  filma  la  visita  de  la  reina Cristina y de Alfonso XIII a Barcelona.  

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Breve recorrido histórico 

En torno a 1907 la hegemonía del cine no ficcional comienza a desaparecer; desde ese año proliferan cada  vez más  las  películas  ficcionales  con  gran  aceptación  entre  el  público.  Unas  películas  que incorporaban más complejidad formal, con incipientes trabajos de montaje, con los trucos y la magia aportada por los trabajos de Méliès, etc.  

El cine documental, para salir de gira por el mundo, necesitaba contar con importantes aportaciones económicas;  se  contó  para  ello  con  el  patrocinio  de  la  realeza  en  el marco  de  las  naciones  con imperios coloniales. Sin embargo los cineastas tuvieron que pagar su peaje por este apoyo, llegando a convertirse en agentes propagandísticos de la corona.  

Ya  desde  sus  tempranos  inicios,  el  cine  documental  comenzó  a  trabajar  con  reconstrucciones  y, según  la apreciación de Barnow, con  la  impostura. Señala el caso de Albert E. Smith que pretendía dotar de mayor dramatismo y grandeza al material que había filmado en Cuba sobre la carga de las alturas de San Juan. Para ello aderezó su obra con imágenes grabadas en una maqueta, con humo de cigarrillos,  reconstruyendo  falsamente  la batalla en  la bahía de Santiago. De  todas  formas, para el público de la época no resultaba chocante contar con imágenes de los hechos de actualidad que más o menos estuvieran reconstruidos; la prensa, por ejemplo, incorporaba dibujos grabados que, más o menos, daban una idea de la realidad.  

En  1910  comienzan  a  realizarse  los  noticiarios  con  ediciones  semanales  o  bisemanales,  por  las empresas Pathé y Gaumont. Estas piezas contribuyeron a la decadencia en estos años de las películas documentales. Consistían en piezas que buscaban dotar de carácter ritual a ciertos acontecimientos de  actualidad,  como una  visita  real, un  evento deportivo, una maniobra del  ejército, un desastre natural, etc. Parece que la época Lumière había terminado.  

 

El documental explorador: 

Este tipo de documental logró volver a despertar al documental en un momento de decadencia y la aportación  se debe al  considerado padre del  cine documental, Robert Flaherty. Lo  realizado hasta entonces  consistía  en  noticias  filmadas;  con  el  trabajo  de  Flaherty  comienza  a  articularse  el documental  como  un  auténtico  film.  Este  cineasta  comenzó  realizando  una  labor  de  minero  y explorador en la bahía de Hudson.  

Será en el año 1913 cuando su promotor le sugiere la posibilidad de filmar con la cámara los espacios y  las  gentes  que  visitaba  en  sus  exploraciones.  En  los  años  1914,  1915  y  1916  realizó muchas filmaciones  sobre  la vida de  los esquimales que habitan esas  regiones. Pero un  incendio destruyó todo ese material;  sin embargo, este  contratiempo ayudó a  Flaherty a  replantearse  su  trabajo de filmación  de  otra  forma.  Consideraba  que  lo  que  había  recogido  era  un  material  demasiado deslavazado,  escenas  sueltas  carentes  de  continuidad  o  estructura;  optará  entonces  por  volver  y centrarse en la vida de un solo esquimal y su familia, haciéndolo "protagonista" del film y mostrando los momentos característicos de su vida.  

Surgió así Nanook el esquimal  (Nanook of  the North, 1922); éste se convirtió en un personaje que llegó  a  anteponer  las  necesidades  del  rodaje  a  las  de  la  caza  o  la  alimentación.  Ya  este  primer documental  incorpora  secuencias  apoyadas  en  reconstrucciones  o  recreaciones  de  la  realidad filmada: una escena emblemática es  la desarrollada en el  iglú en el que habita Nanook y su familia. Como  la ausencia de  luz en  su  interior  impedía  la  filmación,  se cortó a  la mitad y  se grababa a  la familia durmiendo y descansando en un iglú trucado o falso. Es decir, para lograr un retrato de la vida real  y  una  autenticidad  en  la  captación  de  la  vida  de  los  esquimales,  se  recurrió  al  ingenio  y  la reconstrucción.  

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

Flaherty, a diferencia de  los  trabajos  realizados hasta el momento,  incorpora  las aportaciones del lenguaje fílmico,  la gramática que en eso momento se había desarrollado en el entorno del cine de ficción. Asimilando el  lenguaje del cine de  ficción, Flaherty  lo aplica al material de  la vida  real,  sin apoyarse  en  una  historia  inventada  por  un  escritor  ni  en  la  interpretación  de  actores.  Pero  sí incorpora  su  película  también  las  estructuras  y  los  modos  de  la  narración  fílmica,  dotando  al documental de la posibilidad de generar impacto emocional.  

A esta película  siguieron otras, por parte de Flaherty y de  sus  seguidores. Durante una década  se continuó realizando un documental que exploraba espacios y vidas ajenas al mundo "civilizado". Pero al cabo de esos años ya  se encuentran  síntomas de decadencia en el género, como en el caso de Congorilla (1932) de los Johnson, que llegan a construir una visión de los nativos cercana a la burla, utilizando a  los nativos como  juguetes para hacer bromas y perdiéndose el objetivo de reflejar con respeto otras formas de vida. 

 

El documental reportero: 

Un  cineasta  emblemático  dentro  de  esta  forma  de  concebir  el  documental  es  Dziga  Vertov,  de nombre Denis Arkadievich Kaufman. Cineasta y poeta, vinculado a las vanguardias, especialmente al futurismo  con  su  admiración  por  las  máquinas,  el  dinamismo  de  un  mundo  en  cambio,  las disposiciones tipográficas originales, y los manifiestos.  

Comenzó realizando montajes poéticos sonoros en discos, poemas sonoros. Desde 1918 se incorporó al cine como editor de noticiario del Comité de Cine de Moscú: Semanario fílmico. Compaginó este trabajo  con  la  realización  de  largometrajes  documentales  como  Aniversario  de  la  revolución (Godovshchina  revolyutsii, 1919), compilando  secuencias anteriores. Por medio de  la  redacción de manifiestos, escritos teóricos y trabajos de producción buscó alcanzar una mayor repercusión con su forma  de  concebir  el  trabajo  fílmico:  rechazo  del  cine  ficcional  convencional  como  opio  para  el pueblo,  creencia en que el  cine  soviético debía documentar  la  realidad del  socialismo. Vertov,  sin embargo, no se consideraba un propagandista, sino un reportero que debía encontrar los auténticos sucesos reales y comunicarlos.  

Para  desarrollar  estos  proyectos,  Vertov  en  el  denominado  Consejo  de  los  Tres  ‐él,  su  mujer Yelizaveta Svilova y su hermano Mijail Kaufman‐ comenzaron a realizar en 1922 el KinoPravda (Cine‐Verdad),  una  nueva  forma  de  periodismo  cinematográfico.  Apostaban  por  retratar  de  una  forma verdadera  fragmentos  de  la  realidad  actual  pero  dotándolos  de  sentido.  No  les  interesaban  los asuntos  espectaculares  sino  la  prosa  de  la  vida;  sin  embargo,  el modo  de  reflejarlo  no  debía  ser prosaico,  lo que se  lograba por medio de vistas originales y significativas,  impactantes, con  fuerza. Daba especial relevancia al trabajo con  la cámara y con el montaje: "Soy un ojo fílmico, soy un ojo mecánico, una máquina que os muestra el mundo solamente como yo puedo verlo. [...] Liberado de la estructura de tiempo y espacio, coordino todos los puntos del universo. [...] Mi misión consiste en crear una nueva percepción del mundo. Descifro pues de una manera nueva un mundo desconocido para vosotros  […] no basta con mostrar  fragmentos de verdad en  la pantalla, partes  separadas de verdad. Esas partes deben organizarse temáticamente para que el todo también sea una verdad". 

Realiza otros  largometrajes como Cine‐Ojo  (Kinoglaz, 1924), Una sexta parte del mundo  (Shestatya chast mira, 1926), que  incorpora una  gran  cantidad de  intertítulos,  anticipo quizá del  comentario hablado: una  larga serie de títulos breves e  intermitentes recordaban al estilo de Whitman. A fines de la década de los veinte el interés se desplaza hacia la obra de ficción pero que representan cierto aspecto documental de autores como Eisenstein, Pudovkin, Dovjenko y otros. 

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Breve recorrido histórico 

En  1929  pudo  realizar  un  film  proyectado  desde mucho  tiempo  atrás,  y  considerado  como  sus testamento: El hombre de la cámara (Chelovek s kino‐apparatom). Es una simbiosis entre una visión caleidoscópica  de  la  vida  cotidiana  soviética  y  una  mostración‐reflexión  sobre  el  trabajo  del camarógrafo, encarnado por su hermano Mijail Kaufman. El espectador ve la película y la realización de  la  película,  lo  representado  y  su  representación,  en  un  caso  emblemático  de  la  autoreflexión fílmica y de ruptura del efecto ilusionista del cine como una representación transparente del mundo. 

Otro  caso  emblemático  dentro  del  documental  reportero  es  el  de  Esfir  Shub,  también  en  Rusia. Comenzó realizando trabajos de montaje y de subtitulación de las películas extranjeras. Desde 1926 realizó  trabajos  de  montaje  sobre  antiguos  noticiarios  concebidos  como  un  material  fílmico  de partida con el que realizar una labor prorevolucionaria. Por ejemplo, sobre una colección de películas contrarrevolucionarias  relativas a  la vida del zar Nicolás  II  realizó La caída de  la dinastía Romanov (Padenie dinastii Romanovykh) en 1927. Contextualizando las escenas y alternándolas con tomas de la guerra, huelgas o arrestos, las imágenes originariamente contrarrevolucionarias eran reconducidas hacia un discurso impactantemente prorevolucionario. Esta forma de trabajar impulsó enormemente el desarrollo de los archivos cinematográficos.  

 

El documental pintor: 

En  el  ámbito de  las  vanguardias  artísticas de principios de  siglo,  el nacimiento del  cinematógrafo afectó a todas las artes. Creadores de otras artes lo tuvieron en cuenta y algunos de ellos realizaron obras de gran poder creativo y formal. Los incipientes cineclubes sirvieron de punto de encuentro de músicos, escultores, escritores, arquitectos o fotógrafos.  

Especialmente  en  torno  a  los  años  veinte,  muchos  pintores  entraron  en  contacto  con  el  cine, aportando  formas de hacer diferentes y otras  finalidades. Tendían a concebir el cine como un arte pictórico, y se mostraron interesados por el trabajo con la luz o con la composición. 

En 1921 los pintores vanguardistas Viking Eggeling y Hans Richter experimentaron juntos en un film abstracto.  Esperaban  suscitar  sentimientos  semejantes  a  los  logrados  por  la  música  de  Bach mediante movimientos contrapuntísticos proyectados en la pantalla y de estructura similar a la fuga. Les acercó al documental, el hecho de que  filmaban objetos  familiares,  fragmentos de  la  realidad actual: el creador partía de la realidad y sobre ella desarrollaba su personal sintaxis expresiva. 

Fernand Léger y Dudley Murphy realizan en 1928 Ballet mécanique, una de  las obras emblemáticas de  esta  forma  de  concebir  el  documental.  Muchas  de  sus  composiciones  representan  ejes  en movimiento, palancas, péndulos, batidoras de huevos y otros utensilios.  

En 1927 Walter Ruttmann consigue un gran impacto con Berlín: sinfonía de la gran ciudad (Berlin: Die Sinfonie der Groβstadt). Algunos le consideran el creador del género de las sinfonías urbanas; otros señalan como antecedente el  film Manhatta de Paul Strand de 1921. En  la  línea de  los pintores y experimentadores  fílmicos,  a  Ruttman  le  interesaban  los  ritmos  y  las  configuraciones  visuales.  La película representa un día en la vida de la ciudad desde el alba hasta el ocaso, apoyándose la obra en el trabajo con la composición de la imagen y el ritmo logrado con imágenes y músicas. En Francia, el artista brasileño Alberto Cavalcanti estaba haciendo al mismo tiempo una película semejante sobre París: Sólo las horas (Rien que les heures, 1926).  

Jean  Vigo  realiza  junto  con  Boris  Kaufman  À  Propos  de  Nice,  presentada  en  1930.  Presenta semejanzas con otras películas  sobre ciudades, pero añade una nota de  sátira, con  la  finalidad de retratar el  fin de una  sociedad, el mundo burgués que ha descuidado  sus  responsabilidades y que debía ser superado por la revolución. 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

El holandés Joris Ivens en 1928 realiza El puente (The Brug). Las obras de construcción de un puente ferroviario en Rotterdam proporcionaron al cineasta todo un mundo de formas, contrastes, ritmos, relaciones… Al año siguiente realizará Lluvia (Regen, 1929): describe un chubasco sobre Amsterdam, aunque para ello  tuviera que  realizar  filmaciones durante  cuatro meses. Consiguió un  interesante estudio, de gran belleza, que  recoge  las  configuraciones producidas por  la  lluvia y  sus  ritmos:  cae sobre  charcos,  canalones,  canales,  ríos,  ventanas,  paraguas,  automóviles,  bicicletas,  gárgolas, cornisas, etc. Barnow lo considera el film más perfecto del género documental pictórico.  

Este  género  tuvo  poco  tiempo  de  gloria:  al  llegar  el  cine  hablado  se  descuidó  o  se  relegó  a  un segundo  plano  el  trabajo  formal  o  experimental  con  las  imágenes.  A  esta  razón  se  unió  la  crisis económica que, a nivel mundial, tuvo repercusión también en la producción fílmica: los productores apostaron  por  el  cine  sonoro  como  enganche  para  evitar  la  ruina  económica.  El  documental abandonó de momento el terreno del arte y se volcó en la lucha ideológica que dominaba la época.  

 

El documental abogado: 

El escocés John Grierson consideró y puso el acento en  la posibilidad del cine y de otros medios de comunicación  para  influir  en  las  ideas  y  acciones  de  las  sociedades;  recogía  ahora  el  papel desempeñado antes por las iglesias y las escuelas. Becado para viajar a Estados Unidos y realizar allí un estudio en el ámbito de  las  ciencias  sociales, descubrirá un país multiracial,  con problemas de convivencia  muy  complejos,  aunque  los  ciudadanos  no  eran  del  todo  conscientes  de  ello  y  se enfrentaban a su vida de una forma superficial o apática.  

Fue Grierson quien en 1926 y a cuenta de  la película Moana  (1926) de Flaherty,  fijó el término de documental para referirse al cine de no ficción; un cine que definió como "the creative treatment of actuality". Una  formulación  amplia  y  ambigua,  que  parecía  dar margen  a  la  acción  creativa.  Pero posteriores  declaraciones  de  Grierson  y  sus  producciones  institucionales  para  la  Film  Unit  de  la General Post Office, de donde acabó surgiendo  la Crown Film Unit bajo  la adscripción del Gobierno británico, contribuyeron a configurar una imagen del documental como un cine utilitario, pedagógico e impersonal. 

El  objetivo  del  documental  para  Grierson  era  guiar  al  ciudadano  en  la  comprensión  de  su  vida, dramatizando  las situaciones conflictivas, dotándolas así de sentido. Conoció a Robert Flaherty con quien  mantuvo  una  relación  compleja  de  odio  y  amor.  Flaherty  le  admiraba  como  creador  del documental pero no entendía que desarrollara sus trabajos sobre países  lejanos y no sobre  lo que ocurría en su mundo.  

En 1929 realizó A  la deriva (Drifters), sobre  las pesquerías de arenques, promoviendo el mercado a escala  mundial.  La  Empire  Marketing  Board  consiguió  financiación  para  realizar  películas  que fomentaran la consolidación del imperio británico. Grierson impulsaba y exhortaba a estos cineastas a no caer en el esteticismo y a considerarse en primer lugar propagandistas y sólo en segundo lugar autores  de  películas.  Se  trataba  de  una  labor  propagandística  que  promovía  la  educación  de  la ciudadanía buscando una vida mejor. 

En Alemania, también se realizó un cine fuertemente propagandístico. Desde  la  llegada al poder de Hitler en 1933, su ministro de la propaganda, Joseph Goebbels tomó bajo su mando el control de los medios  de  comunicación  y  del  cine  para  ponerlo  al  servicio  del  Tercer  Reich.  En  este  marco, desarrolló  su  trabajo Leni Riefenstahl; en un encargo directo de Hitler,  saltándose a  su ministro  le pidió que filmase  la reunión del Partido Nacional Socialista de Trabajadores: realizó el cortometraje Victoria de la fe. En 1934 Hitler le pidió que sacara adelante un proyecto mucho más ambicioso: una película  sobre  la  concentración  del  partido  nazi  que  tendría  lugar  en  Nuremberg;  un  film  que 

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Breve recorrido histórico 

demostrase  ante  el mundo  el  renacimiento  alemán.  Con  un  amplísimo  presupuesto,  la  película realiza un  inmenso despliegue de medios y  consigue poner en pie una auténtica obra maestra en cuanto a obra de  realización  fílmica. Con música de Herbert Windt al estilo wagneriano construye una  obra  sin  comentarios  orales,  con  unas  imágenes  que  ensalzan  a  Hitler  como  un  dios  que desciende  a  la  tierra  para  salvar  al  pueblo  alemán.  La  película  consigue  unas  imágenes  de  gran impacto, sobre una impresionante labor de representación de la coreografía puesta en juego en ese acto.  

En el año 1936  realiza Olympiada, donde con gran virtuosismo  representa  los  juegos olímpicos de Berlín. Las primeras secuencias se construyen con un tono mítico, representando cómo  la antorcha llega  desde  la  antigua Grecia  a  la moderna  Alemania,  en  un  estadio  presidido  por Hitler.  Parece mostrar cómo  la civilización  llega desde  la Grecia clásica hasta  la Alemania de Hitler. Las siguientes secuencias,  sin  embargo,  se  centran  y  se  recrean  en  la  coreografía de  gran  impacto  visual de  las evoluciones de los atletas, en una exaltación del cuerpo humano.  

En  Estados  Unidos  se  desarrollan  en  estos  años  las  Ligas  de  cinematografía,  apoyados  por  el presidente Roosvelt desde  1933,  con  el  fin  de promover  la producción  y  difusión de  películas de agitación, mostrando especialmente la pobreza de la nación y de sus espacios agrícolas. Pare Lorentz realiza una película subvencionada por el gobierno sobre las tormentas de polvo: El arado que labró las llanuras (The Plow that Broke the Plains, 1936), con Virgil Thompson como compositor musical. El film incorpora un comentario de Lorentz, una especie de recitativo que combinara el tono combativo con  la belleza  y  la  carga emocional. En 1938  realiza El  río  (The River),  con el  fin de promover  los objetivos del New Deal: control de  las  inundaciones, aprovechamiento hidroeléctrico, conservación del suelo. 

Los estudios de Hollywood se mostraron contrarios a que se realizara un cine subvencionado por el gobierno y que compitiera con las películas de entretenimiento producidas por los estudios. A finales de 1940 el Servicio Cinematográfico de los Estados Unidos desapareció, renunciado así el gobierno a la hegemonía sobre la producción de documentales. 

En  1935  se  lanza  un  peculiar  noticiario:  La  marcha  del  tiempo;  no  se  trataba  de  un  formato convencional ya que  combinaba  las escenas de  la vida  real y  las dramatizaciones, ambientaciones realizadas por el equipo de producción, etc. Henry Luce, uno de sus ejecutivos, defendió este tipo de producción como de "ficción  fiel a  la verdad". Se  trataba de piezas que eran más audaces que  los noticiarios convencionales a la hora de provocar o de tomar partido ante los hechos mostrados. 

Joris Ivens,  iniciado en torno al documental pintor, da un giro a su producción y desarrolla en estos años un interés por las cuestiones sociales, que de todas formas, siempre había estado presente en su  cine. Pudovkin  le  invita  a  visitar Rusia donde  se  le ofrece dirigir una película: Canto de héroes (Komsomol, 1933). Tras su regreso a Holanda realiza Nueva tierra (Nieuwe Gronden, 1933) acusando a un sistema que coloca los precios del trigo por encima del hambre de millones de seres humanos, arrojando  el  trigo  al mar.  Se  le  invitó  también  a  Estados Unidos  donde  un  grupo  de  escritores  y artistas recaudaron fondos y formaron una corporación para que  Ivens fuera a España a filmar una película sobre la lucha antifascista. Se unieron al proyecto John Ferno y Ernest Hemingway, así como Roman Karmen, de la Unión Soviética. El resultado es Tierra de España (The Spanish Earth) de 1937. 

 

El documental toque de clarín: 

Durante los años de la guerra se le pide al documentalista que exhorte a la acción, que haga de cine una herramienta más de combate y no un cine teórico o de defensa de ciertas ideas. Los alemanes, desde 1939, comienzan a realizar un cine que impulsara la pasión nacionalista y que amedrentara al 

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enemigo, mostrando su fuerza. Con  las filmaciones de  las batallas se realizaban  los noticiarios de  la serie que aparecía en la Revista Semanal Alemana y también hacían documentales de largometraje. Tomas  que  se  combinaban  con  imágenes  de  prisioneros,  mapas,  narraciones  muy  persuasivas, música emotiva, y, fundamentalmente con unos textos que anclaban el significado que se les quería dar a dichos materiales.  

Un caso emblemático es el film El eterno judío (Der ewige Jude) de 1940, con finalidades antisemitas; se mostraba a los judíos como un pueblo falso, que oculta su auténtica naturaleza bajo una capa de pueblo  civilizado.  Pero  ahora  se  los mostraba  al  pueblo  alemán  como  realmente  son:  timadores, parásitos. 

En Gran Bretaña  la GPO Fim Unit tenía  la misión de producir películas de guerra; su estilo era muy distinto al alemán. Cineastas del entorno de Grierson como Cavalcanti, Watt, Rotha realizaron estas películas.  Surgió  la  figura  de Humphrey  Jennings,  con  la  película  Comenzaron  los  incendios  (Fires Were Started) de 1943:  sobre el  fondo dramático de  la guerra,  se muestra  la vida  cotidiana de  la gente,  mostrando  cómo  en  medio  de  la  locura  de  la  guerra  las  personas  pueden  mostrarse  y comportarse  de  una  forma  digna,  confirmando  así  la  fe  en  la  humanidad.  Frente  a  otros  casos señalados en este apartado, su cine muestra, pero no exhorta ni arenga.  

Cuando Estados Unidos se ve impelido a entrar en la guerra, tras el ataque a Pearl Harbor, comienza a  desarrollar  películas  en  esta  línea.  Frank  Capra  es  encargado  de  producir  la  serie  ¿Por  qué luchamos? (Why We Fight). Parecía especialmente necesario explicar al pueblo americano, que vivía en  el  aislacionismo,  la necesidad de  entrar  en una  guerra por unos objetivos que podían parecer ajenos, como la defensa del imperio británico o la lucha contra el comunismo. Los propios soldados ignoraban  los antecedentes del conflicto y parecía necesario trasladarles con claridad y fervor unas motivaciones. La serie documental se montó con material de archivo y con pocas imágenes grabadas para  la ocasión. Se  trataba de películas muy habladas, explicativas sobre cuestiones históricas, con unos planteamientos muy simplistas e ingenuos.  

 

El documental fiscal acusador: 

En  los años posteriores,  la documentación de  los  crímenes de guerra  fue una actividad objeto de urgente atención para los hombres encargados de filmar que iban con los ejércitos, en el avance de Alemania y luego en Japón. Muchas de esas imágenes se presentaron como pruebas en los juicios de Nuremberg;  los  propios  juicios  fueran  filmados.  Algunas  piezas  emblemáticas  son  El  juicio  de  las naciones  realizada por Roman Karmen  y montada por  Yelizaveta  Svilova,  esposa de Dziga Vertov. Nuremberg iniciada por Pare Lorentz y terminada por Stuart Schulberg. 

El documental más impactante y admirado fue Noche y niebla (Nuit et brouillard) de 1955 realizado por  Alain  Resnais.  Incorpora  una  dura  acusación  pero  el  objetivo  es  diferente, más  cercano  a  la necesidad  de  una  reflexión  profunda  sobre  lo  sucedido.  En  un  brillante  trabajo  con  los  recursos formales, Resnais combina  las  imágenes de archivo en blanco y negro con  imágenes en color de  los campos,  filmadas después de esos  años, e  incorpora un  fuerte  texto  reflexivo de  Jean Cayrol:  "El crematorio  ya  no  se  usa.  Los  dispositivos  de  los  nazis  son  obsoletos.  Los  espectros  de  los  nueve millones de muertos rondan por este paisaje. ¿Quién está en el mirador de esta extraña torre para advertirnos sobre el advenimiento de nuevos verdugos? ¿Son sus rostros realmente diferentes de los nuestros?  Entre  nosotros  hay  felices  Kapos,  oficiales  repuestos  en  sus  funciones  y  desconocidos delatores. Están aquellos que se negaron a creerlo o que lo creyeron sólo de vez en cuando. Y están aquellos  que  sinceramente miran  hoy  las  ruinas  como  si  los  antiguos  campos  de  concentración hubieran perecido y estuvieran sepultados bajo ellas. Están aquellos que pretenden alentar de nuevo 

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Breve recorrido histórico 

esperanzas  a medida  que  la  imagen  se  desvanece,  como  si  hubiera  remedio  para  los males  que asolaron estos campos. Están aquellos que fingen creer que todo eso ocurrió sólo una vez en cierto lugar y en cierto tiempo, y aquellos que se niegan a ver, que hacen caso omiso del clamor que llega desde el fin de los tiempos". 

 

El documental poeta: 

Una  de  las  tendencias  dominantes  en  la  posguerra  fue  el  cine  de  ficción  con  influencia  del documental, como se puede encontrar en el neorrealismo italiano, especialmente en la gran obra de Rossellini, con films como Roma, ciudad abierta (Roma, città aperta, 1945).  

Otra corriente se orientaba hacia  la poesía. En Suecia, neutral en  la guerra, surge  la figura de Arne Sucksdorff. En películas como Un cuento de verano (Em Sommersaga, 1943) o La gran aventura (Det Stora  äventyret,  1953)  refleja  la  idea  de  que  el  mundo  de  la  naturaleza  y  el  del  hombre  son incompatibles; hombres y animales matan, pero los hombres lo hacen a veces sin motivo, por mera crueldad.  

Bert Haanstra, holandés, realiza en 1950 Espejo de Holanda (Spiegel van Holland): comienza con una toma de un edificio  invertido que  se  refleja en  las aguas de un  canal;  la  imagen  se mueve  con el movimiento  de  la  superficie  del  agua,  luego  endereza  la  imagen,  vemos  derecho  el  edificio  pero siempre movido por las ondas. Recorre varios lugares de Holanda mostrándonos así sus edificios. En Panta Rhei de 1951, título griego que significa ‘todo fluye’, muestra el movimiento de las nubes y del agua.  En  Vidrio  (Glas,  1958)  contrapone  imágenes  del  trabajo  industrial  y  del  artesanal,  dando especial importancia en sus obras a la sincronización de música e imágenes.  

En  Estados  Unidos,  Francis  Thompson  con  N.Y,N.Y.  (1957)  hizo  experimentos  con  espejos deformadores, lentes y prismas. logrando mostrar imágenes muy originales de realidades conocidas.  

 

El documental cronista: 

Una de las corrientes del documental de posguerra es el de la crónica histórica. En estos años ya se contaba con un considerable material de archivo y se busca  la validación de estas  imágenes como materia prima para  el  estudio de  la historia. Algunas obras destacadas  son: París 1900  (1948) de Nicole Védrès. Rabindranath Tagore  (1961) de Satyajit Ray. La vida de Adolf Hitler  (Das Leben von Adolf Hitler, 1961) de Paul Rotha.  

Las películas de compilación fueron apoyadas y producidas en el ámbito de la televisión; los primeros documentales televisivos en países como Estados Unidos fueron de este género: Victoria en el mar, Los años inocentes, La era del jazz, Siglo XX, etc. 

En 1957, en Canadá, la Junta Cinematográfica Nacional con La ciudad del oro creó un nuevo género y se ocupó de otro siglo: el XIX, trabajando con materiales fotográficos estáticos, algo que sólo se había utilizado  hasta  entonces  de  forma  incidental.  En  Francia,  la  película  1848  (1949)  de  Victoria Mercanton recreaba los levantamientos revolucionarios de ese año utilizando grabados de la época, dibujos de Daumier, aguafuertes, pinturas, combinados con una cuidada banda sonora.  

Una  forma más  especializada  de  crónica  cinematográfica  son  los  informes  fílmicos  realizados  por antropólogos, uno de cuyos líderes fue Jean Rouch en Francia; también Gregory Bateson y Margaret Mead de Estados Unidos. Jacques Cousteau, retrató el mundo submarino en obras como El mundo del  silencio  (Le Monde du  silence, 1956) o El mundo  sin  sol  (Le Monde  sans  soleil, 1964) y en  sus posteriores series televisivas. 

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El documental promotor: 

A finales de los 50 la televisión norteamericana era en buena parte un producto de la guerra fría y de las  listas negras del maccarthysmo. Su modelo de televisión además se estaba difundiendo a otros países.  La  producción  televisiva  estaba  sustentada  y  patrocinada  por  marcas  comerciales.  Los documentales que se produjeron en este contexto estaban claramente domesticados y sujetos a los intereses de sus patrocinadores.  

Desde 1959 en Estados Unidos el control de los documentales se realizó desde los departamentos de noticias; consistían en piezas cuya narración estaba a cargo de un periodista, que buscaba desde  la omnisciencia  dar  una  visión  cerrada  y  unívoca  de  las  realidades  tratadas.  Se  intentaba  dar  una impresión  de  objetividad,  mencionando  a  veces  las  voces  distintas  pero  refutándolas inmediatamente. Los ejecutivos de las cadenas vigilaban de cerca estas piezas que se convirtieron en algo institucional y despersonalizado.  

A partir de  finales de  los 50 el documental  comenzó a  ver el nacimiento de algunos géneros que aportaban un grado de disentimiento en este territorio tan condicionado. Algunos documentalistas querían mirar  a  la  realidad desde planteamientos  ideológicos distintos  y  se  negaban  a  asumir un estilo de documental  tan  impersonal y  sujeto a  los poderes establecidos.  Los avances  técnicos de principios de los sesenta permitieron que se desarrollaran otras formas de hacer documental.  

 

El documental observador: 

En Gran Bretaña,  en  1956  se  desarrolló  el  Free  cinema,  el  nombre  que  recibían  las  proyecciones organizadas en el National Film Theatre por Karel Reisz, Lindsay Anderson y otros. Se trataba de un grupo de críticos y cineastas que buscaban nuevas vías para el cine. Se consideraban observadores independientes;  los  equipos  ligeros  que  aparecieron  en  esos  años,  permitieron  un  trabajo  de observación más directa de la realidad y la incorporación del registro directo del sonido, con lo que se puso especial énfasis en el registro de los comentarios orales de las personas intervinientes en las películas.  Esto modificó  en  gran manera  el modo  de  trabajo,  los  objetivos  y  los  resultados.  Son emblemáticas  las  obras  ¡Oh,  tierra  de  sueños!  (O  Dreamland,  1953)  de  Anderson, Mamá  no  lo permite (Momma Don't Allow, 1955) de Karel Reisz y Tony Richardson. Sus funciones alcanzaron sólo tres temporadas porque sus directores empezaron a hacer películas de ficción. 

En Francia, el cineasta Louis Malle se vio influenciado por este género del documental observador. En sus  estancias  en  la  India  grabó  La  India  fantasma  (L'Inde  fantôme,  1969)  y  Calcuta  (1969).  Son películas que  incorporan  comentarios que no buscan dar  versiones  cerradas  y omniscientes de  la realidad  sino  que  Malle  expresaba  su  incapacidad  para  llegar  a  conclusiones  e  invitaba  a  los espectadores a compartir esa impotencia ante las contradicciones del mundo retratado.  

Uno de  los problemas ante  los que se enfrentaba el documentalista observador, también conocido como  cine  directo,  era  saber  en  qué medida  la  presencia  de  la  cámara  influía  sobre  lo  filmado. Algunos  cineastas  lamentaban  este  efecto;  otros  lo  fomentaban,  como Maysles  o Wiseman.  Jean Rouch afirmaba que la cámara hacía que la gente obrara de manera más fiel a su propia naturaleza de  lo que actuaría sin  la cámara, de  forma que estimulaba  la presencia de  la cámara como agente catalizador, como un agente revelador de la verdad interior. Esta idea impulsó a los documentalistas a cultivar un nuevo género. 

 

El documental agente catalizador: 

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Breve recorrido histórico 

Estas  ideas  de Rouch  se  formalizaron  en  la  obra  Crónica  de  un  verano  (Cronique  d'un  été,  1961) hecha  junto  con Edgar Morin y Michel Brault. Salían con  sus cámaras y micrófonos a  las calles de París y preguntaban a  los transeúntes si eran felices; esto enmarcado en  la Francia de  inicios de  los sesenta, cuando la guerra de Argelia había dividido a la nación y se habían hundido viejos conceptos. El cine  realizaba así una  labor antropológica en  la ciudad, un estudio de  la  tribu parisina. Rouch y Morin, a diferencia del cine directo, participaban en las acciones captadas por la cámara y buscaban que  ésta  sirviera  como  catalizador  de  las  emociones  y  los  pensamientos  de  las  personas representadas. Estos participantes podían después ver las tomas y discutirlas, discusiones que solían ser  filmadas.  En honor de Vertov, denominaron  a  esta  técnica  cinéma  vérité,  traducción de  kino‐pravda, cine‐verdad. 

El bonito mes de mayo (Le Joli mai, 1963) de Chris Marker, es también un estudio de París, realizado una vez  finalizada  la guerra de Argelia y que documenta el optimismo de aquel momento. Ophüls, hijo de Max Ophüls, en una línea semejante realizó La pena y la piedad (Le Chagrin et la pitié, 1969): se  reflejaba  la  Francia  controlada por  los nazis durante  la  guerra, por medio de  entrevistas  a  los supervivientes,  alternando  las  entrevistas  con  imágenes  extraídas  de  los  archivos.  Los  resultados fueron  inesperados e  impactantes pues de alguna  forma derribó el mito en que estaban envueltos los años de la guerra. Interrogando a los interlocutores, el autor mostraba una realidad y una verdad compleja, más  allá del mito heroico de  la  resistencia, mostrando una mezcla de  coraje,  cobardía, venalidad, entrega. 

La eficacia de este tipo de cine estaba muy vinculada a las declaraciones de sus intervinientes, que se expresaban en su idioma. Por ello este tipo de documental implicaba problemas de traducción lo que hizo  que  se  tendiera  a  utilizar  esta  forma  de  documentar  la  realidad  en  asuntos  relativos  a problemáticas nacionales más que internacionales. 

 

El documental guerrillero: 

En algunos países de Europa Oriental  se  realizaron  las denominadas "películas negras":  retrataban una  realidad nada optimista, poniendo de manifiesto  los problemas  concretos del  sistema en que vivían en esos territorios. Varsovia, 56 de Jerzy Bossak y Jaroslaw Brzozowski, por ejemplo, presenta la situación de falta de viviendas, heredada de la guerra. 

Otro  caso  de  un  espacio  sobre  el  que  se  realizó  un  documental  que  ponía  de  manifiesto  los problemas, errores, y denunciaba el sistema fue Vietnam. Allí se desarrolló una guerra con bombas y también con documentales y con comunicación. Algunas películas mostraban  los  intereses creados en  la  zona,  intereses  que  casi  siempre  se  buscaba  silenciar;  pero  también  desde  el  poder  se realizaron  films que pretendían  justificar  la gran escalada bélica, películas que  lograron distribuirse en  Estados  Unidos  en  los  ámbitos  universitarios,  en  sociedades  cinematográficas,  grupos  de ciudadanos  críticos  o  en  la  televisión  pública.  ¿Por  qué  Vietnam?  de  1965,  fue  realizado  por  la administración  Johnson  y  producido  por  el  Departamento  de  defensa  para  justificar  la  guerra; mostraba al vietnamita como un agresor al que había que responder, como en el caso de Hitler unos años antes. En esos ámbitos no se mostraba  todo  lo que sucedía en Vietnam; serán documentales realizados  por  otros  países  los  que  lo muestren:  La manifestación,  Los  generales  ocultos,  Triste canción de los de piel amarilla, Paralelo 17, El pueblo y sus fusiles, etc. 

En  1971  la  protesta  encontró  una  de  sus  expresiones  más  importantes  en  La  propaganda  del Pentágono un documental de CBS News escrito y producido por Peter Davis. Mostraba las formas en que  el  Departamento  de  defensa  promovía  la  guerra:  con  inmensos  fondos,  el  Pentágono  había proclamado  el  evangelio  del militarismo;  el  aparato  de  relaciones  públicas  del  Pentágono  había 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

tergiversado en ocasiones los hechos y engañado a los medios de difusión. Roger Mudd, periodista y narrador del  film, resumía así  la situación: "Al defender al país no sólo con  las armas sino también con  ideología,  la propaganda del Pentágono  insiste en el papel que deben desempeñar  los Estados Unidos e intervenir en todo desorden registrado en el mundo. No sólo el público ha sido engañado, sino también la prensa y a veces nosotros mismos, los de CBS News. Esta propaganda es creación de una burocracia desenfrenada que burla todo intento de controlarla". 

Este espíritu de protesta generado por la guerra de Vietnam se contagió a otros campos y así se inició la era de las películas de guerrilla de la década de los 70; actividad que se incrementó en gran medida por razones  técnicas: el desarrollo del vídeo. Se  trataba de una  forma de realización que aportaba más facilidad de manejo, unos costes mucho más bajos, una mayor posibilidad de evaluar resultados en  el proceso de  realización,  etc.  Esto hizo que muchas personas  e  instituciones  se  lanzaran  a  la realización de películas 

Jon Alpert y Keiko Tsuno fundaron en 1972 en Chinatown de Nueva York el Down Town Community Television  Center.  Comenzaron  realizando  una  película  sobre  el  sindicato  y  los  problemas  de  los taxistas; la película debía servir como un  instrumento de organización. Alpert y Tsuno daban cursos intensivos gratuitos a  los operadores de vídeo que quisieran  trabajar y  los enviaban a documentar situaciones.  Estas  cintas  se  exhibían  en  las  calles  o  en  lugares  de  reunión  vecinales. Gracias  a  la financiación del Consejo de las Artes y de otras instituciones de Nueva York, lograron formar a unas siete mil personas en los primeros siete años. Fue emblemática la obra Cuidado de la salud: tu dinero o  tu vida de 1977, donde se mostraba un hospital  recargado de pacientes y  las deficiencias de  los equipos y las consecuencias de los recortes presupuestarios. También realizaron trabajos sobre Cuba y Vietnam: Cuba: el pueblo y Vietnam: recogiendo los pedazos, de 1974 y 1977. 

Una  clasificación  complementaria  a  la  expuesta  aquí,  y  tan  canónica  e  influyente  o  más,  es  la planteada por Bill Nichols (1991) en La representación de la realidad. Recogemos aquí su clasificación en  seis modos de entender el documental; una  clasificación que partió de una división en  cuatro modos  y que posteriormente  fue  ampliada  a  los  seis que  ahora  señalamos,  en  los  textos Blurred Boundaries (1994) e Introduction to Documentary (2001). De todas formas, creemos necesario poner de manifiesto una vez más que estas clasificaciones, aunque ayuden a clarificar algo  la complejidad del mundo del documental, siempre tienen algo de falsificador. Recogemos aquí  la descripción y  la crítica desarrollada por Weinrichter (2004) al respecto: 

Expositivo:  

Es el modo de entender el documental en  los orígenes, por autores  como  Flaherty o Grierson. El discurso  se  dirige  directamente  al  espectador  con  una  voz  anónima,  extrediegética  y  cargada  de autoridad sobre el mundo que retrata: es lo que luego se denominará "la voz de Dios". El comentario prima  sobre  la  imagen,  utilizando  una  retórica  persuasiva.  Se  reserva  poco  espacio  para  la ambigüedad,  para  la  contradicción,  para  la  pluralidad  de  voces.  El montaje  cumple  también  una función retórica, sirviendo a una continuidad proposicional, más que espacio‐temporal.  

Parece sorprendente que Nichols  incluya dentro de este modo títulos como Las Hurdes (1933) o Le sang  des  bêtes  (1949),  películas  que  se  han  considerado  obras  surrealistas,  que  establecen conexiones menos unívocas con el material. La razón que da Nichols es que el modo expositivo tiene dos variantes: la argumentativa ‐para la que sí parece válido todo lo anterior‐ y la poética, que tiene un funcionamiento mucho más libre y musical, y que desaparece cuando se fija el modelo expositivo canónico.  

En la última formulación de su tipología, Nichols añade un modo nuevo, el modo poético, desgajado lógicamente del segmento poético del modo expositivo. Ahí incluye las obras que están vinculadas al 

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cine vanguardista; se trata de una categoría que englobaría estas obras anómalas, del que afirma que comparte un terreno común con  la vanguardia modernista y en el que deberían acabarse alojando estos títulos anómalos. El problema, señala Weinrichter, es que Nichols engloba dentro de un único modo, el expositivo, todo el cine documental realizado anteriormente al cine directo; con ello reduce a una uniformidad en los planteamientos una multitud de obras muy dispares.  

 

Observacional:  

Este  modo  surge  en  los  años  60  y  encuentra  su  expresión  más  pura  en  el  direct  cinema norteamericano ‐Robert Drew, D.A. Pennebaker, Richard Leacock, Frederick Wiseman, los hermanos David y Albert Maysles‐. En el desarrollo de este movimiento influyen razones técnicas, equipos más ligeros, pero también se conjuga con una postura ideológica: el documentalista decide no intervenir en la realidad registrada y mostrar en su obra de una forma abierta que no interviene: se prescinde de  la música, entrevistas, reconstrucciones, comentarios,  las tomas son  largas y con sonido directo etc. La actitud del documentalista es definida como de fly on the wall, mosca en la pared, es decir, un grado cero de intervención.  

A diferencia del modo anterior, no se quiere construir argumentos persuasivos, sino filmar la realidad sin controlarla, ni explicarla, ni dirigir a los sujetos. Se trata de una materialización del mito de la pura observación  y  objetividad.  Pero  este  programa  de  máximos  raramente  se  cumplió;  el  propio Frederick Wiseman, uno de los últimos puristas del cine directo, reconocerá que todo documental es arbitrario, da una visión sesgada de  lo real,  incorpora prejuicios y es subjetivo. Sin embargo, el cine directo supuso una autocrítica del género, similar a  la realizada por el cine de  la modernidad en el terreno de la ficción.  

El  cine  directo marcó  unos  rasgos  de  estilo  que  aún  hoy mucha  gente  sigue  identificando  con  el documental y se le sigue pidiendo que formalmente se muestre con esa veracidad, dejando fuera las marcas  de  la  subjetividad  y  de  la  intervención.  Posteriormente,  los  documentalistas  se  han  ido recuperando  de  la  esclavitud  de  esas  formas  y  han  ido  añadiendo  nuevos  recursos  expresivos, dramáticos y narrativos ampliando los límites marcados voluntariamente por el cine observacional. 

 

Interactivo o participativo:  

El modo llamado por Nichols interactivo y posteriormente participativo, nace al mismo tiempo que el modo observacional. Surge en al ámbito  francés con  Jean Rouch y Edgar Morin y su Crónica de un verano (1960), que lanza el término de cinema vérité; le seguirán Chris Marker de Le Joli mai (1962), la  escuela  documentalista  canadiense  ‐Pilles  Groulx,  Michael  Brault‐  y  cineastas  cubanos  como Octavio  Cortázar.  Posteriormente  trabajarán  en  esta  línea  los  norteamericanos  Ross  McElwee, Lourdes Portillo o Michael Moore. 

Eric  Barnow  ha  establecido  las  diferencias  que  separan  desde  el  inicio  el  directo  y  el  vérité:  "El documentalista del cine directo  llevaba su cámara ante una situación de tensión y aguardaba a que se produjera una crisis; el cinéma vérité de  Jean Rouch  trataba de precipitar  la crisis. El artista del cine  directo  aspiraba  a  ser  invisible;  el  artista  del  cinéma  vérité  de  Rouch  era  a  menudo  un participante declarado de  la acción. El artista del cine directo era un circunstante que no  intervenía en la acción; el artista del cinéma vérité hacía la parte de un provocador de la acción. El cine directo encontraba su verdad en sucesos accesibles a la cámara. El cinéma vérité respondía a una paradoja: la paradoja de que  circunstancias  artificiales pueden  hacer  salir  a  la  superficie  verdades ocultas." (Barnow 1993, pág. 223).  

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En el modo participativo,  se muestra  la  realidad por medio de  los  testimonios de  los  testigos que estuvieron presentes en un momento histórico concreto; auténticos actores sociales. La autoridad de la  versión  que  se  da  de  la  realidad  se  apoya  en  estos  testimonios,  a  veces  poco  contrastados  o contextualizados. Se ha criticado la ausencia del documentalista en las entrevistas; parece necesario ver en qué medida éstas  son dirigidas; no  se puede  asumir que  tomemos el  resultado  como una declaración  espontánea  de  los  testigos,  por muy  auténticos  y  representativos  que  sean.  Autores actuales  que  trabajan  este  tipo  de  documental,  suelen  incorporar  los  llamados  protocolos  de negociación  con  los  agentes  que  aparecen  en  el  film;  es  lo  que  hacen Nick  Broomfield  o Dennis O’Rourke. De esta forma, se pone en primer término algo que el documental clásico no se atrevía a plantear a sí mismo: el proceso que se desarrolla antes de iniciar el rodaje del film.  

 

Reflexivo:  

Cuenta  con  precedentes  tan  ilustres  como  El  hombre  de  la  cámara  (Chelovek  s  kino‐apparatom, 1929) de Vertov; aunque Nichols lo identifica a partir de los años 80 en trabajos de documentalistas como Trinh Minh‐ha, Errol Morris, el Chris Marker de Sans soleil (1983), y en  la obra ensayística de cineastas como Godard o Raoul Ruiz.  

"En vez de seguir al documentalista en su relación con  los actores sociales, ahora nos fijamos en  la relación  del  documentalista  con  nosotros  (el  público):  ya  no  habla  sólo  del mundo  histórico  sino también de los problemas y las cuestiones en juego a la hora de representarlo." (Nichols 2001, pág. 125).  El  documental  reflexivo  se  plantea  las  cuestiones  de  la  representación,  la  objetividad,  el realismo, su condición de ser algo construido y no una evocación directa de la realidad, etc. Nos hace conscientes del hecho de que el documental es una representación; su tema no es tanto el mundo cuanto  la  representación  del mundo.  Nichols  considera  que  este modo  documental  incorpora  el defecto de ser excesivamente abstracto y que puede alejarse de la realidad histórica.  

De  todas  formas, este modo de construir el documental pone en evidencia y critica  los  supuestos ideológicos del cine realista clásico: desafía el efecto de realidad sobre el que se apoya ese cine. Es el modo que más ha asumido una función de autocrítica.  

Cuando nos referimos a la reflexividad no siempre nos referimos a autorreflexividad, al documental que  reflexiona  sobre  sí mismo; aludimos  también a  la  reflexión  sobre  la  realidad,  sobre el mundo referencial:  documental  como  construcción  de  carácter  ensayístico  que  utiliza  el  formato  de  no ficción para proponer  reflexiones o discutir  ideas. Así,  señala Weinrichter,  Lettre de Sibérie  (1957) sería  un  documental  autorreflexivo  o  un  metadocumental,  por  la  serie  de  discrepancias  que introduce entre  la palabra y  la  imagen,  jugando con  la  idea de que  la primera sirve para anclar a  la segunda, o directamente para manipularla; mientras que Sans soleil (1983) sería un ejemplo de cine reflexivo, que establece una relación entre la narración y las imágenes, sin necesidad de "reconstruir" nada ‐y por más que uno de sus múltiples temas sea la representación de la memoria histórica, una cuestión autorreflexiva donde  las haya‐.  La modalidad del ensayo  fílmico está alcanzando enorme relevancia  en  la  actualidad,  por  lo  que merece  la  pena  revisar  esta  concepción  de  la  reflexividad enfocada exclusivamente hacia el interior del texto. 

 

Performativo:  

Modo  añadido  por  Nichols  en  Blurred  Bounderies  en  1994.  Se  caracteriza  por  desviar  nuestra atención de la cualidad referencial del documental, con el fin de subrayar los aspectos subjetivos de 

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un  discurso  clásicamente  objetivo  y  dar  un  mayor  énfasis  a  las  dimensiones  afectivas  de  la experiencia para el cineasta.  

El  sentido de  la palabra  "performativo" procede de Austin: una expresión es performativa cuando describe una determinada acción de  su  locutor  y  su enunciación equivale al  cumplimiento de esa acción.  Por  ejemplo,  una  frase  que  empiece  por  "Te  prometo  que…"  es  performativa,  ya  que  al emplearla  se  cumple  el  acto  de  prometer:  no  sólo  se  dice  sino  que  se  hace.  Los  enunciados performativos se diferencian de los descriptivos en que no son verificables más allá de la función que cumplen de anunciar una acción. Aplicando la analogía al discurso del documental decir "el mundo es así" puede ser cierto o no; decir "yo te digo que el mundo es así" escapa a este tipo de verificación. Así el documental performativo se desvía de  la vieja problemática de  la objetividad/veracidad que tanto  ha  acompañado  al  género,  y  al  mismo  tiempo  pone  en  primer  término  el  hecho  de  la comunicación. 

El modo performativo se contrapone al observacional porque pone el acento en mostrar la respuesta afectiva del documentalista a la realidad; se contrapone al modo participativo, pues aquí la autoridad no es  la de  los testigos sino del sujeto cineasta. Importa remarcar  la presencia de una subjetividad; parece  interesar menos mostrar  la realidad o el mundo histórico que mostrar quién y desde dónde habla.  Ya  no  oculta  la  subjetividad  sino  que  se  desarrolla,  el  cineasta  se  pone  en  escena,  es  un narrador omnipresente  y  encarnado.  Como  en  los  casos de Ross McElwee, Nick Broomfield, Alan Berliner o Michael Moore. 

En Estados Unidos el auge de este tipo de documental se vincula a los estudios multiculturales o de género que privilegian  los textos en que el autor habla en primera persona desde  la pertenencia a una  minoría  sexual,  racial  o  cultural,  o  a  un  colectivo  perseguido,  en  una  fusión  de  historia  y autobiografía.  

Michael Renov piensa que la novedad de esta forma personalizada de afrontar la no ficción consiste en que "la subjetividad ya no se construye como "algo vergonzoso"; es el filtro a través del cual  lo Real entra en el discurso, así  como una especie de  compás experiencial que guía  la obra hacia  su meta de convertirse en conocimiento encarnado." (Renov, 1995: 5). 

 

Poético o experimental:  

Del documental poético al experimental. Señala Weinrichter que un precedente de esa expansión del repertorio del documental ortodoxo hacia la rica dispersión del cine de no ficción actual se contiene en la línea de sombra que se obtendría uniendo títulos que no acaban de encajar dentro de la línea principal de  la  institución documental, como El hombre de  la cámara  (Chelovek s kino‐apparatom, 1929), Á  propos  de Nice  (1930),  Listen  to  Britain  (1942),  Reminiscences  of  a  Journey  to  Lithuania (1972) o Sans soleil (1983).  

En algo así pensaba Nichols cuando añade a su clasificación una sexta categoría, que anteriormente consideraba dentro del modo expositivo. El modo poético, que vincula a la vanguardia modernista, se caracteriza  porque  "subraya  las  formas  en  las  que  la  voz  del  cineasta  dota  a  los  fragmentos  del mundo histórico de una integridad formal y estética específica en cada film determinado." (Nichols, 2001: 105).  

Acoge géneros y épocas muy diferentes del cine documental que permiten fusionarlo con la práctica experimental  en  busca  de  cierta  contigüidad  hasta  entonces  negada,  o  separada  en  sus departamentos respectivos, entre las diversas prácticas que abordan la realidad rompiendo el corsé de "prosa" del documental. Engloba a autores tan diversos como el surrealista Buñuel, el ensayista 

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Marker, el underground Kenneth Anger, el cine de metraje encontrado de Péter Forgács, etc. Existe un puente entre el cine de no ficción y el experimental.  

Nichols propone "tender un puente entre la interpretación concebida como análisis del contenido y la  interpretación  como  análisis del discurso, entre  ver  a  través de una película para  fijarse en  los datos que  refleja y ver el cine como una  representación cultural, puede servir para  reorientar a  la antropología visual hacia cuestiones formales y la inextricable relación que las une con la experiencia, lo afectivo, el contenido, el propósito y el resultado." (Nichols, 1994: 83).  

 

7. La televisión 

Estatus técnico y cultural del medio 

La televisión es un medio de comunicación que transmite imágenes y sonidos a distancia por medio de ondas electromagnéticas que se propagan a gran velocidad. Se trata de una invención técnica que consigue  materializar  un  mito,  un  deseo  de  la  humanidad,  la  abolición  de  las  distancias  en  la percepción del mundo. En este sentido supuso un paso más allá que el alcanzado por  la  radio, un paso importante ya que incorporaba el importante universo de la imagen.  

La  televisión  se  fue  insertando  durante  su  desarrollo  en  el  siglo  XX  entre  otros  medios  de entretenimiento, de difusión de una visión del mundo y por tanto de poder. Se sitúa en un espacio compartido con la radio y el cine, configurando poco a poco su propio lugar en el gran mundo de los medios de comunicación de masas. Fue considerado pronto como una  importante herramienta por los agentes del poder político y económico. En su desarrollo e implantación tuvo que luchar con las dificultades técnicas que fueron poco a poco solucionándose, pero también con los marcos legales de cada país.  

Su  surgimiento  en  el  seno  de  unos medios  ya  asentados  hará  que  también  en  su  configuración concreta, en  los contenidos y en  las formas, viva de unas tradiciones ya consolidadas. Sus géneros, por ejemplo, proceden del cine,  la radio, el teatro o  la prensa escrita. En su desarrollo histórico fue modificándolos y adecuándolos a sus posibilidades o al perfil que fue generando en el marco de los medios: casi siempre su peculiaridad fue orientándose a la dimensión de espectáculo que imprimió a sus  productos.  Frente  al  cine,  tiene  el  handicap  de  su  peor  calidad  de  imagen:  la  televisión  ha adaptado  lo  aprendido  del  lenguaje  audiovisual  del  cine  a  sus  distintas  posibilidades  como  en  la utilización de planos más cortos, etc. Frente a otros medios,  la  televisión potenciará  su  capacidad para la emisión en directo. 

Los  géneros  televisivos,  por  tanto,  en  sus  grandes  áreas,  la  información,  la  formación  y  el entretenimiento,  derivaron  de  otros  medios  anteriores.  Así,  los  informativos  bebieron  de  los boletines  radiofónicos  de  noticias  y  de  las  actualidades  cinematográficas.  En  los  primeros informativos televisivos no había presentadores, sino mapas, fotos y filmaciones con una voz en off que narraba las noticias, de forma semejante a los noticiarios cinematográficos; no fue hasta los años sesenta cuando apareció la figura del presentador, individualizando esa voz, llegando a crear también un star‐system en el ámbito de la información televisiva, que todavía hoy tiene gran relevancia. 

En el ámbito del entretenimiento, el más transitado por la televisión, han alcanzado gran relieve los programas  de  concursos,  los  espectáculos  de  variedades  apoyados  en  el  género  musical  y especialmente  las retransmisiones deportivas. En  lo referente a  la formación, el cine documental o los programas de divulgación cultural como las revistas de cine, los debates, etc. han tenido también su sitio, aunque minoritario. A medio camino entre el entretenimiento y la formación estaría el gran ámbito de la ficción en televisión: las emisiones cinematográficas, las cada vez más escasas emisiones 

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Breve recorrido histórico 

de obras teatrales, y las ficciones creadas para televisión: tv movies, y, especialmente, el gran mundo de las series televisivas.  

Actualmente, la televisión ha adquirido una importancia y una dimensión en la sociedad tal que se ha situado  en  el  centro  del  sistema  de  comunicación  y  de  construcción  social.  La  rivalidad  que mantienen  los distintos medios que configuran  la cultura de masas, se  inclina casi siempre del  lado de la televisión, absorbiendo la atención de los públicos y, por tanto, de los ingresos publicitarios que son actualmente el cimiento económico de las industrias de la cultura. 

 

Desarrollo técnico y evolución 

Como cualquiera de  los soportes visuales o audiovisuales que estamos contemplando,  la  televisión ha tenido una fase experimental muy dilatada, que arranca de las primeras experiencias del alemán Paul Nipkow en 1860, quien patentó el "telescopio eléctrico", un sistema mecánico de transmisión de imágenes. En 1925 será el escocés John Lodgie Bird quien consiga transmitir  la primera  imagen. Se siguieron  muchas  pruebas  y  desarrollos  del  sistema,  en  paralelo  al  desarrollo  del  cine  sonoro. Todavía no estaba definido el sistema que se quería adoptar.  

Será en 1934 cuando se den importantes pasos en la consolidación de la retransmisión televisiva: se emite en directo, por ejemplo, en las olimpiadas del año 1936 en Berlín. Estas primeras emisiones en Alemania  fueron  vistas  de  una  forma  colectiva:  la  comercialización  de  receptores  fue  lenta.  En Inglaterra en  cambio, que  también en el 36  consigue  sus primeras emisiones  regulares,  se  tendió desde el principio a poseer televisores individuales.  

En  los  primeros  años  cuarenta  son  ya  varios  los  países  que  emiten  regularmente  imágenes televisivas: Francia, Rusia, Estados Unidos, Japón. Son años en que se está definiendo la identidad de la televisión, a todos los niveles: su espacio (cobertura), su receptor (equipos, costes y audiencias), su calidad (normas de emisión), su programación y contenidos y el carácter de sus emisiones (directo, en exteriores o en estudio), aspectos que se irán completando con el tiempo, y adaptándose a otras realidades sociales, económicas y tecnológicas del medio. 

Pronto será Estados Unidos el país que se ponga en cabeza del crecimiento del mercado televisivo: en pocos años, en 1954 alcanzan  las 408 emisoras,  los 33 millones de televisores, mientras que en Europa  son  poco más  de  un millón  y  casi  todos  en  Inglaterra.  Sin  embargo,  en  la  década  de  los cincuenta  va  consolidándose  como  un medio  de  comunicación  presente  activamente  en  todo  el mundo. En 1956 se da un paso  importante:  la creación del magnetoscopio, el Video Tape Recorder (VTR) que con  la posibilidad de grabar  los productos televisivos permite una producción al margen del directo y sus limitaciones. Será en adelante el soporte de todo el material "enlatado" sobre el que se consolida la producción televisiva.  

También en estos años se va configurando una alianza entre los mundos del cine y la televisión, una simbiosis  que  se  apoya  en  su  dimensión  empresarial‐industrial  y  que  facilita  las  labores  de producción, financiación, intercambio de profesionales y de obras, etc.  

Los años sesenta están dominados por la consolidación de una red de satélites de comunicación, las agencias  informativas audiovisuales,  las productoras de programas para televisión y el color. En  los años setenta se desarrolla el cable como vía de salida a la saturación del espectro radioeléctrico. Es la época en que  la programación se fragmenta en función de  la demanda, generando una producción diversificada. 

En  los  ochenta,  especialmente  en  su  primera mitad,  se  desarrollan  las  emisiones  vía  satélite  en Europa  ‐Sky  Channel, Music Box,  etc.‐  y  también  se  desarrollan  los  servicios  de  red  que  integran 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

distintos medios de telecomunicación; se avanza así hacia la red digital de servicios integrados (RDSI). Aparecen en Europa con gran  fuerza  las cadenas de pago. En Estados Unidos, Ted Turner pone en marcha  la  CNN  y  su  concepto  de  emisión  continua  y  global  de  información,  se  multiplican  las televisiones privadas,  se desarrollan  los  servicios del  teletexto, y  se consolidan  los grandes grupos multimedia. 

En este  sentido, desde mediados de  los ochenta más que hablar de avances  tecnológicos, que  los hay, hay que hablar de crecimiento del sector, de la concentración de medios, de la globalización del mundo audiovisual como un único mercado.  

Desde mediados  de  los  ochenta  hasta  la  actualidad,  la  televisión  viene  combinando  un  destino generalista para sus contenidos con otra vía más fragmentada y dirigida no a un público masivo sino a  sectores más  individualizados.  Y  esto  tanto  en  el  ámbito  de  las  cadenas  temáticas,  como  en  la programación  segmentada  en  las  cadenas  generalistas.  En  la  actualidad,  el  elevado  coste  de  las producciones y  la gran cantidad de agentes que están en  juego en el mercado televisivo hacen que esté  cobrando  un  poder  desmesurado  la  presencia  publicitaria  y  la  lucha  por  el  control  de  las audiencias a cualquier precio y con poca importancia concedida al referente de la calidad.  

El mundo audiovisual ha ampliado notablemente su espacio, y se están generando simbiosis entre sectores  antes  independientes.  En  una  sociedad  en  que  el  consumo  es  el  centro  nuclear  de  sus configuraciones y movimientos,  también  los medios de  comunicación de masas, y  la  televisión,  se encuentra en ese escenario: ahí parece  interesar  siempre el beneficio económico que no  tiene en cuenta la calidad cultural de sus propuestas o aportaciones, se deja de lado cualquier consideración sobre el gusto o el nivel ético de sus creaciones siempre que olvidarlo genere audiencias, se marca a una  sociedad qué es  lo que debe  ser y desear, cómo  se debe divertir  según unos parámetros que generalizan los comportamientos a la baja, etc. En todo esto tiene algo muy importante que decir la televisión, para mal, pero también para bien.  

 

Géneros y formatos televisivos No existe una clara definición que ayude a comprender con nitidez qué se entiende por género o por formato  televisivo.  Los  profesionales  del medio,  los  críticos,  los  investigadores  no  se  ponen  de acuerdo en una definición y una clasificación cerrada. Algo que, por otra parte, parece  lógico en un medio  tan  cambiante  como es  la  televisión. De  todas  formas, adelantaremos algunas definiciones que  nos  puedan  orientar,  al menos,  para  saber mínimamente  de  qué  estamos  hablando  cuando decimos género o  formato; y  lo haremos  teniendo en cuenta que algunos autores y profesionales apuestan por hablar más bien de tipos o familias de programas. 

A esta confusión se suma una cuestión más. Y en ella parece que sí hay consenso entre los distintos agentes del entorno de los programas televisivos: en los últimos años una de las características más definitorias  de  la  televisión  y  sus  programas  es  el  carácter  híbrido  de  los mismos.  La  noción  de mestizaje o hibridación convierte a la tarea clasificatoria en algo cada vez más complejo e incluso en algo inútil. 

Aquí no abordamos el estudio de  los géneros exclusivamente  con una  finalidad  clasificatoria,  sino más bien como el  intento de recorrer distintas maneras de entender  la forma y el contenido de  los programas televisivos, especialmente aquellos que  incorporan un componente narrativo: formas de narración en el medio  televisivo. Pero antes de entrar en  los géneros más propiamente narrativos hemos  de  apuntar  algunas  cuestiones  generales  sobre  el  género  y  el  formato,  así  como  también debemos trazar un panorama general y amplio de  los diversos géneros televisivos, entre  los que se encuentran las formas narrativas. 

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Breve recorrido histórico 

El género es una etiqueta definitoria y clasificatoria que se adjudica a una obra ‐programa‐ de modo que  sirva  para  una  rápida  identificación  de  la  pieza  por  parte  de  espectadores,  productores  y creadores.  

El hecho de establecer diferencias genéricas en el ámbito de  las obras de creación  se ha dado en todas las artes y aún hoy sigue haciéndose en todas las artes, mayores y menores. A pesar de todos los pesares, pues siempre ha  logrado, además de definir y clasificar, generar discusiones, disputas y apelaciones a la totalidad.  

El ámbito literario es quizá el espacio en que se ha desarrollado una tipología genérica que ha servido de referencia especialmente para el cine y, como consecuencia, también para la televisión; con todas las  salvedades que haya que hacer, que  son muchas. Y no olvidemos  la gran  influencia del medio radiofónico en la configuración de muchos géneros televisivos. 

La mayoría de los contenidos y las formas televisivas se generaron en Estados Unidos entre los años treinta y cuarenta; surgieron de la confluencia de experiencias provenientes de la radio, la publicidad y el cine. De forma más remota, trabajaron los referentes literarios, como en casi todas las formas de creación contemporánea.  

En  la medida  en  que  la  televisión  actual,  la  neotelevisión,  se  apoya más  en  su  carácter  de  flujo continuo, de hibridación y de interactuación con el espectador, todas estas clasificaciones genéricas que se apoyan en el concepto de programa como algo aislado resultan problemáticas y han de ser matizadas  y  actualizadas  a  la  situación  real  de  la  televisión  actual;  una  televisión  en  la  que  el espectador también ha cambiado sus hábitos y sus formas de consumirla y ello influye también como veremos en la cuestión de los géneros y los formatos.  

Tanto a  los productores, como a  los programadores y a  los propios espectadores desde siempre  les ha  interesado  la  diferenciación  genérica  de  los  programas.  Es  algo  con  lo  que  se  cuenta,  son diferencias asumidas y eficaces en la práctica diaria. En la medida en que los géneros funcionan como etiquetas  que  permiten  una  fácil  identificación,  simplifican  la  comunicación  entre  los  distintos agentes del universo televisivo. Son referencias que ayudan a la orientación.  

Actualmente y más que nunca la televisión está concebida como un negocio, como una empresa con la que ganar dinero. El modo en que esto  se  consigue es a  través de  la  inversión publicitaria que durante  los  últimos  años  ha  crecido  considerablemente.  La  diferenciación  de  géneros  y  formatos permite a los programadores distinguir a su vez los bloques de programación (daytime, primetime…); cada uno de ellos está especializado en unos géneros y  formatos determinados, dependiendo del segmento  de  población  con  que  quieran  conectar.  De  esa  forma  los  anunciantes  saben  dónde publicitar sus productos, a quién se quieren dirigir y con qué formato pretenden vincularlos. 

Esto no impide que en la televisión actual se esté buscando con frecuencia la creación de programas híbridos, que  funden  y  combinan  contenidos  y  formas  tradicionalmente alejadas generando  cosas como el infotainment, dramadoc, factions, dramedies, etc. Hibridación que funciona más allá de los géneros y que en apariencia, pero sólo en apariencia, van más allá de los posibles moldes genéricos. Estos siguen funcionando de fondo, a modo de referencia para la creación, aunque sea para ir contra ellos o subvertirlos. Y  las cosas parecen ser así especialmente en un medio como el televisivo, muy centrado  en  grandes  esquemas,  en  trabajos  en  equipo  y  en  sistemas  de  creación  de  programas, géneros o formatos que se apoyan en referencias comunes y en los continuos cambios sociales más que en ideas y creaciones personales o autorales. 

Como  señala  Jaime  Barroso  (1996),  se  reconocen  desde  todos  los  ámbitos  como  modelos identificables  y  diferenciables  los  siguientes  géneros  o  tipos  de  programas:  informativos, documentales,  deportes,  seriales,  variedades,  concursos,  debates,  dibujos  animados,  etc.  Sin 

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embargo la división en géneros es algo bastante acrítico y confuso, no compartido de forma universal en  sus  concreciones.  Quizá  pueda  ser  una  causa  la  falta  de  estudios  rigurosos  que  aborden  la cuestión de las relaciones entre géneros, las deudas de unos con otros, las construcciones formales, etc.; pero  también entra aquí en  juego el hecho de que a  la propia dinámica  televisiva parece  irle bien ese magma un poco confuso en que pueden prosperar formas y contenidos no muy definidos.  

El género televisivo, al  igual que otros géneros creativos, no es algo estable y universal,  inamovible en el  tiempo y el espacio. Los géneros nacen y mueren, y mientras viven  se  transforman. De esta manera, cuando estamos aportando las características de un determinado género, de alguna manera estamos  entresacándolas de  aquí  y de  allá, pero  sería muy difícil  aplicarlo  indiscriminadamente  a todas  las obras que a  lo  largo de  los años y de  los distintos  lugares han  ido generándose. El género además,  suele  servir  como  referencia a  los  creadores a  la hora de desarrollar  su  trabajo; pero no siempre se está actualizando la misma referencia en unos y otros creativos cuando trabajan desde la perspectiva de uno u otro género. Y algo semejante podemos decir desde la otra perspectiva, la del espectador:  no  todo  el mundo  entiende  lo mismo  por western  o  por  reality  show.  Por  tanto,  la codificación y descodificación o la construcción y deconstrucción de las referencias genéricas es algo complejo  y  va más  allá  de  la  configuración  y  captación  de  unas marcas  o  estilemas  claramente definidos. En este sentido,  la  función de  los géneros sería  la de  fundar un contrato entre emisor y receptor, contrato que encuadraría  las expectativas en cuanto a  los contenidos y  las formas que se ofrecen y se esperan en los programas. 

En  la  definición  de  un  género  entrarán  en  juego  las  cuestiones  relativas  al  contenido  de  esos programas, también a sus formas de construcción ‐a todos los niveles, narrativa, realización, etc.‐, así como también desempeña una función relevante  la dimensión pragmática: el receptor. El público o audiencia actúa como referencia para el creador, con sus expectativas está generando ciertas formas de construcción de los programas, las dinámicas de la audiencia en tanto cuerpo social que siguen o rechazan ciertas propuestas, etc. 

En  este  último  sentido,  no  debemos  olvidar  que  la  televisión  depende  esencialmente  de  las audiencias,  llegando  actualmente  a unas  relaciones que  se podría  calificar de  enfermizas.  Son  las audiencias quienes, vía publicidad, financian todo el sistema. Los altísimos costes de producción de la programación televisiva de alguna manera deben ser protegidos por una audiencia que responda y que mueva a la publicidad a insertarse en la televisión y a pagar. Y aquí llega el espinoso y complejo asunto de si es antes el huevo o la gallina: algunos creen que esta forma de funcionamiento significa que  las televisiones están produciendo y programando  lo que  los espectadores quieren ver y serán éstos  los configuradores  finales de  la programación; para otros, son  las propias cadenas televisivas las que toman la iniciativa, aportan sus propuestas, generan los gustos y las necesidades y configuran ellas tanto la programación como al espectador y sus deseos. 

Una última cuestión general con respecto al género es su grado de concreción. La diferenciación más básica  apuntaría  a  tres  grandes  bloques:  ficción,  entretenimiento  e  información‐cultura.  Pero  el intento clasificatorio puede etiquetar los programas insertos en cada una de esas grandes categorías casi hasta el infinito. Por ejemplo, dentro de la ficción estaría la ficción seriada, dentro la comedia de situación  y  dentro  diversas  opciones  surgidas  de  la  producción  estadounidense  como:  domcoms, kidcoms, couplecoms, corncoms, ethnicoms, carecoms, etc., en  la medida en que sus protagonistas sean familias, niños, parejas, agricultores, latinos o negros, profesionales… 

En el ámbito  televisivo desde hace algunos años se habla mucho de  formatos, noción asociada de alguna manera a la más clásica de género. 

El  formato  vendría  a  ser  una  fórmula  de  construcción  de  programas;  se  caracteriza  por  sus concreciones relativas a aquellos elementos que definen un programa: tipo de producción ‐propia o 

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Breve recorrido histórico 

ajena, seriada o única, etc.‐, procedimiento de emisión ‐directo o diferido‐, soporte de la producción ‐cine, vídeo, digital‐, lugar y duración, público al que va destinado, etc.  

Para  Jaime  Barroso  (1996)  "la  noción  de  formato  surge,  aplicada  con  especial  empeño  al medio televisivo,  como  complemento  del  concepto  de  género  frente  a  un  despliegue  de  opciones  tan amplio que indujo a reservar el término género para designar a los grandes grupos surgidos desde la clasificación por criterio  temático o por el destinatario  (ficción,  información, variedades,  infantiles, divulgativos,  etc.)  y  el  término  formato  para  designar  todas  aquellas  variaciones  formales  –de género‐ producto de la mixtura, la transposición, la multicodificación, etc., propios del medio y de la actitud  contemporánea;  pero  también,  por  la  necesidad  de  incorporar,  en  el  caso  de  los medios audiovisuales, a las características propias del género y vinculadas al contenido, otras consecuencias o  exigencias  del  criterio  constructivo  (la  forma),  de  la  programación,  las  leyes  del  mercado (comercialización)  y  la  producción  tales  como  la  duración,  soporte  de  producción,  técnica  de realización,  etc.,  que  además  de  caracterizar  al  texto  en  ciertos  aspectos  formales  acaban  por incorporarse como auténticas marcas de género." (Barroso, 1996: 194) 

Recientemente  se  ha  publicado  en  España  un  libro  con  el  significativo  título  de  ¿Qué  es  eso  del formato?; en él Gloria Saló aporta algunas definiciones de profesionales del sector que pueden servir para aportar una visión caleidoscópica sobre lo que sea el formato televisivo y las posibles formas de concebirlo. Algunas de ellas son las que hemos seleccionado porque resultaban más clarificadoras: 

"Un formato es el concepto o  idea de un programa que tiene una combinación única de elementos (escenografía,  reglas,  dinámica,  temática,  conductores...)  que  lo  hace  único  y  lo  diferencia claramente de los demás. También debe poder adaptarse y aplicarse a distintos territorios y culturas sin perder su esencia y fin". Diego Guebel de Cuatro Cabezas, citado por Gloria Saló (2003: 15‐16). 

"Un formato para televisión es un concepto para un programa, el cual ha sido desarrollado y puede ser vendido a terceros. Un formato parte de unas reglas en las que define cómo se debe jugar, cómo se debe producir el programa... El formato es el marco en el que se suman elementos para hacer el programa adecuado para un país o mercado concreto." Paul Smith de Celador Productions, citado por Gloria Saló (2003: 17). 

"Un  formato es  la concepción de una  idea con  reales posibilidades de adaptación, sin modificar  la esencia, espíritu y concepto de la versión original." Roberto García Ramos de Telefé, citado por Gloria Saló (2003: 18). 

"Es  la  nueva  forma  de  llamar  a  lo  que  siempre  se  llamó  idea  de  programa,  una  idea  fácilmente repetible  en  cualquier  televisión,  en  cualquier  otro  idioma  y  en  cualquier  otro  lugar.  La  palabra formato se empieza a usar cuando empiezan las productoras independientes. Vender un formato da la sensación de vender algo que se puede tocar." José María Íñigo, citado por Gloria Saló (2003: 34). 

Gloria  Saló  se  refiere  al  proceso  de  ideación,  producción,  realización  y  difusión  como  el  tour  del formato. "El proceso creativo comienza con una  idea que necesita de un tiempo de desarrollo y de una  inversión para poder poner en  imágenes el  formato propiamente dicho. Para que este sea un éxito alguien debe apostar por él y demostrar que puede convertirse en un producto competitivo en el mercado, además de rentable por las ventas que pueda proporcionar. Una vez que ha conseguido venderse  llega el doloroso proceso de  la adaptación, que tan buenos formatos ha destrozado unas veces y tan buenos resultados ha dado otras tantas." (Saló, 2003: 16). Es decir, habría tres grandes formas de concebir y realizar un formato: creación, compra y adaptación.  

Creación de un formato: en esta fase ha de surgir una idea clara del programa que se quiere hacer y de cómo se va a desarrollar, a quién se quiere dirigir y en consecuencia qué lugar debería ocupar en la parrilla de programación; se debe estructurar en orden el desarrollo de los contenidos, a modo de 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

escaleta; se  irá buscando  la densidad en el contenido, creando secciones y perfilando  la concreción del  desarrollo;  se  definirá  el  tipo  de  personajes,  las  acciones,  las  pruebas,  los  reportajes  que incorpore,  los presentadores, el decorado, el papel del público; será necesario definir el estilo de  la realización,  estilismo,  iluminación,  aspecto  visual  del  programa;  etc.  No  debemos  olvidar  que  la mayor parte de los formatos de entretenimiento que han sido exitosos procedían de Estados Unidos; aunque  en  los últimos  años  también  algunas producciones  europeas han  triunfado,  como  ¿Quién quiere  ser  millonario?,  Supervivientes  o  Gran  Hermano,  procedentes  del  Reino  Unido,  Suecia  u Holanda.  

Compra de un  formato:  se  trata de hacerse  con un programa por medio de  la  adquisición de  los derechos para poder producir  y emitir un programa.  Se debe negociar el  territorio de emisión, el número  de  pases,  el  precio  por  programa  producido,  etc.  Quien  ha  creado  un  formato  puede venderlo directamente o a  través de un distribuidor. Suelen comprarse  los  formatos de programas para contar con un producto ya diseñado y que ya ha sido testado positivamente. Es necesario estar muy al día y en contacto con el movimiento de  las distintas cadenas y productoras mundiales para conocer qué  formatos  están  funcionando o pueden  llegar  a  funcionar.  Son  los  grandes mercados internacionales donde  se ponen  en  contacto  los distintos  integrantes del mercado para ofrecer  y comprar; sirven para tomar el pulso a la oferta y la demanda.  

Adaptación  de  un  formato:  según  Diego  Guebel  lo  esencial  al  adaptar  es  modificar  solamente aquellos componentes que sea necesario cambiar para atender a las diferencias culturales y sociales del territorio, sin perder el concepto o idea del formato original. Hay factores locales que deben ser tenidos en cuenta, hay  factores universales que  funcionarán en cualquier  lugar, hay características esenciales que configuran el formato ‐sean de índole narrativa, de realización, de concepción, etc.‐ y que parece conveniente respetar. Cuando se compra un formato siempre se adapta al territorio en el que se quiere emitir. La adaptación de un formato sería un subapartado de la compra.  

Copia de un formato: desgraciadamente la falta de creatividad y la poca ética profesional que impera en  el mundo  televisivo,  hacen  que  esta  práctica  sea  bastante  frecuente. Quien  copia  un  formato cuida escrupulosamente  introducir elementos que  lo hagan un poco diferente del  formato original para escapar así de las acciones legales que los propietarios del formato original pueden emprender contra los que han copiado su formato.  

 

Clasificaciones genéricas de los programas televisivos 

Los criterios para clasificar  los programas  televisivos dentro de unos moldes genéricos pueden  ser muy  diversos;  habitualmente  se  tiene  en  cuenta  los  contenidos  y  la  forma  del  programa,  las características de su producción o el público al que va dirigido.  

Como  apuntábamos  anteriormente,  la  gran  clasificación establece diferencias entre  información  y cultura,  entretenimiento  y  ficción.  Pero  no  olvidemos  que  hoy,  esas  grandes  áreas  también  se mezclan y adquieren una difuminación en sus fronteras.  

Jaime  Barroso  (1996)  apunta  la  siguiente  clasificación  general  de  los  programas  televisivos, descendiendo un poco más en la concreción y apoyándose básicamente en sus contenidos temáticos: 

Ficción  y  largometrajes.  Se  trata  de  reconstrucciones  de  acciones,  interpretadas  por  actores  que recrean hechos históricos o imaginados. Dentro de la ficción se clasifican múltiples subgéneros, como veremos más adelante: telenovela o culebrón, series, teleteatro, telecomedia, comedia de situación, telefilmes, largometrajes cinematográficos, cortometrajes, etc.  

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Variedades. Engloba  los programas centrados en el entretenimiento, generalmente son programas‐espectáculo  que  alternan  números  diversos:  musicales,  coreografías,  circo,  etc.  También  se consideran  dentro  de  esta  categoría  los  concursos,  tertulias  o  talk  shows,  programas  de  humor, entrevistas, etc. Desde hace unos años han surgido numerosos programas que  , en el entorno del humor,  hacen  un  barrido  por  los  distintos  programas  de  distintas  cadenas  seleccionando  lo más interesante y divertido para la audiencia. Son programas de bajo coste y tienen flexibilidad para ser emitidos en cualquier bloque de la parrilla de programación. 

Musicales. Incluye  los programas en que  la música es el elemento central y no un mero añadido en un  conjunto  más  variado.  Incorporaría  los  siguientes  subgéneros:  óperas,  comedias  musicales, operetas, zarzuelas, ballet, música culta, música pop, videoclips, etc. 

Deportivos. Los diversos programas centrados en  la emisión de prácticas deportivas, competitivas o no.  Comprende  los  siguientes  subgéneros:  acontecimientos  deportivos,  magacines  deportivos, revistas y noticias deportivas y otros. 

Informativos.  Se  trata de  los programas destinados  a  informar  de hechos de  actualidad  e  interés general.  Incorpora  diversos  subgéneros:  telediarios,  avances  informativos,  revista  semanal, reportaje,  coloquio,  debate  o  entrevista,  información  política,  transmisiones  parlamentarias, comunicados de partidos políticos, magacines de actualidad, información meteorológica y otros. 

Divulgativos y documentales. Difunden conocimientos sobre algún aspecto de  la realidad en formas de  revistas  periódicas  o  documentales.  Incorpora  los  siguientes  contenidos:  arte,  humanidades, ciencias, ocio, consumo y otros. 

Educativos. Programas  realizados  generalmente en  colaboración  con el Ministerio de  Educación u otras  instituciones  estatales.  Incluye  los  siguientes  subgéneros:  escolares  o  preescolares, universitarios, postuniversitarios, educación adultos, institucionales y otros. 

Religiosos. Desde  la perspectiva de  las diversas concepciones  religiosas. Engloba programas como: servicios religiosos, religiosos católicos, religiosos no católicos y otros. 

Presentaciones y promociones. Promocionan la propia cadena televisiva y sus programas concretos. Incorpora piezas de continuidad, promos genéricas y específicas.  

Publicidad.  Piezas  o  spots  destinados  a  informar  y  persuadir  sobre  productos.  Incluye:  publicidad ordinaria, pases profesionales, publi‐reportajes, publicidad institucional y propaganda política. 

 

Programas de ficción narrativa 

La ficción es uno de los pilares de la televisión que se apoya en el la relación esencial entre el hombre y  las  narraciones  como  forma  esencial  de  comprender  su  vida  y  de  acompañarla;  los  relatos acompañan la vida del hombre, sean éstos orales, escritos, dibujados, cinematográficos, televisivos o en cualquier otro  soporte material. La  ficción  televisiva  se apoya en  los mismos  fundamentos que otros medios destinados al relato de historias: literatura, cine, cómic, mito, etc. 

Este  género  abarca  los  programas  de  ficción  narrativa,  originales  o  adaptados,  que  implican  la intervención  de  actores  representando  acciones  determinadas,  sean  éstas  improvisadas  o proyectadas con anterioridad por medio de guiones; lo más habitual es que un equipo de guionistas prevea las situaciones y acciones, las tramas y estructuras, los diálogos, etc. de forma que se pueda prever  y  estructurar  la  labor  de  producción  y  realización.  Los  programas  de  ficción,  salvo contadísimas  excepciones,  son  productos  "enlatados",  es  decir,  realizados  y  editados  con anterioridad a su emisión y archivados en una "lata" o el soporte vigente en ese momento.  

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La emisión de películas es un gasto  importante para  las cadenas que, para recuperarlo, tienen que hacer  numerosos  cortes  publicitarios,  lo  que  en  la mayoría  de  los  casos,  se  vuelve  en  contra  del resultado de  las audiencias. El cine es en muchos casos cuestión de prestigio y de marca. Cada vez menos gente  consume grandes  títulos en  televisión, pero  las  cadenas  ‐a excepción de Tele 5 que claramente se ha desmarcado de esta tendencia‐ necesitan títulos fuertes para afianzar su posición y su nombre  ‐en  ese  sentido  cabe destacar  la  campaña de on‐air que hace Antena 3  cada  vez que estrena un  título  como Spiderman y es que  intrega  su  logo en  la película‐. En  cambio, hay  títulos como Pretty Woman que se ha puesto  infinidad de veces en casi  todas  las cadenas de  televisión y que  siempre  da  buenos  resultados  de  audiencia  independientemente  de  los  numerosos  cortes publicitarios que tenga. Como siempre en televisión, nunca nadie tiene las claves. 

Por otro lado, la ficción posibilita mejor que cualquier otro género el fenómeno de la repetición. Bien con  reposiciones  de  series  completas,  como  de  episodios  concretos  –  siendo  el  caso  más paradigmático la emisión de Los Simpsons en Antena 3. 

De  Estados  Unidos  procedía  la mayor  parte  de  la  ficción  presente  en  las  cadenas  televisivas  en nuestro  país.  Y  actualmente  parece  que  hay  un  resurgir  de  esta  tendencia  debido  a  la  excelente calidad de  los productos que exportan  los americanos  (Lost, Desperate Housewives, House, Prison Break,…) pero no hay que olvidar que la producción local es muy fuerte en nuestro país y que es un gran competidor para todo lo que venga de otros países. Bien cierto es que a mediados de los años 90 del siglo XX, se produjo un boom del producto nacional y se estrenaron en los horarios de máxima audiencia un gran número de series de producción propia. Actualmente existe toda una normativa comunitaria  sobre  emisión  de  producto  europeo:  las  televisiones  están  obligadas  a  cumplir  unas cuotas. 

No  existe  un  perfil  de  televidente  concreto  para  la  ficción  televisiva.  Salvo  excepciones  como  los formatos claramente dirigidos público infantil, el resto de producciones suelen ir dirigidas a todos los públicos,  siendo buena prueba de ello algunas de  las  series españolas más exitosas de  los últimos tiempos como Médico de Familia, Cuéntame, cómo pasó o Aquí no hay quien viva protagonizadas por un entorno familiar con miembros de todas las franjas de edad. 

Para el público en general, hablar de ficción en televisión es hablar de cine y de series. El cine sería un producto  creado para un medio diferente pero que  ya  se ha  incorporado  a  la  cultura  general como  algo  para  ser  visto  en  otras  pantallas,  también  la  televisiva;  la  serie  sería  así  el  género  o subgénero más específicamente televisivo en el entorno de la ficción.  

En España y en  la actual oferta televisiva,  las series de ficción son buscadas por  los programadores, entre  otras  razones  para  fidelizar  a  las  audiencias  y  para  crear  señas  de  identidad  de  la  cadena reconocibles por los espectadores. El objetivo es que los espectadores asocien Cuéntame..., Aquí no hay quien viva o Los Serrano sin sombra de duda con TVE 1, Antena 3 o Tele 5. Las series españolas suelen compartir algunas características en su concepción y forma de construcción. Estos son algunos de sus parámetros: 

Están apoyadas en un grupo reducido de personajes fijos; es más, la gran mayoría de las series, con independencia de que sean comedias o dramas, están protagonizadas por una pareja, incluso cuando su  apariencia  formal  sea  coral,  algo que  se evidencia mucho más en  las  telecomedias nacionales. Quimi y Valle en Compañeros, Diego y Lucía en Los Serrano. La tendencia de los últimos años ha sido la  de  producir  series  para  todos  los  públicos  por  lo  que  a  la  pareja  protagonista  siempre  la  han rodeado secundarios que cubran todas las generaciones de audiencia; niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos.  

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La acción  se desarrolla  sobre el  trasfondo de unos pocos decorados. Con ello  se  logra un notable ahorro. Todos ellos están realizados en estudio, lo que conlleva un absoluto control de los efectos, la iluminación o el posicionamiento de las cámaras.  

La estructura de las tramas se amolda a los cortes publicitarios. Mientras en Estados Unidos las líneas dramáticas  están  claramente  definidas  para  que  al  introducir  los  cortes  se mantenga  en  vilo  al espectador  tras  los  comerciales,  en  nuestro  país  es  muy  habitual  que  los  cortes  de  las  series extranjeras se hagan arbitrariamente, en ocasiones incluso pisando frases de los personajes. Además la gran diferencia entre Estados Unidos y España es que allí los cortes publicitarios son muy breves, a diferencia de España que duran una media de 15 minutos. 

 

Clasificación o categorías dentro de los programas de ficción: 

Recogemos  aquí  con  algunas modificaciones  y  actualizaciones  la  clasificación  aportada  por  Jaime Barroso (1996): 

1. Por su naturaleza, atendiendo a la dicotomía clásica en el tratamiento de la ficción según la cual la representación  ficcional se  inclinará hacia el drama, construyendo acciones y situaciones dolorosas que muestran conflictos humanos o bien acercándose a la comedia cuando en el relato predomina la dimensión placentera, festiva o humorística.  

Ficción  seria  o  drama.  Sus  manifestaciones  oscilan  entre  la  comedia  dramática  ‐dramedia‐  y  la tragedia  ‐drama  de  pasiones  y  consecuencias  desmesuradas‐.  Según  el  tono:  tragedia,  drama, tragicomedia, melodrama. 

Ficción  ligera o  comedia.  La  televisión ha  incorporado  casi  todos  los  subgéneros o variantes de  la comedia: ficción cómica o comedia cómica, de costumbres, de caracteres, de enredo, etc. 

2. Por su origen o procedencia: invención original o recreación. 

Adaptaciones literarias, procedentes de la novela, el cuento, el teatro... 

Adaptaciones de otros medios, como el propio cine, el cómic, el videojuego, la radio...  

Originales  televisivos,  creaciones  narrativas  realizadas  expresamente  para  la  televisión.  Han generado multitud  de  subgéneros:  telecomedias,  telenovelas,  comedias  de  situación,  culebrones, telefilmes, series, seriales, especiales, etc.‐ 

Historias  esqueje  o  spin‐off,  consistentes  en  ficciones  que  surgen  de  una  historia  precedente:  se considera que un determinado personaje, una  línea de  la trama o algún elemento puede funcionar de manera independiente en una ficción autónoma. De esta forma se logra explotar el éxito de una obra anterior.  

Historias basadas en un hecho real ‐factions‐, que se sitúan entre los docudramas y los reality. Suelen explotar ciertos sucesos de gran impacto a la vez que procuran un modelo de producción económico ‐historias contemporáneas, de gente anónima, de dramas personales‐. 

3. Por su contenido. Se pueden establecer subgéneros, que vienen a ser concreciones de la primera consideración en dos grandes bloques: series dramáticas o comedias.  

Teleteatro.  Procede  casi  exclusivamente  del  medio  teatral;  hay  algunos  casos  de  narraciones convertidas al formato de la dramaturgia teatral para su producción en el medio televisivo.  

Telecomedias. Obras originales para la televisión, basadas en la dramaturgia teatral, que se producen en  estudio,  en  directo,  con  pocos  escenarios  y  pocos  personajes.  Tienen  su  origen  en  los  breves 

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sketches  escritos  para  los  magacines  para  el  lucimiento  de  sus  presentadores.  Sus  historias  se centran en  las  relaciones personales  y están muy apoyadas en  los diálogos. Son de programación diaria o semanal, según responda su estructura narrativa al modelo serial o a  la serie de episodios autónomos. 

Comedias de  situación. Herederas de  las  telecomedias, generalmente actúan en  tono de humor y clave de  serie, aunque algunas  se presentan en  formato  serial. Su  finalidad es el entretenimiento, aunque en ocasiones incorporan la crítica o la moralización social, familiar habitualmente aludiendo a  las  cuestiones  que  están  en  ese momento  tratándose  en  el  ámbito  de  la  opinión  pública.  Sus personajes  responden  al  estereotipo  de  gente  corriente  y  los  conflictos  giran  en  el  entorno doméstico‐laboral. Su programación más habitual responde a la frecuencia semanal. Habitualmente son historias con pocos personajes, las tramas se van cruzando en unos pocos escenarios interiores. Suelen desarrollar situaciones centradas en algunos de sus personajes que son fijos en  los distintos episodios  en  un  entorno  fijo  de  amistades,  familiar  o  laboral.  Algunos  ejemplos  de  comedias  de situación: Friends, Siete vidas.  

Seriales.  Se  trata de una  variación de  la  serie  televisiva,  consistente  en un  extenso  relato que  va mostrándose  a  la  audiencia  de  forma  fragmentada,  en  unidades  consecutivas,  no  autónomas.  El orden de emisión y su seguimiento por el espectador es importante para el sentido de la historia. Su modo  de  programación  habitual  responde  a  la  frecuencia  diaria  o  semanal  de  sus  episodios  en entregas trimestrales. 

Culebrones. Es una variante del serial; su peculiaridad primordial es el carácter melodramático de sus tramas  y  situaciones  personales:  exageración  de  los  sentimientos  y  las  pasiones;  presentación  de personajes muy buenos y muy malos; búsqueda del recurso emocional más fácil y directo; recursos de  suspense potenciado por  la estructura narrativa no  recurrente,  sin  final, de  sus episodios, que suspenden  la solución del conflicto hasta  la próxima entrega. Surgen en  la década de  los cincuenta, siendo sus antecedentes  la radionovela o serial radiofónico de  los años veinte y treinta. Su emisión suele  ser diaria, en horario de  sobremesa. Tradicionalmente eran de procedencia  latinoamericana pero en los años ochenta se produjeron algunos en Estados Unidos como Dallas o Falcon Crest.  

Especiales tv, estrenos tv, En este gran bloque, Jaime Barroso (1996)  incluye todo un conjunto muy variado y heterogéneo de trabajos: desde los pilotos de presentación de las series a los docudramas, pasando por  las producciones de prestigio realizadas para una emisión autónoma. Como referente formal  en  su  producción  está  el  modelo  del  denominado  cine  clásico  de  Hollywood,  es  decir, privilegio del sistema formal de continuidad y estructuras lineales en tres actos; desde la técnica de producción están cerca de  las películas de serie B: rapidez de rodaje, guión férreo, aplicación de  la técnica de rodaje por máster, actores de reparto, etc.  

Telefilmes.  Las  tv  movies  son  películas  realizadas  directamente  para  su  emisión  en  televisión. Presentan  diferencias  con  respecto  a  las  películas  cinematográficas,  como  son  las  siguientes:  su duración que oscila  siempre entre  la hora y media y  las dos horas,  la  realización es más sencilla y busca  adecuarse  a  lo  específico de  la  imagen  televisiva,  se prevén  los  cortes publicitarios,  suelen seguir a rajatabla el modelo de estructuración narrativa convencional, con tres actos, puntos de giro estratégicamente situados...;  la producción es más modesta y el tiempo de realización también;  las tramas son sencillas y los temas proceden con frecuencia de la realidad en relatos que se muestran como "basados en hechos reales" a los que se ha dotado de un carácter melodramático. Este tipo de producciones son generalizadas en Estados Unidos, mientras que en España son infrecuentes aunque algunas  cadenas  están  fomentando  últimamente  su  realización,  especialmente  en  los  ámbitos autonómicos.  A  raíz  de  la  nueva  legislación  en  torno  a  la  cuota  europea  todas  las  televisiones generalistas han iniciado rodajes de tv movies durantes los dos últimos años. 

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Breve recorrido histórico 

Series  dramáticas.  Son  producciones  narrativas  de  alto  nivel,  con  frecuencia  realizadas cinematográficamente,  y  realizadas  para  una  emisión  s  seriada.  Su modo  de  programación más habitual  es  la  periodicidad  semanal  de  programación  trimestral,  trece  capítulos  de  una  hora  de duración.  Cada  uno  de  los  episodios  es  autónomo  y  conclusivo,  aunque  la  serie  desarrolla  una narración  de  conjunto.  Se  ha  recurrido  con  frecuencia  a  las  adaptaciones  de  la  literatura  para  el desarrollo de estas ficciones, pero no es así necesariamente. Se originan en los años sesenta y no han hecho más que evolucionar y crecer en  influencia y calidad, en muchos casos. Actualmente se está alcanzando  un  altísimo  grado  de  calidad  en  este  tipo  de  obras,  desde  el  punto  de  vista  de  la realización, de  la  creación, de  la narración... Puede  resultar  significativo que  la  cinéfila y exquisita revista franceas Cahiers du cinéma dedicara a las series dramáticas uno de sus números especiales ‐centrándose en los casos de ‐ o que en los congresos internacionales sobre cine se estén analizando este tipo de piezas,  llegándose  incluso a decir que una de  las  líneas con futuro y con un desarrollo creativo prometedor para  la narración audiovisual está en este campo. Citamos algunas de  las más relevantes: Policías de Nueva Yor, Twin Peaks, Star Trek, Urgencias, Doctor en Alaska, Expediente X, C.S.I., Mujeres desesperadas, Alias, Perdidos, Los Soprano, A dos metros bajo tierra, El ala oeste de la Casa Blanca o 24... 

Miniseries.  Son  narraciones  fragmentadas  o  dosificadas  en  el  tiempo  de  emisión.  Son  relatos preparados  para  ser  emitidos  en  dos  o  tres  episodios.  Cada  capítulo  se  ofrece  como  relato  no autónomo de estructura no recurrente; todos los episodios poseen una única trama principal que va resolviéndose,  episodio  tras  episodio.  Se  podría  considerar  como  un  extensísimo  largometraje. Suelen programarse diariamente durante tres o cuatro días consecutivos o, más frecuentemente, en fin  de  semana.  Desde  los  contenidos,  las miniseries  pueden  ser  adaptaciones  literarias  como  El abuelo o La Regenta, historias de la vida real como Padre Coraje o biografías de personajes célebres como  Vicente  Blasco  Ibáñez, Miguel  Hernández,  Josep  Pla  o  Salvador  Dalí.  Los  episodios  suelen cerrarse  con un  clímax que genere una expectativa en el espectador para engancharle al próximo episodio. Algunas miniseries famosas son Fortunata y Jacinta, Cañas y barro, La barraca, Yo Claudio, La vida de Leonardo da Vinci, Arriba y abajo, Raíces. 

 

El cine en televisión 

El género de  ficción más potente en  televisión, por ahora, es un género externo a ella: el cine,  los largometrajes de  ficción  ‐los  cortometrajes  son otra  cosa‐.  Se  trata  evidentemente de un  tipo de obras, de un género pensado para otro medio pero que su pase por televisión se ha convertido en algo natural e incluso consustancial. Las relaciones de amor‐odio entre televisión y cine, desde todas sus  perspectivas  y  fundamentalmente  desde  el  ámbito  de  la  producción  son  todo  un  mundo complejo pero de gran influencia en ambos mundos.  

En las mutaciones que se están produciendo en las formas de recepción o consumo cinematográfico, la  televisión  tiene mucho que decir; así  como el dvd,  internet,  los proyectores  caseros del home‐cinema, etc.  

La calidad de las producciones cinematográficas está por ahora y en términos generales por encima de  los demás productos  televisivos; aunque ya hemos  señalado  los casos concretos del gran valor que tienen algunas de  las series que se están realizando en  la actualidad. Ese valor de calidad es  lo que pesa más  en  la  consideración del  cine  por parte de  los programadores  televisivos  como una oferta de  calidad. De  todas maneras, el valor estratégico de programar  cine está variando:  con  la aparición  de  la  plataforma,  el  cable,  etc.,  el  cine  no  es  un  valor  añadido  para  las  televisiones generalistas. El cine es algo que las televisiones consideran que deben programar, aunque salga caro y, últimamente, poco rentable: por  las cifras millonarias que se pagan, por  la necesidad de  insertar 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

anuncios publicitarios, por la competencia del cada vez más potente mercado del dvd, y también de la piratería y de  internet. Adquirir  los derechos de emisión de una película para pasarla en horario nocturno supone un coste elevadísimo que no siempre se amortiza.  

Lo habitual es que las cadenas emitan el cine en horario de prime time y que dispongan de dos o tres emisiones  cinematográficas  a  la  semana  en  estos  horarios.  Se  suele  emitir  el  cine más  reciente, generalmente  estadounidense,  dejándose  las  producciones  nacionales  o  el  cine  familiar  para  las tardes  de  los  fines  de  semana.  El  cine más  arriesgado  o  el  cine  clásico  sólo  tiene  cabida  en  la televisión pública, en La 2, y en los canales temáticos.  

Es  frecuente  en  los  últimos  años  la  existencia  de  programas  contenedores,  con  un  horario establecido y conocido por el espectador, que sirven para la emisión en su interior de largometrajes cinematográficos: Cine de barrio, Versión española, ¡Qué grande es el cine!, Off cinema, etc.  

 

8. El videoarte 

Condiciones técnicas y aplicaciones del vídeo 

La aparición del magnetoscopio en 1956 contribuyó a la transformación y expansión de la televisión. Hacia  1966  empiezan  a  comercializarse  los magnetoscopios  portátiles,  el  Sony  CV  2400  llamado portapack,  que  están  en  el  origen  del  videoarte,  y  también  del  periodismo  televisivo  autónomo respecto  al  radiofónico  por  la  agilidad  que  permitía  en  la  grabación  de  imágenes,  cubriendo  una parcela que hasta ese momento sólo era captada por los micrófonos.  

La tecnología del vídeo permite el registro inmediato de imágenes y sonidos y la emisión rápida de la grabación. La edición y postproducción del material grabado en vídeo permite grandes posibilidades de creación con escasos costes y gran rapidez. Son ventajas frente al cine, que sin embargo tiene de su parte una mayor calidad en la definición de la imagen o del contraste de color.  

Con  el  vídeo  comienza,  por  tanto,  una  vía  de  producción  distinta  y  con  posibilidades  creativas independizadas del cine y de la televisión, aunque bebieran de ellos como fuentes en muchos casos. El territorio del vídeo ha permitido una gran pluralidad creativa y unas vías de financiación y difusión mucho más ágiles que las propias de los otros dos medios audiovisuales. Ello facilitó la utilización del vídeo con perspectivas muy plurales; algunas de sus posibilidades son las siguientes:  

a) Como herramienta auxiliar en otros medios de producción audiovisual. En el periodismo televisivo para lograr una mayor rapidez en el registro, como auxiliar de los rodajes para comprobar la validez de  las  tomas  y  del montaje  en  el  cine  y,  también  en  la  industria,  la medicina,  la  formación  y  la empresa. 

b) Como  sistema de  expresión  y de  comunicación  empleado  en  televisión  y  cine.  La  aparición de vídeos  digitales  de  alta  definición  que,  a  diferencia  de  las  50  imágenes  entrelazadas  del  vídeo tradicional, emplea 24  imágenes progresivas,  lo que  facilita el kinescopado,  tiene sus defensores y detractores  como  alternativa  a  la  tecnología  tradicional  del  cine.  Se  valora  positivamente  la proximidad  en  la  captación  de  la  realidad,  la  autonomía  del  director  respecto  del  operador,  la espontaneidad  de  lo  profílmico,  la  reducción  de  los  costes.  Se  valora  negativamente  la  menor entidad de la imagen y el sonido.  

c)  Como mecanismo  de  denuncia,  intervención  social,  comunicación  alternativa,  guerrilla  urbana, etc., en grupos activistas de diverso signo que se beneficiaron de la menor cuantía de los costes para poder realizar unas obras que hubieran resultado imposibles en formato cine.  

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Breve recorrido histórico 

d) Como un nuevo modo de ver la televisión: cambia en concepto de espectador con la creación de los vídeos grabadores que permiten personalizar el consumo de televisión, al margen de lo impuesto por  la programación de  las cadenas o de  la esclavitud de  la publicidad. El vídeo de alquiler o venta, también ha modificado los hábitos de consumo del cine, propiciando el consumo doméstico sobre la visión en la sala cinematográfica.  

e) En  la medida en que  se generalizó  su uso y se abarataron  los costes, muchas  familias pudieron acceder  a  sus  propias  cámaras  para  uso  familiar  y  de  ocio,  con  la  grabación  de  celebraciones, vacaciones y llegando incluso a la creación de programas televisivos basados en estas grabaciones de vídeo doméstico.  

f) Y por último, en  lo que nos vamos a detener a continuación, en el uso como un nuevo medio de expresión  artístico, el  videoarte en  sus distintas  formas:  instalaciones  y  videoesculturas,  acciones, happenings o performances y textos audiovisuales. 

 

El videoarte 

Esta  última  es  la  aportación más  original  del  vídeo  para  la  historia  del  audiovisual  en  clave  de creación o estética. El videoarte se desarrolla inicialmente en expresa oposición al cine narrativo y a la televisión, por lo que consigue de inmediato la autonomía estética. Renuncia deliberadamente a la referencialidad y a la temporalidad establecidas por el cine de ficción y con las que se crea la ilusión espectatorial.  

La primera generación de videastas,  la que crea hasta mediados de  los años ochenta, procede del mundo de las artes plásticas y de la música, alejadas del cine narrativo o de cualquiera de los géneros televisivos; ello explica el cultivo de creaciones a partir de la imagen en sí misma ‐y no como símbolo de una realidad‐, del receptor de televisión, de  la relación con otros medios de expresión artística ‐sobre todo la música, pero también la escultura, el collage, el cómic o la fotografía‐ y otras estéticas ‐neodadaísmo,  pop,  land  art,  optical  art, minimalismo‐,  del  cuestionamiento  del  objeto  artístico  ‐propuestas  antiarte,  creaciones  efímeras  como  happenings‐  y  de  la  interactividad  con  el  público, elementos todos ellos marginales en el cine y la televisión dominantes.  

Plantea Pérez Ornia en su interesante repaso al arte del vídeo que: "El vídeo experimental nace en la encrucijada  de  lenguajes  y  de  tecnologías  de  la  comunicación,  entre  las  arte  de  vanguardia  y  la cultura popular de  la  televisión.  La  creatividad  con el vídeo participa de  las experiencias artísticas expresadas en  los medios que históricamente  le han precedido,  como el  cine y  la  televisión, pero también  asume  todas  las manifestaciones,  artes  y  lenguajes,  susceptibles  de  ser  traducidos  y  de expresarse en este soporte audiovisual. Es decir, también  los  lenguajes de  la palabra y de  la música se  encuentran  en  el  vídeo,  al  igual  que  los  productos  híbridos,  fruto  de  cruzar  la  realidad  con  la ficción.  Diferentes  generaciones  de  artistas  investigan,  por  otra  parte,  los  recursos  técnicos,  los artificios creadores del lenguaje electrónico" (Pérez Ornia, 1991: 110). También señala que el vídeo, a diferencia de lo que sucedió con la fotografía, con el cine y con la televisión, nace sin la servidumbre de  tener  que  representar  miméticamente  la  realidad;  su  "inferioridad"  del  vídeo  respecto  a  la fotografía y al cine por la calidad de sus imágenes, se convierte en algo positivo al permitirle ser más libre y al  llevarle hacia territorios más creativos. La  imagen poco definida del vídeo ha favorecido y estimulado  mayores  niveles  de  manipulación,  de  creación.  Los  defectos  de  las  máquinas  se convierten en materia de creatividad. 

La actividad de videasta se aprecia próxima a la pintura, a la que añade la dimensión temporal. Hay una nueva relación entre la imagen y el sonido: la exhibición en instalaciones con sonido procedente de otra fuente y sin aparente relación con la imagen, el ruido de monitores sin señal, la existencia de 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

música a la que se subordinan las imágenes, la creación in situ de la banda sonora por el ruido y las conversaciones de  los espectadores....  y, en general, un  sonido que no está ahí para  reforzar una "impresión de realidad" que ni siquiera la imagen intenta producir. Con ello se persigue la innovación en los lenguajes audiovisuales en la búsqueda de nuevos cauces expresivos y creativos, buscando un extrañamiento con respecto a los códigos de representación tradicionales.  

En  cuanto  técnica  relativamente  accesible,  el  vídeo  surge  también  como  una  posibilidad  para  la expresión  personal,  incluso  individualista  o  narcisista.  Con  el  "vídeo  de  autor"  volvemos  de  otra forma al concepto de camera‐stylo, en una concepción del aparato de vídeo como la pluma con que el creador  se comunica consigo mismo,  se presenta como  sujeto,  se  interpreta. Y  lo hace con una herramienta más  rica,  desde  cierta  perspectiva,  que  la  clásica  pluma:  la  combinación  de  códigos verbales orales y de texto, de imagen, de sonidos, de música. No hemos de olvidar que el desarrollo del vídeo como herramienta de creación audiovisual coincidió con el auge de  la postmodernidad y sus afanes auto‐reflexivos, y metaartísticos.  

El vídeo conjuga  los soportes y  los  lenguajes del cine, el teatro,  la pintura,  la danza,  la escultura,  la música, convirtiéndose en un medio muy diverso, plural, libre y con grandes posibilidades creativas. En el  territorio del vídeo se pusieron en  juego muchos experimentos de  innovación  formal, gracias también  a  las  facilidades  que  aporta  este medio  para  la manipulación  de  la  imagen  y  el  sonido, especialmente desde la aparición y desarrollo de las tecnologías digitales.  

Una  interesante vía de desarrollo será el trabajo con  la  interactividad en este medio y  la revolución que puede suponer en los usos de las imágenes en la medida en que no se queden los que trabajan en este campo en el mero nivel de lo tecnológico en detrimento de las nuevas formas de acceso a lo real  y de  su  configuración que  se abren  con estas  técnicas. Como  siempre,  la  clave no está en  la herramienta, sino en lo que puede hacerse con ella y en lo que efectivamente se innova y se avanza con  ella.  Debería  ser  posible  interaccionar,  y  también  contemplar,  o  incluso  combinar  estas  dos actividades. Uno de los grandes videoastas actuales, Bill Viola aboga por cómo en este medio se está logrando de una forma nueva transformar las ideas en experiencias corporales y sensoriales.  

 

Los principales videastas 

En  los años sesenta,  la creación videográfica se  inserta en el ambiente de rechazo de  los esquemas sociales  imperantes por parte de  los movimientos contraculturales, una  lucha contra  la sociedad de consumo y  la manipulación de  las masas desde  los poderes políticos. Es  frecuente, en  las primeras obras del videoarte, la crítica a la televisión como medio emblemático de esa sociedad consumista y sierva del poder que  se  rechaza. Hay  acciones de  grupos neodadaístas que plasman  ese  rechazo, como El  entierro de un  televisor que Wolf Vostell  realiza en una  granja de Nueva  Jersey en 1963 dentro del Yam Festival. Son años de defensa del pacifismo, el amor libre, las drogas, la lucha por los derechos civiles y toda una concepción contracultural.  

Se suele considerar como suceso inaugural de la videocreación la exhibición en un café de Greenwich Village, en octubre de 1965, de  la grabación que el mismo día había realizado Nam June Paik de  la visita del Papa  a  la  catedral de  San Patricio.  En  el  grupo  Fluxus,  fundado por George Maciunas  e influido por Marcel Duchamp y el músico John Cage, participan creadores que trabajan en distintos ámbitos,  como  la  danza,  los  happenings,  la música  y  las  artes  plásticas,  y  dos  de  los  videastas pioneros, Nam June Paik y Wolf Vostell.  

Nam June Paik, nacido en Seúl en 1932 estudia arte en Tokio y música en Alemania, donde conoce a John  Cage,  cuyas  composiciones  y  performances marcarán  su  obra.  En  la  primera mitad  de  los sesenta entra en  contacto  con el grupo Fluxus y  trabaja en  creaciones de antimúsica y  conciertos 

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Breve recorrido histórico 

donde se destruyen pianos y se provoca al público. Se  interesa por  los experimentos con  imágenes que distorsionan  la  señal de  los  televisores o emiten  ruido a partir de un megáfono,  como en 13 distorted tv sets (1963) y realiza su primera exposición  individual en Nueva York en 1965 con obras como Magnetic TV y Demagnetize, que permiten a  los visitantes manipular  las emisiones. Participa en la primera exposición dedicada al videoarte TV as a Creative Medium (1969) y realiza numerosas videoesculturas, performances,  instalaciones  y  vídeos de  carácter  irónico  y humorístico, donde  se plantea  la  relación  del  ser  humano  con  la  tecnología.  Trabaja  también  en  otros  soportes:  cine, pintura, serigrafías, fotografía, holografía, etc. Su obra más representativa Global Groove (1983), es un alegato  contra  la  televisión, estructurado en  fragmentos variados a modo de  zapping  irónico y paródico.  En  los  juegos  olímpicos  de  Seúl  realiza  una  experiencia  de  televisión  global  con Wrap Around the World (1988). 

El alemán Wolf Vostell (1932‐1998) estudia Bellas artes en París y Düsseldorf. En seguida se sitúa en el entorno del neodadaísmo con happenings de denuncia. También la televisión está presente en su producción  con monitores que  son utilizados  como metáfora de  la  comunicación. Genéricamente, llama  TV Décoll/age  a  estas  instalaciones  en  las  que  busca  subvertir  el  collage  que  constituye  la televisión, que encarnaría  lo peor del modo de  vida a que ha  llegado el hombre  contemporáneo. Realiza  acciones  como Depresión  endógena  en  la  que  rellena  de  hormigón  objetos  como  coches, radios  y  periódicos,  y  también  televisores,  para  mostrar  la  incomunicación.  Aunque  su  obra fundamental son  instalaciones, performances y esculturas, realiza grabaciones en vídeo de algunas de ellas. En TV Cubisme  (1985) realiza una obra audiovisual en sentido estricto con grabaciones de modelos  donde  trabaja  sobre  las  sensaciones  del  referente  ‐piel  desnuda,  piedras,  cemento)  y manipulaciones de la imagen ‐sobreimpresiones, filajes, esfumados‐. 

La  segunda generación de videoastas va alejándose de estas  coordenadas: es una generación que nace directamente en  la era audiovisual, y  sus  referencias ya no  son  las artes plásticas ni ninguna otra tradición. La creación en vídeo de estos autores se permite acercarse a  la narración de ficción, siendo algunos creadores de vídeo autores que trabajan también en el cine, como Jean‐Luc Godard; en los años setenta abandona momentáneamente el cine para experimentar con el nuevo soporte en obras  para  televisión;  posteriormente,  Godard  se  ha  servido  del  formato  para  unos  particulares guiones en vídeo o ensayos donde reflexiona sobre su proceso creador y sobre la propia sustancia de la  imagen.  Desde  otra  perspectiva,  hay  videastas  que  se  valen  del  imaginario  cinematográfico, homenajean  géneros  y obras  concretas,  realizan particulares  remakes o  crean obras  videográficas sobre fragmentos de películas, a modo de collage.  

En  los  años  ochenta,  con  la  tecnología  informática  aplicada  a  la  imagen,  tiene  lugar  un  enorme desarrollo de lo que se ha llamado de diversas formas: imágenes virtuales o de síntesis, infografía o animación  por  ordenador.  Se  trata  de  un  salto  cualitativo  respecto  a  la  fotografía,  al  cine  y  a  la televisión, pues la imagen se genera de forma autónoma a la realidad de referencia. Esta tecnología posibilita  innumerables  exploraciones  y  vías  de  expresión  hasta  entonces  inviables:  ángulos  y texturas  inéditos, materialización  de  posibilidades  que  hasta  ahora  sólo  se  podían  generar  en  la imaginación. Se pueden crear mundos virtuales novedosos.  

Entre  los numerosos videastas que han  trabajado con  infografía destaca Zbigniew Ryczynski  (Lodz, Polonia, 1949), quien valora especialmente las posibilidades que las tecnologías abren para entrar en mundos  inexistentes,  logrando así  la meta de muchas artes:  crear mundos  inexistentes o mundos mejores. Este autor se  formó en Alemania, Austria y Estados Unidos y ha  trabajado en el cine y el vídeo experimental y de creación. Ha  realizado videoclips para Simple Minds, Pet Shop Boys, Mick Jagger, Yoko Ono, Lou Reed y John Lennon. Fourth Dimension (1988) es uno de los videogramas más interesantes por su tratamiento del tiempo mediante la tecnología infográfica. Obtuvo un Óscar a la mejor animación por Tango (1982) y ha rodado el documental Kafka (1992). Su obra más conocida es 

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Historia de los medios audiovisuales © Begoña González Cuesta 

Steps (1987), un homenaje a El acorazado Potemkin donde un grupo de turistas irrumpe en la famosa secuencia de  la escalinata de Odessa,  teniendo como  resultado una  reflexión  sobre el  tiempo y  la memoria visual. 

Bill Viola (Nueva York, 1951), formado en su ciudad natal, Italia y Japón. Considera el vídeo como un mecanismo  que  le  posibilita  la  reflexión  sobre  el  acto mismo  de  la  visión  y  las  posibilidades  de percibir otras dimensiones de la realidad. Realiza entre otros He weeps for you (1976), The Reflecting Pool  (1977‐79),  instalaciones sobre  las propiedades ópticas del agua, y Chatt el‐Djerid  (1979) sobre imágenes espectrales del desierto; pero  también ha  realizado  filmaciones  sobre  su  cuerpo en The Space  Between  the  Teeth  (1976)  y  Reasons  for  Knocking  at  an  Empty  House  (1983)  y  obras  que proponen una meditación o  la contemplación mística como The Theater of Memory (1985) o Room for  Saint  John  of  the  Cross  (1983).  Sus  últimas  obras  reflexionan  sobre  la  representación  de  las emociones  más  intensas  en  un  trabajo  en  el  que  trabaja  sobre  cómo  las  nuevas  tecnologías videográficas  pueden  construir  nuevas  visiones  partiendo  de  la  representación  de  la  expresión emocional en la pintura religiosa clásica en The Passions (2001). 

En el ámbito hispano tienen importancia, entre otros, dos videastas residentes en Estados Unidos: el catalán Antoni Muntadas y el  chileno  Juan Downey. Antoni Muntadas  (Barcelona, 1942) comienza realizando acciones de arte efímero que  filma en Súper 8 y, desde 1971, en vídeo. Su obra es una indagación sobre la comunicación y la representación y crea metáforas que funcionan en el espacio como metáforas o estereotipos de situaciones para  investigar sobre cuestiones sociales, políticas o culturales.  En  bastantes  ocasiones  se  sirve  de  emisiones  de  televisión,  anuncios  y  otros  textos audiovisuales  para  subvertir  el  sentido  original  y  provocar  la  reflexión,  como  en  Transfer  (1975), sobre  una  cinta  de  uso  interno  de  la  empresa  Pepsi,  Credits  (1984)  que  es  un montaje  con  los créditos  de  diversas  emisiones,  This  is  not  an  advertisement  (1985)  y  E/Slogans  (1986),  sobre  la publicidad.  Juan  Downey  (Santiago  de  Chile,  1940)  salió  de  su  país  muy  joven  y  ha  vivido  en Alemania. Entre sus obras hay varios autorretratos, como en Las Meninas (1975), The Looking Glass (1981) o en La madre patria (1986) donde escenifica su nacimiento como un pato. Experimenta con obras de arte pictóricas y musicales, como en la digresión a partir de un cuadro de Velázquez Venus and Her Mirror (1980) o en el documental J.S. Bach (1985) dedicado al compositor alemán. 

 

Géneros y temáticas del arte del vídeo 

Los  procedimientos  empleados  básicamente  son  cuatro:  el  televisor  o  la  pantalla  como  objeto material, las emisiones de televisión y grabaciones de archivo, la emisión en vivo en circuito cerrado y  las  grabaciones  del  videasta.  Cuatro  elementos  que,  juntos  o  por  separado,  figuran  en  tres formatos: instalaciones, acciones de arte efímero y en videocreaciones.  

En  las  instalaciones de salas de arte, museos o cualquier otro espacio hay una diversidad enorme. Está el circuito cerrado de televisión que emite por uno o más monitores las imágenes captadas en el mismo lugar y que suelen incluir a los espectadores que visitan la sala, buscando una reflexión sobre el concepto de representación. En ocasiones, se produce una dilatación temporal entre el registro y la emisión, cuestionando así la relación entre el creador y el espectador. Otras formas de exhibición son  las  instalaciones multicanal donde se propone al visitante realizar varios recorridos a través de un  espacio  visual  construido  con  emisiones  plurales  en  su  formato.  También  están  las videoesculturas y, en general,  las  instalaciones donde el monitor  forma parte de un  conjunto  con elementos sonoros, lumínicos, pictóricos o escultóricos, de modo que la emisión de vídeo ha de ser apreciada en ese conjunto. 

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Breve recorrido histórico 

Performances, happenings, acciones, conciertos: actividades de arte videográfico realizadas en vivo. La  principal  característica  de  estas  obras  es  el  carácter  efímero;  aunque  puedan  repetirse  e  ir modificándose  en  cada  repetición,  la  obra  artística  es  la  acción  que  transcurre  en  un  tiempo  y espacio concretos. No tiene un soporte que permanezca.  

Y, en tercer  lugar, están  las videocreaciones. Son muy diversos  los procedimientos de producción y exhibición.  Se puede  trabajar  con  imágenes procedentes de emisiones  televisivas o de algún otro archivo  audiovisual,  con  imágenes  grabadas  por  el  propio  artista  o  con  imágenes  sin  referente creadas  virtualmente.  En muchas  ocasiones  se  trabaja  con  los  diversos materiales  en  una misma obra. Su exhibición es siempre en espacios de alcance minoritario: salas de museos, los festivales, la edición en vídeo o dvd, espacios marginales en televisión, y también  internet. La  interacción con el espectador es muy diferente a la habitual en otros medios como la televisión o el cine: la relación es más variada.  

Una posible clasificación de los temas de la videocreación es la siguiente:  

a)  Cuerpo  y  retrato.  Son  obras  donde  la  cámara  sirve  para  la  exploración  del  cuerpo  en  su materialidad, un cuerpo que se expresa, se muestra e  interactúa con  la cámara. Casi siempre es un cuerpo desprovisto del glamour y del fetichismo con que se le trata en la tradición de los medios más cercanos  al  espectáculo.  Podemos  encontrar  autorretratos,  diarios,  confesiones,  improvisaciones, representaciones o dramatizaciones; casi siempre buscan  la provocación y  la crítica al consumismo, el estrellato,  la  represión sexual, el machismo, el  fetichismo, etc. En ocasiones,  también se  trabaja sobre el propio cuerpo del artista para un trabajo autorreflexivo. 

b) Teatro y danza. El videoarte  también  se  coaliga con medios espectaculares  como el  teatro o  la danza e  interactúa con ellos para generar nuevas formas de representación. Se crean obras en que confluyen  los  lenguajes  coreográficos,  musicales,  videográficos,  escénicos  y  plásticos.  Son  obras donde se borran  las  fronteras entre  realidad y  representación, entre escenario y patio de butacas, entre teatro, televisión y vídeo. Por ejemplo, se colocan cámaras y monitores en cualquier lugar de la sala  y  las  imágenes  de  los  televisores  interactúan  con  la  representación  que  tiene  lugar  en  ese momento y pueden servir como telón de  fondo decorativo, para ampliar el espacio escénico, crear un espacio dramático cambiante, ofrecer detalles de los actores, contraponer la acción visualizada a la  representada,  integrar  a  los  espectadores  en  la  escena,  etc.  En  el  caso  de  la  videodanza,  la intervención de  la  tecnología del vídeo va más allá de  la mera  retransmisión o grabación para dar lugar  a  obras  con  identidad  propia:  la  danza  es  el  referente,  pero  se  experimenta  con  su representación en el  trabajo con  las distorsiones de  la  imagen y el sonido,  la multiplicación de  los puntos  de  vista  y  con  la  creación  de  un  ritmo  visual  y  de montaje  que  entra  en  diálogo  con  el coreográfico  y  el musical  originarios.  No  se  trata  de  grabar  un  baile  sino  de  crear  una  obra  de videoarte en que la danza encuentra otra vía distinta de expresarse más allá del escenario. 

c) Música. La sensibilidad hacia la indagación musical es grande en pioneros del videoarte como Paik y con el desarrollo de la tecnología digital, aparecen propuestas mestizas de música que dan lugar a imágenes o viceversa. Sin embargo, el mayor desarrollo se alcanza con el videoclip. También hay que destacar,  en  otro  ámbito,  la  extendida  utilización  de monitores  en  los  conciertos  en  directo  de grupos de pop y rock que, junto a otros procedimientos, contribuyen a crear auténticos espectáculos multimedia. 

d) Crítica de los medios de masas. Ya hemos señalado como desde los orígenes del videoarte, autores como Paik y Vostell realizan una crítica de la cultura de masas y de la televisión en particular. En esa línea hay  abundantes obras que parodian  los  géneros,  sensibilizan  sobre  la manipulación política, rechazan el  consumismo de  los anuncios  televisivos, etc., aunque  todo ello es  compatible  con  los encargos que las cadenas hacen a videastas y con la difusión de sus obras en espacios televisivos. 

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e)  Documental  performativo.  Aunque  desde  los  años  sesenta  hay  colectivos  dedicados  a  la información  alternativa  y militante,  con  la  segunda  generación de  videastas de  los ochenta  se ha ampliado  la práctica documental gracias a  los equipos más  ligeros y a  la diversidad de medios de difusión. A diferencia de la pretendida asepsia de los medios de masas, estos trabajos documentales subrayan  su  carácter  subjetivo  y  ponen  en  juego  una  voluntad militante,  sea  feminista,  obrera, antirracista,  antifascista  o  de  defensa  de minorías  étnicas  y  culturales.  Se  denomina  documental performativo por la importante implicación del sujeto en la construcción de una mirada sobre lo real y su materialización en una obra videográfica.  

 

El videoclip 

Dentro de los usos del vídeo vinculados a la música y a la televisión, el videoclip ha sido el género que ha tenido un desarrollo más importante. Se trata de un tipo de creaciones original de la televisión y vinculado a la publicidad: tiene su origen en la comercialización de los discos, uno de cuyos temas se extrae  y  se  realiza  una  pieza  de  creación  para  difundirlo  en  televisión.  Se  ha  borrado  el  carácter publicitario de estas emisiones al haber  sido  capaces de generar un  interés de entretenimiento o estético por sí mismas; de esta forma, los videoclips no se programan como piezas publicitarias, no se paga por su emisión ni se apela de forma directa a la compra del disco.  

Estas piezas beben culturalmente de obras de música visual o  sinfonías visuales de autores de  las vanguardias de principios del siglo XX, como Leopold Survage, Oskar Fischinger o Viking Eggeling y en secuencias del cine musical de todos  los tiempos. Suele considerarse un antecedente  las máquinas de música  de monedas  que  ofrecían  imágenes  en  una  pequeña  pantalla,  las  llamadas  Panorama Soundies en Estados Unidos desde finales de los cuarenta o los Scopitones en Francia en los sesenta. 

Será en 1964 cuando se ruede  la película de  los Beatles ¡Qué noche  la de aquel día! con elementos propios del videoclip: ruptura narrativa, saltos de raccord, montaje expresivo, etc.  

En  los años setenta cuando se generan  los videoclips para  la emisión  televisiva: Captain Beefherat and His Magic Band  (1970),  200 Motels  (1971), Bohemian  Rapsody  (1975).  El  gran  desarrollo  del formato se produce en  los ochenta con  la creación de una cadena de televisión especializada en el género, la MTV y el gusto a todos los niveles culturales de algo que caracteriza al videoclip: la estética postmoderna  con  el  gusto  por  el  fragmento,  la  contaminación  entre  diversos  tipos  de  texto,  el eclecticismo, etc.  

El elemento estético dominante es el collage, la yuxtaposición muchas veces arbitraria de elementos, la  utilización  de  figuras  reconocibles  o  abstractas,  relaciones  azarosas  entre  planos,  acciones  o personajes, imágenes realistas y manipuladas, tratamientos complejos de la textura y el color, etc. Se generan obras en las que la duración de los planos es muy breve, buscando un dinamismo, un ritmo muy ágil y una permanente novedad. Se recurre a composiciones muy artificiosas, movimientos de cámara audaces, zoom y  lentes distorsionantes, angulaciones y posiciones de cámara rebuscadas y, en general, todo tipo de efectos visuales como  imagen mosaico, cortinillas, ralentizaciones, rótulos, dibujos,  animaciones,  gráficos,  sobreimpresiones,  etc.,  al  servicio  de  un  texto  que  destaca  por  la superposición  de  espacios  y  tiempos,  la  ruptura  de  la  causalidad  o  de  cualquier  racionalidad espaciotemporal. Es un  formato que permite  la experimentación y que ha  llamado  la atención de cineastas  que  buscaban  las  innovaciones  formales,  desde  clásicos  de  los  sesenta  ‐Antonioni, Peckinpah, Friedkin‐ y actuales como Martin Scorsese, Ridley Scott, Alan Parker y Brian de Palma, a directores con tendencias experimentales ‐Jim Jarmusch, Alex Cox, Gust van Sant o Percy Adlon‐ y a videocreadores ‐Laurie Anderson, Zbig Rybczynski, Joan Logue, Julian Temple y Andy Warhol‐. 

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Breve recorrido histórico 

La estrategia comunicativa del videoclip reside en la seducción y en la ambigüedad ya que son obras que buscan captar la atención del espectador. Las condiciones de emisión de estas obras hacen que sea necesario cargar las tintas en las fórmulas retóricas de captación de la atención del que mira: se repite en diversos espacios como hogares, bares, comercios, etc. La fascinación de  las  imágenes en su pura materialidad, el recurso a contenidos eróticos o a promesas de  lo prohibido y el vértigo del movimiento de los bailes, el montaje o la cámara son los mecanismos básicos para la seducción. 

 

9. El mundo multimedia y el arte en la red  

Además  de  las  transformaciones mencionadas  en  el  cine,  la  televisión  y  el  vídeo,  la  revolución informática  ha  realizado  dos  aportaciones  decisivas  para  la  historia  del  audiovisual:  el  lenguaje multimedia e internet.  

El obras multimedia combinan los textos escritos y orales, la música y las imágenes fijas y dinámicas de diversa naturaleza y condición. Puede apoyarse en  soporte  fijo de CD‐Rom o DVD, o en  la  red, siendo  el  formato multimedia  de  las  páginas web  un  nuevo modo  de  acceder  a  la  información, caracterizado por la pluralidad de recorridos o hipertextualidad, la interactividad y la hibridación de códigos.  

La novedad radical del multimedia reside en su capacidad para unificar actividades de creación que se encontraban en soportes y ámbitos sociales diferentes y a veces incomunicados o aparentemente incompatibles.  Pintura,  novela,  fotografía,  música  y  audiovisuales  se  ubicaban  hasta  ahora  en espacios de producción y consumo muy diferenciados; únicamente la televisión con su combinación de discursos procedentes del cine, videoarte, y sus formatos específicos, se aproxima al multimedia, aunque  carece de un  componente  fundamental de  éste:  la  interactividad, muy potenciada  con  la creación de internet. 

El multimedia en internet y en disco tiene interés al menos en los siguientes ámbitos: a) soporte para la  difusión  de  creaciones  fotográficas,  cinematográficas  y  videográficas  a  través  de  los  museos virtuales;  b)  nuevo  lenguaje  que  posibilita  una  aproximación  plural  a  esas  creaciones, mediante recorridos creativos, participación del usuario, adquisición o apropiación de obras, etc.; c) fuente de información  con  bases  de  datos,  críticas  o  páginas  web  sobre  obras  audiovisuales;  y  d)  nuevo formato en el que se crean obras específicas como cine comprimido o cortos en red, videojuegos y obras de artenet. 

La primera característica que observamos del arte en la red, arte digital o artenet ‐netart‐, es que se trata de un arte desmaterializado y deslocalizado, ya que existe en la medida en que hay un usuario que  se  conecta a  la  red donde  se exhibe, y es en esa  conexión donde  tiene  lugar propiamente  la existencia de la obra, dado que en el servidor sólo hay archivos binarios. Pero también el arte en la red es un arte efímero, eventual, susceptible de cualquier alteración, que existe en el tiempo de su consumo y, en este sentido, encaminado más a la experiencia estética en sí que a la perdurabilidad del objeto. 

Internet es un sistema rizomático, no piramidal ni jerárquico: el artista puede crear y difundir su obra con  libertad  y ésta  se encuentra accesible a  todo el público,  sin dependencias de mecanismos de poder  ni  comerciales.  En  este  sentido  se  ha  considerado  que  internet  representa  una  actitud semejante a la de ciertos movimientos artísticos del siglo XX. Ello explica la diversidad de propuestas y el carácter de provocación y alternativo de muchas de ellas, como las que fomentan la resistencia frente a los monopolios de las grandes empresas informáticas o las que sensibilizan sobre cuestiones medioambientales o sobre minorías. Las webcam que emiten en directo espacios de  intimidad, de lugares públicos o muestran a personas en diferentes actitudes es una de  las  líneas de trabajo más 

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frecuentadas, quizá por  esa paradójica búsqueda de  la  corporeidad  y de  la  relación personal que existe en el anonimato y el espacio virtual de la red global. 

Los  lenguajes multimedia se presentan como un  lenguaje total. Sus obras son híbridos de  imágenes fijas, imágenes en movimiento, sonidos, textos para ser leídos, textos para ser oídos, etc. Con ello se consigue crear obras de gran riqueza al menos en  lo referente a  los soportes con  los que se puede manejar  el  autor  para  construir  su  obra multimedia.  Se  propicia  además  la  investigación  en  las relaciones entre los diversos códigos y la superación en muchos casos de los códigos tradicionales.  

Son obras muy abiertas, con muchas posibilidades desde el punto de vista de la creación y también de la recepción. Por ejemplo, una cuestión concreta: las posibilidades que abre la creación en red. El estatuto de la obra artística y el propio papel del creador se ponen en entredicho, ya que el arte en la red es, por definición, un arte de  la reacción y de  la  interacción; es decir, un arte vivo, de flujo, en permanente mutación,  sujeto  a  apropiaciones  diversas  por  parte  de  la  comunidad  que  habita  el ciberespacio.  El  usuario  puede  configurar  su  pantalla  y  su  programa  de  conexión  variando  las condiciones de recepción de la obra, pero sobre todo es libre al determinar el recorrido que efectúa a través de la obra, aleatorio o sistemático, superficial o exhaustivo, y de apropiarse de componentes de la obra para ser coleccionados o empleados a su gusto o, incluso, de manipularla y hacer nuevas versiones o de boicotearla hasta la destrucción.  

El  multimedia  ha  tenido  un  notable  desarrollo  en  los  videojuegos,  cuya  importancia  hay  que subrayar, aunque  sólo  sea desde el punto de vista  industrial:  facturan  tanto como  todo el cine de Hollywood.  Es  preciso  destacar  tres  aspectos:  el  videojuego  se  presenta  en  distintos  soportes  y sistemas:  ordenador,  consola, máquinas  recreativas,  en  red;  generalmente  se  trata  de  imágenes informáticas que establecen un espacio  imaginario caracterizado por  la multiplicidad de  los puntos de vista y, por último, la interacción del usuario es crucial ya que interviene en la trama, la modifica con  sus habilidades, puede  seguir diversos  recorridos,  etc.,  incluso puede  fracasar, por  lo que no existe  ni  el  heroísmo ni  el  final  feliz propios de  la mitología dominante del  cine.  Los  videojuegos tienen su origen en  los dibujos animados, deportes televisados, y en el cine;  los géneros habituales son las carreras, los combates, los deportes, los de rol y la acción y aventura. Más concretamente, los videojuegos inspirados en la tradición cinematográfica se basan en películas de ciencia‐ficción, terror y aventuras. 

Por lo que se refiere al cine tradicional, la existencia de internet está transformando las condiciones de difusión y promoción, como se vio con el caso de The Blair Witch Project (1999). El público más activo y cinéfilo tiene una amplia información previa antes de acudir a las salas, que incluye críticas, datos de taquilla, opiniones de  listas de distribución y  foros de discusión, abundantes  fotografías y trailers bajados de la red. También hay que subrayar la posibilidad de obtener textos audiovisuales ‐anuncios,  series  de  televisión,  animaciones,  cortos,  etc.,  muchos  de  ellos  inexistentes  en  otro soporte‐ y hasta películas completas. Pero la mayor novedad está en el cine comprimido o cortos de internet. Se  trata de películas breves,  limitadas por el "peso" del archivo a unos pocos megabytes. Algunas  propuestas  exitosas  como  www.notodofilmfest.com,  han  mostrado  la  viabilidad  de  una propuesta audiovisual nueva en  la producción,  la exhibición y,  lo que es mucho más  importante,  la reducida duración que, junto al todavía limitado tamaño de la pantalla, conlleva necesariamente un tipo de relato diferente, tal vez próximo al publicitario en sus hallazgos estéticos. 

Un fenómeno muy reciente es la difusión masiva y su consiguiente consumo del cine en internet. Los usuarios de  la red pueden acceder a  las películas de cinedescargando  los materiales o viéndolos en streaming. Todo ello está generando muy variadas reflexiones: desde quienes creen en la necesidad de contar con estas nuevas formas de acceso al cine para modificar las vías de negocio, de creación y de difusión, hasta quienes sólo lo ven como el gran enemigo que puede acabar con la industria.  

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