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Bultmann y La Interpretación Del Nt

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“Bultmann y la interpretación del Nuevo Testamento” (R. Marlé) (pgs. 159-174)

Marlé considera que si bien el Nuevo Testamento no puede ser interpretado mediante categorías míticas, no obstante habría que hacer una excepción con el acontecimiento de la resurrección, puesto que ésta implicaría directamente la irrupción del ámbito de lo sobrenatural en el de lo natural. En el libro de los Hechos (17,31) se nos dice que Dios “acreditó a Jesús ante todo el pueblo resucitándole de entre los muertos”. Ahora bien, Marlé apunta que Bultmann tiende a desconfiar de ese pasaje y de otros semejantes, considerando que son producto de una fe tardía y degradada, que buscaba en cierto modo reafirmarse y distinguirse en su pugna contra los gnósticos, que negaban la fe en la resurrección. En cualquier caso, la resurrección no puede por sí misma fundamentar la fe en Jesús o en el alcance salvífico de la cruz. En primer lugar, porque tal prodigio resulta muy difícil de aceptar para la razón; en segundo lugar, porque aun en el caso de que la resurrección se produjera como dato de facto y fuera, efectivamente, contemplada por numerosos testigos, permanece no obstante fuera de nuestra capacidad de constatación directa; en tercer lugar, hay que tener en cuenta que un prodigio no puede, por sí mismo, tener capacidad para fundamentar la fe: la resurrección sólo puede ser convertida en objeto de fe en la medida en que sea entendida como acontecimiento escatológico, pero en sí misma entendida, como hecho aislado, no da un testimonio suficiente del hecho escatológico de la aniquilación del poder de la muerte en general.Ahora bien, no deja de ser cierto que el Nuevo Testamento, al presentarnos el acontecimiento de la resurrección, no se queda anclado, por así decirlo, en el nivel de la banalidad que representa el mero prodigio, sino que va más allá y nos lo presenta como un hecho escatológico por excelencia, esto es, como algo que tiene una extraordinaria significación salvífica, en la medida en que Cristo ha logrado aniquilar la muerte y traer como herencia la inmortalidad para todo el género humano. Sin embargo, según Bultmann, la resurrección no ha de ser entendida como un hecho histórico, pues correríamos el riesgo de recaer en la mitología. Lo único que podría ser constatado históricamente es la crucifixión de Jesús y, a lo sumo, el nacimiento de la fe en su resurrección entre los discípulos, pero no la resurrección per se, que vendría a expresar simplemente el significado y el alcance real de la cruz en el ámbito de la fe de los discípulos, de tal manera que cruz y resurrección formarían una indisoluble unidad. La resurrección es algo que escapa por completo al análisis de la historia porque su sentido y su significación más profunda –esto es, la actuación de Dios que destruye a la muerte misma despojándola de su poder- son objeto de la fe.Teniendo todo esto en cuenta, Bultmann se pregunta qué puede entonces fundamentar nuestra fe en el valor salvífico de la cruz, es decir, nuestra fe en la resurrección, y la respuesta que da es contundente: la Palabra de la Predicación. Ahora bien, adherirse a la fe en esa Palabra implica necesariamente abrir un espacio de confianza y no albergar la pretensión de aspirar a que nos ofrezca certidumbres o pruebas de índole racional o científico. Sin embargo, Bultmann matiza que esto no implica un sacrificium intelectus, pues eso no haría sino rebajar la dignidad de la fe al nivel de las obras. La fe es algo recibido, es una respuesta a un mensaje sobre el que no podemos pretender ejercer

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ningún dominio, por muy bien que lo comprendamos, porque siempre estará latente en él una dimensión que nos trasciende por completo y que la hará parecer como un escándalo a la razón. Nuestra fe se apoya en este mensaje, que a su vez no se fundamenta sino en el mismo acto de Dios que lo suscita.Es precisamente sobre el tema de la resurrección sobre el que más críticas ha recibido el proyecto teológico de Bultmann. En efecto, los críticos de Bultmann se han llegado a preguntar si para él, en su obsesivo afán desmitologizador, la resurrección tiene una consistencia y una realidad per se que van más allá del acto de fe de los creyentes. La respuesta es afirmativa, porque Bultmann no pretende, en ningún momento, ver la resurrección simplemente como un fenómeno de fe propio de los discípulos en sus múltiples manifestaciones, sino más bien como un acto en el que ha tenido lugar una intervención divina total y definitiva, ligada por cierto a la cruz de Jesús. Otra crítica que ha recibido Bultmann es que, supuestamente, la intervención escatológica de Dios, representada tanto en la Cruz como en la Resurrección, parecen tener a la luz de su teología, un papel significativo sobre todo en la medida en que representan algo para la vida individual de cada cristiano, de tal manera que el hecho de la resurrección de Jesús en sí mismo considerado, en el que quedaría sintetizado todo el testimonio apostólico, parecería adquirir una posición secundaria. Sin embargo, la postura de Bultmann no parece concordar con el protagonismo central que el Nuevo Testamento concede a la resurrección de Jesús, entendiéndola como un hecho absolutamente especial y único, como algo que tiene lugar en el tiempo y no más allá del tiempo. Es decir, tomando como punto de referencia la postura de Bultmann resulta muy difícil sostener la afirmación fundamental de la fe cristiana: esto es, que Cristo verdaderamente ha resucitado. En efecto, Bultmann considera que los relatos de Pascua, en los que Jesús resucitado intenta demostrar la corporalidad real de su ser, son composiciones tardías. Sin embargo, este último punto es discutible, entre otras cosas porque hay un acuerdo general que tiende a ver en la enumeración realizada de 1Cor 15, 3-8 indicios de que la fe en la corporalidad real del Resucitado es anterior a los escritos paulinos. En cualquier caso, las ideas de Bultmann a este respecto estarían en franca oposición con lo que ha sostenido desde el principio el conjunto de la tradición cristiana, que nunca ha dudado del testimonio apostólico en lo relativo a la Resurrección corporal de Jesús y su manera de interpretarla.

Reflexión: Bultmann parece menospreciar el valor del mito como lenguaje privilegiado a la hora de expresar verdades espirituales. A mi juicio, el intento de desmitologización radical de Bultmann no hace sino empobrecer el mensaje neotestamentario. Por lo que respecta a la resurrección, parece reducirla a ser un mero acto de fe de los creyentes y no tanto una resurrección corporal real.

JAVIER OLABARRIA ANDRÉSFacultad de Teología

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