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Paul Georgescu

CAF_el Camino de Los Ríos

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El Camino de los Ríos

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  • CAF es una institucin financiera multilateral cuyo objetivo es promover el desarrollo sostenible y la integracin de Amrica Latina. Sus accionistas son: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Espaa, Jamaica, Mxico, Panam, Paraguay, Per, Portugal, Repblica Dominicana, Trinidad y Tobago, Uruguay, Venezuela y 14 bancos privados de la regin.

    El recorrido total de estas expediciones ha sido de alrededor de 60.000 km de navegacin, a bordo de nuestro peero, y, alrededor de unos 3.000 km de navegacin fluvial a bordo de otras embarcaciones. Adems de aproximadamente 1.500 km navegados en el mar, otros casi 50.000 km recorridos con aviones de lnea y helicpteros, y otros 25.000 km por tierra

    Paul Georgescu

  • Ros de integracin

  • Ros deintegracin

    El camino fluvial de Amrica Latina

    BANCO DE DESARROLLO DE AMRICA LATINA

    Paul Georgescu

  • Ros de integracin.

    El camino fluvial de Amrica Latina

    Depsito Legal: If74320123003200

    ISBN: 978-980-6810-79-2

    Autor: Paul Georgescu

    Editor: CAF

    Produccin editorial: Cyngular

    Edicin y Correccin de textos: Rafael Oso Cabrices y Mara Amparo Pocov

    Diseo grfico: Jaime Cruz

    Infografas: Mauricio Rodrguez

    Impreso en La Galaxia

    Las ideas y planteamientos contenidos en la presente edicin

    son responsabilidad del autor y no comprometen la posicin oficial de CAF

    La versin digital de esta publicacin se encuentra en publicaciones.caf.com

    2013 Corporacin Andina de Fomento

    Todos los derechos reservados

    Crditos fotogrficos

    Archivo Paul Georgescu:Pginas: 16, 49, 50, 55, 57, 59, 61, 65, 69, 70, 77, 78, 79, 81, 89, 91, 93, 105, 135, 153, 161,162, 163, 167, 173.

    Istockphoto@com:

    Portada, g01xm; Pgina 17, Steven Miric ; Pg. 21, powerofforever; Pg. 27, Steven Miric;

    Pg. 29, Brasil2; Pg. 33, Jenny Leonard; Pg. 36, AM29; Pg. 41, luoman; Pg. 53, 4FR;

    Pg. 62, FernandoAH; Pg. 73, Maria Pavlova; Pg. 84, RollingEarth; Pg. 87, Fenykepez;

    Pg. 99, luoman; Pg. 103,Temistocle Lucarelli; Pg. 106, FotografiaBasica; Pg. 109, Brasil2;

    Pg. 111, Johnny Lye; Pg. 113, Cesar Okada; Pg. 115, Octavio Campos Salles; Pg. 119, DHuss;

    Pg. 120, DenisTangneyJr; Pg. 120, skodonnell; Pg. 129, Knogami; Pg. 132, Sean Pavone;

    Pg. 139, xeni4ka; Pg. 147, Jeremy Wedel; Pg. 149, DHuss; Pg. 155, Mayumi Terao;

    Pg. 165, Alex Rodavlas; Pg. 169, rackermann.

  • ndice

    pag 09 Presentacin

    pag 11 Agradecimientos

    pag 15 Prefacio

    pag 47 Expedicin Oriampla

    pag 67 Amistad e Integracin Suramericana

    pag 101 Expedicin Fluvio-Martima Hemisfrica

    pag 137 Expedicin 200 aos del descubrimiento del ro Casiquiare por Humboldt y Bonpland

    pag 151 Expedicin Bolivariana

    pag 175 Postfacio

  • 9p r e s e n t a c i n

    a lo largo de la historia, el continente americano ha sido objeto de fascinacin de un gran nmero de exploradores, navegantes y conquistadores. Desde los primeros expedicionarios que recorrieron sus costas y dibujaron sus mapas hasta quienes estudiaron y describieron concienzudamente su flora y fauna, el continente, en toda su extensa expresin, ha generado un inters nico.

    La historia de Paul y Constantino Georgescu forma parte de ese inters exploratorio por Amrica. A finales de los aos 1960, los hermanos, uno abogado y otro ingeniero hidrulico, emigraron de su natal Rumania a la lejana Venezuela, donde se plantearon el desafo ms importante de sus vidas: demostrar que la integracin fluvial latinoamericana es posible.

    A bordo de una rstica embarcacin, los Georgescu y su equipo cruzaron los principales ros latinoamericanos, viajaron desde la Isla de Margarita en el Caribe venezolano hasta el puerto de Buenos Aires, en Argentina, y viceversa. Tocaron los puertos de Manaos (Brasil) e Iquitos (Per), entre muchos otros. Realizaron estudios de las aguas de diversos ros, fueron recibidos por embaja-dores y presidentes, compartieron con poblaciones locales y hasta escaparon de las flechas de etnias poco amistosas. Ya conquistada la hazaa suramerica-na, emprendieron rumbo al norte y, por va fluvial, surcaron Estados Unidos y llegaron hasta Quebec, Canad.

    Esta publicacin es una especie de bitcora de esas experiencias que sirve de continuacin al ttulo Los ros nos unen. Integracin fluvial suramericana de los mismos autores y publicado por CAF, y representa un testimonio al esfuerzo sostenido por la integracin regional y la mstica de de-sarrollo fraternal. Las expediciones contenidas en esta publicacin comparten el mismo inters que CAF en su labor integradora como banco de desarrollo latinoamericano.

    Nos permitimos presentar este ejemplar como un tributo a la constancia de sus protagonistas y al enorme potencial integrador de Amrica Latina.

    L. Enrique Garca presidente ejecutivo de caf

  • 11

    Agradecimientos

    El desarrollo en condiciones propicias de las expediciones de estudio lle-vadas a cabo trabajo de campo imprescindible y que esperemos conducirn a una importantsima Integracin Fluvial Suramericana y, por supuesto, a un Sistema de Navegacin Interior de este continente hubiera sido imposible sin la generosa ayuda moral y material de ilustres instituciones y personalidades, como la Presidencia, los Ministerios y los Oficiales y Tropa de la Fuerza Armada de la Repblica Bolivariana de Venezuela, as como de las instituciones corres-pondientes de las Repblicas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Per y Uruguay.

    A estas instituciones arriba mencionadas va un respetuoso, muy sentido y especial agradecimiento. Asimismo, agradecemos a las casas de estudio del Nuevo Mundo y tambin del Viejo Mundo, preocupadas siempre por el bienestar de sus ciudadanos.

    Dirigimos las mismas atenciones a los rectores, decanos, jefes de departa-mento, profesores y estudiantes de las universidades que han seguido nuestras exploraciones y que han hecho votos para su xito. Tambin extendemos nues-tro agradecimiento al apoyo otorgado por el Consejo Nacional de Investigacio-nes Cientficas y Tecnolgicas de Venezuela (CONICIT).

    No podemos tampoco olvidar a nuestros grandes patrocinantes: CAF ban-co de desarrollo de Amrica Latina, Fundacin Bicentenario de Simn Bol-var, Fundacin Orinoquia, Fundacin Polar, Fundacin Terramar y Fundacin ORIAMPLA de Caracas, y el Muse de la Civilisation de Quebec, Canad.

  • ros de integracin p a u l g e o r g e s c u

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    Enviamos con inmenso placer y amistad nuestra gratitud al grupo de Pro-yecto Orinoco-Apure, a los amigos de las sociedades de seguros que mucho nos apoyaron econmicamente, a la Iveco-Fiat de Venezuela que nos don uno de sus motores, y a los amigos de Venezolana de Avalos de Caracas y Grupo Del Monte y Asociados de Puerto Ordaz, entre otros.

    No por ltimo, mencionamos a los compaeros que participaron directa-mente en las travesas que hicimos por los ros a bordo del peero Niculina, posteriormente bautizado Orinoco, as como tambin a los de las otras embar-caciones que utilizamos.

    Es una lista que debe empezar con Antonio Coello de Margarita verdadero lobo del Caribe, gran amigo nuestro, que junto con nosotros fue transformado tambin en rioano, a decir del Dr. Miguel ngel Burelli Rivas.

    De igual manera, agradecemos a nuestros estudiantes de la Universidad Si-mn Bolvar: Fernando Osorio y ngel Prez Estvez, y a Enrique Estrada Vega de la Universidad Federico Villarreal de Lima, por su colaboracin en nuestras expediciones. Con la misma consideracin, extendemos nuestro reconocimien-to al joven beisbolista amateur Enrique Arrieta de La Guaira.

    Indudablemente, nunca vamos a olvidar a nuestros ms que hermanos: los indgenas campesinos Machiguengas, quienes pasaron con nosotros por medio de las andanadas de flechas envenenadas de los indgenas Amahuacas, y que navegaron y marcharon con nosotros bajo la idea de la unidad, la de todos.

    Por sus grandes cualidades profesionales y conocimientos de la selva

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    a g r a d e c i m i e n t o s

    amaznica, recordamos con cario y otorgamos nuestro reconocimiento al ingeniero Juan Mendoza, comisionado del Presidente de Per Fernando Be-lande Terry, y a los colegas profesores Reynaldo Santibez, Hiplito Cuadros y Ricardo Jabardo, que tanto contribuyeron con el xito de nuestra Expedicin Bolivariana.

    Tampoco podemos olvidar a los tcnicos de Radio Caracas Televisin, conducidos por el director Mssimo Dotta, con quienes realizamos la pelcula documental Expedicin fluvial, primognita de la serie de pelculas del progra-ma de televisin Expedicin.

    A todos ellos y a muchos otros nuestras ms sinceras gracias.Tambin agradecemos de una manera especial a todos los hermanos que

    viven en las orillas de los ros navegados de este hemisferio de la libertad, quie-nes durante todo este tiempo y a lo largo de decenas de miles de kilmetros, nos brindaron su corazn y apoyo fraternal.

    A todos: nuestra gratitud desde el alma!

  • Nos disponemos a zarpar para comprobar si la Integracin Fluvial Suramericana es posible

    Prefacio

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    16

    Iniciar algo siempre es difcil A finales del siglo XX, gente del Este de Europa, con muchos riesgos, emigr a otras tierras. Entre ellos nosotros, los herma-nos Georgescu, quienes desde Rumania habamos escucha-do del buen trato que reciba la gente seria y con deseos de trabajar en el continente suramericano. Fue as como, an con grandes dificultades, logramos arribar a Venezuela.

    Somos nosotros Constantino Georgescu C., licenciado en Derecho, y Paul Georgescu C., ingeniero hidrulico, ex profe-sor de la Universidad Escuela Politcnica de Bucarest. Pasa-da ya nuestra primera juventud, tuvimos la oportunidad de viajar y hacer contacto con una muy respetada institucin, la Universidad Simn Bolvar (USB) en Caracas.

    ProblemasPaul fue contratado como profesor de la materia Mecnica de los Fluidos su especialidad, en la carrera de Ingeniera Mecnica, mientras que Constantino fue admitido como cola-borador cientfico del Instituto de Altos Estudios de Amrica Latina (IAEAL), perteneciente a la USB.

    En aquel momento, los pueblos suramericanos y espe-cialmente Venezuela, representada en el pasado de una manera tan ejemplar por el Libertador Simn Bolvar, bus-caban una solucin al problema de la integracin. Era una necesidad que haba impulsado a los pases para suscribir tratados regionales de relevancia, como fueron el Acuerdo de Cartagena, el de la Asociacin Latinoamericana de Integra-cin (ALADI) y el Tratado Amaznico, entre otros. Todos estos tenan en comn la idea de la cooperacin continental para el desarrollo y la prosperidad de los habitantes de la regin.

    Tambin, y aqu todos estaban de acuerdo, se haba definido que resultara prioritaria la integracin fsica del continente. Este objetivo se podra alcanzar, parcialmente y de forma menos complicada, con el esfuerzo de los pases de

  • e x p e d i c i n o r i a m p l a

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    Los navegantes fluviales conocen su reino tanto como los marineros el mar

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    procurar la posible, real y adecuada navegacin a travs de sus innumerables ros, hecho que implicara la conexin de las tres grandes cuencas fluviales del continente: la del Orino-co, la del ro Amazonas y la del Plata.

    De manera especial se haca referencia al ro Orinoco de Venezuela y su desvo natural, el Casiquiare, ro nico en el mundo pues integra dos grandes cuencas fluviales: la del Ori-noco y la del ro Amazonas, que es la de mayor superficie del planeta. A la vez, dicha situacin abre la integracin fluvial suramericana hacia el Norte, por la salida del Orinoco al Mar Caribe. De este modo, la Red Fluvial de Suramrica se puede relacionar con la red de los ros del Norte de Amrica, que ya se encuentran integrados de por s, lo cual constituira un ingente conjunto de ros y afluentes jams visto.

    El destino ha sido especialmente generoso con nosotros, al permitirnos haber llegado a la Universidad Simn Bolvar (USB), donde pudimos conocer eminentes personalidades en importantes cargos; profesionales, todos ellos, con nobles pre-ocupaciones tales como el bienestar de todo un continente.

    Tuvimos la suerte de conocer a Miguel ngel Burelli Rivas, antiguo Canciller de Venezuela, y a su no menos capaz cola-borador Juan Carlos Puig, ex Viceministro del Exterior de la Repblica Argentina. Tambin conocimos al mdico Arnoldo Gabaldn, presidente de la Fundacin Bicentenario de Simn Bolvar, y a muchos otros de sus colaboradores, como el histo-riador Jos Luis Salcedo Bastardo.

    Formando parte de este selecto grupo debido a los estu-dios que hicimos y las discusiones, simposios y conferencias que presenciamos, pronto nos transformamos en apasiona-dos integracionistas de Suramrica.

    Gran felicidad nos ha dado vivir en esta tierra de gracia, as que entramos con todo el corazn y el alma en este mo-mento progresista de la humanidad, digno de un gran pas como es Venezuela. Reconocemos y apreciamos la ayuda de

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    estas distinguidas personalidades, empresas y amigos; los queremos a todos y estaremos eternamente agradecidos.

    Pero quien ms ha tenido confianza en nuestros proyec-tos, afirm repetidas veces que tenamos razn y crey en nosotros ms que nosotros mismos, fue el Director del IAEAL en aquel momento, Miguel ngel Burelli Rivas, quien nos recomend acudir a CAF para conseguir apoyo.

    Dicho y hecho! Despus de nuestra exitosa Expedicin ORIAMPLA, hablamos con Jos Corcino Crdenas, presidente ejecutivo de CAF (perodo 1981-1986) y, desde ese momento, la organizacin ha colaborado con nosotros y nos ha apoyado en nuestros proyectos.

    Suramrica, tierra de las aguasDurante muchos aos no escatimamos esfuerzos en estudiar el material que tenamos a disposicin. Sostuvimos corres-pondencia con instituciones de otros pases preocupadas por el problema de la integracin y de la conexin entre sus ros, y estudiamos antiguos proyectos, siempre buscando elementos que pudieran facilitar la resolucin de los problemas actuales.

    Debemos recordar que hemos empezado prcticamente desde cero. Por ende, es importante aclarar a los lectores que tomen esto en cuenta si la historia de los acontecimientos que reseamos sobre la situacin de las tierras suramericanas les pueda parecer por momentos algo abreviada. Nos referimos a su Descubrimiento, a finales del siglo XV, y hasta principios del siglo XIX, cuando sus prceres tomaron las armas y obtu-vieron, con muchos sacrificios, la independencia de Espaa y de Portugal.

    Los ros tallan la geografa americana y crean valles, pueblos, economas

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    p r e f a c i o

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    En cuanto a las grandes cuencas fluviales referimos las si-guientes:

    1. La cuenca del ro (afluente) Amazonas ocupa una super-ficie superior a los 6.780.000 km, y cubre gran parte de Bra-sil, y partes de Bolivia, Ecuador, Per, Colombia, Venezuela y de las Guyanas. El ro Amazonas, con una longitud de 6.775 km y con el inmenso caudal promedio anual, del orden de los 210.000 m3/s, descarga hacia el Ocano Atlntico.

    2. La cuenca del ro (afluente) Orinoco cubre 1.014.000 km; dos tercios de su rea se encuentra en territorio de Vene-zuela y el resto pertenece a Colombia. El mismo ro (afluente), de una longitud de casi 2.100 km, tiene un caudal promedio anual de 36.000 m3/s a 38.000 m3/s, y vierte sus aguas hacia el Norte. El Orinoco es el nico de los grandes ros del continen-te que permite una buena comunicacin con Norteamrica, pues, junto con los otros ros del continente, constituye una perfecta va de comunicacin entre la regin Sureste del Mar Caribe, es decir, la extremidad Oeste del Ocano Atlntico Medio, y el Atlntico Sur (frente a Buenos Aires) como bien pudimos demostrarlo.

    3. La cuenca del ro (afluente) de la Plata se extiende sobre parte de las tierras de Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil y Paraguay, y tiene una superficie de 3.200.000 km. El caudal medio anual del ro alcanza 24.000 m3/s. Su estuario orienta sus aguas hacia el Atlntico Sur y tiene una longitud de 320 km. Los pases de la cuenca del Plata estn desarrollando y explotando la hidrova Paraguay-Paran.

    4. La cuenca del ro (afluente) Magdalena de Colombia tiene un rea de 280.000 km. Es un ro con un caudal medio anual del orden de los 7.020 m3/s, que vierte sus aguas al Oes-te del Mar Caribe y tiene una gran importancia para Colombia.

    5. La cuenca del ro (afluente) So Francisco de Brasil, de inters tambin local, tiene un rea de 640.000 km. Posee un caudal promedio anual de aproximadamente 3.800 m3/s,

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    N

    Venezuela

    Colombia

    Brasil

    Uruguay

    Paraguay

    Bolivia

    Chile

    Argentina

    Per

    Ecuador

    CuencaOrinoquia

    CuencaAmaznica

    Cuenca del Ro

    San Francisco

    CuencaRioplatense

    Las cuencas del Orinoco,el Amazonas y el Plata ocupan

    casi todo el territorio suramericanoy superan con creces la extensin

    de toda Europa

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    y una longitud de 2.750 km. Descarga sus aguas en el Ocano Atlntico, hacia el Sureste.

    La mayor parte de los cursos de los ros de estas cuencas hidrogrficas son navegables, lo que hace posible organizar un imponente sistema continental de navegacin interior. Este sistema, a un plazo no muy largo, podra extenderse, puesto que las labores que aseguren las condiciones mnimas para el trnsito de embarcaciones de calado adecuado no se conside-ran demasiado costosas. El desarrollo poltico, econmico y social podra as adentrarse en el corazn del subcontinente.

    De esta forma, se intenta modificar la inadmisible situa-cin actual, herencia de los tiempos de la Colonia, en la cual la mayora de la poblacin vive en una estrecha franja del permetro costero, mientras que en el centro de estas ricas tie-rras la densidad demogrfica es slo de dos a tres habitantes por kilmetro cuadrado.

    Entre las riquezas naturales que contiene este territorio del centro del continente suramericano, se cuentan: Ms del 20% a 30% del total del agua dulce disponible en

    el planeta. La tercera parte de las reservas naturales de bosques lati-

    foliados. Las mayores reservas de petrleo y gas natural del mundo. Recursos hdricos, energticos y minerales inestimables,

    as como los yacimientos de Caracara de Brasil, o los de-psitos de tierras con litio de Bolivia, que son tan necesa-rios para las bateras de los automviles elctricos.

    Notables recursos pisccolas, agrarios, pecuarios, entre otros,que contribuirn resolver la solucin del grave problema de la seguridad alimentaria.

    Estas tierras poseen una de las ms altas biodiversidades del mundo. Solamente en Amazonia se estima la existencia de unas 60.000 especies de plantas superiores, millones de

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    p r e f a c i o

    especies de artrpodos la mayor parte desconocidas por la ciencia, ms de 2.000 especies de peces, miles de especies de aves, reptiles, anfibios, mariposas y unas 300 especies de mamferos.

    Algunos datos de historiaLa civilizacin que vino desde Espaa y Portugal se podra denominar costera. Sus enclaves en la orilla del mar son un claro testimonio de este tipo de proceso econmico, orienta-do desde el primer momento a la exportacin de materias primas y riquezas, hacia los centros del poder econmico del exterior, fundamentalmente, Europa.

    Las vas ocenicas eran defendidas frreamente, por ser rutas que permitan la comunicacin con las metrpolis. Tambin eran las lneas de contacto con las bases logsticas y espirituales del Viejo Mundo.

    As, las tierras colonizadas fueron transformadas en entidades territoriales llenas de contrastes, que slo han sido parcialmente integradas.

    Mientras que en muchas partes de Europa se establecan canales y se integraban ros, a travs de las colonias america-nas fluan ros prcticamente desconocidos, sin llegar nunca a constituir un elemento activo y prctico de unidad continental.

    Por estos motivos, se puede comprender que estas tierras seguan cargadas de misterios, que muchas veces inspiraban deseos, pero no pocos temores.

    Al pasar los aos, algunas personas han intuido, auspi-ciado y hasta documentado la posibilidad de una integracin como parte de una posibilidad para facilitar las comunicacio-nes entre las regiones lejanas del continente.

    Los primeros que tuvieron una visin clara de esta ventaja presentada por los ros fueron los misioneros franciscanos, quienes llegaron con los conquistadores, y tenan la misin de catequizar a los indgenas autctonos de Per, sobre el ro

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    Ucayali, uno de los formadores del ro Amazonas. El Ucayali fue navegado en el ao 1541 por el capitn Francisco Orellana, pero la salida del Amazonas era conocida desde casi unos 50 aos antes, desde el ao 1500, aproximadamente. En aquel entonces, los navos que se hacan a la mar entre Espaa y Per hacan la travesa ocenica, y despus, por el Mar Caribe, llegaban frente el Istmo de Panam, que impeda la comuni-cacin con el Ocano Pacfico o el Mar del Sur.

    Las carabelas eran obligadas a parar y a descargar las mercancas, que eran transportadas luego a hombros hasta el Pacfico, desde donde, a bordo de otros navos, llegaban a Lima.

    Los franciscanos buenos conocedores de estas nuevas tierras, propusieron recortar la navegacin y hacer ms llevaderas las faenas. Plantearon navegar directamente desde Espaa por el Ocano, por el Amazonas y continuar luego por el ro Napo, llegando as a Quito, en Ecuador, desde donde era ms fcil entonces llegar por ros al Oeste del continente, hasta Lima.

    En el siglo XVIII el naturalista alemn Thadeus Haeker, que haba pasado toda su vida en Bolivia, preconiz la uti-lizacin de los grandes ros, como el de las Amazonas y su afluente, el ro Madeira, para comunicar la aislada Bolivia con Europa. Siguiendo tal ruta, se poda evitar un enorme recorri-do sin el paso por el Per.

    Es interesante el ttulo completo de uno de sus manuscri-tos: Noticias de los principales ros Amazonas o Maran, el Mamor y el Itnez, con los (ros) que desaguan en ellos; y (el) Proyecto de Comunicacin del Per, con el ro de la Madeira y (el) Mar Atlntico; para (as) comerciar directamente con Espaa; y cmo deben ser los misioneros y lo que se introduce; y los portugueses.

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    p r e f a c i o

    Un poco ms tarde, el ingeniero boliviano Agustn Pala-cios fue encargado por su gobierno para explorar y preparar proyectos con el objetivo de encontrar una posibilidad para evitar el elevado nmero de cachoeiras (22 cadas de aguas, o raudales) que impedan totalmente la navegacin por la parte alta del ro Madeira, sobre una distancia de unos 400 km.

    Al iniciarse el siglo XIX, el siempre enamorado de Suram-rica Alexander von Humboldt, en sus memorias escritas con la ocasin de la expedicin sobre el ro Casiquiare, muestra su conviccin sobre las ventajas que resultaran al realizarse la integracin de los ros del Sur.

    Las embarcaciones amaznicas estn adaptadas a las condiciones locales: mucha lluvia, poco oleaje, profundidad variable

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    Tambin Venezuela ha tenido exploradores de gran renombre, como Francisco Michelena y Rojas, quien en las pginas de su monumental libro Exploracin Oficial se refiere a la admirable hidrografa que enlaza a casi todo por una na-vegacin fluvial. De esta manera, por sus ros Suramrica se podr comunicar por un sistema fluvial casi natural, nico en el mundo, y nico igualmente por los caudalosos ros del Plata, del Amazonas, y del Orinoco.

    Por otra parte, est la expedicin por el ro Meta, hacia Santa Fe de Bogot, desempeada por el cannigo Jos Corts de Madariaga, quien haba sido enviado por el Libertador.

    En 1901, en la Segunda Conferencia Panamericana de Mxico, el general Rafael Reyes de Colombia ms tarde presi-dente de este pas, presenta las expediciones realizadas por l y su hermano por los ros amaznicos.

    El general se refiere a la importancia del transporte por ferrocarriles y manifiesta que quiere crear un sistema terrestre que contine las vas fluviales; menciona por ello la conexin de los ros Tocantins y Paran, para integrar la Amazonia con el ro de la Plata.

    Al inicio de los aos 1920, el gran cientfico y hombre pblico de Uruguay, Luis Cincinato Bollo, alude a la realiza-cin de una va de integracin fluvial continental por el ro Tapajos. En su muy valioso libro escrito en ingls e impreso en Nueva York, analiza tambin la importancia de las vas ferroviarias.

    Despus de la Segunda Guerra Mundial, en 1948, en Montevideo aparece Gabriel del Mazo, ingeniero y clebre hombre poltico argentino. Del Mazo logra convocar muchas voluntades polticas para la creacin de un Canal Suramerica-no por la va de los ros Tapajos y/o Madeira, y parte de lo que veremos que forma el Eje Fluvial Norte-Sur, es decir: Orinoco, Casiquiare, Ro Negro, Amazonas, Madeira, Mamor, Guapo-r, Paraguay, Paran y el Estuario del Plata.

  • e x p e d i c i n o r i a m p l a

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    Manaos, una de las mayores urbes fluviales amaznicas del Brasil

  • ros de integracin p a u l g e o r g e s c u

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    En la reunin, en representacin de Venezuela, parti-cip Enrique Tejera Pars, quien record que parte de los proyectos presentados haban sido ideados hace unos 100 aos atrs por Francisco Michelena y Rojas, denominado el viajero universal.

    En la Venezuela de los aos 50 se iniciaron las activida-des para sentar las bases de la Corporacin Venezolana de Guayana, en la regin de confluencia del Orinoco con el ro Caron.

    De esta manera, los ingenieros y acadmicos Rafael Alonzo Ravard y Rafael de Len lvarez, grandes conocedo-res de estas regiones, hombres muy honestos y trabajado-res, se dedicaron de manera prctica a la problemtica del potente ro Caron, inmenso productor de energa elctrica.

    Ms tarde, en 1960, el proyecto denominado La Con-quista del Sur, propuesto con visin futurista por el ex presidente Rafael Caldera Rodrguez, sirvi para la creacin de varios sistemas para los ros de la amazonia venezolana, entre los cuales figuraba tambin el ro Casiquiare. Desafor-tunadamente, solamente ha sido realizada una pequea parte de estos estudios y trabajos.

    Al mismo tiempo, el presidente y arquitecto Fernando Belande Terry, del Per, luchaba para realizar su proyec-to, la Carretera Marginal de la Selva, y trataba de organizar la navegacin fluvial en la fascinante amazonia peruana, junto al gran conocedor de ros y de los secretos de la selva, su comisionado ingeniero Juan Mendoza.

    Esta sumaria presentacin muestra que los primeros in-tentos de integracin mediante los ros muy limitados por cierto, hechos para aprovechar las posibilidades naturales ofrecidas con tanta generosidad por la naturaleza, fueron posibles solo despus de las guerras de Independencia, a principios del siglo XIX.

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    p r e f a c i o

    Pero se presentaron problemas en relacin con la navega-cin sobre ros que pertenecan a pases distintos. Sin embargo, esto se resuelve al crearse en Brasil la Ley 3749 en 1866, la cual permite la libre navegacin de todas las naciones a travs de todos los ros de Brasil. Con esta ley como modelo, la libertad de navegacin fue extendindose en todo el sur del continente, y el evento se eterniz con la construccin de un monumento dedicado a la Libertad de Navegacin Suramericana.

    Vale la pena mencionar que la libertad de navegacin so-bre el Orinoco haba sido autorizada mucho antes por Simn Bolvar.

    La navegacin ha mejorado mucho con las tcnicas mo-dernas que han llevado a la aparicin de los primeros barcos de vapor sobre los ros.

    El desarrollo de este medio moderno de transporte ha sido rpido. En 1843 un barco de guerra de Brasil pudo navegar so-bre el ro Amazonas, y llegar en 10 das desde Belm do Par a Manaos.

    Otro ejemplo es la goleta venezolana La Barinesa, la cual, en 1918, naveg por el Orinoco desde la isla de Trinidad.

    Posteriormente, la navegacin a vapor se convierte en un medio de transporte comn sobre muchos tramos de nuestros ros navegables. Se construyen grandes sociedades de navega-cin, con monopolios sobre ciertos ros, y los barcos comien-zan a visitar puertos de otros continentes.

    Despus de que la misma globalizacin no cumpliera con sus grandes promesas ni mejorase la grave situacin finan-ciera, muchos polticos perdieron gran parte del entusiasmo mostrado inicialmente.

    Frente al fracaso, todas las buenas intenciones mostradas en los elocuentes discursos, declaraciones, tratados y otros actos quedaron para ser resueltas en el futuro.

    Para muchos y especialmente para nosotros que haba-mos dedicado tantos aos a esta fundamental propuesta de

  • ros de integracin p a u l g e o r g e s c u

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    la Integracin Fluvial Suramericana, estas manifestaciones significaban el abandono de proyectos, ideas y planes justo cuando pensamos que podran llevarse a cabo.

    Dedicatoria Muchas han sido las instituciones y personalidades que nos han ayudado de distintas formas en nuestras expediciones por un inters comn.

    Algunas personas lo han hecho de una manera especial, de modo sostenido, continuo. Por ello, me permito dedicarles mi modesto trabajo a quienes con sumo inters nos han acer-cado a la tan deseada Integracin Fluvial Suramericana:

    A la Universidad Simn Bolvar y su Instituto de Altos Estudios de Amrica Latina; a su director en aquel momento: Miguel ngel Burelli Rivas; a CAF y su Personal Directivo, y a Constantino Georgescu C. Pipera.

    Deseo agregar tres ideas ms:La presente publicacin es un documento que ser recorda-do en la posteridad como la evidencia de una labor llevada a cabo con mucha pasin y total desinters material, con la finalidad de impulsar la Integracin Fluvial Suramericana, bajo la gida de la Universidad Simn Bolvar y de CAF.

    Con esta obra, deseo poner de manifiesto que fueron Miguel ngel Burelli Rivas y Constantino Georgescu C. Pipera los grandes forjadores de estos proyectos de investigacin que aqu presentamos. Asimismo, debe darse tambin un parti-cular reconocimiento a Constantino Georgescu C. Pipera por haber conducido, capitaneado, estas expediciones inditas del siglo pasado, efectuadas por los cauces y ros del Nuevo Mundo.

    El peero Niculina, del Mar Caribe, ms tarde peero Orinoco, ha sido un fiel compaero. Los peeros son peque-as embarcaciones, fabricadas en ocasiones artesanalmente,

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    utilizadas por los pescadores en Venezuela. Al peero Orinoco lo hemos considerado siempre un miembro ms de nuestra tripulacin, pues mucho de lo que hemos logrado hacer lo debemos a su ejemplar comportamiento, reconocido y tratado con la debida atencin y respeto por el capitn su dueo y por todos nosotros.

    Navegaremos con un peero del Mar CaribeFue aproximadamente en el ao 1978 cuando, durante una reunin, Miguel ngel Burelli Rivas dijo: Al no ser capaces de demostrar nosotros que la integracin fluvial es posible, entonces ser mejor buscar extraos que se fajen por noso-tros; pero esta gente no trabajar ms velando por nuestros intereses.

    Para esta fecha ya tenamos unos 10 aos en Venezuela, nuestro pas, y habamos realizado grandes proyectos.

    De modo que, al or las palabras de Burelli Rivas inclu-yndome tambin a m, Constantino lanz un reto: Nos ofrecemos a probar si la Integracin Fluvial Suramericana es factible y aportaremos a este proyecto un gran entusiasmo, adems de los medios que poseamos.

    Los caimanes todava acechan en los recodos

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    Constantino plante salir desde un punto situado en el

    Norte de Venezuela, navegando por el ro padre del pas, que se conecta con el Amazonas y el ro de la Plata, para llegar as a Buenos Aires, Argentina, hasta el Atlntico Sur.

    Era la demostracin que se necesitaba. Este reto fue acep-tado por Burelli Rivas de parte del IAEAL y luego por la USB. Nosotros, los hermanos Georgescu, tenamos ahora la pelota: debamos comprobar la situacin.

    No podemos pasar por alto el bolivarianismo de todos los rectores de la USB que apoyaron este reto. Empezando con su fundador, Ernesto Maz Vallenilla, quien dio su aprobacin, hasta el profesor Freddy Malpica Prez, bajo cuya gestin finalizamos nuestra jornada.

    Pero, para iniciar una expedicin fluvial necesitbamos muchos insumos, empezando por la embarcacin.

    Preferiblemente, esta deba ser de madera, semejante a las que se utilizan sobre los ros, por los ribereos. Como se sabe, las embarcaciones que navegan sobre los ros tienen el fondo plano, lo que impide que se sumerjan demasiado en el agua, que a veces no es muy profunda. As, un barco fluvial que transporta centenares de toneladas de carga se hunde en el agua unos 40 a 50 cm. Pero un barco semejante es bastante grande y necesita a veces una nutrida tripulacin y, a noso-tros, lo que nos ha faltado siempre ha sido el capital.

    Por ende, Constantino decidi buscar una lancha, un peero, como se le dice a estas embarcaciones en el Mar Cari-be. Despus de mucha bsqueda, encontr uno de 31 pies de longitud total (eslora= 9,46 m.), de un ancho cercano a 8 pies (manga= 2,37 m.) y un calado (la longitud de la parte que se hunde en el agua) de aproximadamente 3,5 pies, casi un metro.

    Construido con madera de roble unos 20 aos antes, el peero tena un motor marino Diesel-Yanmar de 22 HP, y perteneca a Jos Antonio Coronado. Una vez construido, este peero pesc en el Mar Caribe. Estaba matriculado en la capi-

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    tana del Puerto Sucre de Venezuela, bajo el nombre de Oric. El capitn Constantino se decidi y compr con su dinero

    este peero, para lo cual se firmaron unos documentos de compra y venta en la Oficina Subalterna del Puerto Sucre, pero con un cambio de nombre: se le puso Niculina, nombre de suerte para Constantino, quien es supersticioso como todo marinero.

    En el Registro de la Marina Mercante Nacional del Puerto Sucre, en la parte reservada a las anotaciones legales, apare-ce que, desde el 5 de noviembre de 1979, el bote Oric perte-nece al ciudadano Constantino Georgescu C. Pipera y que es una lancha de motor, por tener un motor fijo central.

    El peero fue transportado de inmediato a la Isla de Mar-garita, al Norte de Venezuela, desde donde estaba proyecta-do el comienzo de la expedicin. De inmediato, empezamos la operacin de revisin y las modificaciones necesarias para la larga navegacin que nos esperaba.

    El peero se presentaba en buenas condiciones, pareca bastante fuerte y a pesar de su avanzada edad, el motor funcionaba muy bien.

    Pero la embarcacin era descubierta. Solamente en la popa, donde se encontraba instalado el motor, se hallaban unas tablas para defender a la reducida tripulacin en el caso de presentarse mal tiempo. El resto estaba a cielo abier-to para depositar la pesca. El espacio disponible, adems, era bastante reducido: al restar la longitud del castillo del motor y los espacios que quedaban libres en la popa y en la proa del total de la eslora de 31 pies, quedaba solamente un 40% de toda su longitud para la tripulacin.

    Debajo del toldo de lona de camin que fue tendido sobre este espacio lona que estaba sostenida por tubos delgados de aluminio de media pulgada, no quedaba mucho espacio disponible, tan solo lo suficiente para la cabina central.

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    El Amazonas, el ms caudaloso ro del planeta

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    Las dimensiones de la misma eran pues bastante limita-das: un ancho externo mximo de 2,37 metros, que se reduca poco en las extremidades y una longitud que superaba si aca-so los 3 metros. En este camarote, muy incmodo, deban tenerse previstos de dos a tres espacios para dormir, la cocina y todos los depsitos para alimentos, el reducido material de foto y cine, algunos aparatos de medicin, una caja para ropa, medicinas y un radio Phillips con batera para que supira-mos qu estaba pasando en el mundo.

    Por suerte las reservas del combustible para el motor estaban depositadas en la popa, cerca del motor y de sus dos tanques (unos 1.000 litros en barriles y bidones de plstico).

    En el reglamento de navegacin de este barco estaba prevista solamente la navegacin diurna. A ms tardar a las 18 horas, cuando en los trpicos la noche est cerca, el peero deba encontrarse amarrado en un sitio seguro, para pasar bien la noche. La salida se iniciaba, invariablemente, a las cinco de la maana y la velocidad era reducida, de unos 7 a 8 km/hora.

    Despus de algunas semanas de intenso trabajo, el pee-ro estaba listo para la gran prueba y esperaba anclado en la laguna El Silgueiro, cerca del puerto de Porlamar en la Isla de Margarita. Quedaban todava algunos problemas, pero saba-mos por experiencia propia que con el tiempo los resolvera-mos. Entre las dificultades estaban:

    El capitn del peero no era un mozo. Ya tena encima medio siglo de vida y, en todo este tiempo, haba estado poco tiempo a bordo de un barco. Felizmente tena una personali-dad tenaz, con mucha voluntad para lograr lo programado, ordenado, y haba mostrado una buena salud.

    Encontrar la tripulacin adecuada, desinteresada financie-ramente y dispuesta a navegar en una expedicin desconoci-da, invariablemente con dificultades y enigmas, era algo que pareca utpico. Encontramos a una pareja de jvenes fran-

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    ceses que renunciaron rpidamente despus de que vieron el material de la expedicin y su programa.

    Ante esta situacin quedbamos como organizadores y participantes solamente dos: los hermanos Constantino y Paul.

    Despus de muchas discusiones, decidimos que Constan-tino deba comandar la expedicin pues ya conoca el peero. Yo no deseaba ni poda abandonar los cursos de la universi-dad, as que me ocupara de otra parte delicada: la logstica y la procura de lo necesario para la expedicin. No pudimos solucionar, sin embargo, el problema de las comunicaciones directas.

    En aquel tiempo ni siquiera se poda imaginar el desa-rrollo actual de los medios de comunicacin inalmbrica y, adems, el peero no estaba conformado como para permitir la instalacin de un radio. Pero nos tranquilizaba un viejo proverbio francs: La falta de novedades equivale a buenas novedades. Adems, existan telfonos pblicos en ciertos puertos. Algo es algo, pensamos.

    Expediciones que realizamos En total, organizamos tres expediciones fluviales grandes, dos en Suramrica y una por las vertientes y los ros de todo el Nuevo Mundo, expedicin que fue llevada a cabo en dos partes.

    Hicimos una expedicin de reconocimiento a la que de-nominamos tambin Expedicin Bolivariana, y por la cual tambin tres universidades andinas buscaron con nosotros una va fluvial que podra permitir conectar Bolivia con el Per.

    Participamos en una expedicin slo en el ro Casiquia-re, como invitados del Presidente del Per y de la Armada de este pas, en el mes de julio del ao 1983, ao Aniversario del Bicentenario de Simn Bolvar. Fue una expedicin hecha

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    por los peruanos, desde Iquitos, Per, hasta Samariapo, Vene-zuela.

    La ltima, hasta ahora, en el ao 2000. Con la gente de la Fundacin Terramar, organizamos la Expedicin Aniversaria del Ro Casiquiare, a 200 aos de la Expedicin de Humboldt y Bonpland. Fue realizada con la USB y la Universidad de Brasilia.

    Hacemos un recuento de las expediciones. Estas fueron las siguientes, con los kilmetros navegados y fechas: 1. Expedicin ORIAMPLA a lo largo del Eje Fluvial Norte-

    Sur (unos 11.000 km), entre el 16 de diciembre de 1979 y el 15 de mayo de 1980.

    2. Amistad e Integracin Suramericana (unos 34.000 km), entre el 16 de enero de 1981 y el 23 de diciembre de 1981.

    3. Expedicin de Reconocimiento por el Istmo de Fitz-carraldo, (casi 4.000 km), entre el 16 de junio y 07 de octubre de 1982.

    4. Expedicin Fluvial-Martima Hemisfrica, Buenos Aires a Quebec (unos 16.000 km,), en 1986 y 1989.

    5. Expedicin: 200 Aos del Descubrimiento del Ro Casiquiare, por Humboldt y Bonpland (unos 300 km).

    El recorrido total de estas expediciones ha sido de alrededor de 60.000 km de navegacin, a bordo de nuestro peero, y, alrededor de unos 3.000 km de navegacin fluvial a bordo de otras embarcaciones. Adems de aproximadamente 1.500 km navegados en el mar, otros casi 50.000 km recorridos con aviones de lnea y helicpteros, y otros 25.000 km por tierra.

    Desde nuestro punto de vista cuentan los kilmetros nave-gados: 60.000 km, ms otros 3.000 km a bordo de otras naves. Dimos las distancias hechas con los medios terrestres y areos para subrayar que se ha tratado en realidad de unos proyectos de escala planetaria.

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    Los incendios, la sequa y sobre todo la tala abren espacio en el manto selvtico

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    El Capitn Constantino estuvo a bordo de Niculina-Orinoco casi todos estos miles de kilmetros, durante un tiempo total de casi tres aos, lo que no es poco!

    l ha viajado en aviones cuando no ha habido otra solu-cin, porque les tiene antipata a los vehculos areos. En cambio, s viaj mucho por la tierra, con su muy buen amigo Antonio Coello, de Margarita, en autos de toda clase.

    La generosa suerte foment una gran amistad con el presi-dente don Fernando Belande Terry lo digo con todo el debi-do respeto tanto as que nos invit a acompaarlo a bordo de su barco almirante, la caonera Amazonas, de 50 metros de eslora, cuando vino a Venezuela en ocasin del Aniversario de los 200 aos del nacimiento de nuestro Libertador Simn Bolvar, por el Casiquiare.

    En aquella oportunidad el Presidente que estuvo al man-do de la expedicin nos pidi datos sobre la navegacin de este ro entre ros como le llamaba l (nombre que tambin le dimos nosotros, despus de recibir la debida aprobacin).

    Muy conscientes fuimos en esta oportunidad al caer en cuenta de que ni siquiera nos imaginbamos cmo se hace una expedicin moderna, porque adems de no obtener econmicamente nada a cambio, no tenamos prcticamente nada.

    Pero don Fernando nos hizo muy felices cuando dijo que va a acercar su corazn a Venezuela con el brazo que le viene su esposa y toda la comitiva, por el Mar de los Caribes, y el segundo brazo, que ha venido con l por el Casiquiare.

    Presentaremos en primer lugar las grandes expediciones; las primeras dos hechas en Suramrica. Luego ser resumida aquella por los ros de todo el Nuevo Mundo, la cual se realiz ms de la mitad, en nuestro continente.

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    Todas estas expediciones han aportado importantes primi-cias:

    En la Expedicin Oriampla fue la primera vez que una embarcacin de Venezuela vena por los ros a Manaos, por Bolivia, Asuncin, Buenos Aires y Uruguay. Muchos de los ciudadanos de estos pases ni siquiera conocan la bandera de Venezuela. Demostramos que, de los aproximadamente 10.000 km que hay entre Caracas y Buenos Aires, se pueden navegar de 92% a 93%, no solamente hasta un 60%, como haban dicho los sabios del escritorio.

    Con la Expedicin de Amistad e Integracin Surameri-cana posiblemente la ms larga expedicin fluvial jams hecha, hemos demostrado que se puede llegar a 8 de las 13 capitales del continente suramericano a travs de sus ros.

    Finalmente, la Expedicin Fluvial-Martima hemisfrica por los ros de todo el Nuevo Mundo ha sido una primicia mundial. Nadie ms lo ha hecho.

    Por tratarse de asuntos de inters comn, en dos oportuni-dades participamos tres universidades, de ellas dos universi-dades de la regin.

    Seguirn la Expedicin Aniversario de 200 Aos del Des-cubrimiento de Casiquiare por Humboldt y Bonpland por-que, sin exagerar, si se pretende realizar cualquier integracin fluvial en Suramrica, el Casiquiare tiene que ser abierto a la navegacin.

    Terminaremos con la Expedicin Bolivariana, cuyas conclusiones pueden ser aplicadas, lo digo con todo el respeto del caso, por las dos queridas naciones hermanas y amigas, Brasil y Venezuela.

    Numerosos embalses y meandros crea el Amazonas, como se ve desde el espacio (pginas 44 y 45)

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  • Entramos al continente por el Delta del Orinoco y salimos por el del Plata: por los ros, se puede atravesar de punta a punta Amrica del Sur, gracias al brazo Casiquiare y a otras valiosas vas fluviales

    Expedicin

    Oriampla

    por el eje fluvial

    norte-sur

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    Estbamos en el peero Niculina, esperando a Saturnino, en aquel entonces pescador contratado, quien nos conducira hasta el golfo de Paria y al ro Orinoco. Finalmente Saturnino lleg, pero mucho ms tarde y con su mujer, que no quera dejarlo salir con Constantino porque el tiempo estaba malo (lluvia, viento, olas grandes). A pesar de esto el capitn Cons-tantino dijo: De todos modos, se zarpar. Zarpar yo! Y frente a todos nuestros intentos de hacerlo renunciar, respon-da: Lo dicho, dicho est!, zarpar!.Ahora Constantino reconoce que en circunstancias norma-les hubiera pospuesto la travesa, pero en aquel entonces se encontraba bajo una enorme presin, en un momento que entraaba aos y aos de esfuerzos, esperanzas y sueos; para l, no haba otra alternativa que zarpar.

    Saturnino, que en aquel momento se dio cuenta de la situa-cin, le dijo, sealando lejos, muy lejos casi por debajo del horizonte, las rocas de una montaa: Ve con Dios, eres sumamente terco!, pero si sigues estas montaas, no hay prdida. All est el puerto de Carpano. El peero es slido y bien acomodado, y t eres muy testarudo. Una vez all, esta-rs casi en el Orinoco. Adis! Y no lo olvides, porque te voy a esperar con una cerveza!.

    Tuvimos suerte, porque despus de pasar la isla de Cubagua, el tiempo amain y encontramos barcos de pesca que regresa-ban a casa, a Carpano. Junto a ellos, al caer la noche, llega-mos al puerto y Constantino atrac el peero a un gran barco de pesca. Era un buque coreano y el comandante lo invit a cenar y a dormir a bordo.

    Al da siguiente, el capitn Constantino que era ya marino, por haber pasado el barco por un mar tormentoso, se fue a la Capitana del Puerto y obtuvo la bitcora, un cuaderno que

    Aprobada la bitcora del Niculina

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    El peero es slido y bien acomodado, y t eres muy testarudo. Una vez all, estars casi en el Orinoco. Adis! Y no lo olvides, porque te voy a esperar con una cerveza!

    Los grandes ros suramericanos tienen la anchura y el caudal suficientes para permitir la existencia de puertos comerciales. Puerto de Manaos

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    deba ser presentado en todos los puertos de escala, para registrar la llegada del barco.

    A la noche siguiente ya el capitn estaba en el Golfo de Paria, y das despus, ya a centenares de kilmetros ms, llegaba a la orilla del Orinoco, al puerto de Barrancas.

    Se considera este pequeo puerto el punto donde comienza, prcticamente, el Delta del Orinoco, que es disimtrico. El canal principal del ro desemboca en el Ocano Atlntico, a unos 270 km al norte de Barrancas, y se llama Boca Grande; all la amplitud del ro alcanza aproximadamente unos 20 km.

    A partir de aqu, navegando hacia el Sur, nuestro proyecto pretende comprobar nuestros primeros clculos, es decir, esta primera etapa pretende mostrar si es posible unir, a travs de los ros, el Atlntico Medio con el del Sur.

    A lo largo de 361 km, el ro Orinoco conserva una profundidad media de 10 m, y en tiempos de lluvia, al llegar a las aguas de mayor extensin, pueden alcanzar hasta los 14 o 15 m de profundidad. Efectivamente all navegan barcos transatlnti-cos cuya capacidad alcanza hasta 80.000 toneladas mtricas. Al final de este tramo se encuentran las regiones altamente industrializadas de Ciudad Guayana y Matanzas.

    La Noche Buena, el capitn la festej a bordo de su peero, con una gota de una botella de ron Cacique, cerca de Ciudad Bolvar, donde estaba el nico puente que cruzaba el ro. La lluvia demoraba y era poca agua, pero el peero pas fcil-mente a lo largo del Orinoco.

    El capitn Constantino, marinero novato que aprendi rpido

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    El 3 de enero de 1980 nos encontramos en Puerto Ayacucho. Cerca de aqu comienzan los grandes raudales Atures y May-pures, que a una distancia de 64 km, impiden el paso a las embarcaciones por las aguas del ro. Pero existe una carretera asfaltada de 61 km hasta Puerto Samariapo, donde el ro es otra vez navegable. Por esta carretera el capitn transbord el peero en un camin.

    A unos 150 km aguas arriba se encuentra el puerto de San Fernando de Atabapo. Es aqu donde el ro Orinoco recibe sus grandes afluentes de los Andes de Colombia.

    El da 13 de febrero de 1980, el peero lleg al pequeo Puerto de Tama-Tama, donde una parte de las aguas del Orinoco se separan del ro padre y forman un nuevo curso de agua: el ro Casiquiare.

    El Casiquiare es un ro nico en el mundo, que une dos gran-des cuencas hidrogrficas: la del Orinoco con la del ro Ama-zonas, y como consecuencia pertenece tanto a la cuenca del Orinoco como a la del ro Amazonas. Por ende, es la unin natural de estas cuencas.

    La sequa continuaba, as que la navegacin por el Casiquiare fue bastante difcil debido a los numerosos raudales o cachoei-ras en extremo peligrosos. El Casiquiare tiene una longitud de 350 km.

    Era un estupor general. Jams la gente haba visto un barco de Venezuela y, mucho menos, un peero de Venezuela.

    Un arowana muerde el anzuelo(sigiente pgina)

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    El da 25 de febrero de 1980, el peero atrac en el puerto San Carlos de Ro Negro, sobre el Ro Negro, que se forma con las aguas del Casiquiare y del Guaina. Quedaban solamente 93 km hasta Piedra del Cocuy, donde se encuentra la triple fron-tera de Brasil, Colombia y Venezuela.

    Niculina estaba en Brasil, y cruz la cachoeira So Gabriel do Cachoeira. Fue poco tiempo despus de que una expedicin francesa, que navegaba en barcos de caucho Zodiac, sufri graves prdidas materiales. Siempre la expedicin nuestra iba hacia el Sur, bajando por el Ro Negro.

    El da 4 de marzo de 1980, el peero atrac en Manaos, puer-to sobre el Ro Negro, cerca de su confluencia con el ro del Amazonas.

    Se haban recorrido unos 3.320 km hasta Manaos. Era pleno verano, pero con bastante agua para permitir el paso de un barquito con una quilla de tres a cuatro pies.

    El capitn descans una semana, pero fue con conferencias y ruedas de prensa. Era un estupor general. Jams la gente ha-ba visto un barco de Venezuela y, mucho menos, un peero de Venezuela.

    Niculina zarp hacia el ro Madeira, el afluente de mximo caudal del Amazonas. Para llegar a Madeira, el peero naveg slo un tramo de 140 kilmetros del Amazonas.

    Finalmente, haban empezado las lluvias tropicales. As, en aquel momento, el ro Madeira vena con mucha fuerza, tra-yendo infinidad de troncos y, algunas veces, hasta islas de madera entrelazada.

    El Niculina inmortalizado en nuestro emblema

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    El calado de las embarcaciones aumenta en las anchas vas acuticas de las llanuras meridionales

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    El da 25 de marzo de 1980, despus de una navegacin como de pelcula, el peero toc Porto Velho, donde el ro Madeira se vuelve no-navegable debido a unas 22 cachoeiras, disemi-nadas hacia aguas arriba, sobre una longitud de casi 400 km.

    Transbordamos el barco por tierra con un gran camin Mer-cedes, sobre un camino abierto por la selva. Hasta haca poco tiempo aqu exista una lnea frrea, pero sta fue desmante-lada para construir la carretera.

    El gigantesco Mercedes necesit en esa poca de lluvias, tres das y dos noches para pasar al lado de los peligrosos rauda-les de Madeira. El camin con nuestro peero lleg finalmente al puerto Guajar-Mirim. Cerca se encuentra la confluencia de tres ros gigantescos: Beni y Mamor, que conforman al Madeira.

    Despus de la sequa, siguieron unas grandes inundaciones. La navegacin por el ro Mamor y Guapor, ros por donde deba pasar nuestro peero, estaba prohibida. Pero tuvimos suerte. Porque un gran barco para el transporte de com-bustible deba salir en dos das para el puerto Villa Bella de Santissima Trinidade de Mato Grosso, donde debamos llegar tambin nosotros. Y el capitn de aquel barco de combusti-ble permiti que nuestro peero lo siguiera sobre toda esta distancia. Aquel buque navegaba da y noche y nuestro capi-tn tuvo que declarar, por escrito, que Va a navegar por su propio riesgo.

    As que, despus de otros 1.170 km, se lleg a Villa Bella, en Mato Grosso, el da 15 de abril de 1980. All se hizo el ltimo transbordo del barco con un camin, por unos 300 km, hacia el ro Paraguay.

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    Uno de los momentos en que al Niculina haba que sacarlo de su medio natural, el agua

    Desde Cceres, el peero Niculina navegaba ahora por el ro Paraguay, en una regin denominada El Gran Pantanal, donde las aguas pueden cubrir hasta unos 300.000 km. El ro era bloqueado por hierbas y troncos, pero llegamos al puerto de Corumb, como a unos 670 km.

    El peero sali del amasijo de vegetacin que transportaba el ro Paraguay hasta Buenos Aires. Los ros no van a presentar ningn obstculo ms, ya que, desde aqu, sabamos, lo haba-mos confirmado, por los ros podamos ir del Atlntico Medio al Atlntico Sur.

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    Adems, tomando en cuenta la experiencia mundial que ha tenido mucho menos agua, podamos afirmar que nuestros ros s podran ser integrados y que se prestaban tanto para la navegacin interior como para la Integracin Fluvial de Suramrica.

    El da 23 de abril de 1980, el peero Niculina se abasteci con combustible en el puerto de Vallem en Paraguay.

    Tres das despus, el capitn atrac en La Asuncin, capital de esta Repblica.

    Aqu ocurri el segundo encuentro de nosotros, los dos hermanos. Imprevisto, pero imprescindible, por habrsele terminado el dinero. Le di mi sueldo al capitn, y le dije que esperaba poder venir a Buenos Aires.

    El peero Niculina entr en Argentina por el ro Paraguay y luego sigui por el Paran. Continu por este mismo ro hasta Buenos Aires, donde atrac en el astillero de Oscar Bigiolli, un buen amigo, cuyo taller estaba sobre el brazo del Paran de Buenos Aires. El da 15 de mayo de 1980, el Niculina lleg a Buenos Aires a travs de los ros, desde la Isla de Margarita de Venezuela.

    De tal manera que el capitn cumpli de manera esplndida con el reto propuesto.

    Con el tiempo necesario para los transbordos, los problemas de las inundaciones y los pocos das de descanso, habamos realizado este recorrido de aproximadamente 11.000 km en cinco meses.

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    Las comunidades nativas de las riberas amaznicas han preservado en buena parte su tradicional modo de vida

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    En Buenos Aires hubo un gran entusiasmo y mucho estupor. Ellos consideraban que nuestro peero se poda decir, vena de lo ms de all.

    Las conferencias de prensa, la prensa y todas las emisiones de TV, loaban al capitn y a nuestro bravo y maravilloso peero Niculina.

    Pero, todo se termina. Haba llegado el invierno en el hemis-ferio austral. Haca fro, y yo deba regresar a Caracas para llevar las novedades de este gran xito nuestro y de Venezuela a sus estudiantes.

    El capitn slo decidi quedarse unos pocos das ms en Bue-nos Aires para recoger un poco de datos climticos, porque l deseaba regresar a la casa por el mismo camino.

    Pero, un da antes de salir, recibi una invitacin de la Emba-jada del Per, de parte del Embajador y en nombre del presi-dente de ese pas, el Arq. Don Fernando Belande Terry.

    El Presidente le solicitaba que antes de regresar a Venezuela, si el Seor Georgescu Constantin C. Pipera poda, lo esperaba para poderlo felicitar y hablar con l detalles sobre la Inte-gracin Fluvial de Suramrica. Por supuesto, la Embajada le tena los tickets para el pasaje por avin.

    Como no le gusta volar por su cuenta, mi hermano arrib por medios terrestres a Lima.

    El Presidente lo estaba esperando. Lo recibi con mucha cortesa en el Palacio de Pizarro, lo felicit, y le dijo que su hazaa significaba un acontecimiento y una obra muy impor-tante en la cuestin de los ros, y este hecho no se deba de

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    ninguna manera malgastar. Como tal, el Presidente del Per le sugera regresar a Venezuela con un plan de navegacin ms amplio que el realizado, tocando por los ros una de las ciuda-des capitales de los Estados que haban firmado Tratados de Integracin. Este mensaje suyo vala la pena ser escuchado de manera que las cosas marcharan ms rpidamente. Hablaron otros detalles ms sobre este asunto y se despidieron.

    En Caracas el inters fue menor que el entusiasmo latino pro-vocado en Buenos Aires por esta primera expedicin fluvial realizada por los venezolanos, desde la Isla de Margarita a Buenos Aires slo por los ros. Y esto corroboraba una vez ms la necesidad de una Integracin Fluvial Suramericana.

    Varios fueron los motivos, pero aquello de que nadie es pro-feta en su propio pas nos tranquiliz.

    Redactamos, in extenso, un informe sobre el recorrido; anali-zamos varios eventos relacionados con la navegacin y con la Integracin Fluvial Suramericana, como los puntos donde la

    El autor junto con el presidente del Per (entre 1980 y 1985) Fernando Belande Terry, un defensor del proyecto de la integracin fluvial.

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    Uno de los muchos parasos amaznicos

  • e x p e d i c i n o r i a m p l a

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    navegacin est interrumpida por cauces naturales. Por otra parte, proporcionamos las medidas de profundidad de las aguas en varias pocas del ao, la situacin de los puertos y muchas otras observaciones generales.

    No ser posible dar el resumen de este informe pero, por aho-ra, podemos remarcar que demostramos lo que nos propusi-mos: una Integracin Fluvial Suramericana es posible.

    Demostramos de manera inequvoca que el Eje Fluvial Norte-Sur, conformado por los ros y efluvios Orinoco-Casiquiare-Ro Negro-Amazonas-Madeira-Mamor-Guapor-Paraguay-Paran-Ro de la Plata, representa una va acutica segura, alrededor de la cual se podr desarrollar el futuro sistema suramericano de navegacin fluvial.

    Antes de nuestros recorridos se consideraba que los ros del Eje Fluvial Norte-Sur podran ser navegados solamente por trechos, que sumaran unos 50 a 60% de la longitud del reco-rrido total. De la Boca de los Navos hasta Buenos Aires. Sin embargo mostramos que se pueden navegar de 9.200 a 9.300 km de longitud.

    Las profundidades que hemos marcado representan datos de mucha importancia, porque permiten nuevos enfoques sobre el empleo de la red de ros de Suramrica, y adems es la primera vez que estas profundidades aparecen registradas y organizadas en una misma tabla, para facilitar un mejor uso.

    Hay que reconocer que el capitn tuvo mucho que ver con esta muy positiva labor, aunque l, muy modestamente, ha reco-nocido siempre que tiene todava mucho que aprender.

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    A bordo del peero Niculina en el ro Paraguay

    En primer lugar, l estuvo casi todo el tiempo solo. Esta, esta expedicin y sus alcances no se habran llevado a cabo, todo habra quedado en palabras.

    En conclusin podemos sealar con exactitud lo siguiente: la navegacin utilitaria es posible desde ya. Es verdad que se ne-cesita dinero, pero se oponen slo el conformismo y una falta de visin del futuro de la Humanidad.

    Antes de terminar el captulo, reflexionen bien sobre el hecho de que antes de esta expedicin no se tena conocimiento acer-ca de las condiciones de los ros del continente. Slo se habla-ba de una manera pesimista sobre lo desconocido.

    Tenemos la mejor red de ros de todo el mundo, que espera por ser aprovechada. Faltan slo: Deseos y manos a la obra!

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  • Expedicin

    Amistad

    e Integracin

    Suramericana

    La inmensa cuenca amaznica permite tambin conectar, por va fluvial, las naciones andinas, una posibilidad que podra aprovechar con una buena inversin en infraestructura

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    Entregamos al Director del Instituto de Altos Estudios de Amrica Latina el informe in extenso sobre la Expedicin ORIAMPLA. Asimismo, comunicamos la proposicin del Sr. Presidente del Per, referente al recorrido de nuestro peero Niculina en su camino de regreso a Venezuela.

    Al analizar los informes, pas lo siguiente: El primero se ley, se tomaron las medidas del caso y se archiv. Se obtuvo un acuerdo general para el segundo: es decir, haremos la expedi-cin de regreso, de nombre: Amistad e Integracin Surameri-cana.

    Esta vez, a la Fundacin Aniversario de Simn Bolvar se le asociaron como patrocinadores CAF y la Fundacin Orino-quia, la cual contrat a un cineasta para filmar el recorrido.

    Era el mes de octubre y nos esperaba un trabajo y un recorri-do enorme. En la tripulacin contbamos ahora con un buen amigo de Constantino, Antonio o Tonio Cuello, que era un marinero. Vena tambin un camargrafo norteamericano el gringo, como lo llambamos nosotros; ste era Mark Mico-las, de origen polaco, especialista reconocido de la moderna en aquel tiempo cmara Canon-Super 8.

    Yo me quedaba con mis funciones de Director Tcnico y encar-gado de la logstica, preparado para todo lo que se pudiera e iba a presentar.

    Decidimos zarpar desde Buenos Aires al principio del mes de enero de 1981.

    As que, en un da de suerte para nosotros 16 de diciembre de 1980, salimos en mi pequeo auto Volkswagen para Manaos, por la Guayana de Venezuela!

    Salimos en mi pequeo auto para Manaos, por la Guayana de Venezuela!

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    e x p e d i c i n a m i s t a d e i n t e g r a c i n s u r a m e r i c a n a

    Muchos hitos cruzamos en nuestros recorridos, como este del puerto Orellana, en Per.

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    Pasamos a Brasil por la aduana de Santa Elena de Uairn, an-duvimos por la selva del ro Amazonas y nos quedamos en Boa Vista, donde los cauchos se nos pincharon cinco veces.

    Desde all, tuve que regresar a Caracas, porque aunque est-bamos de vacaciones, los cursos universitarios iban a empe-zar pronto.

    El Capitn y su amigo Antonio continuaron por un nuevo tra-mo de la carretera amaznica, en camiones y buses; y de esa manera llegaron a Manaos el da 27 de diciembre de 1980.

    En Brasil estaban pendientes de nosotros, as que aparecieron varias notas de prensa. Tanto as que unos das ms tarde, en Ro en Janeiro, el peridico O Globo publica un gran artculo sobre la Integracin Fluvial, insistiendo sobre la potencia de los ros suramericanos.

    Utilizando los mismos medios de transporte, el da 4 de enero de 1981 mis dos queridos y apreciados hermanos y su buen amigo se encontraban en Buenos Aires, donde los estaba esperando el peero como nuevecito, en el astillero de nuestro amigo Bigiolli.

    Yo llegu desde Caracas, por avin, con el camargrafo y su cmara Super 8.

    Antes de zarpar, para manifestar que no olvidamos a nuestros hermanos de la Repblica del Uruguay, hice un corto viaje areo hasta Montevideo, para as incluirlos en el recorrido. De este modo, ya habamos tocado dos capitales: Buenos Aires y Montevideo.

    La tripulacin de la expedicin de la amistad

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    e x p e d i c i n a m i s t a d e i n t e g r a c i n s u r a m e r i c a n a

    ro Amazonas

    ro Madeira

    ro Mamor

    ro Guapor

    ro Solimoes(alto Amazonas)

    ro Ucayali

    ro Napo

    ro Casiquiare

    ro Meta ro Orinoco

    ro Negro

    ro Paraguay

    Asuncin

    La Paz

    Manaus

    Belem

    Lima

    Quito

    Bogot

    Caracas

    Buenos Aires

    ro Paran

    ro Beni

    A falta de otro Casiquiare,hay que izarse para pasar del

    ro Paraguay al Mamor

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    En la maana del 13 enero del ao 1981, el peero zarp del puerto Tigre, lo que era Buenos Aires, y empezamos la subida por los ros de La Plata, Paran y Paraguay.

    Pasamos por el Balneario Lujn, y despus de separarnos, na-vegaron casi todo el tiempo contra la corriente fuerte de estos dos ltimos ros.

    Pero, atracamos, y tocamos la capital, Asuncin, de la Rep-blica del Paraguay.

    Al comparar las fechas de llegada en los diversos puertos con las de nuestro programa, la expedicin mostraba un poco de atraso. Es que tenamos un gran y muy notable obstculo, o mejor dicho, un importante acontecimiento: era el Carnaval do Brasil.

    As pues que cada noche, en todos y cada uno de los puertos, haba fiestas y desfiles, y nuestro camargrafo, el gringo, consideraba los bailes y la msica ms interesantes que los paisajes de los ros.

    En tal caso, llegamos bien al puerto Guayaramerim, en Bo-livia, el cual estaba muy cerca de la confluencia del ro Beni con el ro Mamor, de los cuales resulta el potente Madeira.

    El ro Beni viene del Sur, desde los Andes de Bolivia, desde alrededor de unos 1.170 km, y para los del Niculina represen-taba la nica va por la cual podan llegar a la capital, La Paz, ubicada a unos 3.300 metros de altitud. Era la cuarta capital que visitaramos.

    Era todava un ro poco conocido. Antes de la llegada de Coln, los incas utilizaban al ro Beni para bajar por sus aguas

    Y en un camin con naranjas, los expediciona-rios llegaron a La Paz, el mismo da

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    A La Paz no se llega directamente con un barco, pero la capital altiplnica est cerca de la cuenca amaznica

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    en bsqueda de esclavos y de metales. Pero qued completa-mente aislado hasta el siglo XIX, cuando en su valle fueron descubiertos enormes cantidades de rboles de caucho.

    Nuestra gente lleg por fin a la falda de los Andes, al puerto Latino. Aqu, comienza una carretera asfaltada recin cons-truida, que despus de 450 km llega hasta La Paz.

    Pero antes, en el puerto Riberalta del Beni, se alquil un barco como nuestro peero, pero de fondo plano, llamado La Hormiga. El agua era poca, porque la sequa continuaba y los afluentes estaban casi secos. As que, despus de unos 700 km, el ro se volvi poco navegable aunque, segn opinaba toda la gente, el canal se hubiera podido mejorar fcilmente.

    Despus de 40 km se toc el puerto de Rurenabaque, que es una localidad de montaa.

    All, el ro Beni corre por un estrecho llamado La Bala, con una corriente de muy alta velocidad, de ms de 12 km/hora.

    El Capitn alquil un barco especial, indicado para esta parte del recorrido del ro, es decir de madera gruesa y propulsado por cuatro motores fuera de borda, de 100 HP cada uno, para darle un mejor empuje.

    Luego de 300 km se lleg al puerto fluvial Linares, en la rica regin de Los Yungas.

    Y en un camin con naranjas, los expedicionarios llegaron a La Paz, el mismo da.

    Fue el 14 de abril de 1981. Ellos me encontraron esperndolos, conforme a lo programado.

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    La Paz era la cuarta capital a la cual los ros nos condujeron, as que entre el 15 y el 17 de abril de 1981 participamos en varias conferencias: una en el Palacio del Gobierno, otra en el Estado Mayor del Ejrcito y la tercera con el Rector Montilla de la Universidad Mayor de San Andrs.

    Despus de todo eso, yo tuve que regresar nuevamente a Ca-racas, a mi deber clsico.

    Al final de abril, mis amigos se fueron desde La Paz a Cocha-bamba en tren.

    De all, navegando, todos se fueron al puerto Villarreal, sobre el ro Ichilo, afluente del Mamor. Luego, navegaron por el Mamor, y, por fin, a bordo de una gabarra de la Marina de Bolivia, llegaron al puerto Guajaramerim, donde los esperaba nuestro peero, el muy fiel Niculina.

    La visita a La Paz permiti que nuestros expedicionarios navegaran sobre la mayor parte del ro Mamor, como unos 1.100 km.

    Navegaron tambin por muchos ros ms pequeos y vieron que las condiciones de navegacin eran bastante buenas, as que, al darles una mayor atencin, se ayudara mucho a la gente. Pero, en Bolivia, el dinero es muy raro.

    El traslado por tierra del peero se hizo con un camin, por la carretera que va a lo largo del ro Alto Madeira; y as se lleg a Prto Velho, el 10 de mayo de 1981. Se revisaron algunas partes del peero que haban sufrido en el transporte, y se aprovech este reposo obligado para el descanso de la tripu-lacin.

    El da 3 de julio, nuestra expedicin atrac en el puerto Pucallpa, levantado en el siglo XVIII por los franciscanos

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    Luego de otros diez das del 17 al 26 de mayo, se lleg al ro de las Amazonas, se naveg un pequeo trozo de este ro, y el peero Niculina entr en el puerto de Manaos.

    En Manaos, nuestros amigos hicieron un clculo sobre la dis-tancia que se deba cubrir para llegar a Lima, donde tenamos que ser puntuales, porque el Capitn y yo tenamos que re-unirnos con el Presidente de Per. De tal forma que desde Ma-naos hasta Iquitos donde el ro Amazonas cambia su nombre al de Solimes, se deban cubrir 2.294 km; despus de otros 100 km por el ro que ha recobrado otra vez el nombre de Amazonas, frente al puerto de Nauta, llegan los ros Maran y Ucayali, que forman el Ro Mar; habra que navegar sobre el ro Ucayali algo ms de unos 1.000 km, hasta el puerto perua-no de Pucallpa; desde all, por una carretera recin asfaltada, de 800 km cruzando los Andes, nuestros amigos llegarn hasta la quinta capital, Lima.

    Es decir que para llegar el da previsto para la reunin, se deba surcar casi 4.550 km, lo que significaba navegar ms de unos 100 km al da.

    La expedicin zarp de Manaos el 28 mayo de 1981, y pocos das ms tarde llegaron al puerto Tef.

    Este puerto es obra del ms grande conocedor del ro Amazo-nas de los siglos XVII y XVIII, el padre Samuel Fritz. Este cura ha hecho el mejor mapa del Amazonas, el mismo que ha sido utilizado por todos aquellos que navegaron este ro por ms de unos 200 aos.

    Luego, el da 5 de junio, el peero atrac en el puerto San An-tonio de Ia, punto donde el ro colombiano Putumayo conflu-ye en el Solimes, pero es denominado Ia.

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    Los traslados en camin del peero y el aprovisionamiento eran las labores ms complicadas de la expedicin

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    Dos das ms ms tarde para comprar combustible, mis amigos atracaron en el puerto So Paolo de Olivenza, que era tambin un asentamiento fundado por el padre Fritz.

    El 10 de julio pudimos atracar en el gran puerto brasileo Benjamin Constant.

    Leticia es el principal puerto colombiano del ro Solimes, y hosped a nuestra gente por dos das. Aqu, pudieron ver la primera estatua dedicada al capitn Francisco Orellana.

    Fue un 14 de junio cuando el peero Niculina atrac en el puerto San Pablo, el mayor lazareto u hospital de leprosos. Los habitantes no dejaron a nuestra gente que bajara del peero, as que todos tuvieron que quedarse a bordo durante la noche entera.

    Se lleg a Iquitos el da 18 de junio y, nuevamente, el capitn Constantino y sus amigos fueron recibidos oficialmente por el Comandante de la Flota Militar Peruana.

    El capitn Constantino disfrutando de la fama junto con Germn Arciniegas y familia

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    e x p e d i c i n a m i s t a d e i n t e g r a c i n s u r a m e r i c a n a

    El Capitn del Puerto les dio la bienvenida a Per, transmi-tindoles los ms clidos saludos de parte del Presidente de este pas.

    Dos das ms tarde estaban frente al nuevo ro que los espera-ba: el Ucayali. Ellos deban surcar sus aguas y, por una carre-tera, llegar a Lima.

    El 22 de junio de 1980, nuestro peero atrac en el puerto ms importante del ro Ucayali, en la ciudad de Requena. Para la gran sorpresa de todos, los venezolanos y el gringo vimos que los peruanos haban construido all un moderno hospital, obra de los misioneros franciscanos.

    Por fin, el da 3 de julio, nuestra expedicin atrac en el puer-to Pucallpa, levantado en el siglo XVIII por los franciscanos. En 1940 los habitantes eran 2.368, en 1961 llegaron a 26.391, y en 1981 se estaban acercando a los 100.000.

    Como la mayor parte de los puertos fluviales de Suramrica, este puerto no tiene ninguna instalacin portuaria. Los barcos atracan directamente en el margen del ro.

    El capitn dando detalles al presidente Belande Terry

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    En los ltimos aos, el presidente Belande Terry haba hecho un nuevo y moderno puerto, proyectado y construido por una compaa canadiense, que sera inaugurado pronto.

    Los expedicionarios se quedaron muy contentos porque los autobuseros les aseguraron que los dejaran en la ciudad de Lima.

    Es una carretera de montaa y el vehculo llega a un punto donde una sealizacin le indica que encontrarn al ferroca-rril ms alto del mundo: son 4.818 m sobre el nivel del mar. Desde aqu se inicia el descenso hacia el Ocano Pacfico, hacia Lima, que se encuentra a una altitud de slo 12 m.

    La llegada a Lima la quinta capital a la cual los ros nos estaban dirigiendo fue el da 7 de junio de 1981, y all como deca mi hermano Constantino los esperaba el infatigable Paul, es decir: yo.

    Era algo increble, pero era la pura realidad: nuestro peero haba hecho el zarpe en el Mar Caribe, haba navegado hasta Buenos Aires, y ahora su tripulacin se hallaba en Lima.

    Al da siguiente fuimos recibidos por el presidente Belande Terry, en el Palacio Presidencial de Pizarro. Se habl mucho sobre las reales posibilidades y sobre las ventajas y la urgente necesidad de una Integracin Fluvial Suramericana.

    En el parlamento de Lima nos encontramos con el Dr. Rafael Caldera, ex presidente de Venezuela. Nos conoca bastante bien y mostr su gran inters por nuestra labor integracionis-ta. El Dr. Caldera firm en la bitcora de nuestro peero, al lado del Presidente del Per.

    Se zarp el da primero del mes de septiembre con unas aguas turbias, crecidas por las lluvias

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    Como en este puerto brasilero, faltan muchos muelles a lo largo del sistema fluvial suramericano

    Fuimos recibidos en esta capital con todos los honores. Pre-sentamos charlas en algunas de sus universidades, en unas embajadas y se dieron varias ruedas de prensa.

    En Lima se hablaba solamente de los expedicionarios de Venezuela.

    Un da antes de salir de Lima, el Presidente de Per nos puso al tanto de un hecho muy grave: haba estallado un conflicto limtrofe entre Per y Ecuador.

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    Como no tenamos el tiempo necesario para obtener visados especiales para Ecuador, Paul sali en el acto para Quito. All, despus de hablar con el Ministerio del Exterior, llam al capitn y le dijo que todo estaba Ok.

    Fueron unos das de descanso activo y, una vez que el mo-mento pas, otra vez nuestros expedicionarios se pusieron en marcha en el peero, hacia Pucallpa.

    El 20 de julio y, despus de haber cruzado de nuevo los Andes, nos encontrbamos otra vez en el puerto Pucallpa.

    Zarpamos para Iquitos, adonde se lleg el 29 de julio de 1981 de acuerdo a lo programado.

    Ahora debamos remontar las aguas del ro Napo que desem-boca en el Solimes, a unos 58 km aguas abajo del puerto de Iquitos.

    El da 31 de julio, zarpamos desde Iquitos para navegar por el Napo. Eran unos 940 km hasta la carretera que va a Quito.

    Vimos el gran ro Napo que se vuelve algo pantanoso en la confluencia con el ro Amazonas, un primero de agosto.

    El Capitn y su gente tuvieron una sorpresa: en un puerto muy chiquito, el puerto Orellana, vieron un enorme monolito en medio de las aguas y de ste emerga, de un borde lateral, un barco que se asemejaba mucho a nuestro peero.

    Ms tarde, apareci una tabla que indicaba un puerto todava inexistente: era el Puerto Cesel-Napo-Putumayo. Era otro pro-yecto que el presidente Belande no pudo terminar, ideado

    El peero Niculina y su tripulacin fueron bienrecibidos en el puerto por toda la pobla-cin con flores y banderas.

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    para unir el ro Napo con el ro Putumayo, a una distancia de 60 km, mediante la canalizacin de un pequeo ro. Esta idea se podra verdaderamente realizar, y la misma ahorrara cen-tenares de kilmetros de camino entre Per y Colombia, obra realmente significativa. A la confluencia con el ro Aguarico en la frontera entre Per y Ecuador, se lleg el da 6 de agosto de 1981.

    El comandante del puerto Pantoya, de Per, recibi a nuestra expedicin con honores militares. Ms tarde, en la recepcin, l le dijo al Capitn que no crea que hubiera problemas en nuestra expedicin a Ecuador, sin embargo, eso ya lo saba-mos.

    En Ecuador, al Fuerte Ballesteros se llega el 11 de agosto de 1981. La gente del fuerte ofreci un acto festivo. Al igual que nosotros, ellos no saban gran cosa sobre el conflicto.

    En el Puerto Nuevo Rocafuerte, nuestro barco embarc a un equipo de ftbol que de otra manera no hubiera podido regre-sar a Quito.

    Dos das despus, en la confluencia con el ro Coca, nuestro peero Niculina atrac en el Puerto Orellana, punto trmino de la navegacin en Ecuador.

    Se dej el peero en el ro Coca, y los expedicionarios se mon-taron en un camin para ir a la sexta ciudad capital, Quito. Con este objetivo anduvimos por una carretera de 340 km. Estaba recin asfaltada, pero tuvimos que vadear el ro Coca porque el puente haba sido destruido por las lluvias torren-ciales.

    La Naturaleza es compaera insoslayable de la gente de esas regiones (pginas 84 y 85)

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    La tripulacin pas por una rica regin petrolfera, y se pudo llegar a Quito el da 15 del mes de agosto, tocando as, por los ros, la sexta capital.

    En Quito pude ocuparme seriamente de nuestra gente, que fue bien recibida.

    Entre otras cosas, dimos unas conferencias en la universidad, varias ruedas de prensa y dos presentaciones en la TV local.

    El da 20 de agosto, el Capitn y yo fuimos recibidos por el Presidente encargado de la Repblica, el Dr. Oswaldo Hurtado Larrea, y luego por el Alcalde de Quito. Con los dos hablamos sobre la Integracin Fluvial y de las grandes ventajas que sta representara.

    En Quito, el Capitn nos reuni, a su tripulacin, y decidimos que, antes de regresar a Venezuela, sera bueno recorrer todo el gran ro de las Amazonas-Solimes, hasta la ciudad de Belm do Par, situada al lado del Ocano Atlntico, lo que significaba navegar casi unos 3.300 km ms. Con respecto al dinero, result que lo tenamos, eso gracias a que fuimos pru-dentes y, adems, el Capitn decidi vender una casita que tena en la isla de Margarita y haba para ella un cliente.

    Inclusive, tenamos la gran ocasin de hacer la unin virtual de los ocanos del Este y Oeste de Suramrica. Y, para eso, ira hasta Guayaquil. All, al llegar a la orilla del Pacfico, me mo-jar en el mar, de manera que al llegar al Atlntico, la unin virtual ser realizada.

    Cumpl la decisin del grupo, y se zarp del Puerto Orellana el da 21 de agosto de 1981.

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    Los ros pueden conectar las pampas con el Caribe

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    A Iquitos el peero lleg de nuevo el da 31 agosto de 1981.

    Ah! En el pequeo Puerto de Mazn, no haba pan: el pana-dero haba sido vctima de un tigre!; esto, sin duda, es un accidente amaznico. Pero uy!, el pobre panadero

    Se zarp el da primero del mes de septiembre con unas aguas turbias, crecidas por las lluvias. El peero naveg sin parada hasta el puerto Tabati, y tocamos la frontera con Brasil el da 4 de septiembre de 1981.

    Se naveg sin problemas hasta el 8 de septiembre, cuando se atrac frente al pueblo de Nazaret, donde pasamos una noche tranquila.

    Pero, por la maana, se tuvo una sorpresa desagradable. Durante el final del da anterior, o en el da, la tuerca que fi-jaba la propela de su eje se haba cado y, poco despus, muy probablemente en la noche, la hlice se haba desprendido y se cay al fondo del ro.

    Nuestro peero fue empujado por la corriente afortuna-damente, se iba aguas abajo por unos tres das, hasta que topamos con un barco que transportaba bananas y que nos remolc hasta el puerto Coari, donde haba un astillero.

    En el gran puerto Coari existen muchas impresionantes insta-laciones portuarias y con muelles flotantes, como las existen-tes en el puerto de Manaos.

    Desde el astillero, se le comunic al Capitn que para la reparacin del eje y de la propela se iban a necesitar tres das. Fueron puntuales, pero bastante caros!

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    Muy cerca de Coari, despus de una curva del ro, se encuen-tra la confluencia con otro gigantesco ro: el Purus. Este ro tiene ms de 3.500 km, que fueron recorridos solamente en 1852 por los brasileos. En el pasado, el ro tena un enorme nmero de rboles de caucho en sus orillas. Es un ro navega-ble en su totalidad.

    En las crecidas sus aguas suben casi 20 m sobre el nivel nor-mal. El clebre coronel Percy Fawcett encontr en uno de sus afluentes un barco de Hamburgo, de unas 3.000 toneladas, que haba navegado por sus aguas y por el Solimes varios miles de kilmetros.

    El 21 de septiembre, la expedicin atrac otra vez en Manaos, donde los esperaba un motor nuevo, de 80 HP. Era un motor que yo haba enviado, por precaucin, para ayudar al viejo japons a vencer la terrible corriente del Ro Negro.

    Pero, tambin se tuvo una prdida: nuestro amigo el gringo debi partir para Estados Unidos, porque su contrato con Orinoquia haba finalizado.

    Al ao siguiente, despus de haberse terminado esta expedi-cin, el filme que haba trabajado Mike Nicholas fue revelado. Era un material que representaba ms de 60 horas de filma-cin, del cual se seleccionaron 22 rollos que se pueden ver en unos 400 minutos.

    Como uno de los problemas ms graves de nuestras acciones ha sido siempre el dinero, lamentablemente a estas alturas la pelcula sigue en el mismo estado de hace ya treinta aos. Es un material, desde todos los puntos de vista, nico, que con el tiempo que ha discurrido ha obtenido an mayor valor, pero sigue sin haberse concluido.

    Nuestros libros anteriores

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    Pues, todos los interesados son bienvenidos y, dado el avance de la civilizacin, el material es casi de poca.

    En el puerto de Manaos fuimos informados que una tormenta haba hecho naufragar un gran barco de pasajeros, en el cer-cano puerto de bidos, lo que provoc 156 muertos. Igualmen-te, haban sido destruidos innumerables canoas y barcos ms pequeos. Qu desastre!

    El Niculina se hallaba aproximadamente a unos 1.600 km del Atlntico, pero el da 3 de octubre de 1981, la expedicin esta-ba en Belm do Par.

    Fuimos con una lancha rpida al Atlntico, as que pudimos festejar la vencida del Ro de las Amazonas y la conexin factible de los dos ocanos. Celebramos con sendas botellas de Coca-Cola; aunque Antonio y yo decamos que se mereca un brindis de ms burbujas.

    El brindis lo ofreci el Excelentsimo Sr. Da Silva Lpez, el gobernador del Estado, quien nos felicit, ofrecindonos residencia en la ciudad por todo el tiempo que pensbamos quedarnos.

    Pero, despus de visitar la universidad y de dar una rueda de prensa, tuvimos que salir porque quedaban todava muchos ros por recorrer.

    Tuvimos otra vez suerte: encontramos en el puerto a un seor, dueo de un pequeo barco de cabotaje, que deba salir para Manaos. ste, todo un caballero, le propuso al Capitn meter nuestro peero al remolque. Una semana ms tarde, el 18 del mes de octubre de 1981, con la tripulacin descansada, los dos barcos atracaron en Manaos.

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    e x p e d i c i n a m i s t a d e i n t e g r a c i n s u r a m e r i c a n a

    Las viejas vas frreas de la regin conocieron mejores pocas

    Se fij el motor fuera de borda y, dos das despus, se zarp con destino a Venezuela.

    La expedicin haba obtenido un precioso regalo de la Capi-tana del Puerto de Manaos: un mapa del Ro Negro, desde Manaos hasta la frontera con Venezuela.

    En el viaje de ida se haba navegado sin problemas hasta Ma-naos, pero estudiando el mapa, todo el entusiasmo de los dos amigos de a bordo desapareci.

  • ros de integracin p a u l g e o r g e s c u

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    Hasta la confluencia con el ro Branco, unos 400 km, en el mapa aparecan un sinfn de islas, de canales, lagunas y ca-os. Pero siempre estaba claramente indicado el canal nave-gable del ro, con profundidades de 8 m, y en ciertos lugares una extensin que llega hasta unos 30 km.

    En este mapa, vimos que desde el ro Branco hasta Venezuela haba piedras peligrosas en todas partes.

    El da 2 de noviembre, el peero Niculina estaba en el Puerto de Camanaus, desde donde comienza la Cachoeira de So Ga-briel. Pero se haba construido un tramo de carretera de unos 30 km, que ulteriormente va a ser incorporado a una gran carretera transamaznica.

    Pero pasar la Cachuela de So Gabriel, a pesar de que ahora se tenan dos motores, fue mucho ms difcil. Dos veces el peero fue llevado por la corriente algunos kilmetros aguas abajo, pero, al fin logramos pasar.

    El da 6 de noviembre de 1981 fue un da marcado con una piedra blanca, porque habamos llegado a la Piedra del Co-cuy, donde comienza el territorio de Venezuela.

    Al da siguiente, el 7 de noviembre, se lleg al puerto de San Carlos de Ro Negro, donde se encontraba la primera guarni-cin venezolana.

    El peero Niculina y su tripulacin fueron recibidos en el puer-to por toda la poblacin del pueblo, con flores y banderas.

    Se haba recorrido el ro Casiquiare sin problemas y sin descansar. El Capitn y su tan valioso amigo Antonio Cuello estaban agotados, porque se cumpla casi un ao desde que

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    e x p e d i c i n a m i s t a d e i n t e g r a c i n s u r a m e r i c a n a

    La Piedra del Cocuy marca el encuentro de los lmites de Venezuela, Brasil y Colombia

    empezaron a explorar los ros y todava quedaban cosas que hacer.

    El 18 de noviembre, por fin, se descarg el peero del camin, directamente en las aguas del Orinoco, despus de haberse hecho el transbordo para evitar los grandes raudales.

    Fuimos recibidos por mucha gente y por las autoridades con una cena festiva ofrecida por el Club de Leones, del cual nues-tro amigo Antonio es un distinguido miembro.

  • ros de integracin p a u l g e o r g e s c u