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513  Revista de Es tudios Extr emeños , 2011, Tomo LXVII, N.º II I.S.S.N.: 0210-2854 ESTUDIOS EXTREMEÑOS REVISTA HISTÓRICA, LITERARIA Y ARTÍSTICA (Fundada en 1927)

Campo de Concentracion de Castuera

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    Revista de Estudios Extremeos, 2011, Tomo LXVII, N. II I.S.S.N.: 0210-2854

    ESTUDIOS EXTREMEOSREVISTA

    HISTRICA, LITERARIAY ARTSTICA

    (Fundada en 1927)

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    REVISTADE

    ESTUDIOSEXTREMEOS

    AO 2011 ~ TOMO LXVII

    NMERO IIMAYO - AGOSTO

    CENTRO DE ESTUDIOS EXTREMEOSDIPUTACIN DE BADAJOZ

    CAMPO DE CONCENTRACIN DE CASTUERA

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    Revista de Estudios Extremeos, 2011, Tomo LXVII, N. II I.S.S.N.: 0210-2854

    DIRECTOR:

    Moiss Cayetano Rosado

    DIRECTORA DEL CENTRO DE ESTUDIOS EXTREMEOS:

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    CONSEJO DE REDACCIN:Jos Mara lvarez MartnezDomingo Barbolla CamareroPilar Blanco-Morales LimonesMarcelino Cardalliaguet QuirantJuan Manuel Carrasco GonzlezFeliciano Correa GameroFernando Corts CortsRafael Espaa FuentesRafael Rufino Flix MorillnLuis Fernando de la Macorra y CanoPilar Mogolln Cano-CortsAntonio Prez DazFernando Rubio GarcaAntonio Salvador PlansFernando Serrano MangasFrancisco Vzquez PardoManuel Simn Viola Morato

    SECRETARIO:

    Diego Peral Pacheco

    REVISTA DE ESTUDIOS EXTREMEOS(Fundada en 1927)

    D. L.: BA-14-1958 - I.S.S.N.: 0210-2854

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    Tfnos.: (924) 245091 - 245722Fax: (924) 235908

    La Revista de Estudios Extremeoses cuatrimestral y el importe de su

    suscripcin anual es de 9,02 C

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    PRESENTACIN ............................................................................................... 519

    ESTUDIOS ...................................................................................................... 525

    LEN CCERES, GUILLERMO; LPEZ RODRGUEZ, ANTONIO D. YGONZLEZ CORTS, JOS RAMN: El campo de concentracinde Castuera: del olvido forzado a lugar de memoria yrecurso didctico ................................................................................. 527

    MORADIELLOS, ENRIQUE: La historiografa de la guerra civilespaola. Un perspectiva valorativa ................................................... 595

    GONZLEZ QUINTANA, ANTONIO: Los Archivos Estatales:recursos electrnicos y nuevas tecnologas al servicio de lainvestigacin ........................................................................................ 629

    FERRNDIZ, FRANCISCO: Gritos y susurros: exhumaciones yrelatos de la derrota en la Espaa actual ............................................ 667

    GONZLEZ RUIBAL, ALFREDO et al: Excavaciones arqueolgicasen el campo de concentracin de Castuera (Badajoz).Primeros resultados ............................................................................. 701

    GONZLEZ CORTS, JOS RAMN: La represin franquista enla bibliografa: El sistema concentracionario y el trabajoforzado ................................................................................................. 751GMEZ BRAVO, GUTMARO: Claves del modelo penitenciario franquista (1936-1948) ....................................................................... 815

    SUMARIO

    Pg.

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    LPEZ RODRGUEZ, ANTONIO D.: Crceles en el Partido Judicialde Castuera. Antecedentes, contexto y permanencia en eltiempo .................................................................................................. 837

    DAZ DAZ, BENITO: La represin franquista como generadoradel fenmeno de los huidos en Extremadura ....................................... 909

    MENDIOLA GONZALO, FERNANDO: Lejanas montaas, recuerdoscercanos. Historia y Memoria del trabajo de prisionerosandaluces y extremeos en las carreteras del Pirineo navarro (1939-2010) .......................................................................... 935

    GUTIRREZ MOLINA, JOS LUIS: Trabajo esclavo y obrashidrulicas: extremeos en el Canal de los Presos ............................. 973

    GONZLEZ CORTS, JOS RAMN: Esclavizar para vencer yconvencer: los Batallones de trabajadores y el trabajo for-zado en el sistema represivo franquista ............................................1.013

    LEN CCERES, GUILLERMO: Las vctimas del franquismo ennuestro laberinto: reflexiones para un debate .................................. 1.051

    CHAVES RODRGUEZ, CANDELA: Castuera. Consejos de guerra .......... 1.085

    GONZLEZ CORTS, JOS RAMN; LPEZ RODRGUEZ, ANTONIO D.y LEN CCERES, GUILLERMO: Bibliografa regional bsicasobre la guerra civil, la represin y la memoria .............................. 1.107

    CAYETANO ROSADO, MOISS: Campo de concentracin deCastuera: esfuerzo divulgativo, didctico y de investigacin .......... 1.121

    RESEAS ....................................................................................................... 447

    MISCELNEA ................................................................................................. 483

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    Presentacin

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    BLANCA

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    Presentacin

    Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quiz no merezcamos existir.

    JOS SARAMAGO.

    El Campo de concentracin de Castuera es uno de los espacios ms luc-tuosos de la Guerra Civil y su recuerdo pervive, a pesar de ciertas resistenciasnostlgicas, trufado de evocaciones personales, trabajo asociativo, esfuerzoinvestigador e iniciativas didcticas y divulgativas. Por eso, en el setenta ycinco aniversario de la Guerra Civil, la Revista de Estudios Extremeos publi-ca el dossier El Campo de concentracin de Castuera: Guerra civil, represiny Memoria.

    Este nmero monogrfico tiene en el Campo de Castuera el espacio cen-tral a partir del cual, y a lo largo de catorce trabajos, se desarrolla una tripleperspectiva: la Guerra Civil, la represin y la memoria. El dossier se inicia conun artculo de los coordinadores sobre el devenir y las diferentes perspectivashistrico-funcionales del propio campo. A continuacin, Enrique Moradiellosexamina la historiografa sobre la Guerra Civil y diferencia entre una fase msideologizada y otra plenamente historiogrfica, de forma que la produccinresultante se ha caracterizado por la heterogeneidad tanto temtica comometodolgica. De hecho, la posibilidad de acceder a los fondos depositados enlos archivos castrenses ha tenido su reflejo cuantitativo y cualitativo en la pro-duccin historiogrfica. Y sobre las posibilidades que para investigar el entra-mado concentracionario nos ofrecen los registros militares y civiles estatalesnos habla el archivero Antonio Gonzlez.

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    Por su parte, el antroplogo Francisco Ferrndiz reflexiona acerca de latrascendencia social de los testimonios orales y visuales sobre el pausadotraumtico derivado de la Guerra, si bien su reflexin se centra en el impactoque las intervenciones en las fosas y las posteriores exhumaciones de las vcti-mas republicanas tienen sobre los discursos de la memoria. Mientras, el equi-po dirigido por el arquelogo Alfredo Gonzlez relata los resultados de lasprimeras excavaciones arqueolgicas realizadas en un campo de concentra-cin franquista, el de Castuera. Y reconstruye, mediante el registro arqueolgi-co, distintos aspectos de la vida cotidiana en el campo.

    De la heterogeneidad e inconstancia de los estudios sobre lo concen-tracionario y los trabajos forzados a la eclosin de esta bibliografa, propicia-da tanto por el acceso de los investigadores a nuevas fuentes como por unarenovacin de la historiografa, se ocupa el trabajo de Jos Ramn Gonzlez.

    En otro orden de cosas, las concomitancias entre lo concentracionario ylo penitenciario son evidentes. Y precisamente, acerca del sistema penitencia-rio, sus orgenes, la influencia eclesistica y sobre las diferentes aproximacio-nes historiogrficas al entramado carcelario reflexiona Gutmaro Gmez. Enesa lnea argumental, pero a escala comarcal y provincial profundiza AntonioD. Lpez, al reconstruir el proceso de transicin del Campo de concentracinde Castuera a Prisin.

    Acerca de la represin en los campos y crceles y su influencia en elincremento de huidos que fueron a engrosar, en un nmero significativo, elmovimiento guerrillero en el centro de Espaa versa el trabajo de Benito Daz.

    As mismo, los trabajos forzados constituyen otra de las aristas de laheterognea represin desarrollada por los sublevados y continuada en la pos-guerra. Dicha temtica se aborda en este dossier a lo largo de tres artculos, quesin perder de vista su carcter estatal, se acercan a las peculiaridades regiona-les. As, Fernando Mendiola nos aproxima a la explotacin de los prisionerosrepublicanos en el Pirineo Navarro. Por su parte, Jos Luis Gutirrez recrea lostrabajos forzosos de los penados en el Bajo Guadalquivir. La reciente aperturaa los investigadores de los fondos del Tribunal de Cuentas ha permitido obte-ner una visin ms ntida del entramado concentracionario y esclavista delfranquismo. En esta lnea, Jos Ramn Gonzlez se acerca, a una escala regio-nal, a la explotacin de los prisioneros republicanos.

    Guillermo Len se aproxima a la problemtica de la memoria y retomala cuestin de las fosas, as como la pervivencia de la memoria de los vencedo-

    JOS R. GONZLEZ CORTS, GUILLERMO LEN CCERESY ANTONIO D. LPEZ RODRGUEZ

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    res en el espacio pblico, tras una transicin amnsica y una legislacin clara-mente insuficiente.

    Y sobre el alcance en la comarca de Castuera de otra de las modalidadespunitivas, la mal llamada represin legal encarnada en los Consejos de Gue-rra, nos habla Candela Chaves.

    Tras un estudio sobre la bibliografa bsica regional sobre la guerra ci-vil, la represin y la memoria, de los coordinadores, cierra este dossier MoissCayetano Rosado valorizando el esfuerzo divulgativo, didctico y de investi-gacin que se realiza sobre el Campo de concetracin de Castuera.

    En definitiva, el lector tiene en sus manos un monogrfico heterogneotanto en sus visiones y metodologas multidisciplinares, como en sus tem-ticas. La intencin es meridiana, desarrollar una panormica multidisci-plinar para profundizar en la comprensin de un periodo (el de la GuerraCivil y la posguerra), ms polidrico -temticas y enfoques- que dicotmico-vencedores y vencidos-.

    JOS RAMN GONZLEZ CORTSGUILLERMO LEN CCERES

    ANTONIO D. LPEZ RODRGUEZ(Coordinadores)

    PRESENTACIN

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    Estudios

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    Revista de Estudios Extremeos, 2011, Tomo LXVII, Nmero II, pp. 527-594

    El Campo de concentracin de Castuera:del olvido forzado a lugar

    de memoria y recurso didcticoGUILLERMO LEN CCERES

    ANTONIO D. LPEZ RODRGUEZJOS RAMN GONZLEZ CORTS1

    RESUMENEl Campo de concentracin de prisioneros de Castuera fue un elemen-

    to ms del entramado represivo franquista pero, presenta ciertas peculiarida-des que permiten un anlisis desde una perspectiva interdisciplinar: histri-ca, memorialista y didctica.

    La memoria de las vctimas, la pervivencia de algunos vestigios fsicos,el esfuerzo de algunos historiadores y familiares, y la activa labor de un mo-vimiento asociativo han contribuido a su reconocimiento como Bien de inte-rs cultural y a su conversin en un lugar de memoria y espacio educativo.

    PALABRAS CLAVE: Campo de concentracin, represin, memorial, Bien de inte-rs cultural, recurso didctico, educacin en valores.

    ABSTRACT:Castuera Concentration Camp was another element of the repressive

    Francoist framework. However it has certain characteristics that allow acertain analysis from an interdisciplinary perspective: from history, from ahistorical memory and from a didactic one.

    The memory of the victims, the existence of some construction traces,the efforts of some historians and families, and the active work of associations,have all contributed to its recognition as a site of cultural interest and to itstransformation into a place for memory and a space for education.

    KEY WORDS: Concentration Camp, repression, memorial, cultural heritage,didactic resource, ethics.

    1 Miembros de los colectivos Asociacin Memorial Campo de concentracin de Castuera(AMECADEC), Frente extremeo. Asociacin para el estudio y recuperacin del patrimonioblico reciente y Grupo de Estudios de Historia Contempornea de Extremadura (GEHCEx).

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    Los libros, tanto el ensayo como la historia, son preferentementeun viaje por el tiempo; el espacio se capta mal en los libros.

    Hay que estar en los lugares y esos lugares por dondehemos deambulado hablan por s mismos.

    MANUEL REYES MATE

    Castuera, un verdadero campo de concentracin.Estaba situado en una explanada cerca del pueblo y de la va frrea.

    A la izquierda haba un montculo bastante alto2.

    PASCUAL TENA CARMONA

    INTRODUCCINLos campos de concentracin fueron uno de los mecanismos represivos

    ms eficaces puestos en marcha por las autoridades franquistas durante la Gue-rra Civil y la postguerra y llama la atencin que esta relevancia en su momentohistrico haya sido inversamente proporcional a la presencia del recuerdo delos mismos en la sociedad espaola del postfranquismo. En el mismo sentidola historiografa ha tardado en reconocer su protagonismo en la cimentacin dela Victoria sobre la que se fragu el franquismo.

    El Campo de concentracin de prisioneros de Castuera fue uno ms den-tro del engranaje represivo del bando franquista pero, dadas sus caractersticasy devenir, presenta ciertas singularidades con respecto a otros establecimien-tos del universo concentracionario franquista.

    El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre tres cuestiones relaciona-das con el espacio que ocup el Campo de concentracin de Prisioneros deCastuera: primero, su historia como espacio represivo; segundo, su considera-cin como lugar de memoria, especialmente para los familiares del indetermi-nado nmero de desaparecidos que pasaron por las instalaciones del mismo,insertndolo en un contexto ms amplio de presencia de memorias en el espa-cio pblico; y, por ltimo, su consideracin como recurso didctico y musesticoa la luz de su declaracin como Bien de Inters Cultural (BIC) por la Junta deExtremadura en mayo de 2009. Sin embargo, antes hemos de hacer un breverecorrido por los orgenes y evolucin del Campo de concentracin.

    GUILLERMO LEN CCERES, ANTONIO D. LPEZ RODRGUEZY JOS RAMN GONZLEZ CORTS

    2 Ex prisionero del Campo de concentracin de Castuera, entrevistado en Higuera de la Serenaen el ao 2003.

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    EL CAMPO DE CONCENTRACIN DE CASTUERA:DEL OLVIDO FORZADO A LUGAR DE MEMORIA Y RECURSO DIDCTICO

    FIGURA 1: Fotografa area del Campo de concentracinen la que se aprecian las lneas de los fosos perimetrales.

    Fuente: Proyecto de Recuperacin de la Memoria Histrica de Extremadura (PREMHEX).

    I. HISTORIA DE UN RECINTO ALAMBRADO

    I.1. Una necesaria contextualizacin histrica del Campo de concentra-cin de Prisioneros de Castuera.El Campo de concentracin de Castuera fue producto de la Guerra Civil.

    Durante todo el conflicto Extremadura mantuvo un frente activo que pas porvarias fases de actividad y letargo. La etapa inicial marcada por el deseo detomar Madrid, se caracteriz por el avance, ya en agosto, de las tropasafricanistas por la zona occidental de la provincia pacense. De este modo seestableca la continuidad espacial del territorio controlado por los sublevadosy se abra la ruta hacia la capital.

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    El Frente extremeo se sumi, a partir de octubre de 1936, en una nuevafase de cierta tranquilidad, slo rota por algunas escaramuzas que se saldabancon pequeas ganancias territoriales para los rebeldes. Esta situacin se man-tuvo hasta las acciones del cierre de la Bolsa de La Serena en el verano de1938. Con dichas operaciones que constituan el retorno a una guerra abierta,se pretendan fortalecer las lneas de los sublevados y evitar un posible contra-ataque republicano que pudiera alcanzar la frontera portuguesa y romper endos el territorio sublevado.

    Las operaciones sobre el entrante republicano se desplegaron de formacombinada por los Ejrcitos del Sur y del Centro. Los combates se desarrolla-ron a lo largo de tres etapas: a) de consolidacin, entre el 14 y el 20 de julio;b) de ocupacin, cierre de la Bolsa y limpieza, entre el 20 y el 24 de julio yen la que se liberaron las ms importantes poblaciones de La Serena, entreellas Castuera; y c) de consolidacin del Frente, entre el 9 al 15 de agosto3. Sinembargo, la contraofensiva republicana que se extendi entre el 22 de agosto einicios de septiembre, consigui ciertos progresos y finaliz con la estabiliza-cin del frente.

    Posteriormente, en enero, y tras la fortificacin de las nuevas lneas delfrente, se retomaron los combates. En esta ocasin, las operaciones que reci-bieron el nombre de la batalla de Valsequillo, se iniciaron con una ofensivarepublicana que durante los primeros das se desarroll con importantes avan-ces, pero la falta de planificacin fren los avances y provoc el regreso a lasposiciones previas. El balance de la operacin se cerr a principios de febrerocon importantes bajas para los republicanos.

    El eplogo de la guerra en el Frente extremeo estuvo marcado por elavance del ejrcito franquista sobre las ltimas posiciones republicanas. Enestas circunstancias, los soldados republicanos optaron por entregarse o saliren desbandada sin saber a dnde dirigirse. Anteriormente, a esa ofensiva final,el Estado Mayor del ejrcito de Franco, en previsin del importante contingen-te de prisioneros que iban a realizar, acord a principios de marzo la creaciny ubicacin de numerosos campos de prisioneros en viejas almazaras, caseros

    GUILLERMO LEN CCERES, ANTONIO D. LPEZ RODRGUEZY JOS RAMN GONZLEZ CORTS

    3 Para un anlisis ms profundo de la evolucin del Frente extremeo, hasta agosto de 1938,vase HINOJOSA DURN, J.: Tropas en un Frente olvidado. El Ejrcito republicano enExtremadura durante la Guerra Civil, Editora Regional de Extremadura, Mrida, 2009.

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    o lugares empalizados4. As, en la lnea del Frente extremeo se dispuso lainstalacin de los campos de prisioneros de Alcaudete de la Jara (Toledo),Cjara, Castilblanco, Valdecaballeros, Fuenlabrada de los Montes, Casero deZaldvar (inmediaciones de Casas de Don Pedro), Siruela, Chilln (CiudadReal), Almadn (Ciudad Real), Castuera, Los Blzquez, Valsequillo y LaGranjuela (los tres ltimos cordobeses). A estos campos, dependientes de dis-tintos Cuerpos de Ejrcito y Divisiones, se les supona una labor limitada en eltiempo. Sin embargo en algunos, como el de Castuera, la labor de clasifica-cin, represin y reeducacin se prolong durante varios meses.

    Adems, estos centros de internamiento militar tambin contribuyeron ala represin a escala local y comarcal sobre los civiles. As, poblacin civilrefugiada que volva a sus pueblos fue internada en estos espacios. Y en algu-nos casos como el de los Caseros de Zaldvar y de las boticarias (en lapoblacin pacense de Casas de Don Pedro)5, o Castuera, a la clasificacin lesucedi la incomunicacin y finalmente las sacas para su fusilamiento.

    El Campo de concentracin de Castuera por su relevancia histrica entre marzo de 1939 y marzo de 1940 funcion como uno de los principalesespacios represivos franquistas en la regin-, patrimonial, historiogrfica,antropolgica y hemerogrfica6 es una plataforma ideal para entender el fen-meno de la Guerra Civil, a escala nacional, regional y comarcal. Pero tambin,para explicar la estrategia violenta que despleg el Estado franquista para con-solidar su victoria y ampliar su control social.

    I.2. El Campo de Castuera en el sistema concentracionario franquistaextremeoEn este sentido, no podemos olvidar que el Campo de concentracin de

    Castuera fue producto de una dinmica blica y represiva de naturaleza estatal.Los ms de cien campos de concentracin franquistas creados en Espaa cons-

    EL CAMPO DE CONCENTRACIN DE CASTUERA:DEL OLVIDO FORZADO A LUGAR DE MEMORIA Y RECURSO DIDCTICO

    4 Archivo General Militar de vila (AGMA). ZN. Ejrcito del Sur. Informacin. Instruccinsobre prisioneros y presentados. Marzo 1939. Armario 18/ Legajo 17/ Carpeta 17.

    5 BARRERO ARZAC, F.: Los fusilamientos del 15 de mayo de 1939 en Casas de Don Pedro(Badajoz). Puede consultarse en http://www.todoslosnombres.org/doc/investigaciones/investigacion34.pdf; Del mismo autor: Historia y tragedia de la 109 BM en el Campo deZaldvar (Badajoz). Puede consultarse en www.todoslosnombres.org.

    6 Al final del artculo se adjuntan en un anexo las numerosas referencias hemerogrficas sobreel Campo de concentracin de Castuera.

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    tituyeron una pieza bsica del proceso global sociorrepresivo de los vencedo-res de la Guerra Civil. Estos espacios represivos surgieron al calor de la guerray en paralelo al avance de los sublevados. Por eso en Extremadura, territoriocon un frente vivo durante toda la guerra, surgieron numerosos campos y dep-sitos de detencin7.

    El establecimiento del sistema de campos de concentracin franquistasen Extremadura se puede enmarcar dentro de tres etapas de cronologa biendefinida. En la primera fase aparecieron centros de detencin espontneos ytemporales que constituyeron el embrin del mundo concentracionario extre-meo. En los momentos iniciales y a pesar de la intensa represin franquista,el remanente de los prisioneros vivos fue tal que ante la inexistencia o defi-ciencia de crceles en la mayora de las poblaciones liberadas se hizo apre-miante habilitar algunos locales donde los presos pudieran tenerse con ciertasgarantas de control. As en la capital pacense los sublevados acondicionaronvarios lugares a guisa de campos de detencin, entre ellos el cuartel de LaBomba y la tristemente famosa Plaza de toros. Tambin en Mrida se habilitcomo centro de detencin y eliminacin el cuartel de Artillera. Por su parteen la zona cacerea se dispusieron la Prisin Provincial en Cceres, y los de-psitos locales en Plasencia y Trujillo.

    La segunda fase arranca en el verano de 1937, cuando se produce latransicin de los provisionales campos previos a los campos de concentracinreconocidos como tales y dependientes de la Inspeccin de Campos de Con-centracin franquista. La continuidad de la guerra, unido a la escasa capacidady temporalidad de estos centros, as como en algunos casos la cercana delfrente, motiv la permanencia de los centros ms estables y la adecuacin denuevos campos. Durante este perodo funcionaron los Campos del cuartel deLa Bomba de Badajoz, las plazas de toros de Trujillo, Plasencia y el cortijo deLos Arenales en las cercanas de Cceres.

    Estos centros se caracterizaron por la recepcin de prisioneros proce-dentes de los frentes ms activos -especialmente del Frente Norte y del Frente

    GUILLERMO LEN CCERES, ANTONIO D. LPEZ RODRGUEZY JOS RAMN GONZLEZ CORTS

    7 Para saber ms sobre la implantacin del sistema de campos de concentracin franquistas enExtremadura, vase GONZLEZ CORTS, J. R.; Origen y desarrollo de los camposde concentracin franquistas en Extremadura, en Revista de Estudios Extremeos, n 1,Tomo LXII, 2006, pp. 257-288.

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    Campos de concentracinen el Frente Extremeo

    de Aragn- y del extremeo, en cuya proximidad se crearon puntualmente pe-queos depsitos de prisioneros. Posteriormente los prisioneros eran clasifica-dos y destinados en su mayora a los Batallones de Trabajadores. Esa funcininicial se acompaaba tambin de un proceso reeducativo mientras que losprisioneros considerados como desafectos eran represaliados. Por ltimo,en la vspera de las operaciones del cierre de la Bolsa de La Serena se incorpo-raron a la red oficial de campos franquistas el cuartel de Artillera de Mriday la plaza de toros de Cceres.

    La etapa final del entramado concentracionario franquista se abre con ladesintegracin del ejrcito republicano y el final de la guerra en marzo-abril de1939. El fuerte incremento del nmero de aprehendidos motiv la adecuacinde numerosos campos de concentracin divisionarios para hacer frente a laimportante masa de prisioneros. En este contexto, se habilitaron en las inme-diaciones del Frente extremeo numerosos campos.

    EL CAMPO DE CONCENTRACIN DE CASTUERA:DEL OLVIDO FORZADO A LUGAR DE MEMORIA Y RECURSO DIDCTICO

    FIGURA 2: Campos de concentracin franquistas en el Frente extremeo.Diseo: Jos Luis Rubio.

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    Aunque el ms importante, por su tamao y duracin, fue el Campo deconcentracin de Castuera8. Pero en las zonas de la Siberia y los Montes deExtremadura, tambin se adecuaron ncleos concentracionarios en el Palaciodel Cjara, Herrera del Duque, Fuenlabrada de los Montes, Castilblanco,Valdecaballeros, Siruela y en los caseros de Zaldvar y de Las boticarias enCasas de Don Pedro.

    Estos depsitos menores funcionaron como establecimientos regulado-res de la marejada de prisioneros desde el frente ya inactivo hacia los sobrecar-gados campos ya existentes y hacia el naciente Campo de Castuera. A su vez,en la posguerra se crearon otros campos de concentracin en las poblacionespacenses de Mrida -en el convento de Santo Domingo-, Almendralejo y sereactivaron las prisiones de Herrera del Duque y de Puebla de Alcocer.

    De esta forma improvisada y progresiva las tropas rebeldes desplegaronel entramado concentracionario en Extremadura. Y a su vez, y de forma paula-tina, fue desapareciendo a medida que se clasificaba a los prisioneros y se-guan diversos caminos: la fosa, la crcel, las diversas unidades de trabajosforzados, la mili de Franco.

    Como era de esperar, primero desaparecieron los campos ms endebles,despus le tocara el turno a los estables. Algunos se convirtieron en prisiones,como sucedi con la Prisin Provincial de Badajoz, con la de Almendralejo,con el convento de Santo Domingo, e incluso durante un tiempo y hasta sudesmantelamiento con el Campo de Castuera. De hecho varias de estas crce-les siguieron alojando hasta bien entrada la dcada de los cuarenta a losindeseados rojos. Otros recuperaron gradualmente sus usos primitivos, sobretodo las plazas de toros de Badajoz, Mrida, Plasencia, Trujillo y Cceres.Tambin el Cortijo de Los Arenales recuper su anterior funcin agroganaderay el cuartel de Artillera de Mrida sus primitivas ocupaciones castrenses. Yalgunos, como el casero de Zaldvar y el descampado de Castuera, quedaronabandonados.

    GUILLERMO LEN CCERES, ANTONIO D. LPEZ RODRGUEZY JOS RAMN GONZLEZ CORTS

    8 Vase AGMA, Caja 1.275. Documentacin del Ejrcito del Sur.

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    I.3. Descripcin fsica y funciones del Campo de Castuera.

    Ese era uno de verdad, con barracones de madera formando calles;haba unos ochenta barracones, ocho filas de diez,

    la calle central mucho ms ancha...9.

    A pesar del silencio forzoso de la dictadura, la evocacin del Campo deconcentracin de Castuera se mantuvo en la memoria colectiva, aunque deforma imprecisa y tamizado de recuerdos personales. Precisamente, en la faseinicial de la investigacin sobre el Campo de concentracin de Castuera, esosrecuerdos fueron la principal fuente de informacin y la nica para conocer elaspecto de este centro represivo. En la tarea de recrear el espacio, el testimonioy el plano elaborado por Zacaras Jimnez Murillo -un superviviente del cam-po, aunque ya fallecido-, fueron primordiales. Posteriormente, la interaccinde la fotografa area, el anlisis de los restos en superficie y el contraste de lostestimonios de supervivientes y familiares han permitido una reconstruccinms fidedigna de este espacio represivo en constante evolucin.

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    9 Testimonio de Domingo Conde, ex prisionero del Campo de concentracin de Castuera,entrevistado en Cabeza del Buey en el ao 2003.

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    FIGURA 3: Plano del Campo elaborado porel ex prisionero Zacaras Jimnez Murillo en el ao 2003.

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    FIGURA 4: Plano del Campo elaborado por el personal tcnicode la Diputacin de Badajoz en Castuera.

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    FIGURA 5: Localizacin del Campo con respecto al casco urbano actual de Castuera.

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    El lugar elegido por los mandos de la 21 Divisin para emplazar el campoes una extensa planicie, situada en la finca La Verilleja, ubicada a tres kilmetrosde Castuera, en la falda norte de la Sierra de Benquerencia, y a la que se accedapor el camino que pasando por las traseras del Cementerio recorra la falda de lasierra. Aunque tambin se poda acceder por un camino desigual que transitabapor la sierra.

    Se trataba de un espacio relativamente cercano a una poblacin desde laque trasladar los suministros y donde albergar a los guardias del campo. Pero asu vez, era un lugar algo distanciado de Castuera, a cubierto de miradas inc-modas y visitas indiscretas. El emplazamiento tambin disfrutaba de la proxi-midad (a menos de un kilmetro) de la va frrea Badajoz-Mrida-Ciudad Real,y la cercana de un pequeo regato serrano. Y fue en este descampado donde seinici la construccin del campo, en marzo de 1939, por parte de prisionerosrepublicanos englobados en los Batallones de Trabajadores nos 104 y 410.

    A lo largo del ao que estuvo operativo (marzo de 1939-marzo de 1940),el Campo de Castuera sufri varias modificaciones estructurales y cambios ensu funcionamiento. Esa evolucin conform un gran espacio de forma irregu-lar, dividido en dos zonas contiguas -principal y secundaria-, y rodeado defosos perimetrales, dos lneas de alambradas y varias garitas de vigilancia.

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    10 Para profundizar en el estudio del trabajo esclavo en Extremadura, vase el trabajo de J. R.GONZLEZ CORTS que se recoge en este monogrfico: Esclavizar para vencer y convencer:los Batallones de trabajadores y el trabajo forzado en el sistema represivo franquista.

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    En el lado noroeste del Campo se encontraba el acceso principal al Cam-po. Dicha puerta estaba rodeada de alambradas, dispuestas en zig-zag paraevitar fugas, y desde all, se acceda a la zona principal. En su interior, unnmero variable de barracones prefabricados en los que se hacinaban en con-diciones infrahumanas los prisioneros.

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    FIGURA 6: Vestigios de los fosos perimetrales que rodeabanel Campo de concentracin de Castuera.

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    Los barracones que eran de tablas de madera y techumbre de uralita, sedividan en varias calles y estaban separados por una gran plaza central presi-dida por una cruz.

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    FIGURA 7: Frente de un barracn recreado por el exprisioneroJose Antonio Amors Camps.

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    En esta rea tambin se constata la existencia de varias construccionesauxiliares (zona de tiendas provisionales, servicios internos, barracones de in-comunicados y posteriores, pozos y lavaderos).

    Por su parte, en el interior de la zona secundaria, y orientadas al noreste,se encontraban las letrinas, el basurero del campo y algunas edificaciones auxi-liares. As mismo, fuera del recinto alambrado haba una serie de edificios yconstrucciones agregadas al Campo, como los barracones exteriores, en losque se alojaban los guardias y donde se estableci el puesto de mando. Tam-bin fuera se localizaban la Casa del Jefe del Campo y la zona de la bandera. Yen las proximidades del campo se hallaban las bocaminas de La Gamonita yTetun y la zona de visitas que daba acceso a la entrada principal.

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    FIGURA 8: Peana de la cruz, ante la que se celebrabanceremonias religioso-patriticas y de revista.

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    De forma similar a las modificaciones fsicas, el Campo tambin evolu-cion en sus cometidos, de modo que pueden distinguirse tres etapas. Una faseinicial entre marzo y junio de 1939 en la que el Campo cumple funciones declasificacin, represin y aniquilacin selectiva. Un segundo perodo que seextiende entre julio y octubre de 1939 marcado por las tareas de clasificacin,represin, prisin preventiva y reubicacin en otros campos o prisiones. Y unatercera etapa, de noviembre de 1939 a mediados de marzo de 1940, en la quefuncion como Prisin Central.

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    FIGURA 9: Castillete de la bocamina de La Gamonita,situado en la inmediaciones del Campo.

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    La ltima etapa que padecieron los recluidos en este espacio alambradoarranc con la Orden del Ministerio de Justicia de 26 de octubre donde elantiguo Campo de concentracin pasaba a denominarse Prisin Central enconsideracin al numeroso contingente de reclusos que alberga y la condi-cin de los mismos...11. La casi totalidad de los 3.200 hombres que permane-can en las antiguas dependencias del Campo de Castuera en los primeros me-ses de 1940, estaban incursos en consejo de guerra, esperando sentencia oiniciando condena. Precisamente gracias a este cambio formal de la autoridadmilitar a la civil del antiguo Campo se cuenta con un importante legado docu-mental. La nueva burocracia de la Direccin General de Prisiones, con Mxi-mo Cuervo al frente, facilit la instruccin de una serie de expedientes sancio-nadores a raz de una serie de fugas continuadas y el incremento de falleci-mientos por enfermedades. Tanto los intentos por escapar del recinto alambra-do como las muertes estaban en parte influidas por un empeoramiento de laalimentacin estrechamente vinculado a la corrupcin de parte de los funcio-narios de prisiones. Los funcionarios que haban actuado como directores delas prisiones de Castuera, Herrera del Duque, Puebla de Alcocer y la provin-cial de Badajoz haban cometido irregularidades en el abastecimiento de men-cionadas prisiones. Un hecho comprobado documentalmente, dada la instruc-cin judicial que se estableci para esclarecer los hechos, que tiene similitudescon el desabastecimiento y el enriquecimiento de unos pocos durante los pri-meros meses de abierto el Campo.

    Pero adems, el cambio de jurisdiccin conllev la aplicacin de un con-junto de medidas para adaptar el antiguo espacio concentracionario al regla-mento de una prisin central. Esto tambin supuso un ltimo cambio en lamorfologa del Campo.

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    11 Biblioteca de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias. Repertorio coleccinlegislativa. 1939/1957. Ttulo primero. Rgimen y disciplina de las prisiones. Orden de 26de octubre de 1939. (B.O. n. 305 de 1 de noviembre de 1939).

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    I.3.I. La represin en el Campo de concentracin de CastueraEntre las tres funciones bsicas desplegadas por el sistema de campos

    de concentracin franquistas figuraban la clasificacin, la reeducacin y larepresin. Esta ltima fue la que tuvo un mayor protagonismo entre los milesde prisioneros que pasaron por el recinto alambrado del Campo de concentra-cin de Castuera. En este sentido la historia de la llamada cuerda india12 haforjado la imagen del Campo como lugar de excesos represivos, incluso comocentro de exterminio, por parte de los vencedores de la guerra. Esta prcticarepresiva, desarrollada en las bocaminas cercanas, consista en lanzar al abis-mo a los prisioneros atados por la cintura y rematarlos con granadas de mano.Entre los prisioneros se lleg a conocer esa prctica que sin duda contribuiraa la extensin del terror, incluso ms all del propio recinto alambrado. Sobrela veracidad de los hechos slo contamos con testimonios de prisioneros, que obien escucharon cmo de madrugada la tierra temblaba13 por el efecto de lasbombas de mano que se lanzaban para rematar a los moribundos, o bien echan-do escombros a las minas14.

    De lo que no cabe duda es de la intencionalidad y previsin por parte delas autoridades franquistas del establecimiento de los distintos procesos repre-sivos que se instituyeron en el Campo de concentracin de Castuera. En estesentido, el nombramiento como primer Jefe de Campo del guardia civil Ernes-to Navarrete Alcal constituye un elemento clave en la funcin aniquiladoradesplegada desde el Campo. Su accin tuvo una cronologa concreta que com-prendi principalmente los meses de abril y mayo de 1939. La estrategia repre-siva se bas en sacas desde los barracones de incomunicados. Con una caden-cia sin determinar se alternaban las conducciones de prisioneros hacia los lu-gares de ejecucin. Los testimonios apuntan a la zona de enterramientos que sehabilit tras las tapias del cementerio viejo, cerca de la pista de tierra quecomunicaba el Campo con el pueblo. Tambin se han sealado por parte de lostestimonios la posibilidad de que hubiera desplazamientos de detenidos aVillanueva de la Serena y a Magacela15 para las ejecuciones.

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    12 La primera referencia bibliogrfica que recoge la prctica represiva de arrojar los prisionerosatados por la cintura a la mina de La Gamonita se plasm en la obra de Justo VILAIZQUIERDO: Extremadura: La Guerra Civil, Badajoz, Editorial Universitas, 1986, p. 164.

    13 Testimonio de Flix Morillo, Castuera, 1998.14 Testimonio de M. Esperilla Caldern, Castuera, 2003.15 Testimonio del que fue guardin del Campo Abundio Durn, vecino de Fuente de Cantos, 2005.

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    La mayor evidencia de los fusilamientos perpetrados son las desapari-ciones denunciadas por los propios familiares. Los casos que se conocen seinsertan en un escenario de sacas peridicas de carcter extrajudicial. Paraaclarar esta aseveracin se puede aludir al expediente de Antonio GallardoAyuso16. De manera singular el rigor exigido en el procedimiento judicial porparte de un Juez Militar, concretamente del Juzgado n 68 instalado enAlmendralejo, nos ha ayudado a verter algo ms de luz sobre el perodo mscruento del Campo de concentracin. Dicho Juez inici el encausamiento deAntonio Gallardo y procedi a indagar sobre su paradero. En sus requerimien-tos se dirigi al Juez Municipal de Campanario que acab dando voz a la viudaque declar que su marido muri el 5 de mayo de 1939 a consecuencia deherida de armas de fuego, sabe esto por los guardias que tena el Campo deconcentracin que se lo dijeron cuando fueron a llevarle comida. Pero larespuesta del Juez encargado del Registro Civil de Castuera quiz sea la msreveladora:

    no consta fallecimiento en el Registro de Castuera pero como hepodido comprobar son bastantes las defunciones ocurridas que no se ha-llan inscritas y se ignora si ello obedece a motivos de guerra o a otrascircunstancias.

    Esta falta de respuesta sobre el paradero de un individuo por parte de laspropias autoridades franquistas refuerza con otros argumentos el listado provi-sional de desaparecidos que se atribuyen a la represin desarrollada en elCampo de concentracin. Por supuesto, hay que tener en cuenta la falta dedocumentacin sobre la organizacin del Campo, provocada tanto por un posi-ble ocultamiento desde los mismos momentos de su existencia, como por eltratamiento que se ha dado a lo largo de la Dictadura, la Transicin y la Demo-cracia a los papeles de la represin franquista. Precisamente el desconoci-miento sobre el paradero de la documentacin del Campo de concentracinfue la respuesta que el Jefe de la Prisin Central de Castuera dio a la mujer delmdico D. Jos de la Rubia sobre su peticin de informacin (Figura 10).

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    16 Agradecemos al historiador local Diego Jess Barquero Caballero el conocimiento de dichoexpediente que se encuentra depositado en el Archivo del Gobierno Militar de Madrid. TribunalTerritorial Primero de Madrid (en adelante TTPM). Las absurdas y draconianas limitacionesde acceso a los fondos del TTPM dificultan las investigaciones sobre la represin franquista yel Campo de concentracin de Castuera.

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    As mismo, los expedientes gubernativos abiertos, por su mala praxis, alos funcionarios que se hicieron cargo de la transicin de Campo de concen-tracin a Prisin Central, confirman la indefinicin legal en la que se hallabanlos prisioneros. Todos estos aportes documentales perfilan los contornos de unestablecimiento, como el Campo de concentracin de Castuera, caracterizadopor la ms absoluta arbitrariedad, y donde la violencia, la deshumanizacin ylas sacas estuvieron controladas por la direccin del propio Campo.

    En definitiva, la falta de documentacin y la ocultacin de la represinpor parte de los vencedores de la guerra forman parte del listado decondicionantes que han impedido e impiden el conocimiento de lo que ocurrien el Campo de concentracin de Castuera en su primera etapa. No obstantelos indicios y documentos que se han recopilado y analizado apuntan a la exis-tencia de un plan de aniquilacin inmediatamente despus del anuncio oficialde final de la guerra. Una estrategia que funcion con unas caractersticas pro-pias dentro del amplio contexto en el que se desarroll el Campo de Castuera,

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    FIGURA 10: Respuesta del Jefe de la Prisin Central de Castueraa la mujer de un desaparecido.

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    pero que tuvo sus rplicas durante el mismo perodo en crceles locales habili-tadas, en los depsitos municipales y en la Prisin de Partido de Castuera17.Por tanto, no puede desgajarse la represin ejercida en el Campo de concentra-cin de Castuera de la que se fue fraguando desde cada una de las localidadesde la comarca de La Serena, de la propia provincia e incluso a escala nacional.

    II. COEXISTENCIA DE MEMORIAS?: EL CAMPO DE CONCEN-TRACIN DE CASTUERA COMO LUGAR DE MEMORIA

    II.1. Apuntes sobre la memoria franquista y la memoria de las vctimasde la represin franquistaSalvo trabajos aislados18, hasta tiempos recientes la historiografa no haba

    profundizado en el papel que el universo concentracionario franquista habatenido en la represin de guerra y postguerra19. Esa anomala historiogrfica yacadmica tambin afect a los campos aparecidos en Extremadura, en gene-ral, y al de Castuera, en particular. As, hasta 2002 no apareci el primer traba-jo de Gonzlez y Ortiz sobre el Campo de Castuera20. Posteriormente, apareci

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    17 Para un conocimiento ms extenso sobre el devenir de la Prisin de Partido de Castuera y suinteraccin con el sistema concentracionario, vase el artculo de A. D. LPEZ RODRGUEZque aparece en este dossier: Las funciones represivas de las prisiones de Castuera.Antecedentes, funcionamiento y permanencia en el tiempo.

    18 Vase LLARCH, J.: Campos de concentracin en la Espaa de Franco, ProduccionesEditoriales, Barcelona, 1978.

    19 Aunque hay algunos estudios anteriores sobre los campos, la mayora de los mismos fueronde mbito local o regional de ah que se resalten los trabajos de carcter estatal. As, vanseRODRIGO, J.: Vae Victis! La funcin social de los campos de concentracin franquistas, enMir, C. (ed.): La represin bajo el franquismo, Dossier de Ayer, n 43, 2001, pp. 163-188; yLos Campos de Concentracin franquistas, entre la historia y la memoria, Siete Mares,Madrid, 2003; PASCUAL, P.: Campos de concentracin en Espaa y batallones detrabajadores, en Historia 16, n 310, 2002, ao XXV, pp. 8-29; y MOLINERO, C., SALA,M., y SOBREQUS, J. (eds.): Una inmensa prisin. Los campos de concentracin y lasprisiones durante la guerra civil y el franquismo, Crtica, Barcelona, 2003. A partir de estemomento vieron la luz numerosos trabajos sobre la temtica concentracionaria, a escala localy regional.

    20 Es cierto que con anterioridad a dicha fecha aparecieron referencias al Campo en variostrabajos sobre la guerra civil y la guerrilla en Extremadura, pero no eran estudios especficossobre el campo como el texto de GONZLEZ, A., y ORTIZ, P.: Memoria y testimonio delcampo de concentracin de Castuera, en VV.AA.: Congrs Els camps de concentraci i elmon penitenciari a Espanya durant la Guerra Civil i el franquisme. Barcelona, Actas previas,2002, vol. 1, pp. 201-207. Consultado en http://www.cefid.uab.es/files/comunicII-2a.pdf.

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    el primer artculo de Lpez Rodrguez (2004)21. Finalmente, en 2006 apareciCruz, bandera y Caudillo. El campo de Concentracin de Castuera, la prime-ra monografa elaborada por Lpez Rodrguez22. A su vez, un ao antes (2005),se haba celebrado en Castuera un curso de verano de la Universidad deExtremadura denominado: Restituir la Memoria. Crceles y campos de con-centracin. En dicho curso. A. D. Lpez Rodrguez y J. R. Gonzlez Cortsdesarrollaron la ponencia titulada: El campo de concentracin de Castuera.

    La aparicin de las primeras publicaciones sobre el Campo contribuye-ron a la movilizacin de ex prisioneros, familiares, historiadores y organiza-ciones sociopolticas. Hasta entonces en la sociedad civil espaola y extreme-a no se haba originado un movimiento social que demandase la recuperacinde espacios de represin como el Campo de concentracin de Castuera. Paraexplicarse esto, indefectiblemente hemos de girar el foco de atencin al perio-do histrico que fue antesala de la democracia que hoy disfrutamos, es decir, laTransicin poltica. En este periodo se decidi echar al olvido23 el traumticopasado, particularmente la represin que, a su vez, haba sido la base sobre laque se haba edificado el estado franquista que se quera desmantelar en laTransicin. Adems, y como ya se recoge en otros trabajos, la referencia a esepacto de olvido que acept la oposicin a la dictadura fue propiciado por laconsideracin de asociar inextricablemente guerra civil y dictadura y, por tan-to, concluir que rechazar la guerra era rechazar el franquismo24.

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    21 LPEZ RODRGUEZ, A. D.: El campo de concentracin de prisioneros de Castuera, enCHAVES PALACIOS J. (coord.): Memoria histrica y Guerra Civil: represin en Extremadura,Diputacin Provincial de Badajoz, Badajoz, 2004, pp. 193-215.

    22 LPEZ RODRGUEZ, A. D.: Cruz, bandera y Caudillo. El campo de Concentracin deCastuera, CEDER-La Serena, Castuera, 2006. Un ao despus se publicaba un trabajo de J.R. GONZLEZ CORTS (elaborado en 2003), sobre el Campo, dentro de una monografasobre la represin franquista en la provincia de Badajoz: El mundo concentracionarioextremeo en el sistema represivo franquista: el campo de concentracin de Castuera, enGARCA PREZ, J.: La depuracin de funcionarios, maestros y otros colectivos desafectosen la provincia de Badajoz durante la Guerra Civil, Diputacin provincial de Badajoz,Badajoz, 2007, pp. 167-228. En este trabajo se inclua la primera aproximacin general aluniverso concentracionario franquista en Extremadura.

    23 Vase JULI DAZ, S.: Echar al olvido, en Claves de razn prctica, n 129, 2003.24 RODRIGO, J.: Las vctimas de la guerra civil en el espacio pblico. De la invisibilidad a la

    omnipresencia en http: //www.cihde.org/seminarioCIHDE.pdf, p. 9.

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    No obstante, no todo se olvid en la Transicin. En numerosos pueblosde Extremadura familiares de las vctimas se organizaron y lucharon contra lascircunstancias polticas impuestas para exhumar los restos de los represaliados.Una de las primeras exhumaciones fue la realizada en la localidad pacense deCasas de Don Pedro, pueblo cercano a Castuera y cuya fosa estaba relacionadacon la represin desarrollada en el Campo de concentracin ubicado en loscaseros de Zaldvar y de las Boticarias. Por su parte, si nos centramos en laspoblaciones del Partido Judicial de Castuera, la primera de las exhumacionesse realiz en el municipio de Valle de la Serena25, concretamente en marzo de1979.

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    FIGURA 11: Exhumacin realizada en el trmino deHiguera de la Serena durante la transicin

    25 El Peridico Hoy recoga el hecho en Valle de la Serena: exhumacin de cadveres de personasfallecidas durante la guerra civil, Diario Hoy, 22/3/1979.

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    Los testimonios de los que organizaron dichos actos concuerdan a lahora de describir los miedos y amenazas que tuvieron que soportar para llevara cabo su particular reivindicacin de la memoria de las vctimas26, emitidassobre todo por parte de las mximas autoridades provinciales del momento.Una vez dado el paso por los vecinos de Valle de la Serena siguieron el ejem-plo, dentro del mismo Partido Judicial de Castuera, Zalamea, Quintana e Hi-guera de la Serena, concentrndose todas ellas entre finales de los 70 y princi-pios de los 80.

    En este sentido el historiador Francisco Espinosa estableca cuatro pe-rodos en el tratamiento de la memoria. El primero de negacin, que iba de1936 a 1977. La segunda etapa, entre 1977 a 1982, calificada como poltica deolvido. La tercera fase, denominada suspensin de la memoria, se extendaentre 1982 y 1996. Y finalmente, el cuarto perodo que se extenda desde 1996hasta 2002 y que titulaba como el resurgir de la memoria27.

    Sin embargo en pueblos como Cabeza del Buey o el mismo Castuera nose produjo ninguna exhumacin pese a ser sobradamente conocida por la po-blacin la elevada incidencia de la represin de los vencedores al finalizar laguerra, e incluso, pese a conocerse los lugares donde estaban ubicadas las fo-sas. En este sentido, lo ocurrido en Castuera resulta muy relevante. Varios sonlos factores que pudieron influir en esa direccin: el alto porcentaje de foraste-ros que fueron fusilados en Castuera; el enorme castigo que recibi la pobla-cin durante la posguerra -la ltima persona fue asesinada en 1949- y que ino-cul el miedo y el rechazo que an se vive cuando se habla de esos temas; ysobre todo la fuerte emigracin que padeci y que contribuy al desarraigo.Como se ver unas lneas ms adelante, en ambas localidades se realizaronacciones de distinta entidad y repercusin que alteraron tmidamente la memo-ria intacta de legitimacin que el franquismo construy tras su victoria.

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    26 Hemos recogido el testimonio de Felisa Casatejada para la actuacin que se llev a cabo enCasas de Don Pedro y de Pablo Caballero para la realizada en Valle de la Serena.

    27 ESPINOSA MAESTRE, F.: Historia, memoria y olvido: la represin franquista, enBEDMAR, A. (coord.): Memoria y olvido sobre la Guerra Civil y la represin franquista,Ayuntamiento de Lucena, 2003, pp. 103-124.

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    De una observacin detallada de los monumentos conmemorativos o fu-nerarios erigidos en la zona que nos ocupa, se observa una reveladora preemi-nencia numrica y espacial de los dedicados a los cados franquistas28. Se apre-cia con nitidez y a escala comarcal la pervivencia de la sistemtica y minucio-sa construccin en toda Espaa de una simbologa, visible y omnipresente,destinada a exaltar la cruzada, as como a sus hroes y mrtires29. Las lpidasconmemorativas colocadas en campos santos, fachadas de iglesias, interior decatedrales, en los ayuntamientos o en monumentos que se situaban en plazas yunidos a cruces, fueron y son parte del ceremonial constante establecido du-rante el franquismo para recordar sus orgenes30.

    Pero el acto inaugural de construccin de la memoria de los Cadospor Dios y por Espaa se inici en Castuera en julio de 193931. Tras ese even-to simblico, ao a ao, se fueron celebrando por parte de las autoridadeslocales y jefes del movimiento desfiles y ofrendas a las cruces y lpidas querecordaban a las vctimas derechistas. Conmemoraciones y homenajes, quetuvieron su continuidad durante la Transicin. En concreto, en julio de 1976 enla localidad de Campanario, la Jefatura local del Movimiento conmemorabael XL aniversario del Alzamiento Nacional y el XXXVIII de la liberacin deeste pueblo por las Fuerzas Nacionales. La invitacin se cerraba con la excla-macin habitual, ARRIBA ESPAA!, aunque precedida de una expresin quedaba constancia de los nuevos viejos tiempos: VIVA EL REY! 32.

    Otro ejemplo puede verse en un artculo aparecido en el Diario Hoy del27 de noviembre de 1980. En la noticia se informaba de la misa celebrada enCastuera y en Quintana de la Serena en recuerdo a Franco y a Jos Antonio

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    28 En la pgina web http://www.1936laserenalosmonegros.es se puede encontrar una importantemuestra fotogrfica de los monumentos conmemorativos de la zona.

    29 Vase AGUILAR FERNNDEZ, P.: Polticas de la memoria y memorias de la Poltica,Alianza Editorial, Madrid, 2008, pp. 145 y ss.

    30 Dionisio Ridruejo expuso en sus memorias que fue l quien orden colocar las lpidas,asumiendo que la cosa resultara, pronto o ms tarde, cuestin litigiosa y memoria agresiva,dado que el recordatorio- a diferencia de las lpidas puestas en Francia tras la Gran Guerra,por ejemplo- slo se refera a los muertos de uno de los bandos, no a todos. Vase CASTROBERROJO, L.: Hroes y cados. Polticas de la memoria en la Espaa Contempornea, Loslibros de la catarata, Madrid, 2008, pp. 103-104.

    31 Diario HOY, 11 de julio y 14 de julio de 1939.32 Vase LPEZ RODRGUEZ, Antonio D.: Cruz, bandera y Caudillo, op. cit., pp. 25-26.

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    Primo de Rivera33. Era evidente que, tras cerca de cuarenta aos de construc-cin de la memoria de los vencedores y del memoricidio de los republica-nos, los falangistas de la zona conmemoraban el 18 de julio, como antao,seguros de que todo estaba atado y bien atado.

    Y algo de razn deban de tener, puesto que la vigencia social de la me-moria de los triunfadores era innegable. Esto explica la tarda celebracin dehomenajes a figuras republicanas, como al ltimo alcalde republicano de Ca-beza del Buey, Justo Vigara -a principios de la dcada de los noventa-, y a supaisano, el maestro Antonio Rodrguez Valds. Este ltimo celebrado en 1981.

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    FIGURA 12: Desfile de homenaje a los Cados por Dios y por Espaa, pasandoante las autoridades locales y provinciales situadas en la calle de los Mrtires

    en Castuera. (Fondo Antao. Universidad Popular de Castuera)

    33 Diario HOY, 27 de noviembre de 1980.

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    Por su parte, en Castuera se llevaron a cabo dos acciones, la retirada dela lpida con los nombres de los Cados por Dios y por Espaa, que estabacolocada en la fachada de la Iglesia parroquial y la Cruz de los Cados quepresida la Plaza de Espaa. La retirada de los smbolos de la Cruzada serealiz en el ao 1990 por parte del Ayuntamiento de Castuera estando comoAlcalde-Presidente el socialista D. Juan Mara Vzquez Garca. No obstante,la Cruz de los Cados no abandon definitivamente el espacio pblico, dadoque fue reubicada junto a la puerta principal de acceso al cementerio de lalocalidad.

    Pero a pesar de esas actuaciones, esa intransigencia frente a las diferen-tes iniciativas que pretendan visualizar la represin sufrida por los republica-nos an perdura. En esa lnea se pueden encuadrar las intimidaciones a varioshistoriadores por sus investigaciones relacionadas con la represin franquista

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    FIGURA 13: Homenaje al maestro D. Antonio Rodrguez Valds, 6 diciembre 1981.(Imagen cedida por D. Rafael Rubio. Aparece en la foto el tercer

    de la primera fila por la izquierda).

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    en la zona34. Aunque tambin existe otros tipo de resistencia, la eclesistica35.Una muestra de ello la podemos encontrar en las palabras del sacerdote TeodoroLpez Lpez, comisionado por la Archidicesis de Mrida-Badajoz. El prro-co expone en el siguiente texto la postura de la Iglesia acerca de la memoria dela guerra:

    De nuevo se vuelve a la memoria histrica de lo que ocurri hacesetenta y siete aos. Po Moa dice que es conveniente un debate tan ne-cesario como difcil. Existen dos lneas de trabajo en nuestra regin:una, la asociacin regional pro memoria histrica, al exhumar de lasfosas comunes los cados perdedores; y otra, la comisin diocesana promrtires a instancia de la Conferencia Episcopal Espaola y la SedeApostlica al historiar las iglesias locales36.

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    34 Este sera el caso de Antonia GONZLEZ y Pablo ORTIZ cuando intentaban localizar testi-monios sobre el campo de concentracin de Castuera. GONZLEZ, A. y ORTIZ, P.: Memoriay testimonio del campo de concentracin de Castuera, en VV.AA.: Congrs Els camps deconcentraci op.cit., p. 2. Tambin el historiador Diego Jess Barquero encontr pasquinesarrojados por su localidad de residencia (Campanario), firmados por Falange en los que leacusaban de haber ocultado numerosas muertes ocasionadas por los republicanos. Entre losreproches que se le haca se empleaban argumentos de la siguiente ndole: La tipologaimpresa que utiliza para los asesinatos en el bando nacional es ms pequea que la utilizadapara los fallecidos en el bando republicano Porqu?.

    35 Al respecto, puede verse en LPEZ RODRGUEZ, A., y LEN CCERES, G.: Larecuperacin de la memoria de la Guerra Civil y de la represin de la dictadura franquista enExtremadura: La experiencia de la Asociacin Memorial Campo de concentracin de Castuera,en Entelequia, Revista Interdisciplinar, Monogrfico La Memoria como conflicto. Memoriae Historia de la Guerra Civil y el Franquismo, n 7, 2008, p. 177.

    36 LPEZ LPEZ, T.: Aspectos biogrficos de los sacerdotes mrtires del siglo XX en Espaa.En Coloquios de Trujillo, Ao 2004, consulta electrnica: http://www.chde.org/index.php?option=com_content&view=article&id=179:sacerdotes-martires-siglo-xx-badajoz&catid=32:2004&Itemid=41. Es evidente que una parte significativa de la Iglesiacatlica se identifica con la pseudohistoriografa revisionista sobre la guerra civil. Esterevisionismo, cuando no negacionismo, vendra a justificar el papel de la Iglesia comoalentadora, santificadora y colaboradora de la guerra y del consiguiente proceso represivo. Enesa lnea, tambin se encuadra el texto del religioso A. D. MARTN RUBIO: Fuego, hoces ymartillos. La otra historia del campo de concentracin de Castuera que no quieren contarnos,en http://www.fnff.es/b111_06.htm. En dicho texto, colgado en la pgina web de la FundacinNacional Francisco Franco, el autor defiende que frente a la intencionadamente deformadahistoria del Campo de concentracin de Castuera sera preferible que se dejara reposar atodos los muertos de la Guerra Civil bajo una cruz que fuera smbolo de reconciliacin, unidady verdad.

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    Otra ejemplo ms de la presencia en el espacio pblico de la memoria delos vencedores lo constituye, varias dcadas despus de reinstaurada la demo-cracia, la perpetuacin en el callejero, de algunas poblaciones, del nombre depersonajes vinculados al franquismo. A propsito de esto, Francisco Erice apuntaque la persistencia hasta la actualidad en muchos casos, de amplios vesti-gios franquistas en el callejero de las ciudades espaolas es, sin duda, una delas muestras ms evidentes de las continuidades entre el presente y el rgi-men anterior37.

    Como sabemos, los nombres de las calles vienen a reflejar los valoresde un determinado rgimen poltico, precisamente por ello la denominacinde calles y plazas constituy una poltica de la memoria que alcanz granimportancia durante la dictadura. Lleg a todos los rincones de la geografay afect a toda la poblacin38. Y que no slo quera realzar los valores sobrelos que se asentaba el nuevo estado franquista sino que tambin pretenda bo-rrar cualquier reminiscencia de la memoria republicana, dado que all dondela II Repblica ha quedado vencida por la sublevacin o por las armas, losnuevos seores se empean en hacer desaparecer todo vestigio de ella. Yello desde los primeros das de la sublevacin39.

    Durante la Transicin, y particularmente desde la llegada al poder muni-cipal de representantes elegidos democrticamente, se realizaron algunos cam-bios en la nomenclatura de los callejeros, haciendo desaparecer nombres yepisodios vinculados a los vencedores de la guerra, si bien en 2001 an seconservaban en la ciudad de Madrid ms de 160 vas pblicas con denomina-ciones de este tipo40.

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    37 ERICE SEBARES, F.: Guerras de la memoria y fantasmas del pasado. Usos y abusos de lamemoria colectiva, Eikasia Ediciones, Oviedo, p. 136.

    38 CUESTA BUSTILLO, J.: La odisea de la memoria. Historia de la memoria en Espaa,siglo XX, Alianza Editorial, Madrid, 2008, p. 210.

    39 Ibidem, p. 145.40 CASTRO BERROJO, L.: Hroes y cados. Polticas pblicas de la memoria en la Espaa,

    op. cit., p. 221.

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    En la provincia de Badajoz tambin se vivi el fenmeno, y a pesar delas resistencias41, se consigui, en algunos lugares, hacer desaparecer de loscallejeros nombres vinculados al franquismo. En la zona de La Serena pode-mos destacar la oposicin que hubo en Campanario a iniciativas de este tipo.As, tenemos constancia de una propuesta por parte de los concejales del PSOEde la localidad para cambiar el nombre a las calles General Mola y Queipo deLlano por Avenida de Extremadura; la mocin fue derrotada gracias al voto decalidad emitido por el Alcalde, representante de la Unin de Centro Democr-tico42.

    Pero quizs lo ms llamativo es la presencia actual en algn callejero dela zona de nombres estrechamente unidos a la mstica e imaginera blica fran-quista, como pueda ser el caso de las calles Sanjurjo, Jos Antonio Primo deRivera, Pilar Primo de Rivera, General Yage o General Moscard en ZarzaCapilla. Concretamente, se localizan en el ncleo nuevo que se construy du-rante la posguerra por Regiones Devastadas. El pueblo de Zarza Capilla fuedestruido al ser frente de guerra, y sobre todo, por los bombardeos franquistasde finales de septiembre de 1938. Dada la proximidad, destaca tambin el pue-blo vecino de Pealsordo donde se conservan en el callejero, los nombres deOnsimo Redondo, Queipo de Llano o Garca Morato, entre otros.

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    FIGURA 14: Calle GeneralSanjurjo. Zarza Capilla la Nueva.

    41 Vase una aproximacin a la naturaleza de estas iniciativas y las resistencias despertadas enLEN CCERES, G.: La memoria de la guerra civil en la Transicin Poltica a travs de laprensa regional: la provincia de Badajoz, en CUESTA BUSTILLO, J. (dir.), MemoriasHistricas de Espaa, siglo XX, Fundacin Francisco Largo Caballero, Madrid, 2007, pp.156-157.

    42 Vase al respecto Sobre cambio de calles en Campanario, Carta al Director, Diario Hoy,20/3/1980.

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    Y ha sido en este contexto de importante presencia, en el espacio pbli-co, de la memoria franquista, en el que se ha asistido a la consolidacin civil yal reconocimiento legal del Campo de concentracin de Castuera como lugarde memoria.

    II.2. El Campo de Concentracin de Prisioneros de Castuera: lugar dememoriaComo ya se ha sealado, el Campo de concentracin de Castuera fue un

    espacio represivo de primer orden y un lugar del que an se desconoce el n-mero total de personas all desaparecidas. Ambos aspectos convierten a esteCampo en un singular lugar de memoria43. Es este un emplazamiento que reneen torno a s Historia y Memoria44: Historia, en cuanto a ejemplo paradigmti-co del aparato represivo franquista en su modalidad concentracionaria; y Me-moria, puesto que constituye el ltimo referente vital para los familiares de laspersonas que desaparecieron despus de ingresar en el recinto alambrado. Comoafirman Elizabeth Jelin y Victoria Langland cuando en un sitio aconteceneventos importantes, lo que antes era un mero espacio fsico o geogrfico setransforma en un lugar con significados particulares, cargado de sentidos ysentimientos para los sujetos que lo vivieron45.

    No ha sido hasta principios de este siglo, y particularmente desde la cons-titucin de la Asociacin Memorial Campo de concentracin de Castuera (enadelante AMECADEC) cuando se ha integrado al espacio pblico extremeo

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    43 Fue Pierre Nora quien acu el concepto del que apunt que es una nocin abstracta,puramente simblica, destinada a desentraar la dimensin rememoradora de los objetos, quepueden ser materiales, pero sobre todo inmateriales, vase NORA, P.: La aventura de Leslieux de mmoire, en CUESTA BUSTILLO, J. (ed.): Historia y Memoria, Ayer, n 32, 1998,p. 32.

    44 Sobre las no siempre transparentes relaciones entre ambos conceptos pueden verse, por ejemplo,SNCHEZ LEN, P.: La objetividad como ortodoxia: los historiadores y el conocimiento dela Guerra Civil espaola, en ARSTEGUI, J., y GODICHEAU, F.: Guerra Civil, mito ymemoria, Marcial Pons, Madrid, 2006; tambin CUESTA BUSTILLO, J.: Memoria e historia.Un estado de la cuestin, en CUESTA BUSTILLO, J. (ed.): Historia y op. cit.

    45 JELIN, E., y LANGLAND, V.: Las marcas territoriales como nexo entre pasado y presente,en JELIN, E., y LANGLAND, V.: Monumentos, memoriales y marcas territoriales, SigloXXI, Madrid, 2003, p. 3.

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    este lugar de memoria, aunque siempre ha flotado en el recuerdo de las perso-nas de mayor edad residentes en las localidades cercanas.

    Para los supervivientes del Campo y los familiares de los desaparecidosel silencio ha sido an ms lacerante puesto que no han podido expresar pbli-camente su experiencia y dolor hasta hace apenas pocos aos. Evidentemente,el modo en que durante la Transicin se ignor el tema y el desinters de losposteriores gobiernos democrticos fueron argumentos contundentes para queestas personas no hablasen de su experiencia o sus familiares expresasen suduelo46.

    Estos reparos a la hora de manifestar el duelo o de dar testimonio en elespacio pblico es algo que an hoy se pueden apreciar. Al impacto traumticode la experiencia del Campo de concentracin, donde las palizas, la violenciaarbitraria y la reeducacin burda eran una constante, han de sumarse cuarentaaos de dictadura y una Transicin que decidi no recordar el pasado. As,para llegar a una democracia se vivi durante aos de espaldas a ese testimo-nio. Adems, las propias vctimas se negaban a hablar de esa experiencia47,fundamentalmente por el miedo inoculado durante dcadas.

    Pero lo ms sorprendente es la falta de unanimidad a la hora de hacerjusticia a esas vctimas. La falta de consenso poltico en este asunto se reflejaen la dejacin de funciones que hace el Estado cuando disea, negocia y aprue-ba la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplan

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    46 Como afirma Priscilla Hayner All donde el dolor no ha podido expresarse durante aos y seha sufrido un silencio impuesto, suele haber un miedo penetrante que debilita, y cuandotermina la represin es necesario aprender lentamente a fiarse del gobierno, la polica y lasfuerzas armadas, y tambin confiar en la libertad de expresin y manifestar abiertamente elduelo, HAYNER, P.: Verdades innombrables, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 2008,p. 30.

    47 Esto es algo que sucede en otras sociedades sometidas a una intensa represin poltica, comocuenta Mnica CERUTTI para el caso de Argentina: Hay una memoria colectiva que registralo que se ha grabado en el cuerpo social. Este efecto de terror diferido, que los militares sehan encargado de refrescar con cierta periodicidad [] produce como efecto la anulacindel tiempo transcurrido, lo que qued grabado en cada uno a fuego, se reactualiza y reavivala parlisis. La negacin como mecanismo de defensa, se hereda de padres a hijos. Muchasveces los padres para proteger a sus hijos les decan: de eso no se habla! Y los nios, luegojvenes, reiteraron la orden: de eso no hablaban, CERUTTI, M.: La memoria de las vctimas.Testimonios para una reflexin tica, en MARDONES, J. M., y MATE, R. (eds.): La ticaante las vctimas, Anthropos, Barcelona, 2003, p. 259.

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    derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecucin oviolencia durante la Guerra Civil y la dictadura48. Especialmente, cuando en elartculo 11.1 se dispone que las Administraciones Pblicas, en el marco de sucompetencias, facilitarn a los descendientes directos de las vctimas que as losoliciten las actividades de indagacin, localizacin e identificacin de las per-sonas desaparecidas violentamente durante la Guerra civil o la represin pol-tica posterior y cuyo paradero se ignore, es decir, se descarga en el ciudadanouna obligacin que corresponde al Estado49.

    Descendiendo al plano local, esa falta de consenso se plasm en el des-acuerdo entre los grupos polticos del Ayuntamiento de Castuera para conde-nar la represin de la dictadura franquista en un Pleno Extraordinario celebra-do el 14 de abril de 2007, en el marco del Homenaje que se haca a las vctimasdel Campo de concentracin de Castuera aquel ao. En el citado Pleno nolleg a aprobarse la Declaracin de condena de la dictadura ya que se propug-naba la unanimidad y esta no existi50.

    Pero acaso lo ms asombroso sea la falta de consenso social51 a la horade recuperar los cadveres de las fosas comunes. Puesto que esto apunta haciadficits morales en nuestra sociedad que tienen quiz que ver con el no recono-cimiento de la justicia que emana de la vctima. En el sentido de que la vcti-ma ve algo que escapa al verdugo o al espectador, a saber, el significado del

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    48 Boletn Oficial de Estado, 27 de diciembre de 2007.49 Al respecto, Amnista Internacional afirmaba que la ley de memoria histrica aleja las

    labores de investigacin necesarias para la localizacin de fosas, exhumacin e identificacinde restos del contexto judicial en el que deberan enmarcarse de conformidad con el derechointernacional. Vase, Informe Espaa: la obligacin de investigar los crmenes del pasadoy garantizar los derechos de las vctimas de desaparicin forzada durante la Guerra Civil yel franquismo, noviembre de 2008, p. 27. https://doc.es.amnesty.org/.

    50 Una referencia a este episodio en LPEZ RODRGUEZ, A., y LEN CCERES, G.: Larecuperacin de la memoria de la Guerra Civil y de la represin de la dictadura franquista enExtremadura op. cit., pp. 184-185.

    51 Aunque evidentemente tambin los medios de comunicacin alimentan el desencuentro eneste asunto, un claro ejemplo de noticia periodstica que pretende reflejar este disenso sociales la que publicaba El Mundo titulada La discordia brota de nuevo, el da 18/11/2007, cuyaentradilla deca lo siguiente: La intencin de la Junta de Extremadura de declarar Bien deInters Cultural el campo de concentracin de Castuera (Badajoz), provoca divisin entre losvecinos. El cuerpo del artculo se abra con las declaraciones de un ex prisionero en las queafirmaba que su paso por el Campo de concentracin haba sido una pesadilla y que no volveraa hablar ms del asunto porque el que habla sobre eso, se busca un problema.

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    sufrimiento declarado insignificante por la cultura dominante52. Pero quizesa falta de acuerdo proceda del desconocimiento de unos episodios de nues-tro pasado que no se han comenzado a estudiar sistemticamente hasta tiemposrecientes53.

    En ese contexto, algunos familiares de represaliados, vctimas en defini-tiva, se apoyan en las asociaciones dedicadas a recuperar la llamada memoriahistrica. Las autoridades polticas y el sistema judicial no dan respuesta aestas vctimas que en ocasiones, como decimos, canalizan sus demandas a tra-vs del movimiento social. Estas circunstancias ponen de manifiesto la exis-tencia de una poltica y un derecho insensibles y alejados de la tica54.

    Precisamente, por el desamparo de las vctimas, el Campo de concentra-cin de Castuera es algo ms que un lugar de memoria para los familiares delos desaparecidos. Este lugar es tambin el ltimo referente geogrfico de susseres queridos desaparecidos. A estas alturas, an se desconoce el nmero exactode vctimas de la represin franquista en Extremadura55, as como el nmero dedesaparecidos en el Campo de concentracin56. Y eso a pesar de que enExtremadura se est desarrollando un Proyecto para recuperar la MemoriaHistrica.

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    52 MATE, R.: Memoria de Auschwitz. Actualidad moral y poltica, Trotta, Madrid, 2003,p. 258.

    53 Si no, no se entendera esa indiferencia que se aprecia con respecto a la recuperacin de lamemoria y de los cuerpos de los represaliados en los pueblos de la comarca de La Serena ya enla primera dcada del siglo XXI. Esta indolencia quiz tambin es fruto de una sociedadgolpeada duramente por la violencia. Lo que acarrea una insensibilidad social que destruyeuna serie de cualidades conseguidas laboriosamente por el hombre a lo largo de los siglos:la compasin, la solidaridad o la memoria. MATE, R.: Memoria de Auschwitz op.cit.,p. 259.

    54 Toms VALLADOLID sostiene que en una sociedad y en un Estado en los que se pasa derondn por la cuestin de las vctimas no puede decirse que los comportamientos sean tancoherentes y fundados ticamente como debieran serlo. Vase VALLADOLID BUENO,Toms: Los derechos de las vctimas, en MARDONES, Jos Mara y MATE, Reyes (eds.):La tica ante las vctimas op. cit., p. 168.

    55 La ltima cifra avanzada por el Proyecto de Recuperacin de la Memoria Histrica deExtremadura era de 12.501 vctimas, vase Diario Hoy, 17/12/2008.

    56 Vase una lista provisional de desaparecidos en LPEZ RODRGUEZ, A.: Cruz, Bandera yCaudillo op. cit., pp. 327 y ss.

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    Tambin es llamativo que hasta fechas recientes no se hubiera desarro-llado ninguna campaa de exhumaciones de represaliados republicanos en losaledaos del Campo de concentracin, la mina La Gamonita o el cementeriode Castuera57. Y dada la avanzada edad de la mayora de los familiares se hacaperentorio intentar localizar los restos del mayor nmero de represaliados.

    Adems, como decimos, no se puede soslayar el posible uso, presente enlos testimonios, de la sima de La Gamonita como una fosa comn, mediante laprctica de la cuerda india. A da de hoy no se ha podido constatar si real-

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    57 Segn diversos testimonios de prisioneros, familiares y guardias, se arrojaron prisioneros alas minas cercanas. Aunque las tareas de localizacin de restos y exhumacin seran complejas,quiz puedan llevarse a cabo siguiendo la metodologa empleada en las exhumaciones realizadasen la Mina de las Cabezuelas en Camuas (Toledo).

    FIGURA 15: Familiar de varios desaparecidos en el Campodeposita flores en la mina de La Gamonita.

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    mente se llev a cabo esta modalidad represiva, y forma parte de la bruma queha envuelto la memoria de este espacio.

    En este contexto, en los ltimos aos se han desarrollado varias iniciati-vas encaminadas a localizar los restos de los desaparecidos. Las dos primerasacciones se desarrollaron por parte del PREMHEX, a peticin de un familiarde una vctima desaparecida. Concretamente se buscaba la fosa que contuvieralos restos de la vecina de Castuera Matilde Morillo asesinada a principios demayo de 1939 por falangistas locales58. Posteriormente, en el ao 2008, y ainstancias de AMECADEC, los tcnicos de la Consejera de Cultura realizaronuna intervencin en dos direcciones. Por un lado, y teniendo presente la infor-macin recogida en las entrevistas a los supervivientes, se realiz la inspec-cin mediante infrarrojos del espacio del campo y de las inmediaciones delcementerio. Y a continuacin, se procedi a la realizacin de algunas catas- all donde el reconocimiento por infrarrojos haba detectado anomalas en elterreno-, en la zona exterior Este del Cementerio59.

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    58 La bsqueda la iniciaron las hijas de Matilde Morillo, Matilde, Aurora y Antonia NavasMorillo. Finalmente no se hallaron los restos y la familia ha colocado una pequea lpidacon una leyenda y una foto de la desaparecida.

    59 Uno de los supervivientes del campo estuvo encuadrado en un grupo de trabajo destinado ala adecuacin de caminos en las cercanas de Castuera. En sus desplazamientos diarios pasabapor delante del cementerio y era testigo del cierre matinal de las zanjas que haban sidoabiertas en la tarde del da anterior. Testimonio de Zacaras Jimnez Murillo, entrevistado enLogrosn (Cceres), el da 6 de julio de 2003.

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    Por ltimo, y gracias a una subvencin concedida por el Ministerio dePresidencia -en el marco de la convocatoria de subvenciones destinadas a acti-vidades relacionadas con las vctimas de la Guerra Civil y el franquismo-, a unproyecto de AMECADEC, en enero de 2011 se ha iniciado en el cementerio deCastuera una campaa de prospecciones arqueolgicas. El objetivo es meri-diano, detectar las fosas de los represaliados del franquismo. La intervencinha contado con la autorizacin de la Consejera de Cultura y Turismo de laJunta de Extremadura, el permiso del Ayuntamiento de Castuera y la colabora-cin del Proyecto para la Recuperacin de la Memoria Histrica de Extrema-dura. En la actualidad, se est a la espera de la realizacin de una segunda fasede esta campaa que permita concretar los resultados de la misma.

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    FIGURA 16: Imagen area de la zona del cementerioen la que se realizaron las catas. Fuente: PREMHEX.

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    Por otra parte, la insensibilidad para con las vctimas del Campo de con-centracin de Prisioneros de Castuera ha sido tal que el primer homenaje serealiz en una fecha tan tarda como abril de 2005. Este reconocimiento ini-cial, impulsado por la Asamblea Local de Izquierda Unida de Castuera60, sedesarroll entre los das 14 y el 17, destacando en el dptico anunciador de losactos que se realizaba en el 65 aniversario de su clausura.

    La finalidad del acto la sintetizaban los organizadores del siguiente modo:Hace 65 aos que el Campo de concentracin de Castuera era finalmente

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    60 A peticin de Izquierda Unida tuvo lugar una reunin donde concurrieron, entre otros, elAlcalde de Castuera, el Presidente de la Agrupacin Local del PSOE y el Presidente de laAsociacin para la Recuperacin de la Memoria Histrica de Extremadura. No obstante, elAyuntamiento y el PSOE local se desmarcaron de la celebracin, aunque varios de sus militantesy simpatizantes -familiares de desaparecidos en el campo-, participaron a ttulo personal.

    FIGURA 17: Tareas de bsqueda de fosas de represaliados republicanos en el cementerio de Castuera.

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    desmantelado. Sin duda un acto de homenaje en poco puede paliar las injusti-cias cometidas en dicho lugar, por ello construir y acercarse a la Historia dedicho lugar supone una primera pequea reivindicacin de la memoria de mi-les de personas que por situarse en defensa de la legtima Repblica se lespriv de la Justicia, la dignidad y los Derechos atribuidos a todo ser huma-no61.

    El programa de la actividad inclua la proyeccin de varios documenta-les, una mesa redonda que reuna a varios historiadores y, el ltimo da, unrecorrido a pie desde la Plaza de Espaa de Castuera hasta el Campo. En esteprimer Homenaje a las vctimas del Campo de concentracin de Castuera no secont con ningn apoyo pblico. Por tanto, podemos considerar este lugar,cindonos a la clasificacin que establece Pierre Nora (lieux de mmoiredominantes y lieux de memoire dominados)62, como un lugar de memoriadominado en cuanto que no han intervenido activamente las autoridades a lahora de impulsar su reconocimiento.

    Otro aspecto de gran inters, en cuanto a las manifestaciones que tuvo lamemoria en este Homenaje, fue la celebracin de la Marcha al Campo de con-centracin. Esta forma ritualizada de accin colectiva, supuso, por un lado, larememoracin del recorrido que las cuerdas de presos hacan desde el Campode concentracin a la Prisin de Partido, ubicada en la localidad, cada vez queeran llamados para la cumplimentacin de diligencias relacionadas con susexpedientes carcelarios. Y por otro, signific la ocupacin del espacio pblicopor parte de la sociedad civil para poner de manifiesto el homenaje a las vcti-mas del Campo de concentracin en un claro ejemplo de memoria peregri-na63.

    GUILLERMO LEN CCERES, ANTONIO D. LPEZ RODRGUEZY JOS RAMN GONZLEZ CORTS

    61 Vase contraportada del dptico anunciador del Homenaje a las vctimas del Campo deconcentracin de Castuera, en el 65 aniversario de su clausura, del 14 al 17 de abril del2005.

    62 Si los primeros son creados e impuestos por una autoridad nacional y estn cargados deoficialidad, uno no visita esos lugares, uno es convocado a ellos; los segundos han sido creadospor una fidelidad espontnea, convirtindose en lugares de refugio, santuariosdondeel corazn viviente de la memoria an late. Pierre Nora citado en LVAREZ FERNNDEZ,J. I.: Memoria y trauma en los testimonios de la represin franquista, Anthropos, Barcelona,2007, p. 58.

    63 Tomamos la expresin de MOMBELLO, L. C.: Neuqun, la memoria peregrina, en JELIN,E., y LANGLAND, V., Monumentos, memoriales y, op. cit. p. 149 y ss.

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    A principios de 2006 se constituy la Asociacin Memorial Campo deconcentracin de Castuera (AMECADEC)64, que desde entonces se ha hechocargo de la organizacin de los Homenajes a las vctimas del Campo de con-centracin. Hasta hoy han desarrollado cinco homenajes ms y todos se hanestructurado en torno a dos ejes: el primero recoge la voz de las vctimas. Esdecir, hacer presentes en los actos de Homenaje a las vctimas de la represiny/o a sus familiares. El segundo de los ejes, est constituido por un conjunto deactos, agrupados bajo la denominacin de la Marcha al Campo de concentra-cin. Estos actos, con una gran carga simblica, se inician con una caminatahasta el campo y una vez all se procede al izado de la bandera republicanasobre la peana -en la que antao, durante el periodo de funcionamiento del

    EL CAMPO DE CONCENTRACIN DE CASTUERA:DEL OLVIDO FORZADO A LUGAR DE MEMORIA Y RECURSO DIDCTICO

    64 Para un breve recorrido sobre los orgenes, fines y objetivos de la Asociacin vase LPEZRODRGUEZ, A. y LEN CCERES, G.: La recuperacin de la memoria de la Guerra Civily de la represin de la dictadura franquista en Extremadura, op. cit.

    FIGURA 18: Recorrido por las calles de Castuerade la primera marcha al Campo de concentracin.

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    Campo, se levantara la cruz catlica-, y a la lectura de un manifiesto, en el quese rinde recuerdo a las vctimas de la represin y se demanda a los poderespblicos la necesidad de recuperar y preservar el espacio del Campo y la obli-gacin de recordar lo que all sucedi.

    Los homenajes, premeditadamente, se han llevado a cabo siempre en elmes de abril, intentando hacer coincidir su celebracin con la proclamacin, el14 de abril de 1931, de la Segunda Repblica. Los miembros de la Asociacinconsideran que quienes pasaron por el Campo de concentracin lo hicieron porsus ideas polticas y por su defensa del rgimen republicano65. De este modo,ligan el primer ensayo democrtico de la historia de Espaa con el sufrimiento

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    FIGURA 19: Supervivientes izando la bandera republicanaal llegar al Campo en uno de los homenajes.

    65 Apunta Julio ARSTEGUI que no ha habido una verdadera memoria de la Repblica duranteuna generacin, concretamente entre los aos setenta y los noventa dado que la transicin sehizo sobre la negacin de la discordia y el conflicto y la Repblica apareci siempre ligada ala Guerra Civil, ARSTEGUI, J.: Eplogo: memoria de la Repblica en tiempos de Transicin,en EGIDO LEN, A. (ed.): Memoria de la Segunda Repblica, mito y realidad, BibliotecaNueva, Madrid, 2006, p. 369

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    de quienes apostaron por la Repblica, y traen al presente los valores igualitariosque impregnaron el rgimen poltico republicano.

    En esa lnea se insertaba el homenaje celebrado en abril de 2007 y dedi-cado a las mujeres republicanas y a la repre