Cámpora, Discurso de asunción, 1973

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  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

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    CONGRESO DE L NACION

    M E N S J E

    EL P R E SI D EN T E D E LA N A C I O N A R G E N T I N A

    Dr

    HECTOR JOSE CAMPORA

    AL INAUGURAR EL 98 PERIODO

    O R D I N A R I O D E S E SI ON E S D EL

    HONORABLE CONGRESO NACIONAL

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    CONGRESO DE L N ClON

    M E N S J E

    DEL PRESIDENTE DE LA NACION ARGENTINA

    Dr HE TOR

    JOS C MPOR

    AL INAUGURAR EL 989 PERIODO

    OR DI NA RI O DE SESIONES DEL

    HONORABLE CONGRESO NACIONAL

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    Seores senadores seores diputados com-

    paeros:

    El juramento solemne que acabo de pronunciar

    ante Dios y ante el Pueblo todo de la Repblica

    embarga mi espritu de reconocimiento y de

    orgullo ciudadano. Pero constituye asimismo

    u

    dramtico desafo que valoro en su plenitud.

    Durante toda mi vida poltica no he sido otra

    cosa ms que un modesto soldado de la causa

    nacional

    y

    peronista. Pretendo seguir sindolo

    en el futuro duran te el ejercicio del gobierno

    y

    despus que concluya el mandato para e

    que he sido convocado y que servir hasta el

    lmite de mis capacidades.

    Abrigo la esperanza de dar trmino a mis

    funciones acompaado por el afecto de mis com-

    paieros y de mis amigos y el respeto de mis

    adversarios. S que he de lograrlo como ha sido

    hasta ahora porque trata r con honestidad de

    hacer lo que el Pueblo quiere. Por eso deseo

    en este primer contacto con la august4majestad

    republicana qu e ustedes representan hacerlos

    partcipes de mis emociones y de mis esperanzas

    consciente de que el cambio revolucionario que

    la Repblica espera slo podr llevarse a cabo

    con vuestro concurso esclarecido. De mi parte

    afirmo la decisin inquebrantable de cumplir

    con mis deberes constitucionales hasta las lti-

    mas consecuencias.

    Mi reconocimiento en primer trmino al ge-

    neral Pern el Conductor por antonomasia 1

    brillante estratego el timonel sagaz

    y

    avezado

    que encontr siempre los medios aptos para

    orientarnos aun desde el exilio injusto y ago-

    biante en los das ms turbulentos. Cuando

    todo pareca derrumbarse cuando la desespe-

    ranza sobrecoga nuest ros corazones cuando los

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    y su accin acertada disipaban nuestras inquie-

    tudes, nos fortaleca en la resistencia

    y

    nos

    animaba a seguir en la lucha, dndonos el

    ejemplo de los grandes capitanes de la historia

    Yo s que en aquellos momentos aciagos, tanto

    en el rancho como en la casa pueblerina; en

    la

    crcel donde se aherrojaba y torturaba a nues-

    tros compaeros como en la inmensidad de la

    pampa, en torno al fogn y bajo la Cruz del

    Sur, nuestros pechos descamisados se apretaban

    junto al de Pern, dando gracias al Seor por-

    que lo conservaba en la lucha y porque con l al

    frente, la hora del triunfo final vendra alguna

    vez. Por eso vala la pena hasta el sacrificio de

    la vida. hemos llorado de emocin -cuntas

    veces.. . - al reconocernos en las multitudes

    fraternas , al conjuro de su palabra y su recuerdo.

    ES que slo los hombres fuertes saben llorar

    con la espontaneidad de los nios en el momento

    sublime del sacrificio por la Patria

    Esta hora augusta del reencuentro argentino.

    Esta hora preada de esperanzas, acaso ingenuas

    para algunos, pero nunca tan cerca de conver-

    tirse en realidad, es la hora de Pern.

    No vacilo en proclamarlo:

    es la hora de

    Pern s que interpreto el sentimiento que

    anida en los hombres y mujeres de mi Patria.

    ES la recompensa no buscada pero por nadie

    ms merecida

    Seramos ingratos con l, con la historia y

    con las nuevas generaciones de argentinos si no

    expresramos esta verdad que embarga nuestros

    corazones y que ha de marcar a fuego la etapa

    de la Reconstruccin Nacional junto con el fin

    de la hipocresa y del ocultamiento culpable.

    Tanto le debe nuestra Pa tria y nuestro destino

    como Nacin que todo cuanto pudiramos ofre-

    cerle para compensarlo por los agravios que le

    fueron injustamente inferidos sera poco.

    Sin embargo, hay un acto ignominioso que

    nuestro Pueblo jams consinti y por eso, en la

    hora de su triunfo, debe ser formalmente anu-

    lado.

    Por decreta del 31 de octubre de 1955 quienes

    utilizaban sus armas contra el pueblo privaban

    de su grado al Teniente General don Juan Pern

    Les irritaba que en las filas del Ejrcito

    Argentino militara un camarada que haba de-

    fendido con apasionamiento y denuedo la sobe-

    rana nacional

    Como Presidente de los argentinos e interpre-

    tando su sentimiento prcticamente unnime, he

    de hacer todo lo que sea necesario para

    reintegro formal del grado al General don

    Juan Pern.

    mos hasta nuestra vida para que pudiera eou

    templar esta hora de triunfo que es tambin

    el suyo.

    Ella lo pronostic con el ardor de los elegidos

    y la sublime intuicin de quienes saben leer

    en el corazn de los humildes porque no hansido encallecidos por los prejuicios de la oli-

    garqua y e l egosmo de los privilegios:

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    forman lo m ejor qu e tenemos. Patriotismo, aus-

    teridad, resistencia, humildad heroica, sabidura

    profunda, confianza en el Conductor y lealtad,

    se han conjugado para llegar a esta hora feliz.

    Contra su decisin inquebrantable de defen-

    der nuestras tres banderas -Sob eran a poltica,

    independencia econmica, justicia social- se es-

    trellaron todas la s acechanzas arteras, todos los

    intentos de soborno.

    Y e n los momentos decisivos, una juventud

    maravillosa supo responder a la violencia con

    la violencia y oponerse, con l a decisiQn y el co-

    raje de las ms vibrantes epopeyas nacionales,

    a la pasin ciega y enfermiza d e una oligarqufa

    delirante.

    iCmo no ha de pertenecer tambin a esa ju-

    ventud este triunfo, si lo dio todo -familia,

    amigos, hacienda, hasta la vida- por el ideal

    de una Patri a justicialista Si no hubiera sido

    por ella, tal vez la agona del rgimen, se ha-

    bra prolongado, y con l, la desintegracin de

    nuestro acervo y el infortunio de los humildes.

    Por eso, la san gre qu e fue der ramada, los agra-

    vios qu e se hicieron la carne y al espritu, el

    escarnio de que fueron ob jeto los justos, no se-

    rn negociados. Todos fuimos solidarios en la

    lucha c ontra e l rgimen y l a seguiremos siendo

    en la cotidiana accin gubernativa.

    La Patr ia h a adquirido un compromiso solem-

    ne con nuestros hroes y con nuestros mrtires,

    y nada ni nadie nos apartar de la senda que

    ellos trazaron con estoicismo espartano.

    X X

    Llego a la primera magistratura del pas por

    decisin del Conductor, del Movimiento y de su

    Pueblo. d e aqu tambin la expresin d e mi

    orgullo ciudadano, porque creo que a nada ms

    excelso puede aspirar un hombre pblico que a

    servir al pueblo, en base a un programa compar-

    tido y por su voluntad, que es la nica que

    cuenta en una democracia.

    Y creo importante sealar que las condiciones

    en que el Movimiento Justicialista asume las res-

    ponsabilidades del Gobierno son bastantes simi-

    lares a las que encontr el General Pern el

    4

    de junio d e

    1946.

    El pueblo arg entino se hallaba

    postrado por la injusticia social, la dependencia

    econmica y la marginalidad poltica. Un rgi-

    men antinacional, aliado a los imperialismos do-

    minantes, haba manejado la cosa pblica con

    displicencia extranjerizante. Las principales he-

    rramien tas del poder econmico volcaban nuestra

    riqueza allende los mares, hacia otras latitudes,

    mientras el campesino y el obrero argentinos,

    que eran sus creadores, vegetaban en la miseria

    sometidos al capricho de patrones feudales.

    Las elecciones de aquel 24 de febrero fueron

    una sorpresa para la oligarqua. No poda com-

    prender que un pueblo sojuzgado

    y escarnecido

    hubiera podido reaccionar con altivez y decisin

    al solo conjuro de una voz que se alzaba contra

    el privilegio y la agresin imperialista y sin otro

    apoyo que la comprensin d e los humildes.

    Entre

    1945

    y

    1955

    el pas vivi un perodo de

    renacimiento nacional.

    El Gobierno Peronista incorpor al Pueblo

    como protagonista d el proceso poltico. L a clase

    trabajado ra s e organiz y estructur en sindica-

    tos. La unidad de los trabajadores fu e la herra-

    mienta que permiti forjar sucesivos avances en

    el

    terreno de la justicia social. La participacin

    de los asalariados en el ingreso nacional se am-

    pli hasta un nivel nunca conocido en el pas.

    La educacin y la medicina social se exten-

    dieron a todos los niveles y se consolid un

    esquema d e seguridad social. Los planes d e vi-

    vienda popular dotaron de moradas dignas a

    amplias capas de la poblacin. El Estado estaba,

    entonces, al servicio del Pueblo y del hombre

    argentino.

    La niez humilde adquiri una sonrisa que

    nunca haba conocido. La restitucin de la dig-

    nidad a todos los argentinos abri, en el corazn

    mismo de la sociedad, una etapa de dicha. Los

    ancianos vieron reconocidos sus derechos. Aque-

    llos hombres que haban sido explotados hasta

    el lmite mismo de sus fuerzas por el rgimen

    oligarca, fueron reivindicados, al fi n de sus aos,

    por el Justicialismo.

    La mujer alcanz derechos que siempre le

    haban sido negados. Bajo la inspiracin de Eva

    Pern vot por primera vez en la historia ar-

    gentina, adelantndose en esa conquista a mu-

    chos pases. La labor d e la benemri ta institu-

    cin que llev su nombre se orient a solucionar

    los problemas de los hogares ms humildes. El

    anacrnico concepto de l a beneficencia ejercida

    por las clases privilegiadas, fue sustituido por

    una solidaridad social que el pueblo comprendi

    y defendi.

    El Justicialismo tambin luch exitosamente

    contra la dependencia y el estancamiento. Con

    audacia, imaginacin y vocacin de grandeza

    para la Patria, el general Pern eligi el camino

    que pareca ms difcil. Alent la conformacin

    de una industria nacional que, en

    1955

    se mos-

    traba pujante. Ya estaba prxima a dar un salto

    cualitativo consumando otra etapa de sustitucin

    de importaciones con industrias de base, sin las

    cuales no culminara el ciclo de la independen-

    cia econmica.

    La poltica de nacionalizaciones y la protec-

    cin a la industria argentina, inflexiblemente

    aplicadas por el Gobierno, promovieron un em-

    presariado nacional.

    Se desarroll entonces una relacin armnica

    entre trabajadores y empresarios. Ambos sec-

    tores se comprometieron, conscientemente, en

    un proceso nacional liberador que, en su avance,

    fue haciendo retroceder la penetracin del im-

    perialismo y de sus aliados verncdos.

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    En tanto esto suceda en el pais el imperia-

    Iismo recobrado de las secuelas de la gue rra

    se fartaleca en el exterior. La divisa precur-

    sora de la Tercera Posicin levantada por el

    general Pern se lanza a la areha internacional

    como bandera de unin de los pueblos some-

    .tidos. Pero an haba muchos paises del Tercer

    .Mundo bajo el dominio colonial. Los que aso-

    maban a la independencia recin daban sus

    primeros pasos y todava era posible que

    in-

    cluso en nuestra Amrica el imperialismo qui-

    tara y pusiera gobiernos llegando hasta la

    intervencin directa si as lo requeran sus in-

    tereses.

    La intriga

    que comenz al da siguiente del

    triunfo popular del

    46

    logr sus designios al

    cabo de nueve aos y trunc una revolucin

    incruenta que trajo la felicidad para nuestro

    Pueblo y ciment las bases de la grandeza na-

    cional. Desde entonces se desand el camino.

    El pais inerme contempl la instauracin de

    todas las formas posibles de burla a la voluntad

    popular: interdicciones inhabilitaciones anula-

    cin de elecciones prepotencias y golpes de Es-

    tado jalonaron ese negro camino reversivo que

    se quiso imponer a trasmano de la historia.

    As el 16 de junio de 1955 se inicia la etapa

    ms despiadada de la historia argentina. La

    metralla cae sobre el Pueblo que clama su rabia

    y su impotencia. Tres meses ms tarde se ins-

    taura la dictadura.

    Comienza la sistemtica destruccin de una

    comunidad organizada; el metdico reemplazo

    de la solidaridad por el odio de la abundancia

    por la miseria. Se borra la sonrisa y se crispan

    los puos.

    Todos los sectores sociales padecen sus con-

    secuencias. Se desmantela l a industria se es-

    tanca la ganadera se corrompe el salario. La

    salud la educacin la vivienda se tornan pri-

    vilegios inalcanzables.

    En nombre de la libertad son encarcelados

    miles de argentinos. Invocando l a justicia se

    invierte la prueba y cualquier irresponsable

    puede acusar a

    un

    ciudadano honorable sin pre-

    ocuparse por fundar sus cargos. Comisiones in-

    vestigadoras ilegales actan como tribunales

    especiales guiadas por rencores y mezquin-

    dades. Honras y bienes son sometidos a la arbi-

    trariedad y al capricho.

    En nombre de la democracia se disuelven el

    Partido Justicialista y la Fundacin Eva Pern

    y se saquean sus bienes que son del Pueblo.

    En nombre de la razn se prohbe la palabra

    con un decreto sin precedentes en el mundo

    moderno. Decir Pern es un delito. Decir Evita

    merece castigo. Pero el Pueblo sigue diciendo

    Pern. El Pueblo sigue diciendo Evita.

    Podr la dictadura disolver la Confederqin

    General Econmica e intervenir la Confeddra-

    ~ i n eneral del Trabajo. Podr movilizar a los

    sindicatos que la integran. Podr llenar las cr-

    celes y los barcos podr gasear y apalear tor-

    tur ar y fusilar pero no conseguir doblegar la

    decisin de un Pueblo que quera la paz pero

    que empieza a prepararse pafa la guerra que le

    imponen.

    El pueblo ha de tener conciencia de lo que

    sucedi en estos aos porque sus consecuencias

    pesan sobre el pas en ruinas que recibimos

    como herencia.

    La

    Argentina se ha convertido en un campo

    de saqueo de los intereses extranjeros. Al tiem-

    po que los empresarios nacionales se hallan

    postrados jaqueados por la quiebra y p

    l

    esigual competencia de los monopolios

    e

    Es-

    tado asiste impvido al triunfo de lo extranjero

    sobre lo nacional.

    El ahorro de los argentinos dej de estar al

    servicio del crecimiento propio del sostenimien-

    to de la empresa nacional y de la multiplicacin

    de las fuentes ocupacionales. La captacin del

    ahorro nacional por sucursales de los bancos ex-

    tranjeros aument notablemente y bancos de

    capital argentino pasaron a ser controlados por

    compaas externas.

    Tenemos as al desnudo una de las facetas de

    la dependencia. El control del sistema financie-

    ro por el inters externo determina que los

    planes de expansin de la economa argentina y

    los planes sociales de asistencia popular queden

    rezagados en favor de la penetracin del capital

    extranjero. Se plantea as por una parte la es-

    casez del ahorro interno para financiar el desa-

    rrollo y por la otra ese magro ahorro va a in-

    corporarse al capital de giro de empresas no

    nacionales que eluden traer recursos financie-

    ros genuinos. En la cspide del sistema los ar-

    gentinos estamos financiando a las grandes

    corporaciones multinacionales

    el poder de las

    cuales es a veces superior a l del propio Esta-

    do. Todo ello se agrava con el elevado monto

    de la deuda externa y la sangra en divisas que

    significa a o por ao solventar el servicio de

    la misma. Esa deuda ha alcanzado ya los siete

    mil millones de dlares. Para decirlo en otros

    trminos debemos al extranjero una cifra su-

    perior a nuestras exportaciones de los tres

    iil

    timos aos.

    Otra consecuencia de esa poltica ha sido la

    cada vertical del valor de nuestra divisa. E l

    peso argentino se envileci en su confrontacin

    con otras monedas y tambin en su poder ad-

    quisitivo interno. Esta parte del drama argenti-

    no la conocen mejor que nadie las familias

    trabajadoras.

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    El hombre argentino sabe, en carne propia, de

    .la explotacin a que es sometido por el rgimen.

    Mientras avanzaban la concentracin de la ri-

    queza a desnacionalizacin de nuestra econo-

    ma y el endeudamiento, la participacin de los

    asalariados en el ingreso nacional disminua

    drsticamente.

    Los monopolios y las oligarquas fueron los

    beneficiarios directos de esta explotacin del

    trabajo humano. De la misma manera los bene-

    ficios de la mayor productividad del trabajo no

    fueron a manos de los trabajadores. Por duro

    contraste, la productividad del tra bajo aument

    y los salarios reales descendieron. Lo que s

    creci fue la desocupacin.

    De una economa de pleno empleo durante el

    gobierno justicialista, se pas progresivamente

    a una situacin de desempleo. En algunas zonas

    del pas, como es sabido, el problema es ya

    pavoroso.

    h

    materia educativa m s. de 200.000 nios

    no tienen acceso a la escuela, y el ndice de de-

    sercin supera el 50 por ciento en el ciclo pri-

    mario, sobre todo en los primeros grados, lo qu e

    da como resultado un pas de un relativo ndice

    de analfabetismo pero uno muy elevado de se-

    mianalfabetismo que contribuye al estancamien-

    to y al atraso. La desercin en el rea d e la

    enseanza media, excede el 57 por ciento y en

    la Universidad acusa alrededor del 70 por

    ciento.

    La interrupcin de la poltica promocional de

    vivienda a partir de 1955 determin que el Es-

    tado abandonara paulatinamente su responsa-

    bilidad en ese campo. El dficit actual de vi-

    vienda es superior a 2.000.000 de unidades, lo

    que significa que el 22 por ciento de la pobla-

    cin carece de ella.

    En el plano de la salud se repite el mismo

    sombro panorama. La mortalidad infantil en

    nuestro pais es cuatro veces superior a la de

    los pases desarrollados, lo que seala una ver-

    dadera regresin en el rea de la salud.

    Veamos ahora la situacin de nuestro pais con

    respecto al mundo. En 1950, tomando como in-

    dicador la renta per cpita, la Argentina ocu-

    paba el decimoquinto lugar y en 1969 habamos

    retrocedido al vigsimo sexto. Hemos perdido

    nuestra ubicacin entre las naciones ms avan-

    zadas y ricas del mundo para asistir al progreso

    de otras. El caso Argentina ya no es smbolo de

    podero sino de estancamiento.

    La subordinacin econmica del pas y la

    prdida de su capacidad de decisin en lo eco-

    nmico y financiero tienen su correlato en la

    poltica exterior.

    Hemos visto algunos de los sntomas de la

    grave crisis que padece nuestra sociedad. Re-

    sultara fatigoso detallar todos los indicadores

    que expresan esta situacin. Dir solamente

    que, en tales condiciones de anemia, no es ex-

    trao que el pueblo carezca de vivienda, educa-

    F

    ib apropiada y asistencia mdica.

    Es

    qu

    en

    realidad l gimen

    se

    ha sustentado

    sobre

    ia

    degradacin material y cultural de nuestro

    Pueblo.

    Pero la simiente del justici~lismohaba ger-

    do en terr eno apto. Er a posible segar los

    brotes, pero no las races q ue haban penetrado

    con fuerza desesperada y vital.

    La historia de la resistencia peronista no ha

    sido escrita porque no hubo dnde o porque no

    hubo quin. Su crnica tiene pocos nombres y

    pocas fechas. Pero explotados y explotadores la

    conocen. Est hecha de paros y huelgas, d e sa-

    botajes y atentados, de coraje y sacrificio.

    En vano se ha intentado atribuir le motivacio-

    nes ideolgicas extraas.

    La

    resistencia peronis-

    ta contra la dictadura es una etapa maraviliosa

    de la lucha de un Pueblo contra e l colonialismo

    y la opresin, contra la entrega y la brutalidad,

    en defensa de la libertad y la justicia, de la

    Nacin y de su grandeza. Es la continufdad his-

    trica de las gestas de la Independencia, la

    afirmacin de los valores ms puros de esta

    tierra.

    No ha habido atropello o argucia que se hayan

    ahorrado para contener estas luchas. Con los

    tanques en las calles o con elecciones tramposas,

    el rgimen jug todas sus cartas. Cuando pudo

    proscribir, proscribi. Cuando pudo anular elec-

    ciones, las anul. Cuando pudo impedirlas, las

    impidi.

    Ante cada variante que imagin el rgimen

    la respuesta fue siempre la misma: exigencia

    de restitucin complete d e l a soberana popular.

    La resistencia popular, ms dura y heroica a

    medida que ms injusto y represivo se haca el

    sistema, frustr todas las maniobras del conti-

    nuismo. Porque todas s e intentaron. Y todas

    fracasaron.

    Esta

    s

    la verdadera y nica razn de la vio-

    lencia de los argentinos. Una violencia que cre-

    ci a medida que creca la resistencia popular.

    Una

    violencia ciega intil. A este Pueblo, por

    la fuerza, nadie podr imponerle nada, porque

    sabe lo que quiere y c m conseguirlo, se opon-

    ga quien se opusiera, cuente con los medios que

    contare.

    As

    este pais conoci por primera vez suble-

    vaciones populares de un vigor que estremece.

    El mismo pueblo q ue l 17 de O ctubre de 1945

    se manifest en paz, acepta la discusin en el

    terreno en que se la plantean. Tiene la razn,

    siempre la tuvo. Pero tambin tiene la fuerza.

    Ha dicho basta y se har or, aunque no quie-

    ran escucharlo. Dir su palabra en Corrientes

    y en Rosario, en Tucumn y en Mendoza, en

    Ro Negro y en Chubut, en Neuqun y en Cr-

    doba.

    La patria entera se pone de pie y pelea sin

    temor. El rgimen agoniza. Sus cimientos tiem-

    blan. Sus paredes se resquebrajan.

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    La dictadura se conmueve. Aprender que

    su tortura es inservible, porque lastima pero

    no somete; que sus tribunales son intiles, por-

    que condenan pero no inl midan; que sus armas

    son impotentes, porque matan pero no doblegan.

    Porque su derrota es inevitable, el rgimen

    medita. No renuncia a la violencia pero quiere

    negociarla. No abdica de sus privilegios pero

    imagina medios ms sutiles para preservarlos.

    No reniega de su concepcin totalitaria, pero

    concibe servirse de formas democrticas para

    mantenerla.

    Una ley se dict para proscribir a un hombre.

    Todo un edificio legal se erigi para proscribir

    a un pueblo, para profundizar los enconos y los

    desencuentros.

    Pero ese hombre y ese pueblo lo impidieron.

    La espontnea renuncia a su candidatura fue un

    dolor que el general Pern impuso a su pueblo

    para devolverle la alegra de la paz.

    Este es el clima y la intencin del proceso

    electoral, plagado de artimaas y

    condiciona-

    mientos. El Movimiento popular acepta la con-

    vocatoria porque confa en sus fuerzas, porque

    ni eligi la violencia ni la desea como sistema

    para dirimir posiciones polticas, porque repudia

    la contumacia y cree en la convivencia.

    La tarea de la reconstruccin nacional es po-

    sible porque la unidad del Pueblo es un hecho.

    Los intentos divisionistas del rgimen fueron

    superados. Todas las pretensiones de socavar la

    cohesin nacional, dispersar sus fuerzas, desviar

    su cauce profundo, fracasaron.

    En noviembre de 1972, despus de 17 aos de

    extraamiento, el general Juan Pern concret

    la

    amplia convocatoria ciudadana que vena

    ofreciendo desde su exilio. Ninguna fuerza na-

    cional falt a la cita.

    El general Pern y los lderes de los partidos

    y organizaciones nacionales ratificaron, en tor-

    no a una misma mesa, una firme voluntad de

    entendimiento, mutuo respeto y vocacin demo-

    crtica.

    La Asamblea de la Unidad Nacional asumi

    el designio de la liberacin y rechaz el rgimen

    de dependencia. De tal manera se logr un cli-

    ma de convivencia que sign el proceso elec-

    toral, aniquil las trampas de la convocatoria y

    se proyect ms all del comicio.

    La actitud preelectoral fue una clara demoe-

    tracin de esa voluntad de unidad. El debate

    entre las fuerzas polticas se centr en los gran-

    des problemas del pas y no cay en ningn

    momento en la invectiva o el agravio.

    Los partidos nacionales dieron al Pueblo una

    prueba de madurez. El Pueblo respondi con

    confianza. Ms del

    8 por ciento de los votos

    en los histricos comicios del de marzo res-

    paldaron propuestas de liberacin, transforma-

    cin y convivencia. Entre ellas, la del Frente

    Justicialista de Liberacin obtuvo mayora ab-

    soluta.

    Para asegurar el futuro, convoqu hace tres

    das, en mi carcter de Presidente electo de los

    argentinos, a todas las fuerzas nacionales.

    Tu

    das acudieron a la convocatoria.

    Esta renovada coincidencia servir de guia

    para la accin de mi gobierno. El movimiento

    poltico social mayoritario y todas las fuerzas

    nacionales coinciden en el Acuerdo para la Re-

    construccin Nacional expresado en estos cinco

    puntos:

    1) Afirmacin plena de los objetivos de libe-

    racin y reconstruccin como fundamento

    de,

    nuestra participacin impostergable en el pro-

    ceso de integracin latinoamericana, para al-

    canzar la inde~endenciaeconmica. la justicia

    social y la vigencia de una autntica cultura

    nacional, lo que implica, todo ello, concretar la

    revolucin que el pas reclama.

    2 Plena vigencia de las garantas y coinci-

    dencias suscriptas espontneamente en la Hora

    del Pueblo, en el Frente Cvico de Liberacin

    Nacional y en la Asamblea de la Unidad Na-

    cional.

    3 Acordar una .-tregua poltica y socialb cu-

    yos alcances en el campo socio-econmico sern

    trazados de comn acuerdo con las organizacio-

    nes representativas de los trabajadores y del

    empresariado nacional.

    4)

    Compromiso de respetar la Constitucin

    Nacional, asegurar los derechos de las mayoras

    y el respeto a las minoras, a fin de que las

    instituciones previstas en la ley fundamental

    de la Nacin funcionen sin que nunca ms el

    orden jurdico argentino se vea sometido a he-

    chos de fuerza.

    5) Las Fuerzas Armadas han de contribuir en

    el proceso de la Reconstruccin Nacional, den-

    tro de las normas constitucionales y del respeto

    de la tradicin americanista y emancipadora de

    los ejrcitos libertadores del general San Mar-

    tn.

    Este pas debe retornar al camino de su gran-

    deza. Ello no puede ser la obra de slo una

    fuerza poltica aunque sea mayoritaria.

    Puede

    y debe ser tarea de todos, pues no cabe disenso

    en la opcin entre construir la Patria grande o

    admitir la Patria sojuzgada.

    Tal es el sentido de la tregua poltica y de la

    tregua social que, como Presidente, he propues-

    to a la Nacin toda.

    Ello no significa olvidar las diferencias que

    nos separaron en el pasado. Implica superarlas

    en una accin generosa, concertada, solidaria,

    que d a nuestros hijos instituciones, formas de

    vida y posibilidades de realizacin de las que

    nosotros no pudimos gozar.

    Somos conscientes de las dificultades del pro-

    ceso. Cada medida transformadora que adopte-

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    9/39

    mos habr de levantar las resistencias de los

    intereses que desde afuera y desde adentro, se

    oponen a la poltica de cambio. Prometemos al

    pas un camino en el cual la voluntad de todos

    los argentinos, vengan de donde vinieren, pien-

    sen lo que pensaren, tengan el pasado que tu-

    vieren, se temple en la batalla por un futuro

    de independencia econmica y de justicia social.

    Esta multitudinar ia confluencia de volunta-

    des con forma un caudal revolucionari, en nuestra concepcin justicia-

    lista no es el bien del Ektado, sino el bien co-

    mn que una vez alcanzado ser justicialmente

    distribuido a fin de que el hombre pueda lograr

    en plenitud su destino humano.

    \

    De este modo el pueblo argentino podr vivir,

    otra vez, la realidad de aquellas palabras tantas

    veces repetidas por Pern, queremos que haya

    menos ricos y menos pobre~w,y tendr tambin

    vigencia plena la desesperada solicitud de Pau-

    lo VI: @Es ecesario que el hom bre tenga ms,

    para ser ms . el hombre argentino, reco-

    rriendo las etapas de nuestro programa de Re-

    construccin Nacional podr aspirar a su reali-

    zacin porque e l capital, la propiedad, el dinero,

    la cultura, etc., es decir, todos los bienes indivi-

    duales, tendrn una funcin social que cumplir.

    Contribuiremos as a crear un mundo nuevo

    en el que cada argentino podr vivir la realidad

    armoniosa de la materia y el espritu, del tiem-

    po y la eternidad; vale decir, un mundo ade-

    cuado para que en l realice su verdadera y ab-

    soluta dignidad.

    La independencia econmica, una de nuestras

    banderas, constituye el sostn material en que

    se apoya la justicia social porque nos permitir

    aplicar y realizar efectivamente todos los prin-

    cipios de la economa social sustentados por

    nuestra doctrina. Entindase bien, de nada sep-

    vira un Estado econmicamente libre y pode-

    roso si no redistribuye equitativamente entre

    los hombres y mujeres de su pueblo los bienes

    de la libertad y de su potencialidad. Sera un

    estado inmensamente rico en un pueblo

    inmen-

    samente pobre que acabara por reaccionar como

    suelen reaccionar los pueblos destruyendo hasta

    los fundamentos mismos del Estado, provocando

    su ruina y decadencia.

    a

    riqueza es un bien

    individual que debe cumplir, necesariamente,

    una funcin social.

    Esta concepcin constituye -como se sabe-

    l

    fundamento doctrinario de nuestra economa

    social, cuya actitud constructiva enfrenta en sus

    principios al capitalismo decadente y al colec-

    tivismo deshumanizado. Siendo as no queremos

    las enormes riquezas del capitalismo, que con-

    tribuye a la felicidad material de un pequeo

    grupo de hombres amasada en el dolor ajeno;

    pero tampoco deseamos la inmensa riqueza del

    Estado que no hace la felicidad de nadie. Pre-

    ferimos, en cambio, la riqueza justicialista de

    todos que llega a cada uno con su aporte de fe-

    licidaC en la misma manera que contribuye a

    la

    felicidad de los dems.

    Principios complementarios de los que acaba-

    mos de

    enunciar, son tambin en nuestra doc-

    trina

    como los sealara en su oportunidad el

    gieneral

    Pern, -el afianzamiento de las liberta-

    de

    fundamentales de las instituciones y de los

    0s dentro del respeto y el acatamiento

    a

    l a

    ley

    el fundamento tico de todas las acti-

    vidades humanas, el sentido de abnegacin y

    sacrificio en beneficio de los intereses superio-

    r s

    de

    la Nacin; la exaltacin de la responsa-

    b s d a d

    social que cada argentino ha de poseer

    grado extraordinario; el ordenamiento equi-

    mrado de los valores humanos; el concepto de

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    10/39

    que la libertad que slo da derechos es negativa

    y peligrosa; la norma de la colaboracin y la

    solidaridad social para el logro del justicialismo

    y, por fin, el respeto por los ciudadanos y las

    instituciones cualesquiera que ellas sean, mien-

    tras no atenten contra la seguridad del Estado

    o el bien de los argentinos,.

    Este es el meollo de nuestra doctrina. Esta es

    la savia que nutre todo nuestro programa de

    Reconstruccin Nacional. Ella nos permitir rea-

    lizarlo porque tenemos a nuestro favor una con-

    ciencia popular ya formada que no admitir

    desviaciones en esta inexorable revolucin en

    paz que vamos a hacer todos juntos. Los viejos

    sistemas no podrn entroncarse de ninguna

    manera en este proceso que se inicia. Han sido

    derrotados por la decisin y la voluntad de ese

    mismo Pueblo que quiere una Argentina sin

    resabios de injusticia, de dependencia o de ex-

    plotacin.

    suntos Externos

    Dirigimos nuestra clida palabra de recono-

    cimiento a las brillantes delegaciones

    y

    a las

    eminentes personalidades de pases extranjeros

    que, junto a los diplomticos acreditados en el

    nuestro, han querido asociarse al Pueblo ar-

    gentino en esta hora de jbilo.

    Por eso, me resulta particularmente grato en

    este momento reiterar la firme determinacin

    de mi gobierno de mantener relaciones cada vez

    ms

    estrechas con todos los pases del mundo,

    sin exclusiones ni interf erencias. Afirmamos as

    las tradiciones ms puras de nuestro pasado

    histrico, porque el Pueblo argentino siempre

    ha deseado vivir en paz, respetando la sobera-

    na de los dems Estados y la autodetermina-

    cin de sus Pueblos, pero reclamando a la vez

    la no intervencin de los dems en sus asuntos

    internos

    y

    externos.

    Sobre estas bases, nuestra poltica exterior

    ser amplia y generosa, pero al mismo tiempo

    altiva y decidida a oponerse a toda suerte de

    avasallamientos. Los pases que respeten nues-

    tra decisin inquebrantable de ejecutar un pro-

    grama de gobierno, que slo tiene en miras la

    felicidad de nuestro Pueblo y la grandeza na-

    cional, gozarn plenamente de nuestra amistad,

    sin distincin de ideologas o potencialidades.

    Como en las pocas mejores de nuestra his-

    toria nos encontrarn invariablemente a su la-

    do, poniendo

    a

    contribucin todo nuestro es-

    fuerzo solidario en la hora de la adversidad, o

    regocijndonos con ellos en

    los momentos

    del

    triunfo de las causas nobles

    El programa de la Reconstruccin Nacional

    externo. En primer lugar, porque constituye

    a

    hefiamienta indispensable para asegurar e

    16

    interno la realizacin de la revolucin profun-

    d

    que hoy anunciamos. Lo expresa con reve-

    ladora concisin una de las Verdades Justicia-

    listas Internacionales: aLa poltica internacio-

    nal no es un fin sino un medio para realizar la

    felicidad de los Pueblos

    y la grandeza de las

    Naciones.. As como el siervo no puede lograr

    la

    plenitud de sus potencialidades porque est

    sometido a las rdenes del amo, tampoco pue-

    den los Estados desarrollarse en profundidad y

    con justicia si el condicionamiento externo les

    impone pautas que cercenan drsticamente su

    libertad de accin. En segundo lugar, el nfa-

    sis en la poltica exterior es el resultado de

    nuestra misma voluntad de Liberacin. Que-

    remos afirmarla, justamente, comenzando por

    sealar que el

    Gobierno de la Reconstruccin

    Nacional implementar para la Argentina una

    poltica exterior propia, fundamentada en las

    grandes coincidencias nacionales.

    Cabra expresarlo con menos palabras En

    la etapa que hoy se inicia, la Argentina tendr

    poltica exterior

    y

    no como ha ocurrido tantas

    veces, a guisa de tal, un conjunto de compor-

    tamientos ms o menos uniformados por la p-

    tina de una diplomacia formalista, generalmente

    inducidos allende nuestras fronteras.

    Tenemos conciencia de los cambios proundos

    que ha experimentado la comunidad interna-

    cional en las ltimas dcadas, as como de las

    transformaciones estructurales que se avizoran

    en el horizonte predecible. El rgido mundo bi-

    polar de posguerra, y aun la etapa de la

    CO

    existencia pacfica, han cedido su lugar a un

    creciente multipolarismo que estimula, por su

    propia dinmica, el accionar cada vez ms aut-

    nomo de los restantes pases. De la escena mun-

    dial ha desaparecido la distincin entre rpro-

    bos y elegidos que envenen durante tantos

    aos las relaciones internacionales, y una po-

    ltica realista llevada a cabo por las mismas

    Grandes Potencias ha hecho que el contexto

    externo adquiera caractersticas de flexibilidad

    suma.

    Ciertamente, tales desarrollos no habrian po-

    dido tener lugar si no hubiera sido, en primer

    trmino, por la solidaridad activa que existe

    entre los pases del Tercer Mundo y las heroicas

    luchas que han mantenido por su Liberacin.

    Dcadas y dcadas de sufrimientos indecibles,

    crueldades inhumanas, de muerte y de desola-

    cin, han demostrado que en la segunda mitad

    del siglo de pada valen las acechanzas del

    imperialismo frente a la voluntad altiva e in-

    sobornable de Pueblos, que ya no estn dis-

    puestos a resignar fcilmente la eleccin sobe-

    rana de su propio destino.

    Me permito recordar con emocin que, al

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    11/39

    bierno Justicialista, saludaba al sufrido y va-

    liente Pueblo vietnamita que desde haca va-

    rias dcadas no viva otra cosa que los horrores

    de una guerra insensata y cruel. Hoy mi cora-

    zn exulta de gozo al ver que la paz ilumina

    por fin la esperanza durante tanto tiempo pos-

    tergada.

    Una vez ms, sealamos que este tipo de

    desenlaces fue pronosticado hace ya muchos

    aos por el general Pern. As fue como el l o

    de mayo de 954 anunci que haba llegado la

    Hora de los Pueblos y que nada ni nadie poda

    detener el avance progresivo de la marea de

    los Pueblos que viene llegando desde el fondo

    de la Historia. Cuntos sufrimientos y cun-

    tas agonas habran podido evitarse si las Po-

    tencias imperiales hubieran advertido a tiempo

    el profundo contenido proftico de estas pa-

    labras

    Por eso, mi Gobierno ser invariablemente

    solidario con las luchas antiimperialistas que

    llevan a cabo los Pueblos para abolir las viejas

    y nuevas formas de colonialismo y nunca to-

    mar partido por los Gobiernos o Naciones

    explotadoras.

    Pero tambin han contribuido a la conforma-

    cin d e esta nueva coyuntura internacional cir-

    cunstancias de orden fctico derivadas del mis-

    mo desarrollo de la tecnologa militar. Modernos

    aprendices de brujos, las Grandes Potencias

    crearon un arsenal tan sofisticado y mortfero

    que en la prctica

    ~ es u lt a naplicable porque

    su utilizacin traera consigo la destruccin del

    mundo.

    De

    aqu que el mantenimiento de atadur as in-

    ternacionales slo haya sido posible merced

    a

    la cooperacin de gobiernos poco conscientes de

    la nueva realidad internacional y de la aspira-

    cin profunda del Pueblo argentino. Pero noso-

    tros tenemos adems una experiencia histrica

    que demuestra la posibilidad real de implemen-

    tar un accionar externo definidamente soberano

    y en circunstancias an ms difciles que las

    actuales. Anticipndose en muchos aos a los

    acontecimientos que hoy asombran al mundo, el

    General Per6n enunci y aplic desde su Go-

    bierno la

    tercera

    Posicin, que marc fue -

    go el propsito de Liberacin Nacional que lo

    animaba, porque signific una actitud no com-

    prometida y equidistante frente a los dos im-

    perialismo~que, en la inmediata posguerra, se

    disputaban el predominio mundial, sobre la base

    del reparto de esferas de influencia que se con-

    cert en Yalta.

    Aunque el Gobierno Peronista pag muy caro

    su audacia y recogi los sinsabores y la incom-

    prensin de los precursores, la idea fructific

    con el andar del tiempo y en la actualidad las

    dos tercera s part es de los pases son no compro-

    metidos o no alineados, conforman el .Tercer

    Mundo, y afirman su volun tad protagnica den-

    tro de un sistema que hasta hace muy poco era

    dominado con exclusividad por las Grandes Po-

    tencias.

    Ahora se advierte con nitidez lo que en su

    momento los incrdulos conceptuaban como una

    grosera alucinacin: por encima de las ideolo-

    gas que muchas veces han operado a manera.

    de cortina de humo para disfrazar solapados

    proyectos imperialistas de expansin, alas dife-

    rencias entre el desarrollo y el subdesarrollo

    -como ha expresado el genera l Pern- han

    dividido prcticamente al mundo en dos secto-

    res: uno que lucha por dominar y otro que trata

    de defenderse contra la explotacin y el pre-

    dominio de los fuertes.

    Esta profunda aspiracin por la Liberacin

    Nacional constituye un precioso hilo de Ariadna

    que permite dar soluciones coherentes con nues-

    tro Programa de Reconstruccin Nacional en to-

    dos los aspectos del accionar externo.

    Por de pronto, los grandes movimientos liber-

    t a r i o ~ racasan generalmente cuando no lograq

    concitar la adhesin y la solidaridad de todos

    los Pueblos y las voluntades empeadas en la

    misma lucha.

    De aqu surgen dos lneas claramente defini-

    das en materia de accin externa: la Argentina

    propugnar una asociacin estrecha con los pa-

    ses del Tercer Mundo y, particularmente, con

    los de Amrica Latina.

    Sin esta solidaridad, las diferencias con el

    mundo desarrollado se acentuarn en el futuro

    en progresin geomtrica. Los pases pequeos,

    si persisten en su aislamiento, tendrn cada vez

    mayores dificultades en resistir la presin que

    aqul ejercer en bsqueda de alimentos, ma-

    teria prima y lugares para la radicacin de sus

    industrias sucias, para que sigan produciendo a

    bajo costo, preservando su propio ambiente pero

    a riesgo de contaminar el de las regiones peri-

    f ricas.

    Entiendo que nuestros pases no podrn rehuir

    la responsabilidad histrica de preservar para

    las generaciones futuras la pureza de nuestro

    habitat que, debido a la explotacin irracional

    a que

    ha

    sido sometido por las grandes Poten-

    cias industriales, corre serios peligros de dete-

    riorarse definitivamente. He aqu otro factor de

    significativa importancia que empuja a un en-

    tendimiento ineludible.

    Mi Gobierno ~ropugnarambin una asocia-

    cin ms estrecha con todos los pases de Am-

    rica Latina que alienten esta misma vocacin

    por su Liberacin. Tal fue en verdad, el man-

    dato histrico de los Libertadores. En medio del

    fragor de las batallas y de las preocupaciones

    constantes del gobierno en Estados que en es-

    fuerzo ciclpeo echaban las bases de sus respec-

    tivas nacionalidades, soaban con una Amrica

    confederada que pudiera emprender sin peligros

    su desarrollo independiente. Sabemos que tal

    esperanza no pudo cuajar en realidades signi-

    ficativas debido a la presin de los centros im-

    periales. Teman a una Amrica Latina unida

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    12/39

    que pudiera oponer a sus acechanzas, junto al

    carcter indmito de sus pobladores, la tremen-

    da potencialidad de su riqueza exuberante

    En este campo, tambin bastar retomar la

    orientacin que el General Pern dio a su GO-

    bierno. En ese momento, la Argentina pact li-

    bremente uniones econmicas con algunos pases

    latinoamericanos. Y como mejor demostracin

    de que se trataba de una empresa solidaria, pro-

    clam el ((Declogo Amer ican ista~ ,mediante el

    cual comprometi al Gobierno, al Estado y al

    Pueblo argentinos para arbitrar todos los re-

    cursos y medios que contribuyeran a consolidar

    en Amrica la Justicia Social, la Independencia

    Econmica

    y

    la Sobe rana Poltica. Porque s-

    tas son las nicas bases en que pueda asentarse

    una unin fecunda

    Esta orientacin, que tambin iluminar nueu

    tras decisiones gubernativas, nos lleva sin duda

    a replantear la posicin argentina ante los pro-

    cesos de integracin latinoamericana Ya exis-

    tentes.

    Porque, como bien lo ha expresado el General

    Pern la integracin continental de Amrica

    Latina es indispensable porque el ao 2 nos

    encontrar unidos o dominados. Pero esa inte-

    gracin ha de ser obra de nuestros pases, sin

    intervenciones extraas de ninguna clase, para

    crear, gracias a un mercado ampliado, sin fron-

    teras, las condiciones ms favorables para

    s

    utilizacin del progreso tcnico y de la expan-

    sin econmica; para evitar divisiones que puc-

    dan ser explotadas; para mejorar el nivel de

    vida de nuestros

    2

    millones de habitantes;

    para dar a Latinoamrica, frente al dinamismo

    de los "Grandes" y el desper tar de los conti-

    nentes, el puesto que debe corresponderle

    e?i

    los asuntos mundiales y para crear las bases par a

    los futuros Estados Unidos de Latinoamrica.>

    Somos fervorosos partidarios de la in tegra cii~ .

    Pero de una integracin autonomizante, que

    ample los horizontes nacionales con el objeto

    de aumentar el potencial y el poder de decisin

    y

    de negociacin de los Estados componentes.

    De ninguna manera estamos por la integracin

    satelizante. fundamentaimente comercialista, que

    slo persigue el propsito de crear iIn mercado

    ampliado que aumente el pode? de decisin de

    los oligopolios. y por tanto acreciente la depen-

    dencia y la penetracin imperialista.

    La Asociacin Latinoamericana de Libre Co-

    mercio debera adecuarse a la nueva ptica que

    orientar, en este campo, la accin de mi gobier-

    no, tanto ms justificada cuanto que muchos

    Estados latinoamericanos tambin sustentan esta

    concepcin voluntarista. En particular y debida

    a las carencias de ALALC, los pases hermano.:

    del Pacfico se han comprometido en un pro-

    grama integrativo de autntica Liberacin.

    Aspiran, y han comenzado a concretar, una

    unin econmica que no slo supone la supre

    sin de las restricciones al comercio y a la movi-

    lidad de los factores de la produccin, sino la

    adopcin de polticas comunes como son las

    correspondientes a inversiones extranjeras, 1i-

    cencias, patentes, marcas y regalas. Mi gobierno

    prestar el mximo apoyo a esta histrica ini-

    ciativa

    y

    propondr a los paises hermanos del

    Acuerdo de Cartagena frmulas adecuadas y

    libremente pactadas para establecer una ntima

    vinculacin con la Argentina.

    En el Programa de la Cuenca del Plata, nues-

    tra poltica exterior seguir las mismas pautas.

    Es nuestro intimo deseo, que esperamos ver

    compartido por los dems paises hermanos inte-

    resados, que constituya un proyecto de autntico

    desarrollo

    y

    promueva la utilizacin ptima de

    la riqueza inconmensurable de la regin. Slo

    de esta fo rma s e convertir tambin en una em-

    presa fraterna de Liberacin solidaria.

    Dentro de esta perspectiva, el Acuerdo de

    Nueva York, as como otros compromisos asu-

    midos en el seno de la Cuenca del Plata, slo

    han servido para desviar al Programa de este

    nico

    y

    magno propsito que lo justifica.

    Pero, por sobre todas las cosas alentamos

    la

    esperanza de que

    a

    plazo corto los paises latino-

    americanos puedan echar las bases de una unin

    mucho ms amplia y generosa que nos com-

    prenda a todos. Si afrontamos problemas cornil-

    nes de seguridad, de desarrollo econmico, de

    Fnsferencia tecnolgica, de asistencia financie-

    ra,

    de desenvolvimiento cultural, por qu no

    tqenzar desde ahora a trabajar para que se

    h k reaidad el sueo de los heroicos forjado-

    r de nuestras patrias que pensaron en una

    Amrica Latina nica, pero a la vez rica

    y

    fe-

    h d n el esplendoroso panorama de sus ml-

    tiples

    individualidades?

    No en vano es un hecho reconocido que la

    Organizacin de Estados Americanos sufre unn

    profunda crisis. Lo que ocurre, en el fondo, es

    que no ha servido a los fines de la Liberacin

    de

    nuestros Pueblos, sino que por el contrario

    ha

    contribuido a mantenerlos en la dependencia

    y

    en el subdesarrollo. Surgida en los momentos

    lgidos de la guerra fra, ni siquiera se justifica

    ahora dentro de ese contexto, que debe consi-

    derarse totalmente superado por la nueva per.;-

    pectitra internacional de la coexistencia pacfica

    y el multipolarismo creciente. Todo indica, com:,

    atabamos de sealar, que los problemas latino-

    americanos deben ser solucionados en nuestra

    propia sede,

    y

    que de esa forma se sirve mucho

    mejor a los fines de un autntico panamerica-

    nismo fundamentado en bases reales de enten-

    dimiento

    y

    respeto recprocos.

    Trataremos por todos los medios de afianzar

    el ejercicio de nuestra soberana en todo el

    territorio argentino, especialmente en aquellas

    regiones en que se encuentra cuestionada o

    amenazada. Por eso, nos opondremos a que el

    proceso de internacionalizacin de la Antrtidz.

    s como las actividades de Estados que hasta

    eh r

    se han mantenido al margen de la accin

    Que

    on

    tanto denuedo y sacrificio se ha venido

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    13/39

    realizando en el continente blanco, se lleve11

    a cabo en desmedro de nuestros derechos y de la

    justicia de nuestra causa.

    Asimismo, pondremos especial nfasis en la

    defensa de nuestros legtimos intereses en el

    mar epicontinental argentino y en la zona de

    2 millas adyacentes a nuestras costas. Y ser

    preocupacin fundamental de mi Gobierno la

    recuperacin de ese jirn inmarcesible de nues-

    tro territorio, que son las Islas Malvinas. Com-

    prometemos nuestra decisin de informar debi-

    damente a la opinin pblica argentina y del

    mundo de todas las tratativas que se han venido

    realizando en estos ltimos aos, aparentemente

    sin ningn resu.ltado fructfero.

    Las relaciones con la Iglesia se mantendrn

    en el marco que le seala, por una parte, el he-

    cho de que la inmensa mayora del pueblo ar-

    gentino pertenece a la confesin catlica y, p o ~

    la otra, las disposiciones constitucionales y los

    acuerdos que se han concertado con la Santa

    Sede en los ltimos aos

    Mi reciente visita al Santo Padre y la con-

    versacin con l mantenida, me confirman en

    la idea de que nuestro Programa de Recons-

    truccin Nacional, basado en la doctrina justi-

    cialista por esencia humanista y cristiana e;

    congruente con los lineamientos sustanciales de

    la doctrina social de la Iglesia en cuanto pro-

    mueve la dignidad de la persona humana, la

    justicia social y la felicidad de los pueblos, sobre

    todo a travs de lo expresado en sus ms re-

    cientes actualizaciones.

    Esto no significa desconocer la existencia de

    otros credos, que seguirn gozando plenamente

    de la libertad de cultos que garantiza la CBns-

    titucin Nacional. Somos conscientes del plura-

    lismo de la sociedad argentina que es expresin

    de la riqueza de nuestra convivencia, y por eso,

    en el marco del respeto recproco que ella mis-

    ma impone, los habitantes de nuestra tierra go-

    zarn sin retaceos de su derecho de expresar

    libremente sus preferencias religiosas.

    En los organismos internacionales, la Rep-

    blica Argentina tambin actuar con arreglo

    a

    las pautas fundamentales que acaban de sea-

    larse. Apoyaremos con decisin todas las inicia-

    tivas que surjan en su seno en favor de la

    Liberacin de los pueblos oprimidos y nos opon-

    dremos a la acechanzas de las grandes Poten-

    cias que disfrazan su voluntad de predominio

    bajo la cobertura de la accin colectiva y orga-

    nizada de la comunidad internacional.

    Reitero que mi gobierno aspira

    a mantener

    relaciones diplomticas y econmicas con todos

    los pases del mundo, porque propugna el res-

    peto a la libre determinacin de los pueblos y

    a la no intervencin en sus asuntos internos o

    externos. Con todo la vinculacin con los pases

    europeos merecer una atencin especial por el

    profundo nexo ya existente en lo histrico, lo

    cultural y lo econmico, en la medida en que,

    sobre la base de la aceptacin de nuestras deci-

    siones polticas, estn decididos a apoyarnos en

    nuestra lucha por la liberacin.

    Todo lo que hasta ahora hemos expresado

    -solidaridad en la lucha antiim peria lista, anti-

    historicidad de la O .E .A., principio de no in-

    tervencin- fundamenta la decisin de mi Go-

    bierno de restablecer relaciones con la hermana

    Repblica de Cuba, y as la adoptaremos en el

    momento en que su gobierno manifieste una

    voluntad coincidente.

    Para implementar esta ambiciosa poltica ex-

    terior que acaba de delinearse en apretada sn-

    tesis, el Gobierno promover la formacin de

    un Servicio Exterior profesionalizado, de alta

    capacitacin, ntimamente compenetrado de los

    grandes objetivos nacionales y dispuesto a asu-

    mir con sacrificio, honestidad y patriotismo la

    obligacin de servir al Pueblo argentino en uno

    de los puestos de lucha ms importantes en la

    magna tarea de la Reconstruccin Nacional. La

    constante defensa de nuestra soberana y de la

    dignidad de la Repblica as como la promocin

    de nuestros intereses econmicos constituirn

    presupuestos pragmticos ineludibles de su ac-

    cionar.

    b

    nos interesa implemkntar una poltica de

    falso prestigio en el mbito internacional, que

    en la inmensa mayora de los casos slo significa

    en la prctica asumir el papel de pen de las

    Grandes Potencias. Si la Argentina debe enfa-

    tizar al mximo la defensa de su soberana y de

    sus intereses econmicos, la Cancillera deber

    ineludiblemente desempear este papel con efi-

    cacia, para lo cual tendr que dedicar el mxi-

    mo de sus energas a obtener las decisiones que,

    en este campo, exige nuestro inters nacional.

    Por lo dems, nuestra diplomacia ser abierta

    ica. Porque un gobierno que no har sino

    el Pueblo quiera, no teme la publicidad,

    de l a esencia del rgimen republicano.

    contrario, aspira a mostrar siempre - e n

    ltivas

    decisiones soberanas o en la mesa de

    negociacin- el apoyo de una opinin p-

    ica informada y esclarecida.

    Slo los que temen al Pueblo -porque con-

    hen y ejecutan polticas generadas a sus es-

    @das

    se aslan en las trastiendas de los pa-

    hcios gubernativos y se amparan en el secreto

    y en la sorpresa para implementarla

    I

    Asantos institucionales

    El Poder Ejecutivo asume, a partir de hoy,

    la

    responsabilidad de promover un orden jur-

    dico para la Liberacin Nacional. Este orden ju-

    rdico

    ser la expresin legal d e una poltica

    orientada a romper los lazos de la dependencia

    &terna y a emancipar al hombre argentino, des-

    arrollando

    los

    medios necesarios para l a realiza-

    ein

    de un orden social justo.

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    14/39

    Los poderes del gobierno estatuidos en la

    Constitucin asumen as un contenido definido.

    Los temas de las funciones del Estad o quedan

    vincula dos al proyecto nacional necesario para

    el

    desarrol lo integral y autnomo de la Repbli--

    ca. Entendido esto como dice el General Pern

    no como fin sino como medio para la instaura-

    cin del orden social justo.

    Es que el desarrollo es sobre todo desarrollo

    poltico. En nuestra concepcin no basta un me-

    ro aumento del producto. No alcanzan las refe-

    rencias y propuestas a l cambio social o a l a

    mayor asistencia tcnica. Debe coordinarse

    el

    crecimiento con la Liberacin del hombre.

    Con acierto se seala que entre los motores

    fundamentales del proceso de crecimiento estn

    las fuerzas no econmicas.

    En primer trmino es menester un Estado

    eficaz. El Gobierno debe ser ante todo eso: GO-

    bierno. Esto significa organizacin un marco

    p

    ltico y administrativo estable y en funciona-

    miento instituciones polticas adecuadas y una

    administracin pblica efectiva. Una Adminis-

    tracin en la que cada servidor del Estado desde

    el ms humilde hasta el Pi-esidente ofrezcan a l

    Pueblo la prueba de una insospechable honra-

    sdez. Porque no basta con extremar requisitos

    para seleccionar a los que acceden sino que tam-

    bin se impone instrumentar l a mayor informa-

    cin de todo movimiento patrimonial que se

    opere con intervencin de funcionarios o em-

    pleados de la administracin.

    En esta seremos inflexibles y someteremos a

    la consideracin del Congreso la legislacin que

    asegure ese propsito.

    Pero como slo un poder legtimo organizado

    con participacin puede producir cambios tras -

    cendentes el principio jurdico fundamental que

    sostiene nuestra concepcin del Estado es la afir-

    macin de que todo Poder legtimo proviene del

    Pueblo. Es por ello que en funcin del mandato

    recibido ejerceremos el poder que legitima la

    voluntad

    pop~ilar.

    Per o la legitimidad poltica que inviste a l

    Gobierno no slo resulta de los pronunciamien-

    tos electorales del de marzo y del 15 de

    abri l de 1973 sino del explcito consentimiento

    de la gran mayora al gnero de medidas que

    deben tomarse para concretar la Liberacin Na-

    cional. Con su invariable acierto ha dicho el

    General Pern que el verdadero arte de go-

    bernar estriba en relacionar dos objetivos apa-

    rentemente divorciados en el tiempo que son la

    felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nacin

    de forma que sta no imponga sacrificios inti-

    les a la comunidad.

    Un poder legtimo da la validez ms slida a

    la

    legalidad. La ley volver a ser la expresin

    de la voluntad comn manifestada por

    el

    cuerpo

    legislativo que tiene constitucionalmente a su

    cargo la elaboracin de las normas. Porque fue

    pueril creer que mediante el arbitrio de califi-

    car como leyes a las manifestaciones escritas del

    poder desnudo se les confera ese carcter.

    Aspira nuestro Gobierno a que con la dignt-

    dad que en plenitud corresponde a este Congre-

    so se elaboren leyes que sean expresin del de-

    recho que rijan al Estado y a sus autoridades

    encargadas de aplicarlas. As pacificaremos au-

    tnticamente nuestro pas; slo a la ley se debe

    obediencia. Slo frente a ella desaparece el de-

    recho de resistencia.

    El Congreso Nacional entonces modelar en

    decisiones legislativas el mandato popular y da-

    r origen al nuevo orden jurdico de la Libera-

    cin Nacional. Y no hay duda que su papel his-

    trico deber completarse superando las expe-

    riencias del pasado en que fuera convertido en

    pieza de una estrategia de parlisis del poder

    poltico.

    Este Congreso a diferencia de otros anterio-

    res tiene la singular calidad de su origen. Ello

    asegura la cohesin franca y legtima con las

    tareas del Poder Ejecutivo a travs de la ma-

    yora que comparte la doctrina comn del Jus-

    ticialismo. En cuanto a la minora este Gobierno

    no slo le reclama el ejercicio de la plena fun-

    cin de control sino su participacin patritica

    y responsable en la tarea legislativa con la con-

    viccin de que su misin especfica se ejercita

    tan cerca de la cooperacin como alejada de la

    obstruccin. Estamos persuadidos que el xito

    ser para las instituciones y para el prestigio

    del Parlamento Nacional.

    Ya hemos afirmado que el Poder Ejecutivo ha

    de asumir con plenitud la direccin de la poli-

    tica de Liberacin Nacional.

    Su papel en el Estado de justicia social no

    puede reducirse a la administracin del pas. En

    relacin armnica con el Congreso y especial-

    mente con la mayora legislativa empear to-

    dos sus esfuerzos para recorrer el spero pero in-

    citante camino de esa Liberacin. Esa accin se

    ejercitar sin desmedro de las libertades p-

    blicas.

    El

    Estado se propone asegurarlas y no

    slo de manera formal. El Pueblo argentino tiene

    necesidad de justicia de solidaridad y de liber-

    tad; ste ser justamente el contenido material

    de las garantas individuales.

    Sin embargo no se trata slo de garantizar lo

    que unos pocos puedan disfrutar sino brindar

    los medios materiales adecuados para que todos

    puedan hacer uso de los derechos que son inhe-

    rentes a la condilcin humana. Esta concepcin

    presidi la obra de Gobierno del general Pern

    y

    constituir orientacin fundamental para el

    nuestro.

    En u n Estado justo y que procura la Libera-

    cin Nacional el ejercicio de la libertad supone

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    15/39

    el disenso, que es fecundo cuando es honesto y

    s fundamenta en las grandes coincidencias na-

    cionales.

    Nuestro pas ha vivido largos aos en su his-

    toria reciente bajo toda clase de regmenes de

    excepcin que afectaron principalmente los de-

    rechas humanos.

    El valor moral de la democracia y la sustanti-

    vidad del Estado de Derecho residen justamente

    en que sus principios deben aplicarse hasta sus

    ltimas consecuencias. Nadie tiene el derecho

    de suprimirlos con el pretexto de defender Iz

    democracia o la libertad.

    Nuestro sistema constitucional tambin consa-

    gra el principio federal; reivindicamos la de-

    fensa ardorosa de ese histrico valor.

    La deformacin centralizadora enfatizada du-

    rante los ltimos regmenes anticonstitucionales

    no ha podido desarraigar en las provincias la

    defensa de sus valores locales. El Poder Ejecu-

    tivo favorecer su desarrollo.

    Pero ni los localismos han de significar obs-

    tculos para la diligente tarea de reconstruc-

    cin, que reclama una poltica unificada y fir-

    me, ni tampoco el proyecto nacional implicar

    el avasallamiento de las autonomas provinciales.

    Asimismo, con el ilustrado concurso del Con-

    greso

    considerarenws los medios ms idneos

    para favorecer el regionalismo que tenga en

    cuenta las afinidades econmicas y la continui-

    dad geogrfica.

    Con respecto a la formulacin de una poltica

    legislativa debemos lamemiar tanto la devalua-

    cin del concepto cie ley como la inflacin nor-

    metiva que heredamos del reciente pasado.

    Es menester que se siniplifique la legislacin,

    porque e l nmero, la extensin y la misma com-

    posicin de las leyes van haciendo cada vez ms

    inaccesible para el Pueblo el conocimiento del

    orden jurdico. Urge depurarlo de normas in-

    justas o confusas, poniendo al alcance de todos

    las razones y los fines que lo articulen con el

    objetivo que perseguimos.

    Es preciso tambin la modernizacin que se

    ha proclamado como un valor esencial. Pero ello

    no debc hacerse con sentido tecnocrtico, sino

    basarse en las actuales condiciones econmicas,

    polticas y sociales y en sus probables tenden-

    cias futuras.

    pesar de enfticas manifestaciones en sen-

    tido contrario, l as leyes de fondo unen a la. ve-

    tustez la desactualizacin de su filosofa liberal-

    individualista, que ha sido reforzada por las

    Durante los ltimos aos, el Cdigo Penal ha

    experimentado repetidas reformas parciales. To-

    das han tendido al aumento del mbito de la

    punibilidad; sea creando nuevos delitos, sea

    aumentando las penas con que se sancionan los

    ya existentes. Sin embargo, el movimiento re-

    formista no ha perseguido objetivos confesables.

    Las verdaderas razones radican en el papel que

    la represin ha cobrado como elemento principal

    de la poltica social. Parecera que nuestra so-

    ciedad fuera slo motivable por el castigo y slo

    destinada la obeaiencia.

    Las leyes penales de un contenido incompati-

    ble con nuestro sistema de garantas como, por

    ejemplo, las que implantan claramente el delito

    de opinin, sern derogadas en forma inmediata.

    Sern erradicadas todas

    las normas cuya fi-

    nalidad esencial ha sido coartar tanto el plura-

    lismo ideolgico, cuanto las reacciones produci-

    das en nuestro medio social como directa con-

    secuencia d e un rgimen injusto.

    La pacificacin del pas requiere el olvido de

    odios y la aplicacin de las energas hasta hoy

    consumidas en la lucha fratricida, para la in-

    gente tarea de la Reconstruccin Nacional. En

    esto radica el primer fundamento de la amnis-

    ta amplia y generosa que promovemos.

    El Poder Ejecutivo no comparte el criterio de

    utilizar como remedio para la violencia poltica

    el empleo de la violencia adicional de la pena.

    La

    multiplicar sin obtener la paz. Muestra in-

    equvoca es nuestra reciente experiencia. Bajo

    la vigencia de penas terribles, incluso la de

    muerte y con tribunales especiales, el proceso

    d e la violencia ha i do en aumento. Al parecer

    la regla e s que a mayor represin corresponde

    un incremento de la violencia poltica.

    Jvenes, obreros y estudiantes que no han

    encontrado razones para creer en un sistema

    democrtico, ni oportunidad par a ejerci tar el

    sufragio como medio de expresin de la volun-

    tad popular estn poblando las crceles. Ha

    sido vano y an contraproducente el remedio

    del rgimen. Se impone cambiar el tratamiento

    del problema.

    Partimos de una verdad evidente: la violen-

    cia es el sntoma de una sociedad injusta. En-

    tonces, removamos la injusticia, pero no pon-

    gamos en la crcel a nuestros jvenes. Que no

    sean ellos los que paguen con el bien precioso

    de su libertad el precio por los privilegios que

    quieren ser mantenidos.

    Seor Presidente: En este acto

    y

    ante la

    Asamblea Legislativa aqu reunida, hago entre-

    ga del proyecto de Ley de Amnista que propone

    l Poder Ejecutivo. sus fundam entos me re-

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    16/39

    el Congreso ha de dar a esta iniciativa con que

    significativamente se inicia el perodo legislativo

    de esta nueva e tapa de la Nacin el urgente tra-

    tamiento que merece. El Poder Ejecu8tivocon-

    sidera que la cuestin de la pacificacin nacio-

    nal es el problema prioritario que debe resol-

    verse sin dilaciones para encarar bajo el signo

    de la conciliacin nacional la gran tare a de

    reconstruir la Patria.

    usticia

    Con clarividencia y

    sencillez acaba de decir

    el General Pern: ala libertad y la justicia son

    los remedios q ue deben preferirse a la represin

    y compresin del pueblo .

    No hay duda qu e padecemos dficit de justi-

    cia. No hay confianza popular en que las solu-

    ciones del legislador sean justas. Tampoco se

    cree que las decisiones del gobernante se ins-

    piren en esa virtud y no estn al servicio del

    privilegio. No se confa en que la administra-

    cin de justicia l a discierna rpida y equita tiva-

    mente.

    La poltica del Estado debe hacerse cargo de

    esta situacin.

    Es sabido que la prdida del respeto por la

    actuacin de los tribunales implica el ms grave

    detrimento para el prestigio de la ley. Ms que

    cualqu ier otr a deficiencia pblica el pueblo

    percibe los defectos de la administracin d e

    justicia. Aqu tambin la falta de confianza en

    los magistrados resiente gravemente la imagen

    del Estado y deteriora sensiblemente la del Go-

    bierno.

    La preocupacin por este problema debe fi-

    gurar entonces entre los asuntos prioritarios a

    resolver por el Poder Ejecutivo.

    Sin duda que la independencia de los jueces

    en el ejercicio de sus funciones y su libertad

    frente a las interferencias de otros poderes debe

    ser plena y asegurada. Pero el reconocimiento

    del principio en su doble carcter personal y

    funcional no implica un concepto estereotipado.

    La independencia del Poder Judicial tanto

    como la del Legislativo o la del Ejecutivo es en

    realidad problema de cada Poder.

    La Constitucin seala en forma precisa l a

    extensin y los lmites de la esfera de actividad

    de cada uno de ellos.

    El Poder Judicial no puede ser ajeno a la ta -

    rea d e Libnracibn Nacional q ue d efinir la ac-

    cin concreta de la nueva orientacin del Es-

    tado. Pues en la medida en que el nuevo orden

    jurdico ser el orden jurdico de esa Libera-

    cin el Poder Judicial ser el encargado de rea-

    lizar esos nuevos valores en las decisiones de

    los conflictos particulares. Desde este punto de

    vista el Poder Judicial ser tambin e l custodio

    de la legalidad de ese nuevo orden de valores

    pues esa es la funcin que le encomienda la

    Car ta Magna. Como ya se ha dicho la legalidad

    del Estado tiene un nico origen la voluntad

    popular y un fin definido el respeto de la per-

    sona humana en su proyeccin individual y so-

    cial.

    Resumiendo la Liberacin Nacional es tarea

    de la totalidad del Estado y por tanto tambin

    del Poder Judicial.

    Necesitamos no slo jueces calificados por sus

    conocimientos sino tambin versados en la com-

    prensin d e la naturaleza humana imbuidos de

    sentido nacional independiente humildes pa-

    cientes e incansables para buscar la verdad que

    sean honestos y tenidos por tales por la ciuda-

    dana. Que perciban la tica prevaleciente y los

    valores de la Argentina en reconstruccin par-

    ticipando en sta con su funcin creadora. Que

    sientan la demora en admin istr ar justicia como

    un dolor intolerable y que inclusive preserven

    las libertades pblicas contra cualquier exceso

    aun si proviniera del mismo Gobierno.

    Tambin se ha de contemplar reconociendo

    la jerarqua d e su cometido el trascendente pa-

    pel de los abogados y dems auxiliares de la

    justicia asegurando junto con el rgimen previ-

    sional que el foro reclama la colegiacin nece-

    saria para garantizar la presencia de normas

    ticas y el perfeccionamiento de sus integrantes.

    La Justicia entonces debe tener todos los a tri-

    butos necesarios para ejercer en libertad su mi-

    nisterio frente a los otros poderes pero no pue-

    de estar apa rtad a de los ideales los propsitos

    y el destino del Pueblo expresados categrica-

    mente a travs del proceso electoral que cul-

    min el de marzo y el

    15

    de abril. Indepen-

    diente s pero no ajena o contraria a sus deci-

    siones. El Poder Judicial y los Poderes Ejecu-

    tivo y Legislativo integran un mismo Gobierno

    que tiene una senda trazada por el Pueblo y

    debe seguirla sin desvo.

    Independiente s de los otros poderes pero

    sin ignorar las expectativas creadas a los senti-

    mientos de un Pueblo ilusionado y decidido.

    Pero independiente tambin en especial de los

    poderes ocultos que son hoy los ms sutiles e

    implacables instrumentos de sometimiento de

    una nacin.

    La Justicia defensora de la libertad pero no

    de la libertad para amparar injustamente a los

    fuertes y sojuzgar sin razn a los ms dbiles;

    defensora insobornable de las libertades pbli-

    cas en un mbito y sen tido social. El Pueblo

    debe ve r en ella su imagen su proyeccin en

    los conflictos cotidianos de intereses.

    No es posible una justicia que se detenga en

    el pasado y no comprenda la evolucin del

    constante presente y del cercano futuro. Debe

    avanzar con la vida social y nutrirse no slo

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    17/39

    en persona y decisiones pretritas, sino en

    hombres n o nteresa su origen- que ajusten

    sus decisiones a normas jurdicas pevo a la

    nueva luz que despierta cada da.

    Lo dijo ya con palabras precursoras, qu e son

    hoy, con honor, mi palabra, el General Pern,

    al dirigirse a la Asamblea Legislativa, al asu-

    mir por primera vez la Presidencia de la Re-

    pblica: apareja a la honradez ha de marchar

    la ecuanimidad en el gobernante reflejada en

    su amor a la justicia. En lo que a m hace

    pongo el espritu de justicia por encima del

    Poder Judicial, que es requisito indispensable

    para la prosperidad de las naciones; pero en-

    tiendo q ue la Justicia, adems de independiente,

    ha de ser eficaz y que no puede ser eficaz si

    sus ideas y sus conceptos no marchan a com-

    ps del sentimiento pblico.

    ,De otro modo se frustrarn respetables an-

    helos populares y se entorpece el desenvolvi-

    miento social con grave perjuicio para las cla-

    ses obreras. Estas, que son naturalmente las

    menos conservadoras en el sentido usual de la

    palabra, al ver cmo se cierran los caminos

    del derecho no tienen ms recursos que poner su

    fe en los procedimientos de la violencia.,

    Palabras premonitorias que continan te-

    niendo plena vigencia en esta hora en que asu-

    mo el Gobierno de la Nacin y han sido inspi-

    radoras, en la materia, de las Pautas Progra-

    mticas que anunci el da 20 de enero del ao

    en curso.

    Los Tribunales de Justicia deben integrarse

    con arreglo a las normas constitucionales. El

    Poder Ejecutivo no puede declinar ninguna de

    las atribuciones o mejor an de las responsa-

    bilidades que ellas le confieren. No est tampo-

    co en l hacerlo.

    Carecen de vigencia constitucional las dispo-

    siciones que las menoscaban, y el Poder Ejecu-

    tivo, como cualquiera de los tres poderes del

    Estado, no est autorizado para eximirse del

    cumplimiento de sus deberes.

    Respetamos a los hombres, sin distincin, a

    sus ideales y a sus derechos pero reclamamos

    igual respeto por los nuestros en el ejercicio

    de nuestras responsabilidades.

    Escucharemos todas las opiniones, acogere-

    mos toda informacin, comprenderemos pru-

    dentes aspiraciones, pero la decisin ser del

    Poder Ejecutivo que tiene la responsabilidad

    de someter una justa eleccin de sus integran-

    tes al Senado de la Nacin, juez final de este

    problema.

    Mi gobierno ha d e procurar alcanzar, entre

    otros, los siguientes objetivos y ha de lograrlos

    con empeo y sin pausas:

    a Revitalizar el Ministerio de Justicia,

    reintegrando a l organismos que, por

    derecho o de hecho -no interesan sus

    motivaciones- se han sustrado a su

    jurisdiccin;

    b

    Vigorizar en profundidad las tareas de

    otros organismos que permaneciendo an

    dentro de su jurisdiccin, agonizan en

    su inaccin. Por ejemplo la Direccin

    Nacional de Personas Jurdicas;

    c Plan ificar y construir los edificios ne-

    cesarios para el ejercicio de las tareas

    judiciales, con el objeto de poner fin a

    la intolerable situacin de hoy, permi-

    tiendo a los magistrados, funcionarios

    y personal desempearlas en un medio

    decoroso;

    d Organizar la polica judicial que est a

    las rdenes directas de los seores Jue-

    ces e investigue cumpliendo sus instruc-

    ciones. Se evitarn

    as los abusos y vio-

    laciones a derechos individuales, por los

    que se reclama a diario con razn;

    e Transformar el servicio penitenciario

    federal para que cumpla ajustadamente

    las disposiciones de la Constitucin Na-

    cional y en lugar de ahondar la frecuen-

    t e inclinacin potencial hacia e l delito

    de los que cumplen una condena, los

    restituya a la sociedad como elementos

    tiles;

    f Modificar el sistema previsional para la

    Justicia, que facilite el retiro de los Ma-

    gistrados en reconocimiento de sus fun-

    ciones y renovar as, sin desmedro per-

    sonal, los cuadros de la Magistratura;

    g Adecuar los cdigos a la s exigencias de

    la hora;

    h

    Legislar sobre agremiacin, Colegios de

    Abogados y Procuradores, matrcula y

    Caja Forense;

    i

    Perfeccionar las disposiciones legales di-

    rigidas a proteger los derechos de pro-

    piedad intelectual y los de extraordina-

    ria trascendencia, de nuestra industria,

    modificando las antiguas leyes sobre pa-

    tentes de invencin, modelos industria-

    les y marcas, para impedir que sean

    tambin medios de dominacin econ-

    mica y nos conviertan en mero taller;

    j Ajustar las tareas del Registro de la Pro-

    piedad Inmueble y funcionamiento de

    catastros territoriales;

    k Considerar la posibilidad de establecer

    iin Tribunal de Casacin que unifique la

    jurisprudencia en materia civil, comer-

    cial, penal, minera, de trabajo y leyes

    que dicte la Nacin;

    1

    Reorganizar el Ministerio Fiscal, que es

    actualmente una figura hbrida, asig-

    nndole funciones y responsabilidades

    en la defensa d e los intereses de la Na-

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    18/39

    cin. El Estado est desvalido e inde-

    fenso frente a acechanzas y acciones que

    procuran someter a la Nacin y cuando

    reacciona por transgresiones demasiado

    torpes es tarde para evita r graves con-

    secuencias.

    Prensa

    Como ya hemos dicho la libe rtad de expre-

    sin es inseparable de la democracia. El go-

    bierno popular asegurar la vigencia y el ejer-

    cicio de ese derecho inalienable.

    Quiero afirmar con ello que el gobierno Jus-

    ticialista de Liberacin no slo garantizar la

    liber tad d e opinin sino que velar porque a

    la misma accedan todos los grupos sociales que

    hasta ahora se han visto marginados de ella. El

    ideal que nos proponemos consiste en abrir

    cauces de expresin tan variados que canalicen

    toda la riqueza de opiniones que posee el pue-

    blo argentino.

    En tanto se respeten la s leyes nadie ver li-

    mitado su derecho a opinar. La derogacin de

    la legislacin represiva e ideolgica as lo de-

    terminar. Un pueblo maduro y lcido como el

    argen tino con conciencia social y poltica pro-

    bado en una larga y heroica lucha por imponer

    su destino ha de ser respetado en su derecho

    a definir por si mismo sus preferencias y pa ra

    ello a informarse sin trabas ni censuras.

    Mi Gobierno cumplir con su deber facilitan-

    do todos los canales de comunicacin y de de-

    bate.

    As como en el plano de la produccin eco-

    nmica daremos mayor participacin a todos los

    trabajadores lo mismo haremos en el rea de la

    prensa y difusin. Lo contrario significara

    aceptar que la libertad de expresiin pueda ser-

    vir con exclusividad a los grupos econmica-

    men te poderosos convirtiendo en un privilegio

    lo que es un derecho.

    h/li gobierno har un uso moderado de los

    recursos oficiales para publicidad. Ellos han si-

    do frecuentemente digitados para obtener de la

    prensa una imagen favorable de quienes deten-

    taban el poder. Este procedimiento as como

    una propaganda abrumadora por parte de los

    medios oficiales son polticas que nos absten-

    dremos de emplear.

    En cuanto a la publicidad privada deber

    encu adrar se en metas de bien pblico hacien-

    d a valer tres conceptos:

    l

    El ciudadano argentino no debe ser

    blanco de una propaganda sistemt.ica

    que lo induzca a transformarse en un

    consumidor obsesivo de bienes

    a

    menu-

    do superfluos;

    2 Los modelos propuestos por la propa-

    ganda no podrn ser ni directa ni indi-

    rectamente modelos de penetracin im-

    periaiista ni de pautas adversas al ser

    nacional; y

    3

    Tampoco se consentir la degradacin

    de valores humanos trascendentes y su

    manipulacin con fines comerciales. La

    publicidad ser ajustada a dichos cri-

    terios.

    Los medios de comunicacin de masas deben

    ser primordialmente vehculos de autntica

    cultura. A travs de los rganos que estn en la

    esfera estatal mi Gobierno ser el primero en

    da r el ejemplo jerarquizando los valores nacio-

    pales. Todos los centros de creacin cultural del

    pas hallarn en ellos sus cauces naturales.

    En suma: Propiciaremos la cultura popular.

    No admitiremos que a travs de los medios de

    comunicacin se introduzcan modelos y concep-

    ciones lesivas de los valores que hacen al ser

    nacional.

    Ninguna frontera estar abierta a la pene-

    tracin directa o indirecta de culturas que pre-

    tenden formar mentes dciles a los centros

    hegemnicos de poder mundial.

    Tambin en este terreno el dilema es depen-

    dencia o Liberacin. El pueblo argentino ha vo-

    tado por la Liberacin. El Gobierno Justicialista

    se compromete a ejecutar ese mandato.

    Fuerzas rmadas

    En mis

    bases

    para lograr el acuerdo de la

    Reconstruccin Nacional dij e el 8 de este mes

    refirindome a la Defensa Nacional: las Fuer-

    zas Armadas han de contribuir en el proceso

    de la Reconstruccin Nacional dentro de las

    normas constitucionales y del respeto de la

    tradicin americanista y emancipadora de los

    Ejrcitos Libertadores del General San Martnn.

    Dije entonces y repito hoy con nfasis y en

    la seguridad de interpretar la hora que vive

    nuestro pas que nunca ms e l orden jurdico

    argentino se ver sometido a hechos de fuerzan.

    Posteriormente ampli este pensamiento ex-

    presando que ello significaba:

    l

    La misin de las Fuerzas Armadas es

    defender la soberana nacional v hacer

    respetar la voluntad popular. Agregu

    entonces aue las armas de la Re~blica

    no se dan para ejercer una suerte de

    tutel aje sobre el pueblo argentino por-

    que son armas que el pueblo entrega

    para que la Patri a sea protegida y pueda

    avanzar sin pausa hacia su destino his-

    trico.

    2

    Para que las Fuerzas Armadas puedan

    cumplir la obligacin que les impone la

    Constitucin es necesario consolidar su

    nivel tcnico-profesional y evitar que la

    estabilidad de los cuadros sea amena-

    zada por influencias polticas ajenas a

    sus misiones especficas.

  • 7/23/2019 Cmpora, Discurso de asuncin, 1973

    19/39

    3

    Las Fuerzas Armadas estn subordina-

    das al Gobierno Nacional por expresa

    disposicin constitucional y deben por

    lo tanto aline arse con los intereses na-

    cionales que el pueblo vot el 11 de

    marzo. Esos intereses nacionales se ex-

    presan en la empresa de la Liberacin

    que en el orden militar significa opo-

    nerse enrgicamente a toda tentativa de

    limitacin de nuestro poder de decisin

    dictada por conc.epciones estratgjcas

    forneas en cuanto a las caractersticas

    de los armamentos instruccin de cua-

    dros y tropas y misin de las Fuerzas

    Armadas.

    Expres tambin que el 25 de mayo asumira

    el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas

    convencido de sus contribuciones a la formacin

    de nuestra nacionalidad. Anticip por ltimo

    que a parti r de ese momento el pueblo las sen-

    tira nuevamente a su lado como part e en la

    Reconstruccin Nacional.

    Hoy me dirijo a las tres Fuerzas como su

    Comandante en Jefe y ratifico todos y cada uno

    de esos conceptos.

    No podemos suponer a las Fuerzas Armadas

    como una entidad distinta del Pueblo.

    No existen en tre nosotros como ocurre en

    otras naciones castas militares que puedan arr o-

    garse el privilegio de orientar a la comunidad;

    o de gobernarla exclusivamente. Nuestros solda-

    dos son ciudadanos de una Repblica y se es

    su mejor galardn. Una Repblica de iguales

    donde cada uno cumple la misin que se le ha

    confiado sin que nadie prevalezca sobre otro.

    No existe ms superior entre nosotros que la

    comunidad el conjunto de los argentinos el

    Pueblo y sus Instituciones.

    No puede entenderse a las Fuerzas Armadas

    sino como parte de ese gran todo que es el

    Pueblo Argentino. Ejrcito Armada y Fuerza

    Area no son otra cosa que el Pueblo hecho

    milicia; y estn sujetos como todos nosotros a

    la organizacin constitucional.

    Empleadas en defensa de la comunidad las

    armas son nobles; pero viles y mezquinas si se

    las hace servir a otros propsitos. Nos hemos

    equivocado muchas veces para no compren-

    derlo. Los gobernantes en una democracia son

    elegidos por el Pueblo en comicios limpios; im-

    ponerlos por la fuerza de las arma s es una usur -

    pacin de los atr ibu tos del soberano desacre-

    dita la milicia y niega el derecho.

    Lo ha dicho un soldado por excelencia un

    Gran Capitn que saba lo que es Patria y lo

    que es Milicia: el General Jos de San Martn.

    Quiero evocarlo recordando la frmula del ju-

    ramento d e la Logia Lautaro fundad a por l

    en 1812: Nunca reconoceris pm Gobierno le-

    gtimo de la Patria sino aqul que sea elegido

    por libre y espontnea voluntad de los Pue-

    blos

    D

    Juntamente con su misin primordial de man-

    tener la paz las Fuerzas Armadas han merecido

    el reconocimiento de todos los argentinos en

    cuanto contribuyeron al progreso y desarrollo

    de nuestra Pat ria . Quiero recordar en este sen-

    tido la obra realizada en los que fueron terri-

    torios nacionales debida en gran parte a los

    ncleos de civilidad formados junto a los des-

    tacamentos militares y navales. La labor del

    General Pa blo Ricchieri y e l servicio obligatorio

    por l establecido que adems de su funcin

    militar permit